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Amarelo

Yolanda Pantin
es el color del miedo
La primera vez
lo vimos sobre uno
de los peldaos de
la pequea escalinata
que terminaba
ciega
delante de un aviso
comercial.
Imposible no detenerse
para observar la escena.
Estuvo un rato all
hasta que una pareja
escogi el fondo de la valla
como teln de su retrato
as que el hombre
se levant de donde estaba
y camin hacia el mirador
sobre el mar.
Nosotros, desapegados
de lo que aconteca
registramos su imagen igual
a la de los novios

por su empequeecida proporcin


contra el fondo azul cielo
del inmenso cartel
que distraa los grises
de aquella bruma helada.

La segunda vez
fue en el tren
que compartimos
para ir a la capital.
Nos llam la atencin,
entonces, por algo
que no supimos ver

pero que nos obligaba a


verlo.
Trece das dur el viaje
durante los cuales nos
dedicamos
a contemplar el paisaje
para distinguir
algo que hiciera
distinta esa planicie
que pareca no terminar nunca
diferente cada vez y
exactamente igual
a como lo habamos pensado.
Coincidimos varias veces
en el comedor
y en los pasillos del tren cuando
alguno de los tres se detena
para dar paso
abriendo

o cerrando una puerta.


Lo que sucedi en el trayecto
no lo supimos
sino mucho despus.
Pero, como una premonicin
sin pensar
guardamos una imagen

de la llegada:
Un hombre encogido sobre s

cuidndose del hecho


solo
de estar.

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