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En la muerte de Miguel Hernndez (1948) No lo s. Fue sin msica.

Tus grandes ojos azules abiertos se quedaron bajo el vaco ignorante, cielo de losa oscura, masa total que lenta desciende y te aboveda, cuerpo t solo, inmenso, nico hoy en la Tierra, que contigo apretado por los soles escapa. Tumba estelar que los espacios ruedas con slo l, con su cuerpo acabado. Tierra caliente que con sus solos huesos vuelas as, desdeando a los hombres. Huye! Escapa! No hay nadie; slo hoy su inmensa pesantez da sentido, Tierra, a tu giro por los astros amantes. Slo esa Luna que en la noche an insiste contemplar la montaa de vida.

Loca, amorosa, en tu seno le llevas, Tierra, oh Piedad que, sin mantos, le ofreces. Oh soledad de los cielos. Las luces slo su cuerpo funeral hoy alumbran.

II No, ni una sola mirada de un hombre ponga su vidrio sobre el mrmol celeste. No le toquis. No podrais. l supo, slo l supo. Carne slo para amor. Vida slo por amor. S, que los ros apresuren su curso; que el agua se haga sangre; que la orilla su verdor acumule; que el empuje hacia el mar sea hacia ti, cuerpo augusto, cuerpo noble de luz que te diste crujiendo con amor, como tierra, como roca, cual grito de fusin, como rayo repentino que a un pecho total nico del vivir acertase.

Nadie, nadie. Ni un hombre. Esas manos apretaron da a da su garganta estelar. Sofocaron ese cao de luz que a los hombres baaba.

Esa gloria rompiente, generosa que un da revelara a los hombres su destino; que habl como flor, como mar, como pluma, cual astro. S, esconded la cabeza. Ahora hundidla entre tierra, una tumba para el negro pensamiento cavos, y morder entre tierra las manos, las uas, los dedos con que todos ahogasteis su fragante vivir.

III

Nadie gemir nunca bastante. Tu hermoso corazn nacido para amar muri, fue muerto, muerto, acabado, cruelmente acuchillado de odio. Ah!, quin dijo que el hombre ama? Quin hizo esperar un da amor sobre la Tierra? Quin dijo que las almas esperan el amor y a su sombra florecen? Que su melodioso canto existe para los odos de los hombres?

Tierra ligera, vuela! Vuela t sola y huye. Huye as de los hombres, despeados, perdidos, ciegos restos del odio, catarata de cuerpos crueles que t, bella, desdeando hoy arrojas. Huye hermosa, lograda, por el celeste espacio con tu tesoro a solas. Su pesantez, el seno de tu vivir sidreo da sentido, y sus bellos miembros lcidos para siempre inmortales sostienes para la luz sin hombres. Vicente Aleixandre Madrid.

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