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LA GLOBALIZACIÓN
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Ariel Pennisi La globalización
LA GLOBALIZACIÓN
© Longseller, 2001
EDITORES: Juan Carlos Kreimer Nerio Tello
CORRECCIÓM. Daniela Acher
DISEÑO: Javier Saboredo
Longseller S.A.
Casa matriz: Avda, Corrientes 1752 (C1042AAQ) Buenos Aires República Argentina
Internet: www.longseller.com.ar
E-mail. ventas@longseller.com.ar
ISBN: 987-9481-45-3
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Ariel Pennisi La globalización
-Felipe González
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Ariel Pennisi La globalización
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 5
EL LARGO CAMINO GLOBAL ..................................................................................................... 5
CAPÍTULO 1 ...................................................................................................................................... 7
UN SIGLODE GUERRAS Y DE TENSA PAZ ................................................................................ 7
LA GUERRA FRÍA ......................................................................................................................... 9
CAPÍTULO 2 .................................................................................................................................... 10
EL FIN DE LA BIPOLARIDAD .................................................................................................... 10
CAPÍTULO 3 .................................................................................................................................... 12
PARADIGMAS Y NUEVA AGENDA INTERNACIONAL .......................................................... 12
CAPÍTULO 4 .................................................................................................................................... 14
HITOS DE LA GLOBALIZACIÓN ............................................................................................... 14
MEDIO AMBIENTE...................................................................................................................... 15
NARCOTRÁFICO, NUEVOS RICOS Y NUEVOS POBRES ....................................................... 16
NUEVOS TERRORISMOS............................................................................................................ 17
LA DESINDUSTRIALIZACION ................................................................................................... 17
LA ECONOMÍA MUNDO ............................................................................................................. 18
LA TRANSNACIONALIZACIÓN DE LAS EMPRESAS ............................................................. 19
ADIÓS AL FORDISMO ................................................................................................................ 20
UNA CRISIS REAL ....................................................................................................................... 22
CAPITULO 6 .................................................................................................................................... 24
GÉNESIS Y TRANSFIGURACIÓN DEL ESTADO ...................................................................... 24
FACETAS DEL ESTADO PLANIFICADOR ................................................................................ 25
LOS LÍMITES DEL ESTADO ....................................................................................................... 26
CAPÍTULO 7 .................................................................................................................................... 29
TECNOLOGÍAS EN LA GLOBALIZACIÓN................................................................................ 29
APÉNDICE ....................................................................................................................................... 34
GLOBALIZAR EL PROCESO ...................................................................................................... 34
GLOSARIO ...................................................................................................................................... 38
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA .............................................................................................. 40
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INTRODUCCIÓN
telecomunicaciones, permite que las relaciones se establezcan desde cualquier lugar y en tiempo
real.
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CAPÍTULO 1
esas grandes economías. Ademas, y como complemento, exigieron a las demás naciones una
política económica abierta, a fin de colocar su producción con facilidad.
Los países del Este reaccionaron y, como contrajugada soviética, nació el Consejo de Ayuda
Económica Mutua (COMECON), cuya misión no era otra que coordinar la actividad económica de
los Estados comunistas. Este bloque, integrado por la URSS, Albania, Bulgaria, Checoslovaquia,
Hungría, Polonia, Rumania y la RDA (República Democrática Alemana, constituida en la región
oriental de ese país) terminaba de conformar la respuesta del bloque comunista al capitalismo
occidental.
La previsible disolución de la Sociedad de las Naciones dio origen en las postrimerías de la
Segunda Guerra Mundial, a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuya meta fundacional
es preservar la paz mundial, incluyendo tanto a Oriente como occidente.
Mientras tanto, la URSS, gobernada con mano de hierro por Iósiv Stalin, aceleró su
armamentismo y acrecentó su influencia en los países de Europa Oriental, que fueron ganados para
la causa comunista. Los países occidentales vieron esta situación como un peligro potencial para su
supervivencia. Ante este panorama, la lucha entre las dos superpotencias no se hizo esperar.
Hacia 1949 surgió la Organización Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyo objetivo es el
mantenimiento de la estabilidad y la seguridad para los países miembros, entre los cuales se
encuentran el Reino Unido, el Canadá, Francia, Italia y, por supuesto, los Estados Unidos.
La OTAN, un organismo destinado a buscar el equilibrio en seguridad internacional, y en el
que, supuestamente, todos los miembros gozan de igualdad de condiciones, se evidenció
rápidamente como un mero instrumento de la política estadounidense. La ausencia de
representantes de países del Este (comunistas) le dio al organismo un carácter de policía dedicado a
defender de " la amenaza comunista" a los países europeos.
Este enfrentamiento ideológico entre dos campos terminó por concretarse en 1955, con el
advenimiento del Pacto de Varsovia, que surgió como la contrapartida comunista de la OTAN. Este
escenario dividido en dos bloques permite hablar de dos grandes áreas de influencias o, si se quiere,
dos globalizaciones relativamente circunscriptas que, a través de la oposición entre la Unión
Soviética y los Estados Unidos, contenían a la mayor parte del planeta.
A este mundo dividido en dos partes,- se sumó un tercer actor, constituido por las naciones
más pobres. La lucha entre Norte y Sur tuvo como escenario privilegiado a la ONU, en la que los
países del tercer mundo, a pesar de no tener el mismo peso politico que los Marrollados, lograron
ser visibilizados como parte del escenario mundial. Llegada la década del '60, 67 países
subdesarrollados congregados en el grupo de No-Alineados, utilizaron su posibilidad de expresión
en la ONU para reclamar por intereses comunes. Los planteos del tercer mundo, sometidos a la
presión del enfrentamiento entre capitalismo y comunismo, que desvelaba a los líderes mundiales,
nunca lograron la respuesta deseada.
A pesar de la existencia de la ONU como ente en el que convergen los intereses comunes de
todas las partes, la división que produjeron la OTAN y el Pacto de Varsovia se hizo evidente.
El FMI, el BIRD y el GATT, como representantes del régimen económico hegemónico de
Occidente, sustentaban las ideas capitalistas. Si bien presentaron el capitalismo como la forma
económica que tiende al mayor bienestar para la mayor cantidad de personas, pronto se vio que su
mecanismo responde a intereses precisos de los países más desarrollados. El crecimiento económico
posterior, con sus avances y retrocesos, ha demostrado claramente quiénes se han beneficiado con
este sistema y quiénes han quedado marginados.
Esta puja entre sorda y grandilocuente, marcada por provocaciones y sutiles amenazas, se
constituyó en lo que se dio en llamar la Guerra Fría. Esta amenaza latente postergó la ilusión de un
mundo pacífico y reveló que, tras los intentos unificadores, se evidenciaban diferencias reales entre
países.
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LA GUERRA FRÍA
Enfrentados por desacuerdos radicales, los Estados Unidos y la Unión Soviética tendieron a la
misma estrategia: reforzar su zona de dominio, ya bien demarcada, y establecer en ella su propio
sistema económico. Las armas tradicionales cedieron su protagonismo al manejo de información y
accionar subterráneo. Los soldados fueron entrenados en tareas de inteligencia, y los secretos del
enemigo constituyeron el botín que debían conseguir en sus operaciones. Era la Guerra Fría.
La tensión de esta etapa se vio reflejada en diversos productos culturales. En literatura, se
expresó en el auge del género de espionaje. El cine lo incorporó en las películas de acción y
suspenso en las que el conflicto estaba centrado en el enfrentamiento de los dos bloques.
Paradigmática es la secuela del agente secreto James Bond. Luego, también la televisión incorporó
el fenómeno en productos como Misión Imposible, Yo soy espía, El Santo o Los Vengadores, o su
visión satírica, El superagente 86.
Mientras que, hacia 1947, Estados Unidos creó la CIA (Agencia Central de Inteligencia) para
llevar a cabo operaciones económicas, premifitares y políticas vinculadas al enfrentamiento con el
Este de forma encubierta, la Unión Soviética organizó, en 1954, la KGB (Comité de Seguridad del
Estado), que se constituyó en la policía secreta de la alianza oriental.
En 1961, el conflicto obtuvo su representación material: los soldados de la RDA construyeron
un muro de hormigón de 47 kilómetros de extensión alrededor de Berlín Occidental. El Muro de
Berlín escenificaba la división entre Oeste y Este, el capitalismo de un Occidente comandado por
los Estados Unidos, y el comunismo guiado por la Unión Soviética. Era el mundo bipolar.
Paralelamente a la división mundial en dos polos dominados por potencias antagónicas,
comenzó a visualizarse otra antinomia, cuya relación de fuerzas resultaba desequilibrada. Esta vez
la linea divisoria se trazaba a partir de los hemisferios. La pertenencia al Norte presuponía
desarrollo o dominación, y lo contrario estaba expresado en el Sur.
En 1961, la Organización de Países No-Alineados (surgida en los comienzos de la Guerra
Fría) consumó su primera cumbre, la Conferencia de Belgrado, y definió sus objetivos principales.
Líderes políticos como Sri Jawaharlal Nehru (primer ministro de la India), y los presidentes
Achmed Sukarno (Indonesia), Gamal Abdel Nasser (Egipto), Kwame Nkrumah (Ghana), Sékou
Touré (Guinea), y Josip Broz (el célebre Mariscal "Tito", de Yugoslavia) convirtieron en meta de la
Organización el hecho de que las naciones política y económicamente sometidas se independizaran
de la dominación extranjera, lo cual implicaba, también, la descolonización de un gran número de
países de Asia y América.
El escritor marxista Frantz Fanon calificó este nuevo bloque en pugna con el concepto de
"tercer mundo", constituido por los países que se encuentran en inferioridad de condiciones
económicas y tecnológicas respecto de los mundos capitalista y socialista. Pero, de hecho, este
bloque, caracterizado por una gran heterogeneidad, nunca consiguió aunar estrategias comunes para
enfrentar a las potencias. Alineados con una u otra, los países sufrieron individualmente las
presiones y las reprimendas del bloque con el que se sentían más comprometidos.
De este modo, la escena política y económica quedó planteada, por un lado, como una
división de dos polos opuestos liderados por dos países hegemónicos (la bipolaridad); y un "tercer
mundo" constituido por las naciones más necesitadas que se aglutinaron para sumar fuerzas en sus
reclamos.
En la práctica, el bloque soviético reunía los países del Este europeo, alguna nación asiática,
alguna que otra africana y Cuba, en América Latina. El resto del globo, salvo la extensísima China,
que vivía una revolución comunista pero encerrada en sí misma, quedó bajo la órbita
estadounidense. Así, el capitalismo se constituyó en un sistema globalizador.
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CAPÍTULO 2
EL FIN DE LA BIPOLARIDAD
A partir de la posguerra, el capitalismo, como sistema, se desarrolló a mayor velocidad, y el
avance tecnológico apoyó esta evolución, como lo evidencia la ascendente importancia de los
Estados Unidos.
La URSS, por su parte, jugó el rol de abastecedora de tecnología y, a la vez, contenedora
económica del bloque comunista, pero su posición se debilitó progresivamente hasta perder la
carrera tecnológica. A medida que la producción decrecía, el abastecimiento y el consumo interno
de bienes y alimentos se debilitaba. Entre 1981 y 1985, el PBI (Producto Bruto Interno) de la URSS
cayó al 2% anual, y empeoró cada año. La incapacidad de su sistema económico para asegurar un
desarrollo interno competitivo con el capitalismo hizo que perdiera la confianza (y lealtad) de los
países que se encontraban bajo su esfera de influencia. Así, el régimen se fue degradando
políticamente hasta derrumbarse. Este marasmo obligó al primer ministro Mijañ Gorbachov a
instrumentar una serie de reformas que se conocieron con el nombre de la " Perestroika", la cual
implicó la apertura de las puertas a Occidente y el abandono definitivo de la "Doctrina Brezhnev",
que había marcado la última década de la política exterior soviética.
Impulsada por Leonid Brezhnev (1906-1982) en los años '60, la llamada "Doctrina Brezhnev"
afirmaba que los Estados comunistas podían intervenir en los asuntos internos de los demás países
si consideraban amenazado su sistema político común (se la llamó también "teoría de la soberanía
limitada").
El progresivo deterioro económico y político del bloque soviético hizo implosión en 1989,
cuando la caída del Muro de Berlín decretó el fin de la experiencia comunista soviética. La debacle
de un poderoso coprotagonista replanteó las relaciones internacionales, en un proceso conocido
como "el fin de la bipolaridad".
En términos económicos, el fin de la bipolaridad significó el triunfo implícito, aunque no
comprobado en términos de eficiencia, del liberalismo, que devino prontamente en neofiberalismo,
con el libre mercado como valor supremo.
Puesto el mercado en el centro de la escena, los Estados Unidos, el Japón y la Comunidad
Económica Europea (más adelante Unión Europea), comenzaron a presionar a las economías
periféricas para que se "abrieran" al mercado internacional. Con el gran desarrollo tecnológico
como aliado, y una omnipresente industria cultural, el neofiberalismo se lanzó hacia la etapa de la
dominación del globo.
Al diluirse la bipolaridad, los países capitalistas llevaron adelante una lucha de poder en la
que la ideología no jugaba ya un papel conflictivo. No se planteaban ahora las conveniencias de tal
o cual sistema, sino que las probables disputas se suponían inscriptas dentro del capitalismo, lo que
descartaba la posibilidad de cambios estructurales.
El debate ideológico dejó de ser central pues ya no había ideas que confrontar.
La preeminencia de un bloque ideológico instaló un discurso dominante. Es lo que se dio en
llamar el "pensamiento único" propio del "hombre unid¡ mensional", como lo describiera el filósofo
alemán Herbert Marcuse, en el libro que lleva, precisamente, ese título. Sintéticamente, Marcuse
sostiene que el sujeto no concibe distintas posibilidades de vida, ni la modificación del sistema
imperante, sino que sólo puede pensar en cambios leves y superficiales.
Terminada la disputa EsteOeste, recrudeció la contradicción en la antigua polaridad que
enfrentaba, al menos en teoría, al Norte desarrollado contra el Sur subdesarrollado. El primer
bloque, constituido por los países que acumulan la mayor cantidad de riquezas, sigue "progresando"
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CAPÍTULO 3
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CAPÍTULO 4
HITOS DE LA GLOBALIZACIÓN
Además de la situación política en constante tensión, otros múltiples efectos confluyeron para
prefigurar un panorama complejo y dinámico. Entre ellos, se destaca la decisiva inclusión de la
tecnología en las transacciones comerciales v en la vida cotidiana de los individuos. Por otra parte,
es significativa la aparición de temas novedosos o ignorados hasta ese momento. A medida que
cedía la tensión de la Guerra Fría, el medio ambiente aparecía como centro de preocupación, y un
nuevo flagelo se extendía por todo el mundo. La proliferación del consumo de drogas ¡licitas
generó uno de los negocios más espectaculares del siglo: el narcotráfico. El otro negocio más
redituable es un viejo conocido: el tráfico de armas.
Otro fenómeno observable es que la economía de producción mutó por otra donde prevalecían
las prácticas especulativas. La creciente transnacionalización de las empresas completaba el
panorama de un mundo que empezaba a prefigurar lo que en la última década del siglo se llamaría
"globalización".
ondas radioeléctricas. Pero no fue hasta abril de 1965 cuando pudieron efectuarse verdaderas
transmisiones televisivas. En ese año, y tras varias pruebas por parte de ambas potencias, Estados
Unidos lanzó el cohete Intelstar y logró conectar América y Europa mediante canales telefónicos
bilaterales y un canal de televisión.
Desde entonces, su explotación permite la transmisión de todo tipo de información (sonora,
visual o ambas) durante las 24 horas del día. A esto se refiere Mc Luhan al hablar de simultaneidad:
el planeta puede conectarse con diferencia de segundos (los que demande la señal). Así, se vencen
las barreras de espacio y tiempo. En este sentido, otro ejemplo contundente lo constituye la fusión
entre telefonía e informática, cuyo acelerado progreso en la última década del siglo desembocó en la
"Era Internet".
En resumen, el enorme desarrollo de tecnologías útiles para conectar personas, instituciones y
empresas de todo el mundo, genera cambios en las relaciones humanas y en las condiciones sociales
en que éstas se producen. La tendencia de las últimas décadas marca un significativo cambio de
rumbo: de lo local a lo global. Así, desde la tecnología, y con la cultura como punta de lanza, la
globalización comenzó a manifestarse mucho antes de que el término hubiera sido usado para
describir hábitos, conductas y hasta, si se quiere, ideologías, que prefiguraban un nuevo mundo.
MEDIO AMBIENTE
En lo inmediato, la globalización trae aparejada la repercusión mundial de temas locales: si un
barco derrama petróleo en la costa atlántica, se escucha una alarma mundial por el daño infligido al
ámbito marino. El problema, dice la globalización, es mundial, y no una cuestión entre países. En
este sentido, y al dejar de ser la paz mundial su mayor (o única) preocupación, la ONU ha
comenzado a tratar otros temas, también de índole planetaria, pero referidos a distintas formas del
"bienestar", como la observación de los derechos humanos.
No todos los temas, sin embargo, son planteados por igual, sino que, en base a la relevancia
que puedan tener para el "bienestar común", se establece una jerarquía. Hacia 1990, la agenda
global privilegiaba, por ejemplo, el tratamiento del narcotráfico, el proteccionismo comercial, la
violencia por razones étnicas, las migraciones, el medio ambiente, y el avance cientifico y
tecnológico. En un segundo plano, se encontraban el terrorismo, la pobreza o las explosiones
demográficas. Nada se decía, por otra parte, de temas como la deuda externa de los países
subdesarrollados.
La preocupación por el medio ambiente se constituyó en un tema emblemático, básicamente
por dos razones. En primer lugar, registró un crecimiento persistente desde los primeros años de la
década del '70, en especial tras la conferencia sobre Medio Ambiente Humano que la ONU realizó
en Estocolmo, en 1972. En segunda instancia, se universalizó rápidamente y movilizó, más que
ningún otro, a organizaciones no territoriales (es decir, sin nacionalidad) con dedicación exclusiva,
como es el caso de Greenpeace.
Durante los años '70, a medida que la preocupación social por el medio ambiente iba en
aumento y que superaba las fronteras de lo nacional, el discurso oficial la incorporó como tema. El
fenómeno social es animado por distintos grupos: los minoritarios, que tienen una participación
activa y trabajan de manera directa sobre problemáticas particulares, que pueden, sin embargo, tener
proyección internacional. Por otra parte, están los mayoritarios, que opinan pero no comprometen
sus actos; y los dirigentes, tanto empresariales como gubernamentales, que se rigen por intereses
sectoriales.
Los mayores responsables de los males ambientales son los países industrializados, cuya
legislación no controla suficientemente las actividades industriales. Las naciones con economías
emergentes, por su parte, ven reducidas las posibilidades de actuar, porque los grupos empresariales
que sostienen el circuito económico son los que suelen favorecer o ser permisivos con la
contaminación. Si bien generan recursos, su ganancia no contribuye estructuralmente a la economía
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de la nación en que trabajan. Los intereses "ambientales" del país suelen contraponerse a los de las
empresas transnacionales y, a menos que el Estado sea lo suficientemente fuerte como para regular
la situación, estas conductas se retroalimentan.
Los niveles de complejidad del conflicto varían de acuerdo a su escala. Si es de orden local,
confrontará menos intereses y, por lo tanto, el gobierno y las instituciones no gubernamentales
tendrán más margen de acción. En cambio, si es global, involucra a gran cantidad de empresas y
consumidores, lo que dificulta su resolución. Y es que toda actividad fundada en la lógica de corto
plazo se contrapone a cambios fundados en procesos largos. Los productos deben ubicarse
rápidamente, los mercados tienen que reportar ganancias hasta agotarse; por lo tanto, el único
aspecto social que contempla este funcionamiento es el consumo. No hay lugar, pues, para planteos
de largo plazo sobre preservación del medio ambiente.
El recalentamiento de la Tierra es un ejemplo acabado: las entidades independientes nada
pueden hacer frente a un circuito montado en torno al consumo de productos cuyos desechos
generan elementos contaminantes. Para el caso, ni siquiera los activistas ambientales están exentos
de semejante circuito.
La vastedad de los intereses en juego y la dificultad de concertarlos todos obligan a pensar
que una solución al conflicto del medio ambiente aún es remota. Por una parte, para cumplir con la
ley, muchas empresas deben invertir en nuevos sistemas de eliminación de desechos, pero la
voluntad política para lograr el cumplimiento de la legislación vigente es escasa. Por otra parte, en
algunas ocasiones los legisladores directamente se niegan a generar y tratar proyectos de ley
relacionados con el tema.
Las innumerables trabas que la ONU, las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y los
gobiernos encuentran a la hora de actuar, demuestra el antagonismo entre la globalización de
intereses comunes a la humanidad (que requieren soluciones globales) y el funcionamiento del
sistema capitalista, cuya lógica responde a la puja de intereses.
Más allá de discursos voluntaristas, es en la práctica donde se refleja el poder real de cada una
de las partes.
NUEVOS TERRORISMOS
El terrorismo y los derechos humanos, temas recurrentes en las sesiones de la ONU, presentan
una serie de conflictos en cuanto a soluciones y acuerdos. Tras la finalización de la Guerra Fría,
muchos países experimentaron un costoso y lento retorno a la pacificación, caracterizado por la
deposición de las armas por parte de los grupos insurgentes.
Este fenómeno se ha extendido prácticamente por todo el mundo, siendo los más destacables
los procesos pacificadores de América Central y África. Sin embargo, la solución al problema
global no parece cercana. Superado el enfrentamiento ideológico planteado a partir de la segunda
mitad del siglo XX, los nuevos movimientos insurgentes tienen tantas motivaciones como variadas
son las geografías donde se desenvuelven.
En Colombia, la guerrilla aparece vinculada a los negocios del narcotráfico. En México, los
movimientos indigenistas, históricamente hambreados, y marginados, pusieron en jaque a una
democracia débil y corrupta. En los Balcanes, quedaron demostrados el fracaso de la lógica racional
de Occidente y la fuerza de las reivindicaciones étnicas y religiosas.
El desmembramiento de los bloques ahuyentó, por cierto, el riesgo de un conflicto global
pero, inesperadamente, activó decenas de conflictos locales, sumergidos por décadas de
autoritarismo y dirigismo. Ya no se lucha por imponer ideas, sino por algo más profundo, ancestral
e irracional; la raza o la religión son los disparadores de antagonismos para los que el racionalismo
occidental no ha encontrado remedio.
LA DESINDUSTRIALIZACION
Entre el final de la segunda Guerra Mundial y 1970, el mejoramiento de las técnicas de
producción (basado en la división del trabajo y el aprovechamiento de energía, entonces barata,
como el petróleo y la electricidad) permitió altas tasas de crecimiento económico y, por lo tanto, la
posibilidad de una gran acumulación de riqueza. Pero en 1971, cuando el dólar entró en crisis, la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) revisó su política y elevó sensiblemente
los precios de sus exportaciones de crudo.
A partir de los '80, las bajas en la producción de bienes, base de la economía comunista, y la
importancia creciente del mercado financiero y la especulación, marcaron la progresiva decadencia
del comunismo y la evolución del capitalismo.
El capital comenzó a abandonar el sector de la economía real (la producción de bienes
mediante el uso de la fuerza de trabajo) para reproducirse en juegos financieros, por lo que la
industria se debilitó progresivamente. En otras palabras: se impuso una forma nueva de
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LA ECONOMÍA MUNDO
Se ha definido el concepto de "economía mundo" como la hiperconexión a distancia de
ciudadanos e instituciones que producen intercambios financieros. Cuando las economías
nacionales son sometidas a un mayor control, prevalece la "economía mundo".
Para referirse al último estadio de la economía global, a su actual situación estructural .y
tecnológica, el ensayista Alvin Toffier acuña la noción de "tercera ola", en un libro de gran difusión
a principios de los '80. Esta definición es posible a partir de caracterizar a la economía global en
contraposición a dos momentos anteriores: la primera y la segunda ola.
Las economías de la primera ola, surgida hace 10.000 años junto con la agricultura, centran su
funcionamiento en los recursos naturales. En este marco, los saberes apreciados son aquellos
aprehendidos por imitación y que pueden aplicarse al trabajo rudimentario, por lo que la
alfabetización es básica.
Los productos que se ofrecen no son del orden de la manufactura, ni se valoran en función del
conocimiento que se aplicó en su producción; se trata, en realidad, de mercados aptos para cosechas
y materias primas en general. Quienes todavía forman parte de la primera ola (en un sentido
actualizado) quedan al margen del sistema global, pues apenas logran autobastecerse, y están lejos
de alcanzar un mínimo grado de competitividad.
La segunda ola, en cambio, se inició con la Revolución Industrial, cuando las técnicas se
mejoraron para optimizar la producción. Se impuso, entonces, la adquisición de saberes más
específicos que permitieran desarrollar las manufacturas, cuya elaboración resultaba cada vez más
compleja.
La importación de productos industriales, y no las materias primas (que, en muchos casos, se
importan), es lo fundamental en este estadio. Pero la industria deja fuera del mercado global a las
economías tercermundistas, que tienen serios problemas para adaptarse a la nueva economía
mundial. El desfasaje entre su forma de producir (ya en crisis) y los requerimientos del mercado
globalizado acentúan la desigualdad. El "atraso" económico y tecnológico aleja, cada vez más, a los
países subdesarrollados de las potencias.
Las "posnaciones" que conforman la tercera ola descripta por Toffler, no necesitan
importantes extensiones de territorio como los productores de la primera ola, ni tampoco grandes
volúmenes de materias primas como los de la segunda. Precisan energía y alimentos, pero no como
factores primordiales para la generación de riqueza, porque la materia prima de su producción son
los conocimientos que sirven al mercado de la información. Así, los líderes de la nueva economía
requieren tanto "el control de bancos mundiales de datos y redes de comunicación" como
"mercados para productos y servicios de información intensiva".
En otro trabajo, Las guerras del futuro, Toffier sostiene que a esta altura los nuevos líderes
cuentan con "servicios financieros, asesoría de gestión, programas informáticos, banca, sistemas de
reservas, información sobre créditos, seguros, investigación farmacéutica, gestión de redes,
integración de sistemas de información, información económica, sistemas de adiestramiento,
simulaciones, servicios noticiosos, y todas las tecnologías de información y telecomunicaciones de
que dependen éstos".
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Este proceso descripto por Tofflér, ha sido llamado por otros teóricos la Tercera Revolución
industrial, basada en tecnologías de alto desarrollo (high tech). Estas tecnologías constituyen
también un factor que resalta las diferencias entre grupos económicos. Para Toffler, el avance
tecnológico se puede ver como un archipiélago de progreso en medio de un mundo de pobreza. Por
eso, los países que no lograron superar la fase de la primera y la segunda ola se ahogan en las aguas
del mercado internacional v no consiguen adaptar sus estructuras y sus dinámicas a los nuevos
requerimientos de la economía mundo.
pierden capacidad de desarrollo propio. Es por esto que se tornan vulnerables a las decisiones de los
grupos financieros mas poderosos, al punto de que el gerente de una empresa transnacional puede
estar en condiciones de negociar con el Ministro de Economía de una nación, en un mismo nivel de
decisión.
Este movimiento de capitales, además de beneficiar a los países desarrollados, juega un doble
papel en lo que respecta a las naciones pobres. El hecho de que las transnacionales inviertan en el
tercer mundo no fortalece esas economías débiles. Por el contrario, si bien genera movimiento
económico (producción, empleo, etc.), al no competir en igualdad de condiciones, en muchos casos
se dificulta el desarrollo de las industrias nacionales.
Otra modalidad a tener en cuenta son las privatizaciones, que permiten a las transnacionales
tomar posesión de las antiguas empresas estatales y administrar sus recursos. Mediante estas
transacciones, las "empresas globales" no sólo obtienen un considerable margen de ganancia, sino
que además se adueñan de un espacio de poder. En algunos países latinoamericanos, el Estado no
está en condiciones de regular el funcionamiento de las empresas privatizadas, por lo que las tarifas
son fijadas a voluntad por los nuevos dueños.
Por otra parte, hacia 1991, el 80,1% de las IED se repartía entre los Estados Unidos, el Japón
y la unión Europea. El porcentaje restante, un 19,9%, se distribuía entre las naciones mas
necesitadas, es decir, la mayoría del planeta.
Así, este tipo de economía tiene por actores principales a las empresas transnacionales, que se
expanden a nivel planetario, pero evitan repartir la riqueza de la misma manera. Esos beneficios,
por el contrario, se distribuyen entre una minoría "privilegiada", que suma a su poderío económico
una importante red de influencias políticas.
ADIÓS AL FORDISMO
Como consecuencia de la transnacionalización de las empresas y su influencia en las
economías locales, en las dos últimás décadas del siglo se abandonó definitivamente el modelo de
producción fordista-tavlorista.
Este modelo, surgido en la década de 1940 -la denominada edad dorada del capitalismo- se
caracterizaba por la existencia de empresas de producción a gran escala, con métodos de producción
tayloristas (una alta división del trabajo) y el crecimiento de los créditos al consumo.
Las relaciones laborales de este modelo se fundaban sobre compromisos a largo plazo: los
contratos aseguraban prolongados períodos de trabajo, a la vez que otorgaban algunos beneficios
sociales garantizados y manejados por un sindicalismo fuerte. Con el avance de la economía
rtiundial, esta situación empezó a comportar una serie de trabas y controles que las empresas no
estaban dispuestas a tolerar, por lo que, tras un replanteo, se reformularon los modos de producción
y las relaciones laborales.
La crisis del fordismo se atribuye a una serie de factores sobre los que aún no hay total
acuerdo. Para un grupo de economistas, el modelo entró en crisis merced al incremento de los
costos salariales, lo que redujo las ganancias y las posibilidades de acumulación a mediano plazo.
Otro elemento es el mencionado encarecimiento de los insumos básicos (principalmente el
petróleo). La internacionalización de la producción, por otra parte, aumentó la competencia de
precios y de calidad, lo cual saturó los mercados.
Otra explicación centra la decadencia del modelo fordista, es decir, la crisis misma del
liberalismo, en un Estado que absorbió mayores funciones (producción de bienes y servicios,
regulación y control, etc.), lo cual desequilibró los presupuestos. Esto generó una crisis que se
tradujo en la imposibilidad de atender demandas y servicios de la seguridad social, agravado por un
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progresivo endeudamiento. Esta posición pone el acento, además, en las dificultades en los
mecanismos de recolección de impuestos.
Surgió, entonces, el modelo posfordista. Algunos economistas lo denominan toyotista,
tomando como paradigma el desarrollo tecnológico del Japón, fundamentalmente de la firma
fabricante de automotores Toyota. En ese momento, la tecnología reemplazó a la mano de obra en
cantidad y calidad. La industria absorbía menos empleados, pero su capacidad de acción debía ser
mayor. Un operador de una máquina debía hacerse responsable, además, de tareas adicionales, con
lo que reemplazaba el trabajo que antes hacían otros. Con la tecnificación del trabajo, la alienación
de los trabajadores denunciada por Marx no se diluyó, sino que se complejizó y adquirió nuevas
formas.
En otro terreno, hay que destacar que la economía de fin de siglo encontró un capital
financiero independiente. Al estar constituido por transacciones comerciales de dinero (acciones,
tipos de cambio, tasas de interés, bonos), el mercado financiero es considerado un aspecto virtual de
la economía. Sin embargo, gracias al avance electrónico, en los últimos años ganó independencia
frente al mercado real de los países y los productos.
La dispersión planetaria de inversionistas y la capacidad de manejar una variedad de opciones
en tiempo real acrecienta las posibilidades del mercado financiero, pero a costa de atentar contra las
economías regionales. Como el crecimiento de muchos países depende de su capacidad de crear y
comerciar bienes y servicios, el flujo monetario en general depende de cómo está estructurado el
sistema económico local. En países no acostumbrados a esta modalidad económica, como los del
tercer mundo, el ritmo vertiginoso del mercado especulativo (financiero) puede desequilibrar sus
balanzas.
La desterritorialización que implica este mercado virtual permite, por ejemplo, que los
inversionistas de una nación desplacen sus capitales hasta el país que crean más conveniente para
sus beneficios. Ante estas transacciones que pretenden ganancias en el corto plazo y que no reparan
en trabas territoriales, el Estado queda marginado. El enriquecimiento de quienes va cuentan con
recursos se facilita aún más. Por eso, en la globalización se agudiza uno de los peores flagelos del
capitalismo: la desigualdad social.
La concentración del capital financiero, que ya escapó a su equivalente en bienes, se
incrementa, generando más peso donde ya hay peso, es decir, se expanden las dimensiones del
sistema de dominación ya establecido.
La responsabilidad empresarial, entonces, se diluye en una feroz guerra comercial que ignora
intereses sociales. En cuanto al Estado, lo que antes era debilidad ahora es incapacidad para poner,
por un lado, limites al empresariado, y por el otro, dar respuestas a una sociedad quebrada. Lo que
se pretende de las naciones es que sean aptas para recibir los capitales, aunque para ello deban
modificar sus políticas económicas y monetarias.
La mundialización del capital móvil encuentra en el avance tecnológico su soporte perfecto,
pero no se constituye gracias a él. Si desde la década del '80 el mercado financiero mundial crece es
por la constante suba de intereses, y porque esos intereses benefician a determinados sectores. Pero,
en términos macroeconómicos, las economías se fortalecen. Claro que al hablar de crecimiento es
necesario observar qué variables se toman como parámetros.
En Latinoamérica, por ejemplo, a principios de la década del '90, el crecimiento
macroeconómico vino acompañado de un desempleo estructural que alcanzó cifras récord.
Los países del ya superado tercer mundo viven una curiosa paradoja: el crecimiento general
de la economía y los avances tecnológicos chocan con el aumento de la brecha entre los sectores
empobrecidos y los que acumulan riqueza. El crecimiento del mercado financiero se corresponde
con el proceso globalizador de la economía, que tiende a amenazar a las economías nacionales y
productivas.
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CAPITULO 6
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CAPÍTULO 7
TECNOLOGÍAS EN LA GLOBALIZACIÓN
Al referirse a las culturas y las relaciones humanas, el término "globalización" encierra cierta
pretensión totalizante. Sin embargo, la circulación de un flujo internacional de capitales y la
transnacionalización de las empresas no implica que las culturas respondan a la lógica globalizadora
de las relaciones comerciales. No obstante, es una verdad irrefutable el incesante desarrollo de
tecnologías que buscan vincular de manera simultánea diferentes espacios físicos. Esta tendencia
hace pensar en usuarios que, a medida que aprenden nuevos modos de relacionarse y encarar la vida
cotidiana, van olvidando otras formas perceptivas que los constituyeron y los constituyen.
Dentro de esta marea tecnológica que está produciendo un cambio dramático en la vida de los
individuos, tres recursos del área de las comunicaciones compiten (y eventualmente se integran) en
una revolución cuyo devenir aún se ignora.
La televisión satelital, que ha superado las barreras del espacio global; la irrupción repentina y
rápidamente popularizada de Internet; y finalmente, la telefonía celular, que sorteó de un plumazo la
dependencia del cable, son tres argumentos contundentes e insoslayables de la ideología de la
globalización.
Si bien el conjunto de los medios de comunicación está íntimamente ligado al desarrollo de
las nuevas tecnologías, el papel de la televisión es destacable. No sólo genera transformaciones en
lo cotidiano, sino que también se convierte en parte de la realidad y hace circular en ella sus propias
concepciones morales. Y es que, a fin de cuentas -y a pesar de algunas acciones aisladas de los
organismos con los que el Estado intenta controlar los contenidos- la televisión es sólo un negocio.
Gracias a la facilidad de su presencia material, coordina parte del tiempo y las percepciones
de la realidad. Como producto, ofrece la ventaja diferencial de recorrer el mundo en una hora y
vivir la ilusión de la inmediatez propia de las informaciones de actualidad. Es frecuente, en este
sentido, escuchar cómo "realidad" y "verdad" son rápidamente homologadas a "actualidad".
Sin embargo, las ficciones que ofrece la televisión adoptan cualquier forma, desde la de
noticiero hasta la de telenovela. El fin es siempre el mismo: seducir al espectador mediante
imágenes, tenerlo cautivo del medio v disfrazar la situación al afirmarle que él, zapping mediante,
es quien dispone de su tiempo.
"Sabemos que la mera presencia de la televisión convierte el hábitat en una especie de
envoltura arcaica, en un vestigio de relaciones humanas cuya supervivencia deja perplejo. A partir
del momento en que esta escena ya no es habitada por sus actores y sus fantasías, a partir del
momento en que los comportamientos se focalizan sobre determinadas pantallas o terminales
operacionales, el resto aparece como un gran cuerpo inútil, abandonado y condenado. Lo real
mismo parece un gran cuerpo inútil", planteó Jean Baudrillard en El otro por sí mismo.
La importancia de la corporalidad disminuye, la misma noción de "cuerpo" sufre
modificaciones, los vínculos se deterioran a tal punto que la presencia del otro no es fundamental.
Los dispositivos, entonces, dejan de ser filtros entre los sujetos y los hechos para constituirse en
productores de realidad (o ficción).
El hecho de que cobre importancia el tiempo real (la simultaneidad) admite, sin más, la
supresión del espacio temporal. Por otra parte, si la distancia física ya no és obstáculo, el cuerpo no
tiene por qué seguir siéndolo.
En la vida social, los actores se convierten en operadores de terminales tecnológicas, y
conocen todo al mismo tiempo. Las transacciones y los vínculos realizados en tiempo real producen
un efecto de atemporalidad: el tiempo es estático; por lo tanto, no transcurre. Si el tiempo no sufre
modificaciones, pues nada cambia.
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Los avances tecnológicos, por cierto, no son inmunes a las ideologías, sino que, por el
contrario, responden a la que se erige como dominante, y velan por sus intereses.
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(un medio aún caro y que necesita de un equipamiento relativamente costoso) sino en el modesto
celular, al que cada vez más gente accede, por necesidad o por moda.
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CAPITULO 8
LOS INTEGRADOS ANTE LA GLOBALIZACIÓN
El título del libro premonitorio de Martín Hopenhayn, Ni apocalípticos ni finte- grados,
escrito en los años'90, es una paráfrasis de un libro mítico de Umberto Eco ((Apocalípticos e Inte-
grados), escrito en los años'60. En esa obra, el semió- logo italiano sostiene que hay dos
posiciones entrentadas respecto de la cultura de masas. Los "integrados", que son aquellos que
aceptan la irrupción de esa cultura sin ningún tipo de crítica ni reparo; y por el otro, los
"apocalípticos", que ven en esas nuevas formas expresivas el fin de- la cultura occidental.
Por su parte, Hopenhayn aclara que, al hablar de "integrados", se hace referen- cia a una
porción del mapa que resulta activa para la economía dominante. De hecho, otra porción queda
excluida del sistema.
La industria cultural le resulta provechosa al capitalismo global, ya que puede ocupar el
tiempo improductivo de las personas para que la distensión momentánea se produzca sin
sobresaltos. Incluso se constituye como un espacio catártico, en contraposición con otras formas
posibles de improductividad: arte, lectura, creatividad, etc.
Hopenhayn destaca cinco efectos fuertes de la globalización:
En primer lugar, el énfasis en la novedad genera permanentemente neologismos, y la
industria cultural agobia con imágenes constantes (como diría el filósofo francés Gilles Deleuze,
"impone" sus imágenes).
Se crea, entonces, la sensación de que se trata de un proceso de nunca acabar y, por lo tanto,
de nunca empezar, como si no hubiera pasado ni futuro. Dice Hopenhayn: "Todo se vuelve más
contingente que nunca en un mundo que puede recrearse para siempre en un disquete o en una cinta
de videojuego".
En segundo término, el mundo de lo cotidiano, en su crisis de constante retorno, es una
materia de la "repetición que nos prolonga circularmente en el tiempo y en el espacio". La
dimensión reiterativa se atenúa, contribuyendo a ello en gran medida la inseguridad laboral, la
aceleración del cambio técnico, la volubilidad de los roles familiares y la recomposición del
escenario económico.
La velocidad, el tercer efecto observable, adquiere importancia en relación al nuevo modo
de vivir lo cotidiano. El sujeto debe informarse v estar a la altura de las circunstancias (entendidas
como actualidad), debe acomodarse a la vertiginosa proliferación de la técnica moderna y, a su vez,
progresar velozmente. Este progreso, por su parte, es unidirectional, y puede residir, por ejemplo,
en la compra de ciertos bienes, antes que en un proceso de autoconocimiento (con sus propios
tiempos y su propia medida).
Lo inmediato, menciona en cuarto lugar, adquiere importancia como valor, y se constituye
en la única frontera de las perspectivas individuales. Sin embargo, reflexiona Hopenhayn, "no es lo
mismo vivir lo inmediato sobre un horizonte de sentido a largo plazo que experimentarlo como un
horizonte en sí mismo".
El quinto efecto, el minimalismo, se ha convertido, también, en un valor preciado. Las
pequeñas acciones v los actos momentáneos gozan de más prestigio que los proyectos a largo plazo.
Las iniciativas de satisfacciones no inmediatas son vistas como improbables, como lentas, pero esa
lentitud es tal, justamente en relación a un modo de vida acelerado v netamente fragmentado.
El filósofo contemporáneo Gilles Deleuze (Postdata sobre las sociedades de control)
caracteriza esta etapa como la transición de la sociedad de la disciplina hacia la sociedad del
control. La sociedad de la disciplina, descripta primeramente por Michel Foucault, se ubica entre el
apogeo de Napoleón (comienzos del siglo XIX) y el final de la Segunda Guerra Mundial. La
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sociedad del control, característica del mundo globalizado, se gestó a mediados de siglo para
perfilar su constitución hacia el tercer milenio.
Los componentes de las sociedades disciplinarias fueron el Estado y el patrón, las
instituciones-encerrantes (fábrica, escuela, familia, etc.) y los individuos. Este sistema de
dominación tenía como problema central la alienación de los sujetos sometidos a distintos niveles
de la maquinaria productiva. De hecho, eran las instituciones las que funcionaban como sostén del
Estado de la industrialización. Todo en función de un sistema productivo asegurado por una
pedagogía que empezaba en el hogar, seguía en la escuela, pasaba por el ejército y culminaba en la
fábrica o, en el peor de los casos, en la cárcel.
La contrapartida de la disciplina no tardó en llegar, y así surgieron los sindicatos (fábrica), los
insubordinados (ejército), los desobedientes (escuela). Son formas de resistencia frente a un sistema
coercitivo, cuyo accionar tenía carácter policial.
En las sociedades de control se produjeron cambios tras la puesta en crisis de los "interiores"
(las instituciones fijan un interior, una frontera y un exterior). Entonces los espacios cerrados fueron
reemplazados por otras formas. La más notoria, y que Deleuze toma como eje, es la de la empresa,
que reemplaza a la forma-fábrica.
La lógica de la empresa introduce a los individuos en su estructura y se mezcla con ellos y, a
diferencia de la anterior, en la que el sujeto pasaba de un recinto a otro, la empresa es llevada por el
empleado a todos lados. Cada uno puede o no acceder a las redes de información de las cuales
forma parte; a tal punto se da la succión por parte de la empresa que sólo se requiere una contraseña
para ser identificado.
Así como en la globalización el borramiento de fronteras hace a la pérdida de la unidad país,
en las sociedades de control el individuo también cede frente a una lógica que lo trasciende, pero a
la vez lo contiene. El individuo pierde su condición de alienable, porque él es su propio vigilante.
También explica Deleuze, refiriéndose al orden económico mundial, que el capitalismo no es
el mismo, sino que ha mutado en dirección a la forma-empresa. La lógica empresarial invade todos
los terrenos y llega a la vida cotidiana y sus avatares. Ya no se trata de una nueva forma de la
fábrica, sino de un nuevo sistema de dominación con valores propios.
"La familia, la escuela, el ejército, la fábrica, ya no son :lugares analógicos distintos que
convergen hacia un propietario, Estado o potencia privada, sino las figuras cifradas, deformables y
transformables, de una misma empresa que sólo tiene administradores", dice Deleuze. Y concluye:
"El servicio de venta se ha convertido en el centro o el `alma' de la empresa. Se nos enseña que las
empresas tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica del mundo".
El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros
amos, dice el filósofo francés.
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APÉNDICE
GLOBALIZAR EL PROCESO
Por Felipe González (*)
Hay una respuesta al pensamiento único, al fin de la historia, al fundamentalismo neobberal, a
la sacralización del mercado, pero no podemos dejar de vernos autocríticamente. Se mundializa la
economía, la revolución tecnológica lo estimula; y sobre todo se mundializa el sistema financiero,
con crecimientos exponenciales y funcionando algunas veces como casino financiero internacional,
sin ningún marco regulatorio. Por tanto, se mundializan la economía y las finanzas, y se localiza la
política.
La política se hace pequeña; la economía, grande. Las finanzas se hacen grandes y la política
se empequeñece. Y esto no es responsabilidad de los financistas ni de los hombres del mundo de la
economía; esto es responsabilidad de los políticos. Son los políticos los que no están a la altura de
un desafío cada vez más global, más internacional, como están demostrando claramente la
concentración empresarial, la deslocalización de inversiones y, sobre todo, un sistema financiero
funcionando 24 horas sobre 24, con crecimientos exponenciales y con volúmenes que asustarían a
cualquiera.
Cada día se mueve por el sistema financiero internacional el doble de la riqueza que el
continente africano crea cada año. Setecientos millones de africanos crean la mitad de la riqueza
equivalente a los movimientos de capital por los mercados de cambio y los mercados de valores del
mundo. Si quieren, el 40% más que toda la riqueza anual del Mercosur y Chile unidos. Eso es lo
que circula cada día.
El fenómeno es nuevo. Parece bastante ridículo decir que le volvemos la espalda; porque no
creo que sea reversible la nueva situación mundial. Para nosotros, nunca el mundo ofrecerá más
oportunidades ni más riesgos. De nuestra voluntad, de nuestra capacidad y de nuestra
intehgenciadepende aprovechar y optimizar las ventajas, y minimizar los riesgos.
Pero yo creo que no estamos en una progresión suficiente como para comprender ese proceso
transnacional, internacional o global. Creo que nos empequeñecemos en una política excesivamente
local, sin una perspectiva más allá del ámbito de realización de nuestra tarea política que como
mucho, es el Estado nación.
Por tanto, hay un fenómeno de desajustes graves. Somos lo menos internacional. Siendo la
Internacional más potente, somos lo menos internacional de lo que ocurre en el mundo: la
internacionalización de la economía, de la información y de las finanzas son verdaderamente
globales y mundiales; la internacionalización de la política no se ha producido. Más bien, yo diría
que la esperanza de que podamos ponernos de acuerdo apenas existe.
Los miembros de la Comisión de Progreso Global (de la Internacional Socialista) han hecho
un trabajo importante. Ese trabajo no es la tercera vía pero no confronta con la tercera vía; y no lo
es porque hemos intentado hacerlo analizando los contenidos, y quizás tiene todavía el defecto de
que no es mediáticamente conocido. Pero empieza a tener trascendencia; ha calado hondo, como
trabajo, como esfuerzo intelectual.
Las aportaciones no son sólo de la tribu a la que pertenecemos. También hay aportaciones de
afuera, y las verán en este inmenso documento. Hay aportaciones muy diversas sobre qué es qué.
Antes les dije que se globaliza la economía. ¿Cuál sería nuestra obligación?: globalizar el progreso.
Y ése es el título del documento: Progreso Global frente a la globalización de la economía, la
globalización de las finanzas y la globalización de esa revolución de la información que es el
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Ariel Pennisi La globalización
aspecto que más define la nueva revolución tecnológica. Ésta es nuestra obligación, éste es nuestro
reto.
El documento consta de un primer apartado introductorio que presenta cuál es el desafío que
representa para nosotros la nueva realidad. El segundo punto es una reflexión sobre los valores, en
particular sobre el valor de la solidaridad. Y no es una reflexión sólo, ni fundamentalmente, desde el
punto de vista filosófico. En algún momento me han oído decir, cosa que se me critica como exceso
de pragmatismo, que con los valores de la Revolución Francesa ya iríamos bien servidos. Por tanto,
yo no quiero reelaborar una nueva Declaración de Principios; lo que quiero es que se comprenda
que la solidaridad aplicada a la sociedad industrial tiene poco que ver con la solidaridad aplicada a
la sociedad de la información, habida cuenta de la desaparición progresiva del trabajo en cadena;
habida cuenta de los cambios en la estructura de los sistemas productivos, la deslocalización de
inversiones, el desempleo industrial masivo.
Me atrevo a decirles que en 20 años el empleo industrial pesará muy poco en la economía
mundial. Lo mismo que ocurrió, pero en 100 años, con el empleo agrario, ahora ocurrirá con el
empleo industrial. Habrá una nueva concepción de la economía pero muy rápidamente, más
rápidamente que ;nuestra capacidad de reacción.
Por tanto, hay una nueva definición de la solidaridad en los nuevos tiempos. No es verdad que
la juventud sea menos solidaria que antes. Siempre lo han dicho acerca de todas las generaciones.
El problema es que la solidaridad se convierte en apenas un sentimiento cuando desaparece la
experiencia vital compartida del trabajo en cadena, que en la izquierda llamábamos solidaridad de
clase.
Eso está desapareciendo. El hombre y la mujer trabajan cada vez más individualmente. Son
dueños de la cadena a través de las computadoras, pero (...) están desapareciendo (...) los grandes
telares; las grandes industrias ahora se manejan con máquinas y no con hombres como parte de la
máquina.
Hay algunos puntos que centran el debate. Primero, un análisis de la revolución tecnológica y
sus efectos. Un segundo punto es la globalización de la economía. Les advierto que la globalización
de la economía no puede medirse en tasas de crecimiento del comercio mundial, porque éstas no
son espectacularmente superiores a las de antes de la Primera Guerra Mundial. Pero sí puede
medirse por un fortísimo proceso de concentración empresarial.
Por tanto, por intereses cruzados, en vastos rincones del planeta hay, una multinacionalización
mucho más importante que la que vivimos en los años '60 v '70. Pero sobre todo se puede medir por
el tercer as, que es la globalización del sistema financiero. La economía, el comercio mundial, crece
a tasas del 4% v el 5%, en tanto que el sistema financiero, en los últimos 20 años, se ha
multiplicado en su volumen 48 veces. Y el ahorro seguirá acudiendo a ese mercado financiero en la
medida en que disminuva la necesidad de financiar déficit que ya nadie es capaz de producir ni de
sostener.
Por tanto, este movimiento financiero va a crecer totalmente desregulado. Pero esa nueva
realidad, que es lo que importa para nuestra acción cotidiana, está cambiando, impactando,
proyectándose sobre el Estado-nación, ámbito de realización de la política democrática, de la
soberanía y de la identidad.
Y está impactando por lo menos en tres aspectos básicos: la macroeconomía sana va no está
dentro de lo discutible, sea la alternativa de derecha o de izquierda, sea de centroderecha o de centro
izquierda. Todavía se puede discutir con qué mezcla de ingresos y de gastos se obtiene un
presupuesto razonable. Y ahí sí progresistas y conservadores marcarán la diferencia.
Pero un resultado macroeconómico que no acepte este sistema v este mundo financiero
globales, simplemente será un fracaso para el gobierno que lo intente. Por tanto, el déficit y la
inflación empezarán a no ser ni de izquierda ni de derecha. Simplemente serán no aceptables dentro
de la economía abierta en la que vivimos.
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GLOSARIO
Bipolar: término utilizado para hacer referencia a la contraposición de dos polos políticos
opuestos: los Estados Unidos (capitalismo) y la Unión Soviética (comunismo).
Cuerpo: se habla aquí del cuerpo en cuanto materia biológica y en tanto construcción
cultural. Los modos en que el cuerpo habita el espacio y el tiempo son modificados por la
economía, las tecnologías, la arquitectura, etc. Por lo tanto, la misma concepción de cuerpo es
histórica (cambia).
Desfasaje: Desencuentro irreconciliable entre do& situaciones. Por ejemplo, el accionar de un
Estado que nunca termina de responder las exigencias de la pobreza. Ambas cosas siguen
funcionando, pero esta vez de manera disociada.
Hegemonía/hegemónico: orden reinante. Representa lo que comúnmente se llama "discurso
oficial". En este caso se ha hablado del sistema capitalista como hegemónico.
Hiperconexión a distancia: frase a la que hace alusión el filósofo Jean Baudrillard. Remite a
las nuevas tecnologías que todo lo acercan sin generar el más mínimo contacto físico entre
personas. Se trata de una conexión paradójica, ya que el cuerpo está cada vez más quieto.
Idea: concepto utilizado aquí según lo esgrimió Platón, quien concebía un mundo de las ideas
(más perfecto y puro) en detrimento de toda corporalidad (idealismo). Marx critica esta concepción
y propone, desde el materialismo, generar cambios reales (revolucionar).
Intersticio: espacio producido por una fisura. Según se ha utilizado aquí (tal como lo concibe
Hopenhayn) remite a momentos en que una estructura, ya sea política o de la vida cotidiana, se
quiebra y permite corrimientos. Así se producen las fugas frente a los modos opresivos de la vida.
Libre mercado: eliminación de las restricciones a la importación. Este tipo de política
económica responde al liberalismo, que plantea la libre competencia en los mercados mundiales
(más allá de las fronteras nacionales).
Mercado financiero: lugar inmaterial del comercio de dinero. No se trata aquí de bienes y
servicios, es decir de producción, sino de bolsas de dinero y especulación cambiaria (según el
estado en que esté, la moneda de un país se invierte o no) .
Metarrelato: relato que contiene los distintos modos de vida y accionar. Puede tratarse de
una ideología o de un sistema político cualquiera, y muchas veces es necesario para justificar otros
relatos (ej.: los de la vida cotidiana).
Paternalista: relación que implica dos partes: una que funciona como protectorapolicía (da y
castiga), y otra que acepta esos "servicios" a cambio de cierta pasividad.
Proteccionismo: protección de una economía regional o nacional. Por ejemplo, la imposición
de aranceles altos a productos extranjeros.
Reconversión: en el caso de las empresas se trata de su modernización, pero además, de un
cambio radical hacia otra forma de producción más tecnificada.
Ser: una larga tradición filosófica se ha ocupado del ser. Algunos se refieren a la esenci4 del
hombre y otros sostienen la inexistencia de una esencia. El ser es lo que comprende la relación entre
existencia y posibilidad en el hombre.
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Simulacro: realidad paralela. Tanto como escena social o como situación personal, se trata de
la generación de un artificio que tiene por fin el engaño.
Subjetividad: término que hace referencia a un aspecto de la realidad creado por la mente en
contraposición a lo objetivo, perteneciente al mundo de las cosas. Sin embargo ambos conceptos
son construcciones históricas y modifican a su vez la realidad que plantean.
Totalizante: tendiente a las totalidades. Búsqueda de lo universal.
Transnacional: sin territorio nacional. En el caso de las empresas, éstas tienen una casa
madre, pero el funcionamiento es transnacional, es decir, más allá de las fronteras nacionales.
Unidimensional: término acuñado por el filósofo alemán Herbert Marcuse (El hombre
unidimensioual) para dar cuenta del hombre del capitalismo. Éste no encuentra posibilidad alguna
de la existencia de lo alternativo; una sola dimensión es posible.
Unidireccional: relación que se establece desde un emisor hacia un receptor. Algunas veces
se usa el término para dar cuenta de cierta rigidez en la comunicación.
Unipolar: a diferencia del bipolarismo, cuando la corriente dominante es una sola.
Universal/universalizable: genérico que comprende la totalidad de las posibilidades. No
admite la fisura y repele el azar.
Vertical / Verticalista: que se establece una relación vertical, es decir, un sistema de
jerarquías de arriba hacia abajo.
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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
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Ariel Pennisi (Autor). Licenciado en Comunicación Social ((:RECE, 2000). Productor y
coordinador de conductores infantiles de Radio Panda. Conductor y productor en FM La Tribu.
Profesor de talleres de radio. Asesor en estrategias de medios y proyectos editoriales (periódicos,
newsletter, etc.). Cursa como oyente en carreras humanísticas de la UBA. Ha realizado seminarios
sobre Foucault, Deleuze, Nietzsche, Heidegger, Aristóteles y psicoanálisis, entre otros.
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