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Investigadores
POR CUANTO:
El Congreso Constituyente Democrático del Perú ha aprobado la Constitución
Política de la República y el pueblo peruano la ha ratificado en el referéndum del
31 de octubre de 19932, se promulga la siguiente:
POR CUANTO:
Ha sido ratificado en el referéndum del 31 de octubre de 1993, el texto
constitucional aprobado por el Congreso Constituyente Democrático.
1
El artículo 1º de la Ley 27600 (Ley que suprime firma y establece proceso de reforma constitucional, del 16 de
diciembre de 2001) dispone: “Suprímese la firma de Alberto Fujimori del texto de la Constitución Política del Estado de
1993, sin perjuicio de mantener su vigencia, en aplicación de la Resolución Legislativa 009-2000-CR, que declaró su
permanente incapacidad moral y, en consecuencia, la vacancia de la Presidencia de la República”.
Parte de la doctrina sostiene que tal operación resulta equivalente a “despromulgar” la Constitución de 1993; sin embargo,
el Tribunal Constitucional, en el Expediente Nº 0014-2002-AI/TC sobre Acción de Inconstitucionalidad promovido por el
Colegio de Abogados del Cusco contra dicha norma, resolvió que: “El Tribunal Constitucional considera que la
promulgación de la Constitución de 1993 por el Ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, jurídicamente es irrelevante, pues
éste no tenía, en diciembre de 1993, la condición formal de Presidente ‘Constitucional’ de la República. Por consiguiente,
la supresión de la firma de Alberto Fujimori en el texto de la Constitución de 1993 constituye un acto jurídico lícito que
no tiene el efecto de ‘despromulgarla’” (Fundamento Jurídico 29).
2
Este proceso (severamente cuestionado desde algunos sectores políticos) arrojó el siguiente resultado oficial a nivel
nacional
OpciónAbsolutos%SÍ 3.895.763 52NO 3.548.334 48Votos Válidos 7.444.097 91Votos Nulos 518.749 6Votos Blancos
215.896 3Votos Emitidos 8.178.742 70Ausentismo 3.442.078 30Total de inscritos11.620.820100
Estos datos y el desagregado por Departamentos y Provincias puede encontrarse en TUESTA SOLDEVILLA, Fernando, Perú
Político en Cifras: 1821-2001, 3ª ed., Fundación Friedrich Ebert, Lima, 2001, pp. 468 y ss.
PREÁMBULO
El Congreso Constituyente Democrático, invocando a Dios Todopoderoso, obedeciendo
el mandato del pueblo peruano y recordando el sacrificio de todas las generaciones que
nos han precedido en nuestra Patria, ha resuelto dar la siguiente Constitución.
COMENTARIO
Normalmente el Preámbulo de un texto constitucional contiene la ideología y los principios
fundamentales que inspiran la carta política, resultando, en consecuencia, una importante pauta para la
interpretación del texto.
Al respecto, César LANDA sostiene que de acuerdo a la doctrina comparada “el Preámbulo de la
Constitución tiene carácter de norma jurídica, norma jurídica vinculante de carácter indirecto en la medida
que es un instrumento interpretativo, una cláusula interpretativa, así como el Código Civil o el Penal tienen un
título preliminar, estos ayudan a conocer cuáles son los alcances y la eficacia jurídica directa de las normas de
la Constitución. Y esto es así en la medida que –esta es otra función– en el preámbulo se establece la decisión
política fundamental que toma una nación de darse una Constitución, y en esa medida hay un horizonte
histórico que se señala tanto en su pasado, en su presente, en su futuro. Y eso se pone de manifiesto de la
manera más concreta cuando también el preámbulo cumple una función de techo ideológico; es decir, del
modelo político que se va a seguir, del modelo democrático, republicano, descentralizado, fundado en la
persona humana, por ejemplo” 3.
Por su parte, BIDART CAMPOS señala que el preámbulo no debe ser tomado como literatura vana ya que
“contiene y condensa las decisiones políticas fundamentales, las pautas del régimen, los fines y objetivos, los
valores propugnados, el esquema del plan o programa propuesto por el constituyente”4.
Durante la última sesión de los debates del Congreso Constituyente Democrático, llevada a cabo el día
25 de agosto de 1993, y luego de un arduo debate de distintas alternativas, resultó aprobado por 54 votos a
favor y 10 en contra el proyecto de Preámbulo presentado por el señor Congresista Francisco Tudela.
En nuestra opinión, el Preámbulo aprobado, cuya parquedad resulta comprensible si se toma en cuenta
que fue aprobado al final de las sesiones y en el marco de una coyuntura política de inestabilidad, no resulta
una pauta interpretativa demasiado útil y aparece más bien como introducción al texto de la carta política.
En todo caso, del Preámbulo aprobado únicamente surge:
1. Que los Congresistas Constituyentes se encuentran especialmente con el poder jurídico para realizar la
tarea de sancionar una nueva Constitución en virtud del carácter pétreo de la carta magna, lo que
implica que el legislador ordinario no cuenta con facultades para proceder a la reforma.
2. De la invocación a Dios se puede inferir que los constituyentes adoptan una posición iusnaturalista y
por lo tanto asumen la existencia de un ordenamiento anterior y superior al positivo que impone como
fin al Estado el de alcanzar la justicia o el bien común público5.
3. Que el titular de ese poder constituyente es el Pueblo.
4. La referencia al sacrificio de las generaciones pasadas implica actualizar la memoria de los próceres de
la independencia y los continuadores de su obra en pos de alcanzar la libertad y la justicia.
A diferencia del texto aprobado por el constituyente de 1993, el Preámbulo de la Constitución de 1979
contiene una amplia descripción de los fines e ideales que la inspiraron y que en su caso efectivamente
sirvieron como pauta de interpretación. El texto no estuvo exento de críticas, como la que señala que cuenta
3
Intervención del doctor César Landa Arroyo en la Sesión del 29 de enero del 2002 ante la Comisión de Constitución y
Reglamento del Congreso de la República disponible en
http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2002/debate_constitucional/sesionescomision/CON290102.REFORMA.htm
(27/03/03).
4
BIDART CAMPOS, Germán, Tratado elemental de Derecho constitucional argentino, Ediar, Buenos Aires, 1989, T. I, p. 55.
5
Al respecto SAN AGUSTÍN sostenía que “los Estados sin justicia son meros latrocinios” (cfr. FERNÁNDEZ-GALIANO, Antonio y
CASTRO CID, Benito de, Lecciones de Teoría del Derecho y Derecho Natural, 3ª ed., Editorial Universitas, Madrid, 1999, p.
438.
con una serie de contradicciones; mencionemos, por ejemplo, la que existe entre la declaración de que el
Constituyente cree “... En la primacía de la persona humana y en que todos los hombres, iguales en dignidad,
tienen derechos de validez universal, anteriores y superiores al Estado...”, lo que implica adoptar una posición
iusnaturalista, pero a la vez la decisión de “promover la creación de una sociedad [...] sin explotados ni
explotadores”, que resulta un enunciado propio del socialismo marxista, para el que por encima del derecho
positivo sólo existen normas supuestas pero en todo caso carentes de obligatoriedad.
A pesar de la circunstancia apuntada, que podría obedecer a la vocación de consenso y recíprocas
concesiones que se realizaron entre los diferentes actores políticos representados en aquella Asamblea, el
Preámbulo de la Constitución de 1979 resultó una norma útil como parámetro interpretativo, alcanzando de
ese modo el fin que normalmente se encuentra llamado a cumplir.
Contenido de la Constitución
3. "Desde una perspectiva formal, que es la única manera cómo cabe efectuar el análisis de la cuestión
planteada, las disposiciones finales y transitorias de la Constitución, al igual que el resto de disposiciones
constitucionales, fueron aprobadas por el Congreso Constituyente Democrático y promulgadas
conjuntamente con el resto de las disposiciones que integran la Norma Suprema del Estado. La
Constitución, en efecto, no es solo “una” norma, sino, en realidad, un “ordenamiento”, que está integrado
por el Preámbulo, sus disposiciones con numeración romana y arábica, así como por la Declaración sobre
la Antártida que ella contiene. Toda ella comprende e integra el documento escrito denominado
“Constitución Política de la República del Perú” y, desde luego, toda ella posee fuerza normativa, aunque el
grado de aplicabilidad de cada uno de sus dispositivos difiera según el modo cómo estén estructurados".
(Exp. 00005-2003-AI FJ 21)
TÍTULO I
DE LA PERSONA Y DE LA SOCIEDAD
CAPÍTULO I
DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA PERSONA
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho a la Identidad
4. "... ¿resulta pertinente la actuación de la prueba de ADN para resolver la pretensión de declaración judicial
de paternidad?, ¿la prueba de ADN tiene por finalidad acreditar los extremos de los puntos controvertidos
fijados por el juez? Este Colegiado considera que la prueba de ADN, como tal, es pertinente e
indispensable para resolver la pretensión de declaración judicial de paternidad y, más aún, para resolver
los puntos controvertidos fijados en el proceso judicial. De esta manera, se evidencia que la prueba de
ADN cumple, pues, el requisito de pertinencia respecto a lo que constituye el objeto del proceso de
declaración de paternidad, por lo que atendiendo a la especial consideración del caso, en donde el
presunto progenitor ya ha fallecido, este Colegiado ratifica la pertinencia y la utilidad de la prueba de ADN
en el proceso judicial, la que servirá para acreditar si don Juan Antonio Mariani Calandra es el padre (o no)
de la demandante Ludovica del Cisne Mariani Tapia.
Este Colegiado aprecia también que detrás de toda pretensión de declaración de paternidad subyace in
vivito el ejercicio del derecho fundamental a la identidad, el cual comprende el derecho a un nombre –
conocer a sus padres y conservar sus apellidos, el relativo a tener una nacionalidad y la obligación de que
el Estado reconozca su personalidad jurídica (Cfr. STC Nº 02432-2005-PHC, Fundamento 4), derecho éste
que encuentra concretización y operatividad judicial en la actuación –de parte o de oficio– de la prueba de
ADN; razón por la cual la actuación de esta prueba no puede estar circunscrita o limitada en su uso a un
único y específico proceso judicial (como alega el recurrente), sino que, por el contrario, su actuación
corresponderá ser ordenada en todo tipo de proceso judicial cuando esté de por medio el derecho a la
identidad de las personas (declaración judicial de paternidad), pues el ordenamiento procesal preconiza un
sistema abierto de pruebas (típicos y atípicos), los cuales tienen por finalidad acreditar los hechos
expuestos por las partes, producir certeza en el juez respecto de los puntos controvertidos y fundamentar
sus decisiones (artículo 188º del Código Procesal Civil). Por ello, resultaría un despropósito, y constituiría
un acto vulneratorio del derecho a la prueba, restringir el uso de ciertos medios de prueba, como por
ejemplo, el de ADN a un solo proceso judicial, y excluir la posibilidad de su uso en otros procesos
judiciales, aun a sabiendas de la pertinencia, idoneidad, utilidad y licitud para resolver la pretensión
demandada. Y es que en el ordenamiento procesal la competencia judicial por la materia viene establecida
por las pretensiones que se plantean en la demanda, y no por la cualidad de los medios probatorios que se
ofrecen en ella. De modo tal que, en el caso de autos, la orden de actuación de la prueba de ADN no
vulnera derecho constitucional alguno del recurrente, sino que, por el contrario, constituye la
concretización judicial del derecho de Ludovica del Cisne Mariani Tapia a la identidad, a efectos de saber
realmente quién es o no es su padre; a la par que constituye la concretización del valor Justicia en la
resolución del proceso judicial. Por estos motivos, la demanda debe ser desestimada". (Exp. 00227-2011-
AA FJ 4,5)
Protección de los Derechos Constitucionales para las personas infectadas con VIH
5. "Frente a la complejidad que representa la epidemia del VIH/SIDA en el Perú, se requiere adoptar un
tratamiento particular para este especial grupo de personas, pues no cabe duda que se trata de una
población vulnerable cuya vida, tanto en su aspecto material como en el que corresponde al desarrollo de
su personalidad, depende de las acciones concretas que emprenda el Estado de la mano con la comunidad
y el núcleo familiar, tanto en materia de salud como en lo que concierne al acceso al tratamiento
antirretroviral de gran actividad, como en otros aspectos ligados a la prevención, a la atención integral de
calidad, a la seguridad social y a la pensión. Estas acciones, que de por sí denotan que el Estado y los
otros actores involucrados no permanecen indiferentes ante la grave enfermedad del VIH/SIDA, deben ser
complementadas con otras medidas cuyo objeto sea lograr una adecuada protección de los derechos
constitucionales de las personas infectadas con el VIH y de las que padecen de SIDA. De este modo se
busca evitar, dada su especial situación de vulnerabilidad, cualquier trato discriminatorio o cualquier
accionar arbitrario por parte de la Administración o de particulares, sobre todo cuando la grave
enfermedad no hace distingo de ningún tipo y afecta a hombres, mujeres, niños, adolescentes y ancianos,
ya que la vía de transmisión puede ser sexual, por el uso compartido de jeringas o por las transfusiones de
sangre infectada por el virus, estas últimas denominadas de transmisión parenteral o también de la madre
al hijo (vertical).
Conviene señalar que la Directiva Sanitaria 030-MINSA/DGSP-V.01, “Directiva Sanitaria para la Atención
Médica Periódica a las/os Trabajadoras/es Sexuales y HSH”, aprobada por Resolución Ministerial 650-
2009/MINSA, al identificar la población vulnerable, establece que “En el marco del VIH, la vulnerabilidad
está regida por la acción recíproca de una gama de variables, como son: factores personales, factores
relativos a la calidad y la cobertura de los servicios, programas de prevención y factores del grupo social la
prevención y control de las ITS en estos grupos es muy importante, por el impacto que esta estrategia
tiene en la disminución de la diseminación de la epidemia del VIH/SIDA en la población general”. Esta
regulación, que si bien tiene como ámbito subjetivo a trabajadores sexuales y hombres que tienen sexo
con otros hombres (HSH), revela que incluso para este tipo de personas que constituyen de por sí una
población vulnerable, la posibilidad de contagio de VIH genera una vulnerabilidad mayor como
consecuencia de la gravedad de la epidemia, lo que hace urgente e imperiosa la necesidad de conceder
protección especial a este grupo poblacional". (Exp. 04749-2009-AA FJ 29,30)
Homonimia
6. "... el Tribunal Constitucional ya tuvo oportunidad de emitir pronunciamientos de fondo en cuanto a la
figura jurídica de la homonimia: a) en la sentencia recaída en el Expediente N° 4542-2005-PHC/TC, en la
que se dejó sentado que los nombres del imputado (plenamente individualizado en el proceso penal y cuyo
requerimiento se ha librado) y el de la persona intervenida tienen que ser exactamente los mismos a
efectos de su detención, no pudiendo intervenir ningún tipo de disquisición por parte de la judicatura al
momento de emitir los oficios de requisitoria ni de la policía judicial al momento de ejecutar dicha orden, y
b) en la sentencia recaída en el Expediente N° 5470-2005-PHC/TC, en la que se señaló que tanto el
requerimiento judicial de la detención así como su ejecución por parte de la Policía Nacional del Perú deben
contar indefectiblemente con los datos de i) los nombres y apellidos; ii) la edad, iii) el sexo, y iv) las
características físicas, talla y contextura de la persona, por lo que en su defecto no procede la detención
que incumpla los citados presupuestos así como tampoco cabe interpretación alguna sobre los datos
consignados por la judicatura competente y los presupuestos antes señalados, ni por los órganos judiciales
distintos al que juzga al actor (que incumbe a los juzgados de reserva) ni por las autoridades policiales,
bajo responsabilidad". (Exp. 02584-2011-HC FJ 4)
Derecho a la Identidad
10. "Este Tribunal considera que de entre los atributos esenciales de la persona, ocupa un lugar primordial el
derecho a la identidad consagrado en el inciso 1) del artículo 2º de la Constitución, entendido como el
derecho que tiene todo individuo a ser reconocido estrictamente por lo que es y por el modo como es. Vale
decir, el derecho a ser individualizado conforme a determinados rasgos distintivos, esencialmente de
carácter objetivo (nombres, seudónimos, registros, herencia genética, características corporales, etc.) y
aquellos otros que se derivan del propio desarrollo y comportamiento personal, más bien de carácter
subjetivo (ideología, identidad cultural, valores, reputación, etc.).
La identidad desde la perspectiva descrita no ofrece, pues, como a menudo se piensa, una percepción
unidimensional sustentada en los elementos estrictamente objetivos o formales que permiten
individualizar a la persona. Se encuentra, además, involucrada con una multiplicidad de supuestos que
pueden responder a elementos de carácter netamente subjetivos, en muchos casos, tanto o más
relevantes que los primeros. Incluso algunos de los referentes ordinariamente objetivos no sólo pueden
ser vistos simultáneamente, desde una perspectiva subjetiva, sino que eventualmente pueden ceder paso
a estos últimos o simplemente transformarse como producto de determinadas variaciones en el significado
de los conceptos.
Queda claro que cuando una persona invoca su identidad, en principio lo hace para que se la distinga
frente a otras. Aun cuando a menudo tal distinción pueda percibirse con suma facilidad a partir de datos
tan elementales como el nombre o las características físicas (por citar dos ejemplos), existen
determinados supuestos en que tal distinción ha de requerir de referentes mucho más complejos, como
puede ser el caso de las costumbres o las creencias (por citar otros dos casos). El entendimiento de tal
derecho, por consiguiente, no puede concebirse de una forma inmediatista, sino necesariamente de
manera integral, tanto más cuando de por medio se encuentran planteadas discusiones de fondo en torno
a la manera de identificar del modo más adecuado a determinadas personas". (Exp. 05829-2009-AA FJ de
2 a 4)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Juicio de Igualdad
5. "La determinación de si existe o no una injerencia injustificada al mandato de no discriminación es parte
de un juicio complejo. A ella no se llega, como por lo general sucede con el resto de derechos
fundamentales, analizándose si la acción u omisión que se cuestiona afecta el ámbito protegido por el
derecho de igualdad [STC 0976-2001-AA/TC, Fund. Jur. 3]. Antes de ello se requiere que se determine la
existencia de una diferenciación jurídicamente relevante.
La identificación de tal diferenciación jurídicamente relevante se realiza mediante la comparación. Ella
comporta un análisis del trato que se cuestiona con un objeto, sujeto, situación o relación distintas. Su
finalidad es identificar que a supuestos iguales se haya previsto consecuencias jurídicas distintas, o si se
ha realizado un trato semejante a situaciones desiguales. En el juicio de igualdad, ese objeto, sujeto,
situación o relación con el cual se realiza el contraste, se denomina término de comparación (tertium
comparationis).
Para que un objeto, sujeto, situación o relación sirva como término de comparación es preciso que
presente determinadas cualidades. La primera de ellas tiene que ver con su validez. El empleo del tertium
comparationis presupone su conformidad con el ordenamiento jurídico. No ha de tratarse de un término de
comparación que por las razones que fueran se encuentre prohibido, por ejemplo, por la Ley Fundamental
[Cfr. STC 00019-2010-PI/TC, Fund. Jur. 16]. Es preciso, igualmente, que el tertium comparationis sea
idóneo. El requisito de idoneidad al que aquí se alude no tiene nada que ver con las cargas argumentativas
que exige el sub-principio del mismo nombre que conforma el principio de proporcionalidad [Cfr. para tales
alcances, la STC 00045-2004-PI/TC, Fund. Jur. 38]. Antes bien, como expusimos en la STC 0014-2007-
PI/TC (Fund. Jur. 12), la idoneidad del término de comparación, en este contexto, hace referencia a la
necesidad de que éste represente una situación jurídica o fáctica que comparta una esencial identidad, en
sus propiedades relevantes, con el trato que se denuncia.
Tal identidad no alude a la mismidad de rasgos entre las dos situaciones que se comparan, sino al hecho
de que se traten de situaciones que puedan ser jurídicamente equiparables. Entre lo que se compara y
aquello con lo cual éste es comparado, han de existir cualidades, caracteres, rasgos o atributos comunes.
La inexistencia de caracteres comunes entre el trato que se cuestiona y la situación que se ha propuesto
como término de comparación, impide que se pueda determinar una intervención sobre el principio-
derecho de igualdad [Cfr. STC 0019-2010-PI/TC, Fund. Jur. 15; STC 0017-2010-PI/TC, Fund. Jur. 4-5;
STC 0022-2010-PI/TC, Fund. Jur. 15 y 18]. Por ello, es tarea de quien cuestiona una infracción a dicho
derecho proceder con su identificación, así como con la aportación de razones y argumentos por las que
éste debería considerarse como un tertium comparationis válido e idóneo [cfr. STC 00031-2004-PI/TC,
Fund. Jur. 16; STC 0008-2004-PITC, Fund. Jur. 131-132; STC 00015-2002-PI/TC y, últimamente, en las
RTC 00640-2011-PA/TC, Fund. Jur. 5; RTC 03931-2010-PA/TC, Fund. Jur. 6]. Y puesto que de la validez e
idoneidad del término de comparación depende la determinación (o no) de una intervención al mandato de
prohibición de discriminación, su análisis se presenta como un prius a la determinación de su lesividad".
(Exp. 00035-2010-AI FJ de 29 a 32)
Libertad de conciencia
Libertad de religión.
Libertad ideológica (ideas y/o
creencias)
Libertad de opinión.
3. A la libertad de conciencia y de religión, en forma
individual o asociada. No hay persecución por razón de
ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio
público de todas las confesiones es libre, siempre que
no ofenda la moral ni altere el orden público.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 2 inc. 2, 2 inc. 4, 2 inc. 13, 2 inc. 17, 2 inc. 18, 14, 37, 50.
Código Procesal Constitucional: Art. 37 inc. 2)
Código Penal: Art. 157.
Código de los Niños y Adolescentes: Arts. 9, 11.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Arts. 12 inc. 2, 24 inc. 3.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
“El interés social” y “el interés público” en el marco de las disposiciones constitucionales
4. "... la Constitución se refiere en artículo 2.3 a la “moral y el orden público” como límites al ejercicio público
de las confesiones. Igualmente el artículo 28.3 refiere que el Estado “regula el derecho de huelga para que
se ejerza en armonía con el interés social”. Estas son dos formas expresas de limitación de los derechos
fundamentales que hacen referencia a dos categorías o conceptos jurídicos indeterminados que deben ser
concretados a la hora de justificar una intervención basada ya sea en el “interés público” o en el “interés
social”. El interés público del Estado constitucional no puede constituir, desde luego, cualquier argumento
que interceda de manera irrazonable o desproporcionada en la esfera de los derechos que la Constitución
garantiza. En cualquier caso, debe tratarse de supuestos que comprometen bienes de relevancia
constitucional y que como tales obligan a los poderes públicos. A su turno el interés social, debe ser
comprendido aquí como una especie del género interés público en el que se destaca la relevancia social ya
sea en cuanto al grupo humano al que se orienta la actuación estatal o a la actividad que estos realizan y
que puede ser catalogada como de “interés social” en el marco de las disposiciones constitucionales".
(Exp. 00579-2008-AA FJ 18)
Igualdad religiosa
9. "El derecho-principio genérico de igualdad ante la ley y la prohibición de toda clase de discriminación tiene
su especificidad en materia religiosa en el derecho-principio de no discriminación o de igualdad religiosa,
reconocido en el artículo 2°, inciso 2, de la Constitución. Conforme a esta norma: “Toda persona tiene
derecho: (…) A la igualdad ante la ley. Nadie puede ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo,
idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier otra índole” (énfasis agregado).
Como este Colegiado ha señalado, el “principio de no discriminación (en materia religiosa) establece la
proscripción de un trato que excluya, restrinja o separe, menoscabando la dignidad de la persona e
impidiendo el pleno goce de los derechos fundamentales. Éste es aplicable a la diferenciación no
justificable en el ámbito laboral, educativo, etc., o al desempeño de cargos o funciones de naturaleza
pública que estén condicionados a la adhesión o no adhesión a una filiación religiosa” (Exp. N.° 3283-
2003-AA/TC, fundamento 19).
La igualdad debe entenderse como derecho y como principio constitucional. La igualdad como derecho
fundamental está reconocida en el citado artículo 2°, inciso 2, de la Constitución. Según este Tribunal ha
mencionado, “contrariamente a lo que pudiera desprenderse de una interpretación literal, estamos frente a
un derecho fundamental que no consiste en la facultad de las personas para exigir un trato igual a los
demás, sino a ser tratado de igual modo a quienes se encuentran en una idéntica situación” (Exp. N°
0048-2004-PI/TC, fundamento 59).
La igualdad, además de ser un derecho fundamental, es también un principio rector de la organización del
Estado social y democrático de derecho y de la actuación de los poderes públicos. Como tal, “comporta
que no toda desigualdad constituye necesariamente una discriminación, pues no se proscribe todo tipo de
diferencia de trato en el ejercicio de los derechos fundamentales; la igualdad solamente será vulnerada
cuando el trato desigual carezca de una justificación objetiva y razonable. La aplicación, pues, del principio
de igualdad, no excluye el tratamiento desigual; por ello, no se vulnera dicho principio cuando se establece
una diferencia de trato, siempre que se realice sobre bases objetivas y razonables” (Exps. Nº 0009-2007-
PI/TC y 0010-2007-PI/TC (acumulados), fundamento 20).
Igualdad, entonces, no significa uniformidad. Por ello, a efectos de determinar si en un caso concreto se
está frente a una quiebra del derecho-principio de no discriminación o de igualdad religiosa, habrá que, en
primer término, determinar si se está frente a un trato desigual con base en justificaciones objetivas y
razonables; o si se trata de un trato desigual arbitrario, caprichoso e injustificado y, por tanto,
discriminatorio". (Exp. 06111-2009-AA FJ de 19 a 22)
La objeción de conciencia forma parte del contenido del Derecho a la Libertad de conciencia
11. “... habiéndose considerado que en virtud de la libertad de conciencia, toda persona tiene derecho a
formar su propia conciencia, no resulta descabellado afirmar que uno de los contenidos nuevos del derecho
a la libertad de conciencia esté constituido, a su vez, por el derecho a la objeción de conciencia, porque de
qué serviría poder autodeterminarse en la formación de las ideas si no es posible luego obrar (o dejar de
obrar) conforme a los designios de esa conciencia. No permitirle al individuo actuar conforme a los
imperativos de su conciencia, implicaría que el derecho a la formación de esta careciera de toda vocación
de trascendencia, pues sucumbiría en la paradoja perversa de permitir el desarrollo de convicciones para
luego tener que traicionarlas o reprimirlas con la consecuente afectación en la psiquis del individuo y, por
ende, en su dignidad de ser humano. De allí que el Tribunal Constitucional considere, sin necesidad de
acudir a la cláusula 3° de la Constitución, que el derecho a la libertad de conciencia alberga, a su vez, el
derecho a la objeción de conciencia” (Exp. 00895-2001-AA FJ 6)
Delitos cometidos a través de Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y
medios de comunicación
demás medios de comunicación social se tipifican en el
Delitos contra los medios de
comunicación Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Derecho de fundar medios de Es delito toda acción que suspende o clausura algún
comunicación órgano de expresión o le impide circular libremente. Los
derechos de informar y opinar comprenden los de
fundar medios de comunicación.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho a la Verdad
18. "... el derecho a la verdad, como parte del catálogo de derechos humanos reconocidos universalmente,
guarda plena conexión con el derecho a la información y transparencia en el manejo de la cosa pública, en
razón de que la sociedad tiene el atributo jurídico de acceder al conocimiento de los hechos de relevancia
pública; y, por ende, de que goce de certeza y exactitud. Por ello, el conocimiento de la verdad entronca
con los postulados del Estado democrático y los derechos ciudadanos. En tal sentido, la conducta opuesta
a la verdad es la falsedad. De ahí que en la esfera pública el ocultar la verdad puede dar lugar a diferentes
grados de responsabilidad política y administrativa, penal o civil.
Es innegable que el concepto de verdad tiene, desde sus orígenes de la reflexión pública, una
correspondencia con aquel apotegma que señala que `verdadero es el discurso que dice las cosas como
son, falso el que las dice como no son´. Este principio es asumido plenamente en el derecho de acceso a
la información pública, pues la Administración se encuentra en la obligación de brindar información veraz,
sin alterar ni ocultar la realidad de los hechos.
Del mismo modo, el acceso a la información desde su perspectiva de derecho individual se presenta como
un presupuesto o medio para el ejercicio de otras libertades fundamentales, como puede ser la libertad de
investigación, de opinión o de expresión, entre otras. Tal condición instrumental de este derecho se puede
apreciar en el caso de autos". (Exp. 00959-2004-HD FJ de 8 a 10)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Las personas jurídicas privadas que presten servicios públicos o desempeñen funciones
administrativas también están obligadas a brindar información
7. "Como consta en autos, los magistrados de las instancias precedentes han rechazado la demanda en el
entendido de que la emplazada es una persona jurídica de derecho privado, respecto de la cual no
proceden los pedidos de información. Sin embargo, este Tribunal ha establecido (Exp. Nº 3619-2005-
PHD/TC) que se considera entidad o entidades de la Administración Pública a toda aquella persona jurídica
bajo el régimen privado que presta servicios públicos o ejerce función administrativa (bajo concesión,
delegación o autorización del Estado). En este supuesto se encuentra la Asociación emplazada toda vez
que, según lo establece el artículo 5º de su Estatuto, Como entidad de auxilio mutuo, el objetivo de la
AMPSOES – PNP es generar y administrar un fondo integrado por las cuotas del personal de Sub – oficiales
y Especialistas de la Policía Nacional del Perú […] con el fin de brindar ayuda mutua, solidariamente y sin
fines de lucro, beneficios mutuales de carácter previsional, asistencial y de auxilio económico, así como
representar y defender los intereses y derechos de los asociados.
Consiguientemente, las personas jurídicas privadas que presten servicios públicos o desempeñen funciones
administrativas están obligadas a informar sobre las características de tales servicios públicos y sus
tarifas, y sobre sus funciones administrativas. Lo que supone que la información accesible siempre habrá
de referirse a alguno de estos tres aspectos y no a otros, siendo este el ámbito de información que puede
solicitarse a una persona jurídica de derecho privado". (Exp. 01542-2009-HD, FJ 4,5)
Hechos sobre los cuales deben informar las empresas privadas que presten servicios públicos
9. "... el derecho de acceso a la información pública, previsto en el inciso 5) del artículo 2º de la Constitución,
supone –como este Tribunal Constitucional ha establecido en reiterada jurisprudencia– la facultad que
tiene toda persona de solicitar sin expresión de causa y acceder a la información que se encuentra en
poder, principalmente, de las entidades estatales. En lo que respecta al acceso a la información que se
encuentra en poder de entes no estatales, es decir, personas jurídicas de derecho privado, no toda la
información que posean se encuentra exenta de ser conocida, ya que en atención al tipo de labor que
realizan es posible que tengan en su poder alguna que sea de naturaleza pública, y, por ende, susceptible
de ser exigida y conocida por el público en general. En este contexto, las personas jurídicas a quienes
puede solicitarse este tipo de información son aquellas que, pese a encontrarse bajo el régimen privado,
prestan servicios públicos o ejercen función administrativa de acuerdo con lo establecido en el inciso 8) del
artículo 1º de la Ley Nº 27444, del Procedimiento Administrativo General.
Que de conformidad con el fundamento 7 de la sentencia recaída en el Expediente Nº 00390-2007-PHD/TC
y, a tenor de lo dispuesto por el artículo 9º del Decreto Supremo Nº 043-2003-PCM, las personas jurídicas
privadas que brinden servicios públicos o efectúen funciones administrativas están obligadas a informar
sobre lo siguiente: a) las características de los servicios públicos que prestan; b) sus tarifas; y c) sobre las
funciones administrativas que ejercen (bajo concesión, delegación o autorización del Estado). Lo que
supone que la información accesible siempre habrá de referirse a alguno de estos tres aspectos y no a
otros, siendo este el ámbito de información que puede solicitarse a una persona jurídica de derecho
privado". (Exp. 01191-2011-HD FJ 6,7)
El derecho de acceso a la información pública puede ser vulnerado por acción u omisión
14. "... el contenido constitucionalmente protegido del derecho de acceso a la información pública señala que
nadie puede ser arbitrariamente impedido de acceder a la información que guarden, mantengan o elaboren
las diversas instancias y organismos del Estado o personas jurídicas bajo el régimen privado que prestan
servicios públicos o ejerzan función administrativa, en virtud de concesión, delegación o autorización.
Asimismo, tal como lo expresa el artículo 2, inciso 5 de la Constitución, la persona que solicite la
información pública solo tendrá que abonar el costo que suponga tal pedido. Dicho costo tendrá que ser
proporcional, quedando vedada cualquier exigencia de pagos exagerados, ya que, de lo contrario, también
se estará afectando el contenido constitucionalmente protegido del derecho de acceso a la información
pública.
De acuerdo a lo expuesto las vulneraciones del derecho al acceso a la información pública pueden
clasificarse en dos tipos: a) por omisión, cuando la solicitud no es contestada; y b) por acción, cuando se
niega arbitraria y expresamente la información solicitada o se condiciona la entrega de la información a un
pago desproporcionado". (Exp. 00284-2010-HD FJ 5,6)
La necesidad de una dependencia pública que guarde, mantenga y elabore la información que
será entregada
16. "... para disponer la entrega de información pública, resulta necesario que esta exista en una dependencia
pública, de allí la obligación de guardar, mantener o elaborar. En el presente caso, la parte emplazada
expone que dicha información no obra en su poder, dado que la queja inicialmente planteada por el
recurrente se extravió, por lo que no hay información que entregar, razón suficiente para desestimar la
demanda de autos.
De otro lado, la parte emplazada ha expuesto que se están realizando las investigaciones para determinar
las responsabilidades que deriven del extravío de la queja presentada; ello por cierto escapa del ámbito de
acción que le corresponde al proceso de hábeas data, pero sirve para corroborar lo informado, en relación
a la inexistencia de la información peticionada". (Exp. 04477-2009-HD FJ 4,5)
Derecho a la autodeterminación
informativa
6. A que los servicios informáticos, computarizados o
no, públicos o privados, no suministren informaciones
que afecten la intimidad personal y familiar.
Levantamiento del secreto bancario y
El secreto bancario y la reserva tributaria pueden
reserva tributaria levantarse a pedido del Juez, del Fiscal de la Nación, o
de una comisión investigadora del Congreso con
arreglo a ley y siempre que se refieran al caso
investigado.
TRATADOS INTERNACIONALES
Una central de riesgo no debe proporcionar datos como el domicilio y ocupación laboral de una
persona
3. "... el recurrente sostiene que debe suprimirse la información relacionada con su domicilio y ocupación
laboral, que la emplazada comercializa a través de su banco de datos CERTICOM, señalando que ello no es
una finalidad que debe cumplir una Central de Riesgo.
El Tribunal Constitucional comparte también este criterio. En efecto, siendo la finalidad de las centrales de
riesgo el brindar información relacionada con una persona natural o jurídica “que permita evaluar su
solvencia económica vinculada principalmente a su capacidad y trayectoria de endeudamiento y pago”
(artículo 2º b. de la Ley Nª 27489), la comercialización de datos atinentes al domicilio u ocupación laboral
de la persona sobre quien se solicita la información, carece de relevancia, siendo inadecuada para la
consecución de la referida finalidad. En otros términos, no existe una relación de idoneidad entre el
conocer el domicilio de una persona o su ocupación laboral y la búsqueda de valorar su capacidad de
endeudamiento y pago. Por ello, el que una central de riesgo comercialice esta información o la incluya en
los reportes que comercializa resulta, por desproporcionado, una violación del derecho fundamental a la
autodeterminación informativa, siendo también de recibo estimar la demanda en este punto". (Exp.
00831-2010-HD FJ 17)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Contenido de la rectificación
4. “Este Colegiado en el precedente vinculante contenido en el fundamento 27 de la sentencia recaída en el
Expediente Nº 3362-2004-AA/TC, ha establecido reglas sobre la forma en que debe ser realizada la
rectificación: ... la rectificación debe estar circunscrita al objeto del mensaje inexacto que la motiva,
separada de cualquier discurso agregado. Lo que podrá hacer el medio de comunicación de masas frente a
un pedido realizado por el afectado está limitado a rectificar el mensaje equivocado; es decir, no podrá
insertar en la misma nota rectificatoria, como titular o comentario, nuevas apreciaciones o noticias, pues al
insistir, revertir o poner en duda la rectificación del reclamante, se desvirtuaría la naturaleza de la
rectificación, anulando el contenido esencial de dicho derecho fundamental.
Ello no quiere (decir) que el medio de comunicación no pueda emitir opiniones o seguir informando sobre
el tema, pero lo que no puede es, en el acto mismo de rectificación, desdecir el objeto del ejercicio de este
derecho fundamental.
Por tal razón, debe exigirse a los medios de comunicación la mayor responsabilidad profesional y
objetividad en su ejercicio informativo, y, por ende, también en la forma en que debe realizar la
rectificación; léase en la forma publicada o analizada sin calificar ni evaluar el argumento o razones (las
supuestas otras verdades) de quien busca la rectificación...
Para este Colegiado, teniendo en cuenta el precedente vinculante citado, sea que las expresiones
cuestionadas por el recurrente se hayan realizado en ejercicio de la libertad de expresión o de la libertad
de información, en cualquier caso con tales afirmaciones el periódico emplazado ha desvirtuado la
naturaleza del derecho a la rectificación, pues el emplazado no podía hacer, en el acto mismo de la
rectificación, afirmaciones que desdigan ésta o insistan en la posición del periódico o pongan en duda la
rectificación del reclamante, como ha ocurrido con las frases transcritas en el fundamento 4, supra. Por tal
motivo, no puede considerarse que la publicación realizada por el diario emplazado en su edición del 20 de
enero de 2007 (Página a6), obrante a fojas 3, satisfaga el derecho del recurrente a la rectificación". (Exp.
02982-2010-AA FJ 3,6)
Exigencia de veracidad como condición para que una información no afecte el derecho al honor
20. "La recurrente ha afirmado que el mencionado Informe lesiona su derecho a la imagen. Esta alegación
debe ser entendida en referencia al derecho al honor, dado que el derecho a la imagen, entendido como la
titularidad de la persona sobre la reproducción de su imagen personal, no tiene relevancia en el caso.
Ahora bien en cuanto concierne al derecho al honor de una persona jurídica, puede afirmarse lo siguiente.
Un comunicado del poder público en el que se alerta sobre el peligro de un producto o servicio que se
encuentra en el mercado no es lesivo del derecho al honor. La finalidad de tal previsión radica en proteger
el derecho a la salud de la sociedad, es desde tal perspectiva una medida adecuada a la salvaguarda de
ese derecho, en su dimensión colectiva. Tal medida deberá siempre estar sustentada en la constatación
del estado peligroso del producto por parte del órgano competente. He aquí una exigencia de veracidad
como condición para que una información no afecte el derecho al honor". (Exp. 00680-2007-AA FJ 14,15)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho a la Propiedad
5. "El derecho a la propiedad establecido en los incisos 8) y 16) del artículo 2° de la Constitución, es
concebido como el poder jurídico que permite a una persona usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien.
Así, la persona propietaria podrá servirse directamente de su bien, percibir sus frutos y productos, y darle
destino o condición conveniente a sus intereses, siempre que ejerza tales actividades en armonía con el
bien común y dentro de los límites establecidos por la ley; e incluso podrá recuperarlo si alguien se ha
apoderado de él sin derecho alguno.
Dicho derecho corresponde, por naturaleza, a todos los seres humanos; quedando éstos habilitados para
usar y disponer autodeterminativamente de sus bienes y de los frutos de los mismos, así como también
transmitirlos por donación o herencia. Como tal, deviene en el atributo más completo que se puede tener
sobre una cosa". (Exp. 00008-2003-AI FJ 26)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Concepto de domicilio
6. "El concepto ‘lugar donde se ejerce el cargo’ no puede asimilarse a la noción de ‘distrito judicial donde se
ejerce el cargo’. Un sentido interpretativo así permitirá salvar la inconstitucionalidad de la norma
impugnada. Cuando la norma expresa el concepto ‘domicilio’ éste debe ser entendido como el lugar en el
que debe permanecer el juez durante el ejercicio de su cargo. Sólo de esta forma la prohibición establecida
en la Ley de Carrera Judicial sería totalmente legítima, puesto que los derechos pueden ser restringidos o
limitados en atención a la protección de bienes jurídicos con relevancia constitucional. No obstante ello, la
Corte Suprema de Justicia de la República debe regular las salidas, los permisos u otros casos en los que
el funcionario público podría ausentarse excepcionalmente, o las zonas aledañas compatibles que en razón
de las distancias puedan constituir el domicilio familiar no obstante pertenecer a otra sede judicial.
El concepto ‘lugar’ es propio y merece ser explicado. Por ejemplo, hay distritos judiciales donde, existiendo
realidades tan divergentes, no se cumple el requisito de relación directa entre juez y población, pero
también hay espacios territoriales que incluyen más de un distrito judicial que sí lo cumplen. Por esta
razón, el término ‘lugar’ tiene que entenderse dentro de la propia ciudad en la cual el juez ejerce el cargo
o algunas colindantes. Éste es el criterio utilizado en el ámbito del transporte terrestre en el concepto de
‘conurbación’, perfectamente válido en el caso analizado. Un Área Urbana Continua es el “Espacio
territorial constituido por dos (2) ciudades o áreas urbanas pertenecientes a provincias contiguas que, por
su crecimiento, han llegado a conformar una situación de conurbación” [Parágrafo 3.4 del Decreto
Supremo N° 009-2004-MTC; analizado en STC Nº 0015-2003-AI/TC]. Un caso destacado es el de Lima,
Lima Norte y Callao, donde existe una unidad urbana, y sin embargo son tres distritos judiciales distintos,
motivo por lo cual se considera como ‘lugar donde se ejerce el cargo’ cualquiera de los tres distritos
judiciales, por ser la capital de la República y la provincia constitucional una sola urbe.
El concepto de domicilio es bastante amplio en el contexto constitucional [tutela negativa a través de su
inviolabilidad en el artículo 2º, inciso 9) de la Constitución], razón por lo cual puede admitirse que un juez
tenga más de un domicilio, máxime si se tiene en cuenta que éste se constituye por la “(...) residencia
habitual de la persona en un lugar” [artículo 33º del Código Civil]. Asimismo expresa en su artículo 38°
que “Los funcionarios públicos están domiciliados en el lugar donde ejercen sus funciones, sin perjuicio, en
su caso, de lo dispuesto en el artículo 33”. El citado cuerpo normativo señala como domicilio a la
residencia habitual, lo que implica permanencia de una persona en un determinado lugar. Además, la
norma también consideró el caso singular de los servidores del Estado (en este caso, el juez), expresando
como regla que éste debe domiciliar en el lugar donde ejerce su función, poniendo como excepción lo
expresado en el citado artículo 33° -dependiendo el caso-. Es en este contexto que la denominada Ley de
Carrera Judicial, al establecer limitaciones a la libertad de residencia y tránsito puede constituir, siempre y
cuando sean interpretadas correctamente, una garantía para el justiciable, pues implica que el juzgador no
sólo conozca los usos y costumbres de su pueblo y aplique el derecho que corresponda, sino que lo aplique
conociendo el contexto en el que se ha producido el conflicto, realizándose así el objetivo del proceso, es
decir resolver un conflicto por un juez natural conocedor de su realidad a quien le alcanza el deber de ser
auténtico intérprete de la vigencia social que solo se alcanza cuando el decidor está compenetrado.
Las normas impugnadas desde un punto de vista literal parecerían estar estableciendo el límite como regla
y los derechos al libre tránsito y residencia como una excepción. Pero los límites a los derechos deben ser
la excepción y no la regla, pues de lo contrario el lugar que ocupan, tanto desde su dimensión objetiva
como subjetiva, estaría supeditado al mandato de la ley. Una ley es válida cuando es conforme a los
derechos fundamentales (efecto de irradiación de los derechos en todos los sectores del ordenamiento
jurídico) y no son los derechos fundamentales los que valen conforme a la ley. Por estas consideraciones
es necesario interpretar las normas materias de impugnación para volverlas constitucionales y el límite de
los derechos fundamentales involucrados efectivamente se presente como una intervención legítima por
parte del legislador. Asimismo, las disposiciones cuestionadas requieren regulación amplia por parte de la
Corte Suprema de Justicia de la República, donde quede claramente establecida la correcta interpretación
de las normas impugnadas según los argumentos vertidos por parte de este Colegiado". (Exp. 00006-
2009-AI FJ de 22 a 25)
El hábeas corpus como instrumento de protección del derecho a la inviolabilidad del domicilio
15. "... el artículo 2.9 de la Constitución señala que “Toda persona tiene derecho: A la inviolabilidad de
domicilio. Nadie puede ingresar en él ni efectuar investigaciones o registros sin autorización de la persona
que lo habita o sin mandato judicial, salvo flagrante delito o muy grave peligro de su perpetración. (...)”;
por ello, existe la posibilidad de controlar el ingreso a un domicilio; sin embargo “[e]llo no significa la
vulneración del derecho, sino una fórmula constitucional que limita el ámbito de la inviolabilidad de
domicilio” (STC N° 6165-2005-PHC/TC). Y es que este no es un derecho absoluto, como no lo es ninguno
de los derechos fundamentales, pues los límites de los derechos pueden ser impuestos por la misma
norma que los reconoce. De otro lado, el artículo 200.1 de la Norma Fundamental establece expresamente
que el proceso constitucional de hábeas corpus procede cuando se vulnera o amenaza la libertad individual
o los derechos constitucionales conexos a ella". (Exp. 09662-2006-HC FJ 2)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Libertad de residencia
Libertad de tránsito.
Excepciones (sanidad, 11. A elegir su lugar de residencia, a transitar por el
mandato judicial o ley de
extranjería) territorio nacional y a salir de él y entrar en él, salvo
limitaciones por razones de sanidad o por mandato
judicial o por aplicación de la ley de extranjería.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La seguridad ciudadana se constituye una las formas de limitación del derecho la libertad de
tránsito
11. "La Constitución Política en su artículo 2º, inciso 11), regula las limitaciones explícitas ordinarias que
puede sufrir el derecho constitucional a la libertad de tránsito, las cuales pueden adoptarse por razones de
sanidad, mandato judicial y aplicación de la ley de extranjería; asimismo, las limitaciones explícitas
extraordinarias están reguladas por el artículo 137º, incisos 1) y 2), de la Constitución. Adicionalmente,
dentro de nuestro ordenamiento se han previsto las denominadas limitaciones implícitas, las cuales han
sido desarrolladas por este Tribunal en anterior jurisprudencia (Expediente Nº 349-2004-AA caso María
Elena Cotrina Aguilar). Es dentro de las últimas que encontramos la instalación de rejas metálicas u otro
tipo de sistema de seguridad en la vía pública, entendiéndose esta como una restricción legítima del
derecho a la libertad de tránsito, siendo su objeto tutelar otro bien jurídico constitucional como es la
Seguridad Ciudadana.
En la existencia o reconocimiento del bien jurídico Seguridad Ciudadana se constituye la más frecuente de
las formas de limitación de las vías de tránsito al público. Tras la consabida necesidad de garantizar que la
colectividad no se vea perjudicada en sus derechos más elementales frente al entorno de inseguridad
recurrente en los últimos tiempos, se ha vuelto una práctica reiterada el que los vecinos o las
organizaciones que los representan opten por colocar rejas o mecanismos de seguridad en las vías de
tránsito público. Por ello, la instalación de rejas metálicas en la vía pública no es per se inconstitucional,
como ya lo ha señalado este Tribunal en jurisprudencia anterior (sentencia recaída en el Expediente N°
0481-2000-AA Caso Fidel Diego Mamani Tejada)". (Exp. 05306-2009-HC FJ 2,3)
Las vías de tránsito público también pueden estar sujetas de restricciones en limitados
supuestos
14. "Exceptuados los ámbitos de lo que constituye el dominio privado, todo aquel espacio que desde el Estado
haya sido estructurado como referente para el libre desplazamiento de personas puede ser considerado
una vía de tránsito público. Dentro de tales espacios (avenidas, calles, veredas, puentes, plazas, etc.), no
existe, en principio, restricción o limitación a la locomoción de los individuos, esto es, no existe la
necesidad de pedir autorización alguna ni ante el Estado ni ante particular alguno, pues se presume que la
vía pública pertenece a todos y no a determinada persona o grupo de personas en particular.
Las vías de tránsito público, por otra parte, sirven no solo para permitir el desplazamiento peatonal, sino
para facilitar otros ámbitos de su autodeterminación o el ejercicio de una diversidad de derechos
constitucionales (trabajo, salud, alimentación, descanso, etc.); y como tales, se constituyen en un
elemento instrumental sumamente importante del cual depende la satisfacción plena o la realización de
una multiplicidad de objetivos personales.
Ahora bien, siendo las vías de tránsito público libres en su alcance y utilidad, pueden sin embargo, y en
determinadas circunstancias, ser objeto de regulaciones y aun de restricciones. Cuando estas provienen
directamente del Estado, se presumen acordes con las facultades que el propio ordenamiento jurídico
reconoce en determinados ámbitos (como ocurre, por ejemplo, con las funciones de control de tránsito
efectuadas por los gobiernos municipales); no obstante, cuando provienen de particulares, existe la
necesidad de determinar si existe alguna justificación razonable sustentada en la presencia, o no, de
determinados bienes jurídicos". (Exp. 05959-2008-HC FJ de 9 a 11)
Manifestación de la libertad de tránsito en el uso de las vías de naturaleza pública o de las vías
privadas de uso público
15. "El artículo 2º, inciso 11), de la Constitución regula el derecho fundamental a la libertad de
tránsito. Esta facultad comporta el ejercicio del atributo ius movendi et ambulandi. Es decir, supone la
posibilidad de desplazarse autodeterminativamente en función de las propias necesidades y aspiraciones
personales, a lo largo y ancho del territorio, así como la de ingresar o salir de él, cuando así se desee. Se
trata, en suma, de un elemento conformante de la libertad individual. Más aún, deviene en una condición
indispensable para el libre desarrollo de la persona, toda vez que se presenta como el derecho que tiene
ésta para poder ingresar, permanecer, circular y salir libremente del territorio nacional. Sin embargo, este
derecho, como todos los demás, no es absoluto, sino que se tiene que ejercer según las condiciones que
cada titular del mismo posee y de acuerdo con las limitaciones que la propia Constitución y la ley
establecen (Cfr. STC Exp. Nº 2876-2005-HC/TC, caso Nilsen Mallqui Laurence, fundamentos 11 y 12).
Por otro lado, la facultad de desplazamiento que supone el derecho a la libertad de tránsito también se
manifiesta a través del uso de las vías de naturaleza pública o de las vías privadas de uso público. En el
primer supuesto, el ius movendi et ambulandi se expresa en el tránsito por parques, calles, avenidas,
carreteras, entre otros; en el segundo supuesto, se manifiesta, por ejemplo, en el uso de las servidumbres
de paso. Sin embargo, en ambas situaciones, el ejercicio de dicha atribución debe efectuarse respetando el
derecho de propiedad. (Cfr. STC Exp. N° 846-2007-HC/TC, caso Vladimir Condo Salas y otra, fundamento
4; Exp. Nº 2876-2005-HC/TC, caso Nilsen Mallqui Laurence, fundamento 14). En efecto, si bien el derecho
a la libertad de tránsito tutela el desplazamiento por servidumbres de paso, es preciso señalar que resulta
vital determinar de manera previa la existencia de una servidumbre de paso, por el carácter instrumental
que dicho derecho legal posee en relación con derechos de rango constitucional como la propiedad y el
libre tránsito (Cfr. STC Exp. Nº 202-2000-AA/TC, caso Minera Corihuayco S.A., fundamento 2; Exp. Nº
3247-2004-HC/TC, caso Gregorio Corrilla Apaclla, fundamento 2)". (Exp. 00228-2008-HC FJ 6,7)
Una persona jurídica no puede ser titular del derecho a la libertad de tránsito
17. "Sobre la titularidad de la libertad de tránsito por parte de una persona jurídica, este Tribunal ya
ha tenido oportunidad de pronunciarse. Ya se ha afirmado que si bien (...) “las personas jurídicas pueden
ser titulares de algunos derechos fundamentales, el derecho a la libertad de tránsito no es uno de ellos,
pues se trata de un derecho conexo a la libertad individual, y por ende, íntimamente vinculado a la
facultad locomotora (...) que es exclusiva de las personas naturales” (STC, Exp. Nº 0311-2002-HC/TC,
fundamento 2; STC, Exp. Nº 1567-2006-PA/TC, fundamento 6). Ciertamente el acto de locomoción no
puede predicarse de una persona jurídica debido a que esta acción solo puede ser ejercida por una
persona natural. En consecuencia, ha de examinarse la pretensión en atención a si el cuestionado
impedimento afecta o no el derecho de propiedad de la empresa recurrente". (Exp. 00605-2008-AA FJ 5)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Es incorrecto sostener que los fines del derecho de asociación tengan que ser sólo de carácter
no lucrativo
2. "... en lo que concierne al propósito por el cual se estructura, el derecho de asociación no se condiciona a
objetivo o variable particular alguna. Aunque desde luego, alguna doctrina haya creído encontrar una
identificación entre el derecho de asociación reconocido por la Constitución (inciso 13 del artículo 2°) y la
asociación reconocida por el Código Civil (artículo 80°), es conveniente enfatizar que, para efectos
constitucionales, las finalidades de dicho atributo no solo se concretan en los consabidos fines no
lucrativos, sino en toda clase de objetivos. Tal conclusión, aunque en apariencia pueda parecer
contradictoria con el texto constitucional, no es tal si se tiene en cuenta dos argumentos esenciales; uno
que repara en el derecho constitucional interno y, otro, en el derecho internacional de los derechos
humanos.
En lo que respecta al primer argumento, el mismo texto constitucional reconoce, en el inciso 17) del
artículo 2°, el derecho de toda persona a participar no sólo en forma individual, sino también asociada, en
la vida política, económica, social y cultural de la nación, lo que en concreto significa que, desde una
perspectiva amplia (la que ofrece el derecho de participación), no solo cabe el ejercicio del derecho de
asociación para propósitos no lucrativos, sino también para objetivos que, al contrario de lo dicho, sean
lucrativos (no otra cosa representan los consabidos fines económicos).
En todo caso, la temática de los fines del derecho de asociación no es en realidad un asunto tan
gravitante, si se toma en cuenta la existencia de controles de sujeción a la legalidad o la existencia de
límites razonables para cada tipo o variante de actividad asociativa. Pretender analogar el régimen del
derecho de asociación a la concepción ius privatista de “asociación” significa desconocer diversos aspectos
no sólo doctrinales, sino también históricos, pues ninguna de nuestras Constituciones precedentes (Ni la de
1856, donde por primera vez se reconoció dicho atributo, ni en las posteriores de 1860, 1867, 1920, 1933
y, sobre todo, la de 1979) han exigido como presupuesto del derecho de asociación que este tenga fines no
lucrativos.
En suma, conforme al primer argumento expuesto, tanto en aplicación de los principios de unidad y
concordancia práctica como en observancia de lo previsto por nuestra Constitución histórica, es incorrecto
sostener que los fines del derecho de asociación tengan que ser sólo de carácter no lucrativo.
En cuanto al segundo argumento, conviene recordar que, conforme a la Cuarta Disposición Final de nuestra
Norma Fundamental, los derechos y libertades reconocidos por la Constitución se interpretan de
conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y con los acuerdos internacionales
sobre las mismas materias ratificados por el Perú. Siendo tal perspectiva la establecida desde la propia
Carta Política, no parece difícil aceptar que, frente a una hipotética incertidumbre sobre los alcances del
derecho en cuestión, la respuesta la tendrían que otorgar los instrumentos internacionales". (Exp. 03071-
2009-AA FJ de 7 a 11)
Los elementos del debido proceso constituyen una forma de proteger el derecho de asociación
7. "El derecho de asociación garantiza, entre otros aspectos, la facultad de pertenecer a una asociación y no
ser excluido de ésta sino sólo a través de un proceso con las garantías debidas. Desde tal perspectiva, la
lesión del derecho al debido proceso termina ocasionando, además, la lesión del derecho de asociación,
ello en tanto los elementos del debido proceso constituyen una forma de proteger el derecho de
asociación". (Exp. 01163-2007-AA FJ 6)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La negativa a celebrar un nuevo contrato entre las partes no supone una vulneración del
derecho a la libertad contractual
5. "... el derecho a la libertad contractual garantiza la autodeterminación de las partes para decidir la
celebración de un contrato, así como la potestad de elegir al cocelebrante y la autodeterminación para
decidir, de común acuerdo, la materia objeto de regulación contractual. A este respecto, este Tribunal
considera que no puede alegarse en el presente caso la vulneración del derecho a la libertad contractual,
pues la negativa a celebrar un nuevo contrato entre las partes no supone una vulneración del derecho en
los términos especificados y, más bien, se presenta como una garantía que se encuentra dentro del ámbito
protegido del mismo". (Exp. 01183-2008-AA FJ 4)
La naturaleza del contrato de trabajo para servicio específico, es de tiempo determinado sino se
desnaturaliza dicho contrato
7. "En relación con la naturaleza del contrato de trabajo para servicio específico, debemos señalar que esta
modalidad contractual es de duración determinada, ya que tiene como elemento justificante para su
celebración la naturaleza temporal, ocasional o transitoria del servicio que se va a prestar; es decir, que
para determinar su celebración se deberá tener en cuenta la temporalidad o transitoriedad del servicio
para el que fue contratado, puesto que si se contrata a un trabajador mediante esta modalidad contractual
se deberá especificar en el contrato cuáles son los servicios a prestar por parte del trabajador y bajo qué
condiciones deberá realizar dichos servicios; por consiguiente, si esto no fuera así, se habría
desnaturalizado el referido contrato de trabajo". (Exp. 09988-2006-AA FJ 3)
Los fines del derecho a la libertad contractual deben ser siempre lícitos
8. "La empresa demandante aduce que se vulnera su derecho a la libertad de contratar, pues mediante una
norma posterior se afectan contratos celebrados en su oportunidad acordes con las disposiciones vigentes;
esto es, se afecta el contrato de compra de vehículos adquiridos con chasis de camión para carrozados,
cuando antes eran actividades lícitas. Asimismo, refiere que se afecta su contrato de constitución, cuyo
objeto era dedicarse a la actividad de transporte de personas sobre ómnibus carrozados, cuando la
autoridad del Estado peruano otorgaba las habilitaciones para prestar dicho servicio (sic).
Consagrado en el inciso 14) del artículo 2º de la Constitución, el derecho a la libre contratación se concibe
como el acuerdo o convención de voluntades entre dos o más personas naturales y/o jurídicas para crear,
regular, modificar o extinguir una relación jurídica de carácter patrimonial. Dicho vínculo –fruto de la
concertación de voluntades– debe versar sobre bienes o intereses que posean apreciación económica,
tengan fines lícitos y no contravengan las leyes de orden público.
Tal derecho garantiza, prima facie:
• Autodeterminación para decidir la celebración de un contrato, así como la potestad de elegir al co-
celebrante.
• Autodeterminación para decidir, de común acuerdo, la materia objeto de regulación contractual.
Sobre el particular el Tribunal Constitucional estima que los artículos 1º y 2º de la norma impugnada no
tienen incidencia respecto de los contratos que en su oportunidad haya celebrado la recurrente, pues tales
disposiciones no hacen sino reiterar las prohibiciones, de un lado, respecto de la actividad industrial de
carrozado de ómnibus sobre chasís originalmente destinado al transporte de mercancías con el propósito
de destinarlo al transporte de personas; y, de otro, respecto de la prestación del servicio de transporte
interprovincial de personas en ómnibus carrozados sobre chasís de camión". (Exp. 07339-2006-AA FJ de
46 a 48)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Las actividades vedadas legalmente o atentatoria de la moral y las buenas costumbres no tiene
amparo constitucional
5. "El derecho a trabajar libremente o con sujeción a la ley; el derecho a la libertad de trabajo, ha sido
reconocido por el artículo 2°, inciso 15, de la Constitución Política del Perú; este derecho permite a toda
persona elegir y desarrollar, sin restricción o limitación de ningún tipo, determinada actividad comercial o
productiva, entre otras, siempre y cuando estas se encuadren dentro de los parámetros legales. Así,
resulta evidente que la ejecución de una actividad vedada legalmente o atentatoria de la moral y las
buenas costumbres no tiene amparo dentro del marco de protección constitucional". (Exp. 05420-2008-AA
FJ 9)
El ejercicio del derecho de trabajo debe ir acorde con la constitución y las normas legales
18. "Si bien es cierto que la Constitución establece que “[e]l trabajo es un deber y un derecho. Es base del
bienestar social y un medio de realización de la persona” (artículo 22), que asimismo reconoce el derecho
fundamental “[a] trabajar libremente con sujeción a la ley” (artículo 2, inciso 15); no lo es menos que este
derecho no es irrestricto y que debe ser ejercido de conformidad con la Constitución y las normas legales
vigentes, como son las disposiciones que establece cada municipio a efectos de otorgar la licencia de
funcionamiento para el inicio de determinadas actividades comerciales". (Exp. 03504-2007-AA FJ 2)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La sociedad comercial no puede pasar por encima de los derechos individuales de los socios
4. "De este modo, si bien inicialmente la propiedad de las acciones y el valor que las mismas tienen o su
representación como derechos políticos al interior de la sociedad, están sujetos a los vaivenes de la vida
empresarial, donde el capital y el interés lucrativo de la sociedad son los que determinan los frutos de la
propiedad accionaria, también es cierto que la sociedad comercial no puede pasar, de cualquier modo, por
encima de los derechos individuales de los socios que la componen. En este contexto, este Tribunal
considera que en el presente caso, si bien prima facie el derecho de suscripción preferente y las demás
garantías establecidas por la ley para el aumento o reducción del capital social no pertenecen al contenido
constitucional del derecho a la propiedad o libre iniciativa privada o asociación, ante circunstancias como la
reducción del capital social a 0 y la pérdida total de las acciones y de la calidad de accionista, sí se
presentan razones para encuadrar estas garantías dentro del contenido constitucional de los derechos
invocados por la recurrente justiciable". (Exp. 00228-2009-AA FJ 11)
La propiedad se ejerce en armonía con el bien común y dentro de los límites establecidos por la
ley
12. "El derecho de propiedad, reconocido por el artículo 2º, inciso 16, de la Constitución, constituye un
derecho fundamental cuyo ámbito de protección garantiza a su titular las facultades de uso, disfrute y
disposición del bien; por consiguiente, los actos de impedimento, restricción o limitación al titular del
ejercicio de estos atributos constituyen intromisiones o intervenciones en el derecho de propiedad.
El derecho de propiedad no es un derecho absoluto desde el momento en que su reconocimiento se realiza
en un ordenamiento donde coexisten otros derechos fundamentales, pero también una serie de bienes
(principios y valores) constitucionalmente protegidos. En algunas oportunidades, dichos límites son
implícitos; en otras explícitos (se encuentran reconocidas de modo expreso). Así, el artículo 70 de la Ley
Fundamental señala que el derecho de propiedad se ejerce en armonía con el bien común y dentro de los
límites de ley. En ese sentido, la persona propietaria podrá servirse directamente de su bien, percibir sus
frutos y sus productos, y darle destino y condición conveniente a sus intereses, siempre que ejerza tales
actividades en armonía con el bien común y dentro de los límites establecidos por la ley". (Exp. 00605-
2008-AA FJ 6,7)
Requisitos para la expropiación: seguridad nacional o necesidad pública y el pago previo del
justiprecio
14. "Como cualquier otro derecho fundamental, el derecho de propiedad no es absoluto, toda vez que se
encuentra limitado por disposiciones constitucionales expresas o tácitas. Sin embargo, la privación de la
propiedad consecuencia de la potestad expropiatoria del Estado tiene que cumplir con ciertos requisitos.
En tal sentido, la expropiación estará condicionada al pago previo en efectivo. Por tanto, “nadie puede ser
privado de su propiedad”; pero, excepcionalmente, se podrá sacrificar a su titular de la propiedad cuando
media causa de seguridad nacional o necesidad publica". (Exp. 00018-2007-AI FJ 10)
El poder estatal o corporativo no debe invadir los ámbitos de la propiedad fuera del aceptado
por las leyes
16. "El artículo 2, inciso 16, de la Constitución reconoce el derecho de propiedad. Asimismo, su artículo 70
dispone que la propiedad es inviolable y que el Estado la garantiza.
En la sentencia recaída en el Exp. Nº 3773-2004-AA/TC, este Tribunal destacó el contenido
constitucionalmente protegido del derecho a la propiedad, en el sentido de garantizar que el poder estatal
o corporativo no invada los ámbitos de la propiedad fuera de lo permisiblemente aceptado por la Norma
Fundamental. (FJ 3)
Igualmente en la sentencia recaída en el Exp. Nº 0030-2004-AI/TC, este Colegiado precisó que, desde la
perspectiva constitucional, el derecho fundamental a la propiedad, como los demás derechos, posee un
doble carácter: de derecho subjetivo y, a su vez, de institución objetiva valorativa y que, dado su doble
carácter, el derecho fundamental a la propiedad no es un derecho absoluto, sino que tiene limitaciones que
se traducen en obligaciones y deberes a cargo del propietario, las cuales se encuentran previstas
legalmente. (FJ 11)". (Exp. 00665-2007-AA FJ 3,11)
El reconocimiento o la determinación del crédito fiscal no guardan relación con el contenido del
derecho de propiedad
18. "... este Colegiado debe precisar que las controversias en las que deba deliberarse sobre el reconocimiento
o la determinación del crédito fiscal en un monto específico, o sobre si hubo un uso indebido del mismo, no
pueden ser atendidas en esta vía por no guardar relación directa con el contenido constitucionalmente
protegido del derecho de propiedad". (Exp. 00929-2006-AA FJ 3)
Para establecer la certeza de la titularidad de un bien, debe de actuarse los medios procesales
regulados en nuestro ordenamiento jurídico
19. "... como garantía institucional, el derecho de propiedad en el ámbito procesal se encuentra ligado
íntimamente al ejercicio del derecho de acción, del derecho de defensa y del derecho de prueba, pues para
establecer la certeza de su titularidad respecto de un bien mueble o inmueble, debe hacerse uso de todos
los medios procesales que otorga la legislación para demostrar en juicio la titularidad de los bienes objeto
de controversia. En otros términos, el juzgador, dependiendo del tipo de proceso que se encuentre
conociendo, se encuentra en la capacidad de determinar, de acuerdo con los medios de prueba y la certeza
que obtenga de ellos, la titularidad de los mismos.
De acuerdo con el ámbito civil, el derecho de propiedad confiere a su titular cuatro atributos respecto del
bien: usar, disfrutar, disponer y reivindicar, cada uno de los cuales permite un ejercicio pleno de este
derecho.
Asimismo, la doctrina civil analiza los caracteres de la propiedad, en tanto que es un derecho real,
absoluto, exclusivo y perpetuo. Así, es un derecho real por excelencia, porque establece una relación
directa entre el titular y el bien, ejercitando el propietario sus atributos sin intervención de otra persona.
Además, la propiedad es erga omnes, esto es, se ejercita contra todos, cualidad denominada
“oponibilidad”. Es un derecho absoluto porque confiere al titular todas las facultades sobre el bien: usa,
disfruta y dispone. Es exclusivo, porque descarta todo otro derecho sobre el bien, salvo que el propietario
lo autorice. Y es perpetuo, pues no se extingue por el solo uso". (Exp. 00005-2006-AI FJ 42,43)
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 15, 23.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. XX.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 20, 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Deber del estado de preservar las diversas manifestaciones culturales del país
5. "... es evidente que aquellas personas que han nacido y viven en las diferentes comunidades de Lima,
tienen la posibilidad de compartir diferentes expresiones culturales propias de tales comunidades, lo que
en definitiva contribuye a desarrollar, entre otros, su derecho a la identidad cultural y además coadyuva
en la preservación de tales expresiones culturales, constituyéndose así en una ventaja respecto de
aquellas personas que han nacido en distritos, provincias y departamentos distintos de Lima, quienes
encontrándose en esta ciudad por distintas razones (laborales, económicas, etc.), se ven disminuidos en
las posibilidades de compartir las manifestaciones culturales propias de su comunidad. Por ello, atendiendo
a que todos los peruanos tenemos el derecho a la identidad cultural (artículo 2º.19, Constitución), que el
Estado tiene la obligación de preservar las diversas manifestaciones culturales del país (artículo 17º,
Constitución), que el Estado tiene la obligación de realizar progresivamente la igualdad material en la
sociedad (artículo 2º.2 y 103º, Constitución), y que una de las características básicas que configuran un
Estado Democrático y Social de Derecho es fomentar condiciones materiales para alcanzar sus
presupuestos (artículo 3º y 43º, Constitución), entonces es deber precisamente del Estado tomar medidas
que en distintos grados tengan por finalidad remover aquellos obstáculos que no propicien las condiciones
de igualdad de oportunidades, no resultando inconstitucional una medida, como es el caso de la ley
cuestionada, mediante la cual una propiedad perteneciente al Estado (de 526.50 metros cuadrados) sea
adjudicada en propiedad al Club Departamental Tumbes con el fin exclusivo, como la propia disposición lo
establece, de que en tal inmueble se construya su local institucional". (Exp. 00015-2008-AI FJ 10)
El Estado debe actuar de forma consiente y teniendo como base los bienes constitucionales a
tratar
10. "Con relación a la determinación de la finalidad del tratamiento diferente, se puede señalar que el
propósito legislativo de consagrar un 40% como máximo para la inversión extranjera en radio y televisión,
con la finalidad de preservar en 60% la inversión nacional conducente a la cautela de la identidad nacional
y de los bienes y valores que la constituyen, es equívoco, erróneo e inútil.
En relación a este punto, habrá que tener cuidado con estos medios en vista que (...) la televisión invierte
la evolución de lo sensible en inteligible y lo convierte en un ictu oculli, en un regreso al puro y simple acto
de ver. La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de
abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender.
Por eso el Estado debe saber actuar. No intervenir por intervenir, sino hacerlo conscientemente de que
existen derechos y bienes constitucionales en juego". (Exp. 00013-2007-AI FJ 30)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Los reclamos presentados merecen una respuesta por parte de la autoridad administrativa
siempre que haya cumplido con los requisitos legales previstos
3. "... como lo ha expuesto el Tribunal Constitucional en el Exp. N° 1042-2002-AA y ha sido reiterado en los
Exps. Nos 2254-2003-AA, 2919-2002-AA y 1444-2004-AA, el contenido esencial del derecho de petición –
artículo 2º inciso 20) de la Constitución– está conformado por dos aspectos, el primero de los cuales está
relacionado con la libertad reconocida a cualquier persona para formular pedidos por escrito a la autoridad
competente, y el segundo, unido inevitablemente al anterior, está referido a la obligación de dicha
autoridad de dar una respuesta al peticionante, la que debe ser por escrito y en un plazo razonable.
Que en ese sentido, se entiende que los reclamos presentados por el demandante deben merecer una
respuesta por parte de la autoridad administrativa competente, siempre que haya cumplido con los
requisitos legales previstos en las leyes y reglamentos correspondientes". (Exp. 05738-2009-AA FJ 3,4)
ANTECEDENTES
Denegatoria de pasaportes
3. "... este Colegiado señaló en alguna oportunidad que el derecho al pasaporte no sólo supone la expedición
de un documento de identificación a nivel internacional que por sus propias características permite el libre
tránsito de un país a otro, sino que también su presencia representa una garantía para su titular en
relación con el Estado al que pertenece y que, como ente emisor, le otorga en cualquier caso su protección
mas allá de sus fronteras (Exp. 0120-1998-HC/TC).
Asimismo, cuando el Código Procesal Constitucional en su artículo 25º inciso 10) regula el derecho a
obtener o renovar el pasaporte, se entiende que este documento no puede ser denegado en virtud a una
decisión discrecional e inmotivada por la autoridad competente para ello. Si se cumple con los requisitos
exigidos en la ley para su obtención, se tiene, en consecuencia, derecho para reclamar su expedición.
Analógicamente se aplica el mismo criterio en el supuesto de renovación". (Exp. 07853-2006-HC FJ 2,3)
El derecho al pasaporte otorga al individuo garantías por parte del Estado al que pertenece
4. “... el derecho al pasaporte no sólo supone la expedición de un documento de identificación a nivel
internacional que por sus propias características permite el libre tránsito de un país a otro, sino que su
presencia representa una garantía para su titular en relación con el Estado al que pertenece y que, como
ente emisor, le otorga en cualquier caso su protección mas allá de sus fronteras. Si dicho atributo no fuera
entendido en tal sentido, el pasaporte sólo quedaría reducido a un documento de abandono del país o de
reingreso a su territorio, sin que el Estado tuviese porque responder respecto del destino legal de sus
ciudadanos cuando de identificaciones se trata...”. (Exp. 00120-1998-HC FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Contenido esencial del derecho a un medio ambiente equilibrado y adecuado para el desarrollo
de la vida
2. "En la STC 0048-2004-PI/TC se ha señalado que el contenido del derecho fundamental a un medio
ambiente equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida, reconocido en el artículo 2°, inciso 22) de la
Constitución, está determinado por los siguientes elementos: (1) el derecho a gozar de ese medio
ambiente y (2) el derecho a que ese medio ambiente se preserve.
En su primera manifestación, esto es, el derecho a gozar de un medio ambiente equilibrado y adecuado,
éste comporta la facultad de las personas de poder disfrutar de un medio ambiente en el que sus
elementos se desarrollan e interrelacionan de manera natural y armónica; y, en el caso de que el hombre
intervenga, no debe suponer una alteración sustantiva de la interrelación que existe entre los elementos
del medio ambiente. Esto supone, por tanto, el disfrute no de cualquier entorno, sino únicamente del
adecuado para el desarrollo de la persona y de su dignidad (artículo 1° de la Constitución). De lo contrario,
su goce se vería frustrado y el derecho quedaría, así, carente de contenido.
En relación con el segundo elemento, cabe señalar que el derecho a la preservación de un medio ambiente
sano y equilibrado entraña obligaciones ineludibles, para los poderes públicos, de mantener los bienes
ambientales en las condiciones adecuadas para su disfrute. A juicio de este Tribunal, tal obligación alcanza
también a los particulares, y con mayor razón, a aquellos cuyas actividades económicas inciden, directa o
indirectamente, en el medio ambiente". (Exp. 01848-2011-AA FJ de 12 a 14)
Deber del Estado de adoptar medidas necesarias para prevenir el daño al medio ambiente
12. "El derecho al ambiente equilibrado y adecuado comporta un deber negativo y positivo frente al Estado. Su
dimensión negativa se traduce en la obligación del Estado de abstenerse de realizar cualquier tipo de actos
que afecten al medio ambiente equilibrado y adecuado para el desarrollo de la vida y la salud humana. En
su dimensión positiva le impone deberes y obligaciones destinadas a conservar el ambiente equilibrado, las
cuales se traducen, a su vez, en un haz de posibilidades. Claro está que no solo supone tareas de
conservación, sino también de prevención que se afecte a ese ambiente equilibrado.
El Tribunal considera que, por la propia naturaleza del derecho, dentro de las tareas de prestación que el
Estado está llamado a desarrollar, tiene especial relevancia la tarea de prevención y, desde luego, la
realización de acciones destinadas a ese fin. Y es que si el Estado no puede garantizar a los seres humanos
que su existencia se desarrolle en un medio ambiente sano, éstos sí pueden exigir del Estado que adopte
todas las medidas necesarias de prevención que lo hagan posible. En ese sentido, el Tribunal Constitucional
estima que la protección del medio ambiente sano y adecuado no solo es una cuestión de reparación frente
a daños ocasionados, sino, y de manera especialmente relevante, de prevención de que ellos sucedan".
(Exp. 04223-2006-AA FJ 5,6)
Actuación de la Policía frente a las reuniones en plazas o vías públicas en los que no haya
solicitado el premiso correspondiente
17. “... la Policía Nacional puede adoptar las medidas represivas estrictamente necesarias, frente a aquellas
reuniones en plazas o vías públicas en las que los celebrantes no hayan cumplido con el requisito de avisar
previamente a la autoridad competente el objeto, lugar o recorrido, fecha u hora de la misma. Pues no
puede olvidarse que dicho aviso es el requisito imprescindible para que las autoridades asuman todas las
medidas necesarias, desplegando su máximo esfuerzo, para prevenir y, de ser el caso reprimir, razonable
y proporcionalmente, la afectación de bienes públicos o privados o la afectación de los derechos
fundamentales de terceros o de los propios celebrantes.
También cabría restringirse la reunión si ésta afecta, manifiestamente, las normas administrativas
encargadas de regular los niveles máximos permitidos de incidencia acústica, con la consecuente
afectación del derecho fundamental a la tranquilidad y a gozar de un medio adecuado al desarrollo de la
vida (artículo 2º 22 de la Constitución)”. (Exp. 04677-2004-AA FJ 39,40)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1979: Arts. 2 inc. 20 lit. d, 2 inc. 20 lit. l.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1979: Art. 2.24.
La detención judicial preventiva como medida provisional que limita la libertad física
4. "En cuanto al cuestionamiento de las resoluciones Nº 2 de fechas 2 de diciembre de 2011 y 14 de
diciembre de 2011, que deniegan la solicitud de cesación de prisión preventiva del favorecido, la
Constitución Política del Estado en el artículo 2º, inciso 24, ordinal "b", prevé que el derecho a la libertad
personal no es absoluto, pues está sujeto a regulación, de modo que puede ser restringido o limitado
mediante ley. Al respecto, este Tribunal ha sostenido en reiterada jurisprudencia que la detención judicial
preventiva es una medida provisional que limita la libertad física, pero no por ello es per se
inconstitucional, en tanto no comporta una medida punitiva ni afecta la presunción de inocencia que asiste
a todo procesado, tanto más si legalmente se justifica siempre y cuando existan motivos razonables y
proporcionales para su dictado, lo que debe ser apreciado en cada caso en concreto.
En efecto, la detención judicial preventiva debe ser una medida provisoria, es decir, que su mantenimiento
sólo debe persistir en tanto no desaparezcan las razones objetivas que sirvieron para su dictado, pues las
medidas coercitivas, además de ser provisionales, su permanencia o modificación, a lo largo del proceso,
estará siempre subordinada a la estabilidad o al cambio de los presupuestos que posibilitaron su adopción
inicial, por lo que es plenamente posible que alterado el estado sustancial de los presupuestos fácticos
respecto de los cuales la medida se adoptó, la misma pueda ser variada, criterio que guarda concordancia
con la previsión legal establecida en el último párrafo del artículo 283° del Código Procesal Penal (Decreto
Legislativo N.º 957), que señala que la cesación de la medida [de prisión preventiva] procederá cuando
nuevos elementos de convicción demuestren que no concurren los motivos que determinaron su
imposición y resulte necesario sustituirla por la medida de comparecencia". (Exp. 01267-2012-HC FJ 4)
Principio de legalidad
a. Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda,
ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Los límites al derecho de libertad personal deben ser conforme a la ley y a la constitución
5. "Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la libertad personal no es sólo un
derecho fundamental reconocido, sino un valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es
absoluto e ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley (STC Nº 1230-2002-HC,
Caso Tineo Cabrera). Por ello, los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que
reconoce el derecho; por el ejercicio de uno o más derechos constitucionales, o por el ejercicio de uno o
varios bienes jurídicos constitucionales.
El caso de autos se encuentra comprendido en el primer tipo de límites. En efecto, conforme al artículo 2º,
inciso 24, literal b), de la Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe establecerse si el
periodo de detención preventiva que cumple la demandante constituye una restricción del derecho a la
libertad prevista en la ley y es compatible con la Constitución". (Exp. 02724-2006-HC FJ 4,5)
Los límites al derecho a la libertad personal deben ser conformes también a los Tratado
Internacionales en materia de Derechos Humanos
6. “... es necesario resaltar que, según lo prescrito en la Constitución, la libertad personal no sólo es un
derecho fundamental reconocido, sino un valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es
absoluto e ilimitado, pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante Ley.
En efecto, conforme el literal b) del inciso 24) del artículo 2°, de la Constitución Política del Perú no se
permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo casos previstos por la ley. Por tanto,
para esclarecer la controversia, debe establecerse si el periodo de detención preventiva que cumple el
demandante constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y la Constitución.
Para precisar la noción de ‘casos previstos en la ley’ como límite del ejercicio de los derechos
fundamentales, se señala que las normas relativas a estos derechos se interpretan de conformidad con la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre dichas
materias ratificadas por el Perú (Cuarta Disposición Transitoria de la Constitución). Al respecto, el inciso 1)
del artículo 9°, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece que nadie podrá ser
privado de su libertad, salvo causas establecidas por ley y con arreglo al procedimiento indicado en ella.
Del mismo modo, la Convención Americana de Derechos Humanos dispone, en el inciso 2) del artículo 7°,
que nadie puede ser privado de su libertad salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano
por las constituciones políticas de los estados parte o por las leyes dictadas conforme a ellas. Por tanto, la
restricción de la libertad deberá sujetarse a los procedimientos, causas y condiciones previstos en la ley”.
(Exp. 01908-2005-HC FJ 3,4,5)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Si cabe la prisión por deuda en caso de alimentos por los derechos afectado por su
incumplimiento
5. "... uno de los límites al derecho fundamental a la libertad personal es el que está previsto en el artículo
2º, inciso 24, literal “c”, de la constitución Política. Tal artículo, si bien recoge como uno de los contenidos
constitucionalmente garantizados de la libertad y seguridad personales, que no hay prisión por deudas,
ello no excluye que este principio se vea limitado por un mandato judicial por incumplimiento de deberes
alimentarios. Al respecto, este Tribunal Constitucional (Exp. Nº 2982-2003-HC/TC, Exp. Nº 2088-2004-
HC/TC) ha establecido que cuando la citada disposición constitucional prohíbe la prisión por deudas, con
ello se garantiza que las personas no sufran una restricción de su derecho fundamental a la libertad
personal por el incumplimiento de obligaciones originadas en relaciones de orden civil.
En nuestro ordenamiento constitucional, en principio, no cabe la prisión por deudas. Sin embargo, nuestra
propia Ley Fundamental ha establecido una excepción a dicha regla, esto es, en el caso del incumplimiento
de deberes alimentarios. Ello tiene su fundamento en que, en tales casos, están de por medio, no
cuestiones pecuniarias o materiales, sino la tutela de los derechos fundamentales como la dignidad de la
persona humana, la vida, la salud y la integridad física y psicológica del alimentista. Ésta es la razón por la
cual, de acuerdo con la Constitución, el juez, en este supuesto, tiene la facultad y la competencia para
ordenar la restricción del derecho a la libertad personal del obligado". (Exp. 09068-2005-AA FJ 4,5)
Incumplimiento del pago de beneficios laborales en proceso civil no puede dar lugar a que se
ordene la detención, en el proceso penal de existir esa posibilidad
9. En la STC 1428-2002-HC, `El Tribunal Constitucional considera que el pago de los beneficios sociales
constituye, a la vez que un derecho del trabajador, una obligación del empleador, que no tiene naturaleza
de sanción penal cuando ésta es ordenada por un juez en materia de trabajo o con competencias en
materia laboral. En tal caso, la obligación de pago que pesa sobre el empleador asume el carácter de una
obligación de naturaleza civil y, por tanto, su incumplimiento no puede concluir con la privación de la
libertad locomotora del sentenciado´.
Sin embargo, cuando los términos de la controversia se trasladan del proceso laboral al ámbito penal y en
esa sede se condena a pagar los beneficios laborales y, no obstante ello, no se cumple, entonces ya no
puede sostenerse, por un lado, que dicho pago de los beneficios sociales sea de naturaleza civil, pues tiene
la condición de una sanción penal y, por otro, que su incumplimiento impida que el juez penal pueda
ordenar que se haga efectiva la pena de privación de la libertad del sentenciado, establecida
condicionalmente, como sucede en el presente caso.
En relación con los efectos del incumplimiento, el artículo 59º del Código Penal precisa que cuando el
condenado `(...) no cumpliera con las reglas de conducta impuestas o fuera condenado por otro delito, el
juez podrá según los casos: a) amonestar al infractor; b) prorrogar el periodo de la suspensión hasta la
mitad del plazo inicialmente fijado. En ningún caso, la prórroga acumulada excederá de 3 años, c) revocar
la suspensión de la pena”.
En este orden de ideas, la resolución cuestionada, al revocar la suspensión de la ejecución de la pena y
disponer su efectivo cumplimiento, no implica lesión de derecho constitucional alguno ni, mucho menos,
evidencia la transgresión de la prohibición constitucional de instaurar prisión por deudas, resultando, por
tanto, de aplicación el artículo 2º del Código Procesal Constitucional´". (Exp. 00820-2005-HC FJ de 6 a 9)
Frente al incumplimiento de la reparación de los daños derivados del delito puede ordenarse la
detención
10. Este Tribunal, en consistente línea jurisprudencial, ha precisado que el cumplimiento de la regla de
conducta de reparar los daños ocasionados por el delito no constituye una obligación de orden civil, sino
que es una verdadera condición de la ejecución de la sanción penal, en cuyo caso su incumplimiento sí
puede legitimar la decisión de revocar la suspensión de la ejecución de la pena. Esto es así porque el
origen de la obligación de pago ha sido determinada por el Juez penal, sede en que se condenó al ahora
recurrente en amparo, imponiéndosele como regla de conducta reparar el daño ocasionado por el delito".
(Exp. 00893-2004-HC FJ 1,2,3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La tipificación penal y la subsunción de las conductas ilícitas no son objeto de revisión en los
procesos constitucionales
2. "El principio de legalidad penal ha sido consagrado en el artículo 2º, inciso 24, literal "d" de la Constitución
Política del Perú, según el cual "Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de
cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción
punible, ni sancionado con pena no prevista en la ley”.
Este Colegiado ha señalado que como regla general, la tipificación penal y la subsunción de las conductas
ilícitas no son ni deberían ser objeto de revisión en estos procesos. Al fin y al cabo, ni la justicia
constitucional puede considerarse en forma análoga a la justicia penal, ni aquélla resulta una tarea que
entre en el ámbito de competencia de los jueces constitucionales. Mediante estos procesos se ha
“encomendado proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda calificación jurídica realizada
por los tribunales ordinarios que viole o desconozca (...) derechos, pero carece de aquel carácter en
relación con procesos comunes que resuelvan derechos intersubjetivos ajenos a los derechos
fundamentales y que se pronuncien sobre cuestiones de mera legalidad, al ser competencia exclusiva de
los jueces y tribunales su interpretación y decisión, fijación de los hechos y subsunción, así como la
precisión de las consecuencias jurídicas (...), aunque se apoyen en errores, equivocaciones o
incorrecciones jurídicas o, en definitiva, en la injusticia de las resoluciones, porque ello le convertiría [al
Juez constitucional] en órgano de control de la mera legalidad, ejerciendo funciones que no le atribuye la
Constitución” ( STC 8646-2005-PHC/TC).
De ahí que solo excepcionalmente quepa efectuar un control constitucional sobre una resolución judicial
por afectación del principio de legalidad penal y, en concreto, en aquellos casos en los que, al aplicar un
tipo penal o imponer una sanción, el Juez penal se aparte del tenor literal del precepto o cuando la
aplicación de un determinado precepto obedezca a pautas interpretativas manifiestamente extravagantes
o irrazonables, incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material de valores. En
consecuencia, en la justicia ordinaria se establece la culpabilidad o inocencia del imputado, determinando
en el caso si se da el supuesto de hecho previsto en la norma y sobre la base de consideraciones de orden
penal, de acuerdo con la alternativa que ofrezca la dogmática penal que se estime la más adecuada. En la
justicia constitucional, en cambio, se determina si la resolución judicial cuestionada afecta los derechos
constitucionales". (Exp. 03132-2009-HC FJ de 2 a 4)
Retroactividad benigna
6. "En nuestro ordenamiento tratándose de una disposición que forma parte del derecho penal material, la
ley aplicable es la vigente al momento de cometerse el delito. Así se desprende del ordinal “d” del inciso
24) del artículo 2° de nuestra Constitución, a tenor del cual: “Nadie será procesado ni condenado por acto
u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e
inequívoca, como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley”.
No obstante ello, conforme a reiterada jurisprudencia del Tribunal Constitucional “[L]a aplicación
retroactiva de las normas se produce cuando a un hecho, relación o situación jurídica se les aplica una
norma que entró en vigencia después que éstos se produjeron. Nuestro ordenamiento prohíbe la aplicación
retroactiva de las normas. Como excepción a la regla se permite la aplicación retroactiva en materia penal,
cuando favorece al reo’. Así el artículo 103° de la Constitución dispone que ‘Ninguna ley tiene fuerza ni
efecto retroactivos, salvo en materia penal cuando favorece al reo’. Esta excepción es aplicable a las
normas del derecho penal material, por ejemplo, en caso de que, posteriormente a la comisión del delito,
entre en vigencia una norma que establezca una pena más leve. El artículo 6° del Código Penal prescribe
que se aplicará la norma vigente al momento de la comisión del delito y, en caso de conflicto de normas
penales en el tiempo, se aplicará la más favorable” (STC Nº 1300-2002-HC, caso Hugo Eyzaguirre
Maguiña)". (Exp. 10302-2006-HC FJ 6,7)
El principio de legalidad se constituye como límite del poder legislativo y del judicial
9. "Con tal tenor se consagra el principio de legalidad penal, el que no sólo se configura como principio
propiamente dicho, sino también como derecho subjetivo constitucional de todos los ciudadanos. Como
principio constitucional informa y limita los márgenes de actuación de los que dispone el Poder Legislativo
y el Poder Judicial al momento de determinar cuáles son las conductas prohibidas, así como sus
respectivas sanciones. En tanto que, en su dimensión de derecho subjetivo constitucional, garantiza a toda
persona sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio que lo prohibido se encuentre previsto en
una norma previa, estricta y escrita, y también que la sanción se encuentre contemplada previamente en
una norma jurídica [Cfr. STC Exp. N° 2758-2004-HC/TC].
Así, una de las garantías que dicho principio establece es que los justiciables sean procesados sobre la
base de una ley previa a la realización de los hechos delictivos. Ello constituye una exigencia ineludible
para el órgano jurisdiccional, quien sólo podrá procesar y condenar tomando como referencia una ley
anterior respecto de los hechos materia de investigación (lex praevia). Esta proscripción de la
retroactividad tiene su excepción en la aplicación retroactiva de la ley penal cuando ésta resulta favorable
al procesado, conforme a lo previsto en el artículo 103º de la Constitución". (Exp. 08264-2006-HC FJ 4,
El tribunal solo se pronunciará sobre la subsunción de una conducta cuando ésta haya sido
evidentemente mal aplicada
10. "... es menester señalar que si bien es cierto una de las garantías derivadas del principio de legalidad
penal, consagrado en el artículo 2.24,d de la Constitución, lo constituye la lex stricta, la cual vincula al
órgano jurisdiccional obligándolo a que sea respetuoso del texto legal de la norma penal, también la
subsunción de los hechos en las normas legales pertinentes constituye un aspecto que no corresponde
analizar en sede constitucional, por ser un asunto de mera legalidad. Es por ello que este Tribunal ha
establecido respecto de la garantía de la lex stricta que excepcionalmente cabe efectuar un control
constitucional en aquellos casos en los que el juez se aparte del tenor literal del precepto normativo o
cuando la aplicación de un determinado precepto obedece a pautas interpretativas manifiestamente
extravagantes o irrazonables, incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema de valores
[Cfr. STC Exp. N° 2758-2004-HC/TC]". (Exp. 06149-2007-HC FJ 4)
Relación entre el principio del Ne bis ídem y los principios de legalidad y proporcionalidad
14. "El principio del ne bis in ídem material tiene conexión con los principios de legalidad y proporcionalidad,
ya que si la exigencia de lex praevia y lex certa que impone el artículo 2°, inciso 24, ordinal d), de la
Constitución obedece, entre otros motivos –como lo ha expresado este Tribunal en el Caso Encuestas a
Boca de Urna, Exp. N° 0002-2001-AI/TC, fundamento 6– a la necesidad de garantizar a los ciudadanos un
conocimiento anticipado del contenido de la reacción punitiva o sancionadora del Estado ante la eventual
comisión de un hecho antijurídico, tal cometido garantista devendría inútil si ese mismo hecho, y por igual
fundamento, pudiese ser objeto de una nueva sanción, lo que comportaría una punición desproporcionada
de la conducta antijurídica. Por ello, el elemento consistente en la igualdad de fundamento es la clave que
define el sentido del principio: no cabe la doble sanción del mismo sujeto por un mismo hecho cuando la
punición se fundamenta en un mismo contenido injusto, esto es, en la lesión de en un mismo bien jurídico
o un mismo interés protegido". (Exp. 00014-2006-AI FJ 22)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La garantía de presunción de inocencia establece límites al accionar del Estado y del sistema de
administración de justicia
5. "El derecho a la presunción de inocencia es una garantía que tiene como fin posibilitar el adecuado
ejercicio del derecho de la defensa, elemento básico para asegurar un debido proceso, y el principio de
equidad de armas que debe existir en todo proceso, sea este de carácter administrativo o judicial.
Sobre este aspecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido en su jurisprudencia
que la estigmatización pública de una persona constituye una violación al derecho de presunción de
inocencia consagrado en el artículo 8º, inciso 2), de la Convención Americana de Derechos Humanos.
En los casos Cantoral Benavides y Lori Berenson, se determinó que la garantía de presunción de inocencia
establece límites al accionar del Estado y del sistema de administración de justicia, con el fin de evitar una
estigmatización de la persona ante la opinión pública. En este caso, los recurrentes habían sido mostrados
ante los medios de comunicación con uniformes de presidiario y enjaulados, como traidores a la patria y
terroristas. Todo esto se dio a pesar de que no se había iniciado el proceso penal ni las personas habían
sido condenadas por un tribunal competente.
La Corte Interamericana concluyó que este tipo de prácticas comportaban una violación del artículo 8º,
inciso 2), de la Convención Americana, puesto que la cobertura de los medios de comunicación y la opinión
pública formada al respecto podía condicionar el actuar del sistema de administración de justicia, violando
la presunción de inocencia inherente a toda persona e independiente del cargo o delito imputado.
Lo que el sistema interamericano procura es evitar que el Estado, a quien le corresponde la labor de tener
una posición neutral frente a la labor de los jueces y fiscales, coloque a una persona en una situación de
indefensión frente a la opinión pública, procurando asegurar una condena antes de que se dicte sentencia.
Esta situación, que puede llegar a ser recogida por los medios de comunicación, vulneraría los derechos de
presunción de inocencia y de defensa.
Sin embargo, esto no impide que los medios de comunicación informen sobre el estado de un proceso, que
se adopte una posición sobre el tema o que se difunda el contenido de una sentencia, puesto que lo
contrario resultaría atentatorio a la libertad de información". (Exp. 06817-2008-AA FJ de 9 a 11)
La presunción de inocencia implica que toda persona sea considerada inocente antes y durante
el proceso penal
9. "El texto constitucional establece expresamente en su artículo 2º, inciso 24, literal e), que “Toda persona
es considerada inocente mientas no se haya declarado judicialmente su responsabilidad”. Este dispositivo
constitucional supone, en primer lugar, que por el derecho a la presunción o estado de inocencia toda
persona es considerada inocente antes y durante el proceso penal; es precisamente mediante la sentencia
firme que se determinará si mantiene ese estado de inocencia o si, por el contrario, se le declara culpable;
mientras ello no ocurra es inocente; y, en segundo lugar, que el juez ordinario para dictar esa sentencia
condenatoria debe alcanzar la certeza de culpabilidad del acusado, y esa certeza debe ser el resultado de
la valoración razonable de los medios de prueba practicados en el proceso penal.
El principio indubio pro reo, por otro lado, significa que en caso de duda sobre la responsabilidad del
procesado, debe estarse a lo que sea más favorable a éste (la absolución por contraposición a la condena).
Si bien es cierto que el principio indubio pro reo no está expresamente reconocido en el texto de la
Constitución, también lo es que su existencia se desprende tanto del derecho a la presunción de inocencia,
que sí goza del reconocimiento constitucional, como de la defensa de la persona humana y el respeto de
su dignidad, fin supremo de la sociedad y del Estado (artículo 1º de la Carta Fundamental)". (Exp. 00728-
2008-HC FJ 36)
La presunción de inocencia subsiste aun cuando se dicte una media provisional coercitiva
10. "... este Tribunal ha señalado que si bien la detención judicial preventiva constituye una medida que limita
la libertad física, por sí misma, ésta no es inconstitucional. Sin embargo, por el hecho de tratarse de una
medida que restringe la libertad locomotora dictada pese a que, mientras no exista sentencia condenatoria
firme, al procesado le asiste el derecho a que se presuma su inocencia; cualquier restricción de ella
siempre debe considerarse la última ratio a la que el juzgador debe apelar, esto es, solo puede dictarse en
circunstancias verdaderamente excepcionales y no como regla general [Cfr. Exp Nº 1091-2002-HC/TC,
Vicente Ignacio Silva Checa]. Es por ello que la exigencia de motivación de las resoluciones judiciales,
reconocida en el artículo 139,5 de la Constitución, tratándose de la detención judicial preventiva en la
adopción o el mantenimiento de la medida debe ser más estricta, pues solo de esa manera es posible
despejar la ausencia de arbitrariedad en la decisión judicial, a la vez que con ello se permite evaluar si el
juez penal ha obrado de conformidad con la naturaleza excepcional, subsidiaria y proporcional de la
detención judicial preventiva". (Exp. 00872-2007-HC FJ 2)
Mediante una medida coercitiva no se adelanta opinión respecto a la culpabilidad del imputado
15. "... en reiterada jurisprudencia este Tribunal ha sostenido que la detención provisional tiene como objetivo
resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional y como última finalidad asegurar el éxito del
proceso. No se trata de una medida punitiva, de modo que mediante ella no se adelanta opinión respecto a
la culpabilidad del imputado en el ilícito que es materia de acusación, por cuanto ello implicaría quebrantar
el principio constitucional de presunción de inocencia". (Exp. 03965-2006-HC FJ 4)
Casos en que procede la 24. A la libertad y a la seguridad personales. En
detención (mandato judicial y
flagrancia) consecuencia:
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Legitimidad de la detención
6. "... el inciso 24, literal f, del artículo 2 de la Constitución precisa la existencia de dos situaciones en las que
es legítima la detención; esto es, el mandamiento escrito y motivado del juez, y el flagrante delito; las
cuales serán materia de análisis por este Colegiado a efectos de establecer la existencia de la violación
constitucional que sustenta la demanda.
Según lo ha establecido este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la flagrancia en la comisión de un delito
presenta 2 requisitos insustituibles: a) la inmediatez temporal, es decir, que el delito se esté cometiendo o
que se haya cometido instantes antes; b) la inmediatez personal, esto es, que el presunto delincuente se
encuentre ahí, en ese momento en situación; y con relación al objeto o a los instrumentos del delito, que
ello ofrezca una prueba evidente de su participación en el hecho delictivo (Cfr. STCs. Exp. N° 2096-2004-
HC/TC, caso Eleazar Camacho Fajardo; Exp. N° 06646-2006-PHC/TC, caso Alberto Gonzalo Vega Sánchez;
Exp. N° 6142-2006-PHC/TC, caso James Yovani Rodríguez Aguirre)". (Exp. 01957-2008-HC FJ 5,6)
Configuración de la flagrancia
7. "... el artículo 4º de la Ley Nº 27934, mediante la cual se regula la intervención de la Policía y del
Ministerio Público en la Investigación Preliminar del Delito, modificado por el artículo 1º del Decreto
Legislativo Nº 989, publicado por el diario oficial El Peruano, el 22 de julio de 2007, establece que existe
flagrancia “cuando el sujeto agente es descubierto en la realización del hecho punible o acaba de
cometerlo o cuando:
a. Ha huido y ha sido identificado inmediatamente después de la perpetración del hecho punible, sea por el
agraviado, o por otra persona que haya presenciado el hecho, o por medio audiovisual o análogo que haya
registrado imágenes de éste y, es encontrado dentro de las veinticuatro (24) horas de producido el hecho
punible;
b. Es encontrado dentro de las veinticuatro (24) horas, después de la perpetración del hecho punible con
efectos o instrumentos procedentes de aquel, o que hubieran sido empleados para cometerlo, o con
señales en sí mismo o en su vestido que indiquen su probable autoría o participación en ese hecho
delictuoso”.
Que el Tribunal Constitucional ha establecido en reiterada jurisprudencia que la flagrancia en la comisión
de un delito presenta dos requisitos insustituibles: a) la inmediatez temporal, es decir, que el delito se esté
cometiendo o que se haya cometido instantes antes; y b) la inmediatez personal, que el presunto
delincuente se encuentre en el lugar de los hechos en el momento de la comisión del delito y esté
relacionado con el objeto o los instrumentos del delito, ofreciendo una prueba evidente de su participación
en el hecho delictivo". (Exp. 05423-2008-HC FJ 8,9)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derechos complementarios
TRATADOS INTERNACIONALES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El impedimento de alguno de los padres de estar en contacto con sus hijos puede constituir un
acto violatorio del derecho a tener una familia
2. "... de los hechos expuestos en la demanda y de los documentos que obran en autos, se advierte que lo
que subyace es un tema relativo a los procesos de familia (tenencia). Al respecto cabe señalar que este
Tribunal Constitucional ha reconocido a través de su jurisprudencia que el impedimento de alguno de los
padres de estar en contacto con sus hijos puede constituir un acto violatorio de los derechos de tener una
familia, crecer en un ambiente de afecto y de seguridad moral e incluso integridad personal, entre otros.
(STC N° 02892-2010-PHC/TC, STC N° 01817-2009-PHC/TC). Sin embargo, conforme a la propia
naturaleza de los procesos constitucionales, no cabe acudir a la jurisdicción constitucional para dilucidar
temas propios de la jurisdicción ordinaria, concretamente respecto de los temas relativos a los procesos de
familia, tales como la tenencia o el régimen de visitas. Tampoco puede utilizarse a la jurisdicción
constitucional como un mecanismo ordinario de ejecución de acuerdos o sentencias, lo que excedería el
objeto de los procesos constitucionales de la libertad (Cfr. STC 862-2010-HC/TC; STC 400-2010-HC/TC;
STC 2892-2010-HC/TC). No obstante, en aquellos casos en los que las posibilidades de actuación de la
jurisdicción ordinaria hayan sido claramente desbordadas, cabrá acudir de manera excepcional a la justicia
constitucional (Cfr. STC 0005-2011-HC/TC)". (Exp. 02713-2012-HC FJ 4)
Interacción familiar
5. "... la demanda de hábeas corpus fue estimada en doble instancia judicial considerándose,
respectivamente, que i) de la constatación in situ realizada en la aludida vivienda se ha verificado que la
favorecida es una persona con limitaciones físicas propias de su edad, quien en todo momento estuvo feliz
con la visita del demandante llegando a señalar que si su hijo (el actor) desea visitarla puede hacerlo; por
tanto ii) el trato fraternal y afable entre el demandante y la favorecida (su madre), quien no manifestó la
negativa de que la visiten e incluso preguntó del motivo por el cual no la visitaba su otro hijo, contradice
totalmente la manifestación de la demandada que aducía que era la beneficiaria quien expresamente había
prohibido que la visiten sus hijos; argumentos por los cuales la emplazada debe permitir que la favorecida
reciba la visita del actor (su hijo) en el indicado domicilio o cualquier otro lugar donde resida a fin de que
puedan interactuar sin la injerencia de terceros ni de impedimentos por parte de la demandada". (Exp.
01996-2010-HC FJ 2)
a) La consideración del niño y el adolescente como sujetos de derechos y no como meros objetos de
protección. Estos derechos incluyen todos los consagrados en la Constitución y los tratados internacionales
ratificados por el Perú.
b) La obligación de la sociedad y del Estado en la adopción e implementación de políticas públicas, de
carácter prioritario, en materia de educación, salud, deporte, cultura, esparcimiento, seguridad pública,
justicia, trabajo, producción y consumo hacia el niño y adolescente. De forma complementaria, se
establece la necesidad de que se adopten planes especiales sobre temas especiales enfocados hacia la
infancia y adolescencia, tales como la trata de personas, programas de adopción, trabajo infantil, entre
otros.
c) Un sistema de protección basado en la Constitución y la ley, y a través del cual no es el niño o el
adolescente los que se encuentran en una situación irregular, sino que son las instituciones, públicas o
privadas, las que se encuentran en tal condición por no poder satisfacer las necesidades de aquellos.
d) El diseño de un sistema de responsabilidad penal especial para aquellas personas menores de dieciocho
años (de acuerdo con el Art. 1 de la Convención) que entren en colisión con la ley penal.
e) Un sistema de responsabilidad penal juvenil que desarrolle un mecanismo de pesos y contrapesos, en la
cual el juez, la defensa y el Ministerio Público tienen atribuciones y funciones determinadas por la ley. En
el ámbito penal, se asegura el respeto al principio de igualdad, sustituyendo “el binomio impunidad-
arbitrariedad por el binomio severidad-justicia”.
f) En casos excepcionales, se permite una privación de la libertad pero bajo un régimen especial de
acuerdo con la Constitución, la Convención de los Derechos del Niño y demás instrumentos
internacionales". (Exp. 03247-2008-HC FJ de 8 a 10)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El control del cumplimiento del régimen de visitas es competencia del juez ordinario
3. "... en el presente caso pese a que se alega afectación del derecho a la integridad personal y a no ser
incomunicados tanto del demandante como de los menores favorecidos, se advierte que lo que en realidad
subyace es una controversia respecto al cumplimiento del régimen de visitas acordado en la Audiencia de
fecha 2 de setiembre del 2008, Expediente Nº 183515-2008-00097 (fojas 24), materia que evidentemente
no compete al juez constitucional sino al juez ordinario pues tal determinación excede el objeto de los
procesos constitucionales de la libertad. Por lo que es en el proceso seguido ante el 15 Juzgado
Especializado de Familia de Lima donde se debe reclamar el incumplimiento del régimen de visitas a fin
que el mismo tome las medidas pertinentes; es decir, es en el mismo proceso donde todavía pueden
actuarse los medios necesarios con el fin de lograr el cumplimiento del régimen de visitas". (Exp. 02243-
2009-HC FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho a la salud
1. "El hecho de supeditar el acceso al servicio de salud a esa suerte de identidad formal de domicilios
introduce, en los hechos, una barrera burocrática que no se condice con la finalidad que pregona EsSalud
en el documento que obra a fojas 6, esto es, "(...) facilita(r) la atención de la población asegurada al
centro asistencial más cercano a su domicilio", y que desconoce un dato que fluye de la realidad: los
continuos desplazamientos de compatriotas al interior del territorio nacional, respecto de los cuales el
Estado debe mantener una oferta uniforme -y no restringida a un único punto de atención- del servicio de
salud". (Exp. 03962-2010-AA FJ 5)
El derecho a la salud es derecho fundamental innegable y necesario para el propio ejercicio del
derecho a la vida
5. "La Constitución en su artículo 7º reconoce el derecho que tiene toda persona a la protección de su salud,
así como el deber del Estado de contribuir a la promoción y defensa de aquella. Si bien es cierto que el
derecho a la salud no se encuentra contenido en el capítulo de derechos fundamentales de la Constitución,
también es cierto que su inherente conexión con los derechos a la vida, a la integridad personal y el
principio de dignidad de la persona, lo configura como un derecho fundamental innegable y necesario para
el propio ejercicio del derecho a la vida toda vez que constituye, como lo señala el artículo I del Título
Preliminar de la Ley Nº 26842 - Ley General de Salud, “condición indispensable del desarrollo humano y
medio fundamental para alcanzar el bienestar individual y colectivo”.
En este sentido, este Tribunal ya ha tenido oportunidad de precisar que el derecho a la salud comprende la
facultad que tiene todo ser humano de conservar un estado de normalidad orgánica funcional, tanto física
como mental, así como de prevenirlo y restituirlo ante una situación de perturbación del mismo, lo que
implica que el Estado debe efectuar acciones de prevención, conservación y restablecimiento, a fin de que
las personas disfruten del más alto nivel de bienestar físico y mental, para lo cual debe invertir en la
modernización y fortalecimiento de todas las instituciones encargadas de la prestación del servicio de
salud, debiendo adoptar políticas, planes y programas en ese sentido [Cfr. STC 2945-2003-AA/TC, FJ. 28].
El segundo párrafo del artículo 7º de la Constitución ordena que la persona incapacitada para velar por sí
misma a causa de una deficiencia física o mental tiene derecho al respeto de su dignidad y a un régimen
legal de protección, atención, readaptación y seguridad. Ahora, en cuanto al derecho a la salud mental
este Tribunal ha precisado que: a) el derecho a la salud mental es parte integrante del derecho a la salud;
b) el derecho a la salud tiene como único titular a la persona humana; c) el derecho a la salud mental
tiene como contenido el derecho a disfrutar del mayor nivel posible de salud mental que le permita a la
persona humana vivir dignamente; y, d) la salud protegida no es únicamente la física, sino que comprende
también todos aquellos componentes propios del bienestar psicológico y mental de la persona humana
[STC 02480-2008-PA/TC, FJ. 11].
Entonces, el derecho a la salud presenta una dimensión positiva que lo configura como un típico derecho
"programático", vale decir, un derecho cuya satisfacción requiere acciones prestacionales y con carácter
progresivo en función de las posibilidades presupuestales del Estado.
En este punto es pertinente advertir que el derecho a la salud forma parte del contenido del derecho a la
libertad individual (y, por lo tanto, susceptible de ser tutelada vía el hábeas corpus) en tanto su agravio se
manifiesta en personas cuya libertad personal se encuentra coartada, tal es el caso de las personas
privadas de su libertad en cumplimiento de una pena, detención judicial o policial.
En lo que concierne al derecho a la integridad personal, la Constitución señala en su artículo 2°, inciso 1,
que toda persona tiene derecho a su integridad moral, física y psíquica y a su libre desarrollo y bienestar.
De ello se deriva que el derecho a la integridad personal, como todos los demás derechos fundamentales,
se encuentra vinculado con el derecho-principio de la dignidad de la persona humana. Es así que el
derecho a la dignidad de la persona humana permanece indemne en determinadas circunstancias de
detrimento económico, cultural, educativo o cuando la persona se encuentre justificadamente limitada en
su libertad individual como consecuencia de su conducta desplegada, tal es el caso de las medidas de
seguridad impuestas". (Exp. 03425-2010-HC FJ de 6 a 10)
El derecho a la salud les pertenece a todas las personas, sin condición alguna
10. "La pena no es, por tanto, una venganza que el Estado deba aplicar retributivamente al condenado, como
tampoco es un título habilitante para desconocer sus derechos fundamentales. Y es que así como las
personas no pierden su condición humana o su dignidad por el hecho de purgar condena en un penal, así
tampoco la protección de sus derechos puede ser vista como una ‘concesión’ o una ‘gracia’ que pueda
otorgarse discrecional o excepcionalmente, o cuando las circunstancias así lo aconsejan. Antes bien,
conviene tener en cuenta que si algo caracteriza a los derechos fundamentales, ello es precisamente que
su aplicación no hace distingos entre las personas que son sus titulares. Mal haríamos, por tanto,
entendiendo que la protección de los derechos de los reclusos significa atentar contra los fines que
persigue la pena en el Estado constitucional de Derecho, del mismo modo que sería errado interpretar que
dicha protección implica perdonar, avalar o premiar el delito perpetrado, u ofender a las víctimas.
Dentro de este orden de ideas, no cabe duda que el derecho a la salud constituye precisamente uno de
aquellos derechos que el Estado está obligado a proteger y que, ciertamente, reviste la condición de
presupuesto básico para la efectiva resocialización del interno. Siendo ello así, parece evidente que las
autoridades penitenciarias no sólo tiene el deber de respetar el contenido constitucionalmente protegido de
ese derecho (para lo cual basta con que se abstengan de realizar cualquier acto que termine
vulnerándolo), sino que también pesa sobre ellas la obligación de disponer todas las medidas que sean
necesarias para optimizar las exigencias que se derivaban de ese contenido". (Exp. 05559-2009-HC FJ
11,12)
Límites del hábeas corpus, respecto a su aplicación para la tutela del derecho a la salud
12. "... al analizar los hechos expuestos en la demanda, fluye que la pretensión principal está dirigida a
cuestionar el supuesto retardo malicioso en el trámite para la adquisición de ampollas para el tratamiento
de la Hepatitis “C” que padece el favorecido, tema relacionado con el derecho a la salud. Sin embargo, el
Tribunal Constitucional es categórico al afirmar que lo único que puede solicitarse a través de una
demanda de hábeas corpus es la tutela de derechos fundamentales específicos, exclusivamente el derecho
a la libertad individual y derechos conexos a él, si es que la vulneración de estos derechos está en relación
directa con el derecho-zócalo de este proceso constitucional, cual es la libertad individual. La conexidad,
por ende, no puede ser vista de manera abstracta entre los derechos fundamentales, sino bajo las
circunstancias específicas de un caso concreto.
Que de acuerdo a lo expresado en el fundamento anterior, la vía procesal adecuada para la demanda de
autos es el proceso de amparo [artículo 37º, inciso 24), del Código Procesal Constitucional], y no el
hábeas corpus, porque la interrelación entre el derecho a la salud invocado y la libertad personal del actor
no existe, dado que es innegable que el demandante no está sometido a restricciones físicas,
internamiento, reclusión o retención voluntaria, elementos que tornarían visible tal correlación (Cfr.
Expediente Nº 5842-2006-PHC/TC. FJ 36-37)". (Exp. 04100-2009-HC FJ 4,5)
Es el Estado quien debe asumir la responsabilidad por la salud de las personas privadas de su
libertad
18. "... los reclusos, así como el demandante de la presente causa, tienen su derecho constitucional a la salud
al igual que cualquier persona. Pero, en este caso, es el Estado el que asume la responsabilidad por la
salud de los internos. Existe, en consecuencia, un deber de no exponerlos a situaciones que pudieran
comprometer o afectar su salud. Por esta razón, el Instituto Nacional Penitenciario, como órgano
competente encargado de la dirección y administración del sistema penitenciario, es el responsable de
todo acto que pudiera poner en riesgo la salud de las personas recluidas y debe, por tanto, proporcionar
una adecuada y oportuna atención médica. Asimismo, ante esta situación, el Estado debe asumir una
política pública que no sólo esté orientada a velar por la salud de las personas recluidas, sino también a
que las condiciones en las que se cumple condena se condigan con la dignidad de la persona y no terminen
afectando otros derechos fundamentales". (Exp. 05408-2007-HC FJ 10)
Represión del Tráfico Ilícito de 8º. El Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de
Drogas drogas. Asimismo, regula el uso de los tóxicos sociales.
Regulación del uso de tóxicos sociales
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El tráfico ilícito de drogas afecta en grado sumo diversos valores e instituciones básicas de
todo Estado
2. "La presente demanda de hábeas corpus fue estimada en segunda instancia, ante lo cual el Procurador a
cargo de la defensa jurídica del Ministerio Público interpuso recurso de agravio constitucional, elevándose
los actuados a este Tribunal Constitucional. Al respecto, este Tribunal debe reiterar que el tráfico ilícito de
drogas afecta en grado sumo diversos valores e instituciones básicas en todo Estado social y democrático
de derecho, tales como el principio-derecho de dignidad de la persona (artículo 1º), la familia (artículo 4º),
la educación (artículos 13º a 18º), el trabajo (artículos 22º y 23º), la paz social (inciso 22 del artículo 2º),
entre otros. (Cfr Exp. Nº 0020-2005-PI/TC). Asimismo, tanto el tráfico ilícito de drogas como el lavado de
activos constituyen ilícitos de carácter pluriofensivo, en la medida en que ponen en estado de alarma y
peligro a las bases sociales y amenazan la propia existencia del Estado.
Por ello, a fin de concretizar la obligación establecida en el artículo 8 de la Constitución, este Tribunal ha
dispuesto que en los procesos constitucionales en que se haya dictado sentencia estimatoria de segundo
grado relacionados con el delito de tráfico ilícito de drogas y/o lavado de activos, excepcionalmente, la
Procuraduría del Estado correspondiente se encuentra habilitada –independientemente del plazo– para la
interposición de un recurso de agravio constitucional especial, el mismo que deberá ser concedido por las
instancias judiciales (Exp Nº 2748-2010-PHC/TC, fundamento 15, 2663-2009-PHC/TC, fundamento 11).
En el presente caso ha sido estimada en segunda instancia una demanda de hábeas corpus contra una
investigación fiscal que es seguida contra los favorecidos, por la presunta comisión de delito de lavado de
activos provenientes del tráfico ilícito de drogas, por lo que en virtud del criterio jurisprudencial antes
mencionado, cabe admitir el recurso de agravio constitucional". (Exp. 03245-2010-HC FJ de 2 a 4)
Recurso de Agravio Constitucional a favor del orden constitucional en materia de tráfico lícito
de drogas
“... en aplicación del artículo 201º de la Constitución, este Tribunal Constitucional entiende que es competente
para conocer el caso de autos, entendiendo que el RAC presentado en autos, es uno de naturaleza
excepcional, ante la vulneración del orden constitucional, en particular, de lo dispuesto en el artículo 8º de
la Constitución, lo cual incluso tiene su correlato en las obligaciones que el Estado Peruano ha asumido en
relación al combate del Tráfico Ilícito de Drogas en particular, y del crimen organizado transnacional, en
general”. (Exp. 02663-2009-HC, FJ 11)
Tipificación de los actos de siembra y cultivo de plantas destinadas al tráfico ilícito de drogas
8. "El artículo 296°-A, conforme a la Ley Nº 28002, de fecha 17 de junio de 2003, reprime los actos de
cultivo de cannabis sativa-marihuana: El que promueve, favorece, financia, facilita o ejecuta actos de
siembra o cultivo de plantas de amapola o adormidera de la especie papaver somníferum o marihuana de
la especie cannabis sativa será reprimido con pena privativa de libertad no menor de ocho años ni mayor
de quince años y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa e inhabilitación conforme al
artículo 36, incisos 1, 2 y 4 (...) [el subrayado es nuestro].
Sin embargo, este Colegiado considera pertinente precisar que dicho enunciado no siempre estuvo
presente en nuestra ley penal, toda vez que fue mediante Ley Nº 28002, de fecha 17 de junio de 2003,
que se incorporó al Código Penal. Asimismo conviene recordar que el actual Código Penal entró en vigencia
con fecha 9 de abril de 1991 y que sufrió una modificación por una fe de erratas el 13 de abril del mismo
año, modificación que eliminó la conducta de cultivo de la redacción del tipo penal base previsto en el
artículo 296° del mismo cuerpo normativo.
Dicha situación, no obstante, fue variando con el transcurrir del tiempo. Así, mediante Leyes Nos 26223 y
26332 se incorporaron al ordenamiento sustantivo el artículo 296°-C (coacción al cultivo de plantas de
coca) y el artículo 296°-D (promoción y favorecimiento de los sembríos de amapola), lo que supuso que el
legislador sancionara nuevamente como delito la conducta de cultivo de algunas especies (coca y
amapola). Sin embargo, la siembra de marihuana estuvo excluida de dicha tipificación, situación que
recién se modificó con la entrada en vigencia de la Ley N° 28002 (publicada el 17 de junio de 2003), la
misma que reintrodujo con un nuevo texto el ya mencionado artículo 296°-A al Código Penal". (Exp.
08264-2006-HC FJ de 7 a 9)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 381, 394, 395 a 397, 420 a 424, 425 a 436 y 438 a 454.
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Derecho a la pensión
9. “Sobre la base del artículo 10º de la Constitución, este Colegiado ha venido a afirmar que la pensión
garantiza una vida plena de los titulares de este derechos (fundamento 46 de la STC Nº 0050-2004-AI/TC
y otros). En tal sentido, pensión y dignidad se conectan, por lo que el mínimo vital debe estar siempre
protegido a fin de garantizar una vida digna y decorosa". (Exp. 00990-2007-AA FJ 3)
11º.
Libre acceso a las prestaciones de
salud y pensiones El Estado garantiza el libre acceso a
prestaciones de salud y a pensiones, a través de
entidades públicas, privadas o mixtas. Supervisa
asimismo su eficaz funcionamiento.
Entidad que administra el régimen de
La ley establece la entidad del Gobierno Nacional que
pensiones a cargo del Estado administra los regímenes de pensiones a cargo del
Estado.
Párrafo incorporado por el Artículo 1º de la Ley N.° 28389, publicada el 17 de noviembre de 2004.
El texto vigente es conforme al Artículo Primero de la ley 28389, ley de reforma de los Artículos 11, 103
y Primera Disposición Final y Transitoria de la Constitución Política del Perú.
“Artículo 11º (segundo párrafo).- La ley establece la entidad del Gobierno Nacional que administra los
regímenes de pensiones a cargo del Estado”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El deber especial de protección del Estado respecto al derecho de seguridad social y derecho a
la salud.
6. "... las instituciones comprometidas con la gestión y administración general del sistema de la seguridad
social y que tengan como responsabilidad la atención de los diversos aspectos que comportan los derechos
previsionales y de salud, tanto en cuanto al acceso como a la gestión de las prestaciones que
correspondan conforme a cada régimen, están directamente vinculadas a la garantía y el deber especial de
protección que corresponde al Estado, a tenor del artículo 11º de la Constitución. En tal sentido, cuando
dicho precepto establece que el Estado “Supervisa asimismo su eficaz funcionamiento”, debe entenderse
que corresponde al Estado determinadas actuaciones a efectos de evaluar y controlar que el accionar de
dichas instituciones, públicas o privadas, esté arreglada no sólo a las normas que lo reglamentan, sino que
constituyan en conjunto instituciones eficaces y adecuadas para el logro del objetivo último al que se
dirigen, esto es, ser garantes del ejercicio y plena realización de auténticos derechos fundamentales como
es el caso de la salud y las pensiones.
En dicha línea, se tiene establecido en jurisprudencia atinente que: “(…) el derecho fundamental a la
pensión puede ser realizado a través de las entidades públicas y privadas. Entre las primeras se encuentra
el Sistema Nacional de Pensiones, y tiene como institución central a la Oficina de Normalización
Previsional. Las segundas constituyen el Sistema Privado de Pensiones, y básicamente tienen como
exponente a las Administradoras de Fondos de Pensiones. Sin embargo, existen otros entes (como puede
ser la Caja de Beneficios y Seguridad Social del Pescador) que si bien son privados, se encargan de
administrar fondos pensionarios que cuentan con registro estatal.
Este reconocimiento no se encuentra dado por la existencia de una fiscalización directa del Estado respecto
a su actuación privada, sino básicamente porque, según la propia Norma Fundamental, está encargado de
supervisar su eficaz funcionamiento. Es aquí donde la garantía institucional de la seguridad social asume
una importancia capital, toda vez que se determinan con claridad las contingencias específicas con que
cada régimen funciona o actúa” (STC 07321-2006-AA, fundamento 11)". (Exp. 05561-2007-AA FJ 8,9)
Deber del Estado de garantizar una progresiva y cada vez más consolidada calidad de vida
13. "... el acceso a las prestaciones de salud previsto en el artículo 11 de la Constitución constituye una
manifestación -no única por cierto- de la garantía institucional de la seguridad social. Estas prestaciones,
que corresponden a un sistema contributivo, se concretizan a través del derecho a la salud, pues es la
variación del estado de normalidad orgánica funcional, tanto física como mental, la que se busca
resguardar. Por ello en el Estado recae el deber de '(...) garantizar una progresiva y cada vez más
consolidada calidad de vida, invirtiendo en la modernización y fortalecimiento de todas las instituciones
encargadas de la prestación del servicio de salud, debiendo para tal efecto adoptar políticas, planes y
programas en ese sentido. Los servicios de salud por consiguiente, cobran vital importancia en una
sociedad, pues de su existencia y funcionamiento depende no solo el logro de mejores niveles de vida para
las personas que la integran, sino que incluso en la eficiencia de su prestación se encuentran en juego la
vida y la integridad de los pacientes'". (Exp. 05658-2006-AA FJ 5)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 381,394,395 a 397, 420 a 424, 425 a 436, 438 a 454.
Tomo III: páginas 2194, 2195, 2206, 2209 y 2210.
Pensión mínima
3. “... este Tribunal considera pertinente reiterar que el beneficio de la pensión mínima se mantuvo vigente
hasta el 18 de diciembre de 1992, por lo que resulta compatible con la jurisprudencia en materia
pensionaria dictada en esta sede constitucional que en ejecución de sentencia se verifique que la parte
demandante no haya percibido un monto menor a la pensión mínima en cada oportunidad en que ésta se
haya modificado por efecto del incremento de su referente, bajo responsabilidad del funcionario
competente”. (Exp. 01273-2005-AC FJ 4)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 75.
Constitución de 1979: Art. 23.
El derecho a la educación como medio indispensable para la realización de otros derechos y sus
características
15. La educación es un derecho fundamental intrínseco y un medio indispensable para la plena realización de
otros derechos fundamentales, y permite al ciudadano participar plenamente en la vida social y política en
sus comunidades. Cabe acotar que la educación desempeña un papel decisivo en la emancipación de la
mujer, la protección de los niños contra la explotación laboral, el trabajo peligroso y la explotación sexual,
la promoción de los derechos humanos y la democracia, la protección del medio ambiente y el control del
crecimiento demográfico.
Es a través de este derecho que se garantiza la formación de la persona en libertad y con amplitud de
pensamiento, para gozar de una existencia humana plena, es decir, con posibilidades ciertas de desarrollo
de las cualidades personales y de participación directa en la vida social.
De esta forma su contenido constitucionalmente protegido está determinado por el acceso a una educación
adecuada (artículo 16), la libertad de enseñanza (artículo 13), la libre elección del centro docente (artículo
13), el respeto a la libertad de conciencia de los estudiantes (artículo 14), el respeto a la identidad de los
educandos, así como a un buen trato psicológico y físico (artículo 15), la libertad de cátedra (artículo 18),
y la libertad de creación de centros docentes y universidades (artículos 17 y 18).
Este contenido debe realizarse en concordancia con las finalidades constitucionales que le corresponden a
la educación en el marco del Estado social y democrático de derecho. Ello se desprende del artículo 13 de
la Ley Fundamental, que declara: `La educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona
humana´. Así, también el artículo 14 dice que `La educación promueve el conocimiento, el aprendizaje y
la práctica de las humanidades, la ciencia, la técnica, las artes, la educación física y el deporte. Prepara
para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad´.
Esta interpretación es conforme a lo dicho por este Tribunal en la sentencia recaída en el Exp. N° 2537-
2002-AA/TC, del 2 de diciembre de 2002, `el proceso de educación es permanente y tiene por objeto el
pleno desarrollo de la personalidad´.
A esta comprensión, cabe incorporar el desarrollo en el ámbito internacional de este derecho, pues
conforme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución, las normas relativas a los derechos
y las libertades que reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú.
Es así que, en diversos tratados de derechos humanos, como el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, se establece, en el artículo 13.1, que `Los Estados Partes en el
presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación. Convienen en que la educación debe
orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el
respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen, asimismo, en que la
educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre,
favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos
raciales, étnicos o religiosos y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento
de la Paz´.
En términos iguales, el Protocolo Adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos dispone, en
su artículo 13.2., que `Los Estados partes en el presente Protocolo convienen en que la educación deberá
orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad y del sentido de su dignidad y deberá fortalecer el
respeto por los derechos humanos, el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la
paz. Convienen, asimismo, en que la educación debe capacitar a todas las personas para participar
efectivamente en una sociedad democrática y pluralista, lograr una subsistencia digna, favorecer la
comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos raciales, étnicos o
religiosos y promover las actividades en favor del mantenimiento de la paz´.
De conformidad con lo establecido por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, creado en
virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que entró en vigor el 3 de
enero de 1976, y que fue ratificado por el Perú el 28 de abril de 1978: La educación, en todas sus formas
y en todos los niveles, debe tener las siguientes cuatro características interrelacionadas y fundamentales:
a) Disponibilidad. Debe haber instituciones y programas de enseñanza en cantidad suficiente en el ámbito
del Estado Parte. Las condiciones para que funcionen dependen de numerosos factores, entre otros, el
contexto de desarrollo en el que actúan; por ejemplo, las instituciones y los programas probablemente
necesiten edificios u otra protección contra los elementos, instalaciones sanitarias para ambos sexos, agua
potable, docentes calificados con salarios competitivos, materiales de enseñanza, etc.; algunos
necesitarán, además, bibliotecas, servicios de informática, tecnología de la información, etc.
b) Accesibilidad. Las instituciones y los programas de enseñanza han de ser accesibles a todos, sin
discriminación, en el ámbito del Estado Parte. La accesibilidad consta de tres dimensiones que coinciden
parcialmente:
i) No discriminación. La educación debe ser accesible a todos, especialmente a los grupos más vulnerables
de hecho y de derecho, sin discriminación por ninguno de los motivos prohibidos.
ii) Accesibilidad material. La educación ha de ser asequible materialmente, ya sea por su localización
geográfica de acceso razonable (por ejemplo, una escuela vecinal) o por medio de la tecnología moderna
(mediante el acceso a programas de educación a distancia).
iii) Accesibilidad económica. La educación ha de estar al alcance de todos. Esta dimensión de la
accesibilidad está condicionada por las diferencias de redacción del párrafo 2 del artículo 13 respecto de la
enseñanza primaria, secundaria y superior: mientras que la enseñanza primaria ha de ser gratuita para
todos, se pide a los Estados Partes que implanten gradualmente la enseñanza secundaria y superior
gratuita.
c) Aceptabilidad. La forma y el fondo de la educación, comprendidos los programas de estudio y los
métodos pedagógicos, han de ser aceptables (por ejemplo, pertinentes, adecuados culturalmente y de
buena calidad) para los estudiantes. Este punto está supeditado a los objetivos de la educación
mencionados en el párrafo 1 del artículo 13 y a las normas mínimas que el Estado apruebe en materia de
enseñanza.
d) Adaptabilidad. La educación ha de tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a las necesidades de
sociedades y comunidades en transformación y responder a las necesidades de los alumnos en contextos
culturales y sociales variados.
Con estos elementos, se logra esbozar una interpretación acorde con la protección debida al derecho
fundamental a la educación, como una realidad no contradictoria y coherente con los otros bienes
constitucionales consagrados en la Constitución, y para una plena realización de la persona humana y su
dignidad”. (Exp. 00091-2005-AA FJ 6)
El educando tiene derecho a una formación que respete su identidad, así como al buen trato
psicológico y físico
16. "... si efectivamente el demandado hubiera impedido que el beneficiario se matriculara para seguir en el
siguiente año escolar, se habría afectado el derecho a la educación del favorecido. El deber de educar a los
hijos que se ha impuesto a los padres de familia conforme al artículo 13° de la constitución, está en
correlación con el derecho de los hijos de ser educados. No solo se trata de un deber de los padres para
con sus hijos, sino también de un derecho –el de educación– que cabe oponer y exigir al Estado: `El
educando tiene derecho a una formación que respete su identidad, así como al buen trato psicológico y
físico´ (segundo párrafo del artículo 15° de la Constitución).
Si la Constitución ha establecido que los padres tienen el deber de brindar educación a sus hijos,
respecto del Estado ha declarado que este está en la obligación de proteger especialmente al niño y al
adolescente (art. 4°). Naturalmente esta protección especial implica primeramente la obligación de
permitirle ingresar a un centro educativo, así como que se adopten todas las medidas necesarias y
oportunas destinadas a impedir que `nadie se vea impedido de recibir educación adecuada por razón de
su situación económica o de limitaciones mentales o físicas´ (art. 16°).
Evidentemente, se incumple ese deber especial, por ejemplo, cuando el Estado, a través de sus órganos
y funcionarios competentes, niega a un menor la posibilidad de continuar sus estudios, sin existir
motivos razonables para ello". (Exp. 00052-2004-AA FJ 3)
Promoción de la educación
Objetivos de la educación
Educación para la vida y el trabajo
14º. La educación promueve el conocimiento, el
aprendizaje y la práctica de las humanidades, la ciencia,
Fomenta la solidaridad la técnica, las artes, la educación física y el deporte.
Prepara para la vida y el trabajo y fomenta la
solidaridad.
Promoción del desarrollo científico y
tecnológico
Es deber del Estado promover el desarrollo científico y
tecnológico del país.
Formación ética y cívica.
Obligatoriedad de la enseñanza de la La formación ética y cívica y la enseñanza de la
Constitución y de los derechos
humanos.
Constitución y de los derechos humanos son
obligatorias en todo el proceso educativo civil o militar.
Educación religiosa que respete la La educación religiosa se imparte con respeto a la
libertad de conciencia libertad de las conciencias.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Vinculación del derecho a la educación con el desarrollo económico y social del país
8. "Dentro de las funciones que condicionan la existencia del Estado, la educación ostenta prelación del más
alto rango, pues se fundamenta en los principios esenciales de la democracia y se vincula directamente
con el desarrollo económico y social del país. Es también democrática porque se trata de un sistema de
vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo; está dirigida a la
comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra
independencia política, al aseguramiento de nuestro progreso económico y a la continuidad y
acrecentamiento de nuestra cultura, contribuyendo así a la mejor convivencia humana. Debe estar dirigida
a fortalecer en la persona humana los principios de solidaridad, justicia social, la dignidad humana y la
integridad de la familia.
La educación es un derecho humano y un deber social fundamental; es, asimismo, democrática, y
obligatoria. El Estado la asume como función indeclinable y está obligado a invertir en todos sus niveles y
modalidades...
De conformidad con lo establecido en el artículo 14º de la Constitución, es imperativa la enseñanza de los
siguientes contenidos, entre otros:
a) La formación ética. El proceso educativo debe inculcar a la persona la conciencia de sus deberes
morales. Ello implica la búsqueda de un crecimiento de las habilidades para distinguir entre lo bueno y lo
malo, entre lo correcto y lo incorrecto, y el hacer o abstenerse de hacer en relación a algo.
La formación ética pretende que la persona de manera cognitiva, afectiva y conductual pueda elegir y
actuar con la moralidad.
b) La formación cívica. El proceso educativo debe inculcar a la persona la asunción responsable y adecuada
de su rol de ser coexistencial. Por ende, como miembro de una determinada colectividad, tiene la
obligación de asumir todas sus obligaciones derivadas de la Constitución y de la Ley.
Como bien refiere José Bonifacio Barba [ob cit.] “La educación cívica es el proceso a través del cual se
promueve el conocimiento y la comprensión del conjunto de normas que regulan la vida social y la
formación de valores y actitudes que permitan al individuo integrarse a la sociedad y participar en su
mejoramiento”.
c) La enseñanza de la Constitución y de los derechos humanos. La existencia de facultades inherentes a la
persona y que son objeto de reconocimiento y protección, es significativa, expresiva y valiosa cuando ésta
aprecia su existencia; tiene conciencia de la prerrogativa a su pleno goce y acredita convicción acerca de la
responsabilidad de respetar las concernientes a las de sus congéneres.
Es evidente que su reconocimiento coadyuva a su plena vigencia. Igualmente, auspicia el conocimiento de
las bases y fundamentos de la comunidad política, en donde la persona existe y coexiste.
Particular importancia tiene el hecho de que este conocimiento de la Constitución y los derechos humanos
se extienda al ámbito de los centros de formación castrense, a fin de promover su respeto irrestricto".
(Exp. 04232-2004-AA FJ 10,18)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2194, 2202, 2203, 2205, 2206,2213 a 2217 y 2220 a 2222.
Es deber del Estado asegurar que nadie este impedido de recibir una educación adecuada por
razón de su situación económica
6. "No solo los padres tienen el derecho de escoger los centros educativos de sus hijos (art. 15 de la
Constitución) y el Estado el deber de asegurar que nadie se vea impedido de recibir educación adecuada
por razón de su situación económica (art. 16, CP), sino que, además, encontrándose comprometida la
posibilidad de continuar en el sistema estatal de educación primaria de un menor, este derecho –y, en el
presente caso, las reglas procesales que regulan o podrían regular el proceso destinado a protegerlo- debe
interpretarse y aplicarse de conformidad con los tratados internacionales en materia de derechos
humanos, conforme lo establece la IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución". (Exp. 00052-
2004-AA FJ 7)
La Ley regula las formas de ingreso y permanencia de los docentes que ingresan al profesorado
7. “... La Norma Fundamental establece que el profesorado en la enseñanza oficial es carrera pública. Sin
embargo, delega a la Ley la regulación de las formas de ingreso y permanencia de los docentes que
ingresan al profesorado, así como los derechos y deberes que le asisten. Esta ley de desarrollo
constitucional no puede ser otra que la Ley N° 24029, Ley del Profesorado, que, si bien es de existencia
preconstitucional, el legislador actual no ha visto conveniente derogarla ni modificarla sustancialmente en
tanto considera que sus preceptos se adecuan a la actual Carta Magna. Y no podía ser de otro modo: la
vigencia de la legislación anterior a la Constitución se mantiene (como garantía de seguridad jurídica)
mientras no se oponga a la Norma Fundamental, y este parece ser el caso de la referida ley...”. (Exp.
00485-2002-AA FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El Estado coordina la política educativa así como fórmula los lineamientos generales.
2. "... el segundo párrafo del artículo 16º de la Constitución establece que el Estado es el ente encargado de
coordinar la política educativa así como formular los lineamientos generales de los planes de estudio y
requisitos mínimos de la organización de los centros educativos, es decir, diseña las políticas nacionales y
sectoriales referentes a la educación, las cuales son de cumplimiento obligatorio para todos los niveles de
gobierno.
Para ello, el Estado ejerce dichas atribuciones constitucionales a través del Ministerio de Educación, quien
se encarga de formular, planear, dirigir, coordinar, ejecutar, supervisar y evaluar la política nacional y
sectorial bajo su competencia, aplicable a todos los niveles de gobierno. Así lo ha establecido este Tribunal
al establecer que “al Gobierno Nacional, mediante el Ministerio de Educación, le corresponde fijar las
políticas sectoriales en matera de personal (incluido el personal docente), así como implementar la carrera
pública magisterial” (Cfr. STC Nº 0047-2004-AI/TC, fundamento Nº 148).
Por ende, la labor que desarrolla el Ministerio de Educación referida a la conducción y desarrollo de la
evaluación de los docentes en la primera etapa de la prueba para el ingreso a la carrera magisterial, así
como su respectiva capacitación, no contraviene norma constitucional alguna, dado que es el propio
artículo 16º de la Carta Magna el que faculta al Estado, a través del Ministerio correspondiente, a coordinar
la política educativa aplicable a la nación, así como supervisar el cumplimiento y la calidad de la educación.
No obstante, el Tribunal Constitucional ha señalado que el nombramiento de profesores para la prestación
del servicio público de educación es una competencia compartida entre el gobierno nacional y los
gobiernos regionales, pues al respecto ha establecido que “una revisión del marco legal en materia de
reparto competencial entre gobierno nacional y gobiernos regionales en materia de nombramiento de
profesores de colegios estatales, demuestra que la gestión de los servicios educativos, entre los cuales se
encuentra la provisión de profesores para la prestación del servicio público de educación, es una
competencia compartida que debe realizarse en forma coordinada entre el gobierno nacional y los
gobiernos regionales(…). De esta forma, entonces, el nombramiento de profesores en los colegios
estatales está sujeto a un procedimiento, por llamarlo así ‘a cascadas’, en el que cada uno de sus gestores
–desde el Ministerio de Educación, pasando por el Gobierno Regional y culminando en la Unidad de Gestión
Educativa Local- tienen participación y tareas específicas, que deben ejecutar en forma coordinada”. (Cfr.
STC Nº 0047-2004-AI/TC, fundamento Nº 148)". (Exp. 00005-2008-AI FJ de 69 a 72)
Todos deben recibir una adecuada educación, la fiscalización por parte del Estado será tanto a
las entidades públicas como privadas.
4. "... tercer párrafo del artículo 16° de la Constitución ordena al Estado “asegurar que nadie sea impedido de
recibir educación adecuada por razón de su situación económica o de limitaciones mentales o físicas.” Esta
obligación de fiscalización no debe ser comprendida exclusivamente para las escuelas públicas, sino
también ser aplicable a los casos de instituciones escolares privadas.
Ello está vinculado con lo que expone el artículo 17° de la Constitución en cuanto se específica que la
educación inicial, primaria y secundaria es obligatoria. Es decir, se configura un derecho pero al mismo
tiempo un deber para los menores y los padres o tutores responsables. Cabe precisar que esta
manifestación tiene dos aristas fundamentales". (Exp. 04646-2007-AA FJ 16)
Obligatoriedad de la educación
Obligatoriedad de la educación
17º. La educación inicial, primaria y secundaria son
inicial, primaria y secundaria obligatorias. En las instituciones del Estado, la
Gratuidad de la educación educación es gratuita. En las universidades públicas el
Gratuidad de la educación Estado garantiza el derecho a educarse gratuitamente a
universitaria para alumnos con
rendimiento satisfactorio y escasos
los alumnos que mantengan un rendimiento
recursos satisfactorio y no cuenten con los recursos económicos
necesarios para cubrir los costos de educación.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Educación universitaria
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2195, 2198, 2199, 2205, 2208, 2209 y 2227 a 2229.
Autonomía Universitaria
3. "Otro argumento levantado por la PUCP, para oponerse a la intervención de la Junta como administradora
de los bienes heredados, consiste en afirmar que, tal supuesto, fricciona su derecho de disponer
libremente de su patrimonio, es decir, que la presencia de una Junta Administradora, no se condice con su
autonomía decretada por la Ley Universitaria.
Apreciación jurídica.- El artículo 4° de la Ley Universitaria (Ley Nº 23733) consagra que la autonomía
universitaria se ejerce de conformidad con la Constitución y las leyes e involucra el derecho de aprobar su
propio Estatuto y gobernarse de acuerdo a él; y que la violación de la autonomía de la Universidad es
sancionable conforme a ley. Este Tribunal en la sentencia recaída en el Exp. N° 04232-2004-AA/TC, ha
establecido en el caso de la autonomía universitaria, que “… Efectuar injerencias irrazonables y
desproporcionadas en los mencionados ámbitos de autonomía sólo produciría la desnaturalización de una
institución a la que la Constitución le ha otorgado un tratamiento especial” (fundamento 29). Pero sólo
eso: efectuar injerencias irrazonables y desproporcionadas, que evidentemente no es el caso, ni
lejanamente. Muy por el contrario, en lo que debemos hacer énfasis es que, la autonomía se ejerce de
conformidad con la Constitución y las leyes.
A guisa de comentario, apenas se recomienda la atenta lectura del artículo 83º de la misma Ley
Universitaria (Ley Nº 23733), que en la parte en que define aquello que constituye el patrimonio de las
universidades, determina: “Los bienes provenientes de donaciones, herencias y legados, quedan sujetos al
régimen establecido por el donante o causante, según sea el caso”. Ergo, si la Universidad heredó un
patrimonio que está afectado por el testador con la obligación de que, sobre el mismo, sea una Junta
insustituible que lo administre a perpetuidad, tal voluntad y el cumplimiento de ella, no se oponen a la
autonomía universitaria". (Exp. 03347-2009-AA FJ 20)
Las universidades son autónomas en su régimen académico y se rigen por sus propios estatutos
en el marco de la Constitución y de la Ley
16. “... la Constitución establece que las universidades son autónomas en su régimen académico y se rigen por
sus propios estatutos en el marco de la Constitución y de la Ley Universitaria N° 23733, la cual dispone
que son éstas la que organizan y establecen su régimen académico, siendo deber del profesor universitario
cumplir con el Estatuto de la Universidad y sus reglamentos. Así, y en lo que al período lectivo se refiere,
éste se cumple en la forma que determine el Estatuto, el cual organiza el horario de clases en función de
sus fines académicos. Consecuentemente, es en función de dicho marco constitucional y legal que la
Universidad Nacional de Ucayali ha aprobado los Estatutos y Reglamentos a que se ha hecho referencia
precedentemente”. (Exp. 02638-2005-AA FJ 10)
La libertad de cátedra
17. A lo señalado cabe acotar que cada universidad establece su propio régimen académico y los contenidos
de estudios de conformidad con los presupuestos desarrollados en el numeral 1. En virtud de ello, la Ley
N° 23733, en su artículo 16, determina que `El régimen de estudios lo establece el estatuto de cada
Universidad, preferentemente mediante el sistema semestral, con currículum flexible y por créditos´.
De esta forma, legislativamente, se consagra la libertad de cátedra en su dimensión objetiva, referida a la
autonomía universitaria.
Solo se puede disfrutar del derecho a la educación si va acompañado de la libertad de cátedra del cuerpo
docente, de conformidad con el primer párrafo del artículo 18 de la Constitución.
El ámbito subjetivo de la libertad de cátedra está determinado porque `el titular de la mencionada libertad
cuenta en el desarrollo de su labor docente tanto con un contenido de inmunidad que le protege frente a
indebidas injerencias externas (contenido negativo), como con un conjunto de facultades de acción
(contenido positivo)´. Como derecho subjetivo, entonces, supone la posibilidad de expresar las ideas o
convicciones que cada profesor asume como propias con relación a la materia objeto de su enseñanza, y la
prohibición genérica con la finalidad de evitar intromisiones en el ejercicio de su labor, la cual debe ser
desarrollada conforme a sus convicciones, pero con los límites inmanentes impuestos por las currículas
aprobadas por las instancias estatales pertinentes, cumpliendo el catedrático una función de desarrollo de
dichos contenidos.
El contenido esencial de la libertad de cátedra, en esa medida el ámbito protegido por esta vía
constitucional, comprende la libertad del individuo para expresar libremente sus opiniones sobre la
institución o el sistema en el que trabaja, para desempeñar sus funciones sin discriminación ni miedo a la
represión del Estado o de cualquier otra institución, o de participar en organismos académicos
profesionales o representativos y de disfrutar de todos los derechos humanos reconocidos
internacionalmente que se apliquen a los demás habitantes del mismo territorio.
Mas, como todo derecho fundamental, conlleva límites inmanentes en su ejercicio, como el deber de
respetar la libertad de cátedra de los demás, velar por la discusión ecuánime de las opiniones contrarias y
tratar a todos sin discriminación por ninguno de los motivos prohibidos.
Los miembros de la comunidad académica son libres, individual o colectivamente, de buscar, desarrollar y
transmitir el conocimiento y las ideas mediante la investigación, la docencia, el estudio, el debate, la
documentación, la producción, la creación o los escritos.
Este reconocimiento constitucional se fundamenta en una realidad objetiva, como es que tanto el cuerpo
docente y los alumnos de enseñanza superior son especialmente vulnerables a las presiones políticas y de
otro tipo que ponen en peligro los contenidos académicos.
Para el disfrute de la libertad de cátedra es imprescindible la autonomía de las instituciones de enseñanza
superior; en ese sentido, la Constitución Política consagra en el último párrafo del artículo 18 que `Cada
universidad es autónoma en su régimen normativo, de gobierno, académico, administrativo y económico.
Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el marco de la Constitución y las leyes´.
La Ley Universitaria Nº 23733, en su artículo 4, establece el contenido de esta autonomía en los siguientes
términos: Artículo 4.- La autonomía inherente a las Universidades se ejerce de conformidad con la
Constitución y las Leyes de la República e implica los derechos siguientes: a) Aprobar su propio Estatuto y
gobernarse de acuerdo con él; b) Organizar su sistema académico, económico y administrativo; c)
Administrar sus bienes y rentas, elaborar su presupuesto y aplicar sus fondos con la responsabilidad que
impone la Ley. La violación de la autonomía de la Universidad es sancionable conforme a Ley´.
Esta autonomía institucional es el grado de autogobierno necesario para que sean eficaces las decisiones
adoptadas por las instituciones de enseñanza superior con respecto a su labor académica, normas, gestión
y actividades conexas. Este autogobierno no resulta ser incompatible con los sistemas de fiscalización
pública, especialmente en lo que respecta a la financiación estatal.
El marco de autonomía universitaria, consagrado constitucionalmente y desarrollado por el legislador, es la
consecuencia de la toma de las disposiciones institucionales de manera razonable, justa y equitativa, a
través de procedimientos transparentes y participativos.
En atención a ello, el Tribunal Constitucional, en el presente pronunciamiento, no pretende cuestionar los
contenidos educativos elaborados en ejercicio de esta autonomía universitaria”. (Exp. 00091-2005-AA FJ
8)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2141 a 2152, 2194, 2202 a 2207, 2222 a 2227, 2229 y 2230.
I
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
El pago de arbitrios es exigible a las entidades educativas
1. "... los arbitrios pertenecen a una especie tributaria distinta de los impuestos, por lo que no se encuentran
incluidos dentro del supuesto de inafectación que prevé el artículo 19° de la Constitución Política a favor
de las universidades; siendo así, este tributo resulta exigible a dichas entidades educativas. En
consecuencia, del hecho que se exija su pago a la recurrente no se deriva vulneración alguna de sus
derechos constitucionales, debiendo desestimarse este extremo de la demanda.
Lo señalado no obsta para que la demandante, si así lo considera, pueda cuestionar la aplicación de las
ordenanzas que sustentan el referido cobro, en cuyo caso se deberá verificar si éstas son conformes con
los parámetros constitucionales establecidos por este Tribunal... el actual régimen tributario de las
universidades consagra una inmunidad tributaria; es decir, un límite constitucional al ejercicio de la
potestad tributaria a través de la exclusión de toda posibilidad impositiva a las universidades, institutos
superiores y demás centros educativos, conforme a los términos dispuestos en el artículo 19 de la
Constitución. Dicha inafectación constitucional o inmunidad se encuentra condicionada a la verificación de
los siguientes requisitos: a) que las universidades, institutos superiores y demás centros educativos se
encuentren constituidos conforme a la legislación de la materia; y b) que el impuesto, sea directo o
indirecto, tenga efecto sobre los bienes, actividades y servicios propios de su finalidad educativa y cultural.
En lo que sigue, se desarrollará cada uno de estos requisitos.
Quedan excluidos de la protección de la inmunidad tributaria los aranceles de importación, respecto de los
cuales podría establecerse regímenes especiales, así como el caso de las instituciones educativas privadas
que generen ingresos que por ley sean calificados como utilidades, pudiendo en estos casos aplicárseles el
Impuesto a la Renta. Ello no obsta, claro está, para que con posterioridad puedan reconocerse mayores
beneficios a favor de las universidades. Sin embargo, tal situación ya no es obligatoria a la luz de la
Constitución de 1993, sino más bien facultativa para quien ostente la potestad tributaria y bajo el estricto
respeto de los principios constitucionales tributarios recogidos en el artículo 74 de la Ley Fundamental".
(Exp. 06403-2006-AA FJ 18,19,21,22)
Autonomía universitaria
3. La Universidad, por su condición de centro de transmisión de conocimientos y de formación de ciudadanos
profesionales, cumple con un requerimiento de la sociedad, que es el de contar con personas capacitadas
(técnica y moralmente) que colaboren en la conducción del país desde ámbitos tan diversos como la
economía, la política, la ciencia o la cultura. La relación entre sociedad y centros de enseñanza superior es
pues, necesaria, más aún en un contexto como el actual, donde el conocimiento ha pasado a ser el factor
de riqueza preponderante.
Es por ello que el constituyente ha querido otorgarle una protección especial a las universidades a fin de
que puedan desempeñarse de forma tal que puedan cumplir, de la manera más óptima, con las demandas
que la sociedad exige. Tal resguardo es la autonomía universitaria. Su justificación se encuentra en la
propia labor que la Universidad requiere desarrollar para formar profesionales comprometidos con su
entorno social. Así pues, entre otras, sus labores esenciales consistirán en observar, analizar, criticar y
debatir diferentes dimensiones del devenir de la comunidad, lo que implica colocar en la agenda pública
todo tipo de materias relevantes para el desarrollo de la sociedad". (Exp. 00025-2006-AI FJ 2,3)
Inmunidad tributaria
4. "... este Colegiado debe precisar que si bien en reiterada jurisprudencia (vid. STC 3143-2006-AA/TC,
0325-2003-AA/TC, 415-2002-AA/TC, 499-2002-AA/TC) se ha precisado que los beneficios tributarios no
constituyen en puridad derechos constitucionales para el beneficiado, pues en realidad se trata de
regímenes tributarios especiales con status jurídico distinto, determinando que su violación o amenaza de
violación deba encontrar tutela a través de la jurisdicción ordinaria, y no en sede constitucional; tal
salvedad no se hace extensiva a los casos como el de autos, donde el beneficio en cuestión proviene de
una inmunidad constitucional, esto es, de una inafectación recogida desde la Constitución y no de la
potestad tributaria de quienes la ejercen de acuerdo con el artículo 74 de la Constitución.
En efecto, la Constitución Política de 1993 establece en su artículo 19º que “(...)las universidades,
institutos superiores y demás centros educativos constituidos conforme a la legislación de la materia,
gozan de inafectación de todo impuesto directo e indirecto que afecte los bienes, actividades y servicios
propios de su finalidad educativa y cultural (...). Para las instituciones educativas privadas que generen
ingresos que por Ley sean calificados como utilidades, puede establecerse la aplicación sólo del Impuesto a
la Renta”.
El referido artículo consagra una inmunidad tributaria; es decir, un límite constitucional al ejercicio de la
potestad tributaria a través de la exclusión de toda posibilidad impositiva a las universidades, institutos
superiores y demás centros educativos. Este Tribunal ya se pronunció al respecto en la STC Nº 3444-
2004-AA, estableciendo que dicha inmunidad se encuentra condicionada a la verificación de los siguientes
requisitos: a) que los centros educativos se encuentren constituidos conforme a la legislación de la
materia; b) que el impuesto, sea directo o indirecto, afecte los bienes, actividades y servicios propios de
su finalidad educativa y cultural.
Solo quedan excluidos de la protección de la inmunidad tributaria los aranceles de importación y las
instituciones educativas privadas que generen ingresos que por ley sean calificados como utilidades,
pudiendo en estos casos aplicárseles el Impuesto a la Renta.
En el presente caso, la parte demandada desconoce la inafectación consagrada en la Constitución,
alegando que el Centro Educativo en cuestión ha sido constituido como sociedad anónima y que, por tanto,
al realizar actividades lucrativas debe pagar el Impuesto a la Renta (ff. 67 y 108 de autos).
Tales alegatos dejan en evidencia la falta de diligencia y arbitrariedad de la Municipalidad de San Juan de
Miraflores en el análisis puesto que lo que el recurrente discute es la inafectación del Impuesto Predial y no
la del Impuesto a la Renta.
Justamente en la STC 0008-2001-AI/TC (fundamento 5) este Colegiado precisó que '(...) la generación de
rentas de tercera categoría, por parte de las instituciones educativas privadas, no basta para imponerles el
Impuesto Predial. El artículo 19º de la Constitución las inafecta de este impuesto si sus predios están
dedicados a fines educativos y culturales'". (Exp. 01271-2006-AA FJ de 2 a 4)
Se exonera del impuesto predial si los inmuebles están dedicados a fines educativos y
culturales
7. “...la generación de rentas de tercera categoría, por parte de las instituciones educativas particulares, no
basta para imponerles el impuesto predial. El artículo 19° de la Constitución las exonera de este impuesto
si sus predios están dedicados a fines educativos y culturales. Por consiguiente, para afectar los predios de
las universidades, es indispensable que estén dedicados a fines distintos de la educación y cultura, lo que
no ha sido considerado por la ordenanza municipal...”. (Exp. 00008-2001-AI FJ 5)
Colegios profesionales
20º. Los
Colegios Profesionales
Autonomía colegios profesionales son instituciones
Colegiación
autónomas con personalidad de derecho público. La ley
señala los casos en que la colegiación es obligatoria.
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 16.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 20.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 22.
ANTECEDENTES
Los colegios profesionales se deben entender como instituciones de actuación social y colectiva
compatibles con el ejercicio de las potestades y competencias de los poderes públicos
4. "Desde que nuestra Constitución les otorga una cobertura constitucional, su naturaleza jurídica adquiere
tal peculiaridad que ha de ser diferenciada de otras instituciones que pueden tener cierta afinidad, tales
como las asociaciones y fundaciones, por ejemplo. En principio, los colegios profesionales, de acuerdo con
nuestra Constitución, se definen como instituciones autónomas de Derecho Público, lo que quiere decir que
su creación, a diferencia de las asociaciones y sindicatos, está sujeta a la decisión del legislador a través
de una ley. Este es un criterio que el Tribunal ha determinado con anterioridad (Exp. Nº 0045-2004-AI/TC,
fundamento 6), al señalar que 'Las personas de derecho público nacen por mandato expreso de la ley y no
por voluntad de las partes, (...) mediante ley formal, crea personas jurídicas de derecho público interno'.
La determinación, por la propia Constitución, de la naturaleza jurídica de los colegios profesionales,
permite identificar algunas consecuencias importantes, de acuerdo con la doctrina que se ha pronunciado
sobre la materia. Desde que tienen acogida constitucional, no pueden ser considerados como una figura
ajena –menos aún contraria– a las previsiones constitucionales, por lo que su pervivencia o la eventual
creación de nuevos colegios no podrá tacharse, prima facie, de inconstitucional. Ciertamente, la
Constitución no exige la existencia ineludible de estas formas de organización profesional, pero sí les
concede cobertura cuando el legislador opta por su creación. Los colegios profesionales se deben entender
como instituciones de actuación social y colectiva compatibles con el ejercicio de las potestades y
competencias de los poderes públicos, así como con el espacio de actuación de otras instituciones
previstas constitucionalmente. Su previsión constitucional comporta su singularización y delimitación frente
a otras formas de organización profesional". (Exp. 00027-2005-AI FJ 2,3)
"... no debe perderse de vista que la justificación última de la constitucionalización de los colegios
profesionales radica en incorporar una garantía, frente a la sociedad, de que los profesionales actúan
correctamente en su ejercicio profesional. Pues, en último extremo, las actuaciones profesionales afectan
directamente a los propios ciudadanos que recaban los servicios de los profesionales, comprometiendo
valores fundamentales como la vida, la salud, la integridad física, la seguridad, la libertad, el honor (...)
que los ciudadanos confían a los profesionales. Semejante entrega demanda por la sociedad el
aseguramiento de la responsabilidad del profesional en el supuesto de que no actúe de acuerdo con lo que
se considera por el propio grupo profesional, de acuerdo con sus patrones éticos, como correcto o
adecuado". (Exp. 00027-2005-AI FJ 8)
Colegios Profesionales deben coadyuvar a alcanzar las finalidades más altas en la consolidación
del Estado Social y Democrático de Derecho
5. "En el ámbito nacional, la propia Constitución, en su artículo 20º, ha reconocido la institucionalidad y
autonomía de los Colegios Profesionales que dentro de estos parámetros, deben coadyuvar a alcanzar las
finalidades más altas en la consolidación del Estado Social y Democrático de Derecho. En el ámbito de la
profesión de la Abogacía, el Código de Ética de los Colegios de Abogados del Perú precisa, en su artículo
1º, que: El Abogado debe tener presente que es un servidor de la justicia, un colaborador de su
administración; y que su deber profesional es defender, con estricta observancia de las normas jurídicas y
morales, los derechos de su patrocinado.
En su artículo 5º, el mencionado Código señala también que (...) el Abogado debe abstenerse del empleo
de recursos y formalidades legales innecesarias, de toda gestión dilatoria que entorpezca el normal
desarrollo del procedimiento y de causar perjuicios". (Exp. 08094-2005-AA FJ 4)
Las asociaciones de tipo corporativo y las creadas por mandato constitucional o legal deben
inspirarse en el desarrollo de la comunidad
7. "En vía de excepción al principio genérico de autonomía personal, es posible que el Estado establezca
formas de asociación compulsiva.
Al respecto, Sagües [ob. cit.; Pág. 499] refiere que `en un régimen de derecho privado no es exigible la
asociación compulsiva, pero sí es posible respecto de entidades de derecho público. El ingreso a la entidad
no es, por tanto, un acto voluntario, sino una suerte de carga pública o servicio personal´.
Esta obligación surge de la necesidad de alcanzar específica y concretamente fines públicos de relevancia
constitucional. En este contexto, las asociaciones de tipo corporativo y las creadas por mandato
constitucional o legal, deben inspirarse en el desarrollo de algún valor, principio o fin de importancia
relevante para la comunidad política.
El artículo 20° de la Constitución establece que `los Colegios profesionales son instituciones autónomas
con personalidad de derecho público. La ley señala los casos en que la colegiación es obligatoria´". (Exp.
01027-2004-AA FJ 4,5)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Identidad cultural
4. "... este Tribunal también ha manifestado que los derechos que reconoce la Constitución en el mencionado
artículo 2°, vistos en conjunto con lo previsto en el artículo 21°, y a partir de la dimensión constitucional
de la dignidad humana como premisa antropológica, (...) constituyen la dimensión principal del contenido
cultural de nuestra Constitución, es decir, el conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales,
intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social; el cual abarca, además de
las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las
tradiciones y creencias (STC 0042-2004-AI/).
La identidad cultural, como elemento de integración de la sociedad en el marco del pluralismo que profesa
el Estado Democrático y Constitucional, también es concebida como un conjunto de manifestaciones y
rasgos culturales de diversa índole, que cumple las funciones simultáneas de caracterizar a una sociedad o
un grupo social, es decir, de imprimirle cualidades que posibiliten su propio reconocimiento como grupo
que vive e interactúa en un contexto y tiempo determinado, así como de identificar las diferencias frente a
los demás grupos sociales, por la constatación de que no comparten de modo total o parcial dichas
manifestaciones o rasgos culturales". (Exp. 00006-2008-AI FJ 24,25)
La Constitución cultural
5. “Este Tribunal ha tenido ocasión de resaltar la vital importancia de la Constitución cultural, de los derechos
culturales y del patrimonio cultural. En efecto, se ha destacado que el artículo 21º de la Constitución, junto
con su artículo 1º (que reconoce el respeto por la dignidad humana como el fin supremo de la sociedad y
del Estado) y 2º 19 (que reconoce el derecho fundamental a la identidad étnica y cultural), ‘constituyen la
dimensión principal del contenido cultural de nuestra Constitución, es decir, el conjunto de rasgos
distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo
social; el cual abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los
sistemas de valores, las tradiciones y creencias’.
En atención a ello, no puede caber la menor duda de la necesidad de brindar a nuestro patrimonio cultural
(material e inmaterial) la máxima protección necesaria, a efectos de que quede garantizado no sólo su
valor histórico, sino también el valor intrínseco que, en comunión con otros factores, dota de identidad y
unidad a nuestra nación.
Sin embargo, como no podría ser otro modo, con el mismo énfasis, este Colegiado ha sostenido que la
obligación de respetar, reafirmar y promover las manifestaciones culturales (incluyendo, desde luego, el
patrimonio cultural), debe desarrollarse siempre ‘dentro del marco de respeto a los derechos
fundamentales, los principios constitucionales y los valores superiores que la Constitución incorpora’.
En tal sentido, no puede permitirse que so pretexto de relevar ámbitos protegidos por nuestra Carta
Fundamental, se sacrifique el contenido constitucionalmente protegido de algún derecho fundamental.
Hacerlo, implicaría generar un desequilibrio repudiado por la configuración unitaria de nuestro orden
constitucional, que reclama la consecución de todo fin constitucional bajo el máximo respeto del principio
interpretativo de concordancia práctica”. (Exp. 04677-2004-AA FJ 24,25)
Derecho al trabajo
22º. El trabajo es un deber y un derecho. Es base del
Trabajo como deber y derecho
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Para la extinción de un contrato de trabajo a plazo indeterminado debe existir una causa justa
3. "... habiéndose acreditado que entre las partes existía una relación contractual laboral a plazo
indeterminado, cualquier determinación del empleador para la culminación de la relación laboral sólo podía
sustentarse en una causa justa establecida por la ley y relacionada con la conducta o capacidad laboral del
trabajador; de lo contrario se estaría incurriendo en un despido arbitrario, cuya proscripción garantiza el
contenido esencial del derecho al trabajo, reconocido por el artículo 22° de la Constitución Política". (Exp.
05111-2011-AA FJ 3)
Estabilidad laboral
6. "... el contenido esencial de este derecho constitucional implica dos aspectos. El de acceder a un puesto de
trabajo, por una parte, y por otra, el derecho a no ser despedido sino por causa justa. En el primer caso,
el derecho al trabajo supone la adopción por parte del Estado de una política orientada a que la población
acceda a un puesto de trabajo; precisando que la satisfacción de este derecho constitucional implica un
desarrollo progresivo según las posibilidades del Estado. El segundo aspecto se trata del derecho al trabajo
entendido como proscripción de ser despedido salvo por causa justa.
La Estabilidad laboral constituye más que un escudo protector, el escudo “reparador” del principio de
continuidad de la relación laboral que, según lo expresa Américo Plá Rodríguez “….solo se debe disolver
cuando exista algún motivo justificado”. Para Rodolfo Capón Filas y Eduardo Giorlandini, “estabilidad”
constituye la “seguridad jurídica brindada al trabajador de continuar su carrera profesional en la empresa,
mientras dure su aptitud y no exprese su decisión contraria…”.
En el Perú a partir del Decreto Ley N° 18471 se consagró legislativamente la denominación “estabilidad
laboral”, constituyendo su máxima expresión lo dispuesto en el artículo 48º de la Constitución de 1979,
que reconocía expresamente que [e]l Estado reconoce el derecho de estabilidad en el trabajo.
En efecto dicha norma establecía que “El Estado reconoce el derecho de estabilidad en el trabajo. El
trabajador sólo puede ser despedido por causa justa, señalada en la Ley y debidamente comprobada”.
Sin embargo, jurídicamente dicha estabilidad jamás impidió el despido directo del trabajador.
Correspondió a las leyes de desarrollo (Decreto Ley N° 22126 y Ley N° 24514) establecer la forma de
reparar el daño ocasionado por un despido efectuado sin causa justa, es decir en contravención de la
norma constitucional. Y fueron dichas disposiciones y no la constitución las que determinaron que a
elección del trabajador tal reparación podía consistir en su reposición coercitiva o el pago de una
indemnización". (Exp. 05650-2009-AA FJ de 9 a 13)
La extinción de los contratos de trabajo a tiempo parcial debe ser por causa justa
11. "... los contratos de trabajo a tiempo parcial suscritos sobre la base de estos supuestos deben ser
considerados como de duración indeterminada, y cualquier determinación por parte del empleador para la
culminación de la relación laboral sólo podría sustentarse en una causa justa establecida por la ley, de lo
contrario se trataría de un despido arbitrario, como en el presente caso, cuya proscripción garantiza el
contenido esencial del derecho al trabajo, reconocido por el artículo 22° de la Constitución Política". (Exp.
06241-2007-AA FJ 9)
El Estado y el Trabajo
Protección a la madre, al menor de
edad y al impedido
23º. El trabajo, en sus diversas modalidades, es
objeto de atención prioritaria del Estado, el cual protege
especialmente a la madre, al menor de edad y al
impedido que trabajan.
Progreso social y económico:
Fomento del empleo y educación
para el trabajo El Estado promueve condiciones para el progreso
social y económico, en especial mediante políticas de
fomento del empleo productivo y de educación para el
Ejercicio de los derechos trabajo.
constitucionales
Protección de la dignidad del
trabajador Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los
derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la
dignidad del trabajador.
Trabajo y retribución
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El proceso de amparo es la vía idónea para que el trabajador que suscribió un contrato civil que
haya sido despedido arbitrariamente sin mediar un contrato laboral anterior
2. "Atendiendo a ello este Colegiado tiene a bien hacerse el siguiente cuestionamiento ¿en qué vía judicial se
cuestionarían los casos de despidos cuando el trabajador no suscribió previamente ningún contrato laboral
-público o privado- con la entidad del Estado, sino que por el contrario suscribió un contrato de índole
civil? Para estos casos en los que el acceso al trabajo o empleo público se realiza a través de una relación
laboral -etiquetada o aparentada de civil- la vía judicial para impugnar el despido estará determinada por
el régimen laboral de la entidad donde efectivamente se realizaron las labores.
Sostener lo contrario implicaría aceptar el hecho que por la vía judicial o jurisprudencial -y no por la Ley-
se puedan crear uno o más regímenes laborales en las entidades del Estado. En razón de lo expuesto,
siendo el régimen laboral del Gobierno Regional del Callao el del Decreto Legislativo Nº 728 (régimen
laboral de la actividad privada) -alegación realizada por el propio recurrente- entonces queda claro que la
vía procesal para impugnar el despido incausado del que fue objeto don Jacinto Lajo Carbajal no era
precisamente la vía contenciosa administrativa sino la vía del proceso de amparo, conforme lo establece la
STC Nº 0206-2005-PA/TC. En razón de lo expuesto no se ha vulnerado derecho constitucional alguno del
recurrente al haberse cuestionado el despido por la vía del amparo.
A manera de hipótesis para casos futuros que se planteen sobre esta materia y en el escenario probable
que en una misma entidad pública exista un régimen laboral mixto o combinado (público, privado y
administrativo) este Colegiado considera que el régimen laboral que le corresponderá asignar
procesalmente a los locadores de servicios encubiertos que realizan funciones laborales será el de la
actividad privada (D. L. Nº 728) toda vez que en toda prestación personal de servicios remunerados y
subordinados se presume la existencia de un contrato de trabajo a plazo indeterminado y éste puede ser
celebrado de manera verbal (artículo 4º del TUO del D.L. Nº 728), razón por la cual estos trabajadores
podrían cuestionar por la vía del amparo los despidos a que fuesen objeto. Igual razonamiento deberá
regir en la vía ordinaria laboral y en la vía contenciosa administrativa para los casos de locadores de
servicios que -en la práctica realizan funciones laborales en una entidad pública con régimen laboral mixto
o combinado- opten ya no por una reposición laboral sino por cobrar sus beneficios sociales y otros
derechos. En estos supuestos corresponderá que a estos demandantes se les asigne procesalmente el
régimen laboral de la actividad privada (D. L. Nº 728)". (Exp. 03941-2010-AA FJ 12,13)
Requerimientos para determinar una relación laboral encubierta por una relación civil
3. "... para determinar si existió una relación de trabajo indeterminada entre las partes encubierta mediante
un contrato civil, debe evaluarse si en los hechos se presentó, en forma alternativa y no concurrente,
alguno de los siguientes rasgos de laboralidad: a) control sobre la prestación o la forma en que ésta se
ejecuta; b) integración del demandante en la estructura organizacional de la emplazada; c) prestación
ejecutada dentro de un horario determinado; d) prestación de cierta duración y continuidad; e) suministro
de herramientas y materiales al demandante para la prestación del servicio; f) pago de remuneración al
demandante; y, g) reconocimiento de derechos laborales, tales como las vacaciones anuales, las
gratificaciones y los descuentos para los sistemas de pensiones y de salud". (Exp. 03198-2011-AA FJ 3)
Los contratos suscritos bajo el marco del Decreto Legislativo N.º 1057 son de naturaleza laboral
4. "... el contenido del contrato regulado en la norma impugnada tiene las características de un contrato de
trabajo y no de un contrato administrativo, en la medida en que prevé aspectos tales como la
determinación de la jornada de trabajo (que implica incluso determinar el horario de trabajo, pues de lo
contrario sería imposible controlar la jornada semanal), así como los descansos semanales y anual.
Cabe considerar también que la denominación dada por el legislador a la norma cuestionada resulta,
cuando menos, imprecisa, dado que le pretende conferir un significado distinto al contenido que regula.
En consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que –más allá de la denominación dada a los contratos
suscritos bajo el marco del Decreto Legislativo Nº 1057, al pretender considerarlos como contratos
administrativos de servicios–, los contratos suscritos bajo el marco del Decreto Legislativo N.º 1057 son de
naturaleza laboral. En todo caso, lo que corresponde determinar, ahora, es si estos contratos están
vinculados a un régimen laboral preexistente o si se trata de uno nuevo". (Exp. 00002-2010-AI FJ 19,20)
El ámbito de protección se amplía a las relaciones entre la madre y el hijo durante el período
que sigue al embarazo y al parto, también se extiende al ámbito estricto del desarrollo
12. La protección de la mujer no se limita a la de su condición biológica durante el embarazo y después de
éste, ni a las relaciones entre la madre y el hijo durante el período que sigue al embarazo y al parto, sino
también se extiende al ámbito estricto del desarrollo y a las vicisitudes de la relación laboral, razón por la
cual condiciona las potestades organizativas y disciplinarias del empleador. Por ello, el Art. 23 de la
Constitución Política prescribe que el Estado protege especialmente a la madre que trabaja.
Por ello, el despido de una trabajadora por razón de su embarazo constituye una discriminación directa
basada en el sexo, como también lo es la negativa a contratar a una mujer embarazada, o cuando una
trabajadora percibe una remuneración inferior al de un trabajador por un mismo trabajo. Son
manifestaciones de discriminación directa porque excluyen la posibilidad de justificar, objetivamente, la
razonabilidad y proporcionalidad de la medida". (Exp. 05652-2007-AA FJ 51,52)
El trabajador que padezca incapacidad o invalidez permanente parcial debe ser cambiado por su
empleador a un puesto de trabajo en el que no se encuentre expuesto a un agente que le cause
la enfermedad.
15. "... el empleador que tenga un trabajador que padezca de incapacidad o invalidez permanente parcial por
enfermedad profesional o accidente de trabajo, tiene la obligación de cambiarlo de puesto de trabajo a uno
donde no se encuentre expuesto al agente causante de la enfermedad, pero sin la rebaja de la
remuneración. Dicha obligación tiene como fundamento el deber especial de protección de los derechos
fundamentales que se encuentra constitucionalizado en nuestro ordenamiento jurídico desde su primer
artículo, a tenor del cual “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo
de la sociedad y del Estado”. Es más, este deber especial de protección goza de una tutela reforzada en el
caso de los trabajadores, ya que según el artículo 23º de la Constitución ninguna relación laboral puede
limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador".
(Exp. 10063-2006-AA FJ 108)
Remuneraciones
24º. El trabajador tiene derecho a una remuneración
Remuneración: características y
objetivo
equitativa y suficiente, que procure, para él y su familia,
el bienestar material y espiritual.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Protección a los derechos fundamentales del trabajador para el cobro de sus acreencias
laborales
3. "... debemos tener en cuenta que el artículo 24 de la Carta Política del Estado señala que el pago de la
remuneración y de los beneficios sociales del trabajador tiene prioridad sobre cualquiera otra obligación
del empleador, lo que significa que se debe brindar máxima protección a los derechos fundamentales del
trabajador para el cobro de sus acreencias laborales que le posibiliten la satisfacción de sus necesidades
humanas primordiales y, con ello, tener una subsistencia y vida digna acorde con lo prescrito en el artículo
2º inciso 1) de nuestra Constitución. Por tal razón la demanda de beneficios sociales, presentada con fecha
19 de agosto de 2002, debe ser admitida a trámite, continuando el proceso conforme a la normativa
vigente". (Exp. 03072-2006-AA FJ 8)
Tanto el pago de las remuneraciones como de los beneficios sociales ocupan el primer orden de
prelación entre las obligaciones del empleador
4. "El mandato constitucional ha previsto como condición que la remuneración que el trabajador perciba
como contraprestación por la labor (entendida en términos latos) que realiza debe ser equitativa y
suficiente; características que constituirían los rasgos esenciales del derecho a la remuneración.
Adicionalmente, la norma constitucional dispone que tanto el pago de las remuneraciones como de los
beneficios sociales ocupan el primer orden de prelación entre las obligaciones del empleador; y, un tercer
elemento que se dilucida de la norma constitucional en esta materia es la delegación al Estado de la
regulación sobre remuneración mínima, previéndose la participación de los agentes sociales en dicha
regulación. En nuestro país, en línea con tal disposición, normalmente ha tenido participación -desde que
su existencia lo permite- el Consejo Nacional del Trabajo para fines de la determinación de la
remuneración mínima. Una cuestión adicional que nuestro ordenamiento jurídico nacional imprime a la
remuneración, con el fin que pueda calificar como tal, es su carácter de libre disponibilidad.
Con relación a la regulación sobre remuneración mínima vital debe considerarse que, por su grado de
imperatividad y dispositividad, frente a la autonomía privada, es un derecho necesario relativo. Como tal
se constituye en un estándar mínimo por debajo del cual no se puede pactar, dado que ello sería
inconstitucional.
De otro lado, y ya más bien a nivel de política salarial, la OIT, en materia de salarios y remuneraciones, en
la Agenda Hemisférica 2006 – 2015, ha planteado que la política salarial de la mayoría de países se reduce
a la aplicación del salario mínimo aunque, por lo general de manera discrecional e irregular, se afirma que
el salario mínimo debe tener un papel simple y concreto, cual es ser el piso de la escala de salarios del
sector privado". (Exp. 00027-2006-AI FJ de 15 a 17)
Los depósitos de la CTS, incluidos sus intereses, son intangibles e inembargables, salvo por
alimentos y hasta por el 50%
5. "Debemos analizar, en consecuencia, si el embargo de S/. 962.00, entregado mediante cheque a la Sunat
ha vulnerado el derecho a una remuneración equitativa y suficiente del demandante. Al respecto, debemos
señalar que del voucher de la cuenta de ahorros N.º 513-13532442-0-30 del Banco del Crédito del Perú,
obrante a fojas 5, se aprecia que al demandante se le ha depositado la suma de S/. 962.27 por concepto
de operaciones varias, y no por concepto de remuneraciones, por lo que no resulta aplicable el artículo
648, inciso 6), del Código Procesal Civil.
Sin embargo, también debemos señalar que con la liquidación obrante a fojas 43, se demuestra que la
suma de S/. 962.00 fue depositada como concepto de Compensación por Tiempo de Servicios, por lo que
resulta aplicable el artículo 38.º del Decreto Supremo N.º 001-97-TR, que establece que los depósitos de
la CTS, incluidos sus intereses, son intangibles e inembargables, salvo por alimentos y hasta por el 50%,
supuesto que no sucede en el caso de autos.
En consecuencia, al haberse embargado la Compensación por Tiempo de Servicios se ha vulnerado el
derecho a una remuneración equitativa y suficiente del demandante, por lo que, de acuerdo con el artículo
56 del Código Procesal Constitucional, corresponde a la Sunat el pago de las costos". (Exp. 04575-2006-
AA FJ de 8 a 10)
La compensación por tiempo de servicios, incluidos los intereses de mora, tienen la calidad de
beneficio social, el cual es intangible e inembargable
7. "... este Tribunal debe precisar que el artículo 24° de la Constitución Política del Perú declara que el pago
de la remuneración y de los beneficios sociales del trabajador tiene prioridad sobre cualquier otra
obligación; y que, además, la Compensación por Tiempo de Servicios, incluidos sus intereses en caso de
mora, tiene la calidad de beneficio social de previsión de las contingencias que origine el cese en el
trabajo, y su pago debe ser efectuado en forma directa al trabajador, siendo intangible e inembargable,
salvo por alimentos hasta el cincuenta por ciento, siendo nulo todo pacto en contrario, conforme lo
disponen los artículos 1°, 3°, 29°, 38°, 40° y 47° del Decreto Legislativo N° 650, de 24 de julio de 1991".
(Exp. 00665-2007-AA FJ 14)
En un proceso de amparo no se discute lo decidido por la Sala sino la vulneración del debido
proceso en el caso concreto
8. "... en el presente caso al tratarse de un proceso de amparo contra resolución judicial, la pretensión no
puede estar orientada a que el juez constitucional se pronuncie sobre la materia que ha sido decidida en el
proceso que se cuestiona, esto es, el orden de prelación en un proceso de liquidación.
Al efecto se desprende de la demanda que los recurrentes sostienen que en la resolución que se cuestiona
no se ha dado fiel cumplimiento al artículo 24° de la Norma Fundamental respecto del establecimiento de
la prelación de derechos que se determina en el proceso de liquidación de la empresa a la que
pertenecieron como trabajadores, por lo que se ha violado el debido proceso y en concreto el derecho a
una decisión fundada en derecho". (Exp. 03358-2006-AA FJ 4)
Ante la insensibilidad y la resistencia a cumplir las normas legales por parte de las entidades
emplazadas debe ampararse la demanda
10. "... cabe indicar que los argumentos aducidos por las entidades emplazadas eximiéndose de
responsabilidad en la ejecución del pago del CTS al accionante, evidencia la renuencia de los funcionarios a
acatar las referidas resoluciones, lo que a juicio de este Tribunal revela una actitud de insensibilidad y de
resistencia a cumplir las normas legales o actos administrativos. Como lo ha expresado este Colegiado en
la STC 3149-2004-AC/TC: “ (...) genera desesperanza en los justiciables respecto de las soluciones que
ofrece el Derecho; deslegitima el Estado Democrático ante los ciudadanos (...)”; configurándose asimismo
la afectación de los derechos constitucionales, del demandante, motivo por el cual la demanda debe
ampararse". (Exp. 02337-2006-AC FJ 4)
La pensión alimentaria del trabajador cesante o jubilado y cuyo pago es obligatorio no puede
estar sujeto al carácter de las fluctuaciones cambiarias
12. “... el artículo 24° de la Constitución Política del Perú reconoce la categoría prioritaria de la remuneración
del trabajador, estableciendo que su determinación sea suficiente para procurar el bienestar material y
espiritual de él y su familia; que las fluctuaciones del valor de la moneda nacional por causa de la inflación
u otros fenómenos de carácter económico hacen que la pensión pierda capacidad adquisitiva en forma
paralela, lo cual, con el transcurso del tiempo, promueve que se llegue al extremo de que desaparezca,
como se da en el presente caso; a fojas treinta se puede apreciar que la pensión de viudez nivelada
correspondía a un monto de cuatro millones ochocientos veintinueve mil seiscientos veinticinco Intis y que
a partir del doce de febrero de mil novecientos noventa y uno obtuvo un monto de quince Nuevos Soles
con ochenta y ocho céntimos. Que, tratándose de pensiones en el presente caso, que asumen el carácter
alimentario del trabajador cesante o jubilado y cuyo pago es obligatorio, el Tribunal Constitucional no
puede hacer menos que acoger la pretensión de la demandante, en el extremo referido a nivelaciones...”.
(Exp. 00698-1998-AA FJ 5,6)
Jornada de trabajo
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Jornadas de trabajo
2. "En materia de jornada de trabajo y descanso semanal, el artículo 25º de la Constitución Política ha
establecido que “La jornada ordinaria de trabajo es de ocho horas diarias o cuarenta y ocho horas
semanales, como máximo. En caso de jornadas acumulativas o atípicas, el promedio de horas trabajadas
en el período correspondiente no puede superar dicho máximo.
Constitucionalmente, es válida la existencia de jornadas acumulativas o atípicas, siempre que no excedan
los límites establecidos. Este Colegiado ya se ha pronunciado con referencia a las jornadas de trabajo
atípicas y acumulativas indicando que “(...) De las disposiciones citadas, que constituyen el parámetro
constitucional que debe emplearse para la configuración del derecho a la jornada laboral de ocho horas
diarias, conforme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución, se desprende que:
a) Las jornadas de trabajo de ocho horas diarias y de cuarenta y ocho semanales son prescritas como
máximas en cuanto a su duración (...)
e) En el caso de nuestro país, la Constitución impone la jornada máxima de trabajo de cuarentiocho horas
semanales, de modo que, siendo ésta la norma más protectora, prevalecerá sobre cualquier disposición
convencional que imponga una jornada semanal mayor (...)” (subrayado agregado).
La jornada de trabajo, por definición, es una unidad de tiempo. Se mide por lapsos en los que el
trabajador está a disposición del empleador para el desarrollo de una actividad productiva, bien sea
prestando un servicio, realizando actos o ejecutando obras. Dicho lapso de tiempo no puede ser empleado
en beneficio personal.
Históricamente, la razón de ser de la jornada de trabajo ha variado con el transcurso del tiempo.
Inicialmente “Limitar la jornada de trabajo fue (...) una forma de evitar los abusos del empleador, luego
(...) adecuar el tiempo al salario y viceversa; más adelante se convirtió en un modo de mejorar la calidad
de vida dentro y fuera del trabajo, y ahora se piensa en la reducción de la jornada como una forma de
luchar contra el desempleo”.
A nivel del ordenamiento nacional y en materia de jornada de trabajo, la Constitución Política ha
establecido una disposición que, por sus características de imperatividad y el espacio que deja a la
autonomía privada, constituye un precepto reconocido doctrinariamente como una norma denominada
máxima de derecho necesario, es decir, que se trata de un tope máximo hasta donde la autonomía privada
puede pactar; por encima de ello opera la prohibición. Así, se permite la existencia de jornadas
alternativas, acumulativas y atípicas, siempre que por la naturaleza especial de las actividades que se
realizan así lo requieran y en la medida, claro está, que no se superen dichos topes". (Exp. 00027-2006-AI
FJ de 18 a 21)
Descanso vacacional
3. "En cuanto al descanso vacacional anual remunerado, debemos indicar que se trata de un derecho de
reconocimiento internacional a nivel de la normativa sobre derechos humanos, y, a nivel constitucional, el
artículo 25º ha establecido que “(...) Los trabajadores tienen derecho a descanso semanal y anual
remunerados. Su disfrute y compensación se regulan por ley o por convenio (subrayado agregado). De
esta forma se ha optado por una reserva de ley y posibilidades de pacto mediante Convenio (autonomía
colectiva) en esta materia, en cuanto a su disfrute y compensación.
Con relación al descanso vacacional, este Colegiado ha señalado que “(...) el ejercicio del derecho al
descanso y al disfrute del tiempo libre guarda estrecha relación con la implantación de una jornada de
trabajo razonable. (...), la jornada de trabajo no puede ser un impedimento para el adecuado ejercicio del
mencionado derecho o convertirlo en impracticable. (...),las jornadas atípicas deberán ser razonables y
proporcionadas según el tipo de actividad laboral, a fin de que el derecho al descanso diario sea posible”.
En cuanto al descanso vacacional anual remunerado, que es el descanso que se regula en la norma cuya
constitucionalidad se cuestiona, la normativa infraconstitucional ha establecido que el trabajador tiene -en
el régimen común- derecho a treinta días (30) calendario de descanso vacacional por cada año completo
de servicios; no obstante, el ejercicio de ese derecho está condicionado, además, al cumplimiento de un
récord vacacional por parte del trabajador". (Exp. 00027-2006-AI FJ de 22 a 24)
Limitación de las a ocho horas diarias las horas de trabajo en las empresas industriales
5. "El artículo 25º de la Constitución Política del Perú prescribe expresamente, que la jornada de trabajo es
de ocho horas diarias o cuarenta y ocho horas semanales como máximo, y que en, caso de jornadas
acumulativas o atípicas, el promedio de horas trabajadas en el período correspondiente no puede superar
dicho máximo.
Al respecto, la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución y el artículo V del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional, disponen que el contenido y alcances de los derechos y libertades que
la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y los tratados internacionales sobre la misma materia ratificados por el Perú.
En ese sentido, a fin de configurar adecuadamente el derecho reconocido en el artículo 25º de la
Constitución, debe tener presente que:
a) El artículo 2º del Convenio Nº 1 (1919) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por el que se
limitan a ocho horas diarias las horas de trabajo en las empresas industriales, dispone que en todas las
empresas industriales públicas o privadas, o en sus dependencias, cualquiera que sea su naturaleza, la
duración del trabajo personal no podrá exceder de ocho horas por día y de cuarenta y ocho por semana.
b) El literal c) del artículo 2º del convenio mencionado dispone que cuando los trabajos se efectúen por
equipos, la duración del trabajo podrá sobrepasar de ocho horas al día, y de cuarenta y ocho por semana,
siempre que el promedio de horas de trabajo, calculado para un período de tres semanas, o un período
más corto, no exceda de ocho horas diarias ni de cuarenta y ocho por semana.
c) El mismo Convenio, en su artículo 4º, establece que podrá sobrepasarse el límite de horas de trabajo
establecido por el artículo 2º, en los trabajos cuyo funcionamiento continuo, por razón de la naturaleza
misma de trabajo, deba ser asegurado por equipos sucesivos, siempre que el promedio de horas de
trabajo no exceda de cincuenta y seis por semana.
d) El artículo 24º de la Declaración Universal de Derechos Humanos dispone que toda persona tiene el
derecho a una limitación razonable de la duración del trabajo.
e) El artículo 7º, literal d) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, reconce
el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren,
en especial, la limitación razonable de las horas de trabajo.
f) El artículo 7º, literal g) del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre derechos humanos en
materia de derechos económicos, sociales y culturales, establece que los Estados garantizarán la limitación
razonable de las horas de trabajo, tanto diarias como semanales, y que las jornadas serán de menor
duración cuando se trate de trabajos peligrosos, insalubres o nocturnos.
De las disposiciones citadas, que constituyen el parámetro constitucional que debe emplearse para la
configuración del derecho a la jornada laboral de ocho horas diarias, conforme a la Cuarta Disposición Final
y Transitoria de la Constitución, se desprende que:
a) Las jornadas de trabajo de ocho horas diarias y de cuarenta y ocho semanales son prescritas como
máximas en cuanto a su duración.
b) Es posible que bajo determinados supuestos se pueda trabajar más de ocho horas diarias y de cuarenta
y ocho por semana, siempre que el promedio de horas de trabajo, calculado para un período de tres
semanas, o un período más corto, no exceda de ocho horas diarias ni de cuarenta y ocho por semana. Este
supuesto dependerá del tipo de trabajo que se realice.
c) El establecimiento de la jornada laboral debe tener una limitación razonable.
d) Las jornadas serán de menor duración cuando se trate de trabajos peligrosos, insalubres o nocturnos.
e) En el caso de nuestro país, la Constitución impone la jornada máxima de trabajo de cuarentiocho horas
semanales, de modo que, siendo ésta la norma más protectora, prevalecerá sobre cualquier disposición
convencional que imponga una jornada semanal mayor; (por ejemplo, el artículo 4º del Convenio Nº 1
(1919) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)". (Exp. 04635-2004-AA FJ de 13 a 15)
Los plazos de prescripción y caducidad para la iniciación de una acción judicial no va en contra
de la irrenunciabilidad de derechos laborales
3. "... el establecimiento de un plazo de prescripción o caducidad para la iniciación de una acción judicial en
materia laboral no repercute sobre el ámbito constitucionalmente garantizado del principio de
irrenunciabilidad de los derechos laborales, reconocido en el inciso 2) del artículo 26º de la Constitución
Política del Perú, sino en el ejercicio del derecho de acceso a la justicia para la determinación de los
derechos y obligaciones, en este caso, de orden laboral.
En efecto, el "carácter irrenunciable de los derechos reconocidos por la Constitución y la ley" garantiza la
imposibilidad jurídica de disponer o renunciar libremente a los derechos que en favor del trabajador
reconoce el ordenamiento laboral, sea antes de la iniciación de una relación de trabajo, durante su
desarrollo o una vez culminada. En ese sentido, la protección contra la “autorrenuncia” de un derecho
reconocido por la Constitución o la ley tiene por finalidad impedir que la condición de desigualdad material
en la relación laboral pueda ser utilizada por el empleador con el objeto de forzar un pacto cuyas
condiciones contravengan los derechos reconocidos por normas inderogables del derecho laboral.
No sirve a esa finalidad tuitiva, como es obvio, el establecimiento de un plazo de prescripción o caducidad
en la ley procesal laboral, ya que, como antes se ha dicho, extramuros de una relación de trabajo, en
realidad, su establecimiento constituye una limitación temporal del ejercicio de un derecho de naturaleza
procesal, como es el de acceso a la justicia laboral". (Exp. 02637-2006-AA FJ 3)
El derecho a la igualdad supone tratar igual a los que son iguales y desigual a los que son
desiguales
5. “... En reiterada jurisprudencia este Tribunal ha establecido que el derecho a la igualdad, consagrado en la
Constitución, no significa que siempre y en todos los casos se debe realizar un trato uniforme. El derecho a
la igualdad supone tratar "igual a los que son iguales" y "desigual a los que son desiguales", partiendo de
la premisa de que es posible constatar que en los hechos no son pocas las ocasiones en que un
determinado grupo de individuos se encuentra postergado en el acceso, en igualdad de condiciones, a las
mismas oportunidades.
La primera condición para que un trato desigual sea constitutivo de una diferenciación admisible, es la
desigualdad de los supuestos de hecho. Es decir, implica la existencia de sucesos espacial y
temporalmente localizados que poseen rasgos específicos e intransferibles que hacen que una relación
jurídica sea de un determinado tipo y no de otro.
Asimismo, la existencia de una diferenciación debe perseguir una intencionalidad legítima, determinada,
concreta y específica, debiendo asentarse en una justificación objetiva y razonable, de acuerdo con juicios
de valor generalmente aceptados. Se trata pues de un tema que, en la doctrina, se conoce con el nombre
de ‘discriminación inversa’...”. (Exp. 00261-2003-AA FJ 3)
Se debe presentar una prueba indiciaria que describa la conducta discriminatoria por parte del
empleador
6. "Es conveniente señalar que la discriminación en el trabajo puede manifestarse en el acceso a un empleo,
durante el desempeño laboral o, por supuesto, a través del despido; también se produce cuando se niega
un puesto de trabajo a un trabajador por razón de raza, sexo u otros motivos. La discriminación laboral
supone un trato diferente y menos favorable al trabajador, basado en razones de raza, color de piel, sexo,
religión, ideas políticas, afiliación sindical, entre otros motivos, independientemente de cuáles sean sus
aptitudes, lo cual entraña una discriminación, exclusión o preferencia cuyo fin es menoscabar la igualdad
de oportunidades y de trato en la relación laboral, derecho reconocido en el inciso 1) del artículo 26° de la
Constitución Política.
Cuando se alegue que se es objeto de una conducta discriminatoria, ha de acreditarse la existencia de
indicios que generen una razonable sospecha, apariencia o presunción en favor de semejante alegato, para
lo cual se requiere, por lo menos, la prueba indiciaria.
La discriminación por razón de sexo comprende aquellos tratamientos peyorativos que se fundan no sólo
en la pura y simple constatación del sexo de la víctima, sino en la concurrencia de razones o circunstancias
que tengan con el sexo de la persona una conexión directa e inequívoca. Para acreditar dicha conducta
discriminatoria, la demandante adjunta un cuadro comparativo obrante a fojas 78, en el cual se detallan
los niveles remunerativos, los cargos ocupados durante el período de 1994 al 2001 y los desplazamientos
de la demandante y de otros tres servidores supuestamente beneficiados, argumento que ha quedado
totalmente desvirtuado, puesto que de dicho documento se advierte que la demandante y los tres
servidores supuestamente beneficiados han seguido en el mismo nivel remunerativo que ocuparon desde
1994 hasta el 2001. Asimismo, se aprecia que han desempeñado diversos cargos, y que han sido
desplazados para desempeñar diferentes funciones.
En lo concerniente a la discriminación por motivos políticos, la demandante señala que existe una actividad
política dirigida contra los funcionarios del fujimorismo, adjuntando para ello un panfleto que obra a fojas
12, el cual no constituye una prueba de indudable importancia a fin de acreditar la supuesta
discriminación, puesto que dicho documento es de fecha posterior a la expedición de la Resolución
Presidencial Regional N° 745-2001-CTAR-AYAC/PE, del 31 de diciembre de 2001, mediante la cual se
aprobó el Cuadro para Asignación de Personal (CAP) y el Cuadro Nominativo de Personal (CNP) de la
Dirección Regional Agraria, órgano desconcentrado de la línea sectorial del Consejo Transitorio de
Administración Regional (CTAR) Ayacucho, en el que se le asigna a la recurrente el cargo de Técnico en
Ingeniería I, en la Oficina Agraria Ayacucho, Agencia Agraria Huamanga". (Exp. 02562-2002-AA FJ de 3 a
5)
Los derechos laborales tienen un plazo de prescripción para ser reclamados judicialmente
4. "... este Colegiado ha venido asumiendo una tesis según la cual se dejaba entrever una cierta
homologación entre “imprescriptibilidad” e “irrenunciabilidad” de los derechos laborales, de modo que
estos no tenían plazo de prescripción para reclamarlos judicialmente... Para el caso de los derechos de
naturaleza laboral, este Tribunal considera necesario variar el criterio adoptado y que se [ha] referido
supra, pues una cosa es la irrenunciabilidad de los derechos, esto es, su naturaleza inalienable en su
condición de bienes fuera de la disposición, incluso llegado el caso, de sus propios titulares (por ejemplo,
no podría argumentarse válidamente que un trabajador “ha renunciado” al pago de sus haberes), y otra
cosa distinta es la "sanción" legal que se impone al titular de un derecho que, tras su agresión, no ejercita
el medio de defensa en un lapso previsto normalmente en la ley.
De este modo, la figura jurídica de la prescripción no supone la denegatoria del derecho en cuestión, sino,
en todo caso, la restricción del remedio procesal para exigirlo, lo cual no debe olvidarse, constituye
también la defensa de otro bien constitucional en la medida que se protege por ésta vía la seguridad
jurídica. En efecto, la prescripción no opera por la "voluntad" del trabajador, sino por un mandato de la
norma que sanciona su negligencia en pos de la seguridad jurídica. Adicionalmente, cabe anotar que la
prescripción es una institución que ha gozado de rango constitucional en nuestro ordenamiento
(precisamente, en la Constitución de 1979 que el recurrente reclama aplicable al presente caso).
Por otro lado, los derechos laborales, como cualquier otro derecho, requieren de cierta diligencia por parte
de su titular para garantizar su ejercicio. Es por esto que el Estado, a través de las reglas procesales, ha
establecido plazos en los cuales estos pueden hacerse valer, de modo de preservar un sistema de
protección que no sea incierto en el tiempo y que permita, al propio tiempo, que tanto trabajadores como
empleadores conozcan los límites temporales de sus obligaciones y derechos. El desconocimiento de estos
plazos por parte de los tribunales sólo generaría incertidumbre en los operadores del derecho y, a la
postre, restaría legitimidad al propio modelo de tutela de los derechos que la Constitución garantiza". (Exp.
04272-2006-AA FJ De 4 a 6)
Solo se podrán afectar las planillas de pago por orden judicial o por un descuento aceptado por
el trabajador
6. “... debe tenerse presente que las remuneraciones de los trabajadores, al amparo de lo dispuesto en el
artículo 26º, inciso 2), de la Constitución Política del Perú, son irrenunciables e intangibles, y sólo se
podrán afectar las planillas de pago por orden judicial o por un descuento aceptado por el trabajador. Por
consiguiente, al haberse recortado el pago de las remuneraciones de la recurrente, se han transgredido los
derechos constitucionales invocados”. (Exp. 00818-2005-AA FJ 6)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Las disposiciones legislativas que regulen la protección ante el despido arbitrario deben ser
proporcionales
2. "El artículo 27º de la Constitución establece que “La ley otorga al trabajador adecuada protección contra el
despido arbitrario”. Se trata de un derecho de configuración legal, es decir, un derecho cuya delimitación
de sus posiciones iusfundamentales aseguradas corresponde identificar prima facie al legislador (Cfr. STC
0976-2001-AA/TC, Fund. Jur. 11 y ss). Tal competencia del legislador para delimitar su contenido
protegido no significa que éste pueda disponer de él libremente. Como sostuviéramos en la STC 00976-
2001-AA/TC, “(…) el hecho que la Constitución no indique los términos de esa protección adecuada, no
quiere decir que exista prima facie una convalidación tácita de cualquier posible desarrollo legislativo que
se haga en torno al derecho reconocido en su artículo 27º o, acaso, que se entienda que el legislador se
encuentre absolutamente desvinculado de la Norma Suprema. Si bien el texto constitucional no ha
establecido cómo puede entenderse dicha protección contra el despido arbitrario, ella exige que,
cualesquiera que sean las opciones que se adopten legislativamente, éstas deban satisfacer un criterio
mínimo de proporcionalidad o, como dice expresamente el texto constitucional, se trate de medidas
`adecuadas´” [Fundamento Jurídico 11].
De acuerdo a su naturaleza de derecho de configuración legal, es competencia del Parlamento determinar
el régimen jurídico de la protección adecuada contra el despido arbitrario. En el caso de los servidores
públicos sometidos al régimen público, regulados por el Decreto Legislativo Nº 276, el legislador ha
previsto que estos tienen el derecho a no ser cesados sino por las causas y bajo los procedimientos y
garantías que allí mismo se establecen. Dentro de esas causas, al expedirse el Decreto Legislativo N.º
1026, se ha introducido dos nuevos supuestos de cese de la relación de trabajo, por cierto, sujetos a
ámbitos o contextos de aplicación distintos (Cf. supra, Fund. Jur. 45 y ss), previendo incluso que, en el
caso de que el cese se produzca como consecuencia de la supresión de la plaza que ocupaba el trabajador,
éste sea indemnizado (Quinta Disposición Complementaria Final del Decreto Legislativo N.º 1026) y que,
de cumplir el perfil respectivo, dichas personas sean incorporadas en la relación nacional de elegibles para
futuros concursos en las entidades por un período máximo de un año.
La regulación de tales causales de cese de la relación de trabajo forma parte de la competencia para
delimitar el contenido del derecho reconocido en el artículo 27º de la Constitución. Éstas no afectan el
mínimo constitucionalmente necesario que el propio artículo 27º de la Constitución exige en la regulación
de los términos en que debe entenderse el régimen de protección adecuada contra el despido arbitrario. A
estos efectos, el Tribunal observa que además de las garantías antes citadas, el artículo 12º del Decreto
Legislativo N.º 1026 garantiza a favor del “personal transferido” “[…] su régimen laboral, derechos
laborales y obligaciones según el régimen al que estaba sujeto en el gobierno nacional. La transferencia no
implica ni origina reducción de remuneraciones u otros ingresos del personal de similar naturaleza, ni
tampoco la interrupción del tiempo de servicios”. Por ello, también este extremo de la pretensión debe
desestimarse". (Exp. 00015-2011-AI FJ de 53 a 55)
El proceso de amparó no analizará los contratos civiles que se suscribieron con anterioridad se
desnaturalizaron
4. "Para resolver la controversia planteada, conviene recordar que en la STC 00002-2010-PI/TC y en la STC
03818-2009-PAITC, así como en la RTC 00402-20I0-PI/TC, este Tribunal ha establecido que el régimen de
protección sustantiva reparador contra el despido arbitrario previsto en el régimen laboral especial del
contrato administrativo de servicios guarda conformidad con el artículo 27° de la Constitución.
Consecuentemente, en el proceso de amparo no corresponde analizar si con anterioridad a la suscripción
del contrato administrativo de servicios, los contratos civiles que refiere suscribió la actora, se
desnaturalizaron, pues en el caso que ello hubiese ocurrido, dicha situación de fraude constituiría un
período independiente del inicio del contrato administrativo de servicios, que es constitucional. Además,
dicha situación viene dilucidándose en e1 proceso laboral". (Exp. 04716-2011-AA FJ 5)
Para determinar si existió una relación laboral se tendrá en cuenta los siguientes hechos de
forma alternativa
6. "... para determinar si existió una relación de trabajo entre las partes encubierta mediante un contrato
civil, este Tribunal debe evaluar si en los hechos se presentó, en forma alternativa y no concurrente,
alguno de los siguientes rasgos de laboralidad: a) control sobre la prestación o la forma en que ésta se
ejecuta; b) integración del demandante en la estructura organizacional de la emplazada; c) prestación
ejecutada dentro de un horario determinado; d) prestación de cierta duración y continuidad; e) suministro
de herramientas y materiales al demandante para la prestación del servicio; f) pago de remuneración al
demandante; y, g) reconocimiento de derechos laborales, tales como las vacaciones anuales, las
gratificaciones y los descuentos para los sistemas de pensiones y de salud". (Exp. 02162-2011-AA FJ 5)
El depósito de la liquidación por parte del empleador al trabajador no implica la aceptación del
pago
7. "... cabe precisar que el hecho de que el empleador haya efectuado el depósito de la liquidación de
beneficios sociales de la demandante, incluyendo el pago de la indemnización por despido arbitrario, ello
no significa señal alguna de aceptación del pago de esta última, dado que, conforme lo ha establecido este
Colegiado a través de la STC 03052-2009-PA/TC, el cobro de los beneficios sociales que por derecho le
corresponde percibir al trabajador (compensación por tiempo de servicios, vacaciones truncas u otros
conceptos remunerativos) no supone el consentimiento del despido arbitrario, salvo que el afectado acepte
el pago de la indemnización otorgada por el empleador, en cuyo caso, operará la garantía indemnizatoria
contenida en el artículo 34º del Decreto Supremo 003-97-TR, por lo que el trabajador no podrá luego
pretender su reposición a través del proceso de amparo". (Exp. 00140-2011-AA FJ 7)
El trabajador tendrá un plazo no menor de seis días para pueda defenderse por escrito de los
cargos que se le imputan
10. "De acuerdo con lo previsto en el artículo 31º del Decreto Supremo Nº 003-97-TR, el empleador no podrá
despedir a un trabajador por causa relacionada con su conducta laboral, sin antes otorgarle por escrito un
plazo razonable no menor de seis días naturales para que pueda defenderse por escrito de los cargos que
se le imputen.
Teniendo en cuenta que entre las partes existió un contrato de trabajo a plazo indeterminado, para que
opere la extinción del mismo se requería que se produzca alguna de las causas previstas en el artículo 16º
del Decreto Supremo Nº 003-97-TR; asimismo, el actor sólo podía ser cesado por la causal de falta grave
contemplada en el artículo 25º de la referida norma legal. No habiendo ocurrido ninguno de los supuestos
antes señalados, el despido resulta incausado.
Por las consideraciones expuestas, este Tribunal estima que la ruptura del vínculo laboral constituye un
acto lesivo del derecho al trabajo del demandante, siendo esto así, y dada la finalidad restitutoria del
proceso de amparo, procede su reincorporación en el puesto de trabajo que venía desempeñando a la
fecha en que se produjo el despido arbitrario". (Exp. 03126-2010-AA FJ de 6 a 8)
El proceso de amparo no analizará si los contratos civiles suscritos con anterioridad fueron
desnaturalizados
12. "... conviene recordar que en las SSTC 00002-2010-PI/TC y 03818-2009-PA/TC, así como en la RTC
00002-2010-PI/TC, este Tribunal ha establecido que el régimen de protección sustantivo-reparador contra
el despido arbitrario, previsto en el régimen laboral especial del contrato administrativo de servicios,
guarda conformidad con el artículo 27° de la Constitución.
Consecuentemente, en el proceso de amparo no corresponde analizar si con anterioridad a la suscripción
del contrato administrativo de servicios, los contratos civiles que suscribió el demandante fueron
desnaturalizados, pues en el caso que ello hubiese ocurrido, dicha situación de fraude constituiría un
período independiente del inicio del contrato administrativo de servicios, que es constitucional". (Exp.
00106-2010-AA FJ 4)
La labor del legislador para brindar una acorde protección contra el despido arbitrario debe
estar de acuerdo con los principios y fines de la Constitución
15. “... la Constitución vigente de 1993 en su artículo 27 precisa que “La ley otorga al trabajador adecuada
protección contra el despido arbitrario”. Sin embargo, cuando se precisa que el desarrollo legislativo debe
ser “adecuado”, se está resaltando –aunque innecesariamente- que dicho desarrollo no puede ser
cualquiera, sino uno que justamente brinde la protección que requiere el derecho a no ser despedido sino
por causa justa. Y ello es así, pues todo desarrollo legislativo que se lleve a cabo sobre el ámbito
constitucional de un derecho fundamental no sólo no debe afectar el núcleo o contenido esencial de dicho
derecho, sino que debe tender a su adecuada protección y vigencia, con proscripción del desarrollo que
sea insuficiente o pueda dejar en estado de indefensión al referido derecho, es decir, existe el deber por
parte del legislador de efectuar una concreción legislativa que no se desnaturalice el derecho objeto de
desarrollo.
Por este motivo, cuando el artículo 27 de la Constitución establece que la ley otorgará “adecuada
protección frente al despido arbitrario”, debe considerarse que este mandato constitucional al legislador no
puede interpretarse en absoluto como un encargo abierto ni que habilite al legislador una regulación legal
que llegue al extremo de vaciar de contenido el núcleo del citado derecho constitucional. Si bien es cierto
que el legislador tiene en sus manos la potestad de libre configuración de los mandatos constitucionales,
también lo es que dicha potestad se debe ejercer en armonía con el contenido constitucional del derecho
fundamental. Una opción interpretativa diferente sólo conduciría a vaciar de sentido el mencionado
derecho fundamental, haciendo perder el carácter normativo que ostenta el Texto Constitucional.
En este orden de ideas, el Tribunal Constitucional ha fijado doctrina jurisprudencial respecto a los alcances
del artículo 27 de la Constitución, pronunciándose respecto a la adecuada protección contra el despido
arbitrario; señalando que el desarrollo legislativo de la “protección contra el despido arbitrario” debe
satisfacer un criterio mínimo de proporcionalidad, es decir que se trate de medidas adecuadas. Este
Colegiado ha señalado también a través de la que el contenido de este derecho fundamental puede ser
abordado desde dos perspectivas: por un lado, a través de un régimen de carácter “sustantivo” y, por el
otro, desde un régimen de carácter “procesal”; precisando además que el régimen de carácter procesal
consiste en el establecimiento mediante ley, de un régimen de protección jurisdiccional contra el despido
arbitrario (STC 0976-2001-AA/TC, STC 0253-2003-AA/TC)". (Exp. 03052-2009-AA FJ 13,15)
Despido fraudulento
16. "... se presenta un despido fraudulento cuando se despide al trabajador con ánimo perverso y auspiciado
por el engaño; por ende, de manera contraria a la verdad y a la rectitud de las relaciones laborales, como
sucede cuando se imputa al trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios o cuando se
le atribuye una falta no prevista legalmente, vulnerando el principio de tipicidad". (Exp. 01624-2009-AA FJ
6)
El Tribunal solo podrá conocer causas sobre despidos incausados, fraudulentos y nulos
17. "... este Tribunal limitó su competencia para conocer de controversias derivadas de materia laboral
individual privada, señalando que sólo era competente para dirimir las litis que versen sobre despidos
incausados, fraudulentos y nulos, así como los despidos en los que se cuestione la causa justa de despido
imputada por el empleador, siempre y cuando no se trate de hechos controvertidos ni exista duda sobre
tales hechos, a fin de poder determinar la veracidad, falsedad o la adecuada calificación de la imputación
de la causa justa de despido. En ese sentido, los actos de hostilidad y aquellos casos que se deriven tanto
de la competencia por razón de materia de los jueces de trabajo como del cuestionamiento y calificación
del despido fundado en causa justa que se refieran a hechos controvertidos, no serán tramitados en el
proceso de amparo, sino en el proceso laboral de la jurisdicción laboral ordinaria (Cfr. fundamentos 7, 19 y
20)". (Exp. 01022-2010-AA FJ 3)
Derechos laborales
Libertad sindical
28º. El Estado reconoce los derechos de
sindicación, negociación colectiva y huelga. Cautela su
ejercicio democrático:
TRATADOS INTERNACIONALES
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Art. XXII.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 23.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 8.
Convenio Nº 151 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Protección del Derecho de
Sindicación y los procedimientos para determinar las condiciones de empleo en la Administración
Pública: Passim.
No es necesario una representación legal para que los sindicatos inicien reclamaciones
2. "... los sindicatos de trabajadores no son entidades cuya creación obedezca a la satisfacción de intereses
ajenos a quienes lo conforman, sino, contrariamente, su objetivo primordial lo constituye la defensa de los
derechas e intereses de sus miembros. En ese sentido, en el plano de la justicia constitucional, el Tribunal
estima que no es precisa que éstos cuenten con poder de representación legal para que puedan plantear
reclamaciones o iniciar acciones judiciales a favor de todos sus afiliados o un grupo determinado de ellos.
Y es que una comprensión de la función y el significado de los sindicatos en el sentido esbozado por la
recurrida, supondría dejar virtualmente desarticulada la razón de ser de estos entes y, con ello, el
contenido constitucionalmente protegido de la libertad sindical, reconocida en el artículo 28° de la
Constitución". En ese sentido, este Colegiado considera carente de base el cuestionamiento de las
facultades del Sindicato Unitario de Trabajadores Administrativos de Centros Educativos e Institutos
Superiores de la Región Tumbes, puesto que dicho organismo sindical se encuentra habilitado para
representar a sus afiliados en el procesa de autos". (Exp. 04003-2011-AC FJ 2)
Dentro del contenido de la libertad sindical también se encuentra el poder del trabajador a no
recibir un menoscabo en sus derechos fundamentales
3. "El artículo 28°, inciso 1) de la Constitución reconoce el derecho de sindicación y la libertad sindical. Al
respecto, este Colegiado ha establecido que su contenido esencial tiene dos aspectos: el primero consiste
en la facultad de toda persona de constituir sindicatos con el propósito de defender sus intereses
gremiales, mientras que el segundo se refiere a la facultad de afiliarse o no afiliarse a este tipo de
organizaciones. A su vez, se ha precisado que implica la protección del trabajador afiliado o sindicado
frente a la comisión de actos que perjudiquen sus derechos y tengan como motivación real su condición de
afiliado o no afiliado de un sindicato u organización análoga.
Igualmente el derecho a la libertad sindical tiene como contenido el poder del trabajador para que por
razones de su afiliación o actividad sindical no sufra ningún menoscabo en sus derechos fundamentales,
como puede ser la diferencia de trato carente de toda justificación objetiva y razonable entre trabajadores
sindicalizados y trabajadores no sindicalizados (STC 03169-2006-PAITC, fundamentos 17 y 18)". (Exp.
01978-2011-AA FJ 6)
El empleador debe probar que la decisión del despido corresponde a causas justificadas
4. "En cuanto a la afectación del derecho a la libertad sindical reconocido en el artículo 28°, inciso 1) de la
Constitución, debe señalarse que este derecho tiene como contenido la libertad de todo trabajador para
afiliarse a un sindicato, así como para el desarrollo libre de su actividad, ya sea en el seno de la
Administración Pública o de una empresa particular, en defensa y cautela de sus intereses, a cuyo fin se
articulan las representaciones de los trabajadores.
Igualmente el derecho a la libertad sindical tiene como contenido que la facultad que tiene el trabajador
para afiliarse o ejercer actividad sindical no sufra ningún menoscabo en sus derechos fundamentales,
como podría ser la diferencia de trato carente de toda justificación objetiva y razonable entre trabajadores
sindicalizados y trabajadores no sindicalizados.
Por ello, cuando se alega que un despido encubre una conducta lesiva del derecho a la libertad sindical,
incumbe al empleador la carga de probar que su decisión obedece a causas reales y que no constituye un
acto de discriminación por motivos sindicales. Para imponer la carga de la prueba al empleador, el
demandante previamente debe aportar un indicio razonable que indique que su despido se origina a
consecuencia de su mera condición de afiliado a un sindicato o por su participación en actividades
sindicales". (Exp. 03884-2010-AA FJ de 11 a 13)
Protección de la autonomía sindical a través de la dimensión plural del contenido esencial del
derecho a la libertad sindical
5. "El derecho de sindicación reconocido en el artículo 28º, inciso 1), de la Constitución tiene como contenido
esencial un ámbito de facultades que puede ser agrupados de dos formas: la primera, desde una
dimensión individual y la segunda, desde una dimensión plural.
La dimensión individual o intituo persona del derecho de sindicación tiene a su vez un doble contenido: por
un lado, un aspecto positivo, que comprende el derecho de un trabajador a constituir organizaciones
sindicales y a afiliarse libremente a los sindicatos ya constituidos; y, de otro lado, un aspecto negativo,
que comprende el derecho de un trabajador a no afiliarse, y en caso de estar afiliado, a no ser excluido
arbitrariamente.
Respecto a su dimensión plural, se ha señalado que esta protege la autonomía sindical, a fin de que el
sindicato funcione libremente sin injerencias o actos externos que pudiere afectarlo. Protege, asimismo, las
actividades que este desarrolla y la de sus afiliados de manera colectiva, así como la de los dirigentes
sindicales para que puedan desempeñar sus funciones y cumplir con el mandato para el que fueron
elegidos. (Fundamento Jurídico N.º 6, sentencia recaída en el expediente Nº 3311-2005-PA/TC).
Se entiende así que los trabajadores están facultados para ejercer su libre afiliación al tipo de organización
que estimen conveniente, en este caso un sindicato, siguiendo estrictamente con lo señalado a través del
artículo 28 de la Constitución, así como con lo regulado en el estatuto correspondiente, el cual tiene como
límite no exigir a los trabajadores interesados medidas irrazonables que impidan ejercer su derecho de
libre afiliación". (Exp. 02882-2008-AA FJ de 3 a 6)
Obligación del Estado adoptar medidas necesarias para ejercer el derecho de libre sindicación
7. “En efecto, la libertad sindical y el derecho de sindicación reconocidos por el artículo 28º, inciso 1 de la
Constitución (Exp. Nº 0008-2005-PI/TC, fundamentos 26, 27 y 28), e interpretados conforme a la Cuarta
Disposición Final y Transitoria de la Constitución y al artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, imponen la obligación estatal de adoptar las medidas necesarias y apropiadas para
garantizar a los trabajadores y empleadores el libre ejercicio del derecho de sindicación e impedir todo
acto de discriminación tendiente a menoscabar la libertad sindical, tales como condicionar el empleo de un
trabajador a que no se afilie o a que deje de ser miembro de un sindicato; o despedir a un trabajador o
perjudicarlo en cualquier forma a causa de su afiliación sindical o a su participación en actividades
sindicales fuera de las horas de trabajo o, con el consentimiento del empleador, durante las horas de
trabajo (artículo 11º del Convenio Nº 87 de la OIT, sobre libertad sindical y protección del derecho de
sindicación, artículo 1º del Convenio Nº 98 de la OIT, relativo a la aplicación de los principios del derecho
de sindicación y de negociación colectiva)". (Exp. 05028-2008-AA FJ 3)
Si existe un indicio razonable que el despido es por causa del ejercicio a la libre sindicación, el
empleador deberá probar lo contrario
9. "... este derecho tiene como contenido la libertad de todo trabajador para afiliarse a un sindicato; así como
para el desarrollo libre de su actividad, ya sea en el seno de la Administración Pública o de una empresa
particular, en defensa y cautela de sus intereses, a cuyo fin se articulan las representaciones de los
trabajadores.
Igualmente el derecho a la libertad sindical tiene como contenido el poder del trabajador para que por
razones de su afiliación o actividad sindical no sufra ningún menoscabo en sus derechos fundamentales,
como puede ser la diferencia de trato carente de toda justificación objetiva y razonable entre trabajadores
sindicalizados y trabajadores no sindicalizados.
Por ello, cuando se alega que un despido encubre una conducta lesiva del derecho a la libertad sindical,
incumbe al empleador la carga de probar que su decisión obedece a causas reales y que no constituye un
acto de discriminación por motivos sindicales. Para imponer la carga de la prueba al empleador, el
demandante previamente debe aportar un indicio razonable que indique que su despido se origina a
consecuencia de su mera condición de afiliado a un sindicato o por su participación en actividades
sindicales". (Exp. 03169-2006-AA FJ de 17 a 19)
Se debe reparar todos los actos lesivos contra los trabajadores y dirigente de los sindicatos
11. "... este derecho es definido: “como la capacidad autoderminativa para participar en la constitución y
desarrollo de la actividad sindical, esta facultad se manifiesta en dos planos: (i) la libertad sindical intuito
personae, que comprende, en su faceta positiva, el derecho de un trabajador a constituir organizaciones
sindicales y a afiliarse a los sindicatos ya constituidos y, en su faceta negativa, el derecho de un trabajador
a no afiliarse o a desafiliarse de una organización sindical; (ii) la libertad sindical plural, la misma que
plantea tres aspectos: a) ante el Estado (comprende la autonomía sindical, la personalidad jurídica y la
diversidad sindical); b) ante los empleadores (comprende el fuero sindical y la proscripción de prácticas
desleales); y, c) ante las otras organizaciones sindicales (comprende la diversidad sindical, la proscripción
de las cláusulas sindicales, etc.)”.
Definida la libertad sindical, conviene precisar la protección que otorga este derecho. Así en las sentencias
Nos 0206-2005-PA y 1124-2001-AA, se dejó establecido y reconocido que la libertad sindical no sólo
garantiza la protección colectiva de los trabajadores sindicalizados; sino que también reconoce una
protección especial para los dirigentes sindicales, toda vez que estos últimos, libremente elegidos,
detentan la representación de los trabajadores sindicalizados a fin de defender sus intereses.
Consecuentemente, todo acto lesivo, no justificado e irrazonable, que afecte a los trabajadores
sindicalizados y a sus dirigentes y que haga impracticable el funcionamiento del sindicato, deberá ser
reparado". (Exp. 01139-2007-AA FJ 7)
El estado debe promover una solución pacífica entre los conflictos colectivos de trabajo
2. "El artículo 28º de la Constitución garantiza el derecho de negociación colectiva, imponiéndole al Estado el
deber de fomentar y de promover la concertación y los demás medios para la solución pacífica de los
conflictos colectivos de trabajo.
Y es que, en un Estado social y democrático de derecho, el derecho de negociación colectiva es
consustancial con el derecho de libertad sindical, toda vez que su ejercicio potencializa la actividad de la
organización sindical, en tanto le permite a ésta cumplir la finalidad -que le es propia- de representar,
defender y promover los intereses de sus afiliados, y hacer posible, real y efectivo el principio de igualdad
de oportunidades en el trabajo.
En buena cuenta, mediante el ejercicio del derecho de negociación colectiva se busca cumplir la finalidad
de lograr el bienestar y la justicia social en las relaciones que surgen entre empleadores y trabajadores,
dentro de un espíritu de coordinación económica y equilibrio social.
De este modo, en algunas ocasiones, el derecho de negociación colectiva se hace efectivo a través de la
celebración de acuerdos, contratos o convenios colectivos. Por dicha razón, resulta válido afirmar que la
negociación colectiva constituye el medio primordial de acción de la organización sindical para la defensa y
promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios.
Y es que el ejercicio del derecho de negociación colectiva no se limita sólo a la presentación de los pliegos
de peticiones y a la celebración de convenciones colectivas, sino que incluye todas las formas de
negociación que se den entre trabajadores y empleadores y que tengan por finalidad regular las
condiciones de trabajo y de empleo mediante la concertación voluntaria, la defensa de los intereses
comunes entre las partes involucradas en el conflicto, y la garantía de que los representantes de unos y
otros sean oídos y atendidos.
Por dicha razón, este Tribunal considera pertinente establecer, de manera enunciativa, algunos supuestos
en los que puede considerarse afectado el derecho de negociación colectiva. Así, este derecho se vulnera
cuando:
a. Legislativamente se le impide negociar a los sindicatos minoritarios.
b. El empleador se niega a recibir a los representantes de los trabajadores o a negociar con ellos en los
plazos y condiciones que establece la ley.
c. El empleador ejerce presiones para obtener el reemplazo de los representantes de los trabajadores.
d. El empleador ejecuta durante el proceso de la negociación colectiva acciones que revelen una manifiesta
mala fe que impida el normal desarrollo de la negociación.
e. El empleador ejerce fuerza física en las cosas, o física o moral en las personas, durante el procedimiento
de negociación colectiva.
f. El empleador realice cualquier práctica arbitraria o abusiva con el objeto de dificultar o hacer imposible
la negociación colectiva". (Exp. 03561-2009-AA FJ de 19 a 22)
La interpretación del convenio colectivo siempre debe estar de acuerdo a mejorar las
condiciones de sus destinatarios
6. “... el artículo 4° del Convenio N° 98 constituye un precepto hermenéutico fundamental al cual debe
acudirse para informarse respecto del contenido esencial de la negociación colectiva, tomando siempre en
consideración que uno de sus fines principales es mejorar las condiciones de vida y de trabajo de sus
destinatarios...”. (Exp. 00261-2003-AA FJ 3)
Derecho de huelga
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Límites del derecho a la huelga para los profesores que integran la Carrera Pública Magisterial
4. "... podríamos derivar como límites específicos al derecho de huelga para los profesores que integran la
Carrera Pública Magisterial , los siguientes:
(i) Garantizar el contenido esencial del derecho de educación, conforme lo ha establecido este Tribunal
mediante STC Nº 0091-2005-PA (fundamento 6), a partir de lo establecido por el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, creado en virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, que entró en vigor el 3 de enero de 1976, y que fue ratificado por el Perú el 28 de
abril de 1978, la educación, en todas sus formas y en todos los niveles, debe tener las siguientes cuatro
características interrelacionadas y fundamentales: disponibilidad, accesibilidad (no discriminación,
accesibilidad material, accesibilidad económica), aceptabilidad y adaptabilidad.
(ii) El ejercicio del derecho a la huelga por parte de los profesores no podría conllevar la cesación total de
las actividades vinculadas al servicio público esencial de la educación, más aun considerando que, tal como
hemos mencionado previamente, constituye una obligación del Estado el garantizar la continuidad de los
servicios educativos.
(iii) En caso de huelga de larga duración se podría requerir el establecimiento de servicios mínimos en
consulta plena con los interlocutores sociales, al igual que ocurre en aquellos servicios cuya interrupción
pueda poner en peligro la vida, la seguridad o la salud de la persona en todo o parte de la población.
(iv) La huelga debe ejercerse en armonía con el orden público constitucional, que hace referencia a las
medidas dirigidas a proteger aquello que beneficia a la colectividad en su conjunto [STC Nº 0008-2005-PI
(fundamento 42)]". (Exp. 00026-2007-AI FJ 23,24)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
CAPÍTULO III
DE LOS DERECHOS POLÍTICOS
Y DE LOS DEBERES
Ciudadanía
Mayoría de edad
Inscripción electoral
de dieciocho años. Para el ejercicio de la ciudadanía se
30º. Son ciudadanos requiere la inscripción electoral.
los peruanos mayores
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Nota de actualización
Artículo modificado por Ley Nº 28480, publicada el 30 de marzo de 2005. Antes de la reforma, este
artículo tuvo el siguiente texto:
“Artículo 31°.- Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante
referéndum; iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de
cuentas. Tienen también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de
acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica.
Es derecho y deber de los vecinos participar en el gobierno municipal de su jurisdicción. La ley
norma y promueve los mecanismos directos e indirectos de su participación.
Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil.
El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo
después de esa edad.
Es nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos.”
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Todo acto que limite o prohíba el ejercicio de los derechos será nulo o punible
5. "El principio de interdicción de la arbitrariedad es uno inherente a los postulados esenciales de un Estado
constitucional democrático y a los principios y valores que la propia Constitución incorpora; de allí que, si
bien la autonomía de la jurisdicción arbitral tiene consagración constitucional, no lo es menos que, como
cualquier particular, se encuentra obligada a respetar los derechos fundamentales, en el marco vinculante
del derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva (artículo 139° de la Constitución); por
cuanto, si así no ocurriese, será nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de
sus derechos, de conformidad con el artículo 31° in fine de la Carta Fundamental.
Si ocurriese lo contrario, la autonomía conferida al arbitraje devendría en autarquía, lo que equivaldrìa a
sostener que los principios y derechos constitucionales no resultan vinculantes". (Exp. 06167-2005-HC FJ
20)
Democracia representativa
6. "... nuestra Constitución ha consagrado también determinados mecanismos de democracia directa o
semidirecta como el referéndum, la iniciativa legislativa, la remoción y revocación de autoridades y la
demanda de rendición de cuentas (artículo 31º de la Constitución), que –como se sustentará luego, y
aunque resulte paradójico– son el complemento idóneo para dotar de estabilidad a la democracia
representativa.
La democracia representativa es la que, en definitiva, permite la conjugación armónica del principio
político de soberanía popular con un cauce racional de deliberación que permita atender las distintas
necesidades de la población. Empero, dicha deliberación racional y, en suma, la gobernabilidad del Estado,
pueden situarse en serio riesgo si a la representación no se le confiere las garantías para que pueda
`formar voluntad´. La representación indebidamente comprendida y articulada, es la matriz potencial de
un desequilibrio que, si no es adecuadamente conjurado, puede impedir que el Estado atienda su deber
primordial de `promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y
equilibrado de la nación´ (artículo 44º de la Constitución), y con ello, desencadenar el colapso del sistema
representativo en su conjunto, y con él, el del propio Estado social y democrático de derecho. Tales
peligros son descritos a continuación". (Exp. 00030-2005-AI FJ 8,9)
Ley 26300 (El Peruano, 03 de mayo de 1994). Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos.
TÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES
CAPÍTULO I
Artículo 1º.- La presente ley regula el ejercicio de los derechos de participación y control de
ciudadanos de conformidad con la Constitución.
Artículo 2º.- Son derechos de participación de los ciudadanos los siguientes:
a) Iniciativa de Reforma Constitucional;
b) Iniciativa en la formación de las leyes;
c) Referéndum;
d) Iniciativa en la formación de dispositivos municipales y regionales; y,
e) Otros mecanismos de participación establecidos por la presente ley para el ámbito de los
gobiernos municipales y regionales.
Artículo 3º.- Son derechos de control de los ciudadanos los siguientes:
a) Revocatoria de Autoridades;
b) Remoción de Autoridades;
c) Demanda de Rendición de Cuentas; y,
d) Otros mecanismos de control establecidos por la presente ley para el ámbito de los
gobiernos municipales y regionales.
Artículo 4º.- La solicitud de iniciación del procedimiento se presenta ante la autoridad electoral
acompañada de la iniciativa correspondiente y la relación de los nombres, documentos de identificación,
firmas o huellas digitales de los promotores de la iniciativa, así como del domicilio común señalado para los
efectos del procedimiento.
Artículo 5º.- La autoridad electoral establecerá la forma como el ciudadano que tenga
impedimento físico para firmar o que sea analfabeto, ejercerá sus derechos de participación.
Artículo 6º.- Recibida la solicitud de iniciación del procedimiento, la autoridad electoral verifica la
autenticidad de las firmas y expide las constancias a que haya lugar.
Corresponde al Registro Nacional de Identificación y Estado Civil la verificación de firmas de
adherentes para dar inicio a cualesquiera de los procedimientos normados por la presente Ley (*).
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(*) Segundo párrafo agregado por el Artículo 4º de la Ley Nº 27706 (25 abr. 2002).
-------------
Artículo 7º.- Los Derechos de Participación y Control Ciudadano a que se refieren los incisos d) y
e) del Artículo 2º y d) del Artículo 3º de la presente ley; así como el referéndum sobre normas municipales y
regionales serán regulados por las leyes orgánicas que reglamenten lo referente a los Gobiernos Locales y
Regionales.
CAPÍTULO II
DE LA PRESENTACIÓN DE INICIATIVAS
Artículo 8º.- Cuando la verificación de las firmas y la habilitación de los suscriptores para votar en
la jurisdicción electoral, en la que se ejerce la iniciativa resulte conforme a ley, la autoridad electoral emite
resolución admitiendo la iniciativa ciudadana e incluyendo en ella, según corresponda, el texto del proyecto
en caso de iniciativa normativa, el argumento que acompaña la iniciativa de Revocatoria o Remoción de
Autoridades, el pliego interpelatorio cuando se trate de Demanda de Rendición de Cuentas o la materia
normativa sujeta a Referéndum.
Artículo 9º.- Los promotores podrán designar personeros ante cada uno de los órganos electorales
para presenciar y fiscalizar todos los actos del proceso.
Artículo 10º.- Depurada la relación de suscriptores y no alcanzado el número necesario, los
Promotores tendrán un plazo adicional de hasta treinta días para completar el número de adherentes requerido.
TÍTULO II
CAPÍTULO I
DE LA INICIATIVA LEGISLATIVA
Artículo 11º.- La iniciativa legislativa de uno o más proyectos de ley, acompañada por las firmas
comprobadas de no menos del cero punto tres por ciento (0.3%) de la población electoral nacional recibe
preferencia en el trámite del Congreso. El Congreso ordena su publicación en el diario oficial.
Artículo 12º.- El derecho de iniciativa en la formación de leyes comprende todas las materias con
las mismas limitaciones que sobre temas tributarios o presupuestarios tienen los congresistas de la República.
La iniciativa se redacta en forma de proyecto articulado.
Artículo 13º.- El Congreso dictamina y vota el proyecto en el plazo de 120 días calendario (*).
Artículo 14º.- Quienes presentan la iniciativa pueden nombrar a dos representantes para la
sustentación y defensa en la o las comisiones dictaminadoras del Congreso y en su caso en el proceso de
reconsideración.
Artículo 15º.- Si existiese uno o más proyectos de ley que versen sobre lo mismo que el
presentado por la ciudadanía, se procede a la acumulación de éstos, sin que ello signifique que las facultades
de los promotores de la iniciativa o de quien lo represente queden sin efecto (**).
Artículo 16º.- El Proyecto de ley rechazado en el Congreso puede ser sometido a referéndum
conforme a esta ley. Asimismo, cuando los promotores juzguen que al aprobarla se le han introducido
modificaciones sustanciales que desvirtúan su finalidad primigenia podrán solicitar referéndum para consultar
a la ciudadanía sobre su aprobación (***).
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(*) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que restituye la
vigencia de la versión original del Artículo 13º de la Ley Nº 26300. Anteriormente había sido modificado por el Artículo 1º de la Ley
Nº 26592 (18 abr. 1996).
(**) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que restituye la
vigencia de la versión original del Artículo 15º de la Ley Nº 26300. Anteriormente había sido modificado por el Artículo 1º de la Ley
Nº 26592 (18 abr. 1996).
(***) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que
restituye la vigencia de la versión original del Artículo 16º de la Ley Nº 26300. Anteriormente había sido modificado por el Artículo
1º de la Ley Nº 26592 (18 abr. 1996).
-------------
CAPÍTULO II
Artículo 17º.- El derecho de iniciativa para la Reforma parcial o total de la Constitución requiere
la adhesión de un número de ciudadanos equivalente al cero punto tres por ciento (0.3%) de la población
electoral nacional.
Artículo 18º.- Las iniciativas de Reforma Constitucional provenientes de la ciudadanía se tramitan
con arreglo a las mismas previsiones dispuestas para las iniciativas de los congresistas.
Artículo 19º.- Es improcedente toda iniciativa de reforma constitucional que recorte los derechos
ciudadanos consagrados en el Artículo 2º de la Constitución Política del Perú.
CAPÍTULO III
Artículo 20º.- La Revocatoria es el derecho que tiene la ciudadanía para destituir de sus cargos a:
a) Alcaldes y Regidores;
b) Autoridades regionales, que provengan de elección popular;
c) Magistrados que provengan de elección popular.
Artículo 21º.- Los ciudadanos tienen el derecho de revocar a las autoridades elegidas. No procede
la revocatoria durante el primero y el último año de su mandato salvo el caso de magistrados.
La solicitud de revocatoria se refiere a una autoridad en particular, es fundamentada y no requiere ser
probada.
El Jurado Nacional de Elecciones convoca a consulta electoral, la que se efectúa dentro de los 90
días siguientes de solicitada formalmente.
Artículo 22º.- La consulta se lleva adelante en una circunscripción electoral, si el veinticinco por
ciento de los electores de una autoridad, con un máximo de 400,000 firmas, presenta la solicitud de la
revocación del mandato ante la oficina de procesos electorales correspondiente.
Artículo 23º.- La Revocatoria se produce con la votación aprobatoria de la mitad más uno de los
electores. En caso contrario, la autoridad sobre la cual se consulta la Revocatoria se mantiene en el cargo sin
posibilidad de que se admita una nueva petición hasta después de dos años de realizada la consulta.
Artículo 24º.- El Jurado Nacional de Elecciones acredita como reemplazante de la autoridad
revocada, salvo los jueces de paz, a quien alcanzó el siguiente lugar en el número de votos de la misma lista
para que complete su mandato.
Artículo 25º.- Únicamente si se confirmase la Revocatoria de más de un tercio de los miembros
del Concejo Municipal, se convoca a nuevas elecciones. Mientras no se elijan a los reemplazantes en el cargo,
asumen las funciones los accesitarios. Se sigue el mismo procedimiento en el caso de confirmarse la
Revocatoria de un tercio de los miembros del Consejo de Coordinación Regional, elegidos directamente.
Quienes reemplazan a los revocados completan el período para el que fueron elegidos éstos.
Artículo 26º.- Tratándose de magistrados electos, que fueran revocados, el Jurado Nacional de
Elecciones procederá conforme a la ley de la materia.
Artículo 27º.- La Remoción es aplicable a las autoridades designadas por el Gobierno Central o
Regional en la jurisdicción regional, departamental, provincial y distrital. No comprende a los Jefes Políticos
Militares en las zonas declaradas en estado de emergencia.
Artículo 28º.- La remoción se produce cuando el Jurado Nacional de Elecciones comprueba que
más del 50% de los ciudadanos de una jurisdicción electoral o judicial lo solicitan.
Artículo 29º.- Quien hubiere sido revocado del cargo para el que fue elegido está apto para ser
candidato al mismo cargo en las siguientes elecciones.
Artículo 30º.- El funcionario que hubiese sido removido no puede volver a desempeñar el mismo
cargo en los siguientes cinco años.
CAPÍTULO IV
Artículo 31º.- Mediante la Rendición de Cuentas el ciudadano tiene el derecho de interpelar a las
autoridades respecto a la ejecución presupuestal y el uso recursos propios. La autoridad está obligada a dar
respuesta. Son susceptibles de esta demanda quienes ocupan cargos sujetos a revocatoria y remoción.
Los fondos a que se refiere el Artículo 170º de la Constitución están sujetos a rendición de cuentas
conforme a la ley de la materia.
Artículo 32º.- El pliego interpelatorio contiene preguntas relacionadas exclusivamente con los
temas previstos en el artículo anterior. Cada interrogante es planteada en forma clara, precisa y sobre materia
específica.
Artículo 33º.- La autoridad electoral cautela que el pliego interpelatorio contenga términos
apropiados y que carezca de frases ofensivas.
Artículo 34º.- Para que se acredite la rendición de cuentas se requiere que la soliciten cuando
menos el 20% con un máximo de 50,000 firmas de la población electoral con derecho a voto en la respectiva
circunscripción territorial.
Artículo 35º.- Acreditada la demanda la Autoridad electoral comunica de ello a la autoridad para
que responda en forma clara y directa el pliego interpelatorio dentro de los 60 días calendario.
Artículo 36º.- Toda autoridad a la que se haya demandado que rinda cuentas, publica el pliego
interpelatorio y su respuesta al mismo.
.........................................................................................................................................................................
CAPÍTULO VI
DISPOSICIONES FINALES
Artículo 45º.- La convocatoria a procesos electorales, para el ejercicio de los derechos políticos
estipulados en la presente ley, puede ser postergada por la autoridad electoral en caso de proximidad de
elecciones políticas generales, regionales, o municipales. En tal caso el proceso podrá realizarse
simultáneamente o dentro de los siguientes cuatro meses.
Artículo 46º.- La autoridad electoral podrá acumular las iniciativas que se acrediten y someterlas a
consulta de los ciudadanos en forma conjunta o con otros procesos electorales.
Artículo 47º.- Las iniciativas normativas que deriven en la expedición de una ordenanza, ley o
disposición constitucional, y las peticiones de revocatoria o remoción que concluyan con la separación del
cargo de una autoridad, así como las iniciativas de referéndum que culminen desaprobando la norma legal
expedida o aprobando la iniciativa legislativa rechazada o modificada sustancialmente por el Congreso,
otorgan derecho a los promotores de la iniciativa para solicitar reembolso de los gastos efectuados ante la
autoridad electoral, así como para su difusión, conforme a las posibilidades presupuestales de los recursos del
Jurado Nacional de Elecciones y en la forma que éste lo decida (*).
-------------
(*) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que restituye la
vigencia de la versión original del Artículo 47º de la Ley Nº 26300. Anteriormente este artículo había sido modificado por el Artículo
2º de la Ley Nº 26670 (11 oct. 1996).
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Referéndum
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
No tiene antecedentes.
DIARIO DE LOS DEBATES
Ley 26300 (El Peruano, 03 de mayo de 1994). Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos
(Parte pertinente referida al referéndum).
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CAPÍTULO V
DEL REFERÉNDUM Y DE LAS CONSULTAS POPULARES
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(*) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que restituye la
vigencia de la versión original del inciso c) del Artículo 39º de la Ley Nº 26300. Anteriormente este inciso había sido derogado por
el Artículo 1º de la Ley Nº 26670 (11 oct. 1996).
(**) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que restituye la
vigencia de la versión original del Artículo 42º de la Ley Nº 26300. Anteriormente este artículo había sido modificado por el Artículo
2º de la Ley Nº 26670 (11 oct. 1996).
(***) Texto conforme a lo establecido en la Ley Nº 27520 (26 set. 2001), que deroga las Leyes Nºs 26592 y 26670 y que
restituye la vigencia de la versión original del Artículo 44º de la Ley Nº 26300. Anteriormente este artículo había sido modificado
por el Artículo 2º de la Ley Nº 26670 (11 oct. 1996).
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TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
Modificaciones por Ley de Reforma Constitucional
El texto vigente es conforme al Artículo Unico de la ley 28480, ley de reforma de los
Artículos 31 y 34 de la Constitución Política del Perú.
“Artículo 34º.- Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en actividad no
pueden elegir ni ser elegidos. No existen ni pueden crearse otras inhabilitaciones”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 87.
Constitución de 1979: Art. 67.
Organizaciones Políticas
Inscripción en el registro de partidos
políticos
35º.Los ciudadanos pueden ejercer sus
derechos individualmente o a través de
organizaciones políticas como partidos,
movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales
organizaciones concurren a la formación y
manifestación de la voluntad popular. Su
inscripción en el registro correspondiente les
concede personalidad jurídica.
Funcionamiento de los partidos
políticos. La ley establece normas orientadas a asegurar el
Financiamiento funcionamiento democrático de los partidos
Acceso gratuito a medios de
comunicación estatal políticos, y la transparencia en cuanto al origen
de sus recursos económicos y el acceso gratuito a
los medios de comunicación social de propiedad
del Estado en forma proporcional al último
resultado electoral general.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TÍTULO I
DEFINICIONES GENERALES
TÍTULO II
CONSTITUCIÓN Y RECONOCIMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Las organizaciones políticas cuentan con un plazo de un año, contado a partir de la adquisición de
formularios, para la recolección de firmas de adherentes y la presentación de la solicitud de inscripción ante el
Jurado Nacional de Elecciones.
Artículo 6º.- El Acta de Fundación
El Acta de un partido político debe contener por lo menos:
a) El ideario, que contiene los principios, los objetivos y su visión del país.
b) La relación de los órganos directivos y de los miembros que los conforman.
c) La denominación y el símbolo partidario. Se prohíbe el uso de:
1. Denominaciones iguales o semejantes a las de un partido, movimiento, alianza u
organización política local ya inscrito en proceso de inscripción, o que induzcan a confusión
con lo presentado anteriormente.
2. Símbolos iguales o semejantes a los de un partido político, movimiento, alianza u
organización política local ya inscritos o en proceso de inscripción, o que induzca a
confusión con los presentados anteriormente.
3. Nombres de personas naturales o jurídicas, ni aquellos lesivos o alusivos a nombres de
instituciones o personas, o que atenten contra la moral y las buenas costumbres.
4. Símbolos Nacionales y marcas registradas, ni tampoco imágenes, figuras o efigies que
correspondan a personas naturales o jurídicas, o símbolos o figuras reñidas con la moral y
las buenas costumbres.
d) El domicilio legal del partido.
Cualquier persona natural o jurídica puede formular tacha contra la inscripción de un partido político.
Dicha tacha solo puede estar fundamentada en el incumplimiento de lo señalado en la presente ley.
La tacha debe presentarse ante el registro de organizaciones políticas dentro de los cinco días hábiles
posteriores a la publicación efectuada en el diario oficial, a que se refiere el párrafo anterior. El registro de
organizaciones políticas resuelve la tacha dentro de los cinco días hábiles después de formulada, con los
peticionarios cuya inscripción es objeto de la tacha.
La resolución que resuelve la tacha puede ser apelada ante el Jurado Nacional de Elecciones en un
plazo de cinco días hábiles posteriores a su notificación. El jurado Nacional de Elecciones, en sesión pública,
sustancia y resuelve la apelación dentro de los cinco días hábiles después de interpuesta, con citación de las
partes. Contra lo resuelto por el Jurado Nacional de Elecciones no procede recurso alguno.
Verificados los requisitos que establece la presente ley y vencido el término para interponer tachas,
sin que estas se hayan formulado o ejecutoriadas las resoluciones recaídas en las tachas planteadas, el
Registro de Organizaciones Políticas efectúa el asiento de inscripción del partido político, el mismo que será
publicado de forma gratuita y por una sola vez en el diario oficial, dentro de los cinco días hábiles posteriores
a la inscripción. En el mismo plazo, se remitirá a la Oficina Nacional de Procesos Electorales el listado de las
organizaciones políticas con inscripción definitiva.
Asimismo, el Jurado Nacional de Elecciones publica en sus paginas electrónicas el Estatuto del
partido político inscrito.
Artículo 11º.- Efectos de la inscripción
La inscripción en el Registro de Organizaciones políticas le otorga personería jurídica al partido
político.
La validez de los actos celebrados con anterioridad a la inscripción del partido quedan subordinados
a este requisito y a su ratificación dentro de los tres meses siguientes a la fecha de su inscripción.
Si el partido político no se constituye o no se ratifican los actos realizados en nombre de aquel,
quienes los hubiesen celebrado son ilimitada y solidariamente responsables frente a terceros.
Los partidos políticos con inscripción vigente pueden presentar candidatos a todo cargo de elección
popular.
Artículo 12º.- Apertura de locales partidarios
No se requiere de autorización para la apertura y funcionamiento de locales partidarios, salvo el
cumplimiento de las normas municipales relativas a zonificación, urbanismo, salud e higiene.
El registro de Organizaciones políticas publica en su pagina electrónica el domicilio legal de cada
partido político.
Artículo 13º.- Cancelación de la inscripción
El Registro de Organizaciones políticas, de oficio o a pedido de los personeros legales, cancela la
inscripción de un partido en los siguientes casos.
a) Cuando no haya alcanzado el 5% de la totalidad de los sufragios emitidos en una elección general
salvo que hubiese obtenido representación parlamentaria.
b) A solicitud del órgano autorizado por su Estatuto, previo acuerdo de su disolución. Para tal efecto se
acompañaran los documentos legalizados respectivos.
c) Por su fusión con otros partidos, según decisión interna adoptada conforme a la presente ley.
d) Por decisión de la autoridad judicial competente, conforme al artículo 14º de la presente ley.
e) Para el caso de las alianzas, cuando concluye el proceso electoral respectivo, salvo que sus
integrantes decidiesen ampliar el plazo de vigencia de aquella, lo que deberán comunicar al Jurado
Nacional de Elecciones a más tardar dentro de los treinta días naturales posteriores a la conclusión
del proceso electoral. En tal supuesto, la alianza tendrá la vigencia, que sus integrantes hubiesen
decidido o hasta que se convoque al siguiente proceso electoral general.
Contra la decisión de cancelación puede interponerse recursos de apelación ante el Jurado Nacional
de Elecciones, en el plazo de cinco días hábiles. Contra lo resuelto por el Jurado Nacional de Elecciones no
procede recurso alguno.
14.1. Vulnerar sistemáticamente las libertades y los derechos fundamentales, promoviendo, justificando o
exculpando los atentados contra la vida o la integridad de las personas o la exclusión o persecución
de personas por cualquier razón, o legitimando la violencia como método para la consecución de
objetivos políticos.
14.2. Complementar y apoyar políticamente la acción de organizaciones que para la consecución de fines
políticos, practiquen el terrorismo o que con su prédica contribuyan a multiplicar los efectos de la
violencia, el miedo y la intimidación que el terrorismo genera.
14.3. Apoyar la acción de organizaciones que practican el terrorismo y/o el narcotráfico. La sentencia
firme que declara la ilegalidad de un partido político tendrá los siguientes efectos:
La sentencia firme que declara la ilegalidad de un partido político será puesta en conocimiento del
Ministerio Público para la adopción de las acciones pertinentes.
a) Si se configura un nuevo partido político, con una denominación y símbolo distinto al de sus
integrantes; en cuyo caso quedará cancelado el registro de inscripción de los partidos políticos
fusionados, generándose un nuevo registro, para lo cual se deberá acompañar, conjuntamente con la
solicitud de fusión, el Estatuto del nuevo partido, la relación de los órganos directivos y de los
miembros que los conformen, además de los nombres de sus apoderados y personeros.
b) Si se mantiene la vigencia de uno de ellos, se precisará el partido que asumirá las obligaciones y
derechos de los otros partidos fusionados; en cuyo caso se mantiene la inscripción del partido
político que asumirá las obligaciones y derechos de los otros partidos fusionados, quedando
canceladas las restantes.
TÍTULO III
CONSTITUCIÓN Y RECONOCIMIENTO DE LOS MOVIMIENTOS Y ORGANIZACIONES
POLÍTICAS DE ALCANCE LOCAL
a) Relación de adherentes en número no menor del 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas
elecciones de carácter nacional, dentro de la circunscripción en la que el movimiento u organización
política local desarrolle sus actividades y pretenda presentar candidatos. Dicha relación se presentará
con la firma y el número del Documento Nacional de Identidad de cada uno de los adherentes.
b) Las Actas de Constitución de comités en, a lo menos, la mitad más uno del número de provincias que
integren la región o el departamento correspondiente, en el caso de los movimientos. Para los casos
de las organizaciones políticas locales cuyas actividades se realicen a nivel de las provincias de Lima
y el Callao, así como de cualquier otra provincia en particular, se deberán presentar las Actas de
Constitución en, por lo menos, la mitad más uno del total de distritos.
c) El Acta de Constitución de, cuando menos, un comité partidario en el distrito correspondiente, en el
caso de que la organización política local desarrolle sus actividades a nivel distrital.
En todos los casos, cada Acta de Constitución debe estar suscrita por no menos de cincuenta
adherentes, debidamente identificados.
En los casos de movimientos y organizaciones políticas locales, su inscripción se realiza ante el
registro especial que conduce el Registro de Organizaciones Políticas, el que procede con arreglo a lo que
establece el artículo 10º de esta ley. En tales casos, contra lo resuelto en primera instancia, procede el recurso
de apelación ante el Jurado Nacional de Elecciones, el que se formula dentro de los tres días hábiles siguientes
a la notificación de la resolución que se cuestiona.
La inscripción debe realizarse con una antelación no menor de doscientos diez días a las elecciones.
En el caso de las organizaciones políticas locales, concluido el proceso electoral se procede a la
cancelación de oficio del registro respectivo.
Los movimientos políticos debidamente inscritos pueden hacer alianzas entre sí, con fines electorales
y bajo una denominación común, dentro de la circunscripción donde desarrollan sus actividades. Para tales
efectos, deberán cumplir con los mismos procedimientos, plazos y requisitos que se prevén en el artículo 15º
de la presente ley.
TÍTULO IV
DE LA CONDICIÓN DE AFILIADO
TÍTULO V
DEMOCRACIA INTERNA
a) Elecciones con voto universal, libre, voluntario, igual, directo y secreto de los afiliados y ciudadanos
no afiliados.
b) Elecciones con voto universal, libre, igual, voluntario, directo y secreto de los afiliados.
c) Elecciones a través de órganos partidarios, conforme lo disponga el Estatuto.
Hasta una quinta parte del número total de candidatos puede ser designada directamente por el
órgano del partido que disponga el Estatuto. Esta facultad es indelegable.
Dicha potestad no puede ser aplicada para el caso de candidatos a Presidente y Vicepresidentes de la
República, los cuales deberán ser necesariamente elegidos.
Artículo 25º.- Modalidad de elección de autoridades del partido político
La elección de las autoridades del partido político se realiza conforme a lo que disponga el Estatuto y
acuerde el órgano máximo del partido.
Artículo 26º.- Participación de hombres y mujeres en elecciones del partido político
En las listas de candidatos para cargos de dirección del partido político así como para los candidatos
a cargos de elección popular, el número de mujeres u hombres no puede ser inferior al treinta por ciento del
total de candidatos.
Artículo 27º.- Elección de delegados integrantes de los órganos partidarios
Cuando la elección de candidatos y autoridades del partido político se realiza conforme con la
modalidad prevista en el inciso c) del artículo 24º, los delegados que integran los respectivos órganos
partidarios deben haber sido elegidos por voto libre, igual y secreto de los afiliados, conforme a lo que
disponga el Estatuto.
TÍTULO VI
DEL FINANCIAMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Para tal fin, las aportaciones procedentes de una misma persona natural o jurídica no pueden exceder,
individualmente, las sesenta unidades impositivas tributarias al año.
Los ingresos de cualquiera de las fuentes establecidas en el presente artículo se registran en los libros
de contabilidad del partido político.
Los candidatos no pueden recibir donaciones directas de ningún tipo, sino con conocimiento de su
partido político y con los mismos límites previstos en el artículo 30º de la presente ley.
Salvo prueba en contrario, los aportes no declarados por los partidos políticos se presumen de fuente
prohibida.
Artículo 32º.- Administración de los fondos del partido
La recepción y el gasto de los fondos partidarios son competencia exclusiva de la Tesorería. A tales
efectos, deben abrirse en el sistema financiero nacional las cuentas que resulten necesarias. El acceso a dichas
cuentas está autorizado exclusivamente al Tesorero, quien es designado de acuerdo con el Estatuto, junto con
un suplente. El Estatuto podrá establecer adicionalmente el requisito de más de una firma para el manejo de
los recursos económicos.
Artículo 33º.- Régimen tributario
El régimen tributario aplicable a los partidos políticos es el que la ley establece para las asociaciones.
No obstante ello, quedan exceptuados del pago de los impuestos directos.
Artículo 34º.- Verificación y control
Los partidos políticos deberán prever un sistema de control interno que garantice la adecuada
utilización y contabilización de todos los actos y documentos de los que deriven derechos y obligaciones de
contenido económico, conforme a sus Estatutos.
La verificación y control externos de la actividad económico-financiera de los partidos políticos,
corresponderá exclusivamente a la Oficina Nacional de Procesos Electorales, a través de la Gerencia de
Supervisión de Fondos Partidarios.
Los partidos políticos presentarán ante la Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios, en el plazo
de seis meses contados a partir del cierre de cada ejercicio anual, un informe financiero.
Asimismo, la Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios podrá requerir a los partidos y
organizaciones políticas para que, en el plazo que les indique, presenten una relación de las aportaciones a que
se refiere el artículo 30º de esta ley, que contendrá el importe de cada una de ellas y, en su caso, los nombres
y direcciones de las personas que las han realizado.
La Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios, en el plazo de ocho meses contados desde la
recepción de la documentación señalada en el párrafo anterior, se pronunciará sobre la regularidad y
adecuación a lo dispuesto en la presente ley, aplicando, en su caso, las sanciones respectivas de acuerdo a lo
establecido en el artículo 36º de la presente ley.
Artículo 35º.- Publicidad de la contabilidad
Los partidos políticos llevan libros de contabilidad en la misma forma que se dispone para las
asociaciones.
Los libros y documentos sustentatorios de todas las transacciones son conservados durante diez años
después de realizadas.
Artículo 36º.- De las sanciones
El Jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, previo informe de la Gerencia de Supervisión
de Fondos Partidarios:
a. Sancionará con la pérdida de los derechos a los que se refieren el artículo 29º de la presente ley,
cuando el partido político no cumpla con presentar la contabilidad detallada de los ingresos y gastos
anual en el plazo que prevé el numeral 34º que antecede.
b. Aplica una multa cuando se acredite que el partido político haya recibido ingresos de fuente
prohibida, o que la información de la contabilidad de ingresos y gastos anual, haya sido omitida o
adulterada intencionalmente. La multa deberá ser equivalente a no menos de diez ni más de
cincuenta veces el monto de la contribución recibida, omitida o adulterada.
c. Aplica una multa cuando se acredite la existencia de contribuciones individuales o aportaciones
anónimas superiores a los topes establecidos en el artículo 30º. En estos casos la multa no podrá ser
menor de diez ni mayor de treinta veces el monto de la contribución recibida.
Las resoluciones de sanción pueden ser impugnadas ante el Jurado Nacional de Elecciones, en el
plazo de cinco días hábiles desde el día siguiente de su notificación. Contra lo resuelto por el Jurado Nacional
de Elecciones no procede recurso alguno.
a) Diez minutos diarios entre los treinta y quince días anteriores al acto electoral.
b) Veinte minutos diarios entre los catorce días y seis días anteriores al acto electoral.
c) Treinta minutos diarios entre los cinco y dos días anteriores al acto electoral.
La mitad del tiempo total disponible se distribuye equitativamente entre todos los partidos políticos
con candidatos inscritos en el proceso electoral. La otra mitad se distribuye proporcionalmente a la
representación con la que cuenta cada partido político en el Congreso de la República. Le corresponde a la
Gerencia de Supervisión de los Fondos Partidarios la determinación del tiempo disponible para cada partido
político, así como la reglamentación respectiva. Los partidos políticos que participen por primera vez en una
elección disponen de un tiempo equivalente al del partido que tenga la menor adjudicación.
Los espacios de tiempo no utilizados por los partidos políticos en la franja electoral, serán destinados
a la difusión de educación electoral, según lo determine la Oficina Nacional de Procesos Electorales.
Artículo 39º.- Publicidad política contratada
La contratación de publicidad política debe hacerse en igualdad de condiciones para todos los
partidos políticos, movimientos políticos y organizaciones políticas locales. Las tarifas no pueden ser
superiores a las tarifas promedio efectivamente cobradas por la difusión de publicidad comercial. Dichas
tarifas deben ser hechas públicas informando a la Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios, dos días
después de la convocatoria a elecciones.
Artículo 40º.- Duración y frecuencia de la publicidad contratada en períodos electorales
La publicidad contratada con fines electorales está permitida desde los sesenta hasta los dos días
previos a un acto electoral.
Cuando se trate de una elección general, el partido está impedido de contratar publicidad por un
tiempo mayor de cinco minutos diarios en cada estación de radio y televisión.
La publicidad sólo puede ser contratada por el Tesorero del partido político, del movimiento político
o de la organización política local.
Artículo 41º.- Espacios en radio y televisión en período no electoral
Los medios de comunicación de propiedad del Estado, están obligados a otorgar mensualmente cinco
minutos a cada partido político con representación en el Congreso, para la difusión de sus propuestas y
planteamientos. La Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios hace la asignación correspondiente.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Primera.- Los partidos políticos con inscripción vigente la mantienen sin necesidad de presentar las
firmas de adherentes a las que se refiere esta ley. En un plazo de quince meses posteriores a su entrada en
vigencia, deben acreditar los demás requisitos exigidos para la inscripción en el Registro de Organizaciones
Políticas, según corresponda.
En ese mismo plazo, los partidos políticos podrán regularizar ante los registros públicos la vigencia
de su inscripción, la de sus dirigentes, representantes legales y apoderados, así como el saneamiento físico
legal de sus propiedades, conforme a ley.
Segunda.- El Registro de Organizaciones Políticas deberá ser constituido por el Jurado Nacional de
Elecciones dentro de los tres meses posteriores a la aprobación de esta ley.
La Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios será constituida dentro de los doce meses
posteriores a la aprobación de la presente ley, por resolución del titular del pliego de la Oficina Nacional de
Procesos Electorales. En dicha resolución se establecerán los órganos de línea, de asesoramiento y de apoyo,
así como los órganos desconcentrados a nivel nacional, necesarios para su funcionamiento.
Los organismos electorales dictarán las normas reglamentarias en las materias de su competencia.
Tercera.- La distribución de fondos públicos prevista por el artículo 29º se aplica a partir de enero
del año 2007, de acuerdo a los resultados de las últimas elecciones generales para elegir al Congreso de la
República y de manera progresiva, con arreglo a las previsiones presupuestarias para tales efectos, y a las
posibilidades de la economía nacional.
Comuníquese al señor Presidente de la República para su promulgación.
En Lima, a los doce días del mes de octubre de dos mil tres.
Asilo político
Expulsión
36º. El Estado reconoce el asilo político. Acepta la
calificación del asilado que otorga el gobierno asilante.
En caso de expulsión, no se entrega al asilado al país
cuyo gobierno lo persigue.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Extradición
Extradición
37º. La extradición sólo se concede por el Poder
Ejecutivo previo informe de la Corte Suprema, en
cumplimiento de la ley y de los tratados, y según el
Denegación cuando la principio de reciprocidad.
solicitud obedezca a motivos
religiosos, de nacionalidad,
opinión o raza No se concede extradición si se considera que ha sido
solicitada con el fin de perseguir o castigar por motivo
de religión, nacionalidad, opinión o raza.
Denegación cuando la
solicitud obedezca a políticos Quedan excluidos de la extradición los perseguidos por
o conexos (salvo genocidio, delitos políticos o por hechos conexos con ellos. No se
magnicidio o terrorismo)
consideran tales el genocidio ni el magnicidio ni el
terrorismo.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 2 inc. 2, 2 inc. 3, 2 inc. 11, 36, 137 inc. 1, 205.
Código Penal: Arts. 2 inc. 5, 3, 4 inc. 2, 3, 129, 317 y ss.
Ley de Extradición: Passim.
D. S. 044-93-JUS: Passim.
Código de Justicia Militar: Art. 538.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Definición de la extradición
4. "La extradición es un instituto jurídico que viabiliza la remisión compulsiva de un individuo por parte del
Estado, a los órganos jurisdiccionales competentes de otro, a efectos de que sea enjuiciado o cumpla una
condena, según haya sido su situación de procesado o condenado en la comunidad política de destino.
Es decir, por virtud de ella, un Estado hace entrega de un reo o condenado a las autoridades judiciales de
otro Estado, el cual lo reclama para la culminación de su juzgamiento o eventualmente para el
cumplimiento de la pena.
En el presente caso y en función a los sujetos participantes de un proceso de extradición, se trata de una
extradición pasiva, donde un Estado es el requerido; en este caso, carece de relevancia que el sujeto
solicitado tenga la calidad de residente, turista o mero transeúnte en el territorio nacional". (Exp. 01129-
2008-HC FJ de 2 a 4)
Extradición pasiva
5. "... la denominada Extradición Pasiva es aquella en donde un Estado es requerido para extraditar a una
persona. En este caso, carece de relevancia que el sujeto solicitado tenga la calidad de residente, turista o
mero transeúnte en el territorio nacional.
Al respecto, de manera general deberá acreditarse lo siguiente: a) comprobación de no haberse extinguido
la acción penal, conforme a una u otra legislación; b) comprobación de no tratarse de delitos políticos o de
hechos conexos, y c) comprobación de que, en el caso de un procesado, éste no haya sido absuelto en el
extranjero, o en el caso de un condenado, que éste no haya cumplido la pena. Asimismo, debe verificarse
la hipótesis de la acción o de la pena". (Exp. 06317-2007-HC FJ 5,6)
Procedimiento de la extradición
6. "... la extradición debe ser entendida como un procedimiento mediante el cual un Estado es requerido para
que haga entrega de un individuo que se encuentra dentro de su territorio y que tiene la condición de
procesado o condenado por un delito común, por otro Estado requiriente o solicitante, en virtud de un
Tratado, o, a falta de este, por aplicación del Principio de Reciprocidad, para que sea puesto a disposición
de la autoridad judicial competente y se le enjuicie penalmente, o para que cumpla y se ejecute la pena
impuesta, si se hubiera producido previamente el proceso penal correspondiente [Cfr. Exp. N° 3966-2004-
HC/TC, Enrique José Benavides Morales].
El tratamiento constitucional de la extradición está previsto en el artículo 37.º de la Constitución Política
del Perú de 1993. Allí se establecen ciertos lineamientos generales respecto de dicha institución, a saber:
a) La extradición en el Perú se configura bajo un sistema mixto, en el que intervienen el Poder Ejecutivo y
la Corte Suprema de Justicia.
b) La extradición se ampara en los tratados internacionales y en las normas de ámbito nacional respecto
de aquello no previsto en los tratados. Adicionalmente, es aplicable subsidiariamente el Principio de
Reciprocidad, a falta de tratado.
c) La extradición no se concederá cuando persiga o castigue por motivos de religión, nacionalidad, opinión
o raza, ni tampoco por la comisión de delitos políticos conexos con ellos (lo que excluye el genocidio, el
magnicidio y el terrorismo)". (Exp. 02591-2007-HC FJ 2,3)
Principio de especialidad
8. "Que el artículo 5º, inciso 1 del Código Procesal Constitucional señala que no proceden los procesos
constitucionales cuando “(...) los hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa
al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado”. Al respecto el Tribunal Constitucional
advierte que, esencialmente, el petitorio de la demanda está dirigido a que este Colegiado deje sin efecto
la Nota Diplomática del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica (fojas 36), de
fecha 22 de febrero de 2005, mediante la cual dicho Departamento de Estado dispensa el cumplimiento del
principio de especialidad y, por ende, autoriza al Estado peruano a procesar al demandante por delitos
adicionales tales como el de receptación, posesión ilegal de armas, asociación para delinquir, colusión
ilegal, peculado, encubrimiento real, falsedad genérica en agravio del Estado peruano y de la Caja de
Pensiones Militar y Policial". (Exp. 09240-2005-HC FJ 6)
La conducta obstruccionista dentro del proceso será tomada en cuenta para determinar el plazo
razonable
9. "Antes de determinar si la pretensión resulta fundada, este Colegiado considera pertinente hacer notar,
como ya lo señaló anteriormente [Exp. Nº 3966-3004-HC/TC], que la extradición `(...) es un instituto
jurídico que viabiliza la remisión de un individuo por parte de un Estado, a los órganos jurisdiccionales
competentes de otro, a efectos que sea enjuiciado o cumpla con una condena señalada´. Los Estados
recurren a tales procedimientos en el caso de que un imputado se sustraiga de la acción de la justicia,
ocultándose en un país distinto del suyo. El sustraerse de la acción de la justicia constituye,
evidentemente, una conducta obstruccionista del proceso, tanto más si ello implica salir del territorio del
país, obligando así a las autoridades judiciales a recurrir al procedimiento de extradición. Dicha conducta
debe ser tomada en cuenta al momento de determinar el plazo razonable del proceso y de la detención,
conforme a los criterios expuestos por este Tribunal en la sentencia recaída en el expediente Nº 2915-
2004-HC/TC". (Exp. 01257-2005-HC FJ 1)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Deber de hacer cumplir las leyes en una facultad exclusiva pero no excluyente del Poder
Ejecutivo
14. "Es verdad que la Constitución ha establecido que todos tenemos el deber de respetar, cumplir y defender
la Constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación (artículo 38º), pero es igualmente cierto que la
atribución constitucional de hacer cumplir las leyes es una facultad que la Constitución le ha reservado de
manera exclusiva, pero no excluyente, al Poder Ejecutivo. Por lo que ningún poder del Estado, órgano
constitucional o particular puede afectar esta atribución constitucional". (Exp. 00006-2006-CC FJ 32)
Principio de Legalidad
15. "... el principio de legalidad en el Estado constitucional no significa simple y llanamente la ejecución y el
cumplimiento de lo que establece una ley, sino también, y principalmente, su compatibilidad con el orden
objetivo de principios y valores constitucionales; examen que la administración pública debe realizar
aplicando criterios de razonabilidad, racionalidad y proporcionalidad. Esta forma de concebir el principio de
legalidad se concretiza, por ejemplo, en el artículo III del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento
Administrativo General, cuando señala que la actuación de la administración pública tiene como finalidad
la protección del interés general, pero ello sólo es posible de ser realizado «(...) garantizando los derechos
e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en general»
(énfasis agregado).
De lo contrario, la aplicación de una ley inconstitucional por parte de la administración pública implica
vaciar de contenido el principio de supremacía de la Constitución, así como el de su fuerza normativa,
pues se estaría otorgando primacía al principio de legalidad en detrimento de la supremacía jurídica de la
Constitución, establecido en los artículos 38º, 51º y 201º de la Constitución; lo cual subvierte los
fundamentos mismos del Estado constitucional y democrático". (Exp. 03741-2004-AA FJ 15,16)
DE LA FUNCIÓN PÚBLICA
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La función pública la ejercen los servidores civiles y los servidores que cumplen función militar
y policial
6. “... para la Constitución la función pública que, por tal, se encuentra al servicio de la Nación, la ejercen dos
grandes grupos de servidores estatales, a saber: los servidores civiles y los servidores que cumplen
función militar y policial. En relación a estas últimas, conforme a las normas constitucionales, a los
fundamentos precedentes y al principio democrático, ejercen sus funciones bajo la supremacía del poder
democrático, civil y constitucional... la finalidad esencial del servicio a la Nación radica en prestar los
servicios públicos a los destinatarios de tales deberes, es decir a los ciudadanos, con sujeción a la primacía
de la Constitución, los derechos fundamentales, el principio democrático, los valores derivados de la
Constitución y al poder democrático y civil en el ejercicio de la función pública”. (Exp. 00008-2005-AIFJ
13,14)
2. Los presidentes de los Gobiernos Regionales y los alcaldes provinciales y distritales son las máximas
autoridades dentro de sus circunscripciones.
3. El Alcalde de la Municipalidad Metropolitana de Lima tiene, para todo efecto, la jerarquía que
corresponde a un Presidente de Gobierno Regional.
4. Las autoridades nacionales, regionales y locales deben respetar, bajo responsabilidad, las
precedencias consecuentes de las normas sobre jerarquía establecidas en este artículo.
Artículo 4º.- Régimen de remuneraciones de los altos funcionarios y autoridades del Estado
1. Las remuneraciones de los altos funcionarios y autoridades del Estado señaladas en el artículo 2º se
rigen por las siguientes reglas:
a) El Presidente de la República tiene la más alta remuneración en el servicio de la Nación.
Ésta es fijada por el Consejo de Ministros en un monto superior a la de los Congresistas de
la República y no será mayor a diez URSP. Al concluir su mandato recibe, en forma
vitalicia, una pensión igual a la remuneración de un Congresista de la República en
ejercicio.
b) Los Congresistas de la República, los Ministros de Estado, los miembros del Tribunal
Constitucional y del Consejo Nacional de la Magistratura, los Magistrados Supremos, los
miembros de la Junta de Fiscales Supremos, el Defensor del Pueblo y los miembros del
Jurado Nacional de Elecciones, reciben una remuneración mensual igual, equivalente por
todo concepto a seis URSP.
c) Los Presidentes de los Gobiernos Regionales reciben una remuneración mensual, que es
fijada por el Consejo Regional correspondiente, en proporción a la población electoral de su
circunscripción, hasta un máximo de cinco y media URSP, por todo concepto.
d) El Alcalde de la Municipalidad Metropolitana de Lima recibe una remuneración mensual,
por todo concepto, equivalente a cinco y media URSP.
e) Los Alcaldes provinciales y distritales reciben una remuneración mensual, que es fijada por
el Consejo Municipal correspondiente, en proporción a la población electoral de su
circunscripción hasta un máximo de cuatro y un cuarto URSP, por todo concepto.
2. Los altos funcionarios y autoridades del Estado a que se refiere el artículo 2º de la presente Ley
reciben doce remuneraciones por año y dos gratificaciones en los meses de julio y diciembre, cada
una de las cuales no puede ser mayor a una remuneración mensual.
DISPOSICIONES FINALES
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
a) Se entregan como retribución por asistencia afectiva a los diferentes tipos de sesiones dentro
de la institución, de acuerdo a los términos que fija una resolución del Titular del Pliego.
b) No están afectas a descuentos de carácter provisional.
c) Están sujetas al pago del Impuesto a la Renta.
Segunda. Regulación sobre precedencias para actos y ceremonias oficiales del Estado
1. Derógase el Decreto Supremo Nº 090-2003-RE, del 24 de julio de 2003.
2. Dentro de los treinta (30) días posteriores a la vigencia de la presente Ley, el Poder Ejecutivo debe
dictar un decreto supremo que adecue las normas sobre precedencias para actos y ceremonias
oficiales del Estado a lo establecido por la presente Ley.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El derecho al acceso a la función pública debe ser cumpliendo con los requisitos determinados
en la ley
4. "En cuanto al acceso a la función pública, cabe señalar que el contenido de este derecho no comprende
ingresar sin más al ejercicio de la función pública. El Tribunal Constitucional alemán ha dicho al respecto
que este derecho “no garantiza una pretensión a ser admitido en una función pública”. Él garantiza la
participación en la función pública, pero de conformidad con los requisitos que el legislador ha
determinado, requisitos cuya validez está condicionada a su constitucionalidad.
El ejercicio de una función pública está condicionado a los requisitos que el legislador ha establecido. Se
trata, como señala el Tribunal Constitucional alemán, de que el acceso a la función pública “puede ser
restringido en especial por requisitos subjetivos de admisión, cuyo cumplimiento depende de la capacidad
laboral de la persona del aspirante, y por requisitos objetivos de admisión, los cuales, prescindiendo de la
capacidad laboral del postulante, aparecen necesarios por razones obligatorias de interés público
(Gemeinwohl).”Tal restricción, empero, habrá de respetar los derechos fundamentales.
Cabe señalar que el acceso a la función pública no representativa está regido por el principio de acceso por
mérito a través de oposición. En el Estado Constitucional de derecho, tal como se halla configurado el
Estado peruano, es el principio basilar que ha de regir la regulación de las condiciones de acceso a la
función pública.
A este respecto, resulta pertinente citar el artículo 6º de la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano de Francia, de agosto de 1789, según el cual: “(…) Todos los ciudadanos (…) son igualmente
admisibles a toda dignidad, cargo o empleo público, según su capacidad y sin otra distinción que aquella
de sus virtudes y de sus talentos”.
Según esto, desde los albores del derecho de acceso a la función pública, ha sido un principio
consustancial a este derecho, diríase un límite inmanente o interno, que el mérito es el único criterio
selectivo para acceder a la función pública. El Consejo Constitucional francés, interpretando esta
disposición, ha sostenido “(...) que se deriva de estas disposiciones, (…), en primer lugar, que no se
tengan en cuenta sino capacidades, virtudes y talentos; en segundo lugar, que las capacidades, virtudes y
talentos así tomados en cuenta estén en relación con las funciones (…)”. Esto sin perjuicio de “tener en
cuenta tanto la variedad de los méritos a tomar en consideración como los de la necesidad del servicio
público”.
La Ley Fundamental alemana de 1949 establece en su artículo 33, numeral 2: “Todo alemán tiene igual
acceso a toda función pública según su aptitud, capacidad y competencia profesional”.
El Tribunal Constitucional alemán ha interpretado esta norma en el sentido que ella “(...) vincula la
admisión de los postulantes a una función pública a exigencias especiales de aptitud y exige su igual
tratamiento. Idóneo en el sentido del art. 33, párrafo 2, es sólo quien está preparado a la función pública
en condiciones físicas, psíquicas y de carácter. Pertenecen a ellas la capacidad y la disposición interna a
efectuar las funciones administrativas conforme a los principios de la Constitución, en especial garantizar
los derechos de libertad del ciudadano y observar las reglas del Estado de Derecho (…)”.
En resumen, el derecho de acceso a la función pública tiene como principio consustancial el principio de
mérito, el cual vincula plenamente al Estado y toda entidad pública en general. Esto significa que este
principio vincula positivamente al legislador a que la regulación sobre el acceso a toda función pública
observe irrestrictamente el principio basilar del acceso por mérito; asimismo, que toda actuación de la
administración del Estado y de toda entidad pública, en general, observe tal principio en todos sus actos
en relación al acceso a la función pública de las personas". (Exp. 00025-2005-AIFJ de 46 a 50)
Conflictos jurídicos derivados de la legislación laboral pública se solucionan por medio del
proceso contencioso administrativo
7. ... Con relación a los trabajadores sujetos al régimen laboral público, se debe considerar que el Estado es
el único empleador en las diversas entidades de la Administración Pública. Por ello, el artículo 4º literal 6)
de la Ley N.º 27584, que regula el proceso contencioso administrativo, dispone que las actuaciones
administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la administración pública son impugnables a
través del proceso contencioso administrativo. Consecuentemente, el Tribunal Constitucional estima que la
vía normal para resolver las pretensiones individuales por conflictos jurídicos derivados de la aplicación de
la legislación laboral pública es el proceso contencioso administrativo, dado que permite la reposición del
trabajador despedido y prevé la concesión de medidas cautelares.
En efecto, si en virtud de la legislación laboral pública (Decreto Legislativo Nº 276, Ley Nº 24041 y
regímenes especiales de servidores públicos sujetos a la carrera administrativa) y del proceso contencioso
administrativo es posible la reposición, entonces las consecuencias que se deriven de los despidos de los
servidores públicos o del personal que sin tener tal condición labora para el sector público (Ley Nº 24041),
deberán dilucidarse en la vía contenciosa administrativa por ser la idónea, adecuada e igualmente
satisfactoria, en relación al proceso de amparo, para resolver las controversias laborales públicas.
Lo mismo sucederá con las pretensiones por conflictos jurídicos individuales respecto a las actuaciones
administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la administración pública y que se derivan de
derechos reconocidos por la ley, tales como nombramientos, impugnación de adjudicación de plazas,
desplazamientos, reasignaciones o rotaciones, cuestionamientos relativos a remuneraciones,
bonificaciones, subsidios y gratificaciones, permisos, licencias, ascensos, promociones, impugnación de
procesos administrativos disciplinarios, sanciones administrativas, ceses por límite de edad, excedencia,
reincorporaciones, rehabilitaciones, compensación por tiempo de servicios y cuestionamiento de la
actuación de la administración con motivo de la Ley Nº 27803, entre otros.
Por tanto, conforme al artículo 5°, inciso 2° del Código Procesal Constitucional, las demandas de amparo
que soliciten la reposición de los despidos producidos bajo el régimen de la legislación laboral pública y de
las materias mencionadas en el párrafo precedente deberán ser declaradas improcedentes, puesto que la
vía igualmente satisfactoria para ventilar este tipo de pretensiones es la contencioso administrativa. Sólo
en defecto de tal posibilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte
del demandante de que la vía contenciosa administrativa no es la idónea, procederá el amparo.
Igualmente, el proceso de amparo será la vía idónea para los casos relativos a despidos de servidores
públicos cuya causa sea: su afiliación sindical o cargo sindical, por discriminación, en el caso de las
mujeres por su maternidad, y por la condición de impedido físico o mental conforme a los fundamentos 10
a 15 supra”. (Exp. 00206-2005-AA FJ 21,22,23,24)
Servidor público de confianza puede ser removido según el criterio discrecional del designante
8. Cabe puntualizar que el artículo 40° de la Constitución establece que quienes desempeñan un cargo de
confianza en la Administración Pública, no están comprendidos en la carrera administrativa; de lo que se
infiere que ese status especial permite que el servidor público de confianza pueda ser removido del cargo
según el criterio discrecional del designante y en atención a los fines del servicio para el que se es
requerido; en consecuencia, no habiéndose acreditado la vulneración del derecho invocado, carece de
sustento la demanda”. (Exp. 04147-2004-AA FJ 4)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2175, 2176, 2177, 2179, 2182, 2183 y 2185 a 2193.
Declaración jurada de bienes y rentas como medio eficaz de la lucha contra la corrupción
4. “Una ponderación no menos equilibrada se requiere en un asunto en el que, como en el presente caso, se
encuentra directamente involucrada la eficacia de la lucha anticorrupción prevista por el Estado peruano
como su principal objetivo en el diseño de la política criminal de los últimos 5 años.
No sólo por una cuestión de connotación sociológica, sino porque, en el plano normativo-constitucional, tal
como ocurre con el terrorismo, el tráfico ilícito de drogas, el espionaje, la traición a la patria y el genocidio,
el Constituyente ha advertido la dimensión particularmente disvaliosa de los actos de corrupción, por la
magnitud de daño que provocan al cuadro material de valores reconocido por la Constitución.
Es así que, como una medida preventiva, ha considerado en el artículo 41º de la Constitución que ‘Los
funcionarios y servidores públicos que señala la ley o que administran o manejan fondos del Estado o de
organismos sostenidos por éste deben hacer una declaración jurada de bienes y rentas al tomar posesión
de sus cargos, durante su ejercicio y al cesar en los mismos. La respectiva publicación se realiza en el
diario oficial en la forma y condiciones que señala la ley’.
E incluso hace alusión a una de las concretas manifestaciones de los delitos de corrupción y a reglas
específicas a aplicarse en el procesamiento de delitos de dicha índole: ‘Cuando se presume
enriquecimiento ilícito, el Fiscal de la Nación, por denuncia de terceros o de oficio, formula cargos ante el
Poder Judicial. La ley establece la responsabilidad de los funcionarios y servidores públicos, así como el
plazo para su inhabilitación para la función pública. El plazo de prescripción se duplica en caso de delitos
cometidos contra el patrimonio del Estado’”. (Exp. 00019-2005-AIFJ 59)
Criminalidad gubernativa
6. “... la ‘criminalidad gubernativa’, si bien no constituye una categoría técnico-jurídica, sí posee rasgos
propios, pues está integrado por varios tipos delictivos, y resulta legítimo como criterio de racionalización y
sub-especialización procesal penal, en la medida que ellos son cometidos por personas que, por razón del
cargo, disfrutan de una especial capacidad de información e influencia.
Comprende, como es obvio, no sólo a los titulares de cargos públicos directamente elegidos o investidos
por un órgano representativo, sino también a los titulares de cargos públicos nombrados por estos últimos
y funcionarios de confianza, así como a los particulares que se coludan con aquellos.
Esta configuración particular de la criminalidad gubernativa se manifiesta, entre otros aspectos, en la
complejidad que supone su investigación judicial. De ahí que, en el caso de autos, la sub-especialización
de los jueces penales se haya visto complementada por la autorización para contratar personal auxiliar,
por la prestación de apoyo técnico y financiero así como por la adopción de medidas de protección de los
jueces competentes y de medidas especiales para la custodia de los medios probatorios, como se precisa
en el último de los artículos de la resolución administrativa antes citada...”. (Exp. 01076-2003-HCFJ 8)
Derechos laborales de los servidores públicos
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Impedimento del ejercicio del derecho de sindicación, negociación colectiva y huelga por parte
de los funcionarios de confianza u con poder de decisión
4. “... el artículo 42° de la Constitución Política del Estado de 1993 establece que el Estado reconoce el
derecho de sindicación, negociación colectiva y huelga de los servidores públicos, no siendo aplicable esta
disposición a los funcionarios del Estado con poder de decisión o que desempeñan cargos de confianza o
de dirección...”. (Exp. 00105-1998-AA FJ 2)
TÍTULO II
DEL ESTADO Y LA NACIÓN
CAPÍTULO I
DEL ESTADO, LA NACIÓN Y EL TERRITORIO
43º. La
Forma de Gobierno
República del Perú es democrática, social,
independiente y soberana.
Unidad e indivisibilidad del Estado El Estado es uno e indivisible.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Principio de división de poderes debe ser entendido como un equilibrio entre ellos y no como
una separación férrea
4. "Como este Colegiado ha señalado, “es un lugar común reconocer, dentro de la teoría constitucional, que
el principio de la división de poderes (reconocido en el tercer párrafo del artículo 43° de la Constitución) no
se condice más con una tesis monovalente de las funciones correspondientes a cada uno de los poderes
del Estado, según la cual, a cada uno de ellos corresponde una función específica no susceptible de ser
ejercida por los demás, bajo cargo de quebrantar el principio de independencia y autonomía de los poderes
estaduales que sirve de garantía contra la instauración del Estado absoluto.
En efecto, hoy se reconoce que esta garantía no supone una férrea impenetrabilidad entre los poderes
estatales, sino un equilibrio entre los mismos, expresado en la mutua fiscalización y colaboración. De ahí
que el ejercicio de la función legislativa (por antonomasia, parlamentaria) por parte del ejecutivo, no sea,
per se, contraria al Estado social y democrático de derecho, siempre que sea llevada a cabo conforme con
las reglas que, para dicho efecto, contemple la propia Carta Fundamental” (Expediente N°0008-2003-
AI/TC, fundamento 57). Así, tratándose de la impugnación de normas con rango legal expedidas por el
Ejecutivo, además de la evaluación de su constitucionalidad sustancial, esto es, de su compatibilidad con
los requisitos de orden material exigidos por la Ley Fundamental, resulta de particular relevancia la
evaluación de su constitucionalidad formal; es decir, de su adecuación a los criterios de índole
procedimental establecidos en la propia Constitución.
En el caso de los decretos de urgencia, los requisitos formales son tanto previos como posteriores a su
promulgación. Así, el requisito ex ante está constituido por el refrendo del Presidente del Consejo de
Ministros (inciso 3 del artículo 123° de la Constitución), mientras que el requisito ex post lo constituye la
obligación del Ejecutivo de dar cuenta al Congreso de la República, de acuerdo con lo previsto por el inciso
19 del artículo 118° de la Constitución, en concordancia con el procedimiento contralor a cargo del
Parlamento, contemplado en la norma de desarrollo constitucional contenida en el artículo 91° del
Reglamento del Congreso". (Exp. 00028-2010-AIFJ 2,3)
Principio de proporcionalidad
12. "... el principio de proporcionalidad también encuentra sustento en el numeral 43º de la Constitución, que
define al Estado peruano como Social y Democrático de Derecho, así como en el valor justicia, pues en la
medida que dicho principio se deriva de la cláusula del Estado de Derecho, él no sólo comporta una
garantía de seguridad jurídica, sino también concretas exigencias de justicia material". (Exp. 02250-2007-
AA FJ 47)
Los principios del Estado de derecho dotan de mayor efectividad al Estado Social y Democrático
de Derecho
18. "Conforme lo ha señalado este Colegiado, el Estado Social y Democrático de Derecho no obvia los
principios y derechos básicos del Estado de Derecho, tales como la libertad, la seguridad, la propiedad
privada y la igualdad ante la Ley; antes bien, pretende conseguir su mayor efectividad, dotándolos de una
base y un contenido material, a partir del supuesto de que individuo y sociedad no son categorías aisladas
y contradictorias, sino dos términos en implicación recíproca. En otras palabras, los redimensiona,
otorgándoles, a su vez, un contenido “social”.
Justamente, es bajo el marco del Estado Social y Democrático de Derecho donde se configuran los fines de
nuestro régimen económico en tanto economía social de mercado. De esta manera, el carácter “social” del
régimen determina que el Estado no pueda permanecer indiferente ante las actividades económicas de los
particulares, lo que, por cierto, en modo alguno supone la posibilidad de interferir de manera arbitraria e
injustificadamente en el ámbito de libertad reservado a los agentes económicos.
Y es que en una economía social de mercado, tanto los particulares como el Estado asumen deberes
específicos; en el primer caso, el deber de ejercitar las referidas libertades económicas con responsabilidad
social, mientras que, en el segundo, el deber de ejercer un rol vigilante, garantista y corrector, ante las
deficiencias y fallos del mercado, y la actuación de los particulares". (Exp. 01963-2006-AA FJ de 4 a 6)
Principio de separación del poder debe entenderse como control y balance entre los poderes del
Estado
20. "Uno de esos principios constitucionales que el Poder Judicial debe respetar, como todo Poder del Estado y
todo órgano constitucional, es el de separación del poder, reconocido en el artículo 43° de la Constitución.
Este principio no debe ser entendido en su concepción clásica, esto es, en el sentido que establece una
separación tajante y sin relaciones entre los distintos poderes del Estado; por el contrario, exige que se le
conciba, por un lado, como control y balance entre los poderes del Estado –checks and balances of
powers– y, por otro, como coordinación y cooperación entre ellos. Esto explica el hecho de que si bien la
Constitución establece que ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano
jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones (artículo 138º inciso 2), dimana de ella también
la prescripción de que el Poder Judicial no ha de turbar, ilegítimamente, el ejercicio de las atribuciones de
otros poderes del Estado". (Exp. 00006-2006-CC FJ 15)
TRATADOS INTERNACIONALES
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 28.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.1.
ANTECEDENTES
Limitar y controlar el ejercicio arbitrario del poder es la esencia del Estado Constitucional
10. "... sin perjuicio de que el petitum devenga en improcedente, este Colegiado no comparte lo esgrimido por
la administración en el sentido de que la discrecionalidad con la que ejerce la facultad de fiscalización de
acuerdo con la disposición legal vigente al momento de los hechos, está permitida siempre que la deuda
no se encuentre prescrita según el artículo 43º del Código Tributario.
Evidentemente, tal facultad no puede ser ejercida de manera irrazonable desconociendo principios y
valores constitucionales, ni al margen del respeto de los derechos fundamentales de los contribuyentes,
pues se negaría la esencia propia del Estado Constitucional, que se caracteriza, precisamente, por limitar y
controlar el ejercicio arbitrario del poder del Estado". (Exp. 00081-2008-AA FJ 7)
Estado debe emplear los medios legítimos y razonables para promover el bienestar general del
pueblo
16. “En la medida que la protección del medio ambiente constituye una preocupación principal de las actuales
sociedades, se impone la necesidad de implementar fórmulas que permitan la conciliación del paradigma
del desarrollo con la necesaria conservación de los recursos y elementos ambientales que se
interrelacionan con el entorno natural y urbano. Se busca con ello preterir formas de desarrollo
irrazonable, que en sí mismo es destructivo y no sostenible para el beneficio de las generaciones presentes
y futuras. Ello exige que el Estado -a través de la Administración como gestora pública- asuma el deber
que le impone la Constitución en su artículo 44°, consistente en “promover el bienestar general que se
fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación”; para la consecución de
dicho fin debe emplear todos los medios legítimos y razonables que se encuentren a su alcance, limitando,
condicionando, regulando, fiscalizando y sancionando las actividades de los particulares hasta donde tenga
competencias para ello, sea que éstas se realicen de forma independiente o asociada”. (Exp. 00048-2004-
AIFJ 38)
Estado está dotado del poder para asegurar la soberanía nacional, vigencia de los derechos
humanos, la seguridad de su población y su bienestar general
20. “... El artículo 44° de la Constitución establece como deberes primordiales del Estado la defensa de la
soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, la protección de la población
ante amenazas contra su seguridad y la promoción del bienestar general fundamentado en la justicia y en
el desarrollo integral y equilibrado de la nación. Para el cumplimiento de tales deberes, el Estado se
encuentra dotado de poder, el que, por su propia naturaleza, es uno solo, y cuyo ejercicio se manifiesta a
través de las distintas actividades que realiza. En un Estado constitucional de derecho, como se precia de
serlo el nuestro, la fuente de dicho poder se encuentra en el pueblo que lo legitima, y emana de la
Constitución...”. (Exp. 01363-2002-AA FJ 1)
Poder del Estado
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Legitimidad de los poderes y las competencias del Estado residen en la voluntad general del
pueblo
7. "Desde que se comprendió que el fundamento y la legitimidad de las competencias y los poderes del
Estado residen en la voluntad general del pueblo, se suscitaron inconvenientes de significativa relevancia
al momento de sustentar y configurar el modo en el que debía manifestarse y articularse el principio
democrático al interior del Estado.
Fue el propio Rousseau quien, en su Contrato Social, sostuvo —bajo la premisa de que la soberanía del
pueblo no podía ser representada (convencido de que ello devendría en su pérdida y la consecuente
sumisión popular a la voluntad de los representantes)— que, dada la diversidad de condiciones necesarias
para conseguirla, jamás existiría una verdadera democracia. Incluso hoy se acepta que dada la
complejidad del Estado moderno, es imposible que éste pueda desenvolverse, exclusivamente, a través de
mecanismos de democracia directa. Considerar que en las sociedades modernas los ciudadanos tienen la
capacidad de deliberar y decidir sobre la cosa pública, sin la participación de intermediarios elegidos para
tal efecto, es simple ficción.
Sin embargo, es la teoría de la representación (ordinaria y extraordinaria) de Sieyés, expuesta en su obra
¿Qué es el Tercer Estado?, la que concede posibilidad de materialización práctica al principio democrático,
bajo la figura de un concepto ideal de Nación, del sufragio (restringido) y de unos representantes que no
son la traducción específica de la voluntad de los representados, sino que expresan la voluntad política
ideal de la Nación.
Descartada la posibilidad de que una sociedad se rija de una vez y para siempre en base a la
manifestación directa de su voluntad para la adopción de todas las decisiones que le atañen, es la
democracia representativa el principio que articula la relación entre gobernantes y gobernados, entre
representantes y representados. Ella rige nuestro Estado social y democrático de derecho, encontrándose
reconocida en el artículo 45º de la Constitución, en cuanto señala que `El poder del Estado emana del
pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes
establecen (...)’.
Consiguientemente, la Norma Fundamental es la combinación de dos principios mutuamente
dependientes: el principio político de soberanía popular y el principio jurídico de supremacía
constitucional". (Exp. 00030-2005-AIFJ 4,5)
Quienes ejercen el poder del Estado lo hacen bajo los límites impuestos por el Ordenamiento
jurídico y la Constitución
11. “Por ello, los alcances de la obediencia debida, dentro del marco de la Constitución, supone, ante todo,
reconocer que, bajo los principios de supremacía constitucional y de Estado social y democrático de
derecho, quienes ejercen el poder del Estado ‘lo hacen con las limitaciones y responsabilidades que la
Constitución y las leyes establecen’ (artículo 45º de la Constitución).
Este es el motivo por el cual no cabe aceptar la existencia de deberes que resulten manifiestamente
contrarios a los derechos fundamentales o, en general, a los fines constitucionalmente legítimos
perseguidos por el ordenamiento jurídico. Por consiguiente, tanto quien exige el cumplimiento de una
orden ilícita, como quien la acata, quebrantan el ordenamiento jurídico, en mayor o menor gravedad, y en
proporción directa a la relevancia del bien jurídico mellado a consecuencia de la ejecución del acto”. (Exp.
02446-2003-AA FJ 10)
Gobierno usurpador
46º.Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador,
Gobierno usurpador
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Procuradores públicos
47º. La defensa de los intereses del Estado está a
Defensa Judicial del Estado
Exoneración del pago de gastos
judiciales
cargo de los Procuradores Públicos conforme a ley. El
Estado está exonerado del pago de gastos judiciales.
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 48.1.a.
ANTECEDENTES
La exoneración de los “gastos judiciales” del Estado, no implican a su vez, a los costas y costos
del proceso
1. "Que el artículo 47° de la Constitución Política del Perú establece que “La defensa de los intereses del
Estado está a cargo de los Procuradores Públicos conforme a ley. El Estado está exonerado del pago de
gastos judiciales”. Asimismo este Colegiado en reiterada jurisprudencia ha señalado que “(...) si bien el
artículo 47° de la Constitución Política indica expresamente que el Estado está exonerado del pago de
“gastos judiciales”, ello no implica que éstos comprendan, a su vez, a los costas y costos del proceso, pues
en dicho artículo no se especifica cuál es el contenido de dicho concepto, por lo que debe entenderse que
cuando dicha disposición se refiere a los “gastos judiciales” se está haciendo alusión a lo que el Código
Procesal Civil denomina costas, ya que en su artículo 410° indica expresamente que las costas están
constituidas por los “gastos judiciales” realizados en el proceso (…)” [00971-2005-PA/TC y 07175-2005-
PA/TC].
Que entonces se aprecia dentro de los sentidos interpretativos (o normas propiamente dichas) que se
desprenden.
Idiomas oficiales
Idiomas oficiales
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2230, 2231, 2233, 2283, 2240 a 2242, 2245, 2248 y 2249 a 2253.
Capital de la República
49º. La capital de la República del Perú es la ciudad
Capital de la República
Capital histórica
de Lima. Su capital histórica es la ciudad del Cusco.
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El Estado Presta colaboración a la iglesia católica sin perjuicio del respeto por otras confesiones
3. "Nuestra Constitución, como ya se ha señalado, reconoce a la Iglesia Católica como un elemento
importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, prestándole incluso su colaboración. A este
respecto y aunque una posición como la asumida por el ordenamiento puede, en efecto, sugerir una suerte
de tratamiento preferente en favor de la religión católica y de quienes comulgan con ella, tal postura no
significa ni tampoco debe entenderse como que dicho tratamiento pueda sobreponerse o incluso invadir la
esfera de otras creencias o maneras de pensar, pues de ser así, no tendría sentido que la misma norma
fundamental se esfuerce en proclamar una libertad con toda firmeza para luego neutralizarla o
simplemente vaciarla de contenido. Evidentemente colaborar significa que el Estado procure facilitar
condiciones para que la religión católica se fomente como un modo particular de concebir teológicamente
el mundo, pero colaborar no supone imponer, ni tampoco ni mucho menos desconocer otras formas de
pensar, religiosas o no, pues ello supondría que los derechos se determinan o se justifican únicamente a
partir de las convicciones o raciocinios propios de la fe católica.
La referencia a que la Iglesia Católica es un elemento importante en la formación histórica, cultural y
moral del Perú puede, sin duda, ser tomada como un indicativo de concepción ontológica de nuestro
Estado, pero tampoco significa que la moral colectiva o individual de las personas o su propio sentido de
autodeterminación dependa de acatar o no los mandatos de la fe católica. Se trata, en otras palabras, de
un reconocimiento especial que hace el Estado en tanto la misma ha coadyuvado a la realización de los
propios valores que nuestra Constitución Histórica ha venido proclamando. Sin embargo, de allí a pensar
que las convicciones católicas deben determinar el comportamiento de las personas, como incluso, el de
las autoridades, obligando a que las funciones o competencias tengan que subordinarse a los postulados
de dicha fe, resulta, a todas luces, ilegítimo en un Estado donde el pluralismo de creencias religiosas
constituye un componente esencial derivado, tanto del principio de primacía de la persona humana como
del sustento democrático. Este Colegiado, por consiguiente, considera que por más arraigadas que
resulten ciertas costumbres religiosas en nuestra colectividad y que esta última resulte mayoritariamente
católica, ello no significa que las mismas deban irradiarse a todos los sectores del ordenamiento jurídico
condicionando desmesuradamente libertades y derechos.
Sin perjuicio de que las mismas sean mantenidas o legítimamente respetadas y sin que ello suponga negar
la indudable incidencia de la fe católica en nuestra historia, hay que saber respetar el derecho de quienes
no comparten dicha fe y, por tanto, garantizar la plena autodeterminación de cada persona según sus
propias convicciones. No en vano, y como enfatiza la propia norma fundamental, el reconocimiento y la
colaboración a la Iglesia Católica es sin perjuicio del respeto por otras confesiones y sin la negación de
vínculos o formulas de apoyo en torno a ellas". (Exp. 05680-2009-AA FJ 20,21)
El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ellas
4. "Conforme a lo prescrito en el artículo 50º de nuestra Norma Fundamental: “Dentro de un régimen de
independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la
formación histórica, cultural y moral del Perú, y le presta su colaboración”; puntualizándose asimismo que
“El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ellas”.
Se aprecia del dispositivo citado que, a diferencia de lo que sucede en algunos otros modelos
constitucionales en los que puede observarse la presencia de Estados confesionales sustentados en una
determinada religión, el modelo peruano no opta por dicha variante, sino que nuestro Estado se encuentra
formalmente separado de toda confesión religiosa, y lo por tanto, no proclama como oficial religión alguna,
consagrando, en el citado artículo 50º de la Constitución, el principio de laicidad del Estado, conforme al
cual el Estado declara su “independencia y autonomía” respecto de la Iglesia católica o cualquier otra
confesión religiosa. Se trata, por consiguiente, de un Estado típicamente laico o aconfesional, en el que si
bien se proclama y garantiza la libertad religiosa, no se asume postura a favor de ninguna confesión en
particular.
Según el principio de laicidad, el Estado se autodefine como laico o ente radicalmente incompetente ante
la fe y la práctica religiosa, no correspondiéndole ni coaccionar ni siquiera concurrir, como un sujeto más,
con la fe religiosa de los ciudadanos.
Mientras el Estado no coaccione ni concurra con la fe y la práctica religiosa de las personas y de las
confesiones, por mucha actividad de reconocimiento, tutela y promoción del factor religioso que desarrolle,
se comportará siempre como Estado laico.
Lo que sí es importante matizar, y el modelo constitucional se esfuerza en hacerlo, es que aunque no
existe adhesión alguna respecto de ningún credo religioso en particular, nuestro Estado reconoce a la
Iglesia Católica como parte integrante en su proceso de formación histórica, cultural y moral.
Interrogarse en torno del por qué de tal proclama no es, por otra parte, intrascendente, habida cuenta de
que desde los inicios de nuestra vida republicana (e incluso antes) la religión católica ha sido decisiva en el
proceso de construcción de muchos de nuestros valores como sociedad. Sólo así se explica que buena
parte de nuestra Constitución Histórica coincida con referentes notablemente desarrollados por el
pensamiento católico (como ocurre con la dignidad, por ejemplo).
Que exista un reconocimiento expreso en torno a la importancia indudable que ha tenido la religión
católica en el desarrollo de nuestras tradiciones como nación no impide, sin embargo, que desde el Estado
se proclame el pluralismo religioso, pues, como ya se ha señalado, nuestro modelo constitucional ha
optado por la aconfesionalidad, lo que supone no sólo una postura neutral sino, y por sobre todo,
garantías en igualdad de condiciones para todas las confesiones religiosas y para quienes comulguen con
ellas.
Ahora bien, esta radical incompetencia del Estado ante la fe no significa que, con la excusa de la laicidad,
pueda adoptar una actitud agnóstica o atea o refugiarse en una pasividad o indiferentismo respecto del
factor religioso, pues, en tal caso, abandonaría su incompetencia ante la fe y la práctica religiosa que le
impone definirse como Estado laico, para convertirse en una suerte de Estado confesional no religioso. Así,
tanto puede afectar a la libertad religiosa un Estado confesional como un Estado “laicista”, hostil a lo
religioso". (Exp. 06111-2009-AA FJ de 23 a 28)
El estado no está facultado para establecer prohibiciones a conductas no compatibles con los
dogmas y ritos católicos
5. Dentro de un Estado a confesional la relación entre el cuerpo político y las iglesias surgidas del
reconocimiento al pluralismo religioso se rige por el principio de incompetencia recíproca; vale decir que,
de un lado, el Estado reconoce la existencia de ‘espacios’ en la vida de las personas en los que le está
vedado regular y actuar. De manera concordante, las Iglesias aceptan como valladar ético y jurídico la
intervención institucional en asuntos propiamente estatales.
Al respecto, Robert Audi [Trad: La separación de la Iglesia y el Estado y las obligaciones de los
ciudadanos. En: Filosofía y Asuntos Públicos. EEUU: 1989 Volumen 18 N3, págs. 259 y s.s.] sostiene que
en esos Estados existe la denominada separación institucional, según la cual el cuerpo político no debe
interferir en las cuestiones religiosas e, idénticamente, las Iglesias u otras instituciones de la misma
naturaleza no deben interferir en cuestiones políticas.
En el mismo rango de ideas, Jorge De Estelson y Pedro J. Gonzales Trevijano [Curso de Derecho
Constitucional Español. Madrid: Rumograf, 1993 Tomo II, pág. 56] definen al Estado a confesional como
aquél ‘en donde no existe una religión oficial y que permite la existencia de varias, pero en el que se
reconoce la especial colaboración del Estado con uno de ellas, que es la preponderante’.
En dicha modalidad estadual queda asignada la atribución personal de alcanzar como finalidad sustancial,
según las propias convicciones de conciencia –aceptando o negando la existencia de un Dios-, la plenitud
espiritual incondicionada. Por ende, se niega al poder político la facultad de afirmar una verdad teológica,
aunque éste puede reconocer el papel histórico, social o cultural desempeñado por una Iglesia, Confesión o
Comunidad religiosa en favor de la institucionalización y desarrollo de dicha sociedad política... Empero, no
puede soslayarse que la religión católica ha sido y es la fe tradicional del pueblo peruano –la cual por
varias razones se articula a nuestro concepto mismo de nación– y ha determinado que el artículo 50° de la
Constitución establezca, como un reconocimiento a su raigambre institucional, que ‘Dentro de un régimen
de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la
formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración’.
Tal colaboración se formalizó a través del Concordato con la Santa Sede de 1980, en él se establece un
régimen especial que rige las subvenciones para personas, obras y servicios de la Iglesia, amén de las
exoneraciones, beneficios y franquicias tributarias; la plena libertad para el establecimiento de centros
educativos bajo administración eclesial; la asignatura de religión como materia ordinaria en el currículo
escolar, entre otros acuerdos. Asimismo, establece, entre otros formas de colaboración, el compromiso de
prestación religiosa para el personal católico de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional a través de un
vicario castrense, y de servicios religiosos para los fieles de dicha confesión internados en centros
hospitalarios, tutelares y penitenciarios del Estado.
No obstante, el deber de colaboración estatal a favor de la Iglesia Católica como reconocimiento del
importantísimo papel que tuvo en la formación histórica, cultural y moral del país, no supone que se
permita la invasión a la esfera de otras creencias o maneras de pensar, pues de ser así no tendría sentido
que la propia Constitución proclame una libertad que luego se esforzaría en neutralizar.
Este Colegiado considera que, aun cuando existiesen costumbres religiosas arraigadas en nuestra
colectividad, ello no significa que el Estado, en sentido lato, esté facultado para establecer prohibiciones a
conductas no compatibles con los dogmas y ritos católicos; claro está, siempre que tales comportamientos
no ofendan a la moral pública ni transgredan el orden público”. (Exp. 03283-2003-AA FJ de 22 a 25)
Supremacía de la
Constitución
Jerarquía normativa
Publicidad de las normas
norma legal; la ley, sobre las normas de inferior
51º. La Constitución jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es
prevalece sobre toda esencial para la vigencia de toda norma del Estado.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Por lo que se refiere propiamente al Tratado de Libre Comercio entre Perú-China, a su vez, el Tribunal
observa que, con fecha 19 de septiembre de 2011, se publicó en el diario oficial El Peruano el texto del
referido tratado. A juicio del Tribunal, dicha publicación levanta el cuestionamiento denunciado en la
demanda. Especialmente, el déficit que desde el punto de vista del principio de publicidad existía por el
hecho de que el TLC Perú-China únicamente se encontrara publicado en el portal electrónico del Ministerio
de Comercio Exterior y Turismo. Y es que si bien del principio de publicidad de las normas, ex artículo 51
de la Constitución, no se sigue necesariamente que todas las normas de carácter estatal tengan que ser
publicadas necesariamente en el diario oficial El Peruano [cfr. artículo 44 de la Ley N° 27972, Orgánica de
Municipalidades; artículo 42 in fine de la Ley N° 27867, Orgánica de Gobiernos Regionales], sí es
obligatoria dicha publicación en el diario oficial, en lo que aquí nos interesa, para el caso de todas aquellas
fuentes formales del derecho que, como la ley [art. 109 de la CP] o el decreto legislativo [artículo 104 CP]
por ejemplo, tengan un ámbito de aplicación en todo el territorio nacional". (Exp. 00021-2010-AI FJ 15)
Principio de publicidad
4. "... si bien es cierto la Constitución Política no requiere que todas las normas sean publicadas en el diario
oficial El Peruano, el principio de publicidad, recogido en el artículo 51º de la Carta Magna, establece que
para la vigencia de la norma y, con ello, para que se legitime su exigibilidad, aun cuando estas puedan
tener un ámbito de aplicación particular sean conocidas por los sujetos-administrados en cuya esfera se
realizan y ejecutan. Que, en este sentido correspondería a la Administración demostrar que se ha cumplido
con el deber de publicidad en el presente caso, pues de lo contrario se podría estar poniendo al recurrente
en la situación imposible de tener que acreditar la realización de un hecho, en un momento determinado,
lo que no está a su disposición sino de la Administración, constituyendo tal hecho un eventual problema de
prueba diabólica, que tiene relación directa con el contenido constitucionalmente protegido del derecho a
la igualdad de armas en el proceso y, ciertamente, con el derecho a la prueba, en la medida que el
impedimento o la imposibilidad de una persona de ofrecer un medio probatorio que acredite un hecho por
causa de la otra parte o del juez pueda significar una afectación de ese derecho fundamental". (Exp.
04558-2008-AA FJ 9)
Jerarquía normativa
6. "El criterio de jerarquía (lex superior derogat legi inferiori) se encuentra reconocido en el artículo 51° de la
Constitución Política, el mismo que dispone que “[la] Constitución prevalece sobre toda norma de rango
legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente (...)”. Este artículo afirma los
principios de supremacía constitucional que supone una normatividad supra –la Constitución- encargada
de consignar la regulación normativa básica de la cual emana la validez de todo el ordenamiento legal de
la sociedad política". (Exp. 06403-2006-AA FJ 12)
La categoría normativa de leyes comprende a las leyes ordinarias y a las leyes orgánicas
11. "... la inexistencia de una relación jerárquica entre las leyes orgánicas y las leyes ordinarias, surge de una
interpretación sistemática del artículo 51º de la Norma Fundamental que consagra el principio de jerarquía
normativa y supremacía normativa de la Constitución, y que sitúa a la ley (sin distinción) en el segundo
rango del sistema normativo nacional, después de la Constitución; con el artículo 200° 4 de la Constitución
que establece las normas que, en el sistema de fuentes normativas diseñado por ella, tienen rango de ley
(leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del Congreso, normas regionales
de carácter general y ordenanzas); y con el artículo 102º 1, en cuanto dispone que es atribución del
Congreso de la República dictar las leyes.
Por tanto, conforme al sistema de fuentes diseñado por la Constitución en sus artículos 51°, 102° 1, 106°
y 200° 4, y en sentido contrario a lo sostenido por los demandantes, la categoría normativa de leyes
comprende a las leyes ordinarias y a las leyes orgánicas, las cuales tienen la misma jerarquía jurídica".
(Exp. 00003-2006-AI FJ 19)
Bloque de Constitucionalidad
14. "Las funciones del CNM son totalmente compatibles con el espíritu constitucional de la democracia y el rol
de los órganos constitucionales. Al ser la Constitución de aplicación directa (artículo 51° de la
Constitución), su vinculación también debe ser inmediata y continúa. No obstante, la práctica de este
órgano muchas veces ha soslayado los cometidos asignados, y se ha llegado a invadir el espacio destinado
a los derechos de los jueces y fiscales, en tanto administradores de justicia.
En tal sentido, es pertinente remitirse a lo que la experiencia gala del bloc de la constitutionnalité nos
presenta, y que la Constitución en su conjunto, con los valores que ésta encierra (jurídicos y positivos),
sirva como parámetro para entenderla, utilizando al Tribunal Constitucional como elemento trascendente
para lograr la pacificación del ordenamiento jurídico y de la vida estatal. Este bloque es un conjunto
normativo que contiene disposiciones, principios o valores materialmente constitucionales, fuera del texto
de la Constitución formal, figura a partir de la cual surge la fuerza normativa de la Constitución, que irradia
a todo el ordenamiento jurídico". (Exp. 03361-2004-AA FJ 47)
Nacionalidad peruana
Nacionalidad por
nacimiento
52º . Son peruanos por nacimiento los nacidos
en el territorio de la República. También lo son los
nacidos en el exterior de padre o madre peruanos,
inscritos en el registro correspondiente durante su
minoría de edad.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Concepto de nacionalidad
1. "Tal y como ha sido definida por la Convención Europea sobre la nacionalidad, la nacionalidad es el
fundamento de la relación de derechos y deberes que vincula al Estado con sus nacionales. Desde el punto
de vista de los Estados, la nacionalidad es una de las formas a través de las cuales estos ejercen su
soberanía, de tal forma que cada Estado tiene la potestad de designar quiénes han de ser sus ciudadanos,
señalar las formas de adquirir la nacionalidad, y las modalidades por las cuales esta se pierde. No obstante
ello, tal poder no es absoluto, sino que encuentra sus límites en el Derecho Internacional, y
específicamente en los Derechos Humanos. Así lo ha señalado expresamente la Corte Interamericana de
Derechos Humanos a través del Caso Castillo Petruzzi y otros, en donde se señaló que: “No obstante que
tradicionalmente se ha aceptado que la determinación y regulación de la nacionalidad son competencia de
cada Estado, como lo ha señalado este Tribunal, la evolución registrada en esta materia demuestra que el
derecho internacional impone ciertos límites a la discrecionalidad de éstos y que en la reglamentación de la
nacionalidad no sólo concurre la competencia de los Estados, sino también las exigencias de la protección
integral de los derechos humanos”.
El Derecho Internacional contempla determinados criterios para la adquisición o pérdida de la nacionalidad,
de tal forma que un Estado sólo puede reclamar a un individuo como nacional cuando exista para ello un
punto de contacto suficiente. La existencia de este punto de contacto no sólo sirve de fundamento para
que un Estado tenga la posibilidad de reclamar a una persona como nacional, sino que además su ausencia
determina que los demás Estados tengan la posibilidad de no reconocer la nacionalidad.
El Derecho Internacional reconoce dos principios como fuente de nacionalidad. Según el principio ius
sanguinis, la nacionalidad se transmite a través de la filiación, de forma tal que corresponde a los hijos la
nacionalidad de los padres. Según el principio ius solis, la nacionalidad se adquiere como resultado del
nacimiento; de tal forma que es el territorio del estado en donde se produce el nacimiento de una personal
el que determina la nacionalidad de ésta.
La nacionalidad adquirida a través de cualquiera de estas formas es una nacionalidad originaria. Por
oposición, la nacionalidad derivada es aquella que se adquiere a través de la nacionalización. La
nacionalidad adquirida por nacionalización, a diferencia de aquella adquirida aplicando los criterios ius solis
o ius sanguinis no resulta absolutamente oponible a los demás estados de la comunidad internacional, tal y
como ha sido reconocido por la Corte Internacional en el Caso Nottebohm (Liechtenstein vs. Guatemala).
En dicha oportunidad, la Corte estableció que era inadmisible la protección diplomática que Liechtenstein
pretendía ejercer sobre Nottebohm, y en esa medida podía ser objetada por Guatemala, toda vez que la
nacionalidad había sido otorgada sin la existencia de una estrecha relación entre Nottebohm y
Liechtenstein". (Exp. 00737-2007-AA FJ de 6 a 8)
Adquisición de la
nacionalidad
Pérdida de la 53º. La ley regula las formas en que se adquiere o
nacionalidad recupera la nacionalidad.
La nacionalidad peruana no se pierde, salvo por
renuncia expresa ante autoridad peruana.
TRATADOS INTERNACIONALES
Derecho a la nacionalidad.
1. "... la normativa nacional debe ser interpretada conforme a la Convención Americana, la misma que en su
artículo 20º dispone lo siguiente: “1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad; 2. Toda persona
tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació, si no tiene derecho a otra; 3. A nadie
se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla”.
A propósito del Caso Castillo Petruzzi y otros, la Corte ha señalado en relación a este artículo que: “(e)l
derecho a tener una nacionalidad significa dotar al individuo de un mínimo de amparo jurídico en las
relaciones internacionales, al establecer a través de su nacionalidad su vinculación con un Estado
determinado; y el de protegerlo contra la privación de su nacionalidad en forma arbitraria, porque de ese
modo se le estaría privando de la totalidad de sus derechos políticos y de aquellos derechos civiles que se
sustentan en la nacionalidad del individuo”.
Conforme a lo anterior, en nuestro medio se reconoce la imposibilidad de privar de la nacionalidad peruana
a aquellos que ostenten la misma, sea que ésta haya sido adquirida de forma originaria o de forma
derivada". (Exp. 00737-2007-AA FJ 13)
ANTECEDENTES
Definición de territorio
1. "... los demandantes sostienen que el ALC PERÚ-CHILE debió ser aprobado por el Congreso de la República
porque su contenido comporta materias relacionadas con la soberanía nacional, que requerirá
necesariamente de un desarrollo legislativo. El Tribunal Constitucional, al respecto, debe hacer algunas
precisiones. En primer lugar, el Tratado en el Capítulo 2º "Definiciones Generales", artículo 2.2º, establece
la "Definición específica del país", literal a), que establece una definición del territorio del Perú de la
siguiente forma: "(a) con respecto al Perú, el territorio continental, las islas, los espacios marítimos y el
espacio aéreo bajo su soberanía o derechos de soberanía y jurisdicción, de acuerdo con el Derecho
Internacional y el derecho nacional".
Como se puede advertir, resulta claro que la definición sobre “territorio” contenida en el Tratado materia
de cuestionamiento no es la misma que la establecida en el artículo 54.º de la Constitución Política del
Perú, que señala lo siguiente: “[e]l territorio del Estado es inalienable e inviolable. Comprende el suelo, el
subsuelo, el dominio marítimo y el espacio aéreo que los cubre. El dominio marítimo del Estado comprende
el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas
marinas medidas desde las líneas de base que establece la ley.
En su dominio marítimo, el Estado ejerce soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las libertades de
comunicación internacional, de acuerdo con la ley y con los tratados ratificados por el Estado. El Estado
ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aéreo que cubre su territorio y el mar adyacente hasta el
límite de las doscientas millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional de conformidad
con la ley y con los tratados ratificados por el Estado”.
Como se advierte, el Tratado específicamente no hace referencia al dominio marítimo del Perú, ni a su
extensión de 200 millas marinas, entre otros aspectos esenciales de la integridad territorial, lo que para los
demandantes resulta inaceptable, por cuanto se estaría violando la definición constitucional del territorio
del artículo 54º de la Constitución. Ponen de relieve que Chile define su territorio, en el Tratado, como
"(...) el espacio terrestre, marítimo y aéreo bajo su soberanía y la zona económica exclusiva y la
plataforma continental sobre las cuales ejerce derechos soberanos y jurisdicción, de acuerdo con el
derecho internacional y su legislación interna". Además, señalan los demandantes que esto incidiría
claramente en la demanda internacional planteada ante la Corte de Justicia de La Haya de la República del
Perú contra la República de Chile, sobre la delimitación marítima internacional.
La teoría constitucional clásica reconoce la existencia de un Estado a partir de tres elementos esenciales:
pueblo, poder y territorio. El territorio es definido como “la tierra sobre que se levanta la comunidad
Estado, considerada desde su aspecto jurídico, significa el espacio en que el poder del Estado puede
desenvolver su actividad específica, o sea la del poder público” (Jellinek, George, Teoría general del
Estado. Buenos Aires: Edit. Albatros, 1954, p. 135). En consecuencia, en una interpretación acorde con
nuestra Constitución el territorio comprende tanto la tierra como el mar y el espacio aéreo, en los límites
que el Derecho nacional establece y el Derecho Internacional reconoce". (Exp. 00002-2009-AI FJ de 4 a 8)
Decreto Supremo Nº 052-2003-RE (El Peruano, 11 de abril de 2003). Establecen criterios para determinar
las líneas de base relativas al Dominio Marítimo del Estado.
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
CONSIDERANDO:
Que el artículo 54º de la Constitución Política del Perú establece que el Dominio Marítimo del
Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo, hasta la distancia de
doscientas millas medidas desde las líneas de base que establece la ley;
Que aún no se ha expedido la ley a la que hace referencia el mencionado artículo 54º no existiendo,
en consecuencia, una norma que determine las líneas de base a partir de las cuales se mida el Dominio
Marítimo del Perú;
Que es conveniente a los intereses del Estado establecer los criterios a utilizar para determinar las
líneas de base a las que hace referencia el indicado artículo 54º las mismas que, una vez definidas, deberán
aprobarse mediante la correspondiente Ley;
De conformidad con lo establecido en la Constitución Política del Perú;
DECRETA:
a) La línea de base para medir el Dominio Marítimo es la línea de bajamar a lo largo de la costa.
b) En los lugares en que la costa tenga profundas aberturas y escotaduras o en los que haya una franja
de islas a lo largo de la costa situada en su proximidad inmediata, se adoptará, como método para
trazar la línea de base desde la que ha de medirse el Dominio Marítimo, el de líneas de base rectas
que unan los puntos apropiadas.
c) Las aguas comprendidas entre la costa y las líneas de base, constituyen aguas interiores del Estado
Peruano.
d) En los casos en que, por la existencia de un delta y de otros accidentes naturales, la línea de la costa
sea muy inestable, los puntos apropiados pueden elegirse a lo largo de la línea de bajamar más
alejada mar afuera. En caso se verifique posteriormente un retroceso de la línea de bajamar, las
líneas de base rectas podrán ser modificadas mediante el dispositivo legal pertinente.
e) En caso de que un río desemboque en el mar, la línea de base será la línea recta trazada a través de la
desembocadura entre los puntos de la línea de bajamar de sus orillas.
f) En el caso de la presencia de una bahía, se considerará como tal a toda escotadura cuya penetración
tierra adentro, en relación con la anchura de su boca, sea tal que contenga aguas cercadas por la costa
y constituya algo más que una simple inflexión de ésta. Para los efectos de su medición, la superficie
de una escotadura es aquella comprendida entre la línea de bajamar que sigue la costa de la
escotadura y una línea que una las líneas de bajamar de sus puntos naturales de entrada.
Artículo 2º.- Una vez que el Ministerio de Relaciones Exteriores, con la asistencia de la Dirección
de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú, haya realizado los trabajos de campo para la
determinación de las coordenadas geográficas, éstos serán remitidos al Congreso de la República para su
consideración y eventual aprobación, mediante la respectiva Ley.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los nueve días del mes de abril del año dos mil tres.
CAPÍTULO II
DE LOS TRATADOS
Tratados
Tratados como parte del 55º. Los tratados celebrados por el Estado y en vigor
derecho nacional forman parte del derecho nacional.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Los Tratados que obligan al Estado la adopción de medidas para garantizar los derechos
humanos también son tratados de derechos humanos
1. Los tratados en virtud de los cuales un Estado se obliga a la adopción de medidas encaminadas
directamente a dotar de mayor eficacia los derechos humanos, son tratados sobre derechos humanos, aun
cuando éstos no reconozcan “nuevos derechos”. De hecho, muchas veces, son justamente las medidas
concretas que el Estado asume internacionalmente, a través de determinados tratados complementarios,
las que permiten perfilar con mayor nitidez los alcances del contenido protegido de tales derechos, y
consecuentemente, las que permiten, al amparo de la Cuarta Disposición Final de la Constitución,
interpretar de modo más preciso los derechos fundamentales reconocidos por ella. En otros términos, la
existencia o no de un tratado sobre derechos humanos, no viene definida por un criterio formal como
puede ser el análisis de si se trata de un tratado que por primera vez reconoce un derecho de ese
carácter, sino por un criterio material, consistente en analizar si el tratado se ocupa directamente de un
derecho humano, sea para reconocerlo por vez primera, sea para asumir obligaciones orientadas a su más
eficiente protección". (Exp. 00032-2010-AI FJ 69)
Los tratados sobre derechos humanos ratificados por el Estado son de aplicación inmediata.
3. "De conformidad con lo estipulado en el artículo 55.º de la Norma Fundamental, los tratados celebrados
por el Estado peruano y en vigor forman parte del derecho nacional. En este sentido, los tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Estado, por pertenecer al ordenamiento jurídico interno, constituyen
un derecho válido y eficaz; en consecuencia, son de aplicación inmediata. En tal sentido, el derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica, si bien no se encuentra previsto de manera expresa en el texto
de nuestra Constitución, encuentra acogida en el artículo 16.º del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos: “Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad
jurídica”, así como en el artículo 3.º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Toda persona
tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica”.
De ello se infiere que el derecho en mención importa atribuir jurídicamente a una persona la aptitud
suficiente para ser titular de derechos y obligaciones. Este reconocimiento, realizado sobre la base de una
concepción ontológica del ser humano, constituye el fundamento para que el individuo pueda
desenvolverse plenamente dentro del proceso de interacción social, implicando, a su vez, la obligación –
tanto del Estado como de los particulares– de respetar esta subjetividad jurídica". (Exp. 01999-2009-HC FJ
9,10)
Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional.
4. "La Constitución ha consagrado en el Capítulo II De los Tratados del Título II Del Estado y la Nación un
modelo dual de regulación de los tratados internacionales, donde se parte de reconocer en al artículo 55º
que “los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional”, para luego
regular los tratados que deben ser aprobado por el Congreso y los tratados que pueden ser aprobados por
el Poder Ejecutivo.
11.a) Tratados aprobados por el Congreso de la República
Los tratados-ley son: “Los tratados [que] deben ser aprobados por el Congreso, antes de su ratificación
por el Presidente de la República, siempre que versen sobre las siguientes materias: 1. Derechos
Humanos. 2. Soberanía, dominio o integridad del Estado. 3. Defensa Nacional. 4. Obligaciones financieras
del Estado. También deben ser aprobados por el Congreso los tratados que crean, modifican o suprimen
tributos; los que exigen modificación o derogación de alguna ley y los que requieren medidas legislativas
para su ejecución”, de conformidad con el artículo 56º de la Constitución.
Estos traités-lois, al establecer reglas generales como lo hace toda ley, permiten que una materia
aprobada por el Congreso pueda ser desarrollada por el Poder Ejecutivo, a través de su potestad
reglamentaria; sin perjuicio que el Poder Ejecutivo también apruebe tratados “simplificados” o
“administrativos” en las materias no contempladas en el artículo 56º de la Constitución. Por ello, el
principio que rige la aprobación de un tratado-ley es el de competencia, y no el de jerarquía. Pero,
constitucionalmente existe una suerte de cláusula residual a favor del Poder Ejecutivo; en la medida que lo
no previsto a favor del Congreso le corresponde aprobarlo al Poder Ejecutivo dando cuenta al Congreso,
según el artículo 57º de la Constitución.
Al respecto, la parte demandante ha señalado que el ALC PERÚ-CHILE, que modifica y sustituye al Acuerdo
de Complementación Económica Nº 38, no sería un tratado derivado o de ejecución del Tratado de
Montevideo de 1980 que estableció obligaciones internacionales de naturaleza legislativa, por lo que fue
aprobado por el Congreso de la República. Más aún, señala que dicho Tratado Marco no establece como
objetivo el establecimiento de una zona de libre comercio, ni tampoco regula los servicios, la propiedad
intelectual, las inversiones y la solución de controversias vía arbitraje, entre otras materias.
Por su parte, la parte demandada ha señalado que el ALC PERÚ-CHILE es la expresión del desarrollo de
sus respectivos derechos y obligaciones derivadas de la Organización Mundial de Comercio, así como de
otros instrumentos bilaterales y multilaterales de integración y cooperación de los que son parte. De modo
que se suscribe particularmente dicho Acuerdo, con la finalidad de fortalecer el proceso de integración, a
fin de alcanzar los objetivos previstos en el Tratado de Montevideo de 1980, mediante la concertación de
acuerdos bilaterales y multilaterales lo más amplios posibles. Prueba de ello es la participación activa del
Perú y Chile en la Asociación de Latinoamericana de Integración (ALADI), así como en el Foro de
Cooperación Económico Asia-Pacífico (APEC).
Conviene subrayar que la controversia constitucional que este Colegiado debe resolver es de naturaleza
jurídico-constitucional, y no de naturaleza de opciones de política económica internacional, salvo que esta
se exprese jurídicamente a través de tratados lesivos a los mandatos regla y de principio de la
Constitución. Esto es, que no existirán cuestiones políticas no justiciables en un tratado internacional,
siempre que existan normas constitucionales en cuestión afectadas y se establezcan métodos
constitucionales previsibles y razonables de resolución de conflictos.
Así, en primer lugar es importante recordar que los tratados legislativos son aprobados mediante
resoluciones legislativas con el procedimiento de sanción de una ley más del Congreso, mientras que los
tratados simplificados son aprobados mediante Decreto Supremo por el Poder Ejecutivo. El principio que
sustenta a estos tratados de nivel legislativo en caso de conflicto con un tratado administrativo, será el
principio de competencia, y no el de jerarquía. Ello pese a que el primero es aprobado por resolución
legislativa del Congreso que tiene fuerza de ley y el segundo es sancionado por decreto supremo del Poder
Ejecutivo que también tiene fuerza normativa vinculante.
Este principio de competencia opera delimitando la lista de materias que le corresponde a cada tipo o nivel
de tratado, según la Constitución, y analizando las formas de aprobación y aceptación de estos tratados,
de conformidad con las disposiciones constitucionales. Así, el que la práctica de la aprobación de los
tratados por el Estado peruano sea por la vía de los tratados leyes o de los tratados administrativos
debería ser materia de un control constitucional previo a su entrada en vigencia, a efectos de crear certeza
y predictibilidad en el proceso de formación del tratado internacional, lo que generará obligaciones y
derechos firmes para el Estado.
El control preventivo de constitucionalidad de los instrumentos internacionales es reconocido en el Derecho
constitucional comparado como el pronunciamiento previo de la jurisdicción constitucional antes de formar
o ratificar por parte del Presidente de la República un tratado legislativo o un tratado simplificado; lo cual
rige en los sistemas constitucionales de Chile, Colombia, España, Alemania, entre otros; esta
consideración, como es obvio, requeriría del estudio y propuesta parlamentaria para un reforma
constitucional, de conformidad con el artículo 206º de la Constitución.
Sin perjuicio de ello, los principios y técnicas para la delimitación de las materias que son competencia de
un tratado-ley y de un tratado administrativo se pueden condensar en una suerte de test de la
competencia de los tratados. Este test, de manera sintética, contiene los siguientes sub exámenes: El
principio de unidad constitucional dentro de la diversidad, que supone subordinar los intereses particulares
de los poderes y organismos constitucionales a la preeminencia de los intereses generales del Estado, los
cuales, conforme al artículo 44 de la Constitución son los siguientes: “defender la soberanía nacional,
garantizar la plena vigencia de los Derechos Humanos; proteger a la población de las amenazas contra su
seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y
equilibrado de la Nación”.
Esta subordinación debería realizarse en el marco de las competencias y atribuciones establecidas dentro
del bloque de constitucionalidad para cada poder del Estado. Como se aprecia, las materias que son
competencia de los tratados-ley están taxativamente establecidas en el artículo 56º de la Constitución; en
asuntos que regulan temas específicos de rango legislativo, en materia de derechos humanos, soberanía,
dominio o integridad del Estado, defensa nacional, obligaciones financieras del Estado, tributos y demás
cuestiones que requieran de medidas legislativas de rango infraconstitucional. Y por defecto de las
mismas, le corresponde al Poder Ejecutivo la aprobación de las demás materias a través de los tratados
simplificados, según el artículo 57º de la Constitución.
En la medida que las regulaciones establecidas por un Tratado se presumen válidas constitucionalmente, a
juicio de este Tribunal, no se ha demostrado indubitablemente, como se puede ver en los fundamentos
pertinentes, que hayan afectado de manera clara o evidente la Constitución. Pero esto no quiere decir que
un Tratado no pueda derivar en inconstitucional por su aplicación contraria a las disposiciones
constitucionales. Por ello cabe señalar, en forma de apelación al Poder Ejecutivo, que en el desarrollo del
ALC PERÚ-CHILE debe garantizarse su aplicación con lealtad al ordenamiento jurídico constitucional; de lo
contrario, podría sobrevenir una inconstitucionalidad en su ejecución.
Pero, si existieran dudas sobre el titular de la competencia o atribución, cabe aplicar otro sub examen y
apelar a la naturaleza o contenido fundamental de las materias objeto de controversia, mediante el
principio de la cláusula residual. Esto es, que la presunción sobre qué poder del Estado es competente para
obligar internacionalmente a todo el Estado, en materias que no son exclusivas sino que pueden ser
compartidas, debe operar a favor del Poder Ejecutivo, que es quien gobierna y gestiona los servicios
públicos más cercanos al ciudadano; este principio pro homine se colige del artículo 1º de la Constitución,
en la medida que el Estado y la sociedad tienen como fin supremo la defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad.
En esta línea, la naturaleza objetiva y subjetiva de la demanda de inconstitucionalidad contra el ALC PERÚ-
CHILE, lleva a emitir un juicio de valor constitucional, en aras de la pacificación y ordenación del sistema
jurídico nacional, partiendo de reconocer que las relaciones internacionales peruano-chilenas son
asimétricas, en función de factores no sólo económicos y comerciales, sino también históricos; pero de allí
no se puede colegir que el Acuerdo convalide dicho status; y es que, el ALC PERÚ-CHILE es un instrumento
jurídico que por sí mismo no puede revertir una situación real, pasada o presente, pero sí puede abrir
cauces jurídicos protegiendo derechos y estableciendo obligaciones internacionales que garanticen al Perú
un mejor equilibrio en las relaciones económicas y comerciales con el país del sur, en función de la
potencialidad y competitividad de la economía nacional.
Así, la ventaja de ofrecer a los agentes económicos peruanos reglas claras y predecibles para el desarrollo
comercial y el flujo de las inversiones de ida y de vuelta entre Perú y Chile, así como la subsecuente
creación de nuevas oportunidades de empleo, teniendo en cuenta que cerca de cien mil ciudadanos
peruanos viven en el país del sur, hace que el libre tránsito y la protección contra la discriminación, como
la participación más activa no sólo de los grandes grupos empresariales, sino también de las medianas y
de las pequeñas empresas peruanas, se encuentren garantizadas jurídicamente mediante reglas
estandarizadas en materia de comercio de mercancías y servicios, así como en inversión a partir del trato
de nación más favorecida y del nivel mínimo de trato, entre otras medidas.
Ello es compatible con el mandato constitucional según el cual: “La inversión nacional y la extranjera se
sujetan a las mismas condiciones. La producción de bienes y servicios y el comercio exterior son libres. Si
otro país o países adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el interés nacional,
el Estado puede, en defensa de éste, adoptar medidas análogas (…)“, según dispone el artículo 63º de la
Constitución. Pero, si eso fuese insuficiente en caso de conflicto, el Estado peruano podría privilegiar la
inversión nacional en determinadas recursos y actividades económicas y culturales, en la medida que no
existen derechos absolutos, de acuerdo a los incisos 14 y 15 del artículo 118º de la Constitución, Por todos
los argumentos anteriormente señalados, la demanda debe ser desestimada en este extremo.
11.b) Tratados aprobados por el Poder Ejecutivo
Los tratados ejecutivos o acuerdos simplificados son aquellos cuyas materias no están contempladas en los
tratados del nivel legislativo. Así, el primer párrafo del artículo 57º de la Constitución, dispone que “el
Presidente de la República puede celebrar o ratificar tratados o adherir a éstos sin el requisito de la
aprobación previa del Congreso en materias no contempladas en el artículo precedente…”. En
consecuencia, este artículo opera como una cláusula residual, es decir que los tratados simplificados son
competencia del Poder Ejecutivo por defecto de las materias del Congreso; que son derechos humanos,
soberanía, dominio o integridad del Estado, defensa nacional, obligaciones financieras del Estado, tributos
y demás cuestiones que requieran de medidas legislativas de rango infraconstitucional, según dispone el
artículo 56º de la Constitución.
Por ello, de la Constitución peruana se desprende que los tratados simplificados son los acuerdos
internacionales sobre materias de dominio propio del Poder Ejecutivo, Tales como los acuerdos
arancelarios, comerciales, de inversión, servicios o de libre circulación de personas, servicios y
mercaderías entre países, que son, claramente, asuntos que atañen al Poder Ejecutivo.
En efecto, su competencia, por razón de la materia y la función de gobierno y administración, delimita el
ámbito de su competencias para obligar internacionalmente al Estado, en temas tales como los acuerdos
de cooperación técnica internacional, bilaterales o multilaterales, los acuerdos de complementación
económica y/o los tratados de libre comercio que incorporan preferencias arancelarias, de libre circulación
de personas, bienes, servicios y demás mercaderías, entre países o de organismos internacionales, que no
supongan la modificación de leyes nacionales.
Los tratados simplificados en el Perú han sido aprobados, indistintamente, mediante decreto, supremos,
resoluciones supremas e, inclusive, a través de circulares y notas de intercambio entre los países. Hasta
que, mediante Ley N.º 26647, se ha uniformizado el procedimiento de aprobación, estableciéndose que
dichos tratados serán aprobados solo por decretos supremos del Poder Ejecutivo, para las materias que
son de su competencia.
En el Derecho Comparado se diferencia entre tratado —treaty— y acuerdo simplificado —executive
agreements—. Así, mientras el primero “es el acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y
regidos por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos y
cualquiera que sea su denominación particular” (Pastor Ridruejo, José. Curso de derecho internacional
público y organizaciones internacionales. Madrid: Tecnos, 1996. pp. 112 y, Tomuschat/Neuhold/Kropholler.
Völkerrechtliche Vertrag und Drittstaaten. Heidelberg: C.F. Müller, 1988, pp. 105 ss. ; el segundo es
concebido como una forma más de los acuerdos internacionales, es decir, “como una forma elegida para
las relaciones del derecho internacional, como el tratado, convenio, convención, protocolo, pacto, etc.”
(McClure, Wallace. International Executive Agreements. New York: Columbia University Press, 1941, pp. 5-
15).
Al respecto, la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, establece y reconoce a
nivel internacional la formación de los tratados a nivel nacional de acuerdo con el derecho interno, de
conformidad con su artículo 46º-1; tan es así que, mientras que en el Perú los tratados pueden ser de
naturaleza legislativa a cargo del Congreso y administrativa a cargo del Poder Ejecutivo como se viene
señalando, en Chile “ (…) las medidas que el Presidente de la República o los acuerdos que celebre para el
cumplimiento de un tratado en vigor no requerirán de nueva aprobación del Congreso, a menos que se
trate de materias propias de ley. No requerirán de aprobación del Congreso los tratados celebrados por el
Presidente de la República en el ejercicio de su potestad reglamentaria (…)”, según dispone el inciso 1 del
artículo 54º de la Constitución Política de Chile.
Ahora bien, a la luz de los parámetros establecidos en el derecho constitucional e internacional de los
tratados, se puede señalar pacíficamente que el ALC PERÚ-CHILE regula el establecimiento de una zona de
libre comercio de mercancías y servicios, medidas de promoción y defensa del comercio de mercaderías,
normas de origen, procedimiento antidumping y derechos compensatorios, regímenes aduaneros y
facilitación del comercio, régimen para la aplicación de salvaguardias, políticas de competencia, medida
sanitarias y fitosanitarias. Materias que son parte de las competencias administrativas del Poder Ejecutivo,
dada su naturaleza residual de las materias que son competencia de los tratados-ley reservadas al
Congreso en el artículo 56º de la Constitución.
En consecuencia, a pesar de los argumentos de la parte demandante en el sentido que el ALC PERÚ-CHILE
contiene temas tributarios y establece obligaciones financieras del Estado que implican desarrollo
legislativo para su ejecución, razonablemente no se llega a acreditar la violación constitucional de las
disposiciones impugnadas del Acuerdo, como se ha señalado; salvo que en la aplicación del Acuerdo, que
es un supuesto a futuro que escapa ahora a la dilucidación de esta causa, se ponga en evidencia el
establecimiento de compromisos unilaterales del Poder Ejecutivo hacia otros poderes del Estado, al
margen de las competencias residuales con que puede obligar internacionalmente al Estado peruano, de
acuerdo con el artículo 57º de la Constitución.
En todo caso, en la medida que el Poder Ejecutivo debe dar cuenta al Congreso de los tratados
simplificados aprobados, corresponde al Congreso examinar que “los tratados internacionales ejecutivos no
pueden contener pactos que supongan modificación o derogación de normas constitucionales o que tienen
rango de ley o que exijan desarrollo legislativo para su cumplimiento (…)”, de conformidad con el artículo
92º del Reglamento del Congreso.
Sobre el particular, conviene destacar que el Poder Ejecutivo ha dado cuenta al Congreso del ALC PERÚ-
CHILE, el mismo que, siguiendo el procedimiento de control parlamentario previsto en dicho artículo del
Reglamento del Congreso, ha confirmado su validez formal y sustancial, de acuerdo con lo dispuesto en los
artículos 56º y 57º de la Constitución, según consta en la 20ª Sesión de Pleno del Congreso del jueves 30
de noviembre de 2006, que recibió los informes aprobatorios por unanimidad de la Comisión de Relaciones
Exteriores y por mayoría de la Comisión de Constitución.
Ello no obsta para que se exhorte al Poder Ejecutivo para que cumpla con lo dispuesto en el artículo 92º in
fine del Reglamento del Congreso, según el cual: “El Presidente de la República puede someter a consulta
de las Comisiones de Constitución y Reglamento y de Relaciones Exteriores del Congreso, el texto de los
tratados internacionales ejecutivos que proyecte celebrar o ratificar, a fin de que éstas los estudien. La
opinión de las citadas comisiones no condicionan al Presidente de la República”. Ello porque debería operar
un procedimiento preventivo que garantice la seguridad jurídica de los tratados ejecutivos a los que se va
obligar el Estado peruano.
En todo caso, en la medida que se trata de una materia de Derecho Público interno, el principio que opera,
en caso de conflicto sobre si el Poder Ejecutivo o el Congreso es el competente para aprobar una materia
contemplada en el Tratado de Libre Comercio, es el test de la competencia, mas no el principio de la
jerarquía de las normas o de los poderes. Ello, pese a que los tratados simplificados son aprobados por
decreto supremo del Poder Ejecutivo y los tratados en materia legislativa, por resolución legislativa por
resolución legislativa del Congreso, que tiene fuerza de ley.
En efecto, para delimitar la competencia, de acuerdo al referido test de la competencia, esta debería
verificarse mediante criterios interpretativos propios del principio de la competencia, a través de la lista de
materias asignadas y la cláusula residual de los artículos 56º y 57º de la Constitución, respectivamente;
de donde emana, acaso no fuera argumentación suficiente lo señalado en el ítem de tratado-ley, que
existen:
1. Competencias exclusivas que son propias del Poder Legislativo e indelegables al Poder Ejecutivo; así,
por ejemplo, los temas de derechos humanos, soberanía, dominio o integridad del Estado, defensa
nacional, obligaciones financieras del Estado, tributos y demás cuestiones que requieran de medidas
legislativas de rango legal establecidos en al artículo 56º de la Constitución prima facie son materias
exclusivas del Congreso y, en consecuencia, excluyentes del Poder Ejecutivo. Pero, ello no impide que el
Poder Ejecutivo pueda realizar acuerdos internacionales y de ejecución de los tratados suscritos por el
Congreso sobre sus materia exclusivas, si no altera o varía el contenido de los mismos. Este es el caso del
Tratado de Montevideo de 1980, aprobado por el Congreso, que al ser un tratado multilateral de carácter
general, para su desarrollo requiere de Acuerdos de Complementación Económica (ACE) bilaterales, como
los que el Perú ha suscrito con varios países, entre ellos el ACE Nº 38 con Chile y modificatorias, materia
de esta controversia.
2. Competencias compartidas están referidas a aquellas materias que son objeto de aprobación por el
Congreso pero dejando su reglamentación o desarrollo al Poder Ejecutivo. Así, una materia tributaria
puede estar compartida, por un lado, por el Congreso, que es competente para obligar internacionalmente
al Estado en materia de impuestos y, por otro lado, por el Poder Ejecutivo, que es competente para obligar
internacionalmente al Estado en la regulación arancelaria, que es una parte de la materia tributaria, de
conformidad con los artículos 74º y 118º-20 de la Constitución.
3. Competencias concurrentes son aquellas atribuciones o funciones que se distribuyen entre ambos
poderes, por ejemplo, cuando entre sus funciones el Congreso autoriza el ingreso de tropas extranjeras al
territorio de la República de acuerdo al artículo 102º-8 de la Constitución le corresponde al Poder Ejecutivo
extender las visas correspondientes como parte de sus atribuciones, o más precisamente cuando en el ALC
PERÚ-CHILE se establece la voluntad de las partes de llevar a cabo negociaciones futuras sobre servicios
financieros, se debe interpretar que, en todo caso, será en materia de regulación administrativa de los
servicios financieros que son propias del Poder Ejecutivo, sin trasgredir la competencia legislativa del
Congreso sobre la materia". (Exp. 00002-2009-AI FJ de 59 a 87)
Los tratados internacionales sobre derechos humanos son válidos, eficaces e inmediatamente
aplicables al interior del Estado
7. "En cuanto al rango constitucional de los tratados internacionales sobre derechos humanos, el Tribunal
Constitucional ha sostenido que los tratados internacionales sobre derechos humanos de los que el Estado
peruano es parte integran el ordenamiento jurídico. En efecto, conforme al artículo 55º de la Constitución,
los “tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional.” En tal sentido, el
derecho internacional de los derechos humanos forma parte de nuestro ordenamiento jurídico y, por tal
razón, este Tribunal ha afirmado que los tratados que lo conforman y a los que pertenece el Estado
peruano, “son Derecho válido, eficaz y, en consecuencia, inmediatamente aplicable al interior del Estado”
[05854-2005-PA/TC FJ 22]. Esto significa en un plano más concreto que los derechos humanos enunciados
en los tratados que conforman nuestro ordenamiento vinculan a los poderes públicos y, dentro de ellos,
ciertamente, al legislador.
Los tratados internacionales sobre derechos humanos no solo conforman nuestro ordenamiento sino que,
además, detentan rango constitucional. El Tribunal Constitucional ya ha afirmado al respecto que dentro
de las “normas con rango constitucional” se encuentran los “Tratados de derechos humanos” [00047-
2004-AI/TC FJ 61 y 00025-2005-AI/TC FFJJ 25 y ss.]". (Exp. 00005-2007-AI FJ 10,11)
Definición de Tratados
15. "Los tratados son expresiones de voluntad que adopta el Estado con sus homólogos o con organismos
extranacionales, y que se rigen por las normas, costumbres y fundamentos doctrinarios del derecho
internacional. En puridad, expresan un acuerdo de voluntades entre sujetos de derecho internacional, es
decir, entre Estados, organizaciones internacionales, o entre estos y aquellos.
Como puede colegirse, implican un conjunto de reglas de comportamiento a futuro concertados por los
sujetos de derecho internacional público. Son, por excelencia, la manifestación más objetiva de la vida de
relación de los miembros de la comunidad internacional.
Los tratados reciben diversas denominaciones, establecidas en función de sus diferencias formales; a
saber: convenios o acuerdos, protocolos, modus vivendi, actas, concordatos, compromisos, arreglos,
cartas constitutivas, declaraciones, pactos, canje de notas, etc.
El tratado como forma normativa en el derecho interno tiene algunas características especiales que lo
diferencian de las otras fuentes normativas. Ello porque, por un lado, los órganos de producción de dicha
fuente (esto es, los Estados y los organismos internacionales que celebran el tratado), desarrollan su
actividad productora en el ámbito del derecho internacional, y por otro, porque su modo de producción
(por ejemplo las reglas de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados –negociación,
aprobación y ratificación) se rige por el derecho internacional público.
Los artículos 56º y 57º de la Constitución distinguen internamente a los tratados celebrados por el Estado
peruano de la manera siguiente:
a) Tratados con habilitación legislativa: Su contenido afecta disposiciones constitucionales; por ende,
deben ser aprobados por el mismo procedimiento que rige la reforma de la Constitución, antes de ser
ratificados por el Presidente de la República.
b) Tratados ordinarios: Son los que específicamente versan sobre derechos humanos; soberanía, dominio
o integridad del Estado; defensa nacional u obligaciones financieras del Estado. Igualmente, se encuentran
comprendidas bajo dicha denominación aquellos tratados que crean, modifican o suprimen tributos; los
que exigen modificación o derogación de alguna ley y los que requieren medidas legislativas para su
ejecución.
Estos tratados deben ser necesariamente aprobados por el Congreso antes de su ratificación por el
Presidente de la República.
c) Convenios internacionales ejecutivos: Son aquellos que el Presidente de la República puede elaborar o
ratificar o adherir sin el requisito de la aprobación previa del Congreso, puesto que se refieren a materias
no contempladas para los tratados ordinarios.
La Constitución señala que, efectuado el acto de celebración, ratificación o adhesión presidencial, se debe
dar cuenta al Congreso.
A diferencia de las demás formas normativas que se producen en el ámbito del derecho interno peruano,
los tratados son fuente normativa, no porque se produzcan internamente, sino porque la Constitución así
lo dispone. Para ello, la Constitución, a diferencia de las otras formas normativas, prevé la técnica de la
recepción o integración de los tratados en el derecho interno peruano. Así, el artículo 55º de la
Constitución dispone: Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional.
Es la propia Constitución, entonces, la que establece que los tratados internacionales son fuente de
derecho en el ordenamiento jurídico peruano. Por mandato de la disposición constitucional citada se
produce una integración o recepción normativa del tratado.
Adicionalmente cabe señalar que, si bien el artículo 55º de la Constitución es una regla general para todos
los tratados, ella misma establece una regla especial para los tratados de derechos humanos en el sistema
de fuentes. En efecto, la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución establece: Las normas
relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con
la Declaración Universal de los Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismas materias ratificados por el Perú.
Como puede apreciarse, nuestro sistema de fuentes normativas reconoce que los tratados de derechos
humanos sirven para interpretar los derechos y libertades reconocidos por la Constitución. Por tanto, tales
tratados constituyen parámetro de constitucionalidad en materia de derechos y libertades. Estos tratados
no solo son incorporados a nuestro derecho nacional –conforme al artículo 55º de la Constitución–sino
que, además, por mandato de ella misma, son incorporados a través de la integración o recepción
interpretativa" (Exp. 00047-2004-AI FJ De 18 a 22)
Es una obligación internacional del Estado de investigar y sancionar las violaciones que
hubiesen sido cometidas y que estuviesen pendientes de juzgar
16. "La comisión de los hechos que son materia del proceso penal seguido contra el recurrente ha sido
atribuida al autodenominado Grupo Colina, cuyo siniestro accionar delictivo ha motivado el rechazo y la
condena de la comunidad nacional e internacional. El Estado peruano no debe tolerar la impunidad de
estos y otros graves crímenes y violaciones a los derechos humanos, tanto por una obligación ética
fundamental derivada del Estado de Derecho, como por el debido cumplimiento de compromisos expresos
adquiridos por el Perú ante la comunidad internacional.
Como `los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional´(art. 55º de la
Constitución), es del caso recordar que la jurisdicción internacional establece plantear expresamente que
no pueden oponerse obstáculos procesales que tengan por propósito eximir a una persona de sus
responsabilidades en graves crímenes y violaciones del derecho internacional humanitario y los derechos
humanos. Esta afirmación se deriva, como ha sido señalado, de la obligación del Estado de investigar y
sancionar las violaciones que hubiesen sido cometidas y que estuviesen pendientes de juzgar.
En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la obligación de investigar
debe cumplirse con seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa.
La investigación que desarrolle el Estado, por medio de sus autoridades jurisdiccionales, debe ser asumida
como un deber jurídico propio y no como una gestión procesal cualquiera. El derecho a la tutela judicial
exige que los jueces dirijan el proceso con el imperativo de evitar dilaciones y entorpecimientos indebidos
que provoquen situaciones de impunidad, frustrando así la debida protección judicial de los derechos
humanos (caso Bulacio versus Argentina, Sentencia del 18 de septiembre del 2003).
Es dentro de esta línea de principios que resulta plenamente válido y legítimo el encausamiento penal del
demandante, y su consecuente detención, ordenada por la Juez penal demandada, pues es evidente su
propósito de enervar o impedir que se le procese en el fuero ordinario". (Exp. 02310-2004-HC FJ de 3 a 6)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tratados Ejecutivos
Tratados y reforma de la
Constitución
Denuncia de los tratados
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
CAPÍTULO I
PRINCIPIOS GENERALES
ANTECEDENTES
El Estado tiene la obligación de brindar los servicios necesarios para satisfacer las necesidades
de la sociedad
4. "El artículo 58° de la Ley Fundamental establece que “(...) el Estado orienta el desarrollo del país y actúa
principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e
infraestructura”. Esta disposición se convierte en una finalidad constitucional expresa que se fundamenta
en los principios de una economía social de mercado.
Asimismo, el artículo 59° de la Constitución recoge una cláusula de garantía para las libertades de trabajo,
empresa, comercio e industria, pero a la vez establece un mandato, el cual es “brindar oportunidades de
superación a aquellos sectores que sufren cualquier desigualdad, en tal sentido, promueve las pequeñas
empresas en todas sus modalidades”.
Se concluye entonces que el Estado tiene la obligación de brindar los servicios necesarios para satisfacer
las necesidades de la sociedad, tales como educación, salud, seguridad, etc.; para cumplir tal fin existen
organismos que cumplen específicamente una función, los que en todo caso realizan las acciones
tendientes a cumplir los objetivos, maximizando los principios establecidos en la Constitución Política del
Perú". (Exp. 00032-2008-AI FJ de 3 a 5)
La Economía Social de Mercado se debe dar en armonía con el bien común y el respeto del
interés general
5. "... la Economía Social de Mercado condiciona la participación de los grupos económicos en armonía con el
bien común y el respeto del interés general, estableciendo límites para que la democracia constitucional no
sea un espacio donde se impongan las posiciones de los más poderosos económicamente en detrimento de
los bienes jurídicos protegidos constitucionalmente, dado que toda la riqueza del país en sus distintas
formas y fuese cual fuese su titularidad se encuentra subordinada al interés general, por lo que se hace
necesario superar una perspectiva puramente conservacionista en la protección del medio ambiente, al
intentar armonizar el derecho al desarrollo –indispensable para la satisfacción de las necesidades
humanas– con las restricciones derivadas de la protección al medio ambiente". (Exp. 03610-2008-AA FJ
28)
Tipos de impuestos
8. "La clasificación de los impuestos reconocida por la mayoría de autores es la de directos e indirectos. En el
primer caso, se trata de aquellos impuestos que tiene relación con la capacidad tributaria directamente
ligada con un elemento subjetivo, las características del contribuyente y los ingresos que percibe, de modo
que no se permite su traslación, siendo por ello evidente ante los ojos de los sujetos gravados u obligados
legales. El impuesto directo por excelencia es el impuesto a la renta. Por otro lado, los impuestos
indirectos hacen posible la diferencia entre el sujeto que es obligado legalmente a pagar el tributo y el
sujeto económico que fácticamente soporta la carga, mediante la traslación. Esa característica la tiene, por
ejemplo, el impuesto general a las ventas. Ambos tipos de impuestos, sea cual fuere su clasificación, se
encuentra comprendidos en la inafectación establecida en la Constitución.
En nuestro país la Ley Marco del Sistema Tributario Nacional (Decreto Legislativo 771) regula la estructura
del sistema tributario peruano, identificando, en concordancia con el Código Tributario, tres subconjuntos
de tributos en función del destinatario de los montos recaudados. Así, en cuanto a impuestos, establece al
impuesto a la renta, el impuesto general a las ventas, impuesto selectivo al consumo, los derechos
arancelarios y el régimen único simplificado. En materia de tributación municipal se hace referencia al
impuesto predial, alcabala, vehicular, apuestas, a los juegos, espectáculos públicos no deportivos,
promoción municipal, al rodaje y a las embarcaciones de recreo, así como el impuesto a los juegos de
casino y máquinas tragamonedas.
Por su parte, el artículo 58° de la Ley Fundamental prescribe que: “(...) el Estado orienta el desarrollo del
país y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios
públicos e infraestructura”. Esta disposición se convierte en una finalidad constitucional expresa que se
fundamenta en los principios de una economía social de mercado". (Exp. 06403-2006-AA FJ de 29 a 31)
Estado Social y Democrático de Derecho debe brindar un nivel de bienestar que facilite el
desarrollo del ciudadano
10. "... el artículo 58° de la Ley Fundamental señala: “(...) el Estado orienta el desarrollo del país y actúa
principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e
infraestructura”. Esta disposición se convierte en una finalidad constitucional expresa que se fundamenta
en los principios de una economía social de mercado. En este sentido, el Tribunal Constitucional se
pronunció en anterior jurisprudencia, manifestando: Así, la configuración del Estado Social y Democrático
de Derecho requiere no sólo de la exigencia de condiciones materiales para alcanzar sus presupuestos –lo
que exige una relación directa de las posibilidades reales y objetivas del Estado con la activa participación
de los ciudadanos en el quehacer estatal – sino, además, su identificación con los fines de su contenido
social, a efectos de que pueda evaluar tanto los contextos que justifiquen su accionar, como aquellos que
justifiquen su abstención, evitando convertirse en un obstáculo para el desarrollo social.
En tal contexto, conforme al artículo 58º de la Ley Fundamental, nuestro régimen económico se ejerce
dentro de una economía social de mercado representativa de los valores constitucionales de la libertad y la
justicia y, por tanto, compatible con los fundamentos que inspiran a un Estado Social y Democrático de
Derecho. (STC Nº 7320-2005-AA/TC).
Lo anterior quiere decir que los poderes estatales, dentro del Estado Social y Democrático de Derecho que
propugna la Constitución, deben cumplir ciertos márgenes de actuación mínimos que aseguren un nivel de
bienestar que facilite el desarrollo de los ciudadanos, lo cual implica el respeto de los derechos
fundamentales al libre desarrollo y bienestar (inciso 1 del artículo 2º de la Constitución). ¿Cómo alcanzar
este objetivo con mecanismos sostenibles? En nuestra opinión, la forma más eficiente es otorgando la
posibilidad de acceder libremente a la educación, “(…) dados los efectos positivos que para su sistema
productivo tiene la cualificación de sus recursos humanos”. Sin embargo, no debe entenderse esta
afirmación de forma tal que se limite a procurar tan sólo el libre acceso, sino también las condiciones
necesarias para que este servicio sea prestado con calidad". (Exp. 08391-2006-AA FJ 35,36)
El Estado brinda condiciones mínimas para que las actividades económicas privadas se
desarrollen de manera libre y competitiva
13. "... la Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función supervisora, correctiva y
reguladora, en el entendido que, si bien el ejercicio de la libertad de los individuos en el mercado debe ser
garantizada plenamente, también es cierto que debe existir un Estado que, aunque subsidiario en esencia,
mantenga su función garantizadora y heterocompositiva, es decir, que en una economía social de
mercado, tanto los particulares como el Estado asuman deberes específicos; en el primer caso, el deber de
ejercitar las referidas libertades económicas con responsabilidad social, mientras que, en el segundo, el
deber de ejercer un rol vigilante, garantista y corrector, ante las deficiencias y fallas en el
desenvolvimiento del mercado.
Por ello, el Tribunal Constitucional ha reconocido que la economía social de mercado parte de la premisa
que el mejor sistema para la asignación y distribución de los recursos es aquel que propicia la concertación
libre entre la oferta y la demanda, puesto que de este modo se promueve el despliegue de las iniciativas
de los seres humanos, se incentiva la competencia creadora y se impulsan las innovaciones tecnológicas.
Al Estado en este esquema le corresponde crear las condiciones mínimas para que las actividades
económicas privadas se desarrollen de manera libre y competitiva, procurándoles un marco para su
desarrollo eficiente, que redunde en mejores productos y precios competitivos para los consumidores y
usuarios". (Exp. 10063-2006-AA FJ 35,36)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 747 a 784, 785 a 830, 832 a 842, 876 a 878.
Tomo II: páginas 906 a 928, 1031, 1032.
Tomo III: páginas 2573 y 2575.
Libertad de comercio
11. "... la vulneración de los derechos fundamentales en este caso no puede acreditarse ya que hace falta
conocer una serie de elementos que permitan determinar si es que efectivamente con la condición
establecida en el Acuerdo Institucional, llevado a cabo en la Asamblea Extraordinaria celebrada en el
auditorio de la Municipalidad demandada, se impide que la demandante pueda ejercer adecuadamente su
libertad de comercio, entendida esta como aquella libertad “ligada al intercambio de mercaderías o
servicios, para satisfacer la demanda de los consumidores o usuarios. Tal libertad presupone el atributo de
poder participar en el tráfico de bienes lícitos, así como dedicarse a la prestación de servicios al público no
sujetos a dependencia o que impliquen el ejercicio de una profesión liberal” [STC 03330-2004-AA/TC, F.
13]". (Exp. 03215-2008-AA FJ 5)
Los derechos deben ser ejercidos con pleno respeto de los derechos fundamentales del resto de
personas
15. "... este Tribunal reconoce que los comerciantes informales tienen derecho a desarrollar su actividad, al
amparo de los derechos constitucionales a la libre iniciativa privada, a la libertad de empresa y a la
libertad de comercio, consagrados en los artículos 58° y 59° de la Constitución; también debe tenerse en
cuenta que, tal como lo señalan las propias normas constitucionales, dichos derechos deben ser ejercidos
con pleno respeto de los derechos fundamentales del resto de personas y de las otras limitaciones
impuestas por el legislador, sin ser lesivos a la moral, a la salud o a la seguridad pública.
Por tanto, los comerciantes informales se hallaban plenamente obligados a cumplir con la Ordenanza
Municipal N° 028-2003-GPH, por medio de la cual se regula su accionar para que éste sea llevado a cabo
de manera acorde con el interés público. En consecuencia, al haberse constatado el incumplimiento,
correspondía al Gobierno Provincial de Huaraz ejecutar la sanción prevista en dicha Ordenanza ante dicho
incumplimiento, es decir, que, de conformidad con el artículo 25°, literal i), de dicha Ordenanza, el
emplazado debió de haber procedido a desocupar las vías en las que venían operando ilegalmente los
comerciantes informales a fin de dar paso al tratamiento urbanístico comercial a ser propuesto por el
Gobierno Provincial de Huaraz". (Exp. 02576-2008-AC FJ 14,15)
Pluralismo económico
Pluralismo Económico
Coexistencias de diversas
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 21.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 17.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 8.
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 747 a 784, 785 a 830, 832 a 842, 876 a 878.
Tomo II: páginas 906 a 928, 1031, 1032.
Tomo III: páginas 2573 y 2575.
Derechos que son base del desarrollo económico y social del país
1. “En una economía social de mercado, el derecho a la libertad de empresa, junto con los derechos a la libre
iniciativa privada, a la libertad de comercio, a la libertad de industria y a la libre competencia, son
considerados como base del desarrollo económico y social del país, y como garantía de una sociedad
democrática y pluralista. Coincidentemente con esta concepción, la Constitución en su artículo 60º
reconoce expresamente el pluralismo económico y que la empresa tiene las características de promotora
del desarrollo y sustento de la economía nacional” (STC 01963-2006-AA/TC)". (Exp. 03769-2010-AA FJ
41)
Se imponen multas y sanciones para quien aplique un trato diferenciado entre la actividad
empresarial pública y privada
3. "... de conformidad con lo dispuesto por el artículo 60º de la Constitución, la “actividad empresarial,
pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal”. En este sentido, es posible concluir válidamente
que se encuentra sujeta por los mismos límites, entre los que se encuentran las normas legales y
reglamentarias de cada actividad.
Como corolario de lo anterior, podemos señalar que el incumplimiento de las disposiciones legales
específicas acarrea la posibilidad de imponer multas y sanciones, cuya ejecución efectiva resulta
indispensable. Así, este Tribunal considera que una interpretación del artículo 2º inciso b) como la
propuesta por la demandante no puede ser justificada a la luz de la Constitución". (Exp. 00017-2008-AA FJ
8,9)
El ejercicio de la libertades económicas no se concibe como fin en si mismo y ajeno al ideal del
orden económico y social justo
7. "... a diferencia de la Constitución de 1979, que no establecía claramente la subsidiariedad de la
intervención de los poderes públicos en la economía, la actual Constitución prescribe expresamente en su
artículo 60° que `[…]. Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad
empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional
[…]´.
Ahora bien, si por un lado, el respeto al contenido esencial de las libertades económicas, constituye un
límite al poder estatal, también es cierto que, por otro lado, la Constitución reserva al Estado, respecto del
mercado, una función supervisora y correctiva o reguladora. Ello sin duda, es consecuencia de que, así
como existe consenso en torno a las garantías que deben ser instauradas para reservar un ámbito amplio
de la libertad para la actuación de los individuos del mercado, existe también la certeza de que debe
existir un Estado que, mantenga su función garantizadora y heterocompositiva.
Y es que, si bien la Constitución de 1993 busca garantizar el máximo respeto al ejercicio de las libertades
económicas de los particulares, tal objetivo no puede concebirse de manera absoluta y aislada de la
necesidad de protección de otros bienes constitucionales igualmente valiosos basados en la dignidad
humana. De ahí que el propio ejercicio de las llamadas libertades económicas no se concibe como fin en sí
mismo y ajeno al ideal del orden económico y social justo; prueba de ello es que la propia Constitución ha
determinado los límites a su ejercicio, conforme se advierte de su artículo 59°, sancionando el abuso de
estas libertades en perjuicio de la moral, la salud y las seguridades públicas; de igual modo, el artículo
60°, condiciona el ejercicio del derecho de propiedad a su armonización con el bien común". (Exp. 00034-
2004-AI FJ Dde 23 a 25)
Las normas bursátiles que se imponen a las empresas buscan desincentivar la asimetría
informativa
9. “... a través de la obligación que las normas bursátiles imponen, bajo ciertas condiciones, a las empresas
buscan desincentivar la asimetría informativa. Ésta no es un fenómeno del mercado, sino premisa del
mismo, en la medida que los agentes del mercado al ser libres y autónomos expresan mercantilmente el
principio constitucional del pluralismo económico, de la propiedad y la empresa, establecidos en el artículo
60 de la Constitución” (Fundamento del voto del Magistrado Landa Arroyo). (Exp. 00072-2004-AA FJ 4)
El derecho de propiedad en un registro público el medio a través del cual el derecho trasciende
su condición de tal y se convierte en una garantía institucional para la creación de riqueza
10. “... específicamente en el artículo 60° del texto constitucional, se dispone que ‘El Estado reconoce el
pluralismo económico. La economía nacional se sustenta en la coexistencia de diversas formas de
propiedad y de empresa (...)’. Empero, para el pleno desarrollo del derecho de propiedad en los términos
que nuestra Constitución lo reconoce y promueve, no es suficiente saberse titular del mismo por una
cuestión de simple convicción, sino que es imprescindible poder oponer la titularidad de dicho derecho
frente a terceros y tener la oportunidad de generar, a partir de la seguridad jurídica que la oponibilidad
otorga, las consecuencias económicas que a ella le son consubstanciales. Es decir, es necesario que el
Estado cree las garantías que permitan institucionalizar el derecho. Es la inscripción del derecho de
propiedad en un registro público el medio a través del cual el derecho trasciende su condición de tal y se
convierte en una garantía institucional para la creación de riqueza y, por ende, para el desarrollo
económico de las sociedades, tanto a nivel individual como a nivel colectivo...”. (Exp. 00016-2002-AI FJ 5)
Libre competencia
Libre competencia
Prohibición del abuso de
posición dominante
Prohibición de los
monopolios
Libertad de expresión y
comunicación social
Medios de comunicación 61º. El Estado facilita y vigila la libre competencia.
y monopolios Combate toda práctica que la limite y el abuso de
posiciones dominantes medios de expresión y comunicación social; y, en
o monopólicas. Ninguna general, las empresas, los bienes y servicios
ley ni concertación relacionados con la libertad de expresión y de
puede autorizar ni comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad,
establecer monopolios. monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente,
La prensa, la radio, la por parte del Estado ni de particulares.
televisión y los demás
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 2.4, 14, 35 y 8ª DFT.
Código Penal: Art. 232.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2253, 2257, 2259 a 2261, 2263, 2264, 2267, 2272, 2307 y 2310.
La intervención del estado a la vida económica de los particulares debe darse de manera
excepcional
5. "... como aspecto fundamental de una economía social de mercado, el Estado facilita y vigila la libre
competencia. El artículo 61° de la Constitución delega al legislador la labor de garantizar el acceso al
mercado en igualdad de condiciones, al tiempo de reprimir y limitar el abuso de posiciones de dominio o
monopólicas a efectos de garantizar no sólo la participación de los agentes de mercado ofertantes, sino de
proteger a quienes cierran el circulo económico en calidad de consumidores y usuarios.
De este modo, conforme a lo señalado en los párrafos anteriores, no cabe duda que el Estado puede
intervenir de manera excepcional en la vida económica de los particulares, a fin de garantizar bienes
constitucionales que pueden ponerse en riesgo por las imperfecciones del mercado y respecto de los
cuales existe un mandato constitucional directo de promoción en tanto actividad y/o protección del grupo
menos favorecido". (Exp. 00034-2004-AI FJ 32,33)
Principio de unidad de la Constitución
6. “... la aparente antinomia denunciada por los demandantes, esto es, la probable contradicción entre el
artículo 61° de la Constitución y su Octava Disposición Transitoria, en su segunda fracción, es un tema que
debe resolverse empleando los criterios específicos de interpretación constitucional y, en particular, con
aquel que se denomina “principio de unidad de la Constitución”. Como se sabe, según este criterio de
interpretación, el operador jurisdiccional debe considerar que la Constitución no es una norma (en
singular), sino, en realidad, un ordenamiento en sí mismo, compuesto por una pluralidad de disposiciones
que forman una unidad de conjunto y de sentido... De esta manera, si con el artículo 61° de la
Constitución se prohíbe, ex novo, la creación o el establecimiento de monopolios legales, con la Octava
Disposición Final se establece un mandato al legislador para que, respecto a los monopolios preexistentes
(segunda fracción), se dicten las leyes necesarias que prevean los mecanismos y el proceso para
eliminarlos progresivamente. Lo que significa que lejos de presentarse un problema de incoherencia entre
dos disposiciones constitucionales, existe, por el contrario, una relación de complemento entre ellas...”.
(Exp. 00005-2003-AI FJ 24)
Libertad de contratar
62º. La libertad de contratar garantiza que las partes
Libertad de contratar
Inmodificabilidad de los
contratos a través de las leyes
Solución de controversias:
pueden pactar válidamente según las normas vigentes
arbitraje y Poder Judicial al tiempo del contrato. Los términos contractuales no
Contratos ley pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones
de cualquier clase. Los conflictos derivados de la
relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral
o en la judicial, según los mecanismos de protección
previstos en el contrato o contemplados en la ley.
Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer
garantías y otorgar seguridades. No pueden ser
modificados legislativamente, sin perjuicio de la
protección a que se refiere el párrafo precedente.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La inversión extranjera
12. “El artículo 63° de la Constitución señala que ‘La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas
condiciones’. La inversión puede ser definida como aquella acción mediante la cual los agentes económicos
–personas e instituciones involucradas en el proceso económico por medio de fondos propios o ajenos–
realizan la compra de activos físicos, bonos, acciones, etc., con el propósito de obtener una serie de
beneficios futuros. Es decir, significa el ingreso de dinero, insumos, equipos, etc.
La inversión supone el acrecentamiento del capital de una economía o, en otras palabras, la acumulación
de capital. Saúl A. Argeri [Diccionario de derecho comercial y de la empresa. Buenos Aires: Astrea, 1982]
acota que, según la realice el poder público o la iniciativa particular, la inversión puede ser pública o
privada; y, según el domicilio del inversor que aporte capital, puede ser nacional o extranjera. Asimismo,
será extranjera cuando la acción económica se efectúa dentro del territorio de un Estado por agentes
económicos con domicilio en otros países.
Dicha inversión facilita la dinámica económica de un país; conlleva aportes tecnológicos, coadyuva para
fomentar una más eficiente organización empresarial y hasta traslada su know how (conocimientos,
procedimientos, métodos de elaboración, utilización de medios necesarios o aportes de información
secreta, etc.)”. (Exp. 00018-2003-AI FJ 2)
Moneda extranjera
Tenencia y disposición de
moneda extranjera
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 747 a 784, 785 a 830, 832 a 842, 876 a 878.
Tomo II: páginas 906 a 928, 1031, 1032.
Tomo III: páginas 2573 y 2575.
Protección al consumidor
65º. El
Protección de los
consumidores y usuarios. Estado defiende el interés de los
Derecho a la información
sobre bienes y servicios. consumidores y usuarios. Para tal efecto garantiza el
Salud y seguridad de la derecho a la información sobre los bienes y servicios
población que se encuentran a su disposición en el mercado.
Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad
de la población.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 747 a 784, 785 a 830, 832 a 842, 876 a 878.
Tomo II: páginas 906 a 928, 1031, 1032.
Tomo III: páginas 2573 y 2575.
Deber del Estado de proteger a los usuarios ante la falta de información o la insuficiencia de la
misma
1. "Que la sentencia recaída en el expediente N°07281-2006-PA/TC, estableció en el fundamento 27 lo
siguiente: “con tal propósito, el Tribunal Constitucional considera menester establecer, en el presente
proceso constitucional de amparo, precedente vinculante referido a la falta o insuficiencia de información
como causal de desafiliación en el siguiente sentido: El Tribunal Constitucional establece que el Estado
protege a los usuarios ante la falta de información o la insuficiencia de la misma (artículo 65º de la
Constitución); por lo que constituye un supuesto jurídico legítimo para que se pueda dar inicio al trámite
de desafiliación de una determinada AFP. En consecuencia, las demandas en trámite, tanto ante el Poder
Judicial como ante este Colegiado, deberán ser remitidas a la autoridad administrativa correspondiente, a
fin de que se inicie el procedimiento de desafiliación". (Exp. 01614-2011-AA FJ 7)
En función de la proyección normativa de los principios anteriormente reseñados u otros sobre la materia,
se aprecia, en concreto, que en el artículo 65° de la Constitución aparecen las dos obligaciones estaduales
siguientes:
a) Garantizar el derecho a la información sobre los bienes y servicios que están a su disposición en el
mercado. Ello implica la consignación de datos veraces, suficientes, apropiados y fácilmente accesibles.
b) Velar por la salud y la seguridad de las personas en su condición de consumidores o usuarios. Ello
implica que se asegure que los productos y servicios ofertados en el mercado deben ser tales que,
utilizados en condiciones normales o previsibles, no pongan en peligro la salud y seguridad de los
consumidores o usuarios.
Ahora bien, pese a que existe un reconocimiento expreso de los derechos anteriormente señalados, estos
no son los únicos que traducen la real dimensión de la defensa y tuitividad consagrada teleológicamente
en la Constitución. Es de verse que, insertos en el texto supra, albergan implícita o innominadamente una
pluralidad de derechos que, siendo genéricos en su naturaleza y admitiendo manifestaciones
objetivamente incorporadas en el mismo texto fundamental, suponen la existencia de un númerus apertus
a otras expresiones sucedáneas". (Exp. 01865-2010-AA FJ de 9 a 17)
Las obligaciones genéricas que el Estado mantiene con los consumidores o usuarios
5. "La Constitución prescribe en su Artículo 65 la defensa de los intereses de los consumidores y usuarios, a
través de un derrotero jurídico binario; vale decir, establece un principio rector para la actuación del
Estado y, simultáneamente, consagra un derecho subjetivo. En lo primero, el artículo tiene la dimensión de
una pauta básica o postulado destinado a orientar y fundamentar la actuación del Estado respecto a
cualquier actividad económica. Así, el juicio estimativo y el juicio lógico derivado de la conducta del Estado
sobre la materia tienen como horizonte tuitivo la defensa de los intereses de los consumidores y los
usuarios. En lo segundo, la Constitución reconoce la facultad de acción defensiva de los consumidores y
usuarios en los casos de transgresión o desconocimiento de sus legítimos intereses; es decir, apareja el
atributo de exigir al Estado una actuación determinada cuando se produzca alguna forma de amenaza o
afectación efectiva de los derechos de consumidor o usuario, incluyendo la capacidad de acción contra el
propio proveedor.
De acuerdo con lo establecido por el artículo 65° de la Constitución, el Estado mantiene con los
consumidores o usuarios dos obligaciones genéricas, a saber:
a) Garantiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que estén a su disposición en el
mercado. Ello implica la consignación de datos veraces, suficientes, apropiados y fácilmente accesibles.
b) Vela por la salud y la seguridad de las personas en su condición de consumidoras o usuarias". (Exp.
01535-2006-AA FJ 28,29)
Rol de los organismos reguladores en el marco del Estado social y democrático de derecho
8. “El rol de los organismos reguladores en el marco del Estado social y democrático de derecho se encuentra
definido legislativamente a través de la Ley Nº 27332, parcialmente modificada por la Ley Nº 27632,
otorgándoseles funciones de especial trascendencia para el correcto desenvolvimiento del mercado en el
marco del Estado social y democrático de derecho.
En ese sentido, este Tribunal ha establecido, en la STC 008-2003-AI/TC, lo siguiente: ‘[...] A dichos
organismos autónomos compete, dentro de sus correspondientes ámbitos sectoriales, la supervisión,
regulación y fiscalización de las empresas que ofrecen servicios al público, así como la aplicación de las
sanciones a que hubiere lugar, en caso de que los oferentes de servicios contravengan las disposiciones
legales y técnicas que regulan su labor, o quebranten las reglas de mercado que garantizan una
competencia eficiente y leal. Deben, asimismo, actuar con eficiencia en la solución de toda controversia
que pudiera presentarse en el sector que les compete’.
Es de esta forma como se busca otorgar mayores niveles de bienestar para los usuarios de los servicios
bajo su supervisión, de conformidad con lo que prescribe la Constitución en su artículo 65°; la defensa de
los intereses de los consumidores y usuarios, que establece un principio rector para la actuación del Estado
y, simultáneamente, consagra un derecho subjetivo”. (Exp. 02939-2004-AA FJ 7)
La libertad de competencia
12. “... el artículo 65° de la Constitución facilita y vigila la libre competencia, y combate toda práctica que la
limite; que hay competencia imperfecta en el mercado, cuando el principio constitucional es la libertad de
competencia y simultáneamente, en la práctica, existe la concentración de grandes empresas que
configuran situaciones de monopolio con alto nivel de competitividad entre ellas; que si bien la posición de
dominio en el mercado no está prohibida –porque eso supondría impedir el éxito empresarial- ello es así
siempre que dicha posición dominante sea adquirida de manera legítima y no en base a normas jurídicas
que sin justificación razonable la privilegian, vulnerando el principio de igualdad ante la ley, por lo que no
es aceptable que el Decreto Supremo N° 158-99-EF establezca una clasificación arbitraria, que otorga un
trato preferencial a una categoría de cigarrillos, favoreciendo a algunos productores y/o comercializadores,
respecto a los demás”. (Exp. 01311-2000-AA FJ 1)
CAPÍTULO II
DEL AMBIENTE Y LOS
RECURSOS NATURALES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La concesión minera
1. "... considera este Colegiado que previamente debe esclarecerse qué se entiende por concesión minera.
Así, el Decreto Supremo Nº 014-92-EM, Texto Único Ordenado de la Ley General de Minería dispone en el
Capítulo I del Título II, denominado Concesiones Mineras, en particular en sus artículos 8º y 9º, que la
exploración es la actividad minera tendente a demostrar las dimensiones, posición, características
mineralógicas, reservas y valores de los yacimientos minerales; y la explotación es la actividad de
extracción de los minerales contenidos en un yacimiento. Asimismo, que la concesión minera otorga a su
titular el derecho a la exploración y explotación de los recursos minerales concedidos.
Por ende, queda claro que la ordenanza cuestionada, al referirse al otorgamiento o retiro de la “licencia
social” para las exploraciones y explotaciones mineras, lo que en realidad está haciendo es regular el
otorgamiento y retiro de títulos de concesiones mineras.
Hechas tales precisiones, es menester señalar que el artículo 66º de la Constitución dispone que “Los
recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su
aprovechamiento. Por ley orgánica se fijan las condiciones de su utilización y de su otorgamiento a
particulares. La concesión otorga a su titular un derecho real sujeto a dicha norma legal". Vale decir que el
legislador, al regular el aprovechamiento de los recursos naturales, necesariamente debe realizarlo a
través de una ley orgánica.
Así, el artículo 106° de la Constitución establece que mediante leyes orgánicas se regulan la estructura y el
funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución, así como también las otras
materias cuya regulación por ley orgánica está establecida en la Constitución, requiriéndose para su
aprobación o modificación más de la mitad del número legal de miembros del Congreso". (Exp. 00008-
2010-AI FJ de 18 a 21)
La explotación de los recursos naturales no puede ser separada del interés nacional
3. "El artículo 66º de la Constitución prescribe que los recursos naturales, in totum, son patrimonio de la
Nación. Ello implica que su explotación no puede ser separada del interés nacional, por ser una
universalidad patrimonial reconocida para los peruanos de todas las generaciones. Los beneficios derivados
de su utilización deben alcanzar a la Nación en su conjunto; por ende, se proscribe su exclusivo y
particular goce.
A partir de ello este Tribunal, en la sentencia recaída en el Exp. N.º 00048-2004-AI/TC, señaló que los
recursos naturales –como expresión de la heredad nacional– reposan jurídicamente en el dominio del
Estado, quien tiene la capacidad para legislar, administrar y resolver las controversias que se susciten en
torno a su mejor aprovechamiento.
Asimismo, en la sentencia de inconstitucionalidad referida este Tribunal precisó que una manifestación
concreta del derecho de toda persona a disfrutar de un entorno ambiental idóneo para el desarrollo de su
existencia es el reconocimiento de que los recursos naturales -especialmente los no renovables-, en tanto
patrimonio de la Nación, deben ser objeto de un aprovechamiento razonable y sostenible, y los beneficios
resultantes de tal aprovechamiento deben ser a favor de la colectividad en general, correspondiendo al
Estado el deber de promover las políticas adecuadas a tal efecto.
En este contexto, el Estado ejercerá la defensa del bien común y del interés público, la explotación y el uso
racional y sostenible de los recursos naturales que como tales pertenecen a la Nación, y emprenderá las
acciones orientadas a propiciar la equidad social.
El Estado, impulsado por tal imperativo, tiene la obligación de acentuar la búsqueda del equilibrio entre la
libertad económica, la eficiencia económica, la equidad social y las condiciones dignas de vida material y
espiritual para las actuales y venideras generaciones.
A tenor de lo expuesto, este Tribunal estima que el Límite Máximo Total de Captura Permisible y el Límite
Máximo de Captura por Embarcación, previstos en el Decreto Legislativo Nº 1084, constituyen medidas
adecuadas para tutelar el aprovechamiento razonable y sostenible de los recursos de anchoveta y
anchoveta blanca, pues las actividades de captura y extracción de este recurso natural deben sujetarse a
límites razonables y objetivos". (Exp. 00028-2008-AI FJ de 29 a 31)
Deber del estado de promover la libertad de empresa e iniciativa privada en el sector pesquero
7. "... debe precisarse que, conforme al artículo 59° de la Constitución Política, “El Estado estimula la
creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria [...]”.
Asimismo, el artículo 66° precisa que “Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio
de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley orgánica se fijan las condiciones de su
utilización y de su otorgamiento a particulares [...]”. En el mismo sentido, el segundo párrafo del artículo
67° y el artículo 68° disponen, respectivamente, que el Estado “promueve el uso sostenible de sus
recursos naturales”, y “[...] está obligado a promover la conservación de la diversidad biológica y de las
áreas naturales protegidas.”
Como es de verse, del propio texto constitucional se desprende la facultad del Estado –a través de sus
órganos competentes– de formular mecanismos o políticas destinadas a promover la libertad de empresa y
la iniciativa privada en el sector pesquero, en cuanto a la explotación de recursos hidrobiológicos se
refiere, pero de manera sostenible, a fin de velar por la conservación de los recursos marinos. En ese
sentido, debe entenderse por uso sostenible de los recursos naturales, a '(...) la utilización de
componentes de la diversidad biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione la disminución a largo
plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de ésta de satisfacer las
necesidades y las aspiraciones de las generaciones actuales y futuras'". (Exp. 09884-2005-AA FJ 11,12)
ANTECEDENTES
Tomo I: páginas 747 a 784, 785 a 830, 832 a 842, 876 a 878.
Tomo II: páginas 906 a 928, 1031, 1032.
Tomo III: páginas 2573 y 2575.
Constitución Ecológica
3. "Desarrollando los alcances de los artículos constitucionales referidos, el artículo 9º de la Ley General del
Ambiente, Ley Nº 28611, establece: “La Política Nacional del Ambiente tiene por objetivo mejorar la
calidad de vida de las personas, garantizando la existencia de ecosistemas saludables, viables y
funcionales en el largo plazo; y el desarrollo sostenible del país, mediante la prevención, protección y
recuperación del ambiente y sus componentes, la conservación y el aprovechamiento sostenible de los
recursos naturales, de una manera responsable y congruente con el respeto de los derechos
fundamentales de la persona”.
El enunciado legal materializa lo determinado en la llamada Constitución Ecológica. Así, en primer lugar, al
ser los recursos naturales, in totum, patrimonio de la Nación, su explotación no puede ser separada del
interés nacional, por ser una universalidad patrimonial reconocida para los peruanos de las generaciones
presentes y futuras. En segundo lugar, los beneficios derivados de su utilización deben alcanzar a la
Nación en su conjunto; por ende, se proscribe su exclusivo y particular goce.
Una perspectiva que no debe ser soslayada es la relativa a la consideración de los servicios ambientales
que prestan ciertas áreas del territorio de la Nación. Recursos que, en algunos casos, benefician no sólo al
país, sino también a la región e inclusive a todo el planeta; por ejemplo, la captura de carbono realizada
por la selva amazónica. Por ello, la relevancia de que el Estado asuma la protección de esta riqueza
mediante la exhaustiva fiscalización de la explotación de las riquezas ubicada en estas zonas. Una de las
formas de protegen estas riquezas, que además suelen ser ecosistemas frágiles, es la implantación de
áreas especialmente protegidas. Con ello se deberá evitar la afectación o disminución de la calidad de los
servicios ambientales, como puede ser el caso captación y almacenamiento de agua". (Exp. 03343-2007-
AA FJ de 10 a 12)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Responsabilidad del estado de determinar de forma adecuada la política nacional del ambiente
2. "Tal como advirtiéramos en párrafos anteriores, en relación con la problemática abordada el artículo 67º
de la Constitución prescribe que el Estado determina la política nacional del ambiente. Dicha política debe
promover el uso sostenible de los recursos naturales; ergo, debe auspiciar el goce de sus beneficios
resguardando el equilibrio dinámico entre el desarrollo socioeconómico de la Nación y la protección y
conservación de un disfrute permanente. Es dentro de ese contexto que el Estado se encuentra obligado a
auspiciar la conservación de la diversidad biológica y de las áreas naturales protegidas (artículo 68º)".
(Exp. 03343-2007-AA FJ 61)
La protección de la persona de los ataques del medio ambiente por parte del Estado
4. "En el Estado democrático de derecho de nuestro tiempo ya no solo se trata de garantizar la existencia de
la persona o cualquiera de los demás derechos que en su condición de ser humano le son reconocidos,
sino también de protegerla de los ataques al medio ambiente en el que esa existencia se desenvuelve, a
fin de permitir que su vida se desarrolle en condiciones ambientales aceptables, pues, como se afirma en
el artículo 13 de la Declaración americana sobre los derechos de los pueblos indígenas, el `derecho a un
medio ambiente seguro, sano, [es] condición necesaria para el goce del derecho a la vida y el bienestar
colectivo´". (Exp. 03510-2003-AA FJ 2)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El desarrollo sostenible
1. "El uso sostenible de los recursos naturales comporta la utilización de componentes de la diversidad
biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione la disminución a largo plazo de dicha diversidad, con lo
cual se mantienen las posibilidades de ésta de satisfacer las necesidades y las aspiraciones de las
generaciones actuales y futuras. De igual modo, cuando se explotan recursos no renovables, como los
hidrocarburíferos, debe cuidarse en no comprometer aquella diversidad biológica.
Al respecto, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, conocida
también como la Comisión Brundtland, emitió un informe en el que definió el desarrollo sostenible como
aquel proceso en donde se asegura la satisfacción de las necesidades humanas del presente sin que se
ponga en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades y que, por
ende, involucre la utilización de recursos, la dirección de las inversiones y la orientación de los cambios
tecnológicos e institucionales que acrecienten el potencial actual y futuro de los recursos naturales en aras
de atender las necesidades y aspiraciones humanas (véase STC 0048-2004-AI/TC).
En dicho informe también se expresa que el “desarrollo sostenible no es un estado concreto, sino un
proceso de cambio en donde la explotación de recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de
los desarrollos tecnológicos y los cambios institucionales, deben ser consistentes con el futuro así como
con el presente”.
Como se aprecia, la perspectiva del desarrollo sostenible busca equilibrar el esquema de la economía social
de mercado con el derecho a vivir en un ambiente equilibrado y adecuado. Es una maximización de las
ganancias o utilidad frente a la calidad del entorno que sufre el desgaste de la actividad económica. En tal
sentido, con el principio sostenibilidad (artículo V de la Ley General del Ambiente) se pretende modular
esta actividad económica a la preservación del ambiente, el mismo que tendrá que servir de soporte vital
también para las generaciones venideras. Así, los derechos de las actuales generaciones no deben ser la
ruina de las aspiraciones de las generaciones futuras". (Exp. 03343-2007-AA FJ 13,14)
Sustracción de la materia
3. “... no proceden las acciones de garantía en caso de haber cesado la violación o amenaza de violación de
un derecho constitucional, o si la violación se ha convertido en irreparable. Y, en el presente caso, la
Acción de Amparo se interpone para que se declare la no aplicación del Decreto Ley N° 25980, sin que
exista un acto concreto que vulnere derecho constitucional alguno de las empresas demandantes; y la
referida norma ha sido derogada por la Tercera Disposición Final de la Ley N° 27037, Ley de Promoción a
la Inversión en la Amazonía, publicada el treinta de diciembre de mil novecientos noventa y ocho...”. (Exp.
00751-1996-AA FJ 2)
CAPÍTULO III
DE LA PROPIEDAD
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Arts. 29 y 49.
Constitución de 1979: Art. 125.
El principio de autoridad
4. "... el Tribunal Constitucional considera que la Municipalidad Metropolitana de Lima, además de las
coordinaciones realizadas, debe establecer un diálogo permanente con los pobladores de los
asentamientos humanos antes señalados, a fin de que la reubicación se lleve a cabo dentro de la legalidad
y sin perjuicio del respeto por el principio de autoridad. En ese sentido, la cuestión social que
evidentemente existe en este proceso de inconstitucionalidad no puede ser soslayada por la Municipalidad
demandada ni tampoco por los propios pobladores, cuyo asentamiento en un área de alto riesgo
representa un peligro permanente para sus vidas y para su propia integridad personal, y en particular para
el menor, la madre y el anciano.
Por ello, el Tribunal considera necesario que la Municipalidad Metropolitana de Lima, en coordinación con
las entidades e instituciones correspondientes, previamente elabore un plan integral de reubicación de los
pobladores (titulares y sus familias) de los asentamientos humanos afectados, que garantice:
a) La gestión en la aprobación de una ley expropiatoria para los pobladores del Asentamiento Humano Dos
de Mayo;
b) La gestión y realización, según corresponda, de programas de viviendas que puedan satisfacer
equitativamente los problemas ocasionados como consecuencia de la actuación administrativa irregular, de
la que no se escapa la propia administración de la Municipalidad Metropolitana de Lima;
c) La existencia de espacios físicos apropiados donde se realizará la reubicación;
d) La reubicación, en condiciones equitativas, de las personas afectadas, para lo cual se deberá elaborar
un padrón en el que se registre a todos los afectados;
e) La reubicación deberá realizarse bajo condiciones satisfactorias de seguridad y salud;
f) La participación de los afectados en la planificación y gestión de su reubicación;
g) La información completa y veraz a las personas afectadas sobre los procedimientos de la reubicación".
(Exp. 00011-2010-AI FJ 35,36)
Derecho de posesión
19. "... no encontrándose aún definido el derecho de propiedad de los recurrentes, queda claro que lo que se
reclama en esta vía es el respeto de su derecho de posesión con el argumento de ser poseedores desde
hace aproximadamente 10 años y que dichos terrenos constan en el plano de lotización que fue aprobado
por la comuna demandada. Este Colegiado, sin embargo, ha señalado en reiterada jurisprudencia que si
bien el derecho de propiedad tiene reconocimiento y protección constitucional de conformidad con lo
establecido en nuestra Constitución Política, no todos los aspectos de dicho atributo fundamental pueden
considerarse de relevancia constitucional. Esto último sucede precisamente cuando la posesión configura
uno de los elementos que integran la propiedad, y no pertenece al núcleo duro o contenido esencial de
ella, careciendo, por tanto, de protección en sede constitucional, limitándose su reconocimiento y eventual
tutela a los supuestos y mecanismos que la ley, a través de los procesos ordinarios, establece...
Que este Colegiado considera pertinente puntualizar, en prospectiva de futuras demandas constitucionales
referidas al derecho de propiedad, que lo que constitucionalmente resulta amparable de dicho atributo
fundamental está constituido esencialmente, y como se puso de relieve en la sentencia recaída en el Exp.
N° 008-2003-AI/TC (Fundamento 26, Caso 5.000 Ciudadanos), por los elementos que la integran en su
rol, tanto de instituto sobre el que el Estado interviene bajo determinados supuestos, como de derecho
individual de libre autodeterminación. Con lo primero se garantiza que el poder estatal o corporativo no
invada los ámbitos de la propiedad fuera de lo permisiblemente aceptado por la Norma Fundamental. Con
lo segundo, que la propiedad, como poder jurídico, responda eficazmente a los requerimientos de uso,
usufructo y disposición. Por otra parte, y vista la existencia de una variada e ilimitada gama de bienes
sobre los que puede configurarse la propiedad (urbanos, rurales, muebles inmuebles, materiales,
inmateriales, públicos, privados, etc.), cabe hablar de diversos estatutos, los que, no obstante asumir
matices particulares para cada caso, no implican que la propiedad deje de ser una sola y que, por tanto,
no pueda predicarse respecto de ella elementos de común configuración. Corresponderá, pues, en cada
caso a este Tribunal determinar el contenido esencial del derecho a la propiedad que, en el marco de lo
postulado por nuestro ordenamiento fundamental, pueda considerarse como común denominador de sus
diversas clases o manifestaciones. En dicho contexto, queda claro que la posesión no está referida a dicho
contenido esencial y, por tanto, fundamental, sino a un contenido estrictamente legal cuya definición y
tratamiento se ubican fuera de los supuestos constitucionalmente relevantes, por lo que, como lo
establece el artículo 5°., inciso 1), del Código Procesal Constitucional (Ley N° 28237), no corresponde que
sean tramitados o verificados mediante la vía procesal constitucional". (Exp. 01929-2006-AA FJ 3,5)
LEGISLACIÓN QUE PRECISA ESTE ARTÍCULO CONSTITUCIONAL
Ley 26505 (El Peruano, 18 de julio de 1995). Ley de la inversión privada en el desarrollo de las actividades
económicas en las tierras del territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas (Parte
pertinente).
.........................................................................................................................................................................
Artículo 3º.- Las garantías previstas en los Artículos 70º y 88º de la Constitución Política
significan que por ningún motivo se podrá imponer limitaciones o restricciones a la propiedad de las tierras
distintas a las establecidas en el texto de la presente Ley.
Las áreas naturales protegidas por la Ley Forestal y de Fauna Silvestre mantienen su intangibilidad.
Se mantienen igualmente vigentes las normas referidas a la protección del patrimonio inmobiliario de
carácter, histórico y arqueológico del país.
.........................................................................................................................................................................
71º. En cuanto a la propiedad, los extranjeros, sean
Propiedad de los extranjeros
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2254, 2259, 2260, 2262, 2264, 2268 a 2272, 2308 y 2310.
Restricciones a la propiedad
72º. La
Restricciones por seguridad
nacional ley puede, sólo por razón de seguridad
nacional, establecer temporalmente restricciones y
prohibiciones específicas para la adquisición, posesión,
explotación y transferencia de determinados bienes.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Deber de armonizar las restricciones sobre el manejo de determinados bienes con el bien
común
2. “... En efecto, mediante el precepto del artículo 72º de la Constitución se autoriza que el legislador, en
casos de seguridad nacional, con carácter temporal, pueda establecer restricciones y prohibiciones
específicas para la adquisición, posesión, explotación y transferencia de determinados bienes. Pero de él
no se desprende una prohibición general a que el legislador establezca límites al derecho de propiedad o a
la explotación de los bienes, como se deduce de su interpretación con el artículo 70º de la Constitución y
la necesidad de armonizar su ejercicio con el bien común...”. (Exp. 00009-2001-AI FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Durante la concesión, la Administración conserva ciertas potestades, las cuales son utilizables
cuando medie el interés público
6. "La naturaleza jurídica de la concesión, ha sido desarrollado por varias corrientes doctrinales. Una primera,
entendía que en el caso de la concesión, el Estado actuaba como persona privada contratando con los
particulares y sometiéndose a las reglas del Derecho Común, negándose que pueda existir algún elemento
legal o reglamentario de Derecho Público.
En contraposición a ella, una segunda concibe a la concesión como un acto exclusivamente de Derecho
Público, lo que supone que la concesión implica la subordinación del interés individual al interés general,
por lo que se trata de una figura regida únicamente por el Derecho Público.
Finalmente, una tercera ve a la concesión como un acto con dos facetas. Por un lado, un acto de poder
público que se refiere al aspecto legal o reglamentario de la concesión y en atención al cual el Estado se
desprende de una determinada actividad para entregarla al sector privado, conservando los poderes de
vigilancia y control en atención al interés público; y por otro, una faz contractual, que se refiere a los
deberes que recíprocamente se fijan las partes y en las que es posible referirse al contrato de concesión
administrativa.
En la concesión, la Administración conserva una serie de potestades y derechos, entre los que se
encuentra la posibilidad de resolver unilateralmente el contrato.
La naturaleza mixta de la concesión a la que nos hemos referido da lugar a que esta figura permita otorgar
a los particulares la gestión de un servicio público que típicamente era realizado de modo directo por la
Administración. De este modo, la concesión implica una transferencia limitada de facultades de
administración de un servicio público, respecto de las cuales el Estado mantiene facultades de imperio. Ello
en atención al interés público que subyace a la noción misma de la concesión y cuya satisfacción
constituye el objeto de la misma.
Las facultades que el particular recibe son las estrictamente necesarias para la prestación del servicio,
manteniendo la Administración sus poderes de control y supervisión así como una serie de potestades y
derechos entre los que se encuentra la posibilidad de modificar el contenido del contrato e inclusive el
poder de resolverlo antes de la fecha pactada. No obstante, tales potestades se encuentran subordinadas
a la noción del interés público". (Exp. 02488-2004-AA FJ 4,5)
CAPÍTULO IV
DEL RÉGIMEN TRIBUTARIO Y PRESUPUESTAL
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El Congreso de la República, con fecha 14 de junio del 2004, ha publicado en el Diario Oficial El
Peruano el “Decreto de ampliación de la convocatoria de la Segunda Legislatura Ordinaria del Período anual
de Sesiones 2003-2004”, donde consta que se encuentran en trámite los proyectos de Ley de reforma
constitucional que llevan los números 7717, 9242, 9755, 8276, 8303, 8510, 9987, 10358, 10531, 10558 y
10559 mediante los que se propone conferir potestades en materia tributaria a los gobiernos regionales
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Deuda pública
75º. El
Pago de la Deuda Pública
Aprobación del Estado sólo garantiza el pago de la deuda
endeudamiento interno y
externo pública contraída por gobiernos constitucionales de
Endeudamiento de los acuerdo con la Constitución y la ley.
municipios Las operaciones de endeudamiento interno y externo
del Estado se aprueban conforme a ley.
Los municipios pueden celebrar operaciones de crédito
con cargo a sus recursos y bienes propios, sin requerir
autorización legal
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Presupuesto de la República
Asignación de los recursos públicos.
Programación y ejecución del presupuesto
Presupuesto Público Asignación de recursos y rentas derivados del canon
77º. La administración económica y financiera del
Estado se rige por el presupuesto que anualmente
aprueba el Congreso. La estructura del presupuesto del
sector público contiene dos secciones: Gobierno
Central e instancias descentralizadas.
El presupuesto asigna equitativamente los recursos
públicos, su programación y ejecución responden a los
criterios de eficiencia de necesidades sociales básicas
y de descentralización. Corresponden a las respectivas
circunscripciones, conforme a ley, recibir una
participación adecuada del total de los ingresos y
rentas obtenidos por el Estado en la explotación de los
recursos naturales en cada zona en calidad de canon.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a lo establecido por el Artículo Único de la Ley 26472, que modifica
este artículo de la Constitución Política del Estado en lo referido a la asignación de recursos del presupuesto
del sector público, de 13 de junio de 1995
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 77º.- La administración económica y financiera del Estado se rige por el presupuesto
que anualmente aprueba el Congreso. La estructura del presupuesto del sector público contiene dos
secciones: gobierno central e instancias descentralizadas.
El presupuesto asigna equitativamente los recursos públicos. Su programación y ejecución
responden a los criterios de eficiencia, de necesidades sociales, básicas y de descentralización.
Corresponde a las respectivas circunscripciones, conforme a ley, recibir una participación
adecuada del impuesto a la renta percibido por la explotación de los recursos naturales en cada zona, en
calidad de canon”.
Constitución: Arts. 78, 79, 82, 101 inc. 4, 102 inc. 4, 193 incs. 5 y 6.
Código Tributario: Art. V.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2272, 2273 a 2275, 2277, 2279, 2308, 2309 y 2310.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
79º. Los representantes ante el Congreso no tienen
Los congresistas no tienen
iniciativa en el gasto público
Tributos con fines
predeterminados iniciativa para crear ni aumentar gastos públicos, salvo
Los beneficios y exoneraciones en lo que se refiere a su presupuesto.
tributarias requieren de El Congreso no puede aprobar tributos con fines
informe del MEF
predeterminados, salvo por solicitud del Poder
Tratamiento tributario especial
Ejecutivo.
En cualquier otro caso, las leyes de índole tributaria
referidas a beneficios o exoneraciones requieren previo
informe del Ministerio de Economía y Finanzas.
Sólo por ley expresa, aprobada por dos tercios de los
congresistas, puede establecerse selectiva y
temporalmente un tratamiento tributario especial para
una determinada zona del país.
ANTECEDENTES
Imposibilidad de los representantes ante el Congreso de tener iniciativa con respecto al gasto
público, salvo en cuanto a su presupuesto
2. "El artículo 79º de la Constitución, en su primer párrafo, establece que “los representantes ante el
Congreso no tienen iniciativa para crear ni aumentar gastos públicos, salvo en lo que se refiere a su
presupuesto”. En el presente caso, se ha alegado que al aprobarse la disposición cuestionada, el Congreso
de la República habría infringido dicho precepto constitucional. Sin embargo, el Tribunal aprecia que la
Disposición Complementaria Única de la Ley Nº 29413 no crea ni aumenta gasto público alguno mediante
la transferencia financiera efectuada por ella. A estos efectos, el Tribunal hace notar que los presupuestos
correspondientes a los tres proyectos de inversión cuya transferencia ordena la mencionada Disposición
Complementaria Única, ya se encontraban previstos en el Anexo 4 del Presupuesto del Sector Público para
el Año Fiscal 2009, concretamente en el Pliego 445(Gobierno Regional del Departamento de Cajamarca),
Función 22 (Educación), Programa Funcional 049 (Educación Técnica Productiva)". (Exp. 00005-2011-AI FJ
12)
Necesidad de un informe previo del Ministerio de Economía y Finanzas con respecto a leyes
tributarias referidas a beneficios o exoneraciones
6. "... cabe resaltar que respecto a las exoneraciones y beneficios tributarios, el artículo 79º de la
Constitución señala que “(...) [e]n cualquier otro caso, las leyes de índole tributaria referidas a beneficios o
exoneraciones requieren previo informe del Ministerio de Economía y Finanzas”.
Así, no resulta irrelevante que la propia Constitución establezca, con carácter imperativo, de un informe
previo del Ministerio de Economía y Finanzas para la emisión de disposiciones que van a regular materia
tributaria. En efecto, dicho requerimiento encuentra fundamento, precisamente, en la especialidad técnica
de esta entidad para sustentar la necesidad y legitimidad de la dación de una norma de índole tributaria
que haga referencia a beneficios y exoneraciones.
Por lo tanto, del artículo 79º de la Constitución puede desprenderse fácilmente la vinculación con la
especialidad en materia económica de las normas que versan sobre exoneraciones y beneficios tributarios.
De tal manera que la legitimidad para obrar del Colegio de Economistas de Ucayali tiene conformidad con
lo previsto en el artículo 203º.7 de la Constitución". (Exp. 00016-2007-AI FJ 7,8)
Principio de no afectación
11. “[El Principio de no afectación] previsto en el artículo 79° de la Constitución, señala como regla general
que los recursos del Estado deben formar una única argamasa económica, tornando indistinguible el origen
de su procedencia a fin de que sean utilizados para cubrir la totalidad de los gastos. La verificación
práctica de dicho principio comporta el impedimento de que determinados ingresos fiscales sean
empleados para cubrir gastos específicos. Al respecto, Maurice Duverger [ob. cit., pág 88] comenta que:
‘(...) la no afectación impide las relaciones jurídicas entre ingresos y gastos’. Por excepción, dicho principio
puede ser inaplicado cuando exista una solicitud del Poder Ejecutivo, a fin de que el Congreso apruebe un
tributo con un fin predeterminado”. (Exp. 00004-2004-CC FJ 9)
80º. El
Sustentación del Presupuesto
Público Ministro de Economía y Finanzas sustenta,
Ministros informan sobre
resultados y metas del año ante el Pleno del Congreso, el pliego de ingresos. Cada
anterior ministro sustenta los pliegos de egresos de su sector.
Sustento directo por el El Presidente de la Corte Suprema, el Fiscal de la
Presidente de la CSJR, del
Fiscal de la Nación y el
Nación y el Presidente del Jurado Nacional de
Presidente del JNE Elecciones sustentan los pliegos correspondientes a
Plazo para aprobar la Ley de cada institución.
Presupuesto
Si la autógrafa de la Ley de Presupuesto no es remitida
Excepción: Promulgación por
Decreto Legislativo al Poder Ejecutivo hasta el treinta de noviembre, entra
Trámite de créditos en vigencia el Proyecto de éste, que es promulgado por
suplementarios, habilitaciones decreto legislativo.
y transferencias
Trámite durante el receso Los créditos suplementarios, habilitaciones y
parlamentario transferencias de partidas se tramitan ante el Congreso
Votación para su aprobación
tal como la Ley de Presupuesto. Durante el receso
parlamentario se tramitan ante la Comisión Permanente.
Para aprobarlos, se requiere los votos de los tres
quintos del número legal de sus miembros.
TRATADOS INTERNACIONALES
Modificación en la administración del programa del vaso de leche no modifica la ley del
Presupuesto de 1996
2. “... la modificación en la administración del programa del vaso de leche prevista por la Ley 26637, no
modifica la Ley del Presupuesto de mil novecientos noventa y seis, porque no ha significado que se
produzca una transferencia de partidas en los niveles de estructura del presupuesto, a los que se refieren
los artículos 5º, 29º y 40º de la Ley 26199, norma marco del proceso presupuestario para el sector
público, para cuyo caso, conforme se estipula en el tercer párrafo del artículo 80º de la Constitución, se
exige seguir el mismo procedimiento para la aprobación de la Ley del Presupuesto...”. (Exp. 00004-1996-
AI FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 177.
Constitución de 1979: Art. 200.
82º. La Contraloría General de la República es una
La Contraloría General de la
República: naturaleza,
autonomía y competencia
Designación del Contralor entidad descentralizada de Derecho Público que goza
General: Plazo de autonomía conforme a su ley orgánica. Es el órgano
superior del Sistema Nacional de Control. Supervisa la
legalidad de la ejecución del Presupuesto del Estado, de
las operaciones de la deuda pública y de los actos de
las instituciones sujetas a control.
El Contralor General es designado por el Congreso, a
propuesta del Poder Ejecutivo, por siete años. Puede
ser removido por el Congreso por falta grave.
ANTECEDENTES
CAPÍTULO V
DE LA MONEDA Y LA BANCA
TRATADOS INTERNACIONALES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Solicitud de la opinión previa del BCR en los supuestos de transformación de una sucursal de
una empresa financiera extranjera, en una empresa constituida en el Perú
2. "... la discusión de orden societario con relevancia constitucional se circunscribe a determinar si el
procedimiento de transformación de una sucursal de una empresa financiera extranjera, en una empresa
constituida en el Perú, puede incidir en la estabilidad de la moneda. Si la respuesta es afirmativa, será
preciso interpretar que el artículo 21 de la LOSBS, al regular el procedimiento “para la organización de las
empresas del sistema financiero”, hace alusión también a dicho supuesto, en cuyo caso, tal como lo exige
el referido artículo, este Tribunal concluirá que es deber constitucional, y no simple facultad de la SBS,
solicitar una opinión previa al BCR.
Todos los argumentos esgrimidos por la demandada y el Citibank del Perú S.A. podrían quedar resumidos
en el siguiente alegato: Toda vez que la referida transformación no da lugar a la llegada de un `nuevo´
patrimonio, ni tampoco da lugar a una variación en las operaciones de la empresa en transformación, la
incidencia sobre la estabilidad monetaria es nula. Y si ello es así, se preguntan ¿por qué sería necesaria la
opinión del BCR?
Ocurre, sin embargo, que –probablemente sin caer en la cuenta–, al razonar en ese sentido, tanto la
demandada como el Citibank del Perú S.A. se están ocupando de una materia que, justamente, por
imperio del artículo 84 de la Constitución, no les corresponde determinar a ellos, sino al BCR.
En efecto, la razón por la que este Tribunal considera imprescindible solicitar previamente la opinión previa
del BCR en los supuestos de transformación de una sucursal de una empresa financiera extranjera, en una
empresa constituida en el Perú, no reside en lo que teóricamente esta transformación pueda representar,
sino en lo que en la práctica pueda generar. Y es que una cosa es lo que una empresa del sistema
financiero anuncie que pretende hacer y otra lo que en los hechos su solicitud concreta implique.
Cierto es que desde un punto de vista teórico, en principio, una simple transformación societaria no da
lugar a una variación en las operaciones que pueda incidir sobre la estabilidad monetaria, pero es preciso
que ello sea corroborado por un estudio y una posterior opinión técnica de todas las entidades
constitucionalmente competentes; en este caso, no sólo la SBS, sino también el BCR.
Es por ello que de conformidad con el artículo 16, a) de la Resolución Nº 600-98, emitida por la propia
SBS, el exigir que incluso las empresas del sistema financiero del exterior que soliciten la transformación
de sus oficinas en el país ya autorizadas y en operación, en empresas con personería jurídica propia,
presenten un estudio de factibilidad, que, de conformidad con lo establecido por el artículo 6 del mismo
Reglamento, tiene como objetivo `determinar la viabilidad y la permanencia operativa de la empresa en el
tiempo´ (énfasis agregado)". (Exp. 00005-2005-CC FJ de 52 a 54)
Banco Central de Reserva tiene como funciones el regular la moneda y el crédito, defender la
estabilidad monetaria y administrar las reservas internacionales
3. “... a la fecha de interposición de la demanda, seis de diciembre de mil novecientos ochenta y ocho, el
Banco Central de Reserva ya no tenía la exclusividad en la comercialización de metal plata. Asimismo, la
Resolución Cambiaria Nº 024-88-EF/90, fue dejada sin efecto por la Resolución Cambiaria Nº 031-88-
EF/90, la que a su vez fue dejada sin efecto por la Resolución Cambiaria Nº 033-88-EF/90, de fecha siete
de setiembre de mil novecientos ochenta y ocho; y, conforme al artículo 149º de la Constitución Política
del Perú de 1979, aplicable al caso de autos, el Banco Central de Reserva tiene como funciones el regular
la moneda y el crédito, defender la estabilidad monetaria y administrar las reservas internacionales...”.
(Exp. 00113-1992-AA FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
2. "Al carecer la entidad demandada de la capacidad para poder asumir los derechos de acreencia que
mantenía la demandante con el Banco de Lima, queda claro que su comportamiento por anticipado denota
un evidente abuso y prepotencia incompatible con los derechos constitucionales de la recurrente. Ante
tales circunstancias y siendo que el derecho de propiedad (reconocido en los Artículos 2 inciso 16), y 70,
de la Constitucion) y la garantía del ahorro (reconocida en el Artículo 87 de la misma norma fundamental)
constituyen no sólo atributos esenciales de la persona, sino bienes jurídicos que al Estado corresponde
tutelar de manera preferente, este Colegiado estima la pretensión demandada". (Exp. 00320-2005-AA FJ
5)
3. "... el artículo 87 de la Carta Fundamental dispone que la SBS tiene por función ejercer el control de las
empresas bancarias y de seguros y de todas aquellas otras empresas que reciben ahorro y/o depósitos del
público. Así pues, la finalidad de la SBS, tal como viene configurada por el artículo 345 de su Ley Orgánica,
consiste en proteger los intereses del público en el ámbito de los sistemas financiero y de seguros.
De este modo, vistos los distintos alcances de las competencias que constitucionalmente vienen asignadas
a los órganos constitucionales en conflicto, resulta también evidente la `natural´ relación que existe entre
sus respectivas funciones. Es manifiesto que para efectos de una debida protección del ahorrista, resulta
fundamental la estabilidad del sistema bancario o financiero, dependiente, a su vez, de la estabilidad de la
moneda. Y analizadas las cosas desde la perspectiva inversa, es también claro que es poco lo que se
podría hacer para garantizar la estabilidad monetaria con un sistema bancario y financiero indebidamente
supervisado.
A la luz de lo establecido en el artículo 84 de la Constitución, la función reguladora en materia financiera
es ejercida por el BCR. No obstante, es importante resaltar que, en dicha tarea, debe contar con la
cooperación y coordinación de la SBS, al constituir órganos constitucionales con funciones relacionadas con
la moneda y la Banca, que, como ya lo señalamos de manera precedente, se relacionan de manera
intrínseca. Es a través de la participación de ambas entidades que se garantiza la estabilidad económica
financiera y el orden público económico, por lo que nuestro modelo financiero supone –bajo criterios de
cooperación entre poderes y órganos públicos– una labor racional e integrada de ambos entes, siendo que
sus competencias requieren articularse permanentemente con un importante grado de coordinación, sin
perjuicio de la autonomía que constitucionalmente les ha sido reconocida (artículos 84 y 87).
Por ello, sin perjuicio de las exclusivas competencias previstas en la regulación orgánica del BCR y de la
SBS, se proyecta desde la propia Constitución la obligación de que se respete un núcleo funcional de
coordinación entre ambas entidades. Ello queda evidenciado, por ejemplo, en la repetida exigencia
prevista en diversas normas de la LOSBS, de requerir la opinión previa del BCR antes de autorizar o
denegar determinadas solicitudes formuladas por entidades del sistema bancario y financiero a la SBS".
(Exp. 00005-2005-CC FJ de 37 a 40)
CAPÍTULO VI
DEL RÉGIMEN AGRARIO DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS Y NATIVAS
Régimen agrario
Régimen Agrario
Formas de propiedad sobre la
tierra
Límites a la propiedad agraria. 88º. El Estado apoya preferentemente el desarrollo
Tierras abandonadas agrario. Garantiza el derecho de propiedad sobre la
tierra, en forma privada o comunal o en cualquiera otra
forma asociativa. La ley puede fijar los límites y la
extensión de la tierra según las peculiaridades de cada
zona.
Las tierras abandonadas, según previsión legal, pasan
al dominio del Estado para su adjudicación en venta.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 2274, 2279, 2370, 2372, 2373 y 2376 a 2378.
Ley 26505 (El Peruano, 18 de julio de 1995). Ley de la inversión privada en el desarrollo de las actividades
económicas en las tierras del territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas (Parte
pertinente).
.........................................................................................................................................................................
Artículo 5º.- El abandono de tierras, a que se refiere el Artículo 88º segundo párrafo de la
Constitución Política del Perú, sólo se refiere a las tierras adjudicadas en concesión por el Estado, en los casos
de incumplimiento de los términos y condiciones de aquella.
.........................................................................................................................................................................
Comunidades Campesinas y
Nativas. 89º. Las Comunidades Campesinas y las Nativas
Autonomía: Alcances tienen existencia legal y son personas jurídicas.
Imprescriptibilidad de sus Son autónomas en su organización, en el trabajo
tierras, salvo caso de abandono
Identidad cultural comunal y en el uso y la libre disposición de sus tierras,
así como en lo económico y administrativo, dentro del
marco que la ley establece. La propiedad de sus tierras
es imprescriptible, salvo en el caso de abandono
previsto en el artículo anterior.
El Estado respeta la identidad cultural de las
Comunidades Campesinas y Nativas.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Para realizar actividades mineras en un terreno superficial de propiedad privada se requiere del
acuerdo previo entre las partes
4. "... del contenido del expediente se aprecia que el beneficiario pretende llevar a cabo labores de
exploración, desarrollo y explotación minera en la Concesión “San Juan Diego 84” que se encuentra
ubicada dentro de la propiedad superficial de la Comunidad Campesina de Quilcas. De acuerdo a lo
establecido por la ley de la materia, cuando se pretende realizar actividades mineras en una concesión
cuya ubicación responde a un terreno superficial de propiedad privada, se requiere el acuerdo previo entre
las partes, vale decir, el consentimiento del titular y en el presente caso no se ha acreditado ni la
titularidad de la Concesión, ni el consentimiento de la Comunidad Campesina de Quilcas, ni mucho menos
existe evidencia de autorización de los órganos competentes para desarrollar actividades mineras". (Exp.
05573-2006-HC FJ 6)
La Asamblea General de las Comunidades Campesinas y Nativas como órgano supremo de las
comunidades
8. “... la Asamblea General de las Comunidades Campesinas y Nativas es el órgano supremo de las
comunidades, de acuerdo con el artículo 17º de la Ley Nº 24656, Ley General de Comunidades
Campesinas, el artículo 38º del Decreto Supremo Nº 008-91-TR, Reglamento de la Ley General de
Comunidades Campesinas, y el artículo 138º del Código Civil. De acuerdo con el artículo 24º del Decreto
Supremo Nº 008-91-TR y al artículo 139º del Código Civil, el registro de los comuneros se realizará a
través del padrón comunal, el que contendrá nombre, actividad, domicilio, fecha de admisión del
comunero calificado, con la indicación de los que ejerzan cargo directivo o representación. Este padrón
comunal se actualiza cada dos años...” (Exp. 00746-1997-AA FJ 3)
TÍTULO IV
DE LA ESTRUCTURA DEL ESTADO
CAPÍTULO I
PODER LEGISLATIVO
Congreso unicameral
90º. El Poder Legislativo reside en el Congreso, el
Congreso:
Unicameralidad
Número de Congresistas
Duración del mandato.
cual consta de Cámara Única.
El número de congresistas es de ciento veinte. El
Incompatibilidad con la
Congreso se elige por un período de cinco años
candidatura a la
Presidencia de la mediante un proceso electoral organizado conforme a
República ley. Los candidatos a la presidencia no pueden integrar
Requisitos para ser
elegido congresista
las listas de candidatos a congresistas. Los candidatos
a vicepresidentes pueden ser simultáneamente
candidatos a una representación a Congreso.
Para ser elegido congresista se requiere ser peruano de
nacimiento, haber cumplido veinticinco años y gozar del
derecho de sufragio.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El Poder Legislativo y el Poder Judicial tienen idéntico rango, con competencias separadas pero
complementarias
4. "Entre el Poder Legislativo y el Poder Jurisdiccional no existe una relación de jerarquía a favor del primero;
se trata de dos poderes de idéntico rango, con competencias separadas pero complementarias, al servicio
de la Constitución; una interpretación distinta haría sucumbir el principio de supremacía constitucional,
reinstitucionalizando el de soberanía parlamentaria, y negando, en consecuencia, los fundamentos mismos
del Estado Constitucional". (Exp. 02730-2006-AA FJ 19)
91º. No pueden ser elegidos congresistas si no han
Impedimento para ser elegido
congresista
Ministros, Viceministos y el
Contralor General dejado el cargo seis meses antes de la elección:
Magistrados o Miembros del 1. Los ministros y viceministros de Estado, el
TC, CNM, PJ, MP, JNE y Contralor General, y las autoridades regionales.
Defensor del Pueblo
Presidente del BCR y 2. Los miembros del Tribunal Constitucional, del
Superintendentes de la Consejo Nacional de la Magistratura, del Poder
SBSAFP y SUNAT
Miembros de las FFAA y PNP Judicial, del Ministerio Público, del Jurado Nacional
Otros que la Constitución de Elecciones, ni el Defensor del Pueblo.
prevé
3. El Presidente del Banco Central de Reserva, el
Superintendente de Banca y Seguros, el
Superintendente de Administración Tributaria, el
Superintendente Nacional de Aduanas y el
Superintendente de Administradoras de Fondos
Privados de Pensiones. Y
4. Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la
Policía Nacional en actividad.
.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
92º. La
Dedicación exclusiva, durante
las horas de funcionamiento función de congresista es de tiempo
del Congreso
Incompatibilidades con otra completo; le está prohibido desempeñar cualquier
función pública salvo Ministro. cargo o ejercer cualquier profesión u oficio, durante las
Autorización para comisiones horas de funcionamiento del Congreso.
extraordinarias de carácter
internacional
El mandato del congresista es incompatible con el
Incompatibilidad con ejercicio de cualquiera otra función pública, excepto la
actividades comerciales o de Ministro de Estado, y el desempeño, previa
profesionales en empresas con autorización del Congreso, de comisiones
contratos con el Estado
Incompatibilidad con extraordinarias de carácter internacional.
empresas concesionarias del La función de congresista es, asimismo, incompatible
Estado o del sistema
financiero con la condición de gerente, apoderado, representante,
mandatario, abogado, accionista mayoritario o miembro
del Directorio de empresas que tienen con el Estado
contratos de obras, de suministro o de
aprovisionamiento, o que administran rentas públicas o
prestan servicios públicos.
La función de congresista es incompatible con cargos
similares en empresas que, durante el mandato del
congresista, obtengan concesiones del Estado, así
como en empresas del sistema crediticio financiero
supervisadas por la Superintendencia de Banca y
Seguros.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Ley 26534 (El Peruano, 04 de octubre de 1995). Ley que regula sobre la irrenunciabilidad del cargo y
funciones incompatibles con el mandato de Congresista (Parte pertinente).
.........................................................................................................................................................................
Artículo 2º.- Los Congresistas de la República están impedidos de postular o aceptar cargos,
candidaturas, nombramientos o comisiones, que importen el ejercicio simultaneo de la función pública con las
excepciones establecidas por el Artículo 92º de la Constitución Política del Estado.
Los Congresistas a partir de la instalación del Congreso cesan automáticamente en el ejercicio de
cualquier función pública distinta de las previstas en la Constitución.
Asimismo desde ese momento los congresistas no pueden desempeñar cualquier cargo o ejercer
cualquier profesión u oficio, durante las horas de funcionamiento del Congreso.
.........................................................................................................................................................................
Representación parlamentaria
Representantes de la Nación
No están sujetos a mandato
imperativo
Independencia en sus
funciones
Inmunidad parlamentaria. 93º. Los Congresistas representan a la Nación. No
Trámite en caso de delito están sujetos a mandato imperativo ni a interpelación.
flagrante
No son responsables ante autoridad ni órgano
jurisdiccional alguno por las opiniones y votos que
emiten en el ejercicio de sus funciones.
No pueden ser hasta un mes después de haber cesado en sus
procesados ni presos funciones, excepto por delito flagrante, caso en el cual
sin previa autorización son puestos a disposición del Congreso o de la
del Congreso o de la Comisión Permanente dentro de las veinticuatro horas,
Comisión Permanente, a fin de que se autorice o no la privación de la libertad y
desde que son elegidos el enjuiciamiento.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La protección especial a los Congresistas se funda en razón al cargo que cumplen en la sociedad
y no en razón a su persona
3. "En su origen histórico las prerrogativas instituidas a los congresistas (inviolabilidad, inmunidad,
antejuicio) tuvieron como fundamento la necesidad de consolidar el principio de soberanía en manos del
parlamento, de modo que la nación y con ello sus representantes o mejor dicho, la representación, no
sucumbieran ante los embates del monarca. No obstante hoy el Parlamento, y con él todo el poder, está
subordinado al principio de interdicción de la arbitrariedad y a la judiciabilidad de todos los actos de él
emanados, de manera que las prerrogativas parlamentarias sólo se conciben conjugándolas con la
integridad del marco constitucional: es decir con la democracia (artículo 3º), con la configuración del
Estado social y democrático de derecho (artículo 43º) y con el poder constitucional y democrático (artículo
45º).
Por otro lado, resulta evidente que tanto en sede del Parlamento como en sede del Poder Judicial, al
momento de evaluar la posible judicialización o realizar el juicio de una actuación realizada por un alto
funcionario, y en especial la realizada por uno que asume el cargo en función de la representación signada
por la nación, como es el caso de los congresistas, puede, en virtud a la situación de la sospecha que
nuestra comunidad actualmente le asigna —que no es lo mismo que la situación de abierto escrutinio de
sus funciones— y que se traduce en un juicio de culpabilidad que se realiza en el decurso de la formación
de la opinión pública a través de los medios de comunicación, verse afectada de manera tal que se pierda
la objetividad necesaria para decidir; es también por ello que se estima conveniente que exista el
aforamiento como una garantía institucional del mandato representativo, y que el reproche moral del
funcionario elegido sin existencia de incidencia penal o política deba ser apreciado por el ciudadano en las
urnas.
Este Tribunal Constitucional aprecia que en los últimos años se han dado reformas legislativas con el fin de
evitar que las prerrogativas de los congresistas, personales o institucionales, sean empleadas como un
mecanismo que evite el accionar de la justicia en el caso que el congresista haya incurrido en un delito
común o de función; sin embargo no cabe duda que el reproche moral, que no tiene espacio en el ámbito
de lo penal, sobre todo si se entiende que este atiende al principio de intervención mínima, es la última
ratio.
En efecto, este Tribunal en la sentencia recaída en el Exp. 00026-2006-PI/TC ha tenido la oportunidad de
pronunciarse a propósito de la impugnación del artículo 16 del Reglamento del Congreso de la República
que regula el procedimiento para el levantamiento de la prerrogativa de la inmunidad parlamentaria. En
aquella ocasión se pronunció sobre el mandato legislativo en atención a los deberes y derechos de los
congresistas como pilar para el sostén de las prerrogativas entendidas como garantías para el ejercicio de
la función de representación, tanto desde la dimensión personal como desde la dimensión funcional
institucional.
El mandato representativo expresado en el artículo implica que si bien el congresista no responde
directamente al grupo de población que lo eligió, puesto que “(...) aunque ni el pueblo en su conjunto, ni
sus electores uno por uno, pueden darle instrucciones, sin duda responde políticamente ante el
correspondiente grupo de referencia al que debe su mandato (...). de una ejecutoria correcta y ajustada a
los intereses en juego” (cfr. STC 00026-2006-PI/TC, fundamento 9 y Scheneider, Juan P. “El régimen
parlamentario”. En: Benda, Ernesto y otros. Manual de Derecho Constitucional. Madrid, Marcial Pons,
2001. 2ª Ed. p. 342), tiene, no obstante, una enorme responsabilidad con la nación en su conjunto, ya que
como bien lo ha expresado el artículo 45º, todo poder proviene del pueblo, y claro está, se ejerce con las
limitaciones y responsabilidades que la Constitución y la ley establecen.
Es entonces que, siempre dentro del marco del ejercicio del mandato representativo como manifestación
del poder, los altos funcionarios, entre los que se encuentran los Congresistas de la República, están
protegidos ante cualquier tipo de ataques injustificados que puedan hacerlos desatender sus principales
cometidos funcionales. Por ello, en la Constitución se han establecido diversas formas de protección, como
la exención de arresto y juzgamiento para los congresistas, la irresponsabilidad ante autoridad ni órgano
jurisdiccional alguno por las opiniones y votos que emiten en el ejercicio de sus funciones (inmunidad e
inviolabilidad: artículo 93º) y la acusación constitucional por delitos de función o infracción constitucional
(antejuicio y juicio político: artículos 99º y 100º); sin embargo, la vida en democracia exige que las
prerrogativas o garantías que asuman estos altos funcionarios se compatibilicen con otros bienes e
intereses que la propia Constitución y la sociedad buscan. Es por ello que la protección para estos
funcionarios debe guardar coherencia con la igualdad que tienen con el resto de peruanos, tal como está
reconocida en la Constitución (artículo 2º, inciso 2). Sólo en la medida que la prerrogativa proteja a la
persona por la función que cumple en la sociedad, podrá ser aceptado algún tipo de protección especial
desde el punto de vista constitucional". (Exp. 00013-2009-AI FJ de 22 a 27)
La inmunidad de proceso amplia conforma la parte no esencial del derecho sobre el cual el
legislador tiene un amplio marco de regulación
8. “… no es inconstitucional per se la interpretación estricta que el propio Congreso hubiese realizado en una
materia que es interna y que tiene visos de ser una cuestión política no justiciable, ya que se trata de
situaciones de excepción.
Consecuentemente, este Colegiado estima que, conforme a1 artículo 93º de la Constitución, caben las dos
posibilidades de protección (inmunidad de proceso amplia y estricta), y que corresponde a1 Congreso de la
Republica adoptar cualquiera de ellas conforme a la natural evolución de las instituciones parlamentarias y
a1 fin constitucional que se persigue… Lo que ocurre es que la extensión de la protección (todo proceso
penal independientemente del momento de su inicio o solo los procesos penales iniciados con posterioridad
a la elección) es lo que conforma el contenido no esencial, sobre el cual el legislador ordinario tiene un
amplio margen de regulación.
Pero, asimismo, este Colegiado considera que la disposición cuestionada es constitucional debido a que,
ante la ausencia de un dispositivo afirmativo o negativo del artículo 93º de la Constitución, con relación a
si la inmunidad de proceso comprende a los procesos penales anteriores a la elección, la frase restante de
la cláusula señala lo siguiente: la protección se da (...) desde que son elegidos hasta un mes después de
haber cesado en sus funciones (…). Puede entenderse, entonces, que la modificación del mencionado
segundo párrafo culo 16º del Reglamento no contradice lo que tal norma expresa”. (Exp. 00026-2006-AI
FJ 27)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
De los tres Poderes del Estado solo el Congreso de la República goza de autonomía
presupuestaria
3. “... el artículo 94° de la Constitución dispone que el Congreso de la República gobierna su economía y
sanciona su presupuesto. Por tanto, además de la preeminencia que tiene el Congreso de la República en
el proceso de elaboración de la Ley de Presupuestaria, por cuanto es el órgano que lo aprueba, la
Constitución también le reconoce autonomía presupuestaria. Es decir, de los tres Poderes del Estado, en
rigor, el único que goza de autonomía presupuestaria es el Congreso de la República, porque incluso el
Poder Ejecutivo está sujeto a la decisión del Legislativo”. (Exp. 00004-2004-CC FJ 28)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
ANTECEDENTES
Comisiones de investigación
Comparecencia obligatoria
Aplicación de apremios judiciales
Función Fiscalizadora Acceso a información
Levantamiento del secreto bancario y reserva tributaria
Excepción: intimidad cualquier asunto de interés público. Es obligatorio
personal.
comparecer, por requerimiento, ante las comisiones
Conclusiones no vinculantes
encargadas de tales investigaciones, bajo los mismos
apremios que se observan en el procedimiento judicial.
Para el cumplimiento de sus fines, dichas comisiones
pueden acceder a cualquier información, la cual puede
implicar el levantamiento del secreto bancario y el de la
97º. El Congreso reserva tributaria; excepto la información que afecte la
puede iniciar intimidad personal. Sus conclusiones no obligan a los
investigaciones sobre órganos jurisdiccionales.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Protección por las FF.AA. y por la P.N. del recinto del Congreso
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Acusación constitucional
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Aplicación del principio de taxatividad en las infracciones constitucionales. Los actos del Poder
Ejecutivo pueden ser objeto de control parlamentario o de control de constitucionalidad
1. "La taxatividad no sólo se exige a los delitos. También le alcanza a las infracciones constitucionales
previstas por el artículo 99º de la Constitución, tal como sucedía en la Ley de Acusación Constitucional de
junio de 1834. Es decir, que exista una clara tipificación de la conducta (acción u omisión) que genere
responsabilidad política por infracción constitucional (juicio político), porque si bien es verdad que la
infracción constitucional se sanciona por motivos estrictamente políticos, también lo es, en aplicación del
principio de interdicción de la arbitrariedad, que dichas infracciones tienen que estar previamente
tipificadas.
En esta línea de pensamiento, Bernales Ballesteros destaca que “[l]a Constitución de 1993 no menciona
nada al respecto ni existe una relación de hechos que puedan ser calificados como infracciones
constitucionales. Cualquier intento de aplicar una sanción bajo el argumento de cometerse una infracción
constitucional, cuando no hay precisión legal que establezca los alcances de la figura, se encuentra en
contradicción con principios constitucionales, como el que establece que «Nadie será procesado ni
condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de
manera expresa e inequívoca, como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley» (art.
2, inc. 24-d de la Constitución). Principios como éste buscan evitar la arbitrariedad en materia de
sanciones” (La Constitución de 1993. Análisis comparado. Lima, ICS-Rao, 1999, p. 465).
De manera similar, Paniagua Corazao señaló que “[l]a Constitución no permite acusar y sancionar
infracciones constitucionales no tipificadas legalmente. Dice: Artículo 2o., inciso 24 d) Nadie (y, por ende,
tampoco los altos funcionarios del Estado) será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo
de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción
punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley. El procesamiento por infracciones constitucionales
requiere, pues, la dación de una ley específica que tipifique las infracciones constitucionales como
infracciones punibles”. Y concluye afirmando que “[m]ientras ello no ocurra no” procede el juicio político,
porque lo “impide la falta de tipicidad de las infracciones constitucionales” (Constitución, democracia y
autocracia. México, UNAM, 2004, pp. 126 y 127).
c.§ Infracción constitucional por la aprobación de normas inconstitucionales
Los actos del Poder Ejecutivo pueden ser objeto de control parlamentario o de control de
constitucionalidad. El primero de ellos es de carácter político, lo ejerce el Congreso de la República y es
subjetivo, en tanto no existe un canon objetivo y predeterminado de valoración. El control parlamentario
puede ser preventivo: investidura parlamentaria; funcional: pedidos de informes, invitación a los ministros
a informar, estación de preguntas, dación de cuenta de decretos legislativos, de decretos de urgencia y de
tratados internacionales ejecutivos; o represivo: interpelación ministerial, moción de censura y cuestión de
confianza, comisiones investigadoras, antejuicio y juicio político. Mediante el “procedimiento del control
político”, como especifica la Sección Segunda del Capítulo VI del Reglamento del Congreso de la República,
el Parlamento ejerce su función de control, fiscalización y dirección política.
En cambio, el control de constitucionalidad de los actos del Poder Ejecutivo es objetivo, lo ejerce el Poder
Judicial y el Tribunal Constitucional a través de los procesos constitucionales que tienen por fines
esenciales “garantizar la primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos constitucionales”
(artículo I del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional). Cuando se controla la
constitucionalidad de una norma con rango de ley, se enjuicia la legitimidad formal y/o material de la
norma, más no el comportamiento de quienes la propusieron, aprobaron, suscribieron o refrendaron.
Esto quiere decir que cuando el Tribunal declara la inconstitucionalidad de una norma con rango de ley, de
ello no se puede derivar como consecuencia que los altos funcionarios que la propusieron, aprobaron,
suscribieron y/o refrendaron cometieron infracción constitucional. Arribar a una conclusión en contrario
desnaturalizaría la esencia del control de constitucionalidad de las normas con rango de ley, que solo tiene
por finalidad garantizar la supremacía de la Constitución a través del enjuiciamiento de la norma
(validez/invalidez) y no del comportamiento de los altos funcionarios que participaron en su elaboración o
aprobación.
En este sentido, en la STC 00004-2011-PI/TC el Tribunal enfatizó que el control parlamentario “no se
identifica con lo que es propio del control jurídico. Ello es consecuencia de la naturaleza del órgano que
realiza el control y de las tareas que la Constitución asigna a éste. El Parlamento es un órgano político por
naturaleza, basado en el mandato representativo, en la elección directa de sus representantes y en el
sufragio universal, igual, libre y secreto. Refleja en su composición a todos los sectores (e intereses) de la
sociedad [principio del pluralismo] y, en su seno, quienes los representan debaten públicamente sobre las
cuestiones más trascendentales que conciernen a la res pública”. Cosa distinta es que al amparo o bajo la
vigencia de determinadas normas, sean éstas constitucionales o no, los funcionarios públicos cometan
delitos. La producción o creación de normas inconstitucionales no supone, per se, infracción a la
Constitución en los términos del artículo 99º de la Constitución. Los congresistas no responden ante
autoridad ni órgano jurisdiccional alguno por los votos u opiniones que emiten en el ejercicio de su función
legislativa. Tampoco deben responder el Presidente de la República ni los ministros que aprueban leyes o
decretos en el ejercicio de la función legislativa que llevan a cabo, según los procedimientos establecidos
en la Constitución". (Exp. 00156-2012-HC FJ de 13 a 16)
El antejuicio político como prerrogativa funcional de la que gozan los altos funcionarios del
Estado
2. "La Constitución ha recogido en su artículo 99º la institución del antejuicio político y, en ese sentido, ha
regulado expresamente que corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el Congreso: al Presidente
de la República; a los representantes a Congreso; a los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal
Constitucional; a los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte
Suprema; a los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la
Constitución y por todo delito que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de
que hayan cesado en éstas (subrayado agregado). Este Tribunal ha señalado en la sentencia recaída en el
Expediente Nº 0006-2003-AI/TC que el antejuicio es una prerrogativa funcional de la que gozan
determinados funcionarios, con el propósito de que no puedan ser procesados ante la judicatura penal por
los delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, sin que medie un procedimiento con las debidas
garantías procesales ante el Congreso de la República y la consecuente acusación del propio Legislativo".
(Exp. 03899-2010-HC FJ 3)
El antejuicio y juicio político como mecanismos para acusar a los altos funcionarios del Estado
3. "Es bastante sabido que existen dos tipos de procedimientos mediante los cuales se puede acusar a ciertos
altos funcionarios del Estado. Estos son el antejuicio político y el juicio político, que son de distinta
naturaleza y alcance. En relación al antejuicio político, el artículo 99° de la Constitución señala que
“Corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el Congreso: al Presidente de la República, a los
representantes a Congreso, a los Ministros de Estado, a los miembros del Tribunal Constitucional, a los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, a los vocales de la Corte Suprema, a los fiscales
supremos, al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la Constitución y por todo delito
que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de que hayan cesado en éstas”.
Sobre el particular este Tribunal ha precisado que el antejuicio político constituye una prerrogativa o
privilegio de los altos funcionarios citados en el referido artículo 99° de la Constitución, que consiste en
que no pueden ser procesados -válidamente- por la jurisdicción penal ordinaria por la comisión de un
delito si antes no han sido sometidos a un procedimiento político jurisdiccional ante el Congreso de la
República en el que se haya determinado la verosimilitud de los hechos materia de acusación y que estos
se subsuman en uno o más tipos penales de orden funcional (Exp. N°0006-2003-AITC, fundamento 3).
Sobre esta base, se concluye que es el Congreso el órgano constitucional encargado -a través de un
procedimiento establecido- de dejar sin efecto el privilegio del alto funcionario y de ponerlo a disposición
de la jurisdicción penal ordinaria mediante una resolución acusatoria, acto a partir del cual se puede
formalizar denuncia penal y dar inicio al proceso penal.
Asimismo este Tribunal ha precisado que si bien es cierto que el Ministerio Público es el titular de la acción
penal y el defensor de la legalidad, como bien lo reconoce la propia Constitución, también es verdad que
en virtud de estas facultades otorgadas no puede arrogarse un ejercicio arbitrario de ellas. Es decir, el
Ministerio Público no puede promover una investigación a propósito de la supuesta comisión delictiva por
parte de un alto funcionario si éste previamente no ha sido objeto de una acusación constitucional en el
Congreso. De lo contrario, todos los actos llevados a cabo en sede jurisdiccional ordinaria sin la
observancia de lo establecido en los artículos 99º y 100º de la Constitución, así como del artículo 89º del
Reglamento del Congreso de la República y de la Ley Nº 27399 que también forman parte del parámetro
de control para evaluar casos como el presente, adolecen de nulidad. Permitir este tipo de actuación es
abrir la puerta a interpretaciones restrictivas de la ley fundamental que no solo la vacían de contenido,
sino que también resultan violatorias de los derechos fundamentales (en el caso específico, el derecho al
debido proceso de los altos funcionarios públicos) y no se condicen con los principios que inspiran el
Estado Constitucional (Exp. N° 04747-2007-PHC/TC, fundamento 6).
El artículo 99° de la Constitución ha establecido un límite temporal a dicha prerrogativa, fijándole una
duración máxima de hasta cinco años después que el alto funcionario haya cesado en las funciones
respecto del cual goza del privilegio. Este límite temporal implica que transcurrido dicho plazo, la
prerrogativa del antejuicio se extingue, cesando la prohibición de no ser denunciados ni sometidos a
proceso penal directamente sin que previamente se les haya sometido a un procedimiento ante el
Congreso. Sin embargo, surge la interrogante de si vencido dicho plazo el privilegio del antejuicio se
extingue de pleno derecho o requiere necesariamente ser decretada por el Congreso de la República.
Para responder a tal interrogante debe tenerse presente que el Ministerio Público es el órgano
constitucional con autonomía funcional, al que, entre otras cosas, le está facultado ejercitar la acción penal
de oficio o a petición de parte, mientras que al Poder Judicial le corresponde impartir justicia mediante su
función jurisdiccional, que en materia ordinaria es exclusiva. Teniendo en cuenta que el antejuicio
constituye una limitación a las atribuciones constitucionales que tiene el Ministerio Público, pues en este
caso no puede actuar de oficio, sino que debe esperar a que el Congreso previo procedimiento dicte una
resolución acusatoria contra el funcionario protegido por dicho privilegio, este Tribunal considera, a la luz
de los principios de interpretación de unidad de la Constitución y de corrección funcional, que vencido el
plazo de 5 años establecido por el artículo 99° de la Constitución, dicha prerrogativa se extingue de pleno
derecho.
Una interpretación en contrario, esto es, sostener que pese haber transcurrido el plazo en mención se
requiere necesariamente que el Parlamento decrete la extinción del beneficio del antejuicio político,
supondría a juicio de este Tribunal extender injustificadamente el plazo de vigencia del antejuicio más allá
del plazo establecido por el Constituyente, lo que conllevaría a extender la limitación a las atribuciones del
Ministerio Público, lo cual, dado el caso, sí resultaría a todas luces inconstitucional. En tal sentido, cuando
el artículo 89° del Reglamento del Congreso de la República establece que presentada una denuncia
constitucional corresponde a la Sub-Comisión de Acusaciones Constitucionales calificar su admisibilidad y/o
procedencia verificando entre otras cosas, si “[a] la persona denunciada le corresponde o no la
prerrogativa funcional del antejuicio, o si ésta se encuentra o no vigente”; dicha disposición no debe ser
entendida como que es al Congreso a quien le corresponde decretar si la prerrogativa del antejuicio se ha
extinguido en un caso concreto, sino antes bien que a partir de una constatación de que la prerrogativa ya
no se encuentra vigente por haber expirado el plazo establecido por el Constituyente, debe limitarse a
rechazar la denuncia constitucional. En definitiva, fenecida la prerrogativa del antejuicio político por haber
vencido su plazo de vigencia, el funcionario privilegiado puede ser sujeto de una denuncia penal y por
tanto puede ser sometido a un proceso penal sin declaración previa alguna de parte del Congreso de la
República". (Exp. 00030-2010-HC FJ de 2 a 4)
En el antejuicio sólo cabe formularse acusaciones por las supuestas responsabilidades jurídico-
penales ante los supuestos delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones
6. "La Constitución ha recogido en su artículo 99º la institución del antejuicio político, regulando
expresamente que corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el Congreso: al Presidente de la
República; a los representantes a Congreso; a los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal
Constitucional; a los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte
Suprema; a los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la
Constitución y por todo delito que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de
que hayan cesado en éstas.
Al respecto, este Colegiado en la sentencia recaída en el Expediente Nº 0006-2003-AI/TC, Caso 65
Congresistas de la República, al referirse a esta institución señaló que (...) en el antejuicio sólo caben
formularse acusaciones por las supuestas responsabilidades jurídico-penales (y no políticas) de los
funcionarios estatales citados en el artículo 99° de la Constitución, ante los supuestos delitos cometidos en
el ejercicio de sus funciones. Una vez que el Parlamento ha sometido a investigación la denuncia (que
puede provenir de su propio seno) y ha determinado la existencia de suficientes elementos de juicio que,
desde su perspectiva, configuran la comisión de un delito en el ejercicio de las funciones, actúa como
entidad acusadora, dejando sin efecto la prerrogativa funcional del dignatario, suspendiéndolo en el
ejercicio de sus funciones, y poniéndolo a disposición de la jurisdicción penal.
De esta forma en los casos de antejuicio las funciones del Congreso pueden ser, en cierta medida,
asimiladas a las del Ministerio Público (porque acusa), e incluso a las del juez instructor (porque
previamente investiga), pero nunca a las del juez decisor (porque nunca sanciona). Y es que la facultad de
aplicar sanciones sobre la base de argumentos jurídico-penales, es exclusiva del Poder Judicial.
En síntesis, el antejuicio es una prerrogativa funcional de la que gozan determinados funcionarios, con el
propósito de que no puedan ser procesados ante la judicatura penal por los delitos cometidos en el
ejercicio de sus funciones, sin que medie un procedimiento con las debidas garantías procesales ante el
Congreso de la República y la consecuente acusación del propio Legislativo.
El procedimiento de acusación constitucional contra los funcionarios enumerados en el artículo 99° de la
Constitución, por los supuestos delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones (antejuicio), se
encuentra regulado en el artículo 89° del Reglamento del Congreso. Queda ello meridianamente claro
cuando dicho artículo, ab initio, establece que “[...] mediante el procedimiento de acusación constitucional
se realiza el antejuicio político, al que tienen derecho los altos funcionarios del Estado comprendidos en el
artículo 99° de la Constitución Política. [...].
Por tanto, el antejuicio político ha sido concebido como una prerrogativa funcional cuyo objeto principal es
la proscripción del inicio de un proceso penal contra un alto funcionario si es que previamente no ha sido
sometido a un proceso investigatorio y acusatorio en sede parlamentaria. No cabe, pues, formular
denuncia ni abrir instrucción penal si no se cumple con este requisito sine qua non; mucho menos en
virtud de lo establecido por nuestra propia ley fundamental en su artículo 159º, que a la letra dice
“corresponde al Ministerio Público: 1. promover de oficio, o a petición de parte, la acción judicial en
defensa de la legalidad y de los intereses públicos tutelados por el derecho”.
Recuérdese, como ya lo ha dicho este Colegiado en reiteradas oportunidades, que en virtud del principio
de unidad de la Constitución, la Norma Fundamental no puede ser interpretada aislada y literalmente, sino
por el contrario, asumiéndola como un “todo” armónico y sistemático, a partir del cual se organiza el
sistema jurídico en su conjunto. Asimismo, de acuerdo con el contenido del principio de concordancia
práctica, toda aparente tensión entre las propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta
“optimizando” su interpretación, es decir, sin “sacrificar” ninguno de los valores, derechos o principios, y
teniendo presente que, en última instancia, todo precepto constitucional, incluso aquellos pertenecientes a
la denominada “Constitución orgánica” se encuentran reconducidos a la protección de los derechos
fundamentales, como manifestaciones del principio-derecho de dignidad humana, cuya defensa y respeto
es el fin supremo de la sociedad y el Estado (artículo 1º de la Constitución).
Por otra parte, este Tribunal en la sentencia recaída en el Expediente 0006-2003-PI/TC antes aludida
manifestó que “no existen criterios razonables que permitan concluir que la prerrogativa del antejuicio
deba dar lugar a algún grado de interferencia con la independencia y autonomía de los poderes públicos
encargados, por antonomasia, de la persecución e investigación del delito. Por ello, este Colegiado observa
con preocupación lo expuesto en el tercer y quinto párrafo del artículo 100° de la Constitución. El primer
párrafo establece: “En caso de resolución acusatoria de contenido penal, el Fiscal de la Nación formula
denuncia ante la Corte Suprema en el plazo de cinco días. El Vocal Supremo Penal abre la instrucción
correspondiente”. Por su parte, el tercero prevé: “Los términos de la denuncia fiscal y del auto apertorio
de instrucción no pueden exceder ni reducir los términos de la acusación del Congreso”.
El Tribunal Constitucional considera que las referidas disposiciones son contrarias al aludido principio
fundamental sobre los que se sustenta el Estado democrático de derecho: la separación de poderes. Si
bien dicho principio no puede negar la mutua colaboración y fiscalización entre los poderes públicos,
impone la ausencia de toda injerencia en las funciones esenciales y especializadas que competen a cada
una de las instituciones que diagraman la organización del Estado. En tal sentido, en modo alguno puede
restringirse la autonomía que corresponde al Ministerio Público en el desenvolvimiento de las funciones
que la Constitución le ha conferido en su artículo 159°; menos aún puede aceptarse la limitación de los
principios de unidad, exclusividad e independencia de la función jurisdiccional (incisos 1 y 2 del artículo
139°), la que, desde luego, alcanza también al juez instructor encargado de evaluar la suficiencia de
elementos de juicio que justifiquen la apertura de instrucción y de conducir la etapa investigativa del
proceso.
Por lo expuesto, este Tribunal reitera la recomendación al Congreso de la República para que, sobre este
tema, realice la reforma constitucional correspondiente.
Finalmente, aun cuando en anterior oportunidad se pueda interpretar que este Tribunal ha considerado
que se requiere de una acusación constitucional para que el Ministerio Público pueda realizar diligencias
preliminares de investigación a los altos funcionarios comprendidos en el artículo 99º de la Constitución
por la supuesta comisión de delitos, este Colegiado cumple con aclarar que la prerrogativa del antejuicio
no es de recibo en esta etapa preliminar a cargo del Ministerio Público, toda vez que conforme lo establece
el artículo 159º de la Constitución Política tal entidad se encuentra facultada para conducir la investigación
del delito y, dado el caso, presentar la denuncia constitucional contra los altos funcionarios del Estado tal
como se establece el artículo 89º del Reglamento del Congreso de la República. Por tanto, será en el
procedimiento de la apreciación de la denuncia constitucional interpuesta por el Ministerio Público al
amparo del artículo 89º que el Parlamento determinará la verosimilitud de los hechos materia de la
denuncia, así como la subsunción de ellos en los tipos penales establecidos legalmente, descartando
aquellas que estuvieran sustentadas en móviles políticos". (Exp. 00013-2009-AI FJ de 40 a 46)
Facultad del Congreso de la República de investigar y acusar y del Poder Judicial de aplicar
sanciones penales
9. "La Constitución ha recogido en su artículo 99º la institución del antejuicio político y, en ese sentido, ha
regulado expresamente que corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el Congreso: al Presidente
de la República; a los representantes a Congreso; a los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal
Constitucional; a los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte
Suprema; a los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la
Constitución y por todo delito que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de
que hayan cesado en éstas.
Al respecto, cabe señalar que este Colegiado en su sentencia recaída en el Expediente N.º 0006-2003-
AI/TC, caso 65 Congresistas de la República, al referirse a esta institución señaló que (...) en el antejuicio
sólo caben formularse acusaciones por las supuestas responsabilidades jurídico-penales (y no políticas) de
los funcionarios estatales citados en el artículo 99° de la Constitución, ante los supuestos delitos cometidos
en el ejercicio de sus funciones. Una vez que el Parlamento ha sometido a investigación la denuncia (que
puede provenir de su propio seno) y ha determinado la existencia de suficientes elementos de juicio que,
desde su perspectiva, configuran la comisión de un delito en el ejercicio de las funciones, actúa como
entidad acusadora, dejando sin efecto la prerrogativa funcional del dignatario, suspendiéndolo en el
ejercicio de sus funciones, y poniéndolo a disposición de la jurisdicción penal.
De esta forma en los casos de antejuicio las funciones del Congreso pueden ser, en cierta medida,
asimiladas a las del Ministerio Público (porque acusa), e incluso a las del juez instructor (porque
previamente investiga), pero nunca a las del juez decisor (porque nunca sanciona). Y es que la facultad de
aplicar sanciones sobre la base de argumentos jurídico-penales, es exclusiva del Poder Judicial.
En síntesis, el antejuicio es una prerrogativa funcional de la que gozan determinados funcionarios, con el
propósito de que no puedan ser procesados ante la judicatura penal por los delitos cometidos en el
ejercicio de sus funciones, sin que medie un procedimiento con las debidas garantías procesales ante el
Congreso de la República y la consecuente acusación del propio Legislativo.
El procedimiento de acusación constitucional contra los funcionarios enumerados en el artículo 99° de la
Constitución, por los supuestos delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones (antejuicio), se
encuentra regulado en el artículo 89° del Reglamento del Congreso. Queda ello meridianamente claro
cuando dicho artículo, ab initio, establece que “[...] mediante el procedimiento de acusación constitucional
se realiza el antejuicio político, al que tienen derecho los altos funcionarios del Estado comprendidos en el
artículo 99° de la Constitución Política. [...]". (Exp. 04747-2007-HC FJ 2,3)
Ley 27399 (El Peruano, 13 de enero de 2001). Ley que regula las investigaciones preliminares previstas en
la Ley Nº 27379 tratándose de los funcionarios comprendidos en el Artículo 99º de la Constitución (Parte
pertinente).
.........................................................................................................................................................................
Antejuicio político
Congreso, sin participación de la Comisión Permanente,
Antejuicio constitucional
suspender o no al funcionario acusado o inhabilitarlo
Suspensión o inhabilitación para el ejercicio de la función pública hasta por diez
del funcionario acusado años, o destituirlo de su función sin perjuicio de
Destitución cualquiera otra responsabilidad.
Derecho de defensa del
acusado El acusado tiene derecho, en este trámite, a la defensa
Acusación con contenido por sí mismo y con asistencia de abogado ante la
penal Comisión Permanente y ante el Pleno del Congreso.
Sentencia absolutoria
Límites de la denuncia fiscal y En caso de resolución acusatoria de contenido penal, el
del auto apertorio Fiscal de la Nación formula denuncia ante la Corte
Suprema en el plazo de cinco días. El Vocal Supremo
Penal abre la instrucción correspondiente.
La sentencia absolutoria de la Corte Suprema devuelve
al acusado sus derechos políticos.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
No existe contradicción entre las funciones del Congreso de la República y el Consejo Nacional
de Magistratura
3. "Sobre el particular, ha dicho este Tribunal que es posible afirmar que la Constitución, por un lado,
reconoce la facultad del Congreso de la República para imponer la sanción de destitución a los vocales
supremos; y, por otro, atribuye también al Consejo Nacional de la Magistratura la potestad de sancionar a
dichos vocales con la destitución. ¿Quiere ello decir que hay una contradicción interna en la Constitución?
A juicio de este Colegiado, no. Si se considera que la Constitución, en tanto norma jurídico-política, es una
unidad –principio de unidad de la Constitución–, tales facultades tienen que ser armonizadas sin que ello
implique desconocer la facultad sancionadora que la propia Constitución ha reconocido tanto al Congreso
como al Consejo Nacional de la Magistratura –principio de concordancia práctica y corrección funcional–".
(Exp. 08495-2006-AA FJ 18)
Prohibición del Ministerio Público de ejercer la acción penal si previamente no ha existido una
acusación constitucional
5. "... si bien es cierto que el Ministerio Público es el titular de la acción penal y el defensor de la legalidad,
como bien lo reconoce la propia Constitución, también es verdad que en virtud de estas facultades
otorgadas no puede arrogarse un ejercicio arbitrario de ellas. Es decir, el Ministerio Público no puede
promover una investigación a propósito de la supuesta comisión delictiva por parte de un alto funcionario
si éste previamente no ha sido objeto de una acusación constitucional en el Congreso. De lo contrario,
todos los actos llevados a cabo en sede jurisdiccional ordinaria sin la observancia de lo establecido en los
artículos 99º y 100º de la Constitución, así como del artículo 89º del Reglamento del Congreso de la
República y de la Ley Nº 27399 que también forman parte del parámetro de control para evaluar casos
como el presente, adolecen de nulidad. Permitir este tipo de actuación es abrir la puerta a interpretaciones
restrictivas de la ley fundamental que no solo la vacían de contenido, sino que también, resultan
violatorias de los derechos fundamentales (en el caso específico, el derecho al debido proceso de los altos
funcionarios públicos) y no se condicen con los principios que inspiran el Estado Constitucional". (Exp.
04747-2007-HC FJ 6)
La inmunidad de los altos funcionarios los protege contra ataques injustificados que no les
permitan realizar sus funciones principales
8. "Para que lo altos funcionarios ejerzan el poder de la manera más adecuada, se ha creído conveniente
protegerlos ante cualquier tipo de ataques injustificados que, puedan hacerlos desatender sus principales
cometidos funcionales. En el texto constitucional se han establecido diversas formas de inmunidad para los
detentadores del poder, como la exención de arresto y juzgamiento para los congresistas (artículo 93°), la
acusación constitucional por delitos de función o infracción constitucional (artículos 99° y 100°), entre
otras". (Exp. 00026-2006-AI FJ 2)
101º.
Comisión Permanente del
Congreso: número de Los miembros de la Comisión
representantes
Permanente del Congreso son elegidos por éste. Su
Atribuciones número tiende a ser proporcional al de los
representantes de cada grupo parlamentario y no
Designación del Contralor excede del veinticinco por ciento del número total de
General congresistas.
Ratificar al Presidente del Son atribuciones de la Comisión Permanente:
BCR y al Superintendente de 1. Designar al Contralor General, a propuesta del
la SBSAFP
Presidente de la República.
Aprobación de créditos 2. Ratificar la designación del Presidente del Banco
suplementarios, transferencias Central de Reserva y del Superintendente de Banca
y habilitaciones del
Presupuesto y Seguros.
3. Aprobar los créditos suplementarios y las
Ejercer las facultades
delegadas por el Congreso
transferencias y habilitaciones del Presupuesto,
durante el receso parlamentario.
Materias indelegables a la 4. Ejercitar la delegación de facultades legislativas que
Comisión Permanente
el Congreso le otorgue.
Otras materias conforme a la No pueden delegarse a la Comisión Permanente
Constitución y Reglamento del
Congreso materias relativas a reforma constitucional, ni a la
aprobación de tratados internacionales, leyes
orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta
General de la República.
5. Las demás que le asigna la Constitución y las que le
señala el Reglamento del Congreso.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
1. “El texto vigente es conforme a la modificación introducida por el Artículo Quinto de la ley 28484, ley de
reforma de los Artículos 87, 91, 92, 96 y 101 de la Constitución Política del Perú.
El texto anterior fue el siguiente:
Los miembros de la Comisión Permanente del Congreso son elegidos por éste. Su número tiende a ser
proporcional al de los representantes de cada grupo parlamentario y no excede del veinticinco por ciento
del número total de congresistas.
Son atribuciones de la Comisión Permanente:
1. Designar al Contralor General, a propuesta del Presidente de la República.
2. Ratificar la designación del Presidente del Banco Central de Reserva y del Superintendente de Banca y
Seguros.
3. Aprobar los créditos suplementarios y las transferencias y habilitaciones del Presupuesto, durante el
receso parlamentario.
4. Ejercitar la delegación de facultades legislativas que el Congreso le otorgue.
No pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma constitucional, ni a la
aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta General de
la República.
5. Las demás que le asigna la Constitución y las que le señala el Reglamento del Congreso. El texto
vigente es conforme a la modificación introducida por el Artículo Quinto de la ley 28484, ley de reforma de
los Artículos 87, 91, 92, 96 y 101 de la Constitución Política del Perú.
El texto anterior fue el siguiente:
Los miembros de la Comisión Permanente del Congreso son elegidos por éste. Su número tiende a ser
proporcional al de los representantes de cada grupo parlamentario y no excede del veinticinco por ciento
del número total de congresistas.
Son atribuciones de la Comisión Permanente:
1. Designar al Contralor General, a propuesta del Presidente de la República.
2. Ratificar la designación del Presidente del Banco Central de Reserva y del Superintendente de Banca y
Seguros.
3. Aprobar los créditos suplementarios y las transferencias y habilitaciones del Presupuesto, durante el
receso parlamentario.
4. Ejercitar la delegación de facultades legislativas que el Congreso le otorgue.
No pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma constitucional, ni a la
aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta General de
la República.
5. Las demás que le asigna la Constitución y las que le señala el Reglamento del Congreso”.
2. “En efecto, de una interpretación sistemática de los artículos 104° y 101°, inciso 4 de la Constitución, se
concluye que la aprobación de leyes orgánicas no puede ser delegada a la Comisión Permanente del
Congreso de la República, ni tampoco al Poder Ejecutivo mediante decretos legislativos. Esta limitación,
que no opera para las materias de ley ordinaria, que sí pueden ser delegadas al Poder Ejecutivo para que
legisle sobre ellas, se constituye en el núcleo mínimo indisponible de las competencias legislativas del
Congreso de la República, para el caso de normas con rango de ley, ya que la legislación de las materias
de ley orgánica no puede ser delegada al Ejecutivo”. (Exp. 00022-2004-AI FJ 35)
3. “... es necesario precisar que no todo acto administrativo expedido al amparo de una potestad
discrecional, siempre y en todos los casos, debe estar motivado. Así sucede, por ejemplo, con la elección o
designación de los funcionarios públicos (Defensores del Pueblo, miembros del Tribunal Constitucional,
Presidente y Directores del Banco Central de Reserva, Contralor de la República y otros) cuya validez,
como es obvio, no depende de que dichos actos sean motivados. En idéntica situación se encuentran
actualmente las ratificaciones judiciales que, como ya se ha manifestado, cuando se introdujo esta
institución en la Constitución de 1993, fue prevista como un mecanismo que, únicamente, expresara el
voto de confianza de la mayoría o de la totalidad de los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura
acerca de la manera como se había ejercido la función jurisdiccional...”. (Exp. 00578-2003-AA FJ 14)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
1. "... todo el proceso de eliminación del Régimen del CAS está supeditado al dictado de la legislación que –a
pesar de lo previsto en las disposiciones acotadas y a que nos encontramos en el año 2013–, aún no se
han emitido; al respecto, no se advierte que el Congreso de la República haya legislado en relación al
nuevo Régimen del Servicio Civil, por lo que la calificación que se ha hecho del CAS como un régimen
“transitorio” es poco más que lírica, dado que el régimen que lo debe reemplazar o asumir, es
jurídicamente inexistente. Poco importa si la Ley N.º 29951, Ley de Presupuesto del Sector Público para el
Año Fiscal 2013, ha regulado el porcentaje de trabajadores del régimen del CAS que pueden trasladarse al
nuevo Régimen del Servicio Civil, pues no pueden ingresar a un régimen laboral que aún no ha sido
creado.
Se advierte, en consecuencia, que el Congreso de la República ha incurrido en “ocio legislativo”, al
incumplir los plazos para emitir la legislación que se autoimpuso, pues de haberse respetado los plazos,
este año no sólo existiría el nuevo Régimen del Servicio Civil, sino que se estaría implementando el
proceso de ingreso al mismo, lo que a la fecha no es posible.
El Tribunal Constitucional, al momento de declarar la constitucionalidad del CAS, fijó su posición en
términos de su constitucionalidad, teniendo como parámetro el contenido y mandatos de la Constitución;
sin embargo, se advierte que la actuación del Congreso de la República, en relación al contenido de la
norma impugnada, es cuando menos deficiente. No basta decretar o declarar la extinción de un régimen
laboral; también resulta necesario determinar cuál va a ser el procedimiento para tal efecto, el plazo en
que ello se ejecutará, así como el destino de los trabajadores de dicho régimen, cualquiera que sea el
mismo, situaciones todas esas omitidas por el legislador ordinario.
Además, la creación del nuevo Régimen del Servicio Civil importa una reforma de la carrera
administrativa, por lo que resulta necesario que el nuevo régimen no solo en la forma sea compatible con
los presupuestos establecidos en el artículo 40º de la Constitución (ingreso, derechos, deberes y
responsabilidades de los servidores públicos), sino que su regulación responda a un sistema donde prime
el mérito como mecanismo de acceso y promoción, respetando los principios de igualdad e imparcialidad, y
garantizando que accedan o progresen en la función pública los funcionarios más capaces.
Por ello, corresponde que el Tribunal Constitucional emita un recordatorio para tal efecto al Congreso de la
República, dado que la omisión legislativa advertida sobre esta materia continuará en tanto no se
implementen los mandatos contenidos en el Decreto Legislativo N.º 1057, modificado por la Ley N.º
29849, salvo que tales disposiciones sean derogadas o modificadas, todo lo cual cae dentro del marco de
acción del Congreso de la República, en tanto órgano deliberante por excelencia en nuestro ordenamiento
constitucional". (Exp. 00013-2012-AI FJ de 19 a 22)
2. "En el Estado democrático y social de derecho, la consecución de las condiciones materiales para alcanzar
sus presupuestos, así como el desarrollo y mayor protección de los derechos fundamentales, ya sean estos
civiles, políticos, sociales o colectivos, requieren de una decidida labor del poder público, y en especial de
una imprescindible participación del Poder Legislativo. En efecto, si se tiene en cuenta: 1) la configuración
de este poder del Estado (Pleno, Comisión Permanente, Comisiones Parlamentarias, que pueden ser
ordinarias, de investigación y especiales, entre otros órganos); 2) que conforme se desprende de la
Constitución, es uno de los principales órganos de representación del pueblo; 3) que desempeña una
amplia y trascendental función normativa en el desarrollo de la Norma Fundamental; y 4) que la ley,
principal producto normativo del Parlamento, desempeña un rol trascendental en el sistema de fuentes del
ordenamiento jurídico peruano; se puede concluir que la materialización de los postulados constitucionales
tiene en el Legislador a uno de sus principales actores.
Lo antes expuesto no implica, ciertamente, excluir a aquellos otros órganos, como por ejemplo los
jurisdiccionales, que también tienen la obligación de proteger y hacer efectivos los derechos
fundamentales. Tales órganos jurisdiccionales coadyuvan en los mencionados, fines pero tienen funciones
y límites distintos a aquellos del Poder Legislativo". (Exp. 01761-2008-AA FJ 6,7)
3. "No existen lagunas ni se admiten ambigüedades cuando se trata de interpretar el artículo 102º inciso 7)
de la Constitución cuando establece claramente que son atribuciones del Congreso: “Aprobar la
demarcación territorial que proponga el Poder Ejecutivo”. Por tanto, no corresponde al Tribunal
Constitucional la competencia para determinar los límites territoriales entre los distritos de Pachacámac y
Lurín.
En efecto, conforme lo ha sostenido el Tribunal Constitucional en un proceso competencial anterior,
seguido entre las mismas municipalidades (Expediente Nº 0001-2001-CC/TC), “la demarcación territorial
es la división política del territorio en regiones, departamentos, provincias y distritos, y tiene
consecuencias en la vida social y política del país; por ello, tanto la Constitución Política de 1979 como la
de 1993 han establecido que sean normas con rango de ley aprobadas por el Congreso las que establezcan
tal configuración del territorio nacional”. Por tanto, es éste el órgano que conforme a sus respectivas
competencias debe establecer la respectiva demarcación territorial". (Exp. 00005-2007-CC FJ 12,13)
4. "... el Tribunal considera que el legislador está obligado a actuar en la próxima legislatura emitiendo una
ley que recoja las aspiraciones de los pueblos andinos y amazónicas que ven reflejada parte de su
identidad constitucionalmente reconocida, en el cultivo, uso y tratamiento en general de la planta de la
hoja de coca. Esto además en la necesidad de prevenir permanentes conflictos frente a la frustración que
general la inactividad de los poderes públicos con relación al reconocimiento de este tipo de derechos tan
profundamente arraigados en la cosmovisión de las diferentes nacionalidades y culturas que habitan en
nuestro territorio nacional". (Exp. 00006-2008-AI FJ 47)
5. "... el Congreso puede interpretar cualquier ley que forme parte del ordenamiento jurídico. Sin embargo,
estas normas interpretativas tienen que pasar por ciertos cánones que garanticen su constitucionalidad o
inconstitucionalidad.
Al respecto el Tribunal Constitucional ha señalado en la STC Nº 00002-2006-PI/TC que “Las normas
interpretativas son aquellas que declaran o fijan el sentido de una norma dictada con anterioridad y se
reconocen porque, al promulgarlas el Legislador, generalmente utiliza palabras como “interprétese”,
“aclárese” o “precísese”. El objetivo de una norma interpretativa es eliminar la ambigüedad que produce
una determinada norma en el ordenamiento jurídico. Así, ambas normas –la interpretada (Ley Nº 27160)
y la interpretativa (Ley Nº 28162) – están referidas a la misma regulación; por consiguiente, la norma
interpretativa debe regir desde la entrada en vigencia de la norma interpretada”.
Asimismo, este Tribunal Constitucional en la sentencia citada recogió lo establecido por la Corte
Constitucional de Colombia respecto a los tres requisitos que deben satisfacer las normas interpretativas:
- Primero: Deben referirse expresamente a una norma legal anterior.
- Segundo: Deben fijar el sentido de dicha norma anterior enunciando uno de los múltiples significados
plausibles de la norma interpretada, el cual pasa, por decisión del propio legislador, a ser el
significado auténtico que excluye las demás interpretaciones de la norma anterior.
- Tercero: No deben agregarle a la norma interpretada un contenido que no estuviera comprendido
dentro de su ámbito material". (Exp. 00018-2007-AI FJ de 1 a 3)
6. "... es necesario tomar en cuenta que este Colegiado ya se ha pronunciado con anterioridad respecto a
conflictos limítrofes entre diferentes jurisdicciones y las repercusiones de los mismos en el cobro de
tributos municipales (vid. STC 4164-2006-PA/TC). Así, siguiendo lo establecido por la Ley Orgánica de
Municipalidades, este Colegiado ha concluido que: Se desprende de dicho dispositivo que, en tanto
subsistan los problemas de imprecisión en la demarcación territorial, y estos no sean resueltos por la
autoridad competente, no es posible que dos municipios exijan el pago de tributos al mismo tiempo al
contribuyente, quien resulta, a todas luces, ajeno a dicha controversia. Por consiguiente, para fines
tributarios y administrativos, el recurrente que indefectiblemente debe cumplir su obligación tributaria solo
se encontrará obligado a hacerlo en una sola municipalidad –a la que corresponda el predio según
inscripción registral–, efectuando, de ser necesario, la consignación judicial respectiva y, en defecto de
ello, se reputarán válidos los pagos efectuados a cualquiera de las jurisdicciones distritales en conflicto, a
elección del contribuyente.
Que este criterio implica la existencia de dos supuestos: (i) imprecisión en la demarcación territorial; y, (ii)
que dos Municipios exijan el pago de tributos municipales". (Exp. 03444-2007-AA FJ 4,5)
7. "Una ley de amnistía se encuentra sujeta tanto a límites formales como materiales. Con respecto a la
primera cabe señalar que el dictado de una ley de amnistía es que ésta sólo puede formalizarse en virtud
de una ley ordinaria. Por tanto, además de respetar los principios constitucionales que informan el
procedimiento legislativo, debe observar los criterios de generalidad y abstracción exigidos por el artículo
103 de la Constitución. Igualmente, las leyes de amnistía deben respetar el principio-derecho de igualdad
jurídica, lo que impide que, previsto el ámbito de aplicación de la ley de amnistía, el legislador pueda
brindar un tratamiento diferenciado que no satisfaga las exigencias que impone el principio de
proporcionalidad.
Estos dos primeros límites distinguen a la amnistía del indulto. A diferencia de este último, una ley de
amnistía no puede comprender en sus alcances a una persona o un grupo de personas en particular, con
exclusión de otras que se encuentren en los mismos supuestos que motivan su expedición. Tampoco la
amnistía puede fundarse en un motivo incompatible con la Constitución. La Ley Fundamental es una
norma lo suficientemente abierta para que dentro de ella el legislador pueda elegir entre las diferentes
opciones de política de persecución criminal". (Exp. 00679-2005-AA FJ 24,25)
Para fines tributarios y administrativos, el recurrente que indefectiblemente debe cumplir con
su obligación tributaria sólo se encontrará obligado a hacerlo en una sola municipalidad
8. "... siendo evidente la subsistencia de cuestiones controvertidas respecto a la demarcación territorial entre
ambos distritos, en el presente caso debe aplicarse la Decimotercera Disposición Final de la Ley Orgánica
de Municipalidades (Ley 27972), expedida el 27 de mayo de 2003, cuyo tenor en el siguiente: “Tratándose
de predios respecto de los cuales dos o más jurisdicciones reclamen para sí los tributos municipales (...) se
reputarán como válidos los pagos efectuados al municipio de la jurisdicción a la que corresponda el predio
según inscripción en el registro de propiedad inmueble correspondiente (...) la validación de los pagos,
conforme a lo anterior, tendrá vigencia hasta que se defina el conflicto de límites existente, de manera tal
que a partir del año siguiente a aquél en que se defina el conflicto de límites, se deberá tributar al
municipio a cuya jurisdicción se haya atribuido el predio.
A partir del día de publicación de la presente norma, se dejará sin efecto todo proceso de cobranza iniciado
respecto de tributos municipales por los predios ubicados en zonas de conflicto de jurisdicción, a la sola
acreditación por el contribuyente de los pagos efectuados de acuerdo a los párrafos precedentes [...]”.
Que se desprende de dicho dispositivo que en tanto subsistan los problemas de imprecisión en la
demarcación territorial y estos no sean resueltos por la autoridad competente, no es posible que los
municipios que alegan la cobranza la ejecuten al mismo tiempo, procesos coactivos contra el contribuyente
quien resulta a todas luces ajeno a dicha controversia. En ese sentido, para fines tributarios y
administrativos, el recurrente que indefectiblemente debe cumplir con su obligación tributaria sólo se
encontrará obligado a hacerlo en una sola municipalidad –a la que corresponda el predio según inscripción
registral–, efectuando, de ser necesario, la consignación judicial respectiva". (Exp. 06673-2006-AA FJ 3,4)
9. El Tribunal Constitucional observa que el referido artículo 1º de la Ordenanza impugnada tiene dos
propósitos; por un lado formalizar la definición de límites territoriales aprobada por la Dirección Nacional
Técnica de Demarcación Territorial de la Presidencia del Consejo de Ministros; y, por otro, difundir esa
misma definición de límites territoriales `a nivel del departamento de Junín y la Nación´.
En la medida que la segunda finalidad no constituye una aprobación de la definición de límites territoriales,
sino sólo su difusión, en lo que sigue este Tribunal se detendrá a analizar si la formalización de la
definición de límites territoriales constituye una aprobación de la demarcación territorial que, de
conformidad con el inciso 7) del artículo 102º de la Constitución, sólo la puede realizar el Poder
Legislativo.
Esta primera interrogante planteada ha de absolverse en términos negativos, no bien se repara en que la
`formalización´ que la Ordenanza Regional realiza no incide sobre la `demarcación territorial´, que es la
competencia que, de conformidad con el inciso 7) del artículo 102º de la Constitución Política del Estado,
corresponde al Congreso; sino que recae, como textualmente se precisa en el artículo 1º de la Ordenanza
Regional impugnada, sobre la `definición de límites territoriales´ aprobada por la Dirección Nacional
Técnica de Delimitación Territorial". (Exp. 00013-2005-AI FJ de 5 a 7)
Resoluciones Legislativas
10. "Se trata de actos parlamentarios que generalmente regulan casos de manera particular y concreto.
Representan la excepción a la característica de generalidad de la ley. Tienen rango de ley porque el inciso
1º del artículo 102º de la Constitución y el artículo 4º del Reglamento del Congreso le confieren
implícitamente una jerarquía homóloga a la ley.
En efecto, el artículo 102º, inciso 1 de la Constitución establece que son atribuciones del Congreso de la
República dar resoluciones legislativas. Conforme al artículo 72º del Reglamento del Congreso, mediante el
procedimiento legislativo, se aprueban `resoluciones legislativas´ y `resoluciones legislativas de
aprobación de las normas reglamentarias internas del Congreso´. Por tanto, existen dos tipos de
resoluciones legislativas, cuyas particularidades serán distinguidas en el presente apartado.
El artículo 75º del mencionado reglamento establece que las proposiciones de resolución legislativa se
sujetarán a los mismos requisitos que los de ley, en lo que fuera aplicable. Conforme al artículo 76º del
mismo Reglamento, las reglas para la presentación de proposiciones de resoluciones legislativas son las
siguientes:
a) Las proposiciones de resolución legislativa presentadas por el Poder Ejecutivo estarán referidas a:
• Aprobación de tratados conforme al artículo 56º de la Constitución.
• Concesión de la prórroga del estado de sitio, la que deberá contener la nómina de los derechos
fundamentales cuyo ejercicio no se restringe o suspende, conforme al inciso 2º del artículo 137º de la
Constitución.
• Autorización del ingreso de tropas extranjeras al territorio de la República sin afectar la soberanía
nacional, conforme al inciso 8º del artículo 102º de la Constitución.
• Declaración de guerra y firma de la paz conforme al inciso 16º del artículo 118º de la Constitución.
• Autorización al Presidente de la República para salir del país, conforme al inciso 1º del artículo 102º de la
Constitución.
b) Las proposiciones de resolución legislativa presentadas por los Congresistas no podrán versar sobre:
• Viajes al exterior del Presidente de la República, prórroga del estado de sitio, aprobación de tratados
internacionales, autorización del ingreso de tropas extranjeras ni declaración de guerra y firma de la paz.
En términos generales, puede afirmarse que las materias citadas son las reguladas por las resoluciones
legislativas del primer tipo, mencionadas en el artículo 72º del Reglamento del Congreso, cuya numeración
es correlativa a la de las leyes y que en la actualidad consta de cinco dígitos. Asimismo, mediante este tipo
de resoluciones legislativas se conceden pensiones de gracia y se nombra a los directores del Banco
Central de Reserva y al Defensor del Pueblo.
Con relación a las resoluciones legislativas de aprobación de las normas reglamentarias internas del
Congreso, conviene anotar que una de sus características es que su numeración corresponde a cada año y
que se les denomina resoluciones legislativas del Congreso. Estas, además de aprobar las normas
reglamentarias internas, también se usan, debido a la práctica parlamentaria, para aprobar, entre otras
cuestiones, los siguientes:
• Modificaciones al Reglamento del Congreso.
• La agenda legislativa del período anual de sesiones.
• Delegación de facultades legislativas a la comisión permanente.
• Nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional.
• Declaración de la vacancia del Presidente de la República, del Defensor del Pueblo y del Contralor
General de la República.
• Declaración de la formación de causa conforme al artículo 100.º de la Constitución.
• Imposición de la sanción de inhabilitación para el ejercicio de la función pública.
• Autorización al Presidente del Congreso de la República para desempeñar comisiones extraordinarias de
carácter internacional.
Las resoluciones legislativas, de ambos tipos, son aprobadas por el pleno del Congreso, pero también lo
pueden ser por la comisión permanente". (Exp. 00047-2004-AI FJ 17)
El deber de legislar
12. “Tomando en cuenta que existe una cuádruple obligación estatal para legislar (negocial o de declaración de
voluntad, aplicativo de la ley para solucionar conflictos, reglamentario y legislativo en el sentido
constitucional), este Colegiado considera que ‘el deber de legislar consiste en la atribución de dictar
normas que permitan hacer cumplir, respetar o ejecutar los alcances de otras de mayor jerarquía’
(Exp. 0005-2003-AI/TC, fundamento jurídico 5)... Una ley para que tenga validez requiere de dos
condiciones: que sea accesible y previsible. Por la accesibilidad, el individuo debería conocer que los
supuestos de la norma le son aplicables. Por la previsibilidad, las normas legales deberán estar prescritas
con la conveniente precisión como para que se adopte una conducta adecuada a las mismas y prever los
efectos de su transgresión, pues ‘toda la legislación nacional y para todas las normas jurídicas de cualquier
naturaleza, incluyendo disposiciones constitucionales’.
Congruente con estos elementos, la ley había asumido la generalidad como atributo esencial. Sin
embargo, esta propiedad propia del Estado liberal, se ha visto transformado dentro de un Estado social,
según se analizará infra” (Exp. 0002-2005-AI/TC, FJ 77 y 80).
Ley 26656 (El Peruano, 17 de agosto de 1996), que establece las modalidades y plazos para las
autorizaciones de salida del país del Presidente de la República.
Artículo 1º.- Para los efectos de lo dispuesto en el inciso 9) del Artículo 102º de la Constitución
Política, el Poder Ejecutivo podrá solicitar y el Congreso de la República autorizar la salida del país
del Presidente de la República conforme a las modalidades y plazos establecidos en la presente Ley.
Artículo 2º.- Las solicitudes de autorización de salida del país deberán indicar el o los destinos, el
objetivo del viaje y el plazo en que deberá ejecutarse.
Artículo 3º.- Podrá solicitarse autorización de salida tanto por viajes a eventos determinados,
como por períodos en los que se tenga previsto atender eventos a determinarse, en cuyo caso deberá
indicarse únicamente el plazo durante el cual el Presidente de la República podrá efectuar viajes al
exterior, debiendo dar cuenta al Congreso de los objetivos y destinos cubiertos, inmediatamente a su
retorno al país.
Artículo 4º.- En el caso de solicitudes de autorización de salida por períodos, éstos no podrán
exceder el plazo de tres meses.
Durante los períodos en que no se encuentre en funciones el Pleno del Congreso, las autorizaciones
de salida podrán ser concedidas por la Comisión Permanente.
CAPÍTULO II
DE LA FUNCIÓN LEGISLATIVA
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
En la Sesión del Pleno del Congreso de la República de fecha 26 de mayo de 2004 se aprobó una Ley de
reforma constitucional relativa a este artículo. De aprobarse nuevamente la reforma en la próxima legislatura,
su nuevo texto sería el siguiente:
“Artículo 103º.- La ley establece la entidad del Gobierno Nacional que administra los regímenes de
pensiones a cargo del Estado”.
Pueden expedirse leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las cosas, pero no por razón de las
diferencias de las personas. La ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos
supuestos, en materia penal cuando favorece al reo. La ley se deroga sólo por otra ley. También queda sin
efecto por sentencia que declara su inconstitucionalidad.
La Constitución no ampara el abuso del derecho”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Principio-derecho de igualdad.
2. "El principio-derecho de igualdad, distingue dos manifestaciones relevantes: la igualdad en la ley y la
igualdad en la aplicación de la ley (Expediente N.° 0004-2006-PI/TC, fundamentos jurídicos del 123). La
igualdad en la ley, o en el contenido de la ley, que es el que ahora interesa desarrollar, constituye un
límite para el Legislador, en tanto que la actividad legisferante está vedada de establecer discriminaciones
entre iguales, estándosele permitido diferenciar en cuanto existan razones objetivas que sustenten tal
distingo.
Tal como este Tribunal lo afirmó en la STC 0018-2003-AI/TC, el artículo 103° de la Constitución prescribe
que pueden expedirse leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las cosas, pero no por razón de
la diferencia de personas. Este principio general del derecho afirma implícitamente que las normas
jurídicas protegen y obligan por igual a todos los habitantes de la República. La normas se caracterizan por
tener un mandato impersonal; ergo, no tienen en cuenta la singularidad de las personas obligadas a su
cumplimiento. La ley debe contener pautas de carácter general que sean de interés común y resultantes
de la convivencia social, cuyo cumplimiento sea obligatorio para todos, es decir, erga omnes. Dentro de
ese contexto, sólo por excepción es viable la creación de una regla especial, la misma que no se ampara
en el arbitrio caprichoso de quienes poseen el poder político, sino en la naturaleza o razón de los hechos,
sucesos o acontecimientos que ameriten una regulación particular o no genérica. Es decir, una ley especial
–de por si regla excepcional en el ordenamiento jurídico nacional– se ampara en las específicas
características, propiedades, exigencias o calidades de determinados asuntos no generales en el seno de la
sociedad. Las leyes especiales hacen referencia especifica a lo particular, singular o privativo de una
materia. Su denominación se ampara en lo sui géneris de su contenido y en su apartamiento de las reglas
genéricas. En puridad, surgen por la necesidad de establecer regulaciones jurídicas esencialmente distintas
a aquellas que contemplan las relaciones o situaciones indiferenciadas, comunes o genéricas.
También se ha indicado (STC 0001-2003-AI/TC, fundamento 7) que el término “cosa” previsto en el primer
párrafo del artículo 103° de la Constitución, no puede ser entendido en su sentido coloquial. La cosa no
puede ser vista como un objeto físico, sino como todo elemento vinculado a la juridicidad: inmanente pero
real; objetivo pero intrínsecamente vinculado a las relaciones interpersonales. “Cosa” es, pues, la materia
del Derecho y, por tanto, puede aludir a una relación jurídica, un instituto jurídico, una institución jurídica
o simplemente un derecho, un principio, un valor o un bien con relevancia jurídica” (resaltado agregado).
Asimismo, en la aludida sentencia, se menciona que “(….) Así pues, cuando el artículo 103° de la Carta
Fundamental estipula que pueden expedirse leyes especiales “porque así lo exige la naturaleza de las
cosas”, no hace sino reclamar la razonabilidad objetiva que debe fundamentar toda ley, incluso, desde
luego, las leyes especiales. Respetando el criterio de razonabilidad legal, el Estado queda facultado para
desvincular a la ley de su vocación por la generalidad y hacerla ingresar en una necesaria y razonable
singularidad. Necesaria, porque está llamada a recomponer un orden social que tiende a desvirtuarse, y
razonable, porque se fundamenta en un elemento objetivo, a saber, la naturaleza de las cosas”
(fundamento 8)". (Exp. 00021-2011-AI/TC, FJ de 5 a 7).
Retroactividad benigna
5. "Si bien queda claro -conforme a lo señalado en los párrafos precedentes- que quien ha sido condenado en
virtud de una ley que ha sido reformada con una pena más benigna tiene el legítimo derecho de solicitar
tanto la adecuación al nuevo tipo penal como la sustitución de la pena sobre la base del mandato
expresado en el artículo 103º de la Constitución, ello no implica que la concesión de tales pedidos sea una
atribución conferida a la justicia constitucional. Y es que como ya lo ha señalado este Tribunal en reiterada
jurisprudencia, la determinación de la responsabilidad penal es competencia exclusiva de la justicia
ordinaria, aspecto que también involucra la graduación de la pena impuesta en sede penal. En este sentido
no cabe sino recalcar que la asignación de la pena obedece a una declaración previa de culpabilidad
realizada por el juez ordinario, quien en virtud de la actuación probatoria realizada al interior del proceso
penal llega a la convicción sobre la comisión de los hechos investigados, la autoría y el grado de
participación de los inculpados. El quántum de la pena obedece, pues, a un análisis del juez ordinario
quien sobre la base de los criterios mencionados fijará una pena proporcional a la conducta
sancionada". (Exp. 02100-2011-HC/ TC, FJ 6).
Temeridad en el proceso
14. "... se hace evidente la conducta litigiosa temeraria asumida por el accionante, quien en el presente caso
ha venido alegando de manera reiterada, al igual que en otros procesos, la afectación de su derecho
constitucional al debido proceso cuestionando el sentido del fallo en resoluciones del Poder Judicial,
pretendiendo un reexamen de sentencias expedidas y que se revoquen fallos emitidos vinculados a la
determinación del derecho de propiedad de la demandante respecto a un bien inmueble; desnaturalizando
los fines de este proceso constitucional, recurriendo a la utilización de argumentos carentes de sustento
fáctico y jurídico.
De hecho esta actuación no sería deleznable si fuera la primera vez en que este Colegiado conoce de este
tipo de alegaciones; sin embargo, ello no es así, pues tal como se ha hecho referencia supra, existen
diecinueve casos en los que se ha dado respuesta a dichas alegaciones desde la perspectiva estrictamente
constitucional. Y es que para este Tribunal Constitucional estos hechos acreditan no sólo la falta de
argumentos y fundamentos que sustentan sus afirmaciones en esta vía, sino también la temeridad con la
que ha venido actuando el recurrente en el trámite del presente proceso, obstaculizando así la labor de los
órganos jurisdiccionales encargados de administrar justicia por mandato del artículo 138º de la
Constitución.
No cabe duda que conductas de ese tipo constituyen una vulneración del artículo 103º de la Constitución,
que proscribe el abuso del derecho, en general, y de los procesos constitucionales, en particular. Y es que
el abuso de los procesos constitucionales no sólo constituye un grave daño al orden objetivo
constitucional, sino también a la tutela de los derechos fundamentales de los demás ciudadanos. Esto es
así, por cuanto al hacerse un uso abusivo de los procesos constitucionales, de un lado, se restringe prima
facie la posibilidad de que este Colegiado pueda resolver las causas de quienes legítimamente acuden a
este tipo de procesos a fin de que se tutele prontamente sus derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución, y de otro lado, constituye un gasto innecesario para el propio Estado que tiene que premunir
de recursos humanos y logísticos para resolver tales asuntos. En concreto, con este tipo de pretensiones,
lo único que se consigue es dilatar la atención oportuna de las auténticas demandas de justicia
constitucional y a la vez frustrar la administración de justicia en general". (Exp. 01911-2009-HC FJ de 12 a
14)
Decretos legislativos
104º.
Delegación de facultades
legislativas al Poder Ejecutivo El Congreso puede delegar en el Poder
Características de la
delegación Ejecutivo la facultad de legislar, mediante decretos
Materias indelegables legislativos, sobre la materia específica y por elplazo
Regulación aplicable a los determinado establecidos en la ley autoritativa.
decretos legislativos
Obligación de dar cuenta al
Congreso o Comisión No pueden delegarse las materias que son indelegables
Permanente a la Comisión Permanente.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
ANTECEDENTES
El Poder Ejecutivo no puede incumplir una Ley vía una Decreto de Urgencia
1. “Las objeciones del Poder Ejecutivo al Código de Protección y Defensa del Consumidor luego de la
promulgación presidencial, pueden ser canalizadas a través de un proyecto de ley modificatorio enviado al
Congreso de la República, que incluso el Poder Ejecutivo puede remitir con carácter de urgencia (artículo
105º de la Constitución). También, el Poder Ejecutivo podría modificar dicho Código mediante decreto
legislativo, con ocasión de la delegación de facultades legislativas que le haya hecho el Congreso, en los
términos del artículo 104º de la Constitución.
No declarar la inconstitucionalidad del Decreto de Urgencia Nº 061-2010, implicaría el riesgo de sentar
como antecedente que el Poder Ejecutivo pueda intentar el incumplimiento de una ley vía decreto de
urgencia, no obstante que, como en este caso, pudo formularle observaciones antes de promulgarla o,
posteriormente, pudo remitir un proyecto de ley al Congreso a fin de que se debata su modificación o
recibir facultades legislativas delegadas del Congreso para tal efecto. De no realizarse el control de
constitucionalidad por este Colegiado, el ejercicio de las facultades legislativas del Poder Ejecutivo
mediante decretos de urgencia contravendría las reglas que al respecto contempla la Constitución, en clara
vulneración del equilibrio de poderes, según se ha sustentado en el fundamento 2, supra, y del deber del
Ejecutivo de cumplir y hacer cumplir las leyes, conforme al artículo 118º, inciso 1, de la Constitución".
(Exp. 00028-2010-AI FJ 8,9)
Leyes orgánicas
106º.
Objeto de las leyes orgánicas
Mediante leyes orgánicas se regulan la
Trámite de los proyectos de
ley orgánica estructura y el funcionamiento de las entidades del
Estado previstas en la Constitución, así como también
Votación para aprobar o las otras materias cuya regulación por ley orgánica está
modificar leyes orgánicas
establecida en la Constitución.
Los proyectos de ley orgánica se tramitan como
cualquiera otra ley. Para su aprobación o modificación,
se requiere el voto de más de la mitad del número legal
de miembros del Congreso.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Ley 26303 (El Peruano, 05 de mayo de 1994). Dictan norma para la clasificación e identificación de las
Leyes Orgánicas en nuestro ordenamiento jurídico.
CAPÍTULO III
DE LA FORMACIÓN Y
PROMULGACIÓN DE LAS LEYES
Iniciativa legislativa
Iniciativa Legislativa
Iniciativa legislativa en
materias propias de sus
competencias
107º. El
También tienen el mismo derecho en las materias
que les son propias los otros poderes del Estado, las
Presidente de la instituciones públicas autónomas, los municipios y los
República y los colegios profesionales. Asimismo lo tienen los
congresistas tienen ciudadanos que ejercen el derecho de iniciativa
derecho de iniciativa en conforme a ley.
la formación de las
leyes.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Objeto del principio de publicidad de las normas y ámbito de aplicación de las leyes
3. "El requisito de la publicidad, tanto de las leyes como de las normas con rango de ley, tiene por objeto
tanto la difusión de su contenido como la publicidad de la misma de manera que todos tengan
conocimiento de aquella y pueda exigirse su cumplimiento obligatorio, dentro del ámbito territorial
correspondiente.
En el caso de las leyes así como de las normas con rango de ley expedidas por autoridades de
competencia nacional, su ámbito de aplicación es todo el territorio del Estado, mientras que en el caso de
las normas regionales y locales, su ámbito de aplicación se circunscribe al ámbito del gobierno regional o
local, según corresponda.
Esto ha llevado a que el artículo 109º de la Constitución, en relación con la publicidad de la ley en el diario
oficial, sea exigido también en el caso de las autoridades que emiten normas con este rango y cuyo
alcance es nacional, entiéndase, decretos legislativos y decretos de urgencia. Sin embargo, ello no ocurre
en el caso de las normas de alcance regional y local". (Exp. 00005-2010-AI/TC, FJ de 6 a 8)
La Publicidad como requisito se extiende a cualquier fuente formal del derecho, especialmente
aquellas con vocación de impersonalidad y abstracción
5. "El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado respecto al principio de publicidad de las normas en el
ámbito de la potestad disciplinaria, en los siguientes términos: “A juicio del Tribunal, la omisión de
publicar el texto del Reglamento de Régimen Disciplinario de la Policía Nacional del Perú, constituye una
violación del artículo 109° de la Constitución Política del Estado, que establece que "La ley es obligatoria
desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que
posterga su vigencia en todo o en parte".
Si bien dicho precepto constitucional establece que es la "ley" la que tiene que ser publicada, el Tribunal
Constitucional considera que en dicha frase debe entenderse, prima facie, a cualquier fuente formal del
derecho y, en especial, aquellas que tienen una vocación de impersonalidad y abstracción. A juicio de este
Colegiado, la publicación de las normas en el diario oficial El Peruano es un requisito esencial de la eficacia
de las leyes y de toda norma jurídica, a tal extremo que, una norma no publicada, no puede considerarse
obligatoria” (STC Nº 2050-2002-AA/TC)".(Exp. 06402-2007-AA/TC, FJ 16)
El Principio de Publicidad es condición sine qua non de la incorporación válida de las normas en
el ordenamiento jurídico
10. "De conformidad con el artículo 44º de la Ley Orgánica de Municipalidades, Nº 27972, “No surte[n] efecto
las normas de gobierno municipal que no hayan cumplido con el requisito de publicación o difusión”. En
consecuencia, la condición de validez y existencia o vigencia de una ordenanza municipal en nuestro
ordenamiento es que ella haya sido publicada. Tal publicación debe ser entendida, como específicamente
referida a la publicación en el Diario Oficial que corresponda. En tal sentido, el hecho de que la demandada
haya difundido la Ordenanza municipal en su página web, no puede admitirse como un procedimiento
“válido” para que se considere como norma válidamente incorporada al ordenamiento jurídico.
Debe considerarse que en el contexto de un Estado de Derecho como el que fundamenta nuestro
ordenamiento jurídico (art. 3, 43, de la Constitución), el requisito de publicidad de la normas constituye
un elemento constitutivo de su propia vigencia. Conforme a ello, se tiene que una norma “no publicada” es
por definición una norma “no vigente”, “no existente” y, por lo tanto, no genera ningún efecto". (Exp.
10287-2005-AA/TC, FJ 5,6)
CAPÍTULO IV
PODER EJECUTIVO
110º.
El Presidente de la
República El Presidente de la República es el Jefe
Requisitos para ser
elegido Presidente de la del Estado y personifica a la Nación.
República Para ser elegido Presidente de la República se
requiere ser peruano por nacimiento, tener más de
treinta y cinco años de edad al momento de la
postulación y gozar del derecho de sufragio.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Elecciones presidenciales
111º. El Presidente de la República se elige por
Elección del Presidente sufragio directo. Es elegido el candidato que obtiene
de la República más de la mitad de los votos. Los votos viciados o en
Sufragio directo y
blanco no se computan.
votación mayoritaria Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría
absoluta, se procede a una segunda elección, dentro de
Segunda vuelta electoral
los treinta días siguientes a la proclamación de los
Elección de los cómputos oficiales, entre los candidatos que han
vicepresidente obtenido las dos más altas mayorías relativas.
Junto con el Presidente de la República son elegidos,
de la misma manera, con los mismos requisitos y por
igual término, dos vicepresidentes.
TRATADOS INTERNACIONALES
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo 1º de la Ley 27365 (05 de
noviembre de 2000), Ley de Reforma Constitucional que elimina la reelección presidencial inmediata y
modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos en
las Elecciones Generales de 2000.
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 112º.- El mandato presidencial es de cinco años. El Presidente puede ser reelegido de
inmediato para un período adicional. Transcurrido otro período constitucional, como mínimo, el ex
presidente puede volver a postular, sujeto a las mismas condiciones”.
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Arts. 139, 142 y 143.
Constitución de 1979: Art. 205.
Vacancia de la Presidencia
Vacancia de la Destitución por las razones establecidas en el art. 117º de la Constitución
Presidencia de la República
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Arts. 144 y 152.
Constitución de 1979: Art. 206.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sucesión presidencial
Impedimento temporal o
permanente del ejercicio de la
Presidencia
115º. Por impedimento temporal o permanente
del Presidente de la República, asume sus funciones el
Línea de sucesión Primer Vicepresidente. En defecto de éste, el Segundo
presidencial Vicepresidente. Por impedimento de ambos, el
Encargatura del
Presidente del Congreso. Si el impedimento es
despacho presidencial en permanente, el Presidente del Congreso convoca de
caso de viaje inmediato a elecciones.
Cuando el Presidente de la República sale del territorio
nacional, el Primer Vicepresidente se encarga del
despacho. En su defecto, lo hace el Segundo
Vicepresidente.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
[De conformidad con el artículo Unico de la Ley Nº 27375, publicada el 05 de diciembre de 2000, se interpretó que el mandato
conferido en este artículo al Presidente del Congreso de la República, para que asuma las funciones de Presidente de la República
por impedimento permanente de este último y de los vicepresidentes, no implica su vacancia en el cargo de Presidente del
Congreso ni mucho menos de su condición de Congresista de la República. El texto de esta norma establece:
ANTECEDENTES
Viabilidad del Hábeas Corpus conexo cuando se obligue a alguien a prestar juramento
2. “Cabe utilizarse [el Hábeas Corpus conexo] cuando se presentan situaciones no previstas en los tipos
anteriores. Tales como la restricción del derecho a ser asistido por un abogado defensor libremente elegido
desde que una persona es citada o detenida; o de ser obligado a prestar juramento; o compelido a
declarar o reconocer culpabilidad contra uno mismo, o contra él o la cónyuge, etc.
Es decir, si bien no hace referencia a la privación o restricción en sí de la libertad física o de la locomoción,
guarda, empero, un grado razonable de vínculo y enlace con éste. Adicionalmente, permite que los
derechos innominados –previstos en el artículo 3º de la Constitución– entroncados con la libertad física o
de locomoción, puedan ser resguardados...” (Exp. 2663-2003-HC/TC, FJ 6.h)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Exceso del plazo razonable del proceso como presupuesto para el otorgamiento de gracias
presidenciales
3. "Así las cosas, en primer término, puede observarse un problema de técnica legislativa cuando el artículo
2º de la Ley N.º 28704, refiere que no procede la gracia “a los sentenciados…”. Y es que ésta, como se ha
dicho, solo puede recaer sobre procesados penalmente. Acaso el error obedezca a que el precepto legal
busca dar un tratamiento prohibitivo conjunto a instituciones como el indulto y la gracia, que ciertamente,
cuando menos en nuestro sistema constitucional, revisten diferencias notorias.
Si la gracia solo recae sobre procesados, a diferencia del indulto, no supone el perdón de pena alguna,
sino el impedimento para la prosecución de la investigación penal por superar un determinado plazo de
ésta. Asimismo, ello permite advertir que tanto su fundamento como la tensión en la que ingresa con
ciertos valores constitucionales, son distintos que los que se presentan en el caso del indulto.
La primigenia razón constitucional subyacente al instituto de la gracia presidencial, es el derecho
fundamental a que el plazo de proceso penal no se extienda más allá de lo razonable. Este derecho
fundamental encuentra reconocimiento en el artículo 14°, inciso 3, literal c), de Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, en cuanto establece que “[d]urante el proceso, toda persona acusada de un
delito tendrá derecho (…) [a] ser juzgado sin dilaciones indebidas” (énfasis agregado); y en el artículo 8º,
inciso 1, de la Convención Americana de Derechos Humanos, en cuanto dispone, en lo que ahora resulta
relevante, que “[t]oda persona tiene derecho a ser oída (…) dentro de un plazo razonable (…) en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella” (énfasis agregado). En el marco de la
Constitución, al amparo de su artículo 55º y Cuarta Disposición Final, este derecho es una manifestación
implícita del derecho fundamental al debido proceso, previsto en su artículo 139º, inciso 3 (SSTC 3509-
2009-PHC/TC, fundamento 19; 0024-2010-PI/TC, fundamento 37).
Conforme a una interpretación literal y aislada del artículo 118º, inciso 21, de la Constitución, el ejercicio
de la atribución de la gracia presidencial estaría autorizada por el solo hecho de que “la etapa de
instrucción haya excedido el doble de su plazo más su ampliatoria”. ¿Es ello constitucionalmente suficiente
para que la atribución pueda ser ejercida? A juicio del Tribunal Constitucional, la respuesta es negativa por
las siguientes razones:
a) En primer lugar, porque la superación del plazo razonable del proceso penal no puede ser asociada
solamente a la superación de un plazo en particular instituido en abstracto. En efecto, tal como ha
sostenido este Tribunal, “es necesario establecer de forma categórica que el plazo razonable no es un
derecho que pueda ser ‘medido’ de manera objetiva, toda vez que resulta imposible asignar a los procesos
penales una uniformidad objetiva e incontrovertida” (SSTC 4931-2007-PHC/TC, fundamento 4; 0024-
2010-PI/TC, fundamento 38). La esencia de este criterio es mantenida también por el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, al sostener que “el plazo razonable (...) no puede traducirse en un número fijo de
días, semanas, meses o años, o en varios períodos dependiendo de la gravedad del delito" (Caso
Stogmuller. Sentencia del 10 de noviembre de 1969, párrafo 4). Por ello, la determinación de la violación
de la referida razonabilidad exige la consideración de una serie de factores estrecha e indisolublemente
ligados a las particularidades de cada caso. Tales factores son: a) la complejidad del asunto; b) la
actividad procesal del interesado, y c) la conducta de las autoridades judiciales (SSTC 0618-2005-PHC/TC,
fundamento 11; 5291-2005-HC/TC; fundamento 6; 1640-2009-PHC/TC, fundamento 3; 2047-2009-
PHC/TC, fundamento 4; 3509-2009-PHC/TC, fundamento 20; 5377-2009-PHC/TC, fundamento 6; entre
otras). En consecuencia, la superación de un determinado plazo fijado expresamente por el ordenamiento
jurídico, aun cuando lo sea en la propia Constitución del Estado, es solo un primer factor (muy relevante
por cierto, pero primer factor al fin y al cabo), para determinar la superación del plazo razonable del
proceso penal.
b) En segundo lugar, porque el derecho fundamental a la razonabilidad de la duración del proceso penal,
como todo derecho fundamental, carece de un contenido absoluto o ilimitable, entre otras cosas, en razón
de que se encuentra en permanente tensión con otros derechos fundamentales, tales como el derecho
fundamental a la verdad, el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva (artículo 139º, inciso 3, de la
Constitución), y con la protección del bien constitucional afectado por la conducta investigada. De ahí que
la violación del plazo razonable solo puede verificarse en circunstancias extraordinarias, en las que se
evidencia con absoluta claridad que el procesado ha pasado a ser “objeto” de un proceso penal con
vocación de extenderse sine die y en el que se hace presumible la carencia de imparcialidad de las
autoridades judiciales, al extender los plazos con el único ánimo de acreditar una supuesta vinculación del
imputado con supuestos hechos delictivos que no han podido acreditarse verosímilmente a través de las
diligencias desarrolladas durante un tiempo altamente prolongado (STC 0024-2010-PI/TC, fundamento
39).
c) En tercer término, porque tal como ha sostenido este Tribunal, “a la luz de la manera cómo
expresamente se encuentra regulado el contenido del derecho en los tratados internacionales citados, y
del sentido que se le ha atribuido, puede afirmarse que la razonabilidad del plazo se encuentra relacionada
con la duración del proceso penal en su totalidad, y no solamente con alguna de sus etapas” (STC 0024-
2010-PI/TC, fundamento 39). Desde luego, ello no quiere significar que por el solo hecho de que el
proceso se encuentre aún en etapa de investigación, no cabe concluir la violación de este derecho
fundamental. Significa tan solo que para tales efectos no basta la superación de los plazos extraordinarios
de determinadas etapas del proceso, sino, según quedó dicho, la valoración de elementos relacionados con
las particularidades de cada caso, a saber, a) la complejidad del asunto; b) la actividad procesal del
interesado, y c) la conducta de las autoridades judiciales, en función del proceso como un todo.
d) En cuarto lugar, porque si de conformidad con el artículo 45º de la Constitución, “la potestad de
administrar justicia (…) se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la
Constitución y a las leyes”, el ejercicio de la gracia presidencial representa una clara excepción a este
principio general que, a su vez, es fundamental para preservar el principio de separación de poderes
(artículo 43º de la Constitución). De ahí que deba ser interpretado de forma sumamente restrictiva, siendo
ella la razón por la que este Tribunal tiene expuesto que “la gracia presidencial deberá ser concedida por
motivos humanitarios, en aquellos casos en los que por la especial condición del procesado (por ejemplo,
portador de una enfermedad grave e incurable en estado terminal) tornarían inútil una eventual condena,
desde un punto de vista de prevención especial” (STC 4053-2007-PHC/TC, fundamento 27). En efecto, si
la gracia presidencial impide el desarrollo de una competencia que por antonomasia compete al Poder
Judicial, la sola superación del plazo razonable del proceso, por ser un asunto que bien puede ser valorado
por los propios órganos jurisdiccionales, no es mérito suficiente para ejercerla, debiendo sustentarse,
además, en la demostración de que, dadas las condiciones subjetivas del procesado, más allá de su
eventual responsabilidad, la ejecución de una futura pena sería en sí misma representativa de un daño
irreparable a su derecho fundamental a la integridad física o, incluso, a su vida.
En consecuencia, la gracia es una atribución del Presidente de la República que limita los derechos a la
verdad, al debido proceso, a la tutela jurisdiccional efectiva y la protección del bien constitucional a cuya
afectación dio lugar la conducta que impide investigar. Por tal motivo, para ser ejercida no basta el
cumplimiento de las formalidades constitucionalmente previstas, sino además la acreditada violación del
plazo razonable del proceso penal (lo que exige una valoración de las características del caso) y que la
condición subjetiva del procesado revele la prognosis de un grave e irreversible daño a su derecho
fundamental a la integridad física o un incluso una amenaza a su derecho fundamental a la vida". (Exp.
00012-2010-AI FJ de 55 a 59)
Control político que ejerce el Parlamento de los actos normativos del Presidente de la República
4. El control parlamentario de los actos normativos del Presidente de la República es esencialmente un
mecanismo de control político. Un “procedimiento del control político”, como especifica la Sección Segunda
del Capítulo VI del Reglamento del Congreso de la República, mediante el cual el Parlamento ejerce su
función de control, fiscalización y dirección política, a través de la evaluación de la solución gubernamental
[de fines y medios empleados] adoptada para hacer frente a los efectos en la economía nacional o en las
finanzas públicas de las situaciones extraordinarias e imprevisibles que supusieron el dictado de la
legislación de urgencia.
Un control de esta naturaleza no se identifica con lo que es propio del control jurídico. Ello es consecuencia
de la naturaleza del órgano que realiza el control y de las tareas que la Constitución asigna a éste. El
Parlamento es un órgano político por naturaleza, basado en el mandato representativo, en la elección
directa de sus representantes y en el sufragio universal, igual, libre y secreto. Refleja en su composición a
todos los sectores (e intereses) de la sociedad [principio del pluralismo] y, en su seno, quienes los
representan debaten públicamente sobre las cuestiones más trascendentales que conciernen a la res
pública.
Precisamente por ello, aunque el derecho regule jurídicamente el ejercicio del control parlamentario, éste
no está en la capacidad de alcanzar a los criterios que se empleen para evaluar las medidas
gubernamentales que se adopten. La regulación jurídica del control político no se proyecta sobre el
contenido y la intensidad con que tal control pueda realizarse. Sólo representa el establecimiento de reglas
que disciplinan los procedimientos de desempeño de la función misma.
De ahí que, a diferencia del control jurídico, cuyo criterio de evaluación por antonomasia sea el de
validez/invalidez del objeto controlado, los criterios de simple oportunidad y de
conveniencia/inconveniencia sean los que se empleen en el control político. De simple oportunidad, pues
encontrándose facultados para realizar el control respecto de cualquier medida gubernamental, depende
de la decisión política del Parlamento y, en particular de las relaciones entre minoría y mayorías políticas,
el que lo quiera ejercer. Y se realiza bajo el criterio de conveniencia/inconveniencia ya que, una vez que se
ha decidido llevarlo a cabo, las críticas al Ejecutivo pueden tener al derecho como fundamento, pero
también sustentarse en razones económicas, financieras, sociales, de orientación política o por puros
argumentos de poder. Puesto que no existe un catálogo de criterios limitados o delimitados para el
escrutinio político, la subjetividad y disponibilidad de su parámetro son algunos de los factores que
singularizan al control político.
El carácter político del control parlamentario de los decretos de urgencia también se aprecia en el objetivo
de éste, que es el control del órgano del que emanan (el Poder Ejecutivo). Por contraposición, el control
jurídico se realiza siempre sobre una norma (ley, decreto de urgencia u ordenanza municipal, por ejemplo)
y no puede ser entendido como un control sobre el órgano que emite la norma, ya que se encuentra
orientado a garantizar la primacía de la Constitución (artículo II del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional)". (Exp. 00004-2011-AI FJ 4,5)
Presidente de la República tiene la potestad tributaria de fijar mediante decreto supremo las
tarifas arancelarias
6. "Es decir, pueden existir en el caso de autos medios de prueba relevantes que no se tuvieron presentes al
momento de emitirse la Sentencia mencionada, teniendo en cuenta que la reducción de la tasa de los
derechos arancelarios de las partidas nacionales mencionadas no produce, per se, una manifiesta
afectación del derecho a la igualdad.
En cuanto a la constitucionalidad formal del Decreto Supremo Nº 007-2011-EF, este Tribunal debe
recordar que los artículos 74º y 118º, inciso 20), de la Constitución, le han asignado al Presidente de la
República la potestad tributaria de fijar mediante decreto supremo las tarifas arancelarias. Por esta razón,
este Tribunal considera que el decreto supremo mencionado no infringe por la forma la Constitución.
Entrando en el análisis material de constitucionalidad del decreto mencionado, este Tribunal considera que
lo dispuesto en su artículo 1° no contraviene la Constitución y es conforme a la sentencia y la resolución
de aclaración recaída en el Exp. N° 03116-2009-PA/TC, pues en la exposición de motivos del decreto
supremo mencionado, obrante a fojas 140 del cuadernillo de este Tribunal, se consigna que para su dación
se ha evaluado que la reducción de las tasas arancelarias: a) facilita que las empresas cementeras
nacionales, debido al fuerte crecimiento de la demanda por cemento, importen cantidades representativas
de cemento clinker y cemento Portland no blanco, como ha venido sucediendo desde el 2008 al 2010; b)
mejora la eficiencia de la producción y la continuidad del abastecimiento de las empresas cementeras
nacionales que enfrentan restricciones de capacidad y abastecimiento; y c) favorece a los consumidores en
términos de precio, oferta y calidad, teniendo en cuenta que durante el 2010 el sector Construcción ha
evidenciado una fuerte y rápida recuperación al crecer cerca de 17% durante los primeros diez meses del
año, producto de la reactivación de la inversión privada y del incremento de la inversión pública". (Exp.
05688-2009-AA FJ 7)
Cumplimiento de las sentencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales por parte del
Presidente de la República
8. "... si bien conforme al artículo 118.9 de la Constitución corresponde al Presidente de la República:
“Cumplir y hacer cumplir las sentencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales”; frente a la
renuencia reiterada de los órganos encargados de cumplir las decisiones jurisdiccionales, la ejecución
forzada se presenta como la única solución a la que este Colegiado no puede renunciar, llegado el caso, a
efectos de que, reivindicando el Estado de Derecho, se obligue al poder a someterse al Derecho. Estos
deben ser, sin embargo, casos excepcionales que siempre hay que tratar de evitar, apelando en primer
lugar a la coordinación y al diálogo interinstitucional, como mandato derivado del principio de cooperación
y colaboración de poderes". (Exp. 00023-2007-AI FJ 9)
Facultad del Presidente de la República para regular tarifas arancelarias no puede ser en
contraposición de otros principios señalados en la Constitución
11. "Ello no quiere decir que el Presidente de la República, se encuentre impedido de reducir las tarifas
arancelarias, por el contrario, constitucionalmente tiene la facultad de regular mediante decretos supremos
las tarifas arancelarias (artículo 118º, inciso 20) de la Constitución); sin embargo, dicha regulación no
puede afectar el principio de igualdad en materia económica ni desproteger a la inversión e industria
nacional para favorecer a la inversión e industria extranjera.
Teniendo presente ello, este Tribunal considera que la reducción de 12% a 0% de las tasas de los
derechos arancelarios ad valorem CIF de las sub-partidas nacionales mencionadas, si bien puede constituir
un acto de política arancelaria, resulta ser un acto desproporcionado, y por ende, constitucionalmente
prohibido por el principio de interdicción de la arbitrariedad, toda vez, que la reducción a 0% de las tarifas
arancelarias de las sub-partidas nacionales mencionadas, en realidad, constituye un acto de exoneración o
exención de tarifas y no una reducción que tenga una finalidad constitucionalmente legítima". (Exp.
03116-2009-AA FJ 24)
Características a las que debe responder la situación causante de la expedición de los decretos
de urgencia
12. "... la expedición de un Decreto de Urgencia, al ser extraordinario, debe responder: a) a una situación de
necesidad y urgencia; b) que no haya podido ser prevista oportunamente; c) debiendo tratarse de una
situación que de no actuar de modo inmediato puede ponerse en grave riesgo el interés nacional,
finalmente; d) la materia o contenido de los decretos de urgencia debe estar referida a situaciones
relacionadas con la economía o las finanzas públicas". (Exp. 00023-2007-AI FJ 11)
Atribución del Presidente de la República de cumplir y hacer cumplir las leyes no puede ser
afectada por el ejercicio de las funciones jurisdiccionales del Poder Judicial
18. A juicio del Tribunal Constitucional, en el presente caso se configura un conflicto de atribuciones por
menoscabo, en el cual el Poder Judicial, a través del ejercicio de su función jurisdiccional, ilegítimo, como
habrá de verse, ha producido un detrimento en las atribuciones constitucionales del Poder Ejecutivo, tales
como la de cumplir y hacer cumplir las leyes (artículo 118º, inciso 1) y cumplir y hacer cumplir las
sentencias y resoluciones jurisdiccionales (artículo 118º, inciso 9); ello mediante el pronunciamiento
estimatorio de sendas demandas de amparo y de cumplimiento, tal como consta en autos de fojas 27 a
302.
En el presente caso, dada la peculiar configuración de este tipo de conflicto, no cabe recurrir al test de la
competencia, pues no está en juego la determinación de la titularidad de atribuciones de un poder u
órgano constitucional del Estado. En todo caso, el principio de jerarquía (de las sentencias del Tribunal
Constitucional con respecto a las resoluciones del Poder Judicial en materia de los procesos
constitucionales) es el que se muestra como el más idóneo para determinar la legitimidad de los actos
jurisdiccionales que estarían menoscabando algunas de las atribuciones constitucionales del Poder
Ejecutivo". (Exp. 00006-2006-CC FJ 26,27)
CAPÍTULO V
DEL CONSEJO DE MINISTROS
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.
ANTECEDENTES
Ejercicio irregular de funciones por parte de un organismo del Estado está sometido a control
constitucional
2. “... Como ya se ha enfatizando en otro momento, no pueden admitirse como razonables o coherentes
interpretaciones tendientes a convalidar ejercicios irregulares o arbitrarios de las funciones conferidas a los
órganos públicos, puesto que un Estado sólo puede predicarse como de Derecho cuando los poderes
constituidos no sólo se desenvuelvan con autonomía en el ejercicio de sus competencias, sino que, sobre
todo, respeten plenamente y en toda circunstancia los límites y restricciones funcionales que la misma
Carta establece, sea reconociendo derechos elementales, sea observando los principios esenciales que,
desde el Texto Fundamental, informan la totalidad del ordenamiento jurídico. Admitido entonces que
cuando se presenta un ejercicio irregular en una función conferida a un organismo del Estado, procede
(indiscutiblemente) el control constitucional...”. (Exp. 02366-2003-AA FJ 5,6)
Refrendo ministerial
ANTECEDENTES
Consejo de Ministros
Consejo de Ministros
Presidente del Consejo de
121º. Los ministros, reunidos, forman el
Ministros Consejo de Ministros. La ley determina su organización
y funciones.
El Consejo de Ministros tiene su Presidente.
Corresponde al Presidente de la República presidir el
Consejo de Ministros cuando lo convoca o cuando
asiste a sus sesiones.
ANTECEDENTES
Leyes de organización y funciones de los órganos que componen el Poder Ejecutivo no son
exclusivamente reservadas a las leyes ordinarias
1. "... debe tenerse en cuenta que en la sentencia recaída en el Exp. Nº 00022-2004-AI/TC, este Tribunal
señaló que la regulación particular de los órganos que comprenden al Poder Ejecutivo, como por ejemplo
los Ministerios, será a través de leyes de organización y funciones, que tienen el carácter de leyes
ordinarias, de acuerdo al artículo 121° de la Constitución.
Teniendo presente ello, este Tribunal considera que de la interpretación literal del artículo 121º de la
Constitución y de la Primera Disposición Transitoria de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo Nº 29158, no
puede concluirse que tales dispositivos determinen que la organización y funciones de los Ministerios sea
una materia exclusivamente reservada a la ley ordinaria, como lo plantean los demandantes". (Exp.
00028-2008-AI FJ 13,14)
del Consejo de Ministros
Nombramiento y
remoción de los
122º. El Presidente de la República nombra y
Ministros
remueve al Presidente del Consejo. Nombra y remueve
a los demás ministros, a propuesta y con acuerdo,
respectivamente, del Presidente del Consejo.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
123º.
Atribuciones del Presidente
del Consejo de Ministros Al Presidente del Consejo de Ministros,
Portavoz del Gobierno
Coordinar las funciones de
quien puede ser ministro sin cartera, le corresponde:
los ministros 1. Ser, después del Presidente de la República, el
Refrendar los decretos portavoz autorizado del gobierno.
legislativos, decretos de
urgencia y los que señala la 2. Coordinar las funciones de los demás ministros.
Constitución y la ley
3. Refrendar los decretos legislativos, los decretos de
urgencia y los demás decretos y resoluciones que
señalan la Constitución y la ley.
ANTECEDENTES
Refrendo del Presidente del Consejo de Ministros constituye un requisito ex ante de los
decretos de urgencia
1. “En el caso de los decretos de urgencia, los requisitos formales son tanto previos como posteriores a su
promulgación. Así, el requisito ex ante está constituido por el refrendo del Presidente del Consejo de
Ministros (inciso 3 del artículo 123º de la Constitución), mientras que el requisito ex post lo constituye la
obligación del Ejecutivo de dar cuenta al Congreso de la República, de acuerdo con lo previsto por el inciso
19) del artículo 118º de la Constitución, en concordancia con el procedimiento contralor a cargo del
Parlamento, contemplado en la norma de desarrollo constitucional contenida en el artículo 91º del
Reglamento del Congreso...” (Exp. 0008-2003-AI/TC, FJ 58)
Requisitos para ser ministro
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 160.
Constitución de 1979: Art. 217.
Refrendación de las resoluciones supremas por parte del Ministro del sector
1. “[Es] función principal de la ONP la de ‘administrar’, tanto el régimen del D.L. Nº 19990, como los otros
sistemas de pensiones administrados por el Estado, estos últimos a condición de que expresamente sean
señalados por resolución suprema refrendada por el Ministro de Economía y Finanzas. Las funciones
administrativas de la ONP, respecto de los regímenes previsionales que se encuentran bajo el ámbito de
aplicación de su ley de creación, en ningún momento pueden lesionar los derechos adquiridos de los
pensionistas, haciendo nuevamente la salvedad, que ello no conlleva la desnaturalización de nuestro
ordenamiento jurídico, en cuanto a que las normas son de aplicación inmediata, puesto que se trata de
una situación de excepción, amparada expresamente por la Constitución del Estado...” (Exp. 0007-1996-
AI/TC, FJ 16)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
126º.
Acuerdos y Actas del Consejo
de Ministros Todo acuerdo del Consejo de Ministros
Función exclusiva, salgo la
función legislativa requiere el voto aprobatorio de la mayoría de sus
Prohibición de ejercer miembros, y consta en acta.
actividad lucrativa, de
dirección o de gestión
Los ministros no pueden ejercer otra función pública,
excepto la legislativa.
Los ministros no pueden ser gestores de intereses
propios o de terceros ni ejercer actividad lucrativa, ni
intervenir en la dirección o gestión de empresas ni
asociaciones privadas.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
127º.
Prohibición de ministros
interinos No hay ministros interinos. El Presidente
Encargo de la función de la República puede encomendar a un ministro que,
ministerial: plazo
con retención de su cartera, se encargue de otra por
impedimento del que la sirve, sin que este encargo
pueda prolongarse por más de treinta días ni trasmitirse
a otros ministros.
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Concurrencia de
Ministros al Congreso:
participación en los debates
129º. El Consejo de Ministros en pleno o los
Concurrencia al ministros por separado pueden concurrir a las sesiones
Congreso para informar del Congreso y participar en sus debates con las
Estación de preguntas mismas prerrogativas que los parlamentarios, salvo la
de votar si no son congresistas.
Concurren también cuando son invitados para informar.
El Presidente del Consejo o uno, por lo menos, de los
ministros concurre periódicamente a las sesiones
plenarias del Congreso para la estación de preguntas.
ANTECEDENTES
CAPÍTULO VI
DE LAS RELACIONES CON EL
PODER LEGISLATIVO
Concurrencia del gabinete ministerial al Congreso
Exposición de la Política
General del Gobierno
130º. Dentro de los treinta días de haber
Cuestión de Confianza asumido sus funciones, el Presidente del Consejo
Convocatoria a concurre al Congreso, en compañía de los demás
legislatura extraordinaria ministros, para exponer y debatir la política general del
gobierno y las principales medidas que requiere su
gestión. Plantea al efecto cuestión de confianza.
Si el Congreso no está reunido, el Presidente de la
República convoca a legislatura extraordinaria.
TRATADOS INTERNACIONALES
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.2.
ANTECEDENTES
Interpelación a los
Ministros
Procedimiento y
requisitos para la
131º. Es obligatoria la concurrencia del
interpelación Consejo de Ministros, o de cualquiera de los ministros,
cuando el Congreso los llama para interpelarlos.
Señalamiento de día y
hora para la interpelación La interpelación se formula por escrito. Debe ser
presentada por no menos del quince por ciento del
número legal de congresistas. Para su admisión, se
requiere el voto del tercio del número de representantes
hábiles; la votación se efectúa indefectiblemente en la
siguiente sesión.
El Congreso señala día interpelación. Esta no puede realizarse ni votarse antes
y hora para que los del tercer día de su admisión ni después del décimo.
ministros contesten la
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 93, 96, 130, 132.
Reglamento del Congreso: Art. 5.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
la cuestión de confianza
Requisitos y procedimiento
132º. El Congreso hace efectiva la
para la moción de censura
responsabilidad política del Consejo de Ministros, o de
los ministros por separado, mediante el voto de censura
Renuncia del ministro o el rechazo de la cuestión de confianza. Esta última
censurado sólo se plantea por iniciativa ministerial.
Plazo para aceptar la renuncia Toda moción de censura contra el Consejo de Ministros,
o contra cualquiera de los ministros, debe ser
presentada por no voto de más de la mitad del número legal de miembros
menos del veinticinco del Congreso.
por ciento del número El Consejo de Ministros, o el ministro censurado, debe
legal de congresistas. renunciar.
Se debate y vota entre el
El Presidente de la República acepta la dimisión dentro
cuarto y el décimo día
de las setenta y dos horas siguientes.
natural después de su
presentación. Su La desaprobación de una iniciativa ministerial no obliga
aprobación requiere del al ministro a dimitir, salvo que haya hecho cuestión de
confianza de la aprobación.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Congreso puede o no poner a disposición del Fiscal de la Nación al funcionario público una vez
realizado el Antejuicio Político
1. “Puede haber casos en los que el Congreso, sin estimar que hubo conductas de tipo penal por parte de los
altos funcionarios, quienes por tanto no se encuentran en condición de sometimiento a la vía penal, les
imponga empero, sanciones de suspensión, inhabilitación o destitución, tras haber infringido la Norma
Fundamental, y ... [puede] haber casos en los que el Congreso de la República, además de sancionar a
aquellos funcionarios de primer nivel, por infringir la Constitución, disponga concurrentemente y como
consecuencia de haberse determinado su responsabilidad penal, se les ponga a disposición del Fiscal de la
Nación a efectos de promover la denuncia correspondiente en la vía judicial penal...” (Exp. 0340-1998-
AA/TC, FJ 8)
2. “[Toda] falta política en que incurran los funcionarios que componen la estructura orgánica
prevista en la Carta Política, compromete peligrosamente el adecuado desenvolvimiento del aparato
estatal. En estos casos, la razón del despojo del cargo no tiene origen en la comisión de un delito, sino en
la comisión de faltas que aminoran, en grado sumo, la confianza depositada en el funcionario, la que debe
ir indefectiblemente ligada al cargo que ostenta. De esta manera, en el juicio político, el funcionario es
acusado, procesado y, de ser el caso, sancionado por el propio Congreso, por faltas única y estrictamente
políticas...” (Exp. 0006-2003-AI/TC, FJ 20 y 21)
Crisis total del gabinete
Cuestión de Confianza y
133º. El Presidente del Consejo de Ministros
crisis total del gabinete puede plantear ante el Congreso una cuestión de
confianza a nombre del Consejo. Si la confianza le es
rehusada, o si es censurado, o si renuncia o es
removido por el Presidente de la República, se produce
la crisis total del gabinete.
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Restitución de facultades
136º. Si las elecciones no se efectúan dentro
al Congreso disuelto del plazo señalado, el Congreso disuelto se reúne de
pleno derecho, recobra sus facultades, y destituye al
El nuevo Congreso Consejo de Ministros. Ninguno de los miembros de éste
sustituye al anterior, incluso a puede ser nombrado nuevamente ministro durante el
la Comisión Permanente
resto del período presidencial.
El nuevo Congreso El Congreso extraordinariamente así elegido sustituye
completa el periodo al anterior, incluida la Comisión Permanente, y completa
constitucional del Congreso
disuelto el período constitucional del Congreso disuelto.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
CAPÍTULO VII
RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN
Régimen de excepción
FFAA y control del orden interno
Estado de emergencia, en
caso de perturbación de la paz o
del orden
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
CAPÍTULO VIII
PODER JUDICIAL
Poder Judicial
Potestad de administrar
justicia
138º. La potestad de administrar justicia emana
del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través de
Control difuso sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y
a las leyes.
En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los jueces
prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma
legal sobre toda otra norma de rango inferior.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Aplicación del control difuso por parte de los jueces del Poder Judicial
1. "... cabe precisar que tanto las denominadas «sentencias interpretativas», «sentencias aditivas» o
«sentencias sustitutivas», entre otras, forman parte de una tipología de decisiones que no sólo pueden ser
adoptadas por el Tribunal Constitucional, sino también por los jueces del Poder Judicial en la medida en
que el artículo 138° de la Constitución establece que en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los jueces deben preferir la primera. Dicho examen de
compatibilidad comprende la identificación de las opciones normativas que se desprendan de la respectiva
disposición legal y permitan su conservación conforme al marco constitucional.
Es importante destacar que si bien los jueces del Poder Judicial pueden adoptar dichas decisiones, ello no
excluye el seguimiento de los respectivos mecanismos procedimentales existentes dentro del Poder Judicial
para la aplicación del control difuso (artículo 14° de la Ley Orgánica del Poder Judicial y artículo 3° del
Código Procesal Constitucional, según sea el caso), así como la observancia de los criterios vinculantes que
en materia de interpretación constitucional penal realice el Tribunal Constitucional (artículo 201° de la
Constitución, artículo 1° y Primera Disposición Final de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, así
como el artículo VI del Título Preliminar del aludido Código)". (Exp. 00008-2012-AI/TC FJ 61,62)
Restricción de los derechos fundamentales debe ser efectuada por autoridad estatal
6. "... la ponderación, limitación y/o intromisión a los derechos fundamentales de las personas no puede caer
en manos de particulares, sino que necesariamente debe ser efectuada o autorizada por autoridad estatal,
quien en dicha tarea se encargará de privilegiar la protección de intereses públicos relevantes. En razón de
ello, en el caso de autos, el mecanismo constitucionalmente válido para proceder al desalojo de la
recurrente no es precisamente el corte de los servicios de energía eléctrica y agua, sino el acudir al
proceso judicial correspondiente en donde por seguro se respetarán los derechos fundamentales de la
persona y la dignidad humana". (Exp. 03668-2009-AA/TC FJ 12)
Potestad de impartir justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial
8. "... cuando el artículo 138º de la Constitución Política del Perú establece que la potestad de impartir
justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo
a la Constitución y a las leyes, ello tiene como consecuencia inmediata que ningún órgano, organismo o
entidad que represente o que sea parte de algún poder estatal distinto al peruano y que, por ende, sea
ajeno a la estructura jerarquizada de órganos jurisdiccionales que conforman el Poder Judicial peruano,
pueda interferir en el ejercicio de sus funciones, o vincular o condicionar la actuación de estos. La única
excepción a dicho principio se encuentra establecida en el artículo 205º de nuestra Constitución que
faculta, a quien se considere lesionado en los derechos que la Constitución misma reconoce, a recurrir a
los tribunales u organismos internacionales constituidos según Tratados o Convenios de los que el Perú es
parte.
Al respecto, el Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de señalar que: “…conforme a los principios
de soberanía del pueblo (artículo 45° de la Constitución) y de forma republicana de gobierno, al carácter
social y democrático de nuestro Estado (artículo 43° de la Constitución), y al principio de jerarquía
normativa (artículo 51° de la Constitución), el respeto al sistema de fuentes de nuestro ordenamiento
jurídico, donde se incluyen las decisiones de este Tribunal Constitucional, constituye uno de los valores
preeminentes de todo sistema democrático por donde los poderes públicos y los ciudadanos deben guiar
su conducta por el derecho…” (STC 0168-2005-PC/TC). De modo consecuente con lo hasta aquí expuesto,
cabe afirmar que este Colegiado se encuentra obligado no sólo a ser el guardián de la Constitución, sino a
su vez a resguardar la eficacia del ordenamiento jurídico peruano en su conjunto.
Siendo ello así y conforme al mandato contenido en el artículo 38º de la Constitución, es obligación del
Tribunal Constitucional respetar, defender y hacer cumplir el ordenamiento jurídico nacional, su
organización jurisdiccional, y las normas que establecen o delimitan la competencia establecida por ley
para conocer procesos en las diferentes materias del derecho". (Exp. 05761-2009-HC/TC FJ de 31 a 33)
La Libertad de empresa tiene como marco de actuación el modelo económico social de mercado
10. "... este Colegiado estimó en la sentencia referida que la Constitución garantiza en su artículo 59º la
libertad de empresa. Este derecho “se define como la facultad de poder elegir la organización y efectuar el
desarrollo de una unidad de producción de bienes o prestación de servicios para satisfacer la demanda de
los consumidores o usuarios. La libertad de empresa tiene como marco una actuación económica
autodeterminativa, lo cual implica que el modelo económico social de mercado será el fundamento de su
actuación y, simultáneamente, le impondrá límites a su accionar. Consecuentemente, dicha libertad debe
ser ejercida con sujeción a la ley –siendo sus limitaciones básicas aquellas que derivan de la seguridad, la
higiene, la moralidad o la preservación del medio ambiente-, y su ejercicio deberá respetar los diversos
derechos de carácter socio-económico que la Constitución reconoce” (fundamento 53 de la
sentencia 7320-2005-PA/TC)". (Exp. 00270-2010-AA/TC FJ 6,7)
Juez tiene el deber de preferir a la constitución por sobre una norma cualquiera de inferior
jerarquía
11. "... sobre la solicitud de inaplicación del artículo 294, inciso 10) del Decreto Supremo N° 084-2004-PCM,
Reglamento de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, debe tenerse en consideración que de
conformidad con el artículo 138 de la Constitución, “en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal los jueces prefieren la primera”. Ello no es una mera facultad del
juez que puede omitir si lo estima conveniente, sino un deber ordenado por la propia Constitución. Por
consiguiente, el juez en lo contencioso administrativo está obligado a resolver de acuerdo a la
Constitución. Es decir, lo que solicita por medio del amparo ha de tramitarse también en el proceso
contencioso-administrativo". (Exp. 01984-2009-AA/TC FJ 8)
La aplicación del control difuso es un poder-deber del Juez que debe cumplir ciertos
presupuestos
18. "El control difuso de la constitucionalidad de las normas constituye un poder-deber del Juez que el artículo
138° de la Constitución Política del Perú habilita como mecanismo para preservar la supremacía de la
Constitución y, en general, el principio de jerarquía de las normas establecido en el artículo 51° de la
Norma Fundamental.
Asimismo es un acto complejo en la medida que significa preterir la aplicación de una norma cuya validez,
en principio, resulta beneficiada de la presunción de legitimidad de las normas del Estado. Por ello, su
ejercicio no es un acto simple, requiriéndose, para que sea válido, la verificación en cada caso de los
siguientes presupuestos:
a) Que en el proceso constitucional el objeto de impugnación sea un acto que constituya la aplicación de
una norma considerada inconstitucional.
b) Que la norma a inaplicarse tenga una relación directa, principal e indisoluble con la resolución del caso,
es decir, que ella sea relevante en la resolución de la controversia.
c) Que la norma a inaplicarse resulte evidentemente incompatible con la Constitución, aun luego de
haberse acudido a interpretarla de conformidad con ésta, en virtud del principio enunciado en la Segunda
Disposición General de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional Nº 28301". (Exp. 06730-2006-AA/TC FJ
15,16)
Los jueces están vinculados por la Constitución y por los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos
19. "... tal como fuera establecido en el fundamento 5 del referido precedente vinculante, el primer nivel de
protección de los derechos fundamentales le corresponde a los jueces del Poder Judicial a través de los
procesos judiciales ordinarios. Además, los jueces se encuentran vinculados por la Constitución y los
tratados internacionales de derechos humanos, encontrándose habilitados además a efectuar el control
difuso en caso de considerar que una norma no es compatible con la Constitución, de acuerdo al artículo
138º de la Carta Magna, y declararla inaplicable para el caso concreto. Por tanto, no es cierto lo que
afirma el demandante en su recurso de agravio constitucional, obrante a fojas 517, suponiendo que su
demanda en la vía ordinaria laboral no será amparada en vista de que los demandados se sustentan en
una norma reglamentaria que respalda su accionar, dado que no se considera que los jueces no sólo
tienen la facultad sino el deber de analizar tal caso, no solamente a la vista de las leyes y de los
reglamentos, sino y principalmente teniendo como parámetro de dilucidación la Constitución, siendo el
caso que, de detectar que una norma no se ajusta a ella, pueden declarar su inaplicabilidad para el caso
concreto". (Exp. 02942-2007-AA/TC FJ 6)
El Poder-deber de control difuso puede ser aplicado por los tribunales administrativos
21. "En este contexto, debe resaltarse que, además, en mérito al deber de protección de los derechos
fundamentales que tiene todo el poder público y, en este caso, en particular, los Tribunales
Administrativos, ellos deben ejercer el poder-deber de control difuso de constitucionalidad cuando en la
resolución de un procedimiento administrativo resulta relevante la aplicación de una norma y ella es
incompatible con derechos fundamentales o con principios constitucionales que los garantizan (v.gr.
legalidad, reserva de ley, entre otros). En tal sentido, la omisión del control de constitucionalidad en sede
administrativa, como en el supuesto antes mencionado, representa, a su vez, la omisión del deber de
protección de los derechos fundamentales. En consecuencia, dado que los Tribunales Administrativos y
órganos colegiados están vinculados por el deber de protección, ellos han de ejercer el control difuso
cuando el caso lo demande.
En consecuencia, el Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual debe tener
presente el ejercicio de esta potestad en la resolución de las controversias que conoce". (Exp. 06135-
2006-AA/TC FJ 16,17)
Autonomía e independencia judicial no pueden ser sujetos a una interpretación formalista del
principio de separación de poderes
23. "... la posición constitucional de este Colegiado respecto al Poder Judicial, en tanto que es consecuencia de
lo que la propia Constitución y la ley establecen, no puede ser objeto de cuestionamiento alguno bajo una
interpretación formalista del principio de separación de poderes (artículo 43º) y de la autonomía e
independencia al que hacen referencia los artículos 138º y 139º de la Constitución. Autonomía que, según
jurisprudencia reiterada de este Colegiado (vid. por ejemplo STC0015-2005-AI, fundamento 7) no debe
confundirse con autarquía, pues desde el mismo momento en que aquella le viene atribuida por la
Constitución, su desarrollo debe realizarse con respeto pleno a ese ordenamiento jurídico. La posición
constitucional que ostenta el Tribunal no está ni puede estar, por tanto, librada a la voluntad de algunos
jueces de respetar o no el lugar que ocupa el supremo intérprete de la Constitución en nuestro
ordenamiento jurídico.
Que debe recordarse que el Poder Judicial, cuando ha visto afectada su autonomía presupuestaria frente al
Poder Ejecutivo, también ha recurrido al Tribunal Constitucional, en vía de proceso competencial. En esa
ocasión este Colegiado declaró fundada la demanda (STC 004-2004-CC/TC) y la sentencia no fue objeto de
impugnación alguna por parte del Poder Judicial. El respeto y cumplimiento de las sentencias del Tribunal
no pueden pues, condicionarse al sentido del fallo de las resoluciones de este Colegiado (cumplirlas si
favorecen la expectativa puesta en juego, e incumplirlas si no ocurre así), porque con ello se generaría,
evidentemente, no sólo una justicia parcializada, sino también inseguridad jurídica, y se fomentaría el
incumplimiento de las sentencias; lo que socavaría la vigencia plena de la Constitución y del ordenamiento
jurídico". (Exp. 00006-2006-CC/TC FJ 5,6)
Principios de la
Administración de Justicia
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Todos los fueros especiales reconocidos por la Constitución deben de respetarlas garantías de
la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso
4. "... este Tribunal ha referido que el principio de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional está
reconocido en el artículo 139°, inciso 1 de la Constitución, cuando prescribe que: “No existe ni puede
establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la arbitral y la militar. No hay proceso
judicial por comisión o delegación”. La Constitución ha establecido, como regla general, que corresponde al
Poder Judicial el avocamiento único y singular del estudio y solución de los diversos tipos de conflictos
jurídicos (principio de unidad), prohibiéndose al legislador que atribuya la potestad jurisdiccional a órganos
no conformantes del Poder Judicial (principio de exclusividad).
Que sin embargo, el artículo 139º, inciso 1 de nuestro ordenamiento constitucional consagra la naturaleza
excepcional de la jurisdicción arbitral, lo que determina que, en el actual contexto, el justiciable tenga la
facultad de recurrir ante el órgano jurisdiccional del Estado para demandar justicia, pero también ante una
justicia privada. Es oportuno mencionar que el reconocimiento constitucional de fueros especiales, a saber,
militar y arbitral (inciso 1 del artículo 139°); constitucional (artículo 202°) y electoral (artículo 178º),
además de extenderse a las de comunidades Campesinas y Nativas (artículo 149°), no vulnera el principio
de igualdad ante la ley, previsto en el inciso 2 del artículo 2° de la Constitución; siempre que dichos
ámbitos aseguren al justiciable todas las garantías vinculadas al debido proceso y a la tutela judicial
efectiva.
Que la naturaleza de jurisdicción independiente que posee el arbitraje, no significa que establezca el
ejercicio de sus atribuciones con inobservancia de los principios constitucionales que informan la actividad
de todo órgano que administra justicia, tales como el de independencia e imparcialidad de la función
jurisdiccional, así como los principios y derechos de la función jurisdiccional.
Que nuestro ordenamiento jurídico prevé el proceso de ejecución de laudo arbitral como el mecanismo
cuyo fin es hacer cumplir los dispuesto en un laudo arbitral donde se han respetado los derechos
constitucionales inherentes al desarrollo de un proceso judicial". (Exp. 02129-2009-AA/TC FJ de 6 a 9)
La Sala Suprema Penal Militar se rige bajo el régimen disciplinario del Poder Judicial
6. "... si el Legislador ha optado por crear una Sala Suprema Penal Militar dentro de la Corte Suprema de
Justicia de la República, entonces esta Sala debe someterse al régimen disciplinario existente dentro del
Poder Judicial y no como han establecido las disposiciones cuestionadas al permitir la coexistencia de dos
regímenes disciplinarios dentro del Poder Judicial: uno para los miembros de la Sala Suprema Penal Militar
Policial, y otro para el resto de órganos jurisdiccionales del Poder Judicial, fragmentando de este modo la
unidad de la función jurisdiccional de éste órgano constitucional. En suma, el Tribunal Constitucional
estima que el párrafo 77.1 es inconstitucional por vulnerar el principio de unidad de la función
jurisdiccional". (Exp. 00006-2006-AI/TC FJ 38)
Independencia en el
ejercicio de la función
jurisdiccional
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Dimensión objetiva y dimensión subjetiva del derecho a ser juzgado por un juez imparcial
2. "Por lo que se refiere al derecho a ser juzgado por un juez imparcial, el Tribunal ha precisado que éste
posee dos dimensiones; a saber: 1) Imparcialidad subjetiva. Se refiere a evitar cualquier tipo de
compromiso que pudiera tener el juez con las partes procesales o en el resultado del proceso, y, 2)
Imparcialidad objetiva. Referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la estructura del
sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes garantías para despejar
cualquier duda razonable (Exp. Nº 004-2006-PI/TC, fundamento 20).
En el caso de autos, el favorecido sostiene que no se ha respetado la garantía de imparcialidad del juez
que conoce la causa que se le sigue, por cuanto existen muchas denuncias en su contra. Sin embargo, del
texto de la demanda se advierte que el recurrente fundamenta su pretensión en una situación que él
mismo ha generado, pues en la demanda se observa que se trataría de procesos constitucionales que él
mismo propició a favor de sus patrocinados, recaídos en los Expedientes Nos 2008-0075-P y 2009-0025.C,
por lo que tal extremo debe desestimarse". (Exp. 00849-2011-HC/TC FJ 7)
El derecho a ser juzgado por un juez imparcial debe ser también empleado en los
procedimientos arbitrales
4. "El cuestionamiento acerca de si el derecho a ser juzgado por un juez imparcial también puede
titularizarse en el ámbito de un procedimiento arbitral ha sido resuelto afirmativamente por este
Colegiado. Así, en la STC Nº 3361-2004-AA/TC se afirmó que “el derecho a la tutela procesal efectiva no
sólo tiene un ámbito limitado de aplicación, que se reduce a sede judicial. Se emplea en todo
procedimiento en el que una persona tiene derecho al respeto de resguardos mínimos para que la
resolución final sea congruente con los hechos que la sustenten”.
En tanto que derecho fundamental, el derecho a un juez imparcial tiene un contenido constitucionalmente
protegido. Ese contenido, como ya se dijo, está relacionado con aquello que este Colegiado ha identificado
como las dos vertientes de la imparcialidad, a saber: la imparcialidad subjetiva y la imparcialidad objetiva.
En lo que respecta a la imparcialidad subjetiva, ésta se refiere a cualquier compromiso que pudiera tener
el juez con las partes procesales o con el resultado del proceso. Desde esta perspectiva, el derecho a un
juez imparcial garantiza que una persona no sea sometida a un proceso o procedimiento en el que el juez,
o quien está llamado a decidir sobre la cuestión litigiosa, tenga algún tipo de compromiso con alguna de
las partes o con el resultado del mismo. (STC Nº 00197-2010-PA/TC, fundamento 16).
Al lado de la dimensión subjetiva, este Colegiado también ha destacado que el principio de imparcialidad
tiene una dimensión objetiva referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la estructura del
sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes garantías para desterrar
cualquier duda razonable (STC N.° 00197-2010-PA/TC, fundamento 17).
Asimismo este Tribunal, sobre la teoría apariencia y su relación con el principio de imparcialidad, ha
expuesto, siguiendo la línea jurisprudencial del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que “Un Tribunal
no podría, sin embargo, contentarse con las conclusiones obtenidas desde una óptica puramente
subjetiva; hay que tener igualmente en cuenta consideraciones de carácter funcional y orgánico
(perspectiva objetiva). En esta materia, incluso las apariencias pueden revestir importancia (...) debe
recusarse todo juicio del que se pueda legítimamente temer una falta de imparcialidad. Esto se deriva de
la confianza que los tribunales de una sociedad democrática deben inspirar a los justiciables (...)” (Caso
De Cubber contra Bélgica, del 26 de octubre de 1984; STC Nº 00023-2003-AI/TC y STC Nº 0004-2006-
PI/TC); Así, las garantías derivadas del derecho a ser juzgado por un juez arbitral imparcial son
plenamente aplicables, incluso bajo la teoría de la apariencia, cuando el nombramiento de los miembros
(alguno o algunos) del tribunal arbitral la efectúa una institución ajena a las partes del convenio que
permite su constitución (STC Nº 6149-2006-AA/TC, fundamento 62)". (Exp. 02851-2010-AA/TC FJ de 19 a
23)
La Independencia judicial se determina por el status que les otorgue la ley en el desempeño de
sus funciones
9. "El Tribunal Constitucional de España ha señalado, en reiterada jurisprudencia, que la independencia
judicial de los magistrados no se determina por su origen o forma de nombramiento, sino por el estatuto
jurídico que les otorgue la ley en el desempeño de sus funciones: “El principio de independencia judicial no
viene, en efecto, determinado por el origen de los llamados a ejercer funciones jurisdiccionales, sino
precisamente por el status que les otorgue la ley en el desempeño de las mismas. Son precisamente las
alegaciones expuestas en relación con dicho estatuto jurídico las que deben ser, finalmente, objeto de
consideración.” (Subrayado agregado) [Tribunal Constitucional de España. Sentencia Nº 204/1994, FJ 8.].
En tal sentido, el Colegiado español considera que la garantía de independencia de los llamados a ejercer
funciones jurisdiccionales no está determinada por su origen, sino por las garantías que le brinde la ley
para el desempeño de dichas funciones.
Como se puede apreciar, no atenta per se contra el principio de independencia judicial el hecho de que los
jueces sean nombrados por órganos políticos. Al respecto, cabe recordar que este Tribunal Constitucional
es nombrado por el Congreso de la República y ello no es óbice para que desarrolle sus funciones con
pleno respeto de los principios de independencia e imparcialidad judicial. Estos principios,
independientemente del sistema de nombramiento que se adopte, tienen que ser asegurados mediante un
estatuto jurídico que blinde al juez de cualquier tipo de interferencia externa.
Conforme a los artículos 10º y 13º de la Ley N.º 29182, el nombramiento de los jueces del FMP se lleva a
cabo previa evaluación curricular y concurso de méritos: “Artículo 10.- Nombramiento de Vocales del
Tribunal Supremo Militar Policial: Los Vocales del Tribunal Supremo Militar Policial son nombrados por el
Presidente de la República, a propuesta de la Sala Plena, previa evaluación, concurso de méritos y
mediante ternas, entre los oficiales en actividad del Cuerpo Jurídico Militar Policial.
Artículo 13.- Competencia y funciones administrativas: Compete al Tribunal Supremo Militar Policial, en el
ámbito de sus funciones de gobierno y administración: (…) 2. Designar a los Jueces de los Juzgados
Militares Policiales y a los Vocales de los Tribunales Superiores Militares Policiales, procedentes del Cuerpo
Jurídico Militar Policial, previo concurso de méritos y evaluación curricular.
Estas normas guardan concordancia con lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
respecto al sistema de nombramiento de los jueces: “(…) se debe seleccionar a los jueces exclusivamente
por el mérito personal y su capacidad profesional, a través de mecanismos objetivos de selección y
permanencia que tengan en cuenta la singularidad y especificidad de las funciones que se van a
desempeñar.” (Subrayado agregado) [Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Reverón Trujillo
vs. Venezuela. Sentencia de Fondo, párrafo 68.]
En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que el sistema de nombramiento de los jueces del
FMP no es incompatible con los principios de independencia e imparcialidad judicial.
Así las cosas, se tiene que el sistema de nombramiento adoptado por la Ley Nº 29182 guarda estricta
observancia con lo establecido por los organismos internacionales antes mencionados, así como con la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional. El tema referido a la elección de dichos magistrados es
coherente y lógico. Su aplicación no está, de modo alguno, sujeta a aspectos subjetivos. El orden de
méritos exigido, así como la capacidad profesional de dichas personas, está presente en todo el proceso de
elección". (Exp. 00001-2009-AI/TC FJ de 50 a 54)
Resolución judicial que no se pronuncia sobre el fondo no puede adquirir la autoridad de cosa
juzgada
11. "El artículo 139.2 de la Constitución Política del Perú reconoce el derecho a la cosa juzgada. Según éste:
“Son principios y derechos de la función jurisdiccional: 2. La independencia en el ejercicio de la función
jurisdiccional. Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni
interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en
autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su
ejecución. Estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la facultad de investigación del Congreso,
cuyo ejercicio no debe, sin embargo, interferir en el procedimiento jurisdiccional ni surte efecto
jurisdiccional alguno”.
Así también, en la STC Nº 4587-2004-AA/TC este Tribunal destacó que el contenido constitucionalmente
protegido de este derecho “(…) garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a que las
resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante medios
impugnatorios, ya sea porque éstos hayan sido agotados o que haya transcurrido el plazo para
impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal condición,
no pueda ser dejado sin efecto ni modificado”.
Es decir, para que una resolución judicial se encuentre dentro del ámbito de protección del derecho
constitucional a la cosa juzgada, no basta con que ostente el carácter de firmeza, es decir que contra ella
se haya agotado los medios impugnatorios disponibles, sino que debe tratarse de una resolución que
contenga un pronunciamiento sobre el fondo del asunto. En el caso de autos, si bien es cierto que la
resolución judicial impugnada ostenta firmeza, no tiene en cambio por contenido un pronunciamiento
sobre el fondo del asunto, sino que está referida al pronunciamiento emitido por los vocales emplazados
respecto a la solicitud de desafectación de una medida cautelar de embargo en forma de inscripción.
Se trata pues de un pronunciamiento respecto del cual no es posible derivar los efectos de una resolución
con calidad de cosa juzgada por cuanto las medidas cautelares se caracterizan por ser instrumentales y
provisionales, siendo que su otorgamiento depende de la existencia de circunstancias concretas que ponen
en peligro la eficacia de la sentencia a ser emitida al final del proceso. Por tanto si las medidas cautelares
no tienen un carácter permanente sino temporal porque su subsistencia depende de la permanencia de
dichas circunstancias a lo largo del proceso, extinguiéndose de pleno derecho una vez emitida la sentencia.
Por lo tanto, dicho extremo de la demanda debe ser desestimado toda vez que la resolución judicial
impugnada no es una resolución revestida con el carácter de cosa juzgada". (Exp. 00079-2008-AA/TC FJ
De 7 a 10)
Declaración de invalidez de una resolución judicial no afecta la cosa juzgada debido a que es
inexistente
15. "Este Tribunal en la sentencia recaída en el Exp. Nº0006-2006-CC refirió que la Constitución garantiza, a
través de su artículo 139º, inciso 2, la cosa juzgada que se configura como aquella sentencia final que se
pronuncia sobre el fondo de la controversia jurídica, de conformidad con el orden objetivo de valores, con
los principios constitucionales y con los derechos fundamentales, y de acuerdo con la interpretación que
haya realizado el Tribunal Constitucional de las leyes, o de toda norma con rango de ley, o de los
reglamentos y de sus precedentes vinculantes, como lo prescriben los artículos VI y VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, respectivamente. Sólo de esa manera un ordenamiento
constitucional puede garantizar a la ciudadanía la certeza jurídica y la predictibilidad de las decisiones
jurisdiccionales.
El hecho de que como consecuencia de la reparación del derecho de defensa de la recurrente quede
insubsistente la sentencia que declaró fundada la demanda de doña Rosana Monterola Abregú, no infringe
el principio de cosa juzgada. En efecto, las resoluciones judiciales detentan el atributo de cosa juzgada si y
sólo si constituyen resoluciones válidas. En consecuencia, si una resolución no es válida, entonces, carece
del atributo de cosa juzgada; por tanto, la declaración de su invalidez, por definición, no puede afectar la
cosa juzgada simplemente porque ésta no existe.
Ahora bien, una resolución judicial es válida cuando, entre otras exigencias, proviene de un proceso en el
que se ha observado plenamente el derecho al debido proceso y aquellos que lo componen, como el caso
del derecho de defensa. Dicho en otros términos, la observancia de estos derechos constituye condición de
validez del propio proceso y de los actos procesales que en él tienen lugar. En consecuencia, si en un
proceso no se ha observado el derecho de defensa o alguno otro que hace parte del debido proceso, aquél
y las resoluciones en él expedidas devienen en actos nulos, en resoluciones inválidas". (Exp. 03400-2008-
AA/TC FJ de 8 a 10)
Ninguna autoridad puede dejar sin efecto una resolución con autoridad de cosa juzgada
17. "Se tiene así un conflicto entre disposiciones constitucionales que debe ser resuelto por el Tribunal,
recurriendo al principio de concordancia práctica a efectos de no autorizar o convalidar una limitación
arbitraria en el ámbito de alguno de los derechos en cuestión. Se trata, en concreto, de resolver un
conflicto entre el principio-derecho a que, “ninguna autoridad (…)” pueda “(…)dejar sin efecto resoluciones
que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias
ni retardar su ejecución, contenido en el artículo 139.2 de la Constitución y; de otro lado, las finalidades
que estaría persiguiendo el legislador a través de la referida ley y que deben ser analizados en seguida
para determinar, con mayor precisión, si tales finalidades revisten dimensión constitucional y si, tales
derechos o principios que estarían siendo favorecidos con dicha intervención en el ámbito prima facie
protegido por el principio-derecho de la cosa juzgada, autorizan la restricción que en efecto se estaría
produciendo en el ámbito del derecho alegado por el recurrente. Establecer una relación de prevalencia
entre tales derechos en conflicto en el caso concreto, supone sin embargo, como premisa previa,
establecer con precisión el significado constitucional de los derechos y principios que serán luego objeto de
ponderación". (Exp. 00579-2008-AA FJ 14)
Independencia judicial
19. "... constituye un requisito para que se configure la exigencia del órgano jurisdiccional de aplicar el mismo
criterio en dos casos similares derivado del principio de igualdad, que se trate del mismo juez, ya que en
caso contrario se estaría atentando contra el principio de autonomía judicial, reconocido en el artículo 139,
inciso 2 de la Constitución. Como lo ha señalado este Tribunal Constitucional: “La independencia judicial
debe ser entendida como aquella capacidad autodeterminativa para proceder a la declaración del derecho,
juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, dentro de los marcos que fijan la Constitución y la Ley”.
Ello resulta congruente con lo dispuesto en el artículo 146, inciso 1 de la Constitución en el sentido de que:
“El Estado garantiza a los magistrados judiciales: 1.Su independencia. Sólo están sometidos a la
Constitución y la ley (...)”. Ello no implica desde luego, que resulte vulneratorio de la independencia
judicial la existencia de resoluciones jurisdiccionales con carácter normativo, como las resoluciones que el
Tribunal Constitucional expida en materia de inconstitucionalidad, los precedentes vinculantes (artículo VII
del Código Procesal Constitucional) y en general la interpretación de los preceptos y principios
constitucionales que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional (artículo VI in fine
del Código Procesal Constitucional), así como los precedentes vinculantes que emiten las salas penales de
la Corte Suprema (artículo 301-A del Código de Procedimientos Penales) y los plenos casatorios en materia
civil (artículo 400 del Código Procesal Civil), toda vez que por su carácter normativo tienen efectos
similares a los de la ley (Cfr. Exp. Nº 0024-2003-AI/TC)". (Exp. 02593-2006-HC/TC FJ 6,7)
Debido proceso
Tutela jurisdiccional
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Principio de congruencia
2. "El principio de congruencia es uno que rige la actividad procesal, obligando al órgano jurisdiccional a
pronunciarse sobre las pretensiones postuladas por los justiciables". (Exp. 03159-2012-AA/TC FJ 8)
Garantías mínimas del debido proceso deben observarse en sede jurisdiccional, administrativa
sancionatoria, corporativa y parlamentaria
3. "... las garantías mínimas del debido proceso deben observarse no solo en sede jurisdiccional, sino
también en la administrativa sancionatoria, corporativa y parlamentaria. Así lo estableció la Corte
Interamericana en la sentencia recaida en el caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, de fecha 31 de
enero de 2001, cuando enfatizó que “[s]i bien el artículo 8 de la Convención Americana se titula ‘Garantías
Judiciales’, su aplicación no se limita a los recursos judiciales en sentido estricto, ‘sino el conjunto de
requisitos que deben observarse en las instancias procesales’ a efecto de que las personas puedan
defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus
derechos” precisando que “el elenco de garantías mínimas establecido en el numeral 2 del mismo precepto
se aplica también a [l]os órdenes [civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter: corporativo y
parlamentario] y, por ende, en ese tipo de materias el individuo tiene también el derecho, en general, al
debido proceso que se aplica en materia penal”.
En sentido similar, en la sentencia del Caso Ivcher Bronstein vs. Perú, de fecha 6 de febrero de 2001, la
Corte Interamericana destacó que todos los órganos que ejerzan funciones de naturaleza materialmente
jurisdiccional, sean penales o no, tienen el deber de adoptar decisiones justas basadas en el respeto pleno
a las garantías del debido proceso establecidas en el artículo 8º de la Convención Americana; ello debido a
que las sanciones administrativas, disciplinarias o de naturaleza análoga son, como las penales, una
expresión del poder punitivo del Estado y que tienen, en ocasiones, naturaleza similar a la de éstas (Cfr.
Corte IDH. Caso López Mendoza vs. Venezuela, sentencia del 1 de septiembre de 2011).
De modo que cualquiera que sea la actuación u omisión de los órganos estatales o particulares dentro de
un proceso o procedimiento, sea jurisdiccional, administrativo sancionatorio, corporativo o parlamentario,
se debe respetar el derecho al debido proceso. En la sentencia del Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá,
de fecha 2 de febrero de 2001, la Corte Interamericana enfatizó el respeto del debido proceso en sede
administrativa sancionatoria, al precisar que `no puede la administración dictar actos administrativos
sancionatorios sin otorgar a los sancionados la garantía del debido proceso´, por cuanto `[e]s un derecho
humano el obtener todas las garantías que permitan alcanzar decisiones justas, no estando la
administración excluida de cumplir con este deber´.
En sede parlamentaria, este derecho debe ser respetado no solo en los procedimientos de antejuicio y de
juicio político, sino también en las actuaciones de las Comisiones Investigadoras o de las Comisiones
Ordinarias que reciben el encargo expreso del Pleno del Congreso de la República; y merece una tutela
reforzada, en tanto que el Congreso de la República decide por mayoría y actúa por criterios basados en la
oportunidad y conveniencia, es decir, que su actuación y canon de control es de carácter subjetivo porque
no ejerce función jurisdiccional propiamente dicha". (Exp. 00156-2012-HC/TC FJ de 2 a 4)
Derecho al debido proceso se extiende a cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de
carácter materialmente jurisdiccional
4. "Con respecto a la vulneración del debido procedimiento administrativo, es pertinente recordar que la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, con relación al derecho al debido proceso, ha sostenido que
éste se extiende a “cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente
jurisdiccional, (la que) tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido
proceso legal, en los términos del artículo 8° de la Convención Americana” (Caso Tribunal Constitucional
del Perú, párrafo 71). En sentido similar, la Corte Interamericana ha sostenido –en doctrina que ha hecho
suya este Colegiado en la STC 02050-2002-AA/TC– que “si bien el artículo 8° de la Convención Americana
se titula ´Garantías Judiciales´, su aplicación no se limita a los recursos judiciales en sentido estricto, sino
al conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a efectos de que las personas
puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus
derechos” (párrafo 69).
En efecto, el debido proceso está concebido como el cumplimiento de todas las garantías, requisitos y
normas de orden público que deben observarse en las instancias procesales de todos los procedimientos,
incluidos los administrativos, a fin de que las personas estén en condiciones de defender adecuadamente
sus derechos ante cualquier acto del Estado que pueda afectarlos. Vale decir que cualquier actuación u
omisión de los órganos estatales dentro de un proceso, sea éste administrativo –como en el caso de
autos–, o jurisdiccional, debe respetar el debido proceso legal.
En tal sentido, este Colegiado considera que la actuación de la Administración Tributaria ha vulnerado el
derecho al debido procedimiento administrativo, por cuanto no debió someter los productos importados de
acero de la Sociedad demandante a un procedimiento de extracción y análisis de muestras del producto
terminado, ni menos utilizar en forma arbitraria el método de análisis del producto, ya que, por la
naturaleza de los productos, no cabía que sean sometidos al procedimiento citado". (Exp. 00452-2012-
AA/TC FJ 18,19)
Extremos dentro de los cuales transcurre el plazo razonable del proceso penal (dies a quo y
dies ad quem)
8. "Una de las cuestiones que plantea el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable es la de
determinar los extremos dentro de los que transcurre el plazo razonable del proceso penal, es decir, el
momento en que comienza (dies a quo) y el instante en que debe concluir (dies ad quem).
Con relación al dies a quo del plazo razonable del proceso penal, la Corte IDH en la sentencia del Caso
Suárez Rosero vs. Ecuador, precisó que el plazo comienza a computarse desde la fecha de la aprehensión
del imputado (detención judicial preventiva), por ser el primer acto del proceso penal. En tal sentido, la
Corte IDH subrayó que: “70. (…) En el presente caso, el primer acto del procedimiento lo constituye la
aprehensión del señor Suárez Rosero el 23 de junio de 1992 y, por lo tanto, a partir de ese momento debe
comenzar a apreciarse el plazo”.
Complementando ello, la Corte IDH en la sentencia del Caso Tibi vs. Ecuador, de fecha 7 de septiembre de
2004, estableció que cuando no ha habido aprehensión del imputado, pero se halla en marcha un proceso
penal, el dies a quo debe contarse a partir del momento en que la autoridad judicial toma conocimiento del
caso. Así, la Corte IDH señaló que: “168. (…) La Corte se pronunció en el sentido de que, en materia
penal, el plazo comienza en la fecha de la aprehensión del individuo. Cuando no es aplicable esta medida,
pero se halla en marcha un proceso penal, dicho plazo debiera contarse a partir del momento en que la
autoridad judicial toma conocimiento del caso”.
En sentido similar, el TEDH en las sentencias de los Casos Eckle contra Alemania, de fecha 15 de julio de
1982, y López Sole y Martín de Vargas contra España, de fecha 28 de octubre de 2003, ha precisado que
el dies a quo del plazo razonable del proceso penal empieza en el momento en que una persona se
encuentra formalmente acusada o cuando las sospechas de las que es objeto tienen repercusiones
importantes en su situación jurídica (personal o patrimonial), en razón a las medidas de coerción procesal
adoptadas por la autoridad competente o a las diligencias preliminares realizadas.
Con relación al dies ad quem, la Corte IDH en la sentencia del Caso Suárez Rosero vs. Ecuador estableció
que el proceso penal termina cuando se dicta sentencia definitiva y firme en el asunto, con lo cual se agota
la jurisdicción, y que dicho plazo debe comprender todo el procedimiento, incluyendo los recursos de
instancia que pudieran eventualmente presentarse. En esta línea, la Corte IDH siguiendo la jurisprudencia
del TEDH, precisó que: “71. (…) el proceso termina cuando se dicta sentencia definitiva y firme en el
asunto, con lo cual se agota la jurisdicción (cf. Cour eur. D.H., arrêt Guincho du 10 juillet 1984, série A nº
81, párr. 29) y que, particularmente en materia penal, dicho plazo debe comprender todo el
procedimiento, incluyendo los recursos de instancia que pudieran eventualmente presentarse”.
Sobre el mismo tema, la Corte IDH en la sentencia del Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, reiteró
que: “154. La razonabilidad de dicho retraso se debe analizar de conformidad con el “plazo razonable” al
que se refiere el artículo 8.1 de la Convención, el cual se debe apreciar en relación con la duración total del
procedimiento que se desarrolla hasta que se dicta sentencia definitiva”.
En sentido similar, cabe destacar que el Comité de Derechos Humanos de las Organización de las Naciones
Unidas –interpretando el artículo 14.3.c del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos– en la
Observación General Nº 13, ha enfatizado que el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable es
una garantía que: “10. (…) se refiere no sólo al momento en que debe comenzar un proceso sino también
a aquel en que debe concluir y pronunciarse la sentencia; todas las fases del proceso deben celebrarse "sin
dilación indebida". Con objeto de que este derecho sea eficaz, debe disponerse de un procedimiento para
garantizar que el proceso se celebre "sin dilación indebida", tanto en primera instancia como en
apelación”.
De la jurisprudencia reseñada de la Corte IDH, puede concluirse que la afectación del derecho a ser
juzgado dentro de un plazo razonable, se debe apreciar en relación con la duración total del proceso penal
que se desarrolla en contra de cierto imputado (análisis global del procedimiento), hasta que se dicta
sentencia definitiva y firme (dies ad quem), incluyendo los recursos de instancia que pudieran
eventualmente presentarse. Así lo ha entendido también este Tribunal Constitucional (Exp. Nº 5350-2009-
HC/TC)". (Exp. 04144-2011-HC/TC FJ de 5 a 11)
Derecho a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley como manifestación del
derecho a la tutela procesal efectiva
12. "El segundo párrafo del inciso 3) del artículo 139º de la Constitución consagra el derecho a no ser desviado
de la jurisdicción predeterminada por la ley. Dicho atributo es una manifestación del derecho al “debido
proceso legal” o lo que con más propiedad se denomina “tutela procesal efectiva”. Por su parte, el artículo
8.1º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que “[t]oda persona tiene derecho a
ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley (…)”.
El contenido de este derecho plantea dos exigencias muy concretas: en primer lugar, que quien juzgue sea
un juez u órgano con potestad jurisdiccional, garantizándose así la interdicción de ser enjuiciado por un
juez excepcional o por una comisión especial creada exprofesamente para desarrollar funciones
jurisdiccionales o que dicho juzgamiento pueda realizarse por comisión o delegación, o que cualquiera de
los poderes públicos pueda avocarse al conocimiento de un asunto que debe ser ventilado ante un órgano
jurisdiccional; y, en segundo lugar, que la jurisdicción y competencia del juez sean predeterminadas por la
ley, lo que comporta que dicha asignación debe haberse realizado con anterioridad al inicio del proceso y
que tales reglas estén previstas en una ley orgánica, conforme se desprende de una interpretación
sistemática de los artículos 139º inciso 3 y 106º de la Constitución [STC Nº 0290-2002-PHC/TC,
fundamento 8].
En adición a ello este Tribunal ha entendido que el derecho a no ser desviado de la jurisdicción
preestablecida por la ley participa de la condición de un derecho de configuración legal, por lo que
corresponde al legislador establecer los criterios de competencia judicial por medio de una ley orgánica,
que concretice su contenido constitucionalmente protegido [STC Nº 01934-2003-HC/TC, fundamento 6].
Desde esa perspectiva es de verse que el contenido constitucionalmente protegido del derecho al juez
predeterminado por la ley o “juez natural” alude principalmente a aquellas condiciones que debe reunir en
abstracto el órgano encargado de impartir justicia en cada caso concreto, siendo por tanto la constatación
de su agravio un asunto de mero análisis normativo.
Sin embargo a juicio de este Tribunal, una adecuada protección del mencionado derecho pasa
necesariamente por ir más allá del respeto formal de su contenido, pues tan importante como que la
potestad jurisdiccional y la competencia vengan asignadas previamente, es que dicha asignación sea
respetada escrupulosamente por los órganos jurisdiccionales en los asuntos que son sometidos a su
conocimiento. En efecto, de nada serviría que las leyes de la materia otorguen potestad jurisdiccional a los
órganos correspondientes y definan su competencia con anterioridad al inicio de los procesos si es que
finalmente dichas atribuciones pueden ser desconocidas al momento de ser ejercidas en el caso concreto.
En tal sentido este Colegiado estima que la violación o inobservancia de las reglas de competencia
previamente establecidas en la ley, en el contexto de un determinado proceso judicial, constituye un
asunto de innegable relevancia constitucional que merece ser tutelado a través del proceso de amparo, por
tratarse de afectaciones manifiestas del derecho constitucional al juez predeterminado por la ley". (Exp.
00813-2011-AA/TC FJ de 12 a 16)
Reformatio in peius
13. "El Tribunal Constitucional, en el Expediente N° 1553-2003-HC/TC, ha señalado que la interdicción de la
reformatio in peius es una garantía del debido proceso implícita en nuestro texto constitucional, la cual se
relaciona con los derechos de defensa y de interponer recursos impugnatorios. De acuerdo con dicha
garantía, el órgano jurisdiccional que conoce de un proceso en segunda instancia no puede empeorar la
situación del recurrente en caso de que sólo este hubiese recurrido la resolución emitida en primera
instancia.
Al respecto, el Tribunal Constitucional ya ha dejado establecida su posición, señalando que en materia
penal la interposición de un medio impugnatorio, aparte de determinar la competencia del órgano judicial
superior, también lleva implícitas dos prohibiciones: a) la de modificar arbitrariamente el ilícito penal por el
cual se le está sometiendo a una persona a proceso; b) aumentar la pena inicialmente impuesta si es que
ningún otro sujeto procesal, a excepción del representante del Ministerio Público, hubiera hecho ejercicio
de los medios impugnatorios (STC 1258-2005-HC/TC, fundamento 9)". (Exp. 04290-2010-HC/TC FJ 2,3)
Anomalía en la notificación de un acto procesal no implica , per se, violación de los derechos al
debido proceso
15. "Respecto a la falta de notificación del auto de apertura de instrucción, el Tribual Constitucional precisó en
el Expediente Nº 4304-2004-AA/TC, que la notificación es un acto procesal cuyo cuestionamiento o
anomalía no genera, per se, violación de los derechos al debido proceso o a la tutela procesal efectiva;
para que ello ocurra resulta indispensable la constatación o acreditación indubitable por parte de quien
alega la violación de debido proceso, de que con la falta de una debida notificación se ha visto afectado de
modo real y concreto el derecho de defensa u otro derecho constitucional directamente implicado en el
caso concreto. Esto se entiende desde la perspectiva de que los procesos constitucionales no son una
instancia a la que pueden extenderse las nulidades o impugnaciones del proceso judicial ordinario, ni
pueden convertirse en un medio para la articulación de estrategias de defensa luego de que una de las
partes haya sido vencida en un proceso judicial" (Exp. 04503-2011-HC/TC FJ 4)
Elementos para la razonabilidad del plazo según la Corte Interamericana de Derechos Humanos
18. "En la sentencia del Caso Kawas Fernández vs. Honduras, la Corte IDH reafirmó que: “112. (…) ha
establecido que es preciso tomar en cuenta cuatro elementos para determinar la razonabilidad del plazo:
a) complejidad del asunto, b) actividad procesal del interesado, c) conducta de las autoridades judiciales, y
d) afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso”.
A la luz de estos cuatros elementos, que en algunos casos han sido analizados en su integridad por la
Corte IDH y en otros casos no.
§4.2.1. La complejidad del asunto
La complejidad del proceso penal tiene que determinarse en función de las circunstancias de jure y de
facto del caso concreto, que a su vez, alternativamente, pueden estar compuestas por: a) el
establecimiento y esclarecimiento de los hechos, los cuales pueden ser simples o complejos; b) el análisis
jurídico de los hechos por los cuales se inicia el proceso penal; c) la prueba de los hechos, la cual puede
ser difícil, necesariamente prolongada o de complicada actuación; y, d) la pluralidad de agraviados o
inculpados, con sus respectivas defensa, entre otros elementos.
§4.2.2. La actividad o conducta procesal del imputado
Con relación a la conducta procesal, cabe destacar que ésta puede ser determinante para la pronta
resolución del proceso o para su demora, en el caso que el imputado demuestre un comportamiento
procesal obstruccionista o dilatorio.
Por ello, para determinar si la conducta procesal del imputado ha contribuido a la demora en la resolución
del proceso penal, es necesario verificar si ésta ha sido obstruccionista o dilatoria y si ha transcendido o
influido en la resolución de éste, para lo cual debe tenerse presente si ha hecho uso abusivo e innecesario
de los instrumentos que la ley pone a su disposición, bajo la forma de recursos o de otras figuras.
§4.2.3. La conducta de las autoridades judiciales
Para evaluar la conducta o comportamiento de las autoridades judiciales es necesario tener presente: a) la
insuficiencia o escasez de los tribunales; b) la complejidad del régimen procesal; y c) si los actos
procesales realizados han contribuido, o no, a la pronta resolución del proceso penal.
§4.2.4. La afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso
Este cuarto elemento importa determinar si el paso del tiempo del proceso penal incide o influye de
manera relevante e intensa en la situación jurídica (derechos y deberes) del demandante. Ello con la
finalidad de que el proceso penal discurra con más diligencia a fin de que el caso se resuelva en un tiempo
breve, si es que éste incide o influye de manera relevante e intensa sobre la situación jurídica del
demandante, es decir, si la demora injustificada le puede ocasionar al imputado daño psicológico y/o
económico". (Exp. 05350-2009-HC/TC FJ de 22 a 27)
Publicidad de los
procesos
Procesos por
responsabilidad de
funcionarios públicos
139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
Procesos por delitos
cometidos por medio de la 4. La publicidad en los procesos, salvo disposición
prensa contraria de la ley.
Los procesos judiciales por responsabilidad de
funcionarios públicos, y por los delitos cometidos
por medio de la prensa y los que se refieren a
derechos fundamentales garantizados por la
Constitución, son siempre públicos.
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8 inc. 5.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14 inc. 1.
ANTECEDENTES
Deben brindarse facilidades para que el ciudadano tenga contacto directo en el desarrollo de
los procesos judiciales
2. "Nadie duda de la existencia de un proceso público, tal como lo ha establecido la Norma Fundamental
[artículo 139º, inciso 4)]. Todas las personas, salvo las restricciones impuestas normativamente, deben
conocer lo que pasa en los procesos judiciales, y para ello debe brindarse las mayores facilidades al
ciudadano para tener ese contacto con el proceso, ya sea al permitir el acceso de un expediente o al
conocer las opiniones de las partes gracias a los medios de comunicación. La salvaguarda señalada en el
fundamento anterior no admite que sean los jueces los que están informando constantemente sobre lo que
pasa en el proceso o que puedan dar a conocer su razonamiento, al significar esto en el fondo un adelanto
de opinión. Los jueces hablan a través de su trabajo jurisdiccional. Lo contrario desdeciría la esencia del
proceso y de los fines que estos cumplen dentro del Estado constitucional, poniendo en riesgo la justicia
misma y la posible ejecución de las sentencias que se puedan emitir como parte de un debido proceso.
Resolver conflictos de intereses intersubjetivos e incertidumbres jurídicas implica ciertas cargas a las
personas que ejercen el rol de juez". (Exp. 00006-2009-AI/TC FJ 35)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho a la motivación debida de las decisiones de las entidades públicas forma parte del
contenido esencial del derecho a la tutela procesal efectiva
8. "... debe tenerse presente que en todo Estado Constitucional y Democrático de Derecho, la motivación
debida de las decisiones de las entidades públicas -sean o no de carácter jurisdiccional- es un derecho
fundamental que forma parte del contenido esencial del derecho a la tutela procesal efectiva. El derecho a
la motivación debida constituye una garantía fundamental en los supuestos en que con la decisión emitida
se afecta de manera negativa la esfera o situación jurídica de las personas. Así, toda decisión que carezca
de una motivación adecuada, suficiente y congruente, constituirá una decisión arbitraria y, en
consecuencia, inconstitucional". (Exp. 02061-2011-AA/TC FJ 13)
Los razonamientos de las resoluciones deben exponer de manera clara, congruente, lógica y
jurídica los fundamentos de hecho y de derecho que justifican la decisión
9. "... corresponde recordar que el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales garantiza un
razonamiento {elementos y razones de juicio} que no sea aparente, defectuoso o irrazonable, sino que
exponga de manera clara, congruente, lógica y jurídica los fundamentos de hecho y de derecho que
justifican la decisión.
Asimismo, cabe recordar que en las SSTC 6712-2005-PHCITC, 1014-2007-PHCITC y 03736-2010-PAITC se
precisó que el derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa garantiza que las
pruebas admitidas, incorporadas y actuadas dentro del proceso sean valoradas de manera adecuada y con
la motivación debida". (Exp. 05488-2011-AA/TC FJ 3)
Las resoluciones deben de motivarse con fundamentos objetivos y coherentes con la materia
del pronunciamiento
18. "... el derecho a la motivación de las resoluciones comporta, de manera general, una exigencia en el
sentido de que los fundamentos que sustentan la resolución deben ser objetivos y coherentes con la
materia de pronunciamiento, quedando fuera de ella consideraciones de orden subjetivo o que no tienen
ninguna relación con el objeto de resolución. Tan arbitraria es una resolución que no está motivada o está
deficientemente motivada como aquella otra en la cual los fundamentos no tienen una relación lógica con
lo que se está resolviendo.
Que en lo que a la motivación de las resoluciones de destitución de magistrados expedidas por el Consejo
Nacional de la Magistratura se refiere, este Tribunal ha establecido (Cfr. STC Nº 5156-2006-PA/TC) que la
debida motivación de las resoluciones que imponen sanciones no constituye sólo una exigencia de las
resoluciones judiciales, sino que se extiende a todas aquellas –al margen de si son judiciales o no, como
las administrativas– que tienen por objeto el pronunciamiento sobre el ejercicio de una función. Asimismo,
deben fundamentarse en la falta disciplinaria, es decir, en fundamentos que están dirigidos a sustentar la
sanción de destitución. Es imperativo, entonces, que las resoluciones sancionatorias contengan una
motivación adecuada a derecho, como una manifestación del principio de tutela jurisdiccional e interdicción
de la arbitrariedad. Así, la exigencia constitucional de motivación de las resoluciones sancionatorias del
Consejo Nacional de la Magistratura se cumple cuando dicho órgano fundamenta cumplidamente su
decisión de imponer una sanción, lo cual excluye aquellos argumentos subjetivos o que carecen de una
relación directa e inmediata con la materia que es objeto de resolución y con la imposición de la sanción
misma". (Exp. 01807-2011-AA FJ 13,14)
Motivación y sustentación de forma idónea de las decisiones que tomen las entidades que
suministren servicios eléctricos , en protección a los usuarios
19. ."El
caso de autos se relaciona con lo que la doctrina constitucional considera la protección al usuario,
mediante la cual no solo se tiene derecho a recibir servicios esenciales –como ocurre en el caso de autos,
en el que ha sido negado el suministro eléctrico–, sino también a que estos sean dispensados en
condiciones óptimas o, al menos, favorables. De asumirse que lo único que importa es el servicio y no la
manera como éste se brinde, simplemente se estaría pasando por encima de la Constitución. Y es que un
Estado de derecho que proclama como valor primordial la defensa de la persona, no puede desatenderse
de mecanismos con los que efectivamente se garantice su protección adecuada.
En el caso concreto queda claro que aunque las entidades demandadas hayan cumplido con motivar y
sustentar las razones por las cuales deniegan el suministro eléctrico, no se advierte que esta motivación
haya sido ejercida de una forma eficiente o idónea, conforme lo impone la Constitución, de manera que,
atendiendo al recuento normativo invocado por las emplazadas, queda claro que la instalación del
suministro eléctrico resultaba perfectamente viable". (Exp. 01865-2010-AA FJ 39,40)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Imposibilidad de impugnar una resolución por haber sido dictada en última instancia de un
procedimiento administrativo no conlleva a una afectación del derecho a la pluralidad de
instancias
1. “[No] es ajeno a este Tribunal, que no siempre y en todos los casos es posible extrapolar acríticamente las
garantías del debido proceso judicial al derecho al debido procedimiento administrativo. Así, por ejemplo,
si en sede judicial uno de los contenidos del derecho en referencia lo constituye el de la necesidad de
respetarse el juez natural o pluralidad de instancias, en el caso del procedimiento administrativo, en
principio, que el acto haya sido expedido por un órgano incompetente genera un vicio de incompetencia,
pero no la violación del derecho constitucional. Y, en el caso de que no se pueda acudir a una instancia
administrativa superior por haber sido expedido el acto por la última instancia en esa sede, ello desde
luego no supone, en modo alguno, que se haya lesionado el derecho a la pluralidad de instancias...”
(Expediente 2209-2002-AA/TC, FJ 19)
Legislador es quien prevé la cantidad de instancias (como mínimo dos), ante las cuales se
impugnan las resoluciones
5. "... el derecho a la pluralidad de la instancia, reconocido en el artículo 139º inciso 6) de la Constitución,
tiene por objeto garantizar que todo justiciable tenga la oportunidad de que lo resuelto por un órgano
jurisdiccional sea revisado por un órgano superior de la misma naturaleza, siempre que se haya hecho uso
de los medios impugnatorios pertinentes, formulados dentro del plazo legal [Expediente N° 03261-2005-
AA/TC].
Si bien este derecho es uno de configuración legal, ello no justifica que el legislador pueda decidir si prevé
(o no) tales instancias. En efecto el inciso 6) del artículo 139º no precisa cuántas deben ser esas
instancias, pero sí establece que deba existir una instancia plural, por lo que el contenido
constitucionalmente garantizado exige que el legislador prevea, como mínimo, la doble instancia. Sin
duda, el número de instancias jurisdiccionales que el legislador contempla puede variar teniendo en cuenta
la naturaleza de las materias que se discuten en cada proceso, es decir, en caso se trate de un proceso
civil, penal, administrativo o constitucional". (Exp. 01755-2007-AA/TC FJ 4)
Pluralidad de la instancia forma parte del contenido del debido proceso judicial
10. "... el artículo 139º, inciso 6, de la Constitución reconoce como derecho y principio de la función
jurisdiccional `[l]a pluralidad de la instancia´. En los términos del artículo 14º, inciso 5, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, `[t]oda persona declarada culpable de un delito tendrá
derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal
superior, conforme a lo prescrito por la ley´ [subrayado agregado]. Al respecto, este Tribunal
Constitucional tiene dicho que la pluralidad de la instancia forma parte del contenido del debido proceso
judicial y garantiza `(...) que lo resuelto en un primer momento pueda ser ulteriormente revisado, cuando
menos, por un órgano judicial superior´ [STC Nº 0010-2001-AI/TC, FJ 3]. De manera que su contenido
constitucionalmente protegido garantiza que el legislador, como mínimo, prevea la doble instancia". (Exp.
09201-2005-AA/TC FJ 5)
No elevar un recurso concedido es una grave afectación del derecho a la doble instancia
12. “Este colegiado considera que el hecho de no elevar un recurso interpuesto, a pesar de que fue concedido,
constituye una grave irregularidad procesal, vulneratoria del derecho a la doble instancia. Sin embargo, en
el presente caso, este Tribunal advierte que si bien el escrito mediante el cual el favorecido interpuso el
recurso de nulidad no fue de conocimiento de la Corte Suprema, ello no impidió que esa sede jurisdiccional
conociera del caso en nulidad, ya que el Ministerio Público también interpuso el recurso, lo que permitió al
Supremo Tribunal conocer del tema cuestionado.
Este Tribunal advierte que, si bien el recurrente pudo acceder a la instancia requerida, la no elevación del
recurso podría causar indefensión, en tanto impediría al órgano jurisdiccional conocer los fundamentos del
recurrente”. (Exp. 04644-2004-HC/TC FJ 1,2)
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Prohibición de la
analogía en materia penal
139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
9. El principio de inaplicabilidad por analogía de la ley
penal y de las normas que restrinjan derechos.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Prohibición de la aplicación por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan
derechos
1. “[Este] Tribunal ha de recordar que la prohibición constitucional de no ser procesado ni condenado por
acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e
inequívoca, como infracción punible, así como la prohibición de inaplicabilidad por analogía de la ley penal
y de las normas que restrinjan derechos, reconocidos en el literal ‘d’ del inciso 24) del artículo 2º y en el
inciso 9) del artículo 139º de la Constitución, respectivamente; no constituyen garantías procesales
constitucionalmente reconocidas que puedan resultar aplicables únicamente en el ámbito de los procesos
de naturaleza penal, sino que, por extensión, constituyen también garantías que deben observarse en el
ámbito de un procedimiento administrativo disciplinario y, en general, de todo procedimiento de orden
administrativo –público o privado– que se pueda articular contra una persona...” (Exp. 0274-1999-AA/TC,
FJ 3)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Prohibición de la
condena en ausencia
139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
12. El principio de no ser condenado en ausencia.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El Proceso de amparo como recurso contra la violación del principio de no ser condenado en
ausencia
1. “La interpretación a contrario sensu de lo dispuesto en el inciso 2) del artículo 6º de la Ley Nº 23506 [Ley
de hábeas corpus y amparo] permite la posibilidad de interponer una acción de amparo contra
resoluciones judiciales expedidas en un proceso irregular, vale decir cuando se violan las reglas del debido
proceso, constitucionalmente consagradas, tales como... ‘el principio de no ser condenado en ausencia’...
En tal sentido la interposición de una demanda de amparo para enervar lo resuelto en otro proceso de
amparo, comúnmente llamada ‘amparo contra amparo’, es una modalidad de esta acción de garantía
ejercida contra resoluciones judiciales, con la particularidad que sólo protege los derechos constitucionales
que conforman el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva...” (Exp. 0200-2002-AA/TC,
Considerando Jurídico 1)
Prohibición de revivir
procesos fenecidos
Efectos de la amnistía,
139º. Son principios y derechos de la función
indulto, sobreseimiento jurisdiccional:
definitivo y de la prescripción
13. La prohibición de revivir procesos fenecidos con
resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el
sobreseimiento definitivo y la prescripción
producen los efectos de cosa juzgada.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 41, 102 inc. 6, 118 inc. 21, 139 inc. 2.
Código Penal: Arts. 4 inc. 3, 78, 89, 90.
Código Procesal Penal: Arts. IV, 8 inc. 3, 189.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 4.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 12 inc. 16.
Código Procesal Constitucional: Art. 4, 25 inc. 14)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Carácter de cosa decidida de las resoluciones del Ministerio Público que declaran la no
formalización de la denuncia penal
6. "La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha precisado que: “…La decisión del Fiscal no
promoviendo la acción penal mediante la denuncia o requerimiento de instrucción correspondientes, al
estimar que los hechos que se le pusieron en su conocimiento no constituyen delito es un acto de esencia
típicamente jurisdiccional –como toda actividad del Ministerio Público en el proceso- que adquiere el
carácter de inmutable e irreproducible surtiendo los efectos de la cosa juzgada, una vez firme. De este
modo, al igual que una decisión judicial recaída, es definitiva y en consecuencia trasciende en sus efectos
con caracteres prohibitivos para procesos futuros basados en los mismos hechos materia de decisión…”
(Informe Nº 1/95, relativo al caso 11.006 del 7 de febrero de 1995).
Este criterio ha sido asumido por el Tribunal Constitucional a través de diversos fallos en los que ha
señalado que: “… las resoluciones que declaran no ha lugar a formalizar denuncia penal, que en el ejercicio
de sus funciones pudieran emitir los representantes del Ministerio Público, no constituyen en estricto cosa
juzgada, pues esta es una garantía exclusiva de los procesos jurisdiccionales. No obstante ello, este
Colegiado les ha reconocido el status de inamovible o cosa decidida, siempre y cuando se estime en la
resolución, que los hechos investigados no configuran ilícito penal…” (STC 2725-2008-PHC/TC). A contrario
sensu, no constituirá cosa decidida las resoluciones fiscales que no se pronuncien sobre la no ilicitud de los
hechos denunciados, teniendo abierta la posibilidad de poder reaperturar la investigación si es que se
presentan los siguientes supuestos: a) Cuando existan nuevos elementos probatorios no conocidos con
anterioridad por el Ministerio Público; o, b) Cuando la investigación ha sido deficientemente realizada.
Esta forma de razonamiento asumida por el Tribunal Constitucional tiene como fundamento el principio de
seguridad jurídica; principio que forma parte consustancial del Estado Constitucional de Derecho y está
íntimamente vinculado con el principio de interdicción de la arbitrariedad. Así este principio constituye la
garantía que informa a todo el ordenamiento jurídico, siendo una “… norma de actuación de los poderes
públicos, que les obliga a hacer predecible sus decisiones y a actuar dentro de los márgenes de
razonabilidad y proporcionalidad, y en un derecho subjetivo de todo ciudadano que supone la expectativa
razonable de que sus márgenes de actuación, respaldados por el derecho, no serán arbitrariamente
modificados…” (STC 5942-2006-PA/TC).
En tal sentido, el principio de seguridad jurídica es la garantía constitucional del investigado que no puede
ser sometido a un doble riesgo real de ser denunciado y sometido a investigaciones por hechos o
situaciones que en su oportunidad han sido resueltos y absueltos por la autoridad pública. Por ello, al ser
el Ministerio Público un órgano constitucional constituido y por ende sometido a la Constitución, su
actividad no puede ser ejercida, irrazonablemente, con desconocimiento de los principios y valores
constitucionales, ni tampoco al margen del respeto de los derechos fundamentales, como el principio y el
derecho del ne bis in idem o la no persecución múltiple". (Exp. 01887-2010-HC/TC FJ de 16 a 19)
Resolución que no es una sentencia definitiva, pero que ponga fin al proceso penal , se
encuentra garantizada en el derecho a no revivir procesos fenecidos
8. "Este Tribunal absuelve en sentido afirmativo a la luz de las disposiciones de derechos fundamentales, la
determinación de si una resolución que no constituye una sentencia definitiva (pero que ha puesto fin al
proceso penal) se encuentra también garantizada por este derecho. No solamente porque en la dicción de
dichas disposiciones se ha evitado circunscribir el ámbito de protección sólo al caso de las sentencias, y se
ha comprendido también a los autos que ponen fin al proceso (al referirse, por ejemplo, a las resoluciones
que importen el sobreseimiento definitivo de una causa), sino también porque ese es el sentido
interpretativo que se ha brindado a una disposición aparentemente más limitativa de su ámbito de
protección, como puede ser el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos Humanos, por los
órganos de protección de los derechos humanos en nuestra Región, el cual prevé que El inculpado absuelto
por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos". (Exp. 03938-2007-
AA/TC FJ 12)
No es posible la doble sanción del mismo sujeto por un mismo hecho cuando se refiera a la
afectación de un mismo bien jurídico
9. "En principio, importa señalar que la sanción de destitución impuesta al recurrente por el Consejo Nacional
de la Magistratura en aplicación del inciso 2) del artículo 31º de su Ley Orgánica, lo ha sido por infracción
del inciso 4) del artículo 196º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, esto es, por admitir o formular
recomendaciones en procesos judiciales, en razón de los hechos suscitados a raíz de una entrevista
personal efectuada en el domicilio del entonces Sr. Presidente de la República por un proceso judicial de
filiación seguido en su contra por doña Lucrecia Orozco, cuando era parte integrante del colegiado que
tenía bajo su competencia el trámite de dicha causa. Dicha sanción le fue impuesta por responsabilidad
funcional, que se anuda a su conducta en su calidad de magistrado, por haber infringido los deberes de
fidelidad y respeto de las formas establecidas por ley, de imparcialidad, y de probidad e independencia en
el ejercicio de la función jurisdiccional constitucionalmente prevista por el artículo 139.2º de la Norma
Fundamental
Por otra parte, la medida disciplinaria impuesta por el Tribunal de Honor, sustentada en los artículos 50º y
77º de sus Estatutos, y en los artículos 1º, 2º, 3º, 5º y 48º del Código de Ética de los Colegios de
Abogados del Perú, se dirige a sancionar al actor en su calidad de profesional de derecho integrante del
Colegio de Abogados de Lima, institución que en su calidad de ente fiscalizador del ejercicio de la profesión
de abogado, ha considerado que su actuación –por la que ha sido destituido por el Consejo Nacional de la
Magistratura– también ha afectado los fines que promueve como institución con personalidad de derecho
público, esto es, los parámetros deontológicos y éticos exigidos por la sociedad a la que sirve, y a los
principios y valores contenidos en sus estatutos.
En tal sentido, y dado que el elemento consistente en la igualdad de fundamento es la clave que define el
sentido del principio –esto es, no cabe la doble sanción del mismo sujeto por un mismo hecho cuando la
punición se fundamenta en un mismo contenido injusto, vale decir, en la lesión de un mismo bien jurídico
o un mismo interés protegido– tampoco considera este Tribunal que se haya vulnerado el principio non bis
in ídem, pues conforme a lo expuesto en los fundamentos 27 y 28, supra, no existe identidad de
fundamento en cuanto a las sanciones aplicadas por parte del Consejo Nacional de la Magistratura y el
Tribunal de Honor del Colegio de Abogados de Lima, ya que, por un lado, los bienes jurídicos resguardados
por cada uno de ellos resultan distintos, y por otro, ambas instituciones tienen diferentes ámbitos de
control y sanciones diferenciadas". (Exp. 03954-2006-AA/TC FJ de 27 a 29)
Resoluciones con carácter de cosa juzgada pueden ser “controladas” mediante el proceso de
amparo
10. “... si tenemos en cuenta que el principio de unidad de la Constitución exige que la interpretación de la
Constitución debe estar orientada a considerarla como un “todo” armónico y sistemático, a partir del cual
se organiza el sistema jurídico en conjunto, y que el principio de concordancia práctica exige que toda
aparente tensión entre las propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta “optimizando” su
interpretación, es decir, sin “sacrificar” ninguno de los valores, derechos o principios concernidos
(Expediente N.º 5854-2005-AA/TC, FJ 12), entonces podemos concluir, interpretando conjuntamente los
artículos 139.2, 139.13 y 200.2 de la Constitución, que las resoluciones judiciales que constituyen cosa
juzgada podrán ser «controladas» mediante el proceso constitucional de amparo cuando hayan sido
expedidas con vulneración de los derechos fundamentales.
Interpretar aisladamente los mencionados incisos 2) y 13) del artículo 139º de la Constitución en el
sentido de que mediante el proceso de amparo no se pueden controlar resoluciones judiciales que han
adquirido la calidad de cosa juzgada resulta inconstitucional, así como lo es interpretar aisladamente tales
disposiciones en el sentido de que este control constitucional implicaría el avocamiento a causas
pendientes ante órgano jurisdiccional o la interferencia en el ejercicio de sus funciones. Interpretaciones
aisladas como las antes expuestas conllevarían a eximir de control a determinados actos que vulneren
derechos fundamentales, transgrediéndose, de este modo, el derecho a la protección jurisdiccional de los
derechos y libertades". (Exp. 01458-2006-AA/TC FJ 8,9)
El derecho a que no se revivan procesos fenecidos con resolución ejecutoriada está inmerso en
el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
18. "El Tribunal Constitucional constata que la alegación formulada por el recurrente en torno a la violación del
derecho a la tutela jurisdiccional reproduce el mismo agravio que se expone en relación al derecho al
respeto de la cosa juzgada.
En ese sentido, considera pertinente recordar su doctrina según la cual, en nuestro ordenamiento
constitucional, la tutela jurisdiccional es un derecho `continente´ que engloba, a su vez, 2 derechos
fundamentales: el acceso a la justicia y el derecho al debido proceso (Cf. STC 0015-2001-AI/TC). Tal
condición del derecho a la tutela jurisdiccional se ha expresado también en el artículo 4º del Código
Procesal Constitucional que, al referirse al derecho a la tutela procesal efectiva, ha establecido en su
primer párrafo que éste `(...) comprende el acceso a la justicia y el debido proceso (...)´.
También tiene dicho este Tribunal que, al igual que lo que sucede con el derecho a la tutela jurisdiccional,
el derecho al debido proceso es un derecho que tiene la propiedad de albergar en su seno una serie de
derechos fundamentales de orden procesal.
Uno de esos derechos es el derecho a que no se revivan procesos fenecidos con resolución ejecutoriada.
Por tanto, el Tribunal es de la opinión que, en la medida que el derecho a la tutela jurisdiccional no tiene
un ámbito constitucionalmente garantizado en forma autónoma, sino que su lesión se produce como
consecuencia de la afectación de cualesquiera de los derechos que lo comprenden, dentro del cual se
encuentra el respeto de la cosa juzgada, un pronunciamiento sobre el fondo en relación a aquel derecho
presupone, a su vez, uno en torno al derecho reconocido en el inciso 13 del artículo 139º de la
Constitución.
De modo que la determinación de si el derecho a la tutela jurisdiccional resultó lesionado (o no) en el
presente caso, habrá de reservarse para el momento en que nos pronunciemos sobre el derecho a no ser
objeto de una doble persecución penal...
En opinión del Tribunal Constitucional, mediante el derecho a que se respete una resolución que ha
adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a que
las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante medios
impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha transcurrido el plazo para impugnarla;
y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal condición, no pueda
ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o, incluso, de los
mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó.
La determinación de si una resolución que no constituye una sentencia definitiva (pero que ha puesto fin al
proceso penal) se encuentra también garantizada por este derecho, a la luz de dichas disposiciones de
derechos fundamentales, debe absolverse por este Tribunal en sentido afirmativo. No solamente porque en
la dicción de dichas disposiciones se ha evitado circunscribir el ámbito de protección sólo al caso de las
sentencias, y se ha comprendido también a los autos que ponen fin al proceso (al referirse, por ejemplo, a
las resoluciones que importen el sobreseimiento definitivo de una causa), sino también porque ese es el
sentido interpretativo que se ha brindado a una disposición aparentemente más limitativa de su ámbito de
protección, como puede ser el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos Humanos, por los
órganos de protección de los derechos humanos en nuestra Región". (Exp. 04587-2004-AA/TC FJ
27,38,39)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho de defensa exige una actuación diligente por parte del interesado
4. “No existe violación del derecho de defensa si el estado de indefensión se ha generado por una acción u
omisión imputable al afectado. La dimensión constitucional del derecho de defensa exige, pues, que el
interesado haya actuado con ‘la debida diligencia, sin que pueda alegar indefensión quien se coloca a sí
misma en tal situación, o quien no hubiese quedado indefenso de haber actuado con la diligencia
razonablemente exigible’ (STC 210/1996). En este sentido, no existe una infracción al contenido
constitucionalmente protegido del derecho de defensa –y, por tanto, no se genera una indefensión
reprochable– en tanto el afectado contó con la posibilidad de pese a existir una posibilidad de
defenderse...” (Exp. 0825-2003-AA/TC, FJ 5)
El justiciable debe conocer de forma cierta, expresa e inequívoca los cargos que pesan en su
contra
7. "Sobre el derecho de defensa, el Tribunal Constitucional en el Expediente N.º 6998-2006-PHC/TC precisó
que requiere que el justiciable se informe de la existencia del proceso penal, en atención a su derecho de
conocer de forma cierta, expresa e inequívoca los cargos que pesan en su contra. De ahí que el derecho de
defensa sea, entre otros, una manifestación del derecho al debido proceso, derecho irrenunciable dado que
la parte no puede decidir si se le concede o no la posibilidad de defenderse; e inalienable pues su titular no
puede sustraerse a su ejercicio.
Asimismo, este Tribunal ha precisado que el derecho de defensa tiene una doble dimensión: una material,
referida al derecho del imputado de ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma
conocimiento de que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, que supone
el derecho a una defensa técnica, esto es, al asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor de su
elección desde que la persona es citada o detenida por la autoridad y durante todo el tiempo que dure la
investigación preliminar o el proceso mismo.
Este Colegiado también ha explicitado que “[E]l contenido esencial del derecho de defensa queda afectado
cuando, en el seno de un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta impedida, por actos concretos
de los órganos judiciales, de ejercer los medios necesarios, suficiente y eficaces para defender sus
derechos e intereses legítimos ( cf. STC. 06648-2006-PHC/TC).
Tal como ha sostenido este Colegiado en la sentencia Nº 03062-2006-PHC/TC (caso JyomarYunior
Faustino Tolentino), el derecho fundamental de defensa está considerado como la fuerza motriz del
proceso; como la garantía suprema que atiende a su esencia misma, pues sin él no estaremos ante un
verdadero proceso, toda vez que, ante su ausencia, no habrá contradictorio, siendo este un atributo
principal de las partes sujetas a proceso. De otro lado, este derecho tiene su origen en el precepto
sustancial según el cual nadie puede ser juzgado sin ser oído y vencido en juicio". (Exp. 02660-2012-
HC/TC FJ 4)
Derecho a ser notificado es componente del derecho de defensa, el cual a su vez es elemento
parte del debido proceso
17. "... respecto al derecho fundamental de defensa consagrado en el inciso 14 del artículo 139, este Tribunal
tiene dicho que “(...) es de naturaleza procesal, y conforma el ámbito del debido proceso. En cuanto
derecho fundamental, se proyecta, entre otros, como principio de interdicción en caso de indefensión y
como principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de
alguna de las partes de un proceso o de un tercero con interés” (fundamento 3 de la STC 0282-2004-AA).
Que sin embargo, consustancial al significado constitucional del derecho de defensa es que se cuente con
la posibilidad real de poder defenderse, es decir, no basta con la posibilidad in abstracto de contar con los
recursos necesarios, sino que la parte debe ser notificada a efectos de que pueda interponerlos de manera
oportuna. En ese sentido, el artículo 155 del Código Procesal Civil dispone, en su segundo párrafo, que
“Las resoluciones judiciales sólo producen efectos en virtud de notificación hecha con arreglo a lo
dispuesto en este Código (...)”. Adicionalmente la falta de notificación es considerada un vicio que trae
aparejada la nulidad de los actos procesales, salvo que haya operado la aquiescencia. En ese sentido el
derecho a ser notificado se desprende de manera indubitable del más genérico derecho de defensa, que a
su vez es parte conformante del debido proceso". (Exp. 03090-2010-AA/TC FJ 3,4)
Debe probarse que el defecto en el acto de notificación afecta el derecho de defensa, para ser
reconocido como violación al debido proceso
19. "Este Tribunal en reiterada jurisprudencia ha señalado que el derecho a la defensa comporta en estricto el
derecho a no quedar en estado de indefensión en cualquier etapa del proceso penal. Este derecho tiene
una doble dimensión: una material, referida al derecho del imputado o demandado de ejercer su propia
defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la comisión de
determinado hecho delictivo; y otra formal, que supone el derecho a una defensa técnica; esto es, al
asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure el proceso.
Asimismo, este Tribunal en anterior jurisprudencia ha precisado que el derecho a no quedar en estado de
indefensión se conculca cuando los titulares de los derechos e intereses legítimos se ven impedidos de
ejercer los medios legales suficientes para su defensa, pero que no cualquier imposibilidad de ejercer esos
medios produce un estado de indefensión que atenta contra el contenido constitucionalmente protegido de
dicho derecho, sino que es constitucionalmente relevante cuando se genera una indebida y arbitraria
actuación del órgano que investiga o juzga al individuo (Exp. Nº 0582-2006-PA/TC; Exp. Nº 5175-2007-
HC/TC, entre otros).
Y sobre el acto concreto de la notificación, también se ha señalado que la notificación es un acto procesal
cuyo cuestionamiento o anomalía no genera, per se, violación del derecho al debido proceso; para que ello
ocurra resulta indispensable la constatación o acreditación indubitable por parte de quien alega la violación
del derecho al debido proceso, de que con la falta de una debida notificación se ha visto afectada de modo
real y concreto una manifestación de este: el derecho de defensa. Ello se entiende desde la perspectiva de
que los procesos constitucionales ni son una instancia a la que pueden extenderse las nulidades o
impugnaciones del proceso judicial ordinario, ni pueden convertirse en un medio para la articulación de
estrategias de defensa luego de que una de las partes haya sido vencida en un proceso judicial (Exp. Nº
4303-2004-AA/TC; Exp. Nº 0188-2009-PHC/TC, entre otros)". (Exp. 04767-2009-HC/TC FJ 2,3)
Carencia de necesidad del ejercicio del derecho de defensa en los pases a retiro por renovación
de cuadros n los Institutos castrenses y militares
20. "Conforme el artículo 139º, inciso 14) de la Constitución Política, y en la línea de lo afirmado por el
Tribunal Constitucional en la precitada sentencia, respecto de que el acto de la Administración generador
del pase a retiro por renovación de cuadros de los Oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional
no constituye una sanción por una conducta antijurídica ni el proceso mismo tiene la naturaleza de un
procedimiento administrativo sancionador; el ejercicio del derecho de defensa, por la propia naturaleza del
acto, carece de relevancia en el presente análisis". (Exp. 04085-2009-AA/TC FJ 7)
No ser informado de los derechos constitucionales que le corresponden significa una violación
al derecho de defensa
23. "... del parte administrativo se desprende que las autoridades policiales que se encargaron de realizar la
investigación no le informaron al recurrente los derechos constitucionales que le correspondían. Es por ello
que, al no haber actuado conforme a ley las autoridades policiales, han contravenido el artículo 139º,
inciso 14) de la Constitución Política, el cual se aplica a todo tipo de proceso puesto que reconoce: “El
principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso. Toda persona será
informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su detención. Tiene derecho a
comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorada por éste desde que es citada
o detenida por cualquier autoridad”.
Las autoridades administrativas no debieron ignorar que la presencia de un abogado defensor al momento
de declarar es consustancial al debido proceso y que la desinformación sobre ese derecho supuso que el
recurrente no haya solicitado la presencia de un letrado.
De forma complementaria, la autoridad instructiva debió precisar al inculpado y dejar constancia en el
parte administrativo que, si el investigado se negaba a contestar alguna de las preguntas, la autoridad
administrativa las hubiese repetido aclarándolas en lo posible, y si aquél se mantuviera en silencio, se
continuaría con la diligencia dejando constancia de tal hecho". (Exp. 00926-2007-AA/TC FJ de 48 a 50)
Notificación de la
detención(bis con parte del
139º. Son principios y derechos de la función
art. 139.14 C) jurisdiccional:
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 7.4, 8 inc. 2b.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 9.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 9.2, 14 inc. 3a.
ANTECEDENTES
Gratuidad de la
139º. Son principios y derechos de la función
administración de justicia. jurisdiccional:
Defensa gratuita 16. El principio de la gratuidad de la administración de
justicia y de la defensa gratuita para las personas
de escasos recursos; y, para todos, en los casos
que la ley señala.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Participación popular
para nombrar revocar
magistrados
17. La participación popular en el nombramiento y en la
139º. Son revocación de magistrados, conforme a ley.
principios y derechos
de la función
jurisdiccional:
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8.1.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.
ANTECEDENTES
Deber de colaboración del Poder Ejecutivo en los procesos implica una facultad del Poder
Judicial para solicitarla
2. "El artículo 139º, inciso 18 de la Constitución establece “[l]a obligación del Poder Ejecutivo de
prestar la colaboración que en los procesos le sea requerida”. Es evidente, por tanto, que el
reconocimiento del deber de colaboración del Poder Ejecutivo se corresponde con la facultad del
Poder Judicial para solicitarla. Por este motivo, este Colegiado aprecia que las vocales de la Sala
demandada, al ordenar una investigación “conjunta” con la Unidad de Inteligencia Financiera –
organismo adscrito al Ministerio de Justicia– no han hecho más que concretizar la facultad y el
deber previsto en la disposición constitucional mencionada. Facultad que, por lo demás, viene
reconocida también en el artículo 184º, inciso 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial: '[s]on
facultades de los Magistrados: 4. Solicitar de cualquier persona, autoridad o entidad pública o
privada los informes que consideren pertinentes para el esclarecimiento del proceso bajo su
jurisdicción'". (Exp. 04554-2006-HC/TC FJ 5)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Ente decisor debe tener competencia para pronunciarse sobre el caso concreto
2. "... la sanción de destitución tiene como marco un procedimiento sancionatorio en sede administrativa, en
tanto su finalidad se dirige a pronunciarse sobre actos u omisiones antijurídicas que pudiera haber
cometido un ciudadano en ejercicio de la magistratura. En todos los casos, la validez de la decisión final
dependerá del respeto del derecho de defensa y de que esté sustentada en pruebas que incriminen a su
autor como responsable de una falta sancionable. Esto último supone el respeto del principio de
congruencia. Sin embargo, la capacidad administrativa –al igual que la judicial– para pronunciarse en cada
caso concreto se encuentra directamente ligada a la competencia del ente decisor respecto de las
situaciones materia de análisis, tanto así que su inobservancia implicaría la vulneración del derecho a la
instancia predeterminada reconocida en el inciso 19 del artículo 139º de la Constitución". (Exp. 08495-
2006-AA/TC FJ 27)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Motivación adecuada de los magistrados sobre las restricciones aplicadas al discurso de las
parte
4. "La supresión del discurso del demandante debe tener algún tipo de beneficios. Supuestamente, uno de
ellos es que a los magistrados encargados de juzgarlo no se les perturbe en el ejercicio de sus funciones.
Una respuesta pública por parte de los supuestos afectados en su honor a través de una querella por
difamación podría servir como el mejor mecanismo de protección de su derecho fundamental, antes que
afectar el de otra persona.
Es lógico que, sobre la base de la reserva del proceso en la fase instructiva, pueda imponérseles a los
denunciados reglas de conducta relativas al proceso mismo, pero de ahí a que sea un acto de libre albedrío
por parte del juzgador dista mucho. En caso de que la supresión esté claramente sustentada en este
componente de la resolución, el juez debió argumentar por qué llegó a tal conclusión restrictiva.
La concurrencia de los tres elementos antes explicados en una clave de confrontación (valor de la pérdida
social, valor del error judicial y beneficios de la supresión) determina la inexistencia de proporcionalidad en
la medida impuesta. La restricción sobre la base del secreto sumarial no ha sido argumentada por el
juzgador. Y el juicio referido a la protección de los magistrados intervinientes no justifica en lo más
mínimo que se impida al demandante emitir su discurso, pues ello afectaría el derecho a ser informado, en
un tema tan delicado como es la corrupción de funcionarios.
Por ello, debe declararse la nulidad de la resolución emitida por el demandado sin fundamentación válida
con el fin de controlar el discurso del recurrente, a fin de que quede subsistente la realizada por el
superior, que varía el mandato de detención por el de comparecencia". (Exp. 02262-2004-HC/TC FJ 31,32)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Concesión de beneficios penitenciarios está en relación con el cumplimiento de los fines del
régimen penitenciario
2. “Dado que el interno se encuentra privado de su libertad personal por virtud de una sentencia
condenatoria firme, la concesión de beneficios está subordinada a la evaluación del juez, quien estimará si
los fines del régimen penitenciario (inciso 22 del artículo 139º de la Constitución) se han cumplido, de
manera que corresponda reincorporar al penado a la sociedad aún antes de que no se haya cumplido con
la totalidad de la condena impuesta, si es que éste ya demuestra estar reeducado y rehabilitado...” (Exp.
1593-2003-HC/TC, FJ 14)
Eliminación del acceso a concesión de beneficios penitenciarios para los delitos de violación de
menores de edad
5. "De otra parte, la eliminación de la posibilidad de indulto, de conmutación de pena, de gracia, y de
concesión de los beneficios penitenciarios de redención de la pena por el trabajo y la educación, de
semilibertad y de liberación condicional, es representativa de la voluntad del legislador de que en los casos
de condenas por los delitos de violación de menores de edad, el quantum de la pena impuesta se ejecute
en su totalidad.
Ello tiene por finalidad, en primer término, optimizar el fin preventivo general de las penas en su vertiente
negativa, es decir, optimizar el efecto desmotivador que la amenaza de la imposición y ejecución de una
pena severa genera en la sociedad, protegiendo preventivamente el bien tutelado por el derecho penal, en
este caso, la integridad personal y el libre desarrollo de la personalidad de los menores de edad. Se asume
que mientras de mayor peso axiológico sea el bien protegido al tipificarse la conducta, mayor deberá ser la
pena que se amenaza imponer, generando así el derecho penal una acción más disuasoria.
En segundo lugar, la medida tiene por finalidad que la imposición de la pena cumpla de manera efectiva
con el fin de prevención general en su vertiente positiva. Claus Roxin describe este fin como el “‘ejercicio
de la confianza en el derecho’ que se produce en la población por medio de la actividad de la justicia
penal; el efecto de confianza que resulta cuando el ciudadano ve que el derecho se impone; y finalmente,
el efecto de satisfacción que se instala cuando la conciencia jurídica se tranquiliza como consecuencia de la
sanción por sobre el quebrantamiento del derecho, y cuando el conflicto con el autor es visto como
solucionado.” (cfr. “Fin y justificación de la pena y de las medidas de seguridad”, en: Julio B. J. Maier
(compilador), Determinación judicial de la pena, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1993, p. 28). En esa
línea, este Tribunal ha sostenido que por vía de la imposición y ejecución de la pena “se renueva la
confianza de la ciudadanía en el orden constitucional, al convertir una mera esperanza en la absoluta
certeza de que uno de los deberes primordiales del Estado, consistente en ‘(...) proteger a la población de
las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia (...)’
(artículo 44º de la Constitución), se materializa con la sanción del delito (prevención [general] en su
vertiente positiva); con la consecuente vigencia efectiva del derecho fundamental a la seguridad personal
en su dimensión objetiva (inciso 24 del artículo 2º de la Constitución)” (STC 0019-2005-PI, fundamento
40).
De otra parte, la medida tiene también por propósito asegurar otro fin de la pena, la denominada
prevención especial de efecto inmediato, es decir, permitir al delincuente dar un firme paso en la
internalización el daño social ocasionado por su conducta a través de la certeza en relación con la
ejecución total de la pena, generándose un primer efecto reeducador. Tal como ha señalado este Tribunal,
“la grave limitación de la libertad personal que supone la pena privativa de libertad, y su quantum
específico, son el primer efecto reeducador en el delincuente, quien internaliza la seriedad de su conducta
delictiva, e inicia su proceso de desmotivación hacia la reincidencia (prevención especial de efecto
inmediato)” (STC 0019-2005-PI/TC, fundamento 40)". (Exp. 00012-2010-AI/TC FJ de 16 a 19)
Finalidad esencial del tratamiento penitenciario es la reforma y readaptación social del penado
16. "El artículo 139°, inciso 22, de la Constitución señala que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, lo cual, a su vez, es congruente
con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala que “el régimen
penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social
de los penados”. Al respecto, este Tribunal ha precisado en la sentencia recaída en el expediente Nº 010-
2002-AI/TC, FJ 208, que los propósitos de reeducación y rehabilitación del penado “[...] suponen,
intrínsecamente, la posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la
culminación de las penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos de la
pena hubieran sido atendidos. La justificación de las penas privativas de la libertad es, en definitiva,
proteger a la sociedad contra el delito”.
El artículo 50° del Código de Ejecución Penal precisa que “El beneficio será concedido en los casos en que
la naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y su conducta dentro del establecimiento
permitan suponer que no cometerá nuevo delito”. Por tanto, el beneficio penitenciario de semilibertad, el
cual permite al penado egresar del establecimiento penitenciario antes de haber cumplido la totalidad de la
pena privativa de libertad impuesta, se concede atendiendo al cumplimiento de los requisitos legales
exigidos y a la evaluación previa que realice el juez respecto a cada interno en concreto, estimación que
eventualmente le permita suponer que la pena ha cumplido su efecto resocializador dando muestras
razonables de la rehabilitación del penado y que, por tanto, le corresponda su reincorporación a la
sociedad. Tal es el criterio adoptado por este Tribunal en la sentencia recaída en el caso Máximo
LlajarunaSare (expediente Nº 1594-2003-HC/TC FJ 14), en la que señaló que “La determinación de si
corresponde o no otorgar a un interno un determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe ni
puede reducirse a verificar si este cumplió o no los supuestos formales que la normatividad contempla
(...)”. No obstante, no cabe duda de que aun cuando los beneficios penitenciarios no constituyen derechos
sino garantías previstas por el Derecho de Ejecución Penal [Cfr. Caso Leoncio Abel Rojas Pérez, Expediente
N° 0965-2007-PHC/TC], su denegación, revocación o restricción de acceso a los mismos debe obedecer a
motivos objetivos y razonables, por lo que la resolución judicial que se pronuncia al respecto, así como la
que lo confirma deben cumplir la exigencia de la motivación de las resoluciones judiciales". (Exp. 03747-
2007-HC/TC FJ 2,3)
Pena de muerte
Pena de muerte:
supuestos
140º. La pena de muerte sólo puede aplicarse
por el delito de traición a la Patria en caso de guerra, y
el de terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados
de los que el Perú es
parte obligada.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Casación
141º.Corresponde a la Corte Suprema fallar en
Competencia de la Corte casación, o en última instancia, cuando la acción se
Suprema: casación o última inicia en una Corte Superior o ante la propia Corte
instancia
Suprema conforme a ley. Asimismo, conoce en
casación las resoluciones del Fuero Militar, con las
limitaciones que establece el artículo 173º.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Afectación del derecho al debido proceso como causal de procedencia del recurso de Casación
2. "... una de las resoluciones judiciales que supuestamente le causa agravio al recurrente es la de fecha 21
de noviembre del 2008 expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Loreto que en grado
de apelación confirmó la desestimación de su demanda contenciosa administrativa. Dicha resolución de
acuerdo al expediente que obra en este Tribunal no fue impugnada a través del recurso de casación por
ante la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República conforme lo establece
el artículo 32º numeral 3.1 de la Ley Nº 27584 (Ley del Proceso Contencioso Administrativo) que regula la
procedencia del recurso de casación inclusive para pretensiones no cuantificables; por el contrario la
resolución descrita fue consentida, constituyéndose el recurso de casación -de haberse interpuesto- en el
medio idóneo y eficaz para lograr el fin perseguido por la recurrente con la demanda de autos “la
declaratoria de nulidad de la resolución de fecha 21 de noviembre del 2008 y la posterior estimatoria de su
demanda contenciosa administrativa”, invocando para dicho efecto la causal de afectación del derecho al
debido proceso. Sin embargo, la recurrente no interpuso el recurso de casación. En consecuencia,
siguiendo el criterio expuesto por este Colegiado en el Expediente Nº 04803-2009-PA/TC dicha resolución
no tiene la calidad de firme, resultando improcedente la demanda de conformidad con lo establecido en el
artículo 4º del Código Procesal Constitucional que sanciona la improcedencia de la demanda “(…) cuando el
agraviado dejó consentir la resolución que dice afectarlo”. Resolver contrariamente a ello supondría
convertir al proceso de amparo contra resoluciones judiciales en un medio para subsanar deficiencias
procesales o eventuales descuidos en la defensa de alguna de las partes en el trámite regular de un
proceso judicial, cuestión ésta que la justicia constitucional no debe permitir". (Exp. 01756-2010-AA/TC FJ
4)
Recurso de Casación
3. "Según el artículo 384º del Código Procesal Civil, vigente en el momento en que se emitieron las
ejecutorias supremas cuestionadas, el recurso de casación tiene “por fines esenciales la correcta aplicación
e interpretación del derecho objetivo y la unificación de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de
Justicia”.
Por ello, en el artículo 384º del Código Procesal Civil, también vigente en el momento en que se emitieron
las ejecutorias supremas cuestionadas, se establecen como causales para interponer el recurso de
casación, entre otras: a) la aplicación indebida o la interpretación errónea de una norma de derecho
material; b) la inaplicación de una norma de derecho material; c) la contravención de las normas que
garantizan el derecho a un debido proceso, y d) la infracción de las formas esenciales para la eficacia y
validez de los actos procesales.
Es pertinente precisar que el derecho al debido proceso garantiza que el juez o los jueces no se desvíen
por completo del procedimiento fijado por la ley para dar trámite a determinadas cuestiones ni que den un
cauce que no corresponde al asunto sometido a su competencia, pues dicho actuar arbitrario y caprichoso,
con fundamento en su sola voluntad, afectaría el derecho fundamental referido.
Así pues, una de las manifestaciones que garantiza el derecho al debido proceso es que el juez o los jueces
tienen una oportunidad procesal para definir si los medios probatorios aportados al proceso son
pertinentes, conducentes y procedentes, y si, en realidad, considerados, evaluados y ponderados los
elementos de juicio de los que dispone, ellos contribuyen al esclarecimiento de los hechos y a la solución
de la controversia planteada.
En contrapartida a ello, lo que no es permitido al juez o a los jueces, a la luz del contenido del derecho al
debido proceso, es que fuera de la oportunidad procesal, nieguen alguna o algunas de las pruebas
aportadas al proceso o las evalúen y ponderen.
Teniendo presente el sentido normativo de los artículos referidos del Código Procesal Civil y el contenido
precisado del derecho al debido proceso, queda claro que en el recurso casación no se pueden valorar
nuevamente las pruebas aportadas, admitidas y actuadas en primer y/o en segundo grado, pues su
configuración normativa establece que tal recurso tiene por finalidad la adecuada aplicación del derecho
objetivo al caso concreto.
En buena cuenta, la casación se erige en algunos casos como un mecanismo de defensa de la legalidad por
medio del cual se asegura la sujeción de los jueces a la ley en la impartición de justicia y, por esa vía, se
mantiene el efecto vinculante del derecho objetivo. En otros supuestos, la casación se proclama como el
mecanismo destinado a garantizar la vigencia real y efectiva del principio de igualdad en su aplicación,
pues al unificar su interpretación evita decisiones judiciales contradictorias.
En todo caso, si la Corte Suprema de Justicia de la República considera que la valoración de los medios de
prueba actuados en primer y/o en segundo grado contraviene los principios de la lógica, las máximas de la
experiencia o las reglas de la apreciación razonada de la prueba; es decir, si las distintas conclusiones a
que se llega sobre las pruebas alcanzan a revestir arbitrariedad, deberá anular la resolución que afecta el
derecho al debido proceso porque, en tal caso, se ha valorado indebida o irrazonablemente los medios
probatorios, y ordenar al juez o sala que expida una nueva resolución.
Efectuadas las precisiones que anteceden sobre el recurso de casación, este Colegiado considera que en el
presente caso se ha vulnerado el derecho al debido proceso de los demandantes, debido a que las
ejecutorias supremas referidas en el fundamento 1, supra, han resuelto los recursos de casación
interpuestos como si se tratara de una instancia adicional y no un mecanismo extraordinario, en tanto
plantearon y resolvieron una nueva consideración de lo que fue objeto de debate en los procesos laborales,
así como de los medios de prueba actuados y valorados por las Salas laborales de segundo grado". (Exp.
02039-2007-AA/TC FJ de 3 a 6)
El fallo en casación no puede ser materia de revisión a través del proceso de amparo, salvo que
se compruebe la afectación a algún derecho constitucional
5. "... conforme al artículo 141° de la Constitución corresponde a la Corte Suprema fallar en casación
respecto a la corrección en la interpretación legal, lo que no puede ser materia de revisión por este
Colegiado a través del proceso de amparo a menos que se pueda acreditar un agravio manifiesto a algún
derecho constitucional en el ejercicio de la función casatoria que desnaturalice la esencia misma de la
casación.
Que en el caso de autos conforme ha quedado establecido, la Corte Suprema ha ejercido sus funciones en
el marco que le corresponde conforme a la Constitución y las leyes, por lo que no se le puede imputar una
afectación a la tutela judicial como pretende el recurrente. En consecuencia y tal como lo prevé el artículo
5.1 del Código Procesal Constitucional, en la medida en que ni los hechos ni el petitorio de la demanda
están relacionados con el ámbito constitucionalmente protegido del derecho que ha invocado el recurrente,
esto es la tutela judicial efectiva, la demanda deviene en improcedente". (Exp. 06287-2006-AA FJ 6,7)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
No tiene antecedentes.
Los Poderes Constituidos ejercen sus funciones de manera autónoma, pero de ninguna manera
constituyen entes autárquicos. No existe zona exenta de control constitucional
2. “... cuando el artículo 142° de la Constitución establece que no son revisables en sede judicial las
resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de evaluación y ratificación de Jueces
(...), el presupuesto de validez de dicha afirmación se sustenta en que las consabidas funciones que le han
sido conferidas a dicho organismo sean ejercidas dentro de los límites y alcances que la Constitución le
otorga, y no a otros distintos, que puedan convertirlo en un ente que opera fuera o al margen de la misma
norma que le sirve de sustento. En el fondo, no se trata de otra cosa sino de la misma teoría de los
llamados poderes constituidos, que son aquellos que operan con plena autonomía dentro de sus funciones,
pero sin que tal característica los convierta en entes autárquicos que desconocen o hasta contravienen lo
que la misma Carta les impone. El Consejo Nacional de la Magistratura, como cualquier órgano del Estado,
tiene límites en sus funciones, pues resulta indiscutible que estas no dejan en ningún momento de
sujetarse a los lineamientos establecidos en la norma fundamental. Por consiguiente, sus resoluciones
tienen validez constitucional en tanto las mismas no contravengan el conjunto de valores, principios y
derechos fundamentales de la persona contenidos en la Constitución, lo que supone, a contrario sensu,
que si ellas son ejercidas de una forma tal que desvirtúan el cuadro de principios y valores materiales o los
derechos fundamentales que aquella reconoce, no existe ni puede existir ninguna razón que invalide o
deslegitime el control constitucional señalado a favor de este Tribunal en los artículos 201° y 202° de
nuestro Texto Fundamental” (Cfr. STC Nº 2409-2002-AA/TC).
Que no puede, pues, alegarse ningún tipo de zona invulnerable a la defensa de la constitucionalidad o la
protección de los derechos humanos, toda vez que la limitación que señala el artículo 142° de la
Constitución –como la prevista por el numeral 154.3– no puede entenderse como inmunidad frente al
ejercicio de una competencia ejercida de modo inconstitucional, pues ello supondría tanto como que se
proclamase que en el Estado constitucional de derecho se pueden rebasar los límites que impone la
Constitución, como que contra ello no exista control jurídico alguno que pueda impedirlo.
Que en tal sentido, las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de destitución
podrán ser revisadas en sede judicial, en interpretación, a contrario sensu, del artículo 154.3 de la
Constitución, cuando sean expedidas sin una debida motivación y sin previa audiencia al interesado". (Exp.
01807-2011-AA/TC FJ de 6 a 8)
Tienen validez constitucional las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en tanto
no sean contrarias a los valores, principios y derechos reconocidos en la Constitución
3. "Este Colegiado se ha referido a la posibilidad de realizar el control constitucional de las resoluciones del
Consejo Nacional de la Magistratura, en uniforme y reiterada jurisprudencia a lo largo de los últimos años
(por todos, STC N° 08495-2006-PA/TC). Así, ha señalado que cuando el artículo 142° de la Constitución
establece que no son revisables en sede judicial las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura
en materia de evaluación y ratificación de Jueces, limitación que no alcanza al Tribunal Constitucional, el
presupuesto de validez de dicha afirmación se sustenta en que las consabidas funciones que le han sido
conferidas a dicho organismo sean ejercidas dentro de los límites y alcances que la Constitución le otorga,
y no a otros distintos, que puedan convertirlo en un ente que opera fuera o al margen de la misma norma
que le sirve de sustento. En el fondo, no se trata de otra cosa sino de la misma teoría de los llamados
poderes constituidos, que son aquellos que operan con plena autonomía dentro de sus funciones, pero sin
que tal característica los convierta en entes autárquicos que desconocen o hasta contravienen lo que la
misma Carta les impone. El Consejo Nacional de la Magistratura, como cualquier órgano del Estado, tiene
límites en sus funciones, pues resulta indiscutible que estas no dejan en ningún momento de sujetarse a
los lineamientos establecidos en la Norma Fundamental. Por consiguiente, sus resoluciones tienen validez
constitucional en tanto no contravengan el conjunto de valores, principios y derechos fundamentales de la
persona contenidos en la Constitución, lo que supone, a contrario sensu, que si ellas son ejercidas de una
forma tal que desvirtúan el cuadro de principios y valores materiales o los derechos fundamentales que
aquella reconoce, no existe ni puede existir ninguna razón que invalide o deslegitime el control
constitucional señalado a favor de este Tribunal en los artículos 201.° y 202.° de nuestro Texto
Fundamental, máxime que se trata de decisiones administrativas evacuadas por un organismo de dicha
categoría".1438 (Exp. 01438-2008-AA/TC FJ 2)
Competencia del Tribunal Constitucional para revisar las Resoluciones del Consejo Nacional de
la Magistratura que vulnere los valores, principios y derechos reconocidos por la Constitución
4. "Este Colegiado se ha referido a la posibilidad de realizar el control constitucional de las resoluciones del
Consejo Nacional de la Magistratura, en uniforme y reiterada jurisprudencia a lo largo de los últimos años
(por todos, STC N° 08495-2006-PA/TC). Así, ha señalado que cuando el artículo 142° de la Constitución
establece que no son revisables en sede judicial las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura
en materia de evaluación y ratificación de Jueces, limitación que no alcanza al Tribunal Constitucional, el
presupuesto de validez de dicha afirmación se sustenta en que las consabidas funciones que le han sido
conferidas a dicho organismo sean ejercidas dentro de los límites y alcances que la Constitución le otorga,
y no a otros distintos, que puedan convertirlo en un ente que opera fuera o al margen de la misma norma
que le sirve de sustento. En el fondo, no se trata de otra cosa sino de la misma teoría de los llamados
poderes constituidos, que son aquellos que operan con plena autonomía dentro de sus funciones, pero sin
que tal característica los convierta en entes autárquicos que desconocen o hasta contravienen lo que la
misma Carta les impone. El Consejo Nacional de la Magistratura, como cualquier órgano del Estado, tiene
límites en sus funciones, pues resulta indiscutible que estas no dejan en ningún momento de sujetarse a
los lineamientos establecidos en la Norma Fundamental. Por consiguiente, sus resoluciones tienen validez
constitucional en tanto no contravengan el conjunto de valores, principios y derechos fundamentales de la
persona contenidos en la Constitución, lo que supone, a contrario sensu, que si ellas son ejercidas de una
forma tal que desvirtúan el cuadro de principios y valores materiales o los derechos fundamentales que
aquella reconoce, no existe ni puede existir ninguna razón que invalide o deslegitime el control
constitucional señalado a favor de este Tribunal en los artículos 201.° y 202.° de nuestro Texto
Fundamental, máxime que se trata de decisiones administrativas evacuadas por un organismo de dicha
categoría". (Exp. 01726-2008-AA/TC FJ 2)
Deber del Tribunal Constitucional de velar por la supremacía constitucional y velar por el goce
efectivo de los derechos fundamentales
6. "En el caso que nos ocupa, el tema es la denegatoria del referéndum por considerar el JNE que el FONAVI
es un tributo. No siendo ésta sobre materia electoral, al Tribunal Constitucional le compete pronunciarse
sobre la constitucionalidad o no de las mismas toda vez que el actor sostiene que se han afectado sus
derechos fundamentales, tales como a la participación individual o colectiva en la vida política del país a
través del referendum, al debido proceso y a la tutela procesal efectiva. Por tal razón el petitorio contiene
una materia de competencia del Tribunal Constitucional de conformidad con el artículo 201º de la
Constitución, que es velar por la supremacía constitucional y tutelar los derechos fundamentales". (Exp.
05180-2007-AA/TC FJ 4)
El ejercicio de las funciones los órganos reconocidos por la Constitución será legítimo en tanto
respeten los derechos fundamentales
12. "El artículo 142° de la Constitución establece que no son revisables en sede judicial las resoluciones del
Jurado Nacional de Elecciones en materia electoral. Asimismo, el artículo 181° de la Constitución establece
que el pleno del Jurado Nacional de Elecciones aprecia los hechos con criterio de conciencia, resuelve en
arreglo a ley y a los principios generales del derecho. En materias electorales, de referéndum o de otro
tipo de consultas populares, sus resoluciones son dictadas en instancia final, definitiva, y no son
revisables. Contra ellas no procede recurso alguno.
No obstante, el último párrafo del artículo 103° de la Constitución establece que ésta no ampara el abuso
del Derecho, por lo que tal ejercicio de poder será legítimo sólo en la medida que sea respetuoso de un
conjunto de derechos mínimos del ciudadano, como son los derechos fundamentales, entre los que se
encuentra el derecho a la tutela procesal efectiva. Esta es la única interpretación posible en un Estado
Constitucional de Derecho y, en atención a ella, el inciso 8) del artículo 5° del Código Procesal
Constitucional ha establecido que no proceden los procesos constitucionales cuando se cuestionen las
resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en materia electoral, salvo cuando no sean de naturaleza
jurisdiccional o cuando, siendo jurisdiccionales, violen la tutela procesal efectiva.
En este sentido, la discusión sobre la naturaleza administrativa o jurisdiccional de la resolución que viene
siendo impugnada a través del presente proceso queda en un segundo plano, toda vez que tanto en uno
como en otro caso, tal decisión deberá haber sido emitida respetando el derecho a la tutela procesal
efectiva del demandante, por lo que corresponde a este Tribunal conocer el fondo de la cuestión, siendo
necesario analizar el procedimiento de vacancia de autoridades regionales". (Exp. 05396-2005-AA/TC FJ
de 2 a 4)
El Consejo Nacional de la Magistratura al igual que los demás órganos del Estado no ejercen sus
funciones de manera ilimitada
15. “... para este Tribunal queda claro que, cuando el artículo 142° de la Constitución establece que no son
revisables en sede judicial las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de
evaluación y ratificación de jueces, el presupuesto de validez de dicha afirmación reposa en la idea de que
las consabidas funciones que le han sido conferidas a dicho organismo, hayan sido ejercidas dentro de los
límites y alcances que la Constitución le otorga, y no dentro de otros distintos que puedan convertirlo en
un ente que opera fuera o al margen de la misma norma que le sirve de sustento. En el fondo, no se trata
de otra cosa que de la misma teoría de los llamados poderes constituidos, que son aquellos que operan
con plena autonomía dentro de sus funciones, pero sin que tal característica los convierta en entes
autárquicos que desconocen o hasta contravienen lo que la misma Carta les impone. El Consejo Nacional
de la Magistratura, como cualquier órgano del Estado, no es ilimitado en sus funciones, pues resulta
indiscutible que estas no dejan en ningún momento de sujetarse a los lineamientos establecidos en la
norma fundamental. Por consiguiente, sus resoluciones no serán revisables en sede judicial en tanto las
mismas no contravengan la Carta, lo que supone, a contrario sensu, que si las funciones son ejercidas de
forma tal que desvirtúan el cuadro de valores materiales o los derechos fundamentales que la misma
reconoce, no existe ni puede existir ninguna razón que invalide o deslegitime el control jurisdiccional
efectivo. En dicho contexto, este Tribunal no solo puede, sino que debe evaluar el tema de fondo, a
efectos de determinar si se han vulnerado, o no, los derechos reclamados, sin que, como contrapartida,
pueda alegarse ningún tipo de función exclusiva o excluyente o ningún campo de pretendida
invulnerabilidad”. (Exp. 01923-2003-AA/TC FJ 1)
Órganos jurisdiccionales
143º. El Poder Judicial está integrado por
Estructura del Poder órganos jurisdiccionales que administran justicia en
Judicial nombre de la Nación, y por órganos que ejercen su
Órganos Jurisdiccionales
gobierno y administración.
del Poder Judicial Los órganos jurisdiccionales son: la Corte Suprema de
Justicia y las demás cortes y juzgados que determine
su ley orgánica.
TRATADOS INTERNACIONALES
Autonomía del Poder Judicial para materializar la impartición de justicia a través de sus
órganos jerárquicos
3. "... este Colegiado encuentra que en el presente caso la pretensión del recurrente no está referida al
ámbito constitucionalmente protegido de los derechos que invoca. En primer lugar porque como es de
advertirse, la determinación de la competencia –sea por razón de materia, territorio, cuantía y otros- es un
atributo de carácter legal, siendo que la interpretación y aplicación de ésta forma parte de la autonomía
administrativa reconocida a este poder del Estado, otorgado para materializar la impartición de justicia a
través de órganos jerárquicos a que se refiere el artículo 143.º de la Norma Fundamental; no siendo, en
consecuencia, competencia ratione materiae de los procesos constitucionales evaluarlas, a menos que
pueda constatarse una arbitrariedad manifiesta por parte de la judicatura que ponga en evidencia la
violación de otros derechos de naturaleza constitucional, lo que no ha ocurrido en el presente caso". (Exp.
01771-2008-AA FJ 3)
La organización del Poder Judicial se encuentra regulada por Ley Orgánica. El rango,
especialidad y denominación que obstentan los magistrados forman parte de la su autonomía
administrativa
4. "Aduce que la Sala Suprema emplazada vulneró el derechos constitucionales invocados, toda vez que se
pronunció sobre el fondo de la controversia con cinco (5) Vocales Supremos Provisionales, irregularidad
que vicia el proceso a la par que contraviene el artículo 143º de la Constitución, tanto más si previamente
a los pronunciamientos cuestionados no se requirió a los Vocales Supremos llamados por ley –integrantes
del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial-, conforme a la prescrito por la Ley Orgánica del Poder Judicial a
efectos que integren el Colegiado que conoció de su Recurso Casatorio...
Que las instancias judiciales precedentes rechazaron liminarmente la demanda, por considerar que la Ley
Orgánica del Poder Judicial no prevé que los integrantes de la Corte Suprema de la Republica deban
ostentar la calidad de magistrados titulares, ni sanciona con nulidad las resoluciones expedidas por un
Colegiado integrado solo por Vocales Provisionales. La recurrida confirmó la apelada por similares
argumentos, añadiendo que los Vocales Provisionales están investidos de las mismas facultades y
responsabilidades jurisdiccionales que un Juez Supremo Titular.
Que del análisis de la demanda, así como de sus recaudos, el Colegiado encuentra que en el presente caso
la pretensión del recurrente no está referida al ámbito constitucionalmente protegido de los derechos que
invoca. En primer lugar porque como es de advertirse la organización y estructura del Poder Judicial –
específicamente el régimen al que pertenecen los magistrados- se encuentra regulada por su Ley
Orgánica, siendo que la interpretación y aplicación de ésta respecto al rango, especialidad y denominación
que ostentan los magistrados forma parte de la autonomía administrativa reconocida a este poder del
Estado, otorgado para materializar la impartición de justicia a través de órganos jerárquicos según el
artículo 143.º de la Norma Fundamental. No siendo en consecuencia competencia ratione materiae de los
procesos constitucionales evaluarlas, a menos que pueda constatarse una arbitrariedad manifiesta por
parte de la judicatura que ponga en evidencia la violación de otros derechos de naturaleza constitucional,
lo que no ha ocurrido en el presente caso". (Exp. 01870-2008-AA/TC FJ de 1 a 3)
Derecho a la reincorporación
5. "... conviene tener presente que en jurisprudencia reiterada y uniforme el Tribunal Constitucional ha
puesto de manifiesto que los jueces expulsados de sus cargos –y de la judicatura– a consecuencia directa
o indirecta de la aplicación de mecanismos inconstitucionales, no han perdido, de resultas de tales
indebidas destituciones, las investiduras constitucionales que originalmente recibieron, de modo que los
títulos que fueron indebidamente cancelados nunca perdieron su validez. En consecuencia, tienen expedito
el derecho a la reincorporación de tal manera que en el breve trámite que ésta pueda exigir las
autoridades respectivas del Poder Judicial se servirán tener presente el criterio jurisprudencial de este
Tribunal, sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso 6) del artículo 177°, en el artículo 211º del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en la Disposición Final Única de la Ley N° 27433 y en las
demás normas complementarias pertinentes". (Exp. 06375-2006-AA/TC FJ 4)
La diferenciación entre jueces y fiscales titulares con jueces y fiscales provisionales no debe
carecer de causas objetivas y razonables
7. “A pesar de que la referida norma (Decreto de Urgencia N° 114-2001) invoca el inicio de un proceso de
renovación en el sistema judicial, sustentándose en el interés nacional, solo otorga beneficios a los
magistrados y fiscales que tengan la condición de titulares, excluyendo implícitamente de los beneficios
otorgados a los magistrados (y fiscales) provisionales y suplentes, introduciendo un tratamiento
diferenciado sin una justificación objetiva y razonable, pues los magistrados “tienen bajo responsabilidad
administrar justicia en nombre de la nación”, como bien lo señala en su parte considerativa, sin distinción
alguna que emane de su condición de titular o provisional o suplente”. (Exp. 01875-2004-AA FJ 10)
ANTECEDENTES
No tiene antecedentes.
La Sétima Disposición Transitoria, Complementaria y Final de la Ley 26623 viola los artículos
143º y 144º de la Constitución
1. “[La] Sétima Disposición Transitoria, Complementaria y Final de la Ley 26623 [Ley que crea el Consejo de
Coordinación Judicial, de 19 de junio de 1996], al modificar los artículos 76º y 80º de la Ley Orgánica del
Poder Judicial viola los artículos 143º y 144º de la Constitución, pues recorta al Presidente de la Corte
Suprema la facultad de representar al Poder Judicial y a la Sala Plena la atribución de ser el órgano de
máxima deliberación en lo que concierne al gobierno y administración del Poder Judicial...” (Expediente
0001-1996-AI/TC, del fundamento singular del voto de los Señores Nugent, Aguirre Roca, Díaz Valverde,
Rey Terry y Revoredo Marsano párrafo 7).
Funciones del Consejo Nacional de Magistratura y su relación institucional con el Poder Judicial
2. "Desde que nuestra Constitución reconoce al CNM funciones de nombramiento, ratificación, sanción y
acreditación de los jueces y fiscales de todos los niveles (artículo 154º de la Constitución), se establecen
inevitablemente relaciones institucionales con el Poder Judicial, en general, y con la Corte Suprema de
Justicia, en particular, toda vez que, de conformidad con el artículo 144º de la Constitución, el Presidente
la Corte Suprema de Justicia es, a la vez, Presidente del Poder Judicial. En tal sentido, es evidente que
dichas relaciones institucionales se concretan con el CNM a través de las funciones constitucionales que
nuestra Ley Fundamental reconoce a este último". (Exp. 05156-2006-AA/TC FJ 55)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Prohibición del Poder Ejecutivo de modificar el proyecto de presupuesto del Poder Judicial
2. “... este Colegiado considera que cuando el artículo 145° de la Constitución dispone que el Poder Judicial
presenta su proyecto de presupuesto al Poder Ejecutivo y lo sustenta ante el Congreso, la Constitución
está habilitando al Poder Judicial para que participe en el proceso presupuestario presentando su proyecto
de presupuesto al Poder Ejecutivo sin que éste último lo modifique, para su integración al proyecto general
de presupuesto y posterior sustentación ante el Congreso de la República, puesto que, dada su condición
de Poder del Estado y atendiendo a las funciones que debe cumplir y al lugar que ocupa en la
configuración de nuestro sistema democrático, le corresponde, al igual que el Poder Ejecutivo, sustentar
directamente su presupuesto ante el Congreso de la República para su aprobación o modificación, dentro
de los límites que la propia Constitución impone, ya que esta competencia es garantía de su
independencia; de no ser así, tal garantía se convertiría en ilusoria... [sin perjuicio de lo expuesto] es
responsabilidad inexcusable del Poder Judicial plantear una propuesta de asignación de recursos
económicos acorde con la realidad de la caja fiscal y con las posibilidades reales de una ejecución eficiente
y eficaz. Asimismo, es indispensable que dicho Poder del Estado cuente con una política judicial que sirva
de marco para la toma de decisiones por parte del Legislativo, en lo que se refiere a la asignación de
recursos presupuestales. Es necesario advertir que, a pesar de habérsele asignado al Poder Judicial, en el
pasado, importantes recursos para la reforma del sistema de administración de justicia, a la fecha dicho
proceso es percibido objetivamente por la ciudadanía como notoriamente deficiente.
Consecuentemente, el Tribunal Constitucional considera que para el adecuado ejercicio de la competencia
que el artículo 145° de la Constitución le reconoce al Poder Judicial, es necesaria una ley mediante la cual
se establezcan los mecanismos especiales de coordinación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, en
lo relativo a la elaboración del presupuesto de este último con respecto a lo previsto en el artículo 145° de
la Constitución, concordante con el principio de equilibrio financiero previsto en el artículo 78° del mismo
cuerpo legal”. (Exp. 00004-2004-CC/TC FJ 41,44,45)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Derecho a ser juzgado por un juez imparcial como elemento del derecho al debido proceso
2. "... el derecho a ser juzgado por un juez imparcial constituye un elemento del debido proceso reconocido
expresamente en el artículo 8 inciso 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como el
artículo 14, inciso 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, los cuales forman parte del
derecho nacional en virtud del artículo 55 de la Constitución.
Como lo ha señalado este Tribunal Constitucional (Cfr. Exp Nº 004-2006-PI/TC fund 20), el principio de
imparcialidad posee dos dimensiones:
a) Imparcialidad subjetiva. Se refiere a evitar cualquier tipo de compromiso que pudiera tener el juez con
las partes procesales o en el resultado del proceso.
b) Imparcialidad objetiva. Está referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la estructura
del sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes garantías para desterrar
cualquier duda razonable.
Respecto de la dimensión objetiva de la imparcialidad judicial, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
ha señalado que resultan siendo relevantes incluso las apariencias (TEDH: caso Piersack, parr 30), por lo
que pueden tomarse en cuenta, aparte de la conducta de los propios jueces, hechos que podrán suscitar
dudas respecto de su imparcialidad (TEDH, caso Pabla Ky v Finlandia parr 27)...
En este sentido, el direccionamiento intencional e indebido del proceso que se sigue contra el recurrente
constituye una vulneración del principio de imparcialidad judicial en su dimensión objetiva, por lo que este
extremo de la demanda debe ser estimado, disponiéndose que el proceso que se sigue contra el recurrente
no siga siendo ventilado ante el Trigésimo Sétimo Juzgado Penal de Lima". (Exp. 04675-2007-HC/TC FJ De
4 a 6, 12)
Destitución de un juez condenado con pena privativa de la libertad por delito doloso
4. "... este Colegiado estima conveniente establecer –respecto al hecho de que el actor cuenta con un
proceso penal pendiente de resolver– que ello no es suficiente para no ratificar a un magistrado o, como
sucede en el caso de autos, destituir a un Vocal Supremo, pues bastaría que a cualquiera se le abra un
proceso para expulsarlo de la carrera judicial. De ahí que la propia Ley Orgánica del CNM Nº 26397
disponga, en su artículo 31.1º, que procede aplicarse la sanción de destitución al Vocal de la Corte
Suprema que ha sido objeto de condena a pena privativa de libertad por delito doloso. En consecuencia, si
no es causal de destitución tener proceso penal abierto, tampoco esta razón puede ser esgrimida como
impedimento para el cumplimiento de la función jurisdiccional de un Vocal Supremo, que como en el caso,
no ha sido condenado y ha sido repuesto en su función por sentencia constitucional.
Que proceder de dicha manera supondría un grave peligro a la independencia e inamovilidad del cargo de
la más alta magistratura –artículo 146º, incisos 1) y 2) de la Norma Fundamental– en la medida que los
Vocales Supremos estarían a merced de las maniobras judiciales o amenazas de instauración de procesos
de parte del poder político, económico o mediático, o incluso de organizaciones delictivas o individuos
insatisfechos por sentencias que les son desfavorables. De allí que se requiera de condena firme –en
atención al derecho a la presunción de inocencia previsto por el artículo 2º, inciso 24), numeral e) de la
Constitución– y no de proceso abierto para quitarle al Vocal Supremo la potestad de administrar justicia".
(Exp. 08495-2006-AA/TC FJ 9,10)
El personal del Poder Judicial expulsado por mecanismos inconstitucionales no pierde las
investiduras que originalmente recibio
10. "... resulta conveniente reiterar que el personal del Poder Judicial expulsado como consecuencia directa o
indirecta de la aplicación de mecanismos inconstitucionales, no ha perdido, de resultas de tales indebidas
destituciones, las investiduras que originalmente recibió, de modo que los nombramientos que fueron
indebidamente cancelados, nunca perdieron su validez; por lo tanto, siguen vigentes. En consecuencia,
tienen expedito el derecho a la reincorporación, de tal manera que, en el breve trámite que ésta pueda
exigir, las autoridades respectivas del Poder Judicial se servirán tener presente el criterio jurisprudencial
de este Tribunal, sin perjuicio de lo dispuesto en el Capítulo I, Título I, Sección Sexta, del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en lo que fuera aplicable, así como en otras normas
pertinentes". (Exp. 07009-2005-AA/TC FJ 7)
147º.
Requisitos para ser
Magistrado de la Corte Para ser Magistrado de la Corte Suprema
Suprema
Peruano de nacimiento se requiere:
Ciudadano en ejercicio 1. Ser peruano de nacimiento;
Mayor de 45 años
Experiencia en la 2. Ser ciudadano en ejercicio;
magistratura, ejercicio de la 3. Ser mayor de cuarenta y cinco años;
profesión o cátedra
universitaria 4. Haber sido magistrado de la Corte Superior o Fiscal
Superior durante diez años, o haber ejercido la
abogacía o la cátedra universitaria en materia
jurídica durante quince años.
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 222.
Constitución de 1979: Art. 244.
Proceso
administrativa
contencioso- 148º. Las resoluciones administrativas que
causan estado son susceptibles de impugnación
mediante la acción contencioso administrativa.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Aplicación de los principio de igualdad ante la ley y seguridad jurídica en sede administrativa
5. "La respuesta, a juicio del Tribunal Constitucional, es que, con los matices que se derivan del hecho de
tratarse de tribunales administrativos, estos tienen la condición de sujetos pasivos del derecho a la
igualdad en la aplicación de la ley y, en ese sentido, se encuentran obligados a no resolver casos
sustancialmente análogos, donde se aplique una misma ley de modo arbitrariamente diverso, no solo por
las concretas exigencias que se derivan de esta dimensión formal del derecho de igualdad jurídica, sino
también como una concretización del principio de seguridad jurídica.
En efecto, también este último principio impide a los tribunales administrativos que en las resoluciones que
expidan en el marco del ejercicio de sus competencias, se puedan apartar arbitrariamente de sus propios
precedentes, situación que se presenta cada vez que, pese a tratarse de un mismo órgano, cuya
composición no ha variado, decide irreflexivamente apartarse de un criterio sentado con anterioridad, no
obstante existir una identidad sustancial del supuesto de hecho deliberado en uno o algunos casos
anteriores". (Exp. 07289-2005-AA/TC FJ 22)
Función jurisdiccional
por las comunidades
149º. Las autoridades de las Comunidades
campesinas y nativas Campesinas y Nativas, con el apoyo de las Rondas
Campesinas, pueden ejercer las funciones
Límites a dicha jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de
jurisdicción: DDHH
conformidad con el derecho consuetudinario, siempre
que no violen los derechos fundamentales de la
persona. La ley establece las formas de coordinación de
dicha jurisdicción especial con los Juzgados de Paz y
con las demás instancias del Poder Judicial.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
CAPÍTULO IX
DEL CONSEJO NACIONAL DE
LA MAGISTRATURA
TRATADOS INTERNACIONALES
El Consejo Nacional de la Magistratura no nombra a todos magistrados del país, sino aquellos
jueces y fiscales de la justicia ordinaria
3. "... corresponde determinar si el sistema de nombramiento regulado por la norma impugnada es
constitucional, o no, puesto que la principal objeción se da en relación a si los Vocales y Fiscales pueden
ser nombrados, como se establece en la ley impugnada, por el Presidente de la República, o esta es una
competencia que corresponde ser ejercida exclusivamente por el Consejo Nacional de la Magistratura
(CNM). Ello porque el artículo 150º de la Constitución establece que “El Consejo Nacional de la
Magistratura se encarga de la selección y el nombramiento de los jueces y fiscales, salvo cuando estos
provengan de elección popular”.
Para este Colegiado este dispositivo admite, cuando menos, dos sentidos interpretativos; el primero, que
corresponde al CNM “nombrar” a “todos” los jueces y fiscales de la República, esto es, a todo funcionario
que administre justicia a nombre de la Nación; y, el segundo, que limita dicha competencia al
“nombramiento” de los jueces y fiscales de la justicia ordinaria.
En relación al primer caso, no todos los funcionarios que desarrollan una labor jurisdiccional en nuestro
ordenamiento constitucional son nombrados por el CNM; así, los magistrados del Tribunal Constitucional
son nombrados por expreso mandato constitucional, por el Congreso de la República, mientras que en el
caso de los árbitros, no existe ningún tipo de previsión constitucional sobre su nombramiento y
atribuciones.
Por su parte, el segundo sentido interpretativo permite reafirmar que esta competencia del CNM debe
ejercerse únicamente en relación a los jueces y fiscales de la justicia ordinaria, sobre todo cuando el propio
texto constitucional ha establecido la necesidad que aquella cuente con un estatuto jurídico único que
regule mínimamente su conformación, su órgano de gobierno y los requisitos para ser magistrado de la
máxima instancia. Este razonamiento también es extensivo en relación al Ministerio Público y a sus
integrantes.
En abono de este segundo sentido interpretativo, el Tribunal Constitucional recuerda que dada la
insuficiencia de los métodos tradicionales para la interpretación de la Constitución, en sentencia anterior se
señaló (Exp. Nº 5854-2005-AA/TC, fundamento 12) que la interpretación de la lex legum debe efectuarse
apelando a determinados principios constitucionales. En el presente caso, a efectos de determinar las
atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura debe recurrirse al principio de unidad de la
Constitución, según el cual la interpretación de la Constitución debe estar orientada a considerarla como
un “todo” armónico y sistemático, a partir del cual se organiza el sistema jurídico en su conjunto (Exp. Nº
4596-2006-AA/TC, fundamento 18)". (Exp. 00001-2009-AI/TC FJ de 86 a 88)
Titularidad del cargo como requisito para alegar la afectación del derecho al trabajo
4. "... la suplencia y la provisionalidad constituye una situación que no genera más derechos que los
inherentes al cargo que “provisionalmente” ejerce quien no tiene titularidad. Siendo ello así no puede
pretenderse, en sede constitucional, la protección de derechos que no corresponden a quien no ha sido
nombrado conforme a lo establecido en los artículos 150° y 154º de la Constitución, sino que ejerce, de
manera interina, una función de carácter transitorio, razón por la cual la alegación referida a la afectación
del derecho al trabajo carece de sustento". (Exp. 02018-2007-AA/TC FJ 4)
La Constitución señala las competencias que se les ha concedido a los órganos creados por ella
5. "Los artículos 142º y 150º de la Constitución instituyen al Consejo Nacional de la Magistratura como el
órgano constitucional encargado de la selección, nombramiento, ratificación y destitución de los jueces y
fiscales.
Por su parte, el Tribunal Constitucional es un órgano constituido sometido a la Constitución y a su ley
orgánica. En su función de máximo intérprete constitucional (artículo 201º de la Constitución y artículo 1º
de su Ley Orgánica), tiene el deber de integrar todas las normas constitucionales, y otorgar así seguridad
jurídica y unidad normativa al Derecho Constitucional, garantizando el respeto a los derechos
fundamentales y la primacía normativa de la Constitución (artículo II del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional).
Ante la eventual afectación de los derechos fundamentales de la persona, cuya defensa constituye el fin
supremo de la sociedad y del Estado (artículo 1º de la Constitución), el artículo 200.2º de la Norma
Fundamental ha instituido el proceso de amparo orientado a la defensa de los derechos fundamentales,
cuyo conocimiento, en última y definitiva instancia corresponde a este Tribunal Constitucional, según lo
manda el numeral 202.2º, y a la que, por imperio de la Constitución, no renuncia.
Ello no supone atentar contra las competencias que la Constitución, en el artículo 154º, le ha otorgado al
Consejo Nacional de la Magistratura, sino tan sólo ejercer las competencias que la Constitución otorga a
este Colegiado en materia constitucional. No se trata pues de una superposición de funciones, sino de
delimitar clara y correctamente las competencias que la Constitución ha conferido a cada uno de los
órganos constitucionales (principio de corrección funcional).
El Tribunal Constitucional entiende legítimo que el Consejo Nacional de la Magistratura defienda las
competencias que consideran necesarias para el mejor desempeño de sus funciones en tanto su calidad de
órgano constitucional y, en ese sentido, es respetuoso de dicha condición y de las atribuciones que la
Norma Fundamental le otorga, las cuales no sólo reconoce, sino que tiene el deber de garantizar". (Exp.
05976-2006-AA/TC FJ de 32 a 36)
El ejercicio del cargo durante siete años como condición para ser sometido a un proceso de
ratificación
6. "Una de las primeras cuestiones que alega la demandante es que no debió ser sometida a un proceso de
ratificación toda vez que no se habían cumplido los siete años que exige la Constitución y las leyes
respectivas. En efecto afirma que no se ha desempeñado normalmente en su cargo titular de origen, pues
hubo una interrupción el 23 de diciembre de 1999, fecha en la cual se la trasladó a desempeñar el cargo
de Fiscal en la Fiscalía Superior Mixta Descentralizada de Moquegua y que se prolongó hasta el 2 de enero
de 2001. Aduce que por ello este periodo no debió ser considerado para efectos del cómputo de los siete
años en el cargo.
El Tribunal Constitucional no comparte este argumento de la demandante. Ya en sentencia anterior (STC
3881-2005-PA/TC, fundamento 10) se ha señalado que la ratificación procede cada siete años en relación
con los jueces y fiscales de todos los niveles, pues ésta no distingue, en momento alguno, si el respectivo
período en el ejercicio del cargo de magistrado se limita a un determinado nivel o status, o a cualquiera
que se haya tenido. (...) Por consiguiente, cuando se ratifica a un magistrado, sea este juez o fiscal, es
absolutamente irrelevante si este desempeñó uno o varios cargos durante el período de siete años. Basta
con que dichos cargos se hayan ejercido en condición de titular y, sobre todo, que haya transcurrido –sin
interrupción alguna– el período establecido". (Exp. 09673-2006-AA/TC FJ 3,4)
Derecho de los jueces y fiscales a tener una audiencia durante el proceso de ratificación
9. "... en los casos de jueces y fiscales que, en el proceso de ratificación no fueran entrevistados por el
Consejo Nacional de la Magistratura, si bien es cierto se vulneró su derecho a tener una audiencia, sin
embargo, ello no da lugar a que se ordene su reposición, pues en aplicación del artículo 1° del Código
Procesal Constitucional, el estado anterior a la violación, en el presente caso, se circunscribe a disponer
que se cite a una entrevista personal, conforme lo ha precisado la recurrida". (Exp. 03046-2004-AA/TC FJ
3)
Academia de la Magistratura
Academia de la 151º. La Academia de la Magistratura, que
Magistratura: Funciones forma parte del Poder Judicial, se encarga de la
Requisitos para el
ascenso de los jueces
formación y capacitación de jueces y fiscales en todos
sus niveles, para los efectos de su selección.
Es requisito para el ascenso la aprobación de los
estudios especiales que requiera dicha Academia.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo II: páginas 1330 a 1348, 1370, 1372 a 1385, 1685 a 1719.
Tomo III: páginas 2303, 2306, 2313, 2361 a 2369, 2396, 2397, 2517 y 2585.
Para ejercer el cargo de juez o fiscal se requiere previamente la formación provista por la
Academia de la Magistratura
5. "La sentencia recaída en el Exp. Nº 003-2001-AI/TC y Exp. Nº 006-2001-AI/TC (acumulados) consideró
infundada la demanda por estimar que el requisito del PROFA no es incompatible con lo establecido por el
art. 151º de la Constitución. El Tribunal Constitucional, tal como ya dejó establecido en auto admisorio de
la demanda, en la presente sentencia no tiene como parámetro de examen la posible infracción de la
citada disposición constitucional, sino la infracción del derecho de acceso a la función pública.
La sentencia anterior concluyó en que el art. 151º de la Constitución había de ser interpretado, siguiendo
la voluntas legislatoris del Constituyente, en el sentido de que la “formación” en la Academia de la
Magistratura tiene como destinatarios “profesionales del derecho que, o bien no tuvieran título de jueces o
fiscales, o teniéndolo, su ejercicio se efectúe de cualquier modo, menos en la condición de titular”, todo
ello “para los efectos de su selección”. En síntesis, conforme a la interpretación efectuada, para la
selección de abogados que han de ejercer el cargo de juez o fiscal se requiere previamente la formación
provista por la Academia de la Magistratura.
Habiéndose concluido en la presente sentencia que la norma impugnada infringe el derecho de acceso a la
función pública, la interpretación del art. 151º de la Constitución debe, ahora, efectuarse sistemáticamente
con el derecho de acceso a la función pública. En esta lectura sistemática debe atenderse a que ahí donde
una opción interpretativa de una norma constitucional resulte contraria a un derecho constitucional, ella
debe ser descartada para privilegiar aquella otra opción que resulta compatible u optimiza un derecho
constitucional". (Exp. 00025-2005-AI/TC FJ De 99 a 101)
El fin del tratamiento diferenciado a postulantes con PROFA es la idoneidad de los magistrados
7. “El fin o finalidad del tratamiento diferenciado a postulantes con PROFA. El Congreso estima que en la
medida que la finalidad de la disposición cuestionada es garantizar la idoneidad de magistrados y que, si
de conformidad con el artículo 151º de la Constitución, la Academia de la Magistratura tiene como función
la formación y capacitación de jueces y fiscales `para efectos de su selección´, `es razonable que esa
previsión constitucional de aseguramiento de magistrados idóneos se vea reforzada mediante la
bonificación de un 10% sobre el puntaje total obtenido (...)´ tanto a magistrados que ascienden y
postulantes con PROFA (fojas 75).
Como se aprecia, en concepto del Congreso, la ratio de la función de la Academia de la Magistratura sería
garantizar la `idoneidad´ de la magistratura. En consecuencia, la bonificación `reforzaría´ esa finalidad;
diríase: la bonificación cuestionada optimiza la idoneidad de la magistratura en cuanto fin constitucional
implícito al artículo 151º de la Constitución, 1er párrafo. La idoneidad de la magistratura aparece aquí
como un principio implícito al artículo 151º de la Constitución.
Indudablemente, al haber la Constitución instituido la Academia de la Magistratura, ello supone la
adopción de un medio para garantizar la idoneidad de la magistratura, apareciendo así ésta como un
principio implícito de la Constitución. Pero, además, el carácter implícito de este principio en el
ordenamiento constitucional, se deriva de que él es inherente al derecho a la tutela jurisdiccional (artículo
139°, inciso 3, Const.) y a la potestad de administrar justicia encomendada al Poder Judicial (artículo
138º, 1er párrafo). En efecto, el derecho a la tutela jurisdiccional no sólo significa el acceso a la protección
jurisdiccional, sino además a una calidad óptima de ésta, condición que, entre otros aspectos, presupone,
como elemento fundamental, la idoneidad de la magistratura.
Según lo anterior, tendríamos que el objetivo sería la conformación de un estado de cosas: la instauración
de una judicatura con formación adecuada y especializada; la finalidad estaría constituida por la idoneidad
judicial en cuanto fin constitucional a cuya prosecución se justifica el estado de cosas pretendido en el
objetivo del trato diferenciado”. (Exp. 00045-2004-AI/TC FJ 53)
Jueces de Paz
Elección popular de los jueces de primera instancia: reserva de ley
Elección popular de los
Jueces de Paz
Regulación legal del
acceso, capacitación y
duración del cargo
Dicha elección, sus requisitos, el desempeño
152º. Los jurisdiccional, la capacitación y la duración en sus
Jueces de Paz cargos son normados por ley.
provienen de elección La ley puede establecer la elección de los jueces de
popular. primera instancia y determinar los mecanismos
pertinentes.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo II: páginas 1330 a 1348, 1370, 1372 a 1385, 1685 a 1719.
Tomo III: páginas 2303, 2306, 2313, 2361 a 2369, 2396, 2397, 2517 y 2585.
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 16.3.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 20.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 22.2.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 8.2.
Convenio Nº 151 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Protección del Derecho de
Sindicación y los procedimientos para determinar las condiciones de empleo en la Administración
Pública: Arts. 1 y 9.
ANTECEDENTES
Tomo II: páginas 1330 a 1348, 1370, 1372 a 1385, 1685 a 1719.
Tomo III: páginas 2303, 2306, 2313, 2361 a 2369, 2396, 2397, 2517 y 2585.
El plazo de caducidad para demandar se suspende por falta de funcionamiento del Poder
Judicial
1. “La recurrida declaró fundada la excepción de caducidad e improcedente la demanda, argumentando que,
de acuerdo con la legislación laboral, los días hábiles eran los días laborables y que, por lo tanto, la huelga
de los trabajadores del Poder Judicial del mes de noviembre de 2001 no había interrumpido el plazo de
caducidad, ya que los días que duró dicha huelga siguieron siendo laborables. El argumento de la recurrida
contraviene lo dispuesto en el artículo 124º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que prescribe que las
actuaciones judiciales se realizan en días hábiles, pues un día en que se paralizan las labores judiciales
desde ningún punto de vista puede considerarse hábil. Además, contraviene la propia legislación laboral en
que se sustenta, pues ésta utiliza un criterio absolutamente distinto. Así, por ejemplo, el artículo 36º del
Decreto Legislativo Nº 728 dispone que, en el caso del despido arbitrario, el plazo de caducidad para
demandar se suspende por ‘falta de funcionamiento del Poder Judicial’. Es menester indicar que, aun
cuando existiera alguna duda acerca de la condición de los días de huelga judicial –sobre su carácter hábil
o inhábil–, este Tribunal tendría que utilizar la interpretación que mejor favoreciera a la protección de los
derechos constitucionales. Esta opción responde al principio pro homine, según el cual corresponde
interpretar una regla concerniente a un derecho humano ‘del modo más favorable para la persona, es
decir, para el destinatario de la protección’...” (Exp. 1049-2003-AA/TC, FJ 2 a 4)
Límites al ejercicio del derecho de huelga señalados en la Constitución por razón de la persona
y en la ley por naturaleza del servicio
2. "... la Constitución reconoce límites al ejercicio del derecho de huelga [artículo 28º, inciso 3), de la
Constitución], en la medida que en principio no existen derechos fundamentales absolutos, debiendo
protegerse o preservarse no sólo otros derechos fundamentales, sino también otros bienes
constitucionalmente protegidos.
Derivado de ello, por razón de la persona, se encuentran excluidos del goce de libertad sindical y del
derecho de huelga, los siguientes sujetos:
a. Los funcionarios del Estado con poder de decisión y los que desempeñan cargos de confianza o de
dirección (artículo 42° de la Constitución).
b. Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional (artículo 42° de la Constitución).
c. Los magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Público (artículo 153º de la Constitución).
Por otro lado, también a nivel legislativo se establecen límites al ejercicio del derecho de huelga, por razón
de la naturaleza del servicio. Así, el Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo,
Decreto Supremo N.º 010-2003-TR, prevé que: Artículo 82º.- Cuando la huelga afecte los servicios
públicos esenciales o se requiera garantizar el cumplimiento de actividades indispensables, los
trabajadores en conflicto deben garantizar la permanencia del personal necesario para impedir su
interrupción total y asegurar la continuidad de los servicios y actividades que así lo exijan".
En la determinación legal de los servicios públicos esenciales, la misma norma determina un listado
(artículo 83º), a saber: a) Los sanitarios y de salubridad; b) Los de limpieza y saneamiento; c) Los de
electricidad, agua y desagüe, gas y combustible; d) Los de sepelio, y los de inhumaciones y necropsias; e)
Los de establecimientos penales; f) Los de comunicaciones y telecomunicaciones; g) Los de transporte; h)
Los de naturaleza estratégica o que se vinculen con la defensa o seguridad nacional; i) Los de
administración de justicia por declaración de la Corte Suprema de Justicia de la República; y, j) Otros que
sean determinados por Ley". (Exp. 00026-2007-AI/TC FJ de 16 a 18)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Son objeto de control constitucional las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura
que resulten violatorias de derechos fundamentales
2. "Respecto de dichas disposiciones este Tribunal Constitucional se ha pronunciado en más de una
oportunidad (Cfr. Expedientes Nos 8333-2006-PATC, 01750-2009-PA/TC, entre otros tantos) desarrollando
su criterio interpretativo, y ha establecido que deben cumplirse irrestrictamente ambos presupuestos:
motivación y audiencia previa del interesado; de lo contrario este Colegiado podrá asumir competencia
para determinar la legitimidad constitucional de las resoluciones del CNM. Siendo ello así debe quedar
claramente establecido que el Tribunal Constitucional, en tanto supremo intérprete y guardián de la
supremacía jurídica de la Constitución y de los derechos fundamentales, no sólo puede, sino que tiene el
deber de someter a control constitucional las resoluciones del CNM cuando eventualmente puedan resultar
violatorias de los derechos fundamentales de las personas.
Dicho de otro modo, las resoluciones del CNM en materia de destitución podrán ser revisadas en sede
judicial, en interpretación, contrario sensu, del artículo 154.3º de la Constitución, cuando sean expedidas
sin una debida motivación y sin previa audiencia al interesado.
Como se ha señalado en los fundamentos precedentes, dos son los presupuestos constitucionales que
debe observar el CNM como paso previo al ejercicio de la facultad constitucional que le reconoce el artículo
154º, inciso 3 de la Constitución, por lo que es desde esta perspectiva que se analizará la resolución que
ahora cuestiona el demandante. En primer lugar, se debe determinar si la resolución cuestionada está
debidamente motivada. En lo que toca a la facultad sancionadora del CNM, es la propia Constitución la que
establece que la resolución que impone la sanción de destitución debe estar debidamente motivada". (Exp.
04102-2010-AA/TC FJ de 5 a 7)
El Consejo Nacional de la Magistratura solo ratifica y destituye a los magistrados del Poder
Judicial y del Ministerio Público
5. "... cuando el inciso 1) del artículo 154º establece que el Consejo Nacional de la Magistratura es el órgano
encargado de “[n]ombrar, previo concurso público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales
de todos los niveles”, y, a continuación, el inciso 2) dispone también como atribución de este órgano el
“[r]atificar a los jueces y fiscales de todos los niveles cada siete años” y aclara que “[l]os no ratificados no
pueden reingresar al Poder Judicial ni al Ministerio Público” [subrayado agregado], se entiende
indubitablemente que la atribución del Consejo Nacional de la Magistratura respecto al nombramiento de
jueces y fiscales se circunscribe a los magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Público.
Del mismo modo, cuando el inciso 3) del artículo 154º señala que el Consejo Nacional de la Magistratura
es el encargado de “[a]plicar la sanción de destitución a los vocales de la Corte Suprema y Fiscales
Supremos y, a solicitud de la Corte Suprema o de la Junta de Fiscales Supremos, respectivamente, a los
jueces y fiscales de todas las instancias”; no cabe duda que se refiere a los Vocales, Jueces y Fiscales de la
Corte Suprema de Justicia la República (Poder Judicial) y del Ministerio Público, respectivamente.
Una interpretación contraria a ésta supondría entender que la Constitución le atribuye al Consejo Nacional
de la Magistratura la función de nombrar a todos los jueces y fiscales, cuando sólo le autoriza a ratificar y
a destituir a los magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Público, lo cual resulta contrario al sentido
armónico que guarda la Norma Fundamental". (Exp. 00001-2009-AI FJ De 90 a 92)
El respeto de los derechos fundamentales como parámetro de legitimidad constitucional para
imponer sanciones
6. "Este Colegiado también ha tenido oportunidad de referirse a la facultad del Consejo Nacional de la
Magistratura de imponer sanciones (artículo 154.3 de la Constitución); facultad que ostenta junto con la
de nombrar, previo concurso público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de todos los
niveles (artículo 154.1 de la Constitución), ratificar, cada siete años, a los jueces y fiscales de todos los
niveles (artículo 154.2 de la Constitución), y otorgar el título oficial que acredita a los jueces y fiscales
como tales (artículo 154.4 de la Constitución).
Así, en la aludida STC N° 08495-2006-PA/TC ha señalado nuevamente que el ejercicio de estas funciones
constitucionales ha de hacerse dentro del marco jurídico establecido por la Constitución, la que, en tanto
norma jurídico-política, diseña tanto las facultades de los órganos constitucionales como los límites a su
ejercicio. Y esos límites, principalmente, vienen determinados por el principio jurídico de supremacía
constitucional –con lo que todo ello implica– y por el respeto de los derechos fundamentales. La irrestricta
observancia de uno y otro convierte el ejercicio de las funciones del Consejo Nacional de la Magistratura en
constitucionalmente legítimas; caso contrario, se colisiona el ordenamiento jurídico y se vulneran los
derechos de las personas, lo que en un estado constitucional y democrático no puede ser tolerado.
Ciertamente, la exigencia de observar estos límites es aún más intensa si de lo que se trata es de ejercer
funciones en el ámbito de la imposición de sanciones. En estos casos, los derechos fundamentales se
erigen no sólo como facultades subjetivas e instituciones objetivas valorativas, sino también como
auténticos límites a la facultad sancionadora de un órgano constitucional. Sólo de esta manera la sanción
impuesta incidirá legítimamente en los derechos fundamentales de las personas, pues estos, cuando se
trata de imponer sanciones, son, a su vez, garantía y parámetro de legitimidad constitucional de la sanción
a imponer.
Ahora bien, a juicio del Tribunal Constitucional, en el artículo 154.3 de la Constitución subyace tanto la
habilitación al Consejo Nacional de la Magistratura para imponer sanciones como el límite para tal facultad.
En el primer caso, dicho órgano constitucional está facultado para aplicar la sanción de destitución a los
Vocales de la Corte Suprema y Fiscales Supremos; y, a solicitud de la Corte Suprema o de la Junta de
Fiscales Supremos, puede sancionar a los jueces y fiscales de todas las instancias. En el segundo, la
Constitución exige que la sanción debe ser impuesta, por un lado, a través de una resolución final
debidamente motivada y, por otro, con previa audiencia del interesado. Sólo en el supuesto de que la
sanción haya observado estas dos exigencias constitucionales se puede considerar legítima.
Evidentemente, la exigencia constitucional de motivación de las resoluciones sancionatorias del Consejo
Nacional de la Magistratura se cumple cuando dicho órgano fundamenta cumplidamente su decisión de
imponer una sanción; lo cual excluye aquellos argumentos subjetivos o que carecen de una relación
directa e inmediata con la materia que es objeto de análisis y resolución, y con la imposición de la sanción
misma. En cuanto al segundo presupuesto de legitimidad constitucional, esto es, la previa audiencia del
interesado, constituye también una manifestación del derecho a un debido proceso". (Exp. 01438-2008-
AA/TC FJ de 5 a 9)
Potestad exclusiva para imponer sanción de destitución a los vocales de la Corte Suprema
10. "... este Tribunal considera que el recurso de agravio constitucional debe ser desestimado toda vez que el
Consejo Nacional de la Magistratura, al emitir la impugnada Resolución Nº 070-2006-PCNM, ha cumplido la
STC Nº 4596-2006-PA/TC, y advierte más bien que las alegaciones del demandante parecen estar dirigidas
a cuestionar nuevamente el sentido de dicha resolución y que este Colegiado se pronuncie respecto a tal
impugnación, cuestión sobre la cual, ciertamente, carece de competencia por cuanto la potestad para
imponer la sanción de destitución a los vocales de la Corte Suprema, como es el caso del recurrente, ha
sido otorgada por la Constitución exclusivamente al Consejo Nacional de la Magistratura, de conformidad
con lo establecido en el artículo 154.3º. En tal sentido conviene precisar que la labor del Tribunal
Constitucional se encuentra limitada al control constitucional de dichas resoluciones, lo cual implica
únicamente el velar porque éstas no vulneren los derechos fundamentales de su destinatario, sin que ello
signifique que tal control suponga necesariamente un pronunciamiento favorable a sus intereses". (Exp.
02607-2008-AA/TC FJ 15)
No existe zona exenta de control constitucional. Las Resoluciones del Consejo Nacional de la
Magistratura deben ser debidamente motivadas y con previa audiencia al interesado.
13. "No puede, pues, alegarse ningún tipo de zona invulnerable a la defensa de la constitucionalidad o la
protección de los derechos humanos, toda vez que la limitación que señala el artículo 142 de la
Constitución –como la prevista por el numeral 154.3– no puede entenderse como exención de inmunidad
frente al ejercicio de una competencia ejercida de modo inconstitucional, pues ello supondría tanto que se
proclamase que en el Estado Constitucional de Derecho se pueden rebasar los límites que impone la
Constitución, como que contra ello no exista control jurídico alguno que pueda impedirlo.
En tal sentido, las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de destitución podrán
ser revisadas en sede judicial, en interpretación, a contrario sensu, del artículo 154.3 de la Constitución,
cuando sean expedidas sin una debida motivación y sin previa audiencia al interesado". (Exp. 09851-2006-
AA/TC FJ 5,6)
La ratificación procede cada siete años en relación con los jueces y fiscales de todos los niveles
14. "... este Tribunal estima que el actor no ha interpretado correctamente el artículo 154, inciso 2), de la
Constitución, que establece que la ratificación procede cada siete años en relación con los jueces y fiscales
de todos los niveles, pues ésta no distingue, en modo alguno, si el respectivo período en el ejercicio del
cargo de magistrado se limita única y exclusivamente al ejercicio de labores jurisdiccionales.
En principio queda claro que el actor desempeñó los cargos aludidos en virtud de su condición de
magistrado, pues de no ostentar dicho cargo ello no hubiera sido posible. Por otro lado resulta
absolutamente irrelevante si el magistrado desempeñó labores jurisdiccionales o de otro tipo, o si
desempeñó uno o varios cargos durante el período de siete años. Basta con que dichos cargos se hayan
ejercido en condición de titular y, sobre todo, que haya transcurrido –sin interrupción alguna– el período
establecido. En el caso de autos, por lo tanto, no afecta en nada que el recurrente haya realizado labores
distintas a las jurisdiccionales, siendo evidente que, independientemente de ello, al momento de ser
ratificado ostentaba la condición de magistrado y tenía más de siete años de servicio efectivo, razones,
todas, por las que el precedente establecido en la STC N° 2409-2002-AA/TC no resulta aplicable al caso".
(Exp. 06698-2006-AA/TC FJ 10,11)
ANTECEDENTES
La ratificación en el cargo como voto de confianza del órgano competente y su diferencia con la
destitución por medida disciplinaria
1. “[La] ratificación de magistrados no tiene por finalidad que el Consejo se pronuncie sobre actos u
omisiones antijurídicas; constituye, más bien, la expresión de un voto de confianza que nace del criterio de
conciencia de cada consejero, el que se emite en forma secreta sobre la actuación del magistrado durante
los 7 años en que ejerció dicha función. De ahí que la validez constitucional de este tipo de decisiones no
dependa de que esté motivada, sino de que haya sido ejercida por quien tiene competencia para ello
(Consejo Nacional de la Magistratura) dentro de los supuestos en los que la propia norma constitucional se
coloca (jueces y fiscales cada 7 años). En ello, precisamente, reside su diferencia respecto de la
destitución por medida disciplinaria que, por tratarse de una sanción y no de un voto de confianza, sí debe
encontrarse motivada a fin de preservar el debido proceso de quien es procesado administrativamente...”
(Exp. 2803-2002-AA/TC, FJ 2)
El Consejo Nacional de la Magistratura como órgano constitucional autónomo e independiente.
Transcendencia de sus funciones en la actividad de la función jurisdiccional
2. "El Consejo Nacional de la Magistratura es un órgano constitucional autónomo e independiente cuya
legitimidad proviene de la representación que tiene de otras entidades públicas así como de la propia
sociedad civil [artículo 155º de la Constitución], por lo que se “(...) torna necesario una lectura de las
prerrogativas constitucionales del CNM a la luz de los fines que tienen las funciones que le han sido
encomendadas” [fundamento 9 de la STC 3361-2004-AA/TC]. Su encargo de controlar la actividad de la
judicatura, al elegir, ratificar o, en su caso, destituir a jueces, lo hace trascendente en la actividad de la
función jurisdiccional del Estado. En general, no hay nada que haga suponer que evaluar signifique una
vulneración a la independencia de los jueces [artículo 146º, inciso 1) de la Constitución], pues ésta se
encuentra sometida a la Constitución y a la propia ley. Además, Sobre la independencia se puede predicar
que el concepto “(...) se ha caracterizado por ser uno referencial, relativo e instrumental, ya que la
concreción jurídica de los factores o elementos a los que el juez, en el ejercicio de la función judicial, no
puede someterse, tiene por objeto lograr que su actuación sea imparcial y con plena sujeción a la ley”
[fundamento 10 de la STC Nº 3361-2004-AA/TC, siguiendo lo señalado en la STC Nº 1941-2002-AA/TC]".
(Exp. 00006-2009-AI/TC FJ 59)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
ANTECEDENTES
No tiene antecedentes.
CAPÍTULO X
DEL MINISTERIO PÚBLICO
Autonomía del Ministerio Público. Fiscal de la Nación. Derechos,
prerrogativas y nombramiento de los fiscales
Ministerio Público:
autonomía
Fiscal de la Nación:
158º. El Ministerio Público es autónomo. El
duración del mandato Fiscal de la Nación lo preside. Es elegido por la Junta
de Fiscales Supremos. El cargo de Fiscal de la Nación
Miembros del MP:
Derechos, prerrogativas, dura tres años, y es prorrogable, por reelección, sólo
incompatibilidades, por otros dos. Los miembros del Ministerio Público
nombramiento y requisitos tienen los mismos derechos y prerrogativas y están
sujetos a las mismas obligaciones que los del Poder
Judicial en la categoría respectiva. Les afectan las
mismas incompatibilidades. Su nombramiento está
sujeto a requisitos y procedimientos idénticos a los de
los miembros Poder Judicial en su respectiva categoría.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Equivalencia funcional entre los miembros del Ministerio Público y del Poder Judicial
5. "... este Tribunal ha señalado que el artículo 158 de la Constitución reconoce la equivalencia funcional
entre los miembros del Poder Judicial y del Ministerio Público, cuando establece que ambos grupos de
magistrados tienen los mismos derechos y prerrogativas y que están sujetos a las mismas obligaciones. En
ese sentido, en la STC 1676-2004-AC, recogiendo lo dispuesto por el Decreto de Urgencia 038-2000, se
reconoció que el bono por función fiscal no tenía carácter pensionable y tampoco remunerativo; y además
que los actos administrativos que lo incorporaban a la pensión carecían de la virtualidad suficiente para ser
exigidos en vía del proceso de cumplimiento.
De una lectura integral de las normas precitadas y de los pronunciamientos que este Tribunal ha expedido
con relación a la naturaleza pensionable de los bonos por función fiscal y por función jurisdiccional, se
concluye que dichos rubros no tienen naturaleza remuneratoria ni son computables para efectos
pensionarios. En consecuencia, sólo son otorgados a los magistrados activos". (Exp. 00256-2007-AC/TC FJ
8)
La prevención del delito como una de las funciones del Ministerio Público
6. "... en el caso de autos la presunta violación de los derechos que invoca el recurrente está directamente
vinculada al ejercicio regular de las funciones que constitucionalmente corresponden al Ministerio Público.
En ese sentido, y conforme lo establecen los artículos 158° y 159° de la Constitución, el Ministerio Público
es un órgano constitucional que ejerce sus funciones de manera autónoma y su obligación de investigar
cuando tenga noticia de un hecho delictuoso, está sujeta a que cuando menos considere que detrás de la
notitia críminis existan indicios de la comisión de un ilícito penal, y no hacerlo cuando éstas no existan,
para lo cual deberá fundamentar sus razones. En efecto, de conformidad con el artículo 1º de la Ley
Orgánica del Ministerio Público –Decreto Legislativo N° 052–, el Ministerio Público tiene como una de sus
funciones la prevención del delito la que debe ejercer dentro de las limitaciones que resulten de la ley y de
la independencia judicial, destacando su artículo 5° que 'Los fiscales actúan independientemente en el
ejercicio de sus atribuciones, las que desempeñarán según su propio criterio y en la forma que estimen
más arreglada a los fines de su institución (…)'". (Exp. 03394-2007-AA/TC FJ 2)
Los miembros del Ministerio Público y el Poder Judicial tienen los mismos derechos y
prerrogativas y se encuentran sujetos a las mismas obligaciones
7. "En la STC 0022-2004-AI (fundamentos 22 y 26), este Tribunal ha señalado que el artículo 158 de la
Constitución reconoce la equivalencia funcional entre los miembros del Poder Judicial y del Ministerio
Público, cuando establece que ambos grupos de magistrados tienen los mismos derechos y prerrogativas y
que están sujetos a las mismas obligaciones. En ese sentido, en la STC 1676-2004-AC (fundamentos 4 y
6), recogiendo lo dispuesto por el Decreto de Urgencia 038-2000, se reconoció que el bono por función
fiscal no tenía carácter pensionable y tampoco remunerativo; y, además, que los actos administrativos que
lo incorporaban a la pensión carecían de la virtualidad suficiente para ser exigidos en vía del proceso de
cumplimiento". (Exp. 05112-2006-AC/TC FJ 6)
El juez de segunda instancia tiene la facultad de aumentar la pena cuando el Ministerio Público
interpone el recurso impugnatorio
9. "En atención a dicho principio y a lo dispuesto en el artículo 300 del Código de Procedimientos Penales, si
el sentenciado sólo solicita la nulidad de la sentencia condenatoria, entonces el ius puniendi del Estado,
cuyo poder se expresa en la actuación de la instancia decisoria, no podrá modificar la condena
sancionando por un delito que conlleve una pena más grave que la impuesta en anterior instancia.
Distinto, como es lógico, es el caso en que el propio Estado, a través del Ministerio Público, haya mostrado
su disconformidad con la pena impuesta, a través de la interposición del recurso impugnatorio, pues en tal
circunstancia el Juez de segunda instancia queda investido de la facultad de aumentar la pena, siempre
que ello no importe una afectación del derecho a la defensa, esto es, siempre que no se sentencie sobre la
base de un supuesto que no haya sido materia de acusación.
El Tribunal estima que el fundamento constitucional de este segundo supuesto, es decir, la inaplicación del
principio en cuestión, cuando el Ministerio Público se opone a la pena impuesta, radica en que, en nuestro
ordenamiento jurídico, dicho órgano constitucional (artículo 158 de la Constitución) asume determinadas
funciones constitucionales, entre ellas, la de representar en los procesos judiciales a la sociedad (artículo
159, inciso 3); más aún si la comisión de un delito no sólo afecta bienes jurídicos individuales, sino
también bienes que atañen a la sociedad en general. De ahí que se debe considerar no solo legítimo sino
también necesario que el Ministerio Público asuma la representación y defensa de la sociedad en los
procesos judiciales; deber y facultad que se concretiza a través de la interposición de recursos
impugnatorios". (Exp. 01014-2007-HC/TC FJ 26,27)
Las atribuciones del Ministerio Público no pueden ser ejercidas por ningún otro órgano
14. “A diferencia de lo que sucede con la función jurisdiccional, cuyo ejercicio se ha encomendado a diversos
órganos [la “ordinaria” al Poder Judicial, la “constitucional” a este Tribunal, etc], la Constitución no ha
previsto un tratamiento semejante para el Ministerio Público. Las atribuciones constitucionalmente
conferidas a este órgano constitucional, por tanto, no pueden ser ejercidas por ningún otro órgano, toda
vez que no existe norma constitucional que habilite un supuesto de excepción.
No obstante, el Capítulo III del cuestionado Decreto Ley N.° 23201, Ley Orgánica de la Justicia Militar,
crea y regula el funcionamiento de un organismo denominado ‘Ministerio Público’, al que se le asignan
funciones tales como promover de oficio o a petición de parte la ‘acción de Justicia Militar’ para la sanción
de ‘delitos militares’; ser parte en el proceso penal; integrar los Tribunales con las mismas prerrogativas
de sus demás miembros, pero sin intervenir en sus deliberaciones (artículo 75°); perseguir que se haga
efectiva la reparación civil a favor del Estado y ejercer vigilancia sobre otros fiscales (artículo 78°, incisos 5
y 7, respectivamente), entre otras.
Dado que está constitucionalmente vedado tal proceder, el Tribunal considera que es inconstitucional el
organismo denominado ‘Ministerio Público’ creado por el Decreto Ley N° 23201, Ley Orgánica de Justicia
Militar, ya que tal contraviene la autonomía del Ministerio Público consagrada por el artículo 158° y
siguientes de la Constitución. En consecuencia, es inconstitucional, en su integridad, el Capítulo III del
Decreto Ley N.° 23201, así como todo extremo de esta ley y del Decreto Ley N.° 23214, Código de Justicia
Militar, en los casos que prevean la actuación de los `fiscales´ de la jurisdicción militar”. (Exp. 00023-
2003-AI/TC FJ de 74 a 76)
Ley Nº 26502 (El Peruano, 14 de julio de 1995), que precisa fecha a partir de la cual se computa el período
del cargo de Fiscal de la Nación, a que se refiere el Artículo 158º de la Constitución Política del Perú.
Artículo 1º.- Entiéndase que el plazo a que se refiere el Artículo 158º de la Constitución Política
del Perú para el cargo de Fiscal de la Nación, comienza a regir desde la fecha en que éste presta juramento
como consecuencia de la elección por la Junta de Fiscales Supremos o haya asumido el cargo de Titular, de
conformidad con el procedimiento establecido en la Ley Nº 26288.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El Ministerio Público no tiene facultades coercitivas pues sus actuaciones son postulatorias
3. "... este Tribunal en reiterada jurisprudencia ha precisado que si bien es cierto que la actividad del
Ministerio Público en la investigación preliminar del delito, al formalizar la denuncia o al emitir la acusación
fiscal, se encuentra vinculada al principio de interdicción de la arbitrariedad y al debido proceso, también
lo es que dicho órgano autónomo no tiene facultades coercitivas para restringir o limitar la libertad
individual porque sus actuaciones son postulatorias y en ningún caso decisorias sobre lo que la judicatura
resuelva. En ese sentido, la Denuncia Fiscal N.º 41-2011, cuestionada en autos, no tiene incidencia
negativa directa sobre el derecho a la libertad personal del favorecido". (Exp. 03530-2012-HC/TC FJ 5)
Garantía y respeto del derecho al plazo razonable de la investigación fiscal como sustento del
control constitucional de las actuaciones del Ministerio Público
5. "... la denuncia de vulneración del plazo razonable de la investigación fiscal se enmarca dentro de la
modalidad de hábeas corpus restringido, el que opera cuando la libertad individual o de locomoción es
objeto de perturbaciones, obstáculos o incomodidades, que, luego de apreciado en el hecho en concreto,
puede dar lugar a la estimación de la demanda cuando se manifiesta una seria restricción al cabal ejercicio
del derecho a la libertad personal.
Por lo tanto, la posibilidad de que la justicia constitucional realice el control de las actuaciones del
Ministerio Público tiene su sustento, entre otros supuestos, en la garantía y el pleno respeto del derecho al
plazo razonable de la investigación fiscal, el que, en determinados casos, puede comportar una afectación
negativa a la libertad individual al compeler la libertad de locomoción del actor, lo que debe ser apreciado
caso por caso [Cfr. RTC 00711-2011-PHC/TC].
Que, en el caso de autos, se advierte que –debido al cargo de magistrado con el que cuenta el recurrente–
es la fiscal superior emplazada quien viene investigándolo por la presunta comisión de los delitos materia
de la denuncia postulada en su contra, escenario en el que resulta factible que eventualmente pueda
configurarse la vulneración al plazo razonable de la investigación fiscal, lo que debe ser apreciado en el
caso en concreto". (Exp. 01736-2012-HC/TC FJ 5,6)
Investigación orientada a obtener elementos que sustenten la acusación del fiscal ante el Juez
Penal en un plazo razonable
9. "... en los casos en los que el fiscal no cuenta con elementos suficientes que ameriten la formalización de
la denuncia, puede proceder a iniciar una investigación orientada a obtener elementos que sustenten su
acusación ante el Juez Penal, en un plazo prudencial, siempre que la naturaleza del hecho que se imputa
constituya delito y exista una racionalidad mínima suficiente en torno a la existencia de delito y a la
presunta responsabilidad individual de los denunciados; en caso contrario, dispondrá el archivamiento de
la denuncia.
Este Tribunal comprende que el servidor público de uniforme, dotado de un arma por el Estado para la
defensa de la sociedad, debe participar en acciones de fuerza en el cumplimiento de sus deberes, por lo
que tanto, el Ministerio Público como el Poder Judicial deben contextualizar los hechos y circunstancias que
evalúan jurídicamente". (Exp. 00012-2008-AI/TC FJ 4,5)
La Constitución no dispuesto una excepción a favor del FMP en lo referido a la función fiscal
14. "... el órgano creado por la Ley Nº 29182 es uno distinto al creado en el artículo 159º de la Constitución,
aunque su denominación sea similar.
El Tribunal Constitucional reitera sobre el particular la falta de una regulación constitucional expresa en
relación a los aspectos medulares de la jurisdicción militar. Si antes se tenía únicamente la referencia a
una “jurisdicción militar”, y que no contaba con mayor desarrollo en la Constitución, en relación a quién le
corresponde iniciar o “activar” dicha jurisdicción, no se cuenta con mención alguna de a qué órgano le
corresponde ello. En principio podría considerarse que, por extensión, dicha competencia le corresponde al
Ministerio Público o, por el contrario, dada la libertad de configuración otorgada al legislador ordinario para
regular dicha jurisdicción, este está en libertad de establecer a quién le compete ello.
Como lo ha señalado este Colegiado en anteriores pronunciamientos, lo que no se puede pretender en vía
legislativa es la subordinación jerárquica o funcional del Ministerio Público, desnaturalizando su
configuración constitucional, su independencia funcional así como el ámbito de sus competencias, como
ocurría con la legislación declarada inconstitucional en otros procesos de control concentrado (STC 0006-
2006-PI/C).
Distinta es la situación planteada en autos, esto es, la existencia de un órgano distinto del Ministerio
Público, al que, independientemente de su denominación, le correspondería iniciar la acción penal militar,
en sede del FMP.
Al respecto este Colegiado observa que la Norma Fundamental no prevé excepción alguna a favor de una
Fiscalía anexa al FMP. No obstante, considera que a diferencia del artículo 139º de la Constitución, que
establece en forma expresa la “unidad y exclusividad de la función jurisdiccional”, no existe artículo
constitucional que consagre la exclusividad de la función fiscal a favor del Ministerio Público, por lo que es
comprensible que la Norma Fundamental no haya dispuesto una excepción a favor del FMP en lo referido a
la función fiscal". (Exp. 00001-2009-AI/TC FJ de 99 a 103)
Las actuaciones del Ministerio Público son postulatorias. Control constitucional a las
actuaciones del Ministerio Público a nivel de la etapa prejurisdiccional
15. "... este Tribunal debe recordar, en cuanto a la actuación del Fiscal, dada su función persecutora del delito,
cabe recordar que la Constitución expresamente señala en su artículo 159º que corresponde al Ministerio
Público ejercitar la acción penal pública, de oficio o a petición de parte, así como la de emitir dictámenes
previo a las resoluciones judiciales en los casos que la ley contempla. Bajo tal perspectiva, se entiende que
el fiscal no decide, sino que más bien pide que el órgano jurisdiccional juzgue o, en su caso, que determine
la responsabilidad penal del acusado; esto es, que realiza su función persiguiendo el delito con denuncias o
acusaciones, pero no juzga ni decide.
Que, asimismo, este Tribunal en reiterada jurisprudencia ha precisado que si bien la actividad del
Ministerio Público a nivel de la investigación preliminar del delito, al formalizar la denuncia, o al formular la
acusación fiscal se encuentra vinculada al principio de interdicción de la arbitrariedad y al debido proceso,
también lo es, que dicho órgano autónomo en principio no tiene facultades coercitivas para restringir o
limitar la libertad individual. Las actuaciones del Ministerio Público son, pues, postulatorias y en ningún
caso decisorias sobre lo que la judicatura resuelva.
Que, por ello, cabe señalar que dado el carácter eminentemente postulatorio de la denuncia fiscal en el
proceso penal, ésta no constituye per se una restricción, sea como amenaza o como violación al derecho a
la libertad individual; y ello es así porque, una vez recibida la denuncia, puede el juez devolverla para que
el fiscal la reformule y/o la precise; o puede abrir instrucción con mandato de comparencia simple, y en tal
caso, tampoco se advierte una restricción tal a la libertad individual, o simplemente puede resolver no ha
lugar a abrir instrucción; sostener lo contrario, y afirmar que la denuncia fiscal es vinculante para al juez,
y que, por tanto, éste debe dictar en todos los casos el auto de apertura de instrucción, supone concebir a
la actuación de los jueces como absolutamente receptora y pasiva, opuesta al diseño constitucional y legal
establecido, ello en la medida de que los jueces administran justicia conforme a la Constitución y a las
leyes. Ahora, qué duda cabe que el juez pueda resolver abrir instrucción acompañada de una medida
restrictiva de la libertad individual, en tal caso, la que incidirá de manera negativa sobre la libertad será
ésta, sin que por ello resulte, per se, inconstitucional, y no la denuncia fiscal.
Que, no obstante ello, debe quedar claro que este Tribunal no excluye de control constitucional a las
actuaciones del Ministerio Público a nivel de la etapa prejurisdiccional, pues, que como tiene sentado en su
constante jurisprudencia, es posible que el juez constitucional se pronuncie sobre la eventual restricción a
los derechos fundamentales suscitadas en dicha sede, a efectos de verificar su legitimidad constitucional. Y
ello es así porque, cuando se ejercita una potestad exclusiva como es la función persecutora del delito a
través de las denuncias, dicha premisa tiende a ceder cuando lo que se invoca es un comportamiento
manifiestamente arbitrario u opuesto a los parámetros preestablecidos por la Constitución y la ley, solo
que si tratándose de un proceso de hábeas corpus no se advierte la restricción directa o conexa al derecho
a la libertad individual no será esta la vía para cuestionarla, dado que excede el objeto de tutela de este
proceso constitucional libertario". (Exp. 04256-2009-HC/TC FJ de 3 a 6)
El Ministerio Público no actúa como mesa de partes, sino que le corresponde analizar e
investigar los hechos
16. "...conforme lo establece el inciso 5) del artículo 159º de la Constitución, le corresponde al Ministerio
Público ejercitar la acción penal de oficio o a petición de parte; se trata ésta de una atribución que la
Constitución le ha otorgado a esta entidad, de manera exclusiva y excluyente, de modo que no se trata de
un derecho fundamental. Por ello, aún cuando le sea formulada una denuncia, el Ministerio Público no
actúa como una mesa de partes, esto es, formalizando inmediatamente la acción penal correspondiente,
sino que le corresponde analizar e investigar los hechos para determinar si reúnen las condiciones para ser
considerados ilícitos; es más, casi siempre ordena la realización de una investigación que le permita
acopiar la información necesaria para tal efecto; en ese sentido, si sus integrantes concluyen que el hecho
denunciado como ilícito no tiene tal calidad, no están obligados a formalizar denuncia alguna". (Exp.
03001-2009-AA/TC FJ 2)
Atribuciones del Ministerio Público. Prohibición de limitar las atribuciones del Ministerio Público
reconocido por la Constitución
17. "... el artículo 1º de la Ley Orgánica del Ministerio Público señala que: “El Ministerio Público es el
organismo autónomo del Estado que tiene como funciones principales la defensa de la legalidad, los
derechos ciudadanos y los intereses públicos, la representación de la sociedad en juicio, para los efectos
de defender a la familia, a los menores e incapaces y el interés social, así como para velar por la moral
pública; la persecución del delito y la reparación civil. También velará por la prevención del delito dentro
de las limitaciones que resultan de la presente ley y por la independencia de los órganos judiciales y la
recta administración de justicia y las demás que le señalan la Constitución Política del Perú y el
ordenamiento jurídico de la Nación”.
Que en ese sentido, el Tribunal Constitucional considera que la emisión de la resolución cuestionada no
puede suponer, per se, la violación del derecho invocado por el recurrente, toda vez que constituye –
conforme a la normatividad a que se ha hecho referencia supra- el ejercicio de una atribución funcional
reconocida constitucionalmente a favor de la emplazada como fiscalía que, en el ejercicio de dicha
autonomía, ha denegado ejercitar la acción penal expidiendo una resolución motivada referida a los hechos
materia de investigación; por lo que el recurrente no puede pretender que se limite la atribución de acción
del Ministerio Público (a través de sus fiscales) o se le impida el ejercicio de las competencias que le han
sido constitucionalmente asignadas a menos que dichas atribuciones se ejerzan de manera
manifiestamente irrazonable, lo que no sucede en el caso de autos, toda vez que se advierte de la
resolución cuya nulidad se pretende que se ha apreciado, a partir de los indicios y de lo acopiado en la
investigación que en ella se exponen, la falta de suficientes elementos de prueba que acrediten los ilícitos
denunciados". (Exp. 01014-2009-AA/TC FJ 5,6)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
No tiene antecedentes.
CAPÍTULO XI
DE LA DEFENSORÍA
DEL PUEBLO
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La Defensoría del Pueblo es un órgano constitucional autónomo. Reserva de ley orgánica para
la regulación de su estructura y funcionamiento
2. "... la Defensoría del Pueblo es un órgano constitucional autónomo cuyas atribuciones se encuentran
reguladas en el Capítulo XI del Título IV de la Carta Política, referido a la Estructura del Estado. El artículo
161º de la Constitución establece que su estructura se establece mediante ley orgánica, la cual fue
adoptada por medio de la Ley Nº 26520, publicada en el diario oficial El Peruano el 8 de agosto de 1995.
Lo anterior ha sido confirmado por este Tribunal al establecer que conforme al criterio que consagra el
principio de soberanía jurídica de la Constitución (artículo 51°) y al deber estatal de garantizar la vigencia
de los derechos humanos (artículo 44°), goza de reserva de ley orgánica la regulación de la estructura y
funcionamiento de la Defensoría del Pueblo, tal como lo establece el artículo 161° y cuya función principal
es defender los derechos constitucionales y fundamentales de la persona de la persona y de la comunidad
(artículo 162°) (STC Nº 00022-2004-AI/TC, fundamento 25)". (Exp. 00023-2008-AI/TC FJ 13)
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.
ANTECEDENTES
No tiene antecedentes.
CAPÍTULO XII
DE LA SEGURIDAD Y DE
LA DEFENSA NACIONAL
Defensa Nacional
Sistema
Nacional
de Defensa Defensa nacional: características
Participación en la Defensa Nacional
163º. El Estado garantiza la seguridad de la
Nación mediante el Sistema de Defensa Nacional.
La Defensa Nacional es integral y permanente. Se
desarrolla en los ámbitos interno y externo. Toda
persona, natural o jurídica, está obligada a participar en
la Defensa Nacional, de conformidad con la ley.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La Seguridad Nacional como un bien jurídico íntimamente vinculado a la Defensa Nacional, más
que a la seguridad ciudadana
1. “La Constitución, sin embargo, caracteriza a la Seguridad Nacional como un bien jurídico íntimamente
vinculado a la Defensa Nacional, más que a la seguridad ciudadana o al llamado orden público interno...
[bajo] el título de ‘De la Seguridad y de la Defensa Nacional’... Los artículos siguientes declaran que el
sistema de Defensa está dirigido por el Presidente de la República, y establecen la manera como están
constituidas las Fuerzas Armadas, cuyas finalidades primordiales son garantizar la independencia,
soberanía e integridad territorial de la República...” (Exp. 0005-2001-AI/TC, FJ 2)
Fuerzas Armadas
Fuerzas Armadas: 165º. Las Fuerzas Armadas están constituidas
constitución por el Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea.
Finalidad de las FFAA
Tienen como finalidad primordial garantizar la
independencia, la soberanía y la integridad territorial de
la República. Asumen el control del orden interno de
conformidad con el artículo 137º de la Constitución.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La razón de ser de las fuerzas armadas es fundamentalmente la defensa militar del Estado
Constitucional
3. "... existen escasos bienes jurídicos, como algunos contenidos de la defensa nacional (que tiene también
un ámbito militar conforme se desprende de los artículos 163° y 165° de la Constitución), que pueden ser
afectados tanto por civiles como por militares, por lo que son susceptibles de ser protegidos tanto en el
Código Penal (en el caso de los civiles) como en el Código de Justicia Militar (en el caso de los militares),
debiendo resaltarse, en este último caso, que la afectación de aquel contenido del bien jurídico defensa
nacional debe haberse producido en ejercicio de funciones exclusivamente militares. La razón de ser de las
fuerzas armadas es fundamentalmente la defensa militar del Estado Constitucional.
Asimismo, cabe descartar de plano, por inconstitucional, aquellas interpretaciones, que teniendo en cuenta
el criterio expuesto en el parágrafo precedente, argumenten, por ejemplo, que un bien jurídico como la
«vida» pueda ser susceptible de protección mediante el Código de Justicia Militar, pues en este caso este
bien jurídico no constituye un bien institucional, propio o particular de las Fuerzas Armadas, ni la
Constitución ha establecido un encargo específico a su favor, tal como ocurre con algunos contenidos del
bien jurídico defensa nacional. De este modo, el bien jurídico vida no pueden ser protegido por el Código
de Justicia Militar sino por la legislación ordinaria". (Exp. 00012-2006-AI/TC FJ 38)
Policía Nacional
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El servicio de Seguridad Ciudadana brindada por las Municipalidades no interfiere con las
competencias de la Policía Nacional
2. "En opinión de este Tribunal, el servicio de Seguridad Ciudadana que brindan las Municipalidades (como
la demandada) no atenta contra el artículo 166° de la Constitución, pues, como tiene dicho este Tribunal,
tal servicio “cumple el objetivo de brindar seguridad ciudadana, por lo general, mediante servicios de
vigilancia pública y atención de emergencias” (STC 0041-2004-AI/TC, fundamento 44), por lo que no
usurpa o interfiere con las finalidades que asigna a la Policía Nacional el mencionado precepto
constitucional". (Exp. 00031-2009-AI/TC FJ 6)
Las actuaciones que realice la Policía Nacional en el marco de sus competencias deben ser
legítimas; es decir, respetando los derechos fundamentales
3. "Si bien es cierto que de acuerdo a lo establecido por el artículo 166º de la Constitución Política del Perú,
una de las finalidades de la Policía Nacional es prevenir, investigar y combatir la delincuencia, también es
verdad que con el objeto de cumplir tal finalidad las actuaciones o intervenciones que realice deberán ser
legítimas, respetando, para ello, los presupuestos previstos en el ordenamiento jurídico, pero, sobre todo,
los derechos fundamentales de la persona y los principios que inspiran al Estado constitucional. En
consecuencia, si la Policía Nacional efectúa vigilancia domiciliaria injustificadamente o realiza seguimiento
a una persona por motivos ajenos al esclarecimiento de un hecho delictivo o sin requerimiento judicial, su
accionar estará proscrito por la Constitución y la ley". (Exp. 05255-2008-HC/TC FJ 4)
Los miembros de la Policía Nacional deben tener una conducta intachable y honorable
4. "... el artículo 166º de la Constitución Política vigente establece que la Policía Nacional tiene por finalidad
fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno, así como prestar atención y ayuda a las
personas y a la comunidad. Para cumplir dicha finalidad, requiere contar con personal de conducta
intachable y honorable en todos los actos de su vida pública y privada, que permita no sólo garantizar,
entre otros, el cumplimiento de las leyes y la prevención, investigación y combate de la delincuencia, sino
también mantener incólume el prestigio institucional y personal. Habida cuenta que el servicio prestado
por la policía a la comunidad viene a constituir un servicio especialísimo aceptado en base a la confianza,
la que, precisamente el actor quebrantó ya que sí fue condenado en la vía penal conforme se ha señalado
en el fundamento 2 supra, se ha perdido para la sociedad que lo contrató bajo la exigencia elemental de
conservar la calificación de servidor de seguridad, calificativo que a su vez exige una foja de servicios
permanentemente libre en lo absoluto de toda sospecha para renovarle la confianza que dicho cargo
requiere, dándole autoridad que constituye poder para utilizar incluso las armas que la nación le entrega.
Es indudable que un policía, cualquiera que sea su grado, no puede reincorporarse al servicio activo
cuando su propia institución lo ha sometido al cambio de su situación policial por habérsele involucrado,
con cargos graves, en público proceso penal ordinario". (Exp. 03932-2007-AA/TC FJ 4)
Las actuaciones de la Policía Nacional resultan válidas en cuanto cumplan con los presupuestos
previstos en el ordenamiento jurídico
14. "Con el fin de garantizar, mantener y restablecer el orden interno, conforme al artículo 166° de la
Constitución Política del Perú, la Policía Nacional previene, investiga y combate la delincuencia,
desprendiéndose de ello su capacidad para efectuar los actos necesarios tendientes a obtener datos,
esclareciendo, investigando o realizando pesquisas dentro del marco legal.
De lo referido en el fundamento anterior, debe quedar claro que toda intervención o actuación policial debe
ser válidamente realizada, para lo que ha de cumplir con los presupuestos previstos en el ordenamiento
jurídico. Por el contrario, si arbitrariamente miembros de la Policía Nacional realizan vigilancia domiciliaria
injustificada o seguimiento a una persona por motivos ajenos al esclarecimiento de un hecho delictivo o
fundados en un requerimiento judicial, su acción estará comprendida en los supuestos proscritos por la
Constitución y el ordenamiento jurídico legal". (Exp. 06092-2005-HC/TC FJ 4,5)
El personal de la Policía Nacional no solo debe cumplir sus funciones, sino también mantener
incólume el prestigio institucional
15. “Cabe recordar que el artículo 166° de la Constitución Política vigente establece que la Policía Nacional
tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno, así como prestar
atención y ayuda a las personas y a la comunidad. Para cumplir dicha finalidad, requiere contar con
personal de conducta intachable y honorable en todos los actos de su vida pública y privada, que permita
no sólo garantizar el cumplimiento de las leyes y la prevención, investigación y combate de la
delincuencia, sino también mantener incólume el prestigio institucional”. (Exp. 04052-2004-AA/TC FJ 5)
Para que un acto de un miembro de la Policía Nacional pueda ser considerado como acto de
servicio, debe encontrarse relacionado con las funciones descritas
19. “El artículo 166º de la Constitución establece que: ‘La Policía Nacional tiene por finalidad fundamental
garantizar, mantener y restablecer el orden interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la
comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y del privado.
Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y controla las fronteras’. En consecuencia, desde una
perspectiva constitucional, para que un acto de un miembro de la Policía Nacional pueda ser considerado
como acto de servicio, debe encontrarse relacionado con las funciones descritas.
Planteada así la cuestión, las dificultades probatorias se reducen considerablemente, pues es el propio
recurrente quien reconoce que el acto que dio lugar al accidente consistió en manejar una motocicleta en
estado de ebriedad.
La manifiesta ausencia de conexidad alguna entre tal evento y las altas y delicadas encomiendas que el
constituyente ha reservado a los miembros de la Policía Nacional, exime a este Tribunal de profundizar en
este punto; sencillamente, el accidente no se produjo a consecuencia de la realización de un acto de
servicio”. (Exp. 02446-2003-AA/TC FJ 6)
Noción de orden interno resulta complementaria y subsidiaria tanto del orden público como de
la defensa nacional
20. “La noción de orden interno es concurrente, complementaria y subsidiaria tanto del orden público como de
la defensa nacional. Consiste en aquella situación de normalidad ciudadana que se acredita y mantiene
dentro de un Estado, cuando se desarrollan las diversas actividades individuales y colectivas sin que se
produzcan perturbaciones o conflictos.
Tal concepto hace referencia a la situación de tranquilidad, sosiego y paz dentro del territorio nacional, la
cual debe ser asegurada y preservada por el órgano administrador del Estado para que se cumpla o
materialice el orden público y se afirme la Defensa Nacional. Como bien expone el Instituto de Altos
Estudios Policiales [El INAEP y el orden interno. En revista Orden Interno N.° 1, 1994] el orden interno
‘(...) permite que las autoridades ejerzan sus competencias y atribuciones, y las personas sus derechos y
libertades, garantizando la existencia, estabilidad y soberanía del Estado; con la finalidad de asegurar la
coexistencia pacífica en general y, consecuentemente, permitir el logro del fin supremo del Estado y la
sociedad’.
El orden interno es sinónimo de orden policial, ya que a través de la actividad que este implica se evita
todo desorden, desbarajuste, trastorno, alteración, revuelo, agitación, lid pública, disturbio, pendencia
social, etc., que pudieran provocar individual o colectivamente miembros de la ciudadanía. Con ello se
preserva la armonía necesaria para alcanzar los fines que la sociedad persigue.
Fundamentalmente, el orden interno comprende tres aspectos: a) La seguridad ciudadana (protección de
la vida, integridad física y moral, patrimonio, etc.); b) La estabilidad de la organización política (resguardo
de la tranquilidad, quietud y paz pública, respeto de la autoridad pública); y c) El resguardo de las
instalaciones y servicios públicos esenciales (edificaciones públicas e instalaciones que cubren necesidades
vitales y primarias de la comunidad, tales como el agua, la energía eléctrica, etc.).
La ejecución de la labores propias del ‘control del orden interno’, en un estado de normalidad
constitucional, es de competencia de la Policía Nacional del Perú, según dispone el artículo 166° de la
Constitución. Esta, como enunciativamente precisa la misma cláusula constitucional: ‘Presta protección y
ayuda a las personas y a la comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del
patrimonio público y del privado. Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y controla las
fronteras’”. (Exp. 00017-2003-A/TC FJ de 4 a 9)
El Presidente es el Jefe Supremo de las FF.AA. y de la PNP
TRATADOS INTERNACIONALES
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 153.
Constitución de 1979: Art. 273.
Situación de retiro por causal de renovación a oficiales de la Policía Nacional del Perú y de las
Fuerzas Armadas
2. "... el Presidente de la República está facultado por los artículos 167° y 168° de la Constitución,
concordantes con el artículo 53° del Decreto Legislativo N° 745 (Ley de Situación del Personal de la Policía
Nacional del Perú) y el artículo 7º del Reglamento de Pase a Situación de Retiro de los Oficiales de la
Policía Nacional del Perú por la causal de renovación (D.S. Nº 009-2005-IN) -vigentes cuando se expidió la
resolución cuestionada- para pasar a la situación de retiro por la causal de renovación a los oficiales de la
Policía Nacional del Perú y de las Fuerzas Armadas, y de servicios de los grados de mayor a teniente
general, de acuerdo con las necesidades que determine la Policía Nacional.
Las resoluciones respecto a la situación de retiro por causal de renovación no pueden quedar
exentas de control constitucional
4. Sin embargo, tal como lo ha señalado la sentencia vinculante recaída en el Expediente Nº 0090-2004-
AA/TC (caso Callegari, fundamento 5); todas las resoluciones y sentencias emitidas con posterioridad a
dicha sentencia, respecto del pase de personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú de
la situación de actividad a la de retiro por causal de renovación, deberán sujetarse a los criterios dados por
ésta, debido a que dichas resoluciones no pueden quedar exentas del control constitucional realizado por
este Tribunal". (Exp. 04085-2009-AA/TC FJ 2,3)
Finalidad del pase al retiro. El pase al retiro no tiene la calidad de sanción derivada de un
proceso administrativo-disciplinario. Respeto de los derechos al debido proceso e igualdad ante
ley
6. “... el criterio sentado por este Tribunal Constitucional ha sido el de considerar que el pase a la situación
de retiro por causal de renovación en las Fuerzas Armadas y Policía Nacional es una facultad discrecional
del Presidente de la República, en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional [STC Nº 1906-2002-AA/TC], y de que ‘(...) el ejercicio de dicha atribución (...) no implica
afectación de derechos constitucionales, pues el pase al retiro no tiene la calidad de sanción derivada de
un proceso administrativo-disciplinario, sino que su única finalidad es, como se ha dicho, la renovación
constante de los Cuadros de Personal, conforme al artículo 168° de la Carta Magna’ [así señalado,
últimamente, en la STC N.º 3426-2003-AA/TC]. Esta línea jurisprudencial ha sido reiterada uniformemente
por este Tribunal.
Teniendo en cuenta el permanente propósito de optimizar la defensa del principio de la dignidad de la
persona humana –canon valorativo vinculado directamente a los derechos fundamentales–, este Colegiado
estima necesario establecer lineamientos para la adopción de un nuevo criterio jurisprudencial sobre dicha
materia; aunque –y es conveniente subrayarlo– dicho cambio sólo deberá operar luego de que los órganos
involucrados con las referidas acciones de personal puedan conocer los alcances del mismo y adopten las
medidas que fueren necesarias para su cabal cumplimiento, sin que, además, se afecte lo
institucionalmente decidido conforme a la jurisprudencia preexistente...
La citada potestad presidencial –y, en su caso, la del Ministro de Defensa–, entendida como facultad
discrecional –otorgada por el artículo 58º del Decreto Legislativo Nº 752, en concordancia con los artículos
167º y 168º de la Constitución y aplicable también al caso de la Policía Nacional del Perú– , no puede
entenderse como una competencia cuyo ejercicio se sustraiga del control constitucional, ni tampoco como
que tal evaluación únicamente deba realizarse en virtud de la ley y los reglamentos, pues es
absolutamente obvio que esa regulación legal sólo podrá ser considerada como válida si es que se
encuentra conforme con la Constitución, y el ejercicio de tal competencia será legítima, si es que, al
mismo tiempo, se realiza respetando los derechos consagrados en la Carta Magna, entre ellos los derechos
al debido proceso, a la igualdad ante la ley, al honor y buena reputación, al trabajo, etc... las
determinaciones administrativas que se fundamentan en la satisfacción del interés público son también
decisiones jurídicas, cuya validez corresponde a su concordancia con el ordenamiento jurídico. En ese
orden de ideas, tales decisiones, incluso cuando la ley las configure como ‘discrecionales’, no pueden ser
‘arbitrarias’, por cuanto son sucesivamente ‘jurídicas’ y, por lo tanto, sometidas a las denominadas reglas
de la ‘crítica racional’... Queda claro, entonces, que las resoluciones mediante las cuales se dispone el pase
a retiro por renovación de cuadros a los Oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional deben
fundamentarse debidamente, con argumentos de derecho y de hecho. Tales decisiones deben sustentarse
en procedimientos e indicadores objetivos, como por ejemplo, el número de vacantes consideradas en el
proceso anual de ascenso y los resultados del mismo, que implica que las invitaciones para pase a retiro
por renovación deben darse después de conocer dichos resultados; los respectivos planes anuales de
asignación de personal; la relación de oficiales que indefectiblemente han de pasar a retiro por alguna de
las causales contempladas en el artículo 55.º del Decreto Legislativo N.º 752 y el artículo 50.º del Decreto
Legislativo N.º 745; determinación de un mínimo de años de servicios prestados a la institución y de
permanencia en el grado; así como por el estudio detallado del historial de servicios del Oficial”. (Exp.
00090-2004-AA/TC FJ De 4 a 5, 7,12,18)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Los reglamentos no tienen el mismo rango que las leyes para diseñar el ordenamiento jurídico
de las Fuerzas Armadas
1. “El artículo 168º de la Constitución, por cierto, no sólo alude a que mediante una ley se regulen las
materias que ella señala. También menciona a los reglamentos respectivos. Sin embargo, tal alusión a los
reglamentos no puede entenderse en el sentido que éstos tengan el mismo rango que las leyes para
diseñar el ordenamiento jurídico de las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional del Perú. A juicio del
Tribunal, tal capacidad para regular, mediante reglamento, lo concerniente a la organización, funciones,
especialidades, preparación, empleo y disciplina de tales institutos armados, ha de ser secum legem, esto
es, completando lo que en las leyes correspondientes se establezca.
En segundo lugar, cuando el artículo 168º de la Constitución refiere que la organización, funciones,
especialidades, preparación, empleo y disciplina de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú,
habrán de ser determinadas por ‘las leyes y los reglamentos respectivos’; con ello se enfatiza que el
ámbito de los institutos armados y el status jurídico de los profesionales de las armas debe ser objeto de
una regulación particular, no en el sentido de conferir privilegios y otorgar inmunidades, sino para legislar
asuntos propios de los institutos armados y policiales...” (Exp. 2050-2002-AA/TC, FJ 4)
El ejercicio de las funciones de la Policía Nacional debe ser coherente con el diseño
constitucional y legal establecido
3. "Es función de la Policía Nacional del Perú prevenir, investigar y combatir la delincuencia (artículo 166º de
la Constitución). Sin embargo, debe quedar claro que toda intervención o actuación policial debe resultar
coherente con el diseño constitucional y legal establecido, y es que si los miembros de la Policía Nacional
citan de manera reiterada e injustificada a una persona, o realizan una vigilancia domiciliaria injustificada,
no cabe la menor duda que dicha actuación estará comprendida dentro de los supuestos proscritos por el
ordenamiento jurídico". (Exp. 04613-2007-HC/TC FJ 4)
La competencia para determinar los ascensos de los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía
Nacional es el Poder Ejecutivo
4. "... de acuerdo al artículo 168° de la Constitución, las leyes y los reglamentos respectivos determinan la
organización, las funciones, las especialidades, la preparación y el empleo, y norman la disciplina de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional; y de acuerdo al artículo 172° del mismo cuerpo normativo, los
ascensos se confieren de conformidad con la ley, siendo el Presidente de la República, quien encabeza el
Poder Ejecutivo, el que otorga los ascensos de los generales y almirantes de las Fuerzas Armadas y de los
generales de la Policía Nacional, según propuesta del instituto correspondiente. Por tanto, por mandato
constitucional, es el Poder Ejecutivo el que ostenta la competencia para determinar los ascensos de los
miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, conforme a requisitos previamente establecidos
por normas legales". (Exp. 00060-2007-AA/TC FJ 5)
El ejercicio de la atribución del presidente de la República para pasar a situación de retiro a los
oficiales de las Fuerzas Armadas no afecta derechos constitucionales
8. “El Presidente de la República está facultado, por los artículos 167º y 168º de la Constitución,
concordantes con el artículo 58º del Decreto Legislativo Nº 752 –Ley de Situación Militar de los Oficiales
del Ejército, Marina de Guerra y Fuerza Aérea–, para pasar a la situación de retiro por la causal de
renovación a los oficiales de las Fuerzas Armadas, de acuerdo con las necesidades reales y de servicio que
determine el Comandante General del respectivo instituto.
En consecuencia , el ejercicio de dicha atribución por el Presidente de la República no implica afectación de
derechos constitucionales, pues el pase al retiro no tiene la calidad de sanción derivada de un proceso
administrativo-disciplinario, sino que su única finalidad es la renovación constante de los Cuadros de
Personal, conforme al artículo 168º de la Carta Magna”. (Exp. 02439-2005-AA FJ 2,3)
Por ello, todo órgano que posea naturaleza jurisdiccional (sea ordinario, constitucional, electoral, militar y,
por extensión, los árbitros) debe respetar, mínimamente, las garantías que componen los derechos a la
tutela jurisdiccional `efectiva´ y al debido proceso, entre las que destacan los derechos al libre acceso a la
jurisdicción, de defensa, a la prueba, a la motivación de las resoluciones judiciales, a la obtención de una
resolución fundada en Derecho, a la pluralidad de instancias, al plazo razonable del proceso, a un juez
competente, independiente e imparcial, a la ejecución de resoluciones judiciales, entre otros derechos
fundamentales". (Exp. 00004-2006-AI/TC FJ de 6 a 8)
Las leyes y reglamentos que regulan la organización de las Fuerzas Armadas y la Policía
Nacional del Perú no pueden de ninguna manera deslindarse de la Constitución
9. “... si bien el artículo 168° de la Constitución Política del Perú prevé que la organización, funciones,
especialidades, preparación, empleo y disciplina en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú,
habrán de ser determinadas por ‘las leyes y reglamentos respectivos’; debe enfatizarse que dichas
disposiciones legales que implican una regulación particular para las instituciones castrenses, no pueden,
al igual que cualquier norma jurídica, desligarse de la norma suprema, que es la que preside, informa y
fundamenta la validez de todo el ordenamiento jurídico. En otras palabras, si bien los miembros de las
Fuerzas Armadas se rigen por sus propios estatutos y reglamentos, ello no significa de ninguna manera
que tal normatividad esté desligada de la Constitución del Perú, ni muchos menos que en ella no se
respeten los derechos fundamentales reconocidos por la Carta Política”. (Exp. 01238-2004-AA/TC FJ 4,5)
Cualquiera sea el régimen disciplinario este debe sujetarse a los principios y derechos
fundamentales que reconoce la Constitución
10. “... nada de lo que hasta ahora se ha sostenido [inconstitucionalidad de la justicia militar] impide que, en
sede administrativo-militar, las leyes y reglamentos que regulan el funcionamiento y el status de los
militares puedan establecer procedimientos e instancias que preserven lo que es propio de la
administración militar, es decir, los principios de jerarquía, disciplina, orden, etc. Como este Tribunal ha
sostenido con carácter general en la STC N.° 2051-2002-AA/TC, cualquiera que sea el régimen jurídico
disciplinario que al amparo del artículo 168° de la Constitución se pueda establecer, éste debe sujetarse a
los principios y derechos fundamentales que reconoce la Constitución”. (Exp. 00023-2003-AI/TC FJ 82)
Carácter no deliberante
de las FFAA y PNP
Subordinación a la
169º. Las Fuerzas Armadas y la Policía
Constitución Nacional no son deliberantes. Están subordinadas al
poder constitucional.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Requerimiento
presupuestarios de las FFAA
170º. La ley asigna los fondos destinados a
y PNP satisfacer los requerimientos logísticos de las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional. Tales fondos deben ser
dedicados exclusivamente a fines institucionales, bajo
el control de la autoridad señalada por la ley.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1979: Art. 279.
Delito de función
2. "De autos se advierte que el Técnico Inspector de la Fuerza Aérea Peruana, Risco Ochoa, viene siendo
procesado ante el Primer Juzgado de Instrucción Permanente de la FAP por la presunta comisión de los
delitos de negligencia, desobediencia y fraude, como resultado de la pérdida de kits de àlabes, es decir, de
repuestos para aviones de dicha institución, los cuales constituyen material militar, y que dada su
naturaleza, forman parte del bien jurídico militar, por lo que su pérdida afecta directamente a las naves
destinadas a garantizar la seguridad, soberanía e integridad del espacio aéreo, función que está asignada
de manera específica a dicho instituto castrense por la Norma Suprema.
A mayor abundamiento, el demandante, por su condición de militar, se desempeñaba como Jefe de la
División de Recepción y Despachos en el Departamento de Abastecimientos del Servicio de Mantenimiento
de la FAP (Seman), razón por la cual cumplía funciones administrativo-militares, y estaba a cargo del
material militar perdido.
En consecuencia, las copias certificadas que obran en autos acreditan que al demandante no se le imputa
la comisión del delito de hurto agravado que alega en la demanda; por el contrario, se le atribuye la
comisión de un delito de función, consistente en el incumplimiento de una responsabilidad funcional
relativa al deber de custodia de bienes militares. Ello no constituye un atentado contra el patrimonio o la
integridad personal, derechos cuya protección no le compete a la justicia militar; sino que se trata de una
infracción a un deber de naturaleza militar, consiste en proteger la posesión y custodia de material militar
encargado a la Fuerza Aérea del Perú, que es parte de las Fuerzas Armadas, y cumplir las funciones
encomendadas por la Constitución (artículo 165°)". (Exp. 04909-2005-HC FJ 11,12)
FFAA y PNP:
participación en el desarrollo
del país
171º. Las Fuerzas Armadas y la Policía
Nacional participan en el desarrollo económico y social
del país, y en la defensa civil de acuerdo a ley.
ANTECEDENTES
Preservar la institucionalidad e integridad del Estado como función de las Fuerzas Armadas
2. "La otra situación contemplada por la Constitución se encuentra en el artículo 171º, bajo el cual “las
Fuerzas Armadas y la Policía Nacional participan en el desarrollo económico y social del país, y en la
defensa civil de acuerdo con la ley”, lo cual debe ser vista como una necesidad de estímulo y beneficio
para estas instituciones. (Ver: Tribunal Constitucional. Expediente N.º 0048-2004-AI/TC. Sentencia del 1
de abril de 2005, fundamento 118). Otro supuesto previsto por la Constitución se encuentra en el artículo
186º, referido al mantenimiento del orden durante comicios de acuerdo con las disposiciones dictadas por
la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
A modo de ejemplo, el Decreto Supremo Nº 019-07-DE-EP regula la participación del Ejército del Perú en
las obras de defensa civil y acciones cívicas para el desarrollo económico del país, así como el Decreto
Supremo Nº 098-07-PCM, que establece al Plan Nacional de Operaciones de Emergencia del Instituto
Nacional de Defensa Civil (INDECI).
Como se puede observar, las Fuerzas Armadas tienen una importante función en preservar la
institucionalidad e integridad del Estado, apegándose a lo establecido en la Constitución. El Tribunal
Constitucional debe resaltar que en los últimos años se han dado avances significativos para que su
formación y actuación se de en el pleno respeto de los derechos humanos y del derecho internacional
humanitario. Sin embargo, se debe reiterar que su actuación para la preservación de la paz y del orden
interno está circunscrita a situaciones específicas y excepcionales". (Exp. 00002-2008-AI/TC FJ 15,16)
Las Fuerzas Armadas para cumplir con sus objetivos requiere de personal que cuente con una
conducta intachable y honorable
3. "... este Colegiado considera pertinente señalar que el artículo 171º de la Constitución Política vigente
establece que las Fuerzas Armadas participan en el desarrollo económico y social del país y en la defensa
civil de acuerdo a ley. Para cumplir con su objeto queda claro que la institución requiere contar con
personal de conducta intachable y honorable en todos los actos de su vida pública y privada, que permita
garantizar el cumplimiento de las leyes y mantener incólume el prestigio institucional y personal". (Exp.
03648-2006-AA/TC FJ 8)
Efectivos y militares policiales
Número de efectivos de
172º. El número de efectivos de las Fuerzas
las FFAA y PNP Armadas y de la Policía Nacional se fija anualmente por
el Poder Ejecutivo. Los recursos correspondientes son
Ascensos aprobados en la Ley de Presupuesto.
Los ascensos se confieren de conformidad con la ley. El
Presidente de la República otorga los ascensos de los
generales y almirantes de las Fuerzas Armadas y de los
generales de la Policía Nacional, según propuesta del
instituto correspondiente.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Fuero Militar:
173º. En caso de delito de función, los
competencia miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional están sometidos al fuero respectivo y al
Infracción al Servicio Código de Justicia Militar. Las disposiciones de éste no
Militar
son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los
delitos de traición a la patria y de terrorismo que la ley
determina. La casación a que se refiere el artículo 141º
sólo es aplicable cuando se imponga la pena de muerte.
Quienes infringen las normas del Servicio Militar
Obligatorio están asimismo sometidos al Código de
Justicia Militar.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Las infracciones cometidas por los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional en
servicio afectan bienes institucionales
3. "La competencia del fuero militar, de acuerdo al artículo 173º de la Constitución Política del Perú, se
encuentra limitada para los delitos de función en los que incurran los miembros de las fuerzas armadas y
policiales. Este Tribunal Constitucional se ha pronunciado, respecto del concepto de delito de función,
señalando en la sentencia recaída en el Expediente Nº 0017-2003-AI/TC, que se trata de infracciones
cometidas por miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales en servicio, en las que la conducta que se
imputa debe haber sido cometida con ocasión de actos de servicio. Asimismo, en la sentencia precitada se
determinó la exigencia de que la infracción afecte “(…) bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas o de la
Policía Nacional tutelados por el ordenamiento jurídico, y que estén relacionados con el cumplimiento de
los fines constitucionales y legales que se les encargan”; añadiéndose que ello implica, básicamente, la
“(…) infracción de una obligación funcional, por la cual el efectivo estaba constreñido a mantener, o a
realizar, un comportamiento a favor de la satisfacción de un interés considerado institucionalmente como
valiosos por la ley, además la forma y modo de su comisión debe ser incompatible con los principios y
valores consagrados en el texto fundamental de la República (deber militar)”.
Este Tribunal ya ha señalado que los delitos contra el bien jurídico “vida” no pueden ser competencia del
fuero militar, pues no constituye un bien institucional, propio o particular de las fuerzas armadas, ni la
Constitución ha establecido un encargo específico a su favor, tal como ocurre con algunos contenidos del
bien jurídico “defensa nacional”. De este modo, el bien jurídico “vida” no puede ser protegido por el Código
de Justicia Militar sino por la legislación ordinaria. (Cfr. Expediente Nº 0012-2006-PI/TC, fundamento 38).
Es por ello que el delito de homicidio no puede constituir un delito de función y, en consecuencia, no puede
ser competente el fuero militar para su juzgamiento". (Exp. 05036-2009-HC/TC FJ 9,10)
Tribunal Constitucional conoce de los conflictos que se susciten sobre las competencias o atribuciones
asignadas directamente por la Constitución o las leyes orgánicas que delimiten los ámbitos propios de los
poderes del Estado, los órganos constitucionales, los gobiernos regionales o municipales, y que opongan:
1) Al Poder Ejecutivo con uno o más gobiernos regionales o municipales; 2) A dos o más gobiernos
regionales, municipales o de ellos entre sí; o 3) A los poderes del Estado entre sí o con cualquiera de los
demás órganos constitucionales, o a éstos entre sí.
Debe tenerse en cuenta, además, que la dirimencia de las contiendas de competencia se rigen por lo
dispuesto en los artículos 361º y ss. del Código de Justicia Militar, lo que es concordante con el sentido del
artículo 173º de la Constitución Política del Perú". (Exp. 00001-2009-AI/TC FJ 13,14)
El artículo 173 no autoriza a que los civiles sean juzgados por los tribunales militares, sino que
ciertas disposiciones del Código de Justicia Militar puedan ser utilizadas en el procesamiento de
civiles acusados de la comisión de los delitos de terrorismo y traición a la patria en el ámbito de
la jurisdicción ordinaria
6. "Durante la época del terrorismo, varias medidas excepcionales para el restablecimiento del orden interno
fueron adoptadas por el Estado. Sin embargo, el contexto político y social se degeneró de tal forma que
esta excepcionalidad se convirtió en lo normal, teniendo como principal consecuencia la ampliación de la
competencia de los tribunales militares per se, así como la posibilidad de que este órgano juzgue a civiles.
Esta controversia tuvo como punto culminante la facultad del Tribunal Militar para juzgar a todas las
personas acusadas por los delitos de terrorismo agravado y de traición a la patria.
Esta situación violaba los principios de juez natural, de respeto al debido proceso y de dignidad de la
persona (Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Segundo Informe sobre la situación de los
Derechos Humanos en el Perú. Washington.: organización de Estados Americanos, 2000, párrafo 210). La
respuesta del Tribunal Constitucional fue determinar que “las disposiciones del Código de Justicia Militar
que pueden ser recogidas por la ley, a efectos de ser utilizadas en el procesamiento de civiles acusados de
la comisión de los delitos de terrorismo y traición a la patria, en ningún caso podrán entenderse como
referidas al órgano, sino sólo a reglas de procedimiento para ser utilizadas por la justicia ordinaria, y
siempre que estas, a su vez, sean acordes con las garantías mínimas del debido proceso previstas en la
Constitución”. (Tribunal Constitucional. Expediente N.º 010-2002-AI/TC. Sentencia del 3 de enero de
2003, fundamento 106)).
Por lo tanto, estableció una línea restringida de interpretación del Art. 173, en el sentido que dicha norma
“no autoriza a que los civiles sean juzgados por los tribunales militares, sino solo a que, mediante ley, se
disponga que ciertas disposiciones del Código de Justicia Militar puedan ser utilizadas en el procesamiento
de civiles acusados de la comisión de los delitos de terrorismo y traición a la patria en el ámbito de la
jurisdicción ordinaria”. (Ibídem. Fundamento 104).
Además, advirtió que “esta ultima posibilidad no debe entenderse como regla general, sino siempre como
una hipótesis de naturaleza excepcional, toda vez que, por su propia naturaleza, las disposiciones del
Código de Justicia Militar no tienen por finalidad regular -ni siquiera en el procedimiento- los delitos e
infracciones cometidos por civiles, sino las cometidas por militares en situación de actividad”. (Ibídem.
Fundamento 107).
En este sentido, la competencia del fuero militar debe estar circunscrita a los delitos de función o aquellos
propios e inherentes de la función militar. La delimitación de su contenido no es simple debido a que estas
causales pueden variar según las necesidades y situaciones concretas. Antes esta situación, y
reconociendo la imposibilidad de delimitar precisamente cuáles son estas situaciones, la jurisprudencia ha
establecido parámetros que el legislador podría tomar en cuenta". (Exp. 00002-2008-AI/TC FJ de 81 a 84)
Los delitos contra el bien jurídico vida no pueden ser de competencia del fuero militar, ya que
no constituye un bien institucional. Principio de ne bis in idem
7. "La competencia del fuero militar, de acuerdo al artículo 173° de la Constitución, se encuentra limitada
para los delitos de función en los que incurran los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales. Este
Tribunal Constitucional se ha pronunciado respecto del concepto de delito de función señalando en la
sentencia recaída en el Expediente N.º 0017-2003-AI/TC, que se trata de infracciones cometidas por
miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales en servicio, en las que la conducta que se imputa debe
haber sido cometida con ocasión de actos de servicio. Asimismo, en la sentencia precitada se determinó la
exigencia de que la infracción afecte “(...) bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional
tutelados por el ordenamiento legal, y que se relacionan con el cumplimiento de los fines constitucionales
y legales que se les encargan”; añadiéndose que ello implica, básicamente, la “ (...) infracción de una
obligación funcional, por la cual el efectivo estaba constreñido a mantener, o a realizar, o no realizar, un
comportamiento a favor de la satisfacción de un interés considerado institucionalmente como valioso por la
ley, además la forma y modo de su comisión debe ser incompatible con los principios y valores
consagrados en el texto fundamental de la República (deber militar)”.
Este Tribunal ya ha señalado que los delitos contra el bien jurídico «vida» no pueden ser competencia del
fuero militar, pues no constituye un bien institucional, propio o particular de las Fuerzas Armadas, ni la
Constitución ha establecido un encargo específico a su favor, tal como ocurre con algunos contenidos del
bien jurídico defensa nacional. De este modo, el bien jurídico vida no puede ser protegido por el Código de
Justicia Militar sino por la legislación ordinaria. (Cfr. Exp. Nº 0012-2006-PI/TC fund 38). Es por ello que el
delito de homicidio no puede constituir delito de función y en consecuencia no puede ser competente el
fuero militar para su juzgamiento.
Conforme a lo antes expuesto, habiendo el Tribunal Constitucional determinado que no resulta vulneratorio
del ne bis in ídem el doble juzgamiento si el primer proceso se llevó a cabo ante un juez incompetente
ratione materiae, en el presente caso, en tanto el fuero militar era incompetente para conocer del
homicidio que se le imputa al favorecido, el nuevo juzgamiento ante el fuero común de los mismos hechos
no constituye una vulneración del ne bis in ídem, por lo que la demanda debe ser desestimada". (Exp.
03846-2008-HC/TC FJ de 3 a 5)
Sólo el Código Penal Militar Policial puede contener los delitos de función, y sólo el Código Penal
puede contener los delitos en los que pueden incurrir los ciudadanos comunes o los miembros
de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional cuando éstos afecten bienes jurídicos de naturaleza
ordinaria
8. "... conforme a la propia distribución de competencias entre la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción militar
establecida en la Constitución (artículo 173°), sólo el Código Penal Militar Policial puede contener los
delitos de función en los que pueden incurrir los ciudadanos que forman parte de las Fuerzas Armadas y
Policía Nacional cuando éstos afecten bienes jurídicos propios de la defensa militar del Estado (por
ejemplo, disciplina y orden militares), disposición de la que se desprende además que sólo el Código Penal
común puede contener los delitos en los que pueden incurrir los ciudadanos comunes o los ciudadanos que
forman parte de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional cuando éstos afecten bienes jurídicos de
naturaleza ordinaria (por ejemplo, propiedad, vida, integridad física, libertad sexual).
De este modo, resulta inválido utilizar por remisión tipos penales del Código Penal para emplearlos en un
proceso penal tramitado ante la jurisdicción militar. Ello, en el aludido proceso penal, sólo evidencia que
algunos de los bienes jurídicos comprometidos en tal caso (los cuales están protegidos por el Código
Penal) deben ser de conocimiento de la jurisdiccional penal ordinaria". (Exp. 02507-2005-HC/TC FJ 8)
Sentidos interpretativos del inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665. Principio de conservación de
la norma
16. "Este Colegiado estima que la aludida disposición [inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665], que establece
una competencia de la Sala Suprema Penal Militar Policial, posee mínimamente dos sentidos
interpretativos:
Norma 1: El recurso de casación que puede conocer esta sala es aquel que procede cuando se haya
aplicado la pena de muerte, ámbito que constituye una competencia “material” de la jurisdicción ordinaria.
Norma 2: El recurso de casación que puede conocer esta sala es aquel que procede en el estricto ámbito
de la jurisdicción militar y que haya sido regulado por el Legislador como competencia “orgánica” de esta
jurisdicción.
Efectuado el análisis de constitucionalidad de estas dos normas (Norma 1 y Norma 2), este Colegiado
estima que la Norma 1 es inconstitucional por vulnerar el extremo final del artículo 173 de la Constitución
que establece como competencia material de la jurisdicción ordinaria, el conocimiento, mediante el recurso
de casación, de los casos en los que se haya aplicado la pena de muerte, por lo que resultaba prohibido
para el Legislador otorgar el conocimiento de estos casos a la jurisdicción militar.
No sucede lo mismo con la Norma 2, que este Colegiado estima compatible con la Constitución, toda vez
que, dentro del ámbito propio de la jurisdicción militar, el Legislador, conforme a sus atribuciones
constitucionales, puede establecer como competencia “orgánica” de la Sala Suprema Penal Militar el
conocimiento del recurso de casación en aquellos casos en que se trate de los delitos de la función militar.
Como se observa, en virtud del principio de conservación de la norma, este Colegiado ha optado por no
declarar la inconstitucionalidad del inciso 1 del artículo 9 de la Ley 28665, de modo tal que esta tendrá
vigencia en la medida en que se interprete conforme a la mencionada Norma 2, mas no cuando se
interprete según a la Norma 1". (Exp. 00004-2006-AI/TC FJ de 54 a 58)
No todo ilícito penal cometido por un militar o policía debe o puede ser juzgado en el seno de la
justicia militar
20. “La primera parte del artículo 173° de la Constitución delimita materialmente el ámbito de actuación
competencial de la jurisdicción militar, al establecer que, en su seno, sólo han de ventilarse los delitos de
función en los que incurran los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional. Así, la
Constitución excluye e impide que dicho ámbito de competencia se determine por la mera condición de
militar o policía. La justicia castrense no constituye un “fuero personal” conferido a los militares o policías,
dada su condición de miembros de dichos institutos, sino un “fuero privativo” centrado en el conocimiento
de las infracciones cometidas por estos a los bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
En ese orden de ideas, no todo ilícito penal cometido por un militar o policía debe o puede ser juzgado en
el seno de la justicia militar, ya que si el ilícito es de naturaleza común, su juzgamiento corresponderá al
Poder Judicial, con independencia de la condición de militar que pueda tener el sujeto activo.
Asimismo, constitucionalmente tampoco es lícito que se determine tal competencia a partir de la sola
referencia al sujeto pasivo que resulta afectado por la conducta ilícita del sujeto activo, es decir, que el
agraviado sea un militar, policía, o la propia institución. La Constitución proscribe, por ejemplo, que civiles
que eventualmente puedan ocasionar agravios sobre bienes jurídicos de las instituciones castrenses o de la
Policía Nacional, puedan ser sometidos a los tribunales militares. En ese sentido, en la STC N.° 0010-2001-
AI/TC, se estableció que los civiles no pueden ser sometidos al fuero militar, así estos hayan cometido los
delitos de traición a la patria o terrorismo, pues de la interpretación de la segunda parte del artículo 173°
de la Norma Suprema sólo se desprende la posibilidad de que en su juzgamiento se apliquen las
disposiciones del Código de Justicia Militar, siempre que la ley respectiva así lo determine, y, desde luego,
que tales reglas procesales sean compatibles con las derechos constitucionales de orden procesal.
Finalmente, al haberse delimitado que el ámbito competencial de la jurisdicción militar es específicamente
la comisión de un delito de función, la Norma Suprema también ha prohibido que en esa determinación de
la competencia un elemento decisivo pueda estar constituido por el lugar en que se cometa el delito. Por
ende, “(...) No basta que el delito se cometa en acto de servicio, o con ocasión de él, o en lugar militar: es
menester que afecte por su índole a las fuerzas armadas como tales (...)” [Germán Bidart Campos, “El
status constitucional de las Fuerzas Armadas en Argentina”, en José Palomino Manchego y José Carlos
Remotti, Jurisdicción militar y Constitución en Iberoamérica, Editorial Grigley, Lima 1997].
El delito de función se define como “aquella acción tipificada expresamente en la Ley de la materia, y que
es realizada por un militar o policía en acto de servicio o con ocasión de él, y respecto de sus funciones
profesionales”. Tal acto, sea por acción u omisión, debe afectar necesariamente un bien jurídico “privativo”
de la institución a la que pertenece el imputado; es decir, que la naturaleza del delito de función no
depende de las circunstancias de hecho, sino del carácter de interés institucionalmente vital, que se ve
afectado mediante un acto perpetrado por un efectivo militar o policial en actividad. Dicho bien tiene la
singularidad de ser sustancialmente significativo para la existencia, operatividad y cumplimiento de los
fines institucionales. La tutela anteriormente señalada debe encontrarse expresamente declarada en la ley.
Entre las características básicas de los delitos de función se encuentran las siguientes:
A) En primer lugar, se trata de afectaciones sobre bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas o de la Policía
Nacional tutelados por el ordenamiento legal, y que se relacionan con el cumplimiento de los fines
constitucionales y legales que se les encargan. Se trata de una infracción a un bien jurídico propio,
particular y relevante para la existencia organización, operatividad y cumplimiento de los fines de las
instituciones castrenses.
Para ello es preciso que la conducta considerada como antijurídica se encuentre prevista en el Código de
Justicia Militar. Ahora bien, no es la mera formalidad de su recepción en dicho texto lo que hace que la
conducta antijurídica constituya verdaderamente un delito de función. Para que efectivamente pueda
considerarse un ilícito como de “función” o “militar”, es preciso que:
i. Un militar o policía haya infringido un deber que le corresponda en cuanto tal; es decir, que se trate de
la infracción de una obligación funcional, por la cual el efectivo estaba constreñido a mantener, o a
realizar, o no realizar, un comportamiento a favor de la satisfacción de un interés considerado
institucionalmente como valioso por la ley; además, la forma y modo de su comisión debe ser incompatible
con los principios y valores consagrados en el texto fundamental de la República (deber militar).
Por ende, no se configura como infracción al deber militar o policial la negativa al cumplimiento de órdenes
destinadas a afectar el orden constitucional o los derechos fundamentales de la persona.
ii. Con la infracción del deber militar, el autor haya lesionado un bien jurídico militar que comprometa las
funciones constitucionales y legalmente asignadas a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional.
iii. La infracción revista cierta gravedad y justifique el empleo de una conminación y una sanción penal.
B) En segundo lugar, el sujeto activo del ilícito penal-militar debe ser un militar o efectivo policial en
situación de actividad, o el ilícito debe ser cometido por ese efectivo cuando se encontraba en situación de
actividad. Evidentemente, están excluidos del ámbito de la jurisdicción militar aquellos que se encuentran
en situación de retiro, si es que el propósito es someterlos a un proceso penal-militar por hechos acaecidos
con posterioridad a tal hecho.
C) En tercer lugar que, cometido el ilícito penal que afecta un bien jurídico protegido por las instituciones
castrenses o policiales, este lo haya sido en acto del servicio; es decir, con ocasión de él. (Exp. 00017-
2003-AI FJ De 128 a 134)
Equivalencia de grados y
174º. Los grados y honores, las
honores de oficiales de las remuneraciones y las pensiones inherentes a la
FFAA y PNP jerarquía de oficiales de las Fuerzas Armadas y de la
Policía Nacional son equivalentes. La ley establece las
Pérdida de derecho por
sentencia judicial equivalencias correspondientes al personal militar o
policial de carrera que no tiene grado o jerarquía de
oficial.En ambos casos, los derechos indicados sólo
pueden retirarse a sus titulares por sentencia judicial.
ANTECEDENTES
Solo se puede retirar el derecho constitucional relativo a los grados y honores, remuneraciones
y pensiones a través de una sentencia judicial
1. “[El] Ministerio del Interior al expedir la Resolución Ministerial Nº 0692-98-IN/0103, y disponer a través
de sus artículos 2º y 3º que el personal de la Sanidad de la Policía Nacional del Perú que ella contempla, y
entre las que se encuentra la demandante, ‘volverá a la Situación, Jerarquía y Grado Policial, Nivel y/o
Categoría de Empleado Civil que ostentaba desde 1989’, y de otro lado, que ‘La Dirección General de la
Policía Nacional del Perú adoptará las acciones que le corresponden de acuerdo a sus atribuciones y en la
parte que le respecta, para el debido cumplimiento de lo dispuesto en la Ley Nº 26960 [Ley que establece
normas de regularización de la situación del personal de la Sanidad de la Policía Nacional (30 de mayo de
1998)], su Reglamento y la presente Resolución’; ha vulnerado el derecho constitucional de la demandante
relativo a que los grados y honores, remuneraciones y pensiones en su condición de miembro de la
Sanidad de la Policía Nacional del Perú no puede retirarse a sus titulares sino es a través de una sentencia
judicial, según lo dispone el artículo 174º de la Carta Fundamental...” (Expediente 0394-2000-AA/TC, FJ 4)
Armas de guerra
Excepción: Fabricación
175º. Sólo las Fuerzas Armadas y la Policía
privada de armas de guerra
Nacional pueden poseer y usar armas de guerra. Todas
las que existen, así como las que se fabriquen o se
Fábrica y comercio de introduzcan en el país pasan a ser propiedad del Estado
armas distintas a las de sin proceso ni indemnización.
guerra
Se exceptúa la fabricación de armas de guerra por la
industria privada en los casos que la ley señale.
La ley reglamenta la fabricación, el comercio, la
posesión y el uso, por los particulares, de armas
distintas de las de guerra.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
1. “Las bandas armadas a las que se refiere el artículo 1º del Decreto Legislativo Nº 895, pueden ser
utilizadas por el terrorismo, pero no toda banda armada que robe, secuestre o extorsione, persigue
objetivos políticos basándose en una ideología. No es suficiente organizarse en bandas y utilizar armas de
guerra para ubicarse en la tipificación del terrorismo. Como el delito de terrorismo implica la violencia
contra el Estado y afecta el sistema político de una nación, al pretender sustituir o debilitar al gobierno
constitucional, causando terror en la población, es precisamente por amenazar el orden político estatuido,
que la Constitución procesa aún y sancionaba antes al terrorismo, con severidad única –la pena de
muerte– equiparable sólo al delito de traición a la Patria, pero no extensible a otros delitos de naturaleza
común...” (Expediente 0005-2001-AI/TC, FJ 2)
CAPÍTULO XIII
DEL SISTEMA ELECTORAL
Sistema electoral
Sistema
finalidad
Electoral: 176º. El sistema electoral tiene por finalidad
asegurar que las votaciones traduzcan la expresión
Organización y ejecución auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que
de los procesos electorales o los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la
consultas populares voluntad del elector expresada en las urnas por
Mantenimiento y votación directa.
custodia del registro de Tiene por funciones básicas el planeamiento, la
identificación
organización y la ejecución de los procesos electorales
Registro de actos que o de referéndum u otras consultas populares; el
modifican el estado civil
mantenimiento y la custodia de un registro único de
identificación de las personas; y el registro de los actos
que modifican el estado civil.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La afectación de derechos por el Jurado Nacional de Elecciones, una vez concluido el proceso
electoral deviene en irreparable
4. "... el Tribunal Constitucional ha establecido que 'en atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo
proceso electoral y a las especiales funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su conjunto
(JNE, ONPE, RENIEC —artículos 178, 182 y 183 de la Constitución—), en ningún caso la interposición de
una demanda de amparo contra el JNE suspende el calendario electoral, el cual sigue su curso inexorable.
Toda afectación de los derechos fundamentales en la que incurra el JNE, devendrá en irreparable cada vez
que precluya cada una de las etapas del proceso electoral o que la voluntad popular, a la que hace alusión
el artículo 176 de la Constitución, haya sido manifestada en las urnas. En dichos supuestos el proceso de
amparo sólo tendrá por objeto determinar las responsabilidades a que hubiera lugar, de conformidad con
el artículo 1 del Código Procesal Constitucional'". (Exp. 06620-2006-AA/TC FJ 2)
Una vez culminado el proceso electoral el amparo solo tendrá como fin determinar los
responsables de la afectación de derechos
5. "…el Tribunal Constitucional ha establecido que ´en atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo
proceso electoral y a las especiales funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su conjunto
(JNE, ONPE, RENIEC —artículos 178º, 182º y 183º de la Constitución—), en ningún caso la interposición
de una demanda de amparo contra el JNE suspende el calendario electoral, el cual sigue su curso
inexorable. Toda afectación de los derechos fundamentales en la que incurra el JNE, devendrá en
irreparable cada vez que precluya cada una de las etapas del proceso electoral o que la voluntad popular,
a la que hace alusión el artículo 176º de la Constitución, haya sido manifestada en las urnas. En dichos
supuestos el proceso de amparo sólo tendrá por objeto determinar las responsabilidades a que hubiera
lugar, de conformidad con el artículo 1º del Código Procesal Constitucional´". (Exp. 02746-2006-AA/TC FJ
2)
Sin antecedentes.
Control constitucional sobre los actos del Jurado Nacional de Elecciones que violen derechos
fundamentales
2. "Correspondió al propio Congreso calificar y proclamar a los elegidos Presidente y Vicepresidentes, hasta
1919. La Constitución de 1920 transfirió esa atribución a la Corte Suprema de Justicia. A partir de 1931 se
establece el Jurado Nacional de Elecciones, al que denomina Poder Electoral la Constitución de 1933. Los
más significativos fraudes electorales ocurrieron en 1950 y 2000. La autonomía no es autarquía. Es
inconstitucional que se pretenda cercenar el control constitucional de los actos del JNE si violan derechos
fundamentales" (Del fundamento del voto del Magistrado Alva Orlandini). (Exp. 00030-2005-AI/TC FJ 1)
Fiscalizar la elaboración
del padrón electoral
Mantener y custodiar el
registro de organizaciones 178º. Compete al Jurado Nacional de
políticas Elecciones:
Verificar el cumplimiento 1. Fiscalizar la legalidad del ejercicio del sufragio y de
de las normas sobre la realización de los procesos electorales, del
organizaciones políticas y en
materia electoral
referéndum y de otras consultas populares, así
como también la elaboración de los padrones
Administrar justicia en electorales.
materia electoral
2. Mantener y custodiar el registro de organizaciones
Proclamar candidatos políticas.
elegidos y el resultado de las
consultas populares
3. Velar por el cumplimiento de las normas sobre
organizaciones políticas y demás disposiciones
Expedir credenciales a referidas a materia electoral.
los elegidos
4. Administrar justicia consulta popular y expedir las credenciales
en materia electoral. correspondientes.
5. Proclamar a los 6. Las demás que la ley señala.
candidatos
En materia electoral, el Jurado Nacional de
elegidos; el
Elecciones tiene iniciativa en la formación de las leyes.
resultado del
referéndum o el de Presenta al Poder Ejecutivo el proyecto de
otros tipos de Presupuesto del Sistema Electoral que incluye por
separado las partidas propuestas por cada entidad del
sistema. Lo sustenta en esa instancia y ante el
Congreso.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La fuerza vinculante de los derechos fundamentales establece como excepción que las
actuaciones del Jurado Nacional de Elecciones sean objeto de control constitucional cuando
vulnere derechos fundamentales
2. "... juicio del Tribunal Constitucional, el ámbito principal, aunque no único, de delimitación constitucional
de competencias del JNE, está constituido por el ejercicio de funciones de carácter jurisdiccional en
materia electoral, siendo instancia definitiva en esta materia. Ello no solo deriva del artículo 178º, inciso 4,
de la Constitución, en cuanto dispone que le corresponde “[a]dministrar justicia en materia electoral”, sino
también del artículo 181º constitucional, el cual establece lo siguiente: “El Pleno del Jurado Nacional de
Elecciones aprecia los hechos con criterio de conciencia. Resuelve con arreglo a ley y a los principios
generales de derecho. En materias electorales, de referéndum o de otro tipo de consultas populares, sus
resoluciones son dictadas en instancia final, definitiva, y no son revisables. Contra ellas no procede recurso
alguno”.
Lo cual es confirmado por el artículo 142º de la Norma Fundamental, al establecer que “[n]o son
revisables en sede judicial las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en materia electoral (…)”.
El Tribunal Constitucional ha enfatizado que la fuerza vinculante de los derechos fundamentales y
determinados deberes internacionales de protección de los derechos humanos, exigen interpretar los
artículos 142º y 181º de la Constitución, en el sentido de que, excepcionalmente, es posible controlar las
resoluciones del JNE a través del proceso de amparo, cuando son flagrantemente violatorias de los
derechos fundamentales (cfr. SSTC 2366-2003-PA, 5854-2005-PA y 2730-2006-PA). Sin embargo, ello no
enerva el reconocimiento de que el JNE es el supremo intérprete del Derecho electoral, y que sus
principales funciones se desenvuelven en el ámbito jurisdiccional.
De allí que sea preciso reconocer que, más allá de la denominación que adopte el recurso, toda vez que el
JNE, a pedido de parte, resuelve, heterocompositivamente, un conflicto intersubjetivo de intereses en
materia electoral, actúa ejerciendo funciones jurisdiccionales. Así lo hace, por ejemplo, cuando resuelve los
recursos presentados contra las resoluciones de la ONPE, del RENIEC o de los Jurados Electorales
Especiales, conforme lo establece el artículo 34º de la Ley N.º 26859 –Ley Orgánica de Elecciones (LOE)–.
En estos casos, pues, no actúa como un órgano administrativo jerárquicamente superior a aquellos
órganos cuyas resoluciones revisa, sino cómo un órgano constitucional que, en virtud de sus funciones
jurisdiccionales, ostenta la competencia para declarar la nulidad de las resoluciones en materia electoral
cuyo análisis de validez es sometido a su fuero". (Exp. 00002-2011-CC/TC FJ de 29 a 31)
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.a.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.1.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.a.
ANTECEDENTES
Jurisdicción electoral
181º. El Pleno del Jurado Nacional de
Resoluciones del Pleno Elecciones aprecia los hechos con criterio de
del Jurado Nacional de conciencia. Resuelve con arreglo a ley y a los principios
Elecciones
Instancia definitiva en
generales de derecho. En materias electorales, de
materia electoral referéndum o de otro tipo de consultas populares, sus
resoluciones son dictadas en instancia final, definitiva,
y no son revisables. Contra ellas no procede recurso
alguno.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 88.
Constitución de 1979: Art. 289.
Recurso efectivo y sencillo sobre las decisiones del Jurado Nacional de elecciones que vulneren
derechos fundamentales
2. "La experiencia demuestra, además, que ante las violaciones de los derechos fundamentales por parte del
Jurado Nacional de Elecciones el Estado peruano se ha visto obligado a allanarse, como ocurrió en el Caso
Susana Higuchi Miyagawa, en el que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que “En el
presente caso, las disposiciones del ordenamiento jurídico peruano (artículos 181 constitucional y 13 de la
Ley Orgánica Electoral) tal y como han sido interpretadas por el JNE en su decisión del 18 de enero de
1995 (Oficio N.º 188-95-SG/JNE), implican que cualquier decisión adoptada por el JNE y que pueda afectar
los derechos políticos consagrados en la Convención, no son revisables y por tanto, no protegibles en el
Derecho Interno”.
Sobre tal premisa, recomendó al Estado peruano: “Adoptar las medidas tendientes a modificar las
disposiciones de los artículos 181 de la Constitución de 1993, y 13 de la Ley Orgánica Electoral,
posibilitando un recurso efectivo y sencillo, en los términos del artículo 25º (1) de la Convención, contra
las decisiones del JNE que vulneren la garantía a la participación política por parte de los ciudadanos”.
En dicho Informe la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresa que en reiteradas
comunicaciones el Estado peruano puso en su conocimiento la existencia de diversas iniciativas de
modificación de la legislación electoral, allanándose a la denuncia planteada en su contra, a pesar de lo
cual, hasta la fecha de la publicación del Informe, ninguna había sido adoptada". (Exp. 00007-2007-AI/TC
FJ 29)
y de consulta popular
Elaboración de la cédula de 182º. El Jefe de la Oficina Nacional de
sufragio Procesos Electorales es nombrado por el Consejo
Entrega del material electoral
Difusión de resultados
Nacional de la Magistratura por un período renovable de
Otras: reserva de ley cuatro años. Puede ser removido por el propio Consejo
por falta grave. Está afecto a las mismas
incompatibilidades previstas para los integrantes del
Pleno del Jurado popular, incluido su presupuesto, así como la
Nacional de Elecciones. elaboración y el diseño de la cédula de sufragio. Le
Le corresponde corresponde asimismo la entrega de actas y demás
organizar todos los material necesario para los escrutinios y la difusión de
procesos electorales, de sus resultados. Brinda información permanente sobre el
referéndum y los de cómputo desde el inicio del escrutinio en las mesas de
otros tipos de consulta sufragio. Ejerce las demás funciones que la ley le
señala.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Escrutinio de votos
185º. El escrutinio de los votos en toda clase
Escrutinio Público de elecciones, de referéndum o de otro tipo de consulta
popular se realiza en acto público e ininterrumpido
Revisión del escrutinio sobre la mesa de sufragio. Sólo es revisable en los
casos de error material o de impugnación, los cuales se
resuelven conforme a ley.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Atribución de información y verificación de los requisitos formales necesarios para ejercer los
Derechos de Participación y Control Ciudadanos
1. “[No] está de más señalar que la disputada atribución (de Información y Verificación de los requisitos
formales necesarios para ejercer los Derechos de Participación y Control Ciudadanos, y entre ellos, la
verificación de firmas) guarda mayor coherencia o razonabilidad que cumple la Oficina Nacional de
Procesos Electorales y no así con el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil bastando una lectura
de los artículos 182º y 183º de la Constitución para corroborarlo...” (Exp. 0001-1997-CC/TC, FJ 6)
Elecciones pluripersonales
Elecciones
pluripersonales
187º. En las elecciones pluripersonales hay
Representación representación proporcional, conforme al sistema que
proporcional: reserva de ley establece la ley.
Voto de los residentes en
el extranjero La ley contiene disposiciones especiales para facilitar el
voto de los peruanos residentes en el extranjero.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
CAPÍTULO XIV
DE LA DESCENTRALIZACIÓN
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
Texto vigente de este capítulo conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la
Ley 27680, Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de
marzo de 2002). Anteriormente este Capítulo se denominaba “De la Descentralización, las Regiones y las
Municipalidades”.
Proceso de
Descentralización
Asignación de
competencias
Transferencia de recursos
democrática y constituye una política permanente de
Estado, de carácter obligatorio, que tiene como objetivo
fundamental el desarrollo integral del país. El proceso
de descentralización se realiza por etapas, en forma
progresiva y ordenada conforme a criterios que
permitan una adecuada asignación de competencias y
transferencia de recursos del gobierno nacional hacia
188º. La los gobiernos regionales y locales.
descentralización es Los Poderes del Estado y los Organismos Autónomos
una forma de así como el Presupuesto de la República se
organización descentralizan de acuerdo a ley.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 188º.- La descentralización es un proceso permanente que tiene como objetivo el
desarrollo integral del país”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 1836 a 1877, 1879 a 1916, 1917 a 1963, 2314 a 2319, 2322, 2327 y 2518.
Mandato de descentralización
1. “Precisamente el mandato de descentralización implica la exigencia de que el Legislador tenga que
optimizar o potencializar la desconcentración de funciones entre los mismos gobiernos locales, objetivo
este último que precisamente persigue la Ley Nº 26878, de donde se tiene que la aprobación de dicha Ley
no constituye invasión de la autonomía municipal en sus tres atributos, como lo señala la demandada, sino
única y exclusivamente un traslado de responsabilidades de la municipalidad provincial a la distrital, a la
vista de objetivos nacionales...” (Exp. 1152-1998-AC/TC, FJ 5)
El objetivo del proceso de descentralización debe realizarse dentro del marco constitucional
establecido y bajo la observancia de los derechos fundamentales, valores y principios
constitucionales
6. "El Tribunal Constitucional no puede ni debe ser ajeno a la realidad socioeconómica del país en su conjunto
ni de cada una de las regiones individualmente consideradas; pues “(...) la descentralización política (...)
no sólo es un instrumento democratizador del poder y una garantía para la libertad, sino que, además,
puede suponer una mejor técnica de organización para resolver los asuntos públicos (...)”.
Por ello estima legítima la preocupación del Gobierno Regional de Tumbes por el desarrollo económico de
su Región y la preservación de los recursos hidrobiológicos, pues precisamente la finalidad de un proceso
de descentralización, tal como lo prevé el artículo 188º de la Constitución, es el desarrollo integral del
país; desarrollo dentro del cual está comprendido, como es evidente, el aspecto económico.
Sin embargo este objetivo no puede alcanzarse legítimamente si es que no se realiza dentro del marco
constitucional establecido y bajo la observancia de los valores y principios constitucionales así como de los
derechos fundamentales. De ahí que el gobierno nacional y el Gobierno Regional de Tumbes tengan que
emprender, dentro del régimen jurídico de la descentralización, acciones dentro del marco de sus
competencias compartidas tendientes al desarrollo integral de la Región Tumbes". (Exp. 00021-2007-
AI/TC FJ 20,21)
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 189º.- El territorio de la República se divide en regiones, departamentos, provincias y
distritos, en cuyas circunscripciones se ejerce el gobierno unitario de manera descentralizada y
desconcentrada”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Dimensión vertical del Poder estatal. Niveles de gobierno del Estado unitario y descentralizado
4. "El poder estatal es uno e indivisible. La división de funciones no determina de manera alguna la
fragmentación del poder, sino que constituye una premisa necesaria para el mejor desempeño del Estado.
En ese sentido, según la Constitución, la función ejecutiva del poder estatal en su dimensión vertical está
distribuida en tres niveles de gobierno: nacional, regional y local, en el que el Poder Ejecutivo, el Gobierno
Regional y las Municipalidades son los órganos o elementos del gobierno mediante los cuales se ejerce
efectivamente dicho poder estatal, y en los que, el Presidente de la República, la Presidencia Regional y la
Alcaldía, son los jefes o los responsables de la conducción del gobierno nacional, regional y local,
respectivamente. Las funciones de los órganos estatales se expresan a través de la puesta en práctica de
las acciones y las decisiones de las autoridades estatales.
Así las cosas, el artículo 189º de la Constitución claramente ha establecido que son sólo tres los niveles de
gobierno del Estado unitario y descentralizado. El gobierno nacional en el ámbito de todo el territorio de la
República; el gobierno regional en el ámbito de las regiones y los departamentos y el gobierno local en el
ámbito de las provincias, distritos y centros poblados. En tal virtud, se entiende que la Constitución no
admite ni acepta otro nivel de gobierno como lo sería por ejemplo, un gobierno provincial u otro,
cualquiera sea su naturaleza o denominación". (Exp. 00034-2009-AI/TC FJ 9,10)
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 190º.- Las Regiones se constituyen por iniciativa y mandato de las poblaciones
pertenecientes a uno o más departamentos colindantes. Las provincias y los distritos contiguos pueden
asimismo integrarse o cambiar de circunscripción.
En ambos casos procede el referéndum, conforme a ley”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
191º. Los
gobiernos regionales
tienen autonomía El Presidente es elegido conjuntamente con un
política, económica y vicepresidente, por sufragio directo por un período de
administrativa en los cuatro (4) años, y puede ser reelegido. Los miembros
asuntos de su del Consejo Regional son elegidos en la misma forma y
competencia. Coordinan por igual período. El mandato de dichas autoridades es
con las municipalidades revocable e irrenunciable, conforme a ley.
sin interferir sus La ley establece porcentajes mínimos para hacer
funciones y accesible la representación de género, comunidades
atribuciones.
nativas y pueblos originarios en los Consejos
La estructura Regionales. Igual tratamiento se aplica para los
orgánica básica de Concejos Municipales.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 191º.- Las municipalidades provinciales y distritales, y las delegadas conforme a ley,
son los órganos de gobierno local. Tienen autonomía política, económica y administrativa en los asuntos de
su competencia.
Corresponden al Concejo las funciones normativas y fiscalizadoras; y a la alcaldía, las funciones
ejecutivas.
Los alcaldes y regidores son elegidos por sufragio directo, por un período de cinco años. Pueden
ser reelegidos. Su mandato es revocable pero irrenunciable. Gozan de las prerrogativas que señala la ley”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Los Gobiernos Regionales deben ejercer tu autonomía sin contravenir las competencias que le
han sido otorgadas al Estado
5. "... si bien los gobiernos regionales gozan de autonomía, deben de ejercerla sin contravenir las
competencias que le han sido otorgadas al Estado y, en el presente caso, al Ministerio de Educación,
teniendo en cuenta que la educación es una materia de interés supralocal y que las competencias
atribuidas al Ministerio de Educación tienen por finalidad asegurar la unidad de criterio en el contenido y
forma de la prueba de evaluación, así como asegurar la eficiencia en el proceso de implementación de la
Carrera Pública Magisterial y la adecuada provisión del servicio educativo". (Exp. 00025-2007-AI/TC FJ 66)
Los gobernantes de los Gobiernos locales y regionales son elegidos por sufragio directo
6. "El legislador constitucional atendiendo a la realidad antes descrita ha desarrollado un proceso de
descentralización que responde a esa realidad nacional concreta, por lo que ha creado Gobiernos locales y
Regionales en los que sus gobernantes son elegidos por sufragio directo (artículo 191º de la Constitución)
y representan precisamente a los intereses de cada región a la par que se sujetan a políticas que
responden a necesidades propias. Aun cuando los Gobiernos Regionales se rigen bajo preceptos propios, la
Constitución les ha asignado a estos gobiernos autónomos un conjunto de competencias (artículo 192º de
la Constitución) que los distinguen entre ellos y del Gobierno Central". (Exp. 00006-2008-AI/TC FJ 11)
Los gobiernos regionales como órganos productores de normas con rango de ley
10. "El artículo 191º de la Constitución dispone que los gobiernos regionales tienen autonomía política. El
inciso 6.º del artículo 192º de la Constitución establece que los gobiernos regionales son competentes para
dictar normas inherentes a la gestión regional. A su turno, el inciso 4 del artículo 200º de la Norma
Suprema confiere rango de ley a las normas regionales de carácter general.
Por tanto, sobre la base de su autonomía política, los gobiernos regionales se constituyen en los órganos
productores de normas regionales de carácter general con rango de ley, las cuales en nuestro sistema de
fuentes se denominan ordenanzas regionales, conforme al artículo 37º de la Ley Nº 27867, Ley Orgánica
de Regiones. Al respecto, el artículo 38º de la misma ley señala que: Las Ordenanzas Regionales norman
asuntos de carácter general, la organización y la administración del Gobierno Regional y reglamentan
materias de su competencia.
Con relación a los gobiernos regionales como órganos productores de normas con rango de ley, este
Colegiado ha referido que: La creación de gobiernos regionales con competencias normativas comporta la
introducción de tantos subsistemas normativos como gobiernos regionales existan al interior del
ordenamiento jurídico peruano. Tal derecho regional, sin embargo, tiene un ámbito de vigencia y
aplicación delimitado territorialmente a la circunscripción de cada gobierno regional, además de
encontrarse sometido a la Constitución y a las leyes de desarrollo constitucional, particularmente, a la LBD
y a la LOGR.
Estableciéndose adicionalmente que: Dado que las ordenanzas regionales son normas con rango de ley
(artículo 200º 4 de la Constitución), no se encuentran jerárquicamente subordinadas a las leyes nacionales
del Estado, por lo que para explicar su relación con éstas no hay que acudir al principio de jerarquía, sino
al principio de competencia, pues tienen un ámbito normativo competencial distinto. Lo cual no significa
que éste pueda ser desintegrado, ni mucho menos, contrapuesto. De hecho —según se ha podido referir, y
respecto de lo cual a continuación se profundizará—, en tanto existen leyes a las que la Constitución ha
delegado la determinación de las competencias o límites de las competencias de los distintos órganos
constitucionales, los gobiernos regionales no pueden expedir ordenanzas que resulten contrarias a ellas, so
pena de incurrir en un vicio de inconstitucionalidad indirecta.
Por último, en referencia a su validez, se ha precisado lo siguiente: En tal sentido, la validez de las
ordenanzas regionales se encuentra sujeta al respeto del marco normativo establecido tanto en la LBD
como la LOGR, por lo que forman parte del parámetro de control en la presente causa". (Exp. 00047-
2004-AI/TC FJ 28)
192º. Los
gobiernos regionales
promueven el desarrollo
y la economía regional, agroindustria, comercio, turismo, energía, minería,
fomentan las vialidad, comunicaciones, educación, salud y medio
inversiones, actividades ambiente, conforme a ley.
y servicios públicos de 8. Fomentar la competitividad, las inversiones y el
su responsabilidad, en financiamiento para la ejecución de proyectos y
armonía con las obras de infraestructura de alcance e impacto
políticas y planes regional.
nacionales y locales de 9. Presentar iniciativas legislativas en materias y
desarrollo. asuntos de su competencia.
Son competentes 10. Ejercer las demás atribuciones inherentes a su
para: función, conforme a ley.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 192º.- Las municipalidades tienen competencia para:
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Para iniciar una actividad comercial se debe obtener previamente la licencia de la municipalidad
10. “De lo actuado se advierte que las demandantes no contaban con licencia de funcionamiento para el
expendio de bebidas alcohólicas y, aunque es cierto que toda persona tiene derecho a trabajar libremente,
con sujeción a ley, no lo es menos que este derecho no es irrestricto y que debe estar sujeto al
cumplimiento de las disposiciones de cada municipio, como en el presente caso. En efecto, para iniciar una
actividad comercial se debe obtener previamente la licencia de funcionamiento respectiva, caso contrario,
la municipalidad tiene la facultad de clausurar el local, en virtud de las atribuciones que le otorga el
artículo 192.° de la Constitución Política del Perú y la Ley Orgánica de Municipalidades”. (Exp. 04826-
2004-AA/TC FJ 4)
193º. Son
5. Los recursos asignados del Fondo de
bienes y rentas de los
Compensación Regional, que tiene carácter
gobiernos regionales:
redistributivo, conforme a ley.
1. Los bienes muebles
6. Los recursos asignados por concepto de canon.
e inmuebles de su
propiedad. 7. Los recursos provenientes de sus operaciones
financieras, incluyendo aquellas que realicen con el
2. Las transferencias
aval del Estado, conforme a ley.
específicas que les
asigne la Ley Anual 8. Los demás que determine la ley.
de Presupuesto.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 193º.- Son bienes y rentas de las municipalidades:
1. Los bienes e ingresos propios.
2. Los impuestos creados por ley a su favor.
3. Las contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y derechos de su competencia, creados por su
Concejo.
4. Los recursos asignados del Fondo de Compensación Municipal que se crea por ley según los
tributos municipales.
5. Las transferencias presupuestales del Gobierno Central.
6. Los recursos que les correspondan por concepto de canon.
7. Los demás recursos que determine la ley”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Estructura orgánica
Elección de alcaldes y
regidores
asuntos de su competencia. Las municipalidades de los
centros poblados son creadas conforme a ley.
194º. Las
La estructura orgánica del gobierno local la
conforman el Concejo Municipal como órgano
municipalidades normativo y fiscalizador y la Alcaldía como órgano
provinciales y distritales ejecutivo, con las funciones y atribuciones que les
son los órganos de señala la ley.
gobierno local. Tienen
Los alcaldes y regidores son elegidos por sufragio
autonomía política,
directo, por un período de cuatro (4) años. Pueden ser
económica y
reelegidos. Su mandato es revocable e irrenunciable,
administrativa en los conforme a ley.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 194º.- Las municipalidades pueden asociarse o concertar entre ellas convenios
cooperativos para la ejecución de obras y la prestación de servicios comunes”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 1836 a 1877, 1879 a 1916, 1917 a 1963 y 2518.
El gobierno local en tanto nivel de gobierno del Estado unitario y descentralizado es un ente
abstracto que se diferencia de sus órganos administrativos y/o ejecutivos. Clasificación de las
municipalidades en función de su jurisdicción y en función del régimen especial
9. "El territorio de la República está integrado por regiones, departamentos, provincias, distritos y centros
poblados, en cuyas circunscripciones de los tres últimos se organizan las municipalidades que constituyen
los órganos del Estado y el gobierno a nivel local, conforme a sus competencias y autonomías propias,
preservando la unidad e integridad del Estado y la Nación. Sobre el particular, el artículo 194º de la
Constitución, señala que “Las municipalidades provinciales y distritales son los órganos del gobierno local.
Tienen autonomía política, económica y administrativa en los asuntos de su competencia”.
El gobierno local en tanto nivel de gobierno del Estado unitario y descentralizado es un ente abstracto que
se diferencia de sus órganos administrativos y/o ejecutivos, pues, estos son los encargados de concretizar
el ejercicio del poder estatal. Tal es la determinación por la que precisamente ha optado la Constitución al
señalar que las municipalidades provinciales y distritales son los órganos del gobierno a nivel local, y no en
estricto un gobierno local. Y ello, es así porque la municipalidad provincial o distrital es un componente del
gobierno local, esto es, es aquella entidad concreta que personifica al gobierno local.
De otro lado, las municipalidades forman parte de la estructura básica del Estado y se organizan en la
respectiva demarcación territorial. En ese sentido, el artículo 3º de la Ley Nº 27972, Ley Orgánica de
Municipalidades, señala que las municipalidades se clasifican en función de su jurisdicción y en función del
régimen especial. En cuanto se refiere a la jurisdicción, señala que existen: i) La municipalidad provincial,
sobre el territorio de la respectiva provincia y el distrito del cercado, ii) La municipalidad distrital, sobre el
territorio del distrito; y iii) La municipalidad de centro poblado, cuya jurisdicción la determina el respectivo
concejo provincial, a propuesta del concejo distrital". (Exp. 00034-2009-AI/TC FJ de 11 a 13)
La circunscripción territorial de los gobiernos locales, como parámetro que permita regular sus
respectivas competencias
10. "... este Colegiado ha tenido oportunidad de pronunciarse respecto de la importancia de la circunscripción
territorial de los gobiernos locales, como parámetro que permita regular sus respectivas competencias. En
tal sentido ha precisado: “(...), las competencias que corresponden a una autoridad municipal deben ser
ejercidas dentro de la circunscripción territorial correspondiente; de lo contrario, se llegaría al absurdo de
pretender que los actos administrativos de una entidad municipal puedan vincular y obligar a las demás
corporaciones municipales, más aún cuando el artículo 194º de la Constitución no distingue entre un
gobierno municipal y otro, sean de rango provincial o distrital, debido, justamente, al ámbito territorial
dentro del que cada uno de ellos puede hacer uso de sus atribuciones (STC 015-2003-AI/TC, fundamento
11)”.
En esa línea la misma Ley Orgánica de Municipalidades, en su artículo 124º, ha establecido que las
relaciones de los gobiernos locales entre sí esencialmente se deben guiar por el respeto mutuo de sus
competencias y gobierno.
Adicionalmente el Tribunal Constitucional ha precisado que “Las Municipalidades son definidas como
gobiernos locales que ejercen su competencia en la circunscripción de las provincias y distritos del Estado,
y tienen una pluralidad de tareas que le son asignadas atendiendo a lo siguiente: a) Competencia por
territorio. Según ésta, las municipalidades, sean provinciales, distritales o delegadas, cuando ejercen sus
atribuciones normativas, administrativas o económicas, sólo deben referirse a las circunscripciones
geográficas para las cuales han sido elegidas (esto se conoce como la Jurisdicción). (...) (STC 3283-2003-
AA/TC, fundamento 11)”.
Así, claro está que los gobiernos municipales ejercen sus competencias en el ámbito territorial
(competencia territorial) que les corresponde de acuerdo a Ley; de lo contrario se daría una invasión
ilegítima del ámbito competencial asignado. Por tanto, cada gobierno municipal ejerce autonomía en el
marco de sus competencias y, claro está, dentro del espacio territorial que le ha sido asignado". (Exp.
00003-2008-CC/TC FJ de 12 a 15)
Las municipalidades de los centros poblados menores no poseen las mismas atribuciones o
competencias que las municipalidades provinciales o distritales
18. "Es útil precisar que, en el caso de la Constitución, su artículo 194º hace referencia a que las
municipalidades de los centros poblados menores deben ser creadas conforme a ley, pero en modo alguno
considera a estas corporaciones como poseedoras de las mismas atribuciones o competencias que las
municipalidades provinciales o distritales, a las que expresamente se les reconoce como órganos de
gobierno local". (Exp. 00003-2005-CC FJ 3)
195º. Los
gobiernos locales
promueven el desarrollo
y la economía local, y la
prestación de los
servicios públicos de su
responsabilidad, en
7. Fomentar la competitividad, las inversiones y el
financiamiento para la ejecución de proyectos y
obras de infraestructura local.
8. Desarrollar y regular actividades y/o servicios en
6. Planificar el
materia de educación, salud, vivienda, saneamiento,
desarrollo urbano y
medio ambiente, sustentabilidad de los recursos
rural de sus
naturales, transporte colectivo, circulación y
circunscripciones,
tránsito, turismo, conservación de monumentos
incluyendo la
arqueológicos e históricos, cultura, recreación y
zonificación,
deporte, conforme a ley.
urbanismo y el
acondicionamiento 9. Presentar iniciativas legislativas en materias y
territorial. asuntos de su competencia.
10. Ejercer las demás atribuciones inherentes a su
función, conforme a ley.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 195º.- La ley regula la cooperación de la Policía Nacional con las municipalidades en
materia de seguridad ciudadana”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La autonomía municipal no impide que el legislador nacional pueda regular el propio régimen
jurídico de las municipalidades
3. “El orden constitucional de distribución de competencias municipales es reconocido por el artículo 195° de
la Constitución, determinando con ello el núcleo indisponible y los límites impuestos a la actuación del
legislador. Las competencias municipales tienen el carácter de indisponibles, produciendo la nulidad de
pleno derecho de las normas contrarias a los preceptos constitucionales y a los que, dentro del marco
constitucional, se hubieren dictado para delimitar dichas competencias. El inciso 5) del artículo 195º de la
Constitución establece que los gobiernos locales son competentes, entre otras cosas, para organizar,
reglamentar y administrar los servicios públicos locales de su responsabilidad; por otro lado, el inciso 8) de
la misma norma constitucional destaca la competencia de las municipalidades para desarrollar y regular
actividades y/o servicios en materia de transporte colectivo, circulación y tránsito, con arreglo a ley.
Dichos preceptos constitucionales han sido desarrollados, de un lado, por la Ley N.° 27972, Ley Orgánica
de Municipalidades, la cual establece, en su artículo 81º, parágrafo 1.2, como función exclusiva de las
municipalidades provinciales, la de normar y regular el servicio público de transporte terrestre urbano e
interurbano de su jurisdicción, de conformidad con las leyes y reglamentos nacionales sobre la materia; y,
por otro, por la Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre N.° 27181, que preceptúa los lineamientos
generales económicos, organizacionales y reglamentarios del transporte y tránsito terrestre en todo el
territorio de la República. Obviamente, las referidas facultades de los gobiernos locales deben ser ejercidas
dentro de su circunscripción territorial.
En ese orden de ideas, y teniendo en cuenta que la autonomía municipal no impide que el legislador
nacional pueda regular el propio régimen jurídico de las municipalidades, siempre que se respete su
contenido esencial, este Tribunal concluye en que el artículo 30° de la Ley N.° 27181, que establece que
todo vehículo automotor que circule en el territorio de la República debe contar con una póliza vigente de
Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), no resulta inconstitucional, toda vez que la
Constitución no ha reservado en favor de las Municipalidades la facultad de establecer un sistema de
responsabilidad civil por accidentes de tránsito, siendo ello una tarea del propio Estado, por cuanto la
defensa de la persona humana es el fin supremo de todo ordenamiento jurídico”. (Exp. 00010-2003-AI/TC
FJ de 13 a 16)
Los gobiernos regionales y locales no pueden dictar normas que se encuentren en contradicción
con los intereses nacionales. Límites a los gobiernos locales y regionales
4. "En lo que al ejercicio de competencias por parte de los gobiernos locales y su relación con las políticas
nacionales diseñadas por el gobierno nacional respecta, el artículo 195º de la Constitución establece que
los gobiernos locales promueven el desarrollo y la economía local, y la prestación de los servicios públicos
de su responsabilidad, “en armonía con las políticas y planes nacionales y regionales de desarrollo”. En
consecuencia, solamente en la medida que las competencias municipales se ejerzan respetando estas
políticas, resultarán constitucionalmente válidas. Por ello, el Tribunal Constitucional tiene establecido que
los gobiernos regionales y locales “…al tener un deber de cooperación leal (…) en la consecución de los
fines estatales, no pueden dictar normas que se encuentren en contradicción con los intereses nacionales.
Asimismo, tienen la obligación de facilitar el cumplimiento de la misión constitucionalmente asignada al
Gobierno Nacional (…). También la de abstenerse de realizar toda medida que pueda comprometer o poner
en peligro el cumplimiento de los fines constitucionalmente asignados a tales instancias de poder estatal
(…).
Por ello, (…) tienen la obligación genérica de respetar la Constitución y las leyes que por encargo de ella
limitan su actuación competencial. Y la obligación específica de cooperar con el Gobierno Nacional (…)
cuando éstas precisen de [su] asistencia (…) para el cumplimiento de sus fines.
Dicho principio (…) [o]pera como una garantía institucional, pues asegura que el proceso de
descentralización no degenere en uno de desintegración en el que los gobiernos regionales [y locales]
puedan confundir el principio de autonomía que le ha sido reconocido constitucionalmente (artículo 191º)
con los de autarquía o soberanía interna.
Si bien el gobierno del Perú es descentralizado, su Estado es uno e indivisible (artículo 43º de la
Constitución), motivo por el cual ninguna política descentralizadora puede soportar decisiones
gubernativas incompatibles o asistemáticas. Por el contrario, el proceso de descentralización debe ser
concebido como el sistema más eficiente para asegurar el desarrollo integral del país” (STC 0020-2005-
PI / 0021-2005-PI, fundamentos 42 - 45).
En esa medida, si bien el artículo 195º, inciso 8º, de la Constitución determina la competencia de los
gobiernos locales para “[d]esarrollar y regular actividades y/o servicios en materia de (…) transporte
colectivo, circulación y tránsito (…) conforme a ley”, ella resultará válidamente ejercida solo en tanto no
resulte contraria a las políticas nacionales establecidas por el gobierno nacional, pues la regulación de
éstas —tal como se ha visto y es reafirmado por el artículo 26º, literal a), de la Ley Nº 27783 (Ley de
Bases de la Descentralización)—, es competencia exclusiva del gobierno nacional. En efecto, el referido
precepto dispone lo siguiente: “Son competencias exclusivas del gobierno nacional [el] [d]iseño de
políticas nacionales y sectoriales”.
Con ello, desde luego, no pretende sostenerse que toda regulación de una política de alcance nacional por
parte del gobierno central resulte necesariamente constitucional, pues para que así sea, además de haber
sido dictada por el órgano competente, respetando el procedimiento preestablecido y los derechos
fundamentales, no deberá afectar las competencias exclusivas de los gobiernos regionales y locales
establecidas en leyes orgánicas, ni tampoco ser en tal extremo omnicomprensiva que impida a tales
gobiernos ejercer el ámbito regulatorio y ejecutivo correspondiente en el caso de las competencias
compartidas". (Exp. 00027-2010-AI/TC FJ 6,7)
Los gobiernos locales son competentes para desarrollar y regular actividades y/o servicios en
materia de transporte colectivo
5. "El artículo 195º de la Constitución dispone de manera general que los gobiernos locales –sin distinguir
entre provinciales o distritales– promueven el desarrollo y la economía local, y la prestación de los
servicios públicos de su responsabilidad, en armonía con las políticas y planes nacionales y regionales de
desarrollo. En ese sentido, y conforme al inciso 8), son competentes para “Desarrollar y regular
actividades y/o servicios en materia de educación, salud, vivienda, saneamiento, medio ambiente,
sustentabilidad de los recursos naturales, transporte colectivo, circulación y tránsito, turismo, conservación
de monumentos arqueológicos e históricos, cultura, recreación y deporte, conforme a ley”. (subrayado
agregado)
En el mismo sentido, pero de manera más específica, la Ley Orgánica de Municipalidades N.º 27972
establece, indistintamente, en el artículo 81º, referido a las funciones que ejercen las municipalidades en
materia de tránsito, vialidad y transporte público,
a) El numeral 1.1., que es función específica y exclusiva de las municipalidades provinciales,
“Normar, regular y planificar el transporte terrestre, fluvial y lacustre a nivel provincial”; y,
b) El numeral 1.2, que también es función específica y exclusiva de las municipalidades
provinciales, “Normar y regular el servicio público de transporte terrestre urbano e
interurbano de su jurisdicción, de conformidad con las leyes y reglamentos nacionales sobre
la materia”.
En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que la demanda debe ser estimada toda vez que, al
emitir las cuestionadas ordenanzas, que prohíben la circulación y/o tránsito de vehículos pesados
(camiones, volquetes y otros similares) por las avenidas 9 de Septiembre, El Progreso y 28 de Julio, del
Anexo N.º 8 “Cerro Camote”-Jicamarca, la emplazada Municipalidad Distrital de San Antonio ha ejercido
una competencia que no le corresponde sino de manera específica y exclusiva a la Municipalidad Provincial,
más aún cuando, según fluye tanto de la demanda como de su contestación, existe un conflicto o
problema de demarcación territorial pendiente de resolver". (Exp. 00001-2010-AI/TC FJ de 9 a 11)
Facultad de las municipalidades para regular lo relativo al uso de los bienes públicos de
propiedad del Estado
6. "La Constitución Política del Perú en el artículo 195º, inciso 8), establece que una de las atribuciones de las
municipalidades es la de “desarrollar y regular actividades y/o servicios en materia de educación, salud,
vivienda, saneamiento, medio ambiente, sustentabilidad de los recursos naturales, transporte colectivo,
circulación y tránsito, turismo, conservación de monumentos arqueológicos e históricos, cultura, recreación
y deporte, conforme a ley”; en ese sentido, es evidente que la emplazada puede regular lo relativo al uso
de los bienes públicos de propiedad del Estado. Asimismo, la Ley Orgánica de Municipalidades Ley N.º
27972, establece dentro del marco de su competencia los servicios públicos locales, entre los que se
encuentran el tránsito, la circulación, el transporte público y la seguridad ciudadana (artículo 73º), y
establece como función regular y controlar la circulación de vehículos menores (artículo 81º). De acuerdo
a los artículos antes señalados, la alcaldesa emplazada se encontraba facultada para emitir las normas
cuestionadas.
Conforme a lo señalado en los fundamentos anteriores, si bien la Ordenanza Municipal Nº 012-2007-C/CPP
y el Decreto de Alcaldía Nº 820-2007-A/MPP, restringen el derecho a la libertad de tránsito; ello no implica
necesariamente que esta situación sea arbitraria o irracional, pues como ya se ha establecido, los derechos
no son absolutos". (Exp. 05426-2009-HC/TC FJ 6,7)
Facultad de las municipalidades de emitir ordenanzas que regulen los arbitrios municipales
10. "Asimismo, el Tribunal Constitucional ha señalado parámetros mínimos de validez constitucional de las
ordenanzas que regulen los arbitrios municipales, tanto a nivel formal (obligatoriedad de la ratificación,
plazo y publicación), como a nivel material (precisión del costo global que significa la prestación de los
servicios y la distribución de su carga económica). Con relación a esto último, es preciso recordar que la
obligación de señalar el costo global debe entenderse como el desembolso que efectivamente significa
para la Municipalidad prestar el servicio, lo cual excluye costos no relacionados o sobredimensionados. Por
otro lado, respecto a la distribución de la carga económica, ésta debe obedecer a criterios diferenciados
por el tipo de servicio que se presta. Así, los criterios que señala el Tribunal Constitucional se pueden
esquematizar de la siguiente manera:
Limpieza pública.
Limpieza de calles. La longitud del predio del área que da a la calle. El beneficio se da en el barrido y
limpieza de las pistas y veredas circunscritas a cada predio.
Recolección de basura.
Casa habitación: El tamaño del predio, así como el número de habitantes en cada vivienda.
Supuestos distintos a casa habitación: El tamaño del predio, así como el uso que se dé al mismo. Mayor
número de personas así como de área construida, presupone mayor generación de desechos.
Por otro lado, en los supuestos distintos a casa habitación, no sólo importa el tamaño del predio, sino
también la actividad se realiza; por ejemplo no produce la misma cantidad de basura un hospital que un
centro de entretenimiento.
Mantenimiento de parques y jardines.
La ubicación del predio. A mayor cercanía a las áreas verdes, mayor es la intensidad del disfrute del
servicio.
Serenazgo
Ubicación y uso del predio. El disfrute del servicio se intensifica en zonas de mayor peligrosidad, asimismo,
los incidentes delictivos ocurren con menor frecuencia en zonas destinadas a vivienda en comparación con
la de otros giros". (Exp. 02041-2007-AA/TC FJ 14)
La autonomía de las municipalidades debe ser ejercida de manera irrestricta, sin vulnerar ni
amenazar derechos fundamentales
18. "... si bien es cierto que la suspensión de la tramitación del procedimiento de ejecución coactiva implica –
en los dos casos previstos por la ley modificatoria– la dilación del pago de las acreencias a favor de las
municipalidades, tal restricción es legítima, pues se orienta a proteger, entre otros, el derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva del administrado. Tal autonomía y competencia no pueden ser ejercidas de manera
irrestricta, sino que tienen ciertos límites que los gobiernos locales deben tomar en cuenta en su ejercicio,
los que no pueden vulnerar ni amenazar, per se, derechos constitucionales; por el contrario, deben ser
ejercidos de forma tal que garanticen, como se ha señalado, derechos tales como el debido proceso y la
tutela jurisdiccional efectiva, conforme se desarrollará in extenso en los fundamentos siguientes". (Exp.
00015-2005-AI/TC FJ 15)
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 196º.- La capital de la República, las capitales de provincias con rango metropolitano
y las capitales de departamento de ubicación fronteriza tienen régimen especial en la Ley Orgánica de
Municipalidades.
El mismo tratamiento rige para la Provincia Constitucional del Callao y las provincias de frontera”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Los gobiernos locales tienen el derecho irrestricto a disponer de los recursos financieros de
acuerdo a ley
3. "Teniendo presente el contenido de la autonomía económica, este Tribunal considera que el artículo 13.1
de la Ley N° 29035 no contraviene el inciso 3) del artículo 195° ni los incisos 5), 6), 7), 8) y 9) del artículo
196° de la Constitución, pues por intermedio de este artículo al Banco de la Nación no se le esta cediendo
o transfiriendo la competencia de elaborar, aprobar y ejecutar los presupuestos de los gobiernos locales ni
menos se le está otorgando la facultad de plena disposición de los recursos financieros de los gobiernos
locales, ya que tan sólo prevé que en el Banco de la Nación se depositarán y administrarán los recursos
correspondientes del canon, sobrecanon y regalías mineras de los gobiernos locales. Es más, la
constitucionalidad del artículo 13.1 de la Ley N° 29035 queda reafirmada porque no les establece a los
gobiernos locales condicionamientos indebidos e irrazonables para la plena disposición de sus recursos
financieros, ya que este artículo prevé de manera expresa que los gobiernos locales ´mantendrán el
derecho irrestricto a disponer de dichos fondos de acuerdo a ley´". (Exp. 00028-2007-AI/TC FJ 13)
Criterios objetivos de distribución y observancia básica para una mejor distribución del costo
arbitrio
6. "... criterios objetivos de distribución y observancia básica que razonablemente harían presumir una mejor
distribución del costo del arbitrio.
A) Limpieza pública (fundamento 42, STC N.° 0041-2004-AI/TC)
Como quiera que el servicio de limpieza pública involucra un conjunto de actividades, como por ejemplo
servicios de recolección y transporte de residuos, barrido y lavado de calles, relleno sanitario, etc., los
criterios de distribución deberán adecuarse a la naturaleza de cada rubro; por ejemplo, el criterio tamaño
del predio no resulta adecuado en todos los casos para distribuir el costo por recolección de basura, pues
presentará matices si se trata de casa-habitación o de un local comercial; sin embargo, sí será el correcto
para el caso de limpieza de calles, no en términos de metros cuadrados de superficie, sino en cuanto a la
longitud del predio, pues a mayor longitud, mayor limpieza de calles.
Cabe, entonces, efectuar las siguientes precisiones:
* El criterio tamaño del predio, entendido como metros cuadrados de superficie (área m2), guarda relación
directa e indirecta con el servicio de recolección de basura, en los casos de casa-habitación, pues a mayor
área construida se presume mayor provocación de desechos; por ejemplo, un condominio o un edificio que
alberga varias viviendas tendrá una mayor generación de basura que una vivienda única o de un solo piso.
* Para lograr una mejor precisión de lo antes señalado, deberá confrontarse, utilizando como criterio
adicional, el número de habitantes en cada vivienda, lo cual permitirá una mejor mensuración de la real
generación de basura.
* Para supuestos distintos al de casa-habitación (locales comerciales, centros académicos, supermercados,
etc.), el criterio tamaño de predio (área m2) no demostrará por sí solo una mayor generación de basura,
por lo cual, deberá confrontarse, a fin de lograr mayor precisión, con el criterio uso de predio, pues un
predio destinado a supermercado, centro comercial, clínica, etc., presume la generación de mayores
desperdicios no por el mayor tamaño del área de terreno, sino básicamente por el uso.
* Para la limpieza de calles no puede considerarse el tamaño de predio entendido como metros cuadrados
de superficie, sino únicamente como longitud del predio del área que da a la calle, pues el beneficio se da
en el barrido y limpieza de las pistas y veredas circunscritas a cada predio.
B) Mantenimiento de parques y jardines (fundamento 43, STC N.° 0041-2004-AI/TC)
En este caso, lo determinante para medir la mayor intensidad de disfrute del servicio será el criterio
ubicación del predio, es decir, la medición del servicio según la mayor cercanía a áreas verdes. Por
consiguiente, no se logrará este objetivo si se utilizan los criterios de tamaño y uso del predio, debido a
que no se relacionan directa o indirectamente con la prestación de este servicio.
C) Serenazgo (fundamento 44, STC N.° 0041-2004-AI/TC)
En el servicio de serenazgo es razonable utilizar los criterios de ubicación y uso del predio, por cuanto su
uso se intensifica en zonas de mayor peligrosidad. Asimismo, debe tenerse en cuenta el giro comercial;
por ejemplo, la delincuencia y peleas callejeras suelen producirse con mayor frecuencia en centros
comerciales, bares o discotecas.
Siguiendo esta lógica, el tamaño del predio no es un criterio que pueda relacionarse directa o
indirectamente con la prestación de este servicio.
Reglas de observancia obligatoria derivadas de la modulación de los efectos en el tiempo de la declaración
de inconstitucionalidad:
El artículo 81° del CPConst. otorga al Tribunal Constitucional la posibilidad de modular los efectos en el
tiempo de la sentencia de inconstitucionalidad en materia tributaria, estableciendo que la decisión del
supremo intérprete de la Constitución debe ser expresa y pronunciarse respecto de las situaciones
jurídicas producidas mientras la norma inconstitucional estuvo vigente.
Siendo así, este Colegiado descartó la posibilidad de un fallo con efecto retroactivo, en la consideración de
que las cuantiosas devoluciones a que daría lugar, pondrían en riesgo la propia continuidad y
mantenimiento del servicio que deben suministrar los municipios. En tal sentido, la decisión de no otorgar
retroactividad a los efectos de la sentencia 0053-2004-PI/TC, determinó las siguientes reglas vinculantes
para todos los municipios del país:
* No procedan las solicitudes de devoluciones por pagos indebidos cobrados en base a las ordenanzas
declaradas inconstitucionales, que se interpongan luego de la publicación de la sentencia.
* Están exentos de la primera regla los reclamos administrativos y procesos judiciales que fueron
accionados dentro de los plazos correspondientes y que aún se encontraban en trámite al momento de la
publicación de la sentencia, a fin de que prime en su resolución el principio pro actione.
* Se deja sin efecto cualquier cobranza en trámite basada en ordenanzas inconstitucionales; asimismo, se
impide el inicio de cualquier procedimiento coactivo cuya finalidad sea la de ejecutar el cobro de deudas
originadas en ordenanzas inconstitucionales.
* La regla anterior únicamente imposibilita la realización de la cobranza de deudas impagas basándose en
ordenanzas inconstitucionales; por consiguiente, no impide que las mismas puedan ser exigidas: a) sobre
la base de ordenanzas válidas de periodos anteriores reajustadas con el índice de precios al consumidor; o,
en su defecto, de no encontrarse norma válida alguna, b) sobre la base de nuevas ordenanzas emitidas
siguiendo los criterios vinculantes de este Tribunal, por los periodos no prescritos.
* De estar en el supuesto b), las ordenanzas habilitadas para cobrar las deudas impagas por los periodos
no prescritos deberán tramitarse conforme a los plazos del procedimiento de ratificación que hayan
establecido las municipalidades provinciales. El trámite deberá realizarse igual que en el caso del
procedimiento de ratificación de las ordenanzas que regirán por el periodo 2006, a fin de que puedan surtir
efectos desde el 1 de enero de dicho año". (Exp. 00012-2005-AI/TC FJ 12,13,14)
Participación vecinal
Seguridad ciudadana
197º. Las municipalidades promueven, apoyan
y reglamentan la participación vecinal en el desarrollo
local. Asimismo brindan servicios de seguridad
ciudadana, con la cooperación de la Policía Nacional del
Perú, conforme a ley.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 197º.- Las Regiones tienen autonomía política, económica y administrativa en los
asuntos de su competencia.
Les corresponden, dentro de su jurisdicción, la coordinación y ejecución de los planes y programas
socio-económicos regionales, así como la gestión de actividades y servicios inherentes al Estado, conforme a
ley.
Sus bienes y rentas propias se establecen en la ley. Las Regiones apoyan a los gobiernos locales. No
los sustituyen ni duplican su acción ni su competencia”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Lima: Capital de la
República 198º. La Capital de la República no integra
Régimen especial ninguna región. Tiene régimen especial en las leyes de
descentralización y en la Ley Orgánica de
Competencia territorial Municipalidades. La Municipalidad Metropolitana de
Municipalidades de Lima ejerce sus competencias dentro del ámbito de la
frontera provincia de Lima.
Las municipalidades de frontera tienen, asimismo,
régimen especial en la Ley Orgánica de Municipalidad.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 198º.- La estructura organizada de las Regiones y sus funciones específicas se
establecen por ley orgánica.
Son las máximas autoridades de la Región el Presidente y el Consejo de Coordinación Regional.
El Presidente de la Región es elegido por sufragio directo por un período de cinco años. Puede ser
reelegido. Su mandato es revocable, pero irrenunciable. Goza de las prerrogativas que le señala la ley.
El Consejo de Coordinación Regional está integrado por el número de miembros que señala la ley.
Los alcaldes provinciales o sus representantes son, de pleno derecho, miembros de dicho Consejo”.
ANTECEDENTES
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 199º.- Las Regiones y las municipalidades rinden cuenta de la ejecución de su
presupuesto a la Contraloría General de la República. Son fiscalizadas de acuerdo a ley”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Tomo III: páginas 1836 a 1877, 1879 a 1916, 1917 a 1963, 2314 a 2319, 2322, 2327 y 2518.
Garantías constitucionales
Procesos
Constitucionales
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Declaración de contumacia puede ser factible de revisión a través del hábeas corpus
3. "... este Tribunal ya ha tenido oportunidad de señalar en su jurisprudencia que la declaración de
contumacia [en sí misma] es una incidencia de naturaleza procesal susceptible de resolverse en la vía
ordinaria y no en sede constitucional [Cfr. RTC 04296-2007-PHC/TC, caso Constante Nazario Ponciano
Gonzales]. No obstante, en la medida que la resolución judicial que declara reo contumaz a una persona
contenga en aquella la orden de su ubicación y captura resulta legítimo su cuestionamiento mediante el
hábeas corpus siempre y cuando, claro está, aquella se haya dictado con desprecio de los derechos
fundamentales conexos y revista el requisito de firmeza exigido en los procesos de la libertad". (Exp.
04517-2012-HC/TC FJ 6)
Declaración de contumacia puede ser factible de revisión a través del hábeas corpus
6. "... se debe advertir que el tribunal constitucional ya ha tenido oportunidad de señalar en su jurisprudencia
que en la medida en que la resolución judicial que declara reo contumaz a una persona y contenga la
orden de su ubicación y captura, resulta legítimo su cuestionamiento mediante el habeas corpus siempre y
cuando claro esta aquella se haya dictado con desprecio de los derechos fundamentales de la libertad
individual y revista el requisito de firmeza exigido en este proceso ( EXP Cfr. RTC 06180-2008-PHC-TC)".
(Exp. 04471-2011-HC/TC FJ 5)
No todas las resoluciones judiciales pueden ser revisadas por el hábeas corpus
16. "... no todas las resoluciones judiciales pueden ser objeto de control por el proceso constitucional de
hábeas corpus; antes bien y en línea de principio solo aquellas resoluciones judiciales firmes que vulneren
en forma manifiesta la libertad individual y los derechos conexos a ella, lo que implica que el actor, frente
al acto procesal alegado de lesivo previamente haya hecho uso oportuno de los recursos necesarios que le
otorga la ley. Y es que, si luego de obtener una resolución judicial firme no ha sido posible conseguir en
vía judicial la tutela del derecho fundamental presuntamente vulnerado, quien dice ser agredido en su
derecho podrá acudir al proceso constitucional, a efectos de buscar su tutela". (Exp. 05469-2008-HC/TC FJ
3)
El proceso de proceso constitucional de Hábeas Corpus no debe ser utilizado como vía indirecta
para revisar una decisión jurisdiccional final
19. “… del análisis de los argumentos del reclamante se desprende que lo que en puridad pretende es el
reexamen de la sentencia condenatoria y su posterior confirmación por Ejecutoria Suprema, alegando la
falta de valoración de las pruebas de descargo por el juzgador al momento de dictar las resoluciones
cuestionadas, materia jurídica ajena a las atribuciones del Tribunal Constitucional, expresamente
delimitadas por la Constitución y la ley.
Que resulta pertinente subrayar que el proceso constitucional no debe ser utilizado como vía indirecta para
revisar una decisión jurisdiccional final que implica un juicio de reproche penal sustentado en actividades
investigatorias y de valoración de pruebas, aspectos que son propios de la jurisdicción ordinaria y no de la
justicia constitucional, que examina casos de otra naturaleza”. (Exp. 02849-2004-HC/TC FJ 4,5)
El proceso de amparo protege el núcleo duro de los derechos relacionados con la libertad
personal
20. “Según este Tribunal, el proceso básico del ordenamiento jurídico es el hábeas corpus, tanto así que la
propia Constitución ha señalado en el artículo 200° inciso 2, con respecto al amparo, que éste procede
contra la vulneración o amenaza “de los demás derechos reconocidos en la Constitución, con excepción de
los derechos (...) en el inciso anterior”, el cual justamente está referido al hábeas corpus. El amparo
aparece, entonces, como un proceso constitucional residual respecto de aquél.
En esta lógica, conviene establecer cuándo corresponde la presentación de una demanda de hábeas
corpus, con el fin de determinar si los derechos al trabajo, a la tranquilidad y a la paz merecen ser
salvaguardados a través de este proceso constitucional.
Una demanda de hábeas corpus sólo cabe ser interpuesta cuando se pretenda la protección de la libertad
personal o derechos conexos. Es decir, con este proceso se protege un núcleo duro de derechos
relacionados con la libertad personal; siempre que exista conexión con tal derecho, será pertinente que se
analice a través de este proceso constitucional, por lo que corresponde señalar que sólo será atinente la
protección de los derechos fundamentales demandados si ellos se encuentran en conexión directa con el
derecho a la libertad personal”. (Exp. 02876-2005-HC/TC FJ 5)
Acción de amparo
Proceso de Amparo
200º. Son garantías constitucionales:
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente de este inciso es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley
26470 (12 de junio de 1995), que modifica la Constitución Política de Estado, en lo referido a las
Garantías Constitucionales.
El texto original de este inciso fue el siguiente:
“Inciso 2. La Acción de Amparo, que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos por la
Constitución. No procede contra normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de
procedimiento regular”.
ANTECEDENTES
Acción de amparo procede si aun existiendo vías judiciales específicas las circunstancias del
caso exigen una tutela jurisdiccional urgentísima y perentoria
7. "... si bien de conformidad con dicho dispositivo, la demanda de amparo no procede cuando existan vías
específicas, igualmente satisfactorias, ello no implica que toda pretensión planteada en el proceso de
amparo resulta improcedente, siempre que haya a disposición del justiciable una vía ordinaria a la que
acudir. Desde una perspectiva general, bien sabido es que para la protección de derechos constitucionales,
las vías ordinarias siempre han de proveer vías procesales tuitivas, de modo que una aplicación general de
tal causal de improcedencia terminaría por excluir toda posibilidad de tutela a través del proceso
constitucional de amparo. Sin embargo, tal no es una interpretación constitucionalmente adecuada de la
citada disposición, en especial cuando ha de interpretársela desde el sentido que le irradia el artículo 200,
inciso 2, de la Constitución y, además, desde la naturaleza del proceso de amparo en tanto vía de tutela
urgente. Desde tal perspectiva, en la interpretación de la referida disposición debe examinarse si, aun
cuando existan vías judiciales específicas, igualmente satisfactorias, la resolución de la pretensión
planteada exige, en virtud de las circunstancias del caso, una tutela jurisdiccional urgentísima y
perentoria". (Exp. 00967-2008-AA/TC FJ 5)
Ciertas materias laborales deben ser vistas por el proceso laboral de la jurisdicción laboral
ordinaria, no mediante un proceso de amparo
10. "se ha establecido que aquellos casos que se deriven de la competencia por razón de la materia de los
jueces de trabajo, los actos de hostilidad, y aquellos derivados del cuestionamiento y calificación del
despido fundado en causa justa que se refieran a hechos controvertidos, mencionados en los puntos
precedentes, no serán tramitados en el proceso de amparo, sino en el proceso laboral de la jurisdicción
laboral ordinaria, a cuyos jueces corresponde, en primer lugar, la defensa de los derechos y libertades
constitucionales y de orden legal que se vulneren con ocasión de los conflictos jurídicos de carácter
individual en el ámbito laboral privado". (Exp. 04842-2007-AA/TC FJ 3)
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente de este inciso es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley
26470 (12 de junio de 1995), que modifica la Constitución Política de Estado, en lo referido a las
Garantías Constitucionales.
El texto original de este inciso fue el siguiente:
“Inciso 3. La Acción de Hábeas Data, que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos a que se refiere el artículo 2º,
incisos 5, 6 y 7 de la Constitución”.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
Se protege a través del proceso de hábeas data el derecho al acceso a la información pública y
a la autodeterminación informativa
8. "... la Constitución protege a través del proceso de hábeas data tanto el derecho de todo ciudadano al
acceso a la información pública, como el derecho a mantener en reserva la información que pueda afectar
su intimidad personal y familiar (autodeterminación informativa). En cuanto al derecho de acceso a la
información pública, el Tribunal Constitucional, en constante y uniforme jurisprudencia, ha establecido el
contenido constitucional del derecho de acceso a la información pública, precisando que “(...) no sólo
comprende la mera posibilidad de acceder a la información solicitada y, correlativamente, la obligación de
dispensarla de parte de los organismos públicos (...), sino también cuando la información que se
proporciona es fragmentaria, desactualizada, incompleta, imprecisa, falsa, no oportuna o errada. De ahí
que si en su faz positiva el derecho de acceso a la información impone a los órganos de la Administración
pública el deber de informar, en su faz negativa, exige que la información que se proporcione no sea falsa,
incompleta, fragmentaria, indiciaria o confusa” (Expediente Nº 1997-2002-HD/TC, FJ 16)". (Exp. 01614-
2005-HD/TC FJ 3)
Bien jurídico que el artículo 200º, inciso 3 pretende proteger es el acceso a la información
pública
10. "Según la Constitución, en su artículo 200°, inciso 3, el hábeas data procede en caso de vulneración del
artículo 2°, inciso 5, de la Norma Fundamental, el mismo que a la letra dice lo siguiente: `Toda persona
tiene derecho: A solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a recibirla de cualquier
entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido (...)´.
Una formulación jurídica de este tipo nos deriva a la existencia de información que, por pertenecer a una
entidad pública, adquiere también el carácter de pública. Es decir, el bien jurídico que esta norma protege
es el acceso a la información pública". (Exp. 03619-2005-HD/TC FJ 6)
Cualquier justiciable puede recurrir al hábeas data con el objeto de acceder a los registros de
información almacenada en centros informáticos o computarizados
15. "... a juicio de este Colegiado, no es inoportuno precisar que el Hábeas Data, en puridad, constituye un
proceso al que cualquier justiciable pueda recurrir con el objeto de acceder a los registros de información
almacenados en centros informáticos o computarizados, cualquiera sea su naturaleza, a fin de rectificar,
actualizar, excluir determinado conjunto de datos personales, o impedir que se propague información que
pueda ser lesiva al derecho constitucional a la intimidad". (Exp. 00666-1996-HD/TC FJ 2)
Contenido del derecho al acceso a la información. Dimensión positiva y negativa del derecho de
acceso a la información
16. "... la Constitución protege a través del proceso de hábeas data prima facie tanto el derecho de todo
ciudadano al acceso a la información pública, como el derecho a mantener en reserva la información que
pueda afectar su intimidad personal y familiar (autodeterminación informativa). En cuanto al derecho de
acceso a la información pública, el Tribunal Constitucional, en constante y uniforme jurisprudencia, ha
establecido la virtualidad de su contenido, precisando que “(...) no sólo comprende la mera posibilidad de
acceder a la información solicitada y, correlativamente, la obligación de dispensarla de parte de los
organismos públicos (...), sino también cuando la información que se proporciona es fragmentaria,
desactualizada, incompleta, imprecisa, falsa, no oportuna o errada. De ahí que si en su faz positiva el
derecho de acceso a la información impone a los órganos de la Administración pública el deber de
informar, en su faz negativa, exige que la información que se proporcione no sea falsa, incompleta,
fragmentaria, indiciaria o confusa”. (Exp. Nº 1997-2002-HD/TC, fundamento 16)". (Exp. 05952-2006-
HD/TC FJ 3)
Acción de inconstitucionalidad
200º. Son garantías constitucionales:
Proceso de
Inconstitucionalidad 4) La Acción de Inconstitucionalidad, que procede
contra las normas que tienen rango de ley: leyes,
decretos legislativos, decretos de urgencia,
tratados, reglamentos del Congreso, normas
regionales de carácter general y ordenanzas
municipales que contravengan la Constitución en la
forma o en el fondo.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Jueces ordinarios y constitucionales deben verificar que los actos de la administración pública
sean conformes a la Constitución
19. "... se debe recordar que tanto los jueces ordinarios como los jueces constitucionales tienen la obligación
de verificar si los actos de la administración pública, que tienen como sustento una ley, son conformes los
valores superiores, los principios constitucionales y los derechos fundamentales que la Constitución
consagra. Este deber, como es evidente, implica una labor que no solo se realiza en el marco de un
proceso de inconstitucionalidad (previsto en el artículo 200º, inciso 4, de la Constitución), sino también en
todo proceso ordinario y constitucional a través del control difuso (artículo 138°)". (Exp. 03741-2004-
AA/TC FJ 5)
Todo acto de alguna entidad estatal puede ser objeto de control constitucional
20. "Es inherente a la dimensión jurídica de la Constitución la capacidad de exigir, jurisdiccionalmente su
cumplimiento. Afirmar que existen actos de alguna entidad estatal cuya validez constitucional no puede ser
objeto de control, supone sostener, con el mismo énfasis, que en tales ámbitos la Constitución ha perdido
su condición de norma jurídica para volver a ser una mera carta política referencial, incapaz de vincular al
poder. En definitiva, una sociedad con una Constitución a la que no se suma el control jurisdiccional
orientado ad hoc a asegurar su plena vigencia, en realidad, no tiene Constitución" (Exp. 02730-2006-
AA/TC FJ 5)
Acción popular
200º. Son garantías constitucionales:
Proceso de Acción Popular
5) La Acción Popular, que procede, por infracción de
la Constitución y de la ley, contra los reglamentos,
normas administrativas y resoluciones y decretos
de carácter general, cualquiera sea la autoridad de
la que emanen.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
La inaplicación de una norma por ser incompatible con la Constitución no debe hacerse de
forma abstracta sino partiendo de una situación concreta de hechos
1. “[Mediante] la presente acción se pretende cuestionar la validez constitucional del Decreto Supremo Nº
095-96-EF, debido a que no se identifica ningún acto concreto contra el cual ésta se dirija... Que la
facultad de inaplicar una norma por ser incompatible con la Constitución, no puede hacerse en forma
abstracta sino como resultado de la existencia de una situación concreta de hechos que, en el caso de
autos, no ha sido cuestionada... Que, por lo antes mencionado, para el caso de autos, la acción pertinente
era una Acción Popular, que conforme al artículo 200º inciso 5) de la Constitución Política del Estado,
procede contra los reglamentos, normas administrativas, resoluciones y decretos de carácter general,
cualquiera sea la autoridad de la que emanen, por infracción de la Constitución y de la ley...” (Exp . 0084-
1998-AA/TC, FJ 1, 2 y 3)
La sentencia que pone fin al proceso constitucional de acción popular tiene la autoridad de cosa
juzgada y tiene efectos erga omnes
2. "de conformidad con el artículo 82º del Código Procesal Constitucional la sentencia firme en el proceso
constitucional de acción popular tiene autoridad de cosa juzgada y vincula a todos los poderes públicos; es
decir, la sentencia de acción popular tiene efectos generales. Siendo ello así, en el presente caso la
demanda debe declararse improcedente, de conformidad con el artículo 1º (segundo párrafo) del Código
antes citado, por haberse producido la sustracción de la materia". (Exp. 05410-2007-AA/TC FJ 3)
Acción de cumplimiento
200º. Son garantías constitucionales:
Proceso de Cumplimiento
6) La Acción de Cumplimiento, que procede contra
cualquier autoridad o funcionario renuente a acatar
una norma legal o un acto administrativo, sin
perjuicio de las responsabilidades de ley.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
Requisitos mínimos que debe reunir el mandato contenido en una norma legal o en un acto
administrativo para que sea exigible a través del proceso constitucional de cumplimiento
5. "... en la STC 0168-2005-PC, publicada en el diario oficial El Peruano el 7 de octubre de 2005, en el marco
de su función ordenadora que le es inherente, y en la búsqueda del perfeccionamiento del proceso de
cumplimiento, ha precisado, con carácter vinculante, los requisitos mínimos que debe reunir el mandato
contenido en una norma legal o en un acto administrativo para que sea exigible a través del presente
proceso constitucional.
Que en el fundamento 14 de la sentencia precitada que constituye precedente vinculante conforme a lo
previsto por el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, este Tribunal ha
señalado que para que en un proceso de la naturaleza que ahora toca resolver –que, como se sabe, carece
de estación probatoria– se pueda expedir una sentencia estimatoria, es preciso que el mandato previsto en
la ley o en un acto administrativo reúna determinados requisitos; a saber: a) ser un mandato vigente; b)
ser un mandato cierto y claro, es decir, debe inferirse indubitablemente de la norma legal o del acto
administrativo; c) no estar sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares; d) ser ineludible
y de obligatorio cumplimiento, y e) ser incondicional –excepcionalmente podrá tratarse de un mandato
condicional, siempre y cuando su satisfacción no sea compleja y no requiera de actuación probatoria".
(Exp. 03313-2012-AC/TC FJ 2,3)
Acciones concretas previas para lograr la protección del derecho a defender la eficacia de
normas legales y actos administrativos
11. "... el Tribunal Constitucional ha considerado que para lograr la plena protección del derecho a defender la
eficacia de normas legales y actos administrativos mediante el proceso de cumplimiento es necesario que
previamente se verifiquen dos acciones concretas. La primera, contenida en la norma procesal y derivada
del artículo 200, inciso 6, de la Constitución, referida a la comprobación de la actitud renuente por parte
del obligado a cumplir (funcionario o autoridad pública); y en segundo orden, la verificación de la
características mínimas comunes del mandato de la norma legal, del acto administrativo o de la orden de
emisión de una resolución o un reglamento. En tal sentido, se ha precisado que solo de cumplirse dichos
supuestos el proceso de cumplimiento prosperará, haciéndose hincapié en que “de no reunir tales
características [mínimas comunes], además de los supuestos contemplados en el artículo 70º del Código
Procesal Constitucional, la vía del referido proceso no será la idónea”, vale decir, que el cumplimiento de
los requisitos mínimos del mandamus contenido en una norma legal, en un acto administrativo o en la
orden de emisión de una resolución o un reglamento se convierte en una exigencia indispensable para
determinar la procedencia del proceso de cumplimiento". (Exp. 04892-2008-AC/TC FJ 6)
Requisitos mínimos que debe reunir el mandato contenido en una norma legal para que sea
exigible a través del proceso constitucional de cumplimiento
14. "... este Colegiado, en la STC Nº 0168-2005-PC, publicada en el diario oficial El Peruano el 7 de octubre de
2005, en el marco de su función ordenadora que le es inherente, y en la búsqueda del perfeccionamiento
del proceso de cumplimiento, ha precisado, con carácter vinculante, los requisitos mínimos que debe
reunir el mandato contenido en una norma legal para que sea exigible a través del presente proceso
constitucional. Así ha señalado que el mandato debe:
a) ser vigente;
b) ser cierto y claro; es decir, debe inferirse indubitablemente de la norma legal o del acto administrativo;
c) no estar sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares;
d) ser de ineludible y obligatorio cumplimiento, y
e) ser incondicional
Excepcionalmente podrá tratarse de un mandato condicional, siempre y cuando su satisfacción no sea
compleja y no requiera de actuación probatoria. Precisando que –adicionalmente– para el caso del
cumplimiento de los actos administrativos, además de los requisitos mínimos comunes mencionados, en
tales actos se deberá:
f) reconocer un derecho incuestionable del reclamante, y
g) permitir individualizar al beneficiario". (Exp. 04351-2007-AC/TC FJ 2)
a) Ser vigente.
b) Ser cierto y claro, es decir, debe inferirse indubitablemente de la norma legal o del acto administrativo.
c) No estar sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares.
d) Ser de ineludible y obligatorio cumplimiento.
e) Ser incondicional.
Asimismo se ha precisado que excepcionalmente podrá tratarse de un mandato condicional, siempre y
cuando su satisfacción no sea compleja y no requiera de actuación probatoria. Adicionalmente, para el
caso del cumplimiento de los actos administrativos, además de los requisitos mínimos comunes
mencionados, en tales actos se deberá:
f) Reconocer un derecho incuestionable del reclamante.
g) Permitir individualizar al beneficiario". (Exp. 10512-2006-AC/TC FJ 2)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010, 2318, 2320, 2323, 2327 y 2518.
Tribunal Constitucional
Autonomía e
201º. El Tribunal Constitucional es el órgano de
independencia control de la Constitución. Es autónomo e
Composición independiente. Se compone de siete miembros elegidos
Requisitos para ser por cinco años.
magistrado del Tribunal
Constitucional Para ser miembro del Tribunal Constitucional, se exigen
Inmunidad e los mismos requisitos que para ser vocal de la Corte
incompatibilidades. Suprema. Los miembros del Tribunal Constitucional
Prohibición de reelección
inmediata
gozan de la misma inmunidad y de las mismas
Mecanismo de elección prerrogativas que los congresistas. Les alcanzan las
Competencia de la mismas incompatibilidades. No hay reelección
elección inmediata.
Limitación para los
jueces y fiscales Los miembros del Tribunal Constitucional son elegidos
por el Congreso de la República con el voto favorable
de los dos tercios del número legal de sus miembros.
No pueden ser elegidos magistrados del Tribunal
Constitucional los jueces o fiscales que no han dejado
el cargo con un año de anticipación.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
No son revisables por el Tribunal Constitucional los criterios de la interpretación del derecho
ordinario y la apreciación de los hechos salvo que tenga incidencia directa sobre el derecho
fundamental
12. "... este Tribunal ya ha establecido en anteriores casos que la interpretación del derecho ordinario y la
apreciación de los hechos son temas que, en la mayoría de los casos corresponde a las instancias
inferiores del Poder Judicial. Estos criterios, aun cuando sean errados (STC 6149-2006-AA/TC,
fundamento19), no pueden ser revisados por el Tribunal, por lo menos en los casos en los que no tengan
incidencia directa en el significado de la protección dispensada por un derecho fundamental. A mayor
abundamiento.
“(...) El criterio expuesto recogido por este Colegiado en uniforme y reiterada jurisprudencia, también fue
advertido a el Tribunal Constitucional Federal Alemán hace varias décadas, dando lugar a la ya célebre
“fórmula Heck”, que desde entonces ha regido su fundamentación en casos como el presente: 'La
estructuración del proceso, la determinación y valoración de los elementos de hecho, la interpretación del
derecho ordinario y su aplicación a los casos individuales son asuntos de los tribunales competentes para
tal efecto, y se encuentran sustraídos de la revisión posterior por parte del Tribunal Constitucional Federal;
sólo en caso de la violación de un derecho constitucional específico por parte de un tribunal, puede el
Tribunal Constitucional Federal entrar a conocer el asunto (...). [L]os procesos de subsunción normales
dentro del derecho ordinario se encuentran sustraídos del examen posterior del Tribunal Constitucional
Federal, siempre y cuando no se aprecien errores de interpretación relacionados fundamentalmente con
una percepción incorrecta del significado de un derecho fundamental, especialmente en lo que respecta a
la extensión de su ámbito de protección, y cuando su significado material también sea de alguna
importancia para el caso legal concreto.” (BverfGE 18, 85 —sentencia del 10 de junio de 1964—)'". (Exp.
03882-2007-AA/TC FJ 3)
El Tribunal Constitucional no puede dejar de resolver en ningún caso, aun cuando alguno(s) de
sus miembros haya(n) cesado en su(s) cargo(s)
16. "Que, antes de ingresar a evaluar la procedencia de la solicitud este Tribunal Constitucional (TC) debe
pronunciarse respecto del avocamiento de los nuevos magistrados —Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez
Miranda que se integraron a este Colegiado el 19 de septiembre de 2007— para resolver la solicitud de
autos que ha ingresado el 11 de los corrientes, cuando ya habían cesado en sus cargos los magistrados
Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Gonzales Ojeda, quienes suscribieron la sentencia cuya nulidad se
invoca.
Que al respecto es de aplicación el artículo 5 del la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC), que
establece que en ningún caso el TC puede dejar de resolver; precisamente el órgano que no puede dejar
de resolver está compuesto por siete miembros elegidos por el Congreso (artículo 201 de la Constitución
Política del Perú) los que asumen el cargo al momento de su juramentación (artículo 19 de la LOTC); en
este sentido, la resolución de la presente solicitud de parte de aquellos que ya no son miembros del
Tribunal Constitucional infringiría la Constitución y tal hecho podría ser pasible de sanción penal, y por otro
lado la no resolución de parte de los actuales magistrados significaría una vulneración de la LOTC y con
ello de una de las normas que constituyen el Bloque de Constitucionalidad.
Que, consecuentemente, en aplicación de la Constitución Política del Perú y de la LOTC, el Pleno
Jurisdiccional con la actual composición no puede dejar de avocarse al conocimiento del pedido formulado
por el recurrente.
Que, bajo esta perspectiva, se entiende que es el Tribunal Constitucional, como órgano (Pleno y Salas), el
que se manifiesta a través de sus resoluciones (sentencias y autos) por lo que para resolver los recursos o
solicitudes que se interpongan respecto de ellas y que ameriten un pronunciamiento, el Colegiado (Pleno o
Salas) con la conformación vigente a la fecha de interpuesto el recurso o solicitud, es el competente para
ello". (Exp. 01078-2007-AA/TC FJ de 1 a 4)
No existe prohibición para que el Tribunal Constitucional sesione en cualquier otra ciudad de la
República distinta a Arequipa. Potestad del Tribunal Constitucional para definir su gobierno y la
gestión jurisdiccional
17. "Antes de resolver la presente controversia constitucional y en la medida en que la presente demanda de
amparo proviene de Huánuco, este Colegiado estima pertinente hacer algunas consideraciones en torno a
su sede. El artículo 1 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley Nº 28301) establece que “(...)
[e]l Tribunal Constitucional tiene como sede la ciudad de Arequipa. Puede tener sus sesiones en cualquier
otro lugar de la República”. Por su parte, el artículo 3 de su Reglamento Normativo (Resolución
Administrativa N.º 095-2004-P-TC) agrega que “[l]as oficinas administrativas funcionan en Lima”.
De estas disposiciones se aprecia que si bien es cierto se reconoce a la ciudad de Arequipa como sede del
Tribunal Constitucional, también lo es que no establece prohibición alguna para que sesione en cualquier
otra ciudad de la República. Ello es coherente con el artículo 201 de la Constitución, el cual señala que el
Tribunal Constitucional es “autónomo e independiente”. Tal autonomía, como es evidente, está referida a
la potestad constitucional del Tribunal para definir su gobierno y la gestión jurisdiccional –autonomía
administrativo-jurisdiccional-, así como a la autonomía en su relación con los poderes del Estado y órganos
constitucionales –autonomía funcional– y a su facultad para llenar los vacíos y deficiencias legislativas
procesales – autonomía procesal–.
En virtud de la primera de ellas, esto es, su autonomía administrativo-jurisdiccional, es el Tribunal
Constitucional el único al que le corresponde definir su propio gobierno y la organización, planificación y
resolución de los procesos constitucionales sometidos a su competencia, de conformidad con el artículo
202 de la Constitución. Por eso mismo, se debe enfatizar en que la gestión jurisdiccional del Tribunal
Constitucional es una cuestión orgánica que no puede ser sometida a controversia jurídica, sea a través de
un proceso ordinario o de un proceso constitucional, porque con ello se estaría vulnerando el artículo 201
de la Constitución". (Exp. 10340-2006-AA/TC FJ de 1 a 3)
Las sentencias del Tribunal Constitucional tienen fuerza vinculante para todos los órganos del
Estado. El Tribunal Constitucional decide sobre el derecho constitucional de manera vinculante
en última instancia
19. "... si el constituyente, en nuestro ordenamiento, ha decidido consagrar al Tribunal Constitucional como
guardián de los derechos fundamentales y órgano supremo “de control de la Constitución” (artículo 201º),
entonces, si bien no es el único intérprete, a él le corresponde decir la última palabra de lo que es o no
constitucional, y ningún poder u órgano constitucional puede contradecirlo o desvincularse de sus
decisiones, sino a costa de poner en cuestión nuestro sistema de justicia constitucional y el sistema
democrático mismo. De ahí que (...) puesto que prácticamente toda cuestión jurídico-constitucional puede
ser planteada de alguna manera al Tribunal Constitucional (...) su interpretación tiene, como consecuencia
de la fuerza vinculante de las sentencias del Tribunal Constitucional para todos los órganos del estado,,
tribunales y poderes públicos (...) una importancia extraordinaria. Los Tribunales Constitucionales deciden
sobre el derecho constitucional de manera vinculante en última instancia y por tanto con autoridad. Esto
es diferente en estados sin justicia constitucional. En estos la clarificación determinante de las normas
constitucionales es practicada por otros órganos constitucionales (Parlamento, Jefe de Estado).
Dado que en nuestro ordenamiento jurídico existe un sistema de justicia constitucional, un juez, si es leal
a la Constitución y a la ley, jamás puede ir en contra de los valores democráticos y del respeto de la
Constitución y de su interpretación". (Exp. 00006-2006-CC/TC FJ 52)
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Competencia del Tribunal Constitucional para revisar, vía Recurso de Agravio Constitucional,
sentencias estimatorias de segundo grado en caso Tráfico Ilícito de Drogas
4. "... este Colegiado considera que, en aplicación del artículo 201º de la Constitución, más allá de los
supuestos establecidos en el artículo 202º de la misma, es competente para revisar, vía RAC, las
sentencias estimatorias que bajo el pretexto de proteger ciertos derechos fundamentales, convaliden la
vulneración real de los mismos o constitucionalicen situaciones en las que se ha producido un abuso de
derecho o la aplicación fraudulenta de la Constitución; todo ello, en abierta contravención de los
dispositivos, principios y valores materiales de la Constitución.
En el presente caso, el análisis del tema de fondo, planteado en autos, pasa por analizar como se vincula
la pretensión contenida en la demanda, con el contenido de lo dispuesto en el artículo 8º de la
Constitución, el mismo que expresamente establece que “El Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de
drogas”.
Por ello, independientemente del contenido de la sentencia dictada en segunda instancia, en aplicación del
artículo 201º de la Constitución, este Tribunal Constitucional entiende que es competente para conocer el
caso de autos, entendiendo que el RAC presentado en autos, es uno de naturaleza excepcional, ante la
vulneración del orden constitucional, en particular, de lo dispuesto en el artículo 8º de la Constitución, lo
cual incluso tiene su correlato en las obligaciones que el Estado Peruano ha asumido en relación al
combate del Tráfico Ilícito de Drogas en particular, y del crimen organizado transnacional, en general".
(Exp. 02663-2009-HC/TC FJ de 9 a 11)
Admisión del Recurso de Agravio Constitucional cuando una decisión estimatoria de segundo
grado ha sido dictada sin tomar en cuenta un precedente constitucional vinculante emitido por
el Tribunal Constitucional
13. "... conforme lo dispone el inciso 2) del artículo 202° de la Constitución Política y el artículo 18º del Código
Procesal Constitucional, corresponde al Tribunal Constitucional conocer en última y definitiva instancia las
resoluciones denegatorias [infundadas o improcedentes] de hábeas corpus, amparo, hábeas data y acción
de cumplimiento. Adicionalmente, este Colegiado ha determinado en la STC 4853-2004-PA, publicada el
13 de setiembre de 2007 en el diario oficial El Peruano, que también procede admitir el Recurso de Agravio
Constitucional (RAC) cuando se pueda alegar, de manera irrefutable, que una decisión estimatoria de
segundo grado 'ha sido dictada sin tomar en cuenta un precedente constitucional vinculante emitido por
este Colegiado en el marco de las competencias que establece el artículo VII del Código Procesal
Constitucional'". (Exp. 00048-2008-Q/TC FJ 1)
Test de competencia
20. “Para determinar de manera correcta, qué competencia corresponde a cada órgano constitucional, el
intérprete debe remitirse a un test de la competencia. En primer lugar se debe analizar el principio de
unidad, ya estudiado supra. Luego, se debe pasar propiamente al análisis del principio de competencia. A
partir de este último, se debe utilizar tres fórmulas congruentes con la búsqueda de la certidumbre
competencial, las mismas que están relacionadas con la lista de materias (se refiere a la lista
pormenorizada explicada en la Constitución y en el bloque de constitucionalidad) y las cláusulas generales
(está relacionada con el reparto de funciones generales entre los distintos órganos constitucionales:
- Competencias exclusivas: Son materias asignadas en exclusividad a favor de organismos
constitucionales, ya sea de manera positiva (de manera directa) o negativa (si se impide su delegación).
- Competencias compartidas: Son materias divididas en determinadas áreas de atención,
repartiéndose responsabilidades entre dos o más niveles de gobiernos, actividad coherente con la noción
de cooperación entre los organismos constitucionales autónomos.
Competencias concurrentes: Son materias que dan lugar a que dos o más órganos asuman funciones
específicas comunes, existiendo una relación complementaria de tutela y control normativo”. (Exp. 00002-
2005-AI/TC FJ 61)
Legitimación activa en el
Proceso de
203º. Están facultados para interponer acción de
Inconstitucionalidad inconstitucionalidad:
1. El Presidente de la República;
Presidente de la República
2. El Fiscal de la Nación;
Fiscal de la Nación
3. El Defensor del Pueblo;
Defensor del Pueblo 4. El veinticinco por ciento del número legal de
congresistas;
25% del número legal de
5. Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por
congresistas
el Jurado Nacional de Elecciones. Si la norma es
5,000 ciudadanos una ordenanza municipal, está facultado para
impugnarla el uno por ciento de los ciudadanos del
Presidentes de Región o
alcaldes provinciales respectivo ámbito territorial, siempre que este
porcentaje no exceda del número de firmas
Colegios profesionales anteriormente señalado;
6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo
de Coordinación Regional, o los alcaldes
provinciales con acuerdo de su Concejo, en
materias de su competencia;
7. Los colegios profesionales, en materias de su
especialidad.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Porcentaje necesario de ciudadanos para impugnar una ordenanza municipal a través de una
demandad de inconstitucionalidad
5. "... el solicitante, como ciudadano, no se encuentra facultado para interponer, el solo, demanda de
inconstitucionalidad ya que siendo la norma que se impugna una ordenanza municipal es necesario el uno
por ciento de los ciudadanos del respectivo ámbito territorial con firmas comprobadas por el Jurado
Nacional de Elecciones, conforme lo indica el artículo 203 de la Constitución, en concordancia con el
artículo 99 del Código Procesal Constitucional.
Que, asimismo, este Tribunal no puede dejar de llamar la atención a los solicitantes por haber presentado
su escrito de demanda dirigido al Tribunal Constitucional de la Corte Superior de Lima (sic). No está de
más aclarar que la Constitución da el nombre de Tribunal Constitucional a esta institución". (Exp. 00022-
2006-AI/TC FJ 1,2)
Velar por la vigencia del principio de supremacía constitucional como rol constitucional de los
colegios profesionales
11. "De los roles constitucionales de los colegios profesionales, tal vez el de velar por la vigencia del principio
de supremacía constitucional sea el de mayor relevancia. Esto por cuanto la Constitución (artículo 203º,
inciso 7) y el Código Procesal Constitucional (artículos 98º y 99º) los ha facultado para la interposición de
demandas de inconstitucionalidad en materias de su especialidad. Tal reconocimiento sólo puede
justificarse si se considera que –como se ha señalado anteriormente (Exp. Nº 005-2005-AI/TC,
fundamento 3) (...) debido a la particularidad, singularidad y especialidad de los conocimientos científicos
y técnicos que caracterizan a las diferentes profesiones (Medicina, Abogacía, Ingeniería, Arquitectura,
Contabilidad, Química-farmacéutica, Periodismo, Psicología y Biología, entre otras), estas instituciones se
sitúan en una posición idónea para poder apreciar, por una parte, si una determinada ley o disposición con
rango de ley –que regula una materia que se encuentra directamente relacionada con los conocimientos de
una determinada profesión– vulnera disposiciones de la Norma Fundamental; y, por otra, si resulta
necesaria la expedición de una determinada ley que regule las materias que se encuentren relacionadas
con los referidos conocimientos.
Lo cual, por un lado, significa que los colegios profesionales, si bien tienen legitimidad para interponer
demandas de inconstitucionalidad, no pueden cuestionar cualquier tipo de leyes, sino aquellas circunscritas
a su ámbito de conocimientos; y, por otro, que esta legitimidad no puede servir de instrumento para
viabilizar, soterradamente, intereses particulares, sino más bien accionar en cautela de intereses generales
o que atañen a la sociedad en su conjunto". (Exp. 00027-2005-AI/TC FJ 12,13)
Publicidad y efectos de la
sentencia que declara
204º. La sentencia del Tribunal que declara la
inconstitucional una norma inconstitucionalidad de una norma se publica en el
Prohibición de efectos diario oficial. Al día siguiente de la publicación, dicha
retroactivos de la sentencia norma queda sin efecto.
No tiene efecto retroactivo la sentencia del Tribunal que
declara inconstitucional, en todo o en parte, una norma
legal.
ANTECEDENTES
Los efectos de las sentencia de procesos constitucionales de tutela de derechos difieren de los
efectos de procesos constitucionales orgánicos
4. "... este Tribunal considera pertinente precisar que el llamado “estado de cosas inconstitucionales” es una
opción que sólo cabe utilizarse en los procesos de tutela de derechos (hábeas corpus, amparo, hábeas
data y proceso de cumplimiento) mas no así en procesos constitucionales orgánicos como el de
inconstitucionalidad.
Que la consideración precedente responde a la diferencia existente entre los efectos que acompañan a una
sentencia de hábeas corpus o amparo y los que corresponden a la sentencia emitida en un proceso de
inconstitucionalidad. Los efectos de las primeras son, como es bien sabido, de alcance particular o
concreto y se circunscriben a conductas inconstitucionales (actos, omisiones o amenazas) que por lo
general suelen afectar a específicas o determinadas personas. Precisamente por ello y sólo para aquellos
casos en los que por excepción se constata que las conductas cuestionadas pueden afectar a un número
indeterminado de personas es que se acude a instituciones como la planteada por el solicitante. En tales
circunstancias y a fin de evitar la innecesaria reiteración de demandas sobre un asunto respecto del cual el
juzgador constitucional ya se pronunció (y por lo tanto ya se conoce su posición al respecto), es que se
opta por declarar el “estado de cosas inconstitucionales” fundamentalmente con el propósito que la
autoridad, funcionario o persona, proceda en lo sucesivo de la manera como el juez constitucional lo viene
estableciendo en su sentencia.
Que definitivamente no es el contexto descrito el que corresponde a las sentencias de inconstitucionalidad,
pues estas últimas tienen efectos generales y vinculan a todos los poderes públicos por mandato expreso
del artículo 81º del Código Procesal Constitucional en concordancia con el artículo 204º de la Constitución.
Siendo su incidencia totalizadora y no existiendo posibilidad alguna de desvincularse de sus mandatos,
carece de todo sentido establecer un “estado de cosas inconstitucionales” vía sentencia de
inconstitucionalidad, cuando el mandato del Tribunal Constitucional tiene para todos sus efectos alcances
erga omnes". (Exp. 00006-2008-AI/TC FJ de 4 a 6)
La acción del Tribunal Constitucional colabora con el desarrollo y efectividad de las clausulas
constitucionales
7. "Distintos son los supuestos en que la constatación de la omisión, sólo se pone en evidencia como
consecuencia de la interpretación judicial de los derechos fundamentales o del desarrollo de las cláusulas
orgánicas de la Constatación en los que se pueda constatar que los contenidos constitucionales no son
posibles sin la intermediación legislativa. Aquí se trata de concebir a la acción de los órganos judiciales, y
en especial del Tribunal Constitucional, como instituciones que colaboran con el desarrollo y efectividad de
las cláusulas constitucionales de modo que, en el desarrollo de sus contenidos pueden avizorar, con
conocimiento de causa la necesidad de que los contenidos constitucionales no se desvanezcan o diluyan
ante la pasividad de los poderes constituidos. Se trata de la vigilia de la Constitución en su dinámica
cotidiana.
En este sentido, conviene precisar en este punto, que las omisiones constatadas a través de la actuación
de los órganos judiciales, en especial, por la actividad del Tribunal Constitucional, se configuran como
mandatos normativos que se proyectan con efecto erga omnes conforme al artículo 204º de la
Constitución y los artículos 81º y 82º del Código Procesal Constitucional y que en consecuencia se derivan
de la actuación de los órganos judiciales en su labor de defensa del orden jurídico constitucional, así como
de su misión de tutela de los derechos fundamentales". (Exp. 00006-2008-AI/TC FJ 43,44)
Las sentencias del Tribunal Constitucional no tienen efectos retroactivos salvo en materia
tributaria
9. "... como quiera que al día siguiente de la publicación de la STC Nº 009-2001-AI/TC no existía aún en el
ordenamiento jurídico norma alguna que regulara el pago del referido impuesto en base a las nuevas
reglas constitucionales, se produjo una vacatio legis, que justificó lo dispuesto en la resolución aclaratoria
del Tribunal Constitucional, a la que se ha hecho referencia en el Fundamento Nº 8, supra; y que, en
virtud al carácter vinculante, fuerza de ley y cosa juzgada de las sentencias de inconstitucionalidad, debía
ser cumplida en dichos términos por todos los poderes públicos. Asimismo, importa señalar que, de
acuerdo al artículo 204º de la Constitución, la norma declarada inconstitucional queda sin efecto a partir
del día siguiente de su publicación, salvo en el caso de materia tributaria, permitiéndose la declaratoria
con efecto retroactivo, en concordancia con lo dispuesto en el último párrafo del artículo 74º de la propia
Constitución y el artículo 81º del Código Procesal Constitucional –antes, artículos 36º y 40º de la Ley
Orgánica de este Colegiado–. En consecuencia, tratándose de la declaratoria de inconstitucionalidad de
normas tributarias por transgresión del artículo 74º de la Carta Magna, el Tribunal Constitucional se
encuentra habilitado para modular los efectos de sus sentencias en el tiempo, conforme lo dispuso en la
STC Nº 009-2001-AI/TC, de manera que carece de sustento el cuestionamiento hecho por la recurrente
respecto al ejercicio de tal facultad". (Exp. 04227-2005-AA/TC FJ 10)
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 44-47.
ANTECEDENTES
El Tribunal Constitucional no tiene como función recibir y tramitar las demandas ante los
tribunales u organismos internacionales
5. "... si bien el artículo 205° de la Constitución establece que “[a]gotada la jurisdicción interna, quien se
considere lesionado en los derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales u
organismos internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte”, el
Tribunal Constitucional, de conformidad a su Ley Orgánica, no tiene por función recibir y tramitar las
demandas ante los tribunales y organismos aludidos. Por lo que la solicitud del recurrente debe ser
desestimada". (Exp. 00084-2005-AA/TC FJ 2)
Reforma constitucional
Reforma Constitucional
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
El Tribunal Constitucional no tiene como función recibir y tramitar las demandas ante los
tribunales u organismos internacionales
5. "... si bien el artículo 205° de la Constitución establece que “[a]gotada la jurisdicción interna, quien se
considere lesionado en los derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales u
organismos internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte”, el
Tribunal Constitucional, de conformidad a su Ley Orgánica, no tiene por función recibir y tramitar las
demandas ante los tribunales y organismos aludidos. Por lo que la solicitud del recurrente debe ser
desestimada". (Exp. 00084-2005-AA/TC FJ 2)
Primera.
Régimen Pensionario del Declárese cerrado definitivamente el régimen
Decreto Ley N ° 20530 pensionario del Decreto Ley Nº 20530. En consecuencia
a partir de la entrada en vigencia de esta reforma
Interés social Constitucional:
1. No están permitidas las nuevas incorporaciones o
Ahorro presupuestal reincorporaciones al régimen pensionario del Decreto
Ley Nº 20530.
2. Los trabajadores que, perteneciendo a dicho régimen,
no hayan cumplido con los requisitos para obtener la
pensión correspondiente, deberán optar entre el
Sistema Nacional de Pensiones o el Sistema Privado de
Administradoras de Fondos de Pensiones.
Por razones de interés social, las nuevas reglas
pensionarias establecidas por Ley se aplicarán
inmediatamente a los trabajadores y pensionistas de los
regímenes pensionarios a cargo del Estado, según
corresponda. No se podrá prever en ellas la nivelación
de las pensiones con las remuneraciones, ni la
reducción del importe de las pensiones que sean
inferiores a una Unidad Impositiva Tributaria.
La ley dispondrá la aplicación progresiva de topes a las
pensiones que excedan de una Unidad Impositiva
Tributaria.
El ahorro presupuestal que provenga de la aplicación de
nuevas reglas pensionarias será destinado a
incrementar las pensiones más bajas, conforme a ley.
Las modificaciones que se introduzcan en los
regímenes pensionarios actuales, así como los nuevos
regímenes pensionarios que se establezcan en el futuro
deberán regirse por los criterios de sostenibilidad
financiera y no nivelación.
Autorízase a la entidad competente del Gobierno
Nacional a iniciar las acciones legales correspondientes
para que se declare la nulidad de las pensiones
obtenidas ilegalmente, salvo los casos definidos por
sentencias con carácter de cosa juzgada que se hayan
pronunciado expresamente sobre el fondo del asunto o
que las respectivas acciones hubieran prescrito.
(Ver nota de actualización).
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme al Artículo Tercero de la ley 28389, ley de reforma de los Artículos 11, 103
y Primera Disposición Final y Transitoria de la Constitución Política del Perú.
El texto anterior fue el siguiente:
Los nuevos regímenes sociales obligatorios, que sobre materia de pensiones de los trabajadores públicos
se establezcan, no afectan los derechos legalmente obtenidos, en particular el correspondiente a los
regímenes de los decretos leyes 19990 y 20530 y sus modificatorias.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Tratados de Derechos Humanos:
DUDH: Artículos 2 y21;
PIDCP: Artículos 1, 2 y 25;
PIDESC: Artículos 1,2 y 25;
CADH: Artículo 23
Goce de los derechos adquiridos presupone que estos hayan sido obtenidos conforme a ley
1. “Este Tribunal considera menester precisar que el goce de los derechos adquiridos presupone que estos
hayan sido obtenidos conforme a ley, toda vez que el error no genera derecho; consecuentemente,
cualquier otra opinión vertida con anterioridad por este Colegiado que haya estimado la prevalencia de la
cosa decidida sobre el derecho legalmente adquirido, queda sustituida por los fundamentos precedentes”.
(Exp. 01263-2003-AA/TC FJ 5)
Derechos adquiridos
3. “... Una correcta interpretación de tal disposición no puede ser otra que la de consagrar, a nivel
constitucional, los derechos adquiridos en materia pensionaria por los pensionistas sujetos a los regímenes
de los Decretos Leyes 19990 y 20530, entendiéndose por derechos adquiridos ‘aquellos que han entrado
en nuestro dominio, que hacen parte de él, y de los cuales ya no puede privarnos aquel de quien los
tenemos’...”. (Exp. 00008-1996-AI/TC FJ 15)
Pago y reajuste de pensiones
Pago y reajuste de pensiones Segunda. El Estado garantiza el pago
que administra el Estado oportuno y el reajuste periódico de las pensiones que
administra, con arreglo a las previsiones
presupuestarias que éste destine para tales efectos, y a
las posibilidades de la economía nacional.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Tratados de Derechos Humanos:
DUDH: Artículos 2 y21;
PIDCP: Artículos 1, 2 y 25;
PIDESC: Artículos 1,2 y 25;
CADH: Artículo 23
Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334, 2337,
2343 a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
Derechos adquiridos
4. “... Una correcta interpretación de tal disposición no puede ser otra que la de consagrar, a nivel
constitucional, los derechos adquiridos en materia pensionaria por los pensionistas sujetos a los regímenes
de los Decretos Leyes 19990 y 20530, entendiéndose por derechos adquiridos ‘aquellos que han entrado
en nuestro dominio, que hacen parte de él, y de los cuales ya no puede privarnos aquel de quien los
tenemos’...”. (Exp. 00008-1996-AI/TC FJ 15)
Prohibición de acumular servicios prestados en la actividad
pública y privada
Prohibición de acumular
servicios prestados en la
Tercera. En tanto subsistan regímenes
actividad pública y privada diferenciados de trabajo entre la actividad privada y la
pública, en ningún caso y por ningún concepto pueden
acumularse servicios prestados bajo ambos regímenes.
Es nulo todo acto o resolución en contrario.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Tratados de Derechos Humanos: DUDH: Artículos 2 y21; PIDCP: Artículos 1, 2 y 25; PIDESC:
Artículos 1,2 y 25; CADH: Artículo 23
Diario de los Debates: Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330,
2333, 2334, 2337, 2343 a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y
2570.
Ninguno de los estados parte de la CADH puede suprimir el goce o ejercicio de los derechos o
libertados reconocidos en la Convención
1. "La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, Sentencia del
24 de septiembre de 1999, Serie C-Nº 55, párrafos 35, 40 y 49 ha establecido que “La aceptación de la
competencia contenciosa de la Corte constituye una cláusula pétrea que no admite limitaciones que no
estén expresamente contenidas en el artículo 62.1 de la Convención (...). El artículo 29.a de la Convención
Americana establece que ninguna disposición de la misma puede ser interpretada en el sentido de permitir
a alguno de los Estados parte, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades
reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida que la prevista en ella. Una interpretación de
la Convención Americana en el sentido de permitir que un Estado pueda retirar su reconocimiento de la
competencia obligatoria del Tribunal (...), implicaría la supresión del ejercicio de los derechos y libertades
reconocidos por la Convención, iría en contra de su objeto y propósito como tratado de derechos humanos,
y privaría a todos los beneficiarios de la Convención de la garantía adicional de protección de tales
derechos por medio de la actuación de su órgano jurisdiccional (...). Un Estado que aceptó la jurisdicción
obligatoria de la Corte Interamericana según el artículo 62.1 de la misma, pasa a obligarse por la
Convención como un todo (...)”.
De aquí se desprende la vinculación directa entre la Corte Interamericana de Derechos Humanos y este
Tribunal Constitucional; vinculación que tiene una doble vertiente: por un lado, reparadora, pues
interpretado el derecho fundamental vulnerado a la luz de las decisiones de la Corte, queda optimizada la
posibilidad de dispensársele una adecuada y eficaz protección; y, por otro, preventiva, pues mediante su
observancia se evitan las nefastas consecuencias institucionales que acarrean las sentencias condenatorias
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para la seguridad jurídica del Estado peruano". (Exp.
00007-2007-AI/TC FJ 25,26)
Los ámbitos normativos de los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales
deben de incorporarse en el contenido protegido de los derechos constitucionales,
3. "Los tratados internacionales sobre derechos humanos no sólo forman parte positiva del ordenamiento
jurídico nacional (artículo 55º de la Constitución), sino que la Cuarta Disposición Final y Transitoria (CDFT)
de la Constitución –en cuanto dispone que los derechos fundamentales reconocidos por ella se interpretan
de conformidad con los tratados y acuerdos internacionales sobre derechos humanos ratificados por el
Perú– exige a los poderes públicos nacionales que, a partir del ejercicio hermenéutico, incorporen en el
contenido protegido de los derechos constitucionales los ámbitos normativos de los derechos humanos
reconocidos en los referidos tratados. Se trata de un reconocimiento implícito de la identidad nuclear
sustancial compartida por el constitucionalismo y el sistema internacional de protección de los derechos
humanos: la convicción jurídica del valor de la dignidad de la persona humana, a cuya protección y
servicio se reconduce, en última y definitiva instancia, el ejercicio de todo poder". (Exp. 02730-2006-
AA/TC FJ 9)
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Diario de los Debates: Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330,
2333, 2334, 2337, 2343 a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y
2570.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Distrito Único
Séptima. El primer
proceso de elecciones
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213, 259,
261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
DIARIO DE LOS DEBATES: PÁGINAS 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333,
2334, 2337, 2343 a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
Leyes de Desarrollo
Octava. Las disposiciones de la Constitución que
Constitucional lo requieran son materia de leyes de desarrollo
constitucional.
Prioridades
Tienen prioridad:
Normas sobre 1. Las normas de descentralización y, entre ellas, las
descentralización que permitan tener nuevas autoridades elegidas a
Normas para eliminar
más tardar en 1995. Y
progresivamente los 2. Las relativas a los mecanismos y al proceso para
monopolios legales
eliminar progresivamente los monopolios legales
otorgados en las concesiones y licencias de
servicios públicos.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
TRATADOS DE DERECHOS HUMANOS:
Oficinas, funcionarios y
servidores que se integran en Décima. La ley establece el modo como las
el RENIEC oficinas, los funcionarios y servidores del Registro Civil
de los gobiernos locales y los del Registro Electoral se
integran al Registro Nacional de Identificación y Estado
Civil.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334, 2337, 2343
a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
Aplicación progresiva de
disposiciones Undécima. Las disposiciones de la
constitucionales que generen Constitución que exijan nuevos o mayores gastos
nuevos o mayores gastos
públicos se aplican progresivamente.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Código Procesal Constitucional: Art. 38.
Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334, 2337, 2343
a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
Obligación del Estado de diseñar y ejecutar una política social en materia pensionaria.
Seguridad social y derecho a la pensión
1. "Sostener, como se ha hecho, que el respeto al mínimo vital en el contexto de la seguridad social
dependerá de la fijación de una pensión mínima que permita satisfacer las necesidades básicas del
pensionista y que para ello, dada la actual situación de los sistemas pensionarios, se debe buscar como
ideal la determinación de una pensión mínima única, obliga a que el Estado diseñe y ejecute una política
social en materia pensionaria. Al respecto, debe tenerse presente que este Tribunal Constitucional ha
señalado que: “El Estado debe cumplir sus obligaciones según sus limitaciones presupuestales. Ello no
obsta para que deje de cumplirlas. Sólo de esta forma se podrá asegurar el ejercicio del derecho
fundamental a la pensión” (STC 0050-2004-AI, 0051-2004-AI, 0004-2005-AI, 0007-2005-AI, 0009-2005-
AI (acumulados) fundamento 88).
De este modo se deja sentado que las condiciones presupuestales no pueden importar un incumplimiento
de derechos fundamentales, sino que la actividad estatal debe propender a lograr la satisfacción de
aquellos. En el caso del mínimo vital es conveniente ratificar la postura que este Tribunal ha asumido con
relación a la progresividad en el gasto público de acuerdo a la Undécima Disposición Final y Transitoria de
la Constitución, en el sentido de que este “[...] no puede ser entendido con carácter indeterminado y, de
este modo, servir de alegato frecuente ante la inacción del Estado, pues para este Colegiado la
progresividad del gasto no está exenta de observar el establecimiento de plazos razonables, ni de acciones
concretas y constantes del Estado para la implementación de políticas públicas” (STC 02945-2003-AA,
fundamento 36).
En nuestro contexto, la seguridad social y, por ende, el derecho a la pensión, derivan –como se ha
señalado– de un sistema de protección de eminente carácter contributivo. Por ello, las prestaciones que se
otorgan deberían responder a los propios recursos económicos que se generan en el sistema de seguridad
social en materia de pensiones en virtud del principio de solidaridad, y también por el Estado pueda
proveer. Con relación a este tema se ha señalado que: “[…] dentro del universo de los titulares del
derecho a la pensión del régimen pensionario del Decreto Ley N° 20530, es plenamente constitucional que
estén vinculados por el principio de solidaridad, correspondiente a un Estado social y democrático de
derecho, lo cual supone la asunción de los fines comunitaristas de la seguridad social y el derecho a la
pensión, en el marco de los artículos 10 y 11 de la Constitución” (STC 0050-2004-AI, 0051-2004-AI,
0007-2005-AI, 0009-2005-AI (acumulados) fundamento 48).
Lo expuesto pone en relieve la problemática acerca del mínimo vital y el tratamiento dado por este
Colegiado. En tal sentido, el enfoque jurisprudencial del tema debe servir para trazar el derrotero de las
políticas públicas en materia de la pensión mínima, y de este modo, resolver el grave problema social que
recae en los pensionistas que no pueden cubrir lo mínimo indispensable para su subsistencia. Más aún, en
caso de existir un régimen pensionario del sistema público de pensiones que carezca de mecanismos para
la fijación de la pensión mínima, es deber del Estado priorizar la atención de dicha circunstancia". (Exp.
00659-2007-AA/TC FJ de 18 a 20)
Carácter progresivo del derecho a la seguridad social. Relación entre el principio de solidaridad
y el Estado Social y Democrático de Derecho
2. "El derecho a la seguridad social se reconoce también como “progresivo”, teniendo en cuenta que debe ser
prestado en relación directa con las posibilidades presupuestarias, suponiendo una verdadera función del
aparato estatal el aseguramiento a la seguridad social de acuerdo a las posibilidades financieras
nacionales. Ello debe entenderse en el sentido de que la función del Estado no debe ser comprendida ni
agotada en el supuesto de solventar las pensiones, sino de establecer una vía normativa de presupuestos
para que se cumpla progresivamente con el acceso a la seguridad social.
Por su parte, ya se ha expresado en la STC 0048-2004-AI/TC que “El principio de solidaridad,
directamente relacionado con la naturaleza misma del Estado Social y Democrático de Derecho, está en la
base misma de nuestro sistema jurídico, que ha puesto al hombre y no a la empresa ni a la economía, en
el punto central de su ethos organizativo. Así, el Constituyente, al establecer en el artículo 1° de la
Constitución Política, que “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo
de la sociedad y del Estado”, ha dejado un mensaje claro para las generaciones futuras; por ello, tanto el
Estado como la sociedad se organizan y toman sus decisiones teniendo como centro al ser humano.
Cuando entran en conflicto la generación lucrativa o la mayor rentabilidad de ciertos grupos económicos
con el bienestar colectivo o la defensa de los bienes que resultan indispensables para que la vida humana
siga desarrollándose, la interpretación que de la Constitución se haga debe preferir el bienestar de todos y
la preservación de la especie, así como también de las demás especies, como ya se ha dicho”.
Dichos presupuestos (solidaridad y progresividad) deben ser entendidos como que es deber del Estado
proporcionar los mecanismos necesarios para lograr progresivamente mayor cobertura pensionaria a los
ciudadanos pero que los costes que ello genere no necesariamente deben ser cubiertos por el presupuesto.
En ese sentido, la solidaridad juega un papel preponderante ante regímenes sui generis como el del
trabajador pescador". (Exp. 01473-2009-AA/TC FJ de 12 a 14)
Los derechos sociales como verdaderas garantías del ciudadano frente al Estado y como
deberes de solidaridad que vinculan también a la Sociedad
5. "Si bien es cierto que la efectividad de los derechos sociales requiere un mínimo de actuación del Estado a
través del establecimiento de servicios públicos, así como de la sociedad mediante la contribución de
impuestos, ya que toda política social necesita de una ejecución presupuestal, también lo es que estos
derechos derivan en obligaciones concretas por cumplir, por lo que los Estados deben adoptar medidas
constantes y eficaces para lograr progresivamente la plena efectividad de los mismos en igualdad de
condiciones para la totalidad de la población.
Entonces, los derechos sociales deben interpretarse como verdaderas garantías del ciudadano frente al
Estado dentro de una visión que busca revalorar la eficacia jurídica de los mandatos constitucionales y, por
ende, la vigencia de la Constitución. Así, en algunos casos han sido planteados, incluso, como deberes de
solidaridad que involucran no sólo obligaciones del Estado, sino de toda la sociedad (Adame, Jorge
Goddard. Op.Cit., pp. 59-85).
El reconocimiento de estos derechos exige, entonces, superar su concepción programática, perfeccionando
los mandatos sociales de la Constitución, así como la obligación del Estado, en la cual se impongan metas
cuantificables para garantizar la vigencia del derecho (José Luis Cascajo Castro. La tutela constitucional de
los derechos sociales. Cuadernos y Debates N° 5. Madrid. 1998, pág. 53).
Esta nueva visión de los derechos sociales permite reconocer, en su contenido esencial, principios como la
solidaridad y el respeto a la dignidad de la persona, los que, a su vez, constituyen pilares fundamentales
del Estado social de derecho". (Exp. 02016-2004-AA/TC FJ de 11 a 14)
Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334, 2337, 2343 a
2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
Al respecto, el Tribunal Constitucional de España ha sostenido que ´(...) Ante todo, resulta claro que la
autonomía hace referencia a un poder limitado. En efecto, autonomía no es soberanía –y aún este poder
tiene límites–, y dado que cada organización territorial dotada de autonomía es una parte del todo, en
ningún caso el principio de autonomía puede oponerse al de unidad, sino que es precisamente dentro de
este donde alcanza su verdadero sentido´ [STC 4/1981].
De este modo, la consagración de la autonomía municipal no debe ser entendida como un modo de
favorecer tendencias centrífugas o particularistas, sino como un elemento básico en el proceso de
descentralización que se viene implementando, el mismo que tiene por objetivo fundamental el desarrollo
integral del país (artículo 188° de la Constitución).
De ahí que, en materia de descentralización, existan tres retos fundamentales: a) garantizar la autonomía;
b) asegurar la unidad del ordenamiento, y c) favorecer la integración y el dinamismo del sistema.
En este sentido, como lo ha sostenido este Colegiado en la STC 0007-2001-AI/TC, mediante la autonomía
municipal se garantiza el funcionamiento de los gobiernos locales con plena libertad en los ámbitos
administrativos, económicos y políticos (entre ellos los legislativos). Es decir, se garantiza que los
gobiernos locales, en los asuntos que constitucionalmente les atañen, puedan ejercer las potestades
necesarias para garantizar su autogobierno. Sin embargo, la autonomía no debe confundirse con autarquía
o autosuficiencia, puesto que es atribuida y limitada por el propio ordenamiento jurídico. `No supone
autarquía funcional al extremo de que, de alguna de sus competencias, pueda desprenderse
desvinculación parcial o total del sistema político o del propio orden jurídico en el que se encuentra
inmerso cada gobierno municipal´.
De modo que la `capacidad para regirse mediante normas y actos de gobierno se extiende a aquellas
competencias que constitucionalmente e hayan sido atribuidas. Sin embargo, ello no quiere decir que cada
una de estas pueda ejercerse, siempre y en todos los casos, con idéntica intensidad. Es
constitucionalmente lícito modularlas en función del tipo de interés respectivo. La Constitución garantiza a
los gobiernos locales una autonomía plena para aquellas competencias que se encuentran directamente
relacionadas con la satisfacción de los intereses locales. Pero no podrá ser de igual magnitud respecto de
aquellas que los excedan, como los intereses supralocales, donde esa autonomía tiene necesariamente que
graduarse en intensidad, debido a que de esas competencias pueden también, según las circunstancias,
coparticipar otros órganos estatales´.
En síntesis, la garantía institucional de la autonomía municipal no puede contraponerse, en ningún caso, al
principio de unidad del Estado, porque si bien este da vida a sub-ordenamientos que no deben encontrarse
en contraposición con el ordenamiento general, resultan necesarios para obtener la integración política de
las comunidades locales en el Estado". (Exp. 00013-2003-AI/TC FJ 8,9)
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305 ; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334, 2337, 2343
a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334, 2337, 2343
a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
La participación del Ing. Alberto Fujimori no era necesaria para validez ni vigencia de la
Constitución
2. "... el hecho de someter a referéndum el proyecto final elaborado y aprobado por el Congreso, no es
suficiente, según lo expuesto, para otorgarle las atribuciones que el artículo 206° no le otorga —y, antes
bien, contrario sensu, le deniega— esto es, las de someter a referéndum un texto final elaborado y
aprobado, en última instancia, por él mismo, como proyecto final de una nueva Constitución.
Respecto de los otros dos petitorios —a mi juicio de menor importancia, si no, en último análisis, inclusive
ajenos al problema central planteado en la demanda de autos— que se relacionan, el primero, con el retiro
de la firma del Ing. Fujimori Fujimori del texto de la Constitución del 93’; y, el otro, con la votación que
aprobó la ley impugnada (sólo 53 votos), mis conclusiones concuerdan con las que obran en la presente
sentencia, aunque los fundamentos no siempre resulten compartidos, toda vez que, a mi juicio, el retiro de
la firma susodicha, visto el texto de la Ley 27600 —que precisa que ello no priva de vigencia a la
Constitución del 93’— es un acto de naturaleza sólo material y que, así entendido y por ello mismo, no
puede trascender al plano jurídico correspondiente, esto es, al ámbito de la validez y de la vigencia de la
Constitución del 93’, ni más ni menos que tampoco podría hacerlo, salvando alguna pequeña distancia, la
eliminación, p.ej., de alguna mancha de tinta filtrada en el mismo documento. La validez de la
Constitución vigente, según su propio tenor, depende —y dependió siempre, ab initio— de sólo dos actos
(ellos sí de naturaleza jurisgénica) sucesivos y complementarios, a saber: la aprobación otorgada, primero,
por el Congreso Constituyente Democrático, y la aprobación subsiguiente, sancionada por el pueblo, a
través del referéndum. Así resulta del texto, claro y preciso, de la Decimocuarta Disposición Final y
Transitoria de la Constitución vigente, cuyo tenor es el siguiente:
`Decimocuarta´.- La presente Constitución, una vez aprobada por el Congreso Constituyente Democrático,
entra en vigencia, conforme al resultado de referéndum regulado mediante ley constitucional".
A la vista de lo expuesto, la participación del Ing. AFF no era necesaria ni para la validez ni para la
vigencia de la Constitución, de modo que el retiro de su firma tampoco puede afectar ni lo uno ni lo otro,
pues lo que la firma no dio, su retiro no puede quitar.
Corolario de lo dicho es que el retiro de la firma no produce el efecto de ‘despromulgar´ —y menos de
invalidar— la Constitución del 93’" (Del Voto Singular del Magistrado Aguirre Roca). (Exp. 00014-2002-
AI/TC FJ 1)
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
Constitución histórica: 1979: Artículos 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213,
259, 261, 287 y 305; 1933: Artículos 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188
Sustitución de la Constitución
de 1979 Decimosexta. Promulgada la presente
Constitución, sustituye a la del año 1979.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Arts. 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188.
Constitución de 1979: Arts. 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213, 259, 261,
287 y 305.
Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334,
2337, 2343 a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.
CONCORDANCIAS
Internas: Artículos 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205
NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme al Artículo Primero de la ley 27365, ley de reforma constitucional que elimina la
reelección presidencial inmediata y modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y
Congresistas elegidos en las Elecciones Generales del año 2000.
Derecho a la reelección
1. “... el Presidente que asume el mando con arreglo a una Constitución que impide la reelección, adquiere el
derecho a la reelección, si una regla posterior la autoriza. De modo, pues, que si bien la condición de
"casado", en un caso, y de "presidente", en el otro, fueron válidamente adquiridas según las leyes
imperantes al momento de su nacimiento, el contenido de los derechos se rige por las leyes vigentes en el
futuro. Es por esto que el Ing. Fujimori Fujimori pudo ser reelegido en el año de 1995...” (Fundamento
adicional del voto, concordante con el de la mayoría que también suscribe, del doctor Manuel Aguirre
Roca). (Exp. 00002-1996-AI/TC FJ 1)
Esta Disposición Transitoria Especial fue incorporada por el Artículo 2º de la Ley 27365 (05 de
noviembre de 2000), Ley de Reforma Constitucional que elimina la reelección presidencial inmediata y
modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos en
las Elecciones Generales de 2000.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
Reelección presidencial.
1. “[El] Presidente que asume el mando con arreglo a una Constitución que impide la reelección, adquiere el
derecho a la reelección, si una regla posterior la autoriza. De modo, pues, que si bien la condición de
“casado”, en un caso, y de “presidente”, en el otro, fueron válidamente adquiridas según las leyes
imperantes al momento de su nacimiento, el contenido de los derechos se rige por las leyes vigentes en el
futuro. Es por esto que el Ing. Fujimori Fujimori pudo ser reelegido en el año de 1995...” (Exp. 0002-
1996-AI/TC, Fundamento adicional del voto, concordante con el de la mayoría, que también suscribe, del
doctor Manuel Aguirre Roca).
[Disposición incorporada por el Artículo Único de la Ley N° 29402, publicada el 8 de septiembre de 2009. La citada reforma
constitucional entra en vigencia para el proceso electoral del año 2011].
DECLARACIÓN
EL CONGRESO
CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO
DECLARA que el Perú, país del hemisferio austral, vinculado a la Antártida por costas
que se proyectan hacia ella, así como por factores ecológicos y antecedentes
históricos, y conforme con los derechos y obligaciones que tiene como parte consultiva
del Tratado Antártico, propicia la conservación de la Antártida como una Zona de Paz
dedicada a la investigación científica, y la vigencia de un régimen internacional que, sin
desmedro de los derechos que corresponden a la Nación, promueva en beneficio de
toda la humanidad la racional y equitativa explotación de los recursos de la Antártida, y
asegure la protección y conservación del ecosistema de dicho Continente.
TRATADOS INTERNACIONALES
ANTECEDENTES
Sin antecedentes.
Comisión de Constitución
CARLOS TORRES Y TORRES LARA
Presidente
ENRIQUE CHIRINOS SOTO
Vicepresidente