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ANio XV Marzo - ApriL DE 1921 Nom, 57 FEDERACION UNIVERSITARIA VERBVM REVISTA DEL eS e CENTRO DE ESTUDIANTES DE FILOSOFIA Y LETRAS A =oGS # HOMENATE 4 a * CAPELLO DIRECCION Y ADMINISTRACION VIAMONTE 430 1921 f * CRNTRO DE ESTUDIANTES DE PILOSOFIA Y LETRAS ADHERIDO A LA FEDERACION UNIVERSITARIA COMISION DIRECTIVA Poviedo 1920 ~ 1921 Prestente Carles Bogliato View pretaante Ana Rencoren Seeretaio de Notas Joné Piero ho >» Actas Juan M. Cassini Tesorero Orestes Cenfaaniar Protesororo Olemntina Erase Peete ccesl§ Siete tHe re \ Hortenia Peyrane ¢ Maria J. Zavalia 1 Eneas Ravieini ano $ SIAL. Acosta LAN") juan Chanetes Dalus por ter, aio } Pawel Fordkin Dados po: { Antonio Searane Difector de « Verbum »: A. Crivelli Administrador; Angrés tmaz Director de la Biblioteca del Centra: Francisco Villaftor Bibliotecarivs: Maria €. Figueredo y Emilio del V. Carranza Ovieco Delegados a 1a I, U7. Carlos doglioto, José Piero, Juan Chaneles y Eneas Ravicini ttttereeeseesesesstceceeerscreeecceccetseetecterseres SUMARIO: ADVERTENCIA F. Capello: La creencia en Dios . siesta 6 La obra literaria... .. .. .. .. aoe 33 La belleza y el placer... 1... er 49 Pinus Mendociae Ragen, eee 66 Boileau eee & 70 Descartes y el criterio de la verdad Pee ‘ 9 Poctas griegos anteriores a Homero . st La filosofia de los sanos OE i us tot La sofistica moderna .. de ar: El amor a la verdad .. 0... 2h ao IN zMonismo o dualismo? .. . ss 120 La deduccién en filosofia 7 : 429 VERBVM REVISTA DEL CENTRO DZ BSTU- DIANTRS DE FILOSOFIAY LETRAS Ns tonite St. BS ~VERBVM REVISTA DEL CENTRO pz ESTUDIANTES vz FILOSOFIA y LETRAS DIRECCION Y ADMINISTRACION VIAMONTE 480 BUENOS AIRES ’ Dingcton: A. CRIVELLI Apxixietmapor: 8. 1MAZ Aso XV Manzo REVISTA DEL CENTRO DE ESTUDIANTES DE FILOSOFIA Y LETRAS HOMENAJE A F. CAPELLO Les ADVERTENCEA ‘ dl publicar en un mimero de VeRBuM estos origi- nalisimos trabajos del doctor Francisco Capello, en- tiéndese ofrecer a los alumnos de la Facultad, espe: cialmente, nueva * ocasién ‘de comprobar el mérito que @ tantos cuesta reconocer en el anciano maestro. a Puesto a enseiiar rudimentos de griego, Capello pierde casi para la especulacién filoséfica de que extraordinariamente capas: los escritos reunidos aaui, sin mayor eleccién, constituyen leve desahogo. Que nuestra admiracién y auestiro afecto atenten sit soledad. (2) Véase VERBUM, N° 27, p. 77, “La musica y el sentimiento on las poesfas de Safo"; N.° 28, p. 5, “Ad Antonium Porchictti (ele- sia latina); Nv 43-44, p. 13, y Nv 45, p. 31. “Teognis"; N.* 54, p. 169, “Prinetpios vitales de la onsefianza clasiea"; N° 53, p. 278, "1 ; ft LA CREENGA EN DIOS Querido amigo: iAh, conque Menéndez y Pelayo dice que los antiguos no tuvieron en cuenta lo que el sujeto pone en el conocimiento! Menéndez repite lo que todos afirmaban en su tiempo, y poco consideradamente. 1.0 que en el conocimiento no per- tenece al objetc no es conocimiento. Sdlo a Kant, profundo burldn, se le pudo antojar la idea que manifiesta en el pre- facio de la “Critica de la razon pura”. Hasta ahora, dice, et conocimiento se ha considerado como una adaptacién de la mente a las cosas, y por ello se did en callejones sin salida, en antinomias insolubles. Pues yo he pensado ser el Co- pérnico de la filosofia; invertir el punto de vista, y consi derar el conocimiento como una adaptacién de las cosas a la mente. Kant pesaba sus palabras como el oro; en apariencia se dirige a todos, pero en realidad habla a quien quiere enten- derlo, Seria, pues, ridiculo censurar su programa, como si él no viera la contradiccién que envuelve: Kant lo veia todo, y queria, precisamente, decir lo que se, le reprocha. Y si no, gcdmo suponer que pueda darse el conocimien- to de una cosa, si la mente no entiende mas que a si misma? Si la cosa se adapta, :c6mo se dard cuenta la mente? :No se necesitara otra mente para juzgar cuando aquella mente se adapta y cuindo no? El resultado es el mismo en aparien- cia: una adaptacién; mas el conocimiento no es un par de apatos, que se adaptan o porque estan hechos de medida, > porque el pie se les conforma. , vernuni 5 Ei conocimiento implica que fa mente sea determin cnteramente por la < y es conocimiento en cuanto ésti la determina. No se ve, como en el caso de los zapatos, por una parte, el calzado y, por otra, el pie; no se ve sino algu presente en la conciencia, y si no es la cosa, aunque sea por supuesto q ella conforme, no sera conocimiento. Kant llama fendémeno a lo que aparece en Ia concienci No niega que tras del fendmeno haya un noimeno, esto es, algo real; niega que el fendmeno sea la manifestacion de! notimeno, y sostiene que éste es un muro que esconde al fenédmeno. ‘Todo lo cual es muy claro como imagen; pero, aplicado al conocimiento, es su negacién, pues si el fend meno no es la expresion del uottmeno, — segtin ia conciencia lo atestigua, — iqué puede ser? —: una ficcién de la mente misma, un suefio a ojos abiertos. No hay mas comunicacién con las cosas que por su ma- nifestacién; mas si ésta es mentira, una creacién nuestra, la cosa quedaré separada de nosotros y nos hallaremos swmi- dos en una ilusién sin salida. La mente conoce el objeto. y éste en la mente no puede estar del mismo modo que Ja materia: esté mentalmente; su sostén no es la materia, sino la mente, y en ello estriba el conocer. En el espejo el objeto esta por su imagen, zy negaremos, pues, el espejo, © diremos que no es el objeto el que se refleja en el espejo? 2O no sera mas razonable decir que el objeto tiene dos mo dos de ser: uno material y otro mental? que el objeto de- termina la materia y determina la mente? on No conocemos la esencia intima del sujeto, es verdad, pero esto prueba que no es creacién nuestra, y nada mas No tenemos, acaso, conocimiento de objetos creados por nosotros? Tales son todos los teoremas matematicos, y de Estos conocemos antes la esencia que las propiedades que implican; pero comunicamos con ellos mediante los sen- tidos; se nos manifiestan; nos revelan calidades y propieda des, subrayando las esenciales. Remontarnos de su mani festacion a su esencia no es cosa facil, pero tal vez no sev imposible, a Oe 8 LA CREENCIA EN DIOS La escncia es ta ley de estructura de un objeto; la esencia del triéngulo son tres lineas unidas entre si por los puntos extremos, Pero un objeto de la naturaleza se nos presenta hecho ya, y una cosa es verlo, percibirlo, otra entender como esta hecho. Para descubrirlo estan las ciencias, que cada dia se acercan mis a su meta, pero aun estan muy lejos de alcanzarla Mas si se supone que fuera de nosotros no hay sino algo indeterminado, y que somos nosotros quienes lo determina- mos por medio de los sentidos, no habra sino mentira ¢ ilusién. Antes de todo, iremos entonces contra el testimo- nio de la conciencia y luego nos meteremos en un laberintn de contradicciones y absurdos sin fn, No sera sdlo ilusién el mundo exterior, sino nttestro mismo cuerpo, con sus sentidos, a los cuales achacamos el subjetivismo: creyendo interpretar Ja naturaleza, describi- vemos una pesadilla. ¥ todo esto no tendri mas tundamento que el capricho, Porque, repudiando el testimonio de la conciencia, repudia- da la evidencia, y considerando como una ilusidn a la nate raleza, equé nos queda, sino el capricho? Esta realidad que pretendemos substituir a la verdadera, :qué titulos puede presentar? - Ya en su tiempo Aristételes observaba que es imposible hallar razones para confutar o persuadir al que rehusa el festimonio de los sentidos. :Cémo persuadir a uno que hay sol, si no admite el testimonio de la vista? Los solistas y los escépticos antiguos negaban por in- experiencia; la negacién moderna es voluntaria, deliberada y no exagera Nietzsche diciendo que la filosoffa alemana es misosofia, es el odio del saber, es un esfuerzo para substraer- se a la raz6n, a la evidencia iAcusan al pragmatismo de subordinar la verdad a lo til! Ante todo, lo que pretende demostrar el pragmatismo, es que asi se hace. Ya desde hace dos siglos se anda dicien- ‘lo que cada edad debe formarse un sistema de filosofia de VERBUM 9 acuerdo con sus aspiraciones; negacién de Ia filosofia? Y qué significa esto sino la Miente quien dice que los escolasticos hicieron a la filo- sofia sierva de la teologia: los escolisticos tenian su fc y buscaban en Ia filosofia una ayuda para volverla racional. Como eran sinceros consigo mismos y no querian engafiar- se, lo primero que exigian a la filosofia era que fuese tal, de veras. 2Es posible imaginar que un verdadero creyente falsee la filosofia para apoyar en ella su fe? :Como puede ser sin- cera una fe que necesita de la mentira para sostenerse? Aristoteles era su fildsafo, — por lo menos para los maestros més ilustres, — y nunca fué estudiado con mayor empefio, discutide con sutileza mayor y mas profundamen- te penetrado. Donde no armoniza con el dogma, lo indican disculpéndolo, porque no tuvo la ayuda de la revelacion. Ni una sola opinién de Aristételes fué falseada para corroborar la fe con su autoridad. El “motor inmévil” de Aristételes no es ef de la Summa de Tomas de Aquino, pero si éste toma del primero la idea de moto: inmévil y la adapta al dogma, No por eso atribuye a Aristételes la adaptacién. Eran gentes sinceras, que no descaban engafiarse, ni enga- fiar; tenian como axioma que la verdad no puede contrade- cirse, que no puede haber contraste entre la fe y Ia razén, y que un dogma dejaria de ser tal si contradijera realmente a un principio de razén La de Kant es una filosofia fabricada enteramente en servicio del protestantismo, del _genuino — entendamonos, — que no admite intermediario entre Dios y la conciencia. Todo el esfuerzo de la Critica de la razén pura tiene por objeto demostrar que Ia existencia de Dios no puede Seer ce en SE tt i vernen 5st zaciones, transformaciones de las iuerzas, Ja forma, a peser de hallarse toda en Ue materia, sc torna independiente de ésta-y an- da y obra segiin fines que se propone a si misma y con medios que ella elige Mas si no consistiese toda en Ia mater sobre ella. Llamémosla “fuerza”. Para que no se origine en cl mumdo tna fuerza nueva (lo cual se considera generalmente im. posible) no hay sino un modo de imaginar la cosa, a saber: que la fuerza, por las compensaciones y transformaciones aludida venga a ser despojada de su tendenc concebible sin direceién; empero, debemos pensar que, grac ala forma u organizacidn, se verifique la existencia de un mo- i no podria actuar Un movimiento es in- vimiento no dirigido; si suponemos ahora que este mismo mo. vimiento sea jnteligente (pues el alma se identifies con éf) sera el movimiento mismo, no que se crea (pues ya esti dado), sino que se determina. Mas si el alma no se identifica con este mo- vimiento, de modo que mismo fije su direecién, entonces no podra dirigir ef movimiento, imponerle otra direccidn — diversa de la que tiene — sino creando un mucvo movimiento, mis po- deroso. He aqui como con la materia de entenderse esta icentiticacion del ana esta tealizacion en ella. En un punto pucden cruzarse infinitos movimientos diversos, que vuelven a separar. se, luego que salen del punto y se alejan. No es, por tanto, in- coneebible Ia coexistencia en un punto de mil impulsos distin tos. Pues algo asi como una reuinién de impulsos en un punto, hemos de imaginar sea en principio el alma, impulsos que co mienzan en seguida a separarse y desarrollarse hasta formar el hombre, el cual viene a ser como el espectro o anilisis de todos los impulsos contenidos cn aquel primitivo movimiento, Todo lo dicho no es sino un esfuerzo para representariios el fenémeno, y no una explicacién del mismo; pero ya es algo. Sin ninguna analogia, serian palabras carentes de sentido Tal es, pues, la concepeién aristotélica del alma, Aquellos impulsos, desenvolviéndose, dejan realizada una forma, perdu- rable y activa, que en no sé cuales compromisos de fas leyes na- turales encuentra modo de obrar libremente. LA BELLEZA Y EL PLACER Hemos salido de nuestro asunto, pero no importa. En cuan- to a mi opinién sobre el alma, la veremos algtin dia; por ahora intentemos resolver el problema de acuerdo con pareceres auto- rizados y aceptados. G.—La funcién, entonces, crea el organo. 'T. —Claro esta, y el criterio opuesto es puramente arbitra- rio, fundado en falsas analogias. Aristételes mismo lo previd, refutandolo al par, aunque con otra terminologia. En aquel im- pulso primitivo est el que ha de Ievar a ver y, por tanto, a la formacién del ojo. En conclusion, toda la forma « organiza- cin del hombre hecho encuéntrase virtualmente, como tenden- cia a ella, en el referido impulso inicial. Si viéramos porque te- nemos ojos, no se explicaria la forma del ojo, cuyo designio o, como dicen, idea poiética, debe de hallarse. pues, en la fuerza originaria. No se explicaria el reproducirse del ojo, sino no ex- plieéndolo y conformandose con vagas palabras, v. gr., “heren- cia”. Con ésta los que tienen interés en no ver (como succde también con aquella otra de “evolucién”) creen explicarlo to- do, porque antes se han cuidado de dar a las palabras en ctes- tién cuantos sentidos y explicaciones sean posible: Nadie hereda el ojo de sus padres, pero si la facultad 0 po- der de crearse el ojo, y el primer animal con ojos, antes que nimal hubo de ser célula y. tener, pues, los ojos en potencia, es- to es, tener sdlo, en aquel estado, la capacidad de credrselos. ‘Pero, al fin, la refutacién de tales disparates, nacidos del esfuer- 20 por substraerse a la evidencia, con fines acaso perversos, no entra en el plan de nuestra actual conversacion. La funcién, pues, crea el érgano y, wna vez creado, queda determinada; mas no se concibe determinacién sino en la fun- cién explicada ya en su organo: son una cosa misma, por aque- ila sonada unién de materia y forma. El 6rgano recibe deter~ minada forma para que cumpla determinada funcién, y nada si- no la forma, mantiene a la materia tal cual es. Resulta, por ende, que si no hay materia no existe detes- inacidn 0, en otros términos, que el proceso o curso de la fun- cién esta fijado por Ia forma del Srgano, pero esta iiltima de- yende de la materia. LA BELLEZA Y BL PLACER Hemos salido de nuestro asunto, pero no importa. En cuan- to a mi opinién sobre el alma, la veremos algtin dia; por ahora intentemos resolver el problema de acuerdo con pareceres auto- rizados y aceptados. G.—La funcién, entonces, crea el organo. 'T, — Claro esta, y el criterio opuesto es puramente arbitra rio, fundado en falsas analogias. Aristételes mismo lo previd, refutandolo al par, aunque con otra terminologia. En aquel im- pulso primitivo esté el que ha de Ilevar a ver y, por tanto, a la formacién del ojo. En conclusion, toda la forma w organiza- cién del hombre hecho encuéntrase virtualmente, como tenden- cia a ella, en el referido impulso inicial. Si viéramos porque te- nemos ojos, no se explicaria la forma del ojo, cuyo designio 0, como dicen, idea poiética, debe de hallarse. pues, en la fuerza originaria. No se explicaria el reproducirse del ojo, sino no ex- plicandolo y conformandose con vagas palabras, v. gr., “heren- cia”. Con ésta los que tienen interés en no ver (como stecde también con aquella otra de “evolucién”) creen explicarlo to- do, porque antes se han cuidado de dar a las palabras en ctes- tién cuantos sentidos y explicaciones sean posible: Nadie hereda el ojo de sus padres, pero si la facultad 0 po- der de crearse el ojo, y el primer animal con ojos, antes que nimal hubo de ser célula y. tener, pues, los ojos en potencia, es- to es, tener sdlo, en aquel estado, la capacidad de credrselos. ‘Pero, al fin, la refutacién de tales disparates, nacidos del esfuer- 20 por substraerse a la evidencia, con fines acaso perversos, no entra en el plan de nuestra actual conversacion. La funcién, pues, crea el érgano y, una vez creado, queda determinada; mas no se concibe determinacién sino en la fun- cién explicada ya en su organo: son una cosa misma, por aque- tla sonada unién de materia y forma. El érgano recibe deter~ minada forma para que cumpla determinada funcién, y nada si- no la forma, mantiene a la materia tal cual es. Resulta, por ende, que si no hay materia no existe detes- minacién 0, en otros términos, que el proceso o curso de la fun- cién esta fijado por Ia forma del Srgano, pero esta iiltima de- pende de la materia. VERBUM 53 La consecuiencia de lo expresado es que uo hay placer materia, que no puede darse placer sino en un érgano en fun cién. En la idea de espiritu puro, el espiritu segtin los antiguos ¢s todo forma, pero sin materia; es forma en potencia sola- mente, 0 sea, posibilidad de forma. Si se quiere, digamos toda- via (en vez de forma) “fuerza”, “impulso complejo”, el cnal sin embargo explicase y se analiza en la materia. Podemos persuadirnos de que donde existe placer est empe- fiado un érgano. No se concibe un placer puramente espiritual sino poniendo en el espiritu leyes y determinaciones G.—jCaramba! :No hay, por ventura, leyes en Ia inteli- gencia?... T.—"Te lo dije ya otra vez: las presuntas “leyes de ta in- teligencia’” son leyes que estén en Ia relacién de las cosas y que la inteligencia percibe. Un “cireulo cuadrado” es absurdo, no Porque sea imposible pensarlo asi, sino porque no puede ser G.— Mas si la razén es también funcidn, debe de estar in- clutda en aquel primer impulso supuesto: :cémo se concibe ello? ‘T. — No hay duda de que, efectivamente, esté en él. como que aparece en el hombre formado, desarrollo total é1 mismo de aquel impulso. Por mas que se diga en contrario, atendiendo a especiales intereses, lo cierto es que la razéu no obra sino me- diante un organo, como lo demuestra el comprobar que no se manifieste claramente sino a cierta edad. Ademis, es fortaleci- da por la educacion y existe un arte para tal objeto: la légica; lo cual no se explica sino admitiendg un érgano: el ejercicio me- tédico lo desarrolla; ejemplo por analogia se tiene en los atle~ tas. Supongamos, en cambio, el espiritu imaginado por Des- cartes y a que me referi antes. Siendo razén, substancia inma terial, seva igual cn todos y siempre idéntica a si misma desde cl principio; nj se concibe cémo podria perderse su uso, ni cé- mo viva en el sofisma la mayor parte de los hombres. Digase igual cosa de la voluntad, de la inteligencia, cte. Las diferencias no se explican sino por el mayor o menor desarro- Ilo del organo, y sus enfermedades correlativas, por alteraciones ocurridas en él. G.— Pero no comprendo cémo puedan contenerse la razén TA BELLEZA V PLACER ~ y Ja inteligencia en aquel impulso primitivo de que hablabas antes. ‘TD. Siempre me incitas a que me desvie. Un cuerpo pue- de sinltaneamente moverse en mil direcciones ; de ahi se obtie~ ne la denominada ley de la composicin; del movimiento. Efe: ttalo signiendo fa resultante de las distintas fuerzas en accion: un bote, p. e., se mueve segtin el impulso de los remos y se- gim cl de la corrienie, vendo en definitiva por la resultante de ambos, Pues bien; tina célula, la primitiva, de cualquier animal. cumple todas las funciones, cada una de las cuales tendra pos- teriormente sw propio drgano. Podemos establecer, sin embar- 20, que no tenemos concicneia de tal funcién, hasta que, separa~ da del conjunto, no se ha fijade en tn drgano, Antes obran to- das jumias. G,— Esto me parece un tremendo absurdo. ‘Y—No tan grande. Poco tiempo después de haber nacido, pongainos un afio, el nifie ve ya los objetos, no en st ojo. sino en el higar en donde estan, Es singular que si se mira en el ojo abierto de un recién nacido, se advierte que nos ve en su ojo no donde estamos. Lega cierlo momento en el cual su ojo se aclara, cesa de mostrarse cmpafiado y sin brillo: en ese instante su instrumento dptico se ha colecado en el punto de ta vision distinta. Pues esto de ver un objeto en donde esté implica los caleulos mas abstrusos, que cn cl nifio se cumplen inconscien- temente: la raz6n obra, pero sin que lo advierta él Supongamos atm el pensamiento mas abstract en él imagenes y se prolonga en demas iginay fe cl cansaneio. Si nos cansamos al pensar en abstracciones, ¢s sino entran forzosamen- a, O porque entra an érgano en fa operacién. Pero no hay operaciones puramente intelectuales ? *® ;Cémo no! ZNo existen, acaso, operaciones: puramen- te corporales? Cuando alguien cae, p. e., 0 al pesarse y al ocu- par espacio, no es sino materia. Por lo mismo, en lo que ataitc ala forma, también se darin resultados formales. ‘Todo io que ¢s inteligencia, sensacion, volintad, pertenece a la forma, en cuanto tal, Esto no quiere decir que la inteligencia se ejerza sin Srganu. La superficie tisa y Hana de an estanque refleja el cie- lo: el espejismo es propiedad, pues, de la listra de la super! G- vERBUM 5 calidad, entonces, purainente formal; lo cual no signifier que Ta calidad mencionada no resida en la materia _—Démoslo todo por bastante aclarado. _— Epiloguemos. Ei placer es, como si se dijera, la seia que aparece en Ja conciencia para indiear que la funcién se cum ple bien, en condiciones especiales de energia. Se exige cierto grado de superada dificultad, para que Ja funcién se anuncie con cl placer en ta conciencia. EI proceso funcional no aparece, em- pero. Hay, aparte de las funciones, actos como el de caminar, p. €., qule no vemos por exiles mitsculos 0 nervios se cumplen y que, sin embargo, son casi siempre conscientes. si bien a mex nudo se olvida uno de que camina. Miles de acciones existen aim, cya enumeracién es innecesaria, y en todas, dentro de ciertas condiciones, aparece el placer. Siempre se presenta como tensidn o esfuerzo para sobreptt- ‘ana dificultad, en el momento en que ésta ha sido salvada y Vencido el esfucrzo. Para lograrlo se concentra energia, la cual se descarga al superarse cl impedimento. Y, desde este punto dle vista, puede también definirse el placer como una descarga de energia acumulada; pero hay un limite a quo: para que sea po- sible el placer, exigese tma conceniracién de energia suficiente, ¥ para que no se cambie en dolor requigrese otro limite ud her, qire no sea excesivo ef esfucrzo. hasta violentar, por decirlo asi, la elasticidad del drgano, lo cual puede oeurrir tanto si es excesiva la tensién como si se prolonga en demasia, porque entonces, en ver de placer, siéntese ya cansancio, ya do- for. G. — Demos, asimismo, por anal cer, y vayamos a lo bello. Hay que determinar cl Uiectialo siempre donde & ja quent, # ja la naturaleza del pla- ampo en que éte aparece sta algo que pueda lamarse bello: cuerpo, imagen, concepto, sonido, etc. Un coneepto no es una substaneia, pero de cierta manera se substantiva en el habla y en of pensamiento, reflejado por aquélla. Muchas veces es un simple nombre, como al calificar de bello al tiempo; entiendo expresar que no le corresponde nada en Ia imaginacién, sino, como si dijéramos, el puesto de algo. Esto no de notarse, por lo que veremos Inego. sobremanera dig- 56 LA BULLLZA ¥ EI, PLACER G.— Aprestirate, por caridad. 'T. — Pues si el placer nace, como se ha visto, de la funciow en acto, cuando se realiza en ciertas condiciones y dentre de ciertos limites de intensidad, no surge del objeto y es absurdo buscar en él la catsa de la belleza sino en cierto sentido. La buena digestién depende, sin duda, de la buena calidad de los manjares, del modo segiin el cual se sazonaron, de su grado de coccién. Sin embargo, estos factores no se muestran en el placer directamente, al contrario de Ja circunstancia mencio- nada, esto es, el desarrollo regular y facil de la funcién. En el objeto, por tanto, no puede darse sino una causa me- diata del placer, en cuanto aquél se presta y esta bien condicio- nado para el correlative funcionamiento. Buscar en el objeto ta cualidad que place es impropio pues, como que, para repetir- lo, no es ella la que place, sino el modo segin el cual procede Ia funcién. Denominaremos a esta impropiedad “la ilusion de la belleza”. G.—“zLa ilusién de fo bello”, es decir, “fendmeno?” 'T. — No, por cierto; “fenémeno” significa lo que aparece, lo que se muestra, y algunas veces muéstrase y aparece lo que no es. Por eso y para resolver la duda en estos casos utilizamos la raz6n. “Fenomeno”, en el sentido propio, expresa manifestacisn. mas porque la apariencia en ocasiones engafia (digamoste asi por el momento), se ha aprovechado el doble sentido de! tér- mino para hacerlo sinénimo de “ilusi6n”, v. gr., en cf sistema de Kant. Este presupone, primero, que el hombre se halle des provisto de razon, Para usar el lenguaje de Hegel (ilusién de Ja materia, etc.), es preciso creer qtte el hombre no tenga medio para salir de engafio y juzgar sila apariencia es engafiosa v dadera. Pero el hombre posee la razén precisamente para ello. Ademis, en ese pretendido sistema, se presupone fa maligni- dad de la naturaleza. Dado que la apariencia puede estar, 0 10, conforme con la ‘realidad de las cosas; dado que no exista ef contralor de la tazén, no hay motivo pata creer qtte la aparien- cia engafie (segiin el postulado de tal filosofia), sino afirmande la malignidad de la naturaleza. G.— Bueno, bueno; prosigue. VERBCIAT a7 ‘L. — Digamos, pues, — volviendo al tema mismo, due sién 0, mejor, paralogismo de Ia belleza. Lejos de nosotros {a idea de atribuir a la naturaleza la aviesa intencion de engaiiar- nos. Ella, en cambio, se contenta con decir todo lo necesario, dejando a cargo nuestro el interpretarlo. Aquel fadit ix orbe te- rrarum, del salmo; aquel tradidit munduin dispuiationibus eu- rum, no significa otra cosa. G.— Sigamos. T.—He aqui en qué consiste la ilusion. 1! placer esta en nosottos, sin que tengamos conciencia de su origen. Es como Ia Tuz de la aurora, esa claridad que se ve a oriente, antes que surja el sol. En la conciencia hallase, empero, un objeto, — real o imaginado, — y como no se conoce ni aparece la catsa del pla- cer, tiénese por tal al objeto presente. Del mismo iodo razona la policia cuando relaciona un crimen ante todo con la persona que se encuentre en el Iugar del hecho. Asi es como el objeto, apareciendo como causa del placer adguiere eso que denominamos belleza. G.—2Y no habria relacin entre el objeto y el placer? T. — Segtin los casos; en algunos tal circunstancia no existe evidentemente. Si alli (y tienen la mayor importancia) hay pla cer, hay también jnconsciente atribucién de éste al objeto, y sin embargo, entre ambos no ocurre relaciin de cattsalidad, io cual quiere decir que tampoco en los demas casos existi que en los tltimos sea mas dificil el percibirlo. G.— i Cudles son esos casos? 'T. —Bastara con indicar algunos. Por la mafiana cl cuer- po esta descansado; se halla, pues, en condiciones peculiares de hienestar, y he aqui que, por falsa atribucién, se refiere a la ho va del dia, a la mafiana, la causa de tal bienestar, calificando de bella a ta maiana. Por andlogas razones, dicese hella la pri- mavera. G.— Pero en primavera no despierta fa naturaleza toda? 'T. — Pues, si es el despertar de la vida en nosotros lo que origina el placer, no sera entonces la primavera, simple fc cha en la cual se produce el fendmeno. ; Porque se almuerza al mediodia diremos que éste nos da de comer? G. — Otro ejemplo. 2 ARUL 38 LA DELLEZA Y EL PLACER — La mujer. Lo que confiere a la mujer esa prerrogativa que Iamamos belleza, son los placeres gozados o la sombra de los que se esperan. El instinto genético nos impele y arrastra; mujer, revestida de la luz que et placer origina, se presenta come el medio de satisfacerlo. HI analisis deberia ser muy largo, mas. por Jo dicho se adivi- na caal seria cl resultado Esto. sin embargo, no significa que Ja mujer sea ineapaz de elleza verdadera. Segin nuestra definicién, bella es la forma que place como tal y no por otras causas. Dijimos también que los griegos en las artes buscaban la forma verdadera del objeto. aquella que deberia tener de acuerdo con su naturaleza: quod gu verdadera, en cl caso de la mujer, es Ja que revela y manifiesta aptitud para cumplir gallardamente todos ‘os oficios que le han sido asignados por la naturaleza: la maternidad, sobre tado. Pues hay mujeres a mile erat esse. Va fornia que placen por esta perfeceidn de Jorma antes que se despierten otros deseos. El hombre, en cuan. to animal no aspira naturalmente sino a la mujer; los dems anhelos son secundarios. Aspira con lado su ser, como decia Aristoteles, pero sin darse cttenta de ello, en un principio; y ctaando se le presenta Ja mujer, su inconsciente y avasalladora aspitacién, ve en ello el objeto de ésta, pero sin reconocerlo to- davia. De ahi la forma que toma el instinto de adoracién, y todo sti preambulo del amor en Jas naturalezas no precozmente viciadas. Tiempo viene Inego en el cual Dafne comprende por ante on ané se compl compafia de Cloe. La escultura busca la forma conveniente, tal como deberia ser para que la fimeién reproductiva se cumpliese entre seres humanos, propiamente; forma que denota, primero, aptitud para Ja vida (por eso algunos sostuvieron que en la vida consistia ta finalidad de la escultura), desptés, con sts manifestaciones, euales hap de ser segiin Ja intencién de la naturaleza: fuerza, agilidad y ademas, voluntad, inteligencia... en ettanto se mani sstan on la organizacién. Pero estas funciones superiores en- © menos en Ja obra, segtin de quien se trate. Un sati- ro no manifestaré, por cierto, tanta inteligencia como Apolo: s) quiere caracterizar, es evidente que un glotén, un Sileno vERBUM 59 ‘evelaran sus habitos en la forma, mas esto también ocurre se- cin naturaleza. 1a pintura alcanza mayor grado de superioridad. y- su ma- teria, puede decirse, es lo que para Ja escultura es el objeto: en mis, la escultura revela las emociones. Ciertamente, no Te es tan negados a la escuttnra. — pero no son propios de ella, si ns em manera abstracta, —- el dolor, la alegria, etc., mientras qt cl pintor da una emocién determinada utilizando todos los de- talles y las figuras que completan el euadro. Mas mi intencidn no es hablar acerca del objeto propio de cada arte. 15 placer nace de la funcién; existiré, pues, el placer de per- cibir, que hermosear la percepcion, punto al cual deben refe- Tirse pintura y escultura: stt objeto es la percepcidn visiva, en la forma y sus modificaciones G,—Ta forma o intuicién: a esto Haman finalidad de tas artes. “Intuicién” zqué es? T.—Una de palabras de sentido mas indeterminado ye Por tanto. una de Jas mas absurdas. He leido en una obra de Psicologia que tanto mayor aceptacién encuentran tas formulas cuanto mis imprecisas son. Spencer debe sit celebridad a fér- mulas parecidas y, hasta podriamos decir, a palabras por el es tilo. Demos, por nuestra parte. im sentido a la voz “determina. do”, aunque resulte algo arbitrario. Distinguiremos dos modos de obrar de la inteligeneia, segiin atencidn se fije en el todo o en Tas partes. La aprehen nosotros la “intuicion”, es que sidn. 0 percepein del todo sera p “anilisis”, la de las partes. Ta intuicién, pues, si bien se entiende, es la aprehensién de unc pluralidad unificada, y como wna piuralidad se unifica en uma relacién (la relacion de las partes entre si), intuicién sera a aprehensién de esta relacién misma, en primer término. En la intuicién estan las partes, mas Ja inteligencia, aunque las per- cibe, ne se fija directamente en cllas, Es este el modo natural de entender, el acto, por excclencia, del compuesto humano; por ese comnuimieamos con la esencia ( sisiz ) 0 entidad del objeto, que una totalidad. Sigue otro proceso (natural también, en cuanto, de no ser tal, resultaria imposible), en el que no entramos sino merced a un cs 60 LA BEL EZAY EL PLACER acto analitico: este es el camino de la veflexién, que fija nues- tra atencién primeramente en’ las partes y luego en cl modo en que estan tnidas, o relacién, para tornar a componer el todo. El anilisis y la sintesis quimicos pueden compararse a ese proceso. El quimico, en efecto, toma, ante todo, 1m cuerpo en la mano (intuicion), iuego lo restielve en sus elementos (anal sis) y, como prueba de exactitud, los recompone finalmente (sit tesis). EL conocimiento de los elementos y sts respectivas eqtti- valencias permite al quimico producir compuestos que no se hallan en 1a naturaleza; cada dia se descubre algiin compuesto nuevo, dotado de particulares propiedades. Un proceso analogo. aplicado a la forma, da uaciniento ai arte. Al principio e: Ja aprehension del todo, ta intuicién; fue- go, el anilisis de ésta. No basta, por tanto (como sostiene erré- neamente Croce), la sola intuicién para engendrar la obra de arte, sino que también se exige que la observacion precisa ¥ exacta repare en todas las partes, para finalmente componer cl todo, No entran en Ia ctenta, claro es res de cada arte Mas, fuera de las expresadas. que reciben su objeta de naturaleza, el hombre posee artes suyas propias, con las que compone, en formas inventadas por él, los elementos proporcio- nados por fa inteligencia, v. gr., la musica, la arquitectiira, fa politica, ete. G.—Sea; lo dicho podra convenir al autor de ia obra ar tistica (asi, p. e., cuando Rafael tuvo ta intuicion. «, vid imaginativamente el Fspasino, debiG de conocer la felici del paraiso), pero no reza con ef espectador, que no compone T.—Te equivocas. Quien contempla el Lspasnio de Re faeb p. ¢., no goza sino en cuanto Io reconstruye cn J mismo esto es (para valerme de la expresién comin), sino en cuanto lo entiende y descubre las intenciones del artista, Para ana tal obra, no bastaria un volumen Aqui es, precisamente, donde aparece Vico y la que Croce reputa gran idea. Enefecto, pertenece a Vico la sentencia tender es hacer, la opinion de que al percibir somos activos v no pasivos, de lo cual Kant, exagerando, obtuvo cl subjetivisino, los medias pect ne VERBUM 61 Segiin los antiguos, mejor dicho, segin Aristételes. cl ojo ve los objetos, y por cierto asi es; pero también se forma de elles una imagen, conserva sit impresién. Las artes de invencién humana se conocen por un caracter especial (digo las formas creadas por el hombre), a saber, que no basta haberlas realizado, sino que se desea conocer la razén yoel modo de hacerlas, no pudiéndose obrar a obscuras. La geo- ctria eg In base de las formas arquitecténicas; el dibujo geo- meétrico, la imitacién humana de las formas naturales; la mtisi- ca, asimismo, reposa en condiciones de niimero y medida. La inteligencia de un pucblo sc revela cabalmente en las tentativas para reducir a ley y medida las formas naturales mencionadas (tal, v. gr., el canon de Policleto) ; la rudeza, por el contrario, al pretender substraerse a todas las leyes y censuras: por eso ha tomado el paisaje tanto vuelo ©. — Volvamos a la intuicién, por caridad. "— All voy. La intuicion, este todo que el arte reprodu- ce, aparece ya hecha en la conciencia; no como el concepto, eu- ya proceso generativo es consciente por completo, Pues bien; el placer no nace de Ia intuicién lograda, sino del proceso for- mative, que se substrae a la conciencia. Este placer, reflejado sobre 1a intuicién como un resplandor, constituye precisamen- fe sv hermosura. He ahi por qué, en el momento en que la in- tnicién o J tado de la obra se presenta en la mente del artista, alma rebosa de gozo. cuya intensidad bastaria para demos- trar lo laborioso (lel alndido proceso. Hoy se admite lo que se ve, como formacién nuestra, con elementos stutbjetivos. Primero ocurre Ja accién del objeto sobre nosotros, la impresion, y ésta es pasiva. Si no se admite esta ividad; si lo que eniza o se imprime en nosotros uo perte- wece al objeto. es imposible todo conocimiento. Pero a ella si- gue la reaccién, en que el stijeto es activo y por la llamada “pro- yeceién” coloca fuera de si a la impresion inicial. Sin la acti- vidad el placer tampoco seria posible; si ésta existe, aquélla sambién se produjo FI entendimiento es, sin duda, andlogo a la percepcion; mas bien que analogo, el proceso es el mismo, pues asi como no en- sendemos un libro sino relacionando en nosotros los pensamien- 62 LA BEL hZA Y WE PLACER tos del autor, — lo cual no impide que ellos, aunque hechtra nuestra, no sean idénticos a Jos del escritor, — del’ mismo modo sucede en la intuicion, que, formacién nuestra, no cesa de ser idéntica al objeto. He aqui, por tanto, emo no somos pasives, sino, al contrario activos, en la contemplacién de la obra artistica, y de qué mode ¢ posible ef placer, no efecto, sino causa de la bellesa. 3.— He comprendido y me parece intttil perderse en ent meraciones. Sabemos que leyendo una composieién potticn &- el entenderla lo que nos la hace hermosa, ete. ‘T. —~ Hemos averiguado en qué consiste ta helleza; las prite- bas abundan para comprohar la exactitud de nuestra investiga- cidn Antes de todo, se explica asi por qué una obra de arte pa- rece menos hermosa cuando la observamos por segunda o ter- cera ver. El placer, dijimos, nace de comprender, que implica, a su vez, dificultades superadas. Hs natural que el formar segun- da vez na intuicion restltara nas facil que la primera, y Ine- , tan ffeil, que se compondra casi por si misma, Las obras cuya tectura siempre resulta agradable son las que nunea se acaba de entender completamente. Asi tambien se explica el progreso de las aries, que no consiste en compli- car las obras e impedir que la facilidad de sugerir la intuicién legue a climinar el placer. Por eso mismo, aun, se antictian las formas del arte. Cuando son demasiado conocidas y se anune el tema, adviértese con antelacin su desarrollo, EI vulgo llama interés al placer que nace de wna espera sa- tisfecha; es también placer estética, pero de iiltime grado. Cicer. tas novelas no tienen otro atractivo; una vez leidas, empero, y conocido el desenlace de Ia accién, es imposible volverlas a re- correr. La aceién dista mucho de ser cosa de poca itupertancia, pe- To sus primores no se hallan en engrcir la curiosidad. ‘fan bax jo pareeiales esto a los griegos, que en los dramas (por lo nie- nos en los de Euripides) el prélogo describia toda la accién. Por eso fa literatura clasica, en general, carece de interés (de- cia el profesor Grosso), entendiéndose por tal fa curiosidad de conocer cémo va a terminar la aceién. go, en sucesivas ucasiones ia VERBUML 03 G.— Esta bien; prosigamos. T.—FI bello estilo, el bello escribir sefialan un periodo de Ja musica y de la literatura. La palabra “bello” no significa en esas expresiones sino la “perfeccién formal”. EI proceso de formacién enérgico y regular tiene por consecuencia la periec- cién del producto. Mil otras observaciones podrianse afiadir, todas confirmatorias de la verdad que asiste a este concepto de lo bello. Mas hay que tener presente una distincion de suma importancia, Placer y dolor son las sefias de la marcha peculiar al proce so organico referido; nada tienen que ver, putes, con los a ios y las pasiones, 0, como se denominan hoy, las emociones. Estas tiltimas se relacionan con la voluntad, mediante el acto que es su consecuencia: el odio en la venganza, ctc. Segin la ten- ria conocida, fa emocién arranca de la representacion, de ts que esta presente a nosotros 0 se nos repre y se apodera de mi el miedo, que me impele a huir. Ese anilisis es inexacto. La representacién no es por si mis ma emotiva: slo la vuelve tal la experiencia. La vista de ¢ len asusta porque la experiencia nos ha ensefiado lo que pode- mos esperar de ella. En ciertas islas descubiertas por el capi tan Cook las aves no se escapaban al acercdrseles los marinos, de lo cual dedujo el capitin que alli tado hombres. La vista del leén en uma jaula que en este caso n0 comporta peligro alguno. He aqui por qué una estatua puede io des emocién genética: porque es estatta, precisamente. G.— Me parece exacto. nia. Veo un leon, p. ¢ nea se hahi HN presens no atemoriza por- erlar ninguna "T.—Vayamos de prisa, que me fatigo. Uva repr lo que se nos presenta, ya en la realidad, ya en la mente, ex emotiva en cuanto nos anuncia algo, amenaza o promete algo, Mas no basta: para que lo sea en efecto, se requicre la certidum- bre de que a la emocién seguira ya dafio, ya beneficio; fa eerti- dumbre es la que mueve a la voluntad. Si clla no existe (como en el ejemplo del len enjaulado) 1a emocion no se produce 0 se inicia tan slo. De igual manera, un homicidio no asusta ni des- pierta piedad en Ia escena, porque cs fingido: sin embargo. In habilidad del artista puede llegar a tal extremo, que por un mo- ntacion, 6g LA DELLEZA Y EL, PLACER mento se prodizea en quien contempla Ja obra de arte ta ilu. sién de ja realidad. Entonces surge la emocién, pero nunca (se entiende) tan viva como en la vida real. Esta cualidad de las obras de arte se lama “expresion” ; stt efecto, ya lo vimos, es emotivo, y a él sobre todo se tiende hoy, mientras que en la antigiiedad objeto del arte cra la belleza. G. —No comprendo bien la distincién. ‘T.—Una de las nuevas ideas puestas en circulacién por Winckelmann, es la que distingue entre “belleza” y “expresion”. La belleza es la forma perfecta; la expresin, al contrario, im- plica siempre alteracién de la forma. Winckelmann y Lessing sostenian que los griegos no buscaban la expresion. sino hasta donde es conciliable con la perfeccién formal. Mas son errores analogos a la “linea de la belleza”, La expresién modifica y altera la forma, pero sin afearla, puesto que no es sino emotividad lo que conmueve y despierta sentimientos, y hemos visto que el arte logra esto solamente imi- tando Io real y haciéndonos olvidar que nos hallamos en el r no de la imaginacién. Esos rasgos de realidad manifiestan, ade- mas, condiciones de observacién y habilidad en el manejo de los medios artisticos; Velazquez es célebre, sobre todo, por esa razén. G.—Adonde va a parar eso?... T.—A wn punto muy importante. La emocién verdadera ¢s violenta e impulsa a obrar. La noticia de una herencia, v. gr., provoca alegria, emocién que por su colorido se parece mucho al placer, siendo empero distintos entre si. La alegria nace porque tal circunstancia nos permitird satisfacer todos nuestros deseos, y sera tanto mas viva cuanto més fuertes sean ellos. Pero re- sulta evidente que no es placer, pues éste no puede ser doloroso. G. — Niégolo; hay placeres espasmédicos. 'T.—Te equivocas. El placer, no lo olvides, es la seta del vigoroso y buen desarrollo de un proceso organico; si se desa- yrolla con una violencia tal que puede causar dafio al érgano, e] placer se cambia en dolor, indicio de esto mismo, es decir, de algo irregular; pero, en cambio, nunca el placer es dolor. Mien- tras que el gozo, permaneciendo siempre tal, puede acarrear la atterte. VERBUM 6: Mas procedamos por partes. Ya se ha dicho que la obra de arte no es sino una intuicién, una representacién, una plurali- dad unificada. También se ha visto que es bella por el placer de comprenderla: si no se entiende, nada vale. Resulta, por tan- to, que, no siendo reales en Ja inteligencia (que comprende) los objetos presentados, no pueden tampoco ser emotivos. Fl pla- cer del intelecto reflejado en la obra de arte, repitolo, constitu. ye stt hermosura. Analicemos ahora, de prisa. la paradoja estética seguin la etal una emocién desagradable en la realidad deleita en la re- presentacion artistica. G. — Esto me lo pregunté muchas veces. ‘T. — También las emociones tienen substratum fisiolégico, y asi es que pueden originarse por medio de ciertas bebida primirse completamente debido a la accién de los anestésicos. Me parece initil detenerme sobre las mil pruebas realizadas este propdsito, Hay en ellas dos cosas dignas de consideracién : cl que podria denominarse “color de la emocién” y el “proceso fisiologico”, cuya sefial son el placer o el dolor. La emocion real no deja advertir el ruido del proceso fisiologico, pero la artistica es templada, en razon cabalmente de que la causa no es real. Por grande que sea la habilidad de un actor, no Mega has- ta el punto de hacernos olvidar que estamos en un ieatroj de ahi que percibamos el proceso fisiologico mezelado con la emo- cion. Mientras Ja figuracién de un atentado, v. gr., origina al- go asi como un susto y un principio de terror, el proceso que se desarrolla normalmente y con moderada energia produce pla- cer, y hace, pues, agradable aquel temor y espanto. Los antiguos afirmaban que el homicidio nos place en una tragedia porque sabemos de antemano que es fingido. Quedaria por decir algo acerca de la musica, bella por e! motivo, verdadera representacién 0 intuicion sonora; pero fuera de esto, es emotiva directamente, por los numerosos efec tos fisioldgicos que produce el sonido. Mas este punto lo dejaremos para mejor ocasién. © stt- veravnt—5 PINUS MENDOCBE Pinosgue toquentes. Vexs. NORBERTO PINERO. Viro amplissimo, et publicae ret administrandae munere longe clariori abditado anam a depto hoc carmen, qualecumaue est. mitto grati animi ergo. Qua minus assurgit riguo Mendocia plano, xtra pene domos, ipsoque in limine ruris, desertus locus est lapidum congestibus horrens. Hic olim annose dum stans prope ab arbore pinus, exscissi obstupeo pendentia rudera templi, (jam sol oeciderat, jamque hore blanda Je coeperat aura graves veniens de montibus «stus lunaque fulgebat), quassis en talia noctem fundere per tacitam audita est de frondibus arbo: are Nil datur in terris hae visere pulerius urbe. Montano gelidos defendens objice ventos, qua radios recipit primi mane ardua solis, despicit immensam sese subducere molli plan'ticm clivo, finesque attingere coeli. Rectis secta viis instructis arborum utrinque ordine populea penitus jacet abdita silva. — Hillase este pino entre los eseombros del antiguo convento de San Francisco. Tuvo lugar el terremoto en 1861, Men- doza queds por completo destrufda; pasa de 12.000 el nii- mero de los muertos, Las circunstancias me han sido su- ministradas por testigos oeulares, y por lo dems una des- cripeion exaetisima del hecho salié en el “Diario” el aio pa- sado, La paseua cae este afio como en 1861, el 31 de Marzo. Esto me sugirid Ja Idea de conmemorar la catastrofe. VERBUM Astra die multo spe hic sunt visa micare, et veluti captus flammis nocte «stuat ether. Hic nubes raro maculant effusa serena, et nisi quod torrens cum sevit aquarius, zstus triste levant pondus jucunda aspergine nimbi, perpetuo gaudet felix Mendocia sudo. Nec damno id segetis, glacie vi namque caloris et nive tabente Andinis in molibus, ingens copia manat aque per preceps, quattuor unde flumina, que rumpunt in apertos impete campos; innumerisque solum rivis deducta per omne, obducuntque fimo, saturantque madore perenni, Hine granis spice gravide, vitesque racemis (nam vario Bromius priscis de sedibus actus agmine morborum sua tandem hic signa locavit) : hine semper molli viridantia gramine prata nd adde solo quaqua substratam hic ignis abt s tellure bitumen materiem et liquidum mana\ adde greges pecudum innumeros armentaque Leta ; adde genus volucrum, qua campos agmine magn lieris et festis implent concentibus arva. instar ni Damoclis ensis ina. Urbs vere felix impenderet ci usque super cervice #1 Heu semper memoranda dies vicesima marti! Et tum demenso jam sol descenderat orbe post montes illos; reparans et tum sua damna luna super terris jam plenis cornibus ibat; et coelum fulgebat in omni parte serenum, in longum nubes ni ducta per aera tractum Andibus are ans in summis torva sederet. Omnes immote res stare, nec halitus aura: hune mihi vocalem pits impertire susurrum ; wegre respirare sub wstus pondere tellus. Eece autem fragor audiri, mugitus et ingens, hand secus ac cali si qua de parte tonaret: post sonitus turme veluti currentium equarum ; mox totus trepidare alis ceu concitus PINUS MENDOCIAX innumeris, vastoque impleri murmure cuncta. Continuo te ibter turgescere, et imas per stirpes undam yeluti transcurrere sensi: cuncta simul, muris subductis, tecta domorum consedere solo, jacuitque urbs eruta sede. It fragor in celum; sublato pulvere luna, opposita ceu cum privatur lumine terra deficit, inficiens obscuro sanguine vultus. m s Urbem quis valeat nunc fingere mente sepultam? Millia totque virum simul una oppressa ruina? Sic homines superis, sic sunt mortalia cure! Interea gemitus toto increbrescere campo, ct resonare nigrans longis ululatibus der; congestoque solo voces exire ruinis, haud secus ac terra passim scatet unda madenti, vel crepitans tecti per rimas exsilit ignis. ec cladi hic finis; subito nam flamma coorta, a vento capiens et tanto fomite vires ingentes, totam reptans en corripit urbem. Exoriens nocti posuit sol denique finem. Tum damnum patuit, molesque immensa malorum. Non domus ulla loco stabat, revolutaque templa et monumenta solo passim turresque jacebant. Exscidio elapsi immani vix unus et alter; wgre quos animo e tanto terrore recepto quod primum sors objecit, velamine facto, larvis hue illuc similes errare videres nomine quemque suos, natumve patremve, vocantes. Interea in campis, quos est hine cernere, lecta San Martin juvenum unde est cum legione profectus, cum, novo inaudito superatis Andibus ausu, undique devictos Hispanos expulit urgens, servitiique jugum populis tribus abstulit unus; castrorum in morem tentoria constituuntur, exiguum miseris que sint ad tempus asylo. Macerie inde statim passim, saxisque remotis, pergitur auxilium quam primum ferre sepultis VERBUAL 6 si quis vivus adhuc inter fragmenta jaceret; corporaque exanimum disjectaque cogere membra, que simul ingenti fovea conduntur in una Mens meminisse horret que tunc teterrima vidi! Haud procul hine senis heu! circumdata natis, sub saxis, quodam in vacuo est matrona reperta. Non illapsa domus miseros oppresserat, et jam exscidium lati evasisse, referre parabant dis grates, clausis cum circumfunditur ignis, in septemque nigros carbones corpora vertit: unus patricia tota de gente relictus! Hoc, si quid movet aura comam, noctesque diesqite ingeminans carmen diffundit conscia pinus: cui veteris resonant urbis vestigia circum. Scriptum in suburbano Pili Tombae quod nomen a satice invenit. MCMVIT BOILEAU Amigo: Apuesto a que no adivina de quién le voy a hablar. —1De Hindenburg?, me preguntara usted. —Pues no; de Boileau, —2EI Horacio francs —El inismo; mas tan poco Horacio que mientras éste no hace sino exclamar “bibe vinus”, A grita “Boileau”. Parece un juego de palabras y no lo es; Boileau se parece a Horacio como el agua al vino. : Qué quiere?, uno de mis profe- sores, Carlos Baravalle, ha traducido las satiras y Ja poética de Boileau, y con tamafio prefacio; he aqui edmo por fuerza tuve que leerle. :Cuiinto tiempo hace desde entonces? De wna cosa estaba seguro: de que habria muerto sin volver 2 ocuparme en Boileau; y resulta que una casualidad cualquiera me lo pone otra vez delante Hubo tiempo en que el fastidio mortal que me inspira ese rimador, lo achaeaha al verso. No es certo, El alejandrino no es, con mucho, el meiro ideal en nuest eds fe sienta a fas iil maravillas as al fran. lenguas: Nuestios idiomas, digo el castellano y el italiano, no tienen sombra: el sonido descubre y aclara casi por igual todo el vo- cablo; el francés la tiene en cambio. Esas vocales mudas, esas consonantes sin pronunciarse directamente, io dejan de hacerse sentir; forman como tna pendiente alrededor del niteleo sono- ro, tna resonancia, una prolongacién que se apaga; hay una cuantidad mas compleja que la antigua silaba muda (tn cona- to), breve y larga; y esos diptongos acentitados parecen tn co- ro, por lo emhebidos que estan en sonidos. Alli la voz puede de- ienerse y descansar a sus anchas VERRUM 7 Merced a todas esas ayudas, el ajelandrino es capaz de una variedad de tonos ilimitada. Con Ia lengua francesa se pinta, con nuestra: lenguas se ta- rarea; nuestras palabras son pedruscos, con stis contornos bien claros y definidos; las francesas son puntos luminosos que s¢ atentian, yendo a pintarse y a morir, en un semisilencio, una en otra. No hay, pues, monotonia ni posibilidad de ello para quien lea bien, y no como yo. La tima, sin embargo, embaraza no poco el pensamiento, obligado a detenerse para contestar antes a la rima del verso anterior, Esa dificultad es propia de toda rima, pero en el ale- Jandrino es mayor, porque no concede plazo. Hay que pags alli mismo y no en otro verso. Hay peligro, por tanto, de caer en la tautologia de Ios Sal- mos, en los cuales cl concepto ce la primera parte del versiculo se repite casi siempre en la segunda con distinta forma: peligro de verse obligado a tirar y dilatar el pensamiento en este lecho de Procusto; peligro de que Ia rima pase de Ia palabra al con- cepto, y el segundo verso resulte un eco del anterior, y Ia idea camine, no derecha a su fin, sino como los perritos, volviendo atrds a cada momento Mas si vencer esta dificultad es mis icil en el alejandrino, la gloria es también mayor. Este defecto no lo advierto en Cor. neille, que piensa en alejandrinos perfectamente: el segundo verso es la mitad exacta del concepto. EI escollo es otro: el epi- grama. Sin embargo, este escollo cs salvado por Racine con tanta maestria, que le parece a uno sentir en él a Sdfocles, De veras no comprenderia esa tendencia a hablar de Racine con Tigerez: 1 no me la explicara. El alejan- drino resulta en él e} mis natural de Ios versos; la semipauca del verso marea el asentarse ligero del pie izquierdo, y la rime el mas recio del pie derecho. No hay suspension, ni tropiezos y el pensamiento avanza siempre. Corneille Ja ligereza univers nj desviaciones marca el paso. como los Boileau con frecuencia trepa. Adelanta el mismo pis, y se de tiene en él hasta jtmtarle e! otro eclutas: Racine anda suelo y natural; 7 BOILEAU Mas el juicio ha de resultar del andlisis y no anticiparsele. No excluyo el caso de que mi impresién me engafie, y de una aplicacién inoportuna del criterio logico. Un Fulano escribié un libro contra Maquiavelo, titukindolo: Bestialidades de Maguiavelo, por Fulano. Lia aberracién del ti- tulo hizo justicia; en vex del titulo, para indicar mas brevemen- te el libro, se dijo: Las bestialidades de Fulano. ‘Tal vez el re- cuerdo de este hecho no esté fuera de proposito. 8 Cest en vain qu'au Parnasse wn téméraire auteur, Pense de Vart des vers atteindre la hauteur EJ sonido es hermosisimo. :Y ia expresion? No me persta- de. Sera que Boileau escribié para mi: Souvent, dans son orgueil, un subtil ignorant Par @injustes dégottes combat toute une pidce Puede ser. Sin embargo, no me arrepiento de mi sutil igno- rancia, puesto que le debo las mas vivas satisfacciones que me haya proporcionado la lectura ‘Todas las veces que leyendo a un poeta o un prosador me encuentro con un periodo que me produce cierto malestar, act. do a mi sutil ignorancia. Innumerables veces he ensayado mi método con Pindaro, con Virgilio y con el mismo Carducci, y el resultado fué casi siempre el desenbrimiento (para mi era tal) de mil relaciones ¢ intenciones ocultas que me dejaban inun- dada el alma de una admiracién Mena de goce. Con ellos, pues estoy cierto que, si algo no me satisface, la culpa es mia. De qué nace la fastidiosa vaguedad que estos versos me producen? Qué significa: aw Parnasse? Aqui no hay duda significa: “fen poesia”. ¢¥ de Vart des vers’ Poesia tambien Traduzcamos, ‘pues: “En balde en poesia un atilor iemerarin piensa aleanzar la cumbre de la poesia”. Art des vers no es propiamente la poesia, pero aqtti se usa en este sentido. Corr jamos, pues: “En vano un autor temerario piensa alcanzar cumbre de la poesia”. 2Y ahora me satisface? ampoco, VERBUM 73 Lo que me indispone es aquél: un léméraire auteur. ¢Por qué esta determinacién? Los dos versos son la apédosis de un periodo hipotético in vano piensa alcanzar la cumbre... aquel en qutien no se verifica esto y esio”. Pero con lamar al autor femerario ya condiciones no se verifican. Voy mas alla. Supongo que “Parnasse” signifique todo el reino del arte en general, y entonces he aqui la traduccion: “En vano en el pais del arte un autor temerario pretende al- canzar la cumbre de la poesia”. "El fastidio, pues, nace sdlo del habito de tomar a “Parnaso” como sinénimo de “poesia”; siempre es algo impropio. Em- pero, no estoy satisfecho; hay que aclarar algo atin. Al teme- rario que intenta subir a la cumbre de la poesia, :c6mo lo Ta- maremos? No le podemos lamar poeta, porque para merecer tal nombre ha de subir a la cumbre. Puesto que no logra su deseo. no lo es. :¥ edmo Hamarle entonces? Querido amigo, si no sa- hemos cémo llamarle, es que no le sienta ningiin nombre. ;No habla en general? Si no tiene nombre, existe pronombre: “En vano en el Parnaso pretende aleanzar la cumbre ayuel que Ahora esta bien y todo anda conforme con la légica. El Parnaso tiene muchas cumbres: una de ellas es Ja de la poesia y en vano pretende alcanzarla el temerario que.. Quedaria por ver si las demas cumbres del arte se alcanzan sin condicién alguna. Siempre resulta mejor corregir: “En vano pretende aleanzar la cumbre de la poesia el que... Aquel au Parnasse, ademas de coniundirlo todo, es una alectacién; pero pase como designacién geografica del Iugar en que se yergue la cumbre poética. Queda aquel auteur, en vez de un pronombre. ¢Y por qué este sustantivo, este pro-pronombre? j Pues para rimar con hauteur! “Autor” significa uno que ya ha publicado algo, lo cual introduce la idea de pasado en una accion presente. Uno que intenta subir al Parnaso aun no lo ha tentado, mientras “autor” quiere decir que lo intento. Se dira que ha tentado subir una vez. sin conseguirlo, y que sin embargo, quiere volver a tentar Ia priteba: que Boileau Te entiende que | 74 BOILEAU grita: C’est on vain, y que éste es el significado de auteur, Pero entonces se derrumba todo lo dem4s; no se concilia bien con Pense y es imitil enumerar condiciones, puesto que carece de ellas. He aqui, pues, que mi malestar tiene razén de ser, porque si Boileau entendid afirmar la inutilidad de que se pretenda ser pocta si no se tiene aptitud para ello, debié decirlo asi y uo: “que es inutil que un autor quiera ser poeta”... Desde el principio, pues, el gran abstemio se revela incapax de Menar el verso sin expedientes ni recursos poco recomenda- bles. La poesia ex cl arte de la palabra perjceta; ta forma es obra de la reflexion y da la medida del grado de conciencia del pro- pio pensamiento a que tno llega. La palabra poética, antes que a la fantasia o al sentimiento, ha de satisfacer a la razén. Apliquemos nuestra ignorancia sttil a Ios dos versos que siguen: Sil ne sent point du ciel Pinflucnce secrete, Si son asire en uaissant ne Va formé poéte. El significado es el mismo en los dos versos. “Si no siente la influencia secreta del cielo”, quiere decir, segtin las creencias de aguiel tiempo, si no nacié bajo los influjos de una constelacion que infunde aptitud para la poesia Expresar wm mismo concepto de varios modos, es lo que Haman Jos retdrieos expolicién o sinonimia, en sentido lato. Mas para insistir en un mismo concepto variando la for- ma, ha de haber un motivo. Muchas veces no hay sino e! de hacer alarde de agudeza e ingenio. SerA um defecto ante Ia ra- 26n, pero absolvemos gustosos al poeta si consigue produciy al- giin resultado. Ovidio abunda en tales variaciones, abunda Cal- derén sobremanera, y Victor Hugo: y confieso que casi siem- pre esta lozania de los escritores eso: me admira y gusta mu- chisimo por lo ingeniosa. EI sano juicio dice que si Ia repeticién del concepto no se hace por otras razones emotivas (que es vano enumerar anti). si se hace por hacerla, ha de justificarse por su belleza. VERBUM, 78 Troya ha caide. le aqui como Horacio Juno expre- sa este concepto: “Ya no brilla el infame huésped de la adal- “tera espartana, ni la casa perjura de Priamo quebranta por “medio del valor de Héctor a los belicosos aqueos...” Son dos modos de decir en substancia la misma cosa; pero con la pri- mera expresién nos pone ante los ojos a Paris (famosus hospes) en todo el esplendor de sti hermosura (j:plendet), causa de la guerra; con la segunda alude a la caida de Héctor, en curyo va- lor. segtin Homero, descansaba la defensa de la ciudad, e indi. ca, pues, la causa de la toma de ‘Vroya ‘Tomemos los dos versos de Boileau: el primero no podria ser mas bello (como expresién, que en ctranto al concepto lo examinaremos Iuego) : “si 110 siente en si, en sus adentros (se- créte) ef influjo del ciclo”. 2Y cl segundo qué es? La explica- cidn del primero en palabras propias. Si se tratara de un poeta antiguo, este segundo verso se consideraria como una qlosa 0 cplicacién introducida en ef texto; seria como si Dante empe- vara asi: Nel mezzo del cammin di nosira vita, quando ave trent anni o poco piit ;No tiene ejemplo en cl habla? Lo tiene; pero esto de dar la explicacién en términos propios de lo que se ha dicho figura- damente huele a pedanteria, sobre todo cuando no es necesaria, como aqui. Nada, pues, fuera de Ia necesidad de dar una rima a seerete justifica este verso. Dans son génie étroit il est toujours captif Pour lui Phébus est sourd, et Pégave est rétif Estos versos, 0 mejor el primero, son la conclusién: “Si no siente el influjo secreto del cielo, si su estrella no lo ha for- “ mado poeta, quedard prisionero siempre en su estrecho genio’ Génie es precisamente el resultado del influjo de las estrellas. La palabra es usada en su exacto sentido etimoldgico; es lo que uno lleva consigo desde el nacimiento. El genio es interior = sis 76 BOLLAU y no exterior. Sin embargo, la impotencia en los efectos es ana- loga a un impedimento exterior; y el verso viene a decir que en los estrechos limites de sus aptitudes naturales esta encerrado como en una carcel, 1o cual a mi me parece bien dicho zPero el segundo verso? “Para él, Febo es sordo, y Pegaso mdécit’. Aqui vuelve mi malestar. Es otra forma del concepto otro modo de expresar la impotencia. Como no puede subir so- to a la cumbre, invoca a Febo, y éste para él es sordo. :¥ por qué para él? Porque es impotente por naturaleza. Pero de no ser asi, zqué necesidad tendria de la ayuda de Febo? Febo pues escucha s6lo a los que no precisan de su ayuda. :¥ qué es lo del Pegaso? Pegaso es el caballo alado. Poéticamente es simbo- lo de la naturaleza genial y de inspiracién: quien tiene naturale- za torpe, no tiene Pegaso. Digamos que este verso est afiadido ‘inicamente para rimar con el anterio: Veamos ahora el concepto. Por cierto, lo que quiere deci no es nada peregrino. Esta todo en el refrin “se nace poeta”. Era opinidn que la diversa disposicion de las estrellas determi- naba distintas aptitudes en Ios que nacian; empujando a uno a la milicia, a otro a la poesia o a Ia elocuencia, etc. Hoy no se admite ya ese influjo de las estrellas, pero si una cierta pre- determinacién, que se explica ya por la herencia, ya por el am- Diente. Admitamos el hecho, que no tengo ningin deseo de discutir ahora. ;Cual sera la consecuencia? Lo que saca Boileau es ast- mir el ademén de wn profeta y dirigirse a ins cultores mismos de la poesia, aconsejandolos con tono solemne a que no se es fuercen en vano, si no sienten (dentro de si, se entiende) aquel dado influjo. Esta bien. ¢ Pero cémo se conoce? ;Hay un signo certero, un criterio para distinguirlo? Uno se nota con ganas de compo- ner versos, y sigue su impulso. “No lo hagas, le grita Boileau; examina antes si tienes el influjo”. Pero :no es el hecho mis- mo de componer versos este influjo? Para el poeta no hay otro Fl que se enamora de la poesia y emprende cultivarla, ve en es- te amor su inclinacién. Lo que se quiere decir, hablando de pre- determinacidn, es que uno nace con wa inclinacién dada. Na- VERBUM 7 ce, pues, uno con inclinacién a la poesia, y hace versos leau le grita: “No hagas versos si no te sientes inclinado a ha- cerlos”. Pero si no se sintiese inclinado, no los haria, La inclinacién puede ser engafio. Sea; pero el que Ia siente zeémo puede distinguirla? Se dira que si los versos que com- pone son feos, la inclinacién es falsa. Nada mas absurdo, por- que ningtin poeta empezé jamés por hacer versos hermosos. La inclinacién se manifiesta con hacer versos, y el arte, el estudio, el ejercicio haran que los versos leguen a ser buenos. ; Acasa la inclinacién a la pintura se manifiesta en el nifio con cuadros dignos de Rafael? i Boileau no es el tinico que admitiendo la predeterminacién saca del hecho consejos ; pero los otros (Dante, Quintiliano, etc.) no los dirigen a los autores ni a los nivios, sino a los maestros y a los padres. Es a ellos a quienes toca examinar las inclina- ciones de los nifios, ver si es un capricho o una inclinacjén deci- dida: y si es tal, no contrariarla. En cuanto al nifio mismo, si esta inclinado en un sentido, pendera hacia aquel lado; si la in- clinacién es un capricho se cansara pronto. Mas Boileau piensa en Ja llamada vocacién religiosa; tam- bién alli zen qué consiste esa vocacién sino en cl deseo de abra- zar la profesién sacerdotal? Alli puede uno, hasta cierto pun- to, examinarse, preguntarse si acaso lo que le Mama al sacerdo- cio es una degeneracién 0 el amor a la vida eémoda. ;Mas qué puede preguntarse el poeta? Siente ganas de hacer versos hace iY Horacio? Horacio propone cl asunta en teoria. “Se “euestionéd — dice — si la perfeccién de una poesia se debe a “Tq naturaleza o al arte; para mi no veo ni que pueda producit “el estudio sin abundante vena, ni el ingenio inculto” , Mas es intitil insistir en cosas tan manifiestas. y log DESCARTES Y EL ¢ El sistema heliocéntrieo acababa de demostrarse. Los saté- lites de Jupiter daban la prueba de que los cielos eran vacios y que habia puntos céntricos distintos de In tierra, Tas manchas del sol eran un signo de su rotacién. El sistema tolomeico se sostuvo, no por falta en la dad de un Copérnico que formulara la hipétesis contraria, si- no porque la experiencia lo acreditaba. El tinico cuerpo al al- cance de nuestra observacién era la luna, que gira sobre si mis- ma y le muestra a la tierra siempre la misma cara, ni mas ni menos como si estuviera enganchada en una esfera. Ningiin cuerpo en el cielo daba ejemplo de rotacion, Fué, pues, el te- lescopio el que, extendiendo nuestra vista, permitié observar hechos que abonaban en favor de la nueva hipétesis. El derrumbe de tal idea, que parecia tan evidente, tan cier- ta, y la caida de Aristételes en todo lo fisico, aun en el concep- to de los que permanecian fieles a las ideas antiguas, no rin- diéndose a razones como Descartes, tuvieron suma iniluencia, haciendo el mismo efecto que las ideas de Darwin en nuestros dias, que adquieren cada vez mis mayores probabilidades, ame- nazando acabar con todo lo antiguo. Descartes acudio entonces para salvarlo todo, para poner en salvo Dios y la religién, que él conceptuaba bases de la sociedad. Como era matematico, pensé que a las viejas ideas se las podria preservar de todo asalte enlazandolas entre si a Ja ma nera de los teoremas de geometria, como si Ja certidumbre na- ciera de determinadas disposiciones y no de intrinseca bondad. Los teoremas geométricos no deben st incontrovertibilidad a su ordenacién en sistema: al contrario, fué posible a la escuela de Platén ordenarlos asi, porque eran incontrovertibles. Ligiie- VERBUM 79 E] resultado no fué el que Descartes se proponia conseguir, Su edificio se desmorond iuego; cayé al suelo, haciéndose pe- dazos ideas que hasta aquel entonces se habian conservado in- tactas. Nunca se vid inexperiencia semejante, efecto tan con- trario a Ja intencién. El edificio tambaleaba y él le excayé la tierra en torno para cambiarle los cimientos. La geometrig empieza por unos axiomas, por proposiciones de evidencia inmediata; pero no nace de ellos: el axioma es el clavo del que cuelga la cadena de los teoremas. Estos han sido antes descubiertos y demostrados independientemente los tinos de los otros por intuiciones aisladas, como las proposiciones de cualquier otra ciencia, y su historia lo atestigua. La demostra- cién del teorema de Pitagoras no supone la de ningun teorema anterior. La geometria empezd por donde termina, encontran- do primeramente cl modo de medir las figuras planas y sdlidas. Lo que es lo tiltimo en la exposicién fué lo primero en Ja cons truccion : La necesidad de establecer los lindes de sus propiedades, bo. rrados por la inundacién del Nilo, condujo a los egipcios a des- cubrir unas cuantas regias pricticas. La primera de esas reglas, dada por la mas elemental observacion, fué sin duda la que concierne, en primer lugar, a la medida de los cuadrilateros ex: an general. De ahi se pasé a buscar la del tridngulo, conside dose que cada triangulo es la mitad del cuadrilatero. ‘Todas las superficies curvas se median descomponiéndolas en triingulos. De este modo paulatinamente se fueron descubriendo los va- rios teoremas, pensdndose después en ordenarlos. Descartes no se dié cuenta de un hecho tan elemental: se imaginé que la geometria nacié como esté expuesta de Ja me- ditacién sobre el axioma que cl todo es mayor que sus partes. De la meditacién sobre tal axioma el ingenio més penetrante no sacaria, en una eternidad, otra consecuencia que ésta: la parte es menor que el todo. No niego que acaso con el tiempo se pueda geometrizar fa filosofia; pero esto seri ctrando todas sus proposiciones hayan sido demostradas. Anies, pues, se habrin de demostrar una a ana. 80 DESCARTES Y EL CRITERIO DE LA VERDAD Para Descartes, y véase la seriedad de su duda, todas eran ciertas: para hacer callar las contradicciones bastaba derivarlas todas de un axioma. Derivarlas, en esta palabra consiste su error, putes del axioma ni se sale ni se puede salir: al axioma se llega, Piisose, pues, en busca de dicho axionia, de una proposicion que nadie pudiese rechazar y did con el célebre: Cogito, ergo sum. Las criticas que a esta proposicién pueden ditigirse son mtt- chas; pero no me parecen ni sinceras ni validas, Bien se com- prende el pensamiento de Descartes: podrd quizis encontrarse inexacta Ia expresién, pero ello porque ninguna expresion es exacta. En nuestro pensamiento tenemos la conciencia infali- ble de nuestra existencia. Slo que de alli no es posible salir, ni salid Descartes « pesar de su penetracién. Asi razona: todas las veces que tendremos una idea igualmente clara, le debere mos dar fe, y rechazarla si no Mega a ese grado de evidencia Parece un paso y no lo es: es salitse del camino. La conciencia de nuestra existencia no deriva de premisas; es un hecho pri mitivo. independiente de lo que se piensa. Aun pensando mal, estariamos ciertos de pensar y de existir. Nada tiene que ver Ja certidumbre de existir con la verdad del pensamiento, Fl pensar me hace sentir mi existencia. La certidumbre no nace de la proposicion: no se puede pensar sin existir. ‘Tal proposicién a él tan sélo ocurriésele formularla, Es un sentimiento y no un ergo, una consecuencia, Para Iegar de la conciencia de existir a la evidencia de la idea, hay que dejar aquella y pasar a ésta, cambiar de posicion, plantear un nuevo principio, Descartes habia de decir: No se puede pensar sin existir; yo pienso, luego existo. Pero la premisa pide demostracién. Pensar cs obvar y no obra sino el ser, y subiendo por esta via habria Ilegado al principio de contradiccién ; pero alli ya estaban todos. En una palabra: sentimos nuestra existencia en el pen: miento, may no se trata de persuadimnos de ella, pues ni siquie ra es dable dudar; tritase de demostrar la verdad de lo que se piensa, y esta no puede deducirse del hecho de que pensamox Al mover las piernas me cercioro de que camino, mas no disc rro sobre esto, sino acerca de saber si camino bien, si me diri jo hacia donde he de Megar, cosa que las piernas no me dicen VERBUM 8 Descartes introdujo el fenémeno de la conciencia donde no ca bia; complicé intitilmente las cosas. Para adelantar hubo de plantear otro principio: la idea cla- va; bubo de salir de ta conciencia que es un hecho, un senti miento, y pasar a las ideas. Y por ahi habia que empezar Pero también Ja idca clara esta mal planteada. No es la cuestin de saber como nazca la certidumbre: ésta nace como nace. Al uno bastardle un indicio, al otro no le bastara una de- mosiracién geométrica. Evidencia y certidumbre son sin duda palabras sinénimas: uno cree lo que le parece evidente y si no le parece tal no cree y no puede siquiera creer. poder imo creer Io que no le parece creible? La cuestién reside en saber si cuando estamos ciertos de algo, este algo es cierto. Ciertos estaban todos de Ja estabilidad de la tierra, y todos se equivocaban. No debemos creer sino a la evidencia, tal es la ley de Des- cartes. Pero jsi no hay persona que obre de otro modo!. Precisamente la evidencia es la que nos engafia, presentando- nos como tal lo que no Jo es. Es de Ja evidencia que se discute, y justamente la ciencia se funda en desconfiar de lo que nos parece mas evidente. Se requiere, pues, un criterio para conocer cuando es la ocasién de podernos confiar enteramente a la ev dencia.. Cuanto mas alta es ma mente, tanto mas se inclina a creer cn lo no evidente. E] principio de Descartes imposibilita salir del error, no ha- biendo error que no parezca evidente a quien se halle en . Una cosa es la certidumbre y otra la verdad. Para la certidumbre no se necesitan. criterios: lo que se busca es el criterio de la ver- dad (y ese lo proclamaba en Italia Galileo y antes de él lo habia formulado Leonardo de Vinci), y no hay otro. Pero ese criterio era cabalmente el que rechazaba Descartes. La razon nos guia bien, pero no es sino un jnstrumento, Por otra. parte, el campo de nuestra experiencia es muy limitado. Si se hace universal lo que no Jo es, Ia razén Iegara a conse- cuencias erréneas. Antes de que se descubriera la Australia, no se admitia la existencia de cisnes negros. De modo que uno pue- de ser arrastrado por el razonamiento a admitir conclusiones que veRsyn-5 ‘omo ha de 82 DESCARTES Y EI, CRITERTO DE LA VERDAD Ja experiencia desmiente. No pocos ejemplos de ello nos puede ofrecer la Fisica de Aristételes. Generalizaciones de experiencias no verificadas, y, por tanto, mas bien de apariencias, indujeron en error a la mente de Aris- toteles, jy tratase del Estagirita!... De tales generalizaciones consta en la mayoria de los casos el conocimiento vulgar, y de ahi la dificultad de dar a entender algo al vulgo. Por todo lo cual la mente humana madurando, desconfid, no ya de la razén sino de lo que le parecia evidente, y Leonardo formuld el gran principio de que nada se puede afirmar con certi- dumbre, sino lo demostrado por 1a experiencia. Aristételes de no sé cudles consideraciones colegia que fa tierra ha de tener la forma de una pera. Ahora Nantzen ha vuelto a salir con la misma opinién. Segtin él, en el polo austral la tierra ha de te- ner una prominencia. Son conjeturas mas o menos probables. pero, mientras tanto, hasta que no se Ilegue al polo, nada seguro se puede afirmar. No es, pues, la evidencia, sino Ia experienci: el solo criterio de verdad. Volviendo a Descartes, él establece que el hombre no ha de rendirse sino a la evidencia, pero no ha de rechazar lo evidente Y¥ son estos dos principios vanos, pues la evidencia a nadie re- pugna, sin que ello importe decir que lo evidente sea cierto. Planteado ese principio Descartes da otro paso, admitiende como evidente 1a idea de Dios y su existencia. Y sin embargo ya Santo Toms, autor insospechable, habia negado tal evidencia por cuanto si la hubiera no seria concebible el ateismo. Aqu aparece sti célebre argumento ontolégico, argumento ya refuta- do por Santo Tomas en Anselmo de Aosta, con sélo recordar cl principio: aposce ad esse non valet illatio, “no se puede de Ja posibilidad argumentar el ser”. La cutestién de la existencia de Dios se halla todavia en los términos en que fué planteada por Aristételes y los escolasticos, La refutacién de las pruebas teolégicas intentada por Kant, no resiste a un examen serio y desapasionado, Antes Kant ha de demostrar la verdad de su sistema: tan solo en él no es posible demostrar racionalmente la existencia de Dios. La razén por el principio de causalidad pide tuna causa primera; la idea de movimiento exige un motor. Pero, con todo, la existencia de VERBUM 83 Dios. supuesta por la razén, en el estado actual de los conoci- mientos no se puede dar como un hecho. Seria menester que Dios,se nos mostrase. 1,0 que la razén demuestra es que si hay movimiento, si hay materia, han de tener una causa de su existencia; mas, si esta causa la tienen en sio fuera de si, en otro ser, no lo sabemos, porque para ello se necesitaria el cono- cimiento de Ia esencia de la materia y del movimiento. Seguin Ja nocién comin Ia materia no podria ser eterna, y la demostra- cién remonta hasta Platén. También el tercer principio cartesiano de Ia evidencia in- mediata de la vida, de Dios es falso, pero dndolo por demostra. do, por axiomatico, encontré una base, pues con Dios todo se explica. El mal es que su demostracién artificial ha perjudica- do no poco a tal idea, haciendo creer que ésta no tenga otras pruebas que el mencionado sofisma. El criterio de la verdad no se halla, pues, en el razonamien- to, el cual no conduce a conclusiones verdaderas, sino cuando sale de premisas ciertas. La verdad de éstas no tiene otra de- mostracién que la experiencia. Una premisa demostrada por la experiencia es base firme del razonamiento. Si la razén ha con- ducido a conelusiones falsas con mucha frecuencia, ha sido cuando se ha examinado bien la cuestion después de reconocido l error, porque tomabase como demostrada ma premisa que no lo era. Tal es el criterio de la verdad. La raz6n nos Jo indica anti- cipandose a Ia experiencia, pero sus indicaciones han de ser con. firmadas por ésta. A veces son tales y tantos los indicios que dudar es teme- ridad. Antes de que Foucault diera la prueba experimental de la rotacién de la tierra, ésta ya admitiase como demostrada. Sin embargo sdlo esa prueba nos did la certidumbre absoluta. Resumiendo: el criterio de 1a verdad es el que fué indicado y formulado por Leonardo. “Sdlo Ia experiencia es madre de Ja ciencia, del saber verdadero. Lo que no cae bajo la expe- riencia nunca podré afirmarse con seguridad”. «Nosotros, octubre do 1907, can el seudénimo Hans Friedrich. POETAS GRIEGOS ANTERIORES A NOMERO Los griegos adornaron de un mitico fleco la historia litera ria también, poblando de poetas imaginarios la edad anterior a Homero. De estos poctas algunos son nombrados como tales por ct mismo Homero; y con respecto a ellos la ficcién se Timi a a una que otra circumstancia biogréfica y a los titulos de Tas obras; otros deben a Homero el nombre tan solo, y la condi- cién de poetas a la sugestin de algunos epitetos. Finalmente, de Jos supuestos autores de las poesias de los misterios es fingida Ja antigitedad y el nombre Como poetas son recordados por Homero: Demddoco, Fe- mio y Tamiris. Demédoco es el aedo de la corte de Alcinoo, rey de los Fea- cios. “Fi dios le distinguid con el don del canto de un modo €s- pecial (Odisea VIII): Ja musa le amé sobremanera, le dié un bien y tun mal: Je quité la vista y le dié el dulce canto (id).....- caciado ya el deseo de comer y beber, la musa estimuld al aedo a que cantara las hazafias de los héroes; una parte de un poema cttya fama a la sazdn alcanzé al cielo; 1a contienda (.....-+) de Ulises y el Pelides Aquiles, que una vez, en el célebre ban- ute de los dioses altercaron lanzdndose graves denuestos (id). Algo mas abajo Ulises dice a Demédoco: “Cantas con el mayor tino la suerte de los aqueos, lo que trabajaron y tuvieron que padecer ....s.-s0+-++ Vamos pasa adelante y narra el ardid hermoso del caballo de madera”. Finalmente, en el mismo canto de la Odisea, Homero pone en labios de Demédoco Ia célebre aventura de la red de Vulea- no (Hefestos) . Sobre los datos consignados han hecho los eruditos sus in- vestigaciones, por no existir otras fuentes. VveRnuat 5 Siendo Corcira (Corfit) Ia isla de los Feacios, Heraclides Pontico hace a Deméddoco natural de Corcira; Demetrio Falé- reo (como) identifica a Deméddoco con el aedo (Odisea III 267} a quien Agamenén, al partir para Troya, deja encomendada a Clitemnestra, lo da como espartano. Herdclides le atribuye dos poemas, uno titulado: ‘Whow népSuas otro: “AgpoBlers xa Headarou yipes, Seguin otros el titulo del primer poema era: "Mlcv Sons Femio, hijo de Terpsio, es el aedo de la corte de Ulises, y canta el retorno de los griegos de ‘Troya. Sobre este dato creyé Heraclides poder conjeturar que compusiera un poema titulado: Retorno de Troya de fos que acompafiaron a Agamenén. Platén habla de Femio como si todavia se cantaran sus poc- mas por los rapsodos, pero como lo cita incidentalmente, y no cabe alli hacer cuestiones de autenticidad, 1a cosa no tiene im- portancia. Platén Hama a Femio, itacense, al paso que Eioro le hace maestro de escuela en Smirna y lo casa con la madre de Homero. Es indudable que los griegos no conocian a Femio sino por el pasaje consignado arriba, de la Odisea; de modo que son conjeturales la patria del poeta y el titulo del poema. En cuanto a Tamiris, el pasaje que le corresponde de ta flia~ da (B 592-600) es de dudosa autenticidad y de él trataremos mas adelante Nada impide creer que hayan existido realmente Demédoco y Femio; Homero no inventa, no es un novelista sino el “primo pittor delle memorie antiche” como le llama Monti, ¥ este ca- racter es tan sobresaliente en él, que Estrabén le juzga muds fi- dedigno que Herddoto. Lo de inventar nombres para completar un cuadro de costumbres, es licencia incompatible con aquella edad. ‘Anfidu es nombrado por Homero, mas no como poeta. Se gin Homero era hijo de Zeus y Antiope, - Zeto, fundador de Tebas. Es digno de notarse su nombre Anfidn: “el que anda alre- dedor’”. En las ficciones de los poetas de los catalogos y los lo- gégrafos, la etimologia descmpefia wm gran papel. Siete eran las con su heriiano 86 PORTAS GRIEGOS ANTE RIORES A HOMERO puertas de ‘lebas y siete las cuerdas de la lira: esa coincidencia y la etimologia del nombre dan razn de la leyenda que Ie con- cierne. Anfién circundé de muros a Tebas, y tocando él la cita- va las piedras conmovidas iban por si solas a colocarse unas sobre otras (Hesiodo, frag. CCIV, Ferécides), otros, en cl mi mero de las puertas, preferian ver el nimero de Ios hijos de Anfién (Higynus). Luego habia divergencia sobre si la lira te fué dada por Mereurio (Apoll. III) 0 Apolo (Dioscérides) o las Musas (Ferécides) o si él mismo Ia inventara. Segiin Pausanias (Boros) esa leyenda se deberia al aus tor de un poema sobre Europa. Juliano (Suidas: Anfién) ade- mas de la citara le hace inventor de la miisica, y de] modo Ii. dio, De la citara le creia inventor Platén también (Leyes 11) Ierdclides era de opinién que el mismo Zeus le ensefiara su uso. La leyenda en su desarrollo acabé por casarle con Niobe y parece que algunos himnos Ievaron su nombre. * Ouirén — También Quirdn, el maestro de Aquiles, fué cam- piado en poeta; Homero 1o proclama el mas justo de los cen- tauros, lo llama maestro de Aquiles y Esculapio. Para Home- ro los centauros eran una tribu de Tesalia que habitaba cerca de Pelién y el Osa. El nombre significaria: aguijoneadores de toros; su transformacién en monstruos mitad hombres, mitad caballos, se debe al autor de la ‘Titanomaquia, obra, dice Ate- neo, de Eumelo o de Arctino, y débese a la fantasia del poeta y no a leyendas populares. Eudoxia escribe al mismo autor Ia fi- liacién de Quirén, que seria hijo de Saturno y Filira, hija del Océano ; al paso que Eiudoxia por su ettenta le cree hijo de Txiéa. FI poeta de Ja Titanomaquia derivaba quizas et nombre de “centauro” de veto y alga , y veia en lo scentauros un simbolo de Jas naves: “Las naves, dice Homero, que son los caballos del mar” (S 709). En un fragmento de la Titanomaquia, conservade por Cle- mente Alejandrino, se lee de Quirén: “guid al género humano a la justicia, enseiandole el juramento y los sacrificios propi- ciatorios y los signos del Olimpo”, es decir, las constelaciones. ¥1 conocimiento de las constelaciones que se atribuye a Quirén es otra prueba del significado que el nombre de los centauros tenia para cl autor. veroum 8 Aqui también se ve la obcecacién de los mitégrafos que pri sero dan a las leyendas griegas origen popular, y Iuego no ven en ellas sino simbolos del sol y de las nubes, de los que los grie. ‘gos tan poco se preocupaban. Ademas de Aquiles y Esculapio, Quirén habia tenido por discipulos a Tesco (Jenofonte), a Jason (Pindado Nem.) a Hércules, etc. Ensefiabe misica, justicia, medicina (Plat de Mus) y Astrologia: es este el arte que ensefiara a Hércules. Ademas descubrié la virtud de todas Jas hierbas. Se citaba con diversos nombres una obra que algunos atri- buian a Quirén, otros a Hesiodo. Segiin Suidas se titulaba: tnesets:, es decir, preceptos a Aquiles, y segiin Pausanias. rapalvs exhortacién. En cuanto a otra obra: El arte de cu- rar caballos, fué imaginada para explicar st naturaleza de cen- tauro. Dares. — De Dares dice Isiduro de Sevilla: “iué el primer historiador pagano que en hojas de palmera escribiera la his- toria de los griegos y los troyanos” (Orig. lib. I C. qr). Heliano pretende que se conservaba atin en su tiempo Ia Biada de Dares en idioma frigio. Lieva su nombre un opiiscu Jo latino: “de excidio ‘T'roiae” con prefacio apéerifo de Corne lio Nepos. Este opiisculo, lo mismo que las efemérides en 9 li- bros, segiin Suidas, de Dictis pretendido secretario de Idome- neo, y otras falsificaciones, encontraron favor en la Edad Me- dia sobre todo. De esta obra se contaba que permanecié oculta en un sepulero hasta el tiempo de Nerén, en que un terremoto Ja puso al descubierto. No se conservé cl texto griego sino una versi6n latina en 6 libros. Dictis habria sido copiado por Homero lo mismo que Corin (Pretze Chil...) j “Era éste, al decir de Suidas, troyano y, segiin muchas con- jeturas, anterior a Homero; compuso una Tliada cuando aun existia Troya. Fué discipulo de Palamedes y sitvidse del alia- deto dérico inventado por su maestro, Describié también Ja gue- rra de Dardano contra los Paflagonios; Homero tomé de él to- do el argumento del poema”. Dafne también 0 Manto, hija de Tiresias, consagrada por Jos Epigonos después de la toma de Tebas a Apolo en Delios, 88 POETAS GRIEGOS ANTERIORES A I{0MERO escribid, dice Diodoro Siculo (IV 66) ordculos, y no pocos ver- sos styos ftteron introducidos por Homero en sts poemas. Una Helena hija de Museo, cuenta ‘Tolomeo Hefestién, es cribié antes de Homero la guerra troyana, sirviendo st obra de fuente a Homero. En cuanto a Palamedes en la leyenda troyana entré posterior- mente a Homero. Segiin toda probabilidad, este personaje iué inventado por el autor de los cantos chiprios, por la necesidad de oponer a Ulises un héroe mis astuto que él. En lo sucesivo, el silencio de Homero con respecto a Pala- medes se tomé como efecto de la envidia, Hegandose a suponer que después de haberlo aprovechado, hizo desapareeer 311 poc- ma sobre la guerra de ‘Troya. FI nombre, por lo sugestivo, no pudo ser inventado con ma- yor acierto, pues que significaria “el que aconseja en la kicha”; 0, si se deriva de r@andque, el maquinador, cl inventor. asi es que se le atribuyé un sinntimero de hallazgos o inventos: el del alfabeto (Estesicoro) 0 por lo menos los signos de las aspiradas (Dion, Crisos XIH); el de la dama, del ajedrez, de los dados y finalmente ef de los ntimeros, pesas y medidas. Se le atribuia la prediccién de un eclipse. “Hall6, dice S6- focles, la medida de los astros, stts revoluciones, sti orden, y 123 constelaciones”, y Filéstrato: “Antes de Palamedes no habia es- taciones, ni sucesiin de meses. ni afios: el tiempo carecia de nombre; no habia monedas, ni pesos, ni medidas, ni nimeros, ni amor al saber, como que no existia el aliabeto”. (Hes. cap, X) La suposicion de que Homero no mencione a Palamedes por no haber recogido toda la leyenda troyana, no es admisible Demetrio Faléreo, discipulo de Teofrasto, alumno de Av teles, ef mismo que en nombre de Casandra goberné a Atenas por diez afios (317-307 a. J. C.), eu un fragmento conserva~ do por Estacio y sacado quizd de su obra: 7 “Odussetas da el nombre de varios poetas anteriores por supuesto a Homero: ‘Automedes de Micenas, Perimedes de Argos, Licimnio de Bu- pracio, Farida de Laconia, Prébulo de Fsparta. Ki mas anti gio seria Perimedes, siendo los otros sits discipulos, Demsdoco, ste Vernon & ademas de Perimedes, habria tenido por maestro a Automedies también, Automedes seria autor de un poema sobre la guerra de An- fitrién contra los ‘Teleboas y de otro titulado: la contienda de! Citerén y el Helicén. En otro fragmento del mismo, Demetrio, citado por Tzetze, se hace mencién de otro poeta: Quirén de Corcira que como Demédoco y otros, acompafiaron el canto af toque de citara. Herdclides Péntico en su obraz swaywyt & wove? mienta entre los poetas anteriores a Homero a: Anfién, Lino Antes, Piero, Filamén, Tamiris, Demédoco Antes, si se cree a Pausanias, eta contemporaneo de Lino y natural de Antedén en Beocia; Filostéfano lo da como hijo de Poseidén (Neptuno) y cuenta que fué muerto y desollado por Cleémenes, hermano de Leénidas, quien se sirvié de su piel pa ra escribir ordculos. Habria compuesto himnos (Plutarco) De los demas poetas citados por Heraclides Pérftico son conocidos Anfién y Demédoco, los demas tienen importancia particular, perteneciendo al numero de los poetas liricos religio- sos. De estos tendrian relacién con el culto de Apolo: Filamdn. su hijo Tamiris, Crisotemis y Olen; con el cullo de Demeter Eumolpo, Museo, Panfo, Orfeo, éste apatte, y lo mismo digase de Lino, Pierio y Olimpo. Nadie admite la existencia dle estos poetas o por lo menos su antigiiedad: sin embargo se les conce- de cierta realidad, pues aun siendo fingidos sus ria ficcién que existieran poetas liricos religiosos anteriores a Homero, porque la lirica, dicen, es de las formas de Ia poesia Ja que aparece primero, sobre todo 1a lirica religiosa. En cuanto a esta pretendida prioridad de Ja lirica, la demues- tran sus sostenedores con un argumento a priori, y pruebas hi téricas: El argumento a priori consiste en que la lirica es maué festacién del “sentimicnto” y ¢l sentimiento es un hecho primi tivo y universal. Nada mas falso que este argumento, Aates de Homero y de la epopeya, los hombres manifestaban sia dt da sus sentimientos; mas, si la manifestacion de un sentinica to fuera de por sf lirica, resultarian también liricos los animate: El argumento a priori citado, como otros de la misma indole, se debe a ese pretendido método cientifico que hace caso ‘ontise noubres, ae se- 90 POETAS GRIEGOS AX RIORES A HOMERO. de la forma y las diferencias, y clasifica las cosas segiin la sus- tancia, Ell arte es, forma, prescindir de la forma es negar cl arte. ‘Una cosa es la definicién cientifica, otra la artistica } para el es. cultor, ef Moisés de Miguel Angel es Ia obra maestra més stt- blime que se conozea, para el quimico no sera mas que un pe- dazo de carbonato de cal. A Ios alemanes debemos en literatura el uso de la definicién- cientifica y por tanto la negacién de Ja literatura misma. Asi, por ejemplo, en la epopeya, ellos no ven sino leyenda, es decir, Ja narracion de un hecho imaginario; y ficles a tal principio, en- tre la Tiada y los Nibelungos no hacen diferencia alguna. Manifestaciones del sentimiento son la risa, los gritos, los gemidos; y si todo esto es lirico, la lirica habria sin duda pre- cedido a la epopeya; pero la observacién demuestra que la in- teligencia procede de lo exterior hacia lo interior; que él hom- bre vive primero, como quien diria, “fuera de si”, absorto en las cosas, y silo mas tarde se recoge para reflexionar sobre si mismo; y ast Ja epopeya, que representa el hecho exterior, de- bié ser anterior a Ia lirica, que es subjetiva. La famosa prueba histérica consiste en ir rebuscando en Homero los pasajes que puedan aludir a la existencia de la li- vica. También aqui hay equivocacién: en Homero hay alusiones 2 costumbres que dieron lugar al nacimiento de especiales for- mas de lirica; asi por ejemplo en el canto 22° de la Tiada halla- mos que Aquiles manda a un soldado entonar el “pean”: aeluy- sts aavovx Esto no demuestra sino que después de una victoria habia la costumbre de gritar en coro 1s zatdv Si Aquiles en vez de decir: “id a las naves cantando el pean” hiciera lamar un coro para que lo entonara, a un poeta, entonces se podria ad- mitir que Homero alude a una composicién lirica Digase lo propio del *¥vo< alusion a la costumbre de lan- zar gritos quejumbrosos alrededor de un cadaver, entremez- clando alabanzas del muerto. Sin duda, estos lamentos, por obra de Homero que representa la escéna haciendo hablar a los personajes, se tornan poesias, pero solamente en los poemas hhoméricos, no en Ja realidad. Ni son otras cosas los himeneos VERBUAC gu del escudo de Aquiles 0 de Héctor; representan la costumbre que habia de festejar Jas bodas con alborozos, ruidos y el gri to de “Himeneo”. Cada una de estas costumbres dié origen a una particular forma de poesia, y podemos decir que “existian en Grecia, ya cn Ia edad homérica, las condiciones que determinaron el surgir de Ja lirica en sus varias formas, y no que existiera ya la lirica” Verdad es que se rogaba a los dioses y se les honraba con sacrificios; pero fué mucho mas tarde cuando se introdujo Ja costumbre de encargar a un poeta que expresara los sentimien tos de todos. La cpopeya Pues en Grecia se ha de considerar como la for- ma primitiva de la poesia: lo homogéneo fundamental, de don- de surgieron mas tarde por diferenciacién ja lirica y la dramé- tiea, y también la historia y hasta los tratados, es decir, toda la Titeratur: Cuando se habla de literatura se ha de entender como obra «de la reflexion y el arte: nada tiene que ver la espontaneidad. in duda debe existir con anterioridad algo que funcione como imulo provocando el nacimiento del arte; pero esto es de- masiado evidente para insistir sobre ello, sobre todo que las in- vestigaciones de tal indole corresponden a la ciencia, no a la historia Ir Pasando ahora a estos imaginaries poetas, empezaremos por ‘Manfo™, que seria natural de Atenas y contemporaneo de Li- nv, del que canto la muerte (7) y autor de varios himnos sobre fos misterios cleusinos, himnos conservados por los Licémidas. Fran éstos una antigua familia de Atica, a la que pertenecid ‘Temistocles también. Fn los misterios eleusinos era de esta fa- milia el encargado de Hevar el hacha sagrada. Cuando, poco an- tes de Solén, Eleusis fué incorporada al Atica. la direccion de Jos misterios quedé a los Eumélpidas de Eleusis, y el segundo lugar correspondié a los Licémidas, representantes de los ate- nienses. 2 8 Po iT GRIEGOS ANTERIORES A HOMERO Los Eumélpidas daban como autor de los himnos que po- seian a Eumolpo, y los Licémidas, para no ser menos. imagina- ron a Panfo. Lo tinico cierto eu esto es que dos siglos después de Cristo uno de los Licémidas ensefié a Pausanias varios himnos, uno de os cuales coincide en parte con el himno homérico a Demeter, pretendiéndose que de tales himnos era autor un poeta ante- rior a Homero, Hamado Wéupes (el luminoso) . Ademas del himno a Demeter, Pausanias cita un himno a Poseidén y otro a Diana, y dice que primero Panfo canté Jas Gracias sin determinar sti ntimero. Filostrato (Heroicis) trae dé Panfo dos versos. Dado que Panfo haya existido y compuesto los hinmos po- seidos por los Licéntidas, no podria ser tan antiguo, pues no es anterior al siglo 8° antes de J. C. Ia introduccién en Gre~ cia de los misterios, no habiendo rastros de ellos en Homero. La fecha de la introduccién ne se puede precisar; sin Embargo, como la tradicién los deriva de Tracia no es adiisible que los griegos los recibieran antes de ponerse en conitnicacién con los tracios, es decir hacia el 740 a. J. C. Precisamente por aquel tiempo ‘Velis, abuclo de Arquiloco y Cledbuta, una sacerdotisa, difundian por las i mo culto. En Eleusis existia una corporacién o familia que entonaba en los misterios esos cantares; de stt hermosa canto tomaron el nombre de Eumélpidas y pronto consignieron que uno de ellos presidiera las solemnidades y el eulto con el titule de Hie- rofante. Del apodo de Rumélpidas sacaron et eponimo: Eu- molpo y ie atribuyeron la paternidad de las poesias que con~ servan. as aquel mis En el himno homérico a Demeter, Eumolpa figura como uno de los seis principes de la ciudad, pero uo es el primero, ¥ esto significa que cuando fué compuesto el himino homérien, los Eu- méipidas no habian atin conseguide Ia antoridad que ittvieron mas tarde. Eumolpo habria escrito sobre los misterios de Demeter (iheat Mfpnzeot)sobre su Tegada a Eleusis donde fue hospe- dada por Celeo (Suidas), todo esto en tres mil he: Ametros . VERE 93 Entre Eleusis y Atenas estallé una guerra que duré varios glos y terminé poco antes de Solon. Esta guerra fué repre- sentada como un combate tnico entre Eumolpo de una parte y Erecteo de otra. EI resultado fué la incorporacién de Eleusis a Atenas y Ia adopeién por parte de ésta de los misterios eleusinos quedando ia presidencia a los Eumélpidas. A los atenienses quedé el 2° puesto; el “dadueo” —@x2a8/00) es decir, el que le- ya el haz sagrado era de los Licémidas. Los atenienses habian perdido su rey Erecteo muerto por Eumolpo (es decir la pre- sidencia de los misterios que quedé a los Eumélpidas), pero Eumolpo perdid su hijo Imarado (es decir, que el segundo sa- cerdote fué ateniense) . . Algunos, al contrario, no atendiendo sino a que Bleusis per- diera stt independencia, daban a Eumolpo como muerto por Ja propia mano de Erecteo. Quien consideraba mo de origen gr stos misterios cO- ego y fundados por Demeter directamente, ha- cia a Eumolpo ateniense; quien los creia importados por tra: cios hacia a Kumolpo tracio; otros opinaban que el origen de los misterios era tracio, pero que habrian sido Mevados a Eleusis por griegos, y hacian griego a Eumolpo y aliado de los tracios. Poner de acuerdo estas variantes, cada una de Jas cuales representa tna opinién distinta, es imposible; sin embargo, cuando se tive mas clara conciencia de Ta cronologia, se vid que todos los hechos atribuidos a Eumolpo no pueden conve- nir a una sola persona; los Eumolpos se multiplicaron y resul- taron finalmente tres. Museo — Museo es el poeta ateniense de los misterios clet sinos y por eso es hijo de Eumolpo; algunos pensaban que sien- do Atenas duefia de Eleusis, Museo hubo de ser padre y no hi- jo de Eumolpo, Mas tarde los que buscaban la concordancia duplicaron a Eumolpo, baciendo a uno padre, a otro hijo de Museo. Mas, como de los escritos que se atribuian a Museo, solo algunos tenian por asunto a Demeter y los misterios, ver- cando los demas sobre distintas materias y con preferencia so- bre astronomia, negaban otros que fuera hijo de Eumolpo. Lo juntaban con Linoy con Orfeo, a cuyos escritos Jos su- yos se asemejaban por el asunto. Otros aceptaban su descen- 9o4 PORTAS GRIEGOS ANTERIORES A HOMERO dencia de Eumolpo, pero intercalando otto personaje: Antiie- mo y dandole por madre Ja luna. Como escrito de Museo se ve citada antes de todo una co- leccién de oriculos. Cuenta Herédoto que Onomicrito, sorpren- dido por Laso de Hermione mientras alteraba wm ordctilo de Orfeo, fué desterrado de Atenas por Hiparco. Basté esto para que se hiciera 2 Onomacrito autor de todas las falsificaciones. Cita Suidas un libro de preceptos dirigido por Museo a sit hijo Eumolpo, en cuatro mil versos: seria la obra también ci- tada por Pausanias varias veces con el titulo de: Expdime ydhr, Pausanias cree que esta obra sea una falsificacién de Onoma- crito (!), y segiin él la\ tinica auténtica era un himno a Demeter conservado por los Licomidas. Recuerda Aristéfanes en Las Ranas una obra de Museo sobre la cura de varias enfermedades, y Larcio 16 hace autor de una ‘Teogonia, y um tratado sobre fa “esfera”. En un escolio a Apolonio (libro IIT) se cita una Ti- tanografia, cn el tercer libro de la cual se hablaba de Cadmo. Varios versos de Museo son traidos por uno que otro autor sin indicar de dénde fueron sacados. Se desprende de Platén que en su tiempo muchisimas obras andaban bajo el nombre de Museo, todas empero reconocidas como apécrifas. El oraculo de Delfos no es tan antiguo como pregonaban los sacerdotes. La alusién a Delfos en la Iliada (L/. I. 404) ¢3 una interpolacién. En general, son interpolados en Homero tos versos cuyo fin es acreditar ritos o pricticas religiosas. Cuan- do la interpolacién era en ventaja de alguna ciudad, se Jevanta- ba a protestar la ciudad rival; mas todos callaban cuando Ia in- terpolacién servia para aumentar el prestigio del culto. Para hacer tales intercalaciones se escogia por lo comin una enumeracién a un simil, es decir, un punto donde una su- presién o afiadidura no alterara el curso de la narracién; y es- ta misma circunstancia ayuda a reconocerlas. Apolo, en Homero, era dios troyano y enemigo de los grie~ gos. El heraldo que trae a Argos la noticia de la toma de Troya, en el Agamenén de Esquilo, después de saludar a Ja tierra, al sol y a Zeus, dice: “Salve, y ti rey Pitio ya has cesado de di- rigir contra nosotros las flechas de tu arco; hasta cérea del Es- VERBUM 95 camandro nos asaltaste como enemigos; sé ahora nuestro salva- dor y aliado en Ia pelea, oh rey Apolo”. En cl concepto de Esquilo, Apolo se torna partidario de loz griegos y forma entre sus dioses después de Ia toma de Troya El himno a Apolo traza el camino del culto de Apolo en su di- fusién y de alli aparece que Delos es el primer lugar de la Gre- cia europea donde se levantara un santuario a semejanza de los de Asia; y esta misma circunstancia esta confirmada por Es- quilo: “abandonando la laguna y la pefia de Delos, después de haber Iegado a la costa de la peninstla de Palas (Atica) vine a esta tierra y a sts moradas del Parnaso”. A Delos leg pues primero el culto de Apolo, y Delos es an- terior a Delfos; y de Delos no hace mencién Homero sino er un pasaje sospechoso de la Odisea (C. 163). Los poetas délficos 0 apolineos no podian, pues, ser anterio- res a Homero. . De estos poetas el primero seria ‘@» , en cuyo nombre al- gunos creen ver indicada la flauta. Habla de él Herdédoto (IV 35) que lo hace licio (dvig dsmos) “este Olen viniendo de Licia compuso los himnos que se cantan en Delos”. Pausanias, que acoge en st obra todas las ficciones tardias, habla de una tal Beo: “una mujer del pais (Delfos) que com puso un himno en Delos en que decia que el oraculo fué fun- dado por los hiperbéreos y entre estos ponia a Olen autor det primer vaticinio y del “hexdmetro”. Los versos de Beo serian es- tos: “Olen, que fué el primer profeta de Apolo y primero en- tre. los antiguos, compuso un canto en hexametros”. Suidas, que segdin su costumbre recoge lo que encuentra escrito sin cuidar- se de ponerlo de actierdo, dice que Olen fué hiperboreo o licio, y en favor de esta ultima hipdtesis cita a Calimaco. El distico de Calimaco dice: “algunos cantan el nomo del viejo Licio, aque! que trajo del Xanto, Olen, el adivino”. El nomo era una mo- dulacién a la cual se adaptaban las palabras; pueden dar idea los ocho “tonos” sobre Jos cuales los eclesiasticos cantan los sal- mos. Este nomo no seria invencién de Olen, sino del “viejo Li- cio”, del cual nada cierto sabemos. En cuanto a que el oraculo de Delfos hubiera sido funda- do por Jos hiperbéreos, era creencia generalmente aceptada, vy 6 PORTAS GRIEGOS ANTERIORES A HOMERO confirmada por varias leyendas: sélo que los hiperbéreos eran un pueblo imaginario. Puede sin embargo tenerse por cierto que se creian provenientes del norte el oraculo y el culto de Apolo. Olen bien puede considerarse como personaje real, y repre- sentaria la influencia en el culto de Apolo, en Delos, de la Li- londe, florecié primero; lo que no es admisible es suv anti- giiedad, ni que fuera anterior a Homero. in cuanto al oraculo de Delfos puede objetarse que si pro- viniera de Delos, segim se ha demostrado arriba, seria inadmi- sible darle por fundadores los hiperbéreos. Obsérvese que hay que distinguir el culto de Apolo de las adivinaciones, cia, ‘| himino a Apolo ya citado arriba nos explicar esto: Apo. Jo, de Delos pasa a Delfos y de Delfos sube al Olimpo, baja luego del Olimpo a la tierra y va en busca de un lugar donde establecer el ¥, es decir, su “oraculo”. Desciende del Olimpo en la Pieria, pasa a la Imacia y a los Enianos y al pais de los Perebos, a la Eubea, ete. Toda esta peregrinacién la ha- ce “buscando donde fundar un oraculo”; yensv/a0v. Los paises por los que pasa ya tienen todos algiin templo de Apolo, pero en ninguno de ellos cree oportuno establecer el “cresterio”, has- ta llegar a Delfos. La mAntica, pues, vino de la Pieria (seria este el pais de los Hiperbéreos o Nérdicos, con respecto a Del- os) a agregarse en Delfos al culto de Apolo ya establecido. Esto es lo que quiere decir el himno a Apolo. EI colegio sacerdotal, que es cosa distinta, tendria su origen en Creta. Olen es el poeta de Delos, no obstante que Beo lo hace venir a Delfos. Son en cambio poetas délficos: Filamén, ‘Tamiris, Crisotemis y el rapsodo Eléutero segin Pausanias. ‘odos estos habrian participado en los concursos poéticos de Delfos, saliendo vencedores. Los juegos, y entre ellos los certimenes poéticos, no fueron establecidos en Delfos sino después de Ia guerra santa (590 a 3. C.) y Ia destruccion de Cirra. La existencia anterior de juegos y certimenes poéticos que se celebrarian cada ocho afios ‘no se ve indicada en el himno a Apolo; antes parece que la ra- t a VeRRUM o7 zon que detiene al Dios en Delfos seria precisamente la soledad del lugar: “si te detienes aqui, le dice la fuente de ‘Telfusa, los hombres preferirin ver los carros bien hechos, y oir el estré- pito de los veloces caballos antes que admirar tn gran templo y stis riquezas”. Estos versos, es verdad, excluirfan la existencia de juegos gimnicos, pero no los concursos posticos; solo que de tales con. cursos poéticos anteriores a 586 no se halla mencién sino en Pausanias, y habria que suponerlos forzosamente, de aceptar Ia antigitedad de los poetas que figuraban como los primeros ven- cedores. De Crisotemis no se conoce sino el nombre; seria de Creta © hijo de Cremanor (Paus X 7). ‘Pidyuev (Pats). Seria hijo de Apolo y Quione, o de Apo- lo y Filonides: célebre, dice Ovidio, “carmine vocali cithara- que” (Met. XT 717). Habria introducido en Delfos Jos coros de virgenes 0 “partenios” (Plut). La mas antigua mencion de este poeta hallabase en Ferécides (eschol, a Apol:) y segiin 4, Filamén y no Orfeo habria acompafiado a los argonautas. Deseril dice Heraclides, el nacimiento de Latona, Diana y Apolo. Tamiris (iu) seria hijo de Filamén, pero su nombre no figura en ninguna de las Histas de los antepasados de Home 50 en que los logégrafos solian ordenar todos los supuestos poc- tas anteriores a él. Ia madretde este pocta fué Arsinoe o Ar- siope, y a su vez seria padre de Museo, el de Tebas. El pasa~ je de Homero (B 595) es apécrifo sin duda. En los bajos tiem- Pos se citaba una teologia o teogonia de Tamiris, o “Titanoma- quia” en tres mil versos segiin Suidas © cinco mil (Tzetze), obra que nadie legé a ver, Platén recuerda a Tamiris varias veces, lo que prueba que en su tiempo ya se leia este nombre en Homero. El nombre de ja madre: “Arsinoe” hace pensar en el Egipto, y Tamus seria el nombre egipcio de Amon segiin Platén. Quizas en esta cir cunstancia se debe buscar la causa de habérsele dado a “Fila- mén” por padre. Segtin Sengebusch Tamiris seria la forma “edlica” del nom- bre: Homero. vernyn—6 98 POETAS GRIEGOS ANTERIORES A HOMERO Cuenta Pausanias que Orfeo no quiso participar en el con- curso délfico, ni Museo que en todo se conformaba al proceder del primero. De Orfeo no vale la pena hablar ahora, como que su nom- bre, segtin veremos, no aparece en Grecia antes del siglo 6° a. Jee Lino (47448) Uste poeta no tiene relacién con ningiin culto especial. Io que dice la critica moderna de este poeta seria. mas © menos esto: Lino era un canto de caracter lastimero (y no faltarian argumentos para demostrarlo), en él se lamentaba el “secarse” de los rios (y esto es mera ficcién) bajo el simbolo de un jovencito que moria herido por Apolo, luego el joven sim- bélico Morado en el canto se cambié en un poeta. Diremos primero que existié efectivamente un canto ilama- do “lino” en tiempos de Herodoto; que se aluda a tal canto en el verso de la Iiada (Z 570) no es admisible, como que alli “\ino” significa “cuerda”’: “y cantaba con voz tierna al compas de la cuerda hermosa”. Como se trata de un muchacho escul- pido en el escudo de Aquiles, es admisible que ef poeta arguya del ademan que la “voz del muchacho es tierna”, mas ningiin gesto podria indicar que el canto sea mis bien un “lino” y no otro cualquiera. Adems el “lino” en este‘ caso resultaria un canto alegre. “Lino” lamése el canto a que se refiere Herédoto, por el estribillo: ay, Lino! que se repetia al principio y al coneluir ea- da estrofa. En este estribillo hay quien ve una exclamacion: “cay de nosotros?” que los griegos habrian aprendido de algiin pueblo semitico sin comprender el significado. Nada de eso hay en realidad: “Lino” era la personificacion dé 1a planta “el lino”, como Baco lo era de la vid; y la excla- macién en st forma primitiva era: 0% +0 Atvoy segtin Pausa- nias que la hace remontar a Panfo; ahora, 7 =4 ®vov signifi- ca: ay del lino (la planta). EI mismo objeto personificado sugiere la biografia “después de haber deshecho a Lino, dice Eudoxia, Apolo tendié las cuer- das sobre la citara”. Estacio escribe: “es el Lino, segtin Aristarco, un canto 0 himno, como seria el “pean” o el ditirambo. Llamése Lino es- VERBUM 99 ta especie de canto, 0 porque se cantara al “son de la cuerda” (lino), o por cierto héroe de tal nombre. Citan Jos antiguos un Poemita sobre la esfera que seria obra de Lino ateibuida por ‘otros a Orfeo”. Herédoto identifica a ese canto con el Manero de los egip- cios y otros cantos; entiéndase que se refiere al “motivo 0 can- tilena” y no al contenido, que Herédoto no podia comprender. Hesiodo dice: “Urania parié al hijo amado Lino, a quien cuantos cantores hay y citaristas, todos le cantan en los ban- quetes y coros, empezando por “Lino”. Eudoxia dice que “lino” se Iamé a la cuerda de la citara Porque los antiguos la hacian de lio; el estribillo pues significa . “ay de la citara; ay de la cuerda de la citara”. El “lino” co- mo personificacin de la cuerda de Ia citara era hijo de Ura- nia, o de Caliope y de Apolo, y es un rasgo humoristico el de- cir que Hércules le “rompiera” la cabeza Como personificacién de la “planta” del lino, se identificaba con Narciso, es decir, iba a morir al “agua”, por Ia costumbre de mojarlo. Como personificacién de la planta es hijo de Amfimaro (de duel y wapbw: “deshebrar alrededor”) ; otros, con arreglo a stt origen egipcio le dan por padre a Mercurio. Como el lino era en un principio confundido con el papiro y el papiro servia para escribir, Lino fué el inventor de las letras ; en tanto que como cuerda de la citara es el inventor de la misi- ca y el canto; y finalmente como de lino eran las velas de las naves, “Lino”, dice Hesiodo, “ensefié la navegacién y era sa- bedor de todas las ciencias’””. Asi jugaban los griegos con las alegorias, dejando a los eruditos la tarea de multiplicar los “Linos”, y buscar en ellos los rios secos... Por lo demas se le atribuia (dice Laercio) una cosmogonia, una obra sobre las revoluciones del sol y la Inna y la genera cién de los animales y las plantas, etc. Escribié también sobre Baco y su culto (Diodoro Siculo: Mit.) Pierio seria padre de Lino (segtin Tzetze) o hijo; y de él las Musas tomarian et apodo de Pierias. 100 GRINGOS ANTERIORES A 10MIRO Iv Diodoro Siculo es el nico que da a Pronapides como maes- tro de Homero. Pronapides habria empleado el alabeto pelds- gico, y compuesto un poema titulado “Protocosmo”’. Heliano cita a Melisandro como autor de un poem sobre Ja lucha de los Lapitas y los Centauros. En Jos poemas homéricos se hace mencién de varias empres sas anteriores ala guerra de ‘Troya como, por ejemplo, de Ta tt cha entre Lapitas y Centauros, y quien partia del principio que Homero hubo de recoger la materia para sus cantos, de poe- mas anteriores, en cada una de tas alusiones veia ‘ndicado un poema y no quedaba sino inventar el nombre del autor. Algunas veces existian poemas de edad incierta, y cl tema © asunto tratado ayndaba a fijatla, haciéndose sin mi res a Homero los poemas sobre astntos anteriores ala guerra de Troya. No son raros los casos en que de una equtivocacién nace un poeta. teri Era muy frecuente la expresién: “un dicho antiguo”, varias veces la encontramos en Esquilo y en Séfocles: de ahi el poeta Palefato anterior a Homero. En general, son falsas todas las noticias que solamente se Jeen en autores de la época romana o de Ia bizantina, sohre to- do cuando tienen por objeto Henar una que otra laguna Se ha visto que algunos de estos fingidos poetas tienen ori- gen tracio: y esto prueba que también es fingida su antigiiedad, pues que Ia ‘Tracia no entra en las leyendas griegas sino des- pués de la fundacién de colonias en Tracia en el siglo VITT a. yc. Los que creian que los misterios tuvieran origen tracio, hie cieron tracios a los poetas que se tenian por fundadores de los mismos, no reparando en Ja contradicein de que, por ejemplo, venian a ser tracios poetas autores de versos griegos. No extrafia el ver a la critica alemana derivar de tales fun- nentos la poesia griega de la Tracia? La Revists Latinas, Buenos Atres marzo de 1912, aio I, mim. f LA PILOSOFIA DE LOS SANOS Mi querido amigo: Usted quiere que le haga un sistema, 2Y acaso vale la pe- na? Un sistema no es tna novela, que ano se mets a compo- ner sin saber dénde ira a parar, como de su procedimicnto confesaba Jorge Sand; un sistema se hace de por si, si se hace, y resulta del trabajo y vida. las observaciones de toda la El filésofo no piensa en componer sistemas, ni en com nicarlos; piensa en ta verdad tinicamente y en buseatla para si; y si descubre que un camino es falso, trata de hacer vol- ver atras a los que andan por él, y esto coa el cmpetio con que se detiene a quien esta por cacr en un hyo. De ahi he pegadizo y molesto de su cunversacion, Por fo comin, al me nos al prineipio, se*le toma por loco, y también de desten- guado Io hace considerar el poco respelo con que hable iat onas de gran nombradia y reputasi tumbre de reirse de las opiniones qu vex de pe suclen terse por Tas mas acertadas. Nadie se da cuenta de que lo mueve la evidencia del error y del perjuicio que reporla, ¥ por cl amen ala verdad Es muy diffeil que legue a componer un sistema, por cuanto To que él busca es la verdad y noun modo evalqaiera de eslabonar las ideas entre si. No pretende dedaci de un principio, sino descub mo es principios serin dos, 0 mil, poco le da; lo que si fe importa es saber cules son. La verdad est dispuesta a acogerla tal cual es, aun cuando resultara una condena de tude lo que desea. La filosofia no reside en la agudeza de ta mente, sino en Ia si Ho te (a n las cosas. Tos ad del amor a Ia verdad, y, por consiguiente, en y02 LA FILOSOFIA DE LOS SANOS ia fe inquebrantable en sti existeneia, y Ia. posibilidad de su co- nocimiento. Sécrates no tenia ningtin sistema que contra sofistas; si encontrd razones valiosas para refutar una que otra de sus tesis, ello fué en lo sucesivo, y si se eché a poner a los busearlas fué sélo porque los sofistas negaban ia posibili- dad del conccimiento y la existencia de 1a verdad, que er los articulos de su fe. Es la fe, pues, lo que constituye al filésofo, fe en que la verdad existe y es buena, de suerte que él no puede que- rer que el hombre sea victima del error. Resulta, por lo tanto, que cualquier sistema que con duzca por cualquier camino a la negacién de uno de aque- Hos articulos, la existencia de la verdad © la posibilidad de conocerla, es obra de sofista, ya que no de fildsofo, y de sofista tanto mé peligroso y daitino cuanto mas difici- Jes de destruir son sus argumentos. El jilésofo es el cre- yente en Ia verdad, y como tal fanitico por ella, aunque puinca presuma conocerla; sabe que es posible y que exis te, y para 4 ctantos niegan cualquiera de las dos cosas no son tan sélo eqitivocados, sino impios y perversos. El filésofo, que no ambiciona honores ni riquezas y no desea placeres, para quien, pues, la vida no tiene valor alguno, no admite el empleo de la razén como juego o ejercicio, sino sdlo para investigar, descubrir la verdad. Sin este objeto, nisar de ta razin es para él abusar de Ja de an hombre formal y honrado, el mayor de Jos crimenes. "Tal iué Platon, el corazén mas noble, cl que amé Ta verdad con amor més puro y gallardo, capaz de conmo- veria y atraerla sobre Ja tierra, si hubiese existido en al- azin, cosa indigna guna parte. En aguella Jucha entre Platén y los sofistas, los espiritus superficiales no ven sino un hecho momentaneo, un episodio de la historia de Grecia; y es la historia de Ia sumanidad, No mueren ni la sofistica ni la filosofia, siendo las con- diciones de su existencia inmanentes en el género humano y en cada hombre, pues cada hombre es sofista y filésefo, VERRUM 103 segtin las circunstancias, La sofistica aspira a suprimir Ja verdad, niega el conocimiento de Jo real, simplemente para no tener que conformarse a aquélla, y libertar al individuo de todo obsticulo y ley: tal inspiracién ingénita es mate- tial, es Ja tendencia a dominar del individuo mismo, Y no ¢s que propiamente se desee la supresién de toda realtdad ; Jo que se anhela es dar consistencia y realidad a los objetos de nuestros deseos: para ello, empero, se necesitaria que Ia realidad no estuviese hecha a su manera, independientemen- te de nuestras aspiraciones. No que no deba haber un mundo: Jo que se quiere es que el mundo sea tal como el deseo se lo forja a cada cual en la fantasia. Fis tener que reconocer que e! mundo ya esta hecho, lo que nos pesa; y es por eso profundo el concepto hiblico que pone la esencia de todo pecado en que- ter el hombre substituirse a Dios: ser Dios y fabricarse Iuego el propio mundo. Como tal aspiracién es natural es una cosa misma eon Ja individualidad, se comprende fécilmente el porqué del favor que halla la sofistica, asi como Ia repugnancia que inspira la disposicion contraria, esto es, la aceptacién de Ja realidad y el esfucrzo por descubrirla, a fin de conformarnos a ella en Ia conducta. sofistica comien: que se intente persuadir al mundo de que aquella no ¢s so- fistica sino filosofia, no se consigue, pues sila una es in- mortal, también lo es la otra. Cada cual, cuando es presa de una pasién violenta, se vuelve sofista, y retorna a ser filé- solo y a reconocer Ja existencia de lo real, cuando recoge el fruto amargo de su voluntaria ilus con Descartes; y por mis jon. La filosofia ¢s inmortal como Ia raz jula muy delicada y en es on, Esta es una brit remo sensible; el menor deseo que despierta en el corazon basta para desviarla; pero al desviar siente sobre si la accién de la fuerza exterior y que muy distintas serian sus conclusiones si fuera libre, senti- miento que no le permite adherirse plenamente a lo que s¢ le muestra, mientras est en tal estado. En una palabra, el entendimiento es filésofo, ya que su mismo nombre supone 104 LA FILOSOFIA DE 10s SA sos, Ia existencia de algo real y la posibilidad de eonocerk instinto es sofista. Y por cualquier via se llega a la misma conclusion: que filésofo es el que cree en la existencia de una realidad jnde- Pendiente de nosotros y nuestros deseos, y en la posibilidad de alcanzarla, y sofista el que niega, o la existencia o Ia posibilidad de la verdad, o ambas cosas Jsted me preguntara tal vez sia mi parecer Platon ha dado con la verdad. Le contestaré que si el sistema de Pla- t6n no es cierto, es, sin embargo, la mas fiel expresién de su conciencia. Hasta donde las fuerzas de su ingenio y sa pe- netracién le permiticron, llega: y si no resolvid todos Jos problemas, todos los planted, Aristételes refuté ef resultado, la formula wiltima de sus investigaciones; pero su refutacién no es completa Platén parte de la investigacién diligente de los hechos y trata después de explicarios mediante una hipétesis que se extienda a todos. Antes de refutar la hipstesis, Aristote les hubiera debido volver a examinar los hechos uno por uno, y sin prevenciones; rechazando la hipétesis si insu- ficiente para explicarles todos o si los dados por Platén como hechos no subsistian. Pero como tales hechos sub- curerde sisten y no son una ficcién de Platén, no esta de con el método cientifico rechazar su hipdtesis, que da razém de aquéllos, sin tener otra con que substituirla, Aristitetes. al dar por refutado a Platon, no consiguié sinv apartar la atencién de jos hechos por éste observadus, hechos reales v bien observados. Se impone una revisién del sistema platonico. Habria que examinar los hechos observados por el fildsofi, y si sub- sisten la hipotesis por d propuesta no satisface, buscar otra. Semejante refutacién de Platén no se ha hecho hasta el dia de hoy. No debe, pues, extraiiar que quien lee a Pla ton y se da cuenta de las observaciones que le guiaron a escoger su hipdtesis, no le crea aun refutado, y si bain mil formas el platonismo vuelve a renacer. VERBUM 105 Pero aun admitiendo que sus hipdtesis no sean adectia las, ello nada significa, por ser deber del fildsofo no ya ha- Har la verdad, sino buscarla y no buscar otra cosa. De todo lo cual resulta que no puede ser fildsoio sino uien sepa tenerse libre, enteramente libre de todo ctianto pue- da crear en él un interés contrario a la verdad. ¥ he aqui cémo Ia filosofia escogié muy pronto un sistema especial de vida; y si, como a lo demas, hubiese podido el filésofo renunciar al orgutlo. la sofistica se habria muerto, Todas las pasiones desvian la razdu, pero sin quitarle cl sentimiento de la desviaciém; el orgullo, al contrario, apage en ella este sentimiento: es el plano vertical en que colocada Ja brdjula, desvia naturalmente y pierde su tondencia hacia ef Norte. EI sofisia, entonces, Io es sin creer serlo, y a la fuer- za de los argumentos que quizés aduce, se agrega la suiges- tién del convencimiento Pero el orgullo tiene st humo que lo denuneia. El « Sullosu siempre se presenta como un ¢ formador, como ct que viene a dar la verdadera certidumbre, a abrir los vjo> al género humano. Relea usted el Discurso sobre el inétodo de Descartes y advertira que es todo un poema de orgullo, ¥ nadie ha sido victima de mas burdas ilusiones. Nada n noble que sus propésitos: quiere dar de Dios una prucha ontoldgica, una demostraci n matematica, abuyentandy to- dla duda sobre Ja inmortalidad del alma. Es religiosu, ante Dien catélico, y tan sometido a la autoridad eclesidstica, que después de Galileo seguira negando el movimiento de Iq tierra. Pero ne intenciones m: es de fijo a su prueba ontologica ni a sus ticas que debe su celebridad: al conirario, todo esto, lo que tal vez mas importaba a Descartes, consti taye la mayor di icultad para el moderno historiador de la que quiere presentarlo como hombre superior ¥ ® su sistema como algo razonable y liberal, Lo que hine filoso la fortuna de Descartes, es la tesis sofistica que su sistema entraiia. Kant se presenta con intenciones nu menos halagiicnas. El quiere poner para siempre la religion al abrigo de ivdo 106 LA FILOSOFIA DE LOS SANOS asalto. Los asaltos, dice, le Megan de parte de la razén; nos- otros mostraremos lo que la razén vale. También Kant debe cl lugar que ocupa a Ia tesis sofistica que esti en el fondo de su sistema. Volviendo al grano, Ie diré que cl sistema no hace al filésofo, sino el amor sincero de la verdad. Usted observaré que si, por lo dicho, no es dable amar la verdad si antes uno no consigue suprimir en si mismo todo deseo, tal disposi- cién sincera es imposible en el ser humano, y no se lo niego: y tanto es asi, que esta tan sonada verdad no tiene todavia trazas de dejarse encontrar; pero nadie puede pretender que cl hombre no sea hombre y no tenga pasiones ni deseos y por lo tanto algiin interés con respecto a la verdad, que ha de preferir que sea mas bien de un modo que de otro. Pero hay un remedio, y es comprender bien que si usted se en- gafia, usted es quien se engafia y ha de sufrir las consecuen- cias del engafio, I] amor a si mismo, que no es el orgullo, puede, pttes, neutralizar la influencia de la pasién sobre Ja brajula En cuanto a lo demas, no puedo sino indicarle el camino que he seguido yo mismo para Megar a formarme al- guna idea y salir del atolladero de tanta contradiccién: con la esperanza de que acaso Ie sirva, mafiana se lo voy a se- falar. Nosoivoss, enero de 1912, con cb seudénimo Hans Friedrich LA SOFISTICA MODERNA Mi querido amigo: Le agradezco su carta y la noticia que en ella me da, de que usted tiene ya formadas sus opiniones y puedo, por tanto, ha- blar con entera libertad. Como modo de alentar, ciertamente ¢s peregrine; sin embargo, aprovecharé su cortesia para volver sobre el tema de que ayer tratibamos La filosofia parte, segtin se ha dicho, de un principio, o me- jor, de dos: Ewiste algo y cs posible el conocimiento. Este es cl presupuesto filosdfico; luego se pasa a estudiar cémo se conoce 4 qué es lo que existe. La sofistica parte de mil puntos, pero por cualquier camino Tlega a negar 0 Ia cxistencia del ser o la posibilidad de su cono- cimiento, esto es, a negar el fundamento de la filosofia. La existencia, tanto del ser como del conocimiento, 1a filo- sofia no la demuestra, como el fisico no demuestra Ja existen- cia del mundo, y ninguna ciencia, su objeto. Y asi manda Ja ra- zon, Es evidente que a no existir el mundo no habria fisica, ni astronomia si no se viesen astros en el cielo: el hecho mismo de haber wna ciencia de la naturaleza, prucha la existencia de esta Ultima. ‘Los que no admiten o el ser o el conocimiento, dice Aristo- teles, lo hacen, ya por amor de disputa, ya por inexperiencia. La inexperiencia y Ia poca prictica en Ta dialéctica, contintia, son las causas de que se pretenda Ia demostracién del principio ‘Ahora bien, el principio no se demuestra, pugs para hacerlo se necesitavia. olvo principio lo que seria ir a lo infinite. La geometria empieza, v. gr. por el axioma de que el todo es mayor que sus partes, y este axioma no lo demuestra, ni Jo podria. 108 TA SOF{STECA MODERNA Quienes hablan por amor de disputa, contintia Aristételes. quieren ser persuadidos por medio de la fuerza y que se les obligue a creer, y esto no es posible. Negado el principio, queda suprimida toda demostracién y refutacién, cosa que la sofistica no puede ignorar. Como no anima al solista el amor a fa ver- dad, sino mas bien el odio, nada le importa que se Te actise de violar las leyes de la dialéctica. La realidad del ser y la posibilidad del conocimiento no de- ben demostrarse, sino darse y tomarse como supttestos necesa~ trios. Y son principios verdaderos, es decir, tales que no hay otro anterior, por cuanto la filosofia es la ciencia de Ia razén y ésta tiene por limites dichos principios, que la separan de Ta locura En la vida prictica, quien estuviese de veras perstadido de que nada existe o nada se puede conocer, seria juzgado loco; pero lo que es locura en la vida lo es también en filosofia, y, por consiguiente, quien define la filosofia: “tna locura”, no tendra, a buen seguro, por qué avergonzarse de tal definieién. “Dudan, dice Aristételes, si seré verdad lo que se ve en stc- fios 0 lo que se ve despiertos; pero no dudan de veras, pues si estan en Africa y suefian hallarse en Atenas, al despertar 10 suben al Areépago”. Semejante incertidumbre no existe, pues, sino para el loco. Algo de tales dudas se pretendié encontrar en cl mismo Ho- mero, quien, al referirse a Héctor, delirante por la herida re~ cibida. dice que “hablaba cosas de otra sabiduria”, de una sa- biduria distinta de Ia comin. Ts decir, que para Homero el Toco no estaria equivocado, sino que sdlo veria las cosas bajo un aspecto diverso del comin, El filésofo, pues, pide como principio lo que, sin declararse loco, no se puede negar. Siendo su tarea Ia de aplicar cl cono- cimiento ¢ investigar Ta naturaleza del ser, si negara cl uno 9 el otro o entrambos, volveria imposible ef continuar, y ta filoso- fia morirfa antes de nacer. ‘También Descartes, me dir usted, busca un principio de in- mediata evidencia. Es cierto, pero ese principio no es el de ia filosofia. Con su cogito, ergo sum, da como stipttesta fa ¢ VERBUML 109 tencia individual y Ta conciencia de tal ea siencia, pero no la existencia de algo fuera del yo y la posibilidad de conocerlo. Asi que, después de haberse encerrado en si mismo, sdlo le fué posible salir del encierro con recursos tan mezquinos como ri- diculos. Pienso, luego ¢4 isto: primer punto. “:Y por qué creo?” Porque la idca cs clara, y he aqui una entidad nueva: la idea clara. La certidumbre de que quien piensa tiene que existir, es un sentimiento, nace de la conciencia, no es una idea: no me obliga a creer en mi existencia el nexo necesario entre pensar y ser, sino el sentirme, es decir, el sentir que soy. La idea clara, su vara magica, le ayuda a dar otro paso: también tengo de Dios una idea clara; luego Dios existe. Sin embargo, mucho antes que de Dios, tenia Descartes a certidum- bre de la existencia del mundo interior; y, si no, Zpor qué se es- forzaba cn legar a ella? ;Cémo es pueril todo esto! ;Y diez y ocho siglos después de Aristételes! Pero para clasificar a Descartes entre los sofistas (aunque sofista innocuo, si no le hubiese hecho tan dafiino la decadencia del pensamiento en sti edad), basta el hecho de que, si admite fa. existencia. no admite la de una realidad exterior; no la ad- mite, digo, cual indemosirable por st evidencia, como ha de ser, sino por falta de razones. Es este un articulo de fe que el filo- sofo no puede tocar sin cesar de serlo, al alistarse con los sofis- tas en el ejército de la locura. Kant — y de los espectladores alemanes basta wn botén, — es sofista porque niega el segundo principio, ef conocimiento de Io real. Ya veremos como. Si mis palabras Ie suenan a usted algo Asperas, mi qucrido amigo, haga una suposicién: imagine usted que uno de estos pseudofildsofos entre por azar en un Jaboratorio quimico, y ¢ game usted cual acogida le dispensarian si preguntase al qui- mico con qué derecho cree experimentar sobre la materia y los cuerpos, no estando seguro de la existencia ni de Ia wna ni de los otros. :Por qué a ninguno de estos fildsofos se le ocurrié emprenderla nunca con las ciencias naturales? Sin embargo, ca- da dia se anuncia una nueva ley de la naturaleza; antes bien, el concepto de la necesidad de tales leyes se vuelve tan comin. que es parte de la conciencia de todos. 110 LA SOFISTICA MODERNA La magia que se lisonjeaba de poder mas que las leyes na- turales, que se fingia una naturaleza adaptable a nuestros de- seos, ya murid: era la sofistica en las ciencias naturales, pues se ha visto que el steiio del sofista es suprimir toda necesidad exterior, para arreglar el mundo segiin su capricho. En las ciencias naturales, por consiguiente, la sofistica ha desaparecido: gpor qué sigue manteniéndose en la filosofia? El dafio esta en que en ella cuesta algo mis reconocer a verdad. Pero ya ha- blaremos de eso otra vez. «Noseiross, febrero de 1912, com el sendonivio Hans Friedvici: emg. EL AMOR A LA YERDAD Querido amigo: {Mi opinion sobre la filosofia? Hela aqui. Se la expongo con todo el candor de Ja inocencia de un hombre de mis afios. De mi confesién, empero, no deduzca usted nada; si al- guna frase le parecicra prefiada de consececuencias, no Ta cbligne a parir. Sélo a este pacto puedo resolverme a hablar De que alguien sostenga que el Aconcagua no es tan alto como se cree, no se sigue que él se crea mas alto que cl Aconcagua. El mis grande vicio org’ propensin a la idolatria y la necesidad de sactificar a. al guien ante nuestro idolo. La antropotusia no es verdad que haya desaparecido. Nada desaparece de una raza; ta con servacién de los elementos constitutivos de cada raza cierta que la de la materia y las tuerzas. Si un elemento parece haberse desvanecido es que de sensible se transformé cn latente; lo que cesa de mostrarse aqui, se manifiesta alla nace el problema de saber'si lo que se Hama eivilizacién y nico de nuestras razas ¢s no es otra cosa que transformacidn en latente de To mani- fiesto, es un bien o un mal. En terapéutica cl internars de una enfermedad es un mal. Todas las estatuas que usted ve en las plazas de las ciu- dades latinas no hacen mas que ocupar el Iugar de las de los dioses que se admiraban en Atenas y Roma. Un ejércits de hombres de levita y ropa interior ha derribado los des nudos dioses de sus pedestales, sustituyéndolos en la admi- racién de los transeuntes. Donde habia la radiante frente del intonso Apolo se levanta hoy una calva; en vez de jas r12 1, AMOR A LA VERDAD hermos: ineas de una pantor lla, los ojos chocan con un pantalon, ni cortado siquiera a la medida; Ja perilla ha reem- plazado la barba de Jiipiter; el reloj y Ja cadena la égida; ¥ jnasta los manoseados botones toman parte en Ja apoteosis, Nos extrafia que los griegos y los romanos estuvi persuadidos de que los escn dioses se elijan como los magistri dos, no siendo menos efica cl nombramiento ; que se postra- sen a los pies de dioses cu. divinidad era un don de ellos imismos, ¥ no caemos en la cuenta de que nosotros no hace sos otra cosa; que es el producto de una subseripcién «l pedestal que Tos levanta sobre nosotros y que para conseguir su deificacion, ya en el marmol, ya en el bronce, han tenido que apelar por medio de los diatios nuestro bolsillo. {Qué ex lo que se adora en esos niimenes cuyas Pret tas de tocado Wevan ta masca de Gath y Chaves? Nada: se ‘Hivinidad es nutestro don, y por eso mismo jpobre de él quien seta reconozea! No podemos hacernos ni hermosos, mi 8 wos, ni inteligentes, ni educados, ni bien vestidos: pero DY demos hacer dioses y esta prerrogativa nos compensa de ‘arte Jo demis, ¥ tanto mayor es muestra satisfaccion cus) to mas grandes y manifiestas han sido Tas deficisneins del sitjeto que se deifica: todo en nuestros dieses ha de ser galado por nosotros Es de veras admirable el poder que tiene el hombre de dar realidad a Jos productos de su fantasia. Si usted se pone tun par de astas, su sensibilidad no se extiende cuanto su Jo- cara; quiero decir que 1as astas quedan seeas, ¥ no TAREE van ni eontra las moseas, ni contra los bichos colorados. No sucede asi con estos dioses; Ia sensibilidad de wn Pus hin o de una nacién reside en ellos; se vuelven Tos callos de aquel pueblo o de aguella nacibn. y jeuidado con pisirselos! Tiuted comprendera ahora 10 peligroso del empefio &n que me quiere poner. Descartes es un callo de la nacién france- vay Kant tn callo de la alemana. Vueltos ya dioses) no cs permitido en su presencia ni escupin, ni qnedar con la cabe- yr ecubierta, ni reir. De Dios y de Cristo ta sensibilidad pit- hliea se ha retirado; pero no de esos monigotes Usted no ‘VERBUM 113 puede siquiera tocarlos sin que mil voces griten jay!, sin que se agite alguno de Ios espiritus colectivos reclamando sit cabeza, ‘Vamos. Usted me sostendré que no eran menos ficticios los ntimenes antiguos, y que si yo quiero derribar a Sche- Ving o a cualquier Miiller 0 Wolf, es para poner en su Ju- gar a Platén o a Aristételes. Acaso sea usted pragmatista Y profese que el hombre crea la realidad. Pues bien, se equivoca. Yo admito una realidad indepen- diente de mi; no sé desprender Ja conciencia de este elavo que la sujeta; ni tampoco admitir, fuera del caso de una litiasis, que un hombre cree una piedra. No por eso niego el poder de la fe: admito que para «no se vuelve real aque- Ho en que cree de veras, y que si yo pudiera creer, pero ente- ramente, que estoy viéndolo a usted, lo veria. Con todo, Pienso que si usted no estuviese presente la mia seria una ilusion, En el suefio lo que da realidad a las visiones no es otra cosa que ta fe. Pero yo sé que esto stteede en ef stiefio, Des- pierto no podré jamas creer que usted sea una proyeccion mia; y el Hegar hasta alll para mi sera siempre indicio de locura. creer que si hay Siendo, pues, asi, nadie me hard jamis an Dios es hechura mia Reconozco Ios efectos admirables de las bebidas alcohé- Ticas, y que bajo la accién de Baco sale de nuestro carozo psiquico un mundo, substituyéndose al real; pero no puedo conformarse a confundir la filosofia con una botella de cafia. Sé demasiado hasta dénde puede uno ilusionarse, mas no veo que sca bueno querer formarse ilusiones, hacer de la fi- Josofia un substitutivo del opio, y esforzarse en hipnotizar- se. Cuanto mas uno logre disfrazar la realidad, tanto mis rudo sera el choque que habra de despertarle. Unico empleo digno de la mente humana me parece ser el servirse de ella para conocer Ja realidad; y sélo entonces sera posible hacer verdaderamente reales nuestros suefios. i Qué de suefios de nuestros antepasados son hoy dia rea- sreen—8, 14, EL AMOR A LA VERDAD idad! | Desde el fondgrafo hasta el aeroplano! Cierto que me- jor hubiese sido que el fonégrafo no pasara de un sueio... Por consiguiente, siendo tales mis convicciones, mi pre- ferencia por los antiguos no es cuestion de idolatria; los Prefiero, los leo con mayor confianza, no porque sean dioses menos ilusorios, sino porque no tenian prevenciones, y por Jo mismo que no conocian Ia realidad, no tenian interés nin- guno en disfrazarla. Hasta Platon sigo la iilosofia con gusto; despu Platon, estoy intimamente persuadido de que el seguirla es un mal, un delito, Es que Platén resolvié el problema del ser y el cono- cer? Platén, amigo querido, no resolvié nada, No admiro a Platén por los resultados de sus pesquisas, antes, si he de ser sincero, no lo admiro por ningtin motivo, persuadido como estoy de que yo también Megaria adonde éb de te- ner st: ingenio y hallarme en las mismas condiciones de am- biente, Nunca he admirado al 4guila porque vuela, pare- ciéndome al contrario muy natural que se la deberia admi- rar si no volara. Mas, si Platén no me causa admiracién, me inspira, sin embargo, una gran confianza, y ello por su sinceridad. HI ama realmente la verdad: es la verdad y no otra cosa lo que él anda buscando, y doquiera Megue, Mega Mevado por aspectos de la realidad que se manifiestan a la conciencia de todos. La verdad él la ignora;-pero esta dispuesto a acep- tarla, cualquiera que sca: no se le ocurre someterla a con- diciones, pedirle titulos, imponerle la medida en que debe entregarse. EI recoge y limpia una migaja de verdad con el mismo cuidado que un trozo. Si hay algo indudable es que Ia verdad no sufre violen- cia, que la condicién para Megar a ella es amarla sincera- mente, y que rechazarla si no se entrega toda entera es pre- tensién que raya en locura. Todas estas condiciones se encuentran en Platén, asi co- mo en sus predecesores, y por ello ando con él con el mayor placer, con él me alegro de sus hallazgos y me rio con ¢t s de VERBUM 115, de sts decepciones. Poco importa que st especulacién se vana: me basta que sea sincera. No rehuyo la compaiiia de nadie, con tal que de por medio no haya disiraces, disinvula- ciones, hipocresia. Escucho, pues, con agrado a Platén, agradeciéndole consejos y las vistas que me comunica, todo lo que me dice, porque antes se lo dice a si mismo. Pero con agradecérselo y todo, es de mi experiencia de donde procuro sacar el con- cepto de [a realidad, y no de la ajena, aunque sea la de Pla- tén; si bien no puedo disimular que cttando sus induccio- nes coinciden con las mias experimento un verdadero pla- cer. Confieso que ver en Platén a un precursor mio me ex- trafia amablemente y me le hace estimar mas todavia. Platén, al acercirseme, no me pide renuncia alguna. Me pregunta si yo también soy amante de la verdad, y yo le contesto que tanto como amante no, pero si amigo; que uno cs amante de una mujer, y no de la luna. Platon sonrie y no disimula que su amor a la verdad raya cn pasién, aunque nunca la viera ni sepa en donde tenga su Toboso. Después de estos preliminares, me ofrece su mano de aristécrata y me convida a que la acompafie en buscarla, po- niendo mis ojos, con gafas y todo, a su disposicion. Asi es como yo lo quiero a un filésofo. Pero uno que sin co- nocerme siquiera, sin saber ni qué gustos, ni qué disposicio- nes tengo, se me acerca y pretende que me ponga a dudar, tenga yo ganas 0 no, porque pata él no hay como Ia duda para Ilegar a la verdad, :qué impresién puede producirme sino la de un grosero y un entrometido? Yo dudo, pero cuando dudo; y no me parece menos in- decente provocar la duda que el estornudo, sea con el rapé, sea con una paja. ¢Cémo puede ser sincera la duda que uno se impone? “Usted, dice Descartes, no quiere comprender que lo que yo pretendo ¢s una duda sistematica”. No sé si mirarlo con compasién 0 con desprecio. ;Cémo es posible que un hom- bre que esta en sus cabales se diga: “Ahora me pongo a 116 EL AMOR A LA VERDAD dudar de todo”? ;¥ tal gente que empieza con una ficcién presume llegar a la verdad! Veo lo que veo, y lo que veo para mi es cierto, Nunca he tenido motivo para dudar de mis ojos, y muchas veces he tenido que persuadirme de que son mucho més listos que yo ‘Una vez me presentaron como torcido un bastén sumergido a medias en cl agua y los acusé de embusteros sin que ellos ine pudieran contestar. Al estudiar dptica me di cuenta de mi error y de que, torciendo el bastén, me indicaban los ‘ojos, del solo modo posible para ellos, la gran ley de la re- fraccién de Ia luz. ‘Tanto como en los ojos confio en mi + ‘azin que nunca me engafia. Hay casos, y muchos, en que yo la obligo a Hamar blanco lo negro, pero sin conseguirlo sino en apariencia, por- que algo asi como el canto de una hormiga, wna voz que no se describe, sigue diciendo en mis adentros: negro, negro. Ahora ya me he acostumbrado a tratarla mejor y a no ha- cerle violencia; y desde que hice la paz con mi razon, toda Ia béveda azul de mi alma se ha despejado. Pues bien: ahora se me acerca Kant, por mas sefias con su flotante corbata sucia de rapé; y por primera cosa se moia de mi y quiere que toque el timbre y lame la raz6n, para hacerle, como los detectives, algunas preguntas. Y no bas- ta, porque pretende que mis ojos, mis oidos queridos y hasta exe pobre olfato, estén todos conjurados con la cazén para engafarme. De donde le venga esa mania de las persecucio- nes no aleanz a entender, y a mi turno le pregunto en qué funda sus acusaciones. Me contesta que le quisieron dar a creer que hay un sol, una tierra, montes, rios y mil menti- ras por el estilo! ‘Usted apenas puede admitir locura tal. El entonces lo aierra a usted por un botén y se empefia en que Jo siga, pero a condicién de que antes haga usted el sacrificio de su sano juicio: sobre este particular no admite transacciones Descartes presume que st método Teva a la verdad: ha descubierto la piedra filosofal y el secreto de fabricar el oro. 3Por qué, entonces, no muestra el oro que ha fabricado? VERBUM 117 Mientras dure la (uberculosis no creeré jamas en la eticacia de Ios sueros para combatirla, y no los consideraré sino como robos perpetrados en nombre de la ciencia. Para mi, cualquiera que habla del método, es un charlatan. Para Ile- gata la verdad todos los caminos son buenos y ninguno lo es. iUsted me citard el método experimental! El error esti en considerarlo como método para Megar a la verdad, y no como un medio para cerciorarnos de haberla descubierto, No hablan de saber si hay modo de verificar, después de descu- hierto un diamante, si es un diamante 0 un trozo de vidrio: sino de si hay un método que Ileve infaliblemente a desen- brir diamantes. “Las ctapas del método experimental son: Ia observa cion...” j Basta, basta! Si usted es capaz de practicar la ob- servacién, habré notado que no se observan sino los hechos que se hacen observar. Sin aquella lampara de la catedral de Pisa, Galileo no habria parado mientes en el isocronisme del pénduto ; y si la famosa pera, quizis indignada de la tor~ peza de Newton, no se decidia a caerle sobre a nariz, él munea habria pensado en la atraccién universal. iSi todo esto es tan evidente! La atencién fluye, ex de suyo la cosa mas resbaladiza, y no se detiene sino cuando cl acaso subraya vigorosamente un hecho. Fué la pierna de una rana la que sacé a Galvani de su aturdimiento; cs a un farol, con cuya luz empafiada tropez6 Galileo Ferraris, que se deben los campos magnéticos rotatorios. V es qite si el mismo hecho no nos obliga a observarlo, la observacién es estéril. ;Cémo, pues, puede llamarse método el acaso? La filosofia empieza por la afirmacién de Tales, de que todo en el mundo es agua; mas esta misma observacién nun- ca se le habria ocurrido a Tales si el acaso no Jo hubiese hecho caer en un ‘pozo. La duda puede ciertamente Ilevar a grandes hallazgos; pero par que ello sea posible, es menester que se presente por si sola: se necesita un hecho en contradi ereencia, es decir, el tropiezo consabido. bn con uns 18, EL AMOR A LA VERDAD La duda sistematica, aparte la imposibilidad de que sea sincera, podra conducir al hospicio de alienados, pero no a la verdad, zCémo puede ser base de un método una fiecién? Helo aqui a Kant con un poste, que va a fijar el tér- mino de la razén! ; El criticismo! ; Hay que determinar an tes los limites del campo, dentro de los cuales la razén puc- de obrar con éxito! ; Qué pretensién! Yo precisamente quie- Fo que mi razén no vaya a pastorear sino més alla de aque- los limites. “Pero, me dice Kant, no podra usted jams Me- gar a la certidumbre absoluta !? Contestaré que nunca me ha seducido ir a la caza de Ia certidumbre absoluta; que la certidumbre depende de mo- tivos psicoldgicos; que nadie busca la sopa absoluta, sino la sopa que baste para saciar el hambre. Ni el sol con toda su luz logré hacerse admitir por Kant: tan es verdad que nin- guna evidencia basta a producir la certidumbre si ésta no encuentra en una mente disposiciones para producirse. :Queria Kant contralorear la razén? Habia un medio. lnvitar su masa cerebral hasta producirse en ella otra raz6n, distinta de la que tenia. Contralorear la razon es encerrarse en un circulo sin salida. Lo que de veras Kant consiguié fué demostrar que por més grande que se suponga, la necedad es en el mundo to- davia mayor. No hay mas que una cosa preciosa en el mundo: el sano juicio. Dando con él, se tiene la solucién de todos los pro- blemas. Y nunca iré yo con personas cuyo tinico objeto es embotarme mi sano juicio, Toda esa especulacién ha nacido, dice Nietzsche, del miedo de dar con la verdad. Para no ser obligados ni por Ja razén ni por los sentidos a rendirsele, han presentado querella contra la razon y los sentidos. Lo que admira es que el esfuerzo de substrarse a la verdad encontrara tanto favor. Pero yo vuelvo a Platén; es decir, me esfuerzo en re- mover de mi espiritu y de mi conducta cuanto pueda crear ‘un interés contrario a la verdad. VERBUM 119 No me importa no encontr sién no me envaneciese! Sus frutos se recogen no tanto con poseerla como con amarla. El reino de Dios est hecho no para que venga, mas para que se desee su venida. A seme- janza de una criatura, yo me pongo en los brazos de mi ra~ zon, sin buscarle los pechos con el descaro del criticismo. ‘También ella tiene su pudor,y no seré yo el que revele la goma de sus turgencias. Mis sentidos juegan risuefios a mi alrededor como otros tantos Santos Juancitos en torno del Nifio Dios. Lo que descubro desde el idilio de mi Belén so es como para dicho en pocas palabras. la, j{Quién sabe si su pose- Nosotros», enero de 1912, con el seudonino Hans Friedrich, EMONISMO © DUALISMO? Grieva. — Los griegos no lograron superar el dualismo. ‘TaRwAsst.— Es verdad, Pero no lo es menos que la cttcss tion no consiste en superar el dualismo, sino en acercarse a la verdad. ;Para qué sirve el monismo, si es falso? Seria lo mis. mo que acusar a un contador porque no hace desaparecer ia deudas de un balance. Aristételes trata la cuestién en el pr mer libro de la Fisica. Expone las opiniones de los filésofos que le precedieron y Hega por fin al restiltado que le parece probable: nadie puede negar el devenir, a pesar de considerar- Jo Parménides una ilusién. El cambio era explicado por los contrarios y Aristételes no rehusa el problema asi planteado, pero demuestra que de un contrario no puede nacer otro: del frio no puede nacer el calor. De ahi la necesidad de un sujelo, de una substancia en la cual los contrarios se manifiestan. La substancia consia de materia y de forma; no es ria, ni es la forma: substancia es 10 que existe en si y no en otra cosa. La materia no existe en si, existe por la forma, y la forma existe en la materia. No es concebible una materia sin forma. la tate- En una palabra: la naturaleza consta de cuerpos; no exi {en sino cuerpos animados 0 inanimados y no hay cuerpo sin forma. En los euterpos se manifiesta todo lo demas. Asi explica Aristételes en qué sentido ha de entenderse ia forma. Un cuchillo por qué es tal?, porque corta, y corta gracias a la forma que le da el herrero. EI fin del cuchillo es cortar, y la forma que tiene corresponde a este fin. Se ve, pues, que de Ja forma se determina ef acto 0 accién de la cosa, y viceversa: VERBUM 120 que la forma es tal, porque tal es Ia accién que Ia cosa ha de cumplir, Pero el cuchillo es una forma artificial, una forma dada por el hombre al hierro o al acero. Por eso tna cosa e= tal porque la forma hace que Io sea. Si descendemos a los productos materiales, si pasamos det cuchillo al hierro, no es menos evidente que todos los usos de este wiltimo y los papeles que desempefia en la naturaleza de- penden de sts cualidades; y la suma de todas las cualidades es precisamente la forma. Puedo, a propésito del hicrro, dudar de que su forma de- riva del fin, porque su oficio en la naturaleza no se conoce. $u- poner que el hierro haya sido creado para los herreros, es pue- ril. Pero como no se conoce el papel que desempefia el hierro en el conjunto, la relacién entre el fin y fa forma no es clara con todo, es evidente que sus sos dependen de su forma, El ejemplo del cuchillo nos permite de paso observar tno de los hechos que forman parte de la teoria de Aristételes, es decir, como una forma puede ser materia, respecto de otra forma superior EI hierro tiene ya su forma, como tal, es decir, el conjunt: de cualidades y propiedades que hacen sea hierro y no color A esta forma de hierro se afiade otra, la de cuchillo, y la for- ma natural del hierro viene a entrar en la nueva; porque 5 hierro es cuchillo, se hace cuchillo, es porque tiene aquellas propiedades. De no ser duro y maleable, no podria volv cuchillo. La ultima forma, la de cuchillo, resulta, pues, con el complemento de la forma del hicrro. Por eso dice el filéso- fo que la forma cumple: sin aquella forma de cuchillo ef hic Tro no cortaria; es, pues, la forma lo que lo hace cortante. La industria humana aplica, pues, la obra de la naturaie- za y da una actividad nueva a las cosas. El hidrégeno y el oxigeno pueden existir solos: tienen vo su forma y son aptos para cumplir la operacién que de ellus nace. Combinandolos, surge tna nueva forma: cl agua. Y 2 cada forma nueva ya sabemos que le corresponden nttevas 2c- tividades 0 propicdades. He aqui dos formas, una de las cua- les sirve de materia a Ia otra. 122 ¢MONISMO O DUALISMO? Del mismo modo, el animal es ya una forma compleja. De Ja materia prima al animal se asciende por una escala de for- mas; la forma racional se sobrepone a la anjmal, en el hom- bre, y Ja animalidad viene a ser materia respecto de Ja raciona~ lidad. Sin embargo, no se ha de creer que queden indepen- dientes las formas inferiores, viniendo a ser condiciones ineludi- bles de Ja superior ; todas obtiencn en ella su realizacién. El hie: sro hecho cuchillo, sus calidades o su forma encuentran en Ia forma de cuchillo su cumplimiento. Asi es como la forma stu- perior “tira a sé”, como dice Dante, a las inferiores G. —He comprendido. ‘T,— Materia y forma constituyen lo que Aristételes llama substancia, la materia formada, el cuerpo, puesto que puede subsistir. 3sia significa subsistencia. Separadas no exis ten ni una ni otra. Con todo, Ja materia no existe sino por Ia forma, que la completa. A estos dos principios se afiade el tercero, Ja privacién, cau- sa del devenir en la naturaleza. En cuanto la materia tiene una forma, no tiene otra; y en cuanto es apta a todas las formas, puede de una pasar a otra La materia, dice, no puede representarse, entenderse, sino por analogia. a analogia en efecto, le ha dado nombre: $A% materia en latin, es la madera; como vemos, una cama hecha de madera, un estante, tna puerta, un buque...; la madera se concibe como algo con que se hace todo esto; del mismo modo Ja materia se concibe como algo con que se hacen todos los cuerpos en Ja naturaleza, animados o inanimados. Pero con una diferencia, y es que no es posible la existencia de la mate- ria sin ser cuerpo, pura materia; si es, deberA tener alguiia ca- lidad o propiedad o figura: una forma, por Jo tanto G.— Me parece que es al quimico a quien debe preguntarse qué es la materia 'T.— Ahi esta el error: en creer que la filosofia resultara de Jas demis ciencias. El quimjco no distingue el problema. Supuesto que Megue a demostrar la existencia de tna sola ma- teria compuesta de particulas homogéncas, el problema sub- cistira siempre, porque lo homogéneo de aquellas particulas VERBUM Pertenecerd a Ja forma, habri wna forma para todas tas partic culas, pero la materia de cada particula sera distinta Es por lo contrario el quimico qnien toma sus hipétesis de Ta Filosofia. La hipdtesis actual, no destruida todavia, es que sten algunos cuerpos simples, de cuya djversa composicién resultan los demis. Y esta hipdtesis es la de Empédocles, quien daba como causas de la unién o rechazo de los cuerpos simples. la amistad o enemistad. El quimico llama a esth fuer- va afinidad; el concepto es el mismo, Hasta ahora, pues, la qiuimica da razén a Empédocles, aunque es verdad que é con- sideraba como cuerpos simples el agua, la tierra, el aire y cl iuego. Pero esto es secundario, porque es igual el concepto Supongamos que se derrumbe esta hipétesis y triunfe Ja de la materia timica; serd Ja hipotesis de Demécrito, Leucipo, Epicuro. Ya la filosofia se ha anticipado. Goza favor, hoy, la teoria de la asociacién, Se funda en la hipétesis de una materia prima tmiea, formada por infinitas articulas homogéneas (la forma, pues, no se elimina) ; todas Jas diversidades y diferencias se explican mediante el poder de Ja asociacién. ‘Una asociacién de dos ftomos puede obrar en modo que era imposible a un solo Atomo; los efectos no difieren sélo en fa intensidad, se dice, sino en Ja calidad. Y se demucstra con va- tios ejemplos. La materia sin forma, mientras tanto, sera siempre impo- sible de pensar, porque no se piensa sino bajo tina forma, Til filésofo busca todos los modos posibles de representarse una cosa, y los hechos que se observan acreditan tino 0 otro. Has ta ahora no se ve cémo pueda la materia existir sin forma, o sin determinacién, como dicen. La materia no puede ser yuo ser de ningtm modo. Y la determinacién o forma es el modo de ser. Ese concepto que Aristételes tomé de Platon, modifi eindolo, no puede cambiarse Supongamos que se cambie de categoria: que la materia re- sulte constar de atomos de euerpos: no por eso se supera al dualismo; en Iugar de calidad tendremos cantidad, pero siem- pre habra determinacién ; serA una cantidad dada. ismo consiste en imagi- 124 EMONISMO 0 DUArIsMo? nar que el dualismo de materia y forma es como el de Ia Tinea curva: la linea es una, y sin embargo, mirada hacia adentro cs céncava, y hacia fuera es convexa. ;Cémo si dentro y fuera no fuesen ya dos relaciones! La linea es un término y es propio dei término en lo cou- tinuo el participar igualmente de las dos cantidades termina das por él, Una circunferencia separa al ci lo de lo demas dei plano; to convexo pertenece al citeulo, lo céneavo al plano restante; en cuanto cdncava, Ia circunferencia limita al plano restante, en cuanto convexa limita al circulo. G. — ; Pero qué conclusién se saca de todo esto? T. — Primero: que materia y forma no exisien por si. Si estuviesen separadas no habria substancia; el concepto de substancia implica las dos ideas, pero el concepto de substancia no es cl de ser. Yo puedo pensar en Fulano, materia y forma como no existente, Pero no pttedo pensar del ser como no existente; el ser no puede no existir, no ser: seria absurdo El concepto de substancia indica las condiciones necesarias para que algo pueda existir, siempre que se verifiquen aquellas condiciones. Pero no se exigen condiciones para que el scr exista. El analisis que hacia Parménides de la idea de ser « exacta. El ser es uno y fuera de él no hay mas que el no ser. Pero el no ser no es la nada. La substancia esta separada del ser ¥ na cs nada. E's posible, no es nada; la nada uo es y no es po: sible. La nada no tiene existencia y no puede tenerla Qué es eso? 'T.— Ahora lo entenderas. Antes de todo vuelvo a insistir: Jo que no se puede pensar es lo que no puede. ser. Esto supo- ne, pies, qtie en la sensacién se nos comunica el conocimiento directo del ser; se entiende, en un sentimiento, en una impre- sin. Esto es el presupuesto de la filosofia griega vy la condicin de todo conocimiento. Aquélla no es, en gran parte, sino el anilisis de este sentimiento. Pero lo que se conoce por inmediata counmjcacién no se puede traducir en palabras; no se lo puede dar a conocer a atro sino mostrandoselo. Ninguna de: el color rojo si no se ha visto. ipcién puede dar a conocer 25 ¥ sentimiento del ser es lo que se llama sentido comin, es Jo que distingne a un cuerdo de un loco; y en fin, ent el pen- samiento reflejo es la razon. G.—Me parece bien. T.—Rosmini habla de la idea indeiermjnada del ser; es faria en Jo justo si hubiese hablado del sentimiento del ser. Mas no se ha de tener sentimiento en el sentido de placer 9 dolor; sino en el de sentir al ser; el sentir, repito, es el cono- cimiento inmediato. Si no conoces, si ignoras el sabor de un durazno, Jo aprendes probando, sintiendo uno. Un conocimien- to inmediato de esta clase es lo que se lama sentimiento del ser. alguien, hablando del ser, me dice que uo existe, yo la- deo la cabeza y no apruebo. Un hombre del vulgo no conoce Ja logica, y no por eso es facil el convencerle mediante sofis- mas: gpor qué, porque tiene un guia seguro en su sentimiento G.—Pero, zy l error? ‘T.—Kl error nace de varias causas que no destruyen sino que afirman la existencia de este sentimiento, Mientras tanto, fa misma expresién de sentido comiin lo demuestra; asimismo a opinién en que se funda el jury para suponer mejor al hom bre del pueblo que al hombre culto Aquella 23 infalible en lo moral, que se Mama conciencia, no es diferente de lo que Tamamos ahora sentimiento del ser. EI error nace de varias causas. Nace primero del conoci- miento imperfecto de los hechos; las deducciones que se sacan no desmienten, sin embargo, este sentimiento. Si las premisas son falsas, es falsa Ia conelusién, pero no el silogismo. Mas no sigamos este camino, Este sentimiento nos die , pues, que la materia no puede existir por si sola, no puede tener en si su razén de ser, mien- tras conste de partes, porque Jo que consta de partes puede deshacerse. Ademds, no es posible que la materia no conste de partes, como que aparece divisible a lo infinito. Sélo lo simple no se puede deshacer; y por lo tanto, si la materia exis- te, stt unidad o simplicidad debe ser comunicada. Si el tomo es indivisible, no lo sera como materia, no lo ser Jo sera de hecho; es decir, porque fué hecho tal. idealmente, 126 {MONISMO 0 DUALISMO? Esta unidad, que hace posible para la materia el existir, es lo que Aristételes Hama forma; él Hama atomo a lo que nos- otros Hamamos individuo; un hombre es un tomo, cada ob+ jeto existente, una planta, un anjmal, etc., son atomos para él. La nocién de substancia encierra las condiciones indispen- sables para la existencia de todo ser natural: materia y forma. Dada la materia y la forma el ser puede existir en si, esto es, en oposicién a las calidades y demas categorias, que no pueden existir sino en algo exjstente de por si. Io blanco no puede existir sino en un cuerpo. Todo el sistema de Spinoza se funda en Ia definicién equivocada de la substancia, Existir en si, como existe Pulano, que no es tna calidad ni propiedad de Pedro, no significa exjstir por si, es decir te- ner en si la causa de su existencia. No hay mds que el ser existente por si, es decir, que no puede ser. y esto por el prin- cipio de identidad : por ser el atributo igual al sujeto. La pro- posicién ef ser existe no significa sino que el scr es el ser. G. — Entendido. T. — También es exacto que fuera del ser no hay mas que el no ser; lo que no es ser es no ser. Fite anilisis se remonta a Parménides, quien, como todos los filsofos griegos presupone aquel sentimiento del ser que se analiza en estos razonamien- tos, presupuesto de toda Ia filosofia antigua, y cuya carencia constituye Ia locura. G.—Fs que un caballo también puede ser loco T.—2Pero eso qué prucba? Que el ser entra en el sentir; tm caballo siente, y si siente segin el ser, no es loco. De to que carece el caballo es de reflexién, del poder analizar lo que siente, para descubrir en su fondo la razon que esta implicada en ello. Hegel parte de otra equivocacién. Su formula e? ser jnde= terminado es igual a la nada, es absurda, como es absurdo to- do su sistema, basado en el principio de que la existencia con- cilia los contrarios. Parte él del analisis de Ja substancia, ma- teria y forma; si elimino del concepto de hombre la forma y la materia, queda en el fondo el ser y es natural que el ser, en este caso particular, se restielva en nada VERBUM 127 En otras palabras: si tomo a Fulano como ser y después Jo suprimo, no queda nada, porque en este caso el ser cra Fit- Jano, y suprimido Fulano no hay nada: suprimo el ser de Fu- Jano. Pero el hecho de que no quede nada suprimiendo a Fut Jano, quiere decir sélo que Fulano no es el ser. Y es precisamente asi: ninguna substancia es el ser; mas no deriva de ello el hecho de que suprimiendo la substancia se suprime el ser, sino que el ser de la substancia es participado. Sea fa vocal a; si en 1a vocal @ suprimo la a, suprimo el s nido de a, mas no por eso suprimo el sonido en si. G.—Veo y no veo. T.— Quiero decir que la materia y Ia forma son condicio- nes para que algo pueda subsistir; para que haya oro se ex} ge una materia que sea oro. Pero esto no significa que estas condiciones se verifiquen, y podria no haber el oro, como no hay infinitos otros metales que podrian existir, como no existe atin los miles de millones de hombres que existiran en el por- venir. Los que existiran seran una materia con alma o forma hu mana, porque si no no podrian existir como hombres. El concepto de substancia contiene, pues, las condiciones «lel ser, pero no la necesidad del seri contiene la posibilidad ei ser; de no ser posible no existiria jamds. Un cirewlo cuadra do no existiria jamas, porque no puede existir. Pero la posibilidad del ser no es el ser. La substancia por si es sdlo posible, y se hace real .si recibe cl ser. G.— Comprendo. "TEI ser, por otra parte, lo que no es sino ser el sere: si, no puede ser sino uno, y simple, porque de lo contrario se podria deshacer; no caen en él las nociones de materia y for ma, ni tampoco la de potencia, poder ser, puesto que el ser cx es, pues, un acto puro. G.—2Qué es acto? T.—Decimos de Fulano que existe en acto, cuando la po ibilidad de su existencia se realiza; la realizacion es el acto. Pues el ser que no puede ser sino uno y simple, sélo y todo ser no podria hacer que las substancias se realicen y de posibles sc tornen reales, dando a cada substancia ser propio. El ser no 128 {MONISMO 0 DUALISMO? puede crear otro ser, siendo él todo el ser, pues no hay mas que 1m modo y es el comunicarse a ellas. Todo cuanto existe en Ja naturaleza existe por participacién del ser. G.—1¥ cémo? T, —EI ser no puede ni dividirse ni salir de si. gCémo se coniunica? La naturaleza misma permite entender algo por analogia. La luz corre con la velocidad de 308.000 ki ‘émetros por segundo. Siendo la circunferencia de la ‘ra _40.000.000 de metros en el ecuador, y si suponemos que un hombre corra alrededor del ecuador con Ia velocidad de Ta tuz, dard en un segundo vuelta a la tierra 7,7 veces exactamen- te, es decir, 8 veces en niimero redondo; el resultado es que se veria inmévil en cada punto del ecuador. Pero no se trata de velocidad infinita, pues ni Ja idea de movimiento ni la de espacio caen en el ser. Segiin Platén, si cl ser se comunicara en el tiempo, saldria de s} para comunicarse; pero como se comunica en el instante, en el cual no hay sucesién, no hay en el mismo ni “antes” né “después”; por eso se comunica sin salir de si. No es un concepto abstruso. Esto explica por qué el ser ce cuanto exjste en Ja naturaleza es instantaneo: la naturaleza no es realmente tal sino en el instante presente; en el pasado ya no es; en el futuro, no es aun. Un ejemplo de lo que hemos llamado ser en potencia lo te yemos en 1a inteligencia, que por eso mismo se lama potencia © facultad. Lo tenemos también en cada sentido: no ver nada es no ver. Sin objeto no existe, pues, la vista, la cual existe en cambio, asi que se presenta un objeto. El objeto la hace salir de la potencia al acto. Lo mismo el ser: comunicdndose actiia la naturaleza y Ja mantiene en la existencia. Las substancias se actiian comunicandose la forma en la ‘materia. La forma no es el ser sino un modelo de ser y esta, pues. de la parte del ser; por eso Aristételes Ja Tama: algo divino. El ser es naturalmente Dios. Y aqui notaremos dos errores graves. Primero, el que Ari 4ételes no explica de dénde salen las formas. La forma inicial VERBUM 129 le viene a la materia de Dios, desde toda la eternidad. Como no puede la mater‘a existir sin forma, es inconcebible una épo- ca en que esté privada de ella, y por tanto el advodoe 0 union en las substancias primas efectudse desde toda la cternidad, Pero esto sin que Dios lo quisiese o pensara en ello (segiin Aristételes), mas por una atraccién 0 amor de la materia, por decirlo asi, a semejarse con Dios. Mas puestas, realizadas las substancias primas, como obran, y obran segiin la determinacién de la forma, el ascenso por és fas para mejor asemejarse a Dios se hace por impulso y des- arrollo de Ia actividad de las substancias mismas. No digo que todo esto sea aceptable, pero es falso pensar que Aristételes no explique de dénde surjan las formas, puesto que cada una es un esfuterzo por parecerse a Dios. Si es ast, como es cierto y lo dice, las formas son como reflejo de Dios y por eso las lama divinas, El concepto de Aristételes exprésalo Dante con las pala- bras la gloria di Colui, che tutto muove, per Puniverso penetra, ¢ risplende in una parte piu e meno altrove. La segunda falsedad es que los griegos, mejor dicho, Aris- toteles, no resuelva el dualismo: si la naturaleza pone poten- cia y acto, un ser en potencia que se acitia continuamente en formas mis altas, de cierto modo se puede decir que restelve el dualismo y Mega al monismo poniendo en Dios el acto puro. No vamos a ver ahora si a cada palabra le corresponde un sentido claro y definido: algo le corresponde. Y he aqui cémo, con algunas diferencias, el resultado es el mismo en Platén y en Aristételes, Segin Platén, la materia es algo asi como un “no ser”, que sin embargo nada es, Les faltaba a los antiguos el concepto de negativo y positive, que mucho los habria ayudado. En este telén se proyecta el pen- samicnto divino: la forma es la idea de Dios que se represen- ta en la materia; por Ia forma (unidad) se anuncia el ser a todas las existencias, y la idea divina desde la materia deter- mina la inteligencia humana. LA EDUCACION EN FILOSOFIA Yo. —jEntonces la metafisica no es ciencia deductiva? Gavcno. —; Qué aberracién! Y sin embargo hasta entre gauchos hay quien habla de ciencias deductivas; hasta entre gauchos, zcomprendes? Mentira parece que una infantil bestia- Tidad haya Megado a difundirse tanto; lo que prueba en qué manos {ué a parar la filosofia. Pero asi debia suceder, toda vez, que la filosofia no le prohibié a los Descartes y compaiiia hablar de estos asuntos. Yo. — Vamos, vamos, mas respeto, amigo. Gaucno.— Mas respeto? ¢Es que el fetiche merece res- peto? Escucha, amigo. gCrees que la idolatria tiene una for- ma sola? zQue no haya mis fetiches que las monstruosas figu- ras de los dioses indios? Los pueblos no cambian. Tales se manifiestan en su religién como en su pantedn. La cultura ha dado otra forma a las supersticiones, pero el sentimiento es ef mismo. Ninguna ciencia es deduetiva en el sentido que se da a esta palabra: en el sentido que de una proposicién evidente pueda deducirse algo. Su aplicacién no es deduecién. El que dos y dos hagan cuatro me servird para saber el némero que he de aplicar a los pesos que tengo en el bolsillo. Deductiva en otro sentido, en el de que en ciertos campos se conocen primero las causas y des- pués los efectos, esta bien dicho; con tal que no se entienda que las propiedades o efectos se deducen de la causa Fl gran trabajo de Kant sobre los juicios analiticos y sintéticos no tuvo VERBUM 131 otro objeto que dejar bien sentado este punto contra Descartes y no contra los antiguos. Hombre de intuicién confusa, como todos los de su raza, procedié por un camino que da mil vucl- tas, y dejando al que lo sigue, si no tiene Ia experiencia de la pampa, més confuso que antes. Kant queria, por cierto instinto filosdfico que no se le pte de negar, conquistar el punto de vista antiguo, neciamente ahandonado por Descartes: demostrar que el silogismo, como dicen hoy, no dilata el saber. Un tridngulo es la unién de tres segmentos de rectas por los cabos. Este es el concepto de triéngulo. Pues de este con- cepto no se deduce ni una sola de las propiedades del triingulo. Podré decir la misma cosa en otra forma, a saber: que un fridngulo tiene tres lados, que es rectilineo, que tiene tes dn- gulos, y nada mas. Estos juicios son los que Kant 1k analiticos. No dicen sino 1o que esta en la definicion del triangulo. Pe~ ro cualquiera propiedad no se deduce do la idea del triingulo. La observacién la descubre o una intuicién genial, y luego la demuestra, esto es, como el tener esta propiedad depende de ser triangulo, y que, por tanto, no puede haber triangulo sin ella. La proposicién: en un tridngulo la suma de dos lados ha ger mayor que el tercdro, implica ya una nueva idea, una ob- servaciéa, que uno sélo puede hacer cuando pasa a componer un tringulo. Esta proposicién que enuncia la condicién de la posibilidad de un tridngulo y que da un nuevo conocimiento, Kant la Mama sintética, porque une algo al simple corcepto de tres lineas que se eruzan. Kant, pues, tenia sobrada razén para decir que para la se gunda proposicién se necesita una intuicién nueva, una nueva observacién no indicada en el simple concepto; y que por tanto no puede deducirse de él. En su formulismo, los teoremas geométricos so s decir, representan todos una propiedad descubierta en el triéngulo por la observacién y Ia intuieién. Descartes creia, al contrario, que aquellos teoremas se dedu- jeron de Ia idea de tridngulo, lo cual es absurdo: son propieda sintéticos, sera siempre un tridngulo, y no otra cosa, todo trian- \drA aquella propiedad necesariamente. No hay ciencias deductivas sino en el sentido metaférico anliguo, y en este sentido, no hay sino la matemiatica, que se fué formando por continuas geniales intuiciones y fué después dispuesta-en. el orden que la demostracion exige; esto ¢s, an= sel teorema que sirve de demostracién al que Te sigue M ta disposicién que da casi la ilusién de que wna p: nazca de la antecedente, obedece a leyes de la demostracién ada tiene que ver con la génesis de la matematica. frase, dicéembre de 1917, ‘seudinimno Hans Friedrich BNW VEnwrtA APUNT'ES. Psicologia 1a, parte, por el Dr. Moe racio G. Pitiero, $2 el ejemplar Biologia, por el Dr. Chr. Jakob. Estética, por ol Dr. O. Morel. | PUBLICACIONES DE 3.4 SECCION DE HISTORTA D. Carbia,

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