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A menudo no hay lectores para proclamar la Palabra en nuestras eucaristías...La mayoría de las veces
la proclamación es mediocre y deja mucho que desear. Vamos a realizar un breve repaso sobre este
importante ministerio del que poco o muy poco sabemos, con objeto de mejorar en la medida de lo
posible esta realidad.
Para ello hace falta que no se quede en la letra sino que se deje
iluminar por el Espíritu que la inspiró y acompañó en su escritura,
para que iluminado también por el mismo Espíritu pueda proclamarla
con calor que engendre hijos para Dios.
De esta manera cada día, se irá superando la dicotomía entre Palabra que se proclama, la propia
santificación y la salvación de aquéllos que la escuchan con amor. Lo intelectual, lo espiritual y lo pastoral
van siempre de la mano en la celebración.
- Conoce y hace suyos los problemas de la gente con la que convive de forma que es capaz de leer,
interpretar y discernir la realidad en la que se encuentra inmerso de forma que la pueda iluminar con la
Palabra que proclama en la celebración
- El lector tiene que ser hombre libre que no se deja atrapar por ideologías teológicas o sociales que
tergiversan el sentido de la salvación integral del hombre que quiere la Palabra proclamada.
- Tiene capacidad crítica para sabe mirar la realidad en la que vive haciendo presente en ella el Reino de
Dios
- Hunde sus raíces en el trato de intimidad con Cristo con el que se va identificando por la gracia del
Espíritu.
c) Para proclamar la Palabra hay que reunir algunas cualidades
Es evidente que hay que saber leer, leer la línea siguiente mientras se está proclamando la anterior de
forma que se puedan prever las palabras difíciles o los posibles errores de impresión; para poder dar la
entonación conveniente en las pausas, puntos, interrogaciones, etc.
Tmabién habrá que tener en cuenta el timbre de la voz del que lee y la acústica del local en el que se
proclama la palabra. Los medios técnicos actuales permiten mejorar mucho estos elementos.
Pero sobre todo habrá que atender estos consejos antes de situarse ante un micrófono en el ambón para
proclamar la Palabra Litúrgica:
- TENEMOS QUE LEER SIN NECESIDAD DE COMERNOS EL LIBRO, CON SOLTURA, MIRANDO A LA
GENTE LEVANTANDO LOS OJOS DEL LIBRO, SOBRE TODO EN LAS FRASES QUE SEAN
INTERPELANTES. HAY QUE SABER CREAR CLIMA DE COMUNICACIÓN ENTRE LECTOR Y
AUDITORIO. HAY QUE EVITAR EL DAR SENSACIÓN DE QUE QUIERES ACABAR CUANTO ANTES
LA LECTURA ATROPELLANDO LAS FRASES LARGAS Y ESTAR CONTINUAMENTE SUBIENDO Y
BAJANDO LA CABEZA COMO SI SE TRATARA DE UN TIC NERVIOSO.
- HAY QUE LEER SIEMPRE CON LA CABEZA UN POCO LEVANTADA. LA VOZ RESULTA MÁS
CLARA Y SONORA Y SE PUEDE MIRAR SIN OBSTENTACIÓN AL PUEBLO.