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“LA TEORÍA DE JUEGOS Y SU RELEVANCIA EN LA METODOLOGÍA

PARA EL ANÁLISIS POLÍTICO”


Mtro. Allan Abarca Rodríguez∗

“(…) game theory can also be considered a descriptive, or positive, theory, capable of
explanation and prediction. As such it has the potential to develop into fully rigorous, deductive
theory of human behavior, be that behavior social, economic, military, or political”
Frank C. Zagare

Ponencia dedicada al catedrático Dr. José M. Rodríguez Zamora, por su afán inagotable de
forjar la constante renovación curricular de la ciencia política en Costa Rica.

ABSTRACT
La teoría de juegos se constituye en un novedoso y potencial instrumento para el análisis
político ya que explota tres elementos esenciales: en primer lugar, coadyuva a la identificación
de actores y sus estrategias de afectación mutua en la arena política; en segundo lugar, incide
en un ejercicio académico relevante acerca de los escenarios y la información con la que se
apoyan los actores y que impregna la coyuntura o estructura en la que se circunscriben los
hechos políticos; y, en tercer lugar, porque -lejos de apoyarse en la perenne necedad de
concentrarse en los conflictos e intereses egoístas- abre espacios para la cooperación y el
diálogo en la construcción de políticas públicas más efectivas.

Como todo instrumento metodológico le subyace debilidades, fortalezas y supuestos para su


aplicación, no obstante se potencia como una herramienta novedosa y útil para modelar los
asuntos públicos; de esta manera sirve no solamente para crear escenarios sino para
interpretar y apreciar -a nivel micro- los escenarios políticos y el espíritu que cobija el accionar
público de los actores. Por eso es que ‘la teoría de juegos’ se afinca en la débil frontera que
se traza entre lo metodológico, la teoría política y la tecnología para el aprendizaje en la
ciencia política.

I. LAS COORDENADAS PARA UBICAR LA TEORÍA DE JUEGOS


Las primeras líneas escritas por Von Newmann en su original artículo ‘Zur Theorie der
Gesellschaftsspiele’ de 1928 -donde introduce la forma extensiva del juego y desarrolla el
teorema del minimax- fueron contundentemente mejoradas cuando, junto a Morgenstern,
publican el clásico ‘The Theory of Games Behavior’ en 1944, lo que catapulta la teorización
relativa a los denominados juegos de estrategia –al desarrollar los ‘juegos con transferencias
de utilidad’.

Muchos otros académicos y científicos de alto nivel –antes y después- le nutrirían


conceptualmente y con aplicaciones, aclaraciones o adiciones; entre ellos destacan los
matemáticos Borel y Sérmelo, y economistas de la talla de Cournot y Edgeworth que
adquirieron notoria importancia para descubrir y analizar ese mundo de conflicto y cooperación
que semantiza los intereses en las relaciones humanas.

Si bien otros como Morton Davis, Aumann, Shapley, Kreps y Hansanyi le dieron impulso a esta
subdisciplina (Cfr. Walker), especial mención merecen los aportes del estudio del equilibrio –


Profesor del Posgrado Centroamericano en Ciencias Políticas; Investigador del Centro de Evaluación Académica;
Profesor del Área ‘Decisión y Políticas Públicas’ de la Escuela de Ciencias Políticas, todos ellos de la Universidad
de Costa Rica. Correo electrónico: allanabarca@costarricense.cr; Apto. Postal 718-2200 Coronado.
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fundamentalmente en la ‘no cooperación’- introducidos por el matemático John Nash, quien al


analizar situaciones de elección estratégica y las respuestas óptimas entre jugadores favoreció
la construcción del puente que comunicó la teoría de juegos con las más diversas situaciones
políticas, sociales y económicas. De sus aportes son entendibles los sustanciales beneficios
que la economía de la regulación ha sabido potenciar, además de las múltiples aplicaciones
que en el análisis del entorno político y social se pueden ejecutar.

Incluso se puede certificar que la imposibilidad inicial de comunicar la teoría de juegos con la
teoría de la negociación, merced a la monopólica idea de concentrarse en comportamientos
racionales de coaliciones, fue felizmente resuelta en aras de ampliar el abanico de su
aplicabilidad.

Nacida como una rama de la matemática y nutrida al amparo de la economía, la teoría de


juegos encontró un campo propicio de desarrollo a fines de la década del setenta e inicios de
la década del ochenta, cuando la información se convirtió en un elemento relevante en la
modelación económica. Las conjeturas del individuo racional pero con limitaciones de
información multiplicó el interés por una disciplina que incorpora - como sus elementos
neurálgicos- tanto las acciones de los agentes individuales como sus preferencias.

Algunos han preferido denominarle juegos de estrategia, tratando con ello de diferenciarle
respecto a las tomas de decisión, es decir, el primero implica la observancia de cómo
reaccionaría o reaccionará ‘el otro’ u ‘otros’, mientras que la decisión podría encapsularse en
una acción tomada sin que fuese necesario considerar siempre la posible reacción de la
contraparte.

Es innegable que el estudio de la teoría de juegos se ha constituido en un instrumento


esencial para disciplinas como la sociología, el derecho, la economía, las relaciones
internacionales y la ciencia política. En esta última ciencia su contribución es particularmente
notoria en el análisis, la articulación y el diseño de políticas públicas en donde se presentan
problemas de acción colectiva o de destrucción de bienes públicos.

Así, su importancia radica en que ayuda a comprender las acciones racionales y las acciones
no racionales de los individuos y conglomerados, los incentivos tejidos alrededor de los grupos
de presión para concretar sus intereses, y la forma de entender determinadas estrategias
seguidas por políticos y burócratas en el trazado de las decisiones y las políticas públicas.

Por eso es que la referencia a teoría de juegos no debe llamar a confusiones: nos referimos a
cualquier situación social que involucra a dos o más actores -llamados así jugadores- en
donde subyacen intereses interconectados o interdependientes. Por supuesto que las
interacciones generan diferentes posibles resultados los cuales pueden ser óptimos o
subóptimos, de beneficio común o de pérdidas comunes, todo ello alimentado por la necesidad
de los jugadores en alcanzar sus propias metas.

Es esta aplicabilidad multidisciplinaria que ha abierto la disputa de muchas áreas científicas de


tratar de apropiarse de este método de análisis. Algunos son más escépticos y prefieren decir
que se trata de una subdisciplina de la matemática; para otros es una subdisciplina de la
estadística; otros que es una técnica propia del ejercicio militar; unos defienden que pertenece
a quien más provecho le ha sacado, esto es, a la economía. Pero lo importante es que hay
una tendencia creciente y dominante que afirma que es uno los tantos puntos de intersección
de varias ciencias a la vez.①
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No reparamos aquí en cuales son las argumentaciones básicas para defender fronteras
disciplinarias que ubiquen la teoría de juegos en algún campo científico específico, pero esta
discusión a priori alienta el espíritu multidisciplinario en que encuentra aplicación y certifica la
capacidad que alberga como método de análisis.

II. DESMITIFICANDO SU NOMBRE


Este novedoso corpus teórico bien merece la desmitificación de su nombre ya que cualquiera
que escuche por primera vez ese sui generis referente bautismal –‘teoría de juegos’- puede
que se le active el recuerdo de aquellos juegos de la niñez: ´quedó congelado’; ‘policías y
ladrones’; ‘canicas’ (‘bolinchas’); ‘casita’ o ‘comidita’; ‘bola’, ‘mejenga’ o ‘cascarita’; ‘rayuela’;
‘piedra, papel o tijera’, en fin..., muchos y variados son aquellos juegos que de una manera
nos facilitan una invasión nostálgica, quizás más por los años idos que por aquellas alegrías
que nos deparaban.

Consecuentemente, si el juego es la actividad general más común en la etapa de la niñez,


cuando hablamos de ‘Teoría de Juegos’ caeremos en la tentación que nuestro más intelectual
auditorio pueda mal interpretar que nos referimos a aquellas actividades que nos producían
diversión y placer cotidiano. Entonces, ¿Qué será lo que crea un aventurero de la lectura o un
despistado escucha de la frase ‘teoría de juegos’?, ¿Se preguntará acaso si es una lectura o
interpretación teórica de cómo nacen o qué beneficios arroja los juegos de los niños y
adolescentes?②

Si bien Ken Binmore (1994) señala que es necesario alertar el total alejamiento a cualquier
referencia de los juegos de niños, nosotros más bien relativizamos ese juicio ya que no son
tan contundentes las diferencias de la teoría de juegos con los juegos de la infancia.

¿En qué se parecen o diferencian la teoría de juegos como disciplina científica de los juegos
que practican niños y adolescentes, como los aludidos más arriba? La similitud nos lo arroja lo
común: hay jugadores, estrategias, escenarios, reglas e información. También podemos decir
que en los juegos de infancia existen juegos de abierta competencia con muchos participantes
y donde aparece una diversidad de resultados y posiciones (¿Nos acordamos del ‘Gran
Banco’, ‘Nibanco’ o ‘Petrodólares’?), también hay juegos que exigen mucha coordinación
(¿Nos acordamos de las ‘Palmaditas’?); pues bien, de ellos también hay en la teoría de
juegos, y por lo tanto en la cotidianidad.

Sin embargo, emergen diferencias claves en los fines que persigue una actividad de pleno
esparcimiento –como son los juegos de los niños- con respecto al arsenal teórico para el
análisis político.

La primer diferencia fundamental proviene del manejo subrepticio acerca de ‘los ganadores y
los perdedores’; efectivamente, en las muy diversas tipologías de ‘teoría de juegos’ abundan
los casos de ‘juegos cooperativos’ y de ‘juegos no conflictivos’, mientras que en los juegos de
niños existe un énfasis que defiende la postura de que ‘el ganador que se lo lleva todo’.

La segunda diferencia fundamental subyace en el carácter de la información; en la ‘teoría de


los juegos’ la información escasa y falsa fluye de manera habitual, lo que complejiza el
escenario de las diversas estrategias de los jugadores (actores) en sus marcos de relación
estratégica.
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II.1 Clasificando los Juegos


Esa complejización del escenario político -y sus conexiones con lo económico y social- son la
fuente de riqueza que nos depara para el análisis político. Recordemos que en la ‘teoría de
juegos’ existen tanto los juegos cooperativos (con conflicto y sin conflicto) como los juegos no
cooperativos (con conflicto y sin conflicto).

En las entrañas de esa posibilidad manifiesta u oculta de cooperar o entrar en conflicto es que
emergen las más disímiles interpretaciones del porqué vivimos en sociedad (contrato social) y
del tipo de Estado en qué vivimos (equilibrio societal), incluyendo por supuesto las
aplicaciones a casos del porqué y cómo se dan las relaciones entre habitantes de un
vecindario o barrio.

Así, la cooperación no es más que un resultado inducido por políticas con incentivos
diseñados de forma apropiada, solamente de esta forma los pagos a recibir -las recompensas
o castigos- en ciertos casos pueden ser modificados. Y por esto mismo los fallos en la
comunicación o en los acuerdos inducen a diversos resultados posibles.

Hay algunos tipos de juegos donde no existe capacidad de efectuar la comunicación, en


cambio hay otros juegos denominados ‘cooperativos’ donde tal elemento se vuelve crucial y
constante, aunque no exento de problemas y artificios.

¿Quién no ha escuchado el choque de aviones comerciales o de turismo surcando los cielos?,


¿Qué periodista no ha encontrado en un mismo día declaraciones contradictorias entre dos
funcionarios de alto rango de un mismo Gabinete? Por supuesto que la exigencia de
coordinación en el tiempo y espacio, y las fallas técnicas de la comunicación pueden conspirar
con una misma intención, aún y cuando se supone que los jugadores de un mismo equipo
(actores) deberían de coordinar mejor sus movimientos (acciones).

II.2 Una teoría con fundamento


Lo que en primera instancia incidió en la lejanía de la teoría de juegos de otras disciplinas
científicas fue la exégesis de los planteamientos técnicos y numéricos; más hoy día la
atracción hacia los fenómenos políticos y sociales ha incidido en esfuerzos para balancear la
accesibilidad y rigor en la utilización de esta herramienta de análisis.

En múltiples áreas ha comenzado esta teoría a dejar huella. Así, la ciencia política ha
enfatizado en los problemas de acción colectiva, de bienes públicos y de votaciones; y
particularmente como insumo a la teoría de las decisiones interdependientes, es una
herramienta poderosa para modelar el comportamiento político.

El Dr. Erick Rasmusen -economista y especialista en la teoría de juegos- elabora un atractivo


símil al comentar sobre el evolucionar de la teoría de juegos. Señala que no hace mucho
tiempo cualquier escéptico podía decir que la econometría y la teoría de juegos se parecían al
Japón y a la Argentina, ya que a finales de la década del cuarenta, ambas economías -como
ambos países- estaban pletóricas de promesas sobre un porvenir realmente halagador; no
obstante, al igual que las economías de los países señalados, una de las disciplinas –la
econometría- se volvió fundamental mientras que la otra parecía languidecer (Rasmusen;
1996:13).

La razón fundamental es que si bien la teoría de juegos proporcionaba elementos de análisis


bastante interesantes, pareció más bien encasillada a teóricos matemáticos; sin embargo, en
la década de los ochenta ocurre el despertar de esta disciplina. Tres aspectos resultados
fundamentales en este resurgir; en primer lugar, el desprendimiento analítico del ‘rational
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choice’, en segundo lugar, el impulso de las teorías de la regulación económica y, en tercer


lugar, el estudio politológico y sociológico acerca de la acción colectiva.

Para Rasmusen, “la teoría de juegos trata de las actividades de quienes toman decisiones
están conscientes de que tales acciones los afectan mutuamente” (Rasmusen; 1996:23);
desde la decisión de los editores de una ciudad cuando eligen los precios o portadas de sus
periódicos, hasta la formulación de un programa de pago de impuestos merece abordarse
como una situación estratégica.

Así, el carácter estratégico de una relación deviene no solamente por la intersección de


jugadores (actores individuales o colectivos) para el disfrute o explotación de un bien público o
privado, sino por la capacidad de una afectación mutua.

En este sentido son estratégicas, por ejemplo, la decisión de producción anual de petróleo por
parte de una organización como la OPEP la cual implica una relación de cooperación o
defección de parte de Kuwait, Arabia Saudita, Irak, Venezuela, entre otros países; mientras
que no es propio de un análisis estratégico una situación como la definición de la base salarial
para los obreros de dos transnacionales del banano instaladas en el sur de Costa Rica a
inicios de los noventa, a no ser que aquella fuerza laboral tenga algún impacto como grupo
organizado o que la esfera gubernamental entre a entablar términos de incentivos o alguna
reglamentación particular.

No es de extrañar entonces que el economista Martin Shubik, uno de los principales


estudiosos de la teoría de juegos, señale que los métodos ligados a esta disciplina generan un
medio más flexible para modelar con mayor precisión a las instituciones que lo que podría
hacer la misma economía política; esto por cuanto son la mezcla de factores políticos,
administrativos, burocráticos y sociológicos los que se tejen alrededor de las acciones de los
grupos.

Es habitual la generación y reproducción de situaciones problemáticas entre decisores,


políticos o entre grupos organizados, por cuanto se engendra una constelación de
preferencias, las más de las veces contradictorias entre sí.

Por eso la capacidad potencial de la teoría de juegos ha inducido su aplicación sobre


situaciones militares, económicas y políticas, ello explica que sea hoy día una disciplina en
plena fase activa en su desarrollo. Aunque no menos cierto es que la complejidad analítica
puede ser tan elevada que en un mismo juego hay jugadores tomando decisiones de manera
simultánea y quienes deben ponderar la coincidencia de objetivos, y si cooperan o compiten
entre sí.

Cuando las estrategias están operando y las complicaciones van en auge, los resultados o
soluciones del juego se vuelven menos fiables de establecer, la predecibilidad se torna difusa
y a veces intriga que algunos actores comiencen a tomar decisiones que en apariencia no son
racionales.

III. UNA PERSPECTIVA EN AUGE


La teoría de juegos incursiona en la negociación, la discusión política, los conflictos por bienes
públicos, las relaciones internacionales, y en la economía de la regulación. En esa versatilidad
de campos deviene su carácter de instrumento interdisciplinario.
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La civilización humana está fundada sobre el egoísmo y la cooperación, uno y otro son
fundamento de normas sobre las que se asienta la convivencia conflictiva o pacífica en las
comunidades, entre países o entre regiones. Nos comportamos de una manera cooperativa,
conflictiva, no conflictiva o no cooperativa desde nuestras unidades básicas de relación
cotidiana (el trabajo, la familia, la Universidad) hasta las más complicadas (adhesión a gremios
profesionales, a partidos políticos, a ideas nacionalistas, entre otros).

Por eso, entre los campos de aplicación más asiduos figuran los negocios (guerra de tarifas
para el dominio del mercado), la publicidad (asignación de fondos a medios o áreas
geográficas), las relaciones internacionales (modelos de desarme, disuasión nuclear) (Davis;
1986:143).

A veces son más factibles las posibilidades de cooperación en un Congreso entre legisladores
ideológicamente muy distantes que en la disputa entre dos vecinos por la disposición de los
desechos sólidos o de la contaminación sónica que produce cada uno desde su hogar. Es
indudable que la reciprocidad, la estabilidad de las relaciones, y la posibilidad de contactos
frecuentes entre actores tengan impacto en el carácter de las múltiples relaciones y resultados
que a diario se generan.

Teorizaciones como ‘El Dilema de Prisionero’, el ‘Juego de la Gallina’, ‘Batalla de los Sexos’,
‘Aseguramiento’, ‘Batalla del Mar de Bismarck’, ‘Deber Cívico’, ‘Cadena de Tiendas’, ‘Seguro
Social’, entre otros, modelan situaciones políticas y sociales que exigen de los decisores
políticos construir incentivos apropiados para fomentar prácticas necesarias o invertir
situaciones socialmente indeseables.

Todos ellos ejemplifican situaciones en las cuales pueden haber o no amenazas; promesas de
comportamiento futuro; información oculta, falsa o incompleta; posibilidades de cooperación; y
defección mutua.

Así, se manifiestan circunstancias propias del accionar político, tales como:


Existencia o inexistencia de mecanismos –formales o informales- para hacer amenazas
u obligar al cumplimiento de compromisos
Tomar en cuenta el historial de relaciones entre los jugadores (actores)
No se puede huir de la interacción, por lo tanto siempre estará presente la posibilidad
de la cooperación como del conflicto
Los pagos (recompensas) entre jugadores pueden ser manipulados o ejecutados
desde la perspectiva de las estrategias mismas y los posibles resultados conjuntos
(Cfr. Axelrod; 1986:23).

IV. LA MODELIZACIÓN DE LOS ASUNTOS PÚBLICOS


Dixit y Nalebuff (1992:11) señalan que, nos guste o no, todos somos estrategas, que estamos
imbuidos en un mundo de intereses y que todos los que se relacionan con nosotros afectan
nuestras decisiones; aquel que denominamos él otro’ puede resultar conflictivo o coincidente
sobre nuestras actuaciones, decisiones o posturas. Entonces, si la teoría de juegos no es más
que la toma de decisiones estratégicas, no menos cierto es que su poderío para interpretar
fenómenos políticos, sociales y económicos es más que una simple conjetura.

Situaciones de muy disímil circunstancia, impacto o complejidad son susceptibles de


aplicación de la teoría de juegos: conflictos fronterizos, regulación de precios, problemas
vecinales, escasez de bienes públicos, negociaciones salariales, privatizaciones, incentivos
fiscales, tratados de libre comercio, entre otros.
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El abanico de aplicación es tan amplio que es preciso advertir que allí residen sus mayores
beneficios; esto es, el esfuerzo por modelar asuntos públicos del más diverso espectro
repercute en tres aspectos:
a) una mayor nitidez sobre los espacios de encuentro y desencuentro entre los diversos
actores (jugadores),
b) una mejor comprensión de las estrategias e intereses en juego,
c) una amplitud de criterios sobre los escenarios políticos posibles en el desarrollo de la
cuestión política.

Particularmente este último beneficio se constituye en el eslabón superior que ratifica las
bondades metodológicas que brinda esta aplicación científica, la cual -si bien es cierto se
apoya contundentemente en el análisis de coyuntura- depura la visualización del
comportamiento de los actores y por ende facilita comprender las estrategias inmersas en
cada juego político (denominado como entorno).

La información es clave para el análisis político. Así como las políticas públicas mejor
planeadas y diseñadas pueden fracasar por ser mal entendidas o explicadas a los sectores
impactados o afectados con las mismas, así también la información incierta y la oculta
generan reacciones diversas entre actores que tratan de afectarse mutuamente en algún
escenario político.

Al ubicar la información como simétrica, completa, cierta o perfecta (Cfr. Rasmusen; 1993:63),
nos referimos a múltiples situaciones, desde el jugador que sabe donde se localiza en el árbol
de las decisiones, los movimientos de la naturaleza que no pueden ser anticipados, hasta
abarcar el tipo de conocimiento que se tiene de las reglas de juego.

Por eso es que en la representación normal que se hace de los diversos juegos se señala que
los nodos que anticipan las estrategias albergan la información que define la respectiva toma
de decisión de los actores en juego, esto es, representa tanto las informaciones específicas
que tienen los actores como el efecto de ‘naturaleza’, de suerte o de probabilidad a la cual se
sujetan los posibles desenlaces.

En la diversidad de aplicación metodológica señalemos algunas de ellas:

Economía de la Regulación. Se ha aplicado a la economía en situaciones de regulación,


explorándose particularmente las situaciones de monopolios –naturales o no- y oligopolios.
Hal Varian (1994:492) nos remite al caso de violación de un cártel como un ejemplo de ‘dilema
de prisionero’ en donde la producción de una cantidad constante o superior de una cuota son
las acciones que se tejen en la relación de dos empresas aparentemente cooperantes entre sí.

Conflictos Internacionales. En las relaciones internacionales también ha tenido una muy


nutrida aplicación a raíz de que inicia precisamente como un instrumento de apoyo militar. Se
han modelado casos de control o limitación de armamentos, ejercicios con pruebas nucleares,
y amenazas o represalias ante determinadas acciones de países enemigos entre sí.③

Bienes Públicos. Ha sido común en Latinoamérica encontrar peticiones incesantes de los


entes públicos –nacionales, federales o locales- que administran el procesamiento y
distribución del agua, para restringir el desperdicio en aras de eventuales déficit en el preciado
líquido.④ La construcción de incentivos –positivos y negativos- para evitar el desperdicio
transcurre precisamente por el estudio estratégico y la debida modelización del porqué la
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población no protege bienes públicos y de cómo fomentar el control social sobre el posible
agotamiento de tales bienes.

Es en esta última línea que la Dra. Ostrom ha estudiado problemas de acción colectiva
relacionados con bienes públicos –Vg. repercusiones de comunidades de pescadores en las
costas de Turquía- y el diseño de políticas –con monitoreos y castigos- para combatir los
males generados por los problemas del ‘free rider’ que son tan comunes en aquellos bienes
que nos pertenecen a todos (Cfr. Ostrom: 1996).

También observamos que en las necesidades de restringir la masa vehicular que transita
diariamente por nuestra agotadas calles de Latinoamérica, la polución ambiental provocada, el
bullicio, el desperdicio de hidrocarburos -entre algunas otras externalidades negativas- ha
implicado que algunos países construyan políticas para combatir estos males a partir de claras
concepciones de dónde emergen los comportamientos de los ciudadanos (incentivos
negativos).

V. SITUACIONES ESTRATÉGICAS
Ahora bien, además del ‘diseño de políticas’ hay otra vertiente que auxilia la teoría de juegos
en comprender aún mejor: las situaciones de acciones políticas entre actores. En el caso
Watergate el senador Baker se hizo notorio y perenne al hacer la pregunta clave ‘¿Qué tanto
sabía el Presidente, y cuándo lo supo?’ Interrogantes de ese tipo nos refieren al ‘conjunto de
información’ que son todos los nodos que un jugador cree haber alcanzado en su juego en
particular (Rasmusen; 1996:58).

Dicho de otra manera, hay actores que conocen muy bien en donde se están situando en el
juego merced a los datos, hechos o desenlaces que de alguna forma les fueron anteriormente
revelados, esto auspicia que en las ‘jugadas’ políticas intrainstituciones, en el Parlamento o
desde instancias de control político, se ejerzan acciones que deriven en determinadas tomas
de posición y decisiones finales sobre los agentes o políticas en las que se quieren influir.⑤

La capacidad del discernimiento estratégico es vital en el análisis político y el comportamiento


habitual del ser humano. Esa ‘afectación mutua’ que concibe la teoría de juegos tiene dos
implicaciones a resaltar; en primer lugar, excluye el análisis reduccionista de concebir las
relaciones estratégicas como simples listados de ganadores y perdedores -aunque ello sí sea
una acción resultante en cualquier análisis de políticas públicas- y, en segundo lugar, alerta
que las implicaciones de las relaciones entre actores deben ser –aunque asimétricas en
magnitud- de impacto recíproco.

Así, no puede pensarse la situación de un agricultor quien quiere especular con su producto
como un juego estratégico, ya que su decisión de guardar su cosecha o aminorar su
producción poco afectará los precios internacionales de ese producto, que es diferente a las
relaciones que se establecen entre sindicatos de trabajadores y sus fábricas o empresas
(Dixit; 1992:16), o entre sindicatos e instituciones de gobierno respecto de una política de
afectación directa. Por eso mismo, las conflictivas relaciones fronterizas, los marcos de
cooperación internacional y las negociaciones bilaterales para la firma de tratados de libre
comercio son situaciones estratégicas.

En fin, el juego estratégico es aquel que cumple con tres postulados; en primer lugar, cada
participante tiene que ser significativo para el otro en una interacción; en segundo lugar,
puedan generarse compromisos y defecciones; y, en tercer lugar, el aspecto de la información
influye de una manera o de otra.
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Complementariamente, de los juegos –o interacciones estratégicas- nos interesan si son


‘secuenciales’ o si ocurren de manera ‘simultánea’; si son de ‘una tirada’ o ‘de varias tiradas’;
si es mejor la posición de quien ‘juega primero’ o del que ‘juega de segundo’. Recordemos
que se genera una situación entre actores (jugadores) que se resume en que “él piensa que yo
pienso que él piensa”, he allí el marco lógico que activa las circunstancias del juego (Dixit;
1992:19) y de la vida política y social misma.

Incluso puede darse la situación que dentro los jugadores exista un conflicto total o más bien
mucho grado de compromiso o confraternidad. Normalmente los juegos donde ocurre el
conflicto total son aquellos denominados suma cero, es decir, que para muchos no son
estratégicos; lo que ocurre en los estratégicos es que si bien puede haber alguna disputa o
conflicto al respecto de un bien, servicio o política, no menos cierto es que lo que ocurre es
más que todo una división de ganancias, que no quiere decir –en lo absoluto- que sea
simétrica o equitativa.

Por eso hay que superar la miopía analítica de juzgar a la mayoría de eventos, hechos y
aspectos económicos, políticos y comerciales tal que si fueran de suma cero, como
erróneamente se puede creer: “most economic and social games are not zero-sum (...) trade,
or economic activity more generally, offers scope for deals that benefit everyone” (Dixit;
1999:19).

Pero lo que sí es cierto es que la mayoría de las interacciones revelan esa tensión inherente
entre la cooperación y el conflicto, por eso es que la teorización de los juegos ha encontrado
una especial relevancia a la hora de concatenar instrumentos de aplicación tales como la
negociación, el conflicto y el análisis político.

VI. LOS LÍMITES DE LA TEORÍA DE JUEGOS


No pocos han señalado serias limitaciones de la teoría de juegos, por lo que es obtuso evadir
algunos de los señalamientos más concretos para su debida atención y relativización.

La principal limitación o crítica que se le ha endilgado es que parte de una concepción de


racionalidad absoluta del ser humano, y que a partir de allí genera todo el análisis, como si la
realidad fuera tan simplificable.

Hay que decir que en realidad -para las aplicaciones de carácter más político- la teoría de
juegos impacta auspiciando un marco lógico comprensivo y no tanto una ecuación
reduccionista de factores contextuales, aunque el peligro en ese sentido no está vedado.
Recordemos de por sí que son las limitaciones en el arsenal matemático y lógico del analista
las que normalmente le lleva a conclusiones inexactas o al reduccionismo analítico.

Además, sobre el señalamiento de la aparente racionalidad con que se conducen los actores
hay que destacar aportes de estrategia y pensamiento político que arrojan luces para
comprender el porqué a veces se abandonan las estrategias de maximización de pagos y se
adoptan más bien posiciones aparentemente subóptimas.⑥

En este sentido apunta Tsebelis (1990:7) que los casos de aparente elección subóptima son
de hecho eventos de desacuerdo entre el actor y el observador sobre el curso óptimo de una
acción, y que entonces sólo hay dos posibilidades: cada actor elige una estrategia subóptima o
el observador es quien se equivoca. Establece que solamente hay dos casos en que el actor
elige subóptimamente: si él no puede elegir racionalmente o si él elige erróneamente; y por
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otro lado, en el observador hay dos situaciones en que no puede reconocer el curso óptimo de
acción: primero, cuando comete el error pensando que la acción subóptima es Ai cuando no
es así y, segundo, cuando el observador piensa que el set disponible de acciones es limitado a
A1, ..., An cuando tampoco es así.

Lo que aparece como subóptimo o no racional puede en realidad ser óptimo como parte de la
totalidad de la red de subjuegos. De esta manera siempre es pertinente considerar que hay
muchas arenas en las que actúan los agentes políticos y que, por lo tanto, determinadas
relaciones o juegos se ven afectadas por algunas otras.

La teoría de juegos auxilia en la simulación de situaciones reales, no las sustituye, penetra en


las áreas oscuras de la información tratando de reflejar lo más fiel posible la mejor
caracterización posible de grupos y personas insertas en el juego político, además de los
fenómenos públicos, pero no es una herramienta de adivinación de los desenlaces políticos.
En fin, crea escenarios y arroja luz sobre la interpretación de fenómenos.

VII. APUNTE FINAL


Si bien la ‘teoría de juegos’ no es una acabada red político-analítica, tampoco es un castillo de
arena a punto de desboronarse como algunos le fustigan o minimizan. Lo precioso de este
instrumento es que fuerza al analista –e incluso al formulador de políticas públicas- a la
búsqueda y discernimiento de la información involucrada en ciertos asuntos públicos.

Efectivamente, la ‘teoría de juegos’ es una herramienta de capital importancia para el análisis


político ya que nos posibilita un ejercicio minucioso de los escenarios políticos bajo el juicio de
la calidad y la forma de emisión de la información que se origina y fluye de los distintos
escenarios o fuentes.

Digámoslo de otra manera, este instrumento deviene en el análisis microscópico de la acción


colectiva e individual de actores de suma importancia en la arena política, social y económica,
tanto en el ámbito nacional, local como internacional, de allí que potencie descubrir relaciones
y pensar sobre políticas públicas.

Al igual que cualquier otro instrumento o forma de proceder en el abordaje de fenómenos


políticos, implica los siguientes principios o postulados:
a) no podemos abusar de ella, es decir, no le pidamos más de lo que nos puede deparar;
cualquier aplicación dependerá de la habilidad del analista en aplicar el diseño y de
modelar las situaciones respectivas,
b) es preciso diferenciar su aplicación como ‘dilucidador de políticas a formular’ que como
punto de partida para ‘clarificar escenarios’; uno y otro responden a lógicas
interrelacionadas pero distintas,
c) simplificar y hacer más certero el análisis no es lo mismo que señalar las dificultades,
esto es, la ‘teoría de juegos’ nos ayuda a simplificar el análisis pero no a simplificar la
realidad,
d) la matemática y estadística son indispensables para pensar la realización de eventos o
análisis más complicados, Vg. resolución de conflictos internacionales.

La teoría de juegos abre interesantes espacios de diálogo entre actores, mejorando las
posibilidades y niveles de entendimiento en situaciones conflictivas; no parte de supuestos
abruptamente inmodificables como el ‘interés egoísta’ e ‘innegociable’, o de la racionalidad o
irracionalidad absoluta de las partes involucradas; pero sí auxilia en el trazado de posturas o
acciones a partir de las preferencias de los actores involucrados en situaciones estratégicas.
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NOTAS
① Algunas corrientes más bien se concentran en señalar a qué tipo de ciencias en realidad no
pertenece, es decir, operan con una lógica de excluir; esta postura se defiende ya que incluso
desde la biología, cuando se analiza la evolución de las especies, se dio paso a los
denominados ‘juegos evolutivos’.

② Quizás la fuente del malentendido provenga de los mismos teóricos de la ‘Teoría de Juegos’
quienes han optado por ese bautizo generalista y no el de ‘Juegos de Estrategia’, que es el
otro pseudónimo –quizás más científico y apropiado- con el que se conoce a esta
subdisciplina, que normalmente se viste con ropajes matemáticos y modelos probabilísticos.

③ Para una profundización véase: Dougherty, James y Robert L. Pfaltzgraff. Teorías en


pugna en las Relaciones Internacionales. Grupo Editor Latinoamericano.

④ Dados múltiples factores climáticos tan diversos como: la deforestación, sequías de verano,
reducción de los caudales de los ríos, mayores poblaciones, creciente demanda para
consumo, sobreexplotaciones del manto acuífero, entre otros fenómenos como los
atmosféricos.

⑤ Día a día vivimos situaciones estratégicas con múltiples personas: con nuestros vecinos,
con la persona a quien le compramos el periódico, con quienes viajamos en el autobús, con
quienes transitamos por una acera. En fin, en el devenir se construyen y asimilan un cúmulo
de interrelaciones entre actores diversos que derivan en una afectación mutua de resultados.

⑥ Ya que, efectivamente, las inquietudes centrales giran en torno a: ¿Puede una acción
subóptima existir?, ¿Cómo puede un actor con una serie de opciones A1, ..., An, fuera de la
cual Ai aparece como óptima, elegir algo diferente de Ai? (Tsebelis; 1990:6).
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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
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1984.

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