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Al igual que muchas de las cosas que hoy aprendemos desde pequeos,
el sistema de figuras musicales redondas, blancas y negras ha pasado
todo un proceso de gestacin a lo largo de los siglos. Te lo resumimos
para que lo entiendas mejor
La semana pasada vimos el origen de nuestras notas actuales, el uso del
pentagrama y las claves. Pero todava nos queda por indagar acerca de
eso que hoy nos resulta tan familiar a todos: el ritmo.
Al principio, como todava no exista nuestro sistema de figuras
redondas, blancas, negras, etctera, se organizan diversas
combinaciones de notas largas y breves. En el Renacimiento, todava no
se hablaba de comps, sino de tempus. El tempus ternario (de tres
partes) se representaba con un crculo perfecto, pues el nmero tres en
la tradicin cristiana se identificaba con la Santsima Trinidad. En
cambio, el binario, menos elaborado, se representaba con un crculo que
no se llegaba a cerrar, simbolizando as su falta de perfeccin.
Las partituras de esta poca eran extrasimos jeroglficos en los que
aparecan figuras de nombres variados: mxima, longa, breve,
semibreve, que tenan curiosas formas cuadradas, romboidales,
etctera.
Existi una notacin negra y otra blanca, que aludan a distintas formas
de expresar la duracin. Aunque tambin se us la coloracin con
sentido simblico (por ejemplo, dentro de una partitura escrita en
notacin blanca, se emplean notas negras para designar la palabra
mortuorum): esta prctica sigui vigente incluso durante el siglo XVII.
Hay que esperar a fines del siglo XVI, y sobre todo al siglo XVII, para
que se consolide el uso de signos que hoy nos resultan familiares:
- La barra de comps haba surgido en el siglo XVI y serva para
organizar visualmente la partitura en compases. En el siglo XVII
aumenta su funcin: pasa a significar que la nota que aparece a
continuacin de ella es la que lleva el acento. Es as como surge el
concepto de ritmo binario y ternario.
- Comienzan a utilizarse nuestras figuras: redonda, blanca, negra,
corchea, semicorchea, fusa y semifusa, as como sus silencios
equivalentes. Se lleg a emplear una figura de menor valor, la llamada
garrapatea, aunque pronto cay en desuso.