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HOLANDA – ÁMSTERDAM
SIMPOSIUM INTERNACIONAL AMERICANO DE ARTE RUPESTRE
PONENCIA: EL PETROGLIFO EN EL ALTIPLANO CUNDIBOYACENSE
GUILLERMO MUÑOZ
GIPRI- 1988
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Es así, un objetivo expreso poder acopiar el número de fuentes que por distintas vías han
determinado las representaciones del actual arte rupestre, desarrollando de este modo,
una exposición que facilite conocer el avance o el lugar en el cual se encuentra el estudio,
la documentación y lo poco o mucho que puede explicarse sobre las culturas que
realizaron estos monumentos pictóricos. No es dentro de esta propuesta únicamente
importante, denunciar las zonas y describir los trazos y composición formal de las figuras.
El trabajo descriptivo siempre presente y necesario debe acompañarse de un esfuerzo
sobre la exposición que evidencie la calidad de la obra en relación a la cultura y la
sociedad productora. Este análisis deberá pasar por el camino incómodo de búsqueda en
otros espacios aparentemente distantes, imaginados inconexos con las representaciones
rupestres.
1
En el 45 Congreso Internacional de Americanistas GIPRI presentó cuatro ponencias. Tres en el VII Simposium de Arte
Rupestre Internacional americano y una ponencia en Mito y Rito en las Sociedades Andinas.
2
El Grupo de Investigación de la Pintura Rupestre Indígena trabaja fundamentalmente en los Departamentos de
Cundinamarca y Boyacá, los cuales se encuentran en el altiplano en la cordillera oriental en el centro de Colombia.
2
La vía que permite una aproximación al fenómeno complejo de la cultura de los pueblos
pintores deberá entonces adentrarse en el estudio y reseña juiciosa de los investigadores
que en otras épocas han determinado criterios y temáticas no siempre legítimas, pero si
útiles para contener así una imagen total del proceso de descubrimiento y de
interpretación; en síntesis, la historia situada en un objeto particular de investigación, una
unidad de múltiples determinaciones.
La relación que puede existir entre pictografía y otras manifestaciones artísticas, todavía
no es clara. Simples analogías formales permiten escoger algunas semejanzas advertidas
en la cerámica y en la orfebrería. Pero, el cuadro completo y las evidencias suficientes no
existen. No se posee todavía una cronología completa de las culturas que habitaron el
altiplano cundiboyacense de Colombia y las distinciones que periodizan son todavía muy
3
Op. Cít. 45 Congreso, Bogotá 1985.
4
Eloy Linares Málaga. Informe del Arte Rupestre de América del Sur, I Simposium Mundial de Arte Rupestre. La Habana
13-16 de enero de 1966. El Grupo de Investigación de la Pintura Rupestre Indígena envió un mapa sobre las zonas de
Colombia donde existe petroglifos y pictografías.
5
GIPRI, Guillermo Muñoz C. “Arte Rupestre en Colombia”, V Congreso de Historia de Colombia, 1985 (dos ponencias, José
Rozo Gauta).
6
GIPRI, Guillermo Muñoz C. “Historia de la investigación del Arte Rupestre en Colombia” (Los diez últimos años) VI
Congreso de Historia de Colombia, Ibagué. 1988.
7
GIPRI, “Fascículos Nos. 43, 44, 45 y 46 de la Historia de Colombia”, Editorial Oveja Negra, 1986.
3
La inexperiencia en el arte, pensado para estos estudios como algo ajeno, se describe pero
no aparece ajustado y puesto en el cuerpo de la presentación. La relativo al arte rupestre
no se incorpora a lo sustantivo, siempre es adjetivo.
El arte rupestre, es una de las manifestaciones que más incomoda. No sólo no existe
tradición, sino que se aparece como una de las mayores contradicciones en la explicación
de la historia de los pueblos precolombinos.
Sólo algunos trabajos aislados, sin ritmos propios y continuidad, se pueden reseñar en
Colombia para el estudio del arte indígena y en particular para el arte rupestre
precolombino.
PETROGLIFOS EN COLOMBIA
8
GIPRI, Historia de la Investigación del Arte Rupestre en Colombia: los últimos diez años VIII Simposium de Arte Rupestre
Americano, Santo Domingo - República Dominicana. En esta ponencia se ponía de relieve la importancia de estudiar la
perspectiva desde la cual se ve y se percibe incluso inconscientemente el arte rupestre. La propuesta de esta ponencia es
iniciar un aparato crítico que permita trabajar en forma más científica.
9
Ver bibliografía con asterisco para los autores coloniales.
10
Ver bibliografía.
11
Silva Celis Eliécer, Arqueología y Prehistoria en Colombia. Libro azul, UPTC, Tunja 1978 – Colombia.
5
Son dos sectores de petroglifos los que son reseñados por Silva Celis: los grabados
del Encanto (Florencia, Caquetá) y los localizados en una inspección arqueológica
por el alto río minero (Buenavista-Boyacá)15. El autor anuncia siempre que sus
análisis se basan en analogías con las cuales produce un conjunto interesante de
relaciones cundo de forma reiterada aparecen los mismos “signos” es una y otra
zona: el esquema “signoidal”, los elementos curvilíneos, la espiral biomorfizada
son entre otros, rasgos que según el autor comparan ideas, representaciones de
objetos, simbolizaciones de “entes sobrenaturales” o “genios mitológicos”. Pero
12
Los petroglifos del Caquetá (Florencia) fueron localizados por el Dr. Eliécer Silva Celis y se estudian en el trabajo citado en
11.
13
Cundinamarca, Boyacá y Santander, son departamentos en el altiplano cordillera, los cuales ya tenían investigaciones
sobre arte: Triana, Pérez de Barradas entre otros.
14
El Mito de Bochica configura en el altiplano la concepción de una nueva cultura sobre su proceso de civilización en el
sentido de una nueva relación con la naturaleza y con lo sagrado. Es entonces Bochica un Dios civilizador que como otras
estructuras míticas americanas lleva a los indígenas el fuego y enseña el manejo de las aguas. En la ponencia de Bochica –
Arte Rupestre, VIII Simposium de Arte Rupestre Americano 45 Congreso Internacional de Americanistas, Bogotá, se intenta
mostrar la relación que existe entre este ciclo temático recogido por los Cronista y su posible correspondencia con el arte
rupestre.
15
Op. Cít. Silva Celis, Pág. 172. aparecen en esta publicación los documentos (levantamientos) realizados.
6
Pero sin embargo, es necesario volver a resaltar la cantidad amplia de zonas que
este trabajo investigativo (1968) posee y que se reseñará en cuanto al número de
zonas y la cantidad y calidad fotográfica de trascripción (Ver anexo 1).
La distribución del territorio muestra que los petroglifos se encuentran por fuera
de lo que se “entiende” por zona Muisca. La tesis de pisos térmicos que explica que
por encima de 2600 mts., se localiza la pintura y que de esta cota hacia tierra
caliente se observan petroglifos, se hace problemática, pues parecería no pertenecer
17
Para entender este modo de determinación en Ghisletti, es necesario tener en cuenta la teoría de Triana alrededor de la
Cultura Muisca. Ver Triana, La Civilización Chibcha en bibliografía.
8
18
Son pocos autores los que se han preocupado por el trabajo documental. Ha sido en muchos casos mayor la preocupación
de explicar sus nexos con las fuentes que se tiene (crónica, trabajos arqueológicos), Miguel Triana (1922), Pérez de Barradas
(1951), W. Cabrera Ortiz, se interesaron en la documentación. Pero no todos ellos en el trabajo de campo.
19
Ibíd., Ghisletti Louis V. Los Muiscas, Pág. 14.
9
Los petroglifos encontrados desde 1960 (GIPRI) hasta nuestros días, rompen la
seguridad que esta tesis antigua tenía como asunto seguro21. No sólo se han
encentrado en el sector que sólo debía tener pinturas sino que en el lugar donde
naturalmente estaban sólo los petroglifos se ha encontrado pinturas22.
20
Pandi queda en el Departamento de Cundinamarca, por fuera de los límites marcados como territorio Muisca. Se trata de
un sector de pintura sobre el cual se han tejido las más diversas teorías. También Tibacuy, Departamento de Cundinamarca
(tierra caliente 1600 mts) se han encontrado murales que poseen pictografías con la misma estructura formal que aquella que
se puede observar en la Sabana de Bogotá.
21
No sólo se han encentrado nuevos documentos que rompen la tesis de la barrera geográfica sino que la lista de Ghisletti se
ha venido confirmando y aparecen además nuevas zonas no denunciadas en su estudio.
22
GIPRI, 1987. Proyecto de Fusagasuga, Pandi, Tibacuy.
10
Quién, cuándo y porqué23 son las preguntas que Ghisletti se hace. Su respuesta está
organizada desde el planteamiento de Rivet al considerar que las más antiguas
pertenecen a una migración “de la raza de Lagoa-Santa (Melanesios de Rivet). La
propuesta tiene dificultades pues Pérez de Barradas ha encontrado en el Huila
(Santa Rosalía de Palermo) zona Andaki, ajena a lo Muisca, pinturas casi idénticas
aquellas que han sido vistas y fotografiadas del parque de Facatativa
(Cundinamarca-altiplano).
No se puede dejar de resaltar que no sólo aparece en Ghisletti la lista más extensa
sobre petroglifos y pictografías de una zona determinada (Cundinamarca-Boyacá)
sino que sus preguntas e inquietudes tanto en las estaciones rupestres como en las
23
Ibíd., Ghisletti Louis V., Los Muiscas.
24
Ibíd., Ghisletti Louis V., Los Muiscas.
11
vías hacia una construcción de la explicativa del sentido de tales fenómenos de las
culturas de los pueblos pintores. Así dentro de este espíritu, Ghisletti pregunta por
la naturaleza de los “signos”. Interroga sobre su carácter cuando se preocupa por
su diferenciación en canto pueden ser signos pictográficos e ideográficos. Las
dificultades son consientes en este autor pues considera que todavía no existen
condiciones para este análisis y compresión por no existir una “apreciación
estética” que pueda responder con exactitud sus preguntas.
La diversidad de zonas y la variación de configuraciones de los murales hace que
la investigación hasta 1954 se limite a propones formas teórico-metodológicas para
abordar el sentido de la estructura de los signos algunos “inteligibles” llamados
“ideográficos” en contraste con aquellos “pictóricos” que según Ghisletti muestran
su origen en objetos pues son representaciones de éstos.
Ya que no existe escritura propiamente dicha ¿debemos admitir que estos dibujos
permanecerán mudos para siempre?, conclusión rápida sin duda y contraria al
espíritu de investigación científica ausencia de escritura, de acuerdo, pero creo que
se pude afirmar que existían los elementos formativos preliminares de ella. Un
sistema de representación que pasa de la pictografía a la ideografía está a punto de
llegar a la fase de la representación fonética. En este terreno también la llegada de
los españoles interrumpió un proceso que nos hubiera dado tal vez la llave de más
de un misterio etnológico y nos hubiera quizá permitido evaluar con una precisión
mayor el valor de una civilización casi borrada bajo el alud de los emigrantes25.
25
Ibíd., Ghisletti Louis V., Los Muiscas. Pág. 11.
26
Pérez de Barradas, José. El Arte rupestre en Colombia. CSIC. Instituto Bernardino de Sahagún, Madrid 1941.
27
Realmente es la investigación de Pérez de Barradas un trabajo casi exclusivamente bibliográfico. Solo algunas zonas en el
sur del país parecen ser trabajadas por la comunidad religiosa a la cual él pertenece.
12
28
Todos estos son Cronistas del período Colonial. Ver bibliografía.
13
Con Pérez de Barradas se inician las primeras descripciones de los lugares sonde se
encuentran las rocas y las pinturas o grabados. Se interesa el autor en registrar el
lugar, al dar los nombres de la provincia, vereda e incluso el potrero en el cual se
encuentra. Aparecen los nombres de las personas que han hecho el informe o que
han realizado lo trascripción. La localización actual se complica, pues no es natural
que los dueños de las fincas permanezcan hasta 1988 conservando así los nombres
de potreros y parcelas. Además, no sobra decir que nunca fueron trabajadas estas
zonas en forma sistemática lo que permite y obliga una nueva búsqueda, aún en el
caso en que existan referencias sobre la destrucción de la roca que aparece
denunciada en 1941.
En general, las zonas que aparecen en su texto en relación con el petroglifo, no han
sido trabajados ni existe un registro documental actual sistemático. No sabemos si
estas zonas tienen o no más sectores o si éstas rocas han sido destruidas para hacer
cercas de potreros o cimientos de casas.
29
Op. Cít. Pérez de Barradas, Arte Rupestre, Pág. 12.
14
También Nariño, que es ahora investigado por el Dr. Oswaldo Granada31 aparece
con un número considerable de sectores: (Sapuyes, Cueva del P. Villota. Monbuco,
Juavoy, entre otros) de pinturas y grabados.
1. Los indígenas que encontraron los españoles no parecen ser los autores de
los murales. Ayudado por la Crónica antigua (Castellanos) y aún por la más
reciente (Juan Rodríguez Fresle) se acompaña para hacer dudar de la
paternidad de los grabados y de las pictografías.
Aquí comienza a verse el esfuerzo por desdibujar el carácter próximo a la
escritura, pues el autor se ayuda de las declaraciones que se encuentran en
la época de la Conquista y Colonia allí donde los escribanos comenta sobre
la ausencia de una tradición que no fuera la oral.
Sin ningún juicio crítico que se detenga a pensar o sensatez, el autor declara
y deja “por sentado que no son ni pueden ser escritura”32, pues los Cronistas
lo dicen. Las fuentes con las cuales se trabaja la definición final que explique
si este material documental es o no escritura no son en 1941 suficientes. Es
importante hacer notar que las transcripciones de los dibujantes son
imprecisas pues no tienen en cuenta las figuras reales de petroglifos y
pictografías.
30
Ver anexo de informes (fotocopias). César Cubillos y Duque Gómez para observar algunas “semejanzas formales con los
petroglifos del altiplano”.
31
Granado Oswaldo. Presentó su trabajo en el 45 Congreso Internacional de Americanistas, VII Simposium de Arte
Rupestre. La diferencia entre el informe de Pérez de Barradas y la investigación del doctor Granada es apreciable en
cantidad de documentos y en la calidad de la exposición.
32
Op. Cít. Pérez de Barradas, Arte Rupestre, Pág.
15
Así los “dibujos” del altiplano tenían que ser de culturas muy antiguas, muy
elementales, con fines mágicos y en ningún caso semejantes a la Cultura
Muisca.
3. Según los datos recogidos por Pérez de Barradas, la cultura Muisca llegó
por migraciones todavía no aclaradas en un época muy cercana a la llegada
de los Conquistadores. Utilizando esta formula y ayudado por la tesis
anterior, se organizan afirmaciones que pretenden dar mayor antigüedad al
Grupo Aracuac. Con esta tesis entonces afirma finalmente que pictografías y
petroglifos son sin duda realizados por pueblos anteriores a la migración de
los pueblos Chibchas procedentes del istmo de Panamá en el siglo XII de
N.E.
Miguel Triana, es sin lugar a dudas uno de los investigadores que mayor interés ha
puesto en el valor que tiene la cultura de los pueblos indígenas, principalmente
aquellos que fueron su más importante preocupación.
34
Triana Miguel. La Civilización Chibcha, Banco Popular, Bogotá, 1972.
17
Las discusiones que se han reseñado en este texto, sus autores y la dificultad de
esclarecer tantos interrogantes, se origina en casi sus aspectos en Triana. Con él se
piensa el lugar y el modo como se realizaran las migraciones. Se busca también si
existe o no una relación entre los diferentes modos de la vida cultural y material
del pueblo chibcha; se persigue el camino por el cual según la toponimia fueron los
pueblos haciéndose más cultos al llegar al altiplano. Metáfora, nombres
geográficos y arte rupestre pertenecen a la temática de su trabajo nombrado, a uno
de sus textos donde quiere explicar la relación entre el idioma y la cultura.
conjunto más amplio de rocas. Registra en su texto Los Muiscas 38 25 sectores que
pueden contener un número indeterminado de rocas. Pero, la información está
restringida al sector comprendido entre los Departamentos de Cundinamarca,
Boyacá y Santander esto quiere decir que el conteo no recoge ni el 20% de zonas
que posee el territorio nacional.
Estas preguntas y esta inquietud formuladas ahora no existían en 1980 cuando esta
excepción fue documentada. Se necesitaron más elementos y algunas otras
evidencias. En 1982, con la visita ocasional al Departamento de Boyacá en la
prospección inicial de la provincia de Márquez, fueron encontrados distintos
elementos arqueológicos que volvían a producir una representación problemática
de la estructura compleja del arte rupestre en las zonas de estudio.
41
Op. Cít. El Arte Rupestre en Colombia. Pág. 40.
21
El petroglifo de Tibaná también se encuentra en una zona que según la teoría sólo
deberían contener pictografías. En un pequeño abrigo frente a la carretera que
conduce al pueblo de Tibaná se encuentra el petroglifo. Al observar detenidamente
el grupo de trazos se nota que después de realizar el trazo del surco y al finalizar el
petroglifo, la superficie fue pintada con óxido ferroso.
El trabajo de campo pone así en evidencia las tesis clásicas como naturalmente
problemáticas. Sus criterios más claros y sus distinciones más certeras se ven con
estos documentos convertidos en opiniones y pasan a ser formas del inventario
histórico de la interpretación. Si los petroglifos están acompañados por pigmentos
(óxidos ferrosos) es posible decir por lo menos que debió existir una continuidad
cultural y que el petroglifo al ser “más antiguo”, conservó para la sociedad
posterior el carácter de sagrado, necesario para incorporarse a la vida espiritual y
material del pueblo pintor44.
En 1984, por la invitación del Profesor José Rozo Gauta a explorar la zona
occidental de Boyacá, fueron localizados y documentados dos petroglifos en
Buenavista. Ya se había encontrado años atrás un petroglifo45; pero hasta ahora no
se había visto el nexo posible entre el arte rupestre como conexión entre dos o más
modalidades. Las dos rocas de Buenavista constituyen las opciones problemáticas
para abrir un estudio sobre la prolongación del arte rupestre o la relación entre la
pictografía y el petroglifo con algunas analogías en los temas de la orfebrería, la
cerámica y otras fuentes. El planteamiento es conscientemente provisional, pues las
42
Las columnas de Ramiriqí (1 columna y 2 fragmentos de la Publicación de Ghisletti) y las encontradas en Bayeta (ver
anexo), constituyen al igual que los Monolitos Toscos del Infiernito y las columnas descritas por Silva Celis, una fuente
importante para el estudio de la cultura del altiplano.
43
Las columnas de Bayeta fueron encontradas por GIPRI en 1978. Se observan en una ladera empinada y regadas sobre el
piso (acostadas) como si intempestivamente se hubiera paralizado la labor de trabajo de 6 columnas. No todas están
terminadas. Dando así la idea de cómo se trabajaban (ver anexo).
44
GIPRI. Historia de la Investigación del Arte Rupestre en Colombia. 45 Congreso Internacional de Americanistas, Bogotá
1985.
45
Op. Cít. Arqueología y Prehistoria de Colombia. Pág. 60.
22
recurrencias formales que pueden dar elementos sobre relación cultural en estas
dos modalidades, también pueden esconder otras posibilidades explicativas.
46
El abrigo de pinturas de Sáchica contiene un sin número de caras. Algunas de éstas son rectangulares, pero la cantidad
mayor está en caras triangulares sobre las cuales por su recurrencia parecen conformar una representación de la noción del
cuerpo humano.
47
GIPRI. Rozo Gauta José. Bachué (mito y pintura Rupestre) 45 Congreso Internacional de Americanistas, Bogotá 1985.
23
Los triángulos en algunas de las caras se inscriben de tal manera que se produce
una distinción entre cara y cabeza. Pero cada una de las cabezas en general está
acompañada por otra cabeza. Las dos cabezas se encuentran en el vértice inferior
del triangulo (quijada). La imagen de espejo, de un espacio semántico superior
(hacia arriba) y de una estructura no necesariamente simétrica inferior (hacia
abajo) compone el concepto o representación del cuerpo, que sin duda alguna
privilegia a la cabeza o por lo menos es resaltada para una información especial.
El costado izquierdo (del observador) desde el centro presenta una estructura que
parece hacer referencia a atributos masculinos. Se encuentran igualmente
“motivos” que se suponían sólo debían presenciarse en las pictografías. Las figuras
raniformes, las líneas quebradas, etc. denominadas tradicionalmente geométricas,
se pueden encontrar aquí en este petroglifo del mismo modo que se encuentran en
Suacha, Bosa, constituyendo así un estilo y una configuración formal típica de un
grupo que prolonga su temática en petroglifos y pictografías.
Cada zona deberá tener una monografía crítica que valore las técnicas y lo logros
documentales del mismo modo que pueda impulsar las determinaciones que
relacionan la estructura y el sentido de las distintas modalidades del arte rupestre
y sus conexiones con otros órdenes de la cultura y la investigación.
Pero los documentos para buscar las relaciones del arte rupestre en el altiplano no
terminan aquí. Wenceslao Cabrera Ortiz48 publicó un petroglifo majestuoso
denominado Petroglifo CU-5A 1. Se trata de un levantamiento efectuado en
cuadricula. Sus dimensiones son 16 mts. de largo por 8 de ancho. Contiene una alta
concentración de figuras por Mt2 (ver anexo). Lo más importante es la calidad de
los grupos formales que sin lugar a dudas contiene la configuración temática
anunciada como exposición del el cuerpo como “hijo de” en forma simplificada en
“dibujos” triangulares.
Caras triangulares y cuerpos en forma de “reloj de arena” son en este petroglifo las
figuras más representativas e incluso en porcentaje, el tema más usado par la
unidad completa del mural. Aparecen variaciones de habilidad del autor pero se
conserva una estructura formal. Así las formas de Ramiriqí (Triana 1922),
Buenavista (1984), Guasca (1985-86), Sasaima (1986), entre otras, pertenecen a un
grupo cultural que ha dejado en petroglifos y pictografías una temática que se
expresa en una estructura formal unitaria.
En 1987, la investigación de GIPRI fue sorprendida por un petroglifo en el sector
sur occidental de la sabana de Bogotá. La roca de Santandercito es una nueva pieza
documental que cada ves obliga más a un estudio que sólo documente
sistemáticamente las zonas y las rocas, sino que dé respuesta a los que aquí se
presenta como primera aproximación, como inquietud frente a una estructura
formal y advertida y presente en zonas bastantes distantes unas de otras.
49
La roca de Santandercito, recientemente encontrada, es trabajada actualmente.
50
Antonio Núñez Jiménez en su texto Facatativa Santuario de la Rana había enfatizado el valor simbólico de este batracio
como eje temático de la cultura de la zona sur occidental de la Sabana de Bogotá.
51
Ver anexos de San Agustín donde al igual se advierten formas curiosamente semejantes y que constituyen las bases
iniciales para desarrollar las posibles influencias culturales.
52
Ver anexos, San Agustín (Huila).
26
En 1975, en Chía se localizó y fotografió por un turista ocasional una roca que
contenía un número y una firma semejante. No se afirma esto como evidencia de
una relación aclarada como un nexo objetivo entre una zona y otra. Se llena este
informe de preguntas y de inquietudes frente a la desusada insistencia de los
investigadores para buscar la explicación. Algo más, en la base de la roca No. 1 de
Ramiriqí (Boyacá) y en la roca contigua, se encuentran multitud de pequeños
hoyitos que no parecen haber sido efectuados con el propósito de contener, por su
reducido tamaño, ningún líquido ni ningún objeto. Se caracterizan, si así se puede
decir, por ser metafóricos, por un hoyuelo central y más grande que está
acompañado por un número particularmente grande de moyitas, de concavidades
de forma cónica. Es apreciable el proceso de elaboración, el refinamiento con el
punteo sistemático y regular que produce el instrumento para conseguir una
concavidad equilibrada aún con lo pequeña.
GUILLERMO MUÑOZ C.
Grupo de Investigación de la
Pintura Rupestre Indígena GIPRI