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LUIS CASAIS

Licenciado y doctor en Ciencias de la actividad física y el deporte. Licenciado en


Psicología Profesor de Alto Rendimiento en Fútbol en la Facultad de Ciencias de la
educación y el deporte de Pontevedra, Universidad de Vigo .Profesor de varios masters
de fútbol: master universitario en Preparación Física de la RFEF, master de Dirección y
entrenamiento de equipos de fútbol de la RFEF, master de detección y formación del
talento en jóvenes futbolistas de la RFEF. Miembro del grupo de investigación “Análisis
del rendimiento en deportes colectivos” de la Universidad de Vigo . Ex preparador físico
de varios equipos de fútbol (segunda división, segunda B, tercera) . Autor de varias
publicaciones y artículos relacionados con diversos aspectos del entrenamiento y
enseñanza del fútbol . Ponente en congresos nacionales e internacionales

LA FASE DE TRANSICIÓN EN EL FÚTBOL: ORGANIZACIÓN Y


PROPUESTAS PARA SU ENTRENAMIENTO
PARTE I:

1. El estudio de la fase de transición y su importancia en el juego actual.


2. La transición defensiva:
2.1. Formas de organización y actuación colectiva
2.1.1. Defensa circunstancial hacia la defensa presionante
2.1.2. Defensa circunstancial hacia la defensa de contención
3. La transición ofensiva:
3.1. Formas de organización y actuación colectiva
3.1.1. El contraataque o ataque rápido
3.1.2. La transición hacia el ataque organizado
4. El entrenamiento táctico de la fase de transición.
5. Ejercicios de aplicación práctica

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1. EL ESTUDIO DE LA FASE DE TRANSICIÓN Y SU IMPORTANCIA EN EL
JUEGO ACTUAL.

En la mayoría de los juegos deportivos colectivos de participación simultánea y


espacio compartido, o juegos de invasión, como el caso del fútbol, a la hora de describir
funcionalmente el juego se suele asumir la presencia de cinco momentos o fases,
diferenciados en función de sus objetivos tácticos y los procedimientos empleados.
Intuitivamente, los primeros análisis llevaron a identificar dos fases: el ataque y la
defensa (Mahlo, 1981; Bayer, 1986; Hernández Moreno, 1994), aunque en deportes como
el fútbol, en los que el espacio es más amplio y la presencia de jugadores mayor, no
resulta fácil pasar tan rápidamente de una fase a otra, por lo que se requiere de un
tiempo de adaptación o re-equilibrio para resituarse desde el punto de vista táctico. Se
trata de la fase de transición, que engloba comportamientos diferenciados en el caso de
pasar a defender después de un ataque (transición defensiva o transición ataque-
defensa), o pasar a atacar después de una acción defensiva (transición ofensiva o
transición defensa-ataque). El quinto momento, diferenciado por sus especiales
características, sería el concerniente a todas
las situaciones a balón parado.

La definición operativa del


funcionamiento del equipo en estos cinco
momentos podría definirse como el modelo de
juego (que en la práctica puede llevarse a cabo
a través de uno u otros sistemas de juego).

La organización funcional de cada uno


de esto momentos es peculiar y se somete a
unas pautas tácticas especificas y propias de
cada momento, concretadas en los
procedimientos tácticos a emplear. En el caso
del fútbol, parece asumirse una jerarquía
proporcional de cada uno de ellos, ya que todos tienen una importancia teórica en el
juego.

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En la práctica, equipos y entrenadores proponen modelos bastante diferenciados
para la concreción de cada una de estas fases del juego, con diferentes organizaciones
funcionales, y formas de entrenamiento distintas. Así, no todas las fases del juego están
igualmente sistematizadas, no se reconoce la misma importancia a todas ellas, no se les
dedica (ni por asomo) el mismo tiempo de entrenamiento, etc... aunque es cierto que en
las prácticas de diferentes países, escuelas y entrenadores pueden observarse
importantes diferencias.

Es común reconocer que casi todos los equipos tienen una fase defensiva más
organizada a nivel táctico, con pautas más concretas de actuación (posicionamiento,
acciones a realizar, protagonistas,....), frente a un ataque más libre (aunque existen
casos de equipos que realizan ataque organizado, éste se ejecuta con premisas de
acción más amplias y abiertas que en el caso de la acción defensiva).

Las situaciones a balón parado, dado que existe un tiempo para su preparación,
permiten llevar a cabo disposiciones y acciones conocidas, siendo el momento del juego
más proclive a una organización más exhaustiva (tanto en ataque como en defensa los
jugadores suelen conocer sus zonas y momentos de actuación, los procedimientos a
emplear, etc...).

Las fases de transición (ofensiva o defensiva) son momentos del juego en los que
resulta más difícil ofrecer pautas de organización concretas, ya que, por su naturaleza,
son imprevistas, abiertas (se desconoce cuántos jugadores podrán participar, en qué
condiciones, en qué zonas, etc...) y lo que habría que añadir unas especiales
condiciones espaciales (la acción de juego en estos momentos se desarrolla en espacios
amplios) y temporales (se trata de acciones que suelen realizarse a altas velocidades).

En el fútbol actual, la importancia de las fases de transición se antoja decisiva,


ya que es uno de los momentos donde la organización colectiva es más difícil, y de su
resolución efectiva se derivan gran parte de las situaciones que desequilibran el
resultado final.

La media de los goles conseguidos en un partido ha bajado notablemente en los


últimos cuarenta años, situándose en una media bastante estable en los últimos 10

3
años (en torno a los 2,2-2,6 goles por partido) (Gómez, 2000; Mombaerts, 2000; López,
2001; Casáis y Lago, 2006).

Del total de los goles conseguidos en un partido, entre un 25-40 % se originan


en situaciones a balón parado, y el 50% de los goles en acción de juego corresponden a
las fases de transición (ataques rápidos y contraataques), frente al resto de goles
conseguidos a través de ataques directos o ataques combinativos (Hughes, 1990;
Garganta, 1997; Romero, Utrilla y Morcillo, 1997; Mombaerts, 2000; Grehaigne, 2001;
Rincón y Ramos, 2002; Casáis y Lago, 2006).

Theodurescu (1984) ya avanzaba que la evolución táctica del juego podría


resumirse en base a una serie de conclusiones, entre las que destacaba la importancia
de las situaciones de transición, cara al ataque (contraataque), y cara a la defensa
(balance defensivo), ya que las acciones entre 2-3 jugadores, ejecutadas a gran
velocidad son la base de las acciones ofensivas que acaban en gol. Igualmente,
Mombaerts (2000), concluye que la duración de la fase ofensiva se caracteriza por su
brevedad, ya que la mayoría de los goles se consiguen en menos de 15 segundos (las
secuencias de pases reducidas resultan más eficaces: entre 1-4 pases se consiguen el
75% de los goles en juego).

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Grehaigne (2001) constata también la importancia de este aspecto, ya que los
ataques rápidos constituyen las acciones de ataque más peligrosas: las jugadas que
acaban en gol no sobrepasan los 3-4 toques (antes, ya Bate, 1988, en Garganta, 1997,
había observado que la probabilidad de marcar disminuye de manera espectacular sea
cual sea la zona de entrada del balón a la zona de finalización contraria si la acción
ofensiva supera los 5 pases, ya que daría suficiente tiempo a una reorganización
defensiva eficaz). Garganta (1997) muestra que la resolución de la acción ofensiva se
caracteriza por una corta duración (menos de 10 segundos) y una secuencia corta de
pases (5 o menos pases). Muchos otros autores (Romero Utrilla y Morcillo, 1997; Castelo,
1999) concluyen en líneas similares. En el reciente mundial, Alemania 2006, los goles
conseguidos con ataques rápidos o simplificados (secuencia de 4 pases o menos) han
supuesto un 33,3% de los goles (un 55,7% del los goles conseguidos en juego), siendo
marcados a través de juego combinativo un 26,5% de los goles (44,3% de los goles en
juego)

De esta manera, queda de manifiesto la imperiosa necesidad de dotar a los


equipos de unas pautas de organización del juego en estas situaciones: recuperar
rápidamente el equilibrio defensivo, y aprovechar al máximo la desorganización del
rival para realizar el ataque.

2. LA TRANSICIÓN HACIA LA
DEFENSA: DEFENSA
CIRCUNSTANCIAL O BALANCE
DEFENSIVO.

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El proceso defensivo representa la fase del juego en la cual el equipo lucha con
hacerse con la posesión del balón con la pretensión de realizar acciones ofensivas, sin
cometer infracciones ni permitir que el rival obtenga un gol (Teodurescu, 1984). Esta
fase defensiva se establece con
base a acciones de marcaje, que
plasman la presencia física de los
defensores sobre los atacantes
expresando una oposición colectiva
que persigue la anulación de
adversarios y espacios libres,
concretando así dos objetivos
básicos de la defensa: la
recuperación del balón (quitar la
iniciativa al adversario) y la defensa
de la portería (impedir el gol)
(Castelo, 1999). El objetivo básico
de la defensa es restringir el tiempo
y el espacio disponible de los
atacantes, manteniéndolos bajo
presión y negándoles la posibilidad
de poder progresar en el terreno de
juego.

La fase defensiva del juego puede desarrollarse siguiendo unas premisas de


realización concretas y cerradas (zona del campo en la que situarse, acciones a llevar a
cabo, protagonistas a intervenir, misiones especificas a realizar, ....) o dejarse a una
ejecución más abierta, basada en la interpretación del juego por parte de los jugadores-
equipo. Es lo que se conoce como defensa organizada o defensa libre, respectivamente.
Prácticamente todos los equipos se decantan por una forma colectiva organizada. Se
trata entonces de determinar el modelo táctico general o método de juego en defensa
(Garganta, 1997; Castelo, 1999; Grehaigne, 2001; Vales, 2004). Luego, habrá que
especificar los procedimientos a emplear de forma grupal o colectiva para llevar a cabo
el modelo táctico elegido: es lo que se conoce como medios tácticos, modelos tácticos
específicos defensivos, principios defensivos, procedimientos defensivos, etc. (Menotti,

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1988; Conde y Argibay, 1994; Vales, 1996; Mercé, 1998; Castelo, 1999; Martín, 2000;
Grehaigne, 2001; Cano, 2001).

Básicamente se puede hablar de dos maneras de organizar la acción defensiva:


La defensa organizada, en la que el equipo tiene tiempo para asumir una
ocupación del terreno y disposición de los jugadores más o menos eficaz para
establecer la fase defensiva, y ésta se desarrolla en base a unos criterios previamente
establecidos. En la defensa organizada, la estructuración de la fase defensiva está
prevista y definida de antemano, ya que se conoce la ubicación de los jugadores, la
colocación y posicionamiento del bloque defensivo, y las acciones colectivas a
desarrollar.

Se trata de adquirir una agrupación prevista y coordinada en espacio y tiempo


para obstaculizar la acción ofensiva del rival o impedirla (recuperar la posesión). Se
manifiesta cuando hay tiempo para organizarse colectivamente.

Dentro de la defensa organizada puede hablarse de varios tipos de organización:


- organización ofensiva o defensa presionante, en la que se busca recuperar la
posesión del balón, tomando la iniciativa del juego, para dirigir la acción ofensiva
del rival o para arrebatarle de forma activa el balón (no esperar a que lo pierda)
- organización en repliegue o defensa de contención, en la que se privilegia la
defensa de la portería propia, se la da la iniciativa y el espacio al rival.

La defensa circunstancial, es aquella en la que el equipo no tiene tiempo para la


reorganización defensiva, y debe hacer frente al ataque rival de forma rápida,
imprevista y muchas veces en inferioridad numérica o espacial. Se trata de la defensa
de urgencia en la fase de transición defensiva del juego.

2.1. Formas de organización y actuación colectiva en la defensa


circunstancial.

La fase de transición defensiva será el momento del juego que se sitúe entre la
pérdida propia del balón (interrupción del ataque) y la fase de defensa organizada. En
función del tipo de defensa organizada a asumir, podrán darse diferentes formas de

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reorganización defensiva en la fase de transición defensiva: transición hacia una
defensa presionante o transición hacia una defensa de contención.

La defensa circunstancial se da ante situaciones imprevistas y requiere de una


actuación adaptativa de los defensores, ya que no hay tiempo para la reorganización
defensiva y la ocupación óptima de los espacios defensivos. También se ha denominado
balance defensivo o recuperación defensiva (Castelo, 1996, 1999) que comienza tras la
imposibilidad de robar el balón o evitar la progresión del ataque, y lleva al equipo a la
ocupación del dispositivo defensivo previamente decidido, o defensa en persecución
(Mombaerts, 2000), caracterizada por una relación desfavorable al equipo defensor y
cuyo objetivo básico será frenar la acción del ataque y proteger la portería, ya que las
condiciones de tiempo, espacio, y efectivos numéricos no permiten otra cosa.

Se realizará a través de
diferentes procedimientos tácticos o
modelos tácticos específicos. Un
modelo táctico específico es un
conjunto de ejecuciones técnico-
tácticas, realizadas por el equipo sin
posesión del balón (formas de
organizar-llevar a cabo la defensa).

Son los instrumentos con los


que cuenta el equipo para llevar a cabo de forma individual, grupal o colectiva la idea
defensiva prevista. Desde la Escuela Nacional de Entrenadores se les denomina
principios defensivos, denominación que comparten Queiroz (1983), Conde y Argibay
(1994), Garganta (1997), Castelo (1999), Cano (2001), Martín (2001) o Lago (2001). .

La defensa circunstancial suele organizarse en dos momentos o subfases.


En un primer momento se busca neutralizar la acción ofensiva, ya que la situación
de la defensa suele ser deficitaria por existir inferioridad numérica o mala disposición
espacial (a través de faltas, provocar fuera de juego, interceptaciones)
Posteriormente busca facilitar-recuperar el equilibrio defensivo, que en esos
momentos está deteriorado (ganar tiempo para restablecer la estructura defensiva: a
través de la presión al portador del balón o de la temporización), de forma que el mayor

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número posible de jugadores pueda retornar (repliegue) a las posiciones defensivas
establecidas para la defensa organizada. Si ello se logra, finaliza la defensa
circunstancial y se pasa a establecer la acción defensiva en base al formato de defensa
organizada previamente determinada.

Existen diferentes opciones de realización,


que deben estar en sintonía con el planteamiento
defensivo seleccionado para llevar a cabo en la
defensa organizada, de manera que un equipo que
utilice la defensa organizada presionante buscará
fórmulas de actuación diferentes a las de un
equipo que emplee la defensa organizada de
contención.

2.1.1. Defensa circunstancial hacia la defensa


organizada presionante:
Este modelo defensivo busca limitar la
capacidad de acción del rival, cortando su
iniciativa y “atacando” la posesión del balón. Es
un planteamiento muy agresivo y con alto riesgo defensivo, ya que suele buscar una
recuperación inmediata del balón: en la zona donde se ha perdido, o forzando la pérdida
del rival. En realidad lo que se persigue es minimizar la propia fase de transición
defensiva, activando lo antes posible la defensa organizada presionante. Se pueden
emplear entonces varios procedimientos para organizar la transición hacia una defensa
presionante:
- los jugadores más cercanos al balón activan de forma instantánea el pressing,
mientras el resto de los defensores complementan la presión cerrando las posibles
líneas de pase, con un posicionamiento idéntico al que el equipo tenía al perder el
balón (se trata de no dar tiempo ni espacio al rival para iniciar la acción ofensiva)
- parte de los jugadores disponibles hacen presión al jugador con balón
disminuyendo la calidad del ataque y decelerando la progresión para dar tiempo a
un cierto repliegue defensivo. El resto de los jugadores repliegan y ocupan las
zonas previstas para activar el pressing.

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- parte de los jugadores hacen presión al jugador con balón para recuperar la
posesión y el resto adelantan su posición para provocar fuera de juego de los
posibles receptores

2.1.2. Defensa circunstancial hacia la defensa organizada de contención:


Utilizará medios tácticos que permitan ralentizar o anular en el inicio el ataque
rival, acudir rápidamente a las zonas de mayor compromiso defensivo, para poder
establecer una estructura defensiva de gran densidad y número de jugadores por
detrás del balón. Lo que se busca, fundamentalmente, es ganar tiempo para una
organización defensiva eficaz en las zonas cercanas a la portería propia.
Se pueden emplear entonces varios procedimientos para organizar la transición
hacia una defensa de contención:
- el defensor más cercano al jugador con balón intenta abortar el ataque realizando
una falta táctica, el resto de los compañeros repliegan o se sitúan por detrás para
reducir la gravedad de la sanción disciplinaria (evitar la expulsión).
- el defensor del jugador con balón realiza temporización defensiva para dificultar la
progresión directa y el resto hacen repliegue hacia la portería, colocándose en
disposición de realizar coberturas al defensor del jugador con balón.

3. LA TRANSICIÓN HACIA EL ATAQUE:

La otra perspectiva desde la que se debe analizar la fase de transición es la que


permite recuperar la posesión del balón y pasar a la situación ofensiva.

Para Castelo (1999) existen diferentes formas de organizar el ataque, lo que


entiende por métodos del proceso ofensivo:
- Contraataque: forma de organización caracterizada por una rápida transición
desde la fase defensiva a la ofensiva, inmediatamente después de la
recuperación del balón, con una disminución del tiempo de construcción del
ataque, elevado ritmo de circulación de balón y simplicidad del proceso
ofensivo (bajo número de jugadores)
- Ataque rápido: se fundamenta en un ataque rápido y vertical, con una alta
velocidad en la progresión del balón

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- Ataque posicional: caracterizado por una alta elaboración de la fase de
construcción del proceso ofensivo, con el equipo manteniendo un bloque
permanente para crear condiciones favorables para la progresión y
finalización de la acción ofensiva.

Mombaerts (1998, 2000) comenta dos formas básicas de establecer la acción


ofensiva: el ataque organizado o de posición, y el ataque rápido. El ataque organizado
se basa en una conservación colectiva del balón (a partir de apoyos, creación y
utilización de espacios libres..), para crear un desequilibrio en la defensa contraria (a
partir de la fijación y cambio de orientación, desdoblamientos, paredes, movilidad de
los jugadores..) con el fin de obtener situaciones de finalización claras. El ataque rápido
se basa en el aprovechamiento de la desorganización defensiva del rival para impedir
su reagrupamiento.

Konzag (1995), entiende que el ataque puede llevarse a cabo a través del ataque
rápido o contraataque, o bien con el ataque de posición (diferenciando un ataque con
foco de progresión más rápido y convergente, que sería el ataque por el centro, y un
ataque más elaborado con foco de progresión divergente, o ataque de banda).

Esta propuesta es básicamente respetada en diferentes escuelas: portuguesa, inglesa,


francesa, alemana, española, etc….. Se hará a partir de aquí una síntesis que permita organizar
mejor los diferentes modos de llevar a cabo la acción ofensiva (Alonso, 1996; Vales, 1996; Conde,
1998; Martín Doblado, 2000).

3.1. Formas de organización y actuación colectiva de la fase de transición


ofensiva.
Al igual que se había hecho en el caso de la transición defensiva, se tendrá que
partir de dos elementos fundamentales. Por un lado determinar los medios tácticos
específicos o principios ofensivos a emplear, y por otro, adecuar su uso a la intención
táctico-estratégica del equipo, ya que el modelo táctico general ofensivo empleado
puede modificar los comportamientos a realizar por los jugadores.

De esta manera, habrá equipos que privilegien un uso inmediato y preferente del
momento de desorganización defensiva que se da en este periodo del juego para activar

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el contraataque, mientras que otros equipos, que opten por un mayor control del juego a
través del juego combinativo, emplearán la recuperación del balón como inicio del
ataque organizado con énfasis en la conservación y progresión controlada del balón.

3.1.1. El contraataque o ataque rápido


Se trata de un modelo táctico general ofensivo fundamentado en una transición
rápida después de la recuperación del balón, con el fin de aprovechar la
desorganización defensiva momentánea del rival que ha perdido la posesión. Se define
por necesitar un bajo número de participantes, con lo que no se altera la organización
defensiva propia, aprovechar los espacios libres dejados por el equipo rival, a través de
combinaciones y acciones rápidas y se fundamenta en una recuperación de balón en la
zona de inicio o construcción del ataque rival (poca distancia a la portería rival).

1. Robo de balón 2. Progresión rápida y


finalización

Para su aplicación se requieren de una serie de procedimientos tácticos:


creación, ocupación, y aprovechamiento espacios libres, desmarques, cambios de
orientación y paredes, principalmente. Se puede diferenciar entre:

Contraataque organizado:
En él se determinan las bases para la realización de la acción ofensiva: zona
prevista de recuperación, acciones de inicio y finalización del contraataque.

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- Fase inicial: tiende a buscarse la recuperación del balón en zonas favorables:
dejar que el rival se despliegue en ataque y deje espacios a su espalda
- se necesita aplicar procedimientos de recuperación activos (presión)
- después de la recuperación se construye rápidamente el ataque a través de la
progresión individual o pases en profundidad, acompañados de desmarques
de ruptura
- Fase intermedia: busca la progresión hacia la portería rival en el menor
tiempo posible, aprovechando los espacios libres y la desorganización
defensiva del rival
- Los jugadores de segunda línea acompañan la acción para crear una línea de
rechace o para ofrecer una continuación de la jugada en caso de no prosperar
la progresión directa
- Finalización: los jugadores implicados en el contraataque deben buscar de
forma vertical la portería o a los últimos defensores, ya que usualmente se
encuentran en situación de desventaja (sin ayudas defensivas, sin posibilidad
de cobertura, con riesgo de expulsión por cometer una falta,…)

Contraataque libre o imprevisto:


Se configura por el robo en la línea defensiva del rival o tras errores no forzados, y
suelen requerir solamente de la finalización individual o de un pequeño número de
jugadores. No se conocen de antemano las acciones a realizar por los jugadores,
dejando a éstos la interpretación de la situación.

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3.1.2. La transición hacia el ataque organizado
Existen otros equipos que encaminan su filosofía ofensiva hacia el control del
juego, dejando de lado la realización del contraataque. Suelen ser equipos que, o bien
no están dotados de las condiciones necesarias para explotar con éxito el contraataque
(jugadores que recuperen activamente el balón a través de la presión, delanteros o
jugadores de segunda línea con altas prestaciones de velocidad,….) o bien consideran
que obtendrán mayor éxito en las acciones ofensivas a través del juego combinativo. Se
trata de equipos que buscan un mayor control del juego y que prefieren realizar una
acción ofensiva más organizada, buscando tiempo para activar los mecanismos que
utilizan para su idea principal de ataque. En el caso del ataque directo se hace llegar el
balón a los lanzadores del ataque y se deja que los jugadores protagonistas de la acción
ofensiva lleguen a sus posiciones prioritarias de actuación (jugadores de disputa,
jugadores de rechace o segunda línea). En el caso del ataque combinativo se pretende
una construcción, progresión y finalización ordenadas, buscando que los responsables
de dichas labores participen más activamente, para lo cuál debe darse tiempo para que
ocupen determinados espacios, etc.

En realidad, esta manera de entender la transición ofensiva deja un tanto de lado


las posibilidades de aprovechar la posible desorganización defensiva del rival,
priorizando totalmente la idea de ataque organizado.
Al igual que ocurría en la situación anterior, la transición hacia el juego
combinativo o directo se realizará a través de unos determinados procedimientos
tácticos: temporizaciones ofensivas, apoyos o ayudas permanentes, paredes, etc…

4. EL ENTRENAMIENTO TÁCTICO DE LA FASE DE TRANSICIÓN.

Un aspecto decisivo a debatir en el entrenamiento táctico es el uso de tareas de


entrenamiento táctico en consonancia con lo que solicita el juego, la competición. En la
práctica del entrenamiento táctico, es común el predominio de tareas encaminadas
hacia el modelo de ataque organizado y la defensa organizada, dando lugar a mejoras
funcionales en los equipos ante unas situaciones del juego determinadas, y, hasta
cierto punto, previsibles y estándar. Ello lleva a que sea habitual observar cómo los
equipos se manejan con criterio a la hora de defender en una primera fase de la acción

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defensiva, en la que el balón es puesto en juego por el rival por parte de su portero o la
línea defensiva, estando prácticamente todo el equipo defensor por detrás del balón.
Igualmente, a la hora de iniciar la acción ofensiva, ésta suele comenzar desde la
posición el portero o la línea defensiva, marcando claramente las pautas
comportamentales para llevar a cabo en la fase de inicio, construcción, y finalización.

Sin embargo, si se realiza un recuento de los volúmenes parciales dedicados en


las planificaciones tácticas a los distintos apartados que configuran el modelo de juego
de un equipo, puede observarse que muchas veces se dejan de lado otras facetas como
el ataque o la defensa en las fases de transición y en las acciones a balón parado, que,
paradójicamente, son los momentos en los que se genera mayor desequilibrio entre los
equipos. Este aspecto debe ser objeto de una necesaria reflexión, con el fin de dotar al
proceso de entrenamiento táctico de una verdadera coherencia, entrenando en su justa
medida, ya sea por razones probabilísticas o funcionales, todos los elementos que
configuran el juego.

Anteriormente se ha intentado justificar la importancia táctica de la fase de


transición, tanto desde el punto de vista ofensivo como defensivo, y se han mostrado las
diferentes posibilidades de organización de las mismas. A continuación, se presentan
algunas propuestas de tareas de aplicación para desarrollar este importante contenido
táctico.

EJERCICIOS DE APLICACIÓN PRÁCTICA

1.- TRANSICION ATAQUE-DEFENSA: transición hacia la defensa:

A continuación se muestran una serie de ejercicios de aplicación para la fase de


transición ataque-defensa. Se exponen siguiendo las diferentes posibilidades de acción
táctica, desde modelos con mayor riesgo (activación instantánea de la acción defensiva
tras pérdida del balón, modelos de activación rápida del pressing, o de recuperación del
balón a partir de provocar el fuera de juego), hasta modelos de menor riesgo que buscan

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neutralizar la acción ofensiva rival o ganar tiempo para organizarse a nivel defensivo y
pasar a realizar defensa organizada.

1.1- Activación instantánea de la acción defensiva presionante. Tarea 1: 9*9 +


1 comodín, en tres cuartos de campo.
El equipo oscuro inicia el ataque pasando a campo contrario, si se da pérdida de
balón los jugadores más cercanos al balón inician presión de forma inmediata, buscando
2*1, favorecidos por su superioridad numérica. La línea defensiva se posiciona adelantada
para reducir espacios.

1.2.- Facilitar el equilibrio defensivo para iniciar defensa organizada


presionante Tarea 2: 11*11 a todo el campo con un balón, más otro optativo.
Se comienza a jugar con un balón, mientras el entrenador tiene otro en la mano.
Interesadamente, el entrenador incorpora un nuevo balón, anulando la posibilidad de
jugar sobre el balón inicial. El equipo que recupera intenta atacar de forma rápida, y el
equipo defensor tiene la consigna de realizar presión sobre el jugador con balón. Mientras
el resto de jugadores se disponen por detrás del balón para acompañar la presión y la
línea defensiva adelanta su posición para limitar los espacios

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1.3. Neutralizar la acción ofensiva.
Tarea 3: 6*6 con 1 portería (tres cuartos de campo) buscando falta táctica o
provocar fuera de juego.

El equipo rojo comienza con la posesión del balón. Su objetivo es llegar con el
balón controlado hasta la línea de 65 metros. El equipo azul intenta recuperar. Al perder la
posesión, la consigna del equipo rojo es neutralizar la acción ofensiva del rival, mediante
una falta táctica, o adelantando la línea defensiva para provocar el fuera de juego (solo si
hay pase largo o desmarque de ruptura de los delanteros azules); si no se dan esas
condiciones se realiza repliegue colectivo priorizando cerrar el carril central, y uno de los
defensores más cercanos sale a intentar hacer falta de nuevo, hasta llegar al borde del
área propia. En esta zona ya no se busca falta.

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1.4.- Facilitar el equilibrio defensivo para iniciar defensa organizada de
contención:
Tarea 4: 6*8, en tres cuartos de campo con tres porterías.
El equipo rojo comienza atacando y puede hacer gol en 2 porterías laterales. Si
pierde la posesión, el jugador más cercano realiza una temporización (nunca una entrada),
mientras el resto de jugadores realizan repliegue colectivo hacia zonas cercanas al área
propia, priorizando cerrar el carril central y orientando el ataque hacia una de las bandas.

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Tarea 5: 9*9 a todo el campo, con 2 comodines que van siempre con el equipo
que tiene la posesión.
Cuando pierda la posesión repliego a campo propio para iniciar una defensa organizada de
contención, si me hacen gol de contraataque y tengo jugadores en campo de ataque, el
gol vale doble (para forzar a participar en el repliegue o la temporización a los jugadores
más adelantados).

2.- TRANSICION DEFENSA-ATAQUE: Transición hacia el ataque:

Se muestran ejercicios de aplicación que buscan una activación inmediata del


contraataque, o bien una transición más ordenada y segura, para iniciar un ataque
organizado.

2.1.- Transición rápida. Ataque rápido o contraataque.


Tarea 6: Inicio del contraataque: Recuperación y salida rápida. 4*6 llegando a
campo contrario o hacer gol de contraataque.
El equipo azul ataca en inferioridad 4*6, e intenta llegar al área rival (1 punto),
realizar una situación de finalización dentro del área (2 puntos), o conseguir gol (3
puntos). El equipo rojo, que está en superioridad, intenta recuperar el balón. Si lo

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consigue intenta llegar rápidamente al campo rival con el balón controlado (1 punto), a
través de un pase rápido y vertical a alguno de los 2 jugadores más adelantados, y/o
conseguir gol (2 puntos).

Tarea 7: Recuperación y salida al contraataque: 6*6, contraataque tras


recuperación de balón.
Dos equipos de 6 jugadores realizan una conservación en 40*40 m, en medio
campo, al recuperar el balón inician un ataque rápido hacia la portería correspondiente.

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Tarea 8: recuperación y contraataque: 4*4 en parcela central + 2*2 por
delante.
Dos equipos de cuatro jugadores disputan un balón en la parcela central (30*30m),
tras recuperación de balón se inicia el contraataque a los dos jugadores más adelantados,
luego, incorporar al resto de jugadores (2ª oleada del contraataque).

Tarea 9: Recuperación en banda y contraataque mediante cambio de


orientación
Se inicia con una conservación de 4*(2+2) en 25*25 en una banda, 4 del equipo
azul tienen posesión y 2 defensores rojos que reciben la ayuda de un delantero y un
mediocentro para
recuperar el balón. Si lo
consiguen, la consigna
es realizar un pase
atrás a nuestro defensa
y realizar un cambio de
orientación al otro lado,
para iniciar el
contraataque. A partir
de ahí sigue la acción

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de juego hasta intentar hacer gol (2ª oleada del contraataque), mientras el equipo azul
pasa a defender.

2.1.- Transición lenta, hacia el ataque combinativo.


Tarea 10: Conservación 5*5 en 30*30 metros. En cada cuadrado hay un jugador de
apoyo. Al recuperar el balón, el primer pase es a alguno de los otros cuadrados (enviar el
balón a una zona libre).

Tarea 11: Se inicia con una conservación de balón en zona central, 5*5. Al recuperar el
balón, dar pase atrás a alguno de los 3 defensas e intentar llegar a la línea de meta rival,
dando un mínimo de 5 pases, pasando a realizar un ataque 8*5.

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