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Estructura lógica
Nos interesa del lenguaje, lo que tenga de contenido informativo, descriptivo de
la realidad, lo que sea asimilable a un mensaje. En todo mensaje hay dos
aspectos que conviene destacar. Uno es el contenido mismo, a lo que el
mensaje se refiere, la situación objetiva que sus palabras representan. Otro es
su forma o estructura. Normalmente, el contenido de un mensaje está ligado a
sus palabras representativas: sustantivos, adjetivos o verbos, etc. La
estructura, por su parte, está ligada primordialmente a palabras relacionales,
palabras lógicas, como las llamadas conectivas ("no", "y", "o", "si... entonces") y
los cuantificadores ("todos", "algunos").
Inferencia espontánea
Todo lo que una persona conoce o es conocimiento inmediato basado en la
experiencia de esa persona o es conocimiento mediato obtenido por inferencia
a partir de otros conocimientos que ella misma posee. A esta última categoría,
con seguridad, pertenece la inmensa mayoría de sus creencias, es decir, de las
proposiciones que acepta como verdaderas. De ahí la importancia de examinar
la naturaleza y la justificación de la inferencia como método de conocimiento.
Ante todo, podemos identificar dos clases de inferencia claramente
discernibles: la inferencia espontánea y la inferencia rigurosa.
Inferencia rigurosa
El concepto de inferencia rigurosa está muy ligado al concepto de estructura
lógica que mencionamos arriba. Consideramos inferencia rigurosa aquel
conocimiento mediato que se realiza no por automatismo o reflejo sino por
aplicación de un patrón previamente reconocido como correcto. La corrección
del patrón no depende de las palabras representativas que intervienen en los
enunciados, sino solamente de la estructura lógica de las proposiciones.
Depende, pues, únicamente de las palabras lógicas que dan cohesión a los
enunciados, de las relaciones necesarias que se dan entre los valores de
verdad o falsedad de los mismos. Por ejemplo, el siguiente patrón es muy
común:
Si A entonces B
A
––––––––––––––
B
Patrones de inferencia
Los patrones de inferencia son muchos y muy variados; los hay de una, de dos,
y aún de más premisas; los hay unos con premisas que usan la conectiva "si...
entonces", y otros que usan otras conectivas como "y", "o", "ni", etc. Además,
hay patrones cuyas palabras de estructura son cuantificadores, y no sólo
conectivas; por ejemplo: "todo H es G; luego, algún G es H". La premisa no
puede ser verdadera y la conclusión falsa, cualquiera que sea la sustitución
que hagamos de "H" y "G" por predicados, es decir, cualquiera que sea la
interpretación que hagamos del esquema. Los patrones más corrientes se
encuentran codificados en los manuales de lógica; citamos a continuación
algunos, dando a la par interpretaciones posibles correspondientes:
---
modus ponendo ponens
Si A entonces B
(si la columna se quiebra entonces cae la viga)
A
(la columna se quiebra)
––––––––––––––––––––––––––
B
(cae la viga)
silogismo disyuntivo
o bien A o bien B
(o bien sube la demanda o bien baja la oferta)
no A
(no sube la demanda)
––––––––––––––––––
B
(baja la oferta)
dilema
o bien A o bien B
(o bien sube el gasto público o bien bajan los impuestos)
si A entonces C
(si sube el gasto público hay inflación)
si B entonces C
(si bajan los impuestos hay inflación)
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
C
(hay inflación)
-silogismo universal
todo F es G
(toda sociedad es histórica)
todo G es H
(todo lo histórico es transformable)
––––––––––––––––––––––––––
todo F es H
(toda sociedad es transformable)
--------------------------------------------------------------------------------
silogismo existencial
todo F es G
(todo metodólogo es filósofo)
algún H es F
(algunos científicos son metodólogos)
––––––––––––––––––––––––––
algún H es G
(algunos científicos son filósofos)
--------------------------------------------------------------------------------
Táctica y estrategia
Podemos comparar los patrones básicos de inferencia rigurosa a las reglas
sencillas de táctica que un jugador de fútbol, un guerrero o un político deben
dominar para saber su oficio; por ejemplo, cómo hacer un tiro alto, cómo dividir
las fuerzas del enemigo, cómo distraer al adversario en momentos de crisis.
Ahora bien, estas tácticas básicas no son suficientes para ganar un juego, una
batalla o unas elecciones; es necesario, además, que esas tácticas figuren,
adecuadamente integradas, dentro de un plan general o estrategia. Como parte
de ese plan cada una de las tácticas particulares adquiere sentido y eficacia.
La táctica define los pasos que son posibles; la estrategia, combina esos pasos
de manera que se obtenga el fin perseguido. Lo mismo sucede con nuestros
procedimientos rigurosos de inferencia: los patrones son equivalentes a las
tácticas, nos dicen cómo debe darse cada paso correctamente; pero se
necesita además concebir una estrategia global que nos diga, frente a un
problema complejo, de qué manera combinar diversos patrones para obtener
una conclusión determinada.
Deducción e inducción
La inferencia rigurosa es un conocimiento mediato que consiste en la aplicación
de patrones o estructuras lógicas para pasar legítimamente de la verdad
aceptada de ciertas proposiciones a la verdad aceptada de otras proposiciones.
Todo conocimiento mediato riguroso, y así tiene que ser el que usemos en la
ciencia, debe corresponder a uno o más patrones de inferencia válidos. La
determinación de cuáles sean esos patrones es una de las más importantes
funciones de la disciplina filosófica que llamamos lógica.
Justificación y descubrimiento
Ante todo, debemos distinguir dos problemas diferentes: el problema de la
justificación del conocimiento, un problema de lógica y filosofía de la ciencia; y
el problema del descubrimiento de las proposiciones científicas, un problema
de historia o psicología pero no lógico ni filosófico. Una cosa es explicar cómo
fue que una hipótesis científica apareció en la mente de un científico y otra muy
distinta es dar las razones por las cuales la aceptamos como verdadera. Esto
último, la justificación de la teoría, es algo que la metodología puede hacer, y
con mucha propiedad; en cambio, lo primero no puede ser materia de la
misma, y ello por razones fundamentales. Un descubrimiento puede narrarse,
decirse cómo sucede, una vez acontecido; pero no podemos fijar las
condiciones para que se produzca, porque entonces no sería auténtico
descubrimiento. No hay lógica del descubrimiento, pero en cambio sí hay lógica
de la justificación de los enunciados de la ciencia. El llamado problema de la
inducción, la pregunta de cómo es posible pasar de lo particular a lo general, es
una cuestión ambigua, pues no distingue entre estos dos aspectos tan
diferentes.
Deductiva
si los ángulos del triángulo suman 180 grados entonces la superficie es plana
los ángulos del triángulo suman 180 grados
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
la superficie es plana
Inductiva
En esta forma, como se ve, no hay contraste entre los dos procedimientos;
ambos son interpretaciones del mismo patrón de inferencia, a saber,
si A entonces B
A
Pluralidad de hipótesis
Ahora podemos comprender en dónde radica la debilidad del procedimiento de
inferencia tradicionalmente llamado inductivo. No se trata de que el patrón
aplicado sea menos riguroso o seguro que el que se aplica en la deducción; la
debilidad está más bien relacionada con el carácter hipotético de la explicación
y, sobre todo, con la pluralidad de las hipótesis explicatorias posibles. Si la
hipótesis, por alguna razón, apareciera como la única posible en el caso, la
explicación hipotética y la categórica se identificarían, y el procedimiento (2)
sería tan seguro para garantizarnos la verdad de (2.3) como el procedimiento
(1) es seguro para garantizar la verdad de (1.3). Pero en la generalidad de los
casos las explicaciones posibles son múltiples, y se necesita algún trabajo
posterior para eliminar un cierto número de ellas y quedarnos con la más
plausible. Por ejemplo, tendríamos un esquema de explicación inferencial
perfectamente aceptable desde el punto de vista estrictamente lógico, si
sustituyéramos la hipótesis (2.2) por la siguiente hipótesis alternativa:
3.2 las órbitas de todos los planetas exteriores y solamente las suyas son
elípticas
3.1 si las órbitas de todos los planetas exteriores y solamente las suyas son
elípticas entonces la órbita de Marte es elíptica
3.2 las órbitas de todos los planetas exteriores y solamente las suyas son
elípticas
Refutación
Aquí viene de nuevo en nuestro auxilio la estrategia deductiva indirecta. Como
se recordará, esta estrategia consiste en agregar un supuesto a nuestra lista de
premisas, y con esto pueden lograrse diversos objetivos importantes; uno de
ellos ya lo hemos examinado: consiste en producir hipótesis para explicar
fenómenos conocidos pero que no pueden explicarse a partir de proposiciones
categóricamente verdaderas. El otro objetivo, que mencionamos arriba y vamos
a buscar ahora, es la reducción al absurdo de una tesis supuesta
provisionalmente como verdadera: si de las premisas aceptadas como
verdaderas y de la "premisa prestada" se deduce una contradicción, podemos
tener seguridad de que la "premisa prestada" es falsa. Como el problema de
nuestro ejemplo consiste en que tenemos demasiadas hipótesis, podemos
entonces esperar que de alguna de ellas se deduzca una contradicción que nos
permita eliminar la hipótesis correspondiente. Este procedimiento, que
llamamos refutación, junto con el presentado arriba que llamamos explicación,
constituyen los dos aspectos lógicos fundamentales del método hipotético
deductivo de la ciencia.
4.1 si las órbitas de todos los planetas exteriores y solamente las suyas son
elípticas
entonces la órbita de Venus no es elíptica
3.2 las órbitas de todos los planetas exteriores y solamente las suyas son
elípticas
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
–––––––
4.3 la órbita de Venus no es elíptica
Verificación
Pero eliminar una hipótesis de dos alternativas posibles es, por supuesto
verificar la hipótesis restante; ello se desprende de la aplicación del patrón de
inferencia que denominamos silogismo disyuntivo:
o bien A o bien B
no A
–––––––––––––
B
Integración de hipótesis
Con esto llegamos a otro tema de fondo en relación con la importancia de la
inferencia en el método de la ciencia. No sólo cumple el doble cometido ya
comentado de la explicación y la verificación, sino también el de la integración
de las distintas partes del sistema de la ciencia. Las distintas hipótesis que
forman el conjunto de conocimientos de una disciplina rara vez se dan sin
conexiones recíprocas, excepto en las primeras etapas del desarrollo científico.
El grado de madurez de una ciencia es siempre proporcional al grado de
organización logrado entre sus distintas partes; y esta organización se produce
precisamente mediante relaciones de inferencia.
Tomemos, por ejemplo, el caso de la mecánica, o ciencia que estudia el
movimiento de los cuerpos. Al principio estaba constituida por una serie de
leyes o hipótesis más o menos desconectadas sobre el desplazamiento de los
proyectiles, la caída libre de los cuerpos sobre la superficie de la Tierra y los
movimientos de los astros en el firmamento. Poco a poco, sin embargo, fueron
encontrándose relaciones de inferencia entre las distintas hipótesis, hasta
lograrse un conjunto articulado de leyes para los movimientos terrestres (obra
de Galileo) y otro conjunto de leyes para los movimientos celestes (obra de
Kepler). La contribución extraordinaria de Newton, finalmente, al proporcionar
un juego único de leyes para explicar toda clase de movimientos (los axiomas
del movimiento y la ley de gravitación universal) vendría a unificar las dos
mecánicas en una sola gran ciencia, por mucho tiempo considerada modelo e
ideal de ciencia experimental y deductiva. Se lograría así la integración
axiomática de la mecánica.
El sistema axiomático
La teoría del método tiene un nombre técnico especial para esa arquitectura u
organización sistemática de enunciados: sistema axiomático. Desde Euclides,
los geómetras han dedicado gran parte de sus esfuerzos a la presentación
integrada de sus conocimientos, en forma de un sistema de verdades que
dependen unas de otras por relaciones de inferencia. A las verdades primitivas,
de las cuales las otras se deducen, podemos llamarlas axiomas. Tales
verdades no tienen más privilegio que éste, el ser primitivas, el no tener
demostración dentro del sistema. Su relativa mayor "evidencia" no pasa de ser
una propiedad accidental, cuando no falta completamente: un geómetra o
axiomatizador puede considerar más importante que sus axiomas sean pocos o
muy breves, por ejemplo, y no que sean poseedores de una especial claridad.
Las verdades deducidas de los axiomas se llaman teoremas, y estos a su vez
pueden servir para deducir nuevos teoremas. El sistema debe ser congruente
en el sentido de que no sea posible demostrar a partir de los axiomas un
teorema determinado y también su contradicción; dicho de otra manera, debe
tener la propiedad de dejar por fuera todas las proposiciones que el
axiomatizador considera falsas, e incluir como axiomas o teoremas, sólo
proposiciones verdaderas. Por lo demás, el axiomatizador debe tratar de incluir
dentro del sistema a todas las proposiciones de la disciplina reputadas como
verdaderas, lo que le daría al sistema axiomático la propiedad de ser completo.
Funciones de la ciencia
Funciones externas
Una vez que la ciencia se da como organización bien trabada de
conocimientos, aunque no necesariamente como un sistema completamente
formalizado, es eficaz en gran medida para cumplir a cabalidad las funciones
que le ha confiado la cultura contemporánea. Igualmente, se hace capaz de
defenderse a sí misma y perpetuarse por fuerzas que ella misma engendra,
poniéndose en camino hacia su propio desarrollo, perfeccionamiento y eventual
transformación radical.
Estas funciones de la ciencia, que podemos llamar sus funciones externas, han
representado sin duda, y representarán en adelante, un gran valor de
supervivencia para la especie, al tranquilizar dudas y resolver perplejidades,
dando a la mente armonía y paz interior; y al ofrecer al brazo del hombre una
herramienta inestimable, la posibilidad de anticipación racional del futuro, para
la transformación tecnológica del ambiente exterior.
Funciones internas
La estructuración de la ciencia como sistema bien trabado la hace apta para
defenderse, progresar y eventualmente evolucionar radicalmente. En efecto, es
gracias al advenimiento de una gran teoría, un logro de integración de valor
paradigmático, que una ciencia pasa de su estadio primitivo a su época madura
y profesional. Una vez surgido el paradigma, los practicantes de la ciencia
comenzarán a trabajar en su articulación y expansión, formando ellos mismos
un círculo más o menos cerrado, con su lenguaje propio, sus publicaciones
especializadas, sus técnicas particulares de investigación, sus artes de
construcción de hipótesis y de contrastación empírica –trasmisibles de maestro
a discípulo tanto por la palabra como por el ejemplo y la imitación–. Al tener
aclarada la concepción fundamental sobre su campo de conocimientos, los
científicos que trabajan al amparo de un paradigma axiomático pueden
dedicarse con una intensidad y laboriosidad de otra manera inconcebibles a la
solución de los problemas pendientes en su ciencia. Esto hace que la disciplina
progrese y se desarrolle, y que eventualmente llegue a mostrar de manera
palpable las deficiencias implícitas en la concepción original.
Las conexiones axiomáticas de la ciencia bajo el amparo social del prestigio del
paradigma ofrecen un escudo contra la refutación prematura de hipótesis y
teorías. En efecto, es generalmente posible maniobrar dentro del sistema para,
enmendando un detalle aquí y otro allá, defender una hipótesis que se
considera importante contra una evidencia o prueba empírica adversa. Todo
paradigma es así, como las instituciones políticas de los hombres, una
estructura que tiende a perpetuarse negándoles posibilidades de desarrollo a
sus rivales o alternativas. Pero, al resistir el cambio pequeño o la refutación
menor, él también, al igual que esas instituciones, prepara de manera ineludible
una modificación con carácter de verdadera revolución. El conservatismo de los
científicos que no se dejan convencer hace así posible que la incongruencia
descubierta afecte integralmente el sistema y facilite su eventual sustitución por
otro.
Reducción de teorías
La existencia de un paradigma exitoso en una ciencia y la integración
axiomática de la disciplina que trae consigo hacen muy sencilla la enseñanza
de sus ideas fundamentales y su transmisión de una generación a otra. No se
trata ya de memorizar una serie de resultados inconexos entre sí, sino más
bien de entender unos cuantos principios generales a la luz de los cuales las
demostraciones experimentales cobran sentido. La influencia de la ciencia
sobre la cultura general de su tiempo se magnifica al facilitar la comprensión
del no iniciado, quien puede hurgar en los principios básicos de la disciplina y
asimilarlos como parte de su bagaje intelectual de hombre educado. Surge
también la posibilidad de que el especialista de otra disciplina conozca más
ampliamente los axiomas de la ciencia vecina, se interese por su contenido y
comience a preguntarse por la aplicación posible de ellos dentro de su propio
campo.
La reducción de una teoría a otra, sin embargo, supone una formalización muy
avanzada de ambas teorías, por lo que es claro que es tan poco frecuente
como las doctrinas científicas completamente formalizadas. No obstante, los
casos notables de reducción que registra la historia de la ciencia han hecho
surgir entre científicos y filósofos la esperanza de que algún día será posible
contar con un solo sistema axiomático formalizado que dé cuenta, por
relaciones de inferencia, de la totalidad de los conocimientos seguros de los
hombres. Hay suficientes motivos para creer que esta esperanza de la unidad
de la ciencia seguirá siendo indefinidamente un programa irrealizable, pero
válido como ideal de gran fuerza motivadora para lograr integraciones de
enunciados científicos cada vez más comprensivas y mejor articuladas.
Provisionalidad de la ciencia
Es cierto que los sistemas científicos son aproximaciones más o menos
afortunadas a una inalcanzable "verdad objetiva"; de lo contrario no habrían
pervivido ni se hubieran desarrollado, al no representar valor de adaptación y
supervivencia para la especie humana, lo cual supone acuerdo con la realidad.
Pero eso no quiere decir que el estado actual de la ciencia, o algún estado
futuro de la misma, vaya a ser tal que no pueda sobrepasarse o superarse. La
historia de la ciencia está llena de lecciones que nos ilustran sobre la
provisionalidad de las construcciones hipotéticas y teóricas, aun de las más
majestuosas, como la síntesis mecanicista del siglo XVIII alrededor de las ideas
de Newton.. Para el filósofo de la ciencia de hoy, las generalizaciones
científicas y los marcos teóricos que las integran axiomáticamente, son
instrumentos creados por el hombre para organizar su experiencia; en cuanto
tales son cambiantes, perfectibles, reformables y hasta desechables. Son
conocimientos que no pueden ir más allá de los elementos que los justifican: la
experiencia inmediata de los sentidos y la inferencia lógica. Por más claros y
hermosos que sean los axiomas a que lleguemos, nunca podrán ser "evidentes
por sí mismos".