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ARTICULOS DE OPINION
Francisco Javier Paz Rodríguez
Ficción, realidad y bioética
Achim M. Loske
¿Realidad o ilusión?
Pero también, se asegura en la Agenda 21, los peligros ambientales producidos por la
contaminación son una constante cada vez más importante en la problemática de la salud
ambiental. Esa contaminación ambiental es generada ``por los cambios en las modalidades
de consumo y producción, por los estilos de vida, la producción y utilización de la energía,
la industria y el transporte, entre otras cosas''.
De tal manera, los problemas de salud que emergen en el hombre por su relación con el
ambiente en que vive y trabaja son de dos tipos: (1) enfermedades transmisibles, y (2)
enfermedades crónico-degenerativas y hasta algunos síndromes. Las primeras son, por
ejemplo, las transmitidas por agua -cólera, hepatitis, salmonelosis o cryptosporidiosis-, que
tienen que ver más con el saneamiento básico; las segundas se refieren a ciertas
malformaciones congénitas, inmunodeficiencias o tipos de cáncer, relacionados con
sustancias químicas contaminantes y con la calidad ambiental.
En los países desarrollados, los problemas de salud ambiental tienen que ver más con esa
calidad ambiental y casi nada con el saneamiento básico. Por el contrario, en los países en
desarrollo, el estado de salud de la población está más directamente relacionado con ese
último factor. Sin embargo, el desarrollo sectorial en esos países, que buscan mejorar su
calidad de vida y emprenden numerosos proyectos de desarrollo, ya está provocando graves
problemas de deterioro y contaminación ambiental que representan un riesgo para la salud
de sus pobladores. Esos nuevos problemas de calidad ambiental se suman a los de
saneamiento básico.
Para hacer frente a esa situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda
que los programas de salud ambiental estimulen una ``visión holística'' de su campo de
acción. Es decir, que desarrollen un enfoque ecológico e interdisciplinario en vez de
sostener el concepto tradicional del ``enfoque reduccionista'', de la ingeniería sanitaria
clásica abocada a tratar problemas de abastecimiento y fugas de agua, manejo de excretas y
basuras. Es pertinente mencionar que, hasta hoy, la visión reduccionista es la que ha
prevalecido en la gran mayoría de los programas nacionales e internacionales de salud
ambiental de América Latina.
Al desarrollo institucional de la salud ambiental es preciso incorporar la epidemiología
ambiental, sobre todo con respecto a los riesgos en materia de enfermedades crónicas; los
aspectos de salud en la evaluación de los impactos ambientales; el control de las fuentes
contaminantes; el tratamiento de los residuos tóxicos y peligrosos, y la evaluación del
riesgo para la salud pública por la exposición a sitios contaminados, entre otros.
Asimismo, la OMS afirma que ``el personal dedicado a la salud ambiental requiere extenso
perfeccionamiento técnico para las intervenciones de carácter social como promoción de la
salud, organización y educación de la comunidad, orientación individual, utilización de los
medios de difusión y representación sanitaria en la colaboración intersectorial''.
Está claro que falta aún mucho camino por avanzar, pero a medida que la visión de
sistemas sea integrada al quehacer de la salud ambiental, mayor será el éxito alcanzado por
los programas.