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LOS INCAS Y EL ANTIGUO PERU 3000 ANOS DE HISTORIA CENTRO CULTURAL DE LA VILLA DE MADRID Febrero - Abril 1991 (Gaara cttuna oc LAVA % 3) EXPOSICION ORGANIZADA BAJO FL PATROGINIO DEL [EXCELENTISIMO SENOR DON ALBERTO FUJIMORL FUJIMORL PRESIDENTE DE TA REPUBLICA DEL PERU [BRUSELAS SEPTIEMBRE 1990 - ENERO 1991 COMITE DE HONOR Minisode Educacton del er (Oscar de la Puente Raygada Director General del Instituto Nacional de Cultura. Lima Pedro Yurimovich Cameras COMITE cieNTIFICO Universidad Cayetano Heredia - Lima Duccie Bonavia Universidad Nactonal Mayor de San Marcos - ima Rosa Fung Pineda Universidad Nacional Mayor de San Marcos - Lima dss G Lumbroras Universidad Nacional Mayor de San Marcos - ima INDEA - Lima as Miytea Barneda Universidad Libre de Bruselas Michel Graulich Universidad Libre de Beuselas| Jes Gutierrez Musoos Reales de Ante y de Historia, Bruscas Ramiro Matos Mendicta Sergio Purin Embajada de Belgica Lima, Pera Jana Zgmundova Primer Secretario Oteier Hele Primer Secretaria Karel Marien Caailer COMITE ORGANIZADOR Museo reales de Ane y de Historia Comunidad Flamenca de Be Sergio Purin Comisario europe de exposicin Inca Peri “Titlar dela subseccem América Miriam Lambrecht Responsable de Exposiciones temporles way Jue Inspector general del Administration de las Anes Viiane Xbignesse Avudante de investigzacion Bruno Hleguet Jean Bleus Director ‘Administrador Servicio de Aes figuratvas y Muscos, Seccién Exposiciones internacionales, ‘Adminisragcion de las Artes nso Nacional de Gulu Gisiaine De Bast ayvdinte Berba Vargas Seccidn Exposiciones internacionales ‘Comisaria peruana de ‘Adminisracion de las Artes Inexposicion snc Peri Jardin Botinico Nacional (Meise), Instituto Real del Patrimonio Antico (ruses), Itt Real de Ciencias Natures de Belgica Bruscas), Facultad de Agronomia (Gemblous) y Sociedad Real de Zoologia de Amines. EXPOSICION Concepei6n Cientiiea Sergio Prin Seleccin de piers Sergio Puri Bune Heguet Colaboradores Fie Kerchbef! Maria Longhena caraLoco Coordinacién Sergio Purin EXPOSICION EN MADRID CCDMISION NACIONAL QUINTO CENTENARIO Presidente ls Yoez-Barnue Vieepresidenta Pina Lipes-(ay SOCIEDAD ESTATAL QUINTO CENTENARIO Consejo Delegado “Angel Sermo Dirctora de Exposiciones Almudena Cavestany EXPOSICION ‘Coordinadoa para la presenta de ls muestra en Madrid Paz Cabello Carmo Ayudante de Coordinacion ‘Angeles Abert de Loon Disenoy ealizacon Macua & Garcia Rames, equipo de diseno Monje Macarin, S.A Seguros Banco Vitalicio de Espa © limschoot, sitgevers, S.A, Gante (egies) Parte edicion . Sociedad Estiil Quinto Centenario - 1991 Great, dseno yrelicion Lunwerp tdicres s.& eetioeen 12: Enteplantas-09021 BARCELONA © Manuel Svdi, 12. jo. 28010 MADRID. SBN Toma | 84-7582"136-4 ISBN’ Obra Compleu 37752-1380 epost Legal BSI 1991 caTivoco, CCoordinadora Pas Cabello Carre Revision de Textos Fel mene Anacol Sanches Gru Martines de la Tome Aunoria de ichas Pas Cabelo PC.) Pex memes FJ) ‘Anat Menaisatal (A.M) Sergio Purin (SP) Patrocinador general Constructora Continental, $A, Patroci \dor de la seguridad ESABE ain SED QUINTO CENTENARIO Coleccion Encuentros Serie Catalogos GARAGAY: UN CENTRO CEREMONIAL DEL PER[ODO FORMATIVO, Rogger Ravines 156, Vista general del monticulo B. El valle de Lima es la expresion cultural de tres inidades geogrificas: los valles del Rimac, Chi- én y Lorin, al centro, norte inte, Lima, la capital politi n el valle del Rimac 2” |. O. La unidad geohistorica de estos tres va- les, que hoy se expresan como Lima Metropoli- tana, fue advertida ya por los conquistadores paftoles desde los primeros anos del siglo XVI, ‘observando que habia una cabal interaccién po- litica y sociocultural entre sus habitantes. En el siglo XVI, el valle de Lima, de acuerdo a las informaciones ofrecidas por los cronistas ¢s- panoles, era un area bastante poblada. Al pare- cer, diversos pueblos de indios se agrupaban en las mirgenes de las tierras cultivadas, Sin embar- 0, pocas son las referencias concretas a estas poblaciones y menos atin a la apariencia fisica de sus habitantes, lengua © patrones culturales, EI padre Bernabé Cobo, el primer historiador de Lima y, en consecuencia, el mis citado y s0- cottido de los escritores espanoles del siglo XVII, sefalaba que en tiempo de los incas el valle de Lima estuvo habitado por una nacién que habla- ba una lengua diferente a su vecina del norte y dividida en tres bunos 0 gobernacio- nes de 10,000 familias cada u ‘Textualmente sano L.S.y 777 0r 1 puchlo de Caraguayllo era la cabeza de la pe ‘mera; el de Maranga, que cae en medio del valle, de la segunda, y de la tercera, el de Surco; .. estos pue- hos, como a cabezas y residencias del gobierno, ‘obedectan innumerables lugarejos de conta vecindad ‘que habian en sus limites, de los cuales apenas que: dda memoria, ni aun de los nombres que tenian, mas {que una infinidad de paredones y adoratorios que hay por todo el valle, que suelen impedimos no go- ‘cemos libremente su espaciost Tanurt: vanlos poco poco dertihando y «lsminuyendo los teremotos ¥ las acequias; mas con toxlo es0 durarin por muchos si- itlos para memoria del tempo de ka gentiiad de los indios: De esta larga cita dos son los aspectos que de- seamos destacar: primero, la existencia prehispa- nica de una entidad sociopolitica definida, que ocupaba el valle bajo del Rimac, y segundo, que en el mismo periodo prehispanico muchas de las s obras arquitecténicas eran ruinas y n resultaba atin monticulos informes, cuyo ori inexplicable para los mismos indigena ‘Al no disponer de reales documentos escritos, una aproximacion a la historia cultural del valle de Lima solo es posible indirectamente a través de las evidencias arqueol6gicas, cuyo registro actual cubre un lapso de 10,000 aitos a. C. La historia arqueol6gica tiende a ser una historia unilateral, sin los detalles incidentales que offe- ce la historia escrita, Sin embargo, permite regis- trar la historia de los conocimientos técnicos ¢ intelectuales, asi como de las artes e industrias del pueblo que las manufactur6, y cuyos patro- nes culturales estin inmersos en sus obras mate- riales, LAETAPA TEMPRANA EN EL VALLE DE LIMA Nuestro conocimiento sobre los antiguos habi- tes del valle de Lima en el period compren- dido entre el 1800 a. C. y 300 d. C. ~que por co- modidad metodolégica denominamos Etapa ‘Temprana~ proviene de las excavaciones de los yacimientos de Anc6n, La Florida, Huachipa, Santa Rosa, Cardal y Garagay. En todos ellos se destaca la presencia de poblaciones que cono- cian la cerimica, consumian diversos productos agricolas, utilizaban ampliamente los recursos: marinos y disponian de elaboradas y monumen- tales estructuras piblicas. Desde el punto de vista de su cronologia rela- tiva, y con fines de clasificaci6n, estos monu mentos y sus materiales asociados se agrupan en el Periodo Inicial/Horizonte Temprano. Sin e argo, la tendencia mais generalizada es incluir- Jos en un Periodo Formative, para significar la ctapa inicial de desarrollo de las sociedades complejas. La etapa formativa, asi definida, con una duracién aproximada de 4,000 anos, conclu- ye hacia el siglo IV dC. con la sustitucion del es- tilo Chavin y la presencia de estilos locales. Ha el rea andina, particular- mente la costa y sierra del Peri, estaba habi por poblaciones sedentarias que contaban con grandes estructuras piiblicas y que combinaban actividades horticolas y recolectoras. Para enton- ces entre los cultivos principales el mis impor- tante fue indudablemente el maiz, que proveia a la dieta de los carbohidratos indispensables Mientras que calahazas, frijoles y otros cultivos vegetales, a los que se agregaban la pesca y caza de animales menores, ofrecian las proteinas minerales complementarios. Hacia 1800 a. C. se registran las primeras evidencias del uso de la ce- ramica. Las poblaciones del Formative tenfan asenta- mientos permanentes, utilizaban tejidos de algo- 219. don y lana en la confeccion de sus prendas de vestir y, al parecer, veneraban deidades vincula- das i Ja producei6n de alimentos. La orfebreria y cl trabajo en piedra ofrecen adelantos notables, pero es en los tejidos, objetos de hueso, madera y barro donde se cristalizan plenamente sus ex- presiones artisticas, Aunque se han practicado diversas excavacio- nes arqueol6gicas en yacimientos de este perio- do y los datos acumulados son considerables, atin no se ha exeavado totalmente ningtin asen” famiento. Sin embargo, puede inferirse que para entonces, aparte de un dominio eficiente del me- dio ambiente, existia un alto grado de interac- ion y comunicaci6n entre las poblaciones de los ville y cuencas, sobre todo en el drea compren- dida entre los 5° y 13° de L, Las caracteristicas arqueolégicas que admiten los grupos Formativos en sus relaciones tempo- rales se han establecido principalmente de la cerimica, pudiendo reconocerse en la ac- twalidad tres fases. Estas fases, con las que desde el punto de vista metodologico se buseaba en- fatizar el caracter del Proceso Formative de la cultura andina antes de la difusion de Chavin, con el correr de los anos han adquirido, tal como ya se senal6, connotaciones estilisticas y cronol6- gicas. La fase I representa los estilos pre-Chavin (2050-1400 a. C.) € incluye, entre otfos, dos pr dominantes rasgos comunes: vasijas abiertas 0 sin cuello y elementos decorativos incisos, Pintados pre o post-coccién. La fase IT (1400-900 a. C.) puede identifi fundamentalmente por el estilo Cupisnique y la Presencia de dos formas de recipientes: botellas con asa estribo y vasijas silbadoras, La fase III (900-300 a. C.) incluye diversos estilos locales, aunque en muchos casos no bien descritos, bien ubicados cronologicamente m diante dataciones radiocarbénicas y en cuya de- coracién predominan elementos de discito extra- los de imiigenes miticas que dominan el arte de este periodo y que tienen su expresién cponima en las piedras grabadas del templo de Chavin de través Sobre la base de nuestros actuales conoci mientos podria sefalarse qu tiva de los Andes centrales, en sus diversas fases, como también en los diversos nocidos, muestra significativas diferencias, tanto en SU pasta como en sus formas, que atestiguan la existencia de centros de manufactura local, aunque siguen patrones idénticos, teniendo en cuenta sus técnicas decorativas y elementos de diseio. El estudio de la iconografia presente en la ceramica permite aclarar algunos aspectos del problema, destacando particularmente una com pleja situacion de integracién material y cultural en la que desde muy temprano se eslabona la mayoria de las tradiciones andinas formativas, Sin embargo, s6lo una mejor definicién de la na- turaleza de la producci6n alfarera y su insercién en las actividades socioccondmicas formativas Permitiria formular una explicacion coherente de este fenomeno, La gran similitud en las secuencias cronolégi- cas, como en los fendmenos culturales reconoce dos durante el Periodo Formativo, sugiere la existencia de una serie de sucesos contempori- neos, originados en causas comunes o en una fuerte interaccién entre los diversos sectores del rea andina. La forma como se prescntan estas influencias en el registro arqucologico parece in- dicar un permanente contacto transversal entre las tres grandes regiones naturales, compl tado con la existencia de tres grandes ejes parale- los de difusin cultural, dos que se desplazan de Rorte a sur y uno que sigue de sur a norte. Los dos primeros parecen ser estrictamente tecnicos, mientras que el tercero seria de orcien social y te ligioso. En los ejes provenientes del norte los contactos podian haber seguiclo el camino mari timo y de la floresta amaz6nica, mientras que en el eje sur-norte la difusién pudo seguir las cuen- cas fluviales interandinas. Las evidencias mas tempranas de ka evolucion de las sociedades complejas, tanto en cl Viejo co- mo en el Nuevo Mundo, se sustentan en el des- cubrimiento de elaboradas obras publicas. La presencia de grandes estructuras indica el grado de organizaci6n social alcanzado. El poder social puede onganizarse y ‘amente a tri vés de un gobierno. Las estructuras pucden ser planeadas, pero si su desarrollo es claborado re- quiere el concurs de mano de obra especializa- da, Se desconoce la fecha y el lugar preciso en que empezaron a ejecutarse. Probablemente tampoco puede establecerse con centeza su ofi- gen. Por ahora slo puede consignarse que a las’ formas iniciales de plataformas clevadas siguie: ron volimenes piramidales escalonados y, finale mente, complejos desarrollos voluméiricos, con plazas cuadrangulares 0 pozos circulares hundi- dos y que, en buena parte, adoptaron plantas en forma de U. Por otra parte, aparece plenamente documen- ida una arquitectura religiosa de excepcional ta ‘mano y complejidad, que se desarrollé en la cos- eens siglos antes de la edificacion lel templo de Chavin de Husintar, Las investiga- ones realizadas en las ttimas décadas han re- velado dos tradiciones arquitect6nicas, una para la costa y otra para la sierra, que empezaron a niles del Period Precerimico, continuando du- rante la primera fase del Formativo. En la sierra esta tradicion consiste en el uso de un fogon ri- tual, un pequeno pozo circular, ubicado en el centro de un recinto cerrado en el que se quema- ban ofrendas. En este tipo de estructura el rito aparentemente habria estado circunserito a un rea determinada y a un limitado namero de par- ticipante: En la costa, 1a arquitectura ceremonial tipo consiste en grandes volimenes dispuestos en forma tal que definfan grandes plazas 0 espacios abiertos. En muchos casos dichos espacios con- tenfan una plaza circular hundida. En general, estos sitios son mas impresionantes y masivos que sus homologos serranos, Igualmente el ritual pareceria haber incluido a la totalidad de la po- blacion y no estar restringido a unos pocos privi- legiados. En la mayor parte de estos monumen- tos aparecen decoraciones en alto relieve y en bulto, generalmente pintadas al temple con colo- res brillantes Et uso de estos monticulos piramidales difiere evidentemente del de las pirimides ey ro en cierto modo fue similar al de los zigurats de Mesopotamia, si bien andina fueron evidentemente una invencién in- dependiente, Sin embargo, hay evidencias de ‘que en la costa norte se edificaron monticulos pi- ramidales, en periodos posteriores, como monu- mentos funei ara nobles locales. Este caso representari Horizonte Temprano, Una costumbre entierros en pirimides esti presente en tempranas del valle del Mississippi, donde tardia- mente se les reemplaz6 para utilizarlas como su- bestructuras de templos. Concomitante al volumen de estos monumen- tos esti el tiempo y mano de obra requeridos pa- a Su-construcciOn. Este problema que, en térmi una variante regional posterior al nos actuales de ingenieria, supondria el célculo de costes y salarios y una mejor distribucién del personal en trabajos de excavacion, resulta ime- soluble si se le traslada a la construccién de mo- numentos arqueologicos. 7. sitmacion de la Huaca Garagay, en la Lima Metropolitana. La realizacion de obras de voltimenes impre sionantes hechas movilizando grandes cantidades de piedras y tierra, con medios técnicos realmen- te elementales, en areas que, si bien no eran po- bres, tampoco estaban excepcionalmente bien dotadas por la naturaleza, no tiene una explica- ci6n cabal, Por ahora resulta incomprensible la forma como se erigieron estas grandes estructu- ras. No resulta convincente ef procedimiento del satco a la espalda, como si se tratara de hormigas y con ki mentalidad de hormigas (el hombre al servicio de la especie antes que en su provecho individual) No cabe tampoco detenerse en calcula los as/hombre necesarios para la edificacion de es tas estructuras monumentales, ni el origen de la mano de obra, De la misma manera resulta poco convincente analizar determinados aspectos del procedimiento empleado, no porque carezcan de interés, sino porque los datos recogidos atin 21 158. Garagay: reconstrucetin. son insuficientes. En cambio, si es importante analizar los resultados y comprobar los grandes conocimientos y la excelencia aleanzada por es- fos anGnimos constructores, que fueron capaces no s6lo de levantarlas, sino también de hacer lle- gar hasta nuestros dias el resultado de su esfuer- 20. EL CENTRO CEREMONIAL DE GARAGAY Actualmente, en el Pert se utiliza la palabra ‘duaca para designar todo monticulo 0 elevacién artificial originado por la destruccin de estructu- ras prehispanicas. Sin embargo, en su acepci6n mas frecuente alude especificamente a las monu- mentales estructuras piramidales que constituyen uno de los rasgos caracteristicos del direa andina central. Hay razones suficientes para afirmar que la casi totalidad de estas edificaciones fueron es- tructuras piblicas que cumplian diversas funcio- nes ceremoniales La huaca Garagay, en la parte media del valle de Lima, ofrece la mejor idea de un gran comple- jo ceremonial temprano, aunque el area que ocupa y la dimension de sus pirdmides exceden ligeramente el promedio normal. El centro del complejo es indudablemente su gran plaza cere- monial, de 215 m. de largo por 415 m. de ancho, originada por la distribucién de las tres estructu- ras que la definen. El frente sur y los laclos este y este estin limitados por tres pirimides, cuya disposici6n da al conjunto la forma de una gran U abjerta hacia el norte. La pirimide del frente sur (monticulo B) es la mayor y principal. Est4 constituida por tres cuer pos: uno central y dos laterales. Su planta es de forma rectangular, Mide 385 m. de largo por 155 m, de ancho, y como alguna maxima, 23 m. El cuerpo central de la pirimide es un parale pipedo cuadrangular de 140 m. de lado por 23 m. de alto, constituido por tres plitaformas que se superponen en forma escalonada, de las cua- les la primera contiene una escalera frontal la se- gunda un atrio con tres terrazas, y la tercera una plataforma superior con una especie de plaza hundida. Los cuerpos laterales, 0 brazos, de la pirimide son mas bajos y aparentemente cua- drangulares; cada uno mide 122 m. de frente por 100 m. de lado, y puede describirse como una plataforma formada por dos terrizas, que se ado~ san lateralmente al cuerpo central El atrio del cuerpo central de la pirimide B constituye aparentemente el clemento mas im- portante de toda la estructura. Se accede a él me diante una escalera de aproximadamente 15 m. de ancho y 12 m, de largo, que se inicia en la be se de la pirimide. La escalera es una unidad con- era de un solo tiro) hecha con mame tinua (es posteria de piedra y recubierta con una capa del gada de arcilla fina. Los escalones miden, en pro medio, 40 em. de alto por 30 em. de ancho. El atrio del templo es una estructura rectangue Jar de 24 m. de kado, rota en la parte central dl frente nome y hundida en el cuerpo de la pisimi de. Un muro de mamposteria, revoeadlo con ba tro y decorado con frisos en alto relieve y pol cromados, define los lacos de la estructura. Dos escaleras, una al lado este y otra al ocste, inte 108 lados para permitir el acceso a la sperior y posterior de la piramide La planta del atrio esti constituida por tres te- rrazas a diferente nivel, de las cuales las dos sue periores tenian hileras de grandes pozos circulie tes. La primera fila de pozos contenia postes de’ madera que servian de columnas y sostén a te chos precarios que protegian evidentemente las) imagenes. En cambio, la terraza inferior formaba una especie de plaza cuadrangular hundida, Los frisos que decoran los muros que defi el recinto, estn constituidos por una sucesién de imagenes que parecen representar una proce: si6n religiosa que se dirige desde la entrada, si guiendo la escalera, hasta la parte central del rrumpen di plataforma 160. Garagay: pirdmide B. Cabeza inscrta en wn medallén. 161. Garagay: representacién de un animal con colmilis. atrio, Cada imagen esti separada de la sigui por un panel divisorio decorado con un di abstracto, Actualmente la primera fi vada cerca de la entrada aparece muy remod da, retocada y casi transformada, Represent sabeza se halla en ta otr cuerpo cuy. Ambas in ‘genes, hoy totalmente dislocad, modificadas, sobre todo la cabeza, a la que se ha circunscrito una orla, hasta darle el aspecto de un medall6n, corresponden a ka misma figura que aparece a continuacién del mencionad nel divisorio y consideramos representa el pa digma de la imagen central de La segunda imagen, completa, representa un animal alargado, con boca cinica y coli en fc ma de abanico, y probablemente con un tipo de alas en la espalda, Después de esta figura h otro panel divisorio, y luego una image \ talmente destruida, similar a la anter enseguida un bloque saliente de ado forma una pilastra decorada con dos fi completas, m ‘mal conservada, qu tan dos caras de perfil separadas por tres b verticales. Después de este bloque una escalera que asciende a la cima de k de y luego otra pilastra con figuras similares a la anterior, atin menos conservadlas ma su proyeccién y los frisos cor temente alrededor de todo el recinto, manteni¢ do una distribuci6n simétrica Los frisos tienen, evidentemente, apar chavinoide y, aunque sus figuras no coincid plenamente con las conocidas imdgenes 1 del templo de Chavin de Huintar, nc garse que en é Garagay algunos rasgos, como la boca de Feli no con los caninos superiores proyectados y la As subyace el «oncepto Ch representacion de caras opuestas Vista son afines al arte Chavin, pese a que estas ti in ejecutadas en tres cuartos de perfil Ja banda labial continua que tipifica d chas imagenes. Del mismo modo, la represent Gién del ser mitico © imagen principal de Gar gay equivale al caimdn del obelisco Tello del templo de Chavin de Hudntar, pese a que | imagenes de Garagay son cronologicamente m, tempranas que las de C La pirémide A (monticulo A), que 4 al brazo oriental del conjunto en U, es & tructura escalonada de perfil y planta re lar, de aproximadamente 110 m. de lange m, de ancho y 7 m. de alto, A semejanza de I imide B, est constituida por un cuerpo central dos plataformas laterales, de kas nga y baja que ka za con el guerrero grabado (petroglifo) de Alto de las Guitarras, en el valle de Moche. Las seis cajetas u homacinas, que flanquean el cuarto principal, podrian haber contenido idolos, de los que no quedan mayores evidencias. Entre ¥ cajeta se intercalan, en disefios incisos, tres figuras convencionales que representan ca bezas, de las cuales la mas real es una cabeza hu- ‘mana en un estilo semejante a las cabezas en planorrelieve del templo de Sechin, mientras que las demas tienen en su concepcién estilistica ras- gos de las esculturas liticas (cabezas calvas) de Chavin de Hudotar. Desde el punto de vista co, todas estas imagenes guardan notable seme- janza y relacion con las figuras de Mojeque, Ce- 10 Blanco, Sechin y Alto de las Guitarras, que constituyen el gran corpus de la tradicion Cupis- nique del Perfodo Formativo, Mediante una escalera frontal se accedia a la pirdmide desde la plaza central, presente en el cuerpo central de la estructura. Por otro lado, aparentemente esta pirdmide estaba conectada con una plaza circular hundida de 20 m. de did- metro, ubicada en el eje de la escalera, 90 m. al oeste del escalén de arranque. Es manifiesto el carécter ceremonial de esta estructura y en cierta manera recuerda el deno- minado templo Viejo de Chavin de Hudntar. La plaza circular hundida es un pozo de 12m. de didmetro por 1 m. de profundidad, con dos accesos laterales, destruida en uno de sus tacos por un gran aluvidn, Los muros estaban revoca- dos y pintados de rojo. Al parecer no tenian de- coracién. En general, su forma es muy similar a la plaza circular del templo Viejo de Chavi La pirimide C (monticulo C) representa el bra- z0 occidental del conjunto de Garagay. Mide 260 m. de largo por 115m. de ancho maximo. Su al- tura es de 9 m. El monticulo se encuentra atin cu- bierto con piedras y cantos rodados, pero puede afirmarse que volumétricamente fue mayor que la pirimide A y que las diferencias que existen entre ambas indican que los brazos del conjunto en U no fueron simétricos, lo que podria denotar la funcion independiente de cada pirimide, aun- que en su forma final el conjunto ceremonial adopté la forma de U a que se ha hecho alusin. En lo relativo a la técnica de construcci6n, en cierta manera el conjunto sigue el patron general de las antiguas pirimides formativas de los An- des centraies. En principio se construyeron em- parrillades de recintos cuadrangulares, levandos directamente sobre la superficie natural del tere no y rellenos con capas alternas de barro y pie dras de la zona Luego este niicleo de piedras y arcilla se esta biliz6 rodeandolo de un muro de contencién, de mamposteria ordinaria, con piedras angulares asentadas con mortero de arcilla. Finalmente, es te muro recibi6 en su cara externa un revoque de arcilla, que en algunos sectores conserva formas en relieve pintadas en colores vivos. La estabili dad adicional y el agrandamiento progresivo de la estructura se hizo mediante ka construccién de terrazas adosadas a los muros exteriores. Estos muros de refuerzo y sostén tienen 70 y 80 em. de ancho y presentan dos caras, con una separacion central que contiene un niicleo de tierra, piedras pequenas y basura, Cuando estas terrazas adicio- nales se destinaban a soportar otros muros, si construcciGn se hacéa mediante Ia deposicion de capas alternas de piedras angulares y arcilla, de aproximadamente 12 y 10 cm. de espesor, res- pectivamente, hasta alcanzar alturas de hasta 2,80 m, Si las cargas que debian soportar eran mayores, la terraza se reforzaba mediante un se- gundo muro de contencién. En los rellenos de ka iltima ampliacién y remodelacion de las pirimi- des se utilizaron adobes semirredondeadlos, aco- modados en una red de totora que los contenia a manera de bolsa, con lo que se formaban unida- des mayores, El relleno de las estructuras incluye pequefias cantidades de basura, Sin embargo, los mismos monticulos no ofrecen evidencias de ocupacion. La basura encontrada entre los rellenos 0 en niveles de ceniza que cubren los pisos, particu- larmente de las terrazats, consiste mayormente en pequefios cantos rodados, lascas de piedras an- gulares, adobes redondos hechos mano, pe quenos fragmentos de carbon vegetal, desperdi: ios alimenticios y fragmentos de cerimica de los estilos Curayacu, Colinas, Ane6n y Huachipa. Loy restos de alimentos incluyen huesos de peces y- pequefios mamiferos y, fundamentalmente, con- ‘chas marinas. Los restos vegetales son minimos, al parecer por las condiciones locales de conser- vaci6n. Entre los restos recuperados figuran ca- buyas, estacas y semillas de algocion y It Se han encontrado igualmente diversos obje- tos, entre los que se incluyen morteros de basal- to con pigmento rojo, cuentas de concha y pie~ dra, figurinas de arcilla sin quemar, torteros, res- tos de tejidos, redes de totora, incluso fragmen- tos de revoques y altorrelieves en barro de mura ma en ta fachadague permite el acceso a plaza central Todos estos hallazgos proceden basura que contienen cerimica, pe- jel contexto, sino por su poste uultan indistinguibles en cuanto a sus 1es directas, no s6lo por el cari Sc or alte- incluso dificil establecer eu: ivieron asociados con los rellenos y cules pecto destacable de las exca LAS OFRENDAS, jones de ha sido el hallazgo de pequenas ofren- ala Gltima etap d ampliacién y pirimide B. Se las encontré en el relle- > del atrio, entre las nian las columnas de madera enl eds de los ho- tenian el techo y los mu: ornamentaban, Fueron de 165. Gaaragay: sistema de muros de sujeccion para contener el empuje de las diferentes terrazas y platajormas positadas alli evidentemente al iniciarse esta ulti ma etapa de remodelaci6n del monumento, Las ofrendas son bastante singulares y estin constituidas por dos clases: imagenes pintadas sobre lajas y figurinas modeladas en tiza Las ofrendas del primer tipo o clase corres: ponden a pequefas piezas, especie de pastillas paralelepipedas, de 75 mm, de largo por 35 mm, de ancho y 18 mm. de espesor, sobre las que en una de sus caras se ha pintado Ia imagen de un personaje antropomorfo con caracteristicas muy similares al personaje Chavin que John H. Rowe (1967) denomina el -Dios sonriente Para la confeccion de estas piezas se ha em- pleado una pequena laja de granodiorita a la que se le devané previamente, en toda su extension, un hilo delgado de algod6n con el objeto de eli- minar las anfructuosidades de la piedra y perr tir a la vez la cabal adhesi6n de la pasta. Luego se la recubrié con una delgada capa de tiza, for- 166, Gaarugary: placa que representa la figura de un ‘personae anirapomorfo semejante al -Dios sonriente- ide Job H. Rowe. 167. Garagay: segundo tipo de ofrenda. Muneca con cabeza de piedra caliza (ereta) y traje de aldogon, 168. Garagay: figura ofrenda encontrada como las anteriores en la pirdmide B Ciltima fase de desarrollo). mando un bloque de superficies mas 0 menos uniformes que se pintaron de color gris, Finalmente, sobre uno de los paralelogramos mayores se deline6 con color negro la figura de un personaje «ntropomorfo, destacdindose los ‘ojos y dientes con color blanco, y la boca y fosas nasales con rojo. A cada lado de la figura, en los costados del bloque, se sujetaron con un hilo dos ramitas espinosas, como si se quisiera repre- sentar los bastones que debfa portar esta imagen. 1 segundo tipo de ofrendas, las figurinas, son pequenos mufecos modelados en tiza (Carbona- to de calcio), pintados con colores tertosos y vestidos con prendas tejidas de algodén. EI modelado de las figuras se hizo sobre un maniqui hecho con un pequeno tronco, que constituyen la cabeza y el cuerpo, recubierto con tallos que constituyen la cabeza y el cuerpo, 1e- cubierto con tallos de enea 6 totora cuya prolon- gacién hacia los lados y hacia abajo originan los brazos y piernas, respectivamente. Estas hojas se sujetaron y acondicionaron, igualmente, enro- llando hilos de algod6n. Finalmente, toda esta armaz6n se recubrié con una capa de algodén hasta lograr el volumen deseado, Sobre esta base ¢ hizo el modelado final con pasta de tiza, El ca- bello se confeccioné con fibras vegetale: gurinas portan, a manera de béculos, ramitas es- pinosas de Acacia hurango Wild. La policromia y el encarnado de las figuras es pardo, ocre pardo (hierro). Los otros colores uti- lizadlos son: rojo, octe rojizo (hematita), negro (carbén vegetal) y blanco, tiza (carbonato de cal- cio) para el pintado de la cara, manos y pies. wanufactura recuenda, en cierto modo, al de los smufecos: o imagenes religiosas virreinales del siglo XVI, hechas con tela encola- da y maguey. Un aspecto destacable de estas figurinas es su vestimenta, la que constituye, por otro lado, una de las mejores evidencias de la indumentaria del Horizonte Temprano. Al respecto, tres fueron evidentemente las prendas de vestir basicas: una camisa larga o tinica, de los hombros a las rod: llas, abierta a los costados y con flecos en la par a, a manera de poncho, que se fijaba sobre los hombros y legaha hasta la parte media del pecho, también con flecos, y una faja o cinturdn ancho, que cenia la camisa a La técnica den la cintura, Estas prendas, con ligeras variantes, se registran en todas las culturas prehispinicas del Pent hasta el siglo XVI CONSIDERACIONES FINALES La compleja y elaborada iconografia de los fri sos de Garagay, el plan general del sitio, la natu- raleza de los monticulos y la falta de basura do- ica contribuyen a sustentar el caricter y fun cién esencialmente ceremonial del conjunto ar queolégico. Sin embargo, para evaluar la funcién’ de la religion y de los mismos complejos cere moniales sera necesario formular una serie de planteamientos, mayormente especul bre la organizacion social y el valor selectivo que tuvo la religion en la emergencia de las socied- des complejas del irea andina. Por otro lado, Garagay no es un fenémeno nico. Otros complejos piramidales de magnitud parecida y caracteristicas formales semejantes se encuentran en los valles costenos adyacentes. En el valle de! Rimac estin La Florida, Pampa de Cueva, Las Salinas. En el valle del Chillon: Hi coy, Chocas y Buenavista. En el valle del Lurin: Mina Perdida, Manchay bajo y Cardal. Todos es tos sitios han ofrecido cerimica o fecha de C14, que demuestran su contemporaneidad con Gara gay. Complejos similares de plataformas se han registrado igualmente en toda la costa al norte de Lima, particularmente en los valles de Chancay, Supe, Casma, Chicama, Jequetepeque y Piura No creemos que estos complejos fureran cons- truidos y abandonados al mismo tiempo y en oF den consecutivo. Lo mas probable es que repre- sentaron grupos ceremoniales contemporaneos con una adaptaci6n esencialmente similar. Todo parece indicat, pues, que a partir del siglo VI a. C. a poblacin de la costa norte y central se organi- 76 alrededor de instituciones ceremoniales loca- les, que probablemente aplicaban sanciones reli giosas y miticas con el objeto de justificar la re- gulacion de la conducta de sus propias esferas. a interacci6n entre instituciones ceremoniales locales, que pudieron haber ocurrido simultinea y paralelamente a su emergencia, originarian a Su vez esferas ceremoniales regionales de las que, en términos de configuracién arquitect6ni ca, se han identificado arreglos en U y pozos cir- culares hundidos, La sintesis de este proceso formativo de la cul- tiikd aiidina, a nivel ideolégico, parece estar ma terializada en el templo Viejo de Chavin de Huantar, un edificio con planta en forma de U que contenia, en el espacio formado por dos bra- 7os y el niicleo central, una plaza circular hundi- da Chavin, como expresion cultural, puede consi- derarse entonces como el producto de la interac- cién de ambas esferas, que mediante sintesis el mind selectivamente los viejos elementos simbo- licos y en donde las estructuras multirregionales regularon al menos ciertas normas de conducta sobre grandes territorios. De hecho, en el desa- rrollo de la civilizacion andina, Chavin puede considerarse como a culminacién de una evolu- cin descentralizada del control ceremonial, cu- yos antecedentes se encuentran en los viejos centros ceremoniales de la costa como Garagay. [BHBLIOGRABEA Tscitor HH, 1985: -Zur Entstohung des Chavin-Stis in Alt-Pe- ‘i. Betrrage zur Allgemeinen und Vergleichenden Archdolegte, Band 6, pp. 355-152, Munchen, Coo, I, 196: Fundacion de Lima, escrta por el Padre Ber- nabs Cobo de la Compania de fess. Ano 1639. Bibliote- ‘ea de Autores Espafioles. Tomo XCHL Madrid, KANO, Ci, 1979:

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