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-No me distraigas, que estoy muy ocupado- le contestó inquieto el Tatú, pues el
zorro le producía cierta desazón.
-¿Estás enojado?- insistió el visitante.
-¿Porqué habría de estarlo?
-Entonces dime, ¿qué estás haciendo con tanto afán…?
-¿No ves que tejo una capa para ponérmela el día de la fiesta en el lago?
-¿Cómo? -sonrió el zorro irónicamente-. ¿Piensas ir esta noche con eso que
todavía no terminas?
El quirquincho levantó sus ojos, algo miopes, de su trabajo, y con una mirada
perdida y angustiosa exclamó:
-¿Dijiste hoy en la noche?
-Por supuesto… En un rato más nos encontraremos todos bailando…
¡Qué fatalidad! ¿Cómo pudo haber pasado tan rápido el tiempo? Siempre le
sucedía lo mismo… Calculaba mal las horas… Al pobre Tatú se le fue el alma a
los pies. Una gruesa lágrima rodó por sus mejillas. Tanto prepararse para la
ceremonia… El encuentro con sus amigos lo había imaginado distinto de lo que
sería ahora. ¿Tendría fuerzas y tiempo para terminar su manto tan hermosamente
comenzado?
El zorro captó su desesperación, y sin decir más se alejó riendo entre dientes. Sin
buscarlo había encontrado el modo de inquietar a alguien… y eso le producía un
extraño placer. Tatú tendría que apurarse mucho si quería ir con vestido nuevo a
la fiesta: ji, ji, ji…
Y así fue. Sus manitos continuaron el trabajo moviéndose con rapidez y destreza,
pero debió recurrir a un truco para que le cundiera. Tomó hilos gruesos y toscos
que le hicieron avanzar más rápido. Pero, ay, la belleza y finura iniciales del tejido
se fueron perdiendo a medida que avanzaba y quedaba al descubierto una
urdimbre más suelta.
Finalmente todo estuvo listo y Tatú se engalanó para asistir a su fiesta. Entonces
respiró hondo, y con un suspiro de alivio miró al cielo estirando sus extremidades
para sacudirse el cansancio de tanto trabajo. En ese instante advirtió el engaño…
¡Si la luna todavía no estaba llena! Lo miraba curiosa desde sus tres cuartos de
creciente…
Un primer pensamiento de cólera contra el viejo zorro le cruzó su cabecita. Pero al
mirar su manto nuevamente bajo la luz brillante que caía también de las estrellas,
se dio cuenta de que, si bien no había quedado como él lo imaginara, de todos
modos el resultado era de auténtica belleza y esplendor. No tendría para qué
deshacerlo. Quizás así estaba mejor, más suelto y aireado en su parte final, lo
cual le otorgaba un toque exótico y atractivo. El zorro se asombraría cuando lo
viera…
Y, además, no le guardaría rencor, porque sido su propia culpa creerle a alguien
que tenía fama de travieso y juguetón. Simplemente él no podía resistir la
tentación de andar burlándose de todos… y siempre encontraba alguna víctima.
Pero esta vez todo salió bien: el zorro le había hecho un favor. Porque Tatú se
lució efectivamente, y causó gran sensación con su manto nuevo cuando llegó, al
fin, el momento de su aparición triunfal en la fiesta de su amigo Titicaca.
Las sirenas.
Las sirenas a diferencia de la costumbre popular, dentro de la tradición griega eran
genios marinos, mitad mujeres y mitad aves. Su ascendencia no está clara. Según
las versiones más comunes del mito, son hijas de Melpómene (musa de la
tragedia) y de Aqueloo (dios del río homónimo y primogénito de los dioses-ríos).
Pero otras versiones las hacen hijas de Aqueloo y Estérope, o Terpsícore (musa
de la poesía y la danza) o también del dios Forcis. Según la versión de Libanio,
nacieron de la sangre de Aqueloo, que fue derramada por Heracles (Hércules).
La primera mención que se conoce de las Sirenas es en La Odisea, cuando
Odiseo se enfrenta a su canto en el mar. Aquí aparecen sólo dos, pero otras
tradiciones hablan de tres: Pisínoe (Parténope), Agláope (Leucosia), y Telxiepia
(Ligia) o incluso de cuatro: Teles, Redne, Molpe, y Telxíope.
De las sirenas se sabe que su especialidad era la música. Se cree que una tocaba
la lira, otra cantaba y la otra tocaba la flauta.
Para el poeta y mitógrafo Ovidio, las sirenas no siempre tuvieron esa forma, sino
que en un principio eran mujeres muy hermosas compañeras de Perséfone (diosa
del mundo subterráneo y compañera de Hades), antes de que fuera raptada por
Hades. Cuando sucedió el secuestro, ellas le pidieron a los dioses que les dieran
alas para poder ir en busca de su amiga. Otra versión dice que su transformación
fue un castigo de Démeter por no defender a su hija de Hades e impedir el
secuestro. También se dice que Afrodita les quitó su belleza, por que
despreciaban las artes del amor.
Hay una leyenda que cuenta que después de la metamorfosis, rivalizaron con las
musas, y éstas muy ofendidas, las desplumaron y se coronaron con sus despojos.
De acuerdo con el mito más difundido, vivían en una isla del Mediterráneo que
tradicionalmente es ubicaba frente a la costa italiana meridional, más
específicamente frente a la Isla de Sorrento y con la música que tocaban atraían a
los marinos, que aturdidos por el sonido, perdían el control del barco que se
estrellaba contra los arrecifes. Entonces las Sirenas devoraban a los imprudentes
navegantes.
Varios héroes pasaron por su isla incólumes, gracias a ardides o a la ayuda de
algún dios. En el caso de los Argonautas, se cuenta que pasaron muy cerca de la
isla de las sirenas, pero que Orfeo, que tenía fama de cantar maravillosamente
(héroe griego) hizo uso de su talento con tanta armonía y tan melodiosamente,
que no las escucharon por lo que se salvaron de su terrible destino. Butes (uno de
los argonautas) no pudo soportar la tentación y se lanzó al mar, pero Afrodita lo
rescató.
De igual manera, Odiseo (Ulises), fecundo en ardides, cuando se iban acercando
a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los
oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo
amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al
escuchar los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no se lo
permitieron. Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se
lanzaron al mar y murieron ahogadas.
Posteriormente, las sirenas pasaron a ser consideradas divinidades del más allá, y
se suponía que cantaban para los bienaventurados en las Islas Afortunadas. Fue
así como pasaron a representar las armonías celestiales y es así como las dibujan
en los ataúdes y sarcófagos.
El mito de Hera.
Hera es la diosa con mayor rango en el Olimpo, pues es esposa y hermana de
Zeus, el dios de los dioses en la mitología griega.
Esta diosa es la hija mayor de Cronos y Rea, y como todos sus hermanos fue
tragada por su padre, hasta que Zeus fue salvado de las terribles fauces paternas
y, luego, pudo entonces liberar a todos sus hermanos.
Durante la lucha que hubo entre Zeus y los titanes, la diosa fue criada -según unas
versiones- por Océano y Tetis, con quienes ella quedó muy agradecida, por lo que
cuando ellos riñeron, ella trató de reconciliarlos. Otros narran que fue criada por
las Horas, por el héroe Témeno e incluso por las hijas de Asterión.
Una vez que Zeus ganó la gran batalla y se estableció el poder olímpico, éste
contrajo matrimonio con Hera. Se cuenta que ella era su tercera esposa, después
de Metis y Tetis, no obstante el amor entre Hera y Zeus era anterior incluso a la
batalla con los titanes. La boda fue más que suntuosa, y de acuerdo a la tradición,
se indica como lugar de la celebración el jardín de las Hespérides (aunque a veces
se dice que las manzanas de este jardín fueron sólo el regalo de Gea a Hera el día
de su casamiento, y que la diosa las cembró en su jardín). En la Ilíada se cuenta
que la boda se llevó a cabo en la cumbre del Ida de Frigia. También, se ha
mencionado que se realizó más bien en el lugar místico de Eubea. La divina unión
tuvo como frutos cuatro hijos: Hefesto, Ares, Ilitía y Hebe.
Como esposa del líder de los dioses, Hera se convirtió en la protectora de todas
las mujeres casadas. Por ello, se la representa como mujer celosa, vengativa y
violenta, pues Zeus -que le era infiel constantemente- provocaba sus iras, de las
que hacía víctimas no sólo a las amantes sino a los hijos producto de los amores
prohibidos.
Fue así como Heracles cayó en desgracia con Hera, pues era hijo de Zeus y
Alcmena, y fue tal vez el que más sufrió la cólera de la diosa. A ella se le ocurrió la
idea de los doce trabajos a los que se sometió al semidios, y lo persiguió sin límite
hasta el fin de sus días.
Sin embargo, estos ataques de celos también le costaban caros a la diosa, pues
Zeus siempre protegía a sus hijos y a sus amantes de la venganza de Hera. Por
ejemplo, cuando Heracles se vio envuelto en una tormenta enviada por Hera
cuando él regresaba de tomar Troya, Zeus la suspendió del Olimpo y le ató un
yunque en cada pie. Hera más tarde se reconcilió con Heracles.
Las leyendas en que esta importante diosa interviene son muchas. Por ejemplo,
persigue a Io, la convierte en vaca y convence a los Curetes de desaparecer a su
hijo, interviene en el trágico origen de Sémele, produce la locura de Tamante e Ino
por haber criado a Dionisios, hijo bastardo de Zeus con Sémele. Aconseja a
Artemisa para que asesine a Calisto, e intenta impedir el parto de Leto, de dónde
nacieron Apolo y Artemisa.
Sin embargo, la ira de Hera no siempre se relaciona con los celos, a veces
también lucha por poder. Por ejemplo, castigó a Tiresias y lo dejó ciego, por darle
la razón a Zeus en una discusión que entabló la pareja sobre quién gozaba más
de los placeres del amor, si el hombre o la mujer.
Además, participó en el concurso de las manzanas para averiguar cuál diosa era
la más bella, donde Paris fue árbitro. Como éste eligiera a Afrodita, su cólera cayó
sobre él y sobre Troya, por lo que la balanza se inclinó por los griegos o aqueos,
hecho que se confirmaba porque Hera naturalmente estaba designada como la
protectora de Aquiles, héroe griego hijo de Tetis, a quien Hera le debía tanto,
como ya dijimos. Incluso, la diosa extendió su protección a Menelao, y lo hizo
inmortal. Anteriormente, Hera había protegido a los Argonautas, y ayudó a que
salieran bien librados de las Rocas Cianeas y de los pasos de Caribdis y Escila.
Por otro lado, se sabe que la diosa participó en la lucha contra los Gigantes y que
fue perseguida y atacada por Porfirión que se había enamorado de ella. Éste
intentó hacerla suya por la fuerza, pero mientras le arrancaba los vestidos, Zeus
llegó en auxilio de la diosa y le envió un rayo al atacante que fue asesinado
completamente por un flechazo de Heracles. De igual forma, Ixión también la
atacó con un deseo incontrolable y violento, pero Zeus una vez más la protegió
mediante una nube que modeló para engañar al pérfido.
Sus atributos comunes eran el pavo real, cuyo plumaje pasaba por ser los ojos de
Argos, el guardián que Hera le asiganra a Io, y sus plantas eran el helicriso, la
granada y el lirio. En la mitología latina o romana fue conocida como Juno
El mito Inca.
Un día muy lejano, el dios sin nombre se hizo la reflexión de que debía crear un
mundo. Tenía la tierra, el agua y el fuego y eso le bastaba para dar forma a
cualquier cosa que deseara formar. Así lo hizo, creando tres planos que
componían un único Universo. En el de arriba puso a los dioses, que tenían el
aspecto brillante del Sol y de la Luna, de las estrellas y de los cometas, y de todo
cuanto luce allá en lo alto, sobre nuestras cabezas. Un poco más abajo, pero
todavía sobre el segundo mundo, estaban los dioses del rayo, del relámpago y el
trueno, del arco iris y de todas las cosas que no tienen más explicación que la que
los dioses quieran dar. Ese tercio superior se llamó Janan Pacha. En el segundo
mundo, en el de aquí, Cay Pacha, puso el dios creador a los humanos, a los
animales y a las plantas, a todo lo vivo, incluidos los espíritus. En el mundo del
tercer plano, el mundo interior, Ucu Pacha, quedó el espacio cerrado y reservado
para los muertos. Los tres planos estaban intercomunicados, pero eran unas vías
muy especiales las que daban acceso a unos y otros. Al de arriba podía acceder el
hijo del Sol, el Inca o príncipe, el Intip churín; desde el interior se podía acceder al
de aquí, a través de todos los conductos naturales que se abren desde el interior
al exterior, conductos por los que brotan las aguas de la tierra, cuevas, grietas y
volcanes, pacarinas, que eran las vías primitivas de acceso por las que llegaron
los seres que dieron comienzo a la humanidad; los gérmenes que hicieron nacer
los animales, y las semillas que dieron vida a todas las plantas que crecen sobre
el mundo de aquí. El esquema de este universo inca sería, pues, el siguiente:
JANAN PACHA
Intip churín
CAY PACHA
Pacarina
UCU PACHA
El ciclo se cierra con este flujo hacia arriba, que parte del Ucu Pacha, a través de
una Pacarina, para que la penetren los hombres Ayar y, en el mundo de aquí, den
nacimiento al imperio inca, con sus fundadores Manco Capac y Mama Ocllo a la
cabeza de una humanidad que, con ellos en la cumbre, puede dirigirse al mundo
superior, para comunicarse con los dioses de los que ellos, naturalmente, forman
parte.
El Mito de La Formación de la Vía Láctea.
Se cree que fue Hera, la esposa de Zeus el dios de dioses, la que dio origen a la
Vía Láctea, nuestra galaxia.
Zeus era muy aventurero y le gustaba mucho tener diferentes mujeres, por lo que
nunca le guardó fidelidad a su mujer. En una de estas aventuras, Zeus se unió con
Alcmena en ausencia de su marido. El dios se hizo pasar por el ausente, y como
la mujer le gustaba mucho decidió estar con ella en una noche que durara mucho,
por lo que por orden de él, el sol no salió cuando tenía que haberlo hecho.
Después el esposo de Alcmena, Anfitrión, regresó y se unió a ella. De ambas
uniones Alcmena quedó embarazada. El hijo de Zeus fue Heracles (Hercules en la
tradición latina) y el hijo de Anfitrión fue Ificles.
Heracles fue desde su concepción, el favorito de Zeus a lo cual Hera respondió
con ira y celos, pues no soportaba la idea de que el hijo de otra mujer fuera tan
querido para su divino esposo.
Así, la diosa decidió complicar el nacimiento de Heracles quien se quedó 10
meses dentro del vientre de su madre. Y además ella es la responsable de que el
héroe tuviera que sufrir los Doce Trabajos y cuando era un bebé de ocho meses,
Hera le envió dos terribles serpientes para asesinarlo, sin embrago el niño supo
defenderse sin problemas.
Ahora bien, existía la condición de que Heracles sólo sería inmortal si mamaba de
Hera y esto no iba a ocurrir con el consentimiento de la diosa.
Sobre esta historia existen dos versiones. Primero, se cree que Hermes, el
mensajero de los dioses, llevó al niño a donde Hera mientras ella dormía y lo puso
en su seno para que mamara la leche divina. Cuando Hera se despertó y
descubrió a Heracles en su pecho lo retiró bruscamente y la leche siguió
manando, se esparció por el universo y formó la Vía Láctea.
La otra versión indica que Hera iba con Atenea paseando por el campo cuando
vieron al niño descansando en la hierba. Atenea convenció a la diosa de que lo
amamantara, pues era muy hermoso. Hera accedió, pero pronto Heracles chupó la
leche con tal violencia que hirió a la diosa. Hera lo apartó de su seno
vigorosamente y la leche siguió fluyendo hasta que formó la Vía Láctea
El mito de Europa.
Europa era hija de Agenor y Telefasa, aunque a veces se dice que era hija de
Fénix y por lo tanto nieta de Agenor.
Europa jugaba con sus compañeras en la playa de Sidón o a veces Tiro donde
reinaba su padre, cuando Zeus la divisó y quedó maravillado por su belleza, por lo
que se prendó de ella.
Como Zeus sabía que Europa podía rechazarlo si se le presentaba naturalmente,
se transformó en un hermoso toro blanco que tenía cuernos parecidos al creciente
lunar, y fue a rendirse a los pies de la bellísima doncella.
Primero, la joven se asustó, pero luego fue tomando confianza. Primero opta por
acariciar en el lomo al maravilloso animal y decide por último montar en su
espalda. Zeus que esperaba esta acción de Europa, inmediatamente se levantó y
partió hacia el mar.
Europa gritaba y se aferraba con fuerza a los curvados cuernos, pero Zeus no se
detuvo, se adentró en la olas y se alejó de tierra, hasta llegar a Creta. Los
hermanos y la madre de Europa salieron en su búsqueda desesperados y por
orden de su padre, pero no dieron con ella.
En Gortina, Zeus logra su cometido y se une con Europa cerca de una fuente y
unos plátanos que bendecidos por haber presenciado el divino acto de amor
nunca más volvieron a perder sus hojas.
De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis. Además, se
cree que fue la madre de Carno, amado de Apolo, y Dodón.
Pero Zeus no podía quedarse con su bella Europa, por lo que para recompensarla
le da tres regalos. El primero es Talo el autómata, que era de bronce y cuidaba las
costas de Creta contra los desembarcos extranjeros. El otro fue un perro que
nunca fallaba en la cacería y siempre lograba atrapar a sus presas. Por último, le
entregó una sorprendente jabalina que siempre y sin excepción acertaba en el
blanco elegido.
Adicionalmente, y para recompensarla por completo, Zeus logró que Europa
contrajera matrimonio con Asterión, quien al no tener hijos, adoptó a los de Zeus.
Cuando Europa murió le fueron concedidos los honores divinos y el toro que había
sido la forma en que Zeus había amado a Europa fue convertido en constelación e
incluido en los signos del zodíaco.