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XIX
Celebración anual en las que se conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén según los
evangelios de San Mateo y San Lucas.
Después de la Pascua de Resurrección es la fiesta más importante del año eclesiástico cris-
tiano. Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día.
De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por
influencia de san Juan Crisóstomo y san Gregorio de Nacianceno se proclamó el 25 de di-
ciembre como fecha de la Natividad de Jesús. De esta manera seguía la política de la igle-
sia primitiva de absorber en lugar de reprimir los ritos paganos existentes, que desde los
primeros tiempos habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera.
La fiesta pagana más estrechamente asociada con la nueva Navidad era el Saturnal roma-
no, del 17 al 23 de diciembre, en honor de Saturno, dios de la agricultura, que se celebra-
ba durante siete días de bulliciosas diversiones y banquetes. Al mismo tiempo, se celebra-
ba en el norte de Europa una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, en la que se
quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para con-
seguir que el sol brillara con más fuerza.
Una vez incorporados estos elementos, la Iglesia añadió posteriormente en la edad media
el nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En esta época, los banquetes eran el pun-
to culminante de las celebraciones. Todo esto tuvo un abrupto final en Gran Bretaña cuan-
do, en 1552, los puritanos prohibieron la Navidad. Aunque la Navidad volvió a Inglaterra en
1660 con Carlos II, los rituales desaparecieron hasta la época victoriana.
La Navidad, tal como la conocemos hoy, es una creación del siglo XIX. El árbol de navidad,
originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los villan-
cicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos (la costumbre de cantar villan-
cicos, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). Las tarjetas
de navidad no empezaron a utilizarse hasta la década de 1870, aunque la primera de ellas
se imprimió en Londres en 1846. La familiar imagen de Santa Claus, con el trineo, los re-
nos y las bolsas con juguetes, es una invención estadounidense de estos años, aunque la
leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en parte de san Nicolás y una jo-
vial figura medieval, el espíritu de navidad. En Rusia lleva tradicionalmente un cochinillo ro-
sa bajo el brazo.
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ROXANA GUADALUPE MENDOZA
12 de Diciembre.
30 de Diciembre.
Orlando (Germánico).
Hombre que viene del país glorioso. (Variación de Rolando).
Guadalupe (árabe).
La que viene del valle del lobo.
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ESCULTISMO
Nunca me había interesado conocer a fondo la obra del escultismo, su significado verdadero, a pesar de
la simpatía que me inspiraba. (Las madres solemos interesarnos con más intensidad en las cosas, a
través de las necesidades y de las buenas aficiones de nuestros hijos).
Muy preocupada me traía la educación de mis dos hijos varones. Quería formarlos hombres íntegros bajo
todos aspectos, moral y materialmente. Conseguir esto era mi obsesión; pero cuantas decepciones me lle-
ve con los colegios que debieran ser los principales ayudantes y colaboradores de las madres en la forma-
ción del carácter de los niños. Desgraciadamente, en los colegios se da más valor al cumplimiento de los
programas, que a la verdadera educación del muchacho, no siendo en la mayoría de las veces, toda la
culpa de los maestros sino de infinidad de motivos casi imposible de resolver en nuestros ambientes to-
davía muy estrechos. Pero a los maestros debiera tocar siquiera el estudio del carácter de cada niño; co-
nocer sus aptitudes, estimularlos, formar sus conciencias inculcándoles la verdad pura que es manantial
de todo bien, para enseñarles después las ciencias e indicarles el camino que deben seguir en la vida.
Cuando más preocupada estaba con la educación de mis dos hijos, me hablaron del escultismo, me expre-
saron ellos el deseo de hacerse “Scouts” y comprendí que allí estaba el bien de ellos. En seguida me puse
al habla con el capellán y jefe de la institución, leí todo lo que se refería a ella, vi sus reglamentos, asistí a
las promesas que hacen estos futuros paladines del bien y quedé satisfecha. Mis dos hijos ingresaron al
escultismo y día a día he venido observando los cambios maravillosos que se van operando en ellos, el
amor que le han tomado a la institución y a su capellán que tan bien los dirige.
Los Scouts aman la naturaleza; esto lo han aprendido con su contacto, pues con frecuencia suelen pasar
ocho y diez días en sus tiendas de campaña. Junto a los montes y frente a las llanuras, donde ellos se
hacen todo: cocinan, lavan, buscan leña, acarrean el agua, hacen guardia en las noches, se levantan con
el alba y oyen y ven las enseñanzas de su capellán que se cuida de formar sus almas y vigorizar sus cuer-
pos. Los scout temen mucho no ser veraces y es consolador oírlos, cuando se creen completamente solos,
hablar con entusiasmo lo que van a hacer, de las insignias que van a ganar y cómo insisten, por sobre to-
do, en que las cosas deben hacerse conforme ordenan los códigos del escultismo, con más razón si nadie
los ve, porque ellos no deben manchar su conciencia con la mentira ni el disimulo.
Oía yo una vez al más pequeño de mis hijos que estudiaba una fórmula para hacer un plato de cocina y
le decía a su hermanito:
-Mira si me la sé, porque no debo ver el libro al hacerlo. Si tuviera que mirar, perdería lo que hubiera
hecho.
Y éste era un plato que él hacía en casa, para un examen posterior en su grupo de scouts, y nadie habría
sabido si él había visto el libro.
Siendo como deben ser, leales y veraces son dignos de toda confianza. ¿Podremos encontrar algo
más tranquilizador para las madres, que tener fe en nuestros hijos?
Aquí en El Salvador he encontrado -y ha sido para mí un valiosísimo hallazgo-, la institución del es-
cultismo, dirigida por un sacerdote paulino que sabe hacerse niño con los niños, que a modo del Divi-
no Maestro deja que los niños vayan a él para enseñarles el camino de la verdadera felicidad, la que
consiste en tener sana el alma y sano el cuerpo, y saber cumplir con el deber.
El Salvador tiene en el escultismo una fuente de futuro bienestar, porque de allí saldrán hombres sa-
nos que odian los vicios, hombres trabajadores que engrandecerán su país, hombres de conciencia
pulcra y mente despejada que podrán colaborar en la dirección que necesita la patria para ser
próspera y feliz.
Bien sé que el día que deba salir de este caro país donde mis dos hijos varones han encontrado,
además de las enseñanzas de sus maestros, el corazón grande y abnegado del capellán del escultis-
mo, que ha hecho un rito del cumplimiento del deber y que tiene la mente clara para comprender el
alma del joven, guiarla, estimularla y enseñarle a amar el bien -el mejor tesoro sobre la tierra- sen-
tiré perder un gran bienestar espiritual. Ojalá las madres salvadoreñas tengan la suerte de contar
siempre para sus hijos con esta institución del escultismo, tal como está ahora, y un director que, co-
mo el Padre Juanito, les inculque profundamente el amor a lo bueno y a lo bello, y les haga sentir la
alegría de vivir.
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UN CUENTO INFANTIL
El negrito Epaminondas
(Guinea española)
Epaminondas es un negrito, hijo de una mujer negra tan pobre que, como no podía dar a
su hijo más que el nombre, le puso el más largo que encontró en el santoral.
La madrina es otra negra, algo menos pobre que la madre; quiere mucho al negrito y le di-
ce que vaya a visitarla con frecuencia para, con ese pretexto, hacerles algún regalillo.
Un buen día regala al negrito un riquísimo bizcocho, y le advierte:
-Llévalo bien sujeto para que no se te pierda.
-Bien, madrina –contesta muy contento Epaminondas.
Y tanto y tanto aprieta la mano durante el camino que, cuando va a entregar el regalo a su
madre, sólo lleva unas pocas migas.
-¿Qué me traes, Epaminondas?
-Un bizcocho, madre.
-¡Un bizcocho! ¡Válgale Dios! Pero, ¿qué manera tienes de llevar un bizcocho? ¿Quieres sa-
ber cómo se lleva? Lo envuelves muy bien en un papel de seda y después lo colocas en el
ala del sombrero; te lo pones, y, muy despacito y derecho, para que no se te caiga, vienes
tranquilamente a casa. ¿Has comprendido?
-Sí, madre.
A los pocos días vuelve a casa de su madrina, que ahora le regala un buen pedazo de man-
tequilla para el desayuno del día siguiente.
Epaminondas coge la mantequilla y la envuelve con mucho cuidado en un papel de seda y
la coloca sobre el ala del sombrerón de paja; se lo pone en la cabeza y echa a andar muy
despacio, y muy derecho, para su casa. Es un hermoso y caliente día del verano; el sol de-
rrite la mantequilla, que va cayendo en pringosos goterones por la cabeza y cuello del ne-
grito.
-¿Esto es un perrillo? ¿Y es así como lo tratas? Un perrillo se lleva con una cuerda atada
al cuello, y tirando de él con cuidadito para que el animal ande. ¿Has entendido?
-Sí, madre.
Y cuando vuelve a casa de la madrina, la buena mujer le regala un sabroso pan, recién
sacado del horno, crujiente y doradito.
Epaminondas le ata una cuerda, lo pone en el suelo y vuelve a casa tirando de él, como
le había dicho su madre que tenía que hacer con el perrito.
-¡Dios mío! –grita la madre-. ¿Qué me traes aquí, Epaminondas?
-Un pan que me ha regalado la madrina –contesta el niño orgulloso.
-¡Epaminondas, hijo, serás mi perdición! No volverás a casa de tu madrina ni te explicaré
ya nada. Seré yo la que vaya a todas partes.
Al día siguiente la madre del negrito se prepara para ir a casa de la madrina y antes ad-
vierte al hijo:
-Epaminondas, hijo, ya has visto que acabo de hacer una hornada de seis pasteles y los
he puesto sobre una tabla, delante de la puerta, para que se enfríen. Vigila que no se los
coma el gato, y, si tienes que salir, mira bien cómo pisas por encima de ellos con cuida-
do.
-Sí, madre.
La madre se va y el negrito mira cómo se enfrían los pasteles y, como quiere salir, “mira
bien exactamente cómo pisa encima de ellos” –uno, dos, tres, cuatro, cinco- y va po-
niendo los pies sobre cada pastel, convirtiéndoles en una confusa pasta.
La madre llega a poco... y nadie sabe todavía lo que allí pasó, pero el caso es que Epami-
nondas no podía sentarse al día siguiente.
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AÑO I, VOL. XIX
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BOTIQUINES
Una de las cosas indispensables en el equipo de todo Scout y por lo tanto de toda patrulla,
tropa, comunidad ó clan es indudablemente, el botiquín de primeros auxilios.
Es de tener en cuenta que existen diferentes tipo de botiquines los cuales veremos a conti-
nuación diferenciando unos de otros:
Botiquín de bolsillo.
Se trata de algún tipo de bolso o cartera donde se pueda portar lo siguiente:
-2 hisopos de algodón
-1 gasas estéril
-1 navaja de un solo filo
-1 “toallita húmeda” para limpiar las heridas o bien las manos
-1 analgésico (aspirinas, etc.)
-1 lupa pequeña
-pinzas para extraer astillas
-curitas ó venditas.
Es una pequeña mochila que se usa en el cincho ó faja, sin que ocupe mucho espacio, de-
be de ser lo suficientemente portátil como para poder portarse en la mochila cuando se va
de campamento ó excursión. Este debe contener el doble de todo lo de un botiquín de bol-
sillo, más el siguiente listado:
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BOTIQUIN DE PATRULLA, TROPA O CASERO.
La lista que se te proporciona a continuación es la de los elementos básicos con los que un
botiquín debe contar, ya sea de patrulla, tropa o el botiquín de tu casa, tales elementos los
puedes comprar en cualquier farmacia:
-Apósitos de gasa esterilizada ( de 10x10 cm.) envueltos por separado para limpiar heridas
y cubrirlas después.
-Rollo de tela adhesiva de cinco cm. De ancho, para fijarlos apósitos estériles sobre las
heridas y otros usos.
-Caja con diversos tipos de “curitas”, “venditas”
-Rollo de tela adhesiva de 2.5 cm. De ancho.
-Paquete de algodón.
-Antiséptico suave para heridas. (Merthiolate, mercurocromo, violeta de genciana).
-Tubo de vaselina.
-Loción de calamina, para quemaduras solares, picaduras de insectos, erupciones, etc.
-Esencia de mostaza o algún vomitivo (para provocar vómitos).
-Bicarbonato de sodio.
-Tabletas de halozona o líquidos que sirvan para purificar agua.
-Paquetes con diversas tabletas (analgésicos, laxantes, anti diarreicos).
-Par de tijeras, y un par de pinzas ó tenacillas.
-Paquete de agujas.
-Navaja afilada o paquete de hojas de afeitar de un solo filo.
-Colirio para los ojos.
-Caja de cerillos de madera.
-Linterna de bolsillo.
El botiquín puede ser una caja pequeña con tapa de bisagras de las que se utilizan pa-
ra herramientas. Hay que incluir un manual de primeros auxilios y etiquetar cada cosa
de manera clara indicando para que sirven.
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Papá Noel o Santa Claus, legendario portador de
regalos de Navidad, gordo y jovial, de barba blanca y
vestido con un traje rojo ribeteado de blanco, que
conduce por el aire un trineo de ocho renos transpor-
tando un saco lleno de juguetes. Papá Noel, también
llamado san Nicolás o Santa Claus, visita todos los
hogares la víspera de Navidad bajando por la chime-
nea para dejar sus regalos, según la leyenda, bajo el
árbol o en los calcetines de todos los niños buenos.
La imagen familiar de Santa Claus se introdujo en Es-
tados Unidos en el siglo XVII procedente de Holanda,
si bien tiene su origen en Alemania, a mediados del
XIX; sus raíces se encuentran en la antigua cultura
popular de Europa y su celebración se ha extendido
en todo el mundo, principalmente Estados Unidos y
la mayoría de los países de América Latina.
San Nicolás fue un obispo de Asia Menor del siglo IV, famoso por salvar marinos atrapa-
dos en la tormenta, defender a los niños y, sobre todo, por dar generosos regalos a los
pobres, según una antigua leyenda cristiana. A pesar de que muchas historias sobre él
carecen de fundamento (como la de su entrega de un saco de oro arrojándolo por una
chimenea), la fábula se extendió por toda Europa enfatizando su papel como tradicional
donante de regalos. El san Nicolás cristiano sustituyó o incorporó varios personajes pa-
ganos donantes de regalos, como la bondadosa bruja Befana y los ancianos y generosos
alemanes Berchta y Knecht Ruprecht. En Alemania se le llamó Sankt Nikolaus, y Sanct
Herr Nicholaas o Sinter Klaas en Holanda. En estos países se decía que cabalgaba por el
cielo en un caballo repartiendo regalos. Vestía como un obispo y a veces iba acompaña-
do por Black Peter, un elfo cuyo trabajo consistía en azotar a los niños malos.
Cada año en época de Navidad y en casi todo el mundo, la publicidad, las tarjetas de felici-
tación, la decoración y la aparición de Santa Claus en los grandes almacenes renuevan su
leyenda moderna. Los niños le escriben cartas y le dejan bebida y comida. Mucha gente le
considera la encarnación de un espíritu de entrega y afirma que el descubrimiento de la
realidad de Papá Noel por los niños marca el rito de iniciación al mundo adulto. Pero otros
argumentan que la historia de Papá Noel o Santa Claus entra en conflicto con el verdadero
significado de la Navidad y sólo promueve avaricia y consumismo. Para reconciliar su le-
yenda con el sentido religioso de la Navidad, los cristianos proponen que se tenga presente
que el personaje moderno no es más que resultado de leyendas sobre un santo cuya vida
simboliza el amor, el cariño y la generosidad.
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Tu revista huellas te invita a que envíes tus
cartas y/o comentarios, así como alguna reseña
o saludos, a nuestro correo electrónico:
rev_huellas@hotmail.com , para que las poda-
mos publicar en una de las siguientes ediciones,
si quieres puedes incluir fotos del recuerdo
sobre tu vida scout.
Recuerda que:
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Enseña al niño el camino en que
debe andar y aun cuando sea viejo no
se apartará de él.
Prov. 22,6
WWW.GRUPOSCOUT51.COM