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(Venga tu Reino!
"LIBERUM ARBITRIUM"
INTRODUCCIÓN
El término "libero arbitrio" hoy en día no goza de buena reputación, por eso se prefiere
hablar de libertad, espontaneidad, opción, sentido de responsabilidad. En el fondo se esconde
una cierta tendencia al determinismo.
El cuadro de nuestra vida está casi totalmente diseñado, pero no obstante estos
condicionamientos físicos, hereditarios, ambientales e históricos, yo y sólo yo puedo dar las
pinceladas que le faltan al cuadro de mi vida.
2.- REFLEXIONES:
Pero esta actividad de la voluntad que se autodetermina, )cómo debe ser concebida? )
como caprichismo arbitrario o determinismo intelectual? )es el hombre el verdadero artífice de
su destino o ya está predestinado?
"Debes ergo potes" decía Kant. Este problema se liga estrechamente al problema moral,
si no )qué sentido tiene hablar de deberes, de responsabilidad, de méritos o castigos...?
Como explica Platón en el "Protágoras" Sócrates dice que nadie hace el mal a sabiendas
sino por ignorancia, por eso la persona no debe ser reprobada o condenada sino instruida en la
ciencia del bien y del mal.
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Aristóteles objeta que el hombre puede dejarse dominar por las pasiones, no obstante
conozca el bien que debe hacer y el mal que debe evitar. Por eso él insiste en que sólo el
"habitus" (virtud) puede educar eficazmente la vida honesta. Nosotros diremos, educar a la
sensibilidad por los valores morales que implican un conocimiento diverso del lógico-científico.
)Qué relación hay entre esta concepción y la "psicología del profundo" de Freud en la
que se recalca el determinismo del inconsciente en el hombre?
2.- PLATÓN
En sus obras alarga la visión socrática a una dimensión metafísico religiosa. Según su
concepción dualista del hombre, éste en su vida moral debe vencer la atracción de los bienes
sensibles y mutables, para alcanzar los bienes superiores, celestes y eternos. (En el Fedro se
narra esto con la escena del auriga...)
3.- ARISTÓTELES
Nace en el ambiente estoico. El sabio sabe vencer sus pasiones y los determinismos
ambientales e históricos y someterse a las leyes inmanentes de la Razón y del cosmos, siendo así
padrón de sí mismo (to autexousion). Concepto que los padres latinos traducirán como "liberum
arbitrium", y que quiere significar el dominio de sí mismo para obedecer las inmanentes de la
razón y del cosmos (leyes naturales).
CONCLUSIÓN
TEMA II
A) SAN AGUSTÍN
En su escrito juvenil (año 395) "De libero arbitrio" sostiene con absoluta claridad la
libertad de elección humana contra la doctrina maniquea. La libertad de arbitrio existe aun en
una naturaleza corrupta por el pecado original. Posteriormente en el año 425 en su obra "De
gratia et libero arbitrio" contra el pelagianismo, que exageraba la libertad humana, insiste en el
aspecto de la gracia, como persuasión interior que solicita sin coartar.
- el contributo de Sto. Tomás sobre la naturaleza del libre arbitrio. )Cómo una voluntad
racional (appetitus rationalis) pueda elegir una acción conocida como deshonesta y reprobable?
Sto. Tomás responde que el hombre es libre porque es racional, porque posee una inteligencia
que lo hace capaz de ver en cada bien -cualquier bien terreno- también los aspectos defectuosos.
La voluntad no busca el mal en cuanto mal, sino un bien deficiente que aparece parcialmente
apetecible. En otras palabras, la deliberación es acto de la inteligencia que pondera los motivos y
adopta la parte que le parece mejor, pero a la vez, de la voluntad apreciando los valores. La
voluntad se decide por el motivo que le parece mejor, hic et nunc.
A) LUTERO Y ERASMO
A esta objeción responde Lutero con su obra "De servo arbitrio" (1525) donde recalca la
nulidad de la voluntad humana sin la gracia. Presenta su doctrina en un plano religioso y sobre-
natural, no filosófico. Admite el libre albedrío pero solo en contexto externo y social, no
espiritual ni salvífico.
B) MELANTONE
C) CALVINO
TEMA III
Se nota un verdadero misticismo , quizás panteísta o ascético. Pero, )hasta que punto este
autodominio del sapiente es voluntario? )qué sucede con los ignorantes? )qué sentido tiene
hablar del deber, del ideal religioso?
B) LEIBNIZ (1646-1716)
Según Leibniz lo que vale para la Voluntad Divina, vale para la humana. En efecto el
hombre es libre porque no está dominado por la necesidad física o lógica, ya que en su opción, al
ser racional, no puede no elegir según las motivaciones racionales y emotivas que se le presentan
como las más válidas y mejores. El peso de las causas psicológicas es determinante.
En el S.XIX surge la teoría de que el hombre podría ser guiado sólo por factores
externos, físico-biológicos (evolucionismo darwinista) o sociales (sociologismo Durkheim y
Levy-Bruhl) o genético-hereditario (Lombroso y su teoría del que nace delincuente).
Pero del punto de vista teórico la Weltanschauung rechaza "el libre albedrío", pues es
una teoría que escapa a su concatenación férrea de causas y efectos. De esta opinión es el
filósofo danés (Harald Höffding 1843-1913)
En una perspectiva filosófica que considera al mundo como un Todo único, divino, inmutable y
eterno, perfectamente inteligible según las leyes de la ciencia, la idea misma del libre albedrío
aparece absurda, monstruosa.
En efecto en los neuróticos, aun manteniendo una inteligencia lúcida, no tienen ni la raíz
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Sin embargo es exagerada la actitud reduccionista de Freud, pues reduce todos los
valores morales a *pulsiones+ inconscientes heredadas de la educación familiar y social. Su
visión filosófica está muy impregnada de psicologismo y positivismo, que lleva a negar el libre
albedrío. Esto sin rechazar sus aportaciones en el campo de la medicina terapéutica.
TEMA IV
LA AFIRMACIÓN
Más allá del mundo fenoménico tratado por la ciencia, está el mundo numénico
alcanzado sólo por la razón práctica. Su motivo "debes luego puedes". Muestra que la necesidad
moral no es la necesidad física. De frente al deber la voluntad puede seguir el imperativo de la
Razón o el impulso patológico del instinto, del deseo, del interés.
En este dualismo kantiano entre fenómeno y númeno, placer y deber, instinto y razón se
encierra todo el drama de la existencia humana.. Por ello, para Kant, el libre albedrío no es
intuido directamente como un fenómeno de la experiencia sensible, ni demostrado por una
razonamiento sino postulado, nacido de la ley moral.
A) KIERKEGAARD
El libre albedrío es la propia existencia, por eso no puede ser captado totalmente de
modo racional. Abraham no tiene más que su conciencia ante el mandato de Dios para aceptar la
fe y matar a Isaac, o desobedecer a Dios. No hay dudas de que en Kierkegaard se den acentos
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luteranos, pero esto no aplaca la lucha angustiosa de la libertad humana contra Dios, sino la
acentúa.
B) DOSTOJEVSKI
En su romance de los hermanos Karamazov, narra cómo ante el sufrimiento atroz e inútil
de un niño inocente, Ivan K. elige la rebelión y Alioscia, monje joven, elige la fe, exclamando al
final del romance: "Santo es el Señor y justos sus caminos"
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Habla de una libertad como creadora de valores, pues el mundo en sí mismo es absurdo.
"Todo ser nace sin razón, vive por debilidad, muere casualmente". Es pues el hombre el que da
sentido a su vida y por tanto el que hace su moral. Estamos condenados a ser libres, nadie puede
substituirnos en nuestras elecciones y en nuestra responsabilidad personal.
- ALBERT CAMUS
Parte del principio de que el mundo es irracional, absurdo porque termina con la muerte.
"hay un sólo problema filosófico el suicidio". El acto libre de rebote da sentido a la vida que en
sí no tiene sentido. El único valor para Camus, es la voluntad que se rebela contra el absurdo
(por tanto, contra el mal, el dolor, la injusticia... ) y da sentido a la vida sin apoyarse en utopías
consoladoras, mundanas o religiosa, terrenas o escatológicas.
Es interesante notar cómo varios autores se han rebelado contra el destino malvado que
gobierna el mundo.
A) BERGSON Y EL VITALISMO.
B) MAURICE BLONDEL
Para él, en cambio, en su "Filosofía de la acción" recalca que la voluntad humana alarga
indefinidamente la búsqueda de sus necesidades y aspiraciones, de utilitarias y económicas,
pasando por científicas y artísticas hasta las metafísicas y espirituales. Nuestro corazón esta
inquieto hasta reposar en Dios. En este ascenso la voluntad se encuentra ante la elección entre
finito o infinito, entre encerrarse en su yo o abrirse a lo eterno. En esta opción fundamental
consiste el drama de la existencia humana.
Según Blondel, ni el dios de las filosofías y de las religiones es suficiente para saciar el
ansia de Absoluto presente en alma humana. Sólo una elección de fe por el Dios vivo,
sobrenatural, personal, revelado en el cristianismo, puede unirnos al único y verdadero infinito
que es nuestro Fin Ultimo.
El personalismo dice que la gran tentación del hombre es el intentar separar la voluntad
de la inteligencia (indeterminismo) o la inteligencia de la voluntad (determinismo psicológico) o
el carácter psicosocial de los otros componentes de la personalidad. El acto libre es el acto global
e integral de la persona global e integral.
Llegamos así a un modo más sistemático de tratar el problema propio de esta segunda
parte. En ella presentaremos no las opiniones ajenas sino nuestra perspectiva personal.
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PARTE II
UN ACERCAMIENTO SISTEMÁTICO
A) INTRODUCCIÓN
1.- Dado que el enigma del libre albedrío coincide con el misterio mismo de la existencia
humana, de la vida y de la muerte, conviene colocarlo al interno de una reflexión sobre la
condición humana.
2.- Se trata en el fondo de responder a lo que ya Kant señalaba como los eternos temas de la
filosofía: )qué puedo conocer? )qué debo hacer? )que me está permitido esperar?
3.- Pero, sin olvidar, que la experiencia del libre albedrío es implicada (no postulada como
quería Kant) en todo nuestro actuar, sobre todo moral y religioso.
4.- En resumen, el problema del libre albedrío tiene que ver con la condición humana individual,
personal, singular, irrepetible, insubstituible. Soy yo el que sólo soy libre, no la Razón, la
Historia, el Ser, la Humanidad. La persona es el soporte esencial y único del libre albedrío.
"Factus sum mihi magna questio" decía S. Agustín.
Para investigar bien este problema de modo reflexivo, conviene colocarlo dentro del
contexto de una fenomenología correcta de mi condición humana individual vivida en el mundo.
El libre albedrío está pues injertado en una situación que lo limita, lo domina y a veces lo
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Introducción
Los deterministas (Spinoza) se basan en estos límites para negarlo. Nosotros nos fijaremos en
ellos para comprender mejor el significado auténtico de nuestro libre albedrío. Por ello, analizar
las raíces mundanas de nuestro libre albedrío es esencial para comprender una libertad no
abstracta o angélica sino una libertad humana.
1.- Los límites del libre albedrío: Son aquellos trazos que caracterizan mi existencia y que no
dependen de mí: mis padres, el lugar donde nací, el momento histórico, mi códice genético, mi
cuerpo, mi lengua materna, etc.
2.- Los condicionamientos socio-psicológicos, que pueden influir pero no dominar el libre
albedrío. La aportación de las ciencias humanas nos han hecho colocar el problema en un justo
punto, es decir no en el dominio objetivo de la observación sociológica o psicológica sino en el
ámbito de la experiencia existencial vivida, captada a través de una fenomenología reflexiva.
Nuestro libre albedrío está pues condicionado por nuestra educación, sobre todo la interiorizada
por la conciencia, por los usos y costumbres, por las modas, relaciones económicas... Muchos de
estos condicionamientos sociales se convierten también en psicológicos cuando son introducidos
en la conciencia personal. )Cuál es el grado de libertad de una mente humana minada por la
enfermedad? )Qué poder de influjo tiene el estado de inconsciencia sobre la conciencia? Los
complejos restan libertad.
3.- Los obstáculos que pueden paralizar el libre albedrío haciéndonos perder el estado de
conciencia: el sueño, el estado de coma, la hipnotización...
Estas cosas y otras nos hacen percatarnos del estado de fragilidad de nuestra libertad,
dependiente de tantos factores externos e internos, físicos y psíquicos, capaces de ofuscarla e
incluso de destruirla. No obstante todo esto ciertas acciones nuestras demuestran un poder de
autodominio y de autocausación.
Introducción.
)Se puede probar la existencia del libre albedrío? )cómo? )qué tipo de pruebas podemos dar para
demostrarlo? Algunos recurren a una intuición inmediata casi científica-psicológica-
experimental "no puedo no sentirme libre", otros a una creencia fideísta. Otros, como Kant, a un
postulado no especulativo-cognoscitivo sino práctico... Nosotros, en cambio, sostenemos que la
prueba no es de orden científico sino filosófico, intuitiva-inmediata (en cuanto se basa sobre una
experiencia vivida), pero implícita (en cuanto aquella realidad existencial debe hacerse explícita,
aclarada y defendida contra posibles objeciones en el plano conceptual y reflexivo). Por tanto no
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Mis decisiones de todos los días no pueden ser constadadas de modo objetivo científico
sino que tienen relación con mi yo interior, por tanto sólo me son asequibles de modo
fenomenológico-reflexivo. En efecto el método fenomenológico trata de encontrar el significado
del fenómeno, es decir, de adecuar lo más posible la reflexión conceptual al mundo precategorial
de la vida y de la conciencia. Pero tal constatación es implícita y sólo con esfuerzo se puede
expresar aquella realidad que permanece en cierta oscuridad, ambigüedad, por ser entidad
existencial. Es, sin embargo, una verdad conocida, no tan sólo creída, o postulada como
exigencia práctica. No es primero la experiencia moral y luego la de la libertad (Kant) sino que
son concomitantes, ya que no hay moralidad sin libertad, ni libertad sin moralidad. Es pues la
experiencia moral que nos conduce más fácilmente a la verdad del libre albedrío. No es que éste
se reduzca a este campo. Puedo rechazar una invitación a comer o no, no es esto campo moral.
Pero en el aspecto moral lo percibimos con más fuerza.
Por tanto, nuestra conciencia individual o colectiva, el lenguaje de todos los días, el
folklore, las fábulas... confirman la existencia de juicios de valoración ética dotados de una
particularidad propia: la afirmación de un significado o valor o mérito apreciables o de lo
contrario. La vida de Nerón o de San Francisco no inspiran la misma actitud. Sólo la segunda es
ideal de conducta, invita a realizarlo libremente. Los conceptos: mérito-demérito, digno e
indigno, aprobación o reprobación significan algo en el lenguaje humano sólo si existe el libre
albedrío.
Cuando yo digo debo hacer tal cosa porque es buena, no sólo hago un juicio de valor
moral sino que me siento obligado a hacer tal acción. Este juicio de obligación posee una dimen-
sión activa, dinámica, práctica. Mientras el juicio de valor indica una norma ideal de vida: "Es
bueno ser así... " El juicio de obligación indica una necesidad, no física sino moral: "Debo
hacerlo así... " Así por ejemplo, si decimos que todos los hombre deben morir, expresamos una
necesidad física; pero, si por el contrario decimos, todos los hombres deben honrar a sus padres,
expresamos una necesidad moral. De aquí Kant deriva la conclusión, plenamente legítima, de
que la idea misma de deber postula, nosotros decimos implica, la libertad de elección. Y de aquí
su famoso aforismo: "Si debes, puedes" o como decían los latinos: "Ad impossibilia nemo
tenetur".
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c) EL Arrepentimiento.
El sujeto espiritual surge como autoconciencia del mundo psíquico-físico (de la materia,
del cerebro, del cuerpo, de la sociedad, de los mecanismos instintivos. No es parte del mundo o
pedazo del mundo sino "quodammodo omnia", apertura infinita al cosmos, a los demás, al
Absoluto.
La razón -inteligencia de Sto, Tomás, en cuanto que no dice, como para los
deterministas, coherencia lógico-formal-matemática (Espinoza y Leibniz) sino apertura
metafísica al universal y al infinito, lleva al indeterminismo y a la libertad. La voluntad tiene por
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objeto el bien, cualquiera que sea, pero la inteligencia que ve sugiere y la voluntad elige.
D) OBJECIONES Y RESPUESTAS
1.- La voluntad se mueve de modo necesario y determinado por el motivo más fuerte que
se presenta a la razón (Espinoza y Leibniz admiten el principio de razón suficiente que rige el
universo; )cómo puede entonces existir un efecto sin causa -el libre arbitrio?). En esta posición
podría colocarse el intelectualismo griego (Sócrates y Aristóteles).
R/ Pero, acaso nuestra conciencia es determinada por los motivos que la dominan? )Mi
decisión es sólo el resultado final de todos los complejos factores que vienen a determinarla? )
No hay puesto para el libre albedrío?
Como se ve esta teoría racionalista-determinista no tiene en cuenta el aspecto activo, dinámico,
creativo de la voluntad humana. Es verdad que la voluntad es atraída por los innumerables
motivos que le presenta la inteligencia, pero a la vez ella, la voluntad, reacciona y actúa sobre la
inteligencia para que ésta vea lo que la voluntad quiere ver, ya que ningún motivo es
plenamente satisfactorio. La voluntad tiene un poder de iniciativa que suple la deficiencia de los
motivos objetivos. La libertad no es indeterminación sino autodeterminación.
3.- )Es posible que la persona responsable elija libremente también el mal moral, es
decir, el pecado? Si es posible, la doctrina del libre albedrío lleva inevitablemente al irracionalis-
mo, y al inmoralismo. Si no es posible, el libre albedrío en realidad no existe, es decir, o la razón
conoce el mal como mal y entonces no puede admitirlo, sería una razón diabólica; o no conoce
el mal como mal sino bajo el aspecto de un bien, y por tanto haciendo el mal en buena fe, es
excusable. Nos encontramos de frente al misterio del mal y del pecado, causa de toda angustia.
Aquí se halla la verdadera y propia dificultad para aceptar el libre albedrío, porque el hombre no
quiere considerarse responsable del mal, ya que produce una insoportable humillación a su
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Pero, )se puede comprender el mal sin justificarlo? Sí, ciertamente, pero sin recurrir a la
teoría racionalista (el mal es efecto de error o ignorancia) ni a la teoría irracionalista ( el mal es
una opción ciega y absurda de un destino malvado, de una perversión demoníaca... ) El pecado
no es sólo ignorancia, sino deliberada operación de ocultamiento o descubrimiento de los
valores. La voluntad interviene, ella dispone, jerarquiza sus valores. Ese no querer prestar
atención a algunos aspectos de la realidad, hace ver una malvada actitud, una división interior
que se llama pecado.
)Existe un mal radical? Kant y Nabert nos dirán que sí en cuanto todos experimentamos
cierta inclinación a satisfacer primero nuestro egoísmo. Es una herida infectada que corrompe
pero no destruye nuestra libertad. )Cómo pues "video meliora proboque, deteriora sequor?" No
son sólo los condicionamientos psicológicos, físicos que me lanzan al placer, a mis intereses y
utilidades... sino el mal radical de mi egoísmo. Esto no significa negar el libre albedrío, sino
delinear el cuadro oscuro y misterioso en el que se mueve.
1.- Somos libres, pero )por qué? )por qué cosa? )cuál es el fin y el sentido de nuestra libertad?
Ciertamente la "libertas minor" (libre arbitrio) es la liberta del "homo viator", del
hombre finito y frágil. Por tanto esta libertad nos habla de perfección y de imperfección. De
perfección, porque permite al hombre autorrealizarse, conquistar su propio destino. La vida no
es sólo aceptada con resignación sino llevada responsablemente. Por medio de ella colaboro para
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alcanzar mi valor moral, mi dignidad propia y la de los demás. Pero a la vez, nos habla de
imperfección y de límites. Es un riesgo hermoso pero peligroso, pues haciéndonos responsables
nos hace enjuiciables y condenables. Sin embargo es éste el camino que tenemos para una
libertad mayor, que espontáneamente y sin peligro tienda siempre al bien (los santos).
)No hubiera sido mejor haber sido colocados en un orden mejor donde la libertad fuera
menos arriesgada? Pregunta leibniziana que aduce al mejor de los mundos, pero que no responde
a nuestra condición humana. No obstante todo el libre albedrío sigue siendo un don de la
Potencia infinita, una llamita de su libertad infinita brilla en nuestra débil libertad humana.
Como se ve tratado en su amplitud el libre albedrío toca, sin quererlo, nuestra dimensión
religiosa, que trataremos de poner a la luz más explícitamente.
Sobre el plano vivencial y existencial, la doctrina del libre albedrío debe, de hecho, ser
equilibrada con la doctrina de la gracia, para no convertirse en aislada, angustiosa e insoportable.
"Gratia non destruit naturam sed perficit". Los términos gracia y libertad no deben ser
contrapuestos (como acaeció en las discusiones de la reforma y contrarreforma) sino conjugados.
Se puede conceder a Lutero que sólo la fe que confía, puede superar victoriosamente la
tentación ante el mal y el pecado, y a hacernos vencer la inútil complacencia farisaica en nuestra
susodicha virtud. Pero de esto no podemos concluir con Lutero a su famosa teoría de "Servo
arbitrio".
Al empeño más serio en el plano moral debemos añadir la humildad más profunda y
sincera. Siervos inútiles somos y necesitados en todo momento de la ayuda de la Gracia divina.
1.- No es, como sostiene Espinoza, la ilusión consciente de una elección que parece libre
pero que en realidad está condicionada por factores externos (físicos, mecánicos, psicológicos... )
Es verdad que nuestras opciones están muchas veces en parte o totalmente condicionadas, y por
tanto aquéllas totalmente libres son pocas. Pero la iniciativa libre de la voluntad entonces existe,
y somos conscientes de ello. De otra manera, toda la vida moral, carecería de sentido.
3.- Por el contrario no es tampoco un arbitrio alocado e irracional que crea sus valores y
no descubre los que ya existen, como querrían que fuese algunos del existencialismo absurdo
(Sartre).
5.- No se debe tampoco entender como un peso insoportable, culpante y moralista, como
una arma de juicio y de condena de la conducta propia y ajena. De hecho, desde el punto de vista
cristiano, la verdad del libre albedrío debe ser injertada en un designio de la Providencia y del
Amor misericordioso que guía y conforta nuestra libertad hacia una mayor realización nuestra y
de nuestra dignidad de personas. Est ad salvationem, non ad perditionem. El sentido serio de
nuestra responsabilidad delante de nosotros mismos, de los demás y de Dios, debe ser siempre
moderado con el abandono confiado en la Gracia benévola del Eterno.