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Daniel Medvedov

ÉTICA
ÓNTICA
LA PENA DE MUERTE

Madrid
1998
Nota previa

Antes de salir de este recinto de palabras, el visitante es invitado a


tomar un momento de reposo y rememorar su vida y todo lo que hasta ahora
ha hecho, sentido, pensado y dicho. ¿Puede algo de lo anterior producirle
algún sabor amargo en su consciencia?
Todo lo que hemos hecho, pensado, dicho y sentido hasta el momento
del despertar, está borrado y anulado. No hay que preocuparse por el pasado
sino tomar las riendas de si mismo y emprender el bello viaje hacia el futuro.
Lo que has dicho está lejos y tu actual visión es libre, natural e
independiente. Si has visitado diversos lugares, o has conocido mucha gente
o has vivido en otros países, no quiere decir que tu manera de pensar sea
una mezcla de todo ello. Tu visión es el resultado de un proceso que ha
ocurrido en tu ser: son tus ideas, tus palabras, tus hechos. No es algo que te
han dicho, o algo que has oído, o algo que estás imitando. Es la verdad
desnuda de un viajero que ha madurado en el camino.

Uno de los problemas éticos más candentes del presente es la


aplicación de la pena de muerte. Es motivo de interés y preocupación para
todo joven, marginado o no, el hecho de que todavía se ose pensar en quitar
legalmente y públicamente la vida a un ser humano, más allá de la gravedad
de sus errores y desaciertos. El autor de este manual de ética óntica tiene la
obligación de considerar este punto como uno de los más importantes para la
edificación de los buscadores de la verdad óntica. Por esta razón he aquí
unas reflexiones sobre el tema.

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LA PENA DE MUERTE
Análisis Lógico
Lectura óntica y estratégica

El problema de la pena de muerte pertenece a un tema mucho más


extenso y complejo de la lógica óntica: la idea de castigo y de sus
gradientes. Si se pretende opinar sobre esta materia, pronto surgirán ciertas
preguntas como, por ejemplo:

¿En qué consiste el castigo y en qué propósitos éticos y lógicos se basa la


pena de muerte?

¿Cual es la razón específica y para qué sirve el castigo?


¿Quién tiene la autoridad de castigar y bajo qué condiciones debe esa
autoridad ejercitarse?

¿Quién debe ser castigado y quién puede estar exento del castigo?
¿Cuales son las formas y los tipos en los cuales puede el castigo
manifestarse?
¿Son, algunas de estas formas o tipos de castigo, condenables, sea en sus
principios, sea en sus consecuencias?
¿Debe, acaso, existir una proporción entre la severidad del castigo y la
gravedad de la ofensa?

¿Puede una persona castigarse a si misma?


¿Cual es entonces el valor lógico y por ende teológico de la mortificación?
¿Debería castigarse el deseo o la intención del ser humano, en la misma
medida que los hechos punibles?
¿Desea, acaso, el ser humano ser castigado y aún más, acepta el ser humano
recibir la pena máxima?
El presente escrito versa sobre estas preguntas, por si solas, dignas de
estar esculpidas en una estela elevada a la memoria inescrutable de la lógica
óntica, una visión ética y energética especial.

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Principios

Las Leyes de Manu de la India antigua, El Código de Hammurabi de


la civilización mesopotámica, escritos jurídicos que datan desde hace más de
seis mil años, el Kan Ying Pien o Libro de los premios y de los castigos,
texto chino atribuido a Lao Tse, o el célebre FUERO JUZGO, código legal
que regía en España desde el tiempo de los visigodos, son algunos de las
composiciones jurídicas que tratan de responder y esclarecer las dudas
pertinentes a tales preguntas.
Todo ello se dirige, con diferente énfasis, hacia tres diferentes planos
en los cuales está catalogado y situado el error humano, en relación al cual
se eleva la discusión de la naturaleza y necesidad del castigo, de su valor y
eficacia.
El castigo está relacionado, tradicionalmente, con el vicio, con el
crimen y con el pecado. Acorde al hecho punible considerado, el agente
punitivo puede ser el propio individuo involucrado, o su familia, su país, su
iglesia, o su Dios.
Las fronteras que separan tales áreas del problema del castigo no
pueden ser claramente determinadas en todos los casos, puesto que ciertas
acciones violan, simultáneamente, las leyes morales, civiles y divinas y por
ello pueden provocar el castigo de una persona desde diversas fuentes. El
entuerto o la injuria que el castigo se supone que endereza, puede en
algunos casos caer bajo la designación de ninguna de las faltas antes citadas,
como por ejemplo, en las acciones de guerra o rebelión. Algunas veces se
cuestiona la teoría del castigo, cuando, por ejemplo un estado toma
represalias sobre algunos o sobre todos los ciudadanos de otro estado, o
cuando un gobierno aplica penalidades por rebelión a los ciudadanos de su
propia comunidad.
Este breve texto aborda la idea de castigo tan sólo tangencialmente y
en sus más generales términos para enfocar la pena de muerte como
principal objetivo del discurso ético, basado en la lógica óntica. Las
cuestiones iniciales son analizadas y respondidas sin hacerse una distinción
entre los conceptos de pecado, crimen o vicio.

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Tampoco se pretende con ese trabajo hacer una diferencia entre el
castigo divino y el castigo humano, o entre el castigo aplicado por el estado
o dentro de la familia. No se enfoca el castigo en tanto en cuanto su valor de
énfasis de la ley o como método educativo o instructivo.
Las ideas básicas en cuyos límites debe permanecer toda discusión
sobre el castigo y sus procederes son, sin lugar a duda, los temas de la moral
jurídica y de la ley, sin perder de vista la lógica óntica.
En cuanto a la naturaleza del castigo, parece no encontrarse una gran
polémica en la valoración de las consecuencias personales de las penalidades
en la sociedad occidental. El castigo se concibe como equivalente a infligir
dolor, aunque ciertos autores hacen una clara distinción entre el castigo
corporal y el castigo espiritual, acorde a la naturaleza de la falta. Hay, dicen
los teólogos, (Cfr. Bourdaloue, De l’aveugl. spir..,III), penas medicinales; las hay
satisfactorias; las hay meritorias. Medicinales, para preservarnos del pecado;
satisfactorias, para espiarlo; meritorias, para santificarnos.
Por otra parte, en diferentes códigos legales modernos, la jerarquía de
las infracciones está claramente establecida: La infracción que las leyes
castigan con pena policial es una contravención. La infracción que las leyes
castigan con penas correccionales es un delito y la infracción que las leyes
castigan con pena aflictiva o infamante es un crimen. (Código Penal fr., art.1).

Planteamiento del problema como caso particular de los estudios lógicos

En lo relativo a la pena de muerte hay distintos argumentos: por una


parte las razones de los llamados retencionistas - las personas que abogan
por la aplicación de la pena capital y los argumentos de los abolicionistas,
los que se muestran en contra de la máxima pena.
El criminólogo y abogado venezolano Elio Gómez Grillo, en una de
sus ponencias internacionales (Cfr. El Nacional, Cuerpo C, martes 16 de marzo de 1993),
afirma que la criminalidad no ha disminuido en los países en los que se
aplica y declara lo siguiente:

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La pena de muerte aplicada por jueces venezolanos da escalofrío.
Con lo deteriorado y carcomido que está nuestro sistema judicial,
da temor pensar que tengan en sus manos la vida y la muerte de
los venezolanos... [...] Nuestra justicia es fundamentalmente
clasista.
Se está preso más por ser pobre, que por ser delincuente...
Sería una injusticia enorme, en este marco jurídico, la
aplicación de la pena de muerte en Venezuela... (Ibid.)

“ . . . Acabemos con la pena de muerte, de acuerdo, pero que


empiecen los señores asesinos . . . ” - dice cínicamente Alphonse Karr
(L’Esprit,140, citado por Paul Foulqouié en su Dicc. del Lenguaje
Filosófico).

Por su parte, Paul Valéry ( Tel quel, 73; Choses tues,192 - las dos
obras citadas por P. Foulqouié, Ibid.), declara que el castigo es deprimente
para la moralidad, porque [...] reduce el horror del crimen al horror de la
pena. (Ibid.)
El criminólogo y psiquiatra venezolano José Luis Vethencourt opina
que existe en el país un clima de gran descontento y por ello se apela “a la
fantasía de la pena de muerte” como venganza. “En el fondo, la pena de
muerte es un modo de ejercer la venganza y convertir a algunos en chivos
expiatorios, para que, al castigarlos se permita una suerte de catarsis
colectiva. Siempre existió en los pueblos primitivos cierto tipo de sacrificio
para satisfacer a los dioses y volcar la rabia y la agresividad en la muerte de
un individuo. Y este sentimiento puede estar presente en un pueblo ...”
(El Nacional .Ibid)
El aspecto individualizado del castigo es opuesto a la visión
comunitaria - de turba - que la opinión pública ventila en este presente año,
1996, en la televisión venezolana. La propaganda socio-política de cierto
canal, cunde el aire, como el himno nacional, cada media hora y, amparado
por la bandera venezolana, y escondido la identidad del creador del mensaje
detrás del anonimato, declara lo siguiente:

“. . . Mejor que una persona dando mil pasos hacia adelante,


es que mil personas den, juntas, un sólo paso . . . “

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Además de ser una frase mal construida, por el uso del primer verbo
en gerundio y del segundo al presente, la sentencia expresa de manera obvia
cuan obtusa puede ser la llamada opinión pública, en materia de progreso y
creatividad individual. El genio, el ingenioso, el que busca solitario la
mejoría de las cosas y de la sociedad no tiene lugar en una visión como la
presentada en la propaganda recordada. ¿Quién dijo eso? ¿Quién es el
autor de esa premisa?
¿Con qué derecho se manipulan las masas de televidentes hacia una
idea que esconde grandes rencores filosóficos y ostenta un populismo
malgastado, extemporáneo, anacrónico?
Las respuesta a tales preguntas es sencilla: el interesado debe buscar
entre los nombres de los accionistas del canal y rasgar un poco debajo de la
capa superficial de estos supuestos salvadores sociales, para encontrar sus
verdaderas posturas y políticas ya que las ideas comerciales se vuelven
obvias tan sólo con observar la programación y la tendencia esclarecedora,
es decir la inclinación de los comentarios en los noticieros del respectivo
canal.
Si la pena de muerte fuera motivo de propaganda, es más que seguro
que los canales se volcarían hacia una profusa e indomable campaña
publicitaria en pro y en contra de la cuestión.
He aquí algunos argumentos de los retencionistas y otros de los
abolicionistas, recopilados, todos, por el criminólogo venezolano Elio
Gómez Grillo, (El Nacional, Ibid.):

RETENCIONISTAS:
• La pena de muerte es el mejor medio para prevenir el delito
• La pena máxima ofrece la seguridad absoluta de que un homicida no
podrá matar de nuevo
• Nadie sabe si un hombre, que ya ha matado una vez, puede matar más de
esa sola vez
• Recluir a los homicidas significa mezclar delincuentes peligrosos con
delincuentes no tan peligrosos
• Para el homicida, la pena de muerte es, a fin de cuenta, la más justa, pues
se está aplicando la ley del talión : ojo por ojo y diente por diente
• Los delincuentes contra la propiedad son muy “intimidables” ante la pena
de muerte, porque ellos sí planifican y premeditan su delito

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• Las posibilidades de una condena por error judicial son lejanas, debido a
la exigencia de evidencias procesales de las que en todos los países
disponen los acusados
• La pena de muerte es una gran igualadora y se aplica también e
igualmente a quienes debe aplicarse
• Hay delincuentes sexuales, monstruos sexuales, autores de violaciones y
asesinatos de menores para los que no cabe otra sanción que la pena de
muerte
• La prisión no es una solución, porque mantener en ellas a delincuentes,
ocasiona una carga notable para la economía de un país
• La pena de muerte representa una fórmula de salvación para la sociedad
ante el creciente avance de la delincuencia
• La cuestión es también hacer morir sin hacer sufrir, lo cual se logra con la
pena de muerte y no hacer sufrir sin hacer morir, que es la misión de la
prisión
• No se conoce medio más claro y definitivo para eliminar totalmente a un
delincuente, que la muerte
• A fin de cuentas, el delito es una deshonra para la humanidad. Hay que
extirparlo de raíz, fulminando a sus autores
• La pena de muerte contribuye a crear en la colectividad un sentimiento de
repudio al delincuente, al magnificarse la dimensión de su delito con la
máxima sanción, que es la extinción de su vida

Por su parte, los abolicionistas consideran factores más humanitarios


para con el culpable.

ABOLICIONISTAS:

• Comúnmente, el homicidio es un delito que se realiza sin cálculo. Es la


consecuencia de un arrebato, un estado anímico momentáneo. La pena de
muerte no lo impedirá. Está suficientemente comprobado que su puesta en
vigencia no hace descender la tasa de homicidios

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Los homicidas suelen ser unicidas, no pluricidas. El que mata,
generalmente, mata una sola vez. Los asesinos profesionales, como
mercenarios y sicarios, no se arredran ante la pena de muerte. Esto
constituye un riesgo profesional que forma parte del oficio.
En el supuesto negado de que un hombre que mata una vez, lo haga de
nuevo, la reclusión carcelaria del homicida - para el cual hay siempre penas
muy largas - constituye una protección suficiente para la comunidad.
El concepto de peligrosidad es un anacronismo científico-
criminológico. Lo cierto es que los peores delincuentes son siempre los
mejores presos

• El principio retributario de la ley del talión, es primitivo. No debe figurar


en ninguna legislación penal civilizada. Además, las prácticas,
procedimientos y ritos de la ejecución, hacen que la muerte del condenado
se produzca más cruel e inhumana que la sufrida por su víctima
• Ningún delito contra la propiedad es suficientemente grave como para ser
condenado con la pena de muerte. Ningún bien económico sustraído
indebidamente tiene un valor semejante al de la vida de un hombre, sea
quien sea ese hombre
• es muy, muy larga la lista de inocentes ejecutados
• La muerte no iguala a nada. Lo extingue todo. Históricamente se ha
aplicado sobre todo a los débiles sociales, económicos y jurídicos y a las
minorías raciales
• Ninguna tesis científica niega la posibilidad de curar a sujetos enfermos
que realizan crímenes o violaciones sexuales. Por lo demás, este tipo de
delincuentes constituye una ínfima minoría y no se legisla para las
minorías sino para las mayorías
• La vida de un ser humano no debe estar sujeta a circunstancias
económicas de ninguna naturaleza
• El fin de la sociedad está subordinado al del hombre. La personalidad
colectiva no puede absorber la personalidad individual del ser humano
• El peor de los sufrimientos es perder la vida

• Con la cadena perpetua se logra apartar al delincuente de la sociedad, si


este es el caso
• La historia de las penas es, en muchas partes, tan deshonrosa para la
humanidad, como la historia de los delitos

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• Los hombres ejecutados suelen glorificarse como héroes o mártires, lo
que deviene en una verdadera idealización del delincuente y
consiguientemente, del delito
( Cfr. El Nacional, Ibid.)

Criterios

Los puntos citados ponen a pensar seriamente a todo aquel que


pretenda emitir una opinión respecto a la pena de muerte. Como lógico y
autor de este trabajo, tengo mi visión acerca de la materia y por ello
expongo un tercer renglón que defino como óntico o neo-existencialista. Por
ello, declaro lo siguiente:

• Óntica o NEO-EXISTENCIALISMO:

Dado que se considera a la muerte como antónimo de la vida, se ha


establecido la pena de muerte como castigo inherente para con aquél
que ha privado de la vida a otro ser humano.
Esta consideración se basa en una grave confusión de los valores
existenciales de la naturaleza humana: la vida no puede oponerse a nada, no
posee antónimo ni estados contrarios a su categoría cósmica. Si acaso se
quiere buscar un antónimo para la muerte como tal, este termino y aspecto
sería el nacimiento. La muerte es sólo un instante sin duración, ya que la
misma agonía es un estado vivencial y no tanático, como se define en el
mundo de la medicina legal
En la línea de la existencia humana, el ser entra en lo visible a través
del nacimiento y se oculta o desaparece, con la muerte, en un plano que
pertenece al misterio y no puede ser motivo de análisis. Entre el nacimiento
y la muerte - dos momentos breves - , se encuentra y ocurre lo que se ha
llamado vida.
Por otra parte, hay que considerar que el período de gestación que
precede al nacimiento debe tener algún otro período análogo después de la
muerte, tal vez relacionado con el llamado novenario o con los cuarenta días
que el muerto dura en una suerte de limbo llamado bardo, en las doctrinas
tibetanas, número equivalente al cómputo de cuarenta semanas,
aproximadamente, que el niño está en el vientre de la madre.

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` En consecuencia, el castigo o la pena que se le pretende infligir a un
sujeto que ha matado o privado a otro de su vida, tiene que estar ligado a la
categoría de nacimiento mas no de vida. Es decir que el homicida debe
sufrir para así aprender o comprender algo referente a su nacimiento o al
nacimiento en general, y no recibir lo mismo, es decir la muerte.
El breve momento del paso hacia otras dimensiones, fuera como fuere
este paso, según las doctrinas y religiones de todo tipo, no es más que un
regalo para el homicida y, además de tener consecuencias éticas, ya que
lava de un solo borrón un acto punible y censurable, le permite al castigado
salir rápidamente del apremio, sin grandes sufrimientos morales o
espirituales, como si ello fuera un pago equivalente al valor de la acción
que llevó a cabo con el homicidio del cual fue encontrado culpable.
Mi propuesta óntica es la siguiente:

• Al culpable de homicidio se le puede dejar libre, no antes, sin embargo, de


aplicársele un vestido de un material indestructible, directamente sobre su
cuerpo, como una vestimenta placentaria que no podrá quitársela bajo
ninguna razón o circunstancia, al menos que demuestre, a lo largo de los
años, que su comportamiento ha recibido un vuelco magistral en cuanto a
la comprensión de los valores existenciales de la vida y de la muerte.
Esta vestimenta debe poseer una elevación esférica en la zona genital, de
medidas suficientes para no permitir el uso sexual, sino tan sólo
fisiológico, de los órganos del culpable.
Por otra parte, el vestido debe tener una forma tal que no le permita al
castigado un movimiento libre de sus brazos, sino sólo de los antebrazos, es
decir de la porción que se encuentra entre el codo y la muñeca. Las manos
pueden ser libremente utilizadas.
La distancia que separa las manos de la cara y de otras partes del
cuerpo puede ser cubierta, para el aseo corriente, pero no hay completa
libertad de los brazos, dada la configuración especial del vestido, cuyo
material puede ser de plástico o de otro compuesto fácilmente realizable con
las técnicas modernas. El castigo comporta, a la vez, una educación social y
existencial estricta:

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El sujeto trabajará, obligatoriamente, toda su vida - al menos que
demuestre, como ya se dijo, una verdadera comprensión de su falta - en la
morgue, lavando cadáveres y, si no hay lugar para su oficio, dado que, en el
supuesto, pero poco posible, caso, de existir un número elevado de
homicidas, no se necesitan sus servicios en tal entidad, debe ser enviado
como empleado fijo en alguna funeraria de la ciudad para hacer lo mismo,
es decir lavar y preparar cadáveres para el último viaje.
Si tampoco hay sitio para él en estos lugares, se mandaría como
empleado de algún cementerio, donde tendría que cavar hoyos y preparar las
tumbas durante toda su vida. Este ejemplo, sí sería una enseñanza vital para
todo aquél que haya incurrido en un homicidio.

El Tao Te Ching, libro ético de la tradición china dice al respecto de la


pena de muerte, las siguientes palabras:
“¿A qué sirve agitar el espectro de la muerte
A lo ojos de los que no la temen ?
Si la gente temiera a la muerte,
No sería necesario agarrar a los que violan a la ley
Para darles muerte ...
El Gran Ejecutor está siempre allí para ejecutar
¿Es acaso tu asunto el de matar en su lugar?
Ello sería como meterse a cortar leña
En vez de esperar al Gran Leñador
Pero si te metes a cortar leña en su lugar
Seguro te cortarás la mano! ...”
(TAO TE CHING, Cap.74 - El Libro Sagrado de la Virtud y del Camino -
la traducción y la cursiva es mía)

He aquí otras dos versiones del mismo poema, una fresca del
año pasado de Thomas Cleary, erudito sinólogo americano contemporáneo y
otra del padre jesuita Carmelo Elorduy, por cierto, publicada también por la
Universidad Católica Andrés Bello, hace unos años, antes de partir el padre
hacia cielos mejores:

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“ Si la gente no teme habitualmente a la muerte
¿ Cómo puede usarse la muerte para atemorizarla ?
Si se logra que la gente tema a la muerte,
y se la puede apresar y matar,
Cuando se desvían,
¿ Quién se atrevería ?

Siempre hay verdugos.


Y matar en lugar de un verdugo
Es ocupar el lugar
De un maestro tallador.
Quienes ocupan el lugar
De un maestro tallador
Rara vez evitan de cortarse las manos ...”

(Thomas Cleary, El Tao Esencial, Cap. 74,


pag.62, Edit. Planeta, B. Aires, 1995)

La traducción del padre Elorduy tiene, en el capítulo 74, el siguiente


título: Pena de muerte para los infractores; Leamos:
“. . . a) Si el pueblo no temiera a la muerte, ¿cómo atemorizarlo con ella?
Si teme morir, como siempre teme, y aún comete desatinos,
puedo cogerlo y matarlo. ¿Quién se arriesgará a continuar?

b) Siempre debe matarlo el encargado para ello.


c) Si lo matara otro por él, sería usando el hacha en sustitución del
maestro. Raro será el que, sustuyendo al maestro, no hiera su
propia mano ... “
(Lao Tse, TAO TE CHING, Cap.74, pag. 141, Edic.Orbis, Madrid, 1977)

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Para no quedar en deuda con el Tao te Ching - desde hace más de cien
años considerado el libro más traducido después de la Biblia, (vox populi),
según estadísticas que se encuentran en cualquier enciclopedia - citaré una
otra traducción, publicada en 1947 en Buenos Aires, por Edmundo
Montagne, orientalista y sinólogo:
“ Si el pueblo no teme ya a la muerte
¿Cómo dirigirlo por temor a la muerte?
Si el pueblo teme siempre a la muerte:
¿Quién entonces osaría?
Existe un árbitro de vida y de muerte.
Pero quien en lugar de él quiere ser árbitro
de vida y de muerte?
Es como quien en lugar de un carpintero da hachazos
al árbol;
Se herirá fácilmente la mano. “
(Ibid.,pag 119)

No es nuestro interés la apertura de una polémica en cuanto a los


problemas filológicos que eleva este texto de mas de dos mil años de
antigüedad. La pregunta sería más humilde: ¿Cual podría ser la traducción
más cercana al sentido universal de esa materia? Un lector atento observará
que las diferentes versiones cambian también el valor ético de ciertos
términos y ocultan u opacan el sentido metafórico de esta enseñanza. La
conclusión del sabio es que no somos nosotros los llamados para aniquilar,
anular, cortar y matar.
Este capítulo establece la ineficacia de la pena capital y advierte a los
máximos exponentes del poder social, de los peligros que se esconden detrás
de la aplicación de la pena de muerte. Esto lo había ya observado James
Legge, uno de los eminentes traductores del Tao Te Ching. (Cfr. The Texts of
Taoism, J. Legge, pag 117, Dover Publ., New York, publicados por la Oxford University Press en el siglo
pasado, en 1891).

¿Quién es el Gran Matador? La respuesta de uno de los antiguos


comentaristas chinos del Tao Te Ching, Ho-shang Kung es muy clara:
“ . . . Es Aquel, que, desde lo alto mueve todo lo de abajo y anota las
transgresiones del los hombres . . .” (Legge, Ibid.)
El Código de Hammurabi, unos mil quinientos años antes del Tao Te Ching,
no anda con eufemismos poéticos: en su primera ley declara lo siguiente:

14
1. - Si un señor acusa a (otro) señor y presenta contra él denuncia de
maleficio de muerte, pero no lo puede probar, su acusador será castigado
con la muerte.

(CÓDIGO DE HAMMURABI, pag. 91; Trad. F. Lara P.,Edit. Nacional, Madrid, 1982)
En Israel, la pena capital era la lapidación. La decapitación y la
crucifixión, así como la muerte por la espada, eran prácticas romanas.
(Cfr. Dicc. del N. Test., pag. 346, X. León-Dufour, SJ, De. Cristiandad, Madrid, 1977)
Es interesante hacer una breve lectura del FUERO JUZGO, compilado
en el año 634, en el IV Concilio de Toledo, en las materias que se ocupan del
homicidio.
Las entradas son:

V. TITOL DE LAS MUERTES DE LOS HOMINES

EL REY FLAVIO RESCINDO

Si algún omne mata a otro sin su grado

Quien mata otro omne sin su grado, nol conosciendo, e ninguna


malquerencia non avie contra él, non deve prender muerte seguntdo que
dice nuestro sennor; que non es derecho que aquel sea penado por el
omicidio, que non lo fizo por su grado.
(FUERO JUZGO, pag. 43, Edic. ZEUS, Barcelona, 1968)

Conclusiones

Nada mejor para concluir esta breve monografía que las palabras
latinas del mártir Giordano Bruno, la firme e irrevocable decisión de
negarse a abjurar, afirmando la corrección de su filosofía, incorrectamente
interpretada por el tribunal eclesiástico y de la cual estaba dispuesto a dar
razones: “Fra Giordano [...] dixit quod non debet nec vult rescipiscere, et
non habet quid rescipiscat nec habet materiam rescipiscendi, et nescit,
super quo debet rescipisci... ( Declaración del 21 de diciembre; Cfr. Spampanato V.,
Documenti della vita di Giordano Bruno, Florencia, 1933, pag.183)

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Ante esta actitud de afirmación de la libertad de pensamiento
y autonomía de la especulación filosófica, el Tribunal declaró a Bruno
“hereje impenitente, pertinaz y obstinado”, lo expulsó de la Iglesia ( “ti
scacciamo dal foro nostro ecclesiastico e dalla nostra santa inmaculata
Chiesa, della cui misericordia ti sei reso indegno”), condenó todos sus
libros a ser quemados públicamente en la plaza de San Pedro y a figurar
en el Índice de libros prohibidos ( al lado de Arnaldo de Vilanova), y
entregó al filósofo al brazo secular para ser ejecutado públicamente. Sin
embargo la actitud de firme mantenimiento de la propia filosofía
finalmente adoptada por Bruno permaneció conscientemente
imperturbable hasta el final.

Si a la lectura de la sentencia respondió con sus célebres palabras -


“ Maiori forsan cum timore sententiam in me fertis quam ego accipiam ”
-, en el momento de la ejecución expresó con un gesto elocuente su
vocación filosófica y el último sentido de su pensamiento: “. . . hodie
igitur ad rogum sive piram deductus, cum Salvatoris crucifixi imago ei
iam morituro ostenderetur, torvo eam vultu aspernatus reiecit “
( Vid. el relato de C. Schoppius en la famosa carta del 17 de febrero
de 1600, recogida en Spampanato: Documenti, pp.198-204)

¿ Sin comentarios. . .?

Pues no. Comentando . . .

No podemos saltar, muy a pesar nuestro, por encima de la obligación


de comentar estos hechos. Desde la visión teológica de la Iglesia Católica, el
respeto de la persona y la investigación científica, los experimentos
científicos, médicos o psicológicos, en personas o grupos humanos,
contribuyen o pueden contribuir a la curación de los enfermos y al progreso
de la salud pública.
(Cfr. entrada 2292, Catecismo de la Iglesia Católica, Edic.
Trípode, Caracas, 1993)

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Según estas palabras, la actividad de Giordano Bruno puede
representar, hoy día, motivo de rehabilitación y de consideración retroactiva,
similar al caso de Galileo. Muchos cardenales se oponen a la actitud que el
Papa Juan Pablo II
adopta, in motu propio, frente a estos hechos de triste memoria.
En el mismo catecismo, (entrada 2298), el texto describe con sumo
detalle la actitud que debe adoptar la Iglesia frente a tales ocurrencias:
En tiempos pasados, se recurrió de modo ordinario a prácticas
crueles por parte de las autoridades legítimas para mantener la ley y el
orden, con frecuencia sin protesta de los pastores de la Iglesia, que incluso
adoptaron, en sus propios tribunales las prescripciones del derecho romano
sobre la tortura. Junto a estos hechos lamentables, la Iglesia ha enseñado
siempre el deber de clemencia y misericordia; prohibió a los clérigos
derramar sangre.

En tiempos recientes se ha hecho evidente que estas prácticas crueles


no eran ni necesarias para el orden público ni conformes a los derechos
legítimos de la persona humana. Al contrario, estas prácticas conducen a
las peores degradaciones. Es preciso esforzarse por su aboloción, y orar
por las víctimas y sus verdugos.
Nunca es tarde reconocer los errores. En terminos de teología
dogmática, en la victoria de Cristo sobre la muerte va incluida la
universalidad de la resurrección.
(Cfr. Ott, Ludwig, Manual de Teología dogmática, pag. 717, Edit.
Herder, Barcelona, 1962).
La ley espiritual es generosa: Los cuerpos de los impíos
resucitarán (¡también!) en incorruptibilidad e inmortalidad, pero no serán
glorificados... (ibid. pag. 720) Sentencia cierta , agrega el texto.

Si la muerte es para San Pablo un incidente, una mera transición de


este cuerpo carnal hacia el estar con el Señor, (Cfr. Emerson F.,H., A Guide
to understanding the Bible, pag. 297, Harper & Brothers, New York, 1938),
la pena de muerte es un verdadero accidente, una ocurrencia que transgrede
las leyes humanas y divinas y por ello es obvio que no tiene lugar en los
códigos y en las leyes formuladas por los mismos humanos.

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Morir es para los pueblos antiguos un ir hacia el occidente y tal como el sol
hace este viaje de manera fluida y natural desde un lado al otro del cielo,
asimismo el ser humano debería seguir su ruta, sin ser interrumpido y
apagado por una decisión impropia y literalmente anacrónica.

*
El tema de la tortura es el siguiente punto más importante en el mapa
de los estudios éticos para una educación integral del joven marginado.
¿Quién está suficientemente preparado para siquiera asomarse a este mundo
oscuro y lleno de aliento? Emprendemos este viaje con la convicción de que
algún día muy cercano, la humanidad pueda olvidar la existencia de la
tortura.

LA TORTURA

La tortura, que usa de violencia física o moral, para arrancar


confesiones, para castigar a los culpables, intimidar a los que se oponen,
satisfacer el odio, es contraria al respeto de la persona y de la dignidad
humana. Exceptuando los casos de prescripciones médicas de orden
estrictamente terapéutica, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones
directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral.
Estas sesenta y cuatro palabras sobre la tortura, corresponden al
apartado 2297 del Catecismo de la Iglesia Católica ( Eric. Trípode, Caracas,
1993, pag. 529).
No hay otras referencias en este libro que contiene más de setecientas
páginas. ¿Son acaso necesarias? ¿Es obligatorio discurrir tanto sobre un
tema escalofriante que seca la boca y aflige el ánimo del más pintado?
¡Pues sí!
Hemos tenido que aceptar un trabajo sobre el tema mencionado y
luego de contemplar sus horizontes oscuros, tal vez llegamos a la conclusión
que el hecho de emitir opiniones sobre algo que sólo se conoce de oídas y a
través de lecturas, resulta siempre superficial y poco denso.

18
Es esto lo mismo que pensaba Job, el afligido, cuando recibía los consejos
de sus amigos.
A pesar de todo, el dolor es un fenómeno resonante: si mi congénere
tiene dolor y sufre, como una lira cuyas cuerdas no son tocadas pero vibran
con la resonancia de los instrumentos que al lado suenan, yo también sufro.
Y mi sufrimiento es de una serena piedad ya que se que el dolor es un
maestro de enseñanzas secretas,... en eso está la paciencia de los sabios,
como rezan esas célebres palabras del Apocalipsis de Juan.
No puede hablarse de la tortura sin dejar en el escenario al
protagonista de este teatro existencial: El Dolor.
Curiosamente, el término TEATRO proviene de un verbo griego,
tarattein, cuyo sentido es perturbar.

En tiempos antiguos, el tormento era el término para designar la


tortura que se hacía sufrir al acusado para obtener la confesión. Por
extensión, la expresión viene a significar el dolor vivo que sufre una
criatura.
La palabra ha entrado en el mismo léxico social: es el estado de
malestar físico, moral o económico que produce el estar atormentado.
El término dolor posee un carácter indefinible, pero demasiado
familiar para necesitar ser definido, de ciertas sensaciones.

El dolor es sinónimo de sufrimiento y por ende de tortura. Durante


mucho tiempo se creyó que todo estímulo sensible demasiado intenso era
doloroso. No hay nada de eso: un sabor, un olor pueden ser desagradables,
pero no dolorosos; el dolor sólo interviene cuando la sensibilidad no
específica de la mucosa resulta excitada. Un relámpago deslumbrador nos
hace sufrir a consecuencia del espasmo del esfínter irídeo; un sonido
violento, por espasmo de los músculos tensores del tímpano; pero nunca el
propio mensaje visual o auditivo es factor de dolor físico.
(Cfr. Lipton. S., The Control of chronic pain, pag. 3 passim, Edit.
E. Arnold, London, 1979)

Por extensión, el dolor moral es un sentimiento penoso resultante de


la insatisfacción de las tendencias o los deseos.
Decía Andrés Maurois (L’Instinct du bonheur, XXIII.) que la mayoría
de nuestros dolores, los morales, naturalmente, proceden de que tenemos
palabras para describirlos. . .

19
Les damos cuerpo, e incluso un cuerpo que no es el suyo, porque las
palabras de todo el mundo no corresponden nunca a nuestros sufrimientos,
que son una especie siempre nueva y distinta.
Pasaba yo una vez al lado de un parque y de repente, arrimada a un
árbol, una mujer lloraba diciendo en voz baja: . . . Nadie sabe mi dolor. . .
Nadie sabe mi dolor. . .

Era cierto . . . En el marco del DOLORISMO, teoría que afirma


la superioridad innegable del enfermo sobre el sano en cuanto a la riqueza
del fuero interno y a las enseñanzas a sacar de él sobre el problema
primordial de las relaciones entre lo físico y lo moral, se podría escribir un
libro entero.

Esta sola expresión es digna del más atento examen.


(Cfr. Teppe, J. , Apologie sur l’anormal ou Manifestye du Dolorisme,
26, 1a. de., 1935, Paris)

La tortura no es más que un caso particular de la teoría del dolor.


Otros casos particulares como el sadismo y el masoquismo no tienen más
que un valor folclórico y pasajero en la grave línea del infligir dolor a través
de la tortura. La tortura establece la existencia inexorable de la ecuación
TORTURADOR - TORTURADO.

El esquema y sus términos constituyen la matriz de complejos grafos


de conexión entre uno y el otro de los involucrados en ese binomio de triste
memoria. Para comprender a fondo el problema de la tortura, habría que
penetrar hondamente en el núcleo del dolor.

La consideración del dolor a través de los tiempos

El dolor y la tortura son tan antiguos como la humanidad. Los


testimonios primitivos se refieren al dolor y a las formas de aliviarlo. En el
Génesis se afirma que el hombre padece dolor por culpa de su caída. Los
mitos antiguos hablan del dolor de los dioses: el dios del Sol soportó las
enfermedades dolorosas de la ancianidad; Isis tuvo una inflamación
cardiaca; Horus fue picado por un escorpión y tuvo una dolorosa afección
ocular; Dionisio y Esculapio no pudieron nacer de modo natural, sino
mediante una primitiva cesárea practicada estando sus madres conscientes.
Pero el dolor proviene del bien, según Platón (Timaeus, 69)

20
Este es la ventaja de tu dolor - dice Platón en Gorgias - que vas a sanar. . .
(Gorgias, 478)

Para los antiguos, el dolor era un demonio: el demonio del dolor de


oídos tenía enormes orejas, el de la gota era una gigantesca y espantosa
araña; el del dolor de muelas era un gusano roedor; y había un pájaro
maldito que picaba y hacía enfermar la cabeza, el cuello, los miembros y
otras partes del cuerpo. La asociación del dolor con los demonios puede
encontrarse desde los tiempos bíblicos - un demonio causó dolor al Rey Ur.
En el Medio Evo se llegó a afirmar en Wurzburg que trescientos
noventa y nueve demonios tomaron la posesión del cuerpo de una muchacha
produciéndole un gran dolor.
La historia del sufrimiento humano pasa de la prehistoria a la
antigüedad, por los babilonios, los egipcios, los chinos, los hebreos, los
griegos y los romanos y, finalmente, a través de la Edad Media, a los
tiempos modernos.
Junto al dolor, se desarrolló, además de la cirugía para aliviarlo, la
perversa y sofisticada visión de la tortura: se buscaban los límites del dolor
para que el afligido no pierda el conocimiento y participe así al coloquio
más espeluznante de una enfermiza imaginación humana.
Homero habla del arte quirúrgico como un don de Quirón, hijo de
Cronos y Philyra y el más sabio de los centauros. Hammurabi, el primer rey
de Babilonia, estaba versado en el manejo del bisturí (especie de cuchillo
curvado quirúrgico) tanto como en el de la espada, y operó cataratas oculares
y abscesos hepáticos.
La cirugía antigua implicaba un nuevo dolor: el del cuchillo. Los que
la practicaban tenían que ser despiadados, según testifican las palabras de
Celso en el siglo I d.J.C.: “Resuelto a curar al paciente confiado a su
cuidado, el cirujano tiene que ignorar los gritos y las súplicas y realizar su
trabajo sin tener en cuenta las quejas”
(Cfr. Prescott, Fr. El Control; del Dolor, Ed. Oikos-Tau,
Barcelona,1967, pag.16 passim)

21
Causa total espanto leer las descripciones de las operaciones llevadas
a cabo en los tiempos clásicos e, incluso las practicadas en Europa en fechas
posteriores por los barberos - cirujanos.
Se sujetaba al paciente atándole con correas las manos y los pies a una silla
o a una tosca mesa operatoria. En plena conciencia, veía descender el
cuchillo del cirujano o el incandescente cauterio. No podía moverse, sino
solamente gritar.
Si era lo bastante afortunado para desmayarse de dolor o de miedo, el
cirujano podía continuar su trabajo sin interrupción.

¡Pero qué abismo existe entre los gritos del paciente y los gritos del
torturado!

Incluso intervenciones menores como la reducción de una fractura o


la extirpación de una muela podían ser muy dolorosas. La segunda de las
citadas fue, de hecho, utilizada como método de tortura o castigo. Dos
santos, santa Apolonia y san Blas, fueron atados a columnas,
extrayéndoseles los dientes para hacerles abjurar de su religión. (Ibid.,
pag.17)
Mil años más tarde, el rey Juan de Inglaterra hizo arrancar los dientes
a un ciudadano de Bristol, reacio a entregar diez mil libras a las arcas de la
corona. (Ibid.)
Durante largos años se realizaron intentos para aliviar y dominar el
dolor por medios sicológicos.
Paralelamente con las investigaciones por parte de los que querían
eliminar o aliviar el dolor, habían otros que buscaban como infligirlo mejor
y con más sutileza! A su vez, los sufridores investigaban la vía para dominar
el dolor y el sufrimiento, todo ello hacia otra vertiente filosófica que los
primeros.
Los estoicos pensaban que ello podía conseguirse mediante el repudio
del dolor por la razón. Poseidonio, un notable seguidor de esta escuela,
hospedó a Pompeyo en Rodas, cuando este sufría un ataque de gota, cuyo
dolor fue controlado por lo que hoy llamaríamos autosugestión, auto-
hipnosis o meditación trascendental.

El matemático Blaise Pascal se sumergía en problemas filosóficos y


matemáticos cuando sufría un fuerte dolor. Padecía un grave dolor
abdominal, que puede ser que estuviera producido por un cáncer del
estómago.

22
Emmanuel Kant, el famoso filósofo alemán, que también sufría de
dolor gástrico, era capaz de soportarlo concentrándose en alguna idea, como
por ejemplo, el nombre de Cicerón y todas sus asociaciones. “ De esta forma
- afirmaba - me es posible distraer la atención y el dolor se mitiga pronto.
Cuando los ataques se repiten y alteran mis sueños, considero este remedio
de máxima utilidad “ (Ibid., pag.19)
El mismo Kant en su Antropología, afirmó que el dolor es un estímulo
para la acción y que sin él, la humanidad carecería de vida. El filósofo
Nietzche defendía, incluso, que favorecía la conservación de la especie.
(Ibid.)

Hay dos pasajes en la Biblia donde podemos encontrar la memoria de


la tortura. Sin embargo, los estudiosos descubrieron que la traducción
¡estaba equivocada!:
Los amonitas, torturados La crueldad prohibida

Sacó además el pueblo que Amad, pues, a vuestros enemi-


estaba en ella, y púsole debajo de sierras, gos, y haced el bien, y prestad,
y de trillos de hierro y de hachas de hierro. no esperando de ello nada; y
será
e hízolos pasar por hornos de ladrillos; vuestro galardón grande, y
seréis
y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos del Altísimo; porque él
hijos de Ammon ( 2 S. 12:31, RV) es benigno para con los
ingratos
y malos. Sed pues misericordiosos
como también vuestro Padre es
misericordioso (Lc. 6:35,36, RV)
Sacó también al pueblo que estaba en ella,
y cortólos con sierras y con trillos de hierro
y seures. Lo mismo hizo David a todas las
ciudades de los hijos de Ammón
(1Cor. 20:3, RV)

A pesar de las crueldades que los amonitas habían empleado contra


los israelitas ( Cfr. 1S 11:2;Am. 1:13), en realidad, los cautivos de Amón no
fueron ni torturados ni muertos.

23
Lo que ocurre es que la traducción de la Vulgata de ambos pasajes de
la izquierda es incorrecta, así como la transmisión del original del segundo
de estos textos. Dice Davidson (Sacred Hermeneutics, Developed and
Applied, Octavo, Stuttgart, 1843, pag. 516) , En base a la actual lectura de
Samuel, el significado no puede ser “púsolos por debajo”, sino solamente
“los puso entre”.

Chandel ( Life of David, ii 227-238, Oxford,1853), y otros exponen la


razón del error en el pasaje de Crónicas : la palabra vayya’sar, - aserró,
sería un mero error de copia por vayya’sem, - los puso, como en Samuel.
Esta última palabra se encuentra en siete de los mss. compulsados por
Kennicott. El gran parecido de las dos palabras, especialmente si la última
letra, mem, estaba imperfectamente formada, da cuenta del error del copista.
Por ello, no hay evidencia alguna de que David sometiera a los
cautivos a tortura. El significado es que los puso a trabajar, tal vez a
trabajos forzados del tipo más humilde y laborioso. David podía ser
implacable, pero no era cruel. Si dio muerte a algunos, puede haber sido los
guerreros capturados.

Conclusiones

Si el analista o el moralista se basan en tales aseveraciones y


lucubraciones, las consecuencias éticas son desastrosas. Este es otro tipo de
tortura: la tortura de los intelectuales que se ahogan en palabras, conceptos,
símbolos y categorías. En la Biblia hay más de doscientos cincuenta figuras
de estilo que jamás deberían traducirse ad litteram.
Las ideas, aseveraciones y opiniones sobre cuestiones de moral, tanto
fundamental como especial, deben estar basadas en vivencias, experiencias o
en revelación.
Cada una de esas categorías tiene su nivel axiológico y así serán
juzgadas. El que busca en los libros o supone eso o lo otro, está expuesto al
peligro inevitable de los disparates menores, en los más felices casos y si no,
al extravío de muchos, cosa que es más grave de lo que por lo general, se
suele creer.

24
Algunas consideraciones éticas sobre la tortura

Es costumbre de criticar a Galileo Galilei por el hecho de haberse


retractado de sus ideas por miedo a la tortura. Nadie tiene derecho a criticar
la debilidad humana frente al dolor: sin la ayuda divina, no hay quién se
salve y salga ileso de sus garras.

Al enfrentarse a la tortura, uno debe saber de antemano y muy


claramente, el valor de su propia vida y el peso de aquello que se le pide
revelar o de lo cual abjurar. Sin pedir ayuda interna al Señor del Dolor que
todos los cristianos conocen, sin pedirle fuerza para enfrentar ese inmenso
desafío y para resistir el embate de la tortura, nadie puede resistir.
Al solicitar ayuda para soportar, si acaso decidimos no revelar nada de
lo que se nos pide, se establece un límite natural del dolor y el desmayo o
lipotimia anula toda tortura. A veces, hay que morir - dicen los indios
americanos. Sólo con la ayuda de la luz divina puede uno resistir todas las
pruebas de la tortura y de cualquier otro obstáculo.
Si Giordano Bruno eligió ese comportamiento y Galileo el suyo, tales
actitudes opuestas sólo permiten al observador decir: “Esto es un hecho ...
Esto es así . . .”

No caben aquí comentarios de ética o moral falsaria, el célebre criterio


del arrimado, el KIBITZ de una partida de ajedrez en la cual eres sólo un
observador.
Cada quien decide el tamaño de sus compromisos, valores, deberes,
obligaciones y debilidades o la altura u hondura de sus culpas. . .
La carta de Galileo Galilei donde se retracta de sus ideas, es citada
como ejemplo de cobardía y flacidez del alma. El hecho de comentar eso
con tales criterios es mucho más grave de lo que podría suponerse.
¿Quién es el Juez de nuestras actitudes y/o errores? ¿Un hombre?
¿Una mujer? No. El Juez es el Señor y en su misterio resuelve El todas las
ecuaciones.

25
Giordano Bruno tenía razón y se portó como tenía que portarse. A su
vez, muchos años más tarde, Galileo Galilei, también tenía razón y actuó
según su conciencia le indicaba y le dictaba. Cuando a Nicolas de Cusa le
preguntaron los discípulos, en 1300, por qué había dicho antes una cosa y
luego otra, el respondió lo siguiente: . . .Cuando dije aquello, tenía razón.
Ahora, afirmo lo contrario y también tengo razón. .

( Cfr. Cusa, La Docta Ignorancia, passim)

Nosotros, meros observadores de las desgracias de la historia, sólo


tenemos derecho de contemplar los hechos y respetar la condición humana
del afligido o del extraviado. Fulano cantó - se dice en la jerga de los
torturados y de los torturadores, cuando alguien habla, - al ser torturado - de
los secretos que le han sido confiados. Nunca se dice “fulano traicionó o
fulano nos vendió. . .”
Estas son mis conclusiones a un torturador trabajo sobre la tortura con
el cual torturaré al lector de esta materia y que Dios nos guarde a todos de
ese mal de cuyo nombre no quiero acordarme. . . Amen

El tercer tema digno de estudio y reflexión ética para el joven


marginado, es el tema laboral. He aquí un breve trabajo sobre el concepto de
trabajo.

26
El Trabajo
La idea del trabajo ha sido tan exclusivamente recluida en la de
esfuerzo muscular o mecánico, y con tan exclusiva limitación al fin legal de
la familia y al propósito social de la industria, que apenas, y como simple
concesión al lenguaje figurado, se admite la realidad del trabajo intelectual y
del trabajo moral, no obstante la energía fisiológica y la psicológica que se
emplea en ambos, y a pesar de que ambos, como el trabajo material, tienen
por contraprueba y testimonio un producto o resultado.
Presentarlo, por tanto, como un deber positivo, escrupulosamente
deducido de relaciones evidentes, es, en apariencia, sacar de sus límites
racionales al trabajo. Aun más lejos de ellos parecerá cuando lo presentamos
como deber genérico, capaz de generar otros deberes, modificándose en
forma y fondo, en nombre y objeto, según los diferentes grupos sociales en
que opera. Y, sin embargo, puntualmente exacto es el hecho que el trabajo es
un deber fundado en la necesidad, y que, como esta relación se extiende
desde el individuo hasta la humanidad, el deber del trabajo funciona en toda
la serie de relaciones y se modifica sucesivamente en cada una de ellas, sin
dejar nunca de ser el mismo esfuerzo con la misma capacidad de dar un
resultado.
Mas para que la moral especial sea completamente positiva y en los
deberes que preceptúe nos muestre la correlación de todos ellos y su íntima
relación con la naturaleza del individuo y de la sociedad, vamos a insistir en
exponer minuciosamente las ideas que pueden parecer confusas.
Ante todo se ha de recordar que de cada relación que se descubre entre
el individuo y la sociedad se deduce un deber o un grupo de deberes, y que
la razón de que este deber o grupo de deberes se deduzca está en que la
relación no es más que un medio o recurso o lazo natural para llegar al doble
fin individual y social; y que, al mostrársenos ese medio de llegar a un fin,
se nos muestra la obligación moral de emplear ese tal medio para llegar a ese
tal fin.

Valga un ejemplo: la primera relación que descubrimos entre


individuos y sociedad es la de necesidad; relación tan positiva, que es
indiscutible.
No hay pues que discutir el principio que podemos tomar como punto
de partida, a saber: que la necesidad ya sea de orden fisiológico o del moral
o del intelectual, liga indisolublemente al hombre con la sociedad.

27
Por lo tanto, todo lo que sea una necesidad real ha de ser un medio
para satisfacer el fin, que el individuo tiene que realizar, de vivir dentro de la
sociedad con una vida más completa de la que tendría fuera de ella.
Ahora bien, si el medio común de satisfacer necesidades es el trabajo,
es obvio que el trabajo es un verdadero deber genérico que abarca, en esa
primera relación, toda la actividad del individuo en cada uno de los grupos
sociales en que funciona.
Mas como ni el objeto del trabajo es idéntico en todos los grupos, ni el
resultado del trabajo es el mismo, hay que dar a ese deber el nombre, ya sea
de su objeto, ya sea de su resultado, que toma naturalmente por su mismo
modo de actuar.
En efecto, cuando tratamos de satisfacer las necesidades de la familia
en el seno de la familia, el esfuerzo muscular que hacemos para cumplir
nuestro propósito es efectivamente un trabajo directo en vista de un objeto
directo y de un resultado directo. Mas cuando, para cumplir con los deberes
que nos ligan a la sociedad, hacemos cuantos esfuerzos voluntarios y legales
están a nuestro alcance, lo que hacemos, en realidad, es contribuir a la obra
y beneficio general de la sociedad: ya directamente, cuando tomamos una
porción de nuestro peculio para pagar cuotas o impuestos municipales; Ya
indirectamente, cuando, produciendo mucho, consumiendo mucho,
circulando mucho nuestro capital, pensando que en el bien de la sociedad,
dando ejemplo en el ejercicio de nuestro derecho y en cumplimiento de
nuestros deberes municipales, coadyuvamos activamente al cumplimiento de
los fines de la vida municipal en sí mismos y a los de la vida individual
dentro de la sociedad.
Por razones idénticas llamamos deber fomento el que tenemos de
trabajar en favor del desarrollo provincial, pues es claro que si el trabajo
individual de todos todos los coprovincianos es tan ordenado que dé por
fruto el mayor desarrollo de la provincia, como el resultado del trabajo
indirecto ha sido el fomento, y como fomentando nuestra provincia es como
cumplimos con el deber de atenernos a la relación de necesidad que a ella
nos liga, claro está, también que el nombre de ese deber es el mismo de ese
resultado. Por eso lo llamamos deber de fomento.

28
Es lo mismo que si dijéramos que la necesidad que nos relaciona a la
provincia nos obliga a favorecer o fomentar del modo más activo su
desarrollo, porque ése es el único o mejor medio de satisfacer dentro de ella
nuestras propias necesidades.

Al llegar al tercer grupo social, el deber genérico del trabajo se nos ha


convertido en deber de patriotismo. A primera vista, esta modificación del
deber del trabajo es incongruente e incomprensible; pero a segunda vista,
nada es más congruente y comprensible.
Porque si el patriotismo es puro sentimiento, sentir mucho por la
patria es trabajar mucho con el corazón por ella; esto es tan real, que los
verdaderos patriotas sufren enfermedades físicas o morales que se derivan
inmediatamente del constante anhelo en que el amor a su patria, y la
inquietud por ella, mantiene los nervios, los pulmones y la sensibilidad
moral de esas víctimas de sus propios esfuerzos.
Si el patriotismo es pura acción de una voluntad que se consagra al
bien de una patria, continuo esfuerzo de la voluntad, es decir, trabajo
continuo de ella, es esa uniforme actividad. Si el patriotismo es puro
idealismo empeñado en producir un tipo superior de patria, es ese un
trabajo de la mente, la llamada labor intelectual.
Si el patriotismo es un esfuerzo combinado de esas actividades en
dirección al bien de la patria, tanto más trabajo es cuanto mayor el esfuerzo
combinado.
Pero aún es más clara y más perfecta la correlación entre trabajo y
patriotismo cuando concebimos el patriotismo como es en realidad. Antes
que todo, y por encima de todo, el patriotismo es un deber. Y es un deber
porque es el único o mejor medio de llegar al individuo, en la relación de
necesidad, a la satisfacción de todas las que tiene el hombre en la sociedad
nacional. En efecto, el deber de patriotismo no es, en definitiva, más que el
deber de trabajar asiduamente, en cuerpo, alma y espíritu, con músculos y
nervios, con ímpetu, razón y sentimientos, con toda la fuerza de la
consciencia, por el más alto desarrollo de la patria.
Y ese deber está exclusivamente fundado en la necesidad de mejorar
la patria, porque su mejoramiento es el mejoramiento de las condiciones
generales de la vida social.

29
De modo que ese deber positivo de amar a la patria, trabajando por
ella y por nosotros, para ella y para nosotros, no tiene nada de fantástico, ni
de lírico, ni de épico, ni de falaz, ni de ilusorio, ni sirve para halagar
pasiones populares, ni para explotar en beneficio propinó las alegrías o las
tristezas, o los dolores o los placeres, o los triunfos o las derrotas de la
patria.
Uno de los esfuerzos más grandes, o más bien, la serie de esfuerzos
más poderosos que se ve precisado a hacer el ánimo, son los que reclaman la
necesidad de conciliar nuestros deberes como patriotas con nuestros deberes
como hombres.
De aquí nace la común incapacidad que se tiene de ser a la vez un
buen hijo de la patria y un buen hijo de la humanidad.
Pero si se piensa que el conjunto de naciones en cuyo seno vive la
nuestra es una verdadera familia de pueblos en la que, como en la familia de
individuos, cada miembro depende de las mayor prosperidad de todos; si se
piensa en esto, se comprenderá que no es incompatible el patriotismo con
aquella subordinación lógica y conveniente de los afectos y deberes que nos
ligan a la humanidad; debemos, por tanto, subordinar los unos a los otros,
considerar como un verdadero deber el de subordinación y cultivar cada vez
con más esmero nuestro deber de patriotismo, no ya sólo por la patria, sino
porque cuanto más firme sea nuestro patriotismo, tanto más consciente será
nuestra subordinación al más vasto interés de la humanidad. El concepto de
subordinación está íntimamente ligado al de obediencia y, por ende a la
categoría de deber.
La visión cristiana del trabajo está centrada en la fe y en la acción
correspondiente a la fe. Según 1Cor 7,20ss, el cristiano ha de permanecer en
su profesión, ya que lo decisivo de esta situación no es la posición en el
mundo, que no es fin, sino medio para el fin. Es incluso indiferente que uno
sea esclavo: rige siempre la regla de permanecer en el estado en que uno ha
venido a la fe. El llamamiento de Dios a su servicio y por ende a su trabajo,
puede significar el cambio de la actividad en el mundo (Mc 1,18)
En el Nuevo Testamento el tema del trabajo se expresa en la visión
doméstica que descubren las epístolas (Col 3,22-4,1; Ef 6,5-9; 1Tim 6,1ss;
Tit 2,9ss y 1Pe 2,18-25). Se trata allí, sobre todo, de los deberes de los
trabajadores, de los esclavos, y el lugar asignado para ellos es una prueba
clara de la capa social de que procedían los cristianos (Cfr. 1Cor 1,26)
La doctrina del Nuevo Testamento sobre el trabajo aparece impopular
para los que ostentan visiones progresistas ya que hace de la obediencia una
virtud social capital.

30
Los cuadros domésticos demuestran que la relación entre amo y
siervo es una relación fundamental asignada al mundo por Dios, un derecho
natural divinamente sancionado, como la relación entre amo gobernantes y
gobernados, entre marido y mujer, entre padres e hijos.
La estructura jerárquica excite en la sociedad por la misma razón por
la cual se produce la fórmula Maestro-Discípulo; La estructura igualitaria es
un logro, alcanzado luego del desafío de las pruebas espirituales de todo
tipo. La salud social resulta de la aceptación, de modo responsable, de los
deberes de la propia posición dentro del macro-organismo, tipo colmena,
que es la sociedad humana. A pesar de los logros modernos de la tecnología,
la relación entre kyrios y doulos es una relación fundamental.
Ahora bien, el sentido profundo de esta relación deben descubrirlo los
propios involucrados en ella; existe una confusión entre los conceptos que
generan esas dos palabras griegas del Nuevo Testamento. Kyrios significa
también Director espiritual, Maestro de Sabiduría y de Salvación y doulos,
además de esclavo, en el griego filosófico significa discípulo. Por ello oímos
disparates como, por ejemplo, que Zalmoxis, el Salvador de los Dacios, era
esclavo de Pitágoras. Se trata allí de una relación iniciática entre Maestro y
discípulo, sumergidos, los dos, en las fuentes de la tradición sapiencial de los
misterios de la existencia.
Con esta explicación se entiende por qué el célebre adagio
neotestamentario - Bástele al discípulo ser igual a su Maestro - se traduce de
manera absurda como el esclavo debe ser igual a su amo o el esclavo debe
luchar para alcanzar a su amo o cosas del mismo tenor.

Un tema particular: El corazón en el trabajo

Como la mayoría de los hombres pasan el tercio más activo de su vida


en el trabajo y es ahí donde se establecen los moldes de conducta que
perduran por toda la vida, no es nada raro que algunas ocupaciones
impliquen un mayor riesgo coronario que otras. Es difícil asegurar si son
estos trabajos los que eligen sus víctimas o viceversa. El hecho es que aun
cuando se logre balancear los factores del ambiente humano y la naturaleza
sedentaria de algunas ocupaciones, aquellas que incluyen además elementos
de una competencia sostenida, exigencias emocionales irregulares,
inseguridad y un horario siempre cambiante, que con frecuencia incluye salir
de viaje, pueden propiciar, al combinar todos estos elementos, que el ataque
cardíaco sea el principal riesgo laboral.

31
En la búsqueda de las causas de la enfermedad cardiocoronaria, el
factor ocupación se ve relegado por lo general a una definición de una o dos
palabras, tales como director de una compañía, o representante de ventas,
frase que contribuye a oscurecer más que a iluminar la verdadera interacción
que existe entre una persona y su trabajo. Tiende a bloquear una mayor
consideración sobre si el individuo está contento con su trabajo o si lo
aborrece, si es bueno o malo para ese nivel de actividad en que se encuentra,
si trabaja mucho o si toma las cosas con calma, y en general si está ganando
o perdiendo la batalla ritual para lograr una supervivencia económica, social
y sobre todo personal.
De modo semejante, cuando se llevan a cabo tests sobre el corazón y
sobre la química sanguínea

Para los autores de la Confesión de Wesminster el primer deber del


hombre es conocer a Dios y gozar de él para siempre. Para el Eclesiastés
(12,13) es temerle y guardar sus mandamientos. Para el budista es liberarse
de las cadenas del propio yo. Pero el redactor del relato bíblico siguió las
huellas del pensamiento de Mesopotamia, mucho más antiguo.
Para él, el primer hombre era un inocente feliz cuya finalidad primera
era cuidar del Paraíso, como jardinero - idea que se desarrolló, por supuesto,
en una sociedad agrícola.
Esta concepción del papel del hombre en el mundo se halla
constantemente en los mitos de la creación de Mesopotamia (1). (Así, en la
versión que se conserva en el Enuma Elish, la única función del maniquí
formado por orden de Marduk es realizar para los dioses las faenas
domésticas (dullu) y prepararles viviendas terrestres (2). De manera similar,
en un antiguo relato babilónico la diosa Mami modela una tal criatura con el
solo fin de que pueda llevar el yugo, es decir hacer el trabajo servil (3);
mientras que en un mito de Asur, la antigua capital de Asiria, el compañero
de los dioses aconseja a sus superiores divinos que creen al hombre para
que pueda construir moradas para los grandes dioses. . . señalar los linderos .
. . regar la tierra . . . cultivar las plantas (4). Tal vez se pueda ver también una
idea parecida en un ritual babilónico para la restauración de un templo.
Puesto que a una tal ceremonia se la consideraba evidentemente como la
que indicaba un nuevo principio, su característica consistía en recitar u mito
arquetípico que describe la creación de varios dioses y diosas de la
civilización y últimamente del hombre. Por desgracia, de este texto sólo nos
han llegado fragmentos, pero la última línea del fragmento que nos queda
ha podido ser completada por especialistas modernos y se lee así:

32
(El dios Ea [creó a los hombres para que realizaran las faenas domésticas en
beneficio de los dioses])
(5). Finalmente, un texto sumerio de Nippur representa como la finalidad de
la creación del hombre la de edificar templos para los dioses (6).

El punto de vista del autor bíblico es, pues, que el hombre fue un
trabajador desde el principio, no (tal como se supone comúnmente) alguien
que adquirió ese estado sólo como consecuencia de su caída.

El castigo que Dios le impuso no fue que trabajara la tierra, sino el de


que, a partir de entonces, la tierra produciría también espinas y cardos, de
modo que el hombre habría que trabajar en medio de una frustración
constante, con el sudor de su frente. Aún más, la tierra que él cultivaría ya no
sería por más tiempo el jardín de la felicidad y de las delicias.

Y, precisamente en esa misma línea, el castigo de la mujer fue que el


parto - su función normal - lo tendría que esperar con dolor. Las labores de
la tierra se confunden con las labores del parto.
Colocado en el jardín como signo de familiaridad con Dios, el hombre
vive allí para cultivar la tierra y guardarla (Gn 2,15): el trabajo no le es
penoso, sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el
perfeccionamiento de la creación visible. (Cfr. entrada 378, Catecismo de la
Iglesia Católica, Edic. Trípode, Caracas, 1993).
En uno de sus discursos,(Cfr. Catecismo, Ibid., pag. 130), Paulo VI
declara el valor austero pero redentor del trabajo humano y señala con esta
ocasión, al gran modelo, el hermano divino que yo, sin ser muy inteligente,
sospecho que es Cristo.
El trabajo tiene su remuneración y desde allí parten los valores de la
solidaridad humana.(Ibid. 1940). En Éxodo (20,8-10), se le recuerda al
hombre el tercer mandamiento, ello es - el deber de hacer todos sus
trabajos los seis días de la semana, pero descansar el día séptimo, ya que
ese día. . . es día de descanso para el Señor, tu Dios.
(Ibid. pag.501)

Los frutos del trabajo no tardarán en aparecer (Ver pag. 548, entrada
2401, Ibid.)

33
El trabajo humano procede y por ende proviene directamente de una
criatura formada a imagen y semejanza de Dios, llamada, junto a sus
congéneres, a prolongar, para un mutuo beneficio, la misma obra de la
creación, con el correspondiente dominio sobre la tierra entera. El trabajo es
un deber: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma (2 Ts 3, 10)
El trabajo es una honra de los dones del Creador y de los talentos
recibidos sin merecer, es decir de los carismas. Por otra parte, el trabajo es
también redentor. Al soportar la pesada carga del trabajo, en unión con
Jesús, el hombre coopera o co-labora con el Hijo de Dios en su plan
salvífico, en su obra de redención.
El trabajo puede ser un medio de santificación y de animación de las
realidades terrenas en el espíritu de Cristo. (Ibid., entrada 2427)
A través de las capacidades inscritas en su naturaleza, el ser humano
ejerce y aplica su ingenio en el trabajo mismo. Es el hombre el destinatario
de su trabajo y sus valores le pertenecen en su totalidad. El trabajo es para
el hombre mas no el hombre para el trabajo (Cfr. Catecismo, entrada 2428).
Esta frase anula toda absurda obligación malentendida y sugiere que
cada cual debe y puede sacar del trabajo los medios para sustentar su vida y
la de los suyos, prestando así un auténtico servicio a sus congéneres.

El valor trascendente del trabajo se refleja, hasta en los más triviales


momentos de la vida diaria: El sentido de la bendición de la mesa en una
familia cristiana es que, una vez realizado nuestro trabajo, el alimento viene
a ser un don del Padre mismo: es digno pedírselo y darle las gracias por él.
ORA ET LABORA - Orad como si todo dependiese de Dios y trabajad como
si todo dependiese de vosotros (Ibid, entrada 2834).
Pareciera que la ética cristiana del trabajo y el sentido mismo del
trabajo, según la doctrina neotestamentaria, vale tan sólo para el cristiano.

El cristiano sirve al Señor, por el Señor soporta, imbuido de gozo,


todas las penalidades del trabajo, ya que es el Señor a quien, en realidad,
sirve.

34
Breve nota óntico-ética sobre la Medicina del futuro

La expresión Medicina Alternativa que se maneja actualmente en el ámbito


laboral de las profesiones relacionadas con la salud, es impropia y se puede definir como
un auténtico disparate: la medicina misma, como Arte, Ciencia y Técnica es una
alternativa para salir de los estragos de la enfermedad o para prevenir todo desequilibrio
intelectual, anímico o corporal.
Otro disparate es separar la medicina en alopática y homeopática : estos son
métodos y el médico tiene derecho de elegir, si desea, tanto el primero como el segundo.
Por otra parte, todo lo que se refiere a cristales, astrología y otras
“especialidades”, es sacado de la mochila de la tradición y pertenece al arsenal del efecto
placebo.
El que se ocupa de la salud y de la enfermedad de los ciudadanos es el médico y
con el médico basta. No son necesarios los astrólogos, ni los cristalólogos, ni los que
hacen retornos a vidas anteriores, ni los iridólogos ni los aurólogos u otros especialistas
en ciencias ocultas.
La Medicina del futuro va a ser una medicina del alma, del cuerpo y del intelecto,
una medicina completa y el médico tendrá que estudiar e investigar, quiera o no, todas
estas materias. Sin ser médico es inmoral ocuparte de la enfermedad, en cualquiera de sus
aspectos: primero, porque no es de tu incumbencia y segundo, porque es algo más
peligroso de lo que aparenta ser. No quiero decir con ello que médico es sólo aquél que
pasa por una escuela de medicina: el médico nace con esa vocación y dedica su vida
entera a los que sufren.

Piénsalo: Si quieres ser Médico, debes sacrificar tu vida y tus anhelos en pos de la salud
de tus congéneres.

DESIDERATA

35
Hace algunos cincuenta años, se repartió en la antigua iglesia de San
Pablo en Baltimore, un texto escrito en 1942. Hoy, palabra por palabra, la
sabiduría emana de sus líneas y guarda la misma lógica y claridad de antaño.
La luz espiritual no caduca con el tiempo y no está tocada por la
historia. Este texto es la epítome de la ética óntica. Lo presentamos aquí en
inglés, para el disfrute de los interesados:

• GO PLACIDLY AMID THE NOISE AND HASTE,


gou pláasiduli omíd zdo nóiz end jéist,
AND REMEMBER WHAT PEACE THERE MAY BE IN SILENCE.
end rimémbor uót píis zdéo mei bi in sáilans
• AS FAR AS POSSIBLE WITHOUT SURRENDER,
Aáz fáar áaz páasi-bul, uizdáut suruéndor,
• BE ON GOOD TERMS WITH ALL PERSONS.
bíi an gúud torms wízd óol porsuns
• SPEAK YOUR TRUTH QUIETLY AND CLEARLY;
Spíik iór chú-rúuss quáiot-li éend clíor-li,
• AND LISTEN TO OTHERS, EVEN THE DULL AND IGNORANT;
éend líisun tu áazors, ívun zdo dul end ígnorant
• THEY TOO HAVE THEIR STORY.
zdéi túu jáav zdéir stóuri

• AVOID LOUD AND AGGRESSIVE PERSONS,


Ovóid láud éend ogrésiv pórsuns
THEY ARE VEXATIONS TO THE SPIRIT.
zdéi áar vec-séishun tu zdo spírit
• IF YOU COMPARE YOURSELF WITH OTHERS,
if iu cam-péo ior-sélf uízd áazdors
YOU MAY BECOME VAIN AND BITTER; FOR ALWAYS

36
iu méi bicáam véin éend bítor, for ól-uéis
THERE WILL BE GREATER AND LESSER PERSONS THAN
zdéo uíl bi gréitor éend léisor pórsuns zdán
YOURSELF.
ior-sélf
• ENJOY YOUR ACHIEVEMENT AS WELL AS YOUR PLANS.
enyói iór ochíi-vument áaz uél áaz iór pláanus
• KEEP INTERESTED IN YOUR OWN CAREER, HOWEVER
HUMBLE;
kíip ínturus-tud in iór óon coruíir, jáu-uévor jámbul
IT IS A REAL POSSESSION IN THE CHANGING FORTUNE OF TIME.
it iz éi ríol poséshun in zdo cheinying fórchiune av táim
• EXERCISE CAUTION IN YOUR BUSINESS AFFAIRS;
égzorsais cóu-shun in ióor bísnis oféei-rus
FOR THE WORLD IS FULL OF TRICKERY.
for zdo uóruld iz fúul av churuíkeri
• BUT LET THIS NOT BLIND YOU TO WHAT VIRTUE THERE IS;
bat let zdís nat bláind iu tu uát vírchiu zdéo riz
• MANY PERSONS STRIVE FOR HIGH IDEALS;
méni pórsuns suchuráiv for jáai ai-díols
AND EVERYWHERE LIFE IS FULL OF HEROISM.
end évri-uéo láif iz fúl av jíro-ízum
• BE YOURSELF. ESPECIALLY, DO NOT FEIGN AFFECTION.
bi iór-sélf , espésholi , du nat féin oféc-shun
• NEITHER BE CYNICAL ABOUT LOVE;
nízdor bi sínu-col obáut láav
• FOR IN THE FACE OF ALL ARIDITY AND DISENCHANTEMENT
for in zdo féis av óol oruíditi end dison-chántument
IT IS PERENNIAL AS THE GRASS.
it iz poruénial áaz zdo gráas

• TAKE KINDLY THE COUNSEL OF THE YEARS,


téik cáinduli zdo káunsul av zdo íiorus
GRACEFULLY SURRENDERING THE THINGS OF YOUTH.
gruéisfuli soruéndoring zdo zdíngus av iúzzz

• NURTURE STRENGTH OF SPIRIT TO SHIELD YOU IN SUDDEN

37
nórchur suchuruéngs av spíruit tu shíilud iú in sádun
MISFORTUNE.
miz-fórchun
• BUT DO NOT DISTRESS YOURSELF WITH IMAGININGS.
but du nat dis-churés iór-sélf uizd imáaginingus
• MANY FEARS ARE BORN OF FATIGUE AND LONELINESS.
méni fíorus áar bóorun ov fatíigo end lóun-linés
• BEYOND A WHOLESOME DISCIPLINE, BE GENTLE WITH
bí-iánud éi jóul-sám dis-siplín, bi yéntul uizd
YOURSELF.
iór-sélf
• YOU ARE A CHILD OF THE UNIVERSE,
iú áar éi chái-lud av zdí iúni-vors
NO LESS THAN THE TREES AND THE STARS;
nóu les zdán zdo churuíz éend zdo stáa-rus
• YOU HAVE A RIGHT TO BE HERE.
iu jáav éi ráit tu bi jíor
• AND WHETHER OR NOT IT IS CLEAR TO YOU,
éend uézdor ar nat it iz clíor tu iú
NO DOUBT THE UNIVERSE IS UNFOLDING AS IT SHOULD.
nóu dáut zdí iúni-vors iz anfóulding áaz it shúud
• THEREFORE BE AT PEACE WITH GOD,
zdéo-for bi áat píis uízz Gáad
WHATEVER YOU CONCEIVE HIM TO BE,
uát-évor iú can-síiv jím tu bi
• AND WHATEVER YOUR LABORS AND ASPIRATIONS,
éend uát-évor iór léiborus énd aspi-réishún
IN THE NOISY CONFUSION OF LIFE KEEP PEACE WITH YOUR
SOUL.
in zdo nóizi can-fiúshun av láif, kíip píis uizd iór só-ul

• WITH ALL ITS SHAM, DRUDGERY AND BROKEN DREAMS,


uizz óol itz sháam, dráa-yeri end bróu-kun duruímus
IT IS STILL A BEAUTIFUL WORLD.
it iz stíil éi biú-tufúl uór-lud
• BE CAREFUL. STRIVE TO BE HAPPY.
bi kéo-ful suchuráiv tu bi jáapi

38
*

Por respeto y cortesía para con los que aún no saben inglés, he aquí
una traducción, luego de una reproducción fonética en la lengua ordinaria,
en castellano, sin considerar el alfabeto fonético internacional que sólo tiene
valor para los antropólogos y sirve poco o casi nada, a la gente de la calle.
Para los conocedores del inglés, que por cierto, es una lengua -
tongue - y no un lenguaje - language - como pretenden los americanos y
los ingleses, en su muletilla, English Language (!?) - esa trascripción
fonética resulta ser algo menos que ridículo.
No obstante, para el principiante interesado en la correcta y clásica
pronunciación, un texto transliterado es un verdadero tesoro. DESIDERATA
- deseos, es el plural del latín DESIDERATUM - deseo. Es lo que desea
para la juventud ese anónimo sabio de Baltimore, la ciudad de Edgar Allan
Poe y del buscador de Moby Dick.

La traducción reza así:

1. Anda plácidamente entre el ruido y la prisa y recuerda la paz que hay en


el silencio
2. Vive en buenos términos con todas las personas, todo lo que puedas, sin
rendirte . . .
3. Di tu verdad tranquila y claramente
4. Escucha a los demás, incluso al aburrido y al necio: ellos también tienen
su historia
5. Evita las personas ruidosas y agresivas: son una vejación para el espíritu
6. Si te comparas con otros, te volverás vanidoso y amargado, porque
siempre hay personas más grandes y más pequeñas que tú
7. Disfruta de tus logros así como de tus planes
8. Mantén el interés por tu propia oficio, aunque sea humilde: es un
verdadero tesoro en la cambiante fortuna del tiempo
9. Usa la precaución en tus negocios, porque el mundo está lleno de trampas
10. Pero no por ello te ciegues a la virtud que pueda existir: mucha gente
lucha por altos ideales y en todas partes la vida está llena de heroísmo
11. Sé tú mismo

39
12. Especialmente, no finjas afectos
13. Tampoco seas cínico con respecto del amor, porque frente a toda aridez
y desencanto, el amor es perenne como la hierba . . .
14. Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando graciosamente
a las cosas de juventud
15. Nutre tu fuerza espiritual para que te proteja en la desgracia repentina
16. Pero no te angusties con fantasías: Muchos temores nacen de la fatiga y
la soledad
17. Junto con una sana disciplina, se amable contigo mismo
18. Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las
estrellas
19. Tu tienes derecho de estar aquí y te resulte evidente o no, sin duda que
el universo se desenvuelve como debe. . .
20. Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo
concibas y cualesquiera sean tus labores y aspiraciones, guarda en la
ruidosa confusión, tu alma en paz , , ,
21. Con todas sus farsas, trabajos y sueños rotos, este mundo sigue siendo
un mundo hermoso
22. Esfuérzate en ser feliz . . .

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