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¿Qué?

Hace unos días atrás me encontraba dispuesto a almorzar en la cafetería de la


Universidad. Estaba hambriento y con muchas preocupaciones. Tenía examen de Gramática
Española. Mi tiempo estaba dividido entre pensar sobre el examen, y además, enfocarme en lo
que faltaba de mi semana. En eso, y haciendo la fila, me acerco a la próxima cajera. Ésta me
cobra, remuevo los veinte dólares de mi cartera y dirijo mi brazo a la entrega del mismo. Al
devolverme el sobrante, descubro que me cobró como si le hubiese pagado con un dólar de
diez. Me sentía incómodo y no podía creer cómo no se dio cuenta de la cantidad entregada. Le
digo: ‘’Oiga, ¿Por qué me da esta cantidad? Yo le pagué con uno de veinte’’. La cajera parecía
estar molesta y me desmintió y me contestó de mala manera. Entonces, hace referencia al
reclamo y me dice que debo esperar hasta las cuatro y media de la tarde para verificar la verdad
sobre mi alegación.

No podía creerlo. Me encontraba destrozado. Era la única cantidad disponible para mi


semana y aún así, me desmiente y hace entre ver al gerente que soy un aprovechado. Sin
embargo, y con todas las frustraciones mentales, consumo lo que compré y me alejo de la silla
hasta mi próxima parada. Pasé un día pésimo y extremadamente cargado con la situación
ocurrida. Y bien, cuando por fin termino mi examen de Gramática Española, me dirijo hacia la
cafetería para ver qué se había hecho con el cuadre que solicité que me informaran. Llegué a la
puerta y observo la impresión en el rostro del gerente. Al abrir la puerta, la pregunté sobre mi
dinero y me dijo que yo tenía razón. Mi dinero había aparecido. La alegría sobresalía por mis
poros y me engrandecí sobre la imagen errónea que tenían sobre mi persona .Le dejé claro que,
por más estudiantes que ellos atendieran, debían estar concentrados. Entendiendo que tal vez
esa sea la única cantidad monetaria con la que el estudiante cuenta para su semana. Además,
deben recapacitar y no desmentir las alegaciones que se hacen. Con toda humildad, entiendo el
desbarajuste y la falta de valores que sufre la juventud, pero, con todo respeto, yo no soy uno
más de la calle. Mi nombre es Wilfredo José y soy un joven hecho y derecho, con valores
morales bien inculcados. Gracias.

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