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Conflictos de leyes

Generalidades: en el primer capítulo de esta obra, al tratar de precisar


el objeto del derecho internacional privado, establecimos que materia
esencial de esa disciplina es la cuestión vinculada con los conductos de
leyes. Estos últimos nacen de la diferencias entre las legislaciones. Es
preciso determinar qué norma jurídica tiene vigencia cuando formas
jurídicas de más de un Estado pretenden regir una relación concreta,
partiendo del supuesto de que dicha relación está vinculada con las formas
jurídicas de los respectivos Estados.

Si partimos de la idea que los elementos esenciales de toda relación


jurídica son las personas, las cosas y los hechos o actos jurídicos,
notaremos enseguida que un caso puede estar conectado a diversos Estados.
Las razones varían:

a) Porque las personas son de determinada nacionalidad o tiene fijado


su domicilio o su residencia en determinado país.
b) Porque la casa está situada en determinado lugar, materialmente si se

trata de bienes inmuebles, o “jurídicamente” el lugar de registro si se


trata de la propiedad industrial o intelectual, por ejemplo
c) Porque un hecho se produce en cierto lugar como es el caso de un

accidente o la muerte de una persona o un ato tiene su fuente de


inspiración en la voluntad o producirá sus efectos en determinado
país, tal es el caso de los contratos.

Esa variedad de elementos, la nacionalidad, el domicilio, la


residencia, el lugar, la voluntad, la sede del tribunal juzgador, etc., se
encuentran combinados bajo distintas modalidades en la relación jurídica y
son los que determinan los vínculos que ésta última puede tener con los
diversos ordenamientos jurídicos.

Los elementos o puntos de conexión se refieren a situaciones reales


integrantes de la relación que origina la relación jurídica con elementos
extranjeros. La forma de operar de esos elementos es así: la técnica
jurídica construye con ellos, según la conveniencia de cada Estado ciertas
categorías fundamentales o conceptos jurídicos específicos que determinan
en forma genética la Ley o derecho aplicable a la situación contemplada en
un tipo lega sustantivo.

Como precisamos también en el primer capítulo de esta obra, la


mayoría de las normas de Derecho Internacional Privado son formales a
diferencia de las normas materiales. Las primeras se limitan a señalar la
norma jurídica competente o aplicable para regir una situación específica.
Las segundas resuelven concretamente la situación dada.

A las normas formales se les conoce también bajo la denominación de


normas conflictuales, reglas de “rettachement”, normas de conflictos,
normas de elección normas de conexión, etc.,

La norma de conflicto, pues es la norma indicadora de la disposición


competente o aplicable ante un conflicto de leyes y la norma material es la
que establece la conducta a seguir en la situación concreta.

El profesor peruano García Calderón, en su obra Derecho


Internacional Privado, al referirse a las normas para la solución de los
conflictos de leyes , nos dice “Las normas para la solución de los conflictos
de leyes se limitan a vincular una relación jurídica cualquiera o una de los
aspectos de dicha relación, a determinado sistema jurídico.

De ahí que entre los elementos que componen la norma deba


aparecer siempre la referencia a una institución o categoría jurídica
específicamente señalada, como pueden serlo, por ejemplo, el estado y la
capacidad de las personas, la herencia, la forma de los actos o las
obligaciones convencionales, y la indicación del elemento de conexión que
servirá para conectar esa institución o categoría jurídica con un
determinado ordenamiento jurídico, como pueden serlo, por ejemplo, la ley
del lugar de ejecución del acto, la de celebración del contrato, la ley del
domicilio o de la nacionalidad.

Doctrinas en Materia de conflictos de leyes

Antes de pasar a realizar en su evolución las diversas doctrinas


orientadas a resolver los conflictos de leyes, consideramos útil esclarecer el
significado de ciertas expresiones que están en la base de estas doctrinas.
Nos referimos a territorialidad y extraterritorialidad de las leyes, y a
personalidad y realidad de las leyes

En efecto, es preciso distinguir entre territorialidad y


extraterritorialidad de las leyes, pues estas últimas son o de un carácter o
del otro. La ley es territorial cuando la relación jurídica en todos sus
aspectos esta sometida al imperio de la leyes territoriales, local o nacional.

La territorialidad de la ley implica que el juez no podría aplicar más


que su ley nacional.
En cambio, la ley es extraterritorial, cuando la validez o la ubicación
de la ley nacional se extiende a otros ordenamientos jurídicos. La
extraterritorialidad de la ley a su vez implica que el juez nacional puede
aplicar la ley extranjera.

“cuando decimos que una ley es territorial, escribe Niboyet,


queremos expresar que dicha ley rige todos los hechos realizados en un
determinado territorio o que interesan al mismo. Tal es el caso de la ley
penal, que se aplica a todas las infracciones cometidas en el país donde se
promulga, o de la ley referente a los bienes inmuebles, la cual rige todos
ellos, cualesquiera que sean sus propietarios. Cuando la ley es territorial, el
juez no puede nunca aplicar ninguna otra: e inversamente, el juez para los
hechos acaecidos en el extranjero, aplica en estos casos la ley territorial
extranjera”.

“por el contrario, la ley es extraterritorial cuando el juez puede


aplicar una ley distinta de la suya a hechos acaecidos en su territorio o que
presentan algún interés para el mismo. Cuando, por ejemplo, un extranjero
contrae matrimonio en España, las condiciones de fondo que dan validez a
este matrimonio está sometida a ley de dicho extranjero.

En este caso, el juez aplicará, por lo tanto, una ley extranjera a


hechos acaecidos en su país. La ley es extraterritorial, no solamente por la
razón de que dicha ley no es la del país del juez que la aplica, sino, además,
por el motivo de aplicarse a hechos a los cuales el juez, aplicaría su propia
ley si ésta fuese territorial”
Vinculadas con la cuestión de determinar qué leyes tienen alcance
extraterritorial y cuáles no, están las expresiones. “personalidad y realidad
de las leyes”

Según los eminentes juristas, el maestro cubano Sánchez de


Bustamante, y el profesor francés André Weiss, las leyes se clasifican en
personales y territoriales, porque en el Estado existen dos elementos para
los cuales legisla, la población y el territorio.

“La ley, dice A. Weiss, tiene dos soberanías diversas, una soberanía
territorial a los derechos de las personas. Una que gobierna el suelo y otra
a las personas”

Cuando usamos la expresión personalidad de la ley nos estamos


refiriendo a los derechos de las personas. La conexión que esta expresión
tiene con el sentido de la extraterritorialidad de las leyes es que esta
categoría de leyes sigue a las personas dondequiera que se encuentren, de
allí que las mismas sean consideradas como sinónimo de
extraterritorialidad.

En cambio, la inserción de la expresión “realidad” de las leyes


se hace para distinguir las leyes concernientes a las cosas, a saber, a los
bienes. En ese sentido las leyes sobre la propiedad, por ejemplo, se
enmarcan en las leyes reales. El nexo de las leyes reales con la
territorialidad se explica al considerar que las cosas han estado sometidas a
la ley de la situación, es decir, a la ley territorial. Las leyes reales son, pues,
territoriales.
Como observamos, la doctrina suele identificar las expresiones
personalidad de las leyes con extraterritorialidad, y las leyes reales con la
territorialidad, si bien las leyes personales tienen carácter de
extraterritorialidad, no menos cierto es que la extraterritorialidad de las
leyes no se limita a las leyes personales. En ese mismo contexto cabe decir
que las leyes reales, es decir, las leyes referentes a las cosas, ciertamente
son territoriales, mas la territorialidad no se limita a las leyes reales.

Niboyet llama la atención sobre el razonamiento que identifica los


términos personalidad y extraterritorialidad, y realidad de las leyes son
territorialidad. “No se tiene en cuenta, sin embargo, señala Niboyet, que no
es preciso que un estatuto sea personal para producir efectos en el
extranjero, ni, a la inversa, que un estatuto sea real para aplicarse a todos
los que habitan en el territorio.

Queda, pues, establecido, que debemos llamar personal al estatuto


que tiene por objeto la persona, y real al que tiene por objeto las cosas”

EL PAPEL DE LOS PUNTOS DE CONEXIÓN EN LOS


CONCLICTOS DE LEYES

Los puntos de conexión son aquellos que señalan el centro de gravedad


donde se encuentra ubicado el derecho aplicable a una relación jurídica
determinada. Es el centro a descubrir para solucionar los casos Jus
Privatistas.
Así, cuando hablamos de un contrato con elementos extranjeros,
podemos localizar el centro de gravedad a través del punto de conexión que
es o el de la celebración del referido contrato o el de la ejecución de éste: o
sea, el derecho aplicable al contrato es el derecho donde se va a ejecutar o
el de la celebración.

Inmediatamente percibimos el punto de conexión sabemos cuál es el


derecho extranjero aplicable a la relación jurídica en cuestión.
Eso quiere decir que, cuando usamos, por ejemplo, la nacionalidad
como punto de conexión para determinar la capacidad de la persona,
tenemos que ir al derecho nacional de esa persona para que nos diga
cuándo ella es capaz.

Hay puntos de conexión que se refieren a los objetos. Curando


decimos que la ley que se le aplica, por ejemplo, a los inmuebles es la de su
situación, nos estamos refiriendo a una conexión que esta determinada por
la ubicaci6n, de ese objeto.

Y como ya vimos, existen puntos de conexión vinculados a sucesos:


como aquél que establece el lugar de celebración de de ejecución de las
obligaciones contractuales.

Es evidente que la ubicación de los puntos de conexión para localizar


el centro de gravedad que regula una relación jurídica determinada, juega
un papel cardinal en la solución de los casos Jus Privatistas Internacionales.

“desde el punto de vista del carácter de la conexión, los puntos de


conexión pueden ser no acumulativos y acumulativos.
Los puntos de conexión no acumulativos pueden ser simples o
condicionales. El punto de conexión simple consiste en que se aplica desde
el principio una sola ley a determinado aspecto. Por ejemplo, a derechos
reales sobre muebles con situación permanente el derecho de su situación.
El punto de conexión condicional puede ser subsidiario o alternativo. El
subsidiario consiste en que la norma indirecta empela un solo punto de
contacto: pero acude a un segundo o ulterior, en caso de ue el primer punto
de conexión fracasase: por ejemplo, se declara aplicable el Derecho del
domicilio y, no existiendo, domicilio, el de la residencia, o se declara
aplicable el derecho elegido por las partes (autonomía de las partes) o, no
habiendo elegido las partes ningún derecho, el derecho de lugar del
cumplimiento del contrato. El punto de conexión alternativo consiste en
que la norma indirecta ofrece varios puntos de contactos, entre los cuales la
elección debe llevarse a cabo, o según la libre voluntad de las partes ol en
virtud de un hecho determinado cualquiera, por regla general a favor de
aquel derecho que más beneficiosos sea en un cierto aspecto, por ejemplo,
el derecho más favorable a la validez formal de un contrato celebrado entre
ausentes.

Los puntos de conexión, acumulativos pueden ser iguales o


desiguales. Los iguales consisten en que la misma cuestión es sometida a
diferentes derechos que la resuelven cada uno con independencia del otro:
sólo el acuerdo entre todos los derechos aplicables permite llegar a una
solución positiva. Así, por ejemplo, resulta la adopción sólo válida, si lo es
tanto según el derecho domiciliario del adoptante como del adoptado.
También la validez intrínseca de un trato hecho entre ausentes y sin lugar
determinado de cumplimiento, se rige por las leyes concordantes de los
domicilio de las partes. El legislador quiere evitar contratos claudicantes.

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