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CAPITULO 9
TRATAMIENTOS TÉRMICOS Y TERMOQUÍMICOS DEL ACERO
En condiciones de enfriamiento lento los cambios de fase que tienen lugar en los aceros pueden
predecirse mediante el diagrama de equilibrio Fe-C. Pero si las transformaciones no se producen en equilibrio
se obtendrán otras fases y constituyentes, que adquieren gran importancia cuando se trata de modificar las
propiedades mediante los tratamientos térmicos. Variando la velocidad de enfriamiento se observan los
siguientes fenómenos:
Esta gama de estructuras que aparecen según las condiciones a la que ocurre la transformación
alotrópica desde la austenita, se representan en los diagramas temperatura/tiempo/transformación o
diagramas TTT.
Los diagramas de aceros hipo e hipereutectoides (figuras 3 y 4), presentan una zona superior donde
se produce la separación de ferrita o cementita libre, respectivamente. Si el grano austenítico es grande
debido a elevada temperatura de austenización, y la velocidad de enfriamiento no es lo suficientemente lenta,
la ferrita crecerá en forma de agujas, disminuyendo la resistencia al impacto del acero. A continuación por
debajo de la temperatura A1, comienzan a formarse las colonias de perlita; cuando la temperatura es elevada,
los granos son grandes y las láminas gruesas. A temperaturas más bajas, la perlita se hace más fina, y cerca
de la nariz se forma troostita, un agregado muy fino de cementita y ferrita. A la derecha de los diagramas de
las Fig. 2 y 3 se muestra la dureza HRc de la estructura completamente transformada.
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A temperaturas más bajas, se observa la transformación bainítica, constituida por ferrita en forma de
agujas o plumas con carburos precipitados. Este constituyente proporciona al acero elevada dureza y
tenacidad, pero baja resistencia a la fatiga.
La forma de las curvas de los diagramas refleja que cuando la temperatura de transformación
desciende por debajo de Ac1, la reacción isotérmica va rápidamente en aumento porque la austenita es cada
vez más inestable, pero, a temperaturas aún más bajas, la disminución de la velocidad de difusión tiene un
efecto predominante y la transformación se retarda.
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Fig. 5: Diagrama de
transformación isotérmica
del acero SAE 4140.
Estos diagramas TI, de transformación isotérmica, se utilizan para predecir el tiempo que debe
permanecer el acero a una dada temperatura hasta completar los cambios estructurales. Pero la mayoría de
los tratamientos térmicos industriales se realizan enfriando de forma continua las piezas, desde la
temperatura de austenización; esas curvas de enfriamiento no pueden ser colocadas directamente sobre los
diagramas TI.
No obstante se ha comprobado que los fenómenos que se presentan en ambos modos de
transformación de la austenita, son bastante parecidos, empezando en los enfriamientos continuos a
temperaturas un poco más bajas. De una forma similar a la descrita anteriormente, se han trazado los
diagramas TC o de transformación continua, cuyas curvas están ligeramente desplazadas a la derecha y
hacia abajo, respecto a las obtenidas isotérmicamente. Con ellos se puede conocer la estructura que se
obtendrá para cada velocidad de enfriamiento, y la velocidad crítica de temple, tangente a la nariz, que es la
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Fig. 6: Diagrama de
transformación continua del
acero SAE 4140.
Cuando las temperaturas de comienzo y fin de la transformación martensítica, Ms y Mf, son bajas y la
nariz perlítica se encuentra desplazada a la derecha del diagrama, se dice que el acero es más templable. En
estos casos, la velocidad crítica es menor y puede obtenerse martensita templando en medios menos
severos, como el aceite. Al mismo tiempo, la templabilidad de un acero indica su capacidad para adquirir
dureza en el temple y que ésta penetre hacia el interior de la pieza. En general, puede afirmarse que cuando
el diámetro de la pieza supera los 25 mm, si se desea obtener más de 50% de martensita en el núcleo es
necesario emplear aceros de alta templabilidad, es decir, aceros aleados.
Los diagramas TTT son datos que proveen los fabricantes de los aceros y se usan para determinar
las condiciones adecuadas de los tratamientos térmicos para obtener las propiedades mecánicas
especificadas en los planos de las piezas.
La gran variedad de propiedades de los aceros, desde blando y dúctil hasta duro y frágil, es, en gran
parte, consecuencia de la transformación alotrópica del hierro y de los importantes efectos producidos por el
carbono. Para controlar esas propiedades se usan los tratamientos térmicos, que consisten en calentar y
mantener las piezas a temperaturas adecuadas durante cierto tiempo, y luego enfriarlas convenientemente.
De esta forma se modifica la estructura microscópica, se verifican transformaciones físicas y, en algunos
casos, hay cambios en la composición química.
El tiempo y la temperatura son los factores principales y deben ser fijados previamente, de acuerdo a
la composición química, la forma y el tamaño de las piezas y las propiedades finales que se desean obtener.
Materiales y Procesos 6
Normalizado
Recocido común
Con Recocidos de alta temperatura
Enfriamiento lento Recocido isotérmico
Completos R. de globulización
R. de eliminación de tensiones
R. de recristalización
En la mayoría de los tratamientos térmicos, el calentamiento debe hacerse hasta unos 30 a 50ºC por
encima de la temperatura Ac3 obtenida del diagrama Fe-C. Las piezas deben colocarse en el horno frío y la
temperatura debe elevarse lentamente, tanto más cuanto mayor sea la sección de la pieza para evitar
tensiones por dilataciones desiguales entre el núcleo y la superficie; incluso en algunos casos se especifica
un precalentamiento.
La pieza debe permanecer en el horno hasta que la temperatura se iguale en todos sus puntos y la
estructura se homogeinice. Una regla conservadora recomienda que el tiempo de permanencia sea de una
hora por pulgada de espesor.
Los productos forjados, las piezas coladas y el acero laminado en caliente se normalizan para
producir una estructura más uniforme que, en general, mejora las propiedades y conduce a un resultado
óptimo en cualquier tratamiento térmico posterior. Con el normalizado también se eliminan tensiones internas
y se uniformiza el tamaño de grano del acero. En cambio, el objetivo principal del recocido es ablandar el
acero, de modo de obtener la maquinabilidad o deformabilidad óptima.
El recocido es el tratamiento con enfriamiento muy lento, en horno, desde la fase austenítica. Como
se indica en la figura 7, cuando se trata del recocido de aceros hipereutectoides, el calentamiento debe
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realizarse sólo ligeramente por encima de la temperatura eutectoide para evitar la formación de una red de
cementita en los límites de grano de la austenita, que fragilice el material.
Según se desprende de la representación del tratamiento en el diagrama TTT de un acero
hipoeutectoide (Fig. 8 en gris claro), la estructura queda constituida por ferrita proeutectoide (o libre) en
bordes de grano y perlita gruesa, con tamaño de grano ASTM 6 - 7. Las cantidades relativas de los constitu-
yentes se obtienen con gran aproximación por medio de un análisis de fases en el diagrama Fe-C.
9.2.1.2. Normalizado
Consiste en el enfriamiento al aire desde la región austenítica; de esta forma se deja al acero con una
estructura y propiedades que arbitrariamente, se consideran como normales y características de su
composición. La velocidad exacta de enfriamiento (Fig. 8, en color negro) depende del tamaño de la pieza a
enfriar, del número de piezas en la carga del horno y de la circulación del aire alrededor de las mismas. La
temperatura de calentamiento para aceros hipereutectoides está dentro de la región austenítica, porque la
velocidad de enfriamiento, al limitar parcialmente la difusión, tiende a evitar la formación de la red de
cementita. Del mismo modo, la formación de ferrita libre se suprime parcialmente en los aceros
hipoeutectoides, resultando una cantidad de perlita ligeramente más elevada que en equilibrio. La limitación
del proceso de difusión, también provoca la aparición de láminas finas en la perlita (el % de perlita resuelta
con 400 x en la muestra micrográfica, es un indicador de la velocidad de enfriamiento del acero).
En la figura 9 se han graficado los distintos tratamientos con enfriamiento lento, en un sistema de ejes
Temperatura vs. Tiempo, para favorecer la comparación entre ellos.
Cuando el objetivo del tratamiento es eliminar el defecto de formación de bandas separadas de perlita
y ferrita (banding), la difusión debe ser limitada más aún, lo que se consigue enfriando más rápidamente, es
decir, en aire agitado. Esta variante se representa con la línea de mayor pendiente en la Fig. 8.
Estos tratamientos se aplican a los aceros de bajo carbono y de cementación para favorecer el
mecanizado. Consisten en calentar unos 300ºC por encima de la temperatura de austenización y mantenerla
durante un tiempo prolongado. Si se trata de lograr una estructura de granos grandes, ASTM 3-4, se lo
denomina Recocido de embastecimiento del grano. (Figura 9).
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Este tratamiento se representa en el diagrama TTT de transformación isotérmica (figura 10). Consiste
en un calentamiento hasta la temperatura de austenización, enfriamiento hasta una temperatura comprendida
dentro del intervalo de formación de la perlita, mantenimiento a esa temperatura el tiempo necesario para
completar la transformación y enfriamiento a cualquier velocidad.
Se aplica para obtener una estructura homogénea de perlita, con muy buena respuesta al temple y
sin la descarburación que se produciría en un enfriamiento en horno.
Consiste en calentar un acero a temperaturas apenas sobre Ac1 y mantenerla oscilando alrededor de
este valor, enfriándola luego lentamente (Fig. 9). De este modo se consigue una matriz de ferrita con
cementita globular.
Este tratamiento se aplica a los aceros de alto contenido de carbono para mejorarle la deformabilidad
y maquinabilidad. Su uso se ha extendido a otras composiciones para facilitar la extrusión en frío.
Consiste en el calentamiento a una temperatura inferior a AC1, casi siempre entre 550 y 650ºC,
seguido de un enfriamiento lento. De este modo, activando la movilidad atómica, se consigue que éstos
retomen sus posiciones originales, aliviando al acero de tensiones internas.
Se lo recomienda luego de solidificación y operaciones mecánicas o térmicas, incluidos procesos de
soldadura, para evitar fisuraciones.
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Este tratamiento se aplica a los aceros después de la deformación en frío, cuando el endurecimiento
alcanzado impide continuar con el proceso de conformado. El objetivo es destruir ese endurecimiento
provocado por el conformado, y su resultado depende del grado de deformación previa, de la temperatura de
recristalización y de la forma de realizar el calentamiento.
Consiste en recalentar el acero a una temperatura por debajo de A1, que depende del tipo de acero y
del grado de deformación alcanzado. Cuanto mayor sea éste, más pequeños serán los granos recristalizados.
En la Fig. 11 se representan las propiedades mecánicas aproximadas que se obtienen mediante los
tratamientos de normalizado y recocido.
Durante el enfriamiento rápido de la austenita el tiempo disponible puede ser insuficiente para que se
produzcan transformaciones por difusión atómica. En su lugar existirá austenita metaestable hasta que la
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temperatura llegue por debajo de un valor crítico (entre 90 y 400ºC), al que comienza a producirse la
transformación alotrópica. Con el descenso de la temperatura continúa la formación de martensita tal como
se muestra en la Fig. 12. Las temperaturas Ms (comienzo de formación de martensita) y Mf (final de
formación de martensita), señalan el principio y el fin de la transformación durante el enfriamiento; por lo tanto
si éste cesa antes de alcanzarse el valor Mf, se requiere un enfriamiento adicional para producir la
transformación completa.
Fig. 12: Formación de martensita durante Fig. 13: Efecto del contenido de carbono
el enfriamiento de un acero de 0,45% C sobre las temperaturas Ms y Mf
desde la temp. de austenización. en los aceros no aleados.
Los elementos aleantes influyen en el acero facilitando la obtención de martensita; por ejemplo,
determinado porcentaje de cromo y níquel retarda la transformación de la austenita lo suficiente como para
permitir la formación de martensita aún durante un enfriamiento rápido al aire. También producen una
disminución de Ms, pero en ello no son tan eficaces como el carbono. Por lo tanto los aceros con contenido
de carbono o de elementos aleantes suficientemente altos no pueden transformarse completamente en
martensita durante el temple hasta la temperatura ambiente.
Cantidades apreciables de austenita no transformada llamada austenita retenida pueden influir
negativamente sobre las propiedades de un acero tratado térmicamente y son por ello indeseables; un
enfriamiento posterior (tratamiento Sub-cero) producirá martensita adicional.
Las tensiones internas en los aceros templados que surgen como consecuencia del enfriamiento no
uniforme de la superficie y el núcleo de la pieza, se denominan tensiones térmicas. Las que se producen
como consecuencia de la transformación martensítica, son tensiones estructurales.
En la Fig. 16a se muestra el esquema de variación de las tensiones térmicas durante el rápido
enfriamiento de las capas superficiales, mientras que el núcleo se enfría más lentamente. Esta distribución
desigual de las temperaturas en la sección de la pieza, va acompañada del cambio irregular de volumen. Las
capas superficiales se contraen más rápidamente que las internas; sin embargo, esta compresión se ve
dificultada por las capas internas, lo que conduce a que en las capas superficiales se formen tensiones
temporales de tracción (desaparecen cuando el efecto desaparece) y en las internas, tensiones de
compresión (Fig. 16a).
Después de que la superficie se enfría y cesa el cambio de volumen, el núcleo continua
experimentando tensiones térmicas. A causa de esto, las tensiones disminuyen y en un determinado instante
se produce el cambio de signo de las tensiones en la superficie y en el núcleo. Después del enfriamiento final,
en la superficie quedan tensiones remanentes de compresión, y en el núcleo, de tracción.
Por otro lado, durante el temple por debajo de Ms, la martensita se forma en primer lugar en la
superficie, que alcanza esa temperatura antes que el núcleo. Como dicha transformación va acompañada de
un aumento de volumen, en la superficie se forman tensiones de compresión y en las capas internas, de
tracción. A medida que el proceso continua, el signo de las tensiones en la superficie y en el núcleo, cambia.
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Fig. 16: Esquema del surgimiento de tensiones térmicas (a) y estructurales (b),
durante el enfriamiento del acero.
Las tensiones estructurales varían en orden inverso con respecto a las térmicas. Como resultado de
la transformación martensítica, en la superficie se forman tensiones residuales de tracción, y en el núcleo, de
compresión.
Durante el temple, ambas tensiones se adicionan. En la Fig. 17 se muestra el esquema de adición, en
un caso en el que las tensiones térmicas superan a las estructurales; por eso la superficie queda con
tensiones de compresión. Sin embargo, es necesario señalar que pueden obtenerse distintos diagramas de
tensiones resultantes, y quedar la superficie con tensiones de diverso signo y magnitud. Si la magnitud supera
la resistencia del material y éste es poco plástico, esto conduce a la fisuración de las piezas.
Las más peligrosas son las tensiones de tracción en la superficie que, además de poder producir
fisuras, bajan la resistencia a la fatiga del acero. Por esta razón debe tratarse de disminuir las tensiones
estructurales, las que serán tanto mayores cuanto más alta es la temperatura de temple y la velocidad de
enfriamiento en el intervalo de las temperaturas Ms y Mf.
Los aceros después del temple suelen quedar muy tensionados, demasiado duros y frágiles para los
usos a que van a ser destinados. Estos inconvenientes se corrigen por medio del revenido, que consiste en
calentar el acero a una temperatura inferior a la crítica Ac1, enfriándolo luego generalmente al aire, o bien en
aceite o agua según la composición. El objeto del revenido no es eliminar los efectos del temple sino
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La martensita revenida posee generalmente las mejores propiedades técnicas de todas las
microestructuras del acero. Pero para obtener una estructura totalmente martensítica el enfriamiento debe ser
a una velocidad superior a la crítica indicada por el diagrama de enfriamiento continuo. Esta velocidad crítica,
tangente al diagrama en la nariz, disminuye, generalmente, al mismo tiempo que aumentan al contenido de
carbono y de elementos aleantes y, entonces se dice que el acero posee mayor templabilidad. Por lo tanto el
que se pueda obtener o no en un acero una estructura totalmente martensítica, depende de la velocidad de
enfriamiento conseguida durante el temple y de la templabilidad.
Si el temple comercial del acero no tuviera otro fin que el de conseguir, lo más rápidamente posible, el
enfriamiento de la pieza, el agua sería el medio más eficaz. Pero al mismo tiempo, es necesario evitar la
fisuración y la distorsión excesiva, debida a los grandes gradientes de temperatura. Como estas fallas son
consecuencia de la utilización de un medio de temple demasiado drástico, con frecuencia es necesario
emplear medios de menor severidad, tales como el aire o el aceite.
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El método más corriente para endurecer el acero es el temple directo desde la temperatura de
austenización. Por medio de una selección apropiada de la templabilidad y del medio, se pueden producir
estructuras martensíticas incluso en secciones de varios centímetros de espesor. Sin embargo, los grandes
gradientes de temperatura presentes durante el temple en agua o aceite conducen con frecuencia a la
aparición de las grietas y deformaciones mencionadas.
Los estudios realizados sobre la transformación isotérmica han dado lugar a la introducción y amplia
utilización de dos variantes del método, que reducen al mínimo dichas fallas. Ellas son el “martempering” (o
temple martensítico) y el “austempering” (o temple bainítico). En la Fig. 19 se puede observar la marcha de
los tres procesos sobre un diagrama temperatura-tiempo-transformación.
La mayor parte de las piezas que componen las máquinas y motores, se fabrican de forma que sus
propiedades mecánicas sean uniformes en toda su masa. Sin embargo, en ciertos mecanismos es necesario
que algunos componentes tengan superficies muy duras, resistentes al desgaste y a la penetración, y el
núcleo central muy tenaz, para poder soportar los choques a que están sometidas Los procedimientos más
usuales para conseguir estas características son los temples superficiales, los tratamientos termoquímicos
(cementación, cianuración, nitruración, etc), el depósito por soldadura de delgadas capas de alto contenido de
carbono, y el cromado duro.
El temple superficial es un temple local, durante el cual se endurece sólo la capa superficial hasta una
cierta profundidad, dejando sin templar el núcleo de la pieza. Se realiza calentando rápidamente el acero
hasta una temperatura superior al punto crítico Ac3, para lograr la austenización completa, y a continuación
enfriando a una velocidad superior a la crítica para la obtención de la martensita. El objetivo fundamental del
temple superficial es aumentar la dureza superficial, la resistencia al desgaste y el límite de fatiga de la pieza
que se trata. El núcleo se conserva dúctil y soporta las cargas de impacto.
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Para que las capas duras queden bien adheridas al resto del material y evitar descascaramientos
superficiales debidos a la transición demasiado brusca de las zonas duras a las blandas, conviene que el
contenido de carbono de los aceros esté comprendido entre 0,30 y 0,60 % de C.
Existen dos métodos de calentamiento por llama oxiacetilénica y por corrientes inducidas.
Se emplean instalaciones que constan de uno ó varios sopletes que calientan las partes de la pieza
que se desea endurecer, y varios chorros de agua o depósitos que enfrían rápidamente las zonas calientes
que quedan templadas y con gran dureza. El foco de calor o la pieza se mueven constante o alternativa-
mente para calentar y templar sucesivamente todas las zonas que hay que endurecer.
Este método es muy empleado para piezas de gran tamaño (rodillos de laminación, ejes, etc.),
obteniéndose capas endurecidas de 2 a 5 mm. de espesor, con durezas de 50 a 56 HRc.
Este procedimiento se utiliza para endurecer superficialmente piezas de aceros de distintos tamaños,
hasta muy pequeñas. El calentamiento por corrientes de alta frecuencia se efectúa en muy pocos segundos,
pudiéndose además localizar el tratamiento en zonas muy limitadas.
Las piezas se colocan en el interior de una espira o conjunto de espiras de forma apropiada, a través
de las cuales se hace pasar una corriente eléctrica de alta frecuencia que calienta las piezas a elevada
temperatura. Luego se enfrían rápidamente con ducha de agua o introduciéndolas en un recipiente de agua o
aceite.
Cigüeñales, ejes de distribución, engranajes y muchas otras piezas son sometidas a este tratamiento
directamente en la cadena de producción. Se obtienen durezas de 55 a 60 HRc, según el contenido de
carbono del acero.
Se llama tratamiento termoquímico al aumento en la composición química superficial del acero por
difusión de un elemento determinado (C, N, Al, Cr y otros) desde el medio exterior y a alta temperatura. Esto
se produce en tres etapas:
2) contacto de los átomos del elemento difundidor con la superficie del acero y formación de enlaces químicos
con los átomos del metal base
La velocidad de difusión de los distintos elementos en la red cristalina del hierro depende del tipo de
solución sólida que formen con él; proceden con más facilidad los formadores de soluciones intersticiales
que los sustitucionales.
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9.3.2.1- Cementación
Es el proceso por el cual se incorpora carbono en la capa superficial del acero. Con ello se logra una
superficie de alta dureza que le proporciona resistencia al desgaste después de un temple, y aumenta el
límite de fatiga. Como se realiza en aceros de no más de 0.35 % de C, el núcleo conserva su capacidad de
absorber energía de impacto.
La profundidad de capa debe ser tal que no se produzcan deformaciones permanentes en ella. Por
lo tanto, será tanto mayor (de 0.8 a 1.4 mm.) cuanto más grande sea el esfuerzo a que está sometida la
misma. Si sólo se requiere resistencia al desgaste, se usan capas de baja profundidad (0.1 a 0.5 mm.).
La cementación se realiza a temperatura superior a Ac3 (900 a 950ºC) de modo que el carbono
difunde en la red cristalina del hierro γ; cuando se alcanza el límite de saturación de la austenita, en la
superficie se puede formar una capa de cascarilla. Pero esto raramente se observa; en las condiciones
normales, durante la cementación sobre Ac3 se forma sólo austenita, y, luego del enfriamiento lento, los
productos de su transformación (ferrita y cementita).
La capa cementada tiene una concentración variable de carbono en su espesor (Fig. 20),
decreciente hacia el interior de la pieza; el objetivo es obtener la composición eutectoide en la superficie.
a- Cementación sólida
El medio cementante es carbón vegetal‚ activado con CO3 Ba . Las piezas, después de una limpieza
preliminar, se colocan en cajas de acero inoxidable o refractario de forma rectangular o cilíndrica, entre capas
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sucesivas del carbón cementante. Una vez tapada la caja, los bordes se recubren con arcilla refractaria o
con una mezcla de arcilla y arena de río diluída en agua hasta un estado pastoso, y se coloca en el horno.
La temperatura de cementación es entre 910 y 930ºC y el tiempo se establece en base a las
dimensiones de la caja y a la profundidad de capa deseada. El aumento de la temperatura hasta 950 a
1000ºC con el empleo de carburantes menos activos y de aceros originalmente de grano fino, no propensos
al recalentamiento, permite acelerar considerablemente la cementación.
Agregando carbonatos se activa fuertemente el medio cementante. El porcentaje de activador a
agregar depende del porcentaje de carbono deseado en la superficie. De todas maneras, este proceso
presenta el inconveniente de la imposibilidad de un control efectivo.
b- Cementación líquida
El baño de sales está contenido en crisoles de acero refractario calentados por gas o eléctricamente.
Son sales de cianuro de sodio (CNNa)‚ que, a través de sucesivas reacciones químicas con el oxígeno del
aire, producen carbono elemental que difunde hacia el interior del acero.
Se usa como activador del proceso el cloruro de bario (Cl2Ba), que acelera la descomposición del
cianuro. Las sales están constituídas por 15 a 20 % de CNNa + 15 a 20 % de Cl2Ba + CO3Na2. Diariamente
se controla la composición del baño, agregando cianuro y eliminando carbonato si fuera necesario.
Presenta el mismo inconveniente que la cementación sólida, en cuanto a la dificultad en la regulación
del potencial de carbono.
c- Cementación gaseosa
Es la más ampliamente usada debido a una serie de ventajas con respecto a los procesos descritos
anteriormente. Con la cementación gaseosa es posible:
El proceso se realiza en un horno que debe ser hermético a la entrada de aire y mantener uniformidad
de temperatura y atmósfera.
Se requiere disponer de un gas portador, neutro, que se obtiene en un generador de gases y cuyo
caudal debe llenar completamente el horno, y un gas cementante‚ que habitualmente es metano. El
potencial de carbono de la atmósfera del horno queda regulado por las proporciones de ingreso de ambos
gases.
como éstas son reversibles, la regulación del proceso se hará controlando las presiones parciales de los
gases presentes y fijando [C]‚ en el valor de carbono que se desea en la superficie de la pieza.
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La profundidad de capa efectiva es lo más usado en la práctica. Su valor queda determinado por el
tiempo y la temperatura del proceso.
Trabajando con una mezcla de gases que provea un potencial de carbono de 0.8, el tiempo del
proceso suele ser muy largo. Por lo tanto, el mismo se desdobla en dos etapas. La primera o etapa de
cementación, se efectúa con un potencial de aproximadamente 1.10; posteriormente éste se baja a 0.8,
llevándose a cabo la denominada etapa de difusión.
Las propiedades finales de las piezas cementadas resultan del tratamiento térmico que se realiza
después de la cementación. Este tratamiento tiene el objetivo de:
1) corregir la estructura y afinar el grano del núcleo y de la capa cementada, que inevitablemente se
recalientan durante la exposición prolongada a alta temperatura;
2) obtener una alta dureza en la capa;
3) eliminar la red de carburo que pueda haberse formado.
En la mayoría de los casos, sobre todo durante el tratamiento de aceros de grano fino, se efectúa un
temple desde los 820 a 850ºC. Esto asegura el afino del grano de la capa cementada, la recristalización
parcial y afino del grano del núcleo. Después de la cementación gaseosa frecuentemente se templa después
de bajar la temperatura del horno de cementación a 780-800ºC.
A veces el tratamiento consiste en el doble temple y revenido. El primero con un calentamiento a 880-
900ºC, para corregir la estructura del núcleo y disolver la red de cementita que no vuelve a formarse con un
enfriamiento rápido. El segundo temple, con un breve calentamiento a 760-780ºC, elimina el recalentamiento
de la capa y le da alta dureza. Este tratamiento puede introducir imperfecciones debido a su complejo proceso
tecnológico, a la elevada distorsión que se produce en las piezas de configuración complicada, a las
posibilidades de oxidación y decarburación.
La operación final en todos los casos es el revenido a baja temperatura (160-180ºC), obteniéndose
martensita revenida con una dureza que alcanza los 59-63 HRc.
La estructura del núcleo depende de la composición del acero que se trata y del proceso de temple
adoptado, pero siempre debe mantener buenas condiciones de ductilidad.
Después de la cementación de aceros de alta aleación, en la capa se conserva gran cantidad de
austenita retenida, que disminuye la dureza. Estos aceros deben tratarse a temperaturas bajo cero, de modo
de completar la transformación de esa austenita en martensita y así aumentar la dureza considerablemente.
9.3.2.2- Nitruración
Se llama nitruración al proceso de saturación de la superficie del acero con nitrógeno, por medio del
calentamiento de éste en amoníaco o en sales fundidas de cianuro de potasio o sodio, a 480-700ºC. La
nitruración aumenta la dureza de la capa superficial, su resistencia al desgaste, el límite de fatiga y la
resistencia a la corrosión en medios tales como el aire, agua, vapor, etc. La dureza de la capa nitrurada se
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conserva durante el calentamiento hasta altas temperaturas (600-650ºC), a diferencia de la capa cementada,
que por su estructura martensítica, conserva su dureza sólo hasta 200-250ºC.
La nitruración se usa ampliamente en piezas tales como engranajes, cilindros de motores de alta
potencia, cigüeñales, etc.
El nitrógeno, que difunde hacia el interior de la pieza, forma compuestos con el hierro cuyas
características varían con la concentración del mismo en cada punto. Las fases presentes a las distintas
profundidades se pueden analizar en el diagrama de equilibrio Fe-N de la Fig. 21. Estas fases constituyen la
capa superficial, denominada capa de compuestos, blanca, de pequeño espesor y extremada dureza. Por
debajo de ésta, hay una zona denominada capa de difusión, que es la que confiere resistencia a la fatiga ya
que el nitrógeno, además de formar nitruros, distorsiona la red cristalina del hierro.
A pesar de las grandes transformaciones estructurales, la dureza de la capa nitrurada no es muy alta.
Por esta razón, se someten a este proceso aceros de medio contenido de carbono, aleados al aluminio,
cromo, molibdeno, vanadio, etc, que adquieren una dureza y resistencia al desgaste especialmente alta
debido a la formación de nitruros como Cr2N, Mo2N, AlN. Estos precipitan en forma dispersa, dificultando el
movimiento de las dislocaciones y aumentando así la dureza de la capa.
a- Nitruración gaseosa
Normalmente se realiza entre 500 y 550ºC bajo una corriente de amoníaco que se disocia a esa
temperatura, actuando el hierro como catalizador
2 NH3 → 2 N + 6 H
N + xFe → FexN (nitruro de hierro)
El control del proceso se realiza determinando el grado de disociación del amoníaco, esto es la
cantidad que sale del horno de nitruración.
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b- Nitruración líquida
Las sales de cianuro, por las que se hace burbujear aire, sufren la siguiente reacción:
O
CNC → CNOK (cianato)
O2
2 CNOK → C03K2 + CO + 2 N
Los procesos duran de 1 a 4 horas, obteniéndose capas de espesores menores que en la nitruración
gaseosa: capa de difusión de 0.4 a 0.5 mm. y capa de compuestos de 15 µm. Si se pretenden mayores
profundidades de capa, aumenta la porosidad en la zona de compuestos, disminuyendo la resistencia al
desgaste y dureza.