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PRESENTA

ERÓTICA MÍA

Saúl Ibargoyen

(1ra. edición: Editorial Signos, México DF, 1982)

“De sémine tuo non dabis deus cunnus ídolo Musa”


(Grafito pompeyano, circa 75 d. e. c.)

“At mihi nulla satis nuda puella jacet…”


MARCIAL
ERÓTICA

Erótica mía:
Escribiré en tu espalda
con un trazo de dientes
una sola historia:
no puedo mirarte
sin sangre en los ojos
no puedo amarte
fuera del incendio.
Besar es oficio
que a veces nos pierde
en bocas de bestias oscuras
en grietas dolorosas
que el sudor ilumina.
Erótica mía:
Tendremos silencio en estas palabras
habrá un aire escondido
debajo de las camas
un olor a furia
una espesura de grasas derrotadas.
No puedo hablarte
sin saliva que espera
el comienzo terrestre de tu piel cercana
no puedo tocar tus axilas
sin la empapada presencia de mi lengua.
Y no puedo repetir este amor
esta sola historia
que escribo en tu espalda
Erótica mía
sin mancharme los dientes
sin quemarme las manos
sin dejar que mi borroso corazón
se hunda
pausadamente
entre tus sábanas.
CASI UNA CARTA

Erótica mía:
Hoy estamos en una fecha
sin lluvia de tu tiempo
junto a una ventana
de vidrios y moscas
mientras la tinta se endurece
más allá de mi cintura
tensando la tela de aquel pantalón
que compré contigo
en una esquina
(pues salíamos del fuego
y estábamos desnudos:
tú elegiste una camisa
que tus nalgas empezaron
enseguida a devorar
y que tu ombligo absorbía
entre crueles suspiros).
Y mientras -te decía papel arriba-
mi cintura escapa de los turbios fantasmas
que tus labios levantan
en minuciosos y pensados besos
me olvido de los temas
y debo comprar
-atorado por el humo caliente que dejaste-
una piel que no tenga
las entradas a tu cuerpo
una piel que no coincida
con los agujeros mordidos de tu cuerpo
porque estoy vestido con tus jugos recientes
y para ser lo que apenas soy
debo desnudarme también
de otra manera.
Erótica mía:
Me despido con el temblor de siempre
y extiendo esta casi carta
en la confusión
de tu almohada encendida.

TU RESPUESTA
No / dijiste a mi casi carta
No / dijiste despegando mi cara
del espejo
No / pensaste al descubrir memorias
de un futuro con luz en otra parte
No / repetiste al soñar
con pálidos caballos
chocando con la luna
No / gritaste al bajar del autobús
sin sentir que manoseaban tus caderas
No / negaste inventando
una dura negación a los filósofos
No / afirmaste con tu dulce pescuezo
que ese día desdeñó
los jabones y las toallas
No /gemiste al bailar
con amigos favoritos en alguna discoteque
No / silenciaste hacia un retrato
que ciego quedó sin tu palabra
No / escupiste hacia mi boca
tantos dioses tantas culebras tantos estornudos
No / jadeaste sobre esta cama
Erótica mía
para que yo también creciera
en medio de tus lágrimas.
FISIOLÓGICA

Nunca pude escucharte orinar


en los rincones
con el ciego animal de tu entrepierna
volcando hacia las tablas
el ladrillo o el mármol
esos fulgores y furores
tan tuyos y terrestres.
Erótica mía:
siempre dijiste que jamás
ninguno y nadie
te oyeron orinar
como si pudieras ser solamente
un mar estallante
una muchacha inclinada y segura.
Dime entonces
¿con qué gesto te alzabas los cabellos
después de peinar en silencio
tus negruras?
¿Y cómo eran los pliegues del vientre
antes que tu piel
de un solo salto los borrara?
Dímelo dímelo
Erótica mía
porque he perdido tu posición
de estatua momentánea
tu única vez tal vez de estar inmóvil
pues todo sueño te tiembla
la memoria te muerde
y esta lengua sonora suele conmoverte.
Así aunque una noche me nombres
para verte orinar
para acercar mis oídos a la fuente
para dejar mi saliva
en tu espalda curvada por la sombra
me encerraré entre mantas y sábanas
gritaré en defensa del secreto
pero estas manos afrentadas por ti
Erótica mía
tendrán como ahora la forma
del agua lustral
nacida de tus piernas.
LOS VIAJES
¿Qué distancia encuentras
de nuestra cama a la cocina?
¿Qué viaje ejecutas pierna a pierna
para decirme después
que los vientos han pasado?
¿Es tu casa tan grande como un campo
sin cielo
Erótica mía
que a veces comienzas a extraviarte?
En la sala están las plantas
verdecidas por acto de tu mano
y hay migas en todas las alfombras
y cuchillos platos ollas
con grietas de grasa
debajo del metal.
¿A dónde viajas como un trueno
a través del ruido
como una gota de polvo
regresando a la escoba
que hace siete días ciegamente la expulsó?
No descanses luego del camino
desnúdate despójate pronto de ti
abandona el sabor de los frijoles
que tus labios recuerden apenas
el violento negror del café.
Erótica mía:
cuánto tiempo sin que seas
la amarga enemiga
cuyas lenguas se clavan
en lo más duro
de mi carne final.
LOS TELÉFONOS

A toda voz claman por ti


los timbres del teléfono
y tus orejas se acuestan
sobre el cable blanco
por donde corre el susurro
de mis dedos
que marcan y destruyen
una cifra de incansable impaciencia.
Erótica mía:
Sé que pretendes dormir
pero vuela ceniza en la recámara
y así no puedes encontrar las humedades
que permiten a tu vientre respirar.
Porque respiras de mí
desde lo adentro más mío
un caudal de subterráneos animales
que sabes conducir hasta tu centro.
Erótica mía:
Te envío estos nuevos silencios
entre conversaciones sobre el precio del oro
las altísimas rentas
la niña fornicada por su perro
la niebla industrial de la ciudad
el nieto enamorado de su abuela
las diversas infamias y noticias
los mercaderes llorando también
las cuestiones del petróleo.
Son voces pláticas monólogos que cortan
el desesperado murmullo de mis uñas
y yo Erótica mía
que pensaba lamer tus rodillas
y la acidez de tu pelo profundo
solamente alcanzo a escuchar
los ecos de tu ombligo
contestando sin ritmo
a mi teléfono.
A MODO DE NOCTURNO

Porque cada noche renuncias a tu casa


y abandonas un olor desordenado
en las recámaras.
Porque en tu peine
hay extraños cabellos mezclándose
y un jabón se rompe
luego de extenderse por tu cuerpo.
Porque dejas en la sábana
pequeñas regiones oxidadas
y naces propiamente
de la burbuja febril
crecida en tu entrepierna
-Erótica mía pocamente mía-
porque tanto te ausentas
con un ritmo de oxígeno
empujado a todo viento
porque sé que te irás
que nunca has de hablar
con mi teléfono
que nunca arrancaré tu vestido
sino un fantasma que sale de ti
que no llegaré jamás a tu boca
sino a una cáscara de besos resecos
que no seré el caminante de tu espalda
ni el mercader
que trafique con tu ombligo
que nunca llegaré a tropezar
con los golpes de tus pies inesperados:
Sí pues tan pocamente mía
que en los aires iniciales
de cada noche nuestra
solamente podré respirar
un aliento de neblinas solitarias.
Porque habrás de continuar
la oscuridad que lleva
espasmos a tus poros indefensos:
sí de aquí te apartas te alejas
rechazas la luz que pusiste en el espejo
el rumor que tú misma enunciabas
pues esos fueron tus modos de vivir
y ahora yo admito
la señal sombría
la figura salivosa
que con un solo movimiento
o un mínimo sonido
separas de ti.
LA CITA

Antes de irme
debo escribir en la pared más lejana
Erótica mía
la información precisa de mi nacimiento
la clave del registro general de amantes
los códigos de pasión
que más utilicé
estos noventa minutos de espera
enterrado en la esquina lluviosa
disparando blasfemias contra tu nombre
contra los poros no tocados de tu cuerpo
hablando de ti con las vitrinas
pisoteando tu piel en las baldosas
rojo de semáforos
alucinado como un bicho en un satélite:
Debo escribir que me voy de aquí
como un poeta en medio de sus huesos
como un hombre despeinado
por los almanaques
con sus lentes de agua confusa
con sus vísceras quemadas por la agrura:
Debo escribir que dejo
tremendos agujeros en el aire mojado
y que pasó una muchacha
como una increíble visión de sí misma
y que fui tras ella por los trenes infernales
y que dijo llamarse María
y que mañana estaremos en este sitio
bajo otra lluvia desigual y diferente
y no entiendo si es ayer
o será hoy o fue ahora que escribo
en la pared que aún permanece
Erótica mía
cuánto semen me cuesta
el pago puntual
de todas tus ausencias.
LAS SIETE DIRECCIONES

(Según los indios cherokees, hay siete


direcciones: norte, sur, este, oeste, arriba,
abajo y dentro de uno mismo.)

Erótica mía:
Norte está en el rumbo
de tu intestino más feroz:
toda tempestad es útil
si sabes estremecerte en medio
de tanta materia acumulada.
Sur es un punto imaginario
que se enraiza con la cuenca
de tu ombligo
y allí vas y vamos a beber.
Este resulta de la amarga dirección
con que empujas tu aliento para hacerlo
una oscura bandera de ti misma.
Oeste es un astro a contramarcha
de todo el Universo
que en ti alcanza
situación de luz.
Arriba es el lugar
adonde has nacido:
una mesa de cocina ensangrentada
un andén a plena sombra
una piedra que el viento
vuelve silenciosa.
Abajo es el sitio
que tus voces eligen
para nombrar toda húmeda presencia
exaltada por la tierra.
Y el séptimo sendero
corresponde a muchos otros:
sale desde ti
pues ya lo has caminado:
es el que repite Erótica mía
tus lejanías conmigo
es la más precisa vereda
en que me embarco
como un astronauta que empieza a olvidar
el peso de su cuerpo
y el olor de tu vientre
después del orgasmo.
LA CENA

Ya las verduras fueron masticadas


junto con las carnes
y su salsa ennegrecida
y las olientes frutas
refrescan tu estómago agitado
Erótica mía:
Y yo no tengo acceso a tu interior
donde los ácidos trabajan
y las proteínas giran
como una galaxia de luces escondidas.
Dejaste átomos grasientos
en el plato
y en el vino mordido apenas
por esos dientes que conozco
-rigurosamente los besé
detrás de tu sonrisa cotidiana
y alcancé asimismo la rosada pared
de las encías
el ámbito sangriento de la boca:
nada tan de dulzor
y de amargores
nada con tanto perfume
de albúminas y materias devoradas.
Y fue así que retiraste
mi lengua temblorosa
que perdió docenas de burbujas
y se retrajo como un látigo asustado
-sabes que soy débil Erótica mía
y me golpeas con tu servilleta de piedra.
Ya está servida la infusión
de altos vapores
con mínimos pasteles que enseguida
habrás de capturar
-cazadora de gestos implacables-
y quedas al acecho de que mueva
hasta mi rostro los fragores del té.
Pero yo no discuto
por un grano de azúcar:
dirijo hacia tus pechos
mis labios calcinados
arranco los pezones de oscuro pan
y los arrojo en medio
de las retorcidas manchas del mantel.
EL TAXI

Mi lengua rompió tu pelo delicado


hasta erizarte los huesos
de esas piernas tuyas
que invenciblemente me abrazaron.
Y el hombre del taxi volandero
que arrasaba las calles
buscando un hotel
se fue de sus espejos
despreció los silbatos los semáforos
eligió otros rumbos
y a la puerta de su casa de él
nos puso exactamente.
Erótica mía:
¿recuerdas que bajamos
repletos de música y zumbidos?
Tú ibas saltando en un zapato mío
yo tenía en el pecho tu suéter de miel.
El señor del taxi
nos trajo dos copas amarillas de ron:
después que bebimos
supo desnudarnos con un gesto
de hambre global.
Erótica mía:
Nos condujo a su cama
de ropas alteradas
periódicos cenizas
cuerpo en soledad.
Y así fue Erótica mía
que ejercimos nuestra esgrima inevitable
en aquel territorio
sin noche y sin sol.
El señor del taxi
observaba la espuma furiosa
que rasgaba la puerta
y quebrantaba la pared.
Nos esperó sentado
en su barco de ruedas
como un almirante
besado por el mar.
EL SECRETO

Es en el curso de las calles


en las verdes avenidas
en las inhóspitas plazas
que muchas figuras te saludan
o sacuden las uñas
o estallan en violenta mudez.
¿Es que tantos son
los que conocen de ti
Erótica mía
las demoradas licuaciones
las burbujas pegajosas
que alimentan mi fe?
Tal vez algunos describan
los lunares de Orión
de tu curva panza
y esa leche oscura de tus ingles
frente a mí.
Tal vez otros comenten
que lloras silenciosa
cuando el momento jadeante pasó.
Quizás otros repitan
en vientres parecidos
los restallantes sudores
que supiste inventar.
Quizás otros expliquen
tus relevantes pechos en perturbación
o tu muerta nariz
en las pálidas almohadas
los lomos quebrándose
y los dedos ayudando en la invasión final.
Erótica mía:
que nadie mencione tu oculto sonido
que nadie toque con su oxígeno confuso
los pocos aires que sé de tu voz.
Mi palabra tiembla más que estas manos
tiene dudas más altas que este amor
por eso te proclamo en todos los teléfonos
destruyo la señal de tus zapatos
cambio los nombres de toda la ciudad
disfrazo tus vestidos con horribles colores
con esperma sombrío tomado de mi piel
y así las alamedas son un bosque
por donde tus muslos caminan
Erótica mía
así como ahora me inclino
rodeándolos mordiéndolos nombrándolos
única sustancia que puedo respirar.
LA DESPEDIDA

Ahora que estamos aquí


puedo hablarte de nuestra despedida
(olvidemos el viento reseco
y sus manchas polvorientas
borremos el sol
que venía de la nieve acumulada
retiremos de cada recuerdo
el ancho basural
que cortaba mi regreso):
Erótica mía
¿Sabes tú el significado
de tocar las monedas para el autobús
después de tener agarrada
tu boca en mi mano?
¿sabes tú lo que es preguntar
por un rumbo sencillo como la hierba
luego de recibir todo el silencio
que tu cuerpo expulsó junto a mí?
¿sabes tú lo que es chocar
con los primeros aires de la noche
después que empujaste tu lengua
hasta soplarme una saliva roja
en mi estrangulado corazón?
¿sabes tú lo que es andar
con mis piernas mojadas de ti
con las uñas cargadas de pelos y pieles
mientras se apartan las baldosas
y soy un caminante sin cielo
y sin lugar?
¿sabes tú lo que es abandonarte
o es que nunca saliste de ti?
Erótica mía:
Ahora que estamos casi juntos
con una despedida cortando
nuestro espacio
te hablo de lo que mis espaldas
dijeron al partir:
¿con qué ojos leíste
mi ausencia apresurada
con qué oído escuchaste
los gritos de mi sudada camisa
hacia ti?
Al cabo de tantas palabras
Erótica mía
es justo que te vayas
con mi última gota de semen
a otra parte.
LAS CARICIAS

Todo: tu calor tu humedad


todo lo frío y lo tibio y lo hondo de ti
tus asperezas inesperadas
tus lunares disparejos
que absorben la luz
tu orejas
que tan distraídamente traducen
los vulgares balbuceos de mi amor
los dedos de tus pies retorciéndose
vestidos de cueros imperfectos
tus rodillas tal vez pequeñas
para la carne endurecida
que las continúa:
Erótica mía
las arrugas que ya viajan
de tu hueso a la piel
todo todo así
ha pasado por estas manos
como en una segunda dimensión tuya
creciendo en las recámaras
como si fueras una fruta que vive
bajo la presión
de su cambiante cáscara.
Son caricias solamente
Erótica mía
son ondas que explotan
en tu sangre central
y me alcanzan me empujan
me arrastran me derriban
como a un viento vencido
por su propia tempestad.
Las caricias que construyo
que suelto que deposito en ti
de ti me apartan:
fuerzas iguales así rechazándose.
Y tú sueles llamarme desde esa distancia
Y sólo mi cuerpo puede responderte
porque los restos de mí
cruzan el espejo
donde estuvo tu vientre mojado
por mis besos de ayer.
TUS PALABRAS

¿Nunca has hablado con tu pura


y mera voz
Erótica mía
para indicar tus regiones
más sensibles
tus nuevas posturas
que otros inventaron?
Regrésate a los amantes
o amadores de otro tiempo
bajo soles derramados
como hielo brutal
o en medio de hierbas de milpas
y de insectos
o en camas de hoteles
como éste en que ahora estás.
Porque tu tiempo del abrazo
también ha pasado
y entre aguas y jabones
tu cuerpo renació.
Debes empezar otra vez
a educarte
a estudiar el largor de tu lengua
a medir tus erizados ademanes
a estimar susurros y aperturas
Erótica mía
pues no basta el reciente cansancio
ni el ritmo repetido
ni el fresco sudor
ni esos temblores que envuelves en tu ropa
ni ese momento sucedido
como una roja espada
entre los dos.
¿Dónde están tus palabras
o es que ahora basta
mi silencio de amante
mi sombra de tenaz amador?
Regresa a tus sonidos
nácete en ellos
Erótica mía:
pero tú miras puertas y ventanas
¿es que el amor te libera
y quieres partir?
LOS SUEÑOS

Otra vez te duermes


con un libro diluido
al pie de tus almohadas
y en los ojos encierras
la página de ayer.
Duermes nuevamente
Erótica mía:
entonces aprovecho
tu sueño silencioso:
a través de los párpados cancelados
veo a otros amantes
transitando por tu piel
y muerdes y chupas y sorbes y besas
tanta carne ajena
y giras entre muslos oscuros
y tu rostro se clava en el barro
y tus nalgas ascienden a un cielo de dolor
y yo no estoy por supuesto
en esa profunda fantasía
que tus fibras vivas desean continuar.
Y de nuevo entonces
saco ventaja de mi terca realidad
y así vestido con lentes relojes zapatos
absorbo los latidos de tu boca ventral
y voy directo a lo tuyo largamente
golpeo figuras que pronto se deshacen
inundo el origen de todo tu placer
modifico los sueños donde ahora te pierdes
porque vuelves a tu libro
Erótica mía
soñando sí confusamente
que ahora mi cuerpo ha encontrado
las junturas de su justo lugar.
LA SIEMPRE ENEMIGA

Apenas una vez supe decirte


que eras la dulce enemiga
la cruel suspirante de los libros antiguos.
O quizá pronunciaba esas vulgares palabras
-donde medraban polillas y peces de plata
y donde el polvo rompía
sus uñas terrestres-
en la velocidad de los autobuses desiertos
en los charcos que ayer ya no estaban
en los parques que se ahogan al atardecer
en las banderas de colores aventados
en los estadios de numeroso silencio
en los perros holgándose a través de la sarna
en el mercado donde compro la carne
y el áspero olor que me sostienen.
Erótica mía enemigamente mía:
no quiero asegurar que siempre olvidas
la aritmética sencilla de un teléfono
-¿es distinto tu código o mi voz se borra
entre tantas conversaciones enredadas?-
no quiero tampoco dar fe
de que entregas tu calzón
a otras manos impuras
-es extraña tu memoria: en ella
puse árboles sonantes
hierbas trepando desde la sangre
para que supieras que tengo un solo esqueleto
y que todas las baldosas son menos
que el barro de mis únicos zapatos-
no quiero siquiera afirmar
que te engañas
cuando piensas oscuramente en mí
-¿es que habrá dolor
en tus pechos mordisqueados
en tus dedos calientes cuyo sudor besé
en tu lengua escondida donde me sostuve
dos minutos de peleada eternidad?-
no quiero que conmigo permanezcas
sin la rajadura que sí sabes abrir
para ser ciegamente salpicada:
no quiero que estés en mí
sin el vello renaciente de tus brazos
no deseo encontrarte
sin tu paladar inundado de sabores humanos
-Erótica mía enemiga tan mía
¿es que en tu casa
no hay lugar para mi sombra
o es que juegas a mezclarte
con el miedo
para que envejezca de amor
ese feroz vampiro de tu entrepierna
esa simple geometría
inventada por el Diablo
para hacerte llorar?
LA DESCONOCIDA Y EL MAR

Nunca te he buscado
Erótica mía al menos
en estos últimos cien años.
A veces pierdo la fe
pero conservo siempre
la impaciencia.
Te dije que tu piel azulada
emitía intocables sabores de humedad:
eso fue junto al autobús y a la lluvia
que me alejaron de tus patrias de Oriente.
Dije por teléfono
una tarde de apretados automóviles
que todavía no estabas dispuesta
para pelear en los sucios rumbos
del amor / de aquel amor
(¿lo estarás ahora
inundando otras camas
con toda tu arena
y toda tu miel?).
Volví a decirte que escribiría
altísimas palabras para ti:
y así te hablaba
con tinta y aire
con saliva y papel
(aún exiges mis versos de amante
de sufrido amador
de queriente desplazado
por todo aquello que vives cada día
y que jamás pude explicar).
Una ocasión regresé
a la estrecha puerta de tu casa
como un perro cualquiera
que no reconoce señoríos:
allí estaba tu olor
ardiendo bajo un sol sencillo
y a tus pies volaban
las hojas del té
que pasó por nuestras tazas
cierta vez
(¿cómo haces todavía
para poner en tus ojos
tanta sombra
tanta desolación
donde esta boca
te ayudó a gritar?).
Dije que no importaba
que dijeras
el fervor ninguno
que sientes por mí
(de todos modos
he chupado tus agrias lenguas
y me senté en tus pechos
para oírte mejor).
Y de tanto decirte y decir
de tanto renunciar y de tanto encontrarte
de tanto ser el escribano de ti
Erótica mía
ahora serás nombrada
La Desconocida y el Mar
porque soy fiel al primer orgasmo
y a mi primera palabra
aunque jamás conozca
la espuma y la sal
de tu tiempo que vendrá.
LA CABELLERA ESCONDIDA

Hoy no tengo
el menor asunto que informar:
es por eso así sencillamente
Erótica mía
que recurro a tu cabellera
lanzada sobre esta mesa
donde el humo de tus reiterados frijoles
se mezcla con el aliento acuciante
de mis sopas terrestres.
¿Por qué hay tantos cabellos en ti
por qué pienso que son raíces
ya abandonando un fruto complicado
que con furor alimentan?
¿Por qué a veces
entre ellos se cruzan
los olores de un aceite impuro
las espumas de un pescado muerto?
¿Por qué desde ellos descienden
cáscaras ensalivadas
y burbujas de azúcar que sopla tu entrelabio?
Pregunto y no puedo responder
porque mis manos cocinan
en el sudor de tus nalgas
mi plato favorito de carne destilada:
porque mi lengua chupa
los jugos ofuscados de tu boca profunda:
porque estamos muy por debajo
de manteles y cucharas
en un derrumbe de huesos
de negras lechugas y de escamas.
Porque ahora
casi fuera de todas las palabras
descuelgo tus calzones
de mi bigote erizado
y en un costoso acto que nunca imaginaste
voy tejiendo un nudo
con tus altos cabellos
y tus ásperos pelos escondidos.
Erótica mía: desprecia el temor
pues hay muchos cuchillos
y demasiadas tijeras en el mundo
LA FIESTA

¿Por qué fui invitado a tu fiesta


Erótica mía
si siempre has conocido
mi total y magra desnudez:
¿de qué camisas
de qué trajes
corbatas y mantos
podré cosechar en los armarios:
de dónde los tomaré
de qué sillas mal usadas
o percheros o ganchos
si sabes que esta casa
es como un lento sitio
de planetas vacíos?
¿Es que has olvidado
que aún vivo totalmente
al sur de tu alegría
y más lejos de aquellos modos
de estar como un tango triste
que sólo yo supe
arrancarle a tu piel?
La tarjeta elegante con que invitas
es para amigos brumosos
para risas respiradas
para un extenso alcohol.
¿Es que no recuerdas
tu condición de antiquísima enemiga
que fornicaba en el lecho de sus padres
escuchando a través de densos muros
las guitarras los laúdes
del intocado amor?
¿Es que no hay en ti
memoria de quién eres:
ya no hay manos abriendo tus enaguas
o descendiendo las bragas
para el beso inicial?
¿Cuál es el color
de tu calzón de ahora
qué lluvias saturan
tu grieta escondida
quién firma cartas extraviadas
quién escribe los cheques
que te hacen vivir?
Erótica mía:
tal vez mañana o en otro después
consultaré los periódicos
con noticias de tu fiesta
y habrá fotografías de una copa muerta
de un sillón en soledad
de una lágrima furiosa
mordiéndote los pies.
LA BATALLA

Ya no preciso de ti
gritabas al caer el sol
Erótica mía
porque ese momento es el más seguro
porque apenas permanezco
como una figura dudosa
de su frente y su perfil.
Después empezaste a esperarme
a horas inseguras
detrás de las puertas
con un cuchillo cotidiano
que afilabas en mis poros
o con una lima de aluminio muy usada
para disminuirme el corazón.
Luego retiraste mi plato de las mesas
clausuraste mi silla
por razones de seguridad
rompiste el teléfono
para evitar otras respiraciones
otras voces que igualmente
vendrían a mí.
Finalmente quitaste dos patas a la cama
escupiste en mis almohadas
borraste la maculada crónica
de colchones cobijas y sábanas
extraviaste calcetines
perturbaste camisas y calzones
hincaste profundos alfileres
en los sensitivos sitios de cada pantalón.
Erótica mía:
qué inútil tu minuciosa batalla
tu guerrilla de salivas incompletas
tus jugos negándose a abrazar
mi hostigada cintura
tus pezones protegiéndose
detrás de rígidos huesos
tu horrible jadeo de perra mancillada
ante múltiples testigos
o de mosca poseída
en un aire polvoriento:
qué inútil todo tu conflicto
Erótica mía
porque esta soledad tiene fronteras
porque dejé mis lentes
flotando entre palabras
para que veas la recámara en ruinas
tus rodillas desgarradas
tu ombligo sangriento
y no puedas llorar.
LA MUJER IMPOSIBLE

Buscarte es perder
tu contrafigura a cada paso
Erótica mía:
buscarte es no encontrar
nada más que un camisón
con tu calidez total enfriándose.
Me dirás que siempre
fuiste cercana
que admitías mis dientes
en tu pescuezo
y mis dedos tactando
tu audaz nalguerío
que señales populosas aumentaban.
Sabrás repetirme que tus besos eran
un mecánico reflejo de los míos:
nada de culpas pues
nada de fibras tuyas responsables
y así el amor fue siendo fácil
Erótica mía:
fue deshaciéndose en nosotros
como largas arenas expulsadas por el mar
como playas rotas por un viento descuidado.
¿Para qué buscar entonces
lo que sólo puedo encontrar en mí?
A contramor trabajas Erótica mía
pues detienes estos mis labios
y con mínimo gesto
los quitas de esta cara.
(¿Pero habrá quien recogiéndolos fabrique
una sobrecarga de tensa humedad?).
Sí a contramor te digo
que es tu método:
¿quién puede beber un aire intacto
como frontera entre humos y fuegos?
Erótica mía:
es difícil dormir con tu silencio.
MENSAJERO DEL AMOR
¿Recuerdas otra vez Erótica mía
que me entregaste un mensaje
de tus labios colgantes?
Y mientras toda la lluvia de aquel día
-cuyo nombre se borró del almanaque-
desgarraba con furia
los rasgos polvorientos de calles y veredas
yo envolví mis alas descarnadas
en el papel de tus antiguas cartas
y pude abrir el paraguas
que por única herencia me dejaste.
Porque jamás renuncié a mi fiel mensajería
al traslado de tus dudosas palabras
hacia tantas orejas atentas o segadas
por un hálito carnal
o por el sórdido sonido que emites
para que así se escuche con torpeza
aquello que más importa
conocer siempre de ti.
Pues en mi recado principal
en el empapado desorden de mi mandadería
vas entregando a entusiastas amantes
justamente lo que poco que nunca
se desprende de ti.
Y yo voy recorriendo las veloces ciudades
el tránsito ofuscado por hoteles y palomas
y tan extraño soy
tan de otros e ilusorios mundos
que las gentes me ven y me saludan
como a un navegante de feroces realidades
-porque hay en sus gestos y sonrisas
un dolor incompleto
un placer no cumplido totalmente
una tristeza de faldas levantadas
un sueño en colores que la sábana oscurece.
Erótica mía: ¿recuerdas
ahora la razón de tu mensaje?
El amor deposita sus babas de cansancio
y tú deseas no estar ya más aquí
ni en sitio ninguno semejante a una cama
ni en postura que señale
tu entrega de inicio y tu fuga final
ni sentada a una mesa de brusca ceniza
adonde escribes las sílabas escasas
que mis plumas estropeadas alcanzan a firmar.
Y entonces sí entrego
mi cuerpo tiritante
a todas las manos ajenas
que existen en ti.
PEQUEÑA ODA A TUS OMBLIGOS

Esa falta de carnes


que entra en ti
esa ausencia de nervaduras
y sangres y linfas y más piel
esa estrella susurrante
que tu propio alrededor ensombrece
ese pezón contenido
por tu vientre inicial
esa uva interior
que tan certeramente
me obligas a besar
Erótica mía
es nada más que la multiplicación
de todos mis descensos
hacia ti
pues no sé caer
y tú me empujas
hacia tu cuerpo cada noche regresado
hacia tu encrucijada rigurosa
de leches acezantes
hacia tus ácidos pelos enraizándose.
Y así es como dejo
en tu ombligo sin cifras y sin límite
mi sonido de saliva
como gota incontable de otra sangre.
LAS VOCES

Erótica mía: quiero preguntarte


sobre el color de tu voz
cuando apareces desnuda
y cruzas el apretado clima
de las habitaciones.
Tu voz que es tan otra y distinta
pues al desnudarte
nada hay que se oponga a los sonidos
y a la espuma
¿nada hay entonces?
Y todo lo que habla
cae por tu piel
sigue las líneas jamás repetidas
que traman tu figura:
allá recoge el frío
de los pezones encarnados de negro
allá transita las axilas de hierbas cercenadas
aquí se atora en los poros
que tú me señalaste cómo hurgar
allí naufraga bajo las uñas
que un polvo grasiento desmerece
y más allá cuando empieza a escapar
hacia tu zona de silencio
¿con qué otras voces sí tuyas la recibes?
Pues ¿cómo puedes soportar
en un solo envión del aire
todos los gritos las preguntas
los susurros los desgarramientos
las lágrimas los ritmos rotos de tu voz
en un único estallido
golpeado y pisoteado entre la sangre?
No habrá sombra que borre tu voz
tan desprendida de esas carnes cotidianas
no habrá ropa sin mancha
que la apague
sobre el mundo
no habrá labios iguales en tu boca
para quebrar la confusa sensación
de repetirla.
Y si esa voz se disuelve
como tu paso en las recámaras
mi lengua será la mejor memoria
de tantos cuerpos desnudos
que ya crecen con tus ausencias
con tus viajes de fuego
que no podrás olvidar.
PRÓXIMO FINAL

Erótica mía: con estas relaciones


estoy en el casi final
de nuestra sola historia.
Que simple historia es
y en ella estamos:
que también es mera palabra
y a ella recurrimos
como a una cápsula
de vibración imprevisible:
que asimismo es asunto de cuerpos
de labios erizados
de verrugas verdecidas
de pelos desprendidos junto a un zapato
de muslos pinchados por inútiles lágrimas
de párpados abriéndose ante una luz de semen
de algodones enrojecidos por la Luna.
¿Pero quién explica los colores
de tu sombra sudorosa
después de negar el amor
y el temblor compartidos?
¿Quién describe tu labor
de uñas rencorosas
que a veces no me dejan conocerte?
¿Quién determina
la densidad de tus furias
cuando se inflama tu boca desdentada
y estalla contra mí?
¿Quién calcula
el espesor de babas y burbujas
y los hundimientos que en la cama señalan
los terceros cuerpos que están
entre tú y yo?
Pues nada tan de todos
esta condición de amador insistente
Erótica mía: aunque me impongas
tu áspera soledad
aunque deba traspasar las calles
como un gesto de hojas polvorientas.
Nada tan de todos
pero qué poco aire resulta
esa tempestad sin ti
y qué cartas puedo enviar
con la tinta más urgente
si tu casa ha cambiado de puertas
y su ladrillo es otra piedra
y el perro se disuelve en el jardín:
porque aprendiste a volar
trepando por mi estrecha figura
besando los techos y las torres
cuando allí creías sentir mi espuma quemante.
Erótica mía: déjame terminar
con mi rúbrica la historia
que empezamos antes del silencio
y del sonido:
cuántos pueblos han gritado
entre piel y piel de nosotros incrustándose
bajos escamas roturadas y vellos renacidos:
cuántos pueblos nuestros sangraron
hasta mojarte el corazón
donde ahora limpio mi lengua
para que puedas cantar.
VUELVES DE TUS VIAJES

Cada año pareces regresar


desde tierras arenosas que se rompen
bajo un sol de sales triturantes.
Saltas de tu avión
como si llegaras
de alguna imprevista primavera:
Erótica mía tan apenasmente mía:
¿es que tu espalda ha perdido aquellos ojos
que indicaban
un rumbo temeroso hacia ti?
¿Es que detrás de tu falda tejida
con flores de estos climas
no hay una sola muerte
ni un solo diente vacío
ni un solo y solitario grito de perdón
ni un resto de túnicas manchadas
ni un pedazo de fuego en una lámpara?
¿Es que en medio de tus pechos
no dejaste un sitio descuidado
para una ilusión de polvoriento laurel
ni en el calor frotante de tus nalgas sin mí
tampoco buscaste el olor
del pelo que te dije cómo respirar?
Qué crónica me ofreces
después de tus viajes:
olvidas -quién sabe- que todos los mares
son más viejos que tú
y que esa tela que chupa
tus últimos jugos sonoros
está más cerca todavía de las uñas
que inyectaron este nombre
que escuchas escrito sin ti.
Es que una vez hablé
para tu única memoria
y ahora no acepto aquel silencio
que tú no quisiste gritar para mí.
Detrás de lo tuyo
y gracias a tus lomos ciegos
a tus vértebras enervadas
a tus pequeñas grasas
a los defectos necesarios a tu piel:
justamente entre palabras y huesos
cuyo largor debes sin duda
a fuerza de lengua medir:
detrás de lo tuyo
-donde se juntan rojas bugambilias
almohadas susurronas
fuentes frutales
desayunos entre vajillas
y automóviles de inesperado pan-
hay una mano firmando una fecha
que responde con dolor a tu regreso:
mira Erótica mía lejana mía
la espesura de la luz que te entregué:
si en su oscuro sedimento
no está el sol que tú deseabas
ni los labios rozantes de tu viajera sed:
si en los fondos de cada plato así gastado
no crece el aceite
ni aquello que gozamos del hervor de la miel
si de nuevo te preparas
para el mal recuerdo
que no es siquiera la carne sombría
donde tu sueño brutal y erizante
con mi apenas saliva soplando negué
si eres en ti lo ajeno y mío tuyo
desciende pues hacia tu nombre:
si es así y aquí y ahí y allá
todo lo que hablamos
no debes ser un empujón del miedo
una gota de tierra sin nosotros:
pues estás y eres más que todo
aquello que entre libros y sábanas dejaste
o entre muros de gemidos
y campanas de aire equivocado:
porque sólo faltaban boletos
y papeles de tu tiempo
y los viajes y aviones poco importan:
¿cuándo saliste del hueso que te llama?
¿cuándo estuviste fuera de tu sangre?
¿cuándo has quedado sorda ante mi mano?
Cada año vuelves y así no te conoces:
¿qué metal en los aviones se acumula
qué espuma tuya no es agua ensuciada
en todos los océanos
qué cosa aspecto figura fantasma
imagen ritmo fiebre aliento en ti
puedes decir que no respiro?
Tienes una patria de olvidos
por delante de aquel detrás de tu falda
de tu nalga largamente ensombrecida
de tus pelos más totales y despiertos
de tu voz que finalmente
te permites escuchar
como a estos apagados gestos míos
que se repiten
tenaces
en ti.
CRÓNICA SIN DESTINO MANIFIESTO

Erótica mía: llevo tus nombres como una piel


sobre la trabajosa piel
que me dejaste
enrarecida por tu sudor momentáneo
respirada por tus narices resonantes.
Así voy llevando pues
el sonido inaugural de tus ancestros
las formas de decirse
quién era cada uno
quién es ahora después de todo el tiempo
que gastaron para juntarse
en tu sangre sedienta.
Sí en la piel pero proyectándose
hacia un espacio de humores y médulas
porque tus letras son pesadas
y se hunden
en mi cuerpo de animal marcado a fuego.
Mira de esta camisa
los hilos calcinados
observa en el pantalón
un rastro ceniciento
o es que no estás mirando
tanta sombra derramada
por tu boca propia que quiso
destruir a dentelladas mi silencio.
Los nombres tuyos han quedado
como indicios de una guerra interminable:
¿cuál será tu próximo combate?
¿en qué lugar caerá tu saliva incendiaria?
¿cuándo atacarás en rescate
del perdido calzón
que en mí es una bandera?
Porque tu ternura es hija de la furia
y tus nalgas viven de cólera y de miedo
y tus pechos estallan de viento aglutinado
y tus pétalos pegajosos quieren ser
la puerta más profunda del infierno.
¿Cuándo será tu embestida alucinada?
Recoge del almanaque
los años necesarios
humedece tus viejas armas
apresta con fiereza tu milicia de pelos:
yo aquí permanezco
con los nombres tuyos que hace mucho quedaron
desnudos sobre esta piel
adonde morirás
bajo la luz quemante
de la primera mañana.
AH TU NOMBRE INTERMINABLE

Yo no te nombro sólo para que existas


Erótica mía húmedamente mía.
No te nombro como quien bautiza
su propia carne
recién nacida entre el suero y el sudor.
¿Es que piensas que así dejaré
hasta mi última gota de tinta secándose
al pie de tus espejos?
¿Es que así podré acercarte
a la manchada eternidad
que se concentra en todos los poderes
de mi angustiante saliva?
Ya ves que estas palabras son débiles
pues la E corresponde al esfuerzo
que me lleva a la R
de rodar con la O
esperada de tus órbitas
y de ahí a la T
que inicia la frase más tonta
y terrible
y luego a la I
que puede ser señal en ti
de mi único apellido
para que no se te borre
la C de corazón: esa tripa cansada
en la que deseo creer
para salvarte de la A
que sugiere la ausencia de tu voz
en el cerrado aire de los teléfonos.
Mientras tanto las aguas
que el Sol se llevó cada mañana
vuelven a golpearme la boca
con la misma precisión de tus dedos sudorosos
porque hube de callar
para no seguir besándote con palabras
para entender que no pensaba equivocarme
que los olientes trenes del metro
fueron parte de un viaje sin distancia
pues sólo quise ser un sonido solitario
impuro repitiéndose:
y de tanto chocar con tus orejas
de pobres pedrerías
entonces sí perseguido por tu lengua
portadora de virus y de café
termino por nombrarte
y gritando con tal fuerza
que ahora empiezan a protestar mis vecinos
y el tráfico se confunde y hay incendios
y nada me importa sino aullar
tu nombre entre flemas y toses:
¿acaso me creerías si te nombro
solamente con mi silencio?
POEMA DESESPERADO

Y aquí en verdad termino


Erótica mía
en tu único sitio vulnerable:
no estoy ni seré ni permanezco abandonado
pues habrá otros aviones
brincando en la recámara
otros lentos barcos
en mi plato de sopa cotidiana.
Verás que tampoco lloraré sudores tristes
en los muelles atardecidos
ni tendrán un solo sabor
todas mis comidas
ni veré tu forma
en las cucarachas desnudas
que cruzan la lluvia
ni quedará tu boca
acostada en mi vieja cama crujidora.
Debes saber desde ya
que no cambiaré la manera
de peinarme
que no retiraré tus cenizas solitarias
que no le romperé
el pescuezo a tu sombra
que dejaré tus agrios olores
a plena voluntad
entre libros y manteles
que no borraré tu ruido en la cocina
ni pondré fuego a las cuatro cartas
donde aprendí a leer tu ausencia inevitable.
Nada de eso Erótica mía:
sólo un hombre que ha cumplido
más de la mitad de sus latidos disponibles
que será tercamente el amante
de un pelo descuidado
o de cualquier otra mano
que busque su bragueta.
Un amador sufriente que ya es
desabrazado de sus tierras del Sur
y arrancado de aguas y de cielos
para seguir besando por todas las fronteras
tu olorosa oscuridad
tus hendiduras más otras y tuyas
tu respiración de amargos cigarrillos
tus pezones de negra sustancia
cada hueco de ti
cada emergente humedad
cada jugo consumado
y la claridad de tus pies
que entre polvo vientos papeles
caramelos mordidos salivas desechadas
vidrios en desorden
lágrimas indescifrables
árboles comidos por la furia
panes destruidos huesos nocturnos:
tus claros pies Erótica mía
que anduvieron en mi pecho
y ensuciaron mis dientes
y se fueron contigo más allá del incendio
y que han inventado un camino paralelo
a estos rumbos de sangre y papel
para que ni en mí ni en ti
ni en nadie
ni en ninguno aparezca
el menor indicio
de un final feliz.
(TEXTO PARA SOLAPA O PÁGINA, UNO CON FOTO)

Saúl Ibargoyen (Montevideo, Uuguay, 1930). Vive desde hace


muchos años en México. En 2001 le fue concedida la ciudadanía
mexicana. Ha publicado unos 60 títulos entre poesía, cuento,
novela, testimonio, ensayo, teatro infantil. Miembro de la
Academia Nacional de Letras de Uruguay. Editor de la Revista
Mexicana de Literatura Contemporánea, publicada por acuerdo
entre Ediciones Eón, el Tec de Monterrey y la Universidad de
Texas en El Paso. Coordinador de talleres de creación literaria.
Por su obra poética obtuvo los premios nacionales “Carlos
Pellicer” 2002 y XXXIV Juegos Florales de San Juan del Río,
Qro. Poemas y cuentos suyos han sido traducidos a 13 idiomas.
(TEXTO PARA CONTRAPORTADA)

En 1982 escribió el poeta argentino Jorge Boccanera:


“Ninguno de los libros recientes de Ibargoyen alcanzan la
vitalidad y la riqueza de esta Erótica mía, un poemario
verdaderamente atípico. Y digo esto porque mis prejuicios como
lector aguardaban, en esta etapa de su obra, en este ciclo de la
poesía de Ibargoyen, un tono medido, reflexivo.
“Ahora el poeta, por medio de la temática amorosa, violenta
su propia retórica, provoca un acoso delicadamente desgarrador,
tensa un llanto dulcemente volcado entre la circunstancia
individual y la experiencia colectiva. La sangre humea, la saliva
roe los bordes de la escritura, la tinta es cómplice. Se goza una
humedad que recuerda el “Tango del viudo” de Neruda. En los
pliegues de Erótica mía se palpa un temblor, se duele una textura.
La cámara filosa del Buñuel de Tristana recorre sábanas,
manteles, restos de comida, agujeros mordidos, lágrimas,
callejones vacíos. Es la palabra martillando sobre el caliente acero
del silencio. El poema de amor de todos los tiempos, fragmentado
en el recuerdo de dos, que Ibargoyen en su oficio generoso ha
reescrito.”

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