You are on page 1of 14
El naturalismo y el ciclo de la Bolsa En Ia lamada generacién del 80, la novela asume en Ia literatura argen- tina, por primera vez, un cardcter que le confiere ya Tas’ caracteristicas de un género casi auténomo, es de- cir, provisto de las condiciones histé- ricas necesarias para lanzarse hacia <1 futuro desde una especie de inicial madurez. No quiere decir esto que las obras en sf mismas, y desde el punto de vista de su excelencia esté tiea, sean maduras. Pero si que son caltivadas no de modo accidental por autores especializados en otros. g6- neros —como habia ocurrido hasta entonces— sino por novelistas, esto €s, por escritores que, en todo caso, se especializan precisamente en el sénero novelesco. Dentro de esta estructuracién gene- ral del género que se opera en el iiimo cuarto de siglo, el natural mo, tendencia entonces triunfante en Francia bajo el liderazgo de Emilio Zola, desempefia un importante pa- pel. Es bajo el signo del naturalismo =si_se exceptiian las primeras ex presiones de literatura fantistica, no de modo absoluto, como se ha vi to—, por cierto en conexién con el realismo tradicional, que se opera esta aparicién del énero novelesco argentino dotado ya de caracteres or giinicos de conjunto. En la década que va del 80 al 90, se produce una serie de obras que configuran el repertorio de esta n0- velistica argentina, y su represen tante maximo es, sin duda, Eugenio Cambaceres, que puede ser conside- rado en cierto modo como el inici dor de este proceso con su primera obra, Pot-pourri, publicada en 1881 Hacia el 90, como una consecuencia de la crisis que vive el pais y uno de cuyos sintomas mas agudos es proba- Dlemente el “crack” financiero que se produce en la Bolsa para esa fecha, este naturalismo se hace social, recoge la tematica de esa erisis, y documer tael némeno en una serie de nov. » por ese mismo motivo, ha sido Hamada “el ciclo de la Bolsa” Julidn Martel (José Mir6) es su re presentante més divulgado, con sv tinica novela La Bolsa (1891). Debe- ran entonces estudiarse separadamen- te ambos ciclos, y de modo parti lar la figura de Eugenio Cambaceres que, entre todos los novelistas de la época, es el mis repre mos ahora una ojeada al proc ue se Hega en la La novela naturalista argentina. La novela roméntica habia dado su mis. representativa entre nosotros con Amalia (1851), de José Mirmol. A partir de ese ‘momento, la narrativa nacional recorre el ca- mino que va de la pintura costum- brista 0 sentimental a la reconstruc- cién histérica, del episodio farragoso de la época rosista a la leyenda, co- mo la de Lucia Miranda, glosada segiin el gusto roméntico, Hacia el 1 el romanticismo no ha desapare- cido del todo. Treinta aiios después de Amalia atin sigue alentando, co- mo lo prueba Cristidn (1880), un Aébil intento -novelistico del poeta Ricardo Gutiérrez. También perdu- ra en eriticas y lectores: en. 1879, al reeditarse Maria, la romantica nove- Ia del colombiano Jorge Isaacs, el Anuario bibliogréfico subraya que Hgunos de sus pasajes oprimen el corazén hasta que las légrimas que desbordan vienen a calmar la ansie dad irremediable del alma”. En 1888, bastante tardiamente, el poeta Ra: fael Obligado y el critico Calixto Oyuela discuten las bondades del ro manticismo y del clasicismo en la polémica conocida con cl nombre de “Justa Literaria”, ampliamente difundida en las paginas de la re- vista La Hustracién Argentina. Lixis B, Tamini, profesor del Colegio Na: cional, advertia en un articulo apa- recido en el diario La Nacién hacia 1880: “Trémulos y extiticos ante la puestos en la rada, esperando el pré Eugenio Cambaceres (dibujo de Ross, en el Almanaque Sudamericano, 1887) 505; Jorge Isaace (dibujo de Ross, en et Almanaque Sudamericano, 1893) 506 ximo paquete”. Esos navios cuyo arribo se aguardaba tan ansiosamen- te trafan por entonces las noticias de la nueva escuela literaria francesa cl naturalismo. Y asi como en Paris, también aqui produjo polémicas y es cindalo, Buenos Aires, todavia una ‘gran aldea”, tuvo su “batalla natu- ralista”. El 3 de agosto de 1879 La Nacién comienza a publicar en folle tin el capitulo inicial de La Taber: na (I877) de Emilio Zola, pero al dia siguiente, sin justificacién con- vincente, suspende su publicacién. A partir de ese momento se. suceden las diatribas y las apasionadas y ¢s- casas defensas del naturalismo en diarios y revistas de la capital argen- tina. Por una parte se aboga por la prohibicién municipal de ese “realis- mo corruptor’; se habla del “chocan- te y afectado realismo”, del “lujo ho- rrible de detalles repugnantes que caracteriza el estilo de Zola”. Por otra parte, se exalta la intencién na turalista de pintar la realidad tal cual es, sin distorsiones; se Il cluso a defender timidamente social y su sentido moral: segiin Be- no B. Lugones, “el lismo responde a la necesidad universal de una reforma en la constitueién de la sociedad”. Lo que es mis importan: te, se advierte que, en el terreno for- mal, ese nuevo estilo esti destinado a liquidar una literatura envejecida “Al museo con las brisas perfumadas, las cabelleras blondas, el lago de cristal, Tas fuentes murmuradoras y los pintados pajarillos”. Significa vamente, el bando opositor defiende tuna estética idealizadora que encu bra la realidad, que no_proclame *verdades que el arte pudoroso cu- bre siempre con un velo". A la in clusién de los estratos populares en Ja novela naturalista, se ansia oponer tuna suerte de jerarquizacién selecti- va de “personalidades interesantes’: la Revista Argentina, ditigida por los catélicos José Manuel Estrada y Pe- ro Goyena, traduce y publica en 1881 un ensayo furiosamente anti naturalista del critico francés Char- les Bigot, donde se sostiene que “si los dramas humanos tienen su esce- io sobre todo en la coneiencia, si en ella se encuentra el verdadero interés literario, esos dramas son tan. to mas bellos cuanto més compleja y desarrollada es esa conciencia’. También aqui, como en Francia, la finalidad social del naturalismo '20- liano es un elemento urticante en la piel de Ia clase dirigente. En su sec- ion bibliogrifica de la Nueva Re- vista de Buenos Aires, Ernesto Que- sada comenta en 1881 La novela ex- perimental, el libro teérico de Zola aparecido meses antes en Paris, Com- mo naturalista con idicional, advierte alarmado que En las literaturas antiguas el realisino se contenta con observar la naturaleza tal cual es, con pintarla ingenuamente. La nueva escuela quiere més: analiza, no toma las co- sas tal cual son, indaga, desmenuza, separa, trata de investigar el por qué de cada cosa Al aio siguiente Que- sada tiene ante sus ojos la primera novela argentina mis o menos filia da al naturalismo: Pot-pourri, de Eugenio Cambaceres. A pesar de que el antor es un miembro de su propia clase, Quesada se indigna ante’ la infiltracién de un esbozo critico en el seno de la sociedad argentina: hay piginas dedicadas a pintar la vida politica: jéstas son cuadros del infierno. del Dante! ¢Acaso el autor ha calewlado que el escindalo producido por sus cuadros y retra tos harfa que se leyese la pintura de Ja democracia argentina, tal cual él Y agrega estas pala- bras definitivas: “Cuando Ia letra de molde ha puesto en evidencia con ese realismo que no encubre nada, que pinta tal cual es la vida con sus de. formidades y sus errores, ciertamen- te que debe temerse por la paz de todos”. Hacia 1890, a pesar de ad moniciones y protestas, el naturalis: mo ha arraigado definitivamente en Ja literatura argentina. Las novelas de Zola aparecen paralelamente en Paris y Buenos Aires; los periédicos y revistas proporcionan abundante informacién sobre el autor de Germi nal y su escuela. Ya en 1886 J. Cas. tellanos aconsejaba a los novelistas locales que fueran “naturalistas crio- Hos” para responder “por tna parte al espiritu del siglo y por otra a esa condicién indispensable en el arte de imprimir a sus ereaciones car ter propio y local” (Ojeadas liter rigs). Hacia esa misma fecha se ha cerrado el cireuito del rechazo; al gunos de los antiguos detractores suavizan su actitud 0 Megan inchaso ialmente las a adoptar total 0 pare caracterfsticas del antes vilipendia naturalismo, Tal el caso del mismo Emesto Quesada, de Lucio V. Lé- pez, o de Martin Garefa Méron, quien en su Libros y autores (1886) clogia Ia obra de Cambaceres, explica el rechazo de 1880 por la “gazmoviersa” de Ta sociedad port ¥ denuncia Ia hipocresia: “Aparece Nand y los leetores pudibundos des. pachan en tres dias algunos miles de cjemplares”. Este circuito rechazo- aceptacién, cerrado en tan breve lapso, plantea el interrogante acerca ia de entonces las verdaderas razones de la im: plantacién del naturalismo en nues- tra literatura, En Francia, hemos visto, surgié como una respuesta na. tural a las condiciones sociales y eco- némicas del momento. Pero no exis- tian aqui las mismas condiciones, no habia surg) do ain una bu dustrial poderosa con su obligado conelato de explotacién y clases paw perizadas y marginadas, cuya impug. nacién y anilisis es uno de los conte nidos del naturalismo europeo. $i bien esta corriente fue adoptada nuestra literatura co formas expresivas ya > reaccién ante gastadas, el punto decisivo reside en un nivel su- len cultural. Ya 0 dirigente del perestructural, de of sabemos que ‘el gr \ k F Emilio Zola (por Eduardo Manet. Museo del Louere) 507 Paralelamente a la crisis que vive el pais hacia 1890 en este aiio se producen el “crack’ de la Bolsa y la revolucién fracasada que provoca, sin embargo, el alejamiento del presidente Judrex Celman — surge una nueva y destacada generacion de novelistas. ie - ‘4 x = Escena de la revolucién de 1890 (esquina de Talcahuano y Piedad —hoy B. Mitre~) 508 80 esti embarcado en un intenso pro- ceso de europeizacién, En el orden econémico la dependencia engendra tuna élite; en el campo cultural la de- pendencia asume formas més com- plejas pero no por ello radicalmente diferentes. Asi como el. imperativo econémico consistia en llegar a ser tan desarrollados como en Europa, el mandato cultural imponia una pues- ta al dia con los iiltimos adelantos de Ja inteligencia europea, Ja francesa especialmente. Asi se adopté el na- turalismo francés, sin advertir que correspondia a otra realidad histéri- ca. Asi se explica que, como se veri en el anilisis de la obra de Camba. ceres, el naturalismo argentino adop- te mas los mecanismos y las técnicas zolianas que sus objetivos funda. mentales. Zola ataca frontalmente a Ja clase dirigente de la burguesia francesa; los naturalistas argentinos terminan por defender cerradamente Ia clase domi 1 pertene: cen, Sin embargo, si bien la adop- cién del naturalismo implicé un fal- seamiento en este nivel, por otra par- te abrié a la novela argentina el cam- po de su conexién con Ia realidad, defini: ante a la c posibilitando la incorporaci tiva de la temética urbana. Novelistas del naturalismo ar- gentino.- A. partir de Pot-pourri (1881), Cambaceres abre el camino a los narradores.naturalistas argen- tinos. Los procedimientos de la nue- la fueron aplicados de modo eral, con frecuentes irrupciones de rasgos romanticos que ain sub- sistian en el gusto y el oficio de los nuevos novelistas. En algunos casos se traté de cumplir estrictamente con los preceptos naturalistas; asf por ejemplo, En la sangre (1887), de Cambaceres; Inocentes o culpables (1884) de ‘Antonio Argerich; Irres- ponsable (1889), de Manuel T. Po- desté. Otras veces la técnica natu- ralista fue menos ortodoxa. A_pesar de ser un encamizado detractor de Zola, Lucio V. Lopez publica en 1884 ——-- La gran aldea, con algunas huellas de la nueva escuela. El médico Fran- cisco A. Sicardi produce entre 1895 y 1901 los cinco gruesos volimenes del Libro extrafio, con abundantes elementos naturalistas mechados de Iirismo roméntico. Dos grandes. gru- pos de novelas filiadas en mayor 0 ‘menos grado al naturalism, se refie- fiebre financiera. El inmigrante es protagonista de un amplio sector de novelas: ademas de En la sangre (1887) de Cambaceres, y de la ya mencionada Inocentes y culpables, estin en este grupo Bianchetto (1896), de Adolfo Saldias; Teodoro Foronda (1896), de Francisco Grandmontag- ne; amén de algunas de las Novelas Argentinas de Carlos Maria Ocantos. Y cuando se produce el desastre fi- nanciero de 1890 surge el otro ciclo rnovelesco emparentado con Int nica naturalista, el ciclo de Ia Bol: E] mismo afio de la crisis se publica Abismos, de Manuel Bahamonde; al afio siguiente aparecen La Bolsa, de “Julian Martel” (José Marfa Mix6); Quilito, de Carlos M. Ocantos; y Ho- ras de fiebre, de Segundo I. Villafaie. E] tema sigue interesando a los no- velistas después de 1891: Grandezas (1896), de Pedro G. Morante; Qui- mera (1899), de José Luis Cantilo, prolongan una linea tematica que Tle- ga hasta Roberto J. Payr6, con Di- tertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1910). De este modo, el nacimiento, apogeo y_ der de Ja novela naturalista argentina, que se muestra a la vez como el factor fundamental de la vertebracién del género novelesco en nuestro pais, puede ser delimitado en el lapso de Jos tiltimos veinte afios del siglo XIX. Ya se ha dicho que su punto de arran- que_y su autor més representativo es Engenio Cambaceres. Las novelas de Eugenio Camba- ceres— Eugenio Cambaceres nacié ‘en Buenos Aires en 1843. Fue su pa- dre un quimico francés establecido cen la Argentina poco antes de 1833; heredero de una regular fortuna, la invirtié aqui en la compra de cam- pos, convirtiéndose en un poderoso estanciero. Su madre, Rufina Alais, fue una portefia presumiblemente hi ja del grabador inglés del. mismo apellido. Su hermano Antonino, cido en 1833, fue ingeniero, director de las obras del Riachuelo y senador nacional, Eugenio curs6 estudios en el viejo Cilegio Nacional y se gradué de abogado en la Facultad de Dere- cho, dedicindose corto tiempo a la profesiin, En 1870 fue elegido secre- tario del Club del Progreso, donde se reunfa lo més granado de la genera- cién ochentista. Ese mismo afio es diputado por la Legislatura dela provincia le Buenos Aires, y en 1871 figura en la Conveneién de la misma, Alli presenta un proyecto de sepa- raci6n de Iglesia y Estado, que pro- duce escindalo y Ie vale fama do ateo y masén. El discurso que en tal ocasién pronuncia fue publicado en la Revista del Rio de la Plata y, pos- teriormente, en la Oratoria Argentina de Carranza. En 1873 es designado vicepresidente del Club del Progreso, Al aiio siguiente, electo diputado na. ‘ional, produce otro esedndalo y debe arrostrar las iras de sus correligiona rios al levantarse contra su. propio partido para denunciar los fraudes de la eleceién presidencial. En 1876 es reelecto diputado nacional pero re- rnuncia a su banea. A partir de enton- ces deja definitivamente Ja vida pi blica; sin ningim apuro econémic (es estanciero), tampoco vuelve a ejer- cer la abogacia. Se dedica a escribir, publicando sus cuatro novelas: Pot- pourri (1881); Miisica sentimental (1884); Sin rumbo (1885); y En la sangre (1887). Pocos meses més tar- de, en 1888, fallece en Paris, La pri- mera edicién de Pot-pourri leva el subtitulo de Silbidos de un vago, lo mismo que la segunda novela, Md- sica sentimental. Aparecié. sin’ nom- bre de autor y con un breve prélogo Francisco Sicardi Adolfo Saldias (caricatura de Cao) 510 de corte autobiogrifico que permitié sus contemporineos establecer la paternidad de la obra. La tercera edicién, de 1883, agrega otro prélogo, titulado “Dos palabras del autor”, importante documento en que se de- fiende de los ataques que el libro habia despertalo. En un comienzo, la critica se le mostrd enemiga; a pesar de ello, sus dos primeras novelas ob- tuvieron tres reedicciones consecu vas, y Sin rumbo cuatro, en pocos afios. En 1887 ya se lo ha aceptado: En la sangre aparece en las columnas del Sud América, periddico que apo- yaba la politica de Juarez Gelman. Los temas novelescos: Pot-pourti po: see un Ieve hilo anecdético, const do por una historia conyugal con do- ble adulterio, resuelta por la fuga d seductor provocada por la intervencién del amigo del marido. BI todo se con pleta con rasgos autobiograficos, ele mentos de sitira, retratos burlescos, alusiones y apuntes costumbristas. Miisica sentimental es la historia de Pablo, un joven argentino acaudalado que viaja a Paris. Alli se relaciona con Loulou, ramera de alto vuelo que se enamora de él. Pablo seduce a una condesa y Loulou, despechada, a verte al marido engafiado. Se produce un duelo, Pablo mata a su adversa- rio, pero queda herido. Una sifilis latente hace crisis y lo destruye, Lou- Jou vuelve a la prostitucién, “como horizontal de marca”. Sin sumbo pre- senta a Andrés, abiilico que arrastra tuna existencia en medio del pesimis: mo y del hastio. Como acto gr: to, seduce a una chinita de su es tancia, hija de un fiel servidor. Des- pués de agotar un invierno en Buenos Aires, vuelve precipitadamente a su estancia pensando en el hijo que le va a nacer. Donata, la madre, muere en el parto. Andrea, su hija, muere dos afios mas tarde victima de un ataque de crup. Andrés se suicida en tanto estalla un incendio en sus po- sesiones. En la sangre desarrolla la vida de Genaro, hijo de inmigrantes italianos, que erece en un ambiente de avaricia_y de miseria. Muere su padre y con la pequetia fortuna he- redada Mega a cursar estudios en el Colegio Nacional. Sin condiciones pa ra seguir estudiando y 1 aber por un fastuoso tr sediuce a la hija de un es el objeto de casar con ella y solucio- ar asi sus angustias econdmicas. Otra vez con riquezas, se dedica a la especulacién de tierras y vuelve a perder poco a poco su dinero, Mé- xima, su mujer, reclama y le niega fu bolea. Genaro la azote y, en un final novelistico abierto, amenaza con matarla, Andlisis: Puede advertirse una. sefia- Tada evolucién desde la primera a la jovela de Cambaceres. Asi, en I y téenico, existe una pro- gresiva novelizacién en la materia narrada que, desde el débil hilo anec- dético de Pot-pourri y el esquematis- mo de Masica sentimental, lega a la mayor riqueza y armado de Sin rum. bo y a la volintad de construccién de En la sangre, viciada sin embargo or una tesis central que violenta sus contenidos. Asimismo, el periodo de tiempo narrado en cada novela sefala la intencién de abarcar ciclos de de- sarrollo cada vez més extensos: en las dos primeras novelas I anéedota re- corta aproximadamente un aiio y me- dio de la vida de los protagonistas; en Ia tercera ya son tres los aos narrados de la vida del personaje cen- tral, mientras que en la iltima nos presenta a Genaro desde su naci miento hasta su madurez, dejando abierta la posible continuacién de su destino. En este sentido, la. presen- tacién de los personajes tambien evo: luciona: en Pot-pourri y Miisica sen- timental tenemos grandes sectores de autobiografia y un narrador que se recorta como personaje “interesante” y jerarquizado; los demés personajes aparecen desdibujados, trazados a grandes rasgos y usados como pre- texto para que actuien los protagonis- tas o para brindar la posibilidad de tun tono mundano mula censuras y eritieas por parte del autor-narrador. En Sin rumbo, cempero, los personajes estin mis de- limitados y poseen cierta vida propia en lugar de las consabidas censuras aparece un mensaje mas homogénco y organico, que en En la sangre to- ard los ‘rieles unilaterales de la tesis. Pero donde quizis mejor se ad- vierte este progresivoperfecciona- miento del oficio, es en el aspecto del punto de vista clegido para la exposicidn de la trama novelistica. En el primer libro existe un causeur, un narrador en primera persona (narra- dor que cuenta los hechos como si Jos hubiera vivido); ademas, el abun- dante empleo del estilo directo en forma de didlogo proporciona viveza y realidad a lo narrado. Miisica sen- imental también esti integramente narrada en primera persona, pero en esta novela Cambaceres comienza a hacer un decidido empleo del estilo “indirecto libre” ( véase especialmente ] capitulo XXVIII), con el cual es menos visible el narrador y el foco de la perspectiva casi pasa al interior del propio personaje, como si el lec- tor se asomase a sw intimidad, Este recurso existié desde antiguo, pero el impulso decisivo en su utilizacién se debié al naturalismo, empefiado en la tarea de evitar en Ia medida de Jo posible toda interferencia del n: rrador en Ia intimidad de los perso- najes. Desde esta estructura de relat, con narrador en primera persona, s¢ pasa en las dos diltimas novelas a una estructura ya novelisti rador en tercera persona, que queda fuera del plano de los acontecimien tos, y con un més abundante empleo del estilo indirecto libre. A pesar de esto iiltimo, Cambaceres no consigue la objetividad en Ia caracterizacin de los personajes perseguida por los maestros del naturalismo; constant mente les aplica la perspectiva “om- niscente” que todo lo ve ¢ interpreta en la motivacién 0 en el pensamiento de sus criaturas de fiecién, posible mente Mevado a entrometerse en la realidad a causa del mensaje que pugna por demostrar. Actitud ésta que culmina en En la sangre, donde la estricta aplicacién de las téenicas naturalistas esti al servicio de obje- tivos muy diferentes a los de la e cuela zoliana, Estos mecanis turalistas van aparecie yamente en la obra de Cambaceres; a medida que se perfecciona como es- critor, adopta cada vex mas decidida- mente tales técnicas y procedimientos al mismo tiempo que sus obras, como Jas de otros naturalistas argentinos, pasan del rechazo a la aceptacién por parte de lectores y critica. El pro- fresivo empleo del estilo indirecto libre ya sefiala la progresién apunta- da, Las referencias al naturalismo van desde las menciones fugaces o indi- Je contesté encajindole la lanceta a guisa de estudio psicoligico” (Misica sentimental, c. XIV); *...el médico se hizo naturalista y Je puso los puntos sobre las fes” (id, c. XXX); hasta las explicitas, como en el caso de las, preferencias literarias de An- drés: “Exclusivista intratable, nada admitia que no fuera de su escuela... Querla que se cortara por lo sano, cen came cruda, verdad, vida... Ape- nas, de tarde 0 tarde, Ie era dado saborear algiin primor, la ultima no- vedad, el siltimo rasgo de alguno de Jos maestros” (Sin rumbo, c. XXV). Los troz0s de “bravura”, las secuen- de filiacién naturalista, van aue ‘mentando poco a poco en sus novelas. Asi, si en Pot-pourri escasean, en Mt- sica sentimental comienzan a aparecer definitivamente, como en la descrip- ‘cidn de las heridas y la enfermedad de Pablo (c. XXVI y XXIX) y en la escena en que el mismo personaje in- tenta poser a Loulou (c. XXX1). En Sin rumbo abundan: Ia violacién de Donata (c. IV); los amores con la cantante italiana (¢. XVIII); el crup de Andrea (¢, XLI_y XLIV); el sut- idio de Andrés (ec. XLV), Por ultimo, En la sangre presenta miltiples de estas secuencias, entre las cuales se destacan las correspondientes a la Francisco Grandmontagne (caricatura en Caras y Caretas, 29-7-1899) sn DISERTACION PRESENT{D1ENL CVERSIDAD DE BLENES ARES EUGENIO CamBactRES ep ss Art as M2 Portada de Ia tesis presentada por Cambaceres para obtener el titulo de doctor en jurisprudencia 512 primera parte (infancia y adolescen- cia de Genaro) y Ia del azotamiento de Maxima (c. XLI), El concepto de la herencia de instintos y tenden- cias, clave naturalista, va siendo len- tamente redondeado. Timidamente sefialado al. principio: stintiva- ‘mente inclinada al mal” (Pot-pourri, c. Ill); *...cuestién de sangre... (Miisica sentimental, c. 1); adquiere importancia paulatinamente: “...obe- deciendo a la voz misteriosa del instinto” (Sin rumbo, . IV); *...ins- tintivamente una secreta repugnancia” (id, c. XXXID; *...movida’ por el genio egoista y-avaro de la especie” (id., ¢. XXXIV); hasta cobrar impor- tancia estructural en En la sangre, donde aparece como tema conductor: “Y victimas de las sugestiones impe- riosas de la sangre, de la irresistible influencia hereditaria, del patrimonio de la raza que fatalmente con la vida, al ver la luz, le fuera transmitido, las malas, las bajas pasiones hicieron de pronto explosién en su alma” (c. X); -acentuando en él cada vez mis wgénitas tendencias” (c. XI); ‘estaba en su sangre eso, consti- tucional, inveterado, le venia de casta como el color de la piel, Je habia sido transmitido por herencia, de pa- dre a hijo...” (c. XVI). Y ast a lo largo de toda 1a novela, vertebrando el proceder de Genaro, las situacio- nes y el tema convertido en tesis admonitoria, A través de sus novelas, va acentuando el uso de procedimien- su oficio de escritor. Conjuntamente, vva acentuando el uso de procedimien- tos narrativos naturalistas. ¢Significa esto que esté afiliado por entero a la escuela zoliana? En el caso del na- turalista francés se puede advertir el empleo de un conjunto de medios ex presivos que apuntan a la objetividad. En Cambaceres se nota mas bien la técnica, pero no la adhesién a los fines que otorgan sentido a esa tée- nica; sus recursos lo muestran en una actitud superior de juez, intocado por la baja realidad que manipula. Esto se comprueba en las constantes inter- ferencias al caracterizar sus persona: jes y, en general, en el tratamiento 4 que los somete, La toma de partido por unos en detrimento de otros se produce, por ejemplo, a través del Tenguaje: los tipos censurados se ex- presan en un lenguaje crudamente realista, de expresiones populares (cfr. En la sangre, c. IX); el. voseo aparece con sentido desjerarquizador, contrapuesto al tuteo, puesto en boca de la clase alta. El distanciamiento se efectiia asimismo por medio de la cultura, contexto que jerarquiza y del cual los demas no participan. lau. nos personajes, aquellos que no en- tran en Ia escala del autor, estan sometidos a un tratamiento desindi vidualizador, se los rebaja no déndo- les nombre: el padre de Genaro es “el italiano”, “el gringo”, En general, los integran: tes de las clases bajas son tratados ala distancia y francamente desdefia- dos: en Pot-pourri, Taniete el gallezo que sirve al narrador, es “una bestia’, que viene “de Galicia, 1a tierra de bendicién donde esos frutos se cose- chan por millones’, y tiene una mano “que, por su tamaho, parecia descol- gada de la muestra de un guantero”, y un pie “ancho como cimiento de tres ladrillos’. Los hijos de un pues- tero poseen una expresién “que tiene tanto de la bestia como del ser hu- mano”. En Masica sentimental se ha- bla del “piblico de franco y medio” de los espectiicalos teatrales; de los equetios jugadores, “morralla infa- me" que juega con “una indecente pieza de cent sous”. En Sin rumbo, Jos paisanos que asisten a un acto piiblico son “las iltimas cartas: el chirip& y la camiseta”; en el teatro, arriba, est la raya sucia del paraiso”, A esta humanidad despreciada, como también a otros personajes ubicados més arriba en la escala social, se con- trapone la distincién de un personaje “interesante” y jerarquizado, como el Andrés de Sin rumbo 0 el narrador de Pot-pourri y Masica sentimental, escépticos, pesimisistas, gastados “por POTPOURRI SILBIDOS UN VAGO Portada do la primera edicion de Pot-poursi de Cambaceres BVGRSIO CAMMACERES SIN RUMBO Portada de la segunda edicién de Sin rumbo ‘1 tormento de su obsesién moral” y que gozan con el “encanto secreto, infinito, horrible” de cebarse en el dolor. Personaje claramente apartado por sit posicién social, por su cultura © por Ia exquisitez interior, que per tenece a la clase de Ios que “aman pasar su inviemo largo a largo, sobre tun sillén frente a la chimenea”; que se eriza ante “algin guaso de los que abundan_ por estas alturas”, y ante niformemente y sin excep- i, usan los codos sobre la mesa, comen con el cuchillo,.. se lo magten en Ia boca... no necesitan servile: ta... y aderezan su comida con wna ensalada de ajos que a cada paso interealan en su conversacién con Tos otros comensales”; que se manifiesta insensible a las fiestas populares, an- tipdtico al vulgo por instinto, enemigo nato de las muchedumbres’, y que "en achaques sociales” es “més rea- lista que el rey: libertad, hasta _por ahi; igualdad, ninguna, y fraternidad ‘con mis hermanos” (Pot-pourri, Mt sica sentimental). A veces, Cambace- res apela a la técnica de los con- tastes para establecer diferencias entre personajes que rescata y per- sonajes que denigra, iluminando de paso otras significaciones mas _com- plejas: asi, por ejemplo, en el caso de un marido “Joven, buen mozo, in- teligente, honrado, bueno y rico”, cu= ya mujer es seducida por “un men- tecato que no tiene dénde caerse muerte”, y que, para colmo, hace “de la mujer de su patron una_pros- tituida vulgar” (Pot-pourri, c. XXIIL y XXVI). Es fécil confundir opinio- nes de personajes con opiniones de autor, pero estos elementos que se repiten constantemente a lo largo de sus novelas permiten, precisamente por su iteracién, considerarlos como componentes de Ia concepeién del mundo de Cambaceres. El contenido: naturalismo sui-géneris: Al considerar el tratamiento de los personajes aparece en las novelas de Cambaceres el primer rasgo donde quedan desvirtuados los objetivos del Eugenio Cambaceres Cambaceres y la perspectiva literaria desde el ochenta La parcialidad con que Cambaceres describe las nuevas situaciones histérieas y sociales no invalida su obra total. Lo importante es la franqueza y espontaneidad que emplea para deeir lo que siente y piensa respecto de lo que esti sucediendo en su momento, Lo hace con una determinada perspectiva de clase, y esto no es ‘menos importante en cuanto proporeiona un punto de partida para analizar. el futuro desarrollo de la literatura argentina. Entre los novelistas del 80, Cambaceres se destaca por ser uno de los primeros en ensayar eon un esbozo de organicidad la integracién 513 Iiteraria de una nueva situacién: a consecuencia de Jos planes del grupo dirigente ha surgido un elemento social que provoca el desconcierto de ese grupo que, convencido de ser legitimo depositario del poder, termina por negar a ese nuevo ‘componente, insuflindole al. mismo tiempo condiciones de inferioridad fisiea y espiritual. La crisis del 90 mostrard el juego de esos nuevos factores, Ia resistencia y debilidad de la alta clase liberal y el empuje de las nuevas clases medias. La cultura europeizante asiste a la ‘aparicién de otra, hibrida y embrionaria, que se manifiesta en lo urbano (el sainete, el lunfardo, el tango). En el terreno estrictamente iterario, el modernismo es adoptado como respuesta estética por Ia alta burguesfa, en tanto que el realismo naturalista es instrumentado por las revas clases — simaltineamente con impulso usurpador y con asimilacién acatadora. La obra de Payré, Gilvez, Sanchez, sefiala esta evolucién, como también el pasaje del eseritor “gentleman” (segiin Ia denominacién de David Vitias), en quien “la literatura no era oficio sino privilegio de la renta’, al eseritor profesional. proveniente de la clase media, militante, ccontradictorio, pero signo ya de la rmueva tensién histérica. 514 naturalismo. El apartamiento y la je- rarquizacién parecen estar muy lejos del principio naturalista que exigia evitar todo extremo en el modelado de los personajes y recomendaba apar- tarse de todo énfasis. Es muy dificil ‘cumplir con ese cometido de rigurosa objetividad, con un narrador simple. mente intermediario para que el lee- tor comprenda por si solo la denuncia © la reyelacién de una verdad, y de hhecho muchos maestros de! lismo no lograron obviar tal tad. De acuerdo a esto es posible ‘interpretar la desviacién seialada en Cambaceres como un defecto de or- den téenico. Pero la evolucién de ciertos temas en su obra total demues- fra que su naturalismo se basa en lo exterior de los procedimientos mas que en lo medular de los objetivos. Como ha quedado dicho, si Zola en- cara su obra como un ataque contra Ta burguesia francesa, a la que con- sidera culpable de la injusticia social, ‘Cambaceres termina por defender los ideales y formas de vida de Ja alta burguesfa, que a su vez concluye por aceptarlo ‘como escritor y vocero re- resentativo. A este respecto es sig ficativa la evolucién en el trata- miento de la alta burguesfa, su propio cirewlo. En Pot-pourri insinia una critica ‘de Ia burguesfa en. ascenso, principalmente en el capitulo III, en el que pasa revista a los asistentes aun baile de sociedad, y en los ca- pitulos V-VI-VIT, en que hace la his- toria de un estanciero “hijo de un antiguo mayordomo, capataz o inte- resado cualquiera en una punta de vacas de Anchorena, Dorrego 0 al- xin otro". En el primer caso se nos presenta un cuadro de inmoralidad individual y social, de inelegancia y, sobre todo, de arribismo enérgica- ‘mente condenado: tal el “aventurero”, “plebeyo como John Bull’, que ha ascendido por el otro’ obtenido gracias a “su audacia y la insensata candidez de Ia familia en cuyo seno se ha metido"; o la adiiltera que “del casucho que habitaba con su familia en el barrio del alto” se ha trasla- dado “a la espléndila mansién que su esposo le habia destinado en una de las calles aristocraticas del centro”. “jHasta cudndo —prorrumpe una in- terlocutora— soportarin Uds. impa- sibles que esta canalla explote inicua- ‘mente el acceso franco y generoso, la hospitalidad patriarcal que se les ofre- ce!” También en el segunda caso, la critica se dirige fundamentalmente al advenedizo que deteriora Tas buenas costumbres. Por su parte, la alta bur- guesia esti revestida le cualidades calturales que la enaltecen y dis guen (el narrador y su amigo Juan) En Misica sentimental la burguesia en ascenso est menos ridiculizada: Pablo, que “trasudaba, es cierto, un quién sabe qué a flamante, un falso aire de tienda de tapicero 0 de casa recién puesta”, se redime en todo caso por el valor demostrado en el duelo (c. XVII). La alta burguesia (el arrador) continia siendo enaltecida, también en lo moral (rechazo de la sensualidad, y fidelidad al amigo, (« XIV-XV). EI sacrificio de Andrés en Sin rumbo y la idealizacion de Mé- xima en En la sangre, mancillada por el hijo de inmigrantes Genaro, clau- suran este ciclo de redencién y enno- blecimiento. En Potpourri, se hace burla del racismo que el estanciero advenedizo sustenta contra los_mu- latos. Seis afios después, en En la sangre, Cambaceres desemboca en tuna. furiosa xenofobia, en un odio declarado contra la “baja inmigra- cién” (Genaro) que corrompe y de- genera los valores, aceredndose asi a Ta actitud de un Antonio Argerich que, en el prélogo a su novela Ino- centes o culpables (1884), manifiesta ‘oponerse “franca y decididamente a la inmigracién inferior europea”, que reputa “desastrosa para los destinos a que legitimamente puede y debe aspirar la Repiiblica Argentina”. La evolucién en los contenidos puede también observarse en la pintura que Cambaceres hace de las mujeres: en Pot-pourri critica a la criolla in- substancial, huera, voluble (Maria), en En la sangre traza el contorno espiritualizado en Maxima, residencia iluminada de los valores, sobre el fondo sombrio de la abyeccién de Genaro. Hombre y mujer deben per- manecer en los limites de la. propia clase; en Pot-pourri esto se da abso- lutamente por supuesto: el advene- dizo que corteja a la mujer de su patron y protector es expulsado vi lentamente por el propio relator. En Miisica sentimental la unién social mente inconveniente de Pablo con la ramera Loulou se efectiia lejos, en Paris, sin consumarse formalmente y sin modificar la realidad: el hijo de ambos muere prematuramente; al fa- ecer Pablo, Loulou vuelve a la pros- titucién, En En sin rumbo, este prin- cipio acerca de las relaciones hombre- mujer parece a punto de desvirtuar- se: Andrés seduce a la chinita Donata y ésta queda embarazada; nace An- drea, pero Donata muere de sobre- parto y desaparece de la escena opor- tunamente. En Ia sangre, por ultimo, cierra este nticleo de significacién con tun indignado mensaje de protesta: Maxima, hija de una familia de peso social, cae en manos de Genaro, tipo de advenedizo en el cual Cambaceres carga todas las tintas de su paleta. A modo de leccién para desprevenidos (ode advertencia profética, los parien- tes y amigos de la familia’ de Maxima encuentran “extraiia, inexplicable, Ia facilidad con que habia sido acogido [Genaro], y los avisos, las adverte ias, las reflexiones y consejos natu- ralmente no escaseaban”. La xenofo- bia de esta novela esta estrechamente relacionada eon la idea acerca de la ciudad, progresivamente considerada como elemento de corupcién. En Pot-pourri, a pesar de cuestionarla en ciertos aspectos, se Ta acepta en todo caso como residencia de cultura; por contraste, 1 campo no pose ninguna excelencia ("...la pampa me hace el efecto de ser el pedazo de tierra més bestialmente monoténo que haya in ventado Dios...”, e. VII). En Musica sentimental, a pesar de tratarse de Paris, Ia ciudad comienza a cobrar tonalidades negativas ("Paris, el ogro enorme, seguia impasible en su afén de devorar vidas y haciendas. Sobre tuna naturaleza muerta, un foco vivo; en el hielo un brasero: Paris”, e. VIID Sin rumbo la presenta ya como re- ducto etal, y tal caracteristica co- mienza a ser explicitada: el infierno son los otros; por contraste, el campo aparece ahora pleno de virtud rege- nerativa (“Una brusca nostalgia de Ja Pampa Jo invadia, su esta libertad, su vida soberana, fuera del lejos del putrilago social”). Esos otros, responsables del peligro que ronda en la nueva ciudad, son para Cambaceres los inmigrantes y sus hi- jos, cuyas exigencias pugnan por mo- dificar una realidad celosamente con- elada. Y En la sangre sera la novela que los estigmatice. A la inversa, y con toda légica, el paulatino despre- cio por la cindad tiene su correlato en una progresiva idealizacién del ‘campo y su propiedad. De cierta iro- nia en Pot-pourri (“...la ganaderia, verdadero pecatorum de . IID) se pasa en Miisica sentimental a una critica acerca de Ia dilapidacién que hace Pablo de su riqueza, para legar en Sin rumbo a una completa idealiza- cién (¢, XV) de Ia estancia, refugio del espiritu herido por la. promiscui- dad urbana. En En la sangre, la po- sesion de la tierra otorga posicién social y moral, sobre todo la heredad de antigua data: el padre de Méxima es “duefio de muchas leguas de cam- po y de muchos miles de vacas, po- seedor de una de esas fortunas de viejo cuiio, donacién de algiin virrey © algun abuelo, confiscada por Rosas, y decuplada de valor después de la caida del tirano” (c. XIX). Los habi- tantes de ese campo también reciben su cuota de espiritualizacién: los ti- 1pos nisticos, muy brutos ¢ incluso in- morales al comienzo (por ejemplo en Vendedor ambulante (dibujo de Lenz, 1890) 515 La teoria naturalista Hacia 1830, una gener en Francia su carrera literaria con el convencimiento de que la estructura de la sociedad ha cambiado completamente: la burguesia se ha emaneipado y tiene conciencia de ello; escena y, al mismo tiempo, comienza a lucha de Ia clase obrera por la influencia politica. Paralelamente, se inscriben en este cuadro el racionalismo mico aunado a la progresiva mo, el adelanto de la ciencia y de las ciencias exactas jcismo general del 0 ligado a este progreso, Balzac se imponen como tarea la deseripeién de esa nueva y modificada sociedad; tal designio los conduce un realismo buscado en la vida s que se ha vuelto especialmente de estos eseritores los \dores de la moderna novela 2. En lo sueesivo, parece imposible representar un personaje aislado de su contexto social. Sobre todo Balzac, a pesar de sus rezagos rominticos, es quien libera el 26 0 de lo autobiografico 0 meramente . quebrando el marco de los individuales y_superando ilo confesional. Hacia 1870 este ‘en a creacién de la naturalista, que, reconociendo como precursores a Stendhal y Balzac, tuvo en los hermanos Goncourt, en Flaubert, en Alfonso Daudet, sus primeros realizadores, y en Emilio Zola su jefe tedrico y méximo representante, El triunfo de Ia concepcién del mundo propia de las ciencias naturales y del pensamiento racionalista y tecnolégico sobre el espiritu tradicionalista, acompaiia a la ‘eclosién de la nueva tendencia novelistica de aquellos aiios. El pensamiento de que todo fenémeno acaece en un marco de condiciones ¥ motivos, fundamenta el interés que Ja novela naturalista pone en la deseripcién de ambientes. EL milagro y Ia casualidad son desterrados del correcto desarrollo de la accién novelesca; el principio de causalidad rige el criterio de la verdad psicol6gica de los temperamentos. El método de observacién de las ciencias naturales, que no descuida circunstanci alguna, leva a los naturalistas & la abundante utilizacién de pormenores y detalles. Pero la fuente principal reside en la experiencia politica de 1848: el fracaso de la revolucién, Ia represién y el ascenso al poder de Lui Napoleén, significan Ia quiebra de todos los ideales y utopias. De ahi en mis, la tendencia general es atenerse puramente a los hechos. Y esto otros rasgos de Ia novela la renuncia a la fuga de lad; la 9 de exact ipcién de los hechos; el atenerse al presente como tinico objeto importante; In tendencia popular sélo Ia re dad. La inclusién de los estratos populares, que en los Goncourt y en Flaubert respondia a un impulso estético mas que social, a una necesidad de representacin de lo feo y exético como protesta contra ele: elevado ¢ idealizador (*...e1 pueblo, Ia Escena de la revolucién de 516 Paris canalla, si queréis, para mi tiene el encanto de las poblaciones d y no descubiertas, algo de ese exotismo que los vi in sector sujeto a la explotacién, Zola considera que una inocua en tanto no ie los males soci justas estructura, Ia novela debera poseer un método ientifico. Tal método, en la teoria de Zola, seri cl experimental, copiado de las ciencias naturales ¢ inspirado ard luccién al estudio imental (1865). el concepto de I de instintos y te Desde Francia, en torno a 1880, el naturalismo se difunde por toda Europa. También por esa fecha hace irrupcién en el Rio de Ia Plata, 517 Pot-pourri, en el c. VI, Ia caracteri- n del votante de campafia), ter- minan por ser exaltados en su sum sién, como Donata, la “flor agreste” violida por su patrén, y su padre, fio Regino, “un servidor antiguo de Ja casa, asisente del padre de Andrés fen las partidas de antafio contra la tirania, uno de esos paisanos viejos cerrados, de los pocos que aun se ‘encuentran en la pampa y cuyo tipo va perdiéndose a medida que el cle- mento civilizador la invade”. (Sin rumbo, c. VIII). Elevado junto al desprecio por lo urbano, el campesino se opone netamente al inmigrante. Resumiendo, como término en la evo- lucién de los contenidos de su nove- listica, Cambaceres aparece como de- fensor de las pautas de su propio circulo, idealizando el tipo femenino que a él pertenece y preconizando el congelamiento de la movilidad en el terreno de las relaciones amorosas, formales 0 informales. La multitudi naria ciudad de inmigrantes Hega a ser violentamente condenada, con un sustrato de xenofobia por sintesis. De modo paralelo, el campo y su pro- piedad adquieren valor de refugio, y Ia idealizacién envuelve en su halo 8 Tos tipos campestres tadcionales Ta posibiidad del rec Daceres pasé a la cristal pautas tradicionales, cerrimdose de tal manera el camino hacia una obra de mayor envergadura artistica. En el centro de este pasaje se encuentra Ia cidn de una re 4 sistié a comprender y a in- tegrar literariamente. El ciclo de la Bolsa.— La quie- bra de la Bolsa de 1890, dio lugar 4 numerosas novelas. Esto es Jo que Hamamos “el ciclo de Ia Bolsa” en la novela argentina del 90. Con in- dependencia de los escasos valores novelisticos de todas ellas, la oleada prueba que en ese episodio muchos hombres sensibles sintieron que se ponian en evidencia pautas decisivas para la comprensién del pais. Y esto es importante en la medida en que de alguna manera una obra de arte, y ms una serie, actiia a modo de conciencia colectiva que procura su autoconocimiento; por esta razén, el fenémeno del ciclo novelistico de la Bolsa tiene que insertarse en el mo- vimiento mas amplio de andlisis que tuna época hace de si misma. Tres son, dentro de este ciclo —cuyo cua- dro el lector encontrara en. estas pa- ginas— las novelas més representati- vas de esta serie: La Bolsa, de Julian Martel; Horas de fiebre, de Segundo I. Villafaiie; y Quilito, de Carlos M, Ocantos. Sera preciso detenerse en cada una de ellas por separado, Julién Martel y La Bolsa: Escasa in- formacién ha sido recogida acerca de Ja existencia de José Maria Mir6, co- nocido literarianente como Julién Martel. Sin embargo, hay dos hechos relevantes que vinculan su vida con su obra: fue pariente pobre de una poderosa familia cuyo palacio se le- vantaba donde hoy esti a Plaza La- valle y, como consecuencia de ello, tuvo que trabajar en el periodismo, de cuyo anonimato emergid por esta novela, la tiniea que escribié, Sin em- argo, no se lo ignora todo de su vida; ‘se sabe que nacié el 2 de junio de 1867, que su madre se lamaba Justina Barros y que tuvo una her- mana; su pobreza lo obligé a man- tenerlas, hecho que reaparece en la novela dentro de las motivaciones de Emesto Lillo para actuar de corredor de bolsa. No se especifican las lec ras que hizo, pero sin duda frecuent6 a los naturalistas y a escritores de la époea, como Edouard Drumont, de cu- yas teorias se hace cargo Glow, su per- ‘sonaje alter ego en ciertos momentos de la novela. Es poeta postromantico, grandilocuente y expresivo, tal como Jo prueban las composiciones publica- das por su madre bajo el titulo de In Memoriam (veintisiete poemas y cinco prosas). Frecuenté la. bohemia poética que se estaba constituyendo en tomo al 90, dejando una imagen Julién Martel (dibujo de Ross, en el ‘Almanaque Sudamericano, 1894) 59

You might also like