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Introducción histórica
En la novela de Migel Mena se plasma una época muy conreta de la historia de España:
la Transición.
En 1975 muere el dictador Franco y las fuerzas políticas inician un proceso de apertura
y camino hacia la democracia. Son varios los hechos que propician esta transición: la
actitud del Rey, firme en ser un monarca constitucional; la sociedad española que había
cambiado profundamente desde la época de la Guerra Civil y que estaba deseosa de
mayores libertades, parte de los políticos del anterior régimen que querían un relevo
institucional, los sindicatos y fuerzas políticas de izquierda – todos ilegales por
entonces- que presionaban a favor del fin del franquismo.
Por otro lado, los “ultras”, esto es, los que añoraban el régimen anterior, estaban
totalmente en desacuerdo con todo lo que se había conseguido. Muchos estaban todavía
en puestos políticos y de la administración del estado (funcionarios: había que ser
favorable al régimen anterior para poder conseguir un puesto en estos puestos), y veían
con malos ojos la situación.
El ejército sobre todo, que había sido el apoyo constante al franquismo – Franco ganó
una guerra gracias a él – acostumbrado a un trato de favor, veía con enorme
desconfianza el estado de las Autonomias, donde a su entender peligraba la unidad de la
patria (el ejército está para defenderla).
La polícía –aparece también en la novela - estaba acostumbrada a actuar con impunidad
en lo que a malos tratos y torturas se refiere, muchos eran también contrarios a la
democracia.
Hubo un “Terrorismo” de derechas, con grupos como el Batallón Vasco Español, los
Guerrilleros de Cristo Rey y otros, que actuaban con violencia presionando,
amenazando o directamente agrediendo o matando a los miembros de partidos de
izquierdas – sobre todo comunistas – o a sindicalistas (ej.la Matanza de Atocha).
Todo esto crispaba mucho el ambiente político. En 1981 Adolfo Suárez estaba
desprestigiado, y se respiraban tiempos de crisis, no había sustituto claro para el que
había liderado hasta ahora la Transición. El partido más fuerte en la oposición era
entonces el PSOE, liderado por Felipe González, al que no apoyaban ni los más
izquierdistas, ni desde luego los “ultras”, que temblaban al pensar que un partido
socialista podía entrar a gobernar en España.
Para empeorar las cosas, todo el mundo – y España también, por supuesto – estaba en
medio de una profunda crisis económica –la derivada de la Crisis del Petróleo de 1973-
que estaba produciendo una espantosa inflación (el el libro pone de cuánto¡¡) y el cierre
de muchos negocios y el consiguiente paro.