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Personajes

Personajes principales

a) Margarita:

b) Manuel:

c) Sebastián Pancorbo :

d) Lucía Marín.

e) Fernando Marín:

f) Pascual Vargas:

Personajes secundarios

Don Gaspar Sierra, Estéfano Benites, Rosalía Yupanqui, Petronila Hinojosa, Pedro
Escobedo, Coronel don Bruno de Paredes, Obispo Don Pedro de Miranda, Marcela
Yupanqui, Hilarión Verdejo, Juan Yupanqui, Doña Melitona, Isidro Champí, Claudio
Paz, Teodora martina.

<argumento>

La obra se inicia describiendo Killac, pueblito de indios. En Killac sólo el paisaje físico
es bello, pero no el social que es aberrante. En la novela aparece Manuel. joven apuesto
y caballeroso, quien se enamora de una joven muy bella, Margarita medio española e
India; él desea casarse con ella, pero pronto descubren que son hermanos, pues ambos
son hijos del antiguo cura de killac, Don Pedro de Miranda y Claro. Al final no se casan
y solo lloran por la desgracia de sus destinos. Muestra al indio en su verdadera
condición. Muestra la vida cotidiana y pretende denunciar los vicios.

Primera parte

Aves sin nido empieza con una descripción del pueblo situado en la sierra del Perú que
se llama Kíllac—un lugar en que la naturaleza inspira a la gente a sentir mucho amor
para su país. La autora usa los colores y los olores para describir la naturaleza y la
belleza de la tierra peruana. El narrador continúa por describir a la gente del pueblo.
Primero, se presenta a Marcela, una mujer india que lleva la ropa peruana tradicional.
En contraste, hay otra mujer, se llama Lucía, que pertenece a la clase élite del Perú y
acaba de mudarse a Kíllac con su esposo, don Fernando. Con su tiempo libre, empieza a
hablar con Marcela y aprende de su situación devastadora: Marcela tiene que pagar sus
deudas al cura y al gobernador del pueblo pero no tiene bastante dinero. Por eso, Lucía
decidió hablar con el cura Pascual y con el gobernador, don Sebastián. Cuando los dos
oficiales del pueblo van a visitar a Lucía y se enteran de sus opiniones, se burlan de ella.
Ellos piensan que Lucía tiene la intención de cambiar el ritmo y estilo de vida en el
pueblo. Además, el cura dice que tiene que coleccionar las deudas para que él pueda
continuar con sus servicios al pueblo. En este momento Lucía empieza a darse cuente a
la corrupción en Kíllac en vez de estar de acuerdo con ellos. Marcela, después de
conocer a Lucía, comienza a tener la esperanza de que alguien pueda tenerles
compasión y tal vez cambiar el sistema corrupto de su pueblo.

En la próxima parte, se descubre que el cura tomó a la hija de Marcela, que se llama
Rosalía,que es la hija menor, con la intención de amenazar a Marcela. Entonces, Lucía
decide que va a dar dinero a Marcela para que pueda recoger a su hija. Mientras tanto, el
esposo de Lucía da un documento al gobernador en que se dice que pagarán las deudas
de Marcela si ella puede recuperar a su hija.

Este es el comienzo de situaciones conflictivas. Cuando el cura se da cuenta que fue


Lucía que le dio el dinero a Marcela, se reúne con el gobernador, y juntos hablan a su
vez con la gente del pueblo. Todos deciden matar a esta nueva pareja (Lucía y
Fernando) por sus intenciones de arruinar la felicidad del pueblo.

Al mismo tiempo que esto ocurre, se presenta a Dona Petronila (la esposa del
gobernador) y su hijo (cuyo verdadero padre no es el gobernador) que se llama Manuel.
Manuel es muy bien educado y tiene una mente clara y digna. También él tiene mucho
respecto para Lucía y don Fernando y quiere ayudarlos en cualquier manera que sea
posible. Cuando Lucía y don Fernando vuelven a su casa, tienen que escapar la
brutalidad de la gente del pueblo cuando tratan de allanar su casa y matarlos. En medio
del ataque, la gente del pueblo mata al esposo de Marcela y ella muere poco después por
dificultades y el desconsuelo ante la muerte de su esposo. Las hijas de Marcela quedan
sin hogar, son las “aves sin nido”, carentes de padres, casa y sostén. Lucía, por su
empatía, decide ser la nueva madre de las huérfanas (Margarita y Rosario).

Este parte termina con el retiro del cura del pueblo de Kíllac, debido a padecer la fiebre
tifus, de la cual se recupera, quedando sin embargo con perturbaciones psicológicas. Se
resalta también la persistencia y afán de Lucía, su esposo Fernando y Manuel por
proveer justicia y borrar la corrupción al interior del pueblo.

Segunda parte [editar]

Al principio de la segunda parte de la novela, el narrador cuenta que pasan “meses y


meses” sin que haya progreso en la investigación del crimen de la noche del 5 de
agosto. Ésta continúa “con la lentitud alentadora del reo, lentitud con que en el Perú se
procede dejando impune el crimen y tal vez amenazada la inocencia” (79).

A pesar de haber tomado las declaraciones de muchos testigos, el juez de paz, don
Hilarión Verdejo, no ha hecho un juicio y cita a don Fernando Marín para que éste dé su
testimonio. Marín no ha querido “empeñarse en aquel juicio” (79), pero cumple con la
citación y llega a la oficina de Verdejo para hacer su declaración. Después de que llega
el plumario Estéfano Benites, el juez de paz comienza la entrevista con Marín. Cuando
Marín declara que sí “sabe quiénes atacó la casa o conoce los autores del atentado”,
Verdejo concluye la entrevista diciendo que está suficiente para hoy y que anda muy
ocupado con otras cosas. Al salir Marín, Benites y Verdejo planean el embargo para
poder quitarle al campanero Isidro Champí de sus vacas, ovejas y alpacas y deciden que
su amigo Escobedo será el que exige la orden para la entrega del ganado de Champí.
“Encerrado en su cuarto por largas horas” (82), Manuel sufre por la contradicción entre
la implicación de don Sebastián en el crimen y su deseo de ayudar a Lucía con los
planes para el futuro de su nueva ahijada, Margarita. Después de largas vacilaciones,
Manuel decide volver a la casa de don Fernando Marín y de su esposa la señora Lucía.
Antes de llegar él coge una ramita de violetas del jardín de su mamá para dársela a
Margarita, haciendo una comparación entre ellas y la modestia de la chica. Una vez en
la casa de Marín, observa a Margarita estudiando una fichas grabadas con las letras del
alfabeto. Lucía le pregunta a Manuel porque ha estado ausente por tanto tiempo, y él
explica mencionando a sus preocupaciones recientes. Mientras estudia Margarita,
Manuel expresa de manera disimulada su interés en la chica y Lucía se da cuenta de los
sentimientos de Manuel.

Gracias a “la asistencia caritativa” (85), el cura Pascual no muere del ataque de tifoidea
y se va para la ciudad de Lima para pasar el período de su convalecencia allí. Mientras
tanto, llega a Kíllac el hombre que ha sido designado por el Supremo Gobierno como la
nueva autoridad de la provincia serrana. El coronel Bruno de Paredes es conocido en el
Perú “por gozar de influjos conquistados en torneos del estómago, o banquetes, como
por sacar con frecuencia las manos del plato de Justicia” (85), y además es amigo
antiguo de don Sebastián.

Don Sebastián y el coronel se reúnen en la casa de don Sebastián para hablar de los
sucesos de los últimos meses. Paredes critica a don Sebastián por haber tomado en
cuenta las sugerencias de Manuel, y le dice que a pesar de su resignación, nuevamente
le va a nombrar gobernador a don Sebastián. Paredes declara su intención de aprovechar
de su nueva posición para sacar beneficias, y dice que quiere incluir a don Sebastián en
sus planes.

Nuevamente en la casa de don Fernando Marín, Manuel y Marín lamentan el estado de


las autoridades en el pueblo. Marín revela sus planes para mandarlas a las chicas a
educar en Lima. Manuel le da a Margarita el ramillete de violetas y ella lo acepta. Los
hombres continúan hablando de la nueva autoridad, quien parece no querer la amistad
de Manuel. Éste se va de la casa y se pierde en sus pensamientos de Margarita. Piensa
que si puede revelar la verdad se su verdadero padre a don Fernando, podrá estar con
Margarita. Se resuelva además a seguirla a Margarita cuando se vaya a Lima y estudiar
para hacerse abogado.

Mientras Manuel está en la casa de Marín, los vecinos notables de Kíllac se reúnen en la
casa de don Sebastián para conocer al nuevo subprefecto, coronel Paredes. Paredes
declara su esperanza de poder apoyar a los vecinos y de recibir su apoyo también. Avisa
que “debemos aprovechar de la estación para hacer nuestro reparto moderado”, pues
dice que no le gustan los abusos (91). También Paredes les hace una recomendación en
cuanto al juicio todavía irresuelto. Les dice que tengan “prudencia” con don Marín y
que capturen y encarcelen a Isidro Champí. Entonces Paredes parte de la casa entre la
multitud voces gritando “¡viva el subprefecto, coronel Paredes!” (93) y poco después se
va Benites a ejecutar la orden para la captura de Champí. Don Sebastián queda sólo en
su casa y comienza a tomar caña de azúcar, pues teme que su esposa y Manuel
arruinarán su ambición de llegar a un puesto más alto por medio de conspirar con
Paredes. Doña Petronila oye los gritos locos de su esposo borracho y luego de vacilar
entre esperar a que llegue Manuel e intervenir por su propia cuenta, entra en el cuarto
donde don Sebastián está tomando. Éste sigue gritando y se pone violento con su mujer.
Mientras tanto, Manuel llega a la casa y encuentra el conflicto entre su padrastro
borracho y su madre. Manuel termina la escena por tomar a su padrastro por la cintura y
llevarlo a su dormitorio.

Benites rápidamente cumple la tarea de llevarlo preso a Champí. El campanero se está


alistando para ir a la iglesia cuando llega Benites. Delante de la esposa y los siete hijos
de Champí, Benites sale para la cárcel con su prisionero. Antes de irse dice que no
tengan miedo, que les va a ayudar a resolver el asunto. La esposa Martina está muy
preocupada y decide acudir a su amigo Escobedo, pues cree que “él puede hablar por
nosotros” (97).

Don Fernando se preocupa cada día más por el estado de las cosas en Kíllac y toma la
decisión de que partir del pueblo. Le revela su decisión de volver a Lima a Lucía, quien
está embarazada. Rosalía y Margarita acompañarán a la pareja en el viaje para entonces
estudiar en la capital.

El cura Pascual, que está en el camino para Lima, pasa unos días sin tomar alcohol ni
estar con mujeres. Su intención de llevar una vida más sana fracasa cuando llega a un
posado y ve a la bella posadera. Se emborracha en el posado y la posadera y su esposo
lo ponen nuevamente en su caballo fino para que termine el viaje a Lima. Cuando llega
a Lima se cae de su caballo y está salvado por los frailes de un convento. Le dan un
cuartito en que descansar, y una vez allí el cura piensa en la contradicción entre el deseo
natural del hombre y la vida que tiene que llevar en el servicio de Dios y la Iglesia. De
repente cae muerto el cura, y lo encuentran unos frailes que después hablan de su temor
a la muerte repentina, pues una muerte repentina no les daría la oportunidad de
prepararse para el más allá.

Manuel, que ha sufrido internamente por el tumulto de los sucesos domésticos, habla
con su mamá sobre su deseo de estudiar para hacerse abogado. Doña Petronila le
asegura que ha ahorrado dinero para estos fines. También le acuerda de que es su deber
respetar a Don Sebastián y de tratarlo como si fuera su padre verdadero.

En la casa de Escobedo, Martina aplica al vecino para que la ayude a liberar a su


esposo. Escobedo le avisa que le entrega cuatro de sus vacas, pues así podrá liberar a
Champí “mañana, pasado, dentro de tres días” (110). Ella sale de la casa rumbo a la
cárcel y Escobedo se dice riendo, “Ratón, caíste en la ratonera” (110).

El subprefecto coronel Paredes visita a los pueblos vecindarios de Kíllac y en uno de


ellos escoge a una joven muy linda para ser su próxima conquista. Teodora está
prometido a otro, y sabe que las intenciones del subprefecto son malas. Mientras
Paredes pasa cinco días en la casa de Teodora bebiendo y festejando con sus amigos,
ella se preocupa por su reputación y por su novio. Su papá le aconseja que sea amable
con el subprefecto en la noche de la última cena, y que luego buscará una salida para su
hija.

Manuel va a la casa de don Marín y la halla sola a Margarita. Aprovecha de la


circunstancia para declararle su amor y su deseo de casarse con ella. Margarita, que
todavía está muy joven, sin embargo “sabía desde este momento que era mujer. Sabía
que amaba” (115).
Después Lucía le informa a Margarita que toda la familia se irá para Lima. Cuando
Margarita le cuenta de lo ocurrido con Manuel, Lucía le aconseja que no se enamore de
Manuel, pues él es “el hijo del sacrificador de tus padres” (116). Margarita se siente
muy triste por el conflicto. Lucía decide que va a hablar con su esposo acerca de la
situación de Manuel y Margarita.

Mientras tanto, Teodora y su padre don Gaspar huyen de su casa y del coronel Paredes.
Teodora continúa en el camino para la casa de doña Petronila, quien la esconderá del
subprefecto. Su padre regresa a la casa para encontrarse en el camino con los amigos de
Paredes que han salido en busca de Teodora. Mientras tanto, Paredes recibe una carta
avisándole de “una tempestad política” (123) que le obliga a salir rápidamente de la casa
de don Gaspar para esconderse en la ciudad.

Después de la declaración de amor de Manuel, éste se reúne con don Fernando y los
hombres hablan de sus planes para ir a Lima. También Manuel insinúe que don
Sebastián no es su padre verdadero. Don Fernando dice que le va a ayudar a Manuel con
el arreglo de sus financias para el viaje a Lima, y luego los hombres cierran su
conversación lamentando nuevamente la situación de la política y de las indígenas en
los pueblos del Perú, pues la huida de Teodora a la casa de Manuel ha destapado otra
prueba de la corrupción de las autoridades regionales.

Martina lo visita a su esposo en la cárcel y le cuenta de la entrega de las cuatro vacas a


Escobedo. Mientras toma lugar la triste reunión de la pareja, Escobedo y Benites
planean dar una vaca al subprefecto y quedar con las otras tres, y también arreglan cómo
proceder con el embargo. Champí permanecerá en la cárcel, pues “Ahora no conviene
que salga; lo embromaremos unos dos meses, y después la sentencia hablará” (132).

La familia de doña Petronila llega a la casa de don Fernando para presentar a Teodora.
El grupo está platicando amablemente cuando aparece Martina. Ella está desesperada
porque las justicias han llevado sus vacas y porque teme que don Fernando los esté
persiguiendo a ella y su esposo. Don Fernando dice que los protegerá y salvará de las
autoridades corruptas y Martina sale “llena de esperanzas” (137) para comunicarle la
noticia a su esposo encarcelado.

Gracias a la situación inestable de las políticas nacionales, también cambia el autoridad


local en Kíllac. Nadie sabe dónde se ha escondido Paredes.

Manuel continúa pensando en Margarita y declara que les revelará a don Fernando,
Lucía y Margarita el secreto de su nacimiento.

Doña Petronila también fue a la casa de don Fernando para pedirle cartas de
recomendación al nuevo subprefecto para Teodora y su padre. Don Fernando dice que
pedirá las cartas a la vez que aplica a su amigo para ayuda en respeto a la situación de
Champí. Después de que se van doña Petronila y Manuel, Lucía habla con su esposo
acerca del amor que ha observado entre los jóvenes. Don Fernando le asegura que el de
Manuel y Margarita sería un muy buen matrimonio, y Lucía piensa en la educación de
las virtudes domésticas de Margarita. Don Fernando prepara la carta con el doble
propósito a su amigo don Federico Guzmán.
Mientras Martina le cuenta las noticias a su esposo, Escobedo, Benites y otros amigos
hablan de la intervención de don Fernando y de Manuel. Deciden que no es una gran
amenaza a sus planes debido a la pronta partida de Marín.

Don Fernando y Lucía deciden invitar a los vecinos para un desayuno en la mañana de
su viaje para Lima. Así don Fernando podrá hablar a favor de la causa de Champí.
También se han concretizado los planes de Manuel para estudiar en la ciudad capital.

En la mañana de la partida de la familia Marín, llegan todos los vecinos, inclusive


Escobedo, cuya esposa ha dicho que está de viaje. Margarita y Rosalía van a despedirse
de la tumba de sus padres. Durante el desayuno, don Fernando habla por la causa del
campanero Champí. Mientras la familia se está tomando las últimas preparaciones para
salir rumbo a la estación del tren, un grupo de hombres armados llega a la casa con el
propósito de llevarlos preso a don Sebastián, don Verdejo, Escobedo y Benites. Como
su padrastro ha sido encarcelado, Manuel sabe que va a tener que postergar sus planes.
Intenta calmar a su madre y comienza a trabajar en las defensas de Champí y de don
Sebastián.

Don Fernando y su familia viajan por caballo hasta llegar a la estación de tren. Manuel
está muy triste por la postergación de sus planes y extraña mucho a Margarita. Su madre
le anima por decirle que vaya a alcanzar a don Fernando para que declare su intención
de casarse con Margarita.

Lucía y su esposo suben al tren con las dos chicas. El tren sigue sale de la estación y
todo va bien hasta que el tren choca con una tropa de vacas que está en el centro de un
puente.

Manuel cumple su deber con respeto a su padrastro, pues don Sebastián sale de la
cárcel. Él explica a don Sebastián su deseo de salir la próxima mañana diciendo que
además de pedir la mano de Margarita hará los pasos necesarios para conseguir de don
Fernando “el recurso de transacción y desistimiento, para que este juicio quede fenecido
y no nos vuelvan a molestar” (168).

Debido a los esfuerzos de Manuel, también sale de la cárcel Isidro Champí.


Nuevamente reunidos, él y su esposa lamentan su triste existencia: “Nacimos indios,
esclavos del cura, esclavos del gobernador, esclavos del cacique, esclavos de todos los
que agarran la vara del mandón” (170). La pareja dice que moriría dichosa si no fuera
por sus hijos; para los indios, “¡La muerte es nuestra dulce esperanza de libertad!”
(170).

Don Fernando y su familia salen del choque de tren sin mayores heridas. Por fin el tren
reanuda la marcha y llegan a una hermosa ciudad. Una tranvía tirado por caballos los
conduce al Gran Hotel Imperial. La familia llega al hotel lujoso mientras Manuel está en
el camino para alcanzarla.

Cuando Manuel llega al hotel, se reúne con la familia para contarles del estado de las
cosas en Kíllac. Hablan de la salida de don Sebastián y de los pasos que debe tomar don
Fernando para asegurar la libertad de Champí y de don Sebastián. Don Fernando sale a
arreglar el asunto y Manuel queda con la familia por la noche, cuando espera pedir la
mano de Margarita.
Esa noche, Manuel aparece en el hotel lleno de esperanzas. Otra vez declara su amor a
Margarita, y cuando llegan don Fernando y Lucía, les pide su mano con un plazo de tres
años. Entonces revela que su verdadero padre es el obispo Claro, y Lucía, quien sabe la
identidad del verdadero padre de Margarita, comienza a temblar y a llorar. Por fin, se
entiende que Margarita y Manuel son hermanos. Margarita cae en los brazos de Lucía,
“cuyos sollozos acompañaban el dolor de aquellas tiernas aves sin nido” (183).

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