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las cosas para disponer mejor de ellas, a esa otra regin donde la distancia nos retiene,
esa distancia que es entonces profundidad no viviente, indisponible, lejana inapreciable
que se ha transformado en la potencia soberana y ltima de las cosas (Blanchot, M.,
1992:232). Por lo tanto, vivir un acontecimiento no es tener una imagen de este, sino
que lo que ocurre se apodera de nosotros como lo hara la imagen; es decir, nos
mantiene en el afuera, () lo que hemos llamado las dos versiones de lo imaginario,
ese hecho por el que la imagen si bien puede ayudarnos a recuperar idealmente la cosa y
es entonces su negacin vivificante; puede al mismo tiempo en el nivel al que nos
arrastra la pesadez que le es propia remitirnos constantemente, no ya a la cosa ausente,
sino a la ausencia como presencia () (Blanchot, M., 1992:233)
La literatura instaura un mundo imaginario que revela la ausencia de sentido de
la realidad. Este mundo imaginario permite un acceso a la realidad propia de lo irreal,
que es aquello que la realidad domin para poder constituirse. El novelista hace del
lenguaje imagen; impone como real lo imaginario. Lo imaginario se asemeja a lo real
pero no se confunde con l; para Blanchot, lo imaginario es lo que de lo real an no
conocemos. Por tal motivo, Blanchot considera que la obra de Balzac est hecha para
conquistar una independencia completa con respecto al mundo habitual; no es ni copia
ni caricatura de la realidad, pretende existir por s misma () (Blanchot, M., 1977:
192). Adems, sostiene que los detalles y descripciones en sus novelas no estn para
imitar la realidad exterior sino que sirven a las grandes escenas () preparan la
sensibilidad para que, en el momento deseado, el drama sea comprendido en toda su
amplitud; es preciso que, en ese momento hasta las palabras ms insignificantes tengan
ramificaciones hacia todos los aspectos del drama() haciendo pasar gracias a esta
atraccin toda la masa de la novela en la conclusin, arrastrando a la totalidad de los
elementos dispersos, de las escenas fragmentarias, de los pequeos episodios hacia la
escena decisiva en que el azar se convierte en fatalidad y el detalle insignificante en
smbolo (Blanchot, M., 1977: 195)
BIBLIOGRAFA:
Blanchot, M. (1977): Falsos pasos, Valencia, Ed. Pre- textos.
Blanchot, M. (1992): El espacio literario, Buenos Aires, Ed. Paids.