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Este libro está pensado para asomarse a los antiguos mapas y ver lo que sus autores
vieron cuando miraron e interpretaron el mundo plasmándolo en ellos.
Para los babilonios la tierra era la parte habitable del planeta y aparece representada en
este mapa como una superficie plana y redonda cruzada por dos líneas verticales, que
representan los ríos Tigres y Eufrates. En el interior de este disco se dibujan y nombran
las regiones de la tierra y se especifican datos concretos, como medidas y distancias. Se
nombran también algunas ciudades y el río Eufrates.
Un poco por encima del centro está Babilonia, su nombre aparece escrito y enmarcado.
Las otras ciudades están representadas con un círculo que a veces contiene el nombre y
otras solamente un punto.
La tierra habitable está rodeada por un océano en forma de anillo llamado Río Amargo.
Más allá de este círculo, se resumen las regiones que quedan en la periferia del planeta;
las anotaciones se refieren a una zona en la que “no se ve el sol” poblada por animales
legendarios y demoníacos.
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INTERPRETACIONES EN LA GRECIA CLÁSICA. ESFERICIDAD DE LA
TIERRA
Sin embargo, a la claridad cada vez más firme de los conocimientos científicos, la teoría
de la esfericidad de la tierra se afianzaba. Aristóteles se sumó a ella y sustentó la teoría
exponiendo razones de tipo geométrico y también de índole práctica. Argumentó que si
un observador inmóvil ve aparecer un objeto por la línea del horizonte, por ejemplo, un
barco, ve primero la parte superior del mismo, los mástiles, y luego la inferior, el casco.
Si este mismo observador se desplaza en dirección Norte-Sur siguiendo la línea de un
mismo meridiano, verá cambiar la elevación de la estrella Polar y, a su vez, aparecer
estrellas y constelaciones en la línea del horizonte que no se veían en el lugar de origen.
Estos hechos sólo podían explicarse si el observador se hallaba sobre una superficie
esférica. Otro argumento tenía que ver con la física que él había desarrollado,
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Según iba pasando el tiempo, la sistemática científica afinaba cada vez más y la
geometría aplicada a la astronomía estuvo en situación de establecer mediciones muy
precisas derivadas del estudio de los movimientos planetarios. Para entonces los
cosmólogos estaban volcados en la astronomía y en el universo, pero para hacer más
entendibles las magnitudes cósmicas se precisaba una medida exacta de la tierra,
referente y centro del universo.
Por fin fue Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C.), filósofo, astrónomo, matemático,
geógrafo y director de la biblioteca de Alejandría, el que acertó en medir con exactitud
la longitud del meridiano terrestre. Lo hizo comparando la inclinación de los rayos
solares en Siena (actual Assuán) y en Alejandría en el momento exacto del mediodía del
solsticio de verano. Como Siena se encuentra justo encima del trópico, en este momento
exacto de ese preciso día (22 de Junio), una estaca clavada en vertical sobre el suelo, no
debe dar sombra. En Alejandría, que está prácticamente en el mismo meridiano que
Siena pero está más al Norte, sí. Allí la sombra formaba un ángulo de 7° 12' respecto a
la vertical. Como esta cantidad es casi exactamente la cincuentava parte de la
circunferencia, bastaba medir la distancia entre ambas ciudades y multiplicarla por 50
para saber la medida total del círculo. De esta manera calculó Eratóstenes con bastante
precisión que el meridiano medía 39.500 kilómetros, lo que no está nada mal teniendo
en cuenta que la medida correcta es de unos 40.000 kilómetros.
Va siendo hora de terminar ya este capítulo que solamente quería ser un apunte breve
pero necesario para poder trabajar más adelante la cartografía renacentista, que retomará
todos estos conocimientos después de que anduvieran extraviados durante la Edad
Media. Lo cierto es que aunque Eratóstenes calculó con acierto, tuvieron poca fortuna
sus descubrimientos sobre la medida de la tierra, porque uno de sus seguidores,
Posidonio de Rodas (135-50 a.C.), rehizo los cálculos y redujo la medida a algo más de
28.000 kilómetros. De un plumazo de cargó un cuarto de superficie terrestre e indujo un
equívoco que duraría más de 1.500 años y en virtud del cual partió Colón hacia
Occidente con la idea de llegar a Oriente, que presumía a la vuelta de la esquina.
Y antes de cerrar aquí, un comentario final sobre Hiparco de Rodas (190-125 a.C.),
que reformuló la red de paralelos y meridianos haciéndola regular, recuperó la división
babilónica del círculo en 360 grados, divisibles a su vez en sesenta minutos de sesenta
segundos, lo que permitió establecer el sistema de coordenadas para señalar la posición;
propuso la proyección cónica para dibujar los mapas, e inventó el astrolabio. Y otro
recuerdo también para Crates de Mallus (145 a.C.), constructor del primer globo
terrestre del que tenemos referencias. Lo más sorprendente de este geógrafo es que,
convencido de que las formas tienden a la simetría y al equilibrio y viendo que la tierra
ocupaba apenas un tercio de la superficie del globo, supuso que más allá de los mares
habría otras tierras todavía desconocidas. Con esta idea postuló la existencia de tres
continentes más cuya masa compensaría la de la ecumene. Los llamó Periecos,
Antípodas y Antecos. Ubicó los dos primeros en el lugar que ocupan América del
Norte y del Sur, y el tercero sería un continente austral, opuesto a la tierra entonces
conocida y habitada. La presencia de esta tierra austral-incógnita en los mapas, será una
constante –como lo son Thule y Taprobana- hasta que el descubrimiento de Australia y
de la Antártida lo hagan realidad y reequilibren el planeta.
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Desde el principio de la Edad Media desapareció el interés por el rigor científico que
prevaleciera en la época clásica. Por los caminos de una tierra plana cuyos límites se
desconocían se esfumó afán de precisión. En el alto medievo, la perspectiva
cosmográfica y la descripción de la tierra derivaron hacia el ámbito de lo legendario, lo
religioso y lo simbólico.
La desaparición casi total de la visión científica del mundo aportada por la cultura
clásica no obedeció probablemente a una tentativa deliberada del cristianismo por
arrinconar el conocimiento ‘pagano'. Es más razonable pensar que tras la conmoción
derivada de las invasiones germánicas y de la caída del Imperio Romano, tuvo lugar un
cambio rápido y radical en las formas de vida y pensamiento. El afianzamiento de la
religión cristiana impulsó nuevos temas de interés y un enfoque esencialmente distinto
de la manera de enfrentar el conocimiento.
Desde el punto de vista cartográfico, la Alta Edad Media europea es una época falta de
rigor y llena de ingenuidad. Se han olvidado los conocimientos anteriores y solamente
en el mundo musulmán sigue vigente la guía ptolemaica. Los nuevos mapas responden
a una concepción discoidal de la tierra y en la mayoría de ellos predominan las ideas
geográficas basadas en los arquetipos bíblicos. Representa la tierra entera tal como es
concebida, son por tanto mapamundi.
Si bien como instrumentos de guía son inútiles y no tienen el menor interés cartográfico,
son interesantísimos documentos históricos. No en vano decía -ya en el siglo XVI- el
gran cartógrafo holandés Gerard Mercator, que "los mapas son los ojos de la historia".
Estos mapas complementan e ilustran nuestro conocimiento de la cosmología medieval
y al fin conducirán a la explosión cartográfica del renacimiento.
-En este período se barajan dos principales concepciones geográficas de la tierra que
determinan el estilo de las distintas representaciones cartográficas. Son:
B) La "isidoriana", que describe una tierra plana, tripartita y circular en la que toda la
ecumene, la tierra habitable, se ajusta a los tres continentes conocidos.
En ellos dos estrechas franjas ‘perusta' (tórridas) separadas por el océano y limitadas
por los trópicos ocupan la parte ecuatorial del planeta.
Por encima y por debajo de esta franja ardiente, se extienden dos zonas ‘temperata'
(templadas). La del hemisferio boreal corresponde a la tierra que conocemos y
habitamos; de la del hemisferio austral no tenemos conocimiento, pues tanto las franjas
ardientes de la perusta como el cauce del océano la hacen inaccesible. Es la "Terra
Incógnita" de las Antípodas, un vastísimo mundo abierto a las aventuras de la
imaginación.
Por último, en cada uno de los polos hay una zona ‘frigida' (helada) habitada por seres
extraños.
Folio 17v del Código Albeldense (950-951) con el mapamundi resultante del reparto de
la tierra entre los hijos de Noé. La tercera miniatura representa el paraíso.
Pero, como hemos dicho, el modelo habitual que se repite casi invariablemente en los
más de seiscientos mapamundi medievales que se conservan es el mapamundi circular
conocido como "T en O", también llamado discario o "Orbis Terrarum". Su origen es el
esquema isidoriano. En ellos una tierra plana y redonda cruzada por dos cursos de agua
en forma de T se inscriben en un océano anillo que es la O. Este anagrama -TO-
contiene también las iniciales de "Orbis Terrarum" -El círculo de la tierra-, que es el
nombre que recibió el mapamundi de Marcus Vipsanius Agrippa en el siglo I y una de
las denominaciones más habituales de los mapamundi circulares desde entonces.
Orbis Terrarum de Agrippa. Roma S.I
-La incorporación en muchos de ellos de una "terra incógnita" situada en el extremo sur
del mundo, en parte derecha del mapa. Con frecuencia se dibujan en ella criaturas
fantásticas.
-El escaso interés cartográfico. Han desaparecido de ellos los paralelos y meridianos
con los que la cartografía clásica establecía las coordenadas; no presentan sentido de la
proporción ni interés por los itinerarios o las rutas de navegación. La tierra aparece
distorsionada y apelotonada para ajustarla a la concepción TO de la misma y el peso
específico de los mares en el conjunto de la ecumene es apenas relevante.
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Ya en los siglos XII y XIII el estilo artístico de los Beatos corresponde plenamente a la
concepción de la pintura románica. Los libros ricamente iluminados fueron muy
solicitados y a la finalidad litúrgica y doctrinal se unió el valor suntuario y el prestigio
que aportaba la posesión de una rica biblioteca. En este período al papel promotor de los
monasterios se uniría el las escuelas catedralicias, los monarcas y la alta nobleza.
Aunque se desarrollan diferentes ramas estilísticas, permanece estricta la unidad
temática e iconográfica.
No todos los beatos incorporan esta ilustración cartográfica a sus miniaturas, existe sólo
en catorce de los Beatos conservados. En todos ellos es común la representación
geográfica y el trasfondo simbólico, por lo que se supone que todos proceden de un
mismo mapa original -quizás ya en el primer manuscrito- que, desafortunadamente, no
se ha conservado. Aunque todos responden al mismo esquema la calidad del resultado
varía en función de la cantidad de contenido incorporado y de la pericia del monje
dibujante; pero, todos los mapamundi de los beatos mantienen la disposición los
continentes y países según el siguiente invariable esquema:
En este croquis basado en el mapa de Saint Sever se han rotulado las regiones y
ciudades representadas habitualmente en este tipo de mapas. Este esquema, con más o
menos detalles, permanece invariable en todos los mapamundi de los Beatos
Los conocimientos geográficos de la Alta Edad Media eran limitados y se daba por
hecho que la tierra era un disco plano rodeado por el océano y cubierto por la cúpula
celeste. A esta idea responden los mapas de los Beatos, que pintan una tierra a veces
redonda y otras elíptica o rectangular con los vértices redondeados, pero siempre
circundada por un océano en forma anillo y cruzada por los cursos de agua que en su día
describiera San Isidoro.
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Como el hombre medieval manifestó una afición notable a los largos viajes y
peregrinaciones y Valdeperrillos es un pueblo competente en el tema del cambio
climático, aprovecho el momento y lugar para comentar que entre los siglos IX y XIV,
tuvo lugar en la Europa de la Edad Media un largo período de climatología bonancible,
algo más calido que el actual, que sin duda actuó a favor de la vitalidad, el ansia de
aventura y el espíritu viajero del hombre del medievo.
Apenas existe literatura de carácter profano anterior al siglo XII, el mundo medieval se
expresa en un lenguaje de código cerrado que no nos ha llegado ‘traducido’ y desarrolla
una rica simbología representada en figuras con frecuencia extravagantes, grotescas o
monstruosas. Se trata de una semiótica que, no siendo fácil de interpretar, a menudo
conduce al prejuicio de pensar que se trató de un tiempo oscuro y dogmático que
transcurrió sumido en la superstición, de espaldas al conocimiento y a la cultura. Esta
idea de la Edad Media no hace justicia en absoluto al mucho ímpetu y curiosidad con
que el hombre medieval se posicionaba ante la vida, ante la realidad y ante el mundo.
En lo que se refiere al tema que nos ocupa, es importante resaltar que este tiempo que
con frecuencia se nos presenta como un todo-único y cerrado, era sin embargo muy
abierto y estaba jalonado de caminos repletos de gentes ansiosas por recorrerlos.
Caminos que subían hacia oriente (que estaba siempre arriba) o bajan hacia occidente, y
en ellos una afluencia constante de hombres de armas, peregrinos, mercaderes,
menestrales, juglares y aventureros. Caminos que llevaban a construir ciudades, a
traspasar fronteras, a negociar en nuevos mercados y comerciar con nuevos productos.
Y también a la guerra y la conquista o a la simple y llana aventura. En definitiva, al
asombro y al conocimiento.
Representación de una comitiva en el salterio de sir Deoffrey Luttrell, c 1320-1340
Buena parte de la gente que se hacía a los caminos eran viajeros de Dios: religiosos,
peregrinos y cruzados recorrían las rutas que conducían a Santiago de Compostela, a
Roma o a Tierra Santa. Para todos ellos, muy ligados a la iglesia y cohesionados y
justificados por la fe, los caminos de la tierra conducían al cielo. Recorrerlos formaba
parte de su universo místico y de la exposición completa de una doctrina teológica.
Mapamundi de Cotton, S.XI; Mapamundi de Henry de Mainz, 1110; Mapamundi del
salterio, 1225 A.D.
Había un tercer grupo de “viajeros” de los que no debemos olvidarnos pues en buena
medida son los responsables del estallido cultural que germinaría a partir del siglo XIII
en Europa. El camino que recorrían era intelectual y sus viajes fueron “virtuales”. Eran
hombres curiosos y ávidos de acceder a los conocimientos que se iban incorporando al
acervo cultural de su época.
Fragmento del itinerario entre Londres y Tierra Santa. Obra de Matthew Paris. 1291
Las fuentes de inspiración son muchas y de diverso signo. La principal, sin duda, es la
iconografía aportada por el imaginario cristiano extraído de textos bíblicos y
doctrinales. A partir del siglo XIII será también importante la aportación de autores
clásicos, prefiriéndose las descripciones más coloristas, de Pomponio Mela y de Plinio
el Viejo a las más sobrias de Herodoto. El tercer ámbito principal de información son
las historias y leyendas, especialmente las tomadas de la saga de Alejandro Magno y sus
conquistas asiáticas.
B) Los mapas
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El Salterio era un libro típico en las liturgias de la Edad Media en el que se ponían por
escrito, desligados del resto de la Biblia, los 150 cantos comprendidos en el libro bíblico
de los Salmos. Era habitual que los escolares practicaran en ellos la lectura, por lo que
con frecuencia contenían mucha información añadida de carácter didáctico. Los
salterios más lujosos estaban decorados con iniciales y cenefas ricamente coloreadas y
contenían iluminaciones miniadas a página completa. Es el caso de este mapamundi,
que es el único del que se tiene constancia que haya sido dibujado en un salterio. En él
el mundo está presidido por una imagen de Cristo llevando en la mano izquierda un
"orbis terrarum" mientras bendice al mundo con la derecha. La imagen de Cristo está
flanqueada por dos ángeles que agitan sendos incensarios.
Su estructura es similar a todas las de la época. Dibuja un mundo tripartito, orientado
con el este en la parte de arriba y Asia ocupando la mitad superior del mapa. Europa
ocupa el cuadrante inferior izquierdo y África el inferior derecho. Jerusalén está en el
centro del mapa, como si fuera una diana. Recoge los elementos habituales en los mapas
enciclopédicos medievales.
En oriente, el jardín del Edén simbolizado por un medallón que encierra a Adán y Eva y
entre ellos el Árbol de la Ciencia del bien y del mal con una minúscula manzana.
También se representan brotando del paraíso los grandes ríos de la tierra.
Hay muchas referencias a leyendas clásicas, como el Reino de las amazonas en Escitia o
los Montes Caspios, tras cuyas puertas encerró Alejandro a los pueblos de Gog y
Magog, identificados en la tradición cristiana con las diez tribus perdidas de Israel.
También se alude a la Biblia con referencias textuales o iconográficas, como la muy
esquemática arca de Noé en los montes de Armenia, los tres triángulos representando
los graneros de José en Egipto -las pirámides-, o el Mar Rojo -pintado de rojo,
naturalmente- dibujando en él el pasillo por el que los judíos salieron de Egipto hacia la
tierra prometida
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Se dice que este mapa es el último de una larga tradición de mapamundis circulares que
se trabajaron sin interrupción desde la antigüedad clásica, diseñados para mostrar todas
las tierras contenidas entre las fronteras del imperio Romano. No ha quedado ningún
original de estos mapas anteriores al Cottonian, pero sí conocemos la descripción
precisa del "Orbis Terrarum" que dibujó Marcus Vipsanius Agrippa, con mucho
más valor simbólico que geográfico, y que fue el inspirador de todos ellos. Este
Mapamundi Anglosajón, aparte de ser el último mapa romano, también es el primero de
la escuela anglonormanda cuyo máximo exponente serán los grandes discarios del siglo
XIII.
Oriente. "Hic abundant leones". Y en la esquina de la derecha el arca de Noé.
Los espacios en blanco de los antiguos mapas romanos estaban ocupados por dragones,
serpientes o leones. Era una manera de indicar espacios desconocidos ante los que había
que extremar precauciones. El mapamundi anglosajón de Cotton, también los tiene.
Arriba a la izquierda, en la parte de Oriente que se acerca al norte -observemos que se
trata de un mapa orientado y Oriente se ubica en la parte superior-, detrás del mar
Caspio y de los montes caucásicos, avisa: "Hic abundant leones". En África, entre
Cartago y Mauritania, lo que hay son serpientes: "Zugis regio ipsa est in Affrica. est
enim fertilis. sed ulterior bestiis et serpentibus plena" (También la región de Zugis está
en África. Es muy fértil, pero después está llena de bestias serpientes".
Africa. "...bestiis et serpentibus plena"". Y en el extremo sur, la Antípoda y en ella,
cinocéfalos (hombres con cabeza de perro).
A finales del siglo XIII apareció en Europa una nueva cartografía, de carácter
estrictamente útil, circunscrita al ámbito de la navegación. Llegó impulsada por el uso
generalizado de la brújula y desarrolló un tipo de cartas náuticas basadas en cálculos
serios de la posición del navío y la distancia entre los puertos.
Los rumbos de los vientos se trazaban en atención a los cuatro puntos cardinales y sus
puntos intermedios; cada uno de los ocho vientos principales tenía su propio nombre y,
dependiendo de la complicación de la carta, se señalaban los 16 medios vientos o los 32
cuartos de viento indicadores de los rumbos. Antes del mapamundi de los Cresques, no
se dibujaba la rosa de los vientos, sino muchos puntos en el mapa de los que partían
trazos que se imbricaban entre sí dibujando una enmarañada tela de araña que los
navegantes podían interpretar.
Durante el siglo XIV hay dos tipos bien diferenciados de cartas portulanas. El primero
de ellos y más habitual -el más sobrio y estrictamente náutico-, lo desarrollan las
escuelas cartográficas italianas; el otro, que es mucho más historiado, lo inicia la
escuela catalano-mallorquina y viene a culminar en el Atlas Catalán de los Cresques.
El valor geográfico o científico de estos mapas es menor, sin duda su mayor interés es
artístico. Esto se pone de manifiesto en el hecho de presentar una serie de invariables
estilísticos que permiten etiquetarlos sin asomo de dudas en la escuela mallorquina de
mapas portulanos.
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El más conocido y renombrado de los mapas portulanos es el Atlas Catalán de los
Cresques, en el que todo lo dicho se compendia. Con él se consolida un estilo de hacer
mapas que prevalecerá en los siglos XIV y XV y se prolongará hasta bien entrado el
siglo XVIII, produciéndose al mismo tiempo que, ya en el Renacimiento, una
cartografía más matemática y científica encuentre nuevas maneras de hacer
proyecciones para representar la tierra.
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Se trataba de elaborar un mapa tal que no solo reflejara las costas y puertos sino que
debía ser “imagen de todo el mundo y de todas las regiones que hay en la tierra y los
diferentes pueblos que la habitan”. El trabajo, conocido domo “Atlas catalán”, quedó
terminado en 1375, combina cosmografía, astrología, geografía y toda la fantasía del
imaginario viajero de la época. En este atlas, la cartografía convive armónicamente con
lo maravilloso. Se conserva hoy en la Biblioteca Nacional Francesa.
Unos años más tarde, el rey Juan I de Aragón, que había regalado el atlas a su primo, el
rey Carlos VI de Francia, encargó a Jafudá Cresques la elaboración de otro mapamundi
de las mismas características que en anterior. En la elaboración de este segundo Atlas,
que quedó terminado en 1389, ya no intervino Abraham Cresques, que había muerto dos
años antes. Desgraciadamente el Atlas de 1389, que difería muy poco del de 1375, se
perdió, pero existen dos copias facsímiles, una de ellas en la Biblioteca Nacional de
Madrid y la otra en el Museo marítimo de las Reales Atarazanas de Barcelona.
Cuatro de estos pergaminos, o sea, ocho tablas, están ocupadas por el mapa propiamente
dicho. En él se dibuja todo el mundo conocido. Abarca desde el meridiano de Canarias
hasta el mar de la China y desde el Trópico de Cáncer, aproximadamente, hasta el
paralelo 60 N.
Los dos pergaminos restantes se disponen como tapas y contienen textos explicativos en
catalán, datos cosmográficos de carácter general, notas astronómicas, un calendario
perpetuo, la primera rosa de los vientos dibujada en una carta náutica y muchas
anotaciones sobre el Atlas y su contenido.
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LA GEOGRAFÍA.
Estos dos pergaminos están trabajados con el rigor de las cartas náuticas. La profusión
de datos toponímicos de los mares Mediterráneo y Negro, permiten considerarlo como
la ampliación de un portulano clásico que se extendiese por el atlántico norte hasta
Islandia; por el este hasta el mar rojo; por el oeste hasta más allá del meridiano de las
Canarias, en el Finisterre; y por el sur más allá del desierto hasta el imperio del Mali
-cuyo emperador, el Mansa Moussa, repartió tanto oro en su peregrinaje a la Meca, que
hundió el precio del oro en todo oriente-.
Imperio del Mali, África. Nómadas del desierto, Tombuctú y el emperador Mansa
Moussa
Los pergaminos 4 y 5, En los que se describen la parte oriental del mundo. En Asia, el
reino de Delli (la India) y el imperio de Catay (la China); en el mar, la Insulindia con
sus muchas islas prodigiosas, reales o imaginarias.
Pergaminos 4 y 5. Reinos de Delli y Catay
En estos dos pergaminos asiáticos el interés se centra en los aspectos relacionados con
la geografía humana, las formas de vida y costumbres, y en las rutas del comercio
continental. El simbolismo de su lenguaje gráfico es riquísimo, contiene toda la
información conocida sobre las rutas continentales de la India y de Catay. Algunos
detalles aluden a pasajes de la historia sagrada, pero en general se documenta en relatos
de viajeros y navegantes, muy especialmente en los “Libros de las maravillas” de Marco
Polo y de Jean de Mandeville, muy conocidos y apreciados en la época.
la Isla Taprobana
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EL IMAGINARIO VIAJERO
Orografía
Arquitectura y ciudades
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LA COSMOGRAFÍA
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Cartografía del Renacimiento.
Antecedentes
Los mapas del siglo XV
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Veremos cómo a partir del siglo XVI, también la cartografía, como todos los ámbitos de
la ciencia y del arte, experimentó el impulso renacentista y lo hizo con un estallido tan
espectacular como la misma expansión de la tierra conocida, que en menos de un siglo
duplicó su extensión.
9.- Detalle del planisferio de Cantino, 1502. En él aparece, claramente dibujado por
primera vez, el meridiano que deslindaba las zonas de influencia de España y Portugal
en el nuevo mundo. El convenio, conocido como tratado de Tordesillas, fue suscrito en
junio de 1494 entre Isabel y Fernando, reyes de Castilla y Aragón, y Juan II rey de
Portugal.
10.- Elementos decorativos en los mapas. Los cartógrafos se esmeraron en reflejar
fielmente la realidad geográfica en sus trabajos, para ello recogían cuantas
informaciones pudieran proveer y las trasladaban a los mapas con precisión y
metodología casi científica. Sin embargo ese empeño por la exactitud no les llevó a
renunciar a los elementos fantásticos que habían pertenecido tradicionalmente al ámbito
de la "terra incognita" o a los confines del "mar tenebroso". La cartografía renacentista
es asombrosamente pródiga en representaciones de criaturas portentosas y
extraordinarias.
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Ptolomeo fue el primero en utilizar los términos de latitud y longitud para ubicar los
sitios en el mapa. Para ello estableció un sistema reticular de paralelos y meridianos
distribuidos a intervalos regulares y calibrados en grados, divididos estos a su vez en
minutos. Las líneas de longitud las definió partiendo de un meridiano principal de valor
0º que situó en el límite occidental de las Islas Canarias. En cuanto a los paralelos,
estableció el 0º en la línea del Ecuador y el 90º en el Polo Norte; situó el extremo norte
de la tierra habitable en el paralelo 63º y ubicó en aquella zona las islas de Scandia,
Albión, Hibernia y Thule.
Su trabajo recopilando datos fue impresionante. Reseñó hasta 8.000 lugares según su
latitud y longitud apuntando las coordenadas para su localización y ubicación en los
mapas. Sabemos que la obra original contenía, además de un mapamundi, veintiséis
mapas regionales, diez de ellos de Europa, doce de Asia y cuatro de África. Ninguno de
los originales ha sobrevivido y los más antiguos que han llegado hasta hoy datan de los
siglos XII y XIII, quizás dibujados por un tal Agathodemon, cuyo nombre aparece en un
documento bizantino que lo cita como el dibujante material de los mapas que Ptolomeo
describía.
3.-El mundo de Ptolomeo según Agathodemon. Probable copia del siglo XIII
Si bien es cierto que Ptolomeo equivocó las mediciones de la tierra, pues supuso que a
cada grado correspondía en la línea del ecuador un arco de unos 80 kilómetros,
reduciendo así la longitud del círculo máximo a poco menos de 30.000 Km., su
propuesta fue tan seria y respetable que con ella en la mente, los grandes navegantes del
renacimiento se atreverían a adentrarse en los océanos con la intención de llegar al otro
extremo del globo.
En la primera, los paralelos están representados como arcos concéntricos mientras que
los meridianos son líneas rectas y se abren como un abanico con el foco en el polo
norte. Fue muy utilizada para representar el mapa del mundo hasta que los
descubrimientos ampliaron considerablemente la tierra conocida y esta proyección dejó
de ser suficiente para contener toda la Ecumene. Después del descubrimiento de
América se utilizó con más frecuencia en la elaboración de mapas regionales en los que
la superficie cartografiada no reclamara tanto espacio.
5.-Mapamundi de Ptolomeo dibujado por Scotus. Incluido en la edición de Estrasburgo
de 1520
A los nuevos mapas que resultan de esta síntesis de les conoce como "Tabulae
Novae". El invento de la imprenta lanzó definitivamente la obra de Ptolomeo y con ella
Europa conoció un auténtico boom cartográfico. No es exagerado decir que la
Geografía ptolemaica se convirtió en un clamoroso éxito editorial que se prolongaría,
manteniéndose entre las obras científicas más reeditadas, al menos hasta final del siglo
XVII. Buena parte de este éxito se debe a que fue una obra muy dinámica,
continuamente enriquecida por las aportaciones de los grandes geógrafos y cartógrafos,
incluso por los que desarrollaron sus propios sistemas. Hay que añadir a este dinamismo
el hecho de que eran mapas de gran belleza y colorido. Generalmente eran coloreados a
mano, por lo que entre ejemplares de una misma edición se daban acabados desiguales y
a veces muy valiosos.
8.-Ampliación del mapamundi ptolemaico realizada por Waldseemuller en 1507
incorporando los nuevos decubrimientos.
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A ellos, por ser el impulso y la llave que abrieron el nuevo mundo, vamos a dedicar este
capítulo.
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A final de la Edad Media, Oriente seguía siendo el gran proveedor de las mercaderías
que la sociedad europea demandaba. Las rutas comerciales marítimas que unían Europa
con las Indias se habían desarrollado en el Mediterráneo -controladas por venecianos,
genoveses y aragoneses-, y en el Índico, controladas por los árabes.
Puerto de Nápoles en el siglo XV
A lo largo del siglo XV, potencias emergentes como Portugal y más adelante Castilla,
tenían poca opción de desarrollarse en las rutas acostumbradas, por ello fueron los
primeros en volver la mirada a la ruta africana y al Atlántico sur. Y no fue mala
elección, porque cuando la amenaza otomana fue estrangulando el comercio
mediterráneo, la ruta atlántica estuvo preparada para tomar provechosamente el relevo y
ambas naciones para convertirse en las potencias más ricas y poderosas del momento.
Puertos de Lisboa (arriba) y de Sevilla en el Guadalquivir, en el siglo XVI
En una época en la que el comercio marítimo era la principal fuente de acceso al lujo y a
la riqueza, la rentabilidad de los negocios exigía que el transporte por mar se hiciera en
cargamentos grandes, capaces de absorber el coste de los fletes y también de neutralizar
las frecuentes pérdidas que se producían en las travesías a causa de los naufragios, los
conflictos bélicos, la piratería o las actividades corsarias. A principio de la Edad
Moderna era tal la demanda de mercaderías que los mismos comerciantes, a fin de
dinamizar y proteger su negocio, optaron por hacerse armadores e invertir parte de
sus beneficios en construir barcos cada vez más grandes, rápidos y seguros.
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Portugal fue el primer país europeo que se lanzó a la exploración atlántica. A principio
del siglo XV la independencia de Portugal respecto a Castilla estaba ya consolidada y la
monarquía lusitana empezó a pensar en la expansión ultramarina. En 1415 conquistaron
Ceuta siendo este hecho el punto de partida de la aventura descubridora portuguesa, que
se centró en la costa occidental africana.
Cierto mito nunca bien documentado, atribuye el origen de la aventura atlántica a una
supuesta escuela náutica fundada en Sagres por el infante Don Enrique de Avis y
Lancaster (1394-1460), conocido por la historia como Enrique el Navegante. Se decía
que en ella reunió el infante a los más reputados maestros en las artes y ciencias ligadas
a la navegación. Parece claro que Sagres no era una ‘escuela' en el sentido moderno de
la palabra. Probablemente se trataba más bien de un centro de reunión en el que
armadores, navegantes y hombres de ciencia intercambiaban experiencias y
conocimientos a fin de mejorar los instrumentos, intercambiar información que pudiera
ser incorporada a las cartas náuticas y diseñar navíos capaces de enfrentar la aventura de
la navegación atlántica.
Lámina incluida en el Atlas Miller en la que se representa el mar de China. Obra
realizada en 1519.- Este atlas está compuesto por ocho mapas y es obra de tres
cartógrafos, Pedro y Jorge Reinel y Lopo Homem, y de un miniaturista conocido como
Antonio de Holanda. Es un atlas preciosista con una gran riqueza decorativa que
refleja paso a paso las conquistas de portuguesas a lo largo y ancho del mundo.
Aún hubo algunos altercados menores con Castilla por el dominio en el Atlántico que se
resolvieron cuando tras la guerra de sucesión castellana de 1474 entre los partidarios de
la infanta Isabel de castilla y los de Juana la Beltraneja ,entre los que se encontraba el
rey de Portugal, se firmó el tratado de Alcaçovas, en el que se confirmaba a Isabel como
reina de Castilla pero ratificando para Portugal el derecho al monopolio comercial al sur
del cabo Bojador, con lo cual se cerraba el paso a cualquier intento de expansión
africana de Castilla más allá de las Islas Canarias.
Portugal siguió avanzando hacia el Sur. Junto a ingentes cantidades de oro, trajeron los
portugueses de aquellas tierras otras mercancías que causaron furor en Europa: pimienta
africana, azúcar, algodón, marfil, pescado y, sobre todo, gran número de esclavos.
***
Subir al inicio
Durante la primera mitad del siglo XVI, la tierra dobló literalmente de tamaño. El
descubrimiento de América, la circunvalación de la tierra, las largas expediciones de los
navegantes portugueses, la necesidad de representar las nuevas rutas y dar a conocer las
peculiaridades de las tierras descubiertas, la generalización del uso de la imprenta y las
nuevas técnicas de grabación de imágenes -que permitiría reimprimir los mapas
incorporando continuamente las últimas
modificaciones-, condujeron a un
auténtico estallido cartográfico.
***
Podemos deducir de lo que ya sabemos, que el primer paso para la gran revolución
geográfica y cartográfica, fue la conquista de los mares. El éxito de las empresas
castellanas y portuguesas en la era de la navegación y los descubrimientos se debió en
parte a la favorable disposición de los Vientos Alisios, que soplan siempre en la misma
dirección, desde los trópicos hacia el ecuador siguiendo un patrón regular. Esta
regularidad favoreció la navegación atlántica en latitudes tropicales, desde el extremo
noroeste de África hasta el Caribe para regresar de allí con la ayuda de los Vientos del
Oeste, que soplan en esta dirección entre la latitud 20º y 40 º en el hemisferio Norte. El
mismo patrón se reproduce en el hemisferio sur, donde los Vientos Alisios soplan por
debajo del golfo de Guinea, desde África hasta Brasil.La expansión geográfica y
cartográfica del descubrimiento del continente americano, se desarrolló en dos fases
claras. En la primera de ellas predominó la navegación litoral y el descubrimiento de las
costas; en la otra se desarrolló una rapidísima expansión y conquista del interior.
Las exploraciones de la última década del siglo XV y las dos primeras del XVI, se
caracterizaron por la navegación costera, sin que apenas se intentara profundizar en el
continente o colonizarlo, pues se priorizaba la empresa de encontrar un paso que
condujera sin más dilación a las riquezas de las indias orientales, que se suponían muy
cercanas.
En los primeros años después del descubrimiento, se exploraron las Antillas y la Tierra
Firme hasta la desembocadura del Orinoco, Américo Vespucio recorrió la costa
brasileña y fue el primero en anunciar que lo que se había descubierto era un nuevo
continente. Vicente Pinzón llegó en 1500 hasta la desembocadura del Amazonas y Juan
Díaz Solís en 1508 exploró Yucatán y recorrió parte de la costa de México. Se fundaron
en aquellos años algunos asentamientos efímeros, más con la finalidad de facilitar los
sucesivos saltos a fronteras más adelantadas que con la idea de colonizar el nuevo
continente.
***
“Este día llovió e hizo tiempo de invierno como en Castilla por octubre. No había visto
población, sino una casa muy hermosa en el puerto de San Nicolás, y mejor hecha que
en otras partes de las que había visto. La isla es muy grande, y dice el Almirante no será
mucho que boje doscientas leguas. Ha visto que es toda muy labrada; creerá que debían
ser las poblaciones lejos de la mar, de donde ven cuándo llegaba, y así huían todos y
llevaban consigo todo lo que tenían y hacían ahumadas como gente de guerra. Este
puerto tiene en la boca mil pasos, que es un cuarto de legua; en ella ni hay banco ni
baja, antes no se halla cuasi fondo hasta en tierra a la orilla del mar, y hacia dentro en
luengo, va de tres mil pasos todo limpio y base que cualquiera nao puede surgir en él sin
miedo y entrar sin resguardo; al cabo de él tiene dos bocas de ríos que traen poca agua;
enfrente de él hay unas vegas las más hermosas del mundo y cuasi semejables a las
tierras de Castilla, antes éstas tienen ventaja, por lo cual puso nombre a la dicha isla la
Isla Española.”
(Fragmento de ‘El primer viaje a las Indias’, relación compendiada por Fray Bartolomé
de las Casas de las notas y el diario de Cristóbal Colón.)
El primero de estos dos mapas es el más antiguo de los manuscritos en el que aparece
algún territorio del Nuevo Mundo. Fue trazado en 1492 y el análisis de la letra ha
llevado a pensar que quien lo dibujó pudiera ser del mismo Cristóbal Colón. En él se
representa la parte noroccidental de la costa de la isla de La Española, hoy forma
parte de Haiti. El segundo mapa está datado en 1519, es anónimo, se encuentra en la
biblioteca de la Universida de Bolonia y muestra el trazado de la isla en su totalidad,
dibujando espacios urbanos al estilo de las ciudades europeas para significar los
principales poblados indígenas.
***
El Rey Juan II de Portugal, en virtud del tratado de Alcaçovas de 1479, que otorgaba a
su reino el monopolio comercial al sur del cabo Bojador y cerraba el paso a la
navegación castellana más allá de las Islas Canarias, reivindicaba para Portugal las
tierras descubiertas por Colón en ultramar. Sin embargo el Almirante aseguraba que la
ruta seguida desde las islas Canarias hacia occidente en ningún momento había rebasado
el límite permitido por el tratado de 1497, por lo que las tierras descubiertas pertenecían
a Castilla. En el debate de aquellos derechos, no tardó en ponerse de manifiesto que la
situación escapaba a lo previsto en anteriores tratados, por lo que se optó por negociar
un nuevo reparto del Atlántico.
***
Por estas fechas la producción de mapas había entrado ya en una fase vertiginosa.
Cientos de naves y decenas de expediciones volcadas en todos los mares conocidos –y
desconocidos-, llevaban a bordo agrimensores, cartógrafos y cosmógrafos dispuestos a
describir fielmente hasta el menor detalle de las tierras que se iban explorando. Cada
vez más mapas fueron grabados en planchas imprimibles, lo que permitió la reimpresión
y actualización de los mismos. Con frecuencia algunos ejemplares eran coloreados a
mano y pasaban a formar parte de grandes colecciones privadas.
Entre los más novedosos e interesantes mapas impresos de principio de siglo, destaca el
Mapamundi de Martín Waldseemüller, de 1507.
***
NOTA: Se puede encontrar más información sobre este mapa en el capítulo dedicado a
"Cosmografías y Atlas de los siglos XVI y XVII"
***
***
El enigma que se ha establecido en torno a este mapa estriba en que también dibuja
tierras en la parte sur del mundo y algunos han creído ver en estas tierras una Antártida
unida al continente americano, dibujada con exactitud hasta en sus menores detalles. En
1513 no se había explorado aún el extremo sur del continente, y mucho menos la
Antártida; además, según los expertos en grandes enigmas, las tierras dibujadas con
tanta precisión se hallan miles de metros por debajo del manto de hielo, lo que significa
que Piri Reis tuvo que inspirarse en mapas de hace más de 11.000 años, justo cuando la
Antártida no era aún un continente helado.
***
Sin embargo, la explicación más razonable es también la más probable. No son pocos
los mapas que conciben el Nuevo Mundo como un continente unido a los demás
formando un inmenso anillo que abraza a un océano único. Lo cierto es que los viejos
mitos cosmográficos pesaban todavía mucho después del descubrimiento de América.
La concepción de la tierra seguía siendo fuertemente medieval y había muchas
opiniones respecto a su tamaño, a la disposición de los océanos y a la forma de los
continentes. Pero a pesar de toda esta confusión, o quizás por ella misma, fue éste un
siglo vertiginoso. Nunca la concepción del mundo, su forma y su tamaño sufrió una
convulsión tan grande como la experimentada a lo largo del siglo XVI.
1519. Planisferio de Lupo Homem, donde se interpretan los océanos Atlántico, Índico y
Pacífico como un único gran mar interior.
***
En 1513, Juan Ponce de León inició un
viaje para explorar las aguas al norte de
las Bahamas con la idea de encontrar en
aquella zona la isla de Bimini, una de las
islas míticas en la que se suponía estaba la
Fuente de la Eterna Juventud. No deben
sorprendernos este tipo de motivaciones:
los viajes de exploración eran
frecuentemente emprendidos por
aventureros que los entendían como
modernas gestas de caballería y parte del
acicate que los impulsaba, amén de gloria
y riquezas, era el afán de aventura y una
exaltada fantasía de acusado componente
mítico.
Mapa manuscrito realzado por el cartógrafo portugués Jorge Reinel en 1519. En él están
representadas aún con bastante imprecisión las islas de La Española y Cuba, la
península de Yucatán y las costas de Suramérica conocidas incluyendo una destacable
toponimia. Al norte de Cuba aparece la península de Florida marcada como “Tera
Bimini”, ya con el estandarte español en ella. El golfo de México no está completo en
su parte central.
***
Las tierras que descubrió Juan Ponce de León completarían la imagen del Caribe y del
Golfo de México. Partió con tres barcos y un mes después de su partida, divisó tierra.
Era la costa continental de Norte América. Bautizó aquel territorio con el nombre de
Florida, conmemorando la fiesta de la Pascua que se celebraba en aquellos días. Navegó
por el atlántico siguiendo la costa hacia el norte hasta llegar a la desembocadura de un
río tan caudaloso que uno de los barcos de la expedición fue arrastrado mar adentro por
la fuerza de sus aguas. Como los indios de aquellas tierras resultaron ser bastante
hostiles y la expedición tenía por fin explorar y no conquistar, optaron por dar la vuelta
y seguir su navegación por el sur de Florida y, rodeando los cayos, se adentraron por el
golfo de México.
***
Aparte del viaje hacia el norte de Ponce León, en la segunda década del siglo XVI,
portugueses y españoles continuaron navegando la costa del Atlántico hacia el sur. Se
fundaron dos gobernaciones: Castilla de Oro, en Panamá, y Nueva Andalucía, en la
costa atlántica Colombia. En 1510 se fundó en el golfo de Darién -en el extremo
septentrional de la actual Colombia y junto al istmo de Panamá-, el primer asentamiento
europeo en el continente, se llamó Santa María la Antigua del Darién.
Desde allí, en 1514, Vasco Núñez de Balboa, cruzó el istmo y llegó al Pacífico, al que
dio el nombre de “Mar del Sur” por encontrarlo mientras viajaba en esta dirección.
Aquel descubrimiento estimuló aún más el deseo de encontrar el estrecho que uniera
ambos océanos.
***
La conquista del istmo de Panamá y el descubrimiento del “Mar del Sur”, permitió
iniciar expediciones hacia el norte y hacia el sur desde la otra vertiente marítima del
continente e incrementó aún más la leyenda mítica que rodeaba toda aquella empresa.
Aquello significó un importante acicate para la exploración del interior del continente
lanzando así la segunda fase de los descubrimientos y conquista que, a partir de 1520
fue vertiginosa, al punto que antes de 1540 unos pocos miles de conquistadores habían
extendido el dominio del reino de España desde el norte de México hasta Santiago de
Chile. Después de aquello, el progreso cartográfico fue rápido y en los siguientes
cincuenta años llegó a dibujarse el mapa de toda la América conocida con una
asombrosa mezcla de exactitud e imaginación.
***
Sin embargo aquellas expediciones fueron suficientes para dibujar en los mapas de la
primera mitad del siglo XVI partes del litoral de Groenlandia y de Canadá,
concretamente la península de Labrador, Terranova y Nueva Escocia.
Dejamos ya dibujado en la primera parte de este tema, un mapa del litoral americano
que abarcaba la costa atlántica desde la Península del Labrador hasta el estrecho de
Magallanes y unos pocos tramos de la costa del pacífico, tanto en la zona del istmo de
Panamá como en el extremo sur del continente.
Este mapa lo incluyó Batista Agnese en una de las reediciones de su atlas que fue
publicada en 1544. Es un mapa dibujado en estilo portulano. Su interés primordial
reside en que por primera vez aparece en él la Baja California dibujada como una
península de Norteamérica y no como una isla.
***
A partir de 1519
empezó a profundizarse
en el interior del
continente. Cortés,
partiendo de Cuba,
emprendió la conquista
de la meseta del
Anáhuac, el corazón
del imperio azteca, y
conquistó México en
1520. Primero ocupó la
capital de Moctezuma,
luego el resto del
territorio mexicano,
que recibió el nombre de Nueva España. En 1522, Pedro de Alvarado y Gonzales
Dávila conquistaron América central. Francisco Pizarro y Diego Almagro conquistaron
el imperio Inca, ocuparon el Cuzco y en 1533 completaron la ocupación del resto del
Perú. Allí, las minas de plata de Potosí colmaron de riquezas las arcas de los españoles.
***
***
DETALLES Y COMENTARIOS
Tenochtitlán (Temestitán), una ciudad con 200 años de historia, era impresionante.
Levantada en una zona lacustre, su infraestructura urbana era muy compleja. Muros de
piedra para contener las crecidas; canales y acueductos que distribuían el agua; muchas
plazas que servían de mercado y amplias avenidas rectilíneas que la recorrían. En la
segunda carta de Cortés al emperador Carlos V, relata su primera reunión con el
emperador azteca, Moctezuma, y describe su ciudad:
“Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son las calles della, digo las
principales, muy anchas y muy derechas, y algunas déstas y todas las demás son la
mitad de tierra y por la otra mitad es agua por la cual andan en sus canoas. (…) Tiene
esta ciudad muchas plazas donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender.
Tiene otra plaza tan grande como dos veces la plaza de la ciudad de Salamanca toda
cercada de portales alderredor donde hay cotidianamente arriba de sesenta mill ánimas
comprando y vendiendo (…)”
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaEspanola/HernanCortes/Segun
daRelacion.asp
***
***
1592 Mapa de Sur-américa de Theodore de Bry.
***
1596 Mapa de Suramérica de Jan Huygen van Linschoten
***
1598. Este mapa de la Guayana es obra de Jodocus Hondius, el patriarca de una de las
más famosas familias de cartógrafos holandeses. Es un mapa pintado a mano que
comprende la actual Guayana Francesa, Surinam y Guyana. Incluye anotaciones en
holandés sobre los pueblos indígenas del norte de América del Sur. Las figuras humanas
que lo decoran, un acéfalo y una amazona tienen un acusado componente fantástico.
También dibuja animales propios de América del Sur con características más
imaginarias que reales. Los ríos Amazonas y Orinoco están representados en el mapa.
***
1602, Mapa de America del sur de Levinus Hulsius.
***
1606, Mapa de Suramérica de Jodocus Hondius.
(NOTA: Este artículo está siendo actualizado y ampliado. Última actualización: 10 de Octubre de 2009)
***
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La cartografía de la segunda mitad del siglo XVI estuvo ligada a los viajes de
exploración transoceánicos, al conocimiento de nuevas tierras y a la necesidad de armar
y componer una visión cosmográfica real de todo el planeta y su imponente variedad a
medida que todo ello se iba descubriendo.
A pesar de que Colón nunca llegó a reconocerlo, pronto los exploradores del Nuevo
Mundo aceptaron que lo descubierto no eran las Indias orientales sino un nuevo
continente que habría que explorar y descubrir, pero que de momento se interponía
incómodamente entre Europa y Asia, que era el verdadero paraíso buscado. En la
carrera por la ansiada conquista de oriente, Castilla llevaba desventaja. Los portugueses
habían circunnavegado África y entre 1498 y 1515, habían establecido factorías y rutas
comerciales en India y China, y además habían llegado a las Islas Molucas, las Islas de
las Especias, desde donde se importaban las especias más valiosas: la nuez moscada, la
macis y el clavo.
1529. Diego Ribero. Es una lámina muy original que delimita las zonas de influencia
portuguesa y la española suponiendo que la separación es el antemeridiano de
Tordesillas. Según este mapa, las apetecidas islas Molucas –Islas de las Especias-
quedaban en territorio español. En la parte portuguesa (la de la izquierda) junto al
barco hay una leyenda que pone “vengo de maluco”, en la parte hispana, en cambio,
bajo el barco puede leerse “Voy a maluco”.
***
Necesitaban encontrar un paso navegable que les permitiera sortear América y acceder a
Asia y a las riquezas de oriente. Recordemos, además, que todas las referencias
conocidas indicaban un tamaño de la tierra mucho menor al que realmente era. Por tanto
el océano pacífico sería presumiblemente muy estrecho y el destino ansiado debía de
estar muy cerca. Con esta idea se lanzaron los exploradores a buscar el paso que les
conduciría a oriente.
1565. Copia de Paolo Forlani sobre un mapa realizado en 1546 por el cosmógrafo
Giacomo Gastaldi. Muchos nombres de diversas localizaciones americanas, por
ejemplo, California, aparecen en este mapa por primera vez. Era frecuente en este tipo
de mapas con sucesivas reimpresiones a partir de una plancha original, añadir en las
distintas reproducciones los elementos decorativos. Esta es una copia ricamente
iluminada en la que se han reflejado diferentes tipos de embarcaciones, monstruos
marinos y animales fabulosos poblando las partes menos conocidas del orbe y de los
mares. Cartográficamente, su aspecto más destacable es, junto a la representación de
un gran continente austral aún desconocido, la decidida seguridad con la que prolonga
por el noroeste el continente americano para unirlo con las Indias Orientales.
***
-Más al Sur-
A La conquista del Pacífico le faltaba aún un importante paso: viajar hacia el sur para
encontrar el enorme continente austral desconocido y todos los misterios y prodigios
que presumiblemente contenía. En 1567 el gobernador de Perú dio orden a Alvaro de
Mendaña, su sobrino, de que descubriese la parte incógnita y encontrase los tesoros
improbables que allí existieran. Zarpó la expedición del puerto del Callao navegando
hacia el sur por un océano del que no existían cartas de marinar ni demasiados
conocimientos de rutas y navegación. Los portugueses ya habían descubierto Nueva
Guinea y se hablaba de islas tan ricas en oro que en ellas estaban las verdaderas minas
del rey Salomón. Pasaba el tiempo y escaseaban el agua y los alimentos; cuando ya
parecía que la misión iba a fracasar, llegaron al archipiélago situado al sur de Nueva
Guinea. La cosa no resultó, no había minas de oro ni recursos extraordinarios y además
los indígenas resultaron violentos y belicosos. Incluso se dio por hecho que eran
caníbales. Además, no iba la expedición dotada de instrumentos fiables para fijar la
latitud y la longitud, de tal manera que abandonaron las islas y en los siguientes
veinticinco años no volvieron a encontrarlas. A pesar de ello les dieron el nombre de
islas Salomón y quedó la conciencia general de que albergaban grandes tesoros.
1593, Cornelius de Jode, Lámina del este de Australia, Nueva Guinea y las Islas
Salomón. Esta lámina manifiesta que al fin se había aceptado la inmensidad del océano
y por primera vez se representa esta parte del mundo en una lámina independiente,
separada de las Islas asiáticas.
***
A principio del siglo XVII, la expedición capitaneada por Pedro Fernández de Quirós,
visto que las Islas Salomón se mostraron manifiestamente esquivas, decidió viajar más
al sur con el objetivo de encontrar la Terra Australis, un gran continente de cuya
existencia no se dudaba, pues resultaba imprescindible para equilibrar las masas
continentales de ambos hemisferios. NO encontraron el enorme continente austral, pero
en 1606 llegaron a una isla mucho más grande que cualquiera de las descubiertas hasta
el momento, a la que llamaron Australia.
No es sin embargo descartable que los portugueses hubieran llegado a las costas
australianas antes de esta fecha. En una nota manuscrita al pie de la siguiente lámina del
Atlas Vallard, de 1547, aparece escrito “Primer mapa de Australia procedente del Atlas
de Nicholas Vallard”.
***
Subir al inicio
Diversos mapas de América Realizados entre la segunda mitad del siglo XVI y los
primeros años del XVII. El autor del primero es Abraham Ortelius, y se editó en 1570;
del segundo, Jan Huygen van Linschoten, y fue publicado en 1596. El tercero y más
reciente pertenece al atlas de Jodocus Hondius de 1606.
http://valdeperrillos.com/books/cartografia-historia-mapas-antiguos/cartografia-
del-siglo-xvi-navegacion-descubrimientos
Pienso que así quedará mejor estructurado y será más coherente el resultado del trabajo.
(A quien pueda interesar: Este capítulo está todavía sin terminar. La temática que
pretendía trabajar en él es mucho más extensa de lo que calculé cuando lo empecé, y
mientras voy desarrollándola encuentro cada vez más ocasiones de modificar lo escrito,
dispersarme y no avanzar. Sé que si no lanzo una avanzadilla acabará en el baúl de
capítulos inacabados, que está ya demasiado lleno. He aderezado un poco las notas ya
trabajadas a fin de subirlas a la web tal cual están en este momento, y, tranquilamente,
iré completándolo sobre la marcha. Mientras tanto, pido disculpas por los gazapos e
incoherencias que a buen seguro andarán perdidos por ahí. )
***
Y por fin, como cartógrafo, el cosmógrafo debía llevar al mapa toda la información
recabada.
***
La primera cosmografía que con este nombre se publicó en el siglo XVI, fue la de
Martín Waldseemüller. Este geógrafo publicó en 1507 dos mapamundis anexos a un
opúsculo de nueve capítulos al que tituló “Cosmographiae introductio, cum quibusdam
geometriae ac astronomiae principiis ad eam rem necessariis”.
Aquel trabajo estaba pensado para satisfacer la enorme curiosidad que las exploraciones
transoceánicas estaban despertando en Europa, y el creciente interés por todos los
conocimientos relacionados con la cosmografía. Su éxito fue inmediato y el opúsculo
fue varias veces editado en los meses siguientes a su primera aparición. En la
introducción, Waldseemüller explica los principales problemas de la geometría en la
medida en que ésta es necesaria para entender la geografía y realiza una descripción
minuciosa de la tierra: sus ejes, los círculos que la dividen y las zonas que delimitan, los
climas, vientos, océanos, islas y continentes y las distancias entre todos ellos. Varias
veces en la obra se refiere el autor a las tierras recién descubiertas en occidente, a las
que denomina “Quarta orbis pars”, es decir, cuarto continente, y propone para ellas el
nombre del que creía su legítimo descubridor: América, la tierra de Americo Vespucii.
Pocos años más tarde, consciente de su error, quiso enmendarlo, pero para entonces el
uso de dicho nombre estaba ya generalizado.
Los dos mapamundis fueron editados el mismo año 1507 adjuntos a la cosmografía,
aunque independientes. Uno de estos mapas estaba proyectado para servir de base a un
globo terráqueo. Consta de doce usos que dibujan un globo desplegado, sin montar. Es
un mapa empírico cuyas referencias son las aportadas por navegantes y cartógrafos que
las tomaron in situ. El ecuador está marcado de acuerdo con las anotaciones tomadas en
los viajes de Vespucii y de las referidas en cartas náuticas como las de Juan de la Cosa,
Bartolomé Colón o Cantino.
Mapa de Waldseemüller completo
El otro fue realizado siguiendo las premisas de la proyección cónica sobre el plano que
estableciera Ptolomeo. Recibió el nombre de “Universalis Cosmographiae descriptio in
plano”. De este mapa se realizó una única edición y pronto no quedó ningún ejemplar
localizado. Aún así no se perdieron las referencias durante los siglos en que estuvo
extraviado, pues era bien conocido tanto por las descripciones que el mismo
Waldseemüller realizara en su Cosmographiae, como por algunas copias dibujadas por
otros cosmógrafos, como el suizo suizo Glareanus en 1510, Peter Apianus en 1522 o
Sebastian Munster, que copió los mapas hemisféricos de menor tamaño que
Waldseemuller dibujara en la parte superior del mapa.
Waldseemüller. Detalle de los pequeños mapas hemisféricos en la parte superior de la
orla. En uno de ellos aparece por primera vez el continente americano dibujado como
dos subcontinentes unidos por un istmo y separado del resto del mundo, aunque muy
cerca de Japón, pues se suponía que el nuevo mundo estaba casi pegada a Asia.
El mapa estuvo perdido hasta 1900, año en el en que un ejemplar fue encontrado en un
castillo en Wolfegg, en Alemania. Actualmente está considerado como un hito en la
historia de la cartografía y de las expediciones en ultramar. Consta de doce secciones y
está dividido en tres zonas de cuatro secciones cada una. Cada sección mide
aproximadamente 45.5 x 62 cm, con una extensión total de algo más de tres metros
cuadrados. En él la tierra está representada atendiendo al segundo tipo de proyección
ptolemaica, popularizado por Nicolás Germano en la edición de Ulm de 1482.
***
Una de las más antiguas y populares cosmografías del siglo XVI fue la del astrónomo y
matemático Peter Apianus, editada por primera vez en 1524.
Peter Apianus, también conocido como Apian o Apiano, era el nombre latinizado de
Pierre Bienewitz. Había nacido 1495 en Leisnig, Sajonia. y como todos los cosmógrafos
de su época fue autor de una producción científica muy variada. Su “Cosmographia sive
Descriptio” apareció editada por primera vez en 1524. En ella se proponía demostar la
importancia ineludible de la geometría para comprender la geografía. Este principio fue
fundamental en la evolución de las nuevas ciencias de la tierra y de la cartografía.
Apiano estuvo muy relacionado con los cosmógrafos flamencos cuyas obras florecieron
al socaire del emperador Carlos V, buena parte de su obra la publicó en colaboración de
otro insigne cosmógrafo, Gemma Frisius, que era a la vez ilustrador, cartógrafo,
diseñador de instrumentos matemáticos y fabricante de globos terráqueos y celestes,
siendo en esta última faceta un consumado y reconocido maestro.
***
Contiene más de quinientos grabados y entre ellos veinticuatro mapas a doble página.
Las planchas de esta obra están grabadas siguiendo la técnica de vaciado en madera y
posterior estampado en relieve, lo que confiere un aspecto simple y algo tosco a las
láminas. Sin embargo la información es profusa y como además era frecuente colorear a
mano los ejemplares más lujosos, el resultado final de algunas de las reproducciones
conservadas es muy atractivo.
Impresión realizada en 1546 sobre la tabla grabada en 1544 del mapa de América
adjunto a la cosmografía de Sebastian Münster. En este mapa América se dibujó como
un continente estrecho con dos subcontinentes unidos por un istmo y muy cercano a la
costa asiática. Con anterioridad sólo se consideraba como continente la actual
Suramérica, suponiéndose que las zonas conocidas del subcontinente septentrional
eran solamente islas. El océano Pacífico se representa como un mar de tamaño muy
reducido. Pasaron muchos años antes de que la exploración del Pacífico obligara a los
más reconocidos cartógrafos a aceptar que América era un gran continente, el Pacífico
un océano inmenso y la tierra mucho más grande de lo que habían calculado e
imaginado.
Las dos obras de Sebastian Münster y sus sucesivas reediciones, tuvieron una amplia
difusión editándose tanto los volúmenes completos como los mapas y otras láminas en
hojas sueltas.
Mapa de África adjunto a la misma cosmografía de Sebastian Munster
***
Una obra espectacular que encaja en este capítulo aportando características propias con
especial incidencia en los aspectos étnicos y culturales de las poblaciones autóctonas
amrericas, fue la de Théodore de Bry (1528-1598), grabador, impresor y editor de
libros, muy reconocido por sus magníficas crónicas sobre la colonización de América.
Grabado de Theodore de Bry en 1590 basado en un dibujo de John White en el que se
ilustra la colonización de Virginia.
Los grabados de de Bry están generalmente realizados sobre planchas de cobre tomando
como base dibujos y acuarelas realizados in situ y de primera mano por los cosmógrafos
que acompañaban a las expediciones. Son grabados muy cuidados que aportan
abundante información sobre la historia de las conquistas y asentamientos europeos en
América. Su obra aportando tanto mapas locales o generales de indudable interés, como
una vasta obra gráfica representando la forma de vida y culturas de los nativos
americanos y su relación con los conquistadores europeos.
Americae pars, Nunc Virginia dicta...
Mapa grabado por Theodore de Bry en 1590, basado en una acuarela original de John
White.
Imágenes de los nativos de Virginia en las fiestas del sol. Grabado por Theodore de
Bry en 1590
***
(Continuará...)
***
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BIBLIOGRAFÍA GENERAL
• Marco Polo. Viajes. Colección centenario, ed. Espasa Calpe S.A. 1998
• Cristóbal Colón. Diario de a bordo. Ed. Edaf S.A. Edición y notas de
Luis Arraz Márquez. 2006
• Libros de Maravillas. Biblioteca Medieval. Ediciones Siruela., 2002.
Contiene:
LIBROS DE HISTORIA
SITIOS EN INTERNET
Europa (http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/view/search?q=World_Area%3D
%22Europe%22+LIMIT%3ARUMSEY
%7E8%7E1%2C&sort=Pub_Date,Pub_List_No_InitialSort ) ;
Asia (http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/view/search?q=World_Area%3D
%22Asia%22+LIMIT%3ARUMSEY
%7E8%7E1%2C&sort=Pub_Date,Pub_List_No_InitialSort) ;
África (http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/view/search?q=World_Area%3D
%22Africa%22+LIMIT%3ARUMSEY
%7E8%7E1%2C&sort=Pub_Date,Pub_List_No_InitialSort ) ;
Globos (http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/view/search?sort=Pub_Date
%2CPub_List_No_InitialSort&q=Pub_Type%3D%22Globe%22+OR+
%22Globe+gores%22+LIMIT%3ARUMSEY%7E8%7E1%2C&pgs=250 ) ;
Mapamundis (http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/view/search?
pgs=250&sort=Pub_Date%2CPub_List_No_InitialSort&q=World_Area%3D%22World
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• http://www.nmm.ac.uk/collections/explore/index.cfm/category/charts
Mapas y cartas de navegación del Museo Maritimo Británico
• http://collections.mun.ca/cdm4/browse.php?CISOROOT=%2Fmaps
Fondos digitaizados Memorial University, Centre for Newfoundland Studies
• http://memory.loc.gov/ammem/gmdhtml/dsxpmapSubjects01.html
Mapas del descubrimiento y exploración de América en la LOC
• http://www.cartography.henny-savenije.pe.kr/quality/index.htm Mapas
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• http://www.columbia.edu/itc/mealac/pritchett/00maplinks/mughal/mugha
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• http://wesscholar.wesleyan.edu/scamaps/ Cartoteca de la Wesleyan
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• http://www.uni-mainz.de/presse/25888.php Universidad Johannes
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ATLAS
• Atlas de Mercator. Curiosa página de wallpapers que contiene casi todo el atlas de
Mercator
http://www.mapwalls.com/html/showall.html
MAPAS
• http://www.mapsorama.com/maps/world/TabulaRogeriana.jpg Tabla
Rogeriana S. XII
• http://www.uni-mainz.de/bilder_presse/kartographie_01.jpg Mapa 1482
Ptolomeo,Germanus, Ulm. En la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz
• http://www.uni-mainz.de/bilder_presse/kartographie_04.jpg Mapa
Mercator Virginiae item et Floridae ed. DE 1606 en La Universidad Johannes
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