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Coordinación: René Drucker Colín


Editora Responsable: Patricia Vega

Lunes 21 de febrero de 2000

ARTICULOS DE OPINION

Gustavo Viniegra González


Peones del siglo XXI

Victoriano Garza Almanza


Impacto de la maquila

Impacto de la maquila
Victoriano Garza Almanza
Lo que en 1960 comenzó como un proyecto de rescate del mercado fronterizo en la zona
internacional México-Estados Unidos dio lugar, en 1966, a la industria maquiladora de
exportación. Aquella iniciativa, escribió Antonio J. Bermúdez, director del Programa
Nacional Fronterizo, fue "para resolver uno de los problemas más importantes: el logro de
nuestra independencia económica".

El desarrollo de esa industria en México no se dio espontáneamente ni todos los


corporativos extranjeros ansiaban dejar Hong Kong o Taiwán para venir a invertir. Hasta
antes de las negociaciones del TLC, que oficialmente comenzaron en noviembre de 1990 en
Monterrey, las maquiladoras eran menos de
500 en el país.

Como si aquella reunión de otoño entre


Bush y Salinas fuera el banderazo de
arranque, los capitales extranjeros
incrementaron su ingreso al país y la
industria maquiladora empezó a crecer sin
parar. El único altibajo que tuvo fue entre
1994 y 1995. Luego recuperó su tendencia
alcista.

A la fecha hay más de 3 mil maquiladoras en el país, y se calcula que emplean a poco más
de 1.2 millones de obreros y profesionistas. La parentela de esos trabajadores es de unos 4
millones de personas. De tal manera, poco más de 5 por ciento de la población mexicana
está económicamente supeditada a esas industrias. Si a eso se agrega el número de empleos
indirectos asociados a la maquila prestadores de servicios y proveedores y sus familiares,
tendremos que 10 por ciento de los mexicanos dependen de la maquila. Aunado a eso, se
afirma que 45 por ciento de la exportación nacional proviene de la industria maquiladora.

El desarrollo de la maquila no es en todo el país, pues la mayoría de las empresas buscan la


franja fronteriza. Por ejemplo, Ciudad Juárez tiene más maquiladoras que las que había en
México en 1990. Por ese crecimiento, el desempleo en la ciudad es apenas superior a 3 por
ciento, algo inusitado a nivel nacional e internacional.

A pesar del agotamiento de los acuíferos en la región y la falta de recursos humanos, las
maquilas continúan arribando a la frontera. Eso está produciendo una sobreoferta de
trabajo. En consecuencia, diariamente, desde 1998, cientos de veracruzanos son reclutados
en su estado natal por agencias coyote, que les ofrecen empleo en la frontera, y traídos a
Ciudad Juárez para cubrir el déficit de mano de obra.

Tan imperiosa es la necesidad de personal que tienen las fábricas, que se lo disputan entre
sí. Los autobuses pirata que transportan a los veracruzanos son esperados entre callejones y
lomeríos, y tan pronto llega la gente a la ciudad es transbordada a vehículos de las maquilas
contratantes. Los números conservadores del gobierno de Ciudad Juárez indican que unos
50 mil veracruzanos han llegado a radicar en los dos últimos años. Miles de inmigrantes
más, procedentes de todos los estados de la República, se suman a ese éxodo.

Las estadísticas señalan que el aumento de la población en los últimos años es del orden de
los 60 mil habitantes por año.
El impacto social y ambiental de esa diáspora nacional hacia el norte de México no se ha
evaluado en toda su magnitud. Es evidente que los servicios básicos son insuficientes, y los
que existen se están desgastando rápidamente. No hay escuela digna para todos. Miles
carecen de servicio médico. Los asentamientos humanos irregulares son masas amorfas que
crecen como cáncer en las márgenes. Hay cientos de kilómetros de calles sin pavimentar y
miles de autos que las transitan y levantan cientos de toneladas de polvo sobre la población.
El transporte urbano (camiones escolares de desecho provenientes del país vecino) es
indigno.

A diferencia de otros flujos migratorios que se han dirigido a otros países o han tenido
como destino a México, y han traído consigo una preciosa carga de intelectuales que
enriquecieron con su cultura y sabiduría a los pueblos que los recibieron, a la frontera norte
llegan decenas de miles de gentes pobres y con poca o ninguna educación. Sin duda tienen
todo el derecho, pues buscan el sustento que en sus estados de origen no les dan. Pero esa
ola de migrantes nacionales aumenta el índice de analfabetismo en la frontera y gesta un
fenómeno contracultural que ya pesa en el erario y los servicios de los estados del norte de
México.

¿Cuánto durará el fenómeno? ¿Qué pasará cuando los acuíferos que abastecen de agua a
Ciudad Juárez se acaben en diez años y no podamos tocar el líquido del Bravo porque es
del vecino país? ¿Qué sucederá con los millones de habitantes de las ciudades fronterizas
cuando la maquila emigre?

Ante las políticas y acuerdos de libre mercado, la educación superior y posgraduada ha


estado replanteando sus metas en función de lo que algunos organismos multilaterales han
sugerido sobre la educación universitaria de América Latina: que se dedique a producir
profesionales para la industria y deje el desarrollo científico a las naciones desarrolladas
que por tradición la realizan.

El riesgo a corto, mediano o largo plazos y el impacto que representa la pérdida de la


industria maquiladora, para una región o todo el país, es un problema que los últimos
gobiernos han evitado siquiera intelegir y una tarea para el próximo. Si el quehacer
científico, como uno de los últimos bastiones de crítica seria en el país, es caracterizado
como una entidad "globalifóbica", el investigador mexicano pronto será una especie en vías
de extinción.

vgarza@uacj.mx

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