You are on page 1of 40
Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana “De. Emifio Ruy rena Terera serie. nm, 23, It semestee de KHL AUTONOMISTAS, RADICALES Y MITRISTAS: EL ORDEN OLIGARQUICO EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (1880-1912) Roy Hora* ¢ articulo analiza algunos rasgos de la vida politica en la provincia de Buenos Ai- res entre 1880 y 1912. y para ello presenta una visisn general sobre su dindmica y sus actores principales, pero no se ocupa del estudio de la cultura politica, esto es, del and- lisis de las motivaciones que impulsan a los actores a fa accién y del sentido que ésta adquicre tanto para observadores como para protagonistas, Aunque cl estud:o de los desarrollos propios de la esfera politica no puede prescindir del andlisis del mundo de representaciones a ella asociado, este trabajo se propone un objetivo preliminar. Se aboca a una tarea todavia incompleta: el andlisis de las principales alternativas de la cvolucién politica bonacrense del periodo: por este motivo, adopta por Momentos una forma narrativa en muchos aspectos tradicional. Ello se debe, en gran medida, a que algunos de Jos sucesos de que se ocupa resultan poco conocidos, y por ello imponen un abordaje no sélo analitico sino también descriptivo. Algunas visiones tradicionales de la historia politica de Buenos Aires. asi como mas en general de la politica argentina, suelen presentar una imagen del orden politi- co entre 1880 y 1912 en la que éste aparece signado por una unidad fundamental en- tre Estado y clases propictarias. Estos relatos se han mostrado poco interesados en las alternativas de la vida politica, en tanto éstas no parecian afectar el panorama ma. plio de un sistema de poder cuyos rasgos distintivos no sufrieron mayores modifi ciones a lo largo del periodo en consideracion: de 1880 a 1912, un orden politico gue limitaba la participacion a las elites. que concentraba el poder en cl propio partido de gobierno y que exclufa a la oposicién rigié los destinos de la republica, De hecho. ra estas interpretaciones, el principal elemento dinamizador de la vida politica bonae am- © Universidad Nacional de Quilmes. CONICET. Domicilio: Roque Séens Pesia 180 (18751 Bernal Teléfono: 4365-7 100, intemne 209, E-mail: rhora@mg.edar. Ua version preliminar de este articule tue discutida en el Seminario del Departamento de Politica y Gobierno de la Universidad de General Sun Mat lin, en qnarro de 2001, Agradezco los comentarios af recibidos, asf come los que oportunamente me b cera Hilda Sabato, Eve trabajo contd con ef apoyo de i Fundacion Antoretiss rense (y mds en general argentina) lo constituye la aparicién de Ia Unién Civica Ra- dical (UCR). La emergencia de este partido suele ser presentada come producto de desarrollos en alguna medida exteriores al propio sistema politico, La historia de la UCR desde su aparicién, a comienzos de la década (890, hasta su triunto en las ele ciones nacionales de 1916 ha sido habitualmente deserita como parte de un proceso mis global de maduracién de sectores medios 0 populares hasta entonces alejados de la esfera del poder, y por tanto como un indicador de la creciente complejidad social de ta reptiblica, que tarde © temprano no podia sino reflejarse en fa vida puiblica. Es- tos fenomenos habrian estado en la base del proceso de descomposicién del excluyen- te orden oligdrquico, abriendo asf el camino hacia la reforma electoral impulsada por cl presidente Saenz Pei. y aprobada en 1912.) Esta imagen ha sido sustancialmente revisada por una serie de trabajos public: dos a lo largo de la segunda mitad de la década de 1970, y por los que algunos afios mis tarde desarrollaron y profundizaron este nuevo abordaje. En el tltimo cuarto de siglo se ha hecho evidente un renoyado interés por el estudio de los actores del cam- po politico, que ha dado lugar a un avance sustancial en la comprensién de los rasgos fundamentales de la vida ptiblica argentina anterior a la sanci6n de la ley Séenz Peiia. Actuaimente suele considerarse al radicalismo como un partido de caracteristicas muy similares a las de las fuerzas en el poder, entre las que destaca el Partido Autonomis- ta Nacional (PAN). En lo que se refiere a Ja posicién social tanto de sus militantes como de sus dirigentes, en cuanto a objetives y programas, las [uerzas politicas del periode finisecular parecen presentar mas similitudes que diferencias. Ello ha contri- buido a otorgarles mayor visibilidad a aspectos vinculados a dimensiones propias de esta esfera (tradiciones, formas de liderazgo. estilos retéricos, formas de movil.zacion, etc.) enel estudio de la historia del perfodo, Al mismo tiempo, esta mutaci6n Listorio- erdfica ha vuelto a los historiadores mas sensibles ante desarrollos politicos que no encuentran su lugar en Ja problematica asociada a la construccién y caracteristicas del orden oligérquico y a su reforma como consecuencia de la irrupcién del radicalismo en Ja etapa posterior a 1890. Inevitablemente, ello ha afectado la visién que afirma que el sistema de poder no habria sufrido mayores modificaciones internas entre 1880 y comienzos de ta década de 1910.7 ‘ Ejemplos de esta vision pueden encoatrarse en Gino Geemani, Fstraetiura soetal de le Argentina, Buenos Aires, 1985; Peter Smith, Carne v potitica eu fa Argentina, Buenos Aires, 196; David Rock, Ef radia fisme argentina, 1800-1980, Bucnos Aires, E977: Carl Solberg, The Praiies and she Pampas, Stanlotd, 1987; José Luis Romero, Las ideas potiteas eu Argentina, Buenos Altes, 1975; Fonge Fodericw Sabato, La chase deanineente en fa Argentina niexderna. Karman e caracseristicas, Buonos Aires, L988, sta vevisidn comensé en la dévadatde 1071, Entre los trabajos ye It iniciaron se cuenta tos de Ezequiel Gallo. “FI roquiymo, 18KU-1910". Tade es Mistaria. mim, 100, 1975: Farmery in Revolt. The Revaturton of #893 in the Province of Santa Fe, Londres, 1976: ¥ “Ln quinquemo dificil: fay presideneias Je Carlos Pellegrini y Luis Siens Peni +1890-18957", en Gustavo Ferrari y E, Giallo (compiladores), La Argentina, Del Ochenta ut Centenario, Buenos Aites, I98t, Tansbién resultaron decisivo los esctitoy de Natalio Bo- tana Ff orden conser velar hu politica argenting entre 1880 1946. Buenos Aires, 1977, y Tullo Halpe- tin Dosighi, Un navicin para ef desierie argentine, Buenos Aires, L989. Entre Tas contribueiones mas n 40 Este articulo se coloca en esie movimiento de renovacién de la imagen de unidid del orden politico, pues enfatiza los cambios experimentados por la politica en ta pro- vineia de Buenos Aires a lo largo del periodo 1880-1912. En particular, sostiene que es posible reconocer tres Momentos sucesivos, cada uno dotado de caracteristicas pro- pias. que corresponden globalmente a las déeadas de 1880, 1890 y 1900. Analiza con mayor detenimiento el segundo de estos periodos. pues en él se vetiticd un proceso de fuerte competencia entre agrupaciones partidarias que le otorgé a la década de 1890 una fluidez y un dramatismo de los que otros momentos carecieron. Este estudio sos- tiene que la dinamica gobierno-oposicién, centrada en la competencia entre el PAN y Ia UCR. no provee un punto de mira adecuado para entender aspectos significativos de ese mundo politico. En este sentido, sugiere que tanta o mas atencién debe prestar- se al mitrismo, pues, salvo en la primera mitad de la década de 1890, fue la atincipal fuerza que rivalizé con el PAN. Si bien esta competencia no siempre tom6 Is forma de una oposicidn abierta. la presencia de} mitrismo, © Unién Civica, resulta funda- mental para entender el orden politico del perfodo.’ Finalmente, este articulo se inte- rroga acerca de la relaciGn entre elites politicas y clases propietarias, Este tema ha re- cibide eseasa atencidn en las tltimas décadas. en parte como resultado del giro que ha tomado la historia politica, cn tanto ha perdido alguna relevancia la pregunta sobre las conexiones entre sociedad y sistema de poder. En particular. este trabajo se propone considerar ciertos aspectos de la relacién entre las elites politicas y las clases propie- tarias -1os principales actores de la vida pliblica finisecular— que permiten entender mejor tanto las (ransformaciones como el fin de la repblica oligérquica. 1. La DECADA DEL OCHENTA. Enel invierno de 1880, las milicias porteftas y el ejército federal chocanon en los alrededores de Buenos Aires. En esas batallas se decidié ta supremacia definitiva del Estado central sobre la principal provincia argentina. La victoria de las tropas federa- les marcé cl punto de llegada del proceso de centralizacién del poder que sign la hi toria politica de la déeada de 1870 y, al mismo tiempo, abrié el camino para ana serie ciomles sobre la historia politica del peniodo linisecular merece senslarse ef estudin de Paula Alonso, En ne la revoluciiin x fas urnas. Los origenes de ta Unidn Civica Radical y la poltica argentine 7 ks aos “90, Buenos Aires. 2000, Evaluuciones de la produccivin historiogsitiva sobre el tema en Ezequiel Gallo, Hisioriografia politica: 1889-1400", en AAW, Historia vufia argenting (P9S8-19SS). Gina realises erhiva de la produccion kistérica argentina, Buenos Aires. 1990, pp. 327-338: y en Panla Alors, “La re inte historia polities de la Argentina del Ochenta al Centenario”, Anuario (EHS, nim, 18, Tan 1998, pp. 303-418 “La historia de kis fuerzats mitristay es muy poce conocids, ¥ ne ha merecide sin ux estudie detalludo, Eduardo Zimmermann ofreve algunas consideraciones sobre se lravectoria en la primera déeada de en “La prenss y la oposicidn politica en I Argentina de comienzas de sige: eT casa de “La Nacisin’ y el Partido Republieano”, éstueters Seciees, num. 15. 1998, 9p. 45-70) slo 4) de cambios politicos ¢ institucionales que atectaron profundamente la vida publica del pais. En particular, la derrota del gobernador Carlos Tejedor aceleré una profunda re- definicion del lugar de los grupos gobernantes de Buenos Aires en la politica nacional. La rendicién de las milicias portefias fue seguida por Ja disolucién de la Legislatura provincial y la remocién de las autoridades que habian secundado a Tejedor en su en- frentamiento con el poder federal, Derrotadas y humilladas, las elites politicas porte fas, hasta entonces protagonistas centrales de La vida publica argentina, offecieron es casa resistencia a los proyectos que Roca, el presidente clecto, impulsé con el fin de limitar su poder. La federalizacién de la ciudad de Buenos Aires, rechazada por a6 das, fue ripidamente aprobada sin mayor oposicién. La ley de federalizacion sometié ala ciudad de Buenos Aires a la Grbita del poder central, y con ello se angost6 la base politica de las fuerzas portefias. En el nuevo territorio de fa provincia de Buenos Aires también se verifics la erosién de las redes politicas que por dos décadas habian soste~ nido la competencia de alsinistas y mitristas, aunque aqui ello resulté del desplazamien- to de las autoridades por figuras dispuestas a secundar los planes de los vencedores del Ochenta: intervenida la provincia, los jueces de paz y los comandantes de campaiia, ast como los comisarios y oficiales de policia -de quienes dependia el resultado de toda eleccién de una provincia ruralizada de golpe por Ja pérdida de su ciudad capital fue- ron reemplazados por subordinados politicos del nuevo gobierno federal. En 1880, “de dos maneras se manifesto el desaliento: la una retirandose 1s mayor parte de los ciudadanos de la vida activa, abandonando la arena a los vencedores [...] la otra pas se de las filas vencidas a las de sus enemigos victoriosos”.4 Es por ello que las elecciones que se verificaron en 1880 y 1881 para componer los podcres pro- vinciales tuvieron lugar sin la presencia de los partidarios del gobierno derrocado. Des- de entonces, el control de Buenos Aires qued6 firmemente cn manos de los seguido- les del PAN, Durante toda la década de 1880. los hombres que se sucedieron ierno de La Plata. la nueva ciudad que la provincia se dio por capital. surgie- filas del partido gobernante, Dardo Rocha, Carlos D'Amico, Maximo Paz y Julio Costa se alternaron en el gobierno de Buenos Aires sin otra com- petencia que la que cada uno de ellos debié enfrentar dentro del propio autonomismo provincial. Esta competencia, sin embargo, s6lo alcanz6 cierta trascendencia en 1886. cuando dos candidaturas surgieron para suceder a D"Amivo, imponigndose lade Paz, que contaba con el apoyo de Roca.* “Nuestro gobierno nacional se lamentada Luis enel gol Ton, uno tras otro, de las + Carlos D'Amico, Siete aiios en ef gobierno de la provincia de Buenos Aires, tomo Buenos Aiws, 1895 PY. * Subte los cunllictos ile 1880 y la politica provincial en esa décaula, consltene Ricardo Caillet-Bois, “Pre- Siuleneia le Miguel Juste Celman”, en Academia Nacional de la Historia, Hastrraa argentina contempa- ines, 1802-19240, vol. |, Buenos Nines. 196%: Carlos D'Amicn, Buciiay Aires, sus hombres, su politica {800-1899}, Buenos Aires, 1952, Andrés Allende. "La pruvineis de Buenos Aires de 1862 1930", en Academia Nacional de kt Historia, Hisioria argentina cuntempordnes, 1862-1930, val. 4. Buctios Aires 1967, Ismael Bucich Escebw. Buenos ites. Ler gran provincia, Buenos Aires, 1930: Tubio Halpecin Donghi, fasd Herndndes ¥ sey nnndos (Buonos Aires, 1985. cap. Vit 42 Saenz Pefta en 1882 al desesibir este panorama—desenvuelve unas tendencias de cen- tralismo absorbent y otro tanto hace a su lado el gobierno de esta Provincia en todo fo que le concieme [...) Esta provincia [...] carece de los medios orgdnicos de hacer prevalecer la opinidn publica y es gobernada por un oficialismo que se impone en to- do el territorio de la campana."* Fenémeno tipico de la politica argentina de la dées da de 1880, la oposicién desaparecié también del escenario bonaerense. Come sefia- laba La Prensa en 1887, “nunca se ha visto en eb pais una conformidad mas pasiva con los hechos ni una disciplina electoral mas sélida”.7 No fueron s6lo las expresiones de la prensa independiente o de los derrotados 0 desplazados en 1880. quienes denunciaron que en ta provincia reinaba “el vicioso ré- gimen del oficialismo, causante de tantos males en esta tierra”.* En diversas oportu- nidades, distintos voceros de las clases propietarias, entre los que se contaba Anales de ta Sociedad Rural Argentina, también manifestaron su disconformidad cor la im- posicidn oficial, Sin embargo, las quejas de los que entonces eran los principales sino los unicos interlocutores de las elites politicas nunca se tradujeron en un desafio a la autoridad. Las razones de esta pasividad son comprensibles. La década del ochenta se caracteriz6 tanto por ka expansién econémica como por la consolidacién estatal. Du- rante esos afios, un Estado mas atento a los reclamos de los principales grupos pro- pietarios se constituy6 en un formidable agente de transformacién econémica. La Con- quista del Desierto, la veloz extensién de la red ferroviaria. la mejora de puertos y caminos, el fin de la leva, contribuyeron a crear un ambiente favorable para la acumu- lacién de capital, dentro y fuera del sector rural. En ese contexto de optimisme y pros peridad generalizados, las denuncias de corrupeién politica y los reclamos de mayor honestidad electoral, que no faltaron, encontraron escaso eco. Por otro lado, la forta- leza de la coalicién gobernante contribuy a hacer poco atractiva la idea de desat la. La Prensa ofrecta testimonio de este clima de opinion cuando sostenia en 1889 que “no hay presidn en los comicios pero no hay ni el conato de la controversia civica |. la libertad [.,.] es la tinica extrafia al festin de los progresos argentinos”.? Durante es- ta década, incluso aquellos grandes propietarios que mostraron abierta disconformi- dad con Jas nuevas autoridades pronto descubrieron que era mejor dedicarse 4 cuidar Jos propios intereses que a pensar en politica." En esos afios, Buenos Aites asistié a un proceso de cambio institucional de gran envergadura, Las instituciones que emergieron en ese periodo de paz politica contras- tan, en muchos aspectos. con las que presidieron la organizacion del Estade central centre la caida de Rosas y el ascenso de Roca. Entre Ja década de 1850 y 1880, cl Es- r © Luis Saenz. Pea & Miguel Cane, 18 dhe agosto de L482. en Aechive General de la Nacioa, Archive Mi uel Cané (en adelante. Cane), legaje 3 ? Ler Prensa (en aitelante, LP), 1" de enero de 1887. 4 LP, 6 dle abril de L884 "LP, Wao eners de 1880. 0 Sobre la relividn entre elise terratemiente y orien politive en ta decada de ISK, véase mii The Argentine Pampas: a Social and Political History, 1860-1945, Oxton, 2001. 9p. 35-44 Lanclowners of Hh 4B tado federal se construys en el marco de un ciclo signado por fa concentracién del po- der.!! Durante esas décadas de permanente conflicto e inestabilidad institucional, los grupos gobernantes se mostraron reacios a impulsar la descentralizacién del mando. La autonomia local, prestigiada por publicistas y hombres puiblicos, nunca logré avan- zar demasiado, en gran medida por la cerrada pero efectiva oposicidn de los mismos que la celebraban. Entre la caida de Rosas y el ascenso de Roca, el temor al desorden parece haberse mosirado més fuerte que la fidelidad a las doctrinas que insist’an en la responsabilidad de los ciudadanos y las virtudes de la descentralizacién del poder, y por tanto en la necesidad de limitar los atributos del Estado, tanto en el nivel provin- cial como federal. Asi. no sorprende que el gobierno de Buenos Aires se mostrase re- nuente a renunciar a su potestad de designar autoridades locales. Esta situacién se mo- dificd recién a fines de 1876, y entonces s6lo temporariamente. Poco mas tarde esta medida volvia a revisarse, y la designacién de autoridades municipales retornaba a la jurisdiccién del gobierno bonaerense. Come recordaba irénicamente el diario Tribu- na algunos afios después, “en los tiempos patriarcales de Acosta, Casares y Rocha, un simple decreto arreglaha la felicidad de los partidos de camparia.” Las reformas institucionales de la provincia de Buenos Aires en la década del ochenta corresponden a otre momento histérico. Paradéjicamente, tras el Ochenta, la ausencia de todo desatio a los designios del nuevo gobierno parece haber favorecido cl disefo de un sistema institucional mas acorde con los postulados del likeralismo clasico, De hecho, el férreo control que el nuevo elenco gobernante ejercié sobre to- dos los aspectos de la vida bonaerense lo predispuso favorablemente a impulsar el pro- ceso de descentralizacién politica y a otorgarle un papel més central al Parlamento sin que debiera pagar un alto precio por ello. Los aiios de paz politica que se sucedieron desde 1880 también parecen haber contribuido a acallar Jos temores que ene pasado habia suscitado una sociedad civil demasiado propensa a aceptar, incluso a invitar, el contlicto politico y el desatio a la autoridad. Gracias a este nuevo contexto, durante la gobernaci6n de D* Amico { 1884-1887) “se inicid un cambio fundamental en el proce- $0 politico de la provincia™:' la Legislatura aprobé una nueva ley orgdnica munici- pal que quitaba a los pueblos de aquélla de la érbita administrativa del E,ecutivo provincial, un beneficio del que hasta ese momento sélo disfrutaban las grandes ciu- dades de la provincia. Desde entonces las municipalidades tomaron a su cargo funcio- nes politicas anteriormente encomendadas a los jueces de paz, descentralizando asi ka autoridad y reforzando el régimen comunal. 4 Algunos afios mis tarde, la Constitucién provineial fue reformada con la misma filosofia. La Constitucién de 1873 ya habia sancionado ta representacion de les mino- 4 Sobre este problems, constillense Botan, EY ontey conser ratdor... ¥ Htalpetin Donghi. Une Acton pot af desierto argentine !Trihana. 5 de oetubte de L898 1° Trihana. 5 de octubre de L893. 1 Bucich Bycobar, Buenos Aires... p94 44 rias sobre la base de la proporcionalidad para la composicién de la Legistatura. La re- forma a la carta constitucional de [889 extendis este principio. Para la eleccién del gobernador, hasta entonces producto de la simple pluralidad de votos, se opté por un sistema que consagraba al candidate que concitase ta adhesin de mas de ta mitad de los electores y que, idealmente. obligaba al partido mayoritario a establecer acuerdos significativas. Al mismo tiempo, la nueva Constituci6n recorté jas potestades de! Poder Ejecutivo para la designacién de sus colaboradores mis cer- canos, y volvié necesario el acuerdo del Senado para el nombramiento de ministros. Hecho particular en Ia historia argentina, la carta constitucional de Buenos Aires con- sagré asf un sistema de gobierno semiparlamentario. El orden disefado en 1389 era ciertamente peculiar, pues el gobernador dependia de la benevolencia de Los legisla- dores para formar su gabinete. pero carecia de facultades para disolver las camaras y Hamar a nuevas elecciones en caso de que no contara con el apoyo de la mayoria par- lamentaria. En sintesis, como en muchas otras experiencias decimondnicas. la Legis- latura de La Plata fue diseftada para funcionar como el ambito politico por excelencia y como un foro para la discusidn y la articulacién de la opinién piiblica. Pero en mar- cado contraste con las funciones que tipicamente cumplié el Parlamento en el nivel federal, la Legislatura bonaerense fue dotada de atribuciones que la volvieron sede de los principales procesos de toma de decisiones y un engranaje esencial del mecanis- mo politico de la provincia. La reforma constitucional, asf como la del régimen municipal, parecia ofrecer la posibilidad de hacer mas transparente la relacién enire poder politico y sociedad. Es- ta aspiracién, sin embargo. no iba a verse realizada. La ausencia de toda oposicién a Ja voluntad reformadora de la elite autonomista sugiere que la cosidn de porciones sig- nificativas de poder no estaba prevista entre sus objetivos. Conviene recordar que su celo reformista no incluyé iniciativas destinadas a mejorar la calidad del sistema elec~ toral. Asi, instituciones de gran prestigio en la época fueron puestas al servicio de prac- ticas (nuevas o tradicionales} de cxclusin de adversarios que, derrotados y divididos, carecfan de la disposicién necesaria para desafiar al gobierno. Durante fa década de 1880, las fuerzas opositoras, en especial los mitristas, parecieron entrar en un estado de hibernacién, Como anunciaba sin tapujos un medio de opinién favorable al gober- nador Marcos Paz poco antes de un llamado electoral a comienzos de 1890, “la elec- cidn seré cual la quiera el gobernador”."® En definitiva, mientras el oficialismo ejer- cié un firme control sobre los resortes de la politica provincial, las reformas de la década del ochenta permanecieron como un experimento de ingenierfa institucional de escasos, si no nulos, efectos practicos. La crisis del autonomismo desencadenada a comienzos de la década del noventa iba a cambiar este panorama con las minorias m IS LP, 1de marzo de 1890. JI. La CRISIS DEL AUTONOMISMO, Larevolucisn del Parque es habitualmente considerada como el punto inicial de un ciclo de cambio politico de vastas consecuencias, Sin embargo. lox etectos del al- zamiento de 1890 parecen haber sido mas complejos de lo que habitualmen:e se su- pone. La caida del presidente Juarez Celman s6lo atecté de modo signitica:ivo a la ciudad de Buenos Aires, La lucha armada y la movilizacién politica que la precedié se concentraron en la capital de la reptiblica. Por esta razén, la revolucién srovocé la caida del presidente, pero no puso inmediatamente en cuestién el control del PAN sobre el Parlamento o las provincias. En el corto plazo, la principal consecuencia de la crisis del poder central fue su efecto dislocador sobre el propio partido gobernan- te, que ahondé las grietas que se habiun abierto en su seno desde que. a poco de usu- mir, Judrez Celman comenzara a utilizar el poder presidencial para asediar las posi- ciones de los seguidores de su antecesor Roca, Antes de que la oposicién empezara a organizarse en 1889, el propio partido gobernante ya se encontraba dividido y fac- cionalizado."* La renuncia de Suarez Ceiman y la explosion de las tensiones internas que el PAN venia acumulando desde varios aitos atrds crearon condiciones propicias para que dis- Lintos grupos de la coalicién gobernante se deshicieran de la pesada tutela que les im- ponia ef poder federal, y les permitié orientarse mas libremente en ef escenario poli- fico. Al mismo tiempo, la Unidn Civica, ese heterogéneo geupo de fuerzas opasitoras. comenzd a organizarse con vistas a las elecciones presidenciales de 1892. A princi- pias de 1891, Roca buscé un acercamiento con Mitre, con la intenci6n de fortalecer su posicién dentro de un autonomismo, donde los juaristas seguian teniendo gran pe- so y, al mismo tiempo, de dividir a la oposicién. Una vez caido Juarez Celman, las di- ferencias entre los integrantes de Ia Unidn Civica, que hasta entonees se habian man- tenido silenciadas, se hicieron més claras. Por ello a su regreso de Europa. en marzo de 1891, Mitre también mostré interés en la celebracién de lo que dio en Hamarse la “politica del Acuerdo”. ya que advertia que él y sus seguidores, si bien componian el grupo mayoritario dentro de las filas opositoras, dificilmente podian liderar a toda la Unidn Civica. Por otra parte, Mitre parecia creer que era mas facil negociar con Ro- ca que competir abiertamente con el PAN La formacién. en junio de 1891, de lu Unién Civica Radical, que congregé a bue- na parte de la oposicién mas irreductible, puso de manifiesto algunos limizes de la estrategia del acuerdo. El midoso lanzamiento del Partido Modernista, a fines de ese afio, cred problemas mayores, El gobernador de Buenos Aires. el aurtenomista WEL andlisis mids completo de kt crisis del PAN y de ka evoiucida palitica de la primera mitad de fa dea. dda de 1890, on particulsw ele Ja trayectoria dol partide radical, se eneuentra en el Ya meneionde teabao de Paula Alonso Entre la revalucirin » las armas... Segtimos este estudio en varios puntos, en especi Jo que se refiere si los sucesos en ks Capital Federal, Canséiltese también ef perceptive articule de Gallo “Eb quinguenin diffe 46 Julio Costa, se conté entre los principales animadores de esta fuerza heredera del juarismo. Costa, que no habia sido afectado por los sucesos de 1890, reunié un nucleo conspicuo de autonomistas opositores a la tigura de Roca, con la intencidn ditima de alcanzar la presidencia en las elecciones de 1892. La situacion nacional contribuy6 a impulsario a la accién, pues frente a un interior menos compacto en sus solidaridades, y aun presidente débil, el peso politico de la primera provincia argentina aumentaba considerabtemente. El 18 de diciembre de 1891 Costa proclams el nuevo partido: en poco tiempo se pronunciaron a su favor los gobernadores de Santa Fe, Entre Rios, Co- rrientes. Cordoba y Santiago del Estero.!? Cuando se acerearon las clecciones presidenciales de 1892, ta debilidad del go- bierno era manifiesta, Para evitar la posibilidad de un triunfo de Roque Saenz Petia, el candidato modernista, el presidente Carlos Pellegrini y su aliado Roca recurrieron al expediente de impulsar la de Luis Sdenz Pefia, padre del anterior. Para ell conta- ron con Ja anuencia de Mitre, El gobierno enfrenté al radicalismo con medios no me- nos mezquinos: simplemente aleg6 que sus lideres preparaban una sublevacién y opté por encarcelar a sus principales figuras. Gracias a estas maniobras, Luis Sdenz Pea aleanz6 la presidencia. Séienz. Pefia no gozaba de la plena confianza de los arti- fices del acuerdo (de hecho, en numerosas oportunidades e] nuevo presidente se ha- bia pronunciado duramente contra el roquismo, y mas recientemente contra la politi- ca del acuerdo). y su candidatura fue levantada por Roca y Pellegrini como un mal menor frente a opciones ain menos atractivas. Por este motivo, nunca go76 de apo- fe modo los acuerdistas lograron evitar fa caida del yos firmes y entusiastas, Si de es gobierno en manos de sus rivales, el precio que debieron pagar fue la consegra de un presidente cuya debilidad fue evidente desde el comienzo, y a quien no siem- pre se mostraron dispuestos a sostener. La inestabilidad politica de los aitos siguien- les fue en parte consecuencia de ello. E] fracaso del candidato modemista no afects el dominio gue Costa y sus segui- dores ejercian sobre Buenos Aires. De todas maneras, los problemas que debian enfrentar en la provincia comenzaron a crecer. La profundizacién de la crisis econd- mica que golpeaba a Buenos Aires desde fines de la década de 1880 contribuy6 a erosionar tanto las finanzas provinciales como la credibilidad y el prestigio de sus au- toridades. Los dos bancos estatales, el Hipotecario y el de Ja Provincia, pronto se vieron en problemas, lo cual afect6 seriamente el mercado de capitales.'* El peor mo- mento comenz6 en 1892, cuando lox precios de los productos exportables sutrieron una fuere baja, Las cotizaciones de la lana cayeron a la mitad entre 1889 y 1893. y los precios de los granos también bajaron y no se recuperaron hasta mitad de ta década Al mismo tiempo, la sequfa mis severd en treinta afios devasté la campana de Buenos Aires en 1893." n 1 Mariana G. Bosch, Historia del partido radiout. Les UCR, 1894-1930, Buenos Aires, to Etchepareborda, Ties revolitefones. Buenos Aires, 1968, pp. 136-140, 1 Adulto Saldias, Buevs Aires en ef Centenarin, Buenos Aires. 1988, tome IML pp. 195-200, ! Noct H. Shara, Historie de? alambrady en la Argentina, Buenos Aires, 1964, pp. 29-31 1931, p. 46: Rober AT Eneste clima econdmice poco auspicioso, y sobre el cual el gobierno tenia poco control, las criticas a la gestion de Costa no hicieron sino crecer. Medios de prensa identificades con la posieién de las clases propietarias, y habitualmente modzrados. subieron el tono de sus denuncias, El Economista Argentino afirmaba a comienzos de 1892 que la provincia tenia “repudiada de hecho su deuda externa, y no puede aten- der ni los més indispensables servicios con sus entradas ordinarias [...] sto hombres diictiles, sin cardcter, 0 ambiciosos vulgares, que aceptan los puestos por las ventajas que ellos proporcionan, pueden entrar a desempefarlos en las condiciones de depri mente subalternidad en que el gobernador Costa coloca a los que le acompafian en las tareas administrativas”.”? Buenos Aires, insistia el Periddico del Estanciery a media- dos de ese afio, “clama por que no subsista el yugo de mandones y vagos que viven de su sabia {sic], no dejéndola rehacerse, ni levantarse a ka altura que por sus riquezas y progresos merece [...] se precisa justicia dura y recta para que los caciques que la devoran sean custigados y los hombres de labor y honradez puedan vivir tranquilos sin temor a los mandones y facinerosos que le roban o asesinan. Todo esto no Lo ve- remos nunca hasta que no se haga verdad lo del sufragio”2! Por entonces, les gran- des ferratenientes también comenzaron a dar muestras abiertas de insatisfacci6n, En julio de 1892, La Prensa reflejaba el sentimiento de alienaci6n de las clases propieta rias cuando sefialaba que “el anhelo de la masa de la poblacién pudiente es la tanqui- lidad y su demanda se limita a los dones de Jas garantias para el trabajo, de la sens tez y de la probidad en la administracién de los negocios puiblicos [...] Es necesario oir lo que se habla en los centros de hacendados para formarse una idea de las impre- siones del gremio y del temple de su espiritu respecto de las cosas de la Provincia’? No faltaron denuncias sobre corrupcién oficial, ¢ incluso invitaciones a derrocar al gobierno? Este contexto de critica alenté y expresé el crecimiento de la oposicin. En claro contraste con lo sucedido en la década anterior, a comienzos de la de 1890 gand fuer- za la idea de que, en medio de una crisis econémica muy profunda, un gobiemio lado e irresponsable encaminaba la provincia hacia el abismo. En las elecciones de marzo de 1893, el oficialismo se vio obligado a hacer valer su fuerza ante una op cin mds activa, que. denunciando airadamente la presién oficial, finalmente decidis ‘no presentarse a los comicios. En esa ocasi6n. el Partido Provincial recurrié a “la ayu- da de las bayonetas provinciales, y a los votos de los barrenderos, los peones del ma- tadero y los empleados provinciales”.** Las elecciones fueron duramente protestadas, 20 Metchor G. Rom. “Provincia de Buenos Aires. Necesidad de un cambio de gobierno en Lat Plata”, Ed Evonomista Argentine (en adelante, EEA}, 1:12, 20 de febrero de 1892, pp. 2-3. 20.A. Llambias. “Esperanzas de progreso”. Pericidic del Estar ier. 13 de junio de 1892, p. 168. LP. 18 de julio de 1892, También FFA, 11:59, 14 de enero de 1893. pp. 2-3, 2 Sobre estas denuncias. véase EFA, 1:95, 28 de septiembre de 1893, pp. 5x6: y 1:96, 30 de septembre de 1893. pp. 3-4. Spectator. “Finanzas de la provincia de Buenos Aires”, FEA, :28, 11 de junio de 1892. p.7. 2 Review of she River Plure fon adelante, RRP), 25 de marzo de 1893. p. 5. 48 y desde entonces Buenos Aires vivid un clima tenso.?* La determinacién del gobier- no de ganar eleceiones a cualquier previo parece haber convencido a radicales y eivi- cos de que el camino de las urnas estaba cerrado, y pronte dejé de ser un seereto que ambos grupos se dispanian a derrocar a Costa, Estos preparativos fueron estimulados por las disidencias entre el gobierno nacional y ci de la provincia. A mediados de aito el presidente Saenz Peta, huérfano de apoyos, encomend6 a Aristébulo del Vulle -un hombre del Noventa— la formacidn y direccién del gabinete. Inmediatamente.del Va- He. que tomé para si el Ministerio de Guerra. impulsé el desarme de tos cuerpos ar- mados que Costa habia creado con la intencién de dotarse de fuerza militar propia Esta medida invit6 a civicos y radicales a lanzarse a la aceién. A fines de julio estallaron dos sublevaciones paralelas contra el gobierno de Cos- ta, una radical y otra civica. La primera, mas poderosa y mejor organizada, se alz6 si- multanes y sorpresivamente en ochenta de los ochenta y dos partidos de la provincia, y pronto vencié la eseasa resistencia que ofrecieron las autoridades: provinciales. El alzumiento. de notable precision y envergadura (nadie sintié la Revolucién del 93 y estall6 en toda la provincia en Ja misma hora”. diria luego La Prensa*®). puso en evi- ala magnitud del esfuerzo organizativo realizado por Hipdlita Yrigoyex, quien 4 partir del fracaso de la revolucién de 1890 se esmeré por darle al radicalismo pro- vineial una sélida organizacién territorial, fundada sobre comités locales. Er: apenas un dia. la revolucién dominé sin mayor lucha toda la provincia, obligando a Julio Cos- ta a encerrarse en Lat Plata. Con gran orden y disciplina. los radicales se concentraron en Temperley, un importante nudo ferroviario, y esperaron alli la caida de las autori- dades, Sélo cuando, tras varios dias de espera, ésta se produjo, los alzados enun ron la formacién de un gobierno provisional y comenzaron una lenta marcha sobre la capital provincial2” La parsimonia con la que los radicales se desplazaron hacia la ciudad capital —pasaria una semana entre el levantamiento y su Hegada a La Plata— se fundaba en la conviccidn de que el gobierno federal no intervendria para sostener a las autoridades provinciales y de que era deseable que, huérfanas de aliados, éstas se declararan ven- cidas y se retiraran por su propia decisién. La simpatia con que la revolucién fue te- cibida sugiere que el gobierno platense carecia de apoyos de peso en la opinién publi- ca. Mas aun, la legitimidad misma de un levantamiento que se propuso no recurrir al combate frontal fue escasamente cuestionada. Para un educador de la clase terrate- niente como Fi Campo y ef Sport el triunfo de la revolucién no era “otra cosa que el triunfo de la opini6n y de la conciencia pablica que infundian su aliento incontrasta- Ie a las masas armadas”.* El origen social de los lideres del alzamiento propor det 25 RRP, 4 de marro de 1893. p 5.9 25 de marzo de 1893, p. 5; Gallo, “Un quingvenio ditch.” p. 223, OEP. ble febrero de 1895, © ichepareberda, Trey revokiciones... pp. 175-207. Constiltese también Lois Ricard Fors, 844. Levan tamient, revulucisn y desarnie de tu provincia de Buenas Annes, Buonws Aires, 1895. 25, Ford, “Abort, al trahajol”. £# Camp ¥ ef Spars, $e agosto de 189%, p. 1189 49 na evidencias que sugieren hasta qué punto el gobierno de Costa habia perdido Ja benevolencia de los grupos mas significatives de la sociedad, Antes gue impulyar la movilizaci6n de grupos sociales subalternos marginados de Ia escena polit.ca, Yri- goyen parece haber cultivado con especial atencién la relacién con los jéveres de la elite portena. quienes nutrieron los grupos dirigentes del levantamiento radival. Los hermanos Senillosa, que participaron en la revolucidn, escribsan que en el carrpamen- to de Temperley uno de ellos. Felipe. “pasa el dia en sociedad con muchachos cono- cidos y jaranistas”, mientras que otro, Roberto. “esti bien i con buenos compatieros” 2 Durante el sitio de La Plata, el diario roquista Tribuna, que veia en Costa un rival de cuidado, describia de modo similar la composicién social de las fuerzas revoluciona- rias, El vocero de Roca reclamaba la renuncia de Costa argumentando que de ese mo- do “la sociedad de Buenos Aires no tendrd que vestir luto por el sacrificio de cente- nares de jévenes distinguidos que han abandonado sus estudios © sus ocupaciones para incorporarse a las filas de kt revolucién”.” El levantumiento radical del invierno de 1893 se destaca por Ia precisisn con que fue organizado. Las razones no parecen centralmente militares. aunque es probable que el fracaso de la revolucién de 1890, que concentré sus recursos en un solo punto, operara sobre la mente de los radicales. predisponiéndolos a encarar el asalto al poder de otra manera. Mas importante, la intencién de lanzar ta revolucién simultineamen- te en toda la provincia parecia tener por objetivo presentar el alzamienio como una de- mostracién cabal del rechazo al gobierno por parte de ta sociedad toda. En rigor. el valor simbélico que un pronunciamiento (que se queria civico antes que militar) tan generalizado podia tener sobre la opinién piiblica era el principal argumento con que contaban los radicales para concitar la benevolencia del gobierno federal y el Parla- mento (que no habia sutrido mayor renovacién luego de 1890), dentro de los cuales sus apoyes eran escasos. En efecto, la actitud favorable del gobierno federal hacia los alzados solo se mantuvo durante los pocos dias en que Aristébulo del Valle demins el ministerio. Esta politica sc revirtié cuando Carlos Pellegrini togré apoyos suficientes ent el Congreso para impulsar una intervencidn federal a Buenos Aires, Desairado, Del Valle renunci6. y un nuevo ministerio que respondia al acuerdo, liderado por Manuel Quintana, se hizo cargo de la intervencién.*! Cuando este cambio se produjo, lox batallones radicales entregaron sus armas al gobierno federal sin disparar un solo tiro, y se prepararon para concurrir a las urns. Los comicios para elegir gobernador convocados por la intervencién federal a cargo de Lucio V. Lépez, universalmente reconocidos como un modelo de transparencia clectoral. dieron la victoria a fa Unidn Civica Radical. Los radicales habfan p:esenta- cl © Juay Antonie Sentllosa a Eimilia C, de Senillosa, Pde agosto de 1893, en Archive Senillosd, Archive General de la Naviein, 2-5-1, © Tribroma, 5 dhe agosty de 1893 \ILP, 20de agosto de 1893, También Ef Correa Espaict, | de septiembre de 1893, ide septiembre de [893 y 20 de seprembre de 1893; Suldias, Brewer Aires. (ME IL pp. 206-20", 50, do dos candidatos de primero era un notable de la vida social y politica portefia; Pereyra, ademas de un fiel segnidor de Yrigoyen. era un gran ganadero de fuerte predicamento entre sus pares por sus logros como empresario modernizador, Pereyra. que no habia tenidy mayor participacién en la vida politica, era considerado por muchos como el hombre mas ri- an prestigio social, Mariano Demaria y Leonardo Pereyra. Ed co del pais, a punto tal que el roquista Tribund afirmaba que “el inventario de sus bie~ nes serfa una buena base para las operaciones catastrales en proyecto™.? Mitristas y autonomistas también presentaron candidates de perfil social similar (lo que parece indicar gue la deslegitimizacién de 1a dirigencia politica favorecié la emergencia de figuras con una posivién expectable en la jerarquia sociocconémica). En fas elecciones de electores de gobernador de febrero de 1894, el rad.calismo aventajé tanto ala Unién Civica como al autonomismo, que competia con el nombre de Unién Provincial. El radicalismo obtuvo 42 electores. frente a los 34 alcanzados por los cfvicos y los 36 del auttonomismno. Poco después, los seguidores de Yrigoyen también se colocaron como primera fuerza de la provincia en los comicios realizados para componer la Legislatura, obteniendo 16 de las 37 bancas senatoriales en juego."* Elradicalismo mostraba asf que era el partido mejor implantado en Buenos Aires. Tam- bién daba testimonio de que. tras la derrots militar del alzamiento de junio, es:aba dis- puesto a explotar clectoralmente esa situacién. Para el radivalismo, que habia demostrado que no estaba dispuesto a llevar la acci6n armada hasta sus tiltimas consecuencias, el camino electoral parecia atractivo. Una persona tan cercana a Yrigoyen como el joven Felipe G. Senillosa, prorto dipu- tado bonacrense, sastenia tras el desarme de fos revolucionarios que “corridos y des- baratados que fuimos los radicales, pienso que no queda mds que hacer que conquis- lar y reconcentrar elementos electoraies (actitud que debia tomarse, a mi entender, oportunamente y desde un principio) a fin de ganar el terreno palmo a palmo. en paz. en beneficio de todas la gentes de bien y en detrimento de nadie”. Sin embargo, este terreno pronto comenz6 a depararles decepciones. La ley electoral vigente en la a representacin proporcional o de las minorias, objetivamen- te operé en contra del radicalismo. A pesar de sus victorias en las elecciones de comienzos de 1894, una alianza entre el autonomismo provincial y la Unidn Civica elevé al gobierno al mitrista Guillermo Udaondo, En febrero del afio siguiente los clec- tores civicos, a su lume, volaron a Carlos Pellegrini, jefe del autonomismo provincial, como senador nacional por Buenos Aires. De esta forma, aleanzaba vigencia en la provincia, que institu © Titian. 11 de eens 2 1894, lve [a eleceion de Cdaondo, Horacin Juan Cuecorese, “Carios Pellegrini impone un gobentador mi- Uwista en 1394 y un gobemador radical en I¥98, Momentos clave en [a historia politiea de la provineia de Buenas Aires", on /uvestigac fone v Eusuves. mtn, 24, enero-junio 197%, pp. 235-228, Carles B, Melo, “Las Paraletas”. en Iivestiqueiones » Ensavos, nim. 1, actubre-dictembre de 1966, M4305: Saldias.. Bucros Aires... toro 1 p. 209. © Felipe G. Seniliosa a JA. Chopitea. & de noviembre de 188. jenillosa, 2-S-11, primera provincia argentina el acuerdo alcanzacdo en L891 por Mitre y Roca para estabilizar la convulsionada situacidn politica del pats. agitada por el vendaval insu- rreccional desatado en 1890. TIL TRES PARTIDOS EN COMPETENCIA Lacelebravién de 1a politica del acuerdo en Buenos Aires no results de las coin- cidencias entre civicos y roquistas sino, antes que nada. del temor al radicalism. La amenaza radical funcioné como el cemento entre dos tuerzas que se habfan hostiliza~ lo por mas de una década, y por este motive esta alianza pronto se revels problemiti- ca, Desde el inicio de su gestién, en mayo de 1894, Udiondo contd con un apoyo poco disciplinade dentro de un partido en el que. por otra parte. 10 habfa surgido como el candidato natural a la gobernatci6n.** Los representantes mitristas no controlaban por si solos la Legislatura, donde se encontraban representados en proporciones relativa- mente similares autonomistas, efvicos y radicales (con alguna ventaja para estos Ulli mos). Esta situacién de debilidad politica impulsé a Udaondo. a poco de asamir, a volar los recursos gubernamentales para fortalecer a los civieos, y en especial. a ayue- Hos que. dentro del partido, le eran mas fieles.96 En septiembre de 1894 hizo uso de sus atribuciones para imponer autoridades municipales provisionales de su color po- litico, “nombrando tan solo unos pocos radicales y provinciales para desemperar esos cargos” 7 El lider autonomista de la Cémara de Diputados denuncié en esta actitud un “marcado partidismo”. “A nadie se Ie oculta -insistio Gregorio de Laterrére— tod la importancia que tienen las Municipalidades en los actos preparatorios de lis elec- ciones. sobre todo cuando estas elecciones tienen por objeto organizar constitucional- mente esas mismas Municipatidades. que son el eje sobre el que reposan todos los demas actos eleccionarios.* Con medidas de este tipo, Udaondo puso en entredicho la alianza con los hombres del autonomismo.? Desde fines de 1894. el gobernador, que sélo contaba con el apoyo condicional del autonomismto, perdié el control de fa Legislatura.** A la hora de concurrir a elec- ciones. la confeccidn de listas comunes era recelada tanto por civicos como por autos nomistas. Los apoyos retaceados y las borratinas (esto es, la tachadura del nombre de un candidato en el momento mismo de la emisién del sufragio) se volvieron ejercicios habituales. En nis de una ocasién, también, alguno de Jos miembros del acuerdo des: " Ude enero de 1895, Julio A. Noble, Ciev aries. des vidas. Buenos Aires, 1960, p. 45% WLP 1 de enero de [89S. Lay Naciin Gen adelante, EN), 2 ke febrero de 1895 VERA. WLAT. 22 de sepliembre de 1894. p. 3 8 Diuriee de Sesivnes de ta Cdmare ide Dipnados dle te Provincte de Bueno Alves, 3 de octubre de 1894, pp. 796-801 © Sobre las rivalidades ¥ conflictos entre los acuerdistas desde ba contorm Basch, Historia... p41 WLP, Te enero de 1898, ne by allanza en 180] vid fucrzas hacia el radicatismo, ¢ incluso apoyo a este dltimo partide. El auionomis- mo provincial tue el mais constante en esta actitud, La resistencia det radicalismo a confesar estos arreglos no fue vencida muchas veces, pero en fa Convencisn Nacio- nal del partido de 1897, Joaquin Castellanos records que “el Partido Radical ha hecho muchos acuerdos parciales con el partido vacuno, porque el Partido Nacional es en la provincia de Buenos Aires un partido popular que combate al igual del nues- tro la situacién de la provincia’! Esta transferencia de lealtades contribuys a que el radicalismo sostuviese una buena actuacién electoral lo largo de 1895 y. en menor medida, en 1896. En las elecciones de comienzos de febrero de 1895. por ejemplo. obtuyo mas suftagios que los que sumaron los dos socios del acuerdo. Este creei- miento electoral no cra slo resultado del esfuerzo radical: la prensa mitrista iba a re- dar que “el triunfo del partido radical. en lay pentiltinas elecciones nacionales. s debi6, tanto en la capital como en la provincia de Buenos Aires. a que el partido nacional votd por li lista radical” En esa eleccién de febrero de 1895, los civicos tampoco actuaron honestamente. flos también favorecicron al radicalismo, ya que deseaban evitar el ingseso en las Camaras de algunos autonomistas por los que sentian escasa simpatia, La Navid sos- tuyo entonces con pudor que “la Linién Civica se abstuvo en gran medida porque. en opinidn de algunos, la necesidad de la propia defensa no aconsejaba hacer pactos que podrian ralear en vez de vobustecer las filas” “ Bn los comicios municipales del 14 de abril de ese afio, situaciones similares volvieron a repetirse, y autonomistas y tadica- les otra vez camibiaron Favores.** Pese a la creciente oposicién del autonomismo, a lo largo de 1895 los mitristas logruron ganar algunas elecciones y mejorar sus posiciones. Estos triunfos se debian. en alguna medida. 2 las ventajas que éstos obtenian gracias al control del Poder Eje- cutivo, Merced a esta posicién privilegiada, la fraccion oficial y gubernista era la “que mis aprovecha de los fraudes recientes”, denunciaba La Prensa “* Con estas ventajas. los resultados de los comicios de fines de marzo de 1895 les permitieron a los segui- dores de Guillermo Udaondo desplazar al radicalismo de ta primera minoria en ta Ca mara de Diputados” En lox afioy siguientes, el crecimiento electoral del itrismo. aunyue modesto, continud.*® En la Capital Federal, los cfvicos también gana-on algu- es. en especial del radieutismo. En marzo de 1895, por nos espacios a costa de sus rivak WEN, 7 de septiembre de 1897, 221. § de febrero de 1895, Los raddicales abt LN 9 de marzo ale 19S HE LN, 10de marzo de L895. Tambidn 6 ite septiemsbre ke 1895, TN, I de enera de 1896 MEP, Te abril de 1895, También LP, I" de enero de 1896, Otras ddenuncias de uso de recursos oficiales ppara fines clectorales, en LP. 10 de abril ge £895 y 15 de abi de 1895, 47 EP, 2de abril de 1N85, Le Ciimars de Diputados entonces quedé compue sitores 426 radlicates y 21 provineiales} 48 RKP. § de febrero de 189K, icra 11.132 vatos. los Partidos Unidos. 9,648, por 20 gubernistas y 47 oper ejemplo, e} mitrista Morel gané la eleecién para cubrir una banca en ta Camara de Diputados. i.Cémo entender esta curiosa situacién? Ella sugiere la ctualidad de la politi- ca del acuerdo en Buenos Aires, La alianza entre mitristas y roquistas se habia anuda- do en fa provincia como respuesta a un radicalismo amenazante, capaz no séle de recurrir a la acct6n armada, sino también de ganar elecciones. Entre 1893 y 1895, el radivalismo de la provincia no puede calificarse sino como un partido exitoso. Hasta cierto punto, la revolucién de 1893 en Buenos Aires logré su objetivo fundamental, pues obligé a Costa a abandonar e! gobierno y abrié pase a un ciclo electoral que dio lugar a una competencia politica més abierta. Este Ultimo fenémeno, sin embargo, pronto dejé al descubierto ciertos limites del radivalismo, pues puso de manitiesto que, cn su mejor momento, apenas podia concitar la adhesién de algo mas de un tercio del electorado movilizado. Para 1895, este caudal incluso comenzé a reducirse, y gran- des movilizaciones de hombres y de recursos como las que la UCR habia protagoni- zado hasta comienzos de ese ano no volvieron a repetirse. Sin duda, la recuperacién de la situacién econémica de la provincia, aunque lent, le quits cierta urgencia a la lucha por el poder. El retorno de la prosperidad hizo que muchos ciudadanos perdic- ran interés en la vida ptiblica y que se hundieran en sus asuntos privados. Quizd ma decisivo, para 1895 Buenos Aires distrutaba de un régimen compelitivo, sin mayores exclusions. Ello no favorecia el desarrollo de una agrupacién que habia hecko de su critic a un régimen autoritario su principal razén de existencia, No sorprende enton- ces que, aide el tan criticado gobierno de Costa, pasado el fervor inicial, los lideres raclicales fuesen menos exitosos en sus esfuerzos por atraer la adhesién popular. Ello invita a interrogarse sobre la peculiaridad del radicalismo en este perfodo. Esta parece encontrarse, en primer lugar, en aspectos propiamente politicos. En la revolucion de 1893, Yrigoyen demostré su destreza para organizar una red politica que cubria la provineia. y que luego contribuyé a sostener sus victorias electorales de 1894 y 1895. Esta orvanizacidn parece distinguirse de las preexistentes menos por su capacidad de incorporar nuevos actores politicos que por la extensién y coordi ci6n que habria alcanzado. En este sentido, la visién tradicional que afirma que el par- ido radical sirvié como la fuerza que dio expresin politica a los cambios, némicos de este periodo no parece acertada. El aparato electoral del partido radical. al igual que el de sus rivales civicos y autonomistas, se componia de un grupo de diri- gentes de elite y de una base popular, que se vinewlaban por medio de una serie de di rigentes menores, pero de influencia local. Estos caudillos ocupaban una posicién clave en el sistema politico, pues de ellos dependia, en gran medida. la movilizacién de los seguidores de una fuerza politica. Los lazos entre los notables y los caudillos locales no tenian nada de espontdneos, y debian recrearse permanentemente. Las leal- tades forjadas dentro de estos aparatos politicos surgian de un compleje sistema de favores reciprocos que nacian centralmente en el marco de Ja vida politica. En una sociedad como Ia pampeana, en la gue las relaciones deferenciales resultaban particu- larmente débiles, las jerarquias que dominaban en otros campos de la préctica social |acIOeCO- 54 carcefan de mayor incidencia en la vida politica. Los lideres locales obtenian sus apoyos gracias a su propio ascendiente personal, que en general se basaba en su ea pacidad para proveer un amplisimo conjunto de servicios. entre los que se cuenta la solucidn de problemas comunales, la provisidn de emplcos. y hasta la proteceién de criminales.*” En este aspeeto, nada sugiere que existieran diferencias sustanciales en- tre el radicalismo y sus rivales. Como argumentaba La Prensu a propésito de uni elec- cin a comienzos de 1895. a lo largo de esos afios ka UCR habja dado muestras no tan- to de su capacidad de incorporar nuevos sectores sociales o de proponer una agenda politica ahemativa sino de poner en funcionamiento “una organizacién a que jams ha aleanzado partido politico alguno”.*° La disciplina que Yrigoyen logré imprimirle a su partido contrastaba elaramente con las tensiones y rivalidades que marcaron la vida de sus competidores efvicos y au- tonomistas. Las razones de estos conilictos se vinculan, en primer lugar, al tamano mismo de la provincia, que la volvia diffeil de manejar desde un Gnico centro, ya fue- se éste la Capital Federal 0 fa nueva ciudad de La Plata, En cada una de kas seis see- ciones electorales en las que estaba dividida Buenos Aires funcionaban redes politi- cas de mayor complejidad y extensi6n que las de muchas provincias argemtinas. Esta situacién hizo posible que ch numerosas oportunidades los lideres locales, conoeidos que presidian los comités centrales. La autonomia de tos “rurales” se vela potenciada por la ausencia de una clite so- cial y politica fuertemente arraigada en la vida bonaerense. Histéricamente. la elite a fue en esencia una criatura urbana, y su presencia en la campana fue particu- larmente tenue durante todo el siglo X1x.5! Esta situacién se volvié mas acusada tras, la federalizacion, cuando la ciudad de Buenos Aires, convertida en capital de la repa- blica, salié de la drbita provincial. Cuando esto sucedi6, los grandes lideres y las eli- les politicas portefas se negaron a fijar su residencia © su centro de actividad en la nueva ciudad de La Plata, y menos todavia en el interior de la provincia. Aun cuando, como acontecid muchas veces, sus intereses econdmicos estuviesen firmemente vin- " F] anilisis mis pereeptivi de este punto sipue siendo el de Fvequiet Giallo, Vease, por ejemplo, su"S- ciety and Politics, 1870-1911", en Leslie Bethell editor), Argensine sina hudependence. Cambridge. 1983, pp. 99-102, Véase Lambin Fuuarde Migie2. “Politica, purieipacién y poder, Las inmigeantes en las tierras nuevas de Lit Provincia de Buenas Aires en la segunda zaitad del siglo SIX", en Esiudias Mi statonios Larinanmecicanes, nim, 6-7 agosto-diciemice de 1987: Rogelio C. Paredes, “Modemica snnpana { 1912-1980)" en Julio César Meldn Pirrw y Bliva Pastoriza (editores), Lars eaainos de kt dentoctavia. Mernaitvas x prdeticas palit cas, 1900-194, Buenos Aires, 1996, pp. 20L-2U8, SL PA de febrero dle 1895, 51 Para ta prinacea mitad de siglo, vease Marcela femayasio, “Nuevo régimen representative ¥ expansion de la Frontera politics. Las elecciones en el esta de Buenos Aires: 1S20-1840" en Antonio Annine (edi lo), Historia ae fas eles cranes ev Foernamériva. siglo XIX. Buenos Aires, 1995, pp. 65-106, Juan Carlos Garaveglia, Paz, onden y trabajo en la eamypana: la justicia rural y los jez de paz en Buenos Ales. ISXUISS2", Deserrulle Evoncimice, 37146 197}, pps 2-202 y clientelsme conservador, Radivales, sovialistas y populares git culados a la suerte de la provincia. las etites portenas carecian de los estimulos nece- sarios para abandonar su ciudad y liderar la vida social y politica bonaerense. Cuin- do Faluardo Wilde le escribia al interventor Lucio V, Lépez que en la Capital Federal “todos tus amigos te extraiian porque estas comisiones extrametropotitanas se nos ti- guran destierros disimulados”? simplemente estaba dando voz a una creencia gene- ralizada: la vida en La Plata carecfa de atractivos. Denuncias como la de Lauro Cas- tro, un conocido ruralists, que vefa que kas maanas en que sesionaban las cdmaras los “Jegisladores |...J salen de la capital federal en peregrinacién a La Plata y tan pronto concluyen las sesiones y muchas veces dejindolas sin guarien, por temor de pasar la noche en a ciudad del castigo y de perder el tren. regresan a ésta” se escucharon una y ot7d vez en esos ato? La débil implintacién de kis elites portefias en la provincia tuvo consecuencias que distinguen a Buenos Aires del resto de los estados provinciales argentinos. Ella abrié ef camino para que figuras de posicidn social menos prominente, peto fuerte arraigo local, ganaran una influencia muy marcada en ka escena piiblica bomaerense. Este fenémeno se encnentra en el origen de los conflicts entre “rurales” y “metropo- litanos”, que en este periodo afectaron a todas las fuerzas politicas. Sin embergo. ado, es Ilamativo que el radicalism por ellos, Esto parece encontrar su principal explicacién en el tipo de liderazgo que Yrigoyen -un hombre capaz de manejarse con iguat soltura en ambos mundes politi- OS supo imponer sobre unos y otros, Mientras que Roca, Pellegrini o Mitte siempre actuaron como lideres olimpicos para sus seguidores bonaetenses, prefiriends desem- pefiar el papel de drbitros distantes en los conflictos surgidos entre las facciones pro- vineiales. el estilo politico de Yrigoyen célebre por el trato personal que (ributaba in- cluso a sus seguidores menos prominentes- se prestaba admirablemente bien no sdle para tejer pacientemente los hiloy de una red politica, sino también para mantener uni- dos todos sus heterogéneos elementos. En otto aspecto. también especiticamente politico. el radicalismo parecia poser ciertas marcas peculiares. Como se ha seftalado, ka UCR se distinguia del autonomis- mo por su reivindicacion de la legitimidad del alzamiento civico como forma de ac- ceso al poder. Otro tanto podria decirse respecto de sus diferencias con el mitrismo. aunque en este caso ka distancia era menor, ya que esta fuerza tambign habia apelado ala rebelién civil en el perfodo anterior a 1880, y otra vez en repetidas oportunidades cO- mo hemos sefi ¢ viese mucho menos marcado: ** Eduardo Wilde & Lucio V. Léper. 26 de octubre de 1893, en Archivo General dle kt Nacitn, Atwhive Los per. fegajs 32, 20-21 5°] aur M. Castio, “Gratuidhad de los legisladore dle julio de 1895, pp, 265-266, Vease tambiet EES, 1:90, 19 de agosto dee INO. p. 3 34 Paula Alonso, “En la primavera dle la historia, El discurso politio del raquismo de ki déeada del sehen: ta a través de su prensa”. en Bofetin def Institut de Historia Argentina y American: Dr kmitio Rat highari. anim, 15. 1997, ¥ de La misma autora Entre he revebucidns yas rma... pp. ASL 16S de la provincia de Buenos Aires”. Lar Senuatvs Rrra. 2 56 desde 1890 (la tltima en Buenos Aires en 1893).5° Estas diferencias con sus rivales politicos no hacian del radicalismo un partido sin vinculo alguno con ta realidad de lat que habia surgido. Para mediados de la década, por otra parte, el recurso a la accion armada se volvia dificil de legitimar precisamente porque resultaba inconsistent con al sistema de competencia partidaria inaugurado a fines de 1893. al que el radivalis- mo prestaba firme apoyo. por lo que pronto las referencias a Ta revolucién comenza- ron a desaparecer del vocabulario radical. Es comprensible entonces qui gracién regular « la vida electoral, la UCR comenzara a ser considerada como una Tuerza que no se distinguia sustancialmente de sus rivales ni por sus objetivos tiltimos nti por el origen social de sus dirigentes y mifitantes. La verteza de que la UCR habi sbandonado el camino insurreccional que tanto preocupara a las autoridades nacios les en la primera parte de esa década contirmé esta vision, A fines de 1893, Emilio Mitre todavia insistia en el “militarismo” que caracterizaba —y hacia emible—al radi- calismo.*® Menos de tres afios mas tarde, este temor cra sélo un recuerdo, por Ie que Pellegrini podia comentarle con toda confianza a st amigo Cané que “los radicales ya tiraron cl cuero de leon, y se han convertido en animalitos domésticos™S7 Como consecuencia de estos cambios. la vida politica perdié dramatismo, Cuan- do promediaba la década de 1890, la disidencia modemista habia perdido ent dad. gol- peada primero por la caida de la candidatura presidencial de Roque Séenz Pefia y mits tarde por la revolucién de 1893. que decreté el fin de fa vida politica de Julio Costa (como fa de 1890 Io habia hecho con la de Jusre7), En 1895 tanto el radica isme co- mo el mitrismo protagonizaban cl complicado juego de alianzas y enfrentamientos gue tenia lugar en Buenos Aires. Con ello se hizo evidente gue las fuerzas que se proc! maban renovadoras de la vida republicana se diferenciaban poco del PAN que venfan a.combatir, Al mismo tiempo, la paulatina recuperacidn de la situacién econdmica le quité urgencia a Jos avatares de la vida partidaria, limitada cada ver més a enfrenta- micntos entre aparatos electorales. en medio de una poblavidn que asistia @ sus cho- gues con decreciente cntusiasmo. Poco despuss de las elecciones de abril de 1896, Pe- tlegrini se jactaba de haber obtenido el triunfo aun cuando habia movilizando a sus seguidores en apenas quince dias. y con un gasto que no superaba los $ 20,000 cel equivalente al precio de apenas unas mil cabezas de ganado vacuno).** Para entonces ya no faltaban eriticas a una vida politica ampliamente percibida como una lucha por cl poder entre facciones esencialmente idénticas, Fn el invierno de 1895, Lauro Castro lamentaba que “cesada la situacion oprobiosa que existia en la provincia, se reorganiza su legislatura bajo la mes amplia libertad politica y su resul- tras su inte- 38 Sohne los alaamientos civicns en interior del pals. 5 los problemas que ello te eres ail acuerdha, Fibre top. V2 de octubre de 5893 S* Emi Mitse a Lucio V.Lsper, pez. legajo 32, 74-2-11 © Carlos Pellegrini a Miguel Cag, 28 de abril de (896, en Cane | % Carlos Pellegeini a Mizuet Cang, 28 de abril de 1896, en C 5 dle noviembre de 1893, en Archive General de la Nacidnt, Archive Lo. jo 2 his. 6. lego 2 bis, tado no ha sido menos deplorable, La nueva compostcion ha respondico mas alos intereses personales de partido que a los intereses estables y verdaderos de la provin- cia” *? Castro Hamaha a las clases propietarias a abandonar su pasividad y a disputar- les la escena a las maquinarias electorales. Para ello proponia eliminar Las dicta islativas, que veia como una de Las eausas de la degradacion de la vida publica, Pe- To como ta situacién no era percibida como amenazanie por los grupos propictarios, la indiferencia prim6 sobre ef malestar. y voces como ésta permanecieron aisladas. A fines de 1895, un colaborador de Ef Campo y ef Sport daba cuenta de este clima de disgusto y frustracién cuando afirmaba que “hastiado de politica y de cleeciones y de partido nacional y de radicales y de civicos, me he refugiado en esta [estancial sin otro propésito que cuidar mis vacas, mejorar mis carneros y atender personalmen- te mis intereses abandonados de largo tiempo a causa de mi idiosincrasia por kas 1u- chas del atrio f...] ,No le parece esto mas acertado y juicioso?”" Algunos meses des- pugs un analista sacaba conclusiones mas generales sobre este estado de dnimo, afir- mando que la politica “hoy por hoy no despierta interés. ni apasiona los dnimos [...} Sea por cansancio, por sentimiento de propia conveniencia, o por que se considare que debe satisfacer lo bueno, cuando no es posible tener lo mejor, el hecho es que silo una pequenisima minoria se agita, en son de protesta, contra el actual gobierno”! Esta situacién afects de forma desigual a las fuerzas politicas. La domesticacion y debilitamiento del radicalismo Lavorecieron en primer lugar a los cfvicos que con- trolaban el Poder Ejecutivo provincial. En este contexto debe entenderse la estrategia del mitrismo, que se fue volviendo mds clara a medida que la estrella del partido ra- dical empulidecia. Desde el establecimiento del acuerdo, kt Unién Civiea puso de ma- nifiesto ambiciones menos modestas que funcionar como elemento auxiliar de una alianza destinada a estabilizar la situacién politica frente a ka amenaza radical 0 mo- demista, El control pleno de la provincia de Buenos Aires, y también de la Capital Fe- deral. se contaban entre sus objetivos. Para entonces, los civicos también dorninaban la provincia de Corrientes, y en muchas otras contaban con fuerzas que. si bien no eran mayoritarias. si resullaban significativas. Mas de tres décadas de actividad en el esce- natio politico les habfan permitido arraigar su presencia en todo el territorio nacional Seria erréneo considerar que el dominio que el autonomismo ejercié durante los aos de Roca y Juarez Celman signitieé la total erradicacién del mitrismo de ta vida argen- lina, Simplemente, muchos de los que se identificaban con [a causa del viejo partido liberal esperaban condiciones ms propicias para volver a la arena, como las que se presentaron a partir de 1890, Considerada en su propio contexto, la principal nevedad surgicla de la fractura del PAN y las agitaciones de comienzos de la década de 1890 no fue tanto La itrupcién del radicalismo como el reverdecimicnto del mitrismo. Los 5+ Lauro M. Castro, “Gratuidad de los fegisiadores de la provincia ke Buenos Aires” La Semana Ruscat, 2 dle julio de 1895, p 268. che, “Del lub potitien © Junius, “Estudiy de actualidad la estancia”, BF Campo y ef Sport. 19 de octubre de 1895. p29. FAV 28, 29 de agosto de [896, pp. 12 ios noventa pusieron de manifiesto tanto la crisis del autonomisme come fa Frustra- cidn de las promesis regeneradoras de a UCR. Ello les permitio a los civieos ganar expacios a costa de su viejo y debilitudo rival. asi como conquistar alyunas volunta- des que habian sido movilizadas por el radicalismo. El mitrismo reemergis asi como una fuera de consideracién. y desde entonces funcioné alternativamente, y hasta el fin del orden oligairquico, como el aliado y ka principal oposicisn al autononiismo. En la provincia de Buenos Aires. Jos civicos iban a privilegiar este segundo pa- pel. Es por esta razén por la que, vencidit ka disidencia modemista en sus propl las. los dirigentes del autonomismo provincial comenzaron a advertir que su princi- pal rival ya no era ka UCR. que habia salido derrotada y debilitada del cielo electoral que se abrié tras Ja revolucion de 1893, sino la reverdecida Union Civica, Como resultado de este cambio, desde 1895 los hombres del PAN provincial pusicron en prietica una politica que por momentos pareeia erratica y oscilante, pero que tenia ob- jetivos precisos. Por una parte, estaba destinadst a no resignar ningtin espacio en la complicada alianza con ef mitrismo. Al mismo tiempo, se orientaba a impedi= que los civivos ganaran terreno a costa de un radicalisme que empezaba un declive gue daria por resultado su casi total desaparici6n de Ja vida provincial. jas Lie IV. Fi, 0CASO DEL. RADICALISMO Hacia el fin del gobierno de Udaondo, el alzit de Los precios y de los yelimenes de las exportaciones alentaba la recuperacién de la economia provincial. Elio hizo po- sible que los problemas financiers de Buenos Aires, arrastrados desde comienzos de ta décadu, perdieran urgencia. La siuuaci6n politica. en cambio, aparecia menos pro- dora.” La Unién Civica se habia ganado el lugar de primera fuerza provincial, y enfrentaba la oposicisn de autonomistas y radicales. La eleccién de un nucvo gober- nador para el periodo 1898-1902 dio lugar a un nuevo realineamicnto. que respondiat a los cambios acontecidos en el panorama politico. En cl nivel nacional, el acuerdo habia comenzado a suftir serios tropiezos, ligados a la consolidacién del liderazgo de Roca sobre sus rivales autonomistas, Roca nunca recobré la posicién de preeminen- cia que conguistara en [a primera mitad de ka década de 1880, pero en julio de 1897 se sintid lo suficientemente seguro como para lanzar su candidatura a la presidencia. Ello le valid un enfrentamiento con Mitre. Segtin Pellegrini, Mitre habria solicitado, poco antes la vicepresidencia para un hombre de su partido, con resultado negativo. met 6 1.P Pde mayo de 1898. #S Carlos Pellegrini a Miguel Cane, cle 4 septiembre 1897, en Archive Cané, legajo 2 bis. La Convenetin Nacional del PAN se rcunisi a mediades de julio, y eligid por urnimidad a Roca y por mayeria a Quir rho Costs como candidtatos a prosidente y vice. Adis siguiente, xe comeci [a renuneia de] miistro et wlicalisme. LW. H de julio de co Bermejo y el diario de Mitre ya hablaba de un acereamients con el 1897, 12 de julio de 1897, [5 de julio de 1897 y 24 de julio de 1897 Inmediatamente, Mitre abjuré del acuerdo, impulsé el alejamiento de sus seguidores del gobierno y bused acerearse al radicalismo. Ello unié por un momento, en 1897, a civicas y radicales en un movimiento de oposicidn al roquismo conocido como ka “po- Titica de las paraletas". Dentro del radicalismo, el principal impulsor de esta concu- rrencia antirroquista era Bernardo de Irigoyen. lider del radicalismo de la Capital Fe- deral. La oposicién de Hipotito Yrigoyen. sin embargo. la hizo fracasar. Esta division entre acuerdistas ¢ intransigentes ha sido considerada muchas ve- ces como un verdadero parteaguas en la historia del partido, que habria entrentado a Jos grupos dispuestos a negociar con el régimen con aquellos reavios a todo compro- miso. La historia del radicalismo cn Buenvs Aires, principal base de la resistencia a la politica de las paralelas, sugiere que esta ruptura no alcanzo la dimensién que usual- mente se le atribuye, y que debe ser entendida en el contexto de los conflictos propios de esta provincia. Antes que la vocacidn intransigente y antiacuerista de Hipdlito Yri- goyen y sus seguidores, la oposicién a la alianza con tos civicos revela la peculiar po- sicién del radicalismo bonaerense. y tos dilemas que entonces debi6 enfrentar. Vea- mos nipidamente este axpecto de la cuestion, Las dificultades del gobernador Udaondo para asegurarse una mayoria estable en la Legislatura lo habian impulsado, a comienzos de 1897, a imtentar ganarse el apoyo del autonemismo.™ En las elecciones de marzo de exe aio, autonomistas y cfvicos su- fragaron cada uno por sus propios candidatos, pero acordaron dificultar la accisn del radivalismo."* Estas eleeciones fueron ampliamente tachadas de escandalosas. Pese a la condena general, cuando las actas electorales fueron tratadas en fa Camara de © putados tanto civicos como autonomistas votaron sv aprobacién. Indignados presentantes radicales se retiraron def reeinto. A instancias Hipdlito Yrigoyen, se de- clararon dispuestos a retirar ct partido de la lucha electosal, renunciando asimismo a su representacién parlamentaria.© El abandono de la puja electoral y de los puestos conquistados en mis de un quinguenio de combate, sin embargo. no era uns, actitud que contara con la adhesién undnime del partido. Dentro del propio vomité provincial. siempre leal a Yrigoyen. la medida apenas pudo ser impuesta por dos votos.? Elascendieme de Yrigoyen sobre el comité no se trasladd at resto del partido. que reaccioné con vigor contra una decisién que amenazaban liquidar de un golpe el ca pital politico acumulade en cuatro anos de Jucha. El malestar se hizo sentir en espe- cial en los comités locales, la base del aparato partidario. La propuesta de Yrigoyen puso de manifiesto diferencias, hasta entonces silenciosas. entre metropolitanos y ru- rales. y desde entonces su liderazgo qued6 seriumente resentido, Cuatro dias después de conocida Ia decision de] comité. La Prensa informaba que “entre las filas del par- los re- 1 LP, de mayo de 1897. Pars la discusi6n parlamentaria, Dnata Sesiones ee fa Camara de Dipwiadin de ha Provincia de Buenos tes, pp. XIN (8 LP, 30 de abril de 1897, CLP, Ide mayo de 1897 (71 P,S de smayo de IN9T, Vease también £f Diaries fen adekinte, ED), 4 de mayo de 1 UT. 60 tido radical en la provincia se esta produciendo un vigoroso movimiento de pinion contrario al propésito anunciado de 1a renuncia de los representantes de ese partido en el seno de kt Legislatura, La forma en que se produce ese movimiento es en notas di- rigidas al Comité de la Provincia por los comités locales”. Estas presiones rindieron Iruto, € Yrigoyen se vio forzado a veder ante las demandas de sus buses politicas. A Jos pocos dias, el Comité Nacional del partido termind de cerrar la disputa instan- dv a los militantes provineiales a volver a la lucha.” € episodio resulta revetador de las opciones radieales en un contexto de est bilizacidn politica, desmovilizacién civica y creciente predominio de una politica de maiquinas electorales. Lit alianza entre civicos y autonomistas de comienzos de 1897 -auinque efimera, pues nunca iba « funcionar— termin6 de desnudar la verdadera po- sicién del radiealismo, sacando a la luz sus debilidades. Para entonces, la invencibili- dal de] radicalismo era s6lo un recuerdo. Ya en agosto de 1896, Pellegrini ¥ radicales “eshechos y amenazados de disolverse”.7" Como recordaba la prensa ber- nardista, en 1897 cl radicalismo bonaerense habia visto caer su caudal electoral a un tercio del que habia logrado movilizar tres aitos antes y ya no era sino “un remedo, un espectro de Jo que Tue en los tiempos en que La opinion crefa en sus promesas -egene- radoras”.”? Ciertamente, el fenémeno era mis general, pues también comprendfa al partido en otros distritos: en la Capital Federal. donde vl peso de Leandro Alem y Ber- nardo de Irigoyen era mayor. el radicalismo obtuvo buenos resultados electorates en 1894 y 1895, Desde entonces. alli también comenzé el declive del partido, que se acen- lud en 1896, el aho del suicide de Alem {presumiblemente motivado por los fracasos radicales),?* Si bien lay razones de esta crisis mereven ser investigadas con mayor detenimien- to, Jo cierto es que el debilitamiento de las esperanzas renovadoras depositadas cn la UCR erosioné Ia eapacidad del partido para encauzar las energias de aquellos que se oponian a un régimen que. por otra parte, ya no existia con la solidez con que se lo conocié en la década de 1880, No sorprende que entonces ganaran peso dentra del ra- dicalismo aquellos sectores que se hallaban mejor preparados para aceptar esta situa- cién y que. gracias su insereidn en la vida politica, parecian mas predispuestos a acluar sin recurrir a esos elevados pero cada vez mas lejanos estimulos, Luego de va- rios afios de combate, muchos radicales que habfan ganado posiciones en Ia Legisla- tura y en las munivipalidades no se resignaron pasivamente a abandonar los biluartes adquiridos, Los sucesos de mayo de 1897 pusieron al descubierto que los radicale: bian perdido vigor y presencia: también que muchos de ellos se negaban a asumir ac: tudes atrevidas para recuperartos. iit alos, * LP.& de mayo de 1897 LP 11 de mayo de 1897, UEP 1b de mayo de tX97. 7" Pellegrini a Cane. 2 de agosto dk 1896. en Archivo Cané, legajo 2 bis PED. 4d mayer de 1897 Alonso, Eritre fe revateciin fas urnas... pp, 212228 41 Por esta raz6n, pocos meses miis tarde, e] radicalismo en primer lugar Irigoyen— se mostré muy receptive a la propuesta autonomista de presentar una formula conjun- (a para las elecciones de renovacién del Poder Ejecutivo provincial. Ella le abria a la UCR mejores perspectivas que las que ofrecia la alianza antirroquista con los civicos. que el radicalismo provincial combatiria con éxito @ Jo largo de septiembre de exe aio.” En rigor. el fracaso de Ja politica de las paralelas no fue consecuencia de la ne= gativa de los intransigentes a participar en una lucha electoral cuyos vicios noestaban dispuestos a tolerar, Por el contrario, hasta cierto punto fracasé porque rechazar el acuerdo con los mitristas era para muchos radicales de la provincia ka mejor forma de seguir ocupando un lugar en el escenario politico. Los civicos de Ia provincia sin duda condicionaron su participacisn en la politi- ca de las paralelas. Argumentando que representaban a la primera agrupaciin de la provincia, nunca se mostraron dispuestos a ceder la gobernacién a un candidato radi- cal, Pero la principal oposieién provino de las filas radical naban por esta alianza, en parte porque en esos afios habian acumulado mas agravios contra los civicos que contra los autonomistas. Como iba a recordar Delfor dt Valle. para el radicalismo la Uni6én Civica era el oficialismo a combatir.”* “Nuestro enemi- g0 8 el mitrismo. Desde que Udaondo es gobernador luchamos contra él y su parti- do, y nos sentimos mis corea de los provinciales que de los civicos nacionales”, in- fa otro dirigente radical.” La unién con el PAN. por varias razones, parecia mas ficil y ventajosa. Lucgo de que sus seguidores se aseguraran la primacia en el interior del pais, Julio Roca no parceia especialmente preocupado por Ia posibilidad de otra victoria mitrista en Buenos Aires, y es probable que estuviese dispuesto a aceptarla si ello le garantizaba la benevolencia de los representantes civicos en cl Congreso Na- cional. Pero para Carlos Pellegrini, que tenfa en Buenos Aires su principal base poli. tica, la situaci6n era distinta. El temor de que otro gobierno civico debilitase atin mas a su partido lo lanz6 decididamente a buscar un acuerdo con Yrigoyen. Para impedir Una nueva victoria mitrista, e] jefe del autonomismo bonaerense estaba dispuesto a ha- cer que e] PAN sostuviese un candidato radical a la gobernacién. El nombre sugerido por Pellegrini fue el de Bemardo de Irigoyen. La propuesta del jefe autonomista no careeia de segundas intenciones. Al mismo. tiempo que le ofecia al radicalism nueves espacios de poder. intentaba reforzar las fuertes disidencias que se expresaban en su interior impulsando un liderazgo alterna- tivo al de Hipslito Yrigoyen, Bernardo de Irigoyen era un rival declarado de Yrigo- yen de larga trayectoria y gran prestigio, aunque de escaso peso propio en a provincia Para lograr el apoyo de Yrigoyen. Pellegrini debié aceptar como candidato a vicego- bernador a Alfredo Demarchi, un hombre fiel al lider del radicalismo provincial. EL acuerdo entre Yrigoyen y Pellegrini fue sellado en septiembre de 1897, dias antes de s. Estos tampoco se incli- 72 LP, 30 de septiembre de 1X97 74 LN. Te septiembre de 1897 FF) Tiempes, 20 de sepaieimbte de 1897 que los radicales de 1a provincia desafiaran al comité de la Capital Federal y se decla- Taran opuestos a la politica de las paralelas.”” Como era previsible. los civicos gana- son las elecciones para designar gobernador que sv realizaron tres meses mis tarde: obtuvieron 44 electores (a los que deben sumarse otros 7 de un grupo autonomista di- sidente}, contra 37 del autonomismo y 26 del radicalismo. Sin embargo. el acuerdo entre radicales y autonomistas permitié que Bernardo de irigoyen fuese ungido go- bernador.* Como Pellegrini habia previsto. tas disidencias entre los radicales aumentaron apenas Irigoyen asumio como gobernador. La UCR carecia de poder suficiente como para gobernar por sus propios medios, y su inevitable dependencia de sus aliados autonomistas pronto se acentud. Hipdlito Yrigoyen insté af yobernador a integrar un gabinete dominado por radicales, especialmente intransigentes. Esta propuesta no prosperd, Temeroso de que un gabinete de coloracién radical le enajenase el sostén del autonomismo. el gobernador rechazé la sugerencia.” Descontentos von la actitud de don Bernardo, algunos meses mis tarde los legisladores que respondian a Hipéli- to Yrigoyen se alejaron del oficialismo.*” Desde ese momento el radicalisine provincial comenz6 a fracturarse. Es siones tuvieron resultados de largo alcance en Ja recontiguracién de la politica pro- Vincial. y en definitiva favorecieron la consolidacién del autonomismo, Tras ta ruptu- ra con el gobernador, Yrigoyen fue incapaz. de mantener la lealtad de sus seguidores, En septiembre de 1898 algunos parlamentarios intransigentes se acercaron a .os civi- cos, desoyendo las directivas del Comité de la Provincia.*! Al aio siguiente, se hacia evidente una “armonia de pareceres” entre mitristas ¢ intransigentes. coronada con la clecci6n del civico De la Riestra como presidente del Senado.*? Otros intransigentes engrosaron las filas del oficialismo. Este movimiento se acentué en 1899, cuando al- mos seguidores de Yrigoyen se pasaron al bernardismo, o le allegaron votos, des- contentos con la actitud abstencionista que sefialaban los directores del partido para ‘as divi- las elecciones del 2 de julio de ese afto.* Esos comicios, supervisados por una inter- vencién federal, anukaron una eleccién anterior en la que los intraan rentes habian ob- tenido resultados auspiciosos, pero yue habia sido calificada undnimemente de frau- dulenta, El nuevo Hamado. en el que los seguidores de Yrigoyen no se presentaron. fue considerado por medios «fines al radicalismo como La Prensa como el més lim- B de sepliombre de 1897, Las paratelas p35 © Cuccorese, “Carlos Pellegrini", pp. 248-259, LP, 6 de maye de 1898, Salis. Bucnoy Aires... pp. 215-29. 81 £} Tiemper, 1 de septiembre de 1898, citado en Cuccorese, “Catlos Pellegrini...” #2 Jose Anve, Mi vide Aumoereeaptlaciin de hecho \ camentartns pari ana posible bingrafia. ih Actas ion politica y parlamestari, Buenos Aites. 1960, p. 144, Sobre las aliansas politicas entre suonomis- tay y madicales, pp. [23-1 36, 85 P3 de julio de 1899 63 pio en muchos ates. De alli en adelante, los debilitados intransigentes que no se ha bian sumado a otras facciones politicas se abstavieron de concurrir a clecciones. ¥ practicamente desaparecieron de la escena como fuerza independiente. Una vez cuestionada la conduceidn de Yrigoyen, no surgié ninguna otra en su reemplazo, En febrero de 1900 los seguidores de don Bemardo se mostraron en mir noria en la convencién radical, cuando fracasaron en su intento por imponer une alia 29 para presentarse a elecciones parkamentarias nacionales junto al autonomismo. Es- ta propuesta desperto resistencias, porque “el reparto de las trufas” no satisfac las aspiraciones en cuanto al numero de cargos que le correspondia a la agrupacion De esta agitada convencién resulté una nueva fractura, encabezada por Victor Moli- na.** La ruptura de solidaridades dentro del radicalismo se acentué a comienzos de 1901. cuando se anuncié la separacién de un nuevo grupo de legisladores con cierto peso enel Senado, comandado por M. Gonzilez Bonorino, caudillo de San Pedro. Pa- taentonces, la representacién parlamentaria de la UCR qued6 dividida en cuatro frac- ciones: coalivionistas, intransigentes, molinistas y radicales de la Legistatura.’” En dis- Lintos momentos Irigoyen intenté ganarse a estas facciones, pero nunca logré hacerlo de mode permanente.™* La crisis det radicalismo acentué la debilidad del gobierno, que se encontré en una posicin de “verdadero aistamiento respecto de la mayoria de los miembros de la Legislatura”? En un orden semiparlamentario como el bonaerense, esto era particu- larmente grave. Controkada por opositorcs, la Legislatura se opuso sistematicamente atratar las iniciativas del gobierno, ¢ incluso se resistié @ olorgarle acuerdo < la for- macién de ministerios. En consecuencia, los puestos ministeriales permanecieron acé- falos, a cargo de interinos, durante un aiio entero. A mediados de 1899, ef conflicto entre el mandatario provincial y la oposicién parlamentaria desencadend una inter- vencién federal al Parlamento, de fa cual no resulté ningtin cambio sustancial en la s tuacién. Hasta el fin de su mandato, Bernardo de Irigoyen se vio obligado 2 convi- vir con una Legislatura hostil. Su administracién tuvo momentos de virtual parilisi que ef gobernador intenté solucionar acercandose al autonomismo, su apoyo mas fir- ime luego det derrumbe radical. todas ats i. “PA de julio de 1899 SS LN 13 de enero de 1900, 11 de febrero de 1900. LP. 20 de Febrero de L900. SEP, 21 de tebrevo de 191K) y 22 de febrero che 1900, Tanabién LAY 21 de febreze the 1H00, 8? Bosh, Historie... pp. 149-151. SY LP, 5 de ener dle 1809: [8 de enero de 189, 89 EP. 27 de Febrorn de 1899, también LP. 31 de enero de 1899, LP. 5 de agerser de 1898. V_ EI ASCENSO DF UGARTE Y LA CONSOLIDACION DEL OFICIALISMO, Al finalizar su gobierno, Bernardo de Irigoyen debid retirarse de La Plata en me- dio de una repulsa muy extendida. Este fracaso. del que numea se recupers. signé la itima etapa de su larga carrera politica. La oposicién parlamentaria se manifesto in- cluso en aspectos tan basicos como el tratamiento del presupuesto, por lo que en dis- lintas oportunidades el gobiemo se atrasé varios meses en el pago de los sueldos de Ja administracisn.’! Problemas como éste provocaron la reaccién de ta opinién, que en general vio a Irigoyen como a una victima de la irresponsabilidad de los poderes locales y ta indisciptina de las facciones purlamentarias. “La legislatura esta entrega- da al pandillaje electoral de aldea, y cl ejecutive es un juguete irrisorio de confabulia- ciones transitorias”. se quejaba E! Diario a fines de 1898. Este periddico auguraba que el “bajo nivel intelectual y social de fa Legislatura de la Provineia [..] se ira acentuan- do en lo sucesivo, hasta que el elemento gaucho desaloje por completo 4 los represen- lantes cultos ¢ inteligentes”. ¥ conelufa amargamente que “la provineia de Buenos Ai- res decae visiblemente, va fatalmente al encanallamicnto de su gobierno, es una regresion al gauchaje politico” 2 La visi6n de otros medios de opinién no era muy distinta, “Visiblemente priman la amistad y el favor en el criterio que preside la formacisn de las listas de candidatos al mando legistativo, que para desgracia de la provincia, se ha hecho demasiado se~ ductor y apetecido a consecuencia de las ventajas personales que brinda”,”® se lamen- taba La Prensa en 1899. En repetidas oportunidades, también, voceros de tas clases propietarias se hicieron eco de estos reckamos. En 1899, por ejemplo, los extancicros de la Liga Agraria manifestaron su apoyo a [rigoyen y condenaron la influencia noci- va de los caudillos locales y la oposicién parlamentaria.™ Las denuncias sobre la co- irupcién de las autoridades locales. que parecfan mas alli de todo control. y sus vinculos con et crimen (en especial el robo de ganado} se hicieron habituales.”* No sorprende entonces que para el cambio de siglo ganara fuerza la idea de que era preciso consolidar un Poder Ejecutivo fuerte. En diciembre de 1901, La Naciéu reclamaba un programa de reforzamiento de la autoridad estatal, de “menos politica y mas administraci6n™.* ¥ La Prensa, que durante todos esos afios habia prestado apoyo al radicalismo y, mais en general, a la democratizacién politica, no podia dejar de reconocer con desazén que “la maquina ha sido Gtil a todos los grupos que Hega- PLE. 21 downer de IDX. Nde Febrows de 140, 2D ED. Vode niwienshee de IKK PS TP, Rilo marae de 1800. Veanse tambicn Sele Febrore cle 189 y 24 de muir he 1809) HEP, 29 abil de 180. 8 Vase, por jemplo, La dgrictiuna, 28 de mimo de I9D1, p. 263, Tumihign RAP. i dle eters le 1895, p. Kio de aye dle 1899, 9.4, También “Policia rural” y “FL custrerismo”. aber em Ll Cana vf Spent. 2s julio de 189, p. $92. 9 6c julio de 189%, p. S22 Fy, 21 ge iviensine de 1904 65 ron al poder. Desprestigiada la urna, se explica que hoy no sea tenida en cuenta, mo punto de soluciones politicas y clectorales definitivas.*” El diario de los Paz cul- paba de esta degradacion en especial a las clases propietarias. a quienes acusaba de haber abdicado sus responsabilidades. “;Cudntas veces ~insistia La Prensa~ no han sido exhortados, desde estas columnas. los hombres influyentes y de fortuna de Bue- nos Aires, para que se incorporen a fa politica militante, en defensa de sus propios in- tereses, poniendo en juego sus grandes elementos electorales legitimos? Prefirieron la ventaja de la neutralidad, cediendo el campo a los grupos expertos en las organizacio- nes eleccionarias falaces, cuyos frutos se manifiestan en fa situacién desastrosa de la provincia™.%* Carlos Pellegrini presentaba una vision similar. En una carta de 1900 a Estanislao Zeballos, se lamentaba del peso que los caudillos locales habian adquirido dentro del autonomismo y, mas en general. en la politica provincial. Pellegrini habla- ba con conocimiento de causa, En ese momento, el ascenso de Félix Rivas, portante de estas figuras, aparccié como una amenaza incluso para su propia posiciin como lider del partido.” Al igual que La Prensa, Pellegrini veia que fos grandes ha- cendados habian hecho desercidn de su papel como orientadores de la vida provincial, y que faltaba en Buenos Aires una “burguesia politica”. Buen conocedor del clima de opinién prevaleciente entre las clases propictarias. asf como de las realidades de la politica de maquinas, Pellegrini fineaba pocas espe- ranzas en la voluntad de los hacendados bonaerenses para desempenar cl papel al que La Prensa insistentemente los invitaba, EI lider autonomista advertia bien que sélo unos pocos estaban dispuestos a desafiar a maquinas electorales poderosas y bien im- plantadas. Con france desagrado, Pellegrini afirmaba que frente al desorden provin- cial la opinién mayoritaria entre las clases propietarias se manifestaba a favor de re~ gresar al sistema mas autoritario pero previsible que habia prevalecido en la década de 1880, “Hay muchas en la Provincia y fuera de ella -se lamentaba Pellegrini— que quieren volver a la centralizacién anterior. en una palabra, quieren volver al gobierno elector, y los que reclaman esta reforma son justamente los de la burguesia rica ¢ ius: trada cuya completa inaccién ¢ impotencia es la causa de este fracaso de los princi- pios liberales™.!7 Estos Lestimonios sugieren que para comienzos de siglo se habia creado un clima favorable al fortalecimiento del gobierno, una tarea que concitaba mas preocupacién que la defensa de un sistema de competencia partidaria que para muchos no se habfa revelado mejor que el sistema de hegemonfa gubernamental previo a 1890. Por si fue- ra necesario, conviene sefialar que la denunciada degradacién de la vida publica no °F 1p 20 e noviembre de 1804 °8 LP._29 de noviembre de 1904 °» Sabre los vontlictos entre Rivas y Pellewrini, LN. 10 y 12 de noviembre de 1899. 10 Carlos Pellegrin, “EL mal de nuestra terre”, en Revisra de Devecto, Historia y Letras. ao %.10m0 SXV, 1906. p. 184 2) Carlos Pellegrini, "El mal..”, p- USS, ssubrayada orig I). 66 resultaba del contro] que las elites socioeconémicas habrian ejercide sobre el Estado. Por el contrario. como seitalaba Pellegrini. la politica de la década de 1890 habia da- do testimonio de las dificultades de las clases propietarias para hacer sentir su presen- cia en esa estera. Es significative que, anticipando su derrota, la prensa mitrista des- cribiera la eleccién de gobernador de fines de 1901 como una competencia entre lo que calificaba como “el elemento que se agita en los bajos fondos de ta politica” y “el elemento de posicién, de arraigo”.""” este iltimo representado por la Unién Civica. No cabe duda de que la maquinaria civiea se distinguia poco de la autonomista, pero afirmaciones de este tipo revelan lu creencia generalizada de que era necesario mejo- rar la calidad de la vida publica incorporando mas plenamente a los sectores propie- tarios a la vida electoral. Ello no era simplemente un recluno de los derrotades, Mar- celino Ugarte, triunfador en esas elecciones, al asumir su cargo creyé conveniente repudiar como “plebe politica” a Félix Rivas y sus seguidores, que conformaban Ja Parte mas sustancial de su propia fuerza electoral.!" Esta denuncia del sistema de competencia partidaria ofrecié el marco y cre6 con- diciones propicias para el ascenso de Marcelino Ugarte y la consolidacién de su par- tido como Ia fuerza dominante en la politica de la provincia hasta 1917. El gobierno de Ugarte marca la disgregacién del sistema de competencia entre fucciones que ca- racteriz6 a la vida politica en la década de 1890, La afirmacién del autonomismo tue hecha posible y fue a la vez resultado del debilitamiento del campo opositor. Duran- te su paso por el ministerio de Irigoyen, Ugarte comenzé a ganarse aliados, revelan- do un enorme talento para concitar adhesiones entre las anarquizadas facciones de politica provincial. en especial del radivalismo, Ugarte sumé un importante contin- gente de radicales. entre los que se cuentan algunos miembros de las elites goliticas de este partido, come Adolfo Saldias Mariano Demaria (hijo), Sin embargo, sus nuc- vos reclutas pueden ser mejor caracterizados, en su mayoria, como figuras de peso lo- cal. Descontentos con la actitud abstencionista proclamada por Yrigoyen o conscien- tes de la debilidad y la falta de horizontes de su partido, varios caudillos radicales se integraron a tas fuerzas de Ugarte. Paez. de General Rodriguez; Ballesteros y Sorra- rain, de Mercedes: Gonzalez Bonorino, de San Pedro; Guerci, de Zérate, y otras tan- tos lideres locales no se resignaron a desaparecer y prefirieron sumarse como elemen- los menores a las fuerzas oficiales." Ugarte también supo cxplotar las tensiones internas de las filas civicas. Es- las aumentaron en 1901 con la ruptura entre Roca y Pellegrini y el intento, por parte del primero. de reeditar la politica del acuerdo, rota en 1897, E} acercamienio entre 2.1.9, [de diciembre de 191 102 1.N, 3 de noviembre de 1908 TOL Aree, Mi vida... p. 135, Marcela Ferrari, “Triuntos electorales conservadores en tiempos de oficialis no radical: ;condicionamientoestructural o intluencia politica? Provincia de Buenos Aires, 1918-1930", en Melin Pirro y Pasioriza, Les cams... pp. 181-183 67 Mitre y Roca provoes resistencias entre los civicos. y él prestigio de Mitre qued6 con ello resentido.' Al afio siguiente el anciano general anuncié su retiro de la vida pti- bliva, y al poco tiempo su hijo Emilio reorganiz6 las desperdigadas fuerzas mitrist en el Partido Republicano, una agrupacién hostil al roquismo que siempre manifests dificultades para superar los limites de la capital de la repuiblica. En la provincia, los sucesos de 1901 condujeron a una escisién civica que se arrimé a Ugarte. liderads por Manuel J. Campos. cuyo capital politico estaba concemtrado en la sexta secei6n elec- toral (que comprendia el sur de Is provineia).!% Gracias a estas incorporaciones, el autonomismo acrecenté su poder al mismo tiempo que debilitaba a su principal rival “Tanto es asi que a fines de 1901 la principal disputa por la gobernacidn tuvo lugar en- Ire la agrupacién de Ugarte (convenientemente bautizada Partidos Unidos) y un des- prendimiento del autonomismo que sostenfa la candidatura de Vicente Casares. un amigo y aliado de Pellegrini. Emilio Frers, el candidato mitrista, apenas logré unos pocos votos, !°7 Desde comienzos de siglo, como antes en la década de 1880, Jos rivales del autonomismo pricticamente desaparecieron de fa vida bonaerense. Eliminades 0 a Hlados tos civicos y los radicales, Jas alternativas de la vida politica tuvieron por pro- tagonistas principales a las distintas facciones aulonomistas que se disputaban ef control del Estado nacional y provincial y. en segundo lugar, a Los conflictos entre el gobierno provincial y los poderes locales. Pero a diferencia de Yo sucedido en la pri- mera mitad de la década de 1880, cuando el liderazgo de Roca sobre los autonomistas no conoeid mayores desatios, tras la crisis del noventa ninguna faccién de este parti- do logré imponer su dominacién de modo estable. Como to prueban los acuerdos que se vio obligado a anudar con el mitrismo en distintos momentos. durante su segun- da presidencia Roca jamas fue capaz de recrear el sistema que en los aftos ocrenta lo tuvo por centro. Ello originé condiciones para una competencia mas abierta entre las facciones autonomistas que se disputaban el control del Estado nacional. En esa pu- ja, la provincia de Buenos Aires desempeaé un papel relevante. Para que ello fuera posible, Ugarte debfa disciplinar a la heterogénea coalicién que lo habia llevado al poder. Esta tarea no resultaba sencilla, en gran medida porque é1no contaba con cl auxilio del gobierno federal y porque el cargo de gobernador no ponia en sus manos mayores clementos para flevar adelante esta tarea, Se entiende. entonces. que los recursos que empleé para Hamar al orden a sus seguidores distaran de ser siempre honestos, y que su uso sistematico contribuyera a ganarle fame (con la que ha pasado a la posteridad) de uno de los hombres pliblicos mas inescrupulosos de] periodo. Poco antes de asumir. el nuevo mandatario lanz6 una ofensiva contra sus alia- dos radicales, que tambign afect6 a los etvicos y a los partidarios de Casares. En los 1s LP, @de noviembre 19019 de febrere 1902 We Sobre los apoyos efvicos a Ugarte, LP, 2 de agosto de 1901, 14 de julio de 1902, 1 Upane obrave $5400 votos, Casares 22, 1M) y Frery 13.800, LP, 2de diciembre de 1901 68 comicios de marzo de 1902, impulso una borratina generalizada de los votos del ra- dicalismo coalicionista que dio el golpe de gracia al capital politico de esta faceidn, que entonces desaparecié de Ja escena como fuerza independiente, haciendo posi- ble que Ugarte asumiese el mando con mayoria en ambas camaris.2!™ Las tradicionales pujas entre Los caudillos electorates y Jos notables politicos in- legrados en los puestos de direccisn del partido se hicieron presentes en esas eleccio- nes. Entonces EY Diario advertia que “lay pretensiones injustificables” tenian “de mal humor a los directores de] partido, que desearian llevar a la cémara per- sonas de ms arraigo y representacién pero sin situaciones ni registros”.'" Desde centonces. Ugarte se propuso combatir ka independencia de las bases politicas de los Partidos Uniclos atacando el control que los lideres locales ejercfan sobre sus feudos clvctorales, Al asumir el cargo en mayo de 1902, el auevo gobemador anuiness su de- seo de encarar una reforma del sistema impositive y de ka Constitucisn provincial que recortase las atribuciones administrativas ¢ impositivas municipales.""° Medidas de este Lipo contaron con escasos apoyos entre sus seguidores. que temian ver socavada su aulonoméa. En consecuencia, Ugarte opté por enfrentar a aquellos gobiernos loca les que no le resultabun files mediante el expediente de instigar contictos que usual mente terminaban ea una intervencidn de La Plata que entregaba la municipalidad en cuestion a un subordinado del gobernador. Este sistema tenfa la ventaia de que permi- tia desplazar uno por uno a rivales 0 aliados demasiado independientes sin invitar a cidn yeneralizada. A comienzos de 1903 unas veinticinco municipalidades ya se encontraban en esta situacién.!!! Para 1905 “el gobernador habia disuelto todas aquellas que manienian puntos de vista diferentes." Medidas como éstas despertaron reacviones en las propias filas autonomis- las. que revistian el disciplinamiento al que el gobernador queria someterlas. Cuando promediaba el aio 1902 Félix Rivas y sus seguidores pasaron a la oposicién.'' Con esta ruptura, Ugarte perdié el dominio de la Camara de Diputados.'"* Poco cispuesto a tolerar este desafio, a comienzos de febrero de 1903 el gobemador impulsé a los le- aisladores que respondian a sus directivas, que conformaban una fraceién minoritaria de ia Cfimara, a tomar la Legistatura por la fuerza. El asalto conté con el avoyo del batallén de guardiacarceles."!3 Con la esperanza de que el presidente Roca se mostra- ria dispuesto a volcar la situacidn en su favor, Rivas y los civicos solicitaron la inter vencidn del gobierno federal. El presidente Roca, a su turno, impulsé esta medida. "6 Je lov rurales: unar eS EP, 27 de marzo de 1902 HH B20 de mare de HAN Hu Saldiay. Buenas Aires... p. 23%: Bucich Escobar, Buchios Nites... pp. 196-197 1 EP. 24 de octubre de 902: LN. 1S de ener de 1908, HIP RAP. 22 de soptiombre de SYS. p. 631 HEED. 1S de julio de 1902, ambien 1, 16 de jtin de 1902, HH LN, Lé de noviembre de 1912 HSN, 3 de febrero de 1903, MD. 5 de febrero de 1908 69 De esa intervencisn Ugarte salid inesperadamente forlaleeido, aunque al inicio ta iba a criticar con vigor, Rivas y tos civicos contaban con el apoyo de Roca. cue asis- tia con recelo a la emergencia de una figura como la de Ugarie. capaz de proyectar su influencia fuera de la provincia, A mediados de aito, sin embargo, los rivales de Uva te advirticron que el presidente habia cambiado sus planes, y ue no estaba d spuesto a auxiliarlos. La nueva actitud de Roca se vineula a la cclebracin de la Convencién de Notables, Ia reunién de las elites politicas. intelectuales y administrativas que el presidente impulsé para decidir el nombre de su sueesor, Por sobre todas las cosas. lat Convencidn revels la debilidad de Roca. Cuando comenzé a sesionar se hizo claro que el presidente careeia de prestigio suficiente no s6lo para darle a la eleccién de su sucesor un marco adecuado (de los 800 convoeados asistieron menos de 300), sino lambién para imponer una figura de su preferencia, Fue entonces cuando Roca advir- 16 que Jos convencionales que podia aportar el gobernador de Buenos Aires te eran esirictamente imprescindibles para vencer al sector pellegrinista del que se hebia dis tanciado en 1901, Ugarte fue, en definitiva, el gran triunfador de la Convencion Roca se vio obligado a aceptar fa uncién de Manuel Quinta, et candidato que im- pulsuba el gobernador de Buenos Aires, como futuro presidente, También se comy mietié a que la intervencidn no se volearia contra Ligurte, sino que to fortaleceria, Como no podia ser de otra manera. las clecciones provinciales convocadas por lat imtervencién federal le dieron una amplia victoria a tos Partidos Unidos, a donde ha- bian regresado, derrotados, muchos seguidores de Rivas. La amplitud de la coalicién ugartista que concurrié a los comicios sugiere hasta qué punto la oposici6n habia de- jado cl escenario: en los Partidos Unidos se habian coaligado “ugartistas, rivistas, dan- tistas, manequistas, ex cfvicos, ex republicanos y los intransigentes de Tandil, Dolo- res, Bahia Blanca y Patagones”.!"7 A partir de ese momento. el oficialismo gané el control total de la provineia, De- saparecida la oposicién radical, en poco tiempo sucumbiria tambign la debilitada re~ sisteneia civics, En 1910, un articulo en la Revista Argentina de Cienvias Politicas otrecta testimonio de la fidelidad con que eran acatadas tas directivas de La Plata, cuando afirmaba que los representantes comunales “son por lo general: hombres ig- norantes o débiles, todos sumisos y que Ie responden {al intendente] con la misma fi- delidad que é1 observa para el gobernador”."'* Ello le permitid a Ugarte trascender las fronteras de su provincia, y desempefiar un papel destacado en la Capital Federal y en la politica nacional: para 1906 La Nacin hablaba de la necesidad de contener “la in- vasion platense™ en La capital de la reptiblica.!'¥ De hecho, desde mediados de la décitda de 1900 s6lo el gobierno federal pudo olvecer un contrapeso al dominio que Ugarte ejercia sobre la politica provincial. Este se hizo manifieste en 1908, cuando el 87 LN, 2 de noviembre de 190%, Salas, Brews Aires... pp, 287-238. 16 Alejandro Zerboni, “Sistema conunal en la provincia ie Busns Aires", Revista Argentine de Cienetas Poiticuy, | 1910, p. 510, 1” Citado est Zimmermann, “La prensa y kt opasicisn politica,..° p. $9 iu) presidente José Figueroa Alvorta forz6 al gobernador Ignacio Irigoyen. que habia si- do impuesto por Ligartc, a tomar distancia de las ambiciones presidenciales ce su an- tecesor. E] autonomisme dominé indisputadamente Buenos Aires hasta 1917. cuando fue dertibado por una intervencion federal impuisada por el gobierno radical. El me- dio empleado por el presidente [ipélito Yrigoyen para desplazar al gobierno de La Plata habla a las claras de la solidez de [a Fuerza politica gestada durante esos que nunca habia conocido ta derrota, ni siquiera en el periodo signado por el sutragio secret y obligatorio que advino con la reforma electoral de 1912-1916, La fortaleza del renacido autonomismo, rebautizado Partido Conservador desde 1908, no debiera exagerarse. Su principal debilidad, que fue en parte la del regimen oligdrquico. results de la ausencia de lo que Pellegrini caliticaba como una “burgue- sia politica”, El régimen bonuerense carecéa de un mecanismo de relaciones fluidas ¢ inclusivas con los sectores dominantes de la sociedad, Gracias a un control mis férreo del aparato estatal y la anulacidn de Ia oposicin, desde comienzos de siglo el gobier- ho plutense logré instaurar un nuevo sistema de hegemonia gubernamental. La forma- cidn de un gobierno miis poderoso parece haber sido recibida con alivio por las ck propietarias, que en su mayoria La vieron como un progreso respecto de ka situacién de crisis politica prevaleciente en la década anterior. Habiendo atravesado esa expe- riencia de crisis. los beneficios de la paz y el orden se volvieron mas aprecizbles, in- cluso si ello significaba renunciar a la aspiracién de ejercer una supervisién estricta sobre la maquinaria electoral que regia los destinos de la provincia, Como en la déca- da de 1880, el contraste con un pasado de incertidumbre y crisis politica tes ofreeid obemantes de comienzos de siglo la principal carta para legitimar su aucoridad frente a los grupos propietarios. Las reiteradas denuncias sobre presiones y fraudes clectorales que se escucharon en esos afios ponen de manifiesto que la violencia politica constituy6 un elemento del sistema de poder sobre el que el autonomismo provincial basé su dominio.!*" Para las clases propielarias, sin embargo. los costos de esta situacin de marginacién politica en general no fueron grandes. En esas décadas no se registraron conflictos sociales de envergadura, por lo que aquéllas nunca sinticron que sus privilegios se encontraban cuestionados 0 amenazados. La ausencia de todo desafio desde abajo contribuyé a que Jas clases propietarity no se sintieran Hamadas a tomar una actitud mas comprometi- da en la vida publica, ¢ incluso las Hlev6 a creer que las mayores amenazas al orden provenian no de las clases subalternas sino de los propios gobemantes y sus maqui- nas electorales. El gobierno, sin embargo. se mostré atento a los reclamos de las elites socioeconémicas. La magnitud y complejidad del aparato administrativo del estado provincial, denunciada sistemdticamente por los voceros de los hacendados, siempre se mantuve dentro de limites aceptables para este grupo social. Como lo sugiere el ejemplo de la reparticién encargada de la recaudacign fiscal (que conté con la super- aos, los. 130 Zerboni, “Sistema comunl...". p. 57. 7 visidn de comités de propietarios), el estado provincial no desarrollé un personal tée- nico que estuviese en condiciones de aislarse de las presiones de los principales acto- res econdmicos de la provincia, En 1910, Enrique Rivarola, un buen conocedor de ta politica de Buenos Aires, insistia en la necesidad de que las clases propietarias adop- lasen una actitud menos pasiva en la vida publica, pero debia admitir que el estado provincial cumplia con lay principales expectativas de estos grupos, “La eran masa de Jos indiferentes [...J sabe que tiene poliefa que vigile swt propiedad contra el robo y su persona contra ef crimen: justicia que le proteja, amparindole en sus derechos patri- moniales y de familia: sabe que el pais es préspero, que sus riquezas corren como el caudal de sus ries [...] sabe todo eso, y lat politica no despierta sq interés. Piensa que lla es un juege poco serio. en que un grupo empujat para desalojar 4 otro de posicio- nes escasamente lucrativas: y no entra en ese juego. que perturbaria la productiva paz de sus negocios”.!2! Por otra parte, el periodo que va desde el cambio del siglo a la Primera Guerra Mundial estuvo marcado por una expansion econdmica tan formidable como la de la Uécada de 1880. Este contexto de prosperidad torné muy poco urgentes los Hamados a desafiar una maguinaria politica tan poderosa como la que dominaba sobre Buenos Aires. Como en los ochenta, la posicién gue primé entre las clases propictariay de prin- cipios de siglo oscilé entre la indiferencia y el disgusto, En general, esta aetitud revelz ba tolerancia antes que adhesién abieria al orden oligarquico. Eseasas fueron las ocasiones en las que los propictarios creyeron que cra necesario adoptar otra eonduc+ 4. La mis importante de ellas tue en 1911-1912, cuando un niimero significative de grandes estancicros decidié enfrentar al régimen platense, En ese momento, un aio agricola particularmente malo se combiné con un alza inmoderada y sorpresiva de los impuestos territoriales. Bilo [ev6 desaz6n e irritacién a muchos estancieros, y el go- bierno se gané “el encono de todos los terratenientes de a provincia.” Liderados por la Sociedad Rural y la Liga Agraria, los propietarios rurales reaccionaron viva- mente contra el gobierno, “La clase social acomodada —denuncid en esos dias el pre- sidente de la Liga Agraria— se esta sintiendo oprimida, por dos fuerzas: 1a soc que se siente desde abajo. y la comunista (sic) que se siente artiba, coneeptuando a és- a la mas peligrosa por su manera y medios de actuar”.'2* Esta percepcion. exagerada pero seguramente sentida, impuls6 a los ruralistas a Tundar un partido terrateniente bautizado con cl nombre de Defensa Rural. con el que se propusieron desaficr al ré- gimen, Significativamente. cuando en 1912 la reforma electoral propiciada por el presidente Roque Saenz Pefia parecfa augurar el comienzo de una era de mayor ho- alista 77 Enrique Rivarola, “Ley prictica electoral de Ia provincia de Buenos Aires”, Reviste Argenmtnade Cien cies Potiticets. 119M pe. 206, 12d Fribunea, Lorde vowibre de #911 ISN. 12 de novtembre de 1911. Tambien Berita de he fase Agraria. W112, 1911, p. 227: Guerrero, “Plaga nativa’, Revista de fa Liga Agearty, NVU2, AYER p. 23 nestidad y transparencia. no fueron Tas clases subaltemas sino los grandes propieta- rios los primeroy en movilizarse contra el gobiemo conservador.!24 En el momento de concurrir @ fos comictas, ka Defensa Rural no coseché mais que fracasos, y sus lideres ripidamente Hegaron a la conelusién de que lo mejor yue po- dian hacer era disolverla, Desde entonces los grupos propictarios se abstuvieron de tivalizar abiertamente con las clites conservadoras, y prefirieron discutir sus diferen- cias de form: menos desafiante, Teniendo en cuenta sus conilictos con el gobierno ador, se entiende que desde mediados de la década de 1910 éstos asisticran a Jy reaparicién del radicalismo en Ja vida provineial con menos recelos que fos que habitual mente se les atribuye. En rigor, algunos de ellos creyeron que despugsde 1912 por fin podia hacerse realidad la promesa de una relucién mds intima entre el Estado y lvclite socioeconémica, Es sabide que estas esperanzas se vieron raipidamente frus- tradas, pues en el sistema de competencia democratica instaurado por la reforma electo- ral las fuerzas politicas se vieron obligadas a atender con mayor cuidado las demandas de una sociedad que se tomaba no sélo politicamente ms activa sino también mis conflictiva, En este marco, la resurreceidn del radicalismo tuya por resultado aumen- ar la autonoma de las elites politicas trente « los actores econémicos més poderosos de la provincia. Con ello Buenos Aires, junto con la Argentina toda, entraba cn un nue- vocieto politico que borraria de la memoria colectiva la larga historia de tensiones en- tre Estado y clases propietarias cuya reconstruccién resulta fundamental para enten- der la trayectoria historiea del orden oligarquico. conser VI. La POLITICA DE BUENOS AIRES ES PERSPECTIVA, Durante la dgcada del ochenta la vida politica provincial estuvo signaca por ef dominio del PAN, Los grandes protagonistas de esa etapa fueron el Estado central y la coalicién politica que contribuyé decisivamente a conformarle. La derrota de las fuerzas porteftas en 1880 y la federaltzacién de la ciudad de Buenos Aires desarticu- Jaron las redes provinciales que sostuvieron la competencia entre autonomistas y mi tristas en las décadas previas, facilitando la formacidn de una fuerza subordinada al poder federal. La unidad del autonomismo en torno de los fuertes liderazos de Julio Roca, y mas tarde de Miguel Jusrez, Celman, impidio que la provincia incidiese de modo significative en la escena nacional, La ausencia de una verdadera elite politica bien enraizada en la vida bonacrense contribuyé a hacer aun mas marginal el 2apel de la provineia. En este contexto, las reformas institucionales de esa década, impulsadas y controladas por Ia dirigencia autonomista. hicieron poco por democratizar la politi- cade Buenos Aires. 1 Para un mayor desarrollo de este problema, remnito ami “La Defensa Rural: tos serratenientes y el go Sgimen oligsirquie”. Exudios Suctales, X20, bierno conservation de Buenos Aires en el aes del 2003. pp. 11S-L40. No faltaron sefales de descontento frente a esta situacion, en especial entre los derrotados en las jornadas del ochenta. Las clases propietarias portefias entonves los principales interlocutores de las elites politicas— mantuvieron una actitud mas am- bivalente frente al PAN. Ello redujo sensiblemente la posibilidad de articular una coa- opositor én de un Estado mas poderoso que encontraba sus principales buses de apoyo en el interior del pais desperté recelos en la elite so conémica de Buenos Aires, y para algunos de sus miembros signifies una mayor marginacién politica. Como contracara, ese mismo Estado tenia entre sus objetivos crear mejores condiciones para impulsar el proceso de acumulacién de capital. Esto uiltimo concité adhesiones no siempre explicitas pero en todo caso bien firmes. Sélo hacia fines de la década la coalicién gobemante comen76 a revelar fisuras, en gran medida por razones vinculadas a ta competencia dentro del PAN, El detonante de la crisis autonomista fue Ia ruptura entre Roca y Judrez Celman. Al calor de esta fractu- ra. y poco mis tarde de Ja crisis econdmica, la oposicién encontré un clima favorable para expresar sus reclamos. Cuando ka década de E880 tocaba a su fin, Judrez Celman se vio desafiado desde dentro y desde fuera del partido gobemante. Ello contribuyé a inaugurar un nuevo ciclo politico. En los afios noventa, la pro- vincia de Buenos Aires fue escenario de una agituda competencia politica, gue con- rasta nitidamente con el predominio autonomista de la déeada de 1880. En geriodos sucesivos. el radicalismo, el mitrismo y el autonomismo fueron las agrupaciones mii poderosas de Buenos Aires. La ausencia de cualyuier diferencia social de considera- cidn entre la dirigeneia y los apoyos de civicos. radicales y autonomistas contribuys a restarle a esa competencia todo estimulo orientado a ampliar 0 modificar las bases del sistema politico, Como ya se ha seitalado para Ia politica nacional, estas agrupa- ciones comparticron presupuestos sobre el ordenamiento politico y sovial de la pro- vineia y del pais que revelaban su conformidad con las lineas maestras del orden socioeconémico vigente. Los temas centrales de la discusién fueron especit politicos, Entre los tépicos mas repetidos por la oposicién se escuché una y otra vez la demanda de elecciones honestas y la critica a la concentracién del poder desde el Estado. Lo que se criticaba era, principalmente. un estilo de aceién politica tendiente a la exclusi6n de La oposicién. Las discusiones sobre las orientaciones ccondmicas y sociales de Ja politica gubemamental nunca ocuparon el centro del escenario. 2 Tam- poco hubo propuestas que reclamasen la incorporacién de grupos sociales subalternos que se encontrasen marginados del orden politico, Por el contrario, cuando motives de este tipo emergicron, lo que se destacé por sobre todas las cosas fue fa falta de una licié ra. La construc: ioe- icamente Jallo, “Un quinquenio dificil": Consideracienes mis especificas sobee fas discusiones en tarno de politica econdmica en Alonso, Ente fa revetacisi vas ninas..« ¥ e8 mi" Terratenientes, erapresitios indUustriales y crecimiento industzsal en In Argentina: los estancieros y eT debate sobre el prateceionis. no (1890-19147 Desnvelte Eeonomicn, 80), AN. Gm, 159, octubre-dieienbre de 2001 74 mayor presencia de Las clases propietarias en la vida politica. La Argentina, afirmaba un periddico en 1898, era un pais donde “no hay partidos orgdnicos ni grand reses ptiblicos que determinen la gravitacisn politica de las fracciones militantes”.!2 Esta situacion, que La Prensa calificaba de “divoreio perpetuo entre la opinidn real y es imte- Ja opinién representada”.'™ les dio a los reclamoy de reforma del orden oligarquico una autoridad que de otro modo dificilmente hubiesen alcanzado, y en detiniliva creo condiciones propicias para hacerlos avanzar hacia el Centenario. En la década de 1890, la ausencia de un oficialismo fucrte como el que habia pre- sidido la déeada anterior permitié que Los poderes locales ganaran autonomia respec+ to del estado provincial y de las elites partidarias, Las reformas institucionales impul- sadats en los aftos ochenta favorecicron este proceso. En los afios noventa, el dominio de los notables de Buenos Aires sobre los caudillos locales y los aparatos electorales esiuvo lejos de ser sencillo. y debid ser negociado permanentemente. La ausencia de fuertes motivos ideolégicos en la rivalidad partidaria contribuyé a darles a los lideres locales un mayor margen de maniobra, Io que a su vez eres condiciones que fomen- taron la inestabilidad en lay alianzas politicas. Esta situacion se agudiz6 una vez que desaparecieron las razones que hacian del radicalismo una amenaza frontal al orden politico existente. La volatilidad de los alineamientos tendié a relajar la disciplina partidaria. lo que se tradujo en continuas fracturas, que afectaron a todas las agrupa- ciones. Esto llevd a muchos politicos, en especial a los de peso local, a euidar sus po- siciones, en muchos casos con independencia de los proyectos estratégicos de los lideres de sus propias agrupaciones. Las tensiones entre Yrigoyen y los comités loca- es en 1897 cjemplifican bien este tiltimo punto, y otro tanto podria decirse de pujas similares que tuvieron lugar dentro de] autonomismo y la Unién Civica. En este sen- tido, las recurrentes denuncias sobre los “politicos de aldca”, entonces muy habitua- les. hablan de las dificultades de las elites porteias para mantener a estos grupos lo- cales bajo su control. La principal novedad de la década de} noventa fue la crisis del autonomismo y la aparicién de una vigorosa oposicién. La politica bonaerense del periodo dista mucho de aquellas imagenes que insisten en el dominio en solitario del PAN. en el que los se~ guidores del general Mitre suclen desempefiar el papel de socios menores de uaa alian- Za inconmovible, destinada a marginar a un radicalismo imeductiblemente opositor. La Unién Civica Radical no (ue la faccién opositora de mayor significaciér salve a comienzos de la década. La aparieién del radicalismo impuls6 (junto con las amena- zas al dominio de Roca que se hicieron presentes dentro del PAN) el acuerdo que a comienzos de la década acere6 a mitristas y roquistas. Pero al cabo de algunos aiios la desaparicidn de ka amenaza radical hizo que la politica provincial -y hasta cierto punto la nacional- comenzase organizarse en torno de ofas lineas de contlicto. cn- tre las que se destacabu la rivalidad entre el mitrismo y el autonomismo. Ella no siem- FD, 25 de octubre de 1898. 127 LP, LI de diciembre de 1848, pre tomé la forma de una competencia abierta, El mitrismo se propuso hacer valer st peso electoral y su influencia anie fa opinién buscando incidir en cuanto conilicto se presents entre las distintas facciones del autonomisto. De esta forma, ef mitrismo cumplié aliernativamente el papel de oposividn y de aliado de la fuerza gobemmante. No puede dejar de sefialarse que, una vez que la reforma de 1912 hizo realidad Ja ver- dad del sufragio. esta actitud le quité algo de legitimidad a Jos viejos recta parencia politica voceados por los seguidores de Mitre. Como sucedié con el radic lismo cn la segunda mitad de la década de 1930. después de 1912 el mitrismo qued6 identificado como parte integrante de un orden que sin duda cuestionaba, pero del que formaba parte, Ello contribuy6 a su marginacién politica en la nueva era democratica En la primera mitad de fa década de 1890. las clases propietarias se kanzaron mas activamente a Ja escena pilblica, Muchos de sus integrantes iban a salir hondamente decepcionados de esta experiencia. No fueron pocos los que. al cabo de algunos afios. advirtieron que la formacién de una escena competitiva no hacia més transparentes los vinculos entre Estado y sociedad, sino que, mas bien, impulsaba el desarrollo de maquinas electorales sobre las cuales tenian escaso control, y que, por otta parte, se comportaban de modo poco responsable y previsible. La competencia electoral, se ur- gumenté muchas veces, favorecia sobre todo a los propios actores del juego politico. No sorprende entonces que la reconstruccién del poder gubemamental que se crigié sobre la disgregacién del sistema de competencia entre facciones politi apoyos muchas veces silenciosos pero sin duda firmes entre los grupos prop A comienzos de siglo se esbozaron los rasgos principales de un nuevo sistema de poder. en el que cl autonomismo volvié a ocupar el centro de la escena. Ello le permi- tid a Marcelino Ugarte tomar participacién decisiva en la politica nacional. Larecons- truccidn del autonomismo provincial come fuerza dominante no fuc consecuencia de la imposicién federal sino que result, en gran medida, de la capacidad de Ugarte pa- ra articular una coaliciGn politica con Jos dispersos elementos que le offecia un siste- ‘ma politico que se encontraba en profunda disgregacién, Desde entonces el autonomis- mo volvié a controlar la vida politica bonaerense. Ello le gané la tolerancia, aunque no Ja simpatia, de los grupos propietarios, para quienes la autonomiéa de las elites poli cas y de sus maquinarias electorales siguid siendo, hasta el fin del régimen oligarqui- <0, un motivo de mayor preocupacién que Ia actividad de las clases subaltemnas. Una década y media de dominio autonomista sobre Buenos Aires ofrece el mar- co en el que el radicalismo surgié como Ia nica altemativa de poder contra el viejo orden. Tras su ocaso en el cambio de siglo, la muy debilitada faccidn radical iderada por Hipélito Yrigoyen se Ilamé a silencio, ep una actitud que se parecta mucho a una ticita dectaracién de derrota. Curiosamente. ello parece haber preparado al redicalis- mo mejor que a otras fuerzas para reaparecer en el nuevo escenario que se abrid des- pugs de la reforma electoral de 1912. Mas de diez. aflos de abstencién electoral le per- mitieron reerear su pasado de un modo que para el mitrismo resultaria imposible. borrando de su historia aquellos episodios de colaboracién con el autonomismy y. mis en general, con la politica bonacrense de la década de 1890, El dominio que el auto- mos de trans- s.conlara con Trios. 76, nomismo ejercio sobre la vida politica en los aos que antecedicron a la reforma de 1912-1916 hizo posible que la UCR echase un manto de olvide sobre sus propios fra- casos electorales de ka segunda mitad de la décadia de 1890. y que. tras algunos aos de silencio, volviese a insistir en la ilegitimidad del orden politico. asi como en fa ne- cesidad de ponerle fin, Para mediados de la década de (900, el radicatismo se presen- taba como el inico impugnador moral del regimen, y como una fuerza politicasin mas vineulos con el pasado potitico de la Argentina que su voluntad de abolirlo, Seria crréneo, sin embargo, evaluar el renacimicnto y los notables triunfos elec - torales del radicalismo en la era democritica abierta en 1912 unicamente a través del prisma que ofrecen los problemas de legitimidad del autonomismo y el mitrismo, las dos fuerzas dominantes del régimen oligirquico. El radicalismo también se mostré mas dispuesto que cualquier otro partido para adaptarse a los nuevos desatios a los que obligaba la ampliacion politica impuesta por la ley Sdéenz Petia. Ello se advierte en la especial atencién que sus lideres le prestaron a la organizacién de una sélida estructura partidaria que permitiese movilizar ya no maquinas etectorales sino masas. En esta muy poco conocida experiencia de construceién politica sin duda hubo mu- cho de novedoso, Come hemos visto en este trabajo, en ella también parecen haberse volcado las lecciones de unos saberes muy antiguos. En el nuevo escenario democra- tico, se reactualizaron algunas de las viejas destrezas que hicieron Eamoso al radiea- Tismo de la provincia antes de su primer eclipse: entre ellas destaca la habilidad de Yrigoyen para tejer los hilos de una red que en su época fue consideradat un auténti- co prodigio de organizacién politica. 7

You might also like