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La Ofrenda Todos sabamos que era necesario, era imperativo hacerlo. Por un instante mi corazn se detuvo.

En este punto el bosque se hace menos denso, hay claros amplios y despejados, escenarios ideales para la emboscada. Camin sigiloso atravesando los arroyos, siguiendo el sinuoso recorrido. Los rboles se agitaban con el ulular del viento, a lo lejos el tair de un campanario me hizo recordar los apacibles das en el monasterio, llenos de tranquilidad. En aquel entonces la bsqueda no era una obsesin. Eran dos, una madre con su cra. Fue rpido; primero la red, despus el sonido del acero cortando el aire y luego la piel, el borboteo granate y la mirada helada. Todos sabamos que era necesario, era imperativo hacerlo.

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