Mesa de recepción
oy empiezo mi sección con un comentario (que no pretende ser una reseña) a un libro de reciente aparición. Me refiero a (Alfaguara), del escritor francés . Quiero advertir al ocasional lector de estas líneas, que soy un fan (¡qué digo un fan, soy un irremediable forofo en toda regla!) de Foenkinos. Haré un poco de historia. Hace unos años no sabía nada de su existencia. Un día me llegaron unos libros entre los cuales estaba . Su lectura me reconcilió con, otro hallazgo. Y es entonces cuando me hago absolutamente foenkiano. Trato de encontrar un equivalente en España de un autor de estas características, moviéndose entre la prosa anestésica y la inventiva más inesperada y no la encuentro. No es un problema de calidad o talento, sino de comulgar con esa fórmula que cruza seriedad estética y ética con un sentido de la levedad narrativa inmune a la severidad elitista de turno. Sigamos. Luego pruebo con . Otra pieza de altura. La biografía novelada y escrita en verso de la gran pintora judía alemana , gaseada en Auschwitz a los 26 años. Cuando leí esta maravilla, todavía no había visto nunca una obra suya. Al fin, el año pasado, pude hacerlo en una exposición antológica que se hizo en el Monasterio de Pedralbes. Y ahora me llega . Comienza con un protagonista que deja, como egregio profesor, sus clases de arte en la universidad para convertirse, inopinadamente, en guardia del Museo de Orsay. Ese nuevo empleo le permite instalarse frente a un cuadro de , el retrato de . El rostro de la mujer que se suicida al día siguiente de la muerte del pintor impregna la novela y nos habla del sentido de la belleza en nuestras vidas. Foenkinos puro y en estado de gracia.
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