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parte de la etiologa. En fin, muchas son las dudas que el tiempo y la investigacin
judicial irn, espero, aclarando.
Aunque es pronto para sacar ninguna conclusin, s me atrevo a llamar la atencin una
vez ms sobre lo frgil que somos las personas a veces tan prepotentes y engredas. S
quiero resaltar como la aparente normalidad es a veces slo eso, aparente. Insistir en
que la personalidad es muy variopinta y que a todos, absolutamente a todos, se nos
pueden cruzar los cables, como se dice vulgar pero muy grficamente, y ejecutar un acto
aberrante y antinatural. Es preciso insistir en que es imposible predecir este tipo de
comportamientos de forma eficaz, y que a pesar de pruebas y reconocimientos
psquicos a fecha de hoy no tenemos la posibilidad de anticiparnos a un comportamiento
tan abyecto y malsano.
Muchas veces, cuando se habla de problemas de la mente, de salud y enfermedad
mental, trazamos una frontera absurda e inoperante. Los psiquiatras sabemos que esa
lnea es en ocasiones dbil, a veces borrosa, incluso inexistente en segn qu casos.
Slo me queda decir: descansen en paz los inocentes! y tambin, el culpable, en este
caso vctima y victimario de su sinrazn.
> En la imagen, Andreas Lubitz.