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Agradecimentos

Agradecemos su desinteresada colaboración a todas


las traductoras, correctoras, moderadora, recopiladora
y diseñadora que han participado y colaborado para que
este proyecto pudiera salir adelante hasta poder
llegar a todos aquellos lectores que van a poder leerlo
después de la espera. Muchisimas gracias a todas
aquellas personas que han hecho posible que esto sea
posible.

Moderadora
 Eli25

Traductoras
 Flochi  Nadia
 Sera  Tanita20
 Ruthiee  Majo2340
 eli25  Lizc07
 roux  MariPooh
 GioEliVicRose  YCNAN
 Dham-Love  Paaau
Correctoras
 Angeles Rangel  Majo2340
 Xhessii  marzeDoyle
 Dangereuse_  nella07

Recopiladora
 Angeles Rangel

Diseño
 Anelisse
Indice
Sinopsis pag 7
Capitulo 1 pag 8
Capitulo 2 pag 23
Capitulo 3 pag 37
Capitulo 4 pag 56
Capitulo 5 pag 75
Capitulo 6 pag 87
Capitulo 7 pag 102
Capitulo 8 pag 123
Capitulo 9 pag 138
Capitulo 10 pag 150
Capitulo 11 pag 161
Capitulo 12 pag 174
Capitulo 13 pag 195
Capitulo 14 pag 214
Capitulo 15 pag 222
Capitulo 16 pag 239
Capitulo 17 pag 249
Capitulo 18 pag 275
Capitulo 19 pag 283
Capitulo 20 pag 293
Capitulo 21 pag 302
Capitulo 22 pag 322
Capitulo 23 pag 334
Capitulo 24 pag 356
Capitulo 25 pag 378
Capitulo 26 pag 389
Capitulo 27 pag 403
La Reina Exiliada pag 420
Sobre la autora pag 421
Sinopsis
adrón reformado y líder de la banda, Han “Puños” Alister va hacer casi cualquier cosa

L para ganarse la vida para él, para su madre y para su hermana Mari. Ir ónicamente, lo
único de valor que tiene es algo que no puede vender .Tanto como Han puede recordar,
lleva runas gravadas, puños de plata mágicos, los cuales nunca ha sido capaz de
desprenderse.

Mientras sale a cazar un día, Han y su amigo de Clan, Dancer, pillan a tres j óvenes magos
prendiendo juego a la sagrada montaña de Hanalea. Después de una confrontación, Han coge un
amuleto de Micah Bayar, hijo del Alto Mago, para asegurarse que el chico no lo usa otra vez contra
ellos. Han pronto aprende que el amuleto tiene una historia malvada, una vez le perteneci ó al Rey
Demonio, el mago que casi destruyó al mundo hace un milenio. Con una pieza mágica con
semejante poder, Han sabe que los Bayars no se detendrán ante nada para recuperarlo.

Mientras tanto, Raisa ana'Helena, Princesa Heredera de los Fells, tiene sus propias batallas que
luchar. Acaba de regresar a la corte despu és de tres años de relativa libertad con la familia de su
padre en el campamento de equitación de Demonai, cazando y trabajando los famosos mercados
de Clan. Aunque Raisa será elegible para el matrimonio después de su décimo séptimo
cumpleaños, ella no está esperando con ilusión negociar en su sentido común y nuevas habilidades
para los tutores de etiqueta y fiestas pomposas.

Además, Raisa se da cuenta de las intrigas que rodean a la reina, quien parece estar fuertemente
influenciada por el Alto Mago de su país. Mientras ella quiere ser más que un adorno en una
brillante jaula y aspirar a ser como Hanalea, la legendaria reina guerrera que mat ó al Rey
Demonio, parece que su madre tiene otros planes para ella, planes que incluyen un pretendiente
que va contra todo el Reino representa.
Capitulo 1
La caza
Traducido por eli25
Corregido por Angeles Rangel

H
an Alister se agachaba cerca del humeante fango que brotaba, rezando
para que la corte termal soportara su peso. Él había atado un pañuelo
sobre su boca y nariz, pero sus ojos aún escocían y lagrimeaban por los
gases del sulfuro que hervían hacia arriba desde la rebosante supuración.
Extendió su hundido palo hacia un camino de plantas con flores verdes
descompuestas en el borde del brote. Deslizando la parte superior bajo el
grupo, lo curioseó desde el fango y lo levantó para liberarlo, goteando en la
bolsa de gamuza que colgaba desde su hombro. Entonces, situó su pie
cuidadosamente, se puso de pie y se refugió en la sólida tierra.

Él estaba casi allí cuando un pie rompió a través de la frágil superficie,


enviando su pantorrilla profundamente dentro del gris, espeso, super caliente
fango.

―¡Huesos sangrientos de Hanalea! ―Aulló, lanzándose hacia atrás y esperando


no aterrizar de lleno sobre su espalda en otro pozo de fango. O peor, en uno de
los surtidores de agua azul que le hervirían la carne de sus huesos en minutos.

Afortunadamente, aterrizó en tierra firme entre los pinos torcidos, la


respiración explotó de su cuerpo. Han oyó a Fire Dancer corriendo cuesta abajo
detrás de él, sofocando la risa. Dancer agarró las muñecas de Han y le
transportó a tierra firme, inclinado hacia atrás para apoyarse.

―Cambiaremos‖tu‖nombre,‖Cazador‖Solitario‖―dijo Dancer, agachándose cerca


de Han. La cara leonada de Dancer estaba solemne, los sorprendentes ojos
azules amplios e inocentes, pero las esquinas‖ de‖ su‖ boca‖ se‖ movían―.‖ ¿Qué‖
pasa con ¿“Caminar dentro de los pozos de fango”? ¿“Los pozos de fango para
fundir”?

Han no se estaba divirtiendo. Jurando levantó un puñado de hojas para limpiar


su bota con ellas. Debería haber llevado sus viejos mocasines destartalados. Su
bota hasta las rodillas le habían salvado de una mala quemadura, pero la bota
derecha estaba endurecida por el fango hediondo, y él sabía que oiría sobre eso
cuando llegara a casa.

―Esas‖botas‖fueron‖hechas‖en‖Clan ―diría‖su‖madre―.‖¿Sabes lo que costaron?

No importaba que ella no las pagara en primer lugar. La madre de Dancer,


Willo, las había negociado para Han con la rara seta de la muerte maestra que él
había encontrado la anterior primavera. Mamá no había estado feliz cuando él
las llevó a casa.

―¿Botas? ―Mamá le había‖mirado‖con‖incredulidad―.‖¿Botas lujosas? ¿Cuánto


tiempo te llevó conseguir eso? ¿No podías haber pedido dinero? ¿Grano para
llenar nuestro vientre? ¿O leña o mantas calientes para nuestras camas? ―Ella
se había abalanzado sobre él con la vara que siempre parecía tener cerca de la
mano. Han retrocedió de ella, sabiendo por experiencia que una línea de vida
de duro trabajo le había dado a su madre un poderoso brazo.

Ella había levantado verdugones en su espalda y hombros. Pero él mantuvo las


botas.

Valían más la pena que lo que él había dado en el trueque, y lo sabía. Willo
siempre había sido generosa con Han y Mamá y Mari, su hermana, porque no
había hombre en la casa. A menos que contaras a Han, y mucha gente no lo
hacía. Incluso aunque él ya tenía dieciséis años y estaba casi crecido.

Dancer trajo agua del Firehold Spring y lo derramó sobre la delgada bota de
Han. ―¿Por qué es que solo las plantas asquerosas crecen en lugares
asquerosos que son valiosos? ―Dijo Dancer.

―Si crecieran en un jardín, ¿quién pagaría un buen dinero por ellas? ―Gruñó
Han, limpiandose las manos en sus pantalones. Los puños plateados alrededor
de sus muñecas estaban cubiertos con fango también, profundamente
incrustado en el delicado grabado. Él mejor tomaría un cepillo para ellas antes
de volver a casa, u oiría sobre eso también.

Ese era un digno final para un día frustrante. Ellos habían salido al amanecer, y
todo lo que él tenía para mostrar eso eran tres lirios sulfurados, una gran bolsa
de corteza de canela, algunas hojas afiladas, y un montón de verrugas que él
podía pasar como mala hierba en el Mercado Flatlander. El monedero vacío de
su madre le había enviado a buscar en las montañas demasiado pronto en la
temporada.
―Esto‖ es‖ una‖ pérdida‖ de‖ tiempo‖ ―dijo Han, aunque había sido idea suya en
primer lugar. Arrebató una roza y la lanzó dentro del pozo de fango, donde
desapareció con un viscoso plop―.‖Hagamos algo más.

Dancer ladeó su cabeza, sus trenzas bordadas se balancearon. ―¿Qué haría...

―Vayamos a cazar‖―dijo Han, tocando el arco arrojado a través de su espalda.

Dancer frunció el ceño, pensando. ―Podríamos intentar Burnt Tree Meadow.


Los ciervos se están moviendo desde las tierras llanas. Bird los vio allí antes de
ayer.

―Entonces vamos. ―Han no tuvo que pensar mucho en ello. Era el hambre
lunar. Los cuencos de judías y repollo y pescado seco que su madre había
puesto durante el largo invierno se habían evaporado. Incluso si él se había
imaginado sentado delante de otra comida de judías y repollo, últimamente no
había nada excepto avena y más avena, con el extraño trozo de carne salada
para dar sabor. La carne para la mesa sería más que recompensa por la escasa
cosecha de hoy.

Fueron al este, dejando los humeantes surtidores detrás. Dancer tenía un


implacable paso comiéndose la tierra del valle del Dyrnnewater. El mal humor
de Han comenzó a desaparecer con la fricción del esfuerzo físico.

Era difícil permanecer enfadado en un día semejante. Las señales de la


primavera floreciendo todo alrededor. Las coles de mofeta y el beso de la
doncella y manzanas May cubrían el suelo, Han respiró el olor de la tierra
cálida alimentándose de la cubierta invernal. El Dynnewater burbujeaba sobre
las piedras y rugía sobre las cascadas, alimentado por nieve derretida en las
pendientes superiores. El día se templaba cuando descendían, y pronto Han
removió su chaqueta de gamuza y se levantó las mangas por encima de los
codos.

Burnt Tree Meadow era el lugar de un reciente fuego. En unos pocos años sería
reclamado por el bosque, pero por ahora era un mar de alta hierba y flores
salvajes, salpicado con los troncos carbonizados de pinos retorcidos. Otros
troncos tumbados dispersos como un juego gigante de puntos pegados. Pinos
de la altura de la rodilla forraban el suelo, y las moras y las zarzas se deleitaban
a la luz del sol donde habían sido una vez profundas formas de un bosque de
pinos.
Una docena de ciervos estaba allí, con las cabezas bajas, pastando en la espinosa
hierba primaveral. Sus largas orejas apartaban a los insectos, y sus pieles
brillaban como manchas de pintura roja contra los marrones y verdes de la
pradera.

El pulso de Han se aceleró. Dancer era el mejor arquero, más paciente al elegir
su blanco, pero Han no vio la razón por la qué ellos no deberían tomar cada uno
un ciervo. Su siempre estómago vacío gruñó ante el pensamiento de carne
fresca.

Han y Dancer dieron la vuelta al prado contra el viento, la pendiente descendía


de la manada. Agazapado detrás de una gran roca, Han deslizó su arco y tensó
la cuerda floja, intentándolo con el pulgar encallecido. El arco era nuevo, hecho
para que coincidiera con su crecimiento reciente. Se hizo en Clan, como todo en
su vida que casaba de maravilla y función.

Han descendió a sus pie y tiró de la cuerda de nuevo hasta su oído. Entonces se
detuvo, olfateando el aire. La brisa llevaba el olor del humo de una madera
distinta. Su mirada viajó a la montaña y encontró una delgada línea de humo de
corte transversal a la pendiente. Miró a Dancer y levantó las cejas por el
descubrimiento. Dancer se encogió de hombros. La tierra estaba empapada y el
follaje verde y exuberante de la primavera. Nada debía arder en esta
temporada.

Los ciervos en el prado capturaron el olor también. Levantaron la cabeza,


bufando y patearon nerviosamente, los blancos se mostraron en sus ojos
marrones líquidos. Han miró a la montaña otra vez. Ahora podía ver de color
naranja, púrpura, verde y las llamas en la base de la línea del fuego, y el viento
que soplaba cuesta abajo creció caliente y espeso por el humo.

¿Púrpura y verde? Pensó Han. ¿Hay plantas que queman con colores así?

El rebaño pululó con ansiedad por un momento, como si no estuvieran seguros


sobre qué camino tomar, luego se giraron como uno y cargaron directamente
hacia ellos.

Han levantó a toda prisa su arco y consiguió un tiro cuando el venado pasó. Se
perdió por completo. A Dancer la suerte no le fue mejor.

Han corrió detrás de la manada, saltando por encima de los obstáculos, con la
esperanza de volver a intentarlo, pero no sirvió de nada. Atrapó una tentadora
idea de las banderas blancas de la cola antes de que el ciervo desapareciera en
los pinos. Murmurando para sí mismo, caminó de regreso a donde estaba
Dancer, mirando hacia la montaña. La línea de fuego chillón rodó hacia ellos,
aumentando la velocidad, dejando un paisaje carbonizado y desolado a su paso.

―¿Qué está pasando? ―Dancer‖sacudió‖la‖cabeza―.‖No hay incendios en esta


época del año.

Mientras miraban, el fuego se reunió un momento, saltando pequeños


barrancos. Brillantes brasas aterrizaron en todas partes, impulsados por el
viento cuesta abajo. El calor quemaba la piel de la cara y las manos expuesta de
Han. Sacudió la ceniza de su pelo y se golpeó las chispas quitándose el abrigo,
comenzando a darse cuenta del peligro. ―Vamos. ¡Será mejor salir del camino!

Corrieron a través de la cresta, resbalando y patinando sobre el esquisto rocoso


y hojas húmedas, a sabiendas de que una caída podría significar un desastre. Se
refugiaron detrás de una roca pronunciada que atravesaba la fina piel de
vegetación de la montaña. Conejos, zorros y otros animales pequeños
galopaban pasando, justo por delante de las llamas. La línea de fuego barrió,
silbando y chasqueando, con avidez todo lo que consumia a su paso.

Y después llegaron tres corredores, como pastores conduciendo las llamas ante
ellos.

Han miró fijamente, hipnotizado. Eran muchachos no mayores que Han y


Dancer, pero llevaban capas finas de seda y lana de verano que rozaba los
estribos, y estolas largas adornadas de emblemas exóticos. Los caballos que
montaba no eran compactas montañas peludas, sino caballos de las tierras
llanas, con piernas largas y delicadas y con el orgulloso cuello arqueado, sus
monturas y riendas estaban adornados con hebillas plateadas. Han conocía la
carne de caballo y esos caballos costarían un año de paga para una persona
común.

Toda una vida de ganancias para él.

Los chicos montaban con una arrogancia suelta y fácil, como ajenos al
impresionante paisaje que les rodeaba.

Dancer se quedó inmóvil, su cara de bronce endurecida y sus ojos azules planos
y opacos. ―Lanzadores‖de‖hechizos‖―suspiró, utilizando el término de clan de
magos―.‖Debería haberlo sabido.
Lanzadores de hechizos, pensó Han, el miedo y la emoción se estremecieron a
través de él. Nunca había visto a uno de cerca. Los Magos no se casaban con la
gente como él. Vivían en elaborados palacios alrededor del Castillo Fellsmarch,
y atendían a la reina en la corte. Muchos servían como embajadores de países
extranjeros, a propósito. Los rumores de sus poderes de hechicería mantenían a
los invasores extranjeros lejos.

El más poderoso de ellos se llamaba Alto Mago, asesor y ejecutor mágico de la


reina de Fells.

―Mantente‖alejado‖de‖los‖magos‖―decía‖siempre‖Mam{―.‖ No quieres que te


noten. Consigue acercarte demasiado, y es posible que te quemen vivo o te
conviertan en algo sucio y profano. Los cuentos populares son como la suciedad
bajo sus pies.

Como todo lo prohibido, los magos fascinaban a Han, pero esta era una regla
que nunca había tenido la oportunidad de romper. A los lanzadores de
hechizos no se les permitía entrar en las Montañas Espíritu, excepto hacia su
Casa del consejo en Dama Gris, con vistas al valle. Tampoco se aventuraban en
Ragmarket, la zona arenosa del vecindario Fellsmarch que Han llamaba casa. Si
necesitaban algo de los mercados, enviaban a sirvientes para comprarlos.

De esta manera, los tres pueblos de Fells alcanzaban una paz precaria: los
magos de las Islas del Norte, el Valefolk del valle, y el clan de montaña.

Cuando los jinetes se acercaron a su escondite, Han los estudió con avidez. El
lanzador de hechizos a la cabeza tenía el pelo negro y liso peinado hacia atras
que se extendía desde un pico de viuda y colgaba sobre sus hombros. Llevaba
varios anillos en sus dedos largos, y un intrincado colgante grabado colgaba de
una gruesa cadena alrededor de su cuello. No había duda de que era una
especie de amuleto de gran alcance.

Sus estolas tenían estampados halcones plateados, las garras extendidas para
atacar. Halcones plateados, pensó Han. Ese debía ser el emblema de la casa del
mago.

Los otros dos tenían el pelo anaranjado, con amplias narices chatas idénticas y
gatos caídos gruñendo en sus estolas. Han asumió que eran hermanos o primos.
Montaban un poco detrás del mago de pelo negro, y parecía que le defendían.
Ellos no llevaban amuletos que Han pudiera ver.
Han había estado contento de permanecer escondido y observarles montar,
pero Dancer tenía otras ideas. Salió de las sombras de las rocas, prácticamente
debajo de las pezuñas de los caballos, hablándoles para que los tres jinetes
tuvieran que luchar para mantenerse sobre sus monturas.

―Soy‖ Fire‖ Dancer‖ ―proclamó fuerte Dancer‖ el‖ discurso‖ Común―,‖ de Marisa
Pines Camp. ―Él saltó directamente sobre el ritual de bienvenida de los
viajeros‖y‖cortó‖la‖carne―.‖Este campamento demanda saber quienes son y que
están haciendo los magos en Hanalea, como olvidando el Naeming. ―Dancer
de pie era alto, sus manos cerradas en puños a sus lados, pero parecía pequeño
cerca de los tres extraños en sus caballos.

¿De que iba Dancer? Se preguntó Han, emergiendo a regañadientes del lugar de
su escondite para estar de pie al lado de su amigo. A él no le gustaba que los
lanzadores de hechizos estuvieran entrando sin autorización en sus tierras de
caza tampoco, pero era lo suficientemente listo como para no ir contra la magia
maléfica.

El chico del pelo negro miró hacia Dancer, y lo fulminó con la mirada, sus ojos
negros se abrieron ampliamente por la sorpresa antes de que resumiera su fría
expresión desdeñosa.

¿Conoce a Dancer? Han miró de uno al otro. Dancer no parecía conocerle.

Incluso aunque Han fuera más alto que Dancer, la mirada de los magos
parecían volar sobre él como agua sobre una roca, y luego de vuelta a su amigo.
Han miró sus pantalones de gamuza manchados de lodo y la camisa de
Ragmakert, envidiando las mejores galas de los extraños. Se sintió invisible.
Insignificante.

Dancer no estaba intimidado por los lanzadores de hechizos. ―Pregunté sus


nombres‖―dijo él. Gesticulando‖hacia‖las‖llamas‖replegadas―.‖Eso me parecen
las llamas de un mago.

¿Cómo sabía Dancer a qué se parecían las llamas de un mago? Se preguntó


Han. ¿O estaba alardeando?

El chico con el halcón grabado miró a los otros, como si debatiera si responder.
Sin conseguir ayuda de sus amigos, se giró de vuelta hacia Dancer. ―Soy Micah
Bayar,‖de‖la‖Casa‖Aerie‖―dijo él, como si su solo nombre los pusiera sobre sus
rodillas―.‖Estamos aquí por orden de la reina. La Reina Marianna y la Princesa
Raisa y Mellony están cazando en el Valle de abajo. Estamos conduciendo al
venado abajo para encontrarles.

―¿La reina te ordenó prender fuego a la montaña para que ella pudiera tener
un buen día de caza? ―Dancer sacudió su cabeza en incredulidad.

―Eso dije, ¿verdad? ―Algo en la expresión del mago le dijo a Han que él no
estaba siendo realmente sincero.

―Los‖ venados‖ no‖ pertenece‖ a‖ la‖ reina‖ ―dijo‖ Han―.‖ Nosotros tenemos tanto
derecho a cazarlos como ella.

―De todas‖formas,‖tú‖eres‖menor‖de‖edad‖―dijo Dancer―.‖No tienes permitido


el uso de la magia. Ni llevar un amuleto. ―Señaló hacia la joya en el cuello de
Bayar.

¿Cómo sabía Dancer eso? Pensó Han. Él mismo no sabía nada de las reglas de
los magos.

Dancer debió haber golpeado un nervio, porque Bayar le miró. ―Esto‖ es‖ un‖
asunto‖de‖magos‖―dijo‖el‖lanzador‖de‖hechizos―.‖Y‖no‖le concierne.

―Bien, Micah Maldito‖ engendro‖ de‖ mala‖ suerte‖ ―dijo Dancer, ahora
recurriendo al insulto de clan‖ para‖ los‖ magos―,‖ si la Reina Marianna quiere
cazar ciervos en verano, puede venir al alto país detrás de ellos. Como siempre
hace.

Bayar levantó las negras cejas. ―¿Dónde tenga que dormir en un sucio suelo
hombro a hombro con una docena de roñosos familiares y estar una semana sin
un baño caliente e ir a casa apestando a madera quemada y sudor con un caso
de picor de noche? ―Bufó con risa, y‖ sus‖ amigos‖ hicieron‖ lo‖ mismo―.‖ No la
culpo por preferir el hospedaje en el Valle.

Él no sabía nada, pensó Han, recordando la acogedora casa con sus bancos para
dormir, las canciones y las historias contadas alrededor del fuego, los
compartidos banquetes de la olla común. Las muchas noches que él había caído
dormido debajo de las mantas peludas hechas en clan con el hilo de las viejas
canciones serpenteando a través de sus sueños. Han no era de Clan, pero él a
menudo deseaba serlo. Era el único lugar que siempre sintió como una casa. El
único lugar que él no sentía como si estuviera aferrado en él por sus uñas.
―La princesa Raisa ha estado acogida en el Campamento Demonai durante tres
años‖―dijo Dancer, su barbilla se proyectaba testarudamente.

―El padre de la princesa que creció en clan tiene algunas ideas arcaicas
―replicó Bayar, y sus‖ compañeros‖ rieron‖ otra‖ vez―.‖ Yo, no querría casarme
con una chica que ha pasado el tiempo en los campamentos. Tendría miedo de
que ella haya sido arruinada.

De repente el cuchillo de Dancer estaba en su mano. ―¿Repite eso, maldito


engendro de mala suerte? ―Dijo Dancer, su voz fría como el Dyrnnewater.

Bayar tiró fuertemente de sus riendas, y su caballo retrocedió, poniendo más


distancia entre Bayar y Dancer.

―Diría que las mujeres tienen más miedo de los malditos engendros de mala
suerte que de alguien‖en‖los‖campamentos‖―continuó Dancer.

Su corazón se aceleró, Han caminó hacia el lado de Dancer y puso su mano en


la funda de su propio cuchillo, con cuidado de no entrar en el camino del brazo
de Dancer. Dancer era rápido sobre sus pies y bueno con una cuchilla. Pero
¿una cuchilla contra la magia? ¿Incluso dos cuchillos?

―Relájate, cabeza de cobre.―‖ Bayar‖ se‖ lamió‖ los labios, sus ojos fijos en el
cuchillo‖de‖Dancer―.‖Aquí está la cosa. Mi padre dice que las chicas que van a
los campamentos se vuelven orgullosas y obstinadas y difíciles de manejar. Eso
es‖todo―.‖ Sonrió como si fuera una broma que todos ellos pudieran compartir.

Dancer no sonrió. ―¿Estás diciendo que el sanguinario heredero del trono de


los Fells necesita ser... manejado?

―Dancer‖―dijo Han, pero Dancer desestimó su aviso con una sacudida de su


cabeza.

Han midió a los tres magos como si él tuviera a sus oponentes en alguna lucha
callejera. Los tres llevaban pesadas y elaboradas espadas que no se veían con
mucho uso. Conseguir bajarles de sus caballos, era la cosa, pensó. Un rápido
corte al cincho haría el truco. Acercarse donde sus espadas no hicieran mucho
bien. Sacar a Bayar, y los otros cortarían y correrían.

Uno de los magos de pelo anaranjado se limpió la garganta nerviosamente,


como incómodo con la dirección de la conversación. Él era el mayor de los dos,
y fornido, con regordetas, pálidas, pecosas manos que agarraban sus riendas
tensamente. ―Micah‖―dijo en un dialecto del Valle, asintiendo hacia el valle de
abajo―.‖Vamos. Sigamos. Perderemos la caza.

―Espera, Miphis. ―Bayar miró a Dancer, los ojos negros brillaron en su pálida
cara―.‖ ¿No te llamas Hayden? ―Inquirió en Común, usando el nombre del
Valle‖de‖Dancer―.‖Es solo... Hayden, ¿verdad? Un nombre mestizo, desde que
no tienes padre.

Dancer se tensó. ―Ese‖es‖mi‖nombre‖en‖el‖Valle‖―dijo él, levantando su barbilla


desafiante―.‖Mi nombre real es Fire Dancer.

―Hayden‖ es‖ el‖ nombre‖ de‖ un‖ mago‖ ―dijo Bayar, toqueteando el amuleto
alrededor‖de‖su‖cuello―.‖¿Cómo te atreves a presumir...?

―No‖ presumo‖ de‖ nada‖ ―dijo‖ Dancer―.‖ No lo elegí. Soy de clan. ¿Por qué
elegiría el nombre de un maldito engendro de mala suerte?

Buena pregunta, pensó Han, mirando de uno a otro. Algo entre los clanes usado
en los nombres de los llanos en el Valle. Pero ¿por qué querría un maldito
engendro de mala suerte como a Micah Bayar saber el nombre del Valle de
Dancer?

Bayar se puso rojo, y le llevó un momento lograr formar una respuesta. ―Así‖
que‖ reclamas‖ ser‖ Hayden‖ ―Bayar‖ arrastró‖ las‖ palabras―.‖ Quizás que te
concebiste a ti mismo. Lo cual significa que tú y tu madre...

Los brazos de Dancer se levantaron, pero Han solo se las arregló para golpear a
un lado cuando el cuchillo dejó su mano, y acabó, temblando, en el tronco de un
árbol.

Vamos, Dancer, pensó Han, encorvando sus hombros contra la mirada furiosa
de su amigo. Matar a un mago amigo de la reina les compraría un mundo de
problemas.

El lanzador de hechizos Bayar se sentó congelado durante un momento, como


si no pudiera creer lo que acababa de ocurrir. Entonces su cara se puso blanca y
enfadada. Extendió una imperiosa mano hacia Dancer, tomó agarre de su
amuleto con la otra, y comenzó a murmurar un hechizo en la lengua de la
magia, tropezando con las palabras un poco.
―Micah‖―el mago más delgado gato caído dijo, espoleando a su caballo para
acercarse―.‖No. No vale la pena. El fuego era una cosa. Si ellos averiguan que
nosotros...

―C{llate,‖ Arkeda‖ ―replicó‖ Bayar―.‖ Voy a enseñar respeto a este mal nacido
cabeza de cobre. ―Parecía sacar eso que él estaba forzado a comenzar, él
comenzó el hechizo otra vez.

Intentar y ser un pacificador y ver a donde te lleva, pensó Han. Él sin tirar su
arco y poner una flecha, apuntó hacia el pecho de Bayar. ―Hey,‖Micah‖―dijo‖
él―.‖¿Qué tal esto? Cállate o disparo.

Bayar entrecerró sus ojos hacia Han, como si otra vez le sorprendiera verle.
Quizás dándose cuenta de que él estaría, efectivamente, muerto antes de que
pudiera acabar el maleficio, el mago liberó su agarre del amuleto y levantó sus
manos.

Al el arco de Han, Miphis y Arkeda tomaron las fundas de sus espadas. Pero
Dancer preparó su propio arco, y los chicos las soltaron y levantaron sus manos
también.

―Movimiento‖ inteligente‖ ―dijo‖ Han,‖ asintiendo―.‖ Me pregunto si los gafes


son más lentos que las flechas.

―Intenta‖ asesinarme‖ ―le dijo Bayar a Dancer, como si se asombrara de que


semejante‖cosa‖estuviera‖sucediendo―.‖ ¿Te has dado cuenta de quién soy? Mi
padre es el Alto Mago, consejero de la reina. Cuando averigüe lo que hiciste...

―¿Por qué no corres de vuelta a Señora Gris y le dices todo esto? ―Dijo
Dancer, tirando su cabeza‖hacia‖el‖rastro‖de‖la‖ladera―.‖Vamos. No pertenecéis
aquí. Bajad la montaña. Ahora.

Bayar no quería retroceder con sus dos amigos como testigos. ―Solo‖recuerda‖
―dijo él suavemente,‖ toqueteando‖ su‖ amuleto―,‖ es un largo descenso de la
montaña. Todo puede ocurrir a lo largo del camino.

Huesos, pensó Han. Él había sido emboscado demasiadas veces en las calles y
callejones del Fellsmarch. Sabía lo suficiente sobre matones para reconocer el
gesto en Bayar. Este chico les haría daño si podía, y él no dudaba que lo haría.

Manteniendo su arco tenso, Han apuntó con su barbilla hacia el mago. ―Tú.‖
Quítate‖tu‖amuleto‖de‖mala‖suerte‖―ordenó‖él―.‖Tíralo al suelo.
―¿Esto? ―Bayar tocó la joya de apariencia malvada que colgaba alrededor de
su cuello. Cuando Han asintió,‖el‖chico‖sacudió‖su‖cabeza―.‖No puedes hablar
en‖ serio‖ ―dijo bruscamente, cerrando‖ sus‖ puños‖ a‖ su‖ alrededor―.‖ ¿Sabes lo
que es esto?

―No‖tengo‖ni‖idea‖―dijo‖Han.‖Gesticuló‖con‖el‖arco―.‖Quítatelo y tíralo.

Bayar se congeló, su cara se puso pálida. ―No‖puedes‖usar‖esto,‖lo‖sabes‖―dijo


él,‖mirando‖de‖Han‖a‖Dancer―.‖Si llegas a tocarlo, te incinerarás.

―Tomaremos el‖riesgo‖―dijo Dancer, mirando hacia Han.

Los ojos del lanzador de hechizos se estrecharon. ―No sois más que ladrones,
entonces‖―dijo‖con‖desprecio―.‖Debería haberlo sabido.

―Usa‖ tu‖ cabeza‖ ―dijo‖ Han―.‖ ¿Qué harías con un trato así? No quiero tener
que estar mirando sobre mi hombro todo el camino a casa.

Arkeda se inclinó hacia Bayar y murmuró en Valespeech. ―Mejor daselo. Sabes


lo que ellos dicen de los cabezas de cobre. Te cortarán la garganta y beberán tu
sangre y alimentaran a sus lobos para que nadie encuentre tus huesos.

Miphis asintió vigorosamente. ―O ellos nos usarán en rituales. Nos quemarán


vivos. Nos sacrificarán para sus diosas.

Han apretó su mandíbula, luchando para mantener la sorpresa y la diversión


fuera de su cara. Parecía que los malditos gafes tenían sus propias razones para
temer al clan.

―No puedo dárselo a ellos, idiota‖―siseó‖Bayar―.‖Sabes por qué. Si mi padre


averigüe que lo tomé, todos seremos castigados.

―Te‖ dije‖ que‖ no‖ lo‖ cogieras‖ ―murmuró‖ Arkeda―.‖ Te dije que era una mala
idea. Solo porque querías impresionar a la Princesa Raisa...

―Sabes que no lo hubiera tomado si nos estuviera permitido tener el nuestro


―dijo Bayar―.‖ Era lo único que yo... ¿A qué estás mirando? ―Demandó él,
notando que el interés en la conversación de Han y Dancer y quizás dándose
cuenta por primera vez que ellos comprendían el lenguaje de los llanos.

―Estoy mirando a alguien que ya está metido en problemas y muy


profundamente‖―dijo‖Han―.‖Ahora, tira el amuleto.
Bayar miró a Han como si actualmente le viera por primera vez. ―Tú‖no‖eres‖ni‖
siquiera de Clan. ¿Quién eres?

Han sabía bien entregar su nombre a un enemigo. ―Ellos‖ me‖ llaman‖ Shiv‖
―dijo él, pescando‖un‖nombre‖del‖recuerdo―.‖Señor de la calle del Puente del
Sur.

―Shiv, has dicho. ―El mago intentó mirarle, pero su mirada siguió
alejándose―.‖Es‖extraño. Hay algo... Pareces... ―Su voz viajó como si hubiera
perdido el pensamiento.

Han vio el mango de su arco, sintiendo el sudor bajando entre sus omoplatos. Si
Bayar no lo daba, tendría que averiguar que hacer a continuación. Justo
entonces, él no tuvo pistas. ―Contaré‖hasta‖cinco‖―dijo, aguantando su cara de
callejero―.‖Entonces pongo una flecha a través de tu cuello. Uno.

Con un rápido, movimiento vicioso, Bayar tiró de la cadena sobre su cabeza y


lanzó el amuleto hacia el suelo. Sonando suavemente cuando aterrizó.

―Solo‖ intenta‖ recogerlo‖ ―dijo el lanzador de hechizos, inclinándose hacia


delante‖en‖su‖silla‖de‖montar―.‖Te reto.

Han miró de Bayar al amuleto de mala suerte, inseguro de si creerlo o no.

―¡Vamos! ¡Fuera de aquí! ―Dijo‖Dancer―.‖Calculo que mejor deberías pensar


en como vas a apagar ese fuego. Si no lo haces, te garantizo que la reina no
estará feliz, si te pregunta como comenzó.

Bayar le miró durante un momento, los labios se torcieron con palabras no


dichas. Entonces tiró de las riendas de su montura y colocó sus talones a los
costados de su caballo. El caballo y jinete cargaron al galope ladera abajo como
si ellos estuvieran, de hecho, intentando alcanzar el fuego.

Arkeda miró detrás de él, luego se giró hacia Dancer, sacudiendo su cabeza.
―¡Idiotas! ¿Cómo se supone que lo apagará sin el amuleto? ―Él giró su caballo,
y los dos magos siguieron a Bayar a un paso ligeramente menos temerario.

―Espero‖que‖se‖rompa‖el‖cuello‖―murmuró Dancer, mirando detrás de los tres


lanzadores de hechizos.
Han soltó su respiración y liberó la tensión de su arco, deslizándolo a través de
su hombro. ―¿Qué fue todo eso sobre tu nombre del Valle? ¿Te has encontrado
con Bayar antes?

Dancer metió su flecha de nuevo en su carcaj. ―¿Dónde conocería a un maldito


engendro de mala suerte?

―¿Por qué dijo lo que dijo sobre tu padre? ―Insistió‖Han―.‖¿Cómo sabía que...

―¿Cómo podría saberlo? ―Dijo Dancer,‖ su‖ cara‖ dura‖ y‖ furiosa―.‖ Olvídalo.
Vamos.

Obviamente Dancer no quería hablar sobre eso. Bien, pensó Han. Él no tendría
que compartir quejas. Tenía suficientes secretos propios.

―¿Qué pasa con esa cosa? ―Han se agachó y estudió la pieza de mala suerte
con‖cautela,‖asustado‖ de‖tocarlo―.‖ ¿Crees que él estaba alardeando? ―Miró a
Dancer, quien estaba observando‖ desde‖ una‖ distancia‖ segura―.‖ Quiero decir,
¿crees que ellos necesitan esto para apagar el fuego?

―Solo‖déjalo‖―dijo‖Dancer,‖estremeciéndose―.‖Vámonos de aquí.

―Ese maldito gafe‖no‖quería‖darnos‖esta‖cosa‖―reflexionó‖Han―.‖Debe ser de


valor. ―Han conocía a comerciantes de piezas mágicas en Ragmarket. Había
tratado con ellos una vez o dos cuando trabajaba en la calle. Algo tomado así
podría pagar el alquiler de un año.

No eres un ladrón. Ya no. Si él lo decía bastante a menudo, eso sólo podría


pegar.

Pero no podía dejarlo tirado. Había algo malévolo aún fascinante en el amuleto.
El poder emanaba de él como el calor de una cocina en un día frío. Eso calentó
su parte delantera, haciendo que el resto se sintiera más frío en comparación.

Usando un palo, levantó el amuleto por su cadena. Osciló, girando


hipnóticamente a la luz del sol, una piedra verde traslúcida astutamente tallada
en una serpiente con los ojos rojos rubí. La parte superior del cayado brilló
coronado con un diamante más grande del que jamás había visto, y los ojos de
la serpiente eran rubíes rojo sangre.
Han había tratado con joyería de vez en cuando, y él podía decir que la destreza
era exquisita y las piedras eran de calidad excelente. Pero la atracción de la
pieza iba más allá de la suma de sus partes.

―¿Qué estás haciendo con eso? ―Pregunto Dancer detrás de él, su voz
creciendo con desaprobación.

Han se encogió de hombros, observando la joya que aún giraba. ―No lo sé.

Dancer sacudió la cabeza. ―Deberías lanzarlo al barranco. Si Bayar tomó la


cosa sin permiso, déjale explicar lo que ocurrió con él.

Han era incapaz de entender como lanzarlo. No parecía sentirse como el tipo de
cosa que querrías dejar tirado alrededor para que alguien, quizás un niño de los
campamentos, lo encontrara.

Han pescó un pedazo de cuero de la bolsa que llevaba y lo extendió en el suelo.


Tirando el amuleto en el centro, lo envolvió cuidadosamente y lo metió en su
bolsa. Todo el tiempo preguntándose, ¿Cómo había llegado a eso? ¿Cómo él y
Dancer habían acabado en un callejón sin salida con magos? ¿Cuál era la
conexión entre ellos y Dancer? Quizás solo era lo último en una larga vida de
mala suerte. Han siempre parecía encontrar problemas, sin importar cuan duro
intentara evitarlos.
Capitulo 2
Consecuencias Indeseadas
Traducido por: Flochi
Corregido por: Xhessii

R
aisa se movió con impaciencia en su silla de montar y miró
detenidamente, entrecerrando los ojos contra la luz del sol que veteaba
el camino.

―No‖entrecierres‖los‖ojos,‖Raisa‖―espetó‖su‖madre‖autom{ticamente.‖Era‖una‖
frase de su repertorio que ponía para las conversaciones de “Reina”,
incluyendo: “Siéntate derecha”, y “¿A dónde crees que vas?” Junto con el
multipropósito “¡Raisa‖ana’Marianna!”.

Así que en lugar de seguirlo haciendo, Raisa se cubrió los ojos, buscando en los
bosques‖circundantes.‖―Vamos‖―dijo‖ella―.‖Se‖supone‖que‖iban‖a‖encontrarse‖
con nosotros aquí hace media hora. Si no pueden estar a tiempo, digo que los
dejemos atrás. El día se está acabando.

Lord Gavan Bayar golpeó con el codo a su caballo para acercarlo y puso su
mano sobre la brida de Switcher.‖ ―Por‖ favor,‖ Su‖ Alteza,‖ se lo ruego, denles
unos cuantos minutos más. Micah estará profundamente decepcionado si
pierde‖ la‖ cacería.‖ Ha‖ estado‖ esper{ndola‖ toda‖ la‖ semana‖ ―El‖ apuesto‖ Gran‖
Mago le sonrió con exagerado encanto adulto que se usa en los niños cuando
hay adultos alrededor.

¿Micah había estado esperando la cacería? ―pensó‖Raisa―.‖No tanto como yo. Él es


capaz de entrar y salir cuando le plazca.

Probablemente está enojado por lo de anoche ―pensó‖ella―.‖Esa es la razón por la que


nos está haciendo esperar. No está acostumbrado a que alguien le niegue algo.

Raisa golpeó con las rodillas a Switcher, y la yegua sacudió la cabeza,


rompiendo el agarre del asistente. Switcher resopló, levantando una hoja
voladora del suelo. Estaba tan ansioso de irse como Raisa.

―A‖menudo‖llega‖tarde‖―Se‖entrometió‖Mellony,‖la‖hermana‖menor‖de‖Raisa,‖
urgiendo‖a‖su‖pony‖a‖adelantarse―.‖Tal‖vez‖deberíamos‖tratar‖de‖ser‖pacientes.
Raisa le lanzó una mirada mordaz, y Mellony mordió su labio y apartó la vista.

―Micah‖ probablemente‖ perdió‖ la‖ noción‖ del‖ tiempo‖ ―continuo‖ Lord‖ Bayar,‖
tratando de calmar a su propio caballo, un semental muy corpulento. La brisa
revolvió‖su‖melena‖de‖pelo‖plateado,‖salpicado‖con‖un‖rojo‖fant{stico―.‖Sabes‖
como son los muchachos.

―Entonces,‖ ¿Tal‖ vez podría darle un reloj de bolsillo el próximo día de su


santo?‖ ―dijo‖ Raisa‖ mordazmente,‖ obteniendo‖ la‖ respuesta:‖ ―¡Raisa‖ ana’‖
Marianna!‖―de‖su‖madre.

¡No me importa! ―pensó‖ella.‖Era‖lo‖bastante‖malo‖haber‖estado‖encerrada‖en‖el‖


Castillo Fellsmarch desde el solsticio, encerrada con tutores y sobrecargada por
tres años con lecciones para estar al tanto de temas inútiles.

Por ejemplo: Una dama puede conversar con cualquier persona, de cualquier
edad o clase social. En la mesa, una anfitriona es responsable de asegurarse que
todo el mundo participe en la conversación. Debe alejar la conversación de
asuntos de política y otros temas de división y estar preparada con temas
alternativos en caso de necesitarlos.

Si una dama debía hacer esto ―se‖ preguntó‖ Raisa―,‖ ¿Un hombre debe hacer lo
mismo? ¿Es exigido que lo haga?

Raisa y su madre habían cambiado durante los tres años en que ella se había ido
al Campamento Demonai, y ahora parecía que estaban constantemente
discutiendo. Su padre, el primero en Clan, Averill, había sido un mediador
entre ellas. Ahora, siempre estaba viajando, y Marianna persistía en tratar a
Raisa como una niña.

En estos días, Raisa no pudo evitar escuchar los susurros que seguían a la
Reina. Algunos decían que le prestaba poca atención a las finanzas, política y
asuntos de Estado. Otros decían que prestaba demasiada atención al Gran
Mago y al Consejo sobre la Dama Gris. ¿Siempre había sido de este modo, o
Raisa simplemente lo notaba debido a que era mayor?

Quizás era la influencia de su abuela Elena. La Matriarca del Campamento


Demonai estaba rebosante de opiniones sobre la política del Valle y la creciente
influencia de los hechiceros, y nunca había dudado en expresarlas durante los
tres años de Raisa con la familia de su padre.
Después de una relativa libertad en el Campamento Demonai, Raisa se había
encontrado con una miseria teniendo que forzar sus pies dentro de zapatos
pequeños y usar las medias preferidas en la corte, junto con sudar y la picazón
debajo de sus vestidos de volantes de niña que su madre había elegido para
ella. Estaba cerca de los dieciséis, era casi adulta, pero la mayoría de los días
Raisa se asemejaba a un pastel de bodas sobre dos patas.

No el día de hoy. El día de hoy se había puesto su túnica, las polainas y las
botas hechas en Clan, la capa de montar cayendo sobre la longitud de su cadera
encima de todo. Se había colgado el arco sobre su hombre y deslizó una aljaba
de flechas en el maletero sujetado a su silla de montar. Cuando había sacado a
Switcher de los establos, Lord Bayar había posado sus ojos sobre ella y miró a la
Reina para evaluar su reacción.

La madre de Raisa apretó los labios dejó escapar un largo suspiro, pero al
parecer decidió que era muy tarde para obligar a su hija a volver dentro a
cambiar su ropa. Mellony, por supuesto, reflejaba a su madre en su chaqueta de
equitación a medida y su larga falda pantalón, una espuma de enaguas sobre
sus botas.

Mellony era la viva imagen de su madre. Había heredado el cabello rubio de


Marianna, su tez de un pálido cremoso, y parecía que iba a llegar a ser igual o
más que alta que ella. Raisa salió favorecida por el lado de su padre, con su
cabello oscuro, ojos verdes, y constitución pequeña.

Así que aquí estaban ellas, vestidas y ansiosas por la cacería en un buen día
soleado, el que estaba siendo desperdiciado al esperar por el atrasado Micah
Bayar y sus primos.

Micah era un jinete atrevido, y como cazador agresivo y competitivo. Aunque


solamente tenía dieciséis años, su bellesa oscura y peligrosa tenía a la mitad de
las chicas de la corte desmayándose sobre él.

Desde que regresó a Fellsmarch, la había estado cortejado con una intensidad
halagadora que encontraba difícil de resistir. El hecho de que su romance estaba
prohibido lo había hecho más atractivo. El castillo Fellsmarch estaba lleno de
ojos y oídos, pero aún así encontraban lugares para encontrarse sin supervisión.
Los besos de Micah eran intoxicantes, y sus abrazos hacían a su cabeza dar
vueltas.
Aunque, era más que eso. Él tenía un ingenio salvaje y cínico que lo separaba de
la sociedad que los había visto nacer, la hacía reír, y apenas lo hizo estos días.

Raisa sabía que flirtear con Micah Bayar era arriesgado, pero era una forma de
rebelarse contra su madre y las limitaciones de la vida en la corte. Sin embargo,
la rebelión llegaría hasta ahí. No era una Señorita Hakkam “cabeza hueca”,
preparada para canjear su virtud por un poco de mala poesía y un beso en la
oreja.

Y la paciencia no era el fuerte de Micah Bayar. De ahí su disputa de la noche


anterior.

Había esperado cazar con él, pero no estaba dispuesta a esperar por siempre. El
tiempo y la oportunidad se estaban escapando. Era la historia de su vida.

El Capitán Edon Byrne y un triplete de soldados estaban montados y listos


también, conversando tranquilamente entre sí. Byrne era el Capitán de la
Guardia de la Reina, el último de una larga línea de Byrnes en esa posición.
Había insistido en proporcionar una escolta el día de la cacería, sobre las
objeciones de Lord Bayar.

Ahora Byrne los llamaba.

―¿Envío‖a‖uno‖de‖mis‖hombres‖tras‖los‖chicos,‖Su‖Majestad?‖―preguntó.

―Podrían ir‖ todos,‖ si‖ de‖ mi‖ dependiera,‖ Capit{n‖ Byrne‖ ―dijo‖ Lord‖ Bayar‖
arrastrando‖ las‖ palabras―.‖ La‖ Reina‖ y‖ las Princesas estarán perfectamente a
salvo. No hay necesidad de que usted y sus hombres se arrastren tras nosotros
como la prolongadísima cola de un cometa. Los clanes pueden ser salvajes e
impredecibles, pero es poco probable que intenten algo junto conmigo‖―Señaló‖
el amuleto que colgaba alrededor de su cuello, en caso de que Byrne se hubiera
perdido ese punto. El Gran Mago siempre enunciaba sus palabras lentamente y
claramente cuando le hablaba al Capitán Byrne, como si Byrne estuviera falto
de inteligencia.

Byrne se encontró con los ojos del mago sin disculparse, su rostro impasible
quemado‖por‖el‖viento.‖―Podría‖ser,‖pero‖no‖ es‖por‖los‖clanes‖de‖quien‖estoy‖
preocupado.
―Bueno,‖ obviamente‖ ―sonrió‖ Bayar‖ poco‖ convincente―.‖ Cuando‖ usted‖ y‖ el‖
Consorte Real repetidamente han entregado a la joven Princesa Raisa directo en
las‖manos‖de‖ellos‖―El‖disgusto‖parpadeó‖en‖su‖rostro.

Esa era otra cosa que molestaba a Raisa: Lord Bayar nunca usaba el nombre de
su padre. Él lo llamaba Averill Lightfoot Demonai, el Consorte Real, como si
fuera un cargo designado que cualquiera podría conseguir. Muchos en la
aristocracia Valle despreciaban al padre de Raisa porque era un comerciante de
Clan que había hecho un matrimonio que muchos de ellos querrían para sí
mismos.

Pero, de hecho, la Reina de los Fells no se había casado a la ligera. Averill había
contado con el apoyo de los clanes y contra-balanceaba el poder del consejo de
Magos. Lo que, naturalmente, al Alto Mago no le agradaba.

―¡Lord‖ Bayar!‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ bruscamente―.‖ Sabe bastante bien que la
Princesa Raisa ha sido abrigada por los Clanes como es requerido por el
Naéming.

El Naéming era el acuerdo entre los Clanes y el Consejo de Magos que había
terminado‖ con‖ la‖ ruptura<‖ la‖ calamidad‖ m{gica‖ que‖ casi‖ había‖ destruido‖ al‖
mundo.

―Pero‖sin‖duda‖alguna‖es‖innecesario‖para‖la‖Princesa‖Raisa‖pasar‖tanto‖tiempo‖
alejada‖ de‖ la‖ Corte‖ ―dijo‖ Bayar,‖ sonriéndole‖ a‖ la‖ Reina―.‖ Es‖ malo.‖ Piense‖ en‖
todos los bailes, certámenes y fiestas que se perdió.

―Y‖ clases‖ de‖ pespunte‖ y‖ elocución‖ ―agregó‖ Raisa‖ para‖ si‖ misma―.‖ Una‖
maldita vergüenza.

Byrne estudió a Raisa como si fuera un caballo que pensara comprar, después
dijo‖en‖su‖manera‖rotunda:‖―Para‖mí‖ella‖no‖parece‖la‖peor‖vestida.‖Y‖cabalga‖
como un guerrero Demonai.

Ese fue un gran elogio, tratándose de Byrne. Raisa se sentó un poco más
derecha.

La‖Reina‖Marianna‖puso‖su‖mano‖sobre‖el‖brazo‖de‖Byrne.‖―¿Realmente‖crees‖
que‖es‖tan‖peligroso,‖Edon?‖―Ella‖siempre‖estaba‖ansiosa‖por‖llevar‖cualquier‖
argumento a un fin tan rápidamente como fuera posible, incluso si significaba
lanzar una venda sobre un remolino de agua.
Byrne bajó su vista a la mano de la Reina sobre su brazo, entonces la alzó a su
rostro.‖Sus‖facciones‖bien‖marcadas‖se‖suavizaron‖una‖fracción.‖―Su‖Majestad,‖
sé cuanto le gusta la cacería. Si se trata de seguir los rebaños en las montañas,
Lord Bayar será incapaz de acompañarlas. Las zonas fronterizas están llenas de
refugiados. Cuando la familia de un hombre está hambrienta, hará todo lo
necesario para conseguir alimentarlos. Hay ejércitos de mercenarios viajando,
yendo y viniendo de las Guerras Ardenines. La Reina de los Fells sería un
valioso premio.

―¿Es‖ todo‖ lo‖ que‖ le‖ preocupa,‖ Capit{n‖ Byrne?‖ ―replicó‖ Bayar,‖ con‖ ojos‖
entrecerrados.

Byrne ni siquiera‖ parpadeó.‖ ―¿Hay‖ algo‖ m{s por lo que debería estar
preocupado, mi Lord? ¿Algo que le gustaría decirme?

―Quiz{s‖deberíamos‖seguir‖―dijo‖la‖Reina‖Marianna,‖agarrando‖con‖decisión‖
sus riendas―.‖Micah‖y‖los‖otros‖no‖deber{n tener dificultad para alcanzarnos.

Lord Bayar asintió con frialdad. Micah iba a escucharla ―pensó‖Raisa.‖El‖Gran‖


Mago parecía como si pudiera morder la cabeza de alguien y escupir los
dientes. Urgió a Switcher a que avanzara, llevando la delantera. Byrne
maniobró su gran caballo zaino para poder correr a su lado, con el resto detrás
de ellos.

Su sendero trepaba por las centellantes y exuberantes praderas de montaña con


borraja que brilla y botones de oro. Alas rojas de aves negras se aferraban
imposiblemente a las semillas que quedaban sobre la superficie del año
anterior. Raisa bebió los detalles como un pintor privado del color.

Byrne también miró su alrededor, pero con un propósito diferente. Revisó el


bosque a ambos lados, su espalda recta, las riendas apenas sostenidas en sus
manos. Sus hombres desplegados alrededor de ellos, montando a tres millas de
uno, explorando el camino a seguir y monitoreando el camino de retaguardia.

―¿Cuando‖llega‖Amon‖a‖casa?‖―preguntó‖Raisa,‖probando‖sus‖habilidades‖de
conversación difíciles de aprender sobre el Capitán adusto.

Byrne estudió su‖ rostro‖ por‖ un‖ largo‖ momento‖ antes‖ de‖ responder.‖ ―Lo‖
esperamos en cualquier momento, Su Alteza. Debido a los combates en Arden,
ha tenido que tomar el camino largo alrededor del Vado de Odén.
Habían pasado más de tres años desde que Raisa había visto a Amon, el hijo
mayor de Byrne. Después de tres años en el Campamento Demonai, había
regresado a la corte en el solsticio para descubrir que Amon se había marchado
a la Casa Wien, la escuela militar del Vado de Odén. Quiso seguir los pasos de
su padre, y los soldados comienzan sus entrenamientos temprano.

Ella y Amon habían sido amigos desde la infancia, cuando a pesar de la


diferencia en la clase social, una falta de otros niños en la corte los había
obligado a estar juntos. El Castillo Fellsmarch habría sido solitario sin él —no es
que hubiera tenido mucho tiempo para estar en solitario—. Cuando sea la
Reina —pensó Raisa—, voy a mantener a mis amigos cerca. Era una entrada
más en la larga lista de buenas intenciones.

Ahora Amon estaba en dirección de regreso a las Fells, viajando a cientos de


millas desde el Vado de Ford por su cuenta. Raisa lo envidió. Incluso entre los
clanes, ella siempre viajaba con alguna clase de guardia. ¿Cómo sería, elegir su
propio camino, dormir cuándo y dónde ella quisiera, cada brillante día lleno de
posibilidad y riesgo?

La partida de caza giró al Oeste, siguiendo un sendero que bordeaba su camino


a lo largo de un lado del valle. Aunque estaban a cientos de metros por encima
de Dyrnnewater, el rugido de las cascadas flotó hasta ellos.

Pasaron a través de un estrecho cañón, y se hacía notablemente más fresco


mientras los muros de roca se cerraban a cada lado de ellos. Raisa se estremeció,
sintiendo una aprehensión de preocupación, una vibración en sus huesos como
si la rica telaraña de vida alrededor hubiera sido arrancada por dedos invisibles.

Switcher inhaló y se sacudió, casi arrancando las riendas de las manos de Raisa.
La penumbra a ambos lados del camino se unía en las sombras junto a ella, sus
formas comprimiéndose y extendiéndose.

Lobos grises, el símbolo de su casa. Raisa atrapó un vislumbre de cabezas


estrechas lupinas y ojos ámbar, lenguas colgando sobre sientes afilados, y luego
desaparecieron.

Los lobos, se decía, se aparecen a las Reinas de Sangre en los momentos


cruciales: tiempos de peligro y oportunidad. Nunca se le habían aparecido a
Raisa antes, lo que no era de sorprender ya que no era la Reina todavía.
Miró a su madre, quien estaba riendo por algo que Lord Bayar había dicho. La
Reina no parecía haber notado algo inusual.

Habiendo estado Raisa montando desde Demonai con sus amigos de Clan, ellos
habrían tomado su premonición como un presagio, metiéndose e insistiendo en
ello como una serpiente en la tierra, estudiando su posible significado. Siendo
del linaje del Lobo Gris, se esperaba que Raisa tuviera la segunda visión, y esta
habilidad era respectada.

Una‖voz‖irrumpió‖sus‖pensamientos.‖―¿Se‖encuentra‖bien,‖Su‖Alteza?

Asustada, Raisa alzó la vista a los ojos preocupados Byrne, grises como el
océano bajo un cielo de invierno. Había venido junto a ella y tomado la brida de
Switcher, inclinando su cabeza para que pudiera escuchar su respuesta.

―Bueno<‖ um<‖ yo<‖ ―balbuceó,‖ por‖ una‖ vez‖ había‖ perdido‖ las‖ palabras.‖
Pensó‖ en‖ decir:‖ ―Tengo‖ la‖ sensación‖ particular‖ de‖ que‖ estamos en peligro,
Capitán Byrne, o, ¿Por casualidad no vio ningún lobo en el camino?

Incluso si el áspero Capitán la tomaba en serio, ¿qué podía hacer él?

―Estoy‖ bien,‖ Capit{n‖ ―dijo‖ ella―.‖ Ha‖ pasado‖ mucho‖ tiempo‖ desde‖ el‖
desayuno, eso es todo.

―¿Le‖gustaría‖una galleta?‖―preguntó,‖buscando‖en‖su‖bolso―.‖Tengo‖algunas‖
en‖mi<

―Est{‖bien‖―dijo‖apresuradamente―.‖Almorzaremos‖pronto,‖¿verdad?

El cañón se abría en un bonito y plano prado. La manada de ciervos había sido


vista pastoreando hace una semana, pero ahora no estaban. En esta temporada
era probable que se dirigieran a un terreno más alto, y junto al mago Lord
Bayar, el grupo de cacería no podría continuar. Estaban empujando los límites
de Clan como iban.

Se detuvieron para el mediodía en el prado, justo afuera de la boca del cañón.


La comida era un asunto muy bien elaborado, colocado sobre telas de fantasía,
con queso y embutidos, fruta, y botellas de vino y sidra. Mientras el resto de
ellos comía, dos de los soldados de Byrne exploraba por delante, buscando
huellas de los rebaños desaparecidos.
Raisa tuvo poco apetito. Se sentó, los brazos envueltos alrededor de sus rodillas,
aún incapaz de sacudirse la sensación de inquietud que la presionaba,
sujetándola al suelo. Era solo mediodía, pero el día parecía más oscuro, y la luz
del sol y sombras que veteaban el suelo se disolvían en la distancia. Formas
grises merodeaban la penumbra, regresando cada vez que parpadeaba para
apartarlas.

Esforzándose por ver a través del dosel frondoso sobre sus cabezas. Aunque el
cielo al Sur era un claro azul, sobre su cabeza había un lechoso gris, el sol un
disco brillante nadando en una creciente bruma. Raisa olió el aire. Su nariz
picando por el aroma de las hojas quemadas.

―¿Algo‖ se‖ est{‖ quemando?‖ ―preguntó‖ a‖ nadie‖ en‖ particular. Había hablado
tan tranquilamente que no creyó que alguien la hubiera escuchado, pero Byrne
se levantó de su asiento al borde del bosque y caminó al centro del prado,
analizando las laderas por todos lados. Frunciendo el ceño, miró al cielo por un
largo momento, entonces miró a los caballos. Se movían, estampando sus pies y
tirando de sus riendas.

Raisa sintió la creciente convicción de que algo estaba terriblemente mal. El aire
parecía atorarse en su garganta y tosió.

―Carguen‖ los‖ caballos‖ ―ordenó‖ el‖ Capitán Byrne, ubicando a sus hombres
para despejar el campamento y empacar las cosas del picnic.

―Oh,‖vamos‖a‖quedarnos‖m{s‖tiempo,‖Edon‖―La‖Reina‖Marianna‖levantó‖una‖
copa‖de‖vino―.‖Aquí‖es‖tan‖lindo.‖No‖importa‖si‖no‖cazamos‖un‖ciervo.

Lord Bayar se tendió‖ junto‖ a‖ ella.‖ ―No‖ puedo‖ subir‖ mucho‖ m{s‖ sin‖ violar‖ el‖
Naéming y todo eso. Pero usted siga, Capitán Byrne, y encuentre un ciervo para
nuestra Princesa. Me quedaré aquí y cuidaré de la Reina.

Raisa miró fijamente la escena que se presentaba frente a ella<‖ la‖ manta‖
extendida bajo los árboles, el oscuramente apuesto mago con sus botas cruzadas
en los tobillos, su mano enjoyada descansando sobre la manta. Su madre
bastante rubia, una dulzura incluso en sus ropas de montar, mejillas encendidas
como las de una niña.

Le‖ recordó‖ a‖ Raisa‖ una‖ pintura‖ en‖ las‖ galerías‖ de‖ la‖ casa<‖ un‖ momento‖
congelado que lo dejaba a uno preguntándose lo que había acontecido antes, y
que sucedería después.
―Me‖quedaré‖contigo,‖Mam{‖―dijo‖Raisa,‖acerc{ndose‖a‖si‖misma‖al‖borde‖de‖
la manta y mirando al Gran Mago a los ojos, sabiendo instintivamente que eran
enemigos. Deseando que su padre no pasara mucho tiempo alejado.

Los soldados de Byrne habían seguido cargando los caballos cada vez más
inquietos, aunque no fue fácil. En este momento, el alto Capitán llegó y se paró
cerca‖de‖ellos.‖―Su‖Gracia,‖creo‖que‖sería‖mejor‖volver.‖Hay‖cerca‖un‖incendio,‖
y se dirige en esta dirección.

―Un‖ incendio‖ ―dijo‖ Lord‖ Bayar.‖ Recogió‖ un‖ puñado‖ de‖ hojas‖ húmedas,‖ las‖
aplastó en su mano enguantada, y dejó caer‖ la‖ masa‖ caldosa―.‖ ¿Cómo‖ es‖
posible?

―No‖lo‖sé,‖Lord‖Bayar‖―dijo‖Byrne‖obstinadamente―.‖No‖tiene‖sentido.‖Pero‖
hay uno, y está en pendiente descendiente a nosotros sobre Hanalea. Lo he visto
caer sobre las personas antes de que puedan estar a salvo.

―Pero‖ eso‖ es‖ sólo‖ a‖ finales‖ de‖ verano‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ Marianna―.‖ No‖ a‖
principios de primavera.

―Exactamente‖―Lord‖Bayar‖entornó‖sus‖ojos―.‖Es‖un‖alarmista,‖Byrne.

La Reina Marianna tocó el brazo de Bayar, mirando ansiosamente de él a Byrne.

―Huelo‖el‖humo,‖Gavan. Tal vez, deberíamos escuchar al Capitán.

Mientras hablaban, un anochecer plomizo cayó sobre el prado. Un viento


extraño se levantó, soplando de forma ascendente, llevando el humo lejos de
ellos, como alguna bestia oculta inhalando. Raisa se puso de pie, y salió al claro,
volviendo la vista hacia Hanalea. Mientras miraba, una densa nube púrpura de
humo se elevó hacia el cielo desde la cresta de encima, oscureciendo al fuego
naranja y verde. Una llama espiral creció desde el cielo, un tornado de fuego se
sesenta pies de altura. También, pudo escuchar, a los pinos quebrándose en el
calor, el rugido gutural del infierno.

Era como una de esos sueños donde uno trata de gritar y le toma varios intentos
lograr‖un‖sonido.‖―¡Capit{n‖Byrne!‖―Su‖voz‖pareció‖pequeña‖contra el rugido
del‖fuego.‖Ella‖señaló―.‖Es‖el‖fuego.‖¡Mire!

Justo entonces, una docena de ciervos dispararon desde los árboles, saltando a
través del prado, y corriendo al cañón, ajenos a los posibles cazadores en su
camino.
Inmediatamente después, Raisa escuchó los golpes de cascos, y tres jinetes
irrumpieron en el prado de la dirección que los venados habían llegado. Sus
caballos estaban hechos una furia y con ojos salvajes, los jinetes sólo un poco
menos.

―¡Est{‖viniendo!‖¡Justo‖detr{s‖nuestro!‖¡Un‖incendio!‖¡Corran!‖―gritó‖el‖jinete‖a‖
la cabeza, y le tomó a Raisa un momento reconocer al estupendo y sardónico
Micah Bayar detrás de ese rostro manchado de hollín. Era el perdido Micah y
sus primos Arkeda y Miphis Mander.

Por ahora, todo el mundo se estaba de pie, y el picnic, olvidado.

―¿Micah?‖ ―Lord‖ Bayar‖ le‖ parpadeó‖ a‖ su‖ hijo―.‖ ¿Cómo‖ hiciste<?‖ ¿Qué‖
hiciste<?‖―Raisa‖nunca‖había‖visto‖al‖Gran‖Mago‖tan‖inarticulado.

―Est{bamos‖en‖camino‖hacia‖aquí‖para‖encontrarnos‖contigo‖y‖vimos‖el‖fuego‖
―dijo‖ Micah‖ jadeando, su rostro pálido debajo de la suciedad, sus cabellos
colgando en mechones húmedos. Había cortes profundos en sus manos y lo que
parecía‖ una‖ desagradable‖ quemadura‖ en‖ su‖ brazo‖ derecho―.‖ Tratamos<‖
tratamos‖de‖combatirlo,‖pero<

Byrne llevó al caballo de la‖ Reina‖ Marianna,‖ Spirit,‖ a‖ su‖ lado―.‖ Su‖ Majestad.‖
R{pido‖ ahora‖ ―Sosteniendo‖ firmemente‖ la‖ brida‖ de‖ Spirit‖ con‖ una‖ mano,‖
levantó‖ a‖ la‖ Reina‖ con‖ un‖ brazo‖ hasta‖ la‖ silla―.‖ Cuidado‖ ―dijo―.‖ Siéntese‖
firme. Está asustada.

Raisa se retorció arriba de la espalda de Switcher, murmurando palabras


tranquilizadoras a la yegua. Solo a unas yardas de distancia ahora, el dosel del
bosque estaba encendido. El fuego se movió amenazante sobre ellos, las llamas
saltando de árbol en árbol en una loca carrera cuesta abajo, viajando mucho
más rápido de lo que parecía posible en esta estación. El aire quemó los
pulmones de Raisa, y presionó su manga sobre su boca y nariz.

Lord Bayar se quedó de pie, congelado por un momento, ojos entrecerrados,


mirando de Micah a Arkeda a Miphis, y alzando la vista a la avalancha de
fuego. Entonces agarró su propio caballo y montó sobre la silla. Girando su
caballo más cerca al de Micah, agarró un puñado de la capa de Micah y lo
empujó acercándolo a su hijo, hablándole con sus rostros separados por
pulgadas. Micah asintió una vez, pareciendo aterrorizado. Lord Bayar lo liberó
abruptamente y arrancó su caballo, clavando los talones en los costados de su
semental, dejando que su hijo lo siguiera o se quemara.

Raisa los miró fijamente, desconcertada. ¿El Gran Mago esperaba que su hijo
apagara el fuego por sí mismo? Micah era poderoso, pero ni siquiera tenía un
amuleto, y ni siquiera había estado aún en la Academia.

―¡Su‖Alteza!‖¡R{pido!‖―gritó‖Byrne.

Todos montaron fuerte hacia la boca del cañón.

Si Raisa tuvo la esperanza de encontrar refugio en el cañón, se encontró con una


suerte ambivalente. Las brasas estaban cayendo sobre sus cabezas, pero un
viento extremadamente caliente rugió entre las paredes, tan espeso por el humo
que no pudo ver al caballo que estaba frente al suyo. Parecía amortiguar el
sonido, aunque pudo escuchar a las personas tosiendo y asfixiándose delante y
detrás de ella. El camino era tan estrecho que al menos no podían perderse,
pero le preocupaba que se asfixiaran antes de emerger del otro lado.

Byrne‖ cabalgó‖ a‖ su‖ lado‖ una‖ vez‖ m{s.‖ ―Desmonte‖ y‖ conduzca‖ el‖ caballo,‖ Su‖
Alteza‖―dijo‖él―.‖El‖aire‖es‖m{s‖fresco‖cerca‖del‖suelo.‖Asegúrese‖de‖tener‖bien‖
sujetas‖las‖riendas‖―Se‖movió‖bajando‖en‖la‖línea,‖pasando‖el‖consejo.

Raisa se bajó de Switcher, enrolló las tiras de cuero alrededor de su mano, y


tropezó por el lecho rocoso. Byrne tenía razón: la respiración era más sencilla
debajo. La piel de su rostro se sentía crispada y caliente, como la piel de un
pollo asado. Estuvo tentada a arrodillarse y bañar su rostro en agua, pero Byrne
los apresuró sin descanso. El aire se hizo incluso mas espeso en tanto se
acercaban a la salida del cañón, y los ojos de Raisa picaron, su visión se hizo
borrosa por las lágrimas.

Cuando parpadeó para alejar las lágrimas, estuvo nuevamente rodeada por los
lobos, el tamaño de ponis pequeños, sus espaldas a la altura de su hombro. Se
amontonaron a su alrededor, precipitándose y gruñendo, su aroma salvaje
compitiendo con el hedor del humo, sus vellos rígidos en alerta rozaban su piel,
presionando contra sus piernas como si la forzaran desde el camino.

―Hanalea,‖ ten‖ piedad‖ ―susurró‖ Raisa.‖ Nadie‖ m{s‖ pareció‖ notarlo.‖ ¿Estaba‖
alucinando, o podía ser real, forzada a compartir el camino por el avance de las
llamas?
Raisa estaba tan enfocada en la manada de lobos que casi choca con Micah,
quien se detuvo abruptamente frente a ella. Los lobos se desvanecieron en el
humo. En algún lugar por delante, escuchó a Byrne maldiciendo con fuerza.
Confiando las riendas en mano de Micah, luchó por pasar a los otros hasta el
frente de la formación.

―Permanezca‖ atr{s,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo‖ Byrne,‖ empuj{ndola‖ detr{s‖ de‖ él.‖ Pudo‖
ver que el camino más allá de la salida estaba inundado por las llamas. El fuego
se había dividido alrededor de la cresta de la montaña, vertiéndose hacia debajo
de la ladera sobre ambos lados del cañón. Estaban atrapados.

―¡Muy‖ bien!‖ ―dijo‖ Byrne,‖ su‖ voz‖ sonando‖ a‖ través‖ del‖ cañón―.‖ Quiero‖ que‖
todos bajen a la corriente. Se acuesten y sumerjan si pueden.

Gavan Bayar se‖ forzó‖ en‖ dirección‖ al‖ frente.‖ ―¿Qué‖ est{‖ pasando?‖
―demandó―.‖¿Por‖qué‖nos‖detuvimos?

Byrne dio un paso al costado, permitiendo a Bayar una clara vista. El mago
miró el infierno de afuera por un largo momento. Entonces se dio la vuelta y
llamó:‖―¡Micah! ¡Arkeda y Miphis! Vengan.

Los tres muchachos se arrastraron hacia delante hasta que llegaron hasta el
Gran Mago. Estaban temblando, los dientes castañeando, y parecían asustados
de muerte. Bayar se arrancó sus guantes de fino cuero y los guardó en su
bolsillo. Tiró de una pesada cadena de plata de su bolsillo, sujetó un extreme
alrededor de su muñeca y el otro alrededor de la muñeca de Micah.

―Arkeda‖ y‖ Miphis.‖ Agarren‖ la‖ cadena‖ aquí‖ y‖ aquí‖ ―dijo‖ Bayar,‖ señalando.‖
Cada uno de ellos tomó la cadena entre Bayar y Micah como si fuera una
serpiente‖envenenada―.‖No‖la‖suelten‖o‖lo‖ lamentar{n‖―dijo‖el‖mago―.‖Pero‖
no‖por‖mucho‖tiempo‖―Giró‖su‖rostro‖al‖fuego,‖tomó‖su‖amuleto‖con‖la‖mano‖
libre y empezó a decir un encantamiento.

Mientras hablaba, los tres chicos se tambalearon, jadearon y gritaron como si


hubieran sufrido un duro golpe. Los dos del medio mantuvieron un
desesperado agarre sobre la cadena, mientras los tres se volvían más y más
pálidos como si estuvieran siendo drenados. Gotas de sudor se formaron en el
rostro de Lord Bayar, luego se evaporaron en el inmenso calor. La seductora
voz del Gran Mago avanzó y atravesó el rugido del fuego, los crujidos y
silbidos de los árboles destruyéndose, y de los chicos luchando por respirar.
Finalmente, a regañadientes, el fuego respondió. Las llamas oscilaron,
marchitaron y rodaron lejos de la boca del cañón como una marea en retirada,
dejando detrás un desolado y humeante paisaje. Bayar lo mantuvo, forzando la
retirada del fuego con palabras hechizantes hasta que las llamas se fueron
completamente, aunque todavía parecía tan oscuro como el fin del mundo.
Deslizó la cadena de su muñeca e hizo un gesto final. Los cielos se abrieron y la
lluvia vino vertiéndose hacia abajo, silbando como si golpeara tierra caliente.

Siguió un alivio comunal reteniendo el aliento, y un puñado de aplausos


asombrados. Como marionetas soltadas por el titiritero, Micah y sus primos se
desplomaron contra el suelo y se quedaron inmóviles.

Raisa se arrodilló junto a Micah y descansó su palma sobre su frente fría y


húmeda. Él abrió sus ojos y la miró fijamente como si no la reconociera. Alzó la
vista a Lord Bayar.

―¿Qué‖les‖pasó‖a‖ellos?‖¿Van‖a‖estar‖bien?

Bayar‖los‖miró‖con‖una‖peculiar‖y‖fría‖expresión‖en‖su‖rostro.‖―Se‖recuperar{n;‖
aunque me atrevo a decir que es una lección que nunca olvidarán.

Raisa trató de imaginar a su padre lanzándola bruscamente en el medio de un


hechizo sin preparación o explicación. Y no pudo.

El asunto es, que él no era un mago.

Byrne había caminado cierta distancia lejos del cañón y se encontraba bajo la
lluvia,‖pateando‖los‖escombros‖aún‖humeantes.‖―Raro‖―dijo‖él―.‖Nunca‖había‖
visto un fuego como este antes, quema aún estando mojado.

―Lord‖Bayar‖―dijo‖la‖Reina‖Marianna,‖agarrando‖las‖manos‖del‖ mago―,‖eso‖
fue verdaderamente notable. Salvó todas nuestras vidas. Gracias.

―Me‖alegra‖estar‖a‖su‖servicio,‖Su‖Majestad‖―dijo‖Bayar,‖forzando‖una‖sonrisa,‖
aunque parecía como si se le pudiera quebrar el rostro.

Raisa miró a Byrne. El Capitán miró a la Reina y su Gran Mago, frotando su


mandíbula encrespada, un frunce de desconcierto en su rostro.
Capitulo 3
Emboscada
Traducido por Sera
Corregido por Dangereuse_

T
odo el camino de vuelta al Campamento Marisa Pines, Dancer caminaba
a zancadas, con los hombros esbeltos encorvados, su cara normalmente
risueña nublada, su lenguaje corporal desalentando la conversación.
Después de un par de intentos, Han se rindió y lo dejaron para luchar con sus
preguntas solo.

Han no sabía nada de magia más allá de las terribles advertencias de su madre.
¿Vino en su infancia o no hasta mucho más tarde? ¿Requería de amuletos como
el que parecía cargar en su bolsa? ¿Necesitaban instrucción los magos, o los
lanzadores de hechizos tenían un conocimiento innato sobre qué hacer?

Por encima de todo, ¿cómo era justo que algunas personas tuvieran el poder de
hacer que otros cumplieran sus órdenes, creando fuegos que no podían ser
extinguidos, o convirtiendo un gato en un halcón, si las historias pueden ser
creídas?

De romper el mundo casi sin posibilidad de reparación.

Los Clanes tenían magia también, de un tipo diferente. La madre de Dancer,


Willo, era la matriarca del Campamento Marisa Pines, y una talentosa sanadora.
Podía coger un palo seco y hacerlo florecer, podía hacer que cualquier cosa
creciera en sus campos de la ladera, podía curar con tocar y hablar. Sus
remedios eran demandados tan lejos como en Arden. Los Clanes eran
conocidos por su marroquinería, su metalúrgica, su tradición de crear amuletos
y otros objetos mágicos.

Bayar sabía mucho del hecho de que Dancer no tuviera un padre conocido.
¿Cómo lo supo, y por qué le preocupaba? De la forma en que Han lo veía,
Dancer no necesitaba un padre. Él estaba totalmente integrado en Clan,
rodeado de tías y tíos que lo adoraban, primos con los que cazar, todo el mundo
conectado por la sangre y la tradición. Incluso cuando Willo estaba lejos,
siempre había un hogar que le diera la bienvenida, comida para compartir, una
cama en la que dormir.

Comparado con Dancer, Han era más huérfano, con sólo su madre y su
hermana y un padre muerto en las Guerras de Ardenine. Compartían una
habitación individual sobre un establo en el vecindario Ragmarket de
Fellsmarch. Cuanto más pensaba en ello, más sentía lástima Han por sí mismo,
sin magia y sin padre. Sin perspectivas. Mam le había dicho muy a menudo que
él nunca sería nada.

Estaban a media milla del campamento cuando Han se dio cuenta de que les
estaban siguiendo. No era sólo una cosa lo que le hacía pensar así: cuando se
giró para inspeccionar algunas vainas de semillas invernales quemadas,
escuchó pisadas detrás de ellos que pararon abruptamente. Una ardilla
continuaba royendo de un largo pino después de que pasaran. Una vez se dio la
vuelta, pensó que había visto un flash de movimiento.

El miedo le dio escalofríos. Los magos debían haber vuelto sobre sus pasos tras
ellos. Había oído como podían hacerse invisibles o convertirse en pájaros y
atacar desde el aire. Agachando su cabeza por si acaso, examinó a Dancer,
quien parecía absorto en sus propios pensamientos tristes.

Han sabía que no debía permitir a un enemigo elegir el momento y lugar de un


ataque. Justo cuando él y Dancer giraron una curva de la colina, agarró el brazo
de Dancer, apartándolo del camino, detrás del tronco enorme de un roble.

Dancer liberó su brazo.

―¿Qué‖est{s<?

―Shhh‖ ―siseó‖ Han,‖ poniéndose‖ un‖ dedo‖ en‖ sus‖ labios‖ y‖ señalando‖ a‖ Dancer‖
para que se quedara en el sitio. Han se apresuró a volver al camino por el que
venían, haciendo un gran círculo como para llegar por detrás de cualquier
perseguidor. Sí. Vislumbró una pequeña figura vestida en colores del bosque
deslizándose de la sombra al sol más adelante. Aceleró, alargando sus pasos,
agradecido de que el suelo húmedo absorbiera el sonido de sus pasos. Casi
estaba ahí cuando su presa debió haberlo oído llegar y se echó bruscamente a la
derecha. Sin querer permitirle al lanzador de hechizos tiempo para conjurar un
mal de ojo, Han se lanzó, chocando contra el intruso y agarrándolo mientras
rodaban por una pequeña pendiente y se esparcían por el Arroyo Old Woman.
―¡Au!‖ ―Han‖ se‖ golpeó‖ el‖ hombro‖ contra‖ una‖ pequeña‖ piedra‖ en‖ el‖ lecho‖ del‖
arroyo y perdió su agarre sobre el lanzador de hechizos, quien se giró y retorció
y parecía increíblemente resbaladizo y flexible en lugares inesperados. La
cabeza de Han se hundió, y aspiró una bocanada de agua. Tosiendo, medio en
pánico, se puso en pie, apartándose el pelo mojado de los ojos, preocupado de
ser hechizado antes de que pudiera actuar.

Detrás de él, alguien estaba riendo, jadeando de alegría, apenas capaz de


hablar.

―¡C-C-Cazador Solitario! Todavía hace mucho frío para n-nadar.

Han se dio la vuelta. La prima de Dancer, Digging Bird estaba sentada en la


orilla, su mata de rizos oscuros pegada alrededor de su cara, su blusa de lino
mojada pegándosele a la parte superior de su cuerpo por lo que la ligera tela
estaba haciéndose casi transparente. Ella le sonreía desvergonzadamente, sus
ojos viajando por su cuerpo a su vez.

Él resistió la tentación de agacharse bajo el agua helada. Su cara ardía, y sabía


que debía estar roja flamante. Le tomó un minuto poner en marcha su voz.

―¿Bird?‖―susurró,‖mortificado,‖sabiendo‖que‖nunca‖oiría‖el‖final‖de‖esto.

―Quiz{s‖deberíamos‖cambiar tu‖nombre‖a‖Cazador‖de‖P{jaros‖―se‖burló.

―N-no‖ ―tartamudeó,‖ levantando‖ sus‖ manos‖ como‖ si‖ se‖ protegiera‖ de‖ una‖
maldición.

―¿Saltos‖en‖el‖Arroyo?‖¿Rojo‖en‖la‖Cara?‖―persistió.

Eso era todo lo que necesitaba. Los nombres de Clan constantemente cambiaban
para adaptarse hasta que hubieras crecido y pensara ser permanente. Podías ser
Lloros en la Noche de bebé, Ardilla de niño, y Tira Piedras de adulto. Siempre
era confuso para los habitantes de los llanos.

―No‖―suplicó‖Han―.‖Por‖favor,‖Bird<

―Te‖llamaré‖como‖quiera‖―dijo‖Digging‖Bird,‖levant{ndose‖y‖caminando‖hasta‖
la‖orilla―.‖Caza‖P{jaros‖―decidió―.‖Puede‖ser‖nuestro‖pequeño‖secreto.

Han se quedó ahí impotente, con la cintura hundida en el agua, pensando en


que era ella la que necesitaba un nuevo nombre.
Bird, Dancer y él habían sido amigos desde que podía recordar. Cada verano
desde que era pequeño, Mam lo enviaba de la ciudad a vivir en Marisa Pines.
Acampaban juntos, cazaban juntos, y luchaban interminables batallas contra
enemigos imaginarios por todas las Montañas Espíritu.

Habían estudiado con el antiguo maestro de arco en el campamento Hunter,


rozando el requerimiento de que construyeran un arco antes de dispararlo.
Había estado con Bird cuando cazó su primer ciervo, luego se quemaba de
envidia hasta que obtuvo el suyo. Cuando lo hizo, ella lo enseñó a como
ahumar la carne para que durara todo el invierno. Tenían doce años en aquel
entonces.

Jugaban al “lobo y la liebre” durante días. Uno de ellos —la liebre— saldría
corriendo a través del bosque, haciendo lo mejor que pudiera para deshacerse
de los otros dos, caminando sobre una roca sólida o caminar por el agua de un
arroyo durante millas o desviándose a través de uno de los campamentos de las
tierras altas. Si un lobo encontraba a la liebre, entonces se irían juntos hasta que
el tercer jugador los encontrara.

Bird era genial para correr con ella. Encontraba los mejores campamentos
protegidos del tiempo y defendibles. Ella podía hacer un fuego en medio de
una tormenta y encontrar juegos a cualquier altitud. Muchas noches habían
compartido una manta en busca de calor.

Los tres habían probado sidra por primera vez en el Mercado de Falling Leaves,
y había lavado la cara de Bird cuando bebió demasiado.

Pero estos días siempre se sentía incómodo alrededor de Bird, y ella era la que
había cambiado. Ahora cuando iban al Campamento Marisa Pines, era probable
que se sentara con un grupo de otras chicas de su edad. Lo mirarían con ojos
descarados y luego pondrían sus cabezas juntas y susurrarían. Si intentaba
acercarse a ella, las otras chicas se reirían y se darían un codazo unas a otras.

Una vez fue dueño de las calles de Ragmarket, y la gente se aseguraba de


quitarse de su camino. Había tenido su parte de chicas también, un señor de la
calle podía tener su elección. Pero por alguna razón, Bird siempre lo
equilibraba. Quizás porque era tan condenadamente buena en todo.
Cuando eran más jóvenes, luchar en el arroyo habría sido el preludio a nada.
Ahora cada palabra entre ellos crepitaba con significado, y cada acción tenía
consecuencias no deseadas.

―¡Bird!‖ ¡Cazador‖ Solitario!‖ ¿Qué‖ ha‖ pasado?‖ ¿Se‖ cayeron‖ en‖ el‖ arroyo?‖
―Dancer‖había‖aparecido‖en‖lo‖alto‖de‖la‖pendiente.

Bird se exprimió el agua de sus polainas.

―Cazador‖Solitario‖me‖tiró‖―le‖dijo‖a‖su‖primo,‖un‖poco‖pagada de sí misma.

―Creía‖que‖eras‖otra‖persona‖―murmuró‖Han.

Bird se giró para enfrentarlo, su cara oscureciéndose.

―¿Quién?‖―exigió―.‖¿Quién‖creías‖que‖era?

Han se encogió de hombros y caminó por la orilla. Eso era otra cosa. Donde una
vez ellos se acababan las frases uno a otro y todo pero se comunicaban mente a
mente, ahora Bird se había vuelto impredecible, dada a extraños arrebatos de
mal genio.

―¿Quién?‖ ―repitió,‖ firme‖ sobre‖ sus‖ talones,‖ con‖ la‖ intención‖ de‖ sac{rselo―.‖
¿Creías que era alguna otra chica?

―No‖ una‖ chica.‖ ―Han‖ se‖ quitó‖ sus‖ botas‖ y‖ vació‖ el‖ agua‖ de‖ ellas.‖ Al‖ menos‖
algo‖del‖barro‖se‖había‖quitado―.‖Nos‖tropezamos‖con‖algunos‖lanzadores‖de‖
hechizos en Burnt Tree Meadow. Asustaron al ciervo, y nos metimos en una
discusión. Cuando te oí siguiéndonos, creí que eras uno de ellos.

Ella parpadeó hacia él.

―Lanzadores‖ de‖ hechizos‖ ―dijo―.‖ ¿Qué‖ estarían‖ haciendo‖ los‖ lanzadores‖ de‖
hechizos aquí arriba? ¿Y me parezco a uno de ellos de todos modos?

―Bueno.‖No‖―dijo‖Han―.‖Error‖mío.‖―Miró‖hacia‖arriba‖y‖sus ojos se unieron


con los suyos, y él tragó fuertemente. Las mejillas de Bird se colorearon de un
profundo rosa, y se volvió hacia Dancer.

―¿Que‖ palabras‖ tuviste‖ que‖ decirle‖ a‖ un‖ maldito‖ engendro‖ de‖ mala‖ suerte,‖
primo?‖―preguntó‖ella.

―Ninguna‖―dijo‖Dancer, lanzándole una mirada de advertencia a Han.


―Hubiéramos‖cogido‖cada‖uno‖un‖ciervo‖si‖no‖hubiera‖sido‖por‖ellos‖―Han‖se‖
sentía obligado a decirlo, luego se lamentó inmediatamente cuando Bird lo miró
y levantó sus cejas. Bird siempre decía que un ciervo en un ahumador valía por
todo un rebaño en los bosques.

―¿Qué‖pasó‖entonces?‖―preguntó‖Bird,‖inclin{ndose‖hacia‖delante―.‖¿Estaba‖
ardiendo algo? Olí humo.

Han y Dancer se miraron el uno al otro, esperando a que el otro hablara.

―Prendieron‖ fuego‖ en‖ Hanalea‖ ―dijo‖ Han‖ finalmente―.‖ Los‖ lanzadores‖ de‖
hechizos.

―¿Así‖que‖los‖enfrentaron?‖―dijo‖Bird,‖inclin{ndose‖hacia‖delante,‖mirando‖de‖
uno‖a‖otro―.‖¿Y‖entonces‖qué?

―No‖pasó‖nada.‖Se‖fueron‖―dijo‖Dancer.

―Bien‖―dijo‖Bird,‖enfadada‖de‖nuevo―.‖No‖me‖digan‖nada. No me importa de
todos modos. Pero más vale que se lo digan a Willo, al menos. No deberían
estar en las Montañas Espíritu en absoluto, dejados solos prendiendo fuegos.

Han se estremeció. El sol se había ido y él tenía la piel de gallina. En días


anteriores se hubieran desnudado y dejado sus ropas mojadas fuera para que se
secaran. Miró hacia Bird. Nunca más.

―Sigamos‖hacia‖Marisa‖Pines‖―dijo‖Dancer,‖como‖si‖pudiera‖leerlo‖en‖la‖mente‖
de‖Han―.‖Tendr{n‖un‖fuego‖encendido.

El cielo se había nublado, y un frío viento se concentraba entre las cimas, pero el
enérgico paseo de seis millas mantenía la sangre de Han corriendo. Los labios
de Bird estaban azules, y Han pensó en poner un brazo a su alrededor, para
calentarla, pero habría sido difícil en el estrecho camino de piedras. Además de
que puede que ella le pegara de nuevo.

Los perros los recibieron cuando todavía estaban a media milla de Marisa Pines.
Era‖una‖manada‖heterogénea‖―perros‖pastores‖robustos‖y‖de‖pelo‖largo,‖medio‖
lobos, y podencos moteados comprados en el mercado. Después vinieron los
niños, desde niños pequeños de cara redonda hasta niños de diez años de largas
piernas, alertados por los perros.
La mayoría tenían el pelo liso y oscuro, los ojos marrones y la piel cobriza,
aunque algunos tenían los ojos azules o verdes, como Dancer, o el pelo rizado,
como Bird. Había habido mezclas considerables de gente del Valle y Clan a lo
largo de los años. Y Valefolk con los magos invasores de ojos azules y pelo
rubio de las Islas del Norte.

Pero casi no había mezclas directas entre magos y Clan. Los magos no son
permitidos en las Montañas Espíritu desde hace miles de años.

Las preguntas volaban desde todas direcciones, en una mezcla de Common y l


Clan.

―¿Dónde‖han‖estado?‖¿Cómo‖se‖han‖mojado?‖¿Cu{nto‖tiempo‖se van a quedar


Cazador‖Solitario?,‖¿dormir{s‖en‖nuestra‖casa‖esta‖noche?‖―Aunque‖Han‖venía‖
a menudo a Marisa Pines, las chicas de uno o dos años menores que él todavía
se desafiaban a correr y tocar su pálido pelo, tan diferente del suyo.

Bird hacía lo posible para espantarlas. Una chica especialmente agresiva le


arrancó un mechón de su pelo, y Han salió detrás de ella, con el ceño fruncido,
fingiendo perseguirla. Eso las envió a ella y sus amigas corriendo al bosque, con
su risa cerniéndose a través de los arboles como la luz del sol.

―¿Qué‖ hay‖ en‖ la‖ mochila?‖ ¿Tienes‖ caramelos?‖ ―Una‖ niña‖ pequeña‖ con‖ una‖
larga trenza se agarró de su mochila.

―No‖ hay‖ caramelos‖ hoy‖ ―gruñó‖ Han―.‖ Y‖ aléjate.‖ Tengo‖ la‖ mochila‖ llena‖ de‖
hierbajos‖ para‖ las‖ ampollas.‖ ―Terriblemente‖ consciente del amuleto en su
mochila, Han la protegió bajo la curva de su brazo. Era como si tuviera una
larga y ponzoñosa serpiente ahí, o una copa demasiado frágil para tocarla.

En el momento en que llegaron a la vista del campamento, tenían un gran


número de seguidores.

El Campamento Marisa Pines era centinela en el paso que conducía del sur de
las Montañas Espiritu a las Tierras de los Llanos más allá. Era grande, tanto
como‖ los‖ campamentos‖ de‖ Clan‖ eran<‖ quiz{s‖ unas‖ cien‖ chozas‖ de‖ varios‖
tamaños, construidas lo suficientemente separadas para que pudieran ser
añadidas cuando las familias crecieran.

El campamento estaba centrado en la Choza Común, un largo edificio usado


para mercados, ceremonias y los banquetes por los que los clanes eran famosos.
Cercana a la Choza Común estaba la Choza Matriarcal. Dancer y Bird vivían ahí
con la madre de Dancer, Willo, Matriarca de Marisa Pines, y una mezcla fluida
de amigos, parientes, y niños acogidos de otros campamentos.

Marisa Pines prosperó como un centro para el comercio, dada su estratégica


localización. Manualidades de campamentos por todas las Montañas Espíritu
fluían en el campamento, donde los agentes comerciales compraron sus
famosos mercados y canalizaban los bienes hechos por el clan hacia Arden al
sur, a La Corte de Tamron, y a Fellsmarch abajo en el valle.

Las relaciones entre los clanes y la reina podían ser tensas esos días, pero eso no
calmaba‖ la‖ sed‖ de‖ los‖ habitantes‖ de‖ los‖ llanos‖ de‖ bienes‖ de‖ las‖ tierras‖ altas<‖
orfebrería, cuero, piedras preciosas puestas en joyería y piezas decorativas,
productos de jardín hechos a mano, pespuntes, artes y objetos mágicos. Los
bienes de Clan nunca se agotaban, traían suerte al propietario y se decía que los
hechizos de Clan conquistarían a los más resistentes novios.

El Clan Marisa Pines era conocido por remedios, colorantes, curaciones y telas
hechas a mano. El Demonai era famoso por amuletos mágicos y sus guerreros.
El Clan Hunter producía carnes ahumadas, pieles y cueros, y armas no mágicas.
Otros campamentos se especializaban en joyería no mágica, pinturas, y otras
artes decorativas.

Muy mal que no fuera un día de mercado, pensó Han. En un día de mercado no
hubieran tenido atención en absoluto. Lo que hubiera estado bien por Han, que
se estaba empezando a cansar de explicar el por qué de su ropa empapada. Fue
un alivio agacharse por la puerta de la Choza Matriarcal y escapar de lenguas
traqueteando sin descanso.

Un fuego ardía en el centro de la choza, caliente y sin humo. El interior tenía


una fragancia a acebo, pino y canela, y el olor del guiso flotando de la choza de
cocina adyacente. A Han se le hizo agua la boca. La casa de Willo siempre olía
lo suficientemente bien para comer.

La Choza Matriarcal podría haber sido un pequeño mercado, todo por sí


misma. Grandes manojos de hierbas colgaban del cielo, y barriles, cestas y ollas
se alineaban en las paredes. En un lado habían pinturas, colorantes y vasijas de
barro‖ de‖ perlas‖ y‖ plumas.‖ En‖ la‖ otra‖ estaban‖ los‖ medicamentos<‖ ungüentos,‖
tónicos y pociones picantes de todo tipo, muchas hechas de las plantas que Han
recolectaba.
Las pieles se extendían sobre los marcos, algunos con diseños cuidadosamente
dibujados sobre ellos. Tres chicas de más o menos la edad de Han se
amontonaban alrededor de uno de ellos, sus elegantes cabezas casi tocándose,
cepillando las pinturas con las pieles.

Las cortinas dividían la habitación en varias cámaras. Desde detrás de una


cortina, Han podía oír el murmullo de voces. Los pacientes y sus familiares a
menudo pasaban la noche para que la matriarca pudiera atenderlos sin salir de
la choza.

Willo se sentó al telar de la esquina. La madeja superior hizo un ruido sordo


cuando lo golpeó contra la alfombra que estaba tejiendo. Los hilos se extendían
amplios y oscuros como el invierno, ya que los tejedores trabajaban una
temporada por delante. Las alfombras de Willo eran fuertes y hermosas, y la
gente decía que evitaba que los enemigos cruzaran tu umbral.

Todavía temblando, Bird desapareció en una de las cámaras adyacentes a


ponerse ropa seca.

Willo puso a un lado su volante, se levantó del banco, y vino hacia ellos, con las
faldas deslizándose sobre las alfombras. De alguna forma, el resentimiento y la
frustración de Han desapareció, y fue un mejor día.

Todo el mundo estaba de acuerdo en que la matriarca de Marisa Pines era


guapa, aunque su belleza era más profunda que la apariencia. Algunos
mencionaban el movimiento de sus manos cuando hablaba, como pequeños
pájaros. Otros elogiaban su voz, la cual comparaban con el Dyrnnewater,
cantando de camino hacia el mar. Su oscuro pelo caía, trenzado, casi hasta su
cintura. Cuando bailaba, se decía que los animales salían del bosque para ver.
Era una cantante, que podía hablar, de mente a mente, a los animales. Su toque
curaba a los enfermos, calmaba el duelo, animaba a los desalentados y hacía
valientes a los cobardes.

Cuando le presionaban, Han incluso tenía problemas describiendo como lucía.


Suponía que estaba en una categoría por ella misma, como una ninfa del
bosque.

Ella era todo lo que necesitaras que fuera para encontrarte mejor.

No podía evitar compararla con Mam, quién siempre parecía ver lo peor de él.
―Bienvenido,‖ Cazador‖ Solitario‖ ―dijo―.‖ ¿Compartir{s‖ nuestro‖ fuego?‖ ―El‖
ritual de bienvenida a los invitados. Entonces su mirada se fijó más de cerca en
Han,‖y‖levantó‖una‖ceja―.‖¿Qué‖te‖ha‖pasado?‖¿Te‖caíste‖en‖el‖Dyrnnewater?

Han negó con la cabeza.

―El‖Arroyo‖Old‖Woman.

Willo lo miró de arriba a abajo, frunciendo el ceño.

―Has‖estado‖en‖el‖Mudpost‖también,‖si‖no‖me‖equivoco.

―Bueno.‖Sí.‖―Han‖miró‖hacia‖abajo a sus pies, avergonzado por haber sido tan


descuidado con las hermosas botas de Willo.

―Puede‖ coger‖ mis‖ pantalones‖ de‖ las‖ llanuras‖ ―ofreció‖ Dancer.‖ Examinó‖ las‖
largas‖piernas‖de‖Han―.‖Aunque‖supongo‖que‖enseñar{‖algo‖del‖tobillo.

Como la mayoría del clan, Dancer poseía como mínimo uno o dos pares de
polainas y un par de pantalones para llevar en la ciudad. Estaría feliz de dar sus
pantalones. Dancer vestía el incómodo traje de habitante de las llanuras
protestando de todos modos.

―Creo‖ que‖ tengo‖ algo‖ que‖ funcionar{.‖ ―Willo‖ cruzó‖ al‖ grupo‖ de‖ cestas,‖
recipientes y baúles que se alineaban en la pared. Se arrodilló en uno de los
recipientes y excavó a través de la ropa. Cerca del fondo encontró lo que estaba
buscando y soltó un par de pantalones gastados en un lienzo de algodón
grueso. Los mantuvo en alto y miró de Han a los pantalones y otra vez de
vuelta a Han.

―Estos‖ te‖ quedar{n‖ bien‖ ―proclamó,‖ y‖ se‖ los‖ pasó,‖ junto‖ con‖ una‖ camisa‖ de‖
lino‖ descolorida‖ que‖ se‖ había‖ desgastado‖ de‖ lavarla―.‖ Dame‖ las‖ botas‖
―ordenó, extendiendo la mano, y por un momento Han temía que tuviera la
intención de recuperarlas para bien. Ella debió haber visto el pánico en su cara,
porque‖añadió―,‖no‖te‖preocupes.‖Sólo‖veré‖que‖puedo‖hacer‖para‖limpiarlas.

Han tiró de sus embarradas botas y le las pasó, luego se metió en la cámara de
dormir para cambiarse de ropa. Se quitó las polainas mojadas y la camisa y se
puso los pantalones secos, deseando poderse quitar el barro de su camisa.
Como si los deseos no dichos llegaran a oídos de Maker, Bird empujó las
cortinas a un lado y entró con una palangana de agua caliente y un trapo.
―¡Oye!‖ ―dijo,‖ contento‖ de‖ tener‖ los‖ pantalones‖ puestos―.‖ Podrías‖ tocar‖ a‖ la‖
puerta.‖―Lo‖que‖era‖estúpido,‖mucho,‖porque‖no‖había‖ninguna‖puerta.

Se había cambiado su traje mojado a una falda y una camisa bordada, y su pelo
mojado se estaba secando en su habitual maraña curiosa. Han todavía tenía su
camisa sin poner, y ella siguió mirando su pecho y sus hombros como si los
encontrara fascinantes. Han miró hacia abajo para ver si se había manchado de
barro bajo su camisa también. Pero estaba limpio ahí, al menos.

Bird se dejó caer en el banco de dormir a su lado, colocando la palangana en el


suelo entre ellos.

―Aquí‖―dijo,‖pas{ndole‖un‖trozo‖de‖jabón‖perfumado‖de‖las‖tierras altas y el
trapo.

Doblando los pantalones por encima de las rodillas, Han enjabonó el trapo y se
lavó el barro de sus pies descalzos y la parte baja de sus piernas, enjuagándolo
en la palangana. Luego empezó a fregarse los brazos y las manos. Los puños
plateados alrededor de sus muñecas seguían girándose cuando intentaba
limpiarlos.

―Permíteme.‖―Bird‖cogió‖un‖cepillo‖de‖cerdas‖de‖jabalí,‖agarró‖el‖puño‖de‖su‖
muñeca izquierda, y cogió el cepillo para ello. Se inclinó cerca, poniendo ese
familiar fruncido de frente en su cara que decía que se estaba concentrando.
Usaba‖algún‖tipo‖de‖perfume‖―‖olía‖como‖el‖aire‖fresco,‖vainilla‖y‖flores.

―Deberías‖quitarte‖esos‖si‖vas‖a‖meterte‖en‖el‖barro‖―se‖quejó‖ella.

―Eso‖ es‖ de‖ mucha‖ ayuda‖ ―dijo,‖ poniendo‖ los‖ ojos‖ en blanco―.‖ Intenta‖
quitarlos.‖ ―Tiró‖ de‖ uno‖ de‖ ellos‖ para‖ demostrarlo.‖ Era‖ una‖ banda‖ sólida‖ de‖
plata de 7.5 centímetros de ancho, y demasiado pequeño para deslizarlo por su
mano. Los había tenido puestos desde que podía recordar.

―Sabes‖ que‖ tienen‖ magia‖ en‖ ellos. De otra forma se te hubieran quedado
pequeños‖ahora.‖―Bird‖usó‖su‖uña‖para‖quitar‖algo‖de‖barro‖seco―.‖¿Tu‖madre‖
los compró de un vendedor ambulante?

Él asintió. Debía haber sido durante algún tiempo prospero en el pasado,


cuando había dinero para gastar dinero en brazaletes de plata para un bebé.
Cuando no estaban viviendo precariamente, como Mam siempre decía.
―Ella‖tiene‖que‖recordar‖algo‖―insistió‖Bird.‖Ella‖nunca‖parecía‖saber‖cu{ndo‖
dejarlo―.‖Quiz{s‖podrías‖encontrar‖al‖vendedor‖que‖se‖los‖compró.

Han se encogió de hombros. Ya habían tenido esta conversación antes, en la


cual él se la pasaba encogiéndose de hombros en su mayoría. Bird no conocía a
Mam. Su madre nunca vino al campamento en las montañas, nunca compartió
canciones ni historias alrededor de una hoguera. A Mam no le gustaba hablar
del pasado, y había aprendido hace tiempo a no hacer muchas preguntas, para
que ella no le golpeara con el látigo en los dedos o lo mandara a la cama sin
cenar.

En los Clanes, todo eran historias. Contaban historias sobre cosas que habían
ocurrido hacía mil años. Han nunca se cansaba de escucharlas una y otra vez.
Oír una historia de un Clan familiar era como meterte en tu propia cama en una
noche fría con la barriga llena y sabiendo que te levantarás seguro en el mismo
lugar.

Bird liberó una de sus manos y cogió la otra. Sus dedos eran cálidos, jabonosos
y resbaladizos.

―Esos‖símbolos‖deben‖significar‖algo‖―dijo,‖dando‖golpecitos‖al‖puño‖con‖su‖
dedo‖índice―.‖Quiz{s‖si‖supieras‖como‖usarlos,‖podrías,‖no‖sé,‖disparar llamas
desde la palma de tus manos.

Han estaba pensando que era tan probable como disparar llamas desde su parte
trasera.

―Me‖parecen‖como‖hechos‖por‖el‖Clan,‖pero‖Willo‖no‖sabe‖lo‖que‖significan‖los‖
símbolos‖―dijo‖Han―.‖Y‖si‖ella‖no‖lo‖sabe,‖nadie lo sabe.

Bird finalmente dejó el tema. Le enjuagó las manos y las muñecas y usó el
dobladillo de su falda para secarlas. Sacando un pequeño frasco de su bolsillo,
lo abrió y echó algo en la plata con sus dedos.

Él intentó apartarse, pero ella tenía un fuerte agarre alrededor de su muñeca.

―¿Qué‖es‖eso?‖―preguntó‖suspicaz.

―Cera‖ ―dijo,‖ frotando‖ la‖ plata‖ con‖ un‖ trapo‖ seco‖ hasta‖ que‖ brillaba.‖ Frotó‖ la‖
cera sobre el otro puño. Han se rindió, aunque no quería realmente llamar la
atención hacia ellos estos días.
―¿Vas‖ a‖ venir‖ a‖ mi‖ fiesta‖ de‖ cambio‖ de‖ nombre?‖ ―preguntó‖ abruptamente‖
Bird, sus ojos todavía fijos en su trabajo.

Él se sorprendió por la pregunta.

―Bueno,‖lo‖había‖planeado.‖Si‖me‖lo‖piden.‖―Nunca‖le‖había‖ocurrido‖que‖no‖
lo hicieran. La familia de Bird era destacada entre los Clanes, ya que ella era la
sobrina de la matriarca de Marisa Pines. La mayoría de edad de Bird sería
celebrada con una gran fiesta, y Han había estado esperándolo.

Ella asintió una vez, enérgicamente.

―Bien.

―Todavía‖ falta‖ un‖ mes,‖ ¿verdad?‖ ―Para‖ Han,‖ un‖ mes‖ era‖ una‖ eternidad.‖
Cualquier cosa podría pasar en un mes. Nunca planeaba más de un día o dos
por delante.

Ella asintió de nuevo.

―Para‖el‖día‖de‖mi‖decimosexto‖nombre.

Finalmente dejando ir sus manos, Bird dejó caer las suyas en su regazo.
Extendió sus descalzos dedos del pie de debajo de su falda, estudiándolos.
Llevaba un anillo de plata en dedo pequeño del pie derecho.

―¿Has‖decidido‖sobre‖tu‖vocación?‖―preguntó‖Han.

Entre los Clanes, se esperaba que los chicos y chicas de 16 años se entrenaran en
todas las habilidades, desde cazar, rastrear, pastoreo y uso de armas hasta la
metalurgia, curar y cantar.

A los dieciséis eran renacidos en su vocación y empezaban su aprendizaje.


Todos estaban obligados a tener un oficio, aunque las nociones del Clan de
vocación eran más flexibles que en la ciudad.

Por ejemplo, contador de historias era una vocación.

Cuando Han se dio cuenta de que Bird no había respondido, repitió.

―¿Has‖decidido‖una‖vocación?

Bird levantó la mirada hacia él.


―Voy‖ a‖ ser‖ un‖ guerrero‖ ―dijo,‖ d{ndole‖ una‖ mirada‖ de‖ acero‖ como‖ si‖ le‖
desafiara a oponerse.

―¡Un‖guerrero!‖―Parpadeó‖hacia‖ella,‖luego‖espetó―.‖¿Qué‖dice‖Willo?

―No‖lo‖sabe‖―dijo‖Bird,‖metiendo‖los‖dedos‖de‖sus‖pies‖en‖la‖alfombra―.‖No‖
se lo digas.

Willo podia estar decepcionada, pensó Han. No teniendo una hija propia,
probablemente esperaba que Bird la siguiera como matriarca y sanadora. A
pesar de que Bird no era exactamente del tipo de crianza.

―¿Cuantos‖guerreros‖necesita‖Marisa‖Pines?‖―preguntó.

―Quiero ir‖a‖Demonai‖―dijo‖Bird,‖encorvando‖sus‖hombros.

―¿En‖serio?‖―Bird‖apuntaba‖bien‖alto.‖Los‖guerreros‖Demonai‖eran‖luchadores‖
legendarios y cazadores. Se decía que podían sobrevivir en los bosques durante
semanas al viento, lluvia y luz del sol. Ese único guerrero Demonai estaba a la
altura de un centenar de soldados.

Personalmente, Han creía que eran un grupo arrogante que se mantenían por
ellos mismo y nunca esbozaban una sonrisa e intentaban hacerte pensar que
estaban enterados de secretos que tú nunca sabrías.

―¿Contra‖quién‖se‖supone‖que‖luches?‖―preguntó‖Han―.‖Es‖decir,‖hace‖años‖
desde que tuvimos una guerra en las tierras altas.

Bird parecía molesta por su falta de entusiasmo.

―Est{n‖derramando‖la‖suficiente‖sangre‖en‖el‖sur‖―dijo―.‖Los‖refugiados‖han
estado inundando las montañas. Siempre hay una posibilidad de que las luchas
se‖propaguen‖por‖aquí‖arriba.‖―Sonaba‖como‖si‖casi‖esperara‖que‖lo‖hiciera.

En el caos que siguió a la Ruptura, Arden, Tamron y Bruinswallow se habían


separado de Fells. Ahora las Tierras de los Llanos al sur estaban envueltas en
una incesante guerra civil. El padre de Han había firmado como soldado
mercenario, había ido al sur y muerto ahí. Pero había habido paz en el norte
durante un milenio.

―Willo‖ est{‖ preocupada‖ ―Bird‖ siguió‖ cuando‖ Han‖ no‖ respondió―.‖ Algunos‖
magos están diciendo que dejan ir el poder demasiado fácilmente, que era hora
de volver a tener reyes magos. Creen que los reyes magos pueden ayudar a
protegernos‖ contra‖ ejércitos‖ del‖ sur.‖ ―Ella‖ negó‖ con‖ la‖ cabeza,‖ luciendo
disgustada―.‖La‖gente‖tiene‖una‖memoria‖tan‖corta.

―Han‖ pasado‖ mil‖ años‖ ―señaló‖ Han,‖ y‖ recibió‖ un‖ fruncimiento‖ de‖ frente‖ a‖
cambio―.‖De‖todos‖modos,‖la‖Reina‖Marianna‖no‖dejaría‖que‖pase‖―añadió―.‖
Ni el Alto Mago.

―Algunas‖personas‖dicen‖que‖no‖es‖una‖reina‖fuerte‖―dijo‖Bird―.‖No‖como‖las‖
reinas en el pasado. Algunos dicen que los magos están ganando demasiado
poder.

Han se preguntó quiénes eran esa “algunas personas”, quienes tenían todas
esas opiniones.

―De‖todos‖modos,‖¿no‖tienes‖miedo‖de‖que‖te‖maten? Siendo un guerrero, me


refiero.‖―No‖podía‖evitar‖pensar‖en‖su‖padre.‖Lo‖diferente‖que‖sería‖su‖vida‖si‖
todavía estuviera vivo.

Bird resopló de disgusto.

―No‖me‖digas‖que‖no‖va‖a‖haber‖ninguna‖Guerra,‖y‖luego‖me‖adviertas‖que‖me‖
pueden matar.

La cosa era, que Han sabía que Bird sería una guerrera genial. Aunque no tenía
los músculos de Han, era mejor con un arco de lo que era él. Mejor en el trabajo
de la madera. Mejor en rastrear. Ella podía mirar en un paisaje incierto y saber
dónde se escondían los ciervos. Era mejor en anticipar los movimientos de un
posible enemigo. Lo había superado toda su vida.

Y no había nada que a ella le gustara más que acechar cosas.

Él miró hacia arriba para encontrarla mirándolo, como si esperara impaciente


por una respuesta.

―Ser{s‖ una‖ guerrera‖ genial,‖ Digging‖ Bird‖ ―le‖ dijo,‖ sonriendo―.‖ Es‖ perfecto.‖
Buena‖elección.‖―Tomó‖su‖mano‖y‖se‖la‖apretó.

Ella le sonrió, parpadeando para alejar las lágrimas, y él estaba asombrado de


que su aprobación significara tanto para ella. Estaba incluso más asombrado
cuando ella se inclinó y le besó en la boca.

Ella se puso en pie, recogió la palangana y se agachó para salir entre las
cortinas.
―¡Bird!‖ ―llamó‖ tras‖ ella,‖ pensando‖ que‖ si‖ ella‖ estaba‖ de‖ humor‖ para‖ besos,‖
estaría feliz de complacerla. Pero por el momento en que sacó la palabra, ella se
había ido.

Cuando Han volvió a la sala común, Bird se había ido, y Willo y Dancer estaban
sentados rodilla junto a rodilla en el suelo, hablando. Si no estaban discutiendo,
estaban cerca de hacerlo. Han se volvió a la puerta, avergonzado, no queriendo
interrumpir. Pero pudo oír todo lo que decían.

―¿Esperabas‖que‖me‖quedara‖quieto‖mientras‖quemaban‖la‖montaña?‖―estaba‖
diciendo‖Dancer,‖con‖su‖voz‖temblando‖de‖rabia―.‖No‖soy‖un‖cobarde.

Han estaba sorprendido. Nadie había hablado nunca de esa forma a Willo.

―Espero‖ que‖ recuerdes‖ que‖ sólo‖ tienes‖ 16‖ años‖ ―respondió‖ Willo‖
tranquilamente―.‖ Espero‖ que‖ uses‖ el‖ sentido‖ común.‖ No‖ tenía‖ sentido‖
enfrentarse a ellos. ¿Qué logró? ¿Extinguió el fuego tu valentía?

Dancer no dijo nada, solo se veía furioso.

Ella extendió la mano y le acarició la mejilla.

―Déjalo‖ pasar,‖ Dancer,‖ como‖ yo‖ he‖ hecho‖ ―dijo‖ dulcemente―.‖ Esto‖ no‖ es‖
como tú. El rencor contra los magos solo te meterá en problemas.

―No‖ eran‖ mucho‖ mayores que‖ Han‖ y‖ yo‖―contraatacó‖ Dancer‖ tercamente―.‖


¿No‖has‖dicho‖que‖los‖magos‖tienen‖que‖tener‖16‖para‖ir‖a‖Oden’s‖Ford?‖¿Y‖no‖
dijiste que no les está permitido usar magia hasta que consigan algo de
entrenamiento?

―Lo‖que‖les‖est{‖permitido‖ hacer‖a‖los‖ magos‖ y lo que en realidad hacen son


dos‖ cosas‖ diferentes‖ ―dijo‖ Willo.‖ Se‖ puso‖ en‖ pie‖ y‖ se‖ movió‖ hasta‖ el‖ telar,‖
molest{ndose‖con‖los‖hilos―.‖¿Quiénes‖eran?‖¿Lo‖sabes?

―Se‖llamaba‖Micah‖―dijo‖Dancer―.‖Micah‖Bayar.

Willo apartaba la mirada de Dancer hacia Han, por lo que vio la sangre dejar su
cara‖cuando‖Dancer‖dijo‖el‖nombre―.‖¿Est{s‖seguro?‖―Preguntó,‖sin‖volverse.

―Bueno,‖ bastante‖ seguro‖ ―Dancer‖ sonaba‖ confundido,‖ como‖ si‖ hubiera‖


captado‖algo‖en‖su‖voz―.‖¿Por‖qué?
―Est{‖en‖Aerie‖House.‖Esa‖en‖una‖familia‖de‖magos‖poderosa‖―dijo‖Willo―.‖Y‖
nadie para cruzarse. ¿Te preguntó tu nombre?

Dancer levantó la barbilla.

―Les‖dije‖mi‖nombre.‖Dije‖que‖era‖Fire‖Dancer‖del‖Campamento‖Marisa‖Pines‖
―dudó―.‖Pero‖el‖parecía‖conocerme‖como‖Hayden.

Willo cerró los ojos y negó con la cabeza ligeramente. Sus siguientes palabras
sorprendieron a Han.

―¿Y‖sobre‖Cazador‖Solitario?‖―preguntó―.‖¿Habló?‖¿Saben‖su‖nombre?

Dancer ladeó la cabeza, pensando.

―No‖ creo‖ ―dijo―.‖ No‖ lo‖ recuerdo‖ present{ndose.‖ ―Se‖ rió‖ amargamente―.‖
Probablemente no recordarán nada salvo su flecha, apuntada hacia sus negros
corazones de mago.

Willo se volvió, mirando de frente a Dancer, para que Han no pudiera ver más
su cara.

―¿Puso‖un‖arco‖hacia‖ellos?‖―dijo,‖su‖voz‖quebr{ndose‖en‖la‖palabra‖arco.

Dancer se encogió de hombros.

―El‖que‖se‖llamaba‖ Micah,‖tenía‖un‖amuleto.‖Me‖estaba‖hechizando.‖Cazador‖
Solitario le hizo detenerse.

Han contuvo la respiración, esperando a que Dancer le dijera a Willo que Han
había cogido el amuleto, pero no lo hizo.

Willo suspiró, viéndose en problemas.

―Hablaré‖con‖la‖reina.‖Esto‖tiene‖que‖parar.‖Necesita‖hacer‖valer‖a‖los‖Naéming‖
y mantener a los magos fuera de las montañas. Si no lo hace, los guerreros
Demonai lo harán.

Esto era asombroso. Willo hablando sobre lo que la reina tenía que hacer. Lo
hacía sonar como si hablar con la reina fuera una cosa de todos los días. Ella era
la matriarca, pero aun así. Han intentó imaginar cómo sería, reunirse con la
reina.
Su Exaltada Majestad. Soy Han Plantslinger. Mud-digger. El antiguo señor de
las calles de Raggers.

Willo y Dancer habían cambiado a otro tema. Willo se inclinó hacia delante,
poniendo las manos sobre las de Dancer.

―¿Cómo‖te‖sientes?

Dancer liberó su mano y alejó su cuerpo.

―Estoy‖bien‖―dijo‖rígidamente.

Ella lo miró durante un largo rato.

―¿Has‖estado‖tomando‖los‖Flying‖Rowan?‖―insistió―.‖Tengo‖m{s‖si<

―He‖estado‖tom{ndolos‖―interrumpió‖Dancer―.‖Tengo‖muchos.

―¿Est{‖funcionando?‖―preguntó,‖alargando‖la‖mano‖hacia‖él‖de‖nuevo.‖Como‖
sanadora, usaba el tacto para diagnosticar y para curar.

Dancer se puso en pie, evadiendo su mano.

―Estoy‖ bien‖ ―repitió,‖ con‖ una‖ finalidad‖ plana―.‖ Voy‖ a‖ encontrar‖ a‖ Cazador‖
Solitario.‖―Se‖volvió‖hacia‖la‖puerta‖donde‖Han‖estaba‖al‖acecho.

―Dile‖que‖coma‖con‖nosotros‖―Willo‖dijo‖tras‖Dancer.

Han se vio obligado a una rápida retirada, volviendo a la cámara de dormir,


por lo que eso fue todo lo que escuchó. Pero durante el resto del día, durante la
cena, y mientras se sentaba al fuego después, la conversación pesaba en su
mente.

Examinó a Dancer disimuladamente. ¿Podía estar enfermo? Han no había


notado nada antes, y no notaba nada ahora, salvo que Dancer parecía menos
animado, más sombrío de lo habitual. Pero eso podía ser de la confrontación del
mediodía y la discusión con su madre.

Han conocía el Rowan, también llamado Cenizas de Montaña. Él recogía


madera y las bayas, las cuales eran usadas en los remedios del Clan. Se decía
que el bosque era bueno para hacer amuletos y talismanes para alejar el mal. El
Flying Rowan era especialmente valioso en los mercados del Clan. Crecía a lo
alto de los árboles, y Han había aprendido que era mejor intentar pasar del
Rowan normal como el tipo de lo Alto de los Árboles. Para el Clan, de todos
modos.

Willo había preguntado, ¿“está funcionando”? ¿Había alguien embrujado a


Dancer? ¿Estabán Willo y él preocupado de que alguien lo hiciera? ¿Era eso por
lo que Dancer guardaba rencor a los magos?

Han quería preguntar, pero entonces sabrían que había estado escuchando a
escondidas. Por lo que se guardó las preguntas para sí mismo.
Capitulo 4
Un baile de pretendientes
Traducido por Ruthiee
Corregido por Angeles Rangel

E
ra pasada la tarde cuando Raisa finalmente trepó la curva de la escalera
de mármol hacia la torre de la Reina. Le dolía todo el cuerpo; estaba sucia
y apestaba a humo. Mellony ya estaba lista en su baño. Raisa pudo
escuchar su canto y chapoteo mientras pasaba por la habitación de su hermana
en lo alto de las escaleras. Mellony siempre estaba tan condenadamente alegre.

Raisa se habia mudado a unos nuevos cuartos después de que regreso del
Campamento‖Demonai<‖m{s‖largos,‖m{s elaborados, qué correspondía a una
Princesa heredera que casi tenia dieciséis y era la edad mínima para contraer
matrimonio. Originalmente ella habia sido asignada a unas habitaciones
privadas cerca de las habitaciones de la Reina, envuelto en terciopelo y damasco
y amueblado con una cama con dosel enorme de cerezo y un armario. Se sintía
llena incluso cuando Raisa estaba completamente sola.

Raisa le había rogado a su madre que reabriera un apartamento en el extremo


lejano del piso que había permanecido obstruido y sin usar a través de su viva
memoria. Habia muchos apartamentos cerrados en el Castillo Fellsmarch, desde
que la corte era más pequeña de lo que habia sido, pero no tantas en tan
original locación, con fácil acceso a la Reina.

Algunos sirvientes desde hace mucho tiempo decían que el apartamento había
sido abandonado porque sus paredes de vidrería lo enfriaban en el invierno y lo
calentaban en el verano. Otros decían que estaba maldito, que era en esta
mismísima habitación hace unos mil años que el Rey Demonio había
secuestrado a Hanalea lejos, el incidente había permitido el Rompimiento. En
esta versión, Hanalea había ordenado que el apartamento se sellara, jurando
nunca volver a poner un pie ahí.
La leyenda decía que el fantasma de Hanalea algunas veces aparecía en la
ventana en las noches de tormenta, con las manos extendidas, su cabello suelto
serpenteaba alrededor de su cabeza, llamando a Alger Waterlow.

Eso era una tontería, pensó Raisa. ¿Quién podria esperar en una ventana por
un Demonio, y mucho menos llamarlo por su nombre?

Cuando finalmente la madre de Raisa se dio por vencida, y los carpinteros


rompieron las barricadas, encontraron unos cuartos privados congeldos en el
tiempo, como si el anterior ocupante hubiera pretendido volver. La mueblería
estaba amontanada debajo de ropas caídas para protegerlas de la brillante luz
del sol que fluía a través de las polvosas ventanas.

Cuando las cubiertas fueron removidas, las telas brillaban, sorprendentemente


vibrantes después de miles de años.

Las posesiones del último ocupante tendidas igual que cuando ella las dejaba.
Una muñeca vestida en un anticuado vestido miraba fuera de un estante en la
esquina. Tenia una cabeza de porcelana con ojos azules vacios y largos rizos
muy rubios. Peines y cepillos estaban desordenados en la mesa de vestir, sus
cerdas deshilachadas por los ratones, y las botellas acristaladas de perfume se
quedaron adornadas en un espejo plateado, sus contenidos evaporados hace
mucho tiempo.

Vestidos de una gran época congaban en el armario, hechos para una esbelta
chica alta con una cintura muy estrecha. Algunas de los tejidos cayeron debajo
de los impacientes dedos de Raisa.

Los lobos tallados adornaron la piedra encarando a la chimenea. Los estantes de


libros alineados en habitaciones públicas. Más libros estaban amontonados en el
estante junto a la cama. Los que estaban en la habitación eran mayormente de
romance, historias de caballeros y guerreros y Reinas, escritos en el lenguaje del
Valle con un estilo arcaico. En las habitaciones públicas estaban dejadas a un
lado las biografias y los tratados en política, incluyendo Una Historia del Alto
Clan de la Región y una primera edición‖ de‖ la‖ Regla‖ de‖ Adra‖ ana’Doria‖ y‖
Gobernantes en la Era Moderna. Raisa estaba entonces solamente caminando
pesadamente a través del estricto ojo del maestro.

Hanalea o no, la suite habia sido ocupada por una joven chica, probablemente
una Princesa. Quizas ella habia muerto, pensó Raisa, y sus padres habían
mantenido la habitación preservada como un altar. Esa idea le dio unos
deliciosos escalofríos.

El apartamente estaba en una de las torres, era más pequeña que las
habitaciones qué originalmente le asignaron a Raisa. Pero se sintía espaciosa, ya
que tenía una vista de la ciudad y las montañas en los tres lados.

Ella arrastro la cama dentro de un espacio entre las ventanas, y cuando nevó, se
sintió como una Princesa hada en el globo de nieve que su padre le habia traido
de Tamron hace años. En las noches claras presionaba su rostro contra el vidrio,
pretendiendo que estaba volando en una nave con alas entre las estrellas.

Lo mejor de todo, es que ella habia descubierto un panel deslizante en uno de


los armarios, que revelaba un pasaje secreto. Serpenteaba dentro de las paredes
por lo que parecían millas. El pasaje se dirigía hacia una escalera, y la escalera
se dirigía hacia el solario del techo, un jardín acristalado que era el lugar
favorito de Raisa en todo el Castillo de Fellsmarch, incluso aunque habia caído
dentro del deterioro.

Cuando Raisa empujó para abrir la puerta de sus cuartos, se encontró con su
nodriza Magret Gray esperando por ella. Magret era una mujer formidable, alta
y ancha, con un regazo que podía acomodar a varios niños pequeños.

Magret ya no era realmente su nodriza, claro, pero ella aun ejercía una
autoridad inscrita que venia de cambiar pañales reales y masajear las orejas
reales e incluso golpeando con fuerza el trasero real. El baño de Raisa ya estaba
echando vapor en su pequeño quemador, y unos calzoncillos nuevos estaban
acomodados en la cama.

―¡Su Alteza! ―dijo Magret,‖viéndose‖espantada―.‖Usted luce aterradora, para


su seguridad. La Princesa Mellony dice que usted es mucho peor de lo que ella
era, y no lo creí. Le debo a la joven señorita una disculpa.

Correcto, pensó Raisa. Si alguna vez se acerca el día en el que no me pueda


meter en más travesuras que Mellony, Yo misma corto mi garganta.

La mirada de Raisa cayó sobre la bandeja de plata justo en su puerta en la que


Magret dejó mensajes y correo y tarjetas de visita. Los Pretendientes habían
empezado zumbar alrededor como moscas en un cadáver mientras que Raisa se
aproximaba a su dieciseisavo onomástico 1. En un día cualquiera no habría más
cinco o seis regalos elaborados de joyas o flores, espejos y juegos de tocadores,
floreros y obras de arte, además una docena de invitaciones con grabados y
cartas en papel relieve, la mayoría proclamaciones de amor eterno y devoción, y
proposiciones que iban de suaves a indecentes.

Algunos de los regalos eran muy elaborados para aceptarlos. Un Príncipe pirata
desde el otro lado de indio le había enviado un ingenioso modelo de la nave
que propuso construir para ella para que así ella pudiera zarpar con él. La
secretaria de la Reina había respondido en nombre de Raisa, cortésmente
declinándolo.

Raisa se quedó con el modelo de la nave, aunque. A ella le gustaría navegarlo


en el estánque del jardín.

Se podía decir que, Raisa no tenía ninguna intención de casarse con alguien en
un corto‖ plazo.‖ Su‖ madre‖ era‖ joven<‖ ella podría gobernar por muchos años
aún, así que no había necesidad de apresurarse en el confinamiento del
matrimonio.

Si Raisa pudiera dar su opinión, su boda sería la culminación de una década


entera de galanteo.

Qué le hizo pensar en Micah. Él estaría en la cena. Su corazón se aceleró.

Centrado en la bandeja de cortejo había un sobre bastante sencillo.

―¿De‖quién es esto?―preguntó, recogiéndolo.

Magret se encogió de hombros. ―No‖ lo‖ sé, Su Alteza. Estaba afuera de su


puerta cuando regresé del mediodía. Ahora siéntese para que asi yo pueda
sacarle esas botas. ―Ella dijo esas botas en una manera decidida y
desaprobatoria.

Raisa se sentó en la silla por la puerta, aún estudiando el sobre mientras Magret
tiraba de sus botas. Dejaron manchas de lodo y ceniza en el delantal blanco
prístino de la nodriza.

1
Onomástico dia en el que celebran su cumpleaños.
El nombre de Raisa estaba escrito en el frente de la nota en una ordenada,
caligrafía en posición vertical<‖en una persistencia familiar. Ella lo rasgó para
abrirlo y desdobló la página de adentro.

Raisa, estoy en casa. Ven a encontrarme si recibes esto antes de la cena. Estaré
en el lugar acostumbrado.

Amon

―¡Amon‖ est{ en casa! ―Raisa‖ chilló, agitando su pie, una bota fuera y otra
puesta. Agarró los codos de Magret y bailó alrededor de la habitación,
ignorando su indignada protesta. Se sentía más bien como un remolcador
remolcando uno de los grandes barcos en el Puerto de Chalk Cliff.

―En el nombre de la santa Hanalea, deténgase,‖ su‖ Alteza― dijo Magret,


luchando por dignidad. Torciéndose para liberar sus brazos, comenzó a sacarle
la chaqueta a Raisa.

―¡No! ―dijo Raisa,‖ girando‖ lejos―.‖ Detente, Magret, necesito ir para


encontrarme con Amon. Necesito descubrir que esta<

Magret se planto a sí misma enfrente de la puerta. ―Usted necesita meterse en


la bañera y tallarse. Si él la ve en este estado, lo asustará al borde de la muerte.

―¡Magret! ―protestó Raisa―.‖ Por favor. Es sólo Amon. Él no se preocupa


por<

―Amon esperó esto mucho tiempo, el esperará por un poco más de tiempo. La
esperan en la cena en dos horas y usted huele como si justamente saliera del
fumador.

Aún refunfuñando, Raisa permitió ser despojada del resto de su ropa y se subió
en la bañera. Tenía que admitirlo, se sentía grandioso. El agua caliente escoció
sus cortadas y arañazos, pero calmó y relajó sus músculos adolorídos.

Margret colgó la camisa quemada de Raisa y sacó las mallas a distancia,


arrugando su nariz. ―Estas‖van‖directo‖al‖Ragmarket‖―declaró.
―Por‖ favor,‖ Magret‖ ―Raisa‖ protestó, horrorizada―. No puedes tirarlas. Esas
son las únicas prendas cómodas que tengo.

Frunciendo el entrecejo, Magret las lanzo al cesto de lavar.

Tomó las dos horas completas el que Magret pusiera a Raisa lo que ella llamaba
―presentable―. Magret sacó un nuevo vestido que ella había hecho de uno de
los vestidos viejos de Marianna.‖Fue‖una‖sorpresa‖agradable<‖menos exigente
que los vestidos que Marianna escogió para Raisa, una simple caída de seda
verde esmeralda que cubría su cuerpo, lo suficientemente escotado en el cuello
para ser un poco atrevido.

Magret consiguió peinar el cabello húmedo de Raisa en un moño y lo fijó


encima de su cabeza, después colocó su anillo dorado en la parte superior. Para
finalizar, su nodriza añadió el collar de la belleza durmiente<‖un regalo de su
padre, Averil Lightfoot. Belleza Durmiente era el nombre de su Clan. Él la
llamo Belleza Durmiente, según dijo, por su belleza. Y sus muchas espinas.

Cuando finalmente Raisa entró en el comedor, ya estaba lleno. Un cuarteto de


cuerdas aumentaron el sonido en una esquina, camareros con bandejas
circularon a través de la habitación, y los habituales herbívoros de la corte
revoloteaban sobre un lado de la mesa cargada con quesos, frutas, y vino.

Ella rápidamente revisó la habitación en busca de Amon, aunque realmente no


esperara verlo ahí. Era poco probable que él hubiera sido invitado a mezclarse
con la aristocrácia. Al otro lado de la habitación, Raisa vio a su abuela, Elena
Demonai, Matriarca del Campamento Demonai. Ella estaba con un pequeño
grupo de su otro Clan, vistiendo las largas, elaboradamente bordadas túnicas
que se reservan para ocasiones especiales.

Ella fue y tomo las manos de su abuela, inclinando su cabeza sobre ellas en una
moda del Clan.

―Buen‖día,‖Cennestre‖Demonai‖―dijo en Clan.

―Mejor hablar aquí el lenguaje‖de‖las‖tierras‖bajas,‖nieta‖―Elena‖replicó―.‖Para


que los habitantes de los llanos no piensen que nos estamos pasando secretos.

―¿Ha escuchado algo de mi padre? ―Raisa persistió, aun en Clan. Los


Habitantes de los llanos molestos eran una de sus pocas fuentes de
entretenimiento en estos días.
―El‖estar{‖pronto‖en‖casa‖―dijo Elena―.‖Para‖la‖celebración‖de‖tú onomástica,
sino antes.

Su padre se había ido al sur en otra expedición mercantíl, cruzando Arden hacia
We’enhaven‖ y‖ m{s allá. Riesgoso en tiempo de guerra, pero en el tiempo de
guerra, las buenas transacciones traían altos precios.

―Me‖preocupo‖por‖él‖―dijo Raisa―.‖Dicen que la batalla es feroz en el sur.

Elena apretó su mano. ―Tu padre fue un guerrero antes de ser un comerciante
―dijo ella―.‖Él‖sabe‖como‖cuidar‖de‖sí mismo.

Llévame contigo de vuelta a Demonai, Raisa quería decir. Ya estoy cansada de


estar aquí, exhibida como una joya que no entra en un conjunto. Pero ella sólo
agradeció a su abuela y se alejó.

Una docena de cortesanos jovenzuelos habían aclamado espacio por la


chimenea. Desde el regreso de Raisa, más y más de la nobleza estaban enviando
a sus hijos para cortejar, empujándolos debajo de la nariz de la Princesa
heredera, esperando‖ hacer‖ ―sino‖ un‖ matrimonio―‖ conexiones que podrían
beneficiar a la familia en el futuro.

El corpulento, y sociable Will Mathis desbordaba una silla junto al fuego. El


mago de dieciocho años heredero de la Fortaleza Rock, un estado a lo largo del
Rio Firehole hacia el Acantilado Chalk, era despreocupado, poco ambicioso, y
un poco flojo, y más encantador que la mayoría de tipos. Él prefería pasar su
tiempo cazando, jugar con los dados, con las cartas, y tratando de seducir a las
chicas, evadiendo el campo de la política.

Junto a Will estaba Adam Gryphon, quién había aparcado su silla de ruedas
junto a la chimenea. Adam también era heredero de una poderosa casa de
magos, pero un accidente en su infancia había dejado a sus piernas debilitadas.
Se llegó utilizando una silla de ruedas o un par de bastones para el brazo.

Raisa no conocía muy bien a Adam. Él había estado lejos por tres años en el
Vado de Oden. Incluso cuando estaba en casa, parecía preferir la compañía de
los libros. Su ácida lengua ahuyentaba a aquellos que tal vez podrían sentir
lastima por él. Sus padres debieron de haberlo arrastrado de vuelta para
cortejar por la temporada.
Los primos de Raisa, Jon y Melissa estaban ahí, la hermana de Raisa, Mellony,
cuyo estatus real le dio su posición con la gente mayor. Los apuestos, rubios,
hermanos vacantes Klemath, Kip y Keith, estaban tapando el queso, riéndose en
voz alta de nada en particular. Sus padres probablemente habían esperado que
uno de ellos pudiera atrapar la atención de Raisa. Ellos la habían estado
cortejando con su torpe entusiasmo, como un par de lenguas babosas de golden
retrievers2.

―¿Podría traerle una copa de vino, Su Alteza? ―preguntó Keith.

―Le‖traeré‖una‖también‖―Kip añadió, mirando hacia su hermano. Y se fueron


dando saltitos.

Como si ella pudiera casarse con alguien llamado Kip.

Micah se inclinó contra la chimenea, flanqueado por su hermana gemela, Fiona,


y rodeado por su usual grupo de chicas admiradoras. Melissa y Mellony
poniendo atención a cada palabra. Raisa tenía que admitirlo, él se había aseado
bien<‖vestía un abrigo de seda negro y pantalón gris que provocó su grupo de
halcones. Sus manos estaban vendadas y aún se veía bastante pálido contra su
melena de cabello negro azulado. Mientras Raisa miraba, él coloco una copa
vacía en la mesa y agarro una llena de un mesero que pasaba. Fiona se inclino
sobre él y le murmuró algo. Lo que sea que fuera, a él no le gustaba. Sacudió el
cabeza, frunciendo el ceño, y se volteó ligeramente lejos de ella.

Ambos magos, Fiona y Micah eran como imágenes negativas el uno del otro,
cada una notable. Ellos eran de la misma altura y compartían la misma
estructura delgada, características faciales angulares, y un sarcástico ingenio. El
cabello de Fiona era completamente blanco, debajo de sus pestañas y sus cejas;
incluso sus ojos eran de un pálido azul, como una sombra en la nieve.

Fiona y Micah reñían constantemente, pero crúzate con uno y tendrás que
luchar contra ambos.

―¿No estuviste asustado cuando viste el fuego? ―Le‖pregunto Missy a Micah,


sus ojos azules‖se‖ampliaron‖horrorizados―.‖Sé que tendría que haber huido y
correr de vuelta por la montaña.

2
Raza de perros
Raisa se esforzó por controlarse de hacerle una cara o mímica al
comportamiento insulso de Missy.

Una señorita mantiene sus opiniones críticas para ella misma.

―Estaba‖ asustada‖ ―contribuyó‖ Mellony,‖ sonroj{ndose―.‖ Pero Micah vino


cabalgando directamente en nuestro centro y nos dijo que el fuego se estaba
acercando, que nosotras deberíamos escapar de ahí. Él ya estaba quemado por
tratar de apagar el fuego, pero no estaba para nada atemorizado.

Micah parecía inusualmente reacio a hablar de sus hazañas. ―Pues,‖qué bueno


que salió bien al final. ¿Nadie más gusta mas vino?

―¿Mellony no dijo que llegaste tarde a la caza? ―dijo Missy, poniendo sus
hombros de vuelta para mostrar‖ mejor‖ sus‖ senos‖ de‖ gran‖ tamaño―.‖ ¿Cómo
llegaste con la reina en medio del fuego?

Buena pregunta, pensó Raisa, sorprendida de que Missy hubiera pensado en


ello. Manteniéndose junto a la pared, ella se deslizo más cerca.

Micah parecía pensar que era una buena pregunta también. Tomo un largo
trago de vino, pensando en ello. ―Bien, ah, nosotros vimos el fuego por debajo,
asi‖ que‖ tomamos‖ un‖ atajo,‖ esperando‖ alcanzarlos‖ y< ―‖ Micah‖ miró hacia
arriba y vio a Raisa, tomando una completa‖ ventaja‖ de‖ su‖ distracción―.‖ Aquí‖
est{‖ahora‖la‖Princesa‖Raisa‖―dijo‖él, agachándose en una elegante reverencia.

Raisa extendió su mano. Micah la agarró y la elevo a sus labios, después levantó
la cabeza y miró dentro de sus ojos, mandando un susurró de poder a través de
sus dedos. Ella retrocedió y retiró su mano. A los jóvenes magos algunas veces
se les filtraba dejar escapaba la magia, pero él sonrió en una manera que decía
que estaba presumiendo.

Raisa se paró en sus pies y sonrió hacia él de una manera que decía qué eso no
era un accidente tampoco.

Fiona miró hacia Raisa, de alguna manera haciéndose incluso más alta mientras
le entregaba una fría reverencia.

Bueno, está bien, pensó Raisa, sintiéndose culpable. Quizás tu hermano tomó
mucho vino. Para ser justos, él salvo mi vida, merece celebrar, y probablemente
está adolorido.
―Micah‖ est{‖ siendo‖ demasiado‖ modesto‖ ―dijo Raisa, en una especie de
disculpa‖ambigua―.‖ El fuego vino hacia nosotros como una estampida cuesta
abajo. Estábamos atrapadas en un estrecho desfiladero con llamas por todos
lados, y pensé que de seguro todas nos quemaríamos hasta la muerte. Sí no
fuera por Micah y su padre y los hermanos Comandantes, no estaríamos.
Apagaron el fuego completamente. Fue sorprendente. Ellos salvaron nuestras
vidas.

―Oh,‖Micah‖―exclamó‖Missy.‖Ella‖alcanzó sus manos, retrocedió ante la visión


de los vendajes, luego envolvió sus brazos alrededor de su cuello y miró hacia
arriba‖dentro‖de‖sus‖ojos―.‖¡Eres un héroe!

Micah se veía lo suficientemente frustrado como para ser encantador, y se


apartó tan pronto como pudo, disparando miradas hacia Raisa.

No te preocupes, pensó ella. No estoy celosa. Sólo molesta con Missy.

―¿Cómo supones que empezó el fuego? ―preguntó‖ Missy, acomodando sus


rizos elaborados‖de‖vuelta‖en‖su‖lugar―.‖Ha estado lloviendo por semanas.

―Padre‖ piensa‖ que‖ los‖ Clanes‖ tuvieron‖ algo‖ que‖ ver‖ en‖ ello‖ ―dijo Micah―.‖
Ellos siempre están ansiosos por mantener a la gente fuera de las montañas.

―Magos‖ ―dijo Raisa―.‖ Ellos están ansiosos por mantener a los magos fuera
de los Espíritus. Pero los Clanes nunca le prenderían fuego a Hanalea.

Micah inclinó la cabeza. ―Acepto‖la‖corrección,‖Su‖Alteza‖―dijo―.‖Usted‖est{


familiarizada con sus manera y yo no. ―Él‖forzó‖una‖sonrisa―.‖Entonces, es un
misterio.

―Bueno,‖ yo‖ no‖ confió‖ en‖ ellos‖ ―declaró Missy. Mirando a su alrededor para
localizar a la delegación‖ Demonai‖ antes‖ de‖ continuar―.‖ Ellos se deslizan
alrededor como ladrones, y siempre se están murmurando el uno al otro en ese
lenguaje extranjero así qué nunca sabrás lo que están diciendo. Y todos saben
que ellos roban bebés y los reemplazan con demonios.

―No‖ digas‖ tonterías,‖ Melissa‖ ―dijo Raisa abruptamente―.‖ Los‖ niños‖ son‖
criados con sus Clanes por su propio bien, para enseñarles las viejas maneras.
Además, los Clanes fueron los primeros aquí. Si hay un lenguaje extranjero
hablando en Fells, es el lenguaje del Valle.
―Por‖ supuesto,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo Missy precipitadamente―.‖ No‖ intenté
ofender. Pero el lenguaje del Valle es una lengua más civilizada. La usamos en
la‖corte‖―añadió, como si eso lo resolviera.

El cuarteto había completado su calentamiento, y ahora las primeras cuerdas de


la verdadera música flotaba sobre de ellos.

―¿Le importaría bailar, Su Alteza? ―preguntó Micah abruptamente. Más alla


de ál, los Klemanth estaban prácticamente golpeando su frente porque ellos no
habían pensado primero en ello.

Wil rápidamente ofreció su brazo a Fiona. ―Señorita‖Bayar,‖sería‖un‖honor‖para‖


mí.

Missy frunció el ceño, habiendo sido pasada por alto. Ella miró alrededor por
otros prospectos.

Adam Gryphon sonrió torcidamente. ―¿Le importaría bailar, Señorita


Hakkam? ―dijo, haciendo como si balanceara sus bastones en la posición.

―Bueno<‖ah<‖quiz{s‖iré‖y‖buscare‖algo‖de‖ponche‖―dijo Missy, volando en la


dirección del tazón de ponche.

Qué lastima la incapacidad que Missy tiene entre sus oídos, pensó Raisa.
Quería decirle algo a Adam, pero sabía que él le daría una respuesta cortante.

Micah le ofreció su brazo, dirigiéndola a la pequeña pista de baile. Ella puso


una mano en su muñeca meció cuidadosamente la mano vendada con la otra.

Dieron vueltas en el piso, flotando con la música. Criado en la corte, Micah era
un excelente bailarín, a pesar de sus varias copas de vino y el pisotón en sus
pies. Pero entonces, él hizo todo inexorablemente bien.

―¿Cómo están tus manos? ―preguntó Raisa―.‖¿Duelen mucho?

―Están bien. ―‖Él parecía tenso e inusualmente inarticulado.

―¿Qué paso esta mañana? ―insistió‖Raisa―.‖¿Por qué estuviste tan retrasado?

―Raider se levantó tarde. Tuvimos que tirarle un zapato, y tomó más tiempo
de lo que esperaba.

―Deben de mantener una docena de caballos en la corte. ¿No pudiste montar


otro?
―Raider es mi mejor cazador. Además, como dije, tomó más tiempo de lo
esperado‖―dijo.

―Tu padre‖fue‖muy‖duro‖contigo‖hoy‖―dijo Raisa.

Micah hizo una mueca. ―Mi padre es duro conmigo todos los días. ―Y luego,
de la manera en la que alguien cambia intencionalmente de tema, dijo―.‖Ese es
un nuevo vestido, ¿Cierto? ―Cuando‖ ella‖ asintió,‖ él‖ añadió―.‖ Me gusta. Es
diferente de tus otros vestidos.

Raisa miró hacia abajo a sí misma. Parte del encanto de Micah era que él nunca
se perdía de nada. ―¿Por‖qué‖no‖esta‖lleno de holanes?

―Ummm. ―Micah pretendió pensar por un‖ momento―.‖ Quizás es eso.


Además el color hace resaltar tus ojos. Esta noche son como estanques en un
claro del bosque, reflejando el dosel de hojas por lo alto de tu cabeza.

―El negro‖ hace‖ resaltar‖ tus‖ ojos,‖ Bayar‖ ―dijo Raisa dulcemente―.‖
Resplandecen como estrellas moribundas lanzadas por los cielos, o dos pedazos
de carbón desde las entrañas de la tierra.

Micah se le quedó mirando por un momento, después echó su cabeza para atrás
y‖ rio.‖ ―Usted es imposible‖ de‖ halagar,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo―.‖ Estoy indefenso
aquí.

―Sólo déjalo. Yo fui criada en la corte también, sabes. ―Ella recargó la cabeza
en su pecho, sintiendo el calor de él a través de la lana, escuchando el golpe
sordo de su corazón. Bailaron‖en‖círculos‖por‖un‖momento―.‖¿Así que te iras al
Vado de Oden en el otoño?

Micah asintió, su sonrisa desapareciendo. ―Desearía poder irme ahora. Deben


de mandar a los magos a los trece años, como promesas de soldado.

Micah estaría asistiendo a la Casa Mystwerk, la escuela para magos en el Vado


de Oden. Había media docena de academias ahí, agrupadas en los bancos del
Rio Tamron, a las orillas entre Tamron y Arden.

Debería de haber una escuela para entrenar Princesas, pensó Raisa, donde ella
podría aprender algo más útil que los modales en la mesa y un bonito discurso.

―Los‖ Clanes creen que es peligroso poner magia en las manos de un joven
mago‖―dijo Raisa.
Micah hizo una mueca. ―Los‖Clanes deberían aprender a relajarse un poco. Sé
que tu padre es del Clan, pero no entiendo por qué insisten en que todo
permanezca igual. No es como si estuviéramos congelados en el tiempo,
pagando por un antiguo crimen que nadie recuerda.

Raisa ladeo su cabeza. ―Tú‖sabes‖porque.‖Los‖Clanes sanaron la Ruptura. Las


reglas del Naéming tienen la intención de evitar que eso vuelva a suceder.
―Ella se detuvo, luego no pudo resistirse añadir―.‖ ¿No aprendiste eso en la
escuela?

Micah despidió el tema de la escuela con una agitación de su mano. ―Hay


mucho por aprender para toda la vida. Qué es el por qué deberían darnos
amuletos al nacer, para que así podamos comenzar nuestro entrenamiento tan
pronto como sea posible.

―Ellos nunca harán eso a causa del Rey Demonio.

La canción llegó a su final, y ellos movieron a una parada en la pista de baile.


Agarrando sus codos, Micah mirá abajo hacia su rostro. ―¿Qué acerca del Rey
Demonio? ―dijo.

―Bueno. Ellos dicen que el Rey‖Demonio‖era‖como‖un‖prodigio‖―dijo ella―.‖Él‖


llevó la magia —y la magia negra— a una edad muy temprana. Destrozó su
mente.

―Mmmm.‖Eso‖es‖lo‖que‖dicen‖los‖Clanes.

Era el argumento al que ellos habían estado llegando cientos de veces,


empaquetados de diferentes maneras. ―Ellos‖dicen‖esas‖historias‖porque es la
verdad, Micah. Alger Waterlow era un loco. Cualquiera que pudiera hacer lo
que‖el‖hizo<

Micah sacudió su cabeza, un ligero movimiento, con los ojos fijos en los de ella.
―¿Qué tal si es inventado?

―¿Inventado? ―Ahora‖ la‖ voz‖ de‖ Raisa‖ se‖ elevó y ella tuvo qué hacer un
esfuerzo‖ consciente‖ para‖ bajarla―.‖ No me digas que te has unido a los
Revisionistas.

―Piensa lo que esta historia‖le‖consigue‖a‖los‖clanes‖―dijo Micah, su voz baja y


urgente―.‖Magos cargando alrededor toda esta culpa, temerosos de afirmar sus
dones innatos. Los Clanes controlando los objetos que les permiten usar sus
poderes mágicos. La familia real, forzada a bailar cualquiera que sea el tono que
ellos toquen.

―Por supuesto los Clanes controlan‖ los‖ amuletos‖ y‖ los‖ talismanes‖ ―dijo
Raisa―.‖ Ellos son los que los hacen. Es la división de poder entre la magia
verde y la alta magia lo que nos ha mantenido a salvo todos estos años.

Micah bajo más su voz. ―Por‖ favor,‖ Raisa.‖ Sólo escucha un minuto. ¿Quién
sabe si la Ruptura alguna vez en verdad pasó? O si los magos fueron la causa.

Ella lo contempló con el ceño fruncido, y Micah rodó sus ojos. ―No importa.
Vamos. ―Tomando su codo, la llevó a una alcoba con ventana que daba a la
ciudad iluminada.

Acunando su rostro entre sus manos vendadas, Micah la beso, al principio


ligeramente, y después con más intensidad. Como era común, Micah estaba
cambiando de temas a algo en lo que ellos podían coincidir. La mayoría de sus
argumentos terminaban así.

El pulso de Raisa se aceleró, y su aliento se aceleró. Sería tan fácil caer debajo de
este hechizo, y aún así, ella no había terminado completamente con la
conversación.

Raisa gentilmente se alejó de él, se volteo y se quedó mirando afuera sobre la


ciudad. Brillaba por debajo, perfecto desde esa distancia.

―¿Escuchaste esta teoría acerca de la Ruptura de tu padre? ¿Es eso lo que el


Alto Mago piensa?

―Mi padre no tiene nada que ver con‖esto‖―dijo Micah―.‖Tengo ideas por mi
propia cuenta, sabes. Él sólo< ―Él‖descansó su mano sobre sus hombros y el
poder se desprendió‖ a‖ través‖ de‖ sus‖ dedos―.‖ Raisa, desearía que nosotros
pudiéramos<

Él fue interrumpido por un griterío que aumentaba en el comedor. La banda se


desplazó sin problemas en ―El Trayecto de las Reinas― Raisa y Micah se
detuvieron en la entrada de la alcoba a tiempo para ver a la Reina Marianna
recorrer a lo largo la habitación y con ella Gavan Bayar, los bailarines
separandose ante ellos, hundiéndose en reverencias e inclinaciones. Detrás de
ellos venía la Guardia de la Reina, resplandeciente en su uniforme de Lobo Gris
y dirigidos por Edon Bryne.
Raisa frunció el ceño ante la visión de su madre desfilando brazo con brazo con
el apuesto Maestro del Consejo de Magos. Ella inspecciono y vio a Elena
Demonai mirando, su rostro glacial con desaprobación, y suspiró. Lord Bayar
podría ser un héroe, pero aún así. Las lenguas se movían bastante bien en la
corte sin aliento.

La Reina se volteo en un giro de faldas y encaró la habitación. Estaba vestida en


seda de color champaña que añadía un toque de luz a sus rizos rubios. Topacios
brillaban en su pelo y en su cuello, y diamantes de color miel adornaban sus
finas manos. Ella utilizaba una ligera corona compuesta por más topacios,
perlas y diamantes.

La Reina Marianna sonrió hacia la asamblea. ―En un momento vamos a entrar


para cenar. Pero primero vamos a reconocer a los héroes en el vestíbulo esta
noche. Este día por su valor ellos salvaron el linaje de las Reinas de Fellsian.
―Ella extendió una mano sin mirar, y alguien‖ puso‖ una‖ copa‖ en‖ ella―.‖
¿Podrían Micah Bayar, Gavan Bayar, Miphis Mander, y Arkeda Mander dar un
paso al frente?

Gavan Bayard se volteo graciosamente y se arrodilló enfrente de la Reina.


Micah dudó por un momento, escondido en la alcoba, mirando a cualquiera de
los dos lados como si deseara poder escapar. Después suspiró y dejó a Raisa
para reunirse con su padre. Arkeda y Miphis vinieron y se arrodillaron
también.

Meseros circulaban a través de la gente, distribuyendo una copa a aquellos que


no tuvieran. Raisa aceptó una y se quedó de pie esperando.

―Estos‖magos‖me‖salvaron,‖a‖la‖Princesa heredera, y a la Princesa Mellony de


un desastroso fuego arrasador mediante el uso de extraordinaria y hábil magia.
Por lo tanto brindo por la única e histórica unión entre la línea de las Reinas
Fellsian y la alta magia que hace tiempo protege y sustenta a nuestro reino en
este tiempo de guerra. ―La‖Reina‖elevó‖su‖copa,‖asó como todos los demás en
el vestíbulo lo hicieron, y bebieron.

Menciona al Capitán Bryne, Raisa gesticuló hacia su madre, pero Marianna no


lo hizo.

―También quisiera darle una bienvenida de vuelta a la corte a un joven


hombre que ha sido como un hijo para nosotras. Después de tres años lejos, él
ha regresado para el verano y nos servirá en una asignación temporal a la
Guardia de la Reina. ―La‖ Reina Marianna sonrió a los soldados reunidos,
señalando‖a‖nadie‖en‖particular―.‖Amon Bryne, pase al frente.

Raisa se quedó contemplando, pasmada, mientras uno de los altos soldados


daba un paso al frente y se arrodillaba ante la Reina. Edon Bryne saco su espada
y se la pasó a Marianna.

―¿Usted, Amon Brynes, jura proteger y defender a la Reina, la Princesa


heredera, y a todas las descendientes de Hanalea de nuestros enemigos, incluso
si le cuesta su vida?

―Mi‖ sangre‖ es‖ tuya,‖ Su‖ Majestad‖ ―este extraño, alto Amon dijo en una
profunda‖voz‖desconocida―.‖Ser{ un honor para mí el derramarla en defensa
de la línea real.

La Reina golpeo ligeramente a Amon en cada amplio hombro con el plano de la


espada―.‖Levántate, Bryne Corpóreo, y únase a su capitán.

La nueva rosa corpórea, reverencio otra vez, y se alejó de la reina hasta que
estuvo lado con lado con su padre, quién no perdió la sonrisa.

Raisa se quedó de pie estupefacta, con la mano en su garganta. Los ojos grises
de Amon eran los mismos que ella recordaba, así como el cabello liso negro que
descansaba en su frente. Gran parte del resto de él se había rehecho.

―Ahora‖―dijo la Reina―.‖Vamos a cenar.

Raisa no tuvo oportunidad de hablar con Amon durante la cena. Ella estaba
sentada a la cabeza de la mesa, entre Micah y su padre. Arkeda y Miphis se
sentaron en posiciones de honor en ambos lados de la Reina, con Mellony en el
lado opuesto, Fiona junto a ella. También dentro de la distancia estaban los
Demonias, y Harriman Vega, un mago psíquico de la Corte.

Como capitán de la Guardia de la Reina, Edon Bryne tuvo un lugar cerca del pie
de la mesa, pero la Guardia misma estaba estacionada a lo lejos del final de la
habitación, cerca de la entrada del salón de baile. Los ojos de Raisa no
consiguieron apartarse de los de Amon.

Su rostro estaba más delgado, la estructura ósea más prominente, cualquier


rastro de grasa de bebé se borró por su tiempo en el Vado de Oden. Tenía la
intensidad de su padre empaquetada en un delgaducho cuerpo, pero el había
añadido una nueva capa de músculo en su pecho y brazos.

Ahora y otra vez ella vio destellos del chico que ella recordaba. Él se puso de
pie un poco tímidamente, se enderezo de nuevo, una mano en la empuñadora
de su espada. Una vez ella lo atrapó viéndola, pero el apartó su mirada
rápidamente cuando sus ojos se encontraron, manchas de color mostrándose en
sus mejillas.

Ella se sintió frustrada, desconcertada, casi enojada. ¿Cómo pudo Amon


haberse convertido en esta otra persona mientras estaba lejos? Si ellos se
encontraran, ¿Qué podría decirle? ¿Dulce diente de Leeza, eres alto?

―¿Su Alteza? ―Las palabras fueron dichas bastante en voz bastante alta en su
oído, y Raisa saltó‖ y‖ se‖ volteo‖ hacia‖ Micah‖ Bayar―.‖ Apenas has tocado tu
comida, y siento como si estuviera‖habl{ndome‖a‖mi‖mismo‖―dijo él mientras
el postre era puesto ante ellos. Había un borde en su voz que decía qué estaba
irritado.

―Lo‖siento‖―dijo Raisa―.‖Temo que estoy un poco distraída. Ha sido un largo


día, y estoy cansada. ―pinchó su pasta, deseando ser joven otra vez y ser capaz
de levantarse de la mesa tempranamente.

―No‖ hay‖ duda‖ de‖ que‖ est{ cansada, Su Alteza, después del susto de esta
mañana‖ ―dijo Lord Batar,‖ sonriendo―.‖ Quizás una caminata en el jardín
después de la cena la restaurara. Micah estará feliz de acompañarle.

―¡Oh! ―dijo Raisa―.‖Bueno. Es muy amable de su parte el pensar en mí, Lord


Bayar,‖pero‖yo‖realmente<

Micah se inclinó más de cerca, hablando en el oído de Raisa para que así ella
fuera la única en escuchar. ―Algunos de nosotros nos reuniremos más tarde en
el salón‖de‖cartas‖en‖el‖ala‖este‖―murmuró―.‖Deberá ser entretenido. Por favor
ven. ―Su caliente mano se cerró sobre la de ella, presionándola en la mesa. Una
promesa.

―¿Qué? ―dijo Raisa distraídamente.

El aliento de Micah siseo a través de sus dientes. ―Sigues viendo hacia la


puerta. ¿Tienes tantas ganas de salir? ¿O es alguien en particular a quién estas
viendo?
Ahora Raisa estaba enojada. ―Agradeceré que te metas en tus propios asuntos,
sul’Bayar.‖Voy‖a‖mirar‖a‖donde‖sea‖que‖dé la gana.

―Por supuesto. ―Micah‖liberó‖su‖mano‖y‖metió‖su‖tenedor‖en‖su‖postre―.‖Es


grosero es todo lo que estoy diciendo.

―¡Micah! ―Lord Bayar miró hacia su hijo―.‖ Discúlpate‖ con‖ la‖ Princesa
heredera.

―Disculpe‖ ―dijo Micah, mirando directo hacia adelante, un músculo de su


mandíbula‖brincando―.‖Por favor discúlpeme, Su Alteza.

Raisa se sintió encerrada por los magos, oprimida por la tensión entre Micah y
su padre. Era bastante molesto.

Cuando la cena acabó, la banda se reagrupó. Habría baile dentro de las pocas
horas, bebida sin tregua y el coqueteo, subrayado por una serie de
entretenimientos anticuados. En el salón de cartas me esperaba el baile de los
posibles pretendientes. Era tiempo de escapar.

Ella presiono el dorso de su mano contra su frente. ―Me‖ voy‖ a‖ la‖ cama‖
―dijo―.‖ Tengo un horrible dolor de cabeza. ―Empujó hacia atrás su silla.
Cuando Micah y Lord Bayar hicieron como si se fueran a levantar, dijo ella―,‖
por favor, siéntense. Quisiera retirarme discretamente.

―¿Est{‖ segura‖ de‖ que‖ est{ bien? ―preguntó Micah, mirando hacia su padre,
luego‖de‖nuevo‖a‖Raisa―.‖¿Por qué no la escolto de vuelta a sus habitaciones.

Como si ella necesitara ayuda para encontrar su camino, pero ellos solían usar
esta excusa para encontrar tiempo a solas.

Ella se puso de pie. ―No. Ustedes son los invitados de honor. Su Majestad
estará decepcionada si se van. Gracias de nuevo por todo.

La Reina Marianna la estaba mirando, una ceja se elevo con interrogación. Raisa
se encogió de hombros y de nuevo tocó su frente, la señal universal para el
dolor de cabeza. La Reina asintió, le sopló un beso, y se volteo de nuevo hacia
Miphis, que aún se veía emocionado y asombrado de estar sentado junto a la
Reina.

Raisa caminó a lo largo del comedor. Dudando, miró hacia atrás y vio a los
Demonais mirándola, una ligera sonrisa en el rostro de Elena.
Mientras pasaba entre Amon y sus compañeros soldados, ella no miró hacia la
izquierda o derecha, pero murmuró. ―El lugar de costumbre, tan pronto como
estés disponible.
Capitulo 5
Historias antiguas
Traducido por Roux
Corregido por Majo2340

H
an, postergó lo de Marisa Pines el mayor tiempo posible. Era tarde, al
día siguiente, cuando se despidió de Hanalea, descendió hacia
Dyrnnewater por el Valle. Había vendido o cambiado todo, lo que
carecía de valor. Lo demás tendría que esperar al mercado de Flatlander. Las
monedas tintineaban en su bolso y en su mochila sobresalía la tela y el cuero
que podría vender con beneficios, las bolsas de los recursos de Clan, además de
la carne de venado ahumada suficiente para hacer una comida. Y el amuleto,
oculto en la parte inferior. Se lamentó por no haber obtenido más venado, pero
todavía estaban al comienzo de la temporada. Esperaba que su madre estuviera
de acuerdo.

En el camino por la montaña, se detuvo en varias cabañas para ver si había


correo o mercancías que quisiera llevar o conseguir para el mercado. Muchos de
los habitantes de las cabañas preferían la vida fuera del Clan, lejos del bullicio
de los campamentos. También los ex-habitantes del bajo valle que preferían la
soledad o tenían razones para evitar a la guardia, de mano dura, de la reina.
Gano un poco de dinero por la comunicación de las noticias y el correo de
arriba a abajo en las montañas y actuar como agente de los montañeses que no
les importaba visitar el Valle.

Lucius Frowsley era uno de ellos. Su cabaña estaba en el río Creek se unía con
el Dyrnnewater. Había vivido en la montaña tanto tiempo, que parecía un trozo
desprendido de ella, con la cara escarpada y la ropa que cubría su cuerpo
delgado como el enebro en una ladera. Sus ojos estaban opacos y eran como las
nubes de un cielo de invierno, había quedado ciego de joven.

A pesar de su ceguera, el anciano era dueño de una de las cabañas más


productivas en la Montaña Espíritu. Aunque Lucius podía caminar por los
senderos y los bordes de las tierras altas como una cabra, nunca iba a
Fellsmarch a no ser que no tuviera elección. Así llevaba las órdenes,
contenedores y dinero desde el Valle, y el producto hacia abajo. Los
contenedores estaban llenos cuando los llevaba y vacíos cuando los traía de
vuelta. La mejor parte de los libros de Lucius era que no había tantos como en la
biblioteca del templo, pero más libros de los que un solo hombre podría tener.
Los mantenía ocultos en un tronco para protegerlos de la intemperie. Lo que el
ciego necesitaba era una biblioteca, no podría decírselo, pero lo aprovechaba al
máximo. Algunos días se tambaleaba por la montaña con la mitad de su peso en
libros. Eso era otro misterio. Los debía haber leídos todos dos veces por lo
menos. Pero siempre parecía tener otros nuevos.

Lucius estaba de mal humor y tal vez loco, un poco, no demasiado. Pero era
justo con Han, y en realidad, siempre pagaba a tiempo, que eso era raro.

Nadie se había atrevido a vencer con los puños a Alister, lord de Ragmarket.
Pero desde que había dejado esa vida, Han había sido engañado más veces de
lo que quería recordar.

Lucius también era una fuente de información sin prejuicios. Lo sabía todo, y, a
diferencia de su madre, respondía a cualquier pregunta sin una conferencia.

La cabaña de la ladera estaba vacía, al igual que la cabaña de la destilería, pero


Han sabía dónde mirar. Encontró pescando a Lucius en el Creek, lo hacia todos
los días, tres temporadas al año. Se trataba de una excusa para sentarse y
dormir en la orilla del arroyo y darle a la botella que tenía siempre a mano. Su
perro, tenía un pelo áspero, era un pastor llamado Perro, estaba tendido a sus
pies. Cuando Han caminó hasta el lecho del arroyo, hacia Lucius bajó la caña de
pescar y se sacudió como si se sobresaltara. El anciano levantó las manos en
forma de protección, con la cara pálida y asustada, con el ceño afilado.

―¿Quién est{‖ ahí?‖ ―Preguntó, agitando las mangas alrededor de los brazos
delgados. Como de costumbre, estaba vestido con ropa desechada del Clan y de
la que se encontraba en Ragmarket. Al ser ciego no era muy exigente sobre el
color.

―Hola, Lucius. Soy Han.

―Han ―Perro levantó la cabeza y olfateó con aprobación, y luego apoyó la


cabeza en las patas, sacudió las orejas para ahuyentar las moscas. Las manos de
Lucius se bajaron, a pesar de que‖todavía‖parecía‖cauteloso―.‖Muchacho‖―dijo,‖
siempre lo llamaba muchacho―.‖ No deberías sorprender a la gente de esa
manera.
Han lo miró. Había venido a lo largo de la orilla, igual que siempre. Todo el
mundo estaba actuando de manera rara. Han se puso de cuclillas junto a
Lucius, tocándole el hombro para que se diera cuenta de su presencia, y el viejo
se sobresaltó violentamente.

―¿Has‖ pescado‖ mucho?‖ ―Preguntó Han. Lucius miró con sus ojos azules
legañosos como si fuera una pregunta difícil, entonces se agachó y tiró dentro
de una canasta hecha por el Clan, un pez del arroyo.

―He cogido cuatro, hasta el momento.

―¿Los‖ peces‖ son‖ para‖ vender?‖ ―Preguntó―.‖ Te puedo conseguir un buen


precio en el mercado.

Lucius lo consideró‖durante‖un‖momento.‖―No. Voy a comerlos.

Han se acomodó con la espalda apoyada en un árbol y extendió sus largas


piernas en sus pantalones campestres.

―¿Necesitas algo? ―Preguntó,‖ acariciando‖ su‖ mochila―.‖ Tengo pimientos y


especias Tamron.

Lucius‖soltó‖un‖bufido.‖―El pescado está bien, muchacho.

―¿Cualquier‖cosa‖de‖Fellsmarch?‖―Dijo Han.

Lucius asintió con la cabeza.

El perro estuvo corriendo durante un rato. Han se quedó mirando las rocas que
estaban en la orilla del arroyo. Lucius aún parecía nervioso e inestable.
Mantuvo su inclinación de cabeza de un lado a otro, como si fuera a recoger un
olor o un sonido tenue de la brisa.

―¿Todavía utilizas los puños, muchacho? ―Preguntó bruscamente.

―¿Qué‖te‖parece?‖―Murmuró‖Han.‖Lucius cogió el brazo de Han y le arrastró


hacia atrás la manga, toco el brazalete de plata como si fuera a leer las runas a
través del tacto. El anciano gruñó y le soltó el brazo, todavía murmurando para
sí‖mismo―.‖¿Qué pasa? ―Preguntó Han, bajando la manga.

―Huelo‖a‖hechizos‖―dijo‖Lucius, de manera incompresible para Frowsley.

Han, pensó en el amuleto, de su mochila pero decidió que no había manera de


que Lucius pudiera saber que estaba allí.
―¿Qué sabes acerca de la magia?

―Un‖ poco.‖ ―Lucius se frotó la nariz con el dedo índice. No lo suficiente, ni


demasiado.

Han‖lo‖intentó‖de‖nuevo.‖―¿Qué sabes sobre los magos?

Lucius permaneció inmóvil durante un buen‖rato.‖―¿Por qué me lo preguntas?

Han lo miró fijamente. La mayoría de los adultos respondían a las preguntas


con preguntas, pero no Lucius. Cuando no respondió de inmediato, el viejo
apretó la mano sobre el hombro de Han.

―¿Por‖qué‖me‖lo‖preguntas?‖―Repitió ferozmente.

―Ay. Cálmate.‖ ―Dijo‖ Han,‖ y‖ Lucius‖ lo‖ soltó―.‖ Dancer y yo tuvimos un


encuentro con algunos‖magos‖en‖Hanalea.‖―Dijo Han, frotándose el hombro, y
le contó lo que había sucedido.

―Bayar, ¿dices? ―Lucius frunció el ceño y cogió su caña de pescar‖de‖nuevo―.‖


Sangrienta de Thea, huesos sangrientos.

Lucius había nacido en la montaña conocida como Thea, hogar espiritual de la


legendaria reina de las montañas. Así que estaba a favor de Thea cuando se
trataba de la toma de posesión, aunque la mayoría juró por Hanalea.

Han le preguntó una vez, y Lucius le dijo que Hanalea era demasiado poderosa.

―¿Lo‖conoces?‖―Preguntó‖Han.‖

Lucius‖asintió‖con‖la‖cabeza.‖―El‖padre‖de‖Bayar‖Gavan, es un gran mago, ya


sabes. Su corazón es más frió que el Dyrnnewater. Demasiado ambicioso. No
creo que quieras interponerte en su camino.

Micah Bayar había mencionado el alto cargo de su padre, sangre azul, como
siempre lo hacía.

―¿Qué‖ m{s‖ podía‖ desear?‖ ―Han le‖ preguntó―.‖ ¿Además de ser un gran
Mago?

―Bueno la gente como Bayar, nunca están satisfechos. Supongo que quiere ser
un poderoso mago sin todas las ataduras y restricciones establecidas por la
Naéming. Algunos dicen que quiere también a la reina.
Han‖estaba‖confundido.‖―¿Él quiere a la reina? Ella ya tiene una consorte, ¿no?
Alguien de Demonai

Lucius‖ se‖ rió.‖ ―Para ser una rata de la calle, no tienes idea de lo que está
pasando, ¿verdad?

Él negó con‖ la‖ cabeza‖ gris‖ con‖ asombro.‖ ―Tienes que mantener la oreja en el
suelo y la nariz en el viento si quieres sobrevivir en estos tiempos.

Han no podía imaginar cómo esa hazaña física podría llevarse a cabo. Nunca
pudo enterarse de la manera en que Lucius sabía todo lo que estaba pasando,
cuando se pasaba todo el tiempo en las montañas. Era un misterio. Lucius paro
de reír, y se limpió las lágrimas de los ojos.

―Averill Demonai es consorte de la Reina Mariana. Pero él es un comerciante,


y los comerciantes viajan mucho. Pasa mucho tiempo fuera por su propio bien.
Pero nadie lo hace.

Han luchó por controlar su impaciencia. Todo sobre la política le era aburrido, y
no tenía nada que ver con él.

―Sobre‖los‖magos.‖¿De dónde sacan la magia?

―Est{‖en‖su‖sangre.‖―Dijo Lucius, acariciando‖la‖cabeza‖del‖perro―.‖Es como


obtener el talento en bruto, pero no es realmente de gran alcance, hasta que
estudian y aprenden para almacenar el control en un amuleto. De hecho, son
algo peligrosos hasta entonces, como un potro que no conoce su propia fuerza.

Han pensó en Micah Bayar, con el rostro lleno de ira, agarrando su amuleto de
lujo y murmurando encantamientos.

―¿Por qué? ¿Tienen que decir hechizos o algo para que funcione? ―Le‖
preguntó al anciano.

―Eso es parte del aprendizaje.‖ ―Dijo Lucius,‖ asintiendo‖ con‖ la‖ cabeza―.‖ Ese‖
Bayar, es de la Casa Aerie. Tal vez la familia de magos más poderosa que hay,
desde la caída de los Waterlows

―¿Quiénes‖ son‖ los‖ Waterlows?‖ ―Preguntó‖ Han―.‖ Nunca he oído hablar de


ellos.
―No importa. Esa casa‖se‖extinguió‖hace‖años.‖―Lucius‖dio un tirón a la caña
de pescar, a tientas por la línea del arroyo,‖y‖sacudió‖la‖cabeza―.‖Supongo‖que‖
han‖dejado‖de‖picar‖―dijo.

―Tal vez‖ es‖ hora‖ de‖ marcharse‖ Lucius.‖ ―Insistió Han. Sabía por experiencia
que las cosas que la gente no quería decir eran las más interesantes―.‖¿Quiénes
fueron los Waterlows? ¿Por qué cayeron?

―Muchacho, como puedes molestar a un‖cuerpo‖cerca‖de‖la‖muerte.‖―Lucius


agarró su botella y bebió un trago y luego se limpió la boca con la manga
sucia―.‖Todo sucedió‖hace‖mil‖años‖y‖no‖importa‖―dijo.

Cuando Han no dijo nada, Lucius soltó un bufido.

―Ya sabes, la mayoría de los chicos de tu edad no están interesados en


desenterrar huesos viejos y viejas historias.

Han todavía no dijo nada. Lucius lanzó un suspiro y asintió con la cabeza, como
si fuera a tomar una decisión.

―Así que hace unos mil años había una casa de magos poderosos. Se llamaba la
Casa de Waterlow. Su sello es un cuervo y una serpiente enroscada.

Han parpadeó, y luego buscó en su mochila, cogió el paquete que contenía el


amuleto de serpiente que había cogido del maldito engendro de mala suerte en
Hanalea. Le pesaba en la mano, recordando lo que había dicho Bayar. Si lo
tocaba, se quemaría. Lucius miró a Han.

―¿Qué‖tienes‖ahí,‖chico? ―Exigió, extendiendo la mano como si pudiera sentir


el calor también.

―Muéstramelo.

Han dudó. ―Yo‖no‖sé‖si<

―Tráelo aquí,‖ muchacho.‖ ―Dijo el anciano gritando. Era como si Lucius


hubiera sido poseído por algún ser. Han puso el paquete de cuero sus manos.

―Ten cuidado, Lucius. Tal vez...

Lucius desgarró el envoltorio de cuero y sacó el jinxpiece.


Han mantuvo la distancia, con tensión por cualquier posible explosión. No
hubo ninguna. Lucius pasó las manos por el amuleto, y su cara arrugada se
aflojó con el shock.

―¿De dónde‖has‖sacado‖esto?‖―Susurró.

―Bayar... ―Han vaciló, sin saber lo que podía decir―.‖Él trató de utilizarlo con
Dancer. Se lo cogí a él. Yo no creo que sepa que lo tengo.

Lucius‖rió.‖―Dulce Thea. Yo no diría eso.

―¿Por qué? ¿Qué es?

Lucius siguió acariciando con sus dedos gruesos como si por el tacto pudiera
descifrar‖ los‖ símbolos‖ ―Es de los Waterlows, seguro. Su tesoro de artefactos
mágicos era legendario. Un arsenal, más bien. Nunca se supo qué pasó con él
después de la ruptura.

La vena morada en su ojo derecho se dilataba peligrosamente.

―Apostaría que esa serpiente de Micah no tenía ni‖idea‖de‖su‖poder.‖―Asintió


una vez―.‖Y‖ahora‖que‖lo‖tienes‖―dijo devolviendo el amuleto a Han. Cuando
este dudo,‖Lucius‖dijo‖con‖impaciencia―:‖Toma, muchacho. No muerde.

Han lo cogió con cautela, notó el peso en su mano. Se sentía gratamente pesado
y caliente, vibrante, con una potencia que Han podía sentir en el esternón, en
los puños y en las muñecas.

Vio emociones en la cara del anciano, finalmente desaparecieron por una


expresión de alarma. Una vez más, agarró el brazo de Han, sus uñas largas se
clavaron en la carne de este.

―¿Sabe Bayar quién eres, muchacho? ¿Sabe que tienes esto?

Han se encogió‖de‖hombros‖con‖inquietud.‖―Yo no le dije mi nombre, si eso es


lo que quieres decir. ―Como Lucius‖ no‖ pareció‖ seguro,‖ añadió―:‖ Puedo
devolverlo si es tan importante. ¿Está bien?

Lucius soltó su brazo y tamborileó con los dedos en sus muslos, con furia. ―No‖
―dijo‖ finalmente―.‖ Es demasiado tarde para eso. Mantenlo escondido. Ten
cuidado. Mejor que la Casa Aerie no lo tenga.

Él se rió‖con‖amargura.‖―Mantente fuera del camino, de Bayars


Han nunca había visto a Bayar antes, y dudaba de que volvería a verlo a menos
que Micaela volviera a Hanalea. Esperemos que no lo hiciera.‖ ―Bien‖ ―dijo,
guardando el amuleto en la bolsa.

¿De qué servía hacer preguntas si‖ no‖ entendía‖ las‖ respuestas?‖ ―No me has
dicho nada de los Waterlows

―Si quieres escuchar una‖historia,‖no‖la‖interrumpas.‖―Lucius se frotó la barba


y‖ volvió‖ con‖ la‖ historia―.‖ Los magos provienen de las Islas del Norte.
Desembarcaron en la costa este y conquistaron el resto de los Siete Reinos con
su gran magia. La magia del Clan no pudo derrotarlos. Es la magia verde, cosas
sutiles, no es bueno en una pelea. Es magia más fuerte, pero se hizo para sanar,
no para destruir. El Clan se debe a la armonía con la naturaleza. Las matriarcas
y los fabricantes de amuletos, han aprendido a trabajar con ella. Estos magos
eligieron vivir en el Valle. Se casaron con las reinas de sangre y mandaron como
reyes, pero no estaban obligados a las reinas de la forma en que están hoy en
día. La sucesión llegó a través de la línea femenina. El problema comenzó
durante el reinado de Hanalea, la mujer más hermosa que jamás haya visto.
―Han asintió con la cabeza. Lucius hablaba de algo que le era familiar.

―Hanalea fue entregada a uno de los magos llamado Kinley Bayar, de la casa
Aerie, que era tan poderosa entonces como ahora. Bayar iba a ser rey. Pero
había un joven mago, cuyo nombre era Argel, heredero de la Casa de Waterlow.
El único problema era, que Alger era terriblemente poderoso y estaba
acostumbrado a conseguir lo que quería. Él no veía alguna razón por la qué no
debía tener a Hanalea. El consejo dijo que no, y la Casa Aerie en especial dijo
que no. Pero Hanalea, tenía una mente propia. No le gustaba Bayar, quien era
un hombre viejo para ella, frío y despiadado como cualquier serpiente. Y ella
prefería a un joven como Alger, que era tan guapo como ella, era hermosa. Ella
decidió huir con él, protegidos por los Espíritus Aliados de la Casa Waterlow y
algunos de sus amigos, los mejores magos y más brillantes de esa generación.
Alger se proclamó rey y se casó con Hanalea. El consejo no lo permitió y decidío
enfrentarse a la Casa Waterlow y someterlos a su control. Cualquiera podía ver
que era una causa perdida, pero no para este chico. Él era un estudiante de
largo plazo de magia negra, y pensó que podía conjurar un hechizo que pondría
fin al asedio y asustar al consejo de apagado. Hanalea trató de hablar con ellos.
Ella quería entregarse a la Casa Aerie, pero él era testarudo y no se quiso
escuchar.‖―Lucius‖sonrió‖con‖tristeza.
―El muchacho estaba muy enamorado. Demasiado poder y poco conocimiento.
Ellos estuvieron juntos sólo tres meses.

Han se movió con impaciencia. Las historias sobre Hanalea y sus muchos
pretendientes eran agua pasada, eran muy conocidas. Lucius miró hacia el
espacio, sus ojos azules ocultaban lo que pensaba. Han era bueno en la lectura
de las personas pero nunca pudo leer al anciano.

―¿Y?‖¿Qué‖pasó?‖―Preguntó Han.

Lucius se sobresaltó, como si hubiera olvidado que Han estaba allí.

―Lo mataron. Después. Primero lo llevaron a la Casa Aerie y lo torturaron


durante días y obligaron a la muchacha a escuchar sus gritos. Pero ya era
demasiado tarde. El daño ya estaba hecho.

Han parpadeó, sorprendido.‖―¿Qué daño? ¿De qué estás hablando?

Lucius levantó las cejas tupidas.

―La ruptura,‖¿Has‖oído‖hablar‖de‖eso?‖―Preguntó con sarcasmo.

―He‖oído‖hablar‖de‖la‖ruptura‖―dijo‖Han‖irritado―.‖¿Qué‖tiene‖que‖ver...‖―Su
voz se apagó y se quedó mirando a Lucius, preguntándose si el viejo había
bebió demasiado.

―¿Estamos hablando del Rey‖ Demonio?‖ ―Susurrando las dos últimas


palabras, como solía la gente hacer, y se resistió a la tentación de hacer una
señal contra el mal.

―Su‖ nombre‖ era‖ Alger‖ ―dijo‖ Lucius en voz baja, todo su cuerpo era piel
arrugada y gris. El sol se ocultó detrás de una nube, y de repente hizo frío en la
orilla del arroyo.

Han se estremeció y se sacó su chaqueta para ponérsela.

―Lucius, ¿Alger Waterlow es el Rey Demonio? No es posible.

―El Rey Demonio es el monstruo en todas las historias de miedo. El diablo no


se nombra por miedo a que acuda. El que espera en la oscuridad en una calle
oscura por los niños malos que aparecen en su camino.

―Eso‖no‖ es‖cierto‖―dijo Han indignado por esa historia que había escuchado
toda‖ la‖ vida―.‖ El‖ Rey‖ Demonio‖ raptó a Hanalea para llevársela lejos en su
noche de bodas. La encadenó en un calabozo cuando ella lo rechazó. La torturó
con oscura hechicería, tratando de ganar su corazón. Cuando ella se resistió,
rompió el mundo.

―Él‖era‖un‖muchacho‖―murmuró Lucius, buscando‖a‖tientas‖su‖cantimplora―.‖


Ellos estaban enamorados.

―Era‖un‖monstruo,‖―respondió Han, arrojando‖una‖piedra‖en‖el‖arroyo―.‖Ella


lo destruyo.‖ ―Había visto el friso en el templo de Fellsmarch. Se llamaba “El
triunfo de Hanalea” y consistía en una serie de escenas: Hanalea encadenada,
desafiando el Rey Demonio. Hanalea, hermosa y terrible, en la salvación del
mundo, con la magia verde que el Rey Demonio trató de romper. Hanalea de
pie sobre el cuerpo sin vida del Rey Demonio, con una espada en la mano. Si se
trataba de un tallado en piedra, tiene que ser verdad, Han pensó.

―Ellos‖ lo‖ mataron ―dijo‖ Lucius―.‖ Y‖ eso‖ dio a conocer un poder destructivo
como el mundo nunca ha conocido, ni antes ni después.‖―Suspiró, sacudiendo
la cabeza, como si no‖ hubiera‖sido‖por‖culpa‖del‖Rey‖Demonio‖en‖absoluto―.‖
Después, los magos tuvieron la intención de casar a Hanalea con Kinley Bayar.
―El anciano se sentó más erguido, con los ojos extrañamente claros y
enfocados. Su temblorosa voz sonó como la de un orador del templo, y su
acento de‖las‖tierras‖altas‖se‖mitigo―.‖ Pero ellos tenían muchos problemas. El
mundo estaba en caos. Terremotos sacudieron sus castillos. Las llamas
estallaron desde el suelo. Los océanos se evaporaron y los bosques se
convirtieron en cenizas. Cayó la noche y se quedó durante meses, iluminada
sólo por los fuegos que ardían día y noche. El aire era demasiado pesado para
respirar. Nada de lo se conjuró lo detendría. Finalmente, tuvieron que recurrir a
los Clanes para obtener ayuda.

La decepción embargó a Han. ¿Cómo se había desviado tan lejos de su


pregunta original sobre la magia? Había realizado una pregunta seria, y como
respuesta había conseguido el relato de un soñador. Había perdido la mitad de
la mañana en la orilla del arroyo, víctima de las fantasías de un anciano.

―Ay‖madre‖que‖tarde. Gracias por‖la‖historia‖y‖todo‖lo‖dem{s.‖―Dijo‖Han―.‖


Pero‖tengo‖que‖irme.‖―Se‖puso‖de pie y deslizó su mochila sobre un hombro―.
Voy a ayudarte a recoger tus cosas y a llamar al perro.

―Siéntate, muchacho.‖ ―Ordenó Lucius―.‖ La‖ historia‖ sólo ha comenzado,


ahora tienes que escucharme.
Malhumorado, Han se acomodó en la orilla del arroyo. Nunca había querido un
monólogo. Cuando Lucius se mostró satisfecho por su atención, continuó.

―Los‖Clanes‖reconocieron‖‖el‖linaje‖de‖Reinas, por lo que Hanalea actuó como


intermediaria. Piensa en lo que debe de haber sido. Negoció con los Clanes en
nombre de los asesinos de su‖amado.‖―Lucius‖sonrió‖tristemente.‖

―Pero Hanalea había crecido. Ella era fuerte e inteligente, así como hermosa.
Ella recuperó el poder de la línea del Lobo gris. Lo que surgió de esas
conversaciones‖fue‖la‖Naéming‖―Lucius enumeró los principios de la Naéming
con‖ sus‖ dedos‖ nudosos―.‖ A cambio de la salvación del mundo, los Clanes
ataron a los magos con correa corta. La magia y los magos de gran poder fueron
prohibidos en los Espíritus. Están confinados al Valle y la llanura. Los
representantes del Clan tienen templos en Fellsmarch, y las Reinas tienen que ir
al templo una vez por semana para aprender la verdadera fe. El Consejo elige al
mago más poderoso de Fells como alto mago y presidente del consejo, es un ser
mágico ligado a la tierra y a la reina, y gobernado por ella. Las Reinas fomentan
la‖crianza‖de‖los‖niños.‖―Lucius‖sonrió‖débilmente―.‖ Y a los magos no se les
permite casarse con nuestras Reinas, porque eso les da mucho poder.

―Hanalea‖¿acordó‖eso?‖―Dijo Han... Supongo que para sujetar a la Reina con


una correa muy corta, pensó.

Lucius asintió con la cabeza, como si acabara de leer la mente de Han.

―La‖Reina‖de‖los‖Páramos es a la vez la más poderosa y la persona con menos


libertad de todo el reino. Ella es una esclava al servicio una vez que alcanza la
mayoría de edad.

―Pero‖ella‖es‖la‖Reina‖―dijo‖Han―.‖¿No puede hacer lo que quiera?

―Hanalea ha aprendido el‖precio‖de‖seguir‖a‖su‖corazón‖―le‖contestó Lucius.


Hizo una pausa, con el rostro triste―.‖ Así que inclinó la rodilla para el bien
mayor, y se casó con quien no amaba.

Han frunció el ceño.

―Las historias siempre terminan con la destrucción del Rey Demonio y el


triunfo de Hanalea. Por lo tanto, ¿que hizo que se casaran, entonces? Bayar es
un‖mago,‖así‖que<

Lucius negó con la cabeza.


―Pobre Kinley Bayar sufrió un accidente poco después de la ruptura. Se casó
con alguien más. Después de los ricos detalles de la historia hasta ahora, parecía
muy poco precisa sobre ese punto.

Han se paró otra vez, luego vaciló, pasando el peso del cuerpo de un pie al otro,
obligado a decir algo.

―Sabes Lucius, soy demasiado mayor para los cuentos de hadas.

Durante un largo momento el anciano no respondió.

―No preguntes por la verdad, chico, a menos que estés listo para escucharla
―dijo Lucius, mirando sin ver al riachuelo.

―Sólo recuerda lo que dije. Mantén escondido el amuleto, y mantente fuera del
camino de Bayars. Tiene demasiado poder. Si se enteran que lo tienes, te van a
matar por ello.
Capitulo 6
Fellsmarch
Traducido por GioEliVicRose
Corregido por Angeles Rangel

L
a ciudad de Fellsmarch se acunaba en el borde del Valle, un valle fértil
donde el Dyrnnewater se abría camino entre los acantilados rocosos de
Hanalea y las rizadas faldas de Alyssa, su cumbre hermana. El clan que
vivía en las Espíritus a menudo se refería a los residentes del Valle como
habitantes de los llanos. El Valefolk a su vez miraba hacia abajo la ciudad de
Delphi y los llanos de Arden al sur.

El Valle brillada como una esmeralda puesta en lo alto de las montañas,


protegida por las cumbres fruncidas en las que se decía eran lugares del páramo
donde moraban las reinas muertas hace mucho tiempo. Era un año templado,
rodeado por los brotes termales que burbujeaban bajo la tierra y rompían a
través de las fisuras en la tierra.

Ciertos habitantes de los llanos, ciudadanos de Tamron y del reino de Arden


más allá de la Puerta Sur, susurraban que las Montañas Espíritu estaban
embrujadas por demonios y brujas y dragones y otras cosas aterradoras, que la
mayoría del terreno estaba envenenado para cualquier invasor.

Los habitantes de las tierras altas no hacían nada para disipar esa idea.

El profesor de Han, Jemson, reclamaba que antes del comienzo de los magos y
la ruptura del mundo, los Siete Reinos eran un gran reino regido desde
Fellsmarch. El cereal de Arden y Bruinswallow y Tamron llenaban las cestas de
pan. El pescado de las costas, y el juego de las Espíritu, y las gemas y minerales
de las montañas añadían su prosperidad. La reina y su corte eran
patrocinadores de las artes, y la ciudad construía salones de música, librerías,
templos, y teatros por todo el reino.

Aunque esto había atravesado tiempos difíciles en los años recientes, la ciudad
de Fellsmarch aún colgaba irregularmente en los huesos de su pasado glorioso.
Estaba salpicado con construcciones elaboradas previas a la Ruptura. El Castillo
de Fellsmarch había escapado de alguna manera del amplio despliegue de
destrucción, como los templos de los habladores y otros edificios públicos.

Así que cuando Han rodeó la última curva del Rastro del Espíritu y bajó la
mirada a la ciudad en la que había nacido, un bosque urbano de las agujas de
los templos y cúpulas de hojas doradas le saludaron, brillando en los últimos
rayos del moribundo sol. Él no pudo evitar pensar que se veía mejor desde la
distancia.

Lo que más sobresalía era el Castillo de Fellsmarch, con sus elevadas torres, un
monumento de mármol y piedra. Estaba de pie aislado, rodeado por el
Dyrnnewater, intocable como esos que vivían dentro de sus paredes.

La Ciudad de la Luz, era llamada, a pesar de las largas noches de invierno.


Había incluso un periodo de tiempo, alrededor del solsticio, que el sol nunca
subía del todo. Pero en cualquier otro día, el sol llameaba sobre la Puerta Este
por la mañana y encendía la Puerta Oeste al final del día.

El Rastro del Espíritu serpenteaba en la ciudad y vaciaba dentro de la primera


de unas series de plazas, el legado de alguna arquitectura real de hace mucho
tiempo. Conectando las plazas estaba el Camino de las Reinas, el amplio
bulevar que recorría a lo largo de la ciudad y acababa en el Castillo Fellsmarch.

Han no siguió el Camino de las Reinas. Le gustara o no, tenía asuntos en


Southbridge. Giró en una serie de calles muy estrechas, hurgando
profundamente en una parte de la ciudad a la que la reina nunca viajaría.
Cuando dejó el Camino atrás, los edificios crecieron más gastados. La gente
pululaba por las calles, pellizcando la cara y pareciendo precavidos, presas y
depredadores. La basura se descomponía en los canalones y se esparcía de los
cubos.

El aire apestaba con la mezcla hedionda de repollo cocinado, madera quemada,


retretes y jarras chapoteando en la calle. Sería peor cuando llegara el verano,
cuando el calor espesara el aire en una peligrosa sopa que provocaba a los bebés
laringotraqueobronquitis y dejaba a las personas mayores tosiendo sangre.

En el Mercado de Southbridge, Han se las arregló para descargar el problema


de la cerveza por un precio decente, considerando que no tenía valor. Él lo
podía haber vendido en Ragmarket, pero no quiso arriesgarse tan cerca de casa,
donde alguien podría recordarle.
Dejando el mercado, entró en una calle de frente y cruzó rápidamente y
resueltamente pasando a las chicas atractivas y a los estafadores y a los matones
de las esquinas de las calles que estarían sobre ti a cualquier signo de debilidad
o miedo. ―Hey,‖ chico‖ ―llamó una mujer, y él la ignoró, como ignoró al
brillante caballero que intentó atraerlo en un callejón.

Southbridge era la infección que ulceraba bajo la aparentemente saludable piel


de la ciudad. No ibas allí por la noche a menos que fueras grande y bien
armado, y rodeado por amigos grandes y bien armados. Pero durante el día era
seguro si usabas la cabeza y te mantenías consciente de tus alrededores. Él
quería limpiar Southbridge antes de que llegara la noche.

Para ser justos, alguien podría llamar al propio vecindario de Han un lugar
peligroso. Pero en Ragmarket él sabía con quién tener cuidado y dónde estaban.
Solo necesitaba unos pocos pasos para que alguien desapareciera en el laberinto
de calles y callejones que él conocía tan bien. Nadie le encontraría en Ragmarket
si él no quería ser encontrado.

Su destino era El Barril y la Corona, una decrépita taberna que se aferraba como
un mejillón al borde del río. El banco de debajo había sido rebajado durante
cientos de inundaciones primaverales, y siempre parecía en inminente peligro
de caer dentro del río. Su ajuste era bueno, la sala común solo estaba llena con el
comercio de la tarde. Él estaría fuera del camino antes de que las cosas se
pusieran demasiado bulliciosas.

Han entregó las botellas de Lucius a Matieu, el propietario de la taberna, y


recibió un pesado monedero de vuelta.

Matieu escondió las botellas en la parte de atrás de la barra, fuera del alcance de
sus clientes más agresivos. ―¿Es todo lo que tienes? Tendré esto lleno de
soldados en un día. Se hunde suavemente como el agua, ¿verdad?

―Tengo un corazón. Solo‖ puedo‖ llevar‖ eso,‖ ya‖ lo‖ sabes‖ ―dijo Han, poniendo
una cara lamentable y sobando sus doloridos hombros con sus dedos.

Cada taberna en Fellsmarch clamaba por el comercio de Lucius. Lucius podía


triplicar su producción y venderla toda, pero él elegía no hacerlo.

Matieu le observó especulativamente, entonces tanteó bajo su masivo vientre


buscando su monedero. Extrayendo una moneda, la presionó en la mano de
Han, cerrando sus dedos sobre ella. Una moneda Princesa, por el cambio y el
peso, se llamaba “girlie” en la calle. ―Quizás puedas hablarle. Convéncele de
que envíe más botellas para mí.

―Bueno, podría intentarlo, pero tiene muchos clientes desde hace mucho
tiempo, ya sabes... ― Han se encogió de hombros. Él había visto un plato de
panecillos de carne en el aparador. Su hermana, Mari, adoraría comer un
panecillo―.‖Uh... Matieu. ¿Tienes algún plan para esos panecillos?

Han dejó el Barril y la Corona silbando, un girlie más rico, con cuatro panecillos
de cerdo en una servilleta. Se estaba convirtiendo en un buen día después de
todo.

Giró hacia el Callejón Brickmaker, dirigiéndose hacia el puente sobre el


Dyrnnewater que le llevaría a Ragmarket. Casi estaba atravesándolo cuando la
luz murió en el corredor, como si una nube hubiera pasado delante del sol.

Miró hacia delante para ver que la salida del callejón ahora estaba taponaba con
dos cuerpos.

Una voz familiar resonó en la piedra de los edificios a cada lado. ―Bueno,
ahora, ¿qué tenemos aquí? ¿Un Ragger en nuestro territorio?

Huesos. Era Shiv Connor y sus Sureños.

Han giró alrededor, queriendo regresar por el camino por donde había venido,
y encontrando a dos Sureños más sonriendo bloqueando su escape. Esta
reunión no era al azar, entonces. Ellos le habían estado engañando, habían
elegido este lugar a propósito.

Había seis Sureños en total, cuatro chicos y dos chicas, rodeando en edad un
año o dos más jóvenes que Han a un año más mayor. Él no tendría sitio para
maniobrar en un callejón estrecho, no había manera de proteger su espalda. Era
una marca de respeto, reconocimientos de su nombre en Southbridge.

Esa era una manera de mirarlo.

En los viejos días, él habría tenido unos segundos con él. Nunca se hubiera
permitido conseguir un arreglo así.

Pensaba decir que ya no estaba con los Raggers, pero eso sólo le marcaría como
una victima fácil, alguien sin protección o territorio en su poder.
La mano de Han encontró la empuñadura de su cuchillo y lo liberó,
palmeándolo, aunque sabía que no le haría ningún bien. Si le iban a quitar su
monedero y a golpearle terriblemente, sería una suerte salir de allí.

Han puso su espalda hacia la pared del callejón. ―Sólo‖estoy‖de‖paso‖―dijo él,


levantando su barbilla, fingiendo una confianza que no sentía―.‖ No quería
faltar al respecto.

―¿Sí? Bueno, lo marco diferente, Puños. ―Shiv y sus colegas formaron un


amplio semi círculo alrededor de Han. El señor de la calle era pelirrojo y los
ojos azules, su cara pálida y sin barba como una chica lujosa, marcada solo con
el símbolo morado de los gamberros en su mejilla derecha y una vieja cicatriz
de cuchillo que se arrastraba desde su ojo izquierdo hacia la esquina.

Shiv no era grande, y no era mucho mayor que Han. Regía con la virtud de su
habilidad con una cuchilla y buena disposición a cortarte el corazón mientras
duermes. O en cualquier otro momento. Una completa falta de conciencia le
hacía poderoso.

La cuchilla de Shiv brillaba en la luz que llegaba de la calle. Sus manos estaban
marcadas; había sido marcado como un ladrón por los chaquetas azules antes
de que se hubiera arreglado. Era el mejor hombre con la cuchilla en
Southbridge, y el único mejor en Ragmarket era una chica... Cat Tyburn, quién
sustituyó a Han como señor de la calle de los Raggers.

―Estás haciendo negocios en Southbridge, y queremos una porción de la


recaudación.‖ Tú‖ lo‖ has‖ dicho‖ ―dijo Shiv. El resto de los Sureños empujaron
hacia delante, sonriendo.

―Mira,‖soy‖el‖hombre‖de‖la‖bolsa‖―dijo Han, cayendo en su viejo destello de


tamborileo―.‖ ¿Quién confía en mí con ese tipo de plato? Solo entrego. Ellos
arreglan cuentas por sí mismos.

―Producto,‖entonces‖―dijo Shiv, y los otros Sureños asintieron entusiasmados.


Como si Shiv fuera a compartir.

Han mantuvo sus ojos en la cuchilla de Shiv, ajustando su posición como


correspondía. ―Lucius no pagará una tarifa o una cuota. Y si pierdo algo, me
iré.
―Bien‖para‖mí‖―dijo‖Shiv,‖sonriendo―.‖Él necesitará a alguien para sustituirte.
No hay razón para que no podamos ser nosotros.

¿Oh sí? Pensó Han. Lucius es especial en quién le acompaña. Pero ahora no era
el momento de decirlo. ―Est{‖ bien‖ ―dijo de mala gana, como dándose por
vencido―.‖Déjame hablar con él y veré lo que podemos acordar.

Shiv sonrió. ―Chico‖inteligente‖―dijo él.

Eso debió haber sido algún tipo de señal, porque de repente todos estaban sobre
él. La cuchilla de Shiv cortó hacia la cara de Han, y cuando lo rechazó, aquellos
a sus lados agarraron sus brazos, golpeando sus muñecas contra la pared hasta
que él soltó su cuchillo. Entonces un chico mayor, un isleño del sur, tomó para
destrozar la cabeza de Han contra la pared, y Han supo que estaría acabado,
quizás para bien, si el chico seguía así. Así que se relajó, arrastrándole hacia el
suelo. Shiv le pateó fuerte en las costillas y alguien más le dio un puñetazo en la
cara. Asqueroso pero no muerto.

Finalmente fue tirado hacia arriba por los brazo y sujetado allí mientras Shiv le
golpeaba. Han resistió la tentación de escupir en su cara o patearle donde
contaba. Aún esperaba sobrevivir al día.

―¿Dónde está tu alijo? ―Demandó Shiv,‖ sacandole‖ los‖ bolsillo‖ de‖ Han―.‖
¿Dónde están todos esos diamantes y rubíes y piezas de oro de las que todos
hablan?

No haría bien decirle a Shiv que el legendario alijo nunca existió, salvo en los
cuentos de las calles. ―No‖est{‖―dijo‖Han―.‖Gastado, robado, y distribuido en
partes. No tengo nada.

―Tienes esto. ―Shiv levantó las mangas de Han, exponiendo los puños
plateados―.‖He oído que fuiste un chico rico, Puños. ―Agarrando el antebrazo
derecho de Han, Shiv tiró del brazalete, prácticamente dislocando la muñeca de
Han. Furioso, el líder de los gamberros presionó la punta del cuchillo en la
garganta de Han, y Han sintió la sangre descendiendo debajo de‖su‖camisa―.‖
Quítatelos.

Los puños habían sido la marca de Han durante su tiempo como señor de las
calles de los Raggers. Shiv los quería como trofeo.
―No‖ sale‖ ―dijo Han, sabiendo con una entumecedora seguridad que iba a
morir.

―¿No? ―Respiró Shiv, su cara a pulgadas de la de Han, vivo con anticipación,


las lágrimas gotearon‖de‖su‖ojo‖izquierdo‖dañado―.‖Eso es una vergüenza. Te
quitaré las manos, entonces, y veamos si se deslizan sobre los muñones. ―Miró
alrededor a su audiencia, y los otros Sureños rieron en una manera algo
demente―.‖ Pero no te preocupes, Muñones. Te dejaremos derechos para
mendigar a este lado del puente. Por un corte de las ganancias, claro está. ―Su
risa fue chillona y ligeramente loca, como una canción fuera de tono.

Shiv retiró su cuchillo de la garganta de Han y continuó su búsqueda, dándole


tiempo para pensar en algo. Encontró el monedero de Han y lo cortó libre,
llevándose un poco de piel con él. Rellenando el botín debajo de su camisa,
agarró la bolsa que Han llevaba y comenzó a clasificar a través de esta, tirando
sus bienes comerciales al suelo. Los espíritus de Han se hundieron en lo más
bajo. No había manera de que Shiv pasara por alto el monedero de Matieu. Y no
había manera de que Han pudiera recuperar ese tipo de dinero.

Sería su problema después de sangrar hasta la muerte.

Pero no fue el monedero de Matieu lo que Shiv sacó de la bolsa. Era el amuleto
de Bayar que estaba rodeado de cuero.

―¿Qué tenemos aquí, Puños? ―Preguntó Shiv, sus ojos iluminados con
interés―.‖ ¿Algo carito, espero? ―Desenvolvió el cuero y lo levantó con sus
dedos.

La luz verde se meció a través del callejón, quemando los ojos de Han,
cegándole temporalmente. Con una ráfaga estridente, Shiv y los Sureños
salieron volando hacia la pared opuesta como muñecas de trapo, golpeando la
piedra con un sólido ruido sordo. Han cayó pesadamente, los oídos pitando.

Giró sobre sus rodillas. El amuleto, aparentemente sin daño, en el suelo justo
delante de él, aún emitía un brillo verde espeluznante. Después de un momento
de duda, Han puso el cuero a su alrededor y lo deslizó de vuelta a la bolsa que
llevaba.

Cuando se puso de pie, oyó que gritaban órdenes y botas golpeando sobre los
adoquines hacia el borde Southie del callejón. Miró hacia atrás. Un cuajarón de
soldados con Chaquetas Azules abarrotaban la entrada. La Guardia de la Reina.
Han tenía una historia con la Guardia. Tiempo de irse.

Miró a Shiv, quien se había tirado hacia arriba, sacudiendo su cabeza


aturdidamente, rodeado por sus amigotes. No había manera de conseguir su
propio monedero de vuelta, pero él aún tenía el de Matieu, y la Guardia podría
retrasar a los Sureños. Era una oportunidad para salir vivo. Él la tomaría.

Han corrió por el callejón, lejos de la guardia y hacia el río. Detrás de él, pudo
oír los gritos amenazantes y las órdenes para detenerse. Pensó en tomar refugio
en el Templo de Southbridge al borde oeste del puente, pero decidió que mejor
intentaría y conseguiría limpiarse antes. Despejó el callejón, corrió pasando el
templo de cerca, luchando su camino a través de la línea del puente, y
aporreando su camino a través. No paró de correr hasta que estuvo bien en el
territorio Ragger. Entonces tomó la ruta más larga, cuidadosamente para
asegurarse de que nadie le estaba siguiendo.

Finalmente giró en la Calle Cobble, cojeando sobre las torcidas losas. Ahora que
se sentía a salvo, inspeccionó el daño. Le dolía todo. La piel se estiraba tensa
sobre el lado derecho de su cara diciendo que estaba hinchada, y apenas podía
ver por el ojo derecho. Un filoso dolor en su lado sugirió una costilla rota.
Cuidadosamente exploró la parte de atrás de su cabeza con sus dedos. Su pelo
estaba apelmazado con la sangre, y había un chichón del tamaño de un huevo
de oca subiendo.

Podía ser peor, se dijo a sí mismo. Las costillas podías ser vendadas, al menos, y
nada más parecía estar roto. No había dinero para los médicos, así que
cualquier cosa rota se quedaría rota, o curaría de alguna manera agradecida.
Así era como funcionaba en Ragmarket. Al menos Han estaba lo bastante en
forma para escalar de vuelta a Hanalea y ponerse en manos de Willo.

Paró en el pozo al final de la calle y echó agua sobre su cabeza, quitando la


sangre como mejor pudo y peinando su pelo con los dedos. No quería asustar a
Mari.

En todo momento, su recuerdo de puntillas alrededor de lo que había ocurrido


en el Callejón de Brickmaker. Quizás estaba confundido. Se había golpeado la
cabeza, después de todo. Podía jurar que había visto a Shiv sujetar el amuleto y
entonces hubo un tipo de explosión. Justo como Bayar dijo que sería.
Pudo sentir el siniestro peso de la pieza de mala suerte en la bolsa que llevaba.
Quizás Dancer tenía razón. Quizás debería haber enterrado la cosa. Pero el
hecho era, si no hubiera sido por el talismán de la serpiente, él habría estado en
un mundo de problemas. Quizás muerto.

¡Ja! Pensó. No seas tan tonto. Estás en un mundo de problemas de todas


formas.

Alcanzó el establo al final de la calle, para que no hubiera tanta distancia.


Dentro del establo, Han olfateó el aire experimentalmente. No había nada de
comida. En su lugar apestaba a estiércol, paja mojada, y caballos cálidos. Él
tendría que limpiar el puesto mañana. Si incluso podía levantarse de la cama.

Algunos de los caballos sacaron sus cabezas fuera de sus puestos y relincharon
en conocimiento, esperando atención. ―Lo‖ siento‖ ―murmuró‖ él―.‖ No tengo
nada. ―Titubeando, subió por la vieja escalera de piedra de la sala que él
compartía con su madre y su hermana de siete años de edad.

Han abrió fácilmente la puerta. Por la fuerza del hábito, sus ojos echaron un
vistazo alrededor de la sala, queriendo localizar el problema antes de que
viniera volando hacia él. La sala estaba helada y oscura, el fuego casi apagado.
Sin señal de mamá.

Mari estaba tumbada en su camastro en la tierra, pero debía haber estado


despierta porque su cabeza se levantó tan pronto como él entró. Una gran
sonrisa iluminó su cara y voló hacia él, abrazandolo con sus flacos brazos
alrededor de sus piernas y enterró su cara en su cintura. ―¡Han! ¿Dónde has
estado? ¡Hemos estado muy preocupadas!

―Deberías‖ estar‖ durmiendo‖ ―dijo él, dándola golpecitos en la cabeza


torpemente y suavizando‖su‖pelo‖rubio‖andrajoso―.‖¿Dónde está mamá?

―Salió‖a‖buscarte‖―dijo Mari, temblando, los dientes castañeteaban con miedo


o frío. Se giró a su cama por el fuego y abrazó la raída manta alrededor de sus
diminutos hombros. Nunca parecía tener bastante gordura en ella para
mantenerse‖caliente―.‖Está bien. Teníamos miedo de que algo te ocurriera.

Huesos, pensó, sintiéndose culpable. ―¿Cuándo se fue?

―Ha estado fuera todo el día, fuera y dentro.

―¿Has comido?
Ella dudó, considerando una mentira, entonces sacudió su cabeza. ―Mamá
traerá algo a casa, creo.

Han presionó sus labios juntos para evitar escupir sus pensamientos. La
confianza de Mari era de alguna manera preciosa para él, como un sueño que
no podía dejar ir. Ella era la única persona en todo Ragmarket que siempre
creería en él.

Cruzó hacia la chimenea, sacando un palo de su menguante de suministro, y


poniéndolo en el fuego. Entonces se sentó en un diminuto colchón cerca de su
hermana, manteniendo su cara alejada de la luz del fuego. ―Es culpa mía que
no‖ tengas‖ nada‖ para‖ comer‖ ―dijo‖ él―.‖ Debería haber venido antes a casa. Le
dije a mamá que traería algo para ti. ―Excavó en su bolsillo y sacó un pañuelo
con los panecillos. Los desempaquetó y le entregó uno a Mari.

Sus ojos azules se abrieron de par en par. Ella lo meció en sus dedos y le miró
con esperanza. ―¿Cuántos puedo tener?

Han se encogió de hombros, avergonzado. ―Todos. Compré más para mamá y


para mí.

―¡Oh! ―Mari partió el bollo y lo comió en glotones mordiscos, lamiendo sus


dedos hasta el final. Dulce, picante salsa manchaba su boca, y ella recorrió su
lengua sobre sus labios, intentando conseguir el último pequeño mordisco.

Han deseó tener siete años otra vez, cuando todo lo que necesitaba era un bollo
de cerdo para hacerle feliz.

Le entregó otro, pero cuando ella lo tomó, consiguió una buena mirada de él.
―¿Qué le ha ocurrido a tu cara? Está toda hinchada. ―Ella levantó una mano y
tocó su cara con su pequeña mano, como si fuera delicada como una cáscara de
huevo―.‖Se está poniendo morada.

Justo entonces él oyó la cansada pisada, pisada, pisada en las escaleras que
decía que mamá estaba en casa. Han fácilmente se acomodó en una posición de
quedarse, abrazándose contra la pared, ocultándose en las sombras. Un
momento después la puerta estalló abierta.

La madre de Han estaba de pie en la puerta, sus hombros permanentemente


encorvados con una vida de mala suerte. Para sorpresa de Han, llevaba el
nuevo abrigo que él había recogido en Ragmarket una o dos semanas antes,
pensando que le serviría bien el próximo invierno. Con él casi barría el suelo, y
tenía una gran bufanda alrededor de su cuello. Mamá llevaba capas de ropas
incluso en el buen tiempo, un tipo de armadura que se ponía.

Desató la bufanda de su cuello, liberando su larga trenza de pelo pálido. Había


círculos oscuros debajo de sus ojos, y parecía más derrotada de lo normal. Era
joven, cuando Han nació, no era más mayor de lo que era Han ahora, pero
parecía más grande que sus años.

―No‖pude‖encontrarle,‖Mari‖―dijo‖ella,‖su voz se rompió. Han estaba aturdido


al ver las lágrimas‖ cayendo‖ por‖ sus‖ mejillas―.‖ He estado en todas partes, he
preguntado a todos. Incluso he ido a la Guardia, y ellos solo se han reído de mí.
Diciendo que él probablemente estaba en la celda, que era donde pertenecía. O
muerto. ―Ella sorbió por la nariz y emborronó su cara con su manga.

―Um, mamá... ― tartamudeó Mari, mirando hacia Han.

―Le he dicho una y otra vez que se quede fuera de las calles, que no corra con
los gamberros, que no lleve dinero a ese viejo Lucius, pero no escucha, cree que
nada puede tocarle, él...

Soy un perro sucio, pensó Han. Escoria. Cuanto más esperase, peor sería. Salió
de las sombras. ―Estoy aquí, mamá. ―Se aclaró su garganta―.‖ Lamento si
llego tarde.

Mamá parpadeó hacia él, pálida como el pergamino, su mano voló a su


garganta como si hubiera visto un fantasma. ―¿Do–donde...

―Dormí‖ en‖ Pinos‖ Marisa‖ ―explicó‖ Han―.‖ Y entonces me metí en algún


problema de camino a casa. Pero compré comida. ―En silencio levantó el
pañuelo con los restos del pastel de cerdo. Una ofrenda.

Cruzando el espacio entre ellos, ella golpeó lejos el pañuelo de su mano.


―¿Compraste comida? ¿Qué es eso? Desapareciste durante tres días y perdí la
cabeza con la preocupación, ¿y compraste comida? ―Había‖ alzado‖ la‖ voz, y
Han ondeó sus manos, intentando callarla. Ellos no necesitaban despertar al
señor de la tierra, quien vivía en la puerta de al lado, y les recordaba que no
habían pagado su alquiler.
Ella fue hacia delante, y él se retiró hasta que estuvo contra la chimenea. Ella
clavó un dedo acusador en su cara. ―Has estado luchando otra vez. ¿Verdad?
¿Qué te he dicho?

―No‖ ―dijo él poco convincentemente,‖ sacudiendo‖ su‖ cabeza―.‖ Yo solo...


tropecé en una cuneta y me caí de lleno sobre mi cara en la calle.

―Deberías ponerte‖ un‖ trapo‖ frío‖ sobre‖ eso‖―dijo Mari desde el refugio de su
cama. Su voz temblaba, como hacía cuando estaba‖alterada―.‖ Mamá, siempre
dices que eso baja la hinchazón.

Han miró a Mari, deseando que él y mamá pudieran tener su pelea en alguna
otra parte. Pero cuando vives en una habitación sobre un establo, no hay donde
ir.

―¿Quién fue esta vez? ―Demandó‖Mam{―.‖¿Los gamberros o la Guardia? ¿O


levantaste demasiados bolsillos?

―No‖ levanto‖ monederos‖ ya‖ ―protestó‖ Han,‖ picado―.‖ Ni buceo en bolsillos,


tampoco. Yo no...

―Dijiste que ibas a ir después a por plantas‖ al‖ Mercado‖ de‖ Flatlander‖ ―dijo‖
mam{―.‖¿Estuviste en Hanalea? ¿O estuviste fuera recorriendo las calles todo
el tiempo?

―Fui‖ a‖ Hanalea‖ ―dijo Han, luchando para‖ controlar‖ su‖ temperamento―.‖


Dancer y yo pasamos todo el día reuniendo hierbas en la montaña.

Mamá le miró estrechamente, luego extendió su mano. ―Deberías tener algo de


dinero para mí, entonces.

Han pensó en su monedero, ahora en posesión de Shiv. Aún tenía el dinero de


Lucius, pero... como seguía diciendo, no era un ladrón. Tragó fuerte, mirando al
suelo―.‖No‖tengo‖nada‖de‖dinero‖―dijo‖él―.‖Me lo robaron el Southbridge.

La respiración de mamá siseó fuera, como si él hubiera confirmado todos sus


peores miedos. ―Estás maldito, Hanson Alister,‖ y‖tendr{s‖ un‖ mal‖ final‖ ―dijo‖
ella―.‖No me sorprende que estés metido en problemas cuando estás fuera en
las calles todo el largo día. Cuando corres con los gamberros de las calles,
mangoneando y robando...
―Ya‖ no‖ estoy‖ con‖ los‖ Raggers‖ ―interrumpió‖ Han―.‖ Lo prometí atras en el
otoño.

Mamá siguió como si él no hubiera hablado. ―Cuando te codeas con pequeños


y enfermos favoritismos con Lucius Frowsley. Podremos ser pobres, pero al
menos siempre seremos honestos.

Algo se rompió dentro de Han, y abrió la boca escuíendo las palabras.


―¿Somos honestos? Bien, la honestidad no llena nuestros estómagos. La
honestidad no paga el alquiler. He sido yo el que nos ha mantenido el año
pasado, y es mucho más duro sin deslizar la mano. Se mi invitado si piensas
que puedes mantenernos fuera de la prisión y de las deudas lavando y
recogiendo trapos. Y si vamos a prisión, ¿qué crees que ocurrirá con Mari?

Mamá se quedó de pie muda, los ojos muy azules, sus labios tan blancos como
el resto de su cara. Entonces agarró un palo del montón de astillas y lo balanceó
hacia él. Reflexivamente, él agarró su muñeca y la sujetó. Se miraron
mutuamente durante un largo momento, casados por sangre y enfado.
Lentamente el enfado se alejó, dejando solo el linaje de sangre.

―No voy a‖permitirte‖que‖me‖golpees‖m{s‖―dijo‖Han‖tranquilamente―.‖Ya he


tenido una paliza hoy. Eso es suficiente.

Después, Han se tumbó en su camastro de paja en la esquina. Podía oír la suave


y regular respiración que decía que mamá y Mari finalmente estaban dormidas.
Cada hueso en su cuerpo dolía, y su cara se sentía como si se rajase. Además,
estaba hambriento otra vez. Él y mamá habían compartido los dos últimos
panecillos, pero esos días todo lo que él comía parecía evaporarse antes de que
alcanzara su estómago.

Su mente rebotó en las esquinas como un ratón en un laberinto. Él no era


filósofo. Tenía pocos espacios de tiempo en los cuales soñaba. No era el tipo que
intentaba y reconciliaba a las almas en guerra que vivían dentro de su cuerpo.

Allí estaba Han Alister, hijo y hermano mayor, sostén de la familia, negociante,
y pocas veces conspirador. Allí estaba Cazador Solitario, quien había sido
adoptado por Pinos Marisa y deseado luchar, una vez señor de las calles de los
gamberros Ragger y enemigo de los Sureños.

Día a día él se levantaba de una piel y entraba en otra. Sin preguntarse si era
difícil separarse de quien era.
Cambió en el duro suelo. Normalmente usaba su bolsa como almohada, pero no
estaba seguro de si debía hacerlo, con el amuleto dentro. La pieza de mala
suerte ocupaba su mente como un dolor de muelas. ¿Y si explotaba y los
mataba a todos? O peor, les dejaba vivos sin techo sobre sus cabezas.

Las palabras de Lucius volvieron a él. Mantén el amuleto escondido, y sácalo


del camino de los Bayar. Si ellos averiguan que lo tienes tú, te matarán por ello.

Finalmente puso el amuleto fuera de la protección de su bolsa. Solo llevaba sus


pantalones, bajó las escaleras, pasó los puestos de los caballos, y entró en el frío
jardín del establo. A algo de distancia del edificio había una construcción de
piedra forjada de cuando había un herrero en la residencia. Ese había sido el
escondite de Han desde que fue lo suficientemente mayor para tener secretos.
Han levantó la piedra suelta en su base y metió el amuleto debajo, reubicando
la piedra. Sintiéndose más ligero, volvió al establo y subió las escaleras, su
mente trabajando furiosamente.

Mañana volvería con Lucius, entregaría su monedero, y esperaba ser pagado.


Eso podría ser suficiente para mantener a distancia al señor de la calle por un
tiempo, especialmente si él limpiaba el establo otra vez.

Sentado en su camastro, excavó en los bolsillos de sus pantalones, sacando la


moneda de la princesa que Matieu le había dado hace una vida. La giró hacia el
moribundo fuego, y el reflejo de las llamas iluminó la silueta gravada en ella.

Era‖la‖Princesa‖Raisa‖ana’Marianna,‖heredera‖al‖trono‖de‖Lobo‖Gris‖en‖los‖Fells.

―Hey,‖ la‖ chica‖ ―susurró él, recorriendo su dedo sucio índice sobre la
imagen―.‖Me gustaría ver más de ti.

Ella estaba de perfil, capturada en el duro y frío metal, su gracioso cuello


extendido, el pelo apartado de su cara y llevaba una diadema. Sin duda
orgullosa y altiva como su madre, la Reina Marianna.

No, pensó Han sarcásticamente. Es un problema muy grande entrar en las


tierras altas para cazar. Solo tendríamos que entregar el ciervo, incluso si
quisiera prender fuego a las montañas.

Una Princesa no tendría que preocuparse por mantener un tejado sobre su


cabeza, sobre de dónde su siguiente comida vendría, o si iba a ser acorralada y
golpeada en la calle.
Una Princesa no tendría nada en absoluto de que preocuparse.
Capitulo 7
En el Jardín de Cristal
Traducido por: Dham-Love
Corregido por: Xhessii

R
aisa se apresuró por el corredor, sus pantuflas danzantes susurraban
algo sobre los pisos de mármol. Pretendía regresar a su habitación y
cambiarse de ropa, pero estaba pérdida sobre qué debía ponerse. Sus
mallas y su túnica estaban demasiado sucias. Ya no tenía más conjuntos de
ropa, y de todas maneras, el nuevo y solemne Amon con su uniforme parecía
sugerir algo un poco más formal. ¿Pero que pasa si él lo ha cambiado por
pantalones y camisa? Se sentiría tonta con su vestido.

Un momento. Era la heredera de la princesa, y venía a un baile. ¿Por qué


debería sentirse tonta? ¿Cuál era su problema?

Magret estaba esperando, asistiendo una taza de té, con su cabello gris peinado
y trenzado.

―Regresó‖antes‖de‖lo‖que‖esperaba,‖Su‖Alteza‖―dijo,‖levant{ndose‖y‖haciendo
una‖reverencia.‖―Pensé‖que‖sería‖hasta‖m{s‖tarde.

―Lo‖ ser{.‖ Voy‖ a‖ ver‖ a‖ Amon‖ ahora‖ ―dijo‖ Raisa,‖ sentada‖ frente‖ a‖ su‖ espejo‖ y‖
removiendo el adorno en forma de círculo. Había dejado el vestido, ya lo había
decidido, pero se había soltado el cabello. Luego<

―¿Ahora?‖―Magret‖la‖miró―.‖¿A‖ésta‖hora?

Raisa‖pestañeó‖hacia‖ella.‖―Bueno,‖sí.‖―Y‖cuando‖Magret‖siguió‖frunciendo‖el‖
ceño,‖ella‖añadió―.‖¿Qué?

―¡No‖puede‖ir‖a‖encontrarse‖con‖un‖hombre‖joven‖usted‖sola‖en‖la‖mitad‖de‖la‖
noche!

¿Qué no entendía Magret? ―Es‖Amon.‖Solíamos‖estar‖fuera‖en‖la‖noche‖todo‖el‖


tiempo. ¿Recuerdas cuando Cook nos encontró debajo de la mesa del panadero
a la salida del sol? Queríamos estar preparados para cuando los bollos de canela
salieran‖del‖horno‖―Raisa‖tiró‖del‖cepillo‖por su resistente cabellera, pensando
en que Amon no cabría bajo la mesa del panadero ahora. No con esas largas
piernas.

―No‖saldr{‖sin‖una‖chaperona‖a‖esta‖hora‖―dijo‖Magret‖tercamente.

―Ya‖le‖dije‖que‖nos‖encontraríamos‖―dijo‖Raisa,‖frunciendo‖su‖cabella en una
trenza‖suelta―.‖Nadie‖lo‖sabr{‖de‖todas‖maneras.

―Si‖ usted‖ va,‖ hablaré‖ con‖ Lady‖ Francia,‖ quien‖ interrumpir{‖ a‖ la‖ reina‖ ―dijo‖
Magret, empujando su barbilla hacia adelante triunfantemente.

―No‖lo‖harías‖―dijo‖Raisa,‖ahora‖completamente‖arrepentida‖de no haber ido


directamente a su cita.

―Lo‖haré,‖Su‖Alteza.‖Usted‖cumplir{‖dieciséis‖en‖Julio,‖y‖ya‖est{‖elegible‖para‖
matrimonio. Será mi culpa si algo le sucede. Quiero decir, él es un soldado
después de todo.

―‖Sangre.‖De.‖Haralea.‖No‖me‖voy‖a‖casar‖ con nadie, Magret. No durante un


buen‖tiempo‖―Tendré cientos de amantes antes, sólo como constancia ―quería‖
decir. Además, me gustaría más meterme en problemas en la sala de juegos con
Micah o bajo la nariz de mamá en la sala de banquetes que con Amon, pensó
Raisa.

Se miraron la una a la otra por un largo rato, en un punto muerto.

―De‖acuerdo‖―dijo‖Raisa―.‖Entonces‖ven‖conmigo.

Magret miró el vestido que tenía. Obviamente, pensó que lo tenía puesto para la
noche.‖―Realmente,‖su‖Alteza,‖no‖creo<

Raisa puso su‖ cara‖ de‖ princesa‖ impetuosa.‖ ―Si‖ insistes‖ en‖ venir,‖ deberías‖
preparar una bandeja también para Amon. Ha estado en guardia en la puerta
durante toda la cena, así que no ha cenado.

Un cuarto de hora y muchos quejidos después, dejaron las habitaciones de


Raisa, Raisa por delante, con Magret siguiendo, irradiando desaprobación,
cargando una gran bandeja de plata.

Subieron varias series de escaleras que se volvían más y más estrechas mientras
ascendían.
―¿Entonces‖lo‖ver{s‖en‖el‖techo?‖―Magret‖resolló,‖desde dos escalones debajo
de Raisa.

―Nos‖ encontraremos‖ en‖ el‖ Jardín‖ de‖ Cristal‖ ―dijo‖ Raisa,‖ deteniéndose‖ en‖ la‖
cima de la última serie de escaleras para que Magret la alcanzara. Hubiera sido
mucho más fácil si hubieran ido por las escaleras secretas, pero ése era un
secreto que no pretendía compartir con Magret.

Tampoco lo había compartido con Micah. Una vez revelado, no podía ser
regresado si se volvía incómodo o inconveniente.

La Casa Verde debió haber sido un lugar de entretenimiento alguna vez,


diseñado por alguien con mucho amor por los jardines. Entraron por unas
puertas altas de bronce decoradas con vides cortadas, flores, animales, e
insectos moldeados en el metal. El aire adentro era húmedo, con fragancia a
tierra y flores y la respiración de cosas en crecimiento. El suelo oscuro de
pizarra recogía la luz del sol durante el día y emitía calor durante la noche. El
agua caliente de las corrientes termales circulaba por las tuberías, controlada
por una serie de válvulas así el clima podría ser controlado para satisfacer la
temperatura de las plantas tropicales, del desierto, etc.

La Reina Marianna hacía poco uso de los jardines, prefiriendo que sus flores
fueran arregladas en jarrones, pero Raisa compartía una pasión por plantarlas
en la tierra con su padre. En esas raras ocasiones que él se quedaba en el
Castillo Fellsmarch, pasaban horas en un silencio cómodo, quitando raíces,
cortando y tratando las plántulas.

Con ambos retirados durante los últimos tres años, el jardín estaba demasiado
grande y descuidado, las plantas más agresivas acorralaban a las del tipo más
débil y más delicado. Los paneles estaban rotos aquí y allí, rellenos con lana o
toscamente ajustados con parches mal ajustados. Algunas áreas del jardín eran
demasiado frías para algunas plantas excepto las plantas nativas.

Raisa guió a Magret a la entrada del laberinto. Amon estaría esperando en uno
de los pasajes del lado, en un pabellón al lado de la fuente.

Supongo que tendremos que encontrar un nuevo lugar para encontrarnos pensó
Raisa, Ahora que Magret sabe sobre éste.

Aunque tal vez ella no sería capaz de encontrar el camino de vuelta.


Raisa se abrió seguramente camino a través de los túneles de hojas, Magret la
seguía casi pisándole los talones, como si estuviera asustada de que Raisa
pudiera irse y dejarla allí varada. Las paredes de madera habían crecido juntas
en algunos lugares, y más de una vez había tenido que empujar a través de las
marañas de ramas.

―Vas‖a‖arruinar‖ése‖vestido‖en‖la‖primera‖postura‖―se‖quejó‖Magret, lamiendo
su dedo y pasándolo por un agujero en la falda de satín de Raisa.

Raisa escuchó a Amon antes de verlo. Estaba dando pasos de un lado para el
otro, murmurándose algo para sí mismo. Al principio pensó que se estaba
quejando porque había llegado tarde, pero parecía que estaba practicando más
una clase de discurso.

―Su‖ Alteza,‖ podría‖ expresar‖ lo‖ honrado‖ que‖ estoy‖ de‖ que‖ usted<‖ ah<‖ lo‖
complacido‖ que‖ estoy‖ de‖ ser‖ recordado<‖ gaaaah‖ ―Él‖ sacudió‖ su‖ cabeza‖ con‖
disgusto‖ y‖ se‖ aclaró‖ la‖ garganta.‖ ―Su‖ Alteza,‖ estoy‖ asombrado<‖ no<‖
sorprendido‖cuando‖usted‖me‖habló,‖y‖espero‖que‖considere‖nuestra‖amistad<‖
¡Por‖la‖sangre‖de‖Hanalea!‖―Exclamó,‖golpe{ndose‖en‖la‖frente―.‖¡Qué‖idiota!

Levantando su mano para indicar que Magret debería quedarse donde estaba,
Raisa‖avanzó‖hacia‖adelante.‖―‖¿Amon?

Él saltó y se giró, su mano fue automáticamente hacia la empuñadura de su


espada. Trato de cambiarlo con un gesto elegante, extendiendo su mano hacia
ella‖ y‖ haciendo‖ una‖ profunda‖ reverencia.‖ ―Su‖ Alteza‖ ―él‖ graznó,‖
enderezándose‖y‖mir{ndole―.‖Usted<‖um<‖luce‖genial.

―¿Su‖Alteza?‖―Se‖dirigió‖hacia‖él,‖con‖el‖satín‖silbando,‖y‖su‖barbilla‖levantada‖
impetuosamente―.‖¿Su‖Alteza?

―Bien‖―dijo,‖sonroj{ndose‖furiosamente―.‖Yo<‖ah<

Ella le agarró las dos manos y miró hacia arriba “bien hacia arriba” pasando por
su‖ barbilla‖ y‖ su‖ nariz‖ hasta‖ sus‖ ojos‖ grises.‖ ―Caramba,‖ Amon,‖ soy‖ yo.‖ Raisa.‖
¿Alguna vez en tu vida me has llamado “Su Alteza”?

Él‖ la‖ estudió.‖ ―Según‖ puedo‖ recordar,‖ hubo‖ varias‖ ocasiones‖ en‖ las‖ que‖ me‖
hiciste‖llamarte‖así‖―él dijo secamente.

Su‖rostro‖se‖calentó.‖―¡Nunca‖lo‖hice!
Él levantó una ceja, una expresión que recordaba bien. Muy molesta.

―Bien‖―concedió―.‖De‖acuerdo.‖Tal‖vez‖unas‖cuantas‖veces.

Se‖encogió‖de‖hombros.‖―Probablemente‖es‖mejor‖si‖me‖acostumbro‖a‖llamarte
así‖―dijo―.‖Si‖voy‖a‖estar‖en‖la‖Corte.

―Supongo‖―dijo.‖Se‖quedaron‖así,‖con‖las‖manos‖juntas‖de‖manera‖incómoda‖
por un momento. De repente estuvo consciente del contacto. Su corazón dio un
brinco.

―Entonces‖―dijo―.‖Luces<bien‖―repitió.‖No‖parecía decidir a dónde debería


mirar, lo que le daba una apariencia más bien como de mirada furtiva.

―Y‖ tú‖luces<‖alto‖―le‖contestó,‖retirando‖r{pidamente‖sus‖manos―.‖¿Tienes‖
hambre? Magret trajo algo para tí.

Se estremeció y miró hacia su alrededor, su mirada se dirigió a Magret, y de mal


humor‖la‖vio‖al‖lado‖de‖un‖{rbol‖de‖jade.‖De‖nuevo‖subió‖su‖ceja.‖―¿Trajiste‖a‖
Magret contigo? ¿Aquí?

Raisa‖se‖levantó‖de‖hombros.‖―No‖me‖dejaría‖venir‖de‖otra‖mera.‖Es‖m{s‖difícil‖
estos días.

―Oh‖―dudó―.‖Bien,‖estoy‖hambriento‖―admitió.

Raisa se movió hacia Magret, quien puso la bandeja en una mesa de hierro
forjado en la orilla, encendió las antorchas, y luego se retiró a un banco lo
suficientemente cerca así podría escuchar lo que estaban diciendo.

―Por‖ favor‖ ―Raisa‖ le‖ dijo‖ a‖ Amon―.‖ Siéntate.‖ ―Se‖ acomodó‖ en‖ una‖ silla‖ y‖
escogió un montón de uvas para picar, aunque todavía estaba llena de la cena.
Estaba feliz de la distracción de la comida, así tendrían que concentrase en algo
más además del uno con el otro.

Amon cuidadosamente se removió la chaqueta del uniforme y la colgó en el


respaldo de la silla. Debajo de eso tenía una camisa blanca de lino. Se recogió
las mangas de la camisa hasta los codos, exponiendo sus brazos musculosos y
bronceados.

―Lo‖ siento‖ ―dijo,‖ sent{ndose‖ finalmente―.‖ Estoy‖ acostumbrado‖ a‖ lavar‖ mi‖


propia ropa en la Casa Wien, así que mantengo mis puños fuera de la sopa.
Se comió entusiastamente el pan, queso, y la fruta que Magret había arreglado,
mojándolos con sidra. Miró hacia arriba una vez y encontró a Raisa mirándolo.

―Discúlpame‖ ―dijo,‖ limpi{ndose‖ la‖ boca‖ precipitadamente‖ con‖ una‖


servilleta―.‖ Anduve‖ por‖ un‖ largo‖ camino‖ hoy,‖ así‖ que‖ estoy‖ demasiado‖
hambriento, y además estoy acostumbrado a comer en Cuarteles. Es como
“gracias-para-todos”.

Para Raisa, era un alivio hablar con alguien que no tratara de halagarla. Alguien
que decía lo que pensaba. Que no era tan suave que se sentía tonta.

―Entonces‖―dijo―.‖¿Est{s‖asignado‖a‖la‖Guardia‖éste‖verano?

Él‖asintió,‖masticando,‖y‖tragando.‖―Y‖cada‖verano‖de aquí en adelante.

―¿Estar{s‖trabajando‖mucho?

―Siempre,‖ me‖ aseguraré‖ que‖ la‖ Reina‖ reciba‖ lo‖ que‖ paga‖ su‖ dinero‖ por‖ mi‖
lamentable‖ puesto.‖ ―Puso‖ sus‖ ojos‖ en‖ blanco―.‖ Tal‖ vez‖ pueda‖ verte‖ si‖ soy‖
asignado a tu Guardia Personal. Pero es poco probable como primer año de
Guardia.

―Oh‖―dijo‖Raisa,‖decepcionada.‖Había‖estado‖sola‖desde‖que‖había‖regresado‖
a Fellsmarch de Demonai. Estaba Micah, por supuesto, pero estar con él no era
exactamente relajante, ni siquiera con una chaperona.

Había ansiado estar el verano con el Amon que recordaba. No se le había


ocurrido que estaría tan diferente. O que no tendría nada de tiempo libre.

―Espero‖que‖podamos‖ir‖a‖las‖Cataratas‖Firehole‖de‖nuevo.‖He‖escuchado‖que‖
hay un nuevo geiser que dispara a cincuenta pies en el aire.

―¿En‖serio?‖―Amon‖inclinó‖su‖cabeza―.‖¿No‖has‖ido‖a‖verlo?

―Te‖ estaba‖ esperando.‖ ¿Te‖ acuerdas‖ esa‖ vez‖ que‖ fuimos‖ a‖ nadar‖ a‖ Demon‖
Springs?‖ ―Habían‖ pescado‖ una‖ trucha‖ en‖ el‖ Firehole‖ y‖ cocinaron‖ lo‖ que‖
atraparon en una de las fisuras de vapor del enloquecido paisaje.

―Ah‖―pareció‖incómodo―.‖A‖la‖Reina‖no‖le‖gustaría‖la‖noción‖de‖nosotros‖dos‖
yéndonos por nuestra cuenta.

―¿Por‖qué‖no?
―Por‖ varias‖ razones.‖ ―Se‖ detuvo,‖ y‖ cuando‖ no‖ respondió,‖ agregó―.‖ Por‖ una‖
cosa, es más peligroso de lo que solía ser.

Raisa tembló‖impacientemente.‖―‖Todo‖el‖mundo‖sigue‖diciendo‖eso.

―Porque‖es‖verdad.

―‖¿Y‖por‖qué‖m{s?

―Soy‖ un‖ soldado,‖ estoy‖ en‖ la‖ Edad.‖ Tú‖ estar{s‖ en‖ la‖ Edad‖ para‖ mitad‖ del‖
verano. Es diferente. Las personas hablarán.

Raisa‖ hizo‖ un‖ sonido‖ de‖ disgusto.‖ ―Las‖ personas hablaran de todos modos.
―Pero‖sabía‖que‖tenía‖razón.‖Después‖de‖un‖incómodo‖silencio,‖cambio‖el‖tema.

―Cuéntame‖de‖Oden’s‖Ford.

―Bien‖ ―Amon‖ dudó,‖ como‖ para‖ estar‖ seguro‖ que‖ en‖ verdad‖ lo‖ quería―.‖ La‖
Academia está dividida por el Río Tamron. La Casa Wien, la Escuela de
Guerreros está a un lado, y Mystwerk, la Escuela de Magos está al otro.
Supongo que pensaron que era mejor mantenerlas separadas, al principio. Ésas
eran las dos primeras, pero hoy en día también hay otras escuelas. Hay
cincuenta plebeyos en la Casa Wien cada año. Vienen de todas partes, de
Tamron, de Fells, de Arden, y Bruinswallow. Algunos de ellos están en guerra
con los otros, pero no se les permite traer eso al Campus. Hay algo llamado la
Paz‖ de‖ Oden’s‖ Ford‖ que‖ es‖ estrictamente reforzado.‖ Oden’s‖ Ford‖ es‖ como‖ un‖
pequeño reino. Está al borde entre Tamron y Arden, pero no pertenece a
ninguno.

―¿Dónde‖ te‖ quedas?‖ ―preguntó‖ Raisa,‖ quit{ndose‖ los‖ zapatos‖ y‖ mostrando‖


sus pies debajo del camisón mientras Magret frunció el ceño en desaprobación.

―Toda‖ la‖ clase‖ se‖ queda‖ junta‖ hasta‖ que‖ somos‖ Competentes‖ ―dijo‖ Amon―.‖
Luego cada uno escoge su propia casa.

―¿Est{‖bien‖balanceado‖en‖Wien,‖o‖sea‖entre‖chicos‖y‖chicas?‖―Raisa‖preguntó‖
casualmente.

Sacudió‖la‖cabeza.‖―Enviamos‖a‖las‖chicas‖a‖Fells, pero en el Sur las cosas son


diferentes. Tienen unas nociones extrañas sobre las cosas que pueden hacer las
chicas. Algunos dicen que es la influencia de la Iglesia de Malthus.
―Ah‖ ―Raisa‖ asintió‖ sabiamente,‖ pretendiendo‖ entender.‖ Amon‖ parecía‖ tan‖
informado, tan recorrido a su lado, y eso que era la heredera de la Princesa en el
Reino. ¿No debería saber de éstas cosas? ¿Su madre, la Reina, sabía sobre esas
cosas? Tal vez no. Marianna nunca había viajado fuera del reino, tampoco.

Raisa fue embargada por un repentino deseo de ir a algún lugar, a cualquier


lugar, fuera de Fells.

―Tres‖cuartas‖partes‖son‖hombres,‖y‖una‖cuarta‖parte‖chicas‖―Amon‖siguió―.‖
Las chicas se mantenían. Aunque ser un Soldado no es cuestión sólo de fuerza
bruta, como algunos de los sureños‖han‖dicho‖―se‖rió.

―¿Entonces‖ que‖ hacen?‖ ―preguntó―.‖ ¿Hacen‖ trabajo‖ sentado‖ o<‖ o‖ se‖


ejercitan‖ o‖ qué?‖ ―De acuerdo ―pensó,‖ mir{ndolo‖ de‖ reojo.‖ El trabajo de
escritorio no pone esos músculos en tus brazos y pecho.

―Algo‖de‖salón,‖otro‖poco‖de‖aplicación‖―dijo Amon, pareciendo complacido


por‖su‖interés―.‖Entrenamos‖en‖Estrategia,‖Geografía,‖Equitación,‖Armas,‖toda‖
esa clase de cosas. Estudiamos grandes batallas en la Historia y analizamos los
resultados. Cuanto más avanzando estés, más aplicación práctica.

―Me‖gustaría‖ir‖―Raisa‖espetó.

―¿En‖ verdad?‖ ―Amon‖ parecía‖ sorprendido―.‖ Bien,‖ sería‖ demasiado‖


peligroso, creo. Estos días, sólo llegar e irse de la escuela es todo un desafío.

―¿Y‖por‖qué?‖―Raisa‖levantó‖su‖collar.‖Tal‖vez‖su‖anhelo‖de‖tierras‖extranjeras
venía por parte de su padre viajero.

―Sabes‖ que‖ hay‖ Guerra‖ Civil‖ en‖ Arden<‖ cinco‖ hermanos‖ luchando‖ por‖ el‖
trono, cada uno con un ejército. Así que si estas en la Edad Militar en el Sur,
incluso si sólo estás pasando, corres el riesgo de ser tomado en el Ejército de
alguien.‖Cualquier‖Edad‖Militar‖est{‖definida‖ampliamente<‖de‖los‖diez‖a‖los‖
dieciocho y sus alrededores.

Él se alejo de la mesa, estirando sus piernas, masajeando los músculos de sus


muslos‖ que‖ le‖ dolían.‖ ―Adem{s,‖ nunca‖ sabes‖ cu{ndo‖ te‖ enfrentas a líneas
enemigas o si caminas directo a una batalla. Hay bandas de mercenarios entre
las personas de todas partes. Estos días, las personas ni siquiera tratan de
identificarte antes de que te ejecuten.

―Mi‖pap{‖est{‖en‖Arden‖―dijo‖Raisa‖con‖un‖escalofrío―.‖¿Lo‖sabías?
Él‖asintió.‖―Da‖me‖dijo‖―se‖detuvo,‖pareciendo‖como‖si‖desear{‖retractarse‖de‖
lo‖ que‖ había‖ dicho―.‖ Él‖ es‖ Demonai,‖ y‖ se‖ asegurar{‖ de‖ estar‖ bien.‖ ¿Cu{ndo‖
regresa a casa?

Ella‖sacudió‖la‖cabeza.‖―No‖tengo‖idea.‖Desearía‖que‖viniera.‖Sólo‖me‖siento<‖
intranquila,‖¿Sabes?‖Como‖si‖algo‖fuera‖a‖pasar‖―Raisa‖pensó‖en‖lo‖que‖Edon‖
Byme había dicho, sobre la anarquía en el campo y sobre la necesidad de un
guardia en una simple caza. ¿Qué más estaba pasando que ella no sabía?

―¿Piensas‖que‖deberíamos‖estar‖haciendo‖algo‖diferente?‖―preguntó―.‖Sobre‖
las guerras, quiero decir.

Se‖puso‖rojo.‖―No‖es‖mi‖labor<

―¡No‖ me‖ importa‖ si‖ lo‖ es‖ o‖ no!‖ ―se‖ reclinó‖ sobre‖ la‖ mesa‖ hacia‖ él―.‖ Quiero‖
saber qué es lo que piensas. Sólo entre nosotros.

Amon la estudió, como si no estuviera seguro de si creerle o no.

Cuando sea Reina, Raisa pensó de mal humor, Las personas no temerán el decir
lo que piensan.

―¿Sólo‖entre‖los‖dos?

Ella asintió.

―Bien‖―dijo,‖sus‖ojos‖grises‖firmes‖sobre‖los‖de‖ella―.‖Da‖y‖yo‖hemos‖estado‖
hablando. La guerra civil en Arden no va a durar por siempre. Si fuera así, se
quedarían sin soldados. Uno de esos sangrientos hermanos Montaigne va a
llegar a la cima, y cuando lo haga, va a necesitar dinero. Buscará al Norte, al
Sur, y al Oriente por territorios nuevos. Pensamos que estas cosas que estamos
haciendo ayudarán a protegernos en el futuro.

―¿Cómo‖cuales?

―Deshacernos‖ de‖ los‖ mercenarios‖ ―dijo‖ Amon‖ francamente―.‖ Siempre‖ est{n‖


por ahí en venta, y los Montaigne son traicioneros. Necesitamos un ejército que
sea incuestionablemente leal, hecho de nativos. Incluso si es pequeño. De otra
manera la Reina sería despojada del trono por sus propios soldados.

―Pero‖―Raisa‖se‖mordió‖el‖labio―.‖¿De‖dónde‖podríamos‖conseguir‖reclutas?‖
La época está difícil. ¿Quién sería voluntario?
Él‖ encogió‖ los‖ hombros.‖ ―Hombres‖ de‖ Fell‖ est{n‖ vendiendo‖ sus‖ espadas‖ a‖
Arden‖―dijo―.‖Mientras‖tanto,‖estamos‖trayendo‖problemas‖del‖Sur.‖¿Para‖qué‖
pagarle a extranjeros para que peleen por nosotros? Hay que darles a las
personas una razón para permanecer al lugar al que pertenecen.

―¿Qué‖razón?‖―Raisa‖preguntó.

―No‖lo‖sé.‖Algo‖por‖lo‖que‖luchar,‖algo‖en‖qué‖creer.‖Una‖vida‖digna‖―levantó‖
sus‖manos―.‖Como‖si‖fuera‖un‖experto,‖sólo‖soy‖un‖Cadete,‖pero‖es‖lo‖que‖mi‖
mamá piensa.

―Sabes‖sí<‖¿El‖capit{n‖Byme‖ha‖discutido‖esto‖con‖la‖Reina?‖―Raisa‖preguntó.

Amon apartó la mirada, desdoblándose las mangas con una atención


exagerada.‖ ―Él‖ ha‖ tratado.‖ Pero‖ la‖ Reina‖ Marianna‖ tiene‖ un‖ montón‖ de‖
Consejeros,‖y‖pap{‖sólo‖es‖el‖Capit{n‖de‖su‖Guardia‖―Raisa‖tenía la sensación
que había dejado mucho sin decir.

―¿Qué‖ hay‖ sobre‖ el‖ general‖ Klemath?‖ ¿Qué‖ piensa‖ él?‖ ―preguntó‖ Raisa.‖
Klemath era el papá para Kim y Keith, sus persistentes pretendientes.

―Bien‖ ―dijo‖ Amon,‖ sob{ndose‖ el‖ puente‖ de‖ su‖ nariz―.‖ Él‖ es‖ uno‖ de los que
trajo lo de los mercenarios en primer lugar. No le agrada mucho eso de apoyar
un cambio.

―Tenemos‖magos‖―dijo‖Raisa,‖pensando‖que‖este‖era‖el‖tipo‖de‖conversación‖
que‖ ella‖ debería‖ estar‖ teniendo‖ con‖ su‖ madre―.‖ Tenemos‖ a‖ Lord‖ Bayas‖ y‖ al‖
resto del Consejo. Nos protegerán de los Flatlanders.

―Cl{ro‖―Amon‖asintió―.‖Si‖puedes‖confiar‖en‖ellos.

―Te‖ has‖ convertido‖ en‖ un‖ cínico‖ en‖ el‖ Sur‖ ―dijo‖ Raisa,‖ frot{ndose‖ los‖ ojos‖ y‖
d{ndose‖cuenta‖que‖había‖sido‖un‖largo‖día―.‖Ya‖no‖confías‖en‖nadie.

―Así‖es‖como‖te‖mantienes‖vivo‖en‖el‖Sur‖―dijo‖Amon,‖mirado‖la‖fuente.

Raisa‖escondió‖un‖bostezo.‖―Así‖es‖como‖lidias‖con‖los‖pretendientes‖también.‖
No confías en ninguno de ellos.

La‖cabeza‖de‖Amon‖se‖inclinó‖un‖poco.‖―¿Pretendientes?‖¿Ya‖empezó‖eso?

―¿Ya?‖―Raisa‖se‖ encogió‖de‖hombros―.‖Ya‖tengo‖casi‖dieciséis.‖Mi‖mam{‖se‖
casó cuando tenía diecisiete.
Amon‖parecía‖horrorizado.‖―Pero‖no‖te‖tienes‖que‖casar‖ahora‖mismo,‖¿o‖sí?

Raisa‖sacudió‖la‖cabeza.‖―No‖me‖voy‖a‖casar‖pronto‖―declaró‖planamente―.‖
No‖ en‖ años‖ y‖ años‖ ―agregó,‖ cuando‖ Amon‖ no‖ parecía‖ m{s‖ seguro―.‖ Mam{‖
todavía‖es‖joven,‖y‖reinara‖por‖mucho‖m{s‖tiempo.‖―A‖Raisa‖le‖alegro‖estar‖en‖
el rol de experta por lo menos una vez. Ansiaba eso del cortejo, pero el
matrimonio era toda otra cosa.

―¿Te‖ tendr{s‖ que‖ casar‖ con un‖ hombre‖ viejo?‖ ―Preguntó‖ Amon,‖ con‖ esa‖
tendencia‖familiar‖Byrne―.‖No‖es‖que‖crea‖que‖tu‖pap{<‖bueno,‖él‖es‖un‖poco‖
viejo para la Reina es todo lo que estoy diciendo.

―Eso‖depende.‖Podría‖casarme‖con‖alguien‖de‖la‖realeza‖o‖algún‖rey‖o‖príncipe‖
desde Tamron o Arden. Podría ser un hombro viejo, supongo. Esa es una buena
razón para posponer el matrimonio tanto como sea posible.

¿Había su madre amado a su padre? Se preguntó Raisa. ¿O habría sido


puramente una unión política? Antes de que se hubiera ido a Demonai, parecía
que ellos habían sido más una familia. ¿Cuánto tendría que ver lo que había
visto entre sus padres para su total aversión por el matrimonio?

Miró hacia arriba para encontrar a Amon mirándola. Él aparto rápidamente la


mirada, pero había visto la simpatía en sus ojos grises.

Él era tan diferente a Micah. Micah era intoxicante, siempre retando todo en lo
que creía. Amon era cómodo, como un par de mocasines. Y aún así, los cambios
en él eran intrigantes.

Ella miró a Magret. Su nodriza sonaba medio dormida, estirada en uno de los
bancos del parque, con su boca abierta y roncando.

―Bien‖―dijo‖Amon,‖siguiendo‖su‖mirada―.‖La‖hemos‖perdido‖―se‖levantó―.‖
Tengo que trabajar al amanecer. Con su permiso, diré Buena Noche.

Parecía muerto de cansancio en sus pies, Raisa pensó con un poco de culpa.
―Por‖ supuesto.‖ Pero‖ primero,‖ tengo‖ algo‖ que‖ mostrarte‖ ―dijo,‖ todavía‖ sin‖
querer‖dejarlo‖ir.‖Todavía‖queriendo‖renegociar‖alguna‖nueva‖clase‖de‖trato―.‖
Hay un pasaje secreto. Es como un atajo. Podemos ir por allí.

Amon‖lo‖dudó,‖frunciendo‖el‖ceño.‖―‖¿A‖dónde‖conduce?

―Ya‖ver{s‖―Raisa‖dijo‖misteriosamente.
Amon‖movió‖su‖cabeza‖hacia‖Magret.‖―¿Qué‖hay‖sobre‖ella?

―Déjala‖dormir‖―dijo‖Raisa―.‖Parece‖lo‖suficientemente‖cómoda.

―Tal‖vez‖nunca‖pueda‖encontrar‖por‖sí‖sola‖la‖salida‖―Amon‖dijo.

―Te‖prometo‖venir‖a‖buscarla‖por‖la‖mañana‖―dijo‖Raisa.‖Levantando‖una‖de‖
las antorchas, empezó a caminar, entre paredes de verdeja, sin mirar hacia atrás
para ver si Amon la estaba siguiendo, pero pronto escuchó el crujir de sus botas
sobre el suelo.

Hicieron un círculo una y otra vez hasta que llegaron al centro el laberinto. Allí,
un exquisito templo de hierro forjado estaba en la mitad de una maraña de
rosas viejas y unos jardines cubiertos de fragancia. Madreselvas y Glicinas
entrelazadas sobre los enrejados cubrían el techo, colgando cerca del suelo, y
dándole la apariencia de una cueva o enramada de los amantes. Incluso Raisa
tuvo que bajar su cabeza para entrar.

Hojas y ramitas estaban en el piso. A un lado había un altar para el Creador,


centrado un semicírculo de bancos de piedras, con espacio para nada más que
una docena de adoradores.

Una ventana llena de vitrales al otro lado tenía a Hanalea en batalla, con su
espada elaborada, y su cabello volando. A la luz de día, cuando el sol brillaba
por allí, enviaba ríos de color lavanda todo el piso de piedra.

En la mitad de los adoquines de piedra había un plato de metal con rosas


salvajes grabadas. Raisa se arrodilló y limpió lo que quedaba con su mano.

―Bajo‖aquí‖―dijo,‖señalando―.‖Tienes‖que‖levantarlo.

Poniendo su antorcha en el soporte de la pared, Amon agarró uno de los anillo


en el plato y jaló, balanceándose sobre sus talones. Las bisagras chirriaron, el
plato se movió, seguido por una corriente de aire.

Amon miró hacia Raisa.‖―‖¿Cu{ndo‖fue‖la‖última‖vez‖que‖estuviste‖aquí?

Raisa‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Tal‖ vez‖ hace‖ dos‖ meses.‖ Es‖ difícil‖ porque‖
siempre hay gente alrededor.

―Mejor‖voy‖primero‖―dijo‖Amon,‖mirando‖su‖bostezo‖de‖manera‖escéptica―.‖
Quien sabe que habrá pasado aquí desde tú última vista.
―Hay‖una‖ladera‖por‖ese‖lado‖―dijo‖Raisa.

Poniendo sus manos al otro lado de la entrada, Amon bajo por sí solo hasta que
sus pies encontraron uno de los primeros peldaños. Empezó a descender hasta
que su cabeza y sus hombros desaparecieron por debajo del nivel del piso. Se
detuvo en ese punto y alcanzó su mano. Raisa le entregó una antorcha, y
reanudó su descenso hasta llegar dos plantas más abajo.

Él miró hacia arriba y ella pudo observar su rostro bajo la luz de la antorcha.
Parecía‖ muy‖ distante.‖ ―Parece‖ un‖ largo‖ camino‖ ―dijo‖ él‖ ―.‖ No‖ creo‖ que‖ sea‖
tan buena idea

―Est{‖ bien‖ ―dijo,‖ con‖ m{s‖ confianza‖ de‖ la‖ que‖ en‖ verdad‖ sentía―.‖ He‖ ido‖ y‖
venido una y otra vez.

Sólo no en babuchas y un delgado vestido de satín, ella pensó que debió haber
agregado, pero no lo hizo.

―Salgamos‖por‖donde‖vinimos‖―estuvo‖de‖acuerdo‖Amon,‖sacando‖su‖pies―.‖
Puedes‖mostrarme‖el‖atajo‖otro‖día,‖cuando‖estés<‖umm<‖vestida‖para‖eso.

―¿Cu{ndo‖vamos‖a‖tener‖otra‖oportunidad?‖―Raisa‖dijo‖tercamente―.‖Como‖
dije, siempre hay gente por aquí, y vas a estar trabajando cada día.

Sabía que estaba siendo poco razonable, pero estaba cansada y se sentía
engañada. Enfrentó el prospecto de un verano por sí sola de nuevo, para todos
los propósitos, cuando querría aventurarse con Amon.

―Voy‖para‖allí‖―advirtió‖Amon,‖sosteniéndose‖con‖ambas‖manos.

―Y‖ yo‖ voy‖ para‖ abajo‖ ―dijo‖ Raisa‖ ruidosamente,‖ gir{ndose‖ y‖ buscando‖ el‖
primer peldaño.

―Sólo‖ espera‖ un‖ minuto,‖ ¿de‖ acuerdo?‖ ―Desapareció‖ de‖ su‖ vista,‖ pero‖ podía‖
escucharlo moviéndose por allí, y vio la antorcha reflejándose en las paredes.

Se dio cuenta del pie en el escalón, y la miró, con una pequeña mancha de polvo
en‖ su‖ mejilla‖ derecha.‖ ―Est{‖ claro,‖ sólo‖ hay‖ unas‖ cuantas‖ ratas,‖ es‖ todo.‖ Baja,‖
pero ten cuidado.
Eso era más fácil de decir que de hacer. Los peldaños estaban lejos, era difícil
arreglárselas para que alguien de su tamaño en las mejores circunstancias, y era
casi imposible en su vestido. Sus babuchas no le daban ningún agarre en los
peldaños de metal. Se enganchó su vestido sobre las rodillas, doblándolo a un
lado y sosteniéndolo con la otra, preguntándose qué clase de vista se le
presentaría a Amon allí abajo.

Estaba a la mitad del camino cuando perdió su agarre en la calera de metal, se


tambaleó por un momento, con sus brazos volando, y luego cayó gritando por
el espacio.

Aterrizó en uno de los brazos de Amon. Él retrocedió unos cuantos escalones, y


por un momento pensó que ambos caerían, pero el recobró su equilibrio y
termino reclinándose contra la pared, respirando fuerte y acunándola contra la
chaqueta de lana de su uniforme. Podía escuchar su corazón latir justo junto a
su oído.

―¡Por‖los‖huesos‖sangrientos‖de‖Hanalea!‖―dijo,‖con‖su‖rostro‖a‖unos‖cuantos‖
centímetros de ella, sus ojos grises estaban oscuros y turbios como el Océano
Indio‖ en‖ Invierno,‖ y‖ su‖ rostro‖ como‖ una‖ tiza‖ blanca―.‖ ¿Est{s‖ loca,‖ Raisa?‖
¿Querías matarte?

―Por‖supuesto‖que‖no‖―dijo‖ferozmente,‖gracias‖a‖su‖miedo―.‖Sólo‖me‖resbale‖
es todo. Bájame.

Pero él parecía decidido a leer su comportamiento muy cerca. ―Nunca‖


escuchas. Siempre tienes que hacer lo que quieres, incluso si eso significa
romperte el cuello.

―No‖hago‖siempre‖lo‖que‖quiero‖―dijo.

―¿Sí?‖ ¿Qué‖ hay‖ sobre‖ esa‖ vez‖ que‖ sólo‖ tenías‖ que‖ montar‖ ese‖ Flatlanders?‖
¿Cómo era su nombre? ¿Deathwish? ¿Devilspawn? Tenías que subir una cerca
para montarlo, tenía su espalda tan ancha y sus piernas tan pegadas en línea
recta,‖pero‖nada‖hizo‖que‖no‖le‖dieras‖la‖oportunidad‖―Él‖se‖burlo―.‖Ese‖fue‖el‖
paseo más corto del mundo.

Se había olvidado del molesto hábito de Amon de repetir las viejas historias que
prefería olvidar. Raisa se encogió de hombros y pateó, tratando de liberarse.
Estaba definitivamente más fuerte de lo que recordaba. Incluso aunque fuera
más pequeña, siempre había sido capaz de mantener su propia fuerza de
personalidad. O algo más.
―Nunca‖ piensas‖ en‖ el‖ desastre‖ que‖ dejas‖ ―dijo‖ Amon―.‖ Si‖ te‖ hubieras‖
quebrado la cabeza y estuviera de alguna manera envuelto, mi papá no dejara
lo suficiente de mí para que los cuervos lo encuentren.

―¿Qué‖pasó‖con‖lo‖de‖“Si gusta, Su Alteza” y el “Con su permiso, Su Alteza”?


―exigió‖Raisa―.‖Por‖última‖vez,‖b{jame,‖o‖llamaré‖a‖la‖Guardia.

Amon pestañeó hacia ella, y no pudo evitar ver que tenía unas pestañas muy
gruesas sobre sus ojos grises. Con cuidado, la bajó hasta que quedó de pie y
retrocedió.‖―Mis‖disculpas,‖Su‖Alteza‖―dijo,‖su‖rostro‖se‖había‖puesto‖blanco‖y‖
duro―.‖¿Podría‖irme‖entonces?

Y justo así de rápido, su ira se había ido, reemplazada por remordimiento. Sus
mejillas se encendieron. ¿Cómo podrían ser amigos si seguía exigiéndole usar el
rango?

―Lo‖ siento‖ ―susurró,‖ poniendo‖ su‖ mano‖ en‖ el‖ hombro‖ de‖ Amon―.‖ Gracias‖
por salvar mi vida.

Él‖continuó‖mir{ndola‖con‖la‖cabeza‖erguida.‖―Es‖mi‖labor,‖Su‖Alteza,‖como‖un‖
miembro de la Guardia de la Reina.

―¿Podrías‖parar?‖―dijo‖Raisa‖desesperadamente―.‖Dije‖que‖lo‖siento.

―Ninguna‖disculpa‖es‖necesaria,‖Su‖Alteza‖―dijo‖Amon,‖mirando‖a‖la‖mano‖en‖
su‖manga―.‖Ahora,‖¿Hay‖algo‖m{s<?

―Por‖ favor,‖ no‖ te‖ vayas,‖ Amon‖ ―dijo‖ Raisa,‖ liberando‖ su‖ brazo‖ y‖ mirando‖ a‖
sus babuchas arruinadas―.‖En‖realidad,‖puedo‖tener‖un‖amigo,‖aunque‖no‖me‖
lo‖merezca‖―aclaró‖su‖garganta―.‖¿Crees‖que‖eso‖es‖posible?

Hubo una larga pausa. Luego Amon puso dos dedos sobre la barbilla de ella, y
ella inclinó su cabeza y lo miró, y el movimiento hizo que las lágrimas se
derramaran por sus mejillas. Él se estaba dirigiendo hacia ella, su rostro estaba
muy cerca, y antes de que supiera lo que estaba haciendo, deslizó sus brazos
alrededor de su cuello y lo besó en los labios.
Tal vez él estaba pensando en besarla también, pero presionó sus manos en
contra de su cintura, levantándola un poco hacia él así que sus pies casi dejan el
suelo. Él le regreso el beso con una habilidad e intensidad sorprendente. Sus
labios eran un poco duros y quemados por el viento, pero en una buena
manera, y Raisa no estaba lista para detenerse cuando rompió el beso y
retrocedió, con sus ojos grises bien abiertos en señal de alarma.

―Lo‖ siento,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo,‖ enrojeciéndose,‖ y‖ levantando‖ sus‖ manos―.‖


Perdóname,‖yo‖no‖quise<

―Ll{mame‖ Raisa‖ ―dijo Raisa, moviéndose hacia él de nuevo, intentando


alcanzarlo.

―Por‖favor<‖Raisa‖―Él‖agarró‖sus‖hombros,‖sosteniéndola‖a‖la‖longitud‖de‖sus‖
brazos―.‖‖No‖sé‖lo‖que<‖No‖podemos‖hacer‖esto.

Raisa‖ pestañeó‖ hacia‖ a‖ él.‖ ―Es‖ sólo‖ un‖ beso‖ ―dijo,‖ sintiéndose‖ un‖ poco
herida―.‖Ya‖me‖habían‖besado‖antes.

Estaba Micah, por supuesto, y luego estaba el intenso Reíd Nightwalker


Demonai, uno de los guerreros del Campamento Demonai. Will Mathis, Keith
Klemath —no Kip— y probablemente uno y otros dos más.

―No‖lo‖debí‖haber‖dejado que sucediera, soy un Soldado, y estoy en la Guardia


de‖la‖Reina.‖Si‖mi‖padre<

―Oh,‖deja‖a‖tu‖padre‖―se‖quejó‖Raisa―.‖No‖tiene‖que‖saber‖nada.

―Sabe‖ cosas.‖ No‖ sé‖ cómo.‖ Y‖ lo‖ sabría‖ ―De‖ manera‖ incómoda,‖ Amon‖ metió‖ a‖
tientas su mano en el bolsillo, busco un pañuelo y se lo entregó.

Sabía que lo del beso se había acabado. Por el momento, de todos modos.

―Cuando‖te‖vi‖en‖la‖cena,‖lucías‖como‖una‖princesa‖―dijo,‖evitando‖poner‖sus‖
ojos‖en‖su‖rostro‖lleno‖de‖l{grimas―.‖Quiero‖decir,‖siempre‖lo‖he‖sabido,‖ pero
parecías‖tan‖diferente‖a‖lo‖que‖recordaba.‖Algo‖como<‖remoto.‖No‖lo‖que‖había‖
esperado.

―Tú‖también‖luces‖diferente‖―dijo‖Raisa,‖limpi{ndose‖los‖ojos―.‖Ni‖siquiera‖te‖
reconocí‖ hasta‖ que‖ tu‖ madre‖ dijo‖ tu‖ nombre‖ ―Se‖ las‖ arreglo‖ para‖ darle‖ una‖
sonrisa serena―.‖Est{s<‖muy,‖muy‖apuesto,‖sabes.‖Debes‖tener‖un‖montón‖de‖
admiradoras.‖ ―No‖ pudo‖ evitar‖ pensar‖ que‖ había‖ adquirido‖ algo‖ de‖ pr{ctica‖
para besar desde la última vez que lo vio.
Él‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros,‖ pareciendo‖ avergonzado.‖ ―No‖ hay‖ mucho‖ tiempo‖
para admiradoras‖en‖Oden’s‖Ford‖―dijo.
―Magret‖dijo‖que‖soy‖desobediente‖y‖consentida.‖Mi‖madre‖dice‖que‖soy‖terca.‖
A veces trato de hacer lo que quiero, pero creo que es porque nunca pude hacer
lo‖ que‖ quería‖ en‖ lo‖ que‖ importaba‖ ―Lo‖ miró―.‖ No‖ llegaré‖ a‖ escoger‖ donde
vivir, o con quién casarme, o ni siquiera quienes serán mis amigos. Mi tiempo
nunca‖ ser{‖ mío‖ ―Se‖ limpió‖ la‖ nariz,‖ sintiéndose‖ mal‖ por‖ el‖ pañuelo‖ de‖
Amon―.‖ No‖ es‖ no‖ quiera‖ ser‖ Reina,‖ creo.‖ Supongo‖ que‖ no‖ quiero‖ ser‖ como‖
mamá.

―Entonces‖ no‖ lo‖ seas‖ ―dijo Amon, como si fuera la cosa más simple del
mundo.

―Pero‖la‖mayoría‖de‖chicas‖amarían‖ser‖ella‖―dijo‖Raisa,‖pareciendo‖culpable,‖
como‖ si‖ alguien‖ los‖ fuera‖ a‖ escuchar‖ en‖ el‖ oscuro‖ túnel―.‖ Y‖ no‖ sé‖ cómo‖ ser‖
diferente. No quiero estar a la merced de los Consejeros. ¿Pero cómo haces que
las cosas funcionen? Aparte de tocar el laúd o manejar el bordado, quiero decir.
Por lo menos sé cómo montar un caballo y estar por los bosques y disparar una
flecha por mi tiempo en Demonai. Mi papá me puso bien en el camino para ser
un comerciante. Pero eso y la costura no son suficientemente buenos para una
Reina.

―Bien,‖ pues‖ no‖ soy‖ un‖ erudito‖ ―dijo‖ Amon,‖ reclin{ndose‖ contra‖ la‖ pared,‖
asegur{ndose‖de‖que‖Raisa‖no‖lo‖fuera‖a‖atacar‖de‖nuevo―.‖Pero‖hay‖personas‖
en Fellsmarch que saben cosas. Los Oradores en el Templo, por ejemplo. Hay
una biblioteca gigante allí.

―Supongo‖ ―dijo‖ Raisa―.‖ Es‖ toda‖ una‖ prueba‖ rigurosa‖ para‖ ingresar‖ allí.‖
Algunas‖ veces‖ me‖ gustaría‖ ser‖ invisible.‖ ―Se‖ movió‖ irritada―.‖ Ni‖ siquiera‖ sé‖
que está pasando en el mundo. Los Consejeros de mamá sólo le dicen lo que
quiere oír, o estar promoviendo sus propias agendas. Las personas dicen que
los escucha demasiado.

Las personas eran la abuela Elena, entre otros.

―¿Ahora‖quien‖es‖la‖cínica?‖―dijo‖Amon―.‖Tal‖vez‖necesitas encontrar por ti


misma‖algunos‖ojos‖y‖oídos‖honestos.‖―Bostezó‖y‖se‖frotó‖los‖ojos.

―¡Oh!‖ ―dijo‖ Raisa,‖ afligida―.‖ Lo‖ lamento.‖ Dijiste‖ que‖ tenías‖ que‖ levantarte.‖
―Hace‖ media‖ hora,‖ estaba‖ siendo‖ egoísta‖ y‖ desconsiderada‖ como‖ siempre.‖
Trató de ignorar la voz en su cabeza que decía Eso es lo que las Reinas hacen.
―Vamos,‖apresurémonos‖―dijo,‖moviendo‖una‖de‖las‖antorchas,‖conduciendo‖
por el camino del túnel, tratando de ignorar los chillidos de las ratas y los ojos
reflejados de las criaturas que miraban desde las imperfecciones de las paredes
y siguió adelante.

Amon‖no‖tenía‖problema‖manteniéndose,‖con‖sus‖largas‖piernas.‖―¿Cómo‖este‖
llegó‖pasaje‖aquí?‖―preguntó―.‖¿Y‖quién‖m{s‖sabe‖sobre‖él?

Raisa‖se‖quitó‖una‖telaraña‖del‖rostro.‖―Lo‖encontré‖después‖de‖que regresé de
Demonai‖―dijo―.‖Es‖realmente‖viejo.‖No‖sé‖quien‖lo‖hizo,‖y‖no‖conozco‖a‖nadie‖
que sepa sobre él. No le he dicho a nadie más que a tí.

A lo último llegaron a la cámara circular de piedra que quería decir el fin de su


viaje.

―Aquí‖estamos‖―dijo‖Raisa, poniendo la antorcha en un soporte que estaba en


el piso. Se reclinó sobre la pared y empujo a un lado el estante que había puesto
en la entrada.

―¿Dónde‖estamos?‖―preguntó‖Amon,‖desconcertado.

―Ya‖ver{s‖―dijo‖Raisa,‖abriéndose‖camino‖por‖unos‖cuantos zapatos y botas, y


empujando unos vestidos llamativos en los bastidores.

Su habitación era fría y oscura, el fuego ardía en la chimenea, su camisón


todavía descansaba sobre la cama.

Amon salió del closet detrás de ella y miró alrededor. Sus ojos se ampliaron y
parecía‖un‖poco‖lleno‖de‖p{nico.‖―Raisa<‖¿Es‖ésta‖tú‖habitación?

―Sí‖ ―dijo‖ Raisa‖ de‖ manera‖ informal.‖ Cruzó‖ a‖ la‖ chimenea‖ y‖ atizó‖ el‖ fuego,‖
poniendo otro leño.

―Sangre‖ del‖ demonio‖ ―dijo‖ Amon―.‖ ¿Hay‖ un‖ pasaje‖ secreto‖ en‖ las‖ paredes‖
que guían a tu habitación? ¿Eso no te preocupa?

Lo‖ miró.‖ ―No.‖ ¿Por‖ qué...‖ debería?‖ ―La‖ verdad,‖ no‖ la‖ preocupaba.‖ Había‖
estado concentrada en la conveniencia de tener los medios para ir y salir sin
pasar por los ojos de nadie en los ocupados corredores del palacio.

―Alguien‖hizo‖esto‖―dijo‖Amon―.‖¿Quién‖m{s‖podría‖saber‖sobre‖él?
―Éste‖ apartamento‖ ha‖ estado‖ cerrado‖ durante‖ cientos‖ de‖ años‖ ―dijo‖ Raisa―.‖
Tal vez miles. Deberías haber visto la manera en la que se veía antes de que la
limpiáramos. Alguien lo hizo, pero sea quien sea debió haber muerto hace
mucho tiempo.

Amon estaba examinando el panel deslizante, pasando sus manos sobre la


madera‖ moldeada‖ alrededor.‖ ―Deberías‖ tenerlo‖ cerrado‖ Raisa.‖ Cerrarlo‖
permanentemente.

―Te‖ preocupas‖ demasiado‖ ―dijo‖ Raisa―.‖ He‖ estado‖ aquí‖ por tres meses y
ningún monstruo ha llegado por allí.

―Lo digo en serio. Voy a hablar con mi padre sobre esto.

―No‖lo‖har{s‖―dijo‖Raisa―.‖Prometiste‖que‖no‖lo‖harías.

Inclinó‖ su‖ cabeza.‖ ―No‖ recuerdo‖ haber‖ prometido‖ nada.‖ De‖ todas‖ maneras‖
―siguió―.‖Veré‖si‖hay‖una‖manera‖de‖asegurarlo.‖Eso‖debería‖hacer.‖―Cruzó‖
una pequeña dispensa, de repente de mala gana al verlo ir.

―¿Quieres‖algo‖m{s‖de‖comer?

Él‖sacudió‖su‖cabeza,‖sonriendo‖tristemente.‖―Mejor‖me‖voy.‖No‖queremos‖que‖
nadie me encuentre aquí.

Raisa sacudió‖su‖cabeza.‖―Supongo‖que‖no‖―dijo.‖Se‖sintió‖triste‖y‖confundida.‖
Por el otro lado, extrañaba el Amon que había conocido en su infancia, una
amistad que nunca sería lo misma. O por el otro lado, sentía una sensación de
posibilidad, una extraña fascinación con este nuevo Amon y todo lo que
pudiera hacer o decir.

Lo acompañó a la puerta y pasaron juntos hacia el corredor.

―Gracias‖por‖la‖cena‖―dijo―.‖Estoy‖muy‖cansado‖de‖ésa‖comida‖sureña‖―se‖
detuvo,‖y‖aclaró‖su‖garganta―.‖No‖te‖olvides‖del‖túnel.

―Lamento haberte‖tenido‖hasta‖tan‖tarde‖―dijo‖Raisa,‖sin‖sentirlo―.‖Pero‖estoy‖
muy‖ feliz‖ de‖ que‖ estés‖ en‖ casa.‖ ―Puso‖ sus‖ manos‖ sobre‖ su‖ hombro‖ para‖
equilibrarse y luego se empinó besándolo en la mejilla.

―Así‖que‖aquí‖es‖donde‖has‖estado‖durante‖toda‖la‖noche‖―alguien dijo en una


voz tan fría como el beso del demonio.
Raisa se alejó de Amon y se giró, sabiendo mientras lo hacia que era algo malo
―algo‖por‖lo‖que‖se‖sentía‖culpable―‖lo‖que‖estaba‖haciendo.

Era Micah Mayaer, sus oscuros ojos brillaban a la luz de los apliques. Un fuerte
olor de vino decía que había estado bebiendo.

―¿Qué‖est{s‖haciendo‖aquí?‖―le‖preguntó,‖sabiendo‖que‖la‖mejor‖defensa‖era‖
una‖buena‖ofensa―.‖¿Merodear‖por‖la‖torre‖de‖la‖‖Reina‖en‖plena‖ mitad‖de‖la‖
noche?

―Debería‖ hacerle‖ a‖ éste‖ Soldado la‖ misma‖ pregunta‖ ―Micah‖ dijo―.‖ Parece‖
estar<‖fuera‖de‖lugar.

―Su‖ Alteza‖ me‖ pidió‖ que‖ la‖ escoltara‖ de‖ nuevo‖ a‖ su‖ habitación‖ ―dijo‖ Amon,‖
tropezando‖ en‖ la‖ misma‖ excusa‖ que‖ ella‖ y‖ Micah‖ siempre‖ usaban―.‖ Ya‖ me‖
estaba yendo.

―Puedo‖ verlo‖ ―dijo‖ Micah―.‖ Pensé‖ que‖ tenías‖ dolor‖ de‖ cabeza‖ ―le‖ dijo‖ a‖
Raisa.

―Lo‖tenía‖―contestó.‖Se‖giró‖hacia‖Amon―.‖Buenas‖Noches‖y‖gracias,‖Soldado‖
Byrne.

Se giró y entro a la habitación, pero Micah agarró su brazo, la fuerza del agarre
estaba‖ lastimando‖ su‖ carne.‖ ―Espera‖ ―dijo―.‖ No‖ te apresures, necesito
entender algo.

Raisa‖trató‖de‖liberarse.‖―Micah,‖estoy‖muy‖cansada.‖¿Podemos‖hablar‖de‖esto‖
mañana?

―Creo‖que‖deberíamos‖hablar‖de‖esto‖ahora‖―dijo‖Micah,‖mirado‖a‖Amon―.‖
Ya que estamos todos juntos.

―¡Déjame‖ir!‖―dijo‖Raisa,‖tratando‖de zafar sus dedos con su mano libre.

De repente la espada de Amon estaba en su mano y señalaba a Micah.

―Atr{s‖―dijo‖Amon―.‖La‖heredera‖Princesa‖ha‖dicho‖que‖la‖sueltes,‖te‖sugiero‖
que lo hagas.

Micah pestañeó, luego miró a su mano en el brazo de Raisa como si se


sorprendiera‖de‖que‖estuviera‖allí.‖La‖dejó‖ir‖y‖retrocedió.‖―Raisa,‖escucha,‖no‖
quise<
―Tú‖ escucha‖ ―Raisa‖ dijo―.‖ No‖ te‖ pertenezco.‖ No‖ creo‖ que‖ necesite‖ ser‖
interrogada si quiero pasar un poco de tiempo con un amigo. No te debo
ninguna explicación.

Amon‖guardó‖su‖espada.‖―‖Su‖Alteza,‖es‖tarde‖y‖todos‖estamos‖cansados.‖¿Por‖
qué no se va a la cama, y ambos por nuestros caminos, de acuerdo?

Raisa tragó fuerte y pasó por el cobertizo de la puerta. Amon puso una mano
sobre el hombro de Micah y lo propulsó por el corredor. Pero la mirada que
Micah le dirigió a Raisa sobre su hombro indicaba que no era el fin del asunto.
Capitulo 8
Lección para ser aprendida
Traducido por Eli25
Corregido por Dangereuse_

ari,‖ corre‖ o‖ llegaremos‖ tarde!‖ ―dijo‖ Han.‖ ―Él podía oír el

-¡M clamor de las campanas del templo por todas partes de la


ciudad,‖marcando‖la‖media‖hora―.‖Y‖pasa‖un‖peine‖por‖tu‖pelo,‖
¿de acuerdo? Se parece al nido de una rata.

―Pero‖ no‖ quiero‖ ir‖ a‖ la‖ escuela‖ ―gruñó‖ Mari,‖ at{ndose‖ sus‖ zapatos―.
¿Podemos ir a ver a Lucius? Él me ha estado enseñando a pescar.

―Est{‖lloviendo‖fuera.‖Adem{s,‖a‖mam{‖no‖le‖gusta‖que‖visites‖a‖Lucius‖―dijo‖
Han―.‖Piensa‖que‖él‖es‖una‖mala‖influencia.

―A‖ mam{‖no‖ le‖gusta‖que‖visites‖a‖Lucius ―contrarrestó‖Mari,‖luchando‖ por‖


desenredar‖los‖mechones‖de‖su‖pelo―.‖Y‖tú‖aún‖vas.

―Cuando‖ seas‖ tan‖ mayor‖ como‖ yo,‖ puedes‖ sacar‖ de‖ quicio‖ a‖ mam{‖ tú‖ solita.‖
―dijo‖él,‖pensando‖que‖Mari‖era‖demasiado‖inteligente‖para‖su‖propio‖bien.‖

Además, ella tenía una boca que la metería en problemas. Él debería saberlo.

Tomó el peine de Mari y usó eso y sus dedos para poner su pelo en orden.

―Mam{‖no‖lo‖sabe,‖de‖todas‖formas ―persistió‖Mari,‖estremeciéndose‖cuando‖
él‖jaló‖demasiado―.‖Ella‖no‖volver{‖del‖castillo‖hasta tarde.

―Solo‖ déjalo,‖ Mari―‖ dijo‖ Han‖ sin‖ simpatía―.‖ Si‖ no‖ puedes‖ leer‖ y‖ escribir‖ y‖
hacer figuras, no conseguirás engañar en toda tu vida. Y ¿cómo vas a aprender
algo más?

―Mam{‖no‖puede‖leer‖ni‖escribir,‖y‖ella‖trabaja para la reina ―discutió Mari.

―Es por eso por lo que quiere que vayas a la escuela ―dijo Han.

Habían pasado dos semanas desde que Han trajo el amuleto a casa, y sus vidas
se habían fijado en una diferente cadencia. Mamá tenía un nuevo trabajo en la
lavandería del Castillo de Fellsmarch. Era dinero fiable, pero ella tenía que irse
antes del alba para caminar la distancia de la ciudad a través de múltiples
puentes para llegar allí. Nunca llegaba a casa antes del anochecer, tampoco, así
que ellos siempre cenaban solos. Pero al menos había cena.

Se había convertido en el trabajo de Han llevar a Mari de allí a la escuela, lo cual


le hacía difícil trabajar su ruta para Lucius. Una o dos veces la había llevado con
él a sus rondas. Hoy quería dejar fuera a Mari, parar en El Barril y la Corona y
varias otras tabernas del Punte Sur, y llegar desde la casa de Lucius antes de
que Mari saliera de la escuela. Era un riesgo, los Sureños podrían estaba
mintiéndole, pero tenía que hacerlo.

Han mojó un trapo en el cuenco para restregar la cara de Mari, para que los
habladores en el templo no pensaran que ella estaba abandonada. Él no podía
hacer mucho por sus ropas, pero no era la única que compraba los trapos de la
basura.

―Vamos.

Aún estaba demasiado oscuro en las calles estrechas y callejones de Ragmarket.


Había llovido fuerte por la noche, Han estuvo despierto por el agua que caía en
su cara a través de la gotera del tejado. Había charcos en todas partes y las
alcantarillas estaban llanas, pero la lluvia había disminuido a una irritante
llovizna. Han empujó a Mari debajo del refugio de su abrigo demasiado largo, y
ellos se tambaleron a lo largo como algún mal diseño de animal de cuatro patas.

―No‖veo‖por‖qué‖tengo‖que‖estar‖tan‖temprano‖―dijo‖Mari―.‖Ellos‖tienen‖todo‖
el día para la escuela.

Han la empujó fuera del camino de un carro de la panadería que salpicaba agua
sucia hasta sus rodillas.

―De‖esta‖manera‖los‖sacerdotes‖pueden‖educar‖y‖conseguir‖trabajar‖―dijo‖él.

El Templo de Southbridge estaba anclado a lo lejos del Puente Sur. Han a


menudo pensaba que quién fuera que construyera el Castillo Fellsmarch podría
haber tenido una mano en el Templo de Southbridge. Las torres se elevaban
apuntando hacia el cielo y recordaban a una persona que había un mundo más
allá de Ragmarket y el Puente Sur, incluso si no podías llegar.
La piedra al frente y alrededor de la puerta estaba tallada con hojas y vides y
flores. Las gárgolas se lanzaba ellas mismas desde cada lado del edificio, y las
bajantes estaban tapadas con fantásticas criaturas que debían estar muertas en
la Ruptura, porque nunca las vio en esos días.

El templo alojaba librerías y dormitorios para los dedicados, jardines y cocinas


también. Eso no era un claustro, de alguna manera, daba la bienvenida a los
ciudadanos de los vecindarios de los alrededores, alimentando sus mentes junto
con sus cuerpos.

Todos podían entrar dentro de los edificios del templo y ver el arte manual que
había sido coleccionado durante más de mil años. Había cuadros y esculturas y
tapices con colores tan brillantes que parecían vibrar.

Han y Mari caminaron a través de la puerta lateral cuando las grandes


campanas sobre sus cabezas comenzaron a tocar la hora. Se sacudieron como un
par de perros, lanzando gotas sobre el suelo de pizarra del vestíbulo.

Las clases eran impartidas en uno de los lados de las capillas. Cuando entraron,
el Orador Jemson estaba en el podium, mirando a través de las notas. Detrás de
él de pie, una línea de caballetes sujetaban pinturas de las colecciones del
templo que serían usadas para ilustrar su presentación.

Su docena de estudiantes se movían nerviosamente sobre los cojines puestos en


los bancos del santuario. Era un grupo variado de chicas y chicos, en un rango
de edad desde los siete de Mari a los diecisiete. Algunos estaban vestidos para
el comercio, eso significaba que irían a sus trabajos después de clase.

Jemson, pensó Han. Así que el tema sería historia.

―Historia‖ ―murmuró‖ Mari,‖ como‖ si‖ hubiera‖ leído‖ sus‖ pensamientos―.‖ ¿Por‖
qué necesitamos saber lo que ocurrió antes de que naciéramos?

―Para‖que‖con‖un‖poco de suerte seamos más inteligentes y no cometamos los


mismos‖errores‖otra‖vez‖―dijo‖Han,‖sonriendo‖a‖Jemson.‖

Era una de las líneas favoritas de Jemson, y él sabía que su viejo profesor lo
apreciaría.

―¡Hanson‖ Alister!‖ ―Dijo‖ Jemson,‖ rodeando‖ su‖ escritorio y caminando hacia


ellos,‖ su‖ toga‖ agit{ndose‖ alrededor‖ de‖ sus‖ delgadas‖ piernas―.‖ Ha‖ pasado‖
mucho tiempo. ¿A que debemos este placer?
―Bueno,‖yo,‖um...‖―tartamudeó‖Han,‖sumamente‖consciente‖de‖la‖mirada‖de‖
Mari―.‖ Actualmente,‖ no‖ vengo‖ para‖ quedarme.‖ Tengo algo que necesito
hacer...

―Él‖piensa‖que‖ya‖es‖lo‖ bastante‖inteligente.‖―dijo‖Mari,‖mordisqueando‖ una‖


uña.

―No‖es‖eso‖―dijo‖Han―.‖Es‖sólo‖que‖ahora‖estoy‖trabajando‖y...

―Eso‖es‖muy‖malo‖―interrumpió‖Jemson―.‖Íbamos‖a‖discutir‖sobre‖la‖Ruptura‖
y como había sido pintado en arte a través de los años. Algo fascinante.

Jemson pensaba que todo era fascinante. Era algo contagioso.

Sólo que esta vez Han tenía sus propias razones para estar interesado en la
Ruptura. La historia que Lucius había contado estaba aún vibrando en su
cerebro, encendiendo pequeños fuegos en donde se enterrara. Y enterrado bajo
la forja en el patio era algo que podría ser una pieza de aquella historia. Han
quería reafirmar lo que él sabía que podría ser verdad.

Excepto...

―La‖cosa‖es,‖que‖tengo‖asuntos‖en‖Southbridge‖y‖no‖puedo‖llevar‖a‖Mari‖―dijo‖
Han―.‖Así‖que‖pensé‖que‖iría‖mientras‖ella‖est{‖en‖clase.

Jemson le miró, sin dudar tomando sus ojo aún morado y la mejilla amoratada,
pero sin sentir la necesidad de mencionarlo. Lo cual era una de las cosas que a
Han le gustaba de Jemson.

―Ya‖ veo.‖ Bien,‖ la‖ mayoría‖ de‖ los‖ asuntos‖ en‖ Southbridge‖ no‖ se‖ levantan‖ tan‖
temprano‖de‖todas‖formas.‖―dijo‖el‖Orador‖secamente.

Exactamente. Han estaba confiado en que los sureños dormían. Al menos


parecía menos probable que él tuviera encontronazos con ellos a esta hora del
día.

Nunca te acostumbres a salirte de tu camino para evitar problemas, pensó él.


Acostúmbrate a buscarlos.

―Di‖ qué‖ ―dijo‖ Jemson,‖ exponiendo‖ su‖ habitual‖ persistencia―.‖ Siéntate‖ en‖
clase, y después Mari puede quedarse con los Oradores en la librería mientras
vas a tus asuntos. La daremos comida, si es necesario. ―Él se detuvo, entonces
no‖pudo‖resistir‖añadir―.‖Tendr{s‖cuidado,‖¿verdad?‖Por‖el‖bien‖de‖Mari,‖¿si‖no‖
por el tuyo propio?

―Siempre tengo‖ cuidado‖ ―dijo‖ Han,‖ mirando‖ a‖ Mari―.‖ Y‖ creo‖ que‖ puedo‖
quedarme un poco.

No era como si él fuera demasiado mayor para la escuela del templo. Había
chicos mayores que él en la clase.

―Excelente.‖Espectacular‖de‖hecho‖―Jemson‖puso‖su‖cara‖de‖profesor‖y se giró
hacia‖ el‖ resto‖ de‖ la‖ clase―.‖ Ayer‖ discutimos‖ los‖ eventos‖ que‖ guiaron‖ hacia‖ la‖
Ruptura Hoy hablaremos sobre algunas personas involucradas. ¿Quién puede
decirme el nombre de una de ellas?

―Bueno,‖estaba‖la‖Reina‖Hanalea.‖―aventuró una chica pequeña.

―¡Buen‖ trabajo,‖ Hannah!‖ ―dijo‖ Jemson,‖ como‖ si‖ sólo‖ hubiera‖ demostrado‖
como‖cambiar‖el‖estiércol‖en‖oro―.‖Estaba‖la‖Reina‖Hanalea,‖por‖quien‖damos‖
gracias al Creador todos los días.

Él giró uno de los caballetes para revelar una pintura que Han reconoció
inmediatamente como La Bendición de Hanalea a los Niños. En él, la legendaria
reina parecía tener entre los trece y los catorce años. Estaba sentada en un arpa,
vestida toda de blanco, como una dedicada, su brillante pelo se reunía en una
trenza suelta, su complexión rosa crema, como una rosa de porcelana. Parecía
como una de esas muñecas elaboradas en las ventanas de las tiendas a lo largo
del Camino de las Reinas. Las que Mari había pedido y nunca había tenido.

En la pintura, Hanalea extendía sus manos hacia un grupo de jóvenes niños,


sonriendo benevolentemente, el brillo de su piel iluminaba sus embelesadas
caras giradas hacia arriba.

―Esta‖es‖Hanalea‖cuando‖era‖joven,‖antes‖de‖los‖terribles‖eventos‖que‖hemos...

―Perdone,‖ Orador‖ Jemson‖ ―dijo‖ Han―.‖ El‖ dibujante... ¿era alguien que
conocía a Hanalea?

Jemson parpadeó hacia él, pillado a mitad de frase.

―¿Dilo‖otra‖vez?

―¿Cu{ndo‖fue‖pintado?‖―preguntó‖Han―.‖¿Fue‖pintado‖en‖vivo‖o‖solo‖la‖idea‖
de alguien de lo que Hanalea parecía?
Jemson sonrió.

―Maestro Alister, hemos echado de menos tu presencia en estas clases. Este fue
pintado por Cedwyn Mallyson en el Año Nuevo 505. ¿Qué nos dice eso?

Un chico de apariencia seria en ropas raídas y un collar dijo

―Fue‖pintado‖cinco‖siglos‖después‖de‖de‖la‖Ruptura.‖Así‖que el pintor no podía


haberla conocido.

―¿Así‖que‖es‖posible‖que‖ella‖se‖viera‖completamente‖diferente?‖―dijo‖Han.

Jemson asintió.

―Es‖posible.‖¿Cu{les‖son‖las‖implicaciones‖de‖eso?

Eso lanzó una discusión de algo que Jemson llamaba contexto social: como la
religión y la política influenciaban en el arte, y el arte giraba en determinadas
opiniones. El entusiasmo de Jemson giró justo sobre algunos de los estudiantes
más jóvenes, quienes parecían desconcertados y excitados al mismo tiempo.

―Desde‖que‖Hanalea llevó la sangre de Clan, ¿Cuáles eran las oportunidades


de‖ que‖ ella‖ tuviera‖ los‖ ojos‖ azules‖ y‖ el‖ pelo‖ limpio?‖ ―preguntó‖ Jemson―.‖
Parece más probable que ella tuviera el pelo oscuro y la piel oscura.

―¿Hay‖algunos‖cuadros‖de‖Hanalea‖creado‖por‖gente‖que‖realmente la conoció,
señor?‖―preguntó‖Han.

―No‖lo‖sé‖―dijo‖Jemson―.‖Podría‖haberla,‖justo‖aquí‖en‖los‖archivos.‖¿Por‖qué‖
no lo buscas e informas de vuelta a la clase?

Ese era Jemson, siempre atrapándote en proyectos que involucraban tiempo en


la librería; eso te traería de vuelta a clase otro día.

―Bueno. Quizás ―dijo‖Han.

Jemson asintió, sabiendo bien como empujar.

―Así‖que‖tenemos‖a‖nuestra‖Hanalea,‖como‖fue‖representada‖en‖la‖historia‖y‖en‖
el arte. ¿Quién más jugó un papel?

―El Rey Demonio ―dijo‖Mari,‖estremeciéndose un poco.

Varios de los otros estudiantes hicieron la señal del Creador, para sacar el mal.
―Sí,‖ exactamente.‖ Tenemos‖ al‖ Rey‖ Demonio,‖ quien‖ arrogantemente‖ cambió‖ el‖
curso‖ del‖ mundo‖ hasta‖ casi‖ destruirlo.‖ ―Con‖ una‖ floritura,‖ Jemson‖ giró‖ otro‖
caballete para revelar otro cuadro.

Si Han recordaba correctamente, este era llamado La Locura del Rey Demonio.
Pintado en morbosos rojos y púrpuras, representaba una figura encapuchada,
con toga perfilada en llamas. Sus brazos estaban levantados, sus fanáticos ojos
brillaban en la sombra de la capucha, el único aspecto de su cara que era visible.
Pero los ojos de Han se fijaron en la esquelética mano derecha, la cual estaba
sujetando en el aire un brillante amuleto verde. Una maraña de serpientes. El
estómago de Han hizo una horripilante voltereta.

―Alguien‖ dice‖ que‖ él‖ era‖ la‖ Ruptura‖ encarnada‖ ―estaba‖ diciendo‖ Jemson―.‖
Otro que fue seducido por el mal, embotándolo de poder asociado con la magia
negra. Nadie duda de que fuera increíblemente talentoso.

―¿Qué es‖eso‖que‖tiene‖en‖la‖mano?‖―preguntó‖Han.

Jemson miró hacia el cuadro.

―Es‖un‖amuleto‖que‖a‖menudo‖se‖ve‖en‖los‖cuadros‖del‖Rey‖Demonio.‖Se‖cree‖
que es un lazo directo a la magia negra.

―¿Qué‖le‖ocurrió?‖―preguntó‖Han―.‖¿Dónde‖est{‖ahora?

Jemson se giró y frunció el ceño hacia Han, como si intentara analizar la fuente
de las rápidas preguntas.

―No‖ tengo‖ ni‖ idea.‖ Probablemente‖ fue‖ destruido‖ por‖ los‖ clanes‖
inmediatamente después de la Ruptura, como lo fueron la mayoría de las piezas
poderosamente mágicas. En cualquier caso, está perdido para la historia.

―¿Cu{ndo‖fue‖pintado‖este?‖―preguntó‖Han―.‖¿Y‖quien‖lo‖hizo?

Jemson se inclinó y examinó la placa de latón en la base del cuadro.

―El‖artista‖fue‖Mandrake‖Bayar,‖pintado‖en‖Nuevo‖Año‖593‖‖―miró‖fijamente
al‖letrero‖tallado―.‖Fue‖un‖regalo‖de‖la‖familia‖Bayar.

―¿Bayar?‖―El‖corazón‖de‖Han‖tartamudeó―.‖Pero‖¿cómo‖el‖artista‖conocía‖el‖
amuleto si fue pintado mucho después de que la pieza fuera destruida?

Los otros estudiantes le estaban mirando, pero a él no le importó.


Jemson se encogió de hombros.

―Es‖ un‖ elemento‖ común‖ en‖ los‖ cuadros‖ del‖ Rey‖ Demonio.‖ Asumo‖ que‖ fue‖
copia de un trabajo anterior.

Quizás, pensó Han. O quizás fue pintado directamente del objeto en sí.

―¿Cu{l‖era‖su‖nombre?‖―preguntó‖Han.

Jemson frunció sus cejas.

―¿El‖nombre‖de‖quién?

―El‖Rey‖Demonio.‖¿Tuvo‖otro‖nombre?‖Antes.‖―Persistió‖Han.

―Bueno,‖ sí‖ ―dijo‖ Jemson,‖ aún‖ parecía‖ perplejo―.‖ Su‖ nombre‖ de‖ nacimientos‖
fue Alger Waterlow.

Para Han, el Templo de Southbridge era en todos los sentidos un santuario. Era
un punto de apoyo en territorio enemigo, y refugio de las calles cuando
necesitaba uno. No podía evitar sentirse tenso cuando dejaba la seguridad de
sus paredes y se aventuraba a Puente Sur, su primera vista desde la
confrontación con los Sureños en el Callejón Brickmaker.

Mari suplicó para ir con él. Todo lo que él hacía parecía fascinarla, sin importar
si era tedioso o peligroso o sobre el soborno. Antes de dejar a Mari en la librería,
extrajo una promesa de ella en la cual se quedaría. Lo último que necesitaba era
estar buscándola en Southbridge.

Evitó el Callejón Brickmacker, sólo por si acaso, y siguió el río al oeste del
puente, arrugando su nariz contra el hedor. Si los Sureños venían detrás de él,
razonó, podía saltar al Dyrnnewater. Nadie quien no tuviera miedo de su vida
le permitiría entrar en ese pozo negro. El prístino río que emergía de las Eastern
Spirits llegaba a una cloaca abierta en Fellsmarch. Era una espina en el lado de
los Clanes, quienes consideraban el río sagrado.

Las calles estaba extrañamente tranquilas, incluso para esta hora del día, y la
Guardia de la Reina era inusualmente visible. Han se fue apagando desde
varias patrullas de chaqueta azul y tuvo que ajustar continuamente su ruta para
evitar grupos de soldados en las esquinas de las calles. En Southbridge,
culpable o no, tienes que evitar a la Guardia. Era una tradición pasada a través
de generaciones.
En el momento que alcanzó El Barril y la Corona, era casi medio día. Debería
haber estado preparado para el comercio de comida, pero sólo la mitad de las
mesas estaban ocupadas. Matieu estaba de pie en la barra, tristemente
rebanando lonchas del tamaño de un plato de una pierna de oveja.

―Hey‖Matieu‖―dijo‖Han―.‖He‖venido‖a‖por‖los‖vacíos.

Matieu se congeló, mirando a Han como si hubiera visto a un demonio. Deslizó


el cuchillo en el bolsillo de su mandil, recuperó las botellas de detrás de la
encimera y las dejó sobre la barra, nunca apartó sus ojos de Han.

―¿Qué‖ pasa?‖ ―preguntó‖ Han,‖ deslizando‖ las‖ botellas‖ en la bolsa que


llevaba―.‖ Hay‖ algo‖ raro‖ ahí‖ fuera.‖ No‖ hay‖ nadie‖ en‖ las‖ calles‖ excepto‖ la‖
Guardia, y muchos de ellos.

―¿No‖lo‖has‖oído?‖―Matieu‖entornó‖los‖ojos‖hacia‖Han.

Han sacudió su cabeza.

―¿Oír‖que?

―La‖mitad‖de‖una‖docena‖de‖Sureños‖murieron‖la‖pasada‖noche‖―dijo‖Matieu,‖
sacando‖su‖cuchillo‖otra‖vez―.‖Y‖eso‖es‖mucho,‖incluso‖para‖un‖vecindario.‖Los‖
cuerpos estaban esparcidos alrededor de los muelles, dejados para advertir. Así
que la gente está nerviosa, pensando que una guerra de pandillas está
comenzando otra vez.

―¿Cómo‖murieron?‖―preguntó‖Han,‖mir{ndole.

―Ahora‖ esa‖ es‖ la‖ parte‖ extraña‖ ―dijo‖ Matieu―.‖ No‖ fue‖ el‖ típico‖ ataque‖ con‖
cuchillo o garrotazos. Parecían como si hubieran sido torturados, luego
ejecutados.

―Quiz{s‖alguien‖buscaba‖su‖alijo.‖―dijo‖Han,‖intentando‖ser‖casual,‖aunque‖no‖
era fácil con su boca seca.

―Quiz{s‖ ―Matieu‖ movió‖ su‖ cuchillo‖ hacia‖ Han,‖ curiosamente‖ luchando‖ con‖
toda‖la‖precaución‖sobre‖su‖cara―.‖Aunque‖podrías‖saber‖algo‖sobre‖eso.

―¿Yo?‖―Han‖r{pidamente‖bajó‖la‖tapa‖de‖su bolsa―.‖¿Qué‖podría‖saber‖sobre‖
eso?
―Todos‖saben‖que‖eres‖el‖señor‖de‖las‖calles‖de‖los‖Raggers.‖Y‖todos‖saben‖que‖
los Sureños te golpearon el otro día. Me parece una venganza.

―Bueno,‖todos‖se‖equivocan‖―dijo‖Han―.‖Estoy‖fuera‖de‖esto.

―Cierto‖―dijo‖Matieu―.‖Sólo‖recuerda,‖no‖quiero‖problemas.

Han levantó su bolsa sobre su hombro.

―Créeme,‖yo‖tampoco‖quiero‖problemas.

Pero los problemas tenían una manera de encontrarle. Cuando salió de El Barril
y la Corona, solo tuvo tiempo para notar que había comenzado a llover otra
vez, antes de que alguien le agarrara por el cuello y le lanzara contra la pared
de piedra de la taberna.

¡Sangrientos Sureños! Pensó. Pateó y luchó, intentando hacerse un objetivo


móvil, esperando en algún momento sentir un cuchillo deslizándose entre sus
costillas. Pero su captor le mantuvo clavado a la pared con una mano mientras
tiraba para liberar su bolsa con la otra. Las botellas tintinearon cuando la bolsa
golpeó el suelo. Entonces fue groseramente golpeado con una mano, y
despojado de sus varios cuchillos. Y su monedero.

Finalmente su atacante le lanzó alrededor y él se tambaleó contra la pared, la


cara lejos esta vez. Han se encontró mirando a una cara familiar, amarillenta y
de apariencia poco saludable, con delgados labios crueles mostrando los dientes
amarillos podridos. Su respiración era sorprendentemente bala.

Era su viejo némesis, Mac Gillen, sargento de la Guardia de la Reina. Y detrás


de él, otra media docena de chaquetas azules.

―¡Hey!‖Devuélveme‖mi‖monedero.‖―dijo‖Han‖en‖voz alta, figurándose que era


mejor sacar el tema antes o después.

Gillen le golpeó fuertemente en el estómago, y la respiración explotó de los


pulmones de Han.

―Bueno‖ahora,‖Cuffs,‖lo‖has‖hecho‖esta‖vez‖―dijo‖Gillen,‖tomando‖ventaja‖de‖
la inhabilidad de Han‖ para‖ hablar―.‖ Sabía‖ quien‖ era‖ el‖ responsable,‖ y‖ sabía‖
donde encontrarte. Tuve que esperar un poco después de todo.

―Yo...‖ no‖ sé...‖ de‖ que‖ est{s‖ hablando.‖ ―jadeó‖ Han,‖ doblado,‖ los‖ brazos‖
abrazados protectoramente sobre su cintura.
Gillen agarró el pelo de Han y levantó su cabeza para que estuvieran frente a
frente. El sargento había hecho pesas desde que Han le vio por última vez, y
ahora su uniforme de soldado tenía huecos entre los botones.

Al menos alguien estaba comiendo bien en Southbridge, pensó Han.

―¿Quién‖te‖ha‖golpeado,‖Ragger?‖―demandó‖Gillen―.‖No‖fueron‖los‖Sureños,‖
¿verdad?

―No‖ ―dijo Han, cayendo en su viejo hábito de hacer una situación mala
peor―.‖Fue‖la‖Guardia.‖No‖pagué.

Todos sabían que las chaquetas azules le dejarían solo si él pagaba protección a
la persona correcta. Y Mac Gillen era la persona correcta.

¡Zas! Gillen aporreó la cabeza de Han, y este cayó sobre sus rodillas,
mordiéndose la lengua y viendo estrellas. Se cubrió la cabeza con sus brazos.

―¡Paren!‖ ―gritó‖ alguien‖ que‖ Han‖ no‖ pudo ver. Debía haber sido uno de los
otros chaquetas azules. O Matieu ¿vino en su ayuda?

Pero Gillen estaba en una rabia sangrienta, totalmente enfocado en Han.

―Tú‖les‖hiciste‖eso‖a‖los‖Sureños,‖¿verdad,‖Alister?‖Tú‖y‖tus‖amigos.

¡Zas! Este golpe cayó en el antebrazo de Han con una fuerza que aplastó el
hueso, y él gritó.

―Ahora‖ vas‖ a‖ confesar,‖ y‖ luego‖ vas‖ a‖ balancearte‖ por‖ eso,‖ y‖ estaré‖ allí‖ para‖
verlo.

―¡Dije‖que‖parase!‖―La‖misma‖voz,‖pero‖justo‖encima‖de‖ellos‖ahora.

Asustado, Han se limpió la sangre de los ojos y levantó la mirada para ver el
garrote descender otra vez, pero nunca conectó. Voló a un lado y Gillen gritó de
dolor. Han se desplomó contra la pared, cerró los ojos, la cabeza colgaba a los
lados, al mismo tiempo que reunía sus pies debajo de él.

―Golpéale‖otra‖vez‖y‖te‖romperé‖el‖cr{neo‖―dijo‖su‖benefactor―.‖Retrocede.

―¿Qué‖sangriento‖infierno‖crees‖que‖est{s‖haciendo?‖―gritó‖Gillen―.‖Estoy‖al‖
mando aquí. Soy el sargento. Tú solo eres un cabo.
―Retrocede,‖ sargento‖ Gillen,‖ señor‖ ―dijo‖ el‖ cabo‖ sarc{sticamente―.‖ En‖ la‖
Guardia de la Reina, señor, no golpeamos para sacar confesiones de los
prisioneros en la calle.

―¿Est{‖todo‖bien?

Un soldado se agachó al lado de Han, mirando ansiosamente su cara. Mirando


fijamente a través de sus pestañas, Han se dio cuenta para su sorpresa que su
benefactor era joven, no mayor que él. La cara de bebé del chaqueta azul estaba
pálida y enfadada, y un mechón de liso pelo negro caía sobre su frente.

Han parpadeó para alejar una doble imagen, y no dijo nada.

―Podrías‖haberle‖matado.‖―dijo‖el‖cabo,‖mirando‖hacia‖Gillen,‖su‖cara‖se‖tornó‖
en disgusto.

Huh ―pensó‖Han―.‖Este debió haberse perdido su orientación de Guardia.

Él tenía almidón, al menos, para atravesar a Gillen.

―Escúchame,‖ Byrne‖ ―dijo‖ Gillen―.‖ ‖ Quiz{s‖ eres el hijo del comandante, y


quizás irás a la academia. Eso no importa nada. Aún así eres un niño. No
conoces estas calles como nosotros. Este es un asesino de sangre fría y un
ladrón. Nunca antes ha sido atrapado con las manos sucias.

Byrne se puso de pie y enfrentó a Gillen.

―¿Dónde‖est{‖tu‖prueba?‖¿Le‖han‖dado‖una‖paliza?‖¿Es‖esa?

Bien.‖―pensó‖Han.

En silencio animó la sangre azul del cabo, pero sabiendo que era mejor no decir
nada en voz alta.

Gillen pateó a Han con un pie, no demasiado gentil.

―Ellos‖ le‖ llaman‖ Puños‖ ―dijo‖ Gillen―.‖ Es‖ el‖ líder‖ de‖ una‖ banda‖ callejera‖
llamada los Raggers. Han estado enemistados con los Sureños durante años.
Hace dos días, los Sureños cogieron a Puños en su propio Callejón Brickmaker.
Si la Guardia no hubiera llegado, él estaría muerto.

Gillen sonrió y recorrió su pálida lengua sobre sus labios agrietados.


―Sería‖un‖servicio‖a‖la‖comunidad‖si‖les‖hubiéramos‖dejado‖terminar‖el‖trabajo.‖
Esos pobres diablos que encontramos ayer... viste lo que les hicieron. Tuvieron
que ser los Raggers. Nadie más pillaría a los Sureños. Es una venganza asesina
seguro, y éste es su responsable.

El cabo Byrne miró a Han, tragando fuertemente.

―Bien.‖ Le‖ llevaremos‖ para‖ interrogarle.‖ Confiese‖ o‖ no.‖ Sin‖ golpes.‖ Cualquier‖
confesión que saques a golpes de una persona no significará nada. Ellos dirán
cualquier cosa para hacer que pares.

Gillen escupió al suelo.

―Aprender{s,‖ Cabo.‖ No‖ puedes‖ mimar‖ a‖ una‖ rata‖ callejera.‖ Ellos‖ se‖ vuelven‖
contra‖ti,‖y‖tienen‖dientes,‖créeme‖―Se‖giró‖para‖mirar‖a‖los‖chaquetas‖azules―.‖
Traiganle, entonces. Le veremos de vuelta en la casa de la Guardia.

La manera en que lo dijo hizo que Han temblara. Este bonachón Cabo Byrne no
estaría allí a todas horas de todo el día.

―Una‖ cosa‖ m{s,‖ “señor” ―dijo‖ Byrne―.‖ Quiz{s‖ debería‖ devolverle su


monedero.

Gillen lanzó una mirada de semejante virulencia hacia Byrne que, a pesar de
todo, Han tuvo que contenerse para evitar reírse. Gillen alcanzó su abrigo y
sacó el monedero de Han, haciendo una muestra de excavar a través de este
para asegurarse de que él no tenía ninguna arma allí, luego la metió de vuelta
en el bolsillo de la chaqueta de Han.

No sabía cuánto tiempo más se quedaría allí.

Dos chaquetas azules agarraron los brazos de Han y le levantaron, y el dolor


fue cegador. Su antebrazo izquierdo se sentía como si estuviera repleto de
cristales afilados. Colocaron sus brazos sobre sus hombros y comenzaron a
arrastrarle entre ellos. Han colgaba, sin fuerzas como un trapo, intentando no
desmayarse, su mente corría furiosamente, saltando de pensamiento a
pensamiento.

¿Podían los Raggers haber acabado con seis de los Sureños? ¿Por qué lo harían?
No en lo que él sabía, ni siquiera en el último momento. Algo que salpicaba
siempre llamaba la atención no deseada de la Guardia. Todos sabían eso.
Si no fueron ellos, entonces ¿quién?

Lo que fuera que hubiera pasado, él no podía esperar un trato justo en la casa
de la Guardia. Necesitaban a alguien para achacarle esto. Él bailaría cualquier
melodía que ellos tocaran, y acabaría al final de una soga. Pensó en Mari
esperándole en el templo, en Mamá fregando en la lavandería del Castillo
Fellsmarch. Ellas serían las únicas que pagarían. No podía dejar que eso pasara.

Por ahora estaban pasando el Templo Southbridge, girando hacia el puente


sobre el río. Han gruñó en alto, forcejeo con sus pies en el suelo como si con eso
consiguiera un agarre firme.

―¡Hey! Mírate ―dijo‖uno‖de‖los‖chaquetas‖azules,‖tensando‖su‖agarre‖sobre‖la‖


parte superior del brazo de Han.

Han gruñó otra vez.

―¡Au!‖ ¡Mi‖ cabeza!‖ Duele.‖ ¡Suelta!‖ ―Luchó‖ para‖ liberar‖ sus‖ brazos―.‖ No‖ me‖
siento‖ bien‖ ―dijo,‖ permitiendo‖ que‖ un‖ rastro‖ de‖ p{nico‖ entrara‖ en‖ su‖ voz―.‖
¡Hablo‖en‖serio!‖¡Voy‖a‖vomitar!‖―Sujetó‖su‖boca‖cerrada‖e‖hinchó‖sus‖mejillas‖
sugestivamente.

―No‖ sobre‖ mí,‖ ¡no‖ lo‖ hagas!‖ ―dijo‖ su‖ captor de chaqueta azul. Agarrando a
Han del y de la cintura de sus pantalones, los guardias le propulsaron hacia la
pared de piedra que limitaba el puente.

―Escúpelo‖en‖el‖río,‖chico,‖y‖hazlo‖r{pido.

Han abrazó su mano buena sobre la pared, entonces estampó su cabeza en la


cara del guardia. El chaqueta azul gritó y le soltó, la sangre brotaba de su nariz
rota. Han se empujó en lo alto de la pared y se agachó allí, mirando los
escombros que flotaban sobre el agua.

―¡Detenle!‖―chilló‖Gillen‖detr{s‖de‖él―.‖¡Se‖va‖a escapar!

Unas manos le agarraron cuando Han se lanzaba desde la pared, ejecutando


una llana, y poco profunda zambullida que le llevó tan lejos como fue posible
del muelle de piedra del puente. De alguna manera se las arregló para evitar
golpear alguno de los botes reunidos juntos en el estrecho canal, y se deslizó en
el agua más cerca hacia la orilla norte. Surgió, escupiendo una bocanada de
agua sucia, dando arcadas esta vez de verdad.
Bien podía nadar, cortesía de sus veranos con los Clanes. No muchos chicos de
ciudad podían.

―¡Allí‖ est{!‖ ―oyó‖ la‖ voz‖ de‖ Gillen‖ a‖ través‖ del‖ agua―.‖ ¡Tú‖ al‖ agua!‖ Cinco‖
girlies para el que le coja.

¡Cinco girlies! Se volvería él mismo por eso.

Han se sumergió otra vez y nadó ciegamente hacia la orilla de Ragmarket,


pateando fuertemente para compensar su inútil brazo derecho, con los ojos
fuertemente cerrados contra el agua sucia. Cuando levantó la cabeza para
comprobar su posición y corregir su sinuoso progreso, un clamor de voces le
dijeron que él había sido visto. Entonces fue debajo del agua otra vez y se las
arregló para perderse entre los variados barcos y basura flotando.

Finalmente alcanzó el muelle en el lado de Ragmarket, deslizándose debajo, y


vadeando a través de las sombras hacia donde el muelle encontraba la orilla.
Allí se acurrucó entre los montones, temblando, los dientes castañeteando.

El ruido de la búsqueda cayó cuando la Guardia se desplegó ampliando su


búsqueda. Hasta que finalmente Han no pudo oírlo después de todo. Aún así,
esperó a que cayera la oscuridad antes de salir de debajo del muelle y vadear la
orilla.
Capitulo 9
Ojos y oídos
Traducido por roux
Corregido por Angeles Rangel

E
l día después del incendio en la montaña, Raisa pasó toda la mañana con
su profesor de idiomas, tratando de envolver la lengua alrededor de las
vocales suaves del sur. Tamric era un lenguaje descuidado, teniendo en
cuenta la imprecisión y los dobles sentidos. Hecho para la política. Raisa
prefería el enfoque duro del Valespeech, o los sutiles matices de la lengua del
Clan.

Cuando estaban terminando, el mensajero de la Reina trajo una solicitud para


que Raisa se reuniera con su madre al mediodía en su habitación. Esto era tan
poco común que Raisa se preguntó qué tipo de problemas habría.

Cuando el chambelán privado introdujo a Raisa en las habitaciones de su


madre, se encontró con una mesa para dos. Su madre estaba sentada junto al
fuego, con el pelo claro suelto, un chal de seda brillante envuelta alrededor de
sus hombros. La Reina siempre parecía tener frío. Sufría como una flor delicada
de la llanura trasplantada en un clima inhóspito. Por el contrario, Raisa se sentía
como un liquen alpino duro, oscuro, tenaz y bajo la tierra.

Raisa hizo una reverencia, mirando a su alrededor mientras lo hacía. ―¿Mamá?


¿Sólo vamos a estar nosotras?

Marianna dio unas palmaditas en el asiento de su lado. ―Sí, cariño, parece que
casi no hemos tenido la oportunidad de hablar desde que regresaste de
Demonai.

¡Alabado sea el fabricante, pensó Raisa. Últimamente parecía que nunca había
tenido la oportunidad de estar a solas con su madre. El Señor Bayar estaba
siempre alrededor. Esta era su oportunidad de hablar con la Reina sobre el tema
de los mercenarios. Tal vez podría incluso convencer a su madre para que
interviniera y que el capitán Byrne asignara a Amon a la guardia personal de
Raisa.
Raisa se sentó junto a su madre, Marianna, sirvió el té de una jarra sobre la
mesa.

―¿Estas bien después de ese susto terrible en Hanalea? ―Preguntó‖la‖Reina―.‖


Sí tuviste problemas para dormir la noche anterior. Voy a pedirle al Señor Vega
que te examine.

Harriman Vega era el médico de la corte.

―Estoy bien, mamá. ―Dijo‖Raisa―.‖Sólo tengo algunos arañazos y golpes, eso


es todo.

―Gracias a Bayars ―dijo‖ Marianna―.‖ Somos muy afortunados con nuestro


Alto Mago, y el joven Micah parece haber heredado el talento del Señor Bayar,
¿no te parece? Y su buena apariencia.‖―Añadió, riendo como una niña.

―Son impresionantes, los Bayars.

Raisa bebió un largo sorbo de té, recordando su encuentro con Micah en el


corredor, y se preguntaba cuándo y como debía tocar el tema.

―¿Cómo van tus estudios? ―Preguntó‖ Marianna―.‖ Me preocupaba que


pudieras haber olvidado todo lo que sabías, después de haber estado aislada en
los campamentos. He tenido buenos informes de los maestros. ―Ella sonaba
ligeramente sorprendida.

―Bueno‖―dijo Raisa incómoda. Tú te casaste con un miembro del Clan, mamá


―pensó‖¿Se acordara de eso? Cuando sus padres estaban juntos, parecía como
si ella lo quisiera. Pero ahora su madre sonaba como un portavoz de las
habilidades de Gavan Bayar.

―No creo que sufriera por estar en Demonai ―dijo‖ Raisa―.‖ Sabes‖ que‖ los‖
Clanes son grandes por la lectura y narración de cuentos y la música y la danza
―dijo.

―Pasé mucho tiempo trabajando en los mercados.

―Bueno, yo no puedo decir que lo apruebe ―dijo Marianna, frunciendo el


ceño―.‖La futura Reina de los páramos, siendo un aprendiz de comerciante.

―Oh, mamá, aprendí mucho ―dijo‖Raisa―.‖Se trata de aprender a entender a


la gente y saber cuándo ceder y cuándo se ajustan a un precio. Tienes poder
para juzgar la calidad sobre la marcha y decidir cuál es su alto precio. Además,
se aprende a evitar un mal negocio, sin importar la cantidad que se desea de
algo.

Raisa se inclinó hacia adelante, agarrando sus faldas, dispuesta a que su madre
comprendiera el delicado toma y daca del comercio y la negociación impulsada.
Cómo el parpadeo de un ojo o un brillo de sudor en el labio superior de un
comerciante revelaba más de lo previsto. Y cómo no dejarse guiar por la codicia
y el deseo le permitía presentar un rostro ilegible en el difícil mundo de los
mercados.

La Reina escuchó, tocándose la pulsera de su muñeca, pero Raisa se dio cuenta


de que no se encontraba en un estado de ánimo de compra. Raisa la obligó a
instalarse de nuevo en su silla. ―De todos modos, no fue una pérdida de
tiempo ―dijo a la ligera.

―Voy‖a‖hacerte‖caso ―dijo Marianna. Hizo una pausa cuando Claire llego con
una bandeja de‖ plata,‖ la‖ puso‖ sobre‖ la‖ mesa.‖ La‖ Reina‖ se‖ levantó―.‖ Bueno,‖
entonces‖―dijo―.‖Vamos a comer, ¿de acuerdo?

La madre de Raisa parecía más fácil de convencer cuando habia comida de por
medio. ―El día de tu decimosexto cumpleaños se acerca. ―Dijo ella
bruscamente cuando Raisa cogio una porción del pastel de pescado con masa
de hojaldre.

―¿Es verdad? No me había dado cuenta ―dijo Raisa poniendo los ojos en
blanco―.‖Magret‖llenar{‖los libros con los regalos de los pretendientes.

Su madre sonrió. ―Esperamos que tu debut tenga un interés considerable


―dijo, en su elemento, ahora que la discusión era acerca de los matrimonios y
los‖partidos―.‖Hay que tener en cuenta la guerra en el sur, están las sucesiones.
Muchos Príncipes del sur ven el matrimonio con una Princesa del norte como
un medio para solidificar su posición en el sur, y también como una especie de
refugio en caso de que ocurra lo peor. ―Ella‖miró‖directamente‖a‖Raisa―.‖No‖
queremos caer en esa trampa.

―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Raisa, haciendo una pausa a mitad del
camino de un pan dulce a su boca. Ella nunca había oído a su madre decir más
de dos palabras acerca de política.

―Bueno, no sé cómo saldrán las cosas. Dependiendo de cuánto dure la guerra,


es posible casarse con un Rey o con un fugitivo.
Raisa se encogió de hombros. ―Voy‖ a‖ ser‖ Reina por merito propio. Yo no
necesito casarme con un Rey.

―Precisamente ―dijo Marianna, sonriendo y masticando su primer bocado.

―No‖entiendo ―dijo‖Raisa―.‖Precisamente, ¿qué?

―Debemos evitar una alianza con el sur ―dijo‖ Marianna―.‖ Las cosas son
demasiado inestables. Hay poco que ganar y mucho que perder. Podríamos
estar mezclándonos con sus guerras.

―Bueno ―dijo Raisa, pensando en lo que Axón había dicho: “las guerras del
sur no durarán por siempre. Tal vez deberíamos esperar a ver quién gana. A
continuación, decidir qué alianza sería más ventajosa. Un matrimonio del sur
puede ser justo lo que queremos. Es posible que tengamos amigos cuando
dirijan su atención a nosotros”.

Mariana parpadeó como si hubiera comenzado a hablar Tamric. ―Pero‖ no‖


sabemos‖ cu{ndo‖ ser{‖ ―dijo―.‖ No podemos darnos el lujo de esperar con las
manos cruzadas hasta que se resuelva.

―Podríamos‖prepararnos‖para‖ello‖―dijo‖Raisa―.‖Mucha de nuestra gente ha


ido como mercenarios al sur, ya que el dinero es bueno. ¿No sería una buena
idea tratar de traerlos a casa y usarlos para crear nuestro propio ejército?

La Reina estaba envuelta su chal, como si fuera una armadura. ―No tenemos
dinero‖ para‖ eso,‖ Raisa‖ ―dijo―.‖ Se podría despedir a los mercenarios
extranjeros que tenemos ahora ―dijo‖ Raisa―.‖ Eso debería ahorrarnos algo de
dinero.

―Eso es más fácil decirlo que hacerlo ―dijo la Reina―.‖ Ellos ocupan puestos
de mando. El General Klemath se basa en que...

―Yo‖no‖he‖dicho‖que‖fuera‖f{cil‖―dijo‖Raisa―.‖Creo que es algo a considerar.


Cuesta más que comprar soldados extranjeros, y la gente lucha mejor cuando
están defendiendo sus propios hogares y familias. Y con todos estos extranjeros
aquí podría ser riesgoso.

―¿De dónde sacaste eso? ―Preguntó‖Marianna,‖frunciendo‖el‖ceño―.‖¿Es esto


algo que escuchaste en los Campamentos Demonai? ―Ese‖era‖el‖código‖real―.‖
¿Es esto algo que escuchaste a tu padre? ¿A tu abuela Elena?
Sólo entre nosotros, Amon se lo había dicho. Y ella no quería que él o Byrne,
tuvieran problemas. ―No, es simplemente algo que he estado pensando
durante un tiempo.

―En este momento debes centrarte en tus estudios ―dijo Marianna―.‖ Voy a
considerar que podría ser la mejor opción para tí y Fells. No podemos retrasar
tu matrimonio hasta que los sureños dejen de luchar. Eso nunca sucederá.

―Pero no hay prisa ―dijo‖Raisa―.‖Te casaste joven, pero no yo no veo razón


por la que yo debería hacerlo. Tengo tiempo. Probablemente serás una vieja
bruja con los nietos alrededor en el momento en que yo suba al trono.

Mariana prestó atención a su chal. ―No‖sé‖―dijo‖en‖voz‖baja―.‖A veces pienso


que no estaré mucho tiempo en este mundo.

Se trataba de una estratagema antigua, conocida por Raisa desde que era una
niña. Seguia siendo eficaz.

―¡No! ―Replicó‖Raisa,‖y‖luego‖agregó―: Por favor no digas esas cosas, mamá.


No puedo soportarlo.

Cuando era pequeña, Raisa salía de su cuarto para ver a su madre dormir, por
miedo de que dejara de respirar si Raisa no estaba allí para intervenir. El hecho
de que había algo etéreo, habia reforzado los temores de Raisa. Sin embargo,
ella sabía que era otra táctica de Marianna para salirse con la suya.

―Aliviaría mi mente si se resolviera la cuestión de tu matrimonio ―dijo


Marianna con un suspiro.

Raisa no tenía intención de ver nada resuelto tan pronto. El matrimonio era sólo
otra especie de prisión para aplazar el mayor tiempo posible.

Había estado esperando una larga temporada de coqueteo, galanteo, besos,


reuniones clandestinas y declaraciones de amor desesperadas.

Negociación. Dar y tomar. Cambiar de tema.

Ah, el cambio de tema. Siempre había ido bien con la Reina.

―He estado pensando en mi fiesta de cumpleaños ―dijo Raisa, aunque ella la


verdad‖no‖lo‖había‖pensado―.‖Tengo algunas ideas sobre un vestido, y quería
ver lo que pensabas.
Y así pasaron media hora discutiendo los pros y los contras del encaje satinado
y verde o negro frente al blanco contra el esmeralda, volantes contra sobrefalda,
tiaras en comparación con cintas de cuencas y las redes brillantes. Luego pasó a
debatir lo de una carpa en el jardín frente a una fiesta en el Gran Salón.

―Vamos a tener que reunirnos con el cocinero para discutir el tema del menú
―dijo Marianna, cuando se había hablado‖bastante‖sobre‖el‖tema―.‖Si tomamos
algunas decisiones ahora, vamos a tener menos dificultades al final. Ahora,
algunas de ellas dependerán de la lista de invitados, por supuesto...

―Amon está pensando en la fiesta ―dijo Raisa, pensando en que la


conversación tomara una‖dirección‖que‖le‖favoreciera―.‖Estoy‖contenta‖de‖que‖
esté de vuelta.

―He tenido la intención de hablar contigo acerca de Amon Byrne ―dijo la


Reina en un tono de voz que nunca significaba una buena noticia.

―¿Qué‖pasa‖con‖Amon? ―Preguntó Raisa, ya a la defensiva.

―Magret y Byrne dijeron que tuvieron una reunión secreta anoche en la casa de
cristal ―dijo Marianna, ausente girando un anillo en su dedo.

―No‖ era‖ secreto ―dijo‖ Raisa―.‖ No nos hemos visto en tres años. Queríamos
ponernos al día, y no tuve la oportunidad de hablar con él durante la cena.

―Tú le dijistes al Señor Bayar que te dolía la cabeza ―dijo Mariana.

―Yo tenía dolor de cabeza ―mintió‖Raisa―.‖¿Y qué?

―Y luego te fuiste a cumplir con Byrne ―dijo‖la‖Reina―.‖¿Cómo es eso?

―Me senté con él en un lugar público con mi nodriza al lado ―dijo Raisa,
levantando‖la‖voz―.‖Tú‖me‖dir{s. ¿Cómo se ve?

―Magret dice que los dejó en el laberinto y se fue ―dijo la reina Marianna.

―Magret se quedó dormida en el banco, y decidí no molestarla ―dijo‖Raisa―.‖


Ya sabes cómo se pone cuando le despiertan. Tuve que volver a despertarla esta
mañana.

Le estaría agradecida. Magret había estado bastante quisquillosa, quejándose de


dolores de sus huesos viejos por dormir en el banco de piedra toda la noche.
Tal vez eso explicaba por qué había corrido a la Reina Marianna para contarle
cuentos. Raisa había contado con que se callara para no tener contar por qué se
había quedado dormida durante el trabajo.

Nunca se podía decir lo que la gente iba a hacer.

Marianna se aclaró la garganta. ―Y luego Byrne fue visto saliendo de tu


habitación esa noche.

Raisa echó hacia atrás su silla, lo que hizo un sonido chirriante alto. ―¿Quién
dijo eso? ¿Recibiste un informe sobre mí esta mañana o qué? ¿Estabas con la
gente que me vio?

―Yo no tengo que seguirte ―dijo Marianna‖con‖su‖voz‖muy‖razonable―.‖ Sin


embargo, el Alto Mago vino esta mañana. Dijo que fue Micah estaba levantado
porque no se sentia bien y vio a Byrne salir de tu habitación...

―¿Y esto merece una visita del Alto Mago? ¿En qué andas? Así que todo va
bien si Micah Bayar anda rondando mi habitación pero Amon...

―Micah estaba preocupado por ti, querida. Es comprensible que...

―Micah prácticamente me atacó en el pasillo, ¡Madre! Había estado bebiendo, y


él me agarró del brazo, y Amon me acompañó de regreso a mi habitación.

―No te pongas dramática, Raisa. ―Espetó‖ Marianna―. Micah te sorprendió,


eso es todo, vio que tu y Byrne... habían tenido una cita.

La ironía era que Raisa y Micah se habían estado reuniendo a escondidas. Y un


matrimonio entre ellos estaba prohibido expresamente por la Naéming. Toda
esta conversación no tenía sentido.

Raisa de pie, dejo caer la servilleta al suelo. Debería haber sabido mejor que
pensar por el apoyo de su madre contra Bayars. Ella estaba en la suya, como de
costumbre.

―Estamos hablando de Amon ―dijo‖ Raisa―.‖ Él ha comido en nuestra mesa


cientos de veces. ¿Por qué seguir llamándolo cabo Byrne? Y en cuanto a Micah,
pregunta por ahí. Él es quien tiene bastante con las damas y las sirvientas. De
hecho, hay historias que...
―Micah Bayar viene de la casa Aerie, es muy respetado, es de familia noble
―dijo‖la‖Reina―.‖Han‖estado‖en‖el‖Consejo más de mil años. Por otra parte, los
Byrnes...

―No lo digas.‖―Interrumpido‖Raisa―.‖No te atrevas. Edon Byrne es el Capitán


de tu guardia. ¿Estás diciendo que Amon no proviene de una familia respetada?

―Por supuesto que sí, Raisa ―dijo Mariana, retorciendo un mechón de pelo
alrededor‖ de‖ su‖ dedo―.‖ Pero él es un soldado, su padre es un soldado, por
generaciones. Son buenos en lo que hacen. Pero eso es todo lo que pueden
llegar a ser. ―Mariana hizo una pausa para permitir que esto quedara claro―.‖
Sé que Amon ha sido tu amigo. Pero ahora que eres mayor, es necesario
apreciar las diferencias entre ustedes, y cómo todo esto es imposible.

―¿Cómo‖ de‖ imposible? ―Raisa‖ temblaba‖ de‖ indignación―.‖ No estoy


planeando casarme con él. Lo sé todo acerca de mi deber en la línea de sucesión.
Pero Amon es mi amigo, y aunque se convirtiera en algo más que eso, no es
asunto de nadie, sino mío, siempre y cuando no afecte a la sucesión. Que no lo
hará.

―Pero tal vez ―dijo‖su‖madre―.‖¿Tienes alguna idea de cómo esto se ve, en un


momento en que estás planeando tu matrimonio?

Raisa abrió la boca y las palabras salieron como si hubieran sido reprimidas allí
durante años. ―Si te preocupan las apariencias deberías preocuparte del tema
entre tú y el Alto Mago.

Marianna se puso de pie, el chal se cayó al suelo. ―¡Raisa Ana Marianna! ¿Qué
quieres decir? ―La voz razonable, había desaparecido.

―Sólo estoy diciendo que la gente está hablando de ti y del Señor Bayar ―dijo‖
Raisa―.‖Están diciendo que tiene demasiada influencia. La gente dice que... la
gente dice que es el momento de que mi padre vuelva a casa. ―Ella tragó
saliva,‖ con‖ l{grimas‖ en‖ los‖ ojos―.‖ Me gustaría que lo hiciera. ―hizo‖ una‖
reverencia―.‖Con su permiso, Majestad.

No esperó más, para darse la vuelta y huir de la habitación. Pero antes de que
saliera, oyó a la Reina con su voz aguda y chillona: ―Voy‖ a‖ hablar‖ con‖ el‖
Capitán Byrne acerca de esto.
Como todo lo demás en la vida de Raisa, su tiempo en el Templo fue prescrito
por el Naéming. Cuatro días al mes, el Naéming decía, la Reina y la Princesa
heredera, irían al templo. Eso podría significar un día a la semana, o cuatro días
seguidos.

En el Campamento Demonai, el tiempo en el Templo era un privilegio y no una


obligación. Cuatro días en la casa de campo Matriarcal, en compañía de otros, o
cuatro días en el Templo del bosque, meditando sobre el fabricante y todos los
trabajos en el mundo natural. Raisa siempre terminaba los días con
sentimientos poderosos de esperanza, de alguna manera más centrada en sí
misma y con la certeza de lo que tenía que hacer.

Pero en el Tribunal Fellsmarch había muchas distracciones. La madre de Raisa


iba al templo cuando era necesario, pero ella lo hacia en una especie de fiesta,
rodeada de sus damas de honor, músicos, artistas y criados con alimentos y
bebidas. Después de todo, como decía Marianna, la música, comida y bebida y
los chismes eran obras del Creador y valía la pena celebrar. La única diferencia
a un día típico en la Corte era la notoria ausencia de asistentes y la presencia de
los ponentes, que podría suponer una desaprobación, pero había poco que
decir. Marianna y sus damas se burlaban de ellos a sus espaldas.

A veces parecía que la vida de Raisa en la corte estaba diseñada para que una
persona no pensara demasiado, sobre nada en particular.

Pero hay algunas cosas en las que se necesitaba pensar.

Después de la discusión con su madre, Raisa no estaba de humor para hablar


con nadie, por lo que se refugio en el pequeño templo, en el laberinto de la casa
de cristal. El sol caía a través del techo, y ella abrió los paneles de vidrio, lo que
permitió que el aire primaveral entrara desde el jardín.

Durante un tiempo ella se acomodó en el banco de piedra, su mente corría


alocadamente, persiguiendo a las imágenes de Micah Bayar y Amon Byrne, su
madre y Gavan

Bayar. Poco a poco su mente se tranquilizo y pensó con más cuidado.

Agarra el caballo por las riendas, antes de intentar controlar a los de otras
personas, Elena Demonai se lo decía siempre. Y asegúrate de tener una buena
silla antes de hacerlo.
En el espacio de un día, ella había besado a dos hombres diferentes: Amon y
Micah. Con ambos sintió sensaciones de placer intensas, de diferentes maneras.
Ambos tenían prohibido estar con ella.

¿Eso fue la que le atrajo... porque le estaba prohibido? ¿Porque ella quería
enfrentarse a la cuestión matrimonial? ¿Debido a que estaba cansada de hacer lo
que le dijeran?

En cierto modo, estaba siendo fiel a su herencia. Las Reinas Lobo gris eran
famosas por sus coqueteos. La más famosa de todas, por supuesto, fue Hanalea.

Había incluso un libro sobre las conquistas de Hanalea. Se lo había cogido a


Magret para leerlo.

La mente de Raisa pasó del romance a la política. Ojos y oídos, le había dicho
Amon. Necesitaba los ojos y los oídos para sus muchas posibilidades de futuro.
Delante de ella había un camino ancho que se extendía en la distancia... lo que
podría pasar si siguia los planes establecidos para ella.

Ella vio a un matrimonio con alguien de la elección de su madre, y más


temprano que tarde. Ella no podía ver el final. Se perdió en las sombras.

A ambos lados divergentes pasajes, tan estrechos y cubiertos como la forma del
laberinto, algunos difíciles de encontrar, cada uno con sus propios riesgos e
incógnitas. Así que había otras posibilidades, pero nunca fáciles.

Mientras estaba sentada, con los ojos medio cerrados, alguien se sentó junto a
ella en el banco. Sabía sin abrir los ojos de quién se trataba, y soltó un largo
suspiro.

―Buenas tardes, Raisa ―dijo Elena Demonai. ¿Puedo sentarme?

―Buenas‖ tardes,‖ Elena‖ Cennestre. ―Dijo‖ Raisa,‖ usando‖ la‖ palabra‖ Clan‖ de‖ la‖
Madre que significaba bienvenida.‖Abrió‖los‖ojos―.‖¿Cómo me has encontrado?

―Este es un lugar muy antiguo ―dijo Elena, en su arrugado rostro se dibujaba


una sonrisa que enmarca los‖ ojos‖ verdes‖ de‖ la‖ vidente―.‖ Es uno de los pocos
lugares en el Valle con el poder. Tendrás necesidad de ello.

Raisa consideró esto. En Demonai había aprendido a no tener respuesta para


cada pregunta que surgía en su mente, sabiendo que algunas cosas se entiendan
con el tiempo.
―Estoy preocupada, abuela ―dijo‖Raisa―.‖El camino a seguir parece bastante
claro, pero no estoy segura de que sea la manera correcta.

―En los Espíritus, encontramos nuestro camino por el sol y las estrellas y otros
puntos de interés ―dijo‖Elena―.‖Ellos nos dicen si estamos en el buen camino,
y mantenernos fuera de problemas.

¿Cómo evitar el peligro en las llanuras?

Raisa pensó un momento. ―Al igual que en los mercados. Busco una falta de
coincidencia, cuando alguien me dice una cosa y los ojos y las manos y los
órganos me dicen algo más.

―¿Y estás viendo desajustes ahora?

―He oído las palabras de Lord Bayar que salen de la boca de mi madre ―dijo‖
Raisa‖sin‖rodeos―.‖Solía hablar por sí misma. Y ahora... no sé.

Elena asintió con la cabeza. ―¿Y qué más?

―Creo que la trampa se cierra alrededor de mí, y yo todavía no sé lo que es.


―Vaciló‖ Raisa―.‖ Vi lobos en Hanalea el día del incendio, pero mamá no
pareció darse cuenta.

―Los‖lobos‖―murmuró‖Elena―.‖La línea Lobo gris está en peligro, y la Reina


no‖lo‖ve‖―miró a Raisa―. Bajo el Naéming, el Alto Asistente esta mágicamente
unido a la Reina. Señor Bayar no actúa como un asistente consolidado. Algo
anda mal.

―¿Qué puedo hacer? ―Preguntó Raisa.

―¿La‖ Reina está dispuesta a venir al Campamento Demonai? ―Preguntó‖


Elena―.‖¿Podrías convencerla?

Raisa negó con la cabeza. ―No‖sé ―dijo―.‖Yo no lo creo. Ella no esta contenta
conmigo ahora mismo. Cada vez que intento hablar del Señor Bayar, se enoja.

―Tienes que seguir intentando‖ ―dijo‖ Elena―.‖ Trata de convencerla para que
venga al Templo en Demonai. Y ten cuidado con los Bayars. El joven Bayar es
encantador y guapo, pero mantén las distancias. No te dejes atrapar.

―Sí, abuela ―dijo Raisa.


―Tengo un regalo para ti ―dijo Elena. Sacó una bolsa de piel de venado del
bolsillo de su túnica y se lo entregó a Raisa.

Raisa desató la cuerda y derramó su contenido en la mano. Era un pesado anillo


de oro con una cadena, antiguo, grabado con imágenes de la ejecución de lobos,
le dio vueltas sin parar. Se podría decir que era demasiado grande para
cualquiera de sus dedos.

Raisa miró‖a‖Elena.‖―Es... se ve muy antiguo ―dijo ella, era lo único que podía
pensar.

Elena lo cogio, abrió el broche con una destreza asombrosa, y puso la cadena
alrededor del cuello de Raisa. ―Una vez perteneció a Hanalea ―dijo Elena
bruscamente.

―Hanalea ―dijo‖Raisa―.‖Pero parece demasiado grande para...

―Es lo que llamamos un talismán. Ofrece cierta protección contra encantos de


magos. Nunca te lo quites. Ahora ―dijo Elena―. Haré lo que pueda para traer
a tu padre a casa.

Después de un rato, Raisa bostezó y abrió los ojos. Estaba sola en el laberinto, se
desplomó en un rincón del banco, un viento cálido del sur le revolvió el pelo.
¿Se había dormido? ¿Habría sido un sueño?

Pero el anillo de los Lobos colgaba de una cadena pesada alrededor de su


cuello.
Capitulo 10
Volver en el laberinto
Traducido por MariPooh y Eli25
Corregido por Majo2340

R
aisa envió un mensajero al cuartel, pidiendo que Amon se encontrara
con ella en el laberinto del templo, en la víspera de la noche, pero este
envió una respuesta de nuevo diciendo que estaba de guardia. Ella lo
intentó de nuevo la noche siguiente, con el mismo resultado. Tras el tercer
rechazo, amenazó con visitarlo en su cuarto en el cuartel, y él finalmente aceptó
ir.

Mientras tanto, Micah le envió un ramo de flores extravagantes y varias notas


sugiriendo una reunión. Ella no les hizo caso. Le daría motivos para correr a su
padre, y contarle cuentos.

Esa noche, viajó a través del callejón de piedra con más confianza, llevando una
vela encendida y haciendo suficiente ruido para dispersar a las ratas por
delante de ella. Su‖ vestimenta‖ era‖ m{s‖ pr{ctica‖ ―llevaba‖ una‖ de‖ sus‖ falda–
pantalón, botas y una chaqueta ceñida―.‖ Esto‖ facilitó‖ mucho cuando subió la
escalera, apagando la vela entre los dientes como un pirata.

Cuando se abrió de golpe la puerta metálica del pasajero, Amon saltó desde el
banquillo, arrancando la espada de su vaina. Giró sobre sus talones, explorando
la habitación.

―Por‖los‖huesos‖de‖Hanalea,‖Rai‖―dijo, sacudiendo la cabeza y deslizando su


espada en la vaina de nuevo―.‖Pensé que ibas a bloquear ese túnel desde fuera.

―Nunca‖ dije‖ que‖ lo‖ haría ―respondió ella, dejándose caer en el banco―.‖ Me
gusta‖tener‖una‖puerta‖trasera.‖―Levantó la‖mano‖cuando‖abrió‖la‖boca―.‖No
empieces. Por favor, siéntate. Estás sobre mí como uno de los sacerdotes de La
Tierra de Los Llanos.
Él se sentó en el banco, apartándose en el rincón más lejano, como si ella
pudiera capturarlo, su cuerpo rígido y formal, con las manos cuidadosamente
colocadas sobre las rodillas.

―¿Por‖qué‖me‖has‖estado‖evitando?‖―Raisa le preguntó sin rodeos.

―No‖he‖estado...‖―Se‖detuvo‖cuando‖ella‖lo‖miró―.‖Está bien. Es sólo que... mi


Da ha tenido una conversación conmigo.

―¿Y‖qué‖dijo?

―Bueno. ―Se ruborizó―.‖ Él dijo muchas cosas. Lo más importante es que


estoy en la guardia ahora, y significa que estoy de guardia todo el día, todos los
días. Si vamos a hacer nuestro trabajo protegiendo a la familia real, tenemos
que seguir‖ una‖ cierta‖ distancia....‖ ―Se aclaró la garganta―.‖ Y, bueno... puedo
ver su punto de vista.

―¿Ver qué punto? ¿No estoy autorizada a tener amigos? ―Raisa sabía que
estaba siendo injusta, pero no estaba de humor para el juego limpio, y él era el
único blanco disponible. Además, la única vez que dejó su corrección militar y
se convirtió en el Amon que ella conocía, sabía cómo era cuando llegaba a
enojarse.

―Por supuesto‖que‖somos‖amigos,‖pero‖―le‖contestó‖Amon.‖

―No estamos autorizados a hablar‖ unos‖ con‖ otros,‖ ¿es‖ eso?‖ ―Raisa sacó su
larga trenza de pelo hacia adelante y la volvió a trenzar.

―Podemos‖hablar‖unos‖con‖otros,‖pero‖―le‖dijo.

―¿Sólo en una habitación llena de gente? ―Ella se deslizó más cerca―.‖¿Es‖esto‖


demasiado cerca? ―Y más cerca―.‖¿Qué‖tal‖esto? ―Hasta que su cadera estaba
presionándose contra él.

―Raisa, ¿me dejas terminar‖la‖frase,‖por‖lo‖menos?‖―gruñó, pero no se movió


de‖ inmediato―.‖ Yo no sé de dónde viene, pero Da dijo que la gente está
hablando acerca de nosotros. Me amenazó con publicarlo en los acantilados de
Chalk si escucha más de ello.

Raisa le puso la mano‖en‖su‖brazo.‖―Él‖no‖lo‖haría.‖―Los Acantilados de Chalk


era un puerto en el Océano Indio, a cientos de kilómetros de distancia.

Levantó una ceja. ―Sí. Que lo haría. Así que si eso es lo que quieres...
―¿Vas a dejar que Micah Bayar diga a quien veo y con quién hablo?

La‖miró‖fijamente.‖―¿Qué?

―Micah le habló a su padre acerca de vernos fuera de mi habitación la otra


noche. Lord Bayar habló con la reina y la reina le dijo a tu padre.

―¿La reina‖ est{‖ involucrada‖ en‖ esto?‖ ―Se pasó el pelo hacia atrás, mirando
perplejo―.‖Yo‖no‖lo‖entiendo.‖―Hizo una pausa―.‖Me pregunto si tú y Micah
fueron, ya sabes... ―No podía encontrar la palabra que quería y se detuvo, se
aclaró la garganta―.‖Ayer por‖la‖noche,‖yo‖no‖sabía‖si...‖―Se quedó sin palabras
otra vez y se quedó mirando a sus manos.

Ese era en realidad un tema que no quería discutir con Amon Byrne.

―No‖importa‖Micah― dijo Raisa―.‖Él sólo quiere salirse con la suya. Pero algo
está pasando. Simplemente no he descubierto qué, sin embargo. Necesito
amigos en quien pueda confiar. Necesito a alguien a mi lado.

―Yo‖estoy‖de‖tu‖lado,‖Rai ―dijo Amon en voz baja―.‖Siempre.‖Tú‖lo‖sabes.

Raisa tomó sus manos entre las suyas.‖―Entonces‖ayúdame.

Él‖la‖miró‖con‖recelo.‖―¿Ayudarte?‖¿Cómo?

―Necesito ojos y oídos. Necesito saber qué es lo que está pasando. En el reino,
en la casa del Consejo de Hechiceros, y en la Montaña Dama Gris, en todas
partes. Me siento como un canario en una jaula. Veo solo las cuatro paredes que
me rodean y mientras tanto el castillo está rodeado y mis enemigos están
acorralándome.

―¿Qué?‖―Le miró a la cara, sin duda en busca de‖signos‖de‖locura‖o‖bebida―.‖


¿De qué estás hablando?

―Sabes que las reinas de sangre tienen visiones que predicen el futuro.
―Amon‖asintió‖con‖la‖cabeza―.‖Bueno, siento lo mismo que el día del incendio
de Hanalea. Estoy atrapada, con las llamas corriendo hacia mí y ningún lugar a
donde ir.

―Bueno. ―Amon se aclaró la garganta―.‖ ¿Cómo puedes saber si es una


verdadera visión? Quiero decir, yo a veces tengo pesadillas, pero eso es todo lo
que son.
―Es posible que me esté imaginando cosas ―dijo Raisa―.‖ Pero no puedo
correr ese riesgo.

―¿Le has dicho a la reina? Parece que sería el lugar para comenzar.

―La cosa es que creo que puede ser parte del problema ―dijo Raisa―.‖ He
tratado de hablar con ella, y simplemente terminamos discutiendo.

Su voz se apagó, vio la expresión de conflicto de Amon. Ella y Amon habían


compartido siempre agravios entre sí. Pero ahora se sentía como si le estuviera
pidiendo estar al lado de ella contra la reina a quien se había jurado a sí mismo.

―Eso no es mucho para seguir‖adelante.‖Un‖sentimiento‖―dijo finalmente.

―Y el modo peculiar en que el pueblo está actuando ―argumentó Raisa―.‖Mi


madre fue una y otra vez el otro día acerca de cómo no debo casarme con un
hombre del sur, que las cosas son demasiado inestables allá abajo.

―Tal vez es sólo nerviosismo acerca de ti haciéndote mayor, haciendo tu debut,


y esas cosas. ―Amon extendió sus manos, las palmas hacia arriba―.‖Todos los
padres tienen problemas con eso. Recuerdo cuando mi hermana, Lydia, tuvo el
día de su nombramiento. Da interrogó y aterrorizó a cualquier niño que se
acercó a ella.

―No lo sé. Al mismo tiempo, parece como si tuviera prisa para que me case.
Ella dice que le gustaría ver las cosas, que no puede estar alrededor mucho más
tiempo, como que tal vez ella sabe algo que yo no. A pesar de que no haya
alcanzado el día de mi nombramiento y no hay ningún candidato a la vista.

―Dijiste que eso no sería por años y años ―dijo Amon, casi en tono acusador.

Raisa‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Si tengo algo que decir al respecto. ―Se
estremeció―.‖Yo no quiero casarme. Tengo sólo quince años de edad.

―Bueno, yo tengo apenas diecisiete años ―dijo Amon―.‖ Y voy a volver a la


academia en el otoño. ¿Qué quieres que haga? ¿A quién quieres que espiar?

―No es espionaje, exactamente. Por ejemplo, puedo obtener información del


Demonai Camp, que no me puede dar ningún otro. Ellos no me halagan. No me
tratan como a un icono con la cabeza vacía. En cierto modo, me respetan más
que nadie.

―¿Qué tipo de información quieres de mí?


Raisa‖ se‖ enderezó.‖ ―Bueno, si hay problemas por venir, estoy pensando que
debe venir de uno de dos lugares, de las guerras en el sur, o desde el Consejo de
Hechiceros.

―¿Qué pasa con la gente de Fellsmarch? ¿Y si estaban planeando algún tipo de


rebelión? ―preguntó Amon.

―¿Por‖ qué‖ harían‖ eso? ―Raisa dijo, frunciendo el ceño―.‖ La gente ama a la
reina. Cada vez que salimos de la ciudad, todos ellos están alegres y hasta
lanzan flores a nuestros pies.

Amon sacudió la cabeza, con una mirada que era casi compasiva.

―¿Qué? ―Raisa espetó, molesta al instante.

―Bueno, son miserables, por un lado, y están muriendo de hambre, y por lo


que he visto, la Guardia de la Reina pasa la mayor parte de su tiempo
empujándolos alrededor.

―No ―dijo‖ Raisa‖ con‖ convicción―.‖ La Guardia está ahí para proteger a la
gente.

―Raisa, ¿has estado alguna vez en Southbridge?

―Por supuesto que sí. He estado en el templo, y he viajado a través de él


docenas de veces. Es una especie de ruina, pero...

―Déjame adivinar. Te montaste en un carro con una comitiva por el camino,


con tu Guardia a lo largo de las calles a cualquier lado.

Ella asintió con la cabeza‖de‖mala‖gana.‖―M{s‖o‖menos.

―No puedes saber lo que realmente pasa cuando estás tan... aislado. He estado
en la patrulla a pie en Southbridge y Ragmarket por las últimas dos semanas.
Déjame que te cuente lo que pasó esta semana. Ayer, seis personas fueron
asesinadas en Southbridge. Cuatro niños, dos niñas, todos de nuestra edad.
Fueron torturados y estrangulados.

―Dios,‖ Hanalea‖ ―susurró Raisa―.‖ No he oído acerca de esto. ¿Quién haría


algo así?
―Buena pregunta. Todos estaban en una banda callejera llamada Sureños. El
Sargento Gillen piensa que una banda rival llamada Raggers lo hizo por
venganza.

―¿Venganza‖de‖qué? ―Raisa preguntó, inclinándose hacia adelante, fascinada,


a pesar de sí misma.

―Los Sureños golpearon al líder de los Raggers hace unos días, un niño con el
nombre de Puños. Lleva pulseras de plata, una especie de marca. Gillen sabía
dónde podía estar, así que lo agarramos saliendo de una taberna hoy temprano.

Amon rastrilló‖su‖pelo‖con‖ambas‖manos.‖―Él es de nuestra edad, y Gillen cree


que asesinó a seis personas.

―¿Y le‖preguntaste?‖―Provocó Raisa―.‖¿Qué‖tenía‖que‖decir‖él?

―Bueno, lo primero que Gillen hizo fue robarle su monedero y golpearle sin
sentido con un palo ―dijo Amon.

―¿Qué? ―Raisa sacudió su cabeza como si ella pudiera negar que así era―.‖
¿Por qué haría eso?

Amon‖se‖encogió‖de‖hombros.‖―Gillen es un matón y un ladrón. Finalmente lo


detuve, así que ahora estoy en la lista negra de Gillen seguro. Si mi padre no
fuera el capitán, creo que Gillen hubiera golpeado al chico hasta la muerte. Me
dijo que era nuevo y que no conocía las calles, y tenía que aprender.

―¿Así que ellos hacen ese tipo de cosas todo el tiempo?

Amon‖asintió.‖―Varias veces, justo desde que he estado con ellos.

―¿Y qué ocurrió? ¿Con Puños, quiero decir?

―Insistí en que le llevaran de vuelta a la casa de la guardia y le interrogaran


apropiadamente. Pero se separó y escapó mientras estábamos cruzando el
Puente Sur. Saltó al río, así que podría haberse ahogado. ―Amon sonrió
agriamente―.‖Este Puños no es estúpido, a pesar de lo que ha hecho. Si fuera
arrastrado a la casa de la guardia para un interrogatorio con Mac Gillen, haría
cualquier cosa para escapar también. Por supuesto, ahora Gillen y ellos piensan
que es culpa mía que haya escapado. Y probablemente lo es. ―Suspiró.

Raisa se inclinó hacia delante, intentando‖leer‖la‖cara‖de‖Amon.‖―¿Crees‖que‖es‖


culpable?
Amon‖ miró‖ hacia‖ el‖ agua.‖ ―Parece probable. Pero no averiguas la verdad
torturando a alguien. ―Miró hacia Raisa―.‖ El punto es, que la gente en
Southbridge y Ragmarket tiene miedo de morir por la Guardia de la Reina, y
por una buena razón. ―Sus ojos grises eran duras piedras―.‖A mí, me gustaría
inmovilizar a Mac Gillen y dejarle en un callejón de Ragmarket por la noche. Y
ver lo que queda de él por la mañana.

Amon ha cambiado, pensó Raisa. Difícilmente le conocía ya. Había visto cosas,
y hecho y aprendido cosas mientras yo había estado encerrada aquí como una
flor de invernadero, aprendiendo como usar el tenedor.

Ella‖ puso‖ su‖ mano‖ sobre‖ su‖ brazo.‖ ―Veré‖ que ese Gillen sea despedido
―prometió ella.

Amon sonrió, su primera‖sonrisa‖real‖de‖la‖tarde.‖―¿Así que le dirás a la reina


que has estado charlando conmigo y te sugerí que despidieras a Gillen? No lo
creo. ―Sacudió‖su‖cabeza―.‖No hay necesidad. Ya hablé con mi padre. Si hay
algo que se pueda hacer, él lo arreglará. Pero la Guardia es completamente de
Gillen. Es un refugio para matones. Solo un capitán puede hacerlo. No se suele
hacer de esa manera.

Raisa se puso de‖ pie‖ y‖ paseó‖ una‖ y‖ otra‖ vez.‖ ―Eso es exactamente de lo que
estaba hablando. ¿Cómo puedo ser princesa heredera del reino y no saber lo
que pasa? ―Ella‖paró‖a‖medio‖giro―.‖¿Dices que la gente está hambrienta?

Él‖asintió.‖―Sabes que no hemos crecido mucho aquí. El Valle es fértil, pero no


hay muchas tierras apropiadas y nuestros inviernos son demasiado largos. No
podemos comer oro, plata y cobre. Siempre hemos dependido del comercio con
Arden y Tamron y los otros reinos al sur con nuestro cereal. Con las guerras
alargándose, la poca comida que viene del norte cuesta demasiado para que la
mayoría de la gente lo afronte. ―Él paró, luego se forzó a seguir, despuntando
el hueso―.‖No puedes asumir eso porque tienes comida suficiente para todos.

Raisa‖ estaba‖ mortificada.‖ ―No quiero ser ese tipo de reina ―dijo ella―.
Desconsiderada y egoísta y superficial y...

―No‖lo‖ser{s ―dijo rápidamente Amon―.‖Eso‖no‖es‖lo‖que‖quiero‖decir.

―Sí lo es. Y lo merezco. Necesito encontrar una manera de ayudar a la gente.


―Pero ¿qué podía hacer por eso? Ella podría vivir en un palacio, sentarse en un
festín cada simple noche, y tener un armario lleno de ropas, pero sin dinero
para ella misma.

Ella podía intentar hablar con la reina, pero había tenido la poca suerte de
presionar su juicio antes en la semana. Basándose en esa conversación, su
madre probablemente planeaba gastar cualquier dinero extra que ella tenía para
una boda.

Además, Raisa quería hacer algo por ella misma. Algo importante. Algo
emblemático de la reina que quería ser.

Se había sentido totalmente inútil desde que volvió a Fellsmarch de Demonai.

Quizás podía vaciar su armario y vender algunos de sus vestidos de volantes en


Ragmarket y usar los beneficios para comprar comida a la gente que no tenía
nada. Aunque eso no llevaría mucho dinero.

Y entonces tuvo una idea. Lo mejor que había pensado, la que más le gustaba.

Miró‖ hacia‖ Amon.‖ ―Te agradezco que me digas la verdad. Ahora que has
hecho eso, ¿me ayudarás?

Él parpadeó‖hacia‖ella‖sospechosamente.‖―¿Ayudarte cómo?

―¿Puedes llevar un mensaje a Demonai y decirles que se lo den a mi abuela,


Elena?

Dudó.‖―Necesitaré‖saber‖sobre‖que‖es‖―dijo.

―Voy‖ a‖ pedirle‖ que‖ envíe‖ a‖ uno de sus mejores comerciantes para reunirse
conmigo en el Templo de Southbridge el día después de mañana.

―¿Por‖qué‖Southbridge? ―Preguntó‖Amon―.‖¿No‖podrían venir aquí?

―Es poco probable que sea reconocida allí. Y hay alguien en el Templo de
Southbridge con el que quiero hablar. ¿Has oído hablar del Orador Jemson?

―Bueno,‖sí ―dijo Amon, como si le sorprendiera que Raisa hubiera oído hablar
del Orador abiertamente―.‖Todos los que han estado en Southbridge conocen a
Jemson. Solo... ¿cómo planeas llegar allí?

Se‖encogió‖de‖hombros.‖―Iré disfrazada. Dijiste que debería salir más y ver lo


que realmente pasa en la ciudad.
―¿Qué? ―Amon levantó sus manos, pareciendo alarmado―.‖Yo exactamente
no... No puedes ir a Southbridge sola. No me importa qué tipo de disfraz lleves
puesto.

―Entonces‖ ven‖ conmigo ―dijo ella, sonriéndole―. Podría ser una aventura,
justo como los viejos tiempos.

―Una persona no es suficiente para mantenerte a salvo. ―Impulsivamente,


sujetó su mano, como si pudiera ponerla a su lado de la discusión. Su mano era
cálida, la palma con callos―.‖Vamos, Raisa, ¿por qué tienes que ir tú sola? Solo
inventa una historia. Di que vas al templo a rezar.

Ella sacudió‖ su‖ cabeza.‖ ―Eso significará un séquito, ¿recuerdas? Guardia


armada, carruaje, y ¿procesión? No quiero eso. Quiero respuestas honestas, y
no las conseguiré con una escolta.

―Si vas a Southbridge, necesitarás un guardia armado. ―Cuando‖no‖dijo‖nada,‖


él añadió―.‖¿Qué estás tramando?

―No quiero decirlo hasta que sepa si funcionará.

―¿Y si no consigo llegar? Probablemente tendré una obligación el resto de la


semana.

Ella‖ se‖ puso‖ de‖ pie.‖ ―Bueno, iré, contigo o sin ti. Si quieres venir conmigo,
reúnete el día después de mañana en la víspera en el borde final del puente
levadizo.

―¿Est{s‖ planeando‖ ir‖ de‖ noche? ―Dijo Amon, mirándola como si todos sus
peores miedos se estuvieran haciendo realidad.

―Bueno,‖ sí ―dijo Raisa―.‖ Es menos probable que sea reconocida en la


oscuridad.

―También es más probable que consigas que te corten la garganta. O peor. ―Él
también se puso de pie, alzándose sobre ella, esperando poder intimidarla para
hacerla‖cambiar‖de‖opinión―.‖Esto realmente es una mala idea. Déjalo, Rai, o se
lo diré mi padre, y él tendrá a alguien esperando para interceptarte.

Raisa encontró su mirada directamente, aunque ella tuvo que inclinar su cabeza
para‖hacerlo.‖―Y si lo haces, solo esperaré e iré en otro momento sola.
Este era su patrón desde la infancia, y difícil de romper. Ella venía con ideas
atrevidas y peligrosas, y él proporcionaba el músculo para verle llevarlas a
cabo.

Ellos estaban de pie mirándose mutuamente durante un largo momento.

―Podría no ser capaz de alcanzar a Elena ―gruñó Amon. Así fue como Raisa
supo que ganaría.

Solo... ¿por qué estaba cediendo tan fácilmente? Ella buscó en su cara. No la
miraba, lo cual significaba que él estaba incubando algún esquema u otro.

Bien. Lo que fuera, ella trataría con ello. Se inclinó, intentando un beso bastante
casto en la mejilla, pero él giró su cabeza y aterrizó bastante cerca de la esquina
de su boca. Ella se retiró y se miraron mutuamente. De cerca, su cara
completamente con barba de varios días.

―Bien entonces. ―Ella se puso de pie, sintiendo sonrojada y nerviosa―.‖


Gracias por venir esta noche. Me siento como si fueras el único amigo que
tengo.

Ella cruzó hacia el túnel abierto‖en‖el‖centro‖del‖templo.‖―Incluso si no puedes


venir a Southbridge, reúnete aquí a una semana desde ahora, y te dejaré saber
cómo fue.

―Si aún vives a una semana desde ahora ―gruñó él.

Ella‖le‖sonrió.‖―Sigues‖preocupado‖ por‖mí,‖¿verdad? ―Comenzó a descender


la escalera, sintiéndose más viva de lo que había estado desde que regresó a la
corte.

No es, que no sintiera una punzada de culpa. No era justo, lo que le estaba
pidiéndole a Amon, y lo sabía. Él tenía mucho más que perder que ella. Él era
un miembro de la Guardia de la Reina, había jurado a su servicio. Su propio
padre, el capitán de la Guardia, le había dicho que guardara la distancia de
Raisa.

Entonces otra vez, no era como si ella le estuviera pidiendo que cometiera una
traición. Ella era la princesa heredera, después de todo, y estaba a su servicio
también.
Pero él ya estaba en problemas por su cuenta. Los Bayars sabían ser peligrosos
enemigos, y Micah estaría buscando una oportunidad para volver. Y todas sus
excusas no cambiarían el hecho de que Amon sería el que sufriría si ellos lo
averiguaban. Un destino al Precipicio Chalk estaría al final de esto.
Capitulo 11
Santuario
Traducido por eli25
Corregido por Angeles Rangel

L
as campazas del Templo Southbridge sonaron cuatro veces. El sonido
reverberó en los adoquines, proclamando que eran las cuatro de la
mañana y que cualquier persona sensible debería estar a salvo en la
cama. Las antorchas a cada lado de la bendita entrada aún ardían, de alguna
manera, dando la bienvenida a todos los necesitados a cualquier hora del día.
En este particular momento, Han hubiera preferido estar escondido en la
oscuridad.

Presionándose en la sombra del edificio, Han levantó la elaborada aldaba y


permitió que golpeara contra la puerta de madera una segunda vez. Miró sobre
su hombro, esperando en cualquier momento sentir el duro agarre de la
Guardia en su brazo o el picor del frío acero.

Oyó pasos desde el otro lado de la puerta, luego el traqueteo del pestillo cuando
la puerta abrió hacia dentro. Una dedicada con toga blanca parpadeó hacia él,
su pálido pelo despeinado de dormir. Ella parecía tener la misma edad que
Han.‖―El Creador te bendice‖―dijo ella, virando; luego sus ojos se abrieron de
par en par cuando‖ le‖ enfocó‖ m{s‖ estrechamente―.‖ ¿Qué te ha ocurrido,
compañero? ―Demandó, con su acento‖ superficial‖ del‖ Southbridge―.‖ ¿Has
estado en una pelea? ―le preguntó, la ávida curiosidad alejó el sueño.

―Necesito‖ un‖ lugar‖ para‖ quedarme‖ ―dijo‖ Han,‖ y‖ añadió―,‖ por‖ favor‖
―cuando ella‖aún‖estaba‖de‖pie‖congelada―.‖Juro por el Creador, que no estoy
aquí para hacer daño a nadie.―Se balanceó un poco, y ella ciñó un brazo
alrededor de su cintura y le ayudó hacia una piedra en la puerta de entrada.

Ella retrocedió rápidamente, rozando su toga. ―Apestas‖ ―dijo, frunciendo el


ceño.

―Lo‖ siento.‖ Me‖ caí‖ al‖ río‖ ―dijo, cerrando los ojos cuando una ola de mareo
barrió sobre él.
―¿Qué le pasa a tu brazo? ―Preguntó ella.

Él ignoró la pregunta. ―¿Puedes despertar al Orador Jemson, por favor? Es


importante.

―Bueno, no sé si le gustará que le levanten‖a‖esta‖hora‖de‖la‖noche‖―dijo‖ella―.‖


¿Puedo darle un mensaje por la mañana?

Han mantuvo los ojos cerrados y no dijo nada. Posteriormente la oyó alejarse
por el pasillo. Apenas estaba despierto cuando oyó el estruendo de la voz de
Jemson acercándose.

―¿Cómo de mal herido está, Dori? ¿Estás segura que no es uno de nuestros
estudiantes?

―No lo sé como lo hubiera reconocido, incluso si le conozco, Maestro Jemson.


Él está bastante destrozado.

Han abrió los ojos para ver a Jemson mirándole, alto y severo.

―Maestro Alister. Gracias al Creador que estás vivo. Me temía lo peor.

―¿Dónde está Mari? ―Preguntó Han.

―Está durmiendo, a salvo en el dormitorio. Los dedicados se han hecho cargo


de ella. Envié un mensaje a tu madre para que no se preocupara.

Han luchó por incorporarse con un brazo. ―Tengo que sacarla de Southbridge
y‖volver‖a‖Ragmarket‖―dijo‖él―.‖Nadie debe saber donde vivo o que tengo una
hermana.

Jemson miró a Dori, quien estaba escuchando con gran interés. ―Eso‖ser{‖todo,‖
Dori‖―dijo―.‖Ve a la cama. Me las arreglaré desde aquí.

Dori se fue arrastrando los pies a regañadientes, mirando insistentemente hacia


atrás.

El Orador se arrodilló en un susurro de tela para poder mirar a Han


directamente a los ojos. ―Dime, Hanson, ¿tienes algo que ver con esos
asesinatos? ―Preguntó‖severamente―.‖Necesito saber la verdad.

―No,‖señor‖―susurró‖Han―.‖Lo juro.
―¿Alguna idea de quién podría haberlo hecho? ¿O por qué? ―Preguntó
Jemson.

Han sacudió su cabeza. ―No. Pero estoy siendo culpado. La Guardia de la


Reina me está cazando. ―Bajó‖la‖mirada‖a‖sus‖pies―.‖Lamento ensuciarle con
esto, y me iré si quiere. Es solo... conseguí salir a la calle y no tengo a donde ir.
Si puedo llegar a Marisa Pines, puedo quedarme fuera de la vista allí durante
un rato, pero primero, tengo asuntos que arreglar aquí.

―No me gusta como‖ suena‖ de‖ eso‖ ―dijo‖ Jemson―.‖ Saliste esta mañana por
negocios, y vuelves ensangrentado, huyendo de la Guardia. Creo que sería
mejor que te fueras solo.

―Pero tengo que averiguar‖ quién‖ mató‖ a‖ los‖ Sureños‖ ―dijo‖ Han―.‖ Si fueron
los Raggers, necesito saberlo. No puedo quedarme en las montañas para
siempre. No puedo dejar a Mamá y a Mari solas.

―Ya‖ veremos‖ ―dijo‖ Jemson―.‖ Mientras tanto, necesitas curarte. Si no me


equivoco, ese brazo está roto.

Han se había estado acunando el brazos herido con su otra mano. Estaba
hinchado desde el codo hasta la muñeca, y se había puesto de un desagradable
color azul verdoso. Su brazalete plateado estaba tenso, la carne sobresalía
alrededor.

―No puedo pagar al curandero‖ ―dijo‖ Han―.‖ Quizás si lo vendo, puede


esperar a que llegue a Marisa Pines.

―Actualmente, hay alguien aquí que puede ayudar,‖ creo‖ ―dijo el Orador―.‖
¿Estás de acuerdo en quedarte?

Cuando Han asintió, el Orador dijo. ―Ven conmigo. ―Jemson ayudó a Han a
ponerse de pie y le guió por el pasillo, soportando su codo bueno con una mano
y llevando una lámpara en la otra. El habitual movimiento en los pasillos era
inquietantemente silencioso, el templo dormía a su alrededor. Jemson le guió
pasando el santuario y las aulas hacia los dormitorios de piedra donde los
huéspedes y los dedicados se quedaban.

Cruzaron un patio iluminado por la luna, y Jemson empujó una puerta abierta
hacia una habitación que daba al jardín del curandero. Dentro había dos
simples camas, una mesa, una silla recta y una mecedora, una bañera para el
baño, un tronco, un lavabo seco y un cuenco.

Jemson dejó la lámpara en la mesa. ―Túmbate y descansa. Ahora vuelvo.

Han se hundió agradecido en la cama, sintiendose culpable porque aún estaba


mugriento del río, pero también cansado de hacer cualquier cosa sobre eso. Sólo
tener un refugio, algún lugar para dormir durante unas pocas horas, era una
bendición. Su brazo latía con fuerza, pero estaba tan cansado que cayó en un
tipo de preocupante sueño despierto. Parecieron solo minutos después de que
él despertara, asustado, cuando alguien entró en la habitación y se sentó en el
borde de su cama. Buscó a tientas un cuchillo que ya no estaba allí.

―Cazador Solitario, ¿qué te han hecho los habitantes de los llanos? ―Willo
dejó su bolsa de curandero cerca de él y puso su fría mano sobre su frente febril.

―¿Willo? ―Su boca estaba tan seca que apenas podía forzar para que le
salieran‖ unas‖ palabras―.‖ ¿Qué estás haciendo aquí? ―Willo nunca iba a la
ciudad. Ella clamaba que drenaba toda su magia.

―Tenía‖asuntos‖en‖Fellsmarch‖―dijo ella. Gentilmente examinó su brazo, y el


toque de su mano fue como el agua fría fluyendo sobre él, alejando el dolor.
Levantándose, ella echó agua del cántaro en una taza y espolvoreó los
contenidos‖ a‖ una‖ bolsa‖ bordada‖ dentro―.‖ Aquí‖ ―dijo―.‖ Bebe. Es corteza de
sauce. Ayudará con el dolor.

Era corteza de sauce y hierba marina, y quizás algo más, también, porque
entonces le pareció a él que comenzaba a alucinar.

Una puerta se abrió y se cerró, y le‖ pareció‖ oír‖ a‖ Dancer‖ decir.‖ ―¿Qué le ha
ocurrido a Cazador Solitario? ¿Quién le hizo esto? Déjame verle.

Luego la voz de Willo, algún tipo de discusión, como si ella estuviera


intentando persuadirle para que se fuera. Rápidos pasos, luego Dancer se
inclinó sobre él, respirando fuerte, los ojos abiertos, su cara brillando con sudor,
su pelo colgando en largos mechones mojados. Llevaba una toga de dedicado,
brillante contra su piel oscura.

―Cazador‖Solitario‖―susurró, extendiendo su mano hacia la cara de Han.


La piel de Dancer ardía y despertaba, y las llamas giraron desde su cuerpo. Han
tiró su brazo bueno sobre su cara para protegerla. Entonces Willo y Jemson
apartaron a Dancer, fuera de la vista de Han.

―No puedes‖ayudarle,‖Dancer‖―dijo‖Willo‖urgentemente―.‖Ve con Jemson, y


déjame trabajar. Por favor.

―¡Dancer! ―Gritó Han, intentando levantarse, pero la droga le hacía indefenso.


Dancer estaba preocupado. Dancer estaba en llamas. Fire Dancer.

Momentos después, Willo volvió. Intentó hablar con ella, preguntarle qué
estaba pasando, pero no podía articular las palabras. Estaba vagamente
consciente de Willo arreglando su brazo, diciendo palabras sobre eso,
entablillándolo, vendándolo a su cuerpo. Y no supo nada más después de eso.

Se despertó a la última hora de la tarde. La luz del sol sesgaba a través de las
ventanas, los pájaros estaban cantando, y el olor de las flores entraba a través de
la puerta abierta. Todo bien.

Se miró a sí mismo. De alguna manera le habían bañado y vestido en una toga


blanca de dedicado. Su monedero estaba esperando en la mesilla al lado de su
cama, pero sus ropas parecían haberse perdido. La hinchazón en su brazo había
disminuido drásticamente. Estaba atado tensamente en su pecho, y solo había
un apagado dolor recordándole del cegador dolor de día anterior. Con algo de
suerte él tendría el uso completo de éste al final de la semana. Willo había
trabajado en él antes.

Las imágenes giraron a través de su mente como manchas de pintura mojada.


El equipo de Gillen volvió a su cabeza. Dancer en llamas. La cara de
preocupación de Willo.

Balanceó sus piernas fuera de la cama y se puso de pie temblorosamente,


dándose cuenta de que estaba hambriento. Esa era otra cosa sobre la curación
rápida, te dejaba hambriento. Arrastró los pies descalzos hacia la puerta y miró
fijamente hacia el jardín en el momento en que vio a Dori directa en su camino
con una bandeja de apariencia prometedora.

―La Madre Willo dijo que estarías‖esperando‖algo‖de‖comer‖―dijo‖Dori―.‖ Es


bueno verte levantado y andando. ―Llevó la bandeja dentro de la habitación de
Han y la dejó sobre la mesa, luego se sentó en una de las camas y levantó sus
rodillas, poniendo sus pies sobre el marco de la cama como si quisiera quedarse
un rato. Tenía una cara redonda, bonita haciendo bastante juego con los ojos
azules y pequeños, la boca infeliz. Él no podía decir mucho sobre su forma
debajo de la toga, pero parecía bastante buena.

―Bueno,‖gracias‖―dijo Han, sentándose en la otra cama y sacando la servilleta


de la bandeja. Había estado preocupado por si eran gachas o algún tipo de
comida para inválido, pero era un buen pedazo de queso, un trozo de pan
marrón, y algo de fruta. Lo engulló, bajándolo con tazas de agua.

―Soy‖ Dori‖ ―dijo ella, inclinándose hacia delante y pegando su cara bastante
cerca como si los celos por la atención de‖la‖comida‖fuera‖suficiente―.‖Y‖tú‖eres‖
Puños‖ Alister‖ ―añadió ella, asintiendo‖ sabiamente―.‖ He oído hablar de ti.
Todos lo hacen.

―Es‖bueno‖conocerte‖―dijo‖Han‖con‖la boca llena.

―Estoy‖ en‖ el‖ primer‖ año‖ de‖ dedicada‖ ―dijo‖ ella―.‖ Antes de eso, viví en el
Callejón Blackberry.

―Hmm‖―dijo Han, y cuando ella continuó para mirarle expect{nte,‖añadió―,‖


¿cómo decidiste convertirte en una dedicada?

―Oh,‖fue‖idea‖de‖mi‖madre‖―dijo‖Dori―.‖ Una boca menos para alimentar en


casa, dijo. Era eso o sirvienta.

―¡Ah! ¿Te gusta?

―Está bien. ―Ella tiró‖ desanimadamente‖ de‖ su‖ toga―.‖ Conseguiré cansarme
de llevar esto todo‖ el‖ tiempo‖ ―dijo‖ ella―.‖ Desearía‖ que‖ fuera de colores, al
menos.

Ella se inclinó hacia delante y dijo conspiratoriamente. ―¿Cómo es, ser el líder
los de los Raggers? He oído que dan mil girlie por tu cabeza.

―Ese‖no‖soy‖yo‖―dijo Han, pensando que debería escribirlo a través de la parte


delantera‖de‖su‖toga―.‖La gente comete ese error todo el tiempo. No corro con
pandillas.

―Oh‖ ―dijo‖ Dori,‖ desilusionada―.‖ Así que nunca mataste a nadie, adivino.
―Entonces,‖después‖de‖una‖pausa―,‖pero conseguiste el pelo limpio como él.
Nunca he visto a un chico con el pelo tan limpio como el tuyo. Está cerca de
brillar tanto como el mío. ¿Ves? ―Ella cogió un mechón de su pelo alrededor de
su dedo índice y lo sujetó para que lo mirara.

Han acabó lo último de pan y queso y se lamió sus dedos. ―Gracias‖por‖la‖cena‖


―dijo, virando y tumbándose sobre las almohadas, esperando que ella cogiera
la indirecta y se fuera.

Pero en su lugar ella vino y se sentó en el borde su cama, agarró su mano


buena, y le subió la manga. ―Llevas‖ la‖ plata‖ ―dijo, mirándole como si él
hubiera‖intentado‖coger‖su‖bolsillo―.‖Eres‖Puños Alister, tienes que serlo.

―¿Qué importa? ―Dijo él, deseando por milésima vez poder quitarse los
malditos brazaletes.

―Ellos dicen tienes a los chaquetas azules‖metidos‖en‖los‖bolsillos‖―dijo‖ella―.‖


Dicen que en tu guarida secreta tienes un tesoro por todo el lugar, diamantes, y
rubíes y esmeraldas robadas de la nobleza, y que todo lo vistes en oro y
mantienes a mujeres ricas maravillosas por los rescates, y que todas se
enamoran de ti y que no quieren irse.

―No sé‖como‖han‖empezado‖ese‖rumor‖―dijo‖Han,‖desesperado deseando que


ella se fuera.

―Y también, que cuando las dejas ir, les dices que cojan todo lo que quieran de
tu tesoro para llevarse con ellas, y que eligen un anillo o un collar o algo y no lo
dejarán, no por nada, y duermen con eso bajo sus almohadas. Y algunas de ellas
hacen promesas al templo después de eso porque no están interesadas en nadie
después de ti.

Han hubiera reído a morir si no fuera por el hecho de que sus instintos le
estaban gritando Peligro. ―Usa‖tu‖cabeza‖―dijo‖él―.‖Sólo tengo dieciséis años.
¿Cómo puede ser algo de eso cierto? Además, estoy fuera de todo eso.

Ella parpadeó hacia él con los ojos tan vacíos y azules como el cielo sin nubes.
―No lo creo. ¿Por qué estarías fuera de todo eso?

Han no tenía interés en intentar explicárselo a Dori, la guerra había pasado en la


mayoría de su vida. La vida de la calle era atractiva. Te hacía sentir poderoso,
porque controlabas vida y muerte y comerciabas en unos pocos bloques de la
ciudad. Porque la gente cruzaba la calle cuando te venían venir. Porque las
muchachas querían estar con un señor de la calle.
Eventualmente, tu historia crecía en una leyenda hasta que no sabías quién eras
ya y de lo que eras capaz de hacer. La batalla violenta por tierras, botín, y
sobrevivir se convertían en adictivas, así que la escuela y la vida familiar
parecía un apagado fondo para la realidad de adrenalina de las calles.

Él había sido bueno en eso. Locamente bueno, o quizás solo loco. Había hecho
cosas en las que no le gustaba pensar ahora.

La voz sin aliento de Dori rompió su ensueño. ―¿Tienes un corazón dulce?


―Preguntó ella, agarrando‖ r{pidamente‖ su‖ mano―.‖ Porque yo no tengo un
corazón dulce.

Han sabía que esto se estaba descarriando al traicionero territorio, pero


entonces alguien apareció en la puerta como un ángel de un tamaño pequeño
enviado desde el cielo. ―¡Han!

Era Mari. La razón por la que él había dejado su anterior vida.

Dori soltó su mano y retrocedió en la otra cama. Han se levantó, y su hermana


pequeña se colgó de sus brazos, o brazo, más bien. ―Dijeron que estabas
herido. ¿Qué le ha ocurrido a tu brazo? ¿Dónde fuiste ayer? ¿Por qué no
volviste?

―Conseguí llegar‖ r{pido‖ a‖ la‖ calle‖ ―dijo Han, lo cual era perfectamente
cierto―.‖Tendré que irme durante un tiempo. Pero primero te llevaré a casa.

―¿Dónde vives? ―Preguntó Dori, mirando de Han a Mari.

―En la‖ Calle‖ Cobble,‖ sobre‖ la‖ cuadra‖ ―dijo Mari, antes de que Han pudiera
detenerla. Él no estaba seguro de por qué debería detenerla, solo se sintió como
si no quisiera que Dori supiera dónde encontrarle. Asumiendo que él volviera a
casa.

―Te‖ ves‖ gracioso‖ en‖ esa‖ toga‖ ―dijo‖ Mari―.‖ Y tu pelo está alborotado. ―Se
mojó‖ un‖ dedo‖ e‖ intentó‖ bajarlo―.‖ El Maestro Jemson me envió para ver si
estabas despierto. Se supone que vas a verle a su estudio. Ahora mismo, dijo, si
eres capaz. ―Ella tiró de su mano.

―Ah.‖ Bueno.‖ Te‖ veré‖ después,‖ Dori‖ ―dijo‖ Han,‖ pensando. No si puedo
evitarlo.
El estudio del Orador Jemson estaba lleno de libros, apilados sobre todo en las
superficies y estanterías, en los libreros que se extendían hasta el techo. Los
pergaminos estaban enrollados y almacenados en nichos y extendidos en su
escritorio, sujetos con piedras. Los mapas de los lugares lejanos estaban
clavados en las paredes. Olía a cuero y polvo y a lámpara de aceite y
aprendizaje.

Cuando Han era un niño pequeño, solía enterrarse en la librería de Jemson


durante varias hora. Jemson nunca se preocupó de que se lavara el polvo de
sus dedos antes de tocar las cubiertas estampadas en oro o de que tuviera
cuidado al girar las frágiles páginas. El Orador nunca le advirtió de que no
derramara tinta cuando él estaba transcribiendo los pasajes, o le dijo que no
tocara las ilustraciones pintadas a mano. Nunca se llevó los libros porque era
demasiado complicado, también de gran volumen, o demasiado gruesos para
que él los mirase.

El amor de Jemson por los libros era contagioso, y Han cuidó de ellos incluso
aunque nunca se lo debió a sí mismo.

El Orador estaba sentado en su escritorio, escribiendo algo en el pergamino, su


tetera estaba un poco caliente a su lado.‖Sin‖levantar‖la‖mirada‖dijo.‖―Siéntate,
Maestro Alister. Querida Mari, Orador Lara estará en el estudio de arte esta
tarde. Por favor únete a ella mientras hablo con tu hermano.

Mari se tensó y abrió la boca para protestar, pero Han palmeó su hombro
torpemente. Cuando el maestro hubo acabado, espolvoreó arena sobre la
página y lo dejó a un lado. Entonces levantó la mirada hacia Han por primera
vez.

El Orador parecía algo más viejo de lo que había sido el día anterior, su cara
ensombrecida por un nuevo dolor y decepción. ―¿Te gustaría algo de té,
Maestro Alister? ―Preguntó, cogiendo una taza de la estantería detrás de su
escritorio.

Han se sentó en su silla. ―¿Qué‖pasa? ¿Qué ocurrió?

Jemson sirvió para él, de todas formas. ―Encontraron dos cuerpos más esta
mañana‖―dijo.

―¿Sureños? ―Preguntó Han.


Jemson asintió.

Han se lamió los labios, la cena le sentaba pesadamente en su estómago ahora.


―¿Igual que antes?

Jemson asintió otra vez. ―Fueron torturados. Quemados en lugares distintos.


Es difícil de decir actualmente que les mató. Quizás murieron de miedo.

―¿Vio los cuerpos?

Jemson giró la taza en su mano. ―Los trajeron aquí, esperando que pudiéramos
identificarlos. Los conocía a ambos. Josua y Jenny Marfan. Un hermano y
hermana. Solían venir al templo antes de que les perdiera por las calles.
Siempre esperé que dejaran esa vida. Como tú.

El Orador le dio una larga mirada significativa, y Han supo que estaba
esperando a que él dijera algo. Jemson podía hacer que una persona confesara
cualquier crimen con sus silencios. Han a menudo pensaba que la Guardia sería
mejor si le contrataran para los interrogatorios en lugar de las palizas.

―Como‖le‖dije‖antes,‖no‖ sé‖nada‖de‖eso‖―dijo‖Han―.‖Sabe que no tuve nada


que ver en eso, pues estuve aquí toda la noche. La Guardia culpará a los
Raggers, pero eso no tiene nada que ver conmigo. Sea cual sea el punto que
estuvieran intentando hacer, seis Sureños muertos estaría bien. No hay razón
para matar a dos más. A menos que ellos quieran sacar a los Sureños del
Southbridge.

Jemson levantó una ceja. ―¿Esa es una posibilidad?

Han se encogió de hombros. ―Es poco probable. Ragmarket es el mejor


territorio. Más cerca del Castillo Fellsmarch, más dinero pasando a través, los
objetivos más fáciles con gordos monederos. Aquí ellos conseguirían que Mac
Gillen les empapara secos. Ha estado al mando durante años. Gillen reclama ser
capaz de comprar, pero él te cruzaría doblemente en un latido si necesita a un
chivo expiatorio. Tiene conexiones muy altas, he oído, así que adivino que
nunca conseguirán encontrarle nada. Lo que estoy diciendo es, que no vale la
pena empeorar el intento de tomar Southbridge.

Han golpeó su té y tomó un sorbo precavido. ―En el Ragmarket, la Guardia es


factible. La mayoría son locales, y preferirían sentarse en sus casas cuartel y
cortar y jugar a las cartas. Nadie intenta hacerse un nombre por sí mismo. Si
haces un trato con ellos, ellos lo honran. Si están al mano, no irán detrás de ti, a
menos que hagas algo que no pueden ignorar. Lo cual es el por qué todos esos
asesinatos son estúpidos.

―Estúpidos‖ ―Jemson miró a Han como si estuviera hablando en un extraño


lenguaje.

―Bueno, sí. No hay botín en eso excepto alardear derechos, y eso atrae a los
chaquetas azules. Puedes jugar siendo inteligente. Cuando corría con los
Raggers, nunca... ―Su voz se arrastró cuando se fijó en la expresión de
Jemson―.‖Digalo‖―gruñó‖él―.‖Lo‖que‖sea‖que‖esté pensando.

―Estoy pensando que no hay otras razones para asesinar a la gente más allá del
hecho de que no hay‖botín‖en‖eso,‖como‖dijiste‖―dijo Jemson suavemente.

―Sí, bueno. Puedo cantar alguna canción que le guste,‖ya‖lo‖sabe‖―dijo‖Han―.‖


Sólo estoy siendo directo con usted aquí.

―Lo sé, y lo aprecio. ―Jemson frotó su frente‖ con‖ el‖ talón‖ de‖ su‖ mano―.‖
Perdóname. Solo me frustro algunas veces. Maestro Alister, veo que tu
reputación como un líder y estrategista es justamente ganada. Todas esas
cualidades te harían un estelar señor de las calles que te llevaría a cualquier
parte que quisieras. Los comercios. El ejercito. La corte hacia Fellsmarch.
―Suspiró―.‖Debería llevarte. Pero demasiados chicos por lo que me preocupo
acaban muertos. Es solo una pérdida de tiempo.

―Los lentos de mente que pueden venir al Templo de Southbridge son más
inteligentes‖de‖todas‖formas‖―dijo‖Han,‖pensando‖en‖Mari―.‖Pero no hay nada
para ellos excepto las bandas. Algo consigue entrar porque son matones de
corazón. Muchos lo hacen porque es como puedes sobrevivir. Puedes alimentar
a una familia participando en una banda si tienes el derecho a ser señor de la
calle.‖ ―Medio se‖ rió―.‖ Y si consigues que te maten, al menos no ves a tu
familia comiendo arcilla para llenar sus vientres.

―¿Sabes‖ cu{n difícil ha sido desde que dejé el juego? Trabajo tres veces tan
duro para la mitad del botín. Los Sureños aún lo tienen para mí, y los Raggers
no saben lo que me hicieron. Ni un día salgo y me pregunto si podría haber
sido mejor quedarse.

―¿Por qué lo dejaste, entonces? ―Preguntó‖ Jemson.‖ Se‖ aclaró‖ la‖ garganta―.‖
Desde que tenías tanto... éxito por eso.
―Mari‖―dijo‖Han‖rotundamente―.‖ No lo quería para ella. Y cuando estás en
las bandas, amar a alguien es como poner tu corazón en un plato y servirlo a tus
enemigos. Cuando recorría las calles, nunca iba a ver a Mamá y a Mari, y
actuaba como si las odiara. Les enviaba dinero, pero tenía que ser cuidadoso
con eso. Tenía a los Raggers vigilando la casa, pero aún así. Todo eso se va en
un momento de descuido, un corredor de la calle que quiere hacer un nombre.
El momento fue que Mari podría unirse para su propia protección.

―¿A que estás esperando, para Mari? ―Preguntó suavemente Jemson.

―No lo sé. Depende de lo que ella quiera. ―Han gesticuló, indicando lo que les
rodeaba―.‖A ella le gusta esto. Quizás querrá ser Oradora algún día. Creo que
sería buena profesora o empleada. Quizás podría encontrar un buen trabajo en
el castillo. Ella es músico. Desearía tener dinero para que fuera al conservatorio
en el Vado de Oden. ―Han‖miró‖a‖Jemson―.‖Es eso. Quiero que ella tenga una
elección.

Jemson asintió. ―Mari es muy inteligente. Como tú. ―Se‖detuvo―.‖Pero ahora


mismo tus elecciones son limitadas. La Guardia va a estar buscando debajo de
cada roca, intentando encontrarte. Incluso aunque las víctimas eran corredores
callejeros, ocho cuerpos muertos son muchos.

―Estoy planeando ir a Marisa Pines‖y‖quedarme‖allí‖un‖tiempo‖―dijo‖Han―.‖


Pero primero necesito averiguar realmente quién cometió los asesinatos.

―Maestro Alister, no es tu trabajo averiguar‖ quien‖ mató‖ a‖ esos‖ chicos‖ ―dijo‖


Jemson―.‖He puesto demasiado tiempo y esfuerzo en tu educación. No quiero
enterrarte cerca del templo.

―No puedo afrontar esconderme‖ en‖ los‖ Spirits‖ para‖ siempre‖ ―dijo‖ Han―.‖ A
menos que averigüe algo, la Guardia no buscará más allá de mí. Es bastante
difícil hacer una vida sin chaquetas azules a mi espalda. ―Jemson no dijo nada,
así‖ que‖ Han‖ se‖ dio‖ prisa―.‖ Quiero hablar con los Raggers, ver lo que ellos
saben. Si puedo hacer contacto con los Sureños, lo haré. Quizás ellos tengan
nuevos enemigos que no conozco.

Jemson‖soltó‖un‖largo‖suspiro.‖―Asumo que no puedo disuadirte de eso.

―De alguna manera tengo que limpiar mi nombre. No sé que más hacer.
―Está bien. ―Jemson empujó una bolsa de ropa‖de‖debajo‖de‖su‖escritorio―.‖
Esto es tuyo. ―Se lo entregó.

Han lo sopesó en sus manos. ―¿Qué es esto?

―Es de Willo.

―¿Dónde está? ―Preguntó Han, mirando a su alrededor como si ella pudiera


aparecer de repente. Tenía una forma de no ser vista si no quería serlo. Había
esperado que ella echara otra mirada a su brazo. Quizás una segunda puesta de
manos podría curarlo incluso más rápido.

―Ella volvió a Marisa Pines. Sus asuntos están concluidos. Pero dijo que
vendría y se quedaría tanto como tú quisieras.

Han frunció el ceño. ―Dancer también estaba aquí.‖ ―Miró‖ a‖ Jemson―.‖


¿Verdad? Pensaba que le vi.

Jemson dudó, luego asintió. ―Sí. Dancer estaba aquí con su madre. Ambos se
fueron.

―Está enfermo, ¿verdad? ―Preguntó‖ Han―.‖ Había algo... Es casi como si


estuviera ardiendo delante de‖mí.‖O‖me‖estoy‖volviendo‖loco‖―añadió.

Jemson se tensó doblado en su toga, sin encontrar la mirada de Han. ―Estás


más allá de eso, hijo mío. Tuviste un fuerte golpe en la cabeza.

Se suponía que los Oradores no mentían, pero podían hablar seguros alrededor
de un tema.

―¿Así que es eso? ―Preguntó Han, luchando con el cordón con una sola mano.

Jemson tomó la bolsa de vuelta y la desató por él. ―Willo aparentemente te


conoce tan bien como cualquiera. Dijo que no te irías ahora, que querrías dejar
algunas‖cosas‖aquí‖primero―.‖Buscando a tientas en la bolsa, Jemson sacó una
pequeña bolsa.

―Esto esto es henna e‖ índigo,‖ para‖ teñirte‖ el‖ pelo‖ ―dijo‖ Jemson―.‖ Deberías
conseguir un color rojo marrón en lugar de esto. Espero que te haga más difícil
de identificar. Hay algo de dinero y ropa de clan dentro. ―Sonrió irónicamente
hacia‖Han‖en‖su‖toga‖de‖dedicado―.‖ Asumo que no quieres quedarte y tomar
votos.
Capitulo 12
Pan y rosas
Tradución SOS por: Nadia y Sera
Corregido por: Xhessii

R
aisa descubrió que la lavandería del palacio era un buen lugar para
pescar disfraces. Las ropas de todos, excepto las de aquellos demasiado
elegantes para exponerse al lavado, llegaban allí. Y ahora no tenía
necesidad de ropas elegantes.

Esperaba pasar por la sirvienta de una dama o la gobernanta de alguien, pero


no era fácil encontrar tales ropas que le quedaran bien a su figura menuda.
Después de escarbar a través de la ropa recién lavada, eligió una falda larga y
una blusa de lino blanca con un ajustado corsé encima. Tenía que atar las
mangas fuertemente para evitar que se deslizaran sobre sus manos, y las faldas
se arrastraban por el piso. Aún después de que había empujado su cabello en
una redecilla de encaje, todavía se sentía completamente reconocible. Era
princesa heredera del reino. Todos la conocían. ¿Cómo podría salirse con la
suya?

Hanalea no había tenido miedo, se dijo a sí misma. La legendaria reina con el


toque común había caminado anónimamente muchas veces entre sus súbditos.
Si pudo hacerlo, entonces...

Raisa practicó un tímido modo de andar arrastrando los pies, intentando no


tropezar con sus largas faldas, haciendo reverencias cada pocos pasos. Mantuvo
sus‖ojos‖bajos,‖murmurando:‖―“Sí, señora”, “No, señor”. ―Escondió su disfraz
en la cámara secreta al pie de las escaleras del jardín.

Por casualidad, Magret se fue a la cama al mediodía con uno de sus


enceguecedores dolores de cabeza. Raisa vio eso como un signo del Hacedor, y
envió un mensaje a su madre de que cenaría en sus habitaciones. Entonces, más
tarde en el día, Raisa se aventuró dentro del “Cuarto de los Enredos
Románticos”.
Ése era el nombre que Raisa le había dado. Era un pequeño armario cerrado
fuera de su habitación donde Magret guardaba los regalos enviados por los
futuros pretendientes de Raisa después de anotar las particularidades en un
libro de notas que Raisa llamaba el “Gran Libro de los Sobornos”.

Los regalos honraban ostensiblemente el decimosexto cumpleaños de Raisa, su


entrada oficial en la adultez y por consiguiente, al mercado del matrimonio.

Las joyas chorreaban de un cofre de plata enviado por Henri Montaigne, el


recientemente asesinado heredero al trono de Arden. Al menos no esperaría el
regreso de su inversión. Los otros hermanos Montaigne habían contribuido con
sus propios regalos, cada uno sin duda esperando que un matrimonio con la
princesa heredera de Fells elevara sus reclamos o proviera una fuente confiable
de ingresos para la guerra enconada.

Markus IV, Rey de Tamron, había enviado un set de invaluables cajas de joyas
esmaltadas y una invitación a visitar su cabaña junto al mar en el Puerto de la
Arena. Las cajas estaban grabadas con las iniciales M y R entrelazadas. Markus
no parecía en lo más mínimo intimidado por el hecho de que tenía sesenta años
y tres esposas.

La Casa Aerie le había obsequiado un set de tiara y collar con esmeraldas y


rubíes, sus fuertes colores más apropiados para su cabello oscuro y ojos verdes
que las piedras luna y topacios que favorecían a su madre. El pendiente del
collar era la imagen de una serpiente con brillantes escamas de oro y plata. Era
de un estilo antiguo, y Raisa se preguntó si eran objetos heredados de la familia.

El regalo de We'enhaven era un set de escritorio hecho de maderas tropicales


con joyas incrustadas. Demonai envió batas ceremoniales de Clan hechas de la
más suave piel de gamo, pintadas y adornadas con cuentas con el Tótem del
Lobo Gris, y Marisa Pines contribuyó con zapatillas de baile haciendo juego y
un cobertor de piel para su cama.

Lo que recordó a Raisa que, aún cuando su padre venía de la realeza de Clan,
los campamentos no habían elegido un candidato para su mano. Se preguntó si
lo harían.
Apartando los artículos de la Casa Aerie y el clan, Raisa arrojó joyas y pequeñas
piezas de arte en su bolso hasta que estuvo lleno. Se concentró en los artículos
más pequeños, menos distintivos y de fuentes extranjeras que probablemente
no fueran reconocidos.
Esto será suficiente para empezar, pensó Raisa. Poniendo el bolso en su
hombro, dejó el almacén de los tesoros y cruzó su habitación hacia el otro
armario y la entrada del túnel. Allí se puso su disfraz y trepó la escalera al
solario.

Para el momento en que descendió a la entrada del palacio, las lámparas


estaban encendidas a lo largo del corredor, y el delicioso aroma de carne asada
emanaba de las cocinas. Raisa se mantuvo en los corredores de los sirvientes,
pero no le eran conocidos, así que se mantuvo dando vueltas. Caminaba
enérgicamente, mirando hacia adelante como si estuviera en una misión
importante que no podía ser interrumpida. Lo que no era fácil porque
realmente no sabía su camino.

Estaba justo pasando las despensas cuando más adelante vio la imponente
figura de Mandy Bulkleigh, Ama de las Cocinas, parada, con los brazos
cruzados, sus ojos batiendo la zona como los de un pájaro de presa.

Huesos, pensó Raisa, apurando el paso y bajando aún más la cabeza.

Bulkleigh apenas le permitió pasar un poco, entonces dijo con una voz
atronadora. ―¡Tú! ¡Niña!

Raisa no bajó la velocidad, ni siquiera miró hacia arriba. Otros tres pasos, y oyó
a Bulkleigh viniendo tras ella.

Hubiera podido hacerlo, pero sus pies quedaron atrapados en sus faldas
demasiado largas, y tropezó. La mano similar a la de un cerdo de Bulkleigh se
cerró sobre su brazo, tirando bruscamente de ella.

―¡Tú! ¡Niña! ¿Eres sorda? ―demandó.

Raisa resistió su primer instinto, que era liberarse y preguntarle a Bulkleigh


quién se creía que era, tratando a la princesa heredera del reino de esa manera,
y si le gustaría pasar la noche en la prisión.

En cambio, Raisa mantuvo su rostro apartado lo mejor que pudo, esperando de


alguna manera solucionar la situación.

―¿Sí, señora? ―murmuró.

Pero Bulkleigh tomó su mentón y tiro bruscamente de su rostro para poder ver
sus ojos. ―Mírame cuando te estoy hablando, niña.
Raisa miró a la cocinera a los ojos, esperando en silencio qué el reconocimiento
inundara el rostro de Bulkleigh, esperando por el prematuro fin de su aventura
desgraciada.

―¿Cuál es tu nombre, niña? ―demandó Bulkleigh, sacudiéndola un poco―. Te


voy a reportar al mayordomo, lo voy a hacer. Pequeña impertinente.

Raisa estaba tan sorprendida que le llevó un rato poder hacer funcionar su voz.
―Um... R... Rebecca, señora ―dijo―. Rebecca Morley, para servirle ―dijo,
intentando una reverencia.

―¿Por qué ibas tan apurada? ―preguntó Bulkleigh, sus ojos volviéndose acero.

―Bueno. Yo iba... ah... al mercado por<

―Cualquier cosa que estuvieras haciendo, no es tan importante como ésto


―Soltándola, la cocinera se volvió y tomó una bandeja cubierta y la puso en
manos de Raisa.

―La princesa heredera va a cenar en sus habitaciones ―dijo―. Lleva ésto


arriba y déjalo en la despensa allí.

Raisa pestañeó. ―¿Esto es para la Princesa Raisa? ―preguntó.

―La princesa heredera para ti ―dijo Bulkleigh―. Ahora vete; se está enfriando.
Si recibo alguna queja al respecto, te despellejaré viva. La princesa es muy
particular con su comida, lo es.

―¿Lo es? ―dijo Raisa, antes de poder contenerse―. ¿Y tú quieres que le lleve la
cena?

Hubiera agregado: No te preocupan el veneno o los asesinos, o... pero la


expresión de la cocinera la detuvo.

―¿Ves a alguien más esperando para hacerlo? ―la cocinera dijo


sarcásticamente―. La Reina Mariana ésta dando una cena para cincuenta en el
comedor principal, y seguro que hubiera sido más conveniente si Su Alteza se
hubiera preocupado en bajar a comer con ellos ―dijo Bulkleigh―. Pero no lo
hizo. Ahora ve.

Cuadrando sus hombros, Raisa giró y velozmente volvió por el camino por el
que había venido. Tan pronto como estuvo fuera de la vista de la cocinera,
arrojó la bandeja detrás de una estatua de la Reina Madera alimentando a la
multitud, y dejó los corredores de los sirvientes por la seguridad de los
principales.

Raisa se sintió aliviada, y a la vez extrañamente decepcionada. Era la princesa


heredera, pero en ropas de sirvienta era aparentemente irreconocible. En las
historias, los gobernantes tenían una presencia natural alrededor de ellos que
los identificaba como tales, aún vestidos con harapos.

¿Cuál es la naturaleza de la realeza?, se preguntó. ¿Es un vestido puesto en ti


que desaparece cuando te lo quitas? ¿Alguien miraba más allá de las galas?

¿Podía cualquiera en el reino tomar su lugar, dados los accesorios correctos? Si


era así, era opuesto a todo lo que le habían enseñado siempre acerca de las
líneas de sangre.

Sin ningún otro incidente, pasó por la puerta de la torre, los hoscos guardianes
en la entrada, bajo los rastrillos que parecían peligrosos y se adentró en el frío
de la noche. Los trabajadores del día que vivían fuera de los terrenos del castillo
se movían en caravana a través del puente levadizo, yendo a casa. Los
sirvientes más jóvenes reían, bromeaban, y flirteaban unos con otros. Algunos
de los más grandes caminaban cansadamente, obviamente fatigados.

La luz de las antorchas parpadeaba en el río debajo mientras cruzaba el puente.


Del otro lado, se detuvo y miró atrás hacia el Castillo Fellsmarch, intentando
imaginar cómo la gente de la ciudad podía verlo, remoto y amenazante,
mandando sobre la ciudad.

Amon estaba esperando junto a la casa de guardias en el lado de la ciudad del


puente, observando el fluir de gente que salía del puente levadizo. Para su
sorpresa, se había quitado el uniforme azul de la Guardia y vestía una larga
capa y pantalones de montar oscuros. Cuando se giró, sin embargo, pudo ver el
pomo de su espada asomándose por el frente de la capa.

Si había esperado engañar a Amon, estaba decepcionada. Él se fijó en ella


cuando estuvo a cincuenta pies de él, mirándola mientras empujaba a través de
la multitud. Se detuvo frente a él e hizo una gran reverencia, sonriendo.

―Llegas tarde ―gruñó él―. Estaba comenzando a esperar que hubieras


cambiado de parecer.
―Llámeme Rebecca Morley, joven señor ―dijo Raisa, enderezándose―. ¿Cómo
luzco?

―Sería mejor si estuvieras vestida como un muchacho ―dijo Amon―. Sería


mejor si fueras fea.

Supuso que era algún tipo de cumplido.

―Engañé al ama de las cocinas, sabes ―dijo, orgullosa.

―Hmmph ―Fue el comentario de Amon.

―Pretendamos que somos novios encontrándose después del trabajo ―dijo,


tomando su brazo―. ¿Por qué no te pusiste tu uniforme?

Él bufó. ―Un guardia solo es más un blanco que protección ―Amon la dirigió
hacia el Camino de las Reinas―. Tomaremos este a través de Ragmarket hasta
el puente ―dijo.

―Estaba esperando poder ver algo del vecindario ―dijo Raisa dijo mientras
marchaban derecho por el medio de la calle.

―Verás más de lo que quieres ver, antes que terminemos ―Gentilmente extrajo
su brazo de su apretón y se movió hacia su lado izquierdo―. Así puedo tomar
mi espada ―explicó cuando lo miró cuestionadora.

Sangre y huesos, está nervioso, pensó Raisa.

―¿Qué dijo Madre Elena? ―preguntó Raisa, casi trotando para seguir el paso
de las largas piernas de Amon―. ¿Podrá enviar a uno de los comerciantes a
reunirse con nosotros?

―Dijo que vería lo que podría hacer ―dijo Amon―. No prometería más que
eso.

No puedo hacer esto sola, pensó Raisa. Era lo suficientemente duro escaparse
esta vez.

Había muy poco crepúsculo en el Valle. Una vez que el sol se extinguía detrás
de la Puerta Oeste, la oscuridad corría en riachuelos por las calles, rápidamente
inundando la ciudad entera. Cerca del Castillo Fellsmarch, los encendedores de
lámparas circulaban, encendiendo las linternas en el Camino. Pero cuando
procedían hacia el sur, aún en el Camino, había menos lámparas de calle, y
muchas parecían estar rotas o fuera de servicio o simplemente sin atención.

Cerca del castillo, la basura era recogida y almacenada. Pero allí, la gente la
empujaba fuera de sus puertas, y quedaba en las veredas, apestando.

Primero había gente alrededor de ellos, pero los otros se separaron en grupos
de dos y tres hacia las calles más pequeñas y los callejones y pronto Raisa y
Amon estaban caminando solos. Cada una cuadra o dos, una taberna
derramaba luz y música sobre la calle, y los clientes se acurrucaban en los
portales, hablando fuerte, escupiendo en las cunetas, aferrando jarrones de ale.

Algunas veces las chicas estaban paradas en los porches, mirándolos pasar.
Vestían ropas llamativas y montones de pintura, pero Raisa supuso que algunas
eran más jóvenes que ella. Miraban a Amon apreciativamente pero no le
hablaron con Raisa del brazo.

―¿Esas chicas son elegantes? ―le preguntó a Amon.

Él sólo gruñó como respuesta. Raisa intentó imaginar caminar ésas calles sola, y
tembló. Cambió la posición del bolso en su hombro, dolorosamente consciente
de sus valiosos contenidos y sintiéndose más y más como un blanco.

Las casas parecían amontonarse apretadamente, con las persianas cerradas,


como si no quisieran atraer atención sobre sí mismas al volcar luz sobre las
calles.

Una fina lluvia comenzó a caer. Amon la ignoró, pero Raisa tembló, apretando
su capa más apretadamente alrededor suyo. ―¿Dónde están todos? No es
tarde. Debería haber gente en camino a su casa.

―La mayoría de la gente es demasiado lista para estar en este vecindario


después de que oscurece ―dijo Amon, deslizándole una significativa mirada de
costado.

―¿Cómo se traslada la gente, entonces? ―preguntó Raisa.

―No lo hacen ―Amon estaba en uno de sus humores monosilábicos.

―¿Y qué hay de la Guardia? ―preguntó Raisa.

―La Guardia no puede estar en todos lados ―dijo Amon―. Y en Ragmarket,


algunos dicen que la Guardia ha sido comprada.
―¿Comprada? ―Raisa frunció el ceño―. ¿Por quién?

―Como te dije antes. Los Señores de la Calle ―Amon parecía distraído,


concentrado en las calles a su alrededor. Con la lluvia y la falta de luces
callejeras, estaba más oscuro que un sótano. Raisa estaba comenzando a pensar
que Amon había tenido razón: esta no era tan buena idea. Una rata se deslizó
dando saltitos a través de los adoquines frente a ellos, y Raisa se echó hacia
atrás.

―Sólo una rata ―dijo calmadamente―. Te acostumbrarás a ellas.

Sólo una rata, se repitió a sí misma. Después de todo, había ratas en el palacio.
Humanas y de las otras. Podría ser peor. Podría ser mucho, mucho peor.

Pero cuando el viento golpeó una persiana contra un edificio, Amon sacó su
espada en un latido. Cuando hubo identificado la fuente del ruido, dio vuelta
los ojos y guardó su hoja de nuevo, pero mantuvo su mano en el pomo.

Cuando se acercaron a Southbridge, Raisa miró hacia un lado, hacia un callejón


donde una ventana abierta salpicaba luz en el pavimento mojado. Vio un
parpadeo de movimiento, como si alguien estuviera caminando paralelo a ellos
una cuadra más allá. Miró, y más abajo en la siguiente calle definitivamente
pudo ver alguien deslizándose de sombra en sombra. ¡Y allí! La misma cosa, del
otro lado.

El corazón de Raisa comenzó a martillear. ―Alguien nos está siguiendo ―dijo


entre dientes, aferrando el brazo de Amon.

Pero esta vez el parecía despreocupado. ―Está bien ―susurró―. Casi llegamos
al puente. Los Pordioseros no nos seguirán hasta Southbridge.

―¿Pero no dijiste que los Pordioseros habían matado a media docena de gente
del Sur? ¿En Southbridge? ―insistió, luchando por recordar los nombres de la
pandilla.

―Sólo mantente cerca ―murmuró él.

Raisa estaba molesta por su controlada reacción. ―¡Amon Byrne! ¿Me oíste?
¡Nos están siguiendo! Hay dos o tres de ellos a cada lado de nosotros. Estoy
segura ―Raisa tanteó bajo su capa y sacó su daga del cinturón.

Los ojos de Amon se agrandaron. ―¿Dónde conseguiste eso? ―preguntó.


―En Demonai. Es trabajo de Clan.

―Bueno, guárdalo. No lo necesitarás.

Y entonces la verdad la golpeó como un carro de caballos desbocado, y se


detuvo de repente en la calle. ―Tú sabes quién nos está siguiendo, ¿no es
cierto? ―dijo, girando para enfrentarlo―. ¿No es cierto? ¿Quiénes son?

―¿Quiénes son quién? No sé de lo que estás hablando ―dijo, su mirada


oscilando hacia la izquierda y la derecha.

―¿Quién es? ¿La Guardia?

Él adoptó lo que probablemente tomó por una expresión inocente, pero Amon
siempre había sido un inútil mentiroso. ―¿Por qué nos seguiría la Guardia?

―¡Ustedes allí! ―Raisa llamó―. ¡Muéstrense! ¡Lo ordeno!

―Shhh ―Amon dijo entre dientes un poquito desesperadamente.

―Entonces dime quiénes son.

―Bueno ―Aclaró su garganta―. Ellos son... amigos míos. Cadetes en mi triple.


Como un Corporal, ordenó a su triple de nueve guardianes.

―Te dije, yo<

―No saben quién eres ―dijo Amon―. Les dije que necesitaba acompañar a mi
hermana al templo a través de Ragmarket y les pregunté si podían proveerme
de escolta. Les dije que eras bastante tímida cerca de hombres jóvenes, así que
debían tratar de hacerlo sin ser vistos.

Raisa podía ver que estaba bastante orgulloso de la historia que había creado.

―¡Tu hermana! ¿Cómo podría ser posible que ellos creyeran que soy tu
hermana? Ella haría dos de mí ―La hermana de Amon, Lydia, era casi tan alta
como él.

Él flexionó sus manos nerviosamente. ―Bueno, eres mi otra hermana. La... ah...
baja, religiosa. Les dije que habías ido como una dedicada cuando eras pequeña
―Amon pareció darse cuenta de que no estaba haciéndose ningún favor―. Así
que, ¿deberíamos...?
―Lo mismo sería que los llamaras ―dijo Raisa, su voz frágil y fría―. No hay
necesidad de que merodeen en los callejones.

―Está bien ―Silbó un sonido largo y bajo. Debía ser una señal preplaneada,
porque momentos más tarde, Raisa oyó pies que corrían a la vez que la guardia
se les acercaba. No podría saber qué fue lo que la hizo hacerlo, pero esperó a
que estuvieran a más o menos veinte pies de ellos, entonces aferró las solapas
de Amon y atrajo su rostro hacia abajo para un largo beso apasionado.

Descubrió que le gustaba besar a Amon. Sus labios eran tibios y‖ firmes< no
calientes como los de Micah, y para nada como la técnica chapucera y mojada
de Wil Mathis. Le llevó a Amon un rato separarse, y cuando Raisa miró hacia
arriba, estaban rodeados por seis jóvenes cadetes en ropas de civil que los
miraban boquiabiertos, todos cercanos a su edad.

―Así que... ah... Corporal ―uno de ellos dijo―. ¿Quiere mucho a su hermana,
supongo?

La cara de Amon estaba en llamas. ―Perdón. Tiene esos ataques a veces


―gruñó―. Se golpeó en la cabeza cuando era pequeña.

―Soy Rebecca Morley ―dijo Raisa, haciendo una pequeña reverencia a los
cadetes.

―¿Quiénes son ustedes?

―Nos llamamos a nosotros mismos los Lobos Grises ―dijo una cadete. Era una
robusta chica alta unos pocos años mayor que Raisa―. O a veces la Manada de
Lobos. Soy Hallie Talbot.

Los‖otros‖dieron‖sus‖nombres<‖Garret, Mick, Keifer, Talia y Wode.

Viajando ahora como un grupo, cruzaron el puente Sur sin más incidentes y
entraron al callejón del templo.

Fue como cruzar a otro mundo. El templo estaba rodeado por hierbas,
vegetales, y jardines de tintes, acolchado con caminos iluminados por
antorchas, un santuario sereno en medio de la miseria de Southbridge.

Una joven de cabello claro en una larga toga de dedicada los saludó en la
puerta, con una reverencia rápida.

―Nos esperan ―dijo Raisa―. Estamos aquí para reunirnos con Orador Jemson.
―Ya ha llegado un comerciante ―dijo la dedicada, ojeando a los guardias en
sus capas chorreantes como si fueran bollos dulces en una bandeja―. Está con
Orador Jemson en el estudio. Está justo abajo por el callejón a la derecha.
¿Puedo tomar sus capas?

Apilaron su manchada ropa de lluvia en sus brazos, y ella prácticamente se


tambaleó bajo el peso.

―¿Esperamos aquí afuera? ―Garret le preguntó a Amon, obviamente


desconfiado de verse arrastrado a algún tipo de discusión filosófica. ―Sí
―Raisa contestó por él.

Amon miró a Raisa. ―¿Debo yo...?

―Ven conmigo ―dijo―. Creo que deberías saber qué estoy tramando.

―Finalmente ―refunfuñó groseramente a la vez que giraban hacia el


vestíbulo―. Sería la primera vez.

―Tú deberías hablar ―contestó―. “Hermano mío”.

El estudio de Orador Jemson le recordó a Raisa la biblioteca del templo en el


Castillo‖ Fellsmarc< alineado con estantes, entibiado por un fuego alegre. Dos
hombres estaban sentados junto al hogar en grandes sillas confortables: uno en
las ropas de un comerciante de Clan, el otro en batas de Orador. Parecían
inmersos‖en‖una‖animada‖discusión< casi un debate.

Cuando entraron, el comerciante se levantó y se volvió hacia ellos.

Raisa se detuvo de repente. ―¡Padre! ¡Estás de vuelta!

―¡Briar Rose! ―Averill cruzó el espacio entre ellos con unos pocos pasos
largos, tomándola en sus brazos. Ella apretó su rostro contra la camisa de piel
de gamo, respirándolo.‖ Él‖ siempre‖ olía‖ exótico< a piel de ciervo y especias y
aire fresco y lugares lejanos. Por el Hacedor, lo había extrañado.

―Alcancé el Demonai Camp antes de ayer. Cuando Madre Elena dijo que te
había enviado por un comerciante, no pude resistirme a venir ―dijo.
Sujetándola con los brazos extendidos, le sonrió―.‖ Raisa,‖ te‖ he‖ visto‖ en‖
mallones y te he visto en vestido de la corte, pero no puedo decir que te he visto
así.
―Estoy en un disfraz ―confesó felizmente, colocando su bolso sobre la mesa y
quitándose el abrigo mojado.

―¿Pero llevas el regalo de Elena Cennestre? ―dijo, tocando el amuleto


Demonai que llevaba alrededor de su cuello.

Así que su padre y su abuela habían estado hablando de ella. Asintió y capturó
el anillo Running Wolves de debajo de su corpiño.

―Bien ―dijo él. Tomo una respiración como si quisiera decir algo más, pero
aparentemente pensó mejor en ello. Parecía cansado de viajar, y su pelo canoso
necesitaba un corte.

Orador Jemson se había puesto en pie también, y cuando Raisa centró su


atención hacia él, se inclinó respetuosamente pero de alguna forma con cautela.
―Su Alteza, Lord Demonai no me diría el propósito de su visita, pero estamos
honrados de tenerla aquí en Southbridge Temple.

Raisa extendió su mano, y él la besó. ―Nunca nos conocimos oficialmente


―dijo―,‖pero le he oído hablar en el templo varias veces. Estaba impresionada
con lo que tenía que decir sobre su escuela y sobre nuestra responsabilidad de
atender a los pobres. Sugerió que la aristocracia podía hacer mucho más.

Jemson se ruborizó ligeramente, pero no se acobardó, lo que le gustó a Raisa.


―Ah. Bueno, su Alteza, espero que no tomara mis palabras tan duramente
críticas como la Reina y el Consejo. Es un tema que me apasiona, sin embargo,
y<

―Sus palabras eran críticas, Orador Jemson, y quizás con razón ―dijo Raisa―.
En el Castillo de Fellsmarch, estamos al margen de las dificultades de la
experiencia de nuestra gente cada día. No hacemos preguntas como
deberíamos, y sí hacemos preguntas, aquellos que nos rodean a menudo nos
dicen lo que queremos oír.

―Supongo que eso debe ser cierto ―dijo Jemson, de la forma en la que un
hombre que sabe que debería guardar su lengua pero no puede contenerse―.
Pero es frustrante para aquellos de nosotros que estamos inmersos en esta
ciudad, quienes vemos lo grandes que son las necesidades, cada día. No
podemos evitar salvo preguntar por qué tanto dinero se destina a apoyar al
ejército y las guerras en el Sur. Me parece que no tenemos perro en esa lucha.
―No sé mucho sobre ello ―admitió Raisa, avergonzada―. Quiero aprender
más para poder tomar buenas decisiones cuando el momento llegue. Esa es la
única razón por la que estoy aquí. Pero también me gustaría hacer algo de una
pequeña forma para ayudar a su ministerio.

―¿Ayudarnos cómo? ―preguntó Jemson, luciendo perplejo.

Miró a Amon, quien estaba parado en la puerta como si la protegiera. ―El cabo
Byrne‖ha‖sido‖muy<‖ah<‖franco‖conmigo‖sobre‖los‖problemas en Southbridge
y Ragmarket. ―Puso su mano sobre su bolso―. Me gustaría proporcionar
fondos para ayudar a su escuela y alimentar a los hambrientos.

Jemson elevó ambas cejas. ―¿Ha traído una bolsa llena de oro a través de
Southbridge? ―preguntó.

―Bueno, no exactamente. ―Miró a su padre―.‖Aquí‖es‖donde‖entra.

―Estaba seguro de que tenía un propósito aquí ―dijo Averill.

Raisa desabrochó la solapa de su bolso y volcó el contenido sobre la mesa.

Jemson, Averill y Amon jadearon por el montón de joyería y objetos de arte.

―Padre, eres el mejor comerciante que conozco ―dijo Raisa―. ¿Podrías llevar
estas cosas al mercado y venderlas lo mejor que puedas? Luego dale ése dinero
al Orador Jemson para sus ministerios.

Averill se inclinó sobre la mesa, tocando las joyas, levantando piedras preciosas
hacia la luz, escogiendo un objeto, luego otro. Levantó la mirada hacia Raisa.

―Esto es de alta calidad, la mayor parte de ello ―dijo. Levantó un broche de


diamantes, un regalo de algún lord menor en Tamron―. Excepto por este. Es
cristal cortado. ―Inclinó su cabeza―.‖¿De‖dónde vienen exactamente?

―Bueno<‖ ―dudó Raisa―. Son regalos del día de mi nombre. Venían de los
varones,‖así‖que<

Avarill se rió, esa profunda carcajada que amaba. ―¿Así que vas a vender los
sueños de tus desafortunados pretendientes, Raisa?

―Bueno. ―Raisa se encogió de hombros―. No es como si me fuera a casar con


alguien porque me diera un juguetito. ―Frunció el ceño y empujó el broche de
Tamron con su dedo índice―. Aunque no me casaré con alguien que me toma
por idiota.

―Cuando mi trabajo esté hecho, hija ―dijo Averill, riendo de nuevo.

Era un gran alivio oír a alguien reír por un cambio. Hizo a Raisa sentir que
quizás las cosas no estaban tan mal después de todo.

―No es como si tuviera mucho que decir sobre con quién me voy a casar de
todos modos ―dijo Raisa, medio para ella misma. Levantó la mirada hacia
Averill―. Así que, Padre, ¿Cuánto tiempo crees que te llevará convertir todo
esto en dinero?

Él pensó un momento. ―El día de mercado de Marisa Pines es dentro de una


semana. Eso atrae a más comerciantes de los llanos, así que puede que consigas
un precio mejor. Aunque los llevaré al Mercado Demonai si quieres que los
venda a una mayor distancia. Quizás no quieres que nadie reconozca sus
regalos en la mesa de ventas.

―No me importa ―dijo Raisa francamente―. Me quedaré las piezas que


tengan valor histórico, personal o político. La mayoría de ellas fueron
probablemente elegidas por procuración. Ninguno de los que me las han
regalado me ha conocido alguna vez, por lo que no es como si fueran emblemas
de amor eterno. Este es un mejor uso para eso, que dejarlos en mi cámara.

La cara de Orador Jemson estaba ardiendo con planes. ―Incluso una pequeña
cantidad de dinero puede hacer una gran diferencia. Hay tantas cosas que
necesitamos en el colegio, tantos estudiantes que podrían acudir con una
pequeña ayuda. Pondremos libros en las manos de niños que nunca han tenido
un libro antes. Lo llamaremos el Ministro Briar Rose en honor a usted, Su
Alteza.

―Oh, no ―dijo Raisa, preguntándose como su madre, la reina, reaccionaría a


esto―. Preferiría mantener esto en privado. Es algo que pensé que haría por mí
misma<

―¿Pero no ves, Raisa ―dijo su padre―, que si la gente sabe que estás
contribuyendo a la escuela de Southbridge Temple, lo tomará como lo mejor
que se haya hecho en la corte? Atraerá más donaciones, más allá de las tuyas
propias. La gente incluso donará en tu nombre. Si estás dispuesta a dejarles
saber de esto, eso es.
―Oh ―Raisa no había pensado en eso. Una vez más se sintió atrapada entre
sus dos padres de voluntad firme―. Bueno, supongo. Si crees que ayudaría.

―Espléndido ―dijo Jemson―.‖Quiz{s‖podría volver durante el día y conocer a


alguno de los estudiantes. Les haría bien ver a sus benefactores. Enviaría el
mensaje de que son importantes, que sus gobernantes no los han olvidado.

Raisa asintió. ―Bueno, cierto. Me gustaría eso. Y quizás podríamos con el


tiempo conectarlos con sus aprendizajes y trabajar de escribano en el castillo
cercano.

―Tendremos que hablar con tu madre sobre eso ―dijo Averill―. Cuando el
tiempo sea el adecuado.

Raisa no podía evitar preguntarse lo que pasaría ahora que su padre estaba en
casa; cuánto sabía su padre sobre la relación de Marianna con Gavan Bayar.

¿Cuanto sabía ella sobre sí misma?

Tomó la mano de Averill. ―¿Vas a volver a la corte, Padre? ¿Sabe Madre que
has vuelto?

Averill asintió. ―Sí. He mandado la palabra a la Reina ―Dudó durante un


latido,‖luego‖añadió―:‖Voy a estar en Kendall House hasta que pueda hacerme
espacio en la guarida.

Kendall House estaba dentro del Castillo cercano, pero a cierta distancia del
Castillo de Fellsmarch.

Raisa parpadeó hacia él. ―Hasta‖ que‖ el‖ espacio‖ pueda<‖ ¿Qué‖ pasa‖ con‖ tus‖
viejos apartamentos? ¿Qué está mal con ellos?

―Aparentemente están siendo redecorados y son, por el momento, inhabitables


―Su padre tenía su cara de comerciante puesta, señalando que ahora no era el
momento de esta discusión.

Pero Raisa no podía evitarlo. ―Entonces deberían hacer que alguien más se
vaya ―dijo―.‖Esto‖es‖inaceptable.‖Voy‖a‖hablar‖con‖Madre‖tan‖pronto‖como<

―Hablaré con la Reina Marianna por mí mismo, hija ―dijo Averill―. Dame
algún crédito, ¿no? Soy comerciante, después de todo ―Y él sonrió, mirándola
a los ojos―. Briar Rose. Tu madre necesita acostumbrarse a tenerme en casa de
nuevo.
Sabe más de lo que está diciendo, pensó ella. Mi padre nunca fue un idiota.

―Muy bien ―dijo Raisa, asintiendo y forzando una sonrisa―. Pero en


cualquier momento que necesites un lugar para quedarte dentro de la guarida,
puedes quedarte conmigo. Y ven a cenar mañana por la noche.

Abrazó a su padre, reacia a dejarlo ir después de su larga ausencia.

Miró hacia Amon, quien cambió su peso, luciendo ansioso de estar de camino.
―Supongo que eso es todo por ahora ―dijo ella―. El Cabo Byrne te dejará
saber cuando tenga más, um, cosas para ir al mercado.

Se giraron hacia la puerta, pero antes de que pudieran alcanzarla, alguien entró
corriendo. Era un hombre joven, de la edad de Raisa, o un poco más mayor, con
el pelo embarrado marrón rojizo, vestido con los mallones del Clan y una
camisa.

―¡Jemson! Tres de los Raggers han sido atrapados por los chaquetas azules.
Parece‖que‖quieren‖hacer‖un‖ejemplo‖de<‖―Su voz se desvaneció cuando vio a
la gente reunida en la sala―. Oh. Lo siento, señor. No sabía que tenía compañía.

Sus ojos viajaron a Averill, luego Amon, y se ampliaron de alarma.

Les reconoció, pensó Raisa.

―Discutamos esto más tarde, Hanson ―dijo Jemson rápidamente, inclinando


su cabeza hacia la puerta.

Hanson empezó a retroceder de la habitación, pero Amon dijo, ―¡Espera! ¿Es


eso sobre Raggers?

El chico parpadeó hacia él, con la cara blanca. ―¿Raggers? No dije nada sobre
Raggers.

―Sí, lo hiciste ―dijo Amon, caminando a propósito hacia Hanson―. ¿Nos


conocemos? Me pareces familiar.

―Ah, no ―dijo‖ el‖ chico―.‖ No‖ es‖ probable ―Él era alto, casi tan alto como
Amon, aunque con una constitución más delgada, con brillantes ojos azules. Su
cara mostraba evidencias de una lucha reciente. Su ojo derecho estaba
ennegrecido y había un moratón azul y amarillo sobre una mejilla. Su antebrazo
derecho estaba en un cabestrillo, pero no lo favorecía. Parecía estar intentando
mantener su cara apartada de ellos, como si estuviera avergonzado por sus
heridas.

Este debe ser uno de los estudiantes de Jemson, pensó Raisa con una ola de
simpatía.

―¿Qué te ha pasado? ―preguntó, acercándose para poder examinar su cara de


cerca. Le tocó el brazo―. ¿Quién hizo esto?

Hanson se ruborizó. ―No‖fue‖nada.‖Sólo<‖mi‖pa.‖Se‖entiende‖a‖veces‖cuando


está borracho.

Justo entonces la mano de Amon se deslizó hacia delante. Agarró el brazo


encabestrillado y echó hacia atrás su manga, exponiendo un gran puño
plateado. ―Así que, Hanson ―dijo―. Creo que nos conocemos después de
todo. ¿Alguna vez te guías por el nombre Puños?

¿Puños? Raisa miró de Amon al otro chico. ¿No era ese el líder del grupo que
había matado a toda esa gente?

Entonces pareció como si todo pasara a la vez. El chico golpeó con su puño libre
la cara de Amon y se apartó con la facilidad de una gran práctica. Amon sacó su
espada y dio un paso entre el chico y la puerta, gritando a los otros cadetes. Y
entonces el chico llamado Puños agarró a Raisa, atrayendo su espalda
fuertemente contra él. Sintió la punta de una espada en su garganta e intentó
fuertemente no tragar.

―¡Hanson, no! ―gritó Orador Jemson, pálido de horror.

―Ahora bien ―dijo Puños, cerca de su oído―. Da marcha atrás o cortaré la


garganta‖de‖la‖chica‖―Su‖voz‖tembló‖un‖poco< con miedo, nervios o emoción,
Raisa no podía decirlo.

Raisa pensó en los seis muertos en la calle. Torturados, habían dicho. Hecho por
este hermoso chico de ojos azules sujetando un cuchillo.

―Por favor ―rogó Jemson―. En el nombre del Creador, déjala ir. No sabes
quién<

―No ―Averill levantó una mano para hacer callar al hablante, con sus ojos
fijos en Raisa. No quería que Puños supiera a quien tenía capturaba―. Escucha
―le dijo al chico―, quizás podamos hacer algún tipo de trato.
―Aquí va un trato ―dijo Amon, dando un paso lejos de la puerta―. Déjala ir y
marcharse, y seguirás vivo.

―¿Con todos tus chaquetas azules pisándome los talones? ―bufó Puños―. No
llegaría ni tan lejos como el puente.

La cara de Amon se había vuelto de piedra dura, sus ojos grises como pedazos
de‖ granito.‖ ―Si le haces daño, juro por la sangre y huesos de Hanalea que lo
lamentarás
―Por ahora los otros Lobos Grises habían llegado y estaban agrupados en la
puerta, embobados.

―Ustedes, ahí ―dijo Puños a los nuevos llegados―. Pasen con los otros.

―Hagan como él diga ―ordenó Amon.

Mientras los cadetes arrastraban los pies hacia la parte de atrás del estudio,
Raisa podía oír el corazón del Ragger palpitando contra su espalda, y sentir su
respiración caliente en su cuello. Él mantuvo ajustado su agarre en el cuchillo
como si estuviera nervioso.

No lo asusten, pensó Raisa, mirando de Amon a Averill y a Jemson, enviando


mensajes con sus ojos.

―No tengo la intención de hacerte daño ―dijo Puños―. Sólo que no prefiero ir
a la cárcel y ser torturado para admitir algo que no hice.

Raisa se tensó, y el agarre del chico sobre ella se tensó. ―La Guardia de la Reina
no tortura a nadie ―dijo bruscamente―. Recibirás un juicio justo. Si eres
inocente< si realmente no mataste a toda esa gente< puedes limpiar tu
nombre.

El chico se rió suavemente. ―Ah, que cursi ―dijo―. Ojalá fuera cierto. Hay un
montón que van a la cárcel y nunca son vistos de nuevo.

Raisa se sintió estúpida e ingenua. ¿Qué era eso que Amon había dicho? “Si yo
estuviera siendo arrastrada a la cárcel militar para interrogar a Mac Gillen, haría
lo que fuera para escapar también”.

Puños envolvió un brazo alrededor de la cintura de Raisa y la arrastró más allá


de los demás hacia la puerta del estudio.
―Sus llaves, señor ―dijo Puños a Jemson. Era educado, bien hablado, como el
caballero ladrón de las historias―. Páseselas a la chica.

Tiene una cara de comerciante, pensó Raisa. La pone en caso de necesidad.

―Hanson ―dijo Orador Jemson―. Esto es un error. Sabes que lo es. Eres mejor
que esto. Deja a la chica que se vaya.

Puños negó con la cabeza tercamente. ―He estado en la cárcel. No voy a volver.

A pesar de todo, Raisa no podía evitar preguntarse: ¿Cuál era la relación entre
Orador Jemson y este chico de la calle? Jemson parecía conocerlo, parecía creer
en él, por alguna razón. Quizás Hanson/Puños lo había engañado, aunque el
hablador no quedó como crédulo.

Jemson excavó en sus bolsillos, sacó un anillo de llaves, y se las pasó a Raisa
mientras Puños la mantenía sujeta fuertemente a él, su cabeza encerrada bajo su
barbilla, su cuchillo en posición inicial. El sudor corría entre sus omoplatos,
humedeciendo su blusa de lino.

―Por favor ―dijo Jemson de nuevo―. No hagas esto. Hay otra forma.

―Lo siento, señor ―dijo el chico, y sonó arrepentido―. Si hay otra forma, no la
veo.

Puños salió marcha atrás a través de la puerta, llevando a Raisa con él. ―Ahora.‖
Cierra la puerta tras nosotros y echa la llave ―dijo, como si fueran cómplices―.
Eso los retardará un poco. Entonces dame las llaves y nos vamos.

―¡No! ―gritó Amon―. Deja a la chica aquí. Llévame a mí en su lugar.

Puños miró de Raisa a Amon y negó con la cabeza, sonriendo. ―No. Supongo
que será menos problemática. Y además, es más guapa.

Cara de comerciante, pensó Raisa.

La expresión de Amon prometía la muerte, para empezar. ―Debería haber


dejado a Gillen golpearte hasta la muerte ―dijo―. Lo que pasa por ser un
maldito<

―La compasión nunca es impropia, compañero ―dijo Puños. Señaló a la puerta


con la punta de su cuchillo―. Vamos, chica. Haz lo que digo. No tenemos todo
el día.
Raisa cumplió, cerrando la puerta y echando la llave, sus manos temblando
tanto que apenas podía meter la llave en la cerradura. Era una sólida puerta de
madera a una habitación sin ventanas construida como una fortaleza. Detrás de
la puerta, podía oír gritos débiles y gritos de ayuda, seguidos por un ruido
sordo de cuerpos contra la madera.

Puños tenía razón. Los retardaría seguro. Los dedicados estaban


profundamente dormidos en el patio. Era poco probable que alguien los oyera
hasta que la mañana llenara los pasillos de nuevo. Un montón de cosas podrían
pasar antes de la mañana.

Puños agarró fuerte su muñeca y tiró de ella pasillo abajo, hacia la puerta.

―¡Déjame<‖en paz! ―gritó ella, intentando colocar sus tacones en el suelo de


piedras, luego colapsando en un montón.

Maldiciendo en voz baja, Puños apartó su cuchillo y deslizó sus manos debajo
de ella, lanzándola sobre sus hombros como un saco de nabos. Era
sorprendentemente fuerte. ―Ahora cállate ―murmuró―. No me hagas hacer
algo que no quiero.

Obviamente quería llevarla a algún lugar y torturarla, como había hecho con los
otros. Raisa buscó a tientas en su cintura, encontró la empuñadura de su
cuchillo, y tiró para liberarlo. ¿Podría realmente clavárselo? Agarrando la
empuñadura con ambas manos, lo apuntó hacia el centro de su espalda, cerró
los ojos, y lo empujó hacia él.

En su lugar se encontró tumbada de espaldas en el suelo, viendo estrellas al


golpearse la cabeza en la pizarra. Sin contemplaciones la tiró al suelo. Puños
cogió su muñeca y le quitó el cuchillo. ―La próxima vez que vayas a apuñalar a
alguien, hazlo rápido ―la advirtió―. No lo estudies tanto tiempo.

Expertamente la cacheó, pasando sus manos sobre su corpiño, abajo por los
lados y la espalda, y arriba y abajo por sus piernas, incluso quitándole su gorro,
buscando otras armas. Aunque lo hacía de forma seria, la sangre se precipitó a
su cara por el toque de las manos del señor de la calle.

Era bueno en eso, y muy rápido, sus manos hábiles y seguras. Encontró el anillo
de Elena, con sus lobos circulares, en la cadena alrededor de su cuello, pero no
lo cogió. Y el pequeño bolso terciopelo, pesado con las monedas, que había
escondido en su corpiño. Sopesó el bolso en su mano, luego se lo devolvió.
Parpadeó hacia él, sorprendida. Luego la puso en pie, le devolvió su gorro, se
quitó el polvo con cortesía burlona, y terminó con una palmadita grosera en su
trasero.

A pesar de la horrible situación, había algo sobre él, un tipo de humor salvaje y
bravo y una terquedad obstinada que tiraba de ella. No esperaba nada, pensó
ella, porque nunca había tenido nada. Y nada le esperaba. Era libre de una
forma que ella nunca sería.

Eres una idiota y una romántica, pensó. Una idiota peor que Missy. Y
probablemente termines raptada o muerta en las manos de un matón callejero.

Él la miró de arriba a abajo especulativamente, como si ideara un plan de


ataque. ―No eres pesada ―dijo―. Pero eres malditamente incómoda de llevar.

Pasó su bolso hacia él. ―Coge mi bolso. Pero déjame aquí.

―No quiero tu bolso ―dijo, frunciendo el ceño. Las palabras colgaban entre
ellos.
Bueno,‖ si‖ no‖ quería‖ su‖ bolso<‖ Raisa‖ tragó‖ fuertemente.‖ Una‖ cosa‖que‖ sabía<
había más oportunidades de escapar si estaba sobre sus propios pies.

―Puedo caminar ―murmuró, intentando recuperar algo de dignidad.

―Verdad, ¿pero puedes correr? ―preguntó, agarrando su cintura y tirando de


ella fuera de la puerta. Un momento después estaban corriendo a través de la
lluvia por South Bridge hacia Ragmarket. A medio camino, tiró las llaves al río.

Una vez del lado de Ragmarket, la dirigió fuera del Camino, a una calle al lado.
Giraron otra vez, en un callejón, y sacó un gran pañuelo de su bolsillo y lo ató
sobre sus ojos.

―Siempre llevas los ojos vendados, ¿verdad? ―dijo, intentando alejar el


temblor de su voz. Por una vez no contestó, pero cogió su mano y la dirigió
hacia delante.

Nunca escaparás con esto, pensó en decir. Pero parecía probable que él lo
hiciera, lo que quiera que fuera “esto”.
Capitulo 13
Los Andrajosos
Traducido por Ruthiee y Eli25
Corregido por Dangereuse_

H
an no podía decir que lo poseyó para que se llevara consigo a la
chiquilla. Ella era molesta y no cooperaba. Sólo lo atrasaba, sin
mencionar que trataba de clavarlo con su lujoso cuchillo. Sin duda él
podría haber estado al otro lado del Puente Sur y dentro de la seguridad del
Ragamrket más rápido sin ella. Con suerte, Jemson y los otros podrían estar
liberados del estudio hasta la mañana, así que realmente no necesitaba un
rehén. Y ahora tenía el problema de qué hacer con ella.
Por lo menos ella ya no estaba peleando activamente con él, pero marchó
obedientemente a su lado mientras la dirigía más profundamente dentro del
Ragmarket, girando por las calles y callejones para que así nunca pudiera
encontrar su camino de regreso por sí misma. Encontró su camino por el mapa
en su cabeza. Estaba completamente oscuro lejos de la calle principal, así que la
chiquilla no hubiera podido hacer mucho al tener quitada la venda. Aún así,
podía decir por la manera en que ella ladeaba la cabeza y contaba debajo de su
aliento en cada vuelta que estaba tratando de seguir el camino. Había estado
buscando otra oportunidad para escapar.

Había algo sobre la chica que lo intrigaba. Estaba vestida como una sirvienta
sangre azul3 en ropas demasiado grandes, cargando una pesada bolsa, y tenia
las maneras de una duquesa. Tan segura de sí misma. Bajo un titulo, aunque
calmada.

¿De donde venía eso? ―se‖pregunto―. ¿La idea de que tú mereces hacer más de
lo que compartes con el mundo?

La‖Guardia‖de‖la‖Reina‖no‖tortura‖a‖nadie‖―proclamó,‖como‖si‖fuera‖algún‖tipo‖
de‖experta―.‖Recibir{s‖un‖justo‖juicio.

Lo siento, chiquilla ―pensó‖él―. Yo soy el experto en eso, y no voy a comprar


lo que estas vendiendo.

3
Aristócrata
Meditó lo que sabía sobre ella. Había estado encerrada con Jemson y un
comerciante del Clan que tal vez fuera Averill Lightfood Demonai, Patriarca del
Campamento‖Demonai.‖Habian‖pasado‖tres‖años‖desde‖que‖él‖lo‖había‖visto<‖
las visitas de Han hacia Marisa Pines habían sido esporádicas esos últimos tres
años en las calles, y Lord Demonai raramente visitaba Marisa Pines. Pero no era
un rostro que olvidarías.

El‖alto,‖oscuro,‖intenso‖chico‖―el‖que‖lo‖había‖reconocido―‖era‖ese‖Cabo 4 Bryne
quien había estado junto con el marinero que lo había agarrado afuera del
Barrilete y Corona. Además ahí estaban esos bebés marineros quienes habían
venido corriendo cuando Bryne los había llamado. ¿Qué estaban haciendo
todos allá, sin su uniforme? Jemson no tenia la costumbre de entretener a la
Guardia.

Por supuesto, pudo ser sólo su usual mala suerte. Qué, por lo menos, estaba
consiente.

El‖Cabo‖Bryne<‖¿Era‖el‖querido‖de‖la‖chiquilla?‖Él‖habría‖creído‖eso,‖la‖manera‖
en que él había actuado. Han tuvo otra idea: tal vez ellos habían llegado ahí
para casarse, con sus compañeros como testigos. Los Oradores hacían
matrimonios todo el tiempo.

Empujó esa idea lejos. No le gustaba.

La‖ chiquilla‖ estaba‖ empezando‖ a‖ agotarse<‖ respirando‖ difícilmente,‖


quedándose atrás para que así el tuviera que tirar de ella adelante. Necesitaba
un lugar para ocultarse por poco tiempo. Se sintió desinhibido y vulnerable,
habiendo perdido el refugio del Templo. Probablemente habría arruinado
cualquier oportunidad que tenia de resolver el misterio de las muertes.

―Aquí.‖―Tiró‖de‖ella‖dentro‖de‖un‖callejón,‖después‖bajó‖a‖un‖pasadizo‖entre‖
dos casas que eran tan reducidas que tuvieron que deslizarse a través de las
laterales. Terminaba en un pequeño patio pavimentado de ladrillos, medio
techado contra la lluvia. En contra de uno de los edificios estaba un conjunto de
puertas de bodega de madera, colocadas dentro de una plataforma de piedra, y
asegurados por un candado resistente.

Han lo había abierto en un latido de corazón. Le complacía que ser aún un


joven hábil y atractivo con una decisión.

4
Cabo. -Individuo de la clase de tropa superior al soldado
Las bisagras protestaron mientras él empujaba para abrir las puertas, y una
ráfaga de aire de sótano húmedo barrió sobre él. No se veía como si alguien
hubiera estado ahí desde que él había dejado la vida. Guió a la chiquilla hacia
los escalones.

―Son‖una‖docena‖de‖escalones‖abajo‖―tomó‖su‖codo‖para‖que‖así‖no‖pudiera‖
caerse―.‖Siente con tus pies.

Dudó en el borde.

―Por‖ favor‖ ‖ ―dijo‖ ella,‖ levantando‖ la‖ barbilla‖ y‖ cuadrando‖ sus‖ hombros―.‖
Tenga piedad. Sólo máteme ahora. No le he hecho nada a usted.

―No‖voy‖a‖matarte‖―dijo‖Han‖bruscamente,‖sorprendido.

―No‖quiero‖ser‖torturada.‖O‖violada.

―No‖ voy‖ a‖ torturarte‖ ―dijo‖ Han‖ desesperadamente―.‖ O<‖ o‖ cualquier‖ cosa.‖


Estoy frío y húmedo y cansado, y sólo quiero dejar de caminar por un rato, ¿De
acuerdo?

―No‖quiero‖ir‖allí‖abajo‖―persistió,‖encogiéndose―.‖Por‖favor,‖no‖me‖obligue.

―Mira‖ ―alargó‖ su‖ mano‖ y‖ desamarró‖ su‖ venda,‖ luego‖ se‖ la‖ saco‖ ―.‖ Aquí‖
estamos‖―sonrió‖hacia‖ella,‖su‖mejor,‖y‖m{s‖carism{tica‖sonrisa―.‖Esto‖es<‖un‖
tipo de escondite. Te lo prometo, es más cómodo de lo que es ahí afuera en la
lluvia. Y bajaré contigo.

―Eso‖no‖es‖alentador,‖Señor<‖Puños 5 ―dijo,‖con‖algo‖de‖su‖viejo‖espíritu.

―Mira,‖¿Cu{l‖es‖tu‖nombre?‖―preguntó.

―R<‖ Rebecca‖Morley‖―dijo,‖temblando,‖ con‖sus‖dientes‖ castañeando;‖ambos‖


de frío y temor.

―Rebecca,‖ no‖ puedo‖ volver‖ a‖ perderte‖ en‖ Ragmarket‖ en‖ medio‖ de‖ la‖ noche‖
―dijo―.‖ Resiste.‖ Encenderé‖ una‖ linterna,‖ pero‖ tienes‖ que‖ prometer‖ no‖
quitármela.

―Sostenla‖sobre‖los‖escalones‖para‖alumbrar‖mi‖camino‖abajo‖―ordenó,‖luego‖
añadió‖como‖una‖ocurrencia‖tardía―.‖¿Por‖favor?

5
Mr. Cuff - Por lo que se entiende, se esta burlando de el, diciéndole señor esposas.
Descendió los escalones con gran dignidad, cabeza en alto como un santo
caminando en el fuego. Él siguió después de ella, colocando la linterna en el
centro de la habitación y cerrando las puertas del sótano atrás de ellos.

Era realmente un poco acogedor, para un sótano. Sin tronos de oro o montones
de joyas y monedas o mujeres prisioneras, como Dori hubiera imaginado, pero
habían tres catres y mantas y una robusta caja de madera que contenía ropa de
repuesto y velas y diversas jarras de frijoles secos, mermelada, bollos, azúcar, y
cereales. El cereal se había puesto mohoso, pero el resto se veía bien.

Incluso mejor, este sótano tenia una puerta trasera, una estrecha escalera dentro
de un deposito tras de él. A Han siempre le había gustado tener una puerta
trasera.

―¿Así‖que‖este‖es‖tu‖escondite?‖―dijo‖Rebecca.

Parecía decepcionada. Ella parecía bastante peor llevada, como una niña
callejera equivocada. El pelo que había estado metido debajo de la capa se había
salido y colgaba en grandes mechones mojados alrededor de sus hombros. Los
ojos verdes brillantes en una cara con piel olivácea sugería una mezcla de
sangres: Clan y Valle, quizás. Una exuberante, boca besable era el centro de una
testaruda barbilla. Sus largas faldas estaban manchadas con mugre todo
alrededor del dobladillo, y su blusa parecía estar mojada.

Pero cuando giró su cabeza, de perfil, parecía de alguna manera familiar.


Quizás la había visto en los mercados, o...

―¿Nos‖conocemos?‖―preguntó‖él.

―Estoy‖segura‖que‖no‖―dijo‖ella,‖gimoteando‖un‖poco,‖pareciendo‖miserable.

Sangre y huesos ―pensó‖él―. Por favor no llores. Como si la cosas no fueran


suficientemente malas.

―Hey‖ ahora‖ ―dijo‖ él―.‖ Soy‖ el‖ único‖ que‖ debería‖ llorar.‖ Gracias‖ a‖ tus‖
Chaquetas Azules, no tengo casa, ni trabajo, ni posibilidades.

―Qui...‖quiz{s‖deberías‖haber‖pensado‖eso‖antes‖de‖matar a esas personas.

―No‖maté‖a‖nadie‖―dijo‖él,‖herido‖profundamente―.‖Te‖lo‖dije.‖No‖fui‖yo.

Ella no dijo nada, solo se abrazó a sí misma y tembló un poco.


―Si‖te‖quieres‖algunas‖ropas‖secas‖―dijo‖él―.‖Puedes‖mirar‖en‖el‖cajón‖y‖ver‖si‖
algo te sirve. Yo podría...‖um...‖darme‖la‖vuelta‖o‖salir‖de‖aquí‖―a‖la‖lluvia.‖

Realmente él iría más allá por esta chica.

―Estoy‖ bien‖ ―dijo‖ ella,‖ demasiado‖ r{pidamente.‖ Se‖ hundió‖ en‖ un‖ charco‖ de‖
faldas en una esquina defensiva, observándole con grandes ojos cautelosos.

―¿Te‖gustaría‖comer‖algo?‖¿Galletas?‖¿O‖galletas‖con‖mermelada?‖―‖gesticuló‖‖
interpretando,‖al‖huésped‖correcto―.‖¿Galletas‖con‖azúcar?

―No.

Él se sentó con las piernas cruzadas, a una distancia que esperaba no le fuera
incómoda.

―¿Qué‖estabas‖haciendo‖en‖el Templo‖Southbridge?‖―preguntó‖él.

Ella estaba lo suficiente preparada como para decir una mentira.

―Solicitar‖un‖trabajo.

―¿De‖verdad?‖¿Qué‖tipo‖de‖trabajo?‖¿En‖qué‖eres‖buena?

Su expresión decía: “Arrancar el corazón a los ladrones y secuestradores”.

Él lo intentó otra vez.

―¿Dónde‖vives?

Otra pausa.

―Cerca‖del‖castillo.‖En‖Bradbury‖Street.

―Eso‖es‖bastante‖pijo‖―dijo‖él,‖sorprendido.

―Soy‖una‖sirvienta.‖Una...‖um...‖tutora.‖En‖la...‖casa‖Bayar.

Ella mintió en pequeños ajustes y puntos, haciendo como si lo fuera. O era muy
buena en eso, o no le importaba ser convincente.

Pero había conseguido el nombre Bayar de algún sitio.

―Lord‖Bayar‖el‖Alto‖Mago,‖¿cierto?‖―dijo‖él,‖señalando‖por‖casualidad.

Ella asintió, sorprendida de que hubiera oído hablar de él.


―Así‖ ¿eres‖ como‖ ellos,‖ los‖ Bayar?‖ ―preguntó,‖ mordisqueando‖ una‖ dura‖
galleta―.‖ ¿Es‖ cierto‖ que‖ ellos‖ realmente‖ son‖ de‖ la‖ clase‖ decente,‖ una‖ vez‖
consigues conocerlos?

Ella estrechó sus ojos, revaluándole.

―¿Por‖qué‖me‖trajiste‖aquí?

―Bueno,‖como‖dije,‖pensaba que podíamos descansar hasta mañana, y...

―No‖―dijo‖ella‖impacientemente―.‖¿Por‖qué‖no‖me‖encerraste‖con‖los‖otros‖en‖
el Templo?

Han tenía que admitirlo, ella se había almidonado. Era una pregunta
arriesgada, cuando no sabía cual sería la respuesta.

―Pensaba‖que‖podría‖necesitarte‖para‖conseguir‖cruzar‖el‖puente‖y...

Encorvó los hombros y le miró. No lo estaba creyendo.

―No‖ lo‖ sé‖ ―dijo‖ simplemente―.‖ Fue‖ sólo‖ algo‖ sin‖ pensar,‖ creo.‖ ¿Todo‖ tiene‖
que tener una buena razón?

De hecho, él se había hecho la misma pregunta. Allí, en el estudio, ella fue hacia
él, diciendo, ¿Qué te ocurre? ¿Quién te hizo esto? con ese tipo de mirada fiera
en su cara, como si estuviera totalmente de su lado, lista para hacer frente a su
lado. Había tocado su brazo, y este había calentado su centro como un fuego
explotando.

Entonces Byrne le había llamado asesino, y ella había apartado su mano con esa
mirada de repulsión. Y lo siguiente que supo fue que Han la estaba arrastrando
a través del puente. Como si él pudiera de alguna manera arrastrarla a su
esquina.

Bueno, si ella estaba de su lado antes, él lo había arruinado ahora. Seis u ocho
asesinatos eran un gran obstáculo de superar. Además, habría acabado
encerrado si mostraba su cara en Fellsmarch otra vez. Había otra barrera, justo
allí.

¿Para que? ¿Qué esperaba de esa chica? ¿Pensaba que saldrían a caminar
juntos? ¿Qué la llamaría en su palacio sobre el establo?
Rebecca seguía deslizando miradas hacia él, como si memorizara cada detalle.
Probablemente para poder atraparlo en un descuido.

―¿En‖ dónde‖ conseguiste‖ esos‖ brazaletes?‖ ―preguntó‖ ella‖ inesperadamente―.‖


¿Los robaste de alguien?

Era casi como si ella intentara provocarle, para acabar con el suspenso.

―No‖―dijo‖él―.‖No‖lo‖hice.

―Sabes‖que‖te‖est{n‖buscando‖―dijo‖Rebecca,‖justo‖llena‖de‖buenas‖noticias―.‖
No descansarán hasta que nos encuentren.

―Intenta‖ dormir‖ algo‖ ―sugirió‖ él―.‖ Eso‖ es‖ lo‖ que‖ voy‖ hacer‖ yo.‖ Mañana,‖
averiguaré una manera de volver a soltarte.

Él buscó en el cajón y le tiró una manta que no estaba demasiado apestosa. Un


par de pantalones y una camisa que eran demasiado pequeños para él ahora,
sólo por si acaso. Luego tiró uno de los abrigos sobre la parte inferior de las
escaleras y se acurrucó resueltamente.

Dormir era mucho mejor. Oyó el crujido desde la esquina de Rebecca, el


susurro de la tela deslizándose sobre el suelo. Aparentemente había decidido
cambiar sus ropas mojadas después de todo. Él miró hacia la oscuridad,
intentando mantener esa imagen fuera de su cabeza. Eso sólo serían problemas.

Eventualmente se quedó tranquila, y pudo oír una suave respiración rítmica


que le decía que estaba durmiendo.

Cada vez que cerraba los ojos, veía el amuleto de la serpiente verde, como si
estuviera grabado en sus párpados. Estaba comenzando a pensar que era un
encantamiento de mala suerte. Sus recientes problemas habían comenzado
cuando encontró la cosa. Quizás Micah Bayar lo había maldecido cuando cayó
en posesión de Han. Quizás él debería ignorar a Lucius, desenterrarlo y
devolverlo a su legítimo dueño.

Sólo qué, de acuerdo con Lucius, los Bayar no eran los legítimos dueños.

Pero ¿por qué no lo serían? Ellos habían matado al Rey Demonio y se lo había
quitado, ¿verdad?
Quizás era eso. Quizás era sólo bueno para la magia oscura. Pero todas las
herramientas de magia oscura habían sido destruidas después de la Ruptura,
¿verdad?

Finalmente se quedó dormido. Y la cara del Cabo Byrne le perseguía en sus


sueños.

De alguna manera, Raisa durmió, aunque hubiera dicho que no era posible,
atrapada en ese sucio sótano con un asesino múltiple. Se levantó temprano, sin
haber sido violada, aunque dura y dolorida por dormir desplomada en la
esquina.

La lámpara se había apagado, pero la pálida luz de la mañana goteaba


alrededor de las puertas del sótano. Puños estaba dormido, tumbado sobre su
abrigo en la base de los escalones.

Raisa le observó durante un rato, para asegurarse de que realmente estaba


fuera. Dormía de manera irregular, murmurando y retorciéndose como si
tuviera problemas para dormir.

O una conciencia culpable.

Raisa movió sus pies, reforzado a través del sótano, y mirándole. Él parecía más
joven, de alguna manera, cuando estaba durmiendo, su brazo entablillado sobre
su pecho, su otro brazo colgaba a un lado, sus ojos moviéndose debajo de los
moratones, aunque su pelo sucio rojo marrón no hacía juego con su colorido.

Resistió la urgencia de levantar una mano y recorrer sus dedos sobre su cara de
huesos finos.

¿Por qué estaría llevando el atuendo del Clan? ―se‖preguntó‖ella.‖

Era sólo uno de los muchos misterios del cual nunca tendría respuesta.

Podía confiar en sus instintos, ¿los que le decían que él no era capaz de cometer
los crímenes de los que se le acusaban? ¿Realmente quería dejarla ir? No le
había hecho daño aún, pero eso no quería decir que no lo hiciera.

Entonces otra vez, quizás sería mejor dejarle que le cortara la garganta. Cuando
su madre oyera sobre esta aventura, Raisa estaría encerrada por su seguridad.

Amon sería exiliado a Chalk Cliffs, y sería culpa suya. Incluso ahora, toda la
Guardia de la Reina probablemente estaría peinando la ciudad.
Extendió su abrigo, las faldas, y enaguas sobre una silla para secarlas. Cuando
las toqueteó, encontró que había pasado de gotear a agarrotadas y solo
húmedas. Consideró cambiarse, pero le preocupaba despertar a Puños en el
proceso y ser pillada en el proceso.

Los pantalones eran muy largos y flojos en la cintura, así que encontró una
larga soga y la ensartó a través de las presillas, enrollando los dobladillos para
arreglarlo. La camisa era blanca deprimente y colgada casi hasta las rodillas. La
abotonó hasta el cuello, arrugando la nariz ante el olor del sudor de chico.
Encontró brevemente un brillante trapo colorido en una pila de ropas y lo ató a
su pelo, luego se puso el abrigo alrededor de los hombros.

¿Sería capaz de deslizarle escaleras arriba y salir por la puerta sin despertarle?

Necesitaba un buen cable, desde que él conocía ese vecindario y ella no.

El corazón latía tan alto que sintió que seguramente le despertaría, caminó
sobre su cuerpo boca abajo y puso su pie en el primer escalón. Se estiró con el
otro pie y subió los escalones tan rápido como pudo, esperando en algún
momento sentir su mano cerrarse alrededor de su tobillo. Cuando alcanzó la
cima, miró abajo, tomando una larga y lenta respiración. Aún estaba dormido
en su escandalosa moda.

Raisa levantó ambas manos y empujó las puertas dobles.

¡Chirrido! El chirrido de los goznes se extendió en el silencio de la mañana.


Debajo de ella, oyó a Puños evaluando su respiración interrumpida, seguida
por una soñolienta exclamación.

Bueno, no iba a volver ahora. Se lanzó hacia arriba, abriendo de golpe las
puertas, bizqueando contra la luz de fuera. Después de un momento de una
maraña de pánico con su abrigo, salió del sótano y corrió a través del patio. Oyó
un apagado grito detrás de ella cuando se deslizó dentro del plateado espacio
entre los edificios.

Saltó al otro lado como un corcho de una botella, y luego corrió, girando y
girando a través de las estrechas calles, sin saber o sin importarle dónde estaba
o a dónde se dirigía, sólo esperando poner distancia entre ella y su anterior
captor.
Corrió hasta que una puntada en su costado y una falta de respiración la
forzaron a parar y acurrucarse en un callejón. Se puso de pie durante un
momento para tomar aire, escuchando una persecución, mirando arriba y abajo
en la calle.

Luego comenzó a caminar. Había intentado encontrar una posada o una tienda
que estuviera abierta. Quizás alguien estaría de acuerdo en ir por ayuda, sí
podía convencerle de que serían recompensados.

Pero las tabernas estaban fuertemente cerradas, las casas también, las calles
desiertas a esa temprana hora. Intentó golpear en las puertas de algunas de las
viviendas de apariencia más prósperas, pero nadie respondió. Si alguien la vio,
era poco probable que la dejaran entrar. Debía parecer una criatura aterradora,
roñosa y harapienta de indeterminado sexo.

Hacia el este, las torres del Castillo de Fellsmarch pinchaban el horizonte,


perfilado contra el sol naciente. Estaba a varias millas al menos, de alguna
manera más de lo que habían caminado la noche anterior. ¿Realmente hacía
solo un día que ella había cruzado Ragmarket con Amon y su escolta secreta?

No había elección excepto ir a píe. Se dirigió hacia las torres, navegando por las
retorcidas calles y callejones, sintiendo como si estuviera caminando dos millas
por cada una en línea directa. Era como un laberinto en su jardín del tejado,
solo amurallados edificios decrépitos y enlosados con adoquines, ladrillos rotos,
sucios y escombros.

Estaba cruzando un patio cuando una chica joven salió corriendo de un callejón
lindante, toda aterrada. Era delgada, quizás un año o dos más joven que
Mellony, con el pelo largo y rubio revuelto en una trenza.

―¡Joven‖perdida!‖En‖el‖nombre‖de‖Madeleine‖la‖Clemente, ayuda, por favor. ¡Es


mi hermana pequeña! ¡Está enferma!

Raisa miró alrededor para ver si ella podía estar hablando con alguien más,
pero no había nadie en el patio.

―¿Yo?‖¿Qué‖le‖pasa‖a‖tu‖hermana?

―¡Se‖ asfixia!‖ ¡Est{‖ morada!‖ ―La‖ chica‖ tiró‖ de‖ la‖ mano‖ de‖ Raisa―.‖ Por‖ favor‖
ven.
Raisa siguió a la chica por el callejón, su mente corría. Quizás aquí estaba la
oportunidad de hacer algo bueno. La enfermedad de la asfixia había estado por
los alrededores. Había curanderos en el Templo del Castillo de Fellsmarch
quienes habían tenido éxito en el tratamiento. Quizás...

De repente ella y la chica fueron contra una pared de ladrillos. Raisa se giró y
vio que ya no estaban solas. Otros cinco salieron de las calles adjuntas, cuatro
chicos y otra chica, rodeándolas. Su estómago hizo un nauseabundo giro.

―Hey‖ ahora‖ ―dijo‖ la‖ chica‖ nueva,‖ entrecerrando‖ los‖ ojos‖ hacia‖ ella―.‖ ¿A‖
dónde vas con tanta prisa?

Su acento decía que era de las islas del sur. Era mayor que la primera chica,
quizás dieciséis, con la piel oscura y el pelo largo, negro y ondulado abrazado
con trenzas en secciones. Tenía las mejillas altas, y una boca generosa. Llevaba
pantalones y un chaleco sin mangas, exponiendo los brazos tatuados.

La chica levantó una mano y tiró de improviso de la bufanda de Raisa de su


pelo.

―¿Qué‖ est{s‖ haciendo‖ con‖ esto?‖ ―demandó‖ ella,‖ sacudiéndolo‖ delante‖ de‖ la‖
cara‖de‖Raisa―.‖¿Dónde‖lo‖conseguiste?

Raisa vio entonces que todos ellos llevaban pañuelos de tejidos similares y de
color anudados alrededor de sus cuellos.

―¡Raggers!‖―soltó‖ella―.‖¡Sois‖Raggers!

La chica se estremeció y miró arriba y abajo del callejón antes de responder.

―No‖lo‖somos.‖¿Quién‖lo‖dice?

―¿Te‖ envía‖ Puños?‖ ―demando‖ Raisa,‖ furiosa‖ al‖ ser‖ pillada‖ tan‖ f{cilmente―.‖
Bueno, le puedes decir que no me importa cuantas gargantas cortadas de
rufianes callejeros deja detrás de mí; no soy...

―¡C{llate!‖―Ahora‖la‖chica‖parecía‖furiosa‖y‖asustada‖al‖mismo‖tiempo―.‖No‖
tenemos nada que ver con lo que haga ese Puños Alister. Él ya no es un Ragger.
Él no da las órdenes en Ragmarket. Ahora déjame ver que llevas en tu bolsa,
¿hum?

Los Raggers rodearon a Raisa, y ella retrocedió hasta que llegó contra la pared
del edificio.
Un chico mayor en un abrigo de terciopelo rojo descolorido levantó la mano y
toqueteó su pelo, y ella le dio un manotazo. Él sonrió, revelando una lengua
brillante y roja por masticar una hoja de navaja.

―¿Tienes‖ familia,‖ chica?‖ ¿Alguien‖ que‖ pudiera‖ pagar‖ tu‖ regreso?‖ ―Se‖ inclinó‖
más cerca, y su respiración a hoja de navaja puso sus ojos acuosos. Parecía
nervioso y tembloroso, como un usuario de hoja hacía a menudo.

―¡Ahí‖est{s,‖Rebecca!‖―Todos‖se‖giraron,‖y‖Puños‖se‖acercó‖con‖aire‖arrogante‖
por el callejón como algún príncipe pirata, en sus pantalones del Clan, botas
lujosas hechas por el Clan, y una chaqueta de gamuza por encima.

Él asintió a los otros Raggers.

―Hey,‖Terciopelo,‖gracias,‖compañero,‖por‖buscar‖a‖mi‖chica‖por‖mí.‖Te‖lo‖digo,‖
ella solo daría problemas.

Cuando Terciopelo le miró boquiabierto, Puños agarró el brazo de Raisa y la


empujó detrás de él, plantándose entre ella y los otros. Presionó algo en su
mano, y ella sintió el frío metal. Su cuchillo. Lo toqueteó y miró fijamente desde
detrás de su espalda, la cabeza girando con confusión.

Los Raggers miraban a Puños con el ávido interés dado a los asesinos,
adúlteros, reyes, actores, y otras personas notorias.

Todos excepto la chica tatuada. La expresión en su cara era más compleja: una
mezcla de enfado, deseo, y traición.

Ella estaba sudando por él ―pensó‖Raisa―. Y él la había plantado.

―Fuera,‖Alister‖―dijo‖la‖chica‖tatuada‖a‖Puños―.‖La‖chica‖es‖nuestra.

―No–no,‖ Cat‖―dijo‖él―.‖Yo‖la‖vi‖primero.‖No‖hay‖ mucho‖ botín‖ para‖alguien‖


como tú, pero ella es bonita, al menos.

―¿Es‖ la‖ que‖ te‖ ha‖ dado‖ una‖ paliza?‖ ―dijo‖ bruscamente‖ Cat―.‖ ¿O‖ fueron los
Sureños, como todos dicen?

―¿Qué‖es‖todo‖eso‖en‖tu‖pelo,‖compañero?‖―preguntó‖Terciopelo―.‖¿Sangre‖o‖
polvo?

Puños tocó su cabeza, pareciendo momentáneamente perplejo.


―Oh.‖Cierto‖―dijo‖él,‖su‖confusión‖se‖aclaró―.‖Sólo‖intentaba‖un‖nuevo‖color.‖
¿Qué piensas?

―Se‖ est{‖disfrazando,‖compañeros‖―dijo‖Cat―.‖Ya‖no‖ puede‖caminar‖ por‖las‖


calles.

―¿Vas‖ a‖ volver‖ Puños?‖ ―señaló‖ un‖ chico‖ joven‖ esperanzado―.‖ Las‖


reparticiones‖siempre‖eran‖buenas‖cuando‖eras‖el‖Señor‖de‖las‖Calles‖―se‖tapó‖
la boca para callar y lanzó una nerviosa mirada a Cat.

―No,‖él‖no‖va‖a‖volver‖―dijo‖Cat,‖caminando‖delante‖de‖los‖otros,‖su‖mano‖en‖
la‖daga‖metida‖en‖el‖cinturón‖de‖sus‖pantalones―.‖Es‖culpa‖suya‖que‖Flin‖y‖los‖
otros tengan malas caras. Puños es veneno. Nos ponemos a su favor, y los
Chaquetas Azules estarán sobre todos nosotros.

―Los‖ Chaquetas‖ Azules‖ est{n‖ sobre‖ todos‖ nosotros‖ ahora‖ ―señaló‖ el‖ chico‖
mayor―.‖ No‖ podemos‖ movernos‖ durante‖ la‖ Guardia.‖ ‖ Puños‖ siempre‖ les‖
mantuvo alejados, al menos.

―C{llate,‖Jonas‖―dijo‖Cat,‖mir{ndole, y Jonas cerró la boca.

―Hay‖ ocho‖ Sureños‖ debajo‖ de‖ los‖ ladrillos‖ ―dijo‖ Puños―.‖ Sería‖ de‖ tontos‖
moverse. No pueden salir por eso.

Fue como si Puños hubiera vuelto a su piel de Señor de las Calles y comenzara a
hablar en una lengua extraña.

Cat le miró.

―Actúas‖como‖si‖nosotros‖hiciéramos‖lo‖de‖los‖Sureños.

Puños se encogió de hombros.

―¿Quién‖m{s?

Raisa, se sintió ignorada, había estado cambiando de un pie a otro, debatiendo


sus oportunidades de hacer una carrera por eso. Ahora se enfocó más de cerca
en la conversación.

Cat bufó.

―¿Nosotros?‖ Nosotros‖ no‖ tenemos‖ nada‖ que‖ ver‖ con‖ eso.‖ Nos‖ figuramos‖ que‖
habías sido tú. Es a ti a quien la Guardia culpa, de todas maneras.
―Los‖ chaquetas‖ Azules‖ nos‖ culpan‖ a‖ todos‖ nosotros‖ ―dijo‖ Puños―.‖ Mira,‖
¿cómo podría haber‖ acabado‖ con‖ los‖ Sureños?‖ ¿Todos‖ yo‖ solo?‖ ―sonrió‖ él―.‖
Ustedes quizás, Cat. Yo, soy bueno, pero no tan bueno.

Puños es una persona encantadora, no dudo sobre eso ―pensó‖Raisa.

Cat le estudió sospechosamente.

―¿No‖ est{s‖ con‖ nadie‖ m{s?‖ ¿Los Keepers? ¿Los Widowmakers? ¿Los
Bloodrunners?

Puños sacudió la cabeza.

―He‖ oído‖ que‖ estabas‖ trayendo‖ hojas‖ de‖ We’enhaven‖ ―dijo‖ Jonas―.‖ Oí‖ que‖
cometiste un asesinato vendiéndolas a los piratas de Chalk Cliffs.

―Ya‖no‖tengo‖asuntos‖con‖los‖piratas‖―dijo‖Puños―.‖Lo‖m{s‖probable es que
te corten la garganta antes de pagarte.

―¿Cómo‖lo‖conseguiste,‖entonces?‖―preguntó‖Cat,‖girando‖los‖ojos.

Puños se aclaró la garganta, como si estuviera avergonzado.

―Esto‖ y‖ aquello.‖ Soy‖ un‖ corredor‖ para‖ Lucius‖ Frowsley.‖ Haciendo‖ algo‖ de‖
comercio.‖ Sacar‖ brillo‖ a‖ los‖ zapatos‖ de‖ la‖ alta‖ nobleza‖ ―Él‖ tocó‖ su‖ cuchillo―.‖
Entrar un poco en la barbería.

Las risas ondearon a través de los Raggers. Todos excepto Cat.

Puños lo notó.

―Mira‖―dijo‖él,‖poniéndose‖serio―.‖No‖tengo‖ni‖idea‖de‖quién‖hizo‖eso‖a‖ los
Sureños, pero todos nosotros lo estamos pagando. Necesito tu ayuda. Si sabes
algo...

―¿Cómo‖ esto?‖ ―dijo‖ Cat,‖ inclin{ndose‖ hacia‖ Puños―.‖ Te‖ entregaremos‖ a‖ los‖
Chaquetas Azules. Luego quizás ellos nos dejarán ir.

―Puedes‖intentarlo‖―dijo‖Puños.‖Su‖voz‖era tranquila, su manera serena, pero


Raisa‖notó‖que‖se‖había‖enderezado‖y‖agarraba‖la‖empuñadura‖de‖su‖cuchillo―.‖
Por supuesto, yo no los traicionaría. Creo que los compañeros necesitan
mantenerse juntos. Pero soy solo yo.
Los Raggers cambiaron nerviosamente, robando miradas unos a otros, algunos
de ellos asintiendo.

Puedo aprender algo de Puños Alister ―pensó‖ Raisa―. Él ha estado aquí


durante diez minutos, y los tiene a todos en la palma de su mano. Excepto Cat,
quien tiene una rencilla contra él.

Puños se movió más cerca de Cat, sujetándola con sus ojos azules, su voz suave
y persuasiva.

―Dame‖ un‖ momento,‖ ¿de‖ acuerdo?‖ ―Él‖ miró‖ de‖ ella‖ a‖ los‖ otros‖ Raggers,‖
levantando‖sus‖cejas―.‖¿Por‖favor?

Ella dudó, entonces ondeó fuera al resto. Arrastraron los pies hacia la abertura
al final del callejón y se apiñaron allí. Terciopelo frunció el ceño, disparando
oscuras miradas en su dirección.

―¿Qué‖pasa‖con‖ella?‖―siseó‖Cat,‖asintiendo‖hacia‖Raisa.

Puños le dio a Raisa un pequeño empujón hacia el final cerrado del callejón,
manteniéndose entre ella y la salida.

―Quédate‖ aquí‖ ―gruñó‖ él,‖ luego‖ se‖ retiró‖ unos‖ pocos‖ pasos‖ para‖ hablar‖ con‖
Cat. Raisa pretendió ignorarles, todo el rato tensa para entender su
conversación.

―¿Quién‖es‖ella,‖y‖qué‖es‖para‖ti?‖―Cat‖inclinó su cabeza hacia Raisa.

―Solo‖una‖chica‖que‖estaba‖en‖el‖lugar‖equivocado‖en‖el‖momento‖equivocado‖
―dijo‖él―.‖He‖dado‖mi‖palabra‖de‖que‖la‖dejaré‖ir.

―¿Tu‖palabra?‖―Cat‖rió‖amargamente―.‖Entonces‖ha‖tenido‖suerte.

―Cat‖ ―dijo‖ Puños,‖ extendiendo‖ sus‖ manos,‖ luego‖ baj{ndolas―.‖ Nunca‖ hice‖
ninguna promesa.

―No.‖ No‖ la‖ hiciste‖ ―Su‖ expresión‖ decía‖ que‖ las‖ promesas‖ estaban‖ implícitas,‖
pero no habladas.

―Tuve‖que‖dejar‖la‖vida.‖No‖tuve‖elección.‖Eso‖no‖tuvo‖nada‖que‖ver‖contigo.

Cat le miró incrédulamente.

―¿No... tuvo... nada... que ver conmigo? ¿Cómo te figuras eso?


Puños intentó arreglarlo.

―Lo‖que‖quiero‖decir‖es,‖que‖no‖me‖fui‖por‖ti.

―Tampoco‖podías‖quedarte‖por‖mí‖―escupió‖ella―.‖De‖todas‖maneras,‖¿qué‖te‖
hace pensar que me importa a donde vas o que haces? ―Cat‖ sacudió‖ su‖ pelo‖
negro―.‖Los‖Chaquetas‖Azules‖atraparon‖a‖tres‖de‖mis‖corredores‖por‖ti.‖Ahora‖
estarán siendo torturados, intentando hacerles decir dónde estás. Ellos les
torturaran hasta la muerte, porque no tienen ni idea.

Puños se calmó y se enfocó.

―He‖oído‖que‖tres‖Raggers‖fueron‖cogidos.‖¿Flinn‖y‖quien‖m{s?

―Jed‖y‖Sarie‖también‖―dijo‖Cat.

Puños miró hacia Raisa, bajando su voz.

―¿En‖donde‖les‖mantienen?

―En‖la‖casa‖de‖la‖Guardia‖de‖Southbridge‖―dijo‖Cat.

Raisa oyó que Puños tomaba una respiración.

―Huesos‖sangrientos.‖¿Gillen?

Cat asintió.

―Como‖si‖te‖importara‖―Había‖un‖reto‖seguro‖en‖su‖mirada,‖una‖expresión‖de‖
desilusión―.‖ Sabes‖ que‖ no‖ tiro‖ nada‖ a‖ los‖ Chaquetas‖ azules.‖ Pero‖ te‖ dejaría‖
salvarles.

Puños miró al vacío, un músculo trabajaba en su mandíbula.

―Primero,‖ necesito‖ dejar‖ a‖ la‖ chica.‖ ¿Nos‖ dejar{s‖ ir‖ entonces?‖ ―Raisa‖
comprendió el gesto. Él estaba sometiéndose a Cat, reconociendo su estatus
como señora de la calle.

―Bien‖―dijo‖ella,‖su‖cara‖sin‖expresión,‖su‖voz‖llana―.‖Vay{nse.‖Nunca‖m{s...

―Reúnete‖ conmigo‖ en‖ el‖ borde‖ m{s‖ lejano‖ del‖ Puente‖ Sur‖ esta‖ noche‖
―interrumpió‖él―.‖Te‖ayudaré‖sacar‖a‖Sarie‖y‖a‖los‖otros.

Cat le estudió valorándole.


―¿Cómo‖sé‖que‖no‖llevar{s‖a‖la‖Guardia‖contigo?‖―dijo‖ella―.‖¿Cómo‖sé‖que‖
no nos traicionarás?

Él agarró sus codos, mirándola a la cara, su voz baja y fiera.

―Porque‖esta‖vez‖lo‖estoy‖prometiendo.

Ragmarket estaba despertando a su alrededor cuando se dirigieron hacia la


ciudad. De alguna manera, Han necesitaba deshacerse de la chica antes de que
ellos corrieran a través unos impertinentes Chaquetas Azules o alguna de las
otras personas problemáticas. Sólo ahora se sentía de alguna manera cómodo
de que ella no le entregaría.

Cada vez que miraba a Rebecca, ella le estaba estudiando a través de los
estrechos ojos marrones, como si fuera un monograma que necesitaba
solucionar. Estaba empezando a pensar que prefería la mirada aterrada de ojos
abiertos de par en par. ¿Cuánto de la conversación con Cat había escuchado?

―Esa‖ Cat,‖ ella‖ fue‖ tu‖ novia,‖ ¿verdad?‖ ―Le‖ preguntó,‖ como‖ si‖ tuviera‖
conocimiento de sus pensamientos.

―No‖exactamente‖―replicó‖él.

Ella giró sus ojos, de esa manera que hacían las chicas.

―¿Qué?‖―dijo‖él‖irritado,‖ derramando‖una‖gran‖pila‖de‖patatas‖ peladas en el


bordillo. Podía ser peor, en Ragmarket.

―Obviamente‖ella‖pensaba‖eso.

―Bueno,‖ ella‖ est{‖ con‖ Terciopelo‖ ahora.‖ ―¿Por‖ qué‖ le‖ estaba‖ contando‖ esto?‖
Han‖ decidió‖ cambiar‖ de‖ tema―.‖ Sabes,‖ te‖ ves‖ bien‖ en‖ pantalones‖ ―dijo,‖
recorriéndola‖con‖sus‖ojos―.‖Muy...‖ah...‖proporcionada‖―añadió,‖sonriendo‖y‖
demostrándolo con sus manos.

Eso la calló. Se puso de un brillante rosa, y no hubo más qué hablar de novias.

Se veía bien en pantalones, de hecho, y no era que él estuviera deslumbrado por


la nobleza en eso. Las chicas de Clan llevaban pantalones, después de todo.

En los campamentos contaban historias de pequeñas ninfas de la madera


maravillosas que te cogían en sus trampas y te retaban con acertijos. Rebecca
podía haber estado de humor para algo de eso. Su cintura era demasiado
pequeña, podía haberla abarcado con sus manos, pero había una dureza áspera
para que él pudiera atreverse.

Mirando las aceras hacia ella, él se preguntó cómo sería besarla.

Déjalo, Alister ―pensó‖él―. Tienes suficientes problemas. Quien quiera que sea
ella, tenía poderosos amigos.

―Voy‖a‖dejarte‖en‖el‖Camino‖―dijo‖él,‖tirandole‖por‖la‖mano,‖empujando‖entre‖
los carros de entrega y las multitudes de trabajadores y tenderos en la estrecha
calle―.‖Hay‖mucho‖tr{fico‖a‖esta‖hora‖del‖día,‖y‖debería ser seguro. Fácilmente
puedes volver al castillo.

―Estaré‖bien,‖ya‖lo‖sabes‖―dijo‖ella,‖poniendo‖su‖nariz‖en‖el‖aire.

Él bufó.

―Cierto.‖ Estabas‖ bien‖ cuando‖ te‖ encontré‖ en‖ el‖ callejón.‖ Cat‖ y‖ los‖ otros‖ te‖
hubieran comido viva.

―¿Por‖qué‖me‖salvaste?‖―preguntó‖ella―.‖Quiero‖decir,‖huí.

Algunas veces Rebecca parecía completamente cortante, y otras veces decía las
cosas más estúpidas.

―Yo‖fui‖el‖que‖te‖arrastró‖del‖Templo‖Southbridge‖―dijo‖él―.‖Si‖acabas‖con‖tu‖
garganta cortada, me echarán la culpa. Ya tengo bastantes problemas de esos.

―Vas‖ a‖ intentar‖ rescatar‖ a‖ los‖ Raggers,‖ ¿verdad?‖ ―dijo‖ ella―.‖ A‖ los‖ que‖
atraparon la Guardia.

¡Dientes de Hanalea! Tenía que deshacerse de ella mientras tenía secretos.

―¿De‖donde‖sacaste‖esa‖idea?‖―preguntó‖él.

―Lo‖har{s,‖¿verdad?‖―persistió‖ella.

―Bueno,‖ eso‖ sería‖ algo‖ condenadamente‖ estúpido,‖ ¿no?‖ ―dijo‖ Han―.‖ ¿Crees‖
que soy estúpido?

―No.‖ Crees‖ que‖ es‖ culpa‖ tuya‖ que‖ fueran‖ atrapados.‖ Pero‖ no‖ lo‖ es,‖ si‖ eres‖
inocente.

Casi tropezó con sus largos pantalones, y él la agarró del brazo para
enderezarla.
―Así‖que.‖Ahora‖crees‖que‖soy‖inocente,‖¿verdad?

―Del‖ asesinato‖ de‖ los‖ Sureños,‖ al‖ menos‖ ―dijo‖ ella,‖ d{ndole‖ una‖ mirada‖
malvada‖ que‖ decía‖ que‖ él‖ aún‖ era‖ culpable‖ de‖ mucho―.‖ Te‖ cogeran‖ si‖ lo‖
intentas, lo sabes. Ellos están esperando este tipo de cosas. Probablemente es el
por qué los atraparon en primer lugar. Para sacarte del escondite.

Como si él no supiera eso.

―Bueno,‖no‖es‖cosa‖tuya,‖¿verdad?‖―Unos‖pocos‖bloques‖m{s,‖y‖él‖se‖iría‖y...

Ella de repente plantó sus talones, prácticamente derrapando a una parada, sus
ojos brillaban con algún nuevo plan.

―Llévame‖ de‖ vuelta‖ al‖ Templo‖ Southbridge‖ ―ordenó,‖ como‖ la‖ condenada‖
Duquesa‖de‖Ragmarket―.‖Olvidé‖algo.

―¿Has‖perdido‖la‖cabeza?‖―Él‖lo‖dijo‖tan‖alto‖como‖deseó,‖y‖los‖paseantes se
giraron‖y‖les‖miraron―.‖Acabamos‖de‖venir‖de‖allí‖―dijo‖él,‖forzando‖su‖voz‖a‖
bajar―.‖Acabo‖de‖salir,‖y‖no‖volveré.

―Tendr{s‖que‖volver‖de‖todas‖formas,‖para‖liberar‖a‖los‖Raggers‖―dijo‖ella―.‖
La casa de la Guardia de Southbridge está justo al lado del‖ Templo‖ ―añadió‖
ella.

Como si él no supiera eso.

―No.‖Ir{s‖a‖casa.‖Si‖realmente‖quieres‖ayudarme,‖mantendr{s‖tu‖boca‖cerrada‖
sobre todo lo que ha ocurrido.

Ella frunció sus labios en una delgada línea y se alzó en su mejor enclenque
estatura.

―Bien.‖Volveré al Templo de Southbridge por mí misma, entonces.

Era como una de esas pesadillas que se hacen peor y peor hasta que crees que
morirás o romperás un navío, pero aún así no puedes despertar. Era su
condenada mala suerte tomar a una persona loca como rehén.

Miró alrededor, pero no había donde arrastrar a la chica con las calles tan
repletas de gente.

Él tuvo la idea de lanzarla al río y ver si se hundía. En su lugar giró su cuello y


viajó detrás de ella, gruñendo, de vuelta hacia Southbridge.
Capitulo 14
En el lado equivocado de la ley
Traducido por roux
Corregido por Angeles Rangel

A
pesar de todos los problemas que había tenido en los últimos dos días,
el secuestro, las amenazas, los robos, la lluvia y la suciedad y todas la
razones por las que él estaba embriagado, hechizado, y desconcertado
por la libertad. Ella caminó por las calles en sus pantalones y la camisa, el
anonimato de los ciudadanos a su alrededor. Los detalles del colorido barrio
conocido como Ragmarket. Colorido era uno de sus adjetivos. También era
apestoso, clamorosa, picante e interesante terminal. Preocupada con las
posibilidades y riesgos. La burbuja, en la que solia estar protegida, de la
Princesa heredera de Fells, había reventado, y las sensaciones múltiples
inundaban su vista y los olores y las emociones en bruto de lo que la futura
Reina iba a gobernar algún día. Ella luchaba con la idea de que era sólo el
contexto y la ropa que le hizo reconocible. ¿Era realmente todo lo que fue el
ocupar al azar un lugar en el linaje de Reinas? Podría cualquier chica ser elegida
en las calles, y puesta en su lugar ¿Tenía alguna habilidad natural para hacer
este trabajo? La Guardia estaba en todas las calles, con armas y valentía. Sin
embargo, nadie la reconoció. No había ningún trasfondo de rumor, su
desaparición no era del dominio público. Desconcertada, se detuvo y preguntó
a un comerciante sobre las últimas noticias. ―Alguien dijo que había habido un
secuestro ¿Es por eso que la Guardia esta aquí?

El vendedor negó con la cabeza. ―No sé nada de un secuestro. Son esos


asesinatos de Southbridge. La Guardia está buscando en todas las tabernas,
posadas y almacenes en Ragmarket. Es malo para el negocio. Digo, si las ratas
de la calle quieren asesinar a los demás, allá ellos. ―Miró a su alrededor,
bajando‖ la‖ voz―.‖ Ellos dicen que fue Puños Alister. Es tan sanguinario como
dicen.

Raisa no podía dejar de mirar por encima del hombro. Puños estaba a media
cuadra detrás de ella, intentando no ser visto por ella o con ella. Raisa no estaba
segura.
Fue de alguna manera emocionante saber que estaba allí, detrás de ella, como
en la historia de Hanalea y el salteador de caminos. Pero esto no era una
historia. Esto era real. Y quería saber para averiguar lo que realmente estaba
pasando. Las Torres de SouthBridge se alzaban delante de ella. El cuerpo de
guardia estaba en el puente, en el lado sur. Era una posición fuerte, era un
edificio de piedra con pequeñas ventanas enrejadas. Un patio empedrado lo
rodeaba, con establos para los caballos detrás. La bandera del Lobo gris
ondeaba sobre la cabeza, proclamando que se trataba de un puesto de avanzada
de la Reina, incluso en medio de la miseria de Southbridge. La linea de defensa
del puente era más larga de lo habitual. Una media docena de guardias
armados estaban en cada extremo, observando a todos los que trataban de
cruzar. Raisa tenía el estómago revuelto. Seguramente no sería reconocida los
habían enviado especialmente para encontrarla. En un impulso, se volvió a un
lado en una pastelería. El interior, estaba relativamente limpio y bien cuidado,
con estantes de bollos pegajosos y pasteles de carne y de otros tipos. El
muchacho de detrás del mostrador llevaba una gorra roja para recogerse el
pelo.

―Buenos días ―Dijo―.‖Me gustarían ocho bollos, envuelto para llevar.

El empleado hizo una pequeña inclinación y preparó el pedido. Raisa salió de la


tienda con ocho bollos en la mano y con el cabello recogido debajo de la gorra
del muchacho.

Probablemente voy a terminar en la pica, pensó.

Puños la estaba esperando afuera. La agarró por la muñeca y tiró de ella hacia
un portal.

―¿Qué‖est{s haciendo? ―Siseó, con su cara a pocos centímetros de la suya.

De cerca, vio que sus ojos azules estaban salpicados de oro, sus pestañas eran
gruesas y pálidas, los moretones en el rostro enojado hicieron que se olvidara
de los bollos, un poco de barba rubia poblaba su cara. Ella levantó la bolsa de
bollos.

―Soy una empleada de la pasteleria chica ―dijo Raisa.

―Esto no es un juego ―Dijo Puños―.‖Necesitas ir al puente. Diles que tú eres


la chica que fue robada del templo. Y debes volver a casa.
―Tengo algo que hacer primero. Mira. No puedo cruzar el puente, mientras
que haya tantos Chaquetas Azules ―dijo.

―No puedo ayudarte si te metes en problemas en Southbridge.

―Muy bien. Yo voy por mi cuenta, ¿de acuerdo? ―dijo Raisa―.‖ No me puedes
ayudar a dónde voy.

Ella se aparto de él y se dirigió hacia el extremo más cercano del puente. Miró
hacia atrás una vez para verlo detrás de ella, con las manos metidas en los
bolsillos, con el ceño fruncido.

Le llevo unos buenos diez minutos pasar por la línea. Raisa caminó con
impaciencia, ansiosa por llegar al otro lado. No estaba acostumbrada a tener
que esperar. En el puesto de control, hizo una profunda reverencia ante los
guardias, como había visto hacer a otros.

―¿Cuál es su nombre y que le trae por aquí, niña? ―Preguntó el guardia,


rascándose la barriga.

―Rebecca Morley, su señoría ―dijo Raisa, mirando el suelo, todavía


preocupada‖de‖que‖la‖reconociera―.‖Voy a llevar un encargo de la pastelería al
otro del río.

―¿Encargo de la pastelería? Vamos a ver. ―Raisa abrió despacio el paquete y


se lo enseño al soldado. Con su sucia mano cogio uno y lo mordió, sonrió con
aprobación, y cogio otro.

Raisa enrojeció de furia y se controló para no retirar la bolsa e impedir el robo.

Si fuera verdaderamente una empleada de la pastelería, el costo de los bollos


saldría de su propio bolsillo.

―Están buenos ―dijo el soldado, devolviendole el paquete vació y limpiándose


la‖boca‖con‖una‖mano―.‖Guardame un par para cuando cruces de nuevo.

Y la despidió con una sonrisa.

Raisa llego al otro lado del puente. Así que esta era la reputación de la guardia
de la Reina a la gente. Unos ladrones y matones. No es de extrañar que Amon
considerara que podría haber una rebelión. Por el lado sur del puente, el
Templo estaba en un lado del camino, la caseta de vigilancia tenían emblemas,
del bien y del mal. Raisa se apoyó en la pared del Templo y observó el cuerpo
de guardia. Parecía inexpugnable. No había manera de que Puños y su banda
entraran y salieran de allí.

Al menos ella podría averiguar si lo que ellos decían era cierto, ¿realmente
tenían capturados a tres Raggers en el cuerpo de guardia, y realmente estaban
siendo torturados? Ella respiró hondo y trató de centrarse en su trabajo, como
siempre, decía Elena. Luego cruzó el camino hacia la puerta de guardia. El
solitario guardia de la puerta la observó de manera aburrida. Fuera de la garita
de vigilancia habia varios soldados jugando a los dados y a las cartas.

―¿Qué quieres? ―Ladró el guardia.

―Yo...‖ ah... es mi hermana, Sarie ―dijo Raisa con voz‖ quejumbrosa―.‖ Ella‖
consiguió ser capturada por la Guardia de la Reina ble... el otro día. En
Ragmarket, me dijeron que era aquí. Yo traigo algo de cena, eso es todo. Ella
sacudió la bolsa de la pasteleria. El guardia la agarro.

―Vamos a ver que traes ―dijo.

―Por favor, señor ―insistió‖Raisa―.‖Tenía la esperanza de que poder verla, ya


sabes. Ha pasado tres días enferma. Yo me preguntaba cómo iba. Ella ha estado
enferma últimamente, y tres en la cárcel no puede estar muy bien.

―No se admiten visitas. ― Él miró con recelo―.‖Debes‖saber‖leer.

Raisa lo cogió de la manga. Le golpeo la mano, agarro la empuñadura de su


espada.

―Mantente fuera

―Por favor. Tengo algo de dinero, señor ―dijo Raisa con‖voz‖trémula‖Raisa―.‖


No mucho, pero algunos, y<

El guardia se volvió hacia ella, con el interés en su rostro. ―Si tienes dinero,
vamos‖ a‖ ver,‖ entonces―.‖ Lo haré. Verá, señor. Sólo tal vez después... ―Raisa
comenzó. La mano del guardia serpenteaba hacia adelante. Le agarró el cuello
de la camisa y tiró de ella hacia él.

―No juegues conmigo, chica.

Él toco su espalda y la boca de Raisa se secó por el miedo, pero luego vino una
voz desde detrás de él.
―Vamos‖deja‖a‖la‖niña,‖Sloat.‖Déjame‖verla.

Sloat la soltó y se apartó. El hombre que había hablado estaba sentado en una
mesa junto al fuego, jugando a las cartas, con varias tazas vacías dispuestas
delante de él. Tenía una fina y cruel cara y ojos marrones, cabello lacio que le
llegaba hasta los hombros. Vestía el uniforme azul de la Guardia de la Reina.
Por las barras en el cuello, se dio cuenta que era un Sargento.

―Ven aquí, niña ―dijo‖el‖Sargento sonriendo de una manera que el estómago


de Raisa se revolvió. A regañadientes, ella cruzó la habitación y se puso delante
de él, manteniendo los ojos bajos. ¿Por qué sabía que esto no era una buena
idea?

―Eres la hermana pequeña de Sarie, ¿verdad? ―Ella asintió en silencio. Él la


agarró por la‖muñeca,‖gir{ndola‖con‖fuerza―.‖Contesta cuando te preguntan.

Raisa quedó sin aliento por el dolor, las lágrimas brotaron de sus ojos. ―Sí,
señor. Soy hermana de Sarie. ―Levantó la bolsa de la pasteleria con la otra
mano,‖como‖un‖escudo―.‖Traje su cena, señor.

―¿Sarie estaba con los Raggers? ―dijo el sargento. Ella levantó la vista
r{pidamente,‖luego‖la‖retiro―.‖¿Raggers,‖señor?‖¿Qué‖es‖eso?‖

El sargento se echó a reír. Le soltó la muñeca y bebió un trago de cerveza.


―¿Cómo te llamas? ―Rebeca, señor.

― ¿Cuántos años tienes?

Raisa pensó desesperadamente en una edad. Joven era lo mejor que ella
decidió. ―Trece años, señor ―dijo, encogiéndose los hombros, tratando de
pensar si parecía que tenia trece.

―Ah ―Él‖sonrió‖m{s―. ¿Te gustaría ver a tu hermana, entonces?

―Me gustaría, señor.―El sargento se levantó‖y‖la‖cogio‖por‖el‖brazo―.‖Vamos,


entonces.

Sloat comenzó a murmurar una protesta. ―Sargento Gillen, no visitantes.

―Cállate, Sloat ―dijo‖Gillen―.‖Vamos a hacer una excepción especial, en este


caso.
Le llevaron por un largo pasillo forrado con puertas de madera, con los pies
tocando el suelo sólo cada tres pasos. Y todo el camino, Raisa pensó en el brutal
sargento Gillen. El nombro a los Raggers. Amon le contó que golpeaba a la
gente en la calle.

―¿Qué he conseguido para mi?

Al final del pasillo había una puerta de metal, y más allá otra puerta de madera
que Gillen desbloqueado con una llave de metal de gran tamaño. Gillen la llevó
hasta allí, se detuvo el tiempo suficiente para encender una antorcha, y luego la
empujó por una escalera estrecha hacia el sótano.

Raisa se estremeció de miedo y frío. Hacía frío y estaba húmedo el sótano, ella
sabía que debían estar cerca del río, a causa de la peste. O tal vez era el hedor de
la muerte a su alrededor. Este era un mal lugar, donde las cosas se hicieron mal.
Las imágenes del desastre le circulaban a través de la cabeza. Se sintió presa del
pánico, claustrofobica, y sabía que tenía que salir.

―Sabe, señor, estoy pensando que tal vez sea mejor que vuelva mañana ―dijo,
volviéndose de nuevo hacia las escaleras.

―Vamos, señorita, ya casi estamos allí.

Gillen la tomó del cuello y tiró de ella hacia adelante con tanta fuerza que casi
cayó. Por instinto, sabía que cualquier reclamación repentina de la realeza no se
iba a tener en cuenta. En el improbable caso de que la creyera, no dudaría en
matarla y tirarla al río para impedir que llevara esta historia al Castillo de
Fellsmarch. Gillen tenía el corazón de un asesino en su azul real uniforme. Ella
había pensado en ello como una aventura, como algo que Hanalea haría. Había
pensado que entendería el juego, y ahora estaba equivocada. ¿Habría sentido
Hanalea miedo cuando se enfrentó al Rey Demonio? Raisa sentía mucho miedo
ahora. Estaba ante una reja de metal atornillada en la piedra con una cerradura
de metal en un lado. A medida que la luz de las antorchas iluminaron la puerta
de la celda, Raisa vio movimiento en la oscuridad, eran personas arrastrandose.
Era una niña y dos varones, quince o dieciséis años, tal vez, aunque era difícil
de decir. Estaban delgados y sucios, y habían sido golpeados con tal violencia
que apenas parecían humanos. No se acercaron a la reja, como era de esperar,
estaban en el rincón como si tuvieran la esperanza de escapar al ver a Gillen.

Raisa se puso furiosa al saber qué lo que le habia dicho Alister era verdad.
―Hola Sarie ―Canturreó‖Gillen,‖abriendo‖la‖puerta―.‖Te he traído un poco de
compañía.

―Vete ―dijo‖ una‖ voz‖ desde‖ la‖ oscuridad―.‖ No puedo decirte lo que no
sabemos. No hemos visto a Alister en meses.

―Vamos, no seas así ―dijo‖Gillen,‖con‖voz‖suave―.‖Alguien ha venido a verte.

―¿Quién iba a venir a verme? ―Exigió.

―Tengo aquí a Rebecca. Ella ha traído algo de cenar.

―¿Quién? ―Sarie salió de la sombra a la luz. Era alta para su edad, y tenía
amplias caderas y hombros. Ella no se parecía a Raisa.

―Ahora que tu hermanita está aquí, creo que vamos a llegar a un acuerdo
―dijo Gillen con una sonrisa escalofriante. Apretó‖ a‖Raisa―.‖ A lo mejor se te
afloja la lengua cuando la ponga en el potro. Sarie miró boquiabierta a Raisa, y
luego a Gillen.

―¿Quién diablos es?

En los cuentos, la Reina Hanalea luchó contra el poderoso Rey Demonio a


través de la fuerza del carácter y el poder del bien. En los campos del Clan, le
enseñaron de pequeña a superar a los poderosos a través de la fuerza de una
mente enfocada. Amon Byrne le había mostrado las técnicas de las peleas
callejeras a Raisa con la intención de desarmar a un oponente más grande y más
fuerte. Raisa era lo suficientemente inteligente como para saber que las
posibilidades de que alguien dominara a Mac Gillen eran casi nulas. Pero
cuando una persona no da cuartel<‖ si ella está luchando por su vida, podía
haber una diferencia. Cuando le pateo sus dodillas Mac Gillen, sabía que era
poco probable que lo venciera. Esperaba que fuera suficiente para distraerlo.
Cuando lo consiguió él gritó como un cerdo y se fue hacia abajo, llevándose las
manos a las rodillas, jurando.

―¡Lo entiendes!‖―grito Raisa imprudentemente,‖rodando‖a‖sus‖pies―.‖¡Vamos!


―Con la fuerza de la desesperación, los tres cogieron a Gillen, lo arrastró al
suelo, le dieron patadas y puñetazos por todo el cuerpo. Gillen era como un oso
enorme atacado por los coyotes mordiendo y gruñendo, pero haciendo muy
poco daño. Las manos de Gillen sujetaron la garganta de Raisa, y la apretaron,
deteniendole la respiración. Ella se retorcía y giraba, pero no pudo liberarse. La
sangre rugía en sus oídos, y sintió que casi se desvanecía.

Entonces alguien se estrelló contra ellos, y la presión sobre su garganta cesó.


Jadeo y Raisa cogió la antorcha caída y golpeo con la llama la cara de Gillen.
Gritó de dolor y rabia. De repente, parecía menos interesado en golpear hasta la
muerte y más interesado en llegar a la puerta. Raisa enganchó un pie alrededor
de su tobillo y lo tiró, Sarie levantó una olla de hierro pesada y le golpeo en la
cabeza.

Gillen finalmente se quedo quieto.


Capitulo 15
Extraño compañero de
cuarto
Traducido por GioEliVicRose
Corregido por Majo2340

A
mon Byrne no era el tipo de persona que esperaba que sucedieran las
cosas. Por lo general tomaba una decisión y seguía adelante. Pero esta
vez era diferente. Había tenido más dudas en los últimos dos días de los
que hubiera tenido en toda su vida antes de esa fecha.

No habían sido liberados de los estudios de Orador Jemson hasta la mañana


después del secuestro de Raisa.

Para entonces, el camino era frío. Amón había enviado a su lobo gris en
Ragmarket para buscar cualquier señal de Puños o Raíza, mientras que él fue
directo hasta su padre a confesar lo que había hecho.

Encontró a su padre en el desayuno, comiendo solo, como era su costumbre.


Una vez que las primeras palabras salieron de la boca de Amón, el capitán
Byrne dejó de comer, se sentó y escucho con cara de piedra, disparo una
pregunta aquí y otra allá.

Cuando Amon terminó, su padre tiro la servilleta sobre la mesa y envió una
ordenada busca, en su deber de funcionario de la sala de guarnición.

Amon extendió‖su‖espada‖a‖su‖padre.‖―Lo siento, señor ―dijo con frialdad―.‖


Por la presente‖le‖comunico‖mi‖renuncia<

―Consérvala ―gruño‖su‖padre―.‖Es‖probable‖que‖la‖necesites.

―¿Señor?‖―Amon balbuceó, confundido―.‖Pero...‖cuando‖la‖reina‖escuche...

―Es‖ testaruda,‖ la‖ Reina de los Lobos Grises ―dijo su padre―.‖ Nadie lo sabe
mejor que yo. La tarea más difícil que un guardia se enfrenta, es decir que no a
su soberano, cuando sabe que puede dar lugar a su propio despido, el
encarcelamiento‖ o‖ la‖ muerte.‖ ― Señaló a Amón con su mirada de halcón―.‖
Pero a veces tienes que decirlo. Tú deberías haberlo dicho a la princesa
heredera.

―Pero, ¿cómo podemos hacer eso, señor? ―Amon devolvió su espada a la


vaina―.‖Quiero decir, servir a la Reina, y así.

―Servimos‖ a‖ la‖ línea‖ de‖ reinas‖ ―dijo su padre―.‖ Servimos al trono. A veces
una persona hace una mala elección.

Amon‖miró‖a‖su‖padre.‖―Pero‖no‖es‖eso...‖no‖es‖eso...

―¿Traición‖a‖la‖Patria? ―Sonrió‖el‖capit{n‖Byrne―.‖Algunos podrían decir eso.


¿Quiénes somos, después de todo? ―Se‖ levantó,‖ se‖ acercó‖ a‖ la‖ chimenea,‖ y
empujó el fuego con un palo.

Arregló cuidadosamente los leños que se derrumbaron en una fuente de


chispas.

―Nosotros los Byrnes estamos aquí por un pacto hecho con Hanalea, el
primero de esta línea terca ―dijo su padre, mirando al fuego―.‖Es un negocio
difícil, sin duda, pero vamos a estar bien, siempre y cuando no perdamos de
vista el bien de la línea y el bien del reino.

―Pero... no todo el mundo en la Guardia está ahí por el bien del reino ―dijo
Amon, pensando en Mac Gillen.

Su padre asintió con la cabeza.‖―Hubo un tiempo, en el que el capitán escogía


cada hombre y mujer que entraba en la Guardia. Eso ya no existe. La política ha
entrado en juego. Yo no elegí a Mac Gillen, y he sido incapaz de despedirlo, por
mucho que lo he intentado.

¿Quién eligió Mac Gillen? Amon quería‖ preguntar.‖ Pero‖ no‖ lo‖ hizo.‖ ―¿Qué...
qué‖vamos‖a‖hacer,‖señor?‖―Preguntó.

Su padre siguió con la mirada en las llamas, con el rostro duro e ilegible.
―Vamos a arriesgarlo todo para proteger la línea.

―¿Qué‖quieres‖decir?

―La‖ Princesa heredera tendrá nombre un día de este verano, después de que
ella sea elegible para‖una‖alianza‖de‖matrimonio.‖―Se‖volvió‖y‖se‖apoyó en la
repisa de la chimenea, mirando como lo había visto su‖hijo―.‖Tal vez sea mejor
para la defensa de la Fells si la Princesa heredera se casa con un Príncipe del
sur. Pero son conservadores en los reinos del sur. Si se enteran de que nuestra
Princesa fue secuestrada durante la noche por un matón callejero, eso puede
afectar a sus perspectivas para un buen partido.

El estómago de Amon se apretó. Pensó en Puños Alister, el cuchillo en la


garganta de Raisa. Se encontraba realmente chisporroteando.

―Él‖no‖lo‖haría...‖si‖ la toco,‖si‖hay<‖―Dijo‖Amon

Su‖ padre‖ levantó‖ una‖ mano.‖ ―Los hechos son menos importantes que la
percepción cuando se trata de contratos de matrimonio.

Los hechos son importantes para mí, Amon pensó.‖ ―Ellos...‖ Ellos‖ no‖
nombrarán heredera a Mellony, ¿verdad? Si Rai... si la princesa heredera está
contaminada ―dijo, no muy seguro de quiénes era “ellos”.

Amon negó‖con‖la‖cabeza.‖―Ellos pueden tratar, pero no podemos permitir eso.


Mellony no es la heredera de sangre, siempre y cuando Raisa viva. El Naéming
no reconoce la política. Espero que Su Majestad no se vea afectada... ―Su‖voz‖se‖
apagó―.‖ Estamos‖ necesitando desesperadamente una Reina fuerte ―dijo en
voz baja, frotándose la frente como si le doliera.

―Da‖―dijo Amon, ansioso por volver a su tema―,‖cuando dices que había que
arriesgarlo todo para proteger la línea, ¿qué quieres decir con eso?

Su padre enderezó‖ la‖ espalda.‖ ―Aquí está. No vamos a anunciar que la


princesa ha desaparecido. Vamos a establecer la Guardia buscando una Rebecca
Morley, que era el nombre que dijiste que usó, ¿no es cierto? que se ajusta a la
descripción de la Princesa, tomada del Templo Southbridge por Puños Alister.
Rebecca, diremos, proviene de una familia rica, pero quería hacer buenas obras
para los pobres. Vamos a ofrecer una recompensa muy generosa para obtener
información.

Amón no‖estaba‖seguro‖de‖entender.‖―Pero... ¿vamos a decirle a la Reina de la


verdad?

Su padre lo miró‖fijamente‖a‖los‖ojos.‖―No

Amon no lo podía creer. Su padre, el alma de los derechos y la propiedad,


proponía un engaño masivo, que podría tener consecuencias nefastas si iba mal.
Sería visto como que el capitán de la Guardia que había arriesgado a la Princesa
heredera para proteger a su hijo. Podría ser su carrera.
―¡Da! No podemos hacer eso. Si usted es descubierto...

―Recuerda lo que dije. Estamos obligados a mantener la línea, sin importar el


costo. Si este Puños sabe quién es en realidad, pondrá a la princesa heredera en
un mayor riesgo. Podría tener miedo suficiente como para matarla en el acto.
Podía llevarla a través de la frontera y venderla a algún príncipe del sur. O
alinearse con los enemigos de los Lobos Grises.

―Si‖aún‖sigue‖viva‖―Amón se obligó a decir―.‖Han pasado horas y horas.

―Est{‖viva‖―dijo‖su‖padre―.‖Yo sabría si la línea se rompió. Y tú también, una


vez que eres verdaderamente llamado. ―Su padre le puso la mano sobre el
hombro, deteniendo sus preguntas―.‖Sé‖que‖la‖Reina se inscribió en la Guardia,
pero cualquier persona puede inscribirse, como he dicho. Esto es diferente.

Lo dejó así, pero Amón se alegró de las palabras de su padre. Se alegró de que
no hubiera insertado la expresión‖ ―Si‖ Raisa‖ sigue‖ viva―‖ en todas las
especulaciones.

―Pero... pero ¿cómo vamos a explicar‖ la‖ desaparición‖ de‖ Raisa?‖ ―Amon
persistió. Se sintió medio aliviado porque no tendría que enfrentarse a la Reina
de inmediato, medio convencido de que este régimen‖ no‖ iba‖ a‖ funcionar―.‖
Deben de haberlo pasado por alto por ahora. Ellos probablemente ya entraron
estado de pánico.

―Averill‖ Demonai‖ nos‖ ayudar{ ―dijo su padre―.‖ Dirá que Raisa volvió al
Campo Demonai... a un ritual prenaming. Muy secreto, muy sagrado. Lord
Bayar se pondrá furioso, pero podemos vivir con eso. ―Una sonrisa fantasma
se extendío por su rostro.

―¿Por‖qué‖Averill‖haría‖eso?‖Es‖su‖padre.‖Tiene‖que‖estar‖preocupado.

―Va a querer mantenerlo en secreto por las mismas razones que nosotros lo
hacemos, por el bien de su hija y el bien de la línea.

―¿Qué‖ quieres‖ que‖ haga? ―Amon pidió con humildad, sabiendo que no se
merecía ningún papel en esto, pero deseando desesperadamente uno.

―Peina Ragmarket y Southbridge. Vamos a usar todos tus contactos. Hablarás


de la recompensa hasta en las tabernas y posadas. Después de todo, tú conoces
las calles, y conoces a Raisa, y puedes identificar a Puños, y eso es importante
cuando la mayoría de los miembros de la Guardia nunca han visto a la princesa
en persona.

Durante los próximos dos días, Amon caminaba por las calles todo el día, sobre
todo en Ragmarket, ya que fue donde Ragger y Puños habían cruzado el puente
con Raisa inmediatamente después de la confrontación en el estudio. Arrojó
dinero en todas las tabernas, pero nunca bebió. Entrevistó a un sin número de
personas, preguntando por “Rebecca Morley” describiéndola en detalle,
mostrando un dibujo secreto de Raisa que su hermana, Lidia, había hecho para
él.

Amon se empujaba a sí mismo para no tener que pensar. Cuando lo hacía, la


culpa se apoderaba de él.

Era el responsable de que Puños hubiera escapado, en primer lugar, ese día que
lo habían acorralado en El Barril y La Corona. Y por el plan de Raisa de ir sola
al Templo Sotuhbridge, que la había puesto en el estudio de Jemson cuando
este irrumpió por la puerta.

Y, por último, su decisión de enfrentarse a Puños allí, en el templo, queriendose


cambiar en llugar de Raisa.

Por supuesto, existía la posibilidad de que a estas alturas Raisa ya le hubiera


dicho al señor de las calles quién era. Amon podía imaginar la conversación,
pero no podía imaginar lo que sucedería a continuación, excepto en algunas
pesadillas. Así que hizo lo posible por no dormir.

En consecuencia, era inferior su estado de alerta en los días después de la


desaparición de Raisa mientras caminaba por las calles estrechas y callejones de
Ragmarket, pero no podía resignarse a la atención.

Había quedado con los Wolfpack en el puente al mediodía para ver si alguien
tenía noticias. Él no era optimista, se acercaba al río, caminando por una
callejuela estrecha, cuando alguien detrás, de él lo llamo.

―Cabo‖Byrne.

Se dio la vuelta. Era Puños Alister, en un patio lateral, en el lado equivocado de


una reja de hierro forjado. Una media docena de otros Raggers estaba en un
grupo detrás de él. No Raisa.
Amon se abalanzó hacia Puños y se enfrentó a la reja, que era demasiado fina
para deslizar aunque sea la mano a través de ella. Sin embargo, Puños saltó un
paso atrás, como si pensara que Amón de alguna manera podría tocarlo.

―¿Dónde‖ est{‖ ella?‖ ―Amon exigió, en busca de alguna manera de pasar por
encima o alrededor de la reja―.‖¿Qué has hecho con ella? Si tú la has tocado, te
lo‖juro‖que‖voy<

―¿A‖Rebecca,‖quieres‖decir? ―Puños frunció el ceño confundido.

―Así‖ es.‖ Rebecca. ―La‖ mente‖ de‖ Amon tropezó a una conclusión. Así que el
señor de la calle todavía no sabía la verdadera‖identidad‖de‖Raisa―.‖ Por quién
más iba a estar buscándote, asesino, ladrón...

―Ella está en la Caseta‖de‖vigilancia‖de‖Southbridge‖―, dijo Puños, ladeando la


cabeza hacia la derecha, hacia el río.

―¿Southbridge?‖ ―Amon luchaba por controlar su voz―.‖ ¿Qué está haciendo


ahí?

―No sé exactamente lo que está haciendo allí ―Puños manoseo la plata con sus
muñecas―.‖ Pero ella se fue allí ayer y no ha salido. Algo pasa. Tenía la
esperanza de que tú pudieras, ya sabes, visitarla. Asegurarte de que está bien.

Amon se había perdido. Había algo crucial que el señor de la calle no le estaba
diciendo.‖―¿Por‖qué‖no‖iba‖a‖estar‖bien?‖―¿Y‖por‖qué‖no‖había‖oído‖Amon que
había sido encontrada?

Puños se‖encogió‖de‖hombros.‖―Mac Gillen está ahí, por ejemplo.

Mac Gillen era un bruto en las calles, pero ¿qué tenía eso que ver con Raisa?
―¿Cómo‖llego ella‖ahí?‖―Amon pidió, eligiendo cuidadosamente sus palabras,
tratando de resistir el impulso de vencer la puerta de metal entre ellos―. ¿La
Guardia la encontró, o escapo de ti, o...?

―Bueno, creo que fue a rescatar a algunos Raggers de los pozos ―dijo
puños―. Ella no fue del todo específica.

―Ella fue a rescatar<‖ ¿por‖ qué‖ iba‖ a‖ hacer‖ eso? ―Amon se agarró de los
herrajes, estudiando el rostro del señor de la calle. ¿Estaba mintiendo? Y si es
así, ¿cuál era el propósito?
―Supongo que es una especie de tomar con nosotros ―dijo Puños―.‖ Usted
sabe, el glamour de la vida de las pandillas y todo. Cómo ser golpeado cada dos
días, detenidos por delitos que no cometieron, largas noches en la cárcel,
durmiendo en el frío y la humedad. Es... seductor. ―Levantó una ceja.

Amon no podía dejar de pensar que Puños había elegido esa palabra a
propósito. Sin embargo, a pesar de su tono sarcástico, el rostro de este, estaba
pálido y ansioso con la suciedad y golpes, y casi temblaba con la tensión.

¿Estaba preocupado por Raisa? No. A él no le estaba permitido.

―¿Por qué debería confiar en ti? ¿Por qué debo creerte? ―Preguntó Amon.

Puños escupió‖ en‖ el‖ suelo.‖ ―Muy bien, entonces. Si es demasiado arriesgado
para que puedas entrar en tu propio cuerpo de seguridad y encontrar a tu
propia nena, iré yo mismo. Sólo pensé que podrías tener una mejor recepción.
―Su rostro se había vuelto serio, sus ojos azules brillantes de ira.

Amon vaciló, no queriendo perder a Puños ahora que lo tenía en su mira.


Incluso si él estaba tentadoramente fuera de su alcance.

―Mira‖―dijo Puños,‖frot{ndose‖la‖barbilla―.‖Lo siento, tome a tu nena. Yo no


quiero que ella salga lastimada. Y cuanto más tiempo esperes, es más probable
que suceda. No sé qué más puedo decir.

―Espera‖aquí‖―dijo Amon―.‖No‖te‖muevas. ―Como si hubiera algo de poder


para hacer cumplir su orden.

―Muy‖ bien‖ ―dijo Puños, sonriendo oblicuamente―. Continua. Estaré


esperando aquí.

Amón se volvió y corrió hacia el puente, pero no había dado más que unos
pasos cuando escuchó su nombre otra vez.

―¡Amon!‖ ¡Cabo Byrne! ¿Dónde has estado? ¿No se supone que debemos
encontrarnos a medio día?

Se volvió y encontró a sus cadetes Lobos Grises agrupados alrededor del pilar
del puente.

En‖un‖impulso,‖dijo.‖―Ven conmigo a la caseta de vigilancia. He oído que hay


problemas.
Cortando al frente de la línea del puente. El guardia de turno saludó.

―¿Eres‖de‖los‖refuerzos?‖―Preguntó, mirando a los compañeros de Amón.

―Correcto‖―dijo Amon―.‖Los refuerzos. ¿Cuál parece ser el problema?

―No lo sé. Una especie de motín de prisioneros.

Amon tomó un ritmo de muerte a través del puente, que reducía las preguntas
del Wolfpack. La puerta de la caseta de vigilancia estaba entreabierta. Varios
guardias rodearon el exterior, armados con palos. Amon desaceleró su ritmo y
se acercó con cautela por el lado. Cuando se asomó por el marco de la puerta,
vio a un puñado de guardias agrupados al final del pasillo que conducía a las
celdas.

―¿Qué‖est{‖pasando?‖―Preguntó‖Amon, llevando a los demás en el interior.

―¿Dónde‖est{‖el‖Sargento‖Gillen?

―El‖ Cabo‖ Byrne,‖ gracias al Creador ―uno de los guardias dijo, muy feliz de
entregar‖la‖responsabilidad―.‖Los prisioneros tomaron el bloque de celdas ayer
en la mañana. Tienen barricadas en la puerta y tienen al Sargento Gillen y
algunos otros como rehenes.

Amon‖parpadeó‖ante‖ellos.‖―¿Cómo‖sucedió‖todo‖esto?

El hombre‖se‖encogió‖de‖hombros.‖―Esta joven vino en busca de su hermana,


dijo que se encontraba detenida en las celdas. El Sargento Gillen, llevo a la niña
a la fosa.

―¿Una niña? ¿A quién quería ver?

―Era uno de esos Raggers que el sargento Gillen estaba interrogando. Lo


siguiente que sé, es que todo el infierno se desató y los presos están exigiendo
una salida o cortan la garganta de Gillen.

Bueno, Amon pensó, eso sería una vergüenza, sacrificar el sargento Gillen por
el bien del reino.‖En‖voz‖alta‖dijo:‖―¿Quién es su portavoz?

―Esa chica y su hermana, supongo. No sabíamos qué hacer, así que estaba
esperando las ordenes del capitán.
―El‖Capitán Byrne me‖envió‖a<‖um<‖a‖investigar. ―Amon asomó la cabeza
al pasillo. Los prisioneros habían pegado antorchas a ambos lados de la puerta,
cegándolo así que él no podía ver más allá de ellos.

―¡Tú! ¡En las celdas! Este es el Cabo Byrne. Tengo que hablar contigo.

―¿Cabo‖Byrne?‖¿En‖serio?

Era la voz de Raisa, Amon casi se derrumbó. No tenía idea de lo que estaba
haciendo, pero ella estaba viva al menos, y fuera de las manos de Puños. Ahora
todo lo que tenía que hacer era sacarla de allí sin dar a conocer su identidad y el
aumento de un montón de preguntas que no querría contestar.

―Sí‖―dijo―.‖Ah‖‖¿quién‖eres? Parecía la pregunta más segura.

―Yo soy hermana de Sarie, Rebecca ―dijo ella, vacilando un poco sobre el
nombre.

―Yo‖ soy‖ el‖ oficial‖ al‖ mando ―dijo, sintiendo tonto cuando lo dijo―.‖ ¿Tregua‖
para una reunión?

Se escuchó una ráfaga de conversación, más como un argumento, y luego una


nueva‖ voz‖ dijo:‖ ―Tú vienes a nosotros. Sin armas. Las manos levantadas.
Intenta cualquier cosa y te ensarto como un cerdo.

―Yo‖no‖lo‖haría,‖señor‖―dijo alguien detrás de él―.‖Sólo lo van a tomar como


rehén también. Será mejor dejarlos morir de hambre, yo digo.

Amon desenvainó su espada y se la entregó‖ a‖ uno‖ de‖ los‖ guardias.‖ ―Yo‖ voy‖
―gritó―.‖Sin armas. En virtud de una tregua ―añadió, como un recordatorio.

Todo el tiempo preguntándose cómo iba a terminar. Se preguntaba lo que su


padre haría en esta situación.

Caminó lentamente por el pasillo, las manos en el aire. Cuando llegó a la


puerta, se detuvo. La‖ voz‖ {spera‖ de‖ una‖ niña‖ dijo:‖ ―Vamos‖ por‖ delante‖ ―y
pasó entre las antorchas, con hormigueo en la piel, esperando en cualquier
momento para sentir el pinchazo de una navaja.

Cuando entró en el bloque de celdas, Amon estaba casi abrumado por el hedor
de la orina y cuerpos sin lavar y el olor metálico de la sangre. Cuando sus ojos
se acostumbraron a la oscuridad, vio que estaba rodeado por cerca de dos
docenas de prisioneros de todas las edades, desde niños a un hombre
cadavérico, de edad de pelo enmarañado que miró las manos, murmurando
para sí mismo. Varios se desplomaron contra la pared, mirándose enfermos o
heridos.

Dos presos se adelantaron. Una de ellas era una chica más alta que llevaba un
uniforme de guardia de la guarnición. Su rostro lleno de hematomas, la nariz
demasiado estropeada, y se trataba sólo de las lesiones que podía ver. Junto a
ella estaba Raisa, llevando una espada corta y vestida con pantalones y camisa,
el pelo debajo de la tapa de un niño como página de algunos andantes
caballeros. Su cuello estaba manchado con moretones y había un corte irregular
en el pómulo. Ella lo miró, con sus ojos verdes,‖ y‖ su‖ dedo‖ a‖ los‖ labios.‖ ―Soy‖
Rebeca ―dijo, en caso‖de‖que‖él‖lo‖hubiera‖olvidado―.‖Esta‖es‖Sarie.

En ese momento Amon no sabía si abrazarla o estrangularla. Así que tomó un


camino‖ intermedio.‖ ―¿Dónde están el Sargento Gillen y los otros guardias?
―Preguntó.

―Ellos‖est{n‖a‖salvo‖en‖las‖jaulas‖―dijo‖la‖chica‖alta ―Sarie―, sonriendo con


aire de suficiencia―.‖Al igual que los animales que son.

―¿Qué‖es‖lo‖que‖quieres? ―Amon preguntó.

―Queremos estar a salvo de la cárcel, por una parte ―dijo Sarie―.‖Queremos


que la Guardia deje de tratar de hacernos confesar algo que no hicimos.

―Queremos‖ que‖ Gillen‖ sea‖ reasignado‖ ―dijo‖ Raisa―.‖ Envíalo a la frontera,


donde la gente lucha.

―M{tenlo‖―gritó alguien desde el fondo de la multitud―.‖Entonces no habrá


posibilidad de que regrese.

―Ah. ―Amon aclaró la garganta―.‖¿Puedo hablar con Rebeca un minuto? ¿En


privado?

Sarie miró de Amon‖a‖Raisa‖y‖sacudió‖la‖cabeza.‖―Si tienes algo que decir, lo


dices que para todos nosotros escuchemos.

La mente‖de‖Amon‖corría.‖―Muy bien. Puedo sacarte de aquí, pero vas a tener


que renunciar a tus armas, y yo voy sacarte bajo vigilancia.

Fuertes protesta estallaron por todas partes.


―¡Escúchame! ―Para una persona pequeña, Raisa tenía una voz de mando―.‖
Escucha ―repitió―.‖ Sé que tienes razones para odiar a los Chaquetas Azules.
Pero conozco al Cabo Byrne, y sé que él no iba a mentirte. ―Luego se volvió a
Amon‖y‖preguntó:‖―¿Por qué tenemos que renunciar a las armas?

Amon se inclinó y habló tan sólo para que Raisa pudiera oír, ignorando las
miradas‖sucias‖de‖los‖dem{s.‖―Debido a que no se puede mirar como si yo te
estoy poniendo en libertad ―dijo―.‖ El‖ Bayars‖ tiene ojos y oídos en todas
partes. Ellos no se preocupan por Southies muertos, pero sí parece que estoy
perdiendo los delincuentes en las calles, lo utilizará en contra de mi Da.

Sarie‖ se‖ abrió‖ paso‖ entre‖ ellos.‖ ―¿Quién‖ eres‖ tú? ―Le‖ preguntó a Raisa―.‖
¿Cómo es que tú y este Chaqueta Azul son tan amistosos? Dices que Puños te
envió, pero puede estar muerto por lo que sé. No lo he visto por un año.

Amon estaba‖ perdiendo‖ la‖ paciencia.‖ ―Si no quieres venir, está bien. Tú te
quedas aquí, pero Rebecca se viene conmigo. ―Hubo más quejas por todas
partes, y agregó―,‖Lo‖tomas‖o‖lo‖dejas.

Esto fue seguido por un clamor‖ de‖ ―¡Ponlo‖ en‖ la‖jaula‖ con‖ Gillen!‖ ―Y―.‖ ¡Lo‖
dejamos entonces!

Pero Sarie levantó la mano para pedir silencio, sus ojos se clavaron en el rostro
de‖Amon.‖―Muy‖bien‖―dijo―.‖Pero vamos a llevar nuestras armas.

Ella guardo su‖ daga‖ debajo‖ de‖ su‖ chaqueta.‖ ―Y la chica se queda junto a mí.
Intentar cualquier cosa, y ella será la primera en caer. ―Ella puso un brazo
alrededor de Raisa y la atrajo cerca, la otra mano apoyada en el arma.

El impulso de Amon era tomar a Raisa y arrastrarla con él, pero ella lo miró y
sacudió la cabeza, un movimiento tan ligero, que Sarie no lo percibió.

―Muy‖bien‖―dijo―.‖―Permíteme...‖dame‖un‖minuto.

Se metió por la puerta, entre las antorchas, y caminó hacia el frente,


dolorosamente consciente de que su espalda era un blanco tentador.

De vuelta en la sala de guardia, los demás lo acribillaron a preguntas, y tuvo


que levantar una mano para pedir silencio.

―Ellos quieren una‖audiencia‖ con‖el‖Capit{n‖―dijo Amon―.‖ Para decirle sus


quejas. Estuve de acuerdo. Así que lo vamos a llevar a cabo bajo vigilancia.
―Haciendo caso omiso de los murmullos de protesta, sorpresa y silencio,
recorrió la multitud y eligió a sus cadetes―.‖Mick, Hallie, Garret, Wode, Kiefer,
vengan conmigo.

―¿Quieres que los arrestemos tan pronto como usted este libre de las celdas?
―Preguntó‖uno‖de‖los‖Chaqueta‖Azul, acariciando su garrote.

―No ―Amon miró a su alrededor, recorriendo todos los ojos―.‖Nadie siquiera


toca su arma. Me refiero vamos a salir de aquí sin derramamiento de sangre.
Cualquier soldado que haga un movimiento en contra de ellos va a ser juzgado
por cargos.

Hubo otro murmullo de protesta, pero pensaban que debían seguir las órdenes
de Amon.

Hicieron una procesión muy extraña, como los refugiados de alguna guerra mal
planificada y aprovisionados. Veinticinco, más o menos presos cojeando,
arrastrando los pies, y contorneándose en el centro, vagamente rodeado de
cadetes en su mayoría sin barba como la de Amon. Se marcharon a través de la
sala de guardia y por la puerta, cruzando el patio, que se convertía en
SouthBridge. Los guardias miraban, perplejos, a través de la lluvia. Los
ciudadanos dejaron las calles delante de ellos, pero se asomaban por las
ventanas y luego por las puertas después de que habían pasado.

El latido del corazón de Amon como una carrera desaceleró un poco una vez
que había llegado al otro lado del río. Marcharon hacia abajo el Camino de las
Reinas hasta que se perdieron de vista de la caseta de vigilancia.

―Giren‖aquí‖―ordenó, desviándose en una calle lateral. Caminaron una forma


más lejos, haciendo otro giro, y Amon hizo que el desfile se detuviera.

―Muy‖bien‖―dijo―.‖ Ustedes son libres de irse. Eso sí, no vuelvan a la cárcel


otra vez, ¿de acuerdo? Eso sería difícil de explicar.

La mayoría de los presos se disolvieron rápidamente en las sombras y se


fueron.

Pero Sarie parpadeó y luego miró‖a‖su‖alrededor,‖sospechando.‖―¿Sólo de esa


manera? ¿Usted nos está liberando? ¿Por qué?

Debido a que su princesa heredera lo ordena, Amon pensó. Porque soy un tonto.
Porque todavía no he descubierto la manera de decir que no.
―Debido‖a‖que‖has‖sido‖maltratada‖―dijo Amon―.‖Debido a que algunos de
nosotros no creemos en golpear a una persona para sacarle una confesión.

―Un‖bonito‖discurso,‖Cabo. ―Y solo así, Puños estaba allí con el resto de los


Raggers. Los Lobos Grises se amontonaron, levantando las armas.

―No‖ se‖ preocupe‖ ―Puños dijo, sonriendo―.‖ Cat y yo solo vinimos a


encontrarlos y saludar. ―Él asintió con la cabeza hacia otro Ragger, un hombre
alto de las islas del sur con una mueca en su rostro.

―Vamos‖ ―dijo Cat, y todos los Raggers, incluidas las tres en manos de la
Guardia, se fueron por las calles circundantes. Todos los Raggers excepto
Puños.

Él vino y se puso delante Raisa, esbozando una‖pequeña‖reverencia.‖―Rebeca


―dijo―,‖bravo. Creo que eres un Ragger en el corazón.

―No‖ lo‖ es‖ ―dijo Amon, empujándose entre ellos―.‖ Si te refieres que es una
ladrona y una secuestradora, entonces sí.

―Amon ―dijo Raisa, poniéndole una mano sobre su brazo.

―Estoy‖pensando‖que la nena no parece feliz de verte ―dijo Puños, sacudiendo


tristemente la cabeza―.‖Pensé que estaría toda sobre ti con alegría, y ni siquiera
te ha dado un beso.

―Estoy pensando en que debes responder por secuestrarla ―dijo Amon―.‖


Quiero‖ saber‖ lo‖ que...‖ ―Tragó saliva―.‖ Quiero saber si le has hecho daño de
alguna manera.

―Estoy‖ bien‖ ―interrumpió Raisa, presionando los dedos en la carne de su


brazo―.‖Él nunca me ha tocado.

Amon la miró a la cara. Ella arqueó las cejas, indicándole que lo dejara.

―¿Qué pasa con la Southies muertos? ―Amón estaba en el no poder valerse


por sí mismo―.‖Convénceme que no estabas involucrado.

―¿Me va a poner en la celda, entonces, como los demás? ―Preguntó Puños, sin
dejar de sonreír, aunque el rostro parecía del tipo congelado―.‖ ¿Arrancarme
mis‖uñas?‖¿Aplastar‖mi<?‖
―¡Para! ―Raisa dijo bruscamente―.‖ Amon no es un torturador. Él fue el que
liberó a tus corredores de calle de la cárcel.‖Si‖no‖fuera‖por‖él,‖yo<

―No‖son‖mis‖corredores‖de‖calle‖―Puños interrumpió.

―Bien‖―ella dijo, mirándolo.

―Bien‖―dijo, rodando los ojos.

Amón estaba empezando‖ a‖ sentirse‖ un‖ poco‖ extraño.‖ ―Sabes que Gillen va a
venir‖por‖ti‖otra‖vez‖―dijo a Puños―.‖Sería‖mejor‖que‖te‖convirtieras

―¿Sería? Déjame pensar... No, gracias‖ ―dijo Puños―.‖ Voy a estar fuera,
entonces. Buena suerte con tu nena, amigo. Creo que lo necesitaras.

Y antes de decir algo más, había doblado la esquina y desapareció.

Llamas de ira y vergüenza, mareando con alivio, Amon silbo a sus guardias, y
se reunieron alrededor de él, nervioso como potros.

―En primer lugar,‖gran‖trabajo,‖todo‖el‖mundo‖―dijo Amon―.‖Todos ustedes


deben estar orgullosos de haber llevado a cabo esto sin derramamiento de
sangre. ―Los Wolfpack se codearon uno al otro y sonrieron―.‖ En segundo
lugar, nadie dice una palabra a nadie sobre lo que pasó aquí. No hagan
preguntas, por las que no puedan responder. Este es un asunto de la Reina. Es
mejor que exista el menor número de personas sabiendo sobre él.

Sus rostros se redujeron, y Amón sabía que las esperanzas de presumir en


taberna y rondas libres de bebidas se evaporaron.

―Ahora. Vamos a llevar‖a‖Rebecca‖de‖nuevo‖cerca‖del‖castillo‖―dijo Amon―.‖


Fall in.

Amon marchó con su pequeño ejército de vuelta a la Vía y se volvió hacia el


Castillo Fellsmarch. Los guardias caminaban unos pasos por delante y por
detrás, dándole a Raisa y a Amón un poco de espacio para poder hablar.

―¿Qué‖ est{‖ pasando?‖ ―Dijo‖ Raisa en voz baja―.‖ ¿Está mi madre furiosa o
preocupada, o ambas?

―Furiosa‖ ―dijo Amon―. La Reina está furiosa, y Lord Bayar está haciendo
todo tipo de amenazas. Pero no por las razones que supongo. Mi Da y Lord
Averill le dijeron que regresaste a Demonai por una semana para algún tipo de
ritual del Clan.

Raisa‖parpadeó.‖―¿Lo hicieron? ¿Por qué dijeron eso?

Amón‖se‖aclaró‖la‖garganta.‖―Mi Da está preocupado porque si sale la noticia


acerca de pasaste la noche con un señor de la calle, tus perspectivas para el
matrimonio podría... disminuir.

Ella lo miró fijamente. ―Soy‖ la‖ Princesa‖ heredera‖ de‖ sangre de los Fells
―declaró con los dientes apretados, los ojos de color verde oscuro como el
océano profundo―. Cualquier Príncipe o noble en todos los Siete Reinos debe
sentirse emocionado de casarse conmigo. Sin hacer preguntas.

Su voz era cada vez más fuerte y más fuerte, y Amón se llevó un dedo a los
labios.‖―Shhh. Estoy de acuerdo, y Da está de acuerdo, pero los príncipes del
sur son pasados de moda con...‖ las‖ ideas‖ sobre‖ las‖ mujeres‖ ―dijo―.‖ Ellos
piensan que las novias deben ser<‖ puras...‖ cuando‖ llegan‖ a‖ los<‖ cuerpos,‖
Raisa, sólo confía en mí, ¿de acuerdo?

Su rostro estaba en llamas. Él no debería estar teniendo esta conversación con la


Princesa heredera de la Fells. Era simplemente incorrecto.

―Y queremos mantener las opciones abiertas ya que pensamos, es decir, Da


piensa que podría ser más ventajoso para ti a casarsarte con el sur que casarse
con alguien en el reino.

―¿Y él piensa que esto porque...?

―Bueno. Debido a que es posible que necesitemos aliados cuando las guerras
de‖Ardenine‖hayan‖terminado‖―dijo Amon sin convicción. Y Lord Bayar parece
estar en contra de ello, añadió para sí mismo.

―Así que ahora el capitán de mi guardia y uno de sus oficiales están haciendo
planes‖ de‖ con‖ quién‖ me‖ debo‖ casar‖ ―dijo Raisa con esa voz tranquila que
significaba problemas―.‖ Y se aterrorizan por mi reputación como dos tías
viejas.

―De‖ todos‖ modos‖ ―dijo Amon a toda prisa, con la esperanza de llevar la
conversación‖a‖un‖cierre‖r{pido―,‖él pensó que era mejor si evitamos todo esto.

―¿Al mentir a su Reina?


―Bueno,‖ sí.‖ B{sicamente. ―Amon se aclaró la garganta, con sensación de
sangre en su rostro.

Ella se paseaba a lo largo, sus oscuras cejas‖ juntas.‖ ―Así que nadie sabe...
¿sobre el viaje al Southbridge, y el secuestro, ni nada?

―Cada persona sabe piezas. La Guardia de la Reina ha estado buscando a una


niña llamada Rebecca. Mi triple piensa que eres mi novia. ―Miró a Raisa―.‖
¿Qué sabe Puños?

Ella‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Él cree que yo soy tu novia también, supongo
―dijo con ironía.

Amon sintió‖una‖chispa‖de‖optimismo.‖―Así que tal vez esto funcionará ―dijo.


La miró, con ganas de pedir un resumen de todo lo que había sucedido desde
que se la llevo del templo.

Algo había pasado entre ellos, estaba seguro, y no le gustaba. Una noche con
Puños Alister, y Raisa se había convertido en una especie de fuera de la ley.
Entonces‖ dijo:‖ ―¿Estas... estás segura de que estás bien? ¿Puños... no te... te
hizo...?

―¿Yo?‖ Estoy‖ bien,‖ ―dijo distraídamente―.‖ Pero tenemos que hacer algo al
respecto de la Guardia. Están torturando a personas. ¿Ese hombre de edad que
salió con nosotros? Él había estado abajo en el foso por quince años. Mac Gillen
es un bruto desalmado.

―Así que entraste en el cuartel de Guardia, ¿para rescatarlos? ―Amón estaba


todavía tratando de entender.

―Fui a ver si lo que decía Puños era cierto. Me dijo que no se sometería a la
justicia de la Reina, porque no hay justicia. Y tenía razón.

―No todo el mundo es como Gillen, ―dijo Amon, sintiendo la necesidad de


defender la Guardia―.‖Y no puedes creer lo que dice Puños. Él es acusado de
asesinar a ocho personas.

―Pero es cierto. Lo que él dijo. Y no creo que llevó a cabo esos asesinatos.
Piensó que los Raggers lo hicieron. Y él no ha estado con los Raggers durante
un año.
Tal vez todo fue un acto para su beneficio, Amon pensó, pero no se atrevió a
decirlo‖en‖voz‖alta.‖―Si no es él, ¿entonces quién? ―Preguntó.

―No‖sé ―dijo‖irritada.‖―Tú‖eres‖el‖de‖la‖Guardia.

―No‖te‖olvides ―dijo―,‖él te envió para rescatar a sus amigos. ¿Cómo sería si


hubieras escapado de un señor de la calle sólo para ser asesinada por tu propia
guardia?

―No me escape. Él me dejó ir. Y él no me envió. Fui por mi cuenta.

―Pero no puedes correr riesgos de este tipo ―explotó Amón―.‖Las cosas son
lo suficientemente inestable como ya lo están. No podemos arriesgarnos a un
cambio de la sucesión.

―La sucesión, la sucesión de sangre. Bueno, si me preguntas, el linaje de Reinas


es como una cadena‖ alrededor‖ de‖ mi‖ cuello‖ ―murmuró Raisa―.‖ Yo‖ no‖ soy‖
buena para nadie, si este tipo de cosas se están haciendo en mi nombre. Espero
que me ayudes a impedirlo.

Con eso se acercó en silencio, con las manos como puños a los costados.
Capitulo 16
Demonios en las calles.
Traducido por Tanita20 y eli25 SOS
Corregido por Angeles Rangel

H
an no sabía si tener la esperanza de que su madre estuviera en casa o no.
Podría pasar mucho tiempo hasta que la viera de nuevo, pero él no se
creía capaz de hacer frente a más drama.

Arrugó la nariz mientras subía las escaleras, captando un olor de col


cocinándose, lo que siempre significaba tiempos difíciles.

Cuando abrió la puerta, Mamá y Mari levantaron la vista del libro que estaban
leyendo.

¿Un libro?

―¡Han! ―chilló Mari, enredándose con sus pies. Ella se precipitó por la
habitación sujetándose la pierna como las anguilas lampreando por los océanos
lejanos tal como él había leído en‖uno‖de‖los‖libros‖de‖Jemson―.‖¡Tengo un libro
todo para mí! Me lo entregó el Orador Jemson. El dijo que la princesa Raisa lo
había comprado para nosotros. Dijo que podía conservarlo.

―Eso es fantástico, Mari ―dijo Han, distraído, mirando por encima de la


cabeza rubia de Mari a Mamá, con la esperanza de obtener una pista. En la
expresión de su madre se mezclaban el alivio y la aprensión.

―Gracias‖ al‖ creador‖ ―dijo ella. Cruzó la habitación y tiró de él hacia sus
brazos, dándole torpes‖palmaditas‖en‖la‖espalda―.‖La guardia te está buscando
―dijo ella, alisándose el pelo. ―Han ido por todo Ragmarket preguntando por
ti. El sargento Gillen está hecho una furia. Dijeron que habías sacado a algunos
Raggers de la prisión.

¿Cómo es que siempre tenía él la culpa? ―No exactamente ―dijo, pensando


que mamá debió haber estado realmente preocupada para saltarse la
conferencia―.‖¿Han estado ellos aquí?
Ella negó con la cabeza. ―Pero no puedes quedarte aquí, ya lo sabes ―dijo―.‖
Él te capturará, tarde o temprano.

―Lo sé. Voy a volver a Campamento Pinos Marisa. Me quedaré allí hasta que
las cosas se calmen. ―Dudó―.‖ ¿Qué haces en casa? Pensé que estarías en el
trabajo.

―No estoy trabajando en el castillo cercano ya ―dijo mamá, liberándolo y


revolviendo‖el‖repollo‖en‖el‖fuego―.‖Pero es bueno, porque me hace más fácil el
llevar a Mari al colegio.

Ese había sido su trabajo. Para convencer a su hermana de la seguridad de la


atención de Jemson.

―¿Ya‖no‖trabajas‖para‖la‖Reina? ―Han separó a Mari gentilmente de su pierna


y la condujo hacia la chimenea, se sentó y la puso sobre su rodilla―.‖¿Por‖qué?‖
¿Qué pasó?

―Estropeé uno de los vestidos de la Reina. ―Mam{‖se‖encogió‖de‖hombros―.‖


Las pepitas de perla estaban hechas de pasta, ese fue el problema. De todas
maneras a ella no le gustaba. El castillo de Fellsmarch, quiero decir. La gente era
presumida. Al menos en Ragmarket te tratan como si fueras una persona.

―Pero, ¿de qué vas a vivir?― Dijo Han. ―Va a ser difícil para mí venir a la
ciudad, llevar para Lucius, o vender lo que recoja de la montaña.

―Saldremos adelante ―dijo‖mam{―.‖Siempre hay trapos y ropa. Y ahora están


regalando comida en el templo de Southbridge dos o tres veces a la semana. Es
parte de ese ministerio Briar Rose que la Princesa ha iniciado.

―¿La‖Princesa Raisa? ―repitió Han, sorprendido. ¿Estuvo en los barrios bajos


de‖Southbridge‖o‖qué?―.‖Huh. Me pregunto cuánto tiempo durará.

―Ella está haciendo un buen trabajo ―dijo‖mam{―.‖Todo el mundo dice que


es una bendición. Y ayudará hasta que pueda encontrar algo estable de nuevo.

Han pensó en la niña Rebeca Morley. Ella conocía a gente cercana al castillo. Tal
vez podría tirar de unas pocas cuerdas, ayudar a mamá a conseguir un puesto
de trabajo nuevo, o conseguir otro trabajo, igual de bueno.

O tal vez era sólo una excusa para verla de nuevo.


Pero no. No podía arriesgarse a revelar su conexión con mamá y Mari. Le
gustaba pensar en ellas como algo seguro, separando su vida de las pandillas,
escondido en el espacio encima del establo.

―Hanson ―dijo mamá, de la manera en que una persona tiene un discurso ya


preparado.

Han suspiró. Debería haber sabido que habría un discurso, dentro de poco.

―No te puedes esconder en las montañas todo el tiempo ―dijo‖ mam{―.‖ Y


parece que no puedes estar aquí sin meterte en problemas. Tienes dieciséis
años, y debes encontrar una vocación. Podrías ir a Ford Oden, entrar en la
escuela de guerreros, y convertirte en un oficial. Eso no necesita tener
conexiones, y hay muchas llamadas para los soldados en estos días, así que
ellos no hacen muchas preguntas.

¿Oficial? La mayoría de los soldados que conocía se encontraban en la Guardia,


y nunca le aceptarían. Además, no podía verse a sí mismo rompiendo cabezas
en la calle. Pero, ¿por qué no podría ser él un oficial en el ejército regular?
Tendría una armadura y una espada, y sus enemigos irían delante de él. No
miraría siempre por encima del hombro.

Sólo había una gran barrera en todo esto. ―Cuesta dinero ir a Ford Oden
―dijo―.‖Y nosotros no tenemos.

Y entonces tuvo una idea. Se arremangó, dejando al descubierto los puños de


plata. ―Podríamos vender estos ―dijo―.‖ Deberían darnos dinero suficiente
para vivir un año o más.

Mamá negó con la cabeza, mirandolo de los puños a los ojos, la cara pálida y
tensa. ―Creo que será mejor que dejes las cosas tal como estaban. No significa
que tengamos que separarnos. No por siempre.

Han miró a mamá. Hubo algo de conocimiento en sus ojos, y miedo también.

Quería agarrarla por los hombros y sacudirla. Quería gritarle, ¿Qué quieres de
mí? ¡Es eso o ladrones! No tengo nada más. Pero no pudo, no con Mari en la
sala.

―Le preguntaré a Willo sobre eso de nuevo ―dijo él, tirando de la manga a su
lugar―.‖Debe haber alguna manera.
Había una manera. Una buena forma, una buena marca con una pesada bolsa, y
mamá y Mari podrían establecerse por un tiempo. Unos pocos ingresos más y
podría tener el recurso para ir a Ford Oden.

Sacó esa idea de su mente.

Cogió la mochila de la esquina, metió los pantalones y las camisas de repuesto


en ella. Después de dudar un momento, sacó su pañuelo de cuello Ragger de
debajo del colchón. Pensó en el amuleto enterrado en el patio. Sus dedos le
picaban, deseosos de tocarlo de nuevo. Pero no. Estaba más seguro donde
estaba. Si algo le sucedía a él, descansaría ahí para siempre, fuera del alcance de
los Bayars. Eso le dio una pequeña satisfacción.

Mamá le dio una bolsa de tela. ―Aquí hay un poco de pan y lo que quedaba de
queso para el camino ―dijo‖ella―.‖Dale las gracias a Willo por su manutención
―dijo‖ mas‖ o‖ menos―.‖ Dile‖ a‖ ella<.‖ Dile‖ que‖ siento‖ no‖ poder‖ mantener‖ a‖ mi‖
propio hijo. ― Su labio inferior temblaba y tenía lágrimas en los ojos.

―Está bien, mamá ―dijo‖ Han―.‖ A Willo no le importa. Y es mi culpa que


tenga que irme.

Mari estaba llorando también, las lágrimas corrían por sus mejillas. ―No
puedes irte de nuevo ―dijo―.‖Acabas de regresar.

Han intentó una sonrisa y le alborotó el pelo. ―Voy a estar de vuelta antes de
que te des cuenta. Y espero que puedas leer para mí cuando vuelva.

―Soy capaz de leer para ti ahora ―dijo Mari, agarrando su libro y


extendiéndolo‖hacia‖él―.‖Quédate y te lo mostraré.

Él negó con la cabeza. ―Me tengo que ir.

Y no había más que decir, así que se fue.

A estas alturas ya era noche oscura, por lo que llevó su camino a través de las
callejuelas, estando alerta a las patrullas de la Guardia y a otras personas
curiosas. Una o dos veces le pareció ver movimiento en los espacios entre los
edificios, u oír suaves pisadas tras él. Pero cada vez que se daba la vuelta, no
había nadie allí.

Había empezado a llover, una llovizna fría y constante que absorbía la luz y
aumentaba su miseria. Dos cuadras después de su casa, se detuvo en Carnes de
Burnet. Atravesó la parte trasera de la carnicería, yendo a través de un largo
pasillo lleno de sangre y vísceras en los canales. Han mojó los pantalones de
repuesto, la camisa y el pañuelo que llevaba en el cuello de sangre.

Fue a un kilómetro al este del puente por el río, donde había menos tráfico.

Llegó a la orilla, arreglándo la ropa ensangrentada en la orilla del río,


terminando con su bufanda de las pandillas. Escribió ―PUÑOS PUDO
CRUZAR― en un borrón con un palo. Era crudo pero podría engañar a la
Guardia de todas maneras.

Las dos campanas de la torre del templo en Southbridge sonaban mientras


trotaba por el puente, pegado a la pared. Sobre la entrada del lado del templo,
colgaba un nuevo anuncio, proclamando, “EL MINISTERIO DE BRIAR ROSE”.
Y, en letras más pequeñas, “Por la gracia de Su Alteza, la Princesa Ana
Marianna Raisa”.

Huh, pensó Han. Parece que su culto estaba por todas partes.

Se mantuvo a la sombra del templo a lo largo de dos cuadras, pensando en


Jemson, en algún lugar dentro de sus muros, probablemente durmiendo.

―Lo‖ siento‖ Jemson‖ ―sururró‖ Han―.‖ Lo siento, te defraudé. No dejes que te


impidan creer en alguien más.

Las lágrimas asomaron a sus ojos, y él las arrojó lejos, sintiendo lástima de sí
mismo.

Las calles estaban desiertas, inusualmente tranquilas, con excepción de la


Guardia.

Eran demasiados. Dos veces se metió en un portal con el triple de guardias


pasando. Afortunadamente, son fuertes como luchadores de un bar, pero fáciles
de evitar. Así que siguió hacia el este, lejos del templo lo que significaba viajar a
través de las callejuelas de Southbridge. Acortaría por el camino que salía de
Vale y esperó que las patrullas fueran menos frecuentes por ese camino. Una o
dos veces le pareció oír pasos detrás de él, pero cuando se dio la vuelta, no
había nadie.

Estás nervioso como un ciervo caído, pensó él. Es bueno que dejes la ciudad.
Estaba justo cruzando un pequeño jardín adoquinado, cuando ellos se
materializaron de la oscuridad, tres figuras altas con capa que fueron a él desde
tres direcciones, pareciendo ir a la deriva silenciosamente sobre el pavimento.

―Sangre‖de‖Demonio‖―murmuró Han, retrocediendo, su boca seca y metálica


por el miedo.

Sus capuchas estaban puestas hacia delante,‖oscureciendo‖sus‖caras‖―si‖tenían


caras―, y llevaban guantes de cuero negro así que no había nada en ellos que
sugiriera siquiera que eran humanos. Parecían brillar a través de lluvia
brumosa, manchando la luz toda a su alrededor que hablaba de hechicería.

Él había oído hablar de cosas así, Demonios que caminaban por las calles,
buscando almas para la Ruptura cuando los negocios eran pobres.

―No vayas tan r{pido‖―dijo uno de ellos, su voz como sibilante como una la
de‖una‖serpiente―.‖Queremos hablar contigo. Estamos buscando a alguien.

―Yo... yo no puedo ayudarlos‖ ―dijo Han, su espalda estaba contra la pared.


―Yo... no sé donde están todos.

La risa del monstruo le heló los huesos. ―Creo que lo haces. Creo que puedes
ayudarnos. De hecho, vas a estar muy, muy ansioso de ayudarnos antes de que
pasemos.

―Si‖ nos‖ ayudas,‖ te‖ dejaremos‖ ir‖ ―dijo‖ el‖ Demonio‖ m{s‖ alto―.‖ Un chico tan
guapo. Sería una lástima si algo te ocurriera.

―¿Quiénes son? ―Preguntó Han, su voz chillona con miedo.

―Nosotros‖haremos‖las‖preguntas‖―dijo el demonio‖de‖la‖voz‖de‖serpiente―.‖
Estamos buscando a un chico llamado Shiv.

Y entonces Han lo supo. Los Sureños muertos. Estos eran los responsables. Él
pensó en los cuerpos quemados y mutilados, y su interior pareció licuarse.

―Nunca‖he‖oído‖hablar‖de‖él‖―dijo Han, escabulléndose a lo largo de la pared,


intentando escapar del círculo que ellos habían puesto a su alrededor; pero el
demonio más alto sacó su brazo, evitando más progreso.

―Oh,‖creo‖que‖sí‖lo‖has‖hecho‖―dijo‖él―.‖Y creo que lo dirás. Pero primero, te


llevaremos a algún lugar más privado.
Los tres demonios parecían tensos, mirando sobre sus hombros, como si
estuvieran preocupados por ser interrumpidos. Lo cual era extraño. ¿Por qué
los Demonios tendrían miedo de la Guardia?

El tercer Demonio buscó debajo de su capa, como si buscara a tientas un arma, y


Han supo que era ahora o nunca.

―¡Asesino! ¡Asesino sangriento en las calles! ―Gritó‖él―.‖¡Que alguien llame a


la Guardia de la Reina!

Los Demonios se estremecieron, y el que tenía la mano en el interior de su capa


la levantó y agarró el brazo de Han, pero chilló y le soltó rápidamente como si
se hubiera quemado, golpeando su mano contra su costado.

Han siguió gritando, y entonces oyó los golpes de pies y alguien gritando,
―¡Alto‖en‖el‖nombre‖de‖la‖Reina!

Los demonios dudaron durante dos largos segundos, los agujeros oscuros de
sus capuchas apuntaron hacia Han, luego, siseando, se fundieron en las calles
cercanas.

Era la segunda vez en menos de un mes que había estado feliz de ver a la
Guardia llegar. Lo cual decía algo sobre como iba su vida.

Sólo que ahora tenía que evitar ser atrapado él mismo. Se puso la empapada
gorra baja en su cabeza y señaló una dirección al azar, forzando a su voz en un
gemido lastimero. ―Se fueron por ese camino. Esas sangrientas ratas callejeras
se llevaron mi monedero y amenazaron con cortarme la garganta. Corran o
conseguirán huir. ―Han‖ razonó‖ que‖ sí‖ mencionaba‖ a‖ los‖ demonios,‖ los‖
Chaquetas Azules serían menos prometedores en el propósito.

La Guardia cargó en la dirección que él señaló. ―Hay una recompensa si


consigues traer de vuelta mi monedero! ―Dijo detrás de ellos, como buena
medida.

Han tropezó con las piernas temblorosas en una dirección completamente


diferente, realmente sin mirar a donde iba, enfocado solo en poner distancia
entre él y el lugar en el que se había encontrado con los Demonios.

Cuando corrió, notó que sus muñecas estaban calientes. Subió sus mangas y vio
que los puños de plata estaban brillando. ¿Qué era todo eso? ¿Los demonios le
habían hecho algo, le habían hecho algo a los puños? ¿Podían usar los puños
para rastrearle? Desesperadamente, intentó quitárselos de encima, lastimando
sus manos en el proceso, pero sin más suerte que la vez anterior.

Los pensamientos giraron a través de su mente. ¿Quiénes eran los Demonios y


por qué estaban buscando a Shiv? ¿Sus pecados habían sido tan grandes que la
Ruptura enviaba un equipo especial de sirvientes para reclamarle?

O ¿era algún tipo de guerra entre los Sureños en sí? ¿O entre los Sureños y otros
gamberros? Si era eso, él habría apostado dinero del lado de los Demonios.

Finalmente, el cansancio le hizo desacelerar su paso a solo caminar, y el latido


de su corazón comenzó a tranquilizarse. Por entonces él estaba rigurosamente
perdido. Miró hacia el cielo, pero sólo consiguió que lluvia cayera de lleno en su
cara para su problema. Olfateó el aire. El hedor del río parecía estar detrás de él,
así que debía pegarse a las paredes de la cuidad a lo largo si se dirigía al otro
camino.

Un repentino sonido de chaparrón detrás de él le hizo tirarse de las aceras. Un


cuerpo voló pasándole y golpeó el suelo fuertemente. Al principio Han pensó
que eran los demonios que venían otra vez. Pero no. Esa figura era mucho más
pequeña que los Demonios, solo un chico con un cuchillo en su mano. Han
liberó un largo suspiro de alivio, pero entonces se dio cuenta de que sus
problemas iban más allá. El otro chico se estaba levantando como un gato y se
movió hacia él, llevando por delante la cuchilla.

Esto no podía estar ocurriendo, pensó Han desanimadamente. Oh, vamos, se


sintió como diciendo. Estoy en mi límite.

El chico fue hacia delante, pasando debajo de la luz de la farola, y Han se


sorprendió. Era Shiv Connor, se veía demacrado y con los ojos vacíos, toda su
maniaca confianza evaporada.

―¿Qué quieres? ―Demandó‖Han―.‖No tengo nada robado de valor esta vez. A


menos que quieras cortarme las manos otra vez ―pensó él, pero no iba a
recordar eso.

―Cancélalos‖ ―susurró Shiv, mirando alrededor como si ellos pudieran estar


oyendo.

―¿Cancelarlos? ―Preguntó‖Han,‖perplejo―.‖No‖sé‖de‖qué estás hablando.


―Esas... esas cosas. ―Shiv se lamió los‖labios―.‖Tus‖Demonios. Cancélalos o te
rajaré. Te mataré, lo juro. No tengo nada que perder.

―¿Estás hablando de esos... esos monstruos? ―Preguntó Han, su mente se


aclaró―.‖No puedo cancelarles. Ni siquiera sé que son.

―¿Así que es coincidencia, verdad, que te golpeáramos en la calle, y justo


después, ellos vinieran a cazarme? ―Shiv intentó burlarse, pero bromear no era
fácil cuando estás tan asustado como Shiv parecía estarlo.

Han sacudió la cabeza. Era como si la mano del Creador estuviera señalándole
todo el tiempo. Eres él. Culpable.

―No‖sé‖quienes‖son‖―dijo‖Han,‖descendiendo‖su‖voz―.‖Yo solo huí de ellos, al


norte de aquí.

―¿Y saliste con vida? ―Shiv‖forzó‖una‖risa―.‖¿Les enfrentaste, verdad?

Han solo sacudió la cabeza sin palabras, manteniendo sus ojos en la cuchilla de
Shiv, y sosteniendo su mano en la suya.

―Puedo‖ matarte,‖ lo‖ sabes‖ ―dijo Shiv salvajemente, cortando el aire con su
cuchillo―.‖Soy mejor que tú con la cuchilla, uno a uno.

Han sabía que Shiv tenía razón, pero no lo iba a admitir. ―No quiero luchar
con nadie‖―dijo, y era la absoluta verdad.

―¿Por qué lo harías? Conseguiste Demonios para lucharan por ti. ―Shiv
balanceó su cabeza de un lado a otro, como si los monstruos de repente
hubieran‖ aparecido―.‖ Los Sureños, todos volvieron a mí, sabes. Déjame
salvarles. Hay ocho muertos ya, y ellos... ―Su voz se apagó y tragó fuerte, como
si hubiera dicho más de lo que quería.

Han consideró a su enemigo con más simpatía de lo que se había imaginado


posible. ―Quiz{s‖deberías‖irte―sugirió―.‖Esconderte en algún lugar hasta que
las cosas... se enfríen.

―Eso te gustaría, ¿verdad? ―Dijo bruscamente Shiv,‖a‖la‖defensiva‖otra‖vez―.‖


Todo Southbridge bajo tu liderazgo. ―Levantó sus marcadas manos,
extendiendo sus nudosos dedos,‖señalando‖sus‖alrededores―.‖Yo construí esto
―dijo―.‖Yo luché por esto. Es mi propiedad. Mía. No tengo ningún lugar más
al que ir. ―Su voz finalmente se rompió.
Han recordó el siseo como de una serpiente del demonio, y se estremeció.
―Hay algunas cosas contra‖las‖que‖no‖puedes‖luchar‖―dijo él suavemente.

Shiv le miró un momento, sus ojos se estrecharon. ―¿Qué pasa contigo? La


gente no deja de hablar sobre ti. Cuentan historias. Es todo lo que oigo. Puños
Alister esto, Puños Alister eso. Es como si fueras oro.

Han estaba mudo. ¿Oro? Él solo había falsificado su propia muerte y estaba
saliendo de la ciudad a hurtadillas con la Guardia en sus talones. No podía ni
siquiera mantener a su madre ni a su hermana pequeña.

Shiv recitó. ―Necesito saberlo. ¿Cómo lo hiciste? ¿Conjuraste a los demonios?


¿Vendiste tu alma a la Ruptura? ¿Hiciste algún tipo de... de trato?―

Shiv parecía desesperado por hacer un trato.

Han se estaba poniendo impaciente, ansioso por llevar este espantoso encuentro
a un final. ―Mira, no importa de cuantas maneras lo preguntes; no tengo ni
idea de lo que te está persiguiendo.

Shiv le miró desafiante durante un largo momento, luego su cuerpo se asentó,


casi encogiéndose en sí mismo. ―Está bien. Tú ganas. ―Tomó una profunda
respiración, luego cayó sobre sus rodillas en la corriente de la calle. Parecía muy
pequeño entre las sombras de los edificios. Agachando su cabeza, extendió su
cuchillo, la empuñadura primero, hacia Han.

―Yo, Shiv Connor, prometo fidelidad a Puños Alister como señor de las calles
de Southbridge y Ragmarket. Yo... prometo mi lealtad y mis cuchillas y armas
para su uso y colocarme bajo su protección. Prometo traer todo lo tomado a él y
aceptar mi parte ganada de sus manos cuando él vea la forma. Si rompo mi
promesa, déjame ser destrozado por... por... ―Aquí su voz titubeó.

Si era posible sentirse más miserable, Han lo hizo. ―No‖ puedo‖ protegerte‖
―dijo―.‖Lo siento. Mi consejo es que huyas.

Dejó a Shiv arrodillado en la lluvia.


Capitulo 17
Fiesta bélica
Traducido por: eli25
Corregido por: Xhessii

H
ubo un torrente de fiestas de nombres en los días de Junio, porque
muchos de los que compartían el año de nacimiento de Raisa preferían
evitar competir con las festividades de la princesa heredera en Julio.
Alguien, quizás, esperaba ajustar la seguridad antes de que las estacas se
levantaran en su entrada en el mercado del casamiento, mientras que los más
optimistas entre los chicos estarían diciendo: ¿Por qué no soy el consorte real?

Los regalos aún llegaban frecuentes y rápidos, y eso le dio a Raisa el fiero
placer de redirigirlos a su padre y, a través de él, a la escuela del Templo. No es
que fuera fácil. La Reina Marianna estaba más disgustada con su marido,
siguiendo el propósito de Raisa que se suponía que “visitaría” el Campamento
Demonai. Puso claro que Averill no era bienvenido a la corte en todas las
formas variantes disponibles a las Reinas.

Así que incluso aunque su padre estaba de vuelta en el Valle, Raisa no le vio
tanto como le hubiera gustado.

¿Sería su propia boda como esta… se preguntó Raisa… esta constante


adversidad, alianzas cambiantes, agendas escondidas, la perdida o ganancia
de tierras? Adoraba a ambos por sus fuerzas de sentimiento, pero no era fácil
estar en el medio.

Sí, Raisa se había sentido atrapada antes, se sentía sofocada ahora, la jaula de
expectaciones estaba cerrada fuertemente a su alrededor. Casi nunca estaba
sola, y siempre había espías, sirvientes, señores, y señoras listas para llevar los
chismes. La Reina Marianna quería estar segura de que su testaruda hija no
hacía más excursiones sin su autorización.
A menudo Amon caía en el papel de guía, llevando mensajes y comerciando
bienes a Averill. Raisa se preocupaba por eso, sabiendo que no debería
encontrarse con la Guardia de la Reina para ir a espaldas de la Reina.

Eso dejaba un pobre porcentaje para cuando tomara el trono por sí misma.

LaRreina incluso ordenaba que Magret durmiera en la habitación de Raisa, lo


cual hacía difícil que Raisa se pudiera reunir con Amon en los jardines. Era
capaz de salir unas pocas veces, cuando Magret bebía jerez para su dolor de
huesos y caía rápidamente dormida. Una vez, Raisa emergió del armario para
encontrar a Magret despierta y mirando debajo de la cama buscando su cargo
perdido. Raisa se inventó una historia sobre deambular dormida mientras
acariciaba sus nuevos zapatos de baile.

El único nombre del día de la fiesta que rivalizaba con la extravagancia de


Raisa sería el lanzado por Lord y Lady Bayar en honor a Micah y Fiona. La
fusión de magia y poder político, glamour, e insinuaciones de maldad no eran
para ser resistente. Los padres usaban cualquier influencia que tuvieran para
asegurarse de que sus hijos eran incluidos. Esos invitados estaban extasiados;
los no tan favorecidos estaban arruinados socialmente.

Lady Bayar hacia pública la palabra de que todos los invitados debían estar
ataviados en blanco y negro, en honor a sus asombrosos hijos. Las lágrimas
eran derramadas, los planes y los armarios destrozados, las casas estaban
indudablemente hipotecadas, y cada pedazo de ropa negra y blanca en el Valle
estaba agotado.

Los diseñadores y los sastres eran llamados desde todas partes del reino, y las
sedas‖y‖terciopelos‖pedidos‖desde‖la‖Corte‖de‖Tamron‖y‖We’enhaven,‖a‖pesar‖
del precio desorbitado causado por las guerras. Se susurraba que la tela de las
ropas de los Bayar venía de las Islas del Norte, y los hechiceros reparaban la
ropa.

―Y‖ si‖ llevo‖pantalones‖púrpura‖y‖verde‖―dijo‖Raisa,‖como‖si‖ se‖sometiera‖al‖


final‖a‖la‖prueba―.‖¿Crees‖que‖bloquear{n‖la‖puerta contra mí?

―Quieta‖ ―dijo‖ Magret,‖ los‖ dientes‖ apretados‖ alrededor‖ de‖ los‖ alfileres‖ en‖ su‖
boca. Estaba de pie en un lado, el diseñador en el otro, sujetando la plenitud
extra de sus caderas. Cuando terminaron, el vestido negro le sentaba como una
segunda piel, y Raisa se preguntó si sería capaz de retorcerse dentro y fuera de
eso.

En secreto, Raisa estaba agradecida con el mandato de la moda. Aprobar


colores para los chicos y las chicas en sus días del nombre era una sombra
girando de azúcar de azules, rosas, y verdes. El negro y el blanco eran
considerados demasiado sofisticados para ellos.

No había estado sola con Micah desde su discusión fuera de su habitación.


Habían estado en la mesa del comedor juntos, rodeados por los cortesanos,
intercambiando fríamente delicados comentarios sobre la comida y el tiempo.

Él había continuado haciéndole regalos, notas, y propuestas, pero nunca le


había respondido. A menudo sentía la presión de sus ojos a través de la repleta
sala.

Soportar una rencilla contra Micah se había vuelto tedioso. Había decidido que
era momento de perdonarle, en honor a su día del nombre. Su corazón latía
más rápido con el pensamiento de verle otra vez, de discutir con él en la
conversación y la posibilidad de robarle besos. La vida era mucho más
interesante con Micah Bayar en ella.

También estaba agradecida porque sería otra oportunidad para ver a Amon.
Aunque no había amor perdido entre Micah y Amon, los Bayar no se
atreverían a excluir a los cadetes.

Muchos de ellos eran los jóvenes hijos e hijas de la destacada nobleza. Las
fiestas del día del nombre eran una oportunidad para que ellos conectaran con
una fortuna a través de un matrimonio.

―Su‖alteza,‖casi‖es‖la‖hora‖―reclamó‖su‖doncella―.‖Y‖necesito‖atender‖su‖pelo.

Raisa retrocedió hacia un alto taburete y se sentó mientras su concella peinaba


su pelo en una cascada de tirabuzones en lo alto de su cabeza.

Raisa oyó una conmoción en el pasillo fuera de su dormitorio; entonces la


puerta voló abierta y la Reina entró, resplandeciente en satén blanco con una
faja negra, llevando un collar de perlas y negro ónice.

La Reina Marianna caminó alrededor de Raisa, inspeccionándola desde todos


los ángulos, con un pequeño frunce en su cara. Ella desaprobó al estropeado
anillo de Elena, el cual colgaba en la‖ cadena‖ sobre‖ el‖ corpiño‖ de‖ Raisa.‖ ―No‖
quieres llevar eso.

Raisa‖se‖encogió‖de‖hombros.‖―Bueno,‖pensaba‖que...

―¿Y‖ que‖ pasa‖ con‖ el‖ colgante‖ de‖ diamantes,‖ Su‖ Alteza?‖ ―dijo‖ Magret,‖
hurgando‖ a‖ través‖ del‖ joyero‖ de‖ Raisa―.‖ O‖ su‖ gargantilla‖ de‖ perlas,‖ sería‖
adorable.

―¿Qué‖ enviaron‖ los‖ Bayar‖ para‖ el‖ día‖ de‖ tu‖ nombre?‖ ―preguntó‖ la‖ Reina‖
Marianna―.‖Joyería,‖¿verdad?

―¡Aquí‖ est{n!‖ ―Saltó‖ Magret,‖ agarrando‖ la‖ caja‖ de‖ terciopelo.‖ La‖ abrió‖ y‖ la‖
giró hacia la Reina. Era el collar de serpiente con la esmeralda y el rubí.

―¡Perfecto!‖―dijo‖Marianna―.‖Puedes‖llevar‖esto‖en‖su‖honor.

―Bien‖ ―dijo‖ Raisa‖ insegura―.‖ Quiz{s‖ pueda‖ llevarlos‖ los‖ dos‖ juntos‖ ―Se‖
había acostumbrado al peso del anillo situado entre sus pechos. Le gustaba
tenerlo ahí.

―Tonterías‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ Marianna. Levantó la cadena sobre la cabeza de


Raisa y dejó el anillo de Elena sobre el vestidor, entonces rodeó el cuello de
Raisa con la gargantilla de esmeralda, cerrando el broche con fríos y secos
dedos.

―Te‖ ves‖ adorable,‖ querida‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ Marianna, besando su frente y
deslizando‖ su‖ brazo‖ alrededor‖ del‖ suyo―.‖ Ahora,‖ salgamos;‖ tu‖ padre‖ y‖
Mellony ya están esperando en el carruaje.

Había veces en que Raisa pensaba que todo estaría bien entre sus padres si sólo
su padre trabajara como un comerciante que no se alejaba tan a menudo del
Valle. Ellos se complementaban mutuamente, él con su fuerte y poderosa
constitución, piel morena, ojos marrones debajo de espesas y oscuras cejas y
pelo plateado, y ella son su fría reserva alta y sobria figura. Él siempre podía
hacerla reír, y las caricias de la Reina parecían alejarse cuando él estaba en casa.
Cuando él estaba en casa, parecía castigada. Cuando él se iba, era como uno de
los álamos temblones en las cuestas de Hanalea, balanceándose y temblando en
los vientos de la política.
Esta noche Averill llevaba togas del Clan, largos paneles negros y blancos de
seda basta girada, reemplazando sus habituales brillantes colores, y pesados
anillos de plata y ónice en sus manos.

El carruaje real estaba rodeado a todos lados por la Guardia de la Reina. Ni


Amon ni Edon montarían con ellos, pues eran invitados también.

Una larga línea de carruajes serpenteaba por laVieja Carretera, la cual guiaba a
la Dama Gris. Donde el camino se ampliaba, otros carruajes se echaban a un
lado para dejar pasar a Lobo Gris. El estado de los Bayar se situaba en las
faldas de la Dama Gris, nombrado por una Reina tan antigua que su nombre se
había perdido en la bruma del tiempo. Más allá de la montaña estaba la casa
del Consejo de los Magos, frunciendo hacia la ciudad. Desde aquí los magos
habían regido una vez el Valle.

El ruido de las pezuñas en los adoquines dijeron que habían llegado. Los
criados abrieron las dobles puertas del carruaje y situaron los escalones. Averill
emergió primero, luego se giró para ofrecer su brazo a la Reina.

La entrada delantera de la mansión de los Bayar estaba ardiendo con las


antorchas. Las luces de los magos pinchaban la oscuridad entre los caminos en
los jardines y se enredaban en los árboles, creando una tierra de hadas. Los
sirvientes en el Falcon Stooping de los Bayar se apiñaban en las entradas,
reuniendo abrazos y directos invitados.

Lord y Lady Bayar esperaban en el vestíbulo de entrada, resplandecientes en


blanco y negro. Raisa y su madre entraron juntas, como era el protocolo, con el
consorte y la Princesa Mellony viajando a pocas yardas detrás.

Lord‖Bayar‖barrió‖una‖profunda‖reverencia‖igual‖que‖su‖esposa.‖―Su‖Majestad‖
―dijo―.‖Y‖su‖Alteza.‖Este‖es‖un‖excelente‖honor.‖Micah‖y‖Fiona‖estar{n‖muy‖
complacidos por‖su‖llegada.‖Les‖encontraran‖en‖el‖salón‖de‖baile‖―Lord‖Bayar‖
asintió‖ cortésmente‖ hacia‖ Averill―.‖ Lord‖ Demonai,‖ bienvenido‖ ―dijo―.‖ Por‖
todo lo que oí, sus asuntos están prosperando.

Raisa se preguntó si eso sería una indagación a su padre de hombre de


negocios, pero si lo era, no había pruebas de eso en la cara del mago. En efecto,
Bayar‖ continuó:‖ ―Espero‖ que‖ podamos‖ hacer‖ algún‖ asunto‖ en‖ las‖ semanas‖
venideras. Enviaré a mi factor, ¿verdad?

―Sería‖un‖placer,‖Lord‖Bayar‖―murmuró‖Averill,‖inclinando‖su‖cabeza.
El salón de baile familiar había sido transformado de una sala de frío suelo de
mármol a un elegante espacio forrado con escasa iluminación, acogedores
retiros. Los sirvientes circulaban con fuentes de comida y bebidas, y la sala
estaba frente a hileras de pequeñas mesas encerradas en biombos blancos y
negros, y con centros de mesa con velas y lirios blancos y negros. Los
estandártes del Halcón en blanco y negro rodeaban todas las paredes.

―Esto...‖ esto‖ es‖ maravilloso‖ ―exclamó‖ Raisa,‖ encantada―.‖ Nunca‖ he visto


algo así.

La Reina Marianna inspeccionaba la escena, mordiendo su labio, sin dudar al


compararlo a sus propios planes para el día del nombre de Raisa.

Micah y Fiona estaban de pie al final de la sala, saludando una procesión de


invitados. Como normalmente, se complementaban mutuamente. Micah
llevaba un abrigo blanco que hacía juego estrechamente con su constitución
apoyada, pantalones negros, botas, y una bonita estola negra golpeando la
cresta del halcón. Su pelo negro colgaba brillando sobre sus hombros. Fiona
llevaba un vestido largo y negro que se deslizaba sobre sus caderas, guantes
negros y una estola blanca. Los diamantes y el platino brillaban alrededor de su
delgada garganta y muñecas.

Raisa no pudo evitar comparar su propia pequeña constitución con la elegante


talla de Fiona.
Cuando entraron en la sala, el heraldo anunció su llegada a otros invitados.

―Lady‖Amalie‖Heresford,‖Thanelee‖de‖Heresford,‖en‖Arden‖―entonó.

Lady Heresford era una chica regordeta de la edad de Raisa con el pelo rojo,
piel cremosa, y salpicada de pecas, vestida en un estilo sureño que la tapaba.
Con su plano vestido negro y el lazo negro en su pelo, podría haber sido una
doliente profesional que los ricos algunas veces contrataban para los funerales.

Ella mantuvo la cabeza bien alta, sus ojos hacia delante, como un viejo cuadro
de Hanalea caminando a través del campo de los Demonios.

El corazón de Raisa se salió. Parecía asustada hasta la muerte.

Siguiendo detrás de ella, sin anunciarse, había una mujer alta, gorda tapizada
en negro, y un hombre alto envuelto en una toga de sacerdote. Su cara estaba
girada, como si oliera algo malo. En los Fells, había un dicho, Agrio como un
sacerdote de los llanos. Bueno pensó Raisa, ése era justo el objetivo.

―Esto‖ no‖ es‖ normal‖ ―susurró‖ Averill‖ a‖ Raisa―.‖ Los‖ sureños‖ envían‖ a‖ sus‖
mujeres al norte con sólo un gobernador y un sacerdote para la protección. En
el sur, casar a un mago sería escandaloso. Pero eso muestra cuan desesperadas
están las cosas. El padre de Lady Heresford, Brighton Heresford, fue ejecutado
por Gerard Montaigne, uno de los aspirantes al trono de Arden. Ella es la
heredera del Castillo de Heresford, pero necesita casarse con alguien lo
suficientemente fuerte para ayudarla a manejarlo. Ella es una elección para la
persona adecuada.

Raisa asintió, agradecida a su padre por la información, pero pensando en que


debería ser su madre la que lo aprobara.

―Su Alteza Real Marina Tomlin, Princesa de Tamron ―dijo‖ el‖ heraldo―.‖ Su‖
Alteza Real, Liam Tomlin, Príncipe de Tamron.

―Ah‖―dijo‖su‖madre,‖asintiendo―.‖Tamron‖espera‖una‖alianza‖con‖los‖Fells,‖
como algo de protección contra Arden. Comenzaran las negociaciones con los
Bayar, pero nada será asentado hasta después de tu día del nombre. Podrían
combinar a Liam contigo, o a Marina con Micah Bayar. A falta de eso, Liam
podría casarse con Fiona, y Marina haría un equipo en el sur.

Raisa inspeccionó a los Tomlin con interés. Eran altos, piel curtida, y elegantes,
finos huesos como caballos corriendo. Liam Tomlin tenía el pelo moreno
rizado, una fuerte nariz, y una brillante sonrisa. Llevaba mucha plata con sus
artículos en blanco y negro.

En su camino, los Tomlin estaban tan pegados como los gemelos Bayar.

Ahora era su‖ turno.‖ El‖ heraldo‖ les‖ precedió‖ para‖ anunciarles:‖ ―La‖ Reina‖
Marianna‖ Ana’Lissa‖ de‖ los‖ Fells,‖ y‖ su‖ hija,‖ Raisa‖ Ana’Marianna,‖ la‖ Princesa‖
heredera.

A cada lado, los cortesanos hicieron reverencias y las cortesanas, como un


campo de hierba blanca y negra cayendo por una cuchilla afilada.

Raisa y su madre caminaron hacia delante, sus faldas silbaban sobre el suelo de
mármol. Detrás pudo oír a su padre y a Mellony ser anunciados. Delante,
Micah y Fiona se arrodillaron lado a lado en un nimbo de luz, como un dios y
una diosa viniendo a la tierra.

Al final alcanzaron la parte delantera de la sala de baile.

―Podéis‖ levantaros‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ Marianna,‖ y‖ hubo‖ un‖ silbido‖ de‖ seda‖ y‖
satén a su alrededor.

Micah se puso con gracia de pie. La Reina Marianna extendió su mano, y él


descendió su cabeza para besarla.

Se giró hacia Raisa; sus ojos persistieron durante un largo momento en su cara,
luego viajó hacia abajo, pausando otra vez en la parte superior de su corpiño
hasta que su cara empezó a calentarse con la vergüenza.

―Ah‖―dijo‖él―.‖Finalmente‖lo‖llevas,‖Raisa.‖Tenía‖miedo‖de‖que‖no‖te‖gustara.

―Por‖ supuesto‖ que‖ me‖ gusta‖ ―dijo‖ ella,‖ toqueteando‖ el‖ collar―.‖ Es‖
maravilloso. ¿Es una reliquia familiar?

―Sí‖ ―dijo‖ él,‖ aún‖ mir{ndola‖ con‖ semejante‖ intensidad‖ que‖ ella‖ empezó‖ a
ponerse un poco nerviosa. Micah siempre estaba delante, pero esta noche él
derramaba su habitual borde burlón. Ella tiró de su mano. Él la presionó en sus
labios, aún mirándola a los ojos. Su beso ardió contra su piel, y ella se sintió un
poco‖mareada―.‖¿Finalmente estoy perdonado, Raisa?

―Sí‖―susurró‖ella,‖con‖sus‖mejillas‖ardiendo―.‖Est{s‖perdonado.

―¿Sería‖ impertinente‖ de‖ mi‖ parte‖ reclamar‖ cada‖ baile?‖ ―preguntó‖ él,‖ aún‖
manteniendo el agarre de sus dedos.

Ella‖ retiró‖ su‖ mano‖ reluctantemente.‖ ―Eres‖ el‖ invitado‖ de‖ honor‖ ―dijo―.‖ Y‖
sabes que tienes un trabajo que hacer. Ganarte los corazones de todas las
jóvenes es la parte fácil. Necesitarás bailar con todas las señoras mayores, y las
tías y abuelitas y madres. Quizás incluso algunos de los padres, ahora que estás
en el mercado del matrimonio.

Él‖ rió.‖ ―Guarde‖ algunos‖ bailes‖ para‖ mí,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo‖ él―.‖ Necesitaré‖
rechazar‖a‖tías‖y‖abuelitas‖―Él‖aguantó‖su‖mirada‖durante‖un‖largo‖momento,‖
luego se giró para saludar a Mellony y a su padre.

Bailó con Miphis Mander y el mago Wil Mathis, quien pasaba todo el tiempo
mirando sobre su hombro hacia Fiona. Mick Bricker y Garret Fry, cadetes del
Fuerte Oden, tenían pequeñas y charlas torpes y la remolcaban alrededor del
suelo como si fuera frágil. Entonces con su padre, quien era tan diestro en los
bailes de la corte como lo era en los muchos pasos desafiantes de Clan.

En todo el tiempo, era consciente de la presencia de Micah, llamando su


atención como una lámpara en una sala oscura. Siempre que le miraba, parecía
que él la estaba mirando.

Kip Klemath la pidió un baile. Y entonces Keith. Luego Kip otra vez. Los
hermanos aparentemente querían pasársela una y otra vez como una pelota
pateada‖vestida‖de‖satén,‖pero‖detr{s‖de‖ella‖alguien‖dijo:‖―Su‖Alteza,‖¿podría‖
tener el siguiente‖ baile?‖ ―Mientras‖ Kip‖ y‖ Keith‖ estaban‖ discutiendo‖ sobre‖
quien era el siguiente.

Ella se giró, y allí estaba Amon Byrne, alto y de hombros anchos vestido de
azul que le sentaba perfectamente.

Le‖ sonrió‖ y‖ dijo:‖ ―Absolutamente‖ ―Y‖ la‖ alejó‖ cuando‖ una‖ tormenta de
protestas de los hermanos Klemath estalló detrás de ellos.

―¿En‖ donde‖ has‖ estado?‖ ―preguntó‖ ella―.‖ Estaba‖ empezando‖ a‖ pensar‖ que‖
no vendrías.

―Me‖he‖retrasado‖―dijo‖él―.‖Había...‖algunos‖asuntos‖de‖los‖que‖me‖tenía‖que‖
encargar‖ en‖Ragmarket‖ ―Él‖ tomó una respiración, como si fuera a decir algo
más, pero entonces pareció pensarlo mejor.

―¿En‖dónde‖has‖aprendido‖a‖bailar?‖―preguntó‖cuando‖rodearon‖el‖suelo‖de‖
baile―.‖No‖recuerdo‖que‖supieras‖como.

―He aprendido unas pocas cosas en los últimos tres años‖―dijo‖Amon.

Si pensaba que él iba a dar detalles de eso, se decepcionó. Rodearon el suelo


otra vez en silencio. Él había mirado a sus ojos, luego evitó su mirada como si
tuviera miedo de que se alejara otra vez.

Amon nunca había sabido de sus insinuantes bromas, pero en esa tarde él casi
no tenía nada que decir.

Lo‖ intentó‖ nuevamente.‖ ―¿No‖ dijiste‖ que‖ no‖ tenías‖ tiempo‖ para‖ bailar‖ en‖ el‖
Fuerte‖Oden?‖―dijo.

―Dije‖que‖no‖tenía‖tiempo‖para‖novias‖―dijo‖él.
Raisa estaba sorprendida de que él recordara su conversación con semejante
detalle.

―Entonces‖ ¿dónde‖ aprendiste‖ a‖ bailar?‖ ―preguntó‖ Raisa,‖ sintiendo‖ como‖


estaba curioseando cada palabra fuera de él, como mejillones fuera de sus
conchas.

―La Corte de Tamron no está lejos del Fuerte Oden. Íbamos allí si teníamos el
día libre.

La Corte de Tamron, la capital de Tamron, tenía la reputación de ser una


ciudad perversa, el lugar para ir a por extravagantes mujeres, juegos ilícitos y
entretenimiento.

―Oh,‖¿de‖verdad,‖Cabo‖Byrne?‖―Raisa‖levantó‖sus‖cejas―.‖¿Y‖qué‖hizo?

―Bueno,‖ bailar‖ ―dijo‖ él,‖ como‖ si‖ fuera‖ obvio―.‖ Y‖ jugar‖ a‖ las‖ cartas.‖ Soy‖ un‖
jugador‖de‖cartas‖justo‖―dijo‖casi‖a‖la‖defensiva.

―Bien‖―dijo‖ella―,‖por‖supuesto.‖Eres‖un‖soldado‖―intentó‖imaginar‖a‖Amon‖
de juerga en una taberna, y falló.

Él no respondió, parecía perdido en sus pensamientos, así que ella cambió de


tema.‖―¿Cómo‖van‖las‖cosas‖en‖Southbridge?‖¿Averiguaron‖quién‖mató‖a‖esos‖
Sureños?

Él se estremeció como si le hubiera golpeado de alguna manera.


―Actualmente,‖tengo‖algunas‖noticias‖―dijo‖él,‖evitando sus ojos.

―¿Noticias? ¿Qué tipo de noticias?

Amon miró por encima como si le preocupara que pudieran ser oídos. La
canción terminó, así que él la llegó a un lado, fuera de la pista de baile, y a una
de las mesas más privadas. Un sirviente ofreció una bandeja. Amon tomó dos
vasos y le entregó uno.

Raisa‖cayó‖en‖una‖silla,‖un‖poco‖aliviada‖por‖no‖estar‖de‖pie.‖―¿Necesito‖una‖
bebida‖ para‖ oír‖ estas‖ noticias?‖ ―preguntó‖ irónicamente,‖ tomando‖ un‖
precavido sorbo de vino, consciente de que no tenían nada para comer.

―Bueno, primero de todo, mi padre intentó despedir a Gillen otra vez, y no


consiguió‖nada‖―Hizo‖una‖mueca―.‖Debe‖tener‖poderosos‖amigos.
Raisa‖dejó‖su‖vaso‖sobre‖la‖mesa,‖derramando‖su‖vino‖sobre‖su‖muñeca.‖―No‖
m{s‖poderosos‖que‖yo‖―dijo‖ella―.‖Eso‖ es. Iré a mi madre. Esto no se puede
quedar así.

Amon alcanzó su mano, luego apresuradamente la retiró, mirando por encima


otra‖ vez.‖ ―Por‖ favor,‖ Raisa,‖ no‖ puedes‖ decirle‖ a‖ la‖ Reina‖ todo‖ lo‖ de‖
Southbridge.‖ Confía‖ en‖ mí.‖ No‖ puedes‖ ―bebió‖ de‖ su‖ vaso‖ y‖ lo‖ dejó―.‖ No‖ te‖
preocupes. Nosotros los Byrne no nos damos por vencidos. Le conseguiremos
antes o después.

Eso era insatisfactorio. ¿Qué era lo bueno de ser la heredera del trono si no
tenían poder real? Raisa levantó la mirada, y Amon aún la estaba observando
con esa peculiar expresión en su cara. Cautela. Casi culpa.

―¿Qué?‖―Preguntó‖irritada.

―Ese‖señor‖de‖la‖calle.‖Puños‖―dijo‖él.‖Se‖aclaró‖la‖garganta.

Las imágenes volvieron a ella: Puños sentado con las piernas cruzadas en el
sucio suelo de la bodega de su escondite, ofreciéndola sus duras galletas para
comer. Puños vestido con pantalones y chaqueta de gamuza, con su cuchillo en
su mano.

Había pensado en él a menudo, desde su aventura en Southbridge. Había


esperado que él se las hubiera arreglado para evitar a la Guardia. Incluso deseó
poder verle otra vez.

―¿Qué pasa con él?

―Está muerto. Asesinado en Ragmarket.

―¿Qué?‖ ―Habló‖ m{s‖ alto‖ de‖ lo‖ que‖ había‖ deseado,‖ y‖ él‖ se‖ estremeció,‖
acall{ndola―.‖ ¿Cu{ndo?‖ ¿Cu{ndo‖ ocurrió‖ esto?‖ ―demandó,‖ su‖ interior‖
canalizándose en sus pies.

―Probablemente fue la noche pasada. Encontraron sus cosas esta mañana en la


orilla.

Ella‖ se‖ sintió‖ emboscada.‖ Traicionada.‖ No‖ era‖ posible.‖ ―Sus...‖ cosas.‖ ¿No‖
encontraron un cuerpo?

Él‖sacudió‖su‖cabeza.‖―Sólo‖su‖ropa,‖y‖la‖bufanda Ragger. Quien fuera debió


haberle tirado al río.
―Entonces,‖¿cómo sabes que eran su ropa?

―Arañaron‖su‖nombre‖en‖el‖barro‖―dijo‖Amon―.‖Un‖aviso‖de‖algún‖tipo.

Puños Alister estaba muerto. Raisa recordó la última vez que le había visto, en
la esquina de una calle en Ragmarket, su sardónica reverencia de despedida.

Creo que eres un Ragger de corazón había dicho él.

No era cierto. Había sido un espíritu libre, y Raisa era la prisionera de todos.
¿Era la muerte el precio de la libertad?

―No sabes si realmente est{‖muerto,‖entonces‖―dijo‖testarudamente―.‖Si‖no‖


había ningún cuerpo.

―Había...‖ había‖ sangre‖ por‖ todas‖ partes‖ ―dijo‖ Amon,‖ mirando‖ alrededor,‖
pareció‖ darse‖ cuenta‖ de‖ que‖ este‖ podría‖ no‖ ser‖ el‖ lugar‖ ni‖ el‖ momento―.‖ Lo‖
siento, Raisa, creo que no debería haber dicho nada, pero... son buenas noticias,
quiz{s‖ ahora‖ las‖ muertes‖ parar{n‖ ―dijo―.‖ Ves,‖ esta‖ misma‖ noche‖ ellos‖
encontraron otro cuerpo. Un chico llamado Shiv Connor, que era el señor de las
calles de los Sureños. Había sido torturado y asesinado, como el resto. Creemos
que Puños acabó su venganza con eso.

―O quizás no tenía nada que ver. Quizás las mismas personas que mataron a
ese‖ Shiv‖ mataron‖ a‖ Puños.‖ Si‖ es‖ que‖ él‖ est{‖ muerto‖ ―Levantó‖ la‖ mirada,‖ la‖
esperanza‖ardiendo―.‖Él‖es‖astuto.‖¿Y‖si‖solo‖quería‖hacernos pensar que está
muerto? ¡La Guardia le estaría cazando siempre! Quizás solo ha decidido
desaparecer un tiempo.

Amon no respondió, pero él tenía una expresión de lástima que la enfureció.

―¡Bien!‖ ―dijo‖ ella,‖ parpadeando‖ para‖ alejar‖ las‖ l{grimas‖ que‖ ardían en sus
ojos―.‖Tú‖ganas.‖Est{‖muerto.‖¿Feliz?

Amon‖pareció‖como‖si‖le‖estuviera‖golpeando.‖―Rai,‖vamos,‖nunca‖quise...

―Ser{‖ mejor‖ que‖ acabe‖ mi‖ tarjeta‖ de‖ baile‖ ―dijo‖ ella,‖ levant{ndose‖ en‖ un‖
silbido‖de‖satén―.‖Estoy‖segura‖de‖que‖estoy‖muy‖atrasada.

Se empujó a ciegas a través de la mercería que separaban la mesa de la pista de


baile y corrió directamente hacia Micah Bayar.
Él‖agarró‖sus‖codos‖para‖evitar‖que‖se‖cayera.‖―Aquí‖est{s‖―dijo―.‖Te‖estaba‖
buscando‖―Se‖enfocó‖en‖su‖cara―.‖¿Cu{l‖es‖el‖asunto? ¿Estás llorando?

―Oh‖ ―dijo‖ Raisa,‖ limpiando‖ su‖ cara―.‖ Estoy‖ bien.‖ Acabo‖ de‖ comer‖ algunos‖
pimientos picantes eso es todo.

―¿Pimientos‖ picantes?‖ ―Rió‖ Micah―.‖ Hay‖ peligros‖ en‖ todas‖ partes‖ esta‖
noche. Por ejemplo, que Lady Heresford es fría como Harlotsborg en el
solsticio. Intenté robarle un beso, y esos perros guardianes suyos casi me
asesinaron.

―¿Qué‖ pasa‖ con‖ la‖ Princesa‖ Marina?‖ ―preguntó‖ Raisa,‖ pensando‖ que‖ los‖
caminos‖de‖Tamron‖podrían‖ser‖m{s‖del‖gusto‖de‖Micah―.‖Es‖adorable.

Quizás un poco demasiado adorable.

―Ahora‖ mismo‖ quiero‖ bailar‖ con‖ esta‖ Princesa‖ ―dijo‖ él,‖ inclin{ndose‖ con‖
gracia―.‖ Acabo‖ de‖ escaparme‖ de‖ las‖ tías‖ y‖ abuelitas.‖ Tomemos‖ ventaja,‖
¿podemos?

Él la guió de vuelta a la pista de baile cuando la orquesta emprendió un vals.

―¿Por qué no est{s‖ bailando‖ con‖ alguien‖ que‖ podría‖ hacerte‖ bien?‖ ―susurró‖
Raisa‖ cuando‖ dieron‖ su‖ primera‖ vuelta‖ en‖ la‖ sala‖ de‖ baile―.‖ La‖ Señorita‖
Hakkam parece positivamente huraña allí en su esquina. Y sabes que la
Princesa Marina está aquí para el cortejo.

Todo eso era cierto, y aún así tenía la urgencia de mantener a Micah Bayar
completamente para sí misma.

―Deberías‖ pasarla‖ en‖ grande‖ esta‖ noche‖ ―dijo‖ diligentemente―.‖ Esto‖ debe‖
costarles a tus padres una fortuna.

―Estoy‖ pas{ndola‖ en‖ grande‖ ―murmuró‖ él,‖ poniéndola‖ tan cerca como era
correctamente. Sus dedos ardían a través de la tela de su vestido. Raisa se sintió
mareada otra vez, como si el vino se hubiera subido a su cabeza.

―O‖ ¿ya‖ has‖ hecho‖ tus‖ conquistas?‖ ―dijo‖ ella‖ imprudentemente―.‖ ¿Algún‖
contrato de matrimonio en perspectiva? ¿Alguna cita planeada para después
esta noche?

―Sólo‖hay‖una‖conquista‖que‖quiero‖hacer‖―dijo‖él,‖inclin{ndose‖y‖hablando‖
en‖su‖oído―.‖Sólo‖hay‖un‖corazón‖que‖quiero‖ganar.
―Oh,‖ no‖ ―protestó‖ ella‖ débilmente. No malgastes tu tiempo adulándome,
quería decir ella, pero de alguna manera no pudo liberar las palabras. Parecía
que su ingenio la había abandonado. Así que sucumbió y descansó su cabeza
en su pecho, oyendo el latido de su corazón a través de la tela de su abrigo.
Incluso su olor parecía intoxicante.

Sólo tomé un vaso de vino, pensó ella.

Pareció que tenía que decir algo, él tendría una inteligente respuesta. Así que
bailaron tres bailes más, y con cada giro ella se sintió más ingrávida e
insustancial en sus brazos, como si estuviera desapareciendo.

―¿Podemos...‖ podemos‖ conseguir‖ algo‖ de‖ comer?‖ ―preguntó‖ ella,‖ pensando‖


que quizás la comida ayudaría.

―Por‖supuesto‖―dijo‖él,‖gui{ndola‖a‖través‖de‖un‖laberinto‖de‖telas‖negras‖y‖
blancas hacia una solitaria mesa. La situó en una silla, descansando sus manos
calientes en sus hombros desnudos durante un largo momento.

Debió haberse ido, pero apenas lo notó. Incluso la música parecía atenuada,
como si todo lo demás se alejara. Entonces volvió, con platos de comida y dos
vasos más de vino y comenzó a estar despierta, aunque no pensaba que se
hubiera quedado dormida. Puso una silla al lado de la ella y se sentó cerca, su
pierna presionando contra la suya. Cubrió con su brazo sus hombros, poniendo
su cabeza en su hombro, y la alimentó con pequeños trozos de comida con su
otra mano.

Levantó el vaso de vino hacia sus labios, e intentó decir que no, pero antes de
que se diera cuenta, había bebido. Acunó su barbilla en sus manos y la besó. Y
otra vez, más largo y más dulce. Y otra vez, y su resistencia se evaporó. Él besó
sus labios, su barbilla, su clavícula.

Besos mágicos, pensó ella turbiamente, son cosas peligrosas.

Y ahora le estaba devolviendo el beso, serpenteando sus brazos alrededor de su


cuello, perdiéndose, esperando de alguna manera hurgar dentro de él. Y él se
estaba riendo un poco de su entusiasmo, pero su respiración empezó a
acelerarse también, y había puntos de color en sus mejillas.

No me importa quién eres, pensó ella. No me importa quién esperas que sea.
Estoy cansada de seguir viejas reglas.
Micah‖apartó‖su‖silla‖y‖se‖puso‖de‖pie.‖―Vamos‖―dijo,‖gentilmente‖poniéndola‖
de‖ pies,‖ estabiliz{ndola‖ con‖ una‖ mano‖ debajo‖ de‖ su‖ brazo―.‖ Sé‖ a‖ donde‖
podemos ir.

Asintió sin hablar y agarró su mano con las suyas para evitar balancearse. La
guió a través de la masa de capas sedosas, pasando mesas iluminadas con velas
y conversaciones murmuradas. Un sonido insinuándose en su camino en su
nublada mente. Una voz familiar, alguien llamándola, como desde muy lejos:
―¡Raisa!‖¿Dónde‖est{s?

La mano de Micah se tensó‖en‖su‖brazo.‖―No‖le‖respondas‖―dijo‖él.

―Pero‖es‖pap{‖―dijo‖ella―.‖Suena‖preocupado.

―Sólo‖ quiere‖ mantenernos‖ alejados‖ ―dijo‖ Micah―.‖ Todos‖ lo‖ hacen.‖ Vamos‖
―La‖empujó‖en‖la‖dirección‖opuesta―.‖Vamos‖por‖este‖camino.

Corrieron, girando y girando, hacia el lado de la salida, agachándose de Wil


Mathis, quien estaba charlando con una chica en la esquina, y Mellony, quien
estaba en el borde cercano a la bandeja de postres otra vez. Era excitante, como
un juego de las escondidillas en ropas de vestir.

Salieron a un corredor, y fueron a dar cara a cara con Amon Byrne, quien
bloqueaba el camino.

―¡Oh!‖ ―Raisa‖ patinó‖ a‖ una‖ parada‖ en‖ sus‖ pies‖ con‖ medias.‖ Parecía‖ haber‖
perdido sus zapatos.

―Tú‖ otra‖ vez‖ ―dijo‖ Micah―.‖ ¿Cómo‖ es‖ posible‖ que‖ puedas‖ estar‖ en‖ todas‖
partes al mismo tiempo?

Amon‖ le‖ ignoró.‖ ―Su‖ padre‖ la‖ est{‖ buscando‖ ―le‖ dijo‖ a‖ Raisa―.‖ ¿No‖ le‖ oyó‖
llamarla?

―Bueno,‖ ah...‖ ―Miró‖ a‖ Micah,‖ de‖ alguna‖ manera‖ estaba‖ perdida‖ en‖ lo‖ que‖
tenía‖que‖decir―.‖Vamos...‖a‖algún‖sitio‖m{s.

Amon no se movió, pero miraba de Raisa a Micah,‖frunciendo‖el‖ceño.‖―¿Qué‖


le‖ has‖ hecho?‖ ―demandó‖ él―.‖ Parece‖ como‖ si‖ estuviera‖ en‖ algún‖ tipo‖ de‖
trance.

Otra‖vez,‖Raisa‖oyó‖la‖voz‖de‖su‖padre.‖Acerc{ndose.‖―¡Raisa!
―¡Lord‖Demonai!‖―gritó‖Amon―.‖¡Est{‖aquí!‖¡En‖el‖pasillo!‖Con‖Micah‖Bayar.‖
¡Corra!

―Sangre‖ y‖ huesos‖ ―juró‖ Micah―.‖ ¿Cu{ndo‖ aprender{s‖ a‖ dejar‖ de‖


entrometerte?‖Pagar{s‖por‖esto‖―dejó‖ir‖la‖mano‖de‖Raisa‖y‖eligió‖un‖pastelito‖
de la bandeja cercana. Entonces se apoyó contra la pared, esperando.

Y de repente su padre estaba allí, su cara como una nube de tormenta sobre
Hanalea.

―Ah.‖Bien.‖Me‖iré‖entonces‖―dijo‖Amon,‖bordeando‖de‖vuelta‖hacia‖el‖salón‖
de baile. Las esquinas de su boca moviéndose como si estuviera satisfecho
consigo mismo.

―¡Tú!‖Quédate‖donde‖est{s‖hasta‖que‖se‖resolva‖esto‖―dijo Averill, y Amon se


congeló en el lugar.

Averill levantó el chal de Raisa del suelo donde había caído, y lo dejó sobre sus
hombros. Cuando lo hizo, pareció fijarse en el collar de Raisa. Lo miró durante
un largo momento, luego se giró hacia Micah.

―¿Qué estaban‖haciendo‖ustedes‖dos‖aquí‖atr{s?‖―demandó,‖mir{ndole.

Micah se encogió de hombros y ondeó hacia el pastelito. Estaba intentando


parecer‖ casual,‖ pero‖ su‖ mano‖ estaba‖ temblando.‖ ―Estaba‖ animando‖ a‖ la‖
Princesa a comer algo. Creo que ha bebido un poco.

―¿Oh, de verdad? ¿Eso es lo que pasa?

Averill sujetó a Raisa por la barbilla y miró en sus ojos. Parecía demasiado
peculiar. Ella rió, luego se estremeció cuando la agarró más fuerte.

―M‖lastimas‖―se‖quejó‖ella,‖liber{ndose.‖¿Por qué estaba siendo así?―.‖Micah


y yo nos íbamos.

―¿En‖serio?‖―Averill‖de‖repente‖pareció‖muy‖alto‖e‖imponente‖en‖su‖capa‖del‖
Clan.

―Iba‖ a‖ mostrarle‖ la‖ vista‖ de‖ la‖ terraza‖ ―dijo‖ Micah,‖ metiendo‖ el‖ resto‖ del‖
pastelito en su boca y lamiéndose los dedos. Había empolvado de azúcar sus
labios, y Raisa impulsivamente bajó su cabeza y le besó. Sus besos habían sido
dulces‖ y‖ calientes,‖ y‖ quién‖ sabía‖ cuan‖ dulces‖ serían‖ ahora―.‖ Raisa‖ ―susurró‖
Micah más densamente, deslizando sus brazos alrededor de ella otra vez,
ignorando la ceñuda expresión de Averill.

Micah parecía un poco intoxicado él mismo.

―¡Raisa!‖―Averill‖la‖apartó‖y‖la‖sentó‖en‖una‖silla―.‖No‖eres‖tú‖misma.‖Creo‖
que es hora de llamar a tu carruaje.

―Aún‖ es‖ pronto‖ ―dijo‖ Micah.‖ Se‖ aclaró‖ la‖ garganta,‖ mirando‖ de‖ Raisa‖ a‖
Averill, y de vuelta‖a‖Raisa―.‖Por‖favor,‖Su‖Alteza.‖Quedense‖un‖poco‖m{s.‖Es‖
el día de mi nombre, después de todo.

―Creo‖ que‖ no‖ ―dijo‖ Averill,‖ su‖ voz‖ dura‖ y‖ firme―.‖ Volvamos‖ a‖ la‖ fiesta,‖
maldito engendro de mala suerte. Pero primero quiero saber dónde
conseguiste‖ esto‖ ―La‖ mano de Averill se cerró en la muñeca de Micah. Él
levantó la mano de Micah, exponiendo un elaborado anillo tallado con
esmeraldas y rubíes.

―¡Suéltame!‖―Micah‖luchó‖para‖liberarse―.‖No‖es‖asunto‖tuyo.

―En‖ realidad,‖ sí‖ es‖ asunto‖ mío‖ ―dijo‖ Averill,‖ liber{ndole―.‖ He‖ visto‖ este‖
diseño, pero sólo en los viejos manuscritos. Es anterior a la Ruptura, y está
olvidado estos días.

Micah‖frotó‖su‖muñeca.‖―Alguien‖lo‖envió.‖Un‖regalo‖para‖el‖día‖del‖nombre.‖
Tengo una bodega llena entera. ¿Qué es para ti?

Raisa entrecerró los ojos llorosos. De alguna manera no lo había notado antes.
Y ahora que lo veía más cerca, vio que era un anillo en la forma de una
serpiente, girando alrededor del dedo de Micah, con los ojos de rubís. Pero
había algo familiar en él.

Se levantó y tocó su collar. El colgante dorado que descansaba contra su piel


hacía juego con el anillo. Se sentía cálido al tacto.

Los‖ ojos‖ de‖ Averill‖ pasaban‖ entre‖ las‖ dos‖ piezas‖ de‖ joyería.‖ ―¿Dónde‖ has‖
conseguido el collar, Raisa?

―¿Hmm?‖―Durante‖un‖momento‖no‖podía‖recordarlo―.‖Oh.‖Fue‖un‖regalo‖de‖
los Bayar.

Averill agarró el colgante y lo alejó de su pecho. Debajo había una marca roja
quemada en su piel. Una cabeza de serpiente.
Con un rugido de enfado, Averill arrancó el collar, rompiendo el broche y
enviando trozos volando. Él balanceó la joya en la cara asustada de Micah.

―¿Qué‖pretendías‖conseguir,‖maldito‖engendro‖de‖mala‖suerte?‖―demandó‖él.

Micah parpadeó hacia él, luego miró al collar en el suelo. Parecía


completamente‖perplejo.‖―No‖sé‖de‖qué‖est{s‖hablando.

Raisa se dobló, presionando sus manos en su pecho, sintiendo como si su padre


le‖hubiera‖desgarrado‖el‖corazón.‖―Misericordioso‖Creador‖―jadeó‖ella.

Averill la miró, luego cerró sus ojos durante un momento como si luchara por
la compostura. Se giró de vuelta‖ hacia‖ Micah.‖ ―Soy‖ del‖ Clan,‖ ¿recuerdas?‖
Demonai.‖¿Pensabas‖que‖no‖lo‖reconocería?‖―Averill‖agarró‖la‖parte‖delantera‖
del‖elaborado‖abrigo‖de‖Micah‖y‖le‖dio‖una‖fuerte‖sacudida―.‖Ella‖no‖es‖para‖ti,‖
¿comprendes eso? Eso nunca ocurrirá.

Ahora el enfado inundó la cara de Micah, reemplazando el desconcierto.


―¿Por‖qué‖no?‖Soy‖lo‖bastante‖bueno‖para‖la‖Princesa‖de‖Tamron.

―Entonces‖c{sate‖con‖uno‖de‖ellos‖―dijo‖Averill.

―¿Quién‖ dijo‖ algo‖ sobre‖ matrimonio?‖ ―dijo‖ Micah,‖ sus‖ ojos‖ negros‖
brillaron―.‖ Pero,‖ ahora‖ que‖ lo‖ mencionas,‖ ¿por‖ qué‖ no‖ podemos‖ casarnos‖ si‖
queremos? Estoy cansado de vivir con las estúpidas reglas hechas hace cientos
de años.

―Intenta algo así otra vez, y los Clanes volverán a cazar magos. Empezando
contigo.

―Nunca salieron a cazar‖magos‖―dijo‖Micah‖amargamente―.‖Sabemos‖lo‖que‖


estás tramando, arriba en los Campamentos. Sabemos que eres un Guerrero
Demonai.‖Tenemos‖nuestros‖propios‖espías.‖Como‖el‖collar‖―Lo‖golpeó‖con‖su‖
pie―,‖todos‖esos‖cuentos‖de‖amuletos‖m{gicos‖malvados‖son sólo eso, cuentos.
Los Demonai siempre vieron una conspiración mágica donde no había
ninguna.

Micah se puso de pie, recogiendo el collar, y poniéndolo en su bolsillo.


―Llévala‖a‖casa,‖entonces.‖Volveré‖a‖la‖fiesta‖―Cuando‖pasó‖junto‖a‖Raisa,‖se‖
inclinó y besó sus labios. Entonces levantó la mirada y sonrió torcidamente
hacia‖Averill―.‖Pero‖me‖gusta‖besarla,‖y‖por‖lo‖que‖pudo‖decir,‖a‖ella‖también‖
le gusta. Sólo intenta separarnos.
Y se fue.

Averill miró detrás de él durante un largo momento. Amon cambió su peso,


como si estuviera inseguro de quedarse o irse.

El interior de Raisa se revolvió. Era como si su cuerpo fuera un campo de


batalla, las sensaciones salían y entraban como la superficie de las Chalk Cliffs.
Sus labios hormigueaban por el beso de Micah, y quería correr detrás de él,
para decirle que lamentaba que su padre hubiera sido un loco ladrando. Se
sentía mareada, enferma con la necesidad. Poniendo su cabeza entre sus
rodillas, respiró profundamente, determinada a no desmayarse.

Amon se arrodilló delante‖de‖ella,‖agarrando‖sus‖manos‖en‖las‖ suyas.‖―Rai...‖


Su‖Alteza‖―dijo,‖su‖cara‖estaba‖drenada‖y‖p{lida―.‖¿Puedo...‖conseguirle‖algo?

Ella levantó la mirada hacia su cara, y él parecía cauteloso, aún determinado,


como si tuviera miedo de que pudiera escupirle a la cara, pero dispuesto a
tomar el riesgo.

En su lugar ella vomitó sobre él. Y sobre ella misma.

Horrorizada, intentó disculparse, pero él parecía muy solemne y ridículo con el


vómito en su pelo y sobre su traje azul, y ella de pronto estaba riendo. Él la
miró, luego sacó un pañuelo y cuidadosamente limpió su cara.

Averill agarró su chal que estaba fuera de peligro. Ahora estaba llorando,
grandes y gordas lágrimas, temblando incontrolablemente. ¿Qué estaba mal
con ella?

―No‖ cogí‖ mis‖ zapatos‖ ―dijo ella,‖ luchando‖ por‖ levantarse―.‖ Tengo‖ que‖
encontrar a Micah. Necesito... decirle algo.

―Amon‖ ―Comenzó‖ Averill―.‖ Ve‖ a‖ decirle‖ a‖ la‖ Reina...‖ ―Echó‖ una‖ mejor‖
mirada‖ de‖ Amon‖ y‖ lo‖ reconsideró―.‖ No.‖ Yo‖ iré‖ a‖ decirle‖ a‖ la‖ Reina‖ que‖ la‖
Princesa heredera está enferma. Tú lleva a Raisa de vuelta al Castillo
Fellsmarch. No dejes que nadie te vea. Llévala a sus aposentos y mantenla allí.
No importa como. No apartes tus ojos de ella ni un momento. Quédate allí
hasta que yo llegue.

Se giró sobre sus talones y se alejó.


Amon ayudó a Raisa a ponerse de pie, pero casi se desmayó otra vez,
salvándola sólo por su agarre en su brazo.

Amon miró alrededor buscando testigos, luego quitó el mantel de la mesa


cercana, lanzando las malditas hierbas y los centros de calas al suelo. Cubrió a
Raisa con el mantel, cubriéndola de la cabeza a los pies, luego cogiéndola en
brazos.

―¡Amon!‖¡B{jame!‖―protestó‖ella,‖luchando‖débilmente,‖su‖voz‖apagada‖por‖el‖
lino―.‖Tengo...‖tengo‖que‖ir...

Él puso sus labios cerca de su oído, y pudo sentir su cálida respiración a través
de‖ la‖ tela.‖ ―Vamos,‖ Rai‖ ―dijo‖ él,‖ la‖ desesperación‖ bordeaba‖ su‖ voz―.‖ No‖
hagas esto más difícil, ¿de acuerdo?

La cargó a través de varios giros, la luz cambiaba cuando pasaban a través de


los pasillos oscuros y por las brillantes habitaciones iluminadas. Finalmente,
Raisa respiró el aire de la noche y supo que estaban en el jardín.

Recordó el beso de Micah, sus manos sobre sus hombros, y su corazón latiendo
m{s‖ r{pido.‖ El‖ deseo‖ se‖ estrelló‖ sobre‖ ella‖ otra‖ vez.‖ ―¡No!‖ ―Comenzó‖ a‖
intentar‖liberarse‖otra‖vez―.‖Tengo...‖que‖volver‖y‖conseguir‖mis‖zapatos.

Amon silbó, y oyó el chillido de las ruedas del carruaje acercándose a ellos.

―¿Qué‖ llevas‖ ahí,‖ soldado?‖ ―Preguntó‖ el‖ conductor,‖ riendo―.‖ ¿Un‖ souvenir‖
de la fiesta?

―A‖mi‖hermana‖―dijo Amon,‖sonando‖sin‖diversión―.‖No‖se‖encuentra‖bien.

Raisa‖oyó‖la‖risa.‖―¿Le‖importa‖presentarnos,‖Cabo?‖―gritó‖alguien.

―Yo...‖no...‖soy...‖tu‖hermana‖―gruñó‖Raisa―.‖¿Por‖qué‖sigues‖diciendo‖eso?

Pero Amon estaba luchando para meterla en el carruaje, y oyó el chasquido de


las riendas, y entraron en la noche, más y más lejos de la Dama Gris y del
fascinante Micah Bayar.

Debió quedarse dormida, porque lo siguiente que supo, es que Amon estaba
subiendo un tramo de escaleras, aún llevándola en sus brazos. Él giró y caminó
unos cien pasos en un pasillo, luego cuidadosamente la dejó sobre sus pies. No
la desató de su improvisado sudario como un cadáver de su abrazo,
manteniendo una mano sujetando su brazo. Estaban de pie delante de la puerta
de su dormitorio.

―¡Déjame‖ir!‖―dijo‖Raisa,‖intentando‖alejarse―.‖Olvidé‖algo.‖Necesito‖volver‖a‖
la Dama Gris.

Él‖aporreó‖la‖puerta.‖―¡Abra!

Raisa oyó a Magret al otro lado de la puerta, refunfuñando su camino hacia


ellos.

¡Bam! La puerta se abrió de golpe, revelando a una Magret‖en‖camisón.‖―¡Su‖


Alteza! ¿Qué le ha ocurrido?

―No‖se‖siente‖bien‖―dijo‖Amon.

―¡Uf!‖―dijo‖Magret,‖alejando‖los‖vapores‖con‖una‖mano―.‖Suplico‖su‖perdón,‖
¡pero‖ ambos‖ apest{is‖ a‖ vómito!‖ ―Miró‖ a‖ Raisa‖ sospechosamente―.‖ No‖ has‖
estado en el brandy, ¿verdad?

―Lord‖ Demonai‖ me‖ pidió‖ que‖ la‖ trajera‖ de‖ vuelta‖ aquí‖ ―dijo‖ Amon―.‖ Dijo‖
que te encargarías de ella.

Magret‖se‖infló‖con‖importancia.‖―Pero‖por‖supuesto‖que‖él‖dijo‖eso;‖conoce‖a‖
la‖ vieja‖ Magret,‖ de‖ verdad‖ ―tomó‖ a‖ Raisa‖ por‖ el‖ brazo‖ y‖ la‖ lanzó‖ al‖ interior,
luego trató cerrar la puerta en la cara de Amon.

―Lord‖ Demonai‖ me‖ dijo‖ que‖ me‖ quedara‖ hasta‖ que‖ el‖ volviera‖ ―dijo‖ Amon‖
testarudamente,‖pegando‖su‖bota‖para‖mantener‖la‖puerta‖abierta―.‖Ella‖est{...‖
en peligro. Me dijo que me quedara justo con ella.

―¿Lo hizo?‖ ―dijo‖ Magret,‖ nerviosa―.‖ Bueno,‖ nunca‖ pensé‖ que‖ viviría‖ para‖
ver el día, que un hombre joven se invitara a entrar en la habitación de una
joven‖chica‖en‖medio‖de‖lanoche‖―Ella‖le‖estudió‖por‖señales‖de‖depravación,‖
luego‖sacudió‖su‖cabeza―.‖Bueno,‖entra, entonces.

―Magret‖―dijo‖Raisa‖desesperadamente―.‖Necesito‖volver‖a‖la‖fiesta.‖El‖Cabo‖
Byrne me ha secuestrado y traído arrastras de vuelta aquí contra mi voluntad.

―¿Y‖eso?‖―Magret‖miró‖a‖Amon‖con‖una‖nueva‖hostilidad.

―Así‖ es‖ ―dijo‖ Amon,‖ con‖ esa‖ mirada directa Byrne que podía ser tan
convincente―.‖Pero‖fueron‖órdenes‖de‖Lord‖Demonai.‖Él‖estar{‖aquí‖pronto.
―Bueno‖ ―dijo‖ Magret‖ a‖ regañadientes―,‖ no‖ puede‖ volver‖ a‖ la‖ fiesta‖ si‖ est{‖
enferma, ¿verdad?

Amon‖sacudió‖su‖cabeza‖solemnemente.‖―No,‖eso‖no‖parece‖prudente.

Raisa les odiaba a ambos.

―Vamos‖ ―dijo‖ Magret,‖ empuj{ndola‖ hacia‖ la‖ rec{mara‖ de‖ la‖ cama―.‖ Te‖
meteremos‖ en‖ un‖ baño,‖ querida‖ ―Cuando‖ Amon‖ hizo‖ como‖ si‖ las‖ siguiera,‖
Magret‖le‖detuvo―.‖Te‖sientas‖aquí‖cerca‖del‖fuego,‖Cabo‖Byrne.

―Lord Demonai me dijo que mantuviera un ojo cerca de ella hasta que él
volviera‖―dijo‖Amon‖testarudamente―.‖Ella‖no‖es‖ella‖misma.

Magret‖ le‖ frunció‖ el‖ ceño.‖ ―¿Adónde‖ cree‖ que‖ ir{‖ contigo‖ aquí‖ fuera‖ en‖ la‖
puerta?‖―dijo‖ella.

―Doy‖mi‖palabra‖―dijo‖Amon.‖Y‖Raisa‖supo‖que‖estaba pensando en el pasaje


que guiaba del armario al jardín. No iba a darle la oportunidad de escapar por
ese camino. Raisa maldijo el día en que compartió ese secreto con él.

Amon demostró tener la habitual cabeza dura de los Byrne, y al final, Magret
puso un biombo alrededor de la bañera de Raisa, y Amon se plantó en una silla
cerca de la ventana. Parecía extraño saber que él estaba justo al otro lado del
biombo cuando no tenía ropas puestas.

Una vez estuvo limpia, Magret la ayudó a entrar en su camisón, y Raisa


emergió de detrás del biombo para encontrar a Amon, sin camisa, el pelo
mojado hacia arriba, limpiándose usando un cuenco y un jarro. Sus anchos
hombros y sus brazos musculosos brillaban a la luz de la chimenea. Esa imagen
reverberó con recuerdos de la cara plana de Micah Bayar y los ojos oscuros
hasta que Raisa pensó que podría estar enferma otra vez.

―¡Dulce‖m{rtir‖señora!‖―dijo‖Magret,‖sonroj{ndose‖y‖tap{ndose‖los‖ojos‖para‖
obtruir‖ su‖ visión,‖ luego‖ los‖ abrió‖ otra‖ vez‖ y‖ miró‖ fijamente‖ hacia‖ Amon―.‖
Vamos, Su Alteza, debe irse a la cama.

Raisa acababa de subirse debajo de las mantas cuando hubo una llamada en la
puerta desde fuera. Magret le dio a Amon una mirada malvada de aviso y fue a
responder.
Era su padre, Averill, y su abuela, Elena, ambos aún en sus togas ceremoniales
del Clan que llevaban en la fiesta de Micah. Elena llevaba una bolsa bordada de
remedios.

―Gracias‖ por‖ tu‖ ayuda‖ ―dijo‖ Elena‖ a‖ Magret,‖ y‖ de‖ alguna‖ manera‖
maniobrando a la cuidadora fuera de la puerta. Entonces cruzó al lado de la
cama de Raisa. Sonriendo‖a‖Raisa,‖dejó‖su‖palma‖sobre‖su‖frente―.‖Briar‖Rose,‖
nieta, ¿Cómo te encuentras?

―No‖lo‖sé,‖Elena‖Cennestre‖―dijo‖Raisa‖con‖espíritu―.‖Podría‖estar‖enferma,‖
pero‖ todos‖ a‖ mí‖ alrededor‖ est{n‖ locos‖ ―Miró‖ a‖ su‖ padre‖ y‖ a‖ Amon‖ Byrne,‖
quien debía haber encontrado una camisa en alguna parte, porque ahora estaba
cubierto de cintura para arriba.

Elena rió, dándole golpecitos en el muslo, y Raisa inmediatamente se sintió


mejor. Elena pondría orden a todos.

―Veamos‖ esa‖ marca‖ tuya‖ ―dijo‖ Elena,‖ desatando la cinta del cuello del
camisón de Raisa. Extendió la tela y estudió la marca en la base del cuello de
Raisa. Ahora había ampollas, centradas alrededor de un área de piel sensible
rosa―.‖¿Duele?‖―preguntó‖ella.

―No.‖Ni‖siquiera‖sé‖que‖había‖ahí‖―admitió‖Raisa―.‖Debí‖haber‖reaccionado‖
al colgante.

―Eso‖ parece‖ ―Elena‖ estudió‖ la‖ herida‖ algo‖ m{s,‖ y‖ luego‖ buscó‖ en‖ su‖ bolsa,‖
sacando‖un‖tarro‖de‖piedra―.‖No‖parece‖ser‖demasiado‖profundo‖―dijo―.‖No‖
soy‖la‖curandera‖Willo,‖pero‖tengo‖algunas‖habilidades‖―Quitó la tapadera y
retiró‖un‖tarro‖con‖un‖ungüento‖ligeramente‖verde―.‖Es‖serbal,‖y‖algunas‖otras‖
hierbas. ¿Con tu permiso?

―Est{‖bien‖―dijo‖Raisa‖cautelosamente.

Elena bajó sus dedos en el ungüento y los untó sobre las ampollas del cuello de
Raisa. Olía a pino y a aire fresco y parecía enfriar su cuerpo entero. Se recostó
en las almohadas, liberando una larga respiración. Su cabeza dejó de pinchar.
Donde había estado febril y agitada, ahora se sentía tranquila y enfocada. Su
mente lentamente se aclaró de la duda y la confusión y el deseo, como un
sedimento dejado por el lago de una montaña.

―Gracias,‖Madre‖Elena‖―susurró―.‖Est{‖mucho‖mejor.
Elena‖ volvió‖ a‖ tapas‖ el‖ tarro‖ y‖ lo‖ metió‖ en‖ su‖ bolsa‖ de‖ remedios.‖ ―Tu‖ padre‖
dijo que estuviste con el mago Micah Bayar. ¿Qué ocurrió entre vosotros?

Raisa no estaba exactamente segura de lo que su abuela estaba preguntando.


―Bueno,‖bailamos.‖Y...‖y‖nos‖besamos.

―¿Algo‖m{s?‖―Los‖ojos‖de‖Elena‖se‖fijaron‖en‖su‖cara.

La cara de Raisa ardía con la vergüenza. Esta no era el tipo de conversación que
quería tener con su abuela. Mucho menos con la Matriarca del Campamento
Demonai. Y no con Amon Byrne mirando. Al menos tuvo la decencia de
parecer avergonzado.

―M{s‖o‖menos‖―dijo‖ella‖claramente.

Elena y Averill intercambiaron miradas significativas.

―Así‖que‖no‖veo‖que‖es‖todo‖este‖esc{ndalo‖―dijo‖Raisa―.‖Si‖quiero‖bailar‖con‖
Micah‖ Bayar,‖ lo‖ haré.‖ Él‖ es...‖ es‖ un‖ buen‖ bailarín‖ ―acabó‖ un‖ poco‖
convincente―.‖Y‖encantador.

Amon Byrne giró sus ojos, y Raisa resistió la urgencia de sacarle la lengua.

―El‖ collar‖ que‖ los‖ Bayar‖te‖ dieron‖ era‖ un‖ amuleto‖ de‖ seducción,‖ Raisa‖ ―dijo‖
Averill―.‖ De‖ uso‖ común‖ antes‖ de‖ la‖ Ruptura,‖ pero‖ olvidado‖ en‖ estos‖ días.‖
Funciona con el anillo que el joven Bayar llevaba para crear una poderosa
atracción en ambas partes.

Finalmente lo llevas, Raisa, había dicho Micah, en su intensa manera. Tenía


miedo de que quizás no te gustara.

―Pero‖ ¿por‖ qué‖ lo‖ usaría‖ sobre‖ mí?‖ ―preguntó‖ Raisa―.‖ Eso‖ no‖ le‖ hace‖ bien‖
―Hubo‖ una‖ plaga‖ de‖ garraspeos,‖ y‖ su‖ cara‖ se‖ puso‖ roja‖ otra‖ vez―.‖ Quiero
decir, aparte de... ya sabes. De todo lo que dijo en la fiesta, sabe que no
podemos casarnos. Debería haberlo usado en la Princesa Marina o en alguien
así.

Tan pronto como lo dijo, se dio cuenta de que no lo necesitaría para ese
propósito tampoco. Los matrimonios políticos eran lo que eran, arreglados por
otros para crear alianzas y construir poder. La seducción no tenía nada que ver
con eso. E incluso si lo hacía, Raisa no tenía dudas de que Micah Bayar lo haría
bastante bien por sí mismo.
―Esa es la cuestión,‖¿verdad?‖―dijo‖Averill,‖pareciendo‖ grave―.‖¿Por‖qué‖lo‖
usó en ti?

Sé a donde podemos ir, había dicho Micah. Y aún...

―No‖creo‖que‖él‖supiera‖lo‖que‖era‖―dijo‖Raisa―.‖Creo‖que‖todo‖le‖pilló‖por‖
sorpresa.

―Raisa‖ ―Comenzó‖ su‖ padre,‖ pareciendo‖ problem{tico―.‖ Sé‖ que‖ quieres‖


pensar lo mejor de la gente...

Raisa‖levantó‖una‖mano.‖―Para.‖No‖me‖gusta‖pensar‖lo‖mejor‖de‖la‖gente.‖De‖
hecho, a menudo pienso lo peor. Especialmente de Micah Bayar. Pero parecía
completamente sorprendido cuando arrancaste mi collar y se lo tiraste. Creo
que no tenía pruebas de que hubiera una conexión entre su anillo y mi collar.
Él pensaba que me estaba hechizando por sí mismo.

Amon‖habló‖por‖primera‖vez:‖―Vamos‖a‖ver‖si‖lo‖entiendo.‖¿Crees‖que‖fue‖una‖
coincidencia que ambos llevarais‖ piezas‖ de‖ mala‖ suerte?‖ ―Él‖ levantó‖ esa‖ ceja‖
pesada.

―Si‖no‖fue‖él,‖alguien‖m{s‖lo‖arregló‖―dijo‖Averill―.‖La‖pregunta‖es,‖por‖qué.‖
Y si tienes esta arma, ¿qué más tienen? ¿Y dónde las guardan?

―¿Dónde‖ est{‖ el‖ anillo‖ que‖ te‖ di?‖ ―preguntó‖ abruptamente‖ Elena―.‖ Te‖ dije‖
que lo llevaras puesto.

Raisa‖frunció‖el‖ceño,‖recordando.‖―Oh.‖Lo‖llevaba‖puesto,‖pero‖Madre‖sugirió‖
que llevara el collar de esmeraldas en su lugar.

Todos la miraron.

―¿Qué?‖ ―preguntó‖ Raisa‖ irritada―.‖ ¿Creén‖ que‖ mi‖ madre‖ la‖ Reina‖ est{
involucrada en una conspiración contra su propia hija? No. Estoy segura que
fue una cuestión de moda, no política.

―¿Dónde‖est{‖el‖anillo‖ahora?‖―preguntó‖Elena.

Raisa‖ luchó‖ por‖ recordar.‖ ―Est{‖ en‖ mi‖ tocador‖ ―Ondeó‖ vagamente‖ hacia‖ la‖
sala de espera.
―Yo‖lo‖traeré‖―dijo‖Amon,‖y‖salió‖disparado‖a‖través‖de‖la‖puerta‖como‖si‖se‖
alegrara de tener un trabajo que hacer. Regresó momentos después con el anillo
balanceándose en su gran puño. Se lo entregó a Raisa.

Lo colgó alrededor de su cuello otra vez. El anillo se sentía frío contra su


caliente piel.

―Micah‖ preguntó‖ por‖ qué‖ no‖ le‖ permitían‖ casarse‖ contigo‖ ―Le‖ recordó‖
Averill―.‖Él‖dijo‖que‖planeaba‖continuar‖cortej{ndote.

―Bésarme‖ ―dijo‖ Raisa―.‖ Él‖ dijo‖ que‖ le‖ gustaba‖ besarme‖ y‖ planeaba‖ seguir‖
adelante.

―¿Qué pasa contigo?‖―preguntó‖Elena―.‖¿Planeas‖seguir‖adelante?

Raisa de repente estaba cansada del interrogatorio, cansada de sentirse idiota


cuando estaba haciendo lo mejor que podía. Cansada.

―No‖lo‖sé‖―dijo,‖bostezando―.‖Podría.

Cuando se durmió, su último recuerdo fue de Averill, Elena, y Amon Byrne,


sus cabezas juntas, susurrando. Sin duda planeando una conspiración.
Capitulo 18
En La Frontera
Traducido por Nadia SOS
Corregido por nella07 SOS

N
o era que Han esperara ser el centro de atención en Marisa Pines. Pero
no estaba acostumbrado a que lo ignoraran completamente, y eso era lo
que parecía.

La‖ ceremonia‖ de‖ cambio‖ de‖ nombre‖ se‖ estaba‖ acercado‖ ―sólo‖ faltaba‖ una‖
semana. Bird pasaba largas horas del día encerrada en el Templo de las mujeres
meditando sobre su futuro. Han intentó colarse para una visita una vez
pensando que ella agradecería la distracción, porque, después de todo, ella ya
sabía lo que quería ser. Había tenido esperanzas de que volvieran a besarse. Y
avanzar desde ahí.

Fue rudamente echado a pesar de sus esfuerzos.

Aun cuando Bird no estaba meditando, estaba consumida en planes para su


cumpleaños. No tenía tiempo para cazar, pescar, nadar en el Dyrnnewater u
Old Woman Creek. No quería subir a Hanalea a acampar junto al lago o a
admirar la vista desde la cima.

Como todo lo prohibido, ella se volvió fascinante para Han. Cuando caminaba
por el campamento en sus faldas de verano, él no podía evitar notar el balanceo
de sus caderas, su brillante, inusual sonrisa contra su piel oscura. Aún partes
normalmente ignoradas, como codos o rodillas, parecían atractivas.

Pero él estaba relegado a mirar desde lejos.

Dancer era diferente, pero peor, de una manera. Él siempre había sido delgado
y con huesos finos, pero ahora sus mejillas lucían ahuecadas, casi cadavéricas.
¿Estaba enfermo? ¿O el enojo que él cargaba consigo estaba consumiendo su
carne?

Cualquiera que fuera el agravio que había entre él y su madre parecía haberse
profundizado. Han se estaba quedando con Willo y Dancer en la Cabaña
Matriarcal.
Rara vez se hablaban en público, y dentro de la cabaña la tensión era opresiva.

A veces ellos agradecían su presencia, como si fuera una excusa para no lidiar
con los otros. Otras veces él entraba y las conversaciones se interrumían en un
silencio pétreo. A veces dormía en otro lado sólo para evitar sentirse como un
intruso.

Willo también pasaba horas en reuniones con los ancianos del Clan. Una
delegación llegó de Demonai, en las pendientes del este, y todos los ancianos se
encerraban en el Templo por horas.

Una docena de guerreros Demonai acompañaban a los visitantes, y Han


encontró excusas para pasar por su Campamento. Eran orgullosos, élite,
misteriosos<‖el material de las leyendas que databan antes de la Ruptura, a las
guerras entre los magos y los Clanes.

En los viejos tiempos, se decía que los Demonai se hacían una trenza en el
cabello por cada mago muerto. Muchos de ellos aún lucían trenzas adornadas
con cuentas, y algunos todavía decían que matar un mago y tomar su amuleto
era el precio de admisión a sus filas.

Es como cualquier pandilla, pensó Han. Tienes que mostrar de qué estás hecho
para entrar.

Los guerreros Demonai montaban los mejores caballos y llevaban las armas
encantadas de Clan más poderosas. Vestían símbolos Demonai alrededor de sus
cuellos‖ ―un‖ ojo‖ irradiando‖ llamas―. Se decía que flotaban sobre el suelo, sin
dejar huella a su paso. Han a menudo veía a Bird sentada en las hogueras,
comiendo de la olla común, escuchando extasiada lo que ellos tenían para decir.
Teniendo poco para decir ella misma por primera vez.

Han no pudo evitar sentir una punzada de celos. Más que una punzada< un
dolor que llegaba a los huesos. A decir verdad, se sentía dejado de lado. Por la
nobleza de la ciudad, las fiestas de cumpleaños los proclamaban como mayores
de edad y aptos para el matrimonio. Algunos recibían sus herencias en ese
momento. Los magos recibían sus amuletos y se iban a la academia en Oden's
Ford a explorar los misterios de su llamado.
Entre los Clanes, la ceremonia de cambio de nombre admitía a los jóvenes como
miembros completos en la cabaña, lanzaba el trabajo de su vida, les daba la
bienvenida a los Templos, y a menudo comenzaba la danza del cortejo.

Han estaba en un tipo de existencia parecido a una tierra de nadie. Su


decimosexto cumpleaños había llegado y pasado hace meses, escasamente
notado. Mamá había traído a casa una torta de miel de la panadería en la
esquina y le había recordado que necesitaba encontrar un verdadero trabajo.
Ninguna ceremonia marcó la transición de Han de lytling a adulto. Sólo estaba
estancado en el límite, como cualquier criatura cerca de la tierra.

Así que Han sentía envidia, pero Dancer parecía miserable. ¿Estaba teniendo
problemas eligiendo una vocación? ¿Estaba Willo presionándolo a hacer algo
que él no quería?

Intentó hablar con Dancer acerca de eso, un día cuando estaban pescando. Al
menos Dancer pescaba con él. De hecho, parecía ansioso por estar en la
montaña y lejos del Campamento. Tomaría cualquier excusa para hacerlo.

―Así‖que‖―dijo‖Han,‖moviendo‖la‖punta‖de‖palo‖para‖que‖la‖mosca‖se‖posara‖
sobre‖el‖agua―.‖Digging‖Bird‖apenas‖me‖habla.‖Siempre‖tiene‖su nariz en alto.

Dancer‖ gruñó.‖ ―Te‖ hablar{,‖ no‖ te‖ preocupes.‖ Después‖ de‖ la‖ ceremonia.‖
―Dancer‖bajó‖su‖palo‖y‖se‖recostó‖en‖la‖orilla,‖cerrando‖los‖ojos.‖Sus‖p{rpados‖
lucían como grandes moretones en su inusualmente pálido rostro.

―Si...‖si‖yo‖tuviera‖que elegir,‖no‖sé‖qué‖sería‖―dijo‖Han,‖sintiendo‖que‖estaba‖
haciendo‖ruido‖sobre‖el‖silencio‖de‖Dancer―.‖Ya‖tengo‖muchas‖vocaciones.

―Una‖vocación‖es‖diferente‖a‖un‖trabajo‖―murmuró‖Dancer―.‖Confía‖en‖mí.

―¿Cómo‖ es‖ diferente?‖ ―preguntó‖ Han,‖ envalentonado‖ por‖ la respuesta de


Dancer.

―Una‖vocación‖no‖es‖algo‖que‖te‖echas‖encima,‖como‖una‖mano‖de‖pintura,‖y‖
que cambias cuando quieres. Una vocación se construye dentro de ti. No tienes
elección.‖ Si‖ tratas‖ de‖ hacer‖ algo‖ diferente,‖ fallas.‖ ―Lo‖ último‖ fue‖ dicho‖ con‖
profunda amargura.

Han asintió. A veces parecía que nunca escaparía su vida pasada como Señor de
la Calle en Ragmarket. Si eres bueno en algo, si te haces un nombre, eso se pega
a ti, siguiéndote por el resto de tus días.
Tocó los puños de plata alrededor de sus muñecas. Parecían simbolizar su falta
de opciones. Si sólo pudiera quitárselas, quizás podría convertirse en alguien
diferente. Al menos no sería reconocido tan fácilmente.

―Supongo‖ que‖ es‖ importante‖ deducir‖ lo‖ que‖ estas‖ destinado‖ a‖ hacer‖ ―dijo‖
Han―. ¿Qué harías, si pudieras elegir cualquier cosa?

Dancer abrió los ojos, entrecerrándolos contra los rayos de luz de sol que se
filtraban‖entre‖los‖{rboles.‖―Siempre‖pensé‖que‖me gustaría ser aprendiz de un
Orfebre Demonai, como Elena, y aprender a hacer joyas, amuletos, y piezas
mágicas.

Dancer siempre había gravitado hacia el oro y las mesas de Orfebres en los
mercados.

―¿Le‖has‖preguntado?‖―preguntó‖Han.

Dancer‖cerró‖los‖ojos.‖―No‖me‖aceptar{.

Eso era extraño. Elena conocía a Dancer, sabía que trabajaba duro, y que era
honesto.‖―Bueno...‖¿puede‖cambiar‖tu‖vocación?‖¿Est{s‖encerrado?‖¿Tienes‖que‖
hacer lo mismo toda la vida?

―Depende‖―dijo‖Dancer―.‖Algunos‖no‖ tenemos‖elección‖alguna.‖―Golpeteó‖
sus ojos con la base de los pulgares. Entonces se levantó y se fue, hacia los
bosques, dejando todo su equipo de pesca atrás.

Una semana después de su llegada a Marisa Pines, Han decidió visitar la casa
de Lucius Frowsley. Tenía que hacerle saber que ya no sería capaz de entregar
sus productos en Fellsmarch. Esperaba que Lucius le diera algún otro tipo de
trabajo, algo que pudiera hacer sin ir al pueblo, pero sabía que no era probable.

Descendió utilizando el Sendero del Espíritu, y después cortó por el sendero


que llevaba a la casa de Lucius.

La cabaña lucía desierta como era usual, sin humo enroscándose desde la
chimenea. Pero Lucius no estaba pescando en la ensenada del río, o atendiendo
su tienda en la ladera. De hecho, el fuego bajo la caldera se había apagado y el
borde de ladrillos estaba frío. Eso nunca pasaba. Lucius podía ser lento, pero
era consistente.
Han apiló madera bajo la caldera y rellenó el fregadero, pero no lo encendió, y
dejó el destilado donde estaba.

Perplejo, volvió a la cabaña de Lucius, que era el último lugar donde esperaba
encontrarlo en un soleado día de primavera. Podía dejar una nota, pero eso no
serviría con un ciego. Tenía un poco de dinero que debía a Lucius, pero odiaba
dejarlo en la cabaña cuando el anciano no estaba allí.

Golpeó fuerte. Lo recibió un ladrido, y entonces el cuerpo solido de Perro


golpeó la puerta. Debía estar ahí, pensó Han. Lucius y Perro siempre estaban
juntos.

―Hola,‖Perro‖―dijo,‖empujando‖la‖puerta‖de‖la‖cabaña.‖Perro‖enseguida‖estuvo‖
encima de él golpeando su cara con su larga lengua mojada, en un frenesí de
alegría perruna―.‖ ¿Dónde‖ est{‖ Lucius?‖ ―preguntó‖ Han,‖ sintiendo‖ una‖
puntada de preocupación.

Sus ojos se ajustaron a la luz débil, y entonces vio movimiento en la cama en la


esquina.‖―¿Lucius?

No había lámparas, por supuesto, pero Han abrió las cortinas bruscamente para
dejar entrar algo de luz dentro del cuarto. El anciano estaba sentado en su cama,
enroscado contra el muro, acunando una botella, enfermo o borracho o algo.

Han echó una mirada alrededor de la cabaña. El plato de agua de Perro estaba
vacío, y su plato de comida también.

―¿Lucius?‖¿Qué‖sucede‖contigo?‖

―¿Quién‖ es?‖ ―el‖ anciano‖ tembló.‖ Su‖ voz‖ cambió,‖ se‖ volvió‖ estridente‖ y‖
desafiante―.‖Cobardes.‖¿Has‖venido‖por‖mí‖también?

―Soy‖yo.‖Han.‖―Han‖dudó‖en‖la‖puerta―.‖¿No‖me‖conoces?

Lucius lanzó un brazo sobre su rostro como si pudiera ocultarlo detrás de él.
―Vete.‖ Sé‖ que‖ el‖ muchacho‖ est{‖ muerto.‖ Ya‖ lo‖ oí,‖ así‖ que‖ no‖ trates‖ de‖
engañarme. Ya tienes lo que querías, así que déjame solo.

Han cruzó hacia Lucius e incómodamente lo palmeó en el hombro. El anciano


se echo hacia atrás, aferrando su botella como un salvavidas.

―¿De‖qué‖est{s‖hablando?‖No‖estoy‖muerto.‖Est{s‖diciendo‖locuras.‖
El‖anciano‖abrió‖sus‖ojos‖nublados.‖―No‖lo‖tienes,‖¿no‖es‖cierto?‖La‖pieza‖para‖
el mal de ojo. El muchacho lo escondió bien, ¿no es‖cierto?‖―Lucius‖cacareó―.‖
Bueno, yo no lo tengo, si eso es lo que buscas. Haz lo peor. Me puedes torturar,
pero no puedo decirte lo que no sé.

―Detente,‖ Lucius‖ ―dijo‖ Han,‖ perdiendo‖ la‖ paciencia―.‖ Voy‖ a‖ buscarte‖ algo‖
para comer.

Si Lucius no había alimentado a Perro, lo más probable es que no se hubiera


alimentado él tampoco. Han fue a la bomba en el patio y llenó un cubo con
agua. Lo trajo adentro y llenó el plato de agua de Perro y puso un poco en una
copa para Lucius.

―Aquí‖ ―dijo,‖ gentilmente‖ peleando‖ por sacar la botella de la mano de


Lucius―.‖ Bebe‖ esto.‖ ―Escarbó‖ en‖ su‖ bolso‖ de‖ viaje‖ y‖ sacó‖ un‖ bizcocho,‖
apretándolo contra la mano de Lucius. Cuando el anciano sólo se sentó
aferrándolo, Han rompió una parte y la puso en su boca.

Lucius masticó mecánicamente, su mandíbula barbuda trabajando hacia arriba


y abajo. Perro tomaba ruidosamente su agua. Han husmeó a través de las
alacenas de Lucius y encontró la punta de un jamón que cortó en pedazos. Puso
parte en el plato de comida de Perro y alimento a Lucius con el resto, pedazo a
pedazo, alternando con tragos de agua.

Perro devoró su parte.

―Dijeron‖que‖estabas‖muerto‖―murmuró‖Lucius,‖y‖Han‖supo‖que‖había‖vuelto‖
a‖sus‖cabales―.‖Pensé‖que‖era‖mi‖culpa, por decirte que te quedaras con la pieza
para el mal de ojo.

―¿Quién‖dijo‖que‖estaba‖muerto?‖―preguntó‖Han.

―Dijeron‖ que‖ habías‖ sido‖ asesinado‖ río‖ abajo‖ ―continuó‖ Lucius―.‖


Despedazado por Demonios.

La compresión‖lo‖inundó.‖―Oh.‖Eso‖lo‖hice‖yo.‖Quería‖que‖la‖gente‖pensara‖que‖
había muerto.

Lucius paró de masticar. ―Est{n‖detr{s‖tuyo,‖¿entonces?‖¿Los‖Bayards?

Siempre‖los‖Bayards.‖―No. Los Casacas Azules me persiguen. La Guardia de la


Reina. Creen que maté a una docena de personas.
―Ah.‖―Lucius‖lanzó‖un‖gran‖suspiro‖de‖alivio―.‖Agradece‖al‖Hacedor‖que‖no‖
es algo peor.

―¡Es‖ suficientemente‖ malo!‖ ―explotó‖ Han―.‖ No‖ puedo‖ ir‖ a‖ casa,‖ no‖ puedo‖
trabajar. Estoy atrapado aquí en Hanalea.

―Hay‖cosas‖peores‖―dijo‖Lucius,‖comiendo‖por‖sí‖solo‖ahora―.‖¿Los‖mataste?‖
¿A esas personas?

―¡No,‖no‖las‖maté!‖Sabes‖eso.‖Estoy‖fuera‖de‖eso. O intentando.

―Bueno, entonces. Dale tiempo a los Casacas Azules. Una vez que la agitación
baje,‖ se‖ podr{n‖ comprar‖ de‖ nuevo.‖ ―Lucius‖ lamió‖ sus‖ dedos‖ y‖ se‖ inclinó,‖
buscando a tientas la botella.

Han‖puso‖la‖copa‖de‖agua‖de‖nuevo‖en‖su‖mano.‖―Creo‖que‖mejor te mantienes
con esto.

Lucius‖suspiro‖y‖dijo:‖―¿Así‖que‖te‖vas‖a‖quedar‖en‖Marisa‖Pines?

―Por‖ ahora.‖ De‖ cualquier‖ manera,‖ no‖ voy‖ a‖ poder‖ hacer‖ tus‖ entregas‖ por‖ un‖
tiempo. Lo siento.

―¿Dónde‖est{‖el‖amuleto?‖

―Est{‖ escondido.‖ En‖ el‖ pueblo.‖ ―Lo‖ cual‖ era‖ inconveniente, ahora que lo
pensaba. Sería difícil recuperarlo.

Lucius tosió y escupió en el piso, de la‖manera‖que‖hacen‖los‖ancianos.‖―Quiz{s‖


deberías considerar ir al sur, a Bruinswallow o We'enhaven. O al este a los
Acantilados de Tiza, y conseguir un trabajo en los muelles. Estarías más seguro
allí.

―Bueno.‖ ―Han‖ tocó‖ los‖ puños‖ de‖ plata‖ alrededor‖ de‖ sus‖ muñecas―.‖ Estaba‖
pensando en Arden, o Tamron. No están lejos. Podría ir a casa a ver a Mari y
Mamá de vez en cuando.

―Hay‖una‖guerra,‖muchacho,‖¿o‖no‖lo habías oído?

―Pensé‖que‖podía‖hacerme‖soldado‖―dijo‖Han.‖Esa‖era‖su‖última‖idea.

Lucius‖golpeó‖su‖copa.‖―¿Un‖soldado?‖¿Un‖soldado?‖¿Qué‖tipo‖de‖idea‖tonta‖es‖
esa?
Han no había esperado esta reacción de parte de Lucius.

―Bueno,‖es‖buen‖dinero,‖y‖no‖necesitaría pasar por un periodo de aprendiz, o


educación,‖o<‖

―¡Tienes‖educación,‖muchacho!‖Educación‖suficiente‖para‖saber‖que‖no‖quieres‖
hacerte soldado. Recién acabo de dejar de sentirme culpable porque pensaba
que estabas muerto. Las vidas de los soldados son demasiado baratas estos días.
Si fueras un oficial, tendrías una chance, de cualquier manera.

―Los‖ oficiales‖ vienen‖ de‖ las‖ academias‖ ―dijo‖ Han―.‖ Tengo‖ dinero‖ para‖ eso.‖
Pensé que podría ahorrar un poco de dinero siendo soldado, y entonces ir a la
academia.

―Por‖supuesto‖que‖puedes‖―dijo‖Lucius‖sarc{sticamente―.‖¿Piensas‖que‖Wien‖
House te tomaría con una sola pierna? ¿Ciego como yo? ¿Con tus pulmones
quemados por los venenos que el Príncipe de Arden usa? ¿Quieres terminar
como tu padre?

―Tienes‖ razón,‖ Lucius.‖ Tengo‖ todo‖ tipo‖ de‖ opciones‖ ―dijo‖ Han,‖
preguntándose por qué todo el mundo tenía el derecho a sermonearlo
últimamente―.‖ ¿Cómo‖ decidirme?‖ Podría‖ ser‖ un‖ trapero.‖ Podría‖ limpiar‖
establos. Podría ser un muchacho elegante; el dinero es bueno, y las ropas...

―¿No‖te‖quiere‖Jemson‖como‖maestro?‖―interrumpió‖Lucius.

¿Cómo sabe estas cosas? Pensó‖Han.‖―Bueno,‖no‖voy‖a‖entrar‖a‖una‖orden,‖si‖


eso es lo que quieres decir. Además, en cierta manera quemé ese puente
―agregó, pensando en el Cabo Byrne y Rebecca con esos ojos verdes que
podían clavarte al muro. Parecía que había pasado una vida, pero apostaba que
nadie lo había olvidado.

Ambos se callaron, cada uno peleando con sus propios pensamientos.

―Gracioso‖ que‖ no‖ hayan‖ venido‖ a‖ buscarte‖ ―dijo‖ Lucius‖ finalmente―. Los
Bayards, digo.

―Quiz{s‖ la‖ pieza‖ para‖ el‖ mal‖ de‖ ojo‖ no‖ es‖ tan‖ valiosa‖ como‖ tú‖ pensaste.‖
―Sugirió‖Han.‖Lucius‖puso‖mala‖cara‖y‖sacudió‖la‖cabeza,‖y‖Han‖agregó―:‖O‖
quizás no saben quién soy.

―Hmmph.‖Bueno,‖podría ser eso,‖muchacho‖―dijo‖Lucius―.‖Podría‖ser eso.


Capitulo 19
El día del nombre
Traducido por eli25
Corregido por nella07 SOS

A
demás de sentirse a un lado de la ceremonia, Han no podía evitar estar
entusiasmado con la aproximación del día del nombre.

Cada año en el solsticio de verano, todos los chicos de Clan que


cumplían dieciséis durante los meses cálidos celebraban una ceremonia de
nombramiento. Era una de las pocas veces durante el año que los
Campamentos de Pinos Marisa y Demonai se juntaban para bailar y coquetear y
hacer de celestinas entre los clanes de las familias. También era un tiempo para
fanfarronear cocinando, así que prometía ser el banquete del año.

Las pensiones estuvieron llenas tres días antes del solsticio, y los visitantes se
desbordaban en los otros hospedajes. Incluso el Hospedaje Matriarca tenía que
compartir invitados.

Bird se había aislado en el Hospedaje Acolyte con el otro tomador de


juramentos, como era costumbre, pero Dancer desapareció en los bosques dos
días antes del banquete sin una palabra a nadie. Han podía decir que Willo
estaba preocupada. Estaba ocupada con las preparaciones para la ceremonia,
pero varias veces fue a la puerta y miró fijamente fuera, diciendo: ―Pensaba
que oí a alguien acercarse. ―Se estremecía a cada sonido y dormía de manera
irregular.

También era insignificante que Han durmiera de manera irregular,


compartiendo el suelo del hospedaje con seis jóvenes primos Demonai, quienes
se reían y susurraban y tiraban de los mechones de su pelo.

Cuando Han salió del Hospedaje Matriarca en la mañana de la ceremonia, las


caderas del venado ya se estaban asando en el asador, y el suculento olor a
cerdo asado flotaba de las ascuas en el suelo. Largas mesas de caballetes habían
sido situadas debajo de los árboles. Han y el niño más joven llevaban cargas de
cebollas salvajes y ajos, y los pasteles recien horneados estaban puestos en fila
en las estanterías refrescantes en el pabellón de cocina.

Han ayudaba con el fuego en la puerta de afuera del templo, arrastrando más
asientos en el lugar para los ancianos de Clan, y coqueteaba con algunas chicas
Demonai que no había visto en seis meses.

Willo vestía en su toga de Matriarca, luego cuidadosamente dejó las ropas de


Dancer, sin desdoblarlas del baúl a los pies del banco donde había dormido ella,
pantalones y mocasines, una suave camisa y una chaqueta con flecos de ante
pintada y bordada en su estilo particular. Han estudió las prendas. No eran
tradicionales, de alguna manera los diseños discordantes, incorporando los
símbolos familiares de Pinos Marisa y Matriarca con señales de mala suerte y
serbales.

Willo incluso sacó una camisa con flecos de ante para Han, los símbolos del
cazador solitario bordados en la yunta de la espalda. Han tartamudeó un
gracias, y Willo sonrió y sacudió la cabeza.

―Gracias‖ por‖ ser‖ un‖ amigo‖ para‖ Dancer‖ ―dijo‖ ella―.‖ Él‖ te‖ necesitar{‖ en‖ los‖
días venideros.

Han‖parpadeó‖hacia‖ella.‖―¿Qué...

Ella sacudió la cabeza.‖ ―Ya‖ lo‖ ver{s‖ ―dijo,‖ alej{ndose,‖ despidiéndole,‖ y‖


sentándose en su telar como si no fuera el día del banquete.

Y aún no había vuelto Dancer.

―¿Quieres‖ que‖ le‖ busque?‖ ―preguntó‖ Han,‖ incapaz de quedarse con el


suspenso durante más tiempo y esperando hacer algo útil.

―Volver{‖―dijo‖Willo,‖tirando‖su‖lanzadera‖y‖cogiéndola―.‖No‖tiene‖elección.

El banquete comenzó al final de la tarde, las largas mesas crujían con platos y
cuencos, los perros circulaban con esperanzas por debajo. Han no estaba tan
hambriento como pensaba que estaría, comiendo lo suyo. Todos sus amigos
estaban segregados, preparándose para entrar en el futuro.

Finalmente, en el último momento posible, Dancer se deslizó de vuelta al


Campamento, pareciendo demacrado y sucio, como si hubiera dormido
durante tres días en el suelo.
Willo en silencio le entregó un cuenco, y él se enjuagó de la cabeza a los pies,
fregando la mugre con una toalla. Él entonces se vistió para la ceremonia con
rápidos y fieros movimientos, sin hacer comentarios sobre sus ropas nuevas.

Han abrió la boca, pero la voz murió en su garganta. Estaba enfadado con
Dancer por actuar de esa manera. Celoso del lugar de su amigo en el mundo y
la ceremonia que lo confirmaría. Tanto si la vocación lo había elegido a él, él
necesitaba aceptarlo. Han deseó que alguien le dijera lo que debía hacer con el
resto de su vida.

Y entonces fue el tiempo de ir. Las antorchas ya iluminaban cuando ellos


hicieron su camino a lo largo del paseo hacia la puerta trasera del templo,
incluso aunque la luz se prolongara en la noche en esos días más largos. Una
suave brisa besó la piel de Han, llevando el olor de los lirio de la noche y la
promesa de la breve tierra alta del verano.

Dancer les dejó cuando alcanzaron el Templo, rodeándolo para unirse a los
otros en el Hospedaje Acolyte. Willo también se fue, para unirse a los ancianos
en la parte delantera del Templo. Los ancianos llevaban el atuendo ceremonial
de sus vocaciones elegidas, un florido jardín de colores. Han, se sintió idiota,
sentado en el suelo con los chicos más jóvenes, doblando sus piernas fuera del
camino.

La ceremonia comenzó con discursos de los ancianos de ambos campamentos.


Han reconoció a Averill Lightfoot y resistió la urgencia de alejarse en los
bosques. Había visto al comerciante por última vez durante el desastre del
Templo de Southbridge, cuando había secuestrado a Rebecca y escapado a
Ragmarket.

Todo está bien, se dijo Han, el Campamento la Matriarca de Demonai, contó la


historia familiar de cómo los clanes fueron grabados de la piedra del Espíritu y
que el aliento del Creador les trajo la vida. Y cómo, a este día, las reinas de los
Fells volvían a las Espíritus al final de la vida, reclamando una cima como su
último lugar de morada.

Han se encontró relajado, la cadencia de las viejas historias familiares le


calmaron como siempre hacían. ¿Por qué no podía la vida ser tan ordenada? En
su lugar era una línea complicada para andar, con nudos y conexiones que no
podías ver.
Por ejemplo, Averill era el consorte de la Reina de los Fells, el padre de la
Princesa heredera. Han no pudo evitarlo pero pensó que era extraño, ese
vinculo entre esos relucientes Valefolk que vivían dentro de las fruncidas
paredes del Castillo de Fellsmarch y los miembros de los Clanes de las tierras
altas, cuyos Campamentos se parecían a una extensión de paisaje, los cuales
caminaban muy suavemente por la tierra.

Era el momento para que el primer nacido del verano fuera presentado por sus
patrocinadores. Iron Hammer, un herrero, vino hacia delante, seguido por una
chica alta de hombros anchos en un chaleco de cuero y pantalones, decorados
por caballos y llamas ardiendo en el cuero.

Ella debía ser una Demonai, pensó Han, pues no la conocía.

―¿A‖quién‖nos‖traes,‖Hammer?‖―preguntó‖Averill.

Hammer‖se‖aclaró‖su‖garganta.‖―La‖chica,‖Laurel‖Blossom,‖vino‖a‖mí,‖hablando‖
de sus sueños de metal y llama. Ella ha sido examinada, y es una vocación real.
He estado de acuerdo en ser su patrocinador. Ella ha meditado en su nombre.
Les‖ presento‖ a‖ Llama‖ Moldeadora.‖ ―Y‖ sonrió‖ ampliamente,‖ como‖ si‖ fuera‖ su‖
propia hija a quien estaba presentando.

Y así continuó. Un aprendiz de creador de Canastos fue llamado Roble Tejedor.


Un posible Contador de historias fue llamado Cuento Hilador. Un Creador de
joyas se convirtió en Pájaro Plateado.

Ahora dos guerreros Demonai vinieron hacia delante, un hombre y una mujer,
las cabezas en alto, los cuchillos en sus fundas, los arcos colgando de sus
hombros, los emblemas plateados Demonai colgaban de las cadenas alrededor
de sus cuellos. Estaban vestidos con pantalones y camisa verdes y marrones que
les hacía invisibles en el bosque. Todos los que se levantaran contra los magos
tendrían que tener un poco de magia en ellos.

Entusiasmados susurros se escucharon a través del templo. Los Demonai no


hacían a menudo de patrocinador a un nombrado guerrero.

―¿Qué‖es‖esto?‖―susurró‖alguien‖detr{s‖de‖él.

―Reid‖ y‖ Shilo‖ Demonai‖ ―susurró‖ alguien‖ de‖ vuelta.‖ Todos‖ los‖ guerreros‖
Demonai tomaban el apellido Demonai.
Así que Reid Caminante nocturno, pensó Han. El alto y musculoso guerrero
sólo era un año o dos más mayor que Han, pero ya era famoso, o tan famosos
como un guerrero puede ser durante tiempos de paz.

Shilo era más pequeña, con una constitución más corpulenta, pero había una
semejanza con todos los Demonai, y tipo de compartida chapa de arrogancia.

―Hemos‖ recibido‖ una‖ petición‖ ―dijo‖ Shilo,‖ como‖ si‖ los‖ guerreros‖ no‖
requirieran‖ presentación―.‖ La‖ hemos‖ aceptado‖ ―siguió‖ ella,‖ como‖ si‖ la‖
asamblea no mereciera una explicación de las maneras de los Demonai.

Los dos guerreros se giraron, mirando hacia el bosque.

Bird emergió de los árboles, sus ojos miraban el suelo, como adoptando
humildad por semejante gran honor, aún la ligereza de sus pasos le dijeron a
Han que estaba prácticamente flotando. Ella ya estaba vestida con el verde y
marrón Demonai, y su inconsciente gracia se ajustaba a ellas.

Ella vino hacia delante hasta que estuvo de pie justo delante de los guerreros.

Sus‖ patrocinadores‖ no‖ se‖ molestaron‖ en‖ hablar‖ de‖ su‖ historia.‖ ―Aceptamos‖ a‖
esta‖ chica,‖P{jaro‖Excavador‖―dijo‖Reid―,‖un‖candidato‖a‖guerrero‖Demonai,‖
bajo nuestro apoyo. Si ella tiene éxito, recibirá un nuevo nombre y el amuleto
Demonai antes del siguiente solsticio.

¿Y si no lo tenía? Pensó Han, sintiendo un poco de resentimiento. ¿Qué ocurría


entonces? ¿Y qué tiene que hacer para tener éxito?

Reid Demonai presentó a Bird con una reverencia, un Temblor de flechas, y un


cuchillo con el emblema Demonai grabado en la empuñadura. Ella deslizó el
cuchillo en una funda en su cinturón y se quedó de pie, recibiendo las otras
armas en sus brazos, entonces levantó su cabeza y miró alrededor del círculo.
Ella se permitió una brillante sonrisa, ese familiar rizo caía sobre su frente.

Estaba feliz, se dijo Han. Eso es lo que ella quiere.

Lo cual le hizo pensar en Dancer. Todos los otros nacidos en verano habían ido
hacia delante. Willo estaba conversando con Averill y Elena, sus cabezas juntas.
Todos parecían solemnes y graves.
―Hay‖un‖último‖nacido‖en‖verano‖para‖nombrar‖―dijo‖Averill―.‖Llamo‖hacia‖
delante a Fire Dancer, también conocido como Hayden, hijo de Willo, Matriarca
de Pines Marisa.

Después de un momento sin respiración, Dancer emergió de los bosques y


caminó hacia delante, solo, su maravillosa chaqueta reflejaba la luz de las
antorchas. Su cara aguantaba la fría expresión que se había convertido en
familiar.

¿Dónde estaba su patrocinador? Se preguntó Han, mirando fijamente en los


alrededores del bosque y sin ver a nadie. Entonces Willo caminó hacia delante y
se puso al lado de su hijo. Dancer la miró pero no hizo un movimiento para
alejarse.

Ahora la Cennestre Elena Demonai caminó hacia delante, Madre de todos ellos.
La luz del fuego profundizó las líneas de su cara, el mapa de su larga vida. Sus
ojos eran como piscinas del bosque, reflejando el recuerdo común.

Su‖voz‖asumió‖la‖cadencia‖del‖contador‖de‖historias.‖―Les contaré una historia


sobre una chica nacida y criada en Pinos Marisa.

Típico de Clan, pensó Han. La relación de una historia no era siempre clara
hasta el final. Y algunas veces era solo una historia que necesitaba ser contada, y
no tenía nada que ver con la situación entre manos. Por el bien de Dancer,
esperaba que no fuera el caso esta vez.

―El‖ nombre‖ de‖ esta‖ chica‖ era‖ Agua‖ Cantante,‖ y‖ la‖ magia‖ era‖ fuerte‖ en‖ ella‖
―siguió‖Elena.

Algunos de los ancianos en atención intercambiaron significativas miradas. Esta


historia era conocida por algunos, al menos.

―Ella‖era‖tan‖maravillosa‖que‖un‖hombre‖joven‖vino‖a‖través‖de‖todos‖los‖Siete‖
Reinos para verla, esperando conocerla. Y cuando el tiempo se acercó para
elegir su vocación, todos pusieron atención, porque ella era buena en todo. No
la faltaban posibles patrocinadores.

¿Qué era todo eso? Se preguntó Han. ¿No es bastante malo que Dancer no
tenga patrocinadores? ¿Por qué traían esto ahora?

―No‖mucho‖antes‖de‖la‖ceremonia‖de‖nombramiento‖de‖Agua‖Cantante,‖ella‖se‖
fue a caminar por el bosque una mañana cuando se encontró a un joven
hombre, un extraño apuesto, alguien que no era del Clan, alguien que no
debería‖haber‖estado‖allí.‖―Ella‖paró‖para‖el‖relato, entonces siguió.

―El‖ joven‖ hombre‖ llevaba‖ un‖ elaborado‖ anillo‖ en‖ su‖ dedo,‖ salpicado‖ con‖
esmeraldas. Le preguntó a Agua Cantante si le gustaría probárselo.

La palabra ¡No! desgarró a través del Templo. La contadora de historias Elena


Demonai les aguantó en la palma de su mano. Excepto Han, quien estaba
distraído por la miseria de Dancer y el dolor en la cara de Willo.

―Ella‖se‖puso‖el‖anillo‖y‖cayó‖en‖un‖sueño‖―dijo‖Elena―.‖Cuando‖se‖despertó,‖
estaba sola en el bosque. Era de noche y estaba temblando de miedo y frío. El
joven hombre había desaparecido, y también el anillo. Agua Cantante volvió al
campamento, y poco después ella descubrió que tendría un niño.

―Agua‖Cantante‖estaba‖grande‖con‖el‖niño‖cuando‖ella‖atendió‖a‖su‖ceremonia‖
del nombramiento. Porque la magia era fuerte en ella, fue aprendiz de Elena
Demonai, Matriarca del Hospedaje Demonai. Fue rellamada, Sauce Cantante, y
llamada “Willo”.

Elena paró y miró alrededor, y todos sabían cuales serían las siguientes
palabras.‖―Sauce‖Cantante‖tuvo‖un‖hijo,‖y‖le‖llamaron‖Fire‖Dancer.‖Le‖veis‖ante‖
vosotros.

Han se sentó aturdido, mirando de Willo a Dancer y de vuelta a Elena. Así que
esta era la historia que no se había contado sobre el padre perdido de Dancer. El
padre de Dancer debió ser un mago.

―Dancer‖heredó‖mucho‖de‖su‖madre‖―dijo‖Elena,‖sonriendo‖tristemente‖hacia‖
Dancer―.‖Él‖es‖un‖querido‖chico‖de‖Pinos‖Marisa. Tiene muchos talentos, y no
le faltarían patrocinadores para elegir una vocación. Pero tiene talentos
heredados de su padre también, y debe seguir su propio camino. Dancer ha
elegido una vocación que ninguno de nosotros podemos patrocinar.

Bird aparentemente‖ había‖ alcanzado‖ su‖ límite‖ de‖ silencio.‖ ―¿Qué‖ est{s‖
diciendo?‖ ―Demandó‖ ella,‖ mirando‖ de‖ Elena‖ a‖ Averill‖ a‖ Willo―.‖ ¿Qué‖ has‖
elegido, Dancer?

―No‖fue‖una‖elección‖―dijo‖Dancer,‖apenas‖audible.

La‖comprensión‖nació‖en‖la‖cara‖de‖Reid‖Demonai.‖―¿Es‖un‖maldito engendro
de‖mala‖suerte?‖―dijo,‖andando‖sigiloso con su‖cuchillo―.‖¿Aquí?
Entonces todos hablaron a la vez, como un clamor de multitudes en un trigal.

Willo caminó entre Reid y Dancer, pero habló a la asamblea completa, su voz
clara y firme y lo bastante alta para sobresalir de todo lo demás.

―Aunque‖no‖podamos‖patrocinarle‖aquí,‖hemos‖arreglado‖el‖entrenamiento‖de‖
Dancer. Irá al Fuerte Oden, a la academia de lanzadores de hechizos de allí, y
aprenderá a utilizar la magia que ha heredado.

La cabeza de Han giró cuando las escenas y las imágenes volvieron a él: el mal
humor de Dancer en los pasados meses. La conversación de Han escuchada por
encima en el Hospedaje Matriarcal, cuando se había preguntado si Dancer
estaría enfermo.

Pero no. Él había tomado servicio, lo que significaba protección contra la


hechicería. Dancer había intentado enfriar la magia. Willo había estado
torciendo todas sus habilidades en esa tarea. Y si ella no podía hacerlo... nadie
podía.

Él había visto a Willo y a Dancer en Fellsmarch, cuando ella le había curado en


el Templo Southbridge. Quizás estaban consultando a los curanderos del
templo. O quizás estaban allí para hacer los arreglos para el Fuerte Oden.

Han estudió a su amigo buscando cualquier signo revelador de brujería. Dancer


parecía ser el mismo de siempre, excepto por estar desesperadamente infeliz.
Allí estaban los ojos azules los cuales debían ser un regalo de su padre, tan
inapropiados contra su piel y pelo oscuros.

―¿Vas‖a‖entrenar‖a‖otro‖mago?‖―habló‖Reid‖desdeñosamente―.‖¿Cu{ndo‖hay‖
tantos ya?

Elena‖se‖quedó‖de‖pie‖en‖su‖sitio.‖―Vamos‖a‖dar‖a‖Fire‖Dancer‖lo‖que‖necesita‖
para controlar el regalo que le ha sido entregado.

―Eso‖ no‖ es‖ un‖ regalo‖ ―dijo‖ Reid―.‖ Es‖ una‖ maldición.‖ Y‖ el‖ mundo‖ estaría‖
mejor con un mago menos en él.

Shilo asintió, respecto a Dancer como si él fuera una víbora que ella había
encontrado‖bajo‖el‖porche.‖―No‖puede‖quedarse‖en‖las‖Espíritu.‖El‖Naeming‖lo‖
prohíbe. Lo sabes.
―El‖ chico‖ se‖ ha‖ quedado‖ aquí‖ mucho‖ tiempo‖ ―dijo‖ Averill‖ afiladamente―.
Puede quedarse hasta que vaya al Fuerte Oden.

Han procesó eso en principios y finales, aparentemente unos pocos pasos detrás
de los otros. ¿Dancer se iba? No, estaba siendo exiliado. Desalojado como un
inquilino de un llano por un señor de barrio bajo.

Recordó el encuentro con Micah Bayar y sus amigos en Hanalea, cuando


Dancer se enfrentó a los jóvenes magos con esa regla... de que los magos no
eran permitidos en las Montañas Espíritus.

Pero Dancer<‖¿No podían haber hecho una excepción? Él pertenecía aquí. Esta
era su casa.

Han se quedó de pie, queriendo decir demasiado, incluso aunque él no tenía el


derecho pues era solo un invitado. Pero Willo le vio y sacudió la cabeza.

Confuso, Han se sentó otra vez. ¿Realmente Willo quería dejar que esto
ocurriera? ¿Ella permitiría que su hijo fuera mandado al sur para vivir entre
extraños?

Elena enfrentó a Dancer, metió la mano en una bolsa que llevaba en su cintura.
Sacó algo brillante, el cual lo osciló delante de Dancer.

Era un amuleto, tallado en una piedra traslúcida de colores caramelo. Una


brillante figura de un bailarín del clan rodeado por una llama. Dancer lo miró
con una terrible fascinación, como si fuera un veneno que se requería que él
tomara.

―Fire‖ Dancer‖ ―dijo‖ Elena‖ gentilmente―,‖ nosotros en los Clanes hemos sido
durante mucho tiempo los creadores de herramientas de alta magia, incluso
aunque somos incapaces de usarlas nosotros mismos. Durante cientos de años
hemos estado en una difícil tregua con esos quienes pueden usarlos. Cuando se
abusa de esos regalos, controlamos el acceso a ellos. Cada desconfianza al otro,
pero cada dependencia por encima del otro. La Creadora en su sabiduría ha
decretado que sus regalos serían distribuidos de este modo, para protegernos a
todos.

Deslizó la cadena sobre la cabeza de Dancer para que el amuleto descansara en


su pecho. Él se quedó de pie rígido, las manos apretadas a los lados, como si el
moverse lo resaltara. Pasó un largo momento, y el amuleto comenzó a brillar.
En respuesta, algo despertó bajo la piel de Dancer, una incandescencia que no
había aparecido antes.

―Eres‖ un‖ nacido‖ en‖ verano,‖ un‖ niño‖ de‖ este‖ campamento.‖ Y‖ también‖ te‖
otorgamos este regalo directamente, el amuleto que tomarás en el Fuerte Oden.
―Elena‖encogió‖sus‖estrechos‖hombros―.‖Aún‖así,‖esperamos‖que recuerdes de
dónde vienes. Quizás serás el que unifique a magos y a Clan.

El‖odio‖en‖la‖cara‖de‖Reid‖dijo‖que‖eso‖nunca‖ocurriría.‖―Deberías‖guardar‖el‖
amuleto‖hasta‖que‖el‖maldito‖engendro‖de‖mala‖suerte‖deje‖Hanalea‖―dijo―.‖Si‖
no eso no es seguro.

―Los‖ ancianos‖ han‖ hablado,‖ Reid‖ Caminante‖ Nocturno‖ ―dijo‖ Averill―.‖ Fire‖
Dancer no tiene patrocinador. El amuleto será la conexión entre nosotros. Es
todo lo que podemos ofrecerle ahora.

―No‖necesitas‖preocuparte‖―dijo‖Dancer―.‖No‖tengo‖deseos‖de‖usar‖nada‖de‖
lo que‖me‖dejó‖mi‖padre.‖Y‖me‖iré‖antes‖de‖que‖lo‖sepas.‖―Con‖eso,‖se‖quitó‖la‖
chaqueta que Willo le había hecho y la tiró al fuego. Entonces sin decir una
palabra entró en el bosque, dejando un silencio detrás de él.
Capitulo 20
Willo y Bird
Traducido por eli25
Corregido por Majo2340

L
a resaca de la ceremonia del nombramiento persistió durante varios días.
Dancer desapareció otra vez, y Han pasó horas infructuosas buscando
las leñas alrededor de Pinos Marisa, visitando todas las guaridas
familiares. Cuando le encontró a una caminata de dos días en un refugio de
cazador en las orillas del Lago Fantasma, Dancer no estaba pescando, o
cazando, o leyendo. Solo se sentaba, mirando hacia el lago.

Dancer tenía poco que decir a las sugerencias de Han; él parecía sentir que
estaba cansado de todas las posibilidades.

―Podemos‖ir‖al‖Templo‖de‖Fellsmarch,‖―dijo Han―.‖Los Oradores saben todo


tipo de cosas. Quizás ellos puedan ayudar.

―Hemos‖ estado‖ viendo‖ a‖ Jemson‖ ―dijo Dancer. Levantó una roca y la envió
rozando sobre el agua―.‖Intentó algunas cosas, pero nada funcionó. ―Dancer
miró a Han―.‖Además, ¿no dijiste que eras un hombre buscado en Fellsmarch?

Bueno. Sí. Lo era.

―¿Y qué pasa con el de los otros Campamentos? Quizás haya un curandero allí
que tuviera una nueva idea.

―Mi madre es la mejor. Ya lo sabes. Y Elena conoce a las otras matriarcas; ella
siempre está viajando. Si hubiera algo más que intentar, ella lo sabría.

―Si no tienes un amuleto, no podría solo... ¿quedarse latente?

Dancer no honró eso con una respuesta.

Han se sintió obligado a ofrecer planes aumentados desesperadamente.


―Podríamos ir a las Islas del Norte. ¿Es de donde vienen los magos, verdad?
―¿Crees que es‖mejor‖que‖ir‖al‖Fuerte‖Oden?‖―Preguntó Dancer―.‖Navegar a
través del Indio hacia algún lugar al que nunca he estado para encontrar a gente
que nos invadió hace siglos

―Tú podrías... podrías hablar con el Consejo de Magos. Podría intentar


encontrar a tu padre.

―La única razón por la que buscaría a mi padre es si decido matarle,‖ ―dijo
Dancer, sus ojos azules duros como topacios.

Aturdido en el silencio, Han no dijo nada durante un largo tiempo. Él nunca


había visto a Dancer tan amargado. Dancer era el único que siempre veía el bien
en la gente, siempre era el pacificador.

―Iré‖contigo‖―dijo finalmente Han―.‖Al‖Fuerte‖Oden,‖quiero‖decir.

―¿Y qué harás?

―Iré‖a‖la‖Escuela‖de‖Guerreros en la Casa Wien.

Dancer le miró de arriba‖abajo‖y‖actualmente‖sonrió.‖―¿Tú? ¿En el ejército? Son


todo reglas. No durarías ni una semana. Estarías preguntando por qué todo el
tiempo. Estarías mejor fuera que dentro de las órdenes del Templo.

―Eso‖ podría‖ funcionar‖ ―persistió Han. Cuanto más hablaba de eso, más le
gustaba―.‖ Todos los militares están ansiosos por graduarse en la Casa Wien.
Podría encontrar a uno con el que adaptarme.

―¿Cómo‖lo‖pagarías? ―Preguntó Dancer―.‖No‖tienes‖nada‖de‖dinero.

―¿Cómo pagarías‖tú‖la‖Casa‖Mystwerk?‖―Señaló Han.

―Los‖Campamentos me patrocinarían, sobre el inconveniente de los Guerreros


Demonai. Es una manera de conseguir que me aleje.

―¿Cuál es‖el‖problema‖de‖los‖Demonai?‖―Preguntó Han.

Dancer‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Pregúntales a ellos. Pero tú no eres un


soldado. No estoy seguro de lo que eres, pero no eres eso.

Cuando Han volvió al campamento, le dijo a Willo donde estaba Dancer,


dejando claro que Dancer estaba frustrado.
―Todo está bien, Cazador Solitario ―dijo ella, levantando la mirada de su
cuenco de tinte. Ella estaba moviendo un caldero lleno de brillante hilo azul
sobre el fuego delante de la Matriarca Lodge―.‖ Déjale estar. Dancer necesita
algo de tiempo solo. Hanalea le calma.

―¿Qué va hacer cuando tenga que irse? ¿Qué le va a calmar entonces? ―Han
estaba enfadado con Willo, como si todo fuera por su culpa.

―Él encontrará su camino. Tiene que hacerlo ―dijo Willo simplemente.

―¿Cu{nto‖ tiempo‖ has‖ sabido‖ esto?‖ ―Demandó Han―.‖ Que Dancer es un


maldito engendro de mala suerte.

Willo manchó su sudorosa‖ frente‖ con‖ su‖ antebrazo.‖ ―Sabía que era una
posibilidad desde el... desde el principio. Pero los magos no se manifiestan
hasta que son adultos, y tenía la esperanza de que no ocurriera. Comencé a ver
las señales hace tres años. Y finalmente él también lo notó, y vino a mí.

―Había‖algo‖que‖pudieras‖hacer. ―Después de todo, Willo era una curandera


con talento. ¿No podía curar a su propio hijo?

Era como‖si‖ella‖leyera‖su‖mente.‖―La brujería es un talento, no una desgracia.


No es susceptible a la curación. Intenté serbal, por supuesto, y ciertamente...
talismanes. ―Su voz disminuyó, y ella miró hacia su mandil manchado de
azul―.‖Debería haber actuado antes, cuando él era solo un bebé. Algunas veces
la brujería puede ser mantenida en un espacio si la intervención es lo bastante
pronto. Por lo demás es como un cáncer que se extiende hasta que no puedes
cortarlo sin matar al huésped.

Cierto, pensó Han. Es un talento. Como un cáncer. Willo pareció tan confusa
como todos los demás.

Quizás ahora era el momento de presionar su traje. Se sentía nervioso, Willo le


rechazó antes, pero seguramente ella vería el sentido de lo que él sugería.

―He‖ estado‖ pensando‖ ―dijo él―.‖ Necesito un oficio, y no puedo volver a


Fellsmarch en un tiempo. Podría ir a Fuerte Oden con Dancer y matricularme
en la Academia de Guerreros. Estaríamos en diferentes escuelas, pero apuesto a
que podríamos vernos, de todas formas. Y podríamos viajar una y otra vez
juntos. Eso debería ser seguro para ambos.
Willo ya‖ estaba‖ sacudiendo‖ su‖ cabeza.‖ ―No eres un Guerrero, Cazador
Solitario‖―dijo ella desdeñosamente.

―Es‖ mi‖ elección ―dijo él―.‖ Casi soy adulto. Si fuera del Clan ya habría sido
nombrado.

―¿Por qué me estás preguntando, entonces? ―Preguntó Willo, sentándose de


vuelta sobre sus talones.

―Necesitaría dinero para matricularme. Le pregunté a Jemson sobre eso, y


costaría al menos veinte girlies un año, además de la pensión. Sin contar con el
dinero del viaje.

Willo‖ le‖estudió.‖―¿Me estás pidiendo dinero? ¿Para que puedas desperdiciar


tu vida en la guerra de las tierras llanas?

Esto no iba bien. Han extendió‖ sus‖ muñecas‖ hacia‖ ella.‖ ―Puedo pagar a mi
manera. Solo necesito que me quites esto ―dijo él―.‖ Conozco a comerciantes
que pagarían un buen dinero por una espesa plata así. Ellos deberían darme lo
suficiente para mantenerme en mi camino al sur, además de conseguir que me
matricule una vez esté allí.

―No ―dijo ella―.‖Ya te lo he dicho. No puedo hacer eso.

―Willo,‖ no‖ tengo‖ a‖ donde‖ ir,‖ ―persistió él, peligrosamente se acercó para
suplicar―.‖ Necesito tener una vida en algún lugar, y no puedo volver a
Fellsmarch. No hay nada para mí aquí. Dancer irá al Fuerte Oden, y Bird va
hacia Demonai. Todos los que conozco son aprendices. Nada será lo mismo.

―Hay comerciantes que pueden enseñarte‖ aquí‖ en‖ Pinos‖ Marisa,‖ ―dijo
Willo―.‖Ya eres bueno en plantas y pociones. Yo te contrataré, si nadie más lo
hace.

―No puedo esconderme aquí toda mi vida ―dijo Han, pensando que había
una pequeña aventura en hacer lo que él había estado haciendo tanto tiempo,
pero menos.

―No eres un Guerrero, Cazador Solitario, ―dijo Willo llanamente―.‖ Y una


cantidad de dinero no te hará uno. ―Ella siguió removiendo el espeso y barrió
hacia la Matriarca Lodge.
Han pasó los siguientes días enfurruñado. La continua presencia de los
invitados de Demonai era tan fastidiosa como una piedra en su bota. Era como
tener una casa de invitados en medio de una lucha familiar. Solo querías que se
fueran para poder hablar con tu mente.

No es que él fuera exactamente de la familia, como se seguía recordando a sí


mismo.

Los Guerreros Demonai en particular peleaban su temperamento. Bird pasaba


todo su tiempo con ellos, por supuesto, toda cara solemne, colgando sobre cada
palabra de Reid Demonai.

Esa era otra cosa, Han estaba decepcionada de Bird. Ella podía haber defendido
a Dancer cuando Reid Demonai le atacó.

Justo como Han podía haberle defendido también. Sin importar lo que Willo
dijera.

Los Guerreros Demonai cayeron en silencio cuando Dancer pasó, y dejaron el


círculo de fuego cuando él se unió. Ellos le observaban constantemente, como si
fuera un perro loco o una araña venenosa.

Han no podía dejar de preocuparse de que los Guerreros Demonai pudieran ir


detrás de Dancer si ellos le cogían. Así que él se convirtió en un espía auto
designado, persistiendo cerca de su fuego, observándoles ir y venir del
campamento, y escuchando sus conversaciones.

Hasta que un día, se estaba deslizando a través del bosque, siguiendo a Reid
Demonai, probablemente al retrete, cuando Bird vino en su camino. Estaba
vestida en sus ropas Demonai, y pareció materializarse de la sombra y la luz del
sol.

―¿Qué crees que estás haciendo? ―Siseó ella.

―¿Hacer?‖―Se encogió de hombros―.‖¿Qué‖parece‖que‖estoy‖haciendo?

―Estás jugando a juegos peligrosos. ¿Crees que no lo notan? Son Guerreros


Demonai ―dijo ella, como si él no lo hubiera notado.

Él‖la‖dio‖una‖mirada.‖―¿Y‖qué?‖He estado caminando en estos bosques toda mi


vida ―dijo él―.‖Si eso les pone nerviosos, deberían irse.
―Es solo una justa advertencia, la paciencia de Reid se está haciendo fina. Él
está listo para cortarte la garganta.

―Puedo‖intentarlo ―dijo Han, adoptando indiferencia, aunque su corazón latía


más rápido. Una confrontación con Reid Demonai parecía atractiva.

―No‖lo‖comprendes,‖―persistió Bird―.‖Ellos se han entrenado para esto toda


su vida. Son peligrosos.

―¿De verdad? Bueno, yo también soy peligroso. ―Él se sentía como si


estuviera fanfarroneando en el patio de la escuela, pero no podía evitarlo―.‖
Mírame como todos se erizan y sin cerebro.

―¡Shh! ―Bird miró alrededor, como si Reid pudiera estar detrás del árbol
cercano,‖escuchando―.‖Vamos. ―Moviendo con su gracia de gato habitual, ella
le guió fuera del sendero, bajando a un pequeño barranco, hacia un lugar donde
dos losas de roca habían sido deslizadas juntas, formando un pequeño refugio
como una cueva. El beso de la Soltera y la cascada aguileña de las grietas, y un
pequeño arroyo cayendo a lo largo del suelo del cañón.

―Siéntate,‖―dijo ella, ondeando hacia él a una roca llana.

Él se sentó, y ella se sentó enfrente de él.

―He‖intentado‖hablar‖con‖Dancer ―dijo ella―.‖Y‖él‖no‖hablar{‖conmigo.

―¿Le‖culpas? ―Preguntó Han. Y entonces, después de una pausa―.‖No puedo


creer que quieras estar en un grupo que trata así a tu amigo. ―Ahí. Lo había
dicho.

Bird se mordió el labio y bajó la mirada a sus manos apretadas―.‖Eso<‖no‖es‖


nada personal ―dijo ella―.‖ Pero es para lo que los Demonai existen. Para
luchar contra los magos. Y la presencia de... de un mago en Hanalea es
sacrilegio.

―Estamos‖ hablando‖ de‖ Dancer,‖ ―dijo Han, pensando en cómo Dancer había
retado a Bayar y a sus amigos―.‖Él ha nacido aquí. Pertenece aquí.

―Lo‖sé. ―Ella tragó fuerte―. Pero creo que cuando los malditos engendros de
mala suerte invadieron Fells... fueron implacables. Ellos pusieron mentiras en la
espada. Capturaron a nuestra Reina y forzaron a los Clanes a aguantar en las
Espíritu, y eran nuestro santuario. Si no fuera por eso, habríamos sido
erradicados como demás la gente.

Era un bonito discurso. Han se preguntó su venía de Reid Demonai. Les


imaginó sentados cadera a cadera en el fuego, Bird mirando a sus ojos,
embelesada. Él parpadeó la imagen fuera.

―Eso fue hace mucho tiempo ―dijo él―.‖ Tampoco soy dulce con los magos,
pero...

―Eso fue hace mucho tiempo, pero estos son tiempos peligrosos ―dijo Bird―.‖
Tenemos una Reina débil. El poder de los magos está creciendo. Los del Clan
nos sentimos poco bienvenidos en el Valle. Ejercemos menos influencia en la
corte.

―Averill Demonai‖ es‖ el‖ consorte‖ de‖ la‖ Reina‖ ―dijo Han―.‖ Y‖ padre‖ de‖ la‖
Princesa heredera. Eso suena influyente para mí.

―Las apariencias pueden ser engañosas ―dijo Bird―.‖ Reid dice que es más
importante que se mantenga siempre la tradicional línea divisoria contra los
magos.

Y no estoy realmente interesado en lo que Reid dice,‖pensó‖Han.‖―¿Así‖que‖cu{l‖


es‖el‖plan?‖―Preguntó él―.‖¿Volverás a Demonai con ellos o qué?

Bird‖ asintió.‖ ―Nos‖ vamos‖ pronto.‖ Sólo que... Reid no quiere irse mientras
Dancer aún esté aquí.

―Bueno, ellos no tendrán que preocuparse por él durante mucho tiempo,


¿verdad? ―Dijo Han, su propia culpa conducía el cuchillo a casa―.‖Una vez se
vaya, podríamos no verle nunca más.

Bird rastrilló sus rizos‖ fuera‖ de‖ su‖ sudorosa‖ frente.‖ ―¿Tú... crees que es una
buena idea? ¿Qué Dancer vaya al Fuerte Oden? ¿Entrenarse como un mago?

Han‖la‖miró.‖―¿Qué elección tiene? Acabas de decir...

―Quizás... quizás él solo debería trasladarse a Fellsmarch ―dijo Bird, sin


encontrar sus ojos.

Han‖se‖inclinó‖hacia‖delante.‖―¿Y qué? Él no es un habitante de los Llanos. Las


cosas en las que es bueno no tienen valor en la ciudad.
―Él‖podría‖aprender un comercio, ―dijo ella―.‖Y luego... podríamos visitarle
algunas veces. ―Ella levantó la mirada con esperanza―.‖ Quizás... sin
entrenamiento... la magia sólo... se iría.

―¿Eso crees? ¿O es eso lo que dice Reid? ¿Crees que Willo enviaría a Dancer
lejos si fuera tan fácil?

óElla‖sacudió‖su‖cabeza.‖―No.‖Slo... los Demonai no quieren que Dancer vaya


al Fuerte Oden.

Un gran frío de furia estaba creciendo en el centro de Han, extendiendo hacia


sus‖ extremidades.‖ ―No‖ le‖ quieren aquí, pero tampoco quieren que vaya al
Fuerte Oden. Sólo quieren que desaparezca, ¿verdad?

―¡No!‖ Adoro‖ a‖ Dancer.‖ Es‖ sólo que... Reid está preocupado por el
entrenamiento de un mago que conoce las Espíritu tan bien. Que tiene
conocimiento de los secretos del Clan. ¿Y si él vuelve... del lado equivocado?
―Ella miró a Han atrayentemente.

―No sé mucho de política, ―dijo Han, su voz crispada como un río helado―.‖
Sólo intento seguir. Pero sí me preguntas, estás tratando a Fire Dancer como el
enemigo. Y no puedo pensar en una manera mejor de conducirle al otro lado.
Haz lo que quieras, pero cualquiera que sea el lado de Dancer, yo estaré allí.

Eso era lo que él había intentado decirle a Dancer. Para que supiera que no
estaba solo. Que Han iría con él, y le ayudaría si podía.

Han levantó la mirada y vio que Bird estaba llorando, las lágrimas se deslizaban
en silencio por sus mejillas. Han no pudo recordar nunca ver eso antes.

―Hey,‖ ahora, ―dijo él después de unas pocos minutos de eso―.‖ Vamos.


Hemos estado juntos siempre. Trabajaremos en ello.

―Todo lo que siempre quise... fue ser una Guerrero Demonai, ―susurró ella―.‖
Y ahora, lo que quiera que haga, estoy traicionando a todos.

―Solo‖ tienes‖ que‖ recordar‖ quiénes son tus amigos, eso es todo, ―dijo Han―.‖
Quizás tienes algo que enseñar a los Demonai sobre la lealtad.

―No hablé por él en la ceremonia, ―dijo ella, sorbiendo su nariz.

―Yo‖tampoco.‖―Él se sentó cerca de ella y puso un brazo a su alrededor, y ella


se giró hacia él, enterrando su cara en su hombro. Él le dio palmaditas en la
espalda torpemente, intentando no notar su pecho presionando contra el suyo.
Ella olía a pino y a cuero y a verano en las tierras altas.

Bird levantó su cabeza y le miró, sus pestañas mojadas y agrupadas juntas. Ella
deslizó sus brazos alrededor de su cuello, descendiendo su cabeza, y de repente
ellos se estaban besando como personas desesperadas, como su fuera el último
beso que conseguirían. Él descendió hacia la roca, besando su nariz, sus
párpados, cada parte que podía alcanzar, y ella deslizó sus manos debajo de su
camisa, presionándole más cerca, sus manos calientes y ásperas contra su
espalda.

Era lo primero en mucho tiempo que le hacía feliz.


Capitulo 21
Sangre y rosas
Traducido por Sera, eli25 SOS y Paaau SOS
Corregido por Angeles Rangel

E
l día después de la fiesta de Bayars, llegaron palabras de la reina de que
Raisa estaba enferma, y se iba a quedar en su habitación a descansar.
Raisa no estaba segura de lo que eso era:

1) La genuina preocupación de Marianna por el bienestar de su hija, y el deseo


de tenerla recuperada a tiempo para su propia fiesta,

2) El castigo por ser lo suficiente idiota para ser atrapada por Micah Bayar o,

3) Una estrategia para planer con anticipación el día de la fiesta del nombre de
Raisa hasta un punto álgido.

Raisa envió varios mensajes a su madre, pidiendo una audiencia, pero


Marianna no contestó. ¿No le había dicho Lord Averill a su madre lo que los
Bayars habían hecho?

Seguramente que sí. ¿Entonces por qué estaba siendo castigada? Raisa estaba
furiosa e impaciente, pero no sirvió de nada.

Una cesta llena de tarjetas e invitaciones adornaba la mesa del vestíbulo de


entrada de Raisa, pero Magret tenía sus órdenes y las rechazó todas en nombre
de la princesa.

Mientras las palabras de su supuesta enfermedad circulaban, regalos y flores


llegaban hasta que las mezcladas fragancias la pusieron medio enferma de
verdad.

Una docena de rosas llegaba cada mañana de Micah Bayar, de un color


diferente cada día. Como Magret las rechazó, se acumulaban en el pasillo hasta
que parecía un altar para alguna diosa olvidada. Pronto Raisa las estaba
enviando a sus damas de honor y a las salas de los curanderos en el templo.
Micah le envió varios mensajes, pidiendo permiso para visitarla, pero no
contestó. Magret continuaba durmiendo en su habitación, y un miembro de la
Guardia de la Reina siempre parecía estar permanentemente afuera de su
puerta. Claramente la reina quería impedir cualquier cita clandestina o algún lío
mágico más.

Esto impedía cualquier encuentro con Amon también. Raisa deseaba poder
salirse a través del túnel y subir al jardín y encontrarlo ahí, caminando por los
adoquines o esperando en el banco. Se encontró a sí misma pensando en él más
y más.

Cuando no estaba pensando en Amon Byrne, estaba obsesionada por Han


Alister. El señor de las Calles acechaba en sus sueños, pavoneándose en las
calles como había hecho en Ragmarket, con su rápida, ingeniosa y sardónica
sonrisa. Recordó la forma en que la había empujado tras él, sosteniendo un
cuchillo en su mano, y se había enfrentado a seis Raggers en su nombre.

Si vas a clavar un cuchillo a alguien, ¿no piensas en ello mucho tiempo, dudas
en algún momento crítico y te pierdes? ¿Había algo que podría haber hecho de
forma diferente que lo hubiera salvado?

¿Era su trabajo salvarlo?

Tengo que ir a fiestas, reflexionó Raisa, así no pienso tanto.

Sus únicos visitantes eran costureras y peluqueras y sus habladoras damas de


honor, quienes dormían hasta el mediodía, luego se pasaban la tarde en los
aposentos de Raisa, comentado y comentando sobre las fiestas en las que
habían estado, y los vestidos que habían llevado y planeado llevar, antes de
retirarse a sus aposentos para prepararse para la noche que tenían por delante.

Se consideraba un golpe social acoger a la realeza sureña, incluso si habían


caído en momentos duros. Así que, con Raisa no disponible, los Tomlins y Lady
Heresford se arrastraban de baile en baile y de cena en cena con apenas
oportunidad de visitar el guardarropa entre medias.

Raisa se perdió el día de la fiesta del nombre de Melissa Hakkam, pero Missy
vino la siguiente tarde para contarle sobre ello. Missy estaba toda con los ojos
llenos de bolsas y bostezando, habiendo salido hasta altas horas de la
madrugada.
―Es‖ una pena que no pudieras haber estado ahí. Madre estaba tan
decepcionada ―dijo Missy―. Ella seguía emparejándome con este espantoso
Arno Manhold. ¿Te lo puedes imaginar? ¿Lady Melissa Manhold? Qué feo.

―¿Quién es? ―preguntó Raisa desinteresadamente, para librarse del parloteo.

―Es el propietario de un barco de Chalk Cliffs ―bueno, en realidad de las Islas


del‖ Norte― y tiene al menos cincuenta años. Posee diez barcos, montones de
dinero y tres casas, una en Fellsmarch, una en Chalk Cliffs, y una finca a lo
largo del Dynnewater, pero es un comerciante, después de todo, y me pisó los
pies toda la noche, y sólo conoce dos bailes antiguos.

―Y si tuviera cuatro casas ―dijo Raisa―. Y un coto de caza en los Heartfangs.


¿Cuántos bailes tendría que saber entonces?

Missy parpadeó hacia ella, confusa. ―¡Bueno! Estoy segura de que no lo sé. Yo,
estoy esperando un emparejamiento sureño. Es decir, el Príncipe Liam es tan
guapo. ―Missy‖ dio‖ un‖ gran‖ suspiro‖ y‖ movio sus pestañas―. Y dice cosas tan
horribles. Es un bailarín maravilloso también, a diferencia de Klemaths. ¿Cómo
suena esto? ―Puso una pose elegante, echando hacia atrás su excesivo pelo―.
Princesa Melissa de Tamron.

―Algunos dicen que las cosas están más bien ―sin resolver― en Tamron
―dijo Raisa, incapaz de resistir bajarle los humos a Missy―. Dicen que hay una
posibilidad de que la guerra en Arden se propague al oeste.

―Algunos están aburridos y tristes ―dijo Missy, completamente con los humos
abajo―. Ambas podríamos ser Princesas, ¿no sería eso maravilloso? Puede que
me convierta en Reina antes que tú.

―El‖Príncipe Liam se ha declarado, ¿entonces? ¿Ha hablado con su padre? ¡Qué


noticias más maravillosas! ―dijo Raisa, bajando hasta la crueldad.

Ahora Missy parecía nerviosa. ―Bueno, por supuesto que no. Su padre está en
Tamron y el Príncipe Liam está aquí, pero sin‖duda‖cuando‖vuelva‖a‖casa<

Justo entonces Magret tocó a la puerta de la habitación de Raisa, entró e hizo


una reverencia. ―Lord Averill Demonai, Consorte Real, para verla, su Alteza.

Magret siempre se ponía formal cuando Raisa tenía compañía.

Bien, pensó Raisa. Quizás finalmente descubra lo que está pasando.


―Será mejor que me vaya, Su Alteza ―dijo Missy, levantándose y haciendo
una reverencia―. Hay un té esta tarde para Lady Heresford. Ojalá pudiera
venir.

Retrocedió de la habitación bajo el ceño fruncido de Raisa mientras Averill


entraba.

Raisa abrazó a su padre. ―Gracias al Creador que estás aquí. Me estoy


volviendo loca, sin saber nada. ¿Qué está pasando? ¿Están los Bayars en
problemas?

Averill tomó una respiración profunda y negó con la cabeza. ―Bueno, no. No
exactamente.

―¿Qué? ―Raisa se alejó de él―.‖ ¿A‖ qué‖ te‖ refieres‖ con‖ ―no exactamente―?
―Entonces se dio cuenta de que llevaba puesto la ropa de viajar, su bolsa de
comerciante colgada sobre su hombro.

―Te vas de nuevo ―dijo, con su corazón hundiéndose.

―Brevemente ―dijo Averill, con una sonrisa torcida―. La reina ha decidido


que debería ir a Chalk Cliffs y hablar con el comandante de presidio sobre la
seguridad del puerto. Parece que hay un problema con los piratas.

―¿Por qué tú? ―dijo Raisa―. ¿Y por qué ahora? Es a mitad de la temporada, y
mi fiesta es sólo dentro de cuatro días.

―¿Por qué en realidad? ―dijo ligeramente―. Tu madre no está satisfecha


conmigo estos días, me temo ―dijo―. Pero no te preocupes. Volveré con
tiempo de sobra para tu celebración. No me la perdería.

―¿Por qué no envia al Capitán Byrne? ―murmuró Raisa―. ¿O al General


Klemath?

―El Capitán Byrne viene conmigo, de hecho ―dijo Averill. Hizo una pausa,
como si dejara el peso de sus palabras establecerse.

―Te está enviando lejos, mientras me siento como si estuviera presa ―se quejó
Raisa, dando vueltas por el suelo―. Ni siquiera he tenido una oportunidad de
reunirme correctamente con el Principe Liam y la Princesa Marina. No lo
entiendo. ¿No es eso lo que se supone que debería estar haciendo ahora
mismo<‖ir a fiestas? ¿Conocer a pretendientes potenciales?
―¿Por qué crees que está haciendo esto, Briar Rose? ―Averill miró a través de
la ventana sobre una ciudad sin sombras, rígida en el sol de mediodía.

Raisa presionó la parte baja de su palma contra su frente, intentando masajear


para quitar el dolor de cabeza que Missy siempre dejaba. ―¿Me culpa por lo
que pasó en la fiesta de los Bayars?

―Le conté sobre el amuleto. Debería saber que no fue tu culpa. Pero parece
enfadada conmigo por sacar el tema.

―¿Enfadada contigo? ¿Pero por qué? ―Raisa se sentía estúpida. Odiaba los
sentimientos estúpidos.

Averill suspiró. ―Cuando confrontó a Lord Bayar, le explicó a Su Majestad que


las piezas malditas son reproducciones inofensivas de viejas piezas mágicas;
que te regalaron a ti y a Micah como joyería en venta para simbolizar la larga
conexión entre las Reinas de Fells y la familia Bayar.

Él se volvió de la ventana y miró directamente hacia ella. ―Lord‖ Bayar‖ le‖


enseñó a la Reina el collar de serpiente y el anillo, los cuales eran, de hecho,
reproducciones muy bien elaboradas.

La mano de Raisa se arrastró hacia su cuello. Un débil cruz permanecía donde


el colgante había estado. ¿Era posible? ¿Podría realmente ser un asunto de
demasiado vino y besos de Micah Bayar?

―¿Estás diciendo que estabas equivocado? ―dijo ella―. Que el collar no era
realmente<

―No. ―Averill negó con la cabeza―. No estaba equivocado ―dijo sin rastro de
duda en su voz o su expresión.

―¿Por qué mi madre no ha venido a hablarme sobre eso? ¿Por qué está
preguntando a Lord Bayar en su lugar?

Averill dudó, como si debatiera cuanto decir. ―Lord Bayar sugirió que tú y
Micah simplemente os dejasteis llevar. Violasteis las reglas contra el congreso
entre magos y la línea de Lobos Gris, y estaban buscando una excusa.

Raisa cogió un ramo de la repisa de la chimenea y lo arrojó a la chimenea. El


jarrón de porcelana se rompió, enviando trozos volando en todas direcciones y
dispersando lilas y orquídeas por toda la casa.
―¡Su Alteza! ―exclamó Magret, asomando la cabeza desde su habitación al
lado―. ¡Santísima señora! ―añadió cuando vio el lío.

―Briar Rose ―dijo su padre, negando con la cabeza y poniendo su dedo en sus
labios. Raisa leyó el mensaje en sus ojos. Cara de comerciante, estaba diciendo.

No fue fácil. Raisa estaba de humor para romper cosas. Pero se controló a sí
misma y dijo, ―está todo bien, Magret. Se cayó. Lo limpiaré después.

Averill esperó hasta que la puerta se cerró tras Magret antes de continuar.
―Marianna ha prohibido que Micah que te vea. Está limitado a Aerie House.
Ella te ha confinado a tu habitación. Parece creer que es un castigo apropiado.

―¿Qué dice Micah? ―preguntó Raisa tristemente.

Averill se encogió de hombros. ―No dice nada en absoluto. Que yo sepa, de


todos modos.

Raisa señaló vagamente al despliegue floral. ―Ha estado enviando flores.


Pidiendo visitarme.

―A tu madre no le gustan los problemas ―dijo Averill―.‖Preferiría no saber de


algunas cosas para así no tener que afrontarlas. Puede que no sea nada más que
eso.

Raisa asintió. ―Incluso pensé que quizás quería mantenerme alejada de otras
fiestas para, ya sabes, hacer mi fiesta más especial ―dijo―.‖Parece‖determinada
a hacerme la fiesta del año. ―Sonaba idiota ahora que lo estaba diciendo.

―Puede que sí ―dijo Averill, aunque no sonó muy convencido―.


Aparentemente Marianna no ve la necesidad de mostrarte antes. ―Él dudó,
luego siguió adelante―. Tu madre puede que se preocupe de que yo tenga una
pareja del Clan en mente para ti. Se ha hablado de ti y Reid Demonai.

―¿Reid? ―Raisa frunció el ceño. Ella y Reid habían compartido algunos besos,
algunos largos paseos en los bosques, unos pocos bailes en reuniones del
Clan―. Me gusta Reid, pero se ha hablado de él y cada chica en Demonai.

―No ayudó que supuestamente te llevara a los Demonai sin decírselo ―dijo
Averill.

―Es culpa mía, y lo siento ―dijo Raisa―. Fue una cosa estúpida lo que hice, ir
a Southbridge Temple sin escolta. Podría haber terminado mucho peor.
Nunca habría conocido a Han Alister. No tendría que sentirse mal de que
estuviera muerto.

Averill alejó sus lamentos con la mano. ―Tienes que aprovechar las
oportunidades, Raisa.

―Lo‖que‖parece más seguro en su cara puede que no sea el camino largo. Tu


ministerio está haciendo una verdadera diferencia en Southbridge y Radmarket.
Orador Jemson está haciendo maravillas con el dinero que tú le diste.

―Quería ir y visitarlo ―dijo Raisa, yendo y viniendo de nuevo―. Pero todo es


tan difícil ahora mismo. Me siento como un prisionero.

Averill tocó con el dedo el colgante Demonai que pendía alrededor de su cuello.
―¿Podría ser que tu madre ya tenga una pareja en mente para ti?

Raisa dejó de caminar y se dio la vuelta. ―Le he dicho que no quiero casarme
en ningún tiempo cercano.

Averill se encogió de hombros. ―A veces los monarcas deben guiarse por una
pareja, sea el momento ideal o no. Has oído de los matrimonios de niños entre
la nobleza, lo sé, especialmente en el sur. No es que tú seas una niña más, Raisa.

Raisa estudió la cara de su padre, esperando que estuviera bromeando, pero se


veía completamente serio. ―Hay tanto que quiero hacer antes de casarme
―dijo―. Con la guerra que continua, ni siquiera he tenido la oportunidad de
viajar. Me gustaría ir a Tamron y Arden, y ver como hacen las cosas allí. Quiero
ver el Ford de Oden. Quiero ir a navegar en el Indio y visitar las Islas del Norte.

―Y ser capturada por piratas, sin duda. ―Averill levantó sus manos, riendo―.
Eres igual a mí, hija. Incapaz de quedarte quieta por mucho tiempo. Tomo que
tu madre no ha mencionado un pretendiente específico, entonces.

Raisa sacudió la‖ cabeza.‖ ―Ella parece oponerse al partido del sur. Dijo cosas
que eran muy inciertas, que yo podría casarme con alguien que perdería su
trono a la semana siguiente. Yo dije, Bien, tengo mi propio trono. La dije que
ellos deberían esperar hasta que la guerra acabara y todo se resuelva.

―¿Qué dijo ella a eso? ―Preguntó Averill.

―Bueno. ―Raisa recordó la conversación‖con‖la‖reina―.‖Parece tener prisa. Ya


sabes como es. Quiere verme asentada. ―Un frío terror se instaló debajo del
esternón de Raisa. ¿La reina realmente intentaba casarla antes de que tuviera
una oportunidad para hacer algo?

¿Quién sería? ¿Uno de los Klemaths? ¿John Hakkam? Y si lo mejor que podía
decirles era que serían fáciles de manejar.

―Voy a esperar hasta después de ser‖ coronada‖ ―dijo Raisa―‖ Y‖ entonces‖ me‖
casaré con quien quiera.

Ella frunció el ceño fieramente a su padre, y él le sonrió, sacudiendo su cabeza.


Ambos sabían que era improbable que ocurriera. Las Reinas se casaban por el
bien del reino.

―Solo...‖ ten‖ cuidado,‖ Briar‖ Rose‖ ―dijo‖ Averill―.‖ Tienes buenos instintos.
Escúchalos.

―Lo haré. ―Asintió‖ Raisa―.‖ Bueno‖ ―dijo ella con timidez, tomando sus
manos―.‖Creo‖que‖es‖un‖adiós‖por unos pocos días.

―La siguiente vez que te vea,‖ ser{s‖ oficialmente‖ adulta‖ ―dijo‖ Averill―.‖
Nombrada heredera para el trono de Lobo Gris. Rompe todos los corazones, no
lo dudes.

―Lucha por cada grano, señor ambicioso y segundos hijos entre doce y ocho
―replicó Raisa, temblando. Ella estaba mirando a esta parte en su vida: bailar,
flirtear y besar y amar poemas y notas transportadas por amigos de confianza, y
reuniones secretas en el jardín, pero cuando pasara, ¿a quién tendría si tenía
una oportunidad?

Micah era intrigante, pero ella realmente no confiaba en él, incluso si casarse
con él fuera posible.

Nadie más le venía a la mente excepto Amon, y eso nunca podría ser tampoco.

Ella levantó la mirada para encontrar a su padre mirándola simpáticamente,


como si él pudiera leerla la mente.

―Guárdame al menos un baile. ―Él besó su frente, y se fue.

Siguiendo los incidentes de Southbridge y su falta de éxito para cargar a Mac


Gillen de la Guardia, Edon Byrne había propuesto reasignar a Amon a un
vecindario menos traicionero, donde habría menos oportunidades para que
Gillen se tomara la venganza.
Amon se había negado a la reasignación. En la ausencia de un destino como
guardia‖personal‖de‖Raisa‖―el cual llevaba sus propios riesgos‖y‖tentaciones―,
no había ningún sitio más en el que él prefiriera estar que en las calles más
mezquinas de Fellsmarch. Así que en lugar de reasignar a Amon, Edon trasfirió
a su compañero de clases de Fuerte Oden a la Casa de la Guardia de
Southbridge, para que él tuviera a alguien vigilando su espalda.

Una cosa era cierta, Southbridge era un lugar genial para aprender. Amon
aprendió más en dos meses que en un año en el Fuerte Oden. Aunque, para ser
justos, era un currículo diferente, para un propósito diferente. Él sabía que
necesitaría la teoría y la estrategia y la historia que había estudiado en la Casa
Wien como un oficial.

En Ragmarket y Southbridge, aprendió a como calmar una situación


potencialmente violenta sin lanzar su espada. Aprendió a mirar a la cara de un
hombre y predecir si estaba huyendo o luchando, si estaba mintiendo o
diciendo la verdad. Aprendió a poner a una víctima tranquila, para poder
conseguir la información que necesitaba para rastrear al ladrón. Cuando el
problema se estaba preparando, él podía olerlo en el aire.

Amon desarrolló redes de residente que comenzaban a confiar en que él no los


traicionaría si le alimentaban con información sobre ladrones o le avisaban de
una pelea de gamberros. Los otros soldados en la Casa de la Guardia de
Southbridge, los buenos, aprendieron a que él tampoco los traicionaría, y
comenzaron a escogerle para liderear los conflictos.

En conjunto, Amon sentía que estaba haciendo algo bueno, a pesar de Mac
Gillen. Lo mejor de todo, su éxito era una constante irritación para su sargento.

Una noche él y su patrulla volvieron a la Casa de la Guardia de Southbridge


para encontrar a su padre esperando en la habitación de reuniones, con los
mapas extendidos sobre una larga mesa. Eran las dos a.m., y un retumbar de
ronquidos venía de la habitación contigua. Jak Barnhouse, el oficial de servicio,
estaba cernido, prácticamente empapando sus manos.

―Sé que el Sargento Gillen querría hablar‖con‖usted,‖si‖estuviera‖aquí‖―dijo‖el‖


Cabo‖Barnhouse―.‖No sé en donde está ahora.
―El resto, den sus informes al Cabo‖ Barnhouse‖ y‖ duerman‖ algo‖ ―dijo Edon,
despidiendo‖ al‖ escuadrón‖ de‖ Amon―.‖ Necesito hablar con el Cabo Byrne en
privado.

Salieron arrastrando los pies con Barnhouse, mirando sobre sus hombros como
si estuvieran esperando que el Capitán Byrne cediera, y les pidiera quedarse.

―Siéntate. ―El padre de Amon‖gesticuló‖hacia‖una‖silla―.‖Descansa. ―La cara


del capitán estaba grabada con líneas de cansancio, y Amon sintió una punzada
de preocupación.

Amon se sentó, descansando sus manos en la mesa. ―¿Qué pasa, Padre?

―Necesito pedirte un favor.

―Lo que sea.

―Sé que tú... ah... prefieres tu puesto aquí en Southbridge. ―Hubo, un rastro
de‖ una‖ sonrisa‖ vino‖ y‖ se‖ fue―.‖ Pero necesito que tú y tu triple vuelvan a las
cercanía del castillo y sirvan como guardia personal a la Princesa heredera.

Amon frunció el ceño, confuso, luego miró alrededor para asegurarse de que
nadie podía oírles. ―Pero... pero pensaba que dijiste que sería mejor si
mantenía mi distancia desde... desde la queja de los Bayars. Esa gente hablaría.

Su padre estudió la cara de Amon durante‖un‖largo‖momento,‖luego‖dijo―:‖la


gente hablará, es un riesgo, pero el riesgo más grande está por llegar, así qué
trataré con este.

―¿Qué quieres decir?

―La Reina Marianna nos ha enviado a Averill Demonai y a mí a Chalk Cliffs


para‖buscar‖informes‖de‖piratas‖―dijo‖Edon―.‖Mañana.

Amon aún no lo comprendía. ―¿Eso‖ que‖ tiene‖ que‖ ver‖ con‖ la‖ Princesa
heredera?

―Tengo un mal presentimiento‖ sobre‖ esto,‖ eso‖ es‖ todo‖ ―gruñó su padre,
pasando una mano a través de su pelo sal y pimienta. Luego, después de una
larga pausa, añadió, como si las palabras‖fueran‖difíciles‖de‖decir―.‖Mi contacto
con la reina ha sido... ensuciado. Normalmente puedo predecir lo que ella hará,
adivinar lo que ella está pensando, pero últimamente... no lo sé. Algo ha
cambiado. Casi siento como si ella quisiera que todos nos alejáramos del
camino.

―¿Por qué querría ella eso? ―Amon se sintió estúpido, haciendo una pregunta
tras otra, pero se había figurado que prefería saber que adivinar―.‖Y... si ella lo
hace... quiero decir, ella es la Reina y todo.

Amon presionó la palma de su mano contra su frente como si doliera. ―No


estoy seguro de que ella esté tomando las decisiones correctas. Podría tener
unas buenas razones para hacer lo que está haciendo. Sólo que no las
comprendo. Pero haré lo que se necesite para proteger la línea. Y si me
equivoco, entonces... ― Se encogió de hombros.

―Bueno, entonces. Enviaste a mi triple a la cama. ―Amon‖ se‖ puso‖ de‖ pie―.‖
¿Debería levantarles y decirles que se preparen para salir?

Su padre sacudió su cabeza. ―Hay algo más. Algo importante. ―Él ondeó la
mano que volviera a sentarse.

Amon se sentó otra vez, esperando, silenciando un bostezo. Haría cualquier


cosa que su capitán, su padre, quisiera que hiciera. Eso era un hecho. Así que
¿por qué no podían todos dormir algo?

Su padre se aclaró la garganta. ―En‖el‖Clan, como sabes, hay una ceremonia de


nombramiento, en el cual los jóvenes son confirmados en su vocación. Entre la
nobleza aquí en Fellsmarch, las fiestas del día del nombre marcan un pasaje a la
edad adulta.

―Cierto‖―dijo Amon, y estuvo tentado de añadir, lo sé, pero no lo hizo.

―Nosotros los Byrnes tenemos‖nuestro‖propio‖rito‖de‖pasaje‖―dijo su padre.

―¿Los Byrnes? ―Amon miró la cara de su padre, pensando que él estaba de


broma, pero no encontró‖ni‖rastro‖de‖humor‖allí―.‖¿Qué quieres decir?

―Nuestra‖familia‖tiene‖un‖lazo‖especial‖con‖las‖Reinas de los Fells, volviendo a


Hanalea. Eso a menudo pasa al más anciano de cada generación. A menos que
él o ella se nieguen. Entonces pasa al siguiente niño.

―El capitán de la Guardia de la Reina‖ siempre‖ ha‖ sido‖ un‖ Byrne‖ ―dijo‖
Amon―.‖¿Es lo que quieres decir?
―Es‖ un‖ Byrne‖ por‖ una‖ razón‖ ―dijo‖ su‖ padre―.‖ Un soldado llamado Byrne
murió por Hanalea cuando ella fue tomada por el Rey Demonio. El hijo de ese
soldado ayudó a liberarla. Cuando ella regresó al trono, proclamó que en lo
sucesivo el capitán de su Guardia estaría atado a la Reina, sangre a sangre, para
que él fuera mejor haciendo su trabajo. El hijo de ese soldado fue el primero en
estar atado. Tus muchos tatara–abuelos.

―Así‖que‖―dijo Amon,‖intentando‖comprenderlo―,‖estás... atado a Marianna.


¿Es eso lo que estás diciendo?

―Y mi madre estuvo atada a Lissa. Y su padre a Lucia.

―¿En qué consiste eso? ¿Haces un juramento, o...

―Es más que un juramento. Hay una ceremonia en un templo, un ritual de


unión. Y después de eso, nuestros destinos están unidos. Servimos a la línea de
las Reinas de Lobo Gris. La unión no puede ser rota. No podemos
intencionadamente actuar en contra del bien de la línea.

―¿Es magia, entonces? ―Dijo Amon, y su padre asintió.

―¿Qué ocurre si haces un acto contrario al bien de la línea? ―Preguntó Amon.


Su padre sacudió la‖ cabeza―.‖ Nosotros no hacemos Esas cosas. Estamos
físicamente incapacitados para hacer eso.

Eso fue más que sorprendente. Amon siempre había considerado a su familia la
menos mágica de todas las que conocía. De hecho, siempre se sintió distante e
incoloro cerca de esos que lo tenían, como magos, nobleza de los Clanes,
trabajadores, realeza... valientes a una culpa. El tipo de hombres y mujeres que
querrías tener luchando a tu lado o cubriendo tus espaldas o protegiendo el
tesoro. Pero ¿magia?

Amon luchó para no decir como, ¿estás seguro? O ¿no estás bromeando?

―¿Tienes poderes mágicos, entonces? ―Preguntó.

Su padre rió, frotando su barbilla como si estuviera avergonzado. ―Bueno, es


algo sutil.

―La‖Reina... ¿lo sabe?


Byrne sacudió la cabeza. ―Las‖ Reinas no lo saben. Así era como Hanalea lo
quería, ella estaba más interesada en preservar la línea de Lobo Gris que en
soportar a una Reina individual.

―Estás atado a la línea, pero en efecto, cada capitán sirve a una Reina, a menos
que la Reina de alguna manera ponga en peligro la línea. ―Su padre paró,
luego‖ añadió,‖ suavemente―.‖ No podemos discutir ese cargo particular con
nuestras Reinas, tampoco.

―Así que... ¿podría haber momentos en los que actuemos en contra a los
intereses de nuestra Reina soberana para servir a la línea?

―Sí‖―dijo‖su‖padre,‖sin‖disculpa―.‖Incluso si Marianna lo supiera, dudo que


ella se hubiera tomado todo esto tan en serio. Ya sabes como es sobre los
templos y el destino. Por ella, es preferible que siga creyendo en jardines con
hadas.

―Así‖ que‖ ―dijo Amon, mirando a un punto en‖ este‖ trozo‖ de‖ la‖ historia―.‖
Elegirás a tu sucesor cuando llegue el momento.

―El siguiente capitán en la línea serviría a Raisa. Te he elegido a ti.

Amon se sentó tieso, sus pensamientos giraban, un caleidoscopio de imágenes y


recuerdos.

¿Cómo había terminado aquí, en este lugar, colocado para asumir el rol que el
destino le había entregado?

Su padre le había dado clases de espada y para montar a caballo, pero no más
que cualquier otro padre. Él había pasado largas horas alrededor de los
barracones de la Guardia y de los establos del castillo, porque su padre estaba
destinado allí, y él estaba interesado en los caballos, y adoraba oír hablar de
tácticas y armamento.

Nadie nunca le había dicho, Ve al Fuerte Oden para aprender a ser un soldado.
Pero él lo hizo. Y nadie le había dicho, Únete a la Guardia de la Reina. Pero lo
había hecho. Servir en la Guardia era una tradición familiar, aunque él tenía a
muchas tías y tíos que no lo hicieron.

Pero siempre, por supuesto, al menos una generación lo hacía.


Desde que él había sido nombrado para la Guardia, había considerado la
posibilidad de que acabase como capitán si él rendía bien en la escuela y las
recomendaciones de los amigos de su padre. Él era habilidoso con la espada, el
mejor en su clase, y excelente en su curso y recibió altas notas en campo de
operaciones. Todos decían que él seguiría a su padre. Y él estaba orgulloso de
eso.

Siempre había asumido, de alguna manera, que elegiría su propio camino de un


rango de posibilidades. Eso si quería ser un comerciante, o un herrero, o un
artista como su hermana, podría haberlo hecho. Y ahora resultaba que había
estado pisando un sendero estrecho, comprometido desde su nacimiento,
tapiado por la magia y una oferta hecha hace miles de años.

―Tienes‖ una‖ elección‖ ―dijo su padre, como si él hubiera leído sus


pensamientos.

Amon miró a su padre. ―¿Cómo que tengo una elección? ¿Lydia se convertirá
en capitán?

―Ella es una‖Byrne‖―dijo su padre.

Amon pensó en el sueño de su hermana sentada en la orilla, las faldas


extendidas sobre ella, la cabeza inclinada sobre un chal tirado. Él sacudió su
cabeza sin palabras.

―Y‖ si‖ella‖dice‖no,‖ estar{‖Ira‖―dijo su padre, nombrando al hermano de diez


años‖ de‖ Amon―.‖ Aunque él aún es joven, y necesitamos elegir a un capitán
ahora. ―Él‖paró―.‖Tienes primos, por supuesto.

―¿Por qué ahora? ―Preguntó‖ Amon―.‖ Sólo puede haber un capitán en la


Guardia, y ese eres tú. ―Quizás en ese momento la decisión debía ser tomada,
él tenía tiempo para acostumbrarse a la idea.

―Estoy‖preocupado‖por‖la‖Princesa Raisa. Ahora mismo no tenemos conexión


directa con ella, y mi conexión con la Reina Mariana parece estar fallando. Si
estás dispuesto, vincularte con la Línea de Hanalea a través de Raisa te dará un
poco de sexto sentido. Serás capaz de anticipar problemas, saber cuándo ella
está en peligro, predecir lo que ella pueda hacer. También se supone que nos
dará alguna influencia sobre ellos, dónde está el interés de su seguridad. ―Él
sonrío irónicamente.
Eso no hará ningún bien, pensó Amon. Ellos harán lo que quieran de cualquier
forma.

―Esto‖es<‖permanente,‖¿cierto? ―preguntó Amon―.‖¿Qué pasa si cambió de


parecer?

―Es permanente ―dijo su padre, jugando con el anillo de su mano izquierda,


el pesado anillo de lobo‖ dorado‖ que‖ nunca‖ se‖ quitaba―.‖ No cambiaras de
parecer una vez que este hecho.‖―Hizo una pausa y sonrío débilmente.

―No te preocupes. No es como si te fueras a ordenar. Te puedes casar, tener


hijos, todo eso. Para continuar la línea de los Byrnes, por supuesto.

―¿Y si se convierte en una decisión entre la familia y la Reina?

Su padre miró a Amon a los ojos, su mirada avellana clara y directa. ―La Reina,
por supuesto.

Por supuesto. Amon ya sabía la respuesta cuando hizo la pregunta. En el fondo


de su corazón él había conocido las prioridades de su padre todo el tiempo.

―¿Qué‖pasa‖con‖el‖Paso‖de‖Oden?‖Podría‖volver‖o<?

―Veremos como están las cosas cuando llegue el momento. Puede ser que
vuelvas. Independientemente del servicio a la línea.‖ ―Su‖ padre‖ suspiró―.‖
Quería que completaras tu entrenamiento antes de tu nombramiento. Pero no
creo que podamos arriesgarnos en esperar.

Pero< había otra cosa en la que Amon había evitado pensar. Sus sentimientos
por Raisa. Incluso ahora su corazón latía más rápido cuando pensaba en ella.
Im{genes‖corriendo‖por‖su‖cabeza<‖Raisa, vestida como chico, en esa ridícula
capa, dando zancadas sin armas en la prisión militar Southbridge para salvar a
los miembros de la cuadrilla que estaban siendo torturados. Raisa entregando
regalos del día del santo al Orador Jemson para alimentar a los pobres. Raisa
exigiendo que él la ayudara para convertirse en una mejor Reina.

Raisa en el jardín‖ a‖ la‖ luz‖ de‖ las‖ antorchas< su cabello colgando en largos
mechones alrededor de su cara, el mentón apoyado en su puño, unos ojos
verdes lo suficientemente profundos como para ahogarse en ellos. Raisa
flotando en sus brazos en la pista de baile, su cabeza sobre su hombro, su
pequeño y perfecto cuerpo presionando contra el de él mientras trataba de
controlar el martilleo de su corazón. Él recordaba los dos besos que ella le había
dado probablemente sin pensarlo.

Dos besos que aún lo mantenían despierto día y noche.

Todo‖ lo‖ de‖ ella‖ lo‖ seducía< sus miradas, sus discursos, la manera en que se
movía, la persona que era y la que estaba destinada a ser.

―Da ―dijo, mirando abajo hacia la mesa, sin poder mirar a su padre a los
ojos―.‖ La‖ cosa‖ es,‖ yo<‖ yo tengo‖ sentimientos‖ por‖ Raisa‖ ―por‖ la‖ Princesa‖
heredera― que no debería tener. Me preocupa que yo pueda ―que‖ nosotros‖
podamos― hacer‖algo‖que<‖dañe‖la‖Línea.

Amon trago fuertemente y miró hacia la cara de su padre y vio algo que él
jam{s‖esperó‖ver< el entendimiento sobre la tristeza.

―Amon ―dijo―.‖ Nosotros amamos a la Reina de los Lobos Grises. Pero es


como te dije. Una vez nombrado, nosotros no debemos dañar la Línea. Es
nuestra gran fortaleza y también, nuestra carga.

Amon miró fijamente a su padre. Pensó en su madre, que murió en su niñez


junto con Ira, y se preguntó si ella había sabido. Según las normas del día, Edon
Byrne había sido un buen esposo y un padre atento, leal a su deber y a la Reina.
Ahora él parecía una figura trágica, un hombre lleno de secretos.

¿Qué pasaba con mi propia elección? Pensó Amon. Raisa nunca podría ser
suya, él sabía eso. Pero si él mismo se largaba hacia el Paso de Oden y luego lo
designaban a Chalk Cliffs, había posibilidades de que el dolor se desvaneciera
en una década o dos. El sólo tenía 17 años.

¿Cómo sería estar con Raisa constantemente por el resto de su vida, como su
capitán y su consejero, para verla casada, siempre a su alcance sabiendo que
jamás podría tenerla?

Como su padre y la Reina Mariana.

¿Pero qué pasaba si él decía que no y algo le pasaba a Raisa? ¿Podría


perdonarse?

Su padre dijo que él tenía una opción y la hizo. Lo correcto y lo incorrecto.

Amon tomo las callosas manos de su padre a través de la mesa. ―Lo haré ―
dijo Amon.
Su padre miró sus manos unidas. ―¿Estás seguro?

Amon asintió. ―Estoy seguro.

―Vamos‖al‖Templo entonces ―dijo Edon Byrne, levantándose de su silla.

Aunque eran las cuatro de la mañana, el Orador Jemson estaba esperándolos en


su estudio, vestido para la ceremonia.

Su padre le dijo el discurso mientras caminaban. Él sabía cuál iba a ser su


decisión.

Tantas diferentes opciones.

―Capitan Byrne ―dijo‖ el‖ Orador‖ gravemente―.‖ Y cabo Byrne. Esto es muy
inusual, presidir el vínculo de ambos padre e hijo. Generalmente un Capitan
pasa antes de que otro asuma.

―Estos son tiempos peligrosos ―dijo‖ Edon‖ Byrne―.‖ La Línea aún debe
protegerse.

―Si, debe ―dijo Jemson. Miró a Amon. ¿Estás de acuerdo en vincularte con la
Línea de Hanalea?

―Si.‖ ―Amon asintió. Se encontró deseando haber tomado un baño antes de


haber venido aquí. Se sentía asqueroso e indigno en su uniforme, luego de una
noche patrullando Ragmarket.

Como si Jemson hubiera escuchado sus pensamientos, extendió un bulto de


ropa hacia Amon. ―Sacate la ropa y ponte esta. Luego reúnete con nosotros en
la Capilla Lady. ―Jemson y su padre lo dejaron solo en el estudio.

¿Sacarse toda su ropa? ¿O sólo el uniforme? Amon no quería equivocarse.


Debatió consigo y luego se desvistió por completo. Las ropas asperas eran de
algodón, sin teñir, del tipo que los acólitos usan.

Se sintió bastante extraño y aireado bajo la voluminosa tela como si aún fuera
desnudo.

Amon caminó con los pies descalzos a través del cavernoso santuario hasta la
íntima capilla Lady para llegar al lado derecho del altar. Estaba dedicado a
Althea, Patrona de los Pobres. A diferencia de las otras capillas del templo en el
castillo Fellsmarch, con sus estatuillas de oro y sus accesorios dorados y de
mármol, la capilla de Althea era muy sencilla y obviamente, aún gustaba
mucho. El altar hecho a mano y con madera muy simple y había flores frescas
en recipientes a ambos lados de la imagen de Lady. La luz de la luna entraba a
través de las ventanas de cristal, repitiendo su diseño en el suelo.

Jemson y su padre estaban a ambos lados de una larga mesa, había varios
objetos puestos fuera, preparados: una larga vasija de piedra, un cuchillo
brillante, un tarro de piedra, una pequeña botella de cristal, una copa de plata.
Amon estudió los objetos con preguntas atestando su mente.

Jemson le sonrío. ―Tu parte es muy simple, de verdad, considerando que es un


rito tan importante. Mezclamos tu sangre con la de Hanalea y tú te beberás ese
brebaje. El resto lo derramamos en el suelo de Fells, para atarte con la tierra y
con el Creador. Un sacrificio, o algo así.

Estoy soñando, pensó Amon. Los Byrne no hacen este tipo de cosas. Pensó en
su triplete durmiendo en los cuarteles. Pensó en Raisa de vuelta en el Castillo
Fellsmarch, que desconocía el vínculo que comenzaría a forjarse entre ellos.
¿Era justo hacerlo sin su permiso? ¿Qué pasaba si ella no quería estar
vinculada a él?

Mordió sus labios. ―¿Ella<‖ella‖sabr{?

―Puede que ella sienta algo ―dijo‖ el‖ Orador―.‖ O tal vez se duerma. Si se
despierta no sabrá que hacer con eso.

―¿De verdad tiene sangre de Hanalea aquí? ―¿Después de miles de años?

―Es tomada de sus descendientes, las reinas de Fells. ―El orador descansó sus
manos‖en‖el‖frasco‖tapado―.‖Esta es la sangre de la Princesa Heredera. Hablaré
sobre ella.

Jemson hizo una pausa, como si Amon tuviera más preguntas. Luego dijo:
―dest{pe su brazo, Cabo Byrne.

Amon lo hizo. Apenas sintió la lámina del cuchillo y miró, un poco asombrado,
como su sangre caía en la vasija, formando un pequeño pozo al fondo.

Jemson levantó la botella de cristal y dijo algunas palabras en el lenguaje del


Clan. Amon distinguió las palabras Raisa, Mariana y Hanalea. El Orador inclinó
la botella y vertió unas gotas en la vasija. Luego la puso en alto, revolviendo el
contenido y recitando un conjuro en voz alta.
Los pensamientos de Amon se derramaron dentro de su mente, reflejando la
mezcla de la vasija. Amon apretó sus brazos a sus costados para detener el flujo
de sangre y sintió la humedad filtrarse a través de su piel.

El Orador bajo la vasija, hundió la copa en ella y la levantó, llenándola.

Jemson comenzó el discurso. ―Amon Byrne, de la línea de los Byrne, guardián


de la Línea de Hanalea, te preguntamos esto: estarás vinculado a la línea de
Reinas, específicamente a la sangre y temas relacionados con Raisa
ana’Mariana,‖Princesa‖heredera de Fells. Juras que su sangre es tu sangre, que la
protegerás a ella y a su Línea hasta que la muerte te tome. ¿Lo harás?

―Lo haré ―la voz de Amon sonó baja en el silencio de la Capilla.

―Entonces bebe para que signifique.

Amon aceptó la copa y la levantó hasta sus labios, preparándose para el sabor
salado de la sangre.

Pero era dulce, como vino de verano. Se sorprendió de que fuera tan bueno, casi
se ahoga. Pero no lo hizo. Se tomó todo el contenido, bajó la copa y se la entregó
a Jemson.

El efecto fue inmediato y dramático, como ser golpeado en la cabeza con la


parte ancha de una espada. Amon se apoyó en sus rodillas para evitar caerse.
Las sensaciones flotaban dentro de él, abrumándolo, viniendo desde cualquier
parte del reino en la que alguien pensara en la Princesa heredera, o donde algo
estaba pasando que podría afectar su futuro.

Eran las cuatro de la mañana, pero Micah Bayar estaba despierto, mirando
hacia fuera de su ventana en el Castillo de la Dama Gris, sus pensamientos
pegados en Raisa. Los cocineros en la cocina real preparaban pasteles en los
hornos, pensando en el día de fiesta para la Princesa Heredera, preguntándose
si ella los notaría.

La mente de la Reina Mariana estaba espesa, enturbiada por un curandero, pero


aún dormía cómodamente, discutiendo sobre el almuerzo de la edad adulta de
su hija.

―Cállalas ―le‖ dijo‖ su‖ padre―.‖ Es la única manera al principio. Ya te


acostumbraras.
Amon presionó sus manos en su cabeza, tratando de callar algún pensamiento,
enfocándose en la torre miles de millas lejos donde Raisa descansaba en su
cama bajo las estrellas. Ella también dormía, y Amon se sorprendió al
encontrarla pensando en él y susurrando su nombre en sueños.

―Ven ―dijo el Orador y el padre de Amon lo ayudó a ponerse en pie,


rodeándolo con un brazo para evitar que se cayera. Jemson camino hacia el
frente, llevando la vasija, con Amon y Edon Byrne detrás. Caminaron hacia el
jardín más cercano, donde las blancas flores que florecen de noche se dibujaron
en los ojos de Amon y su intoxicante fragancia lo sedujo.

―Amon Byrne, te vinculamos a los huesos de las Reinas enterradas en el suelo


de Fells, Estas vinculado tanto al reino como a las Reinas de la Línea de los
Lobos Grises. Los defenderás como su morada. Puede que dejes Fells, pero este
siempre será tu hogar.

Jemson derramó la sangre en el suelo del jardín.

Era como si Amon dejara profundas raíces en el suelo, en el agua subterránea.

Probó el Dyrnnewater en su lengua y aspiró el aliento de Hanalea.

Como en un sueño, el Orador levantó sus manos y deslizó el anillo de Lobo Gris
en el dedo anular izquierdo de Amon. Le quedo perfecto.

Su padre lo abrazó‖y‖el‖Orado‖sonrío‖y‖le‖dijo:‖―Esta hecho.


Capitulo 22
Medidas desesperadas
Traducido por: Roux
Corregido por: Xhessii

A
unque Brid pasaba la mayor parte de su tiempo con los guerreros
Demonai, ella y Han encontraron muchas oportunidades de conocer la
cueva, un refugio en el lago Fantasma, o en las orillas del Creek. Incluso
se reunieron en la cabaña de Lucius una o dos veces cuando Han sabía que el
anciano se había ido de pesca. No sabía como se sentía por tener que mantener
su nueva relación en secreto. Era como si no tuvieran necesidad de hacer frente
a todos los conflictos alrededor de ellos, mantenía esa parte de su vida oculta. O
tal vez todo el asunto parecía tan frágil que necesitaba un refugio, como una
semilla que crecía constantemente. O tal vez, como se vio después, era un
instinto de supervivencia. Han sentía extraño que Brid lo hubiera elegido.
Deseó que no se fuera. Si no se iba, podría haber resuelto su vida en el Clan y
aceptar la oferta de Willo para enseñarle un oficio. Sin embargo, se acercaba el
momento de que Bird dejara el campamento Demonai, y a Dancer de Ford
Oden.

Han sentía más y más como si estuviera sentado en arenas movedizas por los
acontecimientos y éstos rápidamente lo tragaban. Pronto estaría solo,
abandonado en Marisa Pines, mientras que sus amigos del Clan se iniciaban en
nuevas aventuras. A menos que se fuera de Marisa Pines y se fuera a Demonai
con Brid. Nunca había estado en el país alto, en el oeste de los Espíritus, y no
sabía que clase de gente vivía allí, excepto unos pocos comerciantes. Sin
embargo, si iba a ser un exiliado de todos modos, también podría ver la
pequeña parte del mundo que al que tenía acceso. Si no podía ir con Bird y los
Guerreros Demonai, tal vez podría encontrar trabajo como comerciante
viajando entre los campamentos, y verla todavía a veces. Sabía que había
necesidad de pedirle permiso a Willo, por lo que lo buscó esa mañana cuando
estaba mezclando medicamentos en la sala del hogar de la Matriarca Lodge.

―Tráeme el cuenco azul ―le ordenó, señalando hacia los estantes de


almacenamiento. Willo no dejaba a nadie sin actividad cuando estaba
trabajando. Se lo entregó, y vació lo que parecía ser trozos de tiza amarilla en su
mortero y empezó a moler hasta convertirlos en polvo brillante.

―Willo, he estado pensando en mudarme a Demonai ―dijo, en cuclillas a su


lado. Ella no dijo nada, cuando echó el polvo amarillo en una taza―. Hay
mucho más comercio desde la guerra entre Tamron y Arden ―agregó.

―Tráeme la hierba de tortuga ―dijo, sin levantar la vista. Se levantó por las
hierbas aromáticas que colgaba bajo el alero de la casa de campo y se las
entregó. Partió las hojas una por una, y dejó que cayeran en el mortero.

―Así que. Podría trabajar como comerciante allí ―dijo, inquieto por la falta de
respuesta―. Tal vez me podrías recomendar.

―Me dijiste que ibas a encontrar trabajo en Marisa Pines ―dijo Willo.

―Ya lo sé. Gracias. Pero creo que en Demonai podría...

―No te puedes ir con Brid ―Golpeó fuerte el mortero con el palo como para
enfatizar sus palabras. Él la miró parpadeando. Willo siempre había sido buena
conociendo los pensamientos de la gente, pero sabía que él y Brid habían sido
discretos. ¿Era posible que todo el mundo supiera lo de ellos?

―No tendría que viajar con ella. Podría ir por mi cuenta ―dijo―. O viajar en
uno de los trenes de carga.

―No funcionará ―dijo, dejando el mortero y colocando las manos en su


regazo.

―Brid‖y‖yo‖no<‖¿Qué‖quieres‖decir?‖No‖somos<‖―empezó, pero la mirada en


su rostro apagó la mentira―. ¿Por qué no funcionara?

―No son el uno para el otro ―dijo.

―¿Cómo puedes decir eso? ―dijo―. Hemos sido amigos desde siempre.

―Eran amigos de niños. Ahora Brid ha sido nombrada Guerrero Demonai. Ella
debe seguir ese camino. Tú debes ir por otro camino.

―No entiendo ―dijo Han. ¿No le está permitido tener amigos? ¿O será porque
no soy del Clan? Willo no se veía como si estuviera disfrutando de esta
conversación.
―Fue llamada, a Demonai. Debes aceptarlo. No es fácil para cualquiera de
nosotros. Hay una barrera entre Brid y Dancer también, que no existía antes.
Debido a lo que ya son.

―Eso es culpa de Reid Demonai ―dijo Han. Se puso de pie, miró por encima
de Willo, debería haberlo hecho sentir poderoso, pero no fue así.

―Creo que la verdadera guerra con los magos fue hace más de mil años
―dijo―. Desde entonces, en Demonai han estado viviendo de su reputación.
Son todo ruido de sables e historias.

―No es culpa de Reid Demonai ―dijo Willo, su voz era la seda rasgada con el
acero―. Es una tradición basada en más de un millar de años de conflicto entre
los magos y el Clan. Es el papel del Demonai mantener en jaque a los magos,
por la fuerza, si es necesario.

―Así que si no estamos luchando no hay nada mejor que hacer. ¿O es porque
es un blanco fácil? ―Pasó bastante tiempo hasta que Willo respondió, y Han se
encontró pasando de un pie al otro.

―Es un blanco fácil ―dijo finalmente, mirando hacia él, sus ojos oscuros
reflejaban dolor―. ¿Por qué crees que le estoy enviando a Ford Oden? Le van a
matar. ―Han se quedó quieto―. Entonces no puedes dejar a Brid unirse a
Demonai ―dijo―. Haz que permanezca aquí.

―Está fuera de mis manos ―dijo Willo, de nuevo al mortero―. Ha sido


llamada. No puedes ir con Brid ―Lo miró a los ojos―.¿Por qué no te quedas
aquí conmigo y aprendes a sanar? Ya conoces las plantas, y estarías más cerca
de tu madre y de tu hermana.

―No soy un curandero ―gruñó Han, pensando que parecía estar mejor
causando dolor que liberarlo―. No sé lo que soy, pero sé lo que no soy ―Se
volvió y salió de la casa de campo. Bird no era de ayuda. Esa noche estaban al
otro lado de la orilla Creek, con las manos entrelazadas y besos recientes. Las
ramas de arriba se filtraban la luz de la luna en sus rostros. Pero la música del
agua sobre la piedra no le aliviaba.

―Quiero ir contigo a Demonai ―dijo, mirando la copa de los árboles.

―Me gustaría ―dijo ella. Quiero ir, le había dicho él. No me gustaría poder ir.
Tal vez debería haber dicho, me voy. Cuando Han no respondió, Bird se
apresuró―. Sería difícil. Reid dice que vamos a estar viajando durante el resto
del verano, y voy a estar entrenando y trabajando con armas... y... y el resto.

―Pero estas muy cansada no, ¿verdad? ¿Después de todo el entrenamiento?

―No voy a estar allí mucho tiempo. Los Guerreros Demonai pasan la mayor
parte de su tiempo en movimiento.

A su lado, apoyado en su codo, apartó el pelo de la frente de Han. Se resistió a


la tentación de retroceder de inmediato.

―Tal vez... tal vez después de ver cómo están las cosas, quizás una vez que
pase el verano, a lo mejor puedes venir ―dijo sin comprometerse, por miedo a
herirlo―. Ya veremos.

Debido a la imposibilidad de ello, volvió a su plan de ir con Dancer a Ford de


Oden. Se preguntó cómo podía pasar esto, cuando todo a su alrededor parecía
estar en contra. Trató de ir a ver a Willo, acercándose a varios de los Plateros en
el Mercado de Marisa Pines, preguntando si sabían cómo quitar los brazaletes, y
si le ofrecían algo por el metal. Lo intentaron con sus sierras, sus cuchillas y sus
cuchillos sin efecto. Cuando les dijo que no importaba si los brazaletes se
estropeaban, lo intentaron con hierros calientes. El metal caliente le provoco a
Han, quemaduras y ampollas en las muñecas con el proceso. No tenía de qué
preocuparse por el daño a los brazaletes. Los Plateros no consiguieron nada.
Ellos ni siquiera consiguieron arañar la superficie del metal, o dañaron las runas
inscritas. La respuesta era siempre la misma. Estaban interesados en la plata,
intrigados por el metal, de hecho, pero no tenían ni idea de cómo abrir los
brazaletes. O como habían realizado ese trabajo. Lo único que podía pensar era
como recuperar el amuleto que aún estaban escondidos en el patio del establo y
encontrar un comprador para él. No veía ninguna razón por la que no pudiera
sacar por el amuleto lo suficiente para mantener a mamá y a Mari y asistir a la
Cámara Wien.

No hay ninguna razón, salvo Lucius, quien le había dicho como mantenerlo
fuera de las manos de los Bayar. Pero no tendría que ir de nuevo a Bayar. Sabía
que muchos de los distribuidores conocían su vida anterior como ladrón.
Podría venderlo en el mercado de Southbridge. ¿Cuáles eran las probabilidades
de que los Bayar fueran a Puente del Sur? Nunca antes lo había echo. Optó por
no escuchar la voz en su cabeza que decía que no era buena idea vender. Dicho
esto, si lo venden en Fellsmarch aún podría hacer su camino de regreso a los
dueños anteriores. De todos modos, había tenido suerte, pero no había ido mal
ya que había conseguido el amuleto en la tierra de Hanalea. Tal vez esta era una
oportunidad para cambiar su suerte y mejorar su fortuna. La idea surgió en su
mente, hasta que se convenció de que no tenía otra opción.

Decidió irse a la ciudad por la tarde, el razonamiento de que podía llegar a ella
al amparo de la oscuridad cuando el guardia hiciera el cambio. Iría
directamente a Ragmarket a buscar el amuleto. Podría estar de vuelta en
Southbridge, cuando el mercado abriera y estar en camino hasta Hanalea
mientras que los Chaquetas Azules todavía estuvieran limpiandose las legañas
de sus ojos. Deslizó la bolsa de dinero debajo de la camisa, al lado de su piel.
Había ganado un poco de dinero trabajando para Willo y con recados en el
Campamento para cualquier persona que le pagara. No era suficiente. Envolvió
una trucha ahumada y un pan en una servilleta y se lo guardó en su mochila.
Finalmente sacó una gorra y se la puso sobre su pelo claro, con la esperanza de
pasar algo más desapercibido. En el Valle el clima seria cálido, se lo había
escuchado a varias personas.

Había poco tráfico en el camino a Fellsmarch, en ese momento del día, en su


mayoría cazadores y comerciantes de regreso a casa. Rodeó para evitar la casa
de Lucius, no quería encontrarse con el anciano. Han no había visto a Lucius
desde el día que lo había encontrado llorando la muerte trágica de Han. Han se
ha preguntado si Lucius había conseguido otro niño para que lo sustituyera. Lo
picó un poco.

Pasó por la puerta de la ciudad justo al atardecer con un grupo de acólitos del
Templo local, todos cerca de su edad. Habían estado reunidos en las laderas de
Hanalea. Se mantuvo en el camino hasta llegar a South Bridge. Parecía que las
cosas se habían enfriado después de todo. Dos Chaquetas Azules dormidos
vigilaban cada extremo del puente, y nadie parecía estar buscando a Han
Alister. Lucius le había creído muerto. Han decidió que pasar por muerto sería
más fácil que pasar por desapercibido. Una vez cruzado el puente, Han vio el
familiar Ragmarket, en dirección a casa. Todavía no estaba totalmente oscuro,
aunque el sol había descendido detrás de la Puerta del Oeste, y algunas estrellas
estaban en el pálido cielo.

Tan al norte, los días eran largos en pleno verano. Los planes que necesitaban
oscuridad tenían pocas horas para realizarse. El corazón de Han latía más
rápido. Amaba las noches de verano en la ciudad, cuando la música brotaba de
las puertas abiertas de las tabernas y los vendedores de salchichas a la plancha
y pescado en las aceras, y los borrachos en las calles nunca se congelaban hasta
la muerte. Las chicas bromeaban con el Chaqueta Azul y la gente jugaba duro,
intoxicados por la emoción de que cualquier cosa podría suceder. Y
probablemente lo haría. Las calles eran más peligrosas, sin embargo, en cierto
modo, más indulgentes en el verano. La última vez que había estado en casa,
Ragmarket y Southbridge había estado anormalmente tranquila, asustados por
la serie de asesinatos de Southie. Ahora era más como lo recordaba, cuando era
candidato a la Raggers.

A medida que se acercaba a casa, comenzó a ver las banderas amarillas


clavadas en las puertas o colgando de las ventanas, lo que significaba la
presencia de fiebre remitente. En el verano, las banderas amarillas brotaron en
algunos barrios, como un cultivo de flores de muerte chillonas o el hongo
brillante amarillo que a veces crecía en los árboles muertos. Ese era el lado
oscuro del verano. Algunos dijeron que la fiebre se debía al mal aire. Willo dijo
que era causada por el agua contaminada. Fuera lo que fuese, se limita al Valle.
Nunca era un problema en los campos de secano.

Cuando llegó al patio del establo, miró hacia arriba al segundo piso del establo
y vio un trapo amarillo entre la hoja y travesaño. Han caminó hacia el establo y
subió de dos en dos la escalera. Cuando abrió la puerta, se encontró con el
hedor de la enfermedad. Mari estaba en una cama al lado de la chimenea. Si
bien el aire de la habitación era sofocante, el fuego estaba encendido y Mari
estaba tapada con mantas, temblando sin control. Su madre estaba sentada en el
suelo junto a ella, apoyada en la pared. Ella parpadeó hacia Han, como si se
hubiera quedado dormida sentada.

―Ella estará mejor mañana ―dijo su madre―, pero la fiebre va a volver ―Lo
dijo de manera casual, como si estuviera demasiada cansada para reaccionar
ante su repentina aparición después de un mes de ausencia. Su pelo se había
deslizado fuera de su trenza, la mitad de ella colgaba alrededor de su cara. Su
cuerpo estaba sucio y manchado, como si se estuviera consumiendo. Han cruzo
la habitación y se arrodilló junto a la cama de Mari. Él puso su mano en la
frente. Ella estaba ardiendo.

―¿Cuánto tiempo lleva así?

Su madre se frotó la frente. ―Éste es el décimo día.


―El décimo día. Debería ya estar recuperada ―Si ella lo conseguía―. ¿Ha
comido y bebido?

Willo siempre decía que con fiebre alta la gente se debilita, por lo que tienen
que seguir por lo menos bebiendo. Además, la fiebre le dio las pistas.

Su madre negó con la cabeza. ―No quiere nada, la fiebre es alta.

―¿Le has dado té de corteza de sauce? ―Ésta es la medida de su conocimiento


de la curación, los botánicos se lo enseñaron a Willo y a otros. Yo estaba allí. Su
madre se quedó mirando sus manos―. Estamos a tiempo ―miró hacia él, la
esperanza brotó en sus ojos―. ¿Tienes dinero?

―Un poco. ¿Por qué?

―Hay un curandero en Catgut Alley. La gente dice que él puede hacer


maravillas. Pero cuesta dinero ―Han quitó sus ojos de Mari y se centró en la
habitación a su alrededor. Estaba más sucia de lo habitual. No había cestas de
ropa, ni rastro de alimentos, nada. Madre puso una mano en su brazo.

―¿Has dejado de trabajar por la fiebre? ―Preguntó, como si pudiera leer su


mente.

―No he sido capaz de dejarla sola, para recoger y entregar.

Con un bol de agua, con un cucharón, se sentó junto a la cama de Mari.

―¿De dónde es esa agua? ―preguntó Han a su madre.

―Del final de la calle ―dijo su madre―. Como siempre.

Cogió el cubo y echo el agua en una olla y lo puso al fuego para que hirviera y
así poder usarla cuando se enfriara.

―Yo sé cómo lavar la ropa, Hanson Alister ―dijo mamá, con un poco de su
viejo espíritu.

―Voy a ir a buscar un poco de agua de otro pozo ―dijo. Y lo hizo, caminó


hasta la parte alta a la bomba de la Plaza de Potter. Gastó su dinero restante en
un poco de corteza de sauce y un poco de sopa de cebada para Mari, a pesar de
que tenía que despertar a la farmacéutica del mercado para eso. Pagó un precio
muy alto por ello. En el momento en que consiguió todo ya estaba
amaneciendo. Mari tomó un poco de agua limpia, la infusión de la corteza del
sauce y la sopa de cebada, aunque se quejó porque no tenía hambre. Después
de que ella se viera mejor se durmió con mayor tranquilidad, y el color en sus
mejillas le dijo que no era sólo la fiebre, la mejora era una tregua hasta que la
fiebre resurgiera de nuevo.

Más mala suerte, peor de la que había tenido nunca. Tenía que ser el amuleto de
sangre. Tenía que deshacerse de él antes de que alguien muriera. Necesitaba el
dinero. Su madre y Mari necesitaban dinero para un curandero y para todo lo
demás. No podía esperar que se mantuvieran de la nada mientras que él vivía
en relativa comodidad en Marisa Pines, o donde quiera que fuera. La Guardia
Nacional no lo estaba buscando ahora, ya que pensaban que estaba muerto por
lo que podía caminar por las calles. Dejó a su madre y a Mari durmiendo,
descendió las escaleras, murmurando a los caballos que había ignorado en su
camino al amparo de la oscuridad, fue hasta la forja de piedra, en el patio del
establo y luchó por la piedra del nicho.

El paquete de piel aún estaba donde lo había dejado. Podía sentir el calor que
emanaba antes de que él lo sacara. Con cuidado, apartó la envoltura, revelando
el amuleto de serpiente. Se encendió, terriblemente brillante, iluminando el
patio como si tuviera la intención de traicionar al ladrón que lo había robado. Se
apresuró a guardarlo, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie se
había dado cuenta. Metió el amuleto en su mochila y la lanzó por encima del
hombro, puso su gorra, y se dirigió al Puente del sur, al mercado. Cuando llegó
al puente, asintió con la cabeza a los Chaquetas Azules dormidos, una vez más
paso entre el Templo y el cuerpo de guardia, preguntándose qué sería de
Jemson, su ex–maestro, y de Mac Gillen, en estos días.

El carnicero estaba abriendo su toldo. Tenía una de las pocas estructuras


permanentes en el mercado. El hombre estaba poniendo cestas de setas de
colmenillas y el pollo, enfrente de su tienda. Han caminó junto a ellos sin hablar
y sin hacer contacto visual. Han conocía el mercado de Ragmarket. No conocía
a la mayoría de los vendedores en Southbridge, eso era bueno ahora. Taz
Mackney era otro proveedor próspero del mercado. Su tienda era más grande
que la mayoría, llenas de telas exóticas, aromas seductores, raras obras de arte,
y piedras preciosas sueltas y en joyas. Lo que mucha gente no sabía era que
gran parte de la prosperidad de Taz era debido a sus otros negocios con piezas
mágicas, muchos de ellos robados o, al menos, de dudosa procedencia. El
Naéming podría prohibir la compraventa de talismanes y amuletos realizados
antes de la Ruptura, pero por el precio correcto, Taz ha podido encontrar casi
cualquier cosa para un cliente discreto. Han sólo lo sabía porque había vendido
productos a Taz en el pasado. No siempre obtenía el mejor precio de Taz, pero
le gustaba tratar con él porque tenía una ubicación permanente, a diferencia de
muchos que trabajaban en las calles. Taz conocía la Raggers, siempre se le podía
encontrar de nuevo si les engañaba. Él también tenía conexiones con los clientes
ricos que podían pagar mucho dinero por una pieza rara. Taz tenia otro lugar,
más prestigio en el cercano castillo, frecuentado por la nobleza, incluyendo a los
magos. La campana en la puerta sonó cuando Han entró en la tienda. Taz
estaba sentado de espaldas, inclinando su cabeza calva sobre sus libros. Sin
levantar la vista gruñó: ―No está abierto todavía. Vuelve más tarde.

―Si quieres ―dijo Han―. Pero seria una pena. Voy a ver quién esta más listo
para hacer negocios ―Taz miró, sorprendido―. ¿Puños? ¡Por la sangre del
demonio! ―Él se tambaleó sobre sus pies con una velocidad increíble para un
ser tan abultado. El distribuidor miró hacia el frente, a las ventanas y luego
volvió la cabeza hacia atrás―. Vamos al cuarto de atrás.

Han lo siguió, pasando por estanterías llenas de botellas de pociones con polvo
por el tiempo a oscuras. Alfombras de colores brillantes enrolladas en las
esquinas, y las cajas de intrincados rompecabezas, candelabros y velas. Estaban
por todas partes. Una vez que cruzó la puerta trasera, Taz se instaló detrás una
mesa grande que Han sabía que en un cajón tenía al menos tres cuchillos y la
daga de un asesino. El comerciante llevaba un largo abrigo de terciopelo y
encajes en el cuello. Su vientre sobresalía por encima de sus pantalones, que
sobresalía a través de su abrigo. Aquí había alguien que comía bien.

―He oído que estabas muerto ―dijo‖ sin‖ rodeos. Han asintió con la cabeza,
asumiendo una expresión triste―. Estas en Southies ―dijo.

―En cierto modo me gusta estar muerto.

Taz soltó una carcajada que le hizo pensar que no era tan inteligente como
parecía en realidad. ―Entendido, mi muchacho. ¿A qué se debe esta aparición
extra corpórea? ―A Taz le gustaba usar palabras rebuscadas.

―Tengo un amuleto que te interesa ―dijo Han.

―Pensé que estabas fuera del juego ―dijo Taz, estrechando sus ojos.

Han se encogió de hombros. ―Es un caso especial. Lo hago por un amigo.


―Ah. Un amigo. Por supuesto.

A Taz se iluminaron los ojos con interés. Había comprado algunas piezas raras
a Han en el pasado.

―Tiene un precio elevado ―Advirtió Han―. No me voy a ir con una sonrisa y


una promesa. Si estás corto de fondos, sólo tienes que decirlo.

―No te preocupes por eso ―dijo Taz, tratando de parecer desinteresado―. Sin
embargo, debes saber que, debido a la idiosincrasia actual del mercado, no
puedo estar en condiciones de hacer una oferta muy generosa. Por desgracia, ha
habido una menor demanda de objetos mágicos en los últimos meses.

Han sacó el amuleto de su mochila. Se tomó su tiempo, todo era parte del juego.
Puso el paquete sobre la mesa, con cuidado se alejó del cuero. La luz de la
piedra volvió la cara de Taz de un verde enfermizo. El comerciante lo miró
durante un largo rato, luego miró a Han.

―¿De dónde sacaste esto? ―susurró.

―Ya te dije. De un amigo. Va a salir del negocio de la magia ―dijo Han. Taz
impulsivamente se abalanzo hacia el objeto, pero Han le agarró la muñeca―.
No lo toques ―dijo―. Es peligroso.

Taz tragó saliva. ―De acuerdo ―dijo, su suministro de grandes palabras,


aparentemente terminó―. Bueno. Es una lástima que sea tan inestable. Eso hará
que sea difícil de vender ―Él pensó un momento―. Diez girlies ―dijo―. Lo
tomas o lo dejas.

Han podía aceptar diez girlies en ese momento, pero sabía que era desesperado.
Sacudió la cabeza y comenzó a guardar el amuleto. Taz lo miro unos segundos
y luego dijo: ―Veinticinco.

Han metió el amuleto en su mochila. ―Gracias por tu tiempo, Taz ―dijo,


dándole la espalda.

―¡Espera! ―dijo Taz rápidamente.

Han se volvió y esperó. Taz se humedeció los labios. Gotas de sudor recorrían
su amplia frente amplia. Era evidente de que quería la pieza y la quería a como
diera lugar.
―Te‖podría‖entregar‖a‖los‖Chaquetas‖Azules, ya sabes. Será mejor llegar a un
acuerdo.

Han se encogió de hombros y pasó la mano por la pared.

―Éste lugar puede quemarse, ya sabes. Tal vez incluso contigo dentro. Eso
sería una lástima.

Taz se aclaró la garganta.

―Pensé que estabas fuera del negocio ―repitió.

Han levantó sus manos, con las palmas hacia arriba.

―¿Puedes alguna vez realmente dejar el negocio?

Taz asintió a regañadientes.

―Puños, siempre has tenido una cabeza astuta para el comercio. Muy raro en
alguien tan joven.

Han sonrió. ―Bueno, gracias, Taz. Con eso y tres monedas de cobre me puedo
comprar un bollo.

―¿Qué quieres?

―Un centenar de girlies, como mínimo. Pero voy a mirar otras ofertas en el
mercado y coger la mejor, por lo que será mejor que apuntes alto ―dijo Han
manteniendo su voz casual, mirando la tienda y tocando un cáliz de plata como
si estuviera en el mercado.

―No has tenido un centenar de girlies en tus manos en toda tu vida. Mira, no
estoy en condiciones de comprarlo directamente por el dinero que quieras, pero
pueden tener clientes que estarían dispuestos a hacer una oferta. Dejalo aquí y
veremos cuál es la respuesta.

Han negó con la cabeza.

―No se puedo. Sólo tengo uno y hay varios comerciantes a los cuales puedo
mostrárselo. No voy a entregárselo a nadie hasta que no tenga el dinero en la
mano.

Obviamente que Taz no quería ver el amuleto salir por la puerta―. ¿Dónde te
puedo localizar?
―No puedes ―dijo Han―. Mejor date prisa. No voy a estar en la ciudad
mucho tiempo. Me voy pasado mañana.
Capitulo 23
El día del nombre
Traducido por GioEliVicRose y Lizc07
Corregido por marzeDoyle

R
aisa despertó a la mañana siguiente, sin haber descansado. Ella tuvo
sueños extraños. Parecían implicar a Amón, pero escapaban de ella cada
vez que trataba de alcanzarlos. Se acurrucó bajo las sábanas, esperando
enredarse en ellas de nuevo, pero su mente corría y el sueño la eludía.

Su de día del nombre. El día que sería oficialmente proclamada con derecho a
casarse. El día en que sería nombrada oficialmente heredera al trono y
comenzaría a entrenar para su papel como Reina.

Esta noche, finalmente, el baile de gala de los pretendientes empezaría.

Su vestido colgaba como una silueta en la ventana, la forma de la persona que


se suponía ella debería ser. No solía emitir ningún comentario sobre sus
vestidos de fiestas. Esperaba un jardín desenfrenado de color, pero la mayoría
se esperaba que usara blanco virginal.

Raisa se veía horrible en blanco. Se trataba de otra manzana de la discordia


entre ella y su madre. Eligió el negro, pero había resuelto el carmesí o el verde
esmeralda, para hacer realtar sus ojosTerminó con un satén color champán y de
encajes que exponía sus hombros. No había nada de niña al respecto, por lo
menos.

Bostezando, salió de la cama en camisón y acolchado en su sala de estar. Magret


traía el desayuno.

―Pensé que dormiría hasta más tarde, con el fin de estar fresca para esta noche,
―dijo Magret―.‖Yo podría haberle traído el desayuno a la cama.

Raisa miró a Magret. Su nodriza estaba animándola a dormir para que ella
pudiera quedarse hasta tarde. Fue una temporada completa de “primeros”.
―Bueno, yo no podía dormir más ―dijo, clasificando los montones de cartas,
notas y letras en la canasta de la puerta―.‖¿Ninguna‖palabra‖de‖mi‖padre?

―No,‖Su‖Alteza, ―dijo Magret―.‖ Pero no se preocupe. Si él aún no está aquí


ya, él está por llegar. No se lo perdería.

―Ya‖ lo‖ sé. ―Raisa no podía quitarse la sensación de malestar―.‖ ¿Podrías...?


¿Podrías enviar una notificación a Kendall House y decirles que me dejen saber
tan pronto como él llegue? ―Su padre se había quedado en Kendall House, ya
que todavía estaba en desgracia con la Reina.

Magret envolvió a Raisa en sus brazos, acariciando su espalda.

―No‖ se‖ preocupe, ―dijo―.‖ Son sólo nervios por el día del nombre. Ésta será
una noche que siempre recordara.

Hay diferentes razones para recordar cosas, pensó Raisa. Algunas buenas, otras
malas.

El resto del día transcurrió en un torbellino de baño, pulido, peinado y


coloración.

―Probablemente tiene menos tiempo para adaptarse a un barco para ir al mar.


―Raisa se quejó cuando la pintadora de uña se movía a la izquierda y la
peluquera le acomodaba el cabello.

Sin embargo, no llegó noticia de Kendall House.

A las 6 p.m., Raisa estaba lista en su vestido. Cayendo en largos pliegues de


seda de una cintura alta, y tenía amplias mangas románticas con incrustaciones
de encaje. En verdad, le gustaba mucho.

Estaba el problema del anillo de Elena de nuevo. Raisa estaba decidida a usarlo,
pero su madre le había dado un cuarzo ahumado, citrina y el collar de topacio
para el día de su nombre, una combinación perfecta para su vestido. Raisa
deslizó el anillo de la cadena y lo intentó en todos los dedos. Parecía grande
antes, pero ahora se sorprendió al encontrar que se ajustaba perfectamente a su
dedo medio. Su manga larga fugaz lo ocultó de la vista.

A las seis y media, su madre barrió en una inspección final antes de la fiesta
onomástica. El vestido de la Reina Mariana era un verde oscuro profundo que
perfectamente combinaba con su pelo dorado y su piel luminosa. Junto con su
collar y tiara de esmeraldas.

Incluso en sus mejores galas onomásticas, Raisa se sentía mediocre en


comparación. ¿Cómo seria reinar después de esta Reina? ¿Iba a ser conocida
como la baja, oscura e irascible Reina que siguió a la de oro?

La Reina Mariana se apoderó de los codos de Raisa y la mantuvo en


condiciones de plena competencia.

―Oh,‖cariño ―dijo ella, los ojos llenos de lágrimas―.‖Est{s‖hermosa. ―Habría


significado más si no hubiera sonado tan sorprendida―.‖ No puedo creer que
este día finalmente haya llegado. Por favor, sabes que sólo quiero lo mejor para
ti, siempre. ¿Lo crees, Raisa?

Raisa asintió con la cabeza. La punzada de inquietud regresó.

―¿Has visto a Padre desde su regreso? ―Le preguntó―.‖Se supone que tenía
que acompañarme al salón, pero no he tenido noticias de él.

La Reina Mariana frunció el ceño.

―¿En serio? ¿No has oído hablar de él? Estaba segura de que estaría aquí.

―Por supuesto que va a estar aquí, ―dijo Raisa―.‖Es‖el‖día‖de‖mi‖nombre.

Mariana vaciló.

―Eso‖ es‖ verdad,‖ sí.‖ Pero‖ recuerda que ya celebró la ocasión en Campo
Demonai. Tal vez pensó que ya había cumplido con su obligación.

Raisa parpadeó en ella, confundida un momento antes de que recordara.


Supuestamente, su padre la había llevado a Demonai cuando desapareció en
Southbridge.

―No‖ es‖ una‖ obligación ―dijo Raisa―.‖ Dijo que estaría aquí. El quiere estar
aquí.‖ ―Hizo‖ una‖ pausa y luego se precipitó sobre―.‖ ¿Por‖ qué‖ tenías que
mandarlo a Chalk Cliffs ahora?

Su madre suspiró, sonando exasperada.

―No esta tan lejos, cariño. No debe ser ningún problema viajar de ida y vuelta
en cuatro días. Tu coronación es importante, pero los asuntos del reino no
pueden llegar a detenerse durante una semana a causa de ello. ―La‖ Reina
sonrió, sus ojos leonados buscando la cara de Raisa―.‖No te preocupes. Voy a
enviar a alguien por él a Kendall House para decirle que venga ante ti
inmediatamente, sólo para aliviar tu mente. ―Besó la frente de Raisa―.‖ Todo
estará bien, Raisa, ya lo verás.

Se volvió y salió de la habitación en un susurro de seda.

Pero el tiempo pasó, y pronto tendría que salir para el Templo y aún así su
padre no llegó. Raisa se asomó al pasillo, un robusto joven guardia se cuadró
frente a la puerta.

―Su‖Alteza ―dijo el soldado―.‖¿En‖qué‖puedo‖ayudarle?

―Oh.‖Yo‖solo‖estaba‖observando.

Se quedó allí torpemente por un momento. A continuación, Raisa dijo:

―Bueno, sigue adelante. ―Y cerró la puerta.

Incapaz de estarse quieta, Raisa abrió las puertas a la terraza y salió en la tarde
bochornosa.

Una tormenta se quejaba sobre Hanalea, Rissa y Althea. Grandes pilares de


nubes cayeron sobre los picos, una línea como un rayo de color verde y
amarillo. El aire se espeso con el olor de la lluvia, casi demasiado gruesa para
respirar, y erizó el vello de los brazos de Raisa y la parte posterior de su cuello.

El viento se levantó, estableciendo las nubes en movimiento, tales como lobos


merodean por las colinas distantes. Raisa se encogió de hombros.

Nerviosismo, se dijo. Sólo nerviosismo.

Magret estaba tan nerviosa como Raisa. Ella recogía los mensajes de la mesa
como si fuera a encontrar una nota de Averill. Ella se preocupaba por el pelo de
Raisa, su ruedo, su maquillaje. Y con los tiros que le lanzaba, Raisa tuvo que
luchar para no gritarle.

Cada vez que Magret abría la boca, las palabras se derramaron en una cascada
nerviosa.

―¿Has oído? El Príncipe Gerard Montaigne de Arden está aquí. Justo en el


medio de la guerra, él ha venido hasta aquí, probablemente, con la intensión de
ir a casa con un contrato de matrimonio en la mano. Es el más joven de cinco
hermanos, así que no sé por qué cree que la Princesa heredera de Fells le daría
su tiempo este día. El Príncipe Liam, ahora, él es un chico guapo y con buenos
modales. Es el heredero al trono de Tamron, ya sabes.

Finalmente alguien llamó a la puerta. Raisa saltó a contestar, pero Magret, por
supuesto, la golpeó por ello.

No era su padre. Era Gavan Bayar, Alto Mago del Fells, resplandeciente en
plata y negro para que coincidiera con su melena de cabello plateado y negro, y
con sus espesas cejas.

―Mi‖Lord Bayar, ―Magret balbuceó―. Pensé... Estábamos esperando...

Lord Bayar pasó a Magret y se inclinó a Raisa.

―Su Alteza, usted es una visión. Me gustaría ser un hombre más joven. ―Hizo
una pausa, con los ojos viajando por ella de pies a cabeza―.‖
Desafortunadamente, su padre todavía no ha regresado de Chalk Cliffs. La
Reina me ha pedido que la acompañe al Templo. ―Él ofreció su brazo―.‖Sería‖
un honor.

Raisa retrocedió, negando con la cabeza.

―Tal vez... él aún vendrá.

―Todo‖ el‖ mundo‖ est{‖ reunido, ―dijo Lord Bayar―.‖ Ha llegado el momento.
La Reina requiere su asistencia.

Raisa tropezó con su tocador y se recostó contra él, de repente mareada. Había
algo raro en todo esto. Cada instinto gritándole. La lámpara en la mesa se
consumió con la brisa de la puerta abierta, y las sombras lobo llenaron las
paredes a lo largo.

El fornido guardia que estaba en la puerta, agarro la empuñadura de su espada.

―¿Su‖Alteza? ―dijo.

Magret se interpuso entre Raisa y Lord Bayar, su cara arrugada con


consternación.

―Su‖Alteza‖no‖se siente bien, ―dijo―.‖Tal vez, si usted le diera unos minutos...

La ira se encendió en los ojos azules de Lord Bayar.


―Hazte‖ a‖ un‖ lado ―dijo―.‖ No‖ tenemos‖ unos‖ minutos.‖ La‖ Princesa tiene que
venir conmigo por orden de la Reina.

―Est{‖ bien,‖ Magret, ―dijo Raisa, aunque ciertamente no estaba bien. Se


enderezó, meneó la cabeza para despejarla y asintió con la cabeza al guardia―.‖
Es un alivio. Voy a ir con Lord Bayar. Es algo que venga a buscarme. Estoy
segura de que papá va a estar aquí a tiempo para el baile.

Aún haciendo caso omiso del brazo de Lord Bayar, Raisa se agarró la falda a
cada lado, levantó la barbilla, y caminó delante de él en el pasillo. El guardia la
siguió por detrás.

Era difícil mantenerse al mismo nivel de las largas piernas de Lord Bayar, con
su zancada más limitada y zapatos de lujo. Eventualmente, ella le permitió
tomar su codo, sintiendo el aguijón de la energía a través de los dedos del
asistente.

Utiliza tu cara comerciante, se dijo.

Siguieron el pasillo cubierto del castillo a la iglesia, cruzando el patio que


representa la separación entre Iglesia y Estado, entre santo y lo profano.

El clima era cada vez peor, y el viento azotó mechones de su pelo


cuidadosamente peinado alrededor de su cara. En cualquier momento,
parecería que el cielo se abriría. Se preguntó si su padre estaba en la tormenta
en alguna parte, tratando de llegar a casa. Ella dijo una oración al Creador y a
Maia, la máquina del tiempo, para su retorno seguro.

La nave de la Catedral estaba llena de luz de las velas y solemne, camino por un
largo pasillo con alfombra roja entre la muchedumbre de la nobleza, todos
estirando el cuello para coger su primera visión de la Princesa heredera. Raisa
se sentía como una novia en el templo andando del brazo de su padre. Excepto
que esta no era su padre y esta no era su boda.

Se podría decir que la sustitución de última hora del Señor Bayar de su padre
no había sido anunciada. Oyó un rollo susurro a través de la multitud. Vio una
onda de los jefes de inflexión, impulsado por los chismes de costumbre. ¿Dónde
estaba Averill Demonai? ¿Y por qué no estaba aquí? ¿Y qué significa todo esto?

Quería pararse y decir: Esta no fue idea mía.


Delante de ella, vio a su madre sentada en la silla de la Reina, sus faldas a su
alrededor, la pesada corona ceremonial en la cabeza. Y de pie junto a ella, Raisa
se sorprendió al ver a Jemson del Templo de Southbridge, resplandeciente en
oro y negro. Incluso a esa distancia podía ver la sorpresa en el rostro del
hablante cuando Raisa entró con el Mago.

A continuación, Raisa entendido. Su padre habría estado a cargo de los


elementos de la fe. Él habría sido el que invitó a Jemson a oficiar.

Raisa caminó a lo largo del Templo, haciendo todo lo posible para ignorar al
mago a su lado, haciendo todo lo posible para mantener en su cara una máscara
de solemnidad, mientras que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho. A
pesar de esta distracción, algunas imágenes cristalizaban en su visión periférica.
Por ejemplo, la sonrisa congelada en la cara de su prima Missy Hakkam. Missy
estaba de pie junto a su hermano, el guapo e igualmente insípido Jon. Kip y
Keith Klemath se codearon unos a otros, probablemente por las apuestas sobre
quién ganaría el juego del cortejo en el baile.

Su abuela Elena se quedó con un puñado de ancianas de los Clanes de Marisa


Pines y Demonai. Con varios ancianos que fueron Guerreros Demonai,
incluyendo a Reid Nightwalker, rumoreado pretendiente de las tierras altas de
Raisa.

Cuando Raisa pasaba con el Mago, Elena se inclinó para susurrarle algo a Reid.
La cara de Elena era impasible, pero Reid estaba frunciendo el ceño.

Miphis y Arkeda Mander de pies hacia el frente con Micah Bayar, un triple de
asistentes. El destierro de Micah había terminado, al parecer. Él iba
impecablemente vestido, como siempre. Increíblemente atractivo, como de
costumbre, pero tenía un aspecto pálido, más febril, como si algo no estaba de
acuerdo con él. Sus oscuros ojos la siguieron al frente del templo.

Un pequeño guardia de honor se quedó a cada lado de la tarima. Raisa busco al


Capitán Edon Byrne, quién había acompañado a su padre a Chalk Cliffs. Él
estaba ausente también, pero Amón estaba allí en su uniforme de gala, de pie
tieso como un palo, la mano en la empuñadura de su espada. Mirando al frente,
con las mejillas enrojecidas, pero ella sabía que él la había visto.

Soñé contigo, pensó.


Y finalmente se fue ante Jemson y su madre. Lord Bayar soltó su codo y se puso
a un lado, junto a su hermana, la princesa Mellony.

Raisa miró a los ojos del Orador Jemson y vio la compasión. El Orador sonrió.
Impulsándola de alguna manera, y ella le devolvió la sonrisa. Su pulso
calmándose y disminuyendo sus temores. Ella sería la Reina, y las Reinas
gobernaban a los magos de Fells.

―Amigos, esta es la temporada para la ceremonia del Día del nombre, y he


presidido muchos ya ―dijo Jemson―.‖ Siempre es un privilegio lanzar a un
niño a la edad adulta y dar la bienvenida a un nuevo ciudadano del reino. Pero
hoy estamos reunidos para una denominación muy especial, uno que se basa en
una tradición que ha durado mil años. Hoy en día llamamos Raisa Marianna,
heredera del trono de Hanalea y de los Lobos Grises.

Jemson miro a la asamblea.

―La‖ Princesa ya ha demostrado ser compasiva para su edad. Su Ministerio


Briar Rose del Templo Southbridge sirve a cientos de personas cada semana.
Las familias son alimentadas y vestidas, y los niños son educados por su
generosidad. Ella es una heredera del legado de Hanalea.

La Reina miró a Raisa, una expresión de asombro en el rostro. Comentarios


susurraban entre la multitud, como el viento entro en sucursales de invierno.

La voz de Orador Jemson fluyó sobre Raisa, instigándola de cómo ella se


dedicaría al Creador, Fells, y la línea de las Reinas. Su madre le hizo Las Tres
Preguntas y ella le dio Las Tres Respuestas en voz alta y clara, para poder ser
oída al otro extremo de la sala.

Raisa subió las escaleras hacia el estrado y se arrodilló ante su madre. La Reina
Mariana coloco la brillante diadema de los Lobo Grises en su cabeza y dijo:

―Levántate, Princesa Raisa, heredera al trono de los Lobo Grises.

Fuera del Templo, se desató la tormenta y el granizo golpeo ruidosamente


contra las ventanas con plomo. Sus antepasados proclamando su aprobación.
¿O eran gritos una advertencia?

Aplausos laminaban de un extremo de la sala al otro, probablemente debido a


que era hora de ir a cenar.
El salón principal se había transformado en un bosque de hadas, sus fronteras
suavizadas por arboles de bosques brillantes rodeados de mágicas luces. Las
mesas de comedor se establecieron en un extremo, en una enramada de los
bosques. En los árboles colgaban jaulas de plata lleno de pájaros cantores.

En la cena, se sentó junto a la Reina a la cabeza de la mesa. Raisa insistió en que


el Orador Jemson asumiera el asiento a su otro lado, que debería haber sido de
su‖padre‖―sobre todo para evitar que‖Lord‖Bayar‖ocupara‖el‖mismo―. Ella se
sorprendió cuando la reina estuvo de acuerdo. Mariana parecía deseosa de
complacer su hija que era a menudo difícil, deseosa de llenar el hueco dejado
por la ausencia de Averill de cualquier manera que pudo.

Mientras que el protocolo dicta que los Príncipes del sur deben estar sentados al
lado de la línea después de la familia real, Raisa se dio cuenta de que su madre
les había sentado en lugar muy abajo en la mesa. No sólo eso, los Tomlins
estaban sentados frente a un extraño que, dada su vestimenta elaborada, debía
ser el ambicioso Gerard Montaigne, el joven Príncipe de Arden. Era delgado,
con pelo color de arena húmeda y pálida, casi sin color, ojos azules.

Elena Demonai y los representantes de otros Clanes se sentaron también en el


otro extremo de la mesa de Raisa.

Raisa comía muy poco, sintiendo el peso de la tiara y su nuevo título y el


aguijón de la ausencia de su padre. Ella dijo muy poco, pero el Orador Jemson y
la Reina Mariana y Lord Bayar compensaron su falta de conversación. Sus voces
salpicaban sobre su piel como la lluvia sobre la lona, apenas penetrante.

La Reina parecía nerviosa, su sonrisa forzada, y miró con ansiedad en la


dirección de Raisa como si no estaba segura de que podría hacer la nueva
Princesa heredera.

El Orador Jemson fingió estar relajado y hablador, pero Raisa pensaba que el
Orador no se perdió nada.

―La Princesa Raisa ha sido una embajadora maravillosa para el trono de los
Lobo Grises en la ciudad, ―dijo.

―¿Lo‖es‖ahora? ―Dijo‖la‖Reina, quejándose con la servilleta.


―Oh, sí. Los músicos callejeros cantaban sus alabanzas. Los niños en la escuela
del Templo de Southbridge dejaron guirnaldas de flores debajo de su retrato en
el Santuario, y el Templo ha abierto una nueva sala de curación en su nombre.

―No‖tenía‖idea, ―dijo‖la‖Reina, hurgando en su codorniz asado, un gesto leve


en la cara.

―Todo el mundo le alaba, Su Majestad, por hacer valer una hija con una
naturaleza compasiva. ―Añadió‖y‖sonrió‖a‖la‖Reina.

Amon Byrne llamó la atención varias veces hacia los ojos de Raisa de su puesto
contra la pared. Levantó una ceja, como diciendo, ¿Qué está pasando?

Raisa comenzó a relajarse un poco cuando la cena se despejó y descendieron a


la pista de baile. Su carnet de baile ya estaba lleno. De acuerdo con el protocolo,
una vez que llegaron más allá de la torpeza del baile tradicional de padre e hija
―ellos‖ lo‖ omitieron―. La tarde pasó rápidamente, un caleidoscopio de caras
masculinas y plumaje brillante, una cacofonía de adulación, la picadura de las
manos del mago, el Klemaths repavimentación en varias ocasiones como un
mal sueño.

Bailó con el Príncipe Gerard Montaigne y lo encontró fríamente intenso y


condescendiente, una notable combinación de un niño de tan cerca de su propia
edad. Él no hizo ningún esfuerzo para cortejarla o incluso alagarla, pero corto
derecho a la política.

―Le‖preocupa,‖Princesa, ―preguntó, con su acento llano―‖que aunque yo sea


el hijo de un Rey, ¿soy el más joven de cinco hijos? ¿Cuatro de los que están
vivos?

―Eso‖depende, ―dijo Raisa, incapaz de resistirse―.‖¿Tienes hermanas mayores


también?

Él la miró un momento con los ojos tan pálidos y duros como el hielo glaciar.

―Tengo‖una‖hermana‖mayor, ―dijo―.‖Pero en Arden, la corona pasa a través


del la línea de los hijos solamente.

―Ya veo. ¿Tiene la esperanza de casarse con una Reina, entonces, para que sus
hijas tengan una herencia? ―Preguntó Raisa.
―Bueno... ah... yo no lo había pensado, ―balbuceó‖ el‖ Príncipe―.‖ Pensé que
tendría sentido... ah... casarse con nuestros reinos y nuestros recursos. Juntos.

―Ya veo. Nuestros reinos. Bueno, entonces creo que no he respondido a su


pregunta. ¿Pregunto si me preocupa que usted sea el hijo más joven?

―Sí ―dijo Gerard Montaigne―.‖Quería asegurarme que, dada la situación en


Arden, estos no son obstáculos insuperables. Si puede ser paciente, Su Alteza,
estoy totalmente contando en que llevaré la corona al final.

―Yo no estoy en absoluto preocupada por sus cuatro hermanos ―dijo Raisa―.‖
Aunque creo que tienen razón de estar preocupados por ellos mismos. Yo, sin
embargo, estaría muy preocupada por la sucesión en Arden si parecería que nos
casaríamos.

Afortunadamente, en ese momento, la canción terminó. Raisa dio un paso atrás


del Príncipe Gerard, tirando liberó sus manos, aunque él no pareciera querer
dejarlas ir.

―Gracias‖por‖el‖baile,‖Su‖Alteza ― dijo―.‖Que tenga un buen viaje de regreso.

Podía sentir sus ojos clavados en su espalda mientras se alejaba, con la cabeza
en alto. Ahí va un sureño para tachar de mi lista, pensó. Hace que me
estremezca nerviosamente.

Tenía miedo cuando el nombre de Micah surgió en su tarjeta de baile. No sabía


qué esperar. Una especie de proposición, una protesta de amor, susurros
conspirativos<‖algo. Pero ella no tenía de qué preocuparse, al parecer. Esta vez
fue un perfecto caballero. Parecía tan distraído, de hecho, tan distante, que
Raisa le preguntó, un poco bruscamente, qué en el mundo estaba pensando, al
momento que la música se detuvo.

―No estoy pensando en nada, Su Alteza ―dijo,‖ inclin{ndose‖ con‖ rigidez―.‖


Nada en absoluto. Es una buena habilidad para tener. Se lo recomiendo. ―Y se
alejó, con la espalda recta.

Amon era un asunto diferente. Agarró sus manos con tanta fuerza, que chilló de
dolor y él relajó su control.

―Lo‖siento ―dijo―.‖¿Qué está pasando? ¿Dónde está tu padre?

―Esperaba‖que‖me‖lo‖dijeras ―respondió Raisa―.‖¿Has‖oído‖algo?


―Un pájaro vino de Chalk Cliffs ayer, diciendo que había ido a Fellsmarch ayer
por la mañana ―dijo Amon―.‖ Esperaba que llegaran anoche. No he sabido
nada desde entonces. ―Hizo una pausa―.‖ Ellos probablemente han estado en
más de algún lugar para pasar la noche. Con esta tormenta y todo eso.

La lluvia caía ruidosamente contra el tejado del Templo y el viento aullaba


alrededor de las torres.

―Y sin embargo... deberían haber estado aquí mucho antes de que la tormenta
comenzara ―dijo ella―.‖Yo sólo... tengo un mal presentimiento sobre esto. Una
intuición. Algo ha pasado, ó va a suceder. O ambas cosas. ―Apoyó la cabeza
contra el hombro de Amon, temblando un poco.

―¿Qué‖ podría‖ pasar? ―Murmuró Amon, su cálido aliento cosquilleaba su


oído, su mano firme en su espalda, guiándola alrededor de la pista de baile―.‖
Tú estás aquí, en el Castillo Fellsmarch, en medio de una fiesta, con tus guardias
a tu alrededor. ―Parecía como si estuviera tratando de convencerse a sí
mismo―.‖Esta<‖intuición,‖¿qué‖tan‖confiable‖es?‖¿Hay alguna manera de saber
qué es o cuándo? ―Típico, el práctico Amon.

―No‖sé ―dijo Raisa, tratando de componerse a través de sus sentimientos. Se


sentía extrañamente segura allí, encerrada en el círculo de los brazos de Amon.
Vinculada con él de una manera en la que no había estado antes. Era como si un
canal se había abierto entre ellos, el poder y la emoción ondulaban a través de
ello, y deseaba que sólo pudieran dar vueltas para siempre.

Raisa se aclaró la garganta, tratando de concentrarse en ese otro peligro, más


nebuloso.

―Magret dice que sólo son nervios por el día de mi nombre, y tal vez tiene
razón, pero me sentiría mucho mejor si nuestros padres estuvieran aquí. Me
preocupa que algo les haya sucedido.

―No podemos‖ hacer‖ nada‖ al‖ respecto‖ ―dijo Amon―.‖ Así que vamos a
enfocarnos en ti ahora mismo. Si estás en peligro, ¿qué es lo más probable que
sea?

Raisa lo miró a la cara, temiendo que se estubiera burlando de ella, pero parecía
completamente en serio.
―Pensemos ahora, ¿cu{ndo‖ estarías‖ m{s‖ vulnerable‖ a,‖ no‖ sé<‖ asesinos o
secuestradores? ―Añadió―.‖Después de la fiesta, cuando regreses a tu cuarto.
Tal vez entonces.

Raisa se apoderó de sus codos.

―Quédate esta noche en mi habitación, Amon ―dijo ella impulsivamente―.‖


Me sentiría más segura si lo haces.

―Raisa,‖ no‖ puedo‖ hacer eso ―dijo Amon, su expresión era una mezcla de lo
que parecía pesar y decoro.

―Realmente no me importa lo que los demás piensen ―Raisa persistió―.‖


Además, Magret estará allí. Ella puede ser la chaperona.

―De‖ acuerdo ―dijo―.‖ ¿No es la que se quedó dormida en el jardín? ―Él se


mordió el labio inferior―.‖Voy a involucrar al Wolfpack. Hemos sido asignados
a tu guardia personal. A partir de mañana.

Raisa lo miró fijamente.

―¿En serio? Yo pensaba que tu padre quería que te mantuvieras alejado de mí.

―Cambió de opinión ―dijo Amon. Tomó aliento como si hubiera algo que
añadir, pero luego cerró la boca y no dijo nada durante toda una canción
completo en la pista de baile.

―De todas formas, todavía estoy preocupado por el túnel que no has sellado
―dijo finalmente―.‖ Cuando el baile termine, voy a enviar a algunos de los
Wolfpack para revisar el pasillo de tu habitación. Tendrás tu guardia habitual
fuera de tu puerta. Voy a subir al jardín y revisaré la entrada del túnel. Esta es
una noche para tener cuidado. Y tal vez por la mañana nuestros padres estarán
de regreso.

Con eso arreglado, bailaron silenciosamente un momento. Sin embargo, Amon


todavía se veía preocupado.

―¿Qué‖pasa? ―Preguntó Raisa.

―¿Y si no regresan? Se supone que debo irme al Fuerte Oden en una semana.

―¿Tan‖r{pido? ―Raisa sintió un atisbo de pánico―.‖Pero el verano ni siquiera


ha terminado. Estamos sólo a finales de Julio. Tienes todo Agosto, y...
―Voy a tomar el camino largo de regreso al Fuerte Oden. Vamos hacer un poco
de exploración por Da. Pero si él no regresa, no puedo dejarte aquí por tu
propia cuenta.

―Él va a venir, Amon; ambos lo harán, ya lo verás.

La música se había detenido, señalando el final del baile, y se deslizó a


regañadientes a un punto muerto. Amon se inclinaba hacia abajo, y sus rostros
estaban a pulgadas. Agarrando sus dos manos, Raisa susurró:

―Gracias. ―Se acercó de puntillas, deslizando sus brazos alrededor de su


cuello, con la intención de terminar el baile con un casto beso, pero justo en ese
momento fueron interrumpidos.

―¿Su‖Alteza? ―La voz con acento vino de atrás―.‖Creo que he reservado este
baile.

Raisa se dio la vuelta y vio que era el Príncipe Liam Tomlin, de Tamron. El
Príncipe le ofreció una elegante reverencia.

―Por supuesto,‖¿si‖no‖es‖conveniente<?

―Su Alteza‖―le dijo, e hizo una reverencia, con la cara ardiendo de vergüenza.
Ella realmente necesitaba prestar más atención. Sobre todo porque el Príncipe
Liam era un posible partido―.‖Por supuesto que es conveniente. Lo siento. Yo
estaba solo...

―Distraída ―dijo él―.‖ Eso‖ sucede. ―Su sonrisa era deslumbrante contra su
piel cobriza.

Raisa miró por encima del hombro, pero Amon había desaparecido.

El Príncipe tomó su mano y la orquesta se lanzó a un vals, una danza segura


para los sureños, a deferencia de sus iguales de la realeza. Los músicos no
tenían de qué preocuparse. El Príncipe bailó con la inconsciente gracia de
alguien que había crecido en la corte.

No era especialmente alto, en comparación con Micah o Amon, pero estaba


excesivamente bien vestido, con un abrigo azul y pantalón blanco que mostraba
su tendencia del tipo aristocrática. Tamron era conocido por ser el árbitro del
estilo en los Siete Reinos. Junto a la brillante Corte de Tamron, Fellsmarch era
un remanso.
―No es frecuente que tenga que reservar un lugar en la tarjeta de baile de
alguien ―dijo el príncipe Liam―,‖y arrancar a mi compañera de los brazos de
otro. Ya veo hasta qué punto la suerte de Tomlins ha caído.

Sorprendida, Raisa estudió al Príncipe en busca de arrogancia, pero sólo


encontró una especie de buen humor autocrítico. A ella le agrado de una vez.

―Así es. Bueno, estoy tratando de acostumbrarme a la idea de ser puesta en


exhibición, como un pedazo de carne fresca ―dijo Raisa.

El Príncipe Liam se rió a carcajadas, una sorprendente profunda risa.

―Tal‖ vez‖ acceda‖ al‖ concepto‖ de‖ que‖ los‖ Príncipes tienen realmente el control
sobre sus propias vidas. Siento disentir. Nosotros estructuramos las juntas,
improvisamos como locos, sólo para descubrir que el guión ya está escrito y nos
hemos equivocado.

―No‖siempre ―replicó Raisa―.‖Tengo que creer que a veces podemos escribir


nuestra propia vida.

―¿Entonces,‖ amas‖ a‖ tu‖ soldado? ―El argumento era como una audaz espada
entre las costillas, pero Raisa la desvió.

―Yo‖no‖estoy‖hablando‖de‖amor ―dijo Raisa, enmendando silenciosamente―.‖


Bueno, no sólo sobre amor.

―Entonces, tengo una oportunidad ―dijo él, volviendo la cabeza y mostrando


su hermoso perfil enmarcado por la caída de sus rizos color negro. Miró de
reojo a ella para ver si lo había notado.

Ella se echó a reír.

―Es‖todo‖un‖farsante ―dijo.

―Eso‖es‖lo‖que‖iba‖a‖decir ―respondió alegremente―.‖Todos‖los‖dem{s‖en‖la‖


sala son todos unos impostores.

―No‖voy‖a‖jugar‖un‖papel ―dijo Raisa―.‖Quiero que la gente sepa quién soy.

―Es‖joven,‖Su‖Alteza ―dijo el Príncipe Liam, sonando como uno de sus cínicos


ancianos.

―¿Por‖qué?‖¿Cu{ntos‖años‖tienes? ―Exigió Raisa.


―Tengo‖diecisiete‖años ―dijo.

Tengo casi la misma edad que tú, pensó en decir. Pero no, ya que sonaba como
algo que un niño diría.

―¿Cómo‖va‖la‖búsqueda de esposa? ―Preguntó ella―.‖¿Algún‖prospecto?

Se rió de nuevo.

―Dijeron‖que‖eras‖contundente.

―¿Lo‖hicieron?‖¿Qué‖m{s‖dijeron?

―Dijeron‖ que‖ eras‖ caprichosa‖ y‖ obstinada,‖ e‖ inteligente. ―Él la miró a los


ojos―.‖Y‖la‖Princesa más hermosa de los Siete Reinos.

Era adulador, pero igual era agradable de escuchar.

―¿De veras? No tengo forma de saberlo, ya que nunca he estado fuera de Fell
―dijo Raisa―.‖Un día voy a visitar Tamron y los otros Reinos del sur. ¿Cómo
han sido afectados por la guerra en Arden?

―Elegimos‖ ignorar‖ la‖ guerra ―dijo Liam, acercándose para hablar a su oído,
como si le confiara un secreto―.‖Nos distraemos con fiestas y entretenimientos
y otros vicios, como si eso hiciera que desaparezca.

―Y sin embargo estás aquí, buscando una alianza en contra de la Montaignes


―dijo Raisa, agradecida por la tutela de su padre y Amon Byrne.

Liam hizo un gesto con su muy anillada mano.

―Estoy buscando por una esposa rica para pagar mis deudas de juego,
―dijo―.‖ Escuchamos‖ que‖ las‖ Reinas de Fell son muy sobrias, que todavía
tienen la moneda acuñada por primera vez con sus imágenes.

La música se detuvo y él la llevó desde la pista de baile a una mesa en una de


las temporales arboledas de su madre. Raisa llamó a un servidor para traerles
unas bebidas y luego se quitó los zapatos. Su tarjeta de baile había terminado, el
Príncipe Liam había sido el último en la lista. Aunque todavía la orquesta
seguía tocando‖ ―y‖ lo‖ haría‖ hasta‖ que‖ la‖ Princesa heredera partiera
oficialmente―, Raisa se sorprendió al encontrar que la habitación estaba casi
vacía. Ella no se había dado cuenta de que era tan tarde. De algún modo había
conseguido pasar a través de la fiesta en el día de su nombre sin darse cuenta
realmente. Era una especie de decepción después de los meses acumulados.

Se reoriento. El Príncipe Liam estaba levantando una copa hacía ella.

―Tú‖eres‖la‖Princesa más hermosa de los Siete Reinos. ―Levantó la otra mano


para detener su protesta―.‖Soy un juez muy bueno, Su Alteza. He visto más de
mi parte.

Raisa se echó a reír. La agenda del Príncipe Liam no podría coincidir del todo
con la de ella, pero él era encantador.

―Deberías‖ venir‖ a‖ visitarnos ―prosiguió‖ el‖ Príncipe―.‖ Tamron carece de la


belleza física de Fells, pero creo que encontrarías la ciudad de la Corte de
Tamron... muy interesante. ―Él hizo una mueca―.‖ Aunque el verano no es
nuestra mejor temporada.

―Eso he oído. Tu padre, el Rey Markus, me invitó a visitar su casa de campo en


Leewater.

―La‖casa‖es‖preciosa‖en‖verano ―dijo Liam―.‖Aunque puede parecer lleno de


gente cuando sus tres esposas están en la residencia.

Raisa no pudo evitar preguntarse si lo había mencionado a propósito.

―Prefiero los veranos en la ciudad, cuando dormimos durante el calor del día y
permanecemos despierto toda la noche. Pronto será el otoño, cuando las noches
son frescas y encantadoras, y las lluvias reviven las flores. Nosotros lo
llamamos la época de cortejo. ―Afianzó sus manos sobre las suyas.

Ve con cuidado, Raisa, se dijo a sí misma. Este es el Principito por el que Missy
Hakkam cayó de cabeza sobre enaguas. Raisa tendía a utilizar a Missy Hakkam
como una especie de marcador de ruta para mantenerse lejos de un
comportamiento estúpido.

―¿Estás aquí en nombre de tu padre, o te estás representando a ti mismo?


―preguntó Raisa.

Liam se rió, pero había un borde amargo.

―Mi padre no necesita mi ayuda con sus contactos ―dijo―.‖Estoy‖aquí‖por‖mi‖


cuenta.
―Bueno, entonces, ¿cuál es tu posición sobre tener varias esposas? ¿Si tienes
dos o tres, puede tu esposa tener varios maridos?

Liam estaba tomando una copa de vino en el momento que preguntó eso, y
estuvo a punto de salpicarla sobre toda la mesa.

―P<‖ Princesa‖ Raisa ―farfulló él―.‖ Creo que cualquier hombre que se case
contigo encontrará que tiene más que suficiente para manejar sin complicar las
cosas.

Raisa se echó a reír también, pero notó que no había respondido realmente a su
pregunta. Él la miraba, sin embargo, como si la encontrara absolutamente
fascinante. Su mirada viajó desde su boca a sus ojos y viceversa.

Se inclinó más cerca, apoyando las manos sobre sus hombros desnudos,
poniéndole la piel de gallina.

―En este momento, por lo general sugeriría un paseo por el jardín, pero sigue
lloviendo‖ a‖ cantaros,‖ dado‖ el‖ sonido‖ de‖ la‖ misma.‖ Tal‖ vez<‖ hay‖ otro‖ lugar‖ al‖
que podamos ir a hablar, lejos de los oídos de la corte.

Se le ocurrió a Raisa que tal vez Liam era el peligro que había previsto. Sin
embargo, un interesante tipo de peligro, después de todo.

En ese momento, Raisa escuchó pasos detrás de ella y Liam miró sobre su
hombro y frunció el ceño.

―Su‖ Alteza. ―Raisa sabía quién era antes de que se diera la vuelta―. Su
Alteza, la Reina pide su asistencia en su cámara privada ―dijo Micah Bayar―.‖
Ella me pidió que la llevara.

Raisa lo miró con desconfianza. ¿Por qué su madre enviaría a Micah a buscarla,
después de todo lo que había sucedido ya? Ella miró a su alrededor por Amon,
pero no lo vio, ni a cualquier otro de sus guardias. Se preguntó si había ido ya
hasta el jardín.

Micah se volvió hacia Liam.

―Lo siento, Su Alteza, pero tendrá que excusar a la Princesa Raisa. Se está
haciendo tarde.

―Sí.‖Así‖es ―dijo Liam, sin rencor. Sonrió a Raisa―.‖Princesa Raisa, voy a estar
aquí durante unos días más antes de regresar a Tamron ―dijo―. Me quedo en
la Casa Kendall. Espero volver a verte antes de irme. ―Hizo una reverencia y se
alejó.

Micah miró detrás de él durante un largo rato, luego se apoderó del brazo de
Raisa para guiarla desde el salón de baile.

Ella se liberó.

―Yo‖sé‖el‖camino ―dijo, y se alejó, dejándolo a seguirla. Hubiera querido haber


pasado más tiempo con Liam Tomlin, y estaba cansada de ser arrastrada por los
Bayar.

―¿Qué‖ quiere‖ mi‖ madre? ―Raisa preguntó mientras se abrían paso entre los
grupos de personas que seguían hablando en el pasillo―.‖ No la he visto
durante horas. Pensé que para esta hora probablemente se habría ido a la cama.

―Todavía‖no ―dijo Micah, sin responder a su pregunta. Parecía tenso, y Raisa


sospechaba que había estado bebiendo otra vez.

Raisa misma había tenido cuidado de no beber más que agua y el


excesivamente dulce ponche. Era su costumbre tratar de aprender de la
experiencia.

A medida que se acercaban a los apartamentos de la Reina, los pasillos estaban


vacíos. Automáticamente, Raisa pasó los corredores públicos hacia el estrecho
privado utilizado por la familia real. Al pasar por la pequeña biblioteca
establecida por su padre, Micah dijo:

―Raisa, antes de entrar, dame un minuto. Por favor.

Ella se volvió hacia él. Él asintió con la cabeza hacia la biblioteca.

―Sólo escúchame. Prometo que no tomará mucho tiempo. ―Prestándole


atención a sus mangas, pareciendo extrañamente torpe.

Contra todo sentido común, creyó en él. Después de un largo rato, se adentró en
la biblioteca, poniendo una mesa entre ellos.

―He estado tratando de encontrar un momento a solas desde la fiesta ―dijo―.‖


Quería decirte que yo no sabía sobre el anillo y el collar. No me di cuenta que
estaban hechizados.
Admitía que eran piezas hechizadas, entonces, así que Lord Bayar había
mentido a la Reina.

Raisa se cruzó de brazos.

―¿Por qué debo creerte?

Se encogió de hombros.

―Porque, como verás, no tengo ninguna razón para mentirte.

Ella inclinó la cabeza.

―¿Qué‖quieres‖decir‖con,‖“como verás”?

Ignoró la pregunta.

―Y porque me gustaría pensar que soy capaz de atraer a una chica por mi
cuenta.

―Depende‖ de‖ la‖ chica ―dijo Raisa mordazmente―.‖ He oído que has tenido
cierto éxito en el pasado.

El medio sonrió, encogiéndose de hombros, recordándole de por qué siempre lo


encontró tan atractivo.

―Cuando... cuando parecías receptiva, asumí que habías sucumbido


finalmente a mi encanto personal ―dijo Micah―.‖ Imagínate mi decepción
cuando me enteré de que habías sido embrujada, no por mí, sino por un
amuleto.

―Y‖por‖varios‖vasos‖de‖vino. ―Raisa no pudo resistirse decir.

Micah desestimó eso con un gesto de su mano.

―No. El vino no funciona en ti. Ya traté eso.

¡Bueno!, pensó Raisa. Está siendo extraordinariamente franco.

―¿Por qué no puedes estar satisfecho con tener a todas las demás chicas en la
corte cayendo a tus pies? ―Preguntó ella―.‖¿Por qué siempre quieres lo que no
puedes tener?

―¿Por qué no me estás preguntando quién fue el responsable del amuleto de la


seducción, si no fui yo? ―Le respondió.
―Porque‖no‖tengo‖que‖hacerlo ―dijo―.‖Dime‖esto<‖¿por‖qué‖tu‖padre‖quiere‖
seducirme? ¿Estaba tratando de provocar un escándalo, para evitar mi
matrimonio con un sureño?

―Bueno ―dijo Micah, poniendo los ojos en blanco―.‖ Eso sería un beneficio
adicional. Lo último que necesitamos es tener que casarte con un sureño.

―No entiendo esto. Tu padre está ligado mágicamente a la Línea de las Reinas.
¿Por qué es capaz de actuar en contra de sus intereses?

―¿Cómo sabes que lo está? Actuando en contra de sus intereses, quiero decir
―dijo Micah. Echó un vistazo a los volúmenes en la biblioteca más cercana.
Pasando la mano por los lomos empolvados, examinó su palma, luego se la
frotó en el pantalón.

De alguna manera, le hacía parecer muy joven.

―La‖sangre‖de‖Demonio, Micah. ¿Hechizando a la Princesa heredera en contra


de su voluntad? Eso es traición a la patria. ¿Qué es lo que espera lograr?

―Mi padre espera que estemos en guerra antes de tiempo ―dijo Micah―.‖Tan
pronto como la guerra civil en Arden termine.

Eso era justo lo que había dicho Amon.

―Así que, ¿qué tiene eso que ver conmigo?

―Tenemos que ganar contra los sureños a toda costa. Eso podría significar
descartar algunas de las viejas reglas que nos han hecho débiles.

―A‖ mí me gustan algunas de las viejas reglas ―dijo Raisa―.‖ Tal como las
normas contra la traición.

―Sabes que la Iglesia de Malthus ve la magia como una herejía, ¿cierto? ―Dijo
Micah―.‖Queman‖a‖los‖magos‖en‖el‖sur.

La Iglesia de Malthus tenía la reputación de ser sin sentido del humor, severo y
conservador. Raisa sabía eso bastante bien. Pero no conocía su posición en
cuanto la magia.

―Vamos a necesitar todas nuestras armas si Arden nos ataca ―dijo Micah―.‖
Tenemos que ganar. El Clan debe hacerlos entrar en razón. Necesitamos acceso
sin restricciones a los instrumentos de la magia.
―Tenías‖ eso ―dijo Raisa, el cansancio superando la diplomacia―.‖ E‖ hiciste‖
todo un lío.

¿Por qué tenía que hablar de esto ahora? Se sentía cansada e irritable,
confundida por esta conversación, bajo un calvario por todo el mundo.

―Mira, ¿podemos ir a ver qué es lo que quiere mi madre para que todos
podamos ir a la cama?

Micah pasó sus dedos por su cabello oscuro.

―Sólo quiero que sepas que nada de esto es mi idea. Espero que puedas... que
tengas esto en cuenta.

Su intuición aguijoneó otra vez. ¿Por qué Micah Bayar daba este discurso,
llevándola a ver a la Reina en medio de la noche? ¿Y si ella no quería ir?

De hecho, ella no iría. Iba a volver a su habitación, donde Amon estaba


esperando.

Más o menos.

Rodeó la mesa, con la intención de deslizarse más allá de Micah y hacia el


pasillo. Él debió haber visto algo en su cara, porque se movió para bloquear su
camino.

―Vamos‖ahora ―dijo―.‖Será mejor que nos demos prisa; nos están esperando.

Ella negó con la cabeza.

―En‖realidad,‖estoy‖agotada‖y‖no‖me‖siento‖bien ―dijo―.‖Por favor dale mis


disculpas a la Reina, pero creo que mejor me voy a la cama.

Micah suspiró.

―Raisa, lo siento, pero tengo que llevarte. Si te hace sentir mejor, ninguno de
nosotros tiene elección, ¿de acuerdo?

Raisa miró a su cara y vio que lo decía en serio, por lo que pasó junto a él y se
volvió hacia la cámara privada. Al mismo tiempo, su mente corría, tratando de
darle sentido.

“Ninguno de nosotros tiene elección”.

¿Entonces quién daba las órdenes? ¿Su madre o Gavan Bayar?


Capitulo 24
Ceremonia Impía
Traducido por MariPooh, eli25, YCNAN, majo2340 y Paaau
Corregido por marzeDoyle

C
uatro guardias flanqueaban las puertas de los apartamentos de la Reina.
Manteniendo la cabeza alta, Raisa pasó por delante de ellos con Micah
siguiéndola. Raisa oyó voces en el interior, pero tan pronto como se
abrió la puerta, la conversación se detuvo y varias personas se volvieron hacia
ellos.

La Reina Mariana sonrió, sus mejillas enrojecidas por la excitación y el vino,


todavía con el vestido verde espectacular que había tenido en la cena. A su
lado, Gavan Bayar, también en su traje de gala, y la hermana de Micah, Fiona.
Su rostro iluminado pálido, ¿con qué? ¿Triunfo? ¿Satisfacción?

Y allí, como un frívolo pavo entre los zorros, estaba Speaker Horas Redferm, el
Clérigo principal del Templo Catedral. Raisa nunca se había preocupado de
Redfern, quién, en su opinión, pasó muy poco tiempo cuidando de su rebaño y
demasiado tiempo coqueteando con la aristocracia.

Redfern, también parecía como si hubiera bebido un poco demasiado. Parecía


más frenéticamente alegre.

―Y aquí están ahora ―dijo‖la‖Reina Mariana―. Se deslizó hacia delante y besó


a Raisa y Micah, a su vez.

Raisa revisó la habitación. Había sido transformada desde la última vez que
había visto. Había flores por todas partes, dos arreglos extravagantes de lirios y
rosas a ambos lados de un altar, cuencos de flores en todas las mesas, escondido
con miles de velas encendidas. Un mantel del altar estaba bordado con rosas
entrelazadas y halcones. Un diseño peculiar. A un lado había una mesa con
botellas de vino y vasos. ¿Por qué? Parecía casi como a...

―¿Te gusta, cariño? ―La‖Reina Mariana tomó las manos de Raisa y miró a la
cara como si estuvieran ávidos de su aprobación―.‖Tuvimos muy poco tiempo
para ponerlo todo junto, pero creo que se puede apreciar la importancia de la
discreción. Sé que no puede ser exactamente lo que la foto, pero...

Raisa tenía la boca tan seca que apenas podía escupir cualquier palabra.

―¿Qué‖...‖qué‖es‖esto?‖―Susurró―.‖¿No es tarde para tener una fiesta?

―Su‖Majestad ―dijo Lord Bayar, sus ojos azules brillan en la luz de las velas―.‖
Tal vez debería explicar.

―Raisa ―dijo‖la‖Reina Mariana―.‖Ustedes saben que hemos estado hablando y


pensando estrategia sobre la mejor opción para ti ahora que eres elegible para el
matrimonio

Raisa miró a su madre, luego a Gavan Bayar.

―¿Quién ha estado hablando? ¿Tú y yo o tú y ellos?

―Todos nosotros, por supuesto. Recuerda que acordamos que un sureño no es


la mejor opción en este momento con toda la agitación en Arden y Tamron.

―Nosotros nunca estuvimos de acuerdo en eso ―dijo Raisa―. La guerra tiene


que ser terminada antes de tiempo y luego tendremos más opciones. ―Dijo,
pensando en el Príncipe Liam―.‖Una alianza entre el Tamron y Fells podría ser
suficiente para prevenir la invasión de Arden, si es momento adecuado.

Mariana miró Raisa como si su hija le hubiera salido otra cabeza y con un
inconveniente para hablar.

―No es necesariamente nuestro interés evitar una guerra entre Arden y


Tamron, Su Alteza ―dijo Lord Bayar, palmeando verbalmente su cabeza―.‖En
esta guerra se agotan los recursos de Arden y distraerlos de la consideración de
un ataque contra nosotros es lo mejor.

―Si gana Arden, será una amenaza mayor que nunca ―dijo Raisa, recordando
su conversación con el Príncipe Gerard.

―Y no hay nadie entre los derechos del Clan que sería un buen partido ―se
apresuró a Mariana―.‖Averill es su padre, y la matriarca de Pinos Marisa está
casada y con un hijo bastardo.
―Hay‖ primos‖ en‖ Campamento Demonai que podrían ser adecuados ―dijo
Raisa, el pensamiento de Reid―.‖ Cuando regrese padre, podemos ver lo que
dice.

―La‖ opinión‖ de‖ tu‖ padre...‖ podría ser interesante, pero no especialmente
importante ―dijo‖ la‖ Reina Mariana, viendo que Raisa estaba siendo tan poco
cooperativa―.‖También tenemos que pensar en el papel que pueden jugar los
hechiceros en cualquier conflicto próximo y lo que puede ser que necesiten
hacer para consolidar nuestros intereses más estrechamente.

―El Alto Mago esta por arte de magia vinculado a la Reina de Fells ―dijo
Raisa―.‖ Por lo tanto, nuestros intereses ya coinciden. Además, ¿qué tiene que
ver nuestra relación con los magos con mi matrimonio?

Si ella no hubiera estado tan cansada, lo habría visto venir. Mirando hacia atrás,
ella llegó a la conclusión de que estaba siendo extraordinariamente pesada.

La Reina Mariana se irguió de la forma en que siempre lo hacía cuando ella


esperaba que Raisa fuera obstinada.

―Raisa, hemos elegido un partido para ti por el bien del reino y la línea de
Reinas. Te casarás con Micah sul'Bayar.

Por un momento, Raisa estaba convencida de que había oído mal. Que era una
broma de su madre, de alguna manera, a pesar de la mueca en su rostro. Que
era una especie de prueba de su conocimiento de la alianza conocida como el
Naeming.

Que no podía ser verdad. Entonces ella miró a Micah y vio la verdad en su cara.
Esto era lo que había querido decir en la biblioteca cuando le había dicho que
ninguno de ellos tenía elección.

―Pero...‖pero‖eso‖es‖imposible. ―Raisa en voz baja―.‖No puedo casarme con


un mago. Está prohibido.

―¿Prohibido por quién? ―La‖Reina dijo―.‖Yo‖soy‖la‖Reina de Fells. Yo soy la


soberana sobre este reino.

―Prohibido por la Naeming por más de mil años ―dijo Raisa―.‖ Tú lo sabes.
Ningún mago se ha casado con una Reina de Fells desde Hanalea. ¿Y sabes lo
que ocurrió entonces?
―Mi querida niña, piensa en la pérdida de oportunidades y la riqueza de
posibilidades ―dijo Lord Bayar―.‖La unión de sangre real y la magia nos hará
una vez más el reino más poderoso de los Siete Reinos. ¿Por qué las acciones de
un mago pícaro cerraría esa puerta para siempre? ―Reino, pensó. Por encima
de mi cadáver.

―Yo‖no‖soy‖tu‖niña‖querida ―dijo Raisa, respirando fuerte y rápido―.‖Yo‖soy‖


la Princesa Heredera al Reino de Fell y voy agradecer que lo recuerde. Y no fue
la acción de un loco que dio lugar a la Naeming. Fue el abuso de poder por
parte de una dinastía de magos que invadieron y conquistaron Fells y
esclavizaron a sus gobernantes de sangre.

―Esa‖es‖una‖perspectiva ―dijo Lord Bayar, suave como cualquier serpiente―.‖


Otros lo llaman una edad de oro, cuando todos los Siete Reinos rindieron
homenaje a Fells. Cuando la riqueza fluía a nosotros desde los siete. Cuando los
fértiles campos de Arden nuestros graneros llenos y suministrado los fondos
para construir esta ciudad legendaria.

―La ciudad fue construida antes de que lo magos llegaran aquí ―dijo Raisa.

―¿Quién te ha estado alimentando esta información errónea? ―Lord Bayar


preguntó―.‖ ¿Tu padre? ¿Elena Demonai? Los días de los Clanes se han
acabado.

Raisa se apartó de Lord Bayar y se enfrentó a la Reina.

―Madre, tú sabes que esto no es correcto. Tú sabes que no puede casarse un


mago conmigo. El Clan irá a la guerra por él, tú sabes que lo harán. ¿Quieres
una guerra civil aquí, así como en Arden? ¿Qué tan vulnerable nos va a hacer
eso?

―Los arcos y las flechas no nos pueden proteger contra las máquinas de guerra
de Arden ―dijo Mariana―.‖Necesitamos la brujería de nuestro lado.

―Ya lo tenemos, o deberíamos tenerla ―dijo Raisa, mirando a Lord Bayar―.‖El


Alto Mago se supone que está obligado contigo, y con sujeción a su voluntad.
¿Qué ha pasado? ¿Es el vínculo dañado o roto...?

―Micah ―dijo‖Lord‖Bayar‖deliberadamente―, por favor, calma a tu novia para


que podamos seguir adelante con esto. Se hace tarde, el nerviosismo de la boda
o no. Y tenemos que regresar a la Dama Gris antes de la mañana.
Micah se acercó a Raisa con las manos extendidas, como uno podría acercarse a
un Fellscat acorralado.

―Vamos,‖Raisa‖―insistió él, casi suplicante―.‖Vamos a acabar con esto.

Casi me siento mal por Micah, Raisa pensó. Ella miró a su alrededor para una
salida. Su mirada se detuvo en Redfern, que parecía terriblemente fuera de
lugar, y terminó de registrar todo.

―Un momento. ¿Se tiene previsto casarnos esta noche?

―Sí ―dijo Bayar con impaciencia―.‖ Vamos a enviar a la casa del sur con la
noticia. Eso sofocará cualquier gana de hablar de alianzas.

Tanto él como el Capitán Byrne habían sido enviados lejos justo antes del día de
su nombre. Cuando ella sería formalmente nombrada heredera al trono, cuando
sería elegible para casarse por primera vez. Como una piedra fría debajo de su
esternón, la comprensión asentada: si tanto la Reina como Lord Bayar querían
que ocurriera, ella estaría casada antes de que la noche terminara.

―¡Orador Redfern! ―Dijo ella, aunque tenía la pequeña esperanza de rescate


desde ese cuarto―.‖ Es‖ el‖ representante‖ del‖ Templo, de las viejas costumbres.
Sabe que no puedo casarme con un mago. Dígaselo.

Ella caminó hacia el Orador, y él retrocedió, levantando su vaso de vino como


un escudo.

―No para todos, no para todos. Esto no debería probar un impedimento a su


matrimonio, Su Alteza ―dijo el orador―.‖He emitido un dis... una exención.

Mientras Raisa estaba tan distraída, Micah golpeó, riéndose sobre en pequeño
sofá y rodeando con sus brazos abrazándola. Sujetándola rápido en el círculo de
un brazo, él alcanzó su escote y agarró un amuleto de su cuello mientras Raisa
hacía su mejor esfuerzo por liberarse.

¿De dónde sacaste eso?, quería preguntar Raisa. Eres demasiado joven. Nunca
has estado en el Fuerte Oden. No se te permite tener un amuleto.

Ese fue su error, pensar que los magos jugarían con las reglas.

Micah murmuró unas pocas palabras en la velocidad del norte, inclinando su


cabeza cerca de su oído. Ella sintió el chisporroteo de la magia a través de sus
manos. Pasó a través de su cuerpo y descendió por su brazo, sin dejar nada
detrás excepto el nervioso hormigueo y un vago deseo de placer.

Y entonces recordó: ella llevaba el anillo de Elena en su mano izquierda. “Es lo


que llamamos un talismán”, había dicho Elena. Ofrece alguna protección contra
la alta magia.

Aquí estaba la oportunidad, si ella podía de alguna manera tomar la ventaja de


esto. No podía dejarles saber lo del anillo o se lo quitarían en un periquete. Ella
tenía que seguir jugando, hacerles creer que él la había encantado.

¿Qué hechizo habría usado Micah sobre ella? “Calma a tu novia”, había dicho
Lord Bayar.

Ella miró a Micah. Él estaba estudiando su cara, obviamente intentando


determinar si su maldición había funcionado.

Ella abrió sus ojos de par en par, conjurando una expresión de vacante.

―Lo‖siento ―dijo ella―.‖Sé que estoy siendo ridícula. Es solo que todo es muy
repentino. ―Ella bajó la mirada al suelo, con miedo de que Micah notara la
furia en sus ojos―.‖ Siempre soñé que podríamos estar juntos, pero asumí que
era imposible.

Ella oyó un audible suspiro liberado a su alrededor. El sonido de alivio.

―Yo‖ también‖ ―dijo Micah con precaución, como si él no lo creyera lo


suficiente. Él liberó su agarre de muerte una fracción―.‖ No puedo decirte...
cuan frustrante ha sido, ansiar lo que nunca podrías tener. ―Él se inclinó y rozó
sus labios contra los de ella, y ella sintió la picadura de la magia otra vez.
Resistió la urgencia de apartarse estremeciéndose.

¿Qué argumento le daría a su madre? ¿Asumiendo que ella fuera alcanzable


después de todo?

―La cosa es que, siempre he soñado con una gran boda, Mamá ―dijo Raisa,
mirando directamente a la reina―.‖Quisiera que todos estuvieran allí, mi abuela
Elena, mi padre, el Clan en sus colores, las cabeza del estado de todos los Siete
Reinos. Tendría que llevar a cuatro damas de honor en mi cortejo, y caminaría
el pasillo sobre una alfombra de pétalos de rosa.
―Por‖supuesto,‖dulzura ―dijo la reina, parpadeando por la sorpresa―.‖Es‖todo‖
lo que una chica sueña. ―Excepto, hasta ahora, su hija Raisa.

―Tú‖ tuviste‖ eso,‖ Mam{ ―dijo Raisa con reproche―.‖ Tuviste‖ a‖ quinientas‖
personas en el templo, y le llevó al modisto un año coser las perlas en tu
vestido. Las hogueras resplandecían sobre todas las colinas para conmemorarlo.
Los banquetes duraron seis días y llenaron tres casas de huéspedes con los
regalos de la boda.

Las mejillas de la reina se sonrojaron con la vergüenza.

―Lo sé, cielo. Es algo que nunca olvidaré, pero...

―Pero yo me casaré en una habitación trasera delante de un simple sacerdote,


como si fuera una sirvienta con un vientre creciendo. La gente hablará de mí,
mamá. Sabes que lo harán. Todos se preguntarán si me he casado después de
todo.

―Ellos‖no‖se‖atrever{n‖―dijo‖la‖Reina, suavizando sus faldas nerviosamente―.‖


Lo prohibiré.

―Eso podría afectar a la sucesión ―dijo Raisa, muy consciente de que Micah
Bayar estaba justo a su lado―.‖ Si tenemos hijos, su legitimidad podría ser
cuestionada. ―Ella se giró y agarró las manos de Micah―.‖No‖podría‖soportar‖
eso.

―Su‖Alteza ―dijo Lord Bayar―.‖Sigamos. Ella solo está abrumada eso es todo.
―Miró a su hijo como si dijera, “Intenta algo más fuerte”.

―Sé‖que‖debo‖servir‖al‖reino,‖mam{ ―dijo Raisa―.‖Pero ¿por qué debería ser a


costa de mis sueños?

―No tenía ni idea de que te sintieras así ―dijo‖ la‖ reina sonrojada, como
siempre, por el conflicto.

Raisa presionó su ventaja.

―Tú‖eres‖la‖Reina. Proclama que Micah y yo nos casaremos en otoño. Eso nos


dará tiempo para planearlo. ―Ella rodeó a Micah con sus brazos alrededor de
su cintura y descansó su cabeza contra su pecho―.‖ Quiero‖ que‖ todo‖ sea‖
perfecto.
―Su Alteza, no podemos arriesgarnos a esperar ―dijo‖Lord‖Bayar.‖Él‖cruzó‖a‖la‖
Reina y tomó agarré de sus manos―.‖Todo puedo ocurrir antes. Podríamos ser
invadidos. La Princesa heredera podría ser secuestrada. Los Clanes podrían
rebelarse. Ella necesita un marido con talento para vigilarla.

Raisa observó a los dos por el rabillo del ojo. Sin duda Bayar estaba vertiendo
magia en ella como Micah había hecho. Ella ya sabía que el mago mantenía una
inapropiada influencia sobre la Reina. No sabía si su madre podía resistirlo.
Recordó la conversación con Elena en el jardín, hace meses. El aviso que su
abuela le había dado.

La Reina Marianna se giró hacia Raisa, limpiando las lágrimas de sus ojos.

―Oh, cariño, no podemos arriesgarnos a esperar. Lo prepararé todo para ti de


alguna manera. Lanzaremos una recepción como el mundo nunca ha visto.
Invitaremos a todos. Ya lo verás.

Entonces Raisa también se puso a llorar, las lágrimas de furia y decepción,


sabiendo que ella realmente estaba siendo ella misma.

―¿Qué‖haría‖Hanalea?

―Est{‖ bien,‖ Raisa ―susurró Micah, dándola palmaditas en su espalda


torpemente. Era todo lo que ella podía hacer para no balancearse alrededor y
golpearle en su perfecta nariz.

―¿Dónde... a dónde iremos después? ―Preguntó Raisa, pensando que ahí


podría haber una manera para escapar, una manera para prevenir esto de ser
consumado―.‖Podríamos volver a mis apartamentos y...

―Te‖ alojaremos‖ en‖ la‖ Casa‖ Aerie‖ ―dijo Lord Bayar―.‖ Tenemos‖ un‖
apartamento preparado para ti. Enviaremos a alguien después a por tus cosas.
De esa manera los dos tendréis algo de privacidad. ―Él sonrió su sonrisa de
tigre.

―Est{‖ bien ―dijo Raisa, tragando fuerte―.‖ Si crees que es lo mejor. Solo...
―Ella sorbió su nariz y se limpió la cara con su manga, alejando las lágrimas de
la rabia―.‖ Si Padre no puede estar aquí, me sentiría mucho mejor si pudiera
llevar el collar que él me dio. Eso haría... sería más como si él estuviera aquí. Le
atraería. Solo sería un momento.
―¡Oh,‖ vamos! ―Explotó Lord Bayar, su impaciencia conseguía lo mejor de
él―.‖Orador Redfern ha estado aquí durante dos horas esperando. Hagámoslo,
y si alguien pregunta, diremos que tuviste que hacerlo. Tienes el resto de tu
vida para llevar la cosa.

―No ―dijo la Reina Marianna, tardíamente estirando la columna―.‖ La‖


Princesa heredera deberá llevar el collar de su padre, si eso ayuda a animarla.
Es lo menos que podemos hacer. Ella se ha sacrificado suficiente por el deber en
esto. ―Y lo dijo en una manera que no admitía discusión.

Bayar se dominó con dificultad. El mago estaba definitivamente olvidando su


lugar. Cualquiera que fuera su lugar en esos días.

―Por supuesto, Su Majestad. Enviaremos a uno de los guardias a por él.

―Gracias,‖Lord‖Bayar ―dijo Raisa―.‖Pero será más rápido si voy yo. No estoy


segura de donde lo dejé, y no quiero que los soldados manoseen mi joyería.
Volveré. ―Ella intentó liberarse del agarre de Micah.

―Micah,‖ve‖con la Princesa heredera y tráenosla de vuelta a salvo ―dijo Lord


Bayar―.‖Sé‖que‖no‖la‖dejar{s‖alejarse. ―Él sonrió cuando lo dijo, pero sus ojos
azules eran brillantes y duros como zafiros.

Y entonces ellos corrieron por el pasillo, Micah sujetando tensamente su


cintura. Él escurrió más magia en ella, como si reforzara sus esfuerzos previos.

Esta vez ella decidió ponerlo en conocimiento.

―No tenía ni idea de que pudieras usar la magia, Micah ―dijo ella―.‖¿Dónde
has aprendido? ¿Y donde conseguiste el amuleto?

Él se estremeció, como si ella hubiera roto un código secreto.

―Bueno, no sé mucho. Mi familia tiene algunas... reliquias mágicas heredadas.

―Sin preguntar qué, mamá nos quería casar ―dijo Raisa―.‖ Eso te da una
ventaja sobre las otras casas de magos, ¿cierto? ¿Por qué no tienes que suplicar
por tus amuletos a los Clanes?

Micah asintió.

―Estos días, los únicos amuletos que puedes conseguir son temporales.
Pierden su efectividad con el tiempo. Así que tenemos que seguir volviendo al
Clan para restaurarlos, o conseguir nuevos. El Clan usa eso para controlar el
talento.

―¿Y‖ese‖no‖se‖agota? ―Preguntó Raisa.

―No‖ dije‖ eso ―murmuró Micah, mirando alrededor como si pudieran ser
escuchados. Desafortunadamente, los pasillos estaban desiertos. Era demasiado
tarde incluso para los nocturnos y demasiado temprano para los madrugadores.

―¿Realmente quieres casarte conmigo, Micah? ―Ella era genuinamente


curiosa. Él le había dicho que ellos no tenían elección. Quizás si él veía una
manera de salir de eso...

Él pareció estar eligiendo sus palabras cuidadosamente.

―¿Quién no querría casarse con la Princesa heredera de los Fells? ―Dijo él.

―¿Eso es todo lo que soy para ti? ¿Un título?

Él pensó un momento, y cuando habló, ella pensó que él diría la verdad.

―Siempre me has fascinado, Raisa. Siempre pude tener a cualquier chica


excepto a ti. Y nunca me dejaste escarpar con nada. Siempre dices lo que
piensas. ―Él casi sonrió―.‖Hubiera preferido besarte a acostarme con otra chica
en la corte.

Extrañas alabanzas, pensó ella.

―Creo que‖ podríamos‖ estar‖ bien‖ juntos‖ ―siguió él―,‖ una‖ vez‖ consigamos‖
pasar esto.

“Podríamos estar bien juntos”. No era exactamente una proposición de amor.


Ni una promesa de seguir sus maneras sin sentido.

La ironía era, que ella podría haber dado la propuesta seria, al menos, si no
estuviera siendo forzada a ello.

Ellos subieron las amplias escaleras, asustando a un gato dormido en el escalón


superior, y giraron a la derecha, pasando el dormitorio de Mellony, hacia los
aposentos de Raisa.

El rechoncho guardia con quien Raisa se había reunido más temprano se apoyó
contra la pared al lado de la puerta. Cuando los vio venir, se incorporó y apoyó
la mano sobre la empuñadura de su espada, mirando de Micah a Raisa
confundido.

―Espera‖ aquí ―dijo Raisa a Micah―.‖ Sólo voy a estar unos minutos. ―Ella
abrió la puerta.

Después de un momento de vacilación, Micah hizo ademán de seguirla dentro,


y el guardia se puso delante de él.

―Ya‖ has‖ oído‖ a‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo el soldado―.‖ Espere‖ aquí. ―Y,
afortunadamente, él cerró la puerta.

Micah debió estar buscando a tientas su amuleto, porque Raisa escucho una
espada deslizarse libremente.

―Deja‖esa‖cosa ―le oyó decir el guardia.

Ella los oía discutir de un lado a otro, el aumento de sus voces. Pensó que tenía
poco de tiempo.

Micah no se alarmó demasiado. Por lo que él sabía, solo había una sola manera
de entrar y salir de la habitación. No podía bien saltar desde la ventana, la cual
estaba muy por encima del río. Además, ella no había dicho nada para hacerlo
pensar que preferiría saltar a la muerte antes que casarse con él. Hasta el
momento.

―¿Su Alteza? ―Magret pestañeó adormilado hacia ella desde su silla junto al
fuego. Se había quedado dormido esperando por ella―.‖¿Qué hora ha llegado a
ser? Sé que es su día del nombre y todo, pero...

―Magret,‖¿me‖amas? ―Raisa preguntó sin aliento.

―¿Qué clase de pregunta es esa, mi señora? ―Magret bombardeada―.‖ Claro‖


que<

―Entonces empaca algo de ropa de montar ―dijo Raisa―.‖ Estilo Clan, en las
alforjas, para varios días. Nada elegante. ¡Date prisa! ―Mientras hablaba, ella
derramó la seda color crema que iba a ser su vestido de novia, y no lo sería, si
podía evitarlo. Enrolló hacia arriba, lo echó en la esquina y luego se quitó las
zapatillas y las medias y tiró un par de pantalones colocado sobre una silla
lateral.
―¿Qué‖ est{‖ pasando? ―Magret‖ preguntó, ahora despierta, lanzando cajones
abiertos y metiendo la ropa en dos alforjas. Hizo una pausa y se enderezó,
medio inclinada―.‖Tú‖no‖te‖vas‖a‖fugar,‖¿verdad?

―Todo lo contrario. El Bayars quiere forzarme a contraer matrimonio con


Micah Bayar ―dijo, omitiendo el hecho de que la Reina estaba en el plan.

―Eso‖ es‖ hablar‖ de‖ locos, ―dijo Magret, continuando sus preparativos
frenéticos―.Tú no puedes casarte con un mago. Ellos saben eso.

―Ellos pueden saber eso, pero lo están haciendo de todos modos. Tienen un
Orador y todo, y después quieren llevarme fuera de la Casa Aerie.

―¿Qué? ―La‖voz‖de‖Magret‖se‖elevó y Raisa la hizo callar frenéticamente.

―Micah‖est{‖afuera de la puerta. Él me está esperando.

Magret miró a la puerta. El argumento estaba actualmente en el corredor.

―No me gustan los magos, nunca me han gustado. ―Magret llevaba la sangre
del Clan y con ella, una desconfianza innata hacia los magos.

―Tú no quieres ir con él, ¿verdad?

―No, no lo hago. Me voy. Te necesito para que lo mantengas afuera el mayor


tiempo posible, así tengo una ventaja.

―Su Alteza, no me gusta la idea de usted bajando por el balcón, realmente no


me gusta. Va a romperse el cuello.

―No,‖ hay‖ otra‖ manera.‖ A‖ través del armario. Ya lo verás. ―Raisa fue al
armario, sacó sus botas, se sentó en el piso, y tiró de ellas puestas.

―¿A‖ través‖ de‖ aquí? ―Magret miró en el armario―.‖ ¿Un‖ túnel,‖ entonces?
―Raisa‖asintió‖con‖la‖cabeza‖y‖Magret‖dijo:‖

―Yo había oído siempre que había uno, en algún lugar de esta parte del
castillo.

―Este tiene salida en la casa de vidrio ―dijo Raisa.

Los ojos de Magret se encendieron de orgullo.


―Eres‖igual‖que‖ella ―respiró.

―¿A‖quién?

―Igual‖ a‖ la‖ propia‖ Reina‖ Hanalea. ―Tímidamente, Magret apartó la manga,


dejando al descubierto su parte interna del brazo. En ella había un tatuaje de un
lobo aullando contra una luna creciente.

―¿Eres‖una‖Doncella? ―Raisa habló más fuerte que tenía la intención, y ahora


Magret fue la que la hizo callar. El lobo aullando era el emblema de las
Doncellas de Hanalea, una misteriosa organización de mujeres dedicadas a la
memoria de la Reina guerrera.
―Lo‖soy ―dijo el Magret―.‖Se pretendía obligarla a casarse con un mago y ella
no lo toleraría. Ella dijo que era mejor ser una Doncella que casarse con un
Demonio.

Bueno, Raisa pensó. Hay más de Magret de lo que parece.

―¿Dónde‖va a ir, Su Alteza? La Reina debe ser informada ―dijo el Magret.

―Ella lo va a ser, no te preocupes, ―dijo Raisa. Ella vaciló un momento―.‖Lord


Bayar ha escrito a mi madre, me temo. Ella estuvo de acuerdo con el
matrimonio.

―La sangre y los huesos de las reinas ―juró Magret―.‖El sinvergüenza. No me


ha gustado como está yendo este negocio. No, no me gusta. Siempre he dicho
que su padre debería pasar más tiempo en casa.

Las lágrimas asomaron a los ojos de Raisa. Ella se emocionó que su nodriza le
creyera, que estaba de su lado. Había empezado a pensar que estaba perdiendo
la cabeza.

―¿Va‖ a‖ necesitar‖ algo‖ de‖ dinero?‖ ―Magret preguntó―.‖ Tengo‖ un‖ poco,‖ ya‖
sabe.

Raisa besó a la formidable enfermera en la mejilla.

―Voy‖ a‖ estar‖ bien. ―Ella levantó el colchón y sacó una pequeña bolsa de
terciopelo desde abajo―.‖ Mi fondo de emergencia ―dijo. Era el dinero que
había hecho trabajando en los mercados durante el verano. Las Princesas no
debían de hacer dinero. Lo había guardado para evitar cualquier argumento.

Metió su daga en su cinturón y colgando las alforjas sobre los hombros.


Alguien golpeó la puerta.

―Apúrate,‖Rai<‖Su‖Alteza ―gritó Micah―.‖Todo‖el‖mundo‖est{‖esperando.

―C{lmese, joven Bayar ―gritó Magret de nuevo―.‖¡No debería estar gritando


por los pasillos como un marinero obsesionado! La Princesa estará lista cuando
esté lista.

Dentro de poco tiempo, todos estarán despiertos, Raisa pensó.

―Gracias, Magret. Me voy. Dile a Micah que estamos buscando mi collar si


golpea de nuevo. Cuando fuerce la entrada, dile que me fui por el balcón.

Magret tiro abajo las cortinas que rodeaban la cama de Raisa y comenzó a
rasgarla en tiras.

―Le voy a hacer una escalera, despistarlos en esencia‖―dijo con gravedad.

Agarrando una antorcha de la aplique en la pared, Raisa se abrió paso en el


armario, resbalando entre las sedas, satenes y terciopelos. Empujó a un lado el
panel y entró en el corredor de piedra húmeda. Deslizando el panel se cerró
detrás de ella. Oró para que Amón estuviera esperándola en el jardín. Con su
suerte, se habría rendido y vuelto a casa.

Corrió tan rápido como pudo, golpeando sus codos en las paredes de piedra en
las vueltas, alerta a los sonidos de la persecución detrás. ¿Cuánto tiempo podría
esperar que Magret mantuviera fuera a Micah? ¿Caería él en la trampa del
balcón? Se estremeció ante la idea de ser perseguida por el corredor estrecho y
tortuoso.

La subida por la escalera estrecha de la cabaña era de miedo, como siempre, con
la carga adicional de las alforjas chocando contra sus costados.

Finalmente llegó a la parte superior y empujó a la puerta de piedra.

Para su gran alivio, alguien la agarró por arriba y luchó afuera. Entonces
apareció la cara de Amón en la apertura, tenso y sombrío.

―¿Dónde‖ has‖ estado? ―Dijo―.‖ Ya estaba empezando a pensar que habías


vuelto y te habías ido a la cama sin decírmelo.

Pero te quedaste, pensó Raisa con una oleada de gratitud. Gracias al Creador
por Amón Byrne.
Amón se apoderó de sus manos y tiró de ella hacia arriba a través de la abertura
del establecimiento, en el jardín de la casa de junto.

―He‖ estado‖ loco‖ de‖ preocupación,‖ tuve‖ la‖ sensación‖ de‖ que<‖ ―Él tragó
saliva― ¿Que está pasando?

Raisa abrió la boca y dijo las palabras al azar.

―Lord Bayar ha puesto un hechizo sobre la Reina. No sé cómo. Es como si el


vínculo no funcionará. Tienen un engaño de piezas mágicas anteriores a la
Ruptura.

―¿Un hechizo? ―Dijo Amon―. ¿Qué es lo que hace?

―Lo que quiero decir, es qué quiere casarme con Micah y nombrarlo Rey.
―Dijo Raisa―. Tienen un sacerdote y todo. Mamá está junto a él. Ya estaría
casada, pero insistí primero en volver a mi habitación. No pasará mucho antes
de que sepan que me he ido. ―Ella tomó su mano como si pudiera llevarlo.
―Tenemos que irnos. Ahora.

―¿Pero<?

―Ya lo sé, no me puedo casar con un hechicero. Pero a Lord Bayars no le


gustan las viejas reglas. Le parece que están muy restringidas. Vamos a tener
que salir de la cuidad para solucionar esto.

No solo de la cuidad, pensó Raisa. Del Reino. No podía refugiarse con el Clan.
Se iniciaría una guerra entre sus padres y haría que los páramos fueran
vulnerables para una invasión desde el sur.

Amon tomó sus alforjas y se las colgó por encima de sus hombros.

―Vamos. Tenemos que despejar el puente levadizo antes que den el sonido de
alarma.

Ellos recorrieron escaleras tras escaleras, sus pasos muy fuertes en la quietud de
la mañana, se cruzaban con algún sirviente soñoliento arriba de vez en cuando.

Cada vez, Raisa volvía la cabeza para pasar desapercibida. Eso daría que hablar
en cualquier momento. La Princesa heredera oculta por los pasillos con un
soldado en la mañana de la fiesta de su santo. Ellos serían reconocidos, y no
pasaría mucho tiempo antes de que Lord bayars supiera que ella se había ido
por el balcón y que la habían visto con Amon Byrne.
No le deseaba a Amon tener como enemigo a Lord Bayars, pero estaba feliz de
tenerlo a su lado.

No tenía de que preocuparse. Al igual que antes, nadie reconoció a la Princesa


heredera en pantalones y túnica.

En la planta baja los correderos eran más amplios y no había más tráfico cerca.
Se vieron obligados a caminar, a fin de llamar menos la atención, aunque Raisa
tenía cada nervio disparatado. Pasaron por el Gran salón, donde los
peticionarios ya estaban esperando para tener su reunión con la Reina.

Pasaron por el enorme arco que los llevaba al puente levadizo, pasando bajo las
compuertas de reja. Raisa puso un poco de espacio entre Amon y ella para que
no pareciera que estaban juntos. Ella podría ser una mujer de los Clanes, en su
camino de regresó de una entrega al castillo. Amon podría ser un soldado
camino a su puesto.

Estaban en el medio del puente atravesando el río, cuando se oyó un sonido de


campanas y los oficiales se llamaban entre ellos. Con un sonido metálico fuerte,
la compuerta de reja descendió hasta que se estrelló contra en el suelo.

Ellos saben que me he ido, pensó Raisa.

El desgano de los guardias, en el otro extremo del puente, que miraban con
curiosidad.

―¡Cabo Byrne! ―Uno de ellos le dijo a Amon―. ¿Qué está pasando?

―Tal vez algunos granjeros pobres robaron una hogaza de pan de la fiesta de la
princesa ―dijo Amon, haciendo rodar los ojos.

El soldado se echó a reír.

―Seguro‖que‖est{n‖nerviosos ―dijo él mirando hacía el castillo.

―Mostrando‖la‖grandiosidad del sur, seguro ―dijo Amon, sin detenerse―. Me


voy porque no quiero acabar con cualquier dinero.

Una vez fuera del puente, Amon tiró de Raisa, hacía el Cuartel de la Guardia y
las caballerizas.

―Vamos‖a‖ir‖a‖los establos ―dijo―. Necesitamos caballos.


Estaban cruzando el patio del establo, cuando Raisa oyó un ruido de cascos en
los adoquines, alguien montaba excesivamente rápido. Amon empujó a Raisa
detrás de él y sacó su espada.

―Dos jinetes ―protestó.

Éstos tiraron con fuerzas de sus monturas, justo para detenerse al frente de las
puertas del establo.

―¿Raisa? ―Dijo uno de los jinetes cuando desmontó. Estaba sudado y


manchado con sangre, su brazo estaba envuelto en una tela de lino, con el
rostro sin afeitar. Tomó a Raisa en sus brazos y dijo:

―Raisa, gracias al Creador.

Era su padre.

Alegría mezclada con sorpresa y preocupación, llenaron su corazón, tanto, que


pensó que este podría estallar.

―¡Padre! ¡Estas herido! ¿Qué pasó? ¿Dónde has estado?

―Gracias al Capitán Byrne, no es peor ―dijo Averill, asintiendo con la cabeza


al otro jinete―. Nos tendieron una emboscada al oeste de los acantilados Chalk.
Diez hombres armados. Hicieron todo lo posible para matarnos, pero el Capitán
Byrne parece tener un tercer ojo. Vio la emboscada antes de que se cerrara sobre
nosotros.

Byrne dio su caballo al mozo de la cuadra. El Capitán estaba mucho peor por el
desgaste. La sangre seca corría, desde la herido de su ojo por todo su rostro, y
está caía sobre la pierna derecha.

―Estaban enmascarados, pero montaban monturas militares, Su Alteza ―dijo


Byrne sombrío―. Igual a las que usamos en la guardia. Estoy pensando que
fueron entrenados.

―Así que la guardia se ha visto comprometida ―dijo Raisa sin rodeos.

El Capitán Byrne vaciló y luego asintió con la cabeza.

―Sí.

―Lo siento, Raisa ―dijo su padre―. Quería estar en tu ceremonia. Pero parece
que alguien tenía otras ideas.
―Gavan Bayar ―dijo Raisa con convicción―. Tuvo que haber sido él.

Byrne y Averill la miraron fijamente, con preguntas en sus ojos, pero antes de
que pudieran hablar, un ruido de cadenas llamó la atención de Raisa mirando
de vuelta hacia el castillo.

―¡Condenados huesos!‖ ―Dijo―. Están levantando el puente. Tenemos que


irnos antes de que finalice la búsqueda en el castillo y se den cuenta que me he
ido.

―¿Qué‖est{‖pasando?‖―Exigió‖el‖Capit{n‖Byrne―. ¿Qué ha pasado?

En unas pocas y frases breves, Amon explicó la situación.

Byrne le gritó al mozo de la cuadra, que salto en su sitio como una tachuela.
Parpadeaba de sueño y de confusión.

―Prepare cuatros caballos nuevos ―dijo Byrne―. Dos ensillados y dos de


carga. Empaque lonas para dormir y provisiones. ¡Ahora! No la próxima
semana. ―Rugió cuando el chico no se movió inmediatamente. Este se
escabullo.

―¿Van a ir a Pinos de Marisa? ―preguntó Averill ―. Es lo más cercano.

Raisa se encogió de hombros.

―Podríamos ir allá esta noche, pero no podemos quedarnos mucho tiempo.


Está todavía dentro del reino. Si la Reina demanda mi regreso, el Clan se
negará, pero ella no dejara que se interpongan. Ella no puede. Tendré que salir
de Fells hasta que las cosas se calmen.

―No‖me‖gusta‖―gruñó‖el‖Capitán Byrne―. No hay lugar seguro. Arden es un


caos, Bruinswallow y We´enhaven es probable que sean arrasados también,
incluso si se pudiera llegar. Y Tamron es un lugar apto para la Princesa, aunque
queda a tres días de marcha dura desde Arden. Hay piratas en el Indio que se le
mantenga‖el‖rescate‖si‖fue‖así,‖y<

―¿Señor? ¿Qué pasa con la Orden Ford? ―Amon interrumpió―. Nadie se


atrevería a molestar allí. Especialmente si no se sabe quién es ella.

Los dos hombres miraron a Amon por un buen rato.

―El‖muchacho‖tiene‖razón ―dijo finalmente Averill asintiendo con la cabeza.


―¿Cómo‖ va‖ a‖ llegar‖ ella‖ ahí?‖ ―Dijo el Capitán Byrne, viéndose menos
entusiasta―.‖ Ellos la estarán esperando para interceptarla en el paso Marisa
Pines.

Amon asintió.

―Eso es lo que esperan porque es más cercano. Ella podría ir al Oeste hacia
Demonai y recoger provisiones, ropa y nuevos caballos. ―Miró a Averill, quién
inclino su cabeza asintiendo―.‖ Luego cruzaría hacia Westgate, baja a Tamron
viajando a través de los Pantanos de Shivering y al este al Paso de Oden.

―¿Los‖ pantanos? ―El Capitán Byrne frunció el ceño―.‖ Ese será un viaje
agitado. Son casi intransitables en esta época del año. Y he oído rumores de
problemas con los Waterwalkers.

―Hay‖una‖manera ―dijo Amon―.‖El camino no es malo si sabes hacia donde


te diriges.

Averill asintió coincidiendo.

―Es mejor que Raisa se mantenga alejada de Arden. Ahí hay mucho
derramamiento de sangre últimamente. Demasiadas oportunidades de que la
capturen o la maten. Al menos los Waterwalkers respetan la línea de Hanalea.
En Arden, a nuestras Reinas las llaman brujas.

¿Quiénes son los Waterwalkers?, pensó Raisa mirando de Averill hacia Byrne.
Yo soy la línea de Hanalea y aún así soy la última en enterarme de algo.

―Lord Demonai, con todo el respeto, no puedo enviar desprotegida a los


pantanos a la Princesa heredera. ―Dijo el Capitan Byrne―.‖La Reina estaría en
lo correcto si pide mi cabeza.

Amon carraspeó.

―Da. Sir. Nosotros podríamos escoltar a Raisa al Paso de Oden ―dijo Amon―.‖
Me refiero a Los Lobos grises. De todas maneras es casi nuestro tiempo para
regresar a Casa Wien. Todos los cadetes de cuarto año esperan viajar juntos. Eso
no llamará la atención. Conozco los Pantanos; usted conoce a la familia de Lord
Cadri, he estado con ellos antes. La Princesa puede viajar como un alumno de
primer año.
―Eres‖ solamente‖ de‖ cuarto‖ año ―dijo Byrne negando con su cabeza―.‖ No
mucho más grande que los muchachos. Es demasiado peligroso para todos
involucrarse.

Averill puso su mano sobre el brazo del Capitan Byrne.

―Edon, creo que quizás la idea del chico es buena, por dos razones. Primero, la
mejor protección para mi hija es pasar inadvertida. Recuerde que he viajado
hacia el sur como comerciante. Podemos enviar toda una descarga de guardias
con ella y aún así podrían verse sobrepasados por una fuerza mayor. Hay
ejércitos de mercenarios cientos de veces más fuertes, vagando por el campo.
Segundo, la Reina no puede saber que hemos puesto las manos en esto,
especialmente tú. Si envías a la Princesa con cualquier guardia de la Reina,
Marianna sabrá que estas envuelto. A sus ojos, eso es traición. No puedes
ofrecerle mucha protección a Marianna si estás en la cárcel. Y ahora más que
nunca ella necesita tu protección.

Byrne se giró hacia Risa, como si ella pudiera ser una aliada.

―¿Qué pasará con sus perspectivas de matrimonio, Su Alteza, si es descubierta


viajando con tantos soldados? ―Dijo él sin rodeos.

―Si permanezco aquí, terminaré casada con un mago ―dijo Raisa igualmente
sin rodeos―.‖¿Qué pasa con mis perspectivas entonces?

El Capitán Byrne se giró hacia Averill, parecía preferir discutir con él que con la
Princesa heredera.

―¿Dónde se quedará ella en el Paso de Oden? No puede vivir en los cuarteles.


Necesita un lugar seguro donde quedarse hasta que nosotros podamos resolver
esto.

―¿Por qué no puedo‖quedarme‖ en‖ los‖ cuarteles?‖ ―Interrumpió Raisa―.‖ ¿Por


qué no puedo quedarme ahí como un nuevo cadete?

Capitan Byrne puso cara de afligido.

―Su Alteza, ¡eso es imposible! ¿La Princesa heredera viviendo con un grupo de
soldados?

―Hanalea‖fue‖una‖Reina‖Guerrera ―dijo Raisa―.‖Ella mató al Rey Demonio y


condujo un ejército contra el usurpador cuando no era mucho mayor que yo.
―Eso‖ fue‖ hace‖ mucho‖ tiempo ―dijo Byrne―.‖ Las Reinas de estos días son
menos<‖ bélicas. ―Miró a Amon―.‖ ¿Realmente crees que nueve cadetes
pueden guardar un secreto así durante todo el camino al Paso de Oden?

―Ellos no pueden tirarlo si no saber acerca de ello ―dijo Amon―.‖


Pretenderemos que es la hija de algún noble Chalk Cliff. Ellos ya la conocen
como Rebecca Morley. Diremos que su padre preguntó si ella podía viajar con
nosotros para estudiar el Pasillo del Curandero en el Paso de Oden. Viajará con
el aspecto de un alumno de primer año para su propia protección.

―Hay un Templo en el Paso de Oden ―dijo Averill―.‖ La Princesa puede


permanecer ahí como un nuevo regalo. Ya saben, puede ser una bendición
disfrazada. El Paso de Oden es un cruce de ideas. Ella puede aprender mucho
mientras este ahí.

―Será vulnerable ante secuestradores, cazadores de fortunas e hijos más


jóvenes. ―Contestó Byrne.

―No‖ si‖ ellos‖ no‖ saben‖ quién‖ es ―Averill dijo―.‖ Además, la paz del Paso de
Oden la protegerá. Incluso con las guerras ocurriendo alrededor, se ha
mantenido durante más de mil años.

―Ella no puede estar lejos por tanto tiempo ―dijo Byrne―.‖ Siempre está el
riesgo de que Bayar convenza a Marianna de nombrar a Mellony como la
heredera.

―Podemos‖ discutir‖ esto‖ luego ―Raisa dijo mirando hacia el castillo, aún
abotonado como un Corset Flatland―.‖Una vez que hayan registrado el castillo
ellos cruzarán el puente. Capitan Byrne, por favor dígale a los otros cadetes que
se encuentren son su Sargento en el Campo Demonai. El Sargento Byrne y yo
iremos enseguida.

Byrne la miró un momento, luego inclinó su cabeza.

―Entendido,‖ Su‖ Alteza ―él dijo, con una leve sonrisa sobre sus líneas de
preocupación―.‖ Sargento Byrne, un momento por favor. ―Byrne señaló a su
hijo, los dos entraron en una intensa pero breve conversación que terminó con
un abrazo.

Mientras ellos hablaban, el chico del establo había sacado los caballos. Byrne
envió al niño a la cama.
Raisa escogió el caballo más pequeño, una yegua, y desató las riendas del riel.
Se giró hacia Amon.

―Ayúdame a subir la pierna, por favor.

Amon la impulsó hacia la silla y ajustó los estribos a su pequeña estatura.

Byrne tomó la mano de Amon en el agarre doble de un soldado.

―Mantenla a‖salvo―dijo, mirando a su hijo a los ojos―.‖Y‖tráenosla de vuelta.

Amon asintió. Luego el mismo se montó.

―Viaja‖ con‖ cuidado,‖ hija ―dijo Averill, las lágrimas asomando a sus ojos.
Luego volteo su cara hacia abajo.

Byrne lo golpeó en la espalda.

―Entremos al castillo Lord Demonai ―dijo Byrne sonriendo―.‖ Quiero ver la


cara de Gavan Bayar cuando lleguemos vivos.

Los hombres se fueron lejos. Raisa clavó sus talones en los costados de la yegua.
Hicieron ruido que se escuchó fuera del establo y en el camino, conduciendo
sus dos caballos de repuesto. Cuando pasaron las puertas de la ciudad, Raisa
giró y vio el Castillo Fellsmarch brillando en el sol de la mañana. Estaba
dejándolo atrás de nuevo, mucho antes de lo que ella había pensando que fuera
posible.
Capitulo 25
El fin de los días
Traducido por MariPooh
Corregido por majo2340

C
uando Han regresó del establo después de visitar los mercados, la fiebre
de Mari era alta de nuevo. Parecía que le quemara la carne, su rostro se
había vuelto notablemente más demacrádo y delgado de lo que estaba
desde que el había regresado a su hogar, y su piel se había vuelto de un
amarillo enfermizo. Lo había visto antes. Nunca era una buena señal.

Así que fue a ver al curandero en Catgut Alley y le hizo venir, con la promesa
de pagarle el doble de lo que cobraba en un día o dos. El hombre vino, todo
sudado y rodando los ojos, sin duda consciente de la reputación de sanguinario
de Puños y preocupados por el costo del fracaso. El curador le dio a Mari
cervezas de mal olor y quemó un desconocido incienso con el cual llenaba la
habitación con un apestoso humo amarillo. Después de una hora de su
presencia, Han concluyó que era un estafador, pero mamá insistía que Mari se
veía mejor después de todo, y respiraba más fácil.

A la mañana siguiente, en su desesperación, Han salió de la ciudad y caminó de


regreso hasta Pinos Marisa, es decir, para que Willo volviera con él y atendiera
a Mari. Cuando llegó al campamento, se enteró de que ella había subido a la
Montaña Althea a hacer de partera de nacimiento. Bird estaba con los Demonais
y Dancer se había ido con Willo, así que en general fue un viaje perdido. Han
durmió unas horas en la Casa Matriarcal, luego regresó a Fellsmarch, dejándole
dicho a Willo que viniera tan pronto como fuera posible.

De vuelta en la ciudad, se fue directamente al Mercado de Southbridge, a la


tienda de Taz. A pesar de que era el final del día, Han sabía que el vendedor
dormía en la parte de atrás para no dejar su valioso inventario sin vigilancia.
Han necesitaba dinero rápido, y no pasaría mucho tiempo antes de que la
Guardia estuviera encima de él de nuevo y tuviera que salir de la ciudad para
siempre.
Cuando Han miró a través de la ventana, vio al vendedor detrás de su
escritorio, colocando papeles con furia dentro de un maletín de cuero. Casi
parecía que estaba haciendo las maletas para irse.

Taz, molesto tomó su taza de té, cuando la campana en la puerta anunció la


entrada de Han en la tienda. Cuando el comerciante levantó la vista y vio a
Han, puso una sonrisa incómoda.

―¡Puños! ¡Ahí estás! ―El gran hombre arrojo locamente los papeles de su
escritorio con un trapo―.‖ ¿Dónde has estado? He encontrado un comprador
para el tallado que me mostraste. Él está ansioso por verla. ―Taz siempre los
llamó “tallados” o “piezas de arte”. Nunca reconocía el hecho de que ambos
eran mágicos e ilegales.

―¿En‖ serio? ―dijo Han. ¿Era su imaginación, o el vendedor estaba


inusualmente‖nervioso?―‖¿Él sabe el precio mínimo, entonces?

―Sí, sí. Está bien para él, aunque quiere ver la pieza por sí mismo, por
supuesto. ¿Lo tienes contigo? ―Taz miró a Han como si fuera a brillar a través
de su ropa.

Han‖ negó‖ con‖ la‖ cabeza.‖ ―No,‖ pero‖ puedo‖ ir‖ a‖ buscarlo.‖ ―Se volvió hacia la
puerta.

―No,‖ no‖ ―dijo Taz a toda prisa―.‖ De hecho, el comprador viene en camino
hacia aquí. Coincidencia, ¿no? ¿Que estés aquí, y que él venga? ―Se humedeció
los labios.

Han‖estaba‖confundido.‖―Pero de nada sirve si no tengo el amuleto ―dijo.

―Mi cliente est{‖ muy‖ ansioso‖ de‖ conocerte‖ ―dijo Taz―.‖ Él tiene algunas
preguntas acerca de la pieza. Voy a cobrar mi comisión, y tú puedes ir con él a
buscarlo.

―Prefiero‖hacer‖negocios‖aquí.‖―Han conocía bien los riesgos de la venta de un


botín en los callejones―.‖Puedo‖ir‖hasta‖la‖casa‖y‖volver‖en‖poco‖tiempo.

―¿Estuvo en tu casa todo el tiempo, entonces?

Algo en la voz de Taz salto las alarmas en la cabeza de Han. No había vivido
tanto tiempo haciendo caso omiso a sus instintos.

―¿Qué‖quieres‖decir?‖―Preguntó―.‖¿Por‖qué‖me‖lo‖preguntas?
―Nada,‖nada ―dijo‖el‖comerciante,‖limpiando el sudor de la frente con el trapo
que había usado para limpiar el escritorio―.‖ Me preguntaba dónde lo habías
escondido, es todo.

Antes que Taz pudiera moverse o decir una palabra más, Han lo había
presionado contra la pared con‖un‖cuchillo‖en‖su‖garganta.‖―¿Qué le dijiste al
comprador, Taz? ―Han preguntó en voz baja.

―N–nada. Yo... le describí la pieza, y me dijo que sonaba como algo que le
gustaría comprar. Eso es todo. Te lo juro por la sangre y los huesos de nuestra
Reina santa.

―¿Le‖dijiste‖el‖lugar‖donde‖vivo?‖―Han exigió.

―Nunca‖hice‖eso,‖te‖lo‖juro ―balbuceó Taz―.‖Se‖enteró‖de‖otra‖manera.

―¿Quién‖ es‖ el‖ comprador?‖ ―Han susurró, le temen pinchazos por todas
partes―.‖¿Quién‖es?

―Un‖hombre‖rico.‖Un‖Mago ―Taz chilló―.‖No‖lo‖sé.

―¿Quién? ―Han presionado la punta de su cuchillo en la piel de Taz.

En ese momento, la campana sobre la puerta volvió a sonar. Sorprendido, Han


volvió la cabeza al igual que la puerta se abrió.

Un hombre se paró en la puerta. Su ropa cara y el porte arrogante ―dijo que era
un hombre rico―. Su larga capa y el amuleto que colgaba de una cadena
alrededor de su cuello, decían que era un mago. Su melena de pelo plateado
estaba manchada con el color de los hechiceros.

Taz vio su oportunidad y la tomó. El vendedor se arrojó hacia un lado, lejos de


cuchillo de Han, y se escabulló con las manos y las rodillas por el suelo hacia la
puerta de atrás. El Hechicero en la puerta le tendió la mano con pereza, tocó el
amuleto en su cuello, y habló unas palabras.

Una llama explotó de sus dedos y envolvió a Taz Mackney. El cuerpo del
vendedor se contrajo y se estremeció por un momento, luego se quedó quieto,
esfumándose. El hedor a carne quemada picó la nariz de Han, y él se aguantó la
necesidad de vomitar.
―Tú‖debes‖ser Puños Alister ―dijo el mago, escupiéndolo hacia fuera como si
su nombre tuviera mal gusto―.‖He estado buscándote por algún tiempo. Eres
increíblemente evasivo.

Han tragó saliva y‖trató‖de‖evitar‖mirar‖a‖Taz.‖―Yo‖ni‖siquiera‖lo‖conozco. ―Y


no quiero hacerlo tampoco, pensó. A pesar de que había algo familiar en la cara
finamente afilada del mago y los halcones de su capa.

―Es‖ verdad‖ ―dijo el mago―.‖ No nos hemos conocido. Pero hay algo que
quiero. Algo que me fue robado.

―¿Me está confundiendo con otra persona? ―dijo‖Han―.‖No‖tengo‖nada‖suyo.

―Hubo algo de confusión al principio. Me habían dicho que un niño llamado


Shiv robó el amuleto. Imagina mi angustia cuando, después de un considerable
esfuerzo de persuasión de mi parte, y el dolor en él, me enteré de que Shiv, de
hecho, no sabía nada. Que yo había sido engañado.

El corazón‖de‖Han‖golpeaba‖fuerte.‖―Usted‖envió‖a‖los‖Demonios‖―susurró―.‖
Los que mataron a los Southies.

El hechicero se miró las manos,‖ brillante‖ con‖ el‖ poder.‖ ―Asesinos de


hechiceros, en realidad, envueltos y encantados. La histeria puede ser una
herramienta útil para obligar a una comunidad a renunciar a sí mismo.

¿Por qué había ido este hechicero detrás de Shiv? ¿Qué podía haber hecho para
llamar la atención de este monstruo? Y entonces apareció en su memoria, como
el gas burbujeante a‖ través‖ de‖ una‖ olla‖ de‖ barro‖ ―ese día en Hanalea, el
encuentro con Micah Bayar cuando había tomado el amuleto―. Bayar había
preguntado quien era Han, y este le había dicho, “Me llaman Shiv, Streetlord de
Southbridge”.

Había sido una mentira de usar y tirar. Aunque algunos lo ven como una
venganza por años de encarnizada competencia por un desagradable pocas
cuadras de la ciudad. No era ese su significado, ¿él lo sabía?

Horrorizado, Han recordó la última reunión con Shiv, el Streetlord de rodillas


ofreciendo su lealtad, la mendicidad, la llamada a retirarse.

Han se había alejado de él. Y el cuerpo de Shiv había sido encontrado dos días
después lleno de sangre, golpeado, y torturado. Han ahora sabía que después
de‖ todo,‖ esta‖ era‖ su‖ falla‖ ―la muerte de los Southies fue a causa de su
mentira―. Han juzgó a la distancia a la puerta de atrás. No había manera de
llegar sin terminar frito, al igual que Taz.

―¿Quién‖eres‖tú?‖―Preguntó luchando contra una creciente sospecha.

―Soy‖Gavan‖Bayar ―dijo el desconocido―.‖Lord‖Bayar‖para‖ti.

Huesos, Han pensó, luchando por mantener su rostro en blanco. No es sólo un


hechicero, es el Alto Hechicero, el más poderoso en el Fells. Padre de Micah
Bayar.

―Bueno ―dijo Han, tragando saliva seca―.‖ Yo‖ sería‖ un‖ tonto‖ si‖ robar{‖ algo‖
suyo.

El Hechicero‖ asintió‖ con‖ la‖ cabeza.‖ ―Exactamente.‖ Por‖ eso es que he tenido
curiosidad por ti, pensando qué puede haber más de lo que ve el ojo. ―Bayar
pasó la vista por Han, obviamente impresionado―.‖ El difunto señor Mackney
me‖dijo‖que‖tú‖eras‖―como‖fue‖que‖dijo―,‖un‖Streetlord de la banda Ragger. Tú
no eres un mago, pero aparentemente eres capaz de manejar un amuleto muy
poderoso sin daño alguno. ―Suspiró―.‖ Es una pena que mi hijo decidiera
experimentar con esa pieza en particular.

Él va a matarme, pensó Han. De lo contrario, no estaría diciéndome todo esto.

―Mire ―dijo‖ Han―.‖ Sólo soy una rata de la calle. No sé nada acerca de la
magia. Arrojé la cosa en un callejón a la derecha después de que lo mostré a
Taz. Eso mantuvo chispas y yo tenía miedo de que me estallara en pedazos.
―Han dio dos pasos hacia la puerta―.‖ Le puedo mostrar dónde estaba, si lo
desea. ―Una vez en la calle, tendría la oportunidad de correr lejos.

Bayar levantó la mano para poner‖fin‖a‖la‖cadena‖de‖mentiras.‖―Ya he enviado


la Guardia detrás del amuleto. Mientras tanto, te llevaré de vuelta a los
calabozos en la Cámara Aerie. Quiero saber acerca de su relación con los
Clanes, y cuánto saben sobre el amuleto. Pronto no importara, sino ahora
mismo, prefiero que sepan tan poco como sea posible acerca de los objetos
mágicos que tenemos a nuestra disposición. Una vez que esté satisfecho te
desaparezco por completo, te mato.

El Hechicero dijo‖todo‖esto‖de‖manera‖casual.‖―Me has causado considerables


problemas. Me refiero a perder mi tiempo.
Sin embargo, Han se había fijado en algo‖que‖Bayar‖había‖dicho‖antes.‖―¿Qué
quieres decir, que envió a la Guardia detrás del amuleto? ¿Que los envió a
dónde?

¿A su casa? Usted no vive en un establo, ¿verdad? ―La voz de Bayar destilaba


desprecio.

El interior‖ de‖ Han‖ se‖ convirtió‖ en‖ agua.‖ ―No está allí ―dijo―.‖ Llámelos de
regreso. Lo escondí en otro lugar. Puedo mostrarte.

―Si es así, estoy seguro de que me lo dirás todo sobre él ―dijo Bayar―.‖Ahora,
mi coche está fuera. Sería mucho más civilizado si vienes en silencio, pero voy a
usar‖la‖fuerza‖si‖es‖necesario.‖―Bayar sonrió, su rostro tan frío y duro como el
mármol, y Han capto el mensaje.

Han no era nadie, no era nada, y había sido un tonto al ir en contra de alguien
como Bayar, al robar un amuleto de su hijo. Ahora pagaría por ello con su
familia y su vida. Se convertiría en un susurró sobre todo Southbridge y
Ragmarket, un ejemplo para cualquiera que pudiera pensar en cruzarse en el
futuro de los Bayars.

Es como cualquier otra persona rica, poderosa, Han pensó. Él hace lo que le
gusta, hace sus propias reglas, viola la ley cuando le conviene, y no pasa un día
en la cárcel. Shiv había muerto a causa de él, y los ocho Southies, y sin duda
otros incontables. Shiv había sido enemigo de Han, pero aun así. Él debía contar
más que eso. Y ahora, el peligro se dirige directamente a mamá y Mari. Tenía
que escapar.

El cuchillo se encontraba todavía en su mano. Él se adelantó, la cabeza hacia


abajo, la imagen de la rendición. Al pasar por Bayar, se volvió y hundió la hoja
en el lado del asistente justo debajo de la caja torácica, arrancando hacia arriba y
adelante, a lo largo de metal raspando el hueso.

La sangre caliente brotaba sobre sus nudillos. Bayar gritó y se dio de distancia,
arrancando el cuchillo de la mano de Han.

Han se lanzó hacia la puerta. Detrás de él, Bayar jadeó un encanto. Llamas se
unieron en torno a los hombros de Han, bajaron por los brazos, y se
envolvieron en las esposas en sus muñecas en un abrasador calor antes de
disiparse. Una vez más, los puños habían aspirado al parecer la magia del
hechicero.
En el exterior, Han prácticamente chocó con un coche negro adornado con el
emblema de un halcón agachado. Combinado con caballos negro resopló y
lanzó la cabeza, rodando los ojos.

Han corrió a su manera a través del mercado, dando vueltas alrededor de los
puestos y tiendas de campaña, saltando sobre pequeños obstáculos, abriéndose
paso entre las multitudes de gente, corriendo por el puente.

Southbridge y Ragmarket nunca le habían parecido más lejos. Era como uno de
esos sueños, cuando los pies están atrapados en el barro y se intenta huir de un
monstruo. Sólo que en este caso, eran monstruos por delante y por detrás.

Al cruzar el puente, tuvo que esquivar alrededor de unos grupos de soldados.


Algún tipo de búsqueda parecía estar sucediendo, pero no lo estaban buscando,
porque era evidente su carrera y nadie lo detuvo.

Todavía estaba a una milla de la calle Cobble cuando vio la luz en la oscuridad
por delante, la mancha de pintura naranja bajar de las nubes. Aspiró el aire.
Algo se quema, algo grande, disparando llamas en el aire.

Cuando llegó a la final de la calle Cobble lo vio, el establo estaba en llamas,


totalmente envuelto por ahora. Un infierno. El calor había llevado a las
residentes a la final de la calle, donde se encontraban en grupos descontentos,
mirando sin poder hacer nada hacia el edificio en llamas.

Un anillo de Chaquetas Azules rodeaba la cuadra, manteniendo a los posibles


héroes a distancia. No es que pudieran haber estado cerca de él de todos modos.
El calor de las llamas quemo la cara de Han, desde donde estaba de pie.
Algunos de los presentes se habían reunido con una cantidad de baldes,
trayendo agua desde la calle Cobble, así, un espectáculo notable de la
organización de ese barrio. Pero todo lo que podían hacer era mojar los edificios
circundantes para evitar que las llamas se propagasen.

Han agarró el brazo de un‖Gawker.‖―¿Qué‖pasó?

―Fueron ellos, los sangrientos Chaquetas Azules. ―Sacudió la cabeza ante los
soldados que vigilaban el establo en llamas―.‖ Alguien dijo que estaban
buscando a Puños Alister, aunque no lo han visto por aquí desde hace semanas.
Escuché que había muerto. De todas formas, se dijo que vivía allí, y enterró su
tesoro. Entraron en el edificio, buscaron en el lugar de arriba hacia abajo,
buscaron en los otros edificios en la plaza, incluso desenterraron en el suelo.
Luego prendieron fuego al lugar. Se quemó de inmediato.

Han tomado de‖su‖brazo‖m{s‖fuerte.‖―¿La‖Guardia‖tomó a alguien? ¿Alguien


salió del edificio?

El hombre contestó, sacudiendo la cabeza. ―Yo‖ no‖ vi‖ a‖ nadie,‖ pero‖ no‖ estaba‖
aquí cuando empezó No sé si había gente allí. Se puede escuchar a los caballos
gritando, pateando en los establos. Pero incluso entonces ya estaba demasiado
caliente para llegar a ellos.

Han dio vuelta y trató de entrar en el establo por la parte posterior, pero los
Chaquetas Azules eran muchos, y fue echado de nuevo por el calor y las llamas.
Se humedeció la camisa en la bomba y la envolvió alrededor de su cabeza,
decidido a pasar a través de ellos o morir en el intento.

Estaba pasando la desembocadura del Callejón del carnicero cuando alguien


salió delante de él.

Era Cat, con la cara manchada de hollín, una bufanda quemada de Ragger
anudada‖ alrededor‖ del‖ cuello.‖ ―No es bueno puños. Se han ido. No se les
puede ayudar. Sólo quedaras atrapado o quemado hasta morir.

―No‖ me‖ importa.‖ ―Han trató de esquivarlo, pero alguien lo agarró por la
espalda, fijando los brazos y quitándole su cuchillo.

―Déjalo,‖amigo‖―dijo Flinn por encima del hombro.

Sus‖ propios‖ Raggers‖ sobre‖ él.‖ ―Suéltame,‖ Flinn,‖ ―dijo, luchando por
liberarse―.‖Si se tratara de tu mamá y hermana, irías detrás de ellos.

―Ya lo‖ he‖intentado‖―dijo Cat, con la voz quebrada. Se veía desesperada, no


como ella misma―.‖ Todos lo hicimos. Incluso fuimos por los techos antes de
que el fuego se hiciera demasiado grande. Lo siento mucho, amigo ―susurró―.‖
Lo siento.

―Yo sé dónde estarán ―dijo‖Han―.‖Puedo llegar‖a‖ellas.‖Sé‖que‖puedo.‖―Mari


estaría mintiendo sobre su camastro junto a la chimenea. Mamá estaría con ella.
Mama era inteligente. Tendría que envolver mantas húmedas alrededor de las
dos. Tendrían que tener miedo, pero...
―Yo no voy a‖ dejar‖ que‖ te‖ mates‖ tu‖ solo‖ ―dijo Cat―.‖ Ha habido suficientes
muertes esta noche.

Cat giró la cabeza hacia la parte trasera del callejón, y el Ragger lo jaló,
pataleando y protestando, lanzando puñetazos e insultos, lejos del fuego. Lo
arrastró la mayor parte del almacén que utilizaban como cuartel general antes
de que finalmente dejara de luchar. Una vez allí, lo metió en una esquina con
Flinn y Jonas vigilándolo, mientras que Cat y Sarie susurraban en la otra
esquina.

―¿Dónde está Velvet? ―Han preguntó distraídamente. Han temblaba y se


estremecía por el resto de la noche, alternando el enfriamiento y el sudor. Pensó
que era una descarga, o rabia, o tal vez una consecuencia de lo que Gavan Bayar
le había hecho con su magia, pero por la mañana se dio cuenta de que había
cogido la fiebre de Mari.

Deja que muera, pensó con gratitud, entregándose a él. Estuvo fuera de su
cabeza durante un tiempo, horas o días, no estaba seguro. Cuando se despertó,
vio el rostro de Willo mirándolo con una expresión de dolor de tal manera que
se encontró con que quería hacerla sentir mejor. Ella lo acunó en sus brazos y lo
meció y le dieron de comer la corteza de sauce y el té Matriarcal, que
aparentemente era bueno para la fiebre del verano, ya que se fue poco después.

De alguna manera había terminado de vuelta en el Templo de Southbridge, en


uno de los dormitorios, lo poco que lo dejó salir al patio. Pasó una semana antes
de que fuera capaz de levantarse, y para entonces Flinn informó que los
Chaquetas Azules habían perdido el interés en los restos de la cuadra y se
habían mudado a otros asesinatos que pretendían cometer.

Cat y Raggers habían guardado el sitio, manteniendo a raya a los residentes


cercanos que quisieran reclamar algún botín. Tenía miedo de lo que pudiera
encontrar, pero no se preocupaban más acerca de quién podría estar viendo,
Han empujo a través de los escombros de su antigua casa hasta que las
encontró, dos cuerpos acurrucados juntos en medio de las ruinas de la
chimenea, un grande, uno pequeño, demasiado calcinados para reconocerlos o
decir lo que estaban haciendo antes de morir.

―El‖humo‖las puso a dormir, cazador solitario ―dijo Willo. Ella apenas lo dejo
solo por un minuto en estos últimos siete días―.‖ Probablemente no sentirían
mucho dolor.
Probablemente. Probablemente. No era lo suficientemente bueno. Han encontró
el medallón que era su madre, la mitad derretida por el calor, y carbonizados y
el pequeño libro de cuentos de Mari, el que ella le había querido leer cuando él
había estado demasiado apurado para escuchar. Se los metió en su bolsa de
transporte. A media mañana, Willo caminó al mercado para comprar comida
para el viaje. Han aprovechó la oportunidad para sacar el amuleto envuelto
desde su escondite en el horno del herrero y colocarlo en la bolsa también.
Había sacrificado demasiado para dejarlo atrás.

Sin una segunda mirada a Cobble Street, caminó a la casa de Cat en la guarida,
donde sabía que estaría durante el día. Sarie y Flinn jugaban mellas y hueso.
Sweets y Jonas se burlaban de un par de gatos rayas con trozos de cuerda.
Mandolina Cat se apoyó contra la pared, pero no era Cat y tampoco Velvet.

Sarie se puso de pie cuando Han entro con una mirada expectante, en la cara.

―Oye ―dijo.

Han no perdió el tiempo en cortesías. ―¿Dónde‖est{‖Cat?‖―Le preguntó.

―No‖ sé. ―Se encogió de hombros―.‖ No la hemos visto en días. Tampoco a


Velvet, pensamos que tal vez estaban contigo ―dijo esperanzado.

Han‖ negó‖ con‖ la‖ cabeza.‖ ―He estado enfermo. De todos modos, cuando Cat
vuelva, díle que puede tener lugar en Pilfer Alley.

Sarie parpadeó, luego lo tomó del brazo y‖ lo‖ llevó‖ lejos‖ de‖ los‖ dem{s.‖ ―¿Por‖
qué?‖No‖te‖vas‖a‖quedar?‖―Preguntó.

Se‖encogió‖de‖hombros.‖―Me‖voy‖por‖un‖tiempo.

Buscó‖su‖rostro.‖―Pero. Tú lo harás más adelante, ¿no?

Él negó con la‖cabeza.‖―No,‖no‖lo‖haré.‖

Su apretón‖en‖el‖brazo‖fue‖m{s‖fuerte.‖―No‖vas‖a‖hacer‖nada‖loco,‖¿verdad?

―Qué‖va.‖―Sarie se aclaró la garganta y se quedó mirando la pared de ladrillo.

―Pensamos que tal vez ibas a volver, a ser un Señor de las Calles otra vez.
Como tu familia‖ se‖ ha‖ ido‖ y‖ todos< ―Ella lo miró, de regreso―.‖ Todos
estamos prometidos ante ti, puños.
―Tú tienes un Señor de las Calles. Cat va a volver. ―Pero Han tuvo una
sensación de inquietud. Los Señores de las Calles no viven mucho tiempo en
Ragmarket. ¿Podría los Southies encontrarla por su cuenta? Si hubiera algún
Southies aún.

Una vez más el sintió el cuchillo de la culpa en sus entrañas. Era como si él
fuera el único sobreviviente de una terrible plaga. ¿Por qué merecía vivir
cuando todo el mundo a su alrededor murió?

Levantó la vista hacia Sarie, que seguía esperando, como si tuviera la esperanza
de‖una‖respuesta‖diferente.‖―Sí, Cat no vuelve, tal vez tú puedes ser El Señor
de las Calles ―dijo―.‖Tú‖tienes‖que‖estar‖alejada de mí. Todavía hay hechiceros
buscándome. No quiero que nadie salga herido.

Sarie se mordió el labio inferior. Han sabía que tenía algo que decir, pero ella
nunca había sido muy‖buena‖con‖las‖palabras.‖―Mira,‖Puños, siento realmente
lo que pasó con tu mamá y hermana ―dijo Sarie. Desató el trapo alrededor del
cuello‖y‖la‖ató‖alrededor‖de‖Han―. De todas formas. Una vez un Ragger... ya
sabes.

No había mucho que añadir a eso, así que se fue. Más tarde, Willo lo encontró
de pie bajo la lluvia en la South Bridge, mirando más allá de Castillo Fellsmarch
donde se veía la Dama Gris estaba, envuelta en la niebla. Willo montó en un
caballo, y se pusieron en marcha de regreso al Campamento de Pinos Marisa.
Llegando él subió a un camastro en el Alojamiento de la Matriarca y durmió
durante más de tres días.
Capitulo 26
Secretos revelados
Traducido por MariPooh
Corregido por majo2340

D
ancer vino y se sentó con él casi todos los días, sin decir mucho, sólo
estando ahí. Eran hermanos en el dolor, las pérdidas de cada duelo
múltiple, cada uno, en una especie de exilio. Dancer, al menos, tenía
algo de que agarrarse en el futuro, incluso si no estaba contento con él. No tenía
que sentirse responsable de la muerte de su familia, de arruinar su propia vida.

Han quiso culpar a Bird por desanimarlo de seguir a los Demonai. Tal vez si
ella le hubiera permitido venir, no habría estado lo suficientemente
desesperado como para tratar de vender el amuleto. Quería estar enojado con
ella, pero su corazón no lo estaba, y cuando ella se tiró en sus brazos, fue una
distracción bienvenida, por lo menos.

Los Demonai permanecerían hasta que Dancer se fuera, pero ese tiempo se
estaba acercando rápidamente. Luego Bird dejaría a los Demonai. Después de
eso, Han no veía nada por delante, nada que esperar.

Willo, que era generalmente tan serena, parecía nerviosa, casi angustiada. Han
atribuía esto a la forma en que Dancer estaba actuando y la forma de su forzada
salida hacia el sur. Y tal vez fue un poco acerca de la situación de Han, porque
ella lo trató de manera diferente, casi como si fuera frágil, o como si fuera a
explotar si se le miraba de manera equivocada.

Algunos días parecía‖ muy‖ posible‖ que‖ él‖ pudiera‖ ―de que la alquimia―,‖ del‖
dolor, la rabia, la culpa y la frustración quemara en su interior. Mamá y Mari no
tenían ninguna amenaza proveniente de Gavan Bayar, o Micah Bayar, o la
Reina de sangre de Fells.

Han podría imaginarse a sí mismo un Señor de las Calles poderoso, pero en


verdad, el poco botín que había logrado sacarle a los ricos fueron migajas de sus
mesas, tan poco como para ser casi imperceptibles. Por todos los que había
golpeado en la calle, fue lanzado a la cárcel, y perseguido toda su vida.
Siempre había pensado en Shiv como su enemigo. Shiv fue una víctima más de
la Reina y el Consejo de Magos y todo lo demás. Los Señores de las Calles
pasaban el tiempo luchando entre sí cuando deberían haber estado luchando
contra los que tenían reales poderes.

Hubiera salido bien si hubieran reunido a su carcaj6, el arco y las espadas y


subiera hasta la Dama Gris7 y les mostrara a los Bayar como se siente, ser
cazados.

Era probable que fallara en eso, también. No había ninguna posibilidad de


llegar cerca de sus verdaderos enemigos, los que tiraban de las cuerdas. A lo
sumo, un guardaespaldas y algunos sirvientes morirían.

Willo celebró largas reuniones con los ancianos visitantes del hospedaje, tarde
en la noche, lo cual fue sorprendente, ya que dichas reuniones se llevaban a
cabo generalmente en la Casa de campo Matriarcal. Tal vez, pensó, que no
podían privarlo a él y a Dancer de estar al tanto de sus deliberaciones.

Él podía quedarse con Willo y estudiar el arte de la curación, hacer un poco de


dinero como aprendiz, y ver a Bird a veces, cuando ella viajara a Pinos Marisa.
Si, después de un año, quería irse, pondría el dinero que había ahorrado para la
escuela de Guerreros en la Fuerte Orden. Era eso o volver a las calles. De
cualquier manera era poco probable que tuviera que preocuparse por el
envejecimiento.

Finalmente, era una noche sofocante Dancer estaba a una semana de irse. Willo
convocó a una reunión en la Casa de campo Matriarcal.

Han y Bird venían de su escondite al lado del río, donde habían pasado la tarde
antes de regresar al pegajoso calor del día. Él se sacó los leggins que Willo había
hecho para él y una camisa para el verano de algodón. Bird había dejado su
traje de Guerrera, por una vez. Llevaba un chaleco bordado con piel de venado
sin camisa debajo y faldas de comerciante. Se había atado una tobillera con
cuentas que Han le había dado, alrededor de su tobillo derecho, y Han no pudo

6
El carcaj o aljaba es una caja o cilindro de piel, madera o tela usada por los arqueros para transportar
las flechas, permitiéndoles alcanzarlas con facilidad y rapidez. Su uso está documentado desde la
prehistoria y el más antiguo carcaj encontrado ha sido el que se encontró junto a Ötzi.
7
Montañas
dejar de mirar fijamente a sus piernas bronceadas y musculosas, ya que
brillaron bajo sus faldas de colores brillantes.

Se miró a sí mismo, preguntándose si ella se fijó en él de la misma forma en que


él se fijó en ella. Cuando Han y Bird entraron en la Casa de campo, se
sorprendieron al ver que estaba lleno de personas, muchas de ellas
desconocidas. Los Clanes eran famosos por la celebración de los consejos.

Él y Bird encontraron un asiento en un banco junto a la puerta y se sentaron,


con las manos juntas, y sus caderas apretadas. Han se alegraba de que ella
optara por sentarse con él en lugar de acurrucarse junto al fuego con los otros
Guerreros Demonai.

Willo‖ abrió‖ la‖ reunión.‖ ―Gracias por venir, hermanos de Pinos Marisa, así
como aquellos que han viajado desde los campamentos Demonai, Rissa, y
Escarpment.

Han y Bird habían estado hablando en voz baja, pero Han miró, sorprendido, a
las palabras de Willo. Esto debía ser una reunión importante para que los
Campamentos el Rissa y Escarpment enviaran representantes.

―Por favor, compartan nuestro fuego y todo lo que tenemos ―dijo Willo.
Hubo un murmullo de saludo de los visitantes de otros campos.

Han reconoció a Lord Averill y Elena Demonai de pie detrás de Willo. Una vez
más, Han se preguntó si Averill lo recordaría del incidente ocurrido en el
Templo Southbridge. Y, en efecto, los ojos de Averill estuvieron en Han durante
un largo momento la evaluación.

Pero esta noche Averill tenía otras cosas en su mente.

―Lord Demonai ha traído noticias del Valle ―dijo Willo.

Lord Demonai miró a su alrededor del círculo, y el zumbido de la conversación


se apagó. El Patriarca parecía más viejo y más cansado que cuando Han lo había
visto por última vez. También parecía como si hubiera estado en una pelea, lo
que parecía tan fuera de lugar, algo a lo que Han no pudo dejar de prestar
atención.

―Traigo malas noticias, como Willo ha dicho ―dijo Lord Demonai―.‖El poder
del Alto Mago se hace más fuerte día a día. Lord Bayar ejerce una tremenda
influencia sobre la Reina. Tanto es así, de hecho, que la Reina Mariana está
buscando los medios para casar a nuestra hija, Raisa, la Princesa heredera, con
el hijo de Bayar, el Aprendiz de mago Micah Bayar.

Esto fue recibido por un clamor de protesta y gritos de alarma y de


incredulidad. Junto a Han, Bird se puso rígida y se inclinó hacia delante, la luz
de las antorchas alumbrando los‖ duros‖ {ngulos‖ de‖ su‖ cara.‖ ―Eso‖ no‖ puede‖
suceder ―susurró. Se merecen el uno al otro, pensó Han.

―Acepto‖ la‖ responsabilidad‖ por‖ esto‖ ―continuo Lord Demonai―.‖ Debo


confesar que yo no lo vi venir. De hecho, el Capitán Byrne y yo fuimos atacados
y casi asesinados en el camino de regreso de los Acantilados Chalk en el día del
nombre de Raisa8.

Esto provocó otra tormenta de desaprobación. Han miró a los Guerreros


Demonai. Ellos no gritaban ni demostraban nada como los demás, pero
permanecían en silencio y alerta, parecían más peligrosos a causa de esto.

―No puedo creer que Su Majestad aprobó nuestros asesinatos ―dijo Lord
Demonai con ironía―.‖ Sin embargo, no hay que subestimar el potencial de
traición de Lord Bayar. Tenían la intención de casar a la Princesa heredera con
el joven Bayar en el día de su nombre, mientras que el Capitán Byrne y yo.
Estábamos ocupados en otra cosa. ―Hizo una pausa y añadió:
―Afortunadamente,‖la Princesa Raisa ha escapado al exilio.

Han escuchó los gritos de “¡Gracias al Creador!” y “¿Dónde está ella?” y


“Nuestra hija Raisa debe refugiarse aquí con su familia, dentro de los campos
de las tierras altas”.

En este punto Elena Demonai dio un paso adelante, su rostro envejecido


grabado con nuevas‖líneas‖de‖preocupación.‖―Mi nieta está segura por ahora.
Creemos que es mejor si ella no se queda aquí con nosotros, sino en algún lugar
más neutral fuera del reino. Traer a la Princesa aquí, contra los deseos de la
Reina, sería una provocación demasiado grande de nuestra parte. Esperemos
que todavía haya una oportunidad de salvar a Mariana. No quiero ir a la guerra
en su contra.

Los Guerreros Demonai, Bird incluida, parecían estar más que dispuestos a ir a
la guerra contra la Reina. Una cosa que podría estar de acuerdo. Han
menosprecio‖ todo‖ eso‖ ―la‖ Reina,‖ los‖ magos,‖ y‖ la‖ Princesa‖ heredera―. Fue la

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Es algo así como el día de su nacimiento
Guardia de la Reina quién había quemado los establos bajos, y a mamá y Mari
con él, probablemente por orden del Alto Mago. Todos ellos podrían ir a la
trituradora, por lo que a él, le preocupara.

―Debemos, sin embargo, ser realistas y prepararnos para lo que preferimos


evitar, ―dijo Elena―. Si han encontrado una manera de romper la unión
mágica entre el Alto Mago y la Reina, lo más probable es que los Bayars tengan
algunas armas mágicas que consiguieron antes de la Ruptura. No sabemos si se
han asquirido hace mucho o si recientemente.

Sintiendo un cosquilleo de inquietud, Han se inclinó a un lado hacia Bird y le


preguntó:‖―¿Por‖qué‖es‖tan‖importante?

―El‖ Clan sigue haciendo los amuletos que son necesarios para canalizar la
magia, ―dijo―.‖ Pero en estos días tienen una vida limitada. Deben ser
renovados o sustituidos por un maestro del Clan o la Matriarca. Esto nos da
cierto control sobre el Consejo de Magos. Los amuletos realizados antes de la
Ruptura fueron muy potentes. Una vez dados, no pueden ser reclamados de
vuelta. Fue una condición de Naeming que todas las piezas vuelvan al Clan.

Han pensó en el amuleto escondido debajo de su banco para dormir. ¿Podría


ser uno de los amuletos especiales? ¿Por eso los Bayars estaban tan ansiosos de
recuperarlo? Tendría que haberlo tirado al barranco, como Dancer había
sugerido el día en que lo había encontrado.

―Por‖ ahora ―dijo Averill―,‖ estamos pidiendo a todos los comerciantes del
Clan, observar cualquier cambio en el comercio de amuletos, talismanes, y otros
elementos mágicos. No podemos permitir que el Consejo de Magos pueda
reunir un arsenal mayor de lo que ya ha hecho. ―Él se frotó la frente con la
palma de su mano―.‖Yo sé que esto será una dificultad para muchos de los que
dependen de ese comercio.

―El Consejo de Magos va a ver‖ esto‖ como‖ una‖ provocación‖ ―Bird susurró a
Han―.‖ Especialmente con la guerra en el sur. Ellos dicen que necesitan un
suministro constante de amuletos para entrenar a sus jóvenes y defender Fells
contra los sureños. Si los magos convencen a la Reina que esto es cierto, ¿qué
pasará con la gente de los Clanes que viven del trabajo o el comercio en la
ciudad?
No hubo más discusión de las defensas contra la posible violencia en el Valle y
las alternativas a los mercados, para los que sus ingresos se basaron en el
comercio.

―Voy a seguir trabajando desde el interior, en la corte, para ejercer toda la


influencia que pueda para que se aparten de ese camino ―dijo Averill.

―Estoy preocupado por ti, Averill ―dijo Willo―.‖ Ya ha habido un atentado


contra tu vida.

El comerciante se encogió‖de‖hombros.‖―La vida es tan larga o corta como va a


ser ―dijo―.‖El Creador me llamará cuando esté preparado.

―Si pudiéramos convencer a Mariana para que venga a Pinos Marisa,


podríamos ser capaces de limpiar cualquier encanto mágico que se haya puesto
en ella ―dijo Willo.

―Es poco probable que la convenzan, con Bayar susurrando en su oído ―dijo
Elena con amargura.

Reid Demonai‖ habló‖ por‖ primera‖ vez.‖ ―Podríamos secuestrar a la Reina


―dijo―,‖ y traerla aquí por nosotros mismos. ―Su banda de guerreros
murmuró su aprobación.

Reid miró a su alrededor del albergue como si evaluara el respaldo de su


audiencia,‖y‖luego‖añadió.‖―Si algo le pasa a Mariana, podríamos coronar a la
Princesa heredera.

―No,‖Reid ―dijo Elena―.‖No‖somos‖hacedores‖de‖Reinas. Mariana Ana'Rissa


es Reina de Fells por sangre y la descendiente de Hanalea. Cualquier ataque en
su contra, traerá nada más que la desgracia para nosotros.

Reid se encogió de hombros, pero Han se dio cuenta de que no había dejado ir
la idea. El Consejo llegó a su fin, y los asistentes se dirigieron hacia fuera,
hablando de dos en dos. Han conocía todos los albergues y los círculos de fuego
se llenaron de gente hablando hasta bien entrada la noche. Consciente que sus
horas juntos disminuían, Han se acercó a Bird y le‖susurró.‖―Vamos otra vez
abajo por el río.

Pero Willo puso una mano sobre su hombro, sorprendiéndolo. No había


escuchado‖ su‖ llegada.‖ ―Quédate un rato, Cazador Solitario. Necesitamos
hablar contigo.
―Muy‖bien ―dijo,‖pregunt{ndose―.‖¿Quién es “nosotros”?

Bird‖se‖puso‖en‖pie‖y‖Han‖dijo.‖―¿Bird‖se‖puede‖quedar? ―Willo negó con la


cabeza.

Perplejo y un‖poco‖molesto,‖Han‖dijo‖a‖Bird.‖―Esperaras afuera, ¿verdad? Esto


no debería tomar mucho tiempo.

―No voy a esperar para siempre, Cazador de Aves ―dijo Bird, sonriéndole.
Salió con un movimiento de faldas.

Después de que todos salieron, Averill, Elena, Dancer, y Willo, estuvieron todos
sentados alrededor del hogar. Dancer miró desconcertado a Han.

Han comenzó a sentir aprensión. La expresión de Willo decía malas noticias


pintado por todas partes. No conocía a Averill y a Elena muy bien, y había
sentido siempre un poco de miedo de ellos. Tal vez Willo iba a retirar su oferta
para entrenarlo en la curación. O los ancianos lo iban a desterrar porque había
seguido viendo a Bird, desafiando la advertencia de Willo. Tal vez Averill
quería hacer preguntas sobre la nena que había secuestrado en el Templo
Southbridge hace un tiempo atrás. O podrían haber descubierto el amuleto
escondido debajo de su banco para dormir. Demasiadas posibilidades, todas
ellas malas.

En ese momento la puerta del albergue se abrió y Lucius Frowsley entró, lo cual
fue posiblemente la cosa más sorprendente que podría haber sucedido. Lucius
trabajo con el Clan, pero Han nunca lo había visto en cualquiera de sus
Campamentos antes.

El anciano parecía menos abandonado que de costumbre. Si bien los pantalones


y la camisa estaban deteriorados, estaban limpios y había hecho algún intento
para poner el pelo y la barba en orden. Sus ojos estaban velados más claros de
lo habitual, y se apoyaba en un bastón tallado para caminar. Han podría haber
jurado que estaba sobrio.

Lo que daba miedo en sí mismo.‖Han‖se‖levantó‖de‖su‖banco.‖―¿Lucius? ¿Qué


estás haciendo aquí?

―Ya‖ ver{s‖ muy‖ pronto,‖ muchacho‖ ―dijo Lucius. El anciano parecía casi
petulante. Han lo tomó del brazo y lo llevó a uno de los bancos. Lucius se sentó
con los demás.
Willo se levantó y se situó en el centro del semicírculo. Ella estaba, obviamente,
a cargo de este montaje en bruto.

―Cazador Solitario, quiero empezar por pedir perdón ―dijo Willo.

Han la miró durante un largo momento,‖temporalmente‖sin‖habla.‖―¿Por qué?


¿Para qué? Si estamos hablando de Mamá y Mari, eso no fue tu culpa.

―En‖cierto‖modo‖lo‖fue ―dijo Willo, apartando la mirada de él a sus cordones,


enredando los dedos nerviosamente. Lo cual era raro en ella, porque por lo
general era muy directa. Ella sólo parecía tener problemas para escupir esta
historia.

―No ―dijo―.‖ Ha sido culpa mía. Yo fui el que trajo la Guardia sobre ellas.
Debería haberme alejado simplemente. ―No mencionó el amuleto. Dancer lo
sabía, y también Lucius, pero ninguno de ellos sabía lo que había pasado
después, o si aún lo tenía.

Han sentía vergüenza por haberlo mantenido, avergonzado por haber tratado
de venderlo. Esa era la historia que tenía problemas para contar.

―Hemos mantenido un secreto acerca de ti todo este tiempo ―dijo Willo―.‖


Por muchas razones. En parte para protegerte. Sobre todo para proteger a todos
los demás. Pero ahora, por muchas razones, hemos decidido decir la verdad.

Han no dijo nada, pero se sentó y esperó, con el corazón batiendo en su pecho
como una trucha varada en la orilla del río. Willo se levantó y entregó a Han
una jarra de té y una taza. Él las miró estúpidamente, luego miró a Willo.

―Toma‖un‖poco‖―dijo―.‖Te calmara.

Así que se necesita calma, ¿verdad, antes de oír la noticia? Se sirvió, con cautela
tomó un sorbo de la turbia bebida. La fragancia era familiar, aunque nunca lo
había probado antes.

Rowan. Protección contra la magia y hechizos. ¿Pensaban que había sido


hechizado por alguien? ¿Estaban preocupados por el mal de ojo que Lord Bayar
había usado con él? Miró a Willo con sorpresa, pero una vez más, evitó su
mirada.

Han tomo más té. Tal vez el Rowan tenía propiedades calmantes que nunca
había oído hablar. Las plantas eran así. Tenían múltiples usos.
Para sorpresa de‖Han,‖fue‖Lucius‖quien‖hablo.‖―Muchacho, ¿te acuerdas de esa
historia que te dije por el arroyo? Acerca de Hanalea y Alger Waterlow? ¿Él que
no le gustaba?

Han asintió con la cabeza, recordando a continuación, Lucius no podía verlo,


dijo.‖―Sí.

―Bueno,‖ es‖ cierto.‖ Un poco de ella. Lo que no te dije es que cuando murió
Waterlow, Hanalea estaba encinta. Gemelos, de hecho.

―¿Qué?‖―Esto era totalmente contrario a todas las viejas historias. Hanalea era
prácticamente una santa. La salvadora de su pueblo. De alguna manera todas
las leyendas se saltaron lo que pudo haber sucedido entre Hanalea y el
Demonio después de que él la había robado―.‖Nunca‖había‖oído‖eso ―dijo.

―No muchos lo sabían. Después de Waterlow fue asesinado, todo el mundo se


vio envuelto en la Ruptura, tratando de salvar al mundo, y así. Después de que
Hanalea negoció con el Naeming, entró en reclusión. No era que nadie fuera a
molestarla, después de todo lo que ella paso. Se casó, en silencio, y tuvo a los
bebés, un niño y una niña. Todo el mundo supuso que eran cuestión del
matrimonio.

La cara de Lucius se dejó‖ caer‖ en‖ un‖ charco‖ de‖ dolor.‖ ―Fueron sus hijos
solamente. Era como si ella se negará a tener algo después de Waterlow. Su hija,
Alyssa, estableció la nueva línea de Reinas. Afortunadamente, ella no mostraba
signo de la magia, aunque se dice que el don de la profecía que viene de la línea
de Hanalea puede provenir de Waterlow.

―¿Estás diciendo que la línea de las Reinas desciende de la sangre del Rey
Demonio? ―Han susurró.

―Lo‖ hace ―dijo Elena, casi a la defensiva―.‖ Su sangre puede estar


contaminada, pero la sangre pura de Hanalea es mucho más fuerte. ―Se‖
detuvo, mordiéndose el labio inferior―. No teníamos otra opción. Alyssa era su
única sucesora. Desde entonces, la sangre del Demonio se ha diluido muchas
veces.

Bueno. No es de extrañar que la historia se mantuviera en secreto. Si bien era


cierta. La dinastía de Reinas fue fundada en una mentira.

―¿Qué pasa con‖el‖niño?‖―Han‖preguntó.


Lucius‖rió‖suavemente.‖―El muchacho era un problema, porque no había duda
de que estaba dotado. Lo que se dijo a los pocos que sabían al respecto fue que
el bebé murió poco después de nacer y fue enterrado en una tumba sin nombre.
Pero me he enterado de que el bebé vivió.

―¿Por qué lo dejaron vivir? ―Han‖ preguntó.‖ Después‖ de‖ todo‖ lo‖ que‖ el‖
Demonio había hecho, ¿no les preocupaba que el hijo fuera malo también?

―Los‖ Guerreros Demonai tenían la intención de matarlo. Se le entregó a una


Matriarca del Clan y le dijo que lo dejara en un alto acantilado. Se consideró un
gran honor para la Matriarca, en el momento.

Instintivamente, Han miró a Elena. Ella se inclinaba hacia adelante, con el rostro
fijado en las líneas duras, desafiante.

Lucius se volvió hacia Han como si pudiera sentir su ubicación en la sala.


―Pero Hanalea intervino. Vestida como un comerciante, llegó a la Matriarca y
ofreció un cambio. Se ofreció a dar a su hijo para siempre a cambio de salvar su
vida.

Una imagen de pronto llegó a Han, de una estatua de mármol en el jardín del
Templo Southbridge. Era una pieza antigua, desgastado por el tiempo. Jemson
dijo que fue hecha en la época de la Ruptura, y había sido llevada allí desde
otro lugar. Era una imagen de Hanalea‖en‖traje‖comerciante‖―una presentación
inusual―.‖ La‖ Reina guerrera acunaba a un bebé en un brazo y manejaba una
espada en la otra, defenderse de un atacante invisible. Se llamaba, “Hanalea
Defiende a los Niños”. Nunca se le ocurrió a Han que la escena más que
simbólica, podría representar un hecho real.

Lucius‖ continuó‖ su‖ historia.‖ ―El‖ Clan no podía decir no a Hanalea,


especialmente después de todo lo que había hecho, todo lo que había pasado.
Sin embargo, la Matriarca no quiso a su vez que el niño estuviera suelto en el
mundo, creciendo sin supervisión. Así que un muy pequeño, y secreto consejo
se reunió para determinar qué hacer.

Los pensamientos se arremolinaban en la cabeza de Han. Aquí fue, otra historia


que contradice todo lo que había oído antes. ¿Quién sabía qué creer?

Miró a Dancer para evaluar su reacción. Su amigo se sentó, paralizado,


distraído jugando con los flecos de sus polainas. Dancer nunca había oído a
Lucius contar una historia, nunca había visto cómo podía dibujar a una
persona.

―¿Cómo‖sabes‖todo‖esto?‖―Han‖preguntó―,‖es‖decir. ¿De dónde sacaste esta


historia? ¿La has encontrado en la parte inferior de una botella de producto?

―Yo fui el que se casó después con Hanalea, después que Alger murió ―dijo
Lucius.

―¿Tú? ―Han dijo más fuerte de lo que pretendía. Miró a su alrededor del
círculo y vio la verdad en cada rostro, como si él y Dancer fueran los únicos que
no sabían este secreto particular.

Este hombre de edad que se bañaba una vez al mes en el mejor de los casos, ¿se
había casado con una Reina? Y no sólo una Reina, la Reina, que había salvado al
mundo. Una belleza legendaria, que conservan en un sin número de estatuas,
grabados y pinturas.

―Eso‖es‖imposible ―dijo Han rotundamente―.‖Sin ánimo de ofender, Lucius,


pero, quiero decir, vamos. Tú no puedes tener mil años.

―Sí, estoy sobre los mil años, aunque dejé de contar hace mucho tiempo ―dijo
Lucius, sonriendo, mostrando sus dientes intermitentes―.‖ Mírame de cerca, y
verás la marca de cada uno de esos años. Fui un mago alguna vez. El mejor
amigo de Alger Waterlow. Yo estaba cegado por la Ruptura, y mi regalo fue
quemado al sacarlo de mí.

Su voz cambió, y‖ sonaba‖ como‖ una‖ sangre‖ azul.‖ ―El consejo que redactó el
Naeming me eligió para llevar a la memoria aquellos tiempos, para recordar a
Hanalea de la misma forma, en caso de que su memoria se desvaneciera. Me
maldijo con la verdad y la compulsión para contarlo. Eso es lo que me mantiene
vivo. De esta manera, no importa lo mucho que todos quieran olvidar, hay
alguien que recuerda todo, claro como si fuera ayer.

Han no podía dejar de pensar que el no elegiría a un borracho desaliñado de


edad para el trabajo, si era tan importante. Bien dicho o no, ¿quién lo escucharía
a él? Entonces se le ocurrió: tal vez fue la carga de llevar una verdad que nadie
quería escuchar lo que había hecho de Lucius un viejo borracho desaliñado.
Una memoria de una tarde en los bancos a la orilla del arroyo Old Woman.
Lucius contando la historia de Hanalea y Waterlow Alger.
Ella inclinó la balanza para el bien mayor y se casó con alguien a quien no
amaba. Refiriéndose a sí mismo. Han se estremeció, sintiendo lástima por
Lucius. Pero la pena se fue en el momento.

―¿Qué tiene que ver todo‖ esto‖ con‖ Dancer‖ y‖ conmigo?‖ ―Han preguntó,
pensando en Bird, quien estaría esperando con impaciencia el exterior, a menos
que ella hubiera renunciado ya. El mundo estaba lleno de secretos, al parecer,
pero a lo mejor él no tenía por qué conocerlos todos.

―Ya‖ver{s ―dijo Elena. No había prisa en contar la historia del Clan―.‖Como


pueden imaginar, no hubo acuerdo acerca de qué hacer con el niño Demonio
dotado, que podía llegar a ser un mago muy poderoso.

―Los Guerreros Demonai habían alegado además que el niño debía ser
asesinado, sin importar lo que Hanalea dijera. Pero el niño heredo algo del
encanto de Alger. Había algo en los Waterlows... Que tenía una forma de hacer
las cosas a su forma.

Aquí‖ estaba‖ otra‖ vez‖ ―la‖ gente‖ hablando‖ del‖ Rey‖ Demonio, como si fuera
guapo, alguien atractivo―,‖una‖Reina‖podía caer enamorada de él. En lugar de
un monstruo sin corazón.

―Además de Hanalea, fue el consorte de Hanalea, Lucius Frowsley, quien


argumentó más convincentemente a favor la vida del niño ―dijo Elena,
mirando a Lucius. No hay amor entre esos dos, Han pensó.

―Debido a que este niño era el hermano de la Princesa heredera, y un mago,


existía la preocupación de que podría alinearse con el Consejo de Magos.
Incluso se podría tratar de establecer una línea de Reyes Magos de sangre, y
demostrar una amenaza‖para‖las‖Reinas‖de‖niñas.‖―Dijo‖Averill.

―Al‖final,‖el‖Consejo‖Mayor optó por la misericordia. La decisión fue tomada se


le permitió al niño vivir, pero había que sacarlo de la atención Hanalea, y atar y
controlar su regalo mágico. La Ascendencia del niño fue escondida de él y todos
los demás con el fin de evitar el uso de su línea para sus propios fines. Hemos
estado viendo en los descendientes del niño desde entonces, asegurando que no
representan una amenaza a la Reina.

Averill‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―¿Fue una buena decisión? Han pasado mil
años, pero todavía no lo sé. Pero los acontecimientos recientes nos han obligado
a reconsiderar el proyecto. Teniendo en cuenta la amenaza de Arden, una
prolongada guerra entre los magos y el Clan puede ser el fin del reino.

―Durante generaciones, nuestro consejo de ancianos ha seguido los


descendientes del Rey Demonio ―dijo Elena―.‖ El rasgo mágico se ha
mantenido maligno cuando se manifiesta, pero ha aparecido con menos
frecuencia, tal vez moderado por con quién se casaron. En este momento,
sabemos de un solo descendiente dotado vivo. Un hijo varón.

―Así‖ que...‖ ¿Qué? ¿Vas a darle caza y matarlo? Debido a quien fue su
antepasado? ―preguntó‖Han‖―.‖¿Debido a que podría unirse con el Consejo de
Magos y de alguna manera ser una amenaza a la Reina?

¿Entonces por qué estaban allí? ¿Se esperaba que él y Dancer ayudaran con eso?

La pregunta pareció‖ sorprender‖ a‖ Averill.‖ ―Ah,‖ no. ―Dijo‖ mirando a Elena,


que siempre parecía tener las preguntas difíciles.

―Se le ocurrió al consejo original que podría ser una ventaja tener una línea de
Magos, relacionado con la Reina, alguien que podría apoyar al trono en tiempos
de conflicto. En particular, en un conflicto con los magos ―agregó Elena con
delicadeza―.‖ Hemos aprendido por amarga experiencia que la magia verde
tiene sus limitaciones.

Apuesto a que los Guerreros Demonai les encantan esa idea, pensó Han.

―Por lo tanto, hemos exigido que cada descendiente dotado del Rey Demonio
será adoptado en los Campamentos ―dijo Elena―,‖ para que podamos
enseñarles acerca de las formas del Clan y, esperamos, que sus fortunas y los
corazones se unen a la nuestra. Por generaciones lo hemos hecho. El secreto
pasa por los Ancianos del Clan. Nunca hemos tenido que revelarlo hasta ahora.
Es por eso que hemos convocado este consejo. ―Hizo un gesto a los otros en el
albergue.

Y luego, finalmente Han había entendido: una verdad que debería haber sido
evidente desde el principio, a pesar de las formas indirectas de las historias del
Clan. El misterioso descendiente dotado era Dancer, tenía que ser. Fire Dancer.
Era un nombre adecuado para un mago. Dancer estaba dotado, y ahora la
magia que había permanecido oculta tanto tiempo estaba saliendo a flote.
Han miró de reojo a su amigo, que parecía estar absorto en sus pensamientos,
ajeno a la epifanía de Han. ¿Dancer lo sabía? ¿Tendría alguna sospecha? ¿Era
realmente hijo de Willo, o sólo había pretendido para poder ser alojados con la
Matriarca, la mujer más sabia de Marisa Pinos?

Bueno, si es que pretenden ocuparse de Dancer, Han cubriría su espalda,


aunque no podría decir qué tipo de ayuda le podría prestar a un mago.

Han estaba tan involucrado en sus propios pensamientos que no acababa de


seguir cuando Elena comenzó a hablar de nuevo en la compás rico de
Matriarca.

―Este consejo llama de regreso a Cazador Solitario, cuyo nombre llano Hanson
Alister.

Hubo un largo momento de silencio mientras que Han esperaba a que alguien
m{s‖respondiera.‖―¿Qué? ―Dijo estúpidamente―.‖¿Qué‖has‖dicho?

―Eres‖tú,‖cazador‖solitario‖―dijo Willo, tomando sus manos entre las suyas―.‖


Eres el único descendiente dotado vivo de Waterlow.
Capitulo 27
Bendecido
Traducido por Lizc07 y majo2340 SOS
Corregido por Angeles Rangel

o! ―dijo Han, tirando de sus manos. ¿De qué estás hablando?

-¡N No estoy bendecido. Te refieres a Dancer. ―Miró a Dancer en


busca de apoyo, pero su amigo tenía la misma mirada en su cara
qué todo el mundo< la cautela y la esperanza se mezclaban.

―Pero‖ tú estas bendecido‖ ―dijo Willo. Incluso al nacer, lo manifestaste con


tanta fuerza que tu madre casi muere en el parto. Los atendí a los dos. Llamé a
Elena Cennestre.

Han negó con la cabeza, retrocediendo hasta que se topó con el banco para
dormir. Elena llegó y se paró delante de él. Se sintió acorralado a pesar de que
se alzaba sobre ella.

―Hice‖tus‖brazaletes‖―dijo ella, tocando sus puños de plata―. Ellos absorben


la‖ magia<‖ la tuya propia así como cualquier otra usada en tu contra. Ellos te
protegen y también evitan el uso de la magia en ti mismo, por accidente o a
propósito. Te impiden dar el aura de la magia o almacenarla en un amuleto.
Todos los descendientes bendecidos de Waterlow los han llevado, desde el
primer hijo de Alger. ―Hizo una pausa, y luego agregó―, Su nombre era
Alister.

Han levantó los brazos y miró fijamente los puños como si nunca los hubiera
visto antes. Recordó cuando Gavan Bayar le había hechizado, y las llamas
parecían fluir de los brazaletes y desaparecer. Recordó cómo los asesinos
Demonios en Southbridge le habían atacado con magia, y le había parecido que
no le afectaba. Cómo a pesar de la advertencia de Micah Bayar, había levantado
el amuleto de la serpiente, sintiendo el aguijón pero quedando por otra parte
ileso. Con ese mismo amuleto había arrojado al Southies contra la pared.

Han Alister ―señor de las calles de Raggers, un discreto rebelde con sangre en
sus manos y un rencor en su corazón y demasiados enemigos para contar―
Han Alister también era un mago que podía disparar llamas de los dedos y
lanzar hechizos y doblar a otros a su voluntad.

Han Alister era el descendiente de un loco que había arrebatado a una Reina e
intentado destruir el mundo. O era el representante final de un amor que había
desafiado la convención, y aquellos que pagaron el precio por ello.

Las palabras de Shiv volvieron a él. ¿Qué hay acerca de ti? La gente no puede
dejar de hablar de ti. Cuentan historias. Es todo lo que oigo hablar. Los puños
de Alister esto, los puños de Alister aquello. Es como si fueran de oro.

Pero Han no venía de sangre real. Era hijo de una lavandera y un soldado.

―Tu abuelo‖llevó‖los‖brazaletes‖también‖―dijo Elena, como si hubiera leído su


pensamiento. Él fue iniciado en el Campamento Escarpament. ―Hizo una
pausa, y un destello en sus ojos decía que estaba cubriendo más de un
secreto―. El don no se manifestó en tu padre. Murió sin saber sobre su linaje.

―¿Qué le dijiste a mi madre? ―Se encontró preguntando Han―.‖ ¿Sabía‖ ella‖


para qué eran los brazaletes?

Elena sacudió la cabeza. ―Le dijimos que habías sido poseído por un Demonio
mientras estabas en el útero. Que los brazaletes te protegerían. Ella no podía
decirte la verdad porque eso te haría vulnerable al mal. ―La Matriarca, dijo
esto sin rastro de disculpa.

Han la miró, horrorizado. No era de extrañar que mamá le hubiera parecido


siempre convencida de que iba a caer en el canto de sirena de las calles. Incluso
cuando moría, siempre lo cuestionó, nunca creyó que él había cambiado. Esa
mentira había sido una barrera entre ellos. Recordó una de sus últimas
conversaciones. ―Estás maldito, Han Alister ―ella dijo―, y no llegarás a
nada bueno.

―Acordamos tu estadía‖ cada‖ verano‖ en‖ Pinos‖ Marisa‖ ―continuó Elena―. Le


pagamos a tu madre un pequeño honorario.

―Así que... ¿le pagaron a mi madre para que pudieran tenerme? ―dijo Han,
con la voz quebrada―. ¿Ella no... hizo ninguna pregunta?

¿Habría mamá preguntado por qué el Clan estaba interesado en él?


No si le trajo un poco de dinero. Las personas que no tienen nada, no pueden
darse el lujo de hacer preguntas.

―Tu madre esperaba que fuera bueno‖ para‖ ti‖ el‖ salir‖ de‖ la‖ ciudad‖ ―dijo
Willo―. Ella esperaba que te mantuviera apartado de la vida en la calle, que
pudieras‖aprender‖un‖oficio‖al‖aire‖libre.‖Eso‖podía‖protegerte‖de‖los‖primeros<‖
daños.

Han se sentía bajo un calvario como nunca lo había sentido en el campamento


antes. Había sido siempre un lugar seguro, de refugio. Y aquí todo había sido
sólo un juego de escurridizas manos. Willo y Elena y los otros fueron nada más
que estafadores disfrazados de amigos.

Había‖sido‖puesto‖en‖ridículo< clavado como un signo de carga en las calles de


Ragmarket.

―Y así que... ¿me llevaron porque pensaban que podría volverme loco y
destruir el mundo como Alger Waterlow? ―Han quería sonar frío, natural,
indiferente, pero estaba teniendo problemas para mantener el miedo fuera de
su voz.

―Alger‖ Waterlow‖ no‖ estaba‖ loco‖ ―Lucius gruñó, sorprendiendo a Han, que
había olvidado que estaba allí. Miró sin ver por los alrededores―. No me
importa lo que todos digan.

Oh, Han pensó con amargura. ¿Debo estar tranquilo porque el loco Lucius
Frowsley dice que mi antepasado no estaba loco?

―Cazador Solitario,‖ has‖ sido‖ como‖ un‖ hijo‖ para‖ mí‖ ―dijo Willo―. Tal vez
comenzó como una obligación, pero ahora...

―Tú‖no‖eres‖mi‖madre‖―dijo Han, cediéndose al frío, dándole lugar dentro de


él―. Tuve una madre, y está muerta.

Averill, al menos, tuvo la gracia de verse avergonzado. ―Lo siento. Sabemos


que esto es demasiado para asimilarlo todo a la vez.

―Entonces, ¿qué es todo esto? ―dijo Han, deseoso de acabar de una vez, para
salir de su presencia y así poder tratar con esto por su cuenta. Estaba
empezando a preocuparse de que su rostro despreocupado le fallara―. ¿Por
qué me estás diciendo esto ahora, después de tanto tiempo?
―Creemos que estos son los tiempos más peligrosos desde la Ruptura‖ ―dijo
Willo―. Gavan Bayar representa una grave amenaza para la Reina y la familia
real. El poder del Consejo de Magos está creciendo, y están a punto de casar a
uno de los suyos con la Princesa heredera.

―¿Qué tiene eso que ver conmigo? ―preguntó Han.

―Te hemos dicho‖ esto‖ porque‖ tienes‖ una‖ opción‖ ―dijo Elena―. Vamos a
quitarte los brazaletes, y podrás continuar tanto como puedas. Sí quisiéras
quedarte en Pinos Marisa, Willo te enseñará el arte de curar.

―¿Qué pasa con el Campamento Demonai? ¿Podría ir allí? ―demandó Han,


sabiendo que estaba poniendo a prueba la paciencia de Elena.

―Eso‖ depende‖ ―dijo Elena, mirando a Dancer―, de lo bien que este secreto
pueda mantenerse. Si se sabe que eres un mago, tu vida estará en peligro en
Demonai, incluso si usas los brazaletes. Por encima de todo, nadie debe saber
que sangre tienes.

Han miró hacia su cara de Guerrera dura y se preguntó, ¿se refiere al Rey
Demonio, o a Hanalea?

―¿Así‖que‖los‖Guerreros Demonai no saben de mí? ―preguntó Han, pensando


en Bird. Y Reid Demonai.

Elena sacudió la cabeza. ―Nadie, excepto el Lord Demonai y yo. Si decides


mantener los brazaletes, lo mejor es que no lo sepan.

Han masajeo su frente. Su taza de té se había enfriado. ―Me dijo que tenía una
opción.

Elena lo miró a los ojos. ―Vamos a sacar los brazaletes, Cazador Solitario, con
la condición de que vayas de Casa Mystwerk a Oden Ford con Fire Dancer y
aprendas a controlar y utilizar este don que el Creador te ha dado. Te
patrocinaremos, te proporcionaremos tu amuleto, y pagaremos los honorarios
de tu maestría y comida. Cuando completes los cursos, volverás aquí y
utilizaras tus habilidades en nombre del Clan y la verdadera línea de las Reinas
de sangre.

Han la miró. ―¿Así que ser mago está bien siempre y cuando trabajen para ti?
Parece que sí, pensó, ya que todos ellos se encogieron de hombros y miraron
hacia otro lado.

―¿Por qué yo? ―dijo Han―. ¿Por qué no Dancer? Es un mago, y no es


probable que se vuelva loco según tú. ―En ese momento estaba bastante de
acuerdo con la idea de volverse loco, de romper cosas. Parecía una buena
salida.

―Si Gavan Bayar ha sido capaz de romper el enlace colocado en él cuando fue
ascendido a Mago Supremo, es porque debe haber utilizado magia antigua
―dijo Averill―. Estamos preocupados acerca de qué otras cosas Bayar ha
escondido. Si tienen acceso a los antiguos amuletos, pueden utilizarlos para
ganar otros magos de su lado. Vamos a necesitar a alguien muy poderoso para
oponerse a ellos. Más poderoso que Dancer.

―¿Qué te hace pensar que soy tan poderoso? ―preguntó Han―. Nunca he
hecho algo mágico.

―Puse los brazaletes‖en‖ti‖cuando‖eras‖un‖bebé‖―dijo Elena. Su expresión dijo


que era una experiencia que no le importaría repetir―. Sé de lo que eres capaz.

Lucius se echó a reír con una risa aguda. ―La cosa es que, todo el mundo sabe
lo que el joven Alger Waterlow‖ podía‖ hacer,‖ muchacho‖ ―dijo―. Están
esperando que lo heredaras después de tu muy–grandioso–abuelo. Con
excepción de la parte de destruir el mundo. Están esperando mantenerte con
una correa más fuerte.

―Entonces ―dijo Han―, ¿están buscando a un mágico legionario? Un


mercenario.

Elena Demonai negó con la cabeza. ―Estamos buscando un campeón. Alguien


que apoyará los campamentos contra el Consejo de Magos, en caso de ser
necesario. No podemos esperar a ver lo que Bayar ha planeado. Necesitas
entrenarte, y eso lleva tiempo.

―Y si me niego, enviaran a Dancer contra el Consejo de Magos por su cuenta.

Elena asintió con la cabeza. ―No vamos a tener otra opción.

Los ancianos del Clan se habían centrado en Han, intentando persuadirlo.


Siguieron hablando de Dancer como si él ni siquiera estuviera allí. Lo que irritó
a Han.
¿Qué pasa si le quitan los brazaletes, y resulta que los poderes de Han fueran
solo un flash, una chispa que se quema casi de inmediato? Quedaría con todos
sus mismos problemas y perdería la protección de los brazaletes para siempre.
La próxima vez que Gavan Bayar le enfrentase, sería derrotado.

Además, no era bueno llegar a un acuerdo cuando no se conocen todos los


detalles.
―¿Qué pasa si me quitan los brazaletes y me niego a llevar a cabo mi parte del
trato? ―preguntó Han―. ¿Cómo sabes que voy a ir a Oden Ford? ¿Cómo sabes
que voy a estar de su lado en contra de los magos, si eso llega a pasar?

―Cazador‖ Solitario‖ ―dijo Willo rápidamente―, por supuesto que vas a


mantener tu palabra.

Lord Averill levantó la mano. ―No. El chico necesita saber. ―El‖ Patriarca
enfrentó a Han―. Si eliminamos las restricciones y fallas en hacer lo que
prometiste, vamos a cazarte y matarte.

Apuesto a que Reid Demonai obtuvo esa asignación, pensó Han, con el cuello
picando con inquietud. A pesar de que había sido perseguido toda su vida, él
siempre había sido capaz de refugiarse en los Campamentos cuando las cosas
se ponían acaloradas. Esta vez ese santuario se cerraría a él.

La Matriarca Demonai intervino cerca de Han, con los ojos hundidos fijos en su
rostro como si ella pensara que podría estar inseguro. ―Willo nos dijo que has
perdido a tu familia‖ en‖ manos‖ de‖ Lord‖ Bayar‖ ―dijo ella―. Esta podría ser tu
oportunidad de tomar venganza.

―Elena‖Cennestre‖―dijo Willo―. La venganza nunca satisface de la manera en


que pensamos que lo hace. Lo sabes.

Han miró fijamente a Elena. ―¿Qué pasa si cambio de opinión? ¿Puedes poner
los brazaletes de nuevo?

Elena sacudió la cabeza. ―Fue bastante difícil la primera vez. Debes ser mucho
más poderoso ahora de lo que eras entonces. No voy a ser capaz de encerrar a la
magia otra vez.

―Tómate‖unos‖días‖para‖decidir‖―le instó Willo. Puedes venir a cualquiera de


nosotros por consejo.

Como si cualquiera de ellos, excepto Willo le hablara de esto. Han tenía que
admitir, que la reputación del Clan de ser comerciantes especializados se lo
tenían bien ganado.
Él sabía lo que mamá diría. Mantén los brazaletes, quédate con Willo, aprende
un oficio, gánate la vida honradamente. Mantente fuera del camino de Bayar.
Juega a lo seguro. Eso es lo que debería hacer.

Pero ¿qué estaba arriesgando, realmente? Mamá y Mari ya habían pagado el


precio por sus estúpidos errores. Había hecho un lío de cosas. Que no podían
ser deshechas.

Pero él no era el único culpable. El Mago Supremo y la Reina y su Guardia


habían jugado un papel importante. La única forma en que podría hacer que se
arrepintieran de lo que habían hecho, sería hacerles pensar diferente sobre el
precio de una vida<‖ la única manera que podía hacer una diferencia en el
mundo lo suficientemente grande como para captar su atención, era tener una
oportunidad él mismo.

En ese momento en particular no le importaba lo que le sucediera. Lo que era


una buena cosa, porque cuando miró hacia adelante, no podía ver cómo podía
ganar esta cosa.

Extendió sus manos hacia Elena. ―Ya lo he decidido. Retírenlos. ―Miró a


Dancer mientras lo decía, y vio que el alivio se mezclaba con el dolor y pesar en
el rostro de su amigo.

―¡Cazador Solitario, espera! ―dijo Willo. Se volvió hacia los demás―. Este
chico ha perdido a su madre y hermana este mes. Él está de luto y necesita
tiempo para sanar. No deberíamos forzarlo a decidir esto ahora.

―No‖tenemos‖mucho‖tiempo‖―dijo Elena―. Dancer se va a Oden Ford pasado


mañana, y sería más seguro si viajan juntos. El plazo comienza en un mes, y les
tomará tiempo viajar hasta allí, incluso si no encuentran problemas en el
camino.

―Yo sólo quiero que no tome una decisión que pueda lamentar más adelante
―dijo Willo.

―Est{‖ bien.‖ Lo‖ he‖ decidido‖ ―dijo Han de nuevo, más fuerte―. ¿Quién va a
hacerlo? ―Miró desde Elena a Lord Averill.

―Siéntate‖―dijo Elena bruscamente, sin mirar a Willo. Han se sentó en uno de


los bancos para dormir. Ella trajo su bolsa de viaje y se sentó a su lado―. Trae
m{s‖ cerca‖ las‖ antorchas‖ ―dijo y Dancer y Averill obedecieron. El humo acre
picó en la nariz de Han.

Buscando profundamente en su bolsa de piel de venado, Elena sacó un pequeño


bulto. Desplegó la cubierta de piel, revelando una serie de delicadas
herramientas de trabajo en plata. Eligiendo un martillo y un cincel, apretó el
brazo de Han abajo sobre sus rodillas huesudas y le hizo un gesto a Willo. Willo
se arrodilló a su lado y le tomó duro la mano derecha, sosteniendo su muñeca
firmemente y mirándolo a los ojos. Él le miró de regreso, luchando por
mantener su rostro en blanco.

Utilizando el enjoyado martillo y cincel, murmurando en voz baja, Elena trazo a


lo largo una línea de runas grabadas en plata. Bellas grietas aparecieron a lo
largo de la línea, cada vez más grandes mientras seguía trabajando.

La mano de Han comenzó a sentir un hormigueo, y no estaba seguro si era la


vibración de los múltiples golpes o era la magia que se fugaba a través de ello.
Los ojos de Willo se abrieron, por lo que tal vez ella también lo sintió.

Elena se detuvo bruscamente, se apoderó de la otra mano, y empezó a trabajar


en ese brazalete.

―Es importante‖que‖se‖rompan‖juntos‖―dijo―. De lo contrario el desequilibrio


podría causarte la muerte.

Han pensó en las veces que le había pedido a Plateros del Clan en el mercado
que trataran de sacarlos, y se estremeció.

―No te‖ muevas‖ ―dijo Elena con gravedad. En poco tiempo, el brazalete
derecho se parecía al de la izquierda.

―Ahora‖―dijo Elena, tomando una profunda‖inhalación―,‖vamos a romper los


brazaletes. ¿Estás listo Cazador Solitario?

Así que era tan simple como eso, eliminar la plata que había llevado toda su
vida. Han asintió con la cabeza, de repente preocupado, con la boca seca, sus
palmas sudaban. ¿Y si esto lo mataba? Su corazón se aceleró, como si estuviera
tratando de golpear tantas veces como fuera posible antes de que se detuviera.

―Espera. ―Willo‖le‖trajo‖la‖taza‖de‖té‖serbal―. Aquí. Bebe más de esto. Por si


acaso.
Han vació la taza y la dejo a un lado. Willo la volvió a llenar, parecía
determinada a ahogarlo en ella, hasta que Elena con impaciencia gesticuló para
que la apartara.

Elena deslizó los dedos dentro de sus esposas. Con un rápido movimiento
serpenteante, las arranco y las dejo caer al suelo. Han miró fijamente sus brazos.
La piel de sus muñecas estaba pálida, como el vientre de un pescado, donde las
esposas le habían bloqueaban el sol.

Entonces el calor se extendió a través de él, brotó desde adentro y penetró a lo


largo de sus manos y pies. Si hubiera tenido alguna duda de la historia, que le
habían dicho, fue destrozada en un santiamén.

Han recordó la época en que había bebido una copa del producto de Lucius por
causa de una apuesta. Imágenes espeluznantes revueltas a través de su cerebro,
estrellándose detrás de sus ojos. Su cabello se erizó y las llamas corrían por su
piel. Las chispan chisporroteaban de él, agujeros quemados en su camisa, sus
botas quemadas. Estiró los brazos, pensando qué debía parecerse a los hombres
de paja en llamas, que el Clan alzaba en sus cosechas. ¿Y si prende la posada
con el fuego? Está hecha de madera después de todo.

Presa del pánico empujo sus pies y se tambaleo ciegamente hacia la puerta, al
aire fresco de la noche.

Han escucho los gritos de Elena. ―Fire Dancer, perseguirlo, ayúdalo.

Han se sintió incandescente, iluminado y más ligero de lo que se había sentido


nunca. Era como la llama de una lámpara, que amenazaba con disolverse en
cualquier momento. Extendió sus manos, que brillaban en la oscuridad, el
hueso brillaba a través de la carne.

Entonces Dancer se apoderó de las manos de Han, el poder fluía entre ellos y de
alguna manera lo estabilizó.

―La‖ sangre‖ y‖ los‖ huesos ―dijo Dancer―. No puedes perder tu dirección así.
Soluciónalo tú mismo, o incendiaras todo el campamento. ―Le dio algo duro y
frio en sus manos―. Aquí. Prueba esto. Suéltalo lentamente y llévalo hasta
arriba.

Le dio su amuleto, el que le había sido dado en la ceremonia de su


nombramiento, del Clan, Dancer rodeado por llamas.
Han respiró hondo y dejó escapar el aire, se concentró en el amuleto. La magia
parecía fluir a través del grabado, hasta sus manos, y los arroyos de fuego
debajo de su piel murieron en un hilo. En cuestión de minutos se sintió agotado
y menos fogoso.

―Gracias ―susurro Han. Devolviendo el amuleto a Dancer.

―He aprendido algunas cosas por ensayos y errores ―dijo Dancer―. Puedes
guardar la magia en estas cosas, y utilizarla más adelante.

―¿Qué‖causaría el problema? ―Pregunto Han―. ¿Mi magia, tu amuleto?

Dancer se encogió de hombros. ―No tengo idea. He estado trabajando más de


un año para controlarlo, pero no he tenido ningún entrenamiento real.
―Dancer arqueo su boca en una sonrisa, la primera que Han había visto desde
el día de su ceremonia―. Pienso que los ancianos tienen razón, tú eres un
hombre más fuerte que yo. O ya sea eso, o lo has estado acumulando desde que
eras un bebe.

Han estaba contento, de modo egoísta, Dancer le compartió su difícil situación,


contento porque tenía a alguien para viajar al Fuerte Oden, contento de que no
tenía que resolver esto por su cuenta.

―Tendrás la necesidad de hablar con Elena acerca del amuleto ―dijo Dancer―.
Ella va hacer algo especial para ti.

¿Qué iba hacer ella para él? Han se había preguntado. ¿Habría alguna opción
en los materiales? Extendió sus manos, miró con fascinación cómo las pequeñas
llamas parpadeaban en su piel.

Entonces un sonido pequeño, una inspiración lo hizo mirar hacia arriba, en las
sombras, bajo los árboles. Bird permanecía de pie allí, congelada, con una
mirada de horror en su rostro. Y detrás de ella, Reid Demonai, su hermoso
rostro duro y cauteloso, como si hubiera descubierto una víbora en la pila de
leña y estaba tratando de decidirse como matarla.

Y entonces Han recordó: Le había dicho a Bird que lo esperará que iría hasta el
río después de la reunión. Ella debía haberlo visto derramar llamas, debía haber
escuchado el intercambio entre él y Dancer.

―¡Bird! ―Gritó‖Han, mientras ella se alejaba,‖dio‖un‖paso‖hacia‖ella―.‖¡Espera!


Pero bird desapareció en el silencio de los árboles. Reid se lo quedó mirando un
momento más y luego la siguió.

Más tarde esa noche, Han yacía sobre su banco de dormir en la posada de la
Matriarca, incapaz de dormir. Elena le había dado un pequeño amuleto, tallado
en tejón, hasta que ella le pudiera hacer uno propio. Descansaba en su pecho,
debajo de su camisa, pero Han le prestaba poca atención.

Era muy consciente del amuleto del Rey Demonio, que se encendía debajo de él.
Era como si alguien hubiera puesto una hoguera debajo de su cama, y quemará
su piel, sin importar en que posición estubiera. Por último deslizó la mano por
debajo de la joyería y cerró la pieza de Mal de Ojo. La magia brotó de él y del
grabado, soltó una bendición. ¿Era esta la forma en que iba a ser? ¿Era que iba
a penetrar constantemente en la magia, tenía que encontrar un lugar adonde
ponerlo?

Imágenes desconocidas rodaban por su mente: llamas iluminado un campo de


batalla, el choque de los soldados, la acumulación de sangre en el piso. Una
hermosa mujer con sus manos extendidas llorando, llamando a Alger< Y el
dolor, el enceguecedor dolor.

Han liberó su agarre sobre el amuleto, y se paró. Esa era clase de sueños que
podía tener.

Willo estaba afuera, sin duda planificando su futuro con Averill y Elena. Dancer
estaba dormido, Han podía escuchar su respiración constante del otro lado de
la posada.

Cuando oyó a alguien afuera de la posada, pensó en un primer momento hacer


que Willo volviera. Pero el intruso se movió sigilosamente, paso a paso, en el
momento que vio una silueta en la puerta, Han tenía su cuchillo en la mano y la
esperanza en su corazón.

―¿Bird? ―pregunto. Tal vez ella haya vuelto. Tal vez podrían hablar del
asunto. Tal vez…

―¿Eres tú muchacho? ―Una voz apagada volvió. Era lucius.

―Soy‖yo ―dijo Han. Dejándose caer hacia atrás y guardando su cuchillo bajo la
almohada.
―Pensé que era posible que aún estuvieras despierto. ―Dijo Lucius
arrastrando los pies, empujando hasta encontrarse con el banco de dormir. Se
sentó en el borde del mismo junto a Han.

―¿Qué quieres? ―Murmuro Han―. Es tarde.

―Supongo que tienes mucho que pensar.

―Supongo que sí.

Hubo una larga pausa. Entonces lucius susurro. ―Tú eres poderoso muchacho,
puedo sentirlo. Me recuerdas a Alger. ―Extendió su mano cautelosamente,
como si podría quemarse, y tocó el brazo de Han.

―Yo no soy Alger ―dijo Han, torciéndose lejos de la mano de Lucius. Había
pensado que Lucius era su amigo. Pero todo el mundo a su alrededor, incluido
lucius habían ocultado la verdad.

―¿Aún tienes el amuleto que le quitaste al niño Bayar? ―Pregunto Lucius. El


anciano trato de parecer informal, pero sacudía sus manos en su regazo, como
cuando estaba molesto―. Tú no te perderás en el fuego, ¿verdad?

―Todavía lo tengo. ―Respondió Han―. ¿Qué pasa con ello?

―Tienes que aprender a usarlo, es todo.

―Debo lanzarlo dentro de una olla de barro ―dijo Han―. He tenido más que
problemas desde que tomé el asunto.

―Problemas son los que van a venir, independientemente sin tener en cuenta
tu manera ―dijo Lucius ―. Puede ser que tengan también un poder de fuego,
para hacerle frente.

―Elena‖me‖va‖hacer‖un‖amuleto ―dijo Han―. ¿Qué hay de malo en eso?

―Elena quiere controlarte, como todo el mundo. Con cualquier amuleto que te
dé, te va poner una correa. El amuleto que tomes es tuyo por derecho.

―Así es. Y tal vez me convierta en Demonio al igual que hizo Alger Waterlow.
Me desilusionas. ―Han hostigo a Lucius a propósito. No sabía porque.

Lucius escupió en suelo en respuesta.


―¿Qué, eres su perro en esta lucha, de cualquier manera? ―Demando Han―.
Puede que no me guste el señor Demonai es un trato, pero al menos lo
entiendo. ¿Qué hay en esto para ti?

―Alder‖Waterlow‖era mi amigo ―dijo Lucius―. Tú eres su sangre. Los Clanes


no le dirán a nadie quién eres en realidad. Mantén la boca cerrada también, por
ahora. No quiero ver que te traicionen y asesinen, como le pasó a él.

Con eso el anciano se levantó y salió arrastrando los pies.

Una semana más tarde, Raisa ana´Mariana, Princesa heredera, salió del
Campamento Demonai, en su yegua nueva. Cambiando su nombre para que le
coincidiera con la edad. Raisa llevaba los colores monótonos de marrón y el
verde de la Guardia de la Reina. Su cabello estaba recogido en una sobria
trenza. Con Amon Byrne en su caballo, la bufanda de oficial anudada al cuello y
los otros cadetes de cuarto año, que se hacían llamar Los Lobos Grises. En total
eran un triple de nueves. Más uno.

Los Wolfpack estaban sobre ella como lo más importante para las abejas, las
manos sobre sus armas, destellantes en la maleza, como si eso por si solo podría
evitar una emboscada. Ellos habían dicho que era la hija de un Duque de
Fellsian, que viajaba bajo su protección. Tomaban su papel muy en serio. Raisa
esperaba que desapareciera antes de llegar a las llanuras.

El palacio estaba en un alboroto tranquilo, como si eso fuera posible. Otra vez
las noticias de la desaparición de Raisa se mantenían ocultas, esta vez por la
Reina, su gabinete y su guardia. Presumidamente, la Reina Marianna estaba
reacia al anunciar que había tratado de casar a una Princesa heredera con un
mago, y que la Princesa lo había dejado plantado en el altar.

La Guardia salió con fuerza, a buscar por la cuidad y los campos cualquier
rastro de la Princesa rebelde. Reunida con su pequeño gabinete, La Reina
Marianna expresó preocupación por sí los mismos bandidos que atacaron a
Averill y Edon byrne habrían hecho desaparecer a su hija. Por informes de
averill la Reina estaba angustia y Mellony inconsolable. Raisa estaba pinchada
por la culpa, pero la idea de que ya podía estar casada con Micah Bayar la
desanimaba considerablemente. Le complacía saber que Gavan Bayar, estaba
buscando alguien para incinerar, pero no tenía el objetivo correcto.
El otoño llegó temprano. Una ola en el aire decía que el invierno no estaba lejos.
Las hojas de los alamos se estremecían por la briza del norte, brillaban de
dorado, levantando el ánimo. Desde su llegada a la Corte, se sentía como una
oveja en la manga, impulsada sin descanso a lo largo de una trayectoria que
nunca le había interesado.

Ahora que ella había dejado Fells por primera vez, descendiendo en las llanuras
extrañas, más allá de las fronteras. Era consciente de la gravedad de la
situación, sabía que había tomado un riesgo, sin embargo no podía dejar de
mirar hacia delante para escapar de su vida de cortesana. Ella podría aprender
más En la Orden Ford lo que alguna vez aprendió en el refugio de su hogar. Se
aventuraría con Amon de nuevo, sólo que era un nuevo Amon, más interesante
que el anterior, representando riegos de tipos diferentes.

Cualquier cosa puede pasar, pensó para su agrado.

Amon había estado extrañamente formal y distante durante su estancia en el


Campamento Demonai. Había pasado un tiempo interminable en las reuniones
con Averill y Elena. Cuando no estaba en reuniones, él perfeccionaba su
esgrima, ya que esas armas no eran utilizadas en tierras altas. Retiraba los
hombros y la presión en su cintura para mejorar la postura; deslizaba las armas
a su alrededor para mejorar su swing, pero podría haber estado atendiendo a
un caballo en la doma.

Algunos días parecía muy severo, como restríngido, como controlado por su
padre.

Raisa sudaba a través de los agotadores partidos de práctica con los Wolfpack,
mientras que Amon le ladraba ―lléva la punta hacia arriba, llévala hacia arriba.
¡No lo dejes entrar! ¡Muévete! ¡Mueve los pies! ―Ella no podía evitarlo, todo
mundo era más alto que ella. Trabajaba hasta que no podía levantar más los
brazos, luego caía agotada en la cama.

El agotamiento no era la única excusa para el romance. Casi le parecía que


Amon evitaba estar a solas con ella. Sin embargo Raisa era una persona
naturalmente esperanzada. No había habido más besos, pero no significaba que
no habría en un futuro.

Como llamado por sus pensamientos, Amon acercó su caballo al lado de ella, la
briza alborotaba su cabello oscuro. ―Quiero decirte que si mantenemos este
ritmo haremos buen tiempo en nuestro camino al Campamento North Branch.
Vamos almorzar al mediodía en nuestras sillas de montar. No quiero llamar la
atención llegando a mitad de la noche.

―Sí, señor ―dijo Raisa, tratando de acostumbrarse a dirigirse a él como el


Oficial Comandante. Por su parte, Amon parecía sentir un placer perverso de
poder mandar a su alrededor.

Westgate, sería la primera prueba de su disfraz. Estarían buscándola en los


bordes de los pantanos. La idea era emocionante y aterradora al mismo tiempo.

Inclinándose sobre el cuello de su caballo, con sus rodillas lo hizo cambiar a un


galope.

Casi al mismo tiempo, cientos de millas al este, Han Alister y Dancer salían del
Campamento Marisa en los caballos de montaña que el Clan les había elegido.
Se fueron sin previo aviso casi furtivamente, en un momento solo conocido por
los controladores de Han. Podrían ir hacia el este hasta los pantanos Shivering,
al sur a través de Tamron, pero eso los llevaría más allá del Campamento
Demonai y los soldados desaprobaban enérgicamente su misión.

Así qué había decidido dirigirse al sur, prefiriendo arriesgarse a los bandidos
vagabundos y la guerra de Arden que con los soldados de Demonai en su
propia tierra. Eso era lo prudente.

Sin embargo, Han sintió un dolor apagado de arrepentimiento, por la pesada


carga de palabras no dichas. Bird se había ido al Campamento Demonai la
noche de la reunión. No sabía cuándo volvería a verla de nuevo.

El Clan había sido generoso dándole a su nuevo campeón, el caballo era un


regalo, al igual que la montura, los accesorios y la daga del Clan, su espada y su
arco largo. Han llevaba una capa nueva para la lluvia, y el dinero titilaba en la
bolsa de su cintura.

Dancer iba igualmente bien vestido. Él estaba de buen humor, poco frecuente
riendo y bromeando, inventando nuevos nombres para Han que reflejaban su
estado. Nombres como Cazador del Mago, Mago Bane, Señor Hanson maldito
engendro, Salvador del Clan.
Dancer por su parte parecía contento de estar dejando el Campamento Marisa y
sus murmullos atrás. Tal vez lejos de un terreno familiar, fuera más fácil fingir
que nada había cambiado

El amuleto de Elena colgaba en una cadena de plata en el cuello de Han, un


Cazador con arco tallado en piedra de jade y jasper. En un lugar destacado para
que todos lo vieran. Pero debajo de su túnica el amuleto de ojos rubí,
chisporroteaba contra su piel, constantemente tomando la magia y guardando
la distancia.

El dolor de su perdida era una hoja en su corazón, pero lo tenía tan apagado
por el tiempo y el uso que apenas se dio cuenta. Su culpa era otra cosa pero
aprendería a vivir con eso también.

Atrás de él esta Fellsmarch< una ciudad que lo había masticado y escupido


como un hueso de melocotón. También fue dejando atrás las tierras altas, donde
había pasado los veranos de su infancia, y la traición del Clan que había
guardado el secreto de su nacimiento.

Adelante estaban las Llanuras del sur extrañas, la Orden Ford, y los profesores
que tenían la llave del poder que estuvo dormido en él durante tanto tiempo.

Una de las cosas que sabía: era que estaba cansado de ser impotente, incapaz de
defenderse por sí mismo y todo lo que le importaba conocer era sobre los
magos y la sangre azul que gobernaban los Valles. Ese era su programa, por
ahora coincidía con el del Clan.

Por primera vez en mucho tiempo, tenía una meta, un camino a seguir y un
foco donde concentrar su energía.

―Vamos dancer ―dijo sintiéndose optimista por primera vez en varios días―.
Vamos a ver si estos caballos pueden llegar al campamento Wayfarer esta
noche.

FIN
La Reina Exiliada
Obsesionado con la muerte de su madre y de su
hermana, Han Alister viaja hacia el sur para
comenzar a recibir educación
en Casa Mystwerk, en el
Fuerte Oden. Pero los Bayar,
la poderosa familia de magos,
lo acechan intentando
recuperar el amuleto que les
robó. Por otra parte, la
princesa Raisa ana’Marianna
escapa de un matrimonio
forzoso acompañada por su
amigo Amon. El lugar más
seguro para ella es Casa
Wien, la academia militar en el Fuerte Oden. Pero
cuando Han y Raisa se cruzan, sus vidas se trastornan
por completo.
Cinda Williams Chima
Escritora americana, Cinda Williams Chima logró un
gran éxito editorial gracias a sus novelas de fantasía
del Guerrero Heredero (2006),
ganando premios como el Voya
de 2006 y siendo recomendada
en numerosas listas publicadas
por medios culturales, como
el Lone Star Reading List.
Actualmente, tras publicar
varias secuelas de su primera
novela, Cinda Williams Chima da
charlas a jóvenes escritores y lectores en escuelas
de Estados Unidos.
Traducido, Corregido,
Recopilado y Diseñado en:

Purple Rose
http://purplerose1.activoforo.com/forum

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