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Comencemos en El Porfiriato durante 1885 donde se hace cargo del gobierno del
estado el coronel Próspero Cahuantzi, quien separa varias poblaciones del municipio de
Santa Cruz Tlaxcala, para formar el 22 de mayo de 1902 un nuevo municipio, que
tendría como cabecera la población de Amaxac. El 22 de junio de ese año tomaron
posesión de sus cargos en el primer Ayuntamiento de Amaxac, integrado por el
presidente municipal Nabor Hernández y como síndico procurador el Sr. José de la Luz
Castillo.
Sin embargo, el progreso no fue igual para la población en su conjunto. Las condiciones
en las fábricas textiles eran inadecuadas para los trabajadores, quienes se relacionaron
con las agrupaciones obreras de los estados de Puebla y Veracruz, formando el Gran
Círculo de Obreros Libres de los estados de Veracruz, Puebla y Tlaxcala.
Las primeras acciones que realizó esa agrupación en Tlaxcala, fue demandar el
establecimiento del Reglamento Interior del Trabajo y la Tarifa de Salarios, que no
aceptaron los patrones, quienes se organizaron a su vez en el Centro Industrial
Mexicano, para enfrentar la organización de los obreros. Como los patrones no
aceptaron discutir el citado proyecto, pese a la intervención del gobernador Próspero
Cahuantzi, estalló la huelga en los tres estados el 26 de diciembre de 1906, en Amaxac
los obreros de las fábricas textiles Santa Elena y La Estrella colocaron las banderas
rojinegras.
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El 4 de enero de 1907 intervino el Presidente Porfirio Díaz, ordenando a los obreros
regresar a sus labores prometiendo resolver la demanda oportunamente. Los obreros
no aceptaron el laudo presidencial, pero los acontecimientos desfavorables en Río
Blanco, Nogales y Santa Rosa (hoy Ciudad Mendoza) en Veracruz, rompieron la
resistencia obrera. Muchos de los dirigentes del movimiento obrero fueron perseguidos
y encarcelados, entre ellos, Adolfo Ramírez de la fábrica La Estrella de Amaxac, quien
fue deportado a Quintana Roo, donde murió por las condiciones de cautiverio a que fue
sometido. No corrió mejor suerte Agustín Tamayo de la misma empresa, quién fue
encarcelado en la prisión de Xalapa.
Después de la prisión de don Francisco I. Madero y de la emisión del Plan de San Luis,
convocando a la rebelión para el 20 de Noviembre de 1910, Marcos Hernández
Xolocotzi se unió a las fuerzas de Juan Cuamatzi en la Matlalcueyetl, participando en
las acciones bélicas emprendidas por el líder revolucionario.
Nació en Amaxac de Guerrero en 1892. A los 15 años ingresó como obrero a la fábrica
de hilados y tejidos “La Trinidad”. Siendo muy joven quedó impresionado por la lectura
del manifiesto del Partido Liberal Mexicano, en el que se plasmaba una crítica
demoledora al régimen porfirista. Las ideas de Ricardo Flores Magón lo llevaron a
presidir el Club Liberal “Melchor Ocampo”, involucrándose en las huelgas textiles de
fines de 1906 y principios de 1907 que estallaron de manera simultánea en los estados
de Puebla, Veracruz y Tlaxcala, además de seguir de cerca la inconformidad que se
generó en varios municipios tlaxcaltecas. Destacando por su liderazgo opositor, Juan
Cuamatzi regidor y presidente municipal de Contla, con quien había de ligarlo una
entrañable amistad y comunión de ideales.
En 1995 el 2 de Octubre, Santa Ana Nopalucan fue declarado nuevo municipio, por
decisión del Congreso del Estado de Tlaxcala, por lo mismo lo referente a este
municipio y su participación en la revolución carece de certeza y se vincula mas a la
historia del municipio de Ixtacuixtla.
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“Apizaco en la revolución”
Amaxac de Guerrero, Apizaco y Santa Ana Nopalucan es donde los intereses en busca
de revolución al igual de muchos mas municipios, estallaron y apoyaron mucho en las
guerrillas para completar la revolución gracias a los personajes de Marcos Hernández
Xolocotzi, en unión de Juan Cuamatzi y Adolfo Ramírez todos de Amaxac, Además de
la resistencia y defensa que demostraban Apizaco y Nopalucan son notables esto
muestra como no importando en que parte de México, todo el país buscaba la
revolución y muchos estaban dispuestos a darlo todo por que su grito de revolución
llegara alto y terminar con el gobierno de Díaz, los tlaxcaltecas son un gran grito que no
puede ser callado, si es necesario darían su vida por el bien de su pueblo.
Notas: Bibliografía;
Cuéllar Abaroa, Crisanto. La Revolución en el Estado de Tlaxcala. Tomos I y II, Instituto de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana, México, 1975.
Gracia, M. Ezequiel. Los Tlaxcaltecas en la Etapa Revolucionaria 1910-1917, Edición del autor, Tlaxcala,
1961.
Monografía del municipio de Amaxac, Monografía del municipio de Apizaco, Monografía del municipio de
Santa Ana Nopalucan Centro de Estudios Municipales de Tlaxcala e Instituto Tlaxcalteca de la Cultura,
Tlaxcala 1986.