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Amenazas y soluciones

para la conservación de las aves esteparias

Ramiro Aznar Ballarín


Mónica Otero de Jesús
Jesús Ortega Giménez
Conservación de la Fauna (UCM), enero de 2008

Resumen: En este trabajo se ha estudiado el estado de conservación de cuatro estepas ibéricas


(Medinaceli, Laguna de Gallocanta, El Planerón, Los Monegros y Bardenas Reales), analizando las
amenazas y soluciones para la protección de las aves esteparias en cada caso. Dos de las estepas
presentaron un alto nivel de conservación (Bardenas Reales y El Planerón), debido principalmente al
buen manejo realizado en ambas reservas. Se detectaron graves amenazas tanto en Los Monegros,
debido al desarrollo de una agricultura más intensiva, como en Medinaceli, donde el principal problema
reside en la reducción de hábitat estepario debido a la fragmentación provocada por infraestructuras
lineales, aerogeneradores y repoblaciones forestales. Sin emargo, el problema más grave se encuentra
en la escasa valoración de este paisaje por la sociedad en general, y por la población local en particular.
La implicación de este sector, mediante sistemas sostenibles de rotación de cultivos y aprovechamiento
ganadero, es crucial para el futuro de la conservación de las estepas y la avifauna que vive en ellas.

Palabras clave: estepa, intensificación agraria, ganadería sostenible, cultivos de secano, educación
ambiental.

Introducción

La Península Ibérica alberga dos tipos de estepas: las estepas naturales, paisajes de
relieve llano o suavemente ondulado, con una cierta importancia de las gramíneas y ausencia
de árboles o arbustos desarrollados (Suárez et al., 1991), y las pseudoestepas, paisajes en
mosaico, compuestos principalmente por campos de cereal, barbecho, pastos y terrenos
arados, bajo un sistema extensivo de rotación de cultivos de secano (Suárez et al., 1997). La
heterogeneidad de estos paisajes permite la presencia de especies singulares e incluso
endémicas, un grupo de gran importancia debido a su estado desfavorable de conservación
son las aves esteparias (García et al., 2007).

El abandono de las prácticas agropastorales tradicionales, bien por la especulación


urbanística o bien y, sobre todo, debido a los modelos agrícolas y ganaderos intensivos, han
provocado un claro retroceso de estos hábitats esteparios (Lozano, 2007), y con ello las aves
ligadas a estas zonas (Suárez et al., 1997). Las previsiones para las próximas décadas
muestran una continua intensificación agraria (Tilman et al., 2001). Ante este oscuro panorama
la necesidad de estudiar la ecología de las aves esteparias cobra vital importancia (Suárez et
al., 2002; Suárez et al., 2004; Serrano y Astrain, 2005; Báldi et al., 2005), así como la
investigación y aplicación de modelos sostenibles que mantengan la integridad de los hábitats
donde residen estas especies (Sayés, 2006; Oñate et al., 2007).

En este contexto se llevó a cabo el estudio de la situación de varias estepas españolas


(Medinaceli, Laguna de Gallocanta, El Planerón, Los Monegros y Bardenas Reales), y de esta
manera conocer los problemas y amenazas que presentan cada región, y las soluciones de los
expertos y técnicos que se están llevando a cabo.

Áreas de estudio

Medinaceli

Medinaceli está en la comunidad de Castilla y León, y se encuentra en el sudeste de la


provincia de Soria, siendo punto geográfico limítrofe con las Comunidades de Aragón y Castilla
La Mancha. En cuanto a los datos geográficos, Medinaceli tiene una extensión: 18.000
hectáreas y su altitud alcanza los 1200 m (www.medinaceli.info). De entre todos los
ecosistemas de la zona, la más interesante es la llanura esteparia (Fig. 1A), cuya vegetación
más importante es la retama (Retama sphaerocarpa), el tomillo (Thymus vulgaris) y la lavanda
(Lavandula stoechas). En esta estepa se pueden encontrar poblaciones relictas de la alondra
de Dupont (Chersophilus duponti).

Laguna de Gallocanta

La Laguna de Gallocanta está situada en el Sistema Ibérico, ocupando los términos


municipales de Bello, Berrueco, Las Cuerlas, Gallocanta, Santed y Tornos (Zaragoza, Teruel;
Aragón). Constituye uno de los ecosistemas húmedos más importantes de la Península Ibérica
y de Europa Occidental. Situada a una altitud de 1000 m, esta reserva ocupa el fondo de una
gran cuenca endorreica de 53.600 ha, la cual esta formada por una laguna salada (Fig. 1B),
con aportes puntuales de aguas dulces y sometida a procesos de estacionalidad, de 1400 ha y
entorno a ella, un importante ambiente estepario y cerealista, además de las cumbres
cuarciticas de las Sierras Ibéricas (norte, este y sur); y por el oeste las hoces del rió Piedra.
Debido a su ubicación geográfica y alas peculiaridades de su clima la cuenca de Gallocanta
presenta una gran singularidad florística con especies adaptadas a las condiciones
hidrológicas y de salinidad. La gran riqueza faunística se manifiesta en el grupo de las aves,
que alberga más de 200 especies entre nidificantes invernantes o de paso, destacando las
acuáticas y esteparias (www.gallocanta.org). Este entorno está ubicado tanto entre las figuras
de protección nacional y regional (Refugio de Fauna Silvestre), como internacionales (Sitio
Ramsar y ZEPA). También se considera Área de Especial Protección Urbanística.

El Planerón

La reserva ornitológica de El Planerón está localizada a 15 Km del término municipal de


Belchite (Zaragoza, Aragón), con casi 700 ha y una altitud entre 400 y 700 m. La Balsa de El
Planerón y los terrenos de la Reserva están situadas en el centro de una gran depresión
arcillosa, en la que destacan pequeñas lomas y cerros testigo constituidos por yesos (Fig. 1C),
todo ello limitado al norte y noroeste por los escarpes formados por la erosión de las “muelas” y
“cabezos”, como La Lomaza o la Pedriza. La balsa se nutre de aguas superficiales, que llegan
hasta ella a través de pequeños canales y barrancos. Por toda esta zona también transcurren
varios barrancos de aguas estacionales y salobres, en los que la evaporación del agua
favorece la formación de acumulaciones de sal. Aunque permanecen secos casi todo el año,
cuando se producen lluvias copiosas, pueden transportar un importante caudal de agua,
quedando intransitables la mayor parte de los caminos que transcurren por esta llanura
(www.elplaneron.org). Destacan la albada (Gypsophila struthium hispanica), el asnallo (Ononis
tridentata) y la jarilla (Heliantemum squamatum) en suelos de yeso, el albardín (Lygeum
spartum), la ontina (Artemisa herba-alba) y el sisayo (Salsola vermiculata) en suelos arcillosos,
y por último la sosa (Suaeda pruinosa), el limonio (Limonium sp) y el tamariz (Tamarix
canariensis) en saladares (Longares, 1997). Está incluida en la Red Natura 2000 y declarada
Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA).

Los Monegros

La comarca de Los Monegros se sitúa en la parte oriental de la Comunidad Autónoma


de Aragón, dentro del polígono formado por los ríos Gallego, Ebro y Cinca y las Sierras de
Sangarren y Tardienta, en el Valle Central del Ebro. El área entre Pina de Ebro y Bujaraloz es
la que presenta un mejor estado de conservación. Está situado en una extensa llanura
endorreica, a unos 400 m, dedicada al cultivo de cereal de secano, con algunas lagunas
salobres estacionales (Fig. 1E), con zonas de llanura al norte y otras mas onduladas al sur.
Esta área presenta unas precipitaciones de 250-300 mm de media al año y por ello una
interesante vegetación esteparia, que incluye los mejores bosquetes de sabina albar del valle
del Ebro. En la zona esteparia destaca una vegetación fundamentalmente gipsofila, que incluye
cultivos de secano en régimen de barbecho con grandes zonas de vegetación natural en los
terrenos más accidentados o intercaladas entre cultivos (www.losmonegros.com). No tiene
ningún tipo de protección.

Bardenas Reales de Navarra

Las Bardenas Reales, se sitúan en el Sureste de Navarra, en el centro de la depresión


del Valle del Ebro, con una superficie de 41845 ha. Forman un extenso territorio semidesértico
y despoblado (Fig. 1D), con un relieve abrupto, lleno de cabezas, planas, barrancos… El clima
se caracteriza por veranos calurosos e inviernos fríos con precipitaciones reducidas. Se
pueden diferenciar tres zonas: La Bardena Blanca, depresión central de suelos blanquecinos y
desnudos de aspecto desértico; El plano, terraza aluvial elevada, con suelos procedentes de
los aportes del río Aragón; y La Negra, con grandes planas provocadas por estratos
horizontales de caliza. Las Bardenas constituyen un complejo espacio natural en el que están
representados diferentes biotopos, algunos de ellos de excepcional valor: pinares de pino
carrasco, matorrales, estepas y saladares, zonas húmedas, acantilados, construcciones y
cultivos (www.bardenasreales.es). En la actualidad varias figuras legales protegen y distinguen
el área: Parque Natural, Reserva de la biosfera, y dos Reservas Naturales (Rincón del Bu y
Caídas de la Negra).

Ecología y singularidad de las aves esteparias

Si existe un grupo zoológico estrechamente asociado a los hábitats esteparios, es el de


las aves (Fig. 3), presentando unas características singulares que les hacen muy valiosas en
términos conservacionistas (García et al., 2007). Tomando como referencia la Península
Ibérica podemos agrupar las aves esteparias en tres grandes grupos (Suárez et al., 1991):
El primero de ellos sería el de los no paseriformes, entre los que cabe destacar al
aguilucho cenizo (Circus pygargus), las dos especies de pteróclidos existentes en Europa, que
son la ganga (Pterocles alchata) y el ortega (P.orientalis), la avutarda (Otis tarda), el sisón
(Tetrax tetrax) y el alcaraván (Burhinus oedicnemus). Todas ellas son aves de mediano tamaño
con un colorido pardo que se confunde con el paisaje.
El segundo engloba a los alaúdidos, grupo predominante de aves esteparias en cuanto
al número de especies. (un 50-70% son especies de esta familia). Nos encontramos con siete
especies: terrera común (Calandrella brachydactyla) y marismeña (Calandrella rufescens),
cogujada montesina (Galerida thecklae) y común (Galerida cristata), la alondra común (Alauda
arvensis), la calandria (Melanocorypha calandra), y la alondra de Dupont (Chersophilus
duponti). La totovía (Lullula arborea) no se incluye en este grupo debido a sus preferencias por
el bosque aclarado. Al igual que el grupo anterior, todos los aláudidos presentan un plumaje
pardo muy críptico con el terreno; son difíciles de diferenciar entre entre sí, incluso por
expertos, ya que a su similitud morfológica se suma un comportamiento de imitación en sus
cantos y reclamos.
El último grupo es el más heterogéneo, con un claro predomio de aves insectívoras. En
él encontramos motacíclidos como la bisbita campestre (Anthus campestris), túrdidos como la
collaba rubia (Oenanthe hispanica) y la gris (Oenanthe oenanthe), Silvidos como la curruca
tomillera (Sylvia conspicillata) y buitrón (Cisticola juncidis), y una especie de Emberíceo, el
triguero (Miliaria calandra). El conjunto de estas especies muestra un plumaje mucho más
variopinto, colores típicos de aves terrícolas (triguero, bisbita campestre y buitrón) o llamativos
(por ejemplo las collalbas).

Las extremas condiciones de las zonas áridas y esteparias han propiciado una mayor
especialización de muchos de los organismos que habitan estos espacios, originando especies
endémicas o de distribución disyunta (García et al., 2007). Un tipo de adaptaciones
desarrolladas son las morfológicas y de colorido, relacionadas con el carácter terrícola de las
especies. A su vez conlleva la presencia de patas relativamente largas y fuertes, preparadas
para caminar como medio de locomoción, tan frecuente o más que el vuelo. Además, como
hemos comentado, esta afinidad por el suelo, también repercute en la coloración. De este
modo encontramos dos tipos básicos: aquellos en que predominan los tonos pardos, negros y
arenosos (aláudidos), y otros en los que contrastan dos colores dominantes, generalmente el
negro y el blanco (collalba negra).
Para comprender el por qué del primer tipo de coloración basta con argumentar que los
tonos pardos se confunden bien con la coloración del suelo, disminuyendo de esta manera la
depredación por depredadores cuya detección de las presas se fundamenta en la vista
(rapaces diurnas). El otro patrón ha sido objeto de una mayor controversia. Unos argumentan
que este colorido, que en principio se observa bien en la naturaleza, supone una advertencia
del mal sabor de la carne del ave. Paralelamente otros piensan que en la zonas abiertas,
donde los contrastes de sol y sombra son muy acentuados, estos colores pueden ser bastante
crípticos, especialmente cuando el ave se encuentra en pequeñas cavidades (Suárez et al.,
1991).
La adaptaciones reproductivas son bastante desconocidas, pero existen indicios de que
el condicionante más importante de los ciclos reproductivos de las aves esteparias ibéricas es
el régimen de precipitaciones, que a su vez es el condicionante de la productividad de los
ecosistemas mediterráneos (Suárez et al., 1991).
Existen otra serie de adaptaciones ligadas a la actividad diaria y la alimentación
(Suárez et al., 1991), tales como el carácter nomádico de muchas especies, las adaptaciones
etológicas destinadas a la búsqueda del alimento, la preponderancia de especies granívoras en
invierno, etc.
Pesa a la apariencia yerma y carente de vida que dan las estepas el número de aves
que habitan allí es tan elevado o mayor que en muchos otro medios ibéricos. No obstante en
cuanto a número de especies son relativamente pobres al compararlas con formaciones
vegetales más desarrolladas, ajustándose a la idea de que la complejidad de la estructura de la
vegetación está íntimamente ligada al número de especies (Suárez et al., 1991).

Uno de los factores más importantes para las aves es la estructura de la vegetación
(Suárez et al., 1991). Las estepas ibéricas acogen, con su diversidad de ambientes (matorral
mediterráneo, pastizales, cultivos extensivos, pequeñas masas arbóreas naturales o cultivos
arbóreos, cantiles, construcciones agroganaderas, saladares y lagunas halófilas…) una
avifauna singular y de gran riqueza. (García et al., 2007). Esta heterogeneidad en la estructura
del hábitat está relacionada positivamente con la diversidad y abundancia de aves (Suárez et
al., 1997). Además, este mosaico de hábitats parece ser esencial para muchas especies
(Buisson y Dutoit, 2006), tales como el cernícalo primilla (Ursúa et al., 2005).
Cambios en el aprovechamiento agrario, principalmente la intensificación de la
agricultura, implantación masiva de cultivos de regadío y el abandono de la ganadería
extensiva, ponen en peligro la supervivencia de la aves esteparias. Para avalar lo dicho
podemos referirnos al declive de las poblaciones españolas de Pterocles alchata y P. orientalis
(90% de la población europea), asociado a los factores expuestos en la línea anterior (Suárez
et al., 1997).

Amenazas y soluciones para la conservación de las aves esteparias

La primera zona de estudio fueron la zona esteparia del Municipio de Medinaceli. En


esta estepa se pudieron observar los impactos producidos por el desarrollo humano: i)
infraestructuras lineales (carreteras, caminos, AVE...), ii) áreas de reforestación, iii) presencia
de aerogeneradores.
La fragmentación de hábitat provocada por las infraestructuras lineales es el impacto
humano más extendido y es una amenaza muy importante para las aves esteparias. Las
superficies de estepa se ven reducidas y separadas unas de otras, lo que dificulta o impide el
movimiento de muchos animales (García et al., 2007), además el tráfico intenso aleja a
especies como las avutardas, que se ven privadas de mucho más terreno que el que ocupan
en sí mismas las vías de comunicación. Laiolo y Tella (2005) han demostrado que la
fragmentación de hábitat afecta a la transmisión cultural del canto de la alondra ricotí, debido a
la incorrecta percepción del territorio que produce este fenómeno. Por tanto es necesario la
instalación de corredores ecológicos para permitir el movimiento de la fauna del entorno (Malo
et al., 2004; Mata et al., 2005).
Las resforestaciones (principalmente de pinos) de grandes extensiones es un
fenómeno muy frecuente en España. El resultado final es la transformación de la estepa
(ambientes esencial o totalmente desarbolados) en un bosque. Aunque en términos generales
este proceso diversifica la fauna de una comarca, entre las aves, la presencia de arbolado
permite por ejemplo que se instalen depredadores, como urracas y cornejas, y otras
competidoras de las esteparias, como gorriones y estorninos (García et al., 2007). En este
momento volvemos a resaltar el papel de la educación ambiental, ya que existe una cierta
preferencia por lo verde en este país, pero como dijo Unamuno “El desierto es a su modo tan
hermoso como un bosque”.
El impacto más conocido por parte de los parques eólicos es el de la colisión directa
con los aerogeneradores e infraestructuras asociadas, pero esta amenaza es casi nula para las
aves esteparias ya que la mayoría no vuelan. En cambio la reducción del hábitat de nidificación
y/o de alimentación, y la modificación de las pautas de comportamiento si que tiene un efecto
importante en la avifauna esteparia (Sunyer, 1994). Así pues, como cualquier otra actividad
humana, la energía eólica genera una serie de problemas ambientales que es preciso evaluar
antes de decidir el emplazamiento de los aerogeneradores.
La segunda área de estudio fue la Laguna de Gallocanta, en esta zona aunque a través
del DECRETO 69/1995 se establecen medidas compensatorias sistema para evitar, controlar y,
en su caso, compensar los daños a la agricultura que puedan producir las especies como la
grulla común (Grus grus), existe cierto sector de los agricultores que no permiten que estos
animales se alimenten de parte de las semillas de sus cultivos. Ante este hecho la única
solución posible es seguir desarrollando estrategias de educación ambiental.

En la Reserva Ornitológica de El Planerón pudimos comprobar la importancia y los


problemas de pérdida de hábitat asociados a la erosión, para especies críticas como la alondra
ricotí o la terrera marismeña. La erosión empezó a aparecer tiempo después de eliminar la
ganadería en el territorio. De esta manera, una buena intención conservacionista se volvió
contra las propias aves esteparias, o mejor dicho, sus hábitats.
En este área existen zonas con presencia de cárcavas localizadas sobre arcillas, estas
cárcavas presentan una gran erosión vertical debido a la escorrentía superficial de aguaceros
intensos, sobre terrenos blandos y poco cohesionados (García et al., 2007). Ante esta situación
la colaboración entre la Fundación Santander Central Hispano y SEO/BirdLife (propietaria de la
reserva) ha llevado a cabo una serie de medidas como pequeñas obras de ingeniería para la
corrección de pequeños barrancos en dos zonas con procesos muy vivos de erosión
remontante, a estas actuaciones se le pueden añadir la recuperación de un área degradada por
el paso de vehículos y la reparación de una balsa-bebedero (SEO/BirdLife, 2005). De todas
formas, estos son pequeños “parches” provisionales, ya que la solución idónea sería volver a
reitroducir el ganado en el sistema de una forma sostenible.
Por último pudimos visitar una paridera recién restaurada, esta obra está destinada
para facilitar el uso como infraestructura de apoyo de los grupos que visitan habitualmente la
zona (SEO/BirdLife, 2005), se diseñó para que se integrara perfectamente en el paisaje
(utilización de materiales de la zona) y que sirviera como refugio para aves como el aguilucho
cenizo que utiliza las tejas de estos edificios como lugar de nidificación (Sánchez-Zapata, 2003;
Shuster, et al., 2006).

La penúltima etapa de nuestro viaje nos introdujo en uno de los parájes más desérticos
del territorio peninsular, las lagunas saladas de Los Monegros. Esta comarca se encuentra en
un proceso creciente de intensificación de la agricultura hacia cultivos de regadío. Como se ha
comentado en la introducción de este trabajo, la transformación de cultivos de secano a
grandes áreas de regadío (concentración parcelaria, reducción del medio y largo barbecho,
utilización de pesticidas, etc.) provoca la disminución de la mayoría de las aves esteparias,
como la ganga y la ortega (Suárez et al., 1997) o el sisón común (Martínez y Tapia, 2002).
También se ha demostrado que el factor más importante que permite la presencia presencia
del cernícalo primilla es la existencia de bordes de cultivo, sin importar el tipo de agricultura
utilizada (Ursúa et al., 2005). Resumiendo la uniformización del paisaje que lleva asociado el
proceso de intensificación agraria es muy perjudicial para las aves esteparias, ya sea por
pérdida de hábitat o por disminución de sus recursos tróficos.
Unos días antes de la salida una noticia copaba todos los periódicos de la comarca de
Los Monegros y de todo Aragón. “El desierto aragonés de Los Monegros podría albergar en los
próximos años un gran complejo de ocio llamado Gran Scala, en el que se invertirían 17.000
millones de euros y que supondría levantar en ese paraje singular cinco parques temáticos, 32
hoteles-casino, un hipódromo, una plaza de toros y un centro de convenciones” se anunciaba
en un reportaje del periódico El Pais. La falta de información acerca del proyecto en los meses
siguientes al anuncio, unido al rechazo de las principales asociaciones ambientalistas de la
comunidad por su potencial impacto en el entorno y el poco interés social hacia el juego (y
todos las mafias asociadas a él), hacen pensar que Gran Escala se encuentra en la línea de las
operaciones inmobiliarias que han resultado ser exclusivamente especulativas.
Una vez más el principal problema con el que nos encontramos es la falta de educación
ambiental. La asociación Amigos de Los Monegros nos recuerda que la valoración del paisaje
árido de Los Monegros es mayor cuanto más lejano es el lugar de origen del observador. Así
pues uno de los principales objetivos en este territorio debería ser mejorar la valoración social
de este enclave único, donde “Ama lo próximo” debería convertirse en un nuevo
“mandamiento” ambiental en las estrategias de conservación. Iniciativas como “Estepas
ibéricas, el paisaje olvidado” realizada por SEO/BirdLife (2006) son un buen ejemplo a seguir.
Una alternativa bastante esperada para los naturalistas en Aragón es la creación de un espacio
protegido en Los Monegros, siguiendo así las experiencias en la reserva de La Crau en Francia
(Buisson y Dutoit, 2006). Las plantas amenazadas como Limonium stenophyllum (Fig. 1F) y
sobre todo, la vistosidad de las aves esteparias, candidatas para ser especies emblemáticas,
pueden ayudar en la educación social. Las características de algunas de ellas facilitan su
utilización para este fin, el caso de la avutarda, el sisón o las dos especies de gangas, cuya
librea y tamaño ofrecen interesantes posibilidades para una campaña de divulgación dirigida al
conjunto de la sociedad (Yanes y Delgado, 2006).

Tanto en Belchite como en Monegros se está llevando a cabo un modelo de desarrollo


sostenible que favorece la conservación de las aves esteparias y sus hábitats a través de la
producción de trigo duro, fundamentales para conservar estos ecosistemas. Esta iniciativa
desarrollada por SEO/BirdLife en colaboración con Riet Vell, S.A. pretende abrir un camino de
futuro para la agricultura de las zonas esteparias, lastradas actualmente por su baja
productividad pero fundamentales para mantener una diversidad bioógica única (García et al.,
2007).

La última parada de nuestro viaje fue el Parque Natural de las Bardenas Reales de
Navarra. Al principio de esta visita el biólogo Alejandro Urmeneta expuso la experiencia
realizada en la finca “El Serrón” de Valtierra cuyo objetivo ha sido el de armonizar dos
intereses, el particular y el común: la rentabilidad del ganadero y el sostenimiento de un
ecosistema natural frágil, compatibilizando agricultura, ganadería y medio ambiente (Sayés,
2006).
Durante los diez años que ha durado este experimento se ha mantenido el sistema
tradicional de año y vez, una hoja llamada de cultivo y otra de descanso, ensayandose diversas
alternativas en ambos tipos de hojas (Fig. 2). El modelo propuesto presenta muchas ventajas
para el ecosistema en general y para las aves esteparias en particular debido a los siguientes
logros: i) reduce la erosión, problema que se ha comentado con anterioridad debido a la
pérdida de hábitat que provoca (García et al., 2007), ya que la tierra no se trabaja en primavera
y mantiene por más tiempo la cubierta vegetal; ii) el orden en los aprovechamientos con el
ganado favorece a la fauna ya que no existe un continuo ir y venir por las parcelas; iii) el
pastoreo se hace además de una manera pausada, no hay aglomeraciones que originen
pisoteos dañinos que pueden ser un importante desencadenante para la desertificación (Labani
et al., 2005); iv) se propician lugares de refugio para la fauna ya que el pastoreo se realiza
gradualmente en la superficie de cultivo, éste además, es fuente de alimento para varias
especies de aves esteparias (Delgado y Moreira, 2000); v) por último, al no cosechar el grano
con maquinaria se evita el riesgo de muertes por atropello.
Lo más importante de la propuesta elegida es la diversidad de cultivos que presenta
tanto espacialmente como temporalmente. El sistema de rotación de los cultivos entre cereal,
leguminosa y rastrojo determina un paisaje heterogéneo o en mosaico, cuya diversidad de
hábitats y recursos alimenticios favorece la presencia de aves esteparias (Delgado y Moreira,
2002; Sánchez-Zapata, 2003; Buisson y Dutoit, 2006).

Conclusiones

La elaboración de este trabajo nos ha enseñado la necesidad de sensibilización de la


sociedad, y de la población local en particular, hacia las estepas ibéricas. Siguiendo este
argumento, el primer objetivo de la conservación de estos parajes tan singulares residiría en
hacer llegar, al público en general, su gran valor ecológico y cultural. Haciendo especial
hincapié en el papel clave que tiene la Península Ibérica para la avifauna esteparia europea.
Desde un punto de vista más técnico y científico, una segunda conclusión sería que
para la conservación de estos ecosistemas es necesario un manejo sostenible. De esta forma
el aprovechamiento ganadero y la configuración en mosaico de los cultivos de secano
tradicionales son presentadas como las principales herramientas para seguir manteniendo una
diversidad de hábitats óptima para la conservación de las aves esteparias.
Por último resaltar la necesidad de continuar con los estudios centrados en la biología y
ecología de estas especies para poder mejorar las decisiones en el manejo de sus hábitats.
Agradecimientos

Luis Tirado (SEO/BirdLife), Juan Carlos Cirera (SEO/BirdLife) y Alejandro Urmeneta


(Bardenas Reales).

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