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Avla!

Consejo para no enamorar: Sus amigos no importan

SIIIIIIIIII IMPOOOOORTAAAAAAAAAAAAN, SII IMPORTAAAAAAAAAAAAAN. No te dejes engañar,


que sus juramentos de amor sincero e invulnerable no te obnubilen las ideas. Que sus no importa
lo que diga el resto no te convenzan ni un poquito, no te distraigan ni por un segundo, porque ahí
sí, te cagaste. Concéntrate y tatúate esto en el trasero: El entorno de tu pareja es algo de mucho
cuidado. Lo que escuche de sus padres, influye. Lo que opinen sus primos, afecta. Lo que le
recomienden sus amigos, importa. Importa mucho.

Cuando empezamos una relación con buen pie todo parece salir bien. Al menos al principio. Las
discusiones casi no están, las miradas casi hablan, los besos casi se escriben y, aunque sintamos
que faltan, las caricias casi sobran. Todo parece perfecto en ese micro mundo que se levanta
alrededor de una pareja novicia y risueña, que tiene como único deseo aparente, seguir
queriéndose sin que nadie joda. Nadie, ni siquiera el círculo más íntimo de amigos. Cuando
encontramos a una persona tan querible, tan amable, nos olvidamos de que el fin de semana
tenemos partido de fulbito con la gente de la universidad, que los domingos son días “de familia” y
que los 200 amigos que tenemos en común en Facebook se hartan, se aburren, se cagan en tener
que leer nuestros ridículos mensajitos en el muro llenos de cursilerías, banalidades y naderías
proclives a convertirse en verdaderos exponentes mundiales de la poesía huachafa en español.
Nos desentendemos, por un momento, de nuestro entorno y creemos que la relación que hemos
creado siempre va a ser así, perfecta, parapetada e indiscutible. Aislada del mundo. Invencible.

Sin embargo, nunca vemos las potenciales oportunidades o amenazas del entorno de nuestr@
parejita, no hacemos el respectivo análisis FODA de, sobre todo, sus amistades: los mejores
amigos se enteran del 80% -y a veces más – de lo que le pasa a una persona. Y es preocupante
que, de lo que ellos se llegan a enterar, den su opinión de todo. Siempre. De absolutamente todo.
El fucking 100%. Sin embargo, lo realmente deprimente es que ellos no siempre opinan bien,
bonito, como uno quisiera; sino que por lo general le echan candela a los celos que nosotros
queremos apagar y apagan las emociones que nosotros queremos encender. Se vuelven
agitadores de los sentires de la persona que nos gusta e interpretan su papel de ángel de la guarda
o demonio interno muy bien, susurrando, provocando y aconsejando a nuestro objetivo en los
oídos, dirigiendo sutilmente sus acciones por detrás y mediante cuchicheos y conversaciones de
MSN a los que probablemente nunca tendremos acceso. Pinches metiches, pensamos entonces,
perfectamente conscientes de que nuestros pensamientos no cambiarán nada que no sea nuestro
riñón lleno de bilis y frustración. Así que, de alguna manera, podría decirse que, si sus amigos no
nos consideran amigos suyos también, así, analizándolo fríamente, es bastante probable que
vayan a rajar de nosotros como desquiciados vayamos a tener algunas dificultades con la relación.
Probablemente nada muy serio, pero caray, hombre precavido vale por dos, así que no sería mala
idea empezar a hablar con algunos de ellos y darnos cuenta que, en realidad, algunos muy en el
fondo y otros naturalmente, son muy buena onda, muy agradables. Y si en realidad sentimos
ganas de aventarles una piedra en el cerebro de lo antipáticos que son, muere mierda, por
metiche, pues solo nos queda rezumar nuestras intenciones en silencio, pues de veras es una mala
idea. Además, si esas personas son las amistades de nuestra personita especial, pues significa que
le agradan; y, si nosotros somos los enamorad@s de nuestra personita especial, también significa
que le agradamos: Probablemente seamos más parecidos a ellos de lo que creemos y menos de lo
que deseamos. No lo sé. Ojalá que no. Lo único de lo que puedo dar fe es de la conveniencia de
llevar la fiesta en paz y sin disputas de atención, que lo único que hacen es atormentar los
pensamientos y confundir los sentimientos de es@ chic@ al (a) que amamos, o que, al menos,
intentamos amar con obstinación.

También, al otro lado de la balanza, están los esquizofrénicos. Esos raros especímenes obstinados
en convertirse en el broder de los mejores amigos de su enamorada o en la pinki friends de las
amigas del enamorado sea como sea: colándose en las fiestas a las que no están invitados,
hablando estrepitosamente con cada persona a la que su pareja saluda o simplemente haciendo
todo tipo de felonías y malabares sociales que, malhadadamente, terminan dando sus frutos en el
largo plazo. No conviene ser esquizofrénico porque, aunque te ganes a los amigos del (la)
enamorad@ , pierdes, poco a poco, a tu enamorad@ mism@. Porque, carajo, a quién no le va a
estresar sentirse dejad@ de lado mientras ve a sus mejores amigos tomando y riendo feliz con su
pareja. Con las esquizofrénicas es un poco más sencillo. Te das cuenta de que tu novia te espía
cuando, de puro curioso, ves que tienes 346 amigos en facebook y, cuando revisas el perfil de la
neurasténica de tu enamorada y ves la cantidad de amigos en común que tienen, crees que debe
ser una mala broma y sospechas vagamente que algo no va bien, porque también son 346.

Pero, pero, pero, pero, si recién vamos en gileos con alguien y los sentimientos recién están
tomando forma, tampoco es mala idea conseguir un par de amigos comunes que respalden
nuestro cometido. Pues aunque hacerlo es menos imperioso, no significa que sea menos útil:
Cuando nos creemos omnipotentes en nuestra capacidad seductora apostamos todas nuestras
fichas a nuestro extraño carisma, nuestros buenos sentimientos, nuestro pícaro rostro, nuestro
trabajadísimo cuerpo o nuestro crapuloso trasero (chicas, claro). Y es ahí donde pecamos de
ingenuos y las circunstancias cambian sin que nos demos cuenta. Donde subestimamos la ayuda
de un buen gancho y despilfarramos la oportunidad de que nuestro nombre sea escuchado por
él(la) inclusive cuando no estemos.

Cuando estaba en el colegio me desvivía por enamorar a la chica más inteligente – a mi criterio,
claro – que había conocido hasta entonces. Y si bien mi primer error fue hacerme su mejor amigo,
el segundo fue asediarla directamente, sin intermediarios ni amistades en común, sin saber con
quienes hablaba ni interesarme en conocer un poco más de su mundo. Y, claro, reboté muchas
veces con ella - siendo, paradójicamente, gordísimo para entonces, propenso a rebotar contra el
suelo siempre que corría chapuceramente – y siempre me iba a la computadora, y revisaba
nuestro historial de conversaciones, y auscultaba, dolido y triste, cada palabra que le había escrito
mientras identificaba los errores que creía tener en esa aventura de conquista a la que me había
lanzado engolado. Para entonces no sabía lo que tenía que hacer. No imaginaba que ella valoraría
tanto que converse con sus amigas y me ría con ellas. Que me una tanto a su mundo al punto de
que empiece a ser, un poco, el mío también. Finalmente, un año después, cuando terminé de
entender esa verdad tan simple, casi como por arte de magia y ante mis ojos maravillados, ella
cedió y se volvió mi enamorada.

Ahora talvés deba agregar que, como toda sugerencia, también tiene contras. Tener un cierto nivel
de confianza con sus amigos es mucho más jodido cuando tienes que terminar una relación.
Porque cuando lo hice no solamente tuve que resignarme a cargar con la dolorosísima cruz de su
ausencia, sino que, además, casi me sacan la mierda. Eso, sin contar con lo arbitrario que puede
resultar tener que cortar la comunicación con un@ de sus amig@s que, llana y sinceramente, te
cae naturalmente bien.

Ya está: Sus amigos son importantes. Subestimarlos, ignorarlos o caerles mal no es una idea
brillante. Pero ser simpátic@ con ellos es una opción inteligente y una demostración de amor,
además; pues refleja el deseo de inmiscuirte, un poco, en su mundo y aceptarlo tal y como es, sin
máscaras, ni maquillaje, ni cojudeces que puedan dañar, hacer metástasis, en sus pretensiones de
pareja. Vamos, no es tan difícil, sé menos soberbi@, gánate a sus amigos: juega una pichanga con
ellos, sal en grupo con ellas, vayan a ver películas en mancha, conversen en fiestas, chateen por
MSN y pon Like en cualquier huevada que compartan en su muro porque, de esa manera, tendrás
más posibilidades de que ellos, en el futuro, le den Like a tu desesperada publicación en la que le
ruegues a tu personita especial, por favor, mi amor, por favor, una última, nobilísima, definitiva
oportunidad de hacer las cosas bien esta vez.

Anda, floreraz@.

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