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EL MUNDO, EL PERÚ Y TRUJILLO EN LAS PRIMERAS


DÉCADAS DEL SIGLO XX

Por: Dr. Elmer Robles Ortiz


La vida y el pensamiento de los personajes ilustres no se explican cabalmente sin el conocimiento,
aunque fuese panorámico, del lugar y de la época en que vivieron. Su grandeza no solo nace de su
inteligencia y de su educación gracias a las cuales, según el caso de cada personaje, escribieron
libros, crearon teorías, enunciaron leyes científicas, inventaron máquinas y otros artefactos,
produjeron sus obras de arte… en fin, dijeron su palabra o realizaron su acción, sino que a las
cualidades personales también se unen los factores propios del espacio y del tiempo que gravitaron
sobre ellos. La vida familiar, las relaciones interpersonales, los sucesos del terruño, del país y del
mundo influyen en todos los seres humanos, particularmente en las etapas de la infancia y juventud.
En esta perspectiva, a los jóvenes que comenzaron a destacar durante la segunda década del siglo
XX, les tocó vivir, durante los años decisivos de su formación y en los inicios de su actividad
intelectual, en un tiempo en el cual acaecieron trascendentales hechos de la historia de Trujillo, del
Perú, de América Latina y del mundo entero, los más significativos de los cuales son expuestos,
brevemente, en los párrafos siguientes.

EL ANARCOSINDICALISMO
Los trabajadores e intelectuales del Perú y de América Latina de comienzos del siglo pasado,
recibieron fuerte influencia del anarquismo, corriente ideológica surgida en Europa a mediados del
siglo XIX, para alcanzar una sociedad con irrestricta libertad y cuya mayor aspiración es la
desaparición del Estado y de toda forma de poder.
El francés Pierre Joseph Proudhon (1809-1865) fue uno de sus abanderados más destacados, criticó
severamente la propiedad y fundó el movimiento mutualista. Mikail Bakunin (1814-1876), ruso, otra
cabeza de esta doctrina, en su defensa de la libertad individual absoluta, rechazó al socialismo
marxista. El príncipe ruso Pedro Aleseych Kropotkin (1842-1921), también figura destacada entre los
ácratas, escribió libros de mucha acogida entre estudiantes y trabajadores peruanos, y fue uno de los
primeros personajes notables en enrostrar públicamente a Lenin sus métodos autoritarios para
imponer el comunismo. Ellos y los anarquistas en general rechazaron toda forma de dictadura,
exaltaron los valores de la fraternidad entre los hombres y de la libertad sin límites, motivo por el
cual se les llama libertarios. En el Perú, la figura intelectual más notable que abrazó las ideas
anarquistas fue Manuel González Prada (1848-1918), cuyas obras Pájinas Libres y Horas de Lucha,
presentan la cruda realidad peruana de fines del siglo XIX y principios del XX, señalan el problema
del indio, plantean la colaboración del intelectual con el obrero. Por su actitud rebelde, su firme
posición moral, su política radical frente a los problemas nacionales, logró la admiración de
estudiantes y obreros, que lo consideraron su maestro.
En la realidad social de entonces, en que las extenuantes jornadas de trabajo se extendían hasta más
de doce horas diarias, con bajos salarios y condiciones de vida humillantes, el anarquismo encontró
terreno fértil entre los obreros. Sus ideas se fusionaron con el sindicalismo e impregnaron las
organizaciones de los trabajadores en Lima, las principales ciudades y centros laborales del país. Los
primeros gremios y huelgas fueron promovidos por los libertarios. En Trujillo, fundaron sociedades
mutualistas y otras instituciones, tales como la Liga de Artesanos y Obreros del Perú (1898) que aún
existe. Los trabajadores azucareros de los valles de Moche y Chicama abrazaron el
anarcosindicalismo y organizaron gremios para defender sus derechos. Allí existía el abusivo sistema
de “enganche”, similar a la “mita” de los tiempos coloniales, que ataba al trabajador con el
contratista. Las huelgas a partir de 1910 fueron el medio de su lucha reivindicatoria, pero sus
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reclamos eran reprimidos violentamente por la policía, puesta del lado de los hacendados. Por lo
general, las paralizaciones de labores terminaban con el derramamiento de sangre de los trabajadores,
como sucedió con la masacre de 1912 en Casa Grande. La historia registra los nombres de bravos
luchadores sociales de Trujillo y los valles vecinos que abrieron el camino de los derechos laborales.
Los anarquistas trujillanos tenían una biblioteca que izaba cada primero de mayo una bandera roja,
símbolo de su ideología. Entre los que alcanzaron notabilidad figuró Julio Reynaga. Los estudiantes
de espíritu justiciero mantenían relaciones cordiales con ellos, en forma individual o mediante el
Centro Universitario, y brindaban apoyo a los trabajadores a través de artículos periodísticos, como
en repetidas ocasiones lo hizo Antenor Orrego.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA
Uno de los acontecimientos de mayor trascendencia del siglo pasado, particularmente para América
Latina, fue la revolución mexicana, iniciada en 1910. México estaba gobernado por el general
Porfirio Díaz (1830-1815) que durante largos años –desde fines del siglo XIX- imponía su férrea
voluntad en el país. La constitución política era mellada; las libertadas ciudadanas, recortadas; la
represión de las protestas contra su régimen opresor se acallaban con dureza. La riqueza nacional,
sobre todo el petróleo, era absorbida por el capital extranjero. Y aunque le interesaba el aspecto
material de la economía, el aspecto moral del país iba hacia el precipicio. Los asesores del presidente
se inscribían en la corriente filosófica del positivismo y se les conocía como “los científicos”, entre
los cuales hubo algunos intelectuales connotados.
Previos fallidos motines, la revolución estalló el 20 de noviembre de 1910, año en el que Díaz, una
vez más, se impuso en las elecciones. Pero como el alzamiento popular avanzó, se vio obligado a
dimitir en 1911. Francisco I. Madero fue el iniciador del movimiento, en torno del cual se
congregaron los luchadores por la libertad y la justicia social. Su lema, “sufragio efectivo; no
reelección”, tuvo acogida en las mayorías populares, que además del cambio político, exigían rumbo
social, particularmente, la liquidación del latifundismo mediante el reparto de la propiedad de la
tierra, del que fue abanderado Emiliano Zapata, representante del espíritu agrarista, cuyas palabras
“Tierra y Libertad”, calaron hondamente entre los campesinos, víctimas de secular explotación por
parte de los grandes hacendados.
Con avances y retrocesos, adhesiones y felonías entre sus caudillos militares y civiles, la
revolución mexicana, fue un largo proceso que costó numerosas vidas. Movimiento espontáneo pero
vigoroso, con improvisaciones y tanteos, superados por la fuerza vivificante del pueblo, no se guió
por una ideología específica, comenzó sin un plan concreto, se hizo sin un programa delineado. Sin
embargo, se convirtió en la primera revolución social –no socialista- del siglo XX. De la acción
contra la reelección presidencial, la falta de libertad, el avance imperialista sobre las riquezas del
país, la explotación del indígena, y después de años de lucha armada y derramamiento de sangre, la
revolución pasó a un cause doctrinario y se institucionalizó mediante la Constitución de Querétaro,
aprobada en 1917, durante el gobierno de Venustiano Carranza.
En el fragor de la contienda, surgieron, junto a los caudillos militares, espontáneos líderes
populares, entre ellos, Doroteo Arango, más conocido por su sobrenombre de Pancho Villa, de firme
postura agrarista y antifeudal. La defensa de la soberanía, el rechazo al imperialismo estadounidense,
la bandera nacionalista y al mismo tiempo latinoamericanista, la política agraria a favor del
campesino y cierta posición anticlerical, estuvieron presentes en los principales caudillos y en
decisiones de los gobiernos nacidos al calor de la revolución. El derecho de los trabajadores a
sindicalizarse y defenderse, la separación de la Iglesia y el Estado, el pregón de la unidad de América
Latina, el reconocimiento de la ciudadanía continental, la defensa de la identidad cultural, el apoyo a
la creación artística y el gran impulso que mereció la educación, le dieron a México un nuevo rumbo.
Durante el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), el país alcanzó notoriedad en el campo
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educativo, gracias al dinamismo de la Secretaría (Ministerio) de Educación dirigido por el maestro


José Vasconcelos. Campañas de alfabetización, “misiones culturales” dirigidas a poblaciones del
campo y de las montañas, edición de libros, creación de bibliotecas, cultivo y difusión de las artes,
apoyo a los pintores –cuyos murales aún se aprecian en edificios públicos-, mejoramiento de la
educación universitaria…en fin, una gran obra de educación en las aulas y las masas, le dieron a
México fama en todo el continente. Vasconcelos reunió a educadores y otros intelectuales de diversas
áreas, mexicanos, unos, y de otros países, para realizar su labor. Entre los últimos merece nombrar a
Víctor Raúl Haya de la Torre (Presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, deportado por el
gobierno de Augusto B. Leguía), Gabriela Mistral (poetiza chilena, futura Premio Nóbel de
Literatura) y el argentino Julio R. Barcos (que llegó a destacar en el campo pedagógico).
Al interior del país, los opositores a la revolución fueron los conservadores, los terratenientes, el
clero vinculado a los grandes propietarios, así como los políticos de posiciones extremistas. Y en el
frente externo, los sectores hegemónicos de Estados Unidos.
Con sus aciertos y errores, éxitos y fracasos, la revolución mexicana agitó profundamente la
conciencia política de toda América Latina, de modo especial entre los jóvenes estudiantes,
profesionales, intelectuales y trabajadores. Su definición por la libertad, la soberanía popular y
nacional, la reforma agraria, la educación popular, la democracia y la justicia social, así como su
postura antioligárquica, antifeudal y antiimperialista, y la alianza de diversos sectores ciudadanos
para convertir en realidad las ideas de transformación, fueron estímulo y ejemplo a seguir por parte
de las juventudes anhelantes de mejores condiciones de vida en nuestros países.
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
En el periodo entre 1914 y 1918, Europa fue escenario de la primera guerra de proyección mundial.
Nunca antes de esa contienda, la humanidad fue profundamente conmovida por los terribles
acontecimientos protagonizados por los países involucrados. De un lado estuvieron los aliados:
Francia, Rusia, Inglaterra, Servia, Italia y Estados Unidos. Y del otro, las potencias centrales:
Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía. Las causas fueron múltiples, pero la pretensión
hegemónica de Alemania en lo político y económico fue la causa esencial, a lo cual se unían las
rivalidades de Austria y Rusia por la posesión de territorios en los Balcanes, el anhelo de Francia por
recuperar las provincias de Alsacia y Lorena, en poder de Alemania a raíz de su derrota en 1870,
asimismo, las grandes rivalidades comerciales de los países más desarrollados de Europa. Estados
Unidos intervino en contra de Alemania a raíz del hundimiento –con el empleo de la nueva arma
submarina- del barco de pasajeros “Lusitania” en el que perdieron la vida muchos de sus ciudadanos.
Los países beligerantes de Europa movilizaron –en conjunto- más de 50 millones de combatientes en
todo el tiempo que duraron las operaciones militares. Por su parte, Estados Unidos envió un millón
de soldados, cuya participación fue decisiva en el desenlace de la guerra.
Diversos tratados pusieron término a conflagración, el de mayor importancia fue el de Versalles,
suscrito entre los aliados y Alemania.
Si bien las causas fueron europeas, las consecuencias recayeron en todo el planeta. Millones de
vidas humanas (se calcula en más de 15) se perdieron en los campos de batalla y en las ciudades
destruidas. Cayeron diversas monarquías de Europa y dieron paso a formas republicanas de gobierno;
cambió el mapa político de ese continente con la aparición de nuevos Estados independientes;
apareció la ideología política del comunismo y entró en disputa con las formas democráticas del
mundo occidental. Estados Unidos se encumbró como primera potencia política y económica del
mundo. Europa fue aquejada por una profunda crisis con repercusiones en todo el orbe. Las batallas
devastaron los campos con lo cual se redujo la producción agropecuaria. A la escasez de alimentos se
unieron las enfermedades y epidemias. La paralización de las actividades económicas acarreó
desocupación. Por otro lado, mejoraron las comunicaciones y el transporte, y hubo avance en las
ciencias médicas.
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En el Perú disminuyeron las importaciones de maquinaria y equipos industriales, lo cual ocasionó


alteraciones en la economía, pero aumentaron las exportaciones de algodón, azúcar, petróleo, cobre y
otros minerales. La intensificación de los cultivos, produjo auge de las haciendas costeñas, el
enriquecimiento de sus dueños, pero también la escasez y carestía de los alimentos. Si bien se
incrementó la producción minera y agroindustrial, la mayoría de la población sufrió los efectos de la
guerra.
Los hechos y resultados de la guerra fueron motivo de reflexión entre los grupos juveniles más
lúcidos, sobre el valor de la vida humana, las relaciones pacíficas entre los hombres y pueblos, y la
necesidad de exaltar la libertad y la justicia.
LA REVOLUCIÓN RUSA
El zar Nicolás II, gobernaba Rusia desde 1894, había implantado un régimen despótico; sus súbditos
carecían de libertades y derechos elementales; la mayoría de la población (campesinos, obreros,
artesanos y empleados) sufría explotación, vivía en la pobreza y padecía hambre, mientras los nobles
poseían riquezas y gozaban de privilegios; las tierras pertenecían a pocas personas; las jornadas de
trabajo alcanzaban hasta 15 horas al día y los salarios eran bajos. Ante la indiferencia del gobierno y
de la nobleza frente a esas condiciones precarias de vida, el pueblo no tuvo otra alternativa que
proclamar un trato digno y humano mediante la revolución. En 1917, se presentaron las condiciones
propicias para el levantamiento. El ejército ruso fracasaba en la primera guerra mundial, las
principales ciudades, sobre todo Petrogrado, sufrían el flagelo de la hambruna, lo cual desató la
turbulencia popular, acrecentada por las medidas represivas del gobierno. Así las cosas, los
trabajadores se amotinaron (febrero de 1917) y miles de soldados se plegaron al movimiento. Los
mencheviques –seguidores moderados del socialismo- lideraron el descontento que, al generalizarse,
condujo a la abdicación del zar (en marzo). La monarquía fue abolida y se estableció la república, el
soviet o consejo revolucionario (obreros, campesinos y soldados) eligió un gobierno provisional al
mando de Alejandro Kerensky. Pero no satisfizo las expectativas populares y, mediante la llamada
“revolución de octubre”, fue derrocado por los bolcheviques –socialistas partidarios de la toma
violenta del poder- liderados por Vladimir Illich Ulianov (1870-1924), más conocido como Lenin. A
los pocos años, Lenin conformó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
La revolución rusa aportó un mensaje de redención de los oprimidos, inflamó la imaginación de las
juventudes obreras y estudiantiles, y las motivó en la lectura del marxismo. Con la caída de la
monarquía zarista, pensaron que el gobierno de los pobres era posible. Las promesas de una sociedad
igualitaria y la consecución de la justicia social conmovieron a los sectores anhelantes de terminar
con la explotación del hombre por el hombre. Pero sufrieron desilusión, al evolucionar la URSS hacia
un Estado absolutista, sin libertades ni oposición política. A la muerte de Lenin, su fundador, le
sucedió José Stalin (1879-1953), cuyo poder omnímodo implantó un régimen totalitario y profundizó
el capitalismo de Estado, el poderío militar y el gobierno centralizado. En verdad, la URSS no llegó a
ser propiamente ni socialista ni comunista. Devino en una superpotencia con características
imperialistas. Con todo ello, practicó la explotación del hombre por el Estado. En el Perú, la juventud
y el pueblo aspiraban conseguir la justicia social pero sin sacrificar la libertad.
LA REFORMA UNIVERSITARIA
A lo largo de la historia universitaria del Perú se realizaron diferentes reformas, pero la Reforma por
antonomasia es la que se inició el año de 1918 con el Grito de Córdoba, Argentina, y en el Perú en
1919. Fue un intenso y amplio movimiento estudiantil orientado a terminar con las obsoletas
estrategias académicas y administrativas, y abrir las universidades a su contexto social. Como este,
ningún otro movimiento alcanzó tanta importancia en la transformación cultural y educacional del
Perú y de América Latina durante toda la historia contemporánea, distinto a las asonadas que
convulsionaron la agitada vida política de la república.
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Frente a la realidad dramática de las universidades, durante las primeras décadas del siglo, los
únicos que adoptaron una posición activa, firme y constante para enmendar rumbos, fueron los
alumnos, no los profesores ni autoridades. Las iniciativas de cambio partieron de aquéllos, no de
éstos.
El movimiento reformista eliminó el predominio nepótico, plutocrático y oligárquico enquistado en
cátedras y órganos de gobierno de las universidades. Combatió la obsolescencia de los contenidos de
aprendizaje, el trato autoritario al alumnado y auspició el estudio de la realidad nacional. Los
reformistas hicieron frente al colonialismo mental e iniciaron la movilización por la búsqueda y
realización de lo auténtico, de lo nuestro; la independencia cultural y la identidad nacional. La
Reforma Universitaria dio inspiración, rumbo y pensamiento en el orden sociocultural.
A raíz de la Reforma, las universidades incrementaron su número de alumnos y de asignaturas
sobre temas nacionales; renovaron su cuerpo de profesores y sus métodos de enseñanza; se
vincularon con la comunidad; adquirieron orientación social. Se inició la democratización de la
educación.
El movimiento tuvo en Argentina como líder principal a Gabriel del Mazo; en Colombia a Germán
Arciniegas. En el Perú el abanderado indiscutible fue Víctor Raúl Haya de la Torre; además
destacaron: Jorge Guillermo Leguía, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea,
Manuel Seoane y Manuel Abastos.
El primer congreso nacional de estudiantes se realizó en Cusco en 1920, organizado y presidido
por Haya de la Torre. Allí se acordó fundar las universidades populares, cuya inauguración ocurrió en
1921, luego fueron bautizadas con el nombre de González Prada, y mediante ellas se hizo obra
trascendente en la educación de las clases trabajadoras, no vista antes ni repetida después.
El movimiento reformista propugnó una universidad democrática, autónoma, integral, dinámica,
social, científica y humanista. Ha legado, en la teoría o en la práctica, diversidad de postulados, la
mayoría de ellos en plena vigencia: comunidad universitaria integrada por profesores, alumnos y
graduados; autonomía institucional en sus aspectos académico, normativo, administrativo y
económico; libertad de cátedra; cátedra libre; asistencia libre; cátedra paralela; temporalidad de la
cátedra y su provisión mediante concurso; gratuidad de la enseñanza; participación estudiantil en el
gobierno universitario; aplicación de métodos activos en el proceso de enseñanza-aprendizaje;
democratización de la universidad; proyección hacia el pueblo y preocupación por los problemas
nacionales; orientación hacia la integración latinoamericana.
LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
Los primeros años del siglo XX no solo están marcados por los cambios políticos y sociales, sino
también por el progreso científico y su manifestación tecnológica. Diversos aportes decimonónicos
fueron recusados. Con el desarrollo de las ciencias matemáticas y físicas, se abrieron paso nuevos
conceptos sobre materia, masa, energía, movimiento, velocidad y muchos más, con hondas
repercusiones en todas las manifestaciones del conocimiento. Surge la física relativista y quántica.
Los esposos Pierre Curie (1859-1906) y Marie Sklodwska (1867-1934) descollaron en sus
investigaciones sobre la radioactividad y descubrieron nuevos elementos químicos. Albert Einstein
(1879-1955) formuló la teoría de la relatividad, de suma trascendencia en el avance científico. La
primera transmutación del átomo fue hecha (1919) por Ernest Rutherford (1871-1937). Y por su lado,
Nilhs Bohr (1885-1962) aportó con sus estudios sobre la estructura del átomo. Los trabajos de Max
Planck (1858-1947) desembocaron en su teoría de los quanta. Guillermo Marconi (1874-1937)
realizó las primeras pruebas de transmisión inalámbrica mediante ondas hertzianas, perfeccionó la
radio y sentó las bases de la televisión. La fisiología cuenta entre sus grandes representantes a
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Durante la primera guerra mundial, Alexander Fleming
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investigaba sustancias antibacterianas que no fuesen tóxicas para el organismo humano y años
después (1928) descubrió la penicilina y con ella inició la era de los antibióticos.
La relación precedente, rápidamente expuesta, es solo una muestra, no agota el aporte del intelecto
de principios del siglo XX al incesante proceso creador que hemos vivido y seguimos viviendo, en lo
que se llama revolución científica y tecnológica, cuyas posibilidades para hacer más llevadera la vida
de toda la humanidad son insospechadas.
Las juventudes estudiantiles de las primeras décadas del siglo anterior procuraron estar informadas
de tan formidables avances que impactaron en sus mentes y sus actos.
LA REALIDAD NACIONAL
Durante los primeros decenios de la centuria pasada, socialmente se distinguían en el Perú tres clases.
Una, la clase rica o pudiente, en parte, heredera de la nobleza colonial (aristocracia) y orgullosa de su
pasada alcurnia, que pasó a la república con su mismo poder; a ella se unieron los nuevos ricos
surgidos durante el auge del guano y del salitre. La componían los grandes terratenientes y
propietarios de minas, los grandes empresarios del comercio de exportación e importación y de la
industria, asimismo los banqueros. Era la minoría de la población pero con fuerte influencia política
(oligarquía) en razón de su enorme poder económico (plutocracia). Encumbrados hombres públicos
(presidentes, ministros, legisladores) salieron de su seno. También se le llama gran burguesía.
Otra, la embrionaria clase media la integraban pequeños y medianos propietarios de tierras,
comercios e industrias, empleados, profesionales, intelectuales, estudiantes y sectores poblacionales
de mediano poder adquisitivo en el gran mercado. Allí germinó la emoción social y el interés por los
problemas nacionales, la crítica contra la injusticia y el autoritarismo, el anhelo de mejora de las
grandes mayorías, lo cual se fue evidenciando con su creciente participación política, tan es así que
de ella surgieron grandes ideólogos, fundadores y conductores de partidos que alcanzaron adhesión
popular. Y de allí en lo que corrió del siglo, salieron también las figuras más representativas de las
letras, artes y ciencias del Perú contemporáneo, como fue el caso del Grupo Norte y de la Generación
del Centenario.
Y la clase popular, compuesta principalmente por campesinos, obreros y artesanos, era la
mayoritaria. Por lo general, sobre ellos recaía cruel explotación, así entre los asalariados de las
haciendas cañaveleras y algodoneras de la costa, como entre los campesinos, víctimas de los
gamonales de las regiones altoandinas, y entre los obreros de los asientos mineros. Todos los
trabajadores manuales tenían bajos ingresos y escaso poder adquisitivo de productos manufacturados.
En muchísimos lugares, por su deficiente alimentación, pobre vestimenta, mala habitación, falta de
medicación y su analfabetismo, vivían en condiciones infrahumanas. A ello se sumaba el consumo de
coca y alcohol que minaban su salud. Entre los trabajadores más cultos, caló el anarcosindicalismo y
surgieron inquietudes de organización gremial y participación política. Con el apoyo de los
estudiantes, lograron ciertos avances en la legislación social, tal el caso de la jornada de 8 horas
diarias de trabajo en 1919.
En el aspecto económico, cabe anotar que las grandes haciendas de caña de azúcar se iniciaron con
el siglo. La concentración de la pequeña y mediana propiedad dio origen a los latifundios en manos
de empresarios extranjeros: Casa Grande, la más vasta hacienda del país, y Laredo (Gildemeister,
alemán); Cartavio y Paramonga (Grace, estadounidense). Las haciendas de Chiclín y Roma, de
inmigrantes italianos (Larco), pasaron a sus descendientes peruanos. Los antiguos trapiches fueron
desplazados por los grandes ingenios. Los trabajadores procedían, en su mayoría, de las regiones
altoandinas, reclutados por el sistema de “enganche”, montado por los contratistas, intermediarios
entre la empresa y los trabajadores, que vivían miserablemente en campamentos, alrededor de los
ingenios. Casa Grande, autorizada por el gobierno, construyó un ferrocarril hasta el puerto de
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Malabrigo y por él realizó su propio comercio de exportación e importación. Fue un verdadero


encalve.
Otro enclave en el norte, formado desde comienzos de la república, fue el de los yacimientos
petroleros de la Brea y Pariñas (Piura) que en 1916 pasó a manos de la International Petroleum
Company. Diversas decisiones de gobierno buscaron, infructuosamente, solucionar el grave problema
de la propiedad y del pago de impuestos. (La solución llegó recién en la década del 60).
Desde el primer lustro del siglo, la producción de cobre y petróleo incrementó en importancia,
desplazaron al oro y la plata. La economía de enclave también estuvo en la minería. En el centro
comenzó a operar la compañía estadounidense Cerro de Pasco Cooper Corporation. Y en La Libertad,
la Northern Peru Mining Company que explotó las minas de Quiruvilca y estableció su planta de
tratamiento de Shorey. El Perú alcanzó notoriedad como país cuprífero, a partir de la primera guerra
mundial.
A principios de siglo, llegaron los primeros automóviles. El Perú no tenía carreteras; solo caminos
de herradura. Mediante ley de 1920 se implantó el servicio obligatorio de los varones comprendidos
entre los 18 y 60 años para la construcción de carreteras. Por ese mismo tiempo surgieron los
precursores de la aeronavegación, el trujillano Carlos Martínez de Pinillos, uno de ellos. Los
ferrocarriles cubrían las rutas: Callao-La Oroya-Cerro de Pasco, Arequipa-Juliaca-Cusco, Ilo-
Mquegua, Chimbote-Huaraz, Pacasmayo-Chilete, Salaverry-Ascope, éste último tenía un ramal que
iba de Trujillo a Menocucho, su construcción hasta la sierra, prevista por los gobiernos del siglo XIX,
quedó trunca. A lo largo de la costa, el transporte de pasajeros y carga se realizaba por vía marítima.
Con el nuevo siglo, lentamente, el alumbrado eléctrico se fue extendiendo. Trujillo contó con esta
energía desde 1907, para cuyo efecto se construyó una planta hidroeléctrica en Poroto. En Lima se
inició el transporte urbano mediante el tranvía eléctrico. Entre algunas ciudades, comenzó a funcionar
el servicio de radiotelegrafía; posteriormente, el uso del teléfono a larga distancia. La primera
emisora de radio fue inaugurada en 1925.
Durante gran parte de nuestra historia republicana, los gobiernos salieron de los grupos
oligárquicos y plutocráticos o fueron rodeados por ellos. A esta nota de la política peruana se une el
autoritarismo y el militarismo, pues, en forma casi pendular, el país vivió periodos de democracia y
de dictadura o tiranía, de gobiernos elegidos por el pueblo y otros resultantes de golpes de Estado.
Como siempre, la autocracia abre paso a la megalomanía, al abuso de la fuerza, no respeta la
voluntad popular, base de su antítesis, la democracia. En la democracia, la fuerza está al servicio del
derecho; en la dictadura o tiranía, el derecho está sometido por la fuerza. En la primera, existe
libertad, el pueblo participa sin coacción en la vida política y elige a sus representantes. La segunda,
niega la libertad y todos los derechos humanos e impide o dificulta la elección popular entre los
opositores. Contra esa tremenda opresión se ha luchado en todos los tiempos y lugares. El Perú ha
pasado por periodos de autocracias y de gobiernos elegidos por el pueblo que, si bien no se los pueda
calificar de auténticas democracias, respetaron el Estado de derecho. La inestabilidad política y la
oscilación entre ambos tipos de gobierno son trabas para el desarrollo. Así ocurrió a principios del
siglo XX, antes y también después. La juventud siempre anheló cambiar este orden de cosas, por una
democracia política, social y económica.
En el campo intelectual, el siglo amaneció con la generación del novecientos, predominantemente
académica y con inclinaciones conservadoras; sus principales representantes, Víctor Andrés Belaúnde
(1883-1966), Francisco García Calderón (1883-1953) y José de la Riva-Agüero y Osma (1885-1944),
además de su aporte en la producción intelectual como ensayistas, ejercieron notoria influencia
política. Luego apareció el movimiento Colónida, llamada por Jorge Basadre generación
“literatizante y bohemia”, representada por Abraham Valdelomar (1888-1919), que motivó el
renacimiento literario provinciano. Y luego nacen núcleos intelectuales en Trujillo (Grupo Norte),
Lima (Converatorio Universitario), Cusco (Grupo Resurgimiento), Puno (Grupo Orkopata) y
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Arequipa (Grupo FIAT y otros), e inquietudes fuera de estos grupos, y todos en conjunto, conforman
la Generación del Centenario o de la Reforma Universitaria, también llamada Generación Vetada.
Unos fueron poetas, narradores o ensayistas; otros, pintores o músicos; otros más, historiadores,
filósofos o políticos; la mayoría, periodistas y educadores; todos dirigieron su mirada a realidad
peruana, para transformarla. Es la generación más brillante, de sus filas salieron personajes cuya
fama se extendió por todo el mundo. A ella perteneció Antenor Orrego.
TRUJILLO, CUNA DE UNA NUEVA GENERACIÓN
Esta ciudad transcurría su vida con la misma quietud de tiempos anteriores. Según Orrego, era una
oscura ciudad, una aldea agraria pero de universitarias presunciones, de vida sosegada y mansa como
los verdes cañaverales de sus alrededores. Aún conservaba su solera colonial, sus casonas señoriales
con grandes portones y balcones de madera tallada, ventanas de fierro forjado, amplios salones y
zaguanes, así como la maravillosa arquitectura de sus templos. En sus calles, anchas, unas
empedradas y otras de tierra, pero limpias, se escuchaba el pregón de los vendedores de pan, leche,
pescado o fruta, el trotar de caballos, el chirrido de carretas y carruajes. Pero pronto llegaron los
automóviles. A horas establecidas, las campanas de sus iglesias coloniales, llamaban a misa, desde la
Catedral, del Carmen, la Merced, San Francisco, San Agustín, Santa Ana y tantas más. Su población
no excedía de 16 mil habitantes.
Su nota colonial era acentuaba por la muralla construida para resguardarla del asalto de piratas y
corsarios. Y seguían en uso sus grandes portadas: la de Huamán, al oeste, daba salida de la muralla
hacia el pueblo prehispánico de ese nombre; la de Mansiche, al norte, en dirección de ese pueblo
también de origen indígena; la de Miraflores, al noreste, cerca de la Iglesia de Santa Rosa y de la
línea férrea al valle de Chicama; la de Moche, al sur que daba salida al antiguo pueblo de Moche; y la
Portada de la Sierra, al este, por donde partían los viajeros al interior.
Por lo general, las familias vivían retraídas, en un ambiente de quietud conventual. Las calles
cobraban vida en las primeras horas de la mañana en los alrededores del mercado de abastos, y en
otros momentos en las puertas de cines y teatros. Por las noches, todo era soledad y silencio. Juan
Espejo Asturrizaga anota: “La vida se deslizaba apacible en los interiores de los hogares, sin traspasar
sus dinteles, resguardadas por sus añosos portones y las gruesas varillas de las rejas de sus amplias
ventanas coloniales. Sociedad cerrada, orgullosa, egoísta, con un sentido bastante medieval de su
clase, de sus abolengos, que vivía todavía dentro de un pasado aún no renovado”.
Los colegios de entonces eran el Seminario de San Carlos y San Marcelo, fundado por el obispo
trujillano Carlos Marcelo Corne (1625), San Juan, Instituto Moderno, para varones; y para mujeres:
Santa Rosa y Hermanos Blanco o Belén. Además funcionan numerosas escuelas primarias, tales
como el Centro Escolar Nº 241, ubicado en la plaza de armas, donde fue profesor César Vallejo. La
universidad, fundada por Simón Bolívar y José Faustino Sánchez Carrión (10-05-1824), reunía
alumnos de todo el norte peruano. Quienes provenían de fuera, generalmente, vivían en pequeños
hoteles y pensiones, llevaban vida sencilla de acuerdo a las mesadas de sus familiares.
Las principales actividades comerciales y cívicas se realizan en torno al mercado, la plaza de
armas, los jirones Progreso (hoy Pizarro), Gamarra, Bolívar, Ayacucho y del Arco (Mariscal de
Orbegoso).
Los diarios que circulaban eran La Industria (fundado en 1895 por Edmundo Haya Cárdenas y
Teófilo Vergel), La Reforma, La Razón y El Federal. De Lima, llegaban periódicos y revistas una vez
por semana, por barco.
Las actividades culturales eran insignificantes. La universidad se concentraba en el desarrollo de
las cátedras, las colaciones de grado y, esporádicamente, alguna conferencia. Con las fiestas
religiosas y familiares o del aniversario patrio, los vecinos rompían su letargo.
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A mediados de la segunda década, los gremios de trabajadores con sus reclamos, el Centro
Universitario con sus labores de proyección social, y la confluencia de inusitadas inquietudes
estudiantiles comenzaron a darle a Trujillo nuevo rostro. Surgió una pléyade juvenil atenta a los
sucesos del mundo y preocupada por el estudio de la realidad peruana. Reuniones de lectura, debate y
fraternidad, excursiones a monumentos arqueológicos y playas, poemas, dramas y ensayos, melodías
y pinturas, estudio de los problemas locales y nacionales, celebraciones y ágapes, fueron formando
nuevos actores del pensamiento. Aquellas “líricas y férvidas juntas moceriles” –según palabras de
Orrego- abrieron a su fantasía viajera caminos innumerables de la creación intelectual. “Rondas
nocturnas, pensativas y de encendida cordialidad, unas; gárrulas y alborotadas, otras. Más de una vez
la algarada juvenil turbó el sueño de la vieja ciudad provinciana. Con frecuencia los amaneceres
sorprendíannos en estos trajines que tenían un adulzurado sabor romántico, apagando como de un
soplo, la feérica fogata de nuestros ensueños”. “Así comenzó una heroica lucha que algunos años más
tarde debía rendir tan pródigos frutos para la cultura y elevación mental de Trujillo”, dice Orrego.
Así Trujillo irá dejando su apacible y rutinaria vida y será el escenario donde nacerá un mensaje de
identidad cultural y compromiso de redención social. Así con los pies bien puestos en su propia
realidad y conectada con el acontecer mundial y nacional, se gestó una nueva generación, la
generación del Grupo Norte o Bohemia Trujillana, alborada de rumbos inéditos para un Perú libre,
justo y culto. Y así el futuro autor de Pueblo-Continente, comenzó a decir su palabra y realizar su
acción.
Dr. ERO/10-08-08

EL GRUPO NORTE Y LA GENERACIÓN DEL CENTENARIO


Por: Dr. Elmer Robles Ortiz
A principios del siglo, siendo aún niño, Antenor Orrego se afincó en Trujillo, su ciudad adoptiva,
futuro escenario de sus grandes realizaciones desde su inquieta etapa estudiantil. Aquí inició su
multifacética y profunda obra, un verdadero monumento de la intelectualidad peruana. Perteneció a
una generación histórica inconfundible. Generación innovadora que trajo su propio estilo; creencias,
ideas y aspiraciones; una peculiaridad cultural distinta respecto a las generaciones anteriores. Frente a
un entorno social pasadista, regido por la tradición y el conservadurismo, la colisión generacional fue
inevitable.
La ciudad de Trujillo siempre ha demostrado indiscutible preeminencia cultural en el norte del
Perú. Para estudiar en el Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo acudían, desde lejanos
tiempos coloniales, jóvenes de diferente procedencia. Fenómeno similar se dio cuando entró en
funcionamiento la universidad que, fundada por Bolívar y Sánchez Carrión en 1824 –aunque
instalada en 1831-, fue una de las cuatro establecidas fuera de Lima hasta pasada la mitad del siglo
XX y cuyas aulas acogieron jóvenes de la vasta región norteña y otros lugares del país. De este
modo, la universidad fue el foco cultural que contribuyó a darle vida a una singular generación
conformada por jóvenes nacidos entre el ocaso del siglo XIX y el amanecer del XX, oriundos ya sea
de Trujillo, de otros puntos del norte, o ligados a él por razones diversas. Aquí se dieron cita, aquí
confluyeron, espiritualmente, como en ningún otro momento de nuestra historia, futuros autores de
notables obras de cultura.
Esta generación se autopropuso exigente disciplina para entregarse al servicio de la región y del
país. Con el entusiasmo, la tenacidad y vehemencia propios de la edad juvenil, tomó clara conciencia
de su responsabilidad histórica y trató de compenetrarse en los problemas nacionales para buscar el
esclarecimiento de nuestra identidad cultural.
Su irrupción en la vida tranquila de Trujillo, culturalmente, sonó a rebeldía contra lo consabido, la
imitación y el seudoacademismo y, socialmente, fue una clarinada por la reivindicación obrera; todo
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lo cual convulsionó el manso y muelle transcurrir citadino de la época. Pero estos jóvenes no se
amilanaron, no quisieron que otros pensaran por ellos, prefirieron el camino áspero y difícil a la vida
rutinaria y cómoda, aunque su actitud insólita les costara, casi siempre, nefastas incomprensiones,
increíbles pretericiones, silenciamiento y veto de larga duración.
Social e históricamente, las generaciones nacen al conjuro de factores típicos e irrepetibles. Y no
obstante las naturales diferencias entre sus miembros, es tácita la comunión de ideales y aspiraciones
que imponen nota peculiar y distintiva a su palabra y acción. En esta perspectiva, la generación que
Trujillo vio balbucir hacia 1915 hizo frente a una enorme barrera de privilegios arraigados y pasiones
implacables. Sin embargo, logró abrirse entre todas las dificultades, de allí que su lucha por la cultura
marcara con sello indeleble su destino. Las vicisitudes de aquellos años formaron su carácter y
acicatearon sus sueños y esperanzas. Las circunstancias adversas le exigieron pugnacidad y ésta
implicó imaginación creadora para manejar las armas del pensamiento.
El núcleo de jóvenes intelectuales, llamado “La Bohemia Trujillana”, “Grupo de Trujillo” o “Grupo
Norte”, tuvo por mentores a Antenor Orrego y José Eulogio Garrido, y junto a ellos figuraron: César
Abraham Vallejo Mendoza, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre,
Carlos Valderrama, Carlos Manuel Cox, Francisco Xandóval, Juan Espejo Asturrizaga, Oscar Imaña,
Federico Esquerre, Daniel Hoyle, Eloy Espinoza, Manuel Vásquez Díaz, Alfonso Sánchez Arteaga o
Camilo Blas, Juan José Lora, Alfredo Rebaza Acosta, Julio Esquerre (Esquerriloff), Leoncio Muñoz,
Néstor Martos, Francisco Dañino…cuando el Grupo se dispersaba, Ciro Alegría.
Esta pléyade tuvo que actuar con beligerancia intelectual para abrir su auténtico camino en un
ambiente negativo y hostil. Solo así pudo realizar, según palabras de Orrego escritas en 1926, “la
labor tal vez de más dilatada envergadura espiritual y de más fuerte virtualidad cohesiva que se ha
dado en los últimos años de la República”.
Podría decirse que tal juicio vino de parte interesada y se emitió en tiempo cercano a los hechos,
pero es certero como lo corrobora la obra realizada por cada personaje, y hasta es modesto conforme
lo amerita el historiador Héctor Centurión Vallejo cuando anota: “El Grupo [Norte] realizó en el Perú
el más importante movimiento intelectual, la más vital revolución ideológica, que en sus fines y
objetivos, aunque distintos, es comparable a la revolución ideológica que precedió a la guerra de la
independencia”.
En momento posterior al citado, Orrego ha dejado otros testimonios de sus imborrables recuerdos
de aquellos años. Dice en Mi encuentro con César Vallejo: “A fines de 1915 publiqué una página
íntegra con los versos de Spelucín, Vallejo e Imaña en “La Reforma” (…) Alrededor de ella y, poco
antes, alrededor de la revista “Iris” comenzó a configurarse y canalizarse el movimiento literario
inicial, que hubo de alcanzar su mayor brillo, difusión e influencia alrededor del diario trujillano
“El Norte”, que Spelucín y yo fundamos (…) “El Norte” se constituyó en el centro inspirador y
animador de la novísima corriente intelectual y literaria en todo el norte de la república, que se
extendió luego al país entero y que tuvo su arranque o epicentro en la ciudad de Trujillo”.
Y añade: “Las veladas transcurrían entre lecturas, comentarios de los nuevos libros, conferencias
improvisadas, recitaciones poéticas, música clásica y, más que todo, la crepitante algazara de los
mozos que incursionaban con frecuencia en los restaurantes y cafés de la ciudad. En altas horas de
la noche, las calles trujillanas, devolviendo el eco de nuestras voces, nos vieron deambular con
ruidosa alegría en ocasiones innumerables. Solíamos, también, trasladarnos a las playas cercanas:
Buenos Aires, Huanchaco, Las Delicias y, en muchas ocasiones, nos sorprendió el amanecer, frente
al mar, recitando versos de Maetelinck, Verhaaren, Samain, Rimbaud, Paul Fort James, Mallarmé,
Walt Whitmann, Darío, Herrera y Reissig, Lugones y, desde luego, el pauvre Lelián, Baudelaire y…
tantos más. Algunas veces, la voz de Imaña, con no muy buena dicción francesa, por ese entonces, y
recitando con entonación un tanto engolada,
12

“Le violon de l’automme…” etc.


se perdía envuelta en el bronco y profundo trémolo de las olas. Como trama invisible de fondo,
palpitaban allí muchas esperanzas que forjaba la fantasía, numerosas ilusiones moceriles que
habrían de quebrar la vida, pequeños dramas personales de amor y, subrayando el conjunto, con
trazo firme, el poderoso ímpetu y el gallardo coraje que nos infundía la indeclinable fe en nuestro
destino. Solamente esta última no nos defraudó del todo porque varios de esos mozos trajeron a la
realidad histórica y viviente de la patria, entre cuitas, sacrificios y angustias heroicas, lo que la
intuición juvenil iluminó en sus pechos desde esos días lejanos y generosos”.
Casi paralelamente al Grupo de Trujillo, en varias ciudades del Perú: Lima, Cusco, Puno y
Arequipa, insurgían otros que, del mismo modo, fijaron su mente en nuestra realidad y dedicáronse a
buscar las raíces de la peruanidad para explicar el presente y columbrar el porvenir con mirada
propia. El núcleo de la capital de la república constituyóse por estudiantes en torno al “Conversatorio
Universitario”, allí los nombres ilustres de Jorge Guillermo Leguía, Raúl Porras Barrenechea, Luis
Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Manuel Abastos, Guillermo Luna Cartland, Ricardo Vegas García y
Carlos Moreyra Paz Soldán. A ellos se sumó Haya de la Torre cuando se trasladó de la Universidad
de Trujillo a la Universidad Mayor de San Marcos. Coetáneos con ellos fueron José Carlos
Mariátegui y Manuel Seoane, ambos periodistas e ideólogos, cuya influencia, como de toda aquella
generación, llega hasta nuestros días.
En el Cusco hizo irrupción el “Grupo Resurgimiento” con Luis E. Valcárcel y José Uriel García,
entre otros, mientras en Puno, los intelectuales dieron vida al “Grupo Orkopata” al que pertenecieron
Gamaliel Churata o Arturo Peralta Miranda, Dante Nava, Emilio Vásquez y Alberto Cuentas Zavala.
Arequipa no fue ajena a este despertar de las conciencias, allí se conformaron varios cenáculos, tales
como “El Aquelarre” y el “Grupo Fiat”, que exhiben como representantes a Percy Gibson, César
Atahualpa Rodríguez, Alberto Guillén Juan Manuel Polar y Manuel Benigno Ballón Farfán, entre
muchos más.
En conjunto, todos estos actores de la cultura, cuyo amanecer intelectual, coincidentemente,
despunta a cien años de la independencia del Perú, conformaron la luminosa “Generación del
Centenario”, que se dio por entero a escudriñar la realidad y a librar el más grande esfuerzo por
transformar el país, pero simultáneamente, fue objeto del más grande escarnio de nuestra historia y
sufrió postergación. Por eso Porras Barrenechea la llamó “Generación Vetada”.
Todos padecieron sus ideas a costa de sus justos y legítimos derechos y de sus propias aspiraciones
personales y familiares. A todos, para decirlo con los versos de Vallejo, les pegaban, les daban duro
con un palo y duro también con una soga. Mas, el tiempo ha sido su mejor aliado. Antes, el denuesto;
hoy la gloria para ellos. Y a pesar de tan lacerante experiencia, parece que aún no aprendemos bien la
lección dictada por la historia. La vocación de sepulturero se impone sobre la de partero. La
tendencia escatológica prima sobre la biológica; para el vivo espinas y vituperios, para el muerto
flores y elogios.
Orrego fue certero al observar este fenómeno cíclico de nuestra historia, cuando anotó de modo
insuperable lo siguiente:
“Según parece, la tumba ejerce sobre los peruanos un extraño sortilegio necrolátrico. Esperan que
mueran sus mejores hombres, que desciendan bajo la loza funeraria, como briznas vencidas de la
vida, que enmudezcan definitivamente, para celebrar su gloria póstuma. Parece que el pensamiento
y las obras de los vivos eminentes suscitan, en este país, desconfianzas misteriosas. Solo cuando el
cadáver del hombre ha licenciado todas sus palabras vivientes de revelación, de enseñanza o de
belleza, cuando el cadáver ha quedado tenso de estupor frente al augusto enigma de la muerte,
entonces, rómpese el silencio con que lo circundaban mientras vivía”.
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“Entonces, también, comienzan a florecer sobre el sepulcro las jaculatorias y las apologías más
desmesuradas y estridentes”.
En medio de la ingratitud empeñada en olvidar a muchos personajes, han surgido ya evidencias de
su reivindicación.
En verdad, las lecturas, los recitales, la conversación, el debate, las caminatas por playas,
monumentos arqueológicos y la campiña circundante…le dieron a los miembros del Grupo Norte una
expresión espontánea y original de vivificante metodología pedagógica, riquísima en
interaprendizaje. La autodisciplina y la convivencia espiritual les prodigó la cultura que el sistema
educativo no les pudo dar. El Grupo vivió más al día que la propia universidad respecto al avance de
las diferentes manifestaciones culturales, particularmente en los campos literario, estético y
filosófico. Sus miembros practicaron ese concepto de la teoría educativa según el cual todos somos,
al mismo tiempo, educandos y educadores. Tal vez allí tendrían origen estas reflexiones de Orrego:
“No hay sabiduría infusa, sino sabiduría sufrida, conquistada y vencida”. “Es necesario que conozcas
tu mensaje para enseñarlo”. “Revelas y te revelan. Enseñas y te enseñan. Eres profesor y discípulo”.
La generación emergente se vio ante la imperiosa obligación de combatir la rutina, marchar por su
propia ruta, crear su camino. Los jóvenes abrieron su mente y su corazón a lo nuestro y entraron el
fragor de la vida colectiva en procura de educación, justicia y libertad para el pueblo.
“Un grupo fecundo y creador”, dice Teodoro Rivero Ayllón, refiriéndose a aquellos jóvenes de
Trujillo, y añade: “Este Grupo Norte es y será un grupo ejemplar, paradigmático. No se ha dado en el
Perú caso similar, y su trascendencia continental es innegable”.
Su obra dejó profunda huella, marcó la historia.
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DIRECCIONES INTELECTUALES Y PRODUCCIÓN DEL GRUPO NORTE

Grupo Norte (I): DIRECCIONES INTELECTUALES


Poesía/Narrati Filosofía/Ideol Artes Música Ensayo Periodismo Economía Biografía/Hist Educación
va ogía/Política Plásticas oria
César Vallejo Víctor Raúl Macedonio Carlos Antenor Antenor Orrego Carlos Manuel Juan Espejo Antenor
Haya de la de la Torre Valderrama Orrego Cox Asturrizaga Orrego
Alcides José Eulogio
Torre
Spelucín Alfonso Daniel Hoyle Víctor Raúl Garrido Manuel Alfredo Alcides
Antenor Sánchez Haya de la Vásquez Díaz Rebaza Spelucín
José Eulogio Macedonio Víctor Raúl
Orrego Urteaga Torre Acosta
Garrido de la Torre Haya de la José Eulogio
(Camilo Blas)
Carlos Manuel César Vallejo Torre Garrido
Francisco
Cox Julio Esquerre
Xandóval Juan Espejo Alcides Víctor Raúl
(Esquerriloff)
Asturrizaga Spelucín Haya de la
Eloy Espinoza
Torre
Alcides César Vallejo
Oscar Imaña
Spelucín César
Federico
Federico Vallejo
Esquerre
Esquerre
Francisco
Ciro Alegría
Ciro Alegría Xandóval
Juan Espejo
Asturrizaga
Alfredo
Rebaza
Acosta
Carlos
Manuel Cox
Eloy
Espinoza
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Grupo Norte (II): PRODUCCIÓN
Autores Principales obras

*César Vallejo * Poesía: Los Heraldos Negros; Trilce; Poemas humanos; España, aparte de mi
este cáliz
Ensayo: Rusia en 1931; El arte y la revolución. Novela: Tungteno. Cuento:
*Víctor Raúl
Paco Yunque
Haya de la Torre
* Ensayo: Por la emancipación de América Latina; El antiimperialismo y el
*José Eulogio
Apra; ¿A dónde va Indoamérica?; Y después de la guerra ¿qué?; La defensa
Garrido
continental; Espacio-Tiempo Histórico; Obras Completas (7 ts)
*Alcides
* Prosa poética: Carbunclos; Visiones de Chan Chan
Spelucín
* Poesía: El libro de la nave dorada. Ensayo: Contribución al conocimiento de
*Francisco
César Vallejo
Xandóval
* Poesía: Canciones de Maya; El libro de las paráfrasis
*Eloy Espinoza
* Poesía. Fogatas
*Juan Espejo
Asturrizaga * Biografía: César Vallejo. Itinerario del hombre 1892-1923
*Carlos Manuel * Ensayo: En torno al imperialismo; Utopía y realidad en el Inca Garcilaso de la
Cox Vega; Petróleo en Sudamérica
* Composiciones musicales: La pampa y la puna; Idilio incaico; Khori Huayta
(ópera); Tríptico nacional (ballet)
*Carlos
Valderrama * Composiciones musicales: (Marineras)
*Daniel Hoyle * Novela: Los perros hambrientos; La serpiente de oro; El mundo es ancho y
ajeno
*Ciro Alegría
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Grupo Norte (III-a): PRODUCCIÓN DE Y SOBRE ANTENOR ORREGO


> DE ORREGO
1. Notas marginales (Aforísticas). Trujillo, Tipografía Olaya, 1922.
2. El monólogo eterno (Aforística). Trujillo, El Norte, 1929.
3. Pueblo-Continente. Ensayos para una interpretación de la América Latina.
Santiago de Chile, Editorial Ercilla, 1939
4. Estación Primera. Lima, Talleres de Obras Gráficas, 1961
5. Discriminaciones. Lima, Universidad Nacional Federico Villarreal, 1965
6. Hacia un humanismo americano. Lima, Librería-Editorial Juan Mejía Baca, 1966
7. Mi encuentro con César Vallejo. Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1989
8. Obras completas. Lima, Editorial Pachacútec, 1995, 5 ts.
> SOBRE ORREGO
Obras específicas
1. Abugattás, Juan y otros .Antenor Orrego, la unidad continental y los orígenes de
la modernidad en el Perú. Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2003
2. Chang-Rodríguez, Eugenio. Antenor Orrego. Modernidad y cultura. Páginas
escogidas. Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2004
3. Flores Caballero, Luis. Humanismo y revolución en América Latina. Bosquejo de
interpretación del pensamiento materialista de Antenor Orrego. Lima, Talleres
Gráficos R. Jamis, 1968
4. Flores Quelopana, Gustavo. El ontologismo americanista de Antenor Orrego.
Lima, Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración de América
Latina, 2003
5. Ibáñez Rosazza, Manuel. Antenor Orrego y sus dos prólogos a Trilce. Trujillo,
Universidad Privada Antenor Orrego,1995
6. Rivero-Ayllón, Teodoro. Antenor Orrego: Meditaciones sobre la Universidad.
Trujillo, Trilce Editores, 2003
5. Robles Ortiz, Elmer. Las ideas educacionales de Antenor Orrego. Trujillo,
Universidad Nacional de Trujillo, 1992
19

Grupo Norte (III-b): PRODUCCIÓN DE Y SOBRE ANTENOR ORREGO

Capítulos o secciones de libros


1. Llanos Horna, Segundo. Los periodistas de La Libertad. Trujillo, Impresiones
Peruanas, 2004
2. Ramos Rau, Demetrio. Pensadores norteños. Trujillo, ABC Publicidad, 2004
3. Rivara de Tuesta, María Luisa. Filosofía e historia de las ideas en el Perú. Lima,
Fondo de Cultura Económica, 2000, t II
4. Sánchez, Luis Alberto. La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural
del Perú. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1981, t IV
Artículos en revistas académicas
1. Lozano Ibáñez, Víctor Raúl. “El porqué del nombre de la Universidad Privada
Antenor Orrego”. En: Hampi Runa. Revista de la Facultad de Medicina de la
Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Año II, Nº 6, junio, 2003
2. Paz Esquerre, Eduardo. “Antenor Orrego, periodista”. En: Antenor Orrego. Revista
Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol. 12, Nº 19, Agosto-
diciembre 2004
3. Robles Ortiz, Elmer. “Discurso de orden”. En: Antenor Orrego. Revista Oficial de la
Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol 15, Nº 22, Enero-julio 2004
4. Robles Ortiz, Elmer. “Cultura popular y cultura política: Su relación con la
universidad en el pensamiento de Antenor Orrego”. En: Antenor Orrego. Revista
Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol. 16, Nos. 24-25.
Enero-diciembre 2005
5. Robles Ortiz, Elmer. “Educación y universidad en el pensamiento de Antenor
Orrego”. En: Acta Médica Orreguina Hampa Runa. Facultad de Medicina de la
Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol. 6, Nº 1. Enero-Abril 2006.
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PRODUCCIÓN DEL GRUPO NORTE: FRAGMENTOS


1. CÉSAR VALLEJO
PIEDRA NEGRA SOBRE PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
(De: Poemas humanos)
El origen de estos versos estaría en un delirio del poeta. Orrego escribe: “Dormíamos ambos en el
único dormitorio de la casa. Una noche despertéme sobresaltado a los gritos angustiosos de mi
huésped que me llamaba desde su lecho. Cuando abrí los ojos en la penumbra, Vallejo estaba
delante de mí, temblando como un azogado de la cabeza a los pies”. Y le dijo que había visto en
París, muerto, con gentes desconocidas.
(Mi encuentro con César Vallejo. Bogotá. Tercer Mundo Editores, 1989, pp. 42-43.)
AMÉRICA LATINA
¡América Latina! ¡En un tropel de heraldos
que doman la soberbia de una montaña azul,
te inicias en la vida llevando entre tus venas
cien epopeyas sacras en flor de juventud!
¡América Latina! ¡Mitad del Universo!
¡Te crispas en el globo como un gesto de Dios,
y siento que te agitas con el divino apresto
de un músculo infinito que va a empañar el sol!
(Trujillo, 1916)
2. VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE
TRIUNFA VANIDAD
A fines de 1916, la compañía de comedias dirigida por la notable actriz Amalia de Isaura, hacía
una exitosa temporada en Trujillo, con funciones a teatro lleno. Recibió favorables comentarios de
21

Vallejo y Orrego. Por su parte, Haya de la Torre, con el seudónimo de Juan Amateur, escribió la
comedia intitulada Triunfa vanidad que luego presentó la citada compañía. Era una defensa de
Vallejo frente a los injustos ataques de los grupos económicamente privilegiados. Al respecto, Juan
Espejo Asturrizaga (César Vallejo. Itinerario del hombre 1892-1923, Lima, SEGLUSA Editores,
1989, p. 50) anota:
“El argumento se desarrolla en una ciudad de provincias. Una muchacha ‘bien’, hija de un
hacendado rico, envanecido de su plata, se enamora de un poeta, un bohemio con talento, pero
pobre. El padre, incapaz de comprender estos amores, desprecia y se burla del joven poeta. Pero
pasan los días y éste que es orgulloso y luchador obtiene una serie de triunfos que le llevan al éxito
y a la fama. La obra termina con la aceptación del padre para que su hija contraiga matrimonio con
el bohemio”.
“Esta comedia…no era en el fondo mas que una actitud polémica y de rechazo contra ese
ambiente hostil e incomprensivo que se desató en el Trujillo de aquellos días, frente a ese grupo de
elementos juveniles, ardorosos y valientes que empezó a bregar por una renovación cultural y un
afán de sacudir la modorra intelectual de una ciudad carente de valores y sin una auténtica tradición
literaria”.
Vallejo, impresionado por la obra y en adhesión de su compañero de estudios, le dedica un soneto
del mismo título: “Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer, cariñosamente.”
¡Triunfa vanidad! ¡Tus dientes roedores
se ceban en el sacro manjar azul del cielo!
¡Judaicas risas huecas! ¡Tus copas de licores
no son copos de gloria! ¡Son úlceras del suelo!
Y son tus cristos siempre tristes soñadores.
¡Tu padre ha sido Sancho; Mercurio fue tu abuelo!
¡Si brillan en tus carnes metálicos sudores
es porque te dan lumbre las lágrimas del cielo!
Mas tú eres necesaria ¡Sin noche no hay aurora!
¡Tal un tropel de muros en donde triunfadora
cabalga una flamante melena de pendones!
Y en el cerebro inmenso que finge el Orbe alado
¡oh, vanidad, tus joyas agudas se han clavado
como una turba bíblica de eternos aguijones…!
(La Reforma, Trujillo, 18 de diciembre de 1916)
Y Haya de la Torre, con el seudónimo de Juan Amateur, publica el poema siguiente:
HIPERESTESIA
Mis primeros versos para César A. Vallejo, cariñosamente.
Mis nervios son las cuerdas de un piano resonante,
que a rudos martillazos la vida hace vibrar,
me deleito escuchando la sonata inquietante
que canta la amargura de un íntimo pesar!
Ya es suave, dulce, rítmica como un “claro de luna”,
ya con Chopin exalta mi loco fantasear,
o crece, se agiganta, resuena como una
inmensa cabalgata wagneriana al trotar…!
(La Reforma, Trujillo, 23 de diciembre de 1916)
22

POR LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS INDOAMERICANOS


“El proceso dialéctico del mundo que pasó de la dispersión feudal a la formación de grandes
naciones, avanza en su presente etapa a la delimitación de poderosas unidades continentales”.
“En nuestras escuelas, colegios y liceos la Historia de Indoamérica se enseña mal. Un absurdo
nacionalismo chico estimula el desdén por otros pueblos que siendo vecinos y hermanos tienen
mucho que enseñar y que mostrar aún a los más avanzados. Nunca se ha hecho hasta ahora, en
forma sistemática y repetida, una obra de acercamiento juvenil y popular a base de viajes colectivos
de estudiantes y trabajadores, en grandes grupos y con un sentido de aprendizaje y de
aproximación.”.
“El primer paso para una efectiva solidaridad continental hay que darlo en la prensa, en las escuelas,
en los partidos. Cada diario o revista, grande o pequeño, debería hacer propaganda didáctica sobre
los países indoamericanos…Hay que enseñar a nuestros muchachos, muy a fondo, la historia de loa
veinte Estados hermanos integrantes de nuestra gran nación. Y hay que llevar a los partidos un
profundo y tenaz sentido indoamericanista. Una política nacional sin un espíritu continental no será
nunca política indoamericana ni verdaderamente patriótica. Y de ella necesitamos premiosamente
para la defensa y la seguridad de todos, en esta hora del mundo en que los continentes divididos
como el nuestro se unen o perecen”.
(La defensa continental, 4ª ed., Editorial Imprenta Amauta, Lima, 1967, pp. 20, 26, 28-29)
“Pero nosotros tenemos como designio futuro inevitable el de una patria continental de 23
millones de kilómetros cuadrados…más grande que cualquiera federación o unión de estados del
mundo…Por consiguiente, un continente o un Pueblo Continente –con la sabia denominación de
Antenor Orrego- que significa la patria del futuro, la más grande nación del porvenir; que significan
los Estados Unidos de Indoamérica, sólo menos poblado que China o que India pero más extensos
que cualquiera nación hoy conocida. Somos un continente con tremendos problemas, problemas de
agresión geo-climática, problemas de desafío físico para conquistar desiertos que hay que irrigar,
para comunicar distantes regiones, para colonizar selvas y trópicos. Alquilen ha dicho que la obra
de los pueblos latino o indoamericanos frente a su agresión climática es una obra de gigantes que
necesita por tanto una raza de gigantes en todos los países que forman nuestra Patria Continental”.
(Discursos, en: Obras completas, Lima, Librería-Editorial Juan Mejía Baca, 1977, t 7, pp. 438-
439.)
3. ALCIDES SPELUCÍN
EL SALMO DE LOS PUERTOS
Desde esta roca brava que atalaya la orilla
del mar,
quiero dar
mi canción!
Quiero darla al oído de los lejanos puertos
que apuntara la quilla de mi embarcación,
una tarde dorada,
oxidada,
amarilla,
en que ardía la pipa de la evocación.
¡Puertos de Dios, tirados como caracoles,
sobre la arena parda,
por aquí,
23

por allá!...
Amados de los vientos, amados de los soles,
y de lo que se viene,
y de lo que se va…
Puertos que vi de cerca,
puertos que vi de lejos,
en el suave regazo de cualquier litoral,
con sus calles sombrosas,
con sus marinos viejos,
y su alcohol,
su tabaco,
y su yodo,
y su sal…
¡Viejos puertos en éxtasis de blanca ave marina,
cuyo refugio búdico perturbara yo un día,
para llevar, del ala tenue de su neblina,
una pluma empapada de acre melancolía!
¡Puertos maravillosos, soñados o entrevistos,
que jugara increíbles catedrales de bruma,
donde monjes huraños salmodiaban a Cristos
celestes, en marinas antífonas de espuma!
¡Puertos de Dios, oh dulces y benignas posadas
Abiertas al misterio de toda inmensidad!
¡Nidos azules para las alas fatigadas!
¡Atalayas de ensueño! ¡Radas de eternidad!
(El libro de la nave dorada, 1926.)
Antenor Orrego, dice en el prólogo de El libro de la nave dorada: “¡Almas tropicales, tórridas
pupilas anegadas de luz, nervios templados en las fraguas del sol, frentes erguidas hacia el combo
cálido del americano cielo, pensamientos frenéticos y caniculares que anunciáis ya el galope de la
raza futura, glebas enardecidas de entrañas pródigas y virginales, mares tibios, caldeados por el
cotidiano beso solar, venid a sentir, por milagro del arte, el jadeo de vuestro fuego, venid a palpar la
recia encarnadura luminosa y musical de vuestro Expresador. Este verbo espejea vuestra ardida
maravilla; esta voz concreta, articula en su registro vuestro cósmico mensaje, tan esperado por otras
razas. Al fin, América, el provenir ha cansado a los siglos y he aquí tu hijo amasado con la ganga de
tus tierras y abrigado en lo más hondo de tu axila materna! ¡Pon la oreja atenta a los primigenios
vagidos sinfónicos de tu criatura bienamada. Esta vez el ruiseñor de la selva ha levantado su tienda
trashumante en los mástiles de lar barcas románticas y sobre los lomos de las olas aladinescas.
Simhad el Marino, que ha fatigado a la aventura cruzando todos los caminos azules, coge la lira y
devuelve en canciones todo lo que a su corazón donóle el trópico alucinado!”
“En César Vallejo, la categoría estética es la virginización técnica del verbo para que se adaptara a
la virginidad de su visión. En Alcides Spelucín, la realidad estética categórica es la virginizacion
formal de las cosas, o mejor, la virginización funcional de la forma que está siempre petrificada y
yerta para el otro ojo vulgar. Por eso, mientras el uno es un revolucionario de la retórica, el otro es
un revolucionario del significado vital de la forma, como presencia real y objetiva. Y es curioso
constatar, que mientras el revolucionario de la forma estética deja intactas las formas de la realidad
objetiva; el revolucionario de la representación funcional de las formas objetivas deja intactas las
romas tradicionales de la estética”.
24

“Esta deslumbrante sensibilidad pictórica transmuta el color y la luz en emoción estética. Luz y
color inconfundiblemente tropicales. Verbo radioso que está anegado en el torrente de claridades
zenitales que se proyectan al límpido cielo. El poeta no solo expresa el color objetivo, no solo
transporta la realidad inmediata y táctil, no solo lo incrusta, fotográficamente, en el verso, sino que
lo piensa y la permeabiliza en el espíritu; lo siente como estados de conciencia, como acendrada
entraña de su sensibilidad. ¡Pensar el color, he aquí lo que diferencia de tanto rimador superficial y
descriptivo!”.
4. FRANCISCO XANDÓVAL
BORDE
Para Antenor Orrego
Mañana no estarás. Ya será ausencia
Y no habrá quien nos charle, ¡quien me charle!
No habrá alegría para mi existencia
a quien cuando pidió quisiste darle.
Te nos vas, Antenor ¡Sonoro día,
filo de eternidad, labio que nombra!
Onda de amor y de sabiduría
eres hasta hoy; mañana, ausencia y sombra.
Se nos van tu bohemia, tu algazara,
tu palabra, tu fe, tu noche clara
de verano, tu ritmo, tu emoción.
Y así desde este marzo, el aguacero
Me está borrando ahora tu sendero
¡y se me irá, solito, el corazón!.
(Trujillo, 1920)
LA LÁMPARA EN LA NOCHE
Cuando a solas, en la noche, me debato con mi pena
y en el mar de lo insonoro creo oír que tú me nombras,
tu mirada surge al pronto como un haz de luna llena,
y oloroso se dibuja tu recuerdo entre las sombras.
¡Ah, mujer! Y como nunca, nunca más habré de verte,
tu recuerdo va delante de mi sombra desolada,
¡tu recuerdo irá alumbrándome en las grutas de la muerte
con la lámpara inefable de tu imagen adorada!
(El libro de las paráfrasis, 1967)
5. JOSÉ EULOGIO GARRIDO
“Escritor de extraña y particularísima sensibilidad, a cuya voz se desanudan los caminos; platican
los cerros y las nubes en la gama de sus líricos colores, hablan las piedras y las ruinas de los
imperios fenecidos como si tuvieran el don del canto; las aldeas y los pueblos serranos se acercan y
parlotean como chiquillos o resbalan por las laderas igual que juguetes navideños; todo un milagro
de vigor, de imaginación y de vida, tal es Garrido”.
(Francisco Xandóval, 1941)
ALBORADA
25

Mi madre trepa la cuesta llevándome de la mano. Y yo me siento frágil, alado y prismático como
una pompa de jabón. En mi se reflejan el cielo, la ladera, las nubes y el camino.
Nos hemos levantado antes que el sol y viajamos cuesta arriba en busca de unos tragos de leche
recién ordeñada. Vamos en pos de una vaca negra famosa en la campiña.
Esa mañana me enseñó ella lo que era “el rayar de la aurora”, porque los chiroques de plumaje
amarillo y negro, cantan tan dulcemente, porque el río se ríe de mañana y brama de noche, porque
los buenos se van al cielo y los malos al infierno, porque a los cerros les gusta “remedar” a los
muchachos, porque no se ven las estrellas de día y porque hace mal comer demasiado queso.
Aprendí eso aquella mañana y esa es toda la ciencia que poseo para saber del universo y de la
miseria de los hombres. (Carbunclos, ¿1945?)
VISIÓN I
Me he despertado, repentinamente, aquí, en Chan Chan.
Me he despertado en el recinto de un palacio de magia.
Me he despertado repentinamente.
Hay un claror como de grandes ventanales de zafiros: vago e irreal.
Mis ojos no saben si están mirando dentro de la cuerva de un sueño.
No lo saben. Se abren ávidos, ávidos, no más.
Este callejón estrecho teñido de sombra azulmarino y arriba el clarol de los
ventanales de zafiros, vago e irreal.
Camino como si llegara del País Inmóvil.
Mis ojos han olvidado el Pavor.
…pero este muro de la derecha se rompe allí…
Sí…sí se rompe…No…no se rompe…Es que sale él.
¿Hacia dónde?
(Visiones de Chan Chan. Trujillo, Gráfica Jacobs, 1981)
6. ANTENOR ORREGO
Para ser leída cuando falleciera, luego puesta sobre su pecho, ya en el ataúd, Orrego, escribió:
PLEGARIA
Desde todos los evos oscuros de la Eternidad,
Dios está descendiendo sobre mí.
Soy el vértice supremo de las fuerzas
esenciales que se actualizan en mi carne.
Soy el punto neutro en que el ave
reposa y se apresta para el vuelo.
Soy el hijo eterno del Padre Eterno.
¡Grande espíritu del mundo, acompáñame
en mi camino de Dios hacia Dios!
(Obras completas, Lima, Editorial Pachacútec, 1995, 7 V, p. 246.)
(Porque de él se seleccionan diversos textos para el curso, aquí solo transcribimos lo
que antecede)
CRONOLOGÍA DE ANTENOR ORREGO
1892. 22 de mayo. Nace Antenor Orrego Espinoza en la hacienda Montán, distrito de Lajas,
provincia de Chota, departamento de Cajamarca. Sus padres: José Asunción Orrego Asenjo y María
Victoria Espinoza Villanueva., propietarios de dicha hacienda.
26

1902. La familia Orrego Espinoza se establece en Trujillo, donde Antenor cursa los estudios de
educación primaria y secundaria en el colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo. Allí inicia
sus vínculos con miembros del futuro “Grupo Norte”: José Eulogio Garrido, Macedonio de la Torre,
Alcides Spelucín, los hermanos Víctor Raúl y José Agustín Haya de la Torre. Con el correr de los
años, Trujillo será su ciudad adoptiva.
1910. Ingresa a la Universidad de Trujillo para estudiar en la Facultad de Letras.
El anarcosindicalismo se extiende entre estudiantes y trabajadores manuales de Trujillo y del valle
de Chicama.
Revolución mexicana de amplia repercusión de América Latina.
1912. Registra matrícula en primer año de la Facultad de Jurisprudencia, igualmente en la de
Ciencias Políticas y Administrativas.
24 de diciembre. Por su calificación de sobresaliente, es premiado en el curso de Derecho
Constitucional de la última facultad anteriormente mencionada. La premiación, con la obra de
“Derecho Constitucional” de Grinke, la recibe en la ceremonia de clausura del año académico.
1913. Antenor Orrego y Abraham Valdelomar ganan premios en el concurso literario del diario “La
Nación” de Lima.
Inicia su publicación la revista “Cultura Infantil” dirigida por Julio Eduardo Mannucci, que también
es director del Centro Escolar Nº 241. Circuló hasta 1918. En sus páginas, aparecieron los primeros
poemas de César Vallejo. Allí también publicaron sus versos: Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Juan
Espejo Asturrizaga, Francisco Xandóval. Por su parte, Mannucci, Orrego, José Eulogio Garrido y
Federico Esquere escribieron en prosa.
1914. Golpe de Estado contra el presidente Guillermo Billinghurst. Gobierno militar de Oscar R.
Benavides hasta 1915.
23 de setiembre. Discurso de Orrego en la Universidad por la fiesta de la primavera.
Aparece la revista “Iris” dirigida por José Eulogio Garrido; en ella publica Antenor diversos
artículos.
Discurso de Víctor Raúl Haya de la Torre por la fiesta de la raza.
Orrego conoce a Vallejo por intermedio de Haya de la Torre.
Comienza la primera guerra mundial.
1915. Primeras reuniones de la “Bohemia de Trujillo” o “Grupo Norte”, impulsadas por Antenor
Orrego y José Eulogio Garrido.
Orrego es jefe de redacción del diario La Reforma; después será director.
23 de setiembre. César Vallejo recita su poema “Primaveral” desde un balcón frente a la Plazuela
O’Donnovan.
Por su composición “Canto a la Primavera”, Oscar Imaña obtiene la Flor Natural en los juegos
florales organizados por la Universidad.
12 de octubre. José Eulogio Garrido pronuncia un discurso en la Universidad con motivo de la
fiesta de la raza.
Orrego es el guía intelectual de César Vallejo y del Grupo. A fin de año, publica en La Reforma una
página íntegra con versos de César Vallejo, Alcides Spelucín, Francisco Xandóval, Oscar Imaña,
Eloy Espinoza, así como artículos de Federico Esquerre, Agustín Haya de la Torre y Juan Manuel
Sotero.
27

Vallejo opta el grado de bachiller en letras con su tesis “El romanticismo en la poesía castellana”.
1916. Las actividades culturales se incrementan en Trujillo por parte de los jóvenes intelectuales y
del Centro Universitario.
Con motivo del fallecimiento de Rubén Darío, Orrego publica un emotivo artículo sobre el poeta
nicaragüense en La Reforma.
Aparece una nota de Orrego en la revista Balnearios, de Barranco, que asimismo le da espaldarazo
a Vallejo al reproducir su poema “Aldeana”.
Para participar en la ceremonia de inauguración del monumento a José Gálvez, en la ciudad de
Cajamarca, el Centro Universitario decide el viaje de cuatro representantes: Dileo Herrera, Álvaro
de Bracamonte, José Eulogio Garrido y Víctor Raúl Haya de la Torre.
Un grupo de estudiantes limeños visita Trujillo. El discurso de bienvenida lo pronuncia Haya de la
Torre. Y Vallejo recita un poema en honor a los visitantes.
En el mes de setiembre, el poeta Juan Parra del Riego llega de visita y es recibido con afecto por los
intelectuales que aglutinan Orrego y Garrido. Les da el nombre de “Bohemia de Trujillo”. El
escritor José Félix de la Puente obtiene el primer premio en el concurso organizado por la
Universidad en celebración de la fiesta de la primavera. En la ceremonia de premiación participan
Juan Parra del Riego y Víctor Raúl Haya de la Torre, que en aquellos días desempeña la secretaría
del Centro Universitario.
12 de octubre. En la ceremonia por el día de la raza, organizada por el Centro Universitario, el poeta
César Vallejo declama su poema “América Latina”
15 de diciembre. La comedia “Triunfa vanidad” escrita por Haya de la Torre, es llevada a la escena
por la compañía española de comedias dirigida por Amalia de Isaura, que hacía una temporada de
teatro en Trujillo en medio de elogiosos comentarios, entre ellos, los de Vallejo y Orrego.
1917. Orrego preside el Centro Universitario, y después Oscar Imaña.
Intensa actividad cultural. Los diarios publican poesías, cuentos, artículos diversos, entrevistas.
Además se realizan veladas literarias y llegan a la ciudad compañías de teatro. El Centro
Universitario promueve inquietudes intelectuales. Desde La Reforma, Orrego inicia los sábados
literarios que acoge la producción de los intelectuales trujillanos. “Orrego se erige en alma y nervio
de esta actividad”, anota Espejo Asturrizaga.
Haya de la Torre viaja a Lima para proseguir sus estudios en la Universidad de San Marcos. Al cabo
de unos meses regresa, de visita, y en sus disertaciones aboga fervorosamente por los trabajadores
de los valles de Moche y Chicama, víctimas de cruel explotación. Luego, Orrego, desde el diario La
Libertad inicia una valiente campaña a favor de los obreros. Le acompañan Federico Esquerre, Juan
Espejo Asturrizaga, entre otros, que sacuden el ambiente laboral y enarbolan la protesta. Firmado
por Orrego, director del mencionado periódico, y Espejo, redactor principal, apareció el manifiesto
titulado “Protesta ante el país”, allí dicen: “Queremos pedir a voz en grito, puestas las manos en
nuestro corazón, justicia para los millares de infelices trabajadores que son hoy las víctimas
anónimas de la explotación y de la bala homicida de la fuerza”.
16 de julio. Vallejo ofrece conferencia en la Universidad.
Alcides Spelucín viaja al exterior: Guayaquil, Panamá, Nueva York, La Habana...
12 de octubre. Orrego sustenta una conferencia en la Universidad de Trujillo, en reemplazo de su
catedrático de literatura, Dr. Eleazar Bolona, quien se excusó de participar en el acto por haber
asumido el cargo de alcalde de la ciudad el día anterior.
28

El compositor Daniel Alomía Robles visita Trujillo en compañía del poeta Enrique Bustamante y
Ballivián. Los “bohemios” participaron en sus veladas y conferencias.
En noviembre la danzarina Norka Rouskaya actúa en el teatro “Ideal”. Orrego elogia sus cualidades
artísticas en artículo publicado en La Reforma.
Revolución rusa. Esperanza de justicia social, distorsionada pronto por regímenes totalitarios,
negadores de la libertad y creadores de un poder imperial basado en el capitalismo de estado.
Orrego termina sus estudios de jurisprudencia.
Vallejo viaja a Lima en diciembre para continuar estudios en San Marcos.
1918. Antenor Orrego dirige la revista La Semana.
Junio. Se inicia la Reforma Universitaria en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina,
movimiento que se extenderá por toda América Latina.
Fallece Manuel González Prada en Lima.
Termina la primera guerra mundial, con hondas repercusiones en todas las actividades humanas.
1919. Golpe de Estado contra el presidente José Pardo y Barreda. Augusto B. Leguía inicia el
oncenio (hasta 1930).
Desde Lima, Haya de la Torre lidera la Reforma Universitaria.
1920. 1º de agosto. Saqueo e incendio en Santiago de Chuco. Vallejo es involucrado. Viaja a Trujillo
y es refugiado por Orrego en “El Predio”, su casita de campo, que tenía tomada en alquiler, en el
pueblo de Mansiche. El poeta sufre prisión. Orrego es el primero en visitarlo en la cárcel y luego
encabeza el memorial en demanda de su libertad.
Aparece el poemario Fogatas de Eloy Espinoza, con prólogo de Orrego, que prosigue publicando
sus artículos en La Reforma.
1921. Tras 112 días de prisión, Vallejo logra su libertad y regresa a la casita de Antenor en la
campiña de Mansiche. En marzo viaja a Lima.
Haya de la Torre inaugura la Universidad Popular en Lima, nacida en el proceso de la Reforma
Universitaria.
Diciembre. El prefecto Temístocles Molina Derteano clausura La Libertad, cuyas páginas apoyan
las luchas reivindicatorias de los trabajadores del valle de Chicama, y apresa a su director. Así
Orrego inicia la primera de las siete prisiones por defender la libertad, la justicia social, la
democracia y educación para el pueblo. Por intervención del ministro Germán Leguía y Martínez, el
joven filósofo sale libre, pero es desterrado de Trujillo.
Obligado, viaja a Lima, donde se reencuentra con varios “bohemios” trujillanos: Vallejo, Haya de la
Torre, Xandóval, Carlos Manuel Cox, Manuel Vásquez Díaz, Macedonio de la Torre, Crisólogo
Quesada, que allí prosiguen sus reuniones y conocen nuevos amigos entre los intelectuales
capitalinos.
1922. Publica su primer libro, Notas marginales (Ideología poemática). Aforísticas, en Trujillo.
Aparece en Lima Trilce, de Vallejo, con prólogo de Orrego. Edición al cuidado de Xandóval.
Spelucín regresa del exterior. Encuentro ocasional en Lima con Vallejo y Orrego.
1923. 1º de febrero. Se publica el primer número del diario El Norte, fundado por Antenor Orrego
(director) y Alcides Spelucín, con apoyo financiero del empresario minero Juan Alberto Vega
Rabines. Redactores: los hermanos Alcides, Belisario y Francisco Spelucín Vega, Juan Espejo
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Asturrizaga, Carlos Manuel Cox, Eloy B. Espinoza, Manuel Vásquez Díaz, Agustín Haya de la
Torre, Francisco Dañino Ribatto, Pedro Lizarzaburu Chávez, Juan Manuel Sotero, entre otros.
23 de mayo. En Lima, manifestación obrero-estudiantil por la libertad de conciencia y contra las
pretensiones reeleccionistas de Leguía, organizada por la Universidad Popular y liderada por Haya
de la Torre.
17 de julio. César Vallejo y Julio Gálvez Orrego, sobrino de Antenor, viajan a París. “Pronto se
agotaron los magros recursos que llevaron los viajeros. Yo pude girarles algunas pequeñas sumas de
mis primeros sueldos en instantes angustiosos para ellos. Con el propósito de aliviarlos un tanto,
Spelucín y yo, acordamos (…) nombrar a Vallejo como corresponsal del diario [El Norte] en París”.
(Orrego)
Víctor Raúl es apresado y el 9 de octubre sale desterrado a Panamá. Viajara a Cuba, México y
después a Europa.
Octubre/noviembre. En la Universidad de Trujillo, protestas por la prisión de Haya de la Torre y la
defensa de ideas reformistas desemboca en la expulsión de alumnos, entre ellos, Carlos Manuel
Cox, Manuel Vásquez Díaz y Eloy Espinoza, del Grupo Norte.
1924. 7 de mayo. Víctor Raúl Haya de la Torre funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA) en México. Entre los primeros en adherirse figura Orrego.
1926. Mayo. Se publica El libro de la nave dorada, poemario de Spelucín, con prólogo de Orrego,
que asimismo inicia sus colaboraciones en la revista Amauta, dirigida por José Carlos Mariátegui,
en Lima.
Contrae matrimonio con doña Carmela Spelucín Vega.
Desde que viaja a Francia, Vallejo mantuvo correspondencia fluida con Orrego. En 1926, éste le
dice que se preparaba para viajar a Europa el año siguiente. Y le envía el libro de Spelucín antes
mencionado. Desde París, Vallejo le escribe a Spelucín: “Has logrado, querido hermano, realizar
una obra redonda, pareja, definitiva, desbordante de infinito. Con Víctor Raúl la hemos leído con el
amor de toda nuestra fraternidad y se no han llenado los ojos de lágrimas”. Además de cartas, el
poeta remite al filósofo sus libros Rusia en 1931 y Tungteno, como también periódicos, revistas y
libros franceses.
1927. Orrego invita al joven Ciro Alegría a colaborar en El Norte.
Orrego es alumno destacado de la Facultad de Filosofía, Historia y Letras de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos.
1928. 23 de setiembre. Nace su primogénita Alicia Carmela Orrego Spelucín.
1929. Sale a luz El monólogo eterno (Aforísticas), en Trujillo.
Continúa su producción intelectual. Publica el artículo “La integración económica latinoamericana”,
y prepara su libro Panoramas, por el cual se interesa Mariátegui, con quien mantiene intercambio
epistolar. (Dicha obra se perdió).
29 de octubre. Nace su segunda hija, Liliana Orrego Spelucín.
En noviembre es nuevamente apresado.
1930. 22 de agosto. Golpe militar del comandante Luis M. Sánchez Cerro contra el gobierno de
Augusto B. Leguía.
Orrego viaja a Lima, pero por orden de la Intendencia de esa ciudad, es obligado a retornar a
Trujillo por considerársele “molesto y peligroso para el gobierno”.
30

21 de setiembre. Fundación del Partido Aprista Peruano en Lima.


Noviembre. El semanario Crítica de Chiclayo publica un número especial dedicado a Orrego, con
nota de Juan José Lora y poema de Francisco Xandóval.
1931. Es elegido en cabildos populares para representar al norte en la Junta de Gobierno de David
Samanez Ocampo, pero este anhelo mayoritario no se cristaliza.
13 de mayo. El periodista Manuel Seoane, al retornar de su destierro en Argentina, funda el diario
La Tribuna, en Lima.
14 de mayo. Nace su hijo Antenor Orrego Spelucín.
25 de julio. Víctor Raúl regresa al Perú, tras ocho años de destierro. El pueblo de Trujillo le tributa
emotiva recepción en la plaza de armas, con discurso de Orrego.
11 de octubre. Elecciones generales. Según la Enciclopedia Británica, Sánchez Cerro ganó la
presidencia de la república “gracias al empleo de medios fraudulentos”.
Diciembre. Navidad de sangre en Trujillo; las fuerzas del orden masacraron a militantes apristas en
su propio local partidario. Igualmente hubo matanzas en Ascope y Paiján.
1932. 17 de febrero. Fuerzas del gobierno allanan el Congreso Constituyente.
18 de febrero. 23 parlamentarios son desterrados del país, entre ellos, Carlos Manuel Cox y Alcides
Spelucín, representantes por La Libertad y que habían formado parte del Grupo Norte. También
otros parlamentarios de la Generación del Centenario: Luis Alberto Sánchez y Manuel Seoane.
6 de mayo. Es apresado Haya de la Torre en Lima.
Orrego es apresado en Trujillo. Su cautiverio dura 15 meses.
9 de mayo. El gobierno clausura la Universidad de San Marcos.
7 de julio. Revolución de Trujillo. Militantes apristas se apoderan del cuartel O’Donnovan. En los
días siguientes, el gobierno de Sánchez Cerro ordena bombardear la ciudad por tierra, mar y aire,
para debelar el movimiento en proceso de expansión a otros ámbitos. Millares de ciudadanos fueron
fusilados en Chan Chan y Mansiche.
20 de julio. Mediante decreto supremo, el gobierno clausura la Universidad de Trujillo, por los
sucesos de la revolución.
1933. Enero. Orrego es recluido en los aljibes del Real Felipe, en el Callao, donde con otros presos
políticos sostiene una huelga de hambre de once días.
30 de abril. El presidente Sánchez Cerro es asesinado al salir del hipódromo de Santa Beatriz. El
general Oscar R. Benavides asume el gobierno por un periodo de tres años, según decisión del
Congreso.
9 de agosto. Benavides promulga la Ley de Amnistía. Haya de la Torre, Orrego y demás presos
políticos, salen en libertad. Pero al poco tiempo Orrego va una vez más prisión.
Orrego dirige transitoriamente La Tribuna. Intensifica su actividad periodística en el exterior por
medio de diarios y revistas de América y Europa: “Humanismo” y “Cuadernos Americanos”
(México), “La Nueva Democracia” (Nueva York), “Claridad” (Buenos Aires), “Cuadernos” (París).
1934. El general Benavides se consolida en el poder por medios autoritarios. Haya de la Torre y
otros opositores al gobierno sufren terrible persecución.
1935. Continúa la persecución. Es apresado Carlos Manuel Cox.
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1936. 11 de octubre. El Dr. Luis Antonio Eguiguren, triunfa en las elecciones presidenciales,
apoyado por el Partido Aprista Peruano. El gobierno de Benavides le impide asumir el poder. El
Congreso prorrogó el gobierno de Benavides por tres años más.
Protestas en todo el país. Opositores al gobierno sufren persecución, son apresados o salen al exilio
a Chile y otros países. Orrego está en prisión.
1937. 15 de febrero. El líder obrero y ex constituyente (1931) Manuel Arévalo, discípulo de Orrego,
es torturado y asesinado por fuerzas del gobierno en el trayecto de Trujillo a Lima, en Colorado
Chico, entre Huarmey y Pativilca. Profundamente conmovido, Orrego en su Ofrenda de Pueblo-
Continente anota: “¡Cuánta efusión fraternal prodigó Manuel Arévalo, el hermano mártir, al
mecanografiar estas páginas que él comprendió y amó tanto, y que –sarcasmo del destino- no vería
nunca publicadas!”
Orrego está en prisión
1938. Orrego continúa preso.
15 de abril. Fallece en París, César Vallejo.
1939. Pueblo-Continente. Ensayos para una interpretación de la América Latina se edita en Santiago
de Chile. (Escrito entre 1936 y 1937).
8 de diciembre. Manuel Prado Ugarteche asume la Presidencia de la República, dispone amnistía y
los presos políticos logran su libertad, Orrego, uno de ellos.
1941. Alcides Spelucín recluido en “El Sexto” de Lima.
1944. Orrego sufre prisión.
1945. Es elegido Senador por el departamento de La Libertad. También lo es Alcides Spelucín.
José Luis Bustamante y Rivero es elegido Presidente de la República.
Orrego integra la Comisión Bicameral constituida para elaborar la Ley de Reforma Universitaria.
1946. 24 de abril. El Presidente de la República promulgó el Estatuto Universitario o Ley de
Reforma Universitaria Nº 10555. Gracias a esta norma: “La vida universitaria renació pujante y se
mantuvo con brillo inusitado hasta 1948”, anota el historiador Carlos Daniel Valcárcel. Y Gabriel
del Mazo, abanderado de la Reforma Universitaria argentina escribe: “Es el documento más
importante en nuestra América sobre legislación universitaria”.
9 de mayo. Orrego solicita ser nombrado docente del curso de Cultura Indoamericana de la Facultad
de Letras de la Universidad de Trujillo. Con fecha 11, el decano da cuenta de dicha solicita a la
Junta Reorganizadora.
13 de mayo. El Consejo Universitario acuerda nombrarlo catedrático del curso antes mencionado.
15 de mayo. La Asamblea Universitaria lo elige Rector, por abrumadora mayoría de votos.
20 de mayo. La Universidad de Trujillo le confiere el grado de Doctor Honoris Causa, y de
inmediato asume su cargo de Rector.
1947. 10 de setiembre. Recibe para la Universidad 30 hectáreas de terreno, donadas por el Dr.
Vicente González de Orbegoso y Moncada, para la construcción de la ciudad universitaria,
gestionadas por intermedio de Haya de la Torre. (Posteriormente la donación se amplió a 40
hectáreas). Inicia los trabajos de dicha obra.
Logra la transferencia del ejido denominado “Grama de Mansiche” para la construcción de la futura
Facultad de Medicina. Inicia el proceso para establecer esta Facultad, con la colaboración del
notable científico Dr. Eleazar Guzmán Barrón.
32

1948. Zozobra política. El gobierno se encuentra en dificultades.


27 de octubre. Golpe militar del general Manuel A. Odría contra el Presidente Bustamante y Rivero.
El Congreso de la República es clausurado.
Por orden del gobierno de facto, el ejército asaltó el local de la Universidad Nacional de Trujillo.
Termina el rectorado de Orrego, interrumpido arbitrariamente por la política gubernamental. Su
duración: 2 años, 5 meses, 7 días, periodo en el cual realizó encomiable labor según los principios
de la reforma universitaria y creó nuevos organismos académicos.
1949. Orrego dirige La Tribuna, en la clandestinidad. Es apresado.
Haya de la Torre asilado en la Embajada de Colombia (Lima); allí permanecerá 5 años, 3 meses y 3
días.
1950. La Junta Militar de Gobierno convoca a elecciones. Candidato único, el general Odría es
elegido Presidente de la República. Prosigue su autoritarismo.
1951. Orrego en la clandestinidad.
1952/1953. Sufre prisión. Sale absuelto.
1955. Febrero. Aparece La dimensión de la piedra del poeta Julio Garrido Malaver, con prólogo de
Orrego.
1956. Manuel Prado Ugarteche es elegido para un segundo periodo presidencial.
El nuevo gobierno decreta amnistía política. El Partido Aprista Peruano recobra su legalidad.
Ciudadanos encarcelados por sus ideas, salen en libertad; otros regresan del exilio.
Orrego visita Trujillo. Reuniones con sus antiguos amigos del Grupo Norte: Xandóval e Imaña, y
los de nuevas agrupaciones literarias: “Cuadernos Trimestrales de Poesía”, “Peña del Mar” y del
naciente “Grupo Trilce”.
1957. Publica la segunda edición de Pueblo-Continente, en Buenos Aires, Argentina.
Dirige La Tribuna de Lima. Allí escribe su columna “Efigie del Tiempo”.
1958. Deja la dirección de La Tribuna.
1959. Agosto. Viaja, por primera vez al exterior, invitado para participar en el Simposio en Tres
Actos sobre la Obra de César Vallejo, organizado por la Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina, realizado entre el 12 y 16 de agosto.
8 de noviembre. El Grupo Trilce de Trujillo le tributa homenaje. El discurso de orden lo ofrece
Teodoro Rivero Ayllón.
1960. 10/14 de julio. Realiza su segundo viaje fuera del Perú, visita México, en el vuelo inaugural
de Aerolíneas Peruanas, como representante de La Tribuna.
17 de julio. Fallece de una repentina afección cardiaca. Deja un poema en que anuncia su propia
muerte.
PERFIL DE ANTENOR ORREGO
Para trazar, de modo panorámico, el perfil de Orrego en sus principales manifestaciones personales
e intelectuales, qué mejor acudir a sus contemporáneos, amigos, familiares o discípulos, personajes
afines en ideas o discrepantes con él. Para estos efectos han sido seleccionados algunos fragmentos
de textos de Felipe Cossío del Pomar, Eudocio Ravínes, Teodoro Rivero Ayllón, y Alicia Orrego
Spelucín, una de las hijas del filósofo, escritos en calidad de homenaje póstumo, asimismo de una
obra orgánica de Luis Alberto Sanchez. Con excepción de éste último, dichos textos están incluidos
en el tomo V de las Obras completas de Antenor Orrego.
33

1. MIS RECUERDOS DE ANTENOR ORREGO


Por: Felipe Cossío del Pomar
Hace algún tiempo leí unos versos de Rafael Alberti, que ahora evoco al desglosar de “mis”
cuadernos las líneas dedicadas al noble amigo ausente: “a ti, sonoro, puro, quieto, blando, incasable
al mar de la paleta…”
En el “mar” de mi paleta estuvo Antenor Orrego, alma de colores, desde que lo conocí en Trujillo
el año 1923. Y desde que le estreché la mano en la puerta del diario “El Norte”, del que era Director,
donde alentaba las inquietudes de la generación más inquieta del Perú del novecientos. En ese
encuentro, le vi justo, sereno, bondadoso, de una modestia y una generosidad incalculables.
Aprovechaba yo mi breve estancia en la capital de La Libertad para hacer apuntes de la región, y
retratos de mis nuevos amigos antes de proseguir mi viaje a Europa; entre otros, el de José Eulogio
Garrido, uno de los mentores más sagaces del “grupo intelectual” y el de Macedonio de la Torre,
quien daba ya pruebas de su genio. Orrego me impresionó profundamente, sin duda por lo que
conocía de sus escritos reveladores de la conciencia americana, tan desconocida para la mayoría de
nuestros escritores.
Por esos tiempos estaba en boga la teoría del “Nimbo”, puesta en práctica por los prerrealistas,
quienes la heredaron de los primitivos florentinos. Sostiene esta teoría que a cada persona le
corresponde un Nimbo, cuyos colores coinciden con su carácter y aspecto físico. Esto no era una
novedad para mí. Desde hacía mucho tiempo cultivaba el empeño de descubrir nimbos en el
“motive”, como decía Cezanne. En el nimbo de Antenor Orrego me sorprendía de no encontrar
negros, ni blancos, ni grises. En los colores que le correspondían vibran opacos verdes de
cañaverales, oro mate de tapiales, añiles y rosas entre pardos polvorientos. Colores de Trujillo pleno
de poetas, de pueblo lleno de colores heroicos, apasionados, violentos, tiernos o melancólicos.
Antenor era el gran “motive” para una cabeza de estudios; cara alargada, mirada clara y lejana, pálido
y profundo como un retrato del Greco.
Le he seguido luego en su vida y pensamiento. Le he visto entrar y salir de las prisiones del Perú
con la misma imperturbable actitud que da la fuerza del espíritu invencible. Y mientras en cada país
de América oía repetir su nombre con admiración, y en cada publicación de importancia leía sus
artículos fecundos siempre de enseñanzas, en la patria nuestra era evidente el empeño por ignorar al
autor de “Pueblo-Continente”, una de las obras más notables escritas sobre América Latina.
México, agosto de 1960.
2. ANTENOR ORREGO
Por: Eudocio Ravínes
Sus partidarios le llamaban “El Amauta” por su calidad de hombre sapiente y sagaz. Antenor
Orrego fue primordialmente un promotor de cultura en un país de analfabetos. Y aquí residió su
heroísmo y su nobleza.
Antenor Orrego fue como una estrella que apareció en Trujillo. Su luz iluminó un círculo en el se
fueron reuniendo valores que habían de ser de primera magnitud. Orrego iluminó la figura de César
Vallejo y la obra inmortal del poeta mayor del Perú contemporáneo. Y Orrego iluminó asimismo los
caminos y los primeros pasos de Víctor Raúl Haya de la Torre.
Tempranamente Orrego se dejó ganar por ese “Complejo de Redentor” que es el cultivo del
pensamiento en el Perú. Aprendió a filosofar, intentó su filosofema vernáculo, pidió la palabra y dio
su mensaje, que fue un mensaje humano, profundo, noblemente humano.
Nada de lo que es peruano le fue ajeno. Filosofó sobre el Perú, hizo sociología sobre el Perú, forjó
literatura sobre el Perú; se hizo político y militante y combatiente y dirigente. Se dio por entero a los
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peruanos. Vivió en las prisiones infames destinadas a los “políticos” por los dictadores de antaño. Fue
víctima de la dureza sin par con que la tiranía de Sánchez Cerro se ensañó con la intelectualidad del
Perú. Y en las cavernas pétreas del Castillo del Real Felipe hacía filosofía para suavizar la crueldad
que golpeaba inmisericorde a los prisioneros.
Su creación más valiosa fue la concepción de los “Pueblos Continente”. Las décadas han pasado
después que él enunciara su teoría sociológica, y los acontecimientos y sobre todo el proceso de la
realidad histórica, no han hecho sino remachar su idea otorgándole valor y dándole vitalidad de tipo
científico.
Más, por encima de todo esto, la virtud capital de este promotor de pensamiento, fue su calidad
humana, su incansable bondad, su apasionada vocación de darse a los demás. Amó a su país con
pasión intensa y sobre todo, permanente; sonó en su progreso; tuvo optimismo saludable ante el
provenir. No imprecó: no siguió la huella amarga de González Prada; fue un leal y abnegado servidor
de la gran obra de creación del régimen democrático, del cual estamos disfrutando. La libertad que
gozamos, la paz dentro de la cual vivimos, la magnífica creación que se está gestando en el Perú,
tienen con Antenor Orrego una de esas deudas que no se pueden pagar nunca.
Fue un genuino intelectual; fue un magnífico hombre de pensamiento; pero, por sobre todo, fue un
firme y estoico combatiente.
23.07-1960.
3. ORREGO Y XANDÓVAL
Por. Teodoro Rivero Ayllón
En reiteradas ocasiones, desde mis días colegiales en “San Juan” había oído a don Francisco
Xandóval hablar emocionadamente, con no sé qué unción y gratitud, cuando venía a nuestras
frecuentes pláticas el nombre de don Antenor, de ese hombre inmensamente bueno, cuyo mejor
elogio sea tal vez el que, en recuerdo de Martí, dijo Rubén Darío: “Quien se acercó a él, se retiró
queriéndolo”.
Un aura de simpatías, en permanente fluir, circundaba en efecto a este varón singular, en que
admirábamos tanto la altura luminosa de su pensamiento cordial. Todo emoción, todo él, entrega
generosa de sí mismo. Cuán tardíamente vengo a comprender ahora lo que cierta vez me dijo don
Antenor en animada charla: cómo a través de la emoción había llegado a la aprehensión de ciertas
verdades. ¡Qué extraño, qué velado me parecía entonces todo aquello!
Digo que había oído más de una vez a don Francisco el elogio hondamente admirativo de Antenor
Orrego. De ahí que cuando, más tarde, me allegué al maestro ya venía yo con predisposición para
amarlo. Xandóval, niño aún, había sido su alumno en los primeros años de media en el Colegio
Seminario. Más tarde hizo con él periodismo en “La Reforma” y en “El Norte”, y compartió a su lado
inolvidables horas en las tertulias de Grupo del que don Antenor Orrego era animador principal.
Con la atención admirativa con que lo había oído en sus clases del Seminario hablar una mañana
sobre el milagro griego, Xandóval volvía ahora a escucharlo con renovado interés en tanto discurría –
conversador diserto- sobre el origen de las viejas culturas orientales, sobre la génesis de nuestras
civilizaciones aborígenes o sobre el porvenir de la nueva América. Ora sobre algún tema elevado de
filosofía o arte; ora en el comentario, entusiasmado y hondo, de un poema de Verlaine o de un cuento
de Poe.
Aún me parece ver a don Antenor, sentado en su amplio sillón tapizado de verde, sencillo, afable,
paternal, dialogando animadamente.
(Del diario “Norte”, Trujillo, 28 de julio de 1960)
4. EL PERFIL DE MI PADRE
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Por: Alicia Orrego Spelucín


Tras un cuarto de siglo de su ausencia física de esta América de su pasión, Antenor Orrego, será
siempre uno de los valores humanos; creador indiscutible y auténtico en el campo del pensamiento.
La presencia de Antenor Orrego se destaca en nuestro horizonte literario con un perfil heroico en
un tono superlativo de bondad, y de amor a todas las causas nobles. Citando frades del gran poeta
Alcides Spelucín: “¡Espada bíblica y antorcha revolucionaria! He aquí sus blasones heráldicos si
ahora fuera posible tenerlos”.
Orrego ha sido la hipotenusa en un triángulo admirable, formado con Haya de la Torre y
Mariátegui, con raíces fecundas en el pueblo peruano. Fue él quien comenzó a clamar justicia y regar
la simiente, convergiendo, cada día, intelectuales y obreros hacia el centro de un mismo ideal,
haciendo brotar raudales de luz en la vida de nuestro pueblo, pidiendo él mismo seguir al conductor
Haya de la Torre, en esta gran cruzada que comprometía a todos los hombres libres del Perú.
Pertenecía a la estirpe de los Montalvos, Martís y González Prada. Reveló e intuyó al creador más
genial de la poesía hispanoamericana César Vallejo, aseverando –sin lugar a dudas- que sería uno de
los poetas más geniales de la literatura universal. Además, Ciro Alegría, Macedonio de la Torre,
Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Juan José Lora, Nicanor de la Fuente, Francisco Xandóval, los
hermanos Abraham y Felipe Arias Larreta, el caricaturista Esquerre, etc. recibieron la sabiduría del
Maestro.
Sus divagaciones filosóficas calaron profundamente sinnúmero de disciplinas, él nos enseñó lo que
es verdadera ciencia, verdadero arte, verdadera política y lo que es más importante aún, nos enseñó a
pensar sin imitaciones, como auténticos americanos, aquí en nuestro propio continente como seres
pensantes de nuestra propia realidad, nos instigó a encontrar nuestro camino, nuestro propio destino,
nuestro Pueblo-Continente.
Sería muy largo, exponer en un breve artículo sus innumerables facetas de escritor, filósofo, poeta,
político, educador. Sabía alentar y corregir, no había en sus voz ni en su gesto nada que contradiga la
amplia y profunda luz de su espíritu que supo avizorar, por los caminos de la filosofía, el destino de
América.
¿No son acaso estas ideas, enunciadas hace medio siglo, las que están tomando forma en el mundo
latinoamericano de hoy?
5. ANTENOR ORREGO
Por: Luis Alberto Sánchez
Orrego abrazó valerosamente la causa de la renovación integral del Perú, filosófica, estética y
políticamente. Este hombrecillo menudo, de prematura calva, rostro alargado y frente fugitiva, ojos
rasgados y azules, tez pecosa y ademanes suaves, tenía ideas claras, definidas, y voz tan rotunda
como sus ideas. Autodidacta incansable, se forjó una sólida cultura poético-filosófica, en lo que
coincidió con la tendencia neoidealista puesta en boga por los bergsonianos de Lima. Dato curioso:
en ello se movía también Iberico, otro cajamarquino, contemplador de la naturaleza y de Dios. Lo
que distingue a Orrego de Iberico fue sobretodo la sensibilidad social y la capacidad de entusiasmo.
No cohibido por ninguna traba interna, ni siquiera la profesoral, Orrego se lanzó en apolínea danza
a mover metáforas e ideas. Así nació su primer libro, publicado mucho después, y así nació la
generosa empresa del diario El Norte, que empezó a editar en 1922 [1923], en asociación con Alcides
Spelucín. El Norte fue, al par que baluarte contra la penetración imperialista de la Northern Mining
Company en el Departamento de La Libertad, un valeroso vocero contra el gamonalismo comarcano
y un palenque de inquietudes literarias.
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A los treinta años Antenor Orrego publicó su primer libro: Notas marginales (Ideología
Poemática) Aforísticas. (Trujillo, 1922). La forma de expresar su pensamiento acusa al frecuente
lector de Nietzsche y Rodó. En este libro, Orrego señala algunos aspectos importantes de la
inteligencia humana no solo por lo que le concierne a él, sino por lo que implican a su generación y a
la subsiguiente, que reconocerán en Orrego a su maestro.
Se trata, como diría Iberico, de “una filosofía estética”.
En el libro El monólogo eterno (Aforística) (Trujillo, 1929) insiste sobre el tema ético y estético, y
sobre la manera apodíctica de Nietzsche.
Encarcelado, perseguido, vejado, tuvo que sobreponerse a las negras vicisitudes propias de un
hombre de convicciones en un Perú como el de entonces.
[Pueblo-Continente. Ensayos para una interpretación de la América Latina, Santiago de Chile,
Ercilla, 1939]. Libro escrito con pasión y en medio de serias dificultades, revela en su estilo eso
mismo: dificultades y pasión. No es un libro que se lea con facilidad, ni que se repiense sin
objeciones. Pueblo-Continente es un libro en que se canta al espíritu de América y a su unidad, por
tanto es un himno al porvenir.
Orrego, aparte de sus méritos de pensador, había sido el revelador y bautista de Vallejo. Hasta
ahora su prólogo a Trilce (1922) permanece incólume. Su penetración no ha sido sobrepasada.
Es imposible hablar de Vallejo sin mencionar a Orrego, ni estudiar severamente a Haya de la Torre,
a Spelucín ni aun al propio Mariátegui, sin remitirse al autor de Pueblo-Continente sacerdote y
catecúmeno de un credo civil basado en la libertad, la justicia y el amor.
(De: La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú. 5ª ed. Lima, Editorial
Juan Mejía Baca, 1981, tomo IV, pp.1344-1348.)

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