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LA VUELTA DE LOS DfAS MARIE JOSE Paz EN EL PA{S DE LAS MARAVILLAS PERE GIMFERRER Dos NoMBRES ¥ DOS CLASES DE OBRA ACU den esponténeamente a la memoria an- te los collages y objetos de Marie Jose Paz: el nombre de Joseph Cornell y sus ‘cajs de Pandora, €l nombre de Joan Mi- 16 y sus “construcciones” (0 incluso, nds particularmente, el de los collages preparatorios de las grandes pinturas se- ‘gin collage de los aios 3). Aigo en co- ‘iin tenen estos nombres y estas obras: ‘el humor y la poesia. ¥ algo en comiin tienen, a su vez, poesia y humor, pues- to que ambos, de formas diferentes, se ‘basan en asociaciones imprevistas que aproximan, por un atajo veloctsimo, Or- ‘denes de realidad a primera vista muy ‘diferentes. Mostrar la contighidad de 10 aparentemente ejano es mostrar su un- ‘dad esencial y, al cabo, responde a una ‘de las ms caracteristicas operaciones de 1a inteligencia, lo que consiste en la ca- pacidad de reconocer las mismas cosas bajo especies distintas. A ello aludia sin duda Baudelaire al presentarnos a al- ‘guien “qui comprend sans effort lan- ‘gage des fleurs et des choses muettes” Semejantemente, de lo que en los obje- 108 y collages de Marie José Paz se trata ‘5c hacer hablar a las cosas; pero claro std que elas no tlenen un inico lengua- Jey la vor del rujamdn cuenta aqui tan- to como el vocabulario o silabario que ‘os traduce. Pues, sin la menor duda, et acento, el tono propio —dighmoslo de ‘una vea: el mundo proplo— de Marie José Paz €s en estas obras tan signifi- ‘ativo como fo que acerca de las impen- sadas posibilidades y tejidos de relacio- ‘es latentes en nuestro mundo habioval ‘0s muestran. Noasistimos, en efecto, meramente a ‘escamoteos 0 desplazamlentos dela apa- rencia, meramente a alquimias intelec- tivas: por el contratio, 1o que cuenta ante todo —y ello distingue al ane y ala [poesia genunos— no es ia simple habi- lidad de interseccionar lo heterogéneo, el simple talento del yuxtaponer lo be- {er6clito (pues ello podria no rebasar el terreno del gag visual 0 conceptual), s- ‘no el mis infrecuente don de levat aca- bo tal cosa mediante atefactos que en si ‘mismos adquieren entidad plistica sut6- ‘noma y se convierten, exentos, en tur- bbadoras realidades liricas manifestadas. Gualquiera puede, en efecto, tener ta ‘ocurrencia de relacionar tes objetos dis- pares; pero s6lo a un poeta —a Lautréa- mont, en este caso— se le ocurtied que se trate precisamente de un paraguas y tuna mdquina de coser sobre una mesa de diseccién. Del mismo modo, to que ‘nos hace asentir alos collages y objetos de Marie José Paz no es, estrictamente hablando, la actividad de la mente que ‘sustenta el mecanismo de su manufactu- 1, sino su inmediato poder de seduocién visual, hecha de una vivisima sensoria- Ndad colortstica capaz de dar existencta ‘nueva € irrefutable coberencia interna a un microcosmos tan sorprendente y breve como una casa de muftecas amue- blada por Lewis Carroll No s6lo estf hecho este mundo de materiales que en si mismos cabe ext- sat fréglles y efimeros, en la medida en ‘que son originalmente tributarios de la erecedera y pasajera superficie de lo iariamente vivido, sino que la ironia que preside su tratamiento, desde el in- ventivo criterio que los ensambla hasta ‘e1.uso de los titulos en contrapunto (cu- yo espicitu e afin, no ya a dels alos e Miré, sino incluso, y mds particular- ‘mente, ls de Picabla, Duchamp 0 Max Ems) acentéa, a la par que la elegancta sorprendente de os resultados, su earde- ter de deliberado prectosismo risuetia: mente cbc, a modo de una improbable Jo actual posee, al cabo, la misma belle- 1 compuesta, a sabiendas, y a partes liguales, de similor y de pélpito fntimo, ‘que admiramos en e1 Rubén Dario de Prosas; ‘basado, no en el siglo xvi francés 0 en la Grecia clisica, sino en los reflejos de sus reflejos en ls re- vistas grificas de América y en as imita- Jo unido como un metal incandescente. Vuelven de la playa pero —este afto— sabfan que no habia que ponerse al sol: 0 stdout, y cargar las tintas en la bo- cay no tanto.en los ojos. Por contraste, ‘de pronto me quedo fascinado ante una familia exchusivamente femenina, enana, Y ensombrerada por afadidura, La ma: ‘de y sus dos hijas no se apean del toca- do que parece un desafio en forma de yyelmo o de trofeo. Que Dios me perdo- ne pero impresionan como millonarias de algin pais muy lejano, (Cudl..? No lo sabré ya nunca (Otro personaje que me gusta mirar es 1 que he bautizado como "el inspec- tor": anciano muy digno, munido de ‘una gran lupa que aplica ala superficie de los cuadros como queriendo cercio- ‘arse de su factura. Explora pinturas te. 198 de Matta, ccidentadas de Appel: tal vez pase después un informe, si n0 €s sencillamente que se trata de un loco © de alguien que prepara una tests de

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