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Cortos de
campo
Volumen 2
Sobrenatural
1
María Luisa Villarreal Sonora
Martín M. Balam Perera
www.simbiosismx.com
2
E
ste libro describe
algunas de las
experiencias “inusuales”
que nos enseñaron a respetar
las creencias y tradiciones de
la gente de campoy mostrar
respeto a nuestras selvas y
costas, por la magia y
misticismo que guardan.
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CONTENIDO
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La Fiebre de monte
En las selvas y las cañadas en el sureste de México, hay lugares
que “Nos quieren” y otros lugares que “No nos quieren”. Los
espíritus del monte son como las personas, algunas te quieren y
hasta te cuidana otras les caes mal de a gratis y harán
cualquier cosa para mantenerte lejos del sitio donde viveno de
retenerte ahí para siempre, si les caes extremadamente bien.
Hasta ese momento todo estaba bien, y tres pasos después del
sitio sucedió algo inusual, tuve una sensación extraña, como si
tuviera una piedra en el estómago, como un vacío en la boca del
estómago, como una inmensa tristeza y cansancio.
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Tuve una niñez muy frágil, con múltiples alergias, era paciente
asmática que entraba y salía de hospitales. Pensé que tal vez era
alguna alergia a polen o alguna planta en el Jardín. Pero nunca
antes tuve los síntomas que a continuación se mostraron.
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Llegué a casa sin fiebre, sin dolor y sin pesadez. Ni siquiera tuve
que ir al doctor. Los síntomas se fueron tan rápido como
aparecieron. Fue la primera vez, de muchas otras, que el monte
en algún lugar “me daba problemas”.
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El Médico brujo de Dziuche
Mucha gente conoce o vivió esta historia que voy a contar. En un
pueblito al Noroeste de Quintana Roo, llamado Dziuche, justo
antes del límite con el Estado de Yucatán, vivía un famoso
médico brujo.
Tengo que reconocer que este hombre era clave para el pueblo
pues múltiples casas de asistencia, hotelitos y hostales, fondas,
comedores y restaurancitos sobrevivían gracias a los cientos o
miles de pacientes que cada semana visitaban a este hombre de
todas partes de México y de Centroamérica.
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Era surreal toda la escena. La oscuridad de las calles del pueblo,
con sus lámparas de luz amarillenta, con la neblina de las últimas
horas de oscuridad, la mañana y decenas de personas en un
agitado trajín, algunos con vendas en la cabeza o los brazos
(muestra de que tenían varios días atendiéndose, al cuidado del
“doctor”). Y al fondo de la calle una vieja casona con bancas
afuera y en media penumbra treinta o cuarenta personas
enfiladas para entrar.
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uno de sus escribas garabateaba en una hoja y entregaba al
paciente.
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Obedecí mientras vigilaba sus manos, de ningún modo le iba a
permitir me cortara sin anestesia, ni higiene.
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biliares unas semanas antes. En cuanto vió la cicatriz me miró y
me dijo
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Las niñas de las 3 de la mañana
Esto le sucedió a uno de nuestros técnicos de campo, en
nuestra casa de la comunidad de Manuel Ávila Camacho.
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madrugada.
-¡No les hagas caso!, ¡No les hables! – repitió en tono de orden,
la voz -¡Es malo! – dijo contundente
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El cerro del rapto (Ookol wiits)
Este es un sitio muy interesante, plagado de historias de seres
sobrenaturales, es un sitio real que se encuentra en la zona
limítrofe entre Quintana Roo y Campeche. Ookol wiits es un sitio
arqueológico no excavado, ubicado a la orilla del camino de
acceso a la comunidad de 20 de Noviembre a 20 kilómetros de
Xpujil.
Resulta que yo daba los cursos por las tardes, pues los adultos
con los que trabajaba se iban a sus milpas y “trabajaderos”, los
niños a la escuela y las mujeres a sus deberes del hogar. El
primer día me dedique a visitar algunas de las señoras del curso,
pero siempre estaban tan atareadas con sus tareas que me dio
pena ser una carga, y como no aceptaban ayuda de la “maestra”
pues decidí ocupar mi tiempo en algo de provecho. La segunda
mañana de mi estadía tomé una de las bicicletas que había en la
casa, mi mochila, mi libreta de dibujo y algunos lápices y salí a
turistear algunos de los cientos de sitios no excavados que hay
alrededor del pueblo.
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-NO – era siempre mi respuesta, y seguía mi camino con una
sonrisa. Debo admitir que me extrañó un poco y me dio ternura su
preocupación sincera.
Pensé que tal vez tendrían algún tipo de prejuicio porque era
mujer, y tal vez creían que una mujer no debía andar sola por ahí,
y cosas por el estilo. Pero como yo me las gastaba de mujer
independiente y autosuficiente, muy macha y bragada, seguí mi
camino sin preguntarles nada más.
Por las tardes impartía los cursos y noté algo raro en mis
estudiantes (hombres y mujeres de la comunidad), me miraban
asombrados, como si hubiese hecho algo extraordinario. Primero
pensé que era la novedad de una maestra tan joven (y hermosa
jeje!), pero después me pareció extraño que realizaran
comentarios en Maya (yo no hablo maya) y sacudieran su cabeza
en desaprobación.
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-¿Pasa algo? – les preguntaba
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y extraña. Así que me pareció un niño con mucha imaginación, y
pensé que sería divertido ver hasta donde llegaría.
-Si, por eso dice la gente que usted esta buscando que la maten –
dijo cortante
-¿Y eso fue hace mucho? – pregunté para verificar si era una
tradición, un mito
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-¿Y tu crees en esas cosas? – pregunté tratando de no demostrar
miedo, mas bien traté de demostrar incredulidad y fingir que no le
creí ni una palabra.
-Si, el otro día me topé con uno, pero era uno chiquito – dijo en
tono anecdótico
-¡¡¡¡¿¿¿¿¿????!!!! – lo miré
-En Ookol wiits – por eso le dicen así al cerro – y me miró con
cara de fastidio
-Es el cerro del rapto, porque ahí llevan a la gente que se roban y
los meten en las cuevas que hay en el cerro, y no los vuelven a
ver-y me miró sin parpadear – por eso dicen en el pueblo que
es usted tonta, porque esta buscando que la maten y la metan en
el cerro.
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Cuando mi amiguito se despidió, me encerré con todas las
cerraduras que encontré para cerrar, atranque la puerta de mi
cabaña (las dos puertas de hecho) y acomodé mi catre en el
centro de la habitación (no fueran a jálame por los huecos de las
tablas), dormí poco esa noche y la siguiente, pero no admití que
estaba aterrada. Afortunadamente esa era mi última semana en el
pueblo y regresaba a Chetumal.
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En el próximo numero
La Xtabay
Chichan Há
El niñito perdido
El jaguar de madrugada
La sombra en la casa
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