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EL AMOR La experiencia más importante en la vida

LEO BUSCAGLIA
EL AMOR
La experiencia más importante en la vida

Leo Buscaglia

EL AMOR - Muchos nunca aprendemos a amar.

Jugamos al amor, sin tomar en cuenta el ilimitado

potencial de amar que existe dentro de cada uno,

esperando ser desarrollado, ansiando crecer.

EL AMOR - Un maravilloso y humano libro acerca

de la experiencia más grande de la vida;-un libro que

señala la necesidad de amar y ser amado, de ser

escuchado, apreciado, de sentirse realizado.

EL AMOR - Un fenómeno complicado y

multifacético, esencial para el hombre. ”El amor es

como un espejo; cuando amas a alguien te conviertes

en su espejo y él en el tuyo.”

LEO BUSCAGLIA, quien ha hecho del amor una profesión


que quiere compartir con nosotros, vierte

en este libro sus conocimientos y experiencias

personales, despertando nobles sentimientos en el


corazón del lector. Escribe un libro acerca del amor,

lo que es y lo que no es. Es un libro acerca de ti y de

todas las personas que tratan de alcanzar el corazón

de los demás.

Ante todo, este libro cambiará tu manera de dar y

recibir amor.
EL AMOR es un emocionante y maravilloso

encuentro con Leo Buscaglia.

EL AMOR es un pequeño libro sobre la

experiencia más importante en la

vida de un ser humano. A pesar de todo lo que


sabemos, conocemos

poco sobre el amor. Lee este libro y aprende.


LEO BUSCAGLIA
EDITORIAL DIANA

MÉXICO
la. Edición, Enero de 1985
9a. Impresión, Febrero de 1990

ISBN 968-13-1646-0

Título original: LOVE - Traductora: Elena de la Rosa -


DERECHOS RESERVADOS © - Copyright © by Charles B. Slack,
Inc. Edición original en inglés publicada por Fawcett Crest,
New York, N. Y., U.S.A. - Copyright ©, 1985, por EDITORIAL
DIANA, s. A., Roberto Gayol 1219, México 12, D. F. - Impreso
en México - Printed in Mexico.

Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización


por escrito de esta casa editora
Este libro está dedicado a Tvdio y Rosa Buscaglia, mi
padre y mi madre, quienes fueron mis mejores
maestros de amor, porque nunca me lo enseñaron
con palabras... me lo mostraron con hechos.

También está dedicado a todos aquellos que me han


ayudado a seguir creciendo en el amor, y a aquellos
que me ayudarán el día de mañana.

LEO F. BUSCAGLIA
Contenido
Introducción 13

Preámbulo al amor 17

1. El amor es un fenómeno aprendido 51

2. El hombre necesita amar y ser amado 71

3. Cuestión de definición 81

4. El amor no conoce edades 103

5. El amor se encuentra con muchos obstáculos 111

6. Para poder amar a otro es necesario amarse a sí


mismo 123

7. Para amar es necesario liberarse de las etiquetas 135

8. El amor implica una gran responsabilidad 143

9. El amor reconoce las necesidades 159

10. El amor requiere que uno sea fuerte 173

11. El amor no ofrece disculpas 183

Agradecimientos 185

Acerca del autor 187


1

Privarse uno mismo del amor es la decepción más


terrible; es una pérdida eterna para la cual no existe
enmienda, ni en el tiempo ni en la eternidad.

KIERKEGAARD
Introducción
Era la época de invierno del año 1969, cuando una
inteligente y sensible alumna mía decidió suicidarse...
y lo logró. Ella provenía de una aparentemente buena
familia de la clase media alta. Sus calificaciones eran
excelentes. Era popular, siempre buscada por sus
amigos. Cierto día de enero de aquel 1969 condujo su
automóvil al acantilado del Risco del Pacífico, en Los
Ángeles; dejó el motor andando y bajó para caminar
hasta el borde del profundo acantilado que
sobremiraba el mar, y una vez allí, saltó para
encontrar su muerte en las rocas subyacentes. No
dejó ninguna nota, ni una palabra que explicara su
incomprensible decisión. Y tan sólo tenía 20 años.

Nunca he podido olvidar sus ojos: alertas, vivos,


responsivos, llenos de promesa. Recuerdo sus
trabajos y exámenes, pues siempre los leí con interés.
En uno de sus trabajos, que ella nunca recogió,
escribí: ”Un muy buen trabajo. Perceptivo, inteligente
y sensible. Indica tu habilidad para aplicar en tu vida
«real» lo que han aprendido. ¡Buen esfuerzo!” Pero,
¿qué sabía yo de su vida ”real”?
A menudo me pregunto qué leería en sus ojos, o en
sus trabajos, si pudiera verlos ahora. Sin embargo,
como sucede con tantas personas y situaciones a lo
largo de nuestras vidas, ”vivimos” hechos como éste
tan

INTRODUCCIÓN

superficialmente, que los dejamos pasar sin intentar


siquiera adentrarnos en ellos.

Yo no me culpaba por su muerte. Sencillamente me


preguntaba si hubiera podido hacer algo, aunque
fuera poco, para ayudarla.

Y fue esta reflexión, más que cualquier otra cosa, lo


que me llevó ese mismo año a iniciar mi clase
experimental. Pensé en integrar un grupo informal
con asistencia voluntaria; cualquier estudiante podría
estar presente y salirse en el momento que lo
deseara. La clase se dedicaría al crecimiento
personal. Evitaría que se convirtiera en algo orientado
a los problemas, en sicoterapia de grupo o en un
grupo de encuentro, pues yo era educador, no
sicoterapeuta. Esperaba que esta clase fuera una
experiencia de aprendizaje única, que tuviera un
marco de referencia a la vez definido y flexible y que
fuera de profundo interés para el estudiante, que se
relacionara con su experiencia inmediata.

Los alumnos con los que me relacionaba se


preocupaban, más que nunca, por la vida, el sexo, el
crecimiento, la responsabilidad, la muerte, la
esperanza, el futuro. Así se hizo evidente que el único
tema que abarcaba todo esto, y el núcleo de todas
estas preocupaciones y otras más, era el amor. De
modo que iniciaría la que llamé ”Clase de Amor”.

De antemano sabía que no podía ”enseñar” esta clase


en el sentido formal. Sería presuntuoso. Por otro lado,
me hallaba limitado en mis conocimientos y
experiencias de este tema, pero me encontraba tan
activamente involucrado como cualquiera de mis
alumnos en la búsqueda del o los verdaderos
significados de la palabra. Yo sólo fungiría como
orientador de los alumnos y juntos trataríamos de
guiarnos hacia el mejor entendimiento del delicado y
apasionante fenómeno del amor humano.
INTRODUCCIÓN

Mi determinación de iniciar esta clase no encontró


ninguna resistencia, siempre y cuando la impartiera
sin percibir salario, durante mi tiempo libre y sin que
se le otorgara crédito escolar. Naturalmente, muchos
fruncieron el ceño al considerar que el amor no era un
tema académico ni una parte seria del programa
universitario.

En el transcurso de la semana siguiente me


divirtieron mucho las miradas de extrañeza que
descubrí en algunos de mis colegas. Un profesor, al
hablarle sobre mis planes durante un almuerzo en la
facultad, se refirió al amor, y a quien se propusiera
”enseñarlo”, como algo ”¡irrelevante!” Otros
preguntaron en tono de burla y con mirada maliciosa
si la clase requería de investigación de laboratorio y si
yo sería el investigador principal.

Sin embargo, la inscripción de alumnos a la clase de


amor fue en aumento hasta que tuvimos que aceptar
a sólo 100 alumnos por año; eran de todas edades,
desde primer año de facultad hasta graduados,
aunque obviamente con distintos niveles de
experiencia y sofisticación. Pero todos eran únicos y,
por lo mismo, tenían enfoques individuales del tema y
conocimientos interesantes para compartir.

El presente libro es el resultado de esa ”Clase de


Amor”, y como tal, de ninguna manera pretende ser
un trabajo académico ni profundamente filosófico ni,
por otro lado, definitivo sobre el amor. Más bien
pretende compartir algunas de las ideas prácticas y
vitales, sentimientos y observaciones que surgieron
en el grupo y que considero pertinentes a la condición
humana. Se podría decir que los participantes de las
clases y yo escribimos este libro juntos, y también
que este libro tiene más de 400 autores.

En tres años, nunca intentamos, ni logramos definir el


amor, pues a medida que crecíamos nosotros en el
amor, consideramos que el definirlo sería delimitarlo,
y en
INTRODUCCIÓN

realidad el amor nos parece infinito. Un estudiante


expresó: ”Encuentro que el amor se asemeja mucho a
un espejo. Cuando yo amo a otro, se convierte en mi
espejo y yo en el de él, ¡y al reflejarnos en el amor del
otro vemos el infinito!”
Preámbulo al amor
(Extraído de un discurso pronunciado en Texas en
1970)

Si ustedes y yo vamos a estar amando juntos,


considero importante que sepan quién soy y en dónde
me encuentro. Mi nombre es B-U-S-C-A-G-L-I-A, y se
pronuncia como cualquiera otra palabra. Siempre
empiezo por contar la siguiente anécdota, porque
pienso que es encantadora. Recientemente pedí una
llamada de larga distancia; la línea estaba ocupada, y
la operadora me dijo que ella me llamaría. Le di mi
nombre, esperé un rato y después sonó el teléfono.
Cuando levanté el auricular, ella dijo: ”¿Quisiera decir
por favor al doctor Boxear que su llamada está lista?”
Respondí ”¿No será Buscaglia?” Ella emitió una risita
y añadió: ”Señor, ¡podría ser cualquier nombre en el
mundo!”

Yo me divierto mucho con mi nombre, porque no sólo


es Buscaglia, pues si se fijan, verán que también es
Leo F. Bueno, esto es, Leonardo, con la inicial
intermedia F., aunque en realidad mi primer nombre
es Felice, que significa felicidad. ¿No es fantástico?
¡Felice Leonardo Buscaglia!
A propósito de esto, recientemente quería visitar los
países del bloque comunista y necesitaba una visa.
Me
encontraba en una amplia sala en Los Angeles y llené
una forma muy oficial, la entregué, y se me pidió que
me sentara a esperar que me llamaran. Cuando esto
ocurrió, un desconcertado empleado se paró ante el
mostrador durante un instante, miró la forma y yo
supe que era a mí a quien iba a llamar. Le tomó unos
segundos reaccionar ante el inesperado nombre,
respiró profundo, miró hacia arriba y dijo: ”¿Phyllis?”
Juro que respondería a cualquier nombre, pero nunca
a Phyllis.

Sí, yo vivo en una ”bolsa de amor”, y no me da


vergüenza decirlo. Tengo un solo mensaje y te lo
puedo dar ahora mismo. Entonces podrás cerrar el
libro, ir a caminar y tomarte de la mano con alguien o
hacer lo que te plazca.

Estamos en una época en la que realmente apenas


empezamos a ver de qué se trata la vida, qué es el
aprendizaje y qué son los procesos de cambio. Nos
estamos familiarizando con una nueva terminología.
Vemos el ”condicionamiento”, vemos ”la formación y
modificación de la conducta”, el reforzamiento, lo que
es necesario reforzar y que probablemente afectará la
conducta. Estamos empleando todo tipo de cosas
para reforzar. Utilizamos dinero, campanas, choques
eléctricos y hasta dulces. Mi mensaje ahora quiere
expresar sencillamente que lo más valioso del mundo
es un cálido, vibrante y sólido ser humano: ¡TU! El
amor verdadero es un fenómeno muy humano.

Hace aproximadamente cinco años empecé en la


universidad una clase sobre el amor, y quizá seamos
la única universidad del país que tiene dicha clase.
Nos reunimos los martes por la noche. Nos sentamos
en el piso y nos relacionamos, y estoy seguro que
nuestras vibraciones se sienten en todo el mundo.
Naturalmente, yo no enseño acerca del amor, sino
que sencillamente facilito su crecimiento.
PREÁMBULO AL AMOR

El amor es un fenómeno aprendido, y considero que


los sociólogos, antropólogos y psicólogos nos
confirmarían esto sin vacilar. Lo que me preocupa es
que quizás muchos de nosotros no estemos contentos
con la forma en que lo hemos aprendido. Como seres
humanos con experiencia, indudablemente creemos
en una cosa más que en cualquiera otra: en el
cambio. Y en este caso, si no te gusta en dónde te
encuentras en términos de amor, lo puedes cambiar,
puedes crear un nuevo escenario. Sólo puedes dar lo
que tienes. Éste es el milagro. Si tienes amor, puedes
darlo. Si no lo tienes, entonces no lo puedes dar. De
hecho, en realidad ni siquiera es cuestión de dar, sino
de compartir. Lo que yo tengo lo puedo compartir
contigo, sin perderlo, porque lo sigo teniendo. Por
ejemplo, podría enseñarles a los lectores todo lo que
sé, y seguiría sabiendo todo cuanto sé. Es posible que
yo, y esto no es irrazonable, ame a todo el mundo con
una misma intensidad y siga teniendo toda la energía
amorosa que siempre he tenido.

Apenas hasta tiempos recientes se ha vuelto


”permisible” mencionar la palabra amor en círculos
profesionales. Cada vez que voy a dar una plática en
alguna parte alguien me pregunta: -¿Va usted a
hablar sobre el amor? -y yo respondo-: Por supuesto.

-¿Cuál es el título de su plática?

-Únicamente llamémosla Amor.


Vacilan por un instante, y después dicen: -Bueno,
usted sabe, ésta es una reunión profesional, y quizás
no lo entiendan. ¿Qué dirá la prensa? -Bien, sugiero
como título ”El afecto como modificador de
conducta”-. Ellos están de acuerdo en que esto parece
más aceptable y ”científico” y todo el mundo queda
contento.
Los diversos profesionistas prácticamente han
ignorado el tema del amor, y es sorprendente. Mis
alumnos y yo revisamos libros de psicología, de
sociología, de antropología y nos costó trabajo encontrar
siquiera una referencia a la palabra amor. Y esto resulta
alarmante, porque el amor es algo que todos
necesitamos, que continuamente buscamos; sin
embargo, no existe una enseñanza oficial sobre él.
Únicamente suponemos que nos llega a través de alguna
fuerza vital misteriosa.

Uno de los últimos libros de Pitirim Sorokin, The Ways


and Power of Love, está lleno de estudios maravillosos
sobre el afecto, del que este hombre participó porque
realmente le preocupaba el hecho de que todo el mundo
parecía dirigirse en caminos opuestos. El doctor Albert
Schweitzer” dijo: ”Todos estamos muy juntos, sin
embargo, todos morimos de soledad”. Estoy de acuerdo
en esto, y el doctor Sorokin también pensó que así era y
en su libro busca compartir algunas de las cosas que
podrían unir de nuevo a la humanidad. Si alguna vez lo
hemos necesitado, es ahora, más que nunca. En la
introducción de su libro, Sorokin señala: ”La mente
sensata, enfáticamente no cree en el poder del amor.
Nos parece una ilusión. Lo llamamos autoengaño, opio de
la gente, tonterías no científicas o delirio poco científico”.

Quienes tomaron la clase ”Econ I”, en la que se dio un


libro de texto escrito por Samuelson, quizá recuerden lo
horrible que era ese libro. Sin embargo, en su última
edición, después de cinco anteriores ediciones (¿pueden
imaginarse cinco ediciones del mismo libro?) hay un
capítulo que resultaría impresionante llamado ”El amor y
la economía”, el cual es muy hermoso y en su
introducción manifiesta: ”Sé que mis colegas de Harvard
van a decir que he perdido la cabeza, pero quiero que
sepan que precisamente la acabo de encontrar”.

Sorokin también señala: ”Estamos prejuiciados contra


todas las teorías que tratan de probar el poder del amor
PREÁMBULO AL AMOR

en la determinación de la conducta y personalidad


humanas; de cómo influye en el curso de la evolución
biológica, social, mental y moral; de cómo afecta el
camino de los acontecimientos históricos y la
formación de instituciones sociales y culturales. En un
medio sensato dichas teorías parecen ser poco
convincentes, indudablemente no científicas,
parciales y aun supersticiosas”. Y creo que ahí es en
realidad donde nos encontramos. El amor se toma
como palabrerías parciales, supersticiosas, no
científicas.

Quisiera mencionar algunas de las formas por las que


considero seríamos personas cariñosas, tiernas,
maravillosas, sólidas y reforzantes. Antes que nada, el
individuo que desea amar tiene que empezar por
importarse a sí mismo. Esto es lo principal. No me
refiero a una persona egocéntrica. Hablo de alguien
que realmente se importa a sí mismo, que dice, ”todo
se filtra a través de mí, por lo que cuanto mejor sea,
más tengo que dar. Cuantos mayores conocimientos
tenga, más tendré que dar. Cuanto mayor sea mi
comprensión, mayor será mi habilidad para
enseñarles a los demás y para hacer de mí mismo el
ser humano más fantástico, más hermoso, más
maravilloso, más tierno del mundo”.

En California, algunos grandes sicólogos humanistas


como Rogers, Maslow y Herbert Otto han realizado
interesantes trabajos. Ellos y otros autores afirman
que desarrollamos tan sólo una pequeña parte de lo
que somos, pues existe un enorme potencial en el ser
humano, y no sería ridículo decir que si realmente
deseáramos volar, podríamos hacerlo. Podríamos
desarrollar una habilidad tan espectacular para sentir,
que percibiríamos el color. Podríamos llegar a ver
mejor que un águila, oler mejor que un sabueso, y
tener una mente tan activa que constantemente
estaría llena de emocionantes sueños. Sin embargo,
nos contentamos con ser sólo una pequeña parte.
R. D. Laing, siquiatra inglés, en su libro The Politics of
Experience sugiere algo muy provocador, extraño y
más bien preocupante; sin embargo, es un reto
maravilloso: ”Lo que pensamos es menos de lo que
sabemos: Lo que sabemos es menos de lo que
amamos. Lo que amamos es mucho menos de lo que
existe. Y precisamente en _esta vida desarrollamos
mucho menos de lo que somos-No incita esto a
pensar?

Y estando conscientes de ello, deberíamos sentir un


gran deseo de convertirnos en algo más. Si toda la
vida está dirigida al proceso de devenir, crecer, ver,
sentir, tocar, oler, entonces no debería haber un solo
segundo de aburrimiento. Yo levanto la voz para
decirles a mis estudiantes: ”Piensen en lo que son y
en todo el fantástico potencial que tienen”.

Me parece que nos falta valorar en toda su magnitud


lo maravillosamente único que es cada individuo.
Estaría de acuerdo en que la personalidad es la suma
total de todas las experiencias vividas desde el
momento de la concepción hasta el instante actual en
nuestra vida, conjuntamente con la herencia. Sin
embargo, lo que a menudo se pasa por alto es el
”factor X”. Algo del tú en ti mismo que te hace
diferente de todos los demás seres humanos, que va a
determinar cómo te proyectarás en este mundo, cómo
lo verás, cómo te convertirás en una persona especial.
Este aspecto de lo único que es cada ser humano es lo
que me preocupa, porque me parece que lo estamos
dejando a un lado. No lo estamos enfatizando; no
estamos convenciendo a la gente para que lo
descubra y lo desarrolle.

La educación debería ser el proceso de ayudar a la


persona a descubrir en qué forma es única, enseñarle
cómo desarrollar ese aspecto, y después demostrarle
cómo compartirlo, porque ésta es la única razón para
tener algo.
PREÁMBULO AL AMOR

Imagínate cómo sería este mundo si en todo el


camino de la vida hubiese gente que te dijera: ”Qué
bueno que seas único; qué bueno que seas distinto.
Muéstrame tus diferencias para que yo pueda
aprender de ellas”. No obstante, seguimos viendo y
aceptando una y otra vez diversos procesos que
tratan de hacer a todo el mundo igual.

Hace unos años, junto con algunos estudiantes de


maestría en la universidad, regresé a las aulas en las
que yo había estudiado y me quedé perplejo al
encontrar las mismas cosas tal y como sucedían
cuando yo iba a la escuela, hace tantos años.

Por ejemplo, entraba la maestra de arte. Recuerdo


cómo nos preparábamos para recibirla. Uno
acomodaba los papeles, sacaba las crayolas y
esperaba hasta que finalmente entraba, visiblemente
abrumada. Siempre sentí cierta lástima por esos
maestros de arte ”viajantes”. Salía corriendo de otra
clase y únicamente tenía tiempo para hacer una seña
de saludo a otro maestro, entrar a nuestra aula y
decir: ”Chicos y chicas, el día de hoy vamos a dibujar
un árbol”. Se dirigía al pizarrón y dibujaba su árbol
(un gran círculo verde con una pequeña base café).
¿Han visto esos árboles que parecen paleta? Nunca vi
un árbol que se asemejara a ése, pero la maestra lo
hacía así y ordenaba: ”Muy bien, chicos y chicas,
dibujen”. Todo el mundo se ponía a dibujar.

Si tienes criterio, aun a esa edad te das cuenta de que


lo que ella realmente quiere es que dibujes su árbol,
porque cuanto más te aproximes a él, mejor será tu
calificación. Si ya te habías dado cuenta de esto en el
primer año, entonces dibujabas una pequeña paleta, y
ella exclamaba: ”Oh, qué árbol tan divino”. Sin
embargo, había un joven llamado Júnior, quien
realmente sabía lo que es un árbol, a diferencia de
esa señora que al parecer nunca había visto un árbol
en su vida. En cambio él se ha-subido a un árbol, lo ha
abrazado, se ha caído de él, ha escuchado la brisa a
través de las ramas. En verdad sabe lo que es un
árbol, y sabe que no es una paleta. Por tanto, tomó los
crayones de colores morado, amarillo, naranja, verde
y magenta y dibujó una ”hermosa cosa extraña” y la
entregó. La maestra le echó un vistazo y gritó:
”¡Tienes atrofiado el cerebro!”

En la educación se conoce una maravillosa historia


que siempre me divierte. Se llama La escuela de
animales. Me encanta contarla porque es muy
descabellada y, sin embargo, muy cierta. Los
educadores se han reído con este cuento durante
años, pero nadie ha hecho otra cosa al respecto:
Cierto día los animales se reunieron en el bosque y
decidieron formar una escuela. Había un conejo, un
pájaro, una ardilla, un pez y una anguila, los cuales
formaron el Consejo de Educación. El conejo insistió
en que el correr formaba parte del programa escolar.
El pájaro en que el volar se incluyera en el programa.
El pez en que la natación estuviera incluida y la ardilla
en que el escalado perpendicular de árboles estuviera
en el programa. Así que incluyeron todas estas cosas
y redactaron la Guía del Programa Escolar. Después
establecieron que todos los animales tomaran todas
las materias. Aunque el conejo obtenía una
calificación de 10 en correr, el escalado perpendicular
de árboles le representaba un verdadero problema, y
continuamente caía. Muy pronto pasó a sufrir una
especie de daño cerebral y ya no podía correr. Se dio
cuenta de que en vez de sacarse 10 en correr, estaba
sacando 7 y, naturalmente, siempre había sacado 5
en escalado perpendicular. El pájaro realmente era
maravilloso para volar, pero cuando se trataba de
excavar en la tierra no lo hacía muy bien. Así se
rompía el pico y las alas. Pronto estaba sacando 7 en
volar y 5 en excavar, y le costaba muchísimo trabajo
el escalado perpendicular de
r
PREÁMBULO AL AMOR

árboles. La moraleja de la historia se encuentra en que


quien fue elegida al final como representante de la clase,
fue una anguila retrasada mental que hacía todo a
medias. Sin embargo, los educadores estaban contentos
porque tomaban todas las materias y decían que había
una educación de base amplia. Nosotros nos reímos de
esto, pero era cierto. Tratamos de que todo el mundo sea
igual a todos los demás, y pronto aprendemos de la
habilidad para conformarse delimita el éxito en el área
educativa.

La conformidad sigue visible hasta la universidad, y


nosotros en la educación superior tenemos tanta culpa
como los demás. No decimos a la gente, ”¡Vuela! Piensa
por ti mismo”. Les damos nuestros conocimientos y les
decimos, ”Ahora, esto es lo esencial. Esto es lo
importante”. Conozco profesores que únicamente
enseñan la mejor ”forma”, pero nos dicen, ”He aquí
muchos instrumentos, ahora creen el suyo propio. Entren
al pensamiento abstracto. Sueñen. Sueñen un rato.
Encuentren algo «nuevo»”. ¿Pudiera ser que entre sus
estudiantes haya soñadores más grandes que ellos
mismos? Por lo tanto, todo empieza contigo. Sólo puedes
dar lo que tienes para dar. No renuncies a tu árbol.
Aférrate a él. Tú eres el único tú, la única combinación
mágica de fuerzas que podrá crear ese árbol. Tú eres lo
mejor de ti mismo. Siempre serás el segundo mejor de
alguien más.

Vivimos en una sociedad en la que se mide a la persona


no por quién o por qué es, sino más bien de acuerdo con
lo que posee. Si tiene mucho, debe ser un gran hombre.
Si tiene poco, debe ser insignificante. Hace unos siete
años decidí que haría algo verdaderamente extraño; por
lo menos en aquella época así se consideraba. Pensaba
vender todo lo que tenía: mi automóvil, la póliza de
seguro de vida, mi casa, todas las cosas ”importantes”, e
iba a viajar durante un par de años para buscarme a mí
mismo. Pasé
la mayor parte del tiempo en Asia porque sabía menos
acerca de ese continente que de cualquiera otra parte
del mundo. Los países asiáticos son subdesarrollados.
Poseen muy pocos valores materiales y, por lo tanto,
deberían ser terriblemente insignificantes, según la idea
anterior. Bueno, pues encontré algo totalmente distinto.
Quienes hayan estado allí o estudiado alguna cultura
asiática, estarán de acuerdo en qué tan erróneo es este
concepto occidental. Aprendí muchas cosas valiosas en
aquella lejana tierra, mismas que traje conmigo y que
realmente me han hecho seguir un camino nuevo.
¿Adonde conducirá este camino? No lo sé ni me importa,
pero sé que es distinto, emocionante y maravilloso.

Encontré una cosa muy interesante en Camboya, país


formado principalmente por un gran lago llamado Tonle
Sap. Mucha gente vive y trabaja alrededor de este lago.
Los turistas que llegan a Camboya, van directamente al
Angkor Vat, un lugar fantástico. Son increíbles las ruinas
budistas devoradas por bosques de enormes árboles
plagados de changos meciéndose o jugando en ellos. Es
como un sueño descabellado. Mientras estuve ahí conocí
a una mujer francesa; ella amaba tanto este país, que se
quedó ahí después de que los franceses salieron de
Camboya. Era sincero y leal su amor por la gente y el
país, y estaba dispuesta a soportar lo que fuera
necesario por quedarse allí. Ella me dijo: ”¿Sabes, Leo?,
si realmente quieres descubrir a esta gente, no lo
lograrás buscando en las ruinas, sino en sus aldeas.
Toma mi bicicleta y dirígete a Tonle Sap para que veas lo
que está sucediendo ahora”.

La naturaleza en Camboya es muy inclemente. Todos los


años llega el monzón arrastrando todo a su paso hacia
los ríos, corrientes y lagos. Es por esto que no se
construyen grandes mansiones permanentes, pues la
naturaleza hace saber que todo será arrasado, así que
hacen pequeñas
PREÁMBULO AL AMOR

cabañas. Los turistas observan y comentan: ”;Qué gente


tan pintoresca, pero tan pobre! Viviendo entre tanta
mugre”. Pero en realidad no es mugre. Depende cómo se
perciba. Ellos aman sus casas, que son cómodas y
exactamente adecuadas a su clima y cultura. Así que fui
al lago, y vi a la gente en el proceso de reunirse y
prepararse para el monzón. Esto significa que se
hallaban construyendo grandes balsas comunales.
Cuando llega el monzón y arrastra sus casas, varias
familias se suben a una balsa y viven juntas durante
aproximadamente seis meses del año. ¿No crees que
sería hermoso vivir con tu prójimo? ¡Imagínate que
pudiéramos hacer una balsa y vivir juntos durante seis
meses 1 ¿Qué es lo que seguramente nos sucedería? De
repente nos daríamos cuenta de lo importante que es
tener cerca a un prójimo; saber que yo te necesito
porque hoy tú puedes pescar el pez que vamos a comer,
o que me simpatizas porque puedo sentarme a platicar
contigo si me siento solo y aprendo de ti y conozco otro
mundo. Y cuando terminan las lluvias, las familias
nuevamente vuelven a vivir como unidades
independientes.

Quise ayudarlos a mudarse, por lo que me aproximé y


ofrecí mi ayuda por medio de señas. Sin embargo, sólo
tenían unas cuantas ollas y sartenes, un par de tapetes,
unas cuantas ropas. En ese instante pensé: ”¿Qué
haríamos nosotros si el día de mañana hubiera un
monzón en Los Ángeles? ¿Qué nos llevaríamos?, ¿la
televisión?, ¿el automóvil?, ¿el florero que alguna tía nos
trajo de Roma?”

Deberíamos meditar en esto. Algo semejante nos fue


ilustrado dramáticamente durante varios incendios en
Los Ángeles. El diario Los Angeles Times publicó unas
fotografías que en verdad me aterraron. En una de ellas
una mujer corría por las calles de Malibú cargando una
pila de libros, mientras que en el fondo se veía su casa
consumida por las llamas. Me dije: ”Dios mío, me
gustaría conocer a esta mujer, y saber cuáles eran
esos libros que consideraba tan valiosos”. Llevé la
fotografía a un seminario de graduados que
supuestamente eran estudiantes maravillosos. Les
pregunté: ”¿Cuáles piensan ustedes que eran esos
libros?” ¿Saben lo que me dijeron? ”¡Sus registros
del impuesto sobre el ingreso!” Aquí es donde nos
encontramos. ¡Hasta supe de una señora que
escapó con sus timbres comerciales de
descuento!, quien señaló: ”No sé por qué lo hice”,
lo cual demuestra lo absurdo de la vida. Sin
embargo, ¿saben lo que ella sí tenía? ¡Todavía se
tenía a sí misma!, y eso es lo importante, pues en
última instancia, sólo te tienes a ti mismo.

En consecuencia, pienso que la persona que ama


se deshace de las etiquetas. ¿Saben?, nosotros
somos únicos. El ser humano es lo más maravilloso
del mundo; pero también somos divertidos, y
tenemos que aprender a reír de nuevo. Después
de todo, hacemos cosas chistosas. Por ejemplo,
creamos el tiempo y después nos convertimos en
sus esclavos. Quizás ahora, por ejemplo, tú estés
pensando que sólo te quedan diez minutos antes
de que tengas que hacer otra cosa. Puedes estar
en algún lugar donde sucede algo realmente
increíble, pero son las 10:00, hora de irse, y por lo
tanto, tienes que marcharte. Tenemos campanas
que nos avisan. ¡Campanas- Cada vez que
escuchamos una campana respondemos. Nos
indica que debemos estar aquí o allá. Nosotros,
repito, creamos el tiempo. Y ahora nos hemos
convertido en sus esclavos.

Lo mismo es aplicable en el caso de las palabras.


Cuando se leen libros como The Use and Misuse of
Language de Hayakawa, o People in Quandaries de
Wendell Johnson, uno se da cuenta de lo
increíblemente poderoso que es el idioma. Una
palabra está formada sólo por unos cuantos
símbolos fonéticos sin significado que se
encuentran uno junto al otro. Entonces se les da
un significado, y éste se

PREÁMBULO AL AMOR

nos queda grabado. Uno le da un significado cognitivo, le


da un significado emocional, y después vive con él.
Cuando se encontraba en Harvard, el doctor Timothy
Leary realizó un maravilloso trabajo sobre la mente.
Señaló: ”Las palabras son como congelar la realidad”.
Una vez que se aprende una palabra y el significado
intelectual y emocional de la misma, queda grabada en
la mente durante el resto de la vida. Así se construye tu
mundo de palabras. Cualquier cosa que sucede es
filtrada a través de este sistema rígido y congelado, que
evita que crezcamos. Decimos cosas tales como Ӄl es
comunista”. ¡Bah!, lo rechazamos. Dejamos de escuchar.
Algunas personas dicen, ”Él es judío”. ¡Bah!, lo
rechazamos. Hemos dejado de respetarlo. Ӄl es un
dago”. ¡Bah! ¡Etiquetas, etiquetas, etiquetas! ¿Cuántos
niños han dejado de recibir educación sólo porque
alguien les colgó una etiqueta en algún momento dado?:
tonto, tarado, con alteraciones emocionales. Yo nunca he
conocido a un niño tonto. ¡Nunca! Así como tampoco he
conocido dos niños que sean iguales. Las etiquetas son
fenómenos que distancian. Nos apartan. hombres negros.
¿Qué es un hombre negro? Nunca he conocido dos
iguales. ¿Ama?, ¿le importa alguien?, ¿qué hay sobre sus
hijos?, ¿ha llorado alguna vez?, ¿se siente solo?, ¿es
hermoso?, ¿es feliz?, ¿le está dando algo a alguien? Éstas
son las cosas importantes, y no el hecho de que sea un
hombre negro o judío, o dago o comunista, o demócrata
o republicano.

Yo tuve una experiencia única en mi infancia. Puedes


consultar los archivos porque todo está registrado. Nací
en Los Ángeles y mis padres eran inmigrantes italianos.
Una familia grande. ¡Mamá y papá evidentemente eran
grandes amantes! Habían venido de una pequeña aldea

Dago: persona de ascendencia española, portuguesa o italiana de


piel morena. (N. T.)
abajo de los Alpes italianos-suizos, en donde todo
mundo se conocía. Todos conocían los nombres de
los perros. El sacerdote de la aldea salía y bailaba
en las calles durante las fiestas y tomaba tanto
vino como cualquiera otro. Era una escena muy
bonita y para mí fue un placer el ser criado por esa
gente y de esa forma tan tradicional. Sin embargo,
cuando a los cinco años me llevaron a una escuela
pública de Los Angeles y una persona de aspecto
severo me hizo diversas pruebas, me di cuenta
que me encontraba en la clase para los retrasados
mentales. No importaba que yo pudiera hablar
italiano y un dialecto italiano; también hablaba
algo de francés y español, pero como no hablaba
muy bien el inglés, se me consideró retrasado
mental. Creo que el término empleado ahora es
”en desventaja cultural”. Así que me mandaron a
la clase para retrasados mentales, y resultó que
nunca he tenido una experiencia educativa más
interesante en mi vida. Qué maestra tan cálida,
vibrante y cariñosa tuve. Era la señorita Hunt. Y
estoy seguro que era la única en la escuela
dispuesta a enseñar a esos niños ”tontos”. Me
acogía aun cuando yo olía a ajo. Recuerdo cuando
se reclinaba sobre mí, ¡cómo la abrazaba con
ternura! Por esta mujer aprendí todo tipo de cosas,
porque realmente la amaba. Un día cometí un
terrible error. Escribí un periódico como si yo fuera
romano. Describí lo que harían los gladiadores,
etcétera. Esto ocasionó que me volvieran a hacer
pruebas y así fui transferido a una aula de clases
normal, en la que me aburrí muchísimo durante el
resto de mi educación inicial. Esa clase ”normal”
fue traumática para mí. La gente me llamaba dago
y wop, expresiones muy populares en aquella
época, pero yo no las entendía. Recuerdo que le
pregunté a papá, quién era y sigue siendo el gran
tipo patriarcal: ”¿Qué es un dago?, ¿qué es un
wop?” Y él me respondió: ”Oh, no hagas caso,
Felipe, la gente siempre dice nombres.
PREÁMBULO AL AMOR

No significan nada. Ellos no saben nada sobre ti al


decirte esos nombres. No permitas que esto te
moleste”. ¡Pero sí me molestaba!, porque sentía que
me distanciaba. Me hacía a un lado. Me colgaba una
etiqueta. También sentía un poco de lástima hacia mis
compañeros, porque esto significaba que no sabían
nada sobre mí, aunque ellos pensaban que sí, al
llamarme dago, lo cual me encasillaba en una
categoría y los hacía sentirse cómodos. No sabían, por
ejemplo, que mi madre era cantante y que mi padre
había empezado a trabajar como mesero al venir a
este país. Él solía trabajar la mayor parte de la noche
y mamá se quedaba un poco sola, así que nos reunía
a los once hijos y tocaba Aída o La Bohemia, y ¡cómo
peleábamos los hermanos por representar algún
papel! Recuerdo que yo era la mejor mariposa de la
familia; aún lo sigo siendo, y cuando la Ópera
Metropolitana me descubra, lograrán su mejor
espectáculo. Cuando teníamos diez u once años, ya
conocíamos estas óperas de memoria y podíamos
actuar todos los papeles. Y la gente que ”me conocía”
se perdía de todo esto, por fijarse en una etiqueta
estrecha.

No sabían, por ejemplo, que mamá pensaba que uno


no contraería ninguna enfermedad si llevaba ajo
alrededor del cuello. Ella frotaba ajo, lo amarraba en
un pañuelo, lo ponía alrededor de nuestros cuellos y
nos mandaba a la escuela. Y les diré un pequeño
secreto: mi salud era excelente. Nunca estuve
enfermo un solo día. Tengo mis teorías al respecto,
pues creo que nadie se me acercó lo suficiente como
para contagiarme algún germen. Ahora que me he
vuelto sofisticado y he dejado el ajo, sufro un resfrío
al año. Aquellos niños no sabían esto al llamarme wop
y dago. Y no sabían sobre la regla de papá de que
antes de levantarnos de la mesa, teníamos que
decirle algo nuevo que hubiéramos aprendido ese día.
Nosotros pensábamos que esto era detestable, ¡qué
cosa tan loca! Mientras mis hermanos y yo nos
lavábamos las manos y peleábamos por el jabón, yo
decía: ”Bueno, más vale que aprendamos algo”, así que
corríamos a buscar la enciclopedia y separábamos la
página en donde decía algo como ”la población de Irán
es de ...” y nos murmurábamos a nosotros mismos ”la
población de Irán es ...” Nos sentábamos a comer y
después de una cena con grandes platillos de espagueti
y pilas de ternera tan altas que uno no podía ni ver a
través de la mesa, papá se reclinaba, sacaba su pequeño
puro negro y decía: ”Felice, ¿qué aprendiste hoy de
nuevo?”, y yo decía entre dientes: ”La población de Irán
es ...”. Nada era insignificante para este hombre.
Volteaba hacia mi madre y le inquiría: ”Rosa, ¿sabías
eso?”, y ella contestaba, impresionada: ”No”. Nosotros
pensábamos: ”Caray, estos padres están locos”. Sin
embargo, les confesaré que aun ahora, cuando voy a la
cama por la noche, y aunque a menudo termino
exhausto, me recuesto y me digo a mí mismo: ”Felipe,
viejo, ¿qué aprendiste hoy de nuevo?”, y si no se me
ocurre nada, tengo que buscar un libro y encontrar algo
para poderme dormir. Quizás todo esto es lo que forma
el aprendizaje. No obstante, aquellos chicos no lo sabían
cuando me llamaban dago. Las etiquetas son fenómenos
que distancian. ¡Dejen de usarlas! Y cuando la gente las
emplee, tengan la iniciativa y las agallas para decir: ”De
qué y de quién hablas, porque no sé a qué te refieres”.
No existe una palabra lo suficientemente amplia para
empezar siquiera a describir aun al hombre más sencillo.
Sin embargo, sólo ustedes pueden ponerle fin a las
definiciones. Una persona que ama no las utilizará. Hay
demasiadas cosas hermosas sobre y en cada ser humano
para describirlo con un solo nombre y hacerlo a un lado,
clasificándolo.

Entonces, la persona que ama debe reconocer que no


existe mayor responsabilidad en el mundo que
PREÁMBULO AL AMOR

desarrollarse positivamente como un ser humano, y


más vale que lo crean.

La persona que ama aborrece el desperdicio: el


desperdicio de tiempo, de potencial humano. ¡Cómo
perdemos el tiempo! Pareciera que fuéramos a vivir
para siempre. Tengo que contarles esta anécdota
porque es una de mis experiencias más importantes.
En nuestra Escuela de Educación había una joven que
consideré tenía posibilidades para ser una de las
mejores maestras de todas las épocas. Era
extremadamente efusiva y le encantaban los niños.
Era tan entusiasta que resultaba imposible calmarla.
”Quiero estar con ellos, quiero estar con ellos”, decía
siempre. Siguió sus años de escuela, se graduó y,
naturalmente, fue contratada, gracias en parte a que
era tan hermosa espiritual y mentalmente, y en todas
las formas. Se le asignó la clase de primer año.
Recuerdo todo el proceso porque lo observé, paso a
paso, en los grandes momentos en los que se
maravillaba.

Cuando llegó al aula de clase revisó la guía del


programa escolar que indicaba que la primera unidad
sería ”La tienda”, la T-I-E-N-D-A. Reflexionó y dijo:
”Esto no es posible. Estamos en 1970, en Estados
Unidos. Estos niños crecieron en las tiendas. Fueron
arrullados en los carritos de las tiendas. Tiraron latas
de sopa y botes de leche. Ya saben lo que es una
tienda. ¿Qué queremos lograr al pretender estudiar
una tienda?” Sin embargo, eso decía la guía del
programa, por lo que ella pensó: ”Bueno, quizás esto
tenga cierto mérito y pueda presentar una clase muy
emocionante sobre la tienda. Al menos lo intentaré”.
El primer día se presentó con los niños y dijo, con
mucho entusiasmo: ”Niños y niñas, ¿les gustaría
estudiar lo que es una tienda?” Ellos contestaron:
”¡Qué horror!”

En la actualidad, los niños son más despiertos que


antes. McLuhan demostró que la mayoría de los niños
han visto
cinco mil horas de televisión antes de ingresar al
jardín de niños. Han visto asesinatos y violaciones,
aventuras amorosas, han escuchado música, han
”estado” en París, en Roma. En su aparato televisor
han visto a gente real morir violentamente ... Y
después los llevamos a la escuela, y les enseñamos
sobre las tiendas. O les damos un libro que dice:
”torn, dijo «oh, oh». Mary dijo, «oh, oh». Abuelita dijo,
«oh, oh». Spot dijo, «oh, oh»”. Bueno, ¡al diablo con
esto! Ya es hora de que empecemos a darnos cuenta
de que estamos educando niños y no cosas. Debemos
decir, ”¿quién es el nuevo niño a quien estamos
educando y cuáles son sus necesidades?, ¿de qué otra
manera podrá él sobrevivir mañana?”

Pues bien, entonces la joven y excelente maestra les


preguntó: ”Muy bien, ¿qué quieren estudiar?” Uno de
los niños abrió ampliamente los ojos y dijo: ”Sabes, mi
papá trabaja en los Laboratorios de Propulsión de Jet,
y él nos puede conseguir un cohete espacial;
podríamos armarlo y aprender todo sobre el cohete y
volar a la Luna”. Todos los demás chicos exclamaron,
”¡sensacional! ¡Es maravilloso!” Así que la maestra
agregó, ”muy bien, hagámoslo”. Al día siguiente vino
el padre de aquel chico a la escuela y presentó el
cohete a escala. Se sentó en la alfombra con los
chicos, y les habló sobre volar a la Luna y cómo
funciona un cohete espacial. ¡Había que ver lo que
sucedía en esta aula! Hablaban sobre ciencia,
astronomía, teorías matemáticas complejas. El
vocabulario no era de ”oh, oh”, sino de componentes
de cohetes, galaxias, el espacio; un vocabulario
significativo.

Entonces, un buen día, en medio de todo este


aprendizaje fantástico, llegó la supervisora de la
escuela, vio a su alrededor y dijo, ”señorita W, ¿en
dónde está su tienda?” (algún día escribiré esta
historia para The New Yorker, y la intitularé ”Señorita
W, ¿en dónde está tu tienda?”).
PREÁMBULOAL AMOR

La joven maestra se acercó a la supervisora


respondiendo: ”Sabe, hablamos sobre la tienda, pero los
niños quisieron volar a la Luna. Vea nuestras listas de
vocabulario y mire los libros que están haciendo.
Después vendrá otra persona de Propulsión de Jet para
hacerles una demostración .,.”. La supervisora refutó:
”Sin embargo, señorita W, la guía del programa dice que
usted debe tener una tienda, y usted hará, una tienda
(sonrisa forzada), ¿verdad que sí, querida?”

Luego de aquello la joven maestra vino a verme y me


dijo: ”Leo, me has estado diciendo tantas cosas sobre la
creatividad en la educación, haciendo que me emocione
y entusiasme; después empiezo a enseñar y tengo que
ponerme a hacer plátanos de arcilla para una tienda y
decir: te comiste un plátano, te resbalaste con la
cáscara, te enfermaste por comer plátano, después
pasaste seis semanas haciendo plátanos artificiales de
arcilla para la tienda. ¡Qué pérdida de tiempo!”. Y ¿saben
lo que ella hizo?, habló con los niños y les preguntó,
”¿quieren que la señorita W esté aquí el año próximo?”
Ellos respondieron, ”¡sí, por supuesto!” ”Bueno, entonces
tenemos que hacer una tienda”. Los chicos respondieron,
”muy bien, hagámosla, pero rápido”. En dos días
cubrieron una clase de seis semanas. Hicieron los
odiados plátanos de arcilla, apilaron cajas y las llenaron
de cosas. También les dijo la maestra que cuando llegara
la supervisora, sería necesario que le demostraran que
podían funcionar en una tienda. Cuando llegó la
supervisora, quedó muy contenta porque ahí estaba la
tienda, y los niños le preguntaban, ”¿quisieras comprar
plátanos hoy?” Pero tan pronto como se fue, ellos
volaron a la Luna.
_No basta con vivir y aprender para hoy. Tenemos que
soñar sobre cómo será el mundo dentro de 50 años y
educar para dentro de 100 años y para el mundo de los
sueños de aquí a mil años. El mundo actual para el
chico que está en primer año no será el mismo dentro
de 30 años Miren cómo nuestro mundo ha cambiado.
No es de sorprender que estemos confundidos y
angustiados: no estamos preparados para
enfrentarnos al mundo en que vivimos. ¡Y cambia tan
rápido! No hay tiempo para contar que ”abuelita dijo,
«oh, oh»”.

También pienso que la persona que ama es


espontánea. Esto es algo que siempre enfatizo porque
considero que hemos perdido nuestra habilidad para
ser espontáneos. Todos tratamos de controlar el
tiempo y seguir reglamentos. Hemos olvidado lo que
es reír y sentirse bien al hacerlo. Se nos enseña que
una joven sofisticada no ríe ruidosamente, sino que
emite una risita entre dientes. ¿Quién lo dijo? ¿Emily
Post? ¡Está loca! ¿Por qué tenemos que hacerle caso a
alguien que nos diga cómo vivir? Sin embargo, todos
los días vemos en los periódicos cartas como la
siguiente: ”Estimada señorita Post: Mi hija se casa en
febrero. ¿Qué tipo de flores debe llevar?” Si su hija
quiere llevar rábanos, pues que los lleve. ”Querida
decoradora de interiores: Las cortinas en mi sala son
color vino. ¿De qué color debe ser la alfombra?”
Puedo imaginarme a la decoradora sentada en su
oficina diciendo, ”je je je”, y luego responder,
”morada”. Así es que usted sale corriendo a comprar
una alfombra morada que vale cientos de dólares,
para combinarla con cortinas color vino, y después se
tiene que aguantar la decepción ... y se lo merece. Ya
no confiamos en nuestros propios sentimientos. Dicen
que ”los hombres no lloran”. ¿Quién lo dijo? Si tienes
ganas de llorar, llora. Yo siempre lloro. Lloro cuando
estoy contento, lloro cuando estoy triste, lloro cuando
un alumno dice algo hermoso, lloro cuando leo poesía.

Si tú sientes algo, hazle saber a la gente que lo


sientes. ¿No te cansas de las caras adustas que no
muestran nada?

Si tienes ganas de reír, ríe. Si te gusta lo que alguien


dice, ve y dale un abrazo. Si está bien, estará bien.
Nuevamente espontaneidad, nuevamente vivir, sabe
qué es sentir emoción. Algunas veces me levanto en
la mañana y me siento tan satisfecho y tan bien, que
no lo puedo contener. Recuerdo que una vez iba
conduciendo al trabajo mientras cantaba ”Mariposa”,
el dueto del amor; hacía los dos papeles, la mejor
actuación que he representado en mi vida, cuando en
eso un policía se asomó por la ventanilla del auto,
mirándome con desconcierto, y dijo: ”Ésta es la
infracción más graciosa que he levantado”. Le
respondí: ”¿Me quisiera explicar, oficial?” ”Iba
persiguiendo a alguien por conducir a alta velocidad y
usted nos rebasó a los dos”. Me encantó eso. Ni
siquiera lo había visto, me encontraba en mi propio
mundo maravilloso.

Constantemente nos alejamos de nosotros mismos y


de los demás. Parece que lo importante fuera qué
tanto se puede uno alejar de otra persona, y no qué
tanto se pueda acercar. Estoy totalmente a favor de
volver a la antigua costumbre de tocar a la gente. Yo
siempre extiendo la mano porque cuando toco a
alguien sé que está vivo. Realmente necesitamos esta
afirmación. Los existencialistas sostienen que todos
pensamos que somos invisibles y que algunas veces
tenemos que cometer suicidio para afirmar el hecho
de que hemos vivido. Bueno, yo no quisiera hacer eso.
Existen formas mejores y menos drásticas de
afirmación. Si alguien te abraza, sabes que estás ahí,
pues si no, te traspasaría. Yo abrazo a todo el mundo,
sólo acércate a mí y lo comprobarás.

No hay razón para tener miedo de tocar, de sentir, de


mostrar emoción. Lo más fácil del mundo es ser lo
que eres, lo que sientes. Lo más difícil es ser lo que
otra gente quiere que seas, pero ésa es la situación
en la que vivimos. ¿Eres realmente tú o lo que la
gente te ha dicho que eres?
Si en verdad estás interesado en descubrir quién eres,
te felicito, porque será la más fascinante aventura de
tu vida.

La persona que ama también se da cuenta de lo grato


y dichoso que significa estar vivo. Estoy seguro, no
obstante que muchos opinen lo contrario, que
nacimos para ser felices gracias a tantas cosas
hermosas que hay en nuestro mundo: árboles,
animales, caras, etcétera. No hay dos cosas que sean
iguales y las cosas siempre cambian. ¿Cómo
podríamos aburrirnos? Nunca ha habido un mismo
amanecer. Observa la cara de cada persona: es
distinta. Cada quien tiene su propia belleza. Nunca ha
habido dos flores iguales. La naturaleza no tolera la
igualdad. Hasta dos pastos son distintos. Los budistas
me enseñaron algo fantástico; ellos creen en el aquí y
en el ahora. Sostienen que la única realidad es lo que
está aquí, lo que está sucediendo entre tú y yo en
este momento. Si vives para el mañana, lo cual es tan
sólo un sueño, entonces todo lo que tendrás será un
sueño no realizado. Por otro lado, el pasado ya no es
real. Tiene valor porque te ayudó a ser lo que eres
ahora, pero ése es su único valor. Por lo tanto, no
vivas en el pasado. Vive en el presente. Cuando estés
comiendo, come. Cuando estés amando, ama. Cuando
estés hablando con alguien, habla. Cuando estén
mirando una flor, mira, ¡atrapa la belleza del
momento!

Para que una persona pueda amar no necesita ser


perfecta, sino simplemente humana. La idea de la
perfección me asusta. Evitamos hacer muchas cosas
por temor de no hacerlas a la perfección. Maslow dice
que existen maravillosas experiencias culminantes
que todos debemos tener, tales como crear una vasija
de cerámica o pintar un cuadro y colgarlo, afirmando:
”Ésta es una extensión de mi persona”. Hay otra
teoría existencialista que sostiene: ”Debo existir
porque he hecho algo. He creado algo, por lo tanto,
existo”. Sin embargo, no queremos hacer algo
PREÁMBULO AL AMOR

porque tememos que no lo haremos bien, que no resulte


aprobado. Si tienes ganas de hacer manchones de tinta
sobre la pared, hazlo. Di, ”esto salió de mí, es mi
creación, yo lo hice, y es bueno”. Pero tenemos miedo
porque queremos que las cosas sean perfectas.
Queremos incluso que nuestros hijos sean perfectos.

Recurriendo a mis experiencias personales, recuerdo las


clases de educación física cuando estaba en quinto y
sexto semestres de bachillerato. Si algún maestro de
educación física lee este libro, espero que le llegue mi
mensaje. Tratábamos de alcanzar la perfección. La
educación física debe ser algo en lo que todos tengamos
una oportunidad igual, en lo que la única competencia
sea con nosotros mismos. Si no podemos lanzar la
pelota, entonces aprendamos a hacerlo de la mejor
forma posible. Pero así no era la clase; siempre se
recompensaba la perfección, y nunca faltaban
muchachos altos y con visible musculatura, los que por
supuesto eran las estrellas. Por otra parte estaba yo,
pellejo y huesos, con mi pequeña bolsita de ajo colgada
del cuello, pantaloncillos que no me quedaban y que
siempre colgaban de mis pequeñas piernas delgadas.
Hacía fila mientras se elegía a los que iban a jugar, y yo
solía ”morir” todos los días de mi vida. Todos nos
formábamos en fila, y por una parte estaban los atletas
sacando el torso y decían, ”te escojo a ti” y ”te escojo a
ti” y veías cómo se iba reduciendo la fila y tú seguías ahí.
Al final, sólo quedaban dos chicos, tú y otro pequeño
chico flaco. Después decían ”muy bien, me quedo con
Buscaglia” o ”me quedo con el wop” y uno dejaba la fila
sintiéndose morir porque no tenía la imagen del atleta.
No era la imagen de la perfección que se buscaba. En mi
clase hay un alumno que es gimnasta. Casi calificó para
los juegos olímpicos el año pasado. Aunque tiene un pie
zambo, en todos los otros aspectos que se le puedan a
uno ocurrir es perfecto, un cuerpo que sería la envidia
de cualquiera, una mente excepcional, una fabulosa
mata de cabello, ojos alertas y con chispa. Sin
embargo, en su propia percepción él no es un chico
atractivo debido a su pie zambo. En algún momento,
alguien lo afectó con sus comentarios sobre su
”defecto”, y todo lo que él escucha cuando camina
por la calle es el paso recio de su pie, aun cuando ya
nadie se da cuenta de ello. Pero si él lo oye, entonces
eso les influirá. Esta idea de perfección realmente me
desagrada.

No obstante, el hombre posee la capacidad de


crecimiento y cambio; y si tú no lo crees, te
encuentras en el proceso de morir. Todos los días
debes ver el mundo de una nueva forma personal. El
árbol afuera de tu casa ya no es el mismo, así es que
¡míralo! Tu marido, esposa, hijo, madre, padre,
también cambian diariamente, así es que míralos.
Todo se encuentra en proceso de cambio,
incluyéndote a ti.

Un día estaba en la playa con algunos de mis alumnos


y uno de ellos recogió una vieja y seca estrella de
mar, y con mucho cuidado la volvió a echar al mar.
Comentó: ”Sólo está seca, pero una vez que reciba
humedad nuevamente, volverá a la vida”. Después
reflexionó durante un minuto, se volvió a mí y dijo:
”¿Sabes?, quizá así ocurra todo proceso de cambio,
quizá de cuando en cuando llegamos al punto en que
nos secamos y todo lo que necesitamos es un poco
más de humedad para continuar de nuevo” ... Tal vez
así sea.
De hecho, una inversión en la vida es una inversión en
el cambio hasta el final, y no podemos ocuparnos de
la muerte porque estamos demasiado ocupados
viviendo. Deja que la muerte se encargue de sí
misma. Nunca creas que tu vida alguna vez será
tranquila, así no es la vida. Con los cambios que se
llevan a cabo en todo tu
PREÁMBULO AL AMOR

alrededor, tienes que seguir adaptándote al medio, lo


cual significa que constantemente vas a estar
cambiando, y no existe un final para esto. ¡Todos nos
encontramos en un viaje fantástico! Cada día es nuevo.
Cada experiencia es nueva. Cada persona es nueva.
Cada mañana es tu vida, es nueva. ¡Deja de verla como
una lata!

En Japón, el correr del agua representa toda una


ceremonia. Cuando estuve allá solíamos sentarnos en
una pequeña choza cuando se realizaba la ceremonia del
té. Nuestro anfitrión llenaba un cucharón con agua y la
vertía en la tetera y todos escuchábamos. El sonido del
agua cayendo era indescriptiblemente emocionante. Me
pongo a pensar en todas las personas que hacen correr
el agua de la ducha y del fregadero cada día y nunca la
escuchan. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste la
lluvia caer?

_Herbert Otto señala: ”El cambio y el crecimiento se


llevan a cabo cuando la persona se arriesga y se atreve a
involucrarse experimentando con su propia vida”. ¿No es
fantástico? La persona se arriesga y se atreve a
involucrarse experimentando con su propia vida,
confiando en sí misma. Hacerlo, experimentar con la
propia vida, es muy emocionante, lleno de alegría, lleno
de felicidad, lleno de descubrimientos maravillosos y, sin
embargo, también puede ser aterrador, porque uno se
enfrenta a lo desconocido y lleva de lado la
complacencia.

Estoy convencido de que lo opuesto al amor no es el


odio, sino la apatía, la indiferencia. Si alguien me odia,
debe ”sentir” algo con respecto a mí o no podría
odiarme. Por lo tanto, existe alguna forma en la que
puedo llegar a él. Si no te gusta la escena en la que
estás, si eres infeliz, si te sientes solo, si no sientes que
estén sucediendo cosas positivas, cambia de escenario.
Rodéate de nuevos actores. Escribe una nueva obra. Y si
no es una buena obra, ¡con un demonio! salte otra vez
del ..escenario y
escribe otra. Existen millones de obras, tantas como
personas viven. Nikos Kazantzakis dice: ”Tienes una
brocha y colores, pinta el paraíso, y entrarás a él”.

La persona que ama se da cuenta de las necesidades


suyas y de sus semejantes. Necesita gente a la cual le
importe, o por lo menos alguien que le importe a él,
que realmente lo vea y lo escuche. Quizá sólo sea una
persona, pero será alguien a quien le interese
profundamente. Algunas veces sólo es necesario
mover un dedo para reparar un dique.

_Hay una obra teatral, Our Town, muy interesante.


Una de las escenas más conmovedoras es cuando
muere la pequeña Emily, la llevan al cementerio y los
dioses le dicen que puede regresar a la vida durante
un día. Elige regresar para vivir su duodécimo
cumpleaños. Baja las escaleras vistiendo su atuendo
de cumpleaños, los caireles rebotando, tan contenta
porque es la homenajeada. Y mamá está tan ocupada
haciendo un pastel para ella que no la voltea a ver.
Papá entra, y está tan ocupado con sus libros y
papeles y ganando dinero, que pasa de lado y ni
siquiera la ve. Su hermano está en su propia escena y
tampoco se molesta en verla. Finalmente Emily
termina en el centro del escenario sola, en su vestido
de cumpleaños. Y exclama: ”Por favor, alguien
véame”. Vuelve con su madre una vez más, e implora:
”Mamá, por favor, sólo por un minuto, mírame”. Pero
nadie la mira, y se dirige a los dioses, y dice más o
menos lo siguiente: ”Llévenme otra vez. Se me olvidó
lo difícil que era el papel de ser humano. Ya nadie
mira a nadie”.
También es tiempo de que empecemos a escucharnos
unos a otros. Necesitamos ser escuchados. Solía
gustarme la idea de ”comparte y cuenta” en el salón
de clase. Pensaba que era el momento en que la
gente escuchaba. Sin embargo, cuando hubo
inscripciones en la escuela

PREÁMBULO AL AMOR

avisaron a los maestros que debían tener los recibos de


inscripción listos para las 9:05, así que emplearon este
tiempo para compartir y contar. Los pequeños pasaban al
frente y decían: ”Ayer en la noche mi papi le pegó a mi
mami con el rodillo y la dejó sin los dos dientes de
enfrente, vino la ambulancia y se la llevó, y está en el
hospital”. El maestro veía hacia arriba y decía: ”Muy
bien, ¿quién es el siguiente?” Otro pequeño iba al frente
y le mostraba una roca al maestro, ”encontré una roca al
venir camino a la escuela hoy”. El maestro decía, ”bien,
Juanito, ponía en la mesa de prácticas”. Me pregunto qué
hubiera sucedido si el profesor hubiera tomado la roca y
dijera: ”Déjame verla. Vean esto. Niños, observen el color
de esta roca? ¿De dónde vienen las rocas? ¿Qué es una
roca? ¿Qué tipo de roca es ésta?” Puedo imaginarme
cómo se podría dejar todo a un lado y solo dedicarse a
aprender sobre la roca. ¿Pero qué sucede? El maestro
dice simplemente, ”ponía en la mesa de prácticas”.

El hombre necesita sentir que tiene logros. Todos lo


necesitamos. Tenemos que ser reconocidos por hacer
algo bien. Y alguien nos lo tiene que señalar. Alguien de
cuando en cuando tiene que darnos una palmada en la
espalda y decirnos ”¡Caray! qué bien. Realmente me
gustó lo que hiciste”. Sería sensacional si le hiciéramos
saber a la gente lo que hace bien en vez de señalar
siempre lo que hace mal.

Además, el que ama, para aprender, cambiar y devenir


en algo más, necesita libertad. Thoreau dijo algo
maravilloso: ”Los pájaros nunca cantan en las cuevas”. Y
tampoco la gente. Uno tiene que ser libre para poder
aprender. Tiene que haber gente interesada en tu árbol,
no es un árbol tipo paleta, y uno tiene que estar
interesado en sus árboles. ”Muéstrame tu árbol,
muéstrame quién eres, y entonces sabré en dónde puedo
empezar”. Pero los
pájaros nunca cantan en cuevas. Necesitamos ser
libres para crear.

Recientemente tuve una experiencia inesperada.


Hablé con un grupo de chicos talentosos en un distrito
escolar de California. Yo desvarié y disparaté en mi
forma acostumbrada, y ellos permanecían sentados
como si estuvieran pegados a la silla; las vibraciones
entre nosotros eran increíbles. Después de la sesión
de la mañana los profesores me llevaron a almorzar.
Cuando regresé, los chicos me recibieron y dijeron:
”Oh, doctor B., algo terrible ha sucedido. ¿Se acuerda
del chico que estaba sentado ahí enfrente de usted?”
Yo respondí, ”sí, por supuesto, nunca me olvidaré de
él, estaba tan compenetrado”. ”Bueno, pues ha sido
expulsado de la escuela por dos semanas”. Me
desconcertó aquello. Parece que en mi plática estuve
reiterando que la forma en que uno conoce algo de
verdad es experimentándolo por completo. Había
señalado: ”Si realmente quieren conocer un árbol, por
ejemplo, tienen que subirse al árbol, sentirlo, sentarse
en sus ramas, escuchar cómo sopla el viento a través
de las hojas. Entonces podrán decir, «conozco a ese
árbol»”. Y el chico pensó: ”Claro, me acordaré de eso.
Es lo importante”. Así que durante la hora del
almuerzo, este chico vio un árbol y se subió. El
vicerrector pasó por ahí, lo vio sobre el árbol, lo bajó y
lo expulsó de la escuela.

Comenté: ”Debe haber un error; hubo un


malentendido. Hablaré con el vicerrector”. No sé por
qué, pero los vicerrectores son siempre ex maestros
de educación pública. Fui a la oficina en donde estaba
sentado y le dije, ”soy el doctor Buscaglia”. Me lanzó
una mirada furiosa y respondió, ”¿es usted el hombre
que viene a esta escuela a decirles a los chicos que se
suban a los árboles? ¡Es usted una amenaza!” A lo
que yo agregué: ”bueno, usted no entiende. Pienso
que hubo un mal...”. Me gritó, ”¡es usted
PREÁMBULO AL AMOR

una amenaza! ¡Decirles a los chicos que se suban a


los árboles! ¿Qué pasa si se caen? ¡Ya tenemos
suficientes problemas con ellos!” Nunca lo pude hacer
entender, era imposible, no podía tratar con él. Así
que fui a la casa del chico, que ahora tenía dos
semanas de ”vacaciones” para subirse a los árboles,
me senté con él, y me dijo, ”creo que lo que he
aprendido de esto es cuándo subirme a los árboles y
cuándo no. Parece que mi juicio no fue bueno,
¿verdad?” Él había escuchado. Va a tener que
adaptarse al vicerrector, pero seguirá subiéndose a
los árboles. Existen formas para cumplir con las
necesidades de la sociedad y, de cualquier modo,
hacer lo que uno quiere. Es cuestión de saber en
dónde, cuándo y cómo.

Cada quien tiene su propia manera de hacer las cosas


y se debe dar amplia libertad. Existen mil caminos
para amar, y cada quien encontrará el suyo si se
escucha a sí mismo. No permitas que nadie te
imponga su camino. Hay un maravilloso libro que se
llama Las enseñanzas de don Juan, que escribió el
antropólogo Carlos Castañeda. Se trata de los indios
yaquis, a los que él estudió. Ahí destaca la figura de
un hombre llamado don Juan, quien dice: ”Cada
camino es únicamente uno en un millón de caminos.
Por lo tanto, siempre debes tener en mente que un
camino es sólo un camino. Si sientes que en este
camino debes seguirlo, no necesitas dejar de seguirlo
en ninguna circunstancia. Cualquier camino es sólo un
camino. No existe afrenta ni para ti ni para los demás
si lo dejas, si eso es lo que tu corazón te dice que
hagas. Sin embargo, tu decisión de seguir un camino
o de dejarlo debe estar libre de temor y ambición. Te
advierto: mira cada camino cuidadosa y
deliberadamente. Inténtalo tantas veces como
pienses que sea necesario. Después pregúntate a ti
mismo y sólo a ti lo siguiente: ¿tiene ese camino un
corazón? Todos los caminos son iguales, no conducen
a ninguna parte. Son caminos que atraviesan el
matorral o van al matorral o pasan por debajo del
matorral. ¿Tiene este camino un corazón?, es la única
pregunta a plantear. Si lo tiene, entonces el camino es
bueno. Si no lo tiene, no vale la pena”. Si tu camino es
el amor, la meta no tiene importancia, el proceso
tendrá corazón.

Sólo puedes ser ”real” en tu camino. Lo más difícil del


mundo es tratar de ser algo que uno no es. Al alejarte
de ti mismo debes acercarte cada vez más a lo que
eres. Encontrarás que es una forma fácil de ser. Lo
más fácil en el mundo es ser tú mismo. Lo más difícil
es ser lo que otra gente quiere que seas. No permitas
que te coloquen en esa posición. Encuéntrate ”a ti
mismo”, averigua quién eres, sé como eres, y
entonces podrás vivir con sencillez. Puedes
aprovechar toda la energía que se requiere para
”controlar a los fantasmas”, de acuerdo con los
términos de Alpert. Ya no tendrás ningún fantasma
que controlar. Ya no estarás jugando. Desházte de
ellos y di: ”Éste soy yo. Acéptame como soy con todas
mis vulnerabilidades, con toda mi tontería, etcétera. Y
si no puedes, entonces sólo déjame ser”.

Ahora ya estamos listos para compartir un maravilloso


viaje al amor, el cual por cierto no pretende ser un
camino. Se trata de compartir, así que aprovecha
aquello que sientas adecuado para ti. Sin embargo,
primero me gustaría comunicarles un poco de valiosa
filosofía que escribió un hombre llamado Zinker, quien
trabaja en el Instituto Gestalt en Cleveland. Lo
siguiente es la conclusión de un trabajo que intituló
Sobre los conocimientos públicos y la revolución
personal.

”Si un hombre común tratara de encontrar su ser


interior, ¿qué tipo de ideas orientadoras desarrollaría
con respecto a cambiar su existencia? Quizás
descubriría que su cerebro todavía no está muerto,
que su cuerpo no está
PREÁMBULO AL AMOR

seco, y que independientemente de dónde se


encuentre en este momento, sigue siendo el creador
de su propio destino. Puede cambiar su destino
tomando la decisión de cambiar seriamente, luchando
contra sus pequeñas resistencias al cambio y al
temor, aprendiendo más sobre su mente, intentando
conductas que llenen sus necesidades reales,
realizando actos concretos en vez de
conceptualizarlos” (yo estoy convencido de esto:
dejemos de hablar y empecemos a actuar),
”practicando los actos de ver y oír y tocar y sentir
como nunca antes había aprovechado estos sentidos,
creando algo con sus propias manos sin exigir
perfección, pensando en las formas como se
comporta de una manera autodestructiva,
escuchando las palabras que dice a su esposa, hijos,
amigos; escuchándose a sí mismo, escuchando las
palabras y mirando a los ojos a quienes le hablan,
aprendiendo a respetar el proceso de sus propios
encuentros creativos y teniendo fe en que pronto lo
llevarán a alguna parte. Sin embargo, debemos
recordarnos a nosotros mismos que ningún cambio se
realiza sin esfuerzo y sin ensuciarse las manos. No
existen fórmulas ni libros que se puedan memorizar
respecto a cómo adquirir identidad. Yo sólo sé esto:
existo, soy, estoy aquí, estoy deviniendo, yo forjo mi
vida y nadie más lo hace por mí. Debo enfrentarme a
mis propias carencias, errores, transgresiones. Nadie
puede sufrir mi no ser como yo. Pero mañana es otro
día y debo decidir levantarme temprano de la cama y
vivir nuevamente. Y si fracaso, no tendré el consuelo
de culparte a ti, ni a la vida, ni a Dios”.
El amor es un fenómeno aprendido

Todos funcionamos a una pequeña fracción de


nuestra capacidad para vivir plenamente dentro del
significado completo de amar, interesarnos en otros,
crear y aventurarnos. Por lo tanto, la realización de
nuestro potencial puede convertirse en la aventura
más emocionante de nuestra vida.

HERBERT OTTO
1
A principios de este siglo, se encontró a un niño en los
bosques de una pequeña aldea en Francia. Sus padres
abandonaron la búsqueda al darlo por muerto. Pero
gracias a algún milagro sobrevivió, sólo que no en su
forma de niño, aun cuando físicamente era un ser
humano, sino más bien como animal, por su
comportamiento. Caminaba sobre las cuatro
extremidades, formó su hogar cavando un hoyo en la
tierra, no tenía un lenguaje significativo aparte de
emitir algún sonido animal; no llevaba ninguna
relación estrecha, y no le importaba nadie ni nada,
excepto su supervivencia.

Casos como éste, y como el de Kumala, la joven india,


se han conocido desde tiempos remotos. Tienen en
común el hecho de que si el hombre es criado como
animal, se comportará como animal, ya que el
hombre ”aprende” a ser humano, y por lo mismo
aprende a comportarse, a sentir y amar como
humano.

Los sicólogos, siquiatras, sociólogos, antropólogos y


educadores han sugerido en incontables estudios y
numerosos trabajos de investigación, que el amor es
”una respuesta aprendida, una emoción aprendida”.
La forma en que el hombre aprende a amar parece
estar directamente relacionada con su habilidad para
aprender con las
EL AMOR ES UN FENÓMENO APRENDIDO

personas que le enseñen en su medio ambiente, así


como con el tipo, magnitud y sofisticación de su
cultura. Por ejemplo, la estructura familiar, las
prácticas de cortejo, las leyes maritales, los tabúes
sexuales varían según el lugar donde se vive. Las
normas y costumbres relacionadas con el amor, el
sexo, el matrimonio y la familia, son distintas, por
ejemplo, en Bali y en la ciudad de Nueva York. En Bali,
la estructura familiar es cerrada; en Manhattan es
flexible y menos estructurada. En Bali, el matrimonio
es polígamo; en Manhattan, por lo menos para efectos
legales, es monógamo.

Estos hechos, relativos a los efectos del aprendizaje


en la conducta, parecen evidentes por sí mismos
cuando se señalan. Sin embargo, tienen poco o
ningún efecto en la mayoría de la gente cuando se
aplican al amor. La mayoría de nosotros seguimos
comportándonos como si el amor no requiriera
aprenderse, sino que estuviera latente en cada ser
humano y sencillamente esperara una mística etapa
de conciencia para surgir y florecer. Muchos terminan
esperando esta etapa eternamente. Nos negamos a
enfrentar el hecho evidente de que casi todos
pasamos la vida tratando de encontrar el amor, de
vivir en el amor para finalmente morir sin haberlo
descubierto verdaderamente.

Por una parte están los que descartan el amor como


una idea ingenua y romántica de nuestra cultura.
Otros se ponen poéticos y dicen que ”el amor lo es
todo”, ”el amor es el llamado del ave y el destello en
los ojos de una joven en una noche de verano”.
Algunos son dogmáticos y señalan enfáticamente que
”Dios es el amor”. Y ciertas personas, de acuerdo con
su propia experiencia personal, afirman que ”el amor
es una fuerte unión emocional con i otro ...”, etc. En
algunos casos encontraremos que a determinadas
personas nunca se les ha ocurrido cuestionar el amor,
mucho menos definirlo, y hasta se oponen
violentamente a la sugerencia de que piensen en el
amor. Para ellos, el amor no es algo que deba ser
sopesado; sencillamente se vive. Es verdad que, hasta
cierto punto, estas afirmaciones son correctas, pero
sugerir que cualquiera de ellas es la mejor o que
cubre todo lo existente con respecto al amor, sería
demasiado simplista. Por lo tanto, cada persona vive
el amor en su propia forma limitada y, al parecer sin
relacionar la confusión y soledad resultantes, con esta
falta de conocimientos sobre el amor.

Si una persona deseara saber algo sobre automóviles,


sin duda alguna estudiaría diligentemente los diversos
temas automovilísticos. Si su esposa deseara ser una
magnífica cocinera, indiscutiblemente estudiaría el
arte culinario, quizás hasta tomaría clases especiales
de cocina. Pero cuando se trata de querer vivir el
amor, por lo general no se piensa que sea necesario
dedicar por lo menos tanto tiempo como el mecánico
automotriz o la buena cocinera al estudio del amor.
Ningún mecánico o cocinera podrían asegurar que
sólo por el hecho de ”desear” adquirir conocimientos
en su campo se convertirían en expertos.

Al hablar sobre el amor, sería conveniente considerar


las siguientes premisas: ~
No se puede dar lo que no se posee. Para dar amor
hay que tener amor.

No se puede enseñar lo que no se entiende.

Para enseñar de amor hay que comprender el amor.

No se puede saber lo que no se estudia.

Para estudiar el amor es necesario vivir en el amor.

No se puede apreciar lo que no se reconoce.

Para reconocer el amor es necesario estar receptivo al


amor.
EL AMOR ES UN FENÓMENO APRENDIDO

No se puede dudar de aquello en lo que uno desea


confiar.
Para confiar en el amor es necesario estar convencido
del amor.

No se puede admitir aquello ante lo que uno no se rinde.

Para rendirse al amor es necesario ser vulnerable

al amor.

No se puede vivir aquello a lo que uno no se dedica. Para


dedicarse al amor es necesario crecer eternamente en el
amor.

Un niño recién nacido no tiene conocimientos sobre el


amor. Y está totalmente indefenso, en gran parte
ignorante, dependiente y vulnerable. Si se le deja solo, si
no se le cuida durante tiempo razonable, antes de que
cumpla seis o siete años de edad, habrá muchas
probabilidades de que muera. Un niño requiere de más
tiempo que cualquier otra criatura viviente para aprender
a ser independiente. Al parecer, a medida que las
sociedades se vuelven más complejas y sofisticadas, el
tiempo para lograr la independencia se va extendiendo al
grado de que algunos individuos permanecen
dependientes aun hasta su muerte, si no económica, sí
emocionalmente.

A medida que el niño crece, el ambiente que lo rodea, la


gente con la que interactúa en su mundo, le enseñan lo
que significa el amor. Al principio esto puede implicar
que llore cuando tiene hambre, se siente solo, tiene
algún dolor o está incómodo. Su llanto puede provocar
una respuesta, por lo general de alguien que lo alimenta
y lo protege, para que ya no sienta dolor debido al
hambre; alguien que lo abraza para que ya no se sienta
solo; alguien que elimine o evite la fuente de su dolor
para que nuevamente esté cómodo. Éstas son las
primeras interacciones
que lo enseñan a identificarse con otro ser humano.
Todavía no puede relacionar su fuente de incomodidad
con un papel humano, tal como el de la madre, padre,
sirviente, niñera, abuela. Es probable que si un lobo (se
ha sabido de algún caso semejante) llenara sus
necesidades básicas, el niño desarrollaría una relación de
necesidad con el lobo. Sin embargo, eso aún no sería
amor, sino sencillamente una relación de necesidad. Pero
eso no importa, porque es la primera reacción-
interacción que, por unilateral y sencilla que parezca, a
la larga conducirá al multifacético y complicado
fenómeno del amor.

Para este periodo la actitud del objeto del que depende y


al que reacciona el niño juega un papel importante.
También el objeto tiene necesidades. Responderá al niño
de acuerdo con sus necesidades, por ejemplo, el refuerzo
para una madre que se levanta durante la noche y
atiende a su bebé o que hace mil tareas distintas
requeridas de una madre del siglo xx, puede ser
sencillamente una sensación de satisfacción por haber
creado una vida o la sonrisa o la calidez del niño contra
su cuerpo; sin embargo, la madre necesitará refuerzo o
abandonará al niño. Ella responderá de acuerdo a como
estos actos satisfagan sus necesidades. Se ha observado
que las madres de niños autistas (que no responden en
lo absoluto) tienden a alejarse, a cargar menos al bebé, a
abrazarlo y acariciarlo menos y, en general, a responder
menos a las necesidades del niño.

Conforme va creciendo el niño se amplía su mundo y sus


relaciones. Su mundo de amor sigue limitado, por lo
general, a su familia, su padre, hermanos, hermanas,
pero principalmente a su madre. Cada miembro de la
familia, a su vez, jugará un papel importante al enseñarle
algo sobre el amor. Lo harán a través del trato que le
dan, cómo juegan o hablan con él, cómo reacciona él
hacia ellos, etc.

Ciertamente, ningún miembro de la familia se


propone deliberadamente ”enseñar” amor a un niño.
El amor es una emoción, esto es cierto. Pero también
es una ”respuesta” a una emoción y, por lo tanto, una
expresión ”activa” de lo que se siente. El amor no se
aprende por ósmosis. Es algo que de hecho se actúa.
Cada miembro de la familia puede enseñar sólo lo que
sabe sobre el amor, y el niño actuará cada vez más lo
que está aprendiendo. Los elementos positivos que
exprese y sean aprobados y reforzados de acuerdo
con los sentimientos y creencias de la familia, serán
adoptados como parte de su conducta, y los
elementos desaprobados, que quizás hasta sean
castigados, no formarán parte de su conducta. Si la
familia constituye un grupo demostrativo donde el
afecto se expresa abiertamente, el niño será
reforzado con una respuesta positiva cuando exprese
este sentimiento. Por ejemplo, un niño salta a los
brazos de su padre y le da un tronado beso. El padre
manifiesta una conducta recíproca, con alegría, en
forma verbal, tierna, sonriente y aprobatoria. Le
enseña al niño que esta expresión abierta de amor es
buena.

Por otra parte, el niño puede saltar espontáneamente


a los brazos de su padre, que quizá sea igualmente
cálido, pero cuya expresión de amor no incluye esta
actuación demostrativa del afecto. Este padre tal vez
alejará tiernamente al niño y le dirá sonriente: ”Los
hombres no se besan ni se abrazan”. Este padre le ha
enseñado a su hijo que está bien amar, pero que la
demostración abierta de amor no es aprobada en su
medio social.

El filósofo francés Jean-Paul Sartre señaló: ”Mucho


antes de nuestro nacimiento, aun antes de que
seamos concebidos, nuestros padres ya han decidido
quiénes vamos a ser”.

Aparte de nuestra familia inmediata, existen otras


influencias que nos enseñan sobre el amor. El efecto
de estas influencias puede ser ostensible y una de ellas
es la cultura del individuo, la cual, en muchos casos, le
enseña a la familia sus respuestas al amor. Por lo tanto,
servirá para reforzar aún más las actitudes del niño.

Un niño francés que es criado en una sociedad china por


padres chinos, crecerá como un niño chino, con todos los
juegos, respuestas, modales, reacciones, gustos y
aversiones, lenguaje, aspiraciones y sueños chinos.

Este mismo niño francés criado en una cultura china por


padres franceses, se convertirá en un niño francés en
una sociedad china, asimilando los aspectos de la cultura
francesa que le enseñen sus padres y adaptándolos, a
medida que crece, a fin de poder vivir en una sociedad
china. Después desarrollará las características francesas
comunes a los niños franceses, pero también tendrá que
adaptarlas a la cultura china.

Ninguna persona puede estar totalmente libre de


presiones e influencias culturales. Para ser ”socialmente
aprobado” es necesario renunciar a cierta parte de uno
mismo. Un Robinson Crusoe puede ser completamente
libre en su isla, pero paga por esa libertad con el
aislamiento. Cuando aparece Viernes, otra persona, él
tiene una opción. Puede convivir con él y hacerlo a su
semejanza, lo cual implicaría cambiarle los hábitos y
participar en un intercambio democrático, o puede hacer
que Viernes sea su esclavo. Esta decisión requerirá de
poco o ningún cambio en la personalidad y vida de
Crusoe, a excepción de que tendría que mantener una
vigilancia continua y estrecha sobre Viernes, su esclavo.

En el otoño de 1970 tuve una experiencia interesante en


cuanto a la convivencia social. Me encantan las hojas de
otoño, los colores, el sonido de las hojas cuando uno
camina sobre ellas. Por esta razón dejo que se acumulen
libremente en la entrada y sobre la banqueta de mi casa,

hasta que se convierten en una alfombra crujiente y de


varios colores bajo mis pies. Cierto día me encontraba en
casa con algunos de mis alumnos y alguien tocó a la
puerta. Era un grupo de vecinos que habían venido a
quejarse por la acumulación de hojas, lo que ellos
consideraban ”una apariencia ofensiva para el
vecindario”. Me preguntaron si estaba dispuesto a retirar
las hojas y también cortésmente se ofrecieron a hacerlo
por mí. Pronto estuve de acuerdo en complacerlos,
provocando cierta decepción en mis alumnos, quienes
pensaron que me había ”acobardado”, pues debí
haberles dicho a qué nivel del Infierno de Dante se
deberían ir. Les expliqué que podíamos llegar a una
solución mutuamente satisfactoria si los vecinos me
ayudaban a recoger las hojas y ponerlas en los canastos.
Condescendieron dudosamente y a regañadientes,
maldiciendo la cultura ”traumada” que violaba las leyes
del individuo.

Una vez que hubimos recogido las hojas, tomé los


canastos y los vacié sobre el piso de mi sala. Ahora los
vecinos tendrían una vista más aceptable para ellos y yo
tendría mi anhelado mundo colorido de otoño crujiendo
bajo mis pies, para alegría de mi corazón (sería muy
sencillo barrer o aspirar mi sala cuando así lo deseara).
Había cedido ante la cultura, porque disfruto y necesito a
mis vecinos, pero también satisface mis propias
necesidades, pues disfruto y necesito las hojas de otoño.

Es posible que cuando optamos por ceder una libertad de


orden inferior, logremos una de orden superior. (Al barrer
las hojas sigo teniendo vecinos a quienes les importo. El
hombre nunca sabe cuándo puede necesitar una tasa de
harina.) Entonces, la cultura y la sociedad tendrían el
poder si nosotros elegimos ser miembros de ella, para
que acepte nuestros pensamientos, limite nuestras
opciones, moldee nuestra conducta, nos enseñe su
definición de adaptación y nos muestre a qué se
refiere con la palabra amor.

Por lo tanto, la forma en que aprendas el amor estará


determinada en cierta forma por la cultura en la que
te desenvuelves.

Algunas veces, la familia y la cultura del individuo


pueden entrar en conflicto. Mis padres y familiares
(que eran bastantes, formando una familia cálida,
demostrativa, muy emotiva y con fuertes lazos
personales) me enseñaron a expresar el amor
abiertamente. Sin embargo, al ir a la escuela y
abrazar y besar a otros niños y maestros, pronto me
hicieron ver que era inmaduro, afeminado o, cuando
menos, disociado. Puedo recordar la confusión en mi
mente cuando la mamá de uno de mis compañeros de
clase vino a mi casa y les explicó a mis
desconcertados padres que yo no era un compañero
de juegos adecuado para sus hijos, pues era
demasiado ”físico”. Sin embargo, dejó de ser un
conflicto cuando me lo explicaron y pude entender
que cuando estaba en nuestro hogar, o en otros
similares al nuestro, había una forma correcta de
expresar nuestro afecto, pero en otras casas, podría
ser distinto. Debía observar y responder de acuerdo
con mi propio criterio. Naturalmente, para esa época
ya estaba convencido de que un apretón de manos o
hasta una franca sonrisa nunca podrían brindarme
tanto placer como un abrazo cálido o un beso tierno
(sigo creyendo que esto es cierto).
Aun en la actualidad, el niño continuamente está a
merced de sus maestros, del medio en que vive y de
los individuos (seres humanos) con los que entra en
contacto. Ellos son responsables de enseñarle a amar.
Por supuesto, sus padres serán los maestros más
importantes. Tendrán el mayor impacto en él y le
enseñarán únicamente el tipo de amor que ellos han
aprendido y sólo en la medida en que lo han
aprendido, ya que, ellos también, han estado

a merced de sus maestros y de su cultura. _Los maestros


únicamente pueden enseñar lo que han aprendido, y si el
amor que han aprendido es inmaduro, confuso, posesivo,
destructivo, exclusivo, entonces eso será lo que
transmitan y enseñen a los chicos. Si, por otra parte,
vivieron y conocen un amor libre, maduro, en constante
desarrollo, esto es lo que enseñarán.

Un niño no puede presentar resistencia a sus maestros;


tiene poco o ningún poder para hacerlo. Con el fin de
existir a cierto nivel de comodidad, debe aceptar lo que
se le ofrece, a menudo sin cuestionar. De hecho, hará
pocas preguntas, ya que tiene pocos conocimientos y
casi nada con lo cual pueda comparar. Su mundo se le
administra en cucharadas, se le dan los instrumentos
para satisfacer sus requerimientos y los símbolos para
organizarlos. Hasta se le enseña qué cosas son
significativas, qué sonidos escuchar y lo que significan,
así como lo que no tiene valor. En otras palabras, se le
enseña una forma particular de amar. Para ser amado, a
su vez, sólo necesita escuchar, ver y responder como los
demás. Es un asunto sencillo, pero el costo a pagar por
su individualidad resulta demasiado elevado.

El lenguaje es el principal medio para transferir


conocimientos, actitudes, prejuicios, sentimientos, y los
aspectos que hacen que la personalidad y la cultura sean
únicas. El lenguaje se enseña y aprende en y por medio
de la familia y la sociedad. Cualquier niño normal cuenta
con el equipo biológico, mental y físico necesario para
aprender cualquier idioma del mundo, y puede ejecutar,
en su niñez, todos los sonidos del alfabeto fonético
universal. Aunque nunca se le enseñe formalmente, a los
tres o cuatro años de edad ya hablará inteligiblemente,
con el lenguaje aprendido de su cultura. Las palabras que
emplea y el significado que les dé serán decididas por
quienes le enseñen

en su mundo inmediato. Naturalmente, aún no


podrá leer, y por lo tanto aprende su lenguaje
oralmente. No está consciente de que el lenguaje
que aprende determinará quién es, cómo verá al
mundo, cómo organizará su mundo y cómo lo
presentará a otros.

Todas las palabras tienen un contenido intelectual.


Hay poca dificultad al definir, por ejemplo, una
”mesa” o una ”casa”. Pero cada palabra también
tiene un contenido emocional. Es muy distinto
definir ”casa” en contraposición a hablar de la
”primera casa” en la que uno vivió. Todos
conocemos el significado superficial de la palabra
”libertad”. No obstante, si intentáramos definir la
libertad en nuestros propios términos, en nuestro
entorno actual, quizá nos veríamos en dificultades.

Cuando Timothy Leary elaboró su interesante


trabajo sobre el lenguaje y la conciencia, se refirió
a las palabras como ”la huella (el congelamiento)
de la conciencia externa”. Explicó que cada vez
que uno de los padres o la sociedad enseña al niño
un nuevo símbolo, se da un contenido tanto
intelectual como emocional a dicho símbolo, y tal
contenido está limitado por las actitudes y
sentimientos de sus padres y de la sociedad. Este
proceso empieza en una etapa demasiado
temprana para que el niño pueda opinar con
respecto a lo que las palabras van a significar para
él. Una vez ”congeladas”, las actitudes y
sentimientos hacia los objetos o personas a las
que se refieren las palabras se vuelven muy
estables, en muchos casos irreversibles. Entonces,
a través de las palabras al niño no sólo se le da el
contenido sino también la actitud. Así se forman
sus actitudes con respecto al amor. Se establece
una especie de mapa estático, explica Leary, en el
cual se realiza todo el aprendizaje subsecuente de
actitudes y conciencia. El ”mapa” del niño estará
determinado de acuerdo a. qué tanto se asemejen
los símbolos a los hechos y

cómo sean considerados, asimilados, analizados y


reforzados a través de la experiencia. El lenguaje
importante para establecer la conducta, las
relaciones, la acción, las actitudes, la empatía, la
responsabilidad, la confianza, el interés en otros, la
alegría, la respuesta, en otras palabras, el lenguaje
del amor, se determina de esta manera.

A partir de este momento el niño se encuentra a


merced de sus maestros. Se le ha forzado debido a su
falta de experiencia y aprovechando su dependencia,
a confiar en sus maestros y aceptar el mundo de amor
que le ofrecen como una realidad.

Aproximadamente en esta época el chico empieza a ir


a la escuela. Se depositan grandes esperanzas en la
educación, a través de la cual se le ofrece su primer
posible escape, nuevos mundos por descubrir, llenos
de actitudes y definiciones diferentes, excepcionales
e interesantes sobre la vida y el amor. Sin embargo,
el muchacho, pronto se desilusiona, pues en vez de
”liberarlo” para que siga su propia vida, ahora se
encuentra en un nuevo ambiente que a menudo es
menos flexible que el de su hogar.

Charles Reich expresa esta idea dramáticamente en


The Greening of America: ”Si bien la autoridad escolar
no tiene poder legal, no obstante, la escuela es una
faceta que la ley hace obligatoria, y hasta existen
sanciones por considerar un delito el no asistir a ella.
(La opción de asistir a una escuela privada existe para
las familias que se pueden dar el lujo de pagarla,
aunque ésta no es la propia elección del estudiante, y
obviamente sólo está disponible para unos cuantos.)
La escuela no tiene barrotes como la prisión, ni
puertas cerradas bajo llave como los manicomios,
pero el estudiante no es más libre de salir de ella que
el preso sin esperanzas de salir de la penitenciaría.

Con el niño así encerrado, la educación formal supone


que su principal tarea es el proceso de transmitir ”los
conocimientos acumulados del pasado”, por lo
general a expensas del presente y del futuro. Más
bien se trata de ”alimentarle conocimientos” y no de
”conducirlo hacia el saber”. Se le enseña todo, a
excepción de lo aparentemente necesario para el
creciente conocimiento del individuo sobre sí mismo,
sobre su relación con los demás. Encuentra que
muchos de sus maestros son individuos sin vida, sin
entusiasmo, esperanza o alegría. Erich Fromm dijo:
_”El vivir es el proceso de volver a nacer
continuamente. La tragedia en la vida de la mayoría
de nosotros es que morimos antes de haber nacido
completamente”. La educación moderna no hace
mucho para guiar al niño desde la muerte al
renacimiento.

Ni el amor por sí mismo (lo que los educadores llaman


autorrespeto) ni el amor hacia los demás
(responsabilidad y amor por el prójimo) pueden ser
enseñados en nuestro sistema educativo actual. Los
maestros están demasiado ocupados ”administrando
para poder ”crear”. Como señaló Albert Einstein: ”Es
casi un milagro que la instrucción en la actualidad no
haya estrangulado la sagrada curiosidad de la
indagación, ya que esta delicada y pequeña planta
principalmente tiene necesidad de libertad, sin la cual
caerá en el desastre y en la ruina completos y sin
duda morirá”.

Así pues, el individuo, una vez que ha crecido, sale de


las escuelas confundido, sintiéndose solo, enajenado,
perdido, irritado, y además con la mente llena de
hechos aislados y sin significados precisos, que juntos
reciben irrisoriamente el nombre de educación. No
sabe ni quién es ni en dónde está ni cómo llegó ahí.
No tiene idea de hacia dónde va, cómo llegar ni de lo
que hará cuando llegue. No sabe lo que tiene ni lo que
quiere ni cómo desarrollarlo. En esencia, es una
especie de robot, envejecido prematuramente,
viviendo en el pasado, confundido por el presente,
asustado por el futuro ... muy semejante a los
maestros que lo formaron.

En ninguna parte de este camino ha estado el sujeto


directamente expuesto al amor como fenómeno
aprendido. Lo que ha aprendido sobre el amor lo ha
hecho indirectamente, por casualidad o por ensayo y
error. Su mayor experiencia, y a menudo su única
enseñanza, ha ocurrido a través de los medios
masivos comerciales que han explotado el amor para
sus propios fines. Los poetas frustrados, con la ayuda
de la Metro-Golden-Mayer y 20th Century Fox, crearon
el amor romántico para el mercado mundial.

Su particular concepto del amor, por lo general, no


llega más allá de que el chico conoce a la chica, ésta
riñe con el chico (o viceversa), quien pierde a la chica,
ambos ven la luz a través de un golpe mágico del
destino, el chico conquista a la chica, y viven
”eternamente felices”. Todo esto con sus diversas
variaciones.

Un ejemplo clásico de lo anterior fue el éxito de las


películas de Rock Hudson y Doris Day. Rock conoce a
Doris, la corteja con atenciones: regalos, flores,
palabras amables, persecuciones extravagantes y
buenos modales. Doris se la pasa huyendo de las
acometidas de Rock durante seis carretes del filme.
Finalmente, Doris ya no puede resistir más, se rinde y
se entrega a Rock, quien la carga a través del umbral
de la puerta, y así desaparecen de la escena.

Lo interesante sería ver lo que sucede después que


desaparecen de la escena. Indudablemente,
pensaríamos que cualquier chica como la del
personaje que actúa Doris, que ha huido de un
hombre durante seis carretes, debe ser frígida; y
cualquier hombre que soporta ese tipo de tonterías
debe ser impotente. Es decir, están hechos el uno
para la otra.

De todas formas, son los ejemplos como éste (e


incontables más) los que crean en nosotros la idea de
lo que es el amor.

Los anuncios de desodorantes, los comerciales de


cigarrillos, las compañías de cosméticos, todos juegan
un papel adicional en el fortalecimiento de esta idea
loca sobre el amor. Nos aseguran que amar significa
correr juntos en una pradera, prender dos cigarrillos
en la oscuridad o aplicarse cierto desodorante
diariamente. Se transmite la idea de que el amor sólo
”sucede”, por lo general a primera vista. Según eso,
uno no tiene que esforzarse, el amor no necesita de
ningún maestro, uno sólo se enamora si se siguen al
pie de la letra las reglas adecuadas y se juega el
”juego” correctamente.

A mí no me gustaría formar una sociedad con un


arquitecto que tenga escasos conocimientos sobre la
construcción, ni con un corredor de bolsa que tenga
datos limitados de la bolsa de valores. Aun así,
tratamos de formar lo que esperamos serán
relaciones permanentes de amor con personas que
casi no tienen ningún conocimiento de lo que el
mismo significa, y que equiparan el amor con el sexo,
la atracción, la necesidad, la seguridad, el romance, la
atención y mil cosas similares. El amor puede ser todo
esto y, a la vez, no ser ninguna de estas cosas.
Alguien en una clase sobre el amor comentó:
”Quisiera que ella me amara más y me necesitara
menos”.

La mayoría de nosotros nunca aprendemos a amar.


Jugamos al amor, imitamos a los amantes, tratamos al
amor como a un juego. ¿Es de sorprender entonces
que tantos de nosotros estemos muriendo de soledad,
nos sintamos angustiados e insatisfechos, aun en
relaciones aparentemente cercanas, y que siempre
busquemos en otra parte algo más que sentimos debe
estar ahí? ”¿Es esto todo lo que hay?”, como dice una
canción.
I

Hay algo más, muy sencillo pero importante: el


potencial ilimitado de amor que existe dentro de
cada persona ansiosa de ser reconocida, en espera
de poder desarrollarse, añorando crecer.

Nunca es demasiado tarde para aprender,


especialmente cuando uno tiene el potencial para
lograrlo. Si uno quiere aprender a amar, debe
empezar por el proceso de averiguar qué es, qué
cualidades forman a la persona que ama y cómo
se desarrollan. Toda persona cuenta con el
potencial para amar, pero éste nunca se culminará
sin esfuerzo, lo cual no significa dolor. El amor se
aprende mejor al maravillarse, al alegrarse, al
estar en paz, al vivir.
En este momento los científicos están descubriendo
que el considerar que vivir y amar son lo mismo, es la
única forma de vida adecuada para los seres
humanos porque, de hecho, ésa es la forma de vida
que exige la naturaleza innata del hombre.

ASHLEY MONTAGU
Es cierto que, en un análisis final, todo hombre está
solo. No importa qué tantas personas lo rodeen o qué
tan famoso sea; en los momentos más significativos
de su vida es muy probable que se encuentre solo. El
momento de su nacimiento se da en un mundo ”solo”,
al igual que el momento de su muerte. Entre estos
extremos de suma importancia se encuentra la
soledad de los momentos de lágrimas, de lucha para
el cambio, de decisión. Éstas son las ocasiones
cuando el hombre se enfrenta solo a sí mismo, ya que
nadie más puede entender verdaderamente sus
lágrimas, su lucha, o las complejas motivaciones
subyacentes a sus decisiones. La mayor parte de los
hombres, esencialmente siguen siendo extraños, aun
para aquellos que los aman.

Orestes se encontraba solo cuando decidió matar a


Clitemnestra, su madre, en un acto que lo liberó.
Hamlet se hallaba solo cuando tomó la decisión de
vengar la muerte de su padre, en un acto que lo
destruyó a él y prácticamente a todos los que lo
rodeaban. John Kennedy estaba solo cuando tomó la
famosa decisión de Bahía de Cochinos, que pudo
haber provocado otra gran guerra mundial. La
mayoría de nosotros no conocerá nunca el peso de
una soledad tan trascendental, pero al mismo tiempo,
cada vez que tomemos una decisión, por
insignificante que parezca, estaremos igual de solos.

El concepto de soledad se vuelve aún más devastador


cuando comparamos el ”estar solo” con ”sentirse
solo”. Estos dos aspectos son radicalmente distintos.
Uno puede estar solo y nunca sentirse sólo, y
viceversa, sentirse solo aun cuando se encuentre
entre mucha gente. Todos hemos experimentado
distintos grados de soledad, aunque no siempre han
sido aterradores. Hemos descubierto que estar solo
algunas veces no sólo es necesario sino que
representa un reto, motivo inspirador y aun una
fuente de alegría. Necesitamos estar solos con
nosotros mismos para reencontrarnos en el sentido
más profundo. Necesitamos tiempo para reflexionar,
atar cabos sueltos, entender el significado de nuestra
confusión o sencillamente para soñar. Y descubrimos
que a menudo podemos lograr mejor todas estas
cosas cuando estemos solos. Albert Schweitzer lo
enfatizó conmovedoramente al comentar que el
hombre moderno forma parte inevitable de una
muchedumbre y está muriendo de un sentimiento de
soledad personal.

La mayoría de los hombres parece lidiar con el hecho


de estar solos como un reto único, aunque no eligen la
soledad como un estado permanente. El hombre es
por naturaleza un ser sociable. Encuentra que se
siente más cómodo en su soledad en el grado en que
puede relacionarse a voluntad con otros. Descubre
que con cada relación profunda se acerca aún más a
sí mismo; que los demás lo ayudan a obtener
fortaleza personal, y con esta fortaleza, a su vez, se le
facilita más enfrentarse a su soledad. Por lo tanto, el
hombre trata conscientemente de llegar a otros y
atraerlos más, en el grado en que le es posible y en el
que es aceptado. Cuanto más pueda aliarse con todas
las cosas, aun con la muerte, menos temeroso estará
del aislamiento. Por estas razones el hombre creó
i
EL HOMBRE NECESITA AMAR Y SER AMADO

el matrimonio, la familia, las comunidades y, más


recientemente, las comunas, y también, según
sostienen algunos, creó a Dios.

Parece haber un notable cúmulo de evidencia que


indica la verdadera necesidad innata de estar juntos,
de interacción humana, del amor. Y al parecer, sin
esos lazos estrechos con otros seres humanos, un
niño recién nacido, por ejemplo, podría tener una
regresión, desde el punto de vista de su desarrollo,
perder conciencia, caer en la idiotez y morir. Esto es
posible aun si está en un ambiente físico perfecto, con
una dieta estupenda y gozando de atención médica.
Estos aspectos no parecen suficientes para el
continuo desarrollo físico y mental. La tasa de
mortalidad infantil en instituciones bien equipadas,
pero con falta de personal, ha sido apabullante en la
última década. En las dos décadas anteriores, antes
de que se aceptara la importancia de la respuesta
humana en el desarrollo del niño, las estadísticas de
mortalidad infantil eran aún más dramáticas. En 1915,
en una reunión de la Sociedad Norteamericana de
Pediatría, el doctor Henry Chapin informó que habían
muerto todos los niños menores de dos años, y otros
informes de la misma época resultaron muy similares.

El doctor Griffith Banning, en un estudio efectuado


con
800 niños canadienses, informó que los niños cuyos
padres estaban divorciados, muertos o separados, y
quienes carecían de los sentimientos de amor y
afecto, presentaban mucho más daño en su
crecimiento que el que pudiera haberles provocado
alguna enfermedad.

Skeels, conocido sicólogo y educador, informó


recientemente sobre el dramático estudio a largo
plazo con niños huérfanos en los que la única variable
era el amor y el calor humano. Un grupo de 12 niños
permaneció albergado en un orfanatorio; cada uno de
ellos, en un segundo grupo, diariamente era llevado a
una institución cercana para ser atendido y amado
por una chica adolescente, retrasada mental.

Los hallazgos de Skeels se han vuelto clásicos de la


literatura. Después de más de 20 años de estudio, ha
encontrado que de todos los chicos del primer grupo
que permanecieron en el orfelinato, sin amor
personal, en la actualidad todos estaban, si no
muertos, recluidos en instituciones para retrasados
mentales. Los del segundo grupo, que recibieron amor
y atención, actualmente se mantienen todos a sí
mismos, la mayoría se graduaron en bachillerato y
todos están felizmente casados, habiendo únicamente
un divorcio. ¡Son estadísticas impresionantes!

En la ciudad de Nueva York, el doctor Rene Spitz, en


la última década, estudió a niños que vivían en dos
instituciones diferentes, pero físicamente adecuadas.
Las instituciones diferían principalmente en su
enfoque en cuanto a la cantidad de contacto físico y la
atención que los niños recibían. En una de ellas el
niño permanecía en contacto diario con un ser
humano, por lo general su madre. En la segunda
institución había una sola enfermera a cargo de 8 a 12
niños. El doctor Spitz estudió a cada niño en términos
de factores de desarrollo, así como médica y
psicológicamente. Se ocupó del cociente de desarrollo
del niño, el cual incluía aspectos de personalidad tan
importantes como la inteligencia, percepción,
memoria, habilidad para imitar, etc., y concluyó que
gracias al cálido contacto humano, el cociente de
desarrollo aumentó de 10: .50 a 105 y mostró una
tendencia de aumento continuo.

Por otra parte, los niños privados de esa atención


empezaron con un cociente de desarrollo promedio de
124, y para el segundo año de estudios había bajado
a un sorprendente 45.
EL HOMBRE NECESITA AMAR Y SER AMADO

Hay otros estudios de los doctores Fritz Ridel, David


Wineman y Karl Menninger, que indican una correlación
positiva entre el interés humano y el estar juntos, con el
crecimiento humano y el desarrollo. Un informe muy
interesante y más completo de estos estudios y muchos
otros de naturaleza similar, se puede encontrar en el
artículo fascinante que escribió Ashley Montagu en el Phi
Delta Kappan (mayo, 1970).

Así que, al parecer, el niño no conoce ni entiende la sutil


dinámica del amor, pero ya tiene una necesidad tan
fuerte del mismo que su carencia puede afectar su
crecimiento y desarrollo y hasta causarle la muerte. Y
esta necesidad no cambia en la vida adulta. En muchos
casos, el amor, el estar junto a otros, se convierte en el
principal impulso y meta de la vida del individuo. Se sabe
que la falta de amor es la principal causa de la neurosis
severa y hasta de la psicosis en la vida adulta.

Hace algunos años yo solía pasar los domingos por la


noche en una estación de radio que programaba música
de rock en Los Ángeles, que tenía una línea abierta a la
ciudad. Sólo estábamos dos personas en una pequeña
cabina de cristal repleta de equipo electrónico, y afuera
había una sola recepcionista que manejaba 6 líneas
telefónicas en funcionamiento continuo. De las 7:00 p.m.
hasta las 10:00 p.m. escuchábamos y hablábamos con
voces extrañas de toda la ciudad. Las líneas nunca
estaban desocupadas, siempre estábamos platicando
con alguien mientras otras cinco personas esperaban. El
tema era el amor y resultaba interesante que la mayoría
de las llamadas se relacionaban con la soledad, la
incapacidad para amar a otros, la confusión en las
relaciones interpersonales, el temor de amar por miedo a
ser herido. Los cientos de personas cuyas llamadas se
recibían cada noche deseaban amar, pero no sabían
cómo hacerlo. Un hombre joven
El amor es como un espejo.

Cuando amas a alguien te

conviertes en su espejo y él

en el tuyo... Y al reflejar

el amor del otro se logra ver el

infinito.

expresó: ”Estoy solo en un pequeño departamento en


la avenida Melrose. Hay muchas personas como yo en
esta calle, cada quien en su propio departamento,
todos esperando estar con alguien, pero ninguno sabe
cómo romper el muro. ¿Qué es lo que pasa con
nosotros?”

De hecho, el temor a la soledad y la falta de amor son


tan grandes en la mayoría de nosotros, que es posible
que lleguemos a convertirnos en esclavos de este
temor. Para evitarlo, estamos dispuestos a renunciar
hasta a nuestro verdadero yo, a cualquier cosa, a
satisfacer las necesidades de otros y en esta forma
obtener una compañía íntima para nosotros.

Hay una popular obra musical en Broadway que se


llama Company. Sugiere que la única razón para el
amor y el matrimonio es tener compañía, para bien o
para mal; es decir, que algo es mejor que nada. En
Wild Palms, William Faulkner señaló: ”Si tuviera que
escoger entre el dolor y nada, eligiría el dolor”. La
mayoría de los hombres estarían de acuerdo con él.

El niño aceptará hábitos irrazonables para obtener el


amor de sus padres. El adolescente perderá su
identidad, renunciará a sí mismo, para ser aceptado
como parte de un grupo; se vestirá como sus
compañeros, se peinará como ellos, escuchará la
misma música, practicará los mismos bailes y
adoptará las mismas actitudes. En la vida adulta
encontramos que la forma más fácil de ser aceptados
es comportarse como aquellos que queremos que nos
acepten. De manera tal que nos conformamos; nos
ponemos a jugar bridge, a leer los mismos best
sellers, damos cocteles similares, construimos casas
parecidas, nos vestimos adecuadamente, de acuerdo
con las normas del grupo, para poder adquirir un
sentido de comunidad y seguridad. Durante el cortejo
y el periodo de amor romántico cambiamos de la
manera más radical para obtener
la aprobación y aceptación del ser amado, al grado de
seguir la letra de aquella canción: ”A él le gustan los
caireles y a mí nunca me gustaron, pero a él le gustan
los caireles, así que ahora son mi fascinación”.

Al llegar a viejos, voluntaria o involuntariamente nos


trasladamos a entornos artificiales para los ancianos,
a fin de escapar de un mundo de juventud en donde
ya no parecemos ser útiles o deseados, y buscamos
un mundo donde podamos seguir sintiéndonos uno
con el grupo.

Independientemente de qué tanto lo neguemos,


encontramos que en cada etapa de nuestra vida
tratamos de acercarnos a otros: a los padres cuando
somos niños, a los muchachos cuando somos
adolescentes, a posibles parejas sexuales cuando
somos adultos jóvenes, a comunidades adecuadas
cuando somos adultos maduros, y a comunidades de
retiro cuando somos mayores, hasta nuestra muerte.

Necesitamos a otros, para amarlos y ser amados por


ellos. Es indudable que sin esto, nosotros también, al
igual que el bebé que se deja solo, dejaríamos de
crecer, dejaríamos de desarrollarnos, quizá
llegaríamos a la locura e incluso a la muerte.

Cuestión de definición
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene
envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita,
no guarda rencor; no se regocija de la injusticia, mas
se regocija de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de
ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las
lenguas, y la ciencia acabará. Y ahora permanecen la
fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor
de ellos es el amor.

I CORINTIOS 13.
3
La tarea de tratar el tema del amor se deja
generalmente a los poetas, filósofos y religiosos.
Los científicos parecen evitarlo. Abraham Maslow
ha señalado: ”Es sorprendente lo poco que la
ciencia empírica puede ofrecer sobre el tema del
amor. Es peculiarmente extraño el silencio de los
sicólogos, algunas veces meramente triste o
irritante, como en el caso de los libros de texto de
sicología y sociología que no reconocen el tema”.

Pitirim Sorokin, el famoso sociólogo de Harvard, en


su libro The Ways and Power of Love, explica por
qué piensa que el científico durante mucho tiempo
ha evitado la discusión sobre el amor: ”Las mentes
«sensatas» enfáticamente no creen en el poder del
amor. A nosotros nos parece algo ilusorio. Lo
llamamos autoengaño. El opio de la gente,
tonterías idealistas, delirio no científico. Estamos
prejuiciados contra todas las teorías que tratan de
probar el poder del amor y otras fuerzas positivas,
en la determinación de la personalidad y conducta
humana; su influencia en el curso de la evolución
biológica, social, mental y moral; su impacto en el
curso de los acontecimientos históricos; en la
formación de instituciones sociales y culturales. En
el medio ambiente sensato parecen no ser
convincentes, ni científicas, y sí parciales y
supersticiosas”.
Por lo tanto, la ciencia y los científicos permanecen
callados en cuanto respecta a este tema. Algunos lo
reconocen como una realidad mientras que otros lo
ven como una idea fantaseada para dar significado a
una vida sin significado. Hasta hay quienes lo
condenan como totalmente patológico.

No hay duda de que el amor no es un tema fácil de


tratar. Quizás ocuparse de él signifique ”caminar por
donde los ángeles temen pisar”. Sin embargo, es
absurdo que una fuerza de vida tan poderosa
permanezca ignorada, no investigada, condenada por
los científicos ortodoxos.

Es posible que los temores se fundamenten en una


base semántica. Tal vez no exista una palabra más
mal interpretada que la de amor. Francois Villon, el
poeta romántico francés, condenó el hecho de que
constantemente ”empleamos la palabra amor en
cosas relacionadas con la cocina y deseos diarios”.
Una persona puede ”amar” a Dios y ”amar” la tarta
de manzana o a los Dodgers. Puede concebir el
”amor” como un sacrificio o dependencia, o
únicamente en una relación de hombre-mujer; como
una referencia al ”amor” sexual; o quizás lo vea sólo
como pureza santa.

Como individuos, estamos obligados a llegar a algún


entendimiento del amor para poder manejarlo. Esto,
como se indicó anteriormente, no es tarea fácil y a
menudo es conveniente y satisfactorio darle una
breve consideración. Dicha tarea puede parecernos
imposible y limitante por ser el concepto del amor tan
amplio, y es por esto que los científicos prefieren
ignorarlo por completo.

Por lo tanto, el amor ha caído en manos del santo que


lo define en términos de un estado de éxtasis; del
poeta que lo ve como un estado exagerado de alegría
o decepción; del filósofo que intenta analizarlo en una
forma racional, pero a menudo oscura. El amor, según
parece,

encaja perfectamente en ninguno de estos moldes, ya


que puede ser todo eso a la vez: un estado de éxtasis, de
alegría, de decepción, racional o irracional.

El amor es muchas cosas, quizás demasiadas para


pretender ser definitivos al respecto. Así que, quien
intente definirlo corre el riesgo de terminar siendo vago o
nebuloso y no llegar a ninguna parte.

Ya hemos dicho que todo hombre aprende


constantemente el amor en una forma única e individual.
Esperar que entienda esta palabra cuando es empleada
por otro, de manera no generalizada, es como esperar un
milagro. Si una persona le dice a otra, ”amo la tarta de
manzana”; casi no habría duda de lo que quiere decir:
que la tarta de manzana es atractiva para su gusto
gastronómico. Sin embargo, si la misma persona le dijera
a la otra ”te amo”, la cuestión sería distinta.
Tenderíamos a preguntar: ”¿a qué se refiere con eso?,
¿ama él mi cuerpo?, ¿mi mente?, ¿me ama él en este
momento?, ¿para siempre?”. Una alumna en la clase de
amor planteó esto con precisión cuando dijo: ”La
diferencia entre decir «te amo» a un amigo o a un
amante es que si le dijeras «te amo» a un amigo, él
sabría exactamente a qué te refieres”.
Indudablemente, hasta aquí queda claro para el lector
que definir el amor presenta gigantescos problemas,
porque uno crece en el amor, por lo tanto la definición
cambia y se amplía. No obstante, hay ciertas cosas que
se pueden decir sobre el amor, ciertos elementos
comunes que se pueden analizar ayudan a aclarar el
tema para efectos de discusión. Mi propósito al escribir
este libro ha sido compartir algunas ideas relativas a
estos aspectos del amor.

El amor es una reacción emocional aprendida, una


respuesta a un conjunto de estímulos y conductas
aprendidos. Al igual que toda la conducta aprendida, se
efectúa

EL AMOR

a través de la interacción del que aprende con su


medio ambiente, de la habilidad de la persona para
aprender, y del tipo y potencia de los reforzadores
presentes; es decir, qué gente responde, cómo
responde y en qué grado responde a su amor
expresado.

El amor es una interacción dinámica que se vive cada


segundo de nuestra vida, y durante toda ella. Por lo
tanto, se encuentra en todas partes, en todo
momento. Por esta razón, tenga aversión hacia la
palabra ”enamorarse”. Yo no creo que uno se
enamore o se desenamore. Uno aprende a reaccionar
de modo particular en cierto grado a un estímulo
específico. Esta reacción será el índice visible del
amor. No se posee más amor para ”enamorarse” o
”desenamorarse” del que uno tiene y actúa en un
momento dado de su vida. Sería más adecuado decir
que uno crece en el amor. Cuanto más se aprende,
mayores son las oportunidades de cambiar las
respuestas conductuales y por lo tanto de ampliar la
capacidad para amar. El hombre está constantemente
creciendo en el amor o muriendo. Por ende, tanto sus
acciones como sus interacciones irán cambiando a lo
largo de su vida.

Si uno desea conocer el amor, debe vivirlo


activamente. El pensar en o leer sobre el amor o
elaborar discursos profundos sobre el amor está muy
bien, pero en última instancia, ofrecerá poca, si es
que alguna, respuesta. Los pensamientos, lecturas y
discursos sobre el amor sólo tienen valor cuando
presentan cuestiones sobre los cuales actuar. Se
puede aprender el amor con una introspección fresca,
con cada nueva añadidura de conocimiento, sobre los
cuales se actúa, y ante los cuales se reacciona, pues
de otro modo el conocimiento carecerá de valor.
Como dice Rilke con tanta precisión, sencillamente
hay que ”amar hasta que algún día se encuentre la
respuesta”. En otras palabras, se vive en constante
cuestionamiento.

Sin embargo, con el fin de vivir ese cuestionamiento es


lógico que uno tenga que plantear las preguntas.

Al vivir las preguntas se aprenderán muchas verdades


sobre el amor; entre ellas, que el amor no es una cosa.
No es un artículo con el que se pueda hacer un trueque,
o se pueda comprar o vender, ni tampoco se puede
forzar a alguien a amar. Sólo se puede dar amor
voluntariamente. Si una persona elige compartirlo por
igual con todos, es libre de hacerlo. Si opta por reservarlo
para unos cuantos, también lo puede hacer. Su amor le
pertenece y lo puede dar como mejor le parezca.

Hay gente dispuesta a comprar cuerpo y mente en


nombre del amor. Sin embargo, se engaña a sí mismo si
cree que el amor verdaderamente se puede comprar. Se
puede comprar el cuerpo, el tiempo, las posesiones
materiales de alguien, pero nunca se podrá comprar su
amor. Uno puede fingir amor por cierto precio, y éste es
un arte dramático que ha sido perfeccionado por muchos
al grado que algunas veces es imposible discernir el
engaño. No obstante, este juego de fingir el amor no es
fácil, y además el costo es muy alto y nunca vale el
precio que se paga.

El amor no puede ser capturado o amarrado; se desliza a


través de las cadenas, pero si desea tomar otro curso,
simplemente se va; y todas las prisiones, guardias,
cadenas u obstáculos del mundo nunca serán lo
suficientemente fuertes para detenerlo ni un segundo. Si
un ser humano deja de desear crecer en el amor con
otro, el otro puede jugar distintos papeles para retenerlo.
Puede convertirse en un villano y amenazarlo; o en una
persona generosa y ofrecerle regalos; puede manipularlo
y hacerlo sentirse culpable; se puede volver astuto y
engañarlo para que se quede, o puede cambiar su propio
proyecto para satisfacer las necesidades del otro. Pero
independientemente de lo que haga, habrá
desaparecido el amor del otro, y usted sólo recibirá, a
cambio de toda su energía, un cuerpo vacío, sin amor,
muerto. Por lo tanto, el precio por sus esfuerzos será
vivir tratando de retener desesperadamente y dando
su amor a un marco humano sin vida, sin amor.
Esto, aunque pueda parecer repugnante, es práctica
común por medio de la cual se busca obtener
seguridad, fama o fortuna. La dinámica se vuelve aún
más grotesca cuando se considera que esta relación
sin salida obstaculiza todas las posibilidades de
crecimiento continuo del amante. El amor siempre
tiene los brazos abiertos, y de la misma manera uno
permite que el amor llegue y se vaya cuando lo
desee, libremente, pues a fin de cuentas eso es lo que
hará. Si cierras los brazos con respecto al amor,
encontrarás que te quedas abrazándote a ti mismo.

El amor, en algún tipo y grado, está presente en todos


los hombres civilizados, así como una base para el
amor y el potencial para crecer en él. El amor es
entonces un proceso de ”construir sobre” lo que ya
está ahí, pues nunca es completo en ninguna persona.
Siempre hay cabida para mayor crecimiento. En cada
etapa de la vida, el amor se encuentra en un nivel
distinto de desarrollo así como en el proceso de
devenir. Es tonto sentir o creer que el amor alguna
vez está completamente realizado. De hecho, el amor
perfecto es muy raro y cabe preguntarse si algún
hombre lo ha logrado. Esto no significa que la
perfección en el amor sea imposible, o que sea una
meta a la cual no valga la pena dedicarse
encarecidamente. De hecho, es nuestro mayor reto,
ya que el amor y el yo interno son uno y el
descubrimiento de cualquiera de los dos representa la
realización de ambos.

También se dará uno cuenta de que no hay ”tipos” de


amor. El amor es amor. Uno conoce, expresa y actúa
lo que sabe del amor en cada etapa de crecimiento.
Es como
EL AMOR

un niño que nace sabiendo poco del amor y ama a


todos los objetos de igual manera. Pero a medida que
crece en el amor, establece diferencias, gracias al
creciente conocimiento que va adquiriendo y elige
objetos que le respondan para probar su amor. Ama
su alimento; también ama a su madre. Su madre es
más responsiva y le satisface más que el alimento ...
por lo menos eso esperamos. Por lo tanto, el amor por
su madre se vuelve más profundo. Entonces, hay
grados de amor, pero sólo existe un tipo de amor.

Descubrirá que el amor significa confianza. La


experiencia parece convencernos de que sólo los
tontos confían, creen y aceptan todas las cosas. Si
esto es cierto, entonces el amor es sumamente tonto,
ya que si no se basa en la confianza, fe y aceptación,
no es verdadero amor. _Erich Fromm dijo: ”Amar
significa comprometerse sin garantía, darse por
completo con la esperanza de que nuestro amor
produzca amor en la persona amada. El amor es un
acto de fe y quien tenga poca fe también tiene poco
amor”. El amor perfecto sería el que diera todo sin
esperar nada. Naturalmente, estaría dispuesto y
encantado de recibir lo que se le ofreciera; cuanto
más, mejor. Pero no pediría nada, ya que si uno no
espera ni pide nada, nunca será decepcionado ni
engañado. Cuando el amor exige, es entonces que
causa dolor.

Esta afirmación parece elemental y sencilla, pero en


la práctica resulta bastante difícil. Hay pocas personas
tan fuertes, tan totalmente permisivas, con tanta
confianza como para dar sin esperar recibir. Esto no
es de sorprender, ya que desde la infancia se nos
enseña a esperar una recompensa por cualquier
esfuerzo realizado. Si trabajamos, exigimos un salario
adecuado; si no, cambiamos de empleo. Si cultivamos
plantas y árboles, esperamos que haya flores y frutos;
si no, los cortamos. Si invertimos

tiempo en una tarea, esperamos alguna satisfacción o


elogio; si no, nos negamos a hacerla otra vez. De hecho,
una recompensa palpable es en muchos casos la única
motivación para el aprendizaje. El amor no es así; sólo es
amor cuando se da sin esperar nada a cambio. Por
ejemplo, no se puede insistir en que alguien a quien tú
ames, te ame a su vez; hasta la idea misma es risible. No
obstante, inconscientemente ésta es la forma en que la
mayoría de la gente vive. Si amas en verdad, entonces
no tienes otra opción que creer, confiar, aceptar y
esperar que tu amor sea correspondido. Nunca puede
haber certeza, nunca alguna garantía. Si se piensa
esperar para amar hasta estar seguro de recibir un amor
igual a cambio, quizá esperará eternamente. Si ama con
cualquier expectativa como base, seguramente a la larga
quedará decepcionado, porque no es probable que
determinada persona pueda satisfacer todas sus
necesidades, aun si su amor por ella es muy grande.

Uno ama porque así lo desea, porque le produce alegría,


porque sabe que el crecimiento y el descubrimiento de si
mismo depende del amor. Sabe que la única certeza que
podría tener se encuentra en sí mismo. Si confía y cree
en sí mismo, confiará y creerá en otros. Está ansioso de
aceptar todo lo que le puedan dar, pero no puede estar
seguro de recibirlo ni depender de nada, excepto de sí
mismo.
Los budistas dicen que uno se encuentra en camino a la
iluminación cuando ”deja de desear”. Quizás nunca
podamos alcanzar este envidiable estado de paz interior,
pero en la medida en que podamos vivir sin exigir ni
esperar (excepto de nosotros mismos), podremos estar
libres de decepciones y desilusiones. Esperar algo de
alguien por considerarlo nuestro derecho, es como
cortejar a la infelicidad. Los otros pueden dar, pero sólo
darán lo que pueden,

Amor es tener siempre

los brazos abiertos.

Si le cierras los brazos al amor,

encontrarás que sólo te rodean a ti mismo.


Cuando dejas de ponerle condiciones a tu amor, has
dado un paso gigantesco hacia el aprendizaje del
amor.

El humano que busque el amor sabrá que debe ser


paciente. El que ama sabe que cada persona puede
aumentar su conocimiento acerca del amor para
acercarlo más a sí mismo. Sabe que la experiencia y
el conocimiento que la gente tiene del amor difieren.
Le emociona la idea de que una relación signifique
compartir, que sea la revelación mutua de los
conocimientos de cada uno sobre el amor. Sabe que
todo hombre tiene una capacidad infinita para amar,
pero que ésta se desarrolla de manera distinta en
cada hombre. Cada persona crece a su propio ritmo,
en su propia forma, en su propio momento, debido a
que es única. Por lo tanto, es inútil reprochar, juzgar,
predecir, exigir o suponer. El amor debe ser paciente,
debe esperar. Claro que esto no significa que el amor
espera pasivamente por siempre, de ser necesario,
para que la persona crezca. El amor es activo, no
pasivo. Continuamente participa en el proceso de
abrir nuevas puertas y ventanas, para que nuevas
ideas y preguntas puedan ser admitidas. Comparte
conocimientos y ofrece un terreno sólido para intentar
practicar lo que se aprende. Pone una mesa atractiva,
apetecedora, de gourmet, pero no puede forzar a
nadie a que coma. Le otorga a cada quien la libertad
de seleccionar y rechazar de acuerdo con sus gustos.
El amor se ofrece a sí mismo como una fiesta continua
de la que uno se puede alimentar, sabiendo que
cuanto más se prueba, cuanto más se ingiere y
digiere, la energía será mayor se tendrá más que
ofrecer cuando otros vengan a nuestra fiesta. El
potencial del amor es ilimitado.

El amor tiene una forma distinta de revelarse a través


de cada hombre. El esperar que otros amen como tú
en este momento, es poco realista. Sólo tú eres tú y
por lo

EL AMOR

tanto sólo tú puedes responder al amor, dar amor y


sentir amor como tú lo haces. La aventura se
encuentra en el descubrimiento del amor en ti mismo
y en otros; en observar cómo el amor se revela en
otros; un suave, maravilloso descubrimiento; un
desenvolvimiento cuidadoso y dulce.
El amor no teme sentir y ansia expresarse. Las
culturas varían en su actitud con respecto a la
expresión emocional. En algunas de ellas, por
ejemplo, se espera que la familia grite en un funeral, y
los amigos quedarían sorprendidos y contrariados si
no ocurriera así. En otras culturas se aprueba
altamente el enfoque calmado y austero hacia la
muerte, y una demostración efusiva de emoción se
consideraría inadecuada. En Estados Unidos, a la
mayoría de los niños se les enseña a ”controlar” sus
emociones, a internalizar sus sentimientos. El ser
demostrativo, reírse bulliciosamente o llorar
amargamente son señales de inmadurez, pues
sostienen que sólo lloran los bebés.

Por lo tanto, no es de sorprender que el adulto


encuentre difícil expresar sentimientos fuertes tales
como el amor. Le es difícil verbalizar lo que siente; no
cuenta ni con las palabras ni con la práctica. Los
amantes latinos, por ejemplo, tienen fama de
mostrarse adecuadamente poéticos de acuerdo con
cada nuevo amor, lo que a menudo se revela en la
riqueza de sus palabras con una carga tan emocional
en sus idiomas. El francés, el italiano y el español son
ejemplos de estas lenguas ”romance”, que agregan a
sus palabras animación y gesticulación para
intensificar el contenido emocional. Con frecuencia es
posible entender a estas personas meramente
observándolas, aunque no se comprenda ni una sola
palabra.

Las emociones fuertes están presentes en toda la


gente. Si no sintiéramos, no seríamos humanos. No
es natural que el hombre oculte sus sentimientos,
aunque, si se le enseña a hacerlo, lo puede aprender.
El amor le enseña al hombre a mostrar lo que siente, y
nunca presupone que pueda discernirse o sentirse sin
expresarlo.

Cada vez que viajo a Italia para ver a mis parientes, me


resalta de inmediato su amor, el cual expresan de una
manera notoriamente dulce y cálida. Al instante siento su
emoción y alegría ante mi presencia; me veo atrapado en
sus gritos de felicidad, exclamaciones de amor, abrazos,
besos, caricias, todas estas afirmaciones de sus
sentimientos. Y para mí esto es refrescante y encantador,
pues fui criado en un medio ambiente como ése. Mi
familia siempre demostró lo que sentía, y lo expresaba
abiertamente. Sin embargo, es comprensible que para
aquellos que no están acostumbrados a esta
demostración de sentimientos la experiencia pueda ser
abrumadora y hasta deprimente.

Por otro lado, las lágrimas están desapareciendo en


nuestra cultura. Ciertamente, el hombre no acostumbra
llorar, y hasta la mujer es considerada ”emocional” si lo
hace. Por lo mismo, todos tenemos que llorar solos o
correr el riesgo de ser llamados ”neuróticos” o
”anormales”.

Recientemente, mientras veía en teatro El hombre de la


Mancha, obra musical basada en Don Quijote, la novela
de Cervantes, me sorprendí a mí mismo atrapado en las
vicisitudes del desdichado caballero incomprendido. No
me fue difícil entender su necesidad de volver a celebrar
lo hermoso, lo romántico y lo bueno en un mundo en el
que tales virtudes ya no se consideran de mucho valor.
Durante la escena de su muerte, rodeado por los que
amaba, don Quijote se levanta, toma su lanza, y
nuevamente se manifiesta listo para luchar contra los
molinos de viento por el amor de su Dulcinea. Esta
escena me conmovió mucho al grado de que libremente
corrieron lágrimas por mis mejillas. Una mujer que se
hallaba sentada junto a mí, le dio un discreto codazo a su
marido y le murmuró
CUESTIÓN DE DEFINICIÓN

con sorpresa, ”¡mira querido, ese hombre está


llorando!” Al oírla, tomé mi pañuelo y me limpié la
nariz ruidosamente mientras seguía llorando. Esta
señora quedó tan sorprendida de ver llorar a un
hombre mayor, que tuve la certeza de que ni siquiera
se dio cuenta del final de la obra. Amar es no tener
miedo de sentirlo y expresarlo.

Como seres humanos, estamos aún más separados


físicamente. Aunque en todas partes de Europa y Asia
las mujeres y los hombres por igual se besan, abrazan
y caminan de la mano o del brazo, en ciertas ciudades
de Estados Unidos estos actos serían considerados
como delitos y estos hombres y mujeres serían
encarcelados. El tocarse aún se permite entre
mujeres, pero está estrictamente prohibido, desde la
infancia, entre hombres. Esto a pesar de que el tocar
ofrece una forma de comunicación que a menudo dice
mucho más que las palabras y la expresión. El poner
los brazos alrededor de otra persona o sobre su
hombro es una forma de decirle ”te veo”, ”siento
contigo”, ”me importas”. He visto a personas llorar
mientras otros las miran con una incomodidad
embarazosa. Quizás alguien disimuladamente les
ofrezca un pañuelo, pero rara vez un abrazo.

Los bebés y los perros son invitados comunes a la


clase de amor. Una joven mujer hizo esta
observación: ”Es increíble, pero nadie vacila en tocar
o darle una palmada a un bebé, o en acariciar a un
perro extraño. Y yo en ocasiones me muero porque
alguien me toque, pero nadie lo hace”. Habiendo
dicho esto, caminó entre los estudiantes ”sobre sus
cuatro extremidades” y, sobra decir, su petición fue
cumplida. Concluyó que quizás era necesario, aunque
pareciera ignominioso, que el ser humano hiciera
conocer sus necesidades. ”Creo”, dijo, ”que no
confiamos en decirle a la gente que a todos nos gusta
ser tocados, porque tememos que nos malinterpreten.
Preferimos permanecer rodeados de soledad y
aislamiento físico”. El amor necesita ser expresado
físicamente.

El amor vive el momento. La mayoría de la gente vive


o bien en el pasado o bien esforzándose arduamente
para el futuro. Se remonta a los ”viejos tiempos” con
añoranza y trata de encontrar en el presente la
seguridad que tuvo en el pasado. No obstante, pronto
descubren que están paralizados y no se dan cuenta
que en nuestro mundo de rápido movimiento, el
paralizarse es ir hacia atrás, y el ir hacia atrás
equivale a morir. El pasado está muerto, es irreal.
Tiene valor únicamente en cuanto a lo que afecta al
momento presente.

Otras personas viven para el mañana. Amasan


fortunas y las almacenan. Se niegan a sí mismos
todos los días y compran cuantiosas pólizas de
seguros. Dirigen todo su proceso de vida hacia un
futuro nebuloso o hacia la muerte misma. Están tan
preocupados por el mañana que olvidan el propósito
presente de la vida. Se olvidan de que no existen
metas permanentes. Cuando tienen una meta y la
alcanzan, lo único que hacen es buscar otra para
remplazar la anterior. El mañana que planean nunca
llega, pues sólo viene con la muerte. La vida no es la
meta, sino el proceso. Lo que importa es ”ir hacia allá,
no llegar”. Thoreau señaló: ”Oh Dios, haber llegado a
la muerte tan sólo para darse cuenta que nunca se ha
vivido”. Así sucede con quien sólo vive en la irrealidad
del pasado que ya está muerto o del futuro que nunca
llega.

Lo único que existe es el momento, el ahora. Sólo lo


que se está viviendo en este segundo es real. Esto no
significa vivir exclusivamente para el momento, sino
que significa vivir el momento, lo cual es muy distinto.
Claro que hay valor en el pasado; después de todo, te
trajo hasta donde te encuentras. También hay valor
en el futuro, pero se encuentra en un sueño, ya que
¿quién puede predecir
EL AMOR

el mañana? Sólo el momento tiene un verdadero


valor porque está aquí. El amor sabe esto, no ve
hacia atrás, aunque experimenta el pasado y
aprovecha lo mejor del mismo. Y no ve hacia
adelante pues sabe que el sueño del mañana
permanece en espera y quizá no venga nunca. ¡El
amor es ahoral, y sólo en el ”ahora” es una
realidad y tiene significado. Si uno mira una flor,
es uno solo con la flor; si está leyendo, permanece
totalmente absorbido; si escucha música, fluye con
el sonido; si habla con o escucha a otro, es el otro.

Un antiguo Koan budista relata la historia de un


monje que huye de un oso hambriento. Corre hacia
una cañada y se ve en la disyuntiva de saltar o ser
comido por la bestia. Decide lanzarse y al caer
logra asirse de un pequeño pedazo de madera que
sale del muro de la cañada. Ve hacia abajo y
descubre que un tigre hambriento espera su caída.
En ese momento, a un lado de la cañada,
aparecen dos topos que empieza a devorar el
pedazo de leño del cual se encuentra suspendido.
Ahí está, entre el oso hambriento arriba, el tigre
voraz abajo y los topos a un lado. Mira más allá de
los topos y en un arbusto de fresas silvestres ve
una fresa gigantesca, roja, madura y jugosa que se
encuentra enfrente de él, lista para ser saboreada;
la arranca, se la lleva a la boca y se la come,
exclamando, ”¡qué deliciosa!” El amor goza y
crece en el momento y en la alegría del momento.
Así pues, hemos visto que el amor significa
muchas cosas, pero nunca es en sí una cosa en el
sentido de que no puede ser ni comprado, ni
vendido, ni pesado, ni medido. El amor únicamente
puede ser dado, expresado libremente. No puede
ser capturado o retenido porque no se puede
amarrar. Se encuentra en todo el mundo y en
todas las cosas en distintos grados y espera ser
realizado. No es algo separado del yo interno de la
persona. El amor y el

yo interno son uno. No existen tipos de amor, el amor es


amor; pero sí existen grados de amor. Amor es confiar,
aceptar y creer, sin pedir garantía. El amor es paciente,
aunque no es una espera pasiva, sino activa, ya que
continuamente se ofrece a sí mismo en una revelación
mutua, en un compartir mutuo. El amor es espontáneo y
ansia ser expresado a través de la alegría, de la belleza,
de la verdad, e incluso a través de las lágrimas. El amor
vive el momento; no añora el ayer ni se pierde en el
mañana. ¡El amor es ahora!
El amor no conoce
edades
Quien haya bebido beberá, quien haya soñado
soñará. No renunciará al seductor abismo, al sonido
de lo impenetrable, a entrar en lo prohibido, al
esfuerzo de tocar lo impalpable y ver lo invisible,
regresará a él, se someterá ante él, dará un paso
hacia adelante, después dos; y es así que se penetra
en lo impenetrable y ahí se encuentra la liberación
ilimitada de la meditación infinita.

VÍCTOR HUGO

No hay amor en donde no hay voluntad.

GANDHI

4
El hombre puede aprender, reaprender o desaprender
hasta su muerte. Siempre habrá algo más por
descubrir. Independientemente del conocimiento que
tenga, nunca podrá saber todo acerca de todos los
temas.

El cambio es el resultado final de todo verdadero


aprendizaje e incluye tres cosas: primero, una
insatisfacción con el propio yo, la percepción de un
vacío o necesidad; segundo, una decisión de cambio
para llenar ese vacío o necesidad, y tercero, una
dedicación consciente al proceso de crecimiento y
cambio, el acto consciente de realizar el cambio, de
hacer algo diferente.

El hombre eternamente expresa su soledad, su


desesperación, su frustración, su pérdida de
esperanza. En su vida diaria encuentra que le es difícil
compartir, entender y relacionarse con los demás.
Siente que debe enfrentarse a una cantidad
excepcional de envidia, temor, angustia y odio.
Constantemente encuentra razones para su
infelicidad, en los que lo rodean y en su medio
ambiente externo: ”El sistema político es corrupto y
siempre lo será”. ”Las guerras son inevitables”. ”El
hombre es esencialmente malo y no puede cambiar”.
”La justicia, la paz y la seguridad son únicamente
para los ricos; el hombre común es una víctima del
sistema”. ”La educación no significa nada

EL AMOR

en el futuro, está limitada por su propia irrelevancia”.


”La existencia es un callejón sin salida en el que la
muerte espera sosteniendo un puñal. No hay
desviación ni escape”.

De esta forma, el hombre se ve a sí mismo indefenso


en una situación en la cual no vislumbra esperanza.
Parece decidido a encontrar la tristeza, se muestra
más dispuesto a aceptar lo negativo que lo positivo,
siempre más propenso a dudar que a confiar.
Continuamente vive preocupado por el futuro y
desilusionado con respecto al pasado. Rara vez se
encuentra a sí mismo en la fuente de su infelicidad.
Se burla de la idea de que él también puede elegir la
felicidad aunque, de hecho, quizás el hombre sea la
única criatura viviente con la suficiente voluntad e
inteligencia para elegir la felicidad, por lo cual es muy
entristecedor que con tanta frecuencia opte por la
desesperación. El optimista es considerado tonto. El
que ama es visto como un romántico indefenso. Si
uno disfruta de la vida es llamado ”bueno para nada”.
El hombre tiene la sensación de que si es alegre, con
certeza será castigado por ello el día de mañana. El
viejo adagio reza, ”todo lo bueno en el mundo es
ilegal, inmoral o engorda”, e ilustra la idea en
cuestión. La ética cristiana que convence al hombre
de que no se encuentra en este mundo para conocer
la dicha y la satisfacción, sino más bien para trabajar
y padecer y así ganar la paz eterna con Dios, es otra
ilustración equivocada. El hombre rara vez cuestiona
el hecho de que la fealdad y el mal se encuentran en
el mundo. Sin embargo, no acepta tan fácilmente que
la vida también ofrece un potencial y belleza
ilimitados para la dicha, así como infinitas
oportunidades para el placer.
El hombre se vuelve insatisfecho consigo mismo y al
culpar los aspectos inalterables de un mundo hostil,
encuentra alivio en esa falta de esperanza creada por
él
EL AMOR NO CONOCE EDADES

mismo. De esta forma se lava las manos de toda


responsabilidad.

No estoy sugiriendo que no exista el mal en el mundo,


ni nada de qué temer, ni corrupción, ni odio, ni
malicia, ni rencor, etcétera. Sólo hace falta tomar el
periódico, ver la televisión, leer cualquier novela
moderna, o seguir los acontecimientos políticos
mundiales para contemplar toda la injusticia y los
aspectos desagradables de la humanidad, mismos
que podrían reforzar una actitud negativa.

Sin embargo, la mayor parte de los hombres no logran


ver que existen por lo menos dos fuerzas importantes
que le influyen en el complicado proceso de su
adaptación. Es indudable que debe enfrentarse a las
diversas fuerzas externas, a las fuerzas naturales. Un
terremoto, inundación o carga eléctrica pueden
destruirlo a él o a los que ama. Un accidente puede
dejarlo inválido permanentemente. No obstante, la
manera en que responda, reaccione y viva con su
padecimiento o después del terremoto o inundación y
sus consecuencias, es otra cosa. Esto sí lo puede
regular. Sobre esto sí tiene control. El hombre tiene
voluntad y por lo tanto en gran medida puede guiar su
vida. Los devastadores efectos de las fuerzas
naturales o externas no son una experiencia muy
frecuente en la vida. Por lo tanto, el hombre tiene la
libertad necesaria para aprovechar sus poderes
internos y hacer su propia vida. Él puede escribir su
propio diálogo, rodearse de los actores que elija,
pintar el fondo de su escenario y realizar el arreglo de
música de fondo. Si no le gusta la obra que ha creado
para sí, sólo podrá culparse a sí mismo. Pero aun así,
cuenta con la opción de salirse del escenario y
producir una nueva obra.

El hombre libre es libre aun en la prisión más oscura.


La mayoría de la gente desesperada tiene pocos
conocimientos y menos voluntad para mejorar las
cosas para sí
EL AMOR NO CONOCE EDADES

misma. Está convencido de que las cosas son


inalterables y seguirán así por siempre. No obstante,
mientras el hombre tenga voluntad, tendrá cierto
grado de control sobre sus reacciones, respuestas y
conclusiones. En esta medida puede asumir la
responsabilidad de su propia vida. No se encuentra
totalmente a merced de fuerzas mayores, ya que él
mismo se convierte en una fuerza poderosa.

Para poder cambiar, el hombre debe tener confianza


en que es capaz de hacerlo. Si no está satisfecho con
su habilidad para vivir en el amor, por ejemplo,
entonces debe enfrentarse a este hecho convencido
de que puede hacer algo positivo al respecto.

Una vez sabiendo que uno es siempre capaz de lograr


el cambio, el segundo paso consiste en tomar la
decisión de cambiar. El cambio no ocurre meramente
deseándolo, al igual que la conducta no cambia
sencillamente a través de la introspección. Puede
darse cuenta de que algo es malo, doloroso o
peligroso, pero seguir haciéndolo inexorablemente.
Sólo es posible dirigirse hacia el cambio cuando
voluntariamente se propone hacerlo. El hombre obeso
que desesperadamente quiere verse delgado y
atractivo en traje de baño, no lo logrará tan sólo con
desearlo. Debe planear una dieta adecuada, seguirla
y llevar a cabo los ejercicios correctos; de otra
manera, su deseo nunca se convertirá en realidad.

Cuando se tiene la introspección sobre cómo lograr


una meta, ésta no servirá de nada mientras no se
lleve a la acción. ”Existir es hacer”, dicen los
existencialistas. ”Uno sólo se vuelve real (humano) en
el momento de la acción”. Si uno quiere amar, es
evidente que debe actuar respecto al amor.

El tercer paso para el cambio es quizás el más difícil,


porque implica el proceso real de reaprendizaje. Todo
aprendizaje incluye búsqueda, hallazgo, análisis,
EL AMOR

evaluación, experiencia, aceptación, rechazo, práctica


y refuerzo. A menudo se dice que ”el amor es su
propia recompensa”. Si esto significa que si se es un
ser humano que ama, uno recibe todo el refuerzo que
necesita, sólo es parcialmente cierto. También puede
significar que como la sociedad y el hombre a menudo
no son tan perfectos, algunas veces será necesario
que uno se refuerce a sí mismo para seguir
aprendiendo. El que ama debe decir: ”Amo porque
debo, porque lo deseo. Amo para mí mismo, no para
los demás. Amo por la alegría que me proporciona (y
sólo incidentalmente), por la alegría que brinda a
otros. Si me refuerzan, qué bien; si no, no importa,
porque tengo la voluntad de amar.

Al igual que cuando se aprenden otras cosas, el


hombre debe estar constantemente alerta, en vigilia,
paciente, observar, confiar, tener la mente abierta y
no decepcionarse fácilmente. Debe estar dispuesto a
experimentar, evaluar y ser flexible. La vida y la
experiencia a través de la inmersión total del vivir
ofrecen la mejor aula para aprender el amor. Ni el
mejor gurú puede darte el amor. Ünicamente te
ayudará guiándote, ofreciéndote introspecciones,
sugerencias y aliento. No aprenderás el amor
observándolo en otros; tienes que convertirte en
participante activo del amor.

En conclusión, si uno está insatisfecho con su


habilidad para vivir en el amor, está bien, ya que
puede ser el primer paso para encontrar el amor que
anhela. Pero éste es únicamente el comienzo.
También debe desear cambiar y emprender acción
hacia el cambio. El aprendizaje es un proceso
complicado que dura toda la vida. Aprender a amar es
estar en cambio constante. El proceso es
interminable, ya que el potencial del hombre para
amar es infinito.

El amor se encuentra con


muchos obstáculos
Sólo porque el mensaje puede nunca ser recibido,
significa que no valga la pena enviarlo.
5
El amar nunca es fácil y es posible que el hombre que
ha decidido vivir en el amor encuentre muchas
barreras para su crecimiento en él. Sin embargo, si las
analiza astuta y cuidadosamente, es probable que
descubra que todos son obstáculos artificiales y
principalmente creados por él mismo, y que en
realidad no existen, en su mayoría son sencillamente
excusas para no aceptar el reto del amor. El hombre
que se deja embaucar por estos factores disuasivos se
condena para siempre a no ser un ente completo, en
toda la extensión de la palabra.

Por muchas razones el hombre culpa a factores ajenos


a él de su incapacidad para amar. Por ejemplo, puede
insistir en que los demás son básicamente corruptos,
depravados y que no pueden cambiar. Por lo tanto,
¿no sería tonto que él tratara de influir en ellos de
alguna manera? Puede acusar al hombre de ser hostil
por naturaleza. Entonces, ¿no está bien fundamentada
su decisión de evitar contacto con otros, a menos que
sea un tonto, ya que puede resultar herido? Tal vez
señale que los interminables obstáculos para el amor
son insuperables y siempre lo han sido,
históricamente. Tratar de eliminar estas barreras, ¿no
sería como un insecto que trata de cambiar el curso
de un río gigantesco? ¡Qué pérdida de tiempo y
energía! O puede

EL AMOR
quedarse tranquilo con la certeza de que ya sabe
amar, satisfecho con su capacidad para amar y ser
amado. ¿No sería tonto jugarse su seguridad por un
futuro dudoso?

El hombre tiende a ocultarse cómodamente tras estas


”racionalizaciones” fácilmente reforzables durante
toda su vida. Nunca ve la que tienen con su
incapacidad para formar relaciones significativas o
vivir experiencias trascendentales.

Quien crea una imagen del hombre básicamente


hostil y negativa, tendrá razón al vacilar en mostrarse
abiertamente y sobre todo en revelar su amor, ya que
al hacerlo quedaría susceptible a ser herido. Es mucho
más cómodo y seguro para él quedarse solo -aun si
siente el impulso natural de relacionarse con otros-
que correr el riesgo de ser rechazado. Naturalmente,
su primera suposición es que los otros lo van a
rechazar. Pocas veces considera que tiene una
oportunidad igual de ser aceptado, pues no le parece
posible que la persona de la mesa de junto o del otro
lado de la sala, pueda tener tanta necesidad de él
como él de ella. Decide permanecer callado,
sintiéndose solo, y expresa como defensa básica,
”¿qué tal si lo abordo y me da la espalda?” Rara vez
pregunta, ”¿qué tal si le extiendo la mano a otro y su
respuesta es recíproca?”

Me acuerdo de una noche en un bar de San Francisco,


donde me encontraba acompañado de buenos
amigos. La conversación era animada. Todos
compartíamos nuestras reacciones ante las
diversiones de un día maravilloso. Vi a un caballero en
una mesa cercana, sentado, solo, con la vista fija en
su copa medio vacía.

-¿Por qué no le pedimos que se siente con nosotros?


Parece tan solo -dije-. Yo sé lo que es estar solo en un
lugar lleno de gente.
-Déjalo tranquilo -fue la opinión de los otros-. Quizás
quiera estar solo.
EL AMOR SE ENCUENTRA CON MUCHOS OBSTÁCULOS
-Muy bien, pero si se lo pregunto, entonces podrá
elegir.

Me acerqué a este caballero y le pregunté si le


gustaría sentarse con nosotros o prefería
permanecer solo. Se iluminaron sus ojos con
sorpresa y aceptó felizmente. Era un visitante de
Alemania. Al sentarse con nosotros, nos platicó
que había viajado por todo Estados Unidos sin
hablar con nadie, a excepción de recepcionistas de
hoteles, guías de turistas y meseros. Nuestra
invitación era un cambio que le sentaba de
maravilla.

Por supuesto, debe admitirse que parte de la culpa


era del caballero alemán, ya que cierta
responsabilidad de acercarnos a los demás reside
en cada uno de nosotros. Si corremos el riesgo, es
cierto que podemos ser rechazados, pero también
debemos recordar que todas las personas ofrecen
la posibilidad de convertirse en amigos y en
alguien a quien amar.

Con mayor facilidad tendemos a sospechar que el


hombre es malo y no bueno. Lo malo de él nos
llega a través de todos los medios masivos de
comunicación a diferencia de lo bueno que rara
vez nos es transmitido. Considerando la población
mundial, hay relativamente pocos homicidios,
robos, violaciones u otros delitos de importancia.
Sin embargo, cuando ocurre algún delito,
queremos enterarnos de los detalles, no sólo
porque forma parte de las noticias, sino más bien
por cierta morbosidad que todos tenemos. Algunas
personas parecen disfrutar del sensacionalismo y
encontrar cierto placer en lo repulsivo. Pero la
verdad es que la mayoría son como cualquiera de
nosotros: no hieren voluntariamente a otro ser
humano ni le roban ni lo matan. Por lo general se
puede confiar en ellos, son gente cálida y
amistosa. La mayor parte vive su vida sin tener
que ver con la policía, tribunales de justicia ni
abogados. Este hecho se considera más bien,
como
EL AMOR

lo que debe esperarse del hombre. Por otra parte,


el mal es magnificado, es de interés porque
constituye la desviación. Sin embargo, a menudo
actuamos como si la desviación fuera la regla.
Quizás el mayor tributo a la bondad en el hombre
fue brindado por Ana Frank, joven judía que
literalmente pasó la mayor parte de su breve vida
escondiéndose de los nazis en un pequeño
departamento en Amsterdam hasta que
finalmente encontró la muerte a manos de ellos.
Poco antes de ser asesinada pudo escribir en su
diario: ”No importa. Sigo creyendo que en el fondo
el hombre es bueno”.

El hombre aprende el mal de la misma manera en


que aprende el bien. Si cree en un mundo de
maldad responderá con sospecha; temerosa y
constantemente buscará e indudablemente
encontrará el mal que busca. Por otra parte, si
cree en un mundo de bondad seguirá teniendo
confianza, siendo vulnerable y manteniendo
esperanza. Quien sólo ve el mal y voluntariamente
vive bajo su sombra, estará levantando otro
obstáculo contra el amor.

Otro aspecto disuasivo con respecto al amor es la


”racionalización” de que hay demasiadas fuerzas
que prohiben amar a la persona cuerda. Aunque el
hombre por naturaleza es creador, crea vida y
construye sobre el conocimiento, con frecuencia se
le enseña desde una edad muy temprana que su
supervivencia dependerá de su habilidad para
destruir. Se le visualiza como si estuviera
constantemente a merced de una serie de posibles
fuerzas destructivas. De hecho, se hace aparentar
como si los destructores fueran los que realmente
prosperan en la cultura. Por lo mismo, es
comprensible que tenga poco incentivo para
emplear su fuerza creativa a fin de combatir la
destrucción, pues le parece tan inútil.

No obstante, el hombre es más feliz cuando está


creando. De hecho, su estado más elevado se
encuentra en el

yo?”
EL AMOR SE ENCUENTRA CON MUCHOS OBSTÁCULOS

acto creador. El amor siempre crea, nunca destruye. En


esta máxima se encuentra la única promesa válida para
el hombre.

Thornton Wilder terminó su sorprendente novela


filosófica, The Bridge of San Luis Rey, con la siguiente
afirmación: ”Existe la tierra de los que viven y la tierra de
los muertos. El puente entre ellos es el amor; es la única
verdad, la única supervivencia”.

Si el hombre se pusiera a considerar la cantidad de


personas en el mundo que no aman y no son amadas el
panorama le parecería tan abrumador, que seguramente
renunciaría por completo a cualquier esperanza. Si
estudia el pasado, encuentra que el egoísmo, la
ambición, la malicia y las penas han existido desde el
principio de la historia. Está convencido de que en el
pasado, así como en el futuro, el hombre siempre ha
codiciado y codiciará más y más cosas y luchará por
adquirirlas; católicos contra protestantes contra judíos,
comunistas contra socialistas contra capitalistas, ricos
contra pobres contra clase media, negros contra blancos
contra amarillos, genios contra intelectuales contra
ignorantes. Su evidencia y apoyo se encuentran en el
argumento de que siempre ha sido así y, por lo tanto,
siempre será así y él como individuo no puede hacer
nada por cambiar las cosas.

Es cierto que problemas como la miseria, hambruna,


guerra, ignorancia, prejuicios, temores y antipatía
abundante en todo el orbe. Hay pocos individuos que
poseen el poder suficiente para terminar con el prejuicio,
la pobreza universal o las guerras mundiales, pero ésta
no es la cuestión. La única pregunta que podemos
formularnos a nosotros mismos con justicia es: ”¿Qué
puedo hacer yo?” La respuesta por lo general es sencilla,
pero a la vez no se puede dar; en especial, si realmente
estamos interesados y dispuestos a asumir la
responsabilidad del cambio.
EL AMOR SE ENCUENTRA CON MUCHOS OBSTÁCULOS
Conocí a un joven refugiado chino en Hong Kong.
Pertenecía a una familia de once hermanos, los cuales
estaban a punto de morir de hambre. Aunque él tenía
cierto conocimiento del idioma inglés, quería
aprenderlo bien desesperadamente para obtener un
puesto con buen sueldo en la ciudad. Le ayudé con
unos cuantos dólares para que comprara libros y se
inscribiera en la Sociedad de Habla Inglesa, y así pudo
obtener los medios necesarios para sostener
decorosamente a su familia. Estaba decidido a
pagarme en cuanto se graduara, pero yo me negué y
le dije que buscara a otro joven en situación
semejante a la de él y le ofreciera una oportunidad
similar. Hasta la fecha hemos enviado a tres jóvenes a
la escuela, y aunque no he resuelto el problema de los
refugiados en Hong-Kong, al menos he ayudado a tres
familias a sobrevivir. Si cada persona asumiera una
pequeña responsabilidad, las cosas podrían mejorar.
Está bien ayudar a través de los grandes sistemas de
caridad, pero éstos han perdido su valor personal, la
alegría y satisfacción al percibir y ver los resultados.
Las cosas pueden cambiar. Nada es irreversible. Quizá
yo en lo personal no pueda hacer mucho con respecto
a la tasa de mortalidad infantil o los problemas de los
ancianos, pero sí puedo contribuir con parte de mi
tiempo para que un día en la vida de un niño o los
días que le restan a un anciano en este mundo por lo
menos sean más agradables.
El conocimiento ilimitado del amor y la satisfacción
que esto trae también es un freno para el crecimiento
en el amor. Si el hombre sabe que cuenta con el amor
de unos cuantos en su vida y que él puede amarlos a
su vez, supone que esto es todo lo que tiene que
saber del amor o todo lo que puede encontrar; ¿qué
más puede haber? No sospecha que el amor es
ilimitado, profundo, infinito y que el potencial de una
mayor seguridad, alegría y
EL AMOR

crecimiento del mismo está en sus manos. No se


pone a pensar en la posibilidad de que en otro
lugar, en ese preciso momento, exista alguien que
necesite de su amor. A veces es necesario un duro
golpe emocional para despertarlo de su estado
letárgico.
Digamos que ahora tiene una esposa a la que ama
y que lo ama; ambos llevan una vida sexual
bastante aceptable; dos hijos que crecen a su
imagen; una casa con muros gruesos y grandes
cerraduras para protegerlos del mundo exterior; un
buen empleo y algo de dinero en el banco para
asegurar su futuro. Lo tiene todo. Pero, ¿qué
sucederá si, como en la historia de Job, una cosa
tras otra se vienen abajo? Por ejemplo sus hijos,
deciden vivir en una comuna hippie; su esposa
encuentra un amante; él pierde su empleo; sus
muros se tambalean; el banco se desestabiliza o
sus cerraduras son violadas. Tiene varias opciones.
Puede volverse loco o suicidarse. Puede amargarse
y vivir cual sería imposible, porque nunca se puede
revivir nada; cuando mucho, sólo logrará una mala
copia del original. Puede volverse loco o
suicidarse. Puede amargarse y vivir sin confianza,
ni esperanza ni interés. O tiene la opción de
aprender de esta experiencia, de crecer con base
en ella y empezar de nuevo, con nuevos
conocimientos, esperanzas, posibilidades y
alternativas.
Cuando el hombre se enfrenta a la necesidad del
cambio, suele dar la excusa de que es demasiado
viejo para cambiar, demasiado viejo para
aprender. Dice, ”no se le pueden enseñar nuevos
hábitos a un viejo perro”. Esta analogía, cuando se
dirige al hombre, es tan condescendiente como
falsa. Hasta un ”viejo perro” puede aprender
nuevos hábitos. El meollo del asunto es que le
falta motivación o sencillamente es demasiado
perezoso. Siempre será mayor la habilidad del
hombre para aprender que la del ”viejo perro”, y el
hecho de compararlos significa
Láfjs

EL AMOR SE ENCUENTRA CON MUCHOS OBSTÁCULOS

degradar la fuerza misma que hace que un perro sea


un perro, pero que el hombre sea humano.

Todos los días se nos ofrecen nuevos medios para


aprender y crecer en el amor. Cada día nos volvemos
más observadores, más flexibles, más conocedores,
más conscientes, crecemos en el amor. Hasta el
detalle aparentemente más insignificante nos puede
acercar más a nosotros mismos y por lo tanto hacia
los demás. Si en todo momento escuchamos y
aprendemos, el lamento de la gaviota en una playa
desierta nos dirá tanto sobre la vida, sobre el vivir y el
morir, como la tragedia que destruye nuestro hogar y
seres queridos. Como dice el haiku japonés,
”habiéndose quemado totalmente mi granero, ahora
puedo ver la Luna”. Hay introspección, conocimiento y
descubrimiento tanto en el granero como en la Luna,
ahora el granero los conoce a ambos.

Uno nunca debe estar satisfecho con su habilidad


para amar. Independientemente de en dónde se
encuentre, siempre será sólo el comienzo.

Finalmente, un gran factor disuasivo del amor se


encuentra en el temor al cambio, pues como se
sugirió anteriormente, el crecer, aprender y
experimentar implican cambio.

El cambio es inevitable, y es desde luego de lo único


que uno puede estar seguro. Negar el cambio es
negar la única realidad existente. Las actitudes
cambian, los sentimientos cambian, los deseos
cambian, y especialmente el amor cambia. Es
imposible detenerlo, retenerlo; únicamente se puede
fluir con él.

Hay un cuento hindú acerca de un hombre que


viajaba en una pequeña barca, remando en un río
contra la rápida corriente. Después de un gran
esfuerzo, finalmente se da cuenta de que todo es
inútil, por lo que se rinde, levanta los remos y
empieza a cantar. Este momento le enseña
EL AMOR

una nueva forma de vida; cuando el hombre va con el


río cambiante, es verdaderamente libre.

Los frenos al amor son creados por el propio hombre,


pero nunca será totalmente disuadido. El amor fluye
como el río; siempre es el mismo; sin embargo,
paradójicamente, siempre cambia, y no existe
obstáculo para él.

Para poder amar a otros es


necesario amarse a sí
mismo
Después de todo, tú y yo somos uno solo, juntos
sufrimos, juntos existimos, y para siempre nos
recrearemos el uno

en el otro

TEILHARD DE CHARDIN
Para poder amar a otros es necesario amarse a sí mismo.
Ya hemos señalado varias veces que sólo se puede dar a
los demás lo que uno mismo tiene. Esto es
especialmente cierto en el caso del amor. Uno no puede
dar lo que no ha aprendido ni vivido. Como el amor no es
un objeto, no se pierde cuando se da. Puedes ofrecer tu
amor por completo a cientos de personas y seguir
conservando el mismo amor que tenías originalmente.
Sucede igual que con el conocimiento: el hombre sabio
puede enseñar todo lo que sabe y seguir sabiendo todo
lo que ha enseñado. Pero, obviamente, primero debe
tener el conocimiento. Sería mejor decir que el hombre
”comparte” amor, de la misma manera que ”comparte”
conocimiento, pero nada más puede compartirlo en la
cantidad que posee.

El amarse a sí mismo no implica una realidad egocéntrica


como la de la vieja bruja de Blanca Nieves, que gozaba
con el proceso mecánico de mirar el espejo y
preguntarle, ”espejito, espejito que cuelgas de la pared,
¿quién es la más hermosa?” El amarse a sí mismo
significa un genuino interés, calidez y respeto por uno
mismo. El importarse a sí mismo es algo básico para el
amor. El hombre se ama a sí mismo cuando se observa
con precisión, cuando aprecia genuinamente lo que ve, y
cuando le emociona en especial y le constituye un
reto lo que puede devenir.

Como ya dijimos, cada hombre es único y singular,


la naturaleza aborrece la igualdad. Cada flor en el
campo es diferente. Cada brisna de pasto es
distinta. ”¿Alguna vez has visto dos rosas
idénticas, aun entre la misma variedad? No hay
dos caras que sean idénticas, aun en el caso de
”gemelos idénticos”. Nuestras huellas digitales son
tan singularmente nuestras que podemos ser
identificados por ellas sin lugar a dudas. Y a pesar
de esto, _el hombre es una criatura extraña. La
diversidad lo asusta. En vez de aceptar el reto, el
gozo, la maravilla de la variación, por lo general le
teme: o se aleja de la singularidad o trata de
tornarla en igualdad, pues así se siente seguro.

Cada niño que nace es una nueva creación, una


nueva combinación maravillosa. En general, su
anatomía es similar a la de cualquiera otro, pero
en un nivel sutil, aun en la forma como funciona su
anatomía, varía de acuerdo con cada individuo. El
desarrollo de su personalidad parece tener ciertos
elementos en común que lo afectan, tales como la
herencia, el medio ambiente y aun la casualidad.
Sin embargo, ciertamente existe un elemento
adicional, todavía no identificable científicamente,
que puede ser llamado el factor ”X” de la
personalidad; una combinación especial de fuerzas
que actúan en el individuo para que reaccione,
responda y se perciba como es él,
individualmente. El niño es excepcional, pero la
mayor parte del aprendizaje que recibirá a partir
de su nacimiento no le dará la libertad necesaria
para descubrir y desarrollar esta singularidad.

Como ya se indicó, la verdadera función de la


educación del niño debe ser ayudarlo a descubrir
su singularidad, auxiliarlo en su desarrollo y
enseñarle cómo compartirla con otros. Más bien,
en el niño la educación es
PARA PODER AMAR A OTROS

una ”imposición” de lo que se llama ”realidad”. Por


otra parte, la sociedad debe ser el agente a través del
cual se comparta esa singularidad, ya que necesita de
enfoques nuevos y frescos a su vida individual y de
grupo. Sin embargo, la sociedad tiene la idea de que
las cosas deben hacerse como se han hecho durante
siglos, aun cuando no se ha comprobado, la eficacia
de esto y se sostiene que es la mejor forma. Y cuando
el sujeto se apega a esta falacia, su individualidad
queda condenada.

Cada niño ofrece una nueva esperanza para el mundo,


aunque esta idea al parecer asusta a la mayoría de la
gente. ¿Cómo sería la sociedad si estuviera formada
totalmente por ”individuos”, todos distintos? ¿Sería
ingobernable y conduciría a la anarquía? Nos
horroriza esta idea, pues nos sentimos más cómodos
con la ”mayoría silenciosa”. Desconfiamos y
sospechamos de los ”excéntricos”. Creemos que la
familia debe hacer que el niño ”encaje” en el
esquema de la sociedad, y a la educación se le da un
papel muy similar: su mayor éxito ocurre cuando
logra mantener el statu quo, cuando forma lo que
llamamos ”buenos ciudadanos”.

La definición de un ”buen ciudadano”, por lo general,


es alguien que ”piensa, se comporta y responde como
todos los demás miembros de una sociedad”. Los
educadores también consideran que hay un conjunto
esencial de conocimientos que es su deber implantar
en cada niño, y defienden esta postura afirmando que
están enseñando ”la sabiduría de los siglos”.
El amarse a sí mismo es luchar por redescubrir y
mantener la propia singularidad. Es entender y
apreciar la idea de que tú serás el único que vivirá en
esta tierra, que cuando tú mueras también
desaparecerán todas tus fantásticas posibilidades. Es
darse cuenta que ni tú mismo estás totalmente
consciente de todas las maravillas latentes en tu ser.
Herbert Otto señala que aproximadamente sólo el 5
por ciento de nuestro potencial humano se realiza o
desarrolla durante nuestra vida. La hipótesis de
Margaret Mead es también que sólo se descubre el
5%. ¿Qué hay con respecto al otro 95%?

El siquiatra R. D. Laing escribe: ”¡Pensamos mucho


menos de lo que sabemos, sabemos mucho menos de
lo que amamos, amamos mucho menos de lo que
existe, y precisamente en esta medida somos mucho
menos de lo que somos!”

Existe una parte tuya latente. Un potencial dentro de


ti esperando ser realizado. No importa si tienes un
cociente intelectual de 60 o de 160, hay mucho más
de ti de lo que actualmente estás consciente. Quizás
la única paz y dicha en la vida yace en la búsqueda y
desarrollo de este potencial. Es de dudar que pudiera
realizarse completamente nuestro ”yo” durante la
vida, aun si dedicáramos a ello cada segundo de ella.

Goethe hace que Fausto descubra esto cuando dice:


”Si en este mundo un momento de paz pudiera yo
encontrar, a ese momento le diría, «permanece unos
instantes, eres tan hermoso»”. Si descansa en su
búsqueda, aun por un breve momento, ”estará
cortejando al diablo”, ya que no puede haber paz en
la lucha del hombre por devenir. El Evangelio de San
Juan nos dice que nuestra casa tiene muchos cuartos,
cada uno de ellos con sus propias maravillas por
descubrir. ¿Cómo podemos permitir que las arañas,
ratas, podredumbre y muerte invadan nuestra casa?

Lo que puede ser tiene siempre un potencial para su


descubrimiento. Nunca es demasiado tarde. Este
conocimiento debe significarle al hombre su mayor
reto, la búsqueda de sí mismo, su propia odisea
personal, penetrar en sus cuartos y ponerlos en
orden. Debe ser un reto no únicamente para que él
sea una buena persona, que ama,
Cuando el hombre posee amor

ya no se encuentra a merced

de fuerzas negativas superiores a él,

pues él mismo se convierte

en la máxima fuerza de vida.

PARA PODER AMAR A OTROS

que siente, inteligente, sino que sea la mejor persona,


que desarrolle a su máxima capacidad su virtud de
amar, sentir más y ser más inteligente. Su búsqueda
no está en competencia con la de nadie más; él se
convierte en su propio reto personal.

Así pues, el amarte a ti mismo implica el


descubrimiento de la verdadera maravilla de ti
mismo; no únicamente del tú actual, sino de las
muchas posibilidades que posees. Implica la continua
conciencia de que eres único, distinto a cualquier otra
persona en el mundo; que la vida es, o debería ser, un
descubrimiento, un desarrollo y un acto de compartir
tu singularidad. Este proceso no siempre es fácil, ya
que uno está sujeto a encontrar gente que se sentirá
amenazada por tu cambio y crecimiento. Sin
embargo, siempre será emocionante, fresco, y como
todas las cosas nuevas y cambiantes nunca resultará
aburrido. El viaje que se realiza al interior de uno
mismo es el más maravilloso, placentero y duradero,
y el costo del pasaje meramente incluye
experimentar, evaluar, educar e intentar una nueva
conducta en forma continua. Sólo tú puedes ser el
juez final en la determinación de lo que es correcto
para ti.

La cultura occidental ha sido una cultura de


competidores. El valor del hombre siempre se ha
medido de acuerdo con cuánto tiene en comparación
con otros hombres. Se piensa que si tiene una casa
más grande, un automóvil más lujoso, una instrucción
escolar más impresionante, debe ser un hombre
mejor. Pero éstos no son valores universales. Hay
culturas en las que la mayor alabanza se dirige al
hombre santo, al sabio, quienes han dedicado su vida
al autodescubrimiento y no tienen nada de valor
material para ofrecerlo como prueba. Existen culturas
que valoran más la alegría y la paz mental que la
propiedad y la diligencia. Su hipótesis afirma que,
EL AMOR

como todos los hombres tarde o temprano deben


morir, sean pobres o ricos, la única meta
verdadera en la vida es la dicha actual y la
realización de sí mismo en la alegría, y no la
acumulación de cosas materiales. En algunas
áreas la naturaleza ha enseñado y sigue
enseñando esta lección por medio de lo que podría
considerarse una venganza. ¿De qué sirve
acumular objetos o construir grandes villas en las
faldas del Monte Etna? ¿Cuál es el propósito de
levantar viviendas permanentes en lugares en los
que el monzón se presenta anualmente y arrasa
con todo, excepto la gente y la tierra?

La década de 1930 en Estados Unidos, con todas


sus convulsiones provocó en mucha gente la
necesidad urgente de hacer una revisión profunda
de sus valores. Después del colapso financiero, los
hombres que habían invertido todo su capital en
”cosas” diversas desaparecieron junto con ellas, y
unos incluso llegaron al suicidio. Otras personas
que depositaron su esperanza en sí mismas,
suspiraron reflexionando: ”Logré levantarme una
vez. Lo puedo volver a lograr”, y empezaron de
nuevo.

El amarse a sí mismo implica apreciar tu propio


valor por encima de todas las cosas. El amarte a ti
mismo también implica el conocimiento de que
sólo tú puedes ser tú. Si tratas de ser como
alguien más, quizás te aproximes mucho, pero
siempre serás una imitación aunque de mayor
valor. Ser uno mismo es lo más sencillo, lo más
práctico, lo más satisfactorio, así que tiene mucho
sentido el hecho de que únicamente puedas ser
para otros lo que eres para ti mismo.

Si te conoces, aceptas y aprecias a ti mismo, así


como tu singularidad, permitirá que otros también
lo hagan. Si valoras y aprecias el descubrimiento
de ti mismo, alentarás a otros a que emprendan
esta importante búsqueda. Si reconoces tu
necesidad de ser libre para saber quién
eres, permitirás que otros también tengan la libertad
para hacerlo. Cuando te des cuenta que tú eres lo
mejor de ti mismo, aceptarás el hecho de que otros
son lo mejor de ellos mismos, aun cuando se entiende
que todo empieza contigo. En la medida en que te
conozcas a ti mismo (y todos somos más similares
que diferentes) puedes conocer a otros; cuando te
ames a ti mismo, amarás a otros. Y en la profundidad
y medida en que puedas amarte a ti mismo,
precisamente en esa profundidad y medida podrás
amar a otros.
Para amar es necesario
liberarse de etiquetas
El hombre tiene una idea muy estática del mundo, la
cual se le imprimió, accidentalmente o por la fuerza, a
través de cadenas de asociaciones condicionadas. El
hombre cree que esta impresión es la realidad.

TIMOTHY LEARY
7
En una sección anterior comentamos la importancia
de las palabras en el proceso de aprender a amar.
Mencionamos que las palabras provocan una huella
permanente, un congelamiento de la realidad, a
través del cual se filtran todo el aprendizaje y la
percepción futuros. Esta filtración es un gran
obstáculo para el amor. Si tu aprendizaje ha
provocado que tengas una reacción de rechazo hacia
los negros, judíos o mexicanos, o hacia los que tengan
modales o costumbres distintos a los tuyos, o vistan
diferente, entonces tus posibilidades de llegar a amar
a estos seres humanos se reducirán al mínimo.

El hombre creó las palabras para liberarse. Creó el


lenguaje para poder comunicarse con los demás y
permitirles a ellos hacer lo mismo. En un principio el
propósito de las palabras era ayudar a organizar y
registrar la sabiduría del pasado y los sueños del
futuro. El hombre descubrió que las palabras lo
ayudaban a organizar su medio ambiente; pero sobre
todo, empleó diversas palabras para pensar y crear.
Desarrolló el lenguaje para liberarse, sin imaginar que
algún día se convertiría en su esclavo. Encontró que
las mismas etiquetas que ideó meramente para
representar una cosa, pronto tenían el poder de
convertirse en el objeto mismo, así que el hombre
empezó aactuar como si la palabra fuera el objeto. Al
tener los nombres a la mano, supuso que tenía el
”objeto” a la mano. Por lo tanto, infirió que podía
comunicárselo a otros sencillamente usando
determinada etiqueta. Cuando hablaba de un francés,
suponía que toda la gente tenía el mismo cuadro
estático de un francés. Esto, naturalmente, era
erróneo y por ende su habilidad para comunicarse
empezó a desintegrarse. La etiqueta embaucó al
hombre convirtiéndolo en su esclavo y lo distanció de
otros seres humanos. El hombre nunca se detuvo a
cuestionar qué era lo que él u otros entendían con
respecto a otro individuo cuando lo etiquetaban de
”comunista”, ”católico”, ”republicano”, ”judío”,
etcétera. No se molestó en preguntar si el
”comunista”, por ejemplo, también era un buen
padre, un hombre cortés, un maestro dedicado, un
buen ser humano, alguien que amaba con calidez, un
pacifista, un soñador o un creador. Los estímulos
negativos que producía la palabra ”comunista” eran
suficientes para convencerlo de que podía o debía
”odiar” a tal individuo. Y conforme a esto se hicieron
las cosas.

Durante mi niñez era común en Estados Unidos llamar


a los italianos ”dagos” y ”wops” (como mencioné en
capítulos anteriores). Nos mudamos a un vecindario
norteamericano en el que nunca había vivido una
familia italiana. Inmediatamente se puso a funcionar
la etiqueta. ”Todos los dagos son miembros de la
mafia”. ”Si hay un dago en el vecindario, el valor de la
propiedad bajará”. ”Ya no hay paz en el vecindario.
Los dagos son gente muy ruidosa y emotiva”.

Durante meses fuimos ignorados u hostilizados


aunque tratábamos de atravesar las barreras. Fuimos
hechos a un lado, clasificados en una categoría. Bajo
esa simple connotación de ”dagos” nuestros vecinos
pensaron que nos conocían y se sentían tranquilos al
rechazarnos.
PARA AMAR ES NECESARIO LIBERARSE DE ETIQUETAS

Lo que no sabían sobre nosotros era mucho más


importante y significativo que lo poco que sabían. No
sabían, por ejemplo, que mamá era cantante y que
nuestra casa siempre estaba invadida de música.

Mamá también tenía importantes conocimientos


médicos, y mientras ella nos atendió, nadie enfermó
en nuestra familia. Sus tratamientos consistían
principalmente en dos remedios importantes: ”el ajo”,
que era un curalotodo general de uso diario, y la
”polenta”, una mezcla espesa y ardiente de harina de
maíz y agua, la cual se colocaba ardiendo en el pecho
cuando todo lo demás fallaba. El ajo era frotado,
usado en crudo y atado con un pequeño pañuelo
alrededor del cuello cada mañana, antes de que
fuéramos a la escuela. De esta simple pero
sorprendente manera nunca estábamos enfermos. (Yo
he desarrollado una teoría a este respecto: al llevar
ajo crudo nadie se nos acercó lo suficiente para
contagiarnos algún germen.) La polenta también
hacía milagros, aun cuando nunca he podido entender
su valor farmacéutico. Quizás se debía a que nos
dábamos cuenta de que independientemente de la
enfermedad que tuviésemos, ésta era de segunda
importancia en comparación con las quemaduras de
segundo grado que dejaba la mezcla de maíz ardiente
en la piel. Éstas ya eran suficiente razón para que los
vecinos no nos excluyeran. ¿Qué mejores remedios
médicos se pudieron haber compartido? ¿Qué arias y
óperas tendrán oportunidad de escuchar otra vez con
una actuación tan soberbia?
Papá hacía un vino digno del altar papal. También
exigía un crecimiento continuo en nuestra educación.
Su pregunta favorita, que nos hacía a cada uno
después de la comida, era: ”Bueno, ¿qué aprendiste
hoy de nuevo?” Siempre estaba ansioso por aprender
y preocupado por su propia educación. Por otro lado,
en la familia pensábamos que el vino era excelente.
Si desea ser una persona que ama, •

debe empezar por decirle sí al amor.


La práctica de compartir nuevos conocimientos no nos
parecía muy atractiva, pues cuando él cenaba con
nosotros, todos los hermanos nos poníamos a buscar
en la enciclopedia algo nuevo que enseñarle a papá,
mientras él descansaba, pasándose la mano por el
bigote y tomando vino. Nuestros exclusivos vecinos se
perdían de este intercambio intelectual y sobre todo
de los deleites para el paladar del ”vino rosso”
elaborado en casa.

Para poder amar también es necesario controlar el


medio ambiente lingüístico, ”descongelar” todas las
ideas preconcebidas derivadas de antiguas trampas
de palabras. Se dice que a Buckminster Fuller le
preocupaba tanto que las palabras lo controlaran, que
pasó dos años casi completamente solo, estudiando lo
que las palabras significaban específicamente para él.
Sólo después de un periodo de dos años se sintió
suficientemente libre de trampas lingüísticas para
usar el lenguaje como agente para acercarse más a
las cosas en vez de alejarlas, para hacer del lenguaje
un instrumento propio.

El efecto del lenguaje en la personalidad, se conoce


ahora como la ciencia de la sicolingüística. El
sicolingüista demuestra cómo el lenguaje afecta la
conducta, y algunos han creado un ámbito lingüístico
positivo, con palabras alegres, agradables, que
reflejan lo hermoso y refuerzan lo bueno. Otros
ejercen control con palabras negativas, insensibles,
mordaces, sin vida, tristes, tediosas, deprimentes,
desagradables, que refuerzan lo malo.
Quizás la palabra más positiva en el idioma inglés y la
que más conduce al crecimiento continuo en el amor
sea sí. Sí es el mejor ”descongelador” de los símbolos
e ideas. El que ama le dice ”sí” a la vida, ”sí” a la
dicha, ”sí” al conocimiento, ”sí” a la gente, ”sí” a las
diferencias. Se da cuenta de que todas las cosas y
toda la gente tienen algo que ofrecerle, que todas las
cosas se encuentran en todas
EL AMOR

las cosas. En caso de que ”sí” te parezca demasiado


amenazante, entonces intenta la palabra Quizás.

El decir ”no” a algo, es excluirlo, y esto significa


cerrarle las puertas, quizás para siempre.

James Joyce, en su obra maestra Ulises, finaliza con la


más notable afirmación de la literatura, cuando Molly,
durante varias páginas, suspira ”síes”. ”¡Sí, sí, sí, sí!”

Dag Hammarskjold escribió en su fantásticamente


personal Markings: ”Yo no sé quien, o qué, formuló la
pregunta; no sé cuándo se hizo. Ni siquiera me
acuerdo de haber respondido. Pero en un momento
dado respondí sí a alguien o a algo. Y desde ese
momento tuve la certeza de que la existencia tiene un
significado y, por lo tanto, mi vida en abandono tenía
una meta”.

Una persona que desea amar debe empezar por


decirle sí al amor, fijándose cuidadosa y
objetivamente en las palabras que emplea al hablar
con su esposa o esposo e hijos, con el jefe y
compañeros de trabajo, con los vecinos y amigos
cercanos, con la vendedora y la persona que atiende
en la gasolinera, etcétera.

Las palabras que uses te dirán lo que eres, lo que has


visto, lo que has aprendido y cómo lo has aprendido,
pues tus palabras demuestran lo que eres y pueden
significar un paso largo e importante en el camino
hacia el descubrimiento del amor.
El amor implica una gran
responsabilidad
Sólo cuando el amor se vuelve un deber, y sólo
entonces, queda el amor eterna y -felizmente
asegurado contra la desesperación,

KIERKEGAARD
8
Antes de que el hombre pueda amar a todos los seres
humanos, o a cualquiera de ellos, su primera
responsabilidad en el amor es, y siempre lo será, para
consigo mismo. El Evangelio dice: ”Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”, afirmación que presupone
que primero exista el amor hacia sí mismo y sugiere
que el hombre ”amará” a otros en la medida en que
se ame a sí mismo. En el capítulo anterior hablamos
del amor a sí mismo, por lo tanto no ahondaremos
más en este hecho. Baste decir que en la profundidad
y medida en que uno se sienta responsable para
crecer en el amor para sí mismo, así se podrá sentir
hacia otros. Todos los hombres viven
interrelacionados en mayor o menor grado, y cada
hombre que se acerca más a sí mismo, en alguna
forma, se acerca mayormente a los demás.

Albert Schweitzer en repetidas ocasiones afirmó que


mientras hubiera un ser humano en el mundo que
tuviera hambre, estuviera enfermo, solo o temeroso,
este hombre sería su responsabilidad. Y Schweitzer
llevó una vida de acuerdo con esta creencia; una vida
de excelsitud, de la más alta satisfacción, de la mayor
dicha, de la más elevada dignidad, de la mayor
estima y, por lo tanto, del amor más culminante.
EL AMOR

La sociedad no ha producido muchos Schweitzer,


pero todos conocemos y aceptamos algún nivel de
responsabilidad para con nosotros mismos y para
con otros. El hecho es que ser humano es ser
responsable.

Muchos hombres encuentran difícil asumir una


responsabilidad total aun hacia ellos mismos, por
no hablar de otro individuo o grupo de individuos.
Por lo tanto, a ellos la idea de tener que dar
cuentas y ser responsable de la ”familia del
hombre” le parece una tontería inconcebible,
irreal, idealista.

Cuando el amor es verdaderamente responsable,


se tiene el deber de amar a todos los hombres. El
hombre no tiene más opción que aceptar este
deber, porque cuando no lo hace, encuentra que
sus alternativas yacen en la soledad, destrucción y
desesperanza. El asumir esta responsabilidad
significa formar parte del deleite, del misterio y del
crecimiento, así como dedicarse al proceso de
ayudar a otros a realizar su amor a través de él. En
términos sencillos, ser responsable en el amor es
ayudar a otros hombres a amar. Recibir ayuda
para realizar tu amor significa que eres amado por
otros hombres.
Se ha sabido que distintos hombres enfocan esta
responsabilidad en cuanto al amor desde
diferentes ángulos, pero los fines son siempre los
mismos: lograr el amor universal. Algunos
empiezan sosteniendo una profunda relación
personal con otro individuo y, con base en ella,
aprenden que el amor no puede ser exclusivo, y
que si el amor significa crecimiento, necesitará
diversas mentes, innumerables individuos y la
exploración de distintos caminos. Un solo ser
humano no le puede brindar todas estas cosas, por
lo que debe ampliar su amor para incluir a toda la
humanidad en el mismo. Cuando más inclusivo sea
su amor, mayor será su crecimiento. El amor a la
humanidad
EL AMOR IMPLICA UNA GRAN RESPONSABILIDAD

es el resultado natural del amor a un solo


individuo, de un hombre a todos los hombres.

Herbert Otto señala: ”Sólo en una relación


continua existe la posibilidad de que el amor se
vuelva más profundo y completo, de manera tal
que incluya toda nuestra vida y se extienda a la
comunidad. Ya que sólo una relación profunda
ofrece la aventura de descubrir la profundidad de
nuestro amor, la culminación de nuestra
humanidad. Significa arriesgarnos física y
emocionalmente; dejar atrás antiguos patrones y
hábitos y desarrollar otros nuevos y mejores;
poder expresar nuestros deseos abiertamente, a la
vez que permanecemos sensibles a las
necesidades del otro; estar conscientes de que
cada uno cambia a su propio ritmo, y no temer a
pedir ayuda cuando la necesitemos”.

Otros han considerado que cualquier cosa que no


incluya el amor de todos los hombres, no es amor
en lo absoluto. Sostienen que el que no ame a
todos los seres con sinceridad no puede amar ni
siquiera a una sola persona profundamente, ya
que todos los hombres son uno solo. El amar a
todos los hombres equivale a amar a cada hombre.

Kierkegaard es uno de los principales proponentes


de esta idea: ”De hecho -dice- es el amor cristiano
el que descubre y sabe que existe el prójimo y que
... es una sola y la misma cosa... todos son el
prójimo. Si amar no fuera un deber, entonces no
habría ningún concepto del prójimo en lo absoluto.
Sólo cuando uno ama a su prójimo, el egoísmo de
amor preferencial es eliminado y la igualdad de lo
eterno preservada”. Por otra parte, al dedicarse a
la humanidad, Kierkegaard descubre que es sólo
una extensión del amor que se siente por todo
viviente.

A través del amor dado una sola persona, Herbert


Otto siente que uno adquiere suficiente fuerza
para asumirla
EL AMOR

responsabilidad de la comunidad humana.


Independientemente de cómo se enfoque, se acepta
que el amor no es ni egoísta ni exclusivo, sino
generoso e inclusivo. Sigue latente el hecho de que el
mundo encuentra difícil aceptar la verdad universal.
Si uno se ama únicamente a sí mismo, se le etiqueta
de egocéntrico, egoísta. Si se ama a sí mismo y a una
pequeña comunidad, incluyendo a su esposa y
familia, la sociedad considera que verdaderamente
ama y lo elogia como hombre sensato. Pero si ama a
todos los hombres, con una mentalidad sumamente
abierta, por lo general se le ridiculizará como ingenuo,
imaginativo y tonto.

La tercera responsabilidad que implica el amor es


tener la seguridad continua de que siempre nos
dirigiremos hacia el crecimiento, tanto personal como
del yo interno y de aquellos a quienes amamos.

Antoine Saint-Exúpery definió el amor como ”el


proceso mediante el cual yo te conduzco de vuelta
hacia a ti mismo”. En esta aseveración confirma su fe
en la habilidad del hombre para guiar a su prójimo
hacia el amor. Sugiere que un yo interno en
crecimiento trae consigo un amor creciente.

El amor aborrece el desperdicio, en especial el


desperdicio de potencial humano.

En una reciente ceremonia nupcial en la que a dos


personas se les permitió redactar sus propios votos de
matrimonio, repitieron, ”te amaré mientras pueda
ayudarte a crecer en el amor”. Me parece que esto es
la esencia de amar a otro, asegurarle que estamos
dedicados a su crecimiento, a la realización de su
potencial ilimitado. Esta pareja estaba decidida a
aprovechar la unión de sus energías para ayudarse
uno a otro a través del interminable proceso de
descubrir quiénes son en realidad, y después gozar
eternamente en este conocimiento y descubrimiento
de
EL AMOR IMPLICA UNA GRAN RESPONSABILIDAD

constante cambio. Ünicamente de esta manera


puede florecer el amor humano. En tanto una
relación amorosa no me conduce a mí mismo, en
tanto en una relación amorosa no conozca a la otra
persona a sí misma, este amor, aun si parece ser
el lazo más seguro y estático que haya
experimentado, no es un amor verdadero, ya que
el amor verdadero se dedica a un continuo
devenir. Cuando por cualquier razón cesa este
proceso, el amor se torna tedioso, indiferente y se
ve condenado a desaparecer, decae, se destruye a
sí mismo. De esta manera, lo que pudiera parecer
un comienzo viene a ser, en realidad, el principio
del fin.

Cualquier tipo de responsabilidad puede parecer


intimidante y, por esta razón, el hombre puede
temer a las relaciones verdaderamente profundas
con otros seres humanos. Una relación le sugiere a
él la más extrema de las responsabilidades.
Implica una carga, una restricción a su libertad,
rara vez lo contrario. Un alumno de la clase de
amor comentó: ”Siempre he temido a una relación
profunda debido a la responsabilidad que parecía
imponerme. Tenía miedo de las exigencias que me
pudiera hacer y me preocupaba que yo no pudiera
cumplir con ellas. Me sorprendí cuando tuve el
valor de formar una relación, porque de hecho me
volví más fuerte. Adquirí dos mentes en vez de
una; cuatro manos, cuatro brazos, cuatro piernas,
y el mundo de uno más. Al unir fuerzas con
alguien, obtuve el doble de fuerza para crecer, con
el doble de opciones. Ahora es más fácil para mí
amar a otros. Soy más fuerte y ya no tengo
miedo”. Este chico había descubierto una
introspección importante.

Otra responsabilidad del amor es crear alegría,


parte integral del amor. Hay alegría en todo acto
de la vida, independientemente de lo trivial o
repetitivo que sea. Trabajar con amor es trabajar
con alegría. Vivir con amor es

Cuando la relación amorosa no me conduce

a mí mismo, cuando yo, en una relación

amorosa no conduzco al otro a sí mismo,

este amor, aun cuando pareciera la relación

más segura y estable que haya vivido,

no será verdadero.
EL AMOR IMPLICA UNA GRAN RESPONSABILIDAD

vivir con alegría. Quizás no se tenga ante sí el día más


creativo y satisfactorio, pero uno sabe que hay que
vivirlo. Aunque también se puede hacer del día una
obligación, aburrida, que destruya los nervios,
frustrante, una pérdida de tiempo. O el mismo día
puede ser emprendido con energía, entusiasmo y
determinación de hacerlo uno de los mejores días de
tu vida, para ti mismo y para los que te rodean. Hay
que vivir cada momento como si ”fuera el último día
de tu vida”. Es el mismo día, requiere de la misma
cantidad de energía y horas. La diferencia está en que
puedes elegir vivirlo con alegría o miserablemente.
¿Por qué no optar por lo primero?

En una de mis clases pedí a los alumnos que


escribieran algo respecto el tema ”Si fuera a morir
mañana, ¿cómo viviría esta noche?” Siempre trae una
gran introspección responder a esta pregunta. Al
trabajar en este ejercicio los estudiantes se dan
cuenta que están perdiendo un tiempo precioso en
muchas formas. Aunque durante su juventud vea la
muerte muy lejana, aun para el que viva más, logra
vivir más, existe un tiempo limitado. ¿Por qué no
vivirlo con alegría?

El amor responsable necesita ser expresado. El amor


es comunicación. Así como el hombre debe asumir la
responsabilidad de expresar su alegría, también es
responsable de comunicar su tristeza y soledad. En
realidad, parece que cuanto más desolada está una
persona, más defensas y racionalizaciones desarrolla,
y crea muros detrás de los cuales se pone a
refunfuñar. No es comprendida, no la aman. Abusan
de ella. Se le explota. En otras palabras, cuanto más
parece una persona necesitar comprensión amorosa,
se aleja más de cualquier posibilidad de recibirla. El
”síndrome del berrinche” es el ejemplo perfecto de
esto. Si uno necesita algo, debe comunicar su
necesidad a otros o nunca podrá ser satisfecho, ya
que nadie, ni
EL AMOR

aun los amantes, pueden leer la mente. En ocasiones,


cuando la gente se permite a sí misma expresar una
necesidad, se sorprende de la respuesta que recibe:
”No me imaginaba que te sintieras solo”. ”Parecías
siempre tan autosuficiente, tan sereno, tan satisfecho.
Realmente me complace saber que eres humano”. Al
demostrarles a otros que uno los ama, también debe
revelarles su necesidad de amor. No se puede
suponer que la gente, aun los que están más cerca de
ti, sabrán y entenderán tus necesidades y
sentimientos no expresados. Si quieres que la gente
los conozca, sólo tú eres responsable de comunicarte
con ella.

El amor responsable significa aceptar y entender. El


amor crece a distintos ritmos y en direcciones
diferentes en todos los individuos. Por ejemplo, en el
matrimonio, o en cualquier otra relación estrecha, el
amor es el proceso de crecer tomados de la mano,
pero separadamente, porque es imposible esperar
que dos individuos, incluso en el amor, crezcan al
mismo ritmo y en la misma dirección. Esto significa
que no siempre se entenderá o apreciará por
completo el crecimiento del otro y la conducta
resultante. Sin embargo, el amor nos ayuda a aceptar
el hecho de que otro individuo se comporta en la
forma en que puede comportarse en ese momento.
Requerirle que se conduzca de otra manera es pedir
lo imposible.

El amor responsable es empático. Aunque quizás se


haya abusado de la palabra empatía, sigue siendo
maravillosa. Significa ”sentir con”. No implica un
”entendimiento total”. Sabemos que en realidad
nunca llegamos a entender a otra persona, pero como
en el amor hay tantos elementos positivos y comunes,
se tiene esperanza. Si la conducta es contradictoria a
nuestras expectativas o nos resulta molesta o
decepcionante, debe ser vista meramente como una
fase pasajera. El amor siempre es cambiante y un
aprendizaje constante, y ofrece la mayor flexibilidad.
EL AMOR IMPLICA UNA GRAN RESPONSABILIDAD

Sólo pide que aceptemos el comportamiento según se


expresa, con el conocimiento de que esta conducta no
será permanente. No es cuestión de perdonar, pues
esto, en cierto sentido, implica condescender. Más
bien es cuestión de aceptar a la persona
incondicionalmente como es en ese momento,
consciente de que lo que es hoy, no es lo que será
mañana. Por lo tanto, el que ama constantemente
observa, escucha, espera, siente, se adapta, se
readapta y cambia.

Cuando dos personas se alejan en el amor, por lo


general se debe al hecho de que una o la otra se
niega a crecer o a cambiar. En este caso, el que ama
puede decidir adaptarse a esta conducta, ignorarla o,
después que todo lo demás parezca inútil, alejarse de
ella. Quizás el lector pregunte, ”pero «alejarse» es
realmente amor?” De hecho, lo es. Porque si el que
ama se interpone en el camino de otro, entonces ya
no está amando.

El amor responsable tiene en su núcleo universal la


humanidad del hombre. En el sentido más profundo,
todos tenemos un núcleo de humanidad. Lo mejor que
el hombre puede ser es un humano con todas las
fuerzas y debilidades implicadas en este significado.
Los más maravillosos personajes del mundo por lo
regular han sido los más ”humanos” y los menos
renuentes a revelarlo. Mientras estuvo en la tierra,
Jesús lloró, sintió soledad, decepción, dolor y
desesperanza. Pero sólo en esta forma pudo entender
lo que significaba ser un hombre. Buda conocía las
características humanas más básicas: la confusión, el
egocentrismo, el orgullo, la envidia y hasta la
indigestión. Gandhi sintió humildad, agotamiento,
privación física, enfermedad, fragilidad, tortura y
padeció lo que él llamó el ”accidente temporal de su
propia personalidad”. En distintos grados, todos
hemos experimentado también lo que sintieron los
grandes hombres como Jesús, Buda y Gandhi.
EL AMOR IMPLICA UNA GRAN RESPONSABILIDAD

Y en ese mismo grado tenemos empatía con ellos, lo


cual es un lazo común.

Seguido oímos decir, o decimos, ”es humano”, en el


sentido de que sabemos que la perfección es un
concepto que se encuentra aún lejos de la mayoría de
nosotros. Por lo tanto, debemos arreglárnoslas con lo
que tenemos. Es fácil entender que a un padre en la
India, por ejemplo, no le resulta más sencillo el hecho
de mirar con impotencia cómo muere de hambre su
familia de lo que sería para un padre en cualquier otra
parte del mundo. Los africanos son tan capaces de
sentir felicidad como los peruanos. Los ricos son igual
de susceptibles a las lágrimas que los pobres. Los
sabios pueden confundirse tan fácilmente como los
retrasados mentales. En otras palabras, es la
humanidad del hombre la que nos da la base común
sobre la cual podemos tener empatía en el amor.

La empatía nos hace responsables en el amor. Por


cada hombre que muere en el mundo, cada uno de
nosotros muere un poco. Por cada persona que sufre,
nosotros también sufrimos un poco. Por cada niño que
nace en el mundo, todos nos volvemos más ricos en
posibilidades. Todos somos incondicionalmente como
el otro; la diferencia estriba en que nos encontramos
en distintos países, interpretando papeles diferentes
en toda una variedad de vestuarios, con fondos
diferentes en distintos escenarios y ante auditorios
extraños. Sería interesante que pudiéramos cambiar
de vestuario y aparecer en diversos escenarios
durante nuestra vida; esto nos proporcionaría una
gran introspección a la universalidad del hombre.
Nosotros existimos para cada individuo al igual que
cada individuo existe para nosotros.

Si todos se encontraran desnudos y se nos pidiera que


cerráramos los ojos y los sintiéramos, la chica que
vende las flores podría ser confundida con la reina, el
bufón
EL AMOR

podría pasar por rey y el presidente podría ser


tomado por un trabajador inmigrante o por un
militante enfurecido. Quizás no exista mayor
conocimiento que éste: cada persona en el mundo, no
importa qué tan bajo o principesco sea su nivel, es
básicamente un ser humano. Rechazar a alguien es
perder todas las posibilidades que ofrece la intimidad
de conocer profundamente y sentir sinceramente con
un semejante.

El amor responsable comparte. En realidad, ningún


hombre posee nada salvo a sí mismo. El dicho que
reza: ”No podrás llevarte nada cuando mueras”,
aunque ha sido repetido en exceso, es singularmente
cierto. En el momento de la muerte uno no puede
asirse de nada ni de nadie. El amor debe compartirse
con otros. ¿Qué propósito tiene poseer conocimientos
si no se ofrecen a los estudiantes? ¿Qué significado
tiene la belleza que no se expone para que todos la
disfruten? ¿De qué sirve el amor que no se da
libremente? El amor significa un constante compartir
activo. Si uno tiene amor para dar, lo puede brindar a
todos en el mundo y seguirá teniendo el mismo amor.
Nunca perdemos nada al compartirlo, ya que para
empezar nada es únicamente nuestro. De hecho, el
amor adquiere significado sólo cuando se comparte.

En una clase de sociología en una universidad del este


de Estados Unidos se efectuó un interesante
experimento. El profesor hablaba sobre el proceso de
dar y cómo se relaciona con la responsabilidad. Pidió
a la clase que diera
10 centavos para cualquiera de las siguientes tres
situaciones de necesidad. Primero, había una sequía
muy grave en el sur de la India, y para combatirla se
necesitaba dinero. Morían mujeres y niños; los
hombres se encontraban abatidos. Al cooperar, los
alumnos estarían ayudando en una batalla por la vida
misma. Segundo, podrían ofrecer sus 10 centavos
para un fondo universitario destinado
EL AMOR IMPLICA UNA GRAN RESPONSABILIDAD

a auxiliar a un excelente estudiante negro que se


estaba viendo forzado a dejar la escuela debido a una
insuperable desgracia familiar que sólo podía
remediarse con dinero inmediato. Tercero, podían
contribuir a un fondo que se estaba iniciando con
objeto de comprar una nueva máquina fotocopiadora
para uso de los estudiantes. Esta máquina con
seguridad haría su vida académica mucho más
sencilla. Los resultados de esta lección no serán una
sorpresa ni de gran impacto para muchos: más del
85% de los estudiantes, de acuerdo con una votación
secreta, donaron sus 10 centavos para la compra de
la máquina fotocopiadora para su propio uso
inmediato. La siguiente cantidad en orden de
importancia, aproximadamente 12%, se dio para que
el estudiante negro permaneciera en la escuela. Y
únicamente el 3% de los estudiantes contribuyeron a
la necesidad más urgente de conservar la vida en la
India.

Cuanto más lejano se encuentra el problema, menor


responsabilidad se siente de compartirlo. La urgencia
de la necesidad en la India pareció no importar. No
fue el generoso ”yo” sino el egoísta ”yo” el que perdió
la oportunidad de dar vida a la gente hindú o
educación al joven negro. Fue el ”yo” egoísta quien
ignoró el hecho de que en última instancia había
obtenido poco. ¿Acaso todas las máquinas
fotocopiadoras en el mundo tienen el valor siquiera de
una sola vida? El no darse cuenta de esto es depositar
valor en ”cosas” vacías, mismas que cuando la
muerte haga su llamado inevitable, tendrán que ser
dejadas en su puerta.

Finalmente, el amor responsable se erige aun más


allá de la esperanza. La capacidad para tener
esperanza, ciertamente, es uno de los principales
factores para salvar la vida del hombre. Con la
esperanza, el hombre muestra un profundo respeto y
fe en la capacidad humana para
EL AMOR

cambiar, una creencia en la ”integridad del


universo”, en los nuevos comienzos, en los
emocionantes mañanas. La esperanza es esencial
para el hombre, ya que éste aún no es lo
suficientemente valeroso o capaz para existir sin
ella. El vivir sin esperanza sería devastador para el
hombre, quien todavía no ha aprendido a trabajar
por la alegría de trabajar, por el crecimiento
mismo, a crear por la expresión y la exaltación en
el acto, o amar sencillamente por el placer de
amar; sigue necesitando una recompensa. Hasta
que el hombre no aprenda estas cosas, la
esperanza tendrá que ser su fuerza básica de
motivación. En el trabajo obtendrá salarios más
altos y mejores puestos; en el conocimiento
necesitará grados y diplomas; en la creatividad
requerirá reconocimiento; en el amor, necesitará
reafirmación. Hasta que no se dé cuenta de que
cada cosa en sí es la recompensa, necesitará de la
esperanza como muleta para seguir adelante. No
hay nada de malo con la esperanza en el amor;
sencillamente es la segunda mejor posibilidad.

Mientras tanto, la esperanza, sin lugar a dudas, es


una fuerza creativa muy fuerte. Como dijo Norman
Cousins: ”La esperanza es el principio de los
planes. Les da a los hombres un destino, un
sentido de dirección para llegar, y la energía para
empezar, los sensibiliza. Da valores adecuados a
los sentimientos así como a los hechos”.
Su esperanza, continúa Cousins, incluye ”el revivir
la imaginación humana con respecto a la vida de
acuerdo a cómo le gustaría al hombre; el
aprovechamiento completo de su inteligencia para
traer cordura y sensibilidad a su mundo y a su
arte; la importancia del individuo; su capacidad
para crear nuevas instituciones, descubrir nuevos
enfoques, percibir nuevas posibilidades”.

Indudablemente, todo esto es cierto. Pero el amor


va más allá. La esperanza es un principio. El amor
es eterno.
4-.,
El amor reconoce las
necesidades
La mente no ha de ser cambiada por el lugar ni por el
tiempo; la mente es su propio lugar, y por sí misma
puede hacer del Infierno un Cielo, y del Cielo un Infierno.

JOHN MILTON
El hombre tiene necesidades tanto físicas como
emocionales. Aunque pasa la mayor parte de su
tiempo, de su vida, luchando por las primeras, éstas
son las más fáciles de satisfacer. El hombre sólo
requiere de una pequeña cantidad de alimento, y la
mayoría de nosotros comemos demasiado; un techo
para protegerse de los elementos naturales, y no las
grandes residencias en las que vivimos; la ropa
necesaria para el invierno; en algunas partes del
mundo muchos siguen cubriéndose con una simple
hoja y, naturalmente, agua. Todo lo demás es un lujo,
aceptable, por supuesto, por comodidad, pero no
necesario para la supervivencia. En la actualidad dos
terceras partes del mundo dan testimonio de esto.

Pero el hombre también tiene otras necesidades: las


emocionales. Éstas también son pocas, pero igual de
importantes que los requerimientos físicos; sin
embargo, no son tan sencillas de satisfacer. Si no se
satisfacen, pueden ser tan devastadoras como el
hambre física, tan incómodas como la falta de techo,
tan nulificantes como la sed, etcétera. La frustración,
el aislamiento y la angustia que provocan las
necesidades emocionales insatisfechas pueden al
igual que la privación física, causar la muerte o cierto
grado de muerte en vida, como neurosis y sicosis.

EL AMOR

Aun así, consciente de esto, el hombre sigue


dedicando una pequeñísima parte de su tiempo a
las actividades que lo llevarían a satisfacer sus
necesidades emocionales y al proceso de ayudar a
otros hacia la misma satisfacción. Ciertamente,
pocas personas considerarían sus necesidades
emocionales lo suficientemente importantes para
justificar una cantidad de tiempo igual a la que se
dedica a ganar el salario con el cual se satisfacen
sus necesidades físicas.

Por otra parte están las necesidades sicológicas


básicas del hombre: requiere ser visto, reconocido,
apreciado, oído, acariciado, complacido
sexualmente. Debe concedérsele la libertad para
elegir su propio camino, crecer a su propio ritmo y
cometer sus propios errores; es decir, para
aprender. Necesita aceptarse a sí mismo y a otros
seres humanos y, a su vez, ser aceptado por ellos.
Desea ser un ”yo” al igual que un ”nosotros”.
Lucha por crecer y convertirse en el individuo
único que es.

Si el amor no reconoce estas necesidades, es


falso. Si cualquiera de ellas no se satisface, el
individuo nunca podrá realizarse totalmente y
permanecerá oculto, en parte, aun de él mismo. Es
algo muy semejante al árbol del que ciertas ramas
no han recibido los rayos del sol, y mientras que el
resto del árbol crece, las partes que han sido
privadas de la luz solar nunca se desarrollarán en
una forma normal.

Por ejemplo, el presidente de un banco puede ser


altamente eficiente, inteligente, aceptado,
respetado, un miembro que aporta valores a la
comunidad: sería como un fuerte árbol en
crecimiento. Pero su esposa sabe que en cuanto a
sus hábitos alimenticios tiene los gustos limitados
de un niño, y en su vida sexual también es tan
impotente como un niño. Quizá en alguna fase de
su crecimiento emocional tuvo una fuerte
necesidad que no se satisface
EL AMOR RECONOCE LAS NECESIDADES

hizo. Como debía seguir creciendo hizo a un lado


aquella necesidad, desde el punto de vista sicológico,
y sus hábitos alimenticios y sexuales quedaron a un
nivel infantil, mientras que el resto de su personalidad
avanzó hacia la madurez. Naturalmente, ésta es una
sobresimplificación de la dinámica implicada, que es
mucho más compleja y sutil.

La idea primordial que deseo señalar con esto es que


el hombre sufre cuando sus necesidades emocionales
o sicológicas no son satisfechas.

Como ya señalé, el hombre tiene la necesidad de ser


visto, oído y acariciado, y el amor reconoce estas
necesidades. En la actualidad los individuos parecen
estar demasiado ocupados para detenerse y mirar o
escuchar a nadie, ni siquiera, en ocasiones, a su
propia familia. A esto le llamo el síndrome del
”hombre invisible”: está ante uno todos los días,
durante las comidas, en la sala, hasta en la cama. Uno
sabe que está ahí, pero no lo ve.

Si amas a alguien, lo observarás cuidadosamente y


sabrás que está cambiando todos los días a través de
un hermoso proceso gradual, del cual seguramente te
perderás si no aprendes a observar. ¿Cuándo fue la
última vez que miraste la cara de tu esposa o marido,
la de tu hijo, la de tu madre? Y para el caso, ¿qué
tanto tiempo hace que te miraste tú mismo
profundamente, no mientras te rasurabas o te lavabas
o te ponías el maquillaje, sino durante un momento de
paz, sólo mirándote?
Durante muchos años el hombre negro en Estados
Unidos ha experimentado este sentimiento de ”ser
invisible”, al grado que se ha llamado a sí mismo el
”hombre invisible”. Los existencialistas han
desarrollado toda una teoría alrededor de la idea de la
futilidad de la lucha personal del hombre por lograr
reconocimiento, de su búsqueda de afirmación en su
existencia real y del significado de

EL AMOR

esa existencia. El que ama reconoce la necesidad que


tienen otros de ser vistos. ¡Míralos!

Es igualmente importante la necesidad de ser


escuchado. Suelo referirme a esta carencia como
síndrome de ”fiesta coctel”. Hay muchedumbres
charlando alegremente ante el otro, intercambiando
lo que se ha denominado ”trivialidades”. Se habla
mucho, pero se oye o escucha poco. Se podría decir
que meramente se emite aire para formar una
vibración. La vibración no se vuelve un sonido sino
hasta que es recibida por el oído y las vibraciones son
traducidas e interpretadas en símbolos por el cerebro.
El cerebro juega un papel poco importante en la
”fiesta coctel” común, a excepción del de órgano listo
a ser entumecido.

Aun cuando una persona escucha a otra, a menudo


escucha precisamente lo que desea oír. Tiene la
capacidad de elegir o filtrar lo que le resulta
incómodo.
En un interesante libro escrito por Alexandra
DavidNeel y Lama Yongden, The Secret Oral Teaching
in Tibetan Buddhist Sects, la autora nos dice cómo se
dirigió a un sabio tibetano para realizar su plan de
escribir este libro. La respuesta que recibió del sabio
es a la vez divertida e ilustrativa de la idea que trató
de señalar. Le dijo: ”Es una pérdida de tiempo. La
gran mayoría de los lectores y escuchas son iguales
en todo el mundo. No hay duda de que la gente en tu
país es igual a la que he conocido en China e India, y
estos últimos son justo como los tibetanos. Si les
hablas de verdades profundas bostezan y, si se
atreven, se alejan, pero si les cuentas fábulas
absurdas son todo ojos y oídos. Desean que se les den
sermones de las doctrinas, ya sean religiosas,
filosóficas o sociales, que sean congruentes con sus
conceptos; que satisfagan sus inclinaciones; de
hecho, que se. puedan encontrar ellos mismos en
ellas, y que se sientan aprobados por ellas”.
EL AMOR RECONOCE LAS NECESIDADES

Y para hacer aún más grande la confusión, las


palabras con frecuencia significan cosas distinfas para
gente distinta. Esto algunas veces produce un
fenómeno más bien extraño, al que Timothy Leary se
ha referido como ”mi tablero de ajedrez tratando de
comunicarse con tu juego de monopolio”. Edward
Albee ha ilustrado hermosamente esta escena en The
American Dream, que abre con una conversación
entre un hombre y su esposa; ella describe un
episodio de su día de compras hasta en el más
mínimo detalle, y él se encuentra a mil kilómetros de
distancia perdido en sus propios pensamientos. La
única interrupción se da cuando la mujer hace una
pausa lo suficientemente larga para pedirle a su
esposo que le repita lo que ella ha dicho, pues quiere
cerciorarse de que la ha escuchado. Indudablemente,
él no ”oyó” ni una palabra, pero repitió todo a la
perfección. El público encuentra muy divertida esta
escena, y es extraño que no llore, ya que la mayoría
nos encontramos en este tipo de drama todos los días
de nuestra- vida. Quizás si escucháramos a otra
persona, si verdaderamente escucháramos,
podríamos sentir su alegría o su lamento. El amor
escucha.

El amor también toca, acaricia. El amor físico es


necesario para la felicidad, el crecimiento y el
desarrollo. Anteriormente mencionamos que el bebé
necesita ser acariciado o morirá aun si se satisfacen
todas sus necesidades biológicas. La afirmación de
Freud en el sentido de que la base de toda
enfermedad mental es la falta de gratificación
sensual, tiene muchas y variadas interpretaciones;
incluso se ha etiquetado al célebre sicoanalista de
”viejo sucio”. Pero lo que él quería decir con
gratificación sensual, abarcaba desde la madre que
amamanta a su hijo y le cambia los pañales, hasta las
experiencias sexuales más apasionadas, y todas las
fases físicas intermedias. Un apretón de manos puede
ser clasificado como gratificación
EL AMOR

sensual. Independientemente del grado, y nosotros


esperamos que todas las personas aprovechen la
oportunidad para experimentar la vasta gama de
experiencias, el hombre necesita ser tocado,
acariciado. La fuerza del impulso sexual es testimonio
de esto, y en algunas personas es tan fuerte que
dirige toda su vida. Se ha sabido de reinos que han
ascendido y luego caído estrepitosamente, de guerras
que se han declarado, de asesinatos que se han
cometido sólo para que alguien pudiera tener ese
momento de unión sexual, con frecuencia sin amor en
el sentido real, estrictamente con pasión.

El amor no necesariamente significa sexo, incluso


cuando la gratificación sensual en distintos grados
siempre forma parte del amor. Pero intentar escribir
un libro sobre el amor sin considerar la importancia
del sexo sería absurdo. Es imposible imaginar una
situación en la que uno ame profunda y sinceramente
sin que tenga el deseo de alguna forma de
gratificación sensual. Nuestros prejuicios en contra
del contacto humano más superficial son tan grandes
(incluso llegan a establecer leyes que lo prohiben),
que muchos se han alejado casi por completo de
cualquier forma de amor físico, exceptuando un nivel
puramente animal. Aun la opción del apretón de
manos, hombre con mujer, de acuerdo con Emily Post,
queda bajo el criterio de la mujer. Si ella extiende la
mano, el hombre la acepta, aunque también es
”correcto” que ella no la extienda. Así, nos
distanciamos unos de otros, a través de los modales y
de ciertas leyes.
No hay duda de que una persona es real cuando uno
la toca, cuando siente su piel sobre la propia, aunque
sea durante un breve momento. Podría decir que yo
violo continuamente la etiqueta establecida, ya que
siempre extiendo la mano tanto a los hombres como a
las mujeres por igual; y provoco miradas horrorizadas
cuando sostengo

gunter yo sel
EL AMOR RECONOCE LAS NECESIDADES

la mano del otro más tiempo de lo ”aceptado” y la


cubro cálidamente con mi mano libre. Algunos que me
miran curiosamente y con asombro, se asustan y
quizá se pregunten, ”¿qué busca?”, pero en la
mayoría de los casos yo sé que este acto es una
afirmación mutua de que somos seres humanos
relacionándose en un nivel muy real. Esto pudiera
conducir a una nueva aseveración filosófica: ”Toco,
luego existo”. Sin duda hay pocas personas que no
encuentran placentero el ser tocadas o tocar a otro;
naturalmente algunos lo encuentran, en forma
patológica, muy desagradable. He estado en
situaciones en las que alguien me ha dicho: ”Por favor
no me toques. Prefiero que no me toquen”. Por
supuesto, es su derecho, y debe ser respetado. Sin
embargo, el amor es físico, toca, acaricia.

El amor necesita libertad. Ya dijimos que, en todo


sentido, el amor siempre es libre; se da y se recibe
libremente, pero también necesita libertad para poder
crecer. Cada hombre que crece en el amor encontrará
su propia forma, su propio camino hacia el amor. No
podemos forzar a otros a que sigan nuestra forma,
pero sí podemos alentarlos para que encuentren la
suya propia. Carlos Castañeda, en su interesantísimo
libro sobre los indios yaquis, Las enseñanzas de don
Juan, cita la sabiduría de su personaje don Juan:
_Siempre debes tener en mente que un camino es
sólo un camino; si sientes que no lo debes seguir, no
debes seguirlo bajo ninguna circunstancia... Cualquier
camino es sólo un camino, no representa una afrenta
para ti ni para otros el dejarlo, si es lo que tu mente te
indica que hagas. Pero tu decisión de seguir en el
camino o dejarlo debe ser libre de temor o ambición.
¡Te prevengo! Ve cada camino cuidadosa y
deliberadamente. Inténtalo cuantas veces pienses que
es necesario. Después házte a ti mismo, y sólo a ti,
una pregunta ... que es ésta ... ¿este camino tiene
corazón? Todos los caminos
EL AMOR RECONOCE LAS NECESIDADES

son iguales; no conducen a ninguna parte. Son


caminos que van a través del matorral, o al matorral.
La pregunta es si este camino tiene corazón. Si lo
tiene, entonces el camino es bueno; si no lo tiene, no
sirve de nada. Los dos caminos no conducen a
ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no.
Uno hace que el viaje sea alegre, y mientras lo sigas
serás uno con él. El otro te hará maldecir la vida. Uno
te hace fuerte, el otro te debilita”.

Cada individuo es el único que puede juzgar por sí


mismo qué camino tiene corazón para él. Cuando los
caminos se cruzan hay una unión; cuando van
paralelos hay paz, siempre y cuando cada camino
ame y honre al otro.

El amor nunca ofrece direcciones, pues sabe que el


desviar a un hombre de su camino sería darle nuestro
camino, el cual nunca será verdaderamente adecuado
para él y con certeza lo ”debilitará”. Debe ser libre de
seguir su propio camino, en la forma que haya elegido
y a su propio ritmo. Debe verse libre para cometer sus
propios errores y aprender de ellos lo que pueda.
Nuestro amor se encuentra ahí para darle apoyo,
fuerza para continuar su búsqueda con seguridad, con
alegría, y para ofrecerle el aliento diario que
necesitará. Cualquier ayuda que brindemos sólo debe
dirigirse a orientarlo para encontrar el yo interno que
ha estado buscando durante mucho tiempo. El amor
es su guía, no su conductor. Cada hombre es su
propio conductor. El amor nunca refleja al que lo da,
ya que si existe cualquier detección de nuestra ayuda,
entonces hemos evitado que el ser amado viaje por su
propio camino y realmente no habrá sido libre. Él
tiene su propio camino y el amor lo alienta a seguirlo,
aun cuando este camino no se encuentre con nuestro
camino deseado. Retenerlo en lo que pensemos que
es el camino adecuado para él, es conducirlo a la
oscuridad y, como dice Thoreaú: ”Los pájaros nunca
pueden cantar en cuevas”.
EL AMOR

El amor escucha sus propias necesidades. La sociedad


está repleta de prejuicios, reglamentos y directrices
para ”encontrar” el amor y la aceptación social. Es
común que el hombre se ocupe tanto de lo que otros
creerán o pensarán o dirán, que deja de escuchar lo
que él cree, piensa o dice. La sociedad le dirá que
debe vivir en cierto tipo de casa, pero él siempre ha
querido vivir en un iglú. Si lo construye, ”la gente”
pensará que está loco, así es que mejor diseña una
casa rústica que lo hace enloquecer ”a él”. Le gustan
las paredes de un color cálido, quizás naranja, un
color que le ha encantado desde que era niño. Pero el
decorador de interiores le dice que ”nadie pinta las
paredes de naranja”. En cambio el verde aguacate es
delicioso y muy ”de moda”. Así es que pinta las
paredes de verde siguiendo el consejo del decorador
y coloca cortinas moradas (”muy elegantes”) y un
tapete color vino (”lo último en la moda”). Entonces
las paredes son verdes, las cortinas moradas y el
tapete color vino, y usted cada vez que entra a esta
habitación se siente físicamente enfermo, pero lo
acepta porque los vecinos y los ”mejores hogares y
jardines” lo aprueban; por lo tanto, así debe estar
bien. Las casas se construyen para los contratistas, la
ropa es diseñada por modistas sádicos, Hollywood y
Cinecittá definen la belleza, y de esta forma el
individuo está perdido, se convierte en todas las
cosas que otros dictan, algunas veces
inconscientemente.
Estamos atrapados por cosas triviales que, se nos
dice, indudablemente nos conducirán a la felicidad.
Cada día de nuestra vida se vuelve más complicado.
Nos levantamos; hacemos ejercicio durante 20
minutos; después nos damos un regaderazo, nos
secamos, nos ponemos talco o crema para la piel,
cepillamos nuestros dientes y usamos un enjuague
bucal para ”cerciorarnos doblemente”, cepillamos el
pelo decenas de veces después de haberlo lavado
EL AMOR RECONOCE LAS NECESIDADES

con champú, acondicionado, secado, dado forma y


peinado. Nos ponemos desodorante, nos envolvemos
en ropas, forzamos los pies con unos zapatos,
arreglamos la cama, tomamos una taza de café y,
después de todo esto, por fin estamos listos ”para
empezar el día”.

Y hay casos en que la misma rutina se repite por la


noche, antes de ir a la cama, pero a la inversa. Como
resultado de tanto arreglo, ya no sabemos a qué
huele un ser humano y hasta nos repelen los olores
humanos naturales.

Estamos tan limpios, que tenemos poca o ninguna


resistencia a los gérmenes cuando viajamos a otro
país. Estamos tan involucrados en lo que ”debe”
hacerse, que no tenemos tiempo para lo que
queremos hacer. Quiero aclarar que no estoy
abogando por adoptar hábitos de mala higiene, ni por
el exterminio en masa de todos los que escriben libros
”de etiqueta” que complican tanto nuestras vidas, ni
por el exilio de todos los diseñadores de ropa,
decoradores de interiores y publicistas. Sencillamente
sugiero que el hombre debe escuchar su propia ”voz”,
actuar conforme a lo que sienta, de lo contrario
quedará fuera de sí mismo.

El amor escucha sus propias necesidades y aprecia su


propia singularidad. Aborrece el hecho de que los
hombres se están volviendo cada vez más similares,
por lo que en poco tiempo la única forma en que” se
le podrá identificar como individuo será a través de su
número del seguro social.

En conclusión a este capítulo, diré que el amor


reconoce las necesidades, tanto físicas como
emocionales. Ve al igual que mira, escucha al igual
que oye. El amor toca, acaricia y goza con la
gratificación sensual. Es libre y no podrá ser realizado
a menos que se le deje en libertad. El amor encuentra
su propio camino, establece su propio
EL AMOR

ritmo y se conduce en su propia forma. Acepta y


aprecia su Caridad. El amor no necesita
reconocimiento ya

que su efecto es reconocible, no será un amor


verdadero.
El amor requiere que uno
sea fuerte
Son los débiles los que son crueles. La bondad sólo
puede esperarse de los fuertes.

LEO ROSTEN
Vivir en el amor es el mayor reto en la vida. Requiere
de más sutileza, flexibilidad, sensibilidad,
entendimiento, aceptación, tolerancia, conocimiento y
fuerza que cualquiera otra actividad o emoción
humana, ya que el amor y el mundo real constituyen
lo que parecen ser dos grandes fuerzas
contradictorias. Por una parte, el hombre sabe que
sólo siendo vulnerable puede realmente ofrecer y
aceptar amor. Pero al mismo tiempo sabe que si
revela esta vulnerabilidad en su vida diaria, correrá el
riesgo de que abusen o se aprovechen de él. Puede
intuir que si mantiene parte de sí mismo en reserva
para proteger su vulnerabilidad, siempre recibirá a
cambio sólo el amor parcial que da y, por lo tanto, la
única oportunidad que tiene de hallar un amor
profundo es dar todo lo que tiene. Sin embargo,
descubre que cuando lo da todo, muchas veces recibe
poco o nada a cambio.

El ser humano sabe que debe confiar y creer en el


amor. Pero también sabe que si expresa su confianza
y fe, la sociedad no vacilará en aprovecharse de él y
lo considerará un tonto. Si tiene esperanza en el amor
y sabe que sólo así puede hacer realidad el sueño de
una humanidad que se ame entre sí, la sociedad lo
ridiculizará como soñador idealista. Si no busca el
amor frenéticamente, se
EL AMOR

sospechará que es impotente y ”excéntrico”. No


obstante, sabe que el amor no se busca; se
encuentra en todas partes, y el buscarlo es un
autoengaño. Si decide pasar cada momento de su
existencia viviendo en el amor, con el
conocimiento de que así es más real y humano, la
sociedad lo etiquetará como un romántico débil. El
amor y las prácticas del mundo real se encuentran
a kilómetros de distancia. No es sorprendente que
tanta gente no tenga valor para intentar pasar la
brecha, ya que en la práctica, ésta parece
infranqueable. El hombre cuenta con el
entendimiento e impulsos para crecer en el amor,
pero la sociedad dificulta la práctica de este
conocimiento. La realidad de la sociedad difiere de
la realidad del amor. La fuerza para creer en el
amor cuando eres objeto de lástima y
desaprobación es superior a lo que la mayoría de
la gente puede aceptar, así que encuentran más
sencillo hacerlo a un lado, reservarlo para
personas particulares, en ocasiones específicas y
unir fuerzas con la sociedad en el cuestionamiento
de su supuesta realidad.

Para estar abierto, confiar, creer, tener esperanza


y vivir en el amor, se requiere de la mayor fuerza
que se posea. Esto se experimenta tan rara vez en
la vida real que la gente no sabe cómo enfrentarlo
una vez que lo descubre.
Crucifican a Jesús, le disparan a Gandhi, decapitan
a Thomas More y envenenan a Sócrates... En la
sociedad hay poca cabida para la honestidad, la
ternura, la bondad o la calidez, porque éstas
obstaculizan la forma en que ”funciona el mundo”.
Este fenómeno ha sido la base de grandes obras
de la literatura, desde La república de Platón y El
idiota de Dostoievsky, hasta La pasión griega de
Kazantzakis y El nazareno de Luis Buñuel. Es casi
como un juego. La gente busca personajes a
quiénes exaltar. Los selecciona cuidadosamente,
pasa un tiempo a sus pies adulándolos y después
obtiene incomprensible satisfacción
EL AMOR REQUIERE QUE UNO SEA FUERTE

cuando desaparecen. Es como si esa gente no pudiera


manejar la perfección, como si ésta hiciera que
tuvieran que reflexionar en ellos mismos, y les
provocara el cambio, idea que quizás sea demasiado
incómoda y dolorosa. Es más fácil no ver ni ocuparse
de la perfección. De esta forma la gente puede estar
satisfecha con su propia imperfección.

Es un hecho que el hombre no vive en un mundo de


gente que ama. Es más probable que encuentre
egoísmo, crueldad, engaño, manipulación y acciones
parásitas similares. Si depende del mundo real fuera
de él mismo para que le dé refuerzo, se decepcionará
y pronto descubrirá que la sociedad y los hombres son
mucho menos que perfectos, ya que la sociedad fue
creada por hombres menos que perfectos. Para
enfrentarse a lo que encuentra a su paso y aun así
seguir viviendo en el amor, el ser humano debe tener
mucha fuerza. Sólo sobrevivirá si esta fuerza se
encuentra dentro de sí mismo. Si deposita su amor en
el mundo y se le rechaza no debe culpar al mundo por
su insensibilidad. Si no encuentra amor, lo más seguro
es que se deba a que él mismo no tiene amor, y
necesita tenerlo dentro de él; dedicarse, estar
decidido y firme en su amor. No debe ser como La
tonta cándida de Voltaire, que sólo veía bondad en
donde existía el mal. También debe conocer el mal, el
odio y el prejuicio como fenómenos reales, pero
consciente de que el amor es la mayor fuerza. No
debe dudar de esto ni por un instante, o de lo
contrario estará perdido. Su única salvación está en
dedicarse al amor, al igual que Gandhi se dedicó -a
predicar la fuerza de la no violencia, Sócrates la
verdad, Jesús el amor y More la integridad. Sólo así
tendrá el poder para combatir las fuerzas de la duda,
confusión y contradicción. No puede depender de
nadie ni de nada en cuanto a reforzamiento y
afirmación, sino de sí mismo. Este camino puede

EL AMOR

ser solitario, pero lo será menos si está dispuesto a


comprender lo siguiente:

La función principal del hombre es ayudar a


desarrollar su verdadero Yo interno.

De igual importancia que esta función es ayudar a


otros a volverse fuertes y a perfeccionarse como
individuos únicos.

La mejor manera de lograr esto es dándoles a


todas las personas la oportunidad de mostrar sus
sentimientos, expresar sus aspiraciones y
compartir sus sueños.

Debe considerar las cosas etiquetadas de


”incorrectas” como fuerzas que emanan de
personas que sufren y que, al igual que él, son
”humanas” y se encuentran en el proceso de
tratar de perfeccionar su ”ser interno”.
Debe combatir estas fuerzas negativas a través de
su amor activo, profundamente preocupado e
interesado en la búsqueda libre del descubrimiento
de cada persona.

Debe estar convencido de que no es el mundo lo


desagradable, amargo y destructivo; lo que el
hombre le ha hecho lo hace aparecer así.

Debe ser un modelo. No un modelo de perfección,


estado que rara vez alcanza el hombre, sino un
modelo de ser humano. Ya que un buen ser
humano es lo mejor que se puede alcanzar.

Debe poder perdonarse a sí mismo por ser menos


que perfecto.

Debe entender que el cambio es inevitable y que


cuando se dirige al amor y a su autorrealización,
siempre será positivo.
EL AMOR REQUIERE QUE UNO SEA FUERTE

Debe estar convencido de que para aprender la


conducta, es necesario intentarla. ”Ser es hacer”.

Debe aprender que no todos los seres pueden amarlo,


aunque éste sea el ideal. En el mundo de los hombres
no ocurre así. Puede ofrecer a todos la mejor ciruela
del mundo, madura, jugosa, dulce, suculenta. Pero
debe considerar que habrá hombres a los que no les
gusten las ciruelas.
Debe entender que si es la mejor ciruela del mundo y
a alguien a quien ama no le gustan las ciruelas,
tendrá la opción de convertirse en un plátano, pero
debe ser advertido de que si opta por convertirse en
un plátano, será de segunda clase. Sin embargo,
siempre podrá ser la mejor ciruela.

Debe darse cuenta de que si opta por ser un plátano


de segunda, corre el riesgo de que el ser amado lo
encuentre ”de segunda” y, al desear sólo lo mejor, lo
haga a un lado. Entonces puede pasarse la vida
tratando de convertirse en el mejor plátano, lo cual
será imposible si en realidad es una ciruela, o puede
volver a tratar de ser la mejor ciruela.

Debe esforzarse por amar a todos los hombres aun si


ellos no lo aman. No ama esperando ser amado; ama
por amar.

No debe rechazar a nadie, porque sabe que forma


parte de todo hombre y rechazar a un solo hombre es
rechazarse a sí mismo.
Debe saber que si ama a todos los hombres y uno de
ellos lo rechaza, no debe alejarse por temor, dolor,
decepción o enojo. No es culpa del otro. No estaba
listo para lo que se le ofreció. El amor no se le ofreció
con condiciones. Dio amor porque fue lo
suficientemente afortunado de tenerlo para darlo,
porque sintió alegría al dar, y no por lo que recibiría a
cambio.
EL AMOR REQUIERE QUE UNO SEA FUERTE

Debe entender que, si es rechazado en un amor,


existen cientos de otros que están esperando ese
amor. La idea de que hay sólo un amor correcto es
errónea. Hay muchos amores correctos.

Espero que estas ideas te sirvan como auxiliares y te


den la fuerza para amar, porque continuamente
necesitarás la sutileza de los sabios, la flexibilidad del
niño, la sensibilidad del artista, el entendimiento del
filósofo, la aceptación del santo, la tolerancia de los
dedicados, el conocimiento del estudioso y la
fortaleza de los que viven en certeza. ¡Vaya
requerimientos! Todas estas cualidades podrán
desarrollarse en quien elija amar, ya que de hecho
forman parte de su potencial y sólo se realizarán a
través del acto de amar. Entonces, todo es cuestión
de amar la forma en la que amas.
El amor no ofrece
disculpas
Si no estoy al nivel de lo más bajo, no soy nada; y si
no supiera con certeza que el más loco borrachín de
¿a aldea es mi igual, y no estuviera orgulloso de que
él caminara junto a mí como mi amigo, no escribiría
una palabra más, ya que ésta es mi fuerza.

EDWARD CARPENTER
11
Este breve libro no ha sido más de lo que se
prometió: difícilmente una obra profundamente
filosófica o definitiva sobre el amor, ni una
exploración académica del fenómeno. Semejante
responsabilidad pienso que deberá asumirla una
mujer o un hombre mucho más sabio y poético y
con más experiencia y conocimiento del tema.

Más bien, la intención de este trabajo es y ha sido


compartir. En este sentido es una obra de amor. Si
el mensaje se recibe o no, de cualquier forma valió
la pena el esfuerzo, ya que al escribir un libro
sobre el amor, intencionalmente me he expuesto
al elogio o al ridículo, a la aceptación o al rechazo;
me he hecho a mí mismo totalmente vulnerable. Y
la vulnerabilidad siempre se encuentra en el
corazón del amor, de quien ama.

El padre William Du Bay lo planteó mucho mejor


que yo, cuando dijo: ”Lo más humano que
tenemos que hacer en la vida es aprender a
expresar nuestras honestas convicciones y
sentimientos y vivir con las consecuencias. Éste es
el primer requerimiento del amor y nos hace
vulnerables entre otras personas que pueden
ridiculizarnos. Sin embargo, lo único que podemos
dar a otra gente es nuestra vulnerabilidad”.
¡Así es ...!

. . .y nosotros mismos seremos amados por un tiempo


y después olvidados. Pero el amor habrá sido
suficiente; todos los impulsos del amor regresan al
amor que los creó. Ni siquiera el recuerdo es
necesario para el amor. Existe el mundo de los vivos y
el mundo de los muertos, y el puente es el amor, la
única supervivencia, el único significado.

THORNTON WILDER

3
Agradecimientos
Me complace expresar mi agradecimiento por el
permiso concedido para reproducir breves citas de las
siguientes obras:

Carlos Castañeda, Las enseñanzas de don Juan: una


forma de conocimiento yaqui. Berkeley: University of
California Press, 1968. El extracto citado de este libro
se reprodujo con permiso de los Regentes de la
Universidad de California.

Alexandra David-Neel y Lama Yongdon, The Secret


Oral Teachings in Tibetan Buddhist Sects. San
Francisco: City Lights Book, 1967. Reproducido con
permiso de City Lights Books.
Charles Reich, The Greening of America: How the
Youth Revolution is Trying to Make America Livable.
Nueva York: Random House, Inc., 1970.

Pitirim A. Sorokin, The Ways and Power of Love.


Chicago: Henry Regnery Company, 1967.

Acerca del autor


El doctor Leo Buscaglia es profesor adjunto de
Educación en la Universidad del Sur de California,
ciudad donde nació. A través de sus numerosas
exposiciones y presentaciones personales, el doctor
Buscaglia se ha convertido en un hombre
universalmente conocido y amado.

Con base en su conciencia de la vida, desarrolló un


curso sobre ”el amor” en la Universidad del Sur de
California.

El Amor es el resultado de sus interacciones con sus


estudiantes durante dicho curso. La teoría básica del
doctor Buscaglia es que el amor se aprende y que
todo el mundo puede y debe aprender a amar.

A través de la enseñanza, conferencias y escritos, Leo


Buscaglia pretende ejercer una oportuna influencia en
todos nosotros al explicarnos de qué se trata la vida y
el saber vivirla.
ESTA EDICIÓN DE 15 000 EJEMPLARES SE TERMINÓ

DE IMPRIMIR EL 28 DE FEBRERO DE 1990 EN LOS

TALLERES DE IMPRESORES CUADRATÍN

Y MEDIO, S.A. DE C.V. DR. VÉRTIZ

931-A, 03020 MÉXICO, D.F.

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