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Interpretación Bíblica

Ing. Miguel Martínez


Apuntes Semana 1

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INTERPRETACIÓN BÍBLICA – Clase 1

Introducción

Una característica del Cristianismo como religión, y que la hace distintiva de otras
religiones del mundo, es la especie de relación que se establece entre Dios y su
criatura, el hombre. Mientras que para los demás sistemas religiosos el hombre
trata de aproximarse a su Dios, para el cristiano Dios es el que se acerca al

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hombre para tener comunión con Él. El hombre conoce a Dios tanto como Dios
quiere revelarse a él.

Romanos 1: 19
Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó.

Dios hace el esfuerzo de alcanzar al ser humano. La máxima expresión de esto es


Jesucristo. Para darse a sí mismo a conocer a su criatura, Dios habló. Y se aseguró
que sus palabras, y la historia de su relación con el hombre, queden grabadas
para siempre.

II Pedro 1: 21
Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo tomó a su cargo ese trabajo, e inspiró a santos hombres a


registrar sus obras, sus dichos, su relación con el hombre y también la
correspondencia de éste a la iniciativa divina.

II Timoteo 3: 16
Toda la Escritura es inspirada por Dios.

La Biblia contiene la revelación que Dios hizo de sí mismo al hombre. Si queremos


conocer a Dios, debemos ir a ella para ver qué dice Dios acerca de sí mismo. El
proceso de encontrar el propio sentido a lo que se lee se llama interpretación.

II Timoteo 2: 15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

El apóstol Pablo le dice a Timoteo que debe usar correctamente la Palabra de


Dios. En griego usó la palabra orthotomeo, que significa “marcar en línea recta”,
es decir, guiar la palabra de verdad por un curso recto. Significa partir del punto A
y llegar al punto B sin extraviarse en el camino.
Quiere decir apuntar y acertar al blanco, sin errarle. Uno de los significados de
“pecado” en la Biblia es “errar al blanco”. Entonces, ¿se puede pecar al
interpretar la Biblia? La respuesta es sí. Y cualquier ministro de la Palabra que
tenga cierta experiencia podrá dar testimonio de las veces en que tuvo que
doblar sus rodillas delante de Dios y pedirle perdón por haber interpretado
incorrectamente las Escrituras. También las Escrituras pueden torcerse a
propósito, por diversas razones. Este es el gran pecado de los falsos ministros,
que adulteran (en griego kapeleuo: adulterar, falsificar) la Palabra de Dios.

II Corintios 2:17
Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios,
sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos
en Cristo.

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Definición

La ciencia y el arte de la interpretación bíblica se conocen como HERMENÉUTICA.


Esta palabra fue empleada por primera vez en un libro escrito en el siglo XVII por
J.C Dannhaur. El término deriva del griego hermenéuo que significa INTERPRETAR.
La ciencia de la hermenéutica es aquella que aplica todas las reglas necesarias
para la explicación correcta de algún pasaje literario. Si aplicamos la
hermenéutica al texto de la Biblia, estamos en presencia entonces de la
HERMENÉUTICA BÍBLICA.

La hermenéutica es un arte tanto como una ciencia. Es una ciencia porque hay un
método que se aplica al texto con el fin de interpretarlo, hay un conjunto de
reglas establecidas que guían a la correcta interpretación. Es un arte porque en
ocasiones algunos elementos en el texto escapan a este fácil encasillamiento
dentro de las normas establecidas, y es entonces cuando sale a relucir la
capacidad y experiencia del intérprete bíblico. La sana hermenéutica es madre de
la buena exégesis, y la exégesis es la piedra fundamental de toda predicación
veraz de la Palabra de Dios. La hermenéutica, la exégesis y la predicación son
puntos que forman una línea continua en un mismo proceso.

Sus Inicios

Los inicios de interpretación bíblica se registran a partir del escriba Esdras, quien
en compañía de otros, leía las Escrituras ante todo el pueblo de Israel que se
había congregado al aire libre. El pueblo de Israel había sido llevado cautivo a
Babilonia por haberse apartado de Dios y desobedecido a su Ley. Allí en el
cautiverio Dios revivió el corazón de ellos. Levantó a personas llenas de su
Espíritu, como Esdras el escriba, que decidieron aprender de los errores pasados.
Ellos volvieron a la Palabra de Dios de todo corazón. De Esdras se dice:

Esdras 7:10
Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y
para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.

Allí en el exilio se establecieron escuelas para enseñar y aprender la Ley de Dios.


Con mucho esfuerzo se transcribieron los libros del Antiguo Testamento, se los
puso en orden, y se les dio la forma con que aparecen en la Biblia.

Ese fue el origen de las sinagogas. Antes de ser llevados cautivos, el culto a Dios
se centraba en el Templo y los rituales que allí se conducían. Pronto la adoración
a Dios degeneró en ritualismo y formalidad. La gente dejó de adorar al Padre en
espíritu y verdad. Dios llegó a decir:

Isaías 1:9-14
Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como
Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra. Príncipes de Sodoma, oíd la
palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
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¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios?
Hastiado estoy de holocaustos de carnero y sebo de animales gordos; no
quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién
demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí
para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es
abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo
puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas
y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas;
cansado estoy de soportarlas.

Pero en el Babilonia no había Templo, o sacrificios, o fiestas solemnes. Allí el


pueblo de Dios tuvo que buscarle en oración y en la Palabra. Nacieron los
escribas, también llamados doctores de la Ley, un grupo de personas que amaban
la Palabra de Dios, la estudiaban, la copiaban y trataban de encontrarle
significado. Esdras era uno de ellos. Cuando Dios permitió que el pueblo de Israel
regresase a su tierra, Esdras regresó con ellos.

Avivamiento De La Palabra
Ya en Jerusalén, acontece el último avivamiento que es registrado en el Antiguo
Testamento. Dios comienza a mover entre su pueblo despertando su Santa
Palabra. Dios había prometido este despertamiento por boca del profeta Jeremías.
Jeremías 8:10-14
Porque así dijo Jehová: cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo
os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros
volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de
vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin
que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os
oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro
corazón. Y seré hallado por vosotros, y haré volver vuestra cautividad, y os
reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice
Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

El pueblo que habitaba en la Ciudad Santa se reunió espontáneamente frente a la


Puerta de las Aguas, y le pidieron a Esdras que trajese la Palabra de Dios y se las
leyese. Los líderes inmediatamente se dieron cuenta de lo que estaba
sucediendo. Dios estaba moviéndose otra vez en su pueblo. Se mandó construir
una plataforma y un púlpito sobre ella, para que todos los convocados pudiesen
escuchar la lectura de la Palabra.

Nehemías 8:1-3
Y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante
de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro
de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras
trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y
de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en
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el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde
el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los
que podían entender. Y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro
de la ley.

Muchos de los exiliados que retornaron no sabían hablar correctamente la lengua


hebrea. Ellos habían crecido en Babilonia donde se hablaba Caldeo. Por lo tanto
tenían problemas para entender lo que se estaba leyendo.

Para solucionar esto, Esdras designó personas de la tribu de Leví para que,
cuando alguno no entendiese alguna parte de la lectura, ellos explicaran los
términos, expresiones y giros idiomáticos al pueblo.

Nehemías 8:7-8
Y los levitas... hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en
su lugar. Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido,
de modo que entendiesen la lectura.

Ese día no hubo música, canciones, o predicación. El único programa de la


reunión fue la lectura de la Ley de Dios. La Palabra de Dios, leída y entendida,
comenzó a causar efecto en los corazones del pueblo reunido. Algunos,
redargüidos de pecado, confesaban sus transgresiones. Otros se postraron sobre
sus rostros y adoraron a Dios.

La lectura era interrumpida constantemente por el ruido de la gente llorando, sus


corazones movidos por la Palabra. Se dio un mandamiento al pueblo.

Nehemías 8:9-10
Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que
hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová
nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba
oyendo las palabras de la ley. Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed
vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque
día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová
es vuestra fuerza.

¡Quiera Dios derramar sobre nosotros también un avivamiento de su Palabra,


como fue en los días antiguos!

Importancia De Su Estudio

La historia de la interpretación bíblica es larga, pero Lutero fue uno de los


primeros que propuso una breve serie de reglas como guía para una
interpretación seria de la Biblia. La hermenéutica reconoce el aporte de otras
muchas disciplinas, y ha buscado la inclusión de estos conocimientos a las
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herramientas que el intérprete tiene para realizar su tarea. De manera que para
interpretar la Biblia adecuadamente, es necesario el conocimiento de otras
ciencias, que aportan al conocimiento general y hacen a una buena interpretación
bíblica.

Cuando nos aproximamos por primera vez a la Biblia, nos damos cuenta que no
es un libro, sino una colección de libros, sesenta y seis en total: treinta y nueve
del Antiguo Testamento, y veintisiete del Nuevo Testamento. Esto se presenta
como un problema para aquel que se inicia en la tarea interpretativa. Estos libros
fueron escritos por distintas personas, y de algunos de ellos se desconoce su
autor. Además, los libros fueron escritos en épocas muy distintas. Entre el primer
libro escrito y el último transcurrieron alrededor de 1500 años. Esto aparece como
un problema adicional que el que quiera interpretar correctamente las Escrituras
deberá tener en cuenta.

Si analizamos con detenimiento, veremos que todo lenguaje humano tiene sus
propias características y sus modos de expresión, que no tienen su equivalente en
el idioma propio del intérprete. Los modismos, proverbios, peculiaridades
gramaticales, referencias a costumbres o circunstancias locales podrán causar
problemas de interpretación para el que quiera entender el significado original de
lo que el autor quiso comunicar en su lengua propia.

Es por eso que, al comenzar la tarea de interpretar la Biblia, no hallamos ante un


problema complejo. Las Escrituras fueron escritas en lenguajes que ya están
muertos, y que además no pertenecieron a la misma familia lingüística que
nuestro idioma. Los escritos que los hebreos dejaron son los sagrados y los
apócrifos, con algunas pocas excepciones. El idioma hebreo que se habla en la
actualidad está basado precisamente en esos escritos, por lo que su estudio no
aporta algo nuevo a lo que ya se sabe sobre ese lenguaje. El Antiguo Testamento
fue escrito en hebreo, con algunos pasajes en arameo, un idioma relacionado con
el hebreo, y otros pocos en caldeo.

El caso del Nuevo Testamento es distinto. Estos libros fueron escritos en una clase
de griego popular llamado “koiné”, y existen numerosos documentos escritos en
ese idioma que ayudan a entender las características lingüísticas de este idioma.
Estos documentos se llaman los “papiros”.

El problema que presentan estos idiomas es lo desconocido de ellos: sus


características gramaticales, sus modos de expresión, los proverbios populares de
ese tiempo, los giros idiomáticos, etc. A esto se suman los problemas propios a
todo trabajo de traducir lo escrito en un idioma a otro. La hermenéutica ayuda a
investigar éste problema y tratar de resolverlo, y otros más que afectan la
interpretación de algún pasaje bíblico en particular.

Características Del Intérprete

La ciencia y arte de interpretar la Biblia requiere como premisa fundamental que


el intérprete emprenda por sí mismo la misión interpretativa. Y por eso
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precisamente es necesario que el intérprete de las Escrituras posea el Espíritu de
Cristo morando personalmente en él. La Biblia es un libro espiritual, que explica
las cosas espirituales con palabras espirituales, y sólo el hombre espiritual puede
entenderlas.

I Corintios 2:14
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque para él son locura, y no las puede entender, porque han de
discernirse espiritualmente.
Dios quiso revelarse al hombre, y para darse a conocer, habló a través de santos
hombres de Dios, que escribieron los distintos libros de la Biblia. El hombre tiene
una obligación delante de Dios de conocer el mensaje divino, estudiarlo e
interpretarlo correctamente.

No hay excusa para no leer las Escrituras.

Cada persona será responsable delante de Dios por el mensaje que ha recibido, y
por su actitud con respecto al mismo. Para ayudar al cristiano a interpretar
correctamente las Escrituras, el Espíritu Santo a dotado a ciertas personas con el
don de la enseñanza:

Efesios 4:11-12
Y él mismo constituyó... pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

Las Escrituras nos enseñan claramente por qué todo hombre debe ocuparse de
leer y entender las Escrituras

Juan 5:39
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la
vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

Hechos 17:11
Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron
la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si
las cosas eran así.

El ser humano tiene la obligación moral de estudiar las Sagradas Escrituras, pero
no tiene el derecho de interpretarlas a su propio gusto.

II Pedro 1:20
Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada.

La interpretación bíblica debe hacerse con reverencia, porque es la Palabra de


Dios. Y esta interpretación debe ser guiada por el Espíritu Santo, que es el mejor
maestro.

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La Actitud Del Intérprete

El cristiano ha sido hecho partícipe del Espíritu de Dios, justamente para poder
entender las cosas que Dios ha preparado para él. De allí se deduce cuán
importante es para el que quiera interpretar la Biblia tener al Espíritu Santo
morando en él.

I Corintios 2:12
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.

Aparte de tener el Espíritu de Dios morando en él, el intérprete debe tener una
actitud de reverencia y profundo respeto por la Palabra de Dios. La humildad
es la mejor cualidad que el intérprete pueda tener. La Palabra es de Dios, y el que
la lee debe reverentemente reconocer esto. También ante los hombres el
intérprete ha de ser humilde, pues ellos son a menudo utilizados por Dios para
enseñar. La humildad es necesaria para estar en una situación apropiada para
recibir la verdad por medio de aquel que Dios ha señalado para la instrucción.

El que interpreta la Biblia debe cuidarse mucho de pensar que es infalible, aunque
esté convencido que obtuvo una revelación de Dios. El apóstol Pablo recibió su
evangelio directamente de Dios:

Gálatas 1:11-12
Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es
según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo.

Pero Pablo, sin embargo, subió a Jerusalén guiado por el Espíritu Santo, para
exponer su evangelio ante los demás apóstoles, que tenían fama de ser versados
en la doctrina divina, para saber si acaso por tanto tiempo había corrido en vano.

Gálatas 2:2
Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano,
expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico
entre los gentiles.

A veces se quieren tomar verdades bien claras y establecidas, y diluir su sentido


con una mezcla de intelectualismo y una supuesta espiritualidad. Por ejemplo,
muchos rechazan el infierno como algo indigno de la revelación divina, aduciendo
la imposibilidad de fuego material en un mundo espiritual, o que es algo
incompatible con el amor de Dios. Es imprescindible un sentido de reverencia
ante la revelación divina.

También es posible que una palabra o frase, en un idioma antiguo, se preste para
burla o risa en el sentido moderno del término. Se debe ser respetuoso ante la
terminología usada, y los giros idiomáticos propios del lenguaje.

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Hay que ser reverentes ante la manera de interpretar ciertas doctrinas por grupos
o denominaciones particulares. La manera de celebrar el bautismo en aguas, o la
Cena del Señor por otras congregaciones no debe ser motivo de comentarios
livianos o jocosos. Hay que ser reverentes ante la revelación que ellos recibieron,
aunque no se compartan sus puntos de vista.

Entre todas estas actitudes, el espíritu de obediencia debe destacarse en el


intérprete. Cuando Dios habla, es para ser obedecido. No se puede esperar que
Dios hable si no se está dispuesto a obedecerle. Este sentido de obediencia debe
estar presente en la vida del intérprete y expositor de la Palabra, porque si no,
aún cuando pronuncie una verdad con toda precisión, su mensaje carecerá de la
potencia de Dios necesaria para causar en los oyentes el efecto deseado.

Por otro lado, el predicador siempre tenderá a modificar el mensaje de acuerdo a


su propia desobediencia, pervirtiendo así el mensaje, como ocurrió con los
fariseos en los tiempos del Nuevo Testamento (Juan 5:38 a 40).

La actitud correcta también debe incluir la oración. La interpretación y la


exposición de la Palabra de Dios reflejarán la vida de oración del ministro. Está
por demás insistir en los peligros de una interpretación bíblica sin el auxilio del
Espíritu Santo, que es quien nos guía a toda verdad.

Santiago 1:5
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

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