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Primera edición en .

El Libro de Bolsillo>: 1971

Segunda edición en .El Libro de Bobillo>: 19n (revisada)

Prólogo
Tercera edición en .El Libro de Bobillo>: i988 (ampliada)

......

Hay ya una poesía hispanoamericana contemporánea


clásica, es decir, viva y Na a la vez; y ella es el objeto
central de esta antología. No se trata, desde luego, de
aquella poesía del modernismo, de tan definida silueta
dentro de su misma variedad, y de la cual, aunque no
siempre muy bien entendida, existen colecciones y es­
fuerzos antológicos suficientes que facilitan su entrada
en el público no especializado. Pero e.se mismo públicg,
¡ie,"Il"f;'lHIletaP6 'qMlI-sigue al moJernúmo. casi .".~­
s#~, ,quelos,"40'S ,nembres mayorel lh' Cl'rar Valliflb
~~~. Ne,r_~ Y sigue ignorando, por dificultad de
acceso, todo un caudal importante de buena poesía, apro­
ximadamente paralela en el tiempo (y digámoslo ahora
para fijar, aunque de modo muy provisional, nuestros
o De la Ie!ea:iÓD, prólOlO Y DOlas: J,* Olivio J~ez límites) a la realizada en España por la generación del
O AIiuza Edi1oria1, S. A.; Madrid, 1971, 1973, 1977, 1978, 1979, 1981, 1984, 1988 25 ó del 27.
Calle MilúI. 38; 28043 Madrid; telH. 200 00 4~ y ya con ello planteo la cuestión básica que dará
ISBN: 84-206-1289-8
Depóllto 1epJ: M-6.340-l988
motivo a la mayor parte de estas páginas de introduc­
Papel fabricado por SDi8oe, S. A.
ción. Porque p.ar.a. ¡i.¡¡¡r },¡¡, extensión cronolágica q.ue..,:lhar­
Impreso eD ArteI Gnlñcu Ibem, S. A.

Matilde HenW1dez, 31. 28019 Madrid


},!!!,..,,!p.,fse .haq:.n .ne'~~rias unas cuar;ttis" J)r.ecisi.oP.e.s..q.ue
Printod in Spain

7
8 Prólogo J05~ Olivio Jiménez 9

al••,..""" ra'fltrt lrftt-nemendtmwtt·-de-IoY-peri(JtJO'J' ,.~­ lugar para hacerse eco, o para participar en los largos
da:r.ia s 111M- tlemeaJ6.s¿e.nI#UÚ'o-sig~C'Offm'"'1f .1M...pao­ diálogos, a veces cargados de alta pasi6n, con que se
_ ill.d.itHr;QII<H-~iu¡.~mes,-Sin esas puntua­ viene en los últimos años tratando de iluminar la ver­
/izaciones, s610 relativas y polémicas como todo lo que dadera naturaleza y la vigencia del modernismo. Pero
a hechos cercanos se refiere, mal llegaríamos a enten­ como se le ha mencionado (siquiera sea para decir que
dernos. Por lo menos, a que el lector entienda nuestro queda fuera de este libro), debemos reconocer que, para
, prop6sito, lo que no impide que él pueda formarse, por nosotros, esas fructíferas investigaciones de la crítica más
k su cuenta, su personal visión valorativa de la poesía aquí reciente han configurado, al fin, la.jmagen cabald4:J..mQr
Ji; representada. ",,"C*CIiQ. Se ha rectificado así la larga teoría de e"ores
.l~ Por de pronto, .Jl1k,.bJ!,._IJIIÜIiD.~ya.deJos._1JQ&,(i,IJÚJS,..mo. y simplificaciones construida en torno a aquel movimien­
4~ ../ hrgjst¡.;)/ cQQtewpor.án;a".~~ei;'~.u". J.05 /jIHiliS
I
• j .
"'¡er. wUi1/..e.¡.,suc.e.si.vas qu.e....u.iÚu.JweaBn.-4!l 4i 'f.ll­
. " de l¡¡ pgerÍ4.,.JJU.p¿mQilfM,iunatÚ~.~...J..l..,¡i­
to (modernismo como sin6nimo de superficial escapismo
exotista, de tendencia exc/uyentemente afrancesada o
10 pasado. Tal posible articulaci6n en nada contradice
extran;erizante, comenzado y realizado de modo princi­
pal en el, verso, y extraído todo él, como por arte de
. ti protun"itá ,unidad del '" rrrFjfr-=
.lengu~.",s.pf!1J{a ,,,(f"\iki,!!!'l
6 s.¡l magia, del estro de Rubén Darío), cuando lo cierto es
acc la litertt'.li.'.fJ . en prácticamente lo contrario: ¿¡fU! fue un ~,..,itJI,s..
erms o. ro unulad no qutere dectr estattsmo, nt ~~"~ . ' ritico; expresivo del angustioso con/Jiaoe.s.pi­
tiene que estar reñida con la comple;idad y el dinamis­ ,.r,jJJ}r¡J,;,;.!I~ .ho11Jbre rotJtemporáneo Y4 por entQ«'N'húJn­
mo impUcitos en un tiempo como el nuestro y en un .,!..e.i.....fl,~e ccuzoció de una veta hispánica y preoc~,
temple tan vocado a la libertad y la revolución como el ~eltUnwriade la afrancesada y f,¡tJ6kl. qw-se.,le
americano.SJ"WIiQ..p.p;...ka ofrecido un esbozo de siste­ J/!-!J.!!.e~ido reducir.; .que nació antes en la p~osaj y que
matización sintético, y por el/o
(ú''j,ran tii"itraá3 ~. ...JG.JW,l;lQ. con. José Martí y Manuel GIJ/iérH%' NIJjeu,
Ha escrito, al efecto: «El período moderno se iiY.iú".en .iJf~fl,J."~t~rta~!ones es!ilísticas estrictamente nU,~vas iasí
dos momentos: el ·.";~~e!.ñ~if¡z'T;·ap_ogeC?-:~:!a.s);jl~t;jas como tas ;re otros mal llamados «precursores» del mOiJer­
~!~~J..l1.'!,!p"o,!!s!.as, y er cont?'111Pl2!.4t1C,QIt. emp ean­ nismo: José Asunción Silva y Julián del Casal) asimilará
esenommactones en el. mismo sentido con que ,de.r.pués :y dará su definitivo toque personal 'Y'- f*ofi¡mÍtJ
aquí las vamos mane;ando. Y añade a continuaci6n, para -d-ui.¡alos.o.genia. sintético .de DlH'ío.
~ubrayar la importancia de los países de América dentro Pero algunos de los críticos y estudiosos que más han
¡.tie ./..a.. ..poe.sía.... hiS.p.. a.'nica g.ener.al: ~n a.,'t!b./J..s,. ,.l.e!e.'i.o~; contribuido a esta afortunada revaloraci6n (Ricardo Gu­
'!l!!.2!t"oat!l~ti~anos fueron los iniciadore,'de,:J4,.t:.J. .' ; l1ón, Iván A. Schulman) parece que, llevados de un no­
'la
yeñ""fáiJOd;)s 'oc'lSiones éritica peninsular denunct el ble celo por desagraviar al mal comprendido y mal tra­
:galicismo. mental' de los hispanoamericanos -para más tado modernismo, se han visto inclinados a concederle a
Itarde reconocer que esas importaciones e innovaciones éste una extensión que viene a sobreponerse cronol6­
f."eran también, y sobre todo, un redescubrimiento de los gicamente a una buena parte del lapso de tiempo que
j poderes verbales del castellano» '. nosotros ya incluimos dentro de lo contempor4neo. Y s610
Esta antología se proyecta, mayoritariamente, sobre para salvar las confusiones que podría engendrar esta
el momento o período contemporáneo. No es éste el superposici6n o coincidencia, es que aludimos de pasada.
I Ocuvio Paz.~l_Qrf0.JIQlirQ.2:" edición (México: Fondo de Cultu­ al tema. Ya sabemos que todo empez6 con aquel afán
ra Económica, l~7J:·pq. 92:"'- .--­ de Juan Ramón Jiménez por hacer del XX todo un siglo
José Olivio Jiménez 11
10 Pr61ogo
siglo por él defendido anteriormente era precisamente
modernista 2. Después, Gullón y Schulman, aceptandó su fecha de cierre, o sea el año de 1932, ya que no se
con mayor cautela, sin dudas, el desmesurado propósito, veia claro qué cambio, con respecto al modernismo puro,
han hablado de un medio siglo modernista. Y han aveno pudo haberse operado hacia tal año, en la expresión poé­
turado las siguientes fechas aproximadas: para Gullón, tica al menos, que no hubiera estado manifestándose
ese medio siglo iría de 1890 a 1940; para Schulman, de abiertamente ya desde 1920, o aun antes, en los inevi·
.;
1::
1882 a 19~1.!. Las propuestas por el primero tienen el tables avanzados de la nueva expresión.
(:!'. i;;cohveizTéñte de dejar fuera, en su fase inicial, casi toda y aquí se' hace inevitable que destaquemos con exac·
jl)· la labor fundational de la primera generación modernis­ titud lj.ué..el'!"Jentos o ingredientes estéticos nuevos ha­

j~:ti!,
ta, cuya gestión literaria fue tan importante entre 1880 cen !.u.,qp"a~kiWt en las letras ,his.panas hacia los tiempO;

,
I~;
.Y 1890. Pero ambos, en su coda final, incluyen como
modernista, en el sentido más absoluto del término, la
€~JiiJ~e.n . ..a.la primera guerra mundial, J por qué 1a
presencia de esos elementos impiden que el producto
década de 1920 a 1930 (la década del Trilce, de Vallejo; .resultante pueda continuar siendo valorado como moder­
:I~ del Altazor, de Vicente Huidobro; de la primera Resi­
dencia, de Neruda, entre otros ejemplos importantes),
,nista, por grande que sea la amplitud que le demos a
.' este concepto. Aclaremos que, sin pecar de formalismo,
cuya producción entera recogemos nosotros en esta ano nos asiste la convicción de que la literatura no es hija'
taloRia como pertenecientes a la estética contemporánea. sólo de una actitud ni de los sentimientos básicos que
iSilf embargo, el profesor Schulman, en su último acer­ descubre, sino, a la vez y en igual medida, de los ma­
.camiento al tema~, aunque sigue defendiendo un con· teriales lingüísticos de que se vale en la expresión. Si
c~p_o epocal del modernismo, en nada discutible, se re· la actitud bastase, la urgencia de individualidad y liber­
fi'tre más saludablemente a la etapa de 1875 a 1920 tad característica del modernismo, y tan insobornable en
como a la del «florecimiento del modernismo», aunque la voluntad ética y artística de América, haría presumi­
no "'nieglJ,como nadie podría hacerlo, «las escuelas y ble que ese movimiento, en estas tierras, no terminaría
mavimientos que surgirán como continuación, reacción nunca. Por otra parte, muchos de los sentimientos bási­
y éonsecuencia de este florecimiento». Podrá parecer cos de ese ser escindido, solo e ignorante que es el
cuestión bizantina el afirmar que esta reciente modifi. hombre contemporánea, tan fuertes y constantes desde
cación de Schulman ,esulta tranquilizadora, pero de he· el romanticismo (donde verdaderamente se esboza va el
cho no lo es. Porque lo que desazonaba en ese medio espíritu de nuestra época), están borrosamente en la' base
de algunos de los Cantos del peregrino (1844), de José
2 Véase: Juan Ram6n Jiménez, El modernismo. Notas de un curso Mármol, para citar un e;emplo casi arqueoló¡;ico; aun­
(1953) (Madrid: Aguilar. 1962). Aparte del indiscutible principio de que sólo después darán. de más definida manera, la sus­
polltica litesaria que le sosten la, obraba en Jiménez una tendencia a las
amplias generalizaciones: «[ el modernismo] seguirá llenandó todo lo que tancia a textos de tan variada facttlra como el estreme­
queda de siglo, como ocurri6 siempre en cualquier movimiento impor· cedor, pero implacablemente lógico poema <1 Lo fatal»
tanteo romanticismo, neoclasicismo, barroquismo, humanismo en lo pasa·
do ... ,. (op. cit., pág. 50). (1905), de Daría, tantos momentos dominados por la
3 Ricardo Gull6n, «Juan Ram6n Jiménez y el modernismo,., introduc· angustia metafísica como encontramos en Trilce (1922),
ción al libro citado en la nota anterior. Iván A. Schulman, «En torno
a la definici6n del modernismo,., recogido en Estudios críticos sobre el de Vallejo, que ya son puro balbuceo o puro hermetis­
modernismo. Introducción, selección y bibliografla general por Homero mo, y los fragmentarios chisporroteos reflexivos e ima­
Castillo (Madrid: Editorial Gredos, S. A., 1968), pág. 335. ginísticos del 41.t.azor> de H uidobro (publicado en 1931,
• Iván A. Schulman, El modernismo hispanoamericano (Buenos Aires:
Centro Editor de la América Latina, 1969). Las frases entrecomillacLls pero escrito a 'lo largo de los diez años anteriores). Un
corresponden a las páginas 7 y 23 de este opúsculo.

¡".
12 Pr61ogo Jos~ Ülivio Jíménez 13

análisis de los fondos rigurosamente espirituales arroia­ nismo añadi6 al irrenunciable sustrato romántico de don­
ría, al cabo, afines palpitaciones e inquietudes en mo­ de emergia.
mentos tan disímiles y aleiados en el tiempo; pero tal ,
.•...
Si es cierto que la época modernista se extiende has­
análisis no seria suficiente a los efectos de las valoracio­ t,! ta 1930, o aún más acá, no se ve claro la necesidad,
nes literarias. Y es qu,/610en .los do} zJltim~ros por parte de quienes tal sustentan, de documentar
~f.i.9.l},(!WJ(!,R{jr.eci!!J..y;;:.·:;r~~mane.ra :~~HJJla","Wue­ su hipótesis con la cita de pasa;es de obras escritas en
~no!..,.!!!ecanis'!!.fJ¿"llt,l~.Vos . queanunciáb(JmQs."-ontQ...lU'¡¡pe. esos últimos años supuestamente modernistas (los de
11111cos de-lo_cc!''!Je..'!1POrtÍt1.ea. Y que .son~.par.a..-de.ci¡;1o 1920 a 1930), para que en esos pasaies apreciemos toda­
'E.~'ij'!iiiÍ1Je":~.ittacio~Í$mo.:¡la,..desreaij~~igp. Yesos vía «calidades modernistas»; tarea perfectamente dispen­
mecanismos, al configurar la intenci6n en poema, .te...val­ sable, a los mismos efectos ilustrativos, si se tratase de
~si sistemáticamente, como ha advertido Octavio iuzgar todo lo escrito, por e;emplo, hacia 1900. Claro
rr;z-:~.,.kn.¡uqje" .vQluntar.ia~~fW6Hico (,¡J.. len­ es que también hacia esta última, fecha, y mucho des­
rw.ic liM.k;.,w;~"..mNl(JJ; tan dificil de detectar en pués, se seguían escribiendo versos y melodramas ro­
avoluntad de estilo de los maestros mayores del moder­ mánticos, y, sin embargo, ello no nos autoriza a pensar
nismo, donde a lo más encontrábamos un gusto por la que se vivia aún dentro de un romanticismo de escuela.
sencillez y la transparencia: Enrique González Martínez, Porque lo excepcional, sobre todo si lo es por sus vincu­
por e;empla) y..Jk.J,¡¡im,¡¡,gen...a .m(:táfQr.a."auda,%,.~{a, laciones con el pasado, no puede servir de medida para
~qo"Jik.f:radaJ.a de todo. w_~llliZl
::n:: suma de estos impulsos y de estos re·
Ctn'IOS formoles darán un resultado estético diferente al
lo general. Lo contrario, tal vez sí: con qué placer todos
los hispanoamericanos proclamamos hoy a José Martí
como un modernista de cuerpo entero; con qué orgullo
óbtenido mediante la liberal adición de parnasismo, sim­ Je~",me~icanoi. reclaman un lugar para José Jt.lafl,.,Ia­
boliS"mo, impresionismo y expresionismo -que son, por .Jzlªd.t¡_4ent(ol1eJ,,~íritu'ontempar4neQ (y, en sentido
acuerdo unánime, las conquistas expresivas que el moder­ apuesto, con qué desgana los ¡óvenes españoles del '98
recibieron el Premio Nobel concedido en 1904 al entono '
• En el libro citado de Paz, El arco y la lira, se refiere varias veces
;el escritor mexicano iI estos caracteres del lenguaje ~tico contemporá­ ces rezagado don José Echegaray). Y esto no equivale
neo. Reproducimos a continuaci6n, del propio Paz, aunque de distinta a negar la ,vigencia benéfica del modernismo sobre los
l:OCledencia. una (onnulación concisa de sus ideas al respecto: «La poesía
años siguientes, en los cuales penetró como antes la

ñ
odi:ma depende de estos dos elementos: es una poesía antipoética por­
que tu I~guaje ea el de la urbe cosmopolita, en el que se mezclan todos edad media lo había hecho dentro del renacimiento, y
los idiomas y dialectos, de! llang al sánscrito; es una poesla dificil par­
e . que ha reinventado la metáfora y el concepto barrocos> (. Una de caL..»,
éste en el barroco, y el romanticismo en el mismo movi­
en Papelel de Son Armadanl, año XII, tomo XLVII, núm. eXL, no­ miento modernista 6. Es la vieia historia de la cultura:
viembre de 1967, pág. 181). Ni que decir tiene que esta extrema caracte­ la de la continuidad del espíritu y sus logros me;ores,'
rización cu~re una ancha e importante zona de la pocsla contemporánea
universal. Pero también es cierto que deja fuera toda una buena cantidad
de poes[a (coloquial, aunque no prosaica; incisiva, pero no esotérica ni • Esta última deuda es de particular interés a los efectos de" nues­
bmoca) producida en el siglo xx, que no sabrlamos a qué categoría tra posici6n. Ricardo Gullón, en el esrudio cirado en la nota 3, dedica
cstético-cronol6gica remitir; como no fuera' que, desde nuestro 1970, al un buen espacio a ~umerar y comentar minuciosamente los materiales
eDCOnttarnos con un poema auténtico, pero no radicalmente prosaico ni espiriruales de lo que él' llama, con acierto, el .Iegado romántico» que
dialectalmente hlbrido lo enviemos corno castigo al siglo XIX. De cual­ #1 modernismo recibió (op. cit., págs. 31-3~). El mismo Paz advierte'
quier manera, lo inobjetable en la caracterización de Paz es su implica­ i1ue el modernismo hispanoamericmo .fue una reacción contra la va·'"
ción de que ""=nw'aie ¡elIeI:al,.,dc..la pga.la ~tm>~~:~ l'ltuedad y facilidad de los románticos y nuestro verdadero. romanticis. '"
de _todos '," ~os ,cu.i,d8~~~,_~,n!!!,~~me~= t
.....~!!sarse
cuestiones
alíJcmjl¡.~ . 4,e fin .J!,_.s~8fu....&YltaDa.-aun para
e cálJ a ,nmédíatez ñumana y SOClar-
.~;
dtlucldar
'mo... », (Véase: Cuadrivio, México: Editorial Joaquin Mortiz, 1965, pá­
gina 28.) Pero ni uno ni otro se atreven a extender oficialmente e! ~v­
manticismo hasta 1900, por ejemplo.
14 Prólogo ]o~ Olivio ]íménez 15

y como el modernismo había sido la hazaña artística biº fS~"!P .lpa!eria!emática,. a los nuev.0s moti~o.s,.,g.'t~ la
mayor de América y una experiencia definitiva sobre el Vt"'(:z,.fJ1ºaerna ,lJabta erztranitatl,o: .fa. clt:l.J1a1~ ~1JltJi6~ el
lengua;e, no era cosa de echar por la borda sus tesoros
aprovechables. Lo peligroso es vaciar los nombres cata­
,':r
!:.,t'1.1 a ,.',r..!~fi¿a", el., obrero y sus reivi~dicacione$,',.,e,l. cine­
J, tnait:.ra!ó. 1'" St, sobre to.iJo :v de q~e fervoros~ ,,!a1J~.r.a..
logadores (por imperfectos y toscos que sean: todos lo 1Ja..)nia~n.ir~q"f,ionat.4.es4Sida del vie;o res.p~(J. ,!l)(j;
son) y rellenarlos con una materia que de modo con­ cor¡'eipo1taen~i(ts¡ísicas o radonales. de comúrJ"uisWJJ,Gs
flictivo pueda otorgarles una carga semántica diferente,
opuesta o desproporcionadamente mayor a la contenida
en la denominación cuestionada. ear4"JMJSQ,trDS.",JUJ.$lJ11/Il,
:¡¡jJitt4f.;t{mentds que toda. metáfora apraximlz",/-A
Im(Jgenrn~rttple, con su infinita capa(idad . .~r;
I!! . .
47.
~ ~nlf :,4' .9.~:i1ar exaltada ,a . elemento ¡mmordlay
­
~~..,..~.. ,.,.J..,9...:2,Q
. . . ".•. .J.J.~~~ 'c,.QntIllZdQ.~os ante­ (iitlt./lt!rifef lfrtsmo; y este ultimo hecho llegó en v'tr­
~~~~JIÚ~---::7"~To,cel "'M'~~--áes­ ~rá"có1fiffm{Í'u en el denominador de igualdad entre
- ' ¡Y~tt:.,.AI4,aP4tiQ/)1I 4e UIfiI'·.M[WHiWJ.tIÓ.. PQé­ todas aquellas escuelas, con su inagotable repertorio de
~'tA/e, di~pm..aJ4d.J,.'~~+Oll10 programas y manifiestos. (Claro es que algunos grandes
ra que püed,a ser cubierta de modo c6modo ba;o su modernistas habían practicado ya esa imllgen nueva y
rótulo. sorprendente, Lugones de modo señalado; y por eso mis·
, . Para esa sensibilidad se acuñaron, en el momento mis­ mo se le cita unánimemente como un precursor del ul·
tno,de su irrupción y en los diferentes países, marcha­ traísmo argentino: la historia del arte se entrete;e siem­
mos efimeros. Hubo,~o¡.por doquier: eu,J.. ~,"iJw,

&2 .'II.
pre de supervivencias JI adelantos.) No importa que, 6-W
Uo.: ..A1.úi&.a...eLl:sfrideJúWtJo.,. .ele".J)e ..flJlios ";,,,• •, Juera creada (Huidobro) desde la más alerta vi­
¡pwiuití• .&amprensivo )1 .. .genir:ico..;....eJ."wa. n· gilia de la conciencia, o, por el contrario, que emerg;ese
o. Era, en sus primeras manifestacio1J~s!~_la".fll~ ..d;,fd~ J()} fondos autamáticos del sJ¡bconscienle(~f#1ffJr­
'c réplica americana al furor iconoclasta de tantos

,l.
rea't{s!!!l?)' e1l.JodoctlSo eJ14 faf)Q¡eeí4 una .ambjQo,¡a. CA·
!!!!I'!!I~""~e"~íWran esi~o aparec'ien'70!'t­ - ;;¡:i¡{te~¡ociaciones t:¡ue libert¡ba a la lírica de sus,vit;;
e desde antes de la primera conflagractón ~""!Jl;~pri1i1J(tc.¡anes a.la lógicl{t las cuales se hadan sen..:
europea. El.~~:..4js~"f,lJ,. representaba, asi, el inicial tir ya sobre los ;óvenes com. un pesado lastre. .Y esJa
gran acorde aeunespmtu nuevo, y tuvo que hacerse es· Úl'~rib~ÍÓI1I1H'JfH' , m/ÚpmllrIIU!»te
cuchar con una energía no sólo pu;ante, sino, vista a ~4Uliar~ .a úz. ~ÍA futurtl.
la distancia del tiempo, hasta ingenua en su misma apa· ~IM F~rn~dez Moreno ha caracterizado 14 poes,ia
ratosa intensidad. .J;ra .un .no ratuntl.a.. .a JJJJ.o. ,J~.I.Q&.pe. 'p',,,1/A!UUilt'dia, en su más vasta connotación. c01JZo-en­
~iMAC;QJWi",,~~ ,el). Ú Irfiltlk;9"M. ~ ·....ta ~44,Ja,cla tres rebeldías muy definidas: contraJa
~..r,gQ.¡;¡zU¡IAUe el modernismo no' habla podido desarrai­ :Ii~4if.i9!faL~"i2.enciade belleza, tanto en el objeto &,Q1JIO
gar de modo total y de la que ahora se ab;uraba violen­ ..!.E su !/;p"res"~n/ación artística; contra las costumbr,es h,;­
tamente.JJia.--"~·.tmns: no ttl-·tla"""'~co #.re¡;;dal.ie)~ música;:¡,. en fin, contra la funció1J",~o.'J1tl­

.• '_,JM~ . m.,trn4
~~.Q.4.~1"a.n.e.s c.olWencirwJes.'¿'

• tl'''''t~·r. t.W..J,wu4ie
¡,.,+--­
timaJ) , ya los.1Jo.. IIUíIJlQ&4QJt­
.Üint,4xis... 11tAJúsc.uJasJ>~'­
ñt'édfrva, 'lit lengua;e.. ,lo que equivale a decir, cO'!t,~4 ¿l
"'Tl~!J!~t~.iue permitiría esa comunicación. El propi? Fer­
"mn~i Moreno ha hecho notar c6mo, en mediO del
• dQIl ),¡Jt:lI:j¿l:;U;qtotí:l~;;~d::~¡::~oi;.:~ ardor de tantas negaciones aparentemente nacidas de U'VI

m.!J.ZH,.ai!J1Je.Ql9gj~m.OI iita.niáforas,etf.):..~í.J...{fUIU1t­
nueva concepción estética, dos corrientes contrarias y pa­
ralelas se advirtieron en esos mismos años. El crítico
16 Prólogo José Olivio Jiménez 17

argentino las explica así: «... ,una. se dir.igc"';"'J..,ui4.a UltJJ(?!..,. a)apreocupaci6n por la estruq,tt4r4delPQJ:T.fU.
y .!!1J;6..Js:.c,~~,~e.QgJmJ:IJJ,f,-lJDI' eL.arte, ambas de U/Jf.JtJ.na.mítdmaj!acipn temática dentro de. esa estruc­
o una manera excluyente y exagerada. Estas dos líneas se tura. Se abre entonces el segun40 gran diapason "lela f/
hermanan en una común exasperaci6n: por una parte, ~~o~temE..~.orá,!ea,anuestroi uici..o .".el. mas'tre. e.!iñ. i!iVo
en la actitud que llamaremC!L}iJ?Nv!tB4J,.a,.,jiler,.4Ul,tQ pro­ q,{?:!!:

Y1ééunf!C?.,.~espués, de la algarada vafl,t.~ár~r!1~~:


~.,J.o.d/l.I4".ovi.da,s!n meaJa.cign perceptible ael ~~a .a. per~e. s610 como~na p'revta 8,:'r":Z1;!iapflga

arte; por otra, ~'! la 4f!4tud,. hiperartÍ$lic~ .. tl;p.JÉ..je . re­


o
.' 7r'tfb'érliJd. Pero esta comenzarta a dar sus melores frutos
ffj,gjfIJ~'!J.ac.,f;e~cía mlSlna JeLlenguaje»l. lA disnn­ ...."""eIfparadójicamente de su radicalidad.
cro" es uttfporque anuncia, ya desde el momento del ¿Con qué nombre designar ese segundo gran momen~

frenesí vanguardista, J1f.l!aAe~as .tl,.rJ,tínp.!1Ii4t...m,iI..,J¿a a to, hacia qué fechas situar sus inicios? Nuevas dificul­
-ro
.ednLJf!o.S!f!P~. inm~~iatamúlte .posteriq~ pqjgo la 1'­ tades surgen aquí, y tal vez nuevos rozamientos polémi­
¿a \~q".l$/lJa:polartdat( entre la,poesía. pzu.a.~eTso­ cos. Como que distinto había sido el ritmo evolutivo en

l1rerre7i1'{¡,!1IO, como puntos extremos de tal tensi6n 7'si los diferentes países, difícil será datar de manera válida

III};O es q~e la formulemos entre poesía pura y poesía so­ para todos ellos el punto de partida del nuevo estadio

cial, donde la oposici6n quedaría aún más marcada). poético. No se arriesga mucho, sin embargo, pensando

. AqueUa vocación americana de libertad, a que se aludi6 que hacia 1930 los extremismos de la vangl!ardia gr4l'

un poco antes, hizo que el vanguardismo, aun en su al­ '!!l/!.l~.,,,,.de<pasada que producian, rubQr a lQs.J/t.alUQ..s

unce más restrictivo, mostrase en este continente un ~_.,,flue ../ulbÚJa sufrido sus efectos. Los testimonios

entusiasmo y una duraci6n· mayores que los de su co­ de áspera crítica hacia lo que, en su furor avasallador,

m!spol'Uliente español, .el tlltr4ÚfII,lJ. Este brevísimo había significado el vanguardismo, no se hicieron espe­
e.pisoelioJe la historia poética peninsular estaba prác­ rar.¿:Cé~at Val,le;o, en fecha tan temprana como. ~9~'p,

t«amf!nle liquidado hacia 1923, cuando las prime­ JIlJlenía:. «Poesía nueva hadado en llamarse a los.. ver- '
raS obras de la que muy pronto se integraría como la sos cuyo léxico está formadó de las paTabras'c"tnema,

"/importtmtisima generaci6n de 1927 daban claras señales ~~;·áifJalros .de fuerza, avi6n, radio, jazz~bafid: t'f/e­
de orden 'Y concreci6n, aunque practicando todavía aquel .:¡fiJia. o~n ohilQs~j
'J, en general; de todas las voces de
. as ciencias e industrias contemporáneas,. no importa
culto a la metáfora que el propio ultraísmo y la lecci6n
de Ram6n G6mez de liJ Serna habían preparado. Tal que elléxicp correspondaona Il una ¡;~4uÍén­
vez con un ligero retraso, igual movimiento de reacci6n Mm~itte nueva. Lo importante son las palabras.» Y al
se operará en la poesía de Hispanoamérica. J:SJ..ti1ff.,. 19s -:Jrlf'~Ul'fflt~·ltC'U!dhlt~ con no disimu1"ad'a violencia, a su
¡¡¡i ~_. · · ! l..~!!es protagonistas de .la aventur.a."p~r­ misma generaci6n de ser «tan retórica y falta de hones­
ista ~p"!e.,!l,!'ton a sentir un inequívoco cans.al1..~d.. ~~. '. tidad c,omo las otras generaciones de las que (!lla rente­
. . .4.. empresa, y a escuchar dentr.o d.e.uJ.q~ ..lk~.., •gti», por considerar a la suya impotente «para crear o
~¡JJlJ?rde.,!,.la serenidad, .la reco~st~u"(cft~e'omen­ realizar un espíritu propio, hecho de vida, en fin, de
zando por ·10 más exterior, algunos rasgos e ataban ya sana y auténtica inspiración humana». (Mucha noble
aquella fatiga: vuelta a las formas estr6ficas tradiciona­ prisa había en tan duro dictamen de Vallejo; pero tam­
les, a la rima; o, sin necesidad de llegar a ellas, por lo bién en mucho no le faltaba raz6n: la ret6rica maJe",
J:!j;J,4 ..hq,.bía .sido. se.ncillament!! sustituida, en . manos. de
70S jóvenes del vanguardismo, por una "ue.va r~tárica.)
7 César Fcmández Moreno, ¡"trodlicci6" 11 la pon/II (Méxiro-Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 1962), pág. 56. 1"'"'Pa'GrcrNérúaa, .pensando, sin dudas, en el ideal crea·
18 JOI~ Qlivio Jím~nez 19
Prólogo

cionista de Huidobro, estampaba también esta profesi6n protestar, esta nueva generación sinti6 esas arbitrarieda­
"5ie fe realista y humana: «Hablo de cosas que existen. aescomo señal de aventuras más secretas» a.
UfiOS me libre de inventar cosas cuando estoy cantando.» He ahí lo esencial del posvanguardismo: arovechtl­
:JIkntq de lo que fue sustancia en el vanguar ismo~
un poco mlzs tarde, Eduardo Carranza, al frente de su
:,;ttt6rica, para convertirla en instrumento de más profun·
grupo colombiano de «Piedra y Cielo», abogará por una ~lidos empeños poéticos, para lo cual tuvo que co­
vuelta a la tradición lírica española como medio de echar menzar por desprenderse de la ho;arasca más caediza de
a un lado «toda la podredumbre de los ismos». No se aquella misma retórica. Octavio Paz se ha pronunciado en
agotaría aquí la prueba documental de que una nueva sentido seme;ante cuando afirma: «La vanguardia tiefle
orientaci6n estética se perfilaba con clara conciencia por ", ,Jos tiempos: el inicial de Huidobro, hacia 1920, volatili·
parte de sus definidores, pero a los efectos nos bastará .i:t~ón de la palabra y la imtJgen, y el segundo, de Neruda,
por el momento. 'iill'í~% tilios después, ensimismada penetración hacia la en­
En ese afán insoslayable por el hombre de ordenar y if:::'~.JÍÍia de las cosas» 9. Pero ambos, Fernández Retamar y
bautizar sus cosas, aun las del espíritu y la cultura, más . Paz, a pesar de estas matizadas distinciones, prefieren no
problemático será encontrar una etiqueta de cataloga· abrir el posvanguardismo, ba;o esta explicita denomina·
aptt para el nuevo período que asomaba. Surge fácil. ciOn, sino hasta 1940, cuando una poesía de intención
trascendente o metafísica se apodera en mayoría de la
11Jente una voz~dismo, que con ella sola dice creación lírica en Hispanoamérica. Entre 1920 '1 1940
\flI!!IiJI6''II1I9~':tIfij'ií:ntar:o que sigue al vanguardismo, lo que ven son dos ondas o acordes sucesivos de un
~lI"",d~uJor. Esa voz provoca de inmediato un mismo movimiento, el vanguardismo, a los que podría
!vita'tl~· p'aréétdo (morfológico, de situación y de in­ aplicarse simplemente aquellas dos categorías signadas
tencionalidad) con otro pos ... anterior, el posmodernis­ por Apollinaire en uno de sus Calligrarnmes, o sea la
1110. Roberto Fernández Retamar ha trazado hábilmente «aventura» y el «orden», y que Guillermo de Torre, en
llJ'Telaci6n entre uno y otro, y, al hacerlo, ha podido su conocido ensayo de este título, ha elevado a extremos
cafar en el meollo mismo de esta poesía de posvanguar· polares de la línea evolutiva seguida por el arte que flo­
dia: «Evidentemente,lil poesía hispanoamericana de los reció entre las dos guerras mundiales 10.
~i'~ H:4rticI41a en dos goznes: modernismo'J Sin embargo-de la autoridad de los críticos mencio­
~'ii"ilíiiJ.Jir",o. Ambos son seguidos por sendos mamen· nados, serias dudas asaltan sobre la ;usticia de seguir
tos en que el andar hacia adelante es sustituido por un considerando como vanguardistas, en masa, a todos los
productos poéticos aparecidos a lo largo de esas dos dé·
movimiento hacia adentro. De ahí que parezcan deten·
cadas; tanto más si se piensa que los autores de esos
ciones: no lo son ( .. ), sí son, o me;or dicho, sí impli­ productos rehuyeron, muy pronto y de consciente ma­
can replanteamientos de los problemas suscitados por la nera, tanto la superficialidad temática como el repentis­
generación anterior. Por e;emplo, es evidente que la Iln·
~ siO,sa, p,e:seCUc.ión de im,ágen,es y--er, aesoar,a"us,t,e, -701,rm,al • Roberto Fernández Retamar, ..Situación actual de la poesía hispa·
~l.e lo~vanguardistas han sido tomad?s~~n._ c~:.n,~áp§r :ros noamcricanu, en RelJilla Hilp41JicII Moder1Ja, año XXIV, núm. 4, oc­
tubre de 1958, pág. 325,
_pºe~f!s~p.o.ste.riores. Pero mientras la generaci6n vanguar­ • El arco 'Y la lira, pág. 97.

dista tendió a ver en tales hechos acontecimientos retó: " Guillermo de Torre, .La aventura y el orden_, en La tnJenlura

ellhica de 1Juellra edad (Barcelona: Editorial Seix·Barral, 1962), pági·


ricos con los que, a lo m~~'...,s~_i'!.t~n.tar,(i sorprender-i/ nas 43·74.
'tlill
20 Prólogo José Olivio ]iménez 21

mo, la violencia y la dispersión formal proclamados y cambio, Fernández Moreno escribe sobre este último
~.
cultivados por el estricto vanguardismo. (A menos, claro punto: «Pasado el apogeo de la batalla, la poesía de pos­
está, que concedamos a este término una amplisima ex­ '!.anguardia rescata ~o_nserva dos im orEantes rasgos-!!,u: v
tensión, seme;ante a la sugerida p'ara el modernismo, con :~ ... slemes: el ritmo y Tíi IStft UCl n estrolca mc uyenao
lo cual no haríamos sino añadir una confusi6n más.) El ÑiÓrnellos y estribillos)>> 12. No d,ce cuándo comienza
mismo Fernánáez Retamar introduce una brecha a su todo ello, pero el lector enterado sabe que los sonetos
propia caracterizaci6n. En el traba;o mencionado desliza de Martín Adán en el Perú, las canciones primeras de
una frase como ésta: «Es así que no puede decirse que José Gorostiza en México, las décimas y sonetos de Euge­
la generación siguiente rechaz6 la vanguardia, porque ese nio Florit en Cuba, las severas formas clásicas de Fran­
rechazo le corresponde a la misma generaci6n que la ha­ cisco ~uis Bernárdez en la Argentina se hacen oír mu­
bía e;ercido.» Y algo después, ésta, más concluyente: cho antes de 1940. (Realmente, a partir de 1940 se es­
« .•• elposvanguardismo ( ... ) es practicado por la mis­ cuchan cada vez menos.) Sin embargo, esta nueva aten­
.ma. ~,ildón vanguardista» 11. No obstante, y llevado ción a los valores formales, evidentísima desde luego, no
por· un prop6sito que pqra él no es s610 did4ctico, cede supone lo únzco nz lo más definitorio del período. Este
a la tentación de la simetría y a la devoción hacia ese es rico, variado, dinámico y dialéctico en sí mismo. De
monstruo. sagrado en que se ha convertido el criterio un lado estaba el ideal general de pureza poética de
generacional, y continúa considerando como vanguardis­ aquellos años, que en algunos países (Cuba, por e;em­
¡_í~fi ••/ba generación, en una de cuyas fracciones (y plo) se organiz6 en un concreto esfuerzo dirigido hacia
.'.lli
reproduzco los nombres que en ella alinean: Borges, Mo­
é
Nlf.Ntla,. Valle;o, Florit, Ballagas, Vi/Jau"utia y
~) se arriba ya a esa «poesía diferente» a la del
una poesía «pura», cercana al modo como en Francia
(Valéry) y en España (Jorge Guillén) se la venía en­
tendiendo; y aquí es inevitable la mención de los cuba­
vanguardismo, según el propio expositor declara sin am­ nos Mariano Brull, Emilio Ballagas y Florit. Del otro,
bages. la vibraci6n romántica, la voluntad de una potenciación
Ateniéndome, por el contrario, a los hechos y no a totalizadora del ser, que podía valerse ya, Si así lo que­
,¡rJas simplificaciones, me parece más ;usto reconocer como ría, de las facilidades expresivas del superrealismo: Va-­
r posvanguardista ya a la poesía escrita por aquellos mis­ lleio, Neruda, Molinari, Villaurrutia. Hay que tener cui­
mos JJombres que se habian estrenado literariamente en dado para no asignar a las anteriores atribuciones un ca­
el vanguardismo, pero que, en un momento dado y por rácter excluyente: ni Valle;o es un surrealista al uso ni
hondas convicciones estéticas, lo superaron en un agu­ Ballagas y Florit son s610 poetas puros. Si adelanto al
dísimo giro. ,]3sa poesía se configura, ya lo adelantamos, paso algunos nombres, es movido por un prop6sito ge­
hacia 1930, y convendrla observar ahora por qué cauces neral de ilustraci6n, y habrá que tomarlos con las natu­
tematkos y'" expresivos se canaliza. De entrada, significó rales reservas.
v en una buena parcela de ella un retorno a lo que el or­ La oesía pura y el superrealismo, apurando el esque­
den dictaba a la forma poética: estrotas y metros regu- mil, represen an os o s e atraccl n antag6nicos de
Eres, al lado, por supueIfl1,--lielveno-twre-rconquista ya esta etapa, CDmo lo fueron en el período de la lírica
para slempregana71a). Y '!!!.~-!!É~ldía contra la T1lÚsl­ española que va de 1920 a 1936, esto es, el de la inte­
ca se atenúa. Sin precliár en qué momento ocurre el
_'~'A'~V •. · .~~.~ • graci6n, consolidaci6n y diversificaci6n del grupo gene­
11 Fernández Retamar. loco cit., páI. 324.
" Fernández Moreno, op. cit., pág. 70.
16 Prólogo José Olivio Jiménez 17

argentino las explica así: «... 4I.na,.sediJ:,ifj& ~hV¡da tll!!.!1~~•. q.,lg,preqcupaci6n por la estruct~r4,detpogt1U,
y 2ft" ¡fluJllo,º,,-"&s'peQ¡lflUnlPo,.,pDJ'el-arte, ambas de y.,¡¡,r;u."wzamúzimailadón temática dentro de esa estruc­
o una manera excluyente y exagerada. Estas dos líneas se tura. Se abre entonces el segundo. gran.d'iápason'"tIela p"
hermanan en una común exasperación: por una parte, :1'.!.'e3,f!'~()nlemp'~r1~,ea,'a nuestroluicio~elmasaé7íñim;0
en. la.ac
. t.i.t.ud. q..u.e.ll. a.m .. ~.s. P.iJl.e.,r.v.
.... a.r.e.. m i.t._~.'..perceptible
/¡U.r.aJM!.Il p'rq­ y 1écun~c:~,}e~E!les~ de la argaraaa . van.l~árl1r~r:~"iJJl"'!!:
~~.,,to4tt,J!i..,v.i.4a;'ln tttce."Zfq,¡;i.Wz Jel ~i115álq !Z,~er~,e s610 c0t;t~ ~na ,prevta~!~.r,t"tZ!.ia"G4fJa
arlé{.' ..
plo.r . o. . tr.. a. ,.. en.. ~r~ tift~t~tL.. ",~jp.' eraT;,tísti~4., tri!&.i~ re­
f~'-r41J Ja,t9"fJcJ¡:l mtsm~ á~L lengua¡e»l. La atsT'ln­
1'áTmerl7iir. fY~"'o esfa comenzarta a aar sus melores frutos
·~tf!e parad6;icamente de su radicalidad.
cióii 'eS ut1t porque anuncia, ya desde el momento del ¿Con qué nombre designar ese segundo gran momen­
. JIJ..WB ,4.,.,;.... ~4.S.o'. a.z¡tin.a.tt1. i4S..~.
g to, hacia qué fechas situar sus inicios? Nuevas dificul­
frenes.1 va.n uard.t·.st.a.,. . .' ,.a a
-f!t!r!.!~;a" in.T1t(r}¡;atalpen,te . poster~or. ba.i9.1a ~;ror­ tades surgen aquí, y tal vez nuevos rozamientos polémi­
ma eJt"niz. lG.t1!,4",ppJari4a,4 ,~ntr~ )ajJQes1..aP-ti!JI.•.L,clso­ .~., cos. Como que distinto había sido el ritmo evolutivo en
*1rerreaJWflo, como puntos extremos de tal tensi6n '(si los diferentes' países, difícil será datar de manera válida
h8 esrj'ue la formulemos entre poesía pura y poesía so­ para todos ellos el punto de partida del nuevo estadio
cial, donde la oposici6n quedaría aún más marcada). poético. No se arriesga mucho, sin embargo, pensando
Aquella vocaci6n americana de libertad, a que se aludi6 que hacia 1930 los extremismos de la vanguar;ditLt!,rfUZ
un poco ontes, hizo que el vanguardismo, aun en su al­ ,!!!q".Jiii~4ejJa.sada que ,producían rubor a los ..pr.(J"piqs
cance más restrictivo, mostrase en este continente un ~f,,¡¡.uc,.babúm.,s,ufriJo sus efectos. Los testimonios
entusiflsmo y una duraci6n, mayores que los de su co­ de áspera crítica hacia lo que, en su furor avasallador,
r,etpontÜente español, #J,ultraísmp. Este brevísimo había significado el vanguardismo, no se hicieron espe­
episodio de la historia poética peninsular estaba prác­ rar. .Césat Vallejo, en fecha tan temprana como 192~,
ticamente liquidado hacia 1923, cuando las prime­ .JI!s.t"'enía: '«'Poesía nueva ha dado en llatnarse a los v;r- .
ras obras de la que muy pronto se integraría como la sóscuyo léxIco está formado de las paTalJras '·cmema,
importantísima generaci6n de 1927 daban claras señales :!!!1ltcli1Ja1Tó.f de fuerza, avi6n, radio, jaiz:bá1iet;'tile­
de orden y concreci6n, aunque practicando todavía aquel .•s.m..hilOs', y, en general, de todas las voces de
culto a la metáfora que el propio ultraísmo y la lecci6n . las ciencias e industrias contemporáneas, no imp.,orta
/ de Ram6n G6mez de la Serna habían preparado. Tal que el léxico corresponda ano a una u~ .iiúTén.
vez con un ligero retraso, igual movimiento de reacci6n tPIMf~fite nUeva. Lo importante son las palabras.» Y al
se operará en la poesía de Hispanoamérica. J'JJ1"iJIJ:,)gs ~?rt.'f1Fl!»'t'e'ar:rlSa'ba, con no disimulada violencia, a su
~S.·.V!lL~S p,ro~agonistJU de laafle.n(t,4J,a"p.~4.r­ misma generaci6n de ser «tan retórica y falta de hones­
ist'! c~"'.en,%~!9~ a sentir un inequív.oC? .,c.,an.. s.~ti.: ." .JP. tidad c,omo las otras generaciones de las que ella renté.
·¡¡,.em.presa., '1 a escuchar ¡¡~nt,.ode ...]e;. -ga;;' por considerar a la suya impotente «para crear o
-tlllldDl...gLll!4~'1J~o ~a ,serenidaq, la..r..e.c,01:tst':.ttf.ci6n omen­ realizar un espíritu propio, hecho de vida, en fin, de
zanJo por lo mas exterior, algunos rasgos t:t':ztaban ya sana y auténtica inspiraci6n humana». (Mucha noble
aquella fatiga: vuelta a las formas estr6ficas tradiciona­ prisa había en tan duro dictamen de Valle;o; pero tamo
les, a la rima,. o, sin necesidad de llegar a ellas, por lo bién en mucho no le faltaba raz6n: la ret6.rica mode.",
~.h.4hía ..rido.sencillamente sustituida, en manos de
7 Qsar. FenWidez Mo~no. Introducción Il [Il poesEIl (México-BuCIlOl
7ós)J~n~s 4~1 ..va~8.ua.~di~mo,. por unan14eva .r.~'árica.)
Aires: Fondo de Cultura Económica, 1%2), pig. 56. .,. 1"á1Jro N'éruaa, pensando, Sin dudas, en el tdeal crea·
~

Pr6logo José Olivio Jiménez 19


18

cionista de Huidobro, estampaba también esta profesi6n protestar, esta nueva generación sintió esas arbitrarieda­
:de fe realista y humana: «Hablo de cosas que existen. -aeSco'iño señal de aventuras más secretas» '.
He ahí lo esencial del posvanguardismo: a'árovecm,.
!Jios me libre de inventar cosas cuando esto cantando.» :¡ilrientg- de lo que fue sustancia en el vanguarismo~
un poco mas tar e, uar o arranza, al frente de su f'tét6rica, para convertirla en instrumento de más profun­
grupo colombiano de «Piedra y Cielo», abogará por una dos y solidos empeños poéticos, para lo cual tuvo que co­
vuelta a la tradici6n lírica española como medio de echar menzar por desprenderse de la ho;arasca más caediza de
a un lado «toda la podredumbre de los ismos». No se aquella misma ret6rica. Octavio Paz se ha pronunciado en
agotaría aquí la prueba documental de que una nueva sentido seme;ante cuando afirma: «La vanguardia tiene
orientaci6n estética se perfilaba con clara conciencia por ,dos tiempos: el inicial de Huidobro, hacia 1920, volatili­
parte de sus definidores, pero a los efectos nos bastará , ~6n de la palabra y la imagen, y el segundo, de Neruda,
por el momento. 7Iri.'-.....;..: años después, ensimismada penetraci6n h«ia la en·
En ese afán insoslayable por el hombre de ordenar y W~-dñll de las cosas» 9. Pero ambos, Fernández Retamar y
bautizar sus cosas, aun las del espíritu y la cultura, más Paz, a pesar de estas matizadas distinciones, prefieren no
problemático será encontrar una etiqueta de cataloga­ abrir el posvanguardismo, ba;o esta explícita denomina­
'.6" pira el n~evo período que asomaba. Surge fácil­
ción, sino hasta 1940, cuando una poesía de intención
trascendente o metafísica se apodera en mayoría de la
flt.ell,elJna. vo.dli.~SDguatdismo, que con ells sola dice creación lírica en Hispanoamérica. Entre 1920 y 1940
~'IU .•__~;'ificar: lo que sigue al vangulmlismo, lo .que ven son dos ondas o acordes sucesivos de un
~'''''.;~dor. Esa voz provoca de inmediato un mismo movimiento, el vanguardismo, a los que podría
"~pa;éétdo (morfoI6gico, de situaci6n y de in­ aplicarse simplemente aquellas dos categorías signadas
Jertcioruz/idad) con otro pos ... anterior, el posmodernis­ por Apollinaire en uno de sus Calligrammes, o sea la
mo..ioberto Fernández Retamar ha trazado hábilmente «aventural> y el «orden», y que Guillermo de Torre, en
lll'Te/ación entre uno y otro, y, al hacerlo, ha podido su conocido ensayo de este título, ha elevado a extremos
catar en el meoJlo mismo de esta poesía de posvanguar­ polares de la línea evolutiva seguida por el arte que flo­
dia:«Evidentemente, la poesía hispanoamericana de los reció entre las dos guerras mundiales lO.
. . :'fiiiII~tJrticuta en dos goznes: modernismo y Sin embargo. -de la autoridad de los críticos mencio­
nados, serias dudas asaltan sobre la ;usticia de seguir
"ii~h,o. Ambos son seguidos por sendos momen­
considerando como vanguardistas, en masa, a todos los
tos en que el andar hacia adelante es sustituido por un productos poéticos aparecidos a lo largo de esas dos dé­
movimiento hacia adentro. De ahí que parezcan deten­ cadas,' tanto más si se piensa que los autores de esos
ciones: no lo son ( .. ,), sí son, o me;or dicho, sí impli­ productos rehuyeron, muy pronto y de consciente ma­
can replanteamientos de los problemas suscitados por la nera, tanto la superficialidad temática como el repentis­
generación anterior. Por e;emplo, es evidente que la an­
~ sio!~.,_ pe,~s.e_ctffión de imágenes y'el tl.ei.biJioa1ust.é 70. rmal • Roberto Fernández R~tamar, ..5ituaci6n actual d~ la po~sl. hispa­
}_"?! los,vanguardistas han sido tomad!Js >~n_ cu~!!_~a p.Er los noamcrican.,., ro R~virta Hi1ptl"íCII Mod""IJ, año XXIV, núm. 4, oc­
tubr~ de 1~8, pág. 32:5.
. P-º~t.ªLP'P.stt:J:iores. Pero mientras la generación vanguar­ • El "'ca 'Y la lira. pág. 97.

dista tendió a ver en tales hechos acontecimientos retó: " Guillermo d~ Torr~, .La aventura y ~1 ord~n,., ~n Lz IJv~ntura

~1téticlJ d~ "u~strlJ ~dad (Barc~lon8: Editorial ~ix.Barral, 1962), pági.


ricos con los que, a lo m~,- ,s,ei1tfentabá so',prénrIér'o- nas 43·74.
20 Prólogo José Olivio Jiménez 21

mo, la violencia y la dispersión formal proclamados y cambio, Fernández Moreno escribe sobre este último
cultivados por el estricto vanguardismo. (A menos, claro punto: «Pasado el apogeo de la batalla, la poesía de pos­
está, que concedamos a este término una amplisima ex­ '!~E.uardia rescata ~ conserva dos im orlantes rasgos,.."!u: .....
tensión, seme;ante a la sugerida para el modernismo, con slcales: el ritmo la tstr UCt n estro tea (incluyenao
lo cual na haríamos sino añadir úna confusión más.) El rttorne os y estri illos) i>. o tce cuan o comienza
mismo Fernó"dez Retamar introduce una brecha a su todo ello, pero el lector enterado sabe que los sonetos
propia caracterización. En el traba;o mencionado desliza de Martín Adán en el Perú, las canciones primeras de
una frase como ésta: «Es así que no puede decirse que José Gorostiza en México, las décimas y sonetos de Euge­
la g~neración siguiente rechazó la vanguardia, porque ese nio Florit en Cuba, las severas formas clásicas de Fran­
rechazo le corresponde a la misma generación que la ha­ cisco ¡"uis Bernárdez en la Argentina se hacen oír mu­
bía e;ercido.» Y algo después, ésta, más concluyente: cho antes de 1940. (Realmente, a partir de 1940 se es­
«..• el pos-vanguardismo ( ... ) es practicado por la mis­ cuchan cada vez menos.) Sin embargo, esta nueva aten­
,mil PMtllCi6n vanguardista» 11. No obstante, y llevado ci6n a los valores formales, evidentísima desde luego, no
por un prop6sito que pqra él no es sólo didáctico, cede "Supone lo único ni lo más definitorio del período. Este
a 1, tentación de la simetría y a la devoci6n hacia ese es rico, variado, dinámico y dialéctico en sí mismo. De
monstruo. sagrado en que se ha convertido el criterio un lado estaba el ideal general de pureza poética de
f!1Je,acional¡ y 'ICmrtÍIIlÍflconsiderando como vanguúdis­ aqu~llos años, que en algunos países (Cuba, por e;em­
"~'~ci'6n, en una de cuyas fracciones (y pro) se organizó en un concreto esfuerzo dirigido hacia
;:¡~u%ColC1s nombres que en ella alinean: Borges, Mo­ una poesía «pura», cercana al modo como en Francia
~~~·V./6, Plorit, Ballagas, ViUtlu"ut;a y (VaJéry) y en España (Jorge Guillén) se la venía en­
'!lIIIil1IIIbtl' se arriba ya a esa «poesía diferente» a la del '. tendiendo; y aquí es inevitable la mención de los cuba­
¡~'tidirguanJismo, según el propio expositor declara sin am­ nOs Mariano Brull, Emilio Ballagas y Florit. Del otro,
:,bflges. la vibraci6n romántica, la voluntad de una potenciaci6n
Ateniéndome, por el contrario, a los hechos y no a Ibtatizadora del ser, que podía valerse ya, si así lo que­
Il. as simplificaciones, m~ parece más ;usto reconocer como ría, de las facilidades expresivas del superrealismo: Va­
f posvanguardista ya a la poesía escrita por aquellos mis­ lleio, Neruda, Molinari, Villaurrutia. Hay que tener cui­
1mosifJórllms que se habían estrenado literariamente en " dado para no asignar a las anteriores atribuciones un ca­
¡¡ el vanguardismo, pero que, en un momento dado y por , rácter excluyente: ni Valle;o es un surrealista al uso ni
hondas convicciones estéticas, lo superaron en un agu­ Ballagas y Florit son sólo poetas puros. Si adelanto al
dísimo giro. ,psa poesía se configura, ya lo adelantamos, paso algunos nombres, es movido por un propósito ge­
hacia 1930, y convendría observar ahora por qué cauces neral de ilustración, y habrá que tomarlos con las natu­
tematteos y expresivos se canaliza. De entrada, significó rales reservas.
v en una buena parcela de ella un retorno a lo que el oro La poesía pura y el superrealismo, apurando el esque­
den dictaba a la forma poé[;ca: estrofas y metros regu­ ma, represen/an los polos de atracCIón antagónicos de
lares, al tazto, por supueffu;'del'tJtfUrUóre"Téonquista ya esta etapa, como lo fueron en el período de la lírica
Parti"Steiitpreganaaa). y aE~_.k,~l!~ldía ,f1)ntra la mPsi­ española que va de 1920 a 1936, esto es, el de la inte­
_.-
ca se atenúa. Sin
--_ ...- "'---.. . prec7iir en qué momento ocurre el gración, consolidación y diversificación del grupo gene­

11 Fernández Retamar. loco cit,. pál. 324. ., Fernández Moreno, op. cit., pág. 70.
Z2 Prólogo Jos~ Olivio Jiménez 23

.raeitJmd del 27. Con esta polaritlad se reiteran aquí, de .• J.


.
~.~.' se. sitúan, respectivamente, nombres de tanto relieve J
manera menos borrosa, aquelltls dos líneas, la hiperartís­ ti : como Bó,.ges y Gorostiza, en la primera, y Nenda y
tica y lti hipervital, que habíamos visto en el vanguar­ f)',¡¡;' Nicolás Guillén, en la segunda (para na volver a citar
d.. t.·smo. La poesia pura significaba una tensi6n intelectiva ~('" de nuevo, aunque lo esté haciendo, a la obra última de
) ~!!sisobrehumana, condenada por ello mismo al enrare­ , V al/ejo, tan estremecida de solidaridad humana y de no­
cimiento 'j a la extenuaci6n; y, en términos generales, ble rebeldía social). Por aquí asoma otro rostro de los
se debilita notoriamente antes de que el período con­ múltiples que tiene el engaño. Y es que a veces se dice,
cluya. El superrealismo, en ca",bio, por encarnar en el y se escribe, que la poesía social y política fue algo así
lenguaje una de las Jlmbiciones mayores del hombre con­ como patrimonio exclusivo de los tiempos anteriores a
lemporáneo, 'su lihertd total, tuvo, para bien y para "'1'
la segunda guerra mundial. Parece olvidarse entonces que
1 mal, un arr.aigo fecundo en la expresi6n americana; y a
su través se realiz.a el enlace Intimo de esta poesla de
la poesía más combativa de Neruda --la de su Canto
;~
general, la de Las uvas y el viento- y la de Guillén
entreguerras con la que habrla de advenir poco tiempo -La paloma de vuelo P9pular, Tengo, etc.- se ha es­
después. " . . crito después de 1940. Y el fuego continúa en manos
.,Tal, v_>p·'nJJ·.· pem,anenci4 o continuidad del super­ juveniles; s610 por vía de ejemplo recuérdese que Cuba
. 'tpII",k¡'!J40 se deba que, para muchos crí­ premi6 recientemente, a través de uno de sus concursos
's peculiarmente resaltante de aquella poesía internacionales, a un poeta argentino joven, es decir, ac­
;14 de entreguerras, fueran los ideJÚes de belleza tual: Víctor Garda Robles. Toda simplificación, como
:(de «fijeza deleitable intelectual», para decirlo quizás esta misma que aquí vamos pergeñando, no pue­
'i6~ ;uanramoniana) que, de modo general, ads­ de eludir parcializaciones u olvidos semejantes al que
Os al ámbito de la poesía pura. Y es que esos acabamos de anotar.
'al desaparecer casi inmediatamente, quedaron
'iÚ distintivos de aquel momento. Sin deiar de
....r llegamos, por fin, al año divisorio, tantas veces in-t,./
vocadQ.. o sea al H40. Alrededor de esa fecha, poetas
.: ~ierto~ téngase presente, por el lado contrario, que !;abían nacido a partir de 1910 comienzan a produ­
., !,!!lPl.;pdmeras Residencias, de Neruda (las cir una nueva poesía (que es precisamente para la cual
!s.'.#¡pem~alismo y expresionismo, con su Roberto Fernández Retamar reserva la calificaci6n de pos­
_ Ji. ''íiisrnn de un mundo en caos y desintegración) vanguardista), que intentará, como su objetivo más pe­
;cf;;~ el dolorido y apasionado mensaje de los Poemas raltado una penetract 71 e a reali ad cu a az aparen­
humanos, de Vallejo, para no citar sino momentOs ma­ cial o mm tata no re a su tctente ni siqutera como
yores, caen plenamente en la secci6n cronológica que materia poettZable, y en busca ya de su dtmenst6n ulltma
estamos acotando. La valoraci6n justa de esos años se o trascendente. "tcho de otro modo, q'üe-la lInca, a tra­
obtendrá s610 si los contemplamos en su dinámica anti­ vés del po"ter mágico y conjurador de la imagen, se arro­
nomia: habla allí lucidez del intelecto, mas también pa­ gaba la función de abular una realidad trascendente, sal.
sión del sentimiento; es decir, hubo poesia pura, pero, vada de toda conttngencta, e to o azar. Los entusiastas
del mismo modo, tteorromanticismo y superrealismo. de esta misión extrema de la poesía agotan, al describirla,
y aún más completo queiJarla el cuadro si le aiúulimos un sugerente repertorio de voces como secreto, oculto,
olras Jos inclinaciones o aetitudes del esplritu no me­ genuino, inefable, resistente... , y hasta hablan de aven~
nos importantes la re unta meta ¡sica la protesta so­ turas m~sticas y metafísicas. El ejercicio poético, se nOs

- cial, que dan cuerpo a sen as corrientes po ttcas on e dice, alcanzaba al fin SU más puro déstino. Naturalmente,
lIIIl

24 Prólogo José Olivio Jiménez 25


el resultado verbal de' tan ambicioso designio tuvo que mas además la lírica recogida a formas tradicionales, con
ser un hermetismo expresivo casi total, aire el más co­ frecuencia de temas patrióticos y católicos, se completará
mún e;;-m¡¡éha de la ¡jó"esia de estos últimos treinta años sintéticamente la imagen de la poesía última de la Amé­
en Hispanoamérica. Su vehículo o apoyo más fuerte pudo rica española.
proveerlo todavía el superrealismo, de tan fuerte vitali­ No siempre la expresión se ha atenido al minimo de
dad en estas tierras --como ya se di;o. Con frecuencia se sus menesteres comunicativos en estos poetas más cer­
usa el término trascendentalismo a propósito de esta poe­ canos. Por el contrario, un nervioso inconformismo crí­
sía, y la valoración es ;usta; pero no hay dudas de que tico ante las posibilidades del lengua;e los ha atenaceado
si bien tal intención ha venido al cabo a significar lo más de manera tan urgente que ha resultado en una sobre­
característico y original de este período, otras motiva­ abundancia de autoaniquilación. En ese inconformismo se
ciones también han reclamado por el mismo tiempo la han mezclado, como siempre ocurre, lo permanente y lo
atención de poetas tan auténticos y valiosos como los lla­ accidental, lo legítimo y lo espúreo, lo sincero y la «pose».
mados trascendentalistas. Me refiero, sobre todo, a las Es la aleación inevitable de todas las épocas, y no se
inquietudes de carácter existencial entrañable, realizadas pueden anticipar diagnósticos definitivos desde su centro
a .través de la IX eriencia asumidas también cultural­ mismo. Hoy, por lo menos, sabemos que la música no
'mente mediante el. contacto con os gran es temadsel fue todo el simbolismo (ni todo el modernismo); que las
t'ClSlenClií1ismo contem oráneo. Una y otra dtrecczoii; la palabras en libertad no fueron todo el vanguardismo. Tal
" rucen n/alista" la existencia , po rtan e¡empTíficarse vez en el futuro descubramos que el absoluto poético, lo
~jpeétiva1'1lente con la obra poética de José Lezama Lima secreto-ininteligible, el poema-monólogo que no reclama
:fl"conlfapoesla de' Octavia Paz, que culmina en La esta­ al lector, los signos en rotación que defiende Paz; en
'Ción vibIennr y en ese magnífico poema-río qZJLes «Pie­ suma, la «incomunicación dirigida», que diría Neruda, .
1fi1tdg¡¡¿l» (1957), donde aparecen refle;ados, en vi­ no será con el tiempo toda la poesía de hoy, aunque hoy
"~s¡risaciones sensoriales y emotivas, los graves pro­ representen postulaciones de un pensamiento poéticor
hlemas mayores de la existencia 13, El superrealismo, en crítico por el momento irrebatible. Ni estaria de más, sin
dosis diferentes, sirvi6 a trascendentalistas y a existen­ embargo, y frente a aquéllos que se solazan en esa siste­
cialistas; pudo servir también a poetas sociales y polí­ mática aniquilación, recordar el permamente. aviso de Al­
ticos, y hasta hubo mucha poesia de definidos colores fonso Reyes:._«El arte es una continua victoria de la con­
ideológicos resuelta en retórica superrealista (aunque des­ _ciencia sobre el caos de ras reiifúIades extertores». Y más
pués se amparase, en una necesidad de proselitismo, den­ actual, Jorge Luis Borges, -naairsospecliosó-----aino estar
tro de un áspero prosaismo coloquial). Y si no olvida­ asistido por una implacable conciencia critica sobre las
limitaciones de la creación literaria, se atreve, no bstan~
o.

u Doy esta fecha como posible I!mite de esa zona de paz porque te, a definir la poesía como inmortal y pobre" aludiend
en los últimos años este poeta se ha movido en una dirección expre. asi a su penuria, pero también a su inevitabilidad y vi
siva más desarticulada y menos inmediata. Entre Paz, Lezama Lima
y las otras grandes figuras de la literatura hispanoamericana actual hay gencia. Y se ha entregado a su e;ercicio con humilda
un rasgo común que les acerca y que Julio Ortega ha enunciado re. a la vez que con respeto, sin tener que incurrir en esos
cientemente de este modo: «La inventiva radical de una fundamen. elaboradísimos ataques homicidas al poema y al lengua;e
tación poética como profunda modificaci6n de la realidad... (Véase:
«Notas sobre Octavio Paz.., en Cuadernor Hirpanoamn'icanor, núm. 231, que acabarán por conformar (como en el modernismo,
Madrid, marzO' de 1969, pig. ~~3.) Las aventuras y los riesgos que como en el vanguardismo) una nueva retórica, lo cual
surgen de esa reinvenci6n poética total de la realidad son más que
evidentes. parece ser el obligado destinó final de la expresión his­
26 Prólogo José Olívio Jiménez 27

pana. El camino de Borges no es el único, desde luego, za que acrecentaron sucesivamente Darío, Vallejo y Ne­
mas al menos puede dar confianza para andar. Otros pro­ ruda. En España, con posterioridad a la guerra civil, un
claman que ya por la poesía no es posible transitar, y que mal entendido compromiso con la historia rebajó el cul­
da igual que los enigmas que el poema suscita sean re­ tivo de la poesía a niveles tan crasos de prosaísmo que el
sueltos o no por el lector; pero nos siguen llenando con aliento poético lleg6 por momentos a congelarse, maras­
deslumbrantes .pirotecnias verbales (de muy rancio sabor, mo del cual va saliendo en estos últimos años. En Hispa­
en fin de cuentas). noamérica, y en una actitud opuesta en extremo, parece
y es que hay muchas trampas en todo esto. La tenta­ como si el escrupuloso compromiso con los avatares de
ci6n del misterio, valga una de ellas, es declive fácil para la expresión (equiparable, en cierto sentido, a la crisis de
la gratuidad y el verpalismo. En sentido pr6ximo obra la la comunicaci6n) actuase compulsoriamente contra la sa­
convicci6n, defendida por muchos y por ellos Fonvertida lida pujante y sana de la voz; y las pocas notables excep­
en un nuevo dogma, de que s610 el hermetismo crítico es ciones no hacen sino confirmar el estado general. La Vf!'r­
garantía segura de absoluta modernidad. Y este nuevo dadera poesía de Hispanoámerica, dicen algunos, está hoy
apostolado, actuando sobre mentes j6venes, se traduce en en su narrativa; y aun en ésta, dentro de su innegable
una·';nvitaci6n a perderse en la más intrincada desintegra· lozanía y brillantez, riesgos similares acechan.
,ci6n formal y verbal (encubridora muchas veces, eso sí,
de. la más condenahle facilidad y de un absoluto vacío­
;tiOético). Acaso más que la ideología política en verso, el
.il;~eloramp16n huero de lirismo en el que ya nadie cree, y ya sobre este fondo hist6rico que acabamos sucinta­
';'''0 jnquietante esta otra ideología literaria pesando sobre mente de bosquejar, podemos volver sobre los límites de
dacIO creador. Y es que se observa mucha poesía fabri­ nuestra antología. Por lo ya dicho, y por la simple revi­
.,radtt:a partir de tales posiciones críticas, casi como iluso sión del índice de los poetas incluidos, se observará que
~tlld6n de esas posiciones (dicho en forma ir6nica: escri­ ella se proyecta principalmente (a partir de Mariano
bir poesía para demostrar que no se puede escribir poe­ Brull, César Vallejo y Vicente Huidobro) sobre el pe­
sEa). Se trata de un juego en el que es c6modo entrar, ríodo contem oráneo, en sus dos ases sucesrvas, la V{;l'­
y que terminará generando un mal de consecuencias de­ guar ista y a posvanguar ista. e a re, sin embargo, con
plorables, que ya se divisan; entre ellas (como en toda algunos poetas (José Juan Tablada, Macedonio Fernán­
forma mecánica de teoría poética), la inautenticidad y la
uniformidad 14.
del. y Ram6n L6pez Velarde) que, aunque pertenecen 1
cronologtcamente a momentos anteriores, significan avan­
Quizás a ello se deba que no acabe de aparecer en zadas importantes hacía la nueva sensibilidad. No se ha
estos años esa poderosa y genuina voz que continúe yen· querido prescindir tampoco de Gabriela Mistral, cuya
riquezca la herencia de originalidad, espontaneidad y fuer­ personalísima poesía, situada el margen de gustos y ten­
dencias epocales, sobrepasa el nivel estético general de
'4 Escribe Enriqu~ And~rson Imb~rt al introducir su ~xposici6n d~ las demás poetisas del posmodernismo hispanoamericano.
la poesla ~crita ~ntr~ 1940 y 1955: «La s~nsaci6n dd critico, al leer y para que se tenga siquiera una breve aproximaci6n
a todos ~tos poetas, ~ par~ida a la s~nsaci6n d~l déia vu, déia lu; ~
muy narural, estamos mirando una abundant~ mat~ia no sd~cionada, a la poesía posterior a 1940, se cierra con varios poetas
en qu~ no s~ ha d~antado la escoria.,. (Véas~: Historia de la literatllfa nacidos entre 1910 y 1914 (José Lezama Lima, Pablo
hispanoamericana. México: Fondo d~ Cultura Econ6mica, 1961, tomo n,
pág. 277.) La impresi6n descrita por Anderson Imbert sigue hoy sien­ Antonio Cuadra, Eduardo Carranza, Vicente Gerbasi, Ni­
do la misma. canor Parra y Octavio Paz) que, como se ha visto, apun­
28 Prólogo

tan ya hacia una poesía trascendente y distinta de aquella {, y vayan aquí algunas notas de carácter práctico. En
que de inmediato les precede. Ltils brevísimas viñetas con que cada poeta es presentado,
Se aclara que las fechas a que se contrae esta antologia '. he creído de utilidad (siempre que esto me fue posible)
(1914-1987) marcan sólo la extensión de tiempo de don­ dejar escuchar al autor pronunciándose sobre su propia
de proceden los poemas aquí reunidos. Es decir, que no poética, esto es, sobre su personal concepción de la poe­
sugieren la inclusión de, al menos, las dos promociones sía. Y en los mismos textos seleccionados, y también de
posteriores a Nicanor Parra y Octavio Paz, nacidos am­ tJCuerdo con las mayores o menores facilidades para ello,
bos en 1914 y quienes cierran nuestra selección (advir­ he tratado de incluir alguno cuyo asunto mismo fuera, en
tiendo de paso que esas promociones han sido ya objeto ¡¡ierto modo, un arte poética, a sabiendas de cuánto inte­
de esfuerzos antológicos de interés 15). Y añadir una mues­ . resa al poeta contemporáneo la conciencia crítica de su
tra a esta poesía última rebasaría lógicamente nuestras trabajo creador; pues no sin razón se ha dicho que en
posibilidades editoriales. Por otra parte, hemos prefe. nuestro siglo la poesía se ha convertido, de alguna mane­
rido representar la obra de los poetas seleccionados con ra, en el gran tema de la poesía. Y, finalmente, una ob­
un número relativamente útil de composiciones, rehusan­ servación más concreta: para ahorro de espacio, cuando
do así caer en el muestrario inoperante que son esas co­ debajo de un poema no se reproduce el título de la obra
lecciones multitudinarias a base de un texto por autor. de donde procede, debe entenderse que dicho poema per­
Debido a ello, muchos poetas de interés, dentro de esta tenece al último libro consignado.
misma etapa, no han podido ser incorporados. No quisie­
ra inCidir ahora en el acto formal de cortesía, justo por
lo J~, que son esas largas nóminas donde el antólogo
trtumera a todos aquéllos a los que por alguna razón no Toda antología que «se comete», como alguien ha sos­
le: ha sido posible dar cabida. Para salvar esta deficiencia, tenido, es perpetrar un atentado a la justicia. En primer
siquIera en los buenos deseos, al final del libro se añade término, a la poesía en general; después, a la materia an­
una bibliografía mínima mediante la cual el lector inte­ tologizada (período, tendencia, obra individual); y, en
resado podrá encontrar más nombres de poetas, más última instancia, a los poetas mismos. Esa injusticia se
orientaciones hacia sus obras y más información crítica manifiesta tanto en forma de omisiones, por olvido o
general. Tampoco se ha forzado la representación nacio­ consciente preterición, como por exaltación o especial re­
nal. Si. algunos de los países americanos de lengua espa­ levancia que se conceda a unos sobre otros. Si ello es así,
ñola no aparecen aquí, y si, por el contrario, la balanza esa injusticia habrá que multiplicarla en este caso por
se desequilibra a favor de unos Cuantos (México, la Ar. diecinueve, pues otros tantos son los países que integran
gentina, Chile y Cuba), es porque, a juicio sincero de esa unidad lingüístico.literaria que es la América de ha­
quien aquí los ha reunido, tal desnivel refleja un hecho bla española. Esto hace que las posibilidades de aproxi­
objetivo y real-hasta el punto donde sea posible arries­ mación, que es lo máximo a que puede aspirar cualquier
gar afirmaciones de este tipo en materias literarias. labor antologizadora, se confundan ya con las del error
y de la consecuente y legítima censura. Y no importa que
IS Véanse. entre otros, Aldo Pellegrini, Antología, de la poesía viva la. se pretenda ser lo más objetivo posible; pues al cabo la
tinoamericana (Barcelona, Seix Barral, 1966); Jorge Rodríguez Padrón,
Antología de poesía hispanoamericana (1915·1980) (Madrid, Espasa.Cal. subjetividad acaba por imponerse de la manera más arte­
1
pe, S. A., 1984), y Juan Gustavo Cobo Borda, Antología de la poesía
hispanoamericana (México, Fondo de Cultura Económica, 198'). 1\
ra. No obstante tantas precauciones, hay que decidirse
sobre la base de la buena intención: ofrecer a un público
30 Prólogo José Olivio Jiménez 31

que no posee con frecuencia una fácil vía de acercamien­ por otra parte, no son tan de hoy ni tan de América como
to a ella, un haz de la mejor poesía de esos países. No de se nos quiere hacer ver). Y de todo ello ha habido, y hay,
toda la mejor poesíll, empeño más que imposible por ra­ en la poesía hispanoamericana actual.
zones en las cuales no hay que detenerse. Tal vez algún lector descubra en estas últimas consi­
lA subjetividad. Damos aquí con el tropiezo insupera­ deraciones, y en general a todo lo largo de esta introduc­
ble. Para actuar honestamente, todo antólogo debiera ción, un prurito de sinceridad que, con no buena fe, pu­
siempre exponer con claridad las claves de su selección, diera confundirse con una excesiva actitud crítica o fiscal.
evitando caer en la falacia de pretender que ha escogido Parece como obligado que el presentador de una antolo­
sólo entre lo representativo y logrado, puesto que la ver· gía poética pregone, desde el prólogo de su trabajo, que
dad es algo distinta. No se puede juzgar sino desde los allí se va a encontrar la mejor poesía del mundo. En ver­
personales gustos y convicciones,' ya que todo el que se­ dad, no quisiera merecer el honor de que se me añadiese
lecciona, como todo el que lee poesía, tiene previamente, a esta categoría de antólogos al uso. Hispanoamérica tie­
siquiera en embrión, algo así como su propia poética, ne una poesía contemporánea de primerísima calidad, tan
y de acuerdo a ella asiente o rechaza. El realizador de importante o más que la que se dio en el modernismo
la presente antología no tiene empacho en declarar su y de un interés más universal, desde luego; tiene en ella
preferencia por una poesía dirigida hacia el conocimiento unas cuantas figuras cimeras (Gabriela Mistral, Vallejo,
':1 exploración profunda de Ja realidad, humana o social, Huidobro, Neruda, Borges, Molinari, Paz), capaces de
individual o colectiva; lo que equivale a decir un humilde hombrearse sin desdoro con las mayores de la lírica es­
t"nteo poético por los problemas fundamentales de la pañola coetánea,' tuvo el valor histórico de arriesgarse
,existencia. En segundo lugar, su atención, acompañada de hacia la ruptura y de adelantarse a la Península en los
,lIlgunas reservas, a la sistemática poesía de lo absoluto momentos realmente novadores de la tradición; le anima
'iI4trascend"encia. lAs reservas nacen de que, bien mira­ siempre (yen ello también con una ventaja más sostenida
do, toda poesía auténtica es trascendente en sí,' y de que en el siglo XX sobre España) un designio de libertad
buscar empeñadamente un fabuloso correlato imaginati­ y universalidad, que nació en el modernismo, que no ha
vo de la realidad puede conducir a una gratuita retórica, .hecho sino exasperarse con el tiempo y que es un acica­
como ya se indicó: el postular que cualquier producto te benéfico para liberarse de todo provincianismo y para
verbal ininteligible sea ya un índice supersticioso de la búsqueda acuciosa de su propia originalidad. Pero
misterio y tenga que conquistar nuestra beata adhesión. tiene otras disposiciones negativas, y vuelvo a Octavio
En tercer sitio, su reconocimiento de la legitimidad de la Paz para enumerarlas: la prisa, la superficialidad, la faci­
poesía social y política, pero sus muy fundados temores lidad; esas fatalidades americanas para cuyo contrapeso
de que en esta línea se dan con harta frecuencia el came­ aconsejaba el mismo Paz la lección de gravedad que pue­
lo, el oportunismo y la infradignidad literaria. Y, por úl­ de ser España, y que pareció interrumpirse cuando la
timo, su desconfianza y aun poca estimación de aquellos 'guerra civil cortó el saludable diálogo entre ambas zonas
dispuestos con todas sus fuerzas a ser «modernos» o del mundo hispánico 16. A aquellas disposiciones. podría
«contemporáneos» (como si la con-temporaneidad no se
diese por añadidura al hombre que vive conscientemente l' «Una de cal ... ,., loco cit., pág. 191. Allí anota paz también la
correspondencia hontosa del nuevo mundo hacia España: «Desde el
con y en su tiempo), y que en nombre de esa autoimposi­ punto de vista español, la misión de Hispanoamérica ha consistido en
ción reducen el cultivo de la poesía a enrevesados rompe­ recordarle a la literatura española su universalidad (Darlo, Vallejo, Ne­
ruda, Borges).,.
cabezas formales o a logogrifos verbales y librescos (que,

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