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Pasión e interés

Una tarde opacada por el desespero y el poco conocimiento, me


dirijo hacia la que sería mi próxima clase. Toda una mañana para
dedicarlo a mi ocio personal, mi momento de ‘’miquear’’; como
usualmente se dice al hecho de ser un vago. No encontraba otra situación
en la cual integrar mis neuronas. No encontraba un hueco apartado de la
realidad para poder centrar mi concentración.

Al fin, llega el momento de levantar mi mente dormida y


entregarme a las paredes de Carlos E. Chardón, edificio destinado a
enseñar diversas materias socio humanísticas. Subo las escaleras,
descanso un segundo y continúo hacia lo que sería Introducción a las
Culturas de Occidente. No podía sentirme más alegre y desesperado.
Ansiaba tomar mi primer curso de Humanidades. Estaba alegre y feliz por
lo que me estaba sucediendo, me sentía lleno.

Pero bien, no escribo esto para describir mis ansias. Mucho menos,
mi alegría por tomar el
curso, sino que me
inspiro una vez más para
dejar saber cuán
exquisita es la sensación
de entregarse a una
edificación en donde la
pasión por desarrollar
un mundo más bello se
hace evidente. No tan sólo con el pasar de los profesores y su manera de
mirar a su alrededor, sino porque había y sentía una especie de vibra que
me hacía sentir cómodo en un lugar, que extrañamente, me hacía pensar
que estaba plenamente balanceado. Un lugar que estará lleno de
excelentes anécdotas que sin duda alguna, dejaré plasmadas en las
siguientes hojas en blanco que me proponga llenar.

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