¿Dónde estamos? En un parque, en Lima, Perú. ¿Qué vemos? Un
payaso cuenta cuentos y mendigo (TRIPALOCA), y un tartamudo, loco, escribano del relato (TARTALORO). ¿Que escuchamos? La historia de su encuentro con la muerte. Entre sueño y realidad, estos dos personajes intentan hacer y deshacer un mundo de historias. Pasan del presente al pasado, huyendo de este inevitable instante de vida: la muerte. Representada por (MUERTO 1) y (MUERTO 2), los payasos la precipitan en este entramado temporal. Acaba siendo la actriz, marioneta manipulada por el cuenta cuentos y el escribano, cambia a placer de trajes según los espacios y las historias, y representa a su pesar la vida pasada. Más que la muerte es la vida que nos presentan. Una vida de palabra en palabra, palabras que salvan, que hacen reír y llorar. Mientras uno habla, está vivo. Son las palabras que escuchamos, que leemos, que decimos y escribimos. Eterna detiene el tiempo, por un instante, para dar paso al sueño, a la historia. Dejando un espacio de invención (¡Déjame inventar! dice Tripaloca) de imaginación, de recuerdos, cuentos, y relatos. Tragicomedia de vida o muerte, escrita y contada por dos payasos. Lo vemos todo, la Historia, la Política, las condiciones sociales, el Amor… Con esta fábula, César de María cuestiona el afán del teatro y del arte: el despertar del espectador. Nuestro ¡A ver un aplauso!
Dos payasos, mendigos, cubiertos de polvo y de barro, vienen en
busca al espectador para invitarle a compartir con ellos su historia, su visión de la vida y de la muerte. Estos dos personajes anacrónicos, rompen el espacio de la representación, e invitan al espectador sentado en su butaca a imaginarse al aire libre. En un espacio depurado, que se parece más a un solar que a una plaza pública, van a contarnos la historia que cambio sus vidas: su encuentro con esa Muerte. En este espacio casi vacío, la complejidad del relato cuaja en el cuerpo de los actores. Son de manera incesante una multitud de personajes: actores mosaicos, caleidoscópicos, camaleónicos. Son los transmisores del relato. El cuerpo se transforma con un ritmo frenético, se contorsiona, se recorta, se trocea, dando paso a un patchwork de historias que nos hacen reír y llorar. Con el paso del tiempo se transforman en máquinas de actuar, desdoblándose, multiplicándose, capaces de encarnar a placer esta multitud de personajes. Nos dan a ver su imaginario, sus recuerdos. Dueños del juego, son la memoria oral y escrita de sus propios relatos. Relato que construyen paso a paso, como un cuento que se cuenta a un niño. Inventan una historia de verdad como si pudiesen mantenerse con ella en vida, y escapar de la muerte que ya los ha alcanzado sin que se den cuenta. Todo esto lo hacen por nosotros, para que sigamos con vida, y que vivamos con sus palabras. Y si estamos sordos y no escuchamos sus historias, peor para nosotros, porque al fin y al cabo eso es peor que morir. Reparto:
Con: Marcelo Lobera, Matthieu Pouget
Dirección: Monique Martinez, Matthieu Pouget
Illuminación: Pierre Comte (f3bc/ERDA)
Decorados y trajes: Jean-Paul De Sa.
Sobretitulados: Agnès Surbezy, Bruno Péran, Elisa Franceschini
Relaciones públicas: Fabrice Corrons, Euriell Gobbé-Mévellec, Bruno
Péran, Agnès Surbezy, Elisa Franceschini, … entre otros
Colaboradores: Théâtre de la Digue, Instituto Cervantes, Fundación
Autor, Sociedad General de Autores de España, l’Université Toulouse-Le Mirail, CIAM, FSDIE, CROUS, Ville de Toulouse, Conseil Régional, Conseil Général, DRAC, Españ@.31
X Laboratorio de Escritura Teatral (LET): Historia de una pierna – Palomares (la playa de Plutón) – Los que viven aquí – Sugar girls – Hostil – Las juventudes
V Laboratorio de Escritura Teatral (LET): Un cadáver exquisito - El corazón de astronauta - Los deberes -Alicias buscan Maravillas -Viaje al fin de la noche - Mariela perdona