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COMENTARIOS A LA PONENCIA:

LA TEOLOGIA FEMINISTA ¿UNA PROFECIA PARA TODA LA HUMANIDAD?

Olga Consuelo Vélez Caro


23 de Agosto de 2007

INTRODUCCION

Tratar el tema de la teología feminista en el marco de este congreso es una profecía de esperanza
para esta Facultad. Esperanza no entendida como un futuro lejano que algún día puede hacerse
realidad, sino esperanza que se funda en las realizaciones que se han ido concretando en esta
comunidad teológica.

Afirmo lo anterior, porque no hemos sido ajenos a los planteamientos centrales de la ponencia
que acabamos de escuchar. Por una parte constatamos que estamos ante un campo floreciente.
Las mujeres hemos ido obteniendo títulos académicos y estamos prestando un servicio teológico
a nuestra iglesia y sociedad colombianas. Además no hemos sido sólo mujeres las que nos hemos
involucrado en la teología feminista. Algunos de nuestros compañeros teólogos han manifestado
su interés por esta producción, han participado de investigaciones y han incorporado en sus
cursos la perspectiva de género. Lo más estimulante y que realmente fue el punto de partida de
esa teología en el seno de la facultad, ha sido el interés de los estudiantes –mujeres y varones- por
esta temática y la concreción de ese interés en trabajos de pregrado y posgrado. Pero, por otra
parte, nos encontramos con las dificultades anotadas en la ponencia: un escaso reconocimiento de
la teología feminista en algunos ámbitos, el desconocimiento de las “razones de esperanza que
brotan del feminismo” y la lenta incorporación de las producciones teológicas feministas a
nuestro quehacer teológico. Hoy estamos haciendo esta teología en la “encrucijada” –como se
tituló la tercera parte de la ponencia- en medio de apoyos y ausencias, de reconocimientos y
desconfianzas.

A continuación pretendo retomar las tres partes de la ponencia destacando algunos elementos que
me parecen fundamentales y aportando brevemente algunas reflexiones al respecto.

1. CON RESPECTO AL FEMINISMO

1.1 Defensa de la dignidad de las mujeres


La ponencia nos permitió aproximarnos al feminismo y afirmar lo esencial de este movimiento
social y teórico: la defensa de la dignidad de las mujeres. También nos hizo ver que esta causa no
implica solo a las mujeres. La construcción de una sociedad donde sea posible la existencia digna
y en condiciones de igualdad de todos sus miembros –varones y mujeres- y de una iglesia
comunión, donde se haga realidad que ya no existe diferencia entre “quien es varón y quien es
mujer” (Gál 3, 28) nos implica a todos los seres humanos, sin excepción. Por lo tanto el
feminismo convoca a todos aquellos que efectivamente se comprometen a hacer realidad la
igualdad y dignidad fundamental de todas las personas sin distinción de sexo, raza o condición
socioeconómica.

1.2 Implica una conversión existencial


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Un aspecto muy importante que quiero resaltar es la necesidad de entender este nuevo momento
que condiciona en positivo y en negativo la causa del feminismo. Las nuevas generaciones están
naciendo en un mundo que ha cambiado vertiginosamente y en el que las mujeres emergen con
un protagonismo nunca antes visto. Esto lleva a pensar que las cosas ya cambiaron y no hace falta
trabajar más en ese sentido. Sin embargo, no podemos olvidar que aún esta condición es
“privilegio” de algunos segmentos de la población, mientras que las inmensas mayorías todavía
sufren una situación de violencia y discriminación.

En ese último sentido cabe resaltar que las mentalidades y los imaginarios cambian más
lentamente que las elaboraciones teóricas. El sistema patriarcal ha constituido a la sociedad y a la
Iglesia durante siglos y su transformación va más allá de discursos y teorías por muy bien
elaboradas que ellas sean. Éstas son necesarias e imprescindibles porque van permeando
lentamente las conciencias y las mentalidades. Sin embargo, se necesita “algo más”. Como se
afirmaba en la ponencia “La esperanza radica en que sepamos escuchar el llamado a la
conversión y podamos construir relaciones de mutualidad que sean un preanuncio de lo
definitivo”. En efecto, la realidad de opresión sistemática vivida por las mujeres tiene que ser
“vista”, “sentida”, “comprendida”. Tiene que afectar a las personas. En la medida que se
reconoce esa realidad, se produce un cambio existencial en las personas. Así lo expresa una
teóloga alemana refiriéndose a su “conversión” a esta problemática: “Ahora veo mucho mejor, y
me duelen los ojos”1

Cuando se “ve” y se reconoce la situación de opresión vivida por las mujeres surge la indignación
ética en lo más íntimo del ser. Esta indignación genera un dinamismo interior. Imperativamente
afecta, sacude, conmueve. Se siente que no se puede transigir, tolerar, convivir o pactar con la
injusticia, porque sería una traición a lo más profundo del ser humano pero, especialmente, al
designio salvador de Dios: “la igual dignidad de todos y todas”. Se hace necesaria una opción,
porque delante de una exigencia ineludible la propia omisión o desinterés es una toma de
posición. Al mismo tiempo es una opción fundamental, porque es hecha en función de valores
fundamentales de la existencia.

La indignación ética es también exigencia de reconstitución de la igualdad negada. El texto de la


mujer pagana que intercede por su hija ante Jesús (Mc 7, 24-30) muestra como la conversión se
produce en la medida en que se denuncia la injusticia y se exige la igualdad. En este texto Jesús
no responde inmediatamente a la petición que la mujer le hace de curar a su hija, aduciendo que
“no está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los demás”. Pero la mujer le replica
diciendo “Pero, Señor, debajo de la mesa los perritos comen las migajas que dejan caer los hijos”.
Entonces Jesús alaba lo que ella le acaba de decir, concediéndole la curación de su hija.

El horizonte existencial del que parte la teología feminista implica una conversión a la realidad de
opresión y marginación vivida por las mujeres. En esa situación se experimenta a Dios y se
decide comprometerse con esa causa. No se puede volver a ser como antes. Al mismo tiempo, se
generan conflictos con los que no viven este proceso de conversión. Esta reflexión incomoda y
causa irritación. Se intenta callar y desprestigiar. Sufre el proceso de toda realidad nueva que
desestabiliza lo que siempre ha sido de determinada manera y se necesita verdadera libertad y

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Audre Lorde, The Black Unicorn: Poems. Citado por Schüssler Fiorenza, Elizabeth, Pero ella dijo, p. 15.
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apertura de mente y corazón para abrirse al cambio y correr con las consecuencias que ello
implica.

1.3 La correcta articulación entre roles e identidad sexual

Otro aspecto que conviene retomar es que el movimiento feminista no lucha contra la identidad
sexual sino contra los roles atribuidos a cada sexo, roles que conllevan subordinación y
discriminación. Esto es importante porque una de las problemáticas que la iglesia plantea al
feminismo y a la categoría de análisis “género” es presuponer que el cambio de roles implica
supresión de las identidades sexuales. En ese sentido el reciente documento de la V Conferencia
denuncia la “ideología de género” (DA 40) porque lo entiende en ese sentido. Sin embargo esa
manera reduccionista de considerar el género va siendo revaluada. De hecho en la V Conferencia
se votó en el plenario para sacar esa expresión. No alcanzó a pasar pero al menos se pudo
constatar que casi la mitad de la asamblea no identifica esas realidades indiscriminadamente.

2. CON RESPECTO A LAS TEOLOGIAS FEMINISTAS

En la ponencia se nos presentó la manera como se articulan feminismo y cristianismo y su fruto


en las teologías feministas entendidas como programa, conversación y contribución. En otras
palabras las teologías feministas son un resultado concreto de articulación entre la teología y los
movimientos sociales, entre la teología y las otras ciencias.

¿Qué frutos podemos recoger de esta tarea? ¿Cuáles son las contribuciones que pueden destacarse
y que se van incorporando al quehacer teológico universal? Sin pretender nombrar todas las
realizaciones, me permito señalar algunos principios fundamentales y algunos logros bíblicos y
sistemáticos. Como principios básicos podemos señalar:

- La afirmación fundamental de la igual dignidad del varón y la mujer. Igualdad que viene
dada desde el acto creador (Gen 1, 27) y reafirmada por el bautismo cristiano.
- El testimonio de la Escritura de la presencia de la mujer en la historia salvífica tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento.
- La necesidad de integrar al quehacer teológico todas aquellas dimensiones del ser humano
que se han reservado a la mujer como la ternura, la intuición, la acogida, el servicio, la
generosidad, la sensibilidad, entre otras.
- El imperativo ético de denunciar la situación de subordinación vivida por las mujeres.
- La necesidad de reconstruir la historia de las mujeres, tanto en los textos bíblicos como en
la historia de nuestros pueblos, inspirándose en las mujeres que, a partir de su propia
realidad, han sido símbolos de lucha y resistencia, sabiduría y liderazgo, solidaridad y
fidelidad, justicia y paz2.
- Apropiación de las categorías críticas feministas de género como opción epistemológica
en el quehacer teológico.
- Incorporación de estudios interdisciplinares e interculturales para articular la racionalidad
afectiva, la estética y la sabiduría desde el imaginario popular.

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Se redescubrieron y valorizaron mujeres de la Biblia tales como: Sara, Agar, Miriam, Ruth, Ester, Judit, María de
Nazareth, María Magdalena, Marta y María de Betania, la Samaritana, etc.
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Entre las realizaciones bíblicas y sistemáticas podemos enumerar:

- La hermenéutica bíblica es una de las tareas de la teología feminista más desarrollada. Se


comenzó recuperando las mujeres en la Biblia y el papel que han jugado en la historia de
la salvación. Posteriormente se ha ido interpretando todo el texto bíblico desde el ámbito
de la mujer, recuperando las imágenes femeninas de Dios y acción salvífica para mujeres
y varones. Se lee la pasión y resurrección de Jesús desde los sufrimientos y deseos de
liberación de las mujeres. También el Espíritu Santo es visto como femenino. Se quiere
liberar a Dios de una concepción solamente varonil y recuperar la integralidad del Dios
Trino que es Madre y Padre, que es humanidad –varón y mujer-.

Este trabajo bíblico se ha caracterizado por:

- Liberarse de la manera de expresar a Dios desde claves androcéntricas y patriarcales.


- Revalorizar los rasgos asignados a las mujeres como presentes en Dios mismo y por ende
en el género humano –varón y mujer- (maternidad, abnegación, ternura).
- Acoger el cuerpo y lo cotidiano como categorías hermenéuticas
- Trabajar la fiesta, la alegría, el goce de la corporeidad y la sexualidad (Cantar de los
Cantares)

Además de este trabajo hermenéutico, el trabajo sistemático está siendo cada vez más rico y está
tocando todos los tratados clásicos de la teología. Ya se encuentran diversas publicaciones sobre
cristología, antropología teológica, eclesiología, misterio de Dios, pneumatología, etc3.,
realizadas desde la perspectiva feminista, aportando una riqueza incalculable al patrimonio
teológico general.

El camino por recorrer aún es vasto y amplio. Se pueden anotar muchas realizaciones pero aún se
pueden enumerar los desafíos que han de seguir desarrollándose en la sistematización teológica
feminista, a saber:

- Trabajar una antropología teológica que parte de la vida cotidiana, de lo concreto y de la


corporeidad, más realista, unitaria y cósmica.
- Repensar, reconstruir y dar forma nueva a la ética feminista que integra lo social y lo
sexual. Reformular en clave feminista liberadora la visión bíblica del "eros" y del "ágape"
para hacer frente a la manipulación consumista e irresponsable del poder erótico en la
cultura dominante.
- Articular la teología feminista con la teología negra, indígena, ecofeminista y con las
contribuciones feministas en otras disciplinas.
- Fortalecer la reconstrucción feminista de los conceptos y temas centrales en teología
sistemática, tales como Dios, Jesucristo, Iglesia, espiritualidad, sacramentos, gracia,
pecado, vida, etc.
- Desarrollar una tarea de deconstrucción y reconstrucción crítica de las diferentes formas y
relaciones de poder empleando una hermenéutica feminista para exponer sus

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Una excelente recopilación de trabajos teológicos sistemáticos podemos encontrarla en: Azcuy, Virginia, Di Renzo,
Gaberiela, Lértora, Celina (Coordinadoras), Diccionario de Obras de Autoras en América Latina, el Caribe y
Estados Unidos, Colección Mujeres haciendo teologías 1, Teologanda, San Pablo: Riobamba, 2006.
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implicaciones teológicas. Esta tarea implica abordar tópicos que son tabú para algunas
instancias; por ejemplo, trabajo doméstico, abuso sexual, incesto, homosexualidad, etc.
- Sistematizar las experiencias litúrgicas y los rituales feministas que celebran las
resistencias y victorias de nuestras comunidades por una realidad libre de sexismo y de
violencia sexual.
- Emplear un análisis socio-político-económico, así como religioso y cultural desde la
perspectiva de las mujeres, con la finalidad de determinar lo que es bueno y lo que genera
vida.
- Proponer un discurso antropológico teo-ético alternativo. Es necesario deconstruir el
lenguaje y las prácticas teo-éticas que producen, sostienen y legitiman la violencia contra
las mujeres y construir un discurso liberador de resistencia y bienestar. Un discurso
teológico en el que el cuerpo y la corporeidad sean centrales, y en el que se denuncie la
cosificación del cuerpo de las mujeres. La identificación de los cuerpos de las mujeres
como símbolo del pecado debe ser explícitamente rechazada. Se propone un nuevo
lenguaje sobre Dios, que no sea masculino, porque ese lenguaje refleja las estructuras de
opresión y de violencia patriarcales. Se debe desconstruir las doctrinas sobre Dios basadas
en las nociones de poder jerárquico, dominación y control y reconstruir una imagen de
Dios como modelo comunitario de participación y relacionalidad. El bien común incluye
la integridad de la creación, puesto que la violencia perpetrada contra la persona humana
y contra la naturaleza están interconectadas.

Además, la sistematización teológica feminista hoy ha de contribuir a una nueva construcción de


relaciones entre los géneros. La nueva manera de ser y vivir el ser femenino, implica
necesariamente una reconstrucción y adecuación del ser masculino. Género, como categoría de
análisis implica la mirada integral sobre los dos géneros y su búsqueda conjunta de caminos
posibles para la construcción de una sociedad equitativa donde la diferencia funcional no permita
ninguna discriminación fundamental en ninguno de ellos.

3. CON RESPECTO AL QUEHACER TEOLOGICO: “DAR RAZÓN DE NUESTRA


ESPERANZA

La tarea teológica carece de sentido si no se comunica. La teología feminista es profecía de


esperanza para la humanidad porque su mensaje apunta a la construcción de una nueva sociedad.
En primer lugar, la teología feminista comunica la buena noticia de la igualdad fundamental
entre todos los seres humanos. Una afirmación que no es “teórica”, “universal” o “abstracta” sino
que considera los sujetos concretos -las mujeres- en sus condiciones particulares de sexo, raza y
condición social. Si en los inicios de esta teología se proclamó la necesidad de mirar la realidad
humana desde la perspectiva de la mujer hoy se exige una resignificación de su ser y misión, al
igual que la del varón, y su trabajo va mucho más allá de esa etapa inicial. Toda la teología está
llamada a reconstruirse y a dejarse enriquecer con las nuevas categorías de análisis que ha
incorporado esta teología y que permiten una nueva visión, más integral de la revelación divina y
su sistematización teológica actual.

Como se dijo en la ponencia las teologías feministas son “programa de acción”. Su comunicación
implica una postura existencial, una transformación de mentalidades y estructuras, un partir de la
realidad, iluminarla desde la fe y volver a ella para transformarla.
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Estas teologías ayudan a devolver el lugar negado a las mujeres por tantos siglos y contribuyen a
su mayor desarrollo integral y, al mismo tiempo, incorpora a los varones en esta misma búsqueda
y compromete a los dos géneros en la construcción de un mundo que haga presente de manera
más clara el Reino de Dios, no sólo como una exigencia ética sino como imperativo de la fe en el
Dios creador del género humano –varón y mujer- a los que les confió el devernir de la historia.
Sólo una humanidad que reconozca la dignidad fundamental de todos los seres humanos, puede
realizar el designio salvífico de Dios de llevar todo a su plenitud, cristificando en él toda la
realidad.

La teología feminista no es tarea de las mujeres. Tiene que ser un empeño común, sumando
esfuerzos y apelando continuamente a la autenticidad humana y evangélica de nuestro ser
teólogos/a y personas de fe porque lo que está en juego no es una realidad particular sino el
género humano llamado a ser imagen y semejanza de Dios Trinidad.

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