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Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Centro de Didáctica y Comunicación Educativa


Seminario de Investigación Paulo Freire
Morelia Michoacán, marzo de 2010

________________________________________________________

Presenta Juan Jerónimo Lemus1


De la tesis: Categorías, actitudes y vías de liberación en Paulo Freire

Categorías fundamentales en la obra de Freire: la libertad

«No existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella»
(Freire, 2007, pág. 25)

1. La necesidad por comprender lo real (la naturaleza), la realidad (el “ser-en-situación”) y


de comprenderse a sí mismo, siempre ha acompañado al ser humano. Dado que:

[…] el hombre no puede ser comprendido, fuera de sus relaciones con el mundo, puesto
que es un ser-en-situación, es también un ser de trabajo y de transformación del mundo.
El hombre es un ser de la “praxis”, de la acción y de la reflexión.
En estas relaciones con el mundo, a través de su acción sobre él, el hombre se encuentra
marcado por los resultados de su propia acción. (Freire, 1987, pág. 29)

El intento por abordar el problema en cuestión tuvo en cada región cultural una perspectiva
única, es decir, cada cultura asumió una posición particular frente a lo real, la realidad y,
frente a sí mismo. De la tradición europea se apropiaron en Latinoamérica los métodos
fundamentales para reflexionar e intentar asumir una tradición cultural allende a los
problemas contextuales a los que había que superar; uno de esos desafíos fue el
reconocimiento de sí mismo en oposición a lo europeo. La manera de constituir lo propio

1
Estudiante de la maestría “Filosofía de la Cultura” en la Facultad de Filosofía: “Dr. Samuel Ramos” de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.Edif. C-4, CU, Morelia. CP 58030. Correo electrónico:
jeronimo_lemus@hotmail.com

1
tuvo matices diversos definidos de acuerdo al país conquistador y la región latinoamericana
conquistada; por ejemplo, en Brasil2, la lucha se centro, desde la mirada de Freire, en pasar
de una sociedad autoritaria a una democrática:

En 1928 escuchaba a mi padre y a mi tío Monteiro hablando sobre el autoritarismo,


sobre la fuerza de poder de los poderosos, sobre el “¿sabe con quién está usted
hablando?” , sobre el arbitrio, sobre los desmanes, sobre los fraudes, sobre la falta de
respeto al pueblo, sobre su explotación, sobre el silencio que le era impuesto, sobre la
impunidad de los gobernantes y sus secuaces, sobre la práctica según la cual: a los
amigos, todo; a los enemigos, la ley. […] no sólo era necesario cambiar el estado de
cosas en que vivíamos sino que había que hacerlo con urgencia. El país estaba siendo
destruido, despojado, humillado. Y entonces, la frase célebre: “Brasil está al borde del
abismo. (Freire, 1996c, pág. 62)

Algunas páginas más adelante y pasadas algunas décadas, en los sesentas, vuelve al tema y
lo reafirma:

Negando ambas, la del golpe [de estado, 1964] y la del espontaneísmo, esperamos que
se afirme una práctica democrática en la que ni la autoridad se exacerbe, ahogando a la
libertad, ni ésta, hipertrofiada, anule a la autoridad, pero en la que, limitando a la
libertad, la autoridad igualmente se limite. (Freire, 1996c, pág. 74)

Luego agrega, para confirmar la crisis brasileña que va desde su independencia hasta la
actualidad (los noventas) en la que Freire escribió:

El presente brasileño ha estado avasallado por esas herencias coloniales: la del silencio
y la de la resistencia a éste, la de búsqueda de la voz, la de la rebeldía que necesita ir
haciéndose cada vez más críticamente revolucionaria. (Freire, 1996c, págs. 103-104)

2. Por lo tanto, de acuerdo a la tradición europea, para reflexionar entorno al proceso de


transición de lo autoritario a lo democrático, es menester, categorizar3 los problemas
socioculturales con la intensión de obtener una visión objetiva de la problemática en
cuestión. Paulo Freire, deja ver -en las tres citas anteriores- el intento de sistematizar la
problemática brasileña para encontrar alternativas de solución a ésta. He aquí dos conceptos

2
Remito a Brasil para anclar y conectar el pensamiento freiriano en posición y oposición, en ocasiones, de las
formas de percibir el desarrollo cultural brasileño.
3
He aquí un tema desafiante, me refiero al de la diferencia entre la tradición europea y el de la tradición
latinoamericana, aunque muy joven la segunda ha sabido consolidarse y posicionarse, en muy poco tiempo,
ante la problemática mundial. Es necesario decir, a grandes rasgos, que aunque los modos de abordar la
reflexión filosófica obedezcan a parámetro de la tradición europea, la apropiación de éstos tienen como mérito
reinventar los conceptos y, por ello, fundar una reflexión auténtica. De lo que se sigue que en la lectura de
pensadores europeos clásicos por lectores latinoamericanos – es más notorio a partir del s. XX- permitió la
apropiación de los conceptos claves del análisis filosófico, y permitió, también, el debate entre Europa y
Latinoamérica. Para profundizar en este tema véase: Kozlarek, Oliver., El humanismo en el diálogo entre
Europa y Latinoamérica. (Conferencia presentada en abril de 2007 en el Instituto de las Ciencias de la
Cultura de Essen).

2
clave, para el desarrollo de la investigación, me refiero a: “Categoría” y “Sistema”. Éstos,
en principio se correlacionan, y por ende, son concomitantes. El objetivo de la primera -me
parece- es “clasificar” los elementos que conforman a la problemática, de tal manera, que
sea posible circunscribirlos a conceptos determinados para analizarlos y reflexionarlos en
mayor profundidad. El objetivo de la segunda es relacionar las categorías para dar una
visión total de la problemática estudiada. Las pretensiones de los sistemas de reflexión
eran, en la antigüedad y hasta Hegel, un panorama total y minucioso de las condiciones del
ser humano y la naturaleza, sin embargo, tales pretensiones fueron abandonadas a partir del
s. XIX para dejar paso a la especialización, por ende, los sistemas de reflexión fueron
adaptados a los enfoques concretos de cada teórico desde una disciplina particular.

Las categorías tienen como fin la sistematización de lo real y la intención de distinguir la


realidad a través de “conceptos fundamentales que reflejan las propiedades, facetas y
relaciones más generales y esenciales (…) ” (DSF, 1965). De tal suerte, como afirma
Fernández (1976) “toda categoría es una esfera arquitectónica máxima que no admite otra
envolvente”. En tal sentido, las categorías fueron ligadas en su origen a organizar la
manifestación del Ser. Fue Aristóteles el primero que logra distinguir diez categorías, Kant
las reducirá a cuatro posteriormente. Tanto para Aristóteles y Kant las categorías fueron
ligadas “a las diferentes clases de predicados de un sujeto determinado” (Symploké) que
remitía en última instancia al Ser.

Desde esta perspectiva se entiende que hombres y mujeres pueden acceder “a conocer
profundamente el mundo que le rodea” (DSF, 1965 y Fernández 1976) mediados por las
categorías. A partir de Kant a la actualidad éstas fueron analizadas desde diversos puntos de
vista (DSF, 1965): dialéctico, filosofía idealista moderna, materialismo dialéctico,
lingüístico-semántico y científico. Sin embargo, las categorías han conservado siempre la
condición fundamental, así es entendida en la actualidad generalmente, de “clasificar” la
realidad de acuerdo a una división que atienda a las cualidades de los objetos.

Las categorías, en suma, tienen como fin analizar-reflexionar un objeto de la realidad de


acuerdo al contexto y los modos del ser, de tal objeto. Por lo tanto, en nuestro trabajo
entenderemos a las categorías en su sentido arquitectónico como los predicados del ser
humano y humana en relación con los otros y otras y la naturaleza (mundo), de tal suerte
que se pueda sistematizar la relación que hay entre las propiedades, facetas y relaciones
que establezca lo humano en su acaecer con lo real.

3
3. Una de las pretensiones que Paulo Freire asume a través de toda su trayectoria es la de
humanizar al hombre para liberarlo, motivado quizá por el estado transitorio de Brasil. Por
lo tanto, no sorprende, la dedicatoria que hace en Pedagogía del Oprimido (2006): «A los
desarrapados del mundo y a quines, descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos
luchan.» El objetivo de estar con los desarrapados del mundo y de luchar con ellos
acompañó siempre a Freire, de tal suerte, que no se quedó en Pedagogía del Oprimido y es
posible leer en sus últimas obras la misma tendencia, entendiendo, claro está, que los
tiempos son otros, que los contextos han cambiado y, que, en consecuencia, las estrategias
cambiaron también.
Nuestro autor, intenta una reconstrucción4 del ser humano basándose en las cualidades que
a su parecer son fundamentales, de entre las que destacan su capacidad cognitiva, reflexiva
de diálogo y de creación en cuanto ser de la praxis, entonces «lo que debemos hacer es
colocar nuevamente en el centro de nuestras preocupaciones al ser humano que actúa que
piensa, que habla, que sueña, que odia, quien crea y recrea […]» (Freire, 2001, pág. 17). El
esfuerzo por reconstruirlo no tiene como único fin describir, sino buscar a partir de las
cualidades esenciales de éste una posición crítica respecto al sentido de su ser en y con el
mundo; porque todo ser humano “es”, pero no todo ser humano es crítico. De lo cual se
sigue, que el ser humano se encuentra entre la humanización y la deshumanización5: «La
opción, por lo tanto, está entre una “educación” para la “domesticación” alienada y una
educación para la libertad. Educación para el hombre-objeto o educación para el hombre-
sujeto.» (Freire, 2007, pág. 26). El estar entre ambas alternativas implica una acción, la de
elegir. El acto de elegir (elección) depende de actitudes (quien elige) y de contextos

4
Es reconstrucción de la concepción del ser humano porque hay toda una tradición que ha pensado al ser
humano a través de los parámetros europeos. Mas, Freire lo piensa desde Latinoamérica y lo reconstruye
desde las vicisitudes propias a su contexto.
5
Sartre es más radical y diría: “entre el ser y la nada”. Sin embargo las consecuencias de cada afirmación son
diametralmente opuestas. Mientras que el sentido de “ser” para Sartre es oscuro y, hasta fatal, a tal grado que
afirma también: “el hombre es un ser condenado a la libertad”. El sentido del “ser” del hombre en Freire esta
repleto de esperanza. Tal posicionamiento de cada autor ante el mismo tema la “existencia”, que situados cada
uno en contextos distintos, mas herederos en fin de una tradición de pensamiento culmina en posiciones
contrarias.
Muestra la lectura de Freire la reapropiación de lo europeo en Latinoamérica con motivos distintos a los
asumidos en el viejo continente, es decir, no es una transplante de la visión europea a la visión
latinoamericana, sino una visión auténtica, la visión latinoamericana.

4
culturales (desde donde elige) que se encuentran “determinados” y “condicionados”. Por lo
tanto, el resultado de la elección no se manifiesta nítidamente, en ocasiones la elección
asumida es imperceptible. Sin embargo, siempre se está o en la humanización o en la
deshumanización, nunca entre ellas. El acto de la elección se refleja, por ende, en la actitud
de humanización o deshumanización. El conocimiento, para tal efecto, desempeña un rol
importante para desvelar la elección elegida. Por ello, el grado de conciencia depende del
conocimiento. A la humanización corresponde la conciencia crítica, mientras que a la
deshumanización la conciencia mágica, según Freire. Pero, además, el sujeto, el ser
humano en cuanto agente del conocimiento, no siempre sabe en que postura está situado. Ni
siquiera, en el peor de los casos, que su existencia reclama elegir, que su existencia es
elección. De allí que el establecimiento de la convivencia sostenida por el diálogo, tenga
como efecto que se opte en comunidad por la humanización6, porque como bien dice
Freire:

[…], educar y educarse, en la práctica de la libertad, es tarea de aquellos que saben que
poco saben –por esto saben que saben algo, y pueden así llegar a saber más-, en diálogo
con aquellos que, casi siempre, piensan que nada saben, para que éstos, trasformando su
pensar que nada saben en pensar que poco saben, puedan igualmente saber más.

Para que el ser humano elija “ser más”, es necesario que se reconozca como ser oprimido,
que se asuma en relación con los otros a través del diálogo en cuanto ser situado y, por lo
tanto, sea capaz de concretizar sus ideales a través de la praxis.

2.2. De la Libertad en Paulo Freire

4.- Antes de delimitar lo que es la libertad es preciso responder a la pregunta: ¿Qué es el


ser humano? Por dos razones. La primera: porque la obra de Paulo Freire tiene como punto

6
Nos encontramos en la actualidad con un problema mayúsculo, que va más lejos, inclusive que el
analfabetismo, me refiero a la ausencia de la “conciencia crítica” (analfabetismo funcional). El problema de la
alfabetización en un periodo no mayor a un siglo dio un giro holístico, de la exigencia de la lectura a la
exigencia de la comprensión. Para ejemplificarlo, traigo a cuenta el analfabetismo en el campo y en la ciudad.
El analfabeta campesino, está en su espacio, su geografía, y aunque no sepa descifrar “el alfabeto”, sabe leer
muy bien el mundo su contexto. Mientras que el analfabeta en la ciudad, no sabe descifrar el alfabeto, y
mucho menos leer la compleja trama social respecto a la cual no basta solamente con saber poder cifrar y
descifrar, sino, además, implica poder hacerlo críticamente.

5
de partida esta pregunta. El esfuerzo por definir la esencia del ser humano lo encontramos
en toda su trayectoria; con la intención de comprender críticamente su existencia en
relación con el mundo y con los otros. La segunda: porque para definir algún
objeto/concepto de la realidad de quién habla, es preciso, en primera instancia, definir la
relación dialéctica que existe entre el origen del concepto y el contexto desde el que se
pretende definir.

Freire otorga en sus distintas obras algunas características concretas de lo que entiende por
el ser humano. Es interesante notar como éstas se mantienen a lo largo de su reflexión. Por
tal motivo, para el presente ensayo retomaré las características que Freire le otorga al ser
humano y en la medida de lo posible ampliaré, de ser necesario, de acuerdo a las exigencias
que requiere el ejercicio de la libertad en el s. XXI. En primera instancia, tanto hombres y
mujeres se encuentran inscritos en un contexto cultural determinado. De lo que se sigue,
que se habla ya de un ser concreto. ¿Pero qué se entiende por un ser concreto? Son las
cualidades inmediatas determinadas por las condiciones en que el ser humano existe. En tal
sentido lo concreto se opone, sin negarlo, a lo universal. La reflexión desde Freire entorno
al ser humano supone entonces un ejercicio dialéctico entre el ser humano concreto y el ser
humano abstracto..

Por lo tanto, en la urdimbre que se teje a través de las interrelaciones tanto personales como
culturales el respeto a la libertad del otro, como el reconocimiento del derecho a la libertad
propia, es indispensable para mantener espacios de convivencia armónica. Es por ello que
me parece importante la libertad desde el pensamiento de Freire, para conservar espacios
del ejercicio auténtico de la autonomía, sin caer en una utopía que pase por alto la
diversidad cultural y los espacios propios de cada comunidad. Es posible y necesario
abogar el impulso del “ser más” en un marco donde las condiciones de posibilidad están
dadas para realizar el “inédito viable7”.

7
Véase: la primer nota explicativa que hace Ana María Araújo Freire para la Pedagogía de la Esperanza
(2006b), pág 194.

6
Del estar del ser humano en relación “con” y de la capacidad de “ser más” se entiende que
para Freire varones y mujeres deben ser entendidos como inconclusos. La inconclusión
permite crear lazos de acción para alcanzar la conclusión, sin embargo, ésta es un proyecto
que no tiene fin. De ahí que la búsqueda de la conclusión se manifieste en el espíritu de la
conciencia crítica. Es decir, la conciencia crítica es la vía a través de la que cada uno puede
llenar de sentido a la vida. El agente de esta comprensión es el ser humano en cuanto sujeto
cognoscente, de tal manera que tanto la formación de la persona como el desarrollo de la
conciencia son exclusivos de éste, mediatizado por la reflexión y el lenguaje creativo.

2.2.1 La objetividad: como punto de referencia para el ejercicio de la libertad

5.- Por objetividad entiéndase la acción que realiza el ser humano en cuanto sujeto ante lo
otro y los otros. De lo cual se sigue que se abren vínculos de convivencia y, por ello, de
diálogo. Por lo tanto, el papel de la objetividad es angular para el establecimiento de
directrices a partir de las que puedan fincarse diversas vías de acción en la tarea permanente
de humanizar al mundo. Ahora bien, dada la riqueza cultural, es menester conjugar siempre
“objetividad” y “contexto cultural”, es decir, los modos de objetivar no son universales, no
hay un objetivar uniforme en cada región cultural, existen formas de objetivar que se
constituyen a través del contexto cultural. Sin embargo, lo que se busca es siempre la
apropiación del contexto cultural a través de sus temas fundamentales. Al respecto Freire
(2007) a firma:

El hombre debe participar de estas épocas también creando, recreando y decidiendo.


Y lo hará mejor, cada vez que integrándose al espíritu de ellas se apropie de sus temas
fundamentales, reconozca sus tareas concretas. Una de las grandes –si no la mayor-
tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado por la fuerza de lo mitos y dirigido
por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su
capacidad de decidir. (pág. 33)

Una de las tareas esenciales que corresponde al ser humano es la de “apropiarse” de su


entorno, con ello quiero apuntar la ingerencia de la autonomía. De la profundidad en que

7
sea haga la apropiación lo será también la conciencia de la elección. De ahí que Freire
reitere:

Por eso, sin tardanza, señálase la necesidad de una permanente actitud crítica, único
medio por el cual el hombre realizará su vocación natural de integrarse, superando la
actitud del simple ajuste o acomodamiento, comprendiendo los temas y tareas de su
época. (pág. 34)

Hay aquí algunas cuestiones dignas de resaltarse. Primero, la capacidad de elección y,


segundo, la actitud crítica. Respecto a la segunda, es preciso resaltar su importancia y su
vínculo con la libertad. En lo que atañe a la primera, digamos que solo es posible asumir la
capacidad de elección en tanto sujeto autónomo y libre de mitos:

Su humanización o deshumanización, su afirmación como sujeto o minimización como


objeto dependen en gran parte de la captación o no de esos temas.
Pero, desgraciadamente, vemos cada vez más […] al hombre simple, oprimido,
disminuido y acomodado, convertido en espectador, dirigido por el poder de los mitos
creados para él por fuerzas sociales poderosas y que volviéndose a él, lo destrozan y
aniquilan. (pág. 34)

Tales afirmaciones de Freire fueron enunciadas en 1967, poco más de tres décadas no
separan, y a tan largo plazo son una verdad que por sí misma se justifica. La objetividad
requiere de más esfuerzos, a los que se suponían en lo sesentas, porque sin duda han
aumentado considerablemente las formas de interrelacionar, para lograr la objetividad se re
quiere de la reunión de la interdisciplinariedad. Por lo tanto, no es posible hablar de un
sujeto uno, sino de un sujeto colectivo que tiene su devenir siendo parte de la comunidad y
en constante dinamismo. Toda teoría, por ello, persigue en última instancia transformar lo
que está siendo, llegando más allá de las teorías precedentes; la historia, entendida en
sentido amplio es el más claro ejemplo de cómo las ciencias y disciplinas en general
superan el estadio en que se encuentran. Es posible distinguir, sin embargo, dos vertientes;
la primera es la que busca transformar lo real en beneficio de un bien particular, se
fundamenta en un subjetivismo excluyente (cosificación); esta postura conduce a la
instauración de totalitarismos. Por otro lado, están las teorías que buscan transformar lo real
en nombre del bien común, éstas se sustentan en la objetividad, en el sentido que a
continuación será explicada.

8
La objetividad en Freire ocupa un lugar de importancia suma, en cuanto condición
imprescindible para el conocimiento del mundo y de sí mismo.

Entendemos que, para el hombre el mundo es una realidad objetiva, independiente de él,
posible de ser conocida. Sin embargo, es fundamental partir de la idea de que el hombre
es un ser de relaciones y no sólo de contactos, no sólo está en el mundo sino con el
mundo. (Freire, 2007, pág. 28).

Pero, debemos ir más allá de Freire para lograr reinventar, sin dejar de ser freirianos,
nuestro contexto. Cuando afirmo, ir más allá, atiendo a los conceptos de historicidad y
desarrollo, los cuales son concomitantes. Paulo Freire, reitero, se preocupó por darles
palabra y voz a los desarrapados del mundo, a los analfabetas, y junto con ellos a los
alfabetizados, les enseño a leer, mas a leer el mundo. Lamentablemente, otro problema,
parece establecerse como consecuencia de la analfabetización, al que se le ha denominado
“analfabetismo funcional”. Éste tiene que ver ya no sólo con la lectura del alfabeto, sino
con la lectura del texto existencial correspondiente a cada región cultural. Decía,
anteriormente que la mayoría de la población sabe descifrar el alfabeto, pero es también la
mayoría la que no sabe leer el contexto.

Es comprensible, entonces, por qué en Freire la alfabetización es fundamental; los adultos


para saberse oprimidos tienen que objetivar su contexto, contexto a partir del que pueden
establecer un texto legible e interpretable por todos los alfabetizados. De tal suerte, que el
ser humano puede advertirse como un ser en relación “con” el mundo y para el mundo.

La pregunta que salta entonces es: ¿El conocimiento tiene los mismos efectos para todo ser
humano? En principio es una pregunta muy amplia y hasta, vaga. Al generalizar de tal
forma se asume implícitamente que el contexto es similar a todo ser humano y que, por lo
tanto, todos tienen las mismas condiciones de posibilidad. Sin embargo, es sabido que
existe una gama variadísima de cosmovisiones de acuerdo con la filiación cultural de cada
ser humano. Lo que apenas es generalizable, con sus propios riesgos, son las cualidades y
capacidades del ser humano; si se atiende a éstas, a lo sumo podrán darse algunas
coordenadas para alcanzar la libertad. Por ende, la objetivación es fundamental en la
consolidación de un ejercicio crítico, mas ha de ser referido, por las razones antes

9
mencionadas, a un contexto y condiciones de posibilidad concretas para cada comunidad y
ser humano.

La libertad en tal sentido, como acción del conocimiento, no solo es fáctica; va más allá, el
sentido de actuar deja de ser mecánico, la persona que se sabe relacional es capaz de
establecer vínculos que escapan a la satisfacción de lo natural (lo básico), y buscan llegar a
lo espiritual8. Es precisamente el paso de las satisfacciones básicas a las espirituales lo que
hace a la libertad auténtica y lo que permite abandonar lo puramente fáctico. Lo fáctico,
puede ser experimentado desde dos perspectivas: desde una perspectiva ingenua es lo real
tal y como se presenta sin la participación del ser humano, como un acaecer fijo, dado, y
por lo tanto, intocable; desde una perspectiva crítica es el medio sin el cuál las
transformaciones no pueden ser posibles. Así pues, desde la perspectiva crítica es el campo
de acción y el fundamento para legitimar la posibilidad de lo “inédito viable”.

6.- Las relaciones, entre el yo, lo otro y los otros, son posibles sólo a través de una auténtica
objetivación. Para profundizar en ella es menester ponerla en relación con otros conceptos,
tales como: objetivismo mecánico, idealismo solipsista, conductismo y conductismo lógico.
Freire (1984, pág. 88) niega estas corrientes por el corto alcance de su acción o por la
exclusión del ser humano:

Freire niega al objetivismo mecánico porque explica a la naturaleza de acuerdo a leyes


inmutables que la misma naturaleza dicta. En tal concepción no cabe la acción del ser
humano, por ende, no es capaz de explicar la imbricación entre el ser humano y el mundo.
Esta teoría se queda en la explicación del acaecer de la naturaleza; al idealismo solipsista,
por negar al mundo, porque si no hay mundo, todo lo que existe son las representaciones de
la mente. No puede haber, por lo tanto, acción transformadora porque no existe espacio de
acción; al conductismo, por negar a los seres humanos, según esta postura la actuación es la
manifestación de la respuesta que se estable entre sensación y estímulo, anula por completo

8
Es de opinión general que el ser del hombre esta conformado por dos esferas, a saber, la natural y la
espiritual. La primera, atiende a las necesidades primarias u orgánicas, siendo la fundamental la alimentación;
la segunda, las espirituales responde a las necesidades culturales, tienen que ver con el desarrollo de la
capacidad cognitiva y con la trascendencia de lo orgánico a lo espiritual.

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el libre albedrío y se centra únicamente en la causa y el efecto, abandona otras
consideraciones tales como la reflexión, el dialogo y otras formas de actuar que no
necesariamente surgen a raíz del estímulo, sino por propia iniciativa; y al conductismo
lógico, por su abstracción del ser humano.

Estas posturas fallan, afirma Freire, porque el ser humano no se compromete con la
transformación de la realidad. Tal postura pudiera parecer aventurada y ciega, en primera
intancia; es rádical, mas no aventurada y ciega. Porque el ámbito del que nos habla Freire
es el de una espiritu crítico9.

7.- La libertad del ser humano tiene como referencia un contexto cultural. Éste a su vez se
encuentra inserto en un entramado espacio-temporal. El ser humano responde, por lo tanto,
a las condiciones que se le manifiestan por medio de un contexto y una historia concreta.
No sorprende, en consecuencia, que Paulo Freire haga hincapié en la dimensión histórica,
porque es preciso analizar el contexto cultural al que se desea abordar para posteriormente
actuar sobre él. Dado que todas las cualidades corresponden a contextos e historias, y, por
ello mismo, a tradiciones concretas: «Es históricamente como el ser humano ha ido
convirtiéndose en lo que viene siendo: no sólo un ser finito, inconcluso, inserto en un
permanente movimiento de búsqueda, sino un ser consciente de su finitud» (Freire, 2001,
pág. 12)”. Subrayo la idea de que el hombre no “es”, sino que “está siendo”, en la
permanencia de su pasado, sin embargo el pasado se actualiza en su presente. Por ende, el
ser humano es un ser en construcción (finito como afirma Freire y, por ello, inconcluso)
que debe proyectarse en la búsqueda de “ser más”. ¿A quién corresponde luchar por
encontrar el culmen del ser humano, sino a cada ser humano? El sentido profundo, en
última instancia, del estudio de Freire es la búsqueda de sentido a la vida. Freire trata, por
lo tanto, de reivindicar al humanismo a través de su sistema. En la concepción que tiene de
la libertad, queda clara esta postura de Freire.

9
Sin embargo, es preciso decir que no todas las teorías o posturas tienen como fin transformar la realidad
desde la dimensión social, existen varías formas de ingerencia en la realidad que van desde las ciencias
positivas a las humanidades. El común denominador entre éstas es, en consecuencia, el compromiso que
deben tener con el ejercicio de su conocimiento. Al respecto véase: Freire, P. (1987) ¿Extensión o
comunicación? La concientización en el mundo rural (15ª ed.). (L. Ronzoni, Trad.) México: Siglo XXI

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A partir de lo que hasta ahora he dicho es posible advertir tres dimensiones de la
historicidad, a saber: 1) la historicidad como fundamento del determinismo y las
condiciones a través de las cuales se fragua el tiempo como posibilidad, 2) la historicidad
como medio a través del cuál el ser humano se descubre inconcluso, y 3) la historicidad
como posibilidad, la posibilidad que es la acción de elegir.

7.2 Determinismo y libertad. Freire concebía al ser humano como un sujeto cognoscente
que es capaz de desplegar su conocimiento para descubrir su entorno y con él el contexto
sociocultural del cual participa y a partir del cual se van creando y recreando vínculos de
interrelación con los otros y lo otro (el mundo). El fundamento para desplegar el
conocimiento y para constituir interrelaciones con los otros y lo otro reside en la capacidad
innata de objetivar. La objetivación es requisito para reflexionar entorno a los problemas
socioculturales propios a cada sujeto cognoscente. Mas la capacidad tanto de conocer como
de reflexionar requieren de ejercicio para desarrollarla al grado de alcanzar la conciencia
crítica.

Para comprender el entramado de relaciones que ejerce el ser humano consigo mismo y con
el mundo (lo otro) es importante conocer cómo se proyecta así mismo, a los otros y a lo
otro. La proyección puede ser en dos sentidos. El primero corresponde a la cosificación, el
segundo a la objetivación auténtica (véanse los apartados 5 y 6, particularmente el último).
Son dos conceptos que a primera vista remitan a lo mismo, esto es, ambos intentan conocer
el contexto cultural tomando distancia de éste. La diferencia que entre ambos conceptos
existe es el modo como se posicionan en el marco cultural en relación a los componentes de
dicho marco. La cosificación es excluyente, se centra exclusivamente en el alcance de la
realización de metas particulares, en este sentido, el conocimiento no es crítico, el
conocimiento no esta a favor de la humanización, sino de la deshumanización, es en
definitiva, egoísta y contrapuesto a valores comunitarios. Por el contrario en la objetivación
el ser humano se asume como sujeto en relación con otros sujetos. En tal sentido conoce no
sólo en contacto con los otros y el mundo, sino en relación con ellos.

12
En consecuencia el conocimiento tiene dos vertientes, la que apunta a la humanización y la
que deviene en deshumanización. «La historicidad del conocimiento, su naturaleza de
proceso en permanente devenir. Significa reconocer al conocimiento como una producción
social, que resulta de la acción y de la reflexión, de la curiosidad en constante movimiento
de búsqueda» (Freire, 2001, pág. 12). De acuerdo con el análisis de Freire son tres los
elementos que interactúan en el devenir del ser humano, a saber: objetividad, cosificación e
historia. La libertad sólo es auténtica si se comprende el ser humano así mismo como ser
histórico, como hacedor de su historia, éste el punto de partida para asumirse como sujeto
en cuanto ser cognoscente.

Por lo tanto, lo que permite cuestionar la realidad es la objetivación en cuanto condición del
conocimiento auténtico, la cosificación sólo maquilla la realidad y crea falsa crítica. Ahora
bien el cuestionamiento de la realidad esta determinado por factores socioculturales, la
libertad, en consecuencia, no es gratuita. Hay, por lo tanto una dialéctica entre
determinismo y libertad. Para actuar, es necesario, saberse primero determinado por los
influjos que acaecen en su historicidad y, después, actuar a partir de las determinaciones,
para trascender las condiciones que a su temporalidad acaecen. De tal manera, que pueda
transformar, producir, decidir, crear y comunicar con la respuesta que la libertad le invoca.
Paulo Freire (2005, pág. 130) hace una distinción interesante entre las determinaciones bajo
las que esta sometido el ser humano:

Los hombres y las mujeres son seres programados, condicionados, pero no


determinados. Y porque además de serlo se sienten condicionados, pueden intervenir en
el propio cuestionamiento. No habría manera de hablar de libertad si ésta fuese un dato
preestablecido. […]. Es por eso por lo que en una perspectiva dialéctica, y por eso
mismo no determinista, la educación debe ser cada vez más una experiencia de
decisión, de ruptura, de pensar correctamente, de conocimiento crítico. Una experiencia
esperanzada y no desesperanzada, ya que el futuro no es un dato, un sino, un destino.
Por ello también la educación demanda de sus sujetos un alto sentido de la
responsabilidad.

Las características que enuncia Freire no son dadas alateoriamente, sino pensando en un
contexto sociocultural particular, es decir, son remitidas a la historicidad del ser humano a
partir de la que es posible reividicar su ser. Porque, aunque puedan establecerse
características universales respecto al ser humano, cada problemática reclama soluciones

13
únicas. De cada contexto sociocultural debe emerger la solución para sus problemas. De tal
suerte que no es pertinenete transplantar soluciones. Lo que es valido en un contexto puede
ser no valido en otro, pese a las similitud de caractarísticas. De ahí la importancia de que
cada ser humano en cuanto sujeto cognoscente debe ser capaz de asumir sus problemas
contextuales y, a la vez, asumirse en ellos como sujeto capaz de brindar soluciones víables.

Decía anteriormente, fundamendándonos en el párrafo citado, que varones y mujeres están


condicionados, pero no determinados. Tratemos de aclarar el alcance y las diferencias que
hay entre condiciones y determinismo, para abordar en seguida la libertad del ser humano a
partir de las consecuencias que de éste análisis resulten. De esto depende enteramente que
el ser humano pueda reconocer su contexto y ligar en un nuevo Humanismo, es decir,
pueda optar por la humanización.

Las condiciones a las que hacemos referencia aquí aunque son equiparables a las
elaboradas por Kant en la Crítica de la razón pura no son de la misma naturaleza a las que
él hace referencia. Intentamos hablar de condiciones en un sentido cultural y, por ende,
social; mientras que Kant las refería al plano epistémico que tiene como finalidad descubrir
las condiciones de posibilidad sin las cuales el conocimiento no es posible. Alegamos que
las condiciones a las que apelamos corresponden al plano sociocultural, dado que tratamos
de describir, a través de Freire, las condiciones de posibilidad sin las que el hombre no
puede “ser más”, son el fundamento para justificar otras cualidades. En tal sentido las
condiciones son el cimiento desde el que es posible situar históricamente a los hombres y
mujeres. Por lo tanto, ya desde el plano estrictamente sociocultural sin ciertas condiciones
no es posible el desarrollo de la persona.

Sin ciertas condiciones no es posible el desarrollo y/o formación de la persona. La


condición mínima indispensable para ello es la libertad, que se entiende esta dominada por
la conciencia que de ella se tenga: la integración de otras condiciones sólo es posible en el
ejércicio consiente de la libertad. Para intentar aclarar como serán entendidas las
condiciones traigo a colación a la programación. Me permito recordar la cita en donde
Freire (2005, pág. 130) se refiere a la programación: «Los hombres y las mujeres son seres

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programados, condicionados, pero no determinados. Y porque además de serlo se sienten
condicionados, pueden intervenir en el propio cuestionamiento.»

La libertad oscila entre las condiciones y el determinismo que se genera a partir de estar
siendo en el mundo y de la capacidad creadora del ser humano. Sin embargo, Freire matiza
la diferencia añadiendo que es un ser programado. A lo cuál salta una objeción, no puede
verse al ser humano como un ser programado, porque sí nos atenemos a la delimitación de
tal naturaleza las consecuencias son previsibles y fatales. Aunque Freire diga que somos
programados pero para “ser más”, el sólo hecho de estar programado remite a un sino
inexorable y coarta a la libetad. Ahora bien, la capacidad de “ser más” no tiene que tener de
fundamento a la programación, por el contrario debe estar fincada en lo que el hombre de
por sí es, en su capacidad creadora.

Es admisible que el ser humano este determinado y hasta condicionado por factores tanto
extrínsecos como intrínsecos a él, que en su mayoría son físicos, somáticos, psicológicos y,
por supuesto, culturales y sociales. Lo que no es acepatable es que este programado para
ser de una forma y no de otra. Puede estar subsumido a ciertos programas que indican
coordenadas y pautas de comportamiento, pero no estar entregado en su totalidad a ser sólo
de la forma en que tales programas lo indican y negar las infinitas posibilidades de su ser.

Por lo que la programación del ser humano debe ser remitida, en el mejor de los casos, a
cada persona o grupo social en particular que opten por afiliarse a los programas de acción
sociocultural. Nótese aquí la diferencia, que existe entre “programas de acción” y
“programación de ser humano”, el primero, tiene como agente al ser humano en cuanto ser
que regula y permite la elaboración de los programas, mientras que el segundo, presupone
que el ser humano es el objeto programado. Hay una diferencia polar entre ambas
acepciones y, por supuesto, consecuencias diámetrales. Las consecuencias que devienen de
la programación tienen como principal efecto la alienación del ser humano, ya no es él
agente de sus acciones, sino la funcionalidad del programa que hay que cumplir es la que
rige las normas. Mientras que en los “programas de acción” el agente es el ser humano, y
dichos “programas de acción” son elaborados precisamente para superar las condiciones

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adversas que aquejan al ser humano y además son realizados para responder a las
necesidades especificas que los seres humanos requieran.

La determinación, a diferencia de la programación, es el modo concreto en que algo es. Por


ende, puede ser entendida en dos sentidos, uno de carácter positivo, el otro, negativo. El
aspecto negativo, refiere a que varones y mujeres no pueden actuar con libertad mientras
haya la imposición de coacciones externas, esto es, mientras se niegue la posibilidad de
elegir. En tal caso, y adiferencia de las condiciones, la determinación se muestra como lo
que es, negando cualquier otra posibilidad de ser. En este sentido, refiriendola al plano
histórico, la determinación se manifiesta en la imposibilidad de cambiar el porvenir.

Por otro lado, el aspecto positivo de la determinación (conciencia crítica), que pienso
existe. Se manifiesta, precisamente en la expresión de que varones y mujeres poseen libre
albedrio. Las fronteras que hay entre condiciones de posiblidad y determinismo no es tan
precisa y clara como quisieramos esperar, es en este sentido que la determinación se torna
positiva. No podemos negar la determinación siendo que somos seres corporeos, definidos
con un esencia determinada, existiendo bajo el imperio de la naturaleza, sin embargo, es
posible actuar desafiando la corporeidad y al imperio de la naturaleza. El problema, rádica
en llevar la determinación al extremo, para definir a varones y mujeres como consecuencia
de un devenir quasieterno entre causa y efecto.

VII. A modo de conclusión, dire que el ser humano debe ser entendido en un marco
referencial plural, esto es, el ser humano a lo largo de su historia a instaurado diversas
formas y vías de ser, ha creado cosmovisiones diversas. Por ende, no puede haber leyes que
rijan a todo ser humano. Es preciso que cada comunidad se haga responsable de su entorno.
Mas en la responsabilidad de su contexto, va también el cuidado del mundo, por lo que es
menesteroso el dialogo intercultural e interdisciplinar para reivindicar al Humanismo en un
mundo mutilado

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