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I.

EL MODERNISMO

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La liquidación de! estado de cultura que insensato negar o disminuir e! peso mayor de
representó el siglo XIX y la difícil gestación las deudas francesas en la poesía modernista
del espíritu contemporáneo quedaron mar­ de Hispanoamérica como poner atención ex­
cados por una serie de movimientos que, clusiva en ello, olvidando las procedentes de
ateniéndonos sólo al campo de lo artístico, se otras literaturas europeas antiguas y moder­
manifestaron bajo rótulos diversos: pre­ nas y de la más reciente de los Estados
rrafaelismo y esteticismo en Inglaterra; par­ Unidos-cuyas grandes figuras, Poe y \Vhit­
nasismo, impresionismo, simbolismo o deca­ man, son dadas a conocer en la otra América
dentismo en Francia; d'annunzianismo en precisamente por poetas de este período,
Italia, para citar sólo aquéllos de Europa más Martí y Silva-así como la pervivencia de lo
directamente próximos al mundo hispánico. más entrañable, fuerte y sano de la natural
De este modo cabe situar al modernismo, y herencia clásica española.
así lo ha hecho la crítica más comprensiva, De lo que se trataba era de salvar la in­
como la manifestación que en América y mediata penuria de la expresión literaria
España asumió este crucial período de tran­ dominante en todo el ámbito hispánico (la
sición, con lo cual se logra para ese movi­ Pcnínsula en particular). U n puñado de
miento su más justa y precisa ubicación hombres, de muy diferentes países hispano­
histórica y estética. americanos y casi sin conocerse entre sí,
y fue algo más, visto desde e! lado de la sintieron hacia el último tercio del siglo
América hispana, pues significaba su primera pasado la urgente necesidad de reaccionar
contribución original, su más segura prueba contra un lenguaje fosilizado y contra el vacío
de madurez e independencia con respecto a la de ideas y abundancia de sentimientos
tradición española, de la cual había sido por tópicos a que había quedado reducida la
modo natural deudora inevitable; no im­ literatura española de su tiempo, en prosa y
porta que ocasional y voluntariamente la verso. Naturalmente que hay excepciones,
lección francesa se hubiese hecho sentir dentro de la pobreza lírica general de aque­
también en ciertos autores y formas de pensa­ llos años, y no pueden desconocerse los
miento del mismo siglo XIX. Es cierto que nombres de Gustavo Adolfo Bécquer y
esa originalidad era ahora fruto otra vez de RosaBa de Castro; pero sus voces, en atención
extranjeras influencias-la de Francia de a su mismo delicado tono menor e íntimo,
nuevo, y muy fuertemente-pero éstas repre­ eran un camino cerrado en sí y poco propicias
sentaban un aire distinto, necesario, clarifi­ para impulsar una diáfana renovación, aun­
cador. Y si bien en algunos casos tales in­ que la presencia concreta de Bécquer en
fluencias cristalizaron en un excesivo galicismo algunos modernistas-Martí, el primer Darío
-mental o formal-no es menos cierto que -ha sido discutida y estudiada con rigor.
ayudaron a lo que era en esencia más Mas las excepciones no hacen sino confirmar
importante, la flexibilización de! lenguaje e! estado general de anquilosamiento ex­
literario, y que en manos de los verdaderos presivo que dominaba en la poesía; para no
maestros fue ante todo un incentivo y apoya­ referirnos a la prosa, donde la situación
tura provisional desde donde abordar en andaba igual o peor, a pesar de la obra
seguida e! camino ya propio y seguro. Es tan excepcional de Galdós y de "Clarín." Los
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hispanoamericanos que empiezan a escribir Comentando "el brillo, el color y el elabo­ un prod
hacia 1880, en términos generales, trataron de rado dibujo de los ensayos" de Juan Montalvo, ladando
escapar, superándolas, de las limitaciones de anota Arrom: "De tal prosa a la del moder­ fenómer
su época, y desbrozaron los senderos que nismo no había ya más que un paso." Y a Amér
luego iban a permitir la tarea resumidora y abundando en el mismo asunto, añade: "El cuánto 1
prodigiosa de Daría. La gestión de aquéllos proceso pasa de manos de Palma y de de dem
comienza a partir de esa fecha, y va en Montalvo a las de Gutiérrez Nájera y Martí. arnerica
aumento creador a lo largo de las dos Y la novedad consiste en que al 'esmero y mente d
últimas décadas del siglo pasado; aunque in­ pulimento' de Palma y al vigor y brillo de de si m\;
vestigaciones recien tes y minuciosas-y hay Montalvo, Martí y Nájera añaden una mayor caracter
que señalar entre éstas las realizadas por el riqueza de colores, sonidos, ritmos e imá­ un rnov
profesor norteamericano Ivan A. Schulman­ genes. Crean así la prosa pictórica, plástica de genu
han podido precisar que en el terreno de la y musical del modernismo" (Esquema genera­ -de esta:
prosa-José Martí, Gutiérrez Nájera-se ob­ cional de las letras hispanoamericanas; Bogotá, españoll
servan ya claros logros de sorprendente 1963, págs. 162-163). Nos ha sido necesario, sables (
modernidad desde 1875. Tradicionalmente, como se ve, salirnos de los límites estrictos de en Rul
por falta de clara visión en los críticos, por la poesía; pero habríamos seguido incu­ literatura
política literaria o por inercia, a esos primeros rriendo en falsos y ya superados enfoques de dudable
modernistas se les ha venido llamando "pre­ historia literaria si nos atuviéramos exclusi­ en el 11
cursores"; y hay todavía críticos que, como vamente al desarrollo del género lírico como estetizal
Raúl Silva Castro, mantienen la denomina­ un fenómeno totalmente independiente. Al no continú;
ción tal vez por conveniencias didácticas romperse la unidad de conjunto en nuestra hispano;
(Véase R.S.e.: Antología crítica del modernismo mirada sobre la evolución de las letras his­ que vol­
hispanoamericano; New York, 1963). Sin em­ panoamericanas del siglo XIX, queda bien cluyarn(
bargo, sobre la base de los estudios estilísticos resaltado que la verdadera obra preparatoria tacando
de que hoy disponemos, ya nadie podrá del modernismo hay que buscarla en los nistas Sf
negar la existencia de una primera promoción hombres que precedieron a los comúnmente plástica·
modernista, entre cuyos miembros sobresalen aceptados como precursores, esto es, a Nájera, verso--l
con entera justicia algunos nombres capitales: Martí, Silva, Casal y los demás. la músi.
los mexicanos Salvador Díaz Mirón y Manuel Esta primera generación modernista ad­ más el ti
Gutiérrez Nájera, los cubanos José Martí y viene, como es natural, con un gran peso de patriótic
Julián del Casal, el colombiano José Asunción romanticismo, aun no superado, sobre sus estrictar
Silva. Hubo muchos otros, naturalmente, que espaldas. Este aserto equivale a otra llamada en ellos­
se adelantan hacia el modernismo; pero si de jilerta, es decir, a hacer notar la grave modulai
hubiera que citar realmente un precursor, desorientación crítica que resulta de oponer estrófica
éste sería el peruano Manuel González Prada, modernismo a romant:cismo, al menos en la de la re-
a quien no estaría mal considerarlo más bien génesis e iniciales manifestaciones de aquél. Los 1
como integrante en silencio, cultivador ais­ La radical subjetividad de esos artistas, su prornoC'
lado pero no menos audaz en tantos puntos de rebeldía, la voluntad de evadir sus penosas fecha er.
técnica poética. circunstancias inmediatas, en muchos casos el segund<;
Y si contemplamos el devenir literario con evidente exotismo de su temática, el amor a la fue neCf
una más amplia perspectiva, estaremos de muerte y la carga que en sus versos tiene el genial d
acuerdo con José Juan Arrom cuando apunta recuerdo y el misterio, todo ello da por paralela
que es en la promoción anterior a la de Martí resultado un aire romántico innegable. Ello aquéllos
y Nájera donde realmente deben rastrearse no obsta para que, románticos en su fondo, históric(
los primeros indicios de un cambio saludable ensayaran en la forma las lecciones aprendidas Reconol
y evidente. No hay que olvidar-y merece la en las escuelas más recientes de Francia: poetas e
pena insistir en ello para desvanecer otro parnasismo, simbolismo.... Pero lo que allá los tiern]
error-que el movimiento modernista comien­ fueron modos sucesivos de sensibilidad poéti­ y el pa)
za realmente en la prosa y no en la poesía. ca, aquí se yuxtaponen y se asimilan creando oficial d
pro ucto smgu al' y único, es decir, tras- güense corresponde. Históricamente, porque
ladando a un plano temporal y artistico un -viajero incansable-~fueél quien le dio carta
fenómeno que desde su entraña racial define continental e hispánica al movimiento,
a América: el mestizaje. No se nos oculta creando en seguida un círculo de influencias
cuánto se ha escrito últimamente para tratar mutuas con los escritores peninsulares de en­
de demostrar que el modernismo hispano- tonces. Intrínsecamente, porque nunca hasta
americano procede directa y casi exclusiva- él la moderna poesía de lengua española
mente del Parnaso francés y que tiene poco había sonado con esa acabada perfección
de simbolismo, empobreciéndosele con esta tanto en lo frívolo y superficial-puro placer
caracterización al insistir en que se trata de de los sentidos-como en lo emocionada­
un movimiento meramente formal más que mente reflexivo-honda angustia existencial
de genuina sustancia poética. La mayor parte y permanente del hombre. La obra de Daría,
de estas opiniones proceden de la crítica sobre la base de sus tres libros fundamentales
española y aun a veces de plumas respon- (Azul ... , de 1888, Prosas profanas', de 1896 y
sables (Véase Luis Cernuda: "Experimento Cantos de vida)! esperanza, de 1905) sirve para
en Rubén Darío," recogido en Poesía y delimitar lo que comúnmente y con razón se
literatura, 1I; Barcelona, 1964); pero es in- considera la plenitud del modernismo. Y esa
dudable que ellas nacen de seguir observando plenitud significó, primero, un aprovecha­
en el modernismo una sola dimensión, la miento de las conquistas logradas por los
estetizante y decorativa, como por desgracia iniciadores; después, una amplitud y enrique­
~ontinúa ocurriendo y hasta por estudiosos cimiento insospechado de esas conquistas;
hispanoamericanos. A este aspecto tendremos y, al mismo tiempo, una incorporación de
que volver a referirnos muy en breve. Con- todo el continente a través de muy poderosas
duyamos estas sucintas consideraciones des- personalidades. Desde México, con Luis G.
tacando cómo en nuestros primeros moder- Crbina, Amado ;'IJervo y Enrique González
nistas se dan ya la perfección de la imagen l\1artíncz entre los mayores, hasta los poetas
plástica-Casal-, la flexibilidad y gracia del del Río de la Plata-el argentino Leopoldo
verso-Nájera-, el vislumbre del misterio y Lugones, el uruguayo Julio Herrera y Reissig,
la música de la palabra-Silva-y todo ello el boliviano Ricardo Jaimes Freyre que por
más el talante moral y la honda preocupación esos años vivía en Buenos Aires-pasando por
patriótica y americana en 1'.1art1. En lo el colombiano Guillermo Valencia y el pe­
estrictamente formal también se encuentran ruano José Santos Chocano.... Poetas todos
en ellos-de forma plena o en germen-las de muy marcado sello personal, característica
modulaciones de una nueva dicción métrica y básica de ese "gran movimiento de entusias­
estrófica. En suma, el "programa" mínimo mo y libertad hacia la belleza" que fue el
de la revolución modernista. modernismo según el acertado decir de Juan
Los más representativos de esta primera Ramón Jiménez. De más está advertir que
promoción habían desaparecido ya en 1896, algún nombre de los aquí incluídos-Enrique
fecha en que sc publican las Prosas profanas, el González Martíncz-tendrá que aparecer de
segundo gran libro de Rubén Darío. Por eso nuevo, y tal vez allí con mayor justicia, en el
fue necesaria la obra pcrsonal, unificadora y posmodernismo.
genial de éste; obra que en sus comienzos es Como ya se insinuó, esta segunda promo­
paralela y hasta cierto punto deudora de la de ción modernista-y obsérvese que Rubén
aquéllos pero a los cuales supera en términos Daría es el puente de enlace entre la primera
históricos y de intrínseco valor estético. y la que le sigue-terminó por consolidar las
Reconocer cuánto habían avanzado ya esos renovaciones técnicas formales del verso, que
poetas en la dirección general renovadora de fuc uno de los logros definitivos para la poesía
los tiempos no rebaja un ápice la gloria propia que dejó este movimiento. l'.Iax Henríquez
y el papel de figura máxima y consagrador Ureña, máxima autoridad en la materia, ha
oficial del modernismo que al poeta nicara- enumerado y comentado esas innovaciones

..

{

.....
métricas y estróficas puestas en vigencia por se modera la elegíaca expresión de la intiml­
aquellos años, deslindando las que fueron dad y un mundo de exóticas decoraciones, que
remozamiento de formas clásicas españolas ciertamente venían desde antes, poblarán YI
y las que constituían verdaderas novedades. ahora de un modo casi absoluto el tinglado -dejó 1
Entre las primeras menciona el endecasílabo poético. Un escenario a la medida del artista fuerte
dactílico (con acentos en la cuarta y séptima más exquisito y decadente, todo lleno de pañer
sílabas), el endecasílabo acentuado solamente palacios versallescos, de jardines, lagos y es­ lIegab
en la cuarta, el uso del monorrimo-bien en tanques, de marquesas y personajes diecio­ bríes
su forma simple o en combinaciones estró­ chescos, de esculturas y seres mitológicos, de "Sinfi
ficas, de las cuales la más frecuente es el chinerías y japonesismos, de sagas nórdicas y cuales
terceto-, los ensayos amétricos de Jaimes paisajes nevados ... y de cisnes. En el Darío de
Freyre, el verso sostenido sobre un pie Prosas profanas, el Lugones de Los crepúsculos
rítmico fijo (tetrasilábico en el "Nocturno" de del jardín, en Herrera y Reissig, en J aimes
Silva, trisilábico en la "Marcha triunfal" de Freyre estamos realmente muy. lejos del Se
Daría), el hexámetro de tradición greco­ romanticismo. Lo que nos ofrecen es un paisaje Daría
latina. Despues, como fórmulas más origi­ poético fabricado con voluptuoso esmero, con novlsn
nales, nuevos metros de 10, 11, 12, 15 o más impasibilidad: clásico, en fin. Podemos, sin críticc
sílabas, el uso flexible y sonoro del eneasílabo, embargo, preguntarnos desde ahora cuánto da re,
la boga del alejandrino y el dodecasílabo durará esa voluntad y si ella define todo el puro f
(con frecuencia en su forma de seguidilla), modernismo. La crítica acumula sobre esa el mo<
la preferencia por el serventesio, los sonetos poesía una serie de fórmulas calificadoras: a la
de diversa medida, de un modo especial sobre "arte por el arte," esteticismo, decorativismo, result,
la base del alejandrino, etc. actitud preciosista, exotismo, artificialidad, bién S
Adviértase, entre tantas libertades, el rela­ designio de aislamiento frente a la realidad y ha sid
tivo poco uso del verdadero verso libre. Y de resguardo poético; y, más inteligente­ dentes
señalemos de qué modo en el tratamiento mente, protesta y rebeldía mejor que evasión. llama!
poético, por misterioso, sugerente y audaz que (Véase Ricardo Gullón, Direcciones del moder­ oposic
sea, e! lenguaje no rompe nunca la secuencia nismo, Madrid, 1963, pág. 48.) otros.
lógica interior del tema ni los contornos ex­ Sí es innegable que hay una zona del de los
teriores del texto. A pesar de las conquistas modernismo que responde fielmente a estas que ql
que el modernismo aportó, metrolibrismo, valoraciones; lo que lamentamos es que no se negadc
irracionalismo y fragmentación poemática precise que ellas son válidas sólo referidas a uno y
serán adquisiciones posteriores, de los años esa específica zona porque de lo contrario el Ismaeli
de la vanguardia. Claro está que nos referi­ juicio, a fuerza de limitado y amputador, "Noctl
mos a estos aspectos de técnica poética como resulta parcial e injusto. Verdad es que desde formal
logros de aprovechamiento general y carac­ los primeros momentos hubo un poeta como trabaj:
terizadoras de toda la época, porque ante­ Gutiérrez N ájera que pudo escribir este verso: genera
cedentes aislados de unos y otros siempre es "de cisnes intactos el lago se llena," que ha res
posible cncontrar (Jaimes Freyre, Herrera y muchos años más tarde otro poeta también ción e
Reissig, el propio Daría) en la poesía más mexicano, Xavier Villaurrutia, habría de pasa
estricta del modernismo. considerar con toda razón como un "verso "cdtic
A medida que nos entramos en esta segunda profético" pues allí parece como si se anuncia­ temát
promoción, la que señala justamente el mo­ ran los veinte y tantos cisnes que hay en la profUl
mento cenital del período, parece comosi aquel obra de Dado. Pero no fue necesario esperar cano
básico sedimento romántico que vimos en los la siguiente hornada para que surgiera una equiv:
primeros poetas fuese diluyéndose u ocultán­ conciencia poética más abierta y vital. Así, un sión.
dose deliberadamente. A la pasión de! senti­ coetáneo de Nájera, el cubano Martí, se otra
miento le sucede la pasión de la forma, la permitirá usar el poema mismo para desde él literal
conciencia del arte puro, un prurito de ob· proponer consignas como ésta, nuncio ya de en cu
jetividad. Se vive la literatura más que la vida; una estética distinta y superadora: volun
Contra el verso retárico y amado, materiales de trabajo con que dar forma a esa
el verso natural . .. voluntad, el propósito de renovación, la dis­
y no sólo aquí, sino en incontables textos posición de respeto y amor ante lo que es el
{]ejó testimonio de su amor por una poesía instrumento de su oficio, o sea, e! lenguaje.
fuerte, entrañable, sustancial. Y otro com­ Dentro de esta actitud, cabrán después los
pañero de promoción, José Asunción Silva, caminos personales: la evasión o el com­
llegaba a parodiar burlonamente "los coli­ promiso, el cosmopolitismo o la realidad
bríes decadentes" del modernismo en su americana, la pudorosa objetividad o el
"Sinfonía color de fresa en leche," a los desnudo temblor de los sentimientos. Porque
cuales dedicaba si hubiera sido una específica preferencia
•.. esta historia rubendariaca temática, ni aun el Darío esteticista de
de la Princesa Verde y el Paje Abril Prosas profanas sería enteramente modernista,
rubio y sutil. ya que en ese mismo libro aparecen pre­
Se dice que es la evolución interior de ocupaciones de alta espiritualidad (léase "El
Darío, de su "torre de marfil" al "mundo­ Reino interior") y otras relacionadas con la
novismo" (y los términos son del profesor y tradición hispánica ("Cosas de! Cid"), que se
crítico chileno Arturo Torres Ríoseco), la que desarrollarán más claramen te con los años.
da realidad a la superación del esteticismo Lo que no significa, por el otro lado, que
puro en que para algunos consistió solamente después de los Cantos no continuara escri­
el modernismo desde sus inicios. Claro es que biendo poemas preciosistas, formas mecánicas
a la luz de tal interpretación, Martí ha a las que no podía renunciar un artista de tan
resultado siempre "poco modernista," y tamo acabada perfección.
bién Silva. Para situarlos dentro de su época La realidad histórica es bien clara, pero ha
ha sido necesario valerse de las más sorpren­ costado largos años de esfuerzos y aclara­
dentes acrobacias calificadoras, como la de ciones el situarla en sus exactos términos. Y
llamar a ambos "provincianos" por su en ello lleva ganados Manuel Pedro Gon­
oposición al cosmopolitismo superficial de los zález muy seguros combates, pues ha sido él
otros. ¡Provinciano .Martí, el más universal quien de una manera más consistente que la
de los hombres de América! Aunque es cierto avanzada por Max Henríquez Ureña, nos ha
que quienes han afirmado todo esto no han dado la imagen de un modernismo "ya
negado nunca las innovaciones formales de escindido en dos expresiones estilísticas muy
uno y otro-pues la maestría rítmica del distintas y perfectamente definidas hacia
Ismaelillo de Martí y la musicalidad del 1882" (José Afartí en el octogésimo aniversario de
"Nocturno" de Silva son ante todo valores la iniciación modernista, 1882-1962, Caracas,
formales-así como el cuidado con que ambos 1962). Una, decorativa, externa, evasiva,
trabajaron e! lenguaje poético y literario en exotista, afrancesada, que inaugura desde los
general. La historiografía de! modernismo se mismos comienzos Gutiérrez Nájera. Otra,
ha resentido de una fundamental equivoca­ interior, esencial, fija a la realidad humana
ción en su planteamiento, que por desgracia universal y a la realdiad histórica de América,
pasa todavía a manuales y aun a libros de filiación más clásica española, que por los
"críticos," y es el reducirlo a una cuestión mismos años estrenaba NIartí. Y ambas sub­
temática: si exotista, modernista; si esencial, sistieron a lo largo del período llamado
profundo, intimista o auténticamente ameri­ modernista; no es, pues, una relación de
cano y universal, antimodernista. Y ello sucesión sino de simultaneidad la que se da
equivale a no verlo en su verdadera dimen­ entre ellas. Sabido es que hubo momentos,
sión. Porque el modernismo fue, sobre toda hacia 1896 y después, en que la primera
otra cosa, una actitud ante el ejercicio pareció más arrolladora y triunfante, y la
literario. Lo que define al escritor modernista, segunda un poco en crisis, a pesar de José
en cuanto tal, es su conciencia artística, su Enrique Rodó. Pero no demora mucho e!
voluntad de estilo, la posesión de los momento en que Darío mismo decide utilizar
8 ESTUDIO PRELIMINAR

el verso para declarar en "Lo fatal," y ya sin por inercia de formas cuya actualidad no era
regodeos formales, el sacro temor del hombre cuestión ya de poner en duda. Daría, y con él
ante su destino trascendente: Lugones y González Martínez y otros más,
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, desertarán al fin del mero preciosismo para
y el temor de haber sido, y un futuro terror . .. engrosar las filas de aquella otra dirección
y el espanto seguro de estar mañana muerto, poética que habían representado original­
y sufrir por la vida, y por la sombra, y por mente Martí y Silva. Era el entronque con
lo que no conocemos y apenas sospechamos. una conciencia ya existente, aunque debili­
r la carne que tienta con sus frescos racimos, tada por un instante; no en modo alguno la
y la muerte que aguarda con sus fúnebres ramos, aparición de una nueva. La extenuación, por
¡y no saber a dónde vamos, proceso natural, del modo esteticista y el
ni de dónde venimos . . .! triunfo de la opuesta modalidad, a la que se
O para convocar a los cisnes, cuya belleza uniría ahora una generación más joven que ya
antes se complaciera en exaltar, e interro­ empezaba a surgir, significó concretamente el
garles sobre ese otro angustioso destino arribo de la lírica hispanoamericana a una
histórico de su América española: nueva y superadora etapa de su historia.
é' Seremos entregados a los bárbaros fieros? Cuando ya no hubo simultaneidad de ambas
é' Tantos millones de hombres hablaremos inglés? formas de entender los fines de la poesía, el
modernismo dejó de existir aunque sus con­
He lanzado mi grito, Cisnes, ante vosotros secuencias legítimas, como siempre sucede,
que habéis sido los fieles en la desilusión ... no dejaron de hacerse escuchar.
y esto ocurría en 1905, en el mejor de sus No todo fue, pues, "torre de marfil" en el
libros: Cantos de vida y esperanza. A partir de modernismo. Pero las que se levantaron,
entonces, cuando deja de tener vigencia la pocas o muchas, eran tan brillantes que su
pura fruieión del verbo poético, desligado de resplandor aún deslumbra la vista. Y esto
contenido humano, trascendente o social, es explica que esa misma luz no permitiera ver
el momento en que sí hace crisis definitiva el muy bien entonces (aunque allí estaban) las
modernismo, no importa que se siguieran densas regiones de sombras, de inquietudes
escribiendo poemas exotistas o decorativos, personales o históricas, que latían en aquellos
que no representaban sino la continuación magníficos creadores de arte.

11. LA REACCIÓN POSMODERNISTA

Los elementos externos y ornamentales que el hermosa creación nueva, así como una serie
modernismo puso de moda habían acabado de motivos poéticos a base de materiales
por constituir un cuerpo retórico y verbalista, nobles-oro, sedas, piedras preciosas, etc.­
huero ya de toda autenticidad. Hubo por que se consideraban prestigiosos. Contra esa
aquellos años, y los que siguieron, muchos falta de verdadero lirismo se impondrá ahora
poetas "rubendarianos," para los cuales la la urgencia de una nueva reacción, fuerte y
construcción de un poema se limitaba a definida. La llamada de alerta pareció venir
volver a unir, mecánicamente ya, los ritmos de un poeta formado precisamente en el
y colores que en el maestro habían sido modernismo. En efecto, el mexicano Enrique
ESTUDIO PRELIMINAR 9
ra González Martínez, ya mencionado, lanzó en cauces emocionados de la confesión; hacia
él 1910 el grito de muerte contra esa retórica fuera, por el paisaje y la realidad de América,
is, degenerada que él simbolizó en el ave sus pueblos, puertos, ciudades, suburbios, sus
.ra heráldica de aquel movimiento: gentes y problemas. Alguna vez la mirada se
ón T uércele el cuello al cisne de engañoso plumaje perdería en el pasado clásico; o el acento
al- que da su nota blanca al azul de la fuente; brotaría zumbón, irónico, prosaico, como si el
on él pasea su gracia no más, pero no siente arte ensayase la parodia de sí mismo. Fue un
ili­ el alma de las cosas ni la voz del paisaje . ... esfuerzo arduo éste de escribir poesía después
la No iba la protesta dirigida contra el cisne de la obra poderosa y deslumbrante de los
lar primero y legítimo de Darío, confusión ésta modernistas; y Federico de Onís ha tenido
e! que ha sido bien aclarada por el propio para ese esfuerzo, y a buen tiempo, la palabra
se González Martínez, sino contra su super­ justa de revaloración que estaba demandando.
ya vivencia servil y adocenada en manos de En efecto, el año de 1934 publicó su ya
:e! poetas de ínfima categoría. El cisne había clásica Antología de la poesía española e hispano­
ma tenido su hora y el propio Darío lo había americana (1882-1932), que constituye un
~ia. hecho evolucionar hasta convertirlo, como ya ejemplar empeño de sistematizar en forma
bas vimos, en confidente de sus inquietudes his­ crítica toda la poesía en lengua española pro­
,el tóricas y políticas más graves. Pero de todos ducida entre esas fechas en ambas márgenes
on· modos hacía falta encontrar, en términos del mundo hispánico. Allí se concede al pos­
:de, poéticos, un signo de esa mera belleza, vacía modernismo toda la atención que esta etapa
de sentido, contra el cual emprender esta merece. Al hacerlo, pudo su realizador
le! nueva cruzada. Y no era difícil cifrar ese señalar los distintos caminos de la reacción
on, objetivo en el buho, ave que en su vuelo posmodernista, en esquema que reproduci­
su nocturno podría representar el afán humano mos por su conveniencia didáctica ya que
:sto de conocimien to trascenden te: permite observar en síntesis la variedad de
ver Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta esta amplia provincia de la poesía contem­
las pupila que se clava en la sombra, interpreta poránea. Este es el cuadro trazado por Onís
.des el misterioso libro del silencio nocturno. para el posmodernismo: 1-Reacción hacia
Has Es exagerado, sin embargo, atribuir al la sencillez lírica. 2-Reacción hacia la tradi­
poeta mexicano todo el valor de la nueva ción clásica. 3-Reacción hacia el romanti­
orientación, que por otra parte tan decisiva­ cismo. 4-Reacción hacia el prosaísmo senti­
mente él impulsó. En verdad, como ya se mental; (a) poetas del mar y viajes, (b) poetas
insinuó en su lugar, los mejores momentos de de la ciudad y los suburbios, (c) poetas de la
Daría-los de Cantos de vida y esperanza­ naturaleza y la vida campesina. s-Re­
surgen tanto a la sombra del cisne como a la acción hacia la ironía sentimental. 6-Poesía
del buho; y lo mismo ocurre con Lugones y femenina.
otros muchos de los poetas admitidos general­ Los jóvenes poetas no negaban tajante­
mente como modernistas. Era, de modo fatal, mente el modernismo pero les parecía como si
el imperativo de los tiempos. en sus más brillantes momentos la habilidad
Se abre entonces una nueva etapa en la y el oficio del artista ocultasen demasiado la
poesía hispanoamericana, caracterizada por inspiración y el sentimiento. Sólo trataban de
erie la voluntad de superar el exceso de conciencia refrenar a aquél en sus manifestaciones precio­
ales artística del modernismo y por el consecuente sistas, continuándolo a la vez que lo diversi­
propósito de que la voz poética, al hacerse ficaban y profundizaban. Era el rescate para
esa más sencilla y dúctil, llegase más hondo y el verso de la intimidad del hombre y de su
LOra más lejos. Hacia dentro, en busca de la contorno inmediato. Por eso se le ha llamado
te y intimidad del hombre, hasta su corazón posmodernismo, con entera razón. El prefijo
enir mismo, donde se asientan los sentimientos y pos lo define certeramente: aquello que viene
lel las pasiones que habrán después de volcarse después, que ya no es lo de antes y, sin em­
.que sin mayores complacencias esteticistas por los bargo, no es todavía otra cosa en absoluto
diferente. Lo que se perdió en brillantez se ro también estoy un poco
ganó en hondura cordial y próxima. El con­ triste desde que te has ido;
e:
junto de esta poesía puede ofrecer una general pero sé que alguna tarde
e
llegarás de nuevo al nido.
apariencia gris especialmente si se la con­ h
trasta con la anterior. Mas tampoco debe O el ímpetu bíblico, de cósmica libertad y no
lJ
regatearse el aplauso a quienes se empeñaban exehto de retórica con que clama al mar el (
en continuar una tradición lírica mediante la uruguayo Carlos Sabat Ercasty, reprodu­
única salida que les era posible: la de la ciendo el tono más levantado y enfático del "
sencillez y la sordina. Todavía no percibían romanticismo:
sus oídos el estrépito de los "ismos" europeos, Alegría del mar! Alegría del mar! Alegría del mar!
o los que lo percibían no se atrevieron a Las bocinas del viento
aventurarse en ellos. Eran fieles a sus padres hinchan los caracoles de las islas duras
aunque tal vez no creyesen ya mucho en su con largos cantos ágiles!
Ah, el furor de la música, la salvaje potencia,
lección. Por lo menos, la imagen retenía su
los anhelantes gritos, los acordes crispados "1
función limitada de iluminar la dicción
de las olas violentas de vientos y de sales!
poética, sin oscurecerla o complicarla; y ni se Alegría del mar! Alegría del mar! Alegría del mar!
permitían libertades extremas con la metáfora Es ésta la hora c6smica,
ni quebrantaciones violentas en la sintaxis. la hora desenfrenada del Océano!
Todo esto vendrá muy poco después real­ O la perfecta sabiduría y contención clásicas
mente, ya que hacia la tercera década de con que Alfonso Reyes se apodera de los
nuestro siglo las explosiones de vanguardia ritmos tradicionales de la lengua poética para
reducirán a todo el modernismo, con su glosar una cancioncilla de su tierra:
secuela posmodernista, a cosa ya histórica o
i Aduerma el rojo clavel,
pasada. Cierto es que hay algunos nombres o el blanco jazmín, las sienes!
que, aunque pertenecen en verdad a este que el cardo s6lo desdenes,
período, ya anuncian de modo tímido o sólo furia da el laurel.
diáfano formas que se concretarán en el Dé el monacillo su miel,
futuro próximo. Y así es posible encontrar y la naranja rugada,
imágenes audaces en López Velarde y en .y la sediente granada,
Ricardo Güiraldcs, y anuncios de! creacionis­ zumo y sangre-oro y rubí-:
mo y la poesía pura en José M. Eguren, que yo te prefiero a ti,
Regino E. Batí y Alfonso Reyes. Un poeta que amapolita morada.
cronológicamente y por sus inicios literarios La sencillez lírica, que no tiene por qué
correspondería al posmodernismo, el cubano descuidar la atención por la palabra hermosa
Mariano Brull, será después e! abanderado y el frasco rítmico, puede cargarse de
más fiel de la "pureza" en e! posvanguardis­ americanas y locales preocupaciones como ya
mo, donde encontrará su justo lugar. Estas había sucedido en e! mismo Daría de los
zonas tangentes resultan naturales en la Cantos. Agustín Acosta lo hará en su libro La
evolución orgánica de toda forma de arte. zafra, a uno de cuyos poemas más conocidos
No se crea, por lo dicho antes, que el tono pertenecen estos versos:
general de estos años es de una monótona Por las guardarrayas y las serventías
uniformidad. Por el contrario, es muy fácil forman las carretas largas teorías . ..
escuchar los más diversos acentos. Por Vadean arroyos . .. cruzan las montañas
ejemplo, el timbre ingenuo, recogido y cari­ llevando la suerte de Cuba en las cañas . ..
cioso de! argentino Enrique Banchs: Van hacia el coloso de hierro cercano:
van hacia el ingenio norteamericano,
Triste está la casa nuestra, y como quljándose cuando a él se avecinan,
triste, desde que te has ido. cargadas, pesadas, repletas,
Todavía queda un poco i con cuántas cubanas razones rechinan
de tu calor en el nido. las viejas carretas!
.....

ESTUDIO PRELIMINAR I I

Diferencias mayores se pueden apreciar en y natural. Otras han encauzado sus in­
ese aire como de no querer hacer poesía, tuiciones hacia sustratos más íntimos y ator­
escéptico pero sentimental en su fondo, que men tados del sentimien to amoroso: Delmira
hay en los ironistas y en los cultivadores de Agustini. O de una manera más rebelde, con
lO una expresión voluntariamente prosaica. derivaciones a lo abstracto e intelectual:
el Cuando Evaristo Carriego nos cuenta una Alfonsina Storni. O en una forma más

vulgar historia del arrabal porteño: abierta, comprensiva y ecuménica: Gabriela
el Mistral, la más honda e importante de todas
La costurerita que dio aquel mal paso . ..
-y lo peor de todo, sin necesidad­ ellas, ganadora para la América española del
r! Premio Nobel de Literatura en 1945. O con
con el sinvergüenza que no la hizo caso
después . . .-según dicen en la vecindad­ una firme delicadeza lírica, casi en constante
se fue hace dos días. Ya no era posible
punto de quiebra pero siempre salváda y
fingir por más tiempo . . . segura: Dulce María Loynaz. Existe tam­
bién, porque todo debe decirse, mucha
y de un modo más desenfadado el colombia­
poesía pobre, mucha infrapoesía escrita por
nJ Luis Carlos López punzará con el estilete
plumas femeninas sensibleras en estos países;
de su ironía el gris y poco estimulante
pero hay nombres que merecen el mayor
"mpdio ambiente" que le rodea:
respeto y dentro del posmodernismo el fenó­
as Mi buen amigo el noble Juan de Dios, compañero meno de la incorporación de la mujer a la
de mis alegres años de juventud, ayer poesía es acaso uno de sus hechos más
os
no mas era un artista genial, aventurero . .. significa ti vos.
ra
-Hoy vive en un poblacho con hijos y mujer.
Casi todas estas poetisas, a pesar de que
Y es hoy panzudo y calvo. Se quita ya el sombrero muchas de ellas cuentan con una larga obra,
delante de un don Sabas, de un don Lucas . . . c' Qué se mantienen en espíritu y forma dentro de
hacer? los límites del posmodernismo y únicamente
Estos últimos ejemplos avisan ya del peligro en casos excepcionales (Juana de Ibarbourou,
mayor del posmodernismo: la caída de la por ejemplo, en su libro La rosa de los vientos,
forma, el rebajamiento del tono expresivo. de 1930) hicieron incursiones por el campo
Más a salvo de esos riesgos parecen las experimental de la vanguardia. La lírica
mujeres, que ahora irrumpen decididamente femenina no se agota aquí, desde luego;
en el quehacer poético. Vienen a confesarse, asegurada su legitimidad e importancia en la
a desnudar su alma en el verso. Lo más historia de la poesía hispanoamericana, habrá
ué digno de ser destacado en ellas es su fuerte de vivir un nuevo y fecundo capítulo en el
,sa
sinceridad, que incluye la manifestación de período posvanguardista y en los años pos­
de un impetuoso erotismo. Juana de Ibarbourou teriores a éste, con' otros nombres que llegan
fa es la mejor exponente de esa sensualidad pura hasta el presente.
.os
~a
os
III. LA VANGUARDIA

......
.................................................................................................................................... ~ ~

Hacia los años de la primera guerra mundial estéticamente, de su cumplida trayectoria


(1914-1918), en los que de inmediato les histórica. Pero ya desde algunos años antes
antecedieron y en los que les siguen, se había sonado en América una nueva palabra:
registra en el arte y la literatura de Europa la creacionismo, que tenía el santo y seña común a
más radical revolución de su historia. Todos tantas otras de la época. Y de una manera
conocemos la sucesión, voraz y destructora, de rápida y vertiginosa, nuestro continente
aquellos ismos: fauvismo, cubismo, futurismo, aporta y desarrolla sus propios ismos, diferen­
expresionismo, imaginismo, dadaísmo, supe­ ciados entre sí tan sólo en la intención de
rrealismo, purismo, negrismo.... Algunos de aquellos ardorosos propugnadores de lo
ellos afectaron de modo general las artes nuevo. Vistos hoy con la perspectiva adecua­
plásticas; otros fueron más específicamente da, era mucho más lo que tenían de común
literarios. Pero entre todos preparan y con­ que sus particularidades singularizan tes. Por
suman el mayor ataque a la razón y al eso ha hecho fortuna el nombre genérico con
realismo que había presenciado Occidente. que los designamos: vanguardismo. Fortuna
Unos vientos de incoherencia y de juego doblemente justificada tanto por la precisión
inocente a ratos, y en otros de desbocada semántica del vocablo, tomado (por vía del
iconoclastia y de encendido propósito inau­ avant-garde francés) de la estrategia militar
gural, soplaban por todas las latitudes. Un con la que tanto se relacionaban los nuevos
mundo estético nuevo se veía a sí mismo artistas en su propósito de avanzar incansable­
surgir de las ruinas de otro que había con­ mente, barriendo con todo, como por el
fiado estérilmente en la razón y la realidad. hecho de que una sola denominación abar­
Ello significaba por lo tanto, al menos en sus case tan tas formas nacionales y locales, de
manifestaciones más extremas, el triunfo del escasa individualidad cada una de ellas.
irracionalismo y la desrrealización en el arte; Será conveniente aclarar, en este punto, que
y, siempre, la execración sistemática del si se afirma que la voz vanguardismo se usa
pasado, de la tradición. El fenómeno se ex­ para indicar la suma y resumen de todas las
tendía con un sello común por todos los llamadas escuelas renovadoras de aquel mo­
países, atentando por doquier sacar al arte de mento, no se quiere implicar en esa voz una
su centro, limpiarlo de las adherencias o mecánica adición de todas ellas, pues tal
lastres retóricos y literarios de los módulos operación resulta imposible, sino que con una
consagrados. Por estas razones Guillermo de sola palabra se expresa lo que de unificador
Torre, el crítico español más enterado y sagaz había entre esas escuelas, o sea, el espíritu o
de la época, podría ya caracterizarla, y desde aire de la época, que es lo importante.
muy temprana fecha (1930), con conceptos El recuento exacto del vanguardismo his­
como "internacionalismo," "descentraliza­ panoamericano es impracticable, pues habría
ción," "anti-tradicionalismo," que revelan los que hacerlo en mares de publicaciones perió­
objetivos más destacados de esos años. dicas hoy olvidadas. Fue la época de las
(Véase Historia de las literaturas de vanguardia, muchas revistas, de los incontables mani­
Madrid, 1965, págs. 23-24). Aquellos vientos fiestos ... y de los poquísimos libros defini­
alcanzaron a España y tuvieron allí su mo­ tivos. Y fue naturalmente un impulso de corta
mento definido: el ultraísmo, nacido en 1919 y duración a causa de su misma violencia. No
desaparecido pronto, aun cuando sus reper­ obstante ello, sirvió para borrar las últimas
cl1,iones fueran más allá, cronológica y huellas del modernismo; y para abrir una
ESTUDIO PRELIMINAR

nueva sensibilidad, la cual iba a dar sus una forma que se apartaba de la regular­
mejores y sazonados frutos poco tiempo des­ mente seguida (es decir, la llamada neo tipo­
pués: cuando, para expresarlo en términos de grafía, con la que se pretendía reforzar en
Benjamín Cremieux que ha recordado re­ forma plástica la intuición poética básica,
cientemente el propio Guillermo de Torre, a procedimiento éste practicado en la poesía
la "inquietud" siguiera la "reconstrucción." europea última); anti-sentimentalismo, anti­
Yeso ocurrió bien pronto, en ese vasto y rico anecdotismo, anti-retoricismo, con la consi.
período que llamaremos posvanguardismo, y guiente negación de la vieja temática y, de
que ya anunciamos desde estas líneas. Al­ paso, del desarrollo lógico del asunto; la con­
gunas notas anecdóticas servirán para dar secuente aparición de nuevos temas, los
cuenta de! carácter efímero de aquellos propios del siglo y de la época: la ciudad, la
movimientos de vanguardia. En México, por máquina, la fábrica, el avión y los más
ejemplo, surgió uno de ellos, a raíz de la cercanos motivos de las recientes ideologías
revolución económica y social, bautizado con revolucionarias, o sea, el obrero, las injusti­
un nombre en sí mismo desafiador: estriden­ cias sociales, las reivindicaciones del pro­
tismo. Apenas duró; y su figura mayor, letariado, al punto de haber sido posible hasta
Manuel Maples Arce, quedará no por sustentar la tesis de que el vanguardismo, en
estridente o estridentista, sino por lo que hizo sus más amplias dimensiones, es el replantea­
cuando su verso se dejó atravesar por más miento estético de una conciencia político­
humanas preocupaciones. En un país pequeño revolucionaria. (Cfr. M. Maidanik, Van­
como Puerto Rico, y en el espacio de muy guardismo y revolución, Montevideo, 1960.) El
pocos años, se suceden no menos de cuatro de sumario bosquejo que estamos haciendo de
estos movimientos: el diepalismo (1921), e! este movimiento no puede olvidar en él la
eujorismo (1923), e! noúmo (1925) Y el atalayis­ nota de humor y desenfado, que aspiraba
mo (1928). Argentina conoció a uno de los irrespetuosamente a desfigurar la máscara de
más destacados rebeldes, capitán en su país gravedad con que siempre solía cubrirse el
del juego y de la travesura literaria: Jorge arte, aspecto que notó muy a su tiempo
Luis Borges. Pero el lector que maneje la Ortega y Gasset, así como la desatención
Antología personal, compuesta por el mismo absoluta de toda norma estrófica o formal y
autor en 1961 para que sobre esa selección de los recursos convencionales que en el
sea justificada o reprobada su obra, notará la lenguaje obedecían a una exigencia lógica
ausencia total de textos que en rigor puedan (mayúsculas, puntuación, sintaxis) y aun
ser calificados de vanguardistas o de ultraístas semántica (de ahí la abundancia de neolo­
(que fue el calificativo que, siguiendo el gismos y voces sin sentido). y lo que es más
antecedente español, más se usó en Argentina). importante, culto casi absoluto, casi religioso,
Por las fechas apuntadas se puede ver que, a la imagen, la cual era creada o inventada
con la antelación del creacionismo (cuyo con la máxima libertad y elevada a requisito
divulgador Vicente Huidobro hace datar de exclusivo del acto poético; hecho éste que
1916 o antes), los tiempos de la vanguardia comportaba en último extremo la reducción
poética en Hispanoamérica fueron los de la del lirismo a un puro ejercicio metafórico.
tercera década de este siglo. Y sus carac­ y debemos hacer notar en este punto, por
terísticas las mismas que, en suma, eran considerarlo oportuno, que a los efectos de la
ostensibles en cualquier literatura de la época. poética contemporánea la tradicional dis­
Helas aquí, aunque inconexamente enumera­ tinción entre imagen y metáfora resulta super­
das: voluntad de juego e incoherencia verbal, flua y que usamos ambos términos indistinta­
que ocultaban con frecuencia una amarga y mente.
desencantada visión espiritual del mundo; Como consecuencia de todos estos ele­
afán de originalidad, o mejor aún, de nove­ mentos negadores, se deshacían del más
dad y sorpresa, la cual llevaba incluso a despiadado modo los límites o contornos del
disponer el texto sobre la página impresa en poema, quedando convertido éste en una
14 ESTUDIO PRELIMINAR

suma de elementos imaginativos que además desde el ambiente cosmopolita de su desa­


podían disponerse de la manera más original. rrollo y la abundancia de imágenes "creadas"
Claro es que la caracterización anterior está (que el poeta logra mediante el insólito enlace
concebida destacando gruesamente los rasgos, de las más extrañas realidades, en un proceso
de modo que resulta casi caricaturesca; que desdeña toda lógica) hasta los mecanis­
porque lo cierto es que un poema vanguardis­ mos antiformales del verso (abandono de la
ta no tenía que cumplir ciegamente todas puntuación, uso expresivo de las mayúsculas
estas premisas. Pero el propósito didáctico y de la nueva tipografía).
puede disculparnos de la falsedad o exa­ No hay que decir que la poesía aflora,
geración. salvada, entre los añicos del verso, dejando en
En el fervor con que Hispanoamérica trató e! lector una vaga sugestión de melancólica
durante este período de ponerse a la altura de orfandad, de búsqueda ansiosa, de pro­
los tiempos tuvieron mucha importancia las yección universal. Este poder de impregna­
revistas literarias, que fueron los verdaderos ción lírica, en su más puro e inefable grado,
órganos de! vanguardismo. Algunas de ellas es e! permanente valor de! vanguardismo,
alcanzaron gran calidad y difusión conti­ llamado por ello mismo a una sutil pervi­
nental: Proa y Afartín Fierro, de Argentina; vencia en la poesía contemporánea posterior.
Contemporáneos, de México; la Revista de Mas su programa teórico, sobre todo por sus
Avance, de Cuba. A esta última precisamente radicales negaciones formales, llevaba en sí la
envió don Miguel de Unamuno una poética y necesida<i-de una saludable reacción estabili­
personal definición de lo que él entendía por zadora. Dejó como ganancia digna de
"Vanguardismo. " La reproducimos por cuan­ crédito, y esto lo acabamos de ver, la valora­
to ella se acerca a la imagen que venimos ción de la imagen como elemento poético
dando de este movimiento y por e! interés de esencial y el aprovechamiento en su elabora­
haber aparecido en una publicación his­ ción de las posibilidades irracionales de!
panoamericana: lenguaje. Aun esto podía traer sus peligros,
r bien, esas aguas rotas y los trajo; pues dada la irrefrenable tendencia
cahorzos en medía del desierto hispánica a la exuberancia, una vez descu­
buscan ... c' que buscan? bierto~o redescubierto~el poder mágico de
No buscan, esperan la metáfora, ello ha llevado a muchos poetas
la gran avenida que las unza de Hispanoamérica a descuidar el necesario
y nazca del poniente el río; equilibrio que debe existir siempre entre
río que arrastre en légamo los árboles imagen y verdad poética y, análogamente,
con su hojarasca seca, entre expresión y comunicación. La poesía no
ruinas de chozas.y hasta de palacios,
es, en sí, comunicación; pero sin ella no hay
cunas y tumbas,
poesía. Y la soberbia vanguardista, en su
tronos y tajos,
estrados, escaños y ruedos,
anhelo de crear nuevas realidades, hada
cetros, báculos, metros.y cayadas, olvidar este fundamental axioma.
ruecas y espadas.y bastos A pesar de ese carácter transitorio al que
y oros y copas, hemos aludido, algunos nombres asociados al
pitos y flautas, vanguardismo han mantenido su sólido preso
camas y mesas, tigio. Y los recordamos aquí, aun con la
tinas y artesas, salvedad de hacer constar que si ello ha
hasta que al fin se encauce en las riberas sucedido ha de atribuirse más a que supieron
por donde ayer no más se iba a la mar el río eterno. hacer poesía, honda y humana, que al mayor
(Revista de Avance, 111, Núm. 27, 1928.) o menor éxito con que pusieron en práctica
Una buena muestra de muchas, ya que no los dogmas extremos del vanguardismo. Uno
de todas esas características, es el poema de e!lo es e! del chileno Vicente Huidobro, de
"Exprés" de Vicente Huidobro que repro­ cuya prédica teórica ("La primera con­
ducimos en la página 254. En él encontramos dición de! poeta es crear, la segunda crear,

.'.

......
-~.
ESTUDIO PRELIMINAR

y la tercera crear," dijo en una célebre con­ 1922) acometió sin miedo todas las audacias
ferencia leída en Buenos Aires en 1916) nació de aquellos años. Pero a Vallejo no vale carac­
el creacionismo, que fue de las manifestaciones terizarlo como vanguardista neto o exclusivo,
de vanguardia en América la más coherente, aunque en el resto de su corta producción
organizada y defendida, gracias al celo de su posterior se apoyase, como otros tantos poetas
fundador y, después, al entusiasmo de sus de esos mismos años, en lo más permanente
seguidores y aun hoy día de sus comentadores que de aquel movimiento quedó: la libertad
y defensores. Otro sería el de César Vallejo, de las asociaciones imaginativas y la conse­
quien en su segundo libro poético (Trilce, cuente rapidez de las sugestiones poéticas.

IV. PLENITUD DE LA POESÍA NUEVA:


. -. . . . . _._.. . .
EL POSVANGUARDISMO
~ ~ ~._,.~, . . . _._'_f.. . ._I_,_'_f_\.......,_.

Tras la aventura, el orden. He aquí los modernistas habían sido todavía rezagos del
gráficos términos con que el ya citado crítico romanticismo. Igualmente se alejaban del
Guillermo de Torre signó el tránsito natural posmodernismo por su resistencia a rebajar el
que en el arte tuvo que producirse cuando las ejercicio poético a la copia a veces prosaica
aguas que el vanguardismo había agitado de la realidad, a lo que muchos poetas de
borrascosamente recobraron su nivel. Una aquel momento ciertamente lo habían redu­
sensibilidad distinta a la del modernismo o a cido. Del vanguardismo más reciente les dis­
la del novecentismo español quedaba desde tanciaba, a su vez, la voluntad de tomar ese
luego establecida, pues no en vano las olas de ejercicio con toda seriedad y disciplina, sin
aquella borrasca habían subido hasta muy pretender ignorar lo que de valioso y perma­
alto, bien que tal sensibilidad se manifestara nente hubiese en la tradición literaria que
en formas de suyo diferentes y a través de sobre ellos pesaba y sin rebelarse airadamente
voces de muy acusada personalidad. El con­ contra nada. Y del modernismo esteticista y
junto de esta nueva poesía se hace, por ello del vanguardismo, en común, les diferenciaba
mismo, rico y lleno del mayor interés. En radicalmente un talante que es fundamental
verdad podría decirse que aquí se concreta ya en esta nueva sensibilidad: la de no rechazar,
con toda nitidez el espíritu exactamente con­ a priori, ninguna forma de la realidad. Por el
temporáneo, cuya aparición había necesitado contrario, ésta les atraía siempre aunque
de la violenta algarada vanguardista. Inten­ desde las más variadas perspectivas natural­
taremos definir primero lo que hay de mente comprensibles. A algunos, por lo que
básico y unificador en este período, para esa realidad tiene como materia poetizable o
hacer después una breve revisión de sus más como enigma y misterio para las indagaciones
individualizadas y sobresalientes tendencias. trascendentales. Otros, con la mirada vuelta
Por lo pronto, como ya se dijo, el modernis­ hacia sus adentros, era la íntima realidad
mo quedaba bien atrás. De él se separaban humana lo que con más fuerza ansiaban
estos poetas, principalmente, por la repug­ expresar. Y, por fin, había aquellos que
nancia que de clara manera exhibían ante las centraban su interés en el inmediato con­
huecas orquestaciones sonoras y las quintae­ torno social donde estaban asentados, con el
senciadas evasiones exotistas, que en los caliente vaho de dolores, injusticias y
lO ESTUDIO PRELIMINAR

esperanzas que definen el estar del hombre, de tas algo conservaban del movimiento an­
los hombres, sobre el mundo. Mas para unos terior: conservaban-e insistimos en ello-el
y otros lo real (interior o exterior, personal o material más noble de aquel tesoro, es decir,
colectivo) estaba allí, sin poder ser negado. el uso ya firme y coherente de los valores
Era necesario, sí, trasmutar la realidad, esto irracionales del lenguaje, o sea, de la imagen
es, elevarla a categoría de arte, ya que lo que basada en las rápidas asociaciones emotivas
todos ellos evitaban era la simple trans­ y no en las lentas y justificadas semejanzas
cripción literal de objetos y problemas, físicas sobre las que se había apoyado siempre
aunque sea obligado reconocer que algunos la imagen tradicional, tan cargada de tributos
poetas posvanguardistas de importancia ha­ a la lógica. Este es el más fino instrumento
yan realizado esto último también, casi poético de los posvanguardistas, el que . les
siempre por imperativos de orden extra­ habrá de permitir expresar con sutileza y
literario. exactitud los más hondos hallazgos en sus
Pero ya la conocida soberbia vanguardista exploraciones a través de la enigmática
iba desapareciendo hasta quedar casi con­ realidad. El escritor cubano Jorge Mañach ha
siderada como un pecado de lesa juventud. definido con certeza cuánto debe en este
El mismo poema Altazor de Vicente Huido­ sentido al vanguardismo el arte general que
bro, en unas de sus implicaciones, había nace de él, siquiera sea para sobrepasarlo y
narrado en términos creacionistas la derrota rectificarlo después en sus excesos. Afirma
final de aquella aventura, concluyendo en Mañach: "El estilo de escribir, de pintar, de
una apocalíptica caída humana y verbal que pensar, se iba haciendo cada vez más agil y
los poetas mismos tendrían que superar. flexible, más apto para ceñirse a las formas
Huidobro se había llamado a sí mismo, en uno esquivas de la idca o la emoción." Y añade
de los versos más significativos del men­ esta caracterización definitiva: "Más capaz
cionado texto, "Angel expatriado de la de brincar grandes trechos de lógica sin perder
cordura." No es extraño que el argentino el sentido de gravedad" (Historia y estilo, La
Leopoldo Marechal, que como todos los de su Habana, 1944, pág. 98). Este es, en suma, el
generación se había iniciado en las cabriolas rasgo distintivo mayor del período: dar a la
del vanguardismo para pronto rebasarlas, expresión del pensamiento poético el necesa­
titule "De la cordura" a uno de sus Sonetos a rio peso y coherencia, comunicándole al
Sophia en el que declara su arribo a un arte mismo tiempo rapidez y penetración median­
más feliz basado en la contemplación del te asociacioncs verbales ya definitivamente
mundo "con pie de plomo y corazón de libradas de la razón cartesiana. Pablo Neruda,
pluma," esto es, con orden y severidad a la por ejemplo, comienza su poema "Alberto
vez que con vibración emotiva y sentimiento. Rojas Jiménez viene volando" con estas dos
U no de los realizadores de esta antología estrofas:
llamó "regreso a la serenidad" (y muy a su Entre plumas que asustan, entre noches,
justo tiempo, allá por los mismos años de entre magnolias, entre telegramas,
1930) a lo que en su obra y en la de los poetas entre el viento del Sur)1 el Oeste marino,
de entonces estaba ocurriendo. vienes volando.
Mas, como ya dijimos, no todo había sido Bajo las tumbas, bajo las cenizas,
hojarasca en aquella explosión juvenil que fue bajo los ca/acoles congelados,
el vanguardismo. La juventud es un tesoro bajo las últimas aguas terrestres,
vienes volando.
según por nuestras tierras han consignado,
aunque con tan distinto sentido, Daría y Dentro de un relativo respeto a los aspectos
Rodó. Lo que sucede es que en un tesoro, al formales de la dicción poética (la estrofa y la
formarse, pueden mezclarse los materiales métrica), es evidente que Neruda ha convo­
nobles con los espúreos; pero siempre son los cado en estos versos una serie de elementos
primeros los llamados a permanecer. Así cuya relación o proximidad no puede ser
también aquí, pues los poetas posvanguardis­ establecida por la lógica sino desde una
\

ESTUDIO PRELIMINAR

posición emotiva o sentimental de gran aber­ distas pueden señalarse, aproximadamente,


tura por la cual él siente la llegada del amigo hacia 1925 o 1927, Y el período se extiende,
a través de las formas más insólitas de la con igual imprecisión, hasta la segunda
realidad, dando al conjunto una amplitud o guerra mundial y aun después. El número de
proyección de notable intensidad. Pero como poetas, de buenos poetas, es otra vez grande,
a su vez el aprovechamiento de esas asocia­ como lo había sido en el modernismo, pero el
ciones irracionales en la poesía había sido la aire de sus obras tal vez más variado. La de
conquista fundamental del vanguardismo, se Hispanoamérica puede hombrearse, con en­
ha ido imponiendo la costumbre-que cree­ tera justicia, a la poesía peninsular de
mos lícita-de denominar posvanguardista a aq uellos mismos tiempos; con la cual, por
esta etapa de la poesía hispanoamericana. otra parte, tiene un doble comercio de deudas
Posvanguardismo: o sea, posterior al van­ y antelaciones: la poesía pura, por ejemplo,
guardismo y diferente de él; pero a la vez su nos llega de Europa pero la social se da en
deudor directo, lo que obliga a que en la América mucho antes que en España. Esa
etiqueta o rótulo se consigne ese íntimo variedad mencionada recomendaría aquí,
parentesco y que no se prescinda de la pala­ como riesgo menor, la sencilla relación nomi­
bra que designa la fuente primaria acreedora. nal de autores. Sin embargo, y aun con la
La diferencia, en esta cuestión específica amenaza inminente de error o inexactitud,
del tipo de imágenes o metáforas común a querríamos dejar constancia, por lo menos, de
unos y otros, es que mientras los vanguardis­ las cuatro actitudes espirituales que parecen
tas netos proclamaban teóricamente a la ganar entonces mayor singularidad así como
metáfora como el elemento supremo y tal vez de las importantes tendencias condicionadas
único de la poesía, los posvanguardistas la respectivamen te por aq uéllas. En cierto modo,
reducirán con toda justicia a una función esto quedó adelantado más arriba pero éste es
clarificadora de la visión del mundo o de la el momento de destacarlas de una manera
particular intuición del sentimiento en trance más precisa: 1 -La atención, de signo in­
expresivo. En los vanguardistas tal parece telectual en su mayor relieve, puesta en la
como si la imagen tratase de devorar los realidad exterior para extraer de ella, median­
límites externos y aun la forma interior del te una rigurosa depuración objetiva, el
texto poético; los posvanguardistas, en cam­ material de un lúcido lirismo (poesía "pura":
bio, acometerán la tarea de volver al sentido Mariano Brull, como ejemplo más sos­
de estructura formal, es decir, al respeto del tenido). 2 - La preocupación trascenden te­
poema en sí. Por ello no resulta extraño que aunque por lo general transcrita todavía con
en las zonas del posvanguardismo más fiel respeto a los postulados intelectuales o
regidas por una voluntad de disciplina in­ esteticistas de la época-por develar los secre­
telectual-la poesía pura, por ejemplo-se tos o enigmas de esa realidad condenada a
haya producido ese fenómeno estabilizador devenir y muerte (poesía "metafísica": José
que se ha llamado la vuelta a la estrofa. Formas Gorostiza o Jorge Luis Borges). 3-La
de la lírica popular (romances, canciones, voluntad por parte del poeta de asomarse con
villancicos, etc.) tanto como las más elabora­ más exclusivo interés a su realidad interior
das de la poesía culta (décimas, liras, silvas, para después trasmitir, con la mayor libertad
sonetos, etc.) son otra vez el vehículo natural expresiva, el drama espiritual allí observado
de estos poetas. Y no hay que insistir de­ (poesía neorromántica y superrealista: César
masiado en la afinidad que a este respecto Vallejo, Pablo Neruda). 4-La disposición de
muestran con los grandes maestros españoles mirar fijamente la realidad en tanto que orga­
de la generación del 27, que por los mismos nismo social para reflejar lo más accidental de
años ensayaban el regreso a la lección del ella o denunciar los males e injusticias de esa
Cancionero, de Góngora, de Garcilaso-en entidad en crisis (poesía nativista o folklórica:
una palabra, a los clásicos. Nicolás Guillén; poesía social y política:
Las primeras manifestaciones posvanguar- Guillén y Neruda otra vez). Formuladas
así, podría pensarse que las vemos como posible encontrar, como ya se ha visto, zonas
sucesivas y excluyentes pues nada más ten­ tangenciales entre las cuatro direcciones apun­
tador para organizar toda una teoría: del arte tadas y esta es la mayor riqueza del período
por el arte, al arte servicial o comprometido. que historiamos. Hasta un poeta de tan pre­
Pero nada, también, más falso. Era muy cisa orientación política como Nicolás Guillén
frecuente ver cn las revistas de la época un quiso y supo escribir bellísimos sones a la
poema "puro" alIado de otro "social;" y aun muerte y emocionadas canciones a la rosa me­
en un mismo poeta se descubre el cultivo lancólica; es decir, quiso y pudo hacer puro
simultáneo de unas y otras. Así en la breve lirismo. Y Palés Matos no es sólo el creador de
obra de César Vallejo, donde la conciencia poemas negros sino en mayor medida y hon­
del nosotros aparece siempre como vivida de un dura el cantor del amor, el sueño y el misterio.
modo intensamente personal en íntima vibra­ Obvio es decir, además, que la carac­
ción con el yo intransferible, romántico, del terización que sugerimos se resiente de in­
poeta. O por mejor ejemplo en Pablo Neruda, completa. El conocedor de la poesía hispano­
en quien se dan sucesivamente las dos últimas americana podría fácilmente encontrar mati­
corrientes mencionadas. Ambos son poetas in­ ces y desglosamientos de las tendencias
clinados a la libre y aun libérrima expresión enumeradas y aun otras formas no señaladas
de su intimidad: más sostenidamente Vallejo, aquí. Sólo nos anima, a pesar de la conciencia
con mayores transacciones Neruda. Y ambos de tal relatividad, el deseo de ofrecer una
reflejan a la vez la sociedad en crisis que les ayuda de orientación, todo lo convencional
ha tocado contemplar, aquí también con las que se quiera, a quien se acerque por vez
naturales diferencias: limpio de definidas con­ primera a estos temas.
signas 'ideológicas el primero; con fuerte Queda por indicar que este período señala
matización política el segundo. Insistimos en el momento en que de nuevo volverá a
estos ejemplos para evitar que se entienda de oírse a la mujer, cuya presencia puede quedar
un modo demasiado rígido este intento de ilustrada en las voces notables de Claudia
sistematización que proponemos. Descendien­ Lars, Julia de Burgos, Enriqueta Arvelo
do a la obra particular de cada poeta es Larriva, Sara de Ibáñez y muchas otras.

__, . . . . . . . __._._._.__

V. ÚLTIMAS TENDENCIAS ._f_._._..-.~..-........~.

En la amplia zona del posvanguardismo, en Brull y Vallejo. La otra, y siguiente, quedaría


su sentido más lato, cabría señalar dos pro­ integrada por los poetas más jóvenes, cuyas
mociones sucesivas. Una estaría compuesta en fechas de nacimiento pueden situarse a partir
general por aquellos poetas nacidos entre de 1910, que comienzan su producción­
1898 y 1910 Y que empiezan a escribir en el años más, años menos-hacia la segunda
período de entreguerras, muchos de los cuales guerra mundial (1940) y naturalmente no
en su etapa inicial pasaron por las experien­ tuvieron que pagar personales tributos al
cias de la vanguardia para superarlas pronto: entrenamiento vanguardista (pues otra cosa
es la promoción de Borges, Gorostiza, es que se aprovechen en su verso de las con­
Molinari, Neruda, Palés Matos y también, quistas valederas y permanentes de aquel
con cierta precedencia cronológica, la de movimiento, como ya se ha indicado). Esta

ESTUDIO PRELIMINAR

última hornada-la de José Lezama Lima, generacional siempre conlleva; y la juventud


Octavio Paz, Nicanor Parra-aparece con un misma de los poetas pertenecientes a estas
sentido de la función de la poesía diverso del últimas les ha impedido en muchos casos
que había estado en vigencia antes de ellos, concretar sus intuiciones en forma coherente
aunque nunca sería imposible encontrarles y definitiva. Su misma cercanía impide que el
antelaciones o precedentes en ésta. De una a crítico, o el simple observador, pueda librarse
otra promoción hay formas o tendencias de su personal pasión a la hora del juicio,
poéticas que se continúan sin mayores cam­ como es saludable que suceda cuando se trata
bios o desviaciones: la poesía social y la de valorar lo actual. En la medida de lo
política, por ejemplo, como es lógico que posible quisiéramos atenernos, de manera
ocurra en una modalidad dirigida hacia objetiva, a la escueta reseña de lo acaecido en
metas que por desgracia no han variado y los últimos años.
orientada en buena parte por posiciones ex­ A muchos de los que se inician hacia 1940,
traliterarias mantenidas en creciente vigor. aunque capaces de entender y aun de ad­
Otras, como la poesía pura, quedaron en el mirar la poesía inmediata anterior, les
tránsito totalmente olvidadas. Pero lo que pareció sin embargo excesivamente intelectual
imprime carácter más singular a este segundo el esfuerzo de una gran parte de ella, y hasta
grupo es su voluntad de convertir la poesía en llegaron a cargar sobre algunos de sus
un ambicioso instrumento de proyección nombres más ilustres la acusación extrema,
trascendente de la realidad. Por supuesto que pero no totalmente injustificada, de frialdad y
esa voluntad no es lo único que se da en estos de esteticismo, abierto o enmascarado. De­
años, pero ella fue tan radical y diáfanamente seaban los nuevos dar libre salida a sus
asumida por los poetas de mayor estatura intuiciones y sentimientos ante el grave
aparecidos entonces que bien podría definirse problema de la existencia, y hacer vibrar su
esa nueva poesía como superadora ya del voz con más atormentado y natural temblor,
posvanguardismo e iniciadora a su vez, en la todo lo cual ha permitido calificar a esta
historia de la lírica hispanoamericana actual, poesía de neorromántica. Claro está que si
de otro período que empieza a esbozarse con ahora miramos hacia atrás recordaremos que
caracteres propios y definidos. esa básica actitud romántica se había dado ya
Lo que ya no sería tan fácil es la delimita­ en la obra de Ballagas, de Villaurrutia, de
ción, nomenclatura y caracterización com­ Molinari, aunque el neorromanticismo de
prensiva-no esquemática y por tanto parcial éstos aparece como demasiado asido todavía
-de tal período, que habrá de llegar hasta a cánones de sabor esteticista. Ahora se
nuestros años actuales. La dificultad nace de aspiraba a una conmoción más honda, espon­
dos circunstancias evidentes. La primera es el tánea y trascendente a la vez. Para ello
carácter mismo de esta época, complejo y seguían contando con las ganancias expre­
aun contradictorio; pues la denominación de sivas del superrealismo-salvación y epide­
trascendentalista que alguna vez se ha pro­ mia en tierras de América-cuyo fondo
puesto para aquélla podría aplicarse con romántico no necesitamos hacer resaltar. No
rigor únicamente a dicha tendencia, que es será, desde luego, el automatismo psíquico
sólo una entre las varias del conjunto, y no al puro defendido por los corifeos ortodoxos de
conjunto en sí. La segunda causa, de carácter aquel movimiento. Es más bien un supe­
histórico, es aún más notoria: la falta de dis­ rrealismo dirigido, al punto de poder combi­
tancia necesaria para contemplar, ordenar y narse hasta con escarceos políticos, los cuales
diagnosticar con un mínimo de certeza una casan ciertamente mal con la liberación del
serie de hechos que están surgiendo exacta­ mundo onírico. i Cuánta doctrina marxista
mente ante nuestra vista. Porque tras la ha querido y aun quiere sustentarse por
promoción de Paz y Lezama Lima hay ya jóvenes hispanoamericanos que no alcanzan
otra, y tal vez dos más, puestas en pie, con la a ver lo evidente, es decir, el congénito
inevitable relación dialéctica que el fluir divorcio entre aquella rígida ideología
política y esta libérrima corriente artística! mueven todavía en e! ámbito rigurosamente
Aunque no hay que echar sobre ellos toda la existencial del hombre: las dos caras, lumi­
responsabilidad, pues el engaño viene de muy nosa y sombría, de la realidad y su posible
lejos. Viene, en efecto, desde la fase auroral conciliación; el rol de la conciencia como
de! superrealismo francés, momento en que se límite-espejo donde la existencia se refracta;
dio aquella primera asociación de comunis­ la función salvadora de la palabra por la que
mo y subconeiencia de todos conocida y el ser humano puede escapar de la condena
naturalmente insostenible y efímera. Pero de su ensimismamiento para realizarse en la
cada hombre, o cada generación, tiene que plenitud del acto. Pero esa misma palabra
vivir su experiencia propia. Y todavía en la poética-correlaciones metafóricas, imágenes,
Cuba socialista de hoy algunos de sus poetas símbolos-es en el pasaje reproducido de una
revolucionarios han pretendido expresarse gran generosidad comunicativa: es toda ella
mediante la retórica superrealista, con lo cual una profesión de fe en el lenguaje humano y
no han logrado otra cosa que sacrificar e! en la apertura de horizontes que suponen sus
alcance mayoritario del mensaje que siempre concretas posi bilidades.
suponemos debe quedar explícito en este tipo Hay, sin embargo, otra poesía que, preten­
de poesía. diendo no desconocer la realidad, no se con­
Más lógicas, en este sentido, parecerían tenta con servirle de ejercicio para interpretar
ciertas vinculaciones del superrealismo con la y superar sus limitaciones sino que aspirará a
filosofía existencial, que estaba en el am­ trascenderla en busca de su última dimensión
biente de la época y en la tradición his­ metafísica. Este propósito podría relacionarse
pánica inmediata (Unamuno, Ortega, An­ con el análogo que ya vimos en poetas como
tonio Machado) pero que en muchos poetas Gorostiza o llorges, pero aquí el empeño
de Hispanoamérica no oculta su origen pretende también llegar a un más allá no
directo en la lectura de Heidegger y Sartre. previsto por aquéllos, toda vez que los men­
Los motivos del existencialismo (el enigma cionados son todavía poetas de la inteligencia,
del ser, la conciencia de la nada, el senti­ bien que se ayudaran por su imaginación, la
miento vital de la angustia, la libertad y la cual por otra parte no deja de ser un recurso
responsabilidad del hombre, etc.) se hacen o función más de la mente. Los que vienen
tema de poesía y se llevan y traen de acuerdo después aspirarán a sal tar los linderos mismos
con la particular inclinación de cada cual. de la inteligencia, desconfiados de ella (y el
y así hay una poesía de tintes existenciales, propio Gorostiza en cierto modo lo había
firmemente enraizada en la experiencia de la vaticinado: "oh inteligencia, soledad en
realidad, angustiosa o esperanzada, vertida llamas"), para abordar en el poema la
todavía en un lenguaje simbólico, pero entre­ creación de un universo verbal absoluto en sí
gable. Poesía que pudiera ilustrar la sección mismo y por lo tanto en gran manera pro­
final de "Himno entre ruinas," uno de los blemático. En los casos extremos sus explora­
textos más significativos de Octavio Paz: ciones por reinos tan autónomos y alejados
i Día, redondo día, voluntariamente de la lógica implican como
luminosa narar¡ja de veinticuatro gajos, es natural riesgos mayores: la desarticulación
todos atravesados por una misma amarilla dulzura! del lenguaje (al que se considera incapaz de
La inteligencia al fin encarna, contener o reflejar en su convencionalismo
se reconcilian las dos mitades enemigas esa nueva realidad entrevista o creada) y la
y la conciencia-espejo se licúa, consecuente expresión hermética (hecha de
vuelve a Jer fuente, manantial de fábulas: signos sugerentes pero conclusos en sí mismos,
Hombre, árbol de imágenes, al punto de convertirse en algo hostil e in­
palabras que son flores que son frutos que son actos.
descifrable). He aquí como el cubano José
Aquí el poeta se ha planteado, para darle Lezama Lima reacciona frente al paisaje de
una emocionada respuesta alentadora o su isla en uno de sus poemas definitivos,
engañosa, una serie de cuestiones que se "Noche insular, jardines invisibles":
ESTUDIO PRELIMINAR 21

Más que lebrel, ligero y dividido aquella línea que ya se vio configurada en la
al esparcir su dulce acometida, poesía del decenio 1930-1940, habrá también
los miembros suyos, anillos y fragmentos, en los nuevos el designio de poner el verso al
ruedan, desobediente son,
servicio directo del hombre y de sus pro­
al tiempo enemistado.
blemas inmediatos; aunque dentro de esa
Su vago verde gira
voluntad, entendida comprensivamente como
en la estación más verde del rocío
que no revela el cuerpo lo haremos nosotros, caben matices y grados
su oscura coja de cristales. diferentes y hasta antinómicos, al menos en su
El mundo suave despereza postulación. Señalaremos, ante todo, aquellos
su casta acometida, poetas sostenidos por una arraigada fe.
y los hombres contados y furiosos, religiosa, confesionalmente católica por lo
como animales de unidad ruinosa general, que ven en el quehacer de la poesía
dulcemente peinados, sobre nubes. un modo de acercarse a las profundas ver­
Su mejor crítico, Cintio Vitier, al tratar de dades reveladas, pero que esperan con ello
explicarnos el poema, tendrá que decirnos que ayudar también al desvalimiento esencial del
Lezama responde al reto de la noche de su hombre. Otros estarán animados por un
isla "no describiendo, no alabando, no medi­ propósito más concreto, aunque reclamando
tando, no emocionándose," esto es, no para su arte la autonomía y la dignidad que
repitiendo nada de lo que la lírica de siempre les son propias por definición; es decir, que
había hecho, ya que "su respuesta es hacer desean abarcar e! mundo total de! ser
con palabras un festejo nocturno y fabuloso." humano, desde lo más espiritual hasta lo más
y añade: "El poeta se apodera de la ins­ positivo, pero sin amputar ni empobrecer e!
piración nocturna cubana y a partir de ese vasto campo de la expresión poética. Son
apoderamiento trabaja con absoluta libertad, aún individualistas, que desconfían por igual
obedeciendo sólo a las leyes musicales de su del vacuo esteticismo como de las penetra­
creación." (Lo cubano en la poesía, Universidad ciones crípticas, pero que todavía creen y
Central de las Villas, 1958, pág. 378.) Es defienden la libertad del artista, su decoro
verdad que aquí se consuma el viejo sueño de integral, y la condición irreductible de la
la poesía contemporánea al cual había poesía. (Como se ve, esta descripción puede
apuntado desde siempre: su alejamiento muy bien corresponderse con la que sugeri­
radical de la literatura. Pero el lograrlo le ha mos líneas arriba para los poetas existen­
supuesto un alto precio, el de su incomunica­ ciales; y hay que llamar la atención sobre ello
bilidad; pues si bien es cierto que la poesía no para evitar la falacia de operar por com­
es en sí comunicación no menos cierto es que partimentos estancos sobre una materia viva.)
de ella necesita para su realización total. Y, por último, los que comúnmente solemos
Por el lado contrario, a su tiempo fueron llamar poetas sociales-en muchos casos deci­
conocidas las normas de compromiso y res­ didamente políticos-com prometidos casi siem­
ponsabilidad que ahora discutían los euro­ pre de modo oficial o por simpatías y afini­
peos, Sartre a la cabeza. En verdad, los dades con programas y partidos políticos,
novelistas y poetas de entreguerras habían a los que sirven como un vehículo más de
puesto en práctica esas normas mucho antes propaganda. La legitimidad de la poesía
de que en Europa se hicieran objeto de social es incuestionable-tanto como la de la
debates y polémicas. La literatura hispano­ poesía amorosa o la religiosa-y sus posi­
americana ha sido siempre, y esto desde el bilidades de realización muchas y muy
mismo gran siglo del romanticismo, una variadas. En cuanto a la poesía política, sus
literatura en gran manera preocupada y riesgos son evidentes: en muy contados casos
responsable. Lo realmente extraño en estas la pasión de sus cultivadores ha podido
tierras, a pesar del modernismo exotista y armonizar la firmeza de su mensaje con la
del circunstanciado brote de poesía pura, son fundamental autenticidad lírica. En general
el esteticismo y la evasión. Continuando -la frase es repetida pero conserva su verdad
-han hecho mala política o mala poesía. (Cuba, Ig12) Y Octavio Paz (México, Ig14)
A veces el poeta social es consciente de los podría argumcntarse a favor de su inclusión
peligros que ha de sortear, el panfletismo de dentro del posvanguardismo anterior, aunque
manera especial. De muy explícito modo lo según nuestro criterio el sentido último de su
consigna así el joven poeta argentino Víctor poesía recomienda no citarlos exactamente al
García Robles, uno de los últimos sumados a lado de N eruda, Borges, Gorostiza, por
esta corriente, en un fragmento de "Sepa lo ejemplo. Iguales dudas pueden caber respecto
que pasa a lágrima viva y con malas pala­ al interesante grupo venezolano reunido en la
bras," de su libro Oíd, mortales, títulos que ya revista Viernes, dirigido por Miguel Angel
nos advierten de ese tono legítimamente Queremel (lg00-1939), con poetas como
airado o irónico, libre hasta el coloquialismo, Otto De Sola ( Igl 2) Y Vicen te Gerbasi
la vulgaridad y la retórica, y mesiánico y (1913). O sobre el nicaragüense Pablo
apocalíptico gue parece consustancial a dicha °
Antonio Cuadra (1912) el chileno Nicanor
poesía. Los versos que reproducimos nos Parra (1914). Se trata de una promoción
dirán de la justicia y los escollos, en con­ crucial cuyos miembros se mueven en su
tenido y expresión respectivamente, de esta mayoría hacia adelante más que corno
dirección poética: repetidores de formas de su pasado inmediato
y por ello creemos que es éste su lugar.
estaba escribiendo otro poema,
Completemos provisionalmente la nómina
no este parifleto, otro
donde según mi oficio de poeta con la mención de los siguientes, que acuden
cantaba al ruiseñor del arcoiris desde los más distantes rincones de la
y a la estrella jugaz de la belleza, enorme geografía americana: los mexicanos
Efraín Huerta ([914), Neftalí Beltrán (lgI6),
sin embargo pensaba en otras cosas,
AJí Chumacero (lgI8), Jaime Sabines (1926)
me temblaban las manos pensando en la guerra,
supónganse Una bomba H en Buenos Aires,
Y ?vfarco Antonio Montes de Oca (1931); los
qué quedaría de estas calles queridas, nicaragüenses Ernesto Mejía Sánchez (lg23),
de tantos pibes divinos, Carlos Martínez Rivas (lg24) Y Ernesto
de los mercados, los boliches, los árboles, Cardenal (1925); el costarriccnse Alfredo
la temblorosa esquina para citar al amor. Cardona Peña ([917); los cubanos Eliseo
(bé quedaría de nada . .. Dicgo (lg20), Cintio Vitier (1921), Fayad
J amís (1930) y Roberto Fernández Retamar
Lloraba que daba pena
mientras los versos salían riéndose (1930); el venezolano José Ramón :\1cdina
porque la gente necesita que le inspiren confianza, (1921); el colombiano Eduardo Cote Lamus
necesita estar contenta, que le ayuden un poco ( 1930); el peruano Sebastián Salazar Bondy
por lo menos con un verso divertido . .. (1924-1966); el paraguayo Elvio Romero
([927); el dominicano Antonio Fernández
bueno, Liejo, yo lloraba como una magdalena,
Spencer (1923); los puertorriqueños Félix
jabricando estrojas según reglas de oro.
Franco Oppenhcimer ([9[4) y Francisco
Estos párrafos han querido ser una expo­ Matos Paoli (1915); el ecuatoriano Jorge
sición muy sumaria de las tendencias princi­ Enrique Adoum (1923); el chileno Efraín
pales que se divisan en el panorama de la Barquero (1931). Y de Argentina: Daniel
lírica hispanoamericana de los últimos años. Devoto (1916), Alberto Girri (1918), Jorge
El obstáculo insuperable de la excesiva Vocos Lezcano (1924), H. A. Murena (1925)
proximidad nos ha aconsejado la no inclusión y los reunidos en la colección Diez poetas
en cada una de ellas de nombres determina­ jóvenes (1937-1947), realizada por Horacio
dos salvo para ilustrar modos o tonos poéticos Jorge Becco (1924) Y Osvaldo Svanascini
en algunos casos paradigmáticos. Pero ya (1920), integrantes ellos mismos del grupo
muchos de esos nombres han alcanzado allí representado. Corno se podrá verificar por
difusión y reconocimiento continentales. En las fechas, en la anterior relación se unen por
relación con dos de ellos, José Lezama Lima lo menos dos promociones cronológicamente
ESTUDIO PRELIMINAR

14) -diferenciadas, y hemos de advertir que no se trascendencia," en una manifiesta voluntad


:i6n han incluído poetas menores de treinta años, de sacarla "de! enrarecido mundo a donde
:jue entre los cuales hay no pocos dignos de tuvo que ser llevada para preservar algunos
~su atención. objetos de la caída histórica." (Poesía joven de
e al Como ya hubimos de notar, muchas Cuba, La Habana, 1960, pág. 9.)
por mujeres también escriben hoy poesía de gran U nos vienen y otros van, parecería desde
:cto consistencia y de variados matices. Citaremos lejos. Lo cierto es que cada una de estas
nla ahora algunas entre las que han obtenido posturas es legítima, yen su recto alcance son
Ilgel mayor resonancia. De México, Margarita complementadoras entre sí más que contra­
¡mo Michelena (19 I7), Guadalupe Amor (1920), dictorias; pues el espíritu crítico que reclama
basi Margarita Paz Paredes (1922) Y Rosario e! poeta mexicano puede corregir los excesos
iblo Castellanos (1925); de Cuba: Fina García o desorientaciones de un fervor humano que
mor Marruz (1923), Carilda Oliver Labra (1924) desde su apasionada justicia desatendiera las
ci6n y Rafaela Chacón Nardi (1926); de Vene­ exigencias mínimas de la poesía como arte de
1 su zuela, Ida Gramcko (1925); de Argentina, la palabra. La oposición comienza si de ambas
Dma María Elena Walsh (1930); de Uruguay, posiciones se pasa-como ocurre con frecuen­
[iato Dora Isella Russell (1925). Las listas anterio­ cia-a las que podrían ser sus naturales
19ar. res, sucintas hasta e! máximo, lindan por e! exageraciones o deformaciones respectivas.
nina costado de las omisiones con la injusticia; Por la primera de ellas es posible caer de
lden pero no podía ser de otro modo en una nuevo en el ensimismamiento y en la aventura
~ la visión panorámica como la que aquí hemos metafísica, lo cual tampoco estaría mal si ello
anos pretendido hacer. no conllevase una incitación segura al her­
j16), Si se quisiera comprobar cuán variados son metismo absoluto o a la gratuidad verbal.
926 ) entre sí los credos de estos poetas bastaría con Nada más fácil ni tentador, especialmente
'; los cotejar pronnnciamientos recientes de acá y para e! poeta joven, que tratar de incor­
}23) , de allá. Por ejemplo, Octavio Paz, en una porarse a la ya numerosa legión de amantes
!lesto entrevista concedida en París (1959) al his­ oficiales de! misterio, para lo cual no necesi­
fredo panista francés Claude Couffon, declaraba: taría de otra credencial que armarse de toda
;Iiseo "Lo que me parece interesante en la nueva esa nueva retórica creada en torno a él
ayad generación es su anticonformismo. Hace sólo durante los últimos años. Y entiéndase que
amar unos pocos años, la literatura estaba envene­ esta observación no supone el rechazo de la
:dina nada por dos tendencias: e! nacionalismo y la auténtica poesía metafísica, tan permanente
amus sumisión a talo cual partido. Los jóvenes, y válida a través de los siglos, sino de ese
ondy después de largas polémicas, han acabado abundante ejercicio de versificación seudo­
mero con una y otra. Nuestra literatura moderna es filosófico que se ha venido dando en nuestras
lildez una literatura crítica. Reclama el derecho de tierras y que por ese oscuro aire con que se
Félix decir no y el derecho de ser heterodoxa, a rodea y se expresa aspira a venderse como
1cisco riesgo de quedarse en minoría, si es necesario. buena poesía. Por la otra vertiente está el
Jorge Estas son mis creencias literarias. Estimo que temor de que, a consecuencia de un hiper­
~fraín son también las de las jóvenes generaciones desarrollo en el sentimiento de responsabili­
laniel mejicanas" (Claude Couffon, Hispanoamérica dad cívica del creador, se llegue a la ruptura
Jorge en su nueva literatura, Santander, 1962, págs. de! equilibrio que debe reinar entre poesía y
19 25) 73-82). y por aquellas mismas fechas conciencia, al punto de que e! escritor-el
poetas Roberto Fernández Retamar y Fayad Jamís, poeta en este caso-se convierta en un loro
¡racio realizadores de la antología Poesía joven de repetidor de consignas políticas que nada
ascini Cuba, señalaban en su Prólogo como la única tienen que ver con el arte y en muchos casos
grupo nota común de los allí agrupados "un mani­ hasta niegan el esencial clima de libertad
arpor fiesto deseo de humanizar la poesía ... aleján­ donde únicamente aquél puede producirse.
:n por dola todo cuanto sea posible de las aventuras Hemos destacado los hechos con trazos tal
mente formales de la exquisitez o herméticas de la vez demasiado gruesos, pero es evidente que
24 .t.::iJ UUIU t"'.l'l..C.LJJ,'4U"t¡'U,\..

estos son los dos peligros mayores. Confiemos, la fe y el aliento, es más necesaria a los
sin embargo, en que no habrá accidentes des­ pueblos que la industria misma, pues ésta les
graciados ni naufragios totales ya que si es proporciona e! modo de subsistir, mientras
verdad que la poesía ha parecido extraviarse aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida."
en ocasiones, al cabo ha encontrado siempre Hay ahí, sin gestos enfáticos, todo un pro­
la vía segura, el camino de salvación. Es de grama para la poesía. Dar fuerza a la vida:
esperar que de nuevo sucederá lo mismo. no evadirla, ni siquiera bajo forma de una
Los años presentes y los que se avecinan pretensa trascendencia, pero tampoco envile­
marcan una durísima jornada para Hispano­ cerla, gritando e! odio y la destrucción. Y
américa, como consecuencia crítica de su éste no es un programa para ser cumplido por
urgente necesidad de redención. Hay que el jilguero en su jaula o en su torre, ni por el
evitar la falacia de pensar que esta empresa paciente artesano de enigmáticos símbolos, ni
será obra taumatúrgica de la literatura. Pero por el muñeco insensato manejado por un
no ha de ocultarse que el poeta podrá ayudar ventrílocuo o titiritero demagógico. Es una
mucho en esta difícil hora histórica, cargada obra para el poeta auténtico, que con su
de interrogantes y escepticismos, poniéndose palabra de belleza y amor logre dar forma a
dignamente al lado de! hombre. Vale la pena ese profundo aliento del espíritu que e! vivir
recordar aquí la palabra siempre actual de de los hombres requiere. La poesía tiene hoy
Martí: "¿ Quién es e! ignorante que man­ un solo camino legítimo, aunque le quepa
tiene que la poesía no es indispensable a los descubrir sus variados modos de andar por él.
pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental y ese camino no es otro que e! del com­
que creen que toda la fruta acaba en la promiso noble, leal y desinteresado, o sea,
cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, poético, con e! destino precario pero necesaria­
que fortifica o angustia, que apuntala o de­ mente esperanzado de la humanidad.
rriba las alma.s, que da o quita a los hombres

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