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I. Introducción
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una mayor participación escolar de los jóvenes pobres, pues una mayor
proporción de ellos están en la etapa correspondiente; sin embargo, no
sucede así (Cuadro 2).
Cuadro 1
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Hogares, población total y de jóvenes por nivel
desagregado de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
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Cuadro 2
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por grupos de edad y sexo,
según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Condición de pobreza
Pobres No pobres Total
Absolutos % Absolutos % Absolutos %
Grupos de edad
Adolescentes (15-19 años) 301.992 60,7 605.260 45,4 907.252 49,6
Jóvenes plenos (20-24 años) 195.224 39,3 727.528 54,6 922.752 50,4
Sexo
Varones 264.067 53,1 682.485 51,2 946.522 51,7
Mujeres 233.149 46,9 650.303 48,8 883.452 48,3
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Cuadro 3
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por asistencia escolar y atraso escolar,
según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Condición de pobreza
Pobres No pobres Total
Absolutos % Absolutos % Absolutos %
Asistencia
Asisten 175.235 35,2 683.201 51,3 858.436 46,9
No asisten 321.981 64,8 649.587 48,7 971.568 53,1
Total 497.216 100 1.332.788 100 1.830.004 100
Atraso
Dos años o más de atraso 100.762 57,5 274.580 40,2 375.342 43,7
Un año de atraso, sin atraso o 74.473 42,5 408.621 59,8 483.094 56,3
adelanto
Total 175.235 100 683.201 100 858.436 100
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 4
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por número de años aprobados
según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.7
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Cuadro 5
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Promedio de años aprobados por los jóvenes
y cantidad de jóvenes según condición de pobreza (valores absolutos ponderados).
Condición de pobreza
Pobres No pobres Total
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 6
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por condición de actividad y
ocupación, según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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El desafío de la formación para el trabajo de jóvenes en situación de pobreza: el caso argentino
Cuadro 7
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Tasas de actividad y desempleo
de los jóvenes según condición de pobreza.
Condición de pobreza
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 8
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes que no asisten al sistema educativo
por condición de actividad y ocupación, según condición de pobreza
(valores absolutos ponderados y relativos).
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 9
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por variables de inserción laboral
formal – informal, según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Condición de pobreza
Pobres No pobres Total
Absolutos % Absolutos % Absolutos %
Categoría ocupacional
Patrón 0 0,0 1.943 0,3 1.943 0,3
Cuenta propia 14.300 11,3 48.573 8,1 62.873 8,7
Asalariado 104.544 82,4 538.282 89,9 642.826 88,6
Trabajador sin salario 7.960 6,3 10.219 1,7 18.179 2,5
Total 126.804 100 599.017 100 725.821 100
Carácter temporal
de la ocupación
Ocupación permanente 67.939 53,6 465.963 77,8 533.902 73,6
Ocupación temporal o precaria 58.865 46,4 133.054 22,2 191.919 26,4
Total 126.804 100 599.017 100 725.821 100
(*) Asalariados
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 10
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por deciles de ingreso
de la ocupación principal y por calificación ocupacional,
según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Condición de pobreza
Deciles de ingreso
1–2 71.949 61,5 127.419 22,0 199.368 28,6
3–5 40.993 35,1 265.760 45,9 306.753 44,1
6 – 10 3.995 3,4 186.103 32,1 190.098 27,3
Total 116.937 100 579.282 100 696.219 100
Calificación ocupacional
Profesional 986 0,8 9.795 1,6 10.781 1,5
Técnica y operativa 54.177 43,1 356.424 59,5 410.601 56,6
No calificada 70.631 56,1 232.798 38,9 303.429 41,9
Total 125.794 100 599.017 100 724.811 100
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 11
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Jóvenes por sexo y condición de actividad
y ocupación, según condición de pobreza (valores absolutos ponderados y relativos).
Varones
Ocupados 92.724 35,1 358.484 52,5 451.208 47,7
Desocupados 63.428 24,0 64.951 9,5 128.379 13,6
Mujeres
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 12
Área Metropolitana de Buenos Aires, 1997. Tasas de actividad y desempleo
de los jóvenes por sexo según condición de pobreza.
Condición de pobreza
Varones
Mujeres
Fuente: Elaboración propia de datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Octubre de 1997.
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Cuadro 13
Proyecto Joven, Área Metropolitana de Buenos Aires, desde su inicio hasta mayo de 1998.
Beneficiarios por características seleccionadas (números absolutos y porcentajes).
Beneficiarios
Total 26.831 100
Sexo*
Mujeres 12.674 47,2
Varones 14.156 52,8
Edad
16 a 19 años 9.637 35,9
20 a 24 años 7.933 29,6
25 años y más 9.261 34,5
Nivel de instrucción
Hasta primario incompleto 2.656 9,9
Primario completo 9.981 37,2
Secundario incompleto 11.269 42,0
Secundario completo y más 2.790 10,4
Sin datos 135** 0,5
Condición de actividad previa
Desocupados 21.061 78,5
Ingreso mensual per cápita del hogar
Hasta $120 14.361 53,5
De $121 a $240 7.533 28,1
Más de $240 1.461 5,4
Sin datos 3.476 13,0
(*) El total de varones y mujeres suma 26.830. (**) Se agregó un caso faltante para completar los 26.831.
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Fuente: Elaboración propia de datos del Boletín Estadístico del Programa de Apoyo a la Reconversión
Productiva (PARP) del MTSS de Argentina, mayo de 1998.
Cuadro 14
Proyecto Joven, Área Metropolitana de Buenos Aires, desde su inicio a mayo de 1998.
Distribución de los beneficiarios por especialidades más numerosas
(números absolutos y porcentajes).
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Fuente: Elaboración propia de datos del Boletín Estadístico del Programa de Apoyo a la Reconversión Productiva
(PARP) del MTSS de Argentina, mayo de 1998.
En cuanto a los cursos implementados predominan, en el AMBA,
las especialidades que requieren menor nivel de calificación: cocina,
salud, maestranza y supermercadismo (cursos de auxiliares de cocina y
limpieza en instituciones diversas, repositores de supermercado, etcéte-
ra). En estas cuatro especialidades se ubica el 27 por ciento de los ben e-
ficiarios, siendo la más importante gastronomía con un 9,1 por ciento.
Siguen en proporción las especialidades de tipo administrativo y conta-
ble (contabilidad y administración por computadora, computación, y
administración y contabilidad) que reúnen al 11,2 por ciento de los be-
neficiarios. El grupo siguiente, formado por las especialidades más
técnicas (operarios industriales, mantenimiento de automotores y ma-
quinarias agrícolas y mecánica general) incluye al 9,3 por ciento de los
beneficiarios. Salvo las especialidades como telefonía (5,1%) y construc-
ciones (5%), las demás abarcan porcentajes muy pequeños del total
(Cuadro 14).
Si se vuelve la mirada a los actores institucionales, se observa
que la inmensa mayoría de las ICAPs que participaron en el pro-
grama han pasado fugazmente por él. En un análisis de los tres úl-
timos llamados en el AMBA, se constata que el 75,5 por ciento ha
dictado cuatro cursos o menos y sólo el 2,8 por ciento ha cubierto
veinte cursos o más. El 64,3 por ciento se presentó a un único llama-
do, el 21 por ciento a dos de ellos y el 14,7 por ciento a los tres. Con
respecto a sus características institucionales, se registran las si-
guientes proporciones: las personas físicas (hoy en día no admitidas
por el programa) constituían el 45,5 por ciento de los titulares de
cursos; el 22,4 por ciento eran sociedades (anónimas o de responsa-
bilidad limitada); el 20,3 por ciento estaban organizadas como coo-
perativas, fundaciones o sociedades civiles; y sólo el 4,2 por ciento
correspondía a instituciones educativas (Cuadro 15).
En resumen, en estos tres últimos llamados, el proyecto ha
beneficiado a algo más de 10.000 personas en el AMBA, las cuales
han podido acceder a cursos de capacitación para el trabajo, impar-
tidos por instituciones que han organizado sólo algunos cursos cada
una, en general en uno o a lo sumo dos de los llamados, cursos de
bajo o mediano nivel de calificación, en su mayoría destinados a
ocupaciones del sector terciario, y manejados por instituciones que
son en alta proporción personas físicas y, en segundo lugar, socie-
dades anónimas y de responsabilidad limitada, cooperativas o fun-
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daciones.
Cuadro 15
Proyecto Joven, Área Metropolitana de Buenos Aires. ICAPs participantes en los llamados
6º, 7º y 8º por características seleccionadas (números absolutos y porcentajes).
Fuente: Elaboración propia en base a estadísticas de los llamados 6º, 7º y 8º, del Programa de Apoyo a la Reconversión
Productiva (PARP) del MTSS de Argentina, mayo de 1998.
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Cuadro 16
Proyecto Joven. Distribución relativa de las EMPAs por características seleccionadas.
Formalidad:
Porcentaje de empresas inscriptas en la Dirección 94,0
General Impositiva (DGI)
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transcurre a lo largo de dos años con una carga horaria de 32 horas semana-
les, incluyendo asignaturas teóricas con énfasis en las aplicaciones prácticas.
Se trata de estudios terminales. La población de estos cursos se compone de
adolescentes de niveles socioeconómicos bajos y medios, con límites de edad
–que se han ido modificando– entre los 13 y los 19 años, en general desertores
de la educación media y pertenecientes, en alta proporción, a sectores de po-
breza. Hoy en día el status de la FP de adolescentes es muy discutido, a partir
de la obligatoriedad de diez años de estudios en la educación formal dis-
puesta por la Ley Federal de Educación. Esto provoca la superposición de
edades entre la educación formal obligatoria y la edad de ingreso a la FP de
adolescentes (14 ó 15 años es la edad de finalización sin repetición del tercer
ciclo de la EGB). Cabe indicar que, en la provincia de Buenos Aires, desde
1997, la FP de adolescentes se inicia a los 15 años.
La idea original en la creación de la FP en América Latina, era formar
operarios para una industria de rápido crecimiento y muy absorbedora de
mano de obra a la que se integraban trabajadores con bajos niveles de instruc-
ción. Pero en el caso argentino, la industrialización fue temprana y de relati-
vamente lento crecimiento, y la población tuvo niveles de escolaridad relati-
vamente altos con respecto al contexto regional desde antes de la extensión
del empleo industrial. Los oficios y especialidades de la construcción y la
manufactura se transmitieron generalmente por medio de la formación en el
trabajo, y en muchos casos eran transplante de habilidades y conocimientos
que traían consigo los inmigrantes europeos. Estas razones fundamentan la
expansión de la educación técnica escolar en desmedro de la FP no formal.
Cuando se creó y expandió la FP, de 1970 a la actualidad, los centros de
FP se organizaron como entidades netamente educativas con relativamente
poco contacto y nula dependencia del sistema productivo. Dichos centros
dependían fundamentalmente de dos fuentes: el financiamiento del pres u-
puesto educativo y la matrícula que justificaba su existencia. El CONET les
brindaba el marco curricular y pedagógico para desarrollar los cursos a partir
de su contacto con las otras IFP de América Latina. Se crearon entonces y se
mantuvieron una serie de especialidades. Paulatinamente, el objetivo estatui-
do de responder a la demanda del sistema productivo fue reemplazado por el
objetivo real de brindar formación laboral gratuita a poblaciones de bajos
niveles de instrucción, los que no les permiten acceder a la educación supe-
rior. Además, existen redituables ocupaciones de trabajadores por cuenta
propia que requieren matrícula profesional para su ejercicio. La habilita-
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ción para dichas matrículas puede ser otorgarda por los cursos de FP, lo
cual aumenta su clientela potencial; ejemplo de ello son los cursos de ga-
sista, electricista y, hasta hace poco, de instalaciones sanitarias8 .
En 1997 se contaba un total de 83.527 egresados de FP en todo el
país, en establecimientos dependientes de los organismos jurisdiccionales
educativos, dos tercios de los cuales pertenecían a la Capital Federal y la
Provincia de Buenos Aires9 . Se consideraba que aproximadamente una
décima parte de ese número cursaba la FP de adolescentes.
La FP de adultos, si bien en el caso argentino es más escolar que en
otros contextos, conserva como objetivo principal la inserción laboral de
sus egresados. Sin embargo, llama la atención el poco interés en evaluar
los resultados realizando seguimientos de egresados, y la relativamente
escasa articulación con las empresas empleadoras. En los casos estudiados,
la orientación al trabajo pasaba fundamentalmente por el cuentapropismo.
Se registra poca participación de los jóvenes pertenecientes a la po-
blación objetivo en este tipo de cursos. Parecería que sólo acceden aquellos
que ya tienen una experiencia ocupacional, lo cual les permite vislumbrar
sea la perspectiva de un perfeccionamiento, sea de un cambio de ocupa-
ción. Esto podría limitar el ingreso de los jóvenes pertenecientes a los gru-
pos más carenciados que se concentran, en cambio, en los centros de FP de
Adolescentes.
La escasez de fondos para el equipamiento y desarrollo de la FP, y 8. En uno de los centros
el interés de muchas entidades intermedias por brindar servicios de for- visitados se comentó
mación dio lugar a una forma institucional, hoy en día muy extendida: los que al cambiar la re-
glamentación y no
centros conveniados. Estos surgen por iniciativas de diversos tipos de exigirse más el título
organizaciones (sindicatos, ONGs, comunidades eclesiales) que ofrecen para los plomeros,
disminuyó abrupta-
locales, eventualmente equipamiento y materiales, y suscriben un conve- mente la inscripción,
nio con el Estado, el cual provee los sueldos de instructores, directivos y cosa que no sucedió
administrativos según una planta funcional predeterminada. Se logra así con los cursos de
electricidad e instala-
ofrecer servicios a sectores que no podrían ser atendidos sólo por la oferta ciones de gas, que
estatal. El interés de este estudio se dirige a los centros y cursos que se mantenían esa exi-
presume llegan a la población objetivo de jóvenes en situación de pobreza, gencia.
9. Esta cifra proviene de
fundamentalmente los adolescentes, pero también a los jóvenes plenos datos del Instituto
que participan de la formación de adultos. Los Centros de Formación Nacional de Educación
Tecnológica (INET)
Profesional (CFP) se asientan en sedes públicas habilitadas para fines edu- para 1997; no figuran
cativos o, mediante convenio, en sedes de ONGs, iglesias y sindicatos. En las provincias cuyos
algunos casos, un CFP puede tener varias sedes, siempre que estén coor- Centros de FP de-
penden de los De-
dinadas por una principal; es lo que sucede por ejemplo con algunos de partamentos de Tra-
bajo provinciales.
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Cuadro 17
Ciudad de Buenos Aires. Matrícula de adolescentes en cursos de formación profesional
por especialidad de los cursos (valores absolutos y relativos).
Fuente: Elaboración propia a partir de datos proporcionados por la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, abril de 1997 .
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V. Conclusiones y políticas
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entre sí, sino más bien un esfuerzo conjunto que trate de aproximarse a
la difícil articulación entre las necesidades del grupo objetivo y las de-
mandas del sistema productivo. Una de sus tareas centrales debe dirigirse a
brindar los servicios comunes que no pueden ser provistos adecuadamente
por las instituciones individuales pequeñas: formación de formadores, de-
sarrollo curricular, elaboración de material didáctico.
Cuando la formación se organiza sólo a partir de la demanda de las
empresas, deja de lado requerimientos previos de la población destinataria.
Si se diseña a partir de una oferta institucional, aun la mejor intencionada,
no es eficiente en términos de inserción laboral de los egresados. De ahí la
necesidad de crear mecanismos institucionales que articulen, en las organi-
zaciones ejecutoras, las necesidades de los jóvenes y las posibilidades reales
del mercado de trabajo.
Con respecto a la comparación entre el PJ y la FP de adolescentes ca-
be destacar que las ventajas e inconvenientes de cada forma institucional
son simétricas. La gran ventaja del PJ es su adaptación a la realidad del
mercado de trabajo, ya que no desarrolla cursos que no tengan referente en
una ocupación existente; en cambio, la FP puede seguir ofreciendo especia-
lidades sin salida laboral mientras haya personas que demanden cursos
gratis, aunque sea para hacer refacciones en sus casas. El gran inconve-
niente del PJ es la poca continuidad de las ICAPs, que no pueden por lo
tanto hacer el aprendizaje de articular las características de la población
objetivo con las demandas del mercado de trabajo; frente a ello, el problema
de la FP consiste en que, por su misma permanencia, la institución tiende a
perpetuarse más allá de su eficacia en insertar a los jóvenes, aunque pueda
resultar muy valiosa en el trabajo de socializarlos y ayudarlos a sobrevivir
en un medio hostil. Finalmente, si bien el PJ cuenta con docentes que res-
ponden a las necesidades de la formación para la ocupación dada, carecen
de capacitación para atender los problemas de la población objetivo. La FP
de adolescentes, en cambio, tiende a congregar a docentes que manifiestan
una dedicación especial a los alumnos más vulnerables. Parecería entonces,
que una respuesta integral a las necesidades de la población objetivo ten-
dría que incluir algunas características de cada una de las formas organiza-
cionales de ambos programas.
Sería conveniente que la política de formación para esta población
objetivo contemplara dos vertientes. Por una parte, la política pública debe-
ría invertir fondos estatales para tratar de mejorar la situación de los jóve-
nes pobres, que acarrea serios riesgos para el futuro de la sociedad. Por otra
parte, en la ejecución se deberían articular los aportes del Estado y la acción
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Bibliografía
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