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GIBRALTAR
INDICE
Prólogo .......................................................................................................................... 3
GIBRALTAR................................................................................................................... 4
a) Geografía de la fortaleza y posibilidades de ataque y defensa de la misma ............. 5
b) Historia de la ocupación ............................................................................................. 7
c) Negociaciones históricas para el rescate ................................................................... 8
d) Repercusión espiritual .............................................................................................. 10
e) Gibraltar, jurídicamente, es español......................................................................... 12
f) Misión de la hora presente ........................................................................................ 13
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Artículos periodísticos:
Gibraltar, la espina eterna ............................................................................................ 15
Gibraltar irredento......................................................................................................... 17
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PROLOGO
El acuciante problema de la unidad geopolítica de España aparece en nuestra
generación con caracteres de verdadera angustia ante la tremenda injusticia de
Gibraltar, ocupado por una potencia extranjera.
Todos los españoles, y recalcamos bien el adverbio, están persuadidos de tan irritante
desatino y de la necesidad de la pronta restitución de la vieja Roca al regazo de la
España eterna. Pero hace falta popularizar las razones de nuestra petición, que "el
gran público" se ilustre, exclusivamente lo necesario, sobre el problema de Gibraltar,
para que, conociéndolo bien, sea precisamente este conocimiento la espina clavada
en cada corazón, que a todos nos pinche y a todas horas, para no olvidar un solo
momento esta terrible injusticia histórica. Esto nos ha movido a publicar este "breve
estudio táctico, histórico, espiritual y jurídico", que es como un barniz de las diversas
facetas de la vieja Calpe en sus relaciones con el resto de España, al alcance de todos
los españoles honrados, que es decir, una vez más, de todos los españoles. Y esta es
la única pretensión.
Agotada la primera edición, que obtuvo una favorable crítica de prensa y radio,
generosas felicitaciones de distinguidas personalidades y de la Diputación y el
Ayuntamiento de la Cabeza de Castilla, donde se editó, por el Departamento Provincial
de Seminarios, aparece ahora esta segunda edición ampliada, igualmente divulgadora
y publicada por Ediciones del Movimiento en 1953.
Nos daremos por satisfechos con que sirva para cumplir el fin propuesto y con haber
realizado este modestísimo servicio a la Patria.
EL AUTOR
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GIBRALTAR
A los españoles que en todos los tiempos lucharon por la libertad de la Patria, por el
Pan y por la Justicia.
Tratamos en este trabajo de hacer resaltar dos puntos fundamentales para avivar el
interés por la restitución de la plaza:
1.º Que Gibraltar ha sido, desde su ocupación por los ingleses, el caballo de batalla de
todos los españoles decentes, sin distinción alguna de matiz político o religioso. Esto
es muy importante para los espíritus... apocados que presentan el problema como una
cosa artificial creada hoy.
Y así, desde Felipe V, que tuvo como obsesión la vieja roca -"Como con espinas
habremos de andar los españoles mientras Menorca y Gibraltar continúen en poder de
Inglaterra"- hasta José Antonio, que logró una frase genial, como todas las suyas:
"España confina al sur con una vergüenza", todos los pensadores, tratadistas, políticos
y militares más ilustres, de cualquier credo político, se han ocupado de su rescate,
como luego veremos. - Pero nosotros, la generación que tanto ha sufrido con la
guerra, no quiere perpetuar agravios ni rencores. La España salida de las trincheras,
purificada por tres años de lucha, no acepta el concepto de los enemigos hereditarios,
que tanta sangre ha costado al mundo. Queremos únicamente liquidar las viejas
cuentas, restaurar la unidad nacional y que nadie se interfiera, en nombre de nada, en
los asuntos privativos de España. No queremos odio, queremos amor, y abrazar, como
el león hispano sabe hacerlo, en una unión fraternal, a la vieja Inglaterra, cuyo papel
en el mundo, aun en estos años de prueba para la rubia Albión, no puede
desaparecer.
Que vuelva Gibraltar a nuestras manos, pero que lo haga sin sangre, sin rencor y sin
estridencias. Es fruta madura que puede desprenderse cualquier día. "Gibraltar -ha
dicho el general Franco- no vale una guerra."
Y hechas estas advertencias para los espíritus timoratos, derrotistas o... traidores -que
los hay, tratando de enmascarar su condición y presentando la reivindicación de
Gibraltar como una impertinencia de última hora, pintando con negras tintas los
horrores de una posible guerra, a la que, como siempre, ellos no habían de acudir-,
vamos a realizar un breve estudio del Peñón, dividiendo nuestro trabajo en las
siguientes partes:
Gibraltar está constituido por una cresta rocosa y rígida de 422 metros de altitud. En la
antigüedad fue una isla, como Santoña, Peñíscola y Urgull, y de ahí que, como estas
otras posiciones, haya sido frecuentemente teatro de numerosas batallas por constituir
una magnífica posición táctica.
Hacia el este, sus laderas descienden verticalmente, lo mismo que hacia el istmo
español; el declive es menos áspero hacia el sur. Mirando a Algeciras, forma un
hemiciclo o gradería, abierto hacia la bahía, donde se encuentran la población, los
acuartelamientos, los diques y las maestranzas.
Pero Gibraltar ¿es realmente inexpugnable? Esta leyenda, con visos de realidad hasta
el moderno avance de la técnica de los armamentos, se forjó por la heroica resistencia
que en ella sostuvo el general Elliot en uno de los catorce sitios.
Gibraltar fue asediado varias veces antes del empleo de la artillería, que aparece
probablemente, y en forma rudimentaria, en el sitio de la vecina ciudad de Algeciras.
Resultó inexpugnable también para las lanchas bombarderas de los últimos asedios,
que mandaba el almirante Barceló; lo mismo que cuando lo atacaron las baterías
flotantes de D'Arcon, que su autor las consideraba incombustibles e insumergibles. El
duque de Crillón se estrelló ante la plaza con su "bala roja", que lanzó fieramente al
asalto, cooperando con la marina y el ejército de España. Las armas de fuego no
tenían ni alcance, ni potencia, ni rapidez de tiro.
Navarrete, a fines del siglo XIX, planteó la cuestión nuevamente. Habían aparecido ya
los cañones Amstrong, de gran calibre. Había más velocidad, más alcance y más
potencia.
las defensas subterráneas hasta agotar sus municiones, el agua o los víveres, pero el
valor táctico de Gibraltar habría terminado.
Es interesante a este respecto la opinión del general Marshall, que nos cuenta
Churchill en sus Memorias. "No pensábamos salir de Gibraltar para Argel hasta el día
siguiente. Ello me dió ocasión para mostrar detenidamente el Peñón al general
Marshall.' Bajamos finalmente a inspeccionar la obra predilecta del gobernador: el
nuevo túnel abierto a gran profundidad en la Peña, con su batería de tiro rápido
orientada hacia el istmo. Se había realizado allí una labor prodigiosa, y al recorrer
aquel túnel nos parecía ciertamente que, fueran cuales fueren los peligros con que
tuviera que enfrentarse la guarnición, ya no debía temer un asalto por el lado del
continente. Pero el general Marshall comentó, con una ligera variación en la voz: "He
admirado su túnel, pero nosotros teníamos otro parecido en Corregidor. Los japoneses
dispararon contra la roca, haciendo blanco en ella a unos centenares de metros por
encima del túnel, y al cabo de tres días éste quedó completamente obstruido por una
enorme masa de cascotes."
La vieja Calpe no pudo evitar, en la primera guerra mundial, la magnífica hazaña del
comandante alemán Von Hetsing, con sus submarinos pasando el Estrecho; más
tarde, otras unidades hicieron lo propio, y en los postreros días de la guerra, la flotilla
de barcos "U" pasó al Atlántico. Todos los submarinos alemanes, menos uno, lograron
forzar el Estrecho.
La evolución del armamento ha sido mucho más favorable en el concepto del ataque
que en el de la defensa, y la intervención de la aviación por la tercera dimensión ha
revolucionado la estrategia obsidional. A Gibraltar le ocurriría lo mismo que a Odesa,
Singapur o la línea Maginot, con una concentración de fuegos desde las alturas
vecinas.
No ofrece el Peñón las condiciones que el almirante sir Herbert Richmond impone para
garantizar el ejercicio del señorío del mar en caso de beligerancia española. "Estas
fortalezas -escribe- deben estar emplazadas de tal modo que, aparte su situación en
parajes donde lo exijan las fuerzas combatientes, se hallen seguras contra las formas
de ataque tendentes a su captura o a hacerlas inútiles o inhábiles." No digamos nada
sobre el empleó de las armas llamadas "ciegas", sobre todo las de desintegración
molecular.
b) HISTORIA DE LA OCUPACION
su discurso de Cádiz, donde planteó la cuestión del cambio de Gibraltar por Ceuta,
nos han dejado algunas ideas de indiscutible interés. Añadamos la Historia de
Gibraltar, de J. Carlos de Luna, y Reivindicaciones de España, de Areilza y Castiella.
La plaza, como hemos dicho, fue ocupada el día 4 de agosto de 1704 por la escuadra
del almirante Rooke, siendo jefe del desembarco el landgrave Hesse Darmstadt, que
actuaba en nombre del archiduque Carlos, pretendiente al trono de España.
Darmstadt entregó al jefe de la defensa una carta suya y otra del pretendiente, dando
seguridades a los defensores; no obstante, el cabildo rechazó las cartas por su lealtad
a Felipe V. El capitán Diego de Salinas se rindió con sus escasas fuerzas, pero a un
príncipe que actuaba en nombre de España y en vista de la imposibilidad de una
defensa eficaz.
En julio de 1705 Carlos III, el pretendiente, tomó posesión del reino de España en
Gibraltar, única plaza que le era nominalmente adicta.
No pasó mucho tiempo cuando empezaron los patriotas los primeros ataques al
Peñón, a cargo de Villadarías y del cabrerizo Susarte. Más adelante, el mariscal
francés Tessé pretendió tomar la plaza.
El marqués de las Torres efectuó el año 1737 el sitio número trece contra la plaza.
Montemar construye una línea frente al Peñón, apoyada en los fuertes de San Felipe y
Santa Bárbara, y el gobernador Portmore protesta. Inglaterra comenzaba ya a
mediatizar nuestra soberanía.
En 1859, con motivo de la apertura del canal de Suez, Gibraltar adquiere mucha
importancia. Por esta fecha aparece también el cañón de acero fundido de largo
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Esta es una muestra del respeto de ciertos "sires" y de ciertos "lores" a la libertad
sagrada de los pueblos y a su derecho de autodeterminación.
España, no viendo claras las negociaciones, firma un pacto con Austria. Al conocerlo
el gobierno inglés, pide explicaciones, y la Cámara de los Lores nos exige el abandono
definitivo de nuestras pretensiones sobre Gibraltar. Los tornillos se van apretando.
Carlos III considera a Gibraltar y Menorca los dos objetivos más apremiantes de su
política en el exterior. Durante la guerra de 1779-1783 existió la máxima posibilidad de
rescate, ambicionado entonces por Floridablanca y Aranda, por una serie de
circunstancias largas de explicar.
Lord Shelbourne trató de compensar Gibraltar con las Antillas. Floridablanca trató de
canjear Gibraltar por Puerto Rico y Caracas, y Godoy ofreció a Francia la Luisiana por
la restitución de Gibraltar. En el siglo pasado se habla del canje con Ceuta, según
leemos en documentos del capitán Warren, del general Grey, secretario de la reina
Victoria, etc.
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También ha habido ingleses que han tratado de la devolución del Peñón. Entre ellos,
citamos a Cobden: "Únicamente motivos inconfesables pueden justificar la persistencia
del pabellón inglés en Gibraltar." Bright: "Inglaterra tomó posesión del Peñón sin
hallarse efectivamente en guerra con España, y lo retiene actualmente contra todos los
principios de la moral." Balfour, en 1814, preguntaba a Gladstone si había tomado
alguna resolución para devolver Gibraltar.
Sagasta, que había dicho: "Gibraltar es una espina que llevamos clavada en el
corazón", ordenó a Rancés, embajador en Londres, que planteara nuevamente el
asunto de la restitución de la plaza, pero los altos funcionarios ingleses le contestaron
en unos términos, según cuenta Romanones, que no admitían contrarréplica. Don
Segismundo Moret, librecambista y anglófilo a ultranza, reclamó por los abusos que
constituían las edificaciones británicas en suelo español, pero la respuesta fue el
imponer nuevas limitaciones a nuestra soberanía. En 1899 se nos obliga a que
garanticemos la no fortificación de Sierra Carbonera. El gobierno español, pusilánime,
accedió a esta nueva merma de soberanía.
Alemania y Austria, por boca del príncipe de Ratibor, nos ofrecen manos libres si nos
inclinamos por los Centrales.
Y después del cambio que propuso el general Primo de Rivera -y que más adelante
rectificó- en su conferencia "La cuestión del día: Gibraltar y Africa", pronunciada en
Cádiz, de permutar Gibraltar por Ceuta, ya no ha habido más intentos. pues la
ansiedad nacional se durmió con la República. Hasta nuestros días, en que el honor
nacional reclama su devolución.
d) REPERCUSION ESPIRITUAL
Gibraltar fue tomado a los moros en 1462 por don Alonso de Arcos, alcaide de Tarifa.
Perteneció después al duque de Medina Sidonia, y sufrió ocho asedios en las luchas
con los moros, en los siglos XIV y XV. Isabel de Castilla lo unió, en 1502, a la corona
de Castilla, percatada de su importancia estratégica.
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Existía en Gibraltar una mezquita, que se consagró a Nuestra Señora de Europa, que
fue muy popular entre la gente de mar, adquiriendo por ello la plaza un carácter
marcadamente religioso. Los marineros ofrecían obsequios cuantiosos, hijos de sus
acendrada fe, a la iglesia citada.
Comienza el éxodo de los habitantes de la plaza, los cuales la abandonan con gran
tristeza, presididos por el estandarte con las armas que les otorgaron los Reyes
Católicos, y fundan en las cercanías de la ermita de San Roque la ciudad de este
nombre, "en la que reside la de Gibraltar".
Menéndez y Pelayo, el ilustre polígrafo, nos cuenta amargamente que Gibraltar fue la
primera tierra ibera en que imperó la herejía, y que constituye un refugio de disidentes
y es centro de la propaganda angloprotestante. El obispo de Gibraltar es el jefe de la
iglesia protestante española.
El escritor británico Frederic Harrison dice que "durante los doscientos años que
ocupamos esta ciudad, la hemos convertido en refugio de contrabandistas, gitanos,
vagabundos, maleantes de toda especie y conspiradores españoles".
Allí se implantó la primera logia masónica en tierra española, que se extendió por
Andalucía, y Giner de los Ríos fue invitado -aunque no aceptó por un residuo de
patriotismo- a fundar en Gibraltar la Universidad Libre, al ser expulsado de España por
Cánovas.
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Es bien expresivo, y no deja lugar a dudas, el artículo X del tratado de Utrecht, firmado
entre la princesa Ana, reina de Gran Bretaña, y Felipe V, la majestad católica 3-
borbónica, y que dice así:
"El rey católico, por sí y por sus herederos, cede por este tratado a la Corona de la
Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar,
juntamente con su puerto, defensa y fortalezas que le pertenecen... (pero para evitar
cualesquiera abuso y fraude en la introducción de las mercancías, quiere el rey
católico que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña, SIN JURISDICCION
ALGUNA TERRITORIAL y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino
por parte de tierra. Y su majestad británica, a instancia del rey católico, consiente y
conviene en que no se permita, por motivo alguno, que judíos ni moros habiten ni
tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni se dé entrada ni acogida a las
naves de guerra moras en el huerto de aquella ciudad, con lo que se puede cortar la
comunicación de España con Ceuta."
El autor francés Raoul Genet, que publicó el año 1938 una magnífica obra titulada "El
Peñón de Gibraltar", dice, refiriéndose al tratado de Utrecht, lo que sigue: "En ningún
lado se habla de cesión territorial; se habla únicamente de una atribución inmobiliaria
referente a construcciones superficiales, y jamás al suelo que las sustenta."
¡Españoles! Nuestra patria es la única nación de Europa en cuyo territorio -según frase
de Otto Jessen- tiene una colonia otra potencia extranjera. Todavía no hace mucho
tiempo que el gobierno de Londres ha tenido la osadía de "liberar a Gibraltar" como
colonia e incorporarlo -así, por la brava- al Commonwealth de naciones británicas.
Gibraltar ha de ser el primer objetivo, no el único, de nuestras reivindicaciones.
Después hablaremos de Orán, Marruecos y África Ecuatorial y Occidental...
Que no se nos diga a los españoles que Inglaterra, por boca de Nelson, luchó en 1800
por "la libertad de los mares"; medio siglo después, por "la libertad de comercio"; en
1914, por "los pequeños pueblos oprimidos", y en 1940, por "la civilización cristiana".
Nosotros contestaremos a esa palabrería vana con un solo argumento: ¡¡Gibraltar!!
No nos interesa cazar con los ingleses, como lo hicieron en otros tiempos los
aristócratas anglófilos y desvergonzados, por las pendientes bruscas y los jaramales
de Sierra Carbonera, ni tampoco queremos repasar, como otros desventurados
compatriotas, los fríos cascos de la Home Fleet.
Vamos, para terminar, a citar una frase de Napoleón, que, aunque neutral en la
contienda, se apasiona al hablar de Gibraltar: "España tiene una afrenta perenne e
imborrable: Gibraltar. Ese peñón de fatídica recordación para los españoles hiere
continuamente lo más íntimo del sentimiento patrio. Inglaterra se apoderó
alevosamente de Gibraltar."
¡Cómo nos suenan a puñaladas a los españoles los cañonazos que diariamente se
tiran en la torre de San Jorge, y que no son contestados, también diariamente, por
nuestras baterías, para demostrarles nuestra continua alerta!
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¡Españoles! La patria "confina al sur -como ha dicho José Antonio- con una
vergüenza". Nuestra generación, que no se ha doblegado ni ante el hambre ni ante las
amenazas, que ha mantenido en alto, en las circunstancias más difíciles, el honor y el
orgullo nacionales, tiene en la hora actual una misión concreta y definida: ¡el rescate
del Peñón!
¡ARRIBA ESPAÑA!
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Pero el que quiera empaparse de derechos y de argumentos no tiene más que hojear
dos excelentes obras, que han tenido un gran éxito de público y de crítica:
"Reivindaciones de España", de José María de Areilza y Fernando Castiella, y "La
historia de Gibraltar", de J. Carlos de Luna. No encontrará el iug;és antídoto que anule
la excelente argumentación y el concienzudo análisis de estos autores, que, con
magnífica documentación, han logrado formar dos eruditas obras de consulta.
Pero a fines del siglo pasado Navarrete planteó de nuevo la cuestión cuando
aparecieron los cañones Amstrong, de grueso calibre. Hoy, con el alcance, la
velocidad y la potencia de la moderna artillería, que ya no tiene que acercarse, sino
que alejarse del objetivo, para ocultarse y disminuir su vulnerabilidad, la vieja Calpe,
en un momento determinado, quedaría convertida en un infierno. Los muelles, diques,
almacenes, buques y depósitos de combustibles arderían en una pira volcánica
impresionante, amartillados por la herradura de fuego que empieza en Sierra
Carbonera y, apoyándose en las sierras del Nilo, de las Utreras y de la Luna, termina
en Ceuta. La población sería destruida y la escuadra abandonaría rápidamente el
puerto para huir del aniquilamiento. Únicamente aguantarían algún tiempo las baterías
ocultas y los depósitos y refugios construidos en la roca. A este infierno constante de
fuego se uniría el machaqueo periódico de los grandes bombarderos. Gibraltar
perdería al mismo tiempo su único aeródromo en nuestra frontera.
Por derecho y por historia, la vieja roca debe volver a España, y así lo reconocieron
desde el mismo Felipe V y Fernando Vh pasando por Floridablanca, Aranda, Godoy...,
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Gibraltar es la espina eterna, que decía Ganivet, y que ha dolido tanto a nuestros
abuelos y a nuestros padres como a nosotros mismos. ¡Providencial espina, que logra
fundir en un ideal común a todos los españoles! Que vuelva otra vez a la patria. para
completar nuestra geografía, y que vuelva sin sangre, sin rencor y sin estridencias. A
Inglaterra no le sirve, ni militar ni económicamente, para nada. El general Franco ha
dicho, no hace mucho tiempo: "Gibraltar, hoy, no vale una guerra. No hay sino que
esperar a que caiga, como fruto maduro, cualquier día."
Dios quiera que nuestra generación, la del 18 de julio, que sabe bastante de los
sufrimientos y de las privaciones de la guerra, y hasta del desencanto posterior, pueda
entregar a sus hijos, como su mejor ejecutoria, este pedazo de la patria, desgarrado
en mala hora de la unidad hispana.
¡Gibraltar, Gibraltar! ¡Cómo palpita el corazón, cómo se excita el ánimo, cómo nos
hierve la sangre al oír tu nombre!
GIBRALTAR IRREDENTO
ERA el mes de septiembre de 1941. Habíamos llegado a Algeciras -al fin- después de
una noche "verbenera", en el asmático exprés que salía la noche anterior de la
estación de Atocha. Material veterano, superviviente de una guerra fratricida.
Nosotros, modestos ex combatientes, llenos de sueño y de carbonilla, avizorábamos el
Estrecho. Divisamos en lontananza el puerto y el caserío de Ceuta. ¡África misteriosa y
soñadora En el Yebala arisco teníamos que cumplir nuestra misión de paz, misión
ecuménica de la España eterna.
***
Nos preparamos para, con más ímpetu, atacar en el segundo "round", táctico por
excelencia. Citamos los testimonios del famoso crítico militar Lidel Hart, del capitán de
navío Cecil Baltine, del ex gobernador de la plaza Harrington, de lord Strabolgi (que
propugnó, el cambio por Ceuta), y del almirante Usborne, todos ellos ingleses de pro,
los cuales, en sus concienzudos estudios sobre el Peñón, insisten en la inutilidad de la
vieja Calpe, no contando con la neutralidad de España. También acusaron estos
valiosos argumentos nuestros camaradas británicos. Tácticamente, Inglaterra había
sido derrotada por amplio margen de puntos.
Al oír esto, el oficial español que nos acompañaba le contestó a bocajarro: "¿Entonces
usted cree que debemos matarnos para conseguir la vieja roca?" Ante tan incisiva
pregunta nuestro camarada británico contestó imperturbable: "Eso nunca; la
diplomacia lo resolvería."
***
Al regresar a Algeciras, ya casi de día, meditaba en el coche las ideas expuestas por
el capitán inglés, y creí ver en ellas cierto tono esperanzador. Me pareció interpretar en
las palabras sinceras de nuestro colega británico el pensamiento del ejército de Albión
sobre este delicado . tema.
hijos, como su mejor ejecutoria, este pedazo de la patria, desgarrado en mala hora de
la unidad hispana.
"LA PATRIA CONFINA AL SUR CON UNA VERGUENZA", dijo José Antonio. Nuestra
generación, que no se ha doblegado ni ante el hambre ni ante las amenazas, que ha
mantenido en alto, en las circunstancias más difíciles, la bandera del honor y del
orgullo nacional, tiene en las hora actual una misión concreta y definida: "EL
RESCATE DEL PEÑON".