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República de Colombia
Departamento de Nariño
Municipio de pasto
La Disciplina 2 Luis Hernando Mutis Ibarra
LA DISCIPLINA
Para domesticar o para el desarrollo humano
CONTENIDO
1
FOUCAULT, Michel. “Vigilar y Castigar. Editorial siglo XXI, 11ª edición, 1985. Págs. 175, 214, 218, 221.
2
FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Págs: 142, 152, 153, 160, 175, 214, 221.
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Cuando hacemos algo por obligación y por deber -no nos gusta, ni queremos
hacerlo-, tarde o temprano quedaremos atrapados en esas condiciones, y será muy difícil
desembarazarnos de aquello. Cuando se hace las cosas porque ― nos toca‖ hacerlo, será
una vida poco inteligente. Tenemos que asumir que todo lo que nos pase será única y
exclusivamente responsabilidad nuestra y de nadie más. La conciencia nos dice que
nosotros somos el centro del mundo, de nuestra existencia. Vivir con plena consciencia
es vivir armoniosamente, en una celebración constante.
Se ha insistido constantemente que el temor y el miedo se constituyen en la
caries y el asesino de la creatividad y la inteligencia. Al provocar o crear miedo y/o temor,
la inteligencia se paraliza y si es constante, es como la herrumbre que la va destruyendo,
se la va carcomiendo poco a poco, haciendo que la persona viva un infierno permanente.
Bien lo decía Gordon R. Taylor que: ―cuando al ser humano no se le permite amar y crear,
surge en él una incontenible necesidad de odiar y destruir‖.
La inteligencia vive en el presente, no en el pasado, por lo tanto, no acumula; pero
cuando no hay confianza en la capacidad de hacerle frente a la vida, surge el deseo
compulsivo de guardar y poseer; es decir, miedo y avaricia van juntas. La persona
inteligente está satisfecha con lo que dispone y se esfuerza por lo probable, pero nunca
por lo imposible o improbable, ya que eso es característica del intelecto y no de la
inteligencia.
Si observamos a un niño, podremos ver que es un ser abierto a la existencia, vive
siempre en el presente, con una inteligencia y creatividad grandiosa; pero, a medida que
crece y comienza a hacer parte de la sociedad, comienza el bombardeo –con creencias,
pautas de crianza, ideologías, etc.- que va destruyéndola. Se infunden estados
emocionales funestos a su Ser interior, que lo va apagando paulatinamente.
Cuando su vida entra en los espacios y tiempos educativos institucionales –
escuela, hogar, colegio, universidad- sus estados cualitativos de conciencia e inteligencia
se van destruyendo; los va haciendo cada vez menos inteligentes, puesto que las
prácticas y pautas de formación llevan al lado opuesto de lo propuesto en sus propósitos,
que muchas veces, e inadecuadamente afectivos se quiere lo mejor.
Así pues, se propone desarrollar varios aspectos –libertad, reflexión, libre
pensamiento, gestión, autocontrol-, pero la acción cotidiana es que repitan y repliquen lo
mismo que el profesor –los padres, sacerdote, líder u otra persona- haya dicho –
obviamente muchos también repiten lo que otros dijeron o dicen-; se pretende reflexión,
pero se obliga la memoria mecánica; se pide escribir, y la acción es la copia; un objetivo
es la libertad y la autonomía, pero la práctica es la domesticidad y la obediencia; se habla
de democracia y convivencia pacífica, pero los actos, el lenguaje y la enseñanza toda es
plagada de violencia y autoritarismo; se solicitan planes, pero todo se programa; cuando
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libertad, pues no se podría condenar por dichos actos, ya que lo único que se ha hecho
es obedecer; de tal manera que si se quiere castigar por algún hecho de consecuencias
negativas o nefastas, habría que hacerse con la fuente desde donde se emitió la orden.
Hay que entender que cuando se obliga –por la amenaza, el poder, la violencia- a
las personas es por la única vía de que el otro ―haga lo que yo pienso‖, sin pedir opinión o
consentimiento; se hace por la manipulación y/o la represión, que impone e igualmente
reduce a las personas a cosas. Aquello se forma como una prisión sin paredes físicas,
que es casi imposible escapar de ella, porque está en todas partes y tiempos, la forma
intangible pero sentible es por lo general cuando se usa la fuerza del poder de la ley –lo
legal, lo jurídico cuando no son justas y se manipulan para dañar al otro-.
La manipulación no necesita comprensión; la represión es fácil, cualquier tonto con
poder puede hacerlo. Pero todo lo que se reprime tendrá que ser reprimido una y otra
vez… y, sin embargo, nunca será eliminado. Se volverá cada vez más poderoso según
avanzando, porque se volverá más y más débil para resistir o luchar contra ello. Esto
sucede no únicamente en las relaciones con otras personas; también ocurre con nosotros
mismos cuando lo hacemos con nuestras emociones o condiciones. Por ejemplo, cuando
se reprime el sexo, la persona se volverá más sexual; cuando se reprime el enojo, se
volverá ira, cuando no se expresa lo que se siente, aflora el resentimiento y la venganza;
la represión crea astucia; cuando la sociedad es más desigual y represiva vuelve a los
pobres neuróticos y unos ricos hipócritas.
La obediencia tiene simplicidad; la desobediencia requiere un nivel de inteligencia
mucho más alto, prácticamente es de orden superior. Cualquier idiota puede ser
obediente; y, de hecho, sólo los idiotas pueden ser obedientes, ya que, una persona
inteligente antes de una acción pregunta –porque el desobediente no reacciona, actúa
desde su conciencia, el tipo de desobediencia que aquí se trata, no es en el sentido de
únicamente llevar la contraria, de sólo hacer lo opuesto como una simple reacción
mecánica provocada por diversos factores (odio, venganza, hacer quedar mal, porque no
cae bien, rencor)- ¿por qué tengo que hacerlo? Y, a menos que conozca las razones y las
consecuencias de ello, no se involucra en nada, porque está siendo muy responsable de
sus actos.
La responsabilidad no es algo que se toma a la ligera; es una de las formas de vida
más auténtica –pero también muy peligrosa- pero no significa desobedecer por
desobedecer, porque sería otra nueva idiotez.
Desde esta mirada, la desobediencia se constituye en una gran revolución. No
implica decir un ―no‖ rotundo en cada situación, significa sencillamente decir sise va o no
hacerlo, si es benéfico y de acuerdo con nuestra consciencia o no. Es tomar la
responsabilidad por sí mismo. No se trata en absoluto sólo de estar en contra de un
mandato o una orden, no es una reacción inconsciente y mecánica.
Cuando se recibe o se ordena algo –o incluso se solicita-, existe la oportunidad de
responder; y si lo que se pide es correcto, entonces ¿por qué no hacerlo? Si por otro lado,
lo que se pide o se ordena no es correcto, es contrario a nuestra conciencia; pidamos
explicaciones o demos y expongamos nuestras razones, argumentemos por qué no es
correcto. Ayudemos a ver, concienticemos que lo que se ordena hacer, no está en una
dirección adecuada, o va contra nuestros propios principios, que no podemos asumir las
consecuencias de aquellas acciones.
No se quiere decir que hay que ser desobediente sólo por serlo. Se dice es: que
cuando se sienta que hay que ser desobediente, seamos desobedientes; seamos fieles a
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sí mismos. Puesto que, la única responsabilidad es consigo mismo, no con nadie más.
Una persona consciente se arriesga. Está dispuesta a morir antes que hacer
concesiones. Por supuesto, no luchará por cosas innecesarias, no luchará por cosas
secundarias; pero en lo referente a lo esencial no será obediente. Pues, el primer respeto
se lo debe a sí mismo y, a través de él puede respetar a todos los demás, comenzando
con sus padres. Pero si no hay respeto por sí mismo, el respeto por cualquier otros será
falso.
El camino de la desobediencia no es un camino estancado, no es simplemente
oponerse a todas las órdenes, no es una actuación vengativa o por devolver el ridículo. El
camino de la desobediencia es un camino de mucha inteligencia. A fin de cuentas no es
cuestión de obediencia o desobediencia reducida al hecho básico literal. Es una cuestión
de inteligencia, de consciencia. A veces se tendrá que decir: ―lo siento, no puedo o no
quiero hacerlo‖, pero no es una cuestión simple de estar en contra de lo que se ordena.
Lo que cuenta no es el factor del sentimiento o la emoción, sino de que si es o no
correcto, lo que cuenta es la acción que se tiene que hacer; y tiene que usarse toda la
inteligencia y la conciencia para decidirlo. Si es correcto, entonces hay que ser obediente;
pero, si es errónea, seamos desobedientes. Pero definitivamente no hay conflicto entre
ellas, no hay que sentirse herido.
La desobediencia no está simplemente contra la obediencia. La desobediencia
está por encima de la obediencia y de la mal entendida desobediencia como simple
oposición. La desobediencia es aserción de la conciencia, es un reafirmar la propia
inteligencia, en el sentido de tomar la responsabilidad, en hacer todo lo que parezca
correcto al propio ser, no se hará nada en contra de la propia conciencia. El concepto del
término desobediencia nos hace entender que todo depende de nosotros, que nosotros
somos el factor decisivo en todas las acciones de la vida. Y eso da una fuerza y una
energía grandiosa, porque todo lo que hagamos lo hacemos con apoyo racional; que
somos únicos y exclusivos responsables de lo que nos ocurra, de que asumiremos por
completo las consecuencias de nuestros actos, sin considerarnos víctimas de nada ni de
nadie.
Cuando no vamos a hacer algo, es importante explicar a la otra persona por qué
no se va a hacer. Expliquémoslo sin ira, sin enojo ni agresividad, porque la expresión
iracunda es simplemente la evidencia de nuestra debilidad; es una simple reacción
mecánica y no inteligente. Y la inteligencia significa habilidad para responder, porque la
vida es un flujo. Hay que ser consciente y ver qué es lo que se requiere de nosotros, cuál
es el reto de la situación, para comportarse con arreglo a la situación y no con arreglo a
respuestas predeterminadas y/o prefabricadas: La persona depende de su propio
entendimiento, confía en su propio ser; se ama y se respeta a sí misma.
Es necesario precisar que obedecer una orden y comprender algo son dos cosas
diametralmente diferentes y hasta opuestas. Si, al entender, nos sentimos satisfechos y
hacemos algo partiendo de eso, prácticamente no se está siguiendo una orden externa;
se está siguiendo la propia consciencia.
Por otra parte, siempre se ha dado como verdad absoluta que los individuos
existan para ellas y no al contrario. Por qué no pensar de manera opuesta, en el sentido
de que la sociedad, como el Estado o la nación y la cultura existan para el individuo. Todo
lo demás se puede sacrificar, pero el individuo no puede ser sacrificado por nada. La
individualidad es el florecimiento mismo de la existencia; nada es más elevado.
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3
ANÓNIMO. “Bhagaavad-Gita”. Editorial Edad. Madrid, 1981. Págs. 63
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Necesitamos también hacer el viaje hacia adentro, pero ¿cómo ir hacia adentro?
―Si empiezas a esforzarte por ir hacia adentro, no será dentro. Si tratas de hacer un
esfuerzo por ir hacia dentro, no será dentro, porque todo lo que hacemos con esfuerzo
conduce hacia afuera, nos lleva fuera; todo lo hecho con esfuerzo va hacia fuera. Ir hacia
dentro significa relajarse, soltarse; no hay otra manera. Cuando te relajas vas hacia
adentro, cuando empiezas a hacer algo vas hacia afuera. Hacer significa ir hacia fuera, no
hacer significa ir hacia dentro. Por eso es arduo. Si hubiese algo que hacer, te habría
dicho: ¨Haz esto y estarás dentro de ti¨. No es cuestión de hacer. Tendrás que aprender a
tener paciencia, tendrás que aprender a tener una paciencia infinita‖ 4. ―primero vuélvete
alerta en las cosas pequeñas. Andando por la calle, vuélvete más alerta, trata de estar
más alerta. Para un proceso tan simple como andar por la calle… no necesitas estar nada
alerta. Puedes permanecer estúpido y andar bien. Eso es lo que todo el mundo está
haciendo. La estupidez no te entorpece en absoluto. Empieza con cosas pequeñas. Al
tomar un baño, estate alerta; bajo la ducha, estate muy alerta. El agua fría cayendo sobre
ti, el cuerpo disfrutándola… ponte alerta, toma consciencia de lo que está sucediendo,
estate relajado y, a la vez, consciente. Y este momento de consciencia hay que seguirlo
una y otra vez, de mil y una maneras: comiendo, hablando, estando con un amigo,
escuchándome, meditando, haciendo el amor. En todas las situaciones, trata de estar
cada vez más alerta‖5.
Para acercarnos al entendimiento de la naturaleza humana, en el sentido de la
dimensión emocional como objeto de control equilibrado por medio de la disciplina y
acción para elevar el dominio de sí mismos, tenemos un ejemplo metafórico: Un río tiene
tanto potencial de presentarnos la posibilidad de ahogar, inundar, humedecer, contaminar
o reproducir insectos, o de proporcionar agua para beber y bañarse, regar, transportarnos
o usarlo como fuerza. Depende de nosotros escoger el uso que haremos del río. Si no se
hace nada, se obtendrá lo bueno y lo malo, y el río seguirá su curso. Se podrá observar
que ningún dique o barrera puede jamás contener todo el ímpetu natural del río.
Eventualmente se desbordará o encontrará su camino alrededor del dique. A fin de
compensar esto, los ingenieros crean un vertedero que da paso a la fuerza natural del
agua y así mantienen el equilibrio en la naturaleza por medio de tal presión controlada. En
el campo de la conducta humana, la represión de las fuerzas de nuestra naturaleza
inferior también necesita ser moderadas. Es el caso de un súbito sentimiento de ira, por
ejemplo debe ser contenida por un momento en lugar de dejarla salir incontrolada; esta,
puede causar a otros daño incalculable, lo cual no sólo daña a otros sino que inhibe la
mente y la comunicación.
4
OSHO. “Inteligencia”, la respuesta creativa al ahora. Traducción de José Ignacio Moraza Pérez. Pág. 164.
5
Ibíd., pág. 183.
6
FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Págs: 154.
7
FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Págs: 215.
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―Lo que resuelvas hacer, hazlo sin demora, no dejes para la noche lo que puede
hacerse en la mañana‖.
―Por el camino del ya voy, llegaremos a la casa del nunca‖.
―A Dios rogando y con el mazo dando‖.
―A su tiempo maduran las brevas‖.
―Cada cabello hace su sombra en el suelo‖.
―Cada uno hace de su capa un sayo‖.
―Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato‖.
―Como canta el abad, responde el sacristán‖.
―Con la vara que mides serás medido‖.
―Cual amo, tal el criado‖.
―Dios aprieta pero no ahoga‖.
―Libro cerrado, no saca letrado‖.
―No hay atajo sin trabajo‖8
9
VARIOS. “Temas de ética latinoamericana”. Editorial el Búho, 2ª edición, Bogotá 1984. Pág. 38
10
FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Pág.: 107.
11
DURKHEIM, Emilio. “Educación y sociología”. Editorial Linotipo, Bogotá, 1979. Pág. 11.
12
DURKHEIM, Emilio. Op. Cit. Pág. 62
13
FOUCAULT, Michel. Op. Cit. Se extraen diversos conceptos e ideas de los capítulo: Castigo, Disciplina, Págs.: 77
a 230.
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nervioso del hombre; por eso, la religión utiliza la mejor: el miedo y el temor: pero, el daño
psicológico es más mortal que el castigo físico.
Lo cierto es que realmente, el castigo no sirve absolutamente para nada si se trata de
buscar el crecimiento y formación integral de los estudiantes o de los hijos. Asumiendo
aquí que el castigo es sólo un ejercicio autoritario del poder, el cual no tiene en cuenta
nada de lo que el castigado piense u opine, o que pueda dar razones de por qué hizo lo
que hizo.
Es muy diferente cuando alguien vive o sufre las consecuencias de sus actos, lo que
implica que se deriva de una responsabilidad frente al acto mismo, y es fruto de la libertad
y opción del sujeto; no viene de afuera o de alguien superior, sino que es intrínseco a la
acción y reacción.
El hablar de desarrollo humano, no puede quedarse únicamente en el ámbito racional,
ya que realmente nos hemos obsesionado por mucho tiempo con ella; toda nuestra
educación y civilización aun están obsesionadas sólo con la intelectualidad. Aunque con
el pensamiento y la ciencia se han hecho cantidad de grandes inventos y avances
tecnológicos, el problema es la creencia total de aquello lo es todo. Tengamos presente
que también, parte del humano es su mundo interior, que para muchísimos es incluso,
más importante que el primero; y se le conoce como el corazón, aunque pueden
conocérsele de varias maneras: mundo interno, Ser, consciencia, sentir.
No me inclino por ninguna exclusividad, pues ambos son parte de la unidad humana y
hay que tratar siempre de estén en buen equilibrio, el sesgo hacia uno de ello puede
conducir a extremos peligrosos: el academicismo frío y patán, tanto como la sensiblería
ridícula.
Pero indaguemos un poco en lo que puede darnos el corazón. En efecto, no puede
darnos tecnología avanzada, ni una gran industria, ni dinero, ni bienes materiales; pero
puede darnos la alegría que queremos, puede darnos celebración, sensibilidad intensa
por la belleza, la música, el arte, la poesía, paz, equilibrio, paciencia, serenidad. Puede
guiarnos por el mundo del amor, por el mundo de la gratitud y la oración. Lo que sucede
es que todas ellas no están sujetas al comercio. No podemos sostener nuestra
estabilidad financiera a través del corazón; no podemos librar guerras de ningún tipo, ni
construir bombas o hacer terrorismo, ni podemos destruir al ser humano a través del
corazón. El corazón sabe cómo crear y la cabeza sabe como producir y también destruir.
A menos que ambas, corazón y cabeza crezcan juntas, crearemos nuestro propio
infierno en la tierra. La desolación y el sufrimiento vienen generalmente de la cabeza. Un
gran líder espiritual colombiano, el Maestro Lakhsmi enunciaba que ―si quieres ver a Dios:
Mírate en el espejo, pero si quieres ver al demonio observa tus pensamientos‖. El paraíso
pertenece al corazón, sin embargo ha sido olvidado casi por completo. Ya nadie entiende
su lenguaje; pues, entendemos la lógica, pero poco entendemos el amor. Todo lo creativo
del hombre se está reduciendo para producir cada vez más bienes mercantiles. Lo
creativo está perdiendo su fuerza y lo productivo se está convirtiendo en la meta de la
vida. En vez de valorar la creatividad, valoramos más la productividad. La producción
puede darnos cosas pero no puede darnos valores. Puede hacernos económicamente
poderosos por nos empobrecerá hasta la miseria en nuestra interioridad. La producción
no es creación; una tiene que ver con la cantidad y la segunda con la calidad. Tendremos
que hacer que el corazón regrese, ser conscientes de la naturaleza otra vez. ¿Por qué no
crear condiciones para que haya creación y también producción? A eso es lo que se
puede llamar totalidad, integración y/o espiritualidad.
La Disciplina 13 Luis Hernando Mutis Ibarra
2. ¿QUÉ HACER?
La palabra disciplina, en las últimas décadas cada vez se usa menos, ya que su
concepto se queda en la acepción de control domesticador. El lenguaje sereno y para la
construcción humana, utiliza palabras más precisas y pertinentes, puesto que ahora se
trata de una sociedad democrática para la convivencia, de ahí que surja un nuevo sistema
valorativo que gira en torno a: la cultura de la diferencia, la lúdica, el rigor, la dificultad, la
tolerancia, los pactos, los consensos, la solidaridad.
―Aunque insisto en que no es algo determinista, una reforma educativa tiene que
plantear en primerísimo lugar la satisfacción de los estudiantes y, por supuesto, la
necesidad de cambiar el modo de conocer, de manera que se haga más caso a las
relaciones que a los conocimientos aislados. Más que en reformar los programas el
desafío está en reformar la forma de pensar. No pueden conocerse los fenómenos
nuevos con los viejos conceptos. Se necesitan instituciones educativas que impulsen
mentes y espíritus inquietos por descubrir lo incierto y no temerosos por la incertidumbre
de lo curioso, lo mayúsculo y lo diminuto.
―También debe plantearse siempre la enseñanza de unos valores universales que
ayuden a luchar contra las desigualdades. Y si la escuela puede ayudar a la escuela de la
vida, tanto mejor. Urge asociar la cultura de las humanidades y la cultura de las ciencias,
dominar la información como materia prima del conocimiento y detener el debilitamiento
del sentido de la responsabilidad ciudadana en la sociedad. Esta responsabilidad debe
referirse a la solidaridad‖14
Para comenzar a crear cultura desde el surgimiento de un sistema valorativo nuevo,
es necesario tener presente algunos aspectos y condiciones que puedan viabilizar la
interiorización de nuevos principios y aspectos como:
14
MORIN, Edgar. “Hay que potenciar la solidaridad”. En el periódico EL TIEMPO, Sección Educación, Pág. 3-6,
Domingo 12 de noviembre de 2000.
La Disciplina 14 Luis Hernando Mutis Ibarra
15
OSHO. “Inteligencia”. La respuesta creativa al ahora. Traducción de José Moraza Pérez. 195 páginas. Pág. 27-29.
16
El fanático no escucha ni tampoco quiere oír nada que vaya contra lo que cree. Antes de que alguien diga algo,
empieza incluso a gritar y enojarse tan fuerte que sólo termina oyendo su propia voz –es el diálogo de sordos-; lee su
propio o propios libros, escucha sólo a quien lo guía –líder, sacerdote, pastor, maestro, político, iglesia- y, desecha todo
lo demás; puede llegar hasta la agresión. El fanatismo es simplemente una forma de protegerse contra la duda, la
crítica, el cuestionamiento y contra tener que pensar por sí mismo.
La Disciplina 16 Luis Hernando Mutis Ibarra
3. ELOGIO DE LA DIFICULTAD17
17
Conferencia que el doctor Estanislao Zuleta presentó al acto mediante el cual la Universidad del Valle le otorgó el
título de Doctor Honoris Causa en Psicología. Cali, noviembre 21 de 1980. Para la comunidad universitaria la
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publicación de de esta conferencia y de su libro Consideraciones a “así habló Zaratustra” de Federico Nietzsche,
fueron la manera de reconocer los méritos intelectuales y académicos del Maestro Estanislao Zuleta.
La Disciplina 18 Luis Hernando Mutis Ibarra
la exigencia de una entrega total a la ―causa‖ absoluta y concibe toda duda y toda crítica
como traición o corno agresión.
Ahora sabernos que por una amarga experiencia que este abismo de la acción,
con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de
ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y
técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran
capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen
filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo
de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso
particular —todos lo son— como la designación misma de la realidad y los otros como
ceguera o mentira.
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la
promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible,
consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por si mismo,
otorgan a sus miembros una identidad exaltada por participación, separan un interior
bueno —el grupo— y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se
distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño
y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y
cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones
colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus
miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio.
Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte
y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la
necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el
respeto.
Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los
grupos que las genera no que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas n su
origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto. No se quiere saber nada del
respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores
aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como
signos de que se ha abdicado las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas
sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran
misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. y como el respeto es
siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la
diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en
una fusión amorosa. No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente
en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre d una crítica, válida
también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad
misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el
pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia
con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna
otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede
ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la
concepción apocalíptica de !a historia las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas
como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal y de
encarnar la Promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree
en la misión incondicionada.
La Disciplina 19 Luis Hernando Mutis Ibarra
Dostoievski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil
relación interhumana: van no sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede
lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama
intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de
encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida
tenga un sentido. Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra
liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las
seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.
Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el
pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura.
En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben
que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores;
surge la rebelión magnifica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a
cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que
no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
18
Las ideas de este capítulo son tomadas y adaptadas de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente
Efectiva¨, La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa. Buenos Aires - Barcelona – México. Paidós.
La Disciplina 21 Luis Hernando Mutis Ibarra
Muy pocos de nosotros nos situamos en el quinto nivel, que podría ser la forma
más alta de escuchar: la escucha empática. Es decir, con la intención de comprender.
Comprender realmente. Entra en el marco de referencia de la otra persona. Ve las cosas
a través de ese marco, ve el mundo como lo ve esa persona, comprende su paradigma,
comprende lo que siente.
La esencia de la escucha empática no es en estar de acuerdo; consiste en
comprender profunda y completamente a la otra persona, tanto emocional como
intelectualmente, incluso hasta sentir lo que el otro siente. Esto incluye mucho más que
registrar, reflejar o incluso comprender las palabras pronunciadas. Los expertos en
comunicación estiman que, en realidad, sólo el 10 por ciento de lo que comunicamos está
representado por palabras. Otro 30 por ciento se vehiculiza a través de diversos sonidos,
y el 60 por ciento restante es lenguaje corporal.
En la escucha empática, uno escucha con los oídos, pero también (y esto es más
importante) con los ojos y con el corazón. Se escuchan los sentimientos, los significados.
Se escucha la conducta. Se utiliza tanto el cerebro derecho como el izquierdo. Se
percibe, intuye y se siente. Es profundamente terapéutica y curativa porque proporciona
«aire psicológico». Es tan poderosa porque nos proporciona datos precisos. En lugar de
proyectar nuestra propia autobiografía y dar por supuestos ciertos pensamientos,
sentimientos, motivos e interpretaciones, abordamos la realidad que está dentro de la
cabeza y el corazón de la otra persona.
Escuchamos para comprender. Nos concentramos en la recepción de las
comunicaciones profundas de otra alma. Cuando uno escucha con empatía a otra
persona, le proporcionamos aire psicológico. Y después de dejar satisfecha esa
necesidad puede centrarse en influir o en resolver problemas. Esa necesidad de aire
psicológico afecta a la comunicación en todas las áreas de la vida.
Publicado en inglés por Simón and Schuster, Nueva York. Traducción: Jorge Piatigorsky. ISBN 950-12-9000- 1ª
edición, I959, 1ª - edición com/itidn, 1997; 11ª-reimpresión, 2003. Páginas 146-160
La Disciplina 22 Luis Hernando Mutis Ibarra
Hasta hace unas décadas, la obediencia ciega era un gran valor social. Hasta las
personas llamadas ―respetables y/u honorables‖ y de poder, pese a que había miles de
supersticiones, instituciones dañosas, explotación, filosofías para consolar al pobre y al
oprimido; ellas las afirmaban. Nunca estaban en contra de ninguna de las instituciones en
las que la sociedad ha vivido por siglos. Eran seguidoras de lo viejo, de lo anticuado.
Inclusive ―patentar lo negativo‖ era parte de la cultura social. Pero su única satisfacción
era la de ser respetados y hasta venerados, lo cual alimentaban su orgullo y su
importancia personal. Interiormente bullía la represión, obediencia, egoísmo, con lo cual
parecía crecer un gran vacío interior.
Sin embargo, a través de toda la historia se evidencia la fortaleza de grandes seres
y personajes que se rebelaron contra dichos sistemas, creencias, ideologías y credos de
algún tipo que los mantenían sometidos, esclavos. Fueron y son aquellos que no se
conforman con sus doctrinas y sus intereses. Es absolutamente indiferente a su
respetabilidad, reputación, honor, veneración; no tienen necesidad de ninguna de estas
cosas. Pero la gente que tiene un vacío interno necesita todas estas decoraciones.
Esto lo hace distante y solo, pero con una gran claridad acerca de todo. Aunque
vaya contra la sociedad, contra la herencia cultural, contra la antigua tradición, contra las
escrituras - él lo dirá. La verdad es su única guía, la que extrae de su conciencia; y por
ella está dispuesto a ser sacrificado; está listo a ser condenado; está dispuesto a
cualquier cosa que le toque.
Este tipo de individuo es el llamado ―el rebelde‖19; está certera y absolutamente libre
de cadenas sean de orden material o ideológico –creencias, credos, doctrinas-. No acepta
ninguna jaula, por muy preciosa que sea. Su consciencia su guía, la libertad es su
camino; y ser él mismo, totalmente él mismo; es su objetivo.
Este tipo de rebeldía es como un guerrero, que lucha contra todo lo inhumano; se
libera de lo viejo irracional y supersticioso. Es una absoluta necesidad para conseguir un
nivel de consciencia más elevado. Cuanto más lucha a favor del crecimiento humano en
todas sus dimensiones, más acertado está. Cuanto más acertado está, más relajado y
centrado está.
No se jacta de ninguna peculiaridad. Se declara sencillamente sólo un ser humano -
simple, sincero, alerta y consciente - conociéndose a sí mismo, y sabiendo que los demás
son tan divinos como él. Su esfuerzo está enfocado a clarificar, liberar el corazón
humano, elevar la consciencia humana a sus más altos picos. Está retando al mundo,
convocando a las personas a crear su propio Dios dentro de su propio ser. Y este Dios no
va a estar contra su humanidad; al contrario, va a ser su absoluta realización, su
germinación, su florecimiento, su madurez.
Este rebelde no va a aceptar ninguna culpa, porque todo lo que es natural está bien.
Debe ser purificado, vivido -no reprimido, ni ocultado en el inconsciente, sino traído a la
luz de la conciencia-. Vive con tal totalidad -y tan intensamente, tan coherentemente, tan
armoniosamente- que la sabiduría surge como un derivado. Su iluminación es una
recompensa a su propio esfuerzo. Es su propio tesoro escondido lo que él encuentra.
Trae rebelión en todas las dimensiones de la vida; él hace de un infierno un cielo,
transforma su lugar en un paraíso, ya que la vida es su único templo y la reverencia por la
es su única religión.
19
Este capítulo está basado exclusivamente en el documento de OSHO “El Rebelde”, la sal de la tierra. Documento
virtual: MA GYAN DARSHANA Osho_library@gruposyahoo.com. De él se extrajo todo el texto, el cual se elabora
con sus ideal vitales al respecto.
La Disciplina 25 Luis Hernando Mutis Ibarra
Sabe que a través de la violencia no puedes cosechar flores de amor, que si siembra
semillas de veneno no puedes pretender que florezcan otras flores que no sean las del
mismo veneno. Por eso, mejor cultiva la paz, el silencio. Conoce y su vida es plena
meditación. Nunca se aleja del contacto permanente con el corazón. Su rebelión no es
una simple reacción de la mente. Su rebeldía no surge de su furia, de su violencia, de su
rabia por la explotación y la injustica. Tampoco se identifica ni busca ser a través de los
bienes materiales y económicos. Sabe que el hombre no es sólo dinero. El hombre es
mucho más. El hombre no es sólo aquello que posee, sino mucho más. Pero aquello que
posee tiene cierto valor con respecto a su individualidad. Comprende que el hombre
nunca debe ser usado para ninguna ideología, que todas las ideologías deben ser usadas
para el hombre; que las diferencias entre la gente son sólo superficiales, son como las
diferencias en los coches. Sus carrocerías son diferentes, sus luces delanteras son
diferentes, pero fundamentalmente es el mismo mecanismo, y si el conductor permanece
el mismo, éste seguirá cayendo en las mismas zanjas o huecos una y otra vez. La gente
está luchando en sus propias zanjas.
El rebelde, por su naturaleza misma, no pertenece a ninguna categoría. El es una
nueva categoría, introduce un nuevo hombre al mundo. Es el heraldo de un nuevo
amanecer, un nuevo comienzo. No puede ser clasificado en categorías del pasado. El
rebelde es la semilla de la transformación total. No tendrá ningún pasado ni ninguna
historia. Solamente tendrá el presente y un vasto futuro abierto, no dominado por el
pasado muerto, porque para el rebelde no existe el pasado. El crea su propia categoría.
Él es muy vulnerable, tan vulnerable como una rosa. Se puede destruir con mucha
facilidad, crucificarlo sin ningún esfuerzo. No será de religión alguna, simplemente será
religioso, y su religiosidad no será un credo, sino una forma de vida -una manera de vivir
llena de gracia, de belleza, de responsabilidad, de consciencia, repleta de amor, de
amistosidad y participación, y una manera de crear un mundo sin ninguna frontera-. No
serán necesarios ni ejércitos, ni armas, ni naciones, no habrá necesidad de religiones. Se
conoce a sí mismo; es un viajero de su propia interioridad, que conoce absolutamente su
propia subjetividad con todos sus tesoros.
Es siempre joven, cualquiera que sea su edad, porque todo el que ama la vida es
joven; aún en el lecho de muerte, si ama la vida es joven. Todos aquellos amantes de la
vida van a crear la atmósfera adecuada para darle la bienvenida al espíritu rebelde del
hombre -porque no existe otra alternativa-. Si la gente elige la vida, tendrán que elegir
conjuntamente los valores de la vida. Entonces, la renuncia que predican las religiones
pasará de moda, la santidad tendrá que encontrar nuevas dimensiones. Entonces los
poetas, los pintores, los cantantes, los que bailan, serán los santos. Los meditadores, los
iluminados, los más conscientes y despiertos serán los sabios.
Es fundamental entender que el inconformista es un reaccionario. Actúa desde su
rabia, su violencia, su ego. Su acción no surge de la consciencia. Aunque vaya contra la
sociedad, el solo hecho de estar contra la sociedad, no implica necesariamente, estar
correcto. De hecho, la mayoría de las veces, el moverse de un extremo a otro, es
moverse de un error a otro. El rebelde es un tremendo equilibrio, y eso no es posible sin
consciencia, sin estar alerta y sin una inmensa compasión. No es una reacción, es una
acción -no contra lo viejo, sino por lo nuevo-. El inconformista sólo está en contra de lo
viejo, en contra de lo establecido, pero no tiene ninguna visión del futuro, ninguna
concepción creativa del por qué se opone. Su fracaso ha sido su refugio.
La Disciplina 26 Luis Hernando Mutis Ibarra
total-. Comienza una vida fresca, desde sus principios. Y a menos que preparemos a la
humanidad para empezar la vida nuevamente.
El revolucionario intenta cambiar lo viejo. El rebelde simplemente sale de lo viejo, la
rebeldía es la cualidad esencial de un hombre religioso. Es espiritualidad en su absoluta
pureza.
La violencia no puede ser parte de un espíritu rebelde, por la sencilla razón que la
violencia es todo el pasado de la humanidad -y el rebelde quiere discontinuar con el
pasado. La violencia ha sido el modo de vida por milenios. Directa o indirectamente
hemos vivido bajo la violencia. Todos los estamentos sociales prácticamente han vivido
bajo la violencia. Y la violencia, reducida a su esencia, es irreverente hacia la vida. La
violencia es la violación de la vida y de la consciencia. Es destructiva. Hemos vivido en
destructividad por demasiado tiempo.
El reaccionario por su parte, es la categoría más baja. Nunca puede desconectarse
del pasado. El pasado es su orientación, reaccionando contra él. Pero ya sea que esté a
favor o en contra, el pasado sigue siendo su referencia, su contexto. El revolucionario
está un poco más alto que el reaccionario. No sólo reacciona; tiene sueños del futuro,
tiene sus utopías. Pero en lo que concierne a la violencia, el revolucionario a través del
tiempo, ha pensado que se pueden lograr objetivos justos a través de esos medios
errados.
Por su parte, el rebelde estará listo a morir; pero no estará listo a matar. Es el orgullo
del hombre morir por una causa. Es animal matar a alguien, por más grande que sea su
causa. Matando se ha echado todo a perder. El rebelde confía en el amor, en la
meditatividad, está consciente de su inmortalidad -que aunque su cuerpo sea crucificado,
él permanece sin ser tocado-, Porque es un fenómeno espiritual, no una entidad política.
Y ninguna espiritualidad puede aceptar la violencia como un medio para lograr el fin.
uno ha entendido la simple aritmética de que cualquier deseo crea un conflicto, cualquier
ambición nos aleja de si mismos. En el momento en que desechamos todos los deseos,
todas las ambiciones, de repente encontraremos sentados en paz en el templo de nuestro
ser.
Un hombre rebelde primero intenta comprender las causas que están impidiendo su
florecimiento natural. Es fundamental recordar que la paz no es una meta. Paz es nuestra
naturaleza intrínseca. Por lo tanto sea cual fuere lo que esté impidiendo nuestro
crecimiento natural, eso ha de ser desechado. Si es cólera, celos, avaricia, ambición,
deseo, entonces no tienen ningún valor. Estás desperdiciando una tremenda oportunidad
de encontrar un tesoro inagotable de bendiciones a causa de cosas estúpidas que no
contienen ningún significado. ¡Deséchalas! No es una renuncia, es simplemente
comprensión. No significa convertirse en un monje o en un asceta. Es simplemente llegar
a ser un hombre más consciente. Cuanto más consciente seamos, mayor será la paz que
surja de los silencios de nuestro propio corazón.
Los que siguen a otros, nunca conocen la belleza de tener sus propias nuevas
experiencias. Siempre han estado utilizando conocimiento de segunda mano y
pretendiendo ser sabios. La gente es por cierto muy extraña. No les gusta usar zapatos
de segunda mano. Pero en su cabeza. ¡Qué basura!… ¡ideas de segunda mano! Todo lo
que saben es prestado, imitado, aprendido, no por experiencia sino de memoria. El
conocimiento consiste en memorizar.
El rebelde no tiene camino como tal. Camina y al hacerlo hace su senda. El rebelde
es casi como un pájaro volando en el cielo, ¿Qué camino sigue? No hay autopistas en el
cielo, no hay huellas, no hay pájaros antiguos ni grandes pájaros, ni maestros. Ningún
pájaro deja huellas en el cielo, por eso el cielo está siempre abierto. Vuela y hace su
sendero. Encuentra la dirección que le produce regocijo. Se dirige hacia la estrella que
hace repicar campanas en el corazón. Cada uno es el factor decisivo. ¡Nadie más!
Es por esto que se enuncia constantemente del camino del medio, cuando se refuta
a los que siguen los extremos, es porque el extremo nunca puede ser completo. Es sólo
una polaridad. Y, estar en una polaridad es perder la otra, es vivir sólo media vida. Se
permanecerá siempre sin disfrutar algo tremendamente valioso sin nunca saber qué es.
El que marcha por el camino del medio, el medio dorado, exactamente en la mitad, tiene
ambos extremos, como alas que llegan a los rincones más lejanos. Comprende en su ser
lo que es toda la polaridad. Está en el medio, pero sus alas alcanzan ambos extremos
simultáneamente. Vive una vida de totalidad.
La verdad es que tampoco hay camino; con la idea de camino, siempre concebimos
las carreteras, las autopistas, que están ya ahí, lo único que hace falta es caminar por
ellas. Por eso es que el camino se hace al andar.
En el mundo de la realidad, cada persona crea el camino, mientras por él se camina.
Al caminar vamos creando poco a poco una senda; así mismo se está penetrando
territorios desconocidos, sin límites, sin senderos, sin puntos de referencia. Nuestro
caminar está creando un camino, por cierto, pero no podemos seguirlo, porque hemos
caminado por él; así es como ha sido creado. No podemos perder nuestra singularidad,
porque eso es nuestro mismo ser único.
El rebelde es el verdadero ser espiritual. No pertenece a ningún rebaño, a ningún
sistema, a ninguna organización, a ninguna filosofía. En pocas palabras: no toma
prestado de nadie; cava profundamente dentro de sí y llega a su propia savia, a su propia
fuente de vida.
La persona inconsciente vive en la ceguera, embelesado, en la oscuridad. No sabe
qué está correcto y qué no está correcto, su visión no es clara. No puede abrir los
corazones de otra gente para permitir el nacimiento de una nueva humanidad. El mismo
no ha nacido. Su aparente rebeldía no es otra cosa que una clase de pensamientos en su
mente. Su rebeldía es reactiva. Ese es el significado original de la palabra "rebelde" -
luchar contra algo; defenderse, responder luchando. El es capaz de ver que algo está
mal, que algo tiene que ser destruido. Su vida no es libre, por lo tanto sus pies deben
estar con cadenas, sus manos con esposas y éstas tienen que ser rotas. Debe liberarse a
sí mismo. Pero todo esto son sólo presunciones.
Una cosa es cierta: conoce la miseria; conoce el sufrimiento; sabe que su
humanidad ha sido reducida casi al mismo nivel que el de los animales, que su orgullo ha
sido destruido, y su dignidad completamente borrada. Está consciente por lo menos de
haber sido despojado de algo y está dispuesto a luchar contra el que lo despoja. Su
rebeldía es una reacción, es negativa. Está luchando contra algo, no por algo.
La Disciplina 36 Luis Hernando Mutis Ibarra
El posee la visión de un futuro mejor, de un hombre mejor, pero no tiene las agallas
de luchar por ello, de luchar contra lo tradicional, contra la estructura convencional de la
sociedad y la vieja mente, condicionada y sometida, vive de su respeto y de sus honores;
de su veneración. No tiene el coraje de renunciar a toda esa respetabilidad que le están
otorgando, y de volverse un don nadie, condenado, tal vez crucificado, pero luchando
contra lo errado, luchando por lo correcto. Volviéndose una bendición para todos.
La cuestión no es como la rebelión pueda extenderse como un incendio. La cuestión
es que nosotros nos encendamos con esa llama, que nosotros nos volvamos rebeldes,
sin preocuparnos de si el mundo será capaz de atrapar al espíritu rebelde. Nosotros
somos el mundo, cada individuo lo es.
El auténtico rebelde comprende el carácter momentáneo de la vida, la certeza de la
muerte; por lo tanto nada puede asustarle, nada puede hacerlo transigir. En una vida tan
transitoria, uno es absolutamente libre de vivir sin transigir de modo alguno y cuando la
muerte es una certeza, no hay en realidad necesidad de transigir.
Como la vida es tan corta, el rebelde puede llevar a cabo, con la totalidad de su ser,
todo aquello de lo que es capaz; lo que le da alegría, crear y destruir lo que necesita ser
destruido para que la creación pueda suceder. No es destructivo. Aunque tenga que
destruir, lo hace sólo al servicio de una creación. Y aún así permanece, porque no es un
reaccionario, no tiene quejas contra nadie, permanece jocoso, juguetón, pues toda
creación es un juego. No es serio, porque la seriedad y el tomarse en serio, son parte del
hombre viejo.
6. ¿TENEMOS TIEMPO?
Por lo común, estamos confinados en el recinto de nuestra ignorancia,
manipulados por las situaciones y las condiciones externas, atados por nuestros apetitos
corporales y emocionales; y ante todo, gobernados al garete de la mente. El ansia es
impresionante por ir con la corriente, que por lo general no se tiene tiempo de mirar a
nuestro propio alrededor. Estamos atrapados en el torbellino de la vida social, que es un
remolino de presión y de locura donde no hay nunca tiempo para nada.
Pero preguntémonos por un momento: ¿qué necesidad hay para esa prisa? ¿No
podemos acaso lograr de algún modo dedicar media hora diaria a la meditación?
¿Podemos sacar unos momentos para realmente no hacer absolutamente nada y
relajarnos? Si podemos lograr esto, es posible iniciar un viaje a bordo de sí mismos.
Podemos, con un poco de práctica comenzar a equilibrar y balancear nuestro mundo
externo con nuestro mundo interior. La experiencia de ir hacia nuestros adentros puede
ser muy fascinante y elevadora. Cuando podemos elevarnos sobre sí mismos, nuestras
dimensiones humanas –cuerpo, mente, emociones- y con ellas nuestra espiritualidad, tal
vez podrán alcanzar mayor superioridad, con lo que iría sintonizándose y armonizándose
con la divina existencia.
Pero para conquistar nuestro tiempo, ordenar nuestra vida, empoderarnos de
nuestra propia ruta, es imprescindible organizar y realizar una especie de auto-
administración efectiva de lo somos y hacemos y de lo que pretendemos transformar. Se
trata obviamente de la capacidad para tomar nuestras decisiones y poder elegir, para
luego actuar en consecuencia. Significa actuar en lugar de «ser actuado», llevar
proactivamente a cabo el o los planes que hemos planteado o nos hayamos fijado. El
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20
COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva¨. Op.Cit. Página 89
La Disciplina 38 Luis Hernando Mutis Ibarra
la gente analizara solamente, con inteligencia, las cosas que tiene que hacer, dispondría
del tiempo adecuado para llevarlas a cabo.
Vale la pena traer aquí el pensamiento de Goethe de que ―Lo que importa más nunca
debe estar a merced de lo que importa menos”; lo cual es importante tener en cuenta
que, los dos factores que definen una actividad son lo urgente y lo importante21. Lo
urgente significa que se necesita una atención inmediata, «¡ahora!». Las cosas urgentes
actúan sobre nosotros. El timbre del teléfono es urgente. La mayoría de las personas no
soportan ni siquiera el pensamiento de dejar que suene.
Uno puede pasar horas preparando materiales, vestirse y trasladase a la oficina de
alguien para examinar una cuestión determinada, pero si mientras estamos allí suena el
teléfono, tendrá preferencia sobre nuestra visita personal. Cuando es uno quien llama,
por lo general no nos contestan «Voy a colgar y le llamo en quince minutos». Pero son
esas mismas personas, que por teléfono nos atienden de inmediato, las que pueden
dejarnos esperando en una oficina, por lo menos durante ese mismo lapso, mientras
terminan una conversación telefónica con algún otro.
Las materias urgentes son por lo general muy visibles. Nos presionan; reclaman
acción. A menudo complacen a otros. Por lo general las tenemos ante nuestras propias
narices. Y suelen ser agradables, fáciles, divertidas. ¡Pero con la misma frecuencia
carecen de importancia!
Lo importante, por otra parte, tiene que ver con los resultados. Si algo es importante,
realiza una aportación a nuestra misión, a nuestros valores, a nuestras metas de alta
prioridad.
Ante las materias urgentes, reaccionamos. Las cuestiones importantes que no son
urgentes requieren más iniciativa, más proactividad. Tenemos que actuar para no dejar
pasar la oportunidad, para hacer que las cosas ocurran. Si no tenemos una idea clara de
lo que es importante, de los resultados que deseamos obtener en nuestras vidas, con
facilidad nos veremos desviados hacia la respuesta ante lo urgente.
Hay que tener en cuenta que por lo general lo urgente no siempre es lo importante.
Pero que las cosas que no son urgentes muchísimas veces sí son importantes: por
ejemplo, construir relaciones, redactar un plan de misión personal, la planificación de
largo alcance, la ejercitación, el mantenimiento preventivo, la preparación, todas esas
cosas que sabemos que hay que hacer, pero que solemos eludir, porque no son
urgentes. La idea clave según Peter Drucker es que las personas efectivas no se orientan
hacia los problemas, sino hacia las oportunidades. Alimentan las oportunidades y dejan
morir de inanición a los problemas, piensan preventivamente. Tienen auténticas crisis y
emergencias que requieren su atención inmediata, pero su número es comparativamente
pequeño. Al centrarse en las actividades importantes, pero no urgentes, da alto poder
para generar capacidad. Pues, para decirles «sí» a las prioridades importantes, hay que
aprender a decirles «no» a otras actividades, algunas de ellas en apariencia urgentes. Es
recomendable tener el valor de decir «No» a otras cosas, con buena educación,
sonriendo, y sin dar excusas. Y para hacerlo hay que tener un «Sí» más grande ardiendo
adentro. A menudo «lo bueno» es enemigo de «lo mejor».
Pero si no estamos claro nuestros principios o estamos orientados por una ruta que
hayamos decidido, se carecerá de los cimientos necesarios para sostener dichos
esfuerzos. Estaremos trabajando sobre las hojas, sobre las actitudes y las conductas de
21
Ibíd., página 92
La Disciplina 39 Luis Hernando Mutis Ibarra
la disciplina, sin siquiera pensar en examinar las raíces, los paradigmas básicos de los
que fluyen nuestras actitudes y conductas naturales.
Por ejemplo, si uno está centrado en el cónyuge, en el dinero, en los amigos, en el
placer, o en cualquier otro factor extrínseco, continuamente nos veremos devueltos a lo
urgente pero no importante, a la inmediatez y el caos, reaccionando a esas fuerzas
exteriores en las que está centrada la vida a la deriva. Incluso aún cuando se centre en sí
mismos, terminaremos reaccionando al impulso del momento inconscientemente.
Coherencia. Sugiere que haya armonía, unidad e integridad entre principios, roles y
metas, prioridades, planes y disciplina. En el plan deberá haber un lugar destinado al
enunciado de la misión personal, de modo que uno pueda remitirse constantemente a él.
También tiene que haber lugar para los roles y para las metas a corto y largo plazo.
Equilibrio. Su herramienta tiene que ayudar a mantener el equilibrio en la vida, a
identificar los diversos roles y mantenerlos ante sus ojos, de modo que no pueda
descuidar áreas importantes como la salud, la familia, la preparación profesional o el
desarrollo personal. Muchas personas parecen pensar que el éxito en un área puede
compensar el fracaso en otras. Pero, ¿es esto así? Puede que sí, pero por un tiempo
limitado y tratándose sólo de ciertas áreas. Ahora bien, ¿puede el éxito en la profesión
compensar el fracaso de un matrimonio roto, la salud perdida o la debilidad de carácter?
La verdadera efectividad requiere equilibrio, y su herramienta tiene que ayudarle a crearlo
y mantenerlo.
Centrarse en lo importante. Usted necesita una herramienta que le anime, le motive y
realmente le ayude a dedicarse el tiempo necesario, de modo que más que dar prioridad
a las crisis, se aplique a su prevención. El mejor modo de hacerlo consiste en organizar la
vida sobre una base semanal. De todos modos, uno puede adaptar y establecer
prioridades sobre una base diaria, pero el impulso fundamental proviene de la
organización de la semana. La organización semanal proporciona mucho mayor equilibrio
y contexto que la planificación diaria. En el reconocimiento de la semana como unidad de
tiempo completo destinando ciertos días al esfuerzo concentrado y otros al descanso y la
inspiración. La mayoría de las personas piensa en términos de semanas. Pero la mayor
parte de las herramientas de planificación se centra en la planificación diaria. Si bien
pueden ayudarnos a dar prioridad a las actividades, en lo esencial sólo nos ayudan a or-
ganizar las crisis y el trabajo urgente. La clave no es dar prioridad a lo que está en la
22
Tomado y adaptado de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva¨, la revolución ética en
la vida cotidiana y en la empresa. México, Paidós. 1ª edición, I959, 11ª reimpresión, 2003. Páginas 97-112
La Disciplina 40 Luis Hernando Mutis Ibarra
agenda, sino ordenar en la agenda las prioridades. Y esto puede hacerse mejor en el
contexto de la semana.
Una dimensión «humana». Se necesita igualmente una herramienta que no sólo
distribuya el tiempo sino que tenga en cuenta a las personas. Una persona centrada en
principios piensa en términos de efectividad en el trato con personas. A veces la vida
centrada en principios requiere la subordinación de la agenda a las personas. Su
herramienta tiene que reflejar ese valor, facilitar su realización, en lugar de crear
sentimientos de culpa cuando no se cumple con un horario establecido de tareas.
Flexibilidad. La herramienta de planificación tiene que ser la sierva y nunca su ama.
Puesto que debe trabajar para nosotros, hay que cortarla a la medida de nuestro estilo,
necesidades y métodos particulares.
Ser portátil. Tiene que ser portátil, en el sentido de que podamos llevarla con nosotros
en todo momento. Tal vez se quiera revisar el propósito personal durante un viaje en
autobús o deducir el valor de una nueva oportunidad en comparación con algo ya
planificado. Si su organizador es portátil, podrá llevarlo consigo, y esos datos importantes
siempre estarán a nuestro alcance.
1º. Identificación de roles. La primera tarea consiste en poner por escrito sus roles
clave. Si usted ha pensado seriamente en los roles de su vida, puede escribir lo que vaya
pasando por su mente. Tiene un rol como individuo. Tal vez quiera enumerar uno o más
roles como miembro de la familia: esposo o esposa, madre o padre, hijo o hija, miembro
de la familia extensa de abuelos, tíos, tías y primos. Puede que quiera enumerar varios
roles laborales, que indiquen las diferentes áreas en las que desea invertir tiempo y
energía de modo regular. Es posible que tenga roles en la Iglesia o en los asuntos co-
munitarios u organizacionales. No es necesario que se definan; limítese a considerar la
semana y ponga por escrito las áreas en las que usted se ve dedicando tiempo durante
los próximos siete días.
2º. Selección de las metas. El paso siguiente consiste en pensar dos o tres resultados
importantes que uno cree que tiene que lograr en cada rol durante los siete días
siguientes, que serán registrados como metas. Por lo menos algunas de esas metas
deben reflejar actividades importantes. Idealmente, esas metas a corto plazo están
relacionadas con las metas a largo plazo que se ha identificado con su enunciado de la
misión personal. Pero incluso aunque no haya escrito ese enunciado, es posible que
tenga la sensación de lo que es importante al considerar cada uno de sus roles, y un par
de metas por cada rol.
A continuación se presenta un ejemplo del modo en que la gente puede verse en sus
diversos roles y metas de la agenda semanal:
3º. Programación temporal. Ahora entonces se puede considerar la semana que tiene
ante sí, con las metas en mente, y programar el tiempo para alcanzarlas. Por ejemplo, si
la meta es redactar el primer borrador del enunciado de la misión personal, tal vez
disponga de un lapso de dos horas del domingo –o cualquier otro día de la semana- para
dedicarlas a esa tarea, aunque el domingo suele ser ideal para planificar las actividades
más valiosas para la promoción personal, entre las cuales se cuenta la organización
semanal. Es un buen momento para hacer un alto en el camino, buscar un poco de
inspiración y considerar la vida en el contexto de los principios y los valores.
Si uno establece la meta de mejorar su estado físico mediante ejercicios, puede
reservarles una hora, tres o cuatro días por semana, o todos los días de la semana. Hay
algunas metas que sólo se pueden alcanzar durante el horario de trabajo, y otras por las
que hay que luchar el sábado, cuando los chicos están en casa. ¿Empieza a advertir
algunas de las ventajas de organizar la semana, en lugar del día?
Después de haber identificado los roles y establecido las metas, se puede trasladar
cada meta a un día específico de la semana, sea como prioridad o, lo que es incluso
mejor, con una asignación horaria concreta. También se puede consultar la agenda anual
o mensual y ver las previsiones y citas anteriores, evaluando su importancia en el
contexto de las metas; se transfiere entonces al programa semanal la que se decide
mantener, y las otras se reprograman o cancelan.
Experimentarlo y Vivirlo
satisfacer las necesidades de los chicos durante todo el día. Recordemos que la
frustración está en función de nuestras expectativas, y que nuestras expectativas son a
menudo un reflejo en el espejo social, más que nuestros propios valores y prioridades.
Pero si uno tiene profundamente internalizado sus propósitos y principios en el
corazón y en la mente, serán ellos los que nos guíen. Se puede subordinar con integridad
la agenda a los principios. Se puede adaptar, se puede ser flexible. Uno no debe sentirse
culpable cuando no cumple con la programación horaria o cuando hay que cambiarla.
Una de las razones por las cuales la gente se resiste a utilizar herramientas para la
administración del tiempo consiste en que pierden espontaneidad; las personas se
vuelven rígidas e inflexibles. Subordinan la gente a los horarios, porque el paradigma de
eficiencia de los horarios no está en armonía con el principio de que las personas son
más importantes que las cosas.
La administración de nuestro tiempo reconocerá este principio. También reconoce
que la primera persona que hay que considerar en términos de efectividad y no de
eficiencia es uno mismo. Anima a dedicar tiempo, a comprender y centrar la vida en
principios, a dar expresión clara a los propósitos y valores que se han escogido para
dirigir nuestras decisiones diarias. Ayuda a equilibrar la vida. Ayuda a elevarse por
encima de las limitaciones de la planificación diaria, y organiza y programa en el contexto
de la semana. Y cuando un valor superior entra en conflicto con lo que se ha planeado,
permite usar la autoconciencia y la conciencia para conservar la integridad respecto de
los principios y propósitos que uno ha determinado como los más importantes. En lugar
de utilizar un mapa de ruta, estamos usando una brújula.
al paradigma de la administración personal, que capacita para ver a través del cristal de
la importancia y no de la urgencia.
Cuando se trabaja en el desarrollo de este paradigma, se acrecienta la capacidad
para organizar y ejecutar todas las semanas de la vida en torno de las propias prioridades
más profundas, para poder hacer lo que se dice. No se dependerá de ninguna otra cosa o
persona para la administración efectiva de la propia vida.
Sugerencias prácticas
1. Identifique una actividad importante que usted sabe que ha descuidado en su vida,
una actividad que bien realizada tendrá un efecto significativo en su vida, personal o
profesionalmente. Póngala por escrito y comprométase a realizarla.
2. Dibuje una matriz de administración del tiempo y trate de estimar qué porcentaje
de su tiempo destina a cada actividad, sea esta urgente e importante, importante pero no
urgente, que es urgente pero no es importante, que no es importante y tampoco es
urgente. Después registre su uso del tiempo durante tres días en intervalos de quince
minutos. ¿Cuán precisa fue su estimación? ¿Está satisfecho con el modo en que utiliza el
tiempo? ¿Qué necesita para cambiar?
3. Haga una lista de las responsabilidades que podría delegar y de las personas que
podrían hacerse cargo de ellas, o que podrían adiestrarse para asumirlas. Determine lo
necesario para iniciar el proceso de delegación o adiestramiento.
4. Organice su próxima semana (Utilice el cuadro de la hoja del trabajo semanal).
Empiece por fijar sus roles y metas para la semana, y después convierta esas metas en
un plan de acción específico. Al final de la semana, evalúe hasta qué punto su plan ha
traducido sus valores y propósitos profundos con respecto a la vida diaria, y el grado de
integridad que ha podido mantener respecto de esos valores y propósitos.
5. Comprométase a iniciar la organización semanal y reserve tiempo para hacerlo
regularmente.