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Amoureux De La Douleur

Amantes del Dolor

FRERARD

GERARDWAY/FRANKIERO
FRANKIERO/GERARDWAY

No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo.


~Nelson Mandela

‘Tengo miedo’

‘¿A qué? El único peligro aquí eres tú…’

Prólogo - Narrado por Gerard


Retrouvez la liste de mes proies – Hallar a mi presa

Hacía calor. Mucho calor. Demasiado como para estar dentro de un


Falcon ’66 y sin aire acondicionado; pero ese era el plan de cada comienzo
de mes.
Debía hacerlo. Era parte del primer paso de la ‘Rutina Estrictamente
Necesaria de Gerard Way Para Pasarla Increíblemente Genial’, y no podía
saltearlo si pretendía llegar a mi objetivo.
Me golpeé levemente la mejilla con la mano para despabilarme. Si no
me concentraba, el plan se iba a ir a la mierda.
Para los alumnos del instituto Santa Cecilia ese viernes no era más
que el último día de clases. Y eso estaba bien. Debía parecer una tarde
como cualquiera.
Así que, mientras dirigía la vista hacia la salida de la escuela, puse en
marcha el primer punto de mi síntesis:

1. Hallar a mi presa.

Bien.
El chico rubiecito que arrojaba papeles al suelo era muy irritante.
La mocosa pelirroja amante de los libros iba a ser aburrida.
El muchacho de cabello rizado era casi tan alto como yo… y eso le
quitaba expectativa.
Necesitaba a un niño pequeño. Que fuera compacto. Que captara mi
atención.
Suspiré, colocando la cabeza sobre mis hombros y luego atisbe hacia
un grupo de críos que reían frenéticamente. Era como el Conde Drácula
pero sin vampirismo.
Les analicé con la mirada, pero ninguno llamó concretamente mi
atención. Posé repentinamente la vista en una <<señorita>> de piel
morena, cuando…

Click.
Click, click, click.

-¡Diga whisky!

Risas.
Click. Click, click.

-¡Ésto está genial!

Click. Click. Click, click.

-¿Pero qué…?
Tapé mi rostro, los ojos me titilaban como si hubiese estado mirando
al sol durante horas.

Click. Click.

-¿Uh…?
-Hola señor –dijo una voz cantarina, traspasando el vidrio abierto del
auto.- ¿No tiene calor ahí? Debería bajar. ¿Está bien? ¿Por qué no abre sus
ojos? ¿Le hizo mal el flash? Disculpe, yo sólo…
-Cállate –alcé la vista, no antes de pestañear dos o tres veces- ¿Qué
crees que…?
Parecía que no iba a poder completar ninguna de mis preguntas, al
menos hasta que saliera de ese trance. Era él. Pequeño, compacto y
llamativo.
Su cabello negro estaba completamente desordenado, con una mecha
que caía sobre su rostro, sutilmente adornado con unos ojos color avellana.
Tendría doce años, y era la presa perfecta que me permitía pasa a la
segunda instancia.

2. Atraparla.

-¿Qué tal, pequeño? –Culminé al fin, con una sonrisa tan falsa que
dudé si se la creería.
-Bien, señor. Perdone, sólo quería sacarle unas fotos a su coche –
Sonrió, enseñándome una cámara que sostenía con cuidado. –Un Falcon
’66, ¿verdad? Mi abuelo tenía uno así.
-¿Eso va en plan de ofensa? –Dije, sonriendo de lado.
-No, perdó…
-Deja de disculparte y dime tu nombre.
-Frank, Frankie.
-Frankie, es bonito –Le extendí la mano.- Mi nombre es Gerard.
Estrechó sus deditos con los míos.
-Bueno, Gerard, gracias por no enojarte con lo de las fotografías. Mi
padre me dejó su cámara estos días, así que debo aprovecharla –Rió un
poquito- Adiós.
-Espera –le detuve antes de que diera un paso- ¿Puedes traerme esas
fotos cuando las reveles? Quiero verlas.
-¡Claro! –Exclamó, con un poco de orgullo en el rostro- Mañana las
tendré, tan sólo dame tu dirección.
-Ve al West Side, a una cuadra del parque Lincoln.

Fue demasiado fácil. Ya estaba hecho.

3. Degustarla.

~~~~~~~~~

‘Gerard, ¿a qué se le teme?’

‘Según dicen, pequeño, a lo que no se conoce’

‘Pero yo te conozco, Gee…’


*

Capítulo 02 – Narrado por Frank


Qui êtes-vous, Gerard? – ¿Quién eres, Gerard?

Volví a golpear la puerta con euforia.


Encontrar el apartamento no había sido muy difícil luego de cruzar la
avenida Lincoln, porque existía sólo una división de torres detrás de ésta.
Fue solo cuestión de preguntarle al portero en qué piso vivía un señor
llamado <<Gerard>> y tomar el ascensor.
Oí que alguien arrastraba los pies hacia mí y se recargaba en la puerta
sin abrir.

-¡Ya les he dicho que no me interesa el sexo grupal!


Reí alegremente.
-Es Frank, Gerard.
Se movió detrás del portillo para dejarme pasar, no antes de darle doble
vuelta al cerrojo.
-Pasa y discúlpame –sonrió, deslizándose con suavidad delante de mí.-
No te esperaba tan temprano, y esos tipos de las orgías siempre…
-¿Estoy interrumpiendo una charla en contra de las relaciones sexuales
libres o algo así?
-No, no, entra –repuso entre risas, dirigiéndose hacia un pasillo que
doblaba a la derecha. –Por aquí, hay algo de desorden, digamos que la
limpieza no está entre mi lista de actividades favoritas.

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